FIORINI Teoria y Tecnica de Psicoterapias-Páginas-4-13,78-93,132-153 PDF

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 48

Capítulo 1

INTRODUCCIÓN:
EL CAMPO DE LAS PSICOTERAPIAS
Y ALGUNAS DE SUS DIRECCIONES
DE DESARROLLO

El campo de las psicoterapias emerge en los últimos años portador de


problemáticas de una complejidad creciente. Desafía nuestros es­
fuerzos en varios niveles: epistemológico (incluyendo los replanteos
de la crítica ideológica), teórico, técnico, docente, de investigación
(con sus complejas exigencias de orden metodológico). El avance en
el desarrollo de estos niveles, para una elaboración científica del
campo, es lento; lo cual debe necesariamente preocuparnos: en la más
simple de las intervenciones terapéuticas sejuegan'vidas, proyectos,
rumbos de individuos y grupos. Toda carencia científica en este
campo es problema de urgencia, de responsabilidad social humana.
Las vías de abordaje para su desarrollo científico son múltiples, lo
cual no impide el reconocimiento de prioridades. Tres aspectos se nos
han presentado como más urgidos de una tarea elaborativa que
npuntara a ahondarlos: uno, la necesidad de afinar la descripción y
11xplicación de sus técnicas; otro, el del trabajo sobre ciertos pilares
teóricos en los que pueda asentarse y a los que pueda a su vez
t•nriquecer la práctica técnica; tercero, el del cuestionamiento ideoló­
l{ico de las teorías y de las técnicas, que pueda colocarlas en relación
mn determinaciones del contexto social más amplio. Los capítulos de
oHte libro reflejarán sin duda, con distinto grado de acierto, estas
¡1rioridades. Un enfoque que intenta constituir una teoría de las
f,lcnicas de psicoterapia que incluya una consideración crítica de
rtlgunas de sus bases ideológicas. Esto quiere decir una teoría de las
1.é'cnicas que no acepta limitarse a dar cuenta de manipulaciones
11· mcebidas con fines de mera utilidad, que no apunta a lograr
"tcsultados" aislados de un amplio marco social, teórico e ideológico.
Hi se concibiera a las técnicas como recetas sobre lo que se debe hacer
Cncepción que parece tomarse en el rechazo de autores lacanianos a

9
hablar en ese nivel de las técnicas) todo interés en las técnicas
obedecería seguramente a fines espurios. Se trata en cambio de
estudiar las técnicas en cuanto campo de una práctica que, cuidado­
samente investigada, revisada, conceptualizada, remite inevitable­
mente a una teoría. En esta orientación, un salto teórico importante
se opera en el nivel de las técnicas cuando se pasa de las comunica­
ciones categorizadas según la teoría de cada escuela, al intento de
describir las intervenciones concretas del terapeuta mediante un
lenguaje no comprometido con aquellas superestructuras teóricas.
Este pasaje conduce a trabajar en un nivel más alto de teoría.
Muchos de los temas que se abordan en este volumen han surgido
de la enseñanza del Dr. Mauricio Goldenberg y de la práctica clínica
realizada con su dirección en el Servicio de Psicopatología del Policlí­
nico Gregorio Araoz Alfaro, de Lanús, Provincia de Buenos Aires.
Han sido objeto de discusión en grupos de médicos, psiquiatras,
psicólogos, asistentes sociales, psicopedagogos, terapistas ocupacio­
nales, que han constituido grupos de trabajo, principalmente hospi­
talario, centrados en la elaboración teórico-técnica del amplio campo
de las psicoterapias. De su trabajo crítico han surgido valiosos
aportes; gran parte de nuestros desarrollos han fraguado a la luz de
ese incesante diálogo grupal. Desde 1978 fundamos el Centro
de Estudios en Psicoterapias, institución de asistencia y formación de
posgrado, en cuyos equipos de trabajo también hemos discutido y
profundizado las líneas de investigación trazadas para el campo de
las Psicoterapias Psicoanalíticas. Desde 1986 hasta el presente
hemos fundado y conducido la Cátedra de "Clínica Psicológica y
Psicoterapias" en la Facultad de Psicología de la Universidad de
Buenos Aires. En sus aulas hemos tratado sistemáticamente los
temas centrales de este campo de estudios, con 50 docentes, 300
graduados y 15.000 alumnos del último año de la Carrera de Psico­
logía. En la institución Ágora de Montevideo, en Esip de Porto Alegre,
y especialmente en Acippia de Madrid hemos sostenido años de
trabajo clínico, ateneos y jornadas de elaboración teórica.
Al terminar un ciclo de tareas, los miembros de uno de estos grupos
de discusión1 evaluaron sus resultados, llegando a conclusiones que
reflejan, creo, ciertos alcances de nuestro enfoque teórico-técnico del
campo. Fueron algunas de esas conclusiones: "Pude entender mejor
al paciente-persona como ser social, con un interjuego dialéctico de lo
interno y de lo externo, y esa comprensión me dio instrumentos para
trabajar con él de otra manera." "Se me abrió un camino más amplio:

1 Grupo de Discusión sobre Psicoterapias (1972-73), CISAM (Centro Interdiscipli­


nario para la Salud Mental), Buenos Aires.

10
relacionarme con el paciente o con el grupo en forma global, vinculan­
do sus problemas con todos los aspectos de su mundo circundante,
distinguir en él fantasía de realidad y estudiar esa relación." "Frente
H un ser humano complejo vi que no hay una cosa para hacer sino
muchas." "Empecé a pensar más libremente desde una perspectiva
humana y desde mí." "Me sentí más libre como terapeuta, vi que es
útil preguntar, que no está prohibido reír a veces-, y que no siempre
hay que interpretar." "La comprensión de un enfoque situacional me
nclaró cómo entra la ideología." "Me quité el fantasma de la distan'cia
terapéutica y perdí el miedo a errar la interpretación." "Me aproximé
11 un psicodiagnóstico que dé una visión más concreta del paciente."

''Vi que no todo está terminado y que de mí también depende el


desarrollo de la psicoterapia en la Argentina."
Estas conclusiones pueden ser un estímulo motivador para pre­
guntarnos cuáles son los soportes de una orientación teórico-técnica
capaces de concurrir en la dirección de aquellos resultados. Movernos
n caracterizar los aspectos fundamentales de contenidos teóricos e
ideológicos que trazan las líneas directrices de aquella orientación de
Lrabajo. Al menos esa es la tarea que indujeron en mí. Mencionaré
entonces las que he podido reconocer como direcciones clave de una
uctitud científico-técnica comprometida con el desarrollo de este
campo.

l. Entenderlo como un campo en estado experimental pleno,


ocasión de una diversidad de aperturas, seno de una dispersión
creadora antes que lugar de anclaje de sistemas acabados. Esto
quiere decir terreno fértil para innovaciones e intuiciones, tratables
progresivamente con el rigor de una exploración científica. En este
nspecto el campo se enriquece constantemente con el surgimiento de
nuevos enfoques técnicos. Para algunos esto conduce a ensayar una
11uerte de actitud liberal dispuesta a admitir sin prejuicios de escuela,
mientras se sigue con el propio método que otros reclamen también
11n lugar. Pero en realidad de este modo se esquiva un problema más
liásico: el impacto necesariamente reconfigurador del campo que las
lluevas técnicas pueden llegar a producir al dar muestras de nueva
1f• icacia: obligar a replantear las indicaciones específicas de cada una
de las técnicas y, más profundamente, los soportes teóricos de cada
nnfoque. Si nuevos recursos aportan efectos originales (y tal es el caso
tle ciertos enfoques grupales, de parejas, comunitarios, intervencio­
nes breves, terapias por la música y el movimiento) ellos llevan a
revisar las limitaciones de los anteriores y a construir una teoría que
dé cuenta de estas limitaciones y de aquellos efectos. De donde la
omergencia de una extendida exploración empírica crea condiciones

l1
para un vasto movimiento de transformaciones teóricas. Debemos
asumir que la creatividad potencial del campo desborda hasta el
momento a las elaboraciones capaces de efectuar su rescate con­
ceptual.

2 . Identificar entonces como uno de los puntos de urgencia la


necesidad de construir teoría, arriesgarnos a inventar conceptos y
modelos de procesos: aventurar hipótesis que podamos cambiar al
primer paso dado por su luz provisoria. Si reconocemos que sin teoría
no hay práctica científica, podremos entender por qué, de una masa
enorme de publicaciones que circulan en los EE.UU. sobre psicotera­
pias resulta escaso en proporción el material rescatable, el que
permita cuestionar a fondo los métodos y abrir rutas conceptuales
nuevas. He revisado buena parte de las investigaciones producidas
sobre psicoterapias en los últimos 20 años. Sus resultados son pobres,
quedan lejos de la riqueza de la experiencia clínica. No es que
carezcan de diseños rigurosos; el déficit no es metodológico en
principio. Las limitaciones están en las categorías que operacionali­
zan, en el restringido edificio teórico del que se las desprende. Por
ejemplo: las investigaciones sobre proceso en psicoterapias son raras
y fragmentarias. Algunas caen en el atomismo microscópico (compu­
tando "cantidad de palabras por unidad de tiempo" o "cocientes de
silencio"). Otras investigaciones, destinadas a explorar aspectos más
significativos de la interacción terapéutica (como las de Strupp sobre
tipo de intervención del terapeuta) han quedado en un primer escalón
descriptivo, exploratorio. De la misma manera, investigaciones sobre
resultados han permitido objetivar aspectos del cambio en psicotera­
pias, pero no han superado el nivel descriptivo, en la medida en que
no han propuesto teorías sobre el cambio. Por ello entendemos que la
tarea de construirteoría es prioritaria en este campo. Sólo si avanza­
mos en esta dirección tendrá después sentido intentar investigacio­
nes más ambiciosas.

3. Partir de la necesidad de inscribir toda teoría psicológica y


psicopatológica y toda conceptualización referente a métodos tera­
péuticos en el marco de una teoría del hombre, de una concepción
antropológica totalizadora. Sartre ha podido aseverar que la sociolo­
gía y la psicología, incluido el psicoanálisis, en cuanto carentes de esa
concepción totalizadora del mundo humano, carecen de verdadera
teoría. Ahondando en el sentido de este cuestionamiento, cada vez le

r conozco a Sartre mayor razón, porque ¿qué me dicen acaso de una
persona su complejo de Edipo, sus defensas histero-fóbicas, sus
identificaciones proyectivas, sus núcleos melancólicos? Poco, y tal vez

12
rne engañen, recortando elementos efectivamente "reales" de esa
persona puestos en estado de cosas, no articulados, ignorando la
1'8tructura de la experiencia, su organización en base a las tendencias
que en esa persona presionan hacia alguna totalización de sí misma,
11n cuyo seno los dinamismos grupales (familiar, laboral, cultural),
11us campos prospectivos reales e imaginarios, sus prácticas ideológi- ·

1•ns, y sus condiciones materiales socioeconómicas y políticas concu-


1·ren, chocan y se acoplan para dar emergencia al hombre en situa­
l'ión. Una teoría antropológica que enmarque el incesante esfuerzo de
nmstrucción y reconstrucción de totalidades singulares concretas es
• ondición para que toda manipulación correctiva pueda aspirar a una

Inserción en el nivel humano.

4. Profundizar todo esfuerzo de descripción de los hechos que


11tnergen en la experiencia psicoterapéutica, exigir el máximo a las
pnlabras para obligarlas a dar cuenta de toda la riqueza del acontecer
1•11 la situación terapéutica, detectar su enjambre de significaciones,
1111s secuencias, sus leyes todavía oscuras. Este trabajo de descripción
11gurosa tiene.relevancia científica e ideológica: es necesario termi­
nar con las élites profesionales que puedan monopolizar sus fórmu-

1111¡, como si se tratara de secretas alquimias. Lo que se ha pretendido,


,, interesadamente preservado como arte intuitivo individual, debe
f r 11nsformarse en saber trasmisible, si es posible mediante recursos
docentes más amplios que los de la contratación bipersonal privada.
'11 lo que realmente se ha querido asegurar es la función del contacto
1·111pático, de la intuición y de la sensibilidad poética, nada impide que
1111 oficio sólido basado en la objetivación de las técnicas conserve
11d1•más vivas aquellas dimensiones del arte.

5. Conceder importancia especial en la formación del terapeuta a


l 11 uxperiencia de vivir y estudiar más de una técnica de psicoterapia.
Vi1C on eljuego de contrastes y semejanzas en este campo diversificado
1ln11de se adquiere plena noción del sentido y los alcances de cada una
ol11 lns técnicas. Es por el juego de contradicciones y superposiciones
1 11 I re distintas técnicas que puede ir desprendiéndose el aporte
"' 1p1�cífico de cada una de ellas. Cierta tradición de escuela ha
111 opuesto que el terapeuta se forme en una técnica y con una teoría
1111ra evitar confusiones". Esa temida confusión es seguramente
PVlf.nble para cualquier terapeuta de cociente intelectual medio. En
111111bio lo temible de aquella postura es la restricción mental, el
..111 pobrecimiento defensivo frente a la palpitante riqueza del campo,
1 1 r 1signación al tañido de una cuerda sola frente al estallido de la
1111hfonía. Lo peligroso está en que todo experto en una técnica es

13
proclive a intentar con ella abarcar el mundo. Y es conocido qu
monocultivo y subdesarrollo van juntos.

6 . Las psicoterapias individuales son seguramente los métodos de


más asentada conceptualización y aplicación clínica, a partir de
heredar la larga experiencia psicoanalítica y muchas de sus elabora­
ciones teóricas. En las últimas décadas, la masividad de la demanda,
entre otros factores, induce el desarrollo de técnicas grupales d
acelerado ritmo de expansión en virtud de sus mayores posibilidade
de alcance social. Cabe plantearse por qué pueden, no obstante, las
técnicas individuales seguir concertando nuestro interés y cuáles son
sus relaciones con las técnicas grupales. Varias son las razones:
aquella herencia teórico-técnica que favorece sin duda los desarrollos
de esta área; las muy frecuentes situaciones en que, por factores
diversos, el individuo requiere instancias de crecimiento personal
separables de sus pertenencias grupales; también la ventaja de poder
pensar un sistema que con menor número de participantes restringe
algunas de las variables en juego y las hace resaltar con mayor
nitidez. Personalmente he podido cotejar la experiencia de las técni­
cas individuales (psicoanálisis, psicoterapias de insight, de apoyo,
entrevistas de orientación) con otras grupales (parejas, familias,
laboratorios). He constatado que muchos de los conceptos teórico­
técnicos surgidos de los métodos individuales encuentran entera
aplicación en contextos grupales (nociones de foco, relación de traba­
jo, motivación para la tarea, proceso de contrato, tipos de interven­
ción del terapeuta, timing, estrategias y articulación de recursos,
entre otros).2 Esta aplicabilidad grupal de la experiencia bipersonal
no niega, por el contrario puede respetar plenamente, los dinamis­
mos propios del nivel grupal multipersonal. Lo que se desprende d
esta experiencia es que los métodos individuales, aunque limitados
(y no excesivamente) en sus alcances asistenciales, siguen constitu­
yendo instancias de investigación teórico-técnica capaz de nutrir en
ciertas dimensiones incluso la tarea con grandes grupos. A la vez, no
hay duda de que las aperturas grupales pueden cuestionar profunda­
mente y llevarnos a replantear los enfoques individuales: desde la
experiencia de un club de socialización (2), por ejemplo, es posible
cuestionar a fondo los métodos de sojuzgamiento cultural o de
instauraciórr de relaciones autoritarias en el ámbito bipersonal,
donde funcionan encubiertos bajo el signo de lo obvio.

