Educación o Maltrato
Educación o Maltrato
Educación o Maltrato
EDUCACIÓN O MALTRATO
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INTRODUCCIÓN.......................................... 3
CONFLICTOS DE LA CONVIVENCIA..
CONVIVENCIA.........
A............
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INTRODUCCIÓN
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las situaciones concretas planteadas y la adopción de
soluciones ajustadas a cada una de ellas en lugar de la
generalización sistemática. La formación necesaria,
ampliando al máximo la dimensión educativa, conducirá a
la adquisición de una mentalidad abierta y resolutiva ante
los nuevos problemas que se nos plantean.
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Las actitudes y aptitudes entre los miembros que
conforman la pareja son diferentes, existen distintas
razones que se refieren al carácter y a la disposición que
manifiestan, por lo que surgen desencuentros en uno u
otro momento más o menos graves. Provienen de la
incapacidad o la pereza para respetar, reconocer o
apreciar detalles importantes ante los que uno u otro es
más sensible pero también se puede percibir, no sin
razón, que se sacan sistemáticamente de contexto
acciones o expresiones, a pesar de tener unos esquemas
de actuación consistentes, y que las interpretaciones que
se hacen en privado y en público son forzosamente
distorsionadas. Un miembro de la pareja puede atribuirse
plena capacidad para emitir juicios de todo tipo sobre el
otro sin necesidad de preguntar su opinión o las razones
en las que basa su conducta. La credibilidad de uno
puede ser mayor respecto a los hijos o el entorno
inmediato, a pesar de que su trayectoria sea menos
coherente o eficaz que la de su pareja, por razones
complejas no siempre basadas en la realidad de los
hechos. En el peor de los casos, con una mentalidad
débil, puede llegar a la conclusión de que sus
circunstancias personales son un disparate, que sus
relaciones se deterioran progresivamente y que ni su vida
ni la de otros tienen sentido. Además de culpabilizar a su
pareja por la alteración de su entorno más próximo
considera que personalmente tampoco podría seguir
manteniendo una vida normalizada.
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LA FUERZA DE LOS SENTIMIENTOS
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y del monte hasta casa, a él
arrastre el morón.
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En la obra El Quijote las alucinantes aventuras del
personaje tienen como leit motive la figura femenina
idealizada de Dulcinea. Sin esta deformación de la
probable realidad de Aldonza Lorenzo no se habría
agudizado o no se habría manifestado de manera tan
extrovertida el trastorno de don Quijote, al igual que
hubieran carecido de sentido las proezas de los libros de
caballería de no existir un ideal casi inalcanzable. Tal vez
la proximidad al común de los mortales en la persistencia
y en la modelación a su antojo de la representación del
sexo opuesto ha provocado que, a través de los siglos y
en diferentes culturas, su figura haya sido tan popular y
al mismo tiempo tan enternecedora.
El amor reprimido y la idealización de la figura
femenina surgen al principio de la obra:
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observa que se desarrollan hechos tan poco frecuentes o
extravagantes como los que aquí se narran.
LET IT BE
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Cuando tengo momentos de angustia
La madre Mary se acerca a mí
Diciendo sabias palabras
Déjalo estar
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“¿por qué razón no he de otorgar al sueño aquello que a
veces niego a la realidad, este valor de certidumbre que,
en el tiempo en que se produce, no queda sujeto a mi
escepticismo?
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CONFLICTOS DE LA CONVIVENCIA
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Las trayectorias de una relación que mejora y se
afianza cada vez más o que finaliza en enfrentamiento
presentan similitudes en determinados momentos o
pueden cambiar de signo en un momento puntual.
