Hombre Blanco Heterosexual PDF
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LA OTRA MITAD
reino suyo que está llegando a su fin. No son inusuales declaraciones en las que se coloca
al “hombre” como víctima del discurso del odio del feminismo. Eso no debería
asombrarnos, pues es una larga tradición de toda ideología opresora el apropiarse de los
contra ellos. ¿Puede ser un hombre blanco heterosexual como tal víctima de un discurso
de odio? Difícilmente. Podrá ser odiado por algunas personas (siempre hay chiflados),
pero el discurso del odio no consiste simplemente en que alguien exprese ideas
atentatorias contra la dignidad de una persona o grupo (para eso existe la figura del
derecho al honor). El uso de esta expresión debe restringirse a un tipo concreto de actos
y su finalidad siempre debe ser proteger a los más débiles. Lo contrario sería tanto como
desactivar la fuerza discursiva del término, vaciarlo de contenido. Si yo, por ejemplo,
digo que los nazis eran unos criminales, no puedo estar incurriendo en discurso de odio,
aunque muchos nazis actuales se sientan ofendidos. Para que tenga relevancia, la
¿Sería discurso de odio el de un calvo que dijera que las personas con pelo
deberían ser asesinadas? Como mucho sería algo ridículo. Buscando un ejemplo algo más
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real, ¿sería discurso de odio que un ciudadano estadounidense negro dijera que los
indignación en las redes sociales porque no se les trata exactamente igual que a los
demás, ignorando que la igualdad consiste precisamente en tratar de manera igual a los
Para otorgar un plus de gravedad a ciertas agresiones deberían ser relevantes por
lo menos estas cuatro cuestiones: una particularidad que defina como grupo a quien va
producir efectos. La frase “habría que matar a todos los musulmanes” podría calificarse
de discurso de odio, porque reúne esas cuatro características. Sin embargo, no parece
razonable considerar discurso de odio a la expresión “habría que matar a todos los
hombres”, aunque la acción a la que se llama es la misma que la anterior, porque faltarían
dos condiciones: no se trata de un colectivo vulnerable y, sobre todo, esa frase no tiene
capacidad ninguna de producir efectos, pues es difícil que alguien la reciba como algo
Esto no significa que frases de este tipo sean aceptables desde un punto de vista
sentirse ofendido por ellas —con o sin razón— no autoriza a nadie a calificarlas sin más
de discurso de odio.
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En ese sentido —salvo supuestos tan raros que no sería razonable que entraran en
línea de cuenta—, parece muy difícil calificar de discurso de odio a una expresión, tenga
el contenido que tenga, contra los hombres como tales, los heterosexuales como tales, o
Una vez dicho esto, sería interesante investigar las causas por las que estos nuevos
posición. Apuntaría dos razones: una, la piel tan fina1 de personas no acostumbradas a
ocupar una posición social incómoda, y dos, los excesos que en ocasiones cometen
podemos sentirnos ofendidos. Pero dicen que no ofende quien quiere, sino quien puede,
a un hecho externo objetivo (si así fuera, cualquiera que realizara el acto ofensivo
vez que alguien puede ofenderse por algo que, en puridad, no es razonable considerar
una ofensa. El argumento principal de estos nuevos ofendidos para sentirse maltratados
podría resumirse en lo que sigue. Las mujeres, los homosexuales o los negros (por poner
esa característica suya particular (ser homosexual, mujer o negro) hasta el punto de
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Es curioso que algunos, con una falta de sentido del humor manifiesta, se ofendan porque se parodie al
hombre heterosexual, mientras que exijan “sentido del humor” a los que critican los chistes de “mariquitas”,
sin percibir ni por asomo el dolor que ha infligido —y puede seguir infligiendo— a muchos homosexuales
la consideración negativa que de ellos tenga la mayoría normal. Es cuando menos remarcable que estos
“ofendidos” no perciban que, por muchas parodias que se hagan, ser hombre no va a resultar nunca en el
imaginario colectivo algo chistoso, mientras que ser “mariquita”, sí.