2 Por tal razón, cuando en distintos desarrollos teóricos y técnicos se hace, en


diferentes capítulos de este libro, referencia al "paciente", será conveniente entender
que ese paciente puede ser un individuo o un grupo de amplitud variable.

l '1
7. Las psicoterapias de más antiguo arraigo, las más difundidas y
11Kludiadas son, sin duda, las verbales, esto es, las que concentran sus
11l<pectativas de cambio en el poder modificador, revelador de la
p11labra.
Se ha señalado como problema el desgaste de las palabras con el
11110 (o el mal uso) del lenguaje psicoterapéutico (3). Se ha hablado de
11110 hay palabras (como "persecución", "dependencia", "castración",
11ngar" "una parte de uno, o del otro") que cada vez dicen menos, que
11 menudo se usan, como decía Bion, para no pensar. Que nos colocan,
111mo lo denunciaba Artaud, frente al "desconcertante desamparo de
111 lengua en sus relaciones con el pensamiento" cuando "ni una sola
111• nuestras palabras vive en nuestra boca más que separada del
'11•!0".
1°:1 enfrentamiento de esta problemática del lenguaje es otra de las
tllrt cciones importantes para el desarrollo de nuestro campo. En ella
&111·ge todo el problema del lenguaje en sus relaciones con el cuerpo y
11111 la acción. Y se abre entonces a la investigación la cuestión de las
I"' 1bilidades de un lenguaje activo, vivo, en el marco de una interac-
111111 corporal·restringida, y en el contexto más amplio de un estilo de
11t11 de paciente y terapeuta, signado por las restricciones represivas
1111 In acción. La tradición terapéutica ha asentado en la premisa de
111111ctuar para poder pensar, quedarnos quietos para poder concen-
11 •íl nos. La ideología de estas premisas o sus derivados ha sido
1h111l acada. ¿Aquella propuesta con lo que tiene de verdad parcial no
t11111ido a la vez la adaptación inadvertida a un contexto de inmovili­
tlnd general? Lo cierto es que una nueva línea de experiencias
r. 111pnles, psicodramáticas, de trabajo corporal, su convergencia en
111 lnboratorios de interacción social, han venido también a cuestio-
1\111 nquellas premisas sobre las cuales surgen los problemas del
tf1•t orioro de la palabra. En estas experiencias lo que se constata es la
I'"'º h i lidad de invertir en parte la premisa, subrayando la necesidad
f1,. 11ctuar, de comprometer también el cuerpo para poder sentir­
fH11111nr-verbalizar con una intensidad y veracidad nuevas. Estas
� p11riencias facilitan un acceso pleno a ese nivel de sensibilización y
1ul 11cto consigo mismo y con los otros donde el lenguaje vivo,
ft''' wnal, afectivo, a menudo poético, es emergente natural de lo
l\'itlo. Estos nuevos contextos de experimentación grupal abren
11l1i111ás al aprendizaje de nuevos lenguajes, plásticos, corporales,
t1111111áticos, que una cultura represiva mantiene relegados a la época
llfl lnH añorados juegos infantiles.
1 lt•Hde luego, no se puede suponer que baste con sentir el propio
111•1 ¡>0 o la piel del otro, con intimar y expresarse más libremente
111110 metas. Además, hay que poder abrirse a palabras verdaderas,

15
a palabras-vivas que habitan el mundo personal y lo hacen habitar po
la cultura, y abrirse además a un proceso de enfrentamiento consig
mismo y con la cultura a través de ese encuentro con las palabras
Papel singular, decisivo, del lenguaje verbal, en la experienci
terapéutica.
Esta dirección de desarrollo en psicoterapia apunta a recupera
todas aquellas condiciones en las cuales se haga posible a la palabr
el encuentro de su máxima plenitud. Problema terapéutico que h
sido desde siempre problema de poetas: encontrar palabras qu
logren ser acción más que contemplación, que más vale abra
enigmas en lugar de resolverlos, que vuelvan "cuerpo vivo lo qu
está prisionero en las palabras". Desde esta tarea se entiende e
consejo de Laing a los nuevos terapeutas: leer y escribir poesía com
actividad formativa esencial. Una coherencia con esa poesía leída
escrita exige además vivirla, dentro y fuera de sesión.

8. Parte integrante del quehacer sanitario, las psicoterapias com


parten la necesidad de una revisión epistemológica y filosófic
constante. Portadoras de premisas sobre salud y enfermedad de la
personas, las psicoterapias deben ser colocadas, todas, bajo la len
de una rigurosa crítica epistemológica. Si el terapeuta se pretend
develador de enigmas de su paciente, es éticamente forzoso qu
empiece por indagar cuidadosamente el inconsciente de su clase y d
su capa social, por cuestionar radicalmente sus propias determin
ciones, las que tiñen su acción y su discurso. Este es otro nivel de 1
investigación en psicoterapias. No es casual que llegue con retraso e
relación con los anteriores; las razones de este atraso se explic
desde una sociología del conocimiento; tienen íntima ligazón con 1
presiones de la cultura oficial, que impuso por años como obvias s
propias definiciones de salud y enfermedad, y también con la
restricciones intelectuales impuestas a las capas profesionales po
una particular praxis de clase y por las distorsiones de la colonizació
cultural. En este sentido, hablamos al comienzo de intentar un
teoría de las técnicas de psicoterapia replanteada en sus base
ideológicas. En cuanto profesionales surgidos de esta práctica soci
tal vez podamos replantear algunas de esas bases ideológicas; otr
posiblemente tenderán a quedársenos ocultas en las raíces de 1
técnicas que nos hicieron a nosotros.
La problemática ideológica de las psicoterapias se abre en vari
frentes. Obliga a rever el hecho de que las técnicas y sus teorí
vengan construidas por una capa social, .aislada en claustros acad
micos de las luchas, vicisitudes y pautas culturales de los dem
estratos sociales.

16
Esta problemática se ha hecho decisiva en momentos de discutir
1priamente programas de salud mental en Chile. La misma viene
1rnida al hecho de que las técnicas se han forjado en las metrópolis
t 11lonizadoras y han sido aplicadas sin respetar condiciones de regio-

111.1lización, es decir, al margen de hábitos, tradiciones, subculturas


11rbanas, suburbanas y rurales.
Otro nudo de cuestiones reside en cuestionar estilos terapéuticos,
111odalidades de vínculos propuestos entre paciente y terapeuta que
p11oden estar asentados en el modelo de las diferencias de clases y de
l11H relaciones de poder establecidas por esas diferencias.
Aspectos complementarios de esta problemática se abren con el
Pt1Ludio de las instituciones en las que se aplican las psicoterapias y
1·11 las que se enseñan, cuyas funciones ideológicas van siendo
111 ogresivamente develadas.
Otros niveles de investigación de la problemática ideológica sur­
M•'ll con el estudio del papel que juegan en la relación terapéutica la
11h1ología explícita por un lado, y la ideología no explícita por otro,
\· nhi culizada a través de interpretaciones orientadas en una determi-

1111da dirección, y del empleo de nociones psicológicas o psicopatoló­


t 11·ns de fachada "científica". Emergen asimismo los problemas crea­
' rHi por la concentración del esfuerzo terapéutico en individuos o en
111•queños grupos, prácticas de las que importa destacar las nociones
�flrLoriales de enfermedad y curación que enfatizan, y el significado
11110 asume ese recortamiento sobre el fondo del sistema social en que
"11 11plican.
l�s posible que como resultado de estos replanteos, las técnicas de
p 1roterapia que conocemos deban ser parcial o totalmente cambia-
11111�. Si fuera éste el caso, todo esfuerzo de descripción y conceptuali-
11rión podrá contribuir, con otros factores, a que ese proceso se acelere
\ rnnduzca a niveles más altos de la elaboración científica en salud
1111·1üal. Cumplirían entonces su misión de peldaño. Sabemos, además,
11111 el futuro de las psicoterapias consistirá en negarse dialécticamente
1111110 terapias, para volcar sus'adquisiciones y desarrollos en los campos
1lt• In prevención y la educación.
J ,as revisiones por realizar nos llevan a un trabajo interdisciplina-
1111 El pensamiento propio de epistemologías de Complejidad (Edgar
Morin, Gilles Deleuze, Félix Guattari, llya Prigogine) se ha ido
11111Ht.ituyendo en el cruce de aportes sociológicos, físicos, químicos,
• 1h1•rnéticos, climatológicos, de biología celular, antropológicos, eco­

l111r1cos. Ese pensamiento nos conduce a muy amplias revisiones sobre


111'4 conductas, las fuerzas incidentes en micro y macrosistemas, sus
11111diciones de cierres y aperturas.
11:n el campo de las psicoterapias, en aspectos más delimitados de

17
especialización, se han desarrollado aportes de enfoques vinculares,
sistémicos,cognitivistas, bioenergéticos, lingüísticos, así como reno­
vados aportes de la investigación psicoanalítica. Todos estos enfo­
ques han mostrado perspectivas de una creciente complejidad para
nuestros abordajes clínicos. Hacerse cargo de esta complejidad se
convierte en otra de las direcciones principales del trabajo teórico y
de las prácticas que configuran este campo.
Los problemas sociales desplegados con la era del capitalismo
global introducen nuevos impactos para la salud mental de indivi­
duos, grupos y comunidades. La desocupación y la inestabilidad en
las condiciones de trabajo nos introducen en el estudio de nuevas
situaciones críticas y traumáticas. Las problemáticas del poder
globalizador, sus modos de constitución y sus efectos, obligan a
nuevas investigaciones sobre las condiciones que hacen a los trastor­
nos y a las tareas capaces de promover salud mental. Se trata de
comprender el entramado de factores sociales, económicos,jurídicos,
políticos y culturales que hacen a la constitución de la subjetividad en
las sociedades actuales. El campo de las psicoterapias debe abrirse
actualmente a estos desafíos.

Referencias bibliográficas

l. Alexander, Franz y French, Thomas ( 1946), Terapéutica Psicoanalítica,


Buenos Aires, Paidós,1956.
2. Balint, M., Ornstein, P., Balint, E. (1972), Psicoterapia Focal. Terapia
Breve para Psicoanalistas. Modelo desarrollado en la Clínica Tavis­
tock, Buenos Aires, Gedisa, 1985.
3. Bernardi, Ricardo, Defey, Denise, Elizalde, Juan, Fiorini, Héctor, Fonagy,
Peter, Rivera, Jorge, Kernberg, Otto, Kachele, Horst, Psicoanálisis.
Focos y Aperturas, Montevideo, Psicolibros, 2000.
4. Bleichmar, Hugo, Avances en Psicoterapia Psicoanalítica, Barcelona,
Paidós, 1997.
5. Calvo, M. C.,Del Espejo al doble. Lenguajes del ser, Buenos Aires, El Otro,
1997.
6. Deleuze, G., Conversaciones, Valencia, Pre-textos, 1995.
7. Deleuze, G., Guattari, F., Mil Mesetas, Valencia, Pre-textos, 1994.
8. Fiorini, Héctor,El Campo Teórico y Clínico de las Psicoterapias Psicoana­
líticas, Buenos Aires, Tekné, 1987.
9. Fiorini, Héctor, El Psiquismo Creador, Buenos Aires, Paidós, 1995.
10. Fiorini, Héctor, Estructuras y Abordajes en Psicoterapias Psicoanalíti­
cas, Buenos Aires, Nueva Visión, 6ª ed., 1998.
11. Fiorini, Héctor, "Focalización y Psicoanálisis", en: Bernardi, R., Defey,
D., Kachele, H., Elizalde, H., Rivera, J. y otros, Psicoterapia Focal.

18
Capítulo 6
EL CONCEPTO DE FOCO

El concepto de foco, empleado con frecuencia en trabajos técnicos


mantiene hasta ahora un status teórico impreciso, ya que en las
referencias al mismo coexisten criterios sintomáticos ("los síntomas
salientes que motivan la consulta" o "los puntos de urgencia"),
interaccional_es ("el conflicto interpersonal que desencadena la cri­
sis"), caracterológicos ("una zona de la problemática del paciente que
admita su delimitación de otras zonas de la personalidad"), propios
de la diada paciente-terapeuta ("los puntos de interés aceptables
para ambos") o técnicos ("la interpretación central en la que asienta
todo el tratamiento") ( 11, 19, 3). En el campo de las psicoterapias,
estos criterios se yuxtaponen sin establecer ligazones entre sí. Lo que
esta pluralidad de conceptos deja entrever es que foco puede aludir
a una organización complej a de la cual aquellos criterios recortarían
fragmentos. Discutiremos aquí la posibilidad de trabajar sobre cierfü
modelo teórico de foco que encuentre para aquellos referentes un
orden unificador, proponer una estructura que organice un campo
común diagnóstico y terapéutico.
En primer lugar cabe subrayar el origen eminentemente empírico
del concepto de foco. El trabajo psicoterapéutico se orienta siempre
(y a menudo de modo intuitivo) hacia la delimitación de un eje o punto
nodal de la problemática del paciente. Los primeros registros siste­
máticos de una experiencia clínica con psicoterapias breves, por
ejemplo, muestran que la modalidad asumida por la tarea en sesión
es la de una "focalización", un diafragmado en la óptica del terapeuta
que induce la concentración selectiva del paciente en ciertos puntos
de su problemática (1). Más aún, los pacientes tienden naturalmen­
te, de entrada, a mantener una focalización. La posibilidad de
organizar el relato, seguir una línea directriz, selec\:!ionar recuerdos
e imágenes, depende de cierta fortaleza en las funciones yoicas

85
adaptativas.1 Sólo en pacientes con marcada debilidad yoica puede
encontrarse espontáneamente un relato disperso, ramificado. Empí­
ricamente la focalización parece expresar necesidades de delimitar la
búsqueda de modo de concentrar en ella atención, percepción, memo­
ria, todo un conjunto de funciones yoicas; tal concentración puede ser
condición de eficacia para el ejercicio de estas funciones.
Dinámicamente la focalización está guiada por la dominancia de
una motivación que jerarquiza tareas en función de resolver ciertos
problemas vividos como prioritarios. En situaciones de crisis, por
ejemplo, el motivo de consulta condensa síntomas, cierta conflictiva
central ligada a los síntomas, obstáculos creados para la resolución de
la situación. Por esta capacidad de condensación, el motivo de
consulta se transforma a menudo en el eje motivacional organizador
de la tarea, y en consecuencia facilitador de la misma. A la vez el
trabajo sobre el motivo de consulta es reforzador de la alianza
terapéutica. Alexander destacaba particularmente su importancia:

. . . es importante que el terapeuta descubra primero qué es exactamen­


te lo que.desea el paciente. Es éste quien debe suministrar el incentivo
para lo que haya de lograrse en el tratamiento, y por más celo
reformador que haya por parte del terapeuta, todo será inútil a menos
que pueda aprovechar para su uso terapéutico algún fuerte motivo del
paciente. Se deduce que aquel debe hacer frente al paciente primero en
su propio terreno, aceptando provisoriamente sus puntos de vista
sobre el problema y solo con ulterioridad -después de orientarse sobra
los motivos reales del paciente- tratar de utilizar estos motivos par
fomentar los objetivos terapéuticos que puedan parecer de posible
realización (1).