Cuando la vinculación afectiva comienza a consolidarse el
interés por el otro se hace mucho más patente. En cierta
forma se intenta descubrir cual es el estado de ánimo de
la pareja en cada momento, se muestra más sensible ante
los cambios de humor, se pregunta con frecuencia sobre
sus preferencias en todos los ámbitos posibles y trata de
descubrir cuales son los detalles más significativos de su
vida. De igual modo se intenta mejorar las actividades
conjuntas de la pareja, acomodarse lo mejor posible en
su lugar de residencia o cambiar aquellos aspectos de la
convivencia que pudieran dar lugar a desencuentros. La
intensidad de la relación afectiva cambia progresivamente
en un sentido o en otro; en el mejor de los casos se
acrecienta esta relación enriquecedora aunque adquiera
un cierto carácter de rutina compartida y beneficiosa para
ambos, disminuyendo la intensidad pero manteniendo los
aspectos positivos de la convivencia, mejorando la
confianza mutua. Desafortunadamente otras veces ocurre
que en lugar de cambiar solamente de intensidad estas
actitudes que facilitan la relación van trasladándose
progresivamente al extremo opuesto. La distribución de
tareas encuentra frecuentes puntos de fricción y los celos,
con fundamento o sin él, representan el reflejo de la
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escasa confianza o compromiso que mantienen entre sí
confundiéndose con la falta de respeto necesario a la
privacidad en diferentes cuestiones que no tienen que
afectar a la relación y que merman la autoestima del
individuo. En lugar de interesarse por el otro se acumulan
prejuicios, que tan sólo reflejan la propia opinión o bien
se convierten en críticos de las iniciativas ajenas al
margen de la intencionalidad y del esfuerzo realizado,
combinando alabanzas y reproches o autoproclamándose
portavoz del bienestar familiar. Lejos de ayudar a
compensar posibles defectos de su pareja se utilizan
como instrumento de descalificación. Se llega a difundir
una imagen con la que no se siente en absoluto
identificado, acerca de su forma de ser o actitudes, en el
entorno próximo y más sensible; o bien muestra una
oposición arbitraria a muchas iniciativas de la pareja
exclusivamente por provenir de ella. Las decisiones hasta
entonces compartidas pasan a ser personales y a veces
contrapuestas. Esto induce al cambio del estado de ánimo
derivando hacia la inhibición o hacia actitudes agresivas e
incontroladas
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Cuando la pareja tiene hijos menores a su cargo estos
representan un estímulo añadido para la colaboración
alternándose como una de las causas de desavenencias.
El crecimiento de los niños implica una transformación en
las actitudes de los padres que también se refleja en la
relación de la pareja. El cuidado de los hijos, desde el
nacimiento hasta su emancipación, debe tener en cuenta
su desarrollo evolutivo ya que la tarea de educar lleva
implícita un tipo de relación y exigencia apropiados para
cada etapa. Si nos referimos a los problemas que afectan
a su formación, por orden de prioridades en cuanto al
perjuicio que acarrean, tal vez el castigo físico y la
explotación laboral son los hechos que tradicionalmente
han impedido que su educación se desarrolle y se
consolide además de ser degradantes para su desarrollo
personal. Es obvio que sigue siendo primordial
combatirlos ya que incluso hoy día ocurren con más o
menos frecuencia e intensidad en todas las sociedades y
culturas. Sin embargo en una sociedad desarrollada y
culturalmente avanzada hay una forma más sutil y
mucho más extendida de privar al niño de su autonomía y
por tanto del equilibrio madurativo necesario en su
desarrollo: la sobreayuda y la sobredependencia. Impedir
que el niño conozca la existencia de determinados límites
y donde están situados es privarle de referencias claras
para la consecución de sus propios objetivos y de las vías
idóneas para lograrlo. No sería exagerado considerar la
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sobreayuda como una forma de maltrato que atenta
contra el desarrollo de la autonomía en el niño, que le
priva de la libertad necesaria para enfrentarse con éxito a
la realidad y que por tanto afecta a toda la sociedad. La
educación pretende favorecer la responsabilidad y
autonomía que guíen al niño a la plena madurez. Estos
objetivos deben plantearse a través de una acción
eficiente para que este vaya madurando en un ambiente
distendido, con los estímulos adecuados, hasta conseguir
su pleno raciocinio y la plena reciprocidad en las
relaciones. Esta relación igualitaria en derechos y deberes
como objetivo es, si cabe, más importante en el ámbito
familiar que en otro grupo para evitar que la inercia de la
etapa de gran dependencia que tuvo en los primeros años
la asuman los padres como algo rutinario para el resto de
su vida. Habríamos pasado en este caso de un papel
educativo adecuado en las primeras etapas a una dejación
de funciones con el paso del tiempo.
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EDUCACIÓN Y FAMILIA
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comunicación con la pareja. Por eso la recomendación de
asociar recetas únicas a modelos de conducta tipificados,
al margen del contexto en el que se producen, es algo
que difícilmente se demuestra útil. Uno de los primeros
conocimientos que los padres transmiten a los hijos se
hace a través de la participación conjunta en diversas
actividades referidas tanto al ocio como al trabajo.
