El Maca Tehuelche y Un Misterioso Animal de La Patagonia UPS

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EL MACA TEHUELCHE Y UN MISTERIOSO ANIMAL DE LA PATAGONIA

Macá Tobiano (Podiceps gallardoi)

Como ispiando, de una en una,


las estreyas van saliendo
y medio se van corriendo
pa’ darle paso a la luna,
se cayan en la laguna
la gayareta, el macá,
el silencio envuelve ya
como una sombra que agobia…
Y yo solo, pues mi novia,
mi novia es la soledá.

Mi novia es la soledá - Álvaro Istueta Landajo

Esta historia nos lleva a los confines de la Patagonia Austral.

En el origen de los tiempos tehuelches existía una isla donde habitaban


seres humanos con figura de animales. Uno de ellos era Nosjthej, un
gigante monstruoso, se apareó con la bella nube Teo, que quedó
embarazada. El gigante, temiendo ser superado por su hijo, abrió el vientre
de la madre y extrajo el feto, para devorarlo. Pero la abuela-tucutucu,
Térrguer, lo escondió en su cueva. El niño, llamado Elal, pudo crecer, pero
como su padre seguía buscándolo, los animales lo hicieron montar en
Kokn, el cisne, y acompañados por numerosas aves, se dirigieron a Aoni
Güent , la Patagonia continental. Descendieron cerca del Chaltén (el
monte Fitz Roy), donde Elal dio forma a los hombres y demás animales.
Una vez concluida su obra creadora, se transformó en ave y voló con el
cisne hacia el este, desde donde habría de ascender al paraíso tehuelche.

¿Habrá sido que nuestro macá tobiano acompañó a Elal en su vuelo


fundacional? Es probable, ya que el macá tobiano efectúa todos los años un
vuelo al este, desde las mesetas patagónicas hasta la costa marina, buscando
un lugar más benigno para invernar.

También por aquellas épocas existía, entre otros seres malignos,


Ookempan, un animal cuadrúpedo, cubierto por una caparazón de piedra,
parecida a las de la tortuga. Debido a la rigidez de su cubierta, no podía
mirar hacia arriba, pero podía capturar choiques (Pterocnemia pennata) de
los que se alimentaba, así como también niños que uitlizaba como
esclavos. El héroe Oóuk’en logró despeñarlo por un barranco, rompiendo
su caparazón y produciéndole la muerte. Y desde entonces no se lo vió
más, pero hay quien asegura que no era otro que el milodón.

De cómo la historia del milodón se entrelaza con la del macá tehuelche.

Hace decenas de miles de años vivía en los Andes Patagónicos un notable


mamífero conocido como milodón (Mylodon darwini). Era una especie de
perezoso gigante que medía unos dos metros y medio de largo, y pesaba
unos 250 kg. Se alimentaba de vegetales que obtenía deambulando por la
estepa. Su piel era muy dura, quizás tanto como la de Ookempan, ya que
tenía insertados numerosos huesitos dérmicos y estaba cubierta de una
espesa pelambre rojiza. El nombre científico le fue dado por el
paleontólogo inglés Richard Owen “en honor de su descubridor,
[obviamente Charles Darwin] de cuyas investigaciones en la parte sur del
Nuevo Mundo constituye uno de los muchos novedosos e interesantes
frutos. . . Este fósil fue descubierto en un estrato de grava parcialmente
consolidada en la base del acantilado llamada Punta Alta, en Bahía Blanca,
en el norte de Patagonia”. Un lugar que, al decir de Darwin “es una
verdadera catacumba de monstruos pertenecientes a razas extintas”

El milodón se extinguió hace aproximadamente unos 10.000 años, quizás


debido a cambios climáticos, a episodios de vulcanismo, o bien a la caza
por parte de los primeros humanos americanos.

En enero de 1895, un grupo de excursionistas integrado por el capitán


alemán Hermann Eberhard, estanciero de Shemenaiken (Río Gallegos); el
Sr. Greenshild, estanciero de Camarones (Chubut); el Sr. von Heinz,
estanciero en el Río Turbio superior, el comandante José A. Martín, el
ingeniero Luis A. Alvarez y otros exploradores, encontraron una gran
caverna, en las laderas del Cerro Benítes, cerca del fiordo de Ultima
Esperanza, en Puerto Natales, Chile. En la parte anterior de la misma
hallaron un trozo de cuero que les llamó mucho la atención. Estaba
cubierto de pelos rubios, gruesos, de 3 a 5 cm. de largo, y en su interior
tenia incrustados muchos huesitos del tamaño de un grano de café.