Operativamente'1'á' focalización conduce a trabajar sobre asocia­


ciones intencionalmente guiadas, más que sobre asociaciones libres.
Si en la técnica psicoanalítica la dificultad del paciente para asociar
libremente puede ser tomada como índice de resistencias, en psicote­
rapias, a la inversa, la evitación de una actitud exploratoria intencio­
nalmente guiada puede ser considerada resistencia!. (Se trata de
énfasis diferentes en función de tareas distintas, ya que en otro nivel
lo resistencia! estará expresado, para ambas técnicas, en una rigidez
del pensamiento que impida combinar flexiblemente los dos estilos de
asociación, libre y guiada.)
'

1 He revisado sesiones de diferentes tratamientos observando en ellas las


vicisitudes de la focalización. Una paciente con fuerte debilidad yoica presenta más
de 30% de intervenciones dispersas, ajenas a toda focalización, contrastando con un
promedio inferior al 10% para tales intervenciones en un paciente cuyas funciones
yoicas revelaban, a través de indicadores diversos, un mejor rendimiento.

86
l. La estructura del foco

En la práctica psicoterapéutica el foco tiene un eje central. Con la


·
mayor frecuencia este eje está dado por el motivo de consulta
(síntomas más perturbadores, situación de crisis, amenazas de des­
compensación que alarman al paciente o al grupo familiar, fracasos
adaptativos). Íntimamente ligado al motivo de consulta, subyacente
nl mismo, se localiza cierto conflicto nuclear exacerbado. Para Ernes­
to, un paciente de 30 años, con un hijo de 3, que acaba de separarse
de su mujer, el motivo de consulta es un estado de angustia y
depresión que afecta su vida cotidiana y su rendimiento profesional.
Las desavenencias crónicas hacían necesaria para él la separación,
pero siente que no puede tolerarla, que no podría reemplazar a su
mujer ni admitir que ella formara otra pareja. En Andrea, paciente
soltera de 26 años, profesional recién graduada, el motivo de consulta
reside en el miedo paralizante que experimenta frente a un proyecto,
ya iniciado en sus trámites, de trasladarse varios años al extranjero
n los fines de especializarse. Su ambivalencia frente a ese proyecto es
muy intensa.
En cada uno de estos focos, el eje dado por el motivo de consulta y
el conflicto nuclear subyacente se inserta en una específica situación
grupal. Para Ernesto la situación se agrava porque desde su separa­
ción ha ido a vivir con su madre, persona autoritaria con quien
Hiempre mantuvo un vínculo conflictivo, de intensa ambivalencia
mutua. Este hecho, en parte inevitable por sus dificultades materia­
les para vivir solo inmediatamente de producida la separación,
Hignifica a su vez dejar de convivir con su hijo, lo que añade obstáculos
a dificultades previas del paciente con la paternidad. La situación se

complica en el momento en que surge otro hombre con posibilidades


ele hacer pareja con su mujer. El viaje de Andrea al extranjero
Hignifica dejar sola a su madre viuda en la misma época en que se casa
llU hermano menor, que vive hasta entonces con ambas. La madre ha
tenido en el último año signos de leve insuficiencia coronaria.
Motivo de c_onsult_a, conflicto nuclear subyacente, situación
g-rupal son aspectos fundamentales de una situación que conden­
H a un conjunto de determinaciones. Un trabajo analítico nuestro
Hobre la situación intentará identificar zonas de ese conjunto de
determinantes. Lo esencial a respetar es el carácter de estructura
Je la situación tal como existe, totalizada, en la experiencia
h umana, de modo que todo'trabajo analítico se haga a partir de
delimitar esa totalidad de la situación, en toda su amplitud. El
oi;tudio de diversos componentes de la situación deberá hacerse
l'n el s entido de despliegue de "niveles de análisis", entendidos

87
como estratos funcionales enraizados en la situación, actualizados
y totalizados por ésta.
Con este enfoque es posible deslindar una zona de componentes de
la situación que podemos caracterizar como aspectos caracterológicos
del paciente( dinamismos intrapersonales activados en esta situación
específica, modalidades defensivas personales selectivamente movi­
lizadas por la situación -no es posible ensayar una u otra de varias
defensas, hay que ver cuáles de ellas hace el grupo viables-, etapas
no resueltas del desarrollo infantil, actualizadas por la estructura de
la situación). En Ernesto su dependencia materna, no resuelta sino
trasladada a su pareja, exacerbada con la pérdida y la vuelta a la
convivencia con su madre; sus conflictos de intensa ambivalencia
frente a la dependencia (complementarios con la ambivalencia de su
mujer y su madre frente a esa dependencia); además, sus conflictos
por el choque entre su dependencia (con sus consecuencias: agresión,
separación, angustia, depresión) y sus necesidades adultas (de auto­
nomía, maduración y eficacia en sus rendimientos). Se localizan en
esta zona sus defensas movilizadas: disociaciones, proyecciones,
ataques al objeto que abandona, idealizaciones. En Andrea se regis­
tra en este aspecto también una fuerte dependencia materna,
generadora de ambivalencia, tanto frente a su viaje como frente a la.
posibilidad de quedarse a estudiar en Buenos Aires. Experimenta
·culpa de dejar a su madre y gran miedo a quedar desprotegida. S
ponen enjuego en ella defensas fóbicas (evitaciones principalmente,
búsqueda de objetos acompañantes) y maníacas (reacciones contra·
fóbicas, negación de su dependencia e idealización de sus recursos
fuera del país). También en esta zoha de determinantes caracteroló­
gicos es posible incluir otras funciones yoicas adaptativas. En An
drea, más visibles que en Ernesto, la capacidad de planificación, el
armado de cierto proyecto de salida de su dependencia, a través del
desarrollo profesional. Andrea actúa mediante defensas más primi·
tivas, pero las contrarresta con otras funciones adaptativas poten·
cialmente eficientes. Ernesto presenta un debilitamiento marcado de
sus funciones yoicas, apenas mantenidas en la esfera del trabajo.
Es posible asimismo reconocer en la situación aspeCtos histórico­
genéticos individuales y grupales reactivados. La agresión de la
madre de Ernesto ha estado siempre centrada en sus fracasos, la
distancia prescindente de su padre hizo que esos juicios fueran los
únicos que aspiraran a objetivar a Ernesto una imagen de sí mismo.
La esposa encarnó luego y mantiene una actitud similar desvalori­
zante que tiñe el clima de la situación para el paciente. Lo que sejuega
no es sólo la separación sino el fracaso, una vez más. En Andrea sigue

88
presente, en el centro de la situación, una antigua relación simbiótica
con su madre, en la que ésta jugó el rol de objeto acompañante, y es
ese rol el que ambas tienen que romper en esta situación. Juega
también como figura de identificación precaria, la presencia del
padre fallecido hace años, como exigencia de un rendimiento profe­
Rional brillante que justifique esa separación, agregado como ele-
mento fobígeno. ,
Otra zona integrante de la situación comprende el momento
evolutivo individual y grupal, las tareas que se desprenden de -.,...
necesidades propias de ese momento evolutivo y la prospectiva global I
que comporta esa etapa. Gran parte de la conflictiva agudizada en la
situación deriva no solamente de la reactivación de conflictos infan­
tiles, sino del choque entre las limitaciones dadas por la persistencia
de esos conflictos y las necesidades propias de la etapa evolutiva
nbierta que urgen una satisfacción. Urgencias a la vez subjetivas
(autoestima) y objetivas (presiones sociales para la maduración y la
eficiencia). I!�rnesto tiene que enfrentar sus dificultades de pareja
(con esta o con otra pareja), las exigencias de la paternidad, y de su
trabajo profesional, necesidades de estudio y de sociabilidad que
cuanto más precariamente se enfrentan más distante hacen la
posibilidad de recuperación. De modo semejante, Andrea y su madre
tienen que separarse, ella tiene que crecer, la situación de infancia y
adolescencia no es prorrogable, y sin crecimiento y resolución de esa
simbiosis se interfieren otros rendimientos, eróticos, sociales y voca­
cionales. Para la madre, el viaje de Andrea, el casamiento de su hijo
menor y sus problemas de sal:ud configuran una etapa crítica, que
agrega obstáculos para la resolución de la situación.
Esta serie de componentes de la situación tiene que ser puesta en
relación, además, con un conjunto de determinaciones concurrentes,
que originalmente podemos localizar en una zona de determinantes
del contexto social más amplio. Un conjunto de condiciones económi­
cas, laborales, culturales, ideológicas que intervienen de muchas
maneras en la situación.
Para Ernesto no es lo mismo vivir este conflicto de pareja en
condiciones de trabajo seguro y de alivio económico, que correr el
riesgo por su depresión de perder sus ingresos. Una cultura tradicio­
nal para la cual ese divorcio es un fracaso y nunca un éxito, como es
la que ha prevalecido en su familia y en él mismo desde siempre, es
concurrente de peso, como lo es toda la ideología del orgullo mascu­
lino frente a la presencia del tercero� Estos componentes refuerzan la
angustia y traban las posibilidades de elaborar esa separación. Para
Andrea la situación de desocupación profesional y las condiciones
difíciles de especialización en nuestro medio refuerzan su ambivalen-

89
cia frente a la posibilidad de quedarse aquí y su miedo al fracaso
afuera que la obligue a regresar. Su falta de contacto ideológico­
político con esta situación hace que todas las posibilidades sean
medidas desde una óptica estrictamente individual que agrega otra
dimensión de aislamiento a sus ansiedades de destete. Toda la
ideología de los cuidados que la hija debe retribuir a la madre y la
oculta responsabilidad del sistema social por el desamparo de una
persona sola se incrustan en el centro mismo de la situación de
Andrea para movilizar culpas de difícil elaboración.

Si volvemos a considerar el conjunto de estas zonas de determinacio­


nes que hemos desplegado en un somero examen analítico, lo que
haremos es reconfigurar una estructura, construir un modelo de la
situación que intente dar cuenta de los dinamismos, articulaciones,
encajes, potenciaciones y oposiciones propios de una totalización. A
mi juicio el concepto de situación, en el que convergen las perspecti­
vas dialéctica, materialista y existencial puede aportar un modelo
adecuado capaz de aproximarnos a una totalización concreta, singu­
lar y en movimiento, del individuo o grupo en estudio. Es en esta
noción totalizadora de situación donde pueden encontrar su marco
aportes parciales propios de una conceptualización psicodinámica
(ansiedades, conflictos, fijaciones), comunicacional (modalidades en
el manejo de los mensajes, alianzas, descalificaciones) o psicosocial
(roles, mitos, tareas grupales).
Comprendido el foco como delimitación de una totalidad concreta
sintética (14) entonces los esfuerzos analíticos conservan sentido por
su ·inclusión en ese marco conservado a lo largo del movimiento de
profundización sobre determinadas zonas de sus componentes. La
óptica dirigida a la situación se refleja en esta formulación: " . . . el
hecho de que el conflicto tenga lugar como tal intrapersonalmente no
significa que la cuestión sea de orden primariamente personal, ni
desde luego exclusivamente personal. El problema ha surgido de una
situación y ésta es a su vez, como dijimos antes, resultante del diálogo
de la persona con su realidad". Importa detectar "las formas cómo el
diálogo se realiza y la índole de la estructura dialéctica sujeto­
realidad" (5).
El siguiente diagrama intenta resumir estas ideas sobre estructura
del foco:

90
FOCO

SITUACIÓN ACTUAL
ESTRUCTURADA
alrededor de un eje
----

/ '
" ....

/ MOTIVO de\
f CONSULTA \
1 y 1
1CONFLICTO /
\ NUCLEAR /
..... ...._ _ _ ,,. '

El modelo de foco contiene esta serie de componentes condensados


1•n la situación estructurada. La profundidad con que se indague el
papel de cada uno de ellos en la estructura y las articulaciones del
1.:onjunto depende a su vez de otro conjunto de factores propios de la
Hituación terapéutica que creo posible identificar como reguladores
del foco; éstos serán mencionados en el punto siguiente.

2. Diafragmado operacional del foco sobre la base


de ciertos reguladores y retorno a la totalización

En muchos momentos del proceso la tarea no abarca la totalidad de


los componentes de l a situación sino que se concentra, por una especie
de diafragmado, en algunos de ellos, recortando alguna zona de la
estructura. La profundidad con que se explore cada zona y la ampli­
tud con que pueda comprenderse la estructura de totalidad depende
de una serie de factores reguladores que comprenden:

a) Desde el paciente y su grupo familiar, un conjunto de factores:


condiciones de vida, culturales, ocupacionáles, geográficos; motiva­
ción y aptitudes para el tratamiento. ·

b ) Desde el terapeuta y la institución otros condicionantes: esque-

· 91
mas teóricos, recursos técnicos que integran su arsenal terapéutico,
disponibilidad de personal y espacios, estilos de supervisión: este
conjunto de factores influye en decisiones sobre tiempo, objetivos y
técnica que son a su vez reguladores del foco.
Este conjunto de factores establece la amplitud general que habrá
de darse al trabajo sobre el foco.
c) En cada momento del proceso no obstante, la focalización
adquirirá una amplitud particular. La focalización o diafragmado, y
sus reguladores, se representan en el esquema siguiente:
1'$
oV>-

V:-1'º�
- TE-
S- pp,.CIEN
N'fE
-
-

oNE
-
GRUPO
-
co}i\P iones
Condic
- -
_ - -

de vid a
n
Motiv ació
ptitu de s
A

Este conjunto de regula9ores delimita sobre la situación total un


cono de amplitud variable; cada sesión puede ahondar selectivamente
ciertas zonas del cono. Lo esencial, sin embargo, reside en que cualquie­
ra sea el sector de elementos explorados, éstos sean comprendidos como
integrantes estructurados-estructurantes de la situación.
El trabajo con el foco seguirá en psicoterapia esta secuencia:
1) El paciente inicia la sesión aportando un material disperso,
hecho de episodios recientes, recuerdos, observaciones sobre los otros
y vivencias personales en esos episodios.
2) Transcurrido un tiempo de ese despliegue inicial, el terapeuta
interviene para preguntar en una dirección específica, o bien refor­
mula el relato, subrayando de modo selectivo ciertos elementos del
relato significativos desde la situación-foco.
3) El paciente recibe esta reformulación y comienza a operar con

92
ella: produce asociaciones guiadas por la nueva dirección impresa a
la tarea, amplía elementos recortados por el terapeuta.
4) Nuevas intervenciones del terapeuta tomarán ya elementos
parciales componentes de la situación, a los fines de ahondar en ellos,
ya articulaciones del conjunto, en un doble movimiento analítico­
sintético, que Sartre ha caracterizado como momentos regresivo y
progresivo del análisis de la situación. Este último apunta al encuen­
tro de una totalización singular, a realizar "la unidad transversal de
todas las estructuras heterogéneas". El movimiento de diafragmado
entonces se acompaña de un retorno a la totalización, en una
alternancia constante desde las perspectivas entre figura y fondo.
Un movimiento donde se trabaja a la vez sobre los detalles y sobre el
conjunto. Un método que Sartre encuentra en Marx: "Si subordina los
hechos anecdóticos a la totalidad (de un movimiento, de una actitud),
quiere descubrir ésta a través de aquellos. Dicho de otra manera, a cada
hecho, además de su significado particular, le da una función revelado­
ra; ya que el principio que dirige la investigación es buscar el conjunto
sintético; cadahecho una vez establecido, se interroga y se descifra como
parte de un todo; y es sobre él, por medio del estudio de sus faltas o de
sus sobre-significados cómo se determina a título de hipótesis la
totalidad en el seno de la cual encontrará su verdad" (14).