Seleccionar las actividades extraescolares del niño,
teniendo en cuenta además de sus preferencias la
posibilidad de implicarse con sus aficiones, en ámbitos
diferentes y que pueda darles continuidad, le va a ayudar
a valorar y utilizar de manera más positiva su tiempo libre
y será una vía preventiva ante la pasividad o la utilización
de un ocio menos saludable.
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PROCESO DE ESTUDIO
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estudio pero no suelen hacer uso de las mismas tratando
de evitar aquello que implique complejidad en el estudio
lo que suele venir asociado a un bajo interés en una
reacción similar a la pescadilla que se muerde la cola. Una
justificación frecuente ante las malas calificaciones
académicas es a mí no me gusta estudiar y por eso no me
entra. El esfuerzo en la formación tiene una recompensa
diferida y por tanto es lógico pensar que incluso los
mejores estudiantes, si tuvieran que elegir una actividad
agradable, para disfrutar inmediatamente, probablemente
escogerán otras alternativas. Cuando el alumno tiene una
deficiente motivación no debemos sobrevalorar su actitud
receptiva hacia nuestros argumentos para que esta
mejore. La perspectiva de un adulto es distinta a la de un
adolescente y aunque nosotros consideremos un objetivo
importante la posibilidad de una inserción profesional
más satisfactoria, como un ejemplo de las ventajas de
conseguir un buen nivel académico, para algunos chicos
puede tratarse de una idea remota que no está entre sus
prioridades. Más opciones tendremos de convencerle si
conseguimos que sea él mismo quien reflexione sobre
cualquier circunstancia que tenga que ver con su
formación.
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Un primer paso en el proceso de estudio,
generalmente después de la explicación en clase, es la
lectura comprensiva. Conviene diferenciar la lectura
aplicada al ocio de la lectura de estudio. En el primer
caso, si se trata de leer una revista o de las noticias de un
periódico, no precisamos un ambiente muy especial.
Podemos tener el equipo de música encendido, realizarlo
cómodamente sentado en el sofá, incluso escuchar
conversaciones al mismo tiempo o interrumpir la lectura.
Lo que hacemos generalmente es una lectura superficial y
rápida del texto quedándonos en muchos casos
solamente con los titulares y las ilustraciones. Al mismo
tiempo seleccionamos lo que más nos interesa y lo
leemos más detenidamente. En cambio cuando
estudiamos necesitamos un ambiente de aislamiento y
total concentración. En primer lugar el contenido no tiene
que ser del agrado del estudiante ya que no es él quien
lo elige. Aún así se trata de una obligación para obtener
un buen resultado puesto que se consideran
conocimientos básicos para superar esa materia, acceder
a otros conocimientos y avanzar en la etapa. La
comprensión debe ser inicialmente lo más amplia posible,
no solo selectiva, ya que hay ideas complementarias o
ejemplos que si no se entienden van a dificultar el
conocimiento de las ideas esenciales. Por tanto el ritmo
no puede ser el mismo que el de la lectura de ocio u
otro tipo de lectura orientativa; es preciso moderar el
mismo para tener una comprensión profunda del texto, a
ser posible con una sola lectura.
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En ocasiones encontramos alumnos con bajas
calificaciones pero que podemos calificar de inteligentes
y se les conceptúa simplemente como vagos alegando
que cuando quieren sobresalen en calidad y cantidad de
conocimientos aprendidos. La realidad en muchos casos
muestra que la información oral que perciben, bien en
clase o bien por la persistencia de los padres, es
incompleta debido a su baja capacidad de atención
pudiendo elaborarla y transmitirla incluso de forma
brillante al tiempo que son incapaces de desarrollar el
trabajo autónomo y mantener la concentración a través
de su propia lectura con la regularidad necesaria. La
comprensión lectora es la base del estudio y si esta no se
realiza de manera regular, si el alumno depende en
exceso de otras personas para entenderlo, será difícil que
asimile los contenidos adecuadamente incluso cuando
posee una buena capacidad para relacionar conceptos,
hacer deducciones o sacar conclusiones. Es posible que
alumnos que comienzan con dificultades en Lengua o en
idiomas continúen con dificultades generalizadas en
todas las materias, aunque previamente hayan obtenido
buenos resultados en algunas asignaturas como
Matemáticas, ya que por ejemplo la falta de precisión en
la lectura del enunciado de un problema de esta área
puede jugarles malas pasadas y sobre todo les hace
perder seguridad y confianza respecto a toda su
capacidad de aprendizaje. Por eso es muy importante
resolver cualquier dificultad relacionada con la precisión
lectora. Es posible que un alumno con una buena
capacidad de comprensión, aunque tenga un nivel bajo en
otras aptitudes, obtenga buenos resultados en casi todas
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las materias. En cambio el alumno con una comprensión
deficiente, incluso con buena capacidad de razonamiento,
es fácil que tenga más dificultades en distintas
asignaturas. Así encontramos alumnos con bajo
rendimiento que sin embargo tienen un buen nivel de
motivación y de razonamiento. Las dificultades provienen
fundamentalmente de la falta de atención en clase y de
concentración en el estudio. Estos alumnos pueden
manifestar, si no dificultades generalizadas, escasa
seguridad en la comprensión causada muchas veces por
imprecisión en la mecánica lectoescritora y su interés
puede ir descendiendo si no se corrigen estos problemas.
