Reseña de El Problema de La Comunidad, Por Andrés Pereira

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UNIVERSUM • Vol.

31 • Nº 2 • 2016 • Universidad de Talca


Daniel Alvaro. El problema de la comunidad. Marx, Tönnies, Weber.
Buenos Aires: Prometeo Editorial, 2015, 310 páginas
Andrés Pereira
Pp. 251 a 254

Daniel Alvaro. El problema de la comunidad. Marx, Tönnies, Weber. Buenos


Aires: Prometeo Editorial, 2015, 310 páginas.

Andrés Pereira*

Bajo cuño derrideano, el trabajo se entrevera en los cauces centrales de un


reemergente e intenso debate conocido como el “renacimiento de la comunidad”,
que se libra desde hace al menos tres décadas al interior de campos tales como
la filosofía política, la ética, la metafísica y, más insularmente, en sociología
y antropología. Con erudita comprensión de la problemática, el autor busca
establecer e interrogar, desde los márgenes de las llamadas “ciencias sociales” hacia
su consistencia supuesta, la idea de “comunidad” en tanto significante inaugural
de dicho campo disciplinar: “cifra” de un problema que surgiría de la constatación
reiterada y sistemática, en la experiencia de la modernidad –y también de la
contemporaneidad–, de la falta de vínculos atribuidos a lo comunitario o de la
pérdida de la comunidad misma. A partir de allí, el trabajo realiza una lectura
minuciosa y en “clave deconstructiva” de lo que identifica como el privilegio de
la comunidad –también denominado “comunocentrismo”– en los discursos
fundacionales de la tradición sociológica en su vertiente alemana; particularmente
en Karl Marx, Ferdinand Tönnies y Max Weber.
Como operación intelectual, la tarea puede sintetizarse del siguiente modo:
la constatación inicial de que dichos discursos están estructurados por un esquema
oposicional binario que aparece en la distinción conceptual comunidad-sociedad,
cual vendría a marcar el giro reflexivo originario de la sociología como ciencia.
Ello da pie a que el autor, “apropiado” de la estrategia deconstructiva, no solo
avance para evidenciar una olvidada e incontestada complicidad metafísica en
los cimientos mismos de aquello que se erige como conocimiento científico para
explicar positivamente la socialidad humana. Junto con llevar a cabo un análisis
específico de los usos y significados que adquiere la idea de “comunidad” en
las teorías de los autores mencionados, Alvaro realiza una suerte de genealogía

* Centro de Estudios de Historia, Cultura y Memoria, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad


Nacional de Quilmes. Buenos Aires, Argentina. Correo electrónico:[email protected]

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Andrés Pereira

subversiva de la jerarquía que allí goza esta noción, desocultando su constitutivo e


indisociable vínculo de oposición con el concepto de sociedad, y que en relación
con otras oposiciones metafísicas (e.g. naturaleza/técnica, propiedad/impropiedad,
unión/desunión, personal/impersonal, sensible/inteligible, etcétera) conforma
un dispositivo o sistema dialéctico. En otras palabras, significa mostrar que en
la relación terminológica del eje conceptual comunidad-sociedad, la existencia
de un polo depende entera y sistémicamente de la existencia de su par opuesto.
Suplementariamente, en el transcurso de esta escritura, se apunta a distinguir la
“emergencia irruptiva de un nuevo «concepto»” (Derrida, 1977: 55) de socialidad,
la apuesta por la posibilidad de una otra ontología de lo común que interrumpe desde
el entre de los discursos, como “indecidibles” que no pueden ya ser capturados por
su régimen de oposiciones binarias.
El capítulo uno introduce al problema de la comunidad en relación a la extensa
trama de teorías filosóficas y sociales del siglo XIX en la que se apuntala. Allí se
analiza el vínculo que surge entre mito y comunidad, señalando la específica actitud
de los autores mencionados con respecto a un “esquema nostálgico” que a partir de
este vínculo envuelve a la idea de comunidad en devenir de la sociedad moderna.
Un señalamiento que será clave para mostrar la inscripción de la historia de la
diferencia conceptual entre Gemeinschaft y Gesellschaft en un contexto reconocido
como “época de las oposiciones” (Alvaro, 2015: 40), donde la persistencia de
una “filosofía de los valores”, pese al positivismo reinante, será determinante en la
axiología y por tanto la jerarquía con que los términos “comunidad” y “sociedad”
funcionarán uno en relación al otro componiendo un sistema dialéctico.
El capítulo dos versa sobre el discurso de Marx enfocado en un recorte de
ciertos trabajos de su obra, donde se analiza el significado y el valor que adquieren
las tradicionales –y en Marx interpretativamente inseparables– figuras del léxico
filosófico–político y científico social de Occidente, a saber, comunidad, sociedad
civil o burguesa (bürgerliche Gesellschaft) y Estado. Atendiendo al sistema de
relaciones lógicas y axiológicas que estas nociones componen en distintos lugares
de la obra marxiana, se establece que, independientemente de sus periodizaciones,
la concepción de comunidad siempre se planteará en relación con “lo verdadero”
de la humanidad, operando por momentos como origen (arkhé) y en otros como
fin (télos), sobre el horizonte de un pensamiento emancipatorio que nunca habría
dejado de sentarse sobre una metafísica “arqueo-teleológica”. Fórmula discursiva
donde yace, a juicio de Alvaro, el antecedente más directo del “acontecimiento
teórico” que vendría a sellar, de la mano del sociólogo Ferdinand Tönnies, la
definición del concepto moderno de “comunidad” (Gemeinschaft), en explícita y
todavía poco problematizada oposición al de “sociedad”.
Por su parte, Tönnies es abordado en el capítulo tres especialmente en
referencia a sus aportes en su trabajo fundacional Comunidad y Sociedad (1887),