En noviembre de 1897. el doctor Francisco. P. Moreno director del Museo


de La Plata, el zoólogo belga doctor Rocowitza, el ingeniero Luis A.
Alvarez y el geólogo Rodolfo Hauthal, visitaron el lugar y al ver el cuero,
colgado de un árbol en la propiedad de von Heinz, se interesaron de
inmediato por explorar la cueva donde encontraron más restos de pieles,
huesos y coprolitos (materia fecal fosilizada). Estos materiales fueron
llevados al Museo de La Plata y más tarde a Londres, donde Moreno dio
una conferencia en la Sociedad Zoológica. La cueva llamada
Gruta Eberhard es actualmente el Monumento Natural Cueva del
Milodón,

El paleontólogo Florentino Ameghino, consideró que los huesecillos


dérmicos pertenecían a una nueva especie de milodón que bautizó como
Neomylodon listai , lanzando la hipótesis de que aún podía seguir viviendo
en algún recóndito paraje de la Patagonia austral. Ameghino llegó a esa
afirmación recordando un relato que le hiciera el explorador Ramón Lista,
quien en un remoto paraje de Santa Cruz había tenido un encuentro
nocturno con un extraño animal, acorazado como un pangolín asiático, y
a quien le había disparado sin lograr herirlo. Ameghino lo imaginó
conviviendo con los humanos de modo que habiéndose hallado en la
cueva “un esqueleto humano: este último es evidentemente el esqueleto
de uno de los antiguos patagones de que habla Lozano, que abrigado con
su manta de cuero de Neomylodon buscó un refugio en la cueva y
encontró en ella la muerte!”

EL IEMISCH

El relato de Ramón Lista coincide con la leyenda del iemisch o jemisch


de los tehuelches, el cual era un animal que vivía en el agua y salía a
comer gente y ganado a la orilla del río, en horas de la noche. Los
Tehuelches meridionales lo llamaban yem'chen ( = "tigre del agua").

Se trata de un animal anfibio, nocturno, de garras tan fuertes que puede


atrapar un caballo y arrastrarlo al fondo del río para ahogarlo. Tiene
cabeza corta, grandes colmillos, pies cortos con membranas
interdigitales, y la cola larga, achatada y prensil. El pelo es corto, duro y
de color bayo. Es mayor que un puma pero más retacón y más robusto.

Carlos Ameghino le comentaba a su hermano que un tehuelche llamado


Hompen se trabó en lucha con un iemisch en el camino de Senguer a
Santa Cruz, logrando matarlo a bolazos. Parece ser que originariamente
el jemisch vivía desde el río Negro hasta el estrecho de Magallanes en los
lagos de la ladera oriental de los Andes. Hacia mediados del siglo XIX un
iemisch que bajaba desde los Andes por el río Santa Cruz fue avistado
cerca de la isla Pavón ante el terror de los indígenas que denominaron a
ese lugar Iemisch-Aiken (= “lugar del iemisch”).

Por su parte, Santiago Roth, cuenta que en tiempos del abuelo del
cacique tehuelche Kankel, el iemisch habitaba en el lago Buenos Aires.
Cuando bramaba huían todos los animales y en una ocasión le había
matado a toda una tropilla.

El explorador Tournoeur cuenta:”Estando un anochecer observando a


orillas de un río del interior junto al cual había acampado, vi emerger,
en el medio de la corriente, la cabeza de un animal del tamaño de la de
un gran puma. Le disparé una bala; el animal se hundió y no reapareció
más. Según lo que pude distinguir en ese anochecer, su cabeza redonda
tenía el pelaje pardo oscuro; los ojos estaban rodeados de pelos color
amarillo claro, alargándose en una banda fina hacia la oreja, la cual no
tenía pabellón.” Los indios le informaron que el nombre de la criatura
era “hymché” e incluso le mostraron sus huellas en la arena.

