Ebook - 84 7993 018 7 PDF
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Daniel J. Santamaría
©Daniel J. Sántamaría
D.L.: H-100-2001
I.S.B.N.: 84-7993-018-7
INTRODUCCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
PRIMERA PARTE
LOS ABORÍGENES DE LAS TIERRAS ALTAS Y EL DESARRO-
LLO DE LA ENCOMIENDA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
SEGUNDA PARTE
RELACIONES INTERÉTNICAS, CONTROL TERRITORIAL Y
COLONIZACIÓN EN LOS VALLES ORIENTALES . . . . . . . . . . . . 71
TERCERA PARTE
LA ESTRUCTURA SOCIAL DE SAN SALVADOR DE JUJUY .... 121
CUARTA PARTE
PRODUCCIÓN AGROPECUARIA, COMERCIO Y CRÉDITO ... 207
QUINTA PARTE
INMIGRACIÓN, MARGINALIDAD SOCIAL Y COLONIZACIÓN
A FINES DE LA COLONIA ................................. 237
2 Esto es lo que cuenta Cieza: una cosa noté e11 los tiempos que estuve en estos reinos del Perú y es
que fll la mayor parte de sus provincias se usó po11er nombres a los nillos cua11do tenán quince o vei11te días y
les dura hasta ser de diez o doce a¡Jos, y de este tiempo, y de algwwsmwos, toman a recibir otros nombres,
habiendo primero en cierto día, que está establecido para semejantes casos, juntá11dose la mayor parte de los
parimtes y amigos del padre a donde bailan a su usanza y bebm, que es su mayor fiesta. Los 1wmbres que les
ponen y ellos usan son nombres de pueblos y de aves o hierbas o pescado ... y algunos timen gro¡¡ cumta co¡¡
llamarse los nombres de sus padres o abuelos. Los sellares y pri11cipales buscan nombres a su gusto y los mayo-
res que para (usar) entre ellos haya (Cieza de Leó11, 1553:167-168).
3 ATJ, 24-755.
4 Sobre los mitmaqklma m la Puna, Sa11tamaría (1992). Sobre el control vertical, Murra (1975:77-80).
5Sobre los contactos con Ata cama: Femández (1978), Martínez Cereceda (1990), Gentile (1988).
22 Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo.
Desa1Tallo integrado de una secuencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
10 Abolas, Aquino, Aragón, Arias, Asúa, Bardi, Barrios, Batallonas, Berdugo, Bmja, Campero,
Campo, Cm·dozo, Carranza, Canizo, Castillo, Catán, Céspedes, Contreras, Corazón, Coro, Cueva y Cuevas,
Cruz, Dorado, Echeverría, Escobar, Espinosa, Estrada, Fmfán, Femández, Figueroa, Fines, Flores, Galán,
Galeán, García, Guara, Gmzzález, Gutiérrez, Guzmán, !barra, Leó11, Lizárraga, López, Luna, Martínez,
Mendoza, Morales, Navarro, Nieves, Oiliva, Olmos, Ontiveros, Ordól1ez, Orihue/a, Ortiz, Ovando, Pico,
Ranws, Redondo, Ríos, Rodríguez, Romero, Rosa, Rueda, Ruiz, Salinas, Sánclzez, Santos, Sayavedra, Subelza
y szz varimzte Suelza, Tejerina, Torn·es, Urista, Vargas, Velarde, Venmcia, Vera, Veramendi, Vidaúne,
Vil/afuertc, Vizcaíno, Zalazm·, Zambrmzo, Zárate, Zenteno y Zerpa.
26 Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo.
Desanallo integrado de una secuencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
11 Acm·ette du Bíscay (1658) cuenta cómo les daban caza, levantando un cercado de redes a las que
ataban plumas que el vímto agitaba de un lado al otro. Arrinconadas contra las redes, la vicwlas se paraliza-
baH de temor y los cazadores las mataban con bolas atadas a cuerdas.
12 Smtlamaría (1996).
Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo. 27
Desarrallo integrado de una secuencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIll
13 La sal más blanca que la nieve de la cual se aprovechan los indios casavindo y cochiliocas y los de
la provincia de Omaguaca (Lizárraga, 1600).
14 Inventario de bienes de Díaz de Castro, 1686, ATJ, 27-548.
15 Palomeque (1994:24).
28 Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo.
Desarrallo integrado de una secuencia te~Titorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
cado colonial. Esta relación puede establecerse por iniciativa del kolla
migrante de la comunidad al mercado, o por iniciativa del mercader
europeo que recorre el camino inverso. Para que esto último sea posi-
ble, se requiere que la producción campesina constituya una mercancía
redituable, como los tejidos de Santiago del Estero18 • Las rebeliones
omaguacas que se suceden desde las primeras fundaciones frustradas
en el Valle de Jujuy (Nieva en 1561 y San Francisco de Alava en 1575)
deterioran severamente el tránsito por los circuitos de comunicación. El
legendario Viltipoco, curaca de Purmamarca, acepta la paz con las
huestes españolas en 1594 al sólo efecto de salvaguardar el funciona-
miento de los viejos tambos: ofrece pagar en la Audiencia de Charcas el
tributo exigido por los invasores y repoblar los tambos del trayecto
Purmamarca-Talina para vender bienes locales a los precios vigentes en
los mercados coloniales. Adicionalmente, ofrece trabajadores para las
minas de Potosí y admite el ingreso de misioneros católicos 19 •
Si bien es cierto que los trueques tradicionales de productos entre
núcleos indígenas procedentes de diferentes ecosistemas les proveen de
bienes necesarios y el aumento de la producción orientada a la subsis-
tencia asegura la reproducción social del trabajo, es indudable que la
mercantilización de la economía kolla -ya asentado el poder colonial-, se
apoya en una estrategia colectiva inversamente orientada al acopio de
plata. Esto deriva menos de la necesidad de pagar el tributo que de las
mejores posibilidades de intercambio que depara el manejo de metálico.
En la Puna no existe amenaza exterior alguna y hay dificultades para
trasladar contingentes indígenas a San Salvador tanto por la prohibición
de cambiar de clima a los indios, como por el corto número de la pobla-
ción de las tierras altas y su patrón de dispersión. El divortium aquarum
que se produce a fines del XVII entre la jurisdicción capitular de San
Salvador de Jujuy y el Marquesado de Tojo (donde la primera retiene los
distritos de Humahuaca, al este de la Puna, y Rinconada y Santa
Catalina, en el extremo noroeste) nos interroga en todo caso sobre hasta
qué punto los kollas no substituyeron sus antiguos lazos étnicos, socia-
les y económicos con la Quebrada de Humahuaca por sus nuevas redes
en los valles de Sacocha, Tojo y Tarija. La mercantilización sigue al pro-
ceso de monetización, pero para que el acopio de plata sea real, se nece-
sita controlar o reducir el consumo local, función parcialmente cumpli-
da por las migraciones Puna-valles.
18 Farbennan (1991).
19 Lizárraga (1600:225).
30 Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo.
Desarrallo integrado de una secuencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
20 Lizárraga (1600).
Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo. 31
Desarrollo integrado de una secuencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
21 Las especies utilizadas son la m1agua IAdesmia miraflorensis Rémy), la chijua (Baccharis boli-
viensis Wedd), el clwrqui (Prosopis ferox Grishaber), la espina amarilla y la tola o tolil/a (Fabiana densa Rémy),
en Echeni~~te y Lupa (1991:5-7 y 12).
Jaimes Freyre (1913).
32 Memorias del Jujuy col01zial y del Marquesado de Tajo.
Desarrallo integrado de una sewencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
para avecilzar mulas para la recua gmza 256 más zm caballo manso evaluado e¡¡ 40; zm ovejero gana 200; a un
illdio le paga¡¡ 288 por seis meses; a otro 48 por dos. Para domar y otras tareas mzálogas, se pagan 32 mellsttales.
Memol'ias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo. 33
Desarrnllo integrado de una secuencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
27 Se le mtregan múmales para venderlos y con el dinero obtenido comprarse ropa, se le entregan telas
para calzones y jubones, cotones o monteras; en su cuenta aparecen 24 reales en plata que el administrador paga
por la comp,ra de un azote ... ¿acaso Caraúnco lo ha pedido para cumplir su rol de capataz?.
- 8 Por ejemplo, por haber hallado en él mucha maldad en henar potros y potrancas y mulas con su yerro.
34 Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo.
Desarrallo integrado de una secuencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
rros, salvo en Paño de Cabeza donde todo su personal cumple sus obli-
gaciones rituales en forma gratuita en la iglesia del Río Blanco) 2 ~. Estos
gastos también se descuentan del salario anual, como los anticipos· de
ropa entregada para saldar deudas comerciales.
En otros casos, cuando el encomendero retorna a sus haciendas
un peón cedido a otro hacendado, el primer anticipo cubre los présta-
mos que el peón haya solicitado30• Es frecuente que indios encomen-
dados trabajen en otras haciendas o chacras, a veces cedidos por el
mismo encomendero. Cuando éste quiere recuperarlos, indemniza
(casi siempre en especies) al hacendado o chacarero que lo ha concha-
bado. No se puede afirmar si este empleo temporario de indios de
encomienda se hace siempre con la anuencia del encomendero o es
resultado previsible de la laxitud con que controlan sus peonadas. Es
posible que el número de esos empleos aumentase al disminuir el tra-
bajo ganadero, etapa en que los encomenderos le permiten al peón
lograr un ingreso adicional. En los casos de cesión por parte del enco-
mendero, no hay datos que certifiquen si recibe algo en pagd 1•
Prisioneros de guerra y neófitos del Chaco son adoptados como
peones, del mismo modo que se aprovecha la mano de obra de los
indios de encomienda o sus parientes por consanguinidad, alianza o afi-
nidad. A veces, para ciertas tareas específicas o cuando se necesitan bra-
zos, se contrata a los parientes de capataces o trabajadores ya conocidos,
que cumplen las mismas tareas por el mismo salario. También se con-
trata esporádicamente y por poco tiempo a gente conocida para desem-
peñar oficios, por ejemplo a algún nativo que es, por ejemplo, buen que-
sero. Antes de contratctr a alguien, el administrador sigue las opiniones
de la gente del lugar. También se emplean aborígenes en los servicios de
arreo que encargan los curas doctrineros, aún cuando esos indios estén
encomendados. En un pleito de 1713 citado por Palomeque32, Campero
denuncia que el cura-mercader de Casabindo despachó tres indios de
29 U11 i11dio paga al cura el entierro de su hijo con siete varas y medía de ropa y 32 reales. Cuando
otro enviuda, se le dan 24 para que adquiera cuatro varas de tucuyo para amortajar a su mujer.
30 Tal el caso de un í11dio de la encomienda del Río Blanco, que entra en Zapla, antes conchabado con
el alférez Acevedo. Este le prestó 48 reales para saldar en plata el valor de una 1/ícta que el peón adquirió, a cam-
bio que devuelva ese dinero con trabajo. Por ser de Río Blanco, el administrador lo trae a Zapla, lo que revela
que el encomendero se reserva el derecho de regresar a sus estancias a sus indios encomendados que se concha-
ban libremente en otras partes. Le paga los 48 a Acevedo, devolviéndole lo pagado por salario. Sólo tenemos un
caso donde el anticipo se vincula con la saludE¡¡ 1734 un peó1z de Zapla pide una res para pagar 110 sé qué
curación [que] se le había hecho.
31 Sobre la vida económica campesina, Madraza (1992) y Palomeque (1994).
32 Palomeque (1994:29).
Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo. 35
Desarra/lo integrado de una secuencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
ese pueblo a La Rioja con ocho cargas de ropa para que las vendieran y
en otra oportunidad despachó a otro para conducir hierro a Potosí; los
indios viajaron en mulas fletadas por un productor local.
Al llegar la fecha de paga, se le descuenta al peón el valor de lo
recibido como anticipo del salario anual, cifra que supera los precios
del mercado urbano desde que la estancia cobra el abastecimiento a
sus peones. La diferencia de precios se denomina crece y constituye un
ingreso genuino del administrador. Con todo rigor, se les descuenta a
los peones lo no devuelto o lo no cumplido en el período contratado
de trabajo. Otras veces se les forma expediente a quienes acusan fallas
en sus cuentas de ganado. Aunque todo el mundo sabe que las vacas
suelen despeñarse en cerros y quebradas, un peón que falle en cien
cabezas es substituido de inmediato; los acusados alegan que es impo-
sible evitar esos despeñamientos o que los animales mueran de vejez
en los huaycos33 • Los hacendados son inflexibles aún con peones que
mueren en la guerra del Chaco: indiferente a este involuntario sacrifi-
cio, el administrador divide el monto del contrato por dos porque, al
morirse, el hombre sólo lo sirvió seis meses. Más aún, como el infortu-
nado gastó 328 reales, queda debiendo, después de muerto, 88.
Todavía se encuentra una deuda anterior por diez varas de ropa de 40
reales; la deuda total del finado sube a 1.024 reales. El fenómeno de la
fuga es común: los peones huyen de las estancias solos o en compañía
y desaparecen hasta dos años. Los administradores nunca explican el
motivo de la fuga.
35 In gobernación del Tucumán englobaba entonces las partes centrales de las actuales provincias
argmtilws de Mendoza, San Luis, San Juan, La Rioja, Córdoba, Catamarca, Tucumán, Santiago del Estero,
Salta y Jujuy.
36 Carta al Rey de España de 1586 (Jaimes Freyre, 1913:111).
37 Tandeter (1997).
38 Carta al Rey de Espm1a de 1586 (Jaimes Freyre, 1913:111).
30 Vergara (1968:35).
~o AHPJ-AMVT, 256.
~ 1 Juan Ramírez de Velazco, Carta al Re~; de 1586 (Jnimes Fm;re, 1913:112).
Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo. 37
Desarrollo integrado de 1ma secuencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
42 Actas Capitulares del Cabildo de San Salvador de Jujuy, 1595-1600 (ATJ, 2-23).
43 AHPJ-AMVT, 256,fs. 26-26v.
44 Madraza (1982:112-113).
45 Doucet (1978:439, ¡zafa 33).
38 Memorias del fujuy colonial y del Marquesado de Tajo.
Desan·allo integrado de una secuencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
4" Reclamo de Smzc/w de Murueta contra Juan Oc/wa de Zárate, 1612 (ATJ, 3-40).
47 AHPJ-AMVT, 226,fs. 18-23v.
48 AHPJ-AMVT, 226.
49 AHPJ-AMVT, 220,f. 33v.
50 TestamCiltos varios. Como ejemplo, el de Hernando Díaz Caballero, 1654, ATJ, 19-329.
Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo. 39
Desarral/o integrado de una secuencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
50 Testamentos varios. Como ejemplo, el de Hemando Díaz Caballero, 1654, ATJ, 19-329.
51 Representació11 de Pedro Hemández, 1623 (ATJ, 6-77).
52 Así es como los Argmlaraz se apoderan en 1623 de la estancia del Río de l.ns PeJias (ATJ, 6-77).
53 Doucet (1978:453).
5• Para el caso de Charcas, Tandeter (1997).
55 Ma11ijiesto de Marcos de Retamoso, 1630 (Doucet, 1978:446-451).
56 Vázquez de Espi11osa (1650:622).
57 AHPJ-AMVT, 256.
58 Madraza (1982:54).
40 Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo.
Desan·al/o integrado de una secuencia territorial multiét11ica, siglos XVI-XVIII
°
6 Contratas de Juan Ochoa de Zárate de 1603 y de Cristóbal de Sanabria con Juan de Hen-era, en
1602 (ATJ, 2-18).
61 ATJ, 11-162.
62 AHPJ-AMVT, 259.
42 Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo.
DesaiTallo integrado de zma secuencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
6°Carta del capitá11 don Juan Ortiz de Zárate Argm1araz y Murguía sobre restitución de una suma
de di11em a los herederos de do11 Pablo Bemárdez de Ova11do, 1677 (AHPJ-AMVT, 128). Zárate, mcommdero
de los pueblos de Humahuaca y Sacocha, es sobrilw de Ovando.
70 Madraza (1982:124).
71 AHPJ-AMVT, 240.
72 Cuando m 1666 recibe un préstamo de Nicolás de Eguilim; anu11cia su pago en productos vacu-
nos de la esta11cia de Mm·aya (Chichas), cuya matanza hará al mio siguimte (Escritura de obligación de la can-
tidad de 214.167 pesos otorgada por don Diego Marín de Armenia y Zárate como apoderado del maestro de
campo don Pablo Bemárdez de Ovando a favor de don Nicolás de Eguiliar. Alio 1666, AHPJ-AMVT, 136).
73 AHPJ-AMVT, 158.
Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo. 45
Desarrollo i11tegrado de una secumcia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
76 Copia simple del título de Tmimte Geueral de Ejército de la Provincia de Tucunuínlibrado a favor
del maestre de campo don Pablo Bemárdez de Ovando por el Exc[elentísi]mo se11or virrey don Alonso de
Mercado y Vil/acorta de fecha 15 de noviembre de 1665 (AHPJ-AMVT, 71).
77 Solicita parte de ww herencia de las tierras de Tarija que eran de don Domingo Daso, cedidas a
a dou Miguel José de Otaiza y juicio seguido en el particular en el mio 1666 (AHPJ-AMVT, 96).
79 AHP]-AMVT, 145.
80 Manuela Micaela dice que sobre esa casa y otras partes (probablemente terrenos próximos) se fundó
uua capellanía de 48.000 reales de principal. Como todo estaba deteriorado, la capellanía se liquidó; no se halla-
ro¡¡ paraje separado del mayorazgo ni otros bienes muebles ui raÍCes en donde se pudiese fundar [de nuevo]. La
mujer y su marido, Alejo Martierena del Barranco, hicieron pleito en la Audiencia Arzobispal de La Plata donde
se declaró 11 sentenció que estaba exceptuada de esa obligación.
SI Madraza (1982).
Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo. 47
Desarrallo integrado de una secuencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
85 Omndo quería rei11tegrar e11 1654 a su wcomie11da u11a cifra exacta de 159.
86 Madrazo (1982:101-102).
Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo. 51
Desnrmllo ilztegmdo de wza sewencia territorial mu/tiélllica, siglos XVI-XVIII
R? Garavaglia (1986).
88 Saigzzes (1985).
52 Memorias del fujuy colonial y del Marquesado de Tajo.
DesmTallo integrado de una secuencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
8~ AHPJ-AMVT, 256.
90 AHPJ-AMVT, 254.
91 AHPJ-AMVT, 158.
92 AHPJ-AMVT, 158.
93 Lnrrouv (1926:309-401).
YS Se refiere a In viuda de Campero. La denomina marquesa según/a costumbre popular que llamar a
la esposa cozz el título de/marido, pero en realidad, la segunda marquesa es su hija Manuela Micaela.
90 AHPJ-AMVT, 255.
97 Este padrón sez1ala que los más de ellos asistezz m dos haciendas de Campero en Tojo y en Tarifa
Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo. 53
Desarrallo integrado de una sewencia territorialmultiétnica, siglos XVI-XVIII
98 Presta (1989:53).
99 Larrouy (1923:398-399).
54 Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo.
Desanallo integrado de wza secuencia territorialmultiétnica, siglos XVI-XVIII
varía año en año sin afectar su propia economía interna; se trata de una
migración temporal que no reduce la producción ganadera de la Puna,
circunscrita a la cabra y la oveja, que requiere poca mano de obra, bási-
camente integrada por adolescentes y mujeres. Tampoco altera la dis-
tribución interna del trabajo ni la organización social de los grupos
doméstico-familiares porque los migrantes suelen llevar consigo sus
hijos y mujeres. Los casos de migrantes solos que contraen nuevo
matrimonio en sus lugares de destino son escasos. Finalmente, los
migrantes traen a su regreso de Sococha y Tojo frutos tropicales, hier-
bas medicinales, vino, azúcar y otros bienes absolutamente inaccesi-
bles en la Puna, representando una ganancia relativa a cambio de
migrar tres o cuatro meses por año.
En definitiva, este control global del encomendero sobre la fuer-
za de trabajo encomendada sólo alcanza a unos pocos centenares de
campesinos-pastores, que forman una mano de obra suficiente para el
trabajo agrícola. Provienen de decenas de pueblitos dispersos en la
Puna, valles de Santa Victoria y serranías de Orán. No es, en ningún
momento, una migración masiva ni tampoco definitiva. Antes del tras-
lado, el curaca elige los individuos que ese año se trasladarán a Yavi o
bajarán a la hacienda de Tojo. Este contingente se radica en Ya vi duran-
te una temporada variable; muchos permanecen tres o cuatro meses. El
resto de las familias viaja a Santa Rosa de Tojo, baja el curso del río San
Juan del Oro hasta Livilivi o llegan por el camino de las alturas de
Xama hasta Tarija y La Angostura. Cuando las labores agrícolas con-
cluyen, la mayor parte regresa a Yavi y junto con quienes se quedaron
allí, vuelven a sus aldeas de origen. Los padrones indican que la dota-
ción que permanece en Yavi y Tojo, o que circula entre ambos núcleos,
crece continuamente durante el XVIII.
