La Diferencia Entre Información Conocimiento y Sabiduría (O Por Qué Más Información Nos Ha Hecho Menos Sabios) - Alejandro Martínez Gallardo

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LA DIFERENCIA ENTRE INFORMACIÓN, CONOCIMIENTO Y SABIDURÍA (O

POR QUÉ MÁS INFORMACIÓN NOS HA HECHO MENOS SABIOS)

ALTERCULTURA

POR: ALEJANDRO MARTÍNEZ GALLARDO - 04/20/2017


HOY CONOCEMOS MÁS COSAS, PERO SOMOS MENOS SABIOS

El Internet originalmente, según la visión de Tim Berners-Lee, fue diseñado con la


intención de convertirse en una herramienta de conocimiento. Se creía que la libre
difusión de información automáticamente produciría una sociedad del conocimiento, una
especie de nueva Ilustración. Hoy cualquiera se puede dar cuenta --quizás porque el modelo
capitalista ha cooptado la tecnología de la información-- que el Internet no ha cumplido esta
promesa de libertad y bienestar a través de la información. El Internet se parece cada vez más
a un medio de comunicación como la televisión, cuya función esencial es entretener, pasar el
rato, distraernos (al tiempo que se nos venden todo tipo de cosas e, incluso ya, nuestra
información nos convierte en productos). De aquí que se haya creado el
compuestoinfotainment, la inseparabilidad del entretenimiento y la información, el signo de
nuestros tiempos; la información es reducida fundamentalmente a un componente de
entretenimiento o mera utilidad (top tens para hacernos ricos, guapos, sanos, más
productivos, etc.), pero no tiene lo que Walter Benjamin llamaba un lado épico, de verdad,
de sabiduría.

Las diferencias entre las palabras conocimiento y sabiduría se han vuelto un tanto
difusas, ya que éstas son usadas comúnmente como sinónimos sin mucho discernimiento.
Una diferencia yace en que conocimiento contiene el prefijo "con", que significa "junto" y
por lo tanto remite a una gnosis dualista, dentro de un constructo sujeto y objeto, o algo que
se obtiene con o del mundo exterior. La palabra sabiduría en español tiene un origen que
denota una percepción, una experiencia directa de la realidad, específicamente un
sabor; podemos decir que la sabiduría es saborear el conocimiento, un acto superior que nace
del reposo y la reflexión del mismo. En inglés la palabra "wisdom" (sabiduría) tiene un
origen similar, en este caso su raíz ("wit") tiene el significado de "ver". Esta palabra tiene la
misma raíz que el latín "videre" (ver) e incluso que el sánscrito "veda", (como en los Vedas),
sabiduría, visión. Podemos sugerir entonces que el conocimiento tiene que ver más con la
aplicación y recordación de información que se produce colectivamente y que la sabiduría
tiene que ver más con la asimilación de la experiencia, con la capacidad de ver, descubrir e
interpretar la realidad.

"El conocimiento es adquirido, la sabiduría es descubierta (en uno mismo)", dice


Charlie Amber de Daily Zen:

Parece que las personas han empezado a pensar que funcionan como las computadoras.
Entre más información le meten a sus cabezas, mejor... El acceso a esta información
puede darle la impresión a una persona de estar mejor informada, pero esto no la hace
más sabia.

Amber resalta un punto importante, que podemos notar como algo que distingue al
conocimiento de la sabiduría: el primero es productivo, busca conocer para hacer; la segunda,
es contemplativa, busca conocer para ser:

Un siglo de industrialización y modernización ha convencido a las personas de que la


conciencia más alta en el ser humano es la conciencia productiva. Es paradójico que el
hombre, al moverse en la dirección de la satisfacción material y el confort, se encuentra
cada vez más alejado de la vida espiritual.

