Antologia Critica de La Poesia Colombiana de Andres Holguin
Antologia Critica de La Poesia Colombiana de Andres Holguin
Antologia Critica de La Poesia Colombiana de Andres Holguin
1874 - 1974
Nota preliminar
1
Puede consultarse la "Bibliografía de la Poesía Colombiana"
hecha por Héctor H. Orjuela así como la obra titulada "Las
Antologías Poéticas de Colombia", del mismo autor. Ambos volúmenes
han sido publicados por el Instituto Caro y Cuervo (1971 y 1966,
respectivamente).
Sin embargo, muy pocas de éstas son realmente aprovechables. Las
clasificaciones son deficientes, cuando no arbitrarias o radicalmente erróneas.
Escuelas y corrientes están por definir todavía. Hay que inventar o bautizar
movimientos.
La crítica literaria es igualmente abundante y engañosa. Es mucho lo que se
ha escrito sobre poesía. Pero muy poco lo que hoy podemos utilizar. Las obras
de conjunto, sobre la literatura o la poesía colombiana, son escasas. La
monumental de don Antonio Gómez Restrepo ha perdido vigencia, como
envejecida prematuramente. Hay páginas luminosas del maestro Rafael Maya.
Javier Arango Ferrer publicó una síntesis penetrante, aunque no siempre
acertada en materia poética. Hay ensayos críticos aislados, sobre determinadas
figuras. No es mucho, en realidad. También, dentro de todo ello, tenemos que
guiarnos por nuestra intuición - intuición, empero, fundada en el conocimiento
de todos los textos indispensables - , para señalar tendencias, formar grupos,
establecer valores...
Pensamos que nuestro concepto sobre la poesía, o, más exactamente, nuestra
intuición sobre lo poético, aparecerá claramente al lector una vez que recorra
los poemas escogidos y las notas que les sirven de comentario - sobre todo, si su
fervor por nuestra lírica hace que nos acompañe hasta el final... Pero no es algo
que podamos darle por anticipado, en unas pocas líneas. Será necesario que el
lector se acerque con nosotros, pausadamente, a estas formas misteriosas y
puras - versos o prosas poemáticas - a través de las cuales unos seres singulares
han tratado de expresar su emoción - su amor, su arrobo, su angustia, su tedio,
su desgarramiento, su nostalgia- y también su visión del mundo y del hombre.
Dice Dilthey que el mismo enigma se propone al filósofo, al poeta y al místico.
Y es cierto: el "objeto" no difiere. Es el misterio del yo y del extraño universo que
habitamos. No intentemos definiciones, ni de ese enigma ni de esa forma
transparente en que los poetas se expresan: la poesía. Veamos más bien, de
manera concreta - analizando experimentalmente el "fenómeno" - cómo se ha
presentado ese enigma a los poetas colombianos en estos cien años. Y cómo han
intentado resolverlo; o, al menos, expresarlo.
Ello nos conduce hacia los poemas. Al hacer esta Antología, hemos optado
por un criterio de mucho rigor estético. Sin embargo, en los tres capítulos finales
modificamos un tanto esta actitud, para la selección de los poetas y el análisis de
las obras, teniendo en cuenta que la creación lírica posterior a 1950 es muy
desconocida y que sobre ella se ha ejercido en menor medida la crítica. Este
cambio de criterio nos parece aconsejable para un mejor conocimiento y
difusión de los últimos poetas y tendencias líricas.
Capítulo I
EL ULTIMO ROMANTICISMO
Juan Jacobo Rousseau se pasea, un día - es el año de 1765 - , por los contornos
del lago de Bienne, en Suiza. Es un lago hermoso, pintoresco, enigmático: como
de novela, piensa el escritor, "romantique". Es él quien emplea, así, por primera
vez la palabra "romántico". Del adjetivo se pasará pronto al sustantivo. La
Academia Francesa acogerá el término en 1798. El sentido inicial que el vocablo
tiene en Rousseau - novelesco, imaginativo, emotivo, fabuloso - perdurará, pero
adquirirá también otros contenidos. Tantos, y con matices tan tornasolados, que
llegará a ser difícil definirlo. Hoy sigue siendo un término ambiguo.
Víctor Hugo decía, a principios del siglo XIX, que el Romanticismo es la
revolución francesa hecha literatura. Y es cierto, en cuanto el romanticismo
tiene de libertad, de individualismo, de rebeldía, de ruptura, de inconformismo.
El nuevo movimiento - que, iniciado en Alemania, desborda los marcos de la
estética - se impone, primero en Francia hacia 1830 (fecha clave es la
2
Los poetas del primer ciclo romántico habían muerto ya:
José Eusebio Caro (el grandioso poeta de "En alta Mar" -los
hexámetros más bellos escritos en castellano- y al emotivo amante
de "Estar contigo") fallecido prematuramente, en Santa Marta, en
1853; Julio Arboleda, muerto trágicamente en 1862; Gregorio
Gutiérrez González, en 1872...
presentación de "Hernani", del propio Víctor Hugo, en la Comedia Francesa en
ese año), y luego, irradiando desde París, en otros centros europeos y
americanos. A nuestras letras llega con algún retraso.
Frente a la tendencia universalista y objetiva del clasicismo, y sobre todo
reaccionando contra el arte del siglo XVIII, el romanticismo se inspira en temas
muy concretos, personales, se abisma en lo psicológico y sentimental. La
circunstancia particular del poeta juega papel decisivo. Aristóteles decía que el
hombre superior no habla de sí mismo. Es, en general, lo que ocurre con el arte
clásico: el romántico, en cambio, no habla sino de sí mismo. Por ello, la poesía
romántica es, casi siempre, autobiográfica (Lamartine, Bécquer, Byron, Pombo):
testimonio del poeta sobre sus vivencias, incluso las más íntimas. Y así, más que
brotar del intelecto, en forma serena y armoniosa, como las grandes creaciones
clásicas (piénsese en Fray Luis de León), las románticas emanan de una
sensibilidad agudísima. Poesía de la sensibilidad y no del intelecto, lo es también
de lo instintivo e impulsivo, lo sensual: tiene su origen en lo más secreto del ser.
Pero el romanticismo no puede limitarse a la corriente estética aparecida en
aquel ámbito cronológico: las primeras décadas del siglo pasado. Es, más que
todo, un estado de alma. O una peculiar visión del hombre y el mundo. Había
tenido ya un antecedente cercano, y muy significativo, en el barroco europeo:
piénsese en Quevedo y Calderón, Corneille y Jean de Sponde. Pero hunde sus
raíces más allá. Mundo apolíneo y mundo dionisíaco, los dos polos entre los
cuales se gesta y desarrolla la antigua cultura griega, corresponden,
aproximadamente, a los dos estados de alma de clásicos y románticos. El dios de
la luz y el de la embriaguez - razón y delirio - prolongan sus reinos móviles hasta
nuestros días: algunas formas del último simbolismo, del surrealismo y del
existencialismo están muy cercanas de lo romántico y de lo dionisíaco.
Sensibilidad y sensualidad; sentido del misterio más que de la realidad
objetiva; "pathos" e inspiración; éxtasis y embriaguez; emoción individual,
recóndita, y por lo mismo inefable; libertad expresiva; rebeldía contra
tendencias y temas anteriores; ímpetu, entusiasmo, fervor, calor del alma: todo
ello pertenece al romanticismo. Un rechazo de vivir solo por la inteligencia,
como ha escrito Lanson. Fusión, por tanto, de arte y vida. Y predominio del
corazón, del sueño, de la fiebre y el fervor del alma.
Anclado así en su sensibilidad, a veces en un sentimiento egocéntrico, el
romántico se acerca con frecuencia a lo religioso. No forzosamente al orbe
cristiano. Al contrario: el romántico, ansioso de eternidad y de infinito, tiene un
primer impulso religioso, o místico, para romper los marcos de su existencia
estrecha, o miserable. A veces, es un místico frustrado, o un místico de arranque,
solamente. Pero ello hace que su obra esté atravesada de "estremecimientos
metafísicos". El romántico trata de ponerse en contacto con un absoluto, o con lo
desconocido.
El principal foco de irradiación del espíritu romántico es su subjetividad.
Renueva el misterio del mundo y del yo. Contempla el universo a través de una
profunda introspección. Su dominio es por ello, el de la intimidad. (En este
sentido, San Agustín es un precedente romántico). Y, lejos de fórmulas mentales,
el romántico pretende acercarse a la corriente, siempre cambiante, de la vida.
Busca lo orgánico en movimiento, niega lo estático. El romántico busca el
dinamismo de su propio existir. Desea expresar un perpetuo nacimiento, "una
actividad viva" que engendra movimiento y variedad, como observa Friedrich
Schlegel. Ese tomar como tema la vida particular, pero entendiéndola como
parte de un ciclo cósmico, es lo que aparece en los filósofos que preludian el
romanticismo, muchos de ellos panteístas, como Schelling. El hombre es un
fragmento vivo del cosmos. Es la concepción de Gérard de Nerval, para poner un
ejemplo significativo. Novalis (muerto en 1801) aludía ya el "misterio de la
íntima fusión de la naturaleza con el espíritu humano". El poeta romántico vive
muy hondamente esa unidad de hombre y naturaleza animada.
De otro lado, en fuga constante del presente, que lo desencanta o angustia, el
romántico se sumerge voluntariamente en el pasado o aspira a proyectarse
hacia el futuro. El recuerdo, el olvido, la reminiscencia, o el presentimiento y la
profecía, serán algunos de sus temas reiterativos. La fuga del presente se
consuma en ocasiones mediante el viaje por el alcohol o la droga.
Además: la actitud romántica es de protesta. El romántico es siempre un
rebelde. Semejante a Prometeo, que es el gran romántico del mito helénico.
Rompe con todo, con Zeus y los otros dioses; y con el espíritu clásico, en
cualquier época. Lucha contra las normas impuestas. Anhela un aire ventilado,
libre. Reclama la posibilidad de expresarse con plena libertad. Es así como el
romántico de principios del siglo XIX rompe con el clasicismo anterior y, por
ejemplo en teatro, desconoce las unidades de tiempo, acción y espacio de la
poética aristotélica. Stendhal decía que el romanticismo representa el derecho y
el deber de una generación de expresar una sensibilidad nueva mediante una
nueva forma de arte, rechazando las normas dictadas por las generaciones
anteriores. Para definir la actitud romántica, esas palabras siguen siendo
válidas.
Finalmente, el romanticismo corresponde a una concepción peculiar sobre el
hombre, no forzosamente el bueno de Rousseau o el perverso de Baudelaire,
sino más bien aquel que es una disonancia en medio del universo. Incluso
sumergido panteistamente en la vida universal, es un fragmento disonante,
dramático. Ser clásico es armonizar con la naturaleza, con Dios y la sociedad,
consigo mismo. Ser romántico, es disonar. Y esa disonancia es la que lleva a la
rebeldía o al intimismo, a la introspección o a las ansias de libertad, al delirio o
al terror individual, y a la primacía de la imaginación y del sentimiento exaltado.
Las notas anteriores, esenciales del Romanticismo, son las que hallamos en
los poetas colombianos pertenecientes a este movimiento, en especial en Rafael
Pombo. Pero, antes de estudiarlo, es preciso hacer alusión a algunos otros
escritores de finales del siglo XIX.
José Joaquín Ortiz nace en 1814 y muere en 1892. Parece sobrevivirse, ya que
la publicación de su primera obra ("Corona de Humo") data de 1831. Por su
estilo, está situado en una equívoca frontera entre el pseudo - clasicismo del
siglo XVIII y el romanticismo del XIX. Trató de escribir poesía patriótica,
grandiosa y solemne, pero su intento quedó siempre frustrado. (Es de subrayar
el hecho de que ni Bolívar ni la gesta emancipadora tuvieron, en su instante, un
auténtico cantor). Se ha dicho que Ortiz es el "poeta de la patria y de la
bandera"; y es cierto: en el peor sentido que ello tiene. Su efusión literaria nos
deja, hoy, impasibles. Es oratorio grandilocuente. Repite sus temas y su
adjetivación. Su patriotismo y su fe se explican a la luz de su época; pero no son
rescatables los versos en que intentó reflejarlos. Siendo altisonante, se ha dicho,
con absurda hipérbole, que fue "de la escuela de Píndaro". Fue, más bien, de la
escuela del más retórico Quintana, al cual imita. En su poema "La última luz" hay
algunas pinceladas que anuncian ya el romanticismo posterior. Lo cierto es que
no nos deja ningún poema antológico.
Jorge Isaacs (1837-1895) es más conocido como novelista que como poeta3.
Con razón. En sus versos, rara vez se halla algún destello lírico, como en sus
octavas del "Rio Moro" ("las nieblas del abismo son tu aliento") o en "Las Hadas"
("soñé vagar por bosques de palmeras") o en algún soneto ("olvidarla en la
tierra no he podido"). En cambio, su romántica prosa es melodiosa, cautivante, a
veces apasionada. Su "María" fue un "best-seller" de la época: emocionó,
conmovió. Reflejó y alimentó, sin duda, muchos amores lánguidos. Su
romanticismo - que oscila entre la más pura sensibilidad y la cursilería -
representó todo un modo literario; un ademán y un tono. Sus descripciones son
3
Sus primeras "Poesías" aparecen publicadas, en 1864, en
Bogotá (Imprenta de "El Mosaico").
de perdurable belleza, como si el paisaje del Valle del Cauca hubiera penetrado
hasta sus páginas encendidas. Es decir: la poesía de Isaacs es la que se halla, no
en sus versos, muy deslucidos, sino en sus mejores instantes de novelista.
En la misma época - dos últimas décadas del siglo - escribe el doctor Rafael
Núñez (1825-1894). Su volumen de "Poesías" 4 es de 1885. Tiene, sin duda, más
importancia como político que como poeta. Gestó el movimiento de la
"Regeneración"; propició el retorno a la unidad nacional, que había quedado
atomizada y gravemente comprometida con los "estados federales"; inspiró,
junto con Miguel Antonio Caro, la Constitución de 1886, que ha sido la vértebra
institucional del país; y lo gobernó durante varios años. Sin su figura impar sería
imposible entender la historia colombiana de finales del siglo pasado5. Además
de político y gobernante, fue un pensador hondo, inquietante, como lo revelan
sus versos y, sobre todo, sus prosas. Espíritu profundamente escéptico,
desencantado - un tanto en contraste con sus ideales; su excepciunal
personalidad marcó su época, desbordó su medio. Pero, infortunadamente, su
poesía es siempre dura, amanerada. Es lástima que no nos hubiera dejado el
patético testimonio de sus sentimientos, de su intensa vida emotiva. Sus versos
se cuentan entre los menos melodiosos de nuestra lírica. Y, aunque en ellos las
ideas que se mueven son a veces interesantes, la poesía está ausente de sus
rígidas estrofas6. ¿Es la suya una poesía filosófica, como se ha pretendido? No lo
creemos, pues no se salva ni como poesía ni como filosofía. Y esa expresión es
demasiado comprometedora: recuérdese el bello libro de Santayana sobre "tres
poetas filósofos", Lucrecio, Dante y Goethe.
Rafael Núñez, evidentemente, no podría faltar en una historia del
pensamiento colombiano; pero no puede tener cabida en una antología poética,
4
"Poesías" -sólo doce ejemplares- (Bogotá, Imprenta de la
Luz, 1885). Una edición "definitiva y única auténtica" es la que
aparece en París (Lib. Hachette, 1889). Un primer poema de Núñez,
"A las armas", editado en Panamá (Editorial Bermúdez) se remonta a
1846, cuando el gran cartagenero tenía apenas 21 años.
5
Indalecio Liévano Aguirre escribió una penetrante y
exhaustiva biografía de Núñez. Borró no pocas leyendas. Descifró
su figura enigmática. Lo estudió dentro de su cuadro histórico. Es
una obra capital para el conocimiento no solo de Núñez sino de
esta época de trascendentales transformaciones.
6
Sus poemas más conocidos son "Que sais-je?" "Todavía", "El
Mar Muerto", "Moisés", "Sursum", "Vespero".
aunque - es bueno ponerlo de relieve - sus versos representaron, en su instante,
un saludable antídoto contra un costumbrismo intrascendente y contra un
sentimentalismo exagerado y de gusto dudoso.
Rafael Pombo fué un gran poeta. Basta, para ello, que nos haya dejado -
dentro de su extensa obra - unos pocos, sorprendentes, conmovidos poemas.
Tuvo raptos de gran poeta, y eso basta. En esos instantes, de abrumadora
tensión, se acercó al gran misterio de la existencia, tocó las claves más inefables
de la naturaleza y del hombre, vivió con amor y con angustia el enigma de la
noche y del alma. Todo ello cristalizó en unos cuantos poemas, creados con un
idioma de inaudita belleza.
"Cultiva todos los géneros - dice la Antología de Albareda y Garfias; desde la
fábula ingenua a la oda trascendente, desde el epigrama al poema épico, desde
los versos ligeros - llenos de gracia y colorido - a los sonetos religiosos, llenos de
desasosiego y fervor. En todo momento fue un gran poeta: poeta del amor y
poeta metafísico, armonioso y sensible, sugerente y patético, impetuoso e
íntimo, siempre personal y excelente".7
Ello es cierto, especialmente en cuanto a esa variedad de su espíritu poético,
abierto a todos los vientos de la inspiración; no tanto en cuanto que Pombo sea
un gran poeta "en todo momento", pues son innumerables los desmayos y
enredos literarios de su obra, demasiado extensa. Lo cierto es, más bien, lo
contrario: excepcionalmente es un gran poeta; pero, en esos instantes,
difícilmente se le supera, pues tiene un hondísimo sentido de lo poético. Deja,
así, un haz de poemas sobresalientes, donde lo amoroso y lo metafísico se
entrecruzan, románticamente. Pombo, al parecer, no pulía sus versos. Escribía
impulsado por una súbita, ardiente inspiración; y con una rapidez que es casi
siempre incompatible con la mejor lírica. Una facilidad prodigiosa echó a perder
gran parte de su creación, como ocurrió a Lope de Vega. Ello hace que sus logros
sean, siempre, fragmentarios, inclusive en sus mejores poemas. De este modo,
Pombo es quizá el poeta más desigual que ha tenido Colombia. Nadie le iguala
en bellezas altísimas; tampoco en caídas y prosaísmos; en versos estelares,
aislados, y también en inútiles versos de circunstancia, demasiados por
desgracia en los libros que, sin selección alguna, editó don Antonio Gómez
Restrepo: como en castigo, la Academia de la Lengua hizo otro tanto con la obra
7
"Antología de la Poesía Hispanoamericana -Colombia-"
(Madrid, Biblioteca Nueva, 1957).
poética del mismo don Antonio. En realidad, no es justo con un poeta editar,
después de muerto, sin defensa posible, (como en el caso de Pombo), todo
cuanto ha escrito. Solo unos pocos poemas están llamados a perdurar, como
verdaderas obras de arte. Lo demás, solo interesa a los eruditos.
Sin embargo, "Noche de Diciembre" - lo mejor sin duda de Pombo - es un
poema asombrosamente perfecto. De una pureza lírica que espanta. Una
continuada emoción lo sostiene, estremeciendo las estrofas. Es un poema
cruzado de amor y de inquietudes trascendentes. Lo mismo ocurre con su
soneto "De Noche". Y hay fragmentos de "Preludio de Primavera" y de su
tremenda "Hora de Tinieblas" (el poema más filosófico y hondamente blasfemo
escrito en el siglo XIX en tierras americanas), y fragmentos de "Siempre" que
conservan, intactas, su fuerza incomparable, su hechizo, su magnetismo, su
sentimiento delicado o sombrío, su hermosura sin mancha. Pombo se eleva, así,
a las más altas regiones de la lírica romántica. Pensamos que ni en España ni en
Latinoamérica - como se ha observado con frecuencia - hay un romántico que
pueda comparársele, a no ser - en otro tono, dimensión y significado - Gustavo
Adolfo Bécquer con sus "Rimas". Los otros poetas españoles del Romanticismo
(Espronceda, Zorrilla, Campoamor, Carolina Coronado, Gaspar Núñez de Arce)
fueron tragados por el tiempo. Nada de ellos se salva de este implacable
naufragio. Es poco también lo que aportan los poetas románticos
latinoamericanos. Así, en el coro del último romanticismo, ningún poeta español
o hispanoamericano tiene su clara inspiración, su voz inconfundible, su
transparencia poética, su hondura humana: todo ello fundido en una poesía que,
en sus hallazgos increíbles, es el testimonio autobiográfico de su temperamento
excepcional. De su sensibilidad agudísima.
De todos modos, como ya lo anotamos, Rafael Pombo es el inmenso poeta de
unos pocos poemas, que es forzoso desglosar de su vasta obra8. Pero estos
pocos poemas, o fragmentos, son verdaderos milagros líricos, creaciones que
muy bien pueden compararse con los mejores instantes de Lamartine, de Víctor
Hugo y los otros románticos europeos. Es especialmente interesante hacer el
paralelo entre la "Noche de Diciembre", por ejemplo, y "El Lago" o "Las tristezas
de Olympio".
8
Bibliografía de don Rafael Pombo: "Cuentos pintados para
niños" (New York, D. Appleton, 1867); "Cuentos morales para niños
formales" (New York, D. Appleton, 1869); "Poesías de Rafael Pombo"
(Bogotá, Imprenta Nacional, obra preparada y prologada por Antonio
Gómez Restrepo, 1916-1917). El instituto Caro y Cuervo publicó dos
volúmenes de su poesía inédita (1974).
El más alto ejemplo de esta poesía de Rafael Pombo es, precisamente, su
"Noche de Diciembre", que reúne todas las notas esenciales de su mejor lírica:
NOCHE DE DICIEMBRE
DE NOCHE
No ya mi corazón desasosiegan
las mágicas visiones de otros días.
¡Oh Patria! ¡Oh casa! ¡Oh sacras musas mías!...
¡Silencio! Unas no son, otras me niegan.
PRELUDIO DE PRIMAVERA
Este tono de melancolía, de honda nostalgia por lo vivido y perdido - esa sutil
reminiscencia, entre el olvido y el recuerdo - es algo que retorna
insistentemente en la obra de Pombo. Y, a veces, con una intensidad y una magia
lírica incomparable. "Siempre" no es un poema perfecto, logrado a plenitud
como "Noche de Diciembre". Pero en algunos de sus fragmentos, Pombo llega a
instantes de suprema poesía:
Poesía pura, esencial. Poesía escrita por quien ha amado muy hondamente.
Pombo retorna, con añoranza conturbadora, a lo que sintió el poeta enamorado
de otros días. Regresa hacia el pasado, pisada por pisada, "repensando" todo lo
vivido íntimamente (ese "repensando": verdadero hallazgo lírico!), todo lo
mínimo de un amor compartido: una mirada, un gesto, un roce. Lo mínimo: lo
que fue nada. Lo que hoy, en el recuerdo, es un diamante. El poeta parece vivir
de ese pasado hermosísimo, de esa reminiscencia, de esa luz que, meciéndose
muy cerca del olvido, no muere, sin embargo.
Veamos los más significativos fragmentos (no vale la pena de citar el texto
completo) de este poema:
SIEMPRE
..................................
..............................
¡Ah! cuando osen a tí dardos y afrentas,
cuando te odies tú misma en tu dolor,
cuando apagada y lóbrega te sientas,
abre mi corazón: allí te ostentas
en todo tu esplendor.
Las estrofas que hemos transcrito son de incalculable belleza. Hay en ellas
algo muy característico de Pombo: expresar su honda ternura con maravillosas
metáforas y versos de una clara perfección.
El erotismo de Pombo tuvo una derivación muy curiosa. Nos referimos a los
poemas amorosos que, bajo el seudónimo de Edda, publicó como si se tratara de
versos escritos por una joven bogotana. El primero de estos poemas apareció en
"La Guirnalda", que editaba don José Joaquín Ortiz:
LA HORA DE TINIEBLAS
(Fragmentos)
Pensé en los días antiguos, y tuve en mi espíritu los años eternos. De noche
medité en mi corazón: me ejercitaba y purificaba mi espíritu. ¿Por ventura
desechará Dios para siempre y no volverá a ser benévolo? - Salmo LXXVI
...............................
Si tu infinita bondad
presidió a cuanto hay creado
¿por qué le diste al pecado
sombra de felicidad?
¿Por qué de la adversidad
hiciste hermano al delito?
¡Ah! con verdad está escrito
que cuando tu angel bajó
solo un Lot, un justo, halló
en la ciudad del maldito.
Nula es mi sabiduría,
pobre mi benevolencia;
pero si la Omnipotencia
un instante fuese mía,
¡no! yo no concebiría
culpas de la criatura!
Santa, universal ventura,
fuera un himno sin cesar
de incienso para mi altar!
de amor para mi hermosura!
.............................
...........................
........................
...........................
.........................
Yo mísero, ya nací
crisálida de la nada,
y no ha de ser revocada
la sentencia que cumplí.
Dispones, oh mal! de mí,
y a evitarte nada alcanza,
armada de tí se avanza
la eternidad luego en pos
y hay que dar eterno adiós
al sueño de la esperanza.
La vida es sueño - ¡Callad,
¡oh, Calderón! estáis loco:
hace veinte años que toco
su abrumante realidad.
Yo te palpo ¡Iniquidad!
¡Desgracia! no eres fingida
que si al placer di acogida,
un instante aquello fue;
que en ese instante olvidé
la realidad de la vida.
No es un sueño, es un delirio,
es pesadilla infernal
de un despierto, un criminal
que envejece en el martirio.
En vano irónico cirio
nos alumbra la razón;
entrevemos salvación,
de dicha y paz hay asomo.
¡Mas, ¡ah! los pies son de plomo
es Tántalo el corazón.
9
Resulta muy interesante, en cuanto los dos poemas puedan
estar inspirados en el mismo libro bíblico, comparar la "Hora de
Tinieblas" con el poema "Job" de Guillermo Valencia, que más
adelante incluimos. El vínculo es, en un caso, emotivo, patético.
En el otro, es más intelectual o conceptual.
los de Sartre, cuando, como éste, habla de un hombre condenado a ser libre,
libre sin objeto; una libertad de la cual nace su propia angustia.
Observemos finalmente que el poema se prolonga demasiado y que, al menos
en algunas de sus décimas, pierde intensidad, calor, desaparece aquella
concisión que antes señalábamos. Por ello, creemos que el poema gana si se le
lee en la forma fragmentaria que aquí hemos ofrecido.
"... Perenne
en tu extático trance en ese vértigo
de voluntad tremenda, sin cansarte
nunca de ti, ni el hombre de admirarte...
Sigues, gigante excéntrico, gozando
tu solitaria, inmemorial locura,
digna de un Dios...
ebrio del regocijo de tu fuerza...
No cabes en la tierra, y de un arranque
vas a tomar por lecho el océano...
Por variar de tedio únicamente
a contemplarte, Niágara, he venido...
Son aciertos, sin duda; fugaces aciertos. Pero el Pombo que perdura es el
otro. El de "La Noche de Diciembre" o el de la "Hora de Tinieblas": es el íntimo, el
enamorado, el ebrio de amor, o el de las terroríficas imprecaciones. Ese Pombo
sique imantándonos con sus estrofas. ¿Quién emplea esas palabras puras,
aladas, musicales, quién mueve esos versos delirantes, quién transmite esa
emoción hondísima, amorosa o sombría? Solo Pombo. Lo cierto es que sus más
cabales logros se dan en el tema erótico y en el de la angustia existencial.
*
Hay otra faceta de este fecundo escritor que no debe olvidarse. Son sus
poemas infantiles. En sus "Fábulas", en sus "Cuentos Pintados" y en sus "Cuentos
Morales" circula una savia lírica excepcional. Varias generaciones de niños
colombianos han aprendido - hemos aprendido - a leer y a amar la poesía a
través de estas fábulas y cuentos, llenos de gracia, de ingenio y de picardía;
llenos, también, de pura belleza e incluso de "suspenso". Muchos de sus
personajes siguen vivos. La plástica y rica imaginación de Pombo hizo de él una
especie de Walt Disney de su época. Simón el bobito, el Gato Bandido y la
pastorita son antecedentes de Mickey Mouse, el pato Donald, Pluto, Bambi, y
Dumbo. Es legítimo pensar cómo habría gozado Pombo con las maravillosas
creaciones del gran norteamericano de Disneylandia.
Casi todas sus fábulas están tomadas de la vieja veta tradicional, aquella que
va de Esopo, pasando por Fedro, hasta La Fontaine, Iriarte y Samaniego. Sólo
algunas son completamente originales y - lo que enteramente nuevo - hallan su
raíz en la tierra y las costumbres de nuestro país; ese sería, nos parece, el Pombo
"nacional"; no el patriotero.
Por lo demás, sería difícil hallar, a lo largo y ancho de América, un caso
similar al de estos cuentos y esta fabulillas; y, desde luego, no hay nada
semejante en España en todo el Siglo XIX:
......................
..........................
10
Marroquín, nacido y muerto en Bogotá (1827-1908). Fue uno
de los principales integrantes del grupo "El Mosaico", tertulia
que se prolongó de 1858 a 1870 y publicó un periódico con el mismo
nombre. Los versos festivos y graciosos de Marroquín no tienen
común denominador con la poesía. Más interesante es su novela "El
Moro". Era Presidente cuando Teodoro Roosevelt dio el zarpazo
sobre Panamá. Extraordinario es el contraste de los dos
presidentes que Eduardo Lemaitre ha trazado en su obra "Panamá y
su separación de Colombia"
ello es poesía esencial. Lo tocamos apenas de paso, sobre todo para subrayar la
variedad del genio de Pombo. Y pasamos adelante.
*
Los que pudieran llamarse "poetas menores" del romanticismo colombiano
son muy numerosos, fruto de un movimiento sentimental que se prolonga
demasiado tiempo, hasta la segunda década del siglo XX, de espaldas a las
grandes corrientes de la poesía y de la estética.
En aquella generación de 1870-1880, a la que pertenecen algunos de los
escritores atrás comentados ya, aparecen también Diego Fallon y Epifanio Mejía;
en la siguiente, la de 1885-1895, Joaquín González Camargo y Candelario Obeso;
y en otra posterior, Enrique Alvarez Henao, Víctor E. Caro, José Joaquín Casas,
José María Rivas Groot, Diego Uribe y Julio Flórez, Aurelio Martínez Mutis y
Ricardo Nieto.
