La Bioetica en El Cuidado Del Adulto Mayor

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LOS DERECHOS DE LAS MUJERES VICTIMAS DE LA VIOLENCIA.

ENSAYO

La violencia contra la mujer se ha constituido como una violación a los derechos humanos y
a las libertades individuales. Es la ofensa a la dignidad humana y una manifestación de las
relaciones de poder históricamente desiguales entre hombres y mujeres. La Organización de
las Naciones Unidas, en su Declaración de 1993, define la violencia contra la mujer como:
violencia contra la mujer, todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino
que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico
para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de
la libertad, tanto si se produce en la vida pública como en la privada.

Como se pudo observar en la Declaración de las Naciones Unidas la violencia contra la mujer
abarca, entre otras, la violencia física, sexual y psicológica; que se producen en la familia y
en la comunidad. Dentro el contexto público y en el privado. Son estas tres las principales
formas en que se presenta la violencia contra la mujer, pero no las únicas.

A parte de ello, existen actores dentro de esta problemática social, que es generalizada a nivel
mundial, que se puede dividir como: Generadores de violencia y los receptores de violencia.
Generalmente y en la mayoría de los casos los agresores o generadores de violencia son los
hombres y como receptores de la violencia y víctimas se encuentran hombres, niños y
mujeres, generalmente.

Los Generadores de violencia familiar, según La Ley de Asistencia y Prevención de la


Violencia Familiar del Distrito Federal, son: Quienes realizan actos de maltrato físico,
verbal, psicoemocional o sexual hacia las personas con las que tengan o hayan tenido algún
vínculo familiar. Y a los Receptores de violencia familiar a: Los grupos o individuos que
sufren el maltrato físico, verbal, psicoemocional o sexual en su esfera bio-psico-sexual.

Así, los grupos más débiles resultan los más agredidos. De hecho, la conducta violenta,
entendida como el uso de la fuerza para la resolución de conflictos interpersonales, se hace
posible en un contexto de desequilibrio de poder, permanente o momentáneo. Dicho de otro
modo, las formas de violencia se asocian a desigualdades de poder: entre hombres y mujeres,
aunado a ello las crecientes desigualdades económicas, tanto dentro de los países como entre
ellos. También define, La Ley de Asistencia y Prevención de la Violencia Familiar del
Distrito Federal la Violencia Familiar como: Aquel acto de poder intencional, recurrente o
cíclico dirigido a dominar o someter, controlar o agredir física, verbal, psicoemocional o
sexualmente a cualquier miembro de la familia dentro o fuera del domicilio familiar, que
tengan parentesco y que tiene por efecto causar daño.

Se pueden dar cualquiera de las siguientes clases: Maltrato físico, Maltrato psicoemocional
y/o Maltrato sexual. Para que la violencia se defina como tal, deben existir las siguientes
características: recurrente, intencional, acto de poder o sometimiento y tendencia al
crecimiento. La diferencia entre este tipo de violencia y otras formas de agresión y coerción
estriba en que en este caso el factor de riesgo o vulnerabilidad es el solo hecho de ser mujer.
La violación de los derechos humanos se relaciona en forma directa con la distribución
desigual del poder y la autoridad.

Por lo general los involucrados en la violencia familiar al pertenecer a un circulo con vínculos
de afecto y parentesco, les impide reconocerse como agresores o víctimas, es decir es
necesaria la intervención de un profesional que conozca la problemática para poder brindar
un apoyo eficaz.

Puede existir violencia sexual entre miembros de una misma familia y personas de confianza,
y entre conocidos y extraños. La violencia sexual puede tener lugar a lo largo de todo el ciclo
vital, desde la infancia hasta la vejez, e incluye a mujeres y hombres, ambos como víctimas
y agresores. Aunque afecta a ambos sexos, con más frecuencia es llevada a cabo por niños y
hombres a niñas y mujeres.

Por lo regular, las personas que sufren violencia sexual no cuentan a nadie lo que les sucede.
Esto se debe a que se sienten amenazadas o erróneamente culpables de lo que les pasa.
Cuando la violación es cometida por un familiar cercano, la víctima se encierra todavía más
en sí misma, debido a que su lealtad a la unión familiar le impide decirlo, pues teme que, al
enterarse, la familia se separe.

En los menores, los ancianos y las personas con alguna discapacidad el asunto es más grave,
ya que cuando se atreven a denunciar el acto se les acusa de fantasiosos o mentirosos y de
querer dañar al agresor. Por si fuera poco, estas víctimas viven amenazadas y en un constante
estado de terror.

El Maltrato físico como lo define La Ley de Asistencia y Prevención de la Violencia Familiar


del Distrito Federal, es: Todo acto de agresión intencional en el que se utilice alguna parte
del cuerpo, o algún objeto, arma o sustancia para sujetar, inmovilizar o causar daño a la
integridad física del otro, encaminado hacia su sometimiento o control.

Este tipo de maltrato se manifiesta en agresiones intencionales y repetitivas que arriesgan o


dañan la integridad corporal de una persona. Mediante la utilización de algún objeto, arma e
inclusive sustancias peligrosas, puede el victimario someter, inmovilizar o controlar a la
víctima, infligiendo un severo daño.