3. El foco en la sesión

El fragmento de una sesión de Ernesto mostrará cómo introduce el


terapeuta el foco ante el despliegue inicial del paciente de su mate­
rial. Se trata de una sesión del quinto mes de una psicoterapia de
esclarecimiento programada a un año. En las últimas semanas el
hecho dominante ha sido un intento de acercamiento a su mujer, con
quien la separación se mantiene.

P 1: "Me noto muy violento: El otro día mi chico se peleaba con un amiguito
por unjuguete. Traté de que se dejaran de pelear, que cada uno se arreglara
con un chiche. No hubo caso, seguían haciendo escándalo. Entonces exploté,
me levanté, fui y rompí el juguete. Después pensé que era una barbaridad,
que podía haberlos parado de otro modo. Y me acordé que yo de chico
reaccionaba así con lo que no me salía: un día rompí un auto que tenía porque
no lo podía arreglar."
T 1: "Creo que convendria pensar, para entender algo de esta violencia suya,
cuál podria ser actualmente el arreglo que nQ le sale."

El material inicial se presta para tomar diferentes líneas: dificul­


tades con la paternidad, necesidades infantiles insatisfechas que lo

93
llevan a tolerar mal eljuego de los niños, irritación frente a la situación
triangular (dos chicos peleando por un juguete), tendencia a destruir lo
que frustra, que llevaría a explorar conductas similares de su parte que
pueden haber influido en el deterioro de su pareja. La intervención del
terapeuta selecciona un elemento que introduce en la situación actual,
en la que puede jugar un rol dominante dentro de la estructura, dado
que arreglo-con-la-mujer podría reconfigurar la situación. Se organiza
entonces el material a partir de un eje central de la situación (arreglo
que no sale, ambivalencia frente a la mujer que no le "obedece su orden
de arreglo") de donde se desprende la irritación frente a la desobedien­
cia de los niños, agravada por la presencia de una relación triangular
con eljuguete, que a su vez remitiría a la agresión con la mujer que está
entre dos hombres, porque el daño es inferido al juguete.
La sesión registra en conjunto esta evolución temática: en la fase
inici al se esclarece el sentido de su violencia frente a la frustración del
arreglo con su mujer y a la presencia del tercero.
Luego surge toda la dependencia con su madre y con su mujer y
esto es referido (nuevas intervenciones focalizadoras del terapeuta)
al papel que esa dependencia d.ebiójugar en el deterioro de la pareja
y en las dificultades actuales para un acercamiento. Más adelante
comenta un sueño en el que se hacen visibles su dependencia oral y
su ambivalencia frente a la mujer (madre-esposa combinadas) y esto
es referido al momento actual en que no puede recuperar a su mujer
ni imaginar otra pareja. Finalmente, a través de una serie de
episodios del fin de semana en los que tuvo que ocuparse de una prima
y de su hijo, surgen los problemas de la paternidad, que son vincula­
dos con su dependencia oral insatisfecha que lo llevan a buscar un
retraimiento narcisista, tratando de mimarse él.
La situación es abordada en esta sesión por zonas de interacción
(mujer, madre, prima, hijo) en cuyos episodios surgen aspectos
caracterológicos del paciente que son constantemente incluidos en la
estructura de la situación actual, cuyo eje reside en el acercamiento
frustro y los conflictos que generan ambivalencia frente a la mujer.

Otro fragmento, de una sesión de Andrea, puede mostrar asimismo


el sentido de la intervención focalizadora. Ocurre al promediar una
sesión del cuarto mes de una psicoterapia programada a ocho meses,
según fecha prevista de su viaje. Andrea ha salido de su parálisis
inicial, llevando adelante los trámites y el proyecto de viaje ha
adquirido mayor realidad.

P 16: "Estoy comiendo muchísimo, y esto me preocupa. De chica era gorda,


me lo pasaba comiendo galletitas. Mi mamá me controlaba y mi abuela me
dejaba comer a mi antojo. Bueno, he vuelto a las galletitas."

94
T 16: "Creo que la preocupación está puesta en que de seguir comiendo se
arruinaría la buena impresión que quiere producir físicamente a su
llegada. Porque hay una seguridad que usted basa en el agrado físico que
logre producir." .
P 17 (Ríe.): "¡Pero ésta es mi arma secreta, por si las otras fallan! No le había
contado: a un lugar que me interesa mandé una foto mía con una pinta bárbara;
a otros una foto cualquiera. Mi madre siempre le dio muchísima importancia
a la impresión fisica que daba, al arreglo, siempre lo usó para caer bien. A mí,
el exhibicionismo de ella me daba rabia, pero parece que yo también lo uso."

La intervención inicial de Andrea abría varias líneas posibles:


exacerbación de la oralidad frente a las ansiedades de separación. Con
el matiz regresivo de actualizar la época de las galletitas (sentirse chica,
muy lejos del tiempo de salir al mundo), la contraposición entre figuras
represiva y permisiva de su oralidad o bien la preocupación por las
consecuencias corporales de su oralidad. El terapeuta toma este último
aspecto en función de que la situación actual está definida alrededor de
un eje prospectivo-evolutivo: proyecto que marcha y la conflictiva es
calificada ahora por ese eje, lo que redefine un aspecto regresivo
(fijación oral reactivada) al incluirlo en la estructura cristalizada por el
eje -progresivo- del proyecto alentado. Empezar tomando el terapeuta
la preocupación por engordar, en función de su cuerpo allá, asienta en
haber jerarquizado como dominante (y por ello motivador principal que
otorga su signo a la situación) al eje prospectivo de la estructura.

4. Evolución del foco

A lo largo del proceso terapéutico el foco puede ir modificándose. En una


psicoterapia breve es probable que todo el proceso gire sobre una
situación focal, y el avance del proceso consista solamente en el
enriquecimiento del modelo estructural que se vaya armando de esa
situación: densificación progresiva de los componentes del foco por la
comprensión de sus sobredeterminaciones, clarificación de las articula­
ciones y líneas de fuerza principales en el montaje de la estructura. En
psicoterapias más prolongadas puede ir desplegándose una sucesión de
focos, cada uno de ellos caracterizando una etapa del proceso. El
paciente suele en estos casos proponer espontáneamente una seriación,
privilegiando una situación en cada etapa (por ejemplo, un período
centrado alrededor de un eje puesto en la problemática de pareja; una
vez resueltos ciertos conflictos nucleares ligados a ese eje, pasar a
proponer un nuevo eje que reestructure la situación alrededor de
problemas vocacionales). En cada una de estas etapas el trabajo con un
foco privilegiado no difiere en esencia del que se realiza en una

95
psicoterapia breve. (Esta es una de las razones por las que coincido con
Kesselman (9) en que "la antinomia breve-largo es un punto de partida
poco conveniente para dilucidar el problema de la psicoterapia".)

5. Algunas implicaciones teóricas y técnicas


del modelo de foco centrado en la situación

l. Un modelo estructural de articulación de una multiplicidad de


determinaciones en el todo concreto de un sujeto en situación,
permite comprender que diferentes tipos de estímulos y recursos
técnicos pueden tener eficacia en cuanto a inducir reconfiguraciones
en la situación. Si se comprende que la acción se ejerce siempre sobre
una estructura, no pueden esperarse relaciones lineales ni proporcio­
nales entre influencias y efectos, porque entre ambos polos de la
supuesta cadena causal lineal se interpone la estructura de la
situación, con sus líneas de fuerza internas, sus leyes de reconfigura­
ción, sus planos de clivaje. Este aspecto puede ser fundamental para
comprender las relaciones entre la acción terapéutica y los cambios
emergentes (véase capítulo 9).
2. Si la situación está organizada según un modelo estructural se
comprende el intento de hacer converger sobre ella una pluralidad de
recursos técnicos; la práctica terapéutica de las instituciones en los
últimos años parece orientarse en esta dirección en función de lograr
una eficacia que puede entenderse desde la pluralidad de zonas que
componen la situación y su variedad de vías de acceso.
3. Si cada situación puede entenderse como una estructura dotada
de una organización interna peculiar, entonces es comprensible que
no se la puede abordar por simple concentración masiva de estímulos
correctores, sino en base a una planificación estratégica, que seleccio­
ne las vías de abordaje y sus secuencias, y vaya luego haciendo
reajustes progresivos, en base a las respuestas de esa estructura,
mediante una articulación cuidadosa de los recursos sobre ella
concentrados (aspecto que se discute en el capítulo 13).
4. El modelo propuesto de foco intenta a su vez responder a la
necesidad de trabajar con enfoques psicológicos-psicopatológicos,
diagnósticos y terapéuticos coherentes, integrados en una concep­
ción totalizadora de la experiencia humana. Una concepción desde la
cual las condiciones de realidad (micro y macrosocial) y los dinamis­
mos propios del mundo interno personal y endogrupal sean aborda­
dos en su integración interpretante, y en sus movimientos de estruc­
turación-variación-reestructuración constantes. Si el diagnóstico no
se encara con este sentido de movimiento al encuentro de una

96
totalización concreta (Marx, Politzer, Sartre), el ser humano real
desparece. En este caso las más elaboradas hipótesis psicodinámicas,
las más sutiles descripciones comunicacionales, no pueden superar el
nivel de la abstracción y cosificación de lo humano.
En un trabajo sobre la primera entrevista psicoanalítica, Maud
Mannoni (12) emplea el concepto de "situación" para caracterizar el
problema motivo de consulta. Interesada en destacar la óptica psicoa­
nalítica de la situación, en salvaguardar las dimensiones psicoanalíti­
cas de la misma, restringe la mirada. Los elementos que toma en
cuenta, necesarios sin duda en todo diagnóstico, resultan en cambio
insuficientes para abarcar el conjunto de series y articulaciones cuya
estructura y sentidos es necesario comprender en la perspectiva más
amplia del abordaje psicoterapéutico. En nuestra aproximación "situa­
ción" incluye un conjunto más vasto, heterogéneo, de series y sus
articulaciones. Apunta a efectuar una construcción teórica en la direc­
ción de lo que puede llamarse, con Deleuze (7), teoría del sentido en el
acontecimiento.

La Institución Ágora de Montevideo, Instituto de intervenciones


Psicoanalíticas Focalizadas (dirigido por Denise Defey, Juan Hebert
Elizalde y Jorge Rivera) ha publicado tres volúmenes (1992 , 1995 y
2001) dedicados al trabajo clínico, la teoría y modalidades técnicas de
las psicoterapias focales, con el aporte de numerosos autores de
varios países. Remitimos al lector al estudio de esos trabajos en torno
al concepto de foco. Sólo podremos aquí referirnos a algunos de sus
significativos aportes para este tema.
Ricardo Bernardi en "la Focalización en Psicoanálisis" encuentra
vínculos entre la tarea focalizadora y la noción de "puntos de urgencia"
y "puntos de inflexión" en la comprensión de W. y M. Baranger en su
concepción de los procesos psicoanalíticos. Destacó el concepto de
Malan de "cristalización de un foco" como una configuración que emerge
desde y en el trabajo en conjunto de paciente y analista. Y puso especial
énfasis en que la focalización no es ajena a toda terapia psicoanalítica,
línea que citó especialmente de Thoma y Kachele (1989) cuando dicen:
"En el psicoanálisis consideramos el foco configurado interaccional­
mente como una plataforma giratoria central del proceso y por este
motivo concebimos al tratamiento psicoanalítico como una terapia
focal continuada, de duración indefinida y de foco cambiante". Agrega
entonces Bernardi: "Esto nos lleva a destacar que la asociación libre del
paciente no conduce por sí sola al descubrimiento de los aspectos
inconscientes del conflicto; es decir que el psicdanalista tiene que
seleccionar qué interpretará del material, según sus metas tácticas a
corto plazo y sus metas estratégicas a largo plazo".

97
Thoma y Kachele entienden por Foco un punto nodal temático
producido en la interacción del trabajo terapéutico, que resulta de la
propuesta del paciente y de la cap acidad de comprensión del analista.
Sostienen también que "la sucesión de focos es el resultado de un
proceso de intercambio inconsciente entre las necesidades del pa­
ciente y las posibilidades del analista. Algunos procesos no se ponen
realmente en movimiento hasta que ambos participantes logran
establecer ese entrecruzamiento interaccional en la reelaboración de
los temas focales. Del mismo modo, un cambio de analista conduce
como regla general a experiencias bastante distintas y nuevas."
A veces se ha pensado que una intervención focalizadora del
analista podría introducir cierta rigidez de perspectivas, cierto recor­
te que traduzca limitadamente la experiencia interna del paciente.
Sobre este punto merece destacarse otra consideración de Bernardi
en su artículo:

Para empezar ya hay una traducción del paciente al formular su


experiencia interna (en muchos aspectos no verbal) en un discurso
articulado de palabras. Y es muy probable que las interpretaciones
que resultan más eficaces pasen por zonas que no son las que pensa­
mos. Quizá nuestras teorías sobre el cambio psíquico tengan algo de
acertado; pero es muy probable también que haya un enorme campo,
poco percibido, por donde la efectividad de la intervención tenga más
que ver con la capacidad del paciente de traducir a sus propios
referentes internos lo que escucha del analista.

En la segunda de estas publicaciones uruguayas he podido relatar en


detalle (Fiorini, H., 1995) el trabajo técnico realizado durante cuatro
meses, con un foco centrado en un duelo y una situación de crisis
individual, grupal e institucional. En convergencia con lo que en la línea
de Anzieu y Kaes . se ha llamado (Guillaumin, J., 1979) "enfoque
intercrítico de las crisis", el foco, tal como lo instrumentamos en la
clínica, enlaza los diferentes ámbitos en que reverbera la crisis, dado
que esas intersecciones tienen efectos de potenciación por resonancias.
Horst Kachele y colaboradores (departamento de Psicoterapia,
Clínica de la Universidad de Ulm, Alemania) en "La formulación
formal del foco en la psicoterapia" (1995) ha realizado un recorrido
por diferentes autores que desde Alexander y French, con su formu­
lación de "conflicto nuclear", han abordado la focalización como
"conflicto nuclear neurótico" ( Wallerstein y Robbins, 1956) , "proble­
m a capital" (Mann y Goldmann, 1982) ," tema de conflicto de relación"
(Luborsky, 1977). Destacan que en esta tarea coexisten y se alternan
en el terapeuta "un estado füncional para la obtención de máxima
información (la atención parej amente flotante) y la organización de

98
la información obtenida según el punto de vista preponderante en
cada caso (el focalizar)". El foco aparece como "un centro de gravedad
temático", como un campo problemático central del paciente, campo
a trabajar como variaciones de un tema básico.