Maria Popova, del sitio Brain Pickings, hace una diferencia que nos puede servir para
aclarar estas diferencias. Información es tener unos libros sobre cómo construir un barco,
conocimiento es aplicar la información para construir el barco y sabiduría es lo que permite
que navegues el barco sin que se hunda, e incluso que seas capaz de ir en la dirección correcta
y llegar a buen puerto. En este sentido la sabiduría tiene un aspecto moral que ni la
información ni el conocimiento tienen. No sólo hacer lo que es bueno según la moral o ley
de una sociedad, sino saber o ver qué es lo necesario para tu propio crecimiento o evolución.
Hoy en día podemos construir naves especiales que viajan a Plutón y allende, pero no
sabemos conducirnos de tal forma que no destruyamos la Tierra.

Vivimos en la llamada "era de la Información", donde la cantidad de información


existente se duplica en sólo unos pocos años. Pero un aumento en cantidad no significa un
salto cualitativo (como es evidente por el hecho de una computadora puede hacer muchas
cosas, pero no puede resolver tus problemas y hacerte feliz). Aldous Huxley, en Un mundo
feliz, había vislumbrado una sociedad donde la supresión del pensamiento libre y la
inteligencia no ocurría a través de la violencia y la censura, sino sobre todo a través de la
saturación, de la irrelevancia, del exceso de información inane (como ocurre con la cultura
del entretenimiento). Conocemos más cosas, pero sabemos menos. Según Popova:

Vivimos en un mundo donde abunda la información, pero enfrentamos una creciente


escasez de sabiduría. Y lo que es peor, confundimos la una con la otra. Creemos que
tener más acceso a la información produce más conocimiento, y esto resulta en
sabiduría. Pero, si acaso, lo opuesto es verdad --más y más información sin el contexto
y la interpretación adecuada sólo confunde nuestro entendimiento del mundo en vez
de enriquecerlo.

Este es el vago mecanismo que pensamos que opera automáticamente: +información:


+conocimiento: +sabiduría. Pero ni la información necesariamente se convierte en
conocimiento ni el conocimiento en sabiduría. Hay un par de elementos esenciales en todo
esto que parecen ser cada vez más escasos: la atención dirigida y sostenida a voluntad que
convierte la información en conocimiento focalizando la misma dentro de una práctica o
disciplina (la atención es algo muy escaso hoy en día, ya que la tecnología informática está
diseñada para secuestrar nuestra atención a través de la hiperestimulación) y la conciencia
reflexiva que da sentido a la información y al conocimiento y lo integra dentro de la
continuidad de la existencia. El conocimiento se vuelve sabiduría cuando es asimilado de tal
forma que se convierte en una forma de vivir, en una vida plena de significado; el
conocimiento que no es refinado o purificado por una conciencia moral para así transformar
al individuo, se vuelve estéril intelectualidad, verborragia, sofistería. Gurdjieff dijo alguna
vez que "un cambio de estado de conocimiento, deber ir acompañado de un cambio de estado
de ser". Es aquí donde el conocimiento se convierte en sabiduría, de otra forma deviene mera
información (la relación es siempre dinámica, nunca estática).

Vivimos en la cultura de las opiniones. Hoy en día todos tienen el derecho a una
opinión. Y todas las opiniones deben valer lo mismo, justamente porque la democracia (la
religión secular de nuestros días) tomada literalmente, hasta el absolutismo, implica que no
existe la sabiduría, sólo la información, sólo el promedio estadístico, la igualdad, nadie es
mejor que el otro, no importa que unos hayan cultivado su mente y otros no. Umberto Eco
habló sobre esto:
Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero
hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos
eran silenciados rápidamente y ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio
Nobel. Es la invasión de los necios.

