TODO ES POSIBLE PARA QUIEN CREE - Marcos 9, 14 - 29 PDF

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TESINA DE LICENCIATURA EN TEOLOGÍA


ESPECIALIDAD EN SAGRADA ESCRITURA

“TODO ES POSIBLE PARA QUIEN CREE”


Una aproximación exegética al relato de la curación
del niño epiléptico de Mc 9,14-29

AUTORA: María Concepción López


DIRECTORA: Profa. Dra. Elisa Estévez López

Madrid, Enero 2018


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1

TESINA DE LICENCIATURA EN TEOLOGÍA


ESPECIALIDAD EN SAGRADA ESCRITURA

“TODO ES POSIBLE PARA QUIEN CREE”


Una aproximación exegética al relato de la curación
del niño epiléptico de Mc 9,14-29

AUTORA: María Concepción López


DIRECTORA: Profa. Dra. Elisa Estévez López

Visto bueno de la directora:


Profa. Dra. Elisa Estévez López

Madrid, Enero 2018


2
3

DEDICATORIA

A mi querida Paula Avecilla,


con cuya fe pude vivir
en el tiempo en que me faltó la mía.
Con profunda gratitud.

A mis padres,
que me sostuvieron con su fe en la vida.

AGRADECIMIENTOS

Gracias
a mi querida Esperanza Villoria,
que siempre ha creído en mí más que yo misma.
A mi directora de tesina, Dra. Elisa Estévez
por su extraordinaria paciencia,
su orientación experta y sabia,
y su confianza en que podía realizar este trabajo,
a pesar de las circunstancias.
A todos los profesores de esta universidad,
cuyo buen hacer me ha enseñado y estimulado
en el estudio de la Escritura.
A mis amigas, María Luisa y Marina,
y a mis compañeras de estudio,
especialmente a Ianire Angulo
y a Carmen Soto,
por su ánimo y su ayuda.
A mi congregación religiosa,
que me ha dado la oportunidad
de dedicar tantos años a estudiar y a anunciar
la hermosa Palabra que salva.
Y a Dios, siempre a Dios,
por el don de la fe.
4
1

ÍNDICE

INTRODUCCIÓN .......................................................................................................................... 3

CAPÍTULO I: ANÁLISIS HISTÓRICO-LITERARIO DE MARCOS 9,14-29


1. ANÁLISIS DEL TEXTO (Mc 9,14-29)
1.1. CRÍTICA TEXTUAL........................................................................................................ 9
1.2. DELIMITACIÓN EXTERNA: ENTRE LA TRANSFIGURACIÓN Y EL SEGUNDO ANUNCIO
DE LA PASIÓN ..................................................................................................................... 15

1.3. LUGAR EN EL CONTEXTO (MC 8,27-10,52) ......................................................... 16


1.4. CONTENIDO Y ESTRUCTURA DE MC 9,14-29 ........................................................ 18
1.5. MC 9,14-29, ¿UN TEXTO UNITARIO? ..................................................................... 22
2. COMPARACIÓN SINÓPTICA ........................................................................................... 29
2.1. COMPARACIÓN MC 9,14-29 – MATEO 17,14-21 ............................................... 31
2.2. COMPARACIÓN MC 9,14-29 – LUCAS 9,37-43A ................................................. 35
2.3. COMPARACIÓN MATEO-LUCAS................................................................................ 38
2.4. CONCLUSIONES .......................................................................................................... 39
3. HISTORIA DE LAS FORMAS
3.1. EL GÉNERO LITERARIO “EVANGELIO” ..................................................................... 41
3.2. LAS FORMAS LITERARIAS PRESENTES EN MC 9,14-29 ....................................... 43

CAPÍTULO II: LECTURA NARRATIVA Y ANÁLISIS SEMÁNTICO


1. SIGNIFICADO Y USO BÍBLICO DE LOS TÉRMINOS MÁS RELEVANTES DE MC
9,14-29 ............................................................................................................................................... 51
1.1. maqhtήj, DISCÍPULO ...................................................................................................... 52
1.2. o;cloj, PUEBLO, MUCHEDUMBRE, GENTÍO, MULTITUD DE GENTE ........................... 55

1.3. grammateúú´ύς, ESCRIBAS.................................................................................................. 56


1.4. suzhtέw, CONSIDERAR, DISPUTAR, REFLEXIONAR ..................................................... 58
1.5. ἐκθαμβέω, ASUSTAR, ASOMBRAR ............................................................................... 59
1.6. didάskaloj / didάskw, MAESTRO / ENSEÑAR ...................................................... 59
1.7. πνεῦμα, SOPLO, ALIENTO, VIENTO, ESPÍRITU ............................................................ 62
1.8. ἐκβάλλω, ARROJAR, EXPULSAR .................................................................................... 63
1.9. ἰσχύω, SER FUERTE, SER PODEROSO, SER CAPAZ ....................................................... 65
2

1.10. ἄπιστος/ἀπιστία/ἀπιστέω, INCRÉDULO/INCREDULIDAD/ SER INCRÉDULO ..... 67


1.11. βοηθέω, VENIR EN AYUDA, AYUDAR ........................................................................ 69
1.12. σπλαγχνίζομαι, COMPADECERSE, TENER MISERICORDIA ................................... 70
1.13. πίστις / πιστεύω, FE, CONFIANZA, FIDELIDAD / CREER .................................... 71
1.14. ἐπιτιμάω, VENCER CON UNA PALABRA DE PODER ................................................... 73
1.15. ἐπιτάσσω, ORDENAR, MANDAR (COMPULSIVAMENTE).......................................... 74
1.16. ἐγειρω, DESPERTAR, LEVANTAR; LEVANTARSE, ALZARSE ...................................... 75
1.17. ἀνίστημι, LEVANTAR, ALZARSE, RESUCITAR ............................................................ 76
1.18. οῖκος, CASA .................................................................................................................. 77
1.19. προσεύχομαι, ORAR, SUPLICAR .............................................................................. 79
2. LECTURA NARRATIVA ............................................................................................................ 81
3. ANÁLISIS SEMÁNTICO: EQUIVALENCIAS Y OPOSICIONES EN MC 9,14-29 .... 93
3.1. LOS CAMPOS LÉXICOS ...................................................................................................... 95
3.2. LAS OPOSICIONES .......................................................................................................... 104
3.3. LA TRANSFORMACIÓN EN EL TEXTO ........................................................................... 110
3.4. EL CUADRO SEMIÓTICO ................................................................................................ 111
CAPÍTULO III: ASPECTOS TEOLÓGICOS DEL RELATO DE MARCOS 9,14-29
1. JESÚS, EXORCISTA Y SANADOR COMPASIVO ......................................................... 116
1.1. JESÚS, EXORCISTA .................................................................................................. 116
1.2. EL SENTIDO TEOLÓGICO DE MC 9,14-29 EN SU CONTEXTO. DISCIPULADO Y
MISTERIO PASCUAL......................................................................................................... 120

1.3. LA SANACIÓN DESDE LA COMPASIÓN .................................................................... 125


1.4. JESÚS, MEDIADOR DEL PODER SALVADOR DE DIOS ............................................ 126
2. LA FE QUE HACE POSIBLE LO IMPOSIBLE .............................................................. 128
2.1. LA FE DE JESÚS....................................................................................................... 128
2.2. EL DIOS DE JESÚS ................................................................................................... 130
2.3. LA MÍSTICA DE JESÚS ............................................................................................. 132

CONCLUSIONES GENERALES ............................................................................................. 134

ANEXO I ...................................................................................................................................... 137


ANEXO II ..................................................................................................................................... 138
SIGLAS Y ABREVIATURAS .................................................................................................... 141
BIBLIOGRAFÍA .......................................................................................................................... 143
3

INTRODUCCIÓN

A lo largo de mis años de estudio de la Teología y de los últimos catorce


años dedicada casi íntegramente a la pastoral bíblica en parroquias y comunidades
religiosas, el mayor empeño de mi trabajo, como estudiante y como portadora-
mediadora de la Palabra para otros creyentes como yo, ha sido que esa Palabra
fuera viva y vivificante, eficaz y transformadora, cercana y creíble. Anular la
distancia, e incluso la escisión, entre exégesis y teología, entre teología y
espiritualidad, y entre espiritualidad y vida cotidiana.

En numerosas ocasiones, asistiendo a conferencias o leyendo determinados


libros de exégesis, me he preguntado para qué podían servir esos discursos tan
alejados de la vida concreta de la gente, o esos estudios tan meticulosamente
analíticos de los textos que, finalmente, no parecen concluir nada “práctico” sobre
Dios, sobre la fe, sobre lo humano ni sobre la vida.

Hay dos pasajes del evangelio de Juan que, desde hace años, han sido
profundamente inspiradores para mí y han constituido mi motivación en la tarea
pastoral y en el estudio. El primer texto son las palabras de Jesús a los judíos que
querían matarle tras hacer curado a un paralítico junto a la piscina de Betesda, en
sábado1:
“Vosotros no habéis oído nunca su voz,
ni habéis visto nunca su rostro,
ni habita su palabra en vosotros,
porque no creéis al que él ha enviado.
Vosotros investigáis las Escrituras
ya que creéis tener en ellas vida eterna;
ellas son las que dan testimonio de mí;
y vosotros no queréis venir a mí
para tener vida”.
El segundo texto son los versículos de la primera conclusión del evangelio
de Juan2:
“Jesús realizó en presencia de los discípulos muchos signos que no están escritos en
este libro. Éstos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de
Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre”.

1 Jn 5,37b-40.
2 Jn 20,30-31.
4

Oír su voz, ver su rostro (precisamente lo que no podía hacer el niño


epiléptico de Mc 9,14-29), dejarnos habitar por la Palabra, creer en Él, ir a Él y
tener vida en Él es, para mí, el gran y único objetivo y sentido del estudio teológico
y bíblico, de la espiritualidad, de la tarea pastoral y de la enseñanza de la teología y
de la biblia.

Desde esta perspectiva espiritual y existencial he enfocado mi trabajo sobre


un texto elegido del evangelio de Marcos: la, así llamada, curación del niño
epiléptico, que encontramos en Mc 9,14-29.

¿Por qué he escogido este texto para su estudio? En realidad, podía haber
escogido cualquier otro texto del A.T. o del N.T., o un tema que atravesara de modo
trasversal un libro, un conjunto de libros o uno de los dos testamentos. Casi
cualquiera de los libros bíblicos me resulta apasionante y, en todos ellos, late el
rostro del Dios de la revelación y el rostro del ser humano querido por Dios, que es
lo que, en definitiva, interesa a una persona creyente. ¿Por qué, entonces, Mc 9,14-
29? En primer lugar, porque Marcos es el evangelio que cuenta a Jesús con una
tensión dramática única que lo hace apasionante y especialmente inspirador. Y, en
segundo lugar, porque en él, el tema del discipulado y de la fe sobresalen de modo
especial, así como los motivos de la sanación y de la compasión de Jesús. Incluso
casi diría que en este pasaje laten, con creciente intensidad, todos los motivos que
han acompañado el camino de Jesús desde Galilea a Jerusalén. Casi diría que en él
late todo el evangelio de Marcos de forma condensada.

Tales motivos tocan el centro de mi identidad personal y creyente, así como


las búsquedas de tantas personas con las que me encuentro en mi trabajo
cotidiano.
En la enseñanza pastoral de la Biblia, en contacto con las esperanzas,
angustias, tristezas y alegrías de muchas de estas personas3, es frecuente ser

3 Me hago eco aquí del comienzo de la Constitución Gaudium et Spes, que habla de esta unicidad de
la Iglesia con todo el género humano. Como ALBERT NOLAN en su libro Jesús, hoy. Una espiritualidad
de libertad radical, Sal Terrae, Santander 2007, 181-182, prefiero hablar de unicidad y no de
unidad, porque la unidad o unión implica que hay dos o más cosas que necesitan ser unidas,
mientras que unicidad expresa que ya somos una sola cosa y siempre lo hemos sido. Todos
nosotros estamos llamados a experimentar una íntima conexión e identificación con los
destinatarios de nuestra tarea, porque todos somos uno, como Jesús con su Padre, con él mismo,
con los demás, y como la Iglesia es una con todo el género humano. Así lo expresa la Gaudim et Spes
I, en una de las citas quizá más conocida de los documentos conciliares : “Los gozos y las esperanzas,
las tristezas y las angustias de nuestro tiempo, sobre todo de los podres y de cuantos sufren, son a
5

interpelada desde la vida concreta sobre por qué Jesús ya no hace milagros como
los hizo entonces. ¿Habrá que responder que Jesús y Dios siguen haciendo hoy
obras maravillosas “en el interior de las personas”?4.

Ligada a esta inquietud está la pregunta por la historicidad de los milagros


de Jesús: ¿Fueron “hechos reales” aquellos milagros que se nos cuentan o fueron
producto de la imaginación de los evangelistas?

-“Mi hija tenía cáncer –me dice una antigua alumna muy querida, de una
parroquia de Madrid-. Supliqué a Dios, con fe, que la curase. Tenía dos hijos
pequeños, y toda una vida hermosa por delante… Pero Dios no escuchó ni se
compadeció. Estoy realmente enfadada con Dios, y ya no sé ni siquiera si creo en él.
¿Es que no tuve fe suficiente o es porque, en realidad, Dios no hizo nunca, ni puede
hacer nada, al respecto?”.

Otros interrogantes ponen el acento en nuestra actitud ante la palabra de


Jesús y en nuestra poca fe: -“Jesús dijo que si creemos en él, haremos las mismas
obras que él hizo y aún mayores5. ¿Es que nadie tiene hoy fe como para realizar sus
obras, o es que hay que entender los milagros de los evangelios de modo simbólico
y no real?”6.

Éstas son muchas de las interpelaciones que he recibido numerosas veces


de personas conocidas, y de algunas muy cercanas y queridas. Yo misma perdí a un
hermano hace años, de modo trágico y, situada junto a él, oré intensamente con las

la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay
verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón”.
4 “¿Qué podemos hacer los cristianos de hoy que sea algo más que esperar la victoria de Dios sobre
la muerte y la enfermedad? Sin embargo, llevamos al niño epiléptico al médico, que ciertamente no
podrá curar el mal “sagrado”, pero al menos lo estabilizará. La hermosa declaración de Ambroise
Paré: ‘Yo cuidaba de él, Dios lo curó’, ¿no es demasiado fácil para nuestra fe cristiana?, ¿habrá que
limitar hoy la acción de Dios solo a la vida interior?” (FRANÇOIS BOVON, El Evangelio según San Lucas,
Lc 1-8, Vol. I, Sígueme, Salamanca 1995, 719). (Las cursivas del texto son mías).
5 Reproduzco la cita de Jn 14,12-13, muy significativa para el presente trabajo: “En verdad, en

verdad os digo: el que crea en mí hará él también las obras que yo hago, y hará mayores aun,
porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré”.
6 RAFAEL AGUIRRE, en el prólogo a Los milagros de Jesús. Perspectivas metodológicas plurales, Verbo

Divino, Estella 2002, 9, expone muy acertadamente esta dificultad pastoral, que, a mi modo de ver,
no pertenece al pasado, sino que tiene plena vigencia hoy: “Tampoco están lejos los tiempos en que
los milagros producían un embarazo engorroso en los exégetas y no digamos nada en quienes
tenían que utilizarlos en la vida pastoral de las comunidades cristianas. Se pasaba por ellos como
sobre ascuas o se daban interpretaciones alegóricas o moralizantes. Y es que resultaban tan ajenos
a la mentalidad científica y técnica de nuestros días, y tan inverosímiles, y producían una imagen
tan lejana de Jesús cuando todos los esfuerzos se ponían en acercar su figura a las gentes de nuestro
tiempo…”
6

mismas palabras de queja y desconsuelo de Marta y de María de Betania: “Señor, si


hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano”7. Esperaba, quizá, un acto
milagroso por el que el cuerpo de mi hermano quedara restaurado y pudiera vivir
de nuevo. ¿Por qué no creer en algo así? ¿No creemos realmente que todo es
posible a quien tiene fe o que nada hay imposible para Dios?

Todas las preguntas de mis interlocutores y mi misma interpelación a Dios


no pretenden ponerle a prueba o poner a prueba las palabras de Jesús. Son, más
bien, clamores, y una pregunta sobre el sentido y sobre la fiabilidad de la fe y de la
palabra de Jesús y sobre cómo su Persona puede hoy transformar y sanar nuestras
vidas como sanó la de muchos de sus contemporáneos. Porque Jesús es
contemporáneo nuestro. Sigue siendo el Viviente y su promesa de vida abundante8
está hecha para todas las generaciones de creyentes hasta el fin de los tiempos.

Albert Nolan, en su libro citado Jesús, hoy, señala que uno de los signos de
nuestro tiempo es el hambre de espiritualidad, que se expresa, entre otras cosas,
en “la necesidad de sanación que muchas personas experimentan
desesperadamente”9. Podemos preguntarnos si ese hambre de sanación integral
encuentra una respuesta satisfactoria en la vivencia de la fe cristiana de los
creyentes y de la Iglesia. ¿Nuestra fe ofrece alguna respuesta que tenga sentido
para el hambre de sanación, liberación y salvación de las personas del siglo XXI?
¿Quién es Jesús para nosotros? ¿Nos tomamos suficientemente en serio a Jesús y su
propuesta-oferta de vida? ¿Podemos, realmente, hacer las mismas obras de Jesús y
aun mayores? Con estas preguntas, más de tipo vivencial y práctico que exegético,
me aproximo al texto en el que quiero profundizar, y lo haré de una manera

7 Cf. Jn 11,21.32.
8 Cf. Juan 10,10.
9 “Esto es particularmente cierto en África. Se estima que unos dos millones de personas se

reunieron en 2004 en las playas cercanas a Lagos, en Nigeria, esperando recibir alguna forma de
sanación de un célebre sanador nigeriano (…). En África, las Iglesias que ofrecen sanación están
creciendo exponencialmente. Esto no se debe a su tasa de éxito, habida cuenta de las sanaciones
que tienen lugar. Se explica porque tienen algo que decir al hambre desesperada de sanación.
Pero este fenómeno no es exclusivo de África. En todas partes se pueden encontrar sanadores. La
Iglesia católica tiene, en vez de sanadores, santuarios de sanación en lugares como Lourdes, Fátima
y Medjugorje. En la India y en Sri Lanka hay lugares sagrados y ríos sagrados adonde las personas
pueden acudir en busca de sanación.
La mayoría de las veces, lo que se espera en estos casos es la sanación de enfermedades o lesiones
“físicas”. No hay nada nuevo en esto. Lo significativo es que hoy, a la vez que crece cada vez más el
número de personas que hacen uso de la medicina occidental, sienten la necesidad de algo más, algo
trascendente, algo que sane el cuerpo, el alma y la sociedad –una sanación holística” (ALBERT NOLAN,
Jesús, hoy, 36-37).
7

interdisciplinar, desde las herramientas que me proporcionan los métodos


diacrónicos histórico-literarios, los métodos sincrónicos de análisis narrativo y
semántico, y algunas aportaciones de la antropología cultural, para terminar con
un acercamiento a la teología presente en el relato de Marcos 9,14-29 y, de manera
más abarcante, en todo el evangelio de Marcos.

Por tanto, he estructurado el presente trabajo en tres partes. La primera


parte, de análisis histórico-literario, está constituida por la crítica textual de Mc
9,14-29 (con el análisis de las variantes más significativas que ofrece el texto), la
delimitación de la perícopa, la cuestión de la estructura, el contexto y la unicidad,
la comparación sinóptica y, finalmente, el estudio de las formas presentes en el
relato marcano (el género evangelio, relatos de exorcismo, curaciones y quizá el
asomo de una suerte de apotegma de Jesús sobre el poder del creyente).

La segunda parte consistirá en la aproximación al relato de un modo


sincrónico, teniendo en cuenta el texto tal y como ha llegado a nosotros, y
poniendo los ojos en el valor de las palabras y del mensaje que quiere transmitir.
Así pues, comenzaré con un análisis del significado de los términos más relevantes,
para pasar a una lectura narrativa del relato y a un análisis semántico del mismo.

La tercera parte será eminentemente teológica. Recogiendo las aportaciones


de todo lo estudiado en los dos capítulos anteriores, más algunos aportes de la
antropología cultural, nos centraremos en la teología presente en Marcos 9,14-29,
y estudiaremos cómo esas líneas teológicas recorren y estructuran todo el
Evangelio.

Finalmente, expondremos las conclusiones a las que nos ha conducido este


recorrido caleidoscópico a través del relato, tanto en el aspecto de la investigación
como en el aspecto de la praxis cristiana.

Mi interés, como he apuntado arriba, es más pastoral y espiritual que


exegético, aunque la exégesis es camino para comprender mejor el alcance del
texto, su profundidad y su intención10. Comparto la concepción de la exégesis

10 Como escribe Bruna Costacurta en su artículo “Exégesis y lectura creyente de la Escritura”: “El
horizonte del exégeta bíblico, que estudia e interpreta el texto sagrado, no puede ser sino el
horizonte de un “creyente” que actúa en la fe. (…) Si la Escritura es aceptada en su verdad de libro
inspirado, parece que no se la pueda limitar, para comprenderla, a un mero estudio histórico,
lingüístico, literario, estructural, etc, sino que teniendo en cuenta los resultados de todas estas
8

bíblica de Ignace de La Potterie como “ciencia de la fe”11. “Ciencia, pero ciencia


teológica, de la cual la fe es un elemento constitutivo”, afirma Bruna Costacurta12.

Por otra parte, en mi aproximación intelectual al texto de Mc 9,14-29 me


asaltan las preguntas por su relevancia en toda la trama del evangelio, su relación
con el contexto inmediato y más amplio, por qué Marcos lo ha colocado
precisamente ahí, en un lugar en el que priman las enseñanzas a los discípulos y no
los milagros, y qué punto focal puede aunar los elementos tan dispares de un texto
tan complejo.

Mis preguntas, más de carácter pragmático13, son: ¿Puede la exégesis de un


texto como el nuestro despertar y transformar nuestro discipulado en una realidad
más viva y más fiel a la llamada de Jesús, nuestro maestro en la fe? ¿Puede
iluminar, motivar y alentar nuestra propia sanación y liberación y la misión de
sanar y liberar a los hombres y mujeres a los que somos enviados hoy, como quizá,
presumiblemente, buscó alentar a los discípulos de la comunidad de Marcos?
¿Contiene, este texto, una mística del seguimiento de Jesús y de la misión?
Ésas son mis preguntas, inquietudes y búsquedas al respecto.

perspectivas, se deberá llegar al descubrimiento de su sentido propiamente religioso. Es el mensaje


religioso y espiritual el que debe buscarse, y es el que debe establecerse como norma para el
hombre de todo tiempo que se ponga a la escucha de la Palabra. Obviamente, esto no quiere decir
que haya que caer en una actitud pietista, ni fundamentalista, y ni siquiera quiere decir que haya
que situarse en el nivel de una lectura ingenua y precientífica del texto bíblico” (BRUNA COSTACURTA,
“Exégesis y lectura creyente de la Escritura”, Revista Gregorianum, Vol. 73, fasc. 4, Pontificia
Universidad Gregoriana, Roma (1992): 739-740.
11 Así se expresa Ignace de la Potterie en su colaboración a la obra L’esegesi cristiana oggi, Piemme,

Casale Monferrato 20002, citado por BRUNA COSTACURTA, “Exégesis y lectura creyente de la
Escritura”, 740, nota 2.
12 Cf. BRUNA COSTACURTA, ibid.
13 Se podría decir que toda aproximación, lectura, estudio de la biblia es lectura pragmática. En

sentido propio y “científico”, este término se refiere a “un método de lectura que interroga al texto a
partir de los efectos que produce en el lector; focaliza sus indicios pragmáticos, que son las
instrucciones que sugieren al lector de qué manera quiere el texto ser recibido” (Cf. DANIEL
MARGUERAT E IVAN BOURQUIN, Cómo leer los relatos bíblicos. Iniciación al análisis narrativo , Sal
Terrae, Santander 2000, 18). En sentido simple y ordinario, lo pragmático apunta a la “praxis”, a la
práctica. En ese sentido, no podemos concebir una lectura de la biblia que no tenga como objetivo la
acción.
9

CAPÍTULO I: ANÁLISIS HISTÓRICO-LITERARIO

1. ANÁLISIS DEL TEXTO (Mc 9,14-29)

1.1. CRÍTICA TEXTUAL

Comenzamos nuestro análisis histórico-literario de Mc 9,14-29 con la tarea


de crítica textual que, partiendo de las variantes más significativas que se
conservan, intenta reconstruir, con la mayor exactitud posible, el texto original. En
realidad, tenemos la ventaja de que ya contamos con un texto fiable y acreditado:
el Novum Testamentum Graece de Nestle-Aland. No obstante, vamos a examinar
esas variantes que nos hacen explorar otros posibles significados y contextos para
nuestra perícopa. Como veremos a continuación, no todos los autores se decantan
por las mismas variantes, y de ello depende la diversa interpretación que dan al
relato en sus comentarios exegéticos.
10

Mc 9,14-2914 Versión de Nestle-Aland

14 Y llegados donde los discípulos, vieron 14 καὶ ἐλθόντες πρὸς τοὺς μαθητὰς εἶδον
mucha gente en torno a ellos y a (unos) ὄχλον πολὺν περὶ αὐτοὺς καὶ
escribas que discutían con ellos. γραμματεῖς συζητοῦντας πρὸς αὺτούς.
15 Y en seguida toda la gente, al verlo, 15 καὶ εὐθὺς πᾶς ὁ ὄχλος ἰδόντες αὐτὸν
quedó sorprendida y corriendo hacia (él) ἐξεθαμβήθησαν καὶ προστρέχοντες

le saludaban. ἠσπάζοντο αὐτόν.


16 Y les preguntó: “¿Qué discutís con 16καὶ ἐπηρώτησεν αὐτούς· τί συζητεῖτε
ellos?” πρὸς αὐτούς;

17 Y uno de entre la gente le respondió: 17 καὶ ἀπεκρίθη αὐτῷ εἶς ἐκ τοῦ ὄχλου·
“Maestro, te he traído a mi hijo que tiene διδάσκαλε, ἤνεγκα τὸν υἱóν μου πρὸς σέ,
un espíritu mudo ἔχοντα πνεῦμα ἄλαλον·
18 y, dondequiera que se apodera de él, lo 18 καὶ ὅπου ἐὰν αὐτὸν καταλάβῃ
derriba, y echa espumarajos, y rechinar ῥήσσει αὐτόν, καὶ ἀφρίζει καὶ τρὶζει
los dientes y se queda rígido. τοὺς ὀδόντας καὶ ξηραίνεται·
Y he dicho a tus discípulos que lo καὶ εἶπα τοῖς μαθηταῖς σου ἵνα αὐτὸ
expulsaran, y no han sido capaces.” ἐκβάλωσιν, καὶ οὐκ ἴσχυσαν.

19 Pero él, contestando, les dice: “¡Oh 19 ὁ δὲ ἀποκριθεὶς αὺτοῖς λέγει · ὦ


generación incrédula! ¿Hasta cuándo γενεὰ ἄπιστος, ἕως πότε
estaré ante vosotros? ¿Hasta cuándo πρὸς ὑμᾶς ἔσομαι; ἔως πότε
habré de soportaros? ¡Traedle a mí!” ἀνέξομαι ὑμῶν; φέρετε αὐτὸν πρός με.

20 καὶ ἤνεγκαν αὐτὸν πρὸς αὐτόν. καὶ ἰδὼν


20 Y se lo trajeron. Y al verle el espíritu, al
instante, le sacudió con violencia, y αὐτὸν τὸ πνεῦμα εὐθὺς συνεσπάραξεν αὐτὸν,
cayendo en tierra, se revolcaba echando καὶ πεσὼν ἐπὶ τῆς γῆς ἐκυλὶετο ἀφρίζων.
espumarajos.
21 Y preguntó a su padre: “¿Cuánto tiempo 21 καὶ ἐπηρώτησεν τὸν πατέρα αὐτοῦ· πόσος
hace que le sucede esto?” χρόνος ἐστὶν ὡς τοῦτο γέγονεν αὐτῷ; ὁ δὲ

14La traducción literal está tomada de FRANCISCO LACUEVA, Nuevo Testamento Interlineal Griego-
Español, Libros CLIE, Terrasa 1989. Para el resto del estudio, nos valdremos de la versión de la
Nueva Biblia de Jerusalén. Revisada y Aumentada, DDB, Bilbao 1998.
11

Y dijo: “Desde que era niño. εἶπεν· ἐκ παιδιόθεν·

22 καὶ πολλάκις καὶ εἰς πῦρ αὐτὸν ἔβαλεν


22 Y muchas veces lo ha arrojado al fuego y
al agua para destruirle; pero, si algo καὶ εἰς ὕδατα ἵνα ἀπολέσῃ αὐτόν·
puedes, ayúdanos, compadécete de ἀλλ᾿εἴ τι δύνῃ, βοήθησον ἡμῖν σπλαγχνισθεὶς
nosotros.” ἐφ᾿ἡμᾶς.
23 ὁ δὲ Ἰησοῦς εἶπεν αὐτῷ· τὸ εἰ δύνῃ,
23 Y Jesús le dijo: “¡Lo (de) de si puedes!
¡Todo es posible para quien cree!” πάντα δυνατὰ τῷ πιστεύοντι.
24 εὐθὺς κράξας ὁ πατὴρ τοῦ παιδίου ἔλεγεν·
24 Al instante, gritando el padre del
muchacho: “¡Creo, ayuda a mi πιστεύω· βοήθει μου

incredulidad!” τῇ ἀπιστίᾳ.

25 ἰδὼν δὲ ὁ Ἰησοῦς ὅτι ἐπισυντρέχει ὄχλος,


25 Viendo Jesús que se agolpaba la gente,
increpó al espíritu impuro, diciéndole: ἐπετίμησεν τῷ πνεύματι τῷ ἀκαθάρτῳ λέγων

“Mudo y sordo espíritu, αὐτῷ· τὸ ἄλαλον καὶ κωφὸν μνεῦμα,

yo te ordeno: ἐγὼ ἐπιτάσσω σοι,

sal de él y no entres más en él.” ἔξελθε ἐξ αὐτοῦ καὶ μηκέτι εἰσελθῃς εἰς αὐτόν.

26 Y dando gritos y (con) muchas


26 καὶ κράξας καὶ πολλὰ
convulsiones salió. Y quedó como muerto,
σπαράξας ἐξῆλθεν· καὶ ἐγένετο ὡσεὶ νεκρός,

hasta el punto de que muchos decían que


había muerto. ὥστε τοὺς πολλοὺς λέγειν ὅτι ἀπέθανεν.

27 Pero Jesús, tomándolo de mano, lo


27 ὁ δὲ Ἰησοῦς κρατήσας τῆς χειρὸς αὐτοῦ
levantó y él se puso en pie.
ἤγειρεν αὐτόν, καὶ ἀνεστη.

28 Y entrando él en casa, sus discípulos


le preguntaban en privado: “¿Por qué
28 Καὶ εἰσελθόντος αὐτοῦ εἰς οἶκον οἱ μαθηταὶ

nosotros no pudimos expulsarlo?” αὺτοῦ κατ᾿ἰδίαν ἐπηρώτων αὐτόν· ὅτι


ἡμεῖς οὐκ ἠδυνήθημεν ἐκβαλεῖν αὺτό;

29 Y les dijo: “Esta especie con nada puede


29 καὶ εἶπεν αὐτοῖς· τοῦτο τὸ γένος ἐν ὀυδενὶ
ser expulsada sino con la oración.”
δύναται ἐξελθεῖν εἰ μὴ ἐν προσευχῇ.
12

v.14: En el v.14 encontramos una variante importante respecto a la


comprensión del texto que hemos elegido para nuestro estudio y del contexto del
mismo. Se trata de la lectura ἐλθὼν… εἶδεν, bien atestiguada en A C D Q 067vid f1.13
33 lat syp.h bo15. La variante en plural (ἐλθόντες… εἶδον) está atestiguada por a B L
W D Y 892. 2427. Es la opción de la mayoría de los autores, como Vicent Taylor,
Swete, Lagrange y muchos otros, aunque autores como Wellhausen o Gnilka
prefieren el singular por ser la lectio difficilior16. La lectura singular influye en el
problema de la autonomía del relato, que de ser tal, pudo hallarse originariamente
en otro contexto y no tras el episodio de la transfiguración. Aunque el texto
alejandrino tiene la ventaja de su gran antigüedad, en este caso, nosotros nos
decantamos también por la lectio difficilior, bien atestiguada por el texto koiné y
exigida por el artículo de totalidad en la frase πρὸς τους μαθητὰς.

El vocabulario, en el v.14, es característico de Marcos (μαθηετής, ὄχλος,


μαθητής, ὄχλος, γραμματεῖς, συνζητέω, εὐθὺς), por lo que parece evidente que el
evangelista compuso la mayor parte de la introducción17, aunque es poco frecuente
la expresión τοὺς μαθητὰς sin αὐτοῦ/ (leída por Q f13 a c f vg sys y al.).

v.15: En el v.15, la muchedumbre que ve a Jesús corre a su encuentro


(προστρέχοντες) para saludarle. El verbo ἐκθαμβέομαι significa asombrarse y
asustarse. Algunos autores sospechan que el v.15 es una alusión a Éx 34,29-35. D
suaviza el espanto cambiando προσχαίροντες (ellos le saludaron con alegría) en

15 Para la clasificación de los manuscritos y las versiones antiguas, cf. ANTONIO PIÑERO Y JESÚS PELÁEZ,
El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos, Ediciones El
Almendro, Córdoba 1995, 91-97.101-116 y GEORG STRECKER Y UDO SCHNELLE, Introducción a la
exégesis del Nuevo Testamento, Sígueme, Salamanca 1997, 43-47.
Para la caracterización de los diversos tipos de texto, cf. ANTONIO PIÑERO Y JESÚS PELÁEZ, ibid., 97-101;
HEINRICH ZIMMERMANN, Los métodos histórico-críticos en el Nuevo Testamento, BAC, Madrid
1969,31-38 y GEORG STRECKER Y UDO SCHELLE, ibid., 38-39.
Para las reglas de la crítica textual, HEINRICH ZIMMERMANN, ibid., 30-46 y GEORG STRECKER Y UDO
SCHELLE, idib., 50-51.
16 Rudolf Pesch puntualiza al respecto: “Le formulazioni al singolare (…) potrebbero essere

originarie, rappresentando una lectio difficilior; ma probabilmente si tratta di una ripresa tardiva di
formulazioni appartenenti ad una tradizione più antica e adottate in considerazione del v.15”
(RUDOLF PESCH, Il Vangelo di Marco. Parte seconda. Paideia Editrice, Brescia 1982, 138). Respecto a
la regla de crítica textual implicada en esta variante, Georg Strecker y Udo Schelle la explican así:
“La variante más antigua es aquella de la que proceden las restantes. Hay que identificar la variante
que presenta mayor dificultad, pues lo más probable es que una variante difícil se haya retocado
para hacerla más inteligible. Así pues, es válida la regla: lectio difficilior probabilior. Esta regla,
naturalmente, no puede aplicarse cuando una variante es totalmente absurda”.
17 VINCENT TAYLOR, Evangelio según san Marcos, Cristiandad, Madrid 1980, 473.
13

lugar de προστρέχοντες 18. Se trata de una lectura apoyada por gaudentes de a b c


d ff i k, pero es probable que sea una corrupción introducida por los primeros
copistas19.

v.16: La ambigüedad del v. 16 originó variantes secundarias. Los


manuscritos C K A N G P F f 33 pm syp identifican a los interrogados con los
escribas, leyendo γραμματεῖς en lugar del primer αὐτούς. Según Pesch, con esto
pretendían salvar la contradicción entre los vv. 14 y 16, producida por la
reelaboración del texto en la tradición premarcana20. En lugar del segundo αὐτούς,
T A W y al. Leen ἑαυτούς, Q 472 565, leen ἀλλήλους, D ἐν ὑμῖν y la mayoría de los
manuscritos latinos leen inter vos. Wellhausen prefiere la lectura occidental por
criterios internos. Probablemente la pregunta se dirigiese a la multitud, porque
uno de sus miembros, el padre, es el que responde.

v.17: Aparecen dos variantes de poca importancia respecto al significado de


la perícopa. Son solo variantes de estilo. Α C W f1.13 leen kαὶ ἀποκριθεὶς αὺτοῖς εἶς ἐκ
τοῦ ὄχλου εἶπεν, y Θ lee καὶ ἀπεκρίθη αὐτῷ εἶς ἐκ τοῦ ὄχλου καὶ εἶπεν αὐτῷ. El texto de
Nestlé-Aland está atestiguado por a B L W D Y 33. 579. 2427. Aparte de que tiene
más y mejores testigos, se prefiere la lectura breve21.

v.19: En el v. 19, la alusión a la generación incrédula es probablemente un


eco de Dt 32,5: γενεὰ σκολιὰ καὶ διεστραμμένη (cf. Mt 17,17; Lc 9,41). En el
evangelio de Marcos, P45 W f13 2542 añaden también καὶ διεστραμμένη, siguiendo
a Mateo y Lucas. Couchoud ofrece argumentos para aceptar esta lectura: Es posible
que Mateo y Lucas hayan añadido esta palabra tomada del Deuteronomio, pero es
más probable que la encontrasen en el texto de Marcos. Cranfield no acepta esta
opinión22. Para Gnilka, Mateo y Lucas tal vez estén influenciados por Dt LXX y el
texto haya entrado en Marcos a través de los paralelos23. Nosotros nos decantamos

18 JOACHIM GNILKA, El Evangelio según san Marcos, Vol. II, Sígueme, Salamanca 1986 53, nota 183.
19 Ibid.
20 RUDOLF PESCH, Marco, 139.
21 Junto a la regla lectio difficilior probabilior se encuentra la regla de la brevedad, porque al

transcribir un texto, se tiende más a ampliarlo que a abreviarlo. Así pues, la segunda regla es lectio
brevior potior. Cf. GEORG STRECKER Y UDO SCHNELLE, Introducción a la exégesis del Nuevo Testamento,
51.
22 VINCENT TAYLOR, Marcos, 474-475.
23 JOACHIM GNILKA, Marcos, 54, nota 187.
14

por la lectura breve y, a nuestro parecer, intencional: Marcos se ha centrado


únicamente en lo que le interesa: la generación incrédula.

v.23: En el v. 23, A C Y 33 leen τὸ εἰ δύνασσαι πιστεύσαι; D K Q f13 28. 565,


entre otros, leen εἰ δύνῃ, mientras que a B C L N (Π) D f1 atestiguan la variante τὸ εἰ
δύνῃ. La inserción de πιστεύσαι tiene el efecto de cambiar el sujeto del verbo “poder”
antes ligado a Jesús y ahora ligado al padre del muchacho, con lo cual se evita
hablar de la fe de Jesús. Para Pesch, se trata probablemente de una corrección
dogmática24. Para Gnilka la variante del texto koiné que añade πιστεύσαι no ha
entendido que τὸ εἰ δύνῃ es la repetición de lo que dice el padre. Podemos decir que
la primera variante, que no afecta al sentido, puede deberse a un error de copia o a
una mejora de estilo. Estamos de acuerdo en que segunda variante puede tener
una intencionalidad de corrección dogmática, o deberse a una incomprensión del
texto.

v.24: En el v.24, numerosos copistas y correctores han insertado μετά


δακρύων (D Q f1.13 33) para acentuar la dramaticidad de la escena. Metzger
argumenta que de haber estado presente esta frase en el texto original, no habría
ninguna razón de peso que explicara su omisión. Dicha lectura falta en P45 aABC
L W D Y 28. 700. 2427 pc k sys sa bopt. Además, los mejores y más numerosos
manuscritos justifican que falta en el texto más antiguo.

v.29: Finalmente, en el v.29, en la mayor parte de los códices (P45vid ab A C D


L W D Q Y f1.13 33 lat sys pe h) se ha introducido la glosa καὶ νηστεία, lo que indica,
según Rudolf Pesch25, que el ayuno era usado como preparación a las prácticas
exorcistas. Esta lectura falta en a B k geo1 Clem. Alej. En P45 hay un corte después de
ἐν προσευχῇ. Gnilka afirma que hay que considerar el texto sencillo como original,
porque una añadidura del ayuno sería más plausible que su supresión26. Existe una
glosa semejante en Hch 10,30 y en 1 Cor 7,527, lo que, según Gnilka permite extraer

24 RUDOLF PESCH, Marco, 139; cf. también con JUAN ALBERTO CASAS RAMÍREZ, “Creo, ¡socorre mi falta de
fe!”: aproximación exegética al relato de curación del muchacho con un espíritu sordo y mudo en
Mc 9,14-29”, Cuestiones Teológicas, Vol. 43, No. 99 (Enero - junio, 2016): 27.
25RUDOLF PESCH, ibid, 137.
26 JOACHIM GNILKA, Marcos, 57.
27 Hch 10,30: “Cornelio respondió: Hace cuatro días, a esta misma hora, estaba yo [ayunando] y

haciendo la oración de nona en mi casa…”; 1 Cor 7,5: “No os neguéis el uno al otro sino de mutuo
acuerdo, por cierto tiempo, para daros [al ayuno] y a la oración”.
15

la consecuencia de que esa práctica ascética se fue extendiendo cada vez más.
“Ante el énfasis cada vez mayor en la iglesia primitiva en cuanto a la necesidad de
ayunar –dice Metzger-, puede entenderse que καὶ νηστεία sea una glosa que fue
colándose en la mayoría de los testigos. Entre los testigos que se resistieron a tal
adición se encuentran importantes textos representativos de los tipos textuales
alejandrino y occidental”28.

Es plausible que esta glosa, introducida también en Mateo 17,20 (en él, todo
el versículo de Mc 9,29, más καὶ νηστεία fue introducido como glosa), sea una
iglesia que había pasado a considerar el ayuno como práctica necesaria para la
expulsión de demonios29. Una práctica que no fue usada por Jesús ni sus discípulos
(cf. Mc 2,18ss).

Tras determinar, a través de la crítica textual, el texto más antiguo posible,


nos adentramos ahora en el análisis del texto, preguntándonos por su delimitación,
su contexto, su estructura y su unidad.

1.2. DELIMITACIÓN EXTERNA: ENTRE LA TRANSFIGURACIÓN Y EL SEGUNDO ANUNCIO DE


LA PASIÓN

El relato de la curación del niño epiléptico está claramente delimitada


respecto a la perícopa anterior y posterior por un cambio de acción, de tema y de
lugar.

En efecto, la historia de la curación se distingue de la historia de la


transfiguración (Mc 9,2-8) y de la conversación siguiente entre Jesús y los tres
discípulos, Pedro, Santiago y Juan, sobre la resurrección del Hijo del hombre y la
venida de Elías (Mc 9,9-13), mediante:

 una acción nueva (marcada por καὶ ἐλθόντες),


 una temática nueva (atrás ha quedado la teofanía del monte y la
conversación con los discípulos para pasar a la acción en un lugar no
determinado al bajar de la montaña),
 y un cambio espacial (del monte alto, al llano).

28 BRUCE M. METZGER (ed.), The Greek New Testament, Stuttgart, Deutsche Bibelgesellschaft 2000,
86, cit. por ALBERTO CASAS RAMÍREZ, “Creo”, 38.
29 ALBERTO MAGGI, Jesús y Belcebú: Satán y demonios en el evangelio de Marcos , DDB, Bilbao 2000

161.
16

La perícopa siguiente aparece marcada también por un cambio de acción y


lugar (κἀκεῖθεν ἐξελόντες παρεπορεύοντο διὰ τῆς Γαλιλαίας, v.30) y una nueva
temática (el segundo anuncio de la pasión, en el v.31).

1.3. LUGAR EN EL CONTEXTO (MC 8,27-10,52)

El evangelio de Marcos se divide en dos partes: 1,14-8,26 y 8,27-15,39,


precedidas por un prólogo (1,1-13) y seguidas de un epílogo (15,40-16,8)30. Esas
dos macrosecciones vienen marcadas por la sucesiva confesión de Jesús como
Cristo (Pedro, en 8,29) e Hijo de Dios (el centurión, en 15,39).

La segunda parte del evangelio (unida al epílogo) está dividida en tres


secciones31:

 1ª sección (8,27-10,52): Jesús camina por Galilea y Judea hacia Jerusalén,


anunciando su pasión, muerte y resurrección.
 2ª sección (11,1-13,37): Jesús actúa en Jerusalén antes de la Pascua.
 3ª sección (14,1-16,8): Pasión, muerte y anuncio de la resurrección en
Jerusalén.

30 En la existencia de dos macrosecciones en Mc están de acuerdo todos los autores, aunque no en


los límites de cada una de ellas. MERCEDES NAVARRO PUERTO, en su comentario de análisis narrativo
Marcos, Verbo Divino, Estella 2006, delimita la primera sección en 1,14-8,26 y la segunda en 8,27-
15,39, atendiendo a criterios de análisis narrativo tales como: cambios en las indicaciones
temporales y espaciales, desarrollo de la acción, entradas y salidas de los personajes, trama o
argumento, etc.
Antonio Rodríguez Carmona, sin embargo, incluye en la primera sección la escena de la confesión
de Cesarea, que abarca hasta 8,30. En la segunda parte, no distingue un epílogo, por lo que dicha
macrosección abarcaría 8,31-16,8 (cf. RAFAEL AGUIRRE MONASTERIO Y ANTONIO RODRÍGUEZ CARMONA,
Evangelios sinópticos y Hechos de los Apóstoles, Verbo Divino, Estella 1994, 110).
Juan Mateos y Fernando Camacho, más originales en su propuesta de estructura, distinguen, tras el
título y la sección introductoria (1,1-13) dos grandes partes: la actividad de Jesús (1,14-13,37) y su
pasión-muerte-resurrección centrada en la fiesta de Pascua (14,1-16,8). Lo que me interesa
recalcar de estos dos autores es que señalan Mc 8,27-30 (la confesión de Pedro) como el texto-
bisagra que, por una parte, cierra la inclusión de 4,41 (“¿quién es éste que hasta el viento y el mar le
obedecen?”) y 6,14 ss (“… Algunos decían: “Juan Bautista ha resucitado de entre los muertos y por
eso actúan en él fuerzas milagrosas.” Otros decían: “Es Elías”; otros: “Es un profeta como los demás
profetas”…) y, por otra parte, abre la temática del camino que continuará hasta la entrada en
Jerusalén (9,34; 10,17.32.46.52; 11,8). La obra concluiría con un apéndice: el conocido como “final
largo” de Marcos (16,9-20). Cf. JUAN MATEOS Y FERNANDO CAMACHO, El Evangelio de Marcos. Análisis
lingüístico y comentario exegético, Vol. I, Ediciones El Almendro, Córdoba 1993, 33-45.
31 Cf. FRITZLEO LENTZEN-DEIS, Comentario al evangelio de Marcos. Modelo de nueva evangelización ,

Verbo Divino, Estella 1998, 22.


17

La sección a la que pertenece nuestra perícopa abarca los capítulos 8,27-


10,52, y está delimitada por las dos curaciones de ciegos (8,22-26 y 10,46-52) y
por la expresión “en el camino” (evn th/| o`dw/)32. Esta sección se articula en torno a los
tres anuncios de la pasión, acompañados de una reacción de incomprensión por
parte de los discípulos y de una enseñanza de Jesús33.