Veamos ahora cómo los mecanismos de traslado inducido de
pastores y campesinos kollas a Tojo y La Angostura desarrollados a
fines del XVII se conservan y perfeccionan a fines del XVIII, sistema
que le permite al mayorazgo conservar una notable productividad en
sus posesiones1('1• Las fuentes demográficas utilizadas son el Padrón
de Indios de 1735, el Padrón de Indios 101 de Casabindo y Cochinoca
confeccionado por Joaquín Romualdo Velázquez el 24 de julio de
1760 102, el Padrón de Indios 103 de 1766, el Censo General de Carlos III de
115 Este padrón no enumera los nillos pero por tma cuestión de prudencia metodológica nos abstene-
mos de imaginar unmultiplicadorfamiliar.
116 Incluye 432 indios de Casabindo y Cochinoca residentes en Yavi y 219 residentes en la hacimda
de Santa Rosa de Tojo, cf Padró¡¡ de los Indios Originarios de la encomienda de Casabindo y Cochinoca resi-
dwtes m la hacienda de Santa Rosa de Lima de Tojo, 1785 (AHPJ-AMVT, 221).
117 Poder otorgado en el mio 1770 por el Marqués de Tojo a Don fumt Martíltez para recoger los indios
118Palomeque (1994).
m AGN XIII-17-2-1
120 I11clu~e Quera y Mareta.
121 "Padrón de los Yndios originarios de la encomienda de Casavindo y Cochinoca hecho por el
Doctor Do11 José Medeyros", 1785 (AHPJ-AMVT, 221,f,. 1-4v). Este padrón enw~era 219 perso11as inclu-
yendo ocho ausentes.
• 122 Incluye forasteros sin tierras ubicados en Aycate, Guacaya, Homil/os, Lisoyti y Pucara, todos
sus jefes. El rol social y político de los curacas de Jujuy recién ahora
está llamando la atención de los historiadores. Tenemos noticias de
curacas prósperos como Choque 124 o de curacas cuyo rol fuera enfati-
zado por el encomendero, como Chocoar; pero es evidente que goza-
ron de menos poder político por el pequeño tamaño de sus poblacio-
nes agropastoriles, su fragmentación a escala microlocal y una proba-
da distribución equitativa de los recursos. En Charcas, las comunida-
des de originarios tienen un tamaño considerable y el poder de los cura-
cas está bien afianzado. Es probable que esta afirmación se aplique
mejor a los más conocidos cacicazgos aymaras del altiplano que a los
de los valles orientales. El pacto entre los grupos aymara y el Estado
colonial que describe Platt12s parece reproducirse aquí en la alianza
entre los grupos indígenas de la Puna y los encomenderos. Los cura-
cas kollas no tuvieron el poder suficiente para impedir la cristianiza-
ción forzada ni organizar la defensa territorial contra los incas y luego
contra los europeos. De hecho, su desempeño político-militar durante
la invasión española los muestra incapaces de organizar alguna defen-
sa; la misma debilidad exhiben durante las largas rebeliones calcha-
quíes (1628-1665) donde su conducta fue ambigua. Su fragmentación
parece explicar la inorganicidad de sus políticas. Además, hay una
contradicción entre su propósito de integración social y económica
(alianzas de parentesco e intercambios tradicionales) y esa empecina-
da fragmentación. La reticencia inicial al poder español es sin duda
una secuencia final de una no del todo probada resistencia al
Tawantinsuyu, resistencia que a su vez se torna ambigua durante la
colonia en tanto las poblaciones adoptan la lengua del conquistador
español para proseguir las relaciones interétnicas tradicionales. No
hay rastros de una política uniforme de los curacas de Jujuy, sí en cam-
bio, pequeñas disputas locales que se definen como ajustes estratégi-
cos en el interior de la hegemonía española. Por estos motivos, el rol
político de las jefaturas étnicas se limita a preservar las cadenas de
intercambios tradicionales, incorporándolas a las migraciones labora-
les como pago del tributo de encomienda, antes que a oponer un pro-
yecto político unificador 126 •
terizada por centros rururbmtos de altura, que se transforma bajo la dominación colonial incaica en cacicazgos
gmernles de carácter regional (1992:78).
Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo. 61
Desarrallo integrado de una secuencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
RELACIONES INTERÉTNICAS,
CONTROL TERRITORIAL
Y COLONIZACIÓN EN LOS VALLES
ORIENTALES
u 2 Smttamaría (1998a).
XII El concepto de frontera en el período colonial
alianzas con los chiriguanos 143 y su comercio con los wichíes nunca se
interrumpe del todo. El traslado forzado y la misionalización se con-
vierten así en instrumentos para cortar de raíz esas presuntas alianzas.
En 1584, nueve años antes de fundarse San Salvador de Jujuy,
Pedro Cabello goza la encomienda de los ocloyas por concesión del
gobernador Lerma' 44 • En 1586 Juan Rodríguez Salazar recibe la de los
churumatas (sobre unos y otros volveremos en seguida) a quienes tras-
lada al río Perico, siguiendo la frecuente práctica de desnaturalización.
Cuando su líder resuelve retornar al valle de Centa, Salazar no vacila
en traerlos de nuevo. Su hijo hereda la encomienda que aún conserva
en 1629. Los paypayas, que viven en el Valle de Ocloyas, en torno del
sitio de Corral de Piedras, y controlan maizales en Tuculeray
Normenta 145, quedan incluidos en 1588 en la encomienda de Gonzalo
de Tapia, vecino feudatario de Salta, que acepta que Paypay siga como
curaca. En 1615 los conduce al pueblo de indios de San Francisco, en
el paraje que aún hoy se denomina Palpalá'46, donde un misionero
jesuita bautiza unos 250 indios. También los osas del valle de Ocloyas
son trasladados a Palpalá por su encomendero Argañaraz (1593) junto
con un pequeño grupo de esclavos africanos. Al principio se radican a
unas diez leguas de San Salvador, pero como no hay doctrinero y los
osas no ocultan su reticencia a la mudanza, el hermano de Argañaraz
solicita al cabildo conducirlos al río de Las Peñas, a sólo cinco leguas
de distancia 147 • Una vez terminada esta concentración de grupos indí-
genas en la periferia urbana, el gobernador Quiñones Osorio decide
promover su evangelización148; cuando los franciscanos fundan San
Francisco de Ocloyas reúnen allí 2.000 indios, pero en 1624 las autori-
dades proponen trasladarlos al río Catalde porque creen muy riesgosa
esta concentración aborigen en un territorio todavía imperfectamente
dominado. Para su encomendero, Juan Ochoa de Zárate, que se opone
a la mudanza, lo verdaderamente riesgoso para la producción urbana
es desprenderse de semejante fuerza de trabajo''".
donde las íes eran frewentemente muy altas y solían confundirse con eles. La explicación de que el nombre pro-
cede del ave pala-pala es insostenible.
141 ATJ. 6-77.
148 Guevara (1770:779-780).
149 Vergara (1968:112).
76 Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo.
Desarrollo integrado de una sewencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
de Oc/ayas con el Grande y el hermano Avila en la confluencia Ílzexistente del Oc/ayas con el Bermejo
(1789:364). Sobre el fzmdador ver Doucet (1982).
153 Castro Boedo (1872:148).
154 Vergara (1968:102-103).
155 Jolís (1789:364-365).
156 Reboratti (1998:58 y 62-63).
Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo. 77
Desarra/lo integrado de una secuencia teiTitorial multiétnica, siglos XVI- XVIII
157 Medina em sobrilw de Ortiz de Zámte, poderoso mcomendero de la época. Sobre la disputa entre
jesuitas y franciscalws por misionar a los ocloyas ver el biforme del Obispo del Tuwmán fray Melc/wr de
Maldonado, del 26 de nwt¡o de 1639 (Levillier, 1932: II-81-98).
158 Lozano (17J3:176-177).
159 ATJ, 14-207.
160 AHPJ-AMVT, 25.
161 Vergara (1968:142-143).
78 Memorias del fujuy colonial y del Marquesado de Tajo.
DesmTa/lo integrado de una secuencia territorialmultiétnica, siglos XVI-XVIII
165 Jolís relata que tan hermosas pellizas son muy caras y se venden [entre los espm1oles] a buen pre-
cio (1789:141).
166 Sánchez 11 Sica (1990:487).
1c"' ATJ, 14-224.
168 ATJ, 16-263.
169 Salas (1945).
170 Lorandi (1984).
80 Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo.
Desanallo integrado de una secuencia teJTitorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
dice a Zárate que ellos eran pocos en el valle (de Humahuaca) porque
sus indios estaban en el valle de Ocloya 171 • La pretensión del encomendero
se conjuga así con las preocupaciones taxonómicas que a veces inquie-
tan a los historiadores 172 • Cuando Zárate reúne a todos los curacas en
Purmamarca para pedirles que les comuniquen a los residentes en
Ocloyas que deben servirle, Viltipoco le advierte que ellos están alza-
dos. Otro acota que oyó decir que Viltipoco no es curaca de los ocloyas
sino un tal Diego Tolay. Otro documento dice que los indios de
Humahuaca tienen en el valle de Ocloyas sus chacras donde siembran su mis-
lzca y que por esto se entiende ser de la encomienda de Juan Oclwa de Zárate.
Es posible que los kollas controlaran ciertos nichos ecológicos en los
valles altos orientales y que, fuere quien fuere el curaca, éste siempre
era kolla. Pero esta cuestión, pese a los intereses del encomendero, no
aclara el problema étnico de los valles altos orientales. Se le pregunta
al principal de los churumatas de quién dependían los ocloyas: respon-
de que eran de Humahuaca y que siempre estuvieron sujetos a ella
desde tiempos del inca. El principal de los paypayas dice lo mismo. Todos
los pueblos vallistos, que parecen tener entre ellos un marcado paren-
tesco étnico, dependen de Humahuaca, pero esa dependencia desde el
tiempo de los incas, es decir, con altas probabilidades de haber actuado
como mitrnakquna, tampoco resuelve la cuestión étnica. Sí queda claro
que los ocloyas habitaban los valles altos orientales y el de Centa173 •
Basándose en estos testimonios, el gobernador Martínez de
Leiva confirma la encomienda de Ochoa de Zárate en 1613 entregán-
dole los pueblos de Quispira, Toctoca-Tacaleyso, Ocayacxa, Toybalo,
Panaya, Sopra y Titoconde, más los indios omanatas, ayanatas y apata-
mas que estaban sin encomendar desde la muerte de Fernando Sedano
de Ribera174 • Los nombres de los pueblos, excepto el último, suenan
muy poco andinos, bien que nunca sabremos cuán fieles eran las trans-
cripciones de los escribas españoles. Tampoco sabemos si anotan el
nombre de los grupos étnicos, el de sus pueblos o el de sus jefes. Entre
los líderes de estos grupos aparecen Cachi lamas, Catatolabe, Lamas
Caque, Quejarabor, Tintilamas, Guarconde, Chocoar. Excepto
(1927:35) y las Relacio11es Geográficas de Indias (!:394) que los ubicmz a diez leguas de Sm1 Salvador m 1111
lugar a las vertientes del cual está la gente del río Bermejo, es decil; las poblaciones clzaquenses (Sánchez y Sica
(1990).
174 ATJ, 3-40, f'· 32-32v.
Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo. 81
Desarrallo integrado de una secuencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
etnónimos con que las fuentes más antiguas los designan no serían
sino extensiones del topónimo.
Hay información que permite examinar el valor de estas pro-
puestas, aunque ninguna aclare el origen étnico de los vallistos.
Lorandi (1984:197); del Rio y Presta, "Un estudio ... ", p. 227.
188
Doucet (1989).
189
190 Lorandi (1984:135).
191 La correspondencia entre paypayas y el distrito de Pilaya y Paspaya, que proponen Sánchez y Sica
19• Lozano (1733:246-248!. Según este escritor jesuita, en e/ fuerte de San Rafael vivían indios tmlos
y ojotaes.
195 Carretero (1970:401).
I% Castro Boedo (1872:149).
m ATJ, 34-1149.
198 Vitar (1997:107).
86 Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo.
Desarrallo integrado de una secuencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
esclavos por los dichos bárbaros [tobas] que siempre eran sus enemigos; por ellos me fue referido que los tobas
los habían vencido en guerra y que andando el tiempo se habían aduellado de su villorrio (1789:281).
Reiteramos aquí nuestra hipótesis sobre el origen wichí de los llamados ocloyas.
202 AHS, Documentos relativos a la fundación de San Ramón Nonato de la Nueva Orán. Un episo-
dio de 1773 demuestra esta vulnerabilidad: cuando un capitán de partida de Ledesma encuentra el río Ocloyas
sin vado para cruzarlo, regresa al fuerte donde sólo halla un centinela en el mangrullo y otro en la puerta; ambos
le avisan que el sargento a cargo ha salido con el resto de la tropa a buscar en el río Ledesma el cuerpo de un
partidario asesinado IAT], 46-1516).
203 Miguel de Robledo, ll1forme al comandante del Fuerte del Río del Valle, 1802 IAGN, Hacienda,
109:2809).
Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo. 87
Desarrallo integrado de una secuencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
plazamiento toba sigue el curso del gran río hacia el norte con esporá-
dicos deslizamientos al interior del Chaco BoreaFw. La antigua expan-
sión toba por el Chaco Central y Occidental desde comienzos del XVIII
y sus frecuentes embates contra las avanzadas chiriguanas y españolas
crea entonces un ambiente de gran tensión regional y agudización del
conflicto interétnico, sobretodo entre 1778 y 1793. El encuentro hostil
de ambas poblaciones indígenas y sus luchas por el control de los
amplios pastizales del Chaco Occidental definen el escenario donde
juega el conflicto interétnico en el último tercio del XVIIP05 •
A medida que la frontera pastoril del Chaco centro-occidental se
expande sobre las áreas más bajas de los valles surandinos, bien pro-
vistas de pastos, wichíes, vilelas y aún muchos tobas y mocovíes optan
por ensayar estrategias de aproximación, que incluyen intercambios
pacíficos con los españoles. Naturalmente, abundan las incursiones de
depredación y los gestos de acercamiento pacífico no siempre son bien
entendidos. Las autoridades españolas siempre fracasan cuando inten-
tan sacar beneficios políticos de las revueltas interétnicas. Una vez que
se logra una alianza con los chiriguanos para castigar en conjunto a los
mocobíes 206, un jefe militar informa el naufragio de la componenda: veo
como toda la gente española que despaché de Tarija al Chaco para ayuda al cas-
tigo del enemigo mocobí se halla ya de vuelta, como también los indios
Chiriguanaes que estos, siempre discurrí, no tendrían subsistencia en mante-
nerse todo el tiempo que durase la guerra porque se tiene experimentado en
otras ocasiones que se han ofrecido y no dan obediencia a otro superior que al
que lo es de su nación 207•
En 1792 el guardián del Colegio Franciscano de Tarija declara
que a raíz de las invasiones tobas quedan espacios vacíos cerca de las
aldeas de Cayza y Carapari, donde se podría pastorear ganado o cul-
tivar algodón, caña y maíz. Sin embargo, varios grupos chiriguanos
habitan durante el XVIII distintas zonas del alto Pilcomayo y aún del
alto Bermejo cumpliendo algún papel en el comercio interétnico que se
desarrolla en las tierras bajas. Las rutas chaqueñas de penetración por-
tuguesa y en general, todas las vías del contrabando, funcionan simul-
táneamente como vía de penetración de grupos aborígenes indepen-
dientes. Jolís, que conoce a los chiriguanos de modo indirecto, explica
que en tiempos pasados habitaban 23 aldeas pero que en 1770 son 41,
sin contar las muchas establecidas al norte del Pilcomayo, fuera de la
dominación coloniaF08 • Como otros autores de esa época, indica que
algunos de esos pueblos conviven amigablemente con hacendados
españoles en los valles y en el alto Bermejo. En la medida en que los
administradores coloniales permiten el ingreso a esas regiones de mer-
caderes y salineros, dejando campo libre para el comercio estre espa-
ñoles y chiriguanos 200 , muchos de estos se acercan a Jujuy o participan
de algún modo indirecto de sus intercambios. Sin embargo, la activa
presencia toba y portuguesa en el Chaco occidental y los repetidos
conflictos de estos entre sí y de ambos con los chiriguanos confirman
la impresión de que estos guaraníes de Charcas no habitaron el valle
del San Francisco durante todo el período colonial tardío.
210 Knrsten (1923:43). Cardús se11ala que también se los apoda orej011es por el hábito, tanto de lwm-
bres como mujeres, de introducirse m el lóbulo de sus orejas pedazos cilíndricos de madera, tan gruesos y pesa-
dos que éstas les caían casi hasta los hombros.
211 Korstm (1923:29-30).
212 No tienm para alimentarse -escribe García de So/alinde- otro sustento que los cogollos de las pal-
mas, algunas fmtas silvestres como son la algarroba, las raíces de los cardos de caraguatá, la miel que recogen
m los bosques y el poco marisco que sacan de las lagunas y anoyos a fuerza de trabajo e industria, pues m toda
la comprensión del Chaco no se enwmtran venado, avestmz ni otro animal, montaraz o silvestre al cual pue-
dan motar paro sstentarse porque con todos h011 concluido (1799:440-441). Este dato no es cierto: el venado y
el suri existen todavía hoy y aún a fines del XIX hay jaguares (Felix onza) denotando la existencia de especies
depredables, bien que estas puedan ser vacas y ovejas.
m En 1784 Gregorio de Zegada, jefe de la frontera juje~1a, pide 48.000 reales para comprar come para
el personal del fuerte y para pagar con ella a los trabajadores indígenas.
90 Memorias del ]ujuy colonial y del Marquesado de Tajo.
Desarrallo integrado de una secumcia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
retirada, los tobas cuentan con un arsenal mucho más primitivo que
los europeos. La mortandad de guerreros es alta, seguramente.
El secuestro de mujeres que a veces (no sabemos si como dato
cierto o matiz literario para cargar las tintas) aparece asociado al abi-
geato, se vincula con esa alta mortandad y una táctica supletoria de
aumentar el capital reproductivo, apelando a la poligamia. Si esto fuera
así, la pauta exogámica se une a la reproducción social y a la economía
en su conjunto, restando, de paso, todo valor a la investigación etnota-
xonómica. La guerra es un recurso desesperado y excepcional contra
quienes dominan el alimento. Y esta excepción debe tener por lo menos
tres requisitos fundamentales: que existan a mano recursos tan volumi-
nosos que justifiquen la pérdida de hombres, la confianza en ciertos
márgenes de seguridad y graves condicionantes ecológicos (sequías,
inundaciones, epidemias) o sociales (disputas de cazaderos y pescade-
ros) que obligue a la apropiación violenta de ganado. Sin ninguno de
estos requisitos, los aborígenes prefieren el conchabo o la reducción.
A fines del XVIII, ocupados definitivamente los valles altos, el
esfuerzo colonial se proyecta sobre los valles bajos, una expansión que
tiene que ver necesariamente con el recurrente conflicto entre el
mundo colonial y los cazadores chaquenses. En la jurisdicción de Jujuy
se procura afianzar especialmente el dominio colonial sobre el valle
del río San Francisco, donde ya existen fuertes desde el siglo anterior.
Siguiendo un esquema militar un tanto rudimentario, se conducen a
esta nueva frontera (por donde atacan los malones) soldados merce-
narios y presidiarios en verdaderas condiciones de esclavitud. Pero ya
vive allí una masa heterogénea de población libre de todo dominio,
que el discurso colonial califica de apóstatas o forajidos. Veamos cada
uno de estos sectores sociales por separado.
Los partidarios son hombres sin oficio ni propiedad que aceptan
trabajar como soldados a sueldo en los fuertes y que viven allí con sus
mujeres. Reparan muros, vigilan los alrededores o se conchaban en las
haciendas privadas o estatales que rodean los fuertes. Es probable que
estos hombres sean los homólogos de los soldados profesionales que
revistan en los censos del XVII, formando parte de los séquitos milita-
res de los encomenderos. La crisis de 1700-1720 y las expediciones
militares al Chaco los expulsaron de la ciudad y los radicaron definiti-
vamente en la frontera. En 1733 el cura y vicario de Humahuaca Juan
de Herrera denuncia que en las guerras chaquenses mueren feligreses
de San Salvador y de Humahuaca 215 • ¿Campesinos desarraigados que
216 Cuenta de lo que se ha pagado a la primera mita de indios del Chaco la que se componía delnúme-
m de 19 con los caciques y se les dio lo siguiente; la cuenta enumera prendas, cuchillos, hilos, botones, una azue-
la, tijeras, etcétera, todo por valor de 1416 reales (AHS-Documentacióll de Gobierno, Carpeta 13, exp. 9).
217 Castro Boedo (1872:75).
218 ATJ, 26-812.
21 " Antmlio Caro, pobre mmdigo natural de La Plata, roba 2400 reales de una mesa de tmco; se le exige
devolver el dinero o ser remitido a ¡¡¡¡ presidio de los que tiene esta frontera y asmtando plaza de partidario, deven-
gue col! su trabajo y éste se retenga para esta justa paga al capitán comandante de esta dicha frontera (ATJ, 40-1334).
220 A 1111 sastre preso en la cárcel de San Salvador (1736) por amancebado y escandaloso, da11do a su
mujer, por esta causa, mala vida, se lo destierra tres meses al presidio de Nuestra Se11ora del Rosario de Lede5111a
(ATJ, 34-1128).