Es verdad que en estos casos tienen serias dificultades
para participar o seguir las clases con normalidad y por
eso las horas de colegio se les hacen interminables. Ante
las dificultades académicas algunos alumnos muestran
inhibición en el aula pero a otros se les unen fácilmente
problemas de comportamiento porque careciendo de los
estímulos que provienen de la falta de atención
probablemente buscarán otros distintos que pueden
derivar en interrupciones de las explicaciones del
profesor o de la atención de sus compañeros.
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Es conveniente la supervisión continuada y personalizada
de los padres tratándose de chicos y chicas a los que no
se les puede exigir una plena responsabilidad. En el
centro educativo las posibilidades de atender a un
alumno de manera individualizada son limitadas. En
cambio la esencia de la relación familiar es precisamente
la mayor proximidad en las relaciones, tanto en
actividades que se refieren al ocio como al trabajo, y
existe la posibilidad de actuar de forma más distendida
influyendo en las actitudes de los hijos hacia la tarea. Del
mismo modo es muy importante la participación de los
padres al final de la educación obligatoria, cuando deben
decidir una opción formativa que va a tener que ver con la
futura inserción profesional, si no en la toma de decisión
final sí al menos para propiciar planteamientos en ese
sentido y aclaraciones que tengan que ver con los campos
profesionales de interés de su hijo.
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positiva la predicción sobre aquél que utiliza un buen
procedimiento, incluso con menor nivel de sus aptitudes
intelectuales, que sabe organizarse y estudia sin dejar la
tarea para los últimos días. Un alumno con una capacidad
intermedia probablemente tendrá mejores resultados que
otro con mejores aptitudes pero que no ha madurado
convenientemente y trabaja de forma compulsiva o
precipitadamente tan sólo ante la inminencia del
examen. Es probable que en este último caso la eficacia
vaya mermando aunque sea lentamente, y tal vez poco
perceptible, en un proceso paulatino de deterioro al
contrario que el alumno previsor y organizado que
progresará de manera constante en sus resultados
académicos. Este hecho sugiere un mayor compromiso
con la labor docente de padres y profesionales de la
educación porque resulta más estimulante contemplar
como los logros obtenidos al final van a depender en
mayor medida del esfuerzo, de los intereses, del hábito
de trabajo o del procedimiento de estudio que de la mera
aptitud, en la que los factores hereditarios juegan un
papel más importante, aunque no debemos olvidar que
inicialmente y a lo largo del proceso formativo el
ambiente familiar es el factor de motivación por
excelencia en el aprendizaje pero al final los alumnos
que de una manera u otra maduran convenientemente y
adquieren hábitos de trabajo progresan de manera más
positiva que aquellos que trabajan sólo ante obligaciones
inmediatas. Es lógico pensar que si tuvieran que
demostrar los conocimientos adquiridos en distintas
áreas, durante un período largo de preparación y en
pocos días de pruebas, tendrían más opciones aquellos
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alumnos que han trabajado regularmente que otros,
posiblemente con mejores aptitudes intelectuales, pero
que sólo confían en el esfuerzo de los días previos. El
sentimiento de autoestima es más elevado cuando el
estudiante adquiere su propio ritmo de trabajo que le
permite mayor independencia y flexibilidad de adaptación
ante circunstancias imprevistas, a diferencia de aquél que
sólo se esfuerza con la presión externa ante obligaciones
inmediatas.
La formación requiere el desarrollo de todas las funciones
de la inteligencia. No es razonable que un alumno de
Educación secundaria abandone de alguna manera
determinadas asignaturas afirmando que a él se le dan
bien sólo las que tienen que ver con una parte de los
conocimientos bien sean aquellas de hincar los codos
como se refieren a veces, las que precisan mayor
esfuerzo de análisis y comprensión, o por el contrario
otras materias con contenidos relativos al desarrollo de
operaciones o actividades prácticas. En esta etapa es muy
importante el ejercicio equilibrado de todas las aptitudes.