Anuncio Mc 8,31 Mc 9,30-32 Mc 8,34-38


Incomprensión Mc 8,32-33 Mc 9,33-34 Mc 9, 35-37
Enseñanza Mc 8,34-38 Mc 10,35-41 Mc 10, 42-45

En una lectura continua del evangelio de Marcos, podemos caer en la cuenta


de la incomprensión creciente de los discípulos (4,13; 6,52; 7,18; 8,17.33; 9,32.34;
10,38…) y de su falta de fe (4,40-41; 9,19.23-24; cf. 10,32) en contraposición a una
serie de personajes que, inesperadamente, son presentados como modelos de fe:
un paralítico postrado en un camastro y los cuatro que le llevan ante Jesús (2,1-
10), una mujer con flujo de sangre (5,34), una mujer pagana (7,24-30, aunque no
se habla explícitamente de su fe, como en su par de Mt 15,21-28) y un mendigo
ciego, sentado al borde de un camino, de nombre Bartimeo (10,52).

Nuestra perícopa se sitúa entre el primer y el segundo anuncio de la pasión,


en plena crisis galilea. El contexto inmediatamente anterior, como ya hemos dicho
arriba, es el relato de la transfiguración, el diálogo de Jesús con sus discípulos, y la
discusión de los discípulos entre ellos sobre el significado de “resucitar de entre los
muertos” (9,1-13). El contexto posterior es el del segundo anuncio de la pasión
(9,30-32). Con ello, la enseñanza nueva que expulsaba a los demonios se vincula

32Mc 8,3.27; 9,33.34; 10,32.52; cf. MERCEDES NAVARRO, Marcos, 18ss.


33“Cada una de las tres secciones de esta secuencia posee una estructura tripartita compuesta por
un anuncio “en el camino” (ἐν τῇ ὁδῷ) por parte de Jesús a sus discípulos en torno a su pasión y su
resurrección (8,31-32a; 9,30-32; 10,32-34), una reacción de incomprensión de éstos en la que son
descritos como si estuviesen “ciegos y sordos” ante las palabras del maestro, ya que se muestran
más preocupados por otros intereses o con una perspectiva diferente sobre el mesianismo
encarnado por Jesús (8,32b-33; 9,33-37; 10,35-40), y una serie de lecciones que Jesús dirige a los
discípulos cuya extensión disminuye considerablemente con el paso de una sección a otra (8,31-
9,29; 9,38-10,31; 10,41-45). Cf. JUAN ALBERTO CASAS RAMÍREZ, “Creo”, 29. Cf. tb. ANTONIO RODRÍGUEZ
CARMONA, “La Iglesia en Marcos”, EstE 63 (1988): 150.
18

con la fe (Mc 9,19), con la oración (9,29) y con la entrega de la vida en la


experiencia pascual34.

1.4. CONTENIDO Y ESTRUCTURA DE MC 9,14-2935

La acción comienza cuando Jesús, acompañado de los tres discípulos que


han vivido con él el episodio de la transfiguración (Mc 9,2ss), se reúne con los
otros discípulos. En aquel lugar se encuentra mucha gente (o;cloj polu.j) y unos
escribas (grammate,wn) discutiendo con los discípulos. De los escribas no volverá a
hablarse después.

En el v. 15, sigue un cambio de sujeto. Ya no es Jesús el sujeto sino la gente


(o` o;cloj), que mira solo a Jesús (nada se dice de los tres discípulos que le
acompañan al llegar), queda asombrada, y corre a saludarle. La reacción del
asombro normalmente solo se menciona después de un milagro de Jesús (cf. Mc
1,27; 2,12; 4,41 y otros)36.

La pregunta de Jesús en el v.16 se dirige a los discípulos, pero responde uno


entre la gente (v.17).

En el v.17b, por primera vez, se habla de llevar el niño a Jesús ( διδάσκαλε,


ἤνεγκα τὸν υἱóν μου πρὸς σέ).Este “llevárselo” se repite en los vv.19.20. En los vv.17-
18 encontramos una primera descripción de la enfermedad por parte del padre,
que permite deducir que se trata de epilepsia. La incapacidad de los discípulos
para curarlo está en contradicción con Mc 3,15; 6,7, donde Jesús da a los Doce el
poder de hacer milagros y, más en concreto, de “que tuvieran poder para expulsar
los demonios” (καὶ ἔχειν ἐξουσίαν ἐκβάλλειν τὰ δαιμόνια), o “dándoles poder
sobre los espíritus inmundos” (καὶ ἐδίδου αὐτοῖς ἐξουσίαν τῶν πνευμάτων τῶν

34 ELISA ESTÉVEZ LÓPEZ, “Casa, curación y discipulado en Marcos”, en Carmen Bernabé y Carlos Gil
(eds.), Reimaginando los orígenes del cristianismo, Verbo Divino, Estella 2008, 227.
35 GEORG STRECKER Y UDO SCHELLE, Introducción a la exégesis, 58-60.
36 JOACHIM GNILKA, Marcos, 53, traduce el verbo ἐκθαμβέομαι como “asustarse”. La reacción

asustadiza podría no tener sentido, pero autores como J.M. Nützel, al que Gnilka cita, observan que
el hecho sería una alusión a Ex 34,29-35. Vicent Taylor, por el contrario, señala que el verbo, usado
en 14,33; 16,5.6 y en los LXX (Eclo 30,9) es “sorprenderse”, pero también puede indicar una
sorpresa que llega a convertirse en consternación, como puede verse en Mc 14,33. Algunos
exegetas, como Turner, opinaron que en la faz de Jesús todavía podía verse resplandecer la gloria
de la transfiguración. Para Taylor, esta opinión no está justificada, puesto que la situación es
distinta a la de Éx 34,29ss; así lo creen Swete y Lagrange. La sorpresa se debe, simplemente, a la
aparición inesperada de Jesús (VICENT TAYLOR, Marcos, 473).
19

ἀκαθάρτων) Sin embargo, probablemente, dicho fracaso de los discípulos es una


reminiscencia de la ineficiencia de Guejazí para resucitar al hijo de la sunamita en
los ciclos de Elías y Eliseo (cf. 2 Re 4,31)37.

Llama la atención, en el v.19, que Jesús, tras la súplica del padre, se dirija a
los discípulos empleando el vocativo (ὦ γενεὰ ἄπιστος) y el doble ἕως πότε, en lugar
de la parataxis dominante con καὶ38.

En el v.20, el demonio muestra su poder, agitando con violencia al


muchacho.

Jesús dialoga con el padre, en los vv.21-24. En el v.21, Jesús le pregunta al


padre desde cuándo padece su hijo esa enfermedad. Las historias de milagros
acentúan a menudo la duración de la enfermedad para mostrar que era incurable
por medios naturales (cf. Mc 5,25-26; Lc 13,11). Los enfermos de Hch 3,2 y Jn 9,1
no son comparables con el muchacho epiléptico, pues están enfermos desde su
nacimiento. El padre responde “desde la niñez”. Esa respuesta acentúa la gravedad
de la enfermedad, elemento típico de las historias de curación, aunque también
corresponde este dato con la medicina antigua, que señalaba que la epilepsia era
“la enfermedad del niño” 39.

En el v.22a, el padre describe, por segunda vez, la enfermedad de su hijo, en


esta ocasión no centrándose en los síntomas del hijo sino en el poder destructor
del demonio, que intenta matarlo arrojándolo al fuego y al agua.

Respecto a la segunda descripción de los síntomas que da el padre, Alberto


Maggi señala lo siguiente40:

37 El motivo del contraste entre el poder de los discípulos y el maestro, o de los fieles y la deidad,
aparece también en fuentes extrabíblicas como, por ejemplo, en la tradición de Asclepio. Los
sirvientes de Asclepio removieron la cabeza de una mujer con el fin de quitar una tenia de ella. Ellos
pudieron remover la cabeza pero no fueron capaces de volverla a poner en su lugar. Ante ello, el
dios fue provocado y con una efusión de su poder divino fue capaz de ponerle la cabeza y
resucitarla. Cf. FRANCISCO RAMÍREZ FUELLO, “Dolor, enfermedad y muerte en el N.T.”, en F.J. de la Torre
Díaz (Ed.), Enfermedad, dolor y muerte desde las tradiciones judeocristiana y musulmana ,
Universidad Pontificia Comillas, Madrid 2011, 132-133.
38 Todos los autores subrayan cómo el v.19 evoca inmediatamente textos veterotestamentarios de

lamentaciones y acusaciones de Yahveh, “cuya bondad y paciencia se han visto defraudadas por su
pueblo (cf. Nm 14,27; Dt 32,5; Is 6,11; 65,2). Nos recuerda asimismo a la “sabiduría” preexistente,
que es enviada a la tierra, pero que, rechazada por los hombres, se aparta de ellos y vuelve al cielo
cf. Prov 1,20.”, cf. GÜNTHER BORNKAMM, “ΠΝΕΥΜΑ ῎ΑΛΑΛΟΝ”, Estudios sobre el Nuevo Testamento,
Sígueme, Salamanca 1983, 267.
39 JOEL MARCUS, El Evangelio según Marcos, (Mc 8-16), Sígueme, Salamanca 2011, 749.
40 ALBERTO MAGGI, Jesús y Belcebú, 156.
20

“Los términos clave que pueden ayudar a la compresión del pasaje son dos: el fuego
y el agua, símbolos con los que se representaba a Elías y Moisés, respectivamente (1
Re 18,40; 2 Re 1,10-12; Si 48,1-3; 1 Re 19,10.14; Ex 2,10; 14,21), los personajes que
aparecen con Jesús en el monte de la transfiguración (Mc 9,4) (…). Así, en la
situación del muchacho, el evangelista representa la condición desesperada del
pueblo de Israel, en el cual la doctrina de los escribas alimentaba continuamente la
esperanza en el ‘día de la venganza de nuestro Dios’ (Is 61,2), una liberación de los
enemigos a través de la violencia, como la realizada por Elías y Moisés, recordado
este último en la Biblia por ‘el gran terror que puso por obra a los ojos de todo Israel’
(Dt 34,12)”.

A pesar de la cercanía del relato de la transfiguración (en el que aparecen


las figuras de Moisés y Elías) y de su vinculación con nuestro texto, no nos parece
justificada esta interpretación alegórico-simbólica de los síntomas de la
enfermedad, interpretación con la que concuerdan también Juan Alberto Casas
Ramírez y otros autores41. Las referencias al agua y al fuego fácilmente se pueden
explicar desde el comprensible realismo de los síntomas de una enfermedad que
llega hasta nuestros días. De la misma opinión es Josef Ernst42, quien, siguiendo a
Pesch, afirma:

“Non si debe escludere che nelle ulteriori esposizioni del padre vengano
demonizzate la piromania e l´idromania. Tuttavia è più appropriata una descrizione
realística degli attacchi epilettici e delle loro conseguenze pericolose. Se si riflette
sulle condizioni abitative nelle case della Galilea con i focolari aperti e la vicinanza
del lago, allora i tratti, che ad un primo sguardo fanno un effetto di irrealtà,
prendono uno sfondo concreto. Il narratore indica dei fenomeni naturali di una
malattia e vede all’opera como fattori causali esseri soprannaturali, demoniaci. Le
parole sull’ “ucidere” vogliono mettere in evidenza la serietà del pericolo e l’urgenza
dell’aiuto”.

Al respecto, Pesch señala43:


“Dopo aver risposto alla domanda di Gesù, il padre describe altri sintomi della
malattia; proseguendo nell’interpretazione demonistica, egli indica anche la
piromanía e l’idromania. Il demonio, al quale vien fatta risalire la sinistra attrazione

41Cf. JUAN ALBERTO CASAS RAMÍREZ, “Creo”, 40. Así también, SECUNDINO CASTRO, en su obra El
sorprendente Jesús de Marcos. El evangelio de Marcos por dentro, Universidad Pontifica Comillas y
DDB, 20052, 247, siguiendo a J.Mateos y F.Camacho: “El espíritu malo lo ha arrojado al fuego y al
agua para perderlo. Paralelismo irónico con la historia de Israel en que también éste pasó por el
fuego de Elías (citado en el texto antes que Moisés) y por el agua de Moisés. Ni el celo de Elías ni el
agua de Moisés han conseguido liberar a Israel, que en la actualidad se halla epiléptico”. Y continúa
Secundino Castro, en nota a pie de página: “’El fuego está en relación con Elías, el reformador
violento (1,30ss; 9,4); el agua, con Moisés (9,4), el libertador mediante un éxodo violento’ -citando
a Mateos-Camacho-. Por eso, ante una situación tan dramática, ya que ni Elías ni Moisés han podido
con el problema, el padre del niño dice: ‘pero, si algo puedes, ayúdanos, compadécete de nosotros’”
(Mc 9,22). Esa interpretación alegórica, a nuestro parecer, descontextualiza totalmente el pasaje y
lo torna falto de realismo. Nos parece evidente que el padre no está pensando en Moisés ni en Elías
como los causantes de su decepción, sino en los discípulos, que no han podido curar a su hijo.
42 JOSEF ERNST, Il Vangelo secondo Marco , Marcelliana, Brescia 1991, 431
43 RUDOLF PESCH, Marco, 148.
21

esercitata sul malato dal fuoco e dall’acqua, lo spinge spesso in questi elementi ostili,
per mandarlo in rovina (…), cioè, per ucciderlo”.

Y continúa en nota a pie de página44:

“Secondo F. Lang, al quale sfuggono gli indizi di piromanía, ‘si pensa al fuoco
domestico o della vita quotidiana del villaggio’, che mette in pericolo il fanciullo.
Secondo L. Goppelt, significa ‘senza alcuna rilevanza teologica, semplicemente i flutti
nei qualli annega colui che vi cade dentro”. Oltre a questa constatazione, però,
merita considerazione anche il fatto che questa alocuzione presuppone
evidentemente una localizazione del racconto nei pressi del mare di Galilea”.

En los vv. 22b-24, la conversación da un giro hacia el tema del poder de la


fe. Tras esto, el v. 25 prosigue con la descripción del milagro. Al ver que se
agolpaba la gente (¡que estaba ya presente desde el v.14!), Jesús increpa al
demonio, que sale del niño con violencia. El muchacho queda allí como muerto y
Jesús lo levanta. Los verbos “levantar” y “ponerse en pie”, en la secuencia ἤγειρεν
αὐτόν, καὶ ἀνεστη, presentan a Jesús como un resucitador de muertos, como en el
caso de la hija de Jairo (cf. Mc 5, 41-42: σοὶ λέγω, ἔγειρε καὶ εὐθὺς ἀέστη τὸ
κοράσιον…).

Al final de la narración, va Jesús con sus discípulos, que desde el v. 21 no


han vuelto a ser mencionados, a una casa y les explica que ese tipo de demonios
solo puede ser expulsada con la oración (vv.28-29).

El relato se caracteriza por verbos de movimiento (llevar, traer, correr,


derribar, caer, arrojar, expulsar, aglomerarse, levantarse…) y por las
contraposiciones (multitud-discípulos, poder-no poder, demonio-Jesús,
incredulidad-fe) que imprimen tensión narrativa y conducen al lector desde la
impotencia inicial de los discípulos al poder de Jesús y a la fuerza de la fe y de la
oración.
Tras este recorrido por el texto, una posible propuesta de estructura de Mc
9,14-29 es la siguiente:
 vv. 14-16: transición
 vv.17-22a: descripción de la enfermedad y fracaso de los discípulos
 vv.22b-24: diálogo sobre la fe
 vv.25-27: curación del enfermo
 vv.28-29: instrucción a los discípulo

44 Ibid., nota 26.


22

1.5. MC 9,14-29, ¿UN TEXTO UNITARIO?

En nuestro estudio sobre la unidad del texto, haremos un recorrido por la


postura de diversos autores para exponer, finalmente, nuestra conclusión al
respecto.

Para algunos autores como Bultmann, en este pasaje el redactor ha unido


dos relatos de milagro independientes45. Uno habría tenido como tema central la
contraposición del Maestro con los discípulos incapaces de realizar el exorcismo
(14-20)46, y el otro describiría la paradoja de la fe incrédula (21-27). Esta hipótesis
se basa en la existencia de duplicaciones en el texto:

 Dos descripciones de la enfermedad (v. 18 y vv. 21-22)


 Dos “espíritus”: uno mudo (v. 17) y otro impuro, sordo y mudo (v. 25).
 Dos enfermedades distintas: sordera-mudez (vv. 17 y 25) y epilepsia (vv.
18ss y 26)
 El protagonismo de los discípulos en los vv. 14-19, que cede su puesto al
protagonismo del padre (vv. 21-24).
 La multitud, presente en el v. 14, que parece llegar por primera vez en el v.
25.

Autores como K. Kertelge y J. Sundwall acentúan más la labor redaccional de


Marcos y sostienen que en la perícopa subyace un relato de curación (vv. 20-27)
ampliado redaccionalmente en torno a episodios de los discípulos y el tema de su
falta de fe. Por el contrario, para Roloff, el componente más antiguo del relato es el
del fracaso de los discípulos, que fue reelaborado posteriormente.

X. Léon-Dufour concuerda con Vincent Taylor en que en el texto pueden


distinguirse al menos dos etapas anteriores a las del estadio actual:

1. Un relato clásico de milagro (vv. 20-27) que perdió su encabezamiento y su


final (posiblemente análogo al de Lc 9,43a: “Y todos quedaron atónitos ante la
grandeza de Dios”).

45 Cf. JOACHIM GNILKA, El Evangelio según San Marcos, Vol. II, Sígueme, Salamanca 19973, 50; VICENT
TAYLOR, Marcos, 470.
46 La distancia y diferencia entre maestro y discípulo en su capacidad para realizar milagros se

encuentra ya, como hemos dicho anteriormente, en el A.T.: 2 Re 4,29-37, texto en el que el criado de
Eliseo, Guejazí, no puede devolverle la vida al hijo de la mujer sunamita.
23

2. Un contexto más amplio constituido por los vv. 14-19 y 28-29 cuyo tema es
la incapacidad de los discípulos para curar y la lección que Jesús les da sobre
la necesidad de la oración para expulsar demonios47.

Gnilka, por su parte, discrepa de la hipótesis de Bultmann sobre la


existencia de dos relatos de milagro diversos. Según Gnilka, las supuestas
duplicaciones del texto, en las que Bultmann apoya su hipótesis, no son tales: la
doble descripción de la enfermedad va aumentando el clímax narrativo; el espíritu
mudo es compatible con los ataques epilépticos; y la petición condicional del padre
(v. 22) presupone el fracaso de los discípulos, por lo que fracaso y curación
constituyen una unidad original.

Gnilka opina que la acomodación actual del relato en cuanto a forma y


contenido es anterior a Marcos. En los vv. 14-17 hay intervenciones redaccionales
de Marcos. El relato, antes de Marcos, ya comenzaba con un retorno de Jesús
adonde se encontraban los discípulos48, puesto que el fracaso de éstos se produjo
durante la ausencia de Jesús. La expresión “los discípulos” (sin el posesivo “sus”)
del v. 14 es anterior a Marcos (καὶ ἐλθόντες πρὸς τοὺς μαθητὰς…). Redaccional es,
sin embargo, la agitada escena de la muchedumbre y de los escribas, según
demuestra el análisis del vocabulario, típico de Marcos49. Redaccionales hay que
suponer también los vv. 23-24, aunque ni los términos ni el estilo son concluyentes
al respecto. La acomodación de los vv. 28-29 es posterior y tuvo lugar en una

47 Cf. VINCENT TAYLOR, Marcos, 471; XAVIER LÉON-DUFOUR, Estudios de Evangelio, Cristiandad, Madrid2
1982, 195.
48 La variante en singular del texto occidental (ἐλθὼν… εἶδεν) podría suponer que este relato, antes

de Mc, no estaba en el contexto de la transfiguración, puesto que es Jesús solo el que viene a los
discípulos. Gnilka prefiere esta variante. No así Taylor. Cf. JOACHIM GNILKA, Marcos, Vol. II, 50.
49 ὄχλος πολὺς (mucha gente, v.14), συζητέω (discutir, v.16), ἐπεροτάω (preguntar, v.16), ἐκθαμβέω

(sorprenderse –o asustarse, v.15), son términos preferidos por Marcos y, en el N.T., solo aparecen
en su evangelio. También la expresión καὶ εὐθυς es típica de Marcos, pues es prolijamente
empleada por él (42 veces), en contraste con Mt (18), Lc (7) y Jn (6). Significa “inmediatamente”,
“al punto”, “en seguida”, “así pues”. El significado temporal del adverbio no tiene nunca la
connotación de lo inesperado o repentino, sino que indica una sucesión temporal o una
consecuencia lógica. Además, tiene a menudo la función de mostrar la conexión temporal entre
unidades narrativas. Por eso suele aparecer al principio o al final de secciones del texto (cf. Mc
1,12.21.29; 14,43; 15,1 y Mc 1,28; 4,29; 5,43; 8,10). En Marcos, el adverbio es un elemento
importante (como se ve por su frecuencia) en la composición del relato. En nuestro texto, aparece
en los vv. 15 y 24.
En las historias de milagros de curación y de salvación, a menudo el adverbio designa el instante en
que se produce o se comprueba el milagro (Mc 1,42 par; 2,12; 5,29.42; 7,35; 10,52 par; Jn 5,9; Hch
9,18-24). En las curaciones preceden la palabra y el gesto del taumaturgo, de tal manera que lo que
se quiere acentuar no es lo repentino del suceso sino la conexión entre la palabra (o el gesto) y el
milagro como consecuencia. Cf. Wolfgang Pöhlmann, εὐθυς en Horst Balz y Gerhard Schneider
(Eds.), Diccionario exegético del Nuevo Testamento, Vol. I, Sígueme, Salamanca 1996, 1661-1663.
24

comunidad en la que se había hecho problemática la actividad exorcista. Tal sería


el Sitz im leben de nuestro pasaje, como sugiere Gnilka50. “La perícopa podría
haber sido utilizada en la predicación misionera y haber tenido su patria chica en
el cristianismo judeo-palestiniano”, opina el autor. Josef Ernst, siguiendo a J. Roloff,
señala que lo más obvio es que este relato haya sido transmitido primariamente
como un recuerdo histórico dentro del círculo de los Doce. Ése sería el Sit im lebem
primario51.

Schweizer, sin afirmar la postura de Bultman sobre la existencia de dos


relatos de milagro independientes, opina que Marcos conoció el relato de dos
formas distintas e integró todos sus elementos en un relato único:

“Sembra che Marco abbia conosciuto questo racconto in due forme. Nei vv. 14-19 e
28-29 l’interesse del racconto è orientato completamente sui discepoli e sulla loro
incomprensione; nei vv.20-27 invece al centro c’è la figura del padre. Anche la
descrizione del male è doppia, al v.18 e ai vv.21-22. Il popolo, nei vv.14 e 17 è già
presente, secondo il v.25 sta arrivando. Marco ha incorporato tutto in un racconto
unico perché poteva servirsi delle due versioni per chiarire cos`è la fede alla sequela
di Gesù. Per tale ragione ha messo il racconto a questo punto, anziché fra i miracoli
di Gesù; perciò anche manca il ‘segreto messianico’, cioè la proclamazione di Gesù da
parte del demone o del miracolato, e l’ordine di Gesù di tacere al riguardo”.52

Josef Ernst evidencia en su comentario53 que las efectivas o supuestas


desarmonías del texto han dado pie a complicados análisis de crítica de la tradición
y de crítica literaria, como, por lo demás, estamos viendo hasta ahora. Este autor
supone, “con la debida prudencia”, como patrimonio de base, un relato de milagro
de curación que “quizá ya había sido ampliado antes de Marcos con el motivo del
fracaso de los discípulos”. Temas secundarios serían la disputa con los escribas
(v.14), que haría alusión a las discusiones de la comunidad con los hebreos, la
lamentación respecto a la generación incrédula (v.19b), la impotencia de los
discípulos (vv.18b y 28) y el poder de los creyentes y de la oración (vv.23 y 29).

Rudolf Pesch, en su comentario a Marcos, aporta elementos originales54.


Como otros autores, subraya que la expulsión de demonio había sido reelaborada y

50 JOACHIM GNILKA, Marcos, 51-52; cf, JOSEF ERNST, Marco, 427: “I vv.28ss. lasciano riconoscere una
riflessione sugli esorcismi praticati nella comunità”. Cf. RUDOLF SCHNACKENBURG, El evangelio según
san Marcos, Vol. II, Herder, Barcelona 1976, 50.
51
JOSEF ERNST, Marco, 435.
52 EDUARD SCHWEIZER, Il Vangelo secondo Marco , Paideia Editrice, Brescia 1971, 198.
53 JOSEF ERNST, ibid., 426-427.
54 RUDOLF PESCH, Marco, Brescia 1982, 137-138.
25

ampliada ya en la tradición premarcana. Sin embargo, en origen, no se trataba de la


confrontación de la multitud con los discípulos por su incapacidad de expulsar el
demonio, sino una discusión entre la multitud y los escribas 55. Pesch propone leer
el texto del siguiente modo:
14 Καὶ ἐλθόντες πρὸς τοὺς μαθητὰς εἶδον ὄχλον πολὺν περὶ αὐτοὺς καὶ
γραμματεῖς συζητοῦντας πρὸς αὺτούς.
15 καὶ εὐθὺς πᾶς ὁ ὄχλος ἰδόντες αὐτὸν ἐξεθαμβήθησαν καὶ προστρέχοντες
ἠσπάζοντο αὐτόν.
16 καὶ ἐπηρώτησεν αὐτούς· Τί συζητεῖτε πρὸς αὐτούς;
17 καὶ ἀπεκρίθη αὐτῷ εἶς ἐκ τοῦ ὄχλου· διδάσκαλε, ἤνεγκα τὸν υἱóν μου πρὸς σέ,
ἔχοντα πνεῦμα ἄλαλον·
18 καὶ ὅπου ἐὰν αὐτὸν καταλάβῃ ῥήσσει αὐτόν, καὶ ἀφρίζει καὶ τρὶζει
τοὺς ὀδόντας καὶ ξηραίνεται·
καὶ εἶπα τοῖς μαθηταῖς σου αὐτοῖς ἵνα αὐτὸ ἐκβάλωσιν, καὶ οὐκ ἴσχυσαν.
19 ὁ δὲ ἀποκριθεὶς αὺτοῖς λέγει · ὦ γενεὰ ἄπιστος, ἕως πότε
πρὸς ὑμᾶς ἔσομαι; ἔως πότε ἀνέξομαι ὑμῶν; φέρετε αὐτὸν πρός με.

Como vemos, en el v.14 se eliminan las expresiones referentes a los


discípulos, de modo que los únicos personajes que aparecen son la multitud y los
escribas. Los pronombres personales de los vv. 14c.16b.19a harían referencia a los
escribas. En el v.17b se suprimiría la expresión “a ti”, y en el v. 18c se sustituiría “a

55Respecto a esta postura, Meier ofrece la siguiente crítica: “La presencia inicial de los escribas (solo
en la versión marcana, v.14) es curiosa, y quizá sirve a Marcos de referencia a los escribas de la
disputa sobre Belcebú (3,22). En todo caso, dado que desaparecen inmediatamente, que nunca
hablan a Jesús ni acerca de él y que no desempeñan ninguna función en el resto del relato,
probablemente no pertenecen a la forma más primitiva de la tradición. En esto discrepo
considerablemente de Schenk (…), quien mantiene (contra la opinión de Bultmann) que,
originariamente, los escribas eran descritos como exorcistas fracasados precisamente en el punto
(v.18) donde los discípulos hacen ahora ese mal papel. Esta teoría es adoptada por Pesch (…), quien
sostiene que, en la forma original, la discusión que figura al comienzo del relato era entre el público
y los escribas, los cuales no habían podido realizar el exorcismo pedido (v.14). Por tanto, la
recriminación de Jesús a la “generación incrédula” (v.19) habría ido dirigida originariamente a los
escribas. Más tarde, al ser reelaborada la tradición, los apóstoles habrían pasado a ser los exorcistas
fracasados, empujando a los escribas hacia el margen del relato. Pesch procede a ofrecer una
exégesis de toda la perícopa desde este ángulo, en la que se refiere solo brevemente a su forma
actual. Con ello, a mi entender, construye sobre una base demasiado frágil. No hay más que
comparar este enfoque con el de Roloff (…), quien con no menos énfasis explica la evolución de la
perícopa mediante la teoría de que el fracaso de los discípulos figuraba ya en la etapa más antigua
de la tradición (JOHN P. MEIER, Un judío marginal. Nueva visión del Jesús histórico, Tomo II/2: Los
milagros, Verbo Divino, Estella 2000, 756, nota 34).
26

tus discípulos” por “a ellos”, referido auvtoi/j a los escribas. El fracaso de los escribas
tenía como causa su incredulidad, como atestigua el v.19.

La reelaboración del pasaje introduciendo a los discípulos y su tentativa


fallida de exorcismo tenía como objeto presentar una enseñanza sobre la praxis
exorcista de la Iglesia (vv.28-29), quitaba importancia a los escribas y dejaba sin
justificación la disputa con ellos.

Que los vv. 28-29 constituyen un añadido secundario, debido a la


reelaboración que introduce a los discípulos en la escena, se pone de manifiesto en
el análisis estilístico (en el v.28 aparece el genitivo absoluto, que no aparece antes
para referirse a los discípulos); en la diferencia de terminología (en el v.18 aparece
el verbo ἰσχύω, mientras que en los vv.28-29 se usa δύναμαι, como en el v.23), y en
la contradicción evidente entre la instrucción (a esta clase de demonios se la
expulsa con la oración, v.29) y la praxis de Jesús, que expulsa con la fuerza de la fe
(vv.23-25). La enseñanza particular a los discípulos solo aquí está unida a un relato
de milagro56.

Tras lo expuesto, se esperaría que el autor afirme la no unitariedad del


texto. Sin embargo, su opinión es que “a pesar de algunas incongruencias, el texto
es unitario”: “La critica constata contradizioni e ripetizioni (…); le ipotesi critico-
letterarie construite su questa base sono tanto numeroso quanto discordanti.
Como ha recentemente dimostrato L. Schenke, “vi è in fondo armonía e
corrispondenza fra queste pretese contradizioni e duplicazioni”.57

John P. Meier, al abordar la cuestión de la historicidad del relato sobre el


muchacho poseído por un mal espíritu, hace hincapié en su parecido con el del
geraseno endemoniado en cuando a longitud, su presentación tortuosa e incluso
incoherente, y algunos detalles gráficos y concretos.

Meier señala cómo los críticos, desde Bultmann, debaten sobre si Mc 9,14-
29 se debe a una combinación de dos versiones diferentes del mismo

56 Tres veces aparece la referencia de esa enseñanza de Jesús a sus discípulos en privado: en el
contexto de las parábolas (cf. Mc 4,10.34), en el contexto de la enseñanza sobre lo puro y lo impuro
(cf. 7,17) y en la controversia con los fariseos sobre la ley de Moisés y la licitud de repudiar a la
mujer (cf. 10,10).
57 RUDOLF PESCH, Marco, 149, nota 1.
27

acontecimiento o a la lenta evolución de un solo relato58. Él mismo comparte esta


segunda posibilidad: “Aunque me inclino a pensar que se trata básicamente de un
solo relato desarrollado a lo largo de la tradición antes de llegar a manos de
Marcos, reconozco que no es posible pronunciarse con seguridad en ningún
sentido”59.

En todo caso, lo que Meier no deja de reconocer es que nos encontramos


con una perícopa resultante de una complicada historia literaria. “Ver la presente
forma marcana como el fiel reflejo de algún evento original sería el colmo de la
ingenuidad60. Lo que resulta casi evidente es que el relato premarcano del
muchacho endemoniado pasó por una larga y complicada evolución en la tradición
oral antes de llegar a Marcos”.

Lo que podemos concluir, tras este recorrido a través de los autores y de la


exposición de sus diversos, y en ocasiones, contradictorios argumentos, es que, en
nuestra opinión, hay más indicios de que se trata de un texto no unitario que de lo
contrario. Como queda indicado:

 repeticiones: doble descripción de la enfermedad en los vv.18 y 21-22;


doble reacción del demonio ante Jesús, vv.20 y 26; incluso dos
enfermedades diferentes –epilepsia, vv.18.20.22.26, y sordomudez 61 ,
vv.17.26-; doble aparición de la gente, vv.14.17 y 25;
 contradicciones: Jesús enseña a sus discípulos que este tipo de demonios
solo puede ser expulsado con la oración, v.29. Sin embargo, en el relato,
Jesús lo ha hecho a través de la palabra, v.25;

58 JOHN P. MEIER, Un judío marginal, 754-755.


59 Ibid., nota 31.
60 JOHN P. MEIER, Un judío marginal, 755. Interpretaciones acríticas del relato, como directamente

proveniente de un testigo ocular, no dejan de faltar. Cf. John Wilkinson, “The case of the epilectic
Boy”, citado por JOHN P. MEIER, ibid., nota 32.
Por otra parte, hay autores que rechazan tanto la idea de las dos Fuentes como la de una sola con
ampliaciones. Walter Schmithals, por ejemplo, “rechaza todo el modelo evolutivo propuesto para el
material narrativo de Marcos por la crítica de las formas tradicional. Según Schmithals, los relatos
de milagro, los apotegmas y las leyendas del Evangelio de Marcos son el resultado de dar forma
narrativa a declaraciones teológicas; de esa labor creativa se habría encargado un maestro
teológico de la primera generación cristiana, quizá rodeado de una escuela. Desde este discutible
ángulo, Schmithals procede a leer el relato sobre el muchacho epiléptico como la alegoría de una
humanidad totalmente sometida al poder del mal. De hecho, lo lee con la óptica de Pablo, Agustín y
Lutero, sin disculparse por ello, en un alarde de arbitrariedad y de imaginación desbordada” (JOHN
P. MEIER, ibid., nota 31).
61
Cf. GÜNTHER BORNKAMM, “ΠΝΕΥΜΑ ῎ΑΛΑΛΟΝ”, 264-265.
28

 cortes en el desarrollo de la acción: en el v.20 estamos en un escenario de


exorcismo; a Jesús le traen al niño y el demonio hace ver su poder respecto
al poseso con manifestaciones extremadamente violentas. Pero hay un corte
brusco en la acción. Jesús no parece hacer caso de esas manifestaciones e
inicia un diálogo con el padre, ignorando el desafío del demonio;
 desaparición de personajes: la gente aparece al principio del relato y
desaparece durante el tiempo en que Jesús habla con el padre; después
parece llegar de nuevo, en v.25; los discípulos están presentes en el relato
también a modo de inclusión, al principio y al final; los escribas solo están
presentes en el v.14 y mencionados en el 16;
 cambio de protagonismo en los mismos: los discípulos y su impotencia son
los protagonistas del relato en los vv.14-16 y 28-29 y ceden su
protagonismo al padre en los vv. 17-24;
 cambios en la terminología empleada para referirse a las mismas personas
o hechos: en el v.18 se dice que los discípulos no “han podido” expulsar al
demonio empleando el verbo ἰσχύω; en el resto del relato, para hablar de la
impotencia (vv.28.29) o del poder (vv.22.23) se usa el verbo δύναμαι; en el
v.14 se habla de los μαθηταὶ sin αὺτοῦ, hecho extraño en Marcos; en el v.28
se emplea αὺτοῦ;
 y elementos atípicos del género literario: el diálogo extenso con el padre y
la inclusión de, al menos, un dicho de carácter apotegmático –como
veremos al abordar el tema de las formas literarias presentes en Mc 9,14-
29-, así como la conclusión final de la enseñanza privada a los discípulos
(vv.28-29).
Todos estos elementos son, a mi modo de ver, argumentos más que
suficientes para afirmar que no estamos ante un texto unitario.
29

2. COMPARACIÓN SINÓPTICA

Para la comparación sinóptica, ofrecemos la tabla de paralelismos tomada


de X. León-Dufour en su obra Estudios de Evangelio62, con alguna pequeña
modificación. La traducción de Mt y Lc está tomada de la Biblia de Jerusalén y
situamos en la primera columna y de manera continuada el texto de Marcos, a
diferencia de Léon-Dufour que sitúa en primer lugar a Mateo. También suprimimos
Lc 17,5-6, que Léon-Dufour incluye en la tabla como paralelo de Mt 20, pero no
pertenece a la perícopa.

Marcos 9, 14-29 Mateo 17,14-20 Lucas 9,37-43a


14 Y llegados donde los 14 Cuando llegaron donde la 37 Sucedió que al día
discípulos, vieron mucha gente, siguiente, cuando bajaron del
gente en torno a ellos y a monte, mucha gente
(unos) escribas que discutían
con ellos.
15 Y en seguida toda la gente,
al verlo, quedó sorprendida y
corriendo hacia (él) le se acercó a él un hombre que,
saludaban. arrodillándose ante él, le salió al encuentro .
16 Y les preguntó: “¿Qué
discutís con ellos?”

17 Y uno de entre la gente le 15 le dijo: “Señor, ten piedad 38 En esto, un hombre de


respondió: “Maestro, te he de mi hijo, porque es lunático entre la gente empezó a
traído a mi hijo que tiene un y está mal; pues muchas gritar: “Maestro, te suplico
espíritu mudo veces cae en el fuego y que mires a mi hijo, porque
muchas en el agua. es mi hijo único,
18 y, dondequiera que se 39 y he aquí que un espíritu se
apodera de él, lo derriba, y apodera de él y de pronto
echa espumarajos, y rechinar empieza a dar gritos, le hace
los dientes y se queda rígido. retorcerse echando espuma,
y difícilmente se aparta de él,
dejándole quebrantado.
Y he dicho a tus discípulos 16 Se lo he presentado a tus 40 He pedido a tus discípulos

62
XAVIER LÉON-DUFOUR, Estudios de Evangelio, 177-179.
30

que lo expulsaran, y no han discípulos, pero ellos no han que lo expulsaran, pero no
sido capaces.” podido curarle.” han podido.”
19 Pero él, contestando, les 17 Jesús respondió: “¡Oh 41 Respondió Jesús: «¡Oh
dice: “¡Oh generación generación incrédula y generación incrédula y
incrédula! ¿Hasta cuándo perversa! ¿Hasta cuándo perversa! ¿Hasta cuándo
estaré ante vosotros? ¿Hasta estaré con vosotros? ¿Hasta estaré con vosotros y habré
cuándo habré de soportaros? cuándo habré de soportaros? de soportaros? ¡Trae acá a tu
¡Traedle a mí!” ¡Traédmelo acá! hijo!»
20 Y se lo trajeron. Y al verle 42 Cuando se acercaba, el
el espíritu, al instante, le demonio le arrojó por tierra
sacudió con violencia, y y le agitó violentamente;
cayendo en tierra, se
revolcaba echando
espumarajos. 39(con espumarajos)
21 Y preguntó a su padre:
“¿Cuánto tiempo hace que le
sucede esto?” Y dijo: “Desde
que era niño.

22 Y muchas veces lo ha (15 pues muchas veces cae en


arrojado al fuego y al agua el fuego y muchas en el
para destruirle; pero, si algo agua.)
puedes, ayúdanos,
compadécete de nosotros.”
23 Y Jesús le dijo: “¡Lo (de) de
si puedes! ¡Todo es posible (20 y nada os será imposible.)
para quien cree!”
24 Al instante, gritando el
padre del muchacho: “¡Creo, (20 Les dice: «Por vuestra
ayuda a mi incredulidad!” poca fe.)

25 Viendo Jesús que se 18 Jesús le increpó pero Jesús increpó al espíritu


agolpaba la gente, increpó al inmundo,
espíritu impuro, diciéndole:
“Mudo y sordo espíritu, yo te
ordeno: sal de él y no entres
más en él.”
31

26 Y dando gritos y (con) y el demonio salió de él;


muchas convulsiones salió. Y
quedó como muerto, hasta el
punto de que muchos decían
que había muerto.
27 Pero Jesús, tomándolo de la y quedó sano el niño desde curó al niño y lo devolvió a su
mano, lo levantó y él se puso aquel momento. padre;
en pie.
43a y todos quedaron atónitos
ante la grandeza de Dios.
28 Y entrando él en casa, le 19 Entonces los discípulos se
preguntaban en privado sus acercaron a Jesús, en privado,
discípulos: “¿Por qué y le dijeron: «¿Por qué
nosotros no pudimos nosotros no pudimos
expulsarlo?” expulsarle?
29 Y les dijo: “Esta especie con 20 Les dice: «Por vuestra poca
nada puede ser expulsada fe. Porque yo os aseguro: si
sino con la oración.” tenéis fe como un grano de
mostaza, diréis a este monte:
"Desplázate de aquí allá", y se
desplazará, y nada os será
imposible.»
[21 Esta clase solo se la
expulsa con la oración y el
ayuno.]

2.1. COMPARACIÓN MARCOS 9,14-29 - MATEO 17,14-20

En primer lugar, nos interesa resaltar que Mateo sitúa el episodio en el


mismo contexto de Marcos: entre el relato de la transfiguración y el diálogo de
Jesús con los tres discípulos en torno a la venida de Elías, y el segundo anuncio de
la pasión.

En cuanto a la estructura de la perícopa, la de Mt 17,14-20 tiene una


estructura mucho más simple que la de Marcos. Consta de tres partes: exposición
(vv. 14-16), curación (v.18) y diálogo final con los discípulos (vv.19-20). Este
diálogo final retoma el v.16 y en Mateo no es, como en Marcos, un anexo, sino la
32

meta de todo el texto63. De hecho, es muy significativo que Ulrich Luz titule este
pasaje como “la fuerza de la fe que traslada montañas”64, de modo diverso a como
todos los autores titulan su paralelo en Marcos, que se centran en la curación del
muchacho epiléptico.

La palabra guía más importante para Mateo es (οὐκ) δύναμαι, vv.16.19; cf.
ἀδυνατεῖ, v.20. Solo el v.17 rompe la cohesión de esta narración tan escueta del
evangelista65. El logion final del v.20 es importante para Mateo y va a repetir una
imagen parecida en 21,21. En cuanto a las fuentes, en los vv. 14-18, Mateo reduce
al menos en un tercio el texto de Mc 9,14-27 66. Desaparece casi toda la
introducción de Mc 9,14-17a (no se menciona a los escribas ni la discusión de los
discípulos con éstos y, en consecuencia, tampoco la pregunta de Jesús sobre dicha
discusión; tampoco se alude al recibimiento asombrado –o “asustado”- de Jesús
por parte de la gente).

Mateo toma, además, de Mc 9,20-25a solo una parte de la descripción de la


enfermedad (v.22), omitiendo los demás detalles de la descripción, y no aludiendo
a ninguno de los rasgos de la enfermedad que aparecen el Mc 9,18.

También la curación (v.18) está muy abreviada respecto a Mc 9,25b-27. Las


abreviaciones de relatos milagrosos es algo corriente en Mateo pero, en este caso,
sorprende mucho la abundancia de recortes.

63 ULRICH LUZ, El Evangelio según San Mateo, Sígueme, Salamanca 2001, 677
64 Ιbid., 676
65 Es discordante este v.17 porque no contiene una respuesta al ruego del padre, sino una doble

queja de Jesús contra esta “generación incrédula y perversa”, al estilo bíblico (cf. Dt 32,5). Sobre la
queja con la fórmula “¿hasta cuándo?”, cf. Num 14,27. ¿A quién se refiere Jesús con esta invectiva?
En Mateo no parece referirse a los discípulos, puesto éstos, a diferencia de Marcos, no son
calificados nunca como “esta generación”. Por otra parte, Mateo habla siempre de la “poca fe” de los
discípulos, no de su “incredulidad”. Pero, sobre todo, el γενεά generalizador no cuadraba si Jesús se
refería a unos pocos. Puesto que en el v.14 menciona al pueblo, hay que referir la expresión, como
en otros pasajes, a los judíos contemporáneos de Jesús (cf. 11,16; 12,39.45; 16,4; 23,36; 24,34;
también Dt 32,5 se refiere al pueblo). Cf. ULRICH LUZ, Mateo, 681.
66 Mateo narra muy lacónicamente este episodio taumatúrgico. Un recorte tan severo solo se

advierte en el relato del gadareno endemoniado (8,28-34). Al parecer, a Mateo no le agradan mucho
los exorcismos y es reservado frente a los elementos mágicos. En nuestro relato, evitó cualquier
referencia al estado de posesión del niño enfermo hasta el v.18, sin percatarse de la incongruencia
narrativa que supone que Jesús “increpe” al niño, pues en realidad, en el v.18a Mateo no ha hablado
aún del demonio al que Jesús se refiere (cf. ULRICH LUZ, Mateo, 679).
33

El problema que plantean estos drásticos recortes de Mateo es que Lc 9,37-


43 omite las mismas partes del relato de Marcos que él67. ¿Cómo podemos explicar
estas coincidencias entre Mateo y Lucas? Ulrich Luz ofrece tres posibles
soluciones68:

1. Mateo y Lucas remodelaron el texto de marcos con independencia uno de otro. La


dificultad de esta tesis es que los agreements de los dos evangelistas son
extraordinariamente numerosos y algunas coincidencias no se pueden explicar, a
juicio de Ulrich Luz, como labor redaccional de cada evangelista. Por ejemplo, en el
v. 16 = Lc 9,40, καὶ οὐκ ἠδυνήθησαν, podríamos preguntarnos si Lucas habría
sustituido ἰσχύω, muy habitual en él, por esta expresión igual a la de Mateo69.
En cuanto a las omisiones, podemos entender las abreviaciones mateanas del
extenso relato de Marcos, porque a Mateo no le interesan tanto los detalles de la
curación como el tema de la fe. Sin embargo, es difícil entender las de Lucas,
porque Lucas se interesó por el milagro mismo. ¿Por qué iba a omitir, entonces, el
auténtico acto de expulsión de Mc 9,25ss? Como ejemplos de no omisión de
detalles tenemos Lc 4,33-37 y 8,26-39.
Parece, por tanto, improbable la tesis de que Mateo y Lucas hayan utilizado el texto
de Marcos tal y como ha llegado a nosotros70.
2. Mateo y Lucas se valieron, como fuente, de una variante más antigua de Mc 9,14-29
que no contenía el diálogo sobre la fe. Cuando se consideró Mc 9,14-29 como una
combinación literaria de dos relatos originales71, de los que uno exponía el
contraste de Jesús con la impotencia de sus discípulos y el otro se centraba en el
tema de la fe, Mateo y Lucas solo habrían utilizado una de las dos fuentes de
Marcos. Ulrich Luz se muestra cauteloso a la hora de desmembrar el relato de

67 Aunque el texto lucano tiene una finalidad muy diferente a la del texto mateano: Lucas se centra
en la curación por la palabra de Jesús; en Mateo, eso es mera ocasión para un adoctrinamiento de
los discípulos sobre la fe.
68 Cf. ULRICH LUZ, Mateo, 677.
69 Es curioso cómo los autores tienen valoraciones diametralmente opuestas en cuestiones no

exentas de interés e importancia en el estudio de los textos. En este caso, JOSEPH A. FITZMYER, El
Evangelio según San Lucas, Vol.III, Cristiandad, Madrid 1986, 148, opina lo siguiente: “Cierto que
hay una serie de formulaciones idénticas en Mateo y Lucas en oposición a Marcos, Por ejemplo,
λέγων (“diciendo”, Mt 17,15; Lc 9,38), ἠδυνήθησαν (“no han sido capaces”, Mt 17,16; Lc 9,40), la
adición de καὶ διεστραμμένη (“y pervertida”, Mt 17,17; Lc 9,41), ῶδε (“aquí”, Mt 17,17e; Lc 9,41d).
Pero se trata de unos detalles insignificantes, que no se pueden considerar como indicios de una
fuente distinta; lo más probable es que sean fortuitos”. ¿Podemos considerar esos minor
agreements como “extraordinariamente numerosos”, como “detalles insignificantes”, o como
detalles insignificantes aunque numerosos?
70 Ibid., 678.
71 Como hemos visto que sostiene Bultmann y otros autores como Bornkamm o Schweizer.
34

Marcos que, en su opinión, no es contradictorio72. Por tanto, solo queda suponer


que una tradición oral influyera en el texto de Mateo y Lucas.
3. Mateo y Lucas utilizaron una recensión deuteromarquiana de Mc 9,14-29 que
había abreviado y simplificado el texto de Marcos. En esta hipótesis es
problemático el postular excepcionalmente una redacción muy resumida de un
Deuteromarcos, así como explicar que Mateo tomara de Mc 9,20-24 una parte del
v. 22 y Lucas, en cambio, el v.20a.