221 Si es cierto que el cttraca de Humahuaca comete incesto COl! su hija se lo desterrará a un fuerte
res 222 • A todos se les retiene el sueldo para con él devolver lo robado o
indemnizar a las víctimas. Sin embargo, el número de delitos en Jujuy
es relativamente pequeño; todavía el número de atentados contra la
propiedad se equipara al de los atentados contra las personas 223 •
Un argumento en favor del exilio a la frontera es el mal estado
de la cárcel capitular. Al defenderse contra la imposición capitular de
impuestos a las pulperías, el pulpero Ramírez de Montalvo señala que
el ruinoso estado de la cárcel impide el castigo de los delincuentes.
Casi todos se fugan mientras se cumplen los procedimientos judicia-
les. Porque atenidos a que no hay cárcel donde se aseguren delicuentes no hay
quien experimente robos en sus casas, haciendas, ganados y sementeras. Así
porque aunque se cojan los ladrones mientras se les substancian las causas y
se determina el castigo (que es necesario tiempo para ello) ejecutan las fugas
que se experimentan y quedan los delitos impunidos y sin satisfacción, ni res-
titución a las partes y finalmente sin cárcel segura no puede haber justicia [... ]
[es] indubitable la pérdida de las repúblicas porque ése es el efecto de la falta
de justicia con que es evidente es el bien mayor a que debe VS atender, sin des-
atenderlo porque la ignorancia crasa y supina o afectada quiera persuadir que
el medio no es lícito porque lo hace y muy lícito los especiales motivos que con-
curren de no haber otro, sobre ser la materia en sí tan necesaria que sin ella es
imposible haya observancia de las Leyes Divinas y humanas. Lo cual faltan-
do, vendrá a ser esta ciudad una Babilonia, todo confusión y nada equidad y
justicia 224 •
Otro grupo característico de la frontera, fuertemente heterogé-
neo y autónomo, está compuesto por españoles, mestizos, indios y
mulatos que los documentos oficiales denominan apóstatas y forajidos,
gente que vive y actúa libremente en áreas no controladas por los
gobiernos. Se los presenta como un obstáculo a las políticas de domi-
nación territorial. Habitan zonas de nueva colonización imperfecta-
mente conocidas: los valles medios del pedemonte, la cordillera chiri-
guana, los valles orientales de Tarija, las cuencas superiores del
Pilcomayo y el Bermejo y las planicies que se abren hacia el sur.
Algunos son indios fugados de las misiones, esclavos africanos fuga-
dos de las plantaciones brasileñas de San Pablo o Cuyabá o delincuen-
tes que buscan el abrigo de la impunidad. Mantienen contactos per-
222 El indio tupí Feliciano Cm·doso roba dos veces la misma mujer casada. Lo condenan a 100 azotes
(10 en cada esquina de la ciudad) y a seis meses de exilio en tlil fuerte de la frontera del Chaco, a ración y sin
sueldo IATJ, 38-1244).
m Garcés (1997).
m ATJ, 27-845.
Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo. 95
Desnrmllo integrado de una secuencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
bzterior, 52-15).
Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo. 97
Desarrallo integrado de una secuencia ferritorialmultiétnica, siglos XVI-XVIII
los tobas andan muy amistados. Se asombra de que los tobas, que todos
tienen por caníbales, no los hayan devorado como sí lo hacían con los
españoles que apresaban 229 • Otro funcionario, Gabriel Pérez Camino,
escribe desde Mollene que unos mozos rescatires (buscadores de cera) que
fueron a la cordillera [chiriguana] le dijeron que, según los chiriguanos, por
la parte de los tobas [las planicies orientales] se habían aparecido muchos
viracoches como los caraiés [españoles] pero más bizarros en el vestir, con dos .
cañones en la escopeta, que habían guerreado con los tobas y muerto a muchos
de estos que se hallaban trabajando poblaciones con fuerza [practicaban la
esclavitud de indios] y que traían sus familias. Luchan contra los tobas
matando a muchos, que presionan constantemente sobre los pueblos
aborígenes de la zona y que hasta vienen con sus familias. Sospecha
que los atacantes blancos son portugueses y que usan el método de la
guerra interétnica para penetrar el territorio español. Testimonia al
corregidor que, en Piray, un anciano chiriguano, tubixha de la aldea de
Aguatiri, le contó que 300 portugueses enfrentaron unas partidas tobas
y que cuando estos pidieron auxilio a los indios de Callchaquí, los por-
tugueses los masacraron a todos. El hecho ocurre en septiembre de
1778, el mismo año del movimiento mesiánico del Dios de Cayza230 • Es
interesante la denominación de calchaquí dada a los presuntos colabo-
radores de los tobas; es probable que se trate de lules del Chaco
Occidental, pero la evocación de los grupos rebeldes de los valles altos
durante el siglo XVII no deja de sorprender en esta época.
En 1789 Jolís sostiene que por influencia española, los chirigua-
nos substituyeron la antropofagia de los prisioneros por su esclavitud
231 • En 1792 Del Campo relata que los chiriguanos trepan el pedemon-
gia] y reservm1 a los prisioneros para venderlos a los espmloles o a algu11a otra nació11 (1789:256).
232 Del Campo, 1792. Viedma, Nueva reducción.
233 Fray Lore11zo Romero al gobernador, 6 de jw1io de 1793 (AGN, Justicia, 32-932).
98 Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo.
Desarrallo integrado de una secuencia territorial multiétnicá, siglos XVI-XVIII
234 Según Echalar, los salineros adquieren a los chiriguanos los esclavos tobas capturados en comba-
te. Precisamente es e11 una ocasión semejante wando un grupo chiriguano, excitado por la prédica de/líder
mesiánico conocido como Dios de Cayza, asesina a tres de ellos (Echalar, 1778).
235 Dice Basabe que los nuevos conocimientos que he adquirido sobre la condición de los indios y cir-
cwzstancias locales del Chaco me hacen creer que los indios nunca saldrán de la clase de neófitos, que las reduc-
ciones serán unas tolderías, que el Rey gastará la plata en sínodos, que las disposiciones acertadas de esa
Superioridad quedarán ilusorias y el tiempo y el trabajo perdidos, como está sucediendo con la Reducción de
Remolinos en el Paraguay, cuyos indios altaneros [los mocobíes] hace un mes asaltaron [a] los tobas de mi
reducción, mataron ocho, cautivaron veinte y se llevaron la caballada (1796).
236 Basabe (1796). .
237 Luis Hurtado de Mendoza, noviembre de 1778 (AGN, Interior, 14-8).
238 Saignes (1979:97-98).
239 Declaración de fray Diego García (AGN, Interior, 6-13).
240 Los chiriguanos los introducen en grandes vasijas de bmTo cocido, velándolo en el interior de su
vivienda y poniendo las ropas y alimentos necesarios para el viaje de su alma al iwoka .. Si no se observa este
rito mortuorio, el alma se convierte en m1a, fuerza hostil a la comunidad. Por eso tienen se juegan la vida al
retirar los cadáveres de sus gue11'eros en pleno combate (Seoane a Viedma, 7 de diciembre de 1799 (AGN,
Interior, 48-14)
Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo. 99
Desarrallo integrado de una secuencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
w Siente¡¡ termr de ver colgados de los árboles los cadáveres de los rebeldes ejecutados por los espa-
11oles: No por esto han dejado de experimentar considerable sentimiento en el crecido número de muertos y heri-
dos y lo que es más, los que ya habían visto colgados en los árboles, lo que les atermriza en gran manera (Juan
Bernardo Delgado al presidente de Charcas, 28 de julio de 1780, AGN, GueiTa y Marina, 5-13).
242 En1771, un juez escribe de un toba acusado de homicidio que aunque se dice estar bautizado en
su reducción, es en ellos este sacramento, según se experimenta, una mera ceremonia, pues no se le reconoce
virtud moral ni material alguna ni menos religión más que la idolatría con todos los demás vicios (Juan Alejo
de Gainza, 2 de marzo de 1771, ATJ, 46-1516).
243 Padre Gracia a L. B. Ramírez, 4 de abril de 1796 (AGN, Interior, 41-4).
244 Fray Juan Antonio Jorge, capellán de la estancia de Valentí11 Casco, 23 de enem de 1802 (AGN,
I11terior, 52-15).
245 Alegato de Francisco Antonio Rubianes, defensor del toba Romano Guantegui, awsado de homi-
ciscanos. Los jesuitas dejan en San Ignacio un total de 600 tobas y wichí-
es reducidos, la mitad cristianizados248; en 1771 sólo quedan 332249 • Las
políticas punitivas empleadas desde 1710 por el gobernador del
Tucumán Esteban de Urízar y Arespacochaga no tienen ningún éxitd50•
También, pese a la relativa recuperación del comercio de larga distancia,
los fondos oficiales no pueden solventar nuevas expediciones. El ríspi-
do contrapunto entre las autoridades militares de los fuertes y el clero
misional produce un natural resquemor entre los grupos indígenas.
Concluido el gobierno de Juan Manuel Fernández Campero, el
cabildo de Córdoba delega en 1769 la gobernación del Tucumán en el
mercader Gerónimo de Matorras, que pronto inaugura una política
aperturista en el Chaco. Matorras está convencido de la inutilidad de
la guerra punitiva y de que militares y misioneros sólo deben actuar
como embajadores pacíficos de la Corona, sobre todo después de la
Expulsión251 • La justificación inicial de la guerra se transforma rápida-
mente en denuncia: los militares se apropian de los indios vencidos,
los venden y reparten como esclavos, convirtiéndolos en indios de mita
o indios feudales. Para fortalecer las misiones hay que conocerlas mejor
y, seguramente, crear otras nuevas, más avanzadas. Matorras ordena
dos relevamientos de las misiones del Salado, uno en 1771 252, que pre-
cisa el estado de cada una y el número, sexo y estado civil de sus habi-
tantes, y otro durante su entrada al Chaco de 1774, en compañía del
franciscano Antonio Lapa253 • En San Ignacio de Tobas la población
m "Catálogo de las Reducciones o Poblaciones, llamadas Misiones, de los indígmas del Chaco, que
esttwiennz bajo la dirección de los Jesuitas expulsados, descritas según el estado e11 que se wcontrabm1 en el mio
1767" m Jolís (1789). En1771, el gobemador Matonas enumera allí sólo 332 tobas, de los cuales el 82% esta-
ba cristianizado.
249 Visita de reducciones de 1771 (AHPJ-ARR, 2), Visita a los fuertes y reducciones de la frontera
e11 las fronteras y m todas las expediciones se sacaban cuantos podían cogerse y repartían entre los individuos
que asistían a las miradas y estos los vendían al que mejor se los pagaba y otros se daban en calidad de mco-
mienda (Matorros, 1774f 27v).
252 Testimonio de auto de visita de reducciones mandado observar por el capítulo XIV del Nuevo
Reglamwto de Sisa y por el IX contenido en éste [donde] se previene el repartimimto que se debe hacer a los
indios (AHPJ-ARR, XL, leg. 2, 1771). El censo lo practican el gobemador Matorros y Lorenzo Suárez de
Cantillana, cura de Santa Catalina, Provisto Canónigo Maestreswela de la Catedral de Córdoba y visitador
Juez Eclesiástico, e11 la reducción de San José de las Petacas de indios vilelas, a seswta leguas de Santiago del
Estero, el 19 de agosto de 1771.
253 Matorras (1774). De Lapa se conservan algunos manuscritos, aún inéditos, e11 el AGN: "Diario
exacto lf fiel de los acaecimimtos sucedidos en la mirada al Gran Chaco Gualamba", 1776 (Interior, 5-10) y
"Diario de su segundo viaje y Diario de los acaecimientos sucedidos en la tercera mirada al Gran Chaco
Gua/ambo", 1779 (DBN, 311-5100).
102 Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo.
DesmTallo integrado de una sewencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
25<Del ningún régimen que huvo en la dicha reducción y falta de un celoso e inteligente maiordomo
o capataz que cuidase de dichns haciendas y su consumo arreglado al régimen que observaban los dichos jesui-
tas (Tel'!lel, 1994).
255 Cuando una partida toba asesina al soldado Alcaraz, decide reconvenir a los indios, prometiéndo-
les 110 tomar venganza, pero exhortándolos a dar satisfacción del agravio. En respuesta a esta concesión ines-
perada, los tobas se retiran al monte y a los pocos días traen una cabeza humana diciendo que pertenecía al agre-
sor. Su propia justicia recomponía las relaciones (Declaración de Francisco Antonio Rubianes, 15 de marzo de
1771, ATJ, 46-1516).
256 Vitar (1997:212).
Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo. 103
Desarrallo integrada de una secuencia territorial multiétnica, siglos XVI- XVIII
nadas, a tres de los principales oficiales y mandones, camisa, chaleco, calzones y sombrero; 600 varas de ropa
de la tierra en bayeta y pmíete para vestuario de toda la gmte de cada reducción; 50 varas de lienzo de algodón,
400 mazos de tabaco, das tercios de yerba del Paraguay, 200 rosarios, otras tantas medallas, 4000 agujas capo-
teras, dos libras de hilo azul de sastre, ocho et11ías de hien·o para sacar cera y miel y 100 cuchillos para desollar
reses.
260 Este documento, que acompm!a a Matorras, 1771, data del6 de abril de 1775.
104 Memorias del ]ujuy colonial y del Marquesado de Tajo.
Desarrallo integrado de una secuencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
Seco, y desde Las Lomas altas a las juntas de esos ríos con el Bermejo. A la reducción le quedaría lo que con-e
desde el paraje llamado El Bastidor hasta el dicho río Ledesma, cinco leguas poco más o menos.
Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo. 109
Desarral/o integrado de una secuencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
que llaman de Ledesma, a las juntas, teniendo en cuenta que allí está el
fuerte de Ledesma y que los ganados de dicho fuerte y caballada se han de
mantener en este terreno con los rastrojos y corrales que se quieran hacer a
beneficio del mismo fuerte y su guarnición.
El reparto de tierras y esclavas a los jefes militares constituyen
métodos típicos del clientelismo militar que ejerce Femández Campero
y otros políticos representativos del partido hacendado. Como el ámbito
fronterizo es de propiedad estatal, favorecer a los oficiales con la pro-
piedad de tierras conquistadas equivale a privatizarlas, abriéndolas a la
explotación agropecuaria y al mercado. Por ello, los hacendados y sus
paniaguados militares desatan sus embates contra las misiones y el pro-
pio control estatal de las tierras que éstas ocupan. La política pacifica-
dora y asistencialista de Matorras no sólo tiende a ratificar el control
estatal sobre el Chaco, enajenándolo del mercado 272, sino que al proveer-
las del sustento necesario, extrae del mercado de trabajo colonial grue-
sas masas de indígenas que, sin esos recursos estatales, se convertirían
en potencial mano de obra barata para los hacendados.
272 Ya m 1775 había prohibido que se comerciara con/os indios respetando la ley 22, título III, Libro
VI de la Recopilación de Leyes de Indias.
273 AGN, Hacienda, IX-34-4-3.
m ATJ, 38-1259.
110 Memorias del fujuy colonial y del Marquesado de Tajo.
DesmTallo integrado de una secuencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
640 reales (en la misma tasación una negra angola y otra criolla se
tasan, cada una, en 4.400) 281 • En 1761 una china llamada Ana María, de
20 años, es valuada en 800, en la dote que José Antonio de Goyechea
otorga a su hija Rosa282 • En 1753, muerto Moyano, su viuda, casada con
él en segundas nupcias, y su yerno Eugenio Villafañe reivindican la
niña. El vicario Pablo de Allende, que interviene en favor de la viuda,
en presencia de ambos contendientes manda amarrar y colgar en su
misma sala a la referida indiecita y le mandó castigar y la remitió después de
castigada [a la viuda de Moyano] para que la tuviese a la dicha indiecita en
el más recio servicio. Goyechea cita unos autos judiciales donde consta
la distribución de piezas y demás víveres que en las rancherías se cogieron y
fueron adjudicados a los beneméritos. El argumento de la viuda, que se
proclama pobre de solemnidad, es que no le es facultativo a los cabos milita-
res disponer del saqueo o despojo que se hace en las plazas y sitios avanzados
en otras personas que no sean los mismos soldados. El derecho a la servi-
dumbre del prisionero sólo lo tiene su captor. La india, llamada Ana
María, elige, previa mediación del protector de naturales, quedarse
con la mujer de Villafañe 283 •
Todo esto demuestra que los soldados-raptores convierten a
las personas secuestradas en mercancías semejantes a los esclavos
africanos y que por lo tanto, la esclavitud de indios se practica inten-
samente durante todo el siglo XVIII en el Tucumán Colonial: las
mujeres chaquenses capturadas se cotizan según los procedimientos
clásicos del mercado esclavista. Aún en 1803, el gobernador-inten-
dente de Salta informa que una treintena de indios apresados en los
campos orientales, acusados de invasión y saqueo, se han fugado; en
represalia, las mujeres que no lo hicieron fueron repartidas entre seño-
ras principales para que las instruyeran en el cristianismo 284 • Por ese moti-
vo, Matorras había proscrito expresamente, en su tratado de paz con
Paykín, la encomienda y la esclavitud, sabiendo que tales medidas
provocarían segura irritación entre la élite mercantil beneficiaria de
esas prácticas.
guran a los varones de noche. Saravia y Jáuregui, estanciero del río del
Valle, señala que la escasez de gente para el conchabo para la labranza ha obli-
gado a sus moradores a solicitar a los infieles para el conchabo de todo trabajo
de a pie y de a caballo así en el campo como en la propia ciudad porque están
ya instruidos en él, de modo que los más de aquellos vecinos se proveen de estos
brazos por la necesidad y falta de otros291 • Este informe acompaña su pedi-
do de 15 o 20 wichíes bajo las calidades acostumbradas (manutención y
disciplinamiento). A veces los soldados se llevan indios prisioneros a
los cañaverales: el mismo Saravia menciona dos casos de wichíes que
se resistieron a ser trasladados a la estancia de los Cornejo amarrados y
atados a la cincha, porque ya conocían el maltrato de sus amos. Por lo
general, los indios repartidos permanecen entre cuatro y doce meses en
las haciendas; muchos más son conducidos durante las cosechas. Al tér-
mino del período de mayor demanda de trabajo, se los libera para que
regresen al monte y produzcan su propio alimento.
Esta fuerza de trabajo chaquense no se distribuye caprichosa-
mente sino según pedidos expresos de los hacendados o como resulta-
do de rumbosas planificaciones gubernamentales: por ejemplo, el
gobernador de Salta Rafael de la Luz instruye a los administradores de
la misión San Ignacio que repartan los indios en cuatro partes: unos en
la reducción, otros a la hacienda Ledesma, otros a la Río Negro y los últi-
mos a las haciendas San Pedro y San Lucas. Esta distribución sigue cri-
terios clasificatorios de la mano de obra o simplemente toma en cuenta
las turbulencias fronterizas. Por ejemplo, la estancia San Lorenzo
emplea wichíes y las autoridades saben bien que no copviene mezclar-
los con tobas. Si no se tienen a mano wichíes, deben subdividir la cuar-
ta porción, por ejemplo durante el desyerbe anterior a la siembra cuan-
do se sabe que no vienen matacos; entonces se toman diez tobas de Río
Negro y otros tantos de Ledesma292 • Estos peones tobas o wichíes afin-
cados en haciendas españolas protagonizan de vez en cuando inquie-
tantes protestas: en 1781 el inventario de la estancia de Cuchi, a seis
leguas de Jujuy, se interrumpe por una rebelión de indios tobas y alborotos
ocasionados por los indios tobas y sus parciales. La inquietud dura del6 al10
de julio. No se trata de un ataque proveniente del Chaco, sino de una
protesta local; los parciales son miembros de la parcialidad toba que tra-
bajan allí con otros trabajadores no tobas, pero sumados al alboroto 293 •
291 Mateo de Saravia y fáuregui, i11jorme de/17 de mero de 1806 (AGN, Guerra y Marina, 38-12).
292 I11jorme de Juan José,_Qrtiz (AGN, Interior, 60-1).
293 ATJ, 54-1772.
Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo. 115
Desarral/o integrado de una secuencia territorialmultiétnica, siglos XVI-XVIII
por las tienns que se les han de asignar están immdadas de ganados de los pobladores (espmwles) y estos hnnsitan por ellas, pes-
am, mzan, cortan madems, etcétem (Info¡me deL García, BACFS, Caja de Orán).
297 Informe de L. García (BACFS, Caja de Orán).
298 Cuenta de la Hacimda de Bernardo Baena (ATJ, 53-1728). El tiempo insumido en esta labor varía
de cuatro a quince días; el joma[ llega a cuatro reales por día, salvo seis que cobran f>·es reales.
116 Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo.
Desarrallo integrado de una secuencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
m Juan José Ortiz al alcalde An·igunaga, 3 de noviembre de 1807 IAGN, Interior, 60-1).
AHS, Documentos de Gobiemo, 13-9.