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identificarse de una manera fuerte con ella. Esas características son excluyentes, pues
dejan fuera a una gran parte de la población. Lo que nos une a todos es el hecho inclusivo
común, entonces, ¿por qué no van a ser igual de relevantes para los hombres blancos
heterosexuales esas tres características que les son propias (ser hombre, heterosexual y
blanco)? Si los otros sienten orgullo por su diferencia y la reivindican, ¿por qué no voy
yo a poder hacer lo mismo? Y de ahí a proponer el “día del orgullo heterosexual” o “del
orgullo de ser hombre” solo hay un paso (de hecho, con relación al otro colectivo
discriminado puesto aquí como ejemplo —los negros—, existe una gran tradición en
La respuesta a quien así piensa es que el hecho de que alguien sea homosexual es
manera en que otros la ven—, pues puede suponer, por ejemplo, que le peguen una paliza
por ir por la calle de la mano con la persona que ama. Y esa no es la peor de las
consecuencias que puede acarrear: por mencionar alguna otra, recuérdese la alta tasa de
suicidios entre menores homosexuales. Ser negro puede suponer para quien lo es que se
le considere un criminal y que a algún policía le sea más fácil tirar de gatillo con él o que
ser acosada por la calle, ser tratada condescendientemente, ser maltratada por su pareja o
ser asesinada. Pertenecer a cualquiera de estos colectivos, además, puede implicar una
ir por la calle sin temor a que le pidan la documentación o lo criminalicen por el color de
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su piel y no sentir miedo al andar por la noche solo. Y desde luego no va a tener ninguna
dificultad en encontrar trabajo por serlo, sino todo lo contrario. Es decir, estas tres
características particulares suyas no lo ponen en peligro, no son algo que sea relevante en
un sentido negativo, pues para él son invisibles. Lo que para él es natural y, por tanto, no
puede imaginar que sea de otra manera, para otros supone una simple aspiración (aunque
los sanos respiremos sin esfuerzo y no le demos importancia, hay gente que necesita
aparatos de oxígeno).
han sido —y son— oprimidas es que el hecho de ser hombre, blanco o heterosexual no
es una característica negativa, de la misma manera que ser mujer, homosexual o negro no
lo es positiva (o, ya metidos en harina, pertenecer a esta nación o a la de más allá). Nadie
elige ser una cosa u otra. También hay que señalar que ser homófobo, machista o racista
heterosexuales que no lo son. Esto es algo básico que no todo el mundo entiende. Verlo
de otra manera es recriminar a una persona no por sus actos, sino por el hecho de ser lo
que es, es decir, lo que precisamente achacan los colectivos discriminados a los
discriminadores.
posición de privilegio, pero lo único que a priori se puede decir de un hombre blanco
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heterosexual es esto: que es un privilegiado2. El hecho de que lo sea no puede ser una
razón para reprocharle nada ni para hacerle sentirse portador del pecado original.
privilegios, perpetuarlos o negar su existencia. Los actos éticos son los realizados
aquel que se comporta como tal, no a quien se le supone que podría serlo.
Pondré dos ejemplos que conozco de primera mano en los que sus protagonistas
no parecen tener muy claro esto. Un amigo gay me contó que en un grupo de wasap una
chica que se quejaba del machismo le dijo: “lo siento, pero tú, aunque eres gay, eres
hombre, así que formas parte del heteropatriarcado y eres mi enemigo.” Los componentes
del grupo (hombres y mujeres), todos progresistas, aplaudieron con emoticonos positivos
línea: como eres mujer, eres mi enemiga, porque formas parte del heteropatriarcado (de
clase que era feminista, su profesora le contestó que antes de hablar tenía que saber de lo
que hablaba, que él no podía ser feminista porque era varón, y que, en todo caso, sería
simpatizante del feminismo. Por supuesto, la que no sabía de lo que hablaba era la
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Por otra parte, los privilegios son de muchos tipos, y puede ocurrir que un hombre blanco
heterosexual sea económicamente débil o no haya podido tener acceso a una formación adecuada, mientras
que una mujer quizá sea rica o un negro tal vez haya podido acceder a la universidad. Generalmente, sin
embargo, la ley de la paja en el ojo ajeno es algo connatural al ser humano, y solemos notar enseguida los
privilegios de los demás y no caer en la cuenta de los propios.