Ulrich Luz concluye que no es posible decantarse entre la segunda y la


tercera hipótesis, aunque tampoco es necesario, porque podríamos suponer, por
ejemplo, un texto de Mc reelaborado y la influencia de una tradición oral73.

Entre las variantes redaccionales de Mateo, queremos destacar dos: en


primer lugar, la caracterización de la enfermedad con el verbo σεληνιάζομαι74
(v.15), y en segundo lugar, el cambio que introduce en el v.17 (“¿hasta cuándo
tendré que estar con vosotros?”) para introducir una referencia a la cristología del
Emmanuel que enmarca, a modo de inclusión, todo el evangelio (1,23; 28,20). Para
tal fin, Mateo modifica el πρὸς ὑμᾶς de Marcos con su μεθ᾿ὑμῶν.

En cuanto a la denominación del espíritu que posee al muchacho, interesa


también resaltar cómo Mateo evita hablar de él hasta el v.18, en el que lo nombra
δαιμόνιον, omitiendo las expresiones marcanas πνεῦμα ἄλαλον (v.17), πνεῦμα
ἀκάθαρτος y ἀλαλον καὶ κωθὸν πνεῦμα (v.25).

72 Como hemos visto arriba que opina Rudolf Pesch en su comentario a Marcos, y otros autores; cf.
Rudolf Pech, Marco, 149, nota 1.
73 Ibid., 678; Cf. también FRANÇOIS BOVON, Lucas, 712-713.
74 “El lunatismo es epilepsia, la “enfermedad sagrada” que, según creencia antigua difundida, podía

ser causada por la diosa lunar Selene y coincidir con las fases de la luna. La epilepsia se explicaba en
la antigüedad, o bien sobrenaturalmente como “posesión” (ἐπιληψία) por un poder divino (= “ἱερὰ
νόσος”) ο por demonios, o en la literatura médica, como una enfermedad natural que “no parece ser
más divina o sagrada que las otras enfermedades” (Hipócrates). Mc 9,14-29 par comparte la visión
demonológica” (cf. Ulrich Luz, Mateo, 680).
Cf. también con Joachim Gnilka, o.c. 53-54: “El pueblo llamaba a la epilepsia la enfermedad santa.
Probablemente, se le dio tal denominación a causa de las proporciones del sufrimiento que llevaba
consigo o porque se la consideró como padecimiento enviado por una divinidad. Frecuentemente se
la relacionó con la diosa luna (cf. Mt 17,15) (…). El que se diera más frecuentemente entre los niños
hizo que se la llamara también puerilis passio.
François Bovon menciona, en su comentario, la epilepsia como el ἱωρὴ νοῦσος, el morbus sacer, el
mal sagrado o el alto mal. La medicina antigua conocía los síntomas e Hipócrates, en su tratado περὶ
ἱερῆς νούσου, Sobre el mal sagrado, tiene el mérito de no buscar el origen en los demonios o en la
divinidad, de forma irracional (cf. Lucas, 716).
35

En los vv. 19-20, Mateo sustituyó la “receta de exorcismo” de Mc 9,28 con el


dicho sobre la fe que mueve montañas. Su fuente fue probablemente el dicho como
la fe como un grano de mostaza de Q (=Lc 17,6: “Si tuvierais una fe como un grano
de mostaza, habríais dicho a este sicómoro: ‘Arráncate y plántate en el mar’ y os
habría obedecido”), que ofrece una variante en Mc 11,23 (“Yo os aseguro que quien
diga a este monte: ‘Quítate y arrójate al mar’ y no vacile en su corazón sino que
crea que va a suceder lo que dice, lo obtendrá”). Mateo lo ajustó en parte a Mc
11,23, sustituyendo el símil del sicómoro por el de la montaña, mucho más
corriente75 (“Porque yo os aseguro: si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a
este monte: ‘Desplázate de aquí allá” y se desplazará, y nada os será imposible”).

En el v.20, el término ὀλιγοπιστία es típico de Mateo, así como


ὀλιγόπιστος76 .

Finalmente, respecto al v. 21 (τοῦτο δὲ τὸ γένος οὐκ εκπορεύεται εἰ μὴ ἐν


προσευχῇ καὶ νηστεία), se suele alegar que es una armonización tardía con Mc 9,29
y la mayoría de las ediciones de la Biblia considera este versículo como apócrifo77.

2.2. COMPARACIÓN MARCOS 9,14-29 - LUCAS 9,37-42A

Lucas, como Marcos, contextualiza la perícopa 9,37-43a, entre la


transfiguración (9,29-36) y el segundo anuncio de la pasión (9,43b-45). A
diferencia de Marcos, no inserta el diálogo que tiene lugar entre Jesús y sus

75“Trasladar montañas” fue una expresión proverbial hiperbólica en el judaísmo para significar la
imposibilidad de algo. Cf. ULRICH LUZ, Mateo, 679.
76 En el Ν.Τ. este grupo de palabras aparece solo en Mateo (el sustantivo 1 vez y el adjetivo 4 veces).

En Lucas, 1 vez. De la concordancia literal de los paralelos de Mt 6,30 y Lc 12,28 podemos deducir
que se trata de una expresión de la fuente Q, y que, por tanto, era corriente entre los judeocristianos
de Palestina. Mateo recogió el grupo de palabras y les dio una expresión característica en el marco
de su eclesiología. En sus textοs, ὀλιγόπιστος (8,26; 14,31; 16,8) y ὀλιγοπιστία (17,20), aparecen en
claro contraste con ἂπιστος (17,17) y ἄπιστία (13,18), limitando a los discípulos el reproche de la
“poca fe” y designando con ἂπιστος al pueblo. La explicación es que a los discípulos que
representan ampliamente a la comunidad cristiana se les concedió la posibilidad de entender (cf.
Mt 13,11ss.19.23.51) mientras que al pueblo no se le concedió tal posibilidad. Por tanto, lo que
designan los términos ὀλιγόπιστος y ὀλιγοπιστία no es el rechazo fundamental de la fe, sino la falta
de confianza, la deficiente firmeza en la fe, la duda (διστάζω, 14,31). Cf. GERHARD BARTH, en HORST
BALZ Y GERHARD SCHNEIDER (edits.), Diccionario exegético del Nuevo Testamento, Vol. II, Sígueme,
Salamanca 1998, 518-519.
PIERRE BONNARD, en El evangelio según san Mateo, Cristiandad, Madrid 1976, 389, sostiene que el
término ὀλιγοπιστία no hay que entenderlo como poca fe, sino como una negativa a crecer, como lo
contrario a la fe. Los discípulos no tienen ni un mínimo de fe, del tamaño de un grano de mostaza. El
grano de mostaza no significa aquí que esta fe mínima esté llamada a un crecimiento y a un
desarrollo final, sino que ilustra el mínimo de fe que les falta a los discípulos.
77 XAVIER LÉON-DUFOUR, Estudios de Evangelio, 185.
36

discípulos a la bajada del monte, e introduce el espacio cronológico de un día entre


una escena y otra: τῇ ἑξῆς ἡμέρᾳ78.

El relato de Lucas recuerda, tanto por su desarrollo como por su


vocabulario, las resurrecciones del hijo de la viuda de Naín (7,10-17) y de la hija de
Jairo (8,40-56)79. Por ello es fácil reconocer el trabajo redaccional de Lucas. Como
en el relato de la resurrección del hijo de la viuda de Naín, hay gente numerosa, el
hijo es único y se entrega el hijo a su padre. Como en el relato de la resurrección de
la hija de Jairo, el hijo es también único, se usa la expresión “kai. ivdou. avnh.r” (“He
aquí un hombre”) y el hijo es llamado al final παῖς (cf. 8,51.54).

¿De qué manera Lucas trabaja con una tradición compartida con Mt 17,14-
21 y Mc 9,14-29 en el relato de la curación del muchacho epiléptico? Bovon
sostiene que Lucas no depende de Marcos sino de una tradición oral paralela a
Marcos80:

“El relato de Marcos es una composición complicada que comprende algunas


excrecencias, como el diálogo de Jesús con el padre sobre el origen de la posesión
(9,20-24) y luego la conversación privada con los discípulos después del exorcismo
(9,28-29). Estos añadidos, casi “apócrifos”, responden a unas preguntas que la
tradición dejó sin respuesta. Si se separa la redacción marciana de la tradición, se
obtiene una unidad primitiva muy cercana, a mi juicio, a la versión de Lucas, el relato
tradicional que prosiguió su existencia oralmente en paralelo con Marcos (…). Lucas,
lo mismo que Mateo, debió conocer otra versión del episodio y sufrir su influencia,
aun cuando se conforma con el orden marcano de las perícopas. Fue la presión de
esta tradición oral la que le hizo prescindir del añadido redaccional de Marcos, a
saber, la conversación privada de Jesús con sus discípulos, Mc 9,28-29 (…) El otro
añadido, que quizá sea anterior a Marcos (conversación con el padre, Mc 9,21-24)
tampoco le parece necesario: intenta evitar las repeticiones y su interés de dirige
aquí, no a la fe de la gente (Mc 9,23-24), sino a la fuerza divina (Lc 9,43a)”.
Fitzmyer, por el contrario, sostiene que Lc 9,37-43a “no solo tiene un
paralelismo con la secuencia narrativa de Marcos, sino que está fundamentalmente

78 La razón por la que Lucas omite el episodio sobre la venida de Elías es, según apuntan algunos
autores, que Jesús aplica, en Lc 7,27, a Juan Bautista la palabra profética de Mal 3,1, que supone una
identificación entre Juan y Elías. Por eso ahora no es necesario introducir a Elías como precursor de
la resurrección. Por otra parte, tanto en los relatos de la infancia como en Lc 7,27-30 ha quedado
claro que Juan es el precursor de Jesús. Por eso, introducir a Elías en un papel de precursor no tiene
ahora, para Lucas, ningún sentido. La omisión tiene su justificación en la simple lógica narrativa y
no precisamente porque la vuelta de Elías antes de la resurrección pudiera parecer chocante a sus
lectores paganocristianos. Así lo argumenta JOSEPH A. FITZMYER, Lucas, 146-147. Pierre Bonnard
opina lo contrario respecto a las razones de dicha omisión, Mateo, 384: “Solo Marcos y Mateo han
intercalado aquí el diálogo sobre Elías y Juan Bautista; a Lucas no le ha interesado, sin duda porque
esta discusión con los escribas sobre el papel de Elías no tenía interés para sus oyentes”.
79 FRANÇOIS BOVON, Lucas, 711.
80 Ibid., 712.
37

inspirado en este pasaje del segundo Evangelio81. Lo que este autor observa es lo
siguiente:

- El v. 37 es redaccional, basado en elementos de Mc 9,9.14. Lucas reelabora


redaccionalmente el relato que le ha llegado, a través de expresiones típicas
suyas. Por ejemplo ἑξῆς (“al día siguiente”, v.17). De las cinco veces que se
emplea en el N.T., todas son lucanas. El verbo συναντάω (“venir al
encuentro”, v.37) es también lucano. Cuatro de las seis veces que se emplea
en el N.T. pertenecen a Lucas.
- En el v.38 también presenta un vocabulario muy lucano: καί ἰδού 82, ἀνηρ,
βοάω, ἀπο τοῦ ὄχλου83. La descripción de la enfermedad del niño (Lc 9,38-
39) es mucho más elegante y sobria que la de Marcos (17-18), y además,
Lucas omite la descripción siguiente (Mc 9,20c-25; el espíritu lucano puede
gritar (κράζει). Pero los rasgos de rechinar de dientes, rigidez y peligro de
caerse al agua o al fuego (síntomas principales de la enfermedad llamada
lunática) no tienen paralelo en Lucas).
- Las palabras del padre a Jesús son una súplica, no una simple exposición
de lo que ha pasado, como en el caso de Marcos. La invocación a Jesús es
como la de Marcos, διδάσκαλε. Mateo, en cambio, dice κύριε. La súplica
viene expresada por los verbos δέομαι (suplicar, orar) y ἐπιβλέπω (dirigir
los ojos, en el sentido de mirar con compasión, cf. 1 Sam 1,11; 9,16).
- En el v.40, Lucas sigue a Marcos, excepto en el redaccional ἐδεήθεν y οὐκ
ἠδυνήθησαν, que comparte con Mateo84.
- En el v.41, a la generación ἄπιστος, Lucas añade διεστραμμένη (pervertida,
torcida). Aunque pueda parecerlo, Lucas no está, en este versículo, más
cerca de Mateo que de Marcos. Como Marcos, emplea la expresión πρός
ὑμᾶς, aunque la coloca detrás del verbo y no delante. Mateo utiliza la

81 JOSEPH A. FITZMYER, Lucas, 147.


82 Introducción típica de Lucas, que no aparece en los otros dos evangelistas y vuelve a repetirse en
el v.39.
83 ἀπο τοῦ ὄχλου tiene un sentido un poco diverso de ἐκ τοῦ ὄχλου de Marcos. La expresión de Mc

ha de interpretarse como lugar de procedencia del padre, mientras que la de Lc alude a la distancia
que se atreve a poner con la gente para llegar a donde Jesús (FRANÇOIS BOVON, Lucas, 714).
84 Marcos utiliza la expresión οὐκ ἴσχυσαν. Es curioso, como hemos hecho notar ya, que Lucas evite

el uso de esa palabra, ya que no lo hace en otros contextos como Lc 6,48; 8,43; 13,24, etc. Ésta es
una de las coincidencias menores entre Mateo y Lucas, en oposición a Marcos, que lleva a
preguntarse si no se habrán valido ambos de una fuente distinta a la del segundo evangelista. Cf.
JOSEPH A. FITZMYER, Lucas, 153.
38

expresión μεθ᾿ὑμῶν. Luego Lucas suprime el segundo ἕως πότε y añade καὶ.
Mateo no lo suprime.
- La apopompa del demonio se describe de forma rápida y sin dramatismo
(v.42), contrariamente a como la presenta Marcos (9,25-27). Tanto el verbo
ἐπιτιμάω como la denominación del πνεῦμα ἀκάθαρτος proceden de Mc 9,25.
Un elemento típico de Lucas, como hemos visto, es que en la curación, Jesús
entrega al padre a su hijo curado. Por otra parte, Lucas, como Mateo,
tampoco denomina al espíritu πνεῦμα ἄλαλον (v.17), πνεῦμα ἀκάθαρτος y
ἀλαλον κα καὶ κωθὸν πνεῦμα (v.25) sino, simplemente πνεῦμα (v.39),
δαιμόνιον o πνεῦμα ἀκάθαρτος (v.42). ¿Tendrá algún significado teológico
especial, para Marcos, la mudez del espíritu, mencionada dos veces en su relato?
- Lucas termina su relato de milagro, según el esquema típico, con una
aclamación final, que no aparece ni en Marcos ni en Mateo (v.43a). Quizá se
inspira en el Mc 9,15, ἐξεθαμβήθησαν, donde el asombro y desconcierto se
sitúa un poco fuera de lugar. La gente numerosa, todos, quedan admirados
por la grandeza de Dios. El término ἡ μεγαλειότης significa “el esplendor” o
“la majestad” y se emplea dos veces en el N.T.: en Hch 19,27 (en labios de un
pagano que defiende la magnificencia de Artemisa) y en 2 Pe 1,16 (sobre la
magnificencia de Cristo en la transfiguración).
Lo que más llama la atención en el trabajo redaccional de Lucas es su
drástica reducción de materiales. Los dieciséis versículos de su fuente se
quedan en solo seis y medio.

2.3. COMPARACIÓN MATEO-LUCAS

Mt 17,14-21 y Lc 9,37-43a tienen en común que han tomado de Marcos la


conexión con la escena de la transfiguración y ambos han modificado, abreviado y
simplificado mucho la perícopa, abandonando, así, aspectos esenciales de su
relato85. Ninguno de los dos menciona la disputa entre los discípulos y los escribas
y ambos omiten el coloquio de Jesús con el padre del muchacho epiléptico (Mc 9,
14-16.21-24). Ninguno nombra al mal espíritu como πνεῦμα ἄλαλον, como hemos
visto en el apartado anterior. En los dos hay un ruego directo del padre dirigido a
Jesús por su hijo (Mt 17,15: “κύριε, ἐλέησόν μου τὸν υἱον…”; Lc 9,38: “Διδάσκαλε,

85 GÜNTHER BORNKAMM, “ΠΝΕΥΜΑ ῎ΑΛΑΛΟΝ”, 272-273.


39

δέομαί σου ἐπιβλέψαι ἐπὶ τὸν υἱόν μου, ὅτι μονογενής μοί ἐστιν…”. En Mc, en
principio, no hay petición, sino exposición de lo ocurrido (v. 17). La petición
llegará después (v. 22).

Como hemos visto ya en los dos apartados anteriores, también Mateo y


Lucas presentan diferencias entre sí en sus respectivos relatos, tanto en detalles
narrativos, como en la terminología, como en la perspectiva teológica. La diferencia
más evidente es la conclusión: Lucas termina su perícopa con la reacción de la
gente típica de los relatos de milagro (v.43a) y omite el diálogo de Jesús con los
discípulos, mientras que Mateo concluye con ese diálogo en privado, aunque, como
hemos visto en el primer apartado de esta sección, tiene un contenido diferente al
de Marcos (en Marcos se apela a la oración, Mc 9,29, y en Mateo se hace referencia
a la fe que mueve montañas, Mt 17,20).

2.4. CONCLUSIONES

Tras este análisis de las fuentes a través de las aportaciones de algunos


autores, podríamos preguntarnos, en primer lugar, por la dependencia literaria
entre los tres evangelistas y, en segundo lugar, por la verosimilitud histórica del
relato.

En cuanto a la dependencia literaria de Mateo y Lucas respecto a Marcos, las


posturas son variadas. Arriba queda expuesta la de Ulrich Luz: “podríamos
suponer un texto de Mc reelaborado y la influencia de una tradición oral86.

Fitzmyer reconoce que las coincidencias o acuerdos entre Mateo y Lucas


(“minor agreements”) nos pueden inducir a pensar que ambos dependen no de
Marcos, sino de una formulación más breve, presumiblemente “Q”. Ésta es la
opinión de B. Weiss. Sin embargo, esas formulaciones idénticas en Mateo y Lucas
en oposición a Marcos “son detalles tan insignificantes” –opina el autor-, que no se
pueden considerar como indicios de una fuente distinta. Así pues, Fitzmyer
sostiene, junto a Schürmann, Schmid y otros comentaristas, que el pasaje de Lucas
es una redacción de Mc 9,14-2687.

86 ULRICH LUZ, Mateo, 678.


87 Fitzmyer, Lucas, 149.
40

Léon-Dufour, en sus Estudios de Evangelio dedica más de cuarenta páginas


a esta perícopa que, según el autor, ilustra su tesis general de los “contactos
literarios” entre las tradiciones de que dependen los evangelios; una idea que
contradice la hipótesis clásica de la prioridad de Marcos respecto a Mateo y Lucas.
Para Léon-Dufour, “las versiones sinópticas no se pueden explicar simplemente
mediante retoques literarios efectuados por Mateo y Lucas en el texto de
Marcos88”.

Una vez consideradas todas estas perspectivas, ¿qué podemos concluir


nosotros? Lo fácil, rápido y cómodo, sería sostener la hipótesis de las dos fuentes,
con modificaciones redaccionales de Mateo y Lucas. Pero la complejidad de las
cuestiones expuestas no nos permiten decantarnos por una u otra postura y quizá
la solución de Ulrich Luz sea la más razonable89.

Respecto a la verosimilitud histórica del relato, contamos con la


argumentación favorable de autores como Léon-Dufour quien afirma, en líneas
generales, su historicidad90:

88 Léon-Dufour, Estudios de Evangelio, 219-220.


89 Ulrich Luz, Mateo, 678.
90 XAVIER LÉON-DUFOUR, Estudios de Evangelio, 218.
John Meier, afirma la historicidad del hecho, aunque sin concretar tanto como Léon-Dufour, los
elementos más verosímiles desde ese punto de vista: “… el relato premarcano del muchacho
endemoniado pasó por una larga y complicada evolución en la tradición oral antes de llegar a
Marcos, por lo cual bien podría remontarse a la vida de Jesús. En particular, las divergencias y
adiciones que presenta con respecto a la forma habitual del relato de exorcismo tal vez sean indicio
de un encuentro especial y memorable entre Jesús y el padre de un epiléptico, ocurrido durante el
ministerio público. En vez de la forma pura del relato de exorcismo encontramos una mezcla de
relato de exorcismo, relato de curación propiamente dicha (con un toque, quizá, de relato de
resurrección) y de relato declaratorio (Jesús habla del poder de la fe). Como apunta Pesch en su
análisis, algunos motivos parecen extrañamente fuera de lugar en Mc 9,14-27. De hecho, la
incapacidad de los discípulos para exorcizar, la súplica del padre por su hijo, la clara descripción de
la epilepsia, la petición de fe por parte de Jesús antes del exorcismo y, posiblemente, la referencia
de Jesús a la propia fe como la fuente de los milagros son atípicos de los relatos de exorcismo
evangélicos. En realidad, algunos elementos son únicos. Además, en llamativo contraste con los
otros grandes relatos de exorcismo del Evangelio de Marcos, no contiene ningún título cristológico
(cf. “Jesús de Nazaret… el Santo de Dios”, en 1,24; “Jesús, Hijo de Dios Supremo”, en 5,7; “Señor”, en
7,28). El padre simplemente se dirige a Jesús con el nada sorprendente título de “maestro” (9,17).
No se trasluce ninguna preocupación cristológica específica. Por otro lado, la presencia de
semitismos en el texto griego del relato permite conjeturar que éste podría haber existido
originariamente en arameo. Con tantos indicadores apuntando en una misma dirección, tiendo a
pensar con Pesch y muchos otros comentaristas que algún recuerdo histórico del ministerio de
Jesús subyace al presente relato.
Esto es lo más que se puede decir de la perícopa examinada. Sin embargo, quizá valga la pena notar
que incluso Karl Ludwig Schmidt, el maestro en descomponer la estructura narrativa en Marcos
para descubrir unidades premarcanas, opina que este extraño relato se remonta a alguna “tradición
auténtica y –cabría añadir- al recuerdo de algún suceso real” (Las cursivas son mías). JOHN P. MEIER,
Un judío marginal, 757).
41

“Al hecho histórico solo puede llegarse, con mayor o menor precisión, a través de las
presentaciones variadas de los evangelistas.
El acontecimiento subyacente a las tres versiones es histórico en su conjunto:
historicidad que solo puede ponerse en tela de juicio negando a priori la posibilidad
del milagro. Precisemos. La muchedumbre, el padre y su hijo epiléptico, la
impotencia de los discípulos (el apóstrofe de Jesús), la súplica y acto de fe del padre,
el sorprendente exorcismo, son todos ellos detalles globalmente afirmados por las
narraciones y sin los cuales el episodio perdería toda consistencia. En cuanto al
sentido que ha de darse a la escena el margen de libertad es mayor. Oscilará entre el
gesto de triunfo de Jesús sobre el demonio hasta el de misericordia, sin olvidar la
lección a los discípulos: perspectivas religiosas que unifican los detalles que nos
permiten asistir al suceso.
Por el contrario, si quisiéramos a toda costa determinar el tenor exacto de las
palabras del padre al describir la enfermedad, afirmar que de la misma hizo dos
descripciones, precisar el momento en que tuvo lugar dicho diálogo, sostener que la
sentencia sobre la fe que todo lo puede fue pronunciada en esta ocasión, nos
meteríamos en un callejón sin salida”.

3. HISTORIA DE LAS FORMAS

3.1. EL GÉNERO LITERARIO “EVANGELIO”

Zimmermann clasifica los diversos géneros literarios de los escritos


neotestamentarios en cuatro tipos: los Evangelios, el género de los “Acta
Apostolorum”, las Cartas y los apocalipsis91.
Nuestra perícopa pertenece a un conjunto literario más amplio cuyo género
es Evangelio, y ha sido Marcos, precisamente, el creador de este género literario.
Mateo, Lucas y Juan se han valido del esquema literario presente en el Evangelio de
Marcos, aunque, a diferencia de éste (cf. Mc 1, 1), ellos no llaman a su obra
εὐαγγέλιον de modo expreso.
El género “evangelio” está claramente delimitado desde Justino, pues los
escritos sobre Jesús se denominan ya ἐυαγγέλια92.
Lo característico del género Evangelio se deduce de su comparación con los
géneros literarios helenísticos93. De esa comparación infieren muchos autores que

Como afirma también Achtemeier en su artículo “Miracles and the historical Jesus”, cit. por Meier,
ibid., nota 44: “Jesús curó a un chico de un modo que en su mundo se entendía como expulsar un
demonio, y toda visión histórica de Jesús que no incluya su actividad como exorcista estará
deformada”.
JOACHIM GNILKA, Marcos, 57, por su parte, señala: “Marcos ha utilizado de diversas maneras el
relato que recogería un recuerdo histórico de un fracaso de los discípulos”.
91 HEINRICH ZIMMERMANN, Los métodos, 140-150.
92 ANTONIO PIÑERO Y JESÚS PELÁEZ, El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros

escritos cristianos, 351.


42

no es una biografía, ni una colección de historias y dichos, en el sentido de los


memoriales de la literatura antigua. Falta un “retrato literario” de Jesús, de los
discípulos, de los enemigos y del pueblo, así como un marco cronológico y
geográfico escrupulosamente delimitado. Esto es así porque los evangelios no
pretenden ser una historia o una “vida” de Jesús, sino un testimonio de fe, dice
Bornkamm, para “poner en relación a cada individuo y a todos los hombres con el
Hijo de Dios y Señor, anunciado en la palabra y presente en el culto de la
comunidad”94.

Vielhauer subraya dos aspectos indudables en la formación del género


“Evangelio”: 1. que el keryma de la muerte y resurrección de Jesús representa el
“punto germinante” para la formación de los evangelios95, y 2. que ciertas
necesidades escriturarias, cultuales, apologéticas, paneréticas y dogmáticas de las
comunidades determinaron e influyeron considerablemente en la inclusión de
ciertas materias en el “evangelio”96.

Finalmente, para Zimmermann, el género “Evangelio” presenta cuatro


rasgos principales, reconocibles en cada uno de los cuatro evangelistas son97:

93 Hasta ahora se ha venido insistiendo mucho en la “singularidad” del género literario “evangelio”.
Sin embargo, en opinión de Antonio Piñero y Jesús Peláez, parece más razonable no insistir
demasiado en dicha singularidad, pues “salvadas las evidentes diferencias que siempre se dan entre
el género o patrón en abstracto y un determinado escrito en concreto, no sería atrevido situar el
“evangelio” dentro de la biografía helenística, y como subgénero, quizá para el primer
representante, Marcos, en el de la “biografía” de los profetas”. Estos dos autores apoyan su postura
en estudios como el de H. Köster, quien ha buscado paralelos al género en las “Vidas de los
profetas”, subgénero biográfico en el que, en contraposición a la biografía helenística, priman la
función, el oficio y la tarea encomendada al protagonista sobre los datos vitales. Del mismo modo, J.
Montserrat ha evidenciado el notable influjo de los ciclos proféticos veterotestamentarios sobre los
evangelios, especialmente el de Lucas. (ANTONIO PIÑERO Y JESÚS PELÁEZ, El Nuevo Testamento.
Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos, 353). Santiago Guijarro parece apoyar
también la opinión que se ha impuesto en los últimos años y es que los evangelistas utilizaron el
modelo de la biografía, que era un género literario conocido en su entornο. Cf. SANTIAGO GUIJARRO,
“La orientación cristológica de la tradición sobre Jesús”, EstE Vol. 85, No. 333, ISSN 0210-1610
(2010): 301-306.
94 HEINRICH ZIMMERMANN, Los métodos, 141. Del mismo modo, PHILIPP VIELHAUER, en Historia de la

literatura cristiana primitiva, Sígueme, Salamanca 1991, 372 señala: “No hace falta insistir en que
Mc, a pesar del encuadre “biográfico”, no es una biografía real. Para serlo, le falta interés por lo
propiamente biográfico, por la procedencia de Jesús, formación y desarrollo interno, por su retrato
literario y en definitiva, por su “personalidad”. Este defecto no solo radica en las lagunas de la
tradición disponible, sino que se basa en el carácter de proclamación del evangelio”.
95 En realidad “el evangelio es –piensa Vielhauer-, formalmente y por su contenido, una historia de

la pasión ‘con una introducción detallada’” (PHILIPP VIELHAUER, Historia de la literatura cristiana
primitiva, 372).
96 Ibid., 368.
97 HEINRICH ZIMMERMANN, Los métodos, 142-143.
43

1) La proximidad de la tradición, que se manifiesta en la conexión de la


tradición ya formada y el estado en que se conserva ulteriormente. Los
evangelistas son, sobre todo –aunque no exclusivamente-, compiladores,
transmisores y redactores. Los evangelios son fruto de una cuidada redacción
que tiene como fondo una tradición elaborada por muchas manos.
2) Un marco común que debe su estructura al kerigma que viene dado con
anterioridad: la actividad de Jesús en público, llena de milagros y enseñanzas,
comienza con el bautismo por Juan (περὶ πὰντων… ὁ Ἰησοῦκ ποιεῖν τε καὶ
διδάσκειν, Hch 1, 1) y se cierra con su pasión y muerte. Aunque el trazado del
evangelio de Marcos no coincide exactamente con los otros dos sinópticos y
se separa del de Juan, nos encontramos con él prácticamente en los tres
evangelios.
3) Se hace la predicación en forma de exposición histórica, aunque, en
realidad los evangelios no son, como pudiera parecer a primera vista, la
exposición de la “vida de Jesús”, sino el anuncio de Cristo presente y actuante
en la Iglesia. El que se haga está predicación en forma de exposición histórica
es lo característico de los Evangelios.
4) Si la finalidad de los Evangelios es el anuncio de Cristo, hay que admitir
como necesaria la actualización de esta predicación según la situación
histórica concreta de la comunidad eclesial que tiene como destinatario
inmediato.

3.2. LAS FORMAS LITERARIAS PRESENTES EN MC 9,14-29

En esta perícopa encontramos elementos pertenecientes a dos formas


literarias: los relatos de exorcismo y los relatos de curaciones98.

El esquema típico de un relato de exorcismo está compuesto por cinco


partes99:

1. Descripción del encuentro entre el exorcista y la persona poseída (Mc


9,20; cf. Mc 1,23 y 5,2.6)

98 XAVIER LEON-DUFOUR, Estudios de evangelio, 195-196 ; cf. PAUL LAMARCHE, “Los Milagros de Jesús
según San Marcos”, en Léon-Dufour, Los milagros de Jesús, Cristiandad, Madrid 1979, 208
99 ELISA ESTÉVEZ LÓPEZ, “Estudio histórico-crítico de Mc 5,1-20”, en RAFAEL AGUIRRE (ed.), Los

milagros de Jesús, Verbo Divino, Estella 2002, 62.


44

2. Resistencia del espíritu maligno (Mc 9,20bc; cf. Mc 1,24; 5,7)


3. El exorcista da la orden de salida al demonio (Mc 9,25b; cf. Mc 1,25; 5,8)
4. Salida del demonio (Mc 9,26; cf. Mc 1,26; 5,13)
5. Reacción de los testigos del hecho (Falta en Mc 9,14-29. No así en su
paralelo de Lc 9,43a; cf. Mc 1,27-28; 5,14.16).

Como vemos, el relato del endemoniado epiléptico no sigue exactamente el


esquema típico, pues falta la reacción de los testigos e introduce otros elementos
atípicos, pero es, claramente, un relato de exorcismo100.

Junto a esto, descubrimos elementos propios de los relatos de curaciones,


tal y como apunta Léon-Dufour en su estudio:

 La apelación a la compasión de Jesús: 9,22; cf. 1,40; Mt 14,14


 Todo le es posible a quien tiene fe: 9,23; cf. 2,5; 5,34.36; 6,6; 10,52
 Jesús toma de la mano al niño curado: 9,27; cf. 1,31; 5,41-42
Exponemos el esquema de los motivos en la composición de los milagros, de

Theissen, aplicado de una forma más detallada a Mc 9,14-29101:

Introducción

1. Llegada del taumaturgo:

“Y llegando donde los discípulos” (v.14a)


καὶ ἐλθόντες πρὸς τοὺς μαθητὰς

2. Presencia de la gente:

Gente:
“vieron mucha gente a su alrededor [de los discípulos] (v. 14b)
εἶδον ὄχλον πολὺν περὶ αὐτοὺς

100 XAVIER LEON-DUFOUR, ibid., expone los siguientes rasgos que relacionan nuestro texto con el
género de los exorcismos:
- el endemoniado se presenta (9,20; cf. 1,23; 5,2-7).
- Jesús interroga (9,21; cf. 5,9).
- se describe el mal (9,20-22; cf. 5,3-5).
- Jesús ordena (9,25; cf. 1,25; 5,8-13; 7,29).
- nueva crisis final (9,26; cf. 1,26, 5,13).
- el poseso vuelve a la calma (9,26; cf. 5,15; 7,30; 4,39)
101 GERAD THEISSEN, The miracle Stories, 73-74, cit. por ELISA ESTÉVEZ LÓPEZ en El poder de una mujer

creyente. Cuerpo, identidad y discipulado en Mc 5,24b-34. Un estudio desde las ciencias sociales,
Verbo Divino, Estella 2003, 283.
45

“Y en seguida, toda la gente, al verlo, quedó sorprendida y corrieron a


saludarle” (v.15)
καὶ εὐθὺς πᾶς ὁ ὄχλος ἰδόντες αὐτὸν ἐξεθαμβήθησαν καὶ προστρέχοντες
ἠσπάζοντο αὐτόν.

“uno de entre la gente” (v.17a)


… εἶς ἐκ τοῦ ὄχλου

Escribas:
“Y [vieron] a unos escribas que discutían con ellos” (v.14c)
καὶ γραμματεῖς συζητοῦντας πρὸς αὺτούς

Variante: Diálogo de Jesús con la gente:


“Y les preguntó: ¿de qué discutís con ellos? (v. 16)
καὶ ἐπηρώτησεν αὐτούς· τί συζητεῖτε πρὸς αὐτούς;

3. Aparición de la persona enferma:

“Y se lo trajeron” (v. 20a)


καὶ ἤνεγκαν αὐτὸν πρὸς αὐτόν

4. Motivación de la presencia de referentes primarios: iniciativa del padre.

“Maestro, te he traído a mi hijo” (v. 17a)


διδάσκαλε, ἤνεγκα τὸν υἱóν μου πρὸς σέ,

Exposición

1. Caracterización de la emergencia:

“Mi hijo, que tiene un espíritu mudo, y adonde quiera que se apodera de él,
lo derriba, le hace echar espumarajos, rechinar los dientes y quedarse
rígido” (vv. 17c-18a)
17cἔχοντα πνεῦμα ἄλαλον· 18 καὶ ὅπου ἐὰν αὐτὸν καταλάβῃ ῥήσσει αὐτόν,

καὶ ἀφρίζει καὶ τρὶζει τοὺς ὀδόντας καὶ ξηραίνεται·

“…el espíritu… lo agitó violentamente y, cayendo en tierra, se revolcaba


echando espumarajos” (v.20)
τὸ πνεῦμα… συνεσπάραξεν αὐτὸν, καὶ πεσὼν ἐπὶ τῆς γῆς ἐκυλὶετο ἀφρίζων.

“Muchas veces lo ha arrojado al fuego y al agua para acabar con él” (v.22a)
καὶ πολλάκις καὶ εἰς πῦρ αὐτὸν ἔβαλεν καὶ εἰς ὕδατα ἵνα ἀπολέσῃ αὐτόν

“espíritu impuro… espíritu sordo y mudo” (v.25)


τῷ πνεύματι τῷ ἀκαθάρτῳ λέγων αὐτῷ· τὸ ἄλαλον καὶ κωφὸν μνεῦμα

Aproximación al taumaturgo
46

Variante: un hombre conduce a su hijo a Jesús:


“Maestro, te he traído a mi hijo” (v. 17a)
διδάσκαλε, ἤνεγκα τὸν υἱóν μου πρὸς σέ
2. Petición del padre

“Ayúdanos, compadécete de nosotros” (v. 22c)


βοήθησον ἡμῖν σπλαγχνισθεὶς ἐφ᾿ἡμᾶς.

3. Gritos de socorro del padre:


“Al instante gritó el padre del muchacho: ¡Creo, ayuda a mi incredulidad!”
(v.24)
εὐθὺς κράξας ὁ πατὴρ τοῦ παιδίου ἔλεγεν· πιστεύω· βοήθει μου τῇ ἀπιστίᾳ.

Actitudes negativas

4. La resistencia del espíritu impuro al ver a Jesús:

“y apenas el espíritu lo vio, lo agitó violentamente y, cayendo a tierra, se


revolcaba echando espumarajos” (v. 20)
εὐθὺς κράξας ὁ πατὴρ τοῦ παιδίου ἔλεγεν· πιστεύω· βοήθει μου τῇ ἀπιστίᾳ.
5. Escepticismo del padre-incredulidad:

“Si algo puedes” (v. 22b)


εἴ τι δύνῃ

Conducta del taumaturgo

6. Argumentación

Y le preguntó a su padre: “¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto?” (v. 21)
καὶ ἐπηρώτησεν τὸν πατέρα αὐτοῦ· πόσος χρόνος ἐστὶν ὡς τοῦτο γέγονεν
αὐτῷ;

Núcleo

1. Preparación escénica

¡Traédmelo!” Y se lo trajeron (19d-20a)


19d φέρετε αὐτὸν πρός με. 20 καὶ ἤνεγκαν αὐτὸν πρὸς αὐτόν.

Acción milagrosa

2. Frase taumatúrgica:

“…increpó al espíritu impuro, diciéndole: “Espíritu sordo y mudo, yo te lo


mando: sal de él y no entres más en él.” (v. 25b)
47

ἐπετίμησεν τῷ πνεύματι τῷ ἀκαθάρτῳ λέγων αὐτῷ· τὸ ἄλαλον καὶ κωφὸν


μνεῦμα, ἐγὼ ἐπιτάσσω σοι, ἔξελθε ἐξ αὐτοῦ καὶ μηκέτι εἰσελθῃς εἰς αὐτόν.

3. Contacto:

“Jesús, tomándolo de la mano, lo levantó” (27a)


ὁ δὲ Ἰησοῦς κρατήσας τῆς χειρὸς αὐτοῦ ἤγειρεν αὐτόν

4. Constatación del milagro

“Y dando gritos y agitándolo con violencia, salió” (v. 26)


καὶ κράξας καὶ πολλὰ σπαράξας ἐξῆλθεν
Variante: la gente cree que está muerto.
“Y quedó como muerto, hasta el punto de que muchos decían que había
muerto” (v. 26b)
καὶ ἐγένετο ὡσεὶ νεκρός, ὥστε τοὺς πολλοὺς λέγειν ὅτι ἀπέθανεν.

“Y él se puso en pie” (v. 27b)


καὶ ἀνεστη.

Conclusión

Falta la conclusión del relato de milagro, sustituida por la enseñanza


privada de Jesús a sus discípulos en casa (vv. 28-29).
48

Diversos autores ponen el acento, en sus comentarios, en una u otra forma


literaria102, pero la mayoría de ellos evidencian que aparecen elementos típicos
tanto de los relatos de exorcismo como de curaciones, aunque no se atenga
estrictamente al esquema formal de dichos relatos. Así lo expresa Gnilka en el
comentario a los versículos 17-19:

“Mientras que en los relatos de exorcismo el demonio se presenta por su propia


iniciativa a Jesús, aquí otra persona pide por el enfermo. Efectivamente, el demonio
es incapaz de hablar. El que se mezclen aquí elementos de relatos de exorcismo con
otros de curaciones no es algo totalmente desconocido. También puede observarse
esto en otras narraciones de milagro (cf. 1,31; 7,35)” 103.
Finalmente, queremos señalar cómo algunos autores cuestionan que los
“relatos de milagros” o historias milagrosas sean un género literario propio. Así M.
Dibelius, quien distingue entre “paradigmas” y “novelas”104.

En realidad, los paradigmas son formas intermedias y casi equivalen a los


apotegmas de Bultmann105. Son piezas de la tradición que se hallan entre la
tradición de los dichos y la narrativa. “Estos pasajes de la tradición se caracterizan
por la brevedad, rotundidad, laconismo en la descripción, ausencia de retratos de
personajes, estilo edificante y especialmente por alcanzar su punto álgido en una
sentencia de Jesús de significado general”106. Como ejemplo de este tipo de relatos
podemos citar la curación del paralítico (Mc 2,1-12), la pregunta de Jesús sobre los
discípulos que no ayunan (Mc 2,18-22), las espigas arrancadas en sábado (Mc

102 Eduard Schweizer, en Marco, 200, habla insistentemente de enfermedad y curación sin aludir
explícitamente al exorcismo, aunque habla indirectamente de “batalla con el adversario”:
“L’ostinatezza della malattia è descritta con eficacia: come al v.18, sino i tipici sintomi dell’epilessia.
(…) Come in 2,5, anche qui non si parla della fede del malato, ma di quella di un altro; i narratori
evidentemente non pensano affatto a una guarigione per mezzo della suggestione. La guarigione del
ragazzo, invece, è descritta (come in 1,25; cf. 4,39) con il verbo “minacciare”, cioè come una
battaglia con l’avversario, nel corso della quale Gesù sottolinea la sua autorità con un “io”
fortemente accentuato. La descrizione della difficoltà della guarigione rivela la grandeza dell’opera
che Gesù compie. La formula usata alla fine è esattamente quella di Pascua: “lo fece alzare, e si levò”.
Come già nell’A.T., la malattia e la guarigione sono considerate como una morte e una risurrezione
(p.es. Ps.30,4), così che qui l’onnipotenza di Gesù diventa trasparente: naturalmente si tratta della
guarigione di un ammalato; ma dietro ad essa il lettore scorge già colui che un giorno farà levare i
morti”. (Las cursivas son mías).
103 JOACHIM GNILKA, Marcos, Vol. II, 52.

104 M. DIBELIUS, La historia de las formas evangélicas , Valencia 1984, 47ss., citado por GERD THEISSEN,
Colorido local y contexto histórico en los evangelios. Una contribución a la historia de la tradición
sinóptica, Sígueme, Salamanca 1997, 112, nota 92.
105 “Existen, no obstante, notables diferencias: Dibelius uno con el paradigma su teoría de la
predicación, mientras que Bultmann emplea expresamente apotegma en sentido “neutro”. Este
último, además, es caracterizado una parte de los apotegmas como “diálogos polémicos”, cuya
existencia es negada por Dibelius sin razón” (PHILIPP VIELHAUER, Historia de la literatura cristiana
primitiva, 320).
106 PHILIPP VIELHAUER, Historia de la literatura cristiana primitiva , 318
49

2,23-28), la curación del hombre de la mano seca (Mc 3,1-6) o la pregunta a Jesús
por el tributo del César (Mc 12,13-17).

Los relatos novela son una serie de historias que presentan tal abundancia
de detalles que hace imposible su utilización como ejemplos. Estas historias
milagrosas delatan un cierto placer en la fabulación y unos tópicos que aproximan
estas narraciones a géneros literarios cultivados fuera del cristianismo. A esta
clase de tópicos pertenecen descripciones de la enfermedad y de la curación, la
constatación del resultado –todo esto distingue a las novelas de los paradigmas- y
la aclamación al taumaturgo al final –este elemento también aparece en algunos
paradigmas. Como ejemplos de novela en Marcos podemos enumerar la curación
de un leproso (Mc 1,40-45), la tempestad calmada (Mc 4,35-41), el endemoniado
de Gerasa (Mc 5,1-20), la hija de Jairo y la hemorroisa (Mc 5,21-43) y, lo que a
nosotros nos interesa: nuestro texto del muchacho epiléptico (Mc 9,14-29), entre
muchos otros107.

Podríamos concluir, de acuerdo con la mayoría de los autores, que el relato


del niño epiléptico presenta rasgos de ambas formas literarias: los relatos de
exorcismo y de curaciones.

Por mi parte, la presencia en el relato de una sentencia de Jesús respecto a


la fe: “Todo es posible para quien cree” (v.23) me suscitaba la pregunta de si no
habría una especie de apotegma presente en el relato, al estilo de Mc 2,1-12108. Si,
como sostiene Bultmann, en esta perícopa hay una verdadera historia de milagro y
un logion sobre el perdón de los pecados insertado de manera completamente
extrínseca en el milagro, que fue compuesto claramente con miras a la historia del
milagro y que no existió originariamente109, ¿por qué no pensar que Mc 9,14-29
contiene también una sentencia sobre la fe, independiente originariamente del

107 MARIANO HERRAZ MARCO Y JOSÉ MIGUEL GARCÍA PÉREZ, Milagros y resurrección según San Marcos,
Encuentro, Madrid 2001, 53.55-56.
108 RUDOLF BULTMANN, en Historia de la tradición sinóptica, Sígueme, Salamanca 2000, 267, señala:

“Entre los apotegmas se encontraban ya algunos fragmentos en los que se narra un milagro de
curación: las curaciones en sábado de Mc 3,1-6 par; Lc 13,10-17; 14,1-6; las expulsiones de
demonios en Mt 12,22-36 par; la curación de los diez leprosos en Lc 17,11-19 y las historias de la
mujer sirofenicia y del centurión de Cafarnaún en Mc 7,24-31; Mt 8,5-1 par Estos fragmentos no
están narrados según el estilo de las historias de milagros, porque el milagro se pone enteramente
al servicio del punto principal, que es de carácter apotegmático… Por el contrario, en Mc 2,1-12 (la
curación del paralítico) hay una genuina historia de milagro, que solo de manera secundaria se
desarrolló hasta constituir un apotegma”.
109 RUDOLF BULTMANN, Historia de la tradición sinóptica, 74-75.
50

relato de la curación-exorcismo del niño epiléptico y que este relato está en


función, sobre todo, de esa enseñanza?

Y es en Bultmann, aunque no solo en él, donde encuentro una respuesta a


mi pregunta:

“En este fragmento se hayan asociadas dos historias de milagros (ya antes de
Marcos), que probablemente se reunieron a causa de la semejanza de la enfermedad
y de la curación. La primera historia tiene como punto principal la contraposición
entre el Maestro y los aprendices de magos, cuya incapacidad pone de relieve el
poder del Maestro. Por eso, se presupone originariamente que el Maestro
(naturalmente, el solo) se había apartado de los discípulos, y ahora viene a reunirse
de nuevo con ellos. Y por esta razón la historia era apropiada en cierto modo para
añadirse a lo anterior. La segunda historia tiene más carácter apotegmático y
describe la paradoja de la fe incrédula”110.

Satisfecha, de este modo, nuestra búsqueda (a saber, si a la formas literarias


de relato de exorcismo y de curación hay que añadir la de enseñanza
apotegmática), concluimos este apartado sobre el género y las formas literarias
presentes en la perícopa del niño epiléptico con palabras de Meier que pueden
servir de recapitulación y pueden aunar toda la complejidad y originalidad del
texto:

“En vez de la forma pura del relato de exorcismo encontramos una mezcla de relato
de exorcismo, relato de curación propiamente dicha (con un toque, quizá, de relato
de resurrección) y de relato declaratorio (Jesús habla del poder de la fe). Como
apunta Pesch en su análisis, algunos motivos parecen extrañamente fuera de lugar
en Mc 9,14-27. De hecho, la incapacidad de los discípulos para exorcizar, la súplica
del padre por su hijo, la clara descripción de la epilepsia, la petición de fe por parte
de Jesús antes del exorcismo y, posiblemente, la referencia de Jesús a la propia fe
como la fuente de los milagros son atípicos de los relatos de exorcismo evangélicos.
En realidad, algunos elementos son únicos”111.