En todo este abigarrado paisaje hay que hacer una selección muy estricta.
Son demasiados versos y poca poesía, realmente. Hay que hacer una fuerte poda
en aquella "fronda lírica" para emplear el titulo de un libro de Flórez. Qué queda
de todo ello? Pocas flores, algunos destellos apenas.
El caso de Diego Fallon es el de un poeta con un solo poema11. Al contrario de
Pombo, tan desbordado y fecundo, tan sutil y misteriosamente poeta, incluso en
sus grandes desaciertos, Fallon escribe una poesía muy cuidada en la forma,
precisa, depurada, hasta el punto de que en ella se adivinan ya algunas
tonalidades parnasianas, casi modernistas.
Don Diego tiene una fuerte y extraña personalidad. Viajero, matemático,
inventor, había nacido en Santa Ana, en el Departamento del Tolima, en 1834.
Morirá en Bogotá en 1905. Una personalidad plurifacética. Compuso música,
culta y popular (su obra "El Raudal" fue muy célebre en su instante). Escribió un
"Arte de leer, escribir y dictar música, sistema alfabético, comparado con la
notación conocida". En su original sistema, las notas y demás valores musicales
estaban representados por letras. Ideó también un "Ajedrez musical", con fichas
de diversos colores para resolver problemas de armonía. En todo ello es un
extraño precursor.
Pero volvamos a su poesía. Entre sus pocos poemas sobresale - destella - "La
Luna", que tiene, también, luz prestada de románticos y parnasianos,
curiosamente amalgamados. Sus estrofas, largamente elaboradas, pulidas -
hasta el extremo de que parecen bloques aislados, no fundidos en la unidad del
poema - son a veces hermosas, a veces inútiles (por ello transcribiremos
fragmentariamente el poema). De pronto, la entonación es esencialmente lírica;
pero, al instante, cae verticalmente, como si Fallon confundiera la poesía con la
versificación.
11
Bibliografía de Diego Fallon: "Poesías de Diego Fallon y
Jorge Roa Barcena" (Bogotá, Librería Americana, 1882).
Como sus otros poemas ("La Palma", "Las Rocas de Suesca"...) carecen de
toda significación lírica, nos parece que algunas estrofas de su poema al satélite
dan la medida de su inspiración y trabajo poético:
LA LUNA
(Fragmentos)
...................................
.......................................
....................................
.......................................
.......................................
13
Bibliografía de Candelario Obeso: "Cantos populares de mi
tierra" (Bogotá, Imp. de Borda, 1877); "Lecturas para tí" (Bogotá,
Imp. Guarín y Cía., 1878); y "Lucha por la vida ", teatro en verso
(Bogotá, Imp. Siluestre y Compañía, 1882).
tierra" contienen otros hermosos poemas. Tres ejemplos sirven para ilustrar la
tendencia, el lenguaje, los logros de este poeta:
No sé yo la causa re eto,
yo no sé sino aguantá
eta conrición tan dura
y ejgraciá...!
ARIO
(Fragmentos)
........................
...............................
En una zona lírica muy distinta de los dos poetas anteriores, influido por los
románticos europeos, especialmente por Víctor Hugo, a quien dedica estudios
eruditos y penetrantes, aparece José María Rivas Groot14, muy conocido por su
14
Nace en Bogotá, en 1863. Hombre influyente, culto,
diplomático, fue ministro de educación nacional. Murió en Roma en
1923.
poema dialogado "Constelaciones". A nosotros nos parece muy bella una estrofa
aislada - mínimo poema - de este autor:
¿QUE ES DOLOR?
CONSTELACIONES
(Fragmentos)
El hombre
Las Constelaciones
..........................................
..........................................
..............................................
El hombre
................................................
Dentro de este ciclo romántico hay una figura singular. Es un poeta maldito16,
Joaquín González Camargo, quien nació en Sogamoso en 1865 y murió en
15
Bibliografía de Rivas Groot: "Canto a Bolívar" (Bogotá, ed.
F. Pontón, 1883); "La naturaleza. Constelaciones" (Bogotá,
Imprenta de M. Rivas, 1895). "Páginas Escogidas" (Bogotá, ed.
Salesiana, 1943).
16
Bien conocida es la expresión "poetas malditos", empleada
inicialmente por Paul Verlaine para designar a aquellos que
Zipaquirá a los veintiún años, antes de terminar sus estudios de medicina. Dejó
una pequeña obra poética, que fue publicada, después de su muerte, por José
María Rivas Groot17.
Los poemas de este joven poeta tienen una rara perfección, alimentados por
una emoción contenida. Se ha observado que en sus versos melodiosos y un
tanto desencantados, hay cierta reminiscencia de Bécquer, quizá de Heine. Sus
estrofas tituladas "Viaje de la luz" dan testimonio de su pasión por la cultura y
de su instinto lírico muy hondo: endecasílabos y heptasílabos hermosos,
impregnados, ya, de simbolismo:
VIAJE DE LA LUZ
(Fragmento)
.................................
................................
ESTUDIANDO
18
Así lo dice Rivas Groot en el prólogo a las "Poesías"
editadas en 1889.
A continuación, el poema degenera. Es mejor dejarlo así, inconcluso. Esta
última estrofa es especialmente hermosa. Y también muy significativa, en cuanto
revela la incredulidad del poeta casi adolescente: la muerte es el contacto con la
nada. El naciente talento de González Camargo le llevaba en una dirección
similar a la de Silva. Es imposible imaginar qué altura poética habría podido
alcanzar si no muere tan joven. No llegó a ser un gran poeta, evidentemente;
pero las estrofas que hemos transcrito son mejores que muchos poemas
injustamente célebres. Son estrofas que quedan como luchando contra la
muerte prematura.
19
Bibliografía de Julio Flórez: "Horas" (Bogotá, casa Ed. de
J.J. Pérez, 1893); "Cardos y lirios" (Caracas, Tip. Hevrerer
Irigoyen y Cia, 1905); "Cesta de Lotos" (San Salvador, Imp.
Nacional, 1906); "Manojo de Zarzas" (San Salvador, imprenta
nacional, 1906); "Fronda lírica" (Madrid, Balganon y Moreno,
1908); "Poesías" (Barcelona, R. Sopena, 1908); "De pie los
muertos" (Barranquilla, Tip. Mogollón s.f.); "Flecha Roja"
(Cartagena, Talleres de Araujo, s.f.); "Gotas de ajenjo"
(Barcelona, Henrich y Cia, s.f); "Oro y Ebano" (Bogotá, editorial
ABC, s.f.); "Obra Poética" (Bogotá, ed. Minerva, 1970).
Todo lo resiste el indefenso papel! Palabras que llevan a la convicción de que
el Cuervo que escribió tales cosas - ejemplo perfecto de la incompatibilidad
existente entre poesía y gramática - no solo no entendió a Flórez sino tampoco a
Goethe y a Lucrecio. Ni al otro Cuervo, el de Poe.
Rafael Maya hace el elogio de Flórez en su prólogo a "Oro y ébano". Recuerda
que Valencia, "en los propios tiempos de su cesarismo intelectual" exaltó la obra
de Flórez, a pesar de ser este "un tropical efusivo, desgreñado en la forma y
demasiado elemental en cuanto a los motivos de su canto, todos de procedencia
popular" mientras Valencia "encarnaba la mentalidad europea de fines del siglo
XIX". Anota el crítico que la actitud del pueblo sigue siendo la misma, de
admiración, respecto de Flórez, pero que para las personas cultas, o para las que
presumen de tales, "Flórez se ha desvalorizado casi por completo, y ello implica
una injusticia", pues tuvo "una fuerza en ocasiones genial" (!) y "si no cuadraba
dentro de los cánones modernistas que eran el imperativo del momento,
correspondía perfectamente a la mentalidad media de un pueblo y expresaba
sin complicaciones la confusa psicología de un país pobre e idealista, con
militares poetas, gramáticos presidentes y revolucionarios piadosos... " Piensa
Maya que ha habido una desfiguración de Flórez y que, más allá del poeta del
pueblo y del "coplero nacional por excelencia" hay otro Flórez, "el verdadero
poeta a quien yo intento rehabilitar por medio de estas líneas", cuyos mejores
logros se hallan en "Oro y ébano", creado cuando el poeta - lejos de la bohemia
bogotana - se retira a Usiacurí (Atlántico) y medita y se transforma al contacto
con la naturaleza. Infortunadamente, Maya no nos señala cuáles son esos
poemas sobresalientes y, debemos confesarlo, nosotros recorremos las páginas
de Flórez, incluído el libro citado, y no hallamos poemas antológicos. Vamos de
decepción en decepción.
También Eduardo Carranza, ferviente admirador de Flórez, ha tratado en una
serie de ensayos, y reconsideración de textos, de revaluar y exaltar su poesía.
Tampoco nos ha convencido. Y al leer a Flórez no solo recordamos la frase de
Valle Inclán (al preguntarle qué opinaba del soneto del colombiano a su madre,
conceptuó que era muy buen hijo) sino la de André Gide: con los mejores
sentimientos se han escrito los peores poemas.
Muestra finalmente el maestro Rafael Maya que las estéticas europeas
dominaban el ambiente culto de Bogotá a finales del siglo XIX (con "el monstruo
cerebralismo de Rebaud, la satánica perversión de Richepin, el exotismo de Jean
Lorrain, la mística sensualidad de Verlaine") y que, "en medio de los reflejos que
lanzaban sobre el Bogotá de esos días tales estéticas y tales credos literarios,
Flórez "aparecía como una figura retrasada, con su garbo romántico, su escasa
cultura intelectual, y sus amadas lugareñas que parecían estampas de
almanaque provinciano al lado de las heroínas, fastuosas y extenuadas, que
puso de moda toda aquella literatura".
En suma, todo parece indicar - es nuestra opinión- que la obra de Julio Flórez
ha naufragado por completo. De ella perduran, apenas, algunos versos sueltos,
como los citados atrás. No se salva ningún poema entero. Su "populismo" lírico
no tiene la raigambre, teñida de humorismo y recóndita poesía, de Luis Carlos
López, o la entrañable cercanía al pueblo de Candelario Obeso. Y su exagerada
versificación, siempre ripiosa, aplasta los atisbos poéticos. Discutida y discutible,
la poesía de Flórez seguirá siendo objeto de constantes polémicas. En este
debate, nuestra posición es muy clara.
Flórez cierra, de todos modos, este ciclo romántico, que se había prolongado,
entre nosotros, exageradamente. Paralelamente, otros movimientos poéticos
venían incubándose y expresándose a través de poemas de muy diversa índole.
Son fenómenos muy variados, que debemos analizar en los próximos capítulos.
Al reiterar la pregunta: qué queda del último ciclo romántico?, la respuesta
aparece muy clara. Queda Pombo. Quedan también algunas estrofas de
Candelario Obeso y González Camargo, y muy poco de Diego Fallon y Rivas
Groot. Pasemos a otro tema.
Capítulo II
MOVIMIENTO HUMANISTICO
A finales del siglo XIX aparece, no sólo como reacción contra los excesos de
un romanticismo tardío sino como afirmación de una tradición estructurada
filosófica y literariamente, un movimiento humanístico de amplias
proyecciones. Es un caso singular el de este "neo-clasicismo" surgido como
apéndice del gran romanticismo del siglo XIX. Naturalmente, por sus
preocupaciones intrínsecas, este movimiento tiene más importancia en la prosa
que en el verso; más en la crítica erudita, en la gramática y la filología que en la
creación lírica. Como centra su atención en el idioma, hunde sus raíces en la
tradición hispánica y, más lejos, en la tradición latina. Figura central de este
movimiento es don Miguel Antonio Caro, junto al cual aparecen las figuras de
Rufino José Cuervo y Marco Fidel Suárez. Cuervo, autor del célebre "Diccionario"
y de las "Apuntaciones críticas sobre el lenguaje bogotano", logró el milagro de
escribir con frescura sobre temas especialmente áridos. Suárez es un buen
prosista: sus "Sueños", en particular, son buena prueba de ello; pero ninguno de
estos dos autores se acerca - afortunadamente - a la poesía. Otro es su mundo.
Miguel Antonio Caro es un caso excepcional de inteligencia y trabajo
conjugados. Hombre de inmensa cultura, tradujo a Virgilio en octavas reales que
son de difícil lectura en nuestros días y, a otros poetas desde los profetas
bíblicos, pasando por Hugo y Lamartine, hasta el deplorable Sully Prudhomme,
tan admirado por nuestros hombres de letras al final del siglo.
La gigantesca obra de Caro - gobernante, poeta, ensayista, jurista insigne -
desborda los marcos de la literatura. Como Núñez, influye decisivamente en la
vida política del país. Inspira y redacta la Constitución de 1886. Es presidente de
la República. Orador, senador, se opone al tratado con los Estados Unidos sobre
Panamá. Su recia personalidad se impone sobre medio siglo de la vida nacional.
"Poeta, gramático, filósofo, teólogo, historiador, filólogo, legista, crítico, maestro,
aquella inteligencia recorrió todas las esferas de la actividad psíquica", escribió
con razón Guillermo Valencia. El discurso de éste, en la muerte de Caro, es una
pieza insustituíble para conocer al uno y al otro.
Lo cierto es que la obra de Caro como ensayista, jurista, traductor y estadista
ha hecho palidecer su creación como poeta original20. Y es que su obra poética
se caracteriza, no tanto por la emoción directa, o la sobrecogedora visión del
lírico, sino por el estilo límpido y medido, por la serenidad del verso, a veces de
cierta energía y solemnidad. Todo hace de él, sin duda, el más grande de
nuestros "clásicos", si es que esta denominación tiene algún sentido aplicada a
un escritor de fines del siglo XIX: nació en Bogotá en 1843, murió allí mismo en
1909. Sin embargo, sus versos carecen de esa entrañable emoción que es
patrimonio de los verdaderos y grandes poetas. Su estrofa seca, poco tierna y, a
veces, pedante, no posee los jugos líricos que alimentaron los versos de su padre
José Eusebio. Este era, sin duda, más poeta, por su sensibilidad hondísima, su
ternura, su pasión, su arranque lírico. Aquel era más un pensador, un moralista
estoico, un nuevo clásico a la manera de los poetas latinos que él tradujo y que
tan de cerca lo influyeron.
La oda "A la estatua del Libertador" de Miquel Antonio Caro parte de un bello
pensamiento poético: el del Bolívar triste y desengañado, mudo y melancólico,
20
Bibliografía poética de Miguel Antonio Caro: "Poesías"
(Bogotá, F. Mantilla, 1866); "Horas de amor" (Bogotá, Echeverría
Hermanos, 1871); "A la estatua del Libertador" (Bogótá, Echeverría
Hermanos, 1883); "Sonetos de aquí y allí" (Curazao, A. Betancourt,
1891); "Poesías latinas" (Bogotá, ed. Voluntad, 1951). "Obras
completas" (Bogotá edición oficial dirigida por Víctor E. Caro,
Imprenta Nacional, 1918 - 1945).
derrotado incluso por la vida. Así lo vió el escultor Tenerani, al modelar la
estatua célebre (hoy en la plaza de Bolívar de la capital del país). Y así lo vió su
cantor. En esa Oda, que resulta hoy bastante retórica y amanerada, tiene algunas
estrofas bellamente logradas. En ellas hay, a veces, un soplo de indudabIe
grandeza, así como cierto tono de solemnidad épica, tal vez único a lo largo de
toda nuestra poesía:
Bolívar no fascina
a tu escultor la Musa que te adora
"sobre el collado que a Junín domina",
donde estragos fulmina
tu diestra de los incas vengadora.
No le turba la fama,
alada pregonera, que tu gloria
del mundo por los ámbitos derrama,
y doquier te proclama
genio de la venganza y la victoria.
El no supo el camino
por do el carro lanzaste de la guerra,
que de Orinoco al Potosí argentino
impetüoso vino
temblar haciendo en derredor la tierra.
Ni sordos atambores
oyó, ni en las abiertas capitales
entrar vió tus banderas tricolores
bajo lluvia de flores
y al estruendo de músicas marciales.
Te vió, si adolescente,
ya en el silencio de la gran ruina
que Roma encierra, apacentar tu mente,
la soñadora frente
doblada al peso de misión divina;
........................................
.......................................
.......................................
Inclinando la espada,
tu brazo triunfador parece inerme;
terciado el grave manto; la mirada
en el suelo clavada;
mustia en tus labios la elocuencia duerme.
............................................
Libertador! Delante
de esa efigie de bronce nadie pudo
pasar, sin que a otra esfera se levante,
y te llore, y te cante,
con pasmo religioso, en himno mudo.
PRO SENECTUTE
LOS OJOS
21
Nacido en Bogotá en 1869, fué profesor y diplomático,
miembro de la Academia de la Lengua, y autor de una monumental
"Historia de la Literatura Colombiana". Murió en Bogotá, en 1947.
Su bibliografía poética comprende: "Ecos perdidos" (París, Imp. de
Durand, 1893); "En la región del ensueño" (Bogotá, ed. Arboleda y
Valencia, 1917); "Relicario" (Roma, Ed. Escuola Tipográfica
Salesiana, 1928); "Poesías" (Bogotá, ed. Escuelas Gráficas
Salesianas, 1940).
*
Capítulo III
SIMBOLISMO Y MODERNISMO
22
Es poeta "de transición" en el mejor sentido, el de un gran
innovador. Un poeta que genialmente se asoma a un universo nuevo.
Como Baudelaire en 1857 con sus "Flores del Mal". Nos parece
indispensable hacer la aclaración para que no se entienda "poeta
de transición" como poeta ecléctico o vacilante.
23
Daniel Arango publicó en "Revista de Indias" un excelente
ensayo para poner de relieve las diferencias existentes entre la
poesía de Silva y la modernista. Es, sin duda, el criterio
acertado. Enfoque distinto es el de C.A. Caparroso al decir que
Silva "es un salto; partida, el romanticismo; llegada el
modernismo". Este concepto, muy difundido, simplifica el problema,
y adultera a Silva al presentarlo como un poeta que, en su
culminación, llega al modernismo. La cuestión es mucho más
compleja.
mezclado de una extraña pureza. Es esa sensibilidad la que choca contra el
medio burgués y provinciano en que debe vivir, en su Bogotá natal, después de
sus viajes por Europa (1883-1886). Es esa sensibilidad la responsable de su
actitud de niño perplejo, un tanto ingenuo, un poco ridículo en ese medio. Esa
misma sensibilidad, tan abierta a todo lo nuevo, le permite penetrar y asimilar la
cultura de su instante histórico: de otro modo no habría podido acercarse a
Baudelaire y Verlaine, Laforgue y Rimbaud, a Nietzsche y Schopenhauer. Esa
sensibilidad le conduce hacia un desgarrado escepticismo, pues los hechos
duros le afectan en forma demasiado profunda y, como reacción muy explicable,
Silva se protege, construye medios de defensa sicológica, se torna agnóstico,
tiende a un nihilismo frío y cerebral, o escribe sus "gotas amargas"; pero todo
ello es un escapismo de su sensibilidad tan honda, compleja, dolorosa, a través
de la cual - pudiera decirse- mira el mundo sin esperanza. Es esa misma
sensibilidad, ya agudizada hasta lo patológico, la que le lleva a quitarse la vida,
en la más trágica noche de la poesía colombiana, en aquel 24 de mayo de 1896,
cuando tenía apenas treinta años.
José Asunción había nacido en Bogotá el 27 de noviembre de 1865, como está
establecido24.
Hijo de Ricardo Silva - escritor costumbrista, contertulio de "El Mosaico",
hombre de negocios acomodado - y de Vicenta Gómez, de personalidad muy
recia, impositiva, Silva pertenecía al medio burgués alto. Inicialmente, sus ideas
y gustos son los de la "aristocracia" bogotana. Su hogar es culto, refinado,
elegante. El padre posée una excelente biblioteca. La infancia de José transcurre,
ya, entre libros, versos, perfumes y trajes importados, alusiones sobre música y
literatura. El medio es también religioso, casi conventual: religiosidad de sello
español, sincera, supersticiosa. Es el catolicismo cerrado del siglo XIX en las
pequeñas aldeas y ciudades de Latinoamérica. Bogotá, en tiempos de Silva, es
esa pequeña, tradicional aldea, muy estrecha, provinciana y católica - con sus
campanas del día de difuntos al fondo, que tañerán también en los versos del
poeta- pero, al mismo tiempo, culta, con cierto aire mezclado de refinamiento y
artificio. Una ciudad en que habita una minoría que asimila variadas influencias
europeas. Esa minoría, a la cual pertenece Silva, recibe libros y revistas de
24
Se equivocó Unamuno al decir que Silva tenía 35 años al
morir. Y se equivocó también Sanín Cano al rectificur a Unamuno.
Así lo muestra curiosamente Alberto Miramón. Este biógrafo trae la
partida de bautismo de "José Asunción Salustiano Facundo" (era su
nombre!), sentada el 6 de enero de 1866 cuando el niño tenía 41
días.
Europa. La ciudad no ha entrado todavía en la órbita norteamericana; gira, como
satélite, en la de París y Londres.
Esa influencia, europeizante, se acentúa en el caso de José Asunción con sus
viajes de adolescente. Porque, después de estudiar en alguna escuela local y en
el colegio de don Luis María Cuervo (hermano del filólogo), y de trabajar algún
tiempo al lado de su padre, en los negocios de éste, viaja a Europa25 en el año de
1883. Ya era un ávido lector y llega pronto a una sorprendente madurez
intelectual, pero carece de formación universitaria. Es solo un muchacho precoz.
Ese viaje, que tanta influencia habrá de tener sobre su espíritu, le madura más
todavía. Y le separa del pequeño mundo - tertulias, chismes, costumbrismo
literario, prejuicios - de su ciudad natal. Silva será siempre un autodidacto. Lo
lee todo, desordenadamente. Nunca tendrá una verdadera formación filosófica.
Los vacíos de su cultura son tan grandes como las áreas que le interesan. Incluso
en literatura, que es su dominio primordial, su lectura es caótica, hecha a saltos.
Aunque vive también en Inglaterra y Suiza, es Francia la que le marca. Asimila su
cultura, la interpreta, la funde dentro de esa especialísima sensibilidad suya,
hallando ocultas analogías con los novelistas y poetas de moda.
Mientras Silva viaja así, madurándose, por Europa, la situación del país ha
sufrido cambios muy profundos. Una nueva guerra civil se extiende (1885) por
las almas y los campos. Los negocios de don Ricardo se agrietan (1886). Graves
dificultades económicas se avizoran ya para la familia. Silva puede permanecer
poco tiempo más fuera del país. En 1887, don Ricardo muere repentinamente, y
el joven poeta, sensible, melancólico, de tendencia decadente y esteticista26 debe
ponerse al frente de esos negocios que desconoce, manejarlos, salvar de la ruina
a su madre y hermanas. Tiene apenas veintidos años. Se hace cargo de la
situación con inteligencia, habilidad, altura. Aspira a cumplir todos los
compromisos comerciales adquiridos por su padre, muerto al borde de la
bancarrota. Se dedica, con enérgica voluntad, a esa tarea, en la cual nos resulta
difícil imaginarlo. Pero su sensibilidad quedará gravemente afectada. Son cinco
25
Datos elementales tomados de la reseña biográfica hecha por
su sobrino Camilo de Brigard Silva; y de los estudios hechos por
Rafael Maya, Alberto Miramón, C.A. Caparroso y, más recientemente,
por Eduardo Camacho Guizado. Son textos que emplearemos en las
notas subsiguientes, respecto de la vida de Silva.
26
Silva tuvo siempre un aire de "dandy"; disonaba con el
medio bogotano en sus costumbres, vestidos, actitudes. Ese medio
era cursi. El, snob, resultaba un tanto ridículo. Es lo que,
exagerado, nos ha pintado Juan Ramón Jiménez en un ensayo muy
discutible.
años de esfuerzos inútiles, de frustraciones, de esperanzas fallidas. La realidad le
hiere muy duramente. Y a pesar de sus notables esfuerzos, todo concluye en la
ruina total. Silva no se recupera de esos fracasos, que le marcan, le humillan.
Esos fracasos estarán - al lado de otros factores no menos decisivos - en el
origen de su derrota definitiva, y de su muerte trágica.
En 1891, el 11 de enero, muere Elvira, la hermana preferida del poeta. Los
retratos y la tradición conservan su hermosa estampa, su soñadora cabeza
pensativa, su mirada bella e inteligente. Un ser excepcional, dotado de una
belleza rara y perturbadora. Silva la admira, la ama entrañablemente. Es su ser
más cercano, es también su confidente, su compañera. Silva se siente, como ella,
superior al medio. Dos seres gemelos, en inteligencia, sensibilidad: en calidad
humana. Se mueven en un plano más alto, con cierta secreta confabulación,
frente al medio bogotano y sus gentes. No es extraño que al sentimiento fraterno
de José Asunción se mezcle cierto erotismo larvado. Testimonio de ese
sentimiento, muy complejo, es el "Nocturno" del poeta, que se inspira, sin duda,
en la muerte de su hermana27. Pero el poeta - ahí radica su fuerza mágica - todo
lo transforma. La muerte metamorfosea a la hermana en la amada: en la amada
que no fue la amada. Elvira se idealiza y sensualiza, a la vez, a través de la
música del poema28. Los versos cobran sensualidad. La luna cómplice baña un
paisaje misterioso, erótico. Las dos figuras enlazadas, más que Silva y su
hermana, son el poeta y el amor. Es que Silva, como Lamartine y Baudelaire, es
mitómano. El gran arte se aproxima a la gran fábula. Elvira es en la muerte lo
que nunca fue en la vida, la amante del poeta; una sublimación erótica, casi
mística - a lo Dante -. De todos modos, la muerte de Elvira golpea nuevamente, y
de manera irreparable, la sensibilidad de José Asunción. Es una nueva tragedia,
al lado de la muerte del padre y del desastre financiero. Es otro eslabón - como
frecuentemente se ha observado - en esa invisible cadena que lo conduce al
suicidio.
27
La muerte de Elvira - escribe Camilo de Brigard Silva -
"inspiró a Silva el tema del Nocturno". El juego de las fechas no
deja lugar a duda alguna.
28
Sobre las relaciones de José Asunción y Elvira se han
propuesto dos tesis extremas, igualmente inválidas en nuestra
opinión. Según unos, aprovechando editorialmente el escándalo, los
dos hermanos fueron amantes. Pura y simplemente. Según otros, no
hay ni siquiera problema: relaciones fraternales, solamente.
Creemos que en las líneas anteriores sintetizamos una hipótesis
distinta, intermedia, más realista.
Silva, triste, decepcionado, resentido, anda sin brújula. El presidente Miguel
Antonio Caro, que ha vislumbrado el talento singularísimo del joven poeta
arruinado, le nombra secretario de la legación en Caracas. La mirada del severo
estadista y traductor de Virgilio ha calado muy hondo en ese mozo despierto y
sensible, aunque esté muy lejos de su mundo lírico y de sus innovaciones. Casi
todo los separa. Pero los une el talento, el genio. Silva viaja a Venezuela en 1894.
Se atedia en medio de los caraqueños y las caraqueñas, que están demasiado
distantes de su universo cultural y de su sensibilidad. Ni los comprende ni lo
comprenden. Trabaja en la rutina diplomática. Se enemista con el superior - el
ministro - y se amarga en las noches cálidas de fiestas artificiales. Labora
también, sin mucha convicción, en su creación literaria - ya ha publicado
muchos de sus poemas, pero solo en revistas y periódicos29 - en especial en sus
"Cuentos Negros" y "De Sobremesa", pequeña novela autobiográfica. También,
posiblemente, en otra novela...
En 1895 decide regresar a Colombia. Se embarca en La Guaira en el vapor
"Amérique". El barco encalla, naufraga, frente a la costa colombiana. La obra
inacabada del poeta se pierde. Pero el único testigo de este naufragio literario es
el propio Silva. Y Silva, no lo olvidemos, es mitómano, como Lamartine y
Baudelaire. Desapareció, irreparable pérdida, un manuscrito precioso? Es
posible. Más probable nos parece, sin embargo, que solo naufragara algún
esquema, algunos borradores. El naufragio del "Amérique" es tanto un hecho
como un pretexto. Y quizás una leyenda30. Con todo, es un hecho doloroso. Se
diría que el destino se ensaña en este nuevo poeta maldito.
29
En 1882 publicó Silva su poemilla "Taller Moderno" y dos
traducciones en el "Papel Periódico llustrado". Fue su primera
aparición ante el público. En 1886 publicó varios poemas
originales en "La Nueva Lira". El célebre "Nocturno" (Una noche
toda llena...) apareció en 1894 en "La Lectura" de Cartagena. Se
daba cuenta el propio Silva del valor del poema que así publicaba
en una gaceta de provincia?
30
Silva permanece solamente un año en Caracas. El mismo dice
que "reconstruyó" su novela "De Sobremesa", perdida en el
naufragio. Junto con el trabajo en la Legación, había tenido
tiempo suficiente para escribir, además, algo de trascendencia?
Posiblemente algunos "cuentos negros". José Asunción dice a
Aurelio de Castro que, después de sesenta horas de angustia en el
naufragio, se perdió "lo mejor de su obra". El interrogante
quedará siempre abierto.
En 1896 hallamos a Silva nuevamente en Bogotá, en su medio estrecho,
sórdido, conventual. Se ve forzado a intentar otras ocupaciones, instalar una
fábrica de baldosas, y otras empresas similares. Nadie, a su alrededor, ha
descubierto su genio impar. Se ha dicho que sus amigos habían adivinado ese
genio. Pero las limitaciones de ellos les impedían acercarse al auténtico, al
recóndito Silva; incluso las de un hombre como Baldomero Sanín Cano, que
nada tenía en común con esa sensibilidad extrema de José Asunción. Es más
probable - pero aquí nos situamos en el plano de las hipótesis indemostrables -
que algunas mujeres que amó Silva, como ha ocurrido en casos similares,
hubieran entrevisto el fondo de esa extraña personalidad, su talento oscuro, su
sensibilidad depurada, en el límite de lo morboso, abierta - por su inaudita
resonancia - a la creación estética. Una cosa son los amigos y la literatura, y otra
la experiencia personal, compartida. La única comprensión honda y verdadera
es la del amor. Experiencia insustituíble que acerca, entrega a dos seres como no
puede lograrse a través de ninguna otra vivencia. Es el único puente entre los
humanos. Lleva a la comunión mágica, en su hechizo. Silva - aunque carecemos
de datos exactos - es un amante ardoroso, apasionado, sutilmente sensual: así lo
revelan sus prosas y poemas, aunque en el medio bogotano lo llamaran "el casto
José". La experiencia erótica - París, Londres, Bogotá- debió ser para él algo
capital. Las mujeres, las pocas mujeres que quizá amó, no descubrirían, en
medio de esa común experiencia, desde el beso hasta la unión sexual, al
verdadero Silva, el núcleo de su alma, su centro de gravedad, y alguna acaso no
intuiría - mejor que amigos y literatos - su inteligencia y su sensibilidad, su genio
sorprendente?
