Ensayo Politica Criminal

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UNIVERSIDAD CENTRAL DEL ECUADOR

FACULTAD DE JURISPRUDENCIA
CARRERA DE DERECHO

NOMBRE: Thamara Villacís Lima CURSO: Noveno A

PRINCIPIO DE LEGALIDAD
“Nulla crimine, nulla poena, sine lege”
No hay crimen, no hay pena, sin ley previa.

A lo largo de la historia el derecho penal ha ido evolucionando de manera lenta


según las circunstancias, como todo ha sido un proceso de construcción de
conocimientos, en busca de obtener leyes que cumplan el propósito del derecho, es
decir, la justicia.

Se muestran entonces distintos puntos de vista que definen al derecho penal, es así
que lo podemos analizar desde la perspectiva jurídica, teórico de la pena y según
los principios básicos e imprescindibles del derecho penal.

En esta ocasión basaré este ensayo en el Principio de Legalidad, para lo cual es


necesario explicar que en los inicios del estudio del derecho nos fundamos en una
de sus fuentes que es el Derecho Consuetudinario, en el cuál ratificamos como el
más indispensable de los principios al de Legalidad, que nos menciona que ninguna
jurisdicción del mundo puede sancionar un acto catalogado como delito y aplicar
una pena inexistente, sino está debidamente tipificada en un código sustantivo y
adjetivo de aquella jurisdicción, dentro de la aplicación de este derecho hay
organismos públicos que norman su ejercicio como las cortes provinciales y
constitucionales además de organismos internacionales como la Corte Internacional
de Justicia y la Organización Mundial de los Derechos Humanos las cuales velan
por que se le aplique el debido proceso al presunto delincuente y obtenga un juicio
justo sin la vulneración de ninguno de los derechos en él ratificados.

En el Ecuador, la Constitución ratifica el principio de Legalidad expresamente en el


art.76 en cual hace mención a que en todo proceso en que se determinen derechos
y obligaciones, se asegurará el debido proceso, específicamente en el numeral 3
expresa que “Nadie podrá ser juzgado ni sancionado por un acto u omisión que, al
momento de cometerse, no esté tipificado en la Ley como infracción penal,
administrativa o de otra naturaleza; ni se le aplicará una sanción no prevista por la
Constitución o la ley. Solo se podrá juzgar a una persona ante un juez o autoridad
competente y con observancia al trámite propio de cada procedimiento”.1

Es decir en cualquier ámbito del Derecho ya sea este penal, civil, tributario,
administrativo o, de cualquier naturaleza, ningún juez de la materia puede tipificar
una acción como delito sino está expuesta en un código orgánico y aplicar una pena
“arbitraria” sino está debidamente tipificada en un código de procedimiento o
adjetivo, ya que se violentaría totalmente el debido proceso, y recordemos que
nuestra ley es “PRO-REO”, es decir se aplica la ley que más beneficio aporte al
procesado y en ciertos casos la misma ley tiene el carácter de irretroactiva.

“Podríamos denotar que el principio de legalidad en materia penal significa que la


utilización precisa y cierta de la norma penal al caso dado, descarta cualquier tipo
de interpretación basado en la costumbre, en el derecho de los jueces y en la
analogía con otras leyes”2, dentro de este principio establecemos una característica
que determina sustancialmente la culpabilidad o no del delito cometido y que
sustancia el fundamento de una demanda, que es la Responsabilidad, esta se
define como “el conjunto de las condiciones normativamente exigidas para que una
persona sea sometida a pena”3,

Ahora bien, podemos mencionar que en contraposición a este principio se encuentra


el de oportunidad, El Art. 195 de la Constitución de la República vigente, en su parte
pertinente dispone: “La Fiscalía dirigirá, de oficio o a petición de parte, la
investigación pre procesal y procesal penal, durante el proceso ejercerá la acción
pública con sujeción a los principios de oportunidad y mínima intervención
penal (las negrillas son mías), con especial atención al interés público y a los
derechos de las víctimas (...)”.

