La Doctrina

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LA DOCTRINA

1. Definición

Es un término que proviene del latín doctrīna, es el conjunto de enseñanzas que


se basa en un sistema de creencias. Se trata de los principios existentes sobre
una materia determinada, por lo general con pretensión de validez universal. Por
ejemplo: “La doctrina cristiana postula la existencia de un Dios que es Padre, Hijo
y Espíritu Santo”, “La propiedad privada es contraria a la doctrina socialista y debe
ser abolida de nuestra sociedad”.

Con las palabras doctrina jurídica comprendemos las opiniones, teorías y


especulaciones en materia administrativa, que son elementos importantes de la
formación del nuevo Derecho, que a su vez puede traducirse en nuevas normas
jurídicas. El criterio u opinión sostenida por los tratadistas, es un magnífico auxiliar
en la resolución de los problemas de esta materia que deben dilucidarse de
acuerdo con las leyes administrativas.

1.1. La doctrina surgió en las universidades.

La doctrina jurídica surge principalmente de las universidades, que estudian el


derecho vigente y lo interpretan dentro de la ciencia del derecho. No tiene fuerza
obligatoria, y no se reconoce como fuente oficial del derecho en la mayoría de los
sistemas jurídicos.

Por la vía de los hechos, sin embargo, constituye una fuerza de convicción para el
juez, el legislador y el desarrollo del derecho consuetudinario, dado que la opinión
y la crítica de los teóricos del derecho influye en la formación de la opinión de los
que, posteriormente, crean normas nuevas o aplican las existentes.
La doctrina estudia los manantiales de donde brota el derecho: investiga el papel
histórico y las relaciones existentes entre las diversas fuentes; esclarece el
significado de las normas y elabora, para entender en toda su extensión, el
significado de los modelos jurídicos.

2. La doctrina jurídica no es fuente directa del derecho

La doctrina jurídica no es fuente directa del derecho, como lo fue en Roma el


derecho de los jurisconsultos, ni tiene por sí misma fuerza jurídica obligatoria, ni
sus autores tienen competencia para crear normas jurídicas; pero mantiene una
función importante en la evolución del Derecho, para convencer a los jueces sobre
la naturaleza jurídica de una institución administrativa y sobre el sentido de la
legislación administrativa.

La función creadora del derecho se encuentra en el Estado moderno bajo la


acción directa de los poderes públicos. Ningún particular tiene el derecho para
crear una norma, pero la mayor parte de las leyes han sido antes definidas y
comentadas o estructuradas por los juristas en las doctrinas, opiniones y tesis
jurídicas.

3. La doctrina no tiene fuerza vinculante.

En nuestro sistema jurídico, la doctrina no tiene fuerza vinculante pues sólo se


trata de opiniones de juristas. La interpretación nos parece acertada pues los
juristas no están facultados por el Poder Constituyente para crear normas
jurídicas; sin embargo, tanto las leyes como las resoluciones de los jueces
comúnmente están basadas en estas opiniones y, por lo tanto, desde el punto de
vista doctrinal, son fuente del derecho.

Cabe mencionar que a nivel internacional, la doctrina tampoco es vinculante pero


tiene un mayor reconocimiento como fundamento de las resoluciones de los
tribunales internacionales; es fácil encontrar en resoluciones de estos tribunales
referencias de trabajos de juristas especializados.

4. Doctrina y dogma.

La noción de doctrina también está vinculada al cuerpo de un dogma (formado por


proposiciones ciertas e innegables) y a los principios legislativos. La enseñanza de
doctrinas y dogmas se conoce como adoctrinación, un término que suele ser
utilizado en sentido negativo para hacer referencia a la reeducación de personas
en un contexto donde no se da espacio a la pluralidad de opiniones o la libre
búsqueda del conocimiento. Los regimenes totalitarios y las sectas se encargan de
adoctrinar a los súbditos.

Esto muestra una diferencia entre la adoctrinación (que busca imponer las
doctrinas) y la educación (que quiere instruir a la persona para que esté en
condiciones de analizar los conocimientos y determinar por su cuenta la validez de
las informaciones).

5. La doctrina en el campo del Derecho.

En el campo del derecho, una doctrina jurídica es un concepto que sustentan los
juristas y que influye en el desarrollo del ordenamiento jurídico, aunque cuando no
originan derecho de forma directa.

La doctrina jurídica es lo que piensan los distintos juristas respecto de los distintos
temas del derecho, respecto a las distintas normas. Se reduce al conjunto de
opiniones que sirven de guía para ejercer el derecho. Carece de toda fuerza
obligatoria, aunque desempeña un papel fundamental en la elaboración, el
desarrollo progresivo y la reforma del derecho, por medio de sus enseñanzas y
sus obras, a través de la formación de los juristas que serán futuros legisladores y
jueces.
Muchas reformas legislativas se deben a la doctrina, ya que ella ejerce como
fuerza generadora de juicios jurídicos, incide en la conciencia de los legisladores
para que entiendan las necesidades de reformas o la elaboración de una
determinada ley.

