Las Lanzas Del Crepusculo Descola

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PROLOGO

Los particulares rienen a bien ir y "cnir, parece


que la filosofia no Yiaja.
- - - JEAN-JACQUES ROUSSEAU
Di1cur1o 10b" tI origm rU La duiglllz/dl2d
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.1: AUN PA~' QUIEN W ABORDE SIN PREVENCIONES, las fronreras de la civilizaci6n
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ofreceii·:r.~amenre un rosuo amable. Es verdad que en esos lugares tan poco


civiliza~9~ se juega a escala planetaria un conflicro mlly reaJ. Iniciado hace ya
mas de un siglo, enfrenra a un pufiado de millorfas rribales aI gran numero de
los que aspiran a desalojarlos de sus ulrimos refugios, legi6n dispar en la que se
mezclan y se oponen. campesinos miserables necesirados de rierras y grandes
~ propierarios de ganado y de planraciones, buscadores de oro 0 de piedras pre­
ciosas y mulrinacionales del peu6leo, de la exploraci6n foresral del rr6pico 0 de
" la exuacci6n minera. Las Ifneas del frenre donde se IJeva adelanre esra conqllisra
sin gloria presenran en rodas panes eI mismo aspecro desolador; poblaciones en
--.--­
~. -.

la anarqufa de 10 provisorio, y a menudo al margen de la legalidad nacional,


:-;;,::,~.
'''...t_iil-'S2;:: perpen}an~omo un signa disrinrivo su ererna ausencia de urbanidad. Es en

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Amazonia, ral vcr, donde su basrardia es mas mani!lesra. Del Orinoco a los
-:-::~:- Andesytie los Llanos de Colombia hasra las planicies del Orienre boliviano, al
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pie de-.fleas rierras superpobladas y en la orilla de rios navegables, a1rededor de
pisras de arerrizaje improvisadas y a 10 largo de ruras recienremenre rrazadas,
miles qe puebliros idenricos broran sin !In, cada dia un poco mas renraculares y
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cada di~cYa un poco mas descalabrados, pero imporenres aun para digerir la gran
selva. Demasiado ca6ricos como para sosrener mucho riempo la curiosidad y de­
masiado corrompidos como para despenar la simparia, esas a1deas de roldos on­
dulados expresan una vision degradada de los mundos cuya confronraci6n orga­
nizan, mezcla de nosralgia por una culrura europea desde hace largo tiempo olvi­
dada y de prejuicios perezosos sobre 10 desconocido que se encuenua muy cerca,
Las invesrigaciones ernograficas suelen empezar en sombrios observarorios,
Yo comence la mia en Puyo, una a1dea de colonos englurida en un presenre sin
gracia al pie de la venienre orienral de los Andes del Ecuador. Para quien viene

13
;.
.~

14 lAS LANZAS DEL CREPOSCULO - 15


PROLOGO

de Europa, e induso de las viejas ciudades coloniales que anidan en los alros lizaci6n de los jibaros achua( que pensaba visitar y ponerme al canra de los
valles de la Cordillera, Puyo ofrece la sorpresa de un mundo sin verdadero pasa­ medios que habrfa de emplear para contactarme con eUos. Todo 10 que sabia al
_do. En efecto, esta...pe€jUena capital p-rovinciat- no·nerre rres CUanci"s de siglo;-· Jlegat- era que-su presencia habfa si-do sefialada- sobre e~ (urso -inferior ·dd-do
pero los mas amiguos puestos de avanzada de Occideme en la precordillera Pastaz.a, a muchos ciemos de kil6metros de alIi, en un reducido mom~ tOtal­
amazonica no han tenido pr:icticameme mejor suene, y eso que fueron funda­ mente virgen de caminos 0 riberas navegables. Sin embargo, para mi gran sor­
. dos bajo Carlos V Con estas aldeas de paso, condenadas a recomenzar cotidia­ pres a, la mayoria de la gente que interrogue en Puyo me dijo ignorar total men­
nameme el esfuerzo irrisorio 0 tragico de su primer establecimiemo, la historia te a los achuar. EI duefio de la pensi6nfamiliar donde me alojaba con mi com­
se ha mostrado- muy ingrata. No les ha dejado en herencia ni memoria colectiva pan era Anne Christine, los diemes de la fonda doride comiamos, los funcionarios
ni monumentos conmemorativos, y nada da testimonio ahor~ d~ su amis..ii_e­ de las adminisuaciones municipales y provinciales, los agentes de organismos
dad, salvo, a veces, algunoSlegajoS"enmohecidos en archivos ignorados. Ciertas . g~bernamentales, todos esos per;onajes c~n los que un viSitan-re .de-p'aso traba
aldeas fantasmas eran, sin embargo, conocidas en el siglo XV por rados los hom­ facilmente conversaci6n en una pequefia aldea de provincia parecian no haber
bres de letras de Europa , que seguian can atenci6n sabre mapas tan bellos como jamas oido hablar de la tribu misteriosa que quedamos encontrar. Golpeados
im precisos los progresos de una conquista sin precedeme. Jaen : Logrofio, Borja, por la descorazonadora idea · de perseguir una quimera, nos lIev6 varios dias
Sevilla del Oro, Santander, Valladolid, esos jalones delconocimienro geogra.fi­ comprender que nuestros interlocutores ignoraban todo de la selva y de sus
co que hacian aflorar la nostalgia de la Espafia natal no han sobrevivido en la habirantesj a unas horas de march a desde la aldea, comenzaba un mundo en eI
memoria de los hombres mas que gracias a la pereza de varias generaciones de -'.;
que nunca habian puesto los pies. La lectura previa de algunas monografias
cosm6grafos: cercados tras el primer impulso de la invasi6n espafiola, los pobla­ f.-:­
ernol6gicas sobre la Amazonia ecuaroriana -inhallables para guienes moran en
dos de los conq uisradores fueron reducidos a cenizas un siglo mas tarde. Como el pais donde las investigaciones habfan sido lIevadas a cabo- me habian permi­
nadie se tomo el trabajo de ir a verificar su permanencia, prosiguieron en los tido saber mas sabre los indigenas que quienes vivian casi en contacto con ellos.
atlas una existencia tanto mas indebida cuanto que sus dimensiones graficas Los habitantes de Puyo compensaban su ignorancia de la realidad vecina can
estaban hechas a la medida del vacio inmenso que se les daba la funcion de una capacidad fabuladora tan fecunda como categ6rica. En las cantin as y los
cubrir. Para animar el gran espacio virgen de ·tierras inexploradas, el copista puestos circulaban las leyendas mas inverosfmiles sobre la selva y sus extrafios
inscribia en letras enOImes el nombre de aldeas exangiies, adornando sus alre­ anfitriones. Se nos aseguraba que los indios canibales reducian alii los cuerpos de
dedores can miniaturas de animales imaginarios 0 pequefias .selvas muy civili­ sus enemigos a la talla de una mufieca, proeza anat6mica, pol' otra parte, que
z.adas. Sin noticia de que sus habitantes habian sido diezmados por la peste y los parecia la mas dara sefial de que habfan descubieno un remedio vegetal milagro­
atagues de los indfgenas, un gru po de casuchas miserables acreditaba tener la so contra el mncer. Algunos, en cambio, pretendian que colonos blancos leprosos
misma escala que Burdeos 0 Filadelfia. Estos..kmines de la conquista han olvi­ vivian en autarquia desde tiempos inmemoriales sobre una ribera inaccesible donde
dado la gloria discreta de su primer esrablecimienro; su pasado no existe mas ni siquiera los indigenas osaban atacarlos . Segun ouos, la jungla escondia palacios
que en la imaginaci6n de los amanres de viejos mapas y en las fichas de un • en ruinas de arquitectura grandiosa, evidentes testimonios de que esa selva en la
pufiado de historiadores . Sean antiguos 0 modernos , estos injertos urbanos es­ que nunca se habian aventurado habia servjdo alguna vez de residencia a viajeros
can heridos de amnesia: los mas antiguos han perdido la memoria de sus orige­ intergalacticos e induso, guiz.:i -los extraterrestres habian reemplazado a Dios en
nes y los mas recientes no tienen recuerdos para companir. la explicaci6n populat de los origenes-', de crisol para una genesis c6smica de
I ndifereme al tiempo, Puyo 10 era tambien a su enrorno inmediato. Crda nuesua especie. En ese farrago de historias increibles, reconod con facilidad, y no
que iba a ser apenas una breve etapa en eJ re(~rrido de una ruta transitable que
sin cierta satisfacci6n, las flguras bien inscripr3s en eI reperrorio, apenas modiuca­
conduce en algunas ho ras desde las grandes ciudades de la Sierra central haSta la
das por- ~I color local, de los grandes delirios que la Amazonia siempre habia
selva amazonica, pero muy pronto me di cuenta de que tend ria que aplacar mi
suscitado en Occidente. EI Indio Blanco, Eldorado con riquezas fabulosas perdi­
impaciencia. Necesitaba, antes que nada, recolectar informacion sabre la loca­
do en la selva, las criaturas monstruosas en orras partes desaparecidas, los poderes
~: 17
~~ I
16 LAS !ANZAS DEL CREPUSCULO PROLOGO
!'}
sobrehumanos del mago salvaje: rodos esos miros se han perperuado en las obras una culrura ya idenrificada. resros de vasijas de bs que se habfan desprendido los
de divulgacion desde eI siglo XV! hasra nuestros dfas sin que las des!,!!emid.as (l:C~ -indioHecinos y11l1 mejor conocimiemo d-e lavida intima (le'Tioglodiras cavein1­
rremes de-la experienciaifayan padido di'srpar un pod;; de fascinacion que tiene ""
. :~~
~.
. colas que anidaban de a miles en aquellas concavidades.
su fuenre mas alia de toda realidad verificable. ~ Esta anecdora ilustra de manera ejemplar c6mo se perpetuan y se enriquecen
.f4;
EI abismo irreducrible que consrare entre mi saber jibresco y racionaliS[a ·Qt·
'",
las leyendas que Occidence ha rejido en rorno del mundo amazonico. Sobre un
sobre los indios de la Amazonia ecuarorial y el universo legendario del que nos
'$. viejo fondo heredado de los primeros cronisras de la Conquisra, cada siglo ha
'.~:
hablaban los habitanres de Puyo se rransformo para mi en la primera ill:lsrracion deposirado su lore de inverosimilirUdes, reinrerprerando los extrafios posrulados
de una ley implkira de la pd.ctica ernografica. Arriesgandome a formularla
...
.t-~: de la naru~eza americana segun los mitos propio~_de la epoca; desde las Amazo­
!:':.'
par6dicamen_r~ co~ },a. concisi6n del lenguaje de los fisicos, podria ser en unciada nas con el seno- ca"rrado h~ra sucubos vohldores, rod~ las figuras de nuestro
asi: la ca-pacidad de objetivacion es inversamente proporcional ala distancia del .Ij~
imaginario han encarnado a su rumo en d bestiario maravilloso de la gran selva.
IH
objero observado. En orros rerminos: cuanto mas grande sea la separaci6n geo­ ,.I~,". Hasta los pensadores mas eminenres han suspendido a veces sus faculrades cdti­
tt' .
grafica y cultural que instaure el ernologo entre s.u medio de origen y su "terre­ ";: cas ante las aberraciones referidas por viajeros credulos, uansformando entonces
"
. no" de e1ecci6n, tanto menDs sensible sed. a los prejuicios alimentados por los " las aPdaciones a su auroridad en verdades cientiflcas que los observadores escru­
;li .
pobladores localmeme dominanres en el encuenrro con las sociedades margina­ :i,. pulosos vacilan en poner en duda publicamente. Hegel proporciona el mejor
les que el esrudia. A pesar de su aspecto civilizado, aquellos no Ie seran mas .: ejemplo: en la epoca en que Alexandre von Humboldt publicaba sus notables
.~
familiares que estas. descripciones naturalistas y anrropol6gicas del conrinenre americano, el ilustre
Es cierto que una educaci6n s61ida en un gran pais cosmopolita no prorege fil6sofo volvi6 a dar vida en sus cursos a una vieja creencia, populari1.ada por
siempre a los ingenues de las seducciones f.kiles de la quimera. Asi, poco tiempo Buffon, seglin la cu:il eI indigena del Nuevo Mundo es un ser fisica y espiritual­
antes de nuestra lJegada a Puyo, en el orono de 1976, las auroridades ecuatorianas mente disminuido en raz6n de la inmadure1. del medio fisico donde se desarrolla.
habian promovido una importanre expedici6n inremacional con el fin de explo­ La evolucion de la ernologia ha vuelro ahora imposiblcs tales rorpezas, aun enrre
rar una profunda grura siruada en la precordiJlera amazonica, en d corazon del los fil6sofos rr as indiferenres a las humanidades perifericas. Sin embargo, las fa­
rerritorio de los jfbaros shuar. A una coleccion herer6c1ira de expertos en todos los bulas en las cuales la comunidad de estudiosos ha dejado de creer continuan
.' I