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inmigrantes, de las personas en situación de pobreza, etc. es algo que no atañe únicamente
a las mujeres, a los gais, a los negros o al resto de colectivos mencionados, sino a cualquier
persona ética y cívica que desee vivir en una sociedad justa e igualitaria, y, por tanto,
derechos. Es probable que una gran parte de las personas incluidas en colectivos
discriminados sean defensoras de estos derechos, pero ni esto es siempre así, ni el hecho
de ser víctimas les otorga un papel decisivo, en el sentido de que sus opiniones políticas
deban contar más. Es lógico que alguien que haya sufrido en sus carnes cualquier tipo de
abuso u opresión tenga más conocimiento de causa que alguien que no lo haya sufrido, y
Lo contrario sería incurrir en una falacia ad hominem. Hay víctimas que son victimarias
desempeñar unos roles arquetípicos sin salirse de los límites estrictos marcados por una
La construcción social del género —ser un hombre de verdad— ha costado sangre, sudor
Es lógico que las mujeres o los negros o los homosexuales busquen espacios de
agresiones las puede realizar cualquier persona, incluso miembros de otros colectivos
discriminados por otra razón. Un negro puede cometer un micromachismo, un gay tener
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un comportamiento racista o una mujer soltar un comentario homófobo. Y eso no es
infrecuente. Pero, en general, los miembros de estos colectivos, que a veces incurren en
una guetización excesiva, deberían tener en cuenta que para ganar deben incluir, que esta
es una lucha de todos (lo que incluye a los hombres blancos heterosexuales), y que relegar
nuestras vidas integrando en nuestra rutina diaria instrumentos que nos visibilizan como
pensamientos…), cada vez nos resulta más difícil vernos los unos a los otros. Nos
no hace más que reforzarles en su relato. Las incursiones en terrenos compartidos con los
demás, por lo general, son más para rebatir por norma o para insultar (trolear) que para
intercambiar ideas. Estos entornos nosotros-ellos tan marcados nos impiden ver cada vez
más al otro.
es la única garantía de que un proyecto emancipatorio pueda ganar plenamente (esto es,
que no solo venza, sino que también convenza). Y esto es un aviso para navegantes. Si
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los movimientos LGBTI, antirracistas y feministas quieren vencer plenamente (es decir,
también convencer), tienen que hacerlo de manera inclusiva, y eso solo se puede hacer
apartando la indignación contra ese enemigo colectivo en el que algunos incluyen por
defecto a todos los hombres blancos heterosexuales, y diferenciar entre los actos y las
personas. Un español no es mejor que un francés: hay españoles mejores y peores que
que prescribe que el derecho penal de autor es inadmisible, y que solo es aceptable el
derecho penal del acto. Se penan las acciones u omisiones de las personas, no sus
ser judío)3.
son pocos los actos que, aun siéndolo, no pasan por machistas, homófobos o racistas, o a
los que se les resta injustificadamente importancia, como si las mujeres, los gais o los
negros fueran excesivamente delicados y se sintieran ofendidos por todo. Además de que
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Esto no implica en ningún caso que la violencia de género deba tener la misma consideración
que cualquier otra clase de violencia, porque aquí no se está hablando de que sea más grave un acto violento
por el tipo de persona que lo realiza, sino por la causa o motivo de esa violencia, esto es, por el especial
disvalor que la sociedad atribuye a ese tipo de acción. Existe un plus de condena ética y social si la violencia
se dirige contra un individuo o grupo sobre la base de su género. Esto, a pesar de lo que digan los que se
empeñan en apartar estas cuestiones del debate político —lo que ellos llaman ideología de género—, es
perfectamente compatible con considerar que lo único que hace a una persona ética o inmoral son sus actos,
nada más, y, por tanto, únicamente por ellos puede ser recriminada y no por ninguna otra característica o
circunstancia personal. Si en estos casos se reprocha algo es precisamente una conducta reprobable.