110 RUDOLF BULTMANN, ibid., 269. Cf. también con GÜNTHER BORNKAMM, “ΠΝΕΥΜΑ ῎ΑΛΑΛΟΝ”, 262: “…
en la intención de Marcos, la primera interpolación de ellas –a Mc 9,14-29 se refiere el autor-, no fue
narrada simplemente para mostrar el milagro llevado a cabo por Jesús, sino que apuntaba al tema
de la fe (relacionado con los discípulos), como lo muestran los apotegmas de 9,18.28s y el diálogo
de Jesús con el padre del muchacho epiléptico (v.23s)”.
111 JOHN P. MEIER, Un judío marginal, 757. En relación a esto, es también muy interesante la
aportación de JUAN ALBERTO CASAS RAMÍREZ, Creo, 29-30: “Es precisamente en el contexto de la
“primera sección del camino” (8,31-9,29), en el marco de las lecciones a los discípulos (8,34-9,29),
que se relata la curación del muchacho con un espíritu sordo y mudo (…) lo que indica que el
sentido de la narración debe ser entendido, no solo como un texto de curación o exorcismo sino
como parte del ejercicio educativo que Jesús pretende realizar (casi infructuosamente) con sus
seguidores, por lo que el exorcismo estaría en función de la forma literaria de la “enseñanza”
(prueba de ello es el diálogo en privado que tiene Jesús con los discípulos en los vv.28-29 en torno a
lo acontecido). Así, desde el punto de vista de la crítica de la redacción, tal parece que la narración
correspondió originalmente a un relato de curación milagrosa, pero fue transformado en una
instrucción para los discípulos. En tal sentido, Moloney considera que esta “forma mixta” de
51

CAPÍTULO II: LECTURA NARRATIVA Y ANÁLISIS SEMÁNTICO

En el primer capítulo, hemos realizado una aproximación diacrónica al texto


de Marcos 9,14-29 a través del análisis histórico-literario. En este capítulo vamos a
aproximarnos a él desde perspectivas eminentemente sincrónicas utilizando los
instrumentos del análisis narrativo y del análisis semántico.

1. Con el método narrativo daremos razón del contenido del texto teniendo en
cuenta la articulación de las diversas unidades narrativas, actos o escenas,
el argumento, los personajes (actantes), el espacio y el tiempo, el punto de
vista, las analepsis (evocaciones) y las prolepsis (anticipaciones)112.
2. Con el análisis semántico113 expondremos el significado de los términos
relevantes de nuestra perícopa, haremos un inventario semántico del texto
organizado por campos lexicales, y nos fijaremos en las líneas de
significado, la recurrencia de términos, la oposición de los mismos y la
transformación que se opera en el texto desde la situación inicial hasta la
situación final.

1. SIGNIFICADO Y USO BÍBLICO DE LOS TÉRMINOS MÁS RELEVANTES DE


MC 9,14-29

Mario Alinei señala, en su artículo sobre la Metodología para la construcción


de un léxico temático, que hay al menos cinco modos diversos de ordenarlo:
alfabético, semántico o temático, iconográfico, cartográfico y estadístico114.

curación y enseñanza provee una conclusión a una serie de encuentros entre Jesús y sus frágiles
discípulos (8,32-9,29) después del primer anuncio de la pasión”.
112 MERCEDES NAVARRO PUERTO, “Análisis Narrativo”, en RAFAEL AGUIRRE (ed.), Los milagros de Jesús.

Perspectivas metodológicas plurales, Verbo Divino, Estella 2002, 73.


113 “Por semántica se entiende la ciencia de las significaciones o el estudio científico de los

significados lingüísticos” (ANTONIO PIÑERO Y JESÚS PELÁEZ, El Nuevo Testamento. Introducción al


estudio de los primeros escritos cristianos, 427). Para precisar los términos, JEAN NOËL ALETTI, “Una
lectura en preguntas”, en XAVIER LÉON-DUFOUR (Ed.), Los milagros de Jesús, Cristiandad, Madrid,
1979, 193, señala: Las palabras semántica, semiótica y semiología vienen de la misma raíz griega
semáinein (significar). La semántica es la ciencia de las significaciones; la semiología, la de los
sistemas de comunicación (lenguas, moda, arte, etc). La lingüística estudia los signos verbales (las
lenguas), y la semiótica, los signos no verbales (textos, sonidos, imágenes…)”.
114 MARIO ALINEI, “Metodologia per la costruzione di un lessico tematico”, en PAOLA RADICI COLACE Y

MARIA CACCAMO CALTABIANO, (eds.), in Atti del I Seminario di studi sui lessici tecnici greci e latini
(Messina 8-9 marzo 1990), Messina 1991, 31-45.
52

Realizaremos esa ordenación en los apartados siguientes, con un criterio


temático de equivalencias y oposiciones. En este capítulo, simplemente
expondremos los términos más importantes para la profundización del
conocimiento del texto y de todo su contexto en el evangelio y en el conjunto del
N.T. en el orden en que van apareciendo en el relato.

1.1. μαθητής, DISCÍPULO115


v. 14: Kαὶ ἐλθόντες πρὸς τοὺς μαθητὰς…

En el N.T., el sustantivo μαθητής aparece 261 veces, pero lo hace


exclusivamente en los Evangelios y en Hechos (Mt 72 testimonios; Marcos 46 116;
Lucas 37; Juan 78; Hechos 28). El verbo μαθητεύω aparece 4 veces (Mt 13,52;
27,57; 28,19; Hch 14,21).

Mαθητής es alguien que está en relación de discípulo con otra persona y es


instruido por ella (cf. Mt 10,24ss). Semejante relación era conocida en tiempos del
N.T., porque los escribas ejercían de maestros y tenían discípulos (talmîdîm), a
quienes instruían en la Escritura y en las tradiciones de los padres. También Jesús
fue llamado rabí o rabuni (Mt 26,25.49 par) y διδάσκαλος (Mt 8,19; 12,28) y
también él enseñaba (Mt 4,23; 26,55). Pero Jesús actuaba con una autoridad
desconocida hasta entonces (Mc 1,22.27; Lc 4,32; Mt 7,28ss; Jn 7,46), y por eso la
relación de los discípulos con Jesús era diversa a la de otros discípulos con sus
maestros.

115 POUL NEPPER-CRHISTENSEN, en HORST BALZ Y GERHARD SCHNEIDER (eds.), Diccionario exegético del
Nuevo Testamento, Vol. II, Sígueme, Salamanca 1998, 115-121
116 Respecto al término μαθητής en Marcos, VICENT TAYLOR, Marcos, 228, dice lo siguiente:
“μαθητής, que aparece unas 43 veces, se emplea de ordinario en el plural para designar a los
“discípulos” de Jesús116. En griego clásico este término designa a los discípulos de los filósofos y de
los retóricos (Herododo; Platón, etc.), pero no a los pertenecientes al círculo socrático (Platón).
Este término no aparece en los LXX, salvo en la variante de Jr 13,21; 20,11; esta característica
sorprendente se debe a que la religión de Israel es una religión de revelación. Los profetas del AT
tenían siervos (1 Re 18,43; 2 Re 4,12 etc) pero no discípulos. En el judaísmo rabínico la palabra se
empleó con frecuencia para designar a los discípulos de rabinos notables. En los papiros, μαθητής
designa a los aprendices. La característica distintiva de los discípulos de Jesús era la adhesión a su
persona y no solo a su enseñanza: “No es para ellos un rabbí, sino su Señor” (Rengstorf). La labor de
los discípulos consiste en dar testimonio de Jesús. El amplio círculo de discípulos comprende a los
apóstoles (Mc 6,30), a un grupo más reducido compuesto por los Doce (Mc 3,14) y a los tres
discípulos, Pedro, Santiago y Juan, que forman el grupo más pequeño (Mc 5,37).
53

Antes de que Jesús comenzara su actividad pública y reuniera discípulos,


existía ya un grupo de discípulos en torno a Juan Bautista117.

Las personas que seguían a Jesús pueden clasificarse en dos grupos


principales, como se desprende de Mc 3,7-12: por un lado, un grupo claramente
destacado (cf. Mt 13,36; 14,22 par Mc) y, por otro, una gran multitud. A los
integrantes del grupo amplio raramente se les llama μαθητής. Sin embargo, esto
sucede en Lucas 6,13.17, en donde se hace distinción entre tres grupos: una gran
masa de personas, una gran multitud de discípulos y, finalmente, el círculo de los
Doce, escogidos de entre ese grupo de discípulos (v. 13; cf. Mc 4,10). También en Lc
19,37.39; Jn 6,60.66; 7,3; 8,31 y 19,38 aparece μαθητής denominando a personas
que pertenecían al gran grupo de adeptos.

Sin embargo, en la inmensa mayoría de los casos, el término μαθητής se


reserva para el grupo íntimo de Jesús. El grupo era, al parecer, bastante reducido.
Cabía en una sola barca (cf. Mt 14,22 par; Jn 6,17) y podía reunirse en una sola casa
(cf. Mc 7,17; 9,28). De la tradición se desprende que el grupo íntimo de Jesús
estaba constituido por los Doce. Por ejemplo, cuando Marcos 6,35 nos dice que los
discípulos de Jesús se acercaron a él, sabemos por Lc 9,12 que se trataba de los
Doce, cosa que también dice Mc 6,7. Los μαθηταί a los que Jesús les dijo que
prepararan la cena pascual eran los doce, con quienes después celebró esa cena (cf.
Mc 26,17ss). En Mc 3,13-19 se indican los nombres de esos Doce, a quienes Jesús,
en un momento anterior de su actividad pública, fue escogiendo como sus
colaboradores (cf. Mc 1,16-20; 2,13-14). Difícilmente se puede dudar de que el
número Doce era simbólico y prepascual (incluso Judas, el traidor, pertenecía a ese
grupo íntimo, cf. Mt 26,14 y par; 26,47 y par; Jn 6,71). La denominación de los Doce
desapareció muy pronto. Pablo solo la emplea en 1 Cor 15,6.

117Respecto a los discípulos de Juan, Mt 11,2 indica que Juan disponía de personas a las que él podía
enviar, y según Mt 14,12, había un grupo de discípulos que se preocuparon de enterrar al maestro.
Los que pertenecían al grupo de Juan se habían hecho bautizar y se habían sometido a exigencias
éticas de tipo ascético, como los ayunos y las purificaciones (cf. Mc 2,18; Jn 3,25). El Bautista había
enseñado a orar (Lc 11,1). El evangelio de Juan acentúa que el Bautista no era el Mesías (Jn 1,6-
8.20; 3,28) y que testificaba que Jesús era el Mesías esperado (Jn 1,8.19-36; 3,22-36). Pero el
énfasis con que el evangelio de Juan realza esto delata que el Bautista era considerado como mesías
por algunos, y hay razón para suponer que el paso del seguimiento del Bautista al seguimiento de
Jesús no fue muy armónico, o tan armónico como parece en Jn 1,35-39. Hay indicios de esta
desarmonía en el mismo evangelio de Juan, cuando se afirma que Jesús hacía más discípulos y
bautizaba más que Juan (cf. Jn 4,1). Del mismo modo, en los Hch 18,25; 19,1-6 se pone de
manifiesto que, años más tarde, aún había en Éfeso discípulos del Bautista que no habían oído
hablar siquiera del Espíritu Santo.
54

No puede excluirse que, antes de la elección de los Doce, hubiera existido un


grupo más pequeño en torno a Jesús. Eso podría explicar que Pedro, Santiago y
Juan estuvieran especialmente cerca de él en momentos importantes (cf. Mc 5,37y
par; Mt 17,1 y par; 14,27 y par; Mc 1,29; Mt 20,20 y par; Mc 13,3). En cuanto al
“discípulo amado”, tan relevante en el evangelio de Juan, no podemos asegurar si
es Juan o si pertenecía al grupo de los Doce (cf. Jn 13,23; 19,26; 20,2; 21,7.20). El
evangelio de Juan contiene una sola vez esa expresión (Jn 6,67) y no contiene lista
de apóstoles. Por tanto, no concedió importancia especial al número doce.

La relación especial entre Jesús y sus discípulos se atestigua, entre otras


cosas, por el hecho de que a ellos –por contraste con la multitud- se les revelaron
los misterios del Reino (cf. Mc 13,1 y par; Mt 16,21 y par; 17,22-23 par; 20, 17-19
par). Según Mt 12,49, a los discípulos de Jesús los consideraba como si fueran su
madre y sus hermanos (cf. Mc 3,34ss). Jesús les enseñó a orar (Mt 6,9; cf. Lc 11,2).
Un discípulo tenía que romper con el modo de existencia que había llevado hasta
entonces, por ejemplo, tenía que abandonar sus ocupaciones (Mt 4,18-22 par; 9,9
par), romper los lazos familiares (Lc 14,26 par; Lc 9,61 s) y dejar al cuidado de
otros un deber tan elemental como enterrar a su padre (cf. Mt 8,21s).

En cierto sentido, las condiciones de los discípulos eran comparables a las


de los esclavos. Por ejemplo, cuando Jesús, en su camino hacia Jerusalén, tuvo que
pasar por Samaría, los discípulos tuvieron que buscarle alojamiento (cf. Lc 9,51ss).
Ellos tuvieron que preparar su entrada solemne en Jerusalén (Mt 21,2 par) y hacer
los preparativos para la cena pascual que Jesús quería celebrar con ellos (Mt
26,17ss y par). Ser μαθητής significaba una radical negación de sí mismo. El
μαθητής tiene que cargar con su cruz (cf. Mt 16,24-25 y par) y esto implica la
comunión de destino con Jesús, que consiste en la persecución, el sufrimiento y,
finalmente, la muerte (cf. Mt 10,24-25; Jn 15,20; Mt 10,17-22 y par; Mt 20,20ss y
par; Mt 24,9 y par; Jn 16,2).
A los que soportan los sufrimientos acarreados por el seguimiento de Jesús
les aguardan promesas de vida eterna (cf. Mt 19,27-30 par; 10,22; 24,13 y par)
mientras que negar al Maestro puede acarrear perder la propia salvación (Mc 8,38
y par).
55

Según Mc 3,13-14, Jesús escogió a los Doce para que estuvieran con él y
para enviarlos a predicar. Según Lc 10,1ss, Jesús envió a otros setenta y dos, a los
que no les aplica la denominación de μαθητής. Quizá con ello Lucas quería
significar que el mensaje no solo estaba destinado al pueblo judío sino que tenía
una dimensión universal.

A los discípulos se les concede el poder de Jesús para realizar milagros (Mc
3,14ss; Lc 10,17; Hch 3,6.12-16) pero principalmente se les enviaba a proclamar
que el reino de Dios estaba cerca (Mt 10,7ss). Lo mismo que Jesús, también
curaban a los enfermos y a los que estaban poseídos por los demonios (cf. Mt 4,23
y par). Tanto Mc (6,30) como Lc (9,10; 10,17) refieren que los discípulos
regresaron junto a Jesús. Esta misión estuvo limitada a Israel. No así la misión
encargada por Jesús después de su resurrección, en la que los discípulos son
enviados a llevar el evangelio a todos los pueblos, predicando el arrepentimiento
para el perdón de los pecados y bautizando (cf. Mt 28,18-20; cf. Jn 20,21-23).

Un rasgo característico de los discípulos de Jesús es su falta de comprensión


ante lo que Jesús decía y hacía (cf. Mc 6,52 y par; Mt 16,4-12 y par; Mt 15,15-20 y
par; Mc 4,13), y sobre todo en relación a los anuncios de la pasión y con la cuestión
de la identidad de su Maestro (cf. Mt 16,21-23 y par; Mc 9,31-32 y par; Lc 18,34;
Mc 4,40-41 y par). Hasta tal punto no comprendieron a Jesús que llegaron a
abandonarle todos (cf. Mt 26,57-75 y par), aunque fueron rehabilitados y
confirmados por Jesús después de su resurrección. El aspecto de esta falta de
sintonía maestro-discípulo, de la falta de fe y oración, de la incomprensión y la
impotencia de los discípulos se pone especialmente de relieve en nuestro pasaje.

1.2. o;cloj, PUEBLO, MUCHEDUMBRE, GENTÍO, MULTITUD DE GENTE118

v.14: … εἶδον ὄχλον πολὺν περὶ αὐτοὺς…

El término aparece 175 veces en el N.T., únicamente en los Evangelios (50


veces en Mateo, 38 en Marcos, 41 en Lucas, 20 en Juan), en Hechos (22 veces) y en
el Apocalipsis (4 veces).

118 HORST BALZ, en HORST BALZ Y GERHARD SCHNEIDER (eds.), Diccionario exegético del Nuevo
Testamento, Vol. II, Sígueme, Salamanca 1998, 664-666.
56

La gran difusión del término en la tradición de Jesús demuestra que su


actividad no tuvo lugar en privado ni se entendió como asunto entre unos cuantos,
sino que tuvo lugar siempre de cara a la multitud. Según Mt 4,25, una gran
multitud sigue a Jesús desde Galilea y así son testigos del Sermón del monte
dirigido a los discípulos (Mt 5,1ss). Según Mc 6,34 par Mt 9,36, Jesús se siente lleno
de compasión cuando ve a la multitud que anda como ovejas sin pastor. Los
dirigentes y maestros del pueblo y la multitud misma creen que Jesús es un
alborotador del pueblo (Jn 7,12b.20.32.43.49). Sin embargo, en la mayoría de los
casos, la multitud es el trasfondo anónimo sobre el que se desarrolla la actividad
de Jesús, como sucede en nuestro pasaje de Mc 9,14-29 (cf. Mt 13,2; 14,23; 15,10;
Mc 3,20; Lc 5,1; Jn 11,42).

La multitud presenta en los evangelios también una doble cara: por un lado,
admiran a Jesús, le buscan, y le tributan una entrada triunfal en Jerusalén (Mt 21,1-
11). En Mc 9,14 corre, asombrada, a saludar a Jesús. Pero, por otro lado, se dejan
manipular e instigar por las autoridades y reclaman a gritos la crucifixión de Jesús
(Mt 27,15.20.24; Mc 15,8.11.15; Lc 23,4).

1.3. grammateúú´ύς, ESCRIBAS119

v.14: … καὶ γραμματεῖς…

De las 62 veces que aparece el término en el N.T., 57 se encuentran en los


evangelios sinópticos, 4 en Hechos y 1 en las epístolas120. Con excepción de Mt
13,52 (y quizá 23,24) donde se habla de estribas cristianos, y de Hch 19,35, donde
se usa en sentido de secretario (alto funcionario pagano), y con excepción de 1 Cor

119 GÜNTHER BAUMBACH, en BALZ, H, EN HORST BALZ Y GERHARD SCHNEIDER (eds.), Diccionario exegético
del Nuevo Testamento, Vol. I, Sígueme, Salamanca 1996, 782-786.
120 Respecto al término γραμματεύς en el evangelio de Marcos, VICENT TAYLOR, en Marcos, 190, dice
lo siguiente: Aparece 21 veces120. En griego clásico el término significa “secretario” o “registrador”;
en los LXX significa un funcionario público, un “escribiente” (Ex 5,6) o un oficial militar inferior que
tiene el encargo de escribir (Dt 20,5); en los papiros designa un funcionario público, un escribano
local, etc. En los evangelios οἱ γραμματεύς son los escribas, los maestros de la Ley. Lucas los llama
también νομοικοἱ y νομοδιδἁσκαλοι La mayoría de los escribas pertenecían al partido de los
fariseos (cf. Mc 2,6), pero los había también saduceos (cf. Mc 12,18). Su enseñanza se basaba en la
tradición. En el evangelio es evidente la diferencia entre la enseñanza de Jesús y la de los escribas.
La frase de Mc 1,22, “γὰρ διδάσκων αὐτοὺς ὡς ἐξουσίαν ἔχων καὶ οὐχ ὡς οἱ γραμματεῖς”, dice
mucho de lo que se pensaba al respecto, aunque también el evangelista refiere las palabras
favorables que Jesús dirigió a un escriba: “Οὐ μακρὰν εἶ ἀπὸ βασιλείας τοῦ Θεοῦ” (Mc 12,34).
57

1,20, donde se cita a Is 33,18 LXX, todos los demás textos se refieren a escribas
judíos, es decir, maestros de la ley (en hebreo soferîm / hakamîm).

Los evangelios sinópticos, en la historia de la pasión de Mc 14ss y par


Presentan a los escribas asociados siempre a los sumos sacerdotes y ancianos, y
entienden, por tanto, que son miembros del sanedrín (así también en Hch 4,5;
6,12), mientras que esta combinación no predomina fuera de la historia de la
pasión.

Es curioso y sorprendente cómo los sinópticos difieren al identificar a los


interlocutores y adversarios de Jesús: en Marcos predominan los sumos sacerdotes
(22 veces); en Lucas y Mateo, los fariseos (27 ó 29 veces); en Marcos aparecen con
muchísima más frecuencia los escribas que los fariseos (21 veces frente a 12); en
Mateo y Lucas es a la inversa (22 frente a 29 en Mt y 14 frente a 27 en Lc).

La expresión οὶ γραμματεῖς τῶν Φαρισαίω en Mc 2,16 parece fiable, porque


en ella se conserva la diferencia –históricamente cierta- entre escribas y fariseos, y
se presupone la existencia de escribas que no eran fariseos (sobre los escribas
saduceos cf. Josefo, Ant XVIII, 16; sobre los escribas esenios cf. 1 QS 3,13; 9,12.21;
acerca de los escribas zelotas cf. Josefo, Bell II, 433). Las variantes textuales y los
textos dependientes de Mc 2,16 (Lc 5,30, “los fariseos y sus escribas” y Mt 9,11, “los
fariseos”) sugieren que tuvo lugar una evolución que comenzó con la simple
mención de los escribas (interlocutores de Jesús, como los que encontramos en
nuestro texto de Mc 9,14), que fueron siendo considerados como adversarios de
Jesús al igual que el judaísmo rabínico-farisaico hostil al cristianismo, con lo cual es
muy congruente que el evangelio más reciente no hablase ya de escribas sino de
los fariseos, identificados con los judíos. En virtud de esta tendencia evolutiva
antifarisaica y antijudía, podemos sospechar que Marcos insertó a los escribas en
la pasión para presentar en pleno al sanedrín y realzar de esta manera la culpa del
judaísmo en la muerte de Jesús.

El tratamiento de rabí que se da a Jesús en los evangelios (cf. Mc 9,5; 10,51;


11,21; 14,45) muestra que Jesús gozaba de la autoridad y del prestigio de un
escriba, pero se diferenciaba de los escribas de aquella época por la ἐξουσία, la
autoridad independiente con la que él perdona pecados (cf. Mc 2,6 y par), acoge a
pecadores y recaudadores de impuestos (cf. Mc 2,16 y par) e interpreta la voluntad
58

de Dios sin recurrir a la autoridad de os hombres ni a tradiciones humanas (cf. Mc


1,22 y par; 12,28.32 etc). Contra esta autoridad se alza la resistencia de los escribas
hasta el punto de acusar a Jesús de estar al servicio de Belcebú (cf. Mc 3,22ss). Es
significativo que el escriba que dialoga con Jesús en Mc 12,34 reciba de Jesús una
cualificación positiva, mientras que en Mt 22,35 y Lc 10,25 es descalificado como
tentador y queda incluido entre los fariseos. Así aparece bien a las claras la
irreconciliable oposición ulterior entre la Iglesia y la sinagoga.

En nuestro texto de Mc 9,14-29, los escribas aparecen como claros


adversarios de los discípulos de Jesús, aunque luego desaparecen drásticamente de
la escena.

1.4. suzhtέw, CONSIDERAR, DISPUTAR, REFLEXIONAR121


v.14: … συζητοῦντας πρὸς αὺτούς…

En el N.T. συζητέω aparece 10 veces. Seis de los testimonios se encuentran


en Marcos y los restantes son escritos lucanos (dos en Lc y dos en Hch). El verbo
significa: a) investigar juntamente o considerar, conversar, hacer reflexiones
conjuntamente; b) disputar; c) reflexionar.

En el N.T., συζητέω se emplea no solo como el acto de considerar, sino


también de discutir o disputar acaloradamente. Un milagro de Jesús causa
estremecimiento entre los habitantes de Cafarnaún, y éstos “se preguntan unos a
otros” qué significará todo eso (Mc 1,27). Se trata, por tanto, de reflexionar en
común. En Mc 9,10, los discípulos discuten entre sí qué significarán las palabras de
Jesús acerca de la resurrección de entre los muertos. Los discípulos de Emaús (Lc
24,15) hablan de lo que ha sucedido durante los últimos días. En Lc 22,23, el
sentido es ambiguo. La predicción de la traición de uno de los discípulos durante la
cena, provoca entre ellos un acto de συζητέω. El verbo puede significar
“preguntarse” o bien, en este contexto, podría significar una disputa acalorada.

En Mc 8,11 se trata de una discusión entre adversarios, así como en Mc


9,14.16. En este caso, los escribas discuten con los discípulos a causa del fracaso de

121 EDVIN LARSSON, en HORST BALZ Y GERHARD SCHNEIDER (eds.), Diccionario exegético del Nuevo
Testamento, Vol. II, Sígueme, Salamanca 1998, 1527-1528.
59

éstos porque no han sido capaces de curar a un muchacho epiléptico. La disputa de


Jesús con los saduceos en Mc 12,18-27 se considera también un συζητεῖν.
El carácter hostil del verbo aparece también en Hch 6,9; 9,29.

1.5. ἐκθαμβέω, ASUSTAR, ASOMBRAR

v.15: … πᾶς ὁ ὄχλος ἰδόντες αὐτὸν ἐξεθαμβήθησαν…

ἐκθαμβέω, en el N.T., aparece únicamente en Mc y en voz pasiva: 9,15 (“se


quedaron asombrados”); 14,33 (“empezó a sentir pavor y angustia”); 16,5.6 (“Ellas
se asustaron… ¡no os asustéis!”) 122. Tiene las acepciones de producir asombro, o en
sentido negativo, producir temor, asombrar, admirar, aterrar, atemorizar;
quedarse admirado, asombrado; angustiarse, estar angustiado, asustarse123.

Algunos autores, como hemos visto arriba124, consideran que el temor del
pueblo ante el resplandor de Moisés cuando descendía del Sinaí es el posible
trasfondo de Mc 9,14. Sin embargo, Joel Marcus señala que los LXX no utilizan
ἐκθαμβέομαι sino que habla del miedo de la gente (ἐφοβήθησαν, γοβέω)125. Otra
diferencia descalifica el pasaje del Éx 34,29 como trasfondo de nuestro texto:
mientras que en el Éxodo, el pueblo tiene miedo de acercarse a Moisés, en Marcos
corre hacia Jesús y lo saluda. Puede que nuestra historia pretenda mostrar un
contraste entre el resplandor aterrador de Moisés y el resplandor atemorizante y
atractivo de Jesús. Podemos también considerar 2 Cor 3,12.18, donde se compara y
contrasta el resplandor de Cristo con el de Moisés.

1.6. didάskaloj y didάskw, MAESTRO Y ENSEÑAR126


v.17:… διδάσκαλε, ἤνεγκα τὸν υἱóν μου πρὸς σέ…

Aunque el verbo no aparece en nuestro texto (solo lo hace el sustantivo, en


vocativo), pertenece a su campo semántico y nos ayudará a profundizar mucho
más en el sentido del término diδάskaloj aplicado a Jesús.

122 HORST BALZ Y GERHARD SCHNEIDER (eds.), Diccionario exegético del Nuevo Testamento, Vol. I,
Sígueme, Salamanca 1996, 1249.
123 AMADOR ÁNGEL GARCÍA SANTOS, Diccionario del Griego Bíblico, Verbo Divino 2011, 262.
124 Cf. nota 36.
125
JOEL MARCUS, Marcos, 746.
126
HANS-FRIEDRICH WEIB, en HORST BALZ Y GERHARD SCHNEIDER (eds.), DICCIONARIO EXEGÉTICO DEL NUEVO
TESTAMENTO, Vol. I, Sígueme, Salamanca 1996, 959-966.
60

El verbo aparece 97 veces en el N.T., mientras que el sustantivo aparece 59


veces. En los evangelios, los términos –refiriéndose a Jesús- aparecen unas 50 y 40
veces respectivamente. Además, el verbo designa especialmente la actividad de los
discípulos de Jesús, de los apóstoles y de Pablo, y el sustantivo expresa un
determinado ministerio en la comunidad.

El verbo se encuentra siempre en el sentido de enseñar o, cuando se


menciona en acusativo a los destinatarios, en el sentido de instruir, en paralelo a
veces con εὐαγγελίζομαι (Lc 20,1; Hch 5,42; 15,35) o κηρύσσω (Mt 4,23; 9,35;
11,1; Hch 28,31). El sustantivo designa al maestro y se emplea en vocativo como un
modo respetuoso y honorífico de dirigirse a alguien.

Cuando se emplea el sustantivo en los evangelios, hay que distinguir entre


el vocativo como modo de dirigirse a una persona, lo que corresponde al vocativo
rabbí, que era usual en el judaísmo, y el sustantivo precedido de artículo, que
designa a Jesús como el Maestro por excelencia (cf. Mc 14,14 par; Mt 23,8; Jn
13,13s).

Jesús es considerado unánimemente en los evangelios como el que enseña


(Mc 10,1; Mt 4,23; 9,35; Lc 4,15). Esto se aplica tanto a la tradición pre-sinóptica
acerca de Jesús (fuente Q, cf. Mt 8,19 ss par Lc), como a su configuración
redaccional por parte de los evangelistas. El modo como se presentaba a Jesús era
el de un maestro judío o doctor de la ley (escriba), sobre todo cuando se le
presenta enseñando en la sinagoga (Mc 1,21 y par; 6,2 y par; Mt 4,23; Lc 4,15; Jn
6,59, etc.), o en el templo (Mc 11,17; 12,14 y par; Lc 19,47; 21,37; Jn 7,14, etc.). En
consonancia con esto, tenemos el modo como la gente se dirigía a él llamándole
διδάσκαλε (en vocativo: Mc 4,38; 9,17.38; 10,17.35; Mt 19,16; 22,16; Lc 7,40 etc.).
Ese modo correspondía con el que se empleaba en el judaísmo para llamar a los
escribas rabbí (cf. Mt 23,7ss.).

Sin embargo, los evangelistas acentúan desde el principio la singularidad de


la enseñanza de Jesús frente a los maestros judíos. Según Mc 1,22, Jesús enseña en
la sinagoga de Cafarnaún, por primera vez, “como quien tiene autoridad, y no como
los escribas”. Esa diferencia también es remarcada por Mt 7,29 al terminar el
Sermón del Monte, en el que se presentaba a Jesús a la manera de un maestro judío
61

al que se acercan sus discípulos (Mt 5,1s). En Lc 4,15 tenemos un buen ejemplo de
la predicación de Jesús en la sinagoga de Nazaret.

Ese carácter singular de Jesús como maestro se pone de manifiesto también


en la relación maestro-discípulo. No es el discípulo el que elige al maestro, sino que
es Jesús el que lo llama a su seguimiento (ἀκολουθέω). El título dado a Jesús,
cuando va con artículo, se aproxima a un título cristológico de majestad (cf. Mt
23,8; Mc 14,14). Lo mismo cabe decir de la agrupación διδάσκαλος y κύριος en Jn
13,13.
La reflexión cristológica relacionada con la tradición de Jesús como Maestro
resalta sobre todo en Marcos y en Mateo. Aunque en Marcos, salvo en Mc 14,14, el
sustantivo no tiene peso cristológico, es evidente el empeño del evangelista por
presentar a Jesús como el que enseña. La acción de enseñar es la acción típica de
Jesús para Marcos, aunque no nos hable del contenido de esa enseñanza (con
excepción de Mc 4,1ss). Tan solo una vez se dice que los discípulos διδάσκειν
(6,30), mientras que de Jesús se dice 15 veces. En la primera parte del evangelio,
los actos de poder de Jesús son una demostración de que sus enseñanzas tienen
autoridad (Mc 1,22.27; 6,2; 11,18). Tan solo en la segunda parte (a partir de 8,27)
se determina más concretamente el contenido de esa enseñanza de Jesús: se trata
de la instrucción a los discípulos sobre la Pasión. Hay, en Jesús, una
correspondencia entre lo que enseña y su persona y destino. En este sentido, Jesús
es el sujeto y el objeto de su enseñanza.

En Mateo, Jesús ocupa desde el principio un lugar central como el Jesús que
enseña (4,23; 9,35, 11,1), a pesar de que evita que los discípulos se dirijan a él con
el vocativo de maestro, que pone, sin embargo, en labios de los que no son
discípulos (8,19; 12,38; 19,16; 22,16.24.36; cf. 26,25.49, rabbí en labios de Judas).
Los discípulos, en cambio, se dirigen a Jesús llamándole κύριε (8,25; 17,15 etc). Esa
modificación de la fuente de Marcos no se debe a que Mateo no considere a Jesús
como Maestro, sino que tiene su fundamento en el hecho de que, para Mateo, Jesús
no es un Maestro en sentido judío, sino que sus enseñanzas se oponen a las del
judaísmo. Mateo, a diferencia de Marcos, define la enseñanza de Jesús como una
enseñanza acerca de la ley o para dar a conocer la voluntad de Dios (cf. Mt 5,1ss y
7,29).
62

Lucas caracteriza también la actividad de Jesús como una actividad de


enseñar (4,15.31; 5,3.17; Hch 1,1), sin que se vea en ello una diferencia con
respecto a la actividad de κηρύσσειν (compárese Lc 4,31 con 4,44 y con Hch
28,31).

Juan utiliza también el verbo διδάσκω para designar la proclamación


efectuada por Jesús (6,59; 7,14.28.35; 8,20; 9,34).

Fuera de los evangelios, la designación de Jesús como Maestro no


desempeña ningún papel salvo en Hch 1,1.

1.7. πνεῦμα, SOPLO, ALIENTO, VIENTO, ESPÍRITU127


v.17:… ἔχοντα πνεῦμα ἄλαλον…

El sustantivo verbal πνεῦμα, derivado de πνέω (soplar el viento), designa el


poder elemental de la naturaleza y de la vida: viento, soplo, aliento, principio de
vida (como ψυχή). En el N.T. está caracterizado por el equivalente hebreo rûah y
por su empleo en el judaísmo. El significado fundamental de rûah es viento y
aliento, concebidos como la fuerza que se encuentra en el aliento y en la ráfaga de
viento y cuyo origen y destino siguen siendo enigmáticos. En el A.T., rûah designa a
menudo expresamente al “espíritu” de Dios que actúa como energía vital y además
confiere al hombre dotes especiales e inspira a las personas. Tan solo en el
postexilio se va implantando el concepto de “espíritu santo”. Por influencia del
mundo circundante, rûah o πνεῦμα llega a ser a menudo un término para designar
a seres supraterrenales buenos o malos. Y en sectores helenísticos, πνεῦμα se
concibe a la manera de sustancia y se mezcla con concepciones filosóficas griegas y
especulaciones sobre la sabiduría.

En el N.T. aparece 379 veces; de ellas solo 3 veces en el sentido original de


término (soplo, viento impetuoso). Con frecuencia designa al espíritu del hombre
(unas 47 veces), así como a espíritus malignos (unas 38 veces) o espíritus de
difuntos y también de ángeles (unas 9 veces). Con muchísima frecuencia significa
claramente el πνεῦμα de Dios (unas 275 veces), ya sea en sentido absoluto o como

127
JACOB KREMER, en HORST BALZ Y GERHARD SCHNEIDER (eds.), Diccionario exegético del Nuevo
Testamento, Vol. II, Sígueme, Salamanca 1998, 1022-1037
63

πνεῦμα ἅγιον, πνεῦμα ἁγιοσυνης, πνεῦμα Θεου, πνεῦμα τοῦ πατρός, πνεῦμα τοῦ
υἱοῦ αὐτοῦ, o bien el πνεῦμα Χριστοῦ o πνεῦμα Ἱησοῦ. Por este empleo singular, el
contenido semántico de πνεῦμα es muy diferente en los diversos escritos del N.T.

En nuestro estudio de la perícopa de Mc 9,14-19, nos interesa la acepción de


πνεῦμα como una realidad maligna o impura. Con mucha frecuencia, en los
Evangelios, el libro de los Hechos y el Apocalipsis, πνεῦμα se determina más
concretamente como πνεῦμα impuro128 (ἀκάθαρτος, Mc 1,23.26.27; 3,11; 9,25),
maligno (πονερός, Lc 7,21), mudo (ἅλαλος, Mc 9,17), mudo y sordo (ἄλαλος καὶ
κοφός, Mc 9,25), o como el πνεῦμα de una enfermedad (“Había una mujer a la que
un espíritu tenía enferma hace dieciocho años…”, καὶ ἰδοὺ γυνὴ πνεῦμα ἒχουσα
ἀσθενείας…, Lc 13,11) y espíritus de demonios (Ap 16,13.14).

En casos aislados, πνεῦμα se usa también en sentido absoluto con este


significado (Mt 8,16; Lc 10,20). En Lc 8,2 aparecen yuxtapuestos “espíritus
malignos y enfermedades” y “siete demonios” (καὶ γυναῖκές τινες αἵ ῇσαν
τεθεραπευμέναι ἀπὸ πνευμάτων πονηρῶν καὶ ἀσθενειῶν, Μαρία ἡ καλουμένη
Μαγδαληνή, ἀφ᾿ἡς δαιμόνια ἑπτὰ ἐξεληλύθει).

Era una idea muy extendida en aquella época el que seres concebidos a
manera de personas habitaban en los hombres, los dominaban y originaban en
ellos enfermedades. Jesús y los discípulos fueron capaces de expulsar esos seres
(como otras personas eran capaces de hacerlo, cf. Mc 12,27) porque disponían del
poder del πνεῦμα de Dios, que es más fuerte que los espíritus. En nuestro relato,
Marcos cuenta un episodio en el que ese “poder” ha fracasado en los discípulos a
causa de su falta de fe.

1.8. ἐκβάλλω, ΑRROJAR, ΕXPULSAR129


v.18:… καὶ εἶπα τοῖς μαθηταῖς σου ἵνα αὐτὸ ἐκβάλωσιν…

128“In Marco, su 23 passi in cui compare πνεῦμα, 14 contengono l’espressione πνεῦμα ἀκάθαρτον
(o sim.) come equivalente di δαίμων o δαιμόνιον”. Algún autor se pregunta si ἀκάθαρτον no podría
ser una cualificación ética contrapuesta a ἄγιον. (cf. EDUARD SCHWEIZER, “πνεῦμα, πνευματικὸς”, en
GERHARD KITTEL Y GERHARD FRIEDRICH (ed.), Grande Lessico del Nuovo Testamento, Vol. X, Paiedia,
Brescia 1975, 947).
129 FRANZ ANNEN, en HORST BALZ Y GERHARD SCHNEIDER (eds.), Diccionario exegético del Nuevo
Testamento, Vol. I, Sígueme, Salamanca 1996, 1234-1237.
64

El verbo es un compuesto de βάλλω (arrojar) y aparece en el N.T. 81 veces.


La mayoría de los testimonios se encuentran en los evangelios sinópticos (66
veces, de ellas 28 en Mateo, 18 en Marcos, 20 en Lucas), Juan emplea el término 6
veces, y los Hechos, 5 veces. En las cartas paulinas el término falta por completo,
con excepción de la cita del A.T. de Gál 4,30; el término aparece también en Sant
2,25; 3 Jn 10 y Ap 11,2.

El contenido semántico de ἐκβάλλω lo traduce de manera más completa


nuestro verbo arrojar (fuera). La indicación de lugar viene dada mediante las
preposiciones ἐκ, ἔξω, ἀπω o εἰς. El sujeto es siempre una persona o grupo de
personas. Como objeto de la acción verbal aparecen cosas (Mc 9,47; 15,17; Hch
27,38; Mt 7,4-5; Lc 10,35; Mt 12,35; 13,52), personas o grupos de personas (Mc
11,15 par Mt 21,12 y Lc 19,45; Jn 2,15; Lc 4,29; Mc 12,8 etc; como tecnicismo de la
LXX para designar la acción de echar fuera a la esposa, ἐκβάλλω aparece en Gal
4,30 en una cita –Gn 21,10), y, finalmente, espíritus malignos. Vamos a centrarnos
en esta tercera acepción.

ἐκβάλλω tiene principalmente una dimensión teológica en los evangelios


sinópticos como tecnicismo para designar la expulsión de demonios. El objeto es
casi siempre δαιμόνιον o δαιμόνια, a los que se hace salir de los posesos mediante
un exorcismo. El verbo aparece con esta acepción 34 veces, es decir, más de la
mitad de los testimonios que se encuentran en los sinópticos. Detrás de ello se
encuentra la idea de que el demonio habita en la persona posesa y es expulsado de
allí por el exorcista. El sujeto de la acción de expulsar es, muy frecuentemente,
Jesús. La expulsión de demonios forma parte de su actividad, lo mismo que enseñar
y sanar (cf. los sumarios en Mt 8,16; Mc 1,33.39 y el logion de Lc 13,32). La misma
misión y la misma autoridad se la concede Jesús a sus discípulos en Mt 10,1.8 y Mc
3,15 (aunque no en Lucas). Según Mc 16,17 la expulsión de demonios es uno de los
signos que acompañarán a los que han creído en Jesús.

Por otra parte, los evangelios sinópticos presuponen que hay otros
exorcistas, además de Jesús y sus seguidores (judíos en Mt 12,27 par Lc 11,19;
cualquiera en Mc 9,38 y par Lc 9,49).
65

Mientras que en el entorno del N.T. los rituales complicados, las fórmulas y
los conjuros son corrientes, esas prácticas no desempeñan papel alguno en el N.T.
Jesús, según Mt 8,16 (“él expulsó a los espíritus con una palabra y curó a los
enfermos…”), expulsa los demonios por medio de su palabra (λόγῳ). Según Marcos
9,29, hay demonios que solo pueden expulsarse mediante la oración.
El origen del poder de Jesús se discute extensamente en el diálogo sobre
Belzebú, como veremos más detenidamente en el siguiente capítulo (Mc 3,22-30 y
par Mt 12,24-32 y Lc 11,15-23). Jesús no expulsa los demonios con el poder del
príncipe de los demonios, como le reprochan sus adversarios, sino con el poder de
Dios (“en el dedo de Dios”, según Lucas, y “en el Espíritu de Dios” según Mateo).
Son, por tanto, señales de la llegada del Reino.

Los seguidores de Jesús (Mc 7,22; 16,17) y otras personas realizan


exorcismos “en el nombre de Jesús”. Aquí se refleja seguramente una práctica de la
Iglesia primitiva.

1.9. ἰσχύω, SER FUERTE, SER PODEROSO, SER CAPAZ130


v.18:… καὶ οὐκ ἴσχυσαν…

En el N.T. ἰσχύω aparece 28 veces. Tiene el significado de ser fuerte, ser


poderoso, ser capaz, tener poder para hacer algo. Además del uso
sorprendentemente frecuente y poco acentuado teológicamente de ἰσχύω en Lucas
y Hechos, es preciso mencionar especialmente Mc 2,17: una sentencia sapiencial
que afirma que no necesitan médico los que están fuertes sino los que están mal.
Esta sentencia expresa en forma abreviada la escena de 2,13-16: las relaciones de
Jesús con publicanos y pecadores.

En Gál 5,6 se usa ἰσχύω para poner de relieve la impotencia y la


insignificancia de la ἀκροβυστία y la περιτομή en comparación con el poder de la
fe, que actúa en el amor. Flp 4,13 explica el poder de Pablo por el don que ha
recibido de Cristo: “Todo lo puedo en aquel que me da fuerza” (πάντα ἰσχύω ἐν τῷ
ἐνδυναμοῦντί με). Finalmente, en Sant 5,16 se usa ἰσχύω para referirse al poder
eficaz de la oración: “Confesaos, pues, mutuamente vuestros pecados orad unos

130 PAULSEN HENNING, en HORST BALZ Y GERHARD SCHNEIDER (eds.), Diccionario exegético del Nuevo
Testamento, Vol. I, Sígueme, Salamanca 1996, 2064-2066.
66

por otros, para que seáis curados. La oración ferviente del justo tiene mucho
poder”. Como vemos, impotencia, fe y oración son temas que aparecen en nuestro
texto de Mc 9,14-29.

El verbo ἰσχύω está relacionado semánticamente con ἰσχύς y con ἰσχυρός.


ἰσχύς aparece diez veces en el N.T. con el significado de potencia, fortaleza. Como
en el caso de ἰσχυρός e ἰσχύω, hay que tener en cuenta para ἰσχύω el trasfondo del
A.T. en el significado del término. Así lo vemos especialmente en la cita de 2 Tes
1,9, que recoge el texto de Is 2,10 y habla de “la gloria del poder de Dios”. La idea
neotestamentaria de ἰσχύω se entiende desde el trasfondo de que Dios es el único
lugar donde se halla la fortaleza. Nuestra fortaleza es siempre derivada.
Relacionados con el término ἰσχύς están los demás términos que indican fortaleza
y poder: κράτος, δύναμις y ἐνέργεια (como ya sucede en los LXX).

También nos interesa especialmente el término ἰσχυρός131, que aparece 28


veces en el N.T. con el significado de fuerte, poderoso. El adjetivo puede predicarse
tanto de personas (Heb 11,34; 1 Jn 2,14), como de cosas (Lc 15,14; Heb 5,7; 6,18;
Ap 18,2.10; 19,6).

Es característico el uso de este término en combinación con otros que


significan también fuerza y poder (δύναμις, ἐνεργέω, κράτος, ἐνδυναμόω). Es
también importante su uso con el término antitético debilidad (ἀσθενής, 2 Cor
10,10). Hay que destacar la estrecha asociación de este término con Dios: en Ap
18,8, Dios es el único fuerte en sentido literal de la palabra. Esta conexión de la
fortaleza con la divinidad, así como el aspecto dinámico del poder, están presentes
en el uso del término tanto en la tradición sinóptica como paulina.

Mc 1,7 se halla en el marco de la predicación del Bautista. Juan se refiere a


alguien que viene, que es más fuerte que él y que se mostrará superior a él. Tal
superioridad viene dada por la fuerza del bautismo del Espíritu o del bautismo de
fuego. El cristianismo primitivo identificó esa figura más fuerte con Jesús.

En Mc 3,27 aparece la imagen de un hombre fuerte que es desposeído de su


poder por uno que es más fuerte y poderoso y que penetra en sus dominios. En tal

131 Ibid., 2062-2064.


67

derrocamiento y victoria se hace patente el poder de la actividad de Jesús sobre los


demonios y la presencia del reino de Dios132.

1.10. ἀπιστέω, ἀπιστία, ἄπιστος, SER INCRÉDULO, INCREDULIDAD, INCRÉDULO133


v. 19:… ὦ γενεὰ ἄπιστος…

En nuestro texto (Mc 9,14-29) aparecen los términos ἄπιστος (v.19) y


ἀπιστία (v.14). Nos aproximaremos también, como en el caso de didάskaloj y
didάskw, al verbo ἀπιστέω, que forma parte de su campo semántico para ampliar
nuestro horizonte de significado.