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Daniel Alvaro. El problema de la comunidad. Marx, Tönnies, Weber.
Buenos Aires: Prometeo Editorial, 2015, 310 páginas

donde se establece la definición de “sociedad” por oposición subordinada al


concepto de “comunidad”, la que por su parte presidirá, sin excepción, lógica
y cronológicamente en esta relación bimembre. Herencia que se hace extensiva
iterativamente hasta la contemporaneidad de las ciencias sociales desde aquellos
inaugurales esfuerzos por darle a este problema un estatuto científico.
El capítulo cuatro demarca la cuestión de la comunidad en la obra de Max
Weber, ocupándose especialmente de interpretar y comparar en esta línea los dos
trabajos reconocidamente fundamentales de su teoría de “sociología comprensiva”,
a saber: el ensayo de las categorías de 1913 y el primer capítulo de Economía y sociedad.
La cuestión central radicará en una exégesis a contramano de las interpretaciones
canónicas, custodias de la cientificidad de su herencia teórico-metodológica, toda
vez que se demuestra a partir de las formulaciones de su sociología “pura” una
inexorable filosofía de la historia subyacente y la estructuración metafísica de la
oposición comunidad-sociedad nunca del todo destituida de su discurso.
El capítulo cinco cierra el trabajo mediante un diagnóstico sobre la
actualidad del pensamiento de la comunidad, observando que las hoy abundantes
lecturas críticas y deconstructivas de esta problemática, en general más conocidas
y extendidas que otras aproximaciones, pasan por alto los desarrollos teóricos que
desde la sociología han contribuido a la conformación del concepto moderno de
comunidad, tanto como aquellas tradiciones filosóficas y teórico-políticas que
alimentan otras propuestas desde donde se aborda actualmente la cuestión de la
comunidad. Para el autor, antes de desestimar o ignorar un fecundo y complejo
corpus discursivo que está, asumido o no, siempre en la base iterada de la comprensión
vigente de lo comunitario, habría que encontrar sus puntos de contacto con otras
problematizaciones. Pero aquello no con el fin de demarcar sus circunscripciones
histórico-disciplinares, sino de habilitar el terreno para someterlos un mismo
trabajo deconstructivo y, en alguna medida, poder disminuir o en cualquier caso
diferir de la determinación ontoteológica del ser-en-común actual.
Se concluye que no obstante las diferentes configuraciones adquiridas por
la idea de comunidad a partir de los planteamientos de Marx, Tönnies y Weber,
bajo conceptualizaciones que incluso se muestran cambiantes dentro de sus propias
teorías; y más allá de las particulares creencias respecto de las posibilidades, el tiempo
y el espacio que le asignan cada uno a la comunidad, se reconoce en todos ellos una
transversal y constante significación, a saber: el comunocentrismo. Un privilegio que
ostenta la comunidad por sobre la sociedad en los discursos de estos pensadores,
articulado en una relación oposicional, donde lo comunitario se tendería a definir
por su proximidad a lo natural, a lo originario, a lo verdadero, mientras que lo relativo
a la sociedad será con recurrencia degradado a lo meramente artificial, a lo derivado,
a lo no-verdadero. Y este modo de pensamiento, desmadejado de la definición
de dichos conceptos fundacionales de la sociología, solo se hace evidente por la

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Andrés Pereira

suspensión deconstructiva de las fronteras disciplinares, en una tarea que abre su


comprensión a una problemática de época en la historia intelectual europea, desde
donde la oposición bimembre de las categorías comunidad-sociedad se inscribe
entonces como una marca de nacimiento funcional para la conformación de las
ciencias sociales. Que esta determinación siga siendo metafísica se corresponde
con el cerrado nudo hacia el cual se dirige el esfuerzo disolvente de este libro, cuyo
aliento escapa, trasciende los bordes que lo materializan.
Pero esta trascendencia es, en rigor, solo aparente, pues no pretende
reinstalar otro “reino” de verdad; y se puede describir mejor como un trabajo
de permanente trascendiendo, de fugarse en la misma inmanencia, como una
tarea que devela y deshace la pretensión de absolutez, expresada en la imposible
sutura ontológica del binarismo conceptual comunocentrista. En todo caso, como
deslinda el trabajo de Alvaro, estas teorías no pueden ser reducidos totalmente a
la historia de la metafísica occidental y tenderían a producir ciertos cortocircuitos,
desbordes conceptuales no domeñables por lógica oposicional que quiere cerrar
el sistema y determinar el pensamiento sobre la socialidad. Los “indecidibles” que
aquí irrumpen, insubordinables a la coyuntura de los discursos de los “padres
fundadores” de la sociología, tienden a captar un “concepto”, ni en sí metafísico ni
en sí no-metafísico –como diría Derrida (1977)–, sino relativo a una materialidad
excesiva y exterior que no se agota en la resolución dialéctica; no responde ni a
comunidad ni a sociedad, o quizás es ambas cosas a la vez. Y que en definitiva,
pese a su “indecidibilidad”, este concepto ya mostraría –concluye Alvaro– signos
inequívocos de que sí es pensable.

REFERENCIAS

Alvaro, Daniel. El problema de la comunidad: Marx, Tönnies, Weber. Buenos Aires:


Prometeo Editoral, 2015.

Derrida, Jacques. Posiciones. Valencia: Pre-Textos,1977.

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