La Armadura de Dios
La Armadura de Dios
La Armadura de Dios
Al vestirnos y usar la armadura de forma efectiva podremos hacer frente a todas las trampas
del maligno y saldremos victoriosos. Veamos lo que nos dice Efesios 6:10-18 sobre la
armadura de Dios, para qué sirve y cómo debemos usarla.
Lo primero es fortalecernos en el Señor. ¡De él viene nuestra fuerza! Esta llega cuando
reconocemos que dependemos de Dios, le buscamos en oración, leemos su Palabra
y escuchamos su voz.
Luego debemos vestirnos, tomar la armadura y ponérnosla. Esto requiere iniciativa, una acción
de nuestra parte y una decisión: no me enfrento con mis propias fuerzas sino que uso las
armas que Dios me da. Es un acto de humildad y de confianza total en su poder y en su
sabiduría.
Jesús ya venció al diablo en la cruz, la batalla final está ganada. Sin embargo, nos enfrentamos
a batallas espirituales cada día y debemos hacerlo con las armas que Dios nos da, no con
nuestro intelecto o con nuestras fuerzas físicas. Esta es una lucha espiritual y nuestro
adversario, el diablo, es astuto e intentará desanimarnos en nuestro andar con Cristo. Usando
bien las armas que Dios nos da, venceremos.
La guerra espiritual
Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades,
contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas
en las regiones celestiales. Por lo tanto, pónganse toda la armadura de Dios, para que
cuando llegue el día malo puedan resistir hasta el fin con firmeza.
(Efesios 6:12-13)
La realidad es que estamos en una lucha espiritual constante nos guste o no. En 1 Pedro 5:8-
9 dice:
"Practiquen el dominio propio y manténganse alerta. Su enemigo el diablo ronda como león
rugiente, buscando a quién devorar. Resístanlo, manteniéndose firmes en la fe, sabiendo que
sus hermanos en todo el mundo están soportando la misma clase de sufrimientos".
Somos llamados a resistir, a estar preparados para el ataque y firmes en la fe. Es una lucha
intensa, pero Dios no nos deja indefensos. Él provee la armadura que necesitamos para
vencer. ¡Sólo tenemos que ponerla y usarla!
Debemos tener en cuenta que es una armadura, no varias, y debemos llevarla en su totalidad
ya que nos equipa para hacer frente a todos los ataques del diablo. No nos ponemos hoy el
casco y mañana el escudo. ¡No! Los soldados se preparan con toda la armadura cuando salen
a la batalla y nosotros, como buenos soldados de Jesús debemos hacer lo mismo.
Al usar todas las armas que Dios nos ha provisto, estamos protegidos y listos para la batalla.
Esa es la forma en la que resistiremos firmemente hasta el fin, hasta que estemos con Jesús
por la eternidad.
La armadura de Dios
Veamos una corta descripción de cada una de las partes de la armadura que Dios ha puesto
a nuestra disposición.
1. El cinturón de la verdad
El cinturón que llevaban los soldados era ancho y servía para mantener la túnica interior en su
lugar a la vez que protegía y daba soporte al cuerpo. De esa misma forma el cristiano debe
conocer la verdad sobre quién es en Jesús y vivir una vida íntegra que honre su posición en
Cristo.
El diablo intentará engañarnos con sus mentiras para que fallemos, dudemos o
comprometamos nuestra identidad. Debemos permanecer firmes en la verdad de que somos
hijos de Dios, transformados por él y salvados de la muerte eterna. Nada ni nadie nos
arrebatará de su mano (Juan 10:28).
Cómo usar el cinturón: llena tu mente y tu corazón con la verdad de la palabra de Dios.
Cultiva una amistad profunda con Dios a través de la oración. Fortalece tu espíritu cada día
alabando a Dios y pasando tiempo con él. Vive una vida íntegra y sé veraz en todas tus
acciones y palabras.
2. La coraza de la justicia
La coraza iba enganchada al cinturón y protegía órganos vitales. Una herida en el pecho puede
ser mortal y por eso el soldado debe cubrirlo bien. Así mismo debemos vestirnos con la justicia
de Dios que tenemos a través de Jesús. Somos justificados por nuestra fe en Cristo (Romanos
5:1-3). La batalla contra las tentaciones y el pecado no la ganamos por nuestra propia justicia.
La ganamos recordando quiénes somos en Jesús y manteniéndonos firmes en esa realidad.
Cuando Dios nos mira él ve a Jesús en nosotros. Nosotros también debemos enfocarnos en
la obra de Dios en nuestras vidas, mantener nuestros ojos puestos en Jesús, no en nuestro
pasado sin él, en nuestras emociones o en los errores que cometemos.
Cómo usar la coraza: recuerda tu identidad en Cristo, que gracias a él eres has sido justificado
y perteneces a Dios por la eternidad. No creas las acusaciones del enemigo cuando trae a tu
mente los pecados del pasado como si definieran tu presente. Tampoco creas cuando te dice
que no puedes vencer una tentación. Pide a Dios que te ayude a verte como él te ve, a recordar
el poder que él te concede para vencer y a actuar siempre como él desea que lo hagas.