J(){l
301 Arias (1781:13v).
302 Eduardo Salas a Juan José Ortiz, 2 de noviembre de 1807 IAGN, Interior, 60-1).
303 Ortiz a A11"igunaga, 1807 IAGN, Interior, 60-1).
Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo. 117
Desarmllo integrado de una secuencia territorialmultiétnica, siglos XVI-XVIII
JW Un ejemplo: un hace11dado se1Jala que el cacique Felicimw se ha adueliado del ganado que adqui-
rieron los indios COil el peso de los cmJclwbos; faenados los a11imales y distribuida la came entre los indios, el
cacique vende el sebo y la grasa en las haciendas espm1olas (Declaración del hacendado Otero, AGN,
Criminales, 55-4).
118 Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo.
Desarrallo integrado de una secuencia ten·itorial mu/tiétnica, siglos XVI- XVIII
305 J¡¡fonne sobre las Misiones del Chaco, 1797 (AGN, Interior, 40:12).
306 Furlong (1955:125).
120 Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo.
DesatTa/lo integrado de una secuencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
que enumeran los registros del período colonial tardío en los bordes
occidentales de la traza urbana. Sí sabemos que las grandes casonas
del sector céntrico, por lo común pertenecientes a la élite dirigente,
están separadas de las calles de tierra por largos y gruesos muros de
piedra o adobe, encalados y de regular altura. A estas casonas, seme-
jantes a fortificaciones sin ventanas al exterior, se accede por amplios
portones de madera, aptos para el pasaje de carruajes y caballos312 • Las
casas se levantan en un sector longitudinal del solar, en plantas bajas
(muy rara vez doble planta) con sus aposentos en tomo a dos o tres
patios. Las techumbres se construyen con varillas de cañizo sobre
grandes vigas de cardón u otras maderas duras, y sobre este entrama-
do reposan techos de tejas musieras y torta. Los pisos consisten en incó-
modas superficies de ladrillo.
Los dormitorios o alcobas y la sala tienen siempre buen tamaño
y techos altos. Mientras los aposentos funcionan como talleres de cos-
tura, la sala es un verdadero espacio de exhibición, la vidriera de la
familia. Sus objetos instruyen al visitante de las cualidades sociales y
culturales de sus habitantes, pero sobre todo de su abolengo. Grandes
312 Desaipciones precisas sobre la arquitectura eclesiástica pueden verse en ATJ, 58-1873 (Ermita
de San Roque) y ATJ,45-1471 (Capilla de Huaca/era). Como ejemplos de arquitectura civil propia del espacio
,;umndhw puedm verse las casas del marqués de Tojo: una residmcia inventa/ en el pueblo de Sa11ta Rosa de
Ii>jo que ha desaparecido; otm residmcia veraniega en el pueblo de San Francisco de Ya vi que permanece y tiene
algún uso institucional, una tercem e11 La Angostura y otra en Tarija, sede lzist6dca (y en muchos sentidos el
polo económico) del Marquesado. Este documento, que está en AHPJ-AMVT, 143, la describe así: la casa, rela-
tivamente nueva, se emplaza frente a la plaza pdncipa/ ocupando wr espacio de una cuadra de largo por media
de mtclw. Time zaguán techado de tijera, 1111a sala principal techada con tijem y teja, una wadra con techo de
media agua con teja y una ventana; anexa, una ramada techada de/mismo modo, con dos puertas y ventana.
Como es habitual, hay m la esquina una tienda, con armazón y mostmdor, con puertas exteriores y llll portón
que la vincula a la sala principal de la casa. El altillo COl! techo tejado de dos aguas tiene ww puerta que da a
la plaza y ww peqriCila ventana. La tmstienda, techada de/mismo modo, se comzmica con/a tienda y otra ¡lller-
ta da a la calle. Hayzow segunda tienda, también en la esquina, calle arriba, con su trastie11da, ww puerta a la
calle y wr corra lito con medio techo; una despe11sa de media agua con el tecito semitejado y watm wartos con
techos de torta de media agua. Fi11almente, 1111 peque1io dormitorio techado del mismo modo, que usan los
depmdientes del comercio. Las puertas y vmtmws de la casa so11 de una o dos manos; todos los balazístres están
lomeados y los pisos, como de costumbre, son de ladrillo; los techos tiene11 comisas de ladrillo sobre la calle y
el patio y el frente de la casa está totalmente enlozado. La casa de La Angostura está descrita e11 AHPJ-AMVT,
143. El documwto dice que tiene una habitación de alto co11 escalera nueva y barandilla, dos puertas de dos
1nmws y dos de una, ventana con gradas lomeadas y puertas de dos manos, balcón 11uevo co11 piso de tabla,
techo corriente y dos puertas de 1ma mano. El mobiliario se reduce a tres mesas gra11des y cuatro chicas, ocho
sillas de tabla, dos taburetes, dos escmlos, una alacena con puertas de dos manos, dos wjas corrientes y wta
caja de cedro. La sala principal se abre a dos cuartos laterales y dispo11e de tres vmtmtas con puertas de dos
nw1ws y balaústres torneados. El traspatio comunica con tres wartos, de cuyos techos dice el docwnmto que
nccesitm1 arreglo. Alrededor del patio se orde11a11 ocho cuartos, wza ramada nueva en la puerta de la villa para
la cmpintería y aguardentem, wz COITedor o galería que une las puertas de la bodega, lll1 pozo de balde, la puer-
ta de la calle, ww cocina nueva y 1m cepo corriente de algarrobo.
126 Memorias del Jujuy colmzial y del Marquesado de Tajo.
Desarrallo integrado de una secuencia territorialmultiétnica, siglos XVI-XVIII
m GiCI'ke (1881).
128 Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo.
Desarral/o integrado de una secumcia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
315 Basta exami1wr aquí el caso del Cllra rector de Jujuy Pedro Vieyra de la Mota, descendiente de
encomenderos y cwiado de los principales jerarcas mercantiles: le d01w a Josefa GollZález, mujer de Ventura
Gómez de la Cruz, uno de los dos solares que recibe por derechos parroquiales y entierros de María Femández
(mujer de Cosme Gómez), de su hijo Diego Gómez y de su cwiada Isabel Femández. Otra vez dm1a por testa-
mento a la iglesia de Cochinoca bienes valuados en 2.000 reales porque así es su voluntad y para que se repar-
tan mtre las iglesias de los be~~eficios de Hwnahnaca y Casabindo ATJ, 27-879.
130 Memorias del ]ujuy colonial y del Marquesado de Tajo.
Desan-allo integrado de una secuencia lnTitorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
316 Cofias, colonias de Vmecia matizadas, corbatas de bretmia o de burcelhza con encajes, algwzas lla-
318U/loa (1995b).
319 Copia del testamwto obtenida por el escribano Arizmendi a pedimento de don Pedro Antonio
Hemla, 31 de mm¡o de 1690.
320 ATj, 25-777.
321 ATJ, 26-819.
Memorias del Jujuy colonia/y del Marquesado de Tajo. 135
Desarral/o integrado de una secuencio territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
mática del noroeste argentino 323• Calidad, alto precio y variación son
rasgos bien típicos de la indumentaria femenina del Barroco; rasgos
similares exhibe la ropa de cama, los adornos textiles del hogar o la
lencería. La variedad de vestidos es prácticamente infinita. Los encon-
trados en Jujuy proporcionan una idea cabal sobre la difusión de esta
prenda y su uso social. Hay, en primer lugar, vestidos para hombre y
mujer, si bien casi todos son de uso femenino (en algunas ocasiones
ceremoniales muchos hombres lucen vestidos ricos). La ropa cotidiana
es signo de status social casi tanto como la ropa de lujo, vestida en oca-
siones públicas por los varones de la clase alta32-l. Tanto en su casa como
en la calle, la ropa habitual de la mujer debe ser austera, pero de buena
calidad, para exponer su estatuto socialm, costumbre que lleva a usar
prendas poco adecuadas para los bochornosos calores del verano local,
pero consideradas el non plus ultra de la decencia y la belleza. Las
audaces modas de la fase inicial de la Ilustración están completamente
prohibidas. A las adolescentes solteras (estos adjetivos no suelen ser
sinónimos en el Jujuy colonial) se les permite usar algunos adornos
como signo de candidez. Los testamentos verifican que los vestidos
femeninos son muy variados y caros, porque asignan status, pero sólo
se usan en fiestas religiosas, misas, procesiones y velorios. Sólo a las
esclavas se les permite insinuar sus redondeces porque sus ropas livia-
nas resultan adecuadas para su trabajo. Si bien el eterno femenino es
un rasgo universal, la cosmética jujeña de este período señala una
pobreza franciscana si se la compara con los numerosos afeites usados
por las damas de clase alta en México o Lima, o con el acopio de alha-
jas y vestidos finos en el mismo Jujuy.
El patrimonio familiar no se reduce a una lista de bienes con un
valor dinerario determinado sino que constituye el testimonio simbó-
lico de la prosapia. Como es más colectivo que individual, la venta o
transferencia por testamento de sus partes integrantes constituye un
serio problema de familia: la equidad testamentaria se convierte en un
criterio adoptado por muchos otorgantes al manifestar su última
voluntad: Ana María de la Pereina declara por sus legítimos herederos
a sus hijos, los quales quiero que como buenos hermanos partan entre sí por
igual de la legítima que les tocare y respecto de que en lo que yo les lze dado y
tengo declarado lzai deferencia notable, quiero y es mi voluntad que se traiga
Talabartería
326 Copia del testamento obtenida por el escribano Arizmmdi a pedimmto de don Pedro Antonio
Paraguay)
Estribos baúl con chapas de plata o forrados de plata
Frenos de caballo
Fustes de lomillo chapeado
Fustes de silla jineta con pretal
Fustes de suela
Fustes de vaqueta con sus caídas
Aparejos corrientes de suela con recado
Arganitas (alforjas grandes que se llevan al costado del caballo) de
suela de ancas
Cujas de madera del Tucumán con pabellón
Cujita de suela de campaña
Rastres de ante que vienen en juego con las petacas del mismo cuero.
Armas blancas
Bocas de fuego
Bayonetas
Carabinas
Escopetas, casi siempre comunes, largas y de alcance, muchas con sus
llaves, usadas generalmente para cazar.
Cañones de escopeta, de carabina o de caballería con dos frascos de
hierro
Atacadores, algunos de ante de Castilla
Baleros o moldes para fundir balas
Casquillos sueltos de plata
Broqueles de hierro
Escudos pequeños de madera
Escudos cubiertos de piel
Escudos con guanición de hierro al canto y cazoleta en medio
Rodelas de hierro
Escudos redondos con que se defienden los espadachines
Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo. 141
Desarrollo integrado de tma secuencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
Indumentaria masculina
Enseres de cocina
Almireces de hierro
Asadores de hierro
Braseros de hierro
Pies de hierro
Cuchillos comunes de cabo liso o de marca menor
Moledores de pimienta
Sartenes de hierro
Muebles
Arcas de cedro
Cajas, cajones, baúles y otros muebles grandes y vetustos
Cajas de La Habana o del Brasil
Cajas tachonadas de pino o de cedro, con una o más cerraduras y lla-
ves y tapas
Cajas con seis cojines de estrado de damasco 330
Candeleros de cobre y bronce
Mesas y sillas comunes construidas con cedro o madera del Tucumán
Sillas finas torneadas o forradas en vaqueta con cubiertas de cordonci-
llo
Sillas con lagarlopas
Sillas con escaños o cajones de estrado
Platería
Fuentes
Jarros
Obleeras
Ollas
Bemegales
Cajetas con relieve o llanas
Cajetas de tomar tabaco buriladas
Cajetas de plata dorada,
Cajetas de plata del Cusco
Cajetillas de polvillo
Candeleros con arandelas
Floripondios
Lebrillos con su cuchara también de plata
Mates guarnecidos con apartador
Pataguayes (en Chile vasija cilíndrica para enderezar el mate)
Pebeteros de pasta
Platillos
Porongos con su brocal de pasta y llave
Puntas de plata de Francia
Saleros
Tembladeras
Tinteros con saltadera y oblera
Topos grandes con sus cadenas largas
Vasitos con sus orejas.
Plata común, labrada a martillo, a tomo, o a cincel
Chafalonías siempre rotas y viejas
Alhajas y adornos
Indumentaria
JJ.I En el inventario de bienes del pardo libre Luis Baior de 1721 aparece tela de wlidor sin acabar
(AT], 29-943).
335 El mercader Antonio Villay y Alarcónle deja a su hija Isabel en1714 algunos animales, una espa-
da y Ull coleto (AHP]-AMVT, 53).
Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo. 149
Desarrallo integrado de una secuencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
m ATJ. 29-910.
150 Memorias delfujuy colonial y del Marquesado de Tajo.
Desal1"allo integrado de una secuencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
Calzado
Adornos femeninos
Cosmética
Bolsas de cabellos, bordadas con seda e hilo de oro, usadas como pelu-
cas en las ceremonias públicas
Escarmenadores de madera del aire
Peines brutos
Pomitos de olores
Polvillo de oro conservado en tachitos o cajetas de plomo
152 Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo.
Desm.-allo integrado de una secuencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
Polvos azules
Blanquillos (que hacen sensación en los salones de la Ilustración)
Alhajas
Ahogadores
Anillos de oro muy delgados
Boquinganas una con 19 diamantes, otra con cinco esmeraldas, otra
con ocho
Chispas de diamantes y de oro con 19 diamantes
Cintillos de oro (uno tiene 30 diamantes y tres broches en el mismo cin-
tillo, haciendo un total de 45 diamantes; se trata de una alliaja magní-
fica que pesa 65 onzas y diez adarmes)
Fachadas de perlas finas y corales con una joya
Gargantillas de esmeraldas, de perlas, de aljófares, de granates y de
perlas falsas
Granates finos, gregoritos o guanaguas
Jayas del Sacramento de oro
Joyas de la Concepción
Joya de oro guarnecida de perlas, y otra, también de oro esmaltada con
cristales
Jo ya con esmeraldas grandes y pequeñas
Manillas o pulseras de corales finos
Perlas menudas y grandes, con ahogador de perlas
Mayas de estaño
Memorias con dos esmeraldas y un diamante
Perlas grandes
Rosas de oro guarnecidas con perlas
Salbillas doradas o de plata
Salbillas con mate de plata sin dorar
Sarcillos con corales, perlas esmaltadas, de oro sólo o con piedras fal-
sas o esmaltado con perlas, o de oro con corales y perlas, de oro y
esmeralda, de oro y perlas
Sarcillos con hechura de pera con perlas
Sarcillos de oro con aljófares y almendras de girasol
Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo. 153
Desarrallo integrado de wza secuencia territorialmultiétnica, siglos XVI-XVIII
Instrumentos musicales
Instrumentos y herramientas
342 Una certificación dada por el escribano Bemardo de Cuéllar sobre la asistencia de los soldados de
este partido de Chichas. El documento está firmado en Tarija el 20 de septiembre de 1697 (AHPJ-AMVT, 84).
343 Testimonio de la defensa que hizo don fum1 [José] Campero contra el gobemador de Tucwnán,
don [Juan] José Campero de Herrero, ano 1702. Hacm con dichas piñas sus pagos como moneda corriente
!AHPJ-AMVT, 82!.
160 Memorias del Jujuy col01úal y del Marquesado de Tajo.
Desarra/lo integrado de una secuencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
JJS Testinzouio de la defensa que hizo don Juau [José] Campero contra el gobernador de 1l1cwnán.
Alio 1712 !AHPJ-AMVT, 120).
Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo. 161
Desarrallo integrado de una secuencia territorialmultiétnica, siglos XVI-XVIII
346 Pedro Calzado, Libro de esta estancia de Tumbaya de lo pagado a los capataces y peones de ella que
con-e al cuidado del tutor y curador de d01ia María Josefa Ortiz de Zárate, hija del difunto Alférez Real Don
Pedro Ortiz de Zárate y de do1ia María Tomasa de Tejada, 1736 (ATJ, 28-831); Pedro Rodríguez de Armas,
Memoria de los gastos que ha causado la estancia de Pm1o de Cabeza m la gente que he tenido en ella desde el
4 de uoviembre de 1708 hasta el15 de abril de 1709 (ATJ, 26-814).
Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo. 163
Desarrollo integrado de una secuencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
prefieren tomar sus decisiones sin consultar a los curas: muchos y dila-
tados expedientes judiciales atestiguan este sordo enfrentamiento,
muy manifiesto en casos de delincuentes refugiados en sagrado3~ 8 •
Además, el problema estructural de que la jurisdicción civil no siem-
pre coincide con la eclesiástica, permitiéndole al cabildo un ejercicio
del poder libre de presiones eclesiales. Sin embargo, a veces por tra-
tarse de casos criminales fuertemente penados por el derecho canóni-
co y otras veces por simples necesidades prácticas, los alcaldes o sus
comisionados optan por invitar al doctrinero del pueblo donde se ha
producido el hecho, o donde se han refugiado quienes perpetraron
algún delito, a participar de la búsqueda y captura del criminal. Los
expedientes sugieren que el prestigio de los curas párrocos y los doc-
trineros está muy extendido en el medio rural. Los campesinos indí-
genas los perciben como un elemento definidor de su propia estructu-
ra local de poder e instancia de legitimación. Por eso es frecuente que
los testigos de un crimen no vacilen en denunciarlo al cura de la zona.
Sin duda, toda conducta reprochable llega a oídos de los curas por el
sacramento de la confesión o por denuncias furtivas. El prestigio de un
sacerdote difícilmente se quiebra en las pequeñas aldeas 34".
Entre los documentos encontramos pocas condenas: contra los
varones azotes, cárcel o extrañamiento (expulsión). Pero muchos con-
denados se fugan. Ramírez de Montalvo, en su defensa contra los
impuestos a las pulperías, señala que el ruinoso estado de la cárcel
impide el castigo de los delincuentes porque casi todos se fugan mien-
tras se cumplen los procedimientos judiciales: porque atenidos a que no
hay cárcel donde se aseguren delicuentes no hay quien no experimente robos
en sus casas, haciendas, ganados y sementeras. Así porque aunque se cojan los
ladrones mientras se les substancian las causas y se determina el castigo (que
es necesario tiempo para ello) ejecutan las fugas que se experimentan y que-
dan los delitos impunidos y sin satisfacción, ni restitución a las partes y final-
mente sin cárcel segura no puede haber justicia [. .. ][es] indubitable la pérdi-
da de las repúblicas porque ése es el efecto de la falta de justicia con que es evi-
3~ 8 Gorcés (1999).
J~Y Lo se1Jora Antmlio Constantino Altamirano, viuda del capitán Miguel Gerónimo Delgado, se ve
obligado en 1752 o iniciar querella judicial y criminal contra Marcos Boca quim, aprovechando su ausencia e¡¡
Hwnnhllnco, robó su viviendo e11 lo haciendo de Lo Cueva. ¿Por q11é razón dmJo Antonio se lzobío demorado en
esa ciudad? Porque wondo COilCWTe o la Fiesta de lo Candelaria, el curo y vicario le encarga que se ocupe del
jesuita Pedro Lozano que está agonizante. Haber pasado yo al pueblo de Humolwaco, o la celebridad del día de
lo Cmzdelorio y con el motivo de haber caído mfermo el podre Pedro Lozano, del que falleció y por encargo que
el wrn y vicario de dicho p11eblo me hizo para que lo asistiese en su enfermedad a dicho padre, me fue preciso
demorarme (ATJ, 38-1260).
Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo. 165
Desarrallo integrado de una secuencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
dente es el bien mayor a que debe VS atender, sin desatenderlo porque la igno-
rancia crasa y supina o afectada quiera persuadir que el medio no es lícito por-
que lo hace y muy lícito los especiales motivos que concurren de no haber otro,
sobre ser la materia en sí tan necesaria que sin ella es imposible !zaya obser-
vancia de las Leyes Divinas y humanas. Lo cual faltando, vendrá a ser esta
ciudad una Babilonia, todo confusión y nada equidad y justicia 350• Como
vimos en la segunda parte, el extrañamiento a los fuertes fronterizos
afecta con frecuencia a quienes cometen delitos menores.
La venganza personal, que muchas veces se anticipa al procedi-
miento judicial, es una conducta social frecuente, inspirada en la soli-
daridad familiar o de grupo y que no parece contradecir los valores
morales del campesinado y otros grupos sociales. Un hijo puede ven-
gar la ofensa inferida a su padre, aun cuando lo haga sobre la mujer
del ofensor; un hermano puede matar a su cuñado porque éste agredió
a su hermana y muchos maridos vengan su honor vulnerado matando
a su mujer o a su rival. Para la justicia, la denuncia originada en un
rumor autoriza la apertura del proceso y los testimonios indirectos, no
presenciales, tienen estatuto de prueba orientadora. En su interven-
ción, jueces y alcaldes siguen puntualmente los procedimientos lega-
les y tratan los delitos según las leyes; convocan a todos los testigos
que consiguen, comenzando por los más indirectos y terminando con
el propio reo, que en algunos casos es indagado más de una vez para
detectar posibles contradicciones.