Se cree que esta leyenda, como ya bien lo señalara Musters, se habría


originado en el huíllín (Lontra provocax) que es un mustélido, una
especie de nutria patagónica. Sin embargo, su pequeño tamaño, 60-70
cm, lo hace incapaz de tales hazañas y hace suponer que algún otro
animal habría dado pie a la leyenda, quizás el puma o el yaguareté, ya
que según algunos relatos éste llegaba a fines del siglo XVIII hasta el
estrecho de Magallanes.

Los restos de la Gruta Eberhard resultaron ser de ejemplares de la misma


especie que había hallado Darwin en Bahía Blanca, es decir Mylodon
darwini, pero la idea de Ameghino se había instalado de tal manera en la
prensa y en el público que se ofrecieron recompensas y hasta un diario
londinense financió una expedición para capturar a un milodón vivo.

En efecto, el mayor Hesketh Vernon Hesketh-Prichard, un conocido


explorador, aventurero y cazador de caza mayor, había leído el informe de
la conferencia de Moreno publicado en el "Geographical Journal" en 1899,
quedando fascinado por la idea de que hubiera milodones vivos en los
bosques de los Andes patagónicos. ¡Si hasta el mismo director del Natural
History Museum, Ray Lankester, lo creía posible!

Sin embargo Prichard carecía de los medios necesarios para pagar una
expedición al lugar. Entonces contactó a Cyril Arthur Pearson, el fundador
y propietario del "Daily Express" de Londres, quien aportó lo necesario
para el viaje a la Patagonia, con el objeto de capturar un ejemplar del
fabuloso animal. Así, a fines de 1900 Hesketh-Prichard, acompañado de J.
Barbury y F.B. Scrivenor y asesorado por Moreno, recorrió
minuciosamente el territorio desde Comodoro Rivadavia hasta el lago
Argentino. Pero, más allá de maravillar a los lectores del diario con sus
amenos relatos, no pudo encontrar al misterioso animal. No obstante
aportó el conocimiento de muchas regiones inexploradas, descubrió el lago
Pearson (lago Anita), el río Caterina y una nueva variedad de puma: Felis
concolor pearsoni (hoy sinónimo de Puma concolor concolor).

Prichard concluyó: “Durante todo el tiempo que pasé en Patagonia no


pude hallar ni una pizca de evidencia que sustente la idea de la
supervivencia del Mylodon”. Y aunque Ameghino mantenía aún la
convicción de que el animal estaba vivo, Hauthal señalaba con acierto que
era imposible que un animal de tal magnitud nunca hubiera dejado rastros
como los otros grandes mamíferos de la región. Lo mismo opinó el
paleontólogo Lehmann-Nietsche, quien además dejó una profética
sentencia: “Se ve . . . que siempre hay quien espera encontrar en la
Patagonia un animal desconocido”. Pese a estas opiniones de los científicos,
en 1975 el minero Mario Pereira de Souza, que trabajaba en la zona,
afirmó haber visto una enorme criatura que se le acercó caminando en dos
patas y emitiendo un feísimo olor.

Una vez regresado a Gran Bretaña Prichard publicó en 1902, el libro


"Through the Heart of Patagonia" con hermosas ilustraciones del pintor
John Everett Millais. En esta interesante obra algunas observaciones suyas
pasaron inadvertidas para el mundo científico. El 12 de noviembre de
1900, a orillas del río Leona, “un pequeño zambullidor crestado estaba
emitiendo su melancólico grito”. Más tarde, en enero de 1901, al este del
lago Argentino, dice “vagabamos por un desierto de basalto o lava … hasta
que finalmente avistamos una gran laguna” con flamencos, cauquenes y 34
bandurrias. “También se veían guanacos. Aquí acampamos, y encontramos
aún otra laguna profunda y rocosa, en la cual había muchos zambullidores
que no puede identificar”.
Descubrimiento del macá tobiano

Muchos años después, en marzo de 1974, Mauricio Rumboll y Eduardo


Shaw se encontraban anillando cauquenes cerca de la laguna Los
Escarchados, llamada así porque unos lugareños habían muerto por
congelación en ese lugar. La laguna está ubicada en la meseta de Las
Vizcachas, a 50 km de El Calafate, es decir aproximadamente en la zona de
la segunda observación de Prichard.

