Análisis e Interpretación Del Poema 20 de Pablo Neruda
Análisis e Interpretación Del Poema 20 de Pablo Neruda
Análisis e Interpretación Del Poema 20 de Pablo Neruda
Este poema muestra el dolor por la pérdida de la amada y la melancolía que se siente al evocarla. Cuando
el poeta dice: “Puedo escribir los versos más tristes esta noche” habla con total propiedad, pues las
circunstancias que atraviesa le permiten la plena expresión de sus sentimientos; son una fuente para su
escritura.
Escribe: “La noche esta estrellada,/ y tiritan, azules, los astros, a lo lejos” probablemente como una
metáfora donde la noche llena de estrellas como la mujer amada está tan lejana que es inalcanzable.
Luego, repite que puede escribir los versos más tristes… para enfatizar su tristeza en un marco de
melancolía por el amor perdido que quiso; pero que dudosamente le correspondió:
Pero es una forma de manifestar la ambigüedad del sentir amoroso, lo inaccesible y lo inseguro que el
Recuerda que en noches como esa, cuando escribe su poema, tuvo a su amada entre sus brazos y la besó
una cantidad indeterminada de veces bajo el cielo infinito. Todo era felicidad entre ellos y el amor era
vivido en su más alta intensidad; sin embargo, el amor también cumple un ciclo vital, pues nació, se
Es ese pensamiento en la amada perdida que inspira al poeta y se constituye en su fuente de creación.
Luego, la soledad y el silencio: “Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella” permiten que su melancolía
sea mayor, más aún cuando “la noche está estrellada”, como en los tiempos que vivía el amor junto a ella;
con haberla perdido; por eso, el dolor de ese amor vivido le produce la inspiración de continuar
escribiéndole aunque no esté presente. Pese a ello, desea tenerla cerca y la única manera que encuentra
Manifiesta que ya no son los mismos, que han cambiado desde la época de su amor pleno, porque todo
cambia, más aún si los enamorados dejan de serlo; sin embargo, queda todavía algo de ese amor: el
recuerdo de la amada y la reflexión de pensarla en brazos de otra persona que en el momento actual la
ame.
Aparece otra aparente contradicción entre estos versos que constituyen pareados distintos:
“Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise”, frente a “Ya no la quiero es cierto, pero tal vez la quiero”.
Estos conducen a pensar en la incertidumbre del amor, en lo voluble que puede llegar a ser, pues el poeta
duda: “Tal vez la quiero”. Es que el amor, pese a durar corto tiempo, puede mantenerse en la mente de los
exenamorados durante un tiempo prolongado como lo cree el poeta: “Es tan corto el amor, y es tan largo
el olvido”.
Queda finalmente decir que el recuerdo que la amada perdida suscita en la mente del poeta es aquel dolor
Dentro del poema hay una gran cantidad de figuras retóricas, las cuales enumeraré
a continuación.
En cuanto los aspectos formales podemos decir que el poema esta constituido por
versos alejandrinos de catorce sílabas agrupados de a dos. Se encuentran
espacios o pausas del ritmo dentro del verso (cesura) separando en dos partes
llamadas hemistiquios. Los versos son pareados en estrofas de a dos menos el
primero y el cuarto.
Se puede decir que el tema central es el amor y como tema adyacente el escribir
como función catártica.
La amada no aparece como una persona sino como una entidad, gracias al
desmembramiento de su imagen (voz, cuerpo, ojos, oídos). Se insiste en los ojos,
adjetivados como “grandes”, “fijos” e “infinitos”, lo que los identifica con el cielo y
los astros (“noche inmensa”, “cielo infinito”, astros infinitamente lejanos, ojos
como estrellas, infinito número de estrellas, etc.).
Y tiritan, azules, los astros, a lo lejos”: el verbo tiritan introduce una metáfora que
connota las estrellas titilan como si temblaran de frío, como si estuvieran “azules”
de tanto frío; el frío es la sensación que corresponde a la soledad.