Su autoridad depende de la fuerza de convicción de que están dotadas. El juez


acude voluntariamente a la doctrina y acoge o rechaza sus postulados y
planteamientos de conformidad con su propio criterio.

Al contrario que con la jurisprudencia, la doctrina no es vinculante. No obstante,


sus razonamientos tienen una gran repercusión ya que son emitidos por fuentes
de autoridad jurídica como universidades y centros de estudios, que permiten
hacer avanzar el ejercicio y la práctica del Derecho.

6. La doctrina en un sentido clásico.

El término doctrina (denominado “jurisprudencia” en países como Estados Unidos


y Canadá) significa literal y tradicionalmente “práctica sobre la ley”, la capacidad
intelectual para enmarcar y aplicar leyes de acuerdo con principios teóricos
sólidos. Hoy en día, el término tiene varios significados diferentes, todos
descendientes de este sentido clásico.

Filosofía jurídica abstracta

Primero, se usa para referirse a la filosofía jurídica abstracta: el estudio de temas


tales como las características generales de las normas jurídicas, de las normas
jurídicas, de los sistemas e instituciones legales; temas de razonamiento legal y
toma de decisiones; y temas de validez legal, derechos legales e interpretación
legal. Los enfoques de estos problemas tienden a agruparse en tres tipos
principales: el positivismo legal, la teoría de la ley natural y el realismo legal.
Positivismo legal o Jurídico

El positivismo legal típicamente se enfoca únicamente en estos problemas


abstractos, y considera que las cuestiones de contenido moral o político de la ley
no son parte de la doctrina.

Teoría del Derecho Natural

La teoría de la ley natural, por el contrario, considera que la determinación de la


ley de acuerdo con principios sólidos de moralidad política es esencial para la
elaboración de leyes y la aplicación de la ley.

Realismo legal

El realismo jurídico y sus asociados, estudios jurídicos críticos, teoría legal


feminista y teoría legal socialista, se concentran en las realidades empíricas de la
elaboración de leyes, la aplicación de leyes y el cumplimiento de la ley en la
sociedad, describiendo cómo la ley supuestamente sirve a cierta raza, género y
intereses de clase en lugar de otros, por ejemplo.

Principios Jurídicos

En segundo lugar, la doctrina se usa, tradicionalmente (y más en unos países que


otros) para referirse a las políticas y principios legales, morales, políticos o
económicos generales incorporados en un cuerpo de leyes o en un cuerpo de
decisiones legales. Así que uno puede hablar de “la doctrina de la ley de
responsabilidad civil argentina”, es decir, los principios subyacentes en que se
basa la ley argentina de responsabilidad extracontractual. O, también, cabe hablar
de “la doctrina del Tribunal Supremo sobre la libertad de expresión”, es decir, los
principios que subyacen en la serie de decisiones de la Corte sobre la libertad de
expresión.

Filosofía del derecho

La doctrina como materia enseñada en las escuelas de derecho suele ser una
combinación de los sentidos señalados, con énfasis diferente según lo requiera el
currículum. Los mismos temas también se enseñan en los departamentos de
filosofía de la universidad bajo el título “Filosofía del derecho”. La doctrina, en este
sentido, idealmente es un tema interdisciplinario, que necesita las habilidades de
un abogado y un filósofo.

Descripción

Podría definirse la doctrina como un sistema de opiniones o postulados más o


menos científicos, frecuentemente con la pretensión de posesión de validez
general. En el ámbito jurídico, doctrina significa el conjunto de opiniones
efectuados en la interpretación de normas por los conocedores del derecho y
forma parte de las fuentes del derecho, aunque en un lugar muy secundario.

La doctrina científica, es decir las opiniones de los juristas expresadas en sus


escritos, no es tampoco hoy considerada como fuente del derecho. Se le reconoce
sólo el rango de medios auxiliares para la determinación y comprensión de las
normas jurídicas, pues los juristas

Por otro lado se define la doctrina como los estudios de carácter científico que los
juristas realizan acerca del derecho, ya sea con el propósito puramente teórico de
sistematización de sus preceptos, ya con la finalidad de interpretar sus normas y
señalar las reglas de su aplicación. Como la doctrina representa el resultado de
una actividad especulativa de los particulares, sus conclusiones carecen de fuerza
obligatoria, por grande que sea el prestigio de aquéllos o profunda influencia que
sus ideas ejerzan sobre el autor de la ley o las autoridades encargadas de
aplicarlas.