Algunos de esos actos son:

• Bofetadas, empujones, pellizcos


• Golpes con puños y pies, utilización de armas punzocortantes,
• Armas de fuego,
• Actos de tortura como quemaduras de cigarrillo,
• Privación ilegal de la libertad y en los casos más graves el homicidio.

El abuso físico, se da como los demás maltratos, por las desigualdades, por los estereotipos,
por el poder y el control de la otra persona en este caso la mujer; y es este tipo de maltrato es
el más tangible u observable por las consecuencias que causa.

Gran parte de la violencia es perpetrada por los hombres. Independientemente del sexo y la
edad de las víctimas. Es de todos sabido que ciertas sociedades consideran lógicas algunas
de las manifestaciones extremas de violencia contra la mujer. Es el caso de los llamados
“crímenes de honor”, que castigan con la sangre de la mujer la pérdida de virginidad, el
adulterio o incluso haber sido víctima de violación, en los que a mujer muere a manos de su
familia, esposo, padre o hermano. Se trata de una práctica común en ciertas regiones. La
cuarta parte de los crímenes cometidos en Jordania se atribuye a crímenes de honor. En el
año 2003 fueron asesinadas 1000 mujeres en Pakistán; 400 en 1997, en Yemen y 200 cada
año en Turquía por ese motivo. Además, se presentan maltratos como: muerte por lapidación,
mutilación genital femenina, latigazos, deportación y castigos especialmente crueles, contra
mujeres que han practicado la prostitución o por haber cometido adulterio.

La violencia contra la mujer es una conducta vinculada con el poder. Quien ejerce violencia
actúa de manera intencional y con el propósito de someter y controlar a la otra persona, es
decir, de eliminar cualquier obstáculo para el ejercicio del poder. Es un problema
generalizado en todo el mundo y en todas las sociedades. La idea de roles establecidos,
estereotipos, para el hombre y la mujer en la sociedad, es uno de los principales generadores
de desigualdad; y ello propicia la discriminación, marginación y violencia hacia la mujer;
siendo su agresor-dominador, el hombre. Desde la sociedad patriarcal que se ha establecido,
tanto en la cultura occidental como en la oriental. Es decir, el principal objetivo de la
violencia que el hombre ejerce sobre la mujer es el de mantener a la mujer en un estado de
sumisión y obediencia en donde su esfera de poder no se vea amenazada.

Esta violencia se lleva a cabo tanto en el espacio público como en el privado, es decir, la
violencia hacia la mujer se ejerce dentro de la familia, pero también desde el Estado, en lo
que se ha denominado como violencia estructural, y esta es la violencia política producida
por la mala distribución de los recursos y el poder político. Cuando los sustentadores del
poder y las elites nacionales impiden la satisfacción de las necesidades básicas de los
ciudadanos están violentando la sociedad.

La protección de la mujer, como podemos ver, se promueve actualmente por los tratados en
los que participan los Estados del mundo. Pero existen dificultades y deficiencias en la
aplicación en la aplicación de las nuevas normas que contienen los tratados ya que las
sociedades o culturas, tienen profundas diferencias en sus costumbres y formas de
convivencia, es decir, difieren en algunos valores.

Por tanto, la violencia contra la mujer es un problema que requiere de una atención
multifactorial, es decir, tendrá que realizarse desde múltiples disciplinas. El marco legal es
uno de los aspectos que puede contribuir a la prevención de la violencia contra la mujer, que
se ha generalizado en todo el mundo. Pero es necesario concienciar a las sociedades sobre la
problemática, para que exista un cambio de actitudes y comportamientos sociales que lleven
a un mejor desarrollo e interacción entre hombres y mujeres.
En definitiva, es necesario atender a las mujeres víctimas de la violencia y crear centros de
apoyo, atención y tratamiento. Pero más importante será crear más reformas que desarticulen
las diferencias entre hombres y mujeres, así como la creación de programas para la
prevención de la violencia contra la mujer; y la difusión de la problemática para crear
conciencia del problema y con ello poder crear un cambio de actitud y comportamiento en el
que las relaciones sean más equitativas entre los géneros.

BIBLIOGRAFIA

GARCÍA Moreno Claudia. Violencia contra la mujer: Género y Equidad, Organización


Panmericana de la Salud, E. U. 2003.

GONZÁLEZ DE PAZOS Margarita, La Mujer y la reivindicación internacional de sus


derechos, UAM, México, 1989.

MARTOS Rubio, Ana. ¡No puedo más! Las mil caras del maltrato psicológico. Ed.
McGraw-Hill 2004.

MOYA Castillo J, Violencia de Género, Ediciones Experiencia, España, 2005,

ORENDI Torres Patricia, El cuerpo del Delito: Los Derechos Humanos de las Mujeres en la
Justicia Penal, Porrúa, México, 2006

PIPER Isabel, en Voces y Ecos de Violencia. Chile. Ediciones Chile América CESOC 1998.

TORRES Falcón, Marta. Violencia contra las mujeres y derechos humanos. México, El
Colegio de México, 2001.

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