Historia Del Indio

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 14

VEXILOLOGÍA SEPARATISTA

enero 14, 2016 Soberanía

Análisis de las hipotéticas banderas indigenistas y de los falsos mapuches.

La vexilología es la disciplina que estudia sobre el origen y conformación de las banderas. Ya hemos
ido subiendo oportunamente información sobre algunos de los símbolos usados por los grupos
separatistas, pero aquí hemos sistematizado y ampliado lo ya expuesto.

A través de una intensa campaña de propaganda y de saturación visual se nos pretende hacer creer
que ciertos símbolos, esgrimidos por los llamados (a veces mal llamados) “pueblos originarios”,
tienen un carácter ancestral. Nada más falso, toda vez que el concepto de bandera es occidental y
que los indígenas precolombinos no conocieron las telas de flameo. Es oportuno escribir algunas
líneas al respecto para ver cuánto tienen de apócrifas dichas presuntas enseñas.

LA WIPHALA. Bandera cuadriculada multicolor convertida en símbolo nacional por Evo Morales en
Bolivia (imagen 1). Sobre ella nos dice la Academia Nacional de Historia del Perú: “El uso oficial de
la mal llamada bandera del Tahuantinsuyo es equívoco e indebido. En el mundo prehispánico andino
no se vivió el concepto de bandera, que no corresponde a su contexto histórico”. Posición
compartida por el Congreso de la República del Perú, que publicó en su boletín número 59, del 23
de junio de 2004, la siguiente aclaración: “El origen de la mencionada bandera es tan sólo una
invención del siglo XX. Una investigación publicada en el diario El Comercio señala como su autor al
ingeniero Raúl Montesinos Espejo, dueño de la radio Tahuantinsuyo, quien en 1973 la utilizó al
conmemorar el 25 aniversario de su radioemisora. Luego su uso se fue extendiendo, razón que llevó
en 1978 al alcalde del Cuzco, Gilberto Muñiz Caparó, a declararla como emblema de su ciudad”.

Badera Indigenista

Bandera De Cuzco

Algunos investigadores sostienen otra teoría que señala el origen de la Wiphala en la bandera
ajedrezada de los tercios españoles y menciona la serie de pinturas de los denominados Ángeles de
Calamarca, donde aparecen representaciones de banderas ajedrezadas multicolores, y un cuadro
llamado “Entrada del Virrey Morcillo a Potosí, de Melchor Pérez de Holguín”, que se conserva en el
Museo de América de Madrid, y en el cual se puede ver al templo de San Martín en cuyas torres
flamean dos wiphalas.

Una tercera teoría señala que el origen de la Wiphala es la etiqueta de una marca de gaseosas
boliviana llamada “Champancola”. Durante la preparación del Primer Congreso Indigenista Nacional
de Bolivia, el investigador Hugo Lanza Ordóñez propuso crear un emblema para dicho evento. Otro
de los organizadores, Germán Monroy Block opinó a favor de usar una banderita más colorida, y
ambos se dirigieron a la imprenta de un seño llamado Gastón Velasco. Estaban discutiendo los
colores que debía usarse en la bandera, cuando don Gastón recordó que tiempo atrás le habían
encargado la elaboración de una etiqueta para la Champancola. La misma que se componía de
cuadraditos de varios colores, y el diseño fue adoptado para darle colorido al primer Congreso
Indigenista de Bolivia. Elizabeth de Col de Céspedes, que narra esta historia en un artículo, asegura
haberla oído de labios del mencionado Lanza Ordóñez y tuvo la oportunidad de preguntar por su
veracidad al imprentero Velasco, quien, la corroboró sonriendo, diciéndole: “Cierto es, niñita,
¿cuándo pues has visto un tejidito a cuadros entre los aymaras, o cuándo se ha conocido antes esos
colores si son invento de ahorita?”.

De cualquiera de las tres formas queda en evidencia que no se trata de un símbolo ancestral
indígena. La historiadora peruana María Rostworowski Tovar de Diez Canseco pide separar “las
cosas verídicas, serias y reales, de las tonterías. Es momento de hacer un deslinde y rectificar por
qué está tomando cuerpo una cosa que no es histórica”. Y, para rematar, lanza esta frase: “Le doy
mi vida, los incas no tuvieron esa bandera. Esa bandera no existió, ningún cronista hace referencia
a ella”.

