Entrenamiento Caballo
Entrenamiento Caballo
Entrenamiento Caballo
detengan, den la vuelta e inicien el trabajo indicado, que puede consistir en un galope
de 2.400 m o bien salir al galope para hacer 2.000 m, pero finalizando los últimos
seiscientos a una velocidad de carrera.
Empezando por el trote sólo apuntaremos que debemos intentar que los potrillos lo
desarrollen con amplitud de movimientos y soltura, debiendo avanzar los más posible.
Personalmente, me gusta trotar mucho a los caballos, pues lo considero un ejercicio
sano que pone a tono los músculos; no hay que olvidar que es el aire natural del
caballo el que ha usado, desde siempre, para sus desplazamientos.
Como meros ejemplos, citaremos que, tomando como base los 500 m;
Un galope alegre se puede pasar en 38-40 segundos; es decir, a una velocidad de 12-
13 m/s.
Un galope liviano se puede pasar en 34-36 s, o sea, a 14-15 m/s.
Un galope largo entre 31-32 s (15-16 m/s).
Partidas (breezes, en USA): son ejercicios que se desarrollan a ritmo de carrera, sobre
distancias que varían entre los 200 m y el 50% de la distancia que vaya a correr el
caballo. Éstas pueden desarrollarse a voluntad del caballo; es decir, “en mano” o con la
máxima exigencia, en donde el jinete arrea enérgicamente al animal, e incluso llega a
hacer uso del látigo, como estímulo, en los ejemplares que lo necesiten.
La mayoría de los entrenadores no usan tantos aires de galope, para dirigir a sus
pupilos. En USA, por regla general, pude observar que normalmente utilizan sólo uno o
dos tipos de galope y luego la partida.
El control del ritmo respiratorio, así como de la frecuencia cardiaca, son ayudas útiles
aunque no determinantes, a la hora de conocer el estado de entrenamiento de un
caballo. Debemos conocer los valores normales e individuales para controlar, después
de un ejercicio riguroso, la vuelta a la normalidad de esos parámetros.
Ambos métodos son válidos para ganar carreras y quizás lo adecuado sería adaptarlos
a la categoría de cada caballo y a sus particularidades.
Por último, haré una breve mención sobre el interval training, del que se ha hablado y
escrito mucho. Existen libros interesantes, que se pueden consultar, si se quiere
profundizar en este tema.
Es muy fácil de poner en práctica, pues consiste en una serie de ejercicios medianos o
intensos, separados entre sí por breves periodos de recuperación.
Siempre que sea posible, debemos llevar un caballo veterano en los lotes de potrillos y
colocarlo delante para que lo sigan en fila; más adelante se aparejarán de dos en dos,
dejando una distancia de dos a tres cuerpos entre cada pareja. También, entra dentro
de esta particular doma colocarlos entre dos caballos para que sientan el roce entre
ellos y pierdan el miedo al pasar, lección que les resultará muy útil en su vida de
carreras.
Con aquellos potros que “nos dicen” que podemos continuar, grupo de los más
adelantados, así como con aquellos que viven en un centro de entrenamiento, donde
se les ha domado, comenzaremos a realizar el programa que detallamos a
continuación y con el que entramos ya en el tercer mes de aprendizaje.
Martes: 1.400 m de trote, caminar 10 minutos y una vuelta a galope. Siempre caminar
una vez terminado el ejercicio.
Jueves: 1.400 m de trote y caminar 10 minutos. Luego 700 m de galope normal y los
otros 700 a una galope más rápido (galope alegre).
Sábado: trote y paso igual, pero el galope lo dividimos en dos partes y lo alargamos a
1.000 m a galope normal y los 400 restantes lo llevamos a un liviano.
Jueves: calentamiento, caminar y galope alegre toda la vuelta; o sea, 1.400 m, luego
caminar.
Sábado: calentamiento, caminar y galopar en dos partes: los primeros 900 m a galope
alegre y los 500 restantes a galope largo.
Domingo: descanso.
A esta hora habrá potrillos precoces que sólo necesitarán realizar un par de partidas
sobre 600 m para correr sobre 800 m.
Quinto mes:
Viernes: calentamiento, paso y 900 m de galope alegre, luego 500 m de galope largo.
Domingo: el día esperado, debemos tener muy en cuenta la hora a la que esté
programada la carrera, para así coordinar las actividades de este día.
Aquí acaba nuestra misión, en cuanto al entrenamiento se refiere. Resta estudiar las
instrucciones que se le impartirán al yóquei y que habrán sido extraídas del
conocimiento del potro, a través de todo el proceso de su entrenamiento, luego no
quedará más que esperar la carrera para confirmar o no las esperanzas puestas en él.
