10 Fabulas

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Fabula el adivino

Instalado en la plaza pública, un adivino se entregaba a su oficio. De repente se le


acercó un vecino, anunciándole que las puertas de su casa estaban abiertas y que
habían robado todo lo que había en su interior.

El adivino levantose de un salto y salió corriendo hacia su casa, desencajado y


suspirando, para ver lo que había sucedido.
Uno de los que allí se encontraban, viéndole correr le dijo:

-Oye, amigo, tú que te vanaglorias de prever lo que ocurrirá a los otros, ¿por qué
no has previsto lo que te sucedería a ti?
El adivino no supo qué responder.

Moraleja: no hay que fiarse de aquellos que dicen que pueden adivinar el futuro
de los demás. Tan sólo pretenden estafarnos y quitarnos nuestro dinero.
El congreso de los ratones

Había una vez una familia de ratones que vivía en la despensa de una casa, pero
temiendo siempre los ataques de un enorme gato, los ratones no querían salir. Ya
fuera de día o de noche este terrible enemigo los tenía vigilados.
Un buen día decidieron poner fin al problema, por lo que celebraron una asamblea
a petición del jefe de los ratones, que era el más viejo de todos.
El jefe de los ratones dijo a los presentes:
- Os he mandado reunir para que entre todos encontremos una solución. ¡No
podemos vivir así!

- ¡Pido la palabra! - Dijo un ratoncillo muy atento-Atemos un cascabel al gato, y así


sabremos en todo momento por dónde anda. El sonido nos pondrá en alerta y
podremos escapar a tiempo.

Tan interesante propuesta fue aceptada por todos los roedores entre grandes
aplausos y felicidad. Con el cascabel estarían salvados, porque su campanilleo
avisaría de la llegada del enemigo con el tiempo para ponerse a salvo.

- ¡Silencio! – Gritó el ratón jefe, para luego decir: Queda pendiente una cuestión
importante: ¿Quien de todos le pondrá el cascabel al gato?

Al oír esto, los ratoncitos se quedaron repentinamente callados, muy callados,


porque no podían contestar a aquella pregunta. De pronto todos comenzaron a
sentir miedo. Y todos, absolutamente todos, corrieron de nuevo a sus cuevas,
hambrientos y tristes.
Moraleja: Es más fácil proponer ideas que llevarlas a cabo
La bruja

Érase una vez una bruja que se ganaba la vida vendiendo encantamientos y
fórmulas para calmar la cólera de los dioses.

Con esta promesa a la bruja no le faltaban clientes y conseguía grandes


cantidades de dinero de este modo de vida.

Pero un día fue acusada de ir contra las leyes y la llevaron ante los jueces
supremos del país.
Así, tras un juicio muy corto, la culparon y la hicieron condenar a muerte.
Viéndola salir de la sala del juicio, una de las personas presentes le dijo:

- Bruja, tú que decías poder desviar la cólera de los dioses, ¿Cómo no has podido
persuadir a los hombres?
Moraleja: hay que ser precavido con quienes prometen solucionar todo problema
que tengas a cambio de dinero pero son incapaces de arreglar los suyos.

El lobo con piel de oveja

Pensó un día un lobo cambiar su apariencia para así facilitar la obtención de su


comida. Se metió entonces en una piel de oveja y se fue a pastar con el rebaño,
despistando totalmente al pastor.

Al atardecer, para su protección, fue llevado junto con todo el rebaño a un


encierro, quedando la puerta asegurada.

Pero en la noche, buscando el pastor su provisión de carne para el día siguiente,


tomó al lobo creyendo que era un cordero y lo sacrificó al instante.
Moraleja: Según hagamos el engaño, así recibiremos el daño.
El niño y los dulces

Un niño metió su mano en un recipiente lleno de dulces. Y tomó lo más que pudo,
pero cuando trató de sacar la mano, el cuello del recipiente no le permitió hacerlo.
Como tampoco quería perder aquellos dulces, lloraba amargamente su
desilusión.

Un amigo que estaba cerca le dijo: - Confórmate solamente con la mitad y podrás
sacar la mano con los dulces-.
Moraleja: Nunca trates de abarcar más de lo debido, pues te frenarás.
Fábula de la lechera para los niños

La hija de un granjero llevaba un recipiente lleno de leche a vender al pueblo, y


empezó a hacer planes futuros:

- Cuando venda esta leche, compraré trescientos huevos. Los huevos,


descartando los que no nazcan, me darán al menos doscientos pollos.

Los pollos estarán listos para mercadearlos cuando los precios de ellos estén en lo
más alto, de modo que para fin de año tendré suficiente dinero para comprarme el
mejor vestido para asistir a las fiestas.

Cuando esté en el baile todos los muchachos me pretenderán, y yo los valoraré


uno a uno.

