Caminando Sobre Terreno Resbaladizo
Caminando Sobre Terreno Resbaladizo
Caminando Sobre Terreno Resbaladizo
Los espacios que existen entre las metodologías de investigación, los principios
éticos, las regulaciones institucionales y los sujetos humanos, como individuos y
actores organizados en comunidades, constituyen un terreno resbaladizo. Se
trata de un terreno complicado y cambiante que puede jugarles malas pasadas
tanto a los investigadores como a los sujetos investigados. Por lo general, los
investigadores cualitativos aprenden a reconocer este terreno y a negociar con
él de diversas maneras.
Hoy, continúan siendo diferentes desde el punto de vista cultural, sus lenguas
nativas y sus sistemas de creencias todavía siguen en pie. Estas comunidades
constituyen hoy minorías dentro de territorios o regiones sobre las que alguna
vez ejercieron soberanía. Algunas comunidades indígenas todavía conservan la
soberanía, pero sobre Estados tan pequeños que no les otorgan ningún poder
sobre sus propias vidas, pues están sujetos a los caprichos y las presiones de
Estados más grandes y poderosos. Algunas comunidades sobreviven fuera de
sus territorios originarios porque fueron expulsadas a la fuerza de ellos. Sus
integrantes cargan con distintas etiquetas: nativos, indígenas, pueblos
autóctonos, tribus, minorías étnicas, etcétera. Muchos grupos indígenas se unen
a nivel regional e internacional para luchar por sus derechos y su reconocimiento.
Por otro lado, no debemos olvidar que las comunidades nativas no son
homogéneas, no están siempre preocupadas por los mismos problemas y no
existen como grupos cómodamente aislados del mundo. Como en cualquier
sociedad, dentro de ellas existen relaciones internas de poder que excluyen,
marginan y silencian a algunos y empoderan a otros. Además, existen todavía
muchas familias y comunidades nativas e indígenas que conservan los
recuerdos ancestrales de otros modos de conocer, modos que configuran
muchas de sus prácticas contemporáneas.
Este capítulo habla acerca de ciertos espacios históricos, políticos y morales, así
como de las relaciones y conexiones que se producen entre las aspiraciones
indígenas, el activismo político, la actividad académica y otros movimientos de
justicia social y trabajo académico. En muchas ocasiones, tanto las comunidades
como los investigadores indígenas de distintas partes del planeta se han
mostrado preocupados por el «problema de la investigación», manifestando que
se consideran a sí mismos uno de los grupos «más investigados» del mundo. La
crítica a la investigación se hizo oír en la esfera pública durante la década de
1970, momento en que el activismo político indígena pasaba por un período de
reafirmación (Eidheim, 1997; Humphery, 2000; Langton, 1981; L. T. Smith,
1999). La historia de la investigación desde diversas perspectivas indígenas está
tan profundamente incrustada en los procesos colonizadores que siempre ha
sido vista sólo como una herramienta que sirve exclusivamente a la colonización
y no como una herramienta potencial para la autodeterminación y el desarrollo.
Este cambio de óptica, que implicó dejar de vernos como víctimas pasivas de
cualquier clase de investigación y pasar a considerarnos activistas que se
embarcan en una lucha contra hegemónica en torno a las prácticas
investigativas, es un hecho significativo. El relato de este desarrollo ya ha sido
producido con más profundidad en otros lugares y no es exclusivo de los pueblos
indígenas: las mujeres, las comunidades de gays y lesbianas, las minorías
étnicas y otras comunidades marginadas han realizado procesos similares de
descubrimiento del rol de la investigación en sus vidas.