Desde un punto de vista fenomenológico descriptivo se equipara el foco


al cuadro sintomático actual. En este caso la formulación está estable­
cida a un nivel de síntoma y de comportamiento, el cual de todos modos
es preconsciente. En una concepción metapsicológica, Ja focalización
se da según premisas abstractas de la teoría que se emplea en cada
caso, por cierto a gran distancia de la vivencia concreta del paciente.
Los resultados de la investigación en Psicoterapia, sobre todo los de
aquellos trabajos que tratan la conformación de la relación terapéuti­
ca, abogan por el contrario, porque el foco sea conceptualizado de
manera tal que también el paciente pueda vivenciarlo como una
actividad común entre él y su terapeuta.

(En este aspecto coinciden con las primeras puntualizaciones de


Alexander "la formulación de la interpretación focal de ser puesta en
conexión con la problemática que ha sido motivo de la consulta, debe
ser mostrada esa relación, de lo contrario el paciente quedará
desorientado y se perderá el hilo del proceso, o se perderá el pacien­
te"). En esta dirección Kachele cita también la tarea de focalización
propuesta por Lachauer (1992) que considera dos partes: en primer
lugar la denominación y la descripción del problema principal del
paciente, luego unahipótesis psicodinámica sobre los motivos ocultos
inconscientes de aquel problema principal. Este autor propone con­
formar una oración focalizadora que sea dicha en primera persona.
Un ejemplo dice: " tengo miedo de comprometerme porque temo que,
de todos modos, nuevamente, nada será suficiente, y que se impon­
drán mi furia destructiva y mi ofensa humillante, las que no creo
poder contener".
Destacamos en el estudio de Kachele y colaboradores el informe
sobre 29 sesiones de psicoterapia focal con un estudiante de 22 años,
en el que indagan,siguiendo a Luborsky,"el tema central del conflicto
relacional". Ilustran el empleo de las narraciones del paciente sobre
(!pisodios de su vida para identificar sus pautas básicas de conflicto
relacional. Conviene recordar que la publicación originaria deAlexan­
der y French contiene numerosas ilustraciones clínicas de esta
modalidad del trabajo técnico y de la comprensión psicopatológica.
Mencionaremos asimismo los trabajos de Denise Defey, Jorge
Rivera, Juan Hebert Elizalde y Pedro Menéndez incluidos en las
publicaciones de Ágora (1992,1995 y 2001) en los que se ahondan y
(18pecifican criterios de planificación, modalidades de intervenciones

99
focalizadoras, abordajes de crisis, criterios temporales en estas mo­
dalidades técnicas.

Referencias bibliográficas

l. Alexander, Frans y French, Thomas, Terapéutica psicoanalítica, Buenos


Aires, Paidós, 1965.
2. Balint, M.,Ornstein, P., Balint, E., Focal Psychotherapy, London, Tavis­
tock, 1972.
3. Barten, Harvey (comp.), Brief Therapies, Nueva York, Behavioral Publ.
Inc, 1971.
4. Bernardi,R., Kernberg, O., Fiorini, H., Kachele, H., Defey, D., Elizalde, J.
H., Rivera, J., Giménez, J. P., Fonagy, P. y otros, Psicoanálisis. Focos
y Aperturas, Montevideo, Psicolibros, 2001.
5. Castilla del Pino, Carlos, "La situación fundamento de la antropología",
en Dialéctica de la persona, dialéctica de la situación, Barcelona,

Península, 1870.
6. Defey, D., Elizalde, J. H., Rivera, J., Psicoterapia Focal. Intervenciones
psicoanalíticas de objetivos y tiempo definidos, Montevideo, Roca Viva,
1995.
7. Deleuze, Gilles, Lógica del sentido, Barcelona, Ba1Tal, 1971.
8. Fiorini, H., Defey, D., Elizalde, J .H., Menéndez, P., Rivera, J., Rodríguez,
A. M., Focalización y Psicoanálisis, Montevideo, Roca Viva. 1992.
9. Keselman, Hernán, Psicoterapia breve, Buenos Aires, Kargieman, 1970.
10. Luborsky, L., Principles of Psychoanalytic Psychotherapy, New York,
Basic Books, 1984.
11.Malan, Héctor, A Study of Brief Psychotherapy, Springfield-111inois, C.
Thomas, 1963.
12. Mannoni, Maud, La primera entrevista con el psicoanalista, Buenos
Aires, Granica, 1973.
13. Orlinsky, D. E., Howard, K. J., "The generic model of psychotherapy",
Journal of Integrative and Eclectic Psychotherapy. 6: 6-27, 1987.
14.Sartre, Jean-Paul, "Cuestiones de método", en Crítica de la razón dialéc­
tica, tomo 1, Buenos Aires, Losada, 1963.
15. Sifneos, P., Short-term psychotherapy and emotional crisis, Massachus­
setts, Harvard Univ. Press, 1972.
16. Slaikeu, K., Intervención en crisis, México, El Manual Moderno, 1984.
17. Strupp, H. H., Binder, J., Psychotherapy in a new key. A guide to time­
limited dynamic psychotherapy, New York, Basic Books, 1984.
18. Sifneos, P., Psicoterapia breve con provocación de angustia, Buenos
Aires, Amorrortu, 1993 .
19. Small, Leonard, Psicoterapias breves, Buenos Aires, Granica, 1972.
20. Thoma, H., Kachele, H., Teoría y Práctica del Psicoanálisis, Barcelona,
Herder, 1989.

100
Capítulo 10
TIPOS DE INTERVENCIÓN VERBAL
DEL TERAPEUTA

Una teoría de las técnicas de psicoterapia requiere una conceptuali­


zación de sus instrumentos, la que va íntimamente unida a una
concepción del proceso terapéutico. Las intervenciones del terapeuta
son instrumentos esenciales de ese proceso. Es importante entonces
detenerse en·la discusión teórica de los fundamentos y alcances de
cada uno de estos recursos técnicos. Básicamente, clarificar el sentido
del empleo de cada una de estas intervenciones y su valor como
agente de cambio. Para esta comprensión son afluentes importantes
toda la vasta experiencia clínica acumulada en el campo de las
psicoterapias, ciertos aportes teóricos y técnicos del psicoanálisis, la
teoría y técnicas centradas en la comunicación, teorías del aprendi­
zaje y conceptos provenientes del campo de la psiquiatría social y de
la teoría de las ideologías.
Un inventario de intervenciones verbales del terapeuta que son
herramientas en las psicoterapias incluye necesariamente las si­
guientes:

1) Interrogar al paciente,1 pedirle datos precisos, ampliaciones y


aclaraciones del relato. Explorar en detalle sus respuestas.
2) Proporcionar información.
3) Confirmar o rectificar los criterios del paciente sobre su situa­
ción.
4) Clarificar, reformular el relato del paciente de modo que ciertos
contenidos y relaciones del mismo adquieran mayor relieve.
5) Recapitular, resumir puntos esenciales surgidos en el proceso
exploratorio de cada sesión y del conjunto del tratamiento.

1 En todas las consideraciones de este capítulo, el "paciente" puede ser una


persona, una pareja, un grupo familiar u otro tipo de grupos de amplitud variable.

141
6) Señalar relaciones entre datos, secuencias, constelaciones sig­
nificativas, capacidades manifiestas y latentes del paciente.
/] Interpretar el significado de las conductas, motivaciones y
finalidades latentes, en particular las conflictivas.
8) Sugerir actitudes determinadas, cambios a título de ensayo.
9 ) Indicar específicamente la realización de ciertas conductas con
carácter de prescripción (intervenciones directivas).
10) Encuadrar la tarea.
11) Meta-intervenciones: comentar o aclarar el significado de
haber puesto en juego cualquiera de las intervenciones anteriores.
12) Otras intervenciones (saludar, anunciar interrupciones, va­
riaciones ocasionales de los horarios, etc.).2

Dado que muchas de estas intervenciones vienen históricamente


ligadas al desarrollo de la técnica psicoanalítica y ésta aparece como
la técnica psicoterapéutica con mayor respaldo teórico de base,
resulta importante para una teoría general de las técnicas de psico­
terapia deslindar las condiciones de un empleo técnico diferente de
estas intervenciones, es decir, contrastarlas con el sentido de su
empleo tradicional en psicoanálisis. Creo que esto puede contribuir
a evitar extrapolaciones indebidas de una técnica a las otras, desti­
nadas estas últimas a construir una legalidad propia.

l. Interrogar

Es uno de los recursos esenciales a lo largo de todo el proceso


terapéutico, no sólo en sus comienzos. En psicoterapia, preguntar es
continuamente consultar a la conciencia del paciente; es también
sondear las limitaciones y distorsiones de esa conciencia; trasmitir
asimismo un "estilo interrogativo", un modo de colocarse frente a los
fenómenos humanos con actitud investigadora. Revela también a un
terapeuta no omnipotente; esto es básico: en el preguntar al paciente
y emplear los datos por él aportados, está contenido un vínculo con
roles cuyo desnivel es atenuado, aunque se trata de diferentes roles.
En el pedir detalles precisos sobre cada situación puede trasmitir­
se, además, un respeto del terapeuta por el carácter estrictamente
singular de 1a experiencia del paciente, esto es, una actitud no
esquemática, no tentada por las generalizaciones fáciles. Es también
/
2 Este estudio se concentra en el contenido verbal de las intervenciones del
terapeuta. Otros, complementarios de este enfoque, deben extenderse a sus interven­
ciones corporales (gestos, posturas, miradas) y paraverbales (la mímica verbal;
variaciones en tono, intensidad, ritmo del habla, estilo comunicacional) (1).

142
una manera de indagar en la perspectiva que el paciente se hace de
su situación: cada respuesta a las preguntas del terapeuta contiene
elementos (de contenido y forma) reveladores de una cosmovisión
personal, completamente singular, de la situación.
Estas influencias del preguntar en psicoterapias merecen ser
subrayadas para una cultura profesional como la nuestra, influida
marcadamente por la práctica técnica del psicoanálisis, ya que en
esta última no siempre pedir detalles de las situaciones reales a las
que se alude en sesión resulta tan decisivo, dado que a menudo se
intenta construir un modelo de fantasía inconsciente vincular latente
n partir de los contenidos manifiestos del relato. En este caso, para
abstraer el vínculo objetal contenido en el relato, muchos detalles
pueden ser tomados como agregados no relevantes de lo manifiesto.
l�n psicoterapias, por el contrario, es necesario trabajar mucho más
1-1obre las situaciones de realidad del paciente, indagar la complejidad
psicológica de las mismas, engarzada precisamente en muchos deta­
l les y matices reales de la situación. Un ejemplo: si en psicoanálisis
un paciente comienza hablando en sesión de las peleas que tiene con
Pl padre por el negocio que tienen en común, que el padre tiende a
manejar autoritariamente, es probable que estos elementos alcancen
para empezar a pensar en la problemática de la dependencia en la
transferencia. En psicoterapia dinámica, por ejemplo, importará
averiguar muchos datos de realidad. ¿Cómo fue que se asociaron, de
quién fue la iniciativa, hubo acuerdos previos sobre la conducción de
la empresa en común, qué perspectivas tiene el paciente de su futuro
Pconómico, la actividad encaja con sus intereses vocacionales, cómo
ve su esposa esta sociedad, etc.? Cada uno de estos detalles aportará
elementos para enriquecer hipótesis que aspiren a dar cuenta de una
1-1ituación (mundo interno-mundo interpersonal en sus interjuegos)
con sus complejos y variados matices.

FRAGMENTO DE UNA SESIÓN DE PSICOTERAPIA

T: "Qué valor había tenido para usted que ella lo llamara antes de viajar?"
P: "Dudoso, porque me llamaba cuando ya no nos podíamos encontrar; me
gustó, ¿no?, de todas maneras."
T: "¿Cómo fue que le trasmitió usted su interés por ella?"
P: ''Yo le dije: 'Qué macana que ayer no me encontraste! Podíamos
habernos visto'."
T: "Para usted eso de ella, dicho así brevemente al salir, ¿no expresaba un
compromiso más profundo?"
P: "Claro, yo creo que para un compromiso mayor no se espera el momento
de despedirse por dos meses. A mí esas cosas me revientan."
T: "Según usted había comentado, ella en general no es de expresar su

143
interés por los demás, más vale espera que se interesen por ella. En ese caso.
¿el llamado de ella no tenía un valor especial?"
P: "Sí, si lo miro desde cómo es ella en general, era una bola bárbara, lo
que pasa es que a mí me gustan las cosas jugadas de una manera muy
distinta, nada de vueltas."
T: "¿Qué le dijo usted al despedirse, cómo dejó planteada la cosa?"
P: "Yo le dije: 'Mirá, me gustó que me hayas llamado, pero espero que 11
la vuelta no estés tan ocupada, ¿eh? Chau'."

Como puede verse, estas respuestas revelan un estilo, el funciona­


miento yoico del paciente para evaluar la situación interpersonal, sut1
exigencias desde una óptica narcisista, la contribución del pacientP
con sus mensajes a una situación evitativa, aunque arriesgando
algunas muestras de interés personal en la otra persona. Preguntar
aquí, y en detalle, permite entonces obtener una gran cantidad dt·
información de niveles más amplios que los de una mera ampliación
"de detalle" del contenido manifiesto de un relato. Las experienciaH
sobre la utilidad de una indagación minuciosa son abundantes. Es,
por ello, posible que "preguntar mucho" sea una de las primeraH
reglas de una técnica psicoterapéutica eficiente.
Una variedad particular de exploración, sumamente rica, es la qu<'
apoya en intervenciones dramatizadoras del terapeuta:

- "Imagine por un momento este diálogo: contra lo que usted creía, él Sf'
decide a casarse, llega y le dice de golpe: 'Me decidí, ¡nos casamos a fin de año!'
¿Usted qué le contesta?"
- "Vamos a ver: viene su padre y le dice: 'No te voy a dar ahora el dinero
que te corresponde, lo necesito para un negocio urgente'. ¿Usted cómo
responderá para que él confirme una vez más que no tiene por qué pedirle•
permiso para usar su dinero?"