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perseguido, maltratado o injuriado, hay que decir que no hay agresiones de este tipo que
no sean importantes. Todo cuenta y cada uno de estos actos, por pequeño que sea,
también es cierto que no todo ataque contra una mujer es machista, ni contra un negro,
homófoba o racista sin asegurarnos de que lo sea, al final las que realmente lo son (y son
incontables, como las estrellas: no hace falta inventar otras) no serán tenidas en cuenta
por hartazgo. Se puede entender que haya momentos en que la rabia y la frustración lleven
a considerar discriminatorias acciones que no lo son, pero los oprimidos deberían de ser
muy cuidadosos con el lenguaje que utilizan, pues es a ellos a quienes más interesa que
También puede ocurrir que se abuse de una palabra, no por su uso, sino por su
estrictamente, quizá con la intención de —esa expresión ahora tan de moda— “ganar el
Esto ocurre, a mi parecer, con la palabra “islamofobia”. Este término, que muchos utilizan
para defender legítimamente a los musulmanes de las personas que sienten odio por ellos,
encubre la defensa de una ideología, algo que una democracia como tal no debe defender
per se. El islam, como cualquier otra religión, para una democracia moderna, no es algo
positivo ni negativo, sino algo que pertenece a la esfera personal del creyente. El Estado
debe limitarse a proteger la libertad de religión y de culto —como una cuestión particular
seguidores, no se ven revestidas de un estatus especial y están sujetas a crítica. Igual que
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cualquier creyente puede tratar de promover o defender la bondad de la doctrina de su fe,
palabra debería ser cambiada, por ejemplo, por “musulmanofobia”, que tendría mucho
diferencia de un ataque contra los musulmanes como tales (que puede constituir un
discurso de odio si, como es el caso, puede poner en peligro a los ciudadanos que profesan
dicha religión) una crítica dura al Islam (o al catolicismo o a cualquier otro credo) como
DISCRIMINACIÓN POSITIVA
contrarrestar dicha discriminación). Sin embargo, hay que tratarla con extrema
delicadeza, pues es importante tener en cuenta que, aunque pueda generar derechos
filo, no solo porque puede tener efectos perniciosos en planos diferentes al de la igualdad
(preterir a profesionales más capacitados, por ejemplo), sino —y sobre todo por esto—
conculcar esos derechos es precisamente el promover la igualdad, pero hay que tener en
cuenta que hacerlo siempre conlleva una desigualdad: se produce una discriminación
algún aspecto) y con ello se las sitúa en una posición de desventaja, que puede relegarlas,
no solo frente a personas discriminadas, sino frente a otros privilegiados a los que no se
de los negros y se admite a un número determinado de estudiantes negros con una nota
de corte más baja por encima de los blancos, no solo se discrimina al estudiante blanco
con mejor nota en favor del estudiante negro, sino también con relación a otros estudiantes
política para conseguir esto último. Esto es importante advertirlo, porque un estudiante
negro puede llegar a la conclusión de que tiene más derecho que un estudiante blanco a
acceder a tal universidad, lo que en ningún modo es así. Tienen el mismo derecho a priori,
acceso. De igual manera que una mujer no tiene más derecho a un puesto de trabajo que
un hombre, pero puede ser preferida para compensar la discriminación que sufre el
situación de debilidad frente a otros, preferencia de personas con dificultades de todo tipo
de Troya en el seno del proyecto emancipatorio. Primero, por una cuestión práctica: el
rechazo social que pude producir entre la población privilegiada (que no es consciente de
serlo) puede llevar a muchos a cambiar la dirección de su voto; y segundo, por una
cuestión de equidad: llevar demasiado lejos este tipo de compensaciones puede producir
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En lo que a esta reflexión concierne, lo peligroso de este tipo de políticas
psicológico, pues pueden no ser entendidas ni por unos ni por otros. Los privilegiados
con su verdadero derecho, que es la igualdad y no una política determinada —que además
políticas y también explicarlas (no tanto por no herir sensibilidades, sino para poner al
como entre los discriminados, se produzcan episodios de barbarie por ceguera: que haya
gentes únicamente capaces de ver su propio dolor e incapaces de ver el dolor del otro.