Por fuera de esa posible - apenas posible - intimidad, Silva sigue siendo un
desconocido. La imagen del genio incomprendido, tan propia del romanticismo,
tiene en este caso una curiosa prolongación, casi fuera de época. Pero es que,
además de su temperamento introverso, como en actitud de defensa, que se
trueca en cierta hostilidad y artificio, y de un aire de refinamiento que le
distancia del "otro", Silva sólo ha publicado, para entonces, algunos poemas en
periódicos y revistas. La primera edición de sus versos será muy posterior a su
muerte; es la de 1908, hecha en Barcelona con prólogo de don Miguel de
Unamuno31.
31
Bibliografía de José Asunción Silva: "Poesías" (Barcelona,
Impr. de Pedro Ortega, 1908); "Poesías completas" edición hecha
por Camilo de Brigard Silva (Madrid, ed. Aguilar, 1963); "Obras
completas de José Asunción Silva" (Bogotá, ed. del Banco de la
República, 1956). Silva proyectó una edición de "El Libro de
Versos" en París en 1883.
Algunos de sus poemas, como el célebre "Nocturno", tendrán alguna
resonancia en círculos muy reducidos, en ese clan disperso de los hombres de
letras latinoamericanos. Pero, en realidad, nada que le haga famoso. Ni siquiera
conocido. Así, al morir, en esa noche del 24 de mayo de 1896, con el disparo en
el corazón, Silva sigue siendo un desconocido. Su fama y su leyenda vendrán
después.
A los diez años, Silva escribe su poema "Primera Comunión". Ya adolescente,
se encauza por los meandros de un romanticismo caduco. Escribe entonces
poemas como "Infancia" y "Serenata". Pero su genio lírico se afianza
rápidamente. Evuluciona hacia un romanticismo más personal, de tono menor,
influído inicialmente por las "Rimas" de Gustavo Adolfo Bécquer. Surgen,
entonces, poemas como "Crisálidas", "Luz de Luna", "Resurrecciones". No hay
que pretender establecer una evolución cronológica precisa. Después de leer a
Baudelaire, Rimbaud y Verlaine, su voz toma otro tono. Se inicia en el
simbolismo, dentro del cual podrían situarse poemas como "Midnight Dreams",
"La voz de las cosas" o "Vejeces" o "Día de Difuntos". Algunas corrientes
modernistas lo tocan, sin afectarlo profundamente32; pero Silva es un innovador
y, con su voz siempre muy personal - más íntima que exótica - quiere poner al
día la poesía latinoamericana. Ese sorprendente innovador es el de "Los
maderos de San Juan", "Crepúsculo", "Nocturno" (Una noche). De pronto, un
modernismo más pleno aparece en su obra, como en "Nocturno" (Poeta, dí
paso...), "Nupcial". Pero aunque Silva tiene algunas facetas modernistas
(musicalidad, vagos tonos, asociación de sentimientos, vocabulario depurado,
ritmos nuevos, preocupación por el lenguaje, belleza formal a estilo parnasiano
a veces, lujos y rarezas) son más los factores que le alejan del modernismo,
como ya lo he señalado: una poesía demasiado personal e íntima para ser
modernista. En Silva no hay exotismo ni escapismo. No hay orientes ni cisnes ni
edad media ni Versalles ni siglo XVIII ni princesas. Su poesía no es decorativa ni
descriptiva. Allí no hay falso brillo, ni lujo exterior. Ni esmaltes ni tono elocuente
ni tendencia escultórica, ni cientifismo positivista. En Silva no hay leyendas ni
historia: ni Grecia ni Roma - falsificadas - ni medioevo ni renacimiento -
falsificados -. No hay preciosismo. En Silva hay - al menos en sus mejores
poemas - una autenticidad tan de raíz que es incompatible con el más
caracterizado modernismo.
32
Ello es cierto hasta el punto de que los poemas modernistas
que él escribe, como su soneto "Paisaje Tropical", no parecen de
Silva. No tienen sus huellas.
Pero todo ese juego de escuelas literarias es inútil para tratar de definirlo y
situarlo. Es otra dimensión la que lo identifica. Es que él, como todo gran poeta,
se acerca al misterio, lo vive. Pombo, Silva y Barba-Jacob son, entre los muertos,
los grandes poetas colombianos del misterio. Sus obras nos sitúan en una
atmósfera tensa, llena de presagios, de vuelos sordos, cargada de corrientes
eléctricas que estremecen. En todos tres, sin premeditación ni esfuerzo, aflora el
misterio, no por indefinible menos real. Hay en ellos un aletazo sorpresivo. Una
extraña melodía. Una calidad humana distinta de la que presentan un Julio
Arboleda, un Miguel A. Caro, un Guillermo Valencia. En aquellos tres cantores
hay una levadura humana de angustia, congoja o revuelta, de ensoñación o
desesperanza, que los segundos no conocieron o no expresaron. Especialmente,
en Silva33 hay algo que nos convoca inmediatamente a un mundo extraño,
alucinado, distante de la vida cotidiana, y en ese mundo nuestra emoción se
resuelve finalmente en una agobiadora tensión de espíritu. Es una desolación
sin causa cierta. En ese mundo extraño, hay habitantes que son sombras y
nosotros avanzamos como sonámbulos. Es este, sin duda, un aire distinto, que
solo se respira en un segundo plano de la sensibilidad. La complejidad del
sentimiento, la vecindad del dolor, de la niñez y de la muerte, la expresión de
emociones inefables, es lo que enlaza las voces de Pombo, Silva y Barba-Jacob,
unificándolas en el arcano. Así, el misterio es la nota dominante en la mejor
creación poética de Silva. Para entender el signiflcado profundo de su obra, no
basta analizar, pues, sus vinculaciones formales con el modernismo o el sentido
irónico de sus versos cuasi-filosóficos. Tampoco se le entiende describiendo el
contraste de su temperamento con su medio bogotano, ni indicando su temática
favorita, o señalando las posibles y epidérmicas influencias de Bécquer o
Verlaine, Mallarmé o Barrés. Todo ello es secundario y periférico. Cada poeta
lleva un solo mensaje, que está por encima de estas valoraciones críticas. Solo
penetrando el sentido de ese mensaje puede captarse su obra lírica. Por ello, es
necesario detenerse en el sentido del misterio en Silva, porque éste lo envuelve,
lo domina, individualizándolo. Desde este ángulo, analizaremos al poeta.
Pero este sentido del misterio en Silva es idefinible. Está en su obra toda,
como una luz oscura, impregnándola. Pero es bien difícil indicar en qué consiste
o en qué se diferencia de otras expresiones, similares. "Que hizo en su vida? - se
pregunta Unamuno. Sufrir, soñar, cantar. Os parece poco? Sufrir, soñar, cantar y
meditar el misterio. Porque el misterio da vida a los mejores de sus cantos, y
33
Véase mi estudio "El sentido del misterio en Silva", en "La
poesía inconclusa y otros ensayos", que en parte sintetizo en
estas páginas.
persiguiendo el misterio se cansó del camino de la tierra". Pero, qué es ese
misterio y de dónde proviene?
Pensamos que ello es el resultado de un anhelo trascendente fallido. Es la
sensación del hombre que, no resolviéndose en convicción religiosa, cae, en
vértigo, en el abismo de la nada. La angustia es el fruto final del fracaso
intelectual. En nadie como en Silva es esto evidente. José Asunción es inteligente,
curioso, se plantea toda suerte de problemas filosóiicos, estéticos, religiosos.
Pero nada le explica el mundo. Ni su presencia en él. Allí nace su agonía. (Es esto
lo que revela la autenticidad de su actitud). Y allí donde termina la búsqueda
especulativa, allí donde la razón se le quiebra, se abre la noche de lo
desconocido.
Ello puede explicar su aparente dualidad, al escribir por un lado su
"Nocturno" y sus más famosos poemas, siempre enigmáticos, y, por otro, sus
"Gotas Amargas", ese conjunto de versos cínicos, sarcásticos: los primeros son el
resultado de su nihilismo frente a un universo misterioso; las segundas, el
desdén en que ese agnosticismo desemboca. Pero esta segunda actitud será
demasiado cerebral para llegar a ser poética.
Acerquémonos a los temas de Silva. Es algo connatural a su poesía volverse
hacia el pasado. La infancia perdida es una de sus más reiteradas evocaciones34.
Es retornar, con el recuerdo, a todas aquellas cosas "que embellecen el tiempo y
la distancia". Pero no es simple preocupación por el mundo infantil. Es que el
recuerdo y el presentimiento caracterizan al romántico. Son la fuga de la
realidad inmediata y del presente. Y el recuerdo nos enlaza con la infancia: el
niño podría definirse como una criatura asombrada. Desconoce las causas de los
fenómenos: por ello, su mundo es fantástico, inabarcable, encantado. Ese
sentido del asombro frente al misterio cotidiano es, más bien, lo que aproxima a
Silva a los niños, a sus juegos, a sus cuentos. Es la época del asombro y del
enigma del mundo.
"Crepúsculo" es uno de los poemas esenciales de José Asunción Silva. "De la
calle vienen extraños ruidos..." Es la sensación infantil de temor frente a lo
desconocido, ese mundo que se extiende más allá de las ventanas. Y el cuento, es
la proyección de lo fantástico y sobrenatural. Es la fábula. "Fantásticos cuentos
de duendes y hadas..." El cuento está cercano al sueño, y participa de su esencia:
34
Es interesante observar que, según lo han anotado varios
biógrafos de Silva, el poeta no tuvo infancia. Fue siempre un niño
serio. Desconoció los goces y juegos de la niñez, quizá por su
sensibilidad excepcional y por una absorbente influencia materna.
CREPUSCULO
Este poema está impregnado de ternura. El mismo metro en que está hecho -
decasílabos - le da una cadencia muy sugestiva, evocadora. Se mueven los versos
en atmósfera irreal, como en una leyenda: los duendes se van despertando; las
sombras se pueblan de personajes fantásticos. La visión del niño es también la
del poeta, conmovido. El relato subre "Cenicientilla" es un prodigio de síntesis,
de hechizo lírico, con versos que perduran, indelebles ("le dió un ramo enorme
de magnolias húmedas" - "las cenizas grises convirtió en diamantes"). La
evocación final de los cuentos infantiles, los que rodearon con sus ficciones "las
cunas doradas de las bisabuelas", es uno de los instantes culminantes de la lírica
de José Asunción.
UNA NOCHE
Una noche,
una noche toda llena de perfumes, de murmullos y de músicas de alas,
una noche
en que ardían en la sombra nupcial y húmeda las luciérnagas fantásticas
a mi lado, lentamente, contra mi ceñida, toda,
muda y pálida
como si un presentimiento de amarguras infinitas
hasta el fondo más secreto de tus fibras te agitara,
por la senda que atraviesa la llanura florecida
caminabas,
y la luna llena
por los cielos azulosos, infinitos y profundos esparcía su luz blanca
y tu sombra
fina y lánguida,
y mi sombra
por los rayos de la luna proyectada,
sobre las arenas tristes
de la senda se juntaban
y eran una
y eran una
y eran una sola sombra larga!
y eran una sola sombra larga!
y eran una sola sombra larga!...
Esta noche
solo, el alma
llena de las infinitas amarguras y agonías de tu muerte,
separado de tí misma, por la sombra, por el tiempo y la distancia,
por el infinito negro
donde nuestra voz no alcanza,
mudo y solo
por la senda caminaba.
y se oían los ladridos de los perros a la luna,
a la luna pálida
y el chillido
de las ranas...
Sentí frío, era el frío que tenían en la alcoba
tus mejillas y tus sienes y tus manos adoradas,
entre las blancuras níveas
de las mortuorias sábanas!
Era el frío del sepulcro, era el hielo de la muerte,
era el frío de la nada...
Y mi sombra
por los rayos de la luna proyectada,
iba sola,
iba sola,
iba sola por la estepa solitaria!
Y tu sombra esbelta y ágil,
fina y lánguida,
como en esa noche tibia de la muerta primavera,
como en esa noche llena de perfumes, de murmullos y de músicas de alas,
se acercó y marchó con ella,
se acercó y marchó con ella... Oh las sombras enlazadas!
Oh las sombras de los cuerpos que se juntan con las
sombras de las almas!
Oh las sombras que se buscan en las noches de tristezas y de lágrimas!
35
Hay que observar, sin embargo, que estos dos versos
estelares no aparecen así, en la forma transcrita, en las
ediciones más autorizadas. En éstas, e incluso en el manuscrito de
Silva, se lee: "Se acercó y marcho con ella... Oh las sombras
enlazadas! Oh las sombras que se buscan y se juntan en las noches
de negruras y de lágrimas!" No hay comparación posible. La versión
que hemos transcrito, que es la que toda persona culta conserva en
la memoria, es infinitamente más poética. Es, por lo demás la que
Unamuno incluye en la edición - y en la cita del prólogo - de
1908. Como esta es la edición primera de los versos de Silva - la
hecha en Barcelona; pensamos que es la más auténtica - pudo el
propio Silva haber hecho una corrección a su manuscrito anterior?-
, incluso si está en contra de las versiones autorizadas a que
hemos aludido.
modo como Silva expresa así, con una inaudita melodía, su emoción, su tristeza,
todo su personalísimo mundo poético.
Otro poema muy misterioso, y por lo mismo característico de nuestro poeta,
es el dedicado a las estrellas. No tiene título. Lleva solo un interrogante al frente.
Creo que toda la obra poética de Silva podría llevar el mismo interrogante, solo,
desligado, abierto sobre la muerte. Ese interrogante es el símbolo de lo
incomprensible. El mismo que se cierne sobre la cabeza de los hombres desde
los primeros tiempos:
...... ? ......
MIDNIGHT DREAMS
36
Es interesante subrayar, por una parte, la belleza
intrínseca que tiene este metro eneasílabo, tan musical como
carente de solemnidad y de énfasis; y, por otra, que algunos de
los más bellos poemas colombianos han sido escritos en este metro
impar ("Estar contigo" de J.E.Caro; "Hay un instante", de
Valencia; "Invitación a navegar" de Maya; muchos de Llanos,
Carranza, Quessep...
*
Toda la obra del poeta está cruzada por estos sueños, por esas vagas
sombras, o esas fragancias indecisas. Una sensación de irrealidad. Su telón de
fondo es ese silencio angustioso en el que todo, incluso el reloj, queda en
suspenso repentinamente. Entonces, las cosas parecen compartir la tensión de
las almas.
La negación de la supervivencia conduce a la angustia mortal de la
descomposición:
La misma nota de misterio apagado, que hemos señalado ya, muy tenue y
sutil, apenas resonancia del arcano universal, aparece en el poema titulado
"Triste", en el cual la suerte está entendida como sino o destino ineluctable- el
que hizo del propio Silva un hombre frustrado, un ser contra el cual las
circunstancias se alían, triste héroe de su propia novela; penas ignoradas,
superiores a cualquier explicación; todo, amigos o ilusiones, envuelto en el
misterio, modulado por la voz de la ternura:
TRISTE
y, envueltos en el misterio
van, con rapidez que asombra,
amigos al cementerio,
ilusiones a la sombra,
en su lenguaje difuso
entabla con nuestros duelos
el gran diálogo confuso
de las tumbas y los cielos.
La poesía de José Asunción es, muchas veces, un triste canto de lo que muere,
se deshace, caduca. Ese es el hilo invisible que une sus mejores poemas, y, en
este sentido, Silva es el poeta de lo temporal, el que vive más dramáticamente el
tiempo.
"Los Maderos de San Juan" es un poema muy vecino de las lágrimas, por la
ternura que despierta, como toda poesía honda. El mejor poema, como el mejor
amor, es frecuentemente el que nos hace llorar. Y, sin embargo, no sabemos en
qué consiste la belleza excepcional de estos versos de Silva, tan frágiles. De
donde viene ese tono, esa profundidad inaudita? Su dulce melodía, su
ritornello37, su sugestión infantil, su cuadro patético y su lirismo desgarrador y
contenido al mismo tiempo, tienen no se qué de desengaño, de temor, de
expectativa ante el tiempo y la muerte. Hay en este poema una alegría ingenua y
balbuciente, un mágico juego, detías de la tragedia íntima, no cabalmente
expresada:
Aserrín!
Aserrán!
Los maderos de San Juan
piden queso, piden pan;
los de Roque,
alfandoque;
los de Rique,
alfeñique;
los de trique, triquitrán!
Triqui, triqui, triqui, triqui, trán!
Triqui, triqui, triqui, trán!...
37
El ritornello del poema ("aserrín, aserrán, los maderos de
San Juan...") parece ser una antigua canción infantil, que Silva
incorpora a su poema, empleando un procedimiento similar al de
"Crepúsculo" cuando en éste incluye personajes y relatos tomados
de los cuentos tradicionales.
38
Hay varias versiones de este poema. Hemos escogido la que
aparece en la edición de Barcelona de 1908.
Triqui, triqui,
triqui, tran!
VEJECES
(Fragmentos)
...................................
..................................
El pasado periuma los ensueños
con esencias fantásticas y añejas,
y nos lleva a lugares halagüeños
en épocas distantes y mejores;
por eso a los poetas soñadores,
les son dulces, gratísimas y caras,
las crónicas, historias y consejas,
las formas, los estilos, los colores,
las sugestiones místicas y raras
y los perfumes de las cosas viejas!
NOCTURNO I
39
Este "Nocturno I" es un poema prematuro de Silva. Fue
escrito en 1887, o sea siete años antes del célebre Nocturno ("Una
Noche"). Obviamente, el Nocturno ¡nada tiene que ver con la muerte
de Elvira (1891).
POETA, DI PASO...
¡Poeta, di paso
los furtivos besos!...
¡La sombra! ¡Los recuerdos! La luna no vertía
allí ni un solo rayo... Temblabas y eras mía.
Temblabas y eras mía bajo el follaje espeso;
una errante luciérnaga alumbró nuestro beso,
el contacto furtivo de tus labios de seda...
La selva negra y mística fue la alcoba sombría...
En aquel sitio el musgo tiene olor de reseda...
Filtró luz por las ramas cual si llegara el día;
entre las nieblas pálidas la luna aparecía...
¡Poeta, di paso
los íntimos besos!
Ah, de las noches dulces me acuerdo todavía!
En señorial alcoba, do la tapicería
amortiguaba el ruido con sus hilos espesos,
desnuda tú en mis brazos fueron míos tus besos;
tu cuerpo de veinte años entre la roja seda,
tus cabellos dorados y tu melancolía,
tus frescuras de virgen y tu olor a reseda...
Apenas alumbraba la lámpara sombría
los desteñidos hilos de la tapicería.
¡Poeta, di paso
el último beso!
¡Ah, de la noche trágica me acuerdo todavía!
El ataúd heráldico en el salón yacía;
mi oído fatigado por vigilias y excesos,
sintió como a distancia los monótonos rezos!
Tú, mustia, yerta y pálida entre la negra seda...
La llama de los cirios temblaba y se movía;
perfumaba la atmósfera un olor de reseda,
un crucifijo pálido los brazos extendía
¡Y estaba helada y cárdena tu boca que fué mía!
No es mucho más lo que se salva de la obra de Silva. Poemas como "Don Juan
de Covadonga" son de lo peor que escribió el gran poeta. El genio lírico de Silva
no podía sobresalir en el género épico, como el que ensaya malamente en su
"Oda a Bolívar", "Al pie de la estatua". Otros poemas son versiones confesadas
de poetas franceses; otros, versiones no confesadas, como en el caso de
"Lázaro", que nos recuerda gravemente el poema escrito sobre el mismo tema y
con la misma conclusión por León Dierx: Lázaro envidioso de los muertos.
Hay también un sesgo macabro en la poesía de José Asunción Silva, que lo
acerca frecuentemente a la temática del sepulcro y la descomposición, quizá con
lejana influencia de Baudelaire ("La carroña"), como en el siguiente poemilla:
ESTRELLAS FIJAS
Cuando ya de la vida
el alma tenga, con el cuerpo, rota,
y duerma en el sepulcro
esa noche más larga uue las otras,
al ir descomponiéndose
entre la oscura fosa
verán, en lo ignorado de la muerte,
tus ojos... destacándose en las sombras.
No debemos terminar estas líneas sobre Silva sin hacer un corto comentario
sobre sus "Gotas Amargas". Son trece poemas, breves, que muestran otra faceta
del poeta, la menos interesante para nosotros. Amargo, cínico, es enteramente
otro Silva. Prescribe una dosis de estas "gotas amargas" al lector. La ironía, el
humor que circulan por estos versos carecen, en general, de interés poético40.
Pero hay que retener algunos rasgos en cuanto aclaran zonas de la
personalidad de Silva. La visión en "Zoospermos" es, a la vez, patética e irónica,
reflejo de su decepción frente a la vida. En "Filosofías" hay cuartetos ingeniosos,
40
Baldomero Sanín Cano observa que Silva "no consintió que
(estas gotas amargas) vieran la luz pública", como algunos amigos
se lo pidieron: "las miraba - agrega - con cierto desdén altivo...
"
que revelan algunas de las lecturas preferidas del poeta. Y "Egalité" es gracioso,
brutal:
LA RESPUESTA DE LA TIERRA
41
Bibliografía de Guillermo Valencia: "Poesías" (Bogotá, ed.
Samper Matiz, 1898); "Ritos" (Bogotá, sin ed., 1899); "Ritos"
(Londres Estab. Tip. de Wertheimer, Lea, 1914); "Alma Mater"
(Popayán, Impr. del Departamento, 1916); "Himno a la raza"
(Popayán, lmpr. de M. Castillo, 1938); "Obras poéticas completas"
(Madrid, ed. Aguilar, 1948).
las formas, del ser y de la vida, un tanto como Goethe y otro tanto como
Nietzsche.
En algún ensayo anterior42 señalábamos que en la obra de Valencia hay una
amalgama ilógica de positivismo y cristianismo, y de ahí esa contradicción que
caracteriza su estilo y su inspiración. De un lado están sus gustos literarios, su
estética modernista, sus lecturas, el reino de su inteligencia abierta; de otro, su
tierra, su Popayán natal, sus héroes y su religión.
Esta mezcla de tendencias crea antítesis ineluctables. Este cristiano aleja el
sueño y el misterio y la vida interior. Este pagano canta el triunfo del santo
sobre el centauro alegórico. Este discípulo de Nietzsche confía, católicamente, en
la superación de la muerte. Este americano se impregna de helenismo, bebido
en textos de positivismo francés. Este positivista concluye su poema social
(Anarkos) con una evocación del Pontífice romano. Pero este cristiano carece de
"sentimiento trágico" y de sentido místico, y retorna así, una y otra vez, a Grecia,
a través de Leconte de Lisle, y a Roma a través de Heredia; o reconstruye, muy
bellamente, los antiguos poemas chinos ("Catay") a través de otros traductores.
Su anhelo de clasicismo, su inclinación por la belleza formal, su tácito
panteísmo, naturalista, de un lado, y, de otro, su convicción religiosa y su
sentimiento, nutren - alternativamente - la raíz de su canto.
Inspirado por motivos ajenos, Valencia no crea una gran obra personal.
Rafael Maya ha señalado, con razón, que su emoción es "refleja": la que
proviene, no de sus vivencias, sino de sus lecturas. Es emoción filtrada a través
de otras emociones, más directas. Quizá sea exagerado afirmar que poemas
como "En el circo" son el resultado de la lectura de "Quo Vadis", según sugiere el
maestro Maya; pero hay algo de todo ello, es decir, temas que otros han vivido, y
no él, el propio poeta. En un célebre ensayo, "Bardolatría", Eduardo Carranza43
mostró todo lo que, en emoción y calor del alma, falta en la poesía de Guillermo
Valencia. De qué le vale a la poesía ganar todo el mundo si pierde su alma? se
preguntaba Carranza, con razón. Y Valencia gana el mundo, sin duda, el mundo
de las formas, de la luz, de la historia y del mito. Pero el alma misma de la poesía
se evapora. Es esta la diferencia radical que existe entre Valencia y Barba-Jacob,
pues todo lo que éste dice lo ha vivido honda, auténtica, desgarradamente. Pero
cómo vivir, desde Bogotá o Popayán - Maya insiste también en esto-, el tema de
las cigüeñas y del centauro y del circo y de Palemón y el desierto y los camellos?
42
"Guillermo Valencia y el Parnasianismo" en "La Poesía
Inconclusa y otros ensayos " (Bogotá, ed. Centro, 1947).
43
El ensayo fue publicado en las "Lecturas Dominicales" de
"El Tiempo", de Bogotá.
Se llega siempre a la emoción refleja. Lo grave es que Valencia no es el tema de
Valencia, así como en Pombo, Silva o Barba el tema central es la vida íntima de
estos poetas: es su autobiografía. Y esto da un calor inconfundible a sus estrofas.
No solo hay algo que falta en la obra de Valencia -ese calor, esa emoción
directa, esa vivencia- sino también algo que sobra: esquemas mentales,
cuestiones ajenas a la lírica, soluciones morales o políticas. Con todo ello no se
enriquece la poesía: se la enturbia. Valencia olvidó su íntima realidad, de donde
brota la mejor poesía, y se volvió hacia otros problemas, buscándoles respuesta.
Pero todo aquello que suscita la poesía carece de respuesta. El asombro del
corazón o la angustia frente a la muerte, la ternura o la pasión en el amor. Esto
no significa que al poeta esté vedado plantearse toda suerte de interrogantes,
incluso filosóficos, como ocurre en Pombo y Silva. Todo depende de la manera
de aproximarse al tema, de intuír el enigma. Una determinada filosofía puede,
evidentemente impregnar el poema (Esquilo, Lucrecio, Dante), pero no es ese el
fenómeno en Guillermo Valencia.
Es decir: Valencia tiene los defectos propios de la escuela en que se formó
literariamente, el parnasianismo traducido al modernismo latinoamericano. "El
deber del artista - decía Ricard- es el de buscar concienzudamente, sin
mezquindad ni cobardía, la forma, el estilo, la expresión más adecuada para
entregar y hacer valer sus sentimientos, sus ideas y su visión". Es la actitud
parnasiana, su credo estético. Pero "forma, estilo, y expresión más adecuada", hé
ahí unas musas bien estériles. Todo ello es arreglo verbal, sabiduría métrica.
Pero, y la poesía? No hay poesía sin carne, sin sangre. Solo la sangre vivifica y
redime44. Cuando esto existe, poco importa, según creo, la forma del verso, el
estilo y la expresión más adecuada. Conozco tantas expresiones perfectamente
adecuadas y tantos bellos estilos que no encierran poesía alguna... Lo esencial es
el aliento, esa como respiración del poema, traducción emotiva de un estado de
alma. Así gana su cielo. Y el resto (estilo, forma, expresión), como ya sugería
Carranza, se le darán por añadidura.
44
En "Anarkos", Valencia pone el epígrafe de Nietzsche:
"Escribe con sangre y aprenderás que la sangre es espíritu". Pero,
podrá decirse que Valencia escribió con sangre?
gran ausente: el poeta mismo. A medida que pasan los años, todos - me parece -
leemos menos estas páginas, que hoy se ven colmadas de una belleza abolida.
Muy grave es que "Ritos" -en contraste con otras obras poéticas de la misma
época - nada dice a las últimas generaciones. No las influye, no las toca. Su
esteticismo - por ejemplo, sus "Cigüeñas Blancas" - ha perdido su energía
comunicante.
Poco es, infortunadamente, lo que queda de esta obra, tan orgullosamente
representativa de los comienzos del siglo. Quedan algunos sonetos, hermosos,
estructurados, sonoros (como el de Homero o el de Erasmo); también, algunos
fragmentos de esos extensos poemas que hicieron las delicias de los
"centenaristas" y de los epígonos del Modernismo; perduran, igualmente,
algunos poemas muy poco valencianos, como "Job" - con algunos raros hallazgos
líricos - y "Hay un instante", precisamente aquellos en que el poeta, despojado
de su entonación solemne y su retórica elaborada, se hizo más humano y
sincero.
No hay que hacer demasiadas elucubraciones para buscar la causa de este
naufragio, de esta falta de perdurabilidad y actualidad: ausencia de emoción
auténtica. Y, en contraste otra vez con José Asunción Silva, o con Barba-Jacob,
ausencia de esa sensibilidad agudísima que es la fuente de la verdadera
inspiración poética. La musa no baja del cielo - ni del Parnaso -: está en nosotros.
La selección que hemos hecho de los poemas de Guillermo Valencia, para esta
Antología, recoge sin duda lo mejor de su lírica, pone de relieve los rasgos
distintivos de su estilo, confirma - nos parece - el comentario hecho en las líneas
precedentes.
HAY UN INSTANTE...
A ERASMO DE ROTTERDAM
que entiende a cabalidad quien se haya asombrado ante la estatua hecha por
Miguel Angel.
Entre los sonetos de Valencia, uno de los más logrados y también uno de los
más característicos de su estilo, es el que dedica al épico griego:
HOMERO
LOS CAMELLOS
JOB
Alef
Beth
Ghimel
Daleth
He
Fue la luz ascua odiosa
a tu pupila turbia y ulcerada.
Ni la mano sedosa de la noche,
ni el alba nacarada palparon dulcemente
para el dormir o el despertar,
tu párpado roído por el llanto voraz
que fluyó gota a gota, en el silencio oscuro;
como el aceite impuro que se desliza, entre cripta fatal,
de una lámpara rota
que en el muro agoniza.