La especialización debe dejarse para más adelante,
cuando se acerca la hora de la inserción profesional. Si el
alumno tiene dificultades en un área concreta debería
esforzarse más en la misma. La capacidad intelectual
depende del nivel de las diferentes aptitudes y estas no
tienen por qué ser homogéneas pero los resultados
académicos dependen más del esfuerzo, del
procedimiento que se utiliza y del hábito de trabajo por lo
que hay que procurar que estos sean si no brillantes al
menos suficientes en todas las áreas tratando de
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compensar con mayor dedicación las materias más
complicadas.
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Cuando en el colegio se aplica una prueba de intereses
profesionales y vocacionales generalmente en el último
curso de la ESO no es fácil que muestren una predilección
clara hacia un solo perfil, ni siquiera hacia un amplio
campo profesional. Lo habitual es que haya un nivel de
preferencia parecido entre dos o más campos, sabiendo
mejor lo que no le interesa en absoluto que la familia
profesional o el perfil idóneo para él. Tampoco es
frecuente haber mantenido una trayectoria y una madurez
académica impecable en los cursos precedentes sin que
surjan dudas razonables sobre los resultados que
obtendrá en la opción elegida. Si las calificaciones
precedentes son excelentes y el perfil profesional de su
preferencia sobresale del resto garantizan un alto nivel
motivacional en la opción elegida, además de mayor
eficacia si cabe en sus estudios, por lo que no sería
necesario darle más consejos adicionales que ánimos
para que se reafirme más si cabe en su decisión. Para la
mayoría de alumnos las sugerencias basadas en la
experiencia siempre serán positivas, sobre todo las que
provienen de los propios padres ya que estos son los que
suelen estar más preocupados por su futuro, a quienes
más interesa que las cosas le salgan bien, y es seguro que
podrán contar con ellos para ayudarles cuando sea
preciso con los medios a su alcance: bien personalmente
en el estudio, en la realización de algún tipo de prácticas
o en la búsqueda de empleo si hay oportunidad. Es
conveniente recordar a los alumnos que sus padres son
un apoyo práctico por lo que en caso de indecisión, o de
una decisión poco sólida, conviene seguir sus consejos.
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Los padres deben perder en algunos casos el miedo a que
los hijos les reprochen en el futuro un posible fracaso
profesional por seguir sus recomendaciones. Las
decepciones proceden más de la inhibición que de la
implicación o de las recomendaciones oportunas.
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EL RETO DE LA CONVIVENCIA
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La cooperación más estrecha se establece
generalmente desde la familia. El grado de compromiso
en la pareja se realiza en función de la propia decisión
personal y la propia responsabilidad pero la percepción
de cada uno de los individuos que la componen debe ser
de colaboración y enriquecimiento minimizando las
limitaciones que ese compromiso lleva consigo. Las
aptitudes y los intereses son diferentes en cada uno de
sus componentes y por eso realizar papeles idénticos es
imposible además de poco práctico. Si se actúa sin
complejos, haciendo saber mutuamente lo que gusta y lo
que no, probablemente se llegue a un reparto equilibrado
y razonable de funciones en las que prime la decisión
personal. Si una relación es sincera y no surgen
conflictos de intereses no tiene demasiado sentido valorar
la calidad de las tareas escogidas ni aplicar clichés
teñidos de dogmatismo. No es fácil que personas de
distinto sexo renuncien a costumbres o modos de
actuación que, habiendo seguido cierta lógica en unos
momentos determinados, contradicen alternativas más
eficaces. La mayor presencia de la mujer en los puestos
de decisión o la mayor confidencialidad del padre con los
hijos requiere una distribución más equitativa que afecta
a todos los planos sociales. No es sencillo proporcionar
una explicación rigurosa de tan lento avance si las
ventajas son tan claras en contraposición a sus
inconvenientes y si es beneficioso para ambos sexos
actuar de tal modo y la desigualdad no parece basarse
exclusivamente en la imposición de un sexo dominante.
El reparto de tareas en la familia depende de la actitud de
colaboración y de la sintonía en su realización añadiendo
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un grado más de responsabilidad los menores a cargo.