Pero en ese momento tropezó con una piedra, cayendo junto con la vasija de
leche al suelo, regando su contenido.
Y así todos sus planes acabaron en un instante.
Moraleja:
No seas ambiciosa de mejor y más próspera fortuna,
que vivirás ansiosa sin que pueda saciarte cosa alguna.
No anheles impaciente el bien futuro,
mira que ni el presente está seguro.
La cigarra y la hormiga. Fábula sobre el esfuerzo

La cigarra era feliz disfrutando del verano: El sol brillaba, las flores desprendían
su aroma...y la cigarra cantaba y cantaba. Mientras tanto su amiga y vecina, una
pequeña hormiga, pasaba el día entero trabajando, recogiendo alimentos.
- ¡Amiga hormiga! ¿No te cansas de tanto trabajar? Descansa un rato conmigo
mientras canto algo para ti. – Le decía la cigarra a la hormiga.

- Mejor harías en recoger provisiones para el invierno y dejarte de tanta


holgazanería – le respondía la hormiga, mientras transportaba el grano, atareada.
La cigarra se reía y seguía cantando sin hacer caso a su amiga.

Hasta que un día, al despertarse, sintió el frío intenso del invierno. Los árboles se
habían quedado sin hojas y del cielo caían copos de nieve, mientras la cigarra
vagaba por campo, helada y hambrienta. Vio a lo lejos la casa de su vecina la
hormiga, y se acercó a pedirle ayuda.

- Amiga hormiga, tengo frío y hambre, ¿no me darías algo de comer? Tú tienes
mucha comida y una casa caliente, mientras que yo no tengo nada.
La hormiga entreabrió la puerta de su casa y le dijo a la cigarra.

- Dime amiga cigarra, ¿qué hacías tú mientras yo madrugaba para trabajar? ¿Qué
hacías mientras yo cargaba con granos de trigo de acá para allá?
- Cantaba y cantaba bajo el sol- contestó la cigarra.
- ¿Eso hacías? Pues si cantabas en el verano, ahora baila durante el invierno-
Y le cerró la puerta, dejando fuera a la cigarra, que había aprendido la lección.

Moraleja: Quien quiere pasar bien el invierno, mientras es joven debe aprovechar
el tiempo.
Las ranitas y el tronco tallado
Una familia de ranitas que vivía en un lago, sentía mucho temor por un tronco
tallado que se veía desde la orilla. Estas ranitas amaban las fiestas y la diversión,
pero sentían gran respeto por el tronco, así que en muchas oportunidades
trataban de no hacer tanto ruido para no molestar al tronco.

Seguramente este personaje al que tanto le temían, era un monumento de alguna


tribu que ya no habitaba en el lugar, pero como no se animaban a acercarse para
ver bien de que se trataba, solo podían divisar un rostro serio y que inspiraba
mucha autoridad.

Un cierto día, en que se desató una terrible tormenta, el tronco cayo al lago y en
ese momento las ranitas pudieron ver con claridad, que era solo un tronco tallado
que ningún daño podía hacerles. Se rieron mucho de los temores por los que
habían pasado y comenzaron a jugar con él y usarlo de trampolín para sus
zambullidas en el lago.
Moraleja: Lo que por ignorancia atemoriza, a veces es sólo digno de risa.
El cerdo y las ovejas
Fábula de Esopo. Versión en español por Paola Artmann.

ANUNCIO
Un día, un pastor descubrió un cerdo regordete en el prado donde pastaban sus
ovejas y lo capturó al instante. El cerdo chirrió con todas sus fuerzas desde el
momento en que el pastor puso sus manos sobre él. Si hubieras escuchado el
fuerte chirrido, pensarías que el cerdo estaba cruelmente herido. Pero a pesar de
los chillidos y forcejeo, el pastor cargó a su premio bajo el brazo y se dirigió a la
carnicería del mercado.

Cerca, las ovejas estaban muy asombradas por el comportamiento del cerdo, y
siguieron al pastor y al cerdo hasta la entrada del pastizal.

—¿Qué te hace chillar así? — preguntó una de las ovejas—. El pastor a menudo
nos atrapa para llevarnos a otro lugar. Sin embargo, por vergüenza, no hacemos un
tremendo alboroto como el tuyo.

—Para ustedes todo está muy bien —respondió el cerdo, con un chillido y una
patada frenética—. Cuando el pastor las atrapa solo quiere lana; pero de mí, quiere
tocino.
Moraleja: Es fácil ser valiente cuando no hay peligro.
El perro y su reflejo

Un perro muy hambriento caminaba de aquí para allá buscando algo para comer,
hasta que un carnicero le tiró un hueso. Llevando el hueso en el hocico, tuvo que
cruzar un río. Al mirar su reflejo en el agua creyó ver a otro perro con un hueso
más grande que el suyo, así que intentó arrebatárselo de un solo mordisco. Pero
cuando abrió el hocico, el hueso que llevaba cayó al río y se lo llevó la corriente.
Muy triste quedó aquel perro al darse cuenta de que había soltado algo que era
real por perseguir lo que sólo era un reflejo.
Moraleja: Valora lo que tienes y no lo pierdas por envidiar a los demás.

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