Van
Zain
Teth
Yod
Caf
Lamed
Mem
NAVIDAD
49
Bibliografía poética de José Eustacio Riuera: "Tierra de
Promisión " (Bogotá, ed. Arboleda y Valencia, 1921). Sus primeros
sonetos son publicados en periódicos y revistas a partir de 1915,
o sea un año después de la edición definitiva de "Ritos".
tropicales. Como en su novela, el paisaje colombiano - selva y llano - es el tema
central de estos sonetos. Si no fuera por esta temática indígena, podría pensarse
que fueran traducciones de los parnasianos franceses. Hay allí, en estos sonetos
demasiado pulidos y sonoros, algunos cuadros coloristas de mucho interés
descriptivo. El paisaje, con todo su calor y exuberancia, riqueza de color y vida
penetra en los sonetos, revive mágicamente en ellos.
Pero Rivera no perdurará por sus versos brillantes sino por su "Vorágine".
Como en el caso de Jorge Isaacs, puede afirmarse que su mejor poema es su
novela50.
Debemos agregar que estos sonetos de "Tierra de Promisión" no sólo
describen, en general, la naturaleza americana, o la específicamente colombiana,
y sus paisajes más deslumbrantes, sino que retratan particularmente la fauna51.
Rivera es un poeta "animalista" como lo fue en su instante Leconte de Lisle en
relación con la fauna de su isla natal y de las regiones orientales52.
50
"Para mí -opina Rafael Maya - sonetos y novela se
complementan, y constituyen las dos facetas de un mismo
diamante... Tanto en los sonetos como en la novela prevalecen la
descripción objetiva y cierto afán preciosista, que en los versos
se caracteriza por el esmero del cincel, y en la novela por el
prolijo cuidado con que están labradas las frases. Una y otra
enfocan directamente el paisaje... Los sonetos de Rivera se
resienten de cierta factura demasiado minuciosa, que nos advierte
cómo cada verso fué elaborado por separado y yuxtapuesto después a
los siguientes... entre uno y otro verso es perceptible la
juntura... Hay (sonetos) perfectos, y son aquellos en que el autor
logra una exacta fusión entre el paisaje y su estado
sentimental... Rivera, más hombre de campo que de ciudad, con
fuerte atavismo provinciano... sentía la naturaleza como un
primitivo".
51
José Eustacio Rivera nació en Neiva en 1889. Vivió en los
Llanos Orientales y en la selva, desde muy joven. De modo que sus
descripciones de paisajes y animales son fruto de una vivencia
directa. Es un elemento que lo diferencia de algunas descripciones
de Valencia (cigüeñas, camellos).
52
Recuérdese, respecto del poeta francés de "Los Poemas
Bárbaros", su hermoso poema sobre los elefantes, y aquel que
describe la lucha del toro y el tigre, o el del albatros, o el del
sueño del jaguar... Otro tanto hace Rivera con la fauna
colombiana, pero no por influjo del autor francés sino por
contacto directo con su tierra. Pensamos que ningún poeta
latinoamericano de su instante lo hizo con tanta fuerza y color.
Es este un rasgo muy interesante en la lírica de Rivera. Su descripción del
toro, que confía "vagos mugidos al miedoso viento" y "al fin de la estrellada
lejanía / surge como un borroso monumento"; la de "el sordo escarabajo
esmeraldino" (verso muy típico de Rivera); la del caimán, la paloma, el ciervo, el
águila, la mariposa, el cocodrilo, el león, la nutria; o la de la cigarra:
ATROPELLADOS...
54
Bibliografía de Eduardo Castillo: "El árbol que canta"
(Bogotá, ed. Tamayo Hermanos, 1928); su "Duelo lírico" (1915)
carece de toda importancia. Publica numerosos poemas en "Cromos" y
"El Tiempo". Recientemente se ha hecho la edición de sus "Obras
completas", verso y prosa. El Ministerio de Educación Nacional
publicó, en 1965, su "Obra Poética" (Imprenta Nacional). El
prólogo de Sanín Cano revela una grave incomprensión de este
fenómeno poético.
sugiere, musita. Poesía hecha de insinuaciones, músicas recónditas, matices
impresionistas, toques mágicos. Allí hay "ángel", hay "duende", hay hechizo.
La paradoja es esta: Castillo mismo se creía un modesto discípulo del autor
de "Ritos". Valencia, familiar suyo, dieciséis años mayor, lo protege, lo guía, lo
opaca también. El, Castillo, es un oscuro periodista (solo hizo estudios de
primaria en el colegio San Luis Gonzaga de Zipaquirá), noctámbulo,
desconocido, que, gusta de pasar discreto y solitario por la vida. Es, además, un
bohemio, imantado por el alcohol, las drogas, los amaneceres bogotanos. Jamás
pensará en intervenir en política, o en ocupar cargos públicos. Valencia es todo
lo contrario. Orador, político, dos veces candidato a la presidencia de la
república, congresista, polemista, hombre de salón, conversador,
internacionalista. El contraste entre los dos poetas no puede ser más violento.
Castillo parece cultivar sus gustos literarios a la sombra de ese ser maravilloso,
soberbio y múltiple, que es el maestro por excelencia. Castillo circula, tímido y
ensimismado, por cafés, bares y sitios equívocos. Recuerdo haberlo visto - en mi
niñez - en las calles y tranvías de la capital, envuelto en su larga capa negra, con
su nariz aguileña semejante al desmedido pico de un pájaro, los ojos abstraídos
en quién sabe qué sueño o reminiscencia.
Ahora - contemplados a la distancia-, Valencia y Castillo han cambiado
mucho. Aquel se ha desvalorizado. Castillo perdura. El tiempo opera en sentido
desfavorable con el uno y favorable con el otro. Borges dice que el mejor
antologista es el tiempo. Es cierto. El tiempo-antologista transmuta los valores.
Aunque Castillo perdura, muchos de sus poemas parecen hoy fruto de un
decadentismo finisecular, un tanto pasado de moda. Algunos rozan la zona de lo
cursi. Y su gracia poética y su finura en la versificación limitan, frecuentemente,
con el artificio. Pero, de otro lado, hay sonetos suyos de incuestionable encanto
lírico.
Así, es casi increible - y sería increíble sobre todo para ellos dos-, pero la
poesía de Castillo tiene hoy más vigencia, más frescura, que la de su célebre
maestro. Valencia conoció "El árbol que canta", lo gustó, lo admiró; pero habría
sonreído entre desdeñosa y benevolamente al pensar que ese pequeño volumen
pudiera compararse más tarde con "Ritos", y los intimistas sonetos de su
pariente bohemio con los grandiosos cuadros de "Cigüeñas blancas", "Anarkos"
o "San Antonio y el Centauro". Y, sin embargo, la comparación no solo no es
desproporcionada hoy, sino que resulta muy favorable al tímido discípulo. Los
sonetos de Castillo conservan su aire poético, su aroma inconfundible. No se
marchitan, al menos muchos de ellos. Los "frescos" de Valencia se han
descolorido, como los de Pompeya.
La diferencia entre los dos radica en aquel elemento que señala Castillo en su
"Primera Página" cuando dice que tal vez su libro nada vale,
"pero el encanto
de ser siempre sincero te perfuma...
que antes de darles forma con la pluma
viví cada poema y cada canto",
lo que es muy cierto. De ahí esos hallazgos poéticos que se suceden, unos a
otros, en su poesía, como expresión de vivencias muy sinceras. Ese "sueño
recordado en otro sueño", o esa amada que el poeta busca en una sola "cuando
acaso / se halla dispersa y difundida en todas"; y esa ventura que únicamente
sabe "el que ha llorado y padecido mucho"; y esa novia lejana a la que ofrece - un
poco a la manera de Ronsard al enviar la "siempreviva"- "este ramo de rosas de
mi otoño", que es el propio soneto en que lo expresa; o esa sutil alianza de sueño
y realidad que emana de sonetos como "Incertidumbre", todo conmueve como
resultado de una experiencia inmediata, de la cual fluye, auténtica, la poesía. En
"Tristitia Rerum" dice que él lo ama todo o, al menos, "tu corazón lo compadece
todo". Ese amor, esa ternura, esa compasión, son la clave de su poesía. Y de su
perdurabilidad:
PRIMERA PAGlNA
EL SUEÑO FAMILIAR
DIFUSION
ELLA
DESFILE BLANCO
TRISTITIA RERUM
SUGESTION
55
Bibliografía de Porfirio Barba-Jacob: "En loor de los
niños" (San José de Costa Rica, Imprenta Grenas, 1915); "Rosas
Negras" (Guatemala, ed. G.M. Staebler, 1933); "La Canción de la
vida profunda y otros poemas" (Manizales, Imprenta Departamental,
1937); Daniel Arango hizo una edición cuidadosamente revisada,
"Antorchas contra el viento". Alfonso Duque Maya y Eutimio Prada
Fonseca han tratado de establecer recientemente los textos
definitivos, en "La Vida Profunda " (Bogotá, ed. Andes, 1973).
colombiana como un Baudelaire reciente, "un nuevo estremecimiento"56. Es
cierto que en sus versos perduran algunas huellas del Modernismo, dentro del
cual se inicia - con fervorosa admiración hacia Darío y Valencia-, pero pronto
romperá estos moldes con su inspiración muy personal, desgarrada. Son apenas
elementos formales del modernismo, destellos, versos aislados, estrofas
sonoras, ademanes un tanto retóricos, que sin embargo se siguen infiltrando;
pero todo ello - lo rubendariaco que decía Unamuno - es adjetivo. Otras
numerosas influencias literarias recibe Barba-Jacob: parnasianismo,
simbolismo, decadentismo, incluso corrientes más cercanas del pensamiento y
de la lírica: todo ello resulta igualmente adjetivo. Sus numerosas exégetas han
analizado minuciosamente su oscura vida, sus aventuras, sus viajes, sus drogas,
su erotismo, su vagabundeo por las islas del Caribe, por los países
centroamericanos y por México: todo ello resulta adjetivo57. Porque lo esencial
es su voz, su voz bronca, inconfundible, traspasada de emoción. Su voz
angustiosa o añorante, su transida voz de altísimo poeta, el acento sombrío o
lúcido en que alternativamente expresa su rebeldía, su sueño, su sentimiento
tan complejo, su desgarrado terror de vivir y morir, su amor múltiple58, su tierra
natal, su desconcierto y perplejidad ante las estrellas y las cosas cotidianas.
Barba-Jacob se siente en disonancia con el mundo exterior:
56
Es la célebre expresión de Víctor Hugo sobre el autor de
"Las Flores del Mal".
57
Hay un excelente ensayo sobre la poesía de Barba-Jacob. Es
el de Daniel Arango, como prólogo a la obra ya citada, "Antorchas
contra el viento": estudio insustituíble para quien quiera
acercarse al verdadero mundo poético del gran lírico colombiano.
58
Son muchos los poemas autobiográficos de Barba-Jacob que
dan testimonio de su homosexualismo: "fuí Eva y fuí Adán" - "un
hombre de verdad quisiera ser" - "mozuelos de Cuba" - el
"flautista rindióse a mi amor sin sentido". Puede consultarse el
poema "Los desposados de la muerte".
59
Ver mi ensayo "Barba-Jacob y el Romanticismo" en "La Poesía
siente demoníacamente ajeno al universo. Frente al mundo, alza su conciencia
atormentada. Ante un cosmos impasible - el del ciclo ceremonial de sus
estaciones, sus luceros, su cordero que pace "y ajusta su ley a la eterna armonía"
- Barba-Jacob lanza su canto delirante, para decir líricamente su agonía, su
amor, su dolor, su terror. Escuchadme esta cosa tremenda: he vivido! exclama el
poeta, en uno de los instantes culminantes de su poesía.
Es también de estirpe romántica, como en Silva, la nota autobiográfica de los
poemas de Barba, tan esencial. Creó una obra "llena de temblores, de
relámpagos y de aullidos", como él mismo dice. Obra estremecida, desde su raíz
íntima, saturada de lamentos y de imprecaciones.
Es una obra poética que nace al ser vivida, con una intensidad excepcional. El
poeta vive con furor, con pasión, con amor, comprometiéndose todo entero en
cada acto. El poema es el fruto oscuro, simbólico, de todo ello. Yo pongo el
corazón en cada cosa, dice el poeta. Vive, escribe, traduce lo sentido, imponiendo
así una visión personalísima: en cada verso está todo su ser. Como cada emoción
es única, la poesía de Barba resulta igualmente singular.
Sin embargo, no hay que exagerar el sentido exclusivamente emotivo de su
poesía, como se ha hecho con mucha frecuencia. Si su obra nace de una
sensibilidad impar, ello no significa, como se ha pretendido, que sea poesía
espontánea, irreflexiva. Bien sabía el propio Barba-Jacob que escribía "bajo el
influjo de una embriaguez diabólica" y que la significación de su lírica "hay que
desentrañarla, no en la complejidad de sus pensamientos, sino en la complejidad
de sus emociones", como él lo expresa. De ahí esa íntima correspondencia entre
vida y obra y esa importancia capital de la vivencia misma en su creación. De esa
vida y esa obra emana un hálito de misterio, una alucinación. "Mi poesía es para
hechizados", dice y reitera el poeta. Su poesía no es nunca discursiva,
razonadora. Rimbaud, setenta años antes, había dicho: "Hay que hacerse
visionario". Así, la poesía de Barba fluye del corazón, y de su visión
personalísima, resolviéndose finalmente en una asombrada flor de sensaciones
directas, intuiciones, toques de pasión. Todo ello es cierto, pero...
Pero su obra, como él también lo anota, "resume los esfuerzos de muchos
años de experiencia honda y seria sobre el dolor humano, de dilatación de la
fantasía, de pugna con las palabras". Barba luchaba con el idioma, buscando
afanosamente la palabra exacta, pulía y rehacía el poema - sin que por ello
perdiera su temperatura. Para comprender cómo trabajaba Barba-Jacob es
necesario recorrer detenidamente sus notas autobiográficas, tan ricas en
verdadera autocrítica. Apenas iniciándose en la vida intelectual, se dedica
60
Esos restos modernistas que perduran en la obra de Porfirio
hacen su estrofa sonora, elocuente todavía, a veces incluso
ripiosa (ustoria-transitoria; fiero-postrero; inmola-sola...),
aminorando lo que constituye su mensaje esencial. Sus frecuentes
"ritornellos " son un recurso modernista.
61
Muy interesante sería hacer un estudio cuidadoso de su
vocabulario: pavor, desolación, fúnebre, muerte, azar, lúgubre...
Todo revela una poesía desnuda, desgarrada, fruto de un intenso
drama interior.
renovada lectura de esta poesía hondísima, constelada de misterio, no hace sino
confirmar el alcance, la plenitud, la profundidad de sus poemas. Pocos poetas
resisten, como Barba-Jacob, esta experiencia de la reiterada lectura. Y es que él
se encara a la muerte, al trágico y miserable sino del hombre, al impenetrable
arcano que le circunda, y lo colma, al delirio fugaz del amor o del goce: todo ello
queda fielmente consignado en el mensaje de su densa y breve obra poética.
Acerquémonos más a la vida y poesía de Barba-Jacob, que están por lo demás
tan íntimamente ligadas, pues Porfirio es - ya lo hemos dicho - el tema de Barba.
No solo sus propias, recónditas emociones. También su aventura, su anécdota
trivial, su errabunda existencia por Antioquia, por Honduras, por México.
"Futuro" -uno de sus más logrados poemas - es su autoretrato:
FUTURO
................................
Y lo demás de mi vida
no es sino aquel amor fatal,
con una que otra lámpara encendida
ante el ara del ideal.
CANCION INNOMINADA
ELEGIA DE SEPTIEMBRE
El final de este poema, hacia donde corre todo su texto, pone la nota
dramática. El poeta ha convocado, con la magia de su voz órfica, a todas las
criaturas, para clamar ese terrible "¡he vivido!" y también para tomar
profundamente conciencia de que, habiendo vivido con alma, con sangre, con
músculos, va al olvido. Ese grito y esa comprobación constituyen el mayor
drama del hombre, de este náufrago. Nótese la desarmonía que expresa todo el
poema: la existencia humana - tomar conciencia de vivir y de ir al olvido - no se
ajusta a la existencia del ruiseñor, del cordero, del sendero y de la espiga, no se
ajusta a la "eterna armonía". Es un relámpago de desolación. Una energía
disonante. "Y qué es el hombre - se pregunta Federico Nietzsche - sino una
disonancia hecha carne?"
He vivido y voy al olvido: síntesis de la tragedia humana. Ese dolor es el que
expresa Barba. "Existe el dolor - escribe él - como principio dinámico en arte". Y
qué mayor dolor que el expresado en estos versos! Nadie ha sabido mi dolor, mi
temblor, mi pavura. He vivido y voy al olvido. A lo desconocido. A la nada. Decía
Nietzsche que los griegos habían inventado el mundo intermedio del Olimpo
para olvidar su pesimismo esencial y la idea de la muerte. Barba-Jacob - como
Silva - carece de "mundo intermedio". Ni dioses ni supersticiones. Por esa vía,
Silva llega al suicidio. Barba expresa su angustia pura frente a la muerte. Es su
pesimismo desnudo. Es su propia llama al viento.
Aparece de este modo el poeta temporal que es Barba. Como lo fueron Silva y
Pombo - como Manrique y Machado en España. La muerte le cerca, le acosa, no
le da tregua - como a Quevedo. Le tiende su trampa. El poeta ha vivido, vive en la
multiplicidad de sus emociones cotidianas. El hombre no es otra cosa que esta
sucesión de estados de alma, de días cambiantes. Es su canción profunda. Pero
esta canción fluye hacia la muerte, hacia el polvo:
LAMENTACION DE OCTUBRE
Envío
Este último es uno de los poemas más grandes, más intensos de Barba-Jacob.
Porque es el poema de la muerte y la muerte es su tema capital. La muerte que
todo lo niega. Ella viene, inexorable, y todo será "polvo bajo su imperio". La
grandeza humana del poeta toca aquí su cenit.
Pero si la muerte viene, todo pierde sentido. El poeta no entiende la vida. Está
situado en un universo inexplicable. Por ve, hacia dónde, de dónde, para qué?
Nada tiene respuesta. "Nunca sabremos nada, hermano mío". Es la actitud del
poeta perplejo, desesperado ante ese enigma. Junto con el tema constante de la
muerte, esa actitud de desconcierto y de pavura es lo más profundo de su
profunda canción:
LA ESTRELLA DE LA TARDE
Y sin embargo...
Un grillo canta
en los repuestos musgos del cercado,
y un incendio de estrellas se levanta
en tu pecho, tranquilo ante la tarde
y en mi pecho en la tarde sosegado.
LAMENTACION BALDIA
-Y nada más?
-Y un poco más...
Yo miraba el crepúsculo
y creía que "eso" era el crepúsculo.
-Y nada más?
-Y un poco más...
Y escuché que cantaban su canción de ambrosía
Pisinos en la onda y en la onda Aglaopea.
El mundo, como un cóncavo diamante, parecía
henchido hasta los bordes por la amorosa idea.
-Y nada más?
-Y un poco más...
-Y nada más?
-Y un poco más...
CANCION DE LA SOLEDAD
SOBERBIA
UN HOMBRE
Estos quince poemas resumen, a nuestro modo de ver, a Porfirio Barba Jacob.
[Sin embargo, habría que entresacar versos estelares de muchos otros poemas
suyos. En "Los desposados de la Muerte" hay algunos conmovedores y
profundos:
No cierren la puerta,
que abierta ha de estar.
Dejen que entre el aire,
déjenlo pasar.
Dejen que entre el agua,
déjenla llegar.
Te daré una estrella,
la estrella polar.
Y nieve de espuma
con sol y con sal.
Con sal de las olas,
con sol de la mar.
...............................
Capítulo IV
UN MODERNISTA ANTI-MODERNISTA
62
Bibliografía de Luis Carlos López: "De mi villorrio"
(Madrid, Imprenta de la Revista de Archivos, 1908); "Posturas
difíciles" (Bogotá, sin ed., 1909); "Por el Atajo" (Cartagena, ed.
J. V. Mogollón, 1920); "Versos" (Cartagena, editorial Bolívar,
1946).
Hay algo de Chaplin - según se ha observado frecuentemente - en su
acrobacia lírica, mezcla de humorismo y drama recóndito. En primer plano, hay
gracia, un humor a veces negro, disolvente, veteado de cinismo, en estas
descripciones - pinceladas llenas de color - en que surgen, en abigarrado cuadro
cómico, el barbero y el cura, el alcalde y el viejo camarada, todas las gentes del
pueblo; pero, en segundo plano, hay una honda melancolía (el final de
"Muchachas de provincia" no solo es triste, es dramático), la añoranza de la
juventud perdida ("sin juventud la cosa está fregada") y de tiempos mejores, la
nostalgia de su vida de estudiante o de sus amores, o de los ideales ya casi
olvidados en medio de la rutina y de la burguesía.
El ambiente que Luis Carlos López describe ya pasó, y él lo sabe bien. Esto
hace que su poesía tenga un sello "demodée", que, como lo cursi explotado por
García Lorca (v. gr. Doña Rosita la Soltera), tiene encanto y tono poético.
El lenguaje que emplea López revela un mundo poético nuevo. Muestra una
ruptura radical con lo anterior. En ocasiones, emplea un procedimiento que
consiste en empezar solemnemente el poema, para hacerlo descender
verticalmente con una alusión graciosa o una pincelada realista. De ese
contraste salta una chispa de humor, y también de poesía.
Sin embargo, a veces también, Luis Carlos López es casi un modernista.
"Toque de oración" por ejemplo, es otro tono. Sin humor amargo. Es casi el
modernismo del mexicano González Martínez. Hay emoción, desnuda. "En tono
menor" es poemilla que respira ternura (nótese la comparación con la
cucaracha de iglesia). De pronto, musicalidad muy sugerente ("Teresita Alcalá,
Teresita Alcalá..."), unida a fina añoranza, dulce melancolía. Hay, pues, una
variedad de facetas en su obra.
Leyendo largamente a Luis Carlos López, nos sorprende su gracia, su
simpatía costeña, su humor vinculado a lo cursi, a los años veinte, al cine mudo,
y no podemos dejar de sonreir, o de reir abiertamente - como ocurre también
con los "Cien años de soledad" de García Márquez.
Hay que subrayar también un cierto espíritu rebelde, presente siempre en los
versos de Luis Carlos López. Mira al cura desde el balcón:
Es claro que la poesía del tuerto López no es nunca una lírica que pueda
compararse con la de Pombo, Silva o Barba-Jacob. Más aún: no puede leerse
demasiado. Se repite, hostiga. Su valor está en su innovación, en su nueva
postura, en su sentido del humor, en su mezcla de lo cómico y lo serio. Todo ello
requiere ser analizado cuidadosamente.
En alguna oportunidad, hace ya varios años, escribí un ensayo sobre la poesía
de Luis Carlos López para poner de relieve cuán poco poético es su humorismo
y cuán poco valor lírico tienen sus descripciones, sus caricaturas "del paisaje y
de los sentimientos" (como dice la Antología de Albareda y Garfias). Y es que, en
principio, poesía y humorismo son incompatibles. Sin embargo, mi concepto
sobre el peculiar humorismo del tuerto López fue rectificado por mí,
explícitamente, en una obra posterior63. Como allí lo expresé, "aunque seguimos
pensando que el solo humorismo es, en general, anti-poético, lo cierto es
también que de los poemas de Luis Carlos López trasciende un picaresco y
nostálgico lirismo esencial. Sin pensar que la suya sea la más auténtica poesía,
creemos que su actitud, nueva y netamente americana en su instante, tuvo una
gran trascendencia, pues sirvió para frenar los excesos de un modernismo
artificial y ausentista. López ubicó su poesía, muy de raíz, en tierra colombiana;
y entre las grietas de su humorismo amargo, aparece a veces un lírico
excelente".
Es, por lo demás, una obra que tiene un sello inconfundible. Su poesía, su
verso tan personal, son suyos, solo suyos. Muchos han tratado de imitarlo. Pero
es tarea vana. La pupila del "tuerto" es insustituíble. El vió esa realidad, entre
caricaturesca y poética, y la expresó en versos que tienen sus huellas dactilares.
Un verso célebre de Jules Laforgue - el poeta francés de fines del siglo XIX-,
"ah que la vie est quotidienne", podría sintetizar, muy bien, esa monotonía y ese
tedio que se respiran en la obra de Luis Carlos López, ese aburrimiento
provinciano donde se incuba, tal vez, su amargura, trasformada luego en
cinismo y humorismo, y su poesía que le salva del resentimiento.
Podría subrayarse, finalmente, que algunas de las expresiones de la última
poesía colombiana (pienso en este momento en Gonzaloarango y
Maríamercedes Carranza), en cuanto tienen de prosaísmo y sarcasmo, de burla
secreta o abierta ironía, e incluso de "mamagallismo" frente a la poesía anterior,
revelan un influjo, indudable, de los versos del gran poeta cartagenero.
A UN BODEGON
63
"Las mejores poesías colombianas", primer festival del
libro colombiano (Talleres Gráficos Torres Aguirre S.A. Lima,
1959).
de juventud, qué blanco era tu hollín,
y qué alegre, en nocturnas zaragatas,
tu anémico quinqué de kerosín!...
Es este un soneto muy característico del estilo de Luis Carlos López. Nótese el
cambio de vocabulario, en relación con toda la poesía anterior. "La cosa está
fregada"... Con López, el lenguaje y el argot de la vida diaria ingresan a la poesía
colombiana. Los gatos y las ratas y el quinqué y el hollín. El tema ha dejado de
ser trascendental, como en Pombo, o solemne, como en Valencia, o desgarrador
en su intimidad, como en Barba. Este diálogo con el bodegón revela un cambio
de perspectiva, y de preceptiva. Nótese la fluidez del endecasílabo que, sin
perder la gracia modernista, se torna familiar. Pero lo importante es el toque
lírico secreto, como ese "qué blanco era tu hollín" o ese "No vale nada nuestra
vida! Nada!", lo mismo que los dos versos finales. La ironía impregna el verso
pero, a través de sus expresiones cotidianas o vulgares, el soneto resulta
conmovedor, posée una rara eficacia lírica.
Rasgos similares descubrirá el lector en el soneto a Cartagena, quizá el más
conocido del "tuerto" López (que dió motivo para el monumento a los zapatos
viejos en la ciudad heróica), en el cuaI hay versos de clara nostalgia ("las
carabelas/ se fueron para siempre de tu rada") unidos a la fina ironía. Piénsese
el modo como todos los poetas colombianos anteriores habrían podido hablar
de Cartagena, celebrarla, cantarla, y establézcase el contraste con el soneto de
López. Es otro tono, otra medida, otro aire. Es otro lenguaje y otra visión de las
cosas. El sentimiento no está deformado, por la lente de aumento de la poesía
modernista: el cariño que despierta la ciudad es el de los zapatos viejos. Y lo
dice, con entrañable afecto, el propio poeta de la ciudad, como lamentándose de
que así sea. Verso final que, en una primera lectura, desconcierta, pero que
sintetiza bien el procedimiento de este vate singular.
También aquí, lo mejor es que el lector penetre en los versos del "tuerto"
López, participe de su gracia y su nostalgia - de su ternura en "Muchachas de
provincia"-, de su rebeldía y su melancólico dolor:
A MI CIUDAD NATIVA
MUCHACHAS DE PROVINCIA
Muchachas de provincia,
que salen - si es que salen de la casa-
muy temprano a la iglesia,
con un andar doméstico de gansas...
Muchachas de provincia,
papandujas, etcétera, que cantan
melancólicamente
de sol a sol: - "Susana, ven... Susana... "
DE SOBREMESA
MEDIO AMBIENTE
TOQUE DE ORACION
SEPELIO
Capítulo V
LOS NUEVOS
Hemos visto ya cómo José Asunción Silva sirve de puente y transición entre la
poesía romántica - de un lado - y la simbolista y modernista, de otro; cómo la
época del Centenario -de la independencia- queda representada por Valencia y
Castillo; y cómo Barba-Jacob, con un tono tan personal como el de Silva, se abre
ya hacia otras formas de la poesía colombiana.
El movimiento de "Los Nuevos" - los nacidos en la frontera de los dos siglos -
irrumpe en el panorama nacional con otros estímulos e ideales, no solo estéticos
sino políticos, y reacciona fuertemente contra los valores del Centenario,
tratando de superar, en lo poético, al simbolismo y parnasianismo franceses
que, conjugados, habían dado origen al modernismo de tipo latinoamericano.
Han pasado unos cuantos años. "Ritos" y "El libro de versos" han quedado
muy atrás. Lo mismo "Tierra de Promisión" y "El árbol que canta". Estas
ediciones de 1899-1928 son leídas, releídas, admiradas, pero se busca otro
derrotero. Un soplo realmente distinto circula por el ámbito. Las formas nuevas
son el resultado de un espíritu nuevo. El país está poniéndose en sintonía con el
exterior, saliendo de su concha decimonónica. Muchos temas de valor universal
golpean las inteligencias. Grandes transformaciones políticas y sociales se
aproximan, se adivinan.
En el campo de la poesía, el movimiento de "Los Nuevos" puede quedar
resumido en tres obras principales. Son las de León de Greiff, Rafael Maya y
Germán Pardo García.
De los demás, poco es lo que hay que decir. Ciro Mendía no logra realizar una
obra perdurable. Sus poemas resultan demasiado débiles, sin fuerza ni
originalidad. Mario Carvajal y José Umaña Bernal se acercan a la poesía más
intelectual que emotivamente. El primero deja unos hermosos romances y
algunos sonetos de tendencia mística. El segundo, algunas décimas - más de
hielo que de luz poética - , unos romances influídos por García Lorca, lo mismo
que algunos poemas en que hay destellos poéticos, solo destellos. Juan Lozano y
Lozano lega como única herencia poética un soneto, el consagrado a la Catedral
de Colonia, pues en el resto de su obra - fina, sugerente, evocativa - no es dable
encontrar un logro antológico. Lo mismo ocurre a Alberto Angel Montoya: de su
vasta obra, queda también un soneto.
Caso diferente, aparte sin duda, es el de Jorge Zalamea. Deja una obra
impresionante. Pero es la de un gran prosista, la de un crítico, no la de un poeta.