Las veces que se encuentran estos tres términos en el N.T. (8 el verbo


ἀπιστέω, 11 el término ἀπιστία y 23 ἄπιστος) son muy pocas en comparación con
el uso de las palabras πιστεύω (241) y πίστις (243). Puesto que no hay, en hebreo,
equivalentes de las formas privativas, solo podemos disponer de textos griegos
procedentes del judaísmo para establecer una comparación en cuanto al uso de los
términos.
1. El verbo ἀπιστέω significa ser infiel y ser incrédulo, no creer. De la
primera acepción tenemos algún ejemplo en Jenofonte, An II,6,9, refiriéndose a la

132 Es interesante recoger aquí, para el posterior desarrollo de nuestro estudio, las palabras de
Meier sobre el significado de esta parábola: “¿Cuál es el significado de la parábola? (…) La parábola
se refiere a la victoria de Jesús sobre Satanás (o Belcebú, o los demonios), manifiesta en sus
exorcismos. Tal como figura el pasaje en los Evangelios, el simplemente “fuerte” es obviamente
Satanás. Por otro lado, ya hemos visto que el “nadie” de Marcos (“uno” en Mateo), y no el “uno más
fuerte que él” de Lucas, parece la lectura original. De ser así, el “nadie” de Marcos alude
probablemente a Jesús, cuyas referencias a sí mismo suelen ser indirectas y veladas; esa manera tan
poco expresiva de referirse a quien ata a Satanás induce a pensar que no se trata de Dios.
La referencia a la acción de atar en la parábola del hombre fuerte es una metáfora que, claramente,
apunta a un contexto de exorcismo y sugiere que el hombre fuerte es Satanás.
Una cuestión por dilucidar es si se puede apurar la parábola hasta el punto de considerar el ajuar o
los bienes del hombre fuerte como los endemoniados a los que Jesús libera del poder de Satanás
mediante sus exorcismos. Habrá quien objete que eso huele demasiado a alegoría. Sin embargo,
tenemos ya tres ecuaciones: hombre fuerte = Satanás; intruso saqueador = Jesús; atadura =
exorcismo. Aparte de no ser forzadas, tales ecuaciones son verdaderamente necesarias para que la
parábola tenga sentido o alguna aplicación en el contexto de los exorcismos de Jesús. Aceptado esto,
la identificación de las posesiones del hombre fuerte con los individuos poseídos se ve como una
conclusión natural de las tres ecuaciones, y no como una identificación artificial concebida e
impuesta a la parábola post factum.
En nuestra decisión sobre este punto, no debemos sentirnos intimidados por el “dogma” de que
Jesús, como maestro y profeta, nunca utilizó la alegoría. Mal maestro y profeta judío habría sido si
verdaderamente se hubiera atenido a tan extraña regla. En el AT no es rara la alegoría, sobre todo
en la literatura profética relacionada con Ezequiel, Zacarías y Daniel” (JOHN MEIER, Un judío
marginal, 497-498).
133 GERHARD BARTH, en HORST BALZ Y GERHARD SCHNEIDER (eds.), Diccionario exegético del Nuevo
Testamento, Vol. I, Sígueme, Salamanca 1996, 362-368.
68

infidelidad de un soldado hacia su comandante. En el N.T., este significado lo exige


el contexto de Rm 3,3: “Si algunos fueron infieles, ¿acaso su infidelidad anulará la
fidelidad de Dios?” La misma contraposición se encuentra en 2 Tim 2,13: “Si somos
infieles, él permanece fiel”. Aún así, late también, en estos dos textos, el significado
de ser incrédulo.

El significado de no dar fe o ser incrédulo aparece más atestiguado en


Herododo, Sófocles, Josefo (An II, 270; Bell II,54) y Filón (VitMos I, 236). El mismo
significado aparece en textos de los sinópticos en los que los discípulos se ven
confrontados con el anuncio de la resurrección (Lc 24,11.41; Mc 16,11.16; cf. Hch
28,24).

En 1 Pe 2,7, el participio ἀπιστοῦντες ha pasado a designar a los


increyentes, entendiendo por tales a los no cristianos. Se observa un desarrollo y
un desplazamiento en el significado, más claro aún cuando ἄπιστος pasa a
designar, de manera fija, a los no cristianos.

2. En el caso del sustantivo ἀπιστία, encontramos los dos significados:


infidelidad e incredulidad. En el primer sentido hay que entender Rom 3,3, como se
ve por contraposición a la πίστις τοῦ Θεοῦ. Numerosos ejemplos externos al N.T.
confirman este uso de ἀπιστία (Josefo, Bell I, 268; III, 349; Filón, Fug 152;
Jenofonte, An II, 5,21).

En el sentido de incredulidad, designa, en primer lugar, en sentido técnico,


el rechazo, la no aceptación del mensaje de la salvación (cf. Rom 11,20).

En Mc 16, 14, ἀπιστία va unido a un término negativo: σκληροκαρδία,


dureza de corazón. Es la obstinación, terquedad, testarudez, referido al rechazo
obstinado de la voluntad de Dios (cf. Dt 10,16)134.

En Rom 4,20, ἀπιστία significa el hecho de dudar, de poner en tela de juicio


y de no tomar en serio la promesa de Dios, en vista de experiencias que parecen
indicar lo contrario.

134
AMADOR ÁNGEL GARCÍA SANTOS, Diccionario del Griego Bíblico, 775.
69

En Mc 6,6, la ἀπιστία que sorprende a Jesús es el rechazo de los de su propio


pueblo, Nazaret, que se niegan a reconocerle porque conocían su origen. El
evangelista dice que no pudo hacer allí ningún milagro, solo curó a unos pocos. Mt
13,58 modifica la versión de Marcos y acentúa que incredulidad de ellos fue la
causa de que Jesús no pudiera hacer milagros allí. Fe y milagro van unidos.

La conexión entre fe y milagro aparece también en el clamor del padre en


Mc 9,24: “¡Creo, pero ayuda mi incredulidad!”. Esta afirmación paradójica acerca de
la fe increyente muestra la incipiente reflexión acerca de la fe y de la duda. La fe no
es obra de la persona, sino que es recibida de Dios, y nunca existe sino en la lucha
con la falta de fe y con la duda.

3. En el caso de ἄπιστος también hay dos acepciones: increíble e incrédulo.


La primera acepción aparece en Hch 26,8: “¿Por qué se considera increíble entre
vosotros que Dios resucite muertos?”.

Sin embargo, es mucho más frecuente y característica la segunda acepción:


incrédulo. En Jn 20,27 es Tomás quien se muestra incrédulo ante el mensaje
pascual de la resurrección. En Mc 9,19, Jesús se queja de la γενεὰ ἄπιστος, de la
generación incrédula. Su incredulidad consiste en su desconfianza o en su
confianza insuficiente en la misión y la autoridad de Jesús.

Es muy frecuente el uso de οἱ ἄπιστοι para denominar, de manera fija, a los


no cristianos, a los que no pertenecen a la comunidad (el cónyuge no cristiano: 1
Cor 7,12.13.14; 10,27; la invitación de una persona no cristiana: 1 Cor 10,27; los
tribunales paganos: 1 Cor 6,6; el no cristiano que entra en un acto de culto
cristiano: 1 Cor 14,22.23.24). Un dato sorprendente es que este uso no solo
apareció en época muy temprana y se difundió extensamente, sino que además no
tiene paralelo fuera de los escritos cristianos.

1.11. βοηθέω, AYUDAR135


v.22:… ἀλλ᾿εἴ τι δύνῃ, βοήθησον…

El verbo aparece 8 veces en el N.T., 4 de ellas en imperativo, como clamor


que pide ayuda. La mujer cananea pide ayuda a Jesús para su hija, en Mt 15,25 (a

135 HORST BALZ Y GERHARD SCHNEIDER (eds.), Diccionario exegético del Nuevo Testamento, Vol. I,
Sígueme, Salamanca 1996, 671.
70

diferencia de Marcos). De igual modo, el padre del muchacho epiléptico pide ayuda
en 9,22.24, primero, para curar a su hijo de la enfermedad, después, para curarse él
mismo de su incredulidad.

Dios ayuda (salva) en el día de la salvación (2 Co 6,2; cita de Is 49,8 LXX).


Cristo es el que ayuda a los que son tentados (Heb 2,18). Y la tierra ayudó a la
mujer perseguida por el dragón (Ap 12,16).

1.12. σπλαγχνίζομαι, COMPADECERSE, TENER MISERICORDIA136


v.22:… ἡμῖν σπλαγχνισθεὶς ἐφ᾿ἡμᾶς.

En el N.T., el verbo aparece únicamente en los Evangelios sinópticos un total


de 12 veces, de las que 4 se encuentran en Marcos, 5 en Mateo, y 3 veces en Lucas.
σπλαγχνίζομαι aparece en tres parábolas de Jesús: en Mt 18,23 ss (v.27), con el
término opuesto (ὀργίζομαι, v.34), refiriéndose al amo del siervo sin entrañas; en
Lc 15,11ss (v.20), refiriéndose al padre del hijo pródigo (aquí el hijo mayor, con su
“cólera” por la conducta del padre, marca el contraste, v.28). En la narración
ejemplar del samaritano compasivo (Lc 10, 30ss), se menciona con ἐσπλαγχνίγθη
(“tuvo compasión”) el motivo decisivo para su buena acción con el hombre que
había sido víctima de unos salteadores. Si en Mt 18,23ss y Lc 15,11ss se designa
claramente la conducta de Dios hacia los hombres, en Lc 10,30ss se presenta
evidentemente al samaritano como una persona que “ajusta” sus acciones a la
medida de la misericordia de Dios y cumple así su voluntad.

Los testimonios en Marcos, Mateo y Lucas presentan a Jesús como quien


acoge con misericordia a las personas que se hallan en alguna aflicción y les presta
ayuda.

Mc 6,34 introduce, en forma quizá redaccional, el relato del milagro con que
da de comer a cinco mil personas, aludiendo claramente a Ez 34, de tal manera que
el Jesús que se apiada aparece como el representante escatológico de Dios mismo;
en Mc 8,2 (la segunda multiplicación de los panes), Marcos pone en labios de Jesús
mismo la afirmación: “Tengo compasión de esa multitud”. Mateo recoge los dos

136 NIKOLAUS WALTER, en HORST BALZ Y GERHARD SCHNEIDER (eds.), Diccionario exegético del Nuevo
Testamento, Vol. II, Sígueme, Salamanca 1998, 1468-1470.
71

pasajes de Marcos (Mt 9,36 y 14,14a, repetido en 15,32) y añade redaccionalmente


en 20,34 al texto de Mc 10,52 las palabras “él tuvo compasión” (σπλαγχνισθεὶ)
como motivo para la curación de los dos ciegos. Está en consonancia con ello Lc
7,13 (Jesús se apiada de la madre del joven que había muerto) y la motivación que
aparece en Mc 1,41 (curación de un leproso) y 9,22 (el padre del muchacho
epiléptico ruega: “¡ten compasión de nosotros!”, σπλαγχνισθεὶς ἐφ᾿ἡμᾶς).

1.13. πίστις, πιστεύω, FE, CONFIANZA, FIDELIDAD / CREER137


v.23:… τὸ εἰ δύνῃ, πάντα δυνατὰ τῷ πιστεύοντι.

En el N.T. el sustantivo y el verbo aparecen, cada uno, 243 veces; los


términos faltan en las cartas segunda y tercera de Juan. No solo la frecuencia, sino
también principalmente la índole del uso de los términos demuestran que se trata
de un concepto teológico central, que describe la recta relación con Dios y la
esencia del cristianismo en general.

Tal significación no la tienen ni el sustantivo ni el verbo en el mundo


helenístico o judío ni tampoco en el A.T. La LXX (con excepción de Jer 25,8) emplea
de ordinario términos del tema πιστ- para traducir únicamente el tema hebreo
`mn. Sin embargo, `mn (adquirir firmeza, fiarse absolutamente de alguien, dar
crédito a un mensaje) no tiene el mismo papel central que πισεύειν/πίστις en el
N.T. De qué modo πισεύειν y πίστις se convirtieron en el concepto teológico central
del N.T. para designar la relación del hombre con Dios es algo que no se puede
explicar con claridad desde el trasfondo judío y hay que contar con que se produjo
un ulterior desarrollo cristiano, de forma independiente.

El verbo πιστεύω tiene diversos usos o significados: 1) Dar crédito a un


mensaje y/o al mensajero; el uso puramente profano es raro y destaca en primer
plano la referencia religiosa. Según sea el contexto, πιστεύω puede adquirir más el
significado de considerar verdadero, obedecer o confiar (cf. Mc 11,31 par; Lc 1,20;
Jn 2,22 etc); 2) Dios como objeto de la fe (cf. Rom 4,3; Gál 3,6; San 2,23 etc); 3)
Confiar algo a alguien (cf. Lc 16,11; Gal 2,7 etc).

137 GERHARD BARTH, en HORST BALZ Y GERHARD SCHNEIDER (eds.), Diccionario exegético del Nuevo
Testamento, Vol. II, Sígueme, Salamanca 1998, 942-961.
72

El sustantivo πίστις designa: 1) Lo que suscita confianza y 2) la misma


confianza y fe que tiene como objeto a Dios (cf. Mc 11,22).

En el N.T. la fe se encuentra en relación indisoluble con Jesús como Señor de


la comunidad, crucificado y resucitado. Esa vinculación de la fe con Jesús se
expresa siempre en palabras que hablan de “creer en él” (cf. Jn 12,11; Gál 2,16; Jn
3,36 etc). Lo que significa la fe en Cristo lo expresan oraciones de ὅτι. Esa fe
significa que Dios le resucitó de entre los muertos (Rom 10,9); que Jesús murió y
resucitó (2 Tes 4,14); que fue enviado por Dios (Jn 11,42); que es el Santo de Dios
(Jn 6,69); que es el Cristo, el Hijo de Dios (Jn 11,27;20,31; 1 Jn 5,1.5). Por eso, la fe
en Jesús no es la fe en una deidad distinta, sino la fe en que solo Dios es quien ha
actuado salvíficamente en Jesús y se ha revelado en él. Creer en Jesús es creer en
Dios que resucitó a Jesús de entre los muertos (Rom 4,24; Col 2,12).

La significación central de πισεύειν/πίστις en la comunidad post-pascual


nos invita a preguntarnos hasta qué punto puede encontrarse una base para todo
ello en la predicación de Jesús. Es verdad que Jesús no exigió que se creyera en su
propia persona (πιστευότων εὶς ἐμέ en Mt 18,6 y Mc 9,42 var. 1 es redaccional);
pero él exhortó y alentó a una fe que sobrepasaba lo que la teología
contemporánea sabía decir acerca de la fe. La frase de que todo es posible para el
que cree, en Mc 9,23, y la sentencia, trasmitida de diversas maneras, sobre “la fe
como un grano de mostaza” o de la fe “que mueve montañas” (cf. Mt 17,20 par Lc
17,6; Mt 21,21 par Mc 11,23; cf. 1 Cor 13,2) hacen que el creyente participe de la
omnipotencia de Dios. El contraste entre la pequeñez de un grano de mostaza y un
efecto inmenso que solo le es posible al poder creador de Dios hace ver que esa fe
no es realización del hombre sino confianza en que Dios actúa en su debilidad. Por
eso, esta fe es definida en Mc 11,24 par Mt 21,22 como la fe de la oración y Marcos,
al narrar la respuesta del padre suplicante (“¡Creo, pero ayuda a mi incredulidad!”,
Mc 9,24) nos hace que el padre lo había comprendido acertadamente: Tal fe no la
posee uno; es un movimiento constante de la incredulidad hacia la fe, y la única
actitud adecuada ante el don que procede de la bondad del Padre.

En una serie de historias de milagros, Jesús habla de la fe (Mc 2,5 y par; Mc


5,36 y par; Mc 10,52 par, etc). Como la forma y el lenguaje de las historias de
milagros están plasmados por la comunidad narradora, no es posible verificar que
73

tales enunciados sean palabras del Jesús terreno. Sin embargo, una compresión tal
de las relaciones entre la fe y el milagro no pueden entenderse sin la influencia de
la predicación de Jesús. Mientras que en el mundo circundante (y también en Ex
4,8s; 14,31; Sal 78,22) y en una extensa corriente de la tradición cristiana sobre los
milagros (cf. Jn 2,11.23; 4,53; 11,15.42.45; 20,31 Hch 5,12ss etc) el milagro
precede a la fe y ésta es la consecuencia del milagro, en la tradición sinóptica se
muestra la relación contraria: la fe suplicante precede a la curación milagrosa y
recibe el milagro. Por eso, las exigencias de señales (Mc 8,11s par) y los milagros
espectaculares (Mc 15,32) son rechazados rotundamente y Jesús no obra ningún
milagro allí donde encuentra incredulidad (cf. Mt 13,58 par). Esta comprensión de
la fe y del milagro, tan distinta a la manera de pensar del mundo circundante y a la
extensa corriente de la tradición cristiana posterior acerca de los milagros, se
explica si tiene su origen en la actividad misma de Jesús.

1.14. ἐπιτιμάω, VENCER CON UNA PALABRA DE PODER138


v.25:… ἐπετίμησεν τῷ πνεύματι τῷ ἀκαθάρτῳ…

Amador Ángel García Santos recoge, en su Diccionario, tres acepciones: 1.


Infligir; infligir un reproche, hacer un reproche o reproches (Eclo 11,7), censurar,
reprender a alguien (Gn 37,10); 2. Infligir un castigo, castigar a alguien; 3. Mandar,
ordenar, exigir, con actitud amenazadora, amenazar, increpar139.

Fuera de los evangelios sinópticos (donde aparece 27 veces), ἐπιτιμάω se


encuentra únicamente en 2 Tim 4,2 y Jds 9. En Mateo aparece 6 veces, en Marcos 9
y en Lucas 12. El verbo se halla íntimamente relacionado con el mensaje de Jesús y
con la reacción ante ese mensaje. A veces designa la corrección fraterna (Lc 17,3b;
2 Tim 4,2; Lc 23,40). En una ocasión, el término se reserva para Dios mismo en su
lucha contra los herejes (Jds 9).

Jesús, con su palabra, quebranta el poder del espíritu inmundo (Mc 1,25 y
Lc 4,35), vence el poder (demoníaco) del viento y de las olas (Mc 4,39 par) y libera
al muchacho del espíritu inmundo que lo poseía (Mc 9,25 par) Según Lc 4,39, Jesús,

138
HEINZ GIESEN, en HORST BALZ Y GERHARD SCHNEIDER (eds.), Diccionario exegético del Nuevo
Testamento, Vol. I, Sígueme, Salamanca 1996, 1549-1551.
139 AMADOR ÁNGEL GARCÍA SANTOS, Diccionario del griego bíblico, 341.
74

con su palabra, vence a la fiebre (concebida como un poder demoníaco) que


aquejaba a la suegra de Pedro.

Al obrar así, Jesús demuestra que está enteramente al lado de Dios, el único
al que corresponde vencer los poderes hostiles, según el A.T. (Sal 18,6; 104,7) y
según los escritos de Qumrán (1QapGén 20,28; 1QM 14,9-11).
Según Mc 3,11ss, Jesús conmina con amenazas a los demonios para que no
den a conocer que él es el Hijo de Dios. De manera parecida, Jesús advierte
seriamente a sus discípulos que no hablen a nadie sobre él (Mc 8,30 y par, “secreto
mesiánico”). También Pedro, por su parte, increpa a Jesús (Mc 8,32) cuando éste
dice que es el Hijo del hombre que ha de sufrir. Las palabras con las que Jesús se
dirige a Pedro hacen que esta escena se asemeje algo a los relatos de exorcismo:
Satanás es vencido en Pedro y Pedro vuelve a comportarse de nuevo como un
discípulo (Mc 8,34-38).

1.15. ἐπιτάσσω, ORDENAR, MANDAR (CATEGÓRICAMENTE)140


v.25:… ἐγὼ ἐπιτάσσω σοι, ἔξελθε ἐξ αὐτοῦ…

En el N.T. ἐπιτάσσω aparece 10 veces. De ellas, 4 veces en Marcos y otras


tantas en Lucas, 1 vez en Hechos y otra en Filemón. Se usa en tres contextos
lingüísticos y con los siguientes significados:

a) En sentido profano, es la orden terminante dada por un superior en


virtud de su autoridad (Mc 6,27, el rey Herodes Antipas; Hch 23,2: el sumo
sacerdote Ananías), o una disposición práctica que se adopta (Mc 6,39: Jesús
dispone como tienen que sentarse los cinco mil a los que va a dar de comer; Lc
14,22: el señor de la casa decide a quiénes hay que invitar).

b) Pablo habla de su autoridad apostólica para mandar a Filemón lo que


conviene, aunque prefiere rogar desde el amor (Film 8-9)

c) En sentido mesiánico: Jesús, con plena autoridad, ordena a los demonios


(Mc 1,27 y par; Mc 9,25; Lc 8,31) o a las fuerzas de la naturaleza concebidas como
poderes demoníacos (Lc 8,25). Esta orden no deja ningún margen de acción a los

140 WERNER GRIMM, en HORST BALZ Y GERHARD SCHNEIDER (eds.), Diccionario exegético del Nuevo
Testamento, Vol. I, Sígueme, Salamanca 1996, 1544-1546.
75

demonios. La palabra pronunciada se hace realidad inmediatamente y con total


exactitud, lo mismo que la palabra de la creación (cf. Gn 1,3.9). Un verbo sinónimo
es ἐπιτάσσω (reprender o hablar en tono imperioso; cf. Mc 1,25.27; 9,25; Lc 8,24-
25).

1.16. ἐγείρω, DESPERTAR, LEVANTAR; LEVANTARSE, ALZARSE141


v.27:… ὁ δὲ Ἰησοῦς κρατήσας τῆς χειρὸς αὐτοῦ ἤγειρεν αὐτόν…

El verbo ἐγείρω con el significado fundamental (intransitivo) de despertar,


estimular, excitar, levantar (o intransitivo) de despertarse, moverse, levantarse,
alzarse, aparece casi siempre en el N.T. como sinónimo de ἀνίστημι (en la LXX es a
menudo el equivalente del verbo qûm). Sin embargo, en algunos casos, se observa
un empleo diferente de esos verbos. Por ejemplo, ἐγείρω aparece 144 veces en el
N.T. (ἀνίστημι 108 veces), y de ellas solo 59 veces tiene un sentido general. En
sentido especial de resucitar a personas muertas ἐγειρω aparece 13 veces142
(ἀνίστημι tiene este sentido 34 veces); la resurrección escatológica se expresa 20
veces por medio de ἐγειρω (11 veces con ἀνίστημι); con sorprendente frecuencia
designa ἐγειρω la resurrección de Cristo (52 veces; en cambio, ἀνίστημι 24 veces).
Ampliando el campo semántico a los sustantivos, en el N.T., el sustantivo ἔγερσις
aparece una sola vez para expresar la resurrección (en Mt 27,53), mientras que
ἀνάστασις se emplea 42 veces. Así pues, mientras que el verbo ἐγείρω se halla
atestiguado frecuentemente en un sentido cristológico específico, el sustantivo
ἔγερσις aparece una sola vez con este sentido (inversamente a lo que sucede con
ἀνάστασις, que tiene a menudo un significado especial, más frecuente que el
significado general).

De todas estas acepciones, vamos a centrarnos en la que se refiere a la


resurrección de personas particulares: Mt 9,25; 10,8; 11,5 par; Mc 5,41 par; 6,14
par; Lc 7,14; Juan 5,21; 12,1.9.17; Heb 11,19. Estas resurrecciones producidas por

141 JACOB KREMER, en HORST BALZ Y GERHARD SCHNEIDER (eds.), Diccionario exegético del Nuevo
Testamento, Vol. I, Sígueme, Salamanca 1996, 1126-1141.
142Mt 9,25; 10,8; 11,5 par; Mc 5,41 par; 6,14 par; Lc 7,14; Juan 5,21; 12,1.9.17; Heb 11,19. “Estas
resurrecciones producidas por el encuentro de estas personas con la persona de Jesús, son el signo
de la era mesiánica y el preludio de la futura resurrección general” (ALBRECHT OEPKE, en GERHARD
KITTEL Y GERHARD FRIEDRICH (eds.), Grande lessico del Nuovo Testamento, Vol. III, Paideia, Brescia
1967, 23).
76

el encuentro de estas personas con la persona de Jesús, son el signo de la era


mesiánica y el preludio de la futura resurrección general.

1.17. ἀνίστημι, LEVANTAR, ALZARSE, RESUCITAR143


v.27:… καὶ ἀνεστη.

El verbo compuesto ἀνίστημι (ἵστημι, estar en pie, poner en pie, hallarse),


con su significado general de levantar, alzar (transitivo) o levantarse (intransitivo)
aparece frecuentemente en la literatura profana y también en la LXX
(generalmente para traducir qûm). El verbo aparece en el N.T. 108 veces, de las
cuales 72 pertencen a la otras de Lucas-Hechos, y se emplea a menudo como
sinónimo de ἐγείρω o ἑγείρομαι. En 73 de las veces que parece en el N.T. tiene el
significado general de suscitar, designar o (en sentido intransitivo) levantarse,
alzarse o presentarse. En 35 ejemplos tiene el sentido técnico de levantar de entre
los muertos (transitivo) o de resucitar uno mismo de entre los muertos
(intransitivo), con referencia a un individuo, a todos los muertos en la resurrección
escatológica144, o a Jesús.

El sustantivo ἁνάστασις aparece 41 veces en el N.T. y siempre (salvo en Lc


2,34, en las palabras que Simeón dirige a María en el templo: “éste ha sido puesto
para caída y elevación de muchos en Israel…”) tiene un sentido técnico de la acción
de resucitar a alguien o la resurrección de entre los muertos.

El verbo referido a la resurrección de un individuo, lo encontramos, por


ejemplo, en Mc 5,42 par Lc 8,55 (“y al instante la niña se levantó”) describe el
efecto de la voz dada por Jesús: ταλιθὰ κοῦμ. Una voz semejante (“¡Tabita,
levántate!”, Hch 9,40) ordena a la muerta que vuelva a la vida.

143 JACOB KREMER, en HORST BALZ Y GERHARD SCHNEIDER (eds.), Diccionario exegético del Nuevo
Testamento, Vol. I, Sígueme, Salamanca 1996, 260-275.
144
cf. Podemos considerar, al respecto, tres textos: 1. La discusión de Jesús con los saduceos, Mc
12,18-27 y par; 2. Jesús, autor de la resurrección escatológica, en Jn 6,39.40.44.54 y en Jn 11,24,
donde Marta entiende en sentido escatológico la promesa de Jesús sobre la resurrección de lázaro;
3. Ef 5,14, donde encontramos un clamor procedente de la liturgia bautismal que trata de despertar
en el creyente la vida plena de resucitado que le alcanza ya en el bautismo: “¡levántate de entre los
muertos!” (Ibid., 267.270).
77

Es muy interesante el paralelismo de la unión de los verbos ἐγείρω y


ἀνίστημι que se da en Mc 5,41-42, junto al parecer de la gente de que la niña ha
muerto (vv.35.39), con los vv. 26-27 de nuestra perícopa de Mc 9,14-29.

1.18. οῖκος, CASA145


v.28:… Καὶ εἰσελθόντος αὐτοῦ εἰς οἶκον
οἱ μαθηταὶ αὺτοῦ κατ᾿ἰδίαν ἐπηρώτων αὐτόν…

El término οῖκος se encuentra atestiguado ya en las tablillas micénicas de


escritura lineal B (siglos XIV al XII a.C). Desde Homero son corrientes sobre todo
los siguientes significados: a) casa, edificio de la índole más diversa, morada; b)
comunidad familiar, familia, los que viven en la casa; c) bienes, pertenencias, es
decir, lo que se encuentra en la casa, incluida también, en parte, la casa misma. Hay
también otros significados derivados, algunos de los cuales son peculiares del N.T.

οῖκος aparece 115 veces en el NT. Es más frecuente que οἰκία y está
atestiguado en Mateo (10 veces), Marcos (13), Lucas (33), Juan (5), Hechos (26),
Romanos (1), 1 Corintios (4), Filemón (1), Colosenses (1), 1 Tim (1), Hebreos
(11), y en 1 Pedro (2 veces). En la obra de Lucas y en las pastorales, οῖκος se usa
con más frecuencia que οἰκία, mientras que οἰκία predomina en Marcos y,
principalmente, en Mateo. Hebreos tiene únicamente οῖκος. En Juan, la relación
entre los dos términos se halla enteramente equilibrada, y en Pablo, casi
equilibrada. En los demás escritos, ambos términos aparecen tan pocas veces que
no podemos hacer una valoración.

Originariamente, οῖκος y οἰκία tuvieron en griego significados diferentes;


οῖκος tenía un sentido más amplio y designaba todas las propiedades; οἰκία
designaba únicamente la vivienda (así, en Jenofonte). En la mayoría de los pasajes
del NT en que se hallan atestiguados uno u otro vocablo, ambos son
intercambiables entre si y de hecho fueron intercambiados.

En la inmensa mayoría de las veces οῖκος y οἰκία aparecen con el significado


básico de casa, edificio, vivienda. Se trata de casas privadas y alguna vez se
menciona a sus propietarios (Mt 8,14; 9,23; 26,6; Mc 1,29; 5,38; 14,3; Lc 1,40; 4,38;

145PETER WEIGANDT, en HORST BALZ Y GERHARD SCHNEIDER (eds.), Diccionario exegético del Nuevo
Testamento, Vol. II, Sígueme, Salamanca 1998, 500-507.
78

5,29; 7,36.37; 9,61; 14,1; Hch 9,11 etc). Otras veces el propietario se puede deducir
por el contexto.

Lo que nos interesa de este término para nuestra perícopa es que Marcos
hace que en diversas ocasiones Jesús, o Jesús y sus discípulos, busquen una casa
para apartarse de la multitud, es decir, para tener un poco de vida privada (7,7.24;
9,28.33; 10,10). En todos los pasajes se trata de adiciones redaccionales del
evangelista, que faltan en los paralelos de Mateo y de Lucas. Esta acción de Jesús, o
de Jesús y sus discípulos, de apartarse de la multitud, lo expresa también Marcos
por medio de frases como κατὰ μόνας (“a solas”, Mc 4,10), o κατ᾿ἰδίαν (“en
privado”, Mc 4,34; 9,2; 9,28). El retiro de Jesús le sirve a Marcos como recurso para
expresar su peculiar teoría del secreto mesiánico: tan solo a los discípulos se les da
la posibilidad de conocer la mesianidad de Jesús. Pero ni siquiera ellos, antes de
Pascua, llegarán a adquirir esa comprensión.

Respecto al significado teológico de “casa” en el evangelio de Marcos, me


parece muy sugerente el cuadro que ofrece Xabier Pikaza en su obra Pan, casa,
palabra, la Iglesia en Marcos146.

“Casa es, principalmente, el lugar de reunión y la comunidad reunida. La nueva


familia de Jesús, formada por hermanos/as, hijos y madres (sin padres de tipo
patriarcal: 3,31-35; 10,29-30) aparece como casa en Mc. Los seguidores de Jesús no
son sinagoga (estancia judía de oración y estudio de la ley) ni Iglesia en el sentido
posterior de comunidad sacral, sino casa y/o comunión fraterna.
(…) Jesús ha iniciado un movimiento laical de personas que abandonan templo y
sinagoga para convivir y descubrir el sentido de Dios (el mesianismo) en la casa
familiar donde se juntan, dialogan y oran:
- Casa de Simón y Andrés, lugar de curación (resurrección) y servicio (1,29) (…)
- Casa de curación y perdón criticada por los escribas (2,1-12), casa del publicano
que invita a Jesús y sus discípulos, superando la ley de impureza de los escribas de
los fariseos (2,15-17).
- Casa de familia, donde Jesús reúne al “corro” de sus madres, hermanos/as, que
cumplen la voluntad de Dios, superando la crítica de escribas y familiares antiguos
(3,20-35).
- Casa del archisinagogo que se hace creyente con su esposa, pues entra Jesús con
tres discípulos y cura a la hija enferma/muerta (5,35-43).
Casa de libertad y universalidad mesiánica (7,17; cf. 9,28), por encima dre la ley de
los escribas, con pan/curación para los gentiles (7,24-30).
- (…) Casa de Simón el leproso, donde una mujer unge a Jesús para la sepultura y
anuncia (anticipa) la misión universal (14,3-9). En esa línea se puede hablar de una
casa eucarística, aunque Mc no llama al cenáculo casa, sino habitación superior
(katalyma: 14,14) donde Jesús instaura su pascua”.

146
XABIER PIKAZA, Pan, casa, palabra, la Iglesia en Marcos, Sígueme, Salamanca 1998, 100.
79

1.19. προσεύχομαι, ORAR, SUPLICAR147


v.29:... τοῦτο τὸ γένος ἐν ὀυδενὶ δύναται ἐξελθεῖν εἰ μὴ ἐν προσευχῇ.

En el N.T. προσεύχομαι aparece 85 veces, con particular frecuencia en los


Evangelios sinópticos y en el libro de los Hechos (con un total de 60 testimonios,
de los que 15 corresponden a Mateo, 10 a Marcos, 19 a Lucas y 16 a Hechos). El
verbo aparece 12 veces en Pablo, 7 en las Cartas deuteropaulinas y 6 en las cartas
católicas. En 23 pasajes de los evangelios de trata de la oración de los discípulos o
de la comunidad, y en 22 ocasiones se habla de la oración de Jesús (10 de esos
testimonios aparecen en Lucas, 6 en Mateo y 5 en Marcos).
El sustantivo προσευχή aparece un total de 36 veces: 7 veces en los
evangelios sinópticos (dos de ellas son testimonios lucanos de la oración de Jesús),
9 veces en Hechos (dos de ellas como designación de un lugar de oración:
16,13.16), 8 veces en Pablo, 6 en las cartas deuteropaulinas, 3 en las cartas
católicas y 3 en el Apocalipsis. Tanto el verbo como el sustantivo faltan en Juan.

En el N.T. προσεύχομαι aparece con mayor frecuencia que los demás


términos que están en su campo semántico y significan orar, suplicar etc (εὔχομαι,
7 veces; εὐχή, 3 veces; αἰτέω 70 veces; ἐρωτάω 63 veces, προσκυνέω 60 veces,
εὐλογὲω 42, εὐχαπριστέω 38, δέομαι 22). El verbo simple εὔχομαι, especialmente
frecuente en el griego cásico, y que en la LXX tiene aún una frecuencia ligeramente
inferior a la del verbo compuesto προσεύχομαι (como sucede también con εὐχή en
relación con προσευχή) ha quedado desplazado en buena medida en el N.T. por el
verbo compuesto.

En el griego no bíblico, προσεύχομαι puede tener los significados de orar y


prometer. En la LXX se refiere únicamente a la oración dirigida a Dios, mientras
que προσευχή, que aparece raramente fuera de la biblia, traduce casi siempre el
término hebreo tefillâ.

En el N.T., προσεύχομαι significa exclusivamente orar, pronunciar oraciones


para pedir algo o pedir por alguien, mientras que προσευχή significa oración,
intercesión y también puede significar el lugar de oración.

147
HORST BALZ, en HORST BALZ Y GERHARD SCHNEIDER, Diccionario exegético del Nuevo Testamento, Vol.
II, Sígueme, Salamanca 1998, 1169-1186.
80

Según la tradición cristiana primitiva, Jesús se entregaba a la oración (Mc


1,35; 14,32ss; Mt 11,25-27 par; 14,23; Lc 3,21; Heb 5,7) y enseñaba a orar a sus
discípulos (Mc 11,24s par; 14,38 par; Mt 5,44 par; 6,5 ss; 7,7ss; Lc 11,1 ss; 18,1ss),
siendo un maestro que distinguía rigurosamente entre la verdadera oración y lo
que externamente tiene apariencia de oración (Mt 6,5.7; Mc 12,38-40ss) y que
prometía que la oración de los creyentes es escuchada por Dios (Mt 6,8.14; 7,7 ss
par; Mc 11,23 ss par). Las alabanzas y oraciones del padrenuestro constituyen
verdadera oración (Mt 6,9-13 par). La oración implica sumisión a la voluntad de
Dios (Mc 14,35ss par; Rom 1,10ss; 2 Cor 12,8ss) y, al mismo tiempo, es la
expresión de la confianza en la ayuda de Dios, la cual se extiende hasta la vida
cotidiana (Mt 6,32 par; Mc 13,18 par; Fil 4,6; la oración en las comidas: Hch 27,35;
Rom 14,6; 1 Cor 10,30; 1 Tim 4,3-5; proyectos de misión y planes de viaje: Rom
1,10ss; Col 4,3; el sufrimiento y la enfermedad:; Sant 5,13 ss).

Según Marcos, Jesús es orante solitario (1,35; 6,46; 14,32ss), que enseña a
sus discípulos acerca de la relación entre la oración y la fe, la certeza de ser
escuchado y la disposición para perdonar (11,24ss), y que a la vez critica
duramente el abuso de la oración como ostentación pública de piedad (12,40). El
Jesús de Marcos exhorta a orar (9,29; cf. 11,27; 13,18; 14,38) y en momentos de
extrema aflicción, ora y se entrega al Padre (triple acción de orar: 14,35.39.41),
pero él no es considerado como maestro de oración en sentido propio. Falta, en
Marcos, la tradición de la oración del padrenuestro.

Sin embargo, Marcos es el único que presenta a Jesús orando al Padre con el
término ἀββά, en la versión más antigua de la oración de Getsemaní (Mc 14,36).
Esa expresión, insólita y única, muestra la confianza filial y la profunda intimidad
de la relación de Jesús, Hijo, con el Padre148.

Lucas emplea con sorprendente frecuencia los términos προσευχή y


προσεύχομαι para referirse a la oración de Jesús (3,21; 5,16; 6,12; 9,18.28s; 11,1;
22,41ss). Jesús ora en los momentos decisivos del evangelio: después de ser
bautizado por Juan, 3,21; antes de la vocación de los 12, 6,12; antes de la confesión
de Pedro, 9,18; antes de la Transfiguración, 9,28s. Demuestra, con ello, la cercanía

148
HEINZ-WOLGANG KUHN, en HORST BALZ Y GERHARD SCHNEIDER, Diccionario exegético del Nuevo
Testamento, Vol. I, Sígueme, Salamanca 1996, 3.
81

íntima del Padre y se convierte en el modelo de los discípulos y su verdadero


maestro de oración, que los congrega para que sean una comunidad orante. En su
lucha de oración en el Monte de los olivos enseña con el ejemplo a sus discípulos a
vencer con la oración las tentaciones (22,40ss), y en la cruz no muere como un
abandonado (Mc 15,34 par) sino la muerte del orante entregado a la voluntad de
Dios (23,46, cita del Sal 30,6 LXX). En consonancia con todo ello, el Jesús de Lucas
enseña a sus discípulos a orar con confianza, en todo momento e incesantemente,
en parábolas (11,5ss; 18,1ss) y en una narración ejemplar (18,9ss). En la oración
ferviente, la comunidad se mantiene firme durante el tiempo que media entre Jesús
y el juicio del Hijo del hombre (18,8; 21,36).

Contemplar a Jesús como persona profundamente orante, o todo él oración,


aporta un horizonte de sentido nuevo a sus palabras sobre la fe y la oración de Mc
9,14-29.

2. LECTURA NARRATIVA DE MC 9,14-29

Mercedes Navarro, desde una metodología de análisis narrativo ayudado,


según señala la autora, por otros métodos (histórico-crítico, sociológico,
antropológico…) estructura el episodio en las siguientes partes149:

149 Mercedes Navarro Puerto, Marcos, 325-331. Seguimos a esta autora enteramente en el
desarrollo del análisis narrativo del texto. DANIEL MARGUERAT E IVAN BOURQUIN, en Cómo leer los
relatos bíblicos. Iniciación al análisis narrativo, Sal Terrae, Santander, 2000, 14-17, clarifica cuáles
son las aportaciones propias de cada uno de los métodos que se utilizan mayoritariamente en la
exégesis francófona y que, en mayor o menor media, estamos empleando en el presente trabajo: el
histórico-crítico, el semiótico o estructural y el narrativo. El análisis histórico-crítico se interesa por
el acontecimiento histórico que refiere el texto y por las condiciones en las cuáles éste se escribió.
Su interés se centra, sobre todo, en el mundo histórico que se encuentra tras el texto. Sus preguntas
son: ¿qué pasó realmente?, ¿cómo llegó tal tradición a tal evangelista?, ¿qué interpretación hizo de
ella este autor para la comunidad a la que destina su evangelio? Su tarea es reconstruir, por una
parte, la realidad a la que remite el relato y, por otra, la intención del autor que lo redactó.
El análisis semiótico se interesa, no por el mundo representado, sino por el funcionamiento del
lenguaje, siguiendo el principio llamado postulado de inmanencia: nada fuera del texto, nada salvo
el texto y todo el texto. Su pregunta es: ¿cómo hace el texto para producir sentido? El texto se lee con
un sistema de signos cuya organización entrelazada se trata de comprender. El análisis narrativo se
situaría, no en el eje de la representación, sino en el de la comunicación. Su pregunta es: ¿cómo
comunica el autor su mensaje al lector? Si el eje de la comunicación alinea los tres polos sin los
cuales es imposible transmisión alguna: el autor (emisor), el mensaje y el lector (destinatario),
podríamos decir que la lectura histórico-crítica se ocupa del autor, la lectura semiótica se ocupa del
texto, y el análisis narrativo se orienta al lector y al efecto del relato sobre él.
82

 vv. 14-15: Exposición. De vuelta a la vida


 vv.16-19: Primera escena. Preguntas y respuestas que no responden
 vv.20-27: Segunda escena. El exorcismo
 vv.28-29: Tercera escena. Segundo final

La mención de los discípulos (τοὺς μαθητὰς) delimita formalmente el


episodio hacia atrás (v.14) y hacia delante (v.31), pero son los cambios narrativos
los que indican que estamos ante otra unidad (como ya se ha apuntado al hablar de
la delimitación de la perícopa). Con respecto al episodio anterior, cambia el
escenario (Jesús y los tres discípulos bajan del monte) y aparecen personajes
nuevos, como los escribas y los protagonistas de acciones sucesivas. Y sobre todo,
cambia la acción, pues las escenas van a narrar un exorcismo. Con respecto a lo que
sigue, hay una mención de lugar (v.30, Κάκεῖθεν ἐξελθόντες παρεπορεύοντο διὰ
τῆς Γαλιλαίας) que implica un cambio espacial, y de nuevo se encuentran solos
Jesús y sus discípulos.

vv.14-15: Exposición. De vuelta a la vida

En la exposición se advierte un contraste entre la experiencia de Jesús y los


tres discípulos que han estado con él arriba, y los que han estado abajo (el resto de
los discípulos, la gente y los escribas). Es el contraste de dos mundos.

En estos versículos tienen mucha importancia los puntos de vista y las


focalizaciones que van orientando la mirada del lector. En el v. 14 aparece el verbo
εἶδον, que se refiere tanto a Jesús como a los tres que lo acompañan. El lector ve,
desde la ladera del monte, con los ojos de Jesús y los tres discípulos, a quienes
están abajo y lo que están haciendo: los demás discípulos, la gente agolpada en
torno a ellos y los escribas discutiendo.

Inmediatamente, cambia el punto de vista y el lector ve, desde la gente, a


Jesús. Esta focalización de la multitud hacia Jesús centra la escena. El lector
contempla la sorpresa de la gente al ver a Jesús y cómo corren hacia él. El lector
puede deducir que, ante el acontecimiento que tiene lugar allí, la gente le espera, le
83

reclama o, como poco, tiene expectativas sobre él150. De este modo, el narrador
hace depender, desde el comienzo, lo que sucede o no sucede, de la presencia o
ausencia de Jesús en la escena. Jesús siempre está en el centro.

El narrador alude al movimiento sorprendido de la gente, que corre hacia él,


mientras que de la reacción de los discípulos y de los escribas no dice nada. Estas
omisiones son muy significativas. ¿Quieren decir que escribas y discípulos reciben
fríamente a Jesús?151

v.16:

La exposición ha preparado las expectativas del lector, y ahora el narrador


centra la atención en Jesús a través de una pregunta ambigua con respecto a los
destinatarios. ¿La pregunta se dirige a los discípulos, a los fariseos, a la gente o a
todos?

Aunque no se dice explícitamente y nadie responde a la pregunta de Jesús,


se intuye, en lo que sigue, que la causa de la discusión entre escribas y discípulos es
un fracaso.

150 Es sorprendente cómo en el evangelio de Marcos, la muchedumbre busca a Jesús, acude a él,
atraída por su fama de taumaturgo o esperando recibir de él una palabra nueva que transforme sus
vidas (cf. Mc 1,32-34.37.45; 3,20; 5,21-24; 6,31-33…). Como hace notar JOSÉ ALBERTO CASAS RAMÍREZ,
“Creo”, 36: “La llegada de Jesús genera un cambio abrupto por parte de la multitud con respecto a la
discusión del inicio: viendo a Jesús (ἰδόντες, en participio aoristo), se maravillaban
(ἐξεθαμβήθησαν) y corrieron a saludarle. Llama la atención que en el v.15 no se menciona el
motivo para justificar la reacción de la multitud al maravillarse (ἐκθαμβέομαι) con la llegada de
Jesús; tal parece ser, como señala Collins (2007, 437) que éste es un recurso literario para resaltar
el significado y la autoridad de Jesús (como en 1,27). De hecho, la emoción de la muchedumbre ante
la llegada de Jesús es expresada con el verbo ἐκθαμβέω, que aparece en otros relatos marcanos con
referencia a las fuertes emociones de Jesús en Getsemaní (14,33) y la confusión de las mujeres al
encontrar la tumba vacía en la mañana de pascua (16,5.6). Asimismo, como observan Donahue y
Harrington, las acciones de la multitud corriendo hacia Jesús y saludándole evocan las acciones del
hombre rico en 10,17”.
151 Reflexionando con Mercedes Navarro, y teniendo en cuenta el contexto de Marcos, más que

frialdad, quizá ese silencio o retracción de sus mismos discípulos se asemeje al silencio que guardan
en la escena de Mc 9,33-34, cuando, tras el segundo anuncio de la pasión, ellos no han entendido
nada del destino del Hijo del hombre, siervo sufriente, y van discutiendo por el camino sobre
cuestiones de poder y superioridad en el grupo. Al llegar a casa, en Cafarnaún, Jesús les preguntó de
qué discutían por el camino. Pero “ellos callaron, pues por el camino habían discutido entre sí quien
era el mayor” (v.94). Los discípulos quieren ser como su maestro, pero en ocasiones se dan cuenta
de lo lejos que están de su mentalidad y de su ser, y por ello quedan silenciosos y avergonzados.
84

vv.17-19: Primera escena

Un hombre, entre la gente, se abre paso y le cuenta a Jesús que le ha traído a


su hijo, detallándole el mal que le aqueja152. Él interpreta ese padecimiento, que a
nosotros nos evoca la epilepsia o la histeria, como una posesión demoníaca
(πνεῦμα ἄλαλον). En la descripción aparece la personalización del mal propia de la
cultura de aquel tiempo. Cuando el hombre dice que ha pedido a sus discípulos que
lo expulsen pero no han podido, el lector confirma su sospecha de que el hombre
en realidad había acudido a Jesús y, al ver que no estaba, ha pedido el exorcismo a
sus discípulos.

La respuesta de queja de Jesús por la falta de fe de esa generación incrédula


parece un poco intempestiva e inconveniente (v.19). El narrador no especifica a
quién se dirige y el lector tiene que realizar la tarea de averiguarlo: ¿se dirige a los
escribas? Aunque no han vuelto a aparecer, se presupone su presencia en la
escena. La frase, además, es muy parecida a la que Jesús dirige a los fariseos en Mc
8,12, cuando pedían un signo. ¿Se dirige a la gente? Sería arriesgado descartarla,
pues en Mc 8,38 está incluida en la queja de Jesús hacia esa generación. ¿Al padre
del chico? No parece justificado narrativamente. Pero la continuación del relato
mostrará que también él pertenece a esa generación incrédula. Lo más inmediato
es entender que Jesús dirige su reprensión a los discípulos, pero a ellos nunca se ha
referido con esa expresión, esta generación, salvo en Mc 8,38. El relato confirmará,
más adelante, estas posibilidades abiertas153.