La opinión es la forma más baja del conocimiento, si es que puede considerarse


conocimiento. Platón, en La república, esquematizó cuatros formas de conocer o relacionarse
con la realidad: noesis, dianoia, pistis y eikasia. Noesis es la aprehensión o intuición directa
de principios, esto es lo que llamaríamos hoy sabiduría o entendimiento y lo cual tiene un
nivel filosófico; dianoia es conocimiento en el plano de la mente discursiva y tiene un nivel
sólo científico; estas dos primeras entran en la clasificación de episteme. Pistises creencia o
fe, sentido común práctico; eikasia es conjetura, chisme, opinión; estas dos últimas entran en
la clasificación de doxia (opinión). Creo que queda muy claro cuáles predominan hoy en día.

En un famoso pasaje del Fedro, Sócrates toma la voz narrativa del rey egipcio que
recibe la invención de la escritura del dios Thoth:

Y ahora tú, precisamente, padre que eres de las letras, por apego a ellas, les atribuyes
poderes contrarios a los que tienen. Porque es obvio lo que producirán en las almas de
quienes las aprendan, al descuidar la memoria, ya que, fiándose de lo escrito, llegarán
al recuerdo desde fuera, a través de caracteres ajenos, no desde dentro, desde ellos
mismos y por sí mismos. No es, pues, un elixir de la memoria lo que has hallado, sino
un simple recordatorio. Apariencia de sabiduría es lo que proporcionas a tus alumnos,
que no verdad. Porque habiendo oído muchas cosas sin aprenderlas, parecerá que
tienen muchos conocimientos, siendo, al contrario, en la mayoría de los casos,
totalmente ignorantes, y difíciles, además, de tratar porque han acabado por convertirse
en sabios aparentes en lugar de sabios de verdad.

El pasaje es complejo ya que, por un lado, es debido a la escritura que podemos tener
acceso a las mentes brillantes de pensadores como Platón, de cuya lectura el conocimiento
tiene la posibilidad de transformarse en sabiduría, como si fuere en realidad un "elixir de la
memoria". Por otro lado, si cambiáramos la tecnología de la escritura en este pasaje por la
tecnología de la información, el pasaje sonaría ominosamente acertado. Quizás siempre
existe una tendencia de resistencia inicial en la adopción de nuevos medios... pero, como
decía McLuhan, todos los nuevos medios amplifican ciertas facultades sensoriales y
cognitivas y amputan otras; generalmente nos enfocamos, deslumbrados por lo nuevo, sólo
en lo que amplifican (son sólo los artistas y los filósofos los que perciben lo que perdemos,
y cuando los escuchamos generalmente ya es demasiado tarde). El caso es que cada medio
tiene ciertas características y existe una clara tendencia histórica a que nuestros medios de
comunicación estén orientados a una mayor cantidad de información y una menor cantidad
de reflexión e integración (el saboreo) de la misma. La cultura oral es mucho más limitada
en cantidad de bits, pero realiza una curaduría mucho más refinada de los paquetes de
información y al mantener un nivel menos saturado puede aumentar la calidad de la
transmisión. Esto es, al recibir una transmisión oral de un maestro existe una gran riqueza de
tonos y matices en la comunicación (tanto verbal como no verbal) que permiten que la
información pueda experimentarse (saborearse) con una alta definición que facilita su
integración, que penetre en todo el organismo, por así decirlo. Esto último se presta también
a momentos de epifanía o realización, momentos eureka, momentos de satori o iluminación,
como ocurre en algunas tradiciones orientales.