En todos los versos en que aparece el verbo “escribir” está implícita una función
LIBERADORA de la poesía, pero donde se da más explícitamente es en “Y el verso
cae al alma como al pasto el rocío”. La poesía como bálsamo y consuelo para el
dolor de la pérdida.
El poeta establece un paralelo entre la inalterable del mundo (“La misma noche”,
“los mismos árboles”) y la inestabilidad de los sentimientos (“Nosotros, los de
entonces, ya no somos mismos”). A partir de ese momento parecería que el dolor se
agudiza, que el ritmo se apresura, pero el poeta encuentra el consuelo de que tal vez
siga sintiendo amor ( Pero tal vez la quiero”), como si la mayor angustia proviniera
de la pérdida del sentimiento, más que de perderla a ella.
OCT
12
Poema XX
Pertenece al libro “20 poemas de amor y una canción desesperada” de Pablo Neruda.
La estructura es libre, no tiene rima, pero los versos son alejandrinos, es decir, de 14 sílabas
cada uno.
Los versos 2 y 3 dan un ejemplo de esa poesía que dice poder escribir, se repite la imagen de la
noche, que será muy recurrente a lo largo del poema. Se nos muestra una noche calma,
estrellada, ideal para el amor, y que por lo tanto al no tenerlo, se hace más triste. Se da una
personificación de los astros diciendo que “tiritan”, sensación que nos dan las luces lejanas que
a veces parecen intermitentes. Pero la personificación no es azarosa, el tiritar nos sugiere la
sensación de frío y las estrellas representan lo lejano, inalcanzable, se nos da la idea de que su
amor es frío e inalcanzable.
En el verso 4 se da otra personificación, esta vez del viento, al decir que “canta”, se repite
nuevamente la noche. Para que se escuche el ruido que hace el viento, la noche debe estar muy
silenciosa. Todo continuamente indica la soledad, pero aún no se ha hablado de una persona.
Recién en el verso seis se habla de una “ella” y del cariño, sugiriéndonos que él considera
haberla querido más que ella a él, tal vez podemos adivinar un cierto resentimiento en esta
afirmación. Este verso establece un paralelismo con los versos 9, 23 y 27, pero en este caso no
es un paralelismo sinonímico, pues los versos dicen cosas contradictorias. Se trata de
unparalelismo antinómico, pues los versos son de similar forma, pero el contenido es
opuesto.
Ya vimos el paralelismo que constituye este verso, está diciendo lo opuesto esta vez, sugiriendo
que ella la quiso más que él a ella. Lo recurrente y contradictorio de este verso parece
responder a la naturaleza del recuerdo, que como ya vimos en La niña de Guatemala, es
desordenado, repetitivo, vuelve una y otra vez. Vemos aquí otra característica del recuerdo,
sobre todo el recuerdo amoroso, lo contradictorio, no recordamos todo con una claridad
muy precisa, sino que los recuerdos se van corrigiendo, ampliando, borrando. Estos versos nos
hablan también de la poca certeza del amor. El sentimiento no siempre es claro, indudable
y obvio, sino que muchas veces nos deja lugar a dudas, y lo seguimos cuestionando tiempo
después, pues el amor es imposible de definir, y siempre cambia, pues cambiamos nosotros, y
cambian los demás.
Se reitera el sentimiento de tristeza, esta vez directamente relacionado con la pérdida del amor,
mostrándonos también su naturaleza posesiva. Es muy común asociar el amor con el “tener” a
una persona, que se puede “perder”.
Con su típica redundancia, Neruda sigue reiterando la imagen de la noche asociada con la
soledad y el silencio; lo infinito de la soledad, si ella no está. Retoma también la mención a su
tarea de poeta hablando del “verso” y haciendo una comparación con el rocío. El verso llega al
alma del poeta con la misma delicadeza que cae el rocío en el pasto. Podemos pensar que es un
verso que habla de la delicadeza de la inspiración del poeta, o también se puede interpretar que
está hablando de cómo llega la poesía al alma del lector. De cualquier manera, la reflexión
sobre la poesía viene a interrumpir la expresión de la tristeza, como buscando cambiar de tema
y apaciguar el dolor.