Los pies necesitan estar bien protegidos para avanzar en la batalla. El enemigo puede colocar
objetos cortantes o trampas para hacernos caer y evitar que avancemos. Su meta es impedir
que salgamos a proclamar el evangelio de la paz. Puede atacar con tentaciones, complejos,
sentido de inferioridad, ansiedad, gente que se burla... la lista es larga. Pero en Cristo nuestros
pies están firmes y dispuestos para llevar el evangelio de la paz. Damos pasos y
ganamos terreno (vidas) para el reino de Dios porque él nos capacita y porque nosotros
mismos hemos experimentado su paz.
El reino de Dios es uno de justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo (Romanos 14:17). Ese es
el mensaje que debemos proclamar. Sí, es cierto que es una guerra, pero las armas que Dios
nos da no son de este mundo y pueden parecer ilógicas. No ganamos imponiendo o
alterándonos; ganamos viviendo llenos de su paz y llevándola a todos los que nos rodean.
Cómo usar el calzado: Permite que la paz de Dios llene tu corazón cada día. Pasa tiempo
con Jesús y fortalece tu espíritu. No dejes que las trampas del enemigo impidan tu avance y
efectividad. Afirma tus pies, pide a Dios que te de valentía y comparte su evangelio de paz con
todos los que te rodean.
4. El escudo de la fe
Además de todo esto, tomen el escudo de la fe, con el cual pueden apagar todas las flechas
encendidas del maligno.
(Efesios 6:16)
Aquí Pablo no solo menciona la parte de la armadura sino que también nos dice para qué la
usaremos. El escudo al que se refiere era uno grande que cubría y protegía toda la parte
delantera del soldado. Era resistente y estaba cubierto de cuero porque a veces el enemigo
atacaba con flechas encendidas y el cuero actuaba como aislante protector.
Con el escudo de la fe podemos apagar todas las flechas que nos dispara el maligno. El
ataque del diablo puede venir de cualquier lugar, por eso es importante estar alerta para poder
colocar el escudo en el lugar preciso y protegernos.
Una de las armas que el diablo usa con frecuencia es la duda. Nos incita a dudar del poder, el
amor o la bondad de Dios. Al ejercitar nuestra fe y afirmarnos en lo que sabemos sobre Dios y
su obra en nosotros, esos ataques pierden su efectividad y avanzamos en nuestro andar con
Jesús.
Cómo usar el escudo: alimenta tu fe leyendo y memorizando la palabra de Dios, pasa tiempo
con Dios. Llena tu mente de la verdad sobre él y sobre quién eres en él para que puedas usar
esa verdad cuando lleguen las dudas.
5. El casco de la salvación
El casco protege la cabeza. Nuestra mente debe estar llena de la certeza de nuestra salvación.
Hemos de vivir cada día la vida que Dios quiere que vivamos como hijos suyos, anclados en
esa certeza y con nuestros corazones llenos de gratitud.
Somos "linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios, para
proclamar las obras maravillosas de aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable"
(1 Pedro 2:9). Esa es nuestra realidad y ese es nuestro propósito. No permitamos que el diablo
ponga en nuestras mentes dudas sobre nuestra salvación. Somos salvos por la fe en Cristo
(Gálatas 3) y nadie nos puede arrebatar esa salvación.
Cómo usar el casco: Recuerda que eres salvo por la fe en Jesús y eso nadie lo puede
cambiar. Vive en confianza y en obediencia la vida que Jesús desea para ti. Combate con la
palabra de Dios las dudas sobre tu salvación o las tentaciones a sentir que no mereces su
amor o su perdón. Él te ama, te salvó y eres suyo por la eternidad.
6. La espada del Espíritu
Esta es la única arma de ataque, las otras son más bien defensivas. La espada sirve tanto
para la defensa como para atacar al enemigo. La palabra de Dios alumbra nuestro camino
(Salmo 119:105) e ilumina nuestras mentes con la enseñanza del evangelio. Con la espada
del Espíritu nos defendemos y hacemos frente a los ataques del enemigo (mentiras, engaños)
a la vez que le atacamos con la verdad. Recordemos el ejemplo de Jesús cuando fue tentado,
cómo usó la palabra de forma efectiva para vencer las tentaciones del diablo (Mateo 4).
"Ciertamente, la palabra de Dios es viva y poderosa, y más cortante que cualquier espada de
dos filos. Penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de los
huesos, y juzga los pensamientos y las intenciones del corazón."
(Hebreos 4:12)
Combatimos los malos pensamientos, las dudas y las enseñanzas falsas llenando nuestra
mente con el mensaje de la Biblia. El diablo intentará engañarnos, pero si conocemos bien la
palabra de Dios podremos afirmarnos en la verdad y continuar activos en la batalla sin temor.
Cómo usar la espada: Estudia la Biblia, memorízala, aprende a usar la palabra de verdad de
forma efectiva. Combate las mentiras con su verdad. Guarda la palabra de Dios y vive una vida
acorde a lo que él pide.
La importancia de la oración
El soldado cristiano se prepara para la batalla, se fortalece y recibe sus órdenes a través de la
oración. La comunicación con Dios, nuestro Comandante, debe ser constante para
fortalecernos y recibir sus órdenes con la estrategia que debemos seguir.
No solo debemos orar por nuestras luchas, retos o dificultades, sino que debemos apoyar a
nuestros hermanos en oración. Si
vemos a algún hermano luchando
contra un pecado o duda, o si está
pasando por sufrimiento o
persecución, debemos apoyarle con
nuestras oraciones y animarle.