Con las palabras del v.19, el relato termina centrándose en la cuestión de la


fe y en la petición de Jesús de que le lleven al muchacho.

152 JUAN ALBERTO CASAS RAMÍREZ, en su análisis narrativo (“Creo”, 37), señala la relación entre el
poder de enseñar y de expulsar demonios de Jesús, cuando el padre del muchacho le invoca como
“maestro”: “Ante la pregunta de Jesús sobre la razón de la discusión, la intervención del padre del
muchacho al llamar a Jesús “maestro” (διδάσκαλε) y señalar que ha traído su hijo ante él establece
una relación analógica entre la enseñanza autoritativa de Jesús y el poder de exorcizar
(mencionado ya en la trama evangélica de 1,21-28). No se puede perder de vista que, hasta ahora,
en Marcos, Jesús ha sido llamado “maestro” solo dos veces, en 4,38 y en 5,35. A medida que la
narración avance, este título se incrementará con mayor frecuencia (cf. 9,38; 10,20.35; 12,14.19.32;
13,1; 14,14). La idea de trasfondo (…) es que en el caso de Jesús, tanto la autoridad para enseñar
como el poder de exorcizar tiene un origen divino”.
153
Cf. Christopher D. Marshall, en su estudio sobre la fe en el evangelio de Marcos, señala cómo
γενεὰ ἄπιστος se refiere a todos los personajes presentes en el relato y cómo, en su falta de fe, los
discípulos, lamentablemente, no se distinguen del resto (Cf. CHRISTOPHER D. MARSHALL Faith as a
theme in Mark’s narrative, Cambridge University Press, Cambridge 1995, 117).
85

vv.20-27: Segunda escena

Se compone de varios momentos que se organizan formalmente en torno a


un centro constituido por la frase de Jesús sobre la fe, y que conduce a la
realización del exorcismo. En la escena predomina el diálogo.

a) Narrador: descripción de la reacción del poseso (9,20)


b) Diálogo o discurso directo (9,21-24)
- Pregunta de Jesús (v.21)
- Respuesta del padre del poseso, petición de ayuda para su hijo (v.22)
- Palabras de Jesús sobre la fe (v.23)
- Palabras del padre sobre la fe, petición de ayuda para sí mismo (v.24)
c) Narrador: narración de la realización del exorcismo (vv.26-27)

En el v.20 es muy relevante el verbo ver, como acción del poseso. Ver es
muy importante para los semitas y mediterráneos, y “ver el primero” en este caso
es una manera de indicar la pretensión de superioridad y poder del espíritu sobre
Jesús. Así lo confirma la acentuación de los síntomas del enfermo como prueba o
demostración de ese poder. Se trata de una especie de desafío a Jesús.
En el segundo momento (vv. 21-24), Jesús toma distancia de ese desafío y pide al
padre información sobre la duración de la enfermedad.

El padre responde, expone otra vez los síntomas y termina pidiendo ayuda a
Jesús, con el empleo del verbo σπλαγχνίζομαι, o removerse las entrañas, tan
importante en el evangelio de Marcos para referirse a la actitud de Jesús respecto
al sufrimiento de la gente (v.22)154. Recordamos que ese movimiento interno de
Jesús es el que le lleva a curar al leproso o a multiplicar el pan para la
muchedumbre hambrienta y cansada. En este caso, no es el narrador quien utiliza
el verbo, ni Jesús, sino el padre del enfermo.

Jesús, “en lugar de hacerse eco de la problemática planteada –dice la


comentarista Mercedes Navarro-, recupera solo la frase del discurso del hombre: si

154 Cf.
ELISA ESTÉVEZ LÓPEZ, “Significado de σπλαγχνίζομαι en el Nuevo Testamento”, EstBíb 48
(1990): 511-541, y apartado II.1.12 del presente estudio.
86

puedes, condensando en ella su sarcasmo155, pero también el verdadero desafío,


que no está en el poder del espíritu mudo, ni en la enfermedad del muchacho, sino
en la falta de fe de toda esa generación que lo rodea Desde ahí, Jesús reitera que
todo es posible al que cree156.

El lector puede volver, en este momento, sobre la queja lanzada en el v.19 y


verificar si puede ir dirigida, también al hombre que ha pedido ayuda a los
discípulos. El hombre parece haber otorgado más fe a Jesús que a los discípulos, en
quienes no depositó la misma confianza que en Jesús. O bien, el fracaso de aquellos
y su falta de fe repercutió en la credibilidad que ahora el hombre de a Jesús, como
parece indicar la frase, llena de duda: “si puedes”.

El hombre reconoce, con angustia, que no es solo su hijo el que necesita la


ayuda de Jesús, sino él mismo, en su falta de fe, y pide ayuda: “¡ayuda a mi falta de
fe157!”

155 Mercedes Navarro, Marcos, 327. Queremos detenernos a considerar lo acertado (o desacertado)
de esta lectura narrativa de la expresión τὸ εἰ δύνῃ. Podemos preguntarnos si el “si puedes”
pronunciado por el padre y el “¿cómo que si puedes?” de Jesús, están dichos con “sarcasmo”. ¿Con
qué intención y con qué tono están dichos por parte de los dos interlocutores? Veamos cómo lo han
entendido los comentaristas de este pasaje de Marcos: Para Gnilka, Jesús simplemente reproduce lo
que ha dicho el padre y le corrige esa equivocada percepción respecto a él y sus posibilidades de
hacer o no el milagro, haciéndole ver que aún no tiene fe y que todo lo es posible al que la tiene. El
autor no entra en el sentimiento o la actitud interior de Jesús ni del padre. Por parte de Jesús, ¿es
queja?, ¿es lamento?, ¿es disgusto?, ¿es sarcasmo? (GNILKA, Marcos, 54-55). Pesch lo tiene claro: la
repetición “¿cómo que si puedes?” es una reprensión de la actitud de duda del padre, reprensión,
que se puede entender como reprimenda o como corrección (RUDOLF PESCH, Marco, 149). En todo
caso, lo claro es que esa repetición de Jesús, τὸ εἰ δύνῃ, por una parte recalca la importancia del
verbo “poder” y las condiciones de ese poder. Y por otra parte, es un espacio reflexivo, sapiencial,
que Jesús abre entre la interpelación del padre y su respuesta . τὸ εἰ δύνῃ puede conllevar, sí, algo de
lamento. Lo hemos visto en todo el evangelio de Marcos: Jesús se queja de la obstinada
incomprensión de los suyos, no le resulta indiferente. Éste es el caso, también, del padre del
enfermo. No comprende. Pero τὸ εἰ δύνῃ es, sobre todo, por parte de Jesús, la introducción a la
enseñanza central de este episodio: todo es posible al que tiene fe.
Calificar de “sarcasmo” tanto el “si puedes” del padre como el “¿cómo que si puedes?” de Jesús
resulta, no tanto exagerado, como poco ajustado a la naturaleza del relato y a la actitud del padre y
de Jesús. No hay sarcasmo en el padre, sino impotencia y sentimiento de vulnerabilidad y
necesidad. Y no hay sarcasmo en Jesús, sino compasión.
156 “Los otros casos marcanos donde aparece la expresión (“todas las cosas son posibles”, 10,27;

14,36) atribuyen la omnipotencia a Dios y no a la capacidad humana, pero el presente relato parece
situar a Jesús en una posición análoga a la de Dios” (JOEL MARCUS, Marcos, 758)
157 EDUARD SCHWEIZER, Marco, 197, titula el pasaje de Mc 9,14-29, muy significativamente, “la

guarigione del fanciullo epilettico e del padre di poca fede”, y habla, en un precioso párrafo, de esa
“curación” del padre. La narración, en su conjunto, quiere describir la angustia causada por la falta y
la insuficiencia de nuestra fe y decir una palabra de ayuda al respecto. El grito del padre revela esa
angustia. El padre dice “creo”, pero es consciente de que eso solo puede decirlo desde la ayuda y el
don de Dios, pues la fe está siempre amenazada por la duda. “La fede è dunque un’apertura
incondizionata all’atto di Dio, una ferma attessa da parte di chi, guardando a se stesso, potrebbe
sempre solo affermare la mancanza di fede, ma guardando a Dio riconosce, con gioia e certeza, che
Dio torna sempre a sanare quella mancanza” (ibid., 199-200).
87

Es sugerente notar cómo el narrador no está tan interesado en el muchacho


o en el demonio, es decir, en el exorcismo en sí, sino en el padre del muchacho y en
los discípulos que no pudieron expulsar al demonio. Sobre el protagonismo
narrativo del padre podemos caer en la cuenta de la analogía que se establece
entre la paternidad de este hombre que grita por su hijo incomunicado y el relato
precedente de la transfiguración de Jesús (9,2-8) en el que la voz del Padre
comunica el amor por su hijo y exhorta a escucharle (cf. 9,7). En este sentido, y en
la misma línea de lo que piensa Schweizer –véase nota 157-, Pikaza habla de la
obra terapéutica de Jesús con el padre del niño158:

“Nos hallamos ante dos escenas paralelas de paternidad y filiación vinculadas por el
mismo Jesús, Hijo divino del monte y hombre que ayuda al hijo enfermo del valle:
Arriba está Jesús, a quien el mismo Dios llama su Hijo (…).
Abajo hay un padre fracasado que no logra comunicarse con su hijo enfermo (cf.
9,17-24) ni decirle aquello que Dios ha dicho a Jesús en el Tabor: ¡Eres mi hijo! Así se
expresa la tragedia de la humanidad: Un padre incrédulo, un hijo mudo,
incomunicados entre sí, entre unos profesionales de la religión (escribas, discípulos)
que no saben más que discutir gritando (…).
De modo lógico, Jesús comienza pidiendo al padre que explique la enfermedad de su
hijo, para después curarlo (¡al padre!), haciéndolo capaz de comprender al niño y
decirle: “¡Eres mi hijo, yo te creo!”. Su terapia es de tipo antropológico (de
humanización humana) y relacional (cura al padre para curar al hijo), y es
profundamente religiosa. (…) Jesús aparece, así, como ‘sanador del padre’ con el que
dialoga”.

En los vv. 25-27, Jesús realiza el exorcismo. Según el narrador, la causa


inmediata que lleva a Jesús a realizar el exorcismo es una cierta prisa, porque la
gente se vuelve a juntar, algo que resulta curioso, porque el lector había entendido
que todo lo precedente había sucedido delante de la multitud. Sin embargo, ahora
se podría entender que la parte del diálogo con el padre ha tenido lugar en medio
de una cierta reserva, o bien entender el verbo como atacar, lo que indicaría el
movimiento de la gente sobre el chico que presenta una crisis en público. Esta
segunda lectura parece más convincente desde el punto de vista narrativo.

En el mismo sentido, Marshall señala: “The father moves from the defective “if you can’-prayer to
the prayer of trustful dependence: “I believe, help my unbelief.” This prayer simultaneously
confesses confidence in the omnipotence of God’s power in Jesus, and a radical lack of confidence in
his own subjective ability to maintain faith without external aid”. Cf. CHRISTOPHER D. MARSHALL, Faith,
223.
158 XABIER PIKAZA, Evangelio de Marcos: la buena noticia de Jesús, Verbo Divino, Estella 2012, 636-

367, 641. Nos parece sugerente el paralelismo de relaciones Jesús-Dios Padre // padre-niño
epiléptico y estamos de acuerdo en que Jesús sana al padre. Pero no en que la “enfermedad” del
padre sea el desamor hacia su hijo y la falta de aceptación, sino la falta de fe en que su hijo pueda
ser curado.
88

Los términos del mismo recuerdan al lector los tres episodios narrativos en
la primera parte: el que llevó a cabo en la sinagoga (Mc 1,23-27), el del geraseno
(Mc 5,1-20) y el de la hija de la mujer sirofenicia (Mc 7,24-30). Del primero se
diferencia en que la orden de expulsión no va precedida de disputas verbales con el
espíritu, al que llama ahora impuro (ἀκαθάρτος), además de mudo y sordo
(ἄλαλον καὶ κωφὸν.).

Tras la orden de Jesús, el espíritu sacude al muchacho de tal modo que


queda como muerto. Así lo dice el narrador y así es corroborado por la gente. Sin
embargo, el lector evoca la escena de la hija de Jairo, pues en ambos relatos
aparece un padre que intercede por su hijo/a, y un vocabulario de muerte y
resurrección. El lector evoca las semejanzas más aún cuando Jesús hace con el
muchacho lo mismo que hizo con la niña: lo toma de la mano, lo levanta y él se
pone en pie159.

Así termina la escena centrada en el exorcismo, sin más reacciones, ni de los


protagonistas ni de los testigos.

vv.28-29: Tercera escena. El segundo final

La pregunta de los discípulos, ya en casa160, desenfoca la atención del lector


del hecho del exorcismo y la lleva de nuevo al fracaso de los discípulos, en el
trasfondo del éxito de Jesús. La respuesta de Jesús puede ser analizada en dos
niveles: el nivel de la historia y el nivel del discurso. En el nivel de la historia, Jesús
responde sobre el supuesto de diferentes especies (γένος) de espíritus, como haría
un experto que conoce profundamente una materia. Ahora bien, ¿a qué especie se
refiere Jesús?, ¿al espíritu impuro, como lo llama el narrador, o al espíritu mudo y
sordo, como lo ha llamado él? La expresión espíritu impuro se sitúa en el contexto
más general de exorcismos y posesiones que implican la exclusión social y el
sufrimiento de las víctimas, mientras que Jesús lo reduce a un caso concreto y
peculiar que supone un aislamiento total, pues al ser sordo y mudo, está

159Cf. JUAN ALBERTO CASAS RAMÍREZ, “Creo”, 45.


160“Siguiendo un patrón familiar en el evangelio, los discípulos hacen uso de su asociación íntima
con Jesús para preguntarle en privado (cf. 3,20; 4,10-12.33.34; 7,17) (…). Ésta es la típica estrategia
marcana en la que la instrucción privada a los discípulos es añadida a los relatos ocasionando, en
este caso, que se transforme el sentido inicial del relato de exorcismo en una lección sobre el
discipulado” (Ibid., 45).
89

incomunicado del resto de los humanos. A eso se añaden episodios críticos que
refuerzan la malignidad, la vergüenza de la exclusión y la pérdida de la dignidad.

Para la psicología actual, los síntomas descritos podrían corresponder al


autismo epiléptico o a la histeria, con manifestaciones claras de autoagresión. En
todo caso, estamos ante una enfermedad psicosomática y social, interpretada como
posesión. Sobre este trasfondo, la explicación de Jesús no es clara. Además, ¿a qué
se refiere con que esta clase solo puede ser expulsada con oración, si él mismo no
ha invocado a Dios en su fórmula de exorcismo? Probablemente se refiera a la falta
de fe aludida anteriormente. Pero, ¿por qué la referencia a la oración? ¿A qué se
debió el fracaso si los discípulos ya habían expulsado demonios exitosamente en
Galilea?

Como evidencia Juan Alberto Casas Ramírez, más clara e incisivamente aun
que Mercedes Navarro, la respuesta de Jesús a sus discípulos es narrativamente
incongruente. Por el contexto, cabría esperar que Jesús, en su respuesta, aludiera a
la falta de fe de los discípulos, a su propia unión con el Padre a través de su fe viva,
o incluso a la apertura y el deseo de la fe del padre del muchacho poseído, vivo
ejemplo para los discípulos. Cabría esperar que subrayara la necesidad de la fe. Sin
embargo, habla de la oración. Y es muy llamativo, como subrayan muchos autores,
que Jesús mismo no practique, en esa ocasión, aquello que recomienda161.

Sin embargo, la respuesta de Jesús no es del todo sorprendente si se


considera que la oración es el ejercicio básico de la fe y un intento por armonizar la
propia vida con los designios y el poder de Dios. A través de este relato, no solo los
seguidores de Jesús son instruidos en que, en medio de su fe débil, la oración del
padre es un modelo para su propia oración. También los lectores reciben una
llamada de atención sobre el embotamiento de su inteligencia o su fe.

161“La réplica de Jesús suscita tantas preguntas como respuestas, ya que Jesús mismo, a pesar de
haber prescrito la plegaria como antídoto para el espíritu epiléptico, no aparece rezando antes de
expulsar al demonio. Puede ser que haya que sobreentender su rezo, o que Marcos haya ya
caracterizado suficientemente a Jesús como un hombre de oración, de modo que no necesite
hacerlo aquí (cf. 1,35; 6,46; 14,32-42). Es asombroso, de todos modos, que en 9,29, Jesús formule
una regla para el exorcismo que él mismo no pone en práctica (…). Pero hay un personaje en la
historia que sí reza y es el padre del muchacho (…). Las palabras que dirige a Jesús evocan una
súplica litúrgica” (JOEL MARCUS, Marcos, 762-763).
90

En su análisis narrativo, Mercedes Navarro162 hace referencia a la sugerente


lectura que Xabier Pikaza hace de la secuencia narrativa de Mc 9,2-32163. Para
Pikaza hay una relación de secuencia narrativa entre la escena ocurrida en el
monte y la que tiene lugar en la ladera. El lector ha de buscar los hilos narrativos
que las conectan.

Por una parte, está el contraste entre arriba-abajo, monte-ladera, mundo de


Dios-mundo humano, felicidad-sufrimiento, luz-oscuridad. Son dos mundos, no
solo distintos, sino distantes. Arriba, en el monte, ha tenido lugar la experiencia de
oración de Jesús, de comunión con el Padre. Pero Jesús no se queda ahí. Desciende
y toca tierra, hablando con sus discípulos de la realidad del padecimiento del Hijo
del hombre, hasta llegar donde está la multitud. Entre la transfiguración y la
escena del muchacho endemoniado encontramos conexiones: En ambos casos
encontramos una relación de filiación padre-hijo. En los dos casos, cada padre
manifiesta la condición de su hijo. El Padre de Jesús es invisible, pero tiene una
palabra reafirmante y positiva sobre el hijo, cuyo cuerpo resplandece y manifiesta
la relación con el Padre. No olvidemos que, según la antropología cultural, el
cuerpo individual se relaciona estrechamente con el cuerpo social y los vínculos
que lo componen. En el otro caso, el padre no se pronuncia sobre su relación con el
hijo. Solo describe su situación. El cuerpo del hijo, como el de Jesús, habla de su
padre y refleja los conflictos relacionales entre los dos164. El cuerpo de Jesús habla

162 MERCEDES NAVARRO, Marcos, 329.


163 XABIER PIKAZA, Para vivir el evangelio, Lectura de Marcos, Verbo Divino, Estella 1995, 237-242. Cf.
también XABIER PIKAZA, Pan, casa, palabra, 243.
164 Estamos de acuerdo en que los cuerpos enfermos reflejan un conflicto y desarmonía, sea

interior, sea con el ambiente y contexto familiar o social en el que se vive. La medicina afirma cada
vez con mayor convicción y pruebas científicas que la mayor parte de las enfermedades (si no
todas) son psicosomáticas, es decir, tienen su origen en la mente, en la interpretación de la realidad,
en las emociones negativas y en las relaciones conflictivas no resueltas ni reconciliadas. La rigidez,
la parálisis, la mudez y sordera, incluso la ceguera pueden provenir de experiencias de miedo, de
situaciones que no se quieren ver ni oír, de ambientes en los que pronunciar una palabra puede
resultar peligroso. De ahí a afirmar que el cuerpo del hijo habla de un conflicto relacional con su
padre hay un salto generalizador injustificado en el texto.
Con todo, los estudios de antropología cultural también corroboran que las personas afectadas por
posesiones suelen ser personas subordinadas. En el caso de Marcos, la mitad de los exorcismos se
hacen a personas subordinadas dentro del ámbito familiar (hijos de ambos sexos) y, en Lucas, la
mayoría de los casos presentados son mujeres. Carmen Bernabé lo explicita detalladamente:
“Todos los estudios realizados coinciden en que los fenómenos de posesión afectan sobre todo a
ciertos tipos de personas como son las mujeres con grandes cargas familiares, los niños y algunos
varones –aquellos que se encuentran en situaciones de subordinación y opresión extrema, bien
dentro del grupo familiar de parentesco, bien en el ámbito social y político. (…) Los demonios que
hablan por la boca de las personas poseídas suelen denunciar, de formas diversas, las situaciones
91

de Dios, de gloria, transparencia, amor, relación con su tradición. El cuerpo del


muchacho habla del espíritu impuro, de fracaso y humillación.

El Padre de Jesús contrasta con el padre el chico. Pero, ¿hay algo del hijo
poseído en el hijo de Dios? ¿Hay algo del hijo de dios en aquel joven? Las palabras
de Jesús sobre el Hijo del hombre establecen esa relación. Jesús se convierte en
puente que elimina las distancias entre lo divino y lo humano, entre el arriba y el
abajo, entre la felicidad y el sufrimiento, entre la sombra y la luz, pues él mismo va
a padecer, va a morir y va a resucitar. El narrador usa los mismos términos para
Jesús en 9,9.31 (ὁ υἱὸς τοὺ ἀνθπώπου ἐκ νεκπῶν ἀναστῇ) que para el muchacho
poseído en 9,26.27 (… καὶ ἐγένετο ὡσεὶ νεκρός… ὁ δὲ Ἰησοῦς κρατήσας τῆς χειρὸς αὐτοῦ
ἤγειρεν αὐτόν, καὶ ἀνεστη). Podríamos decir que la curación-resurrección del
muchacho epiléptico, en ese movimiento de “levantarse” tras la “muerte” es una
prolepsis de la muerte y resurrección de Jesús.

¿Qué tiene que ver esta secuencia narrativa, así establecida, con nuestra
pregunta sobre por qué la necesidad de la oración para expulsar demonios? El
lector es invitado a relacionar las dos escenas de forma que la escena de la
transfiguración quede reflejada en la escena del exorcismo. El muchacho está
amenazado por un mal que pone en peligro su vida, como va a serlo Jesús. Jesús es
amado por su Padre, que lo resucitará y lo llenará de luz, como hará también con
este joven. Dios, en Jesús, es el Dios de los que sufren y son humillados. Es el Dios
que libera y que levanta. No es necesaria solo la fe, sino también la oración para

opresivas en que se encuentran éstas, y piden aquello que les falta (ropas, respeto, comida,
atención…). (…) De alguna forma, la libertad de expresión y de acción aumenta en las personas
poseídas, puesto que no van a tomar represalias entre ellas; muy al contrario, en este estado
aumenta el grado de atención recibida, de la que no gozan normalmente. Lo mismo pasa con los
niños, quienes, en ese estado, pueden protestar por situaciones de opresión, abusos… y expresar a
sus padres y mayores lo que de otra forma sería imposible. Consiguen escapar de la situación
conflictiva y disminuyen la culpabilidad al proyectar la culpa sobre el espíritu o demonio. Y, por
ello, todos los investigadores coinciden en que se trata de un camino inconsciente para hacer frente
a los problemas” (CARMEN BERNABÉ, “La curación del endemoniado de Gerasa desde la antropología
cultural”, en RAFAEL AGUIRRE (ed.), Los milagros de Jesús. Perspectivas metodológicas plurales ,
Verbo Divino, Estella 2002, 104).
Ester Miquel Pericas habla también de la posesión como un arma en manos de los débiles, que les
permite expresarse incontroladamente y protestar sin peligro a sufrir represalias por parte de la
familia o de la sociedad, amparados en la enfermedad o en la posesión (ESTER MIQUEL PERICÁS,
“Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús”, en CARMEN BERNABÉ Y CARLOS GIL
(eds.), Reimaginando los orígenes del cristianismo, Verbo Divino, Estella 2008,151.159).
92

permanecer unidos al Dios que tiene una palabra de amor y una acción de
resurrección para nosotros.

En cuanto a las analepsis o evocaciones del relato de Mc 9,14-29, desde el


punto de vista narrativo es sumamente interesante considerar dos aspectos del
texto en su contexto165: 1. la relación literaria entre este relato de exorcismo y el
resto de los exorcismos el evangelio y 2. el patrón narrativo común con respecto a
los relatos marcanos de curación en los que quienes padecen la enfermedad son
calificados como hijos o hijas (θυγάτριόν, θυγάτηρ, υἱός), y quienes ejercen el rol
de interceder por el enfermo son sus padres, madres o, al menos, en el caso de
Bartimeo, se menciona el nombre del padre en relación a la identidad del hijo.

1. A propósito de la relación entre los exorcismos de Marcos, Joel Marcus


evidencia un patrón que no solo sugiere, sino que diríamos que evidencia, la
intencionalidad del evangelista en la composición de su evangelio para
mostrar que la tarea de Jesús como exorcista está presente desde el
principio de su vida pública hasta el final, de manera esencial:

“Cada una de las cuatro primeras secciones principales del evangelio contiene
un exorcismo importante: el endemoniado en la sinagoga de Cafarnaún, en la
sección primera (1,21-28); el endemoniado geraseno en la sección segunda
(5,1-20); la hija de la mujer sirofenicia en la sección tercera (7,24-30) y el
muchacho epiléptico, aquí en la sección cuarta. Los dos primeros exorcismos
afectan a endemoniados adultos; el primero a un judío y el segundo a un
gentil. Los dos siguientes afectan a endemoniados infantiles; el primero a un
gentil y el segundo a un judío; en el primero de estos dos últimos, la madre de
la muchacha poseída intercede por ella, mientras que en el segundo el padre
del muchacho poseído intercede por él. En ambos casos, la curación va
precedida por una discusión con los escribas (7,1-15; 9,14). En ambos casos,
Jesús retrasa la curación y esta tardanza está relacionada con la situación de la
generación presente (7,27; 9,19.21a). En ambos casos, sin embargo, el
progenitor persiste en la súplica y la curación va ligada a la fe manifestada por
el progenitor (7,29; 9,23-24)”166.

165 JUAN ALBERTO CASAS RAMÍREZ, “Creo”, 32-33. Ese “patrón narrativo común” que resalta este autor,
es interesante y sugerente, aunque se cumple solo en el caso de Jairo y su hija, la sirofenicia y su
hija, y el padre de nuestra perícopa y su hijo. En mi opinión, la inclusión de Bartimeo en este patrón
resulta forzada e inadecuada, y hay dos personajes en el evangelio de Marcos que también son
calificados por Jesús como hijo (τέκνον) e hija (θυγάτηρ) que no son presentados a Jesús por sus
padres: el paralítico llevado en una camilla por cuatro hombres, de los que no se dice su relación
con el enfermo (Mc 2,5), y la mujer hemorroísa que acude por sí misma a Jesús (Mc 5,34). En todo
caso, resulta interesante buscar esas relaciones intertextuales entre los relatos.
166 JOEL MARCUS, Marcos, 746-747.
93

2. Tales son los casos de la hija de Jairo (5,21-24.35-43), la hija de la


sirofenicia (7,24-30), el hijo del padre suplicante de nuestro relato (9,14-
29), y el hijo de Timeo, Bartimeo (10,46-52). Salvo en este último caso, en
todos los demás, los padres/madres realizan unos gestos dramáticos de
súplica pidiendo la curación, y aparece también un grupo antagonista que
obstaculiza la intercesión. Podemos visualizar el Anexo 1 del presente
trabajo, en el que aparecen enunciados claramente todos estos elementos.

3. ANÁLISIS SEMÁNTICO: EQUIVALENCIAS Y OPOSICIONES EN MC 9,14-29

Nos serviremos, para el análisis semántico del texto, de las orientaciones


que ofrecen J. Calloud, G. Combet, J. Delorme y Jean Nöel Alleti en la obra de Xavier
Léon-Dufour, Los Milagros de Jesús167, así como de las herramientas metodológicas
para el análisis estructural, que presenta Clara María Días Castrillón168.

Reconozco que es un atrevimiento adentrarse en este tipo de análisis del


texto, habida cuenta de que no hemos tenido la oportunidad de penetrar en su
metodología, salvo en algún ejercicio de búsqueda del dominio semántico de un
término bíblico169, para después derivar nuevamente en el estudio histórico-crítico
del pasaje o del libro en cuestión. Con todo, soy una amante de las palabras y estoy
convencida de su potencia para configurar y transformar la realidad en un sentido
u otro. Eso es lo que hace la Palabra de Dios desde el principio: dice y hace, dice y
crea (Gn 1,3 ss), y eso es lo que hace la palabra de Jesús. Su palabra posee
ἐξουσία170.

167 J. CALLOUD, G. COMBET, J. DELORME, “Ensayo de Análisis semiótico”, 145-177 y JEAN NÖEL ALLETI,
“Una lectura en preguntas”, 184-202, en XAVIER LÉON-DUFOUR (ed.), Los milagros de Jesús,
Cristiandad, Madrid 1979.
168 CLARA MARÍA DÍAZ CASTRILLÓN, Leer el texto, vivir la Palabra , Verbo Divino, Estella 1988.
169 Valiéndonos, para ello, de las indicaciones metodológicas que ofrece MARIO ALINEI,

“Metodologia”, 31-45.
170 Podemos distinguir diversas acepciones del término ἐξουσία: 1. poder, derecho, libertad para

comportarse como uno quiere (1 Cor 9,12.18); 2. poder para hacer algo, capacidad para hacerlo
(Mc 3,14) (κατ᾿ἐξουσία ο ἐν ἐξουσία, con poder (Mc 1,27); 3. poder autoridad, potestad, dar
autoridad a alguien (Mc 13,34) o tener autoridad sobre algo; 4. El poder que tiene el jefe, los
magistrados, funcionarios etc.; mando, jurisdicción (Ap 17,12; 5. Permiso para hacer algo (1 Mac
11,28); 6. Símbolo del poder que se tiene sobre algo (1 Cor 11,10). Cf. Amador Ángel García Santos,
Diccionario del Griego Bíblico, Verbo Divino, 312.
94

“La vida de Jesús está determinada de muchas maneras por la ἐξουσία. Sus
enseñanzas se diferencian de las de los escribas por el poder que de ellas dimana,
cosa que Marcos afirma, pero que Mateo prueba con ayuda del Señor de la Montaña
(Mt 7,29 par; Mc 1,27) (…) ἐξουσία se aplica al Jesús terreno para realzar su
superioridad sobre los demonios y sobre los escribas, y su participación en el poder
de Dios (Jn 5,27; Mt 9,8)”171.

En el relato de Mc 9,14-29, observamos que es la ἐξουσία de Jesús, su


δύναμις172 (o la δύναμις de su fe), la que transforma la realidad de muerte de un
padre y de su hijo en vida. Quizá la función de las palabras, como la de la acción,
sea el “hacer cosas” en virtud del carácter performativo que toda palabra, incluso
la más simple y menos intencional, tiene173. Y Jesús es maestro en este arte: el de
hacer cosas con palabras.

Nuestro análisis de las palabras del texto de Mc 9,14-29 quiere conducirnos


a poner los ojos en la fuerza de esas palabras que, entretejidas, presentan un
mensaje con sentido y con energía liberadora tanto para los lectores del siglo I
como para los del siglo XXI.

Como hemos indicado arriba, estableceremos, en primer lugar, un


inventario de términos, ampliando el ya realizado en el apartado II.1 del presente
estudio y ahora organizado por campos léxicos174, precedido por una categoría
sémica 175 (lo que equivale a hacer una lista de equivalencias). Después
elaboraremos una lista de oposiciones y terminaremos con un análisis de la
diferencia (por la transformación acaecida) entre la situación inicial y la situación
final del relato.

Realizaremos este análisis de un modo muy simple, como un ensayo de


deconstrucción y reconstrucción del texto, al alcance de cualquier persona que,
simplemente, sepa leer y distinguir entre antónimos y sinónimos, entre

171 INGO BROER, “ἐξουσία”, en HORST BALZ Y GERHARD SCHNEIDER (eds.), Diccionario exegético del
Nuevo Testamento, Vol. I, Sígueme, Salamanca 1996, 1448-1449.
172 Varias veces Lucas menciona juntos ambos términos, cf. Lc 4,36; 9,1. No, así, Marcos.
173 No podemos dejar de establecer una relación entre nuestra reflexión y la obra clásica de John L.
Austin, Cómo hacer cosas con palabras, publicada en Inglaterra en 1962, a partir de unas
conferencias pronunciadas por el filósofo en la universidad de Harvard, en 1955. Título muy
sugerente que evoca lo que hace la palabra de Jesús con todo aquel que se aproxima a él.
174 Quizá puede resultar útil clarificar términos. Yo misma he tenido que volverlos a clarificar, tras

muchos años de haber dejado atrás el estudio de la lingüística. Entendemos por campo léxico un
conjunto de términos que poseen uno o varios semas comunes, o dicho de un modo más simple:
conjunto de palabras equivalentes.
175 Entendemos por categoría sémica a la significación común propia a cada campo léxico.
95

significados equivalentes y opuestos. No entraremos en el complicado análisis


estructural o semiótico, para el que sería necesario un conocimiento especializado
y mucha experiencia en la tarea de analizar textos a partir de esas categorías.

Nos bastará mostrar cómo estas herramientas resultan útiles para hacer
evidente, de un modo visual y pedagógico, el mensaje del texto (en este caso, de la
perícopa de Mc 9,14-29) y cómo este tipo de análisis está al alcance de todo lector
no especializado en métodos histórico-literarios ni con posibilidad de acceso a
ellos.

¿Qué aporta este método de tipo semántico? La profundización en el texto,


de un modo sincrónico y la evidencia de cómo las palabras, en sus mutuas
relaciones de contrariedad, contradicción e implicación, ensanchan el sentido del
relato para nosotros y ayuda a entenderlo en categorías quizá más inteligibles para
el lector actual.

3.1. LOS CAMPOS LÉXICOS

Tras una lectura atenta del texto, podemos establecer los siguientes campos
léxicos176:

- μαθηταὶ (discípulos): el término aparece tres veces,


vv.14.16.28, y son mencionados en otras tres ocasiones a
PERSONAJES
través de pronombres, vv.18.29, o incluidos en la categoría
γενεὰ ἄπιστος del v. vv.19)

- ὄχλος (gente): el término aparece 4 veces, y es mencionada


en cinco ocasiones, en los vv.14.15.17.25.26. En el v.26 con la
expresión τοὺς πολλοὺς, “los muchos”. El papel de la gente en
el episodio de Mc 9,14-29 es el de espectadora de la
circunstancia de enfermedad-curación del niño. A diferencia
de otros relatos de curación o exorcismo, la gente no se
muestra maravillada por la curación, ni “aliada” del enfermo,
ni alabando a Dios por lo sucedido (cf. Mc 1,27; 2,12; 7,37).

176 CLARA MARÍA DÍAZ CASTRILLÓN, Leer el texto, vivir la Palabra, 96-97.
96

- γραμματεῖς (escribas): aparece solo una vez, en el v.14 y no


tienen ningún papel en el relato, salvo, quizá, establecer un
PERSONAJES hilo narrativo con Mc 9,11, en donde los escribas son
mencionados.

- γενεὰ ἄπιστος (generación incrédula): aparece solo una vez


en el v.19; es una categoría englobante de todos los
personajes, salvo Jesús.

- πνεῦμα (espíritu): el término aparece cuatro veces, en los


vv.17.20.25. En el v.17 es caracterizado como ἄλαλος, mudo;
en el v.20 aparece simplemente como espíritu; y en el v.25 se
nombra como πνεῦμα ἀκάθαρτος, impuro, y ἄλαλος καὶ
κωφὸς πνεῦμα (mudo y sordo); es mencionado en los
vv.18.22 como sujeto protagonista de acciones contra la vida
del muchacho, y en el v.26 saliendo del muchacho por el acto
de exorcismo de Jesús.

- πατήρ (padre): el término es mencionado dos veces,


vv.21.24, y siempre en referencia al hijo πατήρ αὐτοῦ (v.21),
y πατήρ του παιδίου (v.24). Su protagonismo es total en los
vv.17-24, a través del diálogo que establece con Jesús. En su
entrada en escena, no se caracteriza como πατήρ sino como
αὐτῷ εἶς ἐκ τοῦ ὄχλου.

- υἱός (hijo): el término aparece en el v.17 con el posesivo


μου, y en el v.24 caracterizado por παιδίον177. En los vv.17-27,
es coprotagonista pasivo de toda la trama: no tiene palabra,

177 παιδίον significa niño (pequeño). En el N.T. aparece 52 veces, especialmente en los Evangelios
sinópticos: 18 veces en Mateo, 12 en Marcos y 13 en Lucas. En el N.T. se emplea el término en
relación a las siguientes cuestiones: 1. Jesús reconoce a los niños el derecho a la bendición: los niños
se cuentan entre las personas desvalidas a quienes se aplican las bienaventuranzas de Jesús (Lc
6,20-23); 2. La comparación con los niños se propone inducir a una nueva conducta. Según Mc
10,15, la entrada en el reino de dios depende de ser como un niño (Mc 10,15). El origen de las
mencionadas tradiciones han de atribuirse al Jesús histórico. A favor de ello tenemos la gran
variedad de testimonios que hay en las diversas fuentes, tanto de los logia como de las narraciones,
la consternación de Jesús que se manifiesta en esos logia, y el hecho de que todo ello se encuentra
en el centro mismo de la proclamación de Jesús. En las historias de milagros, a los niños se los
menciona únicamente en Mt 14,21; 15,38; Mc 5,39-41; 7,30; 9,24; Jn 4,49. (Cf. WILLI EGGER,
“παιδίον”, en HORST BALZ Y GERHARD SCHNEIDER (eds.), Diccionario exegético del Nuevo Testamento,
Vol. II, Sígueme, Salamanca 1998, 1527-1528).
97

pues el espíritu que lo habita es ἄλαλος, su padre habla por él.


Es víctima del espíritu impuro que quiere detruirlo, y no
PERSONAJES puede, en modo alguno, defenderse. No actúa por sí mismo. Él
es traído por su padre y maltratado de muchas maneras por
el espíritu. El niño solo puede sufrirlo desde la total
vulnerabilidad e indefensión. En el v.21, el padre informa a
Jesús que esa enfermedad la padece παιδιόθεν, adv. (desde la
infancia). Jesús lo libera y lo restituye a la vida.

- ᾿Ιησοῦς (Jesús): Es el único personaje que aparece presente


en toda la trama. Es el actor principal, que habla y actúa. Es el
único que es llamado por su nombre. Tres veces aparece el
nombre de Jesús en el relato, en los vv.23.25.27. En el v.17 es
llamado con el término διδάσκαλος (maestro). En el v.25,
Jesús es el “ἐγὼ” que ordena al demonio, con plena autoridad,
que salga del muchacho, y que recuerda, en cierto modo, el
ἐγὼ del evangelio de Juan.
v.14: ἔρχομαι (llegar)
v.15: προστρέχω (correr)
MOVIMIENTO v.17.20: φέρο (traer)
v.18: ῾ρήγνυμι (derribar), ἀφρίζω (echar espumarajos), τρίζω
τοὺς ὀδόντας (rechinar los dientes), ξηραίνω (dejar rígido),
ἐκβάλλω (expulsar)
v.20: συσπαράσσω (agitar violentamente), πίπτω (ἐπί τῆς
γῆς, caer por tierra), κυλίομαι (revolcarse)
v.22: βάλλη (arrojar)
v.25: επισυντρέχω (agolparse rápidamente), ἐξέρχομαι (salir,
cf. v.29), εἰσέρχομαι (entrar)
v.26: σπαράσσω (agitar violentamente)
v.27: κρατέω (τῆς χειρὸς, tomar de la mano), ἐγείρω
(levantar), ἀνίστημι (ponerse en pie)
v.28: εἰσέρχομαι (entrar), ἐκβάλλω (expulsar)
La mayor parte de los verbos caracterizan la acción violenta
del espíritu en el muchacho, mientras que la acción de Jesús
98

no conlleva apenas movimiento. Consiste, más bien, en una


MOVIMIENTO palabra eficaz de reprensión o amenaza y de orden categórica
de salir del muchacho, expresado todo ello por los verbos
ἐπιτιμάω, ἐπιτάσσω, y ἐξέρχομαι.
Respecto al muchacho, Jesús sí realiza una doble acción, que
recuerda Mc 1,31: (κρατέω (τῆς χειρὸς, tomar de la mano),
ἐγείρω (levantar).
En general, el relato es ágil, tejido con escenas que parecen
transcurrir rápidamente.

v.14.16: συζητέω (discutir)


v.14.15.20.25: ὁράω (ver)
COMUNICACIÓN
v.17.19.: ἀποκρίνομαι (preguntar)
v.19.21.23.24.25.29: λέγω (decir)
v.16.21.28: ἐπεpωτάω (preguntar)
v.24.26: κράζω (gritar), βοηθέω (ayudar)
v.25: ἐπιτιμάω (increpar), ἐπιτάσσω (ordenar)
v.27: κρατέω (τῆς χειρὸς, tomar de la mano), ἐγείρω
(levantar)

Respecto a la comunicación verbal, en nuestro texto prima el


verbo λέγω (que aparece 6 veces), al que sigue ἐπερωτάω (3
veces) y ἀποκρίνομαι (2 veces). Los protagonistas de los
diálogos son principalmente Jesús y el padre del muchacho
epiléptico. Pero Jesús habla con todos (salvo con los
escribas). Él es la palabra.
El verbo κράζω aparece dos veces: en el v.24 es el padre el
que lanza un grito de auxilio a Jesús; en el v.26 es el espíritu el
que grita, como lanzando un último estertor, al salir del niño.
Un grito de guerra, de resistencia, de batalla y de derrota.
El carácter de la comunicación verbal que aparece en el texto
es de una gran intensidad: hay una comunicación hostil entre
escribas y discípulos (συζητέω), una comunicación
99

amenazante y autoritaria de Jesús hacia el espíritu (ἐπιτιμάω,


ἐπιτάσσω), una comunicación de simple información entre el
COMUNICACIÓN padre y Jesús respecto a la enfermedad del hijo, que va
intensificando su clima de intimidad hasta que el padre deja
de ver el problema fuera de si (en la enfermedad de su hijo)
para reconocerlo dentro de si. Entonces viene el grito, que
podemos interpretar de dolor, impotencia y súplica.
Por último, hay también una comunicación didáctica entre
Jesús y sus discípulos, cuando éstos le preguntan en secreto
por la razón de su impotencia para expulsar el demonio
mudo.

En la categoría de la comunicación, aún hay algo más que


señalar y es que la comunicación entre los seres humanos no
solo se realiza a través de la palabra y de la mirada. También
a través de los otros sentidos, especialmente, a través del
tacto178.

Respecto a la comunicación no verbal, subrayamos los gestos


de Jesús hacia el niño, al que toma de la mano y levanta. Jesús
no evita el con-tacto con las personas, incluso con aquellas
consideradas intocables o impuras, como los leprosos (Mc
1,41), o los muertos (Mc 5,41). Otras veces es la gente la que
lo toca a él (Mc 5,27.28.30.31), o le pide que él toque a sus
enfermos para sanarlos (Mc 6,56). Tomar de la mano, en Mc
9,27 es un gesto de ayuda, compasión, fuerza, rehabilitación.
Jesús domina todos los registros de la comunicación. Está
abierto a todos y muestra ser enteramente libre y
enteramente para los demás.

178Es clásica la obra de Flora Davis, La comunicación no verbal. En ella, queda patente cómo la
postura y el movimiento del cuerpo, los gestos, la expresión del rostro y de la mirada, las
sensaciones táctiles y olfativas son otros tantos vehículos para la comunicación no verbal de
emociones y de información. Una mirada atenta al texto de Mc 9,14-29 puede hablarnos de lo que el
cuerpo del niño está comunicando con su rigidez y sus convulsiones, a pesar de su silencio y su
aislamiento a través de la sordera.
100

- Discípulos – escribas: Son relaciones de hostilidad


caracterizadas por el verbo συζητέω (vv.14-16).
RELACIONES
- Padre – gente: El padre es uno más de entre la gente (v.16).
Sale de ella pero no interactúa con ella. La gente no juega más
papel en el episodio de la curación que apresurar la actuación
de Jesús al final.

- Padre – discípulos: No hay diálogo entre el padre y los


discípulos en la trama de la narración, pero lo ha habido
momentos antes, fuera de escena. El padre les ha pedido que
curen a su hijo y ellos no han sido capaces. El padre se lo
cuenta así a Jesús en el v.17. No podemos saber, por la
literalidad del texto, los sentires del padre respecto a ese
hecho pero, por el “si algo puedes” que le dice a Jesús, se
intuye la decepción causada por la experiencia de fracaso de
los discípulos y la frustración de sus expectativas respecto a
ellos.

- Jesús – gente: En el relato, no aparecen las palabras que


Jesús intercambia con la gente. Sin embargo, en el v.15 se dice
que la gente ve a Jesús y corre, sorprendida, hacia él para
saludarle. Se omite el diálogo pero se da a entender que se
produce. También hay un intercambio de miradas. Jesús ve a
la gente, v.14, y la gente ve a Jesús, v.15. En el v.25, cuando
Jesús ve a la gente de nuevo, apresura su exorcismo.

- Jesús – padre: La relación de Jesús con el padre es intensa y


amplia, como hemos expuesto al hablar de los verbos de
comunicación. De los 16 versículos del relato, la mitad
contiene el diálogo de estos dos personajes. Es una relación
de ayuda del que puede al que no puede, del misericordioso al
que pide misericordia. Se caracteriza por los verbos βοηθέω
(ayudar) y σπλαγχνίζομαι (compadecerse)

- Jesús – espíritu: La relación de Jesús con el espíritu es de un


101

desafío y una lucha en la que Jesús sale victorioso. El espíritu


manifiesta su poder atormentando al niño, pero Jesús es más
RELACIONES
fuerte y termina expulsando al demonio con su palabra.

- Jesús – hijo: Es de sanación y liberación, caracterizada por el


verbo ἐγείρω (levantar). Equivale a resucitar al niño a una
vida nueva.

- Jesús – discípulos: la relación de Jesús con los discípulos


presenta una cierta tensión en el texto. A ellos se dirige
también la recriminación profética de Jesús en el v.19 (ὁ δὲ
ἀποκριθεὶς αὺτοῖς λέγει · ὦ γενεὰ ἄπιστος, ἕως πότε πρὸς ὑμᾶς
ἔσομαι). Cuando, por fin, Jesús se encuentra con ellos en
privado, no les reprocha su poca fe, pero les instruye en la
necesidad de la oración, de estar en plena comunión con el
Padre para recibir la fuerza capaz de expulsar demonios.

v.18: καταλαμβάνω (apoderarse), ῾ρήγνυμι (derribar),


ἀφρίζω (echar espumarajos), τρίζω τοὺς ὀδόντας (rechinar
POSESIÓN
los dientes), ξηραίνω (dejar rígido)
v.20: συσπαράσσω (agitar violentamente), πίπτω (ἐπί τῆς
γῆς, caer por tierra), κυλίομαι (revolcarse), ἀφρίζω (echar
espumarajos)
v.22: βάλλη (arrojar al fuego y al agua), ἀπόλλυμι (destruir,
matar),
v.26: κράζω (gritar), σπαράσσω (agitar violentamente),

Las manifestaciones de la posesión tienen todos los rasgos de


la epilepsia. Destaca la violencia y peligrosidad de sus
manifestaciones: los intentos de autolesión, suicido y muerte.
Es la somatización del rechazo a la vida (echar espumarajos,
vomitar), del miedo extremo (rigidez del cuerpo, parálisis), y
del odio a sí mismo (autoagresión).
102

v.22: βοηθέω (ayudar), σπλαγχνίζομαι (compadecerse)


v.24: κράζω (gritar), βοηθέω (ayudar)
SÚPLICA

Es el padre el sujeto que pronuncia la súplica de ayuda a


Jesús. En primer lugar, pide ayuda y compasión para los dos,
para su hijo y para él (v.22)179. Después grita pidiendo ayuda
para su falta de fe en (v.24).
v.25: ἐπιτιμάω (increpar), ἐπιτάσσω (ordenar),
v.26: ἐξέρχομαι (salir, orden en imperativo),
LIBERACIÓN
v.27: κρατέω (τῆς χειρὸς, tomar de la mano), ἐγείρω (levantar),
ἀνίστημι (ponerse en pie)

v.14: Kai. evlqo,ntej pro.j tou.j maqhta.j


v.28: eivj oi=kon oi` maqhtai. auvtou/ katV ivdi,an
ESPACIOS En el relato aparecen claramente establecidos dos espacios:
- el llano, o el lugar a la bajada del monte, como espacio
público donde se encuentran varios grupos humanos: gente,
discípulos, escribas, un padre con su hijo y Jesús. No se nos
dice si es un camino, o la entrada de una aldea; solo sabemos
que Jesús acaba de llegar de arriba, del monte de la
transfiguración;
- y la casa como espacio privado de instrucción180.