EL WENUFOYE (imagen 2): Transcribimos un párrafo de Rodolfo Casamiquela, “Racista


antimapuche”… o la verdadera antigüedad de los mapuches en la Argentina”: La bandera no existía
en América a la llegada de los españoles. Su nombre mapuche es “terá-terá, derivado del castellano
“bandera”, (aunque hoy se ha difundido un neologismo mapuche, “foye wenú”, que, con la
intención de expresar “flamea arriba” (que sería fochei wenú), expresa algo bien diferente: ¡canelo
arriba!)”. (Nota: el canelo es un árbol típico de algunas regiones cordilleras).

Muy lejos de ser un símbolo ancestral, la “bandera mapuche” que se busca imponer en las escuelas
y edificios públicos de la Patagonia argentina fue creada en 1991 por el Consejo de Todas Las Tierras
y actualmente se usa en Chile. El CCT está liderado por Aucán Huilcamán, hombre que pasa la mitad
del año en Suiza recolectando euros para el separatismo mapuche y que, según datos de la Policía
de Investigaciones de Chile, realizó 198 viajes a Europa en 10 años, más que el Papa o el presidente
de EEUU.

La apropiación acrítica de la Whipala

Imprimir Correo electrónico

Este artículo nos habla sobre la representatividad de la whipala, y lo que implica su utilización en las
comunidades andinas. Se trata de un planteo que deja al desnudo las adscripciones acríticas que
algunas comunidades hacen de los símbolos culturales

Recientemente, por intermedio del paisano Ser Jatun Inti (referente de la Biblioteca Sisa Jan
Inakt'tiri - Flor inquieta), tuve conocimiento de este trabajo de Franco Limber sobre la
representatividad de la whipala, y lo que implica su utilización en las comunidades andinas. Se trata
de un extenso planteo que deja al desnudo las adscripciones acríticas que algunas comunidades
hacen de los símbolos culturales, y que por desconocimiento en muchos casos se vincula con el
entendimiento de la identidad. Considero que el texto resulta válido para interpelar los diferentes
planos de entendimiento de la cultura aymará.

El autor establece tres propósitos para desarrollar el concepto: en primer lugar hacer conocer la
historia objetiva de la wiphala basándose en elementos históricos que ha considerado como
referentes puntuales, en segundo lugar aclarar dudas de quienes buscan conocer la construcción de
la wiphala moderna utilizada hoy como símbolo del mundo “indígena”, y por último “apartar
elementos imaginativos con el cual se ha venido construyendo diferentes idearios esotéricos a lo
largo del tiempo hasta el presente, despejando conceptos ilusorios que carecen de fundamentación
real, las diferentes argumentaciones ficticias que se ha proliferado en escritos que contextualmente
tendieron a ser más ideológicos que veraces”, no deja de resultar una tarea necesaria, que permite
urdir entendimientos endógenos, entretejidos bajo siglos de interpretaciones que en su mayoría
prescindieron de la investigación.

Según lo considera el autor diferentes pensadores Indios afirman que el termino bandera es una
“imposición occidental”, el cual tiene cierta valides, pero la misma no cambia la naturaleza humana
de construir símbolos de acuerdo a eventuales motivaciones sociales, por ello Limber recurre a la
vexilología (estudio de las banderas en un sentido amplio) para así comprender de la forma más
racional la construcción de la wiphala en la historia.
Hay un dato interesante, y es el origen de la bandera como portadora de un sentido de pertenencia
cultural, el imaginario colectivo trazaría sin dudar dicha ubicación geográfica-temporal en alguna
región europea medieval, pero en verdad tiene un origen Asiático, exactamente en la actual
Birmania. Para encontrar la primera bandera documentada históricamente nos tenemos que
trasladar al Imperio Persa, que durante la Dinastía Aqueménide (550 – 330 a.C.) se utilizó
ininterrumpidamente la bandera Derafsh Kaviani como símbolo identificativo del imperio (se
trataba de un rectángulo de cuero cubierto con una fina capa de seda, adornada con piedras
preciosas que formaban una estrella de cuatro puntas con forma de aspa, indicando los cuatro
puntos cardinales), diversas ilustraciones han permitido conocer sus colores: escarlata, amarillo y
magenta, algunos historiadores sostienen que esta bandera desapareció después de la conquista
musulmana.

Para Limber la historia real de la wiphala es improbable de verificar, debido a que sus referencias
son contadas, incluso mucho de ellas son imposibles de comprobación, por ello en su gran mayoría
los intelectuales Indios recurrieron a la imaginación para llenar un vacío, que en algún punto tiene
relación con la inexistencia del concepto “bandera” en la América precolombina, lo cual lleva a una
inevitable congoja intelectual, perdiéndose la esencia del significado de sus orígenes.

