Notas de El Giro Pragmatico de Richard Bernstein
Notas de El Giro Pragmatico de Richard Bernstein
Notas de El Giro Pragmatico de Richard Bernstein
Inicios no analíticos
Una de las leyendas engañosas acerca de Rorty es que comenzó su carrera como un filósofo analítico
pero reaccionó contra la filosofía analítica. Es verdad, su reputación filosófica inicial estuvo basada en
varios destacados artículos que fueron elaborados en el límite de la filosofía analítica, especialmente
aquellos que tienen que ver con el problema mente-cuerpo y el carácter engañoso de los argumentos
conceptuales y trascendentales. Pero esto ignora sus diez años de estudio en Chicago y Yale. [...] A partir
En Yale Rorty trabajó con el metafísico especulativo más audaz del siglo veinte, Paul Weiss. Escribió
una deslumbrante disertación de 600 páginas titulada “El concepto de potencialidad” (que nunca
Goodman). p. 223
La importancia de esta fase temprana de la obra de Rorty para su subsecuente filosofar no puede ser
sobre estimada. Antes de que comenzara a tomar seriamente la filosofía analítica, ya tenía un
con la gran tradición metafísica (más tarde le llamó «Platonismo») y buscó mostrar su relevancia
contemporánea. p. 223
La “traición”
En 1967, Rorty publicó su famosa antología El giro lingüístico, que fue diseñada para mostrar los
distintos modos en que los filósofos del lenguaje han concebido la filosofía y el método filosófico a lo
largo de los 35 años previos. Su introducción provee una visión general metafilosófica de las distintas
corrientes de filosofía del lenguaje. En la sección conclusiva de esta introducción, formula la pregunta:
“¿Está el giro lingüístico destinado a sufrir el mismo destino que las ‘revoluciones en filosofía’ previas?”
p. 226
La década de 1970 fue una de las más creativas y turbulentas de la vida intelectual de Rorty. Sus
encontraba leyendo ávidamente a los pensadores que despreciaba la mayor parte de los filósofos
analíticos como «no realmente» filósofos: Nietzsche, Heidegger, Derrida, Foucault, Gadamer y
Habermas. En 1978, a la relativamente temprana edad de 47, fue elegido vicepresidente (presidente
el espejo de la naturaleza. En el momento, la División Este era la fortaleza de la filosofía analítica (en la
reunión en la que Rorty presidió en 1979, hubo una rebelión de los filósofos «pluralistas», quienes
eligieron a John E. Smith como el nuevo presidente). Cuando fue elegido vicepresidente (presidente
elegible) de la División Este de la APA, las credenciales analíticas y la reputación de Rorty estaban
basadas en sus artículos y en la introducción a El giro lingüístico. Pero cuando La filosofía y el espejo de la
naturaleza apareció en 1979 causó sensación. Muchos filósofos analíticos se pusieron furiosos. Sintieron
como si uno de los suyos los hubiera traicionado —como Judas. pp. 226-227
rorty nos dice que Dewey, Heidegger y Wittgenstein son “los tres [p. 228] filósofos más importantes de
El ironismo humanista
Desde ese momento y hasta el final de su vida, Rorty desafió encarnizadamente todos y cada uno de los
intentos de defender que existe cualquier límite sobre nosotros —excepto aquellos que vienen de
nuestros congéneres humanos. Esta es la clave de su afirmación de que la solidaridad debe reemplazar
Cuando Contingencia, ironía y solidaridad fue publicado en 1989, muchos filósofos pensaron que Rorty
había simplemente renunciado a la filosofía. En los círculos analítocos se puso de moda descalificar a
Rorty ─uno no necesitaba más tomárselo en serio. Parecía estar escribiendo para “géneros literarios”.
Cualquiera que fuese la propia opinión final de La filosofía y el espejo de la naturaleza, éste estaba atestado
de argumentos complejos ─el tipo de argumentos que los filósofos reconocen, admiran y atacan. Pero en
Contingencia Rorty se burlaba del argumento filosófico para favorecer la invención romántica de
Todos estaban atacando a Rorty, y él parecía disfrutar al máximo de la atención que estaba recibiendo.
Pero había una línea de la crítica que realmente lo escocía: “Se me dice en ocasiones, por parte de gente
exasperada en ambos lados, que mis puntos de vista son tan extraños como para ser meramente
frívolos. Se sospecha que no diré nada para dar un respiro, que estoy sólo divirtiéndome al contradecir a
todos los demás. Esto duele.” Rorty estaba en lo correcto. Esto es precisamente lo que muchos de sus
críticos pensaron, sin importar su orientación política o filosófica. Este tipo de crítica —que él era
Orquídeas Salvajes», un ensayo en el que buscaba explicar cómo llegó a sus puntos de vista actuales. p.
230
A pesar de las duras (y a veces maliciosas) críticas de Contingencia, muchos de los temas característicos
de Rorty son evidentes: el énfasis en la radical contingencia histórica, su sentido de ironía y esperanza
que la literatura puede ser más efectiva al fomentar esto que la argumentación filosófica. p. 231
Puedo ahora clarificar lo que entiendo por el humanismo profundo de Rorty. Ya sea que Rorty se esté
políticos concernientes a los derechos humanos, o incluso del papel de la religión en nuestras vidas
cotidianas, hay un tema dominante que surge repetidamente. No hay nada en que podamos confiar a
excepción de nosotros mismos y nuestros congéneres. No existe autoridad exterior No existe autoridad exterior
a la que podamos apelar ─ya sea que la concibamos como Dios, la Verdad o la Realidad. p. 233
La crítica de Bernstein
A través de los años se me ha preguntado muchas veces: ¿cuál es la diferencia que hace la diferencia
entre usted y Rorty? Y la respuesta que doy es que yo comencé mi carrera convencido de la crítica de
Dewey por la búsqueda de la certeza y su llamado por una reconstrucción de la filosofía. Nunca he
experimentado el tipo de desilusión que Rorty experimentó. Nunca pensé que uno tenía que criticar el
Dewey ha indicado, era reconstruir la filosofía. No vi a Platón como el «platonista» que Rorty
caricaturiza, sino más bien como el gran defensor de un diálogo en curso, sin término, que Rorty llegó a
defender. Rorty sufrió del síndrome del «Dios que falló». p. 236
En ocasiones escribió como si cualquiera que pensara que había un modo filosófico propio de hablar
acerca de la verdad, la objetividad y «hacerse de las cosas rectamente», fuera «culpable» de idolatría —
de doblegarse ante una autoridad externa. Pero Rorty se queja demasiado. p. 237