179 “Como indica Marcus, la identificación del padre con el destino de su hijo está aquí
afectuosamente indicada por el empleo de la primera persona plural del pronombre: “Ten
compasión de nosotros y ayúdanos”. Pero puede haber más en esta súplica que un mero sentido de
identificación, dado que parece repetir también fórmulas litúrgicas del Antiguo Testamento y de la
literatura posterior judía, que urgen a Dios frecuentemente a tener compasión “de nosotros” (por
ejemplo, Sal 123,2-3; Eclo 36,1 (…), o a “ayudarnos” (2 Cro 14,11; Sal 79,9; Adición a Est 14,14, por
ejemplo). Además, estas plegarias litúrgicas invocan con frecuencia el amor de Dios como motivo
para tal ayuda y contrastan la suficiencia divina con la ineficacia humana. En Sal 44,26, por ejemplo,
el solicitante suplica a Dios: “¡Levántate! Sé nuestra ayuda y redímenos por amor de tu
misericordia”, y en Sal 60,11 y 108,12 suplica a la divinidad que le “conceda ayuda contra el
enemigo, ya que la asistencia del hombre es inútil”, conclusión a la que el padre del epiléptico,
desilusionado por el fracaso de los discípulos, podría estar perfectamente de acuerdo. Parece
plausible, pues, que los lectores de Marcos vieran en la súplica del padre un eco de una fórmula
usual en las oraciones de su comunidad y percibieran que el relato marcano está situando a Jesús
en una posición análoga a Dios” (Cf. JOEL MARCUS, Marco, 757).
180 En nuestro relato, Jesús instruye a los discípulos “en privado” en una casa, lo que es indicio de

que “la fidelidad a la memoria se garantiza en la comunidad, en la casa, donde los discípulos son
103

- Jesús – padre: Jesús es llamado por el padre del niño con el


vocativo διδάσκαλε. La enseñanza que le va a proporcionar es la
ENSEÑANZA palabra central de toda la narración: pa,nta dunata. tw/|
pisteu,ontiÅ

- Jesús – discípulos: como en otros pasajes de Marcos (4,10;


7,17), Jesús enseña a sus discípulos en privado, “en casa”. Su
enseñanza, en esta ocasión, es sobre la necesidad de orar.

Aunque es discutido este hecho, Jesús mismo se propone


como modelo de fe y de oración en esta perícopa.
Que Jesús se propone como modelo de fe es discutido; todo
depende de a quién referimos el participio τῷ πιστεύοντι. ¿Al
padre? ¿A los discípulos? ¿A Jesús? Ninguna de las tres
interpretaciones satisface enteramente, porque todas tienen
argumentos a favor o en contra. Podríamos establecer una
cierta graduación, de probabilidad refiriéndose al padre por
la fuerza del contexto, de posibilidad refiriéndose a Jesús, por
fuerza de la redacción y por su contenido sugestivo, y de
improbabilidad refiriéndose a los discípulos por la
construcción redaccional, aunque a ellos (y a todos) puede
alcanzar esta sentencia de Jesús desde una reflexión teológica
posterior. En caso referirse a Jesús, sería la única vez en que
Jesús, en los evangelios, se presenta como modelo de esta
actitud181.
Y Jesús también se presenta como modelo de oración aunque,
para realizar su exorcismo, no se dice que orara. En todo caso,

formados por Jesús mismo, y en la comunidad marcana, en la catequesis. La memoria de los


exorcismos tiene ahí su lugar propio. Ahí se forja y desde ahí parte la adecuada transmisión, y no en
medios populares que acentuarían el elemento prodigioso (…). La casa/comunidad, por tanto, es el
espacio que salvaguarda la memoria del Jesús sanador, ámbito en el que el grupo puede controlar
su transmisión. Al menos Mc 9,28 apuntaría a la existencia de una tradición discipular de los
milagros en la comunidad marcana, informalmente controlada” (ELISA ESTÉVEZ LÓPEZ, “Casa,
curación y discipulado en Marcos”, en CARMEN BERNABÉ Y CARLOS GIL (eds.), Reimaginando los
orígenes del cristianismo, Verbo Divino, Estella 2008, 227). Por otra parte, Juan Mateos y Fernando
Camacho hablan de κατ᾿ἰδίαν como expresión con un preciso sentido técnico para indicar la
incomprensión de los que acuden o acompañan a Jesús (Cf. JUAN MATEOS Y FERNANDO CAMACHO, El
evangelio de Marcos, Vol. I, 14).
181 JOSÉ CABA, La oración de petición. Estudio exegético sobre los evangelios sinópticos y los escritos

joaneos, Biblical Institute Press, Rome 1974, 159-160.


104

lo que sí queda claro al leer Mc 9,14-29 es que el evangelista,


en su tarea de redacción, ha unido estrechamente el poder de
la fe y el poder de la oración de petición182.

El recorrido por la red de relaciones que entreteje el relato nos lo ha


mostrado con todo su dinamismo y vivacidad. Jesús, el hombre para Dios y para los
demás, el compasivo, el fuerte, que crea lazos de vida por los caminos de Galilea en
sus relaciones con personas de todo tipo (especialmente con las necesitadas de
liberación), es testigo de la impotencia de los suyos para curar a un niño epiléptico
poseído por un espíritu. A Jesús informa el padre del niño y “el maestro” (así es
llamado por el padre) le escucha con atención mientras comprueba por sí mismo
los efectos destructores de la posesión de un espíritu mudo, impuro y sordo. Entre
el estado inicial de posesión-muerte, y el estado final de liberación-vida media una
experiencia clave: la fe. Jesús es modelo de fe perfecta y por ello para él nada hay
imposible. Y el padre del niño es modelo del creyente que duda y que encarna la
paradoja de la fe que no cree y de la increencia que confía. El padre es modelo, en
definitiva, en la impotencia que salva183.

3.2. LAS OPOSICIONES

Tras el análisis de los campos lexicales, nos disponemos a hacer una lista de
oposiciones presentes en el texto. Las oposiciones no se refieren solo a las palabras
antónimas y, como tales, fácilmente identificables como opuestas184, sino que “dos
términos guardan una relación de oposición cuando existe entre ellos una
significación contraria, por mínima que sea, dentro de un mismo contexto” 185.

182 Ibid. 166.


183 “El padre del muchacho epiléptico es, por esta doble situación, un símbolo perfecto para el
discípulo cristiano. Aunque la fe y la incredulidad se hallan contrapuestas en el ámbito de la lógica,
en la experiencia cristiana son una realidad simultánea; el que cree está siempre implicado
simultáneamente en una batalla contra la incredulidad” (JOEL MARCUS, Marcos, 760). Para
profundizar en la fe de Jesús y en la necesidad de esa fe desde el punto de vista soteriológico, cf.
MICHAEL ALLEN, “‘From the time he took on the form of a servant’: The Christ’s Pilgrimage of Faith”,
International Journal of Systematic Theology, Volume 16, Number (1 January 2014): 4-24.
Como señala CHRISTOPHER D. MARSHALL, en el v. 23 hay una ambigüedad quizá intencionada. Los
milagros presuponen la fe tanto en el que los realiza como en el que los recibe (cf. Faith, 118-119)
184 Por ejemplo, en el caso de Mc 9,14-29, “salir” y “entrar”, o “creer” e “incredulidad”.
185 CLARA MARÍA DÍAZ CASTRILLÓN, Leer el texto, vivir la Palabra, 93.
105

LISTA DE OPOSICIONES186

 γραμματεῖς / μαθηταὶ: rivalidad socio-religiosa.

 ᾿Ιησοῦς / ὄχλος: El nivel de oposición entre la gente y


ENTRE
Jesús es el del contraste entre la individualidad y la
PERSONAJES
colectividad. Él es siempre uno frente a la multitud. En
principio, esa relación no es de oposición, sino de
admiración y expectación de la gente hacia Jesús. Al final
del drama evangélico, la multitud se convertirá en la turba
que pide su crucifixión.

 ὄχλος / πατήρ: oposición entre colectividad e


individualidad. La gente no tiene aquí más papel que la de
espectadora de la circunstancia de enfermedad-curación
de un niño.

 πατήρ / υἱός: Es difícil encontrar la oposición entre el


padre y el hijo, pues aparentemente, hay una relación
afectuosa, paterna, de cuidado, marcada por el posesivo.
El relato nunca habla del padre en términos absolutos
sino en referencia a su hijo (πατήρ αὐτοῦ, v.21, πατήρ του
παιδίου, v.24). Del mismo modo, del hijo habla el padre en
tercera persona con el posesivo μου, υἱός μου, v.17.
Por otra parte, el padre está identificado con el destino de
su hijo y hace lo posible por buscar quien le cure187. Acude
a Jesús, probablemente, porque ha oído hablar de él y de
que se encontraba allí, como tantas veces sucede en el
evangelio (cf. Mc 7,25; 6,53-56; 5,27 etc). Cuando el padre
pide a Jesús que cure a su hijo, se incluye a sí mismo en la
petición: “Ayúdanos”, indicando su profunda afectación
por la enfermedad del hijo. No sucede así con Jairo (Mc
5,23), ni con la mujer sirofenicia (Mc 7,26).
La única oposición que podemos encontrar es la

186 Establecemos esta lista por orden de aparición de los personajes y sus relaciones en el relato.
187
Cf. JOEL MARCUS, Marco, 757.
106

incapacidad de comunicación verbal entre ambos y el


hecho de que el padre, hasta ahora, no ha podido librar a
su hijo de la enfermedad. Ya parece no tener fe en que eso
ENTRE pueda suceder. Aunque, lo cierto es que aún le queda algo
PERSONAJES
de fe. De lo contrario, no habría acudido a Jesús.

 πατήρ / μαθηταὶ: Frustración es la palabra que define


esta relación. Los discípulos no han satisfecho las
expectativas, esperanzas y necesidad de sanación del
padre y su hijo.

 πατήρ / πνεῦμα: el padre padece el sufrimiento de su


hijo, infligido por la posesión del πνεῦμα. El espíritu es,
pues, su enemigo.
 υἱός / πνεῦμα: el niño sufre su opresión y su amenaza
de muerte. El demonio es su “ocupante”, su “apresador” y
el niño es su víctima y su prisionero.

 μαθηταὶ / πνεῦμα: Descubrimos dos elementos de


posición: 1. los discípulos no han podido con “el fuerte”, se
han mostrado incapaces; 2. ellos están del lado de Jesús, el
πνεῦμα está contra Jesús.

 ᾿Ιησοῦς / πατήρ: Jesús tiene el poder y la fe. El padre


no la tiene y se siente incapaz. La suya es una posición de
paradigmas distintos, como en el caso de Jesús y los
discípulos.

 ᾿Ιησοῦς / γενεὰ ἄπιστος: Jesús nunca se identifica con


su generación, desprovista de fe188.

 ᾿Ιησοῦς / πνεῦμα: Jesús es la encarnación del amor y la


salvación del Padre, la vida; el πνεῦμα representa la
muerte; Jesús libera, el πνεῦμα oprime. Entre ellos se

188
Christopher D. Marshall señala el hecho de que solo Jesús está en total contraste con la generación
incrédula. Todos los demás personajes son vulnerables, en mayor o menor medida a ella, o están sujetos a
su poder. A el contexto de todo el evangelio de Marcos, la incredulidad afecta, no solo a las autoridades y
a la muchedumbre, sino también a los discípulos, a pesar de pertenecer a la comunidad de fe. Cf.
CHRISTOPHER D. MARSHALL, Faith, 224.
107

establece una lucha escatológica marcada por dos polos:


el bien y el mal, el Reino y el anti-reino, Dios y el Demonio.

ENTRE
 ᾿Ιησοῦς / υἱός: Nos resulta difícil encontrar una
PERSONAJES oposición entre Jesús y el niño enfermo. Él se sitúa del
lado de los predilectos de Jesús. Sin embargo, podemos
encontrar una oposición en la forma en que ambos son
“hijos”189, y una oposición en su modo relacional de estar
en el mundo.

Por una parte, Jesús es el Hijo que escucha la voz de su


Padre: “Tú eres mi hijo amado”, Mc 1,11, “éste es mi hijo
amado, escuchadle”, Mc 9,7.
Por otra parte, Jesús escucha el clamor de la gente, Mc
10,48-49; Jesús habla y enseña, consuela y sana con su
palabra.
El niño epiléptico está mudo y sordo; ni escucha ni habla;
está casi totalmente incapacitado para comunicarse,
aislado y socialmente excluido. La posesión demoníaca y
sus efectos sitúan al niño en una posición de exclusión y
aislamiento social y familiar.

 ᾿Ιησοῦς / μαθηταὶ : Jesús es paradigma de fe y de


poder. Los discípulos lo son de impotencia y de falta de fe.
Él siempre enseña. Ellos, aprenden (con dificultad). Él
está unido a Dios. Ellos necesitan que se les recuerde que
es preciso orar para realizar la misión.

189 Se trata de una oposición razonable en la vivencia de la filiación de ambos “hijos”, sin llevarla al
extremo de algunos comentarios en los que se da una interpretación “psicologista” del paralelismo
entre la relación de Jesús y el Padre y la del niño y su padre. A mi modo de ver, dicha interpretación
no está presente en el texto, ni justificada por él, por muy sugerente que pueda parecernos. Xabier
Pikaza es uno de los exponentes de esta lectura: “Abajo hay un padre fracasado que no puede
hablar a su hijo enfermo (cf. 9,17-24) ni decirle aquello que Dios ha dicho a Jesús: ¡Eres mi hijo!
Desde aquí ha de entenderse la terapia comunicativa de Jesús: que el padre del enfermo acepte a su
hijo y le quiera (le crea), llamándole agapêtos, querido, traduciendo en forma humana el misterio
celeste del Dios que habla en la nube” (cf. XABIER PIKAZA, Pan, casa, palabra, 238). El comentario
afirma que el padre “no quiere”, ni “cree” a su hijo, ni le expresa amor con palabras. A nuestro modo
de ver es una presuposición injustificada y gratuita, sin base en el texto. Al respecto, véase la nota
158 del presente estudio. Por el contrario, CHRISTOPHER D. MARSHALL, Faith, 122, habla de la
solidaridad del padre con la angustia de su hijo, expresada en su petición en plural: “¡Ayúdanos!”
108

 El συζητέω (discutir, vv.14.16) de escribas y discípulos


se opone al ἀποκρίνομαι (preguntar/responder, vv.17.19)
del diálogo entre Jesús y el padre y al ἐπερωτάω
EN LAS
(preguntar, vv.16.21.28) de Jesús al padre y de los
ACCIONES
discípulos a Jesús.

 ῾ρήγνυμι (v.18, derribar), πίπτω (ἐπί τῆς γῆς, caer por


tierra, v.20), κυλίομαι (revolcarse, v.20), y βάλλη (arrojar,
v.22) se oponen a ἐγείρω (levantar, v.27), ἀνίστημι
(ponerse en pie, v.27).

 ἀπόλλυμι (destruir, matar, v.22) se opone a βοηθέω


(ayudar, v.22.24), σπλαγχνίζομαι (compadecerse, v.22),
v.27: κρατέω (τῆς χειρὸς, tomar de la mano, v.27) y
ἐγείρω (levantar, v.27).

 δύναμαι (poder, vv.22.23), se opone a ὀυκ ἰσχύω (no


ser capaz, v.18) y ὀυκ δύναμαι (vv.28.29)

 πιστεύω (creer, v.24), se opone a ἀπιστία


(incredulidad, v.24) y la impotencia: ὀυκ ἰσχύω (no ser
capaz, v.18) y ὀυκ δύναμαι (vv.28.29)
 βοηθέω (ayudar, vv.22.24) se opone a todos los verbos
de posesión, que indican amenaza grave y agresión
(καταλαμβάνω, ῾ρήγνυμι, ἀφρίζω, τρίζω τοὺς ὀδόντας,
ξηραίνω, συσπαράσσω, πίπτω ἐπί τῆς γῆς, κυλίομαι,
ἀφρίζω, βάλλη ( καὶ πολλάκις καὶ εἰς πῦρ αὐτὸν ἔβαλεν καὶ
εἰς ὕδατα ἵνα ἀπολέσῃ αὐτόν), ἀπόλλυμι (destruir, matar),
σπαράσσω)
 ἐξέρχομαι (salir) se opone a εἰσέρχομαι (entrar, v.25):
ἔξελθε ἐξ αὐτοῦ καὶ μηκέτι εἰσελθῃς εἰς αὐτόν.
 γίνομαι ὡσεὶ νεκρός (quedar como muerto, v.26),
ἀποθνῄσκω (morir, v.26) se opone a ἐγείρω (levantar,
v.27) y ἀνίστημι (ponerse en pie, v.27)
109

 Lo público, definido por la presencia de ὄχλος, la gente

EN LA
que está como espectadora de fondo (o más bien como
SOCIALIDAD escenario) de toda la acción,

 y lo privado, definido por el término ὄικος (casa), y la


expresión κατ᾿ἰδίαν.
110

3.3. LA TRANSFORMACIÓN EN EL TEXTO

Una vez “desarmado” el texto y organizados sus elementos según las


equivalencias y las oposiciones, vamos a considerarlo ahora como un sistema
dinámico que funciona en dos tiempos: una situación inicial y una situación final
entre las que se ha dado un proceso de transformación a través de una
circunstancia transformadora, o una persona o hecho transformador. Vamos a
observar cómo se verifica esto en nuestro relato:

SITUACIÓN INICIAL TRANSFORMACIÓN SITUACIÓN FINAL

Los discípulos de Jesús no El padre suplica a Jesús su Jesús expulsa al espíritu


han podido realizar un ayuda y compasión, pero duda impuro, mudo y sordo.
exorcismo y eso es motivo del poder de Jesús. Levanta al niño tomándolo
de discusión con sus Jesús, notando su incredulidad, de la mano y éste se pone
adversarios. le enseña que TODO ES en pie.
Hay un muchacho poseído POSIBLE AL QUE TIENE FE. Los discípulos preguntan a
por un espíritu mudo, que El padre es consciente de su “fe Jesús el porqué de su
lleva sufriendo desde la increyente” y pide, por segunda impotencia y Jesús les
niñez la enfermedad de la vez, ayuda a Jesús, enseña que para expulsar
epilepsia y los daños que no solo para su hijo sino para sí ciertos demonios es precisa
le causa el mal espíritu. mismo. la oración.
El espíritu que se ha El niño ha sido sanado.
apoderado de él muestra El padre ha sido consolado.
su poder atormentándole Los discípulos aprenden
de muchos modos. una lección.
El padre cuenta todas
estas cosas a Jesús en un
diálogo inicial.

CATEGORÍAS SÉMICAS

FRACASO ÉXITO
POSESIÓN LIBERACIÓN
ENFERMEDAD SÚPLICA CURACIÓN
111

PELIGRO DE MUERTE AYUDA VIDA


DEBILIDAD COMPASIÓN FORTALEZA
INDEFENSIÓN FE PROTECCIÓN
INCOMUNICACIÓN PALABRA
AISLAMIENTO SOCIALIDAD
EXCLUSIÓN INTEGRACIÓN
IMPOTENCIA PODER-FUERZA
INCREENCIA FE

El punto de inflexión que propicia una transformación de la realidad es el


encuentro humano entre un hombre necesitado y Jesús. Un encuentro, no como el
que se podía tener con un “profesional” de la religión (sacerdote o escriba), sino
producido desde la compasión, y desde un poder efectivo capaz de sanar.

En este sentido, la antropología cultural ayuda a comprender que para que


se dé una transformación, si el marco de referencia es el que hace enfermar a las
personas, es preciso cambiar todo ese sistema y marco de referencia. Jesús obra
ese cambio, ofreciendo otro marco de referencia (una comunidad de hermanos y
hermanas iguales, referidos a un Padre común), otros valores (la compasión, la fe y
un modo evangélico de concebir la vida), otro modo de relación en el que las
personas poseídas se sienten acogidas en su dignidad inalterable. Solo desde ahí
las personas pueden ser sanadas y restauradas. Hemos visto arriba los modos de
relación positivos y también los negativos, que resultan enfermantes. El Reinado
de Dios que hace presente Jesús, dice Ester Miquel Pericás, es el nuevo marco
necesario para que los sanados puedan vivir su nueva vida de “resucitados” 190.

3.4. EL CUADRO SEMIÓTICO

Un modo de realizar una organización lógica de todas las oposiciones,


contradicciones, equivalencias e implicaciones que hemos descubierto en la lectura
que hemos realizado hasta ahora es utilizando la herramienta del cuadro
semiótico191. No es nuestro objetivo ni nuestra pretensión hacer un “análisis

190 Ester Miquel Pericás, “Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús”, 169.
191 JEAN NÖEL ALETTI, , “Una lectura en preguntas”, 196-197.
112

semiótico” del texto, tarea que escapa a nuestras posibilidades y que excede
nuestras herramientas metodológicas. Pero considero válido el instrumento del
cuadro semiótico, utilizado de un modo elemental, para evidenciar, a nivel de
organización interna y también visualmente, la dinámica del tejido textual de Mc
9,14-29 o de cualquier otro texto narrativo.

Jean-Claude Giroud y Louis Panier señalan, acertadamente, que el objetivo


de dicho análisis no es “dar con el cuadro de un texto” o “poner ese texto en un
cuadro” de un modo mecánico, forzando su lectura para que quepa en una red de
oposiciones previamente establecida. Por el contrario, se trata de una tarea
dinámica de descubrimiento del texto como un micro-universo semántico,
unificado y coherente.

“Lo que ha de contar en cualquier análisis -y por tanto en el recuerdo que se tendrá de la
lectura inteligente del texto-, no son las categorías semánticas que se hayan podido hacer
figurar en un cuadro elegante y definitivo, sino el trabajo titubeante y a menudo inacabado
de elaboración de esas categorías y de construcción de las redes de relación. La forma del
contenido no es un objetivo casi obsesivo que alcanzar, sino que define más bien un estado
de espíritu que hay que tener, un arte de leer que hay que poner por obra.” 192

Así pues, el cuadro semiótico expresa visualmente las relaciones


elementales de contrariedad, contradicción e implicación presentes en el relato193.
Se trata de descubrir la categoría adecuada, suficientemente abarcante, de modo
que logre integrar todas las piezas de la narración de un modo coherente y bien
engarzado.

Tras el recorrido por el texto a través de los métodos diacrónicos de tipo


histórico literario, y de los métodos sincrónicos de carácter narrativo y semántico,
se nos evidencian dos principales conjuntos significantes: la impotencia y el poder.

Efectivamente, el punto de partida del relato es la impotencia de los


discípulos que ocasiona una discusión con sus adversarios, y la decepción en el

192 JEAN-CLAUDE GIROUD Y LOUIS PANIER, Semiótica. Una práctica de lectura y de análisis de los textos
bíblicos, Verbo Divino, Estella 1988, 54.
193 El cuadro semiótico parte de la teoría estructuralista del binarismo, según la cual la cultura y el

conocimiento humanos se organizan a partir de oposiciones semánticas ( Greimas). El cuadro


semiótico es un esquema lógico de cuatro posiciones, representado según dos ejes de términos
contradictorios, representados por las diagonales del cuadro, y dos de implicaciones representados
por las líneas verticales. En el cuadro semiótico, las líneas horizontales representan las relaciones
entre contrarios. La diferencia entre la contradicción y la contrariedad es que en el primer caso, los
elementos relacionados no pueden coexistir (blanco-no blanco), y en el segundo, sí (blanco-negro).
Podemos encontrar un ejercicio de análisis semiótico de Mc 5,1-20 en J. CALLOUD, G. COMBET, J.
DELORME, “Ensayo de Análisis semiótico”, 145-177.
113

padre de un hijo epiléptico y poseído por un espíritu mudo. El final del relato hace
alusión, a modo de inclusión, a esa misma impotencia. Pero entre un punto y otro,
en el centro, aparece el que lo puede todo: Jesús.

Así pues, consideramos las impotencia y poder como las dos isotopías (o
categorías significativas abarcantes) que vertebran y organizan todo el relato. La
impotencia es contraria al poder y entra en contradicción con la no impotencia. El
poder entra en contradicción con el no poder. Así quedaría el cuadro semiótico de
Mc 9,14-29:

IMPOTENCIA PODER

NO PODER NO
IMPOTENCIA
114

En el relato, del lado de la impotencia, como hemos visto en los análisis


anteriores, se sitúan: el fracaso de los discípulos, la enfermedad del niño, el peligro
de muerte, la debilidad, la indefensión, la incomunicación, el aislamiento, la
exclusión y la increencia del padre y de los discípulos.

Del lado del poder se sitúan: el éxito de Jesús, la liberación y curación que
opera en el niño, la vida, la fortaleza, la protección, la palabra, la socialidad, la
integración y la fe (que tiene Jesús y que pide tener al padre).

IMPOTENCIA PODER
Fracaso Éxito
Posesión Liberación
Enfermedad Curación
Muerte Vida
Debilidad Fortaleza
Indefensión Protección
Incomunicación Palabra
Aislamiento Socialidad
Exclusión Integración
Increencia Fe

NO PODER NO
IMPOTENCIA
115

Tocados por la impotencia y sus manifestaciones están los discípulos y su


fracaso, el hijo y su enfermedad, debilidad e indefensión, y el padre que no tiene fe.
A éstos los caracterizaremos como “increyentes”194. Del lado del poder y de sus
manifestaciones está Jesús, al que nombraremos como “el más fuerte” (cf. Mc 1,7;
3,22-30).

Entre la impotencia y el poder se sitúa el “fuerte” (cf. Mc 3,22-30), poderoso


frente a los débiles e impotente frente al “más fuerte”. Y entre el no poder y la no
impotencia, situamos a los increyentes que creen, o a los creyentes a los que les
falta fe. Paradoja ésta tremendamente llamativa en el texto (Mc 9,24).

La última consideración es que el no poder implica la posibilidad de


experimentar todo lo que está del lado de la impotencia y la no impotencia implica
la posibilidad de experimentar todo lo que está del lado del poder. Y lo que marca
el paso de un polo al otro es la fe. La fe permite dar el giro de una vida desdichada y
sumida en la opresión de poderes malignos, a una vida dichosa, liberada y sana.

Jesús es el único, en el texto, que tiene fe y que tiene poder. Un poder que,
en el contexto del relato, se va a manifestar en la debilidad del Siervo Sufriente (Mc
8,31; 9,12.31; 10,32-34).
EL FUERTE

IMPOTENCIA PODER
Fracaso Éxito
Posesión Liberación
Enfermedad Curación
INCREYENTES Muerte Vida EL MÁS
Debilidad Fortaleza
Indefensión Protección
FUERTE
Incomunicación Palabra
Aislamiento Socialidad
Exclusión Integración
Increencia Fe

NO PODER NO
IMPOTENCIA

INCREYENTES CREYENTES

FE

194“Las palabras en que se resumen los grupos sémicos no forman nunca parte del texto analizado,
sino que forman lo que se llama un metalenguaje. A veces, para designar los grupos sémicos, los
semióticos forjan neologismos” (JEAN NÖEL ALETTI, , “Una lectura en preguntas”, 194)
116

CAPÍTULO III: ASPECTOS TEOLÓGICOS DEL RELATO DE MARCOS 9,14-29

Después de haber profundizado en la perícopa de Mc 9,14-29 desde los


métodos diacrónicos de análisis histórico-literario y desde una aproximación
sincrónica, a través de la lectura narrativa y el análisis semántico, vamos a abordar
ahora la cuestión de la teología presente en el relato marcano, si bien los temas
teológicos que laten en él ya han ido poniéndose en evidencia a lo largo de nuestro
estudio.

Simplemente siguiendo la lectura de la perícopa, emergen como temas más


significativos: la identidad de Jesús como exorcista y sanador, la fe como dimensión
esencial de la vida de Jesús y de sus discípulos, la compasión de Jesús como cauce
de la misericordia del Padre que libera y salva, y el poder de la oración en la vida
creyente.

En nuestra reflexión teológica no puede faltar tampoco la pregunta de fondo


por el Dios que se hace presente en Jesús y del que Jesús es mediador 195. ¿Qué
imagen de Dios late en el texto, aunque no se le mencione explícitamente, y qué
imagen de Dios nos revela el evangelio de Marcos en su conjunto?

En las páginas que siguen, abordaremos todas estas cuestiones, articuladas


en dos apartados: el primero dedicado a Jesús, exorcista y sanador compasivo, y el
segundo dedicado a la fe que hace posible lo imposible196.

1. JESÚS, EXORCISTA Y SANADOR COMPASIVO

1.1. JESÚS, EXORCISTA

Hemos de reconocer que existe un abismo cultural entre nosotros,


occidentales del s. XXI, y los contemporáneos de Jesús. A nosotros nos resulta
extraño y perteneciente a un mundo marginal esotérico hablar de posesiones
demoniacas y de sus manifestaciones. El imaginario que habita nuestra memoria
colectiva seguramente esté influenciado por películas como El exorcista, en las el

195 Cf. SANTIAGO GUIJARRO OPORTO, “Jesús como Mediador en el Evangelio de Marcos”, Estbíb, LXVIII
(2010): 313-340.
196 Cf. Gn 18,14; Lc 1,37.
117

fenómeno de la posesión es abordado desde el terror, el miedo y el asco. La imagen


del clérigo exorcista resulta patética: un hombre impotente a merced de un poder
imparable y superior. Como si Dios estuviera ausente del hecho, como si no
pudiera hacer nada, o como si fueran necesarios todo tipo de ritos y conjuros
extravagantes para expulsar al demonio. Ésa es la propaganda respecto a
exorcismos y exorcistas, en nuestro siglo. Pero, en el fondo, pocas personas creen
realmente en el fenómeno de la posesión como un hecho que constituya una
amenaza real para sus vidas. La posesión es un fenómeno casi de “ciencia ficción”
que se sitúa al margen de la vida cotidiana. Desde esas consideraciones, a mi modo
de ver, realistas, ¿qué puede significar para un creyente actual el hecho de que
Jesús fuera un exorcista? ¿Lo fue de verdad? ¿Qué sentido, significado, finalidad y
alcance tuvo el que lo fuera? A estas cuestiones responderemos a lo largo de este
apartado y en los siguientes.

Desde un punto de vista histórico, podemos afirmar que en el Próximo


Oriente, las ideas sobre obsesión y posesión demoníaca197 estaban ya presentes en
las religiones sumeria y acadia198. En ellas existían ritos de exorcismo que solían
incluir conjuros y magia simpática o imitativa. En las religiones babilónica, siria y
egipcia sucedía otro tanto. Sin embargo, tales creencias y ritos están prácticamente
ausentes en el canon hebreo del A.T. El mal espíritu que atormenta al rey Saúl es
una excepción (cf. 1 Sam 16,14-23; 18,10-11; 19,9-10).

En la literatura postexílica, ya encontramos un escrito bíblico


apócrifo/deuterocanónico, el libro de Tobías, en el que la actividad demoníaca
ocupa un puesto más destacado, aunque se trata más de una obsesión demoníaca
que de una posesión (cf. 2,8; 6,7-8.16-18; 8,3). Pero es en la literatura
intertestamentaria donde la obsesión y posesión llegan a ser un tema
recurrente199.

Fragmentos de rollos del Mar Muerto atestiguan también que Qumrán supo
de exorcismos, aunque no podemos saber si fueron practicados allí. La creencia en
la posesión demoníaca y en la eficacia el exorcismo no era exclusiva del judaísmo

197 Por obsesión demoníaca entendemos un ataque del demonio desde fuera de la persona. La
posesión implica que el demonio se ha apoderado de la persona y la habita por dentro,
enfermándola o transformando sus actitudes. Cf. JOHN MEIER, Un judío marginal, 481.
198 Cf. Ibid.
199 Flavio Josefo, en Ant, presenta al rey Salomón como experto en exorcismos.
118

en los dos siglos limítrofes de nuestra era. Ideas semejantes existían en las
religiones paganas, y el cristianismo no fue una excepción en la asimilación de esas
creencias200.

Por lo que respecta a Jesús, las tradiciones marcana y Q, junto con Mateo y
Lucas, ofrecen abundantes testimonios de que Jesús realizó exorcismos. Y no solo
hay un testimonio múltiple de fuentes, sino también de formas. Encontramos a
Jesús exorcista en relatos de milagros, en sumarios, en disputas y en los encargos
misioneros de Jesús a sus discípulos201, a los que llama “para que estuvieran con él
y para enviarlos a predicar, con poder de expulsar demonios” (καὶ ἔχειν ἐξουσίαν
ἐκβάλλειν τὰ δαιμόνια, Mc 3,15; cf. Mc 6,7.12-13; 16,17).

Por otra parte, llama la atención el modo en que Jesús realiza sus
exorcismos, tan diferente de los modos de los exorcistas de su época. Él no se vale
de “técnicas”, manejos ni conjuros. Habitualmente, no ruega a Dios, ni impone las
manos, ni expulsa a los demonios en nombre de alguien. Su modo de exortizar se
describe con tres verbos: ἐπιτιμάω (increpar), ἐπιτάσσω (ordenar), y εκβάλλω
(expulsar) (cf. Mc 9,18.25.28). Jesús expulsa a los demonios por medio de la
palabra: palabra salvadora y sanadora para las personas sufrientes, y palabra dura
frente a las fuerzas del mal202. Palabra que increpa y destruye a quienes oprimen y
someten a los débiles, hombres y mujeres, niños y adultos, judíos y paganos. Todas
estas categorías de personas son amenazadas por el maligno y Jesús, con su labor
como exorcista, se dedica a liberar y salvar a quienes están en manos de Satanás y
de su poder, consciente de estar ejerciendo el poder escatológico de Dios.

200 JOHN MEIER, Un judío marginal, 482.


201 Ibid., 483. Sobre esta cuestión, Santiago Guijarro nos hace caer en la cuenta de que, en el envío
de los discípulos, el encargo de Jesús no se refiere principalmente a la predicación. El encargo de
proclamar el mensaje solo se encuentra en la fuente Q, de donde lo toman Lc 10,9 y Mt 10,7. En el
encargo de Marcos, tan solo consta que Jesús les envió de dos en dos dándoles poder sobre los
espíritus inmundos (6,7). A este encargo, el evangelista le añadió un marco narrativo (6,12, “y
yéndose de allí, predicaron que se convirtieran…”), que alude al anuncio del Reino por parte de
Jesús en Mc 1,15. A la vuelta de su misión, los discípulos le contaron a Jesús lo que habían hecho y
enseñado (6,30), pero eso no se corresponde con el encargo original de Jesús. Así pues, podemos
decir que tanto Marcos como Q coinciden en afirmar que el exorcismo y la curación son el
contenido básico de la misión de los discípulos. Así lo podemos ver tb en Mc 6,13. Pero Marcos ha
añadido ese dato quizá por influjo de Q. Lo cierto es que en el episodio del regreso de los setenta y
dos, de nuevo el exorcismo ocupa un puesto central (Lc 10,17), Por tanto podemos afirmar que el
mandato de expulsar demonios fue el principal encargo de Jesús a sus discípulos. Cf. SANTIAGO
GUIJARRO, “La misión de los discípulos”, Seminarios 165 (2002): 349-350.
202 Cf. ELISA ESTÉVEZ LÓPEZ, “Y todos los que lo tocaban…”, 335. Cf. tb. MANUEL SÁNCHEZ TAPIA, “Las

curaciones de Jesucristo en el Evangelio de Marcos”, Ciudad de Dios: Revista Agustiniana , Vol. 221,
No 2 (2008): 273.
119

Entre los muchos textos que atestiguan que Jesús practicó el exorcismo,
vamos a dejar de lado los textos de Mateo y Lucas (salvo en lo referente a la
disputa sobre Jesús y Beelzebul, que nos parece esencial para comprender el
sentido teológico de los exorcismos de Jesús) y vamos a centrarnos en los relatos
de Marcos. Hay cuatro historias de exorcismos individuales en Marcos: 1,21-28;
5,1-20; 7,24-30; 9,14-29. Además, los exorcismos se mencionan en dos sumarios
de Marcos (1,32-34; 3,7ss) y en una discusión muy importante, que pone de
manifiesto precisamente el sentido de la actividad de Jesús como exorcista: Mc
3,22-30. Es al abordar este último texto cuando recurriremos a sus paralelos de
Mateo y Lucas que evidencian, aún mejor que Marcos, su sentido teológico 203.
Tanto los sumarios de Marcos como la discusión muestran tres aspectos que, para
el evangelista, eran significativos en este punto:
1) Los demonios, como seres pertenecientes a la esfera de lo espiritual,
tienen un conocimiento superior sobre la identidad de Jesús. Ellos le conocen y le
proclaman “Hijo de Dios” (3,11, καὶ ἔκραζον λέγοντες ὅτι Σὺ εἶ ὁ υἰὸς τοῦ Θεοῦ, cf.
1,34; 5,7) y “el Santo de Dios”204 (1,24, οἶδά σε τίς εἶ, ὀ ἅγιος τοῦ Θεοῦ).
2) Jesús ordena a los demonios que guarden silencio.
3) Hay una victoria de Jesús sobre el mal, sobre Satanás, que se pone de
manifiesto en cada uno de los éxitos de Jesús sobre sus oponentes, los demonios, y
que es tematizada en la discusión de Jesús con los escribas, en 3,22-30.

Que los demonios reconocieran la verdadera identidad de Jesús con el título


“Hijo de Dios” es importante. Para Marcos, éste es el título que le corresponde a
Jesús y, probablemente, es el título principal con el que se confiesa a Jesús en su
propia comunidad205. Todo su evangelio es el anuncio de Jesús como Mesías y
como Hijo de Dios y de ello da razón su misma estructura, concluyendo la primera

203ERNEST BEST, “The miracles in Mark”, RExp 75 (1978): 547.


204El grito del demonio a Jesús, en la sinagoga de Cafarnaún, nada más comenzar su actividad
pública, “¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos?” (Mc 1, 24),
puede explicarse porque entre los judíos estaba muy difundida la creencia de que en la edad
mesiánica serían destruidos los poderes malignos. El endemoniado sabe la amenaza que supone la
presencia de Jesús, su persona y su enseñanza, y reconoce implícitamente que Jesús es el Mesías
aunque, en principio, hay que decir que ἅγιος τοῦ Θεοῦ no es un título mesiánico conocido, ni una
denominación frecuente en la iglesia primitiva. Sin embargo, ἅγιος se aplica a Cristo en Hch 3,14;
4,27.30; 1 Jn 2,20; Ap 3,7. Es, por tanto, probable que el endemoniado use la expresión ἅγιος τοῦ
Θεοῦ en sentido mesiánico. En otros pasajes, los demonios llaman a Jesús “Hijo de Dios” (Mc 3,11;
5,7). Cf. VICENT TAYLOR, Marcos, 191-192.
205ERNEST BEST, “The miracles in Mark”, 748.
120

parte, como vimos arriba, con la confesión de Pedro (Mc 8,29, Σὺ εἶ ὁ Χριστός), y la
segunda parte, con la confesión del centurión (Mc 15,39, Ἀληθῶς οὖτος ὁ
ἄνθροπος υἱὸς Θεοῦ ἦν).

Para la comunidad de Marcos, era muy importante saber que Jesús había
sido un exorcista con éxito y que los exorcismos seguían siendo posibles cuando
Jesús ya no estaba presente en medio de ellos. La posibilidad de que la comunidad
pudiese expulsar demonios apuntaba a la presencia del Resucitado en la acción de
los suyos, y al poder del Espíritu Santo, tal y como Mc 3,29-30 pone de manifiesto.
Y esto, porque la misma comunidad había recibido, por parte de Jesús, el encargo
de exorcizar (cf. Mc 6,7.12-13; 16,17) y la promesa de asistencia y colaboración del
Señor Resucitado con ellos (16,20).

1.2. EL SENTIDO TEOLÓGICO DE MC 9,14-29 EN SU CONTEXTO. DISCIPULADO Y MISTERIO


PASCUAL.

Centrándonos ahora en los relatos de exorcismo presentes en Marcos,


queremos destacar la importancia teológica de su situación en la totalidad del
evangelio. En primer lugar, podemos notar que cada uno de los cuatro episodios
(1,21-28; 5,1-20; 7,24-30; 9,14-29) están distribuidos en cada una de las secciones
en que podemos estructurar el evangelio, según criterios literarios, geográficos,
cronológicos y teológicos206. Todos ellos están colocados, por el evangelista, antes
de la entrada de Jesús en Jerusalén.

1. En la primera parte del evangelio (1,14-8,26), en la primera sección (1,1-


3,6) encontramos el relato del exorcismo en la sinagoga de Cafarnaún, en sábado
(Mc 1,21-28).
2. En la segunda sección (3,7-6,6a), se sitúa el extenso y complejo relato del
endemoniado de Gerasa (Mc 5,1-20).
3. En la tercera sección (6,6a-8,26), tenemos la curación de la hija de una
mujer sirofenicia. Estamos en ámbito pagano y ahora la víctima de la posesión es
una niña. En los anteriores casos eran dos varones.

206
Cf. RAFAEL AGUIRRE MONASTERIO Y ANTONIO RODRÍGUEZ CARMONA, Evangelios sinópticos, 111-112.
121

4. En la primera sección de la segunda parte del evangelio (Mc 8,27-10,52)


encontramos el relato del niño epiléptico (Mc 9,14-29). Pasamos a territorio judío
y el poseído es un niño.

Da la impresión de que Marcos quiere presentar esa labor de Jesús como


exorcista extendida a todos, a los de dentro y a los de fuera, judíos y paganos,
hombres y mujeres, sin exclusión.
Por otra parte, como destaca Bornkamm, es sorprendente la situación de
nuestra perícopa en el conjunto del evangelio207. En los primeros capítulos, el
evangelista ha acumulado gran cantidad de relatos de curaciones y hechos
milagrosos, que aparecen en apretada sucesión y son resaltados nuevamente en los
sumarios. Sin embargo, en la sección 8,27-10,52 solo hay tres relatos de milagros:
la curación del niño epiléptico, 9,14-29; la curación del ciego de Jericó, 10, 46-52; y
la higuera que no dio fruto 11,12-14.20-25.
La sección va intensificando la orientación de todo el evangelio hacia la
actuación de Jesús en Jerusalén (11-13) y hacia la pasión, muerte y resurrección de
Jesús (14-16). La ausencia de relatos milagrosos indica que este fragmento tiene
un claro carácter doctrinal o de enseñanza para los discípulos, para la comunidad
de Marcos y para nosotros hoy208. La sección está, además, introducida y dominada
por dos trascendentales pasajes cristológicos (la confesión de Pedro, 8,27-33) y la
transfiguración de Jesús (9,2-8). Está marcada, además por el hilo conductor de los
tres anuncios de la pasión (8,31; 9,31; 10,32-34) y contiene las enseñanzas de
Jesús a los discípulos en torno al seguimiento, a la necesidad de cargar con la cruz,
y al servicio como actitud profunda del discípulo ante la vida y ante los otros.

207
GÜNTHER BORNKAMM, “ΠΝΕΥΜΑ ῎ΑΛΑΛΟΝ’”, 261-262.
208Así lo hace notar Rafael Aguirre, siguiendo a Xabier Picaza en su artículo “Hermanos de Jesús y
servidores de los más pequeños”: “La primera parte de los evangelios presenta las obras mesiánicas
de Jesús: libera a los oprimidos y alienados, devuelve la salud a los enfermos, multiplica el pan para
los hambrientos. En la segunda parte, se modifica la orientación de los relatos: los milagros
disminuyen notablemente y pierden importancia. Lo que ahora importa es el camino de Jesús hacia
la cruz y entender la entrega de su vida. En esta segunda parte, la reflexión pospascual es más
palpable: el mesianismo se va purificando de sus expectativas brillantes e impositivas y pasa por
aceptar la dureza de la historia y la cruz. Los discípulos no son ya invitados, como lo habían sido
durante su envío prepascual, a hacer los mismos signos de Jesús para Israel, sino a seguir su camino
de solidaridad y entrega (Mc 8,34; 9,35; 10,42-45). Las obras mesiánicas de Jesús se trasmutan en
las obras diaconales de servicio, que se piden a los discípulos” (RAFAEL AGUIRRE MONASTERIO, Jesús de
Nazaret: el amor que lleva a la justicia, Fundación Santa María, Madrid 1988, 42). Nuestro relato de
Mc 9,14-39 será la última ocasión en la que a los discípulos se les pida explícitamente hacer las
obras de Jesús antes de la resurrección del Señor. Sin embargo, se confrontan con su impotencia
porque no están en la misma clave de Jesús. Aún no le comprenden ni tienen fe en él y en Dios.
122

Junto a esos datos significativos, está el siguiente: la sección del discipulado


también está enmarcada por dos relatos de curación de ciegos: el ciego de Betsaida
(8,22-26) y el ciego Bartimeo (10,46-52). Los relatos están ubicados muy
estratégicamente. Ambos tienen, indudablemente, un valor simbólico y están
referidos a la fe de los discípulos, a su falta de visión y a su falta de comprensión209.
Inmediatamente antes de la curación del ciego de Betsaida, a los discípulos les
recrimina Jesús el hecho de no entender, y este fracaso se expresa en términos de
falta de visión: “¿Teniendo ojos no veis y teniendo oídos no oís?” (8,18). La vista es
una metáfora utilizada ampliamente para referirse al entender, como podemos leer
también en Mc 4,12. Por eso, desde aquí es fácil interpretar el milagro de 8,22-26
como una restauración de la compresión y de la fe de los discípulos. El hecho de
que el ciego no vea en un primer momento alude a que la fe es procesual. El
entendimiento llega poco a poco y por etapas. De hecho, Pedro “verá” a Jesús como
Mesías, en la confesión de fe de Cesarea, pero de un modo no claro. Pedro no
comprende que Jesús debe morir y que ellos mismos, los discípulos, deben seguir
el camino de la cruz.

Del mismo modo, al final de la sección del discipulado, Marcos convertirá al


ciego Bartimeo, en virtud de su curación, en prototipo de discípulo que comprende
y que sigue a Jesús por el camino, hacia Jerusalén y hasta la cruz. Como los
discípulos dejaron sus cosas de forma inmediata en la llamada primera y se fueron
detrás de Jesús (Mc 1,16-20; 2,13-14), Bartimeo dejará su manto atrás y se
convertirá en modelo de seguimiento. En el evangelio de Marcos, a menudo
personajes secundarios tienen la fe que los discípulos no tienen y se convierten en
modelo para la comunidad. Tal es el caso de los que llevan al paralítico en la
camilla (Mc 2,5), la mujer hemorroisa (Mc 5,34), Jairo (Mc 5,36), el ciego de Jericó
(Mc 10,52) y el mismo padre del niño epiléptico (Mc 9,23-24).