En este caso la formación del niño debe primar la
actividad de los padres hacia la consecución de una
autonomía responsable, como un derecho del menor y
también una exigencia dentro del marco afectivo. La
mejor referencia en su educación es precisamente la
comprobación de que es capaz de realizar por su cuenta
desde las tareas elementales, como el cuidado físico en
las primeras etapas, hasta las tareas más complejas de
pensamiento autónomo que le permitan decidir sobre su
propio proyecto de vida.
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Cuando la relación entre los miembros de una familia
cambia de modo significativo, bien sea por la
emancipación de los hijos o por la ruptura de la pareja,
hay que procurar dar facilidades para la adaptación a esos
cambios y dar continuidad a los compromisos adquiridos.
En la separación de la pareja es conveniente agotar todas
las posibilidades de acuerdo amistoso garantizando todos
los derechos, de los padres y de los hijos, incluyendo las
exigencias que requiere el proceso educativo. Si se
pretende a toda costa que el acuerdo sea impuesto por
una sentencia generará incertidumbres o expectativas
que obstaculizan los mecanismos de comunicación entre
los miembros de la familia. Difícilmente una sentencia
puede comprender la situación real familiar o imponer la
reciprocidad necesaria. Es probable que al menos uno de
los miembros de la pareja, asesorado sobre los resquicios
legales, especule con su resultado causando alteraciones
complementarias a toda la familia. Así la ley prevé que los
hijos mayores de edad pero dependientes no sólo
económicamente, en caso de separación del matrimonio,
tengan determinados derechos pero ninguna obligación
lo cual parece una contradicción por impedir a muchos
padres continuar de forma coherente el proceso
educativo iniciado que no siempre tiene que ver con la
elección más cómoda para el hijo. Siendo así la relación
de la pareja y la sentencia afectarían gratuitamente la
relación con los hijos.
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La sociedad precisa cierto grado de flexibilidad para
abrirse a nuevas posibilidades o facilitar los cambios
oportunos. La actuación más eficaz procura limitar los
propios riesgos o aquello que pueda afectar a otros y la
vía más oportuna generalmente es la del diálogo. En
personas responsables no cabe la inhibición sino una
mayor sensibilidad ante las situaciones ajenas. Tomar
decisiones compulsivas, sin reflexión, plantea un mayor
riesgo y las soluciones de mutuo acuerdo, en
contraposición a las imposiciones, evitan el
distanciamiento. El control de las emociones o la
serenidad de ánimo son premisas importantes para actuar
con garantías de llegar a una decisión práctica y positiva,
no necesariamente convencional, que puede requerir
soluciones o transformaciones importantes. La estabilidad
en las relaciones implica capacidad de adaptación a
situaciones distintas de las habituales no necesariamente
conflictivas pero sí distintas a las anteriormente
utilizadas. Los problemas no ocasionan necesariamente
consecuencias en proporción directa a la gravedad del
mismo. Un pequeño problema si no se afronta
convenientemente, no se sabe o no se quiere afrontar,
puede ser un muro infranqueable que limita nuestra
capacidad de actuación en otras nuevas situaciones. En
cambio un problema grave que se asume
convenientemente y que se supera con más o menos
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esfuerzo, por medios propios o con ayuda, puede actuar
de revulsivo mejorando nuestra confianza personal y
haciéndonos por tanto más fuertes. Si no ponemos de
nuestra parte para solventarlo, incluso siendo minúscula
la gravedad del problema, puede afectar a la confianza en
nosotros mismos mientras que la solución del problema,
aunque este sea serio, proporciona mayor autoestima. Por
tanto no se pueden calificar los problemas o los
conflictos de manera aislada sino en función de la actitud
con la que se afrontan y de las consecuencias que
provocan a quienes los sufren. Cuando atravesamos un
período conflictivo debemos asumir los contratiempos
lógicos que impiden llevar una vida normalizada y
equilibrada pero la capacidad intelectual para adaptarse
es muy amplia. La serenidad de ánimo no se pierde
necesariamente por el hecho de tener problemas sino tal
vez por no poder solucionarlos o no poder prever
correcciones de forma inmediata. Establecer prioridades
de manera razonable respecto a tareas pendientes o ser
conscientes de la compleja realidad en todas sus
dimensiones no es algo ajeno a la actividad cotidiana en
el ser humano. Resulta utópico pretender vivir
exclusivamente la realidad presente permaneciendo
ajenos a los hechos acontecidos o renunciando a
plantear perspectivas nuevas porque eso significa que
estamos infrautilizando la complejidad intelectual que
poseemos y la madurez adquirida.
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