generos -donde faltaba, sin embargo, un ern610go-, los responsables habJan crel­ propagandose bajo la pluma de polfgrafos del misterio y del exorismo. Travestidas
do conveniente sumar la cooperacion de un comando de fuerzas especiales brira­ .J en una nube de esoterismo 0 salpicadas de esos detaJles presuntamente vividos
.~

nicas y un asrrona~ra mundialmente conocido. No se sabe si los milirares esraban que arrebaran inmediatamenre la conviccion del lector, ofrecen a amplias mayo­
encar~dos de proreger a la expedjcion contra las incursiones evenruales de los rias las apariencias de la verdad. Se las encuenrra esparcidas en las ediciones popu­
indios de la region -sometidos hacia mas de cuarema mos a la pacificaci6n misio­ lares hasta en los puesros de diarios de Puyo, firmemenre ubicadas enrre los ma­
nera- 0 si debian cumplir una mision mas heroica, cuya naruraleza dejaba entre­ nuales escolarc:s y las revistas femeninas .
ver la presencia del asrronau ra. EI- rumor difundido en publicaciones de gran Los' miros suscitados por la Amazonia parecer. as! lIevar una doble vida :
rirada por un habil charlaran europeo prerendia, en efecro, que esa gruta conrenia recogidos por exploradores negligentes de los "hombrecitos blancos" que
vestigios de una civilizacion e:xtrarerrestre. Grabadas sobre una mareria descono­ malviven en las esrribaciones de la jungla, acaban por reenconrrar su camino
cida, figuras extranas brillando en la oscuridad narraban rodas las erapas de una hasta e1lugar de su producci6n, santificados po r la seguridad de 10 impreso .
fundaci6n promereica de nuesrra civilizaciOn. Y como la practica de la revoluci6n Regurgitados de nuevo por fabuladores aut6cronos, poddn entonces ser relata­
orbiral aparenremente debia predisponer al hombre de la NASA a esrablecer rda· dos en una varianre diferente al pr6ximo escriba de la aventura que pase por
alii. Pero , a diferencia de los miros amerindios que se han enriquecido en d
cionesarmoniosas con seres venidos del cosmos, se apelaba sin duda a su experra
curso de los siglos con episodios burlescos 0 tragicos interpolados por narrado­
sabiduda en caso de encuenrros inopinados. Los resultados de la expedici6n fue­
res inspirados, esra ernologia imaginaria ve su conrenido poelico empobrecerse
ron magros a la luz de los medios desplegados: algunos tiesros arqueologicos de
-PROLOGO 19
-fs LAS LANZAS DEL CREPUSCULO
m;
a medida que las exigencias de la racionalidad moderna Ie imponen el yugo de
~ do vivamente impresionado por el aspecto feroz de: csos saJvajes, e:ntregados por
~:. completo a los placeres de la guerra y la e'~presa de Satan; de regreso en Francia •
~I
la semiverosimilitud.
. pubh-c6 una obra edificante sobn.-sus avenruras-ef1tre los jioaros,-mezclanck-ha- ­
~; _ bilmente la apologia misionera con la mas negra pintura de las costumbres de los
Inmunizados por las lecturas ante rio res contra las habladurfas de los "tartarines" ir-~

de Puyo, buscamos desesperada~ente el esbozo de una pista que pudiera con­ ?J~

!.;:p.'
indios, sin duda con en el fin de suscitar vocaciones de apostolado ~6tico entre
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ducirnos hasta los achu~r. Habra aprendido que los etn610gos raramente Ilegan los j6 venes lectores de las bibliotecas parroquiales. Perc la exhortacion no ruvo
1;; "
;;~: eco y. cerca de un siglo mas tarde, esos famosos jibaros del rio Capahuari no
primeros al teatro de sus investigaciones y que a menudo son los mas encamina­ ~~ .
dos en losfurgones de las potencias coloniald;pero mi generaci6n no conoda de habian 'encontrado jamas entre los dominicos al pastor que nuestro misionero
,~ ~-
colonias mas que 10 que la mala conciencia de algunos de nuestros maestros nos
Hamaba a grandes voces. Resignados a no obtener de los predicadores de Santo
podia haber ensefia:do.-Recordaba-que siempre habra s~ldicf~s 0 misioneros
para abrir Ia: ruta de una expedici6n emogd.fica; en esta pequena aldea de una
w-

,-~

D~mingo las luces et~-ogrffi2as que ese precedente literario me habia pe-rmitido
esperar, nos tornamos hacia confesiones mucho menos familiares.
republica independiente, ni unos ni ouos hadan falta .
En conuaste marcado con la desidia totalmente latina de los dominicos, los
Pero los militares de las tropas especiales de la jungla ignoraban todo respec­ misioneros protestantes continuaron a tambor batiemela conquista de las al­
to de los achuar; por eI contrario. paredan interesados en las informaciones que mas. De tendencia estrictameme fundamemalista, estos evangeiisras esradouni­
podrian quizas obtener de nosouos luego de que hubieramos cumplido nuesrra denses combinaron curiosamente una adhesi6n directa a la literalidad d~1 Anti­
misi6n. Su belicismo ostensivo se alimentaba de la proximidad del enemigo guo Testamento con el dominio de las tecnologias mas modernas. La mayorfa
hereditario peruano, que habia anqado en los anos cuarenta la pane mas gran­ venia de pequenas aldeas del bible belt, arm ados de una buena conciencia in­
de de la Amazonia ecuaroriana; consideraban , pues, como sospechoso a todo quebrantable y de una reologia rudimentaria, persuadidos de ser los unicos
extranjero que deseara desplazarse por aquelJos territorios en lirigio. Aforruna­ depositarios de los valores cristianos en otras partes abolidos. Ignorando por
damenre.los onciales de esas tropas de elite estaban fascinados por el mito de la completo eI ancho mundo a pesar de su trasplante, y tomando por un credo
Legion Extran;era y confundidos por la inconciencia de mi compaiiera. etnologa universal los ardculos de moral en curso en los Estados Unidos rurales de su
ne6nta tam bien. que se disponfa a acompaiiarme en esta expedici6n juzgada infancia, se esforzaron con gran energia en expandir por todos lados los princi­
por ellos muy temeraria. Las proezas pasadas de nuestra armada colonial y la pios salvadores. Esas convicciones rusticas eran servidas por una flotilla de
audacia admirable de Anne Christine ocasionaba, pues, la estima y la simpatla 4~ ' pequeflos aviones, una poderosa radio, un hospital ultramoderno y vehrculos
. ~.~;
de los militares; a fal ta de informaciones sobre los achuar, 'se nos libraron los ," ~
todo terreno; en sfnresis, eI equipamiento completo de un batallon decruza,­
salvoconductos indispensables para ir a visitarlos. dos envia~o tras las Ifneas enemigas. AI tratar de saber si su empresa se extendia
Los misioneros estaban mas al tanto de las realidades indigenas: como es acos­ hasta los achuar, nos enconuamos con una nube de respuestas cortesmente
rumbrado en America Latina. eI Es[ado ecuatoriano reposaba enteramente sobre evasivas; como en cada uno de nuesrros pedidos de indicaciones en los drculos
ellos para el encuadramiento de las poblaciones autocronas . La entrevisra con los oflciales de Puyo, se nos hizo senrir e1. 1igero caracter inoportuno de nuestra
dominicos fue muy am able. pero poco productiva. Establecidos hada mas de tres gesti6n. En la ocupacion bien reglada de sus dispositivos. los militares y los
siglos en la regi6n. habian cierramente oido hablar de los achuar, si bien sus ten­ misioneros rienen sin duda mejores cosas que hacer que aplacar la curiosidad
tativas por evangeliz.arlos habian fracasado. Sin emba rgo. un libriro que habia ociosa de etn610gos extranjeros. Sin embargo, llegamos a saber que un pequeno
consllirado antes de nuestra partida me hizo alimentar alguna esperanza. A fines grupo achuar del Capahuari habia aceptado dos 0 rres aiios atraS un contacto
del siglo XJX, un dominico frances habia en efeeto tornado conracro con esos pacifico can los pastores evangelisras. lncluso, habian desbrozado una pequeiia
mismos indios entre los cuales pensabamos esrablecernos. SlI empresa pasrorlll se pista-de aterriuje en operaci6n desde hada poco. Completamente tranquilos al
habia Iimitado a enviar regalos de pacotilla al jefe de una pequeiia rropa de guerre­ menos en cuanro a la existencia de esos indios evanescentes, tropezamos con el
ros acarreados a duras pellas a la casa de un converso. EI abate Pierre habfa queda­ rechazo educado de ser transporrados hacia ellos : los peq uenos aviones
... ~ .

- :10' lAS lJ\NZAS DEL CREPQSCULO ~~i;:' PR6LOGO 21


i:

monomorores de la misi6n no arerrizaban alia mas que una 0 dos veces por ano '. EI hedor de Puyo es caracrerisrico de rodas las aldeas amazonicas: llna suril
y era imposible organiz.ar proximameme un vuelo para nuesrro s.9lo_uso. _
Mienuas r-odos eS"ros comrariemposrerrasaban-Ia -fecha de -Ia gran panida,
1.~:~ combinaci6n de carne asada al-aiTe Iibre, frurasTan-cias y r'lerra-mojada, sazona- "
da a la oc~sion por los gases pesrilenres de un enorme camion 0 de un 6mnibus
r~~·
yo uaraba, para consolarme, qe ejercirar mi mirada de aprendiz. de ern610go bamboleante, Sobre eI fondo de esra emanaci6n compuesra, las casas anaden eI
a!
sobre los habirames de Puyo. Despues de rodo, renia en esra pequefia aldea de olor tipico de su inrimidad, una mezcla en eI querosen }' la
la que predominan
Ia precordillera amu6nica eI prerexro de una observaci6n ernografica un poco
1 -1
.l!'' .
;.--. I madera mohosa, siempre inseparables en su composici6n olfativa puesro que eI
de~encanrada, pero lien a de ensefianzas; P?r un parenresis, que esperaba breve,
perroleo:expandido con liberalidad sobre los rabiques y los 1.ocalos, riene po~
mi ct.iribsidad podrla encomrar alii un rerreno de dilerancia sin duda mas exo­
'j tarea protegerlos de una polvareda insidiosa. Esra acre hedionde1. aco~ al com­
rica que las grandes citJdades franc:..e~as donde mu~hos de miscelegas ejerdan su prador a la enrraaa delo.s b"ii:;res, como para inrrodudrlo -mejor en una-Ieonera
"' 1
sagacidad. ~' I'
j!r -~
muy diferenre de la opulenra ostemacion de las virrinas. Relegados en una me­
~it.:\ dia penumbra, y en perfecro conrrasre con los relevisores y las maquinas de
j~
Oficialmenre fundada en 1899 por un padre dominico, Puyo no erahasra prin­
escribir exhibidas en lugares de honor, humildes mercandas se amonronan so­
cipios de los anos sesenra mas que un gran callej6n, dlidamenre replegado
bre esranterfas cojas 0 se ensartan en guirnaldas que cuelgan del recho: marmi­
li j
alrededor de las consrrucciones en madera de la misi6n, que se conecraba hada ras de aluminio, macheres, hachas de hierro, azuelas, anzuelos, hilos de pescar. ..
una decena de mos, a uaves de una mala ruta de rierra, con Ambaro en los En la parte de adelanre, la bisureria rurilanre de objeros de prestigio; en la rras­
Andes. Los colonos vinieron luego, auafdOl> en numero crecienre por eI milagro rienda, los modesros urensilios desrinados a los indios; mejor que un largo dis­
de una Amuonia pr6diga, pero nO'alreraron eI aspecro rusrico y desordenado de curso, esta disposici6n de las mercandas senala que Puyo es una ciudad con
esra aldea comercianre, que depende aun p'a ra su aprovisionamienro, como para doble rosrra, que saca una pane de su rique-z.a de los habiranres de la gran selva
la persisrencia de su confon moral, del cord6n umbilical que la une a las gran­ cuya presencia ran pr6xima finge ignorar,
des ciudades de la Sierra cenual. Simple rerminal de una sociedad urbana y Al mirar de mas cerca a los que pasan, se percibe enseguida que se despla1.an
mercanril de la cual conserva resros dispares, Puyo se aplica a imirar las maneras de maneras muy diferenres. Los comercianres blancos y mesrizos, los funciona­
and inas para exorcizar mejo rei salvajismo de la jungla ran proxima. La mayoda rios de las oficinas gubernamenrales y los empleados de los bancos y cooperati­
de las casas abrigan en su planra baja un bazar pinrarrajeado en ronos pas rei vas, ciudadanos de Puyo hace una generacion a 10 sumo, se consagran a sus
cuyas viuinas ofrecen, a la mirada de los paseanres, los arriburos simb61icos de ::\ asunros con Ia expresi6n de personas importanres. Los m,ls augusros 0 los mas
ricos circulan pomposamenre en coche para recorrer las cinco cuadras donde se
la pequena burguesia ecuaroriana: pisapapas e1ecrricos, radiocaseres, chucherias .
de porcelana, bebidas alcoh61icas imporradas... Largas aceras de cemenro rema­ concenrran sus acrividades. En esre pais, donde la genre acomodada no puede
radas por galerias de madera permiren deam bular anre esros resoros sin expo­ aspirar mas que a poseer una pequefl3 camioneta, debido a los pesados impues­
nerse a los rorrenciales chaparrones de la rarde. La calle rambien esra dedicada ros a la imporracion, el auromovil es el emblema por excelencia del esrarus
al negocio: limpiaboras -una rarea de Sfsifo en esre mundo de barro y polva-, social . Las grandes Toyora tOdo rerreno de las adminislfaciones confieren, pues ,
mercaderes de fruras rropicaJes, vendedores de cigarrillos y de golosinas esperan un presrigio envidiable a quienes las urilizan; fuera de los horarios laborales,
placidamenre un muy pequeno beneficio. Reconocibles por su gran rrenza y su sirven sobre rodo para Ilevar de paseo a las familias de los jefes de negocios a 10
sombrero gris, los indios de la region de Oravalo lIevan de puerra en puerra largo de las tres calles principales de la ciudad, en una ronda majesruosa y triun­
bulros de vesrimenras singularmen re inadapradas al c1ima: pesados ponchos de fal que no deja de evocar la alrivez rranquila que acusaban amano los e1eganres
lana azul y camiseras de colo res chillones. A la vuelra de cada conversacion, la _en sus .coches de tiro por la Avenue du Bois.
oreja indiscrera capra un leitmoriv: "sucre, sucre, sucre", la unidad moneraria En medio de esra danza auromovil, rransparentes a la mirada de los blancos y
nacional que:, reperida por miles de bocas con una sarisfacci6n golosa, es la enfundados en sus vesrimenras nuevas, los indios deat1lbulan en pequeflos gru ­
caminela de esra ciudad de comercianres. pos. Las botas de caucho que se han calz.ado para homar las aceras de la ciLldad les
I I t
22 ~,5_lANZAS DEL£REPDSCULO
---PROLOGO 23- ­

confieren una forma de andar caracterfstica. a la Vel cansina y contoneada. Si se ~';;i?1


asemejan en todos los puntos a los pequefios colonos mestizos. no es por eI habito
ni por la fisionomfa que detentan. sino ma: bien p~r e1..c:om ponarnientojnh.abiL
Ii

;....t ,
.~ J
Sierra conducen a Puyo pobres diablos, coaccionados a lanzarse a 10 desconoci­
do para salir del desastre de su existencia anterior. Algunos son contratados por

en eJ es pauo urbano; en los findes-de I;~azonia se los distingue tan facilmente


como a los campesinos perdidos en eI metro de Parfs durante los dias del Sal6n de
lJ '~(;.J!
e1-Estade; EJue los--asigna a proyectos. de colonuaci6n dirigidos;., otros..logran ..
funivamente pequenos dominios en las tierras indfgenas. Estos colonos salvajes
tratan enseguida de hacer validar su ocupaci6n por eI InstitUro Ecuatoriano de
la Agricultura. Mas aut6ctonos que los ciudadanos de Puyo, puesto que fueron I:'.~!~.
$f.
los primeros habitames, los indios no estan, sin embargo, en su ambito en medio ,r'l
'~.
la Reforma Agraria y la Colonizaci6n; alii la obtienen sin gran dificulrad, pues
las in mensas selvas del Orieme son igualmente "eriales", constitutivas del patri­
de este abotargamiento urbano que en unos decenios se ha edificado en-su terri­
torio. Hablantes quechua, son conocidos en espanol con eI nombre de canelos 0
. ...;j~
" "';~~
I monio del Estado, cuya posesi6n puede ser concedida a quien la demanda.
I
:"'>~ Con pocas excepciones, los indios de esta parte de la Amazonia ecuatoriana
de a1amas; ell~_s pr~f1~ren lIamarse a sf mismos. con la expresiOn-sacha runa, "Ia
~~:'l
:5:r no rienen ningun-dtulo sobrelos territorios que ocuparr 'aesde haee varios si­
gente de Ta selva"·. Cristianizados por los dominicos desde hace varios siglos, viven 'i' l
,t !..
'\ glos, su soberania de facto permanece sin valor frente aI aparato juddico de la
distribuidos en pequenas comunidades selva adentro de Puyo, a unas horas de
naci6n que los domina. Esta irrisoria reforma agraria, que despoja a los indios,
distancia. Estos quechuas de la Amazonia vienen ~ la ciudad como se va a la feria ,
que ya carecen de todo, en eI dudoso beneficio de los excluidos de la Sierra,
del pueblo, para vender 10 que han aprendido a producir con excedentes y para
expone a los canelos de los a1rededores inmediatos de Puyo a una constante
comprar 10 que no quieren dejar de adquirir. A cambio de a1gunas canastas de
amenaza de expoliaci6n. Los colon os, aterrorizados por un entorno poco fami­
ichpingo 0 de naranjilla, pieles de pecad y ristras de fibras de palmera, obtienen
marmitas, machetes, vestimentas 0 fusiles. liar, jamas se aVenturan muy lejos en la selva; mas alIa de un dia de marcha
desde eI centro urbano, eI flujo colonizador se estanca, como si el impulso que
La mayorfa de las familias quechuas estan unidas a uno u.Otro de los comer­
habia adquirido al bajar de las montanas de repente se hubiera perdido. Pero en
ciames de Puyo por una rdaci6n de "padrinazgo" 0 compadrazgo. Se trata de
la proximidad de la ciudad , los conflicros relativos a las haciendas son perma­
un lazo mas politico que religioso, muy com un en Ecuador y en general en la
nentes y los indios no pueden protegerse mas que efectuando ante las autorida­
America hispana, por eI cual se busca conseguir la prorecci6n de un hombre
des las mismas gestiones que sus invasores. Seman a [[as semana, deben afronrar
poderoso que se uansformara, a cambio de servicios de toda clase, en padrino
la humillaci6n de tener que mendigar ante bur6cratas arroganres eI derecho de
de los hijos. EI comerciante se crea asf una c1ientela, en todos los sentidos del
quedarse en sus territorios ancestrales 0 hacer antecimara en las oficinas de
termino, y obtiene la garantfa de que sus com padres quechuas aceptaran sin ~.
;':::1"
chistar la tasa de c~bio sistematicamente desfavorable que les impone cuando
.. abogados especializados. La instrucci6n de demandas por la via normal puede
. -',
vienen a vender sus productos y comprar a su vez objetos manufacturados. Pero ~
," prolongarse durante mos; en easo de juicio, una vida entera no es suficienre
para hacer valer sus derechos: falta siempre un documenro, una firma , una
los indios candos obtienen tam bi en un beneficio: ganan por ello un a1ojamien­
garantia cualquiera para terminar la pesadiJla.
to en casa de su prorector cuando deben pernoctar en la ciudad, aI mismo
Aqui es donde una relaci6n de padrinazgo puede revelarse lHil. Si consigue
riempo que la promesa de su intervenci6n en sus a1tercados con la burocracia
un com padre mestizo 0 blanco con cuna -un comerciante de prefen:ncia-, el
nacional . Esta ultima ventaja essirt duda, a sus ojos, la m as importante, porque
indio extiende su red social hasta los margenes del poder administrativo. Sospe­
una buena parte de sus visitas a Puyo eStan dedicadas a tratar de obtener de las
cha que la influencia de su protector es a menudo ilusoria y que la paga dema­
autoridades un titulo de propiedad pa ra sus tierras. Oesde d comienzo de los
siado caro aI aceptar tacitamenre hacerse embaucar en cada una de sus transac­
aiios sesema, a instancias del gobierno, una f10ta de pequenos campesinos se
ciones comerciales. Los mercaderes piensan, en efecto , que la docilidad aparen­
esparce sobre d Oriente -asi se acostUmbra a denominar la Amazonia ecuaro­
riana-. lndios de las montaiias 0 mestizos, 'dejan una condici6n miserable-en' te de los candos frente a este intercambio desigual se debe a un desconocimiemo
105 Andes superpoblados en busca del exito facil que se les ha prometido en esre
de los principios de funcionamienro de una sociedad civilizada. La satisfacci6n
nuevo Eldorado. ora tras dia , los viejos autobuses que hacen eI servicio de la ingenua que demuestran sus victorias mercanriles sobre los indios reputados
ignorantes recibe una justiflcaci6nimplicita: eI pequeno comereio tiene una
.' i
24 LAS LANZAS DEL CREP(;SCULO ~, 1 PRuLOGO 25

funci6n civilizadora, y como eI aprendizaje de las leyes del mercado es una obra " . cion por esta tribu ha cautivado a Europa, pero ha I:?erman~ci~o circuflsgipJa,
., I
de largo a1iento, es I~it~mo que )o~ f!lerca4:res .Sl: . cobren su apGstolado de i tailt;- er\tonc~s co;';;o ahora, ;- su;unicos trofeos. La ~ociedad viva inrrigaba
aquellosque educan. Los indios son mas lucidos en su pragmatismo, pues han -:Yl.
;'j'.
/­ menos que eI procedimienro empleado ·por ella para producir esa incongruen­
~' .
comprendido pronto que para sacar ventajas en esta cultura del provecho, hay
:'"!-.
cia anato~ica que los consules bien intencionados no dejaban de enviar a los
que dar a veces un poco para no perder mucho; fingir ignorar las pequefias , ..:.. ( museos. Falros de observaci6n directa de los metodos de reducci6n, )05 estudio­
estaf:1S
del acuerdo es establecer una base de negociaciones con los blancos y ';j)",. . sos se vdan po~ su parte reducidos a especular sobre las tecnicas urilizadas,
prevenirse,ta! vez, contra eI robo de tierras.
Mucho mas alia de los canelos, a varios dias de marcha de Puyo, deberia ~ :1~

objetos de innumerables debates en la Sociedad de An tropologia de Paris, en
. .los cuales se ilustro nocoriame.nte el gran Broca. Algunos .medie os Iegistas ensa­
comemar eI terrirorio de -los a€lmar, si uno creyera aI menos en las raras obras .
yaron recrear empiricamence eI procedimienro y terminaron produciendo ca­
de et'nologia que hacen menci6n de elios. Su lengua no es eI quechua, sino un h.. bezas reducidas--presentables. Pero en 10 que se renere a los jibaros, se ignoraba
dialecro jibaro muy pr6ximo, al parecer, del que hablan los shuar de la f t'
,,'I casi todo y, si no hubieran practicado la reduccion de cabezas, probablemente
precordillera sudecuatoriana. Los etn610gos nos ensefian que I'os jibaros se divi­ ;~ \ hubieran permanecido en la misma oscuridad que cienros de orras rribus
den en cuarro tribus, los shuar, los aguaruna, los achuar y los huambisa, de las amazonicas, con una cuhura igualmente original, pero desprovistas de esa sin­
cuales s610 las dos primeras han recibido I~ atenci6n de los estudiosos, y que, si I gular competencia taxidermica. A fines del siglo XlX eran, en efecro, uno de los
bien IOdas poseen una misma filiacion linguistica y elementos cuhurales comu­ raros pueblos de la regi6n que habfan resistido vicroriosamenre a mas de tres
nes, se distinguen c1aramente unas de otras por ciertos rasgos de su organiza­ siglos de dominacion colonial, y eI mundo no conoda de ellos mas que sus
ci6n 'social, de su cultura material y de su sistema de creencias. A caballo sobre trofeos macabros, trocados en la linde su terrirorio por hachas de hierro y pun­
los confines amaz6nicos de Ecuador y Peru, su pais es grande como Portugal, tas de lanza con algunos mestizos avenrureros . En resumidas cuentas, la pro­
, pero menos poblado que un barrio parisi no ; cad a tribu ocupa alii un terrirorio duccion autocrona se volvio muy parsimoniosa para satisfacer eI guslO creci ente
daramente delimitado que defiende del acceso de los otros. Mu), aislados, }' de coleccionadores ad vertidos. En Ecuador), en Colombia, taxidermistas poco
probablemente mucho menos numerosos que los shuar y los aguaruna, los achuar escrupulosos se abocaron a fabricar cabezas reducidas en gran cantidad con
vividan sobre eI rio Pastaza y sus afluentes, en una jungla apaisada sembrada de cadaveres de indios obtenidos fraudulencamenre en las morgues. Ofrecidas a
pantanos. Como su regi6n es de 'difkil acceso y su reputaci6n belicosa es apa­ los turistas de paso por el Canal de Panama, juntO con sombreros de paja y
rentemente merecida, estos jlbaros estarian extremadamente aislados del mun­ falsas a1hajas precolombinas, esos siniesrros despojos ex.hibieron su faz enigma­
do exterior hasta eI presence, aI con trario de sus congeneres sh uar sometidos ala tica en las vitrinas de los viajeros culros de preguerra, al costado de una [anagra
influencia aculruralizadora de las misiones desde hace muchas decadas . £Ste o de una mascara africana, ralsos restimonios apergaminados que ilusrran muy
poco era rodo 10 que se sabia de los achuar en la epoca y 10 que nos habia bien hasta el presenre los malos pretextos de la curiosidad etnografica.
impulsado, a mi compafiera y a mi mismo, a querer lIevar adelante una investi· La gran mayoda de las cabezas reducidas autenricas proven!a de la rribu
gaci6n etnografica de larga duraci6n . shuar, la mas numerosa de los cuatro grupos de dialectos jibaros y la mas proxi ­
ma tam bien a los Andes meridionales de Ecuador. EI aislamienro en el cual
Dificilmenre se me creed. si digo que no fue la fascinaci6n por sus cabezas habian logrado acantonarse durante tantO tiempo comenzo a quebrarse en lo s
reducidas 10 que me condujo a los jibaros. Con los pigmeos, los esquimales y aoos treinta bajo el impacto de misioneros salesianos que se desvelaban hacia
los hotentotes, los jibaros forman parte de esas "sociedades primitivas" inscriptas una veinrena de afios por aproximarseles. Los shuar eran aun de muy difrcil
dentro del repertorio del imaginario occidental, porque se han transform ado en . acceso en la epa ca , puesro que hacia falra casi una semana de mula sobre un
arquetipos de la extravagancia ex6tica, c6modamenre identificables por una espanroso rastro de montana para dirigirse de la ciudad andina de Riobamba
costumbre 0 un cad.crer f1sico fuera de 10 com un. Evidentemente, la nororie· hasta Macas, la ulrima aldea mesri1-:l en los conones de su terrirorio . Pero eI
dad de los jibaros no data de hoy. Desde eI primer tercio del siglo XIX, la fascina­ camino era pavoroso, ya algunas familias shuar se habian reagrupado alrededor
'~'
'r.1~ I I 27 - ­
. ~~
PROLOGO
26 LAS LANZAS DEL CREPUSCULO

de puestos misioneros, ya un puiiado de colonos empezaba a descender a las


:~] del hombre en estado de naruraleza, una especie de esclndalo l6gico confinado

tierras bajas, llevados por los salesianos que contaban con su presencia para
..~ . a la utopia anarquista. Ninguna de las grillas de interpretaci6n empleadas poc
t ·, - los etn61ogos pareLla ackcuada para- darcuenta d~-eIJo. AI vivir- muy dispersos...
o-frecer a los-j+baros-un-moclelo ejemplar c:k vida civilizada. La ruta l:JUed;tba, aSI, .:t­
o ~\
en grandes familias casi autarquicas, los shuar estaban eviden temente despro­
aJlanada para los etn6grafos y los aventureros que, con algunas pocas excepc;io­ 1'1:'
nes, se'contentaron durante mucho tiempo con saquear las franjas del enclave £,( vistos de todas las instiruciones cencrfpetas que aseguran, por 10 general, la co­
excremadamente pequeiio que los salesianos habfan establecido en el inmenso hesi6n de las colectividades tribales. Al ignorar los mandatos de l'a vida en co­
dominio selvatico ocupado por los shuar. mun ligados al habitat citadino, esta mulritud de casas independientes prescin­
De esas excursiones en tierras misioneras naci6 una mulritUd de obras, mas - -~ dla muy bien de jefes politicos e, incluso, de las unidades intermedias -danes,
.;J,
linajes 0 c1ases de edad- que perpetuan un minimo de equilibrio interno en
notables por el cxccso de sus hiperboles que por la calidad 0 la originalidad de
~
las descripciones . Obligado por escrllpulos de conciencia profesi;nai a consul~ ii,; l ot;a:s'sociedades sin Estado. Aese-soberano desprecio por las reglai elemeritales
tar esta indigesta litcratura de viaje, encontre en todos lados las mismas anecdo­ .' de funcionamiento de una totalidad social se agregaba el ejercicio permanente y
tas crilJadas, las mismas informaciones err6neas 0 aproximativas, la misma :,::': entusiasta de la guerra de venganza generalizada. No contentos con librar una
verborragia insfpida revistiendo algunos datos etnogrificos rudimentarios sonsa­ ,\ guerra intensa entre tribus a semejanza de otras etnias'amaz6nicas, los jfbaros se
cados a los salesianos. En medio de ese farrago, la obra de Rafael Karsten desta­
;~ ,,.
embarcaban constantemente en confiictos monales entre vecinos pr6ximos y
ca singularmente por la finura, la precisi6n y la calidad de las observaciones. En , I
j
parientes . Salvo la lengua y la cultura, el unico lazo que reunfa a esa colecci6n
los aiios vcinte, el gran americanista finlandes habfa efectuado largas estadfas de casas diseminadas en la jungla pareda reducirse a la famosa "guerra de rodos
entre los shuar, los aguarana y los canelos; habra elaborado una monograffa contra lOdos", en la cual ciertos flI6sofos del. contrato social, con Hobbes a la .
descriptiva que habrfa de constituir durante mucho tiempo la unica referencia cabeza, habian crcido ver la principal caracteristica de la humanidad en el esra­
etnogriflca fiable sobre los grupos jibaros, una obra casi inhaHable , ya que ha­ do de naturaleza. Ahora bien, la permanencia endemica de la guerra intratribal
bia sido publicada por una oscura sociedad cientffica de Helsinki. Una foto 10 no perm ida verla como una patalogfa 0 una disfunci6n accidental de la socie­
muescra ceiiido en una suerte de craje de caza bavaro, calzado con polainas y dad; no podia tampoco representar la supervivencia de un hipotetico estado
Ilevando corbata, destacandose con solemnidad profesoral sobre un segundo natural del tipo imaginado por los fU6sofos ciasicos, puesto que todo parece
plano de bananos y palmeras. Con ese atavio inc6modo, sin embargo, el sabio indicar 10 contrario: que la guerra es una invenci6n relativamente tardfa en la
escandinavo derrotaba a la selva con seriedad y determinaci6n, y su libro apenas historia de la humanidad.
deja adivinar por partes las dificulrades y los peligros que debi6 encontrar en su Si bien aponaba datos interesantes sobre las morivaciones y la organizaci6n
periplo, un feliz comraste con la mezcla de paretismo y autoglorificaci6n qLre de los conflictos entre los shuar, Michael Herner estaba lejos de haber penerra­
exhala ordinariamente la prosa de los exploradores del pais jibaro. do el enigma de esra guerra intestina erigida en unica instituci6nde un pueblo
A fines de los aiios cincuenta, un etn610go estadounidense tom6 el relevo. en apariencia desprovisto de toda oua regIa social. A principios de los aiios
Michael Harner residi6 varios meses entre los shuar, de los cuales estudiaba sesenta, los jfbaros presentaban asi la curiosa paradoja de permanecer, respecro
particularmente la organizaci6n social y el sistema chamanico, pero como sin de 10 esencial, en los margenes del conocimiemo emografico mienuas desper­
duda no hablaba el jibaro y no practic6 una verdadera observaci6n panicipan­ taban con su nombre un eco familiar a toda Europa, expuesros como estaban
te, ellibro que public6 tenia mas el aspecto de un caralogo de inFormaciones hada casi un siglo a la reputaci6n siniestra que continuaban propagando los
que el de un auten tico anal isis antropol6gico . Si su trabajo completaba el de excursionistas de la aventura exotica. Era este desfase singular entre la ignoran­
Karsten sobre ciertos puntos, dejaba en la sombra los principios mismos del . cia y la notoriedad eI que habra aguijoneado nuestra curiosidad, y no una fasci­
Funcionamiento de ]a sociedad shuar. Es verdad que esos principios pa~ed;n nacion cualquiera respecro de los trofeos humanos. Es mas, los raros trabajos
particularmenre diFiciles de ser lIevados a la luz. La lectura de Karsten y de antropol6gicos serios sobre los jfbaros concernian ·exclusivamente a los shuar y
Harner daba a los jibaros la imagen penurbadora 'de una encarnaci6n amaz6nica dejaban en la oscuridad a las otras tribus mas difrcilmente accesibles. De los
~"\ I
28
LAS LANZAS DEL CREPUSCULO "!,1:
~· I
PR6LOGO 29
'I
achuar no se sabia nada en la epoca, a no ser que vivian aI este de los shuar, que .' I
='.' I
la esperaba en Cayena, pero no tomo la ruta enronces normal de circunnavega­
eran sus enemigos hereditarios y~ue~o entraban en Contacto--con los blancm". _ " I
---:-:~ I ciOn por el Pacifico y el Atlantico, sino que con6-derecho a "rra:v~s del c;;-nti~n­
La rutaesraba aoiertapar; tratar de resolver eI enigma sociologico que nuestros ._> I
predecesores no habian podido esclarecer, ­ teo Embarcada en una piragua en Candos con sus dos hermanos, su pequeno
./
sobrino, un medico, un esclavo negro, tres doncellas y numerosos batHes, la
Las informaciones espigadas en las bibliotecas especializadas del viejo con­ "...\
inrrepida dona Isabelle habria pronro 1e vivir una terrible aventura en eI cora­
tinente conferIan a los achuar la distinci6n de 10 desconocido, un privilegio ,. !

z6n del actual territorio de los achuar.


transform ado enrareza en eI mundo amaz6nico. Veniamos de aprender en Puyo

Sus infortunios comienzan cuando las piraguas indigenas abandonan la pe­


que sus Iineas de defensa despues habian sido un poco traspasadas por los evan­

~uefia flota a1_ abrigo de la n~che,lueg<? _~.e dos dfas de descender eI BQbonaza.
gc::ljNas estadounidenses y tam bien, mucho mas al sur, por un padre sai~~'iano,

Como nadie es capaz de maniobrar esra embarcaci6n que sopona una carga ran
sin que eI grueso de la tribu cediera aun a las sirenas misioneras. Para efectuar

~l l pesada, deciden desembarcar a toda la compania y despachar al medico y al


nuestros primeros pasos en esta terra incognita, 10 mas c6modo parecia ir a .1
esclavo negro para que vayan a solicitar ayuda a la misi6n de Andoas, a varios
visitar de entrada a los achuar que vivian sobre eI Ci.pahuari, un afluente de la I
ribera norte del do Pastaza; estos indios habian comenzado a recibir reciente­ -I
. ",
dfas de navegacion rio abajo. Transcurridas mas de tres semanas sin noricias de
los dos emisarios, Isabelle y su familia consrruyen entonces una balsa improvi­
mente la visita episodica de shuar conversos enviados como esclarecedores por I
sada para rratar de ganar Andoas. Con las primeras remadas, la balsa se disloca
los prorestantes y se podia esperar que manifestaran la misma rolerancia respec­

por completo y:aunque todo eJ mundo se salva a duras de penas de los remoli­
to de nosotros. Dado que no podiamos dirigirnos hacia elios con eI confort de

nos, los viveres y eI equipaje desaparecen en la carasrrofe. No queda mas que


un avi6n de la misi6n, ruvimos que realizar un vasto periplo: ganar a pie la

avanzar penosamente a 10 largo del Bobonaza, sobre las orillas abrupras y cu­
misi6n dominica de Candos sobre eI Bobonaza, luego bajar en piragua hasta

biertas de una vegeraci6n inextricable, rurnandose para llevar aI nino. Para eco­
una aldea quechua de Montalvo e internarnos en la selva hacia eI sur para alcan­

zar eI Capahuari. nomizar sus fuerzas ya basrante debilitadas, los niufragos prueban corrar los
meandros tomando los recodos en linea recta. Esta iniciativa les es funesta por­
EI trayecto hasta Montalvo no parecia presentar grandes dificulrades; habfa

que pierden d.pidamente eI hilo conductor del rio y se exrravian en la jungla


sido a1lanado con anrerioridad por una cohone de misioneros, de aventureros y

donde van a morir un os despues de orros de agoramiento y de inanici6n.


de soldados. EI Bobonaza es, en efecto, la unica ruta de agua navegable en

Isabelle Godin de Odonnais es la unica que sobrevive. Ya sin ropa y sin


piragua de esta porcion de la Amazonia ecuatoriana y, desde la segund'a mitad

calzado, debe despojar eI cadaver de uno de sus herman os para vesrirse. Llega
del siglo >..'VII, sirvi6 de enlace entre la misi6n de Canelos y eI curso inferior del

incluso a divisar eI Bobonaza, cuyo curso sigue durante nueve dfas ames de
PaSraza, donde se habian establecido los jesuitas de Maynas. Mas alIa de la

encontrarse con indios conversos de la misi6n de Andoas que la conducen al fin


misi6n jesuitica, eI Pasraza se unia aI Maran6n y, por ranto, a la red fluvial del
a buen puerto. Sus sufrimientos han terminado, pao no su peripJo; aun Ie had
Amazonas; si uno se embarca en una piragua en Canelos, en un poco mas de un

falta mas de un ano para reun irse con su esposo en eI orro exrremo del Amazo­
ano puede esperar lIegar hasta ellitoral atlantico.

nas" Propalada de boca en boca a 10 largo del rio, la historia de esra herofna
Algunos de nuesrros predecesores sobre esta interminable avenida acuarica
involuntaria se habia convertido entre tanto en leyenda, enriqueciendose de
habian obrenido a partir de su viaje gran notoriedad en Paris; eI abare Pierre,
episodios fabulosos y de anecdotas escabrosas que conrrasran fuerremente con
por Supuesto, pero tam bien eI explorador Bertrand Flornoy, que habia recorri­
su ausrera modestia. EI recuerdo de esta epopeya se ha desvanecido ahora de la
do d Bobonaza en los aiios treinta y sobre todo, mucho antes que ellos, la
memoria de los ribereiios con ranta seguridad como eI campamemo esrabJecido
extraordinaria Isabelle Godin des Odonnais. Esra tragica heroin a _de ~n gran
hace dos siglos por los naufragos del Bobonaza. 5610 perdura en las ensoflacio­
amor conyugal era la esposa de un miembro subalterno de la misi6n geodesica
nes de un ern61ogo la evocaci6n fugaz de una mujer en harapos abriendose
enviada a Quito por Luis XV para medir alii un arco de meridiano en la latitud
camino en la selva descsperadameme vacia, en la que el mismo se apronta a
del ecuador. En eI mes de octubre de 1769, ella decidio unirse a su marido que
mgresar.
30- LAS LANZAS o-ETcREPUSCUL() PR6LOGO 31

Un poco mas de vei!lticinco anos anres de estos acontecimielHos, Charles de cada tanro un incidenre inesperado pero placenrero rompia.su laboriosa rurina.

La Condamine, el miembro mas ilustre de la mision geodesica, rambien habfa En esa comarca lejana donde anrano me habian precedido, aquellos sabios ju­

-ex.plorado los.-rerriwrios-amaz6nicos de-la Audierrcia -de Quito. Unavez. acal5a­ . veniles-del reino de-Llfis XV se- h-allaban presenTes-en mi --espiritu, sin duda

das las medidas de uiangulacion y los relevamienros asrronomicos que 10 ha­ porque renia necesidad de encontrar en su conducra el modesto consuelo de

bfan renido ocupado en los And~s, el celebre geogrJo se propuso regresar a una gloria precedente.
Francia por el Amazonas y trazar, de paso, una carra exacra del rio. Iniciado en
el mes de mayo de 1743, su viaje se desarrollo mas facilmente que el de la EI oficio de ernologo presenra en efecro una curiosa paradoja. EI publico 10
inforrunada Isabelle . Habfa oprado por lanlta, harto frecuenrada en la epoca, percibe co~o un pasatiempo del explorador erudito, mienrras que sus pracricas
que conducfa de Loja, en la Sierra, a Jaen, sobre eI Maranon, bordeando a se imaginan enmarcadas mas bien en la prudenre comunidad de aquellos que
traves de un largo rodeo I:i terra incognita habirada po~-Ios }fb'aros. Por otra Ba~helard Ilamab; los ~~abaJ~dores de campo. Nuestro universo famiJi~ son
parre, apenas si hace men cion de ellos en su relacion de viaje, senalando sim­ menos las estepas, las junglas 0 los desiertos que las aulas donde se dictan cursos
plemente el terror que Ie inspiran a los riberefios del Marafi6n expuestos re­ yel combate nocturno con la pagina en blanco, ordalia infinitamente reperida y
gularmente a sus incursiones morrfferas. La Condamine no se inqllieta en ab­ en otro modo mas temible que cualquier encuentro cara a cara con un anfitrion
soluto, preocupado por establecer con exacritud el cursu del rfo, Sll profUndi­ poco amenD del bestiario amazonico. En una formacion consagrada en 10 esen­
dad y la fuerza de su corriente. Es verdad que los siere anos pasados en los cial a la practica ludica de las humanidades, nada prepara al etn6grafo neo[lIo
Andes para cerciorarse minuciosamenre de la forma y de la dimensi6n del pla­ para esos episodios de camping inc6modo en que algunos quieren ver la marca
nera 10 habian predispuesto a las avemuras mas extravaganres. Con sus estudio­ disrintiva de su vocacion . Si ral vocacion existe, nace mas bien de un semi mien­
sos companeros Louis Godin, Pierre Bouger y Joseph de Jussieu, se habia topa­ to insidioso de inadecuacion al mundo, muy poderoso como para ser alegre­
do con todos los obstaculos, habia experimenrado todos los inconvenienres, mente superado, pero muy debil como para que conduzca a grandes rebeliones.
habia sufrido todas las vejaciones a las cuales podia exponerse una expedicion Culrivada desde la infancia como un refUgio, esra curiosidad disrante no es
;:1
cienrffica en los confines del mundo civilizado.
• I
privariva de la etnologia; orros observadores de/ hombre hacen de ella un uso
Apasionados por la maremarica, la boranica 0 la asrronomfa, estos ues jove­ mas especracular, fecundandola con talemos que nos hacen falta: a disgusro en
nes academicos no esraban en absoluto mejor preparados para afronrar las difi­ ~l/
c
-j
las grandes planicies del imaginario, nos hace bien pasar por esra obediencia
culrades practicas de su empresa de 10 que 10 esraba yo. Lejos de las sarisfaccio­ servil a 10 real de la que esr;!.n librados los poeras y los nove/istas. La observacion
,­ ,

nes ausreras del rrabajo de gabinete, para cumplir su misi6n habian debido de las culturas exoricas se convierre enconces en una forma de sustiruto: permi­
convertirse a su rurno en agrimensores y en..alpinistas, en conrramaestres y en :

re al ernologo entrar en el mundo de la utopia sin someterse a los caprichos oe


diplomaricos . Habian renido que mosrrarse zalameros con las autoridades colo­
la inspiracion. Canalizando en las redes de la explicacion racional una voluntad
niales que los sospechaban de espionaje y consumirse en enredos adminisrrari­
de poder un poco veleidosa, podemos asi apropiarnos por eI pensamienro de
vos cadavez que regresaban en busca de reposo a Quito despues de una campafia
esas sociedades cuyo destino no sabriamos influenciar. No hay afan alguno de
de mediciones. Cubierros de juicios y amenazados de expulsi6n, parrian enton­ 'i
heroismo en tOdo estO; nuestro universo conremplativo no es eI de los hombres
ces a acampar en las monrafias, expuesros al frio y al hambte, rodeados de in­
I
de accion.
dios hosriles y silenciosos, para Ilevar a rermino ese proyecto insolito que debia I Yo mismo me habia formado en la critica de textos y en eI trabajo reflexivo,
cambiar el conocimienro de la rierra. Semejanres en esto a los etnoJogos moder­
nos, la avenrura no era para elJos un fin en sf, sino el aguijon que punzaba sus
i sabia esrablecer una genealogia e identificar una nomenclarura de parenresco,
me habian enscnado a medir un campo con una brujula y una cadena de agri­
invesrigaciones y a veces obsraculizaba -su buen desarrollo; la admitian como I
1I mensor, pero nada en mi vida an terior me habia preparado para desem pefiar eI
componenre inevirable de su trabajo de campo, oscuramenre deseada, ral vez,
ante~ de emprenderJo , sin perjuiCio de experimenrar cierro encanw cuando I pape! de salteador de montes. Bachiller perezoso y mediocre filosofo, habra:
I encontrado en la lectura de los clasicos de la sociologfa una dichosa com pensa­
I
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W LANZAs DEL CREPOSCULO
PR6LOGO 33

_cion al purgarorio de los concursos de oposicion. Estaba por 10 demas bastante


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solo en esta evasion. Dedicados aI culro inEr~sigente_de la J:pistemologia, -mis


cio de una investigacion monografica. Ese riro de pasaje gue sanciona la en rrada
condi-sdpulos consideraban las-ci~ncias sociales como una forma de dimaccion
-en nue-stra cofra-d..Ia puede adoprar formas muy dlversas ah~~a qu; la ;nt~p~lo­
muy' poco figurosa, deplorablemente de:sprovista de esa "cientificidad" que atis­
gia social ha anexado "campos" cada vez menos distames. Cierta idea romantica

baban en la ffsica aristotelica 0 en los texros matemaricos de Leibniz. Mi inreres


de esta experiencia iniciatica, a1imemada por los grandes c1asicos franceses y
anglosajones de la etnografia ex6tica, me impedian dirigir la mirada sobre una
por la crnologfa me daba as! unareputacion de futilidad simpatica, sancionada
por eI apodo anodino_de "e1 emplumado". barriada obrera, una empresa mullinac ional 0 una aldea de la .B~auce . Aspiraba
a sumergirme en una sociedad donde nada fuera evidente y cuyos modo de
Sin embargo, quien me habra guiado por este camino era un anciano de

vida, tengu_a3 formas de pensamienl() n9 sc: me rorn~ran progresiyamenle


nuestra escue~: Encargado durante-algunos meses de la ensefianza de alItfopo­

inreligibles mas que despues de un largo aprendizaje y una paciente ascesis ana­
I;gfa econorriica, Maurice Godelierhabfa introducido en nuestros muros eI

Jilica; un universo social milagrosamente cerrado, en suma, corrado a la medida


cebo de una legitimacion de las ciencias sociales. Can Ia: aureola de presrigio de

de un aprendizaje individual y cuyos elementos dispares pudieran ser poco a


su primer libro, esre. joven "caiman" mostraba que era posible emprender un

poco reunidos en una eleganre construccion por quien supiera romarse eI traba­
malisis riguroso de la articulacion entre economia y sociedad, incluso en aque:­
jo de desenredar la madeja. Tal proyecro exigia por OUa pane hacer obra de
1I0s pueblos arcaicos cuyas insriruciones esran desprovisras de la rransparencia

pionero: debra rechazar la ayuda de una erudicion previa y animarme a catar eI


funcional a la que la diseccion sociologica del mundo moderno nos ha acos­

genio de un pueblo libre y solilario que la colonizacion no hubiera aun a1tera­


tumbrado. lnsarisfecho por la exegesis filosofica y la sumision exclusiva al

do. De rod os los grandes contin entes ernograficos, la Amazonia me pareda la


trabajo de la teorfa pura, decidf finalmente abandonar a mis camaradas en su

ma, propicia para acoger ese desafro inreleclual cuya grandilocuencia yo asumia
fervor metafisico. En lugar de disertar sobre las 'tondiciones de produccion de

Ia verdad, iba a internarme en la tinieblas del empirismo y esforzarme por dar


;:} perfectamente. Por cierro, la hisroria no es una desconocida en esta region del
razon de los hechos sociales. mundo y, desde hace mucho liempo, pasea su correjo de conmociones, modifi­

A instan,cias de Maurice Godelier, emprendi emonces un peregrinaje al College


~li cando a su modo un paisaje ernico cuya aparente perennidad da cuenta menos
.{f de un deseo que lendrian los indios de perpetuarse idenricos a si mismos descie
de France para consul tar a Claude Levi-Strauss en su santuario. La a1tivez discreta
la noche de los liempos que del defecro de perspectiva temporal aI cualla po­
del bachiller no me era de ninguna ayuda en una circunsrancia tan formidable:
breza de las Fuentes antiguas condena a los eSludiosos. Aquf, como en orras
anre la idea de abordar a uno de los gran des espfrirus del siglo, esraba inmerso en
partes, los aislados no son tales mas que porque son aprehendidos con las
un terror sin precedenre. Tras haberme instal ado en 10 mas profundo de un gran
anreojeras de 10 inslanraneo y en la ignorancia 0 el olvido de todo 10 que a1rede­
. sillo n de cuero cuyo asiento superaba apenas eI ras del suelo, eI funclador de la
anrropologia esrructural me escuch6 con una cortesia impavida desde 10 alto d~
dor de eUos condiciona su supervivencia.
La Amazonia, sin embargo, no es Africa occidental 0 Asia meridional; sus
una sill a de madera. La comodidad del siU6n en el que esraba hundido no ayuda­
ba a disipar mi nerviosismo ; me enconrraba como sobre una parrilla puesra al
-Ii pueblos no han sido segmenrados), reorganizados por el orden de las casras y de

rojo anre eI silencio aren to de mi examinador. Cada vez mas persuadido de la


i los ESlados conquisladores , no han sido fragmentados y vueltoS a organizar por

insignificancia de mis proyecros a medida que los exponia, conscieme de ime­ 'I el IrMico de esclavos, no han deambulado como nomades a 10 largo de inmen­

rrumpir con mi palabrerfa rareas de la mas alta importancia, condui con algunos .:1! sas rutas de'comercio ni han conocido las estrictas jerarquias polilicas fundadas

balbuceos aquella leccion de nuevo tipo. Para mi gran sorpresa, eI examen fue ,,':1 sobre el tabicamienlO de las funciones y ge Ia capacilacion, y sobre lodo, no han
I sido atravesados por la expansion imperial de las grandes religiones. La ausencia
coronado con exiro: prodigandome animos con amabilidad, Clal!de Levi-Strauss
aeept6 oriemar mis investigaciones y dirigir mi tesis.
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de esos flujos unificadores y la formidable desagregaci6n causada desde hace
. ~I cinco siglos por las epidemias hacen de:: la Amaz.onia COl1ltmporanea una super­
Poco preocupado de reproducir en ernologia eI genero de abstracciones que
me habia alejado de la filosofia, estaba resuelto a imponerme de golpe eI ejerci­ (j posici6n de sociedades en minialura qutarrae a los eln610gos prendados de la
singularidad. En una carrera en la que a uno se 10 identifica anre todo por eI
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. LAS LANZAS OEL GREPUSCULO -PROLOGO 35 - ­

pueblo gue esrudia y donde las afinidades inrelecruales nacen a menudo de la jado procurarme perl as de vidrio. Fabricados por talleres checoslovacos con eJ

complicidad gue susciran experiencias ernogd.ficas comparables, es muy raro desrino exdusivo de los mercados exoticos, esos aderezos eran diffciles de conse­

que la elecci6n i nicial de un con ~nc:.n re de i!!vesJigacion sea-fru ro dd-azar. Cad a guir en America La.ina,-donde los illdios .continuaban como elLeLpasado COll=.

- reglOn- del munCloy cada ~pecie de sociedad despierran sus vocaciones propias sided.ndolos bienes preciosos y extremadamente deseables. Con un bono de com­

en funci6n de los caracreres, ripoJogia sutil gue la pr,;-crica misma del trabajo de pras debidamente estampillad~ por la agencia contable del College de France, me

campo se encarga de afirmar. Asi como las querelJas enrre escuelas que animan _ • habia aprovisionado de bocales multicolores en una pequefia rienda situada de­
la disciplina a menudo no expresan mas gue una incomprensi6n mutua enrre "
rras de la Basrilla, la misma qui7.a que habia visirado en 0[[0 tiempo mi padrino de
diferentes esrilos de relacion con los orros, las divergencias reoricas ocuiran,
resis anres de partir con rumbo a Brasil. Encontraba irrealla idea de que pr6xima­
bajo la cascara de los conceptos, incompatibilidades mas fundamemales en_~as mente necesiraria disrribuir esa pacorilla, ala manera de los exploradores barbu­
maner~~ de _s~.~ en el mundo. La Amazonia-desconcic:rra-a los ingenieios de la dos que vela en los- grabados de- viaje del siglo XIX, domiilarldo las cascadas del
mednica·social y a los remperamenros mesianicos; es el campo de eleccion de
Zambeze desde 10 alto de su palanquin 6 parlamentando con los cafres en las
misan rropos razonables gue disfrurari en el aislamienro de los indios el eco de su
puerra de un kraal de Africa meridional. Esos preparativos anacr6nicos daban el
propia soledad, ardiemes por dtJenderlo s cuando son amenazados en su super­
rono de antiguos viajes y me procuraban un placer parodico, mas inspirado por
vivencia, su culrura 0 su independencia, no por el deseo de guiarlos hacia un
las reminiscencias de Julio Verne que por los rerricos recuerdos del scou rismo. Por
desrino mejor, sino por no rolerar que se imponga a orros la gran ley comlin ala

fldelidad lireraria, en suma, al espiriru de las expediciones emograficas de preguerra


cual ellos mismos siempre han rrarado de susrraerse.

-y a modo de homenaje a Henri Michaux, que nos habia precedido ya en esc


A esras disposiciolJes personales se agregaban no obstante algunos argumen­

pais-, habiamos lIegado a Ecuador al rirmo Ienta de un carguero, y desembarca­


ros ciemificos. A1 exaininar la lirerarura americanisra, habia guedado sorpren­

mos nuesrras maleras y nuesrros bolsos en ese puerto de Guayaquil donde nada
dido por los vaclos de conocimiemo gue dejan rransparentar los inventarios

pareda haber cambiado desde la escala de Paul Morand.


ernograficos de las cuencas del Amazonas y del Orinoco. A pesar del pillaje y de

A! emrar en comacro con los prosaicos comercianres de Puyo, mis prejui­


los genocidios a los cuales sus habitames habian sido somerido durante Cuatro

s
cios novelescos habian sufrido los correcrivos de la realidad: nuesrros stocks de
siglos, esra gran selva abriga alin ernias aisladas de las cuales no se conoce mas

vidrierfa sedan cierramente bien acogidos, pero noS aseguraban que los indios
gue el nombre y la localizaci6n aproximada. Claude Levi-Srrauss mismo ha

apreciaban rambien los ardculos de ferrereria. Por cieno, no se sabia nada pre­
seiialado a menudo a sus coJegas la necesidad de desarroJlar investigaciones

ciso sobre los gusros de los achuar en la materia, pero rodo parecfa indicar que
sobre esta area Cultural donde habra hecho sus primeras armas y gue Ie h<lbfa

se ajusrarian a los de los canelos, que frecuenraban los' bazares de Ia ciudad. A


proporcionado luego una gran parte de los miros analizado s en su obra. Pani­

partir de los consejos de los renderos, compramos piezas de tejido para haccr
cularmeme aremo a la mirologia jfb;ra }' conscienre de la urgencia de la tarea
panos -contadas en varas, la medida del Anriguo Regimen-, Iineas de pesca de
por cumplir, me habia incirado a reajizar sin dilacion mi proyecto de inve~riga- .~1
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nailon y anzuelos, machetes y hachas de hierro, cuchillos y agujas, sin mencio­
cion sobre los achuar en proceso temporario de asimilacion. Luego de obtener , I
nar una buena provision de espejos y de birreres para sarisfacer la coquereria de
por su inrermedio subsidios para una mision del Centre Narional de la Recherche 11 la mujeres jovenes.
Scientifig ue, me hallaba finalmente dorado del sesamo obligatorio de rodas las ;.
invesrigaciones ernograficas. ~ Miemras consrirura con metodo mi fondo de vendedor fluvial, acumulando
. <~ codas esas bararijas en la celda de hormigon sobrecalefaccionada que nos servia
~
de cuarro en eI horel Europa, la ocasion de una partida inmediara para Montalvo
Era esre viarico, a fin de cuenras demasiado modesro, 10 que me estaba gasrando ;;)
en Puyo en los prepararivos de mi parttda. Como los achuar se encontraban fuera ~I sobrevino inopinadamenre. Un pequeno avian de las Fuerzas Aereas Ecuaroria­

d, 1m a<cu;co, mo," "";O" p,,,;,;b,mm ,dqu;,;, p,qu,no,' obj"o, d, nu",u, ~ "


nas debia salir al dia siguieme para reabasrecer eI puesro milirar; nos ofrecian

dos lugares en ese vue\o, 10 cual nos ahorraba e1largo descenso del Bobonaza en

con los cuales podrtamos remunerar su hospualJdad. En Pans me habran aconse- r,


plragua .