El hecho de que existan esos dos relatos de ciegos flanqueando la sección


del discipulado se subraya a menudo y en numerosos comentarios como un hecho
importante: ambos ciegos sanados son icono del discipulado, en contraste con los
discípulos de Jesús que, en Marcos, no tienen fe. Nosotros, tras el estudio de
nuestra perícopa, echamos en falta que se ponga más en evidencia el hecho de que

209
ERNEST BEST, “The miracles in Mark”, 544-545.
123

esa misma sección contenga, en su proximidad y en su centro, dos relatos de


curación de sordomudos. El oído se incluye también en los dichos sobre la
incomprensión y la falta de fe en Mc 4,12 y 8,18. De hecho, la ceguera junto con la
sordera se usan continuamente en los profetas como figura de la resistencia de
Israel a escuchar lo que Dios le dice:

“Así, Is 6,9: “Embota el corazón (la mente) de ese pueblo, endurece su oído,
ciega sus ojos; que sus ojos no vean, que sus oídos no oigan”; 42,18 (dirigido al
pueblo): Sordos, escuchad y oíd; ciegos, mirad y ved”; Jr 5,22-23: Escúchalo, pueblo
necio y sin juicio, que tiene ojos y no ve, tiene oídos y no oye…; este pueblo es duro y
rebelde”; Ez 12,2: “Hijo de Adán, vives en la casa rebelde: tienen ojos para ver, y no
ven; tienen oídos para oír, y no oyen, pues son casa rebelde”. Nunca en el A.T. se
relata la curación de sordos o mudos. El sentido de estos términos es siempre
figurado”210.

Desde esta lectura intertextual, es muy significativo que, tras el relato de la


transfiguración, en donde el Padre invita, en esa teofanía espléndida, a escuchar a
su Hijo amado (Mc 9,7), a renglón seguido Marcos sitúe el relato de la curación del
sordomudo. Jesús expulsa al demonio sordo y mudo que impide escuchar la
palabra de Jesús. Los discípulos necesitan ser curados, no solo de su ceguera, sino
de su sordera, de su falta de escucha del maestro, para que puedan llegar a
comprender su verdadera identidad, no con los filtros de sus falsas expectativas
mesiánicas, sino desde el Mesías que se les revela en el poder de la debilidad y del
servicio.

La sección del discipulado va dando respuesta, por tanto, a la pregunta por


la identidad de Jesús planteada a lo largo del evangelio: ¿Quién es éste? (Mc 4,41;
cf. 6,14-15; 8,27.29). Los pasajes cristológicos arriba citados responden a esas
preguntas, aunque manera incompleta. Pedro responde que Jesús es el Mesías. No
se puede hacer esa afirmación “en la carne”, sino revelada por el Padre del cielo (cf.
Mt 16,17)211. La fragilidad de la confesión de Pedro se pone de manifiesto ante la
dureza de la cruz. Pedro tropieza con la cruz. No ha entendido el mesianismo del
Hijo del hombre, Siervo sufriente, que no queda inmune a los sufrimientos de este
mundo, sino que permanece vulnerable y expuesto a ellos.

210
Cf. JUAN MATEOS Y FERNANDO CAMACHO, El Evangelio de Marcos. Análisis lingüístico y comentario
exegético, Vol. II, Ediciones El Almendro, Córdoba 1993, 184-185.
211De un modo semejante a como “nadie puede decir ‘¡Jesús es Señor!’ si no está hablando por el
Espíritu Santo” (1 Cor 12,3).
124

En la transfiguración, es la voz del Padre la que revela la identidad de Jesús:


“Éste es mi hijo amado” (Mc 9,2). La confesión del Padre es una confesión
completa, llena de amor y de verdad, que se tornaría en mentira si Jesús
permaneciera anclado en la bienaventuranza de la luz y de la “visión beatífica”, en
la cima de la montaña, sin bajar al sufrimiento de los hombres, en contacto con sus
limitaciones, sus enfermedades y padecimientos. Como hemos dicho
anteriormente, para Marcos, Jesús es el Hijo de Dios. Aparece ese título en los
relatos de exorcismo y aparece en el bautismo, en la transfiguración y en la
confesión del centurión, ante la cruz (15,39). La cercanía de este título a la cruz
también está presente en la parábola de la viña en la que el hijo del dueño es
asesinado (12,6-8). El Hijo amado recuerda así a Isaac, el único hijo amado de
Abrahán, a quien tuvo que sacrificar (Gn 22,2). Cuando Jesús, el Hijo amado, baja
del monte, es significativo que se encuentre con el niño epiléptico, mudo y sordo,
atrapado por las fuerzas del mal. En este niño, Jesús se encuentra con la
humanidad doliente a la que es enviado por el Padre a llevar la salvación. La
presencia del niño epiléptico, amenazado de muerte por el mal, al que Jesús libra y
“resucita”, condensa todo el significado del obrar y del ser de Jesús quien, desde su
misterio pascual de muerte y resurrección, asocia a la humanidad entera a su vida
resucitada212.

En este sentido, el pasaje del exorcismo de Mc 9,14-29 es, en la sección


principal sobre el discipulado, una enseñanza de cómo y desde dónde Jesús curaba
y liberaba y sobre cómo y desde dónde los discípulos deben hacer lo mismo213.

Cuando Marcos presenta a Jesús como sanador y exorcista, no podemos


pensar que lo hace para impresionar con la figura del “hombre divino”. Había otros
sanadores y hacedores de exorcismos en su tiempo. ¿Era Jesús uno más entre
ellos? ¿Buscaba Jesús fama, honor, adeptos…, suscitando admiración con sus
curaciones y exorcismos?214 Hay muchas evidencias en el evangelio de Marcos
contra tal supuesto215:

212 Cf. CHRISTOPHER D. MARSHALL, Faith, 123.


213 Cf. ERNEST BEST, “The miracles”, 544.
214 MANUEL SÁNCHEZ TAPIA, “Las curaciones de Jesucristo”, 272.
215 Cf. ERNEST BEST, “The miracles”, 542-543.
125

1. En Mc 8,11-13, Jesús, al final de la sección principal de los milagros, se niega a


darles una señal a los fariseos para demostrar su mesianismo.
2. En 13,21-23, Jesús alerta a los creyentes contra los falsos profetas que realizan
signos y prodigios. No es el milagro lo significativo, sino que el milagro
provenga de Dios y construya el Reino.
3. En Mc 8, 14-20, Jesús advierte a los discípulos que se guarden de la levadura de
los fariseos y de Herodes que, por el contexto, es la incredulidad.

En Marcos, Jesús no es tanto un hacedor de milagros como aquel que muere


en la cruz y resucita. Los milagros no tienen otra función que mostrar que el Reino
de Dios ha llegado con Jesús (Mc 1,15). Cuando Jesús hace una curación, esto
quiere decir que Dios, por medio de esta curación, inicia su Reinado: el dominio de
Dios sobre Satanás se hace patente.

1.3. LA SANACIÓN DESDE LA COMPASIÓN

El relato de Mc 9,14-29 nos habla de Jesús, exorcista y sanador, y también de la


compasión de Jesús. Y lo hace empleando el verbo σπλαγχνίζομαι216, puesto en labios del
padre del muchacho epiléptico, al realizar su primera petición a Jesús: ἀλλ᾿εἴ τι δύνῃ,
βοήθησον ἡμῖν σπλαγχνισθεὶς ἐφ᾿ἡμᾶς (v.22).

Manuel Sánchez Tapia, después de recorrer, en un estudio, cada uno de los


relatos de curación de Jesús en el evangelio de Marcos, se pregunta por qué sana
Jesús. Y su respuesta es que Jesús tiene compasión de las personas con las que se
encuentra y por eso quiere ayudarlas. Su compasión no es un simple sentimiento
de lástima por la desdicha ajena, sino una profunda conmoción que conduce a la
acción de devolver la salud y la vida a quienes las han perdido217.

El verbo σπλαγχνίζομαι deriva del sustantivo σπλάγχνα. El significado de


“compadecerse, conmoverse las entrañas” deriva del hebreo, que considera las
entrañas como el lugar donde tienen su sede los afectos como la ternura, la
compasión, la benevolencia, la pena, mientras que, para los griegos, las entrañas
eran la sede de las pasiones violentas como la ira, el odio o el amor (entendido
éste, diríamos hoy, con mayor precisión, como apego). Se corresponde con el verbo
hebreo raham, “compadecerse, apiadarse, enternecerse, sentir cariño, piedad,

216 Cf. El apartado II.1.12. del presente estudio.


217 MANUEL SÁNCHEZ TAPIA, “Las curaciones de Jesucristo”, 286.
126

compasión”, un verbo que casi siempre se predica de Dios, mientras que


σπλαγχνίζομαι se reserva casi exclusivamente para Jesús.

El texto de Éx 34,6: tm,a/w< ds,x,-br;w> ~yIPa


; ; %r,a, !WNx;w> ~Wxr; lae revela al Dios
“misericordioso y clemente, lento a la cólera y grande en amor y en fidelidad”. El
rostro de ese Dios es su Hijo Jesús, tal y como aparece en los evangelios (cf. Mc 1,1;
Jn 1,18; 14,9). Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre218.
El verbo σπλαγχνίζομαι aparece en cuatro pasajes del evangelio de Marcos:
Mc 1,41; 6,34; 8,2 y 9,23. El primero y el último de esos relatos se refieren a
milagros de curaciones, y los dos centrales, a los milagros de la multiplicación de
los panes. En Mc 1,41, ante la súplica de un leproso que se pone de rodillas ante
Jesús y le dice: “Si quieres, puedes limpiarme”, Jesús experimenta un movimiento
de compasión219 que le lleva a extender su mano, a tocarle y a pronunciar una
palabra de sanación: “Quiero, queda limpio”. Con la curación y la purificación del
leproso, Jesús lleva a cabo un gesto mesiánico (Mt 11,4; Lc 7,22) contrario a lo
establecido por la ley de Moisés (Lv 13,45-46). Rompe, con ello, los límites
exclusivistas que trazaban las leyes de pureza y el acceso al Reino queda abierto
para todos. La compasión se convierte, así, en un movimiento inclusivo de
incorporación al ámbito de Dios de todos los que eran excluidos por una ley que, se
esperaba, debía salvar220.

1.4. JESÚS, MEDIADOR DEL PODER SALVADOR DE DIOS

Hemos señalado que una de las perícopas importantes para comprender el


sentido de la labor exorcista de Jesús es Mc 3,22-30 y, sobre todo, sus paralelos en
Mt 12,24-32 y Lc 11,15-23221.

En el relato de Mc 3,22-30, Jesús es acusado por los escribas de estar


poseído por Beelzebul (identificado, más tarde, en el v.30, como un espíritu
inmundo), y de expulsar demonios por el poder del “príncipe de los demonios”222.

218
GABINO URÍBARRI BILBAO, La mística de Jesús. Desafío y propuesta, Sal Terrae, Maliaño 2017, 124.
219 Sobre la variante ὀργισθωείς en lugar de σπκαγχνισθείς, cf. MARIOLA LÓPEZ VILLANUEVA, “Tocar al
leproso: Mc 1,40-45. Una aproximación al ministerio de la compasión”, EstE 77 (2002): 116-119.
220
Ibid., 138.
221 Para un extenso análisis de las perícopas, cf. JOHN MEIER, Un judío marginal, 484-500.
222 Santiago Guijarro habla del carácter contracultural tanto de las comidas de Jesús como de sus

exorcismos. Esa nota característica problemática para Jesús es muy evidente respecto a las
127

El “príncipe de los demonios” supone la idea de un “reino de los demonios” a cuya


cabeza se encuentra un “ángel de las tinieblas” o el espíritu malo supremo223.
Jesús identifica al “príncipe de los demonios” con Satán, responde con las
parábolas del reino y la casa divididas, que no pueden subsistir (v.24), y añade
otras dos imágenes: la del “fuerte” que vigila su casa para impedir el robo, y la del
asaltante que ha de atar primero al fuerte para saquear su casa. El relato es claro y
parece que, en un principio, sirvió para explicar la actividad exorcista y curativa de
Jesús al que no se le califica expresamente como “el más fuerte”, aunque se
sobrentiende de manera implícita y por el contexto lejano de Mc 1,7. “El fuerte”
sería Satán. La presa arrebatada serían las personas liberadas de la enfermedad y
de la posesión demoníaca. Y, en esa liberación, se pondría de manifiesto la
privación del poder del maligno y la llegada de la soberanía de Dios y su reinado224.

Mt 12,22-30 y Lc 11,14-23 (Q) explicitan la conexión, implícita en Marcos,


entre los exorcismos y la venida del Reino de Dios: “Si por el Espíritu de Dios
expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios”, dice Mt
12,28. Curiosamente, donde Mateo usa el término “Espíritu de Dios”, Lucas emplea
“el dedo de Dios”225. En ambos casos, el sentido es el mismo: se trata de designar el
poder de Dios en acción, es decir, la intervención de Dios en los exorcismos de
Jesús.

comidas, pero no lo es tanto respecto a los exorcismos, puesto que sabemos que había otros
exorcistas en tiempos de Jesús que también expulsaban demonios. ¿Suscitaron ellos, con su labor
exorcista, la misma resistencia y el mismo rechazo entre los dirigentes socio-religiosos que Jesús
con la suya? A parecer, los exorcismos de Jesús supusieron una novedad en su contexto histórico,
pues ningún profeta judío o predicador helenístico los había colocado antes en el centro de su
actividad. Desde ese presupuesto, al preguntase el motivo de esa reacción social negativa, Guijarro
llega a la siguiente conclusión: “Sus exorcismos atentaban contra el orden social establecido,
porque denunciaban los efectos de una situación social injusta, y sobre todo, porque tenían como
objetivo la reintegración social de los endemoniados marginados. (…) Jesús trató de explicar este
comportamiento suyo desde la convicción de que el reinado de Dios estaba irrumpiendo con toda
su carga de novedad, pero lo justificó también, y éste es el aspecto que más me interesa resaltar,
con una imitación de la forma de actuar de Dios”. Jesús actuaba así porque Dios es así. Cf. SANTIAGO
GUIJARRO OPORTO, “Dios Padre en la actuación de Jesús”, Separata de Estudios Trinitarios, Vol. XXXIV
– No 1, Salamanca (2000): 59-60.
223223 Tal idea está documentada en 1QS 3,20s. TestSal 2,9; 3,5; 6,1 habla también de un arjon de los

demonios. Cf. JOACHIM GILKA, El Evangelio según San Marcos, Vol. I, Sígueme, Salamanca 19963, 174.
224 JOACHIM GILKA, ibid., 176.
225 Parece ser que la expresión “dedo de Dios” es la más original. El Espíritu de Dios es un tema

teológico frecuente en Lucas y Hechos, por lo que no parece probable que Lucas lo sustituyese por
la insólita expresión “dedo de Dios”, a menos que la hubiera encontrado en su fuente. La expresión
podría hacer referencia a Éx 8,12.14. Cf. JOHN MEIER, Un judío marginal, 487-488.
128

Ese dicho de Jesús sobre el “dedo de Dios” es tan sorprendentemente


discontinuo que parece tener su origen en el Jesús histórico y no en la Iglesia
primitiva. Los exorcismos y curaciones de Jesús son tan singulares porque él les
atribuye un sentido escatológico. Como señala Gerard Theissen:

“En ellos despunta un nuevo mundo. “Como taumaturgo apocalíptico, Jesús ocupa
un lugar singular en la historia de las religiones. Combina dos mundos espirituales
que nunca habían estado unidos de ese modo: la espera apocalíptica de un futuro de
salvación universal y la realización episódica de una salvación milagrosa actual” (G.
Theissen, Wungergeschichten, 274). No encontramos otro caso de un carismático
taumaturgo cuyos milagros sean el fin del mundo viejo y el comienzo del nuevo. Los
milagros cobran así un enorme relieve (…). El presente se convierte así, a pequeña
escala, en un tiempo de salvación, frente a un pesimismo apocalíptico que solo ve el
presente como una crisis que alumbrará entre dolores el mundo nuevo. (…) Los
milagros ‘son ya el cielo nuevo y la tierra nueva a pequeña escala’’226.

En Mc 9,14-29, el poder destruido de Satanás y la curación de la sordera y la


mudez, son evidencias de la llegada del Reino de Dios. La omnipotencia efectiva de
Dios se manifiesta no solo en escuchar las súplicas y liberar a los indefensos sino
en sostener la fe de aquellos que buscan la liberación de este mundo incrédulo,
ante el cual, el Reino de Dios está detenido en su avance. El poder que Jesús ejerce,
en este relato, sobre Satanás, es la anticipación de su victoria definitiva sobre él, a
través de su cruz y su resurrección. El exorcismo apunta, más allá de sí mismo, a
esa plenitud escatológica de victoria y liberación del mal.

2. LA FE QUE HACE POSIBLE LO IMPOSIBLE

2.1. LA FE DE JESÚS

Hay autores, como Edward Schweizer, que consideran el relato de Mc 9,14-


29 “mucho más un tratado sobre la incredulidad y creencia que una historia de
milagro”227. Y en realidad es así. Ya hemos visto en el apartado anterior que, al
situar Marcos ese relato en la sección de instrucción a los discípulos, no parece
estar tan interesado en el exorcismo como en la enseñanza sobre el poder de la fe
expresada en la oración.

226 GERARD THEISSEN Y ANETTE MERZ, El Jesús histórico, Sígueme, Salamanca 1999, 347.
227
Cf. CHRISTOPHER D. MARSHALL, Faith, 110.
129

La historia tiene una denuncia explícita de Jesús sobre la falta de fe de su


generación (v.19), una afirmación de la omnipotencia de los que creen (v.23) y una
confesión paradójica del padre del muchacho epiléptico: su creencia incrédula
(v.29). En la afirmación central del relato (πάντα δυνατὰ τῷ πιστεύοντι),
implícitamente Jesús está hablando de sí mismo y de su fe. Diversos comentaristas
hablan tímidamente de “la fe de Jesús” y terminan poniendo todo el acento en la fe
del padre. Así, Schnackenburg dice que la réplica de Jesús al padre en el v.23
parece afirmar que él mismo va a realizar el exorcismo por la fuerza de la fe. Y
aunque el autor reconoce que la idea de la fe de Jesús no es, de suyo, absurda,
puesto que Jesús, en su condición humana, se somete en obediencia a Dios, en
realidad, esa fe de Jesús no encaja con la imagen que el evangelista presenta de
Cristo. Por otra parte, en ningún otro lugar del Evangelio se habla de la fe de Jesús.
Así es que la sentencia del v.23 es más bien una advertencia al padre del muchacho
y a la comunidad cristiana misma228. Nosotros opinamos, por el contrario, que la
frase está hablando de la fe de Jesús, porque nadie como él puede pronunciar la
frase de la omnipotencia del que cree. Solo él es capaz de prometer una fe así229.

Además estamos de acuerdo con Marshall en que la lógica del v.23 (πάντα
δυνατὰ) en su contexto hace que sea Jesús el sujeto natural de la frase. En su
respuesta, Jesús estaría rechazando la duda del padre sobre su capacidad, al
reclamar un poder ilimitado sobre la base de poseer una fe efectiva. Él sí cree, y
por eso, puede. En todo caso, hay que reconocer que se da en el texto una
ambigüedad quizá deliberada: no se especifica si la fe es la de aquellos que buscan
milagros (el padre) o la de aquellos que los realizan (los discípulos y Jesús). Pero
perfectamente puede referirse a ambos. En todo caso, suscribimos las palabras de
Marshall sobre el secreto del gran poder de Jesús: “The maxim discloses by
implication the secret of Jesus great power, his complete confidence in God. The
father is being implicitly called to emulate the faith of Jesus, and it is the faith of
both parties that permits of success”230.
Por tanto, el punto más importante a considerar en la llamada a la fe y en la
fe del mismo Jesús es que no hay que entenderla como una fuente autónoma de

228 Cf. RUDOLF SCHNACKENBURG, El Evangelio según San Marcos, Vol. II, Herder, Barcelona 1976, 53.
229 Cf. JOACHIM GNILKA, Marcos, Vol. II, 55. Cf. tb. EDUARD SCHWEIZER, Marco, 199; RUDOLF PESCH, Marco,
149.
230
Cf. CHRISTOPHER D. MARSHALL, Faith, 120.
130

poder omnipotente. No es esa la compresión de Marcos sobre la fe. En otros


pasajes, el evangelista afirma que “todo es posible” (Mc 10,27; 14,36). Pero es
posible para Dios, para el “Abbá” de Jesús. La omnipotencia es un atributo divino y
la fe es el medio por el cual el creyente participa de ese poder de Dios. En los tres
textos de πάντα δυνατὰ, el uso de ese poder tiene siempre un objetivo redentor: la
curación, el discipulado y la pasión. Ese poder omnipotente de la fe está disponible
solo dentro de un marco ético-soteriológico, y se torna indisponible e impotente
cuando se busca el propio interés desde la autorreferencialidad. “Since faith is
letting God go to into action, it is legitimate to ascribe to faith what is in fact a
matter for God”231.

Un último aspecto de la fe teologal es la formulación paradójica de la


incredulidad creyente. Esta expresión es, quizá la mejor representación de la
experiencia humana de la fe. En todo creyente representado en el padre del
muchacho enfermo, existe una tensión entre la fe y la duda. La fe es don de Dios y
solo puede sostenerse por medio de la ayuda divina. La fe no es logro humano ni
una conquista definitiva. Se ve continuamente amenazada y por eso debe ser
continuamente sostenida por el que la suscita como don.

2.1. EL DIOS DE JESÚS232

Cuando hablamos de la fe de Jesús, no podemos dejar de preguntarnos por


el Dios en el que Jesús cree. ¿Cómo es ese Dios cuyo Reino y cuyo reinado
constituyen el centro de la predicación de Jesús desde el principio (Mc 1,15)?

Para Jesús, judío educado en la fe de su pueblo, Dios es el Dios salvador cuya


soberanía está irrumpiendo ya en el mundo, aunque no de una forma llamativa e
impositiva, sino de una manera discreta y pequeña, pero con una dynamis de
crecimiento continuo, a la manera en que una semilla caída en la tierra crece sin
que sepamos cómo (Mc 4,26-29).

231Ibid.
232En el desarrollo de estos apartados, seguimos fundamentalmente a RAFAEL AGUIRRE MONASTERIO,
“La fe de Jesús”, en JOSÉ ANTONIO BADIOLA (ed.), Esperamos porque confiamos, Editorial ESET,
Vitoria-Gasteiz 2017, 171-187.
131

Jesús habla del Reino de Dios pero no habla de Dios como Rey. Lo
característico de Jesús es que invoca a Dios como Abbá en su oración, y lo designa
también así al hablar de él. Abbá es una palabra aramea procedente del lenguaje
familiar, usada por los hijos para dirigirse a su padre. No es que Jesús fuera
absolutamente novedoso al hablar de Dios como Padre. Pero fue tan característico
el uso del término Abbá en Jesús, que las comunidades cristianas de habla griega lo
conservaron porque reconocían que la palabra procedía del mismo Jesús (cf. Rom
8,15; Gál 4,6).

A menudo se ha dicho que el término Abbá denotaba una intimidad única


entre Jesús y Dios. Y así es. Pero no como a veces se ha dado a entender, de un
modo pueril impropio de la fortaleza, equilibrio y entereza de la personalidad de
Jesús, tal y como la vemos en los evangelios. Por el contrario, en aquella cultura, las
relaciones del padre con el hijo constituían el pilar central de la casa y de la
sociedad entera, e implicaba tres características que podemos encontrar en las
relaciones de Jesús con su Padre233: 1. La obediencia y sumisión, que duraba toda
la vida (y así lo vemos en Jesús: “¡Abbá, Padre! Todo es posible para ti; aparta de mí
esta copa, pero no sea lo que yo quiero sino lo que quieres tú”, Mc 14,36); 2. La
confianza total en él; 3. La imitación del padre. Es la imitación de Dios Padre, de su
amor incondicional y de su compasión lo que mueve a Jesús a actuar de un modo
tan sumamente contracultural en ocasiones. Así lo señala también Santiago
Guijarro:

“Jesús alude explícitamente a la forma de ser y actuar de Dios como


justificación de un comportamiento que resulta llamativo y que tiene una gran
capacidad de innovación. Ésta es también la justificación de su propio
comportamiento contracultural. Utiliza aquí un patrón cultural, según el cual un hijo
debía ser como su padre y actuar como él, pero lo sobrepasa, porque la imagen de
Dios que aparece en estos dichos234 y en su actuación no solo no se ajusta a la
imagen del padre que era común en la sociedad en la que él vivió, sino que en cierto
modo la contradice. Jesús se relaciona con Dios como su Padre, pero este padre no
actúa según los esquemas patriarcales. Es el Dios del Reino, que rompe fronteras y
promueve la integración de los marginados, que cuestiona los valores centrales de
una sociedad basada en el honor, la familia, el poder y la riqueza. En este sentido, la
actuación de Jesús, que tiene como objetivo hacer presente de forma germinal el

233RAFAEL AGUIRRE MONASTERIO, “La fe de Jesús”, 174.


234Se refiere el autor a dichos de la fuente Q: “Así seréis hijos del Altísimo, porque él es generoso
con los desagradecidos y malos” (Lc 6,35); “Sed misericordiosos como vuestro padre es
misericordioso” (Lc 6,36).
132

reinado de Dios que está llegando, es la manifestación de una imagen nueva de


Dios”235.
La fe de Jesús en el Padre Abbá le lleva a esperar un mundo diferente, que él
mismo va sembrando, con sus palabras y sus hechos, y que cree posible.

2.3. LA MÍSTICA DE JESÚS

Como vemos, no se puede entender a Jesús sin considerar la estrecha


relación que mantenía con el Padre a través de la oración. La oración es otro punto
importante, de ningún modo marginal, en nuestra perícopa de Mc 9,14-29.

Jesús ora constantemente. Su oración se menciona en el episodio de


Getsemaní (Mc 14,36 y par), en la enseñanza del padrenuestro (Mt 6,9-13 y par),
en momentos largos de oración, de madrugada y en lugares apartados (Mc 1,35;
6,46)236, antes de elegir a los discípulos (Lc 6,12-1), antes de realizar algunos
milagros como la multiplicación de los panes (Mc 6,41; 8,6), en la cruz (Mc 15,38;
Mt 27,46; Lc 23,38). En momentos especialmente significativos escuchó la voz del
Padre llamándolo “Mi hijo amado” (Mc 1,11; cf. 9,7), y estas experiencias
espirituales de Jesús, en el Bautismo y en la Transfiguración, constituyeron el
núcleo más profundo del ser de Jesús, su raíz y su fuente.

235 SANTIAGO GUIJARRO OPORTO, “Dios Padre en la actuación de Jesús”, 62.


236 En Mc 1,21-34, el evangelista nos cuenta un día típico en la vida pública de Jesús. Es sábado ese
día. Jesús va a la sinagoga a enseñar y ahí se encuentra con un hombre poseído por un espíritu
inmundo, al que libera (1,21-28). Al salir de la sinagoga, va a la casa de Simón y Andrés y allí cura a
la suegra de Simón (1,29-31). Al atardecer, cuando se puso el sol, siguió con su labor de sanador y
exorcista, pues todos acudían a él, trayendo a su puerta a todos los enfermos y endemoniados
(1,32-34). Esta jornada típica en la que Jesús, en ocasiones, no tenía tiempo ni para comer (6,31),
termina (o más bien comienza) con un tiempo prolongado de oración de Jesús en lugares solitarios:
“De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, salió y se fue a un lugar solitario y allí se puso a
hacer oración” (Mc 1,35). José Antonio Badiola apunta que este rato de oración es el “colofón a la
conocida como ‘jornada de Cafarnaún’, repleta de enseñanza y, sobre todo, de curaciones y
exorcismos”. Pero, más bien que un “colofón”, es su inicio. Es el hábito de Jesús al comenzar su
jornada, de madrugada, antes de amanecer. Y Badiola hace notar que el texto de Marcos no refiere
nada del contenido, pero el término en imperfecto de indicativo, προσηχετο, señala una acción
continuada, repetida o habitual. Jesús fundamenta su misión en el trato continuo y habitual con
Dios. Los lugares en los que Jesús hace oración, en el evangelio de Marcos, son el desierto
(1,3.4.12.13.35.45; 6,31.32.35) y la montaña (3,13; 5,5.11; 6,46; 9,2.9; 11,1.23; 13,3.14; 14,26).
Ambos lugares están presentes en las historias de Moisés y Elías y en los grandes relatos
fundacionales del pueblo de Israel. En el desierto, Jesús se preparó para su misión, empujado por el
Espíritu (Mc 1,12), y en la montaña escuchó la voz del Padre llamándole “Hijo Amado”, en la
teofanía y epifanía de la Transfiguración (Mc 9,2-9). Cf. ANTONIO BADIOLA SAENZ DE UGARTE, “‘Como un
niño en brazos de su madre’: La oración en los Evangelios”, en JOSÉ ANTONIO BADIOLA (ed.),
Esperamos porque confiamos, Editorial ESET, Vitoria-Gasteiz 2017, 277.
133

En realidad, la cualificación más acertada sobre Jesús y su identidad es la de


Hijo de Dios. Desde ahí puede entenderse que “todo su actuar, toda su historia y
peripecia consista en poner en acción su ser filial”237.

Se dice de Jesús que vivía una “mística de ojos abiertos”. Y quizá sea esta
expresión de Johann Baptist Metz la que mejor define el modo de actuar de Jesús:
su continuo ir y venir del “monte de la transfiguración”, en el que escucha la voz
del Padre, al mundo y sus circunstancias de sufrimiento y necesidad. Cuando Jesús
permanece un tiempo prolongado con el Padre, adquiere la misma mirada de Dios
sobre la realidad. En expresión del evangelista Juan, podríamos decir que “el Padre
trabaja y él también trabaja”, haciendo lo que ve hacer al Padre (cf. Jn 5,17).
El Dios que Jesús conoce en sus largos ratos de oración es un Dios volcado
del lado del amor, de la fraternidad, de la liberación de los pobres, de la justicia, de
la misericordia. A ese Dios es al que Jesús invita a estar íntimamente unidos a
través de la oración para hacer las obras que él hace.

237 GABINO URÍBARRI BILBAO, La mística de Jesús, 124.


134

CONCLUSIONES GENERALES

1. Respecto a los diversos métodos, herramientas y perspectivas de análisis


de los textos, considero necesario subrayar el interés y la importancia de
establecer un diálogo crítico entre las diferentes interpretaciones que dichos
métodos aportan a un mismo texto, observar qué suma y qué resta a la
comprensión de su sentido y de qué modo esta diversidad da qué pensar y permite
que se expandan las posibilidad y riqueza hermenéutica que el texto encierra en sí.
Pongo un ejemplo de cómo diversos enfoques pueden resultar sorprendentemente
contradictorios e incluso extraños al que parece, a simple vista, el sentido obvio del
texto. Desde una interpretación psicológica de carácter freudiano, Pikaza entiende
que el padre de Mc 9,14-29, con su conducta opresiva (casi al estilo de un padre
castrador), es el responsable de la enfermedad del niño. Incluso los “familiares” en
general son los responsables238. Quizá el presupuesto del que parte el autor no sea
tanto el de la psicología como el de algunas aportaciones de la antropología
cultural que afirman que la posesión demoníaca, en tiempos de Jesús, era una
forma socialmente aceptada de afrontar tensiones y de expresar lo “indebido” e
“inadecuado”. En el mundo de Jesús había dos ámbitos sociales: el público
(político) y el privado (de parentesco) y en ambos había personas que tenían que
soportar una autoridad abusiva, por ejemplo, del paterfamilias. De ahí que las
mujeres, los niños y los varones enfermos o depauperados fueran más propensos a
recurrir a la posesión para aliviar las tensiones de la autoridad patriarcal. Se cita
como ejemplo Mc 7,24-30 y 9,14-29239. Mi pregunta es si, necesariamente, tenemos
que aplicar estas conclusiones a todas y cada una de las situaciones que presentan
los relatos.

Por otra parte, también desde las ciencias sociales se habla del “contrato
diádico” en virtud del cual se tejían redes de solidaridad (entre parientes, amigos y
vecinos) que ayudaban a enfrentar la desgracia conjuntamente. Existe una

238Cf. XABIER PIKAZA, El evangelio de Marcos, 637-641.643.


239Cf. SANTIAGO GUIJARRO OPORTO, “La dimensión política de los exorcismos de Jesús: la controversia
de Belcebú desde la perspectiva de las ciencias sociales”, Separata de Estbíb, Vol. LVIII, Cuaderno I
(2000) 67. Cf. tb. ESTER MIQUEL PERICÁS, “Aproximación antropológica a la práctica exorcista de
Jesús”, 151.159.
135

solidaridad grupal que solo se rompe en caso de enfermedades infecciosas240.


Vemos, por tanto, dos enfoques distintos: el niño oprimido o el niño ayudado en el
ámbito familiar.

Los comentarios clásicos a la perícopa inciden en la falta de fe del padre,


pero ninguno hace responsable al padre de la enfermedad de su hijo por
desatención o falta de amor. Más bien señalan su afectación emocional y
existencial, y su intercesión paternal, por su hijo, ante Jesús.

Desde estos contrastes interpretativos que llegan a la contradicción, el


lector se ve urgido a desarrollar su propio sentido crítico y a discernir qué
aproximaciones esclarecen y aportan, cuáles no aportan apenas ningún elemento
nuevo respecto a lo que ya se aprecia en una simple lectura atenta del relato, y
cuáles parecen tergiversar el sentido obvio del texto.

Así pues, reconociendo la riqueza de la pluralidad de métodos de estudio, se


requiere lucidez para no hacerle decir al texto lo que, de hecho, parece no decir.

2. Aun teniendo en cuenta mis grandes lagunas en cuanto a la metodología


en el campo semántico y estructural, mi “ensayo” de aproximación a la perícopa de
Mc 9,14-29 desde la red de equivalencia y oposiciones presentes en él me ha
parecido útil para plantearlo a nivel pastoral en el trabajo de los textos, cuando no
se cuenta con otros métodos especializados que aplicar.

3. Mi lectura de numerosos comentarios al relato del niño endemoniado


pone en evidencia la “fragilidad” e insuficiencia de los métodos histórico-críticos
que, bajo la apariencia de objetividad científica, arrojan resultados opuestos,
apoyados por argumentaciones igualmente defendibles. Veo, por ello, que la
exégesis debe ser un humilde ejercicio de intento de comprensión de unos textos
cuya verdad histórica e interpretativa se puede solo tantear y barruntar, como
quien camina con un bastón de ciego. Ningún método puede asegurar que
obtendrá la mejor interpretación. La mejor, más bien quizá sea la que siga
ayudando más al creyente a actualizar el mensaje de Jesús en su fe, en su relación
con Jesús y con el Padre en el Espíritu, y en su estilo de vida evangélico.

240Cf. ELISA ESTÉVEZ LÓPEZ, El poder de la mujer creyente. Cuerpo, identidad y discipulado en Mc
5,24b-34. Un estudio desde las ciencias sociales, Verbo Divino, Estella 2003, 332-333.
136

4. Respecto al contenido de Mc 9,14-29, queremos subrayar la dimensión


cristológica central en el texto, que presenta a Jesús como el exorcista sanador
compasivo y cuya dinámica de vida va de la relación con el Padre (transfiguración,
fe, oración) a la relación misericordiosa y bienhechora para con la gente,
especialmente los últimos, los niños, las mujeres, los enfermos, los paganos y los
pecadores. “Lo débil del mundo”, lo impotente, es lo que elige Jesús para humillar a
“los fuertes” y autosuficientes (cf. 1 Cor 2,27). En el texto de Mc 9,14-29, está
presente la lógica paradójica de la impotencia que salva. El poder de Jesús, ese que
“todo lo puede”, no lo libró del sufrimiento ni de la muerte en cruz. Su poder es
cauce de la omnipotencia de Dios para salvar al mundo.

Hay una frase famosa de Henry Ford, muy utilizada en las charlas
“motivacionales”, que reza así: “Tanto si crees que puedes como si crees que no
puedes, estás en lo cierto”. En parte esa frase tiene razón. Y en su mayor parte
alude a una fe autorreferencial en el poder que brota solo de uno mismo y de su
propia fuente. No es esa fe meramente antropológica aquella de la que habla Mc
9,23, sino de una fe teologal que tiene su origen, su fuente y su fin en Dios mismo.

5. La mención a la fe y a la oración241, que podemos entenderlas, en primer


lugar, de Jesús, habla de ser filial y de su espiritualidad. Como bien señala Gabino
Uríbarri, se puede hablar de una mística de Jesús como desafío y como propuesta
para nosotros242. La forma de ser de Jesús fue una llamada y un desafío para sus
discípulos y es un reclamo también para nosotros.

6. Comenzaba este trabajo haciéndome una serie de preguntas de tipo


pastoral y existencial. ¿Puede el análisis de un texto como el nuestro iluminar,
motivar y alentar nuestra sanación y nuestra tarea de sanar a otros? La respuesta
no la podemos dar a nivel teórico sobre una hoja de papel y en un momento
puntual. La respuesta ha de verificarse, como la fe de los discípulos del evangelio,
desde la praxis compasiva que actúa, con la autoridad y la dynamis de Jesús,
mientras vamos con él por el camino.

241 “Uno de los datos firmes que nos ha transmitido la tradición evangélica, de la que no se duda por
parte de ningún teólogo ni de ningún investigador histórico acerca de Jesús, es el hecho de la
oración de Jesús. (…) ‘La oración de Jesús es la piedra angular de la cristología’. Y ‘porque la oración
es el centro de la persona de Jesús, la participación en su oración es el presupuesto para conocer y
comprender a Jesús’”. Cf. GABINO URÍBARRI BILBAO, La mística de Jesús. Desafío y propuesta. Sal
Terrae, Maliaño 2017, 92-94.
242 Cf. GABINO URÍBARRI BILBAO, La mística de Jesús. Desafío, 2017, 98-100.
137

ANEXO I: HIJAS E HIJOS CURADOS EN MARCOS243

Escena Hija de Jairo Hija de la Hijo del padre


(5,21-24.35-43) sirofenicia suplicante
(7,24-30) (9,14-29)

Escenario Orilla judía del Región de Tiro. Galilea.


mar. Se menciona Se menciona Se menciona
la casa en 5,35.38 la casa en 7,24.30 la casa en 9,28

Intercesor/a Padre Madre Padre


(Jairo, jefe de (pagana, sirofenicia de (de entre
la sinagoga) nacimiento) la gente)

Antagonistas Los que llegan Jesús mismo Escribas que


de la casa de Jairo al pedirle discuten con
que informándole a la mujer los discípulos
obstaculizan de la muerte que esperase a (9,14) y los
de la hija “que primero discípulos mismos
la intercesión y la no necesidad se sacien los hijos, que no pueden
de “molestar pues no está bien expulsar
al maestro” tomar el pan al espíritu
(5,35) de los hijos 9,18.28)
y echárselo
a los perros”
(7,27)

Acciones de - Cae a los pies - Sus palabras - Lleva al hijo


de Jesús (v.22) sobre las migajas ante Jesús
intercesión de los niños - Relata la
- Suplica a Jesús
(παιδίων) a sintomatología
por su hija
los perros de la posesión
que está
producen - Grita
a punto de morir
el exorcismo pidiendo fe
-Jesús le pide
tener fe

Acciones de - Toma la - Dice a la mujer - Toma al


mano de la “Por lo que has muchacho
Jesús niña (5,41) dicho, vete, de la mano
- Le ordena el demonio - Lo levantó
que se levante ha salido y se puso en pie
y ella se pone de tu hija” (9,27)
en pie (5,41-42) (7,29)

Destinatarios “Hijita”, niña Hija (poseída Hijo, muchacho


(κοράσιον) por un (παιδίον)
de la muerta espíritu (poseído por
intercesión inmundo) un espíritu
sordo y mudo)

243JUAN ALBERTO CASAS RAMÍREZ, ““Creo, ¡socorre mi falta de fe!”: Aproximación exegética al relato de
curación del muchacho con un espíritu sordo y mudo en Mc 9,14-29”, Cuestiones teológicas, Vol. 43,
No. 99 (Enero-junio, 2016): 33-34. Del cuadro que reproduce el autor, hemos omitido el relato de
Bartimeo, por las razones expuestas en la nota 165 del presente estudio.
138

ANEXO II: VARIANTES DE MC 9,14-29

TESTIGOS QUE APOYAN LA VERSIÓN DE TESTIGOS DE OTRAS VARIANTES


NESTLÉ-ALAND27 (N-A)
 Variante 1:

v.14 Codex Sinaítico (a) Codex Alejandrino (A)


Codex Vaticano (B) Codex Ephraemi Rescriptus (C)
Codex Regius (L) Codex de Beza (D)
Codex Freerianus (W) Codex Koridethi (Q)
Codex Sangallensis (D)
Codex Athos Laurensis (Y) lee el singular ἐλθὼν… εἶδεν sería
preferible: por ser la lectio difficilior,
por estar también bien atestiguada,
y por venir mejor al contexto (artículo
de totalidad de los discípulos πρὸς τους
μαθητὰς)

 Variante 2:

Codex Koridethi (Θ)

 τοὺς μαθητὰς αὺτοῦ, posiblemente


buscando concordar con v.28. En general,
Marcos utiliza esa expresión con el
posesivo.

Codex de Beza (D)


v.15 Id.
 προσχαίροντες
Trata de suavizar el espanto de
ἐκθαμβέομαι, sustituyendo
προστρέχοντες por προσχαίροντες.
También es probable que sea una
corrupción introducida por los primeros
copistas

Codex Ephraemi Rescriptus (C)


Codex Alejandrino (A)
v.16 Id. Recensión de Luciano de Alejadria (K)
Codex Petropolitano (Π)

 identifican a los interrogados con los


escribas, leyendo γραμματεῖς en lugar del
primer αὐτούς. Busca salvar las
ambigüedades de los vv.14 y 16.
139

v. 17 Codex Sinaítico (a)  Variante 1:


Codex Vaticano (B)
Codex de Beza (D) Codex Alejandrino (A),
Codex Regius (L) Codex Ephraemi Rescriptus (C),
Codex Sangallensis (D) Codex Freerianus (W)
Codex Athos Laurensis (Y)
 Καὶ ἀποκριθεὶς αὺτοῖς εἶς ἐκ τοῦ ὄχλου
εἶπεν

 Variante 2:

Codex Koridethi (Q)

 καὶ ἀπεκρίθη αὐτῷ εἶς ἐκ τοῦ ὄχλου


καὶ εἶπεν αὐτῷ
El texto de N-A N presenta más y mejores
testigos, y la lectura más breve suele ser
preferible244 (salvo excepciones)

v.19 Id. P45


Codex Freerianus (W)

 καὶ διεστραμμένη
El v.19 es probable influencia de Mt 17,17,
influidos a su vez por Dt 32,5: γενεὰ
σκολιὰ καὶ διεστραμμένη

 Variante 1:
v.23 Codex Sinaítico (a)
Codex Vaticano (B) Codex de Beza (D)
Codex Ephraemi Rescriptus Recensión de Luciano de Alejadria (K)
(C) Codex Koridethi (Q)
Codex Regius (L)  εἰ δύνῃ
Codex Petropolitano (Π) Es una omisión que no afecta al sentido
Codex Sangallensis (D) del texto. Puede ser un error de copia o
una corrección de estilo.

 Variante 2:
Codex Alejandrino (A)
Codex Ephraemi Rescriptus (C)
Codex Athos Laurensis (Y)

 τὸ εἰ δύνασσαι πιστεύσαι

244Junto a la regla lectio difficilior probabilior se encuentra la regla de la brevedad, porque al


transcribir un texto, se tiende más a ampliarlo que a abreviarlo. Así pues, la segunda regla es lectio
brevior potior. Cf. GEORG STRECKER Y UDO SCHNELLE, Introducción a la exégesis del Nuevo Testamento,
51.
140

El añadido πιστεύσαι puede tener una


intencionalidad de corrección dogmática
(el texto habla, así, de la fe del padre, no
de la fe de Jesús, o deberse a una
incomprensión del texto.

v.24 Codex Sinaítico (a) Codex de Beza (D)


Codex Alejandrino (A) Codex Koridethi (Q)
Codex Vaticano (B)
Codex Ephraemi Rescriptus  μετά δακρύων
(C) Los mejores y más numerosos
Codex Regius (L) manuscritos atestiguan su ausencia.
Codex Freerianus (W) De haber estado en el texto original, nada
Codex Sangallensis (D) habría justificado su omisión.
Codex Athos Laurensis (Y)
P45

v.29 Codex Sinaítico (a) Codex Alejandrino (A)


Codex Vaticano (B) Codex Regius (L)
Codex Freerianus (W)
Codex Sangallensis (D)
Codex Koridethi (Q)
Codex Athos Laurensis (Y)

 καὶ νηστεία
Los mejores y más numerosos
manuscritos atestiguan su ausencia.
141

SIGLAS Y ABREVIATURAS
a) Abreviaturas

1QapGén Apócrifo del Génesis (Qumrán)


1QM Rollo de la guerra (Qumrán)
1QS Regla de la Secta (Qumrán)
A.T. Antiguo Testamento
An Anábasis (Jenofonte)
Ant Antiquitates Iudaicae (Flavio Josefo)
Bell De Bello Iudaico (Flavio Josefo)
Cf., cf. Cónfer
cit. citado
comp. comparar
DDB Desclée de Brouwer
ed. editor / editado por
eds. Editores
EstBíb Estudios Bíblicos
EstE Estudios Eclesiásticos
etc etcétera
fasc. fascículo
Fug De fuga et Inventione (Filón)
Ibid., ibid. Ibídem
N.T. Nuevo Testamento
No. Número
par paralelos
sim. Similares
s. Siglo
ss siguientes
tb. También
Testsal Testamento de Salomón
Testzab Testamento de Zabulón
v. versículo
VitMos De Vita Mosis (Filón)
Vol. Volumen
Vols. Volúmenes
vv. versículos
142

b) Siglas Bíblicas

Antiguo Testamento

Gn Génesis Sab Sabiduría


Ex Éxodo Eclo Eclesiástico
Lv Levítico Is Isaías
Nm Números Jr Jeremías
Dt Deuteronomio Lam Lamentaciones
Jos Josué Bar Baruc
Jue Jueces Ez Ezequiel
Rut Rut Dn Daniel
1-2Sam 1º - 2º Samuel Os Oseas
1-2Re 1º - 2º Reyes Jl Joel
1-2Cr 1º - 2º Crónicas Am Amós
Esd Esdras Ab Abdías
Neh Nehemías Jon Jonás
Tob Tobías Miq Miqueas
Jdt Judit Nah Nahum
Est Ester Hab Habacuc
Job Job Sof Sofonías
Sal Salmos Ag Ageo
Prov Proverbios Zac Zacarías
Ecl Eclesiastés Mal Malaquías
Cant Cantar de los Cantares 1-2Mac 1º - 2º Macabeos

Nuevo Testamento
Mt Mateo 1-2Tes 1ª - 2ª Tesalonicenses
Mc Marcos 1-2Tim 1ª - 2ª Timoteo
Lc Lucas Tit Tito
Jn Juan Flm Filemón
Hch Hechos de los Apóstoles Heb Hebreos
Rom Romanos Sant Santiago
1-2Cor 1ª - 2ª Corintios 1-2Pe 1ª - 2ª Pedro
Gál Gálatas 1-3Jn 1ª - 2ª - 3ª Juan
Ef Efesios Jds Judas
Flp Filipenses Ap Apocalipsis
Col Colosenses
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