Simplemente con preguntar, dramatizando o no, el terapeuta ponn


en acción varios estímulos de cambio: uno primordial es que ejercita
con el paciente una constante ampliación del campo perceptivo
(reforzamiento de una de las funciones yoicas básicas): más aún, toda
explicitación verbal rescata hechos, relaciones del mundo de lo
implícito emocional. Liberman (1) ha destacado además el papel
reforzador del yo de la experiencia de escucharse hablar. Todo
estímulo para la explicitación apunta a romper las limitaciones y el
encubrimiento contenido en el uso cotidiano del lenguaj e convencio­
nal. Por ejemplo: ¿Qué quiere decir "me lo presentaron y fue frío en
el trato"? ¿En qué consiste "la frialdad" de los otros para cada uno?
Hay un supuesto de observación no participante en ese discurso,
porque ¿cuál fue la "calidez" aportada en cambio por el sujeto? En

144
psicoterapia es esencial pasar de los datos iniciales de la experiencia
subjetiva al análisis minucioso· de las situaciones. Toda situación
suscita numerosos interrogantes. Tal vez algo importante para el
terapeuta sea comprender que no se trata de indagar para después
recién operar terapéuticamente, sino que la indagación misma con­
tiene ya estímulos terapéuticos de particular jerarquía.

2. lnformar

El terapeuta es no sólo un investigador de la conducta, sino también


el vehículo de una cultura humanista y psicológica. En este aspecto
el terapeuta cumple un rol cultural: es docente desde una perspectiva
más profunda y abarcativa de ciertos hechos humanos. Esta perspec­
tiva se nutre también con información, ya que el déficit de informa­
ción es un componente tan importante a veces para la oscuridad y la
falsa conciencia de una situación como los escotomas creados por
mecanismos represivos individuales.
En psicoterapias es altamente pertinente aclarar al paciente
elementos de higiene sexual, perspectivas de la cultura adolescente
actual o problemática social de la mujer. También explicarle (puede
ser útil incluyendo esquemas) ciertos aspectos de dinámica de los
conflictos. Esta información puede ampliarse recomendando lectu­
ras. La experiencia muestra que el mensaje que el paciente haga de
esas lecturas, su experiencia global frente a la "bibliografía", es
sumamente rica para esclarecer conflictos de toda índole (con el
tema, con el saber, con el autor, con el terapeuta). Proporcionar o
facilitar esta información general que enmarca la problemática del
paciente cumple un rol terapéutico específico: crea una perspectiva
desde la cual los problemas del paciente, con toda su singularidad,
dejan de ser vistos como algo estrictamente individual que "sólo a él"
le pasan. La falta de este marco de referencia cultural favorece a l a
inversa la sensación de ser el único con tales problemas, e s decir, una
perspectiva desde el superyó (acusador a veces también desde su
complementario ideal del yo narcisista omnipotente). Entrevistando
familias, por ejemplo, me ha resultado importante incluir referencias
sobre las dificultades generales que enfrenta socialmente la familia
como institución. En ese marco todas las dificultades particulares del
grupo resultan abordables luego, sin el clima persecutorio que crea
ocuparse meramente de ver "qué pasa en este grupo que anda mal"
(con el tácito supuesto de que todas las demás familias funcionan
bien, y los problemas de ésta derivarán entonces sólo de los defectos
de estos individuos).
Desde luego, esta información resulta sumamente relevante si se

145
.

la entiende además como portadora de un cuestionamiento social de


las dificultades creadas a individuós y grupos insertos en el conjunto
del sistema. Es decir, no simplemente saber "que otros también
tienen dificultades'', sino esbozar una interpretación de qué contra­
dicciones entre exigencias y posibilidades de los grupos humanos son
movilizadas por las contradicciones de la estructura social vigente.
Tratar la problemática psicológica sin esta perspectiva crítica es
crear la ilusión de que la enfermedad es asunto estrictamente
personal del paciente, de sus dinamismos intrapsíquicos y en todo
caso de los de sus padres. No informar entonces (omisión técnica)
constituye de hecho un falseamiento de la óptica psicosocial necesa­
ria para comprender los dinamismos psicológicos individuales y
grupales (distorsión ideológica).

3. Confirmar o rectificar
enunciados del paciente

Este tipo de intervenciones es inherente al ejercicio de un rol activo


del terapeuta en las psicoterapias. La rectificación permite poner de
relieve los escotomas del discurso, las limitaciones del campo de la
conciencia y el papel de las defensas de ese estrechamiento. Contri­
buyen a enriquecer ese campo. Es sumamente rico observar en
detalle cómo manipula el paciente el aporte rectificador del terapeuta
(asunción y uso, aceptación formal o negación y vuelta a su perspec­
tiva anterior). La confirmación por parte del terapeuta de una
determinada manera de comprenderse el paciente no tiene, por
cierto, menor importancia. Contribuye a consolidar en él una confian­
za en sus propios recursos yoicos; esto significa que toda ocasión en
la que el terapeuta pueda estar de acuerdo con la interpretación del
paciente es oportuna para estimular su potencial de crecimiento. En
pedagogía estas intervenciones se destacan como esenciales a un
principio general del aprendizaje: el refuerzo de los logros positivos.
La capacidad del terapeuta de actuar flexiblemente con rectifica­
ciones y confirmaciones de los enunciados del paciente es fundamen­
tal para crear un clima de ecuanimidad, propio de una relación
"madura" .3 La falta de ese clima de ecuanimidad parece reflejada en

3 Un paciente de 33 años después de 4 años de tratamiento pasó a otro terapeuta.


Al poco tiempo, en una sesión, el terapeuta le dijo: "Creo que su interpretación es más
acertada que la mía. Yo no había tenido en cuenta esto que usted me recordó sobre
el papel de su hermana en la relación entre usted y su padre." "Yo sentí entonces
-cuenta- una emoción única, me sentí tratado como grande y respetado como
persona."

146
la queja de muchos pacientes acerca de que la sesión sólo sirve para
mostrar sus defectos y errores. En estos casos, sumamente frecuen­
les, creo que se asiste a una ligazón transferencial-contratransferen­
cial muy particular: el paciente acosado por sus autoagresiones
superyoicas encuentra en el terapeuta intervenciones predominan­
temente rectificadoras, acentuadoras de "lo enfermo", que encarnan
nl superyó proyectado, lo materializan. Con este rol contratransfe­
rencial asumido se cierra una estructura de vínculo infantil depen­
diente, tendiente a la inercia más que al crecimiento.

Rectificaciones
- "Usted destaca cómo estaba de hosco su marido que fue poco receptivo
para lo que usted quería trasmitirle; no incluye cómo estaba usted en esos
momentos, es decir, cómo se le acercaba, trasmitiendo qué, y además cómo
había estado usted antes, en el momento de salir."
- "Mire, no creo que solamente le diera miedo acercarse y de que la
relación amorosa fuera a salir no tan perfecta como la vez anterior; porque
había datos de que los dos seguían muy bien conectados. Creo que también
le daba miedo ir tan rápido, en tres días, a tanta entrega dei uno con el otro."
- "Usted parte de la base de que un logro, como es este ascenso, tiene que
ponerlo muy contento porque usted lo deseaba; esto es así, pero además ese
logro significa cambios, dejar lo que ya tenía como propio; indica también que
.. 1 tiempo pasa y que usted ya no es chico."

Confirmaciones
- ''Usted pensó después que algo de su conducta de ese día había influido
pnra que él se cerrara; y es muy probable, porque casi siempre las situaciones
de incomunicación en la pareja, sutilmente, se crean entre ambos. Me parece
1 mportante que usted haya podido detectar también el lado suyo del

problema, porque alertada sobre esta posibilidad tal vez pueda usted ir
observando más finamente cómo es que ambos se las 'arreglan' para crear
t•Hlos pozos de incomunicación."
- "Creo que usted captó también que le daba miedo seguir 'metiéndose'
l'llando le dijo que usted también tenía muchas ganas de verlo pronto, colgó
y sintió algo en el estómago y reparó en que estaba tensa. Creo que se va
nmociendo más en un miedo que usted no creía tener para las relaciones de
p11reja."
- "Sí, seguramente, además de ponerlo contento, este cambio influía en
t•Ha nostalgia que lo invadió ni bien le dieron la noticia. Estoy de acuerdo con
usted, hasta ganar una fortuna puede obligar a perder ciertas cosas y traer
1·on ello, paradojalmente, cierta tristeza."

La respuesta del paciente a estas confirmaciones es también rica


1•n sugerencias: es un índice del nivel desde el cual es registrado el
11cuerdo, más maduro (aceptación del propio potencial de evaluación
rl'alista de sus circunstancias) más infantil (confirmación de sentí-

147
mientos de omnipotencia, o a la inversa negación de la evidencia de
sus capacidades y refugio en las del terapeuta). El trabajo sobre tales
respuestas es por ello ocasión de elaboraciones inmediatas suma­
mente productivas.

4. Clarificaciones

Estas intervenciones apuntan a lograr un despeje en la maraña del


relato del paciente a fin de recortar los elementos significativos del
mismo. A menudo se clarifica mediante una reformulación sintética
del relato. Después de escuchar varios minutos el terapeuta dice:

- "Entonces usted trabajaba confiado en que todo iba bien hasta que esta
persona le hizo una crítica, y allí usted empezó a dudar de todo lo que hizo,
y esta misma duda alteró su rendimiento de allí en adelante."
- "En todos esos días, durante el viaje, había un clima de paz; de pronto,
no sabe usted cómo, todo ese clima se rompió y volvió a haber desconfianzas
y reproches."
- "Usted habla ahora no sólo de un problema con los afectos en la pareja,
sino de una duda suya más general sobre lo que usted puede dar de sí
también en otros planos, con sus amigos, en el trabajo."

Esas intervenciones en lo inmediato preparan el campo para


penetrar en sus aspectos psicológicamente más ricos y comprensi­
bles, lo cual se hará mediante seüalamientos e interpretaciones. A la
vez "enseñan" un modo de percibir la propia experiencia: el paciente
aprende con ellas a mirar selectivamente, a recorrer la masa de los
acontecimientos y de sus vivencias y captar jalones: incorpora así un
método dirigido a discriminar para comprenderse. En pacientes con
funciones yoicas debilitadas, concomitantemente afectadas por una
delimitación precaria del ego (o sea tendencias al sincretismo y a la
confusión), las clarificaciones juegan durante gran parte del proceso
terapéutico el papel de instrumentos primordiales, en cuanto sientan
las premisas para que en algún momento otras intervenciones, de
tipo interpretativo, por ejemplo, puedan ser activamente elaboradas.

5. Recapitulaciones

A cierta altura de la sesión el terapeuta dice:

"Hoy entonces surge en primer lugar cómo usted sufrió pasivamente


siempre la dominación de su madre, no se animó a explotar nunca, y eso ha

148
quedado como un resentimiento enorme también con usted mismo. Después
aparece un modo suyo de estar alerta frente a cualquier intento de domina­
ción de su esposa, algo que lo hace a usted muy susceptible. Y ahora esto de
que usted no se dedica a sí mismo, no se cuida, no se interesa por su ropa, ni
reclama el puesto que le corresponde, como si se tuviera rabia. Fíjese en estos
tres elementos que aparecen hoy porque debe haber entre ellos muchas
conexiones y abarcan su familia, su matrimonio, su arreglo y su trabajo."

A cierta altura del tratamiento el terapeuta dice:

"En los últimos tres meses ustedes se había concentrado en el problema


que tenía con el estudio. Mientras tanto la pareja quedaba en segundo plano,
como para no remover tanto a la vez."
"Ahora, aclarado el problema vocacional, 'le toca el turno a la pareja', y
resulta que estos últimos días no hace más que pensar en esto, que ahora
viene muy recargado por la espera."

Y en otro tratamiento:

"A usted le llevó la mayor parte del esfuerzo en el tratamiento hecho hasta
ahora, empezar a diferenciar quién era usted y quiénes eran su familia
(mamá, papá, hermano) y darse cuenta que no eran una sola persona ni un
cuerpo único. Recién ahora viene el trabajo de empezar a ver, a descubrir qué
puede hacer usted consigo misma, qué puede salir de usted que no venga de
ellos, y se encuentra perdida porque esta etapa recién empieza."

Como las clarificaciones, estas intervenciones estimulan el desa­


rrollo de una capacidad de síntesis. En nuestro medio una simple
hipertrofia del trabajo "analítico" conduce a muchos terapeutas a
descuidar el momento sintético, tan esencial como aquel y comple­
mentario del mismo. Siempre que no se distorsione, tomándola como
inductora de cierres estáticos, esta actividad de síntesis es funda­
mental en el proceso terapéutico para producir recortes y "cierres"
provisorios (peldaños de una escalera móvil). Sin asentar en conti­
nuas síntesis provisorias, el proceso de pensamiento no avanza.
Queda estancado, sin trampolines, en una zona difusa e ilimitada de
fragmentación "analítica", en segmentos más y más pequeños. Sartre
ha mostrado que la dialéctica del conocimiento opera por un movi­
miento continuo de totalización-destotalización-retotalizaciones,
movimiento en el cual se apunta a una "autodefinición sintética
progresiva" .Las recapitulaciones, como las interpretaciones panorá­
micas (diferenciadas de las microscópicas) son instrumentos esencia­
les de ese proceso.
En un paciente con difusión de la identidad (límites borrosos del

149
ego) y debilitamiento yoico en una etapa de cns1s, el método de
recapitulaciones continuas (al final de cada sesión y en períodos de tre1
o cuatro sesiones) fue estimado como altamente provechoso. Surgió a
propuesta del paciente porque notó que sólo a partir de esas recapitu­
laciones podía pensar. Entiendo que estas intervenciones ofrecían un
soporte provisional en el cual apoyaban, para ejercitarse, sus recursos
yoicos (percepción, reflexión, descubrimiento de relaciones).

6. Señalamientos

Estas intervenciones, de uso constante en psicoterapias, actúan


estimulando en el paciente el desarrollo de una nueva manera de
percibir la propia experiencia. Recortan los eslabones de una secuen­
cia ("primero usted recibió esa noticia, luego sin saber por qué empezó
a sentirse deprimida"), llaman la atención sobre componentes signi­
ficativos de esa experiencia habitualmente pasados por alto ("fíjese
en qué momento se decidió a llamarla, justo cuando ya no tenían
tiempo de encontrarse") muestran relaciones peculiares ("ha ocurri­
do ya varias veces que surge acá el tema de sus relaciones sexuales
y usted nota enseguida que se le pone la mente en blanco y ya no
puede recordar"). Estos señalamientos invitan a un acuerdo básico
sobre los datos a interpretar, dan la oportunidad de modificar esos
datos, son el trabajo preliminar que sienta las bases para interpretar
el sentido de esas conductas. En psicoterapias tal vez constituya una
regla técnica general la conveniencia de señalar siempre antes de
interpretar. El fundamento de esta regla está en que el señalamiento
estimula al paciente a interpretarse a partir de los elementos recor­
tados, es un llamado a su capacidad de autocomprensión. Es suma­
mente útil que esta capacidad se ensaye en toda ocasión (entrena­
miento reforzador del yo) y particularmente con el terapeuta, que
puede entonces ir guiando el desarrollo de estas capacidades sobre la
marcha, en su mismo ejercicio. Dado el carácter docente de esta
relación de aprendizaje que es la psicoterapia, es mejor que la tarea
pueda desarrollarla "el alumno" solo, con pocas indicaciones; también
porque muchas veces el docente aprende de su alumno:

- ''Usted llega, la encuentra distante, de mal humor, usted se pone


cariñoso y la busca. Al rato, a ella se le pasa, se le acerca y usted la ataca.
¿Qué piensa de este vaivén, cómo lo entendería usted?"
- "Empezó hablando de su fracaso de ayer en la asamblea. De golpe cortó
para acordarse de que sacó la nota más alta de su comisión. ¿Cómo ve este
cambio de tema?"