Esta situación ha ocasionado intensos debates en relación a las características principales de la


whipala, como por ejemplo el significado de los colores o la supuesta utilización de la bandera como
calendario astronómico, una interpretación que para Limber no tiene forma de sostenerse con
argumentos fidedignos.

Vale replicar estas palabras: “En los tiempos que acaecen es necesario separar lo real de lo
imaginativo, para así poder avanzar en los nuevos retos que los pueblos Indios enfrentan. El
esoterismo folclórico ha ido mermando las aspiraciones históricas de los indios como la búsqueda
del poder político y económico, búsqueda que se ha materializado en los diferentes levantamientos
y procesos políticos de los indios que fueron acompañados por la Wiphala”.

Lo que murmuran en silencio los tejidos y las vasijas

El análisis impacta, en primer lugar el entendimiento de la wiphala como artesanía Pre-colonial


(creada antes de la llegada de Cristóbal Colón a tierras de Abya Yala), para el investigador boliviano
en este periodo encontraremos algunas referencias graficas muy interesantes, parecidas en su
conjunto a la actual wiphala moderna, las culturas andinas tenían cierta valoración del manejo de
múltiples colores en sus trabajos manuales, esta característica se mantiene hasta el día de hoy,
especialmente en los aymaras, incluso se puede apreciar en su arquitectura urbana, en los
denominados “Cholets” (edificaciones parecidas a los chalet’s europeos, pero con características
nativas aymaras, sobre todo en la ciudad de El Alto de La Paz, que mantiene la característica de usar
diversos colores intensos, que hacen referencia a los tejidos como el Awayu -prenda de las mujeres
que usan para abrigar o cargar - y motivos Tiwanakotas como la Chakana). El militante indígena
registra la similitud con antiguas piezas talladas en piedra o imágenes tejidas en telares andinos, es
precisamente en las artesanías de la época pre-colonial donde ha encontrado los primeros indicios
de la forma cuadriculada de la wiphala y sus colores actuales, pero sostiene que es imposible
descifrar su significado original, y que no es prudente asociar la idea de un símbolo, usado desde
aquella época, con lo que actualmente se entiende por whipala en la sociedad actual. Mucha agua
ha corrido debajo del puente, y aún quedan interpretaciones que los tejidos y las vasijas acompañan
en silencio.

Franco Limber se ha tomado el trabajo de analizar las imágenes, lo que le da un alto valor a su
investigación, desde una Chuspa para la coca del periodo Tiwanakota (un tejido que aún utilizan los
yatiris, considerados chamanes o médicos en la cultura andina), en donde se aprecian figuras
similares a la wiphala actual, hasta ilustraciones plasmadas en vasos ceremoniales Qiru, donde es
posible identificar un guerrero portando una wiphala, y en muchos casos sostenida por un mástil, lo
que para el investigador es parte importante en la vexilología, ya que da origen a la bandera
propiamente dicha. En diferentes museos se encuentran vasos de este tipo pertenecientes a la
época precolombina, estilo que debió ser transmitido entre generaciones, y copiado por artesanos
de los diferentes pueblos de la región altiplánica.

Posteriormente incluye ejemplos de pinturas realizadas a comienzos del siglo XVIII en la actual
Bolivia, realizadas por pintores barrocos coloniales, donde confluyen ángeles con ropajes propios
de la moda femenina europea, advirtiéndose sobre la espalda un manto similar a la whipala (estos
ejemplos nos recuerdan de algún modo los ángeles arcabuceros de la iglesia de Uquía, en Jujuy,
donde conviven en silencioso sincretismo las dos culturas que interpelaron la memoria de los
pueblos andinos), otras pinturas son propias de la Escuela Cusqueña (siglos XVII o XVIII) donde se
visualizan arcángeles y whipalas.

Para Limber ya es posible analizar, desde los levantamientos indígenas del periodo colonial, sobre
la existencia de símbolos utilizados en contextos de insurgencia India, concretamente los del pueblo
Aymará, incluso afirma que los Aymaras son los poseedores de la tradición y creación de la wiphala,
y aquí toma como referente la figura de Germán Choquehuanca, considerado ni más ni menos que
el padre de la wiphala moderna, responsable de la reconstitución de dicha bandera, y especialmente
de su divulgación como símbolo entre los indios.

