Dialnet BrevesAnotacionesSobreElConceptoDeCulturaEnElMundo 2676951 PDF
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' Diccionario de la Real Academia Española. Vigésima edición. Tomo 1. Madrid, Espasa Calpe,
1984. '
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Actas de las 111 Jornadas de Humanidades Clásicas
Almendralejo. Febrero de 2001
Pero a pesar del origen claro y común que según parece tiene el concepto, no
por ello su significado teórico ha sido único, ya que los cambios semánticos que han
existido con respecto al término a lo largo de la historia, de carácter aparentemente
simbólicos, corresponden, en buena medida a aspectos de otra índole y de mayor
trascendencia que la puramente simbólica, llegando incluso a estar determinada esta
variabilidad en la significación del término, como afirma Josep Picó, por "cambios en la
estructura de las relaciones de fuerza entre los grupos sociales que protagonizan el
gobierno de la sociedad, por un lado y entre las sociedades y su posicionamiento
internacional por otro. En este sentido - continúa -, la cultura, su génesis, cambio y
evolución ha tenido diversas acepciones y significados a lo largo de la época histórica
que hemos denominado modernidad, y en su seno ha sido portavoz y bandera de unas
"Casi cada tiempo y cada grado de cultura han intentado alguna vez, con
profundo malhumor, liberarse de los griegos, porque, en presencia de éstos, todo lo
realizado por ellos, en apariencia completamente original y sinceramente admirado,
parecía perder de súbito color y vida y reducirse arrugado, a una copia mal hecha, más
aún, a una caricatura. (...) ¿Quiénes son ésos, nos preguntamos, que aunque sólo
pueden mostrar un esplendor histórico efímero (...) pretenden tener entre los pueblos la
dignidad y la posición especial que al genio le corresponde entre la masa? (...) Y de
esta manera sentimos vergüenza y miedo ante los griegos; a no ser que uno es time la
verdad por encima de todo y se atreva a confesarse también esta verdad, que los
griegos tienen en sus manos, como aurigas, tanto nuestra cultura como cualquier otra ,
pero que, casi siempre, carro y caballos están hechos de un material demasiado
mediocre y son inadecuados a la aureola de sus conductores.4.
Junto a todo lo dicho, debemos señalar que esta educación, entendida de una
forma más sistemática y pragmática, vino de la mano de los sofistas, que trataron de
conjugar el contenido espiritual con la vida cotidiana imprimiéndole un sentido más
práctico y especializado, motivado, en gran medida, por la realidad histórica del
momento, a saber, la introducción de Atenas en el panorama económico y político
internacional después de la guerra con los Persas. Podríamos señalar que el contenido
educativo sofista se fundamentaba en dos niveles: por un lado, el referido al aspecto
personal y espiritual, tratando de transmitir un cierto saber enciclopédico basado en la
gramática, la retórica, la poesía y la música como modalidades siempre enriquecedora
del espíritu humano , y por otro, el que entiende al hombre como miembro de una
sociedad y por tanto, otorgaba más importancia al dominio de la política y de la ética,
relacionando así la educación con los condicionamientos sociales de la época.
5
Runes, D. Diccionario de filosofía. Barcelona, Grijalbo-referencia., 1983., p 363.
Picó, J., op.cit., p.27.
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Almendralejo. Febrero de 2001
Con todo, será Sócrates quien restaure la unidad y vinculación entre la cultura
espiritual (areté) y la moral en el sentido político. La gran aportación de Sócrates será el
tratar de buscar en el carácter moral la clave de la existencia humana en general, y en
particular, la de la vida colectiva. Consideraba como una misión política la educación en
la Areté constituida en virtud única. La suma y compendio de "todo lo que poseo" es
para el hombre socrático la paideia: su formación interior de vida, su existencia
espiritual, su cultura7
' Zbidem
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Almendrale-io.Febrero de 2001
Cultura en la tradición clásica, a saber, el paso desde un estado natural a otro cultural,
con lo que ello implica de trasgresión.
Dicho esto, nos vamos a servir del famoso relato de Protagoras en el diálogo de
Platón del mismo nombre, el mito de Prometeo y Epimeteo, que con elementos
distintos ofrece una estructura en cierto modo semejante a la del Génesis : vida
armónica con la naturaleza, transgresión, vida humana, por tanto, naturaleza,
transgresión, cultura.