Con cierta soberbia intelectual, se saturó de valores formales y, desde su
solitario Olimpo, escribe unas prosas semi-poéticas, que no logran
convencernos, mucho menos conmovernos. Embriagado con su propia palabra -
lo que ocurre en parte a Alejo Carpentier en sus últimas novelas - derivó hacia
una extraña forma de nuevo parnasianismo, rindiendo culto a otra retórica. En
Zalamea predominan factores cerebrales, quizá demasiado lúcidos. Su misma
aproximación a la miseria humana, como en el "Sueño de las Escalinatas", es
más intelectual o política, que emotiva o poética. Oyendo en su voz en el disco de
la radiodifusora HJCK, los poemas escogidos por el propio escritor, no hallamos
un solo acento lírico. Lo mismo ocurre al leer el resto, de su obra. En suma,
Zalamea perdurará como prosista y crítico, pero no como poeta. Adoptando este
criterio, no es el caso de darle cabida en esta Antología transcribiendo sus
prosas, más altisonantes que poéticas64.
Quedan, pues, tres nombres, en este heterogéneo movimiento. No es poco. Es
mucho. Porque son tres nombres muy altos, y tres obras que, además de ser
inmensas en su dimensión editorial, tienen un alcance y una significación
poética admirables, aunque son tres obras muy disímiles.
64
Bibliografía: "El sueño de las escalinatas" (Bogotá,
Ediciones Tercer Mundo. 1964).
nos entrega una poesía inconfundible, una de las más enérgicamente personales
que hoy se escriben en el país. Su voz no es nunca un eco. Es el instrumento
desconcertante de su autobiografía, pero una autobiografía que aquí adquiere
un sentido especial, pues es total: su país, su Antioquía natal, sus antepasados
vikingos, sus innumerables trabajos, sus amores y sus amigos, sus músicos, sus
literatos preferidos, sus poetas. O sea: todo lo que está contenido en su alma.
Todo el recuerdo. Todo lo vivido, lo leído, lo amado. De ahí sus constantes
alusiones: a su propia vida, a su aventura o su bohemia con toda la barba, a esas
formas culturales, historia, pesía, música, leyendas, y mitos. Alusiones, incluso, a
lo que alguna vez pensó, o soñó, o sintió, o escribió, o pensó escribir. Ello hace de
su obra otro laberinto. Se entra pero no se sale. Y, en realidad, es preciso
quedarse allí, habitando el laberinto. Teseo sin hilo. Para captar el sentido de su
obra, es necesario familiarizarse al extremo con ella, con sus giros, asociaciones
tácitas -jamás explicadas-, su idioma, incluso con toda la poesía anterior de
Greiff, y con su propia vida. De otro modo no podrán entenderse sus referencias
internas, es decir, las que hace, en medio del poema, a otros poemas, nombres,
anécdotas, aventuras, experiencias.
En última instancia, la poesía de Leon De Greiff es una prolongada, inacabable
confesión. Es también, su "testamento". Es el testimonio de su vida, de su larga
vida de poesía y música, sueño, cultura, vivencias. Una riquísima personalidad -
con algo de Sócrates y de Diógenes, algo de fauno y de hippie de los años 20 - ,
sensibilidad viva y fresca cuando llega ahora a los ochenta años, manteniendo su
ingenio siempre sutil y picaresco, como el de un clásico actual, dotado de un
humor que frena cualquier trascendentalismo y de un lirismo subterráneo que,
repentinamente, se expresa con la mayor energía. Dada la importancia que le
asignamos, hemos hecho una amplia selección de sus poemas, tomados de sus
distintos "mamotretos", incluso del más reciente, "Nova et Vetera"65:
65
Bibliografía de León de Greiff: "Tergiversaciones de Leo
Gris, Aldecoa y Gaspar". Primer mamotreto (Bogotá, Tip. Augusta,
1925); "Cuadernillo poético de León de Greiff" (Medellín, 1929,
Esquicio No. 2); "Libro de los signos". Segundo mamotreto
(Medellín, Imp. Edit, 1930); "Variaciones alrededor de nada"
(Manizales, ed. Arturo Zapata, 1936); "Prosas de Gaspar" (Bogotá,
Imp. Nacional, 1937); "Antología poética" (Bogotá, ed. Cultura,
1942); "Farrago, Quinto Mamotreto" (Bogotá, ed. SLB, 1954);
"Relatos de los oficios y mesteres de Beremundo" (Bogotá, Imp.
Nacional, 1955); "Nova et Vetera" (Bogotá, ed. Tercer Mundo,
1974).
POETA SOY
YO DE LA NOCHE VENGO...
No he visto el mar.
Mis ojos
-vigías horadantes, fantásticas luciérnagas;
mis ojos avizores entre la noche; dueños
de la estrellada comba;
de los astrales mundos,
mis ojos errabundos,
familiares del hórrido vértigo del abismo;
mis ojos acerados de viking, oteantes;
mis ojos vagabundos
no han visto el mar...
Yo sé de los aromas
de amadas cabelleras...
Yo sé de los perfumes de los cuellos esbeltos
y frágiles y tibios;
y senos donde esconden sus hálitos las pomas
referidas de Venus!
Yo aspiré las redomas
donde el Nirvana enciende los sándalos simbólicos;
las zábilas y mirras del mago Zoroastro...
Mas no aspiré las sales ni los fodos del mar!
Mis labios sitibundos
no en sus odres la sed
apagaron:
no en sus odres acerbos
mitigaron la sed...
Mis labios, locos, ebrios, ávidos, vagabundos,
labios cogitabundos
que amargaron los ayes y gestos iracundos
y que unos labios - vírgenes - captaron en su red!
Juego mi vida!
Bien poco valía!
La llevo perdida
sin remedio!
Erik Fijordson
Corazón forajido,
nunca domado y que jamás no domas:
Tornamos a inquirir:
-¿Dónde está María-Luz, de los besos de moras?
-"Ya se irá, ya se va, si no se ha ido..."
Esta es la selva
de múrice y de oro!
Esta es la abierta vida innúmera!
CANCIONCILLA GAMA
VOLVER A VERTE
TU
Y el hermano respondió:
Es que ya
viene la
Aurora.
Tiembla como un cristal
al borde del abismo sideral.
Lleva el astro de luz confidencial
que vió Dante inmortal
al salir de la cárcel infernal.
La orla de su manto celestial
se agita sobre el sueño terrenal.
Empieza a despertar
la pureza del cielo angelical.
Todo se santifica en esa señal
de luz.
Y sube el mar
a lavar a la ciudad.
Oh, hermano, va a llegar
el Rey. Apaga ya
la lámpara de humilde claridad
que alumbró nuestra mesa fraternal.
Póstrate en humildad
y reza tu oración universal
por la alegría de crear,
por la pequeña dádiva del pan,
por la humana maldad
y por el gozo singular
de pensar
y soñar.
Oh lento florecer
del mundo! ¡Oh primavera siempre fiel!
¡Oh dicha de creer
en Dios y en la mujer!
¡Oh perenne verdura del laurel!
¡Oh fresco manantial en la aridez!
¡Oh plenitud del ser!
¡Oh locura de ver!
Hermano, hay que encender
nuestra esperanza en este amanecer,
y lograr la embriaquez
en la copa de miel.
Ya caen a nuestros pies
las frutas en su plena madurez.
Tiembla el fuego solar como una red
de oro. Entre la mies
corre el agua propicia a nuestra sed.
¡Vamos a poseer
la tierra en su completa desnudez!
INVITACION A NAVEGAR
ROSA MECANICA
(Fragmento)
LOS SILENCIOS
......................................
Terminamos esta selección de la obra de Rafael Maya con tres poemas, muy
posteriores a los ya incluídos, que dan testimonio -en su mejor aspecto- de su
nuevo estilo, anotando que en su último volumen, "El tiempo recobrado",
aunque hay versos aislados muy hermosos, no hemos encontrado, realmente,
ningún poema antológico.
CANCION
SUEÑOS
NOCHE ARCANA
67
Bibliografía de Mario Carvajal: "La escala de Jacob"
(Bogotá, ed. Santafé, 1935); "Romancero colonial de Santiago de
Cali", (Cali, Carvajal y cía editores, 1936); "Poemas" (Cali,
Biblioteca Departamental, 1954); "Torres de clamor y alabanza"
(Cali, ed. Norma, 1966).
Algo hemos adelantado ya sobre otros tres poetas menores del movimiento
de "Los Nuevos": Alberto Angel Montoya, Juan Lozano y José Umaña Bernal. Es
del caso detenernos un poco en sus tres figuras, dejando de lado el análisis de
muchos otros poetas de diversa significación68.
Umaña Bernal nació en Tunja en 1898. Ha sido ministro de estado y ha
brillado como político, orador, periodista, diplomático. Angel Montoya - nacido
en Bogotá en 1903, muerto en la misma ciudad - llevó una vida social, un tanto
artificial, para recluirse luego en su hacienda de la Sabana. Juan Lozano y Lozano
- Ibagué, 1902 - estudió en la escuela militar y luego en Cambridge y Roma.
Senador, ministro, diplomático, se ha dedicado sobre todo al periodismo: fundó
y dirigió el diario "La Razón" (1936) y actualmente mantiene una columna en
"El Tiempo".
Los tres han tenido una común afición por la poesía que en Lozano y Umaña
no ha pasado de ser un "hobby" al lado de otras actividades que habitualmente
se juzgan más importantes, o apremiantes, especialmente la política, la
diplomacia y el periodismo.
En la poesía de Umaña Bernal69 hay dos facetas muy distintas. Una es la de
las décimas, apretadas, brillantes, pero un tanto frías, la de algunos romances, y
de breves poemas descriptivos. Otra es la de un poeta de tono mayor, algo
solemne y elocuente, como en su "Nocturno del libertador" y "Cuando yo digo
Francia". Infortunadamente, el arte de Umaña Bernal limita con una hábil, un
tanto fastuosa versificación. Una profunda emoción no aflora hasta la superficie
del poema. Como en el caso de Jorge Zalamea, estamos más en presencia de un
intelectual que de un auténtico poeta, por lo cual es explicable que no
encontremos, al revisar cuidadosamente su obra, un poema plenamente
logrado.
68
Al mismo movimiento ete los Nuevos pertenecen Rafael
Vázquez (autor de "Anforas", 1927; "Prosa y Verso", 1928;
"Lauros", 1932; "La Torre del homenaje", 1937; "Ya pasó el sol",
1952); Daniel Bayona Posada, Luis Alzate Noreña, Gilberto Garrido,
José Ignacio Bustamante, Octavio Amórtegui.
69
Bibliografía de José Umaña Bernal: "Itinerario de fuga"
(Bogotá, ed. Santafé, 1934); "Décimas de luz y hielo" (Bogotá,
Lit. Colombia, 1942); "Nocturno del Libertador" (Bogotá, Lib.
Voluntad, 1950); "Diario del Estoril" (Buenos Aires, ed. Losada,
1953).
Juan Lozano y Lozano, por otra parte, es - como Félix Arvers en Francia - el
poeta de un solo soneto. El resto de su obra70 no tiene común medida con los
catorce versos dedicados a la Catedral de Colonia. Este soneto también parece
ascender - surtidor, escala - como la catedral en la visión magnífica del poeta. La
serie de metáforas, hábilmente encadenadas, que describen - con aciertos
creativos- el colosal monumento, desemboca en los dos últimos versos,
realmente excepcionales71:
LA CATEDRAL DE COLONIA
70
Bibliografía de Juan Lozano y Lozano: "Horario Primaveral"
(Lima Imp., La Opinión, 1923); "Joyería" (Roma, Scuola Tip. Pio X,
1927); "Poemas" (Medellín, ed. Horizonte, 1963).
71
Sería interesante establecer un paralelo entre el soneto de
Lozano y el de Gerardo Diego al "Ciprés de Silos", pues el
"procedimienio" poético es muy similar. No quiere esto decir que
haya plagio, ni siquiera influencia quizá. Pero la comparación
resulta rica en sugestiones.
Es extraño que la pasión poética de Alberto Angel Montoya no hubiera dejado
algo más perdurable. Su vida fue un interminable quehacer poético72. De "El
alba inútil", su primer libro, al último, "Hay un ciprés al fondo", pasan 27 años
dedicados a la poesía, con inmenso fervor. Y si algo quiso ser, fue un poeta. Tenía
la sensibilidad y la inteligencia, fundidas, para serlo. Con emoción recordaremos
siempre su figura y su entusiasmo cuando hablaba de poesía, de la propia y la
ajena, en especial en aquellas reuniones del café "Asturias", donde se incubó en
parte el movimiento de "Piedra Cielo" y el de los poetas subsiguientes. Pero algo
muy esencial falló, tal vez en su carácter: su sinceridad, su confesión se quedaba
a medio camino. Su refinamiento, su actitud de caballero de otro tiempo, su
dandysmo - polo, caballos de raza, perros, mujeres estilizadas - crearon una
muralla insalvable no solo entre el poeta y su lector sino entre el poeta y su
propio destino. Algo - un no se qué de gesto aristocrático - le distanciaba de las
cosas, de los seres, y de sí mismo; su final tragedia - la ceguera que de tiempo
atrás le amenazaba - tampoco engendró cantos de otra naturaleza, más íntima y
veraz. De este modo, su poesía se mantiene en un plano galante - incluso en los
temas más patéticos - , que nos resulta incompatible con nuestra noción de la
poesía. Pero bien valía la pena de detenernos un poco en este caso de Angel
Montoya, no solo para explicar su precaria presencia en esta Antología sino,
indirectamente, otros casos similares o limítrofes (Juan Lozano, Umaña Bernal,
Rafael Vázquez, Octavio Amórtegui...)
En la obra de Angel Montoya - quizá demasiado amplia, por poco esencial-,
aparece, o resplandece, un hermoso soneto, de corte tradicional y aire
modernista, que sirve, sin embargo, a cabalidad para definir su estilo:
SONETO AL AMOR
72
Bibliografía de Angel Montoya; "El alba inútil" (Bogotá,
Ed. Cromos, 1932); "En blanco mayor" (Bogotá, ed. Minerva, 1935);
"Las vigilias del vino" (Bogotá, ed. Cromos, 1938); "Límite"
(Bogotá, ed. Minerua, 1949); "Lección de poesía" (Bogotá, ed.
Minerva, 1951), "Hay un ciprés al fondo" (Bogotá, ed. Minerva,
1956). Recientemente se publicó su "Obra completa, prosa y verso.
Cuántas veces también, altivo y fuerte,
por alcanzar la gracia prometida,
me batí frente a frente con la vida
y me hallé cara a cara con la muerte!
73
Bibliografía de Germán Pardo García: "Voluntad" (Bogotá,
ed. El Gráfico, 1930); "Los júbilos ilesos" (México, Imp. Mundial,
1933); "Los sonetos del convite" (México, 1935); "Los cánticos"
(México, ed. Cultura, 1935); "Poderíos" (México, ed. Plycsa,
1937); "Presencia" (México, ed. Cultura, 1938); "Claro abismo"
(México, imp. del Bosque, 1940); "Sacrificio" (México, ed.
Cultura, 1943); "Las voces naturales" (México, ed. Veracruz,
1945); "Los sueños corpóreos" (México, ed. Gráficos Guanajuato,
1947); "Poemas contemporáneos" (México, ed. Talleres Gráficos
Guanajuato, 1949); "Lucero sin orillas" (México, ed. Cuadernos
americanos, 1952); "Eternidad del ruiseñor" (México, ed. Cuadernos
comprender las estrellas"; "la otra pasión mía ha sido el identificarse de mi
avidez con las pequeñas criaturas". Todo ello le ha llevado a un profundo amor
hacia la naturaleza y la humanidad: cósmico, humano, tierno. Agrega: "Soy el
poeta que más ha escrito contra el horror de la guerra". García Monge conceptuó
que su poema titulado "Yo no soy un soldado" es "el mejor canto civil de estos
tiempos". Poemas como "Atómica flor" condenan el empleo de las armas
nucleares.
En la abundantísima bibliografía de Pardo García es fácil extraviarse, como en
una selva. Pensamos que así ha ocurrido a los críticos, algunos de los cuales
piensan que esta poesía es demasiado formal, o solemne, o retórica. Quizá
porque solo han leído, al azar, algunos poemas aislados de Pardo García. Muchos
otros la ignoran, enteramente.
Pero este poeta múltiple posée una hondísima sensibilidad. Ha habitado
muchos mundos, sucesivamente, que él ha expresado fielmente en sus versos.
Poesía, a la vez, de profundo contenido y de perfecta arquitectura. Es un cantor
que, auténticamente, se ha planteado los eternos problemas del hombre y, sobre
todo desde la última guerra mundial, los que afectan al hombre contemporáneo.
Lo cierto es, sin embargo, que ningún poeta, por grande que sea, deja muchos
poemas estelares: las excepciones son pocas. El poeta halla su voz, difícilmente,
y se expresa en unos pocos milagros líricos. Pero esto basta, sin duda. Y es lo que
ocurre con la obra de Pardo García, aunque él se empeñe en darle cada día un
mayor volumen editorial. El nos lega unos cuantos poemas, perdurables, de
punzante angustia; unas cuantas estrofas donde fulgura el recóndito misterio de
lo poético. Así, por ejemplo, en su mínimo pero asombroso poema titulado
TEMPESTAD
En tu muestrario de mercaderías,
al azar de un instinto vagabundo,
tu prodigalidad bríndale al mundo
verde horizonte de calcomanías.
Muy discutido y a veces enfáticamente negado - como Maya - por las últimas
generaciones colombianas - que solo ven en sus versos una nueva retórica que
se multiplica sin cesar-, Pardo García es, en nuestra opinión, uno de los mejores
poetas colombianos.
Sin embargo, lo cierto es que su obra no conserva el mismo "nivel" y que en
sus últimos volúmenes, sobre todo, parece repetir fórmulas que han dejado
escapar o la emoción o la autenticidad o el misterio; de todos modos, algún
elemento químico que es esencial a la alquimia poética. De otro lado, su intento
de involucrar la ciencia actual dentro de la poesía, resulta obviamente fallido... al
menos como poesía. En varios de sus libros finales - es cierto también - resulta
inútil tratar de hallar la gran voz - perdida o extraviada - de los cantos de otros
días.
Pero regresemos, más bien, a esa voz, en lo que tiene de más grande y
verdadero. Algunos de sus versos anteriores no han perdido vigencia. Así ocurre
con "Jess Cook", "Húmeda Flor" y "Mujer Naturaleza", que son tres de sus
poemas más hermosos:
MUJER NATURALEZA
HUMEDA FLOR
JESS COOK
AIRE DIVINO
A LA PRESENCIA DE LA POESIA
Como la luz al corazón despierto,
tu presencia de nube conmovida
descenderá a la sed que está escondida
en los estanques lóbregos del huerto.
CANCER
74
"La obra poética de Germán Pardo García" en mi libro "La
Poesía inconclusa y otros ensayos" (Bogotá, editorial Centro,
1947).
Amaba tus codicias, tus ojos de anaconda,
la tersura de sal de tus senos amargos
y el rescoldo amarillo de tu piel traicionera.
Para nosotros, existir fue emboscar a la vida,
lo mismo que el samuro y el caimán en los pantanos.
Beber las emulsiones botánicas
y acostar en la sombra nuestro orgasmo sexívoro.
Un día me dijiste: hay una estrella misteriosa
que en las colinas de mi pecho duele.
¡Y era verdad, oh dios de las legumbres: el lucero
del cáncer rencoroso estaba allí!
De sus núcleos endógenos salía
hiel de las fauces de la cobra calva.
Lancé un gemido sordo de gorila en cadenas.
Olí impotables ríos nacer de mis riñones.
Aletazos de buitres y el zumbar de mil flechas,
contra mí disparadas por un indio antropófago.
No pudo el sol salvarte con sus rayos infragamma!
¡adiós, alondra-caballar, caprino citarista!,
me gritaste aturdiéndome.
¡Fue tu final aullido
de blasfemante perra cancerosa!
Después, rodaste al fondo de estéril sepultura,
perseguida por larvas y escorpiones.
Caíste con el ruido que produce en el silencio
de una alcancía la moneda rota.
Huí de ese reducto de iguanas pestilentes
y guaramos febriles.
Y yo, lector de infolios con metáforas
azules como abejas de cianuro,
me sumergí en un cuarto de paredes sacrílegas,
a sufrir como sólo la piedra ha sufrido;
a llorar como sólo la nube ha llorado
y a explorar con ojos ignorantes
el Panegírico de la Locura,
de Erasmo de Rotterdam.
*
Capítulo VI
EL SURREALISMO
75
Nacido en Calarcá en 1904, estudió primero en Bogotá y
luego en varias ciudades europeas. Ha ocupado cargos diplomáticos.
También ha sido profesor universitario (historia del arte,
especialmente) en Colombia y Chile.
76
La bibliografía de Luis Vidales se reduce al citado libro,
"Suenan Timbres" (Bogotá, ed. Minerva, 1926). Pero tiene diez
volúmenes inéditos, en espera de editor.
77
Bibliografía de Jaime Tello: "Geometría del Espacio"
(Bogotá, ed. Espiral, 1951); en Caracas ha publicado poemas y
crítica literaria.
78
Bibliografía de Vidal Echeverrya: "Poemas para lunas y
muchachas" (Bogotá, ed. Minerva, 1939); "Guitarras que suenan al
revés" (Bogotá, ed. ABC, sin año).
79
Hay que observar, sin embargo, que algunos de los
integrantes del grupo de "Piedra y Cielo", como Arturo Camacho
Ramírez, poseen alguna dimensión surrealista, quizá por una remota
influencia de Rimbaud, Breton, Tzara.
LA LEY DE LA ATRACCION
Me acompañarás entonces,
oh dulce niña?
Iremos lejos
lejos.
Señor
estamos cansados de tus días
y tus noches.
Tu luz es demasiado barata
y se va con lamentable frecuencia.
Los mundos nocturnales
producen un pésimo alumbrado
y en nuestros pueblos
nos hemos visto precisados a
sembrarle a la noche
un cosmos de globitos eléctricos.
Señor.
Nos aburren tus auroras
nos tienen fastidiados
tus escandalosos crepúsculos.
¿Por qué un mismo espectáculo todos los días
desde que le diste cuerda al mundo?
Señor.
Deja que ahora
el mundo gire al revés
para que las tardes sean por la mañana
y las mañanas sean por la tarde.
O por lo menos
-Señor-
si no puedes complacernos
entonces
-Señor-
te suplicamos todos los bostezadores
que transfieras tus crepúsculos
para las doce del día.
Amén.
Al leer los textos anteriores se nota claramente la ruptura con toda la poesía
anterior. Toques surrealistas, sin duda. Pero, además, las notas muy personales
de un poeta que se mece entre el juego y el lirismo, el humorismo y el ingenio,
animado siempre por un espíritu rebelde, inconforme. Después, como hemos
indicado ya, Luis Vidales evoluciona hacia otras formas poéticas, menos
innovadoras quizá, pero hondas líricamente. Regresa, inclusive, hacia algunos
modos tradicionales de expresión, como el soneto. De todas maneras, su espíritu
poético ha madurado, se ha hecho más sensible, más esencial, como se ve, por
ejemplo, en su "Elegía" (de 1964). lncluímos, para terminar, este interesante
poema, tres de los mejores sonetos de Vidales, y un poema (de 1966) aparecido
recientemente en la revista de poesía "Aquarimántima":
ELEGIA
SONETO AL RELOJ
LA ANUNCIACION
Capítulo VII
Hay poetas que resultan difícilmente clasificables. Así ocurre, a finales del
siglo XIX, con Silva; y, más tarde, con Barba-Jacob. Así sucede, también, después
del movimiento de "Los Nuevos", con Aurelio Arturo y Antonio Llanos. Aunque
cronológicamente puedan quedar enlazados con el grupo de "Piedra y Cielo", el
contenido mismo de su lírica los distancia de tal grupo. Queremos, por este
motivo, estudiarlos aisladamente. Y a sus dos voces mayores hemos agregado
las de otros dos poetas -Artel, Varela- que no quedarían bien situados en
ninguna otra agrupación.
Cuando el grupo de "Piedra y Cielo" aparecía en Bogotá, como se verá en el
capítulo siguiente, con los cuadernos editados por Jorge Rojas y los libros
iniciales de Arturo Camacho Ramírez y Eduardo Carranza -eran los años
1935-1939-, estaba escribiendo en Cali, solitario, un poeta de hondísimo
temperamento y de un acento muy definido y emocionado. Era Antonio Llanos,
nacido en 1905 en aquella ciudad. Había empezado a escribir en su adolescencia
-verso, prosa- y sus poemas circulaban en revistas y periódicos, en especial en
"Occidente".
Los poemas de Llanos tenían en común con los de los "piedracielistas" su
anhelo de pureza verbal, de renovación de los temas y las metáforas, pero su
poesía -más allá de cualquier común denominador formal- se abría hacia otro
horizonte. En su obra80 hay dos zonas diferentes, su poesía mística y su poesía
marinera, ambas de vivísimo interés.
La honda sensibilidad poética de Llanos se expresó, desde el principio, en
formas tradicionales, incluso en moldes voluntariamente arcaizantes, como las
liras. También, recogiendo la herencia de José Eusebio Caro y Darío, ha amado el
eneasílabo, metro en el cual están escritos algunos de sus más bellos poemas. En
sus cantos místicos se aproximó, mejor que Francisco Luis Bernárdez, a la órbita
de Fray Luis de León y de San Juan de la Cruz. Algunos de sus poemas marineros
son de una clara belleza. Y los sonetos de "Temblor bajo los Angeles" y sus libros
posteriores, recogen una emoción mística y profana doblemente significativa.
EL ENCUENTRO
Devuelto a tí, oh mar divino,
me reconoces al instante
como en la trémula mirada
se entienden los viejos amantes.
LA ESPERA
CANCION DE AUSENCIA
PASTOREO
En el breve camino
alzado como un lirio en la espesura,
el corazón divino
oyó la flauta pura
y enamorado fue de su hermosura.
De pronto, levantado
hasta el vértice puro de las cosas,
entendí que el estado
de amor no está en las rosas
sino en las duras noches silenciosas.
Estar enamorado
no es gozar con el ojo y el oído
la imagen del Amado:
es huir del sentido,
"también en soledad de amor herido".
................................
Estar enamorado
no es escuchar entre la noche, apenas,
el viento sosegado,
sino oir las serenas
voces de las angélicas colmenas.
...................................
...............................
Oh callada hermosura!
Oh prados en que duermes, Amor mío!
Colinas y espesura:
decidle a mi desvío
si ha empapado su túnica el rocío.
Mi ardiente pesadumbre,
surcada por las aguas de la pena,
se asoma a la vislumbre
de la noche serena,
a la justa belleza que enajena.
...........................
INTERLUDIO
RAPSODIA DE SAULO
NODRIZA
MORADA AL SUR
II
III
En el umbral de roble demoraba,
hacía ya mucho tiempo, mucho tiempo marchito
un viento ya sin fuerza, un viento remansado,
que repetía una yerba antigua, hasta el cansancio.
IV
CLIMA
84
Sería interesante saber, respecto de muchos poetas y
críticos recientes, que elogian sin reservas a Aurelio Arturo,
hasta dónde han entendido esta poesía hermética, sutil,
complejísima...
Es poesía de color85, de ritmo intenso, vibrante, que se aproxima a veces al
tono de las canciones populares de nuestra costa caribe. Buena dosis de folklor
recorre el interior del poema. Es una poesía por la cual se asoma el mar, dando
el ritmo de su oleaje a versos muy melodiosos. Las danzas costeñas parecen
impregnar la música del verso de Artel. Eduardo Carranza ha dicho que "el mar
se oye como perpetua música de fondo en la poesía de Jorge Artel. Un auténtico
mar, de labio devorante, aparece, con frecuencia, casi tangible, a flor de verso"86.
Véase un excelente ejemplo de la poesía de Artel:
Ya le lavaron la cara,
le pusieron la franela
y el pañuelo de cuatro pintas
que llevaba los días de fiesta.
No deseamos cerrar este capítulo sin hacer alusión a Héctor Fabio Varela,
nacido en Cali en 1911.
En la época en que aparecen los cuadernos de "Piedra y Cielo" (1939), Varela
empieza a publicar sus poemas, que quedarán dispersos en periódicos y
revistas. Mucho tiempo después los recogerá en un significativo volumen,
"Saudades" [Bogotá, ed. Iqueima, 1965].
Influído, en parte por sus coterraneos, Mario Carvajal y Antonio Llanos,
Héctor Fabio Varela [Varela es abogado y ha ocupado importantes cargos
públicos. Se ha dedicado también al periodismo. Entre unas y otras ocupaciones,
parece haber olvidado lo esencial: su poesía] posée una honda sensibilidad
poética, que se expresa bellamente en poemas como el que aquí incluímos:
SENSACION DE AUSENCIA
Capítulo VIII
Arturo Camacho Ramírez [Nació en Ibagué en 1910. Dedicó varios años, por
partes iguales, a la poesía, el periodismo y la bohemia. Ingresó, más tarde, a la
diplomacia (La Paz, París). Es actualmente funcionario de la Cancillería.] ha
hecho una poesía viril, carnal, saturada de acres aromas -a veces de bajos fondos
también-, expresada de manera muy vívida, sobre todo en el tema erótico, con
hondas manifestaciones del subconsciente.
Su breve volumen "Espejo de Naufragios" preludia -en 1935- el movimiento
de "Piedra y Cielo". Es ya piedracielista, antes de que se constituya el grupo.
Escribe, y estrena más tarde, una obra de teatro sobre la Guajira, titulada "Luna
de Arena": es teatro poético piedracielista. Su "Oda de Carlos Baudelaire" -de
1945- tiene algunos fragmentos muy hermosos, intensos. Su voz se ha depurado
y acentuado en varios libros posteriores [Bibliografía de Arturo Camacho
Ramírez: "Espejo de Naufragios" (Bogotá ed. Minerva, 1935); "Presagio de amor"
(Bogotá, ed. Centro, 1939); "Cándida inerte" (1939); "Oda a Carlos Baudelaire"
(Bogotá, Ministerio de Educación Nacional, 1945); "La vida pública" (Bogotá, ed.
Antares, 1962); "Límites del hombre" (Bogotá, ed. Cromos, 1964). Un nuevo libro
de poemas está en prensa.]. La influencia, demasiado absorbente, de Neruda y
García Lorca, en sus primeros volúmenes, fue luego asimilada, diluída, superada
por Camacho Ramírez, siempre en búsqueda anhelante de su propia identidad.