Este líder, originario de la provincia de Omasuyos, nace a la vida militante en la secundaria, cuando
era panfletero del Movimiento Universitario Julián Apaza (MUJA), en los 60. En 1999, se alió con
Felipe Quispe “el Mallku”; con él y otros cinco indígenas formaron el MIP (Movimiento Indígena
Pachacuti) y lograron ingresar a la Cámara de Diputados, donde asistía con una vestimenta indígena
y una pluma en la cabeza. Fundó la Universidad Indígena Tahuantinsuyo, donde se enseña
conocimiento y prácticas de los pueblos indios. Es docente desde 1984 en la Universidad Siglo XX y
luego en la UPEA (Universidad Pública de El Alto) y la UMSA (Universidad Mayor de San Andrés).

Su inquietud lo llevó a investigar y escribir, siendo para Limber el autor más prolífico en materia de
wiphalas, compartiendo artículos y estudios relativos a whipalas comuneras y banderas coloniales.
Según Choquehuanca la Wiphala ha sufrido algunas modificaciones desde las épocas de la colonia y
la república. Por ejemplo, la bandera que levantó Pablo Zarate Villca (un caudillo y militar boliviano)
era de 11 por 12 cuadraditos (total de 132 casillas), la que flameó en la localidad de Ayo Ayo antes
de 1852 era de 20 por 20, en total 400 cuadraditos.

Choquehuanca dice que incluso se vio en la película Nación Clandestina una whipala con colores
negro y café, en otras banderas hasta habían agregado el rosado y el guindo. Es así que el historiador
decidió diseñarla en 1979, sobre el modelo de una wiphala plasmada en un vaso qiru (o kheru)
expuesto en el museo Abad de Cuzco, Perú, la cual tenía siete por siete cuadraditos.

La wiphala que hoy vemos fue diseñada según los criterios de Choquehuanca, su trabajo no solo se
limitó al diseño de la misma, también en su divulgación como símbolo indio entre los Aymaras, tarea
que no fue fácil, ya que cuando los indianistas empezaron a usar este símbolo, no solo fueron objeto
de agresiones por parte de los “q’aras” sean de izquierda o derecha, sino también de aymaras. En
su afán de defender la autoctonía de la wiphala se tomó el trabajo de buscar en la prensa boliviana
las primeras menciones a este objeto y he aquí que halló notas sobre la "huifala" y la "wipala" (sic),
entre 1930 y 1950. En ambos casos, los artículos de prensa que Choque consultó indican que se
trata de un "emblema de los indios", "inventado por ellos".

Lo que sigue, vale la pena consultarlo en los escritos de Franco Limber, quien también ha publicado
poesía, objetivando la utilización de la Whipala en los movimientos Indianistas-Kataristas de la
segunda mitad del siglo XX, donde deja en evidencia el carácter emblemático del símbolo multicolor
en contextos de manifestaciones, luchas y reclamos de las comunidades andinas; la vinculación del
emblema tanto con personajes políticos ideológicos (en el que resulta valioso detenerse en la figura
de Fausto Reinaga, considerado uno de los mayores representantes del indianismo), como con los
movimientos políticos indígenas, cuyos líderes sostuvieron la whipala emparentándola con el
entendimiento de la resistencia cultural e identitaria.

Se trata de un símbolo unificador que ha permitido visualizar la realidad de complejos movimientos


sociales ligados por conflictos de poder, un instrumento de lucha con un fuerte sentido de
pertenencia y un vínculo con ideas revolucionarias cuya utilización sembró adscripciones y críticas
en numerosos escenarios políticos, razones fundadas por variados motivos en donde no es posible
desconsiderar lo que para Limber es un punto central indiscutible: que el carácter inspirador de
rebeldía de la whipala “se pierde acompañado del discurso indianista con el que nació. El debate
puede centrarse: si es que existe la posibilidad de volver a darle la cualidad rebelde con la que nació,
o dejar que se mantenga dentro de la mecánica jurídica estatal, en todo caso su futura
reconstrucción está en manos de su legítimo dueño, el pueblo aymará”.

Por Daniel Canosa

Fecha: 14/11/2018

Nota:

Para ampliar la información se recomienda consultar el blog de Franco Limber, investigador


boliviano, quien estudió en Universidad Mayor de San Andrés y publicó numerosos artículos
indianistas que hacen a la identidad cultural indígena de los pueblos andinos:
http://francolimber.blogspot.com/

Wilmer Machaca
4 de septiembre de 2018
Recientemente, en un seminario sobre la posverdad en la UMSA (23/8/2018, Walter Chavez, quien
fuera estratega de comunicación del gobierno, decía: “El 2006 nos parecía grandioso tener
whiphalas en la casa, en la poleras; quizás no al 100 %, pero una enorme mayoría sí. Hoy vean el
82% ya no le gusta la whipala, ya no. La oposición hizo algo para eso, no! El gobierno no construyó
ideología dominante sobre eso, sobre lo que era central sobre este proceso."