El tratadista Goldschmidt, sostiene que la historia demuestra que: El principio de


legalidad sigue siendo el que garantiza la legalidad estrictísima de la justicia
punitiva.4

Frente a esto, el principio de oportunidad, puede justificarse de dos modos


completamente distintos: por un lado, partiendo de un enfoque que favorece un
influjo político del gobierno sobre la justicia penal; por otro lado, el interés de la
verificación de la justicia material, en contraste a un formalismo legal”.

1 Constitución del Ecuador, Art.76, Montecristi, 2008. Pág. 27


2 DONNA Edgardo Alberto, Derecho Penal, Parte General, Tomo I, Santa Fé, Ediciones Rubinzal-
Oulzoni, 2006, PP. 339-340.
3FERRAJOLI, Luigi; BOBBIO, Norberto. Derecho y razón: teoría del garantismo penal. Madrid:

Trotta, 1995.Pág. 91.


4 GOLDSCHMIDT, Werner. Derecho Internacional Privado: derecho de la tolerancia. 1980.
El tratadista Roxin, dice: “El principio de oportunidad es la contraposición teórica al
de legalidad, mediante el cual se autoriza al fiscal a optar entre iniciar la acción o
abstenerse de hacerlo, archivando el proceso, cuando las investigaciones llevadas
a cabo conduzcan a la conclusión, de que el acusado, con gran probabilidad no ha
cometido un delito”.5

No hay un concepto uniforme sobre el principio de oportunidad; su contenido y


alcance, dependen de la forma como en cada sistema se desarrolle, pues lo único
cierto y universal, es que la oportunidad es sinónimo de discrecionalidad”.

La doctrina señala que la característica principal del principio de oportunidad, es la


discrecionalidad, de la que puede hacer uso la o el fiscal, al ejercer la acción penal,
para abstenerse de continuar con la persecución penal, pese a haber suficientes
elementos que determinen una posible existencia del delito,
De tal manera que la o el fiscal debe actuar con discrecionalidad, especialmente al
analizar lo que debe considerarse como grave interés público.
Todo esto nos lleva a la conclusión de que, si bien el principio de legalidad es un
eje rector, no es absoluto pues la certeza que este nos da al ser positivo, se nos
quita con la arbitrariedad demostrada por el principio de oportunidad, pues si este
principio no fuera mal utilizado por los fiscales codiciosos de riqueza, otra
concepción seria la planteada en torno al tema.

El principio de legalidad se ve afectado pues las leyes, en todos los ordenamientos


avanzados, están formuladas en un lenguaje cada vez más oscuro y tortuoso, que
suele generar laberintos normativos.

La crisis también afecta al papel garantista de la constitución, pues está subordinado


a límites y controles constitucionales claramente anclados en la tutela de los
derechos fundamentales.
Ha situado fuera de los límites de los estados nacionales gran parte de los centros
de decisiones y de las fuentes normativas tradicionalmente reservados a su
soberanía.

5
Roxin, Claus, Derecho procesal penal (traducción castellana de G. Córdoba y D. Pastor, Buenos Aires,
Editores del Puerto, 2000), p. 89
que también llama a este principio de legalidad, lo define como el deber de realizar las investigaciones
cuando existe la sospecha de que se ha cometido un hecho punible y, por otra parte, de formular la
acusación cuando después de las investigaciones sigue existiendo esa sospecha vehemente. En la definición
propuesta en el texto se incluye lo que algunos iusprocesalistas tratan como el desdoblamiento del principio
examinado en “promoción necesaria” e “irrefragabilidad”.
Bibliografía:

CONSTITUCIÓN DEL ECUADOR, PÁG. 27- ART.76, MONTECRISTI, 2008.

DONNA Edgardo Alberto, Derecho Penal, Parte General, Tomo I, Santa Fé,
Ediciones Rubinzal-Oulzoni, 2006, PP. 339-340.

FERRAJOLI, Luigi; BOBBIO, Norberto. Derecho y razón: teoría del garantismo


penal. Madrid: Trotta, 1995GOLDSCHMIDT, Werner. Derecho Internacional
Privado: derecho de la tolerancia. 1980.

ROXIN, Claus, Derecho procesal penal (traducción castellana de G. Córdoba y D.


Pastor, Buenos Aires, Editores del Puerto, 2000)

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