El Suelo Como Objeto Que Hay Que Clasificar

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EL SUELO COMO OBJETO QUE HAY QUE CLASIFICAR

Las clasificaciones son artificios creados por el hombre para sistematizar y


ordenar sus conocimientos en cualquier rama de la ciencia. La clasificación de los
suelos presenta, si la comparamos con otros entes naturales como los minerales, los
animales o las plantas, ciertos caracteres muy particulares. Se aproxima más a las
agrupaciones vegetales y, hasta cierto punto, a las rocas. La separación entre las
unidades a clasificar es gradual, la mayor parte de las veces, y los suelos no derivan
los unos de los otros, en el sentido de que lo hacen los animales y los vegetales. Por
tanto, es necesario definir previamente las unidades a clasificar, atendiendo a
propiedades y a características seleccionadas según la finalidad a alcanzar.

En general, una clasificación refleja el nivel de conocimientos en un momento


determinado, por lo que a medida que se van conociendo mejor los objetos a
clasificar, las nuevas aportaciones se deben incorporar al sistema de clasificación.
Por tanto, una clasificación de suelos se debe considerar como un sistema dinámico
que cambia necesariamente con el tiempo, con sucesivas nuevas versiones, lo que
en ocasiones puede desconcertar a personas no especializadas en Edafología,
aunque lo mismo ocurre con otras ciencias de la naturaleza.

Desde el primer tercio del siglo XX las clasificaciones de suelos se han elaborado
siguiendo criterios fundamentalmente genéticos y criterios basados en la morfología
del suelo. Conocer la génesis tiene gran interés científico, si bien no siempre resulta
fácil establecerla, lo que dificulta basar la clasificación en este tipo de criterios. Por el
contrario, las propiedades morfológicas de los horizontes de un perfil de suelo resultan
más sencillas de reconocer y evaluar en una prospección de campo.

Durante el desarrollo de la Ciencia del Suelo se han propuesto diversos sistemas


de clasificación de suelos de aplicación nacional: clasificación francesa, rusa,
alemana, canadiense, brasileña, entre otras muchas, basadas fundamentalmente en
factores y procesos de formación del suelo. A pesar de ello, en la actualidad, aunque
se mantienen algunas de estas clasificaciones, dos son las que han conseguido un
reconocimiento generalizado e internacional, basadas en la morfología del suelo, que
han tenido diversas ediciones, y que son utilizadas como referentes mundiales: Soil
Taxonomy (Soil Survey Staff, 2014) y, sobre todo, World Reference Base for Soil
Resources (WRB) (IUSS-WRB, 2015).
EL SUELO COMO CUERPO NATURAL, A VECES MODIFICADO O
CONSTRUIDO POR EL HOMBRE

Al considerar al suelo como un cuerpo natural se le dota de una extensión limitada.


El calificativo de natural actualmente plantea discusiones en contraposición con la
acción antrópica. Hay regiones y zonas usadas y modificadas por el hombre desde
tiempos remotos y con el desarrollo de la tecnología en el siglo pasado, la acción del
hombre se ha dejado sentir intensamente en, relativamente, poco tiempo en
numerosas áreas inexploradas hasta ese momento. De hecho, el hombre ya es
considerado por muchos científicos (Fanning y Fanning, 1989) que estudian el suelo
como un factor formador más y sus principales efectos sobre el suelo pueden ser
físicos (destrucción y creador de suelo, mezcla de horizontes, descenso del nivel
freático, etc.), químicos (encalado, pérdida de carbono orgánico, incremento de sales
y/o metales pesados, acidificación del suelo, adición de pesticidas, fertilizantes, etc.) y
biológicos, como efectos indirectos originados por las prácticas anteriormente
mencionadas.

Pero, además, hay suelos en los que la acción del hombre no puede considerarse un
factor más sino la causa principal de su génesis, como es el caso, por ejemplo, de los
suelos construidos en zonas mineras, ciudades, jardines, etc. En suelos de esta
naturaleza, las clasificaciones se aplican con dificultad, aunque parte de ellas, sobre
todo las más modernas, reconocen su existencia y los incluyen, bien sean en
propiedades taxonómicas o en taxones propios. Así, la Soil Taxonomy considera los
suelos muy influenciados por el hombre como objetos de estudio cuando contienen
materia viva y pueden soportar plantas, definiendo horizontes de diagnóstico como
epipedón plágen, antrópico, horizonte ágrico, etc., pero sin dedicar un orden o nivel
superior de clasificación especial para este tipo de suelos. Sin embargo, la clasificación
WRB da un paso adelante a este respecto e incluye dos grupos de suelos de referencia
con fuerte influencia humana: Antrosoles, suelos con un uso agrícola intensivo y
prolongado, y Tecnosoles, suelos artificiales con una proporción elevada de artefactos
de origen antrópico. En ambos casos se caracterizan por tener determinados horizontes
y/o propiedades de diagnóstico.

Por tanto, es importante resaltar que, si bien la mayor parte de los suelos objeto
de estudio son naturales, cada día se reconoce y admite más el papel del hombre
como factor formador y se consideran como suelos aquellos artificiales o
profundamente modificados por la acción humana, aunque deben cumplir caracteres
diferenciadores perfectamente definidos.

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