Con el fin de practicar la preparación de pieles para colecciones, Eduardo


cazó un macá o zambullidor de los que se veían en la laguna. El ave llamó
la atención porque aunque parecida al macá plateado, Podiceps occipitalis,
era bastante mayor. Tras consultar a varios ornitólogos se llegó a la
conclusión de que se trataba de una nueva especie para la ciencia y
Rumboll la describió como Podiceps gallardoi, en honor de Ángel Gallardo
y su nieto, José María, zoólogos ambos, que fueran directores del Museo
Argentino de Ciencias Naturales.

El nombre común de macá tobiano se refiere al contraste del color negro


de su cara con el blanco del cuerpo. En efecto, se denomina tobiano al
caballo de pelaje con grandes manchas de color definido, generalmente
blanco y negro u oscuro. Sin embargo creemos más acertado el nombre de
macá tehuelche, por la zona donde habita, patria de aquella etnia tan
notable.

Llama la atención que un ave de ese tamaño no haya sido advertida por
los numerosos naturalistas viajeros que recorrieron la región, y hablamos
de figuras de la talla de Charles Darwin, George Musters, André Tournouer,
Ramon Lista, Francisco Moreno y Max Birabén, entre otros.

Las breves referencias de Prichard son significativas ya que habla de “un


pequeño zambullidor crestado”. Lo de pequeño indica que no era el huala
o macá grande (Podiceps major), mientras que lo de “crestado” descartaría
al similar macá plateado (Podiceps occipitalis) ya que según señala Erize
esta cresta constituye el rasgo mas peculiar del PG por su coloración y
ubicación, ya que las plumas que la forman nacen de la frente y zona
superciliar mientras que en P. occipitalis surgen de la región superciliar
posterior y auricular. Igualmente el hecho de encontrarlo en una zona de
mesetas basálticas con lagunas de agua dulce, muy próxima al lugar de su
descubrimiento, refuerza la idea de que Prichard pudo haber sido el primer
europeo en haber visto al macá tehuelche.

REFERENCIAS

Ameghino, Florentino – 1898 – An existing ground-sloth in Patagonia.


Natural Science 13:324.

Colombres, A. – 2001 – Seres Mitológicos Argentinos – Emecé, Bs. Aires

Owen,R. 1839. Fossil Mammalia, en Darwin, C. R. ed. - The zoology of the


voyage of H.M.S. Beagle, under the command of Captain Fitzroy, during
the years 1832 to 1836, London: Smith Elder and Co.

Darwin, C. R. – 1839 – Viaje de un naturalista alrededor del mundo – 2


vol. - Akal, Madrid, 1983.

Erize, F. -1983- Observaciones sobre Podiceps gallardoi – El Hornero –


Numero Extraordinario 256-258

Hauthal, R., Roth, S, y R. Lehmann-Nietsche –1891- El mamífero misterioso


de la Patagonia- Grypotherium domesticum. Revista del Museo de La Plata
9:411.

Hesketh Prichard, H. – 1902 - Through The Heart Of Patagonia. New York.

Lehmann-Nietsche, R. – 1902 - La pretendida existencia actual del


Grypotherium - Supersticiones araucanas referentes a la lutra y al tigre. -
Revista del Museo de La Plata 10: 271-281

Martinic, M. – 1996 - La Cueva del Milodon (Ultima Esperanza, Patagonia


chilena). Un siglo de descubrimientos y estudios referidos a la vida
primitiva en el sur de America. Journal de la Société des Américanistes, 82:
311-323.

Moreno, F. P. y A. Smith Woodward – 1899- On a portion of a


Mammalian Skin, named Neomylodon listai, from a Cavern near Consuelo
Cove, Last Hope Inlet, Patagonia. –Proc. Zool. Soc. p. 144
Musters, G.Ch. – (1871) 1964 – Vida entre los Patagones- Solar/ Hachette.
Buneos Aires.

Rumboll, M. A. E. – 1974 – Una nueva especie de macá – Comunicaciones


del Museo Argentino de Ciencias Naturales. Zoologia 4 (5)

Smith Woodward, A. y Moreno, F. P. -1899- On a portion of mammalian


skin named Neomylodon Listai from a cavern near Consuelo Cove, Last
Hope Inlet, Patagonia - Proceedings of the Zoological Society of London,
67 (1): 144–156.

Tournouer, A. – 1901 – Sur le Neomylodon et l’animal mysterieux de la


Patagonie – Comptes rendus de séances de l’Academie de Sciences. Paris.

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