150
En las respuestas del paciente a cada uno de estos señalamientos
1m revelan con gran nitidez su capacidad de insight (su cercanía o
distancia para con sus dinamismos psicológicos), sus recursos inte­
lnctuales (aptitud para abstraer y establecer relaciones versus adhe-
11ión a un pensamiento concreto), el papel de los mecanismos
defensivos (inhibiciones, negaciones, racionalizaciones) y la situa­
J'Íón transferencia! (cooperación, persecución, etc.). Cada señala-
111iento se transforma en un verdadero test global del momento que
11Lraviesa el paciente en el proceso terapéutico.

7. Interpretaciones

l 'articularmente en las psicoterapias de esclarecimiento la interpre-


1 nción es un instrumento primordial como agente de cambio: introdu-
1·c una racionalidad posible allí donde hasta entonces había datos
Mu eltos, inconexos, ilógicos o contradictorios para la lógica habitual.
Propone un modelo para comprender secuencias de hechos en la
intervención humana. Con frecuencia induce también el pasaje del
nivel de los hechos al de las significaciones y al manejo singular que
hace el sujeto de esas significaciones. Intenta descubrir con el
paciente el mundo de sus motivaciones y sus sistemas internos de
liransformación de las mismas ("mecanismos internos" del individuo)
11sí como sus modalidades de expresión y los sistemas de interacción
que se establecen dadas ciertas peculiaridades de sus mensajes
("mecanismos grupales").
Es importante recordar que toda interpretación es, desde el punto
de vista metodológico, una hipótesis. Su verificación en consecuencia
He cumple, como un proceso siempre abierto y jamás terminable, en
base al acopio de datos que resultan compatibles con el modelo teórico
contenido en la hipótesis y, fundamentalmente, por la ausencia, con
d correr del proceso investigador instalado en la terapia, de datos que
pueden refutar aquella hipótesis. En principio ninguna hipótesis
(hasta las interpretaciones más básicas sobre la problemática indivi­
dual de un paciente) es cerrable, para darla ya por sentada como
Haber acabado. En cuanto empresa de conocimiento, ninguna psico­
terapia tiene más garantías de "saber" que las que establecen las
1 imitaciones inherentes al proceso general del conocimiento humano.
l�sta conciencia de las limitaciones cognitivas de la interpretación
puede expresarse de muchas maneras en la actitud del terapeuta, en
la construcción de la interpretación, en su modo de emitirla, maneras
que tendrán en común el signo de cierta humildad. El tono de voz, el
6nfasis puesto, las actitudes gestuales y posturales, se prestan para

151
trasmitir esa humildad dada por la conciencia de sus limitaciones,
bien lo opuesto: el juego en un rol de autoridad que emite "verdades
a secas. En este último caso se está proponiendo y empleando tod
una concepción estática del conocimiento y estimulando una relació
terapéutica de dependencia infantil (adulto que sabe-chico que igno­
ra) con lo cual la distorsión del proceso terapéutico es total. En un
psicoterapia es esencial que el conocimiento sea vivido como un
praxis, es decir como la tarea a realizar entre dos o más persona
concertadas en una relación de trabajo.
El carácter hipotético de la interpretación se pone de relieve
también en la construcción de su discurso. Formulaciones que desta
quen su carácter condicional ("es probable que ... ", "Habrá que ver
como una posibilidad, si . .. ", "Una idea, para buscar más datos y ve
si es así, sería que . . . ", "Una mirada posible sobre el problema consiste
en pensar que ... ") subrayan netamente aquel carácter. Su ausencia
tiende visiblemente a oscurecerlo.
Las interpretaciones en psicoterapia deben cubrir un amplio
espectro:

A) Proporcionar hipótesis sobre conflictos actuales en la vida del


paciente, es decir sobre motivaciones y defensas.

"En este momento su parálisis frente al estudio expresa posiblemente un


doble problema: no puede abandonarlo porque le resulta importante el título
a usted y a su familia; a la vez evita dar cualquier nuevo paso porque esto
significaría efectivamente graduarse y cambiar de vida, tener que seguir
solo."

B) Reconstruir determinadas constelaciones históricas significati·


vas (por ejemplo, jalones en l a evolución familiar).

"Parece haberse dado que en aquel momento, cuando su padre se encontró


con la empresa arruinada y deprimido, usted sintió que debía postergar todo
lo suyo, ayudarlo a él; pero no lo registró como decisión suya sino como
imposición de él."

C) Explicitar situaciones transferenciales de peso en el proceso.

"Usted viene sufriendo por la pérdida de esta amistad, que tanto le ha


afectado. Allí tuvo una expe'riencia dolorosa de lo que significa depender
mucho de otra persona. Creo que esa experiencia pesa en usted para que acá
esté reticente y prefiera no volcarse demasiado en mí. Se está cuidando para
no sufrir también después nuestra separación dentro de 2 meses, cuando
pase al grupo."

152
D) Rescatar capacidades del paciente negadas o no cultivadas.

"Usted se encontró de pronto ante la obligación de decidir qué hacer con


11se empleo. No estaba su padre para consultarlo y entonces pudo, no sólo
1lccidir, sino dar su opinión sobre en qué condiciones debía desenvolverse esa

lnrea. Fíjese todo lo que usted no sabía (no quería creer) que podía hacer
Molo."

E) Hacer comprensible la conducta de los otros en función de


11 uevos comportamientos del paciente (ciclos de interacción compren­
ibles en términos comunicacionales).

"Esta vez su padre accedió. Pensemos si no fue a partir de que usted le


planteó su problema de otra manera, con una actitud más firme, tal vez más
11clulta, que él le atendió con un respeto distinto. En su actitud le estaba
diciendo 'no voy a aceptar que me trates como un chico porque ya no me siento
l'hico', y evidentemente él registró el cambio".

F) Destacar las consecuencias que se derivarán de encontrar el


paciente alternativas capaces de sustituir estereotipos personales o
H"rupales.4

"¿Qué pasaría con su novio si usted le mostrara que es capaz de encarar


11lgo personal suyo sin consultarlo? ¿Seguiría en la misma actitud dominan­
te? Habría que ver ... "

Por contraste con la técnica psicoanalítica, donde un tipo de


Interpretación (transferencia}) resulta privilegiada como agente de
rambio (2), en las psicoterapias, dado que se trabaja simultánea o
nlternativamente sobre varios niveles y mecanismos del cambio, no
Pxisten interpretacionesjerarquizables: todas son instrumentos igual­
mente esenciales dentro del proceso. Cada paciente y cada momento
de su proceso requerirán en especial cierto tipo de interpretaciones;
osas serán las más ajustadas técnicamente a ese momento del
proceso, pero todajerarquía asignable a algún tipo de interpretación
Rcrá transitoria, coyuntural.

4Según el tono usado por el terapeuta, el poder de sugerencia de una intervención


de este tipo puede variar: una determinada acentuación de la frase subrayará la
11Lilidad de Ja acción, otra en cambio hará resaltar el interés de comprender qué
ocurriría y dejará el hecho en sí en un plano de menor importancia.

153
8. Sugerencias

- "Sería interesante ver qué ocurre, cómo reaccionaría su padre si usted


le mostrara en su actitud que está real mente dispuesto a encarar a fondo con
él todo lo que está pendiente entre ambos."
- "Tal vez lo más necesario para usted sería ordenarse mentalmente
frente a tantas exigencias, trazar un cuadro con sus prioridades."
- "En lugar de apresurar ya una decisión suya de hecho, tal vez le
convenga tomarse un tiempo para revisar lo que ha pasado, ver cuál ha sido
su papel en todo esto, e incluso para detectar mejor qué es lo que está
sintiendo íntimamente."
Con estas intervenciones, el terapeuta propone al paciente con­
ductas alternativas, lo orienta hacia ensayos originales. Pero el
sentido de las mismas no es meramente promover la acción en
direcciones diferentes, sino proporcionar insights desde nuevos án­
gulos. Fundamentalmente contienen un pensamiento anticipatorio
(aspecto relevante dentro del conjunto de funciones yoicas a ejercitar
en todo tratamiento) que facilita una comprensión previa a la acción.
La acción ulterior, de poder ser ensayada, podrá ser ocasión de
confirmaciones, reajustes o ampliaciones del insight previo. Muy
frecuentemente aportará nuevos datos y con ellos una nueva proble­
mática a investigar. Desde la comprensión de estas fases del proceso
que se inicia con una sugerencia, este tipo de intervención adquiere
una eficacia particularmente interesante.
Una variedad de sugerencias (casi-sugerencias) estriba en el uso
de dramatizaciones imaginarias de otras alternativas para la con­
ducta interpersonal:
- "¿Qué hubiera pasado si usted allí lo paraba y le decía: 'Mirá, dejate de
indirectas, qué me querés decir con todo esto, vos qué sentís por mí?"
O bien:
- "Y si usted lo llamara y le dijera: 'Creo que todo lo que dijiste ayer fue
algo estudiado y poco comprometido. Yo quiero definir más esto', ¿cómo
supone que reaccionaría él?"
Este tipo de intervenciones constituye una vía diferente hacia el
insightsobre las propias dificultades, las del otro, y la dinámica de la
comunicación entre ambos. Opera haciendo resaltar contrastes entre
lo vivido y lo posible, y estos contrastes no se comentan en un discurso
de "ideas" sino se muestran gracias a un lenguaje de acción. Contie­
nen una comprensión colocada en el borde mismo de lo vivido o por
vivir. Un paciente experimentó así esa cercanía:
- "El otro día estábamos en una discusión con mi mujer y allí me acordé

154
de algo que usted me había dicho en una sesión pasada. '¿Y qué pasaría si
cuando ella se pone violenta usted la frenara?' Y la paré . ¡y no pasó nada!"
..

Las sugerencias en psicoterapia por lo común (exceptuando situa­


ciones agudas de crisis) vienen a insertarse sobre desarrollos del
proceso terapéutico en base a los demás tipos de intervención. Son
oportunas cuando las condiciones del paciente para asumirlas (re­
ducción de ansiedad a niveles tolerables, fortalecimiento yoico) y las
del vínculo interpersonal en juego, han llegado a un momento de su
evolución que las hace "fértiles", receptivas para este tipo de estímu­
lo. Hace también a su oportunidad que el terapeuta detecte un
momento de esas condiciones y del desarrollo del vínculo donde "hace
falta" una experiencia diferente, nueva, para que mucho de lo
esclarecido cristalice en acto. La sugerencia apela indudablemente,
como la dramatización, al papel revelador del acto, a la riqueza
vivencia! del hecho que muchas veces no tiene el discurso reflexivo.

9. Intervenciones directivas

- "Suspenda toda decisión inmediata sobre el problema de su matrimo­


nio. Usted no está ahora en condiciones de afrontar otro cambio más."
- "Si se da la oportunidad de hablar a solas con su padre, inténtelo;
aunque no Je salga todo lo que quiera plantearle, vea hasta dónde le sale,
cómo le sale y cómo reacciona él."
- "Esté atento hasta nuestra próxima entrevista a ver en la relación con
su esposa cuántas veces y en qué momentos usted tiende a ponerse violento
y exigente."
-"Para que usted perciba mejor cuál es su dificultad en el diálogo conmigo
traiga su grabador, de modo que después se escuche solo en su casa, y lo
veamos en las sesiones siguientes."

Las directivas que surgen en psicoterapia aluden, como se ve en


estos ejemplos, tanto a necesidades propias del proceso terapéutico
como a actitudes clave a evitar o ensayar fuera de la relación
terapeuta-paciente.
Una cultura psicoterapéutica de fuerte influencia psicoanalítica
(que jerarquiza la adquisición de actitudes nuevas post-insight) tiende
con frecuencia a cuestionar la validez y utilidad de las intervenciones
directivas. Quienes hemos sufrido las presiones de esa influencia (el
superyó analítico) hemos debido realizar un largo proceso de lucha para
descubrir en la práctica clínica que tales intervenciones, empleadas con
oportunidad y tacto terapéutico, eran instrumentos valiosos y necesa­
rios en todo proceso psicoterapéutico. (Ha sido la conciencia de su

155
necesidad y la experiencia de su utilidad la que nos llevó claramen
a revertir la perspectiva: es cuestionable el no uso de este tipo d
intervenciones en situaciones que claramente las requieren; ensegui
da discutiremos cómo caracterizar tales situaciones.)5
Antes conviene revisar de qué manera pueden comprenderse la1
influencias que ejercen las intervenciones directivas. Hay un nivel de
acción en el plano del acto en sí mismo referido en el contenido de la
intervención. Si el acto puede tener las consecuencias de una decisión
importante, la intervención puede jugar un rol preventivo, jerarqui•
zable no en términos de dinamismos (pensando muy selectivamente
en la transferencia se piensa fácilmente en "no hacer el juego a
exigencias regresivas'', por ejemplo) sino en términos de existencia.
Justamente el vicio de las suposiciones "psicoanalíticas" al uso en
psicoterapias de intervenciones directivas consiste en jerarquizar
ópticas parciales (dinamismos transferenciales, riesgos contratrans­
ferenciales) por encima de una óptica centrada en la existencia. Esta
óptica en cambio tiene en cuenta y privilegia el plano de las experien­
cias concretas y de las consecuencias concretas que se derivan de
estas experiencias: se valora, por ejemplo, que un divorcio precipita­
do, sin condiciones para su mejor tolerancia, pueda ser diferido.
· Este plano de la existencia es importante pero no el único en juego
cuando son emitidas directivas. Otro es el de los aprendizajes. Es
posible pensar que lo que se produce o se evita en esa oportunidad deja
"un saldo interno", se incorpora como experiencia trasladable a otros

conte:id;os. La experiencia clínica ofrece a menudo muestras de ello.


Otro nivel de acción está en el insight que puede lograrse después de
la acción. Hacer o no hacer algo que resultaba "natural" se transforma
en una experiencia original. Un análisis del sentido de una actitud
previa o de la nueva (inducida), su comparación minuciosa, son ocasio­
nes de una elaboración a menudo rica. La experiencia clínica muestra
abundantemente que en psicoterapias directividad e insight no son en
principio antagónicos. Con frecuencia, por el contrario, funcionan como
complementarios. Las dificultades que tuvo el paciente para traer su
grabador y luego escuchar su sesión fueron claramente ilustrativas.
Tuvieron el valor de lo vivido, del acto, sometido además a las condicio­
nes de una observación particularmente atenta.

5 La "cultura" asentada tradicionalmente en la técnica psicoanalítica ha privilegia­


do la secuencia: insight que conduce a acciones nuevas. La experiencia clínica en el
empleo de otras psicoterapias permite detectar también la posibilidad de un camino
inverso: la acción nueva (ensayada, imaginada, evitada) que conduce al insight. El
proyecto de ciertas conductas a realizar (realización después lograda o frustrada, esto
no es decisivo) instala un campo casi "experimental" para la observación, por el
recortamiento que produce de ese proyecto y las respuestas frente al mismo.