Para concluir es pertinente regresar a Walter Benjamin, quien detectó hace unos 90
años este proceso del reemplazo de la sabiduría a cambio de la información como modelo
dominante en nuestra sociedad. Benjamin entendió que el arte de la narración,
elstorytelling, el cuento como tal, estaba desapareciendo. Ante el deseo de ser modernos, ante
el encandilamiento de las máquinas y aparatos, ante la noción del crecimiento infinito, del
progreso, se palpaba que "la experiencia [ha] perdido valor". Asimismo surgía el
individualismo de la mano de la adquisición de bienes de consumo que distinguían a los
ciudadanos; perdía valor la experiencia, la sabiduría de los viejos, el mito, la fábula, la
moraleja, el cuento de hadas. Surgía la novela (literalmente lo nuevo) que dependía del
objeto, del libro --en oposición al relato, que se decía de memoria. La novela "ni viene de ni
va hacia la tradición oral", dice Benjamin. Nace del "individuo solitario" que no recibe
consejo ("El consejo zurcido en el tejido de la vida real es la sabiduría", escribió). La razón
por la que el arte de narrar estaba muriendo era "porque el lado épico de la verdad, la
sabiduría, está muriendo", algo que podía entenderse como "un síntoma concomitante de las
fuerzas productivas seculares de la historia". De nuevo, para la productividad lo importante
es la información y su capacidad de ser transformada en capital; no la sabiduría, cuyo valor
es incuantificable.
Benjamin sostiene que en el pasado, lo que llamamos sabiduría era una "inteligencia
que venía de lejos" pero que poseía cierta autoridad, aunque ésta no fuera sujeta a verificarse.
El poder o atractivo de la información, en cambio, es que sostiene poderse verificar al
instante. De hecho:

su primer requerimiento es que aparezca de tal forma que sea 'entendible en sí misma'.
Generalmente no es más exacta de lo que era la inteligencia de hace siglos. Pero
mientras que la segunda estaba inclinada a tomar de lo milagroso, es indispensable que
la información suene plausible. Es por esto que prueba ser incompatible con el espíritu
de contar historias.

Un caso muy concreto de esto lo vemos todos los días en las noticias en Internet
cuando se coloca un encabezado "Científicos dicen" o "Según la ciencia" y con esto se da un
coeficiente de plausibilidad o verosimilitud que aniquila la sombra mágica de la narrativa,
que elimina el espacio de la imaginación. Es real, limpio, objetivo, contundente. A diferencia
del mito que necesariamente coloca al oyente ante un misterio, la información nos da las
cosas digeridas --el trabajo del informador es presentar una realidad, eliminar lo enigmático.
Con esto se crea la ilusión de que accedemos a la realidad, la cual puede ser definida de
manera objetiva, ya que tenemos suficiente información para abarcarla. "Ningún evento hoy
en día nos viene sin antes haber sido pasado por una explicación". El arte de contar historias
es, contrariamente:

mantener la historia libre de explicación al tiempo que uno la reproduce... Las cosas
más extraordinarias y maravillosas son relatadas con gran precisión, pero las
conexiones psicológicas de los eventos no son forzadas en el lector. Se deja que él las
interprete en la forma en la que las entiende, y así la narrativa logra una amplitud de la
cual la información carece.

Al pasar al dominio de la mera información, nos alejamos de lo misterioso, de lo


maravilloso y lo metafórico y nos acercamos a la literalidad, a la evidencia, al dato duro, algo
que quizás también sirva para explicar ciertos fundamentalismos o extremismos que surgen
de tomar la escritura al pie de la letra y de no hacer espacio para la propia interpretación e
imaginación.

La información nos conecta con lo nuevo, con lo actual, es noticia. Pero su valor "no
sobrevive el momento en el que era nuevo. Vive sólo en ese momento; debe entregarse
completamente a él para explicarse a sí misma sin perder tiempo", dice Benjamin. A esta
inmediatez se contrasta el tiempo expansivo y cualitativo (el tiempo de Kairos, no el de
Cronos) de las narraciones, las cuales pueden ser distendidas y destiladas en cualquier
momento, sin caducar, generando siempre un entendimiento de la existencia. Y aquí también
tenemos la diferencia entre información y conocimiento y sabiduría. Lo que único concierne
al final de cuentas a la sabiduría, lo que es la sabiduría misma, es el conocimiento de lo que
trasciende el tiempo. Y es que, a diferencia de la información, la sabiduría sí tiene el poder
de liberar.

Twitter del autor: @alepholo

Tomado el 7 de marzo 2019, a las 12:07, de:


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