Hasta aquí hemos planteado un entrenamiento totalmente teórico. ¡Ojalá fuera así de
sencillo! Pero para nuestra desgracia, muy pocas veces podemos hacerlo tan estricto;
hay que tener en cuenta que el entrenamiento aquí desarrollado es para potros que
vayan a debutar en distancias de 1.400 m o inferiores.
Partiendo de la base de que ya han transcurrido entre 90 y 150 días, tras los cuales los
potrillo más precoces se encuentran en condiciones de trabajar fuerte, podemos iniciar
las primeras dos partidas que serán suaves y siempre sobre una distancia no superior
a 400 m.
Recuerde que su potro va a recibir sus primeras experiencias y que éstas lo marcarán
para el resto de su vida deportiva; tenga mucha paciencia con él, no lo someta a
ejercicios extenuantes y, sobre todo, que en su debut se encuentre en condiciones de
entrenamiento y salud.
Si hemos tenido la suerte de seguir con este potrillo, hasta la edad adulta, nuestra
segunda fase será mucho más fácil, pues ya conocemos al animal.
En principio, se debe diferenciar entre preparar para una carrera de distancia corta,
mediana o larga y, de acuerdo a las características de un caballo concreto, si es un
sprinter, un miler o un stayer.
Se entiende por distancia corta, para un sprintes, la que ronde entre los 1.000 y los
1.400 m; mediana, para un miler, la que esté próxima a la milla (miles, 1.600 m), y
larga para un stayer (resistencia) desde los 2.200 a los 2.400 m.
Existen variaciones, dentro de cada categoría: los super-velocistas que no pasan de los
1.000 m o los milleros que afrontan los 1.600 m y los fondistas que cubren distancias
superiores a los 2.500 m.
Para un caballo que vaya a hacer su reaparición, después de haber estado inactivo un
cierto tiempo, es conveniente analizar la causa que lo ha mantenido alejado de la
competición. Si ha sido por un problema de su aparato locomotor, y dependiendo de la
gravedad de la lesión, el entrenamiento deberá estar encaminado a alejar el peligro de
una recidiva Siempre será más conveniente consumir un tiempo extra para llegar a
una carrera que no llegar nunca y, también, se puede adoptar el criterio de que corran
un poco faltos de entrenamiento, para que el esfuerzo de la carrera termine de perfilar
su puesta a punto. No en vano sabemos que una carrera vale por varios trabajos de
entrenamiento, criterio que se puede aplicar a caballos curados de graves lesiones
musculares e incluso óseas.
No es lo mismo entrenar una yegua de escasamente 400 Kg., mala comedora, que un
caballo de más de 500 Kg. que come todo lo que le echen; ni es lo mismo un animal
nervioso, que se desgasta excesivamente por su temperamento, que uno tranquilo que
se pasa tumbado y descansando la mayor parte del día.
Como norma general, y de sentido común, no debemos extenuar a los más frágiles,
física o temperamentalmente, con ejercicios demasiado enérgicos. Para los delgados,
que comen mal, está la máxima popular conocida en los ambientes hípicos de “dar una
vuelta menos de paseo y un jarro más de comida”. O sea, que debemos suavizar el
entrenamiento en los casos que esté indicado, e incluso intercalando días de paseos o
trotes con distanciamiento de los trabajos más fuertes y, por el contrario, debemos
intensificarlos (dobles partidas, caminar o trotar por la tarde, etc.) cuando el animal así
lo precise, como en el caso de los caballos tranquilos, sobrados de grasa, que muchas
veces asimilan una vuelta más o una doble partida.
Todo esto es válido si, como decimos, el caballo ha cumplido con las expectativas que
teníamos de él; en el caso de no ser así, analizaremos su actuación para intentar
determinar por qué ha ocurrido así. La opinión del jinete es fundamental, a la hora de
orientarnos sobre lo que puede haber ocurrido, no es lo mismo que nos diga que el
caballo se cansó al final, que se ahogó o hacía ruidos al respirar o que su acción no fue
normal.
A veces, sucede que es imposible determinar la causa por la que un caballo ha corrido
mal; todos sabemos que hasta los cracks pueden tener un mal día, hay que tener
mucha paciencia, tratando de no creer en brujas “aunque haberlas ahílas” y hacernos a
la idea que todo esto forma parte de la gloriosa incertidumbre del turf.
Les agradezco su atención.