Así, al crear a los mortales, los dioses encomiendan a los titanes Epimeteo y
Prometeo que distribuyeran convenientemente las cualidades que estas criaturas
debían tener. Epimeteo distribuye las cualidades de modo compensado, equilibrando
carencias y disponibilidades, pero cuando ya las ha repartido todas, le queda por
proveer al hombre. En el momento que Prometeo inspecciona la obra de su hermano,
encuentra al hombre desprovisto de cualidades naturales, es decir, desnudo, sin
calzado apropiado, sin abrigo, sin defensas; de ese modo, no sería capaz de subsistir.
Ante esta situación, Prometeo roba a Atenea los oficios,. es decir, los saberes técnicos;
y como sin el fuego para nada sirven, roba a Héfesto el fuego y se lo da a los hombres,
pero aún carecían de la capacidad de organizarse para vivir conjuntamente. El dueño
de ese saber, Zeus, manda a su mensajero Hermes dar a los hombres el pudor y la
justicia para que puedan convivir, pero no se los da a personas concretas como ocurrió
con los oficios, sino que se los da a todos por igual, de manera que cada uno tenga su
parte de estas virtudes.
Bueno, G. El mito de la cultura Barcelona, Península Ibérica, 1996, p. 38-39. De igual manera,
creemos conveniente señalar el erróneo paralelismo que según el autor se ha hecho entre el mito de
Prometeo y el dogma cristiano de los dones del espíritu Santo descendiendo a los hombres, ya que
según el autor "los dones cristianos elevan al hombre, ya completado según su naturaleza, a un
estado sobrenatural. Pero los bienes que Prometeo ofrece a los hombres son, en cambio, los bienes
que por naturaleza les correspondían si no hubiera sido por la caída de la que fue responsable
Epimeteo". Bueno, G., op.cit.
10
San Martín Sala, J., Teoría de la cultura. Madrid, Editorial Síntesis. Filosofía Hermeneia. 1999,
p.30.
11
Bueno, G., op.cit., p. 29
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una cortedad de miras quedarse ahí, es decir, limitar el concepto Cultura a su condición
adjetiva (campos cultivados, espíritus cultivados...) como lo más importante, porque
tras el adjetivo está necesariamente el sustantivo que constituye el ideal, por ejemplo,
en el caso de la helenidad, la cultura griega, eso que para los griegos es el verdadero
modo de ser humano; o en el caso de los campos cultivados, las técnicas de cultivo
que anteceden y rigen las actuaciones que convierten los campos silvestres en
cultivados. La Helenidad antecede a la paideia y la técnica agrícola al cultivo del
campo1*
En su origen latino, Cicerón nos dice que así como un campo sin cultivo, por
fértil que sea, no puede ser productivo, tampoco el alma sin educación puede dar sus
frutos. En sus Disputationes Tuscolanae, Cicerón señala que los romanos superan a
los griegos en la práctica de la vida tanto pública como privada, en el arte militar y en la
moral, pero son inferiores en ciencia y en literatura, la oratoria la han practicado pronto,
12
San Martín Sala, J., op.cit.,pp. 30-31.
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pero han olvidado la filosofia. Cicerón aconseja a los romanos a servirse de la filosofía
clásica que debe ser la madre de la cultura animi.13
El hecho es que, como resultado de toda esta enorme y variada riqueza del
concepto de cultura, los siglos posteriores considerarán siempre a la Antigüedad
Clásica como una fuente inagotable de saber y cultura, de forma que en ella se
inspirarán muchas de las creaciones y de los prototipos ideales que se consideraron
herederos de esta tradición, como sucedió en el Renacimiento.
Por último, y para cerrar nuestra exposición, nos hacemos eco de las palabras
del profesor W. Nestle, referidas al pueblo griego, al señalar que "los griegos son un
caso tlj7ico de desarrollo espiritual, pues ningún otro pueblo manifiesta tal equilibrio de
la fantasía y el entendimiento, de la capacidad de formación plástica con la capacidad
de abstracción más elevada; gracias a la feliz proporción en que poseyó esas
cualidades, el pueblo helénico podía dominar todas las exageraciones y someterlas a
mesuraH1
13
Picó, J., op.cit., p. 30.
14
Nestle, W. Historia del espíritu griego. Desde Hornero hasta Luciano. Barcelona, Ariel-colección
Convivium, 1981., p.21.
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