156
Jay Haley (3) ha ilustrado sobre el uso de un tipo particular de
Intervenciones directivas dirigidas a producir"maniobras comunica-
1•ionales" (por ejemplo, prescripción del síntoma, destinada a crear
11i tuaciones paradoj ales en el uso interpersonal del síntoma y la lucha
por el control de la relación paciente-terapeuta).
¿Qué situaciones hacen necesaria una intervención directiva del
lerapeuta? En especial todas aquellas en las que el paciente (y/o el
Krupo) se encuentren sin los necesarios recursos yoicos ( es decir, sin
los mecanismos adaptativos de fuerza y diversidad suficientes) para
manejar una situación traumática, siendo por lo común víctimas de
una ansiedad excesiva que tiende a ser en sí misma invalidante o
ugravante de las dificultades propias de la situación (situaciones de
rrisis súbitas en personas o grupos de moderado ajYste previo;
rambios evolutivos "normales"en personalidades o grupos de equili­
brio lábil, con carencia o tendencia a la pérdida de autonomía; psicosis
11gudas; deterioros de origen diverso). En todos estos casos (ubicados
''º momentos de desorganización o fases regresivas de una evolu­
ción), por cierto muy frecuentes en la práctica terapéutica, determi-
11adas intervenciones directivas están estrictamente indicadas, cons-
1 ituyen la intervención técnica de elección. ¿Hasta cuándo? Hasta el
preciso instante en que el paciente recupera o adquiere los recursos
yoicos necesarios para lograr autonomía y capacidad de elaboración
(momento de progresión) en cuyo caso las intervenciones directivas
pasan a ser contraproducentes (en cuanto estimulantes del vínculo
regresivo con el terapeuta) y requieren comúnmente ser sustituidas
por otras dirigidas a esclarecer, que en ese momento pasan a ser las
de elección. Importa tener en cuenta que este movimiento en los
recursos yoicos del paciente (muchas veces inversamente proporcio­
nales al monto de ansiedad) tiene ritmos variados, como para ocurrir
de una semana a la siguiente, de un mes al siguiente, o de un instante
H otro de la misma sesión. Frente a esta movilidad, que requiere del
terapeuta una combinación ágil de intervenciones, atenta a las
11 uctuaciones de aquellas capacidades, ¿cuál podría ser el sentido de
riertos "estilos" psicoterapéuticos estereotipados, que dirigen siem­
pre, o no dirigen nunca al paciente? ¿Qué fundamentos teóricos y
técnicos podrán encontrar tales posturas de "escuela" en psicotera­
pia? No estoy pensando con esto que carezca de justificaciones la
opción técnica, en el psicoanálisis, de evitar el analista emitir direc­
tivas "directas" (las únicas que pueden evitar por otra parte, porque
indirectamente toda intervención dirige al paciente). 6 Lo que

6 Y esto trabajando con pacientes de suficiente fortaleza yoica, uno de los criterios
!'Scnciales de analizabilidad.

157
carece de j ustificación es llevar al campo más amplio de las psicot
rapias el principio de evitar-dar-directivas-en general y pretendo
apoyar tal postura en los fundamentos teórico-técnicos que respal
dan tal criterio en el contexto del proceso psicoanalítico.

10. Operaciones de encuadre

Estas intervenciones comprenden todas las especificaciones relati


vas a la modalidad espacial y temporal que habrá de asumir l
relación terapéutica: lugar, ubic!lción en él de los participantes,
duración y frecuencia de las sesiones, ausencias, retribuciones.
Una distinción importante es la que reside entre aquellas inter•
venciones que establecen Ú n encuadre, y otras en las que se propone
un encuadre a reajustar y elaborar juntamente con el paciente. Por
esta diferencia pasa una línea divisoria ideológica, relativa a concebir
una relación terapéutica autoritaria o igualitaria. El autoritarismo
del encuadre impuesto suele apoyarse en supuestos de tipo técnico
por los cuales se pretende que para determinada situación de consul·
ta hay una sola manera eficaz de tratamiento. En primer lugar la
pluralidad de direcciones abiertas actualmente en el campo de las
psicoterapias hace cada vez más dudosa la validez de semejante
exclusivismo. Además, la presión ejercida para imponer una deter­
minada técnica parte de una distorsión en la concepción del sujeto do
la psicoterapia, ya que se dirige a un paciente-objeto, mero portador
de una enfermedad o de una estructura de personalidad, que serían
lo importante (según el modelo médico para el cual la hepatitis es
mucho más realzada que la persona que padece la afección hepática).
En ningún caso, por esta vía, se dan muestras de reconocer en el
paciente a una persona. Finalmente, y también en términos técnicos,
el trabajo de elaboración conjunto del encuadre a adoptar constituye
en la experiencia clínica una instancia mucho más rica desde el punto
de vista de los datos que arroja sobre la problemática del paciente.
Muchos de estos datos quedan oscurecidos en el caso de someterlo a
un encuadre impuesto. Si lo que se pretende es cultivar las tenden­
cias pasivas y regresivas del paciente y la correlativa omnipotencia
del terapeuta, no hay duda que la imposición del encuadre será el
método de elección. De lo contrario se impone la necesidad de efectuar
sugerencias de encuadre, explicitar los fundamentos de la propuesta
para esa terapia en particular, y someterlos a reajustes.

158
L l. Meta-intervenciones

l)esignamos con este término todas aquellas intervenciones del


l 1lrapeuta cuyo objeto son sus propias intervenciones. Pueden dirigir­
HC a aclarar el significado de haber realizado en ese momento de la
Hcsión o de esa etapa del tratamiento determinada intervención.
Ejemplos:

11)
Terapeuta: "¿De qué manera le hizo notar que quería verla?"
Paciente: . . . (Gesto de desconcierto, queda en silencio) . . .
Terapeuta: (Metaintervención.) "¿Sabe por qué le pregunto esto?
Paciente: "No"... (Silencio.)
Terapeuta: "Porque tiempo atrás habíamos visto que había en usted dos
maneras de expresar interés, a veces con gestos de desear el encuentro, otras
t•on cierto rechazo encubierto, medio distante."

h)
Terapeuta: "Me inclino a pensar que lo que ahí jugaba era su miedo a
11clarar más la situación."
Paciente: (Silencio.) . . .
Terapeuta: "¿Sabe por qué lo pienso? Creo que está el dato de que él
parecía dispuesto a querer hablar, no había venido 'cerrado', pero usted igual
Hú dijo: seguro que no me va a querer escuchar."

En estos casos la segunda intervención sirve para precisar los


fundamentos de la primera de un modo tal que le sea posible al
paciente seguir de cerca el método de comprensión que emplea el
terapeuta en la primera. Esta aclaración sobre la propia intervención
t'S fundamental, ya que el aprendizaje esencial está en los métodos y

no meramente en los productos. Una variante de meta-intervención


rndica en el cuestionamiento por el terapeuta de su propia interven­
i:ión, señalando el carácter parcial de sus fundamentos, o el carácter
uun hipotético de alguna de sus premisas. Y una tercera variante
C'Onsiste en la explicitación por el terapeuta de la ideología subyacen­
te a algunos supuestos de su propia intervención.

- "Mire, hasta ahora hemos tomado como problema su dificultad para el


orgasmo en la relación sexual. Esto hay que mirarlo a su vez con precaucio­
nes, porque hay toda una serie de replanteos sexológicos e ideológicos sobre
l'l orgasmo femenino que podrían mostrar que alguna de nuestras premisas
puede ser en sí misma cuestionable."
- "Recién yo le señalaba que usted se había largado a actuar en esa
11ituación sin tener claro hacia dónde iba a encaminarla. A su vez, no está
libre de objeciones el supuesto -que podría verse detrás de este modo de

159
mirar su reacción- de que siempre antes de largarse hay que tener in mente
un plan, ¿verdad? (porque hay situaciones en las que sólo viviendo un
experiencia se arma después un plan)."
- "Recién hablaba de qué problemas suyos y de su pareja pueden crear
dificultades para la convivencia. Ahora evitemos suponer que estas dificul­
tades contrastan con la pareja ideal posible. Tengamos claro que actualmen­
te, además de estos problemas de cada uno, hay que mirar qué problemas
crea a cualquier pareja el tipo de relación que se toma como ideal de pareja
'normal' en nuestra cultura, y qué problemas se le agregan por dificultades
que cada uno vive fuera de la pareja, y que van a descargarse adentro."
- "Cuando yo le señalo que puede haber una actitud suya de autocastigo
en perder el capital que había logrado juntar con esfuerzo, mi planteo
contiene un supuesto que también tenemos que cuestionar: que perder un
capital acumulado no es beneficioso, cuando, desde otro ángulo, consideran­
do lo que el dinero representa y ata, tal vez se pueda ver como perjudicial y
no positivo mantenerlo."

Estas especificaciones se hacen imprescindibles en cuanto abren


la búsqueda también a otro plano de determinaciones inconscientes
colocando en cuestión la ideología de ambos, también la del terapeu­
ta. El terapeuta se pone en evidencia en su realidad cuestionable,
susceptible de examen crítico en sus premisas, con un oficio también
sometido a revisión. Es otro modo de colocar el vínculo terapéutico en
relaciones de reciprocidad, evitando el efecto de adoctrinamiento
subrepticio propio de las relaciones autoritarias en las que el terapeu­
ta presenta sus opiniones como "saber", soslayando la presencia de la
ideología en la base de sus elaboraciones.

Una mirada de conjunto


a este amplio espectro de intervenciones

Si reflexionamos sobre esta serie de intervenciones técnicas (que


constituyen buena parte del "cajón de herramientas" del terapeuta)
un primer aspecto que resalta es la amplitud de su espectro. Esta
amplitud da cuenta de la variada gama de posibilidades abiertas,
frente a cada sesión, para encontrar, a menudo, por el método de
ensayo-error, aquellas más necesarias, las que abren el camino de
una preparación mayor. Sus combinaciones son, como en el ajedrez,
infinitas, y cada sesión, como cada partida, desarrolla el perfil
singular de una constelación de intervenciones propias.
El segundo aspecto a destacar es que, dada esta variedad de
intervenciones, no hay una jerarquía dentro del conj unto que permi­
ta distinguir algunas más importantes que otras para el proceso

j
160

t
it'rapéutico. Esto marca una diferencia básica con la teoría de la
l Pcnica psicoanalítica, que jerarquiza a la interpretación como la
intervención decisiva para producir el cam bio específico del proceso
unalítico. Esta diferencia entre psicoanálisis y psicoterapias ha sido
rlaramente formulada por Bibring (2):

el psicoanálisis está construido en torno de la interpretación como


agente supremo en la jerarquía de principios terapéuticos caracterís­
ticos del proceso, en el sentido de que todos los otros principios están
subordinados a él, estoes, se los utiliza con el propósito constante de
que la interpretación sea posible y eficaz. Mientras que la psicoterapia
dinámica está construida en torno de distintas selecciones y combina­
ciones de cinco principios terapéuticos: sugestión, abreacción, mani­
pulación, clarificación e interpretación. 7

Agregaría que los principios enunciados por Bibring en 1954


pueden hoy ampliarse, incluyendo otros principios terapéuticos:
objetivación y autoafirmación por el acto de verbalización no mera­
mente catártico, información, experiencia emocional correctiva no
tii mplemente sugestiva, entre otros. No obstante, aquella enumera­
ción define una peculiaridad teórico-técnica de las psicoterapias: el
nivelamiento jerárquico de sus distintos recursos terapéuticos.
Por ultimo, la posibilidad de distinguir con precisión los distintos
tipos de intervención terapéutica abre un camino para la investiga­
ción microscópica de las técnicas. Si es posible clasificar y cuantificar
las conductas del terapeuta, el mito de las terapias como "arte"
i ntuitivo, enteramente personal y difícilmente trasmisible, puede
empezar a desvanecerse. La descripción macroscópica, global, de las
t!xperiencias terapéuticas, forma tradicional de la trasmisión en este
rampo, no ha contribuido demasiado a despejar el mito. Los trabajos
ele Strupp (4, 5 ), en cambio, destinados al análisis microscópico de las
técnicas de psicoterapia iniciaron hace ya quince años, con seriedad
metodológica, una tarea promisoria en la dirección de aclarar "el
misterio" de las técnicas.
Con un sistema de varias categorías, que permite realizar un
análisis multidimensional de las operaciones del terapeuta (tipo de
i ntervención, iniciativa del terapeuta, nivel inferencia!, foco dinámi­
co y clima afectivo) aplicado al estudio de una psicoterapia breve
(realizada en ocho sesiones por L. Wolberg) ha podido Strupp (5)
7 Por no tener clara esta distinción, hay a veces psicoterapeutas de formación
psicoanalítica insatisfechos de aquellas sesiones en las que no logran "interpretar",
frustración que a menudo contrasta con la experiencia vivida por sus pacientes,
quienes, no afectados por prejuicios técnicos, sienten que han realizado en esas
Hesiones una tarea efectivamente productiva.

161
ofrecer un panorama bastante ilustrativo de la técnica empleada: o
terapeuta dedicó gran parte de sus intervenciones a explorar, pr
guntando, pidiendo ampliaciones y ejemplos: fue bastante directiv
en todas las sesiones; fueron empleadas más intervenciones clarifi
cadoras que interpretaciones (éstas aumentaron en proporción sól
en las sesiones cuarta y séptima, hecho que Strupp interpretó coro
producto de las clarificaciones preparatorias de las sesiones previas)¡
fue empático, benevolente, cálido; las intervenciones se mantuvieron
con mayor frecuencia en un nivel inferencia! bajo ("cerca de 1
superficie") y en segundo orden, moderado; hubo abundantes comen
tarios sobre el vínculo terapéutico establecido, pero escasas interpre
taciones transferenciales; predominó una aceptación de las formula·
ciones del paciente en cuanto al plano en que localizaba su problemá·
tica; el terapeuta actuó siempre con iniciativa (no pasividad): realizó
intervenciones mínimas frecuentes destinadas a mantener abierto el
canal de comunicación y dar muestras al paciente de que lo escuchaba
atentamente, es decir, todo lo contrario de un terapeuta distante.
Este trabajo es, a mi juicio, un buen ejemplo del camino abierto por
el esfuerzo de definir operacionalmente el repertorio de conductas del
terapeuta.

Referencias bibliográficas

l. Liberman, David, Lingüística, interacción comunicativa y proceso psicoa­


nalítico, tomo 1, Buenos Aires, Galerna, 1970.
2. Wallerstein, Robert, "La relación entre el psicoanálisis y la psicoterapia.
Problemas actuales", Rev. de Psicoanálisis, tomo XXVlll, I, pp. 25-49,
1971.
3. Haley, Jay, Estrategias en psicoterapia, Barcelona, Toray.
4. Strupp, Hans, "A Multidimensional System for analiyzing Psychothera­
peutic Techniques", Psychiatry, XX, 4, pp. 293-306, 1957.
5. Strupp, Hans, "A Multidmensional Analysis ofTechnique in BriefPsycho­
therapy", Psychiatry, XX, pp. 387-397, 1957.

162

También podría gustarte