7. Qué es exactamente eso de la doctrina jurídica.

Cuando nosotros estudiábamos Derecho, nuestros profesores aludían


constantemente a la doctrina. La doctrina opina «tal», la doctrina opina «cual», la
doctrina mayoritaria dice «esto» o «aquello». El caso es que, después de tanto
tiempo oyendo hablar de «la doctrina», no sabíamos muy bien a qué se referían
con este término y uno tendía a imaginársela como un ente abstracto, cuasi-
sobrenatural, poseedor de toda la sabiduría jurídica del mundo. Con el tiempo
fuimos aprendiendo que el concepto de doctrina jurídica se emplea en Derecho
para referirse al «conjunto de tesis y opiniones de los tratadistas y estudiosos del
Derecho que explican y fijan el sentido de las leyes o sugieren soluciones para
cuestiones aún no legisladas». La definición es de la Enciclopedia Jurídica en
línea.

La doctrina jurídica es, por lo tanto, una forma de referirse a la opinión que los
juristas más prestigiosos (authoritative writers) expresan por escrito sobre
determinadas materias en libros, tratados y artículos publicados en revistas
jurídicas. Estas opiniones no son fuente directa del Derecho, pues no crean
precedentes judiciales ni tampoco normas legales de obligado cumplimiento. Pero,
al tratarse de tesis y opiniones bien fundamentadas que proceden de juristas de
reconocido prestigio, suelen influir en la interpretación que los jueces hacen de las
leyes, así como en los legisladores a la hora de preparar nuevos textos legales.
Por esta razón se le atribuye el papel de fuente secundaria del Derecho.

La doctrina en los países anglosajones


El papel que la doctrina jurídica juega en los países que pertenecen a la tradición
del Common Law es similar al que desempeña en nuestro sistema. Se trata de
una fuente secundaria o derivada del Derecho. No crea normas ni precedentes
vinculantes de forma directa, pero las opiniones de los autores son citadas con
mucha frecuencia por jueces y abogados en los litigios. Sin embargo, como
excepción a esta regla, hay que señalar que aquellas obras doctrinales
consideradas como obras clásicas (books of authority) sí se consideran auténticas
fuentes originales y creadoras del Common Law. Hablaremos de ellas en un
momento.

Los anglosajones tienen diferentes maneras de referirse a lo que nosotros


llamamos doctrina jurídica como, por ejemplo, legal doctrine, legal theory o judicial
doctrine. También podemos referirnos a ella diferenciando entre «obras clásicas»
(los books of authority) y «obras modernas» (todas las demás: text books, articles,
contributions and papers). Lo más habitual es referirse a ellas en función del tipo
de publicación en la que aparecen. Vamos a estudiarlas con un poco más de
detalle:

Books of authority: son las obras doctrinales clásicas escritas por los jueces
ingleses entre los siglos XII y XIX. Como hemos dicho, se consideran fuentes
creadoras del Derecho inglés y, por lo tanto, del Common Law heredado por otras
naciones. Se trata de las opiniones y los comentarios sobre Derecho escritos por
jueces tan prestigiosos como Bracton, Coke, Blackstones o Dicey.

Text books: se trata de los libros de texto redactados, generalmente, por


profesores universitarios para el estudio de una determinada asignatura. Seguro
que sabes que los juristas ingleses se formaron durante siglos en una especie de
gremios denominados Inns of Court. La profesión jurídica se consideraba un oficio
y no una carrera universitaria, razón por la cual los futuros abogados y jueces no
acudían a la universidad para prepararse, como sí ocurría en el resto de Europa.
Por eso, las elaboraciones doctrinales del Derecho realizadas en las universidades
no son tan frecuentes ni tienen la importancia de las obras doctrinales clásicas. Su
aparición en el panorama del Common Law es relativamente reciente.

Articles: son los artículos sobre determinadas cuestiones concretas del Derecho
que aparecen publicados en las revistas de investigación jurídica. Cada día es
más frecuente encontrar referencias a estos artículos en las sentencias de jueces
británicos y estadounidenses.

Contributions and papers: al igual que ocurre con los artículos doctrinales, las
aportaciones de juristas de reconocido prestigio que aparecen en sus
comunicaciones o ponencias suelen tener una gran difusión y también son objeto
de cita con relativa frecuencia.

Hasta hace pocos años, la costumbre seguida mayoritariamente por los jueces
británicos determinaba que solo debían citarse en las sentencias los nombres y las
opiniones de autores clásicos, y cuanto más antiguos, mejor. La razón de esta
costumbre pudiera ser, tal vez, el apego a la tradición de estos juristas o quizá el
hecho de tratar de fundamentar sus decisiones en una doctrina suficientemente
probada que contase con el aval del tiempo y el peso de la historia. Lo cierto es
que en la actualidad los jueces británicos acuden en sus sentencias tanto a las
opiniones de juristas fallecidos como a las de aquellos otros que todavía viven y
gozan de prestigio. También en el caso de los Estados Unidos, la importancia de la
doctrina de los autores y la frecuencia con la que se citan en los tribunales sus
opiniones recogidas en revistas jurídicas, ha aumentado de una forma
considerable en ese país durante los últimos 20 o 30 años.

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