Aunque a veces su acento personal queda ahogado dentro de una fraseología
caótica, con la cual se pretende expresar un mundo muy oscuro -no siempre
auténtico-, un mundo agónico, similar en cierto modo al de las "Residencias" de
Neruda, confuso y complejo, referido a la realidad externa o íntima, en otras
ocasiones su lirismo resulta sólido, conceptual, afirmativo, sensual.
En la selección de poemas que viene a continuación, el lector podrá apreciar
la evolución poética de Camacho Ramírez, pues hemos tomado ejemplos - los
más significativos, nos parece - de sus varios ciclos líricos, empezando por un
soneto que es exacto resumen del "piedracielismo" y llegando hasta una de sus
más recientes y logradas expresiones:
NADA ES MAYOR...
..................................
SONETO A TERESA
Este final es muy hermoso y conmovedor. Los dos versos del último
fragmento:
................................
...............................
ELEGIA PURA
ARIETA
Estoy tan enajenado,
ay de mí!
que aún teniéndote presente
siento nostalgia de tí.
TEMA DE AUSENCIA
Solo una selección mucho más amplia de poemas de Eduardo Carranza daría
una imagen completa de su obra. Debemos limitarnos a lo esencial, pero el
lector habrá advertido la presencia de ese duende que se filtra por los renglones
puros de sus versos, esa delgada, misteriosa poesía que los impregna.
*
En 1939 aparecen tres libros de los piedracielistas: "Regreso de la muerte",
de Tomás Vargas Osorio; "La forma de su huída", de Jorge Rojas; y "Territorio
amoroso", de Carlos Martín89.
La vida de Vargas Osorio estuvo marcada por un sino trágico. Había nacido
en Oiba (Santander del Sur) en octubre de 1908. Se inició en el periodismo y
publicó sus primeros poemas, muy prematuramente, en 1923. Intervino
episódicamente en la política y fue representante a la Cámara. Pero una
enfermedad implacable le acosaba. Fue necesario amputarle una pierna: así lo
recordamos en las reuniones literarias del "Café Asturias" a que antes hemos
aludido. La enfermedad siguió su curso ineluctable, y le condujo pronto a la
muerte, en 1941, cuando contaba apenas con treinta y tres años.
Su obra es breve90 pero muy sugestiva. Una obra que tiene el ritornello
obsesivo de la muerte, como en los casos posteriores de Gaitán Durán y Cote
Lamus, como si todos tres hubieran intuído concretamente sus muertes
prematuras. A pesar de ese fúnebre presentimiento, que se hace muy patente en
los versos de Vargas Osorio, su forma expresiva resulta transparente, fina,
juguetona, como en su soneto "Corazón" que es, sin duda, lo más logrado de su
reducida obra lírica:
CORAZON
89
Bibliografía de Carlos Martín (nacido en 1914): "Territorio
amoroso" (Bogotá, ed. Centro, 1939); "Travesía terrestre" (Tunja,
ed. Altiplano, sin año). Radicado hace muchos años en Europa
(principalmente, en Holanda), ha publicado allí nuevas obras en
verso y prosa.
90
Bibliografía de Tomás Vargas Osorio: "Regreso de la muerte"
(Bogotá, ed. Centro, 1939); "Obras", con estudio preliminar de
Jaime Ardila Casamitjana (Imp. departamental, Santander del Sur,
1944-1946).
trayéndome el coral de la agonía.
91
Bibliografía de Jorge Rojas: "La forma de su huída"
(Bogotá, ed. Centro, 1939); "Rosa de Agua" (Bogotá, ed. Centro,
1941); "Cinco poemas" (Bogotá, Litografía Colombia, 1942);
"Parábola del Nuevo Mundo" (Ciudad Trujillo, 1945); "Poemas"
(Bogotá, ed. Santa Fe, 1946); "La invasión de la noche" (México,
1946); "Soledades" (Bogotá, ed. Iqueima, 1948); "Soledades II"
(Bogotá, ed. Iqueima, 1965).
EL AGUA
MOMENTOS DE LA DONCELLA
1. El Sueño
2. El Espejo
3. La Muerte
Después de esta primera "manera" de Rojas, el poeta halla una veta más
personal, más segura. Apartándose, en cierto modo, de su tendencia inicial, gana
en intensidad poética al abandonar los moldes tradicionales. Su "Salmo de los
árboles" tiene momentos muy tiernos y conmovedores, dentro de un poema que
se desenvuelve con metáforas originales y emoción auténtica. No es solo
descripción de los árboles, sino paisaje fundido con el sentimiento del autor, en
comunicación con la naturaleza:
Darío Samper es uno de los poetas menores del grupo de "Piedra y Cielo". Es
la suya una poesía fina, bien estructurada, o versificada, especialmente en sus
romances. Sin embargo, no llega a la altura de Carranza, Camacho Ramírez o
Rojas.
Al recorrer cuidadosamente su obra poética92, encontramos ecos, reflejos
poéticos, metáforas muy bellas, pero, en realidad, pocos poemas antológicos. Es
una lírica que mantiene su tensión, su nivel, sin rebasarlos93.
92
Bibliografía de Darío Samper: "Cuaderno del Trópico"
(Bogotá, Ministerio de Educación, sin año); "Habitante de su
imagen" (Bogotá, Ed. Centro, 1940); "Gallo fino - Poemas de tierra
caliente" (Tunja, Imp. Oficial, Boyacá, 1942; Instituto Caro y
A veces, en sus mejores instantes, la poesía de Darío Samper es tributaria del
"Romancero Gitano" de Federico García Lorca, que lo influye de manera muy
directa, como en el romance que incluímos a continuación por ser un ejemplo
muy revelador de su mundo poético:
BAMBUCO
Cuervo, 1971).
93
Darío Samper (nacido en Boyacá en 1913) ha escrito
numerosos poemas de carácter político (la mayor parte de ellos
inéditos), pero los que hemos conocido no nos convencen desde el
punto de vista poético: es, sin embargo, una veta de la poesía que
debemos registrar.
Salga la niña a la puerta
con su trenza de azabache.
Salga con su cinta azul
y con su clavel de sangre.
Capítulo IX
EL GRUPO DE CANTICO
CIELO DE UN DIA
críticas.
las nubes tan lejanas y el viento que las ciñe,
las nubes y el estío que brilla en las praderas
como dora la tarde, silenciosa, mi frente.
NOCHE DESIERTA
LLEGAR EN SILENCIO
TE HUBIERA AMADO
Te hubiera amado,
perfil solo, nube gris, nimbo del olvido.
Te hubiera amado,
rostro donde el día toma su luz hermosa.
Frío, dolor, nube gris de siempre,
como un relámpago entre el sueño amanecías
sonámbula y bella atravesando
una aurora.
SIN DESEO
Si al contemplar el día
el reino del olvido silencioso se cumple
en las rosas de sueño pálidas y extintas,
no recordar el campo, la soledad,
la amargura de la tierra
entre el fatigado verdor tibio
llamándome.
ENTONCES
EL MIEDO
La vida sufrida a sorbos; amargos tragos que lastiman hondamente, nos toma
de nuevo por sorpresa.
MOIROLOGHIA99
99
Moirologhía es un lamento o treno que cantan las mujeres
del Peloponeso alrededor del féretro o la tumba del difunto.
de tus secretos y nunca bien satisfechos deseos,
del torcido curso de tus apetitos,
qué decir, ¡oh sosegado!
De tu magro sexo encogido sólo mana ya la linfa rosácea de tus glándulas,
las primeras visitadas por el signo de la descomposición.
¡Ni una leve sombra quedará en la caja para testimoniar tus concupiscencias!
"Un día seré grande..." solías decir en el alba
de tu ascenso por las jerarquías.
Ahora lo eres, ¡oh Venturoso! y en qué forma.
Te extiendes cada vez más
y desbordas el sitio que te fuera fijado
en un comienzo para tus transformaciones.
Grande eres en olor y palidez,
en desordenadas materias que se desparraman y te prolongan.
Grande como nunca lo hubieras soñado,
grande hasta sólo quedar en tu lugar, como testimonio de tu descanso,
el breve cúmulo terroso de tus cosas más minerales y tercas.
Ahora, ¡oh tranquilo desheredado de las más gratas especies!,
eres como una barca varada en la copa de un árbol,
como la piel de una serpiente olvidada por su dueña en apartadas regiones,
como joya que guarda la ramera bajo su colchón astroso,
como ventana tapiada por la furia de las aves,
como música que clausura una feria de aldea,
como la incómoda sal en los dedos del oficiante,
como el ciego ojo de mármol que se enmohece y cubre de inmundicia,
como la piedra que da tumbos para siempre en el fondo de las aguas,
como trapos en una ventana a la salida de la ciudad,
como el piso de una triste jaula de aves enfermas,
como el ruido del agua en los lavatorios públicos,
como el golpe a un caballo ciego,
como el éter fétido que se demora sobre los techos
como el lejano gemido del zorro
cuyas carnes desgarra una trampa escondida a la orilla del estanque,
como tanto tallo quebrado por los amantes en las tardes de verano,
como centinela sin órdenes ni armas,
como muerta medusa que muda su arco iris por la opaca leche de los
muertos,
como abandonado animal de caravana,
como huella de mendigos que se hunden al vadear una charca que protege su
refugio,
como todo eso ¡oh varado entre los sabios cirios!
¡Oh surto en las losas del ábside!
Una pieza de hotel ocupada por distracción o prisa, cuán pronto nos revela
sus proféticos tesoros. El arrogante granadero, "bersagliere" funambulesco, el
rey muerto por los terroristas, cuyo cadáver despernancado en el coche, se
mancha precipitadamente de sangre, el desnudo tentador de senos argivos y
caderas 1.900, la libreta de apuntes y los dibujos obscenos que olvidara un
agente viajero. Una pieza de hotel en tierras de calor y vegetales de tierno
tronco y hojas de plateada pelusa, esconde su cosecha siempre renovada tras el
pálido orín de las ventanas.
Los guerreros, hermano, los guerreros cruzan países y climas con el rostro
ensangrentado y polvoso y el rígido ademán que los precipita a la muerte. Los
guerreros esperados por años y cuya cabalgata furiosa nos arroja a la
medianoche del lecho, para divisar a lo lejos el brillo de sus arreos que se pierde
allá, más abajo de las estrellas.
Los guerreros, hermano, los guerreros del sueño que te dije.
5
El zumbido de una charla de hombres que descanzaban sobre los bultos de
café y mercancías, su poderosa risa al evocar mujeres poseídas hace años, el
recuento minucioso y pausado de extraños accidentes y crímenes memorables,
el torpe silencio que se extendía sobre las voces, como un tapete gris de hastío,
como un manoseado territorio de aventura... todo ello fue causa de una vigilia
inolvidable.
La hiel de los terneros que macula los blancos tendones palpitantes del alba.
10
11
Por encima de la roja nube que se cierne sobre la ciudad nocturna, por
encima del afanoso ruido de quienes buscan su lecho, pasa un pueblo de bestias
libres en vuelo silencioso y fácil.
En sus rosadas gragantas reposa el grito definitivo y certero. El silencio ciego
de los que descansan sube hasta tan alto.
12
Hay que sorprender la reposada energía de los grandes ríos de aguas pardas
que reparten su elemento en las cenagosas extensiones de la selva, en donde se
crían los peces más voraces y las más blandas y mansas serpientes. Allí se
desnuda un pueblo de altas hembras de espalda sedosa y dientes separados y
firmes con los cuales muerden la dura roca del día.
GRIETA MATINAL
Cala tu miseria,
sondéala, conoce sus más escondidas cavernas.
Aceita los engranajes de tu miseria,
ponla en tu camino, ábrete paso con ella
y en cada puerta golpea
con los blancos cartílagos de tu miseria.
Compárala con la de otras gentes
y mide bien el asombro de sus diferencias,
la singular agudeza de sus bordes.
Ampárate en los suaves ángulos de tu miseria.
Ten presente a cada hora
que su materia es tu materia,
el único puerto del que conoces cada rada
cada boya, cada señal desde la cálida tierra
donde llegas a reinar como Crusoe
entre la muchedumbre de sombras
que te rozan y con las que tropiezas
sin entender su propósito ni su costumbre.
Cultiva tu miseria,
hazla perdurable,
aliméntate de su savia
envuélvete en el manto tejido con sus más secretos hilos.
Aprende a reconocerla entre todas,
no permitas que sea familiar a los otros
ni que la prolonguen abusivamente los tuyos.
Que te sea como agua bautismal
brotada de las grandes cloacas municipales,
como los arroyos que nacen en los mataderos.
Que se confunda con tus entrañas, tu miseria;
que contenga desde ahora los capítulos de tu muerte
los elementos de tu más certero abandono.
Nunca dejes de lado tu miseria,
así descanses a su vera
como junto al blanco cuerpo
del que se ha retirado el deseo.
Ten siempre lista tu miseria
y no permitas que se evada por distracción o engaño.
Aprende a reconocerla hasta en sus más breves signos:
el encogerse de las finas hojas del carbonero,
el abrirse de las flores con la primera frescura de la tarde,
la soledad de una jaula de circo varada en el lodo
del camino, el hollín en los arrabales,
el vaso de latón que mide la sopa en los cuarteles,
la ropa desordenada de los ciegos,
las campanillas que agotan su llamado
en el solar sembrado de eucaliptos,
el yodo de las navegaciones.
No mezcles tu miseria en los asuntos de cada día.
Aprende a guardarla para las horas de tu solaz
y teje con ella la verdadera,
la sola materia perdurable
de tu episodio sobre la tierra.
En todos estos poemas emplea Mutis, sin duda, un lenguaje "no convencional,
nutrido de algunos modernos (Conrad, Saint-John Perse), lenguaje revelador de
una conciencia lúcida ante sus propias desgarraduras", como ha escrito José de
la Colina, que "lo emparentan con lo mejor del surrealismo".
Para terminar, transcribimos a continuación un hermoso y revelador relato
poemático de Alvaro Mutis, el titulado "Viaje", que data del año 1948 y sirve de
antecedente - por su estilo y su mezcla de naturalismo y leyenda - a algunos de
los mejores pasajes del realismo maravilloso de Gabriel García Márquez:
EL VIAJE
No sé si en otro lugar he hablado del tren del que fui conductor. De todas
maneras, es tan interesante este aspecto de mi vida, que me propongo referir
ahora cuáles eran algunas de mis obligaciones en ese oficio y de qué manera las
cumplía.
El tren en cuestión salia del páramo el 20 de febrero de cada año y llegaba al
lugar de su destino, una pequeña estación de veraneo situada en tierra caliente,
entre el 8 y el 12 de noviembre. El recorrido total del tren era de 122 kilómetros,
la mayor parte de los cuales los invertia descendiendo por entre brumosas
montañas sembradas integramente de eucaliptos. (Siempre me ha extrañado
que no se construyan violines con la madera de ese perfumado árbol de tan
hermosa presencia. Quince años permanecí como conductor del tren y cada vez
me sorprendía deliciosamente la riquísima gama de sonidos que despertaba la
pequeña locomotora de color rosado, al cruzar los bosques de eucaliptos).
Cuando llegábamos a la tierra templada y comenzaban a aparecer las
primeras matas de plátano y los primeros cafetales, el tren aceleraba su marcha
y cruzábamos veloces los vastos potreros donde pacían hermosas reses de
largos cuernos. El perfume del pasto "yaraguá" nos perseguía entonces hasta
llegar al lugarejo donde terminaba la carrilera.
Constaba el tren de cuatro vagones y un furgón, pintados todos de color
amarillo canario. No había diferencia alguna de clases entre un vagón y otro,
pero cada uno era invariablemente ocupado por determinadas gentes. En el
primero iban los ancianos y los ciegos; en el segundo los gitanos, los jóvenes de
dudosas costumbres y, de vez en cuando, una viuda de furiosa y postrera
adolescencia; en el tercero viajaban los matrimonios burgueses, los sacerdotes y
los tratantes de caballos; el cuarto y último había sido escogido por las parejas
de enamorados, ya fueran recién casados o se tratata de alocados muchachos
que habían huído de sus hogares. Ya para terminar el viaje, comenzaban a oírse
en este último coche los tiernos lloriqueos de más de una criatura y, por la
noche, acompañadas por el traqueteo adormecedor de los rieles, las madres
arrullaban a sus pequeños mientras los jóvenes padres salían a la plataforma
para fumar un cigarrillo y comentar las excelencias de sus respectivas
compañeras.
La música del cuarto vagón se confunde en mi recuerdo con el ardiente clima
de una tierra sembrada de jugosas guanábanas, en donde hermosas mujeres de
mirada fija y lento paso escanciaban el guarapo en las noches de fiesta. Con
frecuencia actuaba el sepulturero. Ya fuera un anciano fallecido en forma
repentina o se tratara de un celoso joven del segundo vagón envenenado por sus
compañeros, una vez sepultado el cadáver permanecíamos allí tres días
vigilando el túmulo y orando ante la imagen de Cristóbal Colón, Santo Patrono
del tren.
Cuando estallaba un violento drama de celos entre los viajeros del segundo
coche o entre los enamorados del cuarto, ordenaba detener el tren y dirimía la
disputa. Los amantes reconciliados, o separados para siempre, sufrían los
amargos y duros reproches de todos los demás viajeros. No es cualquier cosa
permanecer en medio de un páramo helado o de una ardiente llanura donde el
sol reverbera hasta agotar los ojos, oyendo las peores indecencias, enterándose
de las más vulgares intimidades y descubriendo, como en un espejo de dos
caras, tragedias que en nosotros transcurrieron soterradas y silenciosas,
denunciando apenas su paso con un temblor en las rodillas o una febril ternura
en el pecho.
Los viajes nunca fueron anunciados previamente. Quienes conocían la
existencia del tren, se pasaban a vivir a los coches uno o dos meses antes de
partir, de tal manera que, a finales de febrero, se completaba el pasaje con
alguna ruborosa pareja que llegaba acesante o con un gitano de ojos de
escupitajo y voz pastosa.
En ocasiones sufríamos, ya en camino, demoras hasta de varias semanas
debido a la caída de un viaducto. Días y noches nos atontaba la voz del torrente,
en donde se bañaban los viajeros más arriesgados. Una vez reconstruído el paso,
continuaba el viaje. Todos dejábamos un ángel feliz de nuestra memoria
rondando por la fecunda cascada, cuyo ruido permanecía intacto y, de repente,
pasados los años, nos despertaba sobresaltados, en medio de la noche.
Cierto día me enamoré perdidamente de una hermosa muchacha que había
quedado viuda durante el viaje. Llegado que hubo el tren a la estación terminal
del trayecto, me fugué con ella. Después de un penoso viaje, nos establecimos a
orillas del Gran Río, en donde ejercí por muchos años el oficio de colector de
impuestos sobre la pesca del pez púrpura que abunda en esas aguas.
Respecto al tren, supe que había sido abandonado definitivamente y que
servía a los ardientes propósitos de los veraneantes. Una tupida maraña de
enredaderas y bejucos invade ahora completamente los vagones y los azulejos
han fabricado su nido en la locomotora y el furgón.
De los otros poetas de "Cántico" es poco lo que hay que decir, pues algunos
de ellos derivaron del todo hacia el periodismo (Eduardo Mendoza Varela, Saúl
Aguirre, Ovidio Rincón), otros hacia la política (como Daniel Arango, que ha sido
gobernador, parlamentario, ministro), otros hacia la radiodifusión (Alvaro
Castaño Castillo).
En muchos otros, el entusiasmo por la poesía ha sido superior a sus logros
líricos, aunque en sus obras es fácil encontrar hermosos versos.
Así ocurre con Oscar Echeverry Mejía, nacido en Ibagué en 1918, cuya obra
poética es muy abundante pero, evidentemente, desigual100; Jaime Ibáñez, quien
100
Bibliografía de Oscar Echeverry Mejía: "Destino de la voz"
(Manizales, ed. Arturo Zapata, 1942); "Canciones sin palabras"
(Bogotá, ed. Cahur, 1947); "La rosa sobre el muro" (Bogotá, ed.
Saturno, 1952); "Cielo de poesía" (Mendoza, ed. Gráficos y
Accurzio, 1952); "Toledo" (Bogotá, imp. Nacional 1958); "Viaje a
dirigió los cuadernos de "Cántico", como ya observamos, y que, después de una
brillante iniciación lírica101, se interesó más en otros géneros, como el cuento y
la novela, y también en la pintura; Edgar Orejuela Jordán (1917), autor de
"Llamarada" (1962) que ha empleado el pseudónimo de Edgardo Soria; Alvaro
Garcés Valencia que ha publicado cuatro interesantes libros de poesía; Luis
Enrique Sendoya - nacido en 1917 - , quien también a lo largo de una vasta
obra102 nos deja sobre todo algunos sonetos logrados; Alfonso Bonilla Naar,
co-autor, con Echeverry Mejía, de una interesante antología de la poesía
colombiana de los últimos tiempos; Guillermo Payán-Archer vecino al mar
desde su nacimiento (en Tumaco, Nariño, en 1921) que bien se pasea por las
islas del Caribe o deambula "solitario por Manhattan", cuya obra marinera
parece haber naufragado prematuramente103; José María Vivas Balcázar104,
nacido en 1919 y muerto tempranamente (1960), cuya obra lírica denota una
PASTORAL
Nunca mi corazón
soñara más pupilas,
que en el abierto cielo
de esta apacible víspera.
Una de las obras poéticas más extensas, entre todas las creadas en Colombia,
es la de Helcías Martán Góngora109. Muchos libros, a lo largo de treinta años, dan
cabal testimonio de su vocación lírica, de su fervor por esta tarea. Paralelamente
109
Bibliografía de Martán Góngora, nacido en Guepí en 1920:
"Evangelios del hombre y del paisaje" (Bogotá, ed. Penitenciaría
Central, 1944); "Desvelo" (Popayán; ed. Castillo, 1947); "Océano"
(Popayán: Ed. Universidad del Cauca, 1950); "Nocturnos y elegías"
(Popayán, ed. Departamento del Cauca, 1951); "Cauce" (Popayán, ed.
Departamento del Cauca, 1953); "Humano litoral" (Popayán, Ed.
Departamental del Cauca, 1954); "Lejana Patria" (Bogotá, ed.
Minerva, 1955); "Memoria de la infancia" (Bogotá, ed. Espiral,
1957); "Siesta del ruiseñor" (Bogotá, ed. Medusa, 1963);
"Encadenado a las palabras" (Bogotá, ed. Iris, 1963); "Los pasos
en la sombra" (Bogotá, ed. Medusa, 1964); "La rosa de papel"
(Bogotá, ed. Medusa, 1964); "Casa de caracol" (Bogotá, ed.
Guadalupe, 1965); "Treno" (Bogotá, ed. Bachué, 1966); "Suma
poética" (Bogotá, ed. Revista Jiménez de Quesada, 1969); "Diario
del crepúsculo" (Bogotá, ed. revista "Esparavel", 1971).
a esta producción, muy digna de alabanza, Martán Góngora ha venido
publicando una interesante revista de poesía, "Esparavel", que
infortunadamente no ha conservado siempre un nivel lírico de excelencia.
"Declaración de amor" es uno de sus poemas más logrados:
DECLARACION DE AMOR
*
La sensibilidad poética de Daniel Arango110, unida a su fértil imaginación y a
una capacidad expresiva excepcional, habría debido darnos obras de mayor
plenitud. Su expresión literaria, tanto en verso como en prosa111, ha quedado a
medio camino, debido a la nueva dirección que ha tomado su vida - la política -
que le distancia cada día más, infortunadamente, de su mundo poético y crítico,
donde nosotros pensamos que estaba su esencial misión.
Un soneto muy bello y su "Preceptiva" son ejemplos muy significativos de su
lírica inicial, creada cuando sus compañeros de generación empezaban a
escribir y publicar sus poemas y cuadernos de "Cántico". Un ambiente
hondamente poético, un signo de misterio, un inefable acento, dentro de formas
sugerentes, musicales y puras, son los rasgos distintivos de estos poemas:
ALA DE LA MUERTE
110
Nacido en Villavicencio, en el Departamento del Meta, en
1920. Además de los cargos políticos mencionados atrás, ha sido
profesor universitario durante varios años, vinculado
especialmente a la Universidad de los Andes.
111
Ya aludimos a su penetrante ensayo sobre Porfirio
Barba-Jacob en "Antorchas contra el viento" y a su estudio sobre
Silva y el Modernismo. Hasta ahora, no ha recogido en volumen ni
sus ensayos ni sus poemas.
y la mano, un lirio sometido
a la encendida nieve de la muerte.
PRECEPTIVA
NUEVA PRESENCIA
112
Bibliografía de Meira del Mar: "Alba del Olvido"
(Barranquilla, editorial Mejoras, 1942); "Sitio del Amor"
(Barranquilla, ed. Mejoras, 1944); "Verdad del sueño"
(Barranquilla, ed. Arte, 1946); "Secreta Isla" (Barranquilla, ed.
Arte, 1951); "Huésped sin sombra" (Barranquilla, ed. Arte, 1971).
Meira del Mar, que reside en su ciudad natal, ha cumplido allí una
amplia labor cultural, movida siempre por su inextinguible amor
por la poesía.
Con los hombros cargados de frutas y palomas
interminablemente pasaba el mismo viento,
VERDE MAR
Y se me pone a cantar
en los mástiles de oro
de la luna, sobre el viento.
II
Mar!
Y es como si, de pronto,
se hiciera la claridad.
Angeles desnudos. Angeles
de brisa con luz. Cantar
Y el corazón, de latido
en latido, dice: mar!
Capítulo X
EL GRUPO DE MITO
115
Bibliografía de Gaitán Durán: "Insistencia en la Tristeza"
(Bogotá, ed. Kelly, 1946); "Presencia del hombre" (Bogotá, ed.
Espiral, 1947); "Asombro" (Bogotá, ed. Antares, 1950); "El
Libertino" (Bogotá, ed. Mito, 1959); "Si mañana despierto"
(Bogotá, ed. Antares, 1961); "Los Hampones" (ópera, con música de
Luis Antonio Escobar, 1961); "Poesía Escogida" (Cúcuta, Imp.
Departamental, 1963).
116
"Eso no es la muerte, sino los muertos, o lo que queda de
los vivos. Estos huesos son el dibujo sobre que se labra el cuerpo
muerte, que le tortura y le torna inexplicable el mundo. Pero, ante ese enigma
indescifrable, el vivir se torna más intenso, más afanoso el goce, más cierto el
amor. La bella vida está allí, delante de él. Es "el verano", ese símbolo tan
frecuente en su poesía:
Porque no hay ribera. Quizá la muerte solo sirva para liberarlo del "afán
infinito". Llenamos esta "nada con las nubes". La esperanza es apenas un sueño,
"el sueño que puedo ser si mañana despierto / y sé que vivo". El título de su
obra esencial, "Si mañana despierto", indica simultáneamente esa obsesión
mortal y esa esperanza en que el poeta no puede creer. Paradójicamente, esa
convicción es la que hace cobrar nueva razón de ser al existir. La conciencia de
la nada le asigna un nuevo sentido al vivir. Todo ello está unido en Jorge Gaitán a
su instintivo filosofar, una actitud de libre rebeldía espiritual.
En cambio, en la poesía de Eduardo Cote Lamus la muerte está contemplada,
más que con angustia, con cierto amor, con cierta ternura, si pudiera decirse. El
poeta simplemente comprueba el morir. Se ha aproximado a la más elemental
Es como si todo fuera una quimera, una apariencia apenas soñada por el
hombre. Pero esa sombra y ese mundo imaginado o soñado -entre Calderón y el
idealismo alemán - no son vistos con desesperación. Hay, más bien, un ademán
enternecido, cierta conmiseración con todos los que así vivimos. Hay un tono de
confidencia, como diciendo con dulzura "esto es así", todo es un soñar, un
imaginarse; y como advirtiendo, sin angustia, que ese es el destino humano, el
del amigo, el del otro, el de cada uno.
Sin duda, estos dos poetas, Gaitán Durán y Cote Lamus, vivieron íntima y
profundamente su proceso mortal. Las huellas, hermosas y desoladas, de esa
experiencia paralela, fueron sus poemas. Hoy, los hermana la muerte. Habitan la
misma patria común. Para los dos se ha extinguido "el verano" y han llegado "la
sombra" y la "señal amarga". Pero, desde esa patria ciega, sus dos voces nos
hablan todavía, con la perdurabilidad de sus acentos poéticos muy puros.
*
SI MAÑANA DESPIERTO
HACIA EL CADALSO
II
SIESTA
SOSPECHO UN SIGNO
DIARIO
(Fragmentos)
En Ibiza las higueras tienen dueño, pero los higos son de todos.
*
Nunca he vivido - ni trabajado - tan intensamente como en Ibiza. Ley o azar,
en los últimos días resurgieron los indicios, presagios que creí inventar hace
años. No me abrumaron, sin embargo, las trazas de sangre en la saliva, ni la
fatiga, ni la asfixia precedida por un súbito desdibujamiento de las cosas. Iba al
mar con Betina y pasábamos siestas incomparables, tendidos en la arena. ¿Qué
más podía desear después del instante pleno, irrepetible? Vivía simplemente,
ebrio y feliz, sin pasado ni futuro. Soy - me repetía - mientras sienta contra mí
este caliente cuerpo dorado. Precisamente porque no olvido la muerte, creo con
pasión en este mundo.
LA ESTACION PERENNE
EL OLVIDO
LA JUSTICIA
Después
te sembraron igual que una semilla:
tu silencio cubierto por un árbol
dejó borrado el crimen.
El anterior es uno de los pocos poemas colombianos que tienen como tema el
de la violencia. Fenómeno bien extraño, por cierto, ya que el país vive una
inaudita violencia, casi un estado de guerra civil, de abril de 1948 (muerte de
Jorge Eliécer Gaitán) en adelante. Muchos intentos se hicieron en novela y
cuento sobre este tema, pero - salvo muy pocas excepciones - se derivó hacia el
relato macabro, la anécdota superficial o el documento periodístico. En cuanto a
la poesía, no hay una obra básica sobre este drama del país; apenas, algunos
poemas aislados, Darío Samper y Luis Vidales han escrito algunas obras de este
género, todavía inéditas. Algo de este aire de tragedia se respira, sin embargo, en
la obra de Gaitán Durán y en la de Cote Lamus (el primero de tendencia
revolucionaria y el segundo tradicionalista); algún toque encontraremos, luego,
en Eduardo Gómez; y, sin duda, el tema afloró, aunque tardíamente, en los
poemas de algunos de los nadaístas. A la luz de esta perspectiva, el anterior
poema sobre la violencia cobra una gran importancia.