EN LA MISMA TRINCHERA
Más arriba se afirmaba que no se podía invocar el hecho inclusivo de ser persona
para restarle relevancia a ciertos rasgos identitarios excluyentes (ser negro, ser mujer,
ser homosexual…). Pero la verdad es que el único hecho que realmente debería ser
defecto moral que impide que se ignoren las diferencias. Es la “normalidad” la que
primero señala como anómalo a lo diverso, y eso obliga a lo diverso, como defensa, a
levanta como sujeto revestido de dignidad. Pero esa segunda operación que aísla
ciertos rasgos del núcleo original común (ser persona) para considerarse, por ejemplo,
persona bisexual, de sexo femenino, raza negra y nacionalidad italiana debe ser (al
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todas estas disociaciones es la re-unión, es decir, la desidentitarización. Una sociedad
ideal, que celebrara la diversidad, no preguntaría a nadie para valorarlo como persona
relevante. Nadie sería discriminado por su “identidad”, así que todo el mundo tendría
sino un medio, y aquí ocurre algo parecido a lo que sucedía con las políticas de
de entenderlo como un mero instrumento de lucha para que nuestra identidad (la
manera en que nos pensamos, en que nos sentimos) sea respetada. Eso es característico
oprimido y opresor. Las naciones (algunos de sus nacionales, ya que una nación como
tal no hace cosas) que históricamente han sido marginadas por su etnia o cultura
herramienta y antepone ese identitarismo a cualquier otra cosa (como pueden ser los
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Situaciones que, por lo general, no pueden revertirse a como eran originariamente sin causar una injusticia
igual o mayor: ¿debería eliminarse el Estado de Israel por mucho que se haya construido conculcando
derechos de la población palestina?
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Pero la verdad es que un asesino inglés no es peor que un asesino danés, ni un filántropo
nacionalidad desde el punto de vista ético es algo anecdótico. Ese repliegue ensimismado
que yo sea libre para vivir como persona mi idiosincrasia cultural particular (sentirme
colectivos o a otras personas que no pertenecen a ellos les parezcan encomiables los
rasgos de sus integrantes 5. Lo decisivo es que participar de dichos rasgos no sea motivo
de discriminación. Es cierto que los avances históricos siempre han surgido de los
márgenes, como flores en el borde de un camino yermo, y que la cultura y las luchas
por los derechos civiles de los miembros LGTBI, el feminismo y las minorías raciales
han sido iniciadas e impulsadas por los marginados, pero el corporativismo solo tiene
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Que una identidad, como tal, no sea mejor que otra, no significa que no existan características “propias”
de una construcción cultural de esa identidad que sean mejores que otras de otra identidad construida. Por
ejemplo, la característica “ser capaz de mostrar los propios sentimientos y debilidades”, tradicionalmente
propia de los constructos identitarios mujer u homosexual, puede considerarse más positiva que la
característica “mostrarse duro y no llorar ante los demás”, propia del constructo identitario hombre. Pero
esa cualidad positiva, la sensibilidad o la capacidad de expresarla, no pertenece esencialmente a ninguna
identidad particular, es universal, y puede ser adoptada por todos. Es igual de absurdo que un homosexual
quiera ser el más macho como que lo quiera ser un heterosexual: las implicaciones que sean negativas del
constructo “macho” son negativas, las adopte quien las adopte.
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aunque en un primer momento, pero solo estratégicamente, podamos cruzar esa
ser algo tiene sentido cuando alguien te humilla por serlo. Tampoco significa que no
feminista, etc.). Nadie quiere luchar hombro con hombro junto a racistas, homófobos
o machistas, pero hay que intentar no excluir a quienes no lo sean. Las personas
solidarias y decentes, sean de la nación que sean, del sexo que sean, de la raza que sean,
tengan la identidad de género que tengan, la orientación sexual que tengan, etc. están en
la misma trinchera. Hay que tener cuidado para no sacarlas de ahí. El fin es la
privilegiada que discrimine a las discordantes con ella) para poder invisibilizar también
incluir, es decir, evitar incurrir en una miopía introspectiva, en una barbarie por
ceguera. Si antes se nos exigía amar a los otros como a nosotros mismos, el nuevo
mandamiento es mucho más fácil de observar: únicamente nos prescribe abrir los ojos y
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