Guarani Diagnostico Paraguay PDF
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Una de las características más notables de los Tupí-Guaraní son sus movimientos de
migración. Entre el hipotético punto de salida de dispersión, que sería el río Guaporé,
afluente del Amazonas, al norte de las tierras bajas de Bolivia, y aquel en que fueron
encontrados por expedicionarios europeos del siglo XVI, hubieron varias migraciones
en diversas direcciones y sucesivas etapas desde hace unos 3.000 años.
Los pueblos que hoy hablan lenguas tupí se dispersaron por la gran red del río
Amazonas y costa del Atlántico, mientras que los futuros Guaraní impulsaron unos
2.000 años atrás una ola migratoria que llegó hasta la cuenca del río Paraguay,
descendió hasta el Paraná, subió por este y, siguiendo las ramificaciones de sus
afluentes, llegó hasta el litoral atlántico, mientras otros grupos saltaban a la cuenca del
río Uruguay, incursionaban en sus afluentes, pasaban el divisor de las aguas y se
adentraban hasta el Jacuí, hoy Río Grande do Sul, Brasil. La migración llegó a abordar
los climas más fríos del delta del Río de la Plata 1 . Ahí todavía se podía plantar y
cosechar maíz, pero no ya mandioca. Es significativo que la palabra guaraní del maíz,
avati, haya sido tal vez la primera palabra en esa lengua registrada en un texto español:
en una carta de Diego García, de 1530.
1 Schmitz, Pedro I., Migrantes da Amazônia: A tradiçao tupiguarani, en: Arqueologia do Rio Grande do Sul.
Documentos 5.Pre-história do Rio Grande do Sul. São Leopoldo, 1991: 59-60.
2 SUSNIK, B , CHASE-SARDI, M, Los indios del Paraguay. Madrid, Mapfre, 1995: 40; 403-407.
motivo principal de las migraciones de los Tupí-Guaraníes no era expansivo guerrero,
sino de otro carácter, probablemente religioso" 3
Alfred Métraux (1927), leyendo textos alusivos a los Tupí y Guaraní, ve confirmada
esa hipótesis, por lo menos en las "migraciones históricas", es decir, aquellas que están
documentadas en los escritos de la época colonial y moderna. La migración de los
Guaraníes, según ello, sería la "búsqueda de la tierra-sin-mal" -yvy marane’ỹ-, una tierra
buena, altamente productiva, adecuada a las necesidades económicas y apropiada para
el desarrollo de la vida religiosa. Pero hay que desconfiar de esta interpretación que de
manera simplista y generalizada se viene aplicando a cualquier movimiento de justa
reivindicación de recuperación de tierras para los desposeídos, que se rigen por
parámetros políticos y culturales muy extraños a los Guaraní. Para éstos la tierra-sin-
mal sería la condición realista de una economía basada en el intercambio de dones en
este mundo y en el más allá 4.
Los Guaraní, en tierras del subtrópico, más templadas y hasta frías, se dedicarán al
cultivo del maíz, la mandioca dulce, la batata, calabazas y diversos tipos de porotos y
frijoles. El repertorio de plantas cultivadas por los Guaraní es admirable por su variedad
y riqueza, y se consigue a través de ella soberanía alimentaria nunca más alcanzada en
las sociedades coloniales 5.
1.1. Las "provincias" del Guaraní y sus sucesivos contactos con los otros:
exploradores, conquistadores, misioneros y colonos.
Los españoles, a medida que avanzaban en su tan anhelado camino hacia la Sierra
de la Plata y subían desde la boca del Río de la Plata, río Paraná y Paraguay arriba,
3 NIMUENDAJU, C.U. As lendas da criação e destruição do mundo como fundamentos da religião dos Apapocúva-
Guarani. São Paulo, 1987 (1ª ed. en alemán en 1914) 1987: 128.
4 MELIÀ, B. 1991: 63-78.
5 NOELLI, F. Silva, El guaraní agricultor, en: Acción 144, Asunción 1994: 17-20. Las especies cultivadas
por los Guaraníes , de las que dan cuenta las investigaciones arqueológicas y el Tesoro de la lengua
guaraní de Ruiz de Montoya, de 1639, es impresionante. El autor del artículo cataloga una amplia lista de
nombres de especies y variedades; de la mandioca –mandi'o– se citan 24 variedades, entre las amargas y
las dulces; de maní –manduvi–, 7; de porotos o frijoles –kumanda–, 21; de kara, 14; de batata –jety–, 21;
de maíz –avati–, 13; de ajíes y pimientas –ky'ỹi–, 6; de calabazas –andai–, 4; bermellón o achiote –
uruku–, 3. Muchas de esas variedades desaparecieron en el proceso colonial y neocolonial. Otras plantas,
como el mbakuku, el mangara, el tajao, el peguaho, mbaguero, kurugua, han sido dejadas de lado como
alimento habitual y no se siembran más ni siquiera entre los Guaraní. Llegan todavía a la mesa de
argentinos, brasileños y paraguayos de nuestros días la piña –nana–, la granadilla o pasionaria –
mburukuja– , la guayaba –arasa–, y la banana –pakova–.
encontraron a los Guaraní establecidos en diversos lugares, a los que dieron nombre de
"provincias", que con algunas diferencias socio-culturales, tenían en común una lengua
fácilmente intercomprensible entre ellos. Había sin duda diferencias en las formas de
cerámica, de cestería, de disposición y magnitud de sus aldeas, de organización de su
gobierno, que conjeturamos a partir de las diferencias que encontramos entre las etnias
guaraní actuales. Ya en el delta del Río de la Plata se presentaron los Guaraní y esta
autodenominación, sirvió para designar también a cuantos en el futuro presentarían
características similares.
El Guaraní, su cultura y modo de ser quedaron encubiertos hasta hoy. Son rarísimos
los paraguayos y demás no-indios que conocen su lengua particular. La historia de los
Guaraníes se resiente profundamente de este hecho; es una historia vista desde fuera.
En cada época y tipo de relación entablada con los Guaraní los españoles fueron
inventando un rostro nuevo para ellos, de tal manera que lo que de ellos sabemos es
sobre todo una máscara que encubre su ser. No se puede confundir a los Guaraní reales
con los Guaraní de papel, esos que aparecen en las historias y en los estudios
antropológicos. En Paraguay el indio Guaraní es todavía ese desconocido.
Para los españoles de la primera hora que entraron por la aldea indígena del
Ambaré, los Guaraní fueron enemigos a los que había que someter. Así lo hace ver
Ulrico Schmidl, en su memoria 6. Una vez vencidos, