La Participación Como Territorio de Contradicciones
La Participación Como Territorio de Contradicciones
La Participación Como Territorio de Contradicciones
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C. Barrenechea, M. Bonimo, A. Celiberti, E. Ciganda, E. Echenique, L. Echenique, Acción y
participación comunitaria en salud, Ed. Nordan, Montevideo, 1993, pp. 140-3
Una concepción integral de la participación debe contener al menos tres de los
sentidos principales que connota el término' formar parte, tener parte y tomar
parte. Participar es en primer lugar formar parte, es decir pertenecer, ser parte
de un todo que lo transciende. En cierta medida, tal sentido puede ser visto
como limitado, se usa para aludir la concurrencia a una movilización, la
asistencia a un evento, el uso de un servicio, con énfasis en lo cuantitativo
sobre lo cualitativo. Pero también puede ser visto en su sentido más profundo,
como la base sobre la cual es posible el despliegue de otros procesos, el
sentimiento de pertenencia con tiene el germen del compromiso con el todo en
el cual uno se siente incluido. Saber que se es parte de algo es también en
potencia, saber que ese algo se construye también con mi aporte. Por tanto se
desprende una actitud de compromiso y responsabilidad por los efectos de mi
acción, es decir por las consecuencias de mi singular modalidad de incluirme-
influir en ese todo. Un segundo sentido de participar es el de tener parte, es
decir jugar algún papel o tener alguna función en ese todo del que uno se
siente parte. Este sentido supone el juego de lo vincular, de mecanismos
interactivos de adjudicación y asunción de actuaciones, del interjuego de
posiciones y depositaciones, de procesos de cooperación y competencia, de
encuentros y desencuentros, comunicación y negociación mutua La presencia
del conflicto es parte ineludible del tener parte, constituye su motor y en la
medida que se le sepa reconocer y actuar en consecuencia, sin generar
situaciones estériles y paralizantes, conforma uno de los pilares básicos de
todo proceso participativo. Por último tomar parte, es decir decidir, completa la
idea de lo participativo. Pone en Juego un tercer aspecto como es la conciencia
de que se puede y se debe incidir en el curso de los acontecimientos, a partir
del análisis crítico de las necesidades y problemas, la evaluación lúcida de las
alternativas y el balance de los recursos disponibles -la participación es un
derecho. La toma de decisiones colectiva encarna la concreción de la
participación real, y constituye la vía para el ejercicio del protagonismo
ciudadano. A ella se alude una y otra vez en los proyectos sociales, pero
también se deja frecuentemente de lado en la práctica de la mayoría de dichos
proyectos
«Hay otra manera de ver esto. Voy con algo que considero bueno, llevo
por ejemplo una concepción de salud y la ofrezco. No sé si apuesto a la
participación, yo lanzo esto y genero una serie de movimientos, empiezan a
funcionar una serie de dispositivos comunitarios, resonancias, multiplicaciones;
no en una convocatoria a participar. Es muy distinto convocar y decir: "Ustedes
tienen que participar en esto que propongo, un programa con cantidad de pun-
tos, acciones, organigrama, etc"; a lanzar algo para que los demás se lo
apropien, usen y vean que hacen».
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Carlos Rodríguez Brandao, A educacao como cultura. Ed. Brasiliense, San pabo, 1986, p.157
juego, de la población y de los profesionales, pueden encontrarse. Más allá de
esto, la existencia de un pedido por parte de un sector de la comunidad no
agota el problema. La legitimidad de una acción no se justifica con el pedido de
uno de los actores que interactúan en la comunidad, en tanto espacio
necesariamente interactorial. De las entrevistas -en siguientes párrafos citamos
algunas ilustrativas- surgen problemáticas éticas que sugieren vínculos
privilegiados con ciertos sectores comunitarios portadores del pedido de
intervención; de aquí tienden a consolidarse alianzas y actuaciones no
pensadas en los interjuegos y relaciones de poder internas a la comunidad.
«Hubo una demanda barrial hecha por terceros; gente que vivía en el
barrio o en la cooperativa, que tenía vínculos con la institución a nivel de
contactos informales, transmitió que se veía con buenos ojos que trabajadores
sociales se vincularan al barrio, no con un proyecto específico, sino en cuanto a
lo que podían aportar».
«Hubo algo que no cambió nuestra imagen inicial, como fue el tema de
la seguridad y la violencia en esa zona, no muy diferente a la realidad de todo
Montevideo. Fuimos muy cuidadosas en los horarios de concurrencia al barrio,
por suerte no tuvimos situaciones en las que directa o indirectamente
quedáramos involucradas. La única experiencia fea, de sacudida, se dio
cuando apareció una camioneta de la policía, la violencia oficial' un tipo por los
pasajes con el arma; yo me preguntaba ¿qué estoy haciendo acá?, me sentía
descontextualizada; el tipo iba recogiendo jóvenes y los llevaba encadenados
como exhibiéndolos, una cosa que a mí me revolvió todo, pero para los vecinos
era algo cotidiano»
«Otra cosa que me impactó fue que las vecinas decían que reconocían
por el ruido el calibre del arma que se había disparado. Esta situación ha
generado problemas en la participación, la gente no puede dejar la casa sola.
Es un tema que sacude mucho, nosotros hace más de un año que le damos
vuelta y no podemos hincarle el diente, sabemos que tenemos que encararlo
pero es como un deber ser, decirnos que nos interesa muchísimo pero no
podemos abordarlo. Las cosas que te cuentan los vecinos son increíbles,
chicos de 10 años armados. El otro día el padre de un chico de 2 años, le
compró un arma como regalo, sólo que descargada; ahora el chico anda
jugando por ahí con esa arma”.
Otro dice: «Hay mucha gente que participa, como las promotoras de
salud, que son amas de casa. Pero en el trabajo en la comunidad se veían muy
solas, no son reconocidas a nivel del sector salud. Podían entender más la
temática del adolescente y de la tercera edad, pueden colaborar y tener
información pero no son reconocidas por la comunidad, aunque nosotros las
reconozcamos. Si van al centro de salud y dicen "yo soy promotora" le dicen "y
a mí qué me importa", es una vecina cualquiera».
En todo caso, ¿por qué pensar que existe una única forma de participar
válida? Por otro lado, ¿quien la definiría? La perspectiva ética centrada en la
autonomía y que apuesta al protagonismo de la gente debería reconocer la
diversidad de situaciones, necesidades, posibilidades e inquietudes, de las
cuales pueden desprenderse diferentes maneras de querer ser, tener y tomar
parte en un asunto que importa y afecta a !a gente. El desafío en este terreno
es ser lo suficientemente creativos a fin de pensar, con flexibilidad y apertura,
distintas vías para canalizar las inquietudes de la gente así como permitir
transitar sin rigideces ni burocratismos, de una vía a la otra.
«Había diferentes niveles de participación, uno que tenía que ver con lo
más formal, de acuerdos, la relación de la institución y a veces él equipo
técnico con los representantes formales del barrio. El otro nivel, tenía que ver
con la colaboración de los vecinos, que pasaba por cuestiones más
domésticas, por ejemplo ayudar en la cocina o en la limpieza (este es un tipo
de participación muy cuestionado). Pero para los vecinos era algo muy
importante; entre otras cosas eso a veces le permitía comer a una madre que
venía y colaboraba y no sólo eso, también en términos de socialización se
daba un diálogo y un intercambio que era importante»
“ Hay vecinos que hoy están en la dirección; no han llegado allí por
votación, sino que aquellos que han ido participando durante años, empiezan a
integrarse a otros espacios y tareas y luego se integran a los equipos. En los
últimos tiempos hay vecinos que empezaron a cumplir horarios. Se planteo
llamarlos promotores y que cobraran un sueldo. También tiene que ver con los
avatares económicos, las horas técnicas eran tan pocas que para que el Centro
se mantuviera abierto había personas que tenían que ir a abrirlo, cerrar, dar
número, atender distintas situaciones, ir cubriendo un horario. Entonces a esos
vecinos que ya estaban trabajando se les llamó promotores y empezaron a
cobrar un sueldo por su trabajo”
“Hubo mucha gente en contra y otra a favor, hubo problemas con otros
vecinos; por qué ellos y no otros. Todo genera problema, no hay avatar humano
que no genere problema, el trabajo comunitario genera problemas, en uno y en
los demás; es imposible que no se generen problemas. Hay gente que se
considera que es un error que se le pague sueldo a algunos vecinos;
cuestionan ¿por qué a ellos?, ¿cómo se los elige?, ¿con qué criterio?. Se hablo
de los súper agentes comunitarios y los otros. No hay nada que se pueda hacer
sin conflicto, quizás había otra posibilidad pero algo había que hacer, la única
forma es hacer”