Llegamos, por último, al libro final de Eduardo Cote Lamus, "Estoraques"118.
El tema de la muerte ("somos un cuerpo solo luchando contra la muerte") va a
ser reiterado ahora en otra dimensión, más profunda. Es un motivo en que Cote
Lamus tiene acentos conmovedores; con fondo nihilista a veces:
ESTORAQUES
(Fragmentos)
....................................
....................................
...................................
119
Bibliografía de Carlos Obregón: "Distancia destruída"
(Madrid, Gráficas Valera, 1957); "Estuario" (poemas de 1957 a
1960), Madrid, ed. de los Papeles de Son Armadans. 1961)
más logrados; en aquel libro, Obregón crea una atmósfera peculiar. Arrobo y
ternura lírica. El volumen conserva un tono, un nivel, una misma voz:
ESTUARIO
Desde mi ventana
al mirar la noche
he sentido asombro
y terror sereno.
Pero me he dicho:
no es ni un árbol
que se acerca
ni un árbol
que se aleja:
tan sólo es tu noche
redonda y constelada.
120
Bibliografía de Carlos Castro Saauedra: "Fusiles y
luceros" (Medellín, impr. municipal, 1946); "33 poemas" (Bogotá,
ed. Espiral, 1949); "Camino de la patria" (Medellín, ed. Antares,
1951); "Música en la calle" (Bogotá, ed. Antares, 1952); "Hojas de
la patria" (Bogotá, ed. Los Andes, 1953); "Escrito en el infierno"
(Bogotá, ed. Iqueima, 1953); "Despiera, joven América" (Medellín,
ed. Puracé, 1953); "El buque de los enamorados" (Medellín, ed.
Horizonte, 1957); "Sonetos del amor y de la muerte" (Impr.
depurtamental, 1959); "Los ríos navegados" (Lima, ed. Popular
Panamericana, 1961); "Cosas elementales" (Medellín, ed. De Bedout,
1963); "Toda la vida es lunes" (Medellín, ed. Universidad de
Antioquia, 1963); "Aquí nacen caminos" (Medellín ed. Fotolito,
1964); "El libro de los niños" (Medellín, ed. Sena, 1966);
"Poesía" (Medellín, Universidad Pontificia Bolivariana, 1969); "El
sol trabaja los domingos" (Medellín, ed. Granamérica, 1972).
EL MUNDO POR DENTRO
Entre los poetas que han obtenido premios nacionales de poesía, es preciso
destacar a Julio José Fajardo (Bogotá, 1929), que se inició débilmente - en 1948 -
con su libro "El hombre esencial". Aquel premio lo obtuvo, en 1966, con su largo
y discutido poema "Epicoidal", que constituye un intento de narrar épicamente
la conquista y la colonia española en tierras americanas, con un trasfondo
personal. "Nunca encontré hasta ahora en la poesía latinoamericana - escribe
Jorge Zalamea en el prólogo del poema - una crónica de las vicisitudes humanas
narrada con tan profunda ternura, con tal entrañada intimidad".
Descubrimiento, conquista y colonización - agrega - "no son descritos como una
epopeya gloriosa o una tenebrosa sucesión de expolios, opresiones y crímenes,
sino como tareas propias del hombre amoroso, transido de soledad, absorto en
la magnificencia de su propio hallazgo... No obstante la diafanidad del lenguaje y
el rigor casi geométrico de la metáfora, todo el poema... tiene el aura de las
recitaciones mágicas"121. Y, por su parte, Eduardo Gómez ha subrayado que ésta
121
"Epicoidal" (Bogotá, ed. Alberto Estrada, 1966). "Junior"
Fajardo - así se le conoce - prepara un extenso poema, "Historial
de Hermes".
poesía "se presenta como un caso aislado y especial, puesto que se encuentra al
margen de los "ismos", los ignora orgullosamente y se atiene más a la gran
tradición épica clásica..."
El género es difícil y no exento de peligros. Los fragmentos que trascribimos
a continuación darán al lector el tono, la modalidad y el alcance de este
interesante experimento de Fajardo:
EPICOIDAL
(Fragmentos)
Al tercero día
cambiaron las aves de tierra
por albatros nuevos.
Y empezó esa soledad
que es estar rodeado de mar;
no dejó huella la vela
ni la quilla ni el grito
sino azul.
Santa María.
.................................
Tierra!
.........................
El neófito
(había puesto el corazón
al servicio de una herida
con los labios abiertos)
por inexperiencia
no repitió los paisajes ordenados
sino que fundó trópicos
y una guerra a muerte
(el cielo de azul,
cataratas y el río)
unos dicen que entre la obligación
de permancer extasiados y la de hacer árboles
y otros,
que era una violencia unilateral
contra las vírgenes:
la selva, el silencio, la solitud y la orquídea.
......................................
Atrás nos referimos ya a Meira del Mar y Maruja Vieira. Silvia Lorenzo
(seudónimo de Sofía Molano de Sicard) ha creado una extensa obra.
Otro importante grupo de escritoras debe ser destacado: Gloria Nieto de
Arias ("Parábola del misterio", 1957), Josefina Lleras ("Palabras de mujer"),
Dolly Mejía, que inició su carrera literaria con "Alborada en la sangre", Elvira
Lascarro que, muerta siendo apenas una niña, dejó un interesante volumen
("Roble y clavel", 1951) y Beatriz de Cadena ("Itinerario de emociones", 1960).
Por su parte, Magdalena Fety publicó, en 1954, su "Rapsodia del Navegante" y
luego, en 1956, bajo el título de "Fragmentos", unas hermosas prosas poéticas.
Cecilia Pérez coleccionó también unas prosas líricas muy bellas ("La casa donde
termina el mundo"). Anita Díaz, tras larga labor literaria, recogió sus poemas en
su libro "El jardín de la palabra iluminada" (1974). Pero sobresalen,
especialmente, Emilia Ayarza de Herrera123 y Matilde Espinosa de Pérez124.
122
Isabel Lleras de Ospina nació (1911) y murió (1965) en
Bogotá. Se inició con un volumen de "Sonetos" (1936) y publicó
luego "Lejanía" (1952), "Canto comenzado" (1960) y "Más allá del
paisaje" (1963).
123
Emilia Ayarza de Herrera dió a la estampa "Solo el canto"
(1947), "La sombra del camino" (1950) y "Voces del mundo" (1957).
124
Matilde Espinosa de Pérez tiene una amplia bibliografía,
de la cual recordamos "Los ríos han crecido" (1955), "Por todos
los silencios" (1958), "Afuera las estrellas" (1961) y "Pasa el
viento" (1971).
125
Bibliografía de Dora Castellanos: "Clamor" (Bogotá, ed.
temperamento poético muy alto. En su extenso poema sobre Hiroshima
encontramos algunos fragmentos muy hermosos, pero creemos que su mejor
lírica se encuentra en sus pequeñas canciones (incluímos una de ellas) y, sobre
todo, en los sonetos que resultan muy característicos de su estilo y de su mundo
poético:
ALGUN DIA
Un día llegarás;
el amor nos espera.
Y me dirás:
Amada, ya llegó la primavera.
Un día me amarás.
Un día me tendrás.
Escucharemos mudos
latir nuestras arterias
y sollozar los árboles desnudos.
LINAJE PURO
NEFERTITE
FINAL
II
129
"Memoria de la Muerte" (Bogotá, ed. Antares, sin
año-1973?).
y descendió la sombra sobre el mundo.
El golpe no perdona, el golpe avisa
que el tiempo no palpita en su segundo.
III
*
Octavio Gamboa nació en Cali 130, como Gilberto Garrido, Mario Carvajal y
Antonio Llanos. Y prolonga esa excelente tradición lírica, emotiva, honda.
Alguna influencia de ellos tres, especialmente del último, se percibe en los
versos de Gamboa, quien maneja un idioma puro, de una gran musicalidad y
delicadeza expresiva. Son particularmente bellos sus poemas escritos en
eneasílabos, como "la llamada". Una honda nostalgia, un hondo amor, un hondo
pesar se trasmiten a través de sus estrofas. Una innata discreción, impregnada
de esa timidez que es frecuente en los temperamentos poéticos muy agudos, ha
hecho que la obra de Gamboa131 pase completamente inadvertida para el
público y la crítica. Pocos son quienes la conocen, aprecian, sitúan. Es justo
rescatarla de ese prematuro olvido. Los cinco poemas que aquí incluímos, buena
muestra de su sensibilidad lírica, están tomados de su libro "Canciones y
Elegías" y del volumen en prensa "El tiempo que no pasa":
130
Gamboa nace en 1923. "Durante veinticuatro días - dice -
fuí contemporáneo de Vladimiro Ilytch". Ingeniero, ha viajado por
todo el mundo. "Solo quiero que de mi se diga que fui un hombre
que llegó a los cuartetos de Beethoven".
131
Bibliografía de Octavio Gamboa: "Canciones y Elegías"
(Cali, ed. Norma, 1963).
Algo que me soporte cuando siento
que el corazón se muere y que la vida
se fuga en las canciones y el aliento.
LA LLAMADA
EL AMIGO OLVIDADO
De lejanos países
pausadamente habla.
Fue a buscar hasta ellos la alegría
y ha vuelto al fin, sereno de nostalgia.
Me da miedo encontrar
sin motivo, las luces apagadas.
Todo está silencioso.
Pero desde la sombra alguien me llama.
En la penumbra oigo
el rumor de su llanto entre mi alma
y unas penas que ya no son las mías
me nublan la mirada.
EPITAFIO
Me acompañó serenamente
por mis caminos soñolientos
y lloró conmigo las cosas
que en el olvido se perdieron.
Aquí reposa la que amé.
Cerca del mar, cerca del viento.
VUELO NOCTURNO
INFANCIA
134
Ya antes de ellos, Guillermo Valencia hizo algunos
intentos de poesía en prosa y algunos de sus discursos tienen
fragmentos eminentemente líricos; y León de Greiff, Rafael Maya y
Eduardo Carranza publicaron volúmenes enteros de prosas
poemáticas. Es interesante citar también las prosas líricas de
Amira de la Rosa y Jaime Paredes Pardo. Más adelante hallará el
lector las prosas poéticas de Gonzalo Arango y de Jaime Jaramillo
Escobar.
El es un gran creador de mitos y leyendas. Esa "función fabuladora" es, en
esencia, poética. También es poético su lenguaje perturbador. Y es poética su
visión del mundo.
No es nuestro propósito hacer aquí el elogio de Gabriel García Márquez como
novelista y cuentista. Lo es, solo, subrayar - eso sí con la mayor energía- la
condición poética de esa obra en prosa - creación de maravillas y fábulas
perdurables -, desconcertante y fascinante por tantos aspectos.
Nos parece que está bien cerrar este capítulo sobre la generación de "Mito"
con dos breves fragmentos de esa prosa poética, tan rica como sugestiva y
renovadora:
... Desde las tardes olvidadas del costurero, cuando la sobrina apenas se
interesaba por darle vuelta a la manivela de la máquina de coser, llegó a la
conclusión simple de que era boba. "Vamos a tener que rifarte", le decía,
perpleja ante su impermeabilidad a la palabra de los hombres. Más tarde,
cuando Ursula se empeñó en que Remedios la bella, asistiera a misa con la cara
cubierta por una mantilla, Amaranta pensó que aquel recurso misterioso
resultaría tan provocador, que muy pronto habría un hombre lo bastante
intrigado como para buscar con paciencia el punto débil de su corazón. Pero
cuando vió la forma insensata en que despreció a un pretendiente que por
muchos motivos era más apetecible que un príncipe, renunció a toda esperanza.
Fernanda no hizo siquiera la tentativa de comprenderla. Cuando vió a Remedios,
la bella, vestida de reina en el carnaval sangriento, pensó que era una criatura
extraordinaria. Pero después, cuando la vió comiendo con las manos, incapaz de
dar una respuesta que no fuera un prodigio de simplicidad, lo único que lamentó
fue que los bobos de la familia tuvieran una vida tan larga. A pesar de que el
coronel Aureliano Buendía seguía creyendo y repitiendo que Remedios, la bella,
era en realidad el ser más lúcido que había conocido jamás, y que lo demostraba
a cada momento con su asombrosa habilidad para burlarse de todos, la
abandonaron a la buena de Dios. Remedios, la bella, se quedó vagando por el
desierto de la soledad, sin cruces a cuestas, madurándose en sus sueños sin
pesadillas, en sus baños interminables, en sus comidas sin horarios, en sus
hondos y prolongados silencios sin recuerdos, hasta una tarde de marzo en que
Fernanda quiso doblar en el jardín sus sábanas de bramante, y pidió ayuda a las
mujeres de la casa. Apenas había empezado, cuando Amaranta advirtió que
Remedios, la bella, estaba transparentada por una palidez intensa.
-¿Te sientes mal? - le preguntó.
Remedios, la bella, que tenía agarrada la sábana por el otro extremo, hizo una
sonrisa de lástima.
-Al contrario - dijo -, nunca me he sentido mejor.
Acabó de decirlo, cuando Fernanda sintió que un delicado viento de luz le
arrancó las sábanas de las manos y las desplegó en toda su amplitud. Amaranta
sintió un temblor misterioso en los encajes de sus pollerines, y trató de
agarrarse de la sábana para no caer, en el instante en que Remedios, la bella,
empezaba a elevarse. Ursula, ya casi ciega, fue la única que tuvo serenidad para
identificar la naturaleza de aquel viento irreparable, y dejó las sábanas a merced
de la luz, viendo a Remedios, la bella, que le decía adiós con la mano, entre el
deslumbrante aleteo de las sábanas que subían con ella, que abandonaban con
ella el aire de los escarabajos y las dalias, y pasaban con ella a través del aire
donde terminaban las cuatro de la tarde, y se perdieron con ella para siempre en
los altos aires donde no podían alcanzarla ni los más altos pájaros de la
memoria...
Capítulo XI
EL NADAISMO
El "Nadaísmo" fue fundado en 1958. Era algo más que un nuevo movimiento
literario, o poético. A su fundador, Gonzaloarango, se unieron X-504, Jotamario,
Amílkar Osorio, Eduardo Escobar y Darío Lemos. Otros nadaístas surgieron en
Bogotá, Cali, Medellín y diversas ciudades.
Seguramente, no ha habido en el país un movimiento tan iconoclasta como
éste. Tuvo la gran virtud de ponerlo todo en duda. Dios, la sociedad, el
establecimiento, las sanas costumbres, la tradición - especialmente, la
antioqueña -, incluso la literatura que le servía de instrumento para expresarse
y convulsionar un medio sofocado de prejuicios.
Todo ello se hizo con originalidad, con humorismo picante o amargo, con
bruscos conceptos, rasgos de ingenio inesperados, con rebeldía auténtica, que
suscitaba antagonismos extremos.
El nadaísmo significó una ruptura y una apertura. Pero no solo ruptura con
los medios literarios anteriores sino una negación, el intento de desquiciar los
valores aceptados: desde luego, en poesía, pero también en política, filosofía y
moral. En este sentido, rebasó los límites de la literatura y se infiltró, con
algunas dosis de satanismo y cinismo, en las costumbres y en los credos. Ayudó
a ensanchar más la brecha generacional. Y con agresividad - pero con toques de
ternura, pureza - y con convicción casi fanática, se rebeló contra todo, ya que no
hallaba asidero en nada. Nunca un nombre fue más apropiado. Negado todo, el
nadaísmo afirmó su propia nada, o la del mundo, que es su reflejo. Situados en
actitud combativa - impregnados de valores "paganos" -, los nadaístas
rechazaron la cultura, cuestionaron todos los valores religiosos, morales, cívicos.
Fueron a dar con frecuencia a la cárcel, pues de la teoría pasaron muchas veces a
la práctica revolucionaria - teñida en ocasiones de comunismo. Sin duda,
fomentaron su propio escándalo, y usaron y abusaron de la publicidad. Fueron
los promotores de su propia revolución. Lograron, en buena medida, lo que se
propusieron: inquietar, desorientar, suscitar más preguntas que respuestas,
sembrar dudas. Se conectaron con diversos movimientos, especialmente con el
hippismo, y no fueron ajenos a las drogas.
De todo ello brotó una oscura, honda poesía, saturada de rebeldía y sentido
crítico, lo mismo que de humor amargo, nacida de la angustia de la nada.
Pero esta "nada" tiene mucho parentesco con "lo absoluto". Buscar y afirmar
la nada es, ya, una actitud en cierto modo metafísica, como bien lo supieron
Sartre, Heidegger y Camus. Y así, no es del todo extraño que - al menos para
algunos, empezando por el propio Gonzaloarango - ese laberinto escalofriante
de la nada haya desembocado en una aventura mística. Tal vez, algunos de los
nadaístas fueron místicos -ignorados incluso por ellos mismos - desde el
comienzo. Es lo que se vislumbra a través de algunos de sus versos y prosas
poemáticas, incluso en sus instantes más blasfemos o ateos, en sus actitudes
más iconoclastas - para la buena burguesía. Su desprecio por tradición,
capitalismo, burguesía, implicaba una búsqueda ansiosa: un absoluto más allá
de la rutina.
Refiriéndose a esta experiencia, Jotamario - uno de los nadaístas - ha escrito
en el más reciente libro de Gonzalo Arango: "Trece años le metimos a la misión
pagana y tanto nos ejercitamos en volear el alfanje que en pleno campo de
batalla le rebanamos la cabeza a nuestro aliado Satanás y volvimos a Dios las
miras. Hoy nuestra espada está en la vaina y esa vaina oxidada en el fondo del
mar de las deserciones. De todas las sorpresas que pudimos proporcionar,
ninguna como la de que el Nadaísmo iba a dar a Dios".
Sorpresa, sin duda, para los propios nadaístas y para sus lectores. Lo último
que podía esperarse era que de su cubilete de prestidigitadores saliera, de
pronto, Dios mismo, como un conejo inesperado. Pero así ha sido, al menos para
algunos de ellos, hoy en trance sobrenatural. Los otros se han mantenido fieles a
su línea inicial, a su ateísmo insurgente y a su desesperación; y, al llegar al fondo
del mundo o de la vida, siguen topándose con la nada.
Ignoro si los nadaístas colombianos conocieron, en su momento, una página
muy significativa de don Miguel de Unamuno - en "La agonía del Cristianismo" -
que alude a esta problemática e incluso a la designación hallada por Gonzalo
Arango. En su estilo retorcido, característico, escribe don Miguel:
"Nada! Otra palabra española henchida de vida de resonancias abismáticas,
que el pobre Amiel - otro agonizante solitario, y cómo luchó con la virilidad! -
graba en español en su "Diario Intimo" Nada! es a lo que viene a dar la fe de la
virilidad y la virilidad de la fe. - Nada! Así es como se ha producido ese especial
nihilismo español - más valdría llamarle nadismo para diferenciarle del ruso -
que asoma ya en San Juan de la Cruz... Nadismo que nadie ha definido mejor que
el pintor Ignacio Zuloaga cuando, enseñando a un amigo su retrato del Botero de
Segovia, un monstruo a lo Velázquez, un enano disforme y sentimental, le dijo: Si
vieras qué filósofo!... No dice nada!" No es que dijera que no hay nada o que todo
se reduce a nada: es que no decía nada. Era acaso un místico sumergido en la
noche oscura del espíritu de San Juan de la Cruz..."
Algo semejante ocurrió con el nadaísmo o nadismo colombiano135. Su actitud
derivaba quizá - por cuáles extraños laberintos del alma o de la conciencia
colectiva? - del nihilismo español. O del ruso. Y sus resonancias abismáticas - al
afirmar la nada y no solo al callar - eran las de quienes estaban sumergidos en
una oscurísima noche del alma. La de la nada pura o la del misticismo, por
anticipado.
Es cierto que Gonzalo Arango tuvo siempre algo de monje, de ermitaño, de
místico frustrado, de anacoreta perdido - y predicante - en medio de una
sociedad absurda. Hoy, en actitud de flor de loto y mirando hacia el cielo con
arrobo, se diría que ha llegado a una culminación. Sin embargo, para nosotros
sigue siendo difícil imaginarlo en actitud distinta de su rebeldía y de su
demoledora y eficaz crítica, movida por su humor y su sarcasmo.
En la obra de Gonzalo Arango136 hay un texto que resulta muy ilustrativo
para entender a cabalidad a los nadaístas. Es, al mismo tiempo, un excelente
ejemplo del estilo poético del fundador del movimiento137:
135
Es interesante subrayar la influencia de Federico
Nietzsche -Dios ha muerto, paganismo, nihilismo, espíritu
dionisíaco, anticristianismo - sobre el Nadaísmo colombiano.
136
Bibliografía de Gonzalo Arango: "Sexo y Saxofón"; "Prosas
para leer en la silla eléctrica"; "HK 111" (teatro); "Providencia"
(Barcelona, ed. Plaza Janés 1972); "Obra Negra" (Buenos Aires, ed.
Carlos Lohlé, 1974). Libro en prensa: "Fuego en el altar" (ed.
LOS NADAISTAS
Plaza y Janés).
137
Al interrogar a Gonzalo Arango sobre su vida, nos
respondió: "La biografía de un poeta son sus poemas. Aquí van.
Nací en Andes (Antioquia) el 18 de enero de 1931 (ninguna mujer ni
historiador sabe este secreto). No tengo títulos ni menciones de
honor. Estuve a punto de ser abogado, pero cierta inclinación a
torcerlo todo me desvió del derecho. La línea de mi vida, según
los astros, es una línea curva, difícil y que conduce a la gloria.
Salí del inmenso anonimato fundando el Nadaísmo para restituír a
la Nada su condición rebelde, y a mi vida una razón de vivir entre
los signos apocalípticos y nihilistas de mi tiempo. Creo que el
poeta es el defensor de oficio de la vida y que la poesía no es el
ocio de la palabra, sino su acción..."
de otras verdades y de otros seres.
El es él como una ola es una ola
lleva encima su color que lo define revolucionario
como es propia la liquidez del agua
del hombre ser mortal
del viento ser errante
del gusano arrastrarse a su agujero
de la noche ser oscura como un pensamiento
sin porvenir.
Ha teñido su camisa de revolución
en los resplandores de los incendios
en el asesinato de la belleza
en el suicidio eléctrico del pensamiento
en las violaciones de las vírgenes
o simplemente en el barrio pobre de los tintoreros.
ADIOS AL NADAISMO
CESAR O DIVINIDAD
MARASMO
.................................
PUNTA ARENAS
Dios nace en el resto del mundo, menos en Punta Arenas. Los pescadores
fueron al mar como siempre. Los areneros a la playa. Al mediodía los negros
están en sus ranchos hamacando tiernamente una pereza de siglos. De las
callecitas brota humo hacia el cielo de un azul canallesco. Parece un pueblo
apestado, abandonado.
En el aire zumba el aburrimiento como un presagio de muerte: son los
zancudos que encendieron sus motores sedientos de la sangre del cordero. Si al
menos un vientecito agitara los cocoteros. Pero no: inmovilidad de tumba,
ausencia de Dios hasta en el cielo. Si algo existe al fondo de esta azulidad difunta,
es la nada.
Jacobo es el peluquero de Punta Arenas. Realmente no hay mucho de qué
cortar en este pueblo de cabezas africanas. La barbería, por sustracción de
materia, no es oficio lucrativo. Más bien un arte de perder el tiempo. Por eso
Jacobo atiende su clientela las mañanas de domingo.
Aunque no es domingo sino Navidad, afila las tijeras para distraer el tedio
que azota los ranchos y abreviar este día sin porvenir. Cuando su instrumento
cortaría en dos un suspiro, agarra a su hijo Feliciano y lo ata a una banqueta,
donde el mocoso resiste y patalea como un sábalo atontado por la dinamita,
hasta que el peluquero lo deja como un cepillo. Para no perder la afilada, levanta
de la cama a Dimas, el abuelo, que se acostó a morir desde que un taco lo cegó.
Dimas no habla, pero reconoce todas las voces del pueblo, aun esas que vinieron
después de su desgracia. Se dice, además, que la explosión le desbarató los sesos
y que el viejo está loco.De noche, cuando todos duermen en Punta Arenas,
Dimas saca su flauta que le trajeron de Cereté y se va por las callecitas
entonando melodías a la soledad de sus tinieblas.
Jacobo le corta de la barbilla cuatro pelos de chivo, canosos, y él se deja hacer
con la indiferencia de un muerto.
El peluquero me señala con su arma blanca, cortando el aire entre sus dedos
ágiles como una tijereta:
-Venga le abajo esas ramas del coco
-Gracias, Jacobo, es para taparme del sol.
Como todos los de la casa están reunidos, pregunto si no piensan hacer una
fiestecita para celebrar la Navidad.
-Oye, Jacobo, ¿ustedes que hacen el 24?
-Toitas de pueico.
-Tortas de puerco, muy sabrosas. ¿Y después?
-Depué ná, a domí...
Tortasde puerco, ¡qué desgracia! Lo que soy yo me voy a tirar al mar. Por lo
visto, Cristo perdió su venida al mundo, y yo a Punta Arenas.
Nunca había sentido la soledad de la belleza como en esta naturaleza sin
alma, en que los hombres no se distinguen de los cangrejos más que por la paja
de sus grutas y la nostalgia de la flauta de Dimas bajo la eterna noche de los
hastíos.
Salgo del rancho y me tiro al mar, con la ilusión de que pase un tiburón
buscando carne de cristiano para su cena de navidad.
El gran poeta del nadaísmo fue, sin embargo, más que su propio fundador,
ese otro personaje misterioso, que inicialmente se enmascaró bajo el seudónimo
de "X-504". Con tan extraño nombre firmó y público varios poemas nadaístas,
audaces, renovadores, inquietantes. Detrás de estos versos desarticulados, se
adivinaba un hombre culto, sagaz, y un poeta que fluctuaba entre lo macabro y
lo tierno que, desgarrado interiormente, vivía patéticamente su "nada".
Después, un poco para desengaño de todos, resultó ser un hombre corriente,
con nombre propio - Jaime Jaramillo Escobar -, buen trabajador, editor y
tipógrafo para más señas, un poco más conformista - exteriormente - de lo que
sus poemas rebeldes harían suponer139. "Fue una decepción" dice Gonzalo
Arango. Con todo, ya descubierto, seguirá siendo siempre un ser enigmático.
Su vida, empero, no interesa. Interesa, y mucho, su obra poética140, creada
con un estilo inconfundible, fuera de serie inclusive dentro del nadaísmo, que,
139
Jaime Jaramillo Escobar nació en Pueblo Rico (Antioquia)
en 1933. Trabajó en empresas editoriales. Culto, ama la música, la
poesía antigua, las ediciones raras. Actualmente gerencia una
firma de publicidad. Dice que se ha alejado de la poesía; pero, es
esto posible?
140
Bibliografía de Jaramillo Escobar: "Los poemas de la
ofensa" (Bogotá, ed. Tercer Mundo", 1968), libro con el cual
obtuvo el premio nadaísta de 1967.
con una precisión rara en la poesía y con una peculiar mezcla de humorismo
oscuro y desolación lírica, revela una soledad infranqueable y dolorosa.
Hondo conceptualmente - sin ser racional -, siempre actual y sutil, sarcástico
e imaginativo - una fantasía referida a lo real de manera muy viva-, Jaramillo
Escobar habita su nada. Es quizá el más nadaísta de los nadaístas. En sus versos
- excepcionalmente renglones tradicionales; casi siempre amplias prosas
poemáticas - todo sistema se evapora. Mundo y juego humano pierden sentido.
Poesía terriblemente auténtica - original no solo en sus temas sino en la manera
de tratarlos -, en cuyo acento resuena un sombrío Baudelaire contemporáneo.
Un Blake? Un Claudel ateo? Un Blois actual? Su poesía denota un pensador
hondo, desgarrado como los más altos líricos, sensual y amargo, patético
siempre, con algo Kafkiano. Este insondable X-504 resulta imprevisible,
insobornable. Al asomarnos a sus versos nos hallamos ante un abismo. Su
aventura sigue abierta, inédita. Parece buscar, con amargura contenida y mucha
dulzura íntima, una serenidad que constantemente se le niega. A veces, cambia
su tono duro, se torna plácido, melancólico, triste, o abatido sin dolor; también
sin esperanza. Otras veces, el poema parece desenvolverse en dos niveles, uno
de pavura, otro mordaz sobre las cosas cotidianas. En esta lírica, impresionante,
de la vida diaria, es difícil que se le supere. En ocasiones, son poemas
monologados, o con diálogo tácito, o extensivo a personajes - como Whitman - o
a obsesiones y deseos. En el fondo, una poesía escalofriante (como su "Aviso a
los moribundos") que revela la convicción de que está de más en el mundo; la
última alma - dice - era la mía, alma siempre sobrante y solitaria. Son frecuentes
estos rasgos de su autobiografía interior. Palabras elementales: su poesía emana
de algo más recóndito. Cuántos poetas más conocidos - su lírica es todavía
ignorada entre el público y la crítica - resultan superficiales al lado de este
sincero desgarramiento, retenido, sin embargo. En formas mínimas, expresa una
honda poesía, como en el "Apólogo del Paraíso", con su sugestivo verso final,
que puede vincularse a aquella confesión suya: "El secreto de mi estilo está en
que escribo siempre desnudo". Su obra, aunque muy reducida - qué más da! - se
nos antoja uno de los instantes culminantes de la lírica colombiana. Entre pocos,
poquísimos - si se hiciera la más estricta selección -, él tendría que figurar, con
su tea oscura, incendiaria e iluminativa a un tiempo, pues su poesía, tan viva
como llama viva, destruye, crea, agoniza, revive, fulmina, arde. Por todo ello,
hemos querido darle a su poesía una amplia acogida en estas páginas
antológicas:
Quien escribió el anterior poema es, sin duda, uno de los mejores poetas
colombianos de cualquier época. Lo extraño es que esta lírica impar no haya
sido valorada, situada adecuadamente todavía. Por qué "Los poemas de la
ofensa" han permanecido en esta penumbra cercana al olvido?