Es común que antes de proceder a su confesión, los acusados
intenten ocultar el crimen, o finjan desconocer a la víctima, al victima-
rio o a los cómplices o declaren irrelevantes las pruebas que los inves-
tigadores deducen del cadáver. Ofrecen, frente al aparato que adminis-
tra la justicia colonial, un mismo plan de resistencia. Afortunadamente
para nosotros, los escribientes de los juzgados se esfuerzan por copiar
con detalle las declaraciones prestadas. El juramento y la carga religio-
sa que la cultura dominante le impone al interrogatorio no dejan de
influir poderosamente sobre declarantes y reos; normalmente, estos ter-
minan por confesar ampliamente sus crímenes. Si los acusados son abo-
rígenes, las defensas quedan generalmente a cargo de los protectores de
naturales. No hace falta decir que estos naturales predominan amplia-
mente en los expedientes criminales. Los abogados defensores esgri-
men argumentos procesales mezclados con alguna que otra considera-
351 Roque Jacinto González, un salteño que es vecino y tendero m Salvador de Jujuy, está casado con
Pascua/a Pedrosa, una mulata también salte11a, esclava de Juan del Portal. Tomé con ella dicho estado matri-
monial en su pmpia casa. González recibe dinero para liberarla y lo hace, pero Portal acude a la Audiencia y
logra la restitución de la mujer porque su apoderado /rizo siniestras alegaciones de mi honrado proceder, pro-
testa González. Úl restitución se produce cuando el hambre está en servicio de Su Majestad en el Real Presidio
de Nuestra Seliora del Rosario de Ledesma .. Al volver, no sólo encuentra este hecho impensado sino que Portal
ha pedido el embargo de su tienda. En el mTeg/o, arman un precio conveniente para la libertad de la mujer por
lmber expresado el médico, que /m venido de Salta a curar al maestre de campo Antonio del Portal, de que la
mujer se lmlla con accidente de maleficio incurable. Lo sabe por su ciencia. Por supuesto, González arguye que
este primer diagnóstico, pide moderación en la cantidad que puede demandar dicho su amo. Portal/o acusa de
que el dinero para liberarlo lo obtuvo Pascua/a con robos con defraudación de la hacienda de dicho general
(Antonio). En una presentación posterior, González menciona a don Joseph Hordeche, cimjano de profesión,
que procedente de Espm1a llegó a Buenos Aires en un navío de guen·a y que ahora vive en Jujuy: exige que
Jmciendo reconocimiento de la persona de dicha mi mujer, diga de los achaques habituales que padece, y sobre
los mios que manifiesta su aspecto. Concluida esta diligencia, González le exige a Portal que actúe en los pla-
zos legales. El médico dice que habiéndole hec/10 relación la dicha Pascua/a que padecía de flujo de sangre y
módico menstrual y de unos dolores que discurre proceden de gálico [sífilis], y haberle visto un tumor a la parte
lateral interna del muslo izquierdo y unas glándulas entumecidas en el pescuezo, que según indica todo esto 110
me parece goce de perfecta salud. Pese a la tenaz negativa de Portal, la mujer queda libre (ATJ, 35-1158). El
otro ejemplo es de 1777, cuando el médico Isidro Femández, cirujano de Jujuy, examilm el cadáver de un ham-
bre asesinado a pedradas. Una herida en el borde del hueso parietal derecho -dice el examen- adonde se junta
con el occipital cuya longitud sería del través de un dedo, que no tmía profundidad, sólo interesaba los tegu-
mentos comunes; pero sí se notaba que, aunque los dichos tegumentos por males habían cedido, y la ca/ola pone-
brótica [?]y pericráneo no habían padecido, el /meso, por más resistente, se había fracturado y se notaba subin-
tración(colocarse Wl hueso o unfmghmento óseo debajo de otro), de lo que resultó inmediatamente del golpe la
conmoción y de este insulto aplopético (sic=apoplético) y de éste la muerte a/ segundo día. Y que aunque fue la
herida corta de parecer, pero murió del golpe fuerte que al parecer fue hecho con instrumento contundente, pesa-
do como piedra, etcétera, y que según el conocimiento de la facultad y autores, em imposible la vida (ATJ, 51-
1677). En otro diagnóstico de 1778 (ATJ, 51-1697), el mismo médico-cinrjano Isidro Femández va al presidio
de Ledesma a examinar a un paciente que yacía gravemmte insultado de un dolor pleurítico, del que fallece.
352 Gm-cés (1997).
Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo. 167
Desarrallo integrado de una sewencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
353 Aszmció11 Lavz·in explica que el vocabulario empleado para describir la desaparición física de la
mujer en tlll rapto -substraer, extraer- implicaba la idea de 1111 robo. Había sido substraída de su familia, con su
voluntad o sin ella, y esta forma i11directa de revelar la incapacidad familiar de defender a sus mujeres y prote-
ger su pro~io lwnor enfurecía mucho a los parientes ofmdidos (1991:77) .
. s~ Herzog (1995).
168 Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo.
Desa1Tallo integrado de una sewwcia territorialmultiétnica, siglos XVI-XVIII
medio, resta lo demás y lo retiene en su poder para pagar los dos nove-
nos reales más 640 reales de trigos que debe su mujer para el mismo
efecto. Los pagos a los eclesiásticos no eran más rápidos que a los lai-
cos: en su testamento de 1738 Herrera declara que se le deben al cura
rector José del Castillo dos novenos y medio por cada año de los tres
de plazo cumplido que tuvo ese beneficio, pero advierte que se le debe
descontar el valor de 500 vacas y 1.500 ovejas que trajo de Cochinoca
y pasó a Salta sin diezmar}ó2•
Los derechos parroquiales u obvencionales consisten en el pago
que todos los creyentes deberan hacer al clero cuando se celebra algún
acto sacramental (bautismos, casamientos, funerales). El arzobispado
de Charcas, del que dependen las iglesias de Jujuy, elabora de vez en
cuando tarifas de obvencionales, estableciendo por ejemplo cuánto
debe cobrarse por un bautismo o un entierro. Las cifras son muy pre-
cisas, fijando todos los detalles de cada ceremonia: un muerto puede
enterrarse con cruz alta o cruz baja según que el acompañante la lleve
levantada o caída hacia delante. Varía el precio si la misa de réquiem
se canta o se reza, si en el sepelio marchan o no los diáconos y subdiá-
conos, si los curas celebrantes visten tal o cual prenda, si se entierra al
finado en el cementerio de la iglesia o en el convento, etcétera. La tra-
dición hace que los actos litúrgicos varíen muchísimo según la condi-
ción socioeconómica del creyente o según su raza: en general, pagan
más los ricos y españoles y aún pagan más los indios ricos (los cura-
cas, por ejemplo) que los españoles pobres. Del examen detallado de
las listas de obvencionales surge un cuadro bastante preciso de la
sociedad colonial y de sus diferencias sociales internas. Pero no es
seguro que los curas los cobren siempre puntualmente363 •
Todas las comunidades indígenas, sometidas o no al régimen de
encomienda, entregaan a sus curas párrocos los primeros frutos de sus
365 1994:26-27.
366 AHPJ, 1.
174 Memorias del Jujuy colmzial y del Marquesado de Tajo.
Desan·allo integrado de una secuencia te~Titorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
tinos aceptados por los censores del Santo Oficio. Un tercer sector, bien
numeroso, está constituido por libros de derecho civil y canónico;
entre los primeros, varios comentarios del derecho justinianeo y de
autores contemporáneos. Muchas veces, los tasadores dejan constancia
de que muchos volúmenes aparecen viejos y maltratados, lo que per-
mite suponer un uso intensivo o, en todo caso, un acopiamiento y con-
servación inadecuados. Es casi seguro que muchos son de segunda
mano o heredados por varias generaciones, habida cuenta de los esca-
sísimos datos sobre libros traídos a la ciudad por los mercaderes 371 • A
veces, las autoridades capitulares difunden propaganda de ciertos
libros para que los interesados los encarguen a los importadores resi-
dentes en el puerto de Buenos Aires 372 • De todos modos, es evidente
que el poder de la censura oficial obliga a las autoridades a vigilar los
títulos que circulan, esforzándose por detectar y suprimir ciertas obras
francesas que el Estado colonial consideraba entonces perniciosas 373 •
La lista de libros se elaboró con los inventarios y tasaciones tes-
tamentarias, listas de bienes embargados o entregados en habilitación,
inventarios judiciales y otros documentos conservados en el Archivo
de Tribunales de Jujuy. Tenemos once grandes bibliotecas (tres de ellas
sin identificación de los volúmenes): la mayor colección pertenece al
sacerdote José de Tovalina y Ayala, cura propietario del beneficio de
Cochinoca, que contiene 134 volúmenes. Le siguen la del presbítero
Antonio de Aráoz (79), la del sacerdote José Pascual Baylón Pereyra,
cura rector y vicario foráneo (72), la del gran comerciante Joaquín José
Calvimonte (71), la del sacerdote José del Castillo, cura y vicario de la
Iglesia Matriz de San Salvador de Jujuy (65), la del presbítero Gregorio
López de Velasco (55), la del general José Antonio de Zamalloa (44), la
de Miguel Antonio de Olaso (37), la del capitular Antonio de la Tijera
y la del encomendero y hacendado Juan del Portal (ambas con 32) y la
m José Alberto González, wz mercader sevillano co1z tienda pública e1z Jujuy, tiene a la venta poco
af1tes de Sil m¡¡erte (1763), los "A¡¡tos Sacramentales" de Pedro Calderón de la Barca, 14libros de oro, dos "ofi-
cios parvos", las "Máximas Etemas", un libro no idmtificado de Palafox y Mendoza y la "Vida de Smz
Francisco Javier (ATJ, 42-1398). El tmdero José Antonio de Zamal/oa, que muere m 1773, tiene m su tienda
para vmder 34 catones a 26 reales la docena (ATJ, 48-1573).
372 Tenemos zm ejemplo de estas convocatorias, datado en 1791, realizado por las autoridades de la
Intmdencia de Salta (que desde 1782 incluye el territorio de Jujuy): Hará Vuestra merced fijar fll el paraje acos-
tumbrado el adjzmto cartel y de los s¡¡jetos que resultm quieran encargar a Buenos Aires la obra que se expre-
sa,fonnará Vuestra merced lista como se manda y me la despachará para dirigir al Excelentísimo Sezior Virrey,
sin perder ocasión para dar el debido cumplimiento a lo que se orde1za por los superiores. Dios guarde a Vuestra
merced muchos mios. Salta, 10 de enero de 1791. Ramón Galarza al se1ior subdelegado de Jujuy (ATJ, 61bis-
1960).
373 Defozmzeaux ( 1981).
Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo. 177
Desarral/o integrado de una secumcia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
375 La estancia de Acoyte fue readquirida por Manuela Micaela y su marido en conwrso de acree-
dores, con cargo y precio de 16000 reales del principal de la capellanía a favor de su cwzado, el presbítero
Manuel de Martierma del Barrmzco, wyos réditos se pagamn regularmente cada mio. En su testamento,
Manuela e~resa Sil deseo de que esta capellanía se redima tomando dinero de Slts biwes (AHPJ-AMVT, 145).
3 6 Madraza (1982:47-49).
377 Cf "Izzdize de lo principal que co11tiene este quademo de los privilegios con sed idos a pedimCilto
de Campero a la capilla e iglesia de San Francisco de Asís, de sus haciendas de Ya vi, adamada a su costa"
(1679) AHPJ-AMVT, 123. Ver Academia Nacional de Bellas Artes (1943) y Gisbat y Mesa (1982).
378 AHPJ-AMVT, 123.
180 Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo.
Desarrollo integrado de una secuencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
379 Diversos obispos del Tucumán, de cuya diócesis depende San Francisco de Yavi, les conceden pos-
teriormwte al marqués y a sus sucesores distintas gracias y privilegios: Juan Bravo Dávila y Cartagena (1690),
Mercadillo (1699), el visitador diocesano Herrera (1702), el visitador general Bazán de Pedraza (1707), el otro
visitador general Joaquín José Calvimonte (1723), el obispo Sarricolea y Olea (1726), el visitador general ]osé
d~ Ceval/os (1735), el obispo Argandoi1a (1748 y 1756) y el obispo Abat Y/lana (1766).
380 AHPJ-AMVT, 1736, 133 y 98.
381 AHPJ-AMVT, 123.
382 AHPJ-AMVT, 123, enumera el inventario de obras de arte religioso conservadas en la vicepa-
38-1 Algunos autores crew que esta clase de iconografía aparece de golpe entre 1680 y 1700, por ejem-
tor José Vieyra de la Mota lega a los jesuitas tm solar por diez años
para que levanten su casa. Si al vencimiento de ese plazo la Compañía
no hubiera realizado sus gestiones, la tercera parte de sus bienes ftm-
dará una capellanía en la Iglesia Matriz en favor de su alma y las de
sus padres, y el resto financiará las reparaciones de su edificio386 • Los
jesuitas no acusan recibo del convite.
Los ingresos de los regulares consisten en censos, capellanías y
limosnas posmórtem. Los créditos hipotecarios o censos forman tm
ingreso importante de las órdenes. Pero durante el XVIII el negocio del
préstamo cambia de sentido: el gran auge del comercio hace más ren-
table invertir metálico en la compraventa de telas, papel y hierro que en
la adquisición de tierras para labranza. Realmente, la agricultura no es
tm buen negocio en el Jujuy colonial, y por ello la esfera productiva
colonial descarga en las comunidades campesinas la tarea de producir
alimentos. Los acopios de metálico invertidos en el giro dejan grandes
ganancias y así, muchos productores agropecuarios y en general todos
los mercaderes profesionales acostumbran hipotecar sus inmuebles en
los conventos de la ciudad. Como el caudal recibido se emplea en el
comercio y las ganancias del giro son relevantes, nadie remide los cen-
sos. Las deudas originarias (principal) y los intereses devengados (corri-
dos) se acumulan sorprendentemente formando expedientes tan volu-
minosos como interminables. La incapacidad productiva de las admi-
nistraciones conventuales más la limitadísima incorporación de tecno-
logía condenan a las tierras ejecutadas a tma producción sumaria.
Probablemente el espacio económico más políticamente conflic-
tivo de la élite sea donde juegan los intereses de las órdenes. Mientras
la gobernación y la Audiencia son instituciones externas al espacio
social jujeño, las religiones, especialmente San Francisco, lo define con
el mismo énfasis que el propio poder capitular. Para peor, el endeuda-
miento de la élite con las órdenes a través de reiterados censos cape-
llánicos, producido como efecto de la crisis, la pone como deudora, a
veces morosa, de incontables créditos. Uno de los capítulos más inte-
resantes de la economía mercantilista a comienzos del XVIII es preci-
samente esta costumbre piadosa de la élite de constituir censos cape-
llánicos sobre sus inmuebles en favor de institutos religiosos, lo que
resulta tma forma común de endeudamiento; se obligan por escritura
a pagar una suma anual obtenida de la ganancia de tierras rurales
arrendadas o inmuebles urbanos desocupados o alquilados.
3~ 1 ATJ, 26-814.
186 Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo.
Desan·allo integrado de una secuencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
vento franciscano más 330 por intereses impagos (deuda que asumirá
Pedro de Lizondo, tercer marido de Josefa). También debe una cifra
idéntica a tres conocidos políticos y mercaderes: Tijera, Márquez y
Goyechea392 • Sin embargo, las frecuentes dificultades por enfrentar las
deudas hipotecarias no reducen su número ni desalientan a nadie de
tomarlas. ¿No hay otro remedio? Para peor, las guerras del Chaco
arruinan muchas fincas censadas en la frontera. En una petición de
1710, el capitán Domingo Pérez de Quintana dice que la ciudad se halla
muy atenuada por la presente guerra ... la experiencia enseña que no hay censo
seguro y que se han perdido los censos por falta de las fincas 393 •
Cuando el solar que funciona como garantía se arruina o por
algún motivo pierde su valor de tasación originaria, deben afectarse
otros inmuebles en su reemplazo. En 1713 Bartolomé de Argañaraz
comienza a pagar sus intereses; poco después admite que como la
vivienda que oficia de garantía no vale más de 800 reales, traspasa una
parte del censo al Potrero de las Lagunas, próximo a la hacienda de
Yala, donde inverna 2.000 cabezas de ganado. Los frailes aceptan de
inmediato394 • Ahora bien, los censos pueden heredarse o aceptarse
muchos años después de establecidos, convirtiéndose, en el segundo
caso, en un préstamo subsidiario de censo395 • Que las propiedades
estén censadas no impide su venta porque pese a su subdesarrollo, el
mercado inmobiliario gradúa los precios y el comprador se hace cargo,
casi indefectiblemente, de las deudas o cargas constituidas396• Como
casi todos los empresarios de su tiempo, Campero otorga sus propios
censos capellánicos, además de sumar los heredados con el vasto patri-
monio de su suegro. Opta por pagar sus gravámenes hipotecarios en
San Salvador para reducir, entre otras cuestiones, la intensidad del
recibido 3.200 reales del principal que asumió como deudor Diego Juan de la Mota. Se trata de una capellanía
colativa fundada por el capitán Juan Antonio de Buenrrostro en favor de la ermita de San Roque y de la wal
hizo oblación (esto es, pagó) Diego de la Mota. También su pariente y cura rector fosé Vieyra de la Mota mandó
por codicilo que de sus bienes se tomaran 1.200 del principal de un censo para redimir la capellanía de
Buenrrostro. Diego de la Mota queda liberado y Zárate asume la deuda, otorgando escritura y obligación de
censo a favor de esa capellanía y de su capellán, el licenciado Pedro de Va/divieso Rojas. Zárate debe pagar 160
reales de interés anual.(ATJ, 27-879).
396 En1703, Magdalena Vieyra de la Mota, una de las tantas damitas de la antigua élite casadas cm!
mercaderes nuevos (en este caso Vicente Calvimonte), le vende dos solares -heredados de un tal López- a
Domingo de Huerta, vecino morador de Jujuy, tasados en 2.600 reales: Huerta paga 1.000 al contado y el resto
lo traspasa al convento de San Francisco que es lo que López le debía por censo. Mientras nadie lo redima,
Huerta tendrá que pagar los corridos (ATJ, 25-774).
Memorias del ]ujuy col01lial y del Marquesado de Tajo. 187
Desarmllo i11tegrado de una secuencia territorialmultiétnica, siglos XVI-XVIII
m AHP]-AMVT, 133.
398 AHPJ-AMVT, 98.
399 AHPJ-AMVT, 100.
400 AHPJ-AMVT, 101.
401 AHPJ-AMVT, 50.
188 Memorias del Jujuy col01zial y del Marquesado de Tajo.
Desarra/lo integrado de u11a secuencio territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
m ATJ, 25-777.
415 ATJ, 25-777.
192 Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo.
Desanallo integrado de una secuencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
416 El caso de Pedro Rodríguez de Annas: en 1721 se llevó una cajeta de plata burilada de la timda
del pardo Asencio Ramírez y mmca la pagó (ATJ, 29-974).
417 AT], 27-883.
Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo. 195
DesmTallo integrado de una secuencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
salero; Josefa de Armas le queda debiendo lo que sus hijas se han estado
sirviendo, en una especie de cuenta corriente418 • Es probable que esta
ineludible confianza determine el fuerte déficit de su balance testa-
mentario: Lozada debe poco más de 9.000 reales y sólo es acreedor de
menos de 4.000 más doce varas de bayeta, dos tercios de yerba y 80
reales en géneros419 •
Prestamistas como la Bázquez o Lozada entregan por lo general
el 70% del valor del objeto empeñado. Pero habitualmente los empe-
ñadores no las rescatan y así los prestamistas retienen un número con-
siderable de objetos empeñados. Las condiciones concretas en que rea-
lizan sus transacciones no garantizan una total cobrabilidad de las
deudas; es imposible saber si se cobran alguna vez. Como es habitual
entre los tenderos, Lozada alquila su local (en este caso a Antonio de
Zárate) en 56 reales mensuales en plata y mercancías. También trata de
saldar sus numerosas deudas comerciales con bienes; a la parda libre
Francisca Ramírez, tratante en Jujuy, le debe más de 1.600 reales en
plata que ella le prestó, si bien devolvió siete varas de tucuyo por un
valor de 720. Vencida la deuda seis meses atrás y al enterarse que
Lozada agoniza, Francisca lo busca, recibiendo por toda respuesta que
el capitán Juan Antonio Femández le pagaría lo debido. En su testa-
mento de 1717 declara haber pagado 196 rales, 80 en plata y el resto en
doce libras de cera y media libra de zarzaparrilla.
La actividad de estos tenderos como prestamistas es importante
y en algunos casos sorprende por su amplitud geográfica_ Sus clientes
pertenecen a los más extremos estratos sociales420 • La pequeña historia
de Ana Guerreros es, a su tumo, paradigmática de la gran pobreza
extendida entre los tenderos urbanos. Ana tiene un estatuto social
ambiguo: está casada en Buenos Aires con el mercader Joseph de
Rabanal, pero es esclava del alférez Felipe Santos Rodríguez. Es pro-
bable que fuera mulata. Tampoco ha tenido mucho éxito en sus
cobranzas: su marido le vende ropa al capitán Jacinto de Morales por
720 reales. El comprador paga 160 en plata, una fanega de trigo valua-
da en diez y un caballo melado en seis. Cuando muere Morales, Ana
reclama el resto infructuosamente a su viuda, quien en presencia del
teniente Andrés Martínez le responde que por cuanto le había servido el
vestido al dicho su marido no quería se confiriese a persona alguna y que
cuando vendiese unas mulas que él le había dejado pagaría los 432 restantes.
Hay cosas realmente más importantes que el vil metal. La honrada
viuda, indiferente a la deuda del difunto, se niega rotundamente a
devolver la prenda que él luciera en vida. Cuando ella muere a su vez,
Ana vuelve a la carga, acompañada por dos testigos para reclamar su
vieja acreencia a la hija del matrimonio. Ana aún sostiene que el vesti-
do se lo sacó Morales por más de la mitad de su justo valor y que no
pudo mezclar en la dote de la dicha niña sin primero pagar el resto. El
alcalde Ramírez de Montalvo da traslado a las partes el 22 de octubre
de 1713; el reclamo de Ana, cuyo resultado final ignoramos, data de
1705.
A veces algunos tenderos no vacilan en perdonar sus deudas al
momento de otorgar testamento. Hay deudas que se perdonan por
conmiseración por el otro o por sí mismo; en su testamento de 1719
Juana de Arana declara que exime de una deuda de 50 reales a una
india de Humahuaca por dos motivos atendibles: que es pobre y para
que (católica devota al fin) Dios la perdone421 • Pero hay una cuestión
muy espinosa, además de la incobrabilidad de las deudas. Tiendas y
pulperías tienen fama de ser la guarida principal de quienes compran
cosas robadas. Cuando en 1707 se denuncia un robo, el alcalde ordena
una razzia contra todas las pulperías donde suelen concurrir las piezas de
plata y otras cosas dándoles por prenda o venta. El sastre y pulpero mula-
to Juan Vizcaíno, natural de Buenos Aires, que tiene una tienda en
sociedad con Roque Bustillos422, es detenido, interrogado por el alcalde
y luego encarcelado. La sanción parece más que nada una advertencia
al sector social que representa, porque del texto del procedimiento
judicial no se deduce en ningún momento la responsabilidad penal de
Vizcaíno. Sí se desprende que por la pobreza reinante, los empeños de
cosas pequeñas, casi siempre de plata, son frecuentes. El patriciado
sabe por dónde circula la masa monetaria y comprende que su seguri-
dad financiera depende no sólo del beneficio mercantil que obtienen
sino del modo en que se apropian de una parte del beneficio de los
pequeños mercaderes, comerciantes y tenderos, usando las prerrogati-
vas de sus cargos capitulares.
Estas historias de despojo se hacen frecuentes y durante la crisis
constituyen un recurso común. Un acuerdo capitular de junio de 1717,
firmado por los alcaldes ordinarios Vicente de Calvimonte y Antonio
m ATJ, 27-845.
198 Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo.
Desarrnllo integrado de una secuencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
les 436 • Aún las más ancianas conservan algún valor: en 1706 una mula-
ta enferma se vende en 3.200437; al año siguiente otra mulata vieja cues-
ta 2.00043R. Cuando los esclavos son nuevos, es decir, recién importados,
se aclara bien su origen geográfico porque constituye un criterio bas-
tante formal para su cotización: en 1704 se vende un negro bongo, bozal
e infiel en 4.000439 • Mientras a la mujer esclava se la encierra en la casa,
al varón se lo emplea generalmente como peón rural o capataz. La apa-
rición de obrajes con algún número de esclavos en Jujuy es algo muy
extraño.
Los propietarios no manejan políticas estables de reproducción
de esclavos, como en las plantaciones esclavistas del área circuncaribe.
Aunque aparecen en los documentos matrimonios esclavos con varios
hijos, el número de solteros es siempre desproporcionadamente alto.
Aunque muchas compraventas no toman en cuenta la constitución de
las familias y por ello las disgregan entre la ciudad y el campo, parece
más frecuente que la familia esclava permanezca unida en la casa del
comprador y en la del vendedor. El afecto por los criados esclavos no
parece haber sido general aunque en algunos testamentos femeninos,
la otorgante decide manumitir a sus esclavas (casi siempre mujeres y
ancianas) por la ayuda que de ellas recibieron. La manumisión abun-
da en épocas de crisis: los amos los venden como sirvientes o los libe-
ran una vez que el candidato paga su manumisión, adquiriendo liber-
tad y personería jurídica. Las manumisiones favorecen casi siempre a
mujeres sobre todo cuando se casan con indios, mestizos o esclavos
liberados. La manumisión tiene varios motivos: una esclava puede
comprar su libertad cuando en el marco doméstico se ha desarrollado
una buena relación humana: José Vieyra de la Mota libera a su mulata
Josefa y sus hijos por lo bien que le ha servído440; en otros casos, se manu-
miten las hijas de viejas esclavas también como reconocimiento por los
años de servicio: así es con María de Zárate y Ovando que libera a la
mulata Ana, hija de una esclava suya. También libera a Francisca, una
niña que le dejó prestada a su hija Isabel Ramírez de Montalvo.
Francisca, que tiene entonces tres hijos, Sabina, Ana y Antonio, todos
en poder de Isabel, es manumitida en 1708 por 4.400 reales que
Montalvo le entrega a Antonio de la Tijera por cuenta de la legítírna de
A11a, blm!ca-mulata de 55 mios, la mulata María de 26, sus hijos de seis, cuatro y tres, el blanco-mulato José de
30, el cuarteró11 Matías de 28, el mulato Pedro Asmcio de 26 y la mulata zamba Bartolina, de nueve IATJ, 28-
890).
Memorias del ]ujuy colonial y del Marquesado de Tajo. 205
Desarrallo integrado de una sewencia territorialmultiétnica, siglos XVI-XVIII
m ATJ, 24-738.
-l-IS El
contingente está formado por Ana, blanca-mulata de 55 mios, la mulata María de 26, sus hijos
de seis, cuatro y tres, el blanco-mulato José de 30, el cuarteró11 Matías de 28, el mulato Pedro Aswcio de 26 y
la mulata zamba Bartolina, de 11ueve (ATJ, 28-890).
206 Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo.
Desal1'allo integrado de una secuencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
44 " Veamos el ca~o de la venta de una esclava por Jumz Femández del Casal, tasada en 4.800 reales
pagaderos e11 120 arrobas de yerba mate. La esclava se había rematado en 1671 en 4.000, de modo que Casal
ganaría en la operación 800; pero denuncia que el precio de la yerba mate ha bajado reduciendo el verdadero
precio de la esclava y por consiguiente la ganancia obtmida así que anula la opemcón (ATJ, 26-812).
CUARTA PARTE
PRODUCCIÓN AGROPECUARIA,
COMERCIO Y CRÉDITO
Zárate, el wra rector fosé Vieyra de la Mota, el tesorero Andrés de Laczmza y el mzfitrión Antonio de la Tijera.
Están ausmtes los alcaldes Antonio de Argmiamz y Antonio Rodríguez de Armas.
Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo. 213
Desarrallo integrado de una secuencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
4511 En 1710 una casa e11 la ciudad, con huerta y arboleda, sala, dos aposmtos, tienda y trstienda,
cocina, puertas y ventmws de madera al patio interior, todo wbierto de madera y teja vale 16.000 reales (ATJ,
27-835). En 1712 una casona solariega westa 32.000; lliW sala y w1 aposento alto 7.560; un warto de tres
tirantes que sirve de capilla 2.400; wartos sin puertas y muy maltratados de pircas y tejas 3.200 (Testammto
de Ana de Palacios, 1712). En 1717 Catalina de Salcedo Poblete le tmnsjiae a Simona de Pineda, viudo de
Batolomé de Argmlamz y Murguía, dos solares contiguos por 800 (ATJ, 27-885). En 1718 Petronila de Costa
11 Ovando vende dos solares juntosJrmte a la plaza central por 3.200 (ATJ, 28-889).
• 451 Un caso ilustrativo el de Pedro AgustÍiz de la Tijera que en 1713 pide al gobemador Urízar zma
merced para estancia y sementera que llega desde la boca del ¡·ío Cenia hasta las indefinidas fronteras clzaque-
¡Jas. Recién en diciembre de 1734 recibe la tierra el coronel Bartolomé José Domínguez, segundo marido de la
z•iuda del solicitante (ATJ, 27-848).
214 Memorias del [ujuy colonial y del Marquesado de Tajo.
Desan·allo integrado de una secuencia territorialmultiétnica, siglos XVI-XVIII
452 Testamento de Pedro Rodríguez de Armas Garra, due1io de la estancia I.n Cabmia IATJ, 26-814).
453 ATJ, 28-890.
45 ~ ATJ, 27-837.
455 ATJ, 27-871.
Memorias delfujuy colonial y del Marquesado de Tajo. 215
Desarra/lo integrado de una secuencia territorial multiétnica, siglos XVI- XVIII
tró el mojón deshecho y que le añadió más piedras para que estuviese
más vivo el lindero y que si la causa estaba en registro eclesiástico es por-
que al juez le constaba la capellanía de 32.000 reales que se halla afincada
en dichos bienes como por la obra pía de la cantidad que corresponde allwspi-
tal mercedario. Armas admite el incendio del rancho pero niega el robo
de ganado; simplemente, al no cobrar el arriendo, tomó unas terneras
que tenía que dar del diezmo. El juez condena a Armas a indemnizar a
Argañaraz y a no entrometerse nunca en los asuntos de Salcedo.
Pese a los buenos inicios de la recolección minera en Jujuy (cuan-
do la bonanza potosina incitaba grandes inversiones), las empresas
coloniales dedicadas a esta actividad en la Puna experimentan cierto
estancamiento durante la segunda mitad del XVII y ya no hay mucho
interés por continuar. En 1706 el vecino tucumano Pedro de Olmos y
Aguilera pide el arrendamiento de la mina de plata El Pucará, en
Cochinoca•51i, proyectando así una virtual expropiación de muchos
minerales explotados por los campesinos. Cuando ese mismo año
muere Andrés Mamani, dueño de La Descubridora, una mina de oro
recién explotada en el paraje San José, sobre el río Los Uros, el yaci-
miento pasa a la Corona y el alcalde Antonio de la Tijera comisiona al
capitán Esteban de Maidana Altamirano para que determine el estado
legal de los títulos. De su informe se deduce que los arrendamientos de
minas realengas duran un año; por lo pronto, aparecen en los inventa-
rios testamentarios regulares acopios de instrumental457 • Pero poco más;
la producción minera de las comunidades es regular y la producción
potosina abastece las necesidades de circulante de la economía colonial.
•s6 Desde el a¡¡ejn que baja del río de Sa11 José al pie de 1111 cerro que llaman Pan de Azúcar, y desde
este paraje atravesmrdo la pampa y el camino real arrimado a la laguna ... y para el oeste a 1111 cerro redondo
11egro y arrimado a 11110s corralitos antiguos al pie de In cordillera; y subiendo a lo alto, da11do vista al río Smr
Jua¡¡ hasta dar COil e/nlilleral del Ajedrez y volviendo por el este a las millas de oro de Guadnlupe; corrie11do
más abajo, hasta el paraje Río de So¡¡ José, li11da la merced solicitada con las lngrmns t¡las estallcins del capitán
Pedro de Tapia Molltnlvo y las estancias de los hijos menores del alférez Jua¡¡ Pablo de Guzmá¡¡ y Jacillto de
Guzmán y tambié11 la estmrcia de Femmrdo de Sanabria (ATJ, 26-794).
• 57 ATJ, 28-917.
Memorias delfujuy colonial y del Ma,-quesado de Tajo. 217
Desarra/lo ilrtegrado de una secuencia te,-rito,-ial multiétnica, siglos XVI-XVIII
460 Dice Manuela Micae/a e11 su testamento (AHPJ-AMVT, 145) que compmro11 Vi/ahoyo la cual
compro hicimos del veinticuatro Félix de Echazu y en ellos se fundó una capellanía; las misas correspondientes
las reza en Yavi el doctor Manuel Martierena del Barranco. Se sabe que las rentas de esa hacienda 110 permiten
pagar los COITidos, pero la marquesa dice que debe subsistir por haber sido voluntad de Juana Clemencia
Bemárdez de Ovando.
461 Registro de propiedades de 1779 (AHPJ-AMVT, 143).
Memotias del Jujuy colonial y del Matquesado de Tajo. 219
Desatrallo integrado de una secuencia letrilotial multiélnica, siglos XVI-XVIII
17) El paraje de Erquis con tierras aptas para diez cargas de maíz de
temporal con su retazo de estancia, es decir, pasturas.
18) La chacra de Calama, con tierras de 30 fanegadas de sembradura
de maíz, en Tarija la Vieja.
19) Una chacara de 50 fanegadas de tierras de sembradura de maíz en
Tarija Cancha, con la mitad del pueblo de Tarija la Vieja.
20) Otra chacra con diez fanegadas de tierras de maíz de riego, en el
río Guadalquivir, arriba de la desembocadura del Sella.
21) Una chacra de diez fanegadas de tierras de sembradura de maíz de
riego en la junta de los ríos Chaguaya y Alisos.
22) Una chacra de 30 fanegadas de tierras de maíz de temporal, sobre
la misma junta de ríos, junto a la acequia por donde comienza a
regarse la chacra anterior.
23) Una chacra de 60 fanegadas de tierras de maíz de temporal en la
Pampa de Chaguaya.
Los juicios y pleitos de toda clase por muchas propiedades que
el Marqués reclama como propias abundan; él inicia juicios por su
posesión ya en 1717~ 63 • Esta cuestión es uno de los problemas más inte-
resantes: la supuesta intrusión de ocupantes, en muchos casos peque-
ños empresarios agropecuarios locales o campesinos independientes
que aprovechan la falta de control capitular sobre la explotación de tie-
rras o los numerosos defectos legales en los títulos de propiedad.
Campero reclama, oor ejemplo, una chacra sobre el Guadalquivir
donde vive intrusa la familia Chorrillos; pero el propio autor del regis-
tro no puede descubrir cuáles son estas tierras: faltan mensuras y es
ésa la fuente del conflicto. La familia de José Antonio Mealla ocupa
una chacra del río Chaguaya y una estancia al sur de La Angostura, a
más de legua y media de la casona del Marqués. Campero le inicia jui-
cio en Tarija, obteniendo una sentencia favorable, pero Mealla apela a
la Real Audiencia de Charcas; cuando en 1779 se elabora este registro,
la causa está pendiente de resolución. En otro sembradío de maíz vive
intruso José Tejerina, que se introdujo en muchas partes de ellas y en
otro sembradío de trigo, al otro lado del río Guadalquivir, vive Agustín
Gareca. En el primer caso, el Marqués ordena el deslinde y la medida
judicial en 1782, pero las gestiones están, años después y según el
texto, emplastadas, esto es, dificultosas y casi detenidas.
463 Por ejemplo, Instrucción del se~ior Marqués del Valle de Ti1jo don [Alejo de] Martierena, su sobrino
don Francisco Martierena del Barranco, sobre los pleitos que seguía en Tarija sobre tierras (AHPJ-AMVT, 119).
Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo. 221
Desarral/o integrado de una secuencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
Inventario de la bodega
Inventario de la viña
Veintiocho azadones
Catorce serruchos de limpiar cepas
Seis podaderas españolas
Dos podaderas hechizas (es decir, manufacturadas en la propia hacien-
da)
Cinco barretas
Dos gradillas de hierro de cortar tejas
Ocho hachas usadas
Tres cañones de cobre p~ua sacar aguardientes
Un cañón para falca
Dos cañones de plomo
Dos pares de grillos grandes
Un par de grillos chicos
Dos pares de carlancas
Quince hoces de segar
Trece barretillas de minas
Tres alambiques (dos inservibles)
Dos arrobas de acero
Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo. 223
Desarrollo integrado de una secuencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
Inventario de la carpintería
Inventario de la fragua
464 Cuenta de cargo y data que lleva do11 Miguel de Elizalde con el se~ior Marqués del Valle de Toxo
desde el 27 de enero de 1807 de las remesas de matanzas que va percibiendo según constará de las boletas que ha
recibido, asimsimo de las existmcias y deudas que quedaron de las cumtas ante~·iores y vence m 27 de agosto de
1808 (AHPJ-AMVT, 81!.
226 Memorias del ]ujuy colonial y del Marquesado de Tajo.
DesaJTallo integrado de una secuencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
zando los intercambios comerciales del Camino Real a Potosí y del cami-
no de la sal, del mismo modo que regula el trueque en el interior del
Marquesado. También por allí se canaliza la migración laboral de los
kollas a Tojo y Tarija. De esta sede y viceparroquia de San Francisco de
Yavi dependen muchos potreros para cría de caballos, mulas y ovejas:
Cangrejillos, Quera465, Sansana (donde se pastorean ovejas), Cangrejos,
Aura (donde a fines del XVII pasta todavía un poco menos de la mitad
de los ganados del marqués), Río Doncellas, San José, Tincuya,
Quirquinchos, Poscoya, Zenta y Escaya. También integran el territorio
directamente dependiente de Yavi el pueblo de Yavi Chiquito (donde
también pastorean ovejas )466 y la cuenca lacustre de Pozuelos donde pasta
otra tercera parte de los ganados: se trata, en realidad, de esos territorios
de límites mal definidos que el Registro de 1676 denomina otros pastos.
465 Para cría de caballos; entre 1676 y 1680 sólo recibe e/13.7% del ganado vacuno del Marquesado en
la Puna. A principios del XVIII se convierte en región-base para la cría de burros y ovejas.
466 E11 su ya referido testamento (AHPJ-AMVT, 145) Manuela Micae/a declara que en tiempo de sus
padres se compraron/as tien·as de Yavi Chiquito con cargo de trescientos pesos de principal pertenecientes al con-
vento de San Francisco de la Villa de Tarija, que hoy [1762] es Colegio Misionario de Nuestra Señora de los
Angeles de Propaganda Fide; se pagaron/os réditos conespondientes hasta 1753 cuando se dobló el principal.
467 Domingo de Tapia Monta/va vendió esta propiedad a Pedro del Castillo el 31 de mayo de 1667. La
estancia lindaba cm1 los potreros de Quera y Aura, pertenecientes entonces a Ovando, a quien e/17 de agosto del
mismo mlo, Castillo -residente en/a estancia de San Francisco de Acoyte-le había vendido la propiedad, cf Títulos
de propiedad de SeJTillos y Chocoyta [sic=Chocoiti; se trata de la misma estancia}, AHS, 1676.
Memorias del [ujuy colonial y del Marquesado de Tajo. 227
Desarrallo integrado de una secuencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
nen los 40.000 citados, sin descontar los gastos corrientes de matanza,
transporte, etcétera. Considerando los precios del mercado de San
Salvador, si las ventas se hacen en los asientos mineros de Lipes o
Potosí, es posible que los precios aumenten bastante. El beneficio neto
alcanza a casi 25.000 reales. Entre 1676 y 1718 Campero reparte una
pequeña parte del ganado vacuno en tierras altas de buenos pastos
(Sansana, Quera, Mecoya, Acoyte, La Angostura y río Guanacuno)
para alimentar con su carne a los numerosos operarios aborígenes de
esos sitios. En total, estos repartos no superan los 2.000 animales, pero
en los otros pastos (como dice el documento) deambulan casi 13.000,
estos sí destinados a Charcas. Las sequías y heladas alternadas y la
competencia jujeña introducen sin duda cambios importantes en el
comercio ganadero orientado al norte. Por lo pronto, así como el patri-
ciado de Jujuy, Campero procura en principio apropiarse de pasturas
rendidoras, pero simultáneamente, y copiando patrones tradicionales
de la Puna, moviliza casi permanentemente sus ganados según las cir-
cunstancias del mercado o la disposición ecológica de cada zona, o
ambas cosas a la vez. Entre 1676 y 1718 el stock ganadero modifica su
composición: los vacunos se reducen de 14.153 en el primero de esos
años a 652 en 1718; las cabras de 1.213 a 531 y las mulas de 227 a sola-
mente 6. En cambio, los bueyes aumentan de 30 a 108; las ovejas de
4.640 a 6.824; los caballos de 163 a 432 y los burros de 800 a 8.929. Pese
a que la exportación a Potosí de vacas de carne y cuero, mulas de aca-
rreo, caballos de silla, ovejas para los obrajes, etcétera, sigue sólida aún
con precios en ascenso, la crisis disminuye el número de vacunos por-
que la única salida es venderlos. La reducción de la existencia de vacas
y mulas (al4.6% y al2.64% respectivamente) señala la salida global de
ese ganado a los mercados de Charcas. Por lo tanto, sería erróneo con-
siderar estas cifras como una reducción global del stock ganadero: el
valor del ganado acumulado aumenta sensiblemente por el valor de la
exportación de mulas, cuya demanda ha crecido en los distritos de
Charcas y el Perú. No es que Charcas pida más mulas y menos vacas,
sino que simplemente se intenta aprovechar al máximo las pasturas de
invernada o las expresivas ventajas que la ruta de la Quebrada de
Humahuaca ofrece al arreo. Al contrario, crece el número de bueyes de
arar, de caballos por la demanda de la guerra del Chaco, de burros de
carga y garañones usados para procrear mulas. Las ovejas substituyen
la' ahora más cara carne de vaca y su lana abastece a los tejedores de
Salta y Jujuy. Al aumentar el stock ovino, disminuye por reemplazo el
de cabras. Si se supusiera que el predominio del vacuno en 1676 se
convierte en predominio de burros y ovejas en 1718 tendríamos una
Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo. 229
Desarral/o integrado de una secuencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
475 Bartolomé de Argm1araz y Murguía, antiguo reducido a simple vecino morador, vende mulas por su
cuenta, pero más generalmente como apoderado de los Tijera y los Goyechea. En 1704 recibe de ellos 1651 mulas
para lleva ..Zas a Chayanta, cobrando siete reales de flete por cada una, es decir, 11557 en total (ATJ, 25-762 y 784).
476 Bemardo de Subelsa, por ejemplo, hipoteca una vil1a de 4000 cepas en Cinti, su valle natal, para
m Para Clzat¡anta (ATJ, 25-784 y 28-890), para Sicasica (AHS, 2-50), para Jauja (ATJ, 25-760), para
La Paz, Yamparaes, Cochabamba y Huamanga (AHS, 250), para Santa Cruz de la Sie11'a (AHPJ-AMVT, 53).
Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo. 233
Desarra/lo integrado de una secuencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
Palpalá a Pedro Calzado y su estancia de Zapla, heredada de su madre Simona de Argmlaraz, descmdimte de los
fundadores, en 8.800. Los 16.000 son puestos a censo en favor de la capellanía fundada por Juan Rodríguez Vieyra
y su mujer María Isabel de la Mota. El primer poseedor y capellán en su hijo, el presbítero José Vieyra de la Mota.
Pero Cisneros recibe esa suma con la obligación de labrar la chacra y pagar el interés (ATJ, 27-843).
234 Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo.
Desarrallo integrado de una secuencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
intereses por el mucho fraude que es público se halló en la ropa que Castro me
entregó 4%. Las autoridades capitulares siempre optan por actuar como
intermediarios o prestamistas en las grandes negociaciones, aunque
esta intervención no siempre asegura la cobranza497 •
Cuestión interesante que sólo mencionaremos aquí de paso, es
el rol de las cofradías en el proceso de mercantilización y en la expan-
sión del crédito mercantil. Antiguas corporaciones autodefinidas como
religiosas y cuyos reglamentos redactan las autoridades eclesiásticas,
muchas de ellas reciben generosas limosnas de mercaderes o reciben
bienes por testamento: Bartolomé Domínguez entrega 150 tercios de
yerba mate a la Cofradía de la Candelaria498 ; Lozada le debe a la poto-
sina de las Benditas Animas casi 300 reales y cuatro arrobas de cera;
pide que se pague esta deuda a sus mayordomos. El capitán Domingo
Gareca les debe más de 1.300. Esta Cofradía de las Animas, fundada en
la Santa Iglesia Matriz de Potosí, no parece ajena a las vinculaciones
políticas de los Tijera; por lo pronto, la cofradía misma conserva la pro-
piedad del oficio de escribano en el cabildo de San Salvador de Jujuy499 •
En la jurisdicción dependiente de esta ciudad hay tres cofradías:
Nuestra Señora de la Candelaria, San Antonio y Santa Bárbara.
4% ATJ. 25-777.
497 E11 diciembre de 1714 el mercader y vecino de Jujuy Francisco de Aguhn le pide al gobernador
Urízar 1111 préstamo para comprar cera en Santiago del Estero pagando con dinero y ropa; luego quiere cambiar
esa cera por yerba en el Colegio de la Compm1ía de Jesús. Al mio siguiente recibe poco más de 8.000 reales del
gobernador, que se los presta por hacerle buena obra. En mayo de 1716 vuelve a pedir 200 varas de ropa. Cuando
recibe el pago, Urízar lo transfiere a Juan de Hen·era, presbítero domiciliario del obispado. En1718 Aguirre le paga
a Herrera, pero al mio siguiente éste denuncia que el mercader le sigue debiendo casi 10.000; los 120 tercios de
yerba adeudados -se excusa Aguirre- los remite, 1111 poco tarde, a su demandante. Hem?ra no le tiene mucha con-
fianza: pide el embargo y la mujer de Aguine, Bárbara Martínez de Iriarte, hermana de otm presbítem, Agustín
de Iriarte, debe saldar la deuda. Finalmente, Aguine no paga y se marcha de la ciudad IATJ. 28-900).
498 ATJ, 27-883.
499 AGN, Justicia 10-202.
QUINTA PARTE
503 Contrato de inventario simple de todos los bienes comprendidos en jwisdicción de Tarija. La
Angostura, margm del valle de Toxo (AHPJ-AMVT, 143): Rudecindo Campero (negro, 40 años, lisiado); Leor
[sic] Martierena (negro, 30 mios); Santiago (negro, chico); Mntlreo (negro, chico); Teodoro Gutiérrez (mulato, 30
mios, ausente); Jorge Curwr (rengo); Pedro Gutiérrez (zambo, 25 mios); Vicente Mnrtierena (mulato, 18 mios);
Prudencia Mogollón (mulata, vieja); José de Uceda (zambo, 30 mios, hen-ero).
Memorias del Jujuy colouial y del Marquesado de Tajo. 241
Desarral/o integrado de una secumcia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
50' Copia del testammto obtmida por el escribmw Arizmmdi a pedimento de don Pedro Antonio
Campero, Marqués del Valle de Toxo, n cargo de don José Antonio Ruiz, desde el mro de 1813 hasta el actual de
1819, bajo In distinciones que se expresnrázz" (AHPJ-AMVT, 65). Sobre esta cuestión, Con ti y San/amaría (1992).
242 Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo.
DesmTallo integrado de una sewencia territorialmultiétnica, siglos XVI-XVIII
506 AHPJ-AMVT, 65. Esta westión puede completarse cozz "Cumta de cargo y data que lleva don
Miguel de Elizalde con el sezlor Marqués del Valle de Tojo desde el 27 de enero de 1807 de las remesas de matan-
zas que m percibimdo scgzín constará de las boletas que Iza recibido, asimismo de las existencias y deudas que que-
darozz de las cumtas mzteriores y vence en 27 de agosto de 1808. Razón de la misa que mandó decir el Marqués
del Valle de Tojo por el alma de su finado padre" IAHPJ-AMVT, 81).
507 Sesmta pesos por doce cargas /zarina de trigo [integrantes] de raciones anuales [evaluadas] a seis
pesos la car~a.
508 TJ·einta y dos pesos que se gastaron eJZ comprar dos cestos de coca de orden del Marqués para los jor-
naleros que trabajabmz las casas y los alfares y comprar lezla para la casa.
50" Una arroba de fien-o comprada en 1818 para mandar hacer rejas que costó once pesos que se com-
pró por mano del wra Vi/lada y la hechura de die/zas rejas costaron cuatro pesos y czzatro reales [cada] reja.
510 Todos los gastos de ropa parecm ser para los criados domésticos: cinco pesos gastados m once varas
de sarasa que compré para las criadas Mercedes y Dolores y watro reales m plata que di a cada una de ellas y al
negrito Gregario watro reales; cincuenta pesos y seis reales por doscimtas tres varas y media de trenzadil/o que
mandé a La Angostura para la gente a dos reales cada vara; treinta y siete pesos y watro reales por cien varas de
picote que mmzdé a Ibxo a real y medio [cada vara]; cuarezzta y siete pesos y dos reales por los picotes que gastó el
Marqués y el doctor Tellería y lo que parece habérsele dado a los criados. Afuera de otras varas que se Izan dado a
los criados y no se hmz apuntado.
Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo. 243
Desarrollo integrado de wza sewencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
nar la cifra: por ejemplo, unas compras 511 y leña y carne512; a la inversa,
hay 800 reales pagados a Francisco de Uriondo no se sabe por qué con-
cepto que aquí incluimos en deudas.
Otro documento de 1820513 enumera 101 agricultores que arrien-
dan tierras del Marqués en el valle de Sococha. De sólo cinco se espe-
cifica el cereal que cultivan y en qué volumen. La lista incluye dos agri-
cultores de Guanacuno, dos de Pampa del Salitre y tres de Los Hornos.
Sólo uno no paga arriendo por especial concesión del Marqués; otros
dos no aparecen en el momento del padrón y de uno no se registra el
canon que paga. La cifra anual percibida en concepto de arriendos por
el Marquesado en Sococha totaliza 11.539 reales, con un promedio de
114,2 por arrendatario. También aquí, como en la Puna, grupos fami-
liares parecen ocupar las mismas parcelas arrendadas, si nos guiamos
por la repetición de los apellidos: Tolaba se repite 10 veces, Cruz 9,
Mamani y Ramos 7, Churquina, Inca y Lamas 4, etcétera. El porcenta-
je de mujeres arrendatarias es muy pequeño. Que los arrendamientos
pasen a menudo de una persona a otra parece indicar que la migración
prosigue: es probable que Sococha actúe como una estación en la
migración definitiva al Tucumán.
Lo mismo podría haber ocurrido con Tojo: papeles de 1821-1823
se refieren a los migrantes que permanecen, en los años finales de la
Guerra de Independencia, trabajando en la hacienda de Tojo 514 : se trata
de varios expedientes substanciados en ese pueblo, referidos a las
viceparroquias de Santa Rosa de Lima de Tojo y Yunchara. Contempla
un total de 38 matrimonios; de los 76 contrayentes, 61 son naturales de
Tojo o de otras localidades que trabajan en la hacienda, algunos como
yanaconas: los 15 restantes viven en Yunchara (4 casos), San Pedro (1),
Rejara (1), Papachacra (2), Quiscacancha (2), Asloca, sobre el camino a
Livilivi (1), Pumayo (1), Paraje de los Cuartos (1), Guayllara (1) y
Rupasca (uno de la encomienda de Sococha). Como los documentos
expresan el lugar de nacimiento o residencia de los padres, tenemos
pruebas concretas de que las alianzas matrimoniales unían personas
de distintos pueblos: esto responde a la tradicional lógica andina de
511 Dieciséis pesos pagados a José Pascual Abracayte por cebo, grasa y papas que había dado al selior
eclesiástico su determinación de casamiento para que se labre las actuaciones pertinentes para verificar su soltu-
ra y libertad o cualquier otro impedinzmto para ello" (AHPJ-AMVT, 80).
244 Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo.
Desarrallo integrado de una secuencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
locales. Sin embargo, la crisis que afecta a Tarija y a muchos valles sub-
tropicales de los valles de Sococha y Tojo es factor determinante en la
densa migración a Jujuy.
Los datos siguientes figuran en las Revisitas de Indios practica-
das en cuatro doctrinas del partido de Tarija en 1785, 1792, 1799 y
1804521 • En 1793 se divide la jurisdicción tarijeña en tres repartimientos
según la Planilla de la Contaduría de retasas de 1765. Concepción del
Valle y Asunción de Chaguaya forman uno de ellos; San Bernardo de
Tarija y San Lorenzo los dos restantes 522 • La población indígena de la
doctrina de Concepción del Valle pasa de 418 individuos en 1785 a 424
en 1792, a 397 en 1799 y sube marcadamente a 1.285 en 1804. La tasa de
masculinidad pasa de un extremo al otro de período de 57.42 a 56.03.
El abrupto crecimiento de esta población en 1804 obedece a la incor-
poración de la doctrina de Asunción de Chaguaya, que incluye los dis-
tritos de Taxara y Churguis, haciendas anejas en lo espiritual a la de
Livilivi, provincia de Cinti523 • Chaguaya tiene 617 habitantes en 1785,
pasando a 854 en 1792 y a 1.152 en 1799. Sus tasas de masculinidad
bajan de 56.24 a 52.34 en el mismo período. San Bernardo de Tarija
tiene una evolución demográfica inversa ya que su población pasa de
1.173 individuos en 1785, a 1.212 en 1792, a 1.434 en 1799 para descen-
der a 791 en 1804. La tasa de masculinidad trepa en todo el período de
54.48 a 62.71. Finalmente San Lorenzo tiene 1.051 habitantes en 1785,
1.148 en 1792, 1.424 en 1799 y baja también a 823 en 1804. Su tasa de
masculinidad sube de 53.95 a 63.06.
Los datos sobre la doctrina de La Loma señalan 497 aborígenes
en 1785 y 604 en 1792 pero no están discriminados por sexo. Se presen-
ta aquí un fenómeno interesante: las cifras de Concepción del Valle,
donde está el complejo de La Angostura, muestra una muy lenta reduc-
ción demográfica en 1785-1799; en conjunto, su población baja de 418
indios a 397. Las tasas de masculinidad permanecen elevadas pero esta-
bles en todo el período. Las cifras de Asunción de Chaguaya, en cam-
bio, muestran un crecimiento sostenido, parecido al de San Bernardo y
San Lorenzo: de 617 indios en 1785 a 1.520 en 1799. La tasa de masculi-
nidad es igualmente alta pero con tendencia descendente. La población
de San Bernardo crece de 1.173 a 1.434 en 1785-1799 para caer a 791
521 úzs revisitas se enwentmn en el AGN: las referencias son1785: XIII-18-10-4; 1792: XIII-19-1-2;
1799t¡ 1804: XIII-19-2-2.
• 522 Valle 11 Carballo (1793).
!t
523 Valle Cm·bal/o (1793).
248 Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo.
Desarrallo integrado de una secuencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
Tandeter (1991).
52.¡
525Pino Manrique (1785).
526 Se tomaron las cifras de defwzciones anotadas en los registros pmToquiales de Tarija: para el perío-
do 1785-1792 en AGN, XIII-19-1-2 y para los períodos 1792-1799 y 1799-1804 e1z AGN, XIII-19-2-2.
Memorias del Jujuy colmrial y del Marquesado de Tajo. 249
Desarrallo i11tegrado de wra sewe11cia territorial multiét11ica, siglos XVI-XVIII
aquel establecimiento ... [y] como el punto de defensa para los mismos indios,
y su apoyo contra las tribus enemigas que ocupan las costas río abajo y las
lonjas de tierra entre el Bermejo y el Pilcomayo52R. Fernández Cornejo pro-
pone avanzar todos los fuertes de la frontera norte sobre el Chacd29;
simplificando en 1791 el plan originario de Arias, cree necesario ase-
gurar ese río con fuertes en Zapallarcito, Tren de Espinosa, Encrucijada
de Macomita, Fuerte de Esquina, San Francisco y Centa530 .
Esta abigarrada historia de fundaciones casi o totalmente frus-
tradas durante siglo y medio nunca logró resolver del todo el antiguo
problema de las frecuentes entradas aborígenes que remontan el curso
del Bermejo, una facilidad de acceso que pone realmente en peligro la
comunicación entre Jujuy y Tarija y amenaza directamente todas las
fronteras del pedemonte. Precisamente, el proyecto de fundar San
Ramón Nonato de la Nueva Orán, llevado a cabo en jurisdicción de la
gobernación-intendencia de Salta por el gobernador Ramón García de
León y Pizarro en 1794, persigue ese objetivo. La fundación de la
nueva ciudad ilustra definidamente los alcances de una tesis que ya
entonces goza de prestigio: las fronteras no se defienden con partidas
armadas o ataques punitivos, sino poblándolas y haciéndolas produ-
cir531. Este proyecto parte de la idea, comprobada en otras partes del
mundo, de que un poblamiento civil, efectivo y expansivo de las fron-
teras, reduce la capacidad bélica de las poblaciones aborígenes. En
forma subsidiaria, propicia el progresivo consenso de los indios redu-
cidos en fuertes y misiones. Ambos grupos, los pacificados y los reduci-
dos, podrían actuar de este modo como un antemural defensivo contra
los devastadores ataques provenientes del interior del Chaco. Las nue-
vas ciudades vendrían a sumarse a los fuertes y las misiones, pero con
un rol histórico de mayor trascendencia. Ya no se trataría sólo de evan-
gelizar para dominar o de dominar sencillamente mediante la supe-
rioridad militar española, sino de extender el propio dominio colonial
sobre los territorios del indígena.
528 We//esley Wi/de y Juan Adriáll Femández Cornejo, Itinerario para la carrera de comunicación entre
la ciudad de Salta y la Esquina Grande m la costa del río Bermejo, 1790 (AHS-Documelltacióll Varia, legajo 60).
52 " Femández Comejo (1780).
530 Kersten, 1905:23.
531 E11 su certificacióll de servicios del 25 de abril de 1795 lo hace ¡zotar el cabildo de Salta: mediante
las acertadas, oportu11as providencias que ha expedido el celo, la actividad y la prudencia del se11or Intendente
Gobemador no sólo 110 ha experimmtado la provincia 11i sus fronteras hostilidad algu11a 11i alteració11 por parte de
los indios infieles del Chaco, sino que mios watro mios y cuatro meses de este aiTeg/ado gobiemo se !tan alejado
los recelos de invasión al compás de que en los fuertes que guamecm las fro¡¡teras se ha pofecciollado la discipli-
na militar (AGI, Audimcia de Buenos Aires, Correspondencia cmz los Virreyes, 122-4-12).
Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo. 251
Desarrallo integrado de una secuencia territorialmultiétnica, siglos XVI-XVIII
532 El31 de octubre de 1795 el virrey Mela comunica al múzistro Gardoqui que el gobemador de Salta
Ramó11 García de Leó11 y Pizarra le ha remitido tres documentos instntctivos de sus méritos y servicios. Ver
Méritos y servicios del Brigadier de los Reales Ejércitos don Ramón García de León y Pizarra, Caballero de la
Orden de Calatrava y gobemador-intende11te de Salta (AGI, Audimcia de Buwos Aires, Correspondencia con los
virreyes, 1740-1815, 122-4-12). Ramón García de León y Pizarra era hijo del coronel José García de León (ex-
gobemador de Mazarquiuir) y de Francisca Pizarro. Su hermano José formaba parte del Cousejo de Indias y era
caballero de la Orden de Carlos III. Ramón commzó su brillante carrera militar como cadete en 1752 en el regi-
mie¡¡to de illfmztería de Orán, luego fue aswzdido a alférez y a tenimte de gra11aderos del Regimiwto de bzfmztería
del Príncipe. Ayudante del Castillo de Rosalcázar (en Orán, Africa del Norte), colaboró a apagar el incendio que
azotó la Real MaestraliZa el 8 de noviembre de 1772. En Ceuta y por encargo de su gobernador, el marqués de Vmz
Marcke, dictó la clase de matemática por ezzfermedad del director de la Real Academia y aprendió a cozzfeccimzar
planos y pezjiles de ese m clave africano. Ya en América, fue sargezzto mayor del Batallón de Milicias disciplina-
das de Blazzcos de Cartagezza de Indias y formó w1 batallón de milicias en la uilla de Mompox. Por ese motivo se
le cozzfirió el grado de teniente coronel de infazztcría ezz 1777. En marzo de ese mismo mio el virrey de Nueva
Granada lo desig11ó gnbenzador interino de la pmvizzcia del Río de la Hacha, donde fundó pueblos y luchó contra
los guajiros rebeldes; y ezz agosto se lo nombró gobemador y comalldmzte de la ¡n·ouincia de Maynas y a la vez,
coznisiozzado principal para el arreglo de los límites e¡¡tre Espazla y Portugal e¡¡ el río Marm1ón. En 1779 obtuvo
el gobienzo y la comandancia gez¡eral de la ciudad y pmvincia de Guayaquil, cargo que mmztuvo hasta fines de
1789. Fortificó y preparó la ciudad para la guerra contra Inglaterra y entrezuí a sus milicias; pmmouió imnmze-
rables obras públicas y de embellecimiezzto e hizo plantar (según/o izzformanla Real AudiC11cia y el presidente de
Quito) más de 600.000 árboles de cacao; tambiézz fomentó el astillero de Guayaquil. Ezz1783 se le cozzfirió el grado
de coronel de izzfantería y cinco mios después fue designado Caballero de la Orden de Calatrava. Finalmezzte, el 7
de marzo de 1789 se le designó gobenzador-izztezzdezzte de Salta del Tucumá11, cargo que asumió a fines de 1790.
Rafael de La Luz rewenta 1275 mataguayos ezz 1794, mio de la fzmdación de Orán, en la zozza some-
tida a co11tmlmilitar por la guanzición del Río del Valle; la misión de Cenia agrupó aproximadamente al38% de
los wiclzíes que lzabitabanla zona.
252 Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo.
Desan·allo integrado de una secuencia te~Titorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
sistemas defensivos, constituye sin embargo una fácil entrada de los ata-
ques indígenas, especialmente las temidas batidas de los jinetes tobas.
En 1790, cuando García Pizarro asume la gobernación-intendencia, reto-
ma la cuestión estratégica del control de los territorios indominados en
el valle de Centa. La misión de Nuestra Señora de las Angustias congre-
ga entonces sólo 485 wichí-wejoz533• Tiempo atrás él reconoció personal-
mente que en las inmediaciones del fuerte San Andrés y de la reducción
wichí de Nuestra Señora de las Angustias se extendía una espaciosa lla-
nura regada de ríos abundantes y de cristalinas fuentes de sabrosas [y] salu-
dables aguas, vestidas de sustanciosos pastos y poblada simetría de elevados [y]
robustos árboles que proporcionan excelentes maderas para todo género de cons-
trucción. Todos los ríos desaguan en el Tarija, llamado luego Grande o
Bermejo, una vía que estima defensiva contra el ataque aborigen, sobre
todo porque en la orilla opuesta residen algunos españoles. Enfatiza la
benignidad del clima y la fertilidad del suelo, donde pueden cultivarse
cañadulce y añil (de hecho, había cultivos pioneros desde años atrás);
también la riqueza íctica del Bermejo. Hasta ese momento, la misión
wichí de Centa es formalmente abastecida por 24.000 reales anuales pro-
cedentes del impuesto de sisa que se cobra en las ciudades a los merca-
deres en tránsito. De esa cifra, 2.500 sostienen Centa y San Ignacio de
Tobas y los 500 restantes pagan el sueldo a oficiales y partidarios.
Pero la cuestión es que este impuesto se cobra en pequeña pro-
porción o directamente no se cobra, por el persuasivo poder económi-
co de los mercaderes y sus alianzas con las élites capitulares de todo el
Tucumán. Pero sin sisa, ¿cómo se mantendrían las tropas de los fuertes
y los indios reducidos? Los conversores franciscanos de Nuestra Señora
de las Angustias proponen que el Estado tome las riendas del asunto,
convencidos de que los mercaderes y sus aliados no sólo han decidido
no pagar las sisas, sino que desde la expulsión de los jesuitas en 1767 el
stock ganadero de las antiguas misiones ha sido depredado sistemáti-
camente y vendido en el mercado regional. Los frailes tienen un pro-
yecto concreto: habilitar una estancia de ganados cerca de la misión con
un número suficiente de reses de cría para mantenerla y pagar a los
partidarios del fuerte San Andrés. Persuadido con esta propuesta,
García Pizarro convoca una junta provincial de Real Hacienda (18 de
diciembre de 1792), en la Real Tesorería de Salta, a la que concurren su
teniente asesor Tadeo Dávila, los ministros de la Real Hacienda, los
administradores generales del ramo de sisa y el abogado fiscal.
533 Rafael de[¡¡ Luz recuenta 1275 mataguayos m1794, mio de la fundación de Orán, en la zona some-
tida a cm¡trolmilitar por la guamició11 del Río del Valle; la misión de Cmta agrupó aproximadamente al 38% de
los wichíes que habitaban la zo11a.
Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo. 253
Desarrallo integrado de una secuencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
534 Para evitar el gasto anual de los tres mil pesos que lejos de proporcionar vestuario y algunas con-
veniencias futuras para los indios no alcanm para el alimento preciso, se compran por una vez tres mil cabems de
ganado vacuno, trescientas yeguas y doscientos caballos para que poblándose una estancia en aquel territorio tan
fértil como adecuado se asegure el alimento con/os procreas sin menoscabo y aún con aumento del principal, con
cuyo pntdente arbitrio puede cesar el gasto de los tres mil pesos a los cuatro mios poco más o menos y pueden des-
tinarse para otras ventajas hacia el mismo pueblo o para aumentar los fondos del ramo que está no poco alcanza-
do (es decir, que m1·oja déficit).
254 Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo.
Desanallo integrado de una sewencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
liario. Pero aún así, su valor sería muy exiguo por la distancia en que se
hallan de [alguna] ciudad para expendio de sus frutas y comercio recíproco.
Finalmente, como todos aceptan que la estancia no dará frutos en
seguida, se pide continuar con el sustento de los neófitos y del prest de
los soldados que antes se saldaron con los 24.000 reales535 •
Para organizar la estancia, García Pizarra ordena colocar carte-
les en las ciudades de Salta, Jujuy y Tucumán para que quienes quie-
ran vender ganado acudan a Salta, por sí o por apoderados. Reitera
que se necesitan 3.000 vacunos de tres años, pudiendo ser la tercera
parte novillos grandes; deben adquirirse 200 caballos mansos, sanos y
nuevos, 300 yeguas nuevas y de vientre. Todo debe efectuarse, tal
como lo ha ordenado el gobierno de Buenos Aires, en Junta de
Almonedas Públicas para comprar los animales a quien los venda más
baratos. Se pagará a los proveedores al contado la tercera parte de los
20.000 reales en que se estima su valor y a partir del segundo año se
saldará la mitad del resto, quedando especialrnente afectos e hipotecados a
la responsabilidad del crédito los productos de la Cruzada y de la Sisa. Se
reservarán los 4.000 restantes para el prest de los soldados.
El bando agrega que para que la piedad incomparable del rey no
resulte ineficaz como los anteriormente franqueados, cuidarán los padres con-
versores y doctrineros que sus neófitos se apliquen a la labranza de la tierra y
al plantío de árboles escogidos para que precavida toda necesidad, atraídos de
la abundancia y acostumbrados al gusto y provecho de las semillas y frutas
wltivadas, olviden o moderen la pasión a las silvestres causantes de su extra-
vío y desorden y se sujeten a la vida política y sociable que, al mismo tiempo
que los lisongee con la posesión de comodidades e intereses temporales, los
conduzca mediante la gracia del altísimo a la inteligencia de los divinos mis-
terios, a la práctica de las virtudes y a la felicidad de ser cristianos. En resu-
men, el proyecto de establecer una estancia de ganados para mantener
la misión de Centa y el fuerte usando un solo año de sisa permitiría
financiar el futuro con las crías del ganado, dejando que ese impuesto
se extinguiera como lo deseaban los mercaderes y sus sectores políti-
535 Se excusó de la distribución de ese dinero al coronel Gregario Zegada, empresario agropecuario pio-
nero en/a zona, por haber experimmtado las pérdidas que relata en su pedimento. Para que la contilwara en 1793
se le pasaría wz oficio del gobemador exigiéndole rendir wentas en tiempo y jon11a como lo había hecho hasta
entmzces. Debía remitir la última al Il'ibunal de Cuentas, pues las primeras rmdiciones se hallaban aprobadas;
como los comprobantes del balmzce superaban los 7.000 pesos, se lo autorizaba a solicitar la aprobación defúlitiva
de la Jzmta superior. Los gastos excedentes se atl'ibuímz al aumento de 200 neófitos sobre los oportunamente empa-
dronados. El virrey Cllviaría copia de todo a la Junta Superior de Hacimda de Salta, 18 de diciembre de 1792
[Autoridades rewúdas en Junta de Hacienda resuelven cuestiones relativas al finauciamimto y mtrega de tierras]
(AGI, Audiencia de Buenos Aires, 122-7-24).
Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo. 255
Desarral/o ilztegrado de una secuencia leiTitorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
536 El Thbwwl de Cuentas de Buenos Aires toma razón de este decreto el14 de enero de 1794 y el escri-
bmw del rey lo firma el 22. El 25 se emite para cumplir lo acordado y se da pase a García Pizano. Visto el expe-
diente promovido por el se1ior gobernador intendente de Salta de resulta de la visita que practicó de su provilzcia
el mio pasado de 1792 a fin de consultar mejor la subsistencia del fuerte y reducción nombrados de Cmta que se
/wllmr situados en la fmntera de Jujuy con lo expuesto por el Tribunal de Cuentas y ministerio fiscal, apruébase
el pmyecto de poblar la estancia que se propone, como tambiélz la población que se medita para la seguridad de
aquella provincia y su fommto procurando que la compra de ganados se haga en remate público para consultar
por este medio las mejores ventajas en sus precios previniéndose por/a Secretaría de Hacienda de Su Excelencia a
dicho gobernador que se espera de su acreditado celo tomará las más eficaces providencias m tan interesante asrm-
to para que m breve tiempo se exonere al ramo de sisa de los 3000 pesos que sufre por real disposición para la for-
mación del citado fuerte reducción y que está acreditado mejores adelantamientos; saliendo del deplorable estado
en que se halla a pesar de los cuantiosos dispendios que ha causado, dando cuenta cada mio a esta Junta de lo que
se hm¡a obrado para según sus resultas tomar las providencias que convenga y que esté a la mira a fin de que la
población se verifique en ten·mos fértiles y ventajosos sin permitir por ahora la guamición del fuerte de Cenia que
pennmzecerá para e11 caso de alguna irrupció11 como lo ordena el virrey.
256 Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo.
DesmTallo integrado de una secuencia te1Tilorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
537 ... que escusando con ventajas dentro de poco tiempo al peque1io fuerte de San Andrés que pemUJ-
necerá por alwra, sirva de antemural ... /tasia que avanzados como se piensa el Presidio de Ledesma y los demás
que defienden la frontera de Jujuy se pongan a cubierto de toda irrupción los fértiles dilatados terre1ws que son
regados por el río de Tarija y por/os otros que de11·aman sus agztas en el caudaloso Be1111ejo.
538 Oficio del gobentador Carda Pizarra al vimy de Buenos Aires Nicolás de A11·edo1ulo, 6 de marzo
53" .. .para que tomada la razón conespondiente se le de el11ecesario pasaporte COl! se/la/amiento del
s-1 1 Moro Díaz era secretario de la Capitanía Gmeral y Escribano de Gobiemo, Guerra y Real Hacienda
de la Gobemacióu-lntmdencia de Salta.
s-1 2 El 15 Moro Díaz eleva su informe, doude relata el primer recmwcimimto de los territorios imue-
diatos a los ríos Graude de Jujuy y Tarija. Aunque tieneu tierra, maderas y agua suficiente para la fundación de
la ciudad, habría que invertir mucha Cllergía para excavar las acequias porque las barrancas que los co11tiemm de
arma pura, teme que ocurra lo que pasó en Santiago del Estero que sin embargo del insoportable trabajo y cuall-
tioso gasto del ramo sufragante, no consigum el bim deseado más que por un corto tiempo del mio .. De los ríos
Sauta Cruz y Colorado puedm derivarse acequias, pero la abuudaucia de arma tornaría imposible la elaboraciáu
de adobes, ladrillos y tejas. Además, los bosques (requisito esmcial para uua buena población) estáu lejos. Moro
Díaz cree haber visto e11 ese mismo territorio, media legua hacia el este, 1111 campo limpio y de mejor suelo, cmlti-
guo a 1111 bosque de maderas iucorruptibles para edificar casas, árboles para distiutas labores y muchos para le11a.
Este bosque aprovechable se extieude por una llmwra durante seis o siete leguas de norte a sur. A seis u ocho cua-
dras de allí correu dos abu11dantes maua11tiales de agua potable dmtm del bosque, además de que todo este campo
puede regarse co11 el caudal del río CCIIta. Tampoco está lejana la piedra para los edificios, la arma ni la cal, ni
escasea la tierra para los materiales, de adobes, ladrillos, tejas, etc. Tiene cercana la pesca y la caza y a doce leguas
se euwentrau alturas cou uieves eternas para el refrigerio apetecido.
Memorias del ]ujuy colonial y del Marquesado de Tajo. 259
Desarral/o integrado de una secuencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
Gran Chaco [los tobas] a que están fronterizos e inmediatos, y aún de los tobas
de la misión de San Ignacio. Ese día, celebración del Triunfo de la Santa
Cruz y de Nuestra Señora del Carmen, el gobernador alza una cruz que
bendice el cura doctrinero y todos adoran y se proclama oficialmente a
San Ramón Nonato como patrono de la nueva ciudads.t3• La real cédula
de fundación fija provisoriamente los límites de Orán en el río de Las
Piedras por el sur, la vereda del Quiaca por el norte; la cordillera de
Humahuaca por el oeste y los indios bárbaros del Chaco por el este.
La Real Cédula (que advierte que no se previó paraje para car-
nicería siendo un edificio indispensable que merece la más cuidadosa atención
como que de ello depende en mucha parte el aseo de la población), se lee
delante de todas las autoridades que de inmediato la acatan; las cam-
panas de la ciudad y de la misión franciscana repican mañana, t~rde y
noche en señal de regocijo; se encienden luminarias y al día siguiente se
canta misa y se reza un tedéum. Como premio por haber fundado la
nueva ciudad, García Pizarro es designado presidente de la Audiencia
de Charcas (1797). Una vez delineadas las calles y la plaza, se señala el
sitio de la iglesia matriz, casas consistoriales, conventos y hospital. Se
reparte entre los colonos solares para casas, donde se construyen cuar-
tos precarios a la espera de las casas definitivas; también se edifica una
capilla que queda a cargo de dos franciscanos. De su propio peculio,
García Pizarro provee (gesto simbólico obligado) los ornamentos
sagrados. También se levanta una sala capitular y una cárcel que infun-
de respeto y temor.
Hay tres lotes iniciales de pobladores: el que procede de Salta
suma 27 individuos con sus familiass.u; el de vecinos de pueblos de la
Puna y los valles correspondientes a los curatos de Humahuaca y
Cerrillos, suma otros 59 con sus familiass.ts y finalmente viene el tercer
5• 3 Castro Boedo (1872:152) escribe que García Pizam1 fundó la ciudad de Orán m el mismo sitio de
Guadalcázar. La fwzdación se lzizo m las proximidades de las ruinas de la vieja ciudad destruida por/os ilzdios del
Chaco, pero 110 sobre el mismo sitio.
s.w Después de reconocer el esfuerzo del gobemador, los 27 presentmztes agregan: Iza sufrido el celo de
Usía las incomodidades y pmalidades que demanda wz camino dilatado de ochenta y watro leguas desde su capi-
tal [Salta] hasta este valle, y casi yermo de gmtes y auxilios necesarios, de que aquí también se carece, al paso que
ac¡zti abunda la plaga de los mosquitos. Prometw defmder la ciudad de los bárbaros de todo ataque que intmten
hacemos como lo lzmz tenido de costumbre; que Izarán las casas, las Consistoriales y cárcel provisional, y el tem-
plo y cementerio exterior e1z alguna distancia de la ciudad. Admiten que García Pizarra nombre las justicias y los
oficios públicos de esta república, las ordenanzas, el aneglo de milicias y oficiales. Rafael Bachierfirnw a ruego de
los demás ~ue 110 saben hacerlo.
·• 5 El 17 de julio llegó a Cenia el capitán de milicias don Ciprimzo González de Lanzadrid presentán-
dose al gobernador cmz cinwenta y 1weve vecinos, de los wales la mayoría formaban parte de la conzpmlía de
González.
260 Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo.
Desarrallo integrado de una secuencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
5 ~ 6 El 9 de junio de 1794 el guardián del Colegio Apostólico de Propaganda Fide de Tarija.jray Narciso
de Vega Otero, le /m escrito a García Pizarra cm1 referencia a In nota que este le enviara expresándole sus deseos
que quednsm canto conversores de Centa los frailes Estebmt Primo Aynln y Sebnstián Cuenca. El primero de ellos
le escribe al gobernador desde Tarija el 9 de agosto, diciéndole que e/17 saldrá de esa ciudad con los pobladores que
me quieran seguir que 110 dudo sem1 muchos, viwdo las proporciones tm1 ventajosas que Usía les ofrece. Ya el
guardián Vega Otero le había informado a Gnrcía Pizarra que llll tal bwcmcio Acosta había partido hacia Orán
co11 doce compm!eros para poblarse allí.
5 ~ 7 Castro Boedo (1872:152). El primer lote de pobladores procedente de Salta estuvo integrado por
Pedro Alvarado, Juan Ignacio Alvarez, Mariano Arias. José Dionisia Aysamo, el capitán Rafael Bachié1·, don
Gaspnr de Balza, Tomás Bravo, José Luciano Castro, José Marimw Gallardo, Tomás Garnica, Pedro Gil, Jumt de
Dios Giménez, Francisco Miguel Guzmán, don Pedro Pablo de Leóu y Palomino, don Remigio Loayza y
Ve/monte, don Lorenzo de Medilta, don Agustín Meri/lo, José Matías y José Paulina Ordóllez, don Gabilw
Panlta, don Pedro Peralta, el capitá11 Andrés Ramírez, Marimw Rojas, dmt José Romero, Isidro Sandoval,
Marimto Segovia y don Fraucisco Znmbrano. El segundo lote de pobladores, procedente de la Puna y los valles de
Jujuy estuvo integrado por Lorenzo Bautista, los criollos Carlos, Fabián, Ignacio, Patricio, Ramón y 1bmás
Cnuchi, Alberto y Mariano Castillo, Gerónimo, Martí11 y Matíns Cruz, Frmtcisco Chnngue, Antmtio y José
Domínguez, Dionisia y Lauremw Estrada, fosé Evara, Justo y Luis Gutiérrez, Evaristo y José Guzmán, otro dou
José Guzmán, Audrés, [11011 de la Cruz e Ignacio Herrera, Miguel Lomas, Crisóstomo Landnvismay, Cnsimiro
Layavedra, Félix, Isidro y José Lisárraga, Bouifacio, Lucas y Patricio Madrigal, Anselmo Martínez, Gaspar, Jorge
y Marcos Mendoza, Alejandro Quispe. Cristóbal, Hilm·io, Manuel y Paswal Ramos, Agustín y Eugenio Ribas,
Esteban So/á, Smttiago Soto, Narciso Suelza, José Tapia, Agustíu, Esteban, Mateo y Rafael Velázquez y Bartolomé
11 Mmwel Zambrmw.
• 5 ~ 8 Time establecido su cabildo, donde Diego de Pueyrredón ha sido nombrado alférez real y primer
regidor por lwber contribuido generosamente al equipamiento de la casa capitular; como alcalde mayor y segundo
regidor se desem¡1e1in el cnpitá11 de milicias Juan Antonio Moro Díaz, autor del informe de reconocimiento del
Valle de Cmta, y como alguacil mayoral y tercer regidor el capitán de milicias Ciprimw González de Lamadrid.
Por disposición real, estos uombmmientos fueron convertidos Cll vitalicios. Se nombraron además subdelegados m
Justicia, Policía, Hncimda y Guen-a. A comienzos de 1796 se designnrímt el síndico procurador, mayordomo de
propios, etcétera.
5 ~Y Real Cédula de Armtjuez de/4 de mayo de 1797, reitermtdo el texto de In otorgada e¡¡ San Lorenzo
el 4 de diciembre de 1796, aparentemente extraviada (AGPS, Registro Administrativo, Departamento de
Hacieudn, Fundación de la ciudad de Orán, 1840).
Memorias del Jujuy colmzial y del Marquesado de Tajo. 261
Desarrollo i¡¡tegrado de 11110 sewmcia territorialmultiétnica, siglos XVI-XVIII
siempre que se reserve para beneficio del dueño 300 varas de monte o
bosque más inmediatas a su casa.
Inmediatamente después de estas formalidades, el31 de agosto
se reúnen las nuevas autoridades para armar a la población pionera550•
García Pizarro exhorta a los colonos-soldados y a sus hijos y conchaba-
dos a que atiendan sus haciendas. Que recuerden que Manzo, Buena
Esperanza y Guadalcázar fueron destruidas por los indios porque sus
pobladores no atendieron debidamente sus tareas. Deben realizar
excursiones periódicas para conocer el territorio, cuidar el ganado e ins-
pirar temor a los gentiles, sin atacarlos salvo caso de justa defensa. Deben
llevar siempre intérpretes e indios reducidos. El fuerte San Andrés se
traslada a fines de 1794, diez leguas al este del Valle de Centa; lo reem-
plaza el fuerte Pizarra, inaugurado ese año en la confluencia del San
Francisco con el Bermejo 551 • A diferencia de los otros, el nuevo fuerte
será atendido por los colonos armados y no por partidarios o presidiarios.
550 Gorda Pizarra, Diego José de Pueyrredón, Francisco González y San Millá11 coi¡¡cidm m co11stituir
con los colo11os 1111 eswadrón de drago11es milicia¡¡os de tres compmlías de a 50 plazas por el momento, au11que
luego se iría aumenta11do hasta formar elregimie11to de la Nueva Orá11. Se elige coronel de/nuevo werpo al regi-
dor decano del cabildo de Jujuy Diego José de Pueyn-edón, que había ido en su representación. Pedro Arias
Castella11os saá Ayudante Mayor y Rafael Bachier es designado portaguión. Tambié11 se le propone a García
Pizarra lograr de la coro11a el fuero militar para los i11tegrantes del escuadrón que defmderían las fro¡¡teras a su
costa. Informe y testimonio co11 que el gobemador illtendente de Salta [Ramón García Pizano] instruye a Su
Majestad de haber fulldado 11110 ciudad titulada Nueva Orán, Salta, 4 de agosto de 1795 (AGI, Audie11cia de
Buenos Aires, 122-7-24). El virrey de Buenos Aires Pedm Me/o de Portugal e11vió este informe al rey e/5 de sep-
tiembre de 1795.
551 Castro Boedo (1872:149).
262 Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tajo.
Desarrallo integrado de una secuencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
550 El gobemador dice que como ese cabildo es el principal de los de esta provincia y capital de mi resi-
dencia, es muy regular que usía dispute a 11110 de los individuos de ese werpo o vecindario para que a su nombre
vmga a presenciar y acompallar aquella regia función, co11 lo cual habrá constancia de haberse unido la voluntad
de usía con la mía m servicio de ambas magestades y causa pública.
FINAL E
553 El testimonio posterior a la aisis del franciscano Comajtmcosa revela que había 71 viviendas e11
Orán, de las cuales 30 estabmi prácticamente decaídas por abandono o por muerte de sus ocupantes originales
(citado por Poderti, 1995:52-53).
554 El texto original dice sivinipis; AGN, Hacienda, 109:2809.
264 Memorias del Jujuy colo11inl y del Marquesado de Tajo.
DesmTallo integrado de una secuencia territorial multiétnica, siglos XVI-XVIII
2. RECOPILACIONES DOCUMENTALES
3. BIBLIOGRAFÍA CONTEMPORANEA