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lAS-lANUS-OEl CREPOSCULO
PR6LOGO 37
A las primeras luces del alba, nos presentamos en el aerodromo de Shell­
Mera, ubicado a unos kilometros de·Puyo, al pie de Un circo abrupto dominado gran claro y a 10 largo de las orillas del rio. Un cap iran y sus dos lugarrenientes
C~dill~.£.a. QriencaLExEepcionalmenre, el cielo e~raba despe­
por los picos de la nos ·recibieron de-manera a~able, felices de-romper el rrrorral redio de-aquella
rado aque1lam~fiana y se disringuia hacia el sur el cono envuelro en nubes del guarnicion enrregada a las marchas con una disuacci6n inesperada. Como co­
voldn Sangay, iluminado por los rayos del amanecer y suspendido como una rrespondfa, ignoraban rodo de los achuar del Capahuari; despues de largos con­
gigantesca isla flocanre coronada de humaredas s06re 1a barrera aun OSCura de ciliabuJos, rerminaron por asignarnos dos guias candos que se harlan cargo de
las primeras estribaciones. _
conducirnos alia a la manana siguienre. Caminando rapido, poddamos alcan­
A medida que nuestro avion romaba altura, despegando de la precordillera zar nuesrra mera en dos dfas por -un sendero que usaban a veces los indios de
azulada hacia el sol cegador de la manana, el coherence ordenamient.o de lasplan~ Montalvo para efectuar trueques con los achuar.
t~ion~_f;edfa ellugar a la desprolijidaa de roturanii;nros dispersos. Aquf y alia, La siesra yer arardecer se pasaron discutiendo en-el comedor de oficiales laS
el techo de zinc de un colono apareda como una mancha brillanre. Los claros se bondades de Paris, los meriros del general De Gaulle y, de manera inevirable,
lUeion rornando cada vez mas raros y las ulrimas rrazas del frente pioner6 acaba­
las hazafias de la Legion Extranjera. Solo en un rincon, un muy joven lugarte­
ron por abismarse en un mar de pequenas colinas verdes ondulando dulcemente
nienre lefa Mein Kampfen unaedici6n en castellano que manifiesramenre ha­
hacia un horiZOnte indisrinto. Bajo nuesrras alas, la selva ofreda la imagen insolira
bfa sido de mucha utilidad. Como rodos los oficiales del ejerciro de infanterb.
de un inmenso rapiz grumoso de brocolis, engalanado de grandes ramos de pal­
ecuaroriano, nuestros anfitriones esraban obligados a efecruar una parte de su
meras Con marices maspaJidos. En unos minutos de vuelo, habfamos dejado atras
servicio en los puesros del Orienre vecinos de Peru; provenientes de las clases
un paisaje apenas bosquejado, pero donde la accion de los hombres se hada legi­
medias de las grandes ciudades de la Sierra y de la costa del Pacffico, experimen­
ble en rasgos familiares, para penerrar en un universo anonimo e infiniramenre
raban aque! episodio de purgarorio amazonico en un aislamienro resignado, ran
reperido, desprovisro del menor signo de reconocimiento. Ningun agujero, nin­ poco familiarizados con la selva,! con los indios cercanos como si se encontra­
guna desgarradura en ese manto vegeral a veces bordado de plara por el reEle;o del ran a bordo de un buque faro en media del Adanrico. Aquellas horas de
sol en los meandros de un pequeno curso de agua. Ningun indicio de vida sobre mundanalidades mili tares parecian sacadas de una novel a colonial a 10 Somerset
las playas, ningun humo solirario, ningun elemento gue dejara transparentar una M.augham: no teniamos nada que decirnos los unos a los O[ros, pero como
presencia humana bajo ese palio monorono. eramos los unicos blancos socialmente acep[ables en cienros de kilomerros a la
Yo esraba divido enrre laangusria de tener que caminar pronto por el r. redonda, habfa que mantener esa fachada de urbanidad obligaroria que da [es­
que
sorobos de ese inmenso desierto y la exalracion de percibir al fin la verdade­ [imonio de la complicidad de los civilizados entre los salvajes.
ra Amazonia, esa selva profunda de la gue habia acabado por dudar de que Desde la aurora, nos sumergimos sin [ransicion en el O[ro campo, para des­
exisriera real mente. Tras vivir un'riempo en Puyo, uno puede imaginar que rod a .
:1 cubrir ese continenre paralelo que habfamos elegido hacer nuesua pareja varios
"
la jungla es a la imagen de sus alejados arrabales desmalezados, una semisabana 'Ii afios. Nues[ros dos gufa guechuas nos hicieron atravesar el Bobonaza engulli­
salpicada de bosquecillos residuales y de rallos de canas, exhibiendo sobre sus ~r dos por las brumas marinales a bordo de una pequefia piragua inestable; luego
s s "
cosrado desnudo las llagas fangosas de la erosion. Sin embargo, habiamos t~ se deruvieron en una casa indfgena que dominaba la ribera. Repanido el carga­
abandonado aquella linde degradada en tan poco riempo como un barco zarpa menro, una mujer canelos les sirvi6 varias calabazas de chicha de mandioca,
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del puerto para conquisrar las aguas libres de alra mar.
mienrras ~onservaban con ella en guechua, probablemenre sobre 110sorros. En
eI momento de panir, ella vaci6 eI contenido de su calabaza sobre uno de ellos,
Bogabamos sobre ese oceano hacia casi una hora, cuando Montalvo apare­

cio delan re de nosorros, entran re color paja en una curva del Bobonaza. A 10 ~I solrandole unas frases ironicas que SllSCJ[aron la hi/aridad general. No habiamos
largo de la pisra de arerrizaje c unalineamienro de barracas recrangulares cubier­
ras de relas indicaba el puesto milirar, mienrras que las pequenas choz Con
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comprendido nada de 10 que decian, no hJbiamos comprendido nada de 10 que
hadan: era una siru aci6n ernogdflca ejemplar.
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recho de palmas de los canelo s se distribufan en guirnalda sobre eJ COntorno del ,/ Despues de haber lrravesado el hueno que bordeaba Ia casa, comenzamos a
I inrernarnos en la jungla por un peguefio repecho cenagoso, ya empapados por
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LA.5..w-lZAS DEL CRE-PtrSClfLo

PROLOGO 39

las goriras de rocio gue habian chorreado las hojas de mandioca a nuesrro paso.
' De aguella primera caminara por la selva gue debia ser seguida por ramas orras, Seguiamos la orilla del Capahuari hacia alrededor de diez horas cuando se
no guardo en eI presenre mas gue un recu~rd9 confuse. Nuesr"[os gufas-adb-pra­ escuch6 a 10 lejos el aullido de un perro, primer signa de una presencia hu mana
ron lIb tranco carro pero-muy r~pido, sus pies se elevaban apenas del suelo a. 'desck Monralvo.- Casj-enseguida;er s-endero aesemboc6 en ITn grin daroplan­
cad a paso para ascgurar mejor eI pumo de apoyo. Aguel rirmo raudo y sosreni­ rado de mandioca, resplandecienre de luz freme a la penumbra del sorobosque;
do vino promo a poner fin a mis veleidades de conremplar la naruraleza. Ape­ en el medio se levanraba una casa oval con techo de palmas, desprovisra de
nas una hora despues de haber parrido de Montalvo, el sendero se habia vuelro paredes exreriores. AI aproximarnos, una jauria de perros famelicos forma a
casi indiscernible: ay~nzaba
con las anreojeras de un caballo de riro, los ojos nuesrro alrededor un circulo amenazanre; los ninos pequefios que jugaban en
fljos en el suelo, apenas conscierHe del revolrijo vegeral gue desfilaba en e~ /{mi­ un arroyo corrieron a refugiarse en la casa, dejando a uno de e110~ sentado en el
re de mi came~ visual, traran_do d~poner1TJis pies exacramenre enla hueJJa del suelo y_bafi~q9 en lagrimas, demasiado, as\!stado como_para poder hujr. B~jo
guia 'gue me precedfa, sin lograr con ro,do evitar siempre las rakes 0 los resbalones el enramado del recho, dos mujeres vesridas con panos de algod6n nos concern"
sobre el suelo arcillos o . EI relieve era muy accidenrado y no dejabamos de subir plaban en silencio; una de,elias lucia un caniro hincado en ellabio inferior y su
ode bajar peguenos.monticulos escarpados. separadospor Cursos de agua. Va­ rostro estaba cubierto de dibujos rojos y negros. Los hombres esraban ausentes
deamos los arroyos paraleando en la corrien re clara, pero los dos mas profundos y elIas nos hicieron enrender sin equivocaci6n que debiamos proseguir nuestro
debian ser frangueado s sobre rroncos de arboles fJexibles y resbaladizos, unicos camino. A pesar de la fa riga, que se habia vuelro de prontO mas perceptible por
indicios de Un trabajo del hombre sobre esre rasrro in forme. la esperanza decepcionada de un alro, hubo que internarse de nuevo en la selva.
Hacia el arardecer, uno de los guias maro un tudn con mi fusil y nos decu­ El sol comenzaba a caer cuando Jlegamos a una pequefia explanada roturada
vimos poco desp~espara preparar/o. Un pegueno refugio con recho fue erigido rodo a 10 largo que debia servir de campo de aterrizaje a los aviones de la misian
Con algunas esracas y helechos arborescenres y se desplumo el ave para poner/a evangelista. A unos cieinos de merros mas abajo de la pista se levantaba una
al asador. Uno de los canelos conservo el largo pico mulricolor para hacer un . ~ casa mas grande que la que habiamos visro anceriormente, en la cual se distin­
cebador, mienrras gUe el otro se adjudicaba la lengua gue guerra urilizar como guia' un grupo de hombres conversando. Tenian largos cabell os recogidos en
ingrediente de un brebaje afrodisiaco. Escogida por nuestros acompaiianres, esa una cola de caballo y sus caras esraban tam bien pinradas con esuias rojas; algu­
pequena presa no me parecio, sin embargo, particularmenre notable por sus nos de ellos exhibian un fusil sobre las rodillas. Nos hablan divisado hacfa m u­
vinudes gastronomicas; 10 encomraba mas valioso en una pajarera del Jardin cho riempo, pero ignoraban soberbiamente nuestra presencia, fingiendo estar
des Planres gue en un pote de anoz ribio. absorbidos en su charla.
A las seis de la manana volvimos a partir. andando como automaras bajo
Tras acercarse a unos veinre pasos de la casa, nuesrros dos guias descargaron
una I)uvja rorrencial apenas tamizada por la copa de los arboles. A mirad de la
~1 sus fardos y cambiaron unas palabras en q~echua con un hombre joven que nos
jornada alcanzamos por fin el Capahuari. EI rio era mas ancho que rados los
:.-/ observaba desde eI incerior, un poco apartado de los ouos. Luego, volviendose
'~
que habiamos arravesacio anreriormeme y corria encajonado entre alras mesetas
hacia nosorros, los canelos nos anunciaron que habiamos lIegado a 10 de Wajari,
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Con pendiemes cubiertas de una vegeracion impenetrable. EI send rorcia rio
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un achuar famoso en rodo el Capahuari, y que debian regresar al insranre hacia
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arriba y seguia el reborde abrupro de fa rianicie, adhiriendose esrrechamenre a
los nllmerosos meandros del curso del agua. Agui y alIa, la monraiia escarpada
,.:~'
Montalvo ahora que su misi6n esraba cum plida. Sorprendidos por esta partida
repencina , Jes pedi que al menos Ies explicaran a los achuar por que esrabamos
j
se hallaba conada por peguefias caiiad as larerales que era preciso descender alii. Pero se conrentaron con sacudir la cabeza con un aire molesro; a fuena de
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presionarlos, rerminaron por confiarme que prefedan pasar Ja noch~ en la selva
para frang uear algu n arroyo afl uen re. Las n ubes se habian disi pado y en la selva
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emborada por el calor del mecliodia reinaba un profundo silencio, apenas per­ a dormir enrre los achuar. Despues de esta observaci6n un poco inquierante, se
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turbado de cllando en cuando por el gorgoreo de los remolinos que causaba un alejaron rapidamenre en Ja direcci6n de donde habiamos venido, sin saludar a
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arbol muerto obstruyendo ellecho del rio.
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los indios que conrinuaban discuriendocompleramence al margen, con indife­
rencia. Era eI anreulrimo dia de ocwbre del ano 1976, fiesta de san Bienven ido.

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