Un tono completamente diferente es el de sus "Coplas de la muerte", poema
casi jocoso, bailarín y sangriligero, con algo de romance popular y de fábula
española del medioevo:
COPLAS DE LA MUERTE
LA LLAGA INCURABLE
Hay un animal que tiene que estar siempre con el
día. Si lo coge la noche, muere.
Este animal corre con el sol, para él es siempre medio
día y no conoce la oscuridad.
Le da la vuelta a la tierra con el sol; corre, vuela,
nada; está hecho así a su necesidad de luz.
Atraviesa las selvas, las montañas, los mares, siempre
con el sol.
En las islas es fácil verlo cuando pasa siguiendo el
día. Va siempre debajo del sol.
En el último eclipse se precipitó en el mar como un
paracaídas del sol. Estuvo a punto de morir.
Asimismo hay otro animal que tiene que estar siempre
con la noche. El día no le puede tocar la punta
de la cola, porque muere.
Este animal va siguiendo la noche, por continentes,
islas y mares; pero no es fácil verlo. Sólo una vez
estuvo a punto de ser atrapado sobre el Océano Indico.
No conoce el día, y si por algún acaso se llegara a
encontrar con el animal que va siguiendo el día, la
pelea de ambos levantaría olas de cien metros en la
Mar y trombas capaces de derribar un navío.
Viejo, no te burles,
que Dios hizo lo que pudo.
Además, el sapo no es la medida de Dios, evidentemente,
pues el elefante es un monstruo más grande
con su larga nariz,
y el hombre un monstruo todavía más grande, portador
a dos manos de su alto falo,
de cuya punta beben las jirafas del crimen,
y quien, no contento con su estatura,
ha levantado estatuas suyas gigantescas sobre altísimos
pedestales,
pero entonces se han levantado también estatuas de
Dios igualmente altas y arrogantes,
ya que El no quiere ser menos que el hombre.
Y has visto en cambio a los sapos u otros animales
levantándose a sí mismos monumento alguno o
siquiera una tumba?
Sólo tienen estatuas los animales que el hombre
ha tomado por compañeros, como el caballo,
y eso porque aparece montado encima de él
para hacer más alto su pedestal;
y el perro por la comprensión sexual que hay entre
los tres: Dios, perro y hombre.
Y las figuras de águilas y de leones porque el hombre
siempre ha aspirado a ser un animal feroz y
de rapiña;
eso, claro, lo sabemos,
pero la hormiga no reconocería un monumento a su
laboriosidad,
ni la abeja un monumento a la hormiga,
y menos la rana: no la nombres,
la pobre rana que se pasa gritando en las lagunas para
decir que está allí,
igual que tú,
y que Dios, que es el que más grita.
EL ESPERADOR
VISITA DE LA BALLENA
LA BUSQUEDA
EL DESEO
141
Es J. Mario Arbeláez, nacido en Cali en 1940. Ha publicado
un solo libro, "El profeta en su casa" (1964). Hizo la selección
antológica de "Obra Negra" de Gonzalo Arango.
planetas muertos y los tacones de platino de tus
zapatillas de gala se doblan entre canastas de champaña bajo el
peso terrible de la ausencia de tu talón
de Aquiles
ahora que en tu ropero las polillas han hecho lo
propio con tus trajes olorosos a fiesta en Beverly
Hills a Chanel número 5 a los cinco dedos de una
mano
ahora que el millonario excéntrico que alquiló la
mansión que habitabas en Brentwood ha dejado
de buscar tus axilas en los rincones de la sala y
organiza con sus invitados un safari de rinocerontes en el Perú
ahora que el siquiatra que te atendía se ha declarado en quiebra
y para pagar sus impuestos está escribiendo tus "Memorias" y
además porque a sus tres esposas les hacen mucha falta los doce
mil dólares mensuales que le pagabas de honorarios
ahora que las pastillas soporíferas que tomaste se
agotan rápidamente en las farmacias como canciones de cuna
definitivas
ahora que hasta en las cintas viejas de celuloide se
están cerrando tus ojos cansados de soportar tanta
pestaña tanta vigilia tanta viga
NOCHE SECRETA
Este pequeño poema revela esa tendencia del nadaísmo, muy cercana del
misticismo, de que ya hablamos. Otro ejemplo:
EL ZORRO NO SE DETIENE...
Capítulo XII
143
Quizá habría sido necesario formar dos grupos
generacionales, uno integrado por Eduardo Gómez (1935), Mario
Rivero (1935) y algunos otros; y uno más reciente (los poetas
nacidos de 1945 en adelante). Pero, aunque ello fuera explicable
desde el punto de vista del juego de las generaciones, no lo sería
si se tiene en cuenta un criterio poético, pues no hay diferencias
esenciales que permitan alinderar estos dos grupos. Además, los
primeros libros de todos ellos aparecen en los últimos quince
años. Es este factor de "generación poética" - nos parece - el que
debe predominar.
Quessep, Alberto Hoyos, Eduardo Gómez y María Mercedes Carranza. De ellos
presentaremos, más adelante, una amplia selección de poemas que explican y
respaldan este concepto crítico. Sus cuatro obras - muy disímiles por su tono,
motivos, sugestiones - se articulan admirablemente con la mejor poesía que hoy
se está escribiendo en Latinoamérica.
Hay, claro está, muchísimos otros poetas, cuyas obras despiertan el más vivo
interés, como es el caso de Mario Rivero144. Y otros más recientes, algunos de
sensibilidad muy honda, como Paula Gaitán y Jaime García Maffla; otros que
quieren unir su emoción a elementos intelectuales y formas sutiles, como Juan
Gustavo Cobo Borda, Elkin Restrepo, José Manuel Arango, Jorge Ernesto Leiva y
Samuel Jaramillo. De todos ellos, lo mismo que de Augusto Pinilla, Harold
Alvarado, José Manuel Crespo, Olga Elena Mattei, Luis Aguilera y Gloria Inés
Arias presentaremos algunos ejemplos poéticos muy significativos.
Estas son las voces - apenas unas pocas - que hemos elegido para representar
la última poesía colombiana, dentro de una bibliografía muy abundante145. Nos
144
En el mismo ámbito cronológico se hallan Guillermo García
Niño autor de "De espaldas a la muerte", "Arcadas al viento",
"Ciclos Humanos"y "Mundo sin límite"; David Mejía Velilla que ha
publicado "Historia del poeta", "Regreso a la montaña", "Paisajes
claroscuros", "Nocturno de las criaturas", "Los silencios" y
"Canto contínuo"; Félix Turbay Turbay (1936); Carlos Medellín,
autor de "Poemas", "Moradas"y "El aire y las colinas"; Luis
Zalamea ("Requiem neoyorquino", "Colombia", "Germinación del
alba"); Beatriz Zuluaga ("La ciega esperanza", "Este cielo boca
abajo"); Ramiro Lagos ("Testimonio de las horas grises", "Ritmos
de vida cotidiana", "Sinfonía del corazón distante" y "Romances de
pie quebrado"; y José Pubén ("Gradas de ceniza", "Poemas", etc.).
145
Además de los libros, dispersos, de los poetas, hemos
consultado, muy cuidadosamente, la "Antología de una generación
sin nombre" hecha por Jaime Ferrán en España (Ediciones Rialp,
Madrid, 1970); "La nueva poesía colombiana", seleccionada y
prologada por María Mercedes Carranza (Instituto Colombiano de la
Cultura, ed. Antares, 1971); la antología titulada "Ohhh!" que
contiene una amplia muestra poética de Juan Gustavo Cobo Borda,
Darío Jaramillo, Henry Luque Muñoz, Alvaro Miranda y Elkin
Restrepo (Medellín, ed. Antorcha, 1970), el volumen "Tensionario"
que trae poemas de cinco autores jóvenes (Rafael Díaz Borbón,
1945; José Luis Díaz Granados, 1946; Gustavo Urrego Alvarez, 1949;
Saúl Rojas, 1948; Igor Iván Valdés, 1950); el pequeño volumen "50
años de poesía colombiana", con selección hecha por Néstor
Madrid-Malo (Ed. Tercer Mundo, 1973). A ello hay que agregar los
poemas aparecidos en los suplementos literarios en revistas como
hemos guiado por nuestra propia intuición: toda antología implica buena dosis
de subjetivismo de parte del autor. Pero es el único criterio posible. Sin
eclecticismos. La mejor selección de poemas - ha escrito Paul Eluard - es aquella
que se hace para uno mismo. Así hemos procedido, buscando, como muestras de
la poesía más reciente, aquellos poemas que, por su autenticidad, revelan
temperamentos esencialmente líricos e invitan a una reiterada lectura146.
CERCANIA DE LA MUERTE
Extranjero de todo
La dicha lo maldice
El hombre solo a solas habla
De un reino que no existe.
Acuérdate muchacha
Que estás en un lugar de Suramérica
No estamos en Verona
No sentirás el canto de la alondra
Los inventos de Shakespeare
No son para Mauricio Babilonia
Cumple tu historia suramericana
Espérame desnuda
Entre los alacranes
Y olvídate y no olvides
Que el tiempo colecciona mariposas
LO QUE IGNORAMOS
ELEGIA
A mi padre
Y me contaba en el idioma
de su lejana Biblos
donde hay un ánfora que guarda
una alondra color de vino
*
Jorge Ernesto Leiva (Ibagué, 1937) ha publicado tres libros148 y prepara un
cuarto volumen, "Diario de invierno", que es el resultado de sus numerosos
viajes (ha vivido en París, Pekín y Estocolmo) y de su contacto con otras
culturas.
Leiva vivió de cerca y padeció la violencia en el Departamento del Tolima.
Ella le marcó indeleblemente. Y también fue el origen de muchos de sus poemas.
Subrayamos este hecho, ya que anteriormente, al comentar un hermoso poema
de Cote Lamus, observamos cuán escasa es la poesía escrita con el tema de la
violencia.
Una emoción, sincera y depurada, anima los poemas de Jorge Ernesto Leiva.
Sus formas expresivas, libres, muestran los rumbos abiertos de su inspiración.
Hemos escogido, como ejemplos de su lírica, dos poemas que presentan
facetas diferentes, una la del poeta que se pasea, alerta su sensibilidad, por
tierras extranjeras; otra, la del poeta "comprometido":
DIARIO DE INVIERNO
..................................
En la Rue de Medicis
una vieja enumera sus castañas,
los amantes se besan contra los muros
y los pintores abrigados
dibujan las azoteas.
Por la Rue de Medicis pasan delante por la tarde
el oriental con sus ojos horizontales
el latino de acento flexible
el africano con su bello color de tierra,
pasa también el rubio de Escandinavia.
La vieja anuncia ahora sus castañas.
En esta tarde de noviembre cualquier habitante
de la tierra debe sentir pesada su osamenta
148
Bibliografía de Jorge Ernesto Leiva: "No es una canción"
(1959); "La ceniza es el infinito" (1963); "Poemas de ausencia"
(1964).
nadie debe dudarlo
ni decir que siente lástima en las uñas.
Por todo el mundo se anunció: "Una bomba ha caído
sobre una escuela de niños en Vietnam"
a estas horas los loros plenipotenciarios
estarán bebiendo sangre fresca
mientras una ciudad humeante agoniza
bajo las estrellas de bambú.
Noviembre cae a trozos sobre la superficie
y el tiempo permanece con su apodo glacial.
LOS HEROES
En el mismo año en que Giovanni Quessep publica "Después del Paraíso", una
niña, de siete años apenas, da a la estampa, también, unos poemas misteriosos,
en que expresa su asombro infantil. Es Gloria Inés Arias. A este libro inicial, que
deja un tanto perpleja a la crítica, siguen luego otros varios149, en los que la
adolescente continúa diciendo el asombro que las cosas cotidianas y las
trascendentes le suscitan.
Al releer estos poemas, después de algunos años, y al recorrer los nuevos
libros de Gloria Inés Arias150, no vistos ya en la perspectiva de la niña
desconcertante, los versos siguen conservando su encanto. Queremos citar
algunos de estos versos y fragmentos donde destella un claro lirismo:
Porque un dios
se ha perdido
en el Cosmos
de la locura...
los astros
ya no tienen alma.
Era el eco
de las palabras muertas;
era el llanto
de una leyenda olvidada;
era la noche
de los niños solitarios;
era el tiempo
de las hojas secas;
era la voz
de las ruinas lejanas;
era la tristeza...
RETORNO
ESENCIA
Te amaría si fueras
múltiple y una simultáneamente,
si al tiempo que cambiaras
fueras la misma siempre,
si sintieras, amaras, conocieras
151
Bibliografía de José Manuel Crespo: "Sinfonía vertical"
(1963); "Catarsis" (1966); "Adoración del fuego" (Bogotá, tip.
Hispana, 1973).
tu luz, tu noche oscura,
si tuvieras el ansia de crearte
a tí misma total, eternamente,
transfigurando en vida
tu muerte cotidiana.
Eres
un universo
casi completo.
Todo es tuyo,
porque eres dueño del silencio.
Porque en tu cuerpo mudo
se trizan
los mundos ajenos!
Vives el infinito
porque no te limitas
con el ruido.
Vives en lo eterno.
152
Bibliografía de Olga Elena Mattei: "Sílabas de Arena"
(Medellín, impr. Departamental de Antioquia, 1962); "Pentafonía"
(Medellín, 1964); "La Gente" (Instituto Colombiano de Cultura, ed.
Antares, 1974). Olga Elena Mattei (de Arosemena) nació en Puerto
Rico en 1938.
La música que piensas es incienso
las palabras ajenas
son solamente besos.
Tu llanto es agua sin esfuerzo
en la garganta.
Para tus manos casi mágicas,
se convirtió el sonido en vibraciones
secretas
como tus oraciones
más sagradas.
Tú puedes escuchar todo el concierto
de los planetas,
el sonido armonioso
de todas las estrellas.
No te llames dolor,
y no estés triste
porque toda canción
toda voz de hombre es tan amarga
que serás más feliz sin escucharla
quizás Dios te hable
directamente al alma
porque tienes la gracia
del silencio
en tus entrañas
EL PADRE
JHON
Jhon
usted está muerto
fue en Dallas de un tiro en la cabeza
y con un fusil viejo
-Oswald también murió-
Usted que ganó muchas regatas
en el colegio
que fue marino y naufragó
salvándose para llegar a ser presidente
por fin está solo
conoce ahora las lluvias subterráneas
y sabe para lo que sirve una colina
Usted viajó por muchos países
en un avión veloz
-quería conocerlos a todos-
todos lo recuerdan
como el mejor deportista
capaz de patear el balón atómico
sonriendo como un gerente
Usted fue un hombre de su tiempo
no usó chistera
bailó el jazz
Joe el trompetista negro lo recuerda
cuando sube la escalera sin fin de su raza
y Blackie el lavaplatos
que no ha podido desteñir sus manos - tralará tralará-
y Tom el portero - señor siga señor-
Usted está muerto Jhon
pero su sonrisa destella
como azúcar quebrado
a través del Mississippi
entre la noche de los algodonales
donde aún se vive un maltrecho esplendor
y aquí al sur del Río Grande
gentes sin futuro
gentes de taller
o de canoa
también lo recuerdan como a un camino.
VERSOS
Habíamos caminado
muchas veces
cogidos de la mano por las colinas
Tu alcanzabas la mejor edad
yo no lo sabía
Me preguntabas cómo era el olvido
que después aprendimos
Eras algo así
como un olor espeso
que yo olfateaba
cuando la noche y los árboles
estaban más desnudos
Entonces
era verano sobre el tiempo
y las frutas.
Los muchachos jugábamos
al foot-ball
al bueno y al malo
en las tardes
con color de azafrán
frente a la fábrica
donde yo iba a ser hombre
No había tantos papeles
ascensores, antesalas
y pájaros asesinados
entre los edificios.
La llamaba mi pequeña de arroz
y la esperaba
cerca a donde dormían los trenes
mientras el humo
como una culebra de plata
enamoraba el aire
y se metía en mi nariz
de animal triste.
Era un amor de trenzas y overol
y con pobres palabras...
154
Hernando Valencia Goelkel, en el prólogo de las "baladas",
dice: "Esos términos de balada, saga, tango, etc. y los temas
mismos de los poemas señalan una circunstancia tan elemental que
su mención es casi embarazosa: Rivero quiere contar. El propósito
no es el deslumbramiento nuevo y, solo dentro del país, cabe la
pensamos que estas "baladas" estén tan logradas como otros poemas anteriores
de Mario Rivero, pues el peligro de este género radica en que el poeta se limite a
registrar hechos, sin crear nada, o a relatar simplemente sin que el cuento
adquiera la jerarquía de la auténtica poesía.
PAISAJE DE MI DESESPERANZA
Paisaje de mi desesperanza
EN LA MEMORIA
156
Bibliografía de Elkin Restrepo; "Bla, Bla, Bla" (Medellín,
1968); "Memoria del Mundo" (Pasto, ed. Universidad de Nariño,
1974). Elkin Restrepo, profesor de literatura, dirige la revista
de poesía "Aquarimántima".
líneas, junto con una expresión retenida y un humor original, amargo, sobre la
rutina de la vida.
Son, a veces, poemas mínimos, como este, tomado de su último libro:
EN LA REGlON COSTANERA
157
Nace en 1935, en Miraflores (Departamento de Boyacá). Hizo
estudios de derecho. Viajó a Europa y permaneció seis años en
Alemania Oriental. Allí estudió teatro, tradujo a Brecht. A su
regreso, formó parte del grupo de redacción de "Frente Unido" de
Camilo Torres. Actualmente trabaja en periodismo y en programas de
radio y televisión.
158
Bibliografía de Eduardo Gómez: "Restauración de la
Palabra" (Bogotá, ed. Antares - Tercer Mundo, 1969). Poemas suyos
han aparecido en periódicos ("El Tiempo") y revistas ("Razón y
mundo actual. Es la suya una poesía honda, muy íntima, fuerte y acre, creada a
veces con trazos objetivos muy fuertes. Sus patéticos versos desgarran, al autor
y al lector. Se entrevé, a través de estos viriles poemas, un mundo sombrío,
tétrico, del cual emana una serena, contenida angustia. Sin elocuencia ni
patetismo, Eduardo Gómez nos habla de la miseria, de la terrible condición
humana. La suya y la del otro. La soledad, el abandono, la tristeza, la frustración
y la desesperanza recorren estos poemas donde, súbitamente, algunas
metáforas bellísimas iluminan el contexto amargo. En el fondo -alcanzamos a
adivinar - un ser muy tierno, que tiene cierto temor o reticencia a expresar su
ternura, o su amor. Pero algunas expresiones muy hermosas ("mis brazos están
curvados todavía por tu cuerpo") aluden a un amor, a una pasión, a una ternura.
El recuerdo le enternece y le entristece. Le nubla la visión. Y, con acento
pesimista, sufre amargamente una pérdida. Una atmósfera perturbadora es la
que habita este poeta:
AMANECER
RETORNO
De la noche surge, a veces, el pasado
y el insomnio zumba como un moscardón
sobre las sábanas que cubren un muerto.
La luna suele aparecer en esa hora
-pálida muchacha de otros mundos-
inclinada a la espera sobre el océano terrestre.
RESTAURACION DE LA PALABRA
UNA ESPERANZA
*
Luis Aguilera (1945) publicó un libro de "Poemas" en 1970. Dos años
después, obtuvo un premio en un concurso de poesía auspiciado por la
Embajada de Chile en Bogotá. Está en prensa su nuevo volumen "Una vez del
todo los pájaros de hierro". Es conocido, especialmente, por los poemas que, de
tiempo atrás, viene publicando en revistas y suplementos literarios.
Como en todo este trabajo poético se advierte una fina sensibilidad, un
temperamento poético evidente, una voz inconfundible, deseamos incluírlo en
esta Antología. Hemos escogido un poema suyo que -nos parece - resume muy
bien su modalidad poética:
159
Bibliografía de María Mercedes Carranza: "Vainas y otros
poemas" (Bogotá, Talleres Ponce de León, 1972).
-se desconoce la madre de Yavé-
y Cristina Keeler, que no es el final,
la historia es larga.
Camelias blancas, camelias amarillas,
camelias negras, Pompadoures
de su príncipe, Catalinas
de su corazón. Beatas por un pelo,
la Estuardo en los altares,
vírgenes como Isabel o como Lucrecia,
camelia venenosa, víctimas de un Borgia.
Maria Luisa, gorda y fea,
más sensible que una adormidera,
Josefina entre diademas y Paulina
su dignísima cuñada. Queda Julia
la hija del Divino y Biblia arriba
Judith, camelia santa.
Y sobre ellas y las que faltan,
la celeste Celestina, que a todas ama
y a todas guía, aún con el sabor
en las encías y vive y reina
por los siglos de los siglos. Amén.
a Fernando
PRECEDENTES DE LA PHILIPS
160
Bibliografía de Harold Alvarado: "Pensamientos de un
hombre llegado el invierno" (Cali, Piraña Editorial, 1972);
"Poemas" (Bogotá, 1973).
expresar su desasosiego - teñido de humorismo, como es frecuente en tantos
otros poetas recientes - y otras su emoción neta, auténtica. Son las notas que el
lector descubrirá en los dos poemas que hemos escogido:
ESTA MAÑANA
MEMORIA
161
Bibliografía de Alberto Hoyos: "Espía del alba" (Cúcuta,
Instituto de Cultura y Bellas Artes, 1973).
VISION
El mundo se abre
y pasas como un río fugitivo
dándole al universo tu presencia
crecen tus piernas con los árboles
FUEGOS NOCTURNOS
(Fragmentos)
.................................
Armonía
Perdido
por los ciegos senderos
de la música
tienes
el rostro
que tendrás en la muerte
El Poseído
a veces
siento en mis manos las manos
de mi padre y mi voz
es la suya
un oscuro terror
162
Bibliografía de José Manuel Arango: "Este lugar de la
noche" (Medellín, ed. Graphos, 1973). Está en prensa su nuevo
libro "Eróticas" que hemos alcanzado a conocer en parte, pues la
revista "Aquarimántima" ha publicado algunos de sus poemas.
me toca
quizá en la noche
sueño sus sueños
la fría furia
y el recuerdo de lugares no vistos
Paraíso
Infancia
vuelta a encontrar al morder una fruta
en su sabor olvidado
Juan Gustavo Cobo Borda (Bogotá, 1948), tras breve tránsito por la
universidad, se ha dedicado, por entero, con fervor espléndido, a los libros, a la
poesía, a la crítica literaria. Poemas y notas suyas han venido apareciendo, de
tiempo atrás, en revistas y periódicos, fertilizando el ambiente, aportando temas
nuevos, descubriendo otros valores de la lírica colombiana. Desde la dirección
de la revista "Eco" irradió ese entusiasmo riguroso que lo caracteriza163.
En el único libro que hasta ahora ha publicado, "Consejos para sobrevivir"164,
hay poemas inquietantes, saturados de interrogantes, con toques de autocrítica
a lo largo de los versos, escritos en un lenguaje vivo, actual, a veces irónico y
desencantado.
163
"Eco" es revista editada por la Librería Buchholz, de
Bogotá. Ha cumplido una excelente labor cultural, en especial
dando a conocer entre nosotros los valores de la literatura
alemana.
164
Ediciones de "La soga al cuello" (Bogotá, 1974).
A través de sus poemas, Cobo - como Quessep - parece preguntarse
constantemente por la esencia de la poesía. Y también por su necesidad o su
utilidad. Pero él ama la poesía, la vive, la lee ávidamente; la escribe. Es, también,
su manera de vivir, o de morir, o de sobrevivir. Con frecuencia, brilla en estos
versos, un delirio, una rota armonía que es fruto de una visión poética:
SOLO DE TROMPETA
POETICA
*
Augusto Pinilla ha escrito poemas y ensayos. Nacido en 1946 en El Socorro
(Santander), sus poemas aparecieron primero en periódicos y revistas y, luego,
en la "Antología de una generación sin nombre", editada en España en 1970 por
Jaime Ferrán165. Su libro en preparación lleva como título "La fábrica de
sombras". Quizá no ha logrado Pinilla su forma y expresión definitivas, como
todo poeta joven en plena evolución, pero sus versos - muy libres - prolongan
una excelente veta lírica. Pinilla tiene sensibilidad, intuición, presentimiento de
auténtico poeta. Incluímos dos breves ejemplos de su creación lírica:
EL DILUVIO
EN MEMORIA
165
Madrid, ediciones Rialp. Esta Antolográ contiene poemas de
Elkin Restrepo, William Agudelo, Henry Luque Muñoz, Alvaro
Miranda, Augusto Pinilla, David Bonells, Darío Jaramillo Agudelo y
Juan Gustavo Cobo Borda.
y tu voz.
Queremos terminar este viaje por "cien años de poesía colombiana" con los
poemas de dos autores jóvenes, son ellos Samuel Jaramillo, que publicó un
interesante volumen de versos en 1973, y Paula Gaitán.
Hay otros, muchos otros - demasiados? - que, quizá no suficientemente
maduros, apenas rozan el fenómeno poético, aunque se presienta, al leer sus
páginas, que algunos de ellos podrán llegar muy lejos en su aventura lírica166.
Lo cierto es que, al escribir un poema - en su lenta gestación, exaltada o
lúcida, "inspirada" o sabiamente lograda -, el poeta define tácitamente lo que
para él es la esencia de la poesía. Cada cual lleva y expresa su propia definición
de lo poético. Y a ello responde el poema, que es su fruto inmediato. No fue lo
166
Entre ellos, debemos citar a Nicolás Suescún, que se ha
distinguido más en el cuento que en la poesía; Alfredo Ocampo
Zamorano que obtuvo uno de los premios nacionales y ha publicado
"Poemas, motetes y cantos" (1967) y "Poemas reunidos" (1974);
Darío Jaramillo, que figura ya en varias antologías y dió a la
estampa sus "Historias" (Ed: Soga al Cuello, ABC, 1974): Miguel
Méndez, autor de "Los golpes ciegos" (1968) y "Poemas de en
trecasa" (1971); Fernando Garavito, que se ha movido en el campo
de la poesía ("Lo que quiero decir es que la vida es dura"), y de
la crítica; Henry Luque Muñoz; Miguel Torres, que ha publicado
interesantes poemas insurgentes (es director del grupo teatral "El
Local", en Bogotá, donde ha cumplido excelente labor cultural);
William Agudelo ("Nuestro lecho es de flores" y "Vuelo en
escalas"); David Bonells Rovira, autor de "La noche de madera"
(1966) y "Poemas de Hojalata", que tiene especiales aciertos en
sus "anti poemas"; ManuelSalcedo, que prepara "El aire como
herida"; Alvaro Miranda; Jorge Merlano, que ha publicado
interesantes poemas en "Arista"; Hernán Botero; Hernando Socarrás;
Alvaro Burgos; Luis Fernando Mejía, autor de varios volúmenes de
poesía, con uno de los cuales obtuvo uno de los premios
nacionales; Jorge Alberto Molina; Juan Manuel Roca, que publicó en
Medellín, en 1973, su "Memoria del Agua"; Juan Castillo Muñoz,
autor de "Motivos de Eros" (1974); Alejandro González, que editó
"Del sol y de las cosas" (Medellín, 1973); Carmiña Navia Velasco;
Nelson Osorio; Daniel Winograd; Gloria Cepeda de Cabrera; Alberto
Aguirre; Javier Hernandez... La lista sería interminable, pues de
1960 a hoy han aparecido más de setenta poetas. Ello revela un
renovado interés por la poesía. Nuestra labor ha tenido que ser la
de una exigente selección.
mismo la poesía para Rafael Pombo y para Luis Carlos López; tampoco lo es,
ahora, para Giovanni Quessep y para María Mercedes Carranza.
En muchos de los poetas más recientes - cuyos poemas no hemos incluído en
esta Antología - hallamos notas comunes: sarcasmo, humor negro, anti-poesía
voluntaria, sátira política, burla; elementos que, por si solos, no son poesía.
Es interesante preguntarse a qué fenómeno social responden estas
corrientes. La respuesta es difícil. Pero ellas constituyen un hecho protuberante.
En numerosas ocasiones esta "poesía" desasosiega, enerva. La rechazamos
emocionalmente, tal vez por descubrir allí una radical falsificación. Creación
adulterada en su raíz misma - como escrita a la fuerza -, sin cohesión interna, sin
alma ni emoción, sin dominio del idioma.
En otros casos, seguramente, poesía escrita dentro de modalidades y
criterios discutibles que nosotros no compartimos, y que, por ello, resulta ajena
a nuestra sensibilidad.
Nos parece importante dejar señalados estos fenómenos, muy dignos de
posteriores análisis. De todos modos, es más interesante señalar las calidades de
los poetas que hemos seleccionado y demorarnos en la lectura de sus poemas.
167
Cuadernos de letras de la Universidad de los Andes
(Bogotá, Talleres "Litor impresores", 1973).
Debajo de nuestra corteza
estamos rodeados de nada,
asediados de ausencias,
y nos pesa demasiado
ese silencio
que camina detrás.
Ahora llevamos a la espalda
nuestra propia sombra
y desde el parpadeo del desastre
arrecia un ocre sabor a resaca.
El sol ha salido en vano
en este día
porque amanecimos desconfiados
y dudamos de su existencia.
Queremos traducir la ansiedad
al idioma tan nuestro
de las amnesias.
Pero hay aún demasiada noche
y nos queda aún demasiada voz.
Nos aferramos entonces
a nuestro talismán
porque se nos ha muerto Dios
y su cadáver
nos envenena la sangre
y nos malogra esa palabra
que desde siempre
nos espera.
POEMAS
No. 1
No. 2
La droga de ilusión
perfora mi sentido.
Un cubismo perfecto,
un Braque envuelto en mujeres,
un sistema coherente de prejuicios solitarios...
todo para concluír con la frase
parece, y no parece.
Me siento en el nido espeso, y
río deseosa de morir.
No. 6
Poema No. 56
La vida es un pacto
de nostalgia con la muerte,
un suspiro profundo lleno de ternura,
una flor entreabierta
desde el despertar
de un nuevo año.
La vida es el olor del almendro,
la silueta del pájaro ambulante,
la caída del compañero amado.
Quiero existir
en el trágico destino
que crearon los dioses
y dormir en tu pecho de hielo
en el silencio
eterno de los días.
REFLEXION FINAL
***