No es que no se hubiera construido ideología, sino lo que el gobierno construyó fue pachamamismo.
Mutiló de su carácter histórico de lucha anticolonial a la whiphala. Recientemente, en un foro
debate en la UPEA (7/9/2018), estaban en una misma mesa Constantino Lima, German
Choquehunaca y Fernando Untoja. Choquehuanca reconocía que si bien Constantino y los primeros
indianistas ya enarbolaban la whiphala (con diversas cuadraturas y colores) fue él quien lo
estandarizó este símbolo, le dio un sentido "ancestral" y lo difundió. Es más, mencionó el detalle de
que lo diseño en la computadora de Fernando Untoja, quien además respondió que se sacaba el
sombrero ante Choquehuanca por que con su trabajo e invención había convencido al mundo de
ello.

Se pude decir que hay tres concepciones de la whiphala, una histórica política, una institucional y
otra que se la podría llamar esotérica o mística. La primera es a la cual hacemos referencia arriba,
fruto del proceso histórico de lucha anticolonial que bien lo resume Franco Limber en su texto
“breve historia real de la whipala”( https://es.slideshare.net/…/breve-historia-real-de-la-whipa… ).
La segunda, que tiene base en el trabajo de Choquehunca, fue institucionalizada por el gobierno,
donde personajes como Fernando Huanacuni, Marcelo Zaiduni, David Choquehuanca, alejados de
lo que fue este proceso histórico, le dieron connotaciones enigmáticas y sin mencionar a Germán
Choquehuanca. La tercera, que se puede comprobar fácilmente googleando, es la esotérica, que se
basa en lo que el gobierno boliviano institucionalizó como significados y que se ve principalmente
en países como #Argentina, con las siguientes apreciaciones: “se utiliza para poder encontrarse uno
mismo, encontrar el camino que nos lleve al Nirvana”, “la bandera de los pueblos originarios ultima
conexión con nuestros hermanos del cosmos”, “ representa la federación galáctica que 49
federaciones humanas”,” los 7 colores que plasmaban las 7 razas humanas”, etc.

Hace 12 años atrás hubiera sido impensable una marcha de cocaleros o de aymaras de Achacachi si
enarbolar la whiphala, pero eso se ha visto ayer en la multitudinaria marcha de los cocaleros de la
asunta, lo mismo que se vio el año pasado en Achacachi, en el conflicto que pedía la renuncia de su
alcalde del MAS, acusado de corrupción. Hoy parece ser que la whipala pasó de ser un símbolo de
lucha del pueblo aymara y quechua a ser, fruto de la instrumentalización de lo “indígena” por el
gobierno, un “símbolo masista”.

La decadencia de la construcción simbólica que ha hecho el gobierno y su cuestionamineto por los


sectores que lo forjaron en las luchas en las calles son un preludio del fracaso del Estado
plurinacional y de su proceso de descolonización.

El fraude histórico de la ‘bandera indígena’


Go to the profile of Marcos Merino
Marcos Merino
Oct 17, 2016
El Ayuntamiento de Madrid gobernado por Manuela Carmena colgó la semana pasada una ‘bandera
indígena’ de un balcón de la Junta de Distrito de Centro. ¿Su objetivo? Restar protagonismo a la
enseña española en la víspera de la Fiesta Nacional y, de paso, alinearse con la reinterpretación del
Día de la Hispanidad como ‘Día de la Resistencia Indígena’, promovida por Hugo Chávez en 2002 y
que sólo se celebra en Venezuela y Nicaragua.

Los defensores de la susodicha bandera indígena, que recibe el nombre de wiphala y se compone
de 49 cuadros con los colores del arcoiris agrupados en diagonal, la exhiben como un símbolo étnico
ancestral de los indígenas andinos y, por ello, como emblema de la lucha contra los españoles en el
siglo XVI. Sin embargo, basta con arañar un poco en la historia para descubrir que el trozo de tela
exhibido por el consistorio de Ahora Madrid no es más que un fraude histórico bastante reciente.

La bandera inexistente

“Es momento de hacer un deslinde y rectificar, porque está tomando cuerpo una cosa que no es
histórica. Y la Historia hay que defenderla”. (María Rostworowski, historiadora peruana)
En su obra ‘Breve historia real de la wiphala’, el militante indigenista boliviano Franco Limber
reconoce que las referencias históricas de la misma “son contadas, incluso muchas de ellas son de
imposible comprobación” y que por ello “los intelectuales indios recurrieron a la imaginación para
llenar un vacío”. De hecho, el primer vacío que se vieron obligados a rellenar fue la misma
inexistencia del concepto de ‘bandera’ en la América precolombina.

Según declaró la Academia Nacional de Historia del Perú sobre otra supuesta bandera ancestral
indígena, llamada ‘bandera del Tahuantinsuyo’ y convertida oficialmente en bandera de Cuzco hace
40 años, “su uso es equívoco e indebido, en el mundo prehispánico andino no se vivió el concepto
de bandera, que no corresponde a su contexto histórico”.

Lo que sí existía, según explica Bernabé Cobo en ‘Historia del Nuevo Mundo’ (1609) era el unancha,
el estandarte real en el que cada gobernante inca exhibía en batalla sus propios símbolos distintivos
(de modo que se trataba de una enseña personal, y no nacional).

Dado el supuesto origen aymara de la wiphala, parece poco posible que los incas (que conquistaron
los reinos aymaras 90 años antes de la llegada de Pizarro) asumieran como propio el símbolo de un
pueblo sometido. Pero ¿por qué hablamos del ‘supuesto origen aymara’ de la bandera?
Fundamentalmente porque su existencia fue meramente deducida a partir de una palabra de
significado incierto.

En 1945 el especialista en cultura aymara Hugo Lanza señaló al resto de asistentes al I Congreso
Indigenista Boliviano que se celebraba en La Paz la existencia del término ‘wiphala’. Recurriendo a
una conjetura tras otra, Lanza dedujo que la palabra se componía de la unión de ‘wiphai’ (‘triunfo)
y de ‘lapks-lapks’ (una onomatopeya del viento); que por ello podría ser traducida como ‘triunfo
ondeante’; y que de ahí cabía concluir que los aymaras habían contando con un símbolo nacional
en forma de bandera.

Pero, claro, una vez ‘establecida’ su existencia, faltaba ‘deducir’ su aspecto. Ahí fue cuando Germán
Monroy, cofundador del Movimiento Nacionalista Revolucionario, propuso recurrir a un patrón de
diseño que ya había aparecido en algunas prendas y complementos (como las chuspas, o bolsas para
portar las hojas de coca y cacao) de culturas preincaicas y que gozaba de cierta popularidad en esos
años… por asemejarse al usado en la etiqueta de un refresco con alcohol de producción boliviana,
la ‘Champancola’.
Aun dejando de lado el deficiente uso del método científico de Hugo Lanza y el cuestionable criterio
gráfico de Germán Monroy, y aunque se alegue que la aparición del patrón de la wiphala en las
chuspas evidenciaría su vinculación ancestral con los pueblos andinos, aún cabe señalar que el
‘patrón’ tenía únicamente unos fines decorativos no muy diferentes de nuestros cuadros de mantel
(y, como éstos, diferían enormemente entre sí en el número de cuadros y en la disposición y
selección de colores).

Como comparación, podríamos decir que elegir un diseño totalmente aleatorio de tartán como
bandera de Escocia hubiera constituido un sinsentido no menor que el de decantarse por un diseño
ajedrezado concreto para dar forma a la wiphala. Pero eso no supuso impedimento alguno para que
los indigenistas siguieran ‘reconstruyendo’ en años sucesivos los ‘símbolos ancestrales’ de la ‘patria
indígena’.

El Sabino Arana indígena (y ‘new age’)

La estandarización y difusión de la forma final de la wiphala, la misma que ha terminado ondeando


en la Junta de Distrito de Centro, tuvo que esperar a la irrupción en los años 70 de Germán Choque
Condori, intelectual y diputado indigenista más conocido por su nombre de guerra, Inka Waskar
Chukiwanka.

En un artículo publicado en la web del Real Instituto Elcano, titulado ‘¿Justicia indígena o barbarie?’,
se explica que Chukiwanka clama ser el “‘redescubridor’ de la wiphala y restaurador del ‘año nuevo
indio’, además de atribuirse la recuperación de la escritura del milenario idioma tawa, de inventar
el calendario marawata –o calendario indio– y recuperar muchos nombres indígenas que ahora han
vuelto a utilizarse para bautizar niños aimaras”. El mismo artículo también señala un paralelismo
obvio de este personaje: “podría considerarse el Sabino Arana del neonacionalismo étnico andino”.

Chukiwanka ha escrito ya dos libros con su labor de ‘recuperación’ de la wiphala como tema
principal: ‘Origen y constitución de la wiphala’ y ‘Enemigos de la wiphala’. En ellos relata cómo se
decidió unificar el diseño de esta bandera con el fin de dotar de un emblema representativo al
Movimiento Indio Tupac Katari (MITKA) en el que él militaba y después tratar de difundir su
adopción como símbolo nacional, en un proceso que no hace más que recordar a la historia de la
ikurriña.

El propio Chukiwanka relata que “en un primer momento, incluso nuestros propios hermanos indios
lo rechazaban, porque la escuela les había hecho olvidar nuestros propios símbolos. Pero gracias a
la Pachamama y a la perseverancia de los kataristas fue cobrando vigencia y hoy es conocido a nivel
del país y a nivel del mundo”.
La referencia a la Pachamama no es casual. Según recogía hace unos meses el diario boliviano Página
Siete, el proceso de invención de la patria ancestral indígena se ha basado en “el pachamamismo,
entendido como la construcción ideológica que instrumentaliza elementos indígenas, resaltando
exotismos y fabricando otredades ficticias, con finalidades políticas y sociales ajenas a estos
pueblos”.

Así, su libro recurre constantemente a mezclar religiosidad indígena y palabrería cercana a lo ‘new
age’ para explicar el ‘verdadero significado’ de las formas y colores elegidos por él mismo para
diseñar la wiphala. Tan ajeno resulta esto a la realidad de los indígenas bolivianos que el ya citado
Franco Limber, también katarista como Chukiwanka, llega a denunciar en su obra el abuso del
‘esoterismo folclórico’ por parte del nacionalismo indigenista.

Tal como explica el antropólogo peruano Ramón Pajuelo en su obra ‘Reinventando comunidades
imaginadas’, “el testimonio de Waskar Chukiwanka acerca del redescubrimiento de la wiphala
resulta sumamente esclarecedor. Permite comprender que la actual wiphala usada en Bolivia
responde sobre todo al tipo de ‘tradiciones inventadas’ sobre las cuales llaman la atención Eric
Hobsbawn y Terence Ranger en un libro clásico sobre el tema”.

Recordemos que Hobsbawn fue un destacado historiador marxista, fallecido hace cuatro años, que
sostuvo que muchas ‘tradiciones’ son realmente invenciones de las élites nacionalistas como
justificación de la supuesta existencia e importancia de sus naciones (así, se entiende que tenga
poco predicamento entre los intelectuales de izquierdas de nuestro país).

La bandera cooficial y excluyente

Años después, Chukiwanka llegó a ser miembro de la mesa de la Cámara de Diputados de Bolivia,
formando parte de la mayoría oficialista que respalda a Evo Morales. Y, cuando éste reformó en
2008 la constitución de su país para reconvertirlo en el ‘Estado Plurinacional de Bolivia’, introdujo
la wiphala como uno de los nuevos símbolos nacionales, a la misma altura que la bandera tradicional
de la república.

Ha habido, claro, críticas a esta adopción constitucional de la wiphala, al no ser un símbolo que
pueda ser adoptado por el conjunto del país: de hecho, su intención original era completamente
opuesta, pues simbolizaba el rechazo a lo español… pero también resulta ajena a los grupos
indígenas no andinos, como los amazónicos guarayos y moxeños, cuya historia y símbolos poco
tienen que ver con la de los aymaras, etnia a la que pertenece el presidente Morales y sobre cuyo
imaginario excluyente se desea dar forma, paradójicamente, a la nueva “república plurinacional”.
Como diría Íñigo Errejón, para dar forma a una “nueva voluntad colectiva […] necesitamos una nueva
cultura, nuevos símbolos, canciones, representaciones e historias”. Ojo, nuevos, que no
recuperados. Y de eso se trata, a un lado y a otro del Atlántico.

La bandera indígena wiphala provoca polémica en España


La bandera wiphala es una bandera indígena de siete colores usada en determinadas zonas de los
Andes. Cada una de sus tonalidades tiene un significado relacionado con la naturaleza y con la
cultura del pueblo aymara.

Martes 11 de Octubre de 2016, 10:30pm

11 de octubre (El País).- El Ayuntamiento de Madrid ha colocado en la Junta de Distrito de Centro


la bandera indígena wiphala para conmemorar el Día del Descubrimiento, el 12 de octubre, según
ha hecho público en Twitter Ahora Madrid, grupo municipal al que pertenece la regidora, Manuela
Carmena. Se da la circunstancia de que el grupo municipal del PP también ha colocado otra bandera,
esta vez española, en la fachada del edificio que ocupa su grupo municipal con el mismo fin.

La bandera wiphala es una bandera indígena de siete colores usada en determinadas zonas de los
Andes. Cada una de sus tonalidades tiene un significado relacionado con la naturaleza y con la
cultura del pueblo aymara.

Esta tarde, la Comunidad de Madrid tiene previsto cubrir con los colores de la bandera de España la
sede del Gobierno regional. Empleará luces led para dar colorear la fachada de la Casa de Correos,
en la Puerta del Sol.

Fuentes municipales han manifestado a Europa Press que no es la primera vez que se cuelga una
bandera en representación de un colectivo, como ocurrió con la del Pueblo Gitano el pasado 8 de
abril o con la del Orgullo en julio.

Esperanza Aguirre, portavoz del PP en el Ayuntamiento, ha pedido esta tarde que los madrileños
"cuelguen la bandera de España en los balcones" y que "no hagan cosas raras como la señora
Carmena, que ha colgado una banderita en la Junta de Centro que me dicen que es de los indígenas".

Begoña Villacís, portavoz de Ciudadanos, ha criticado también la instalación de la bandera wiphala,


"símbolo de la resistencia indígena", pidiendo a Ahora Madrid que "dejen sus complejos a un lado y
respeten la fiesta de la Hispanidad".

"Mañana es un día muy importante para los españoles y para todos los madrileños. Ciudadanos va
a estar allí para celebrar una fiesta como la Hispanidad que une a todos los españoles y sintiéndonos
orgullosos de nuestra historia y de nuestra cultura", ha declarado Villacís.
La edil sostiene que "no se puede cambiar ni reescribir la historia" y ha pedido al equipo de Gobierno
que "dejen de dividir y de mirar al pasado y empiecen a mirar y a trabajar por el futuro de los
madrileños porque mientras concentran sus energías en esto están dejando de centrarse en los
problemas de una gran ciudad como es Madrid".

La portavoz de Ciudadanos en el Ayuntamiento se ha preguntado "si lo próximo va ser el Acueducto


Romano, por aquello del Imperio Romano, o la Mezquita de Córdoba".

Por su parte, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes,ha confirmado que


acudirá mañana al desfile de las Fuerzas Armadas, al que no asistirá la alcaldesa de la capital,
Manuela Carmena. La regidora remitió una carta al Rey para explicarle que no podrá acudir esta año
a la celebración, al partir mañana de viaje a parte de viaje a Bogotá (Colombia) para participar en la
Asamblea mundial de líderes locales y regionales.

"Es cosa suya, quien tiene que juzgarla es su majestad el Rey y los madrileños", dijo Cifuentes sobre
este asunto.

Adepcoca decide quitar la wiphala de sus carnés

Para sustentar la decisión, los dirigentes dicen que ahora simboliza “la gasificación y el maltrato”

EL DEBER

19/03/2019

La Asociación Departamental de Productores de Coca (Adepcoca) decidió quitar de sus carnés la


bandera wiphala para reemplazarla con la tricolor rojo, amarillo y verde, reportó radio Yungas de la
Red Erbol.

El dirigente de los cocaleros yungueños, Sergio Pampa, señaló que en el pasado sus antecesores
habían valorado y tomado en cuenta a la wiphala, pero en el presente esa bandera simboliza la
gasificación y el maltrato a la Adepcoca.

“Esta wiphala nos ha gasificado, esta wiphala nos ha maltratado, esta wiphala, compañeros, nos ha
dividido a Yungas, por lo tanto, hermanos se va a sacar a la wiphala del carné, en vez va a ir el rojo
amarillo y verde”, explicó Pampa, en medio de aplausos en una reunión.

Acotó que en el nuevo diseño del carné se incluirá imágenes de cocales y la hoja misma.

La Adepcoca se encuentra distanciada del Gobierno, después de la aprobación de la Ley General de


la Coca que legaliza los cultivos del Chapare cochabambino. Los yungueños se enfrentaron en varias
ocasiones a la Policía, y su dirigente principal Franclin Gutiérrez fue encarcelado tras ser acusado de
un enfrentamiento en que murió un teniente. En medio del conflicto, los yungueños quemaron los
carnés de productor que simbólicamente entregaron a Evo Morales.

También podría gustarte