También se repite la idea de la posesividad del amor, al decir que no la pudo “guardar”. La
contradicción está también presente al decir en un momento “qué importa”, y luego decir que
su alma no se contenta con la pérdida. Parecería querer olvidarla pero no poder.
En estos versos indica que la busca sin éxito, con todo su ser, con su mirada, y también con su
corazón. Se da una bella imagen de la mirada al decir que las miradas acercan, sin duda el
contacto visual puede ser un contacto muy poderoso, y las miradas, sobre todo entre aquellos
que se aman, pueden ser tanto o más fuertes y transmitir mucho más que el contacto físico.
La noche aquí se presenta como si fuera la misma que aquella en la que estuvo con ella, y los
árboles que quedan blancos a la luz de la luna también son los mismos. Mucho desearía que esa
noche igual, fuera la misma, pero no puede ser, por lo que ya habíamos comentado, el tiempo
pasa y la gente ya no es la misma que antes. Aunque sean los mismos, el tiempo nos cambia, y
cambia a los demás, y por lo tanto, las relaciones, aunque persistan, no son las mismas, se
modifican, maduran, o terminan. Esa apreciación sobre el tiempo nos hace estimar que nuestro
yo lírico probablemente no sea juvenil, pues habla del tiempo pasado, y muy pocas veces alude
a lo físico, su sentimiento, incluso el de tristeza, no es pasional sino calmo y resignado.
Se repite este verso, esta vez haciéndonos suponer un autoengaño, me permito dudar de ese “ya
no la quiero”, como un intento fallido de autoconvencimiento. Habla nuevamente de los
contactos físicos que se pueden establecer a distancia, y de cómo la busca de esa manera, la
busca con la voz, la busca con la mirada, ambos pudiendo ser más poderosos que el tacto.
Se da una sinalefa, una conjunción de sensaciones, en este caso oído y tacto, la voz puede
ser tan poderosa que parecería tocar el oído.
Hay un tono de suave resignación ante la idea de que ella “sea” de otro, repitiendo la idea de la
posesividad del amor, pero no parece resignarse del todo, pues recuerda que antes de ese otro
fue de los besos de él, como diciendo que la tuvo primero.
La imagen de la muchacha permanece vaga, se nombran rasgos generales, sin describir con
detalle, podría ser cualquier mujer.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Finalmente reconoce que tal vez la quiere aún, pero sigue siendo vago e impreciso, y hace la
reflexión más memorable del poema y de su poesía, ese lamento de que sufrimos tanto tiempo
por algo que fue tan breve, haciéndonos pensar también en lo relativo del tiempo, que parece
pasar volando para los felices enamorados, pero para quien está olvidando se vuelve eterno.
Repite dos versos que ya había enunciado. Sigue volviendo sobre los mismos recuerdos y
pensamientos, haciéndonos pensar que incluso después de que termine el poema, continuarán
volviendo.
Sin embargo él parece querer poner un final al dolor y al recuerdo, nos da la impresión que no
lo logrará. Muchas veces en el dolor del desamor buscamos poner un alto al sufrimiento y nos
proponemos no pensar más en el que se ha ido, infructuosamente. No somos nosotros los
capaces de ponerle un alto al dolor, sino el tiempo.
Análisis del Poema Nº 20 de Pablo Neruda
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En este poema, el yo lírico quiere expresar la ambigüedad del sentir amoroso, lo inasible y lo
inseguro que es éste. El sentimiento (especialmente la melancolía por la pérdida y la angustia por
el vacío) es la fuente de la escritura ( Puedo escribir los versos más tristes esta noche).
La amada no aparece como una persona sino como una entidad inasible, gracias al
desmembramiento de su imagen (voz, cuerpo, ojos, oídos). Se insiste en los ojos, adjetivados
como "grandes", "fijos" e "infinitos", lo que los identifica con el cielo y los astros ("noche inmensa",
"cielo infinito", astros infinitamente lejanos, ojos como estrellas, infinito número de estrellas, etc.).
Y tiritan, azules, los astros, a lo lejos": el verbo tiritan introduce una metáfora que expresa una
compleja connotación: las estrellas titilan como si temblaran de frío, como si estuvieran "azules" de
tanto frío; el frío es la sensación que corresponde a la soledad; las estrellas están allá arriba tan
solitarias como el poeta lo está abajo. Es significativo que este verso aparezca ejemplificando la
escritura de la tristeza.
En todos los versos en que aparece el verbo "escribir" está implícita una función catártica de la
poesía, pero donde se da más explícitamente es en "Y el verso cae al alma como al pasto el
rocío". La poesía como bálsamo y consuelo para el dolor de la pérdida.
Parece significativo que los dos versos aislados que no componen estrofa ( Puedo escribir los
versos más tristes esta noche// El viento de la noche gira en el cielo y canta )se refieran, uno,
al sentimiento, y otro, al entorno de la naturaleza, que son los dos puntos entre los cuales oscila el
poema: subjetividad -objetividad, como si el poeta buscara en la noche y las estrellas, vehículos
para expresar el sentimiento. Sin embargo, hay un movimiento constante de objetivación hacia la
noche, el cielo, los astros, los árboles, y luego una vuelta hacia lo subjetivo , en un movimiento
pendular para llegar a la conclusión más dolorosa: "ya no somos los mismos".
El poeta establece un paralelo entre la inalterable del mundo objetivo ("La misma noche", "los
mismos árboles") y la inestabilidad de los sentimientos ("Nosotros, los de entonces, ya no
somos mismos"). A partir de ese momento parecería que el dolor se agudiza, que el ritmo se
apresura “ De otro [ ... ] infinitos"), pero el poeta encuentra el consuelo de que tal vez siga sintiendo
amor ( Pero tal vez la quiero"), como si la mayor angustia proviniera de la pérdida del sentimiento,
más que del objeto mismo.
“Poema XX” forma parte de “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”, poemario
publicado en 1924, en plena juventud del autor chileno. Toda la obra supone a nivel temático
un tratado sobre el amor y sus diferentes vertientes, siempre con un tono preciosista y rico en
matices que lo emparentan con el modernismo poético. A nivel estético, “Poema XX” es un
ejemplo de la fértil capacidad creativa de Pablo Neruda y su profundo dominio de los recursos
poéticos tanto desde el punto de vista métrico como de la utilización de figuras retóricas.
A diferencia de otras piezas de este poemario, Neruda también se refiere al valor de la poesía,
del acto creativo, como catarsis, como purificación de las pasiones. Los versos más tristes son
también una cura frente a la tristeza o el abatimiento que produce el desamor. El autor utiliza
su arte como acto de saneamiento emocional. Es la forma de reducir a su esencia un
sentimiento doloroso, pero inevitable, el modo de perpetuar sobre el papel una pasión del
autor.
“Poema XX” es también un conflicto entre lo subjetivo, lo maleable, el yo, frente a lo objetivo,
lo sólido, la naturaleza. Neruda se sirve de elementos de la naturaleza (el viento, los árboles,
el rocío) para metaforizar unos sentimientos que desbordan su corazón que transforman, en
última instancia, las percepciones del poeta.
Neruda acude algunos símbolos habituales en el modernismo, como el azul, la noche o las
estrellas para describir la soledad, la melancolía y la ausencia. El viento, imparable, en
perpetuo movimiento, actúa como metáfora de la alterabilidad del amor, que va y viene y que
aparece en uno de los versos más impactante del poema: Mi voz buscaba el viento para tocar
su oído.
Y en las últimas estrofas de “Poema XX”, Neruda nos describe las dudas del amor. ¿Dónde
termina? El poeta que nos ha descrito un amor perdido, vacila, tal vez la quiero, porque el
amante se resiste a dejar de amar, a entrar en un largo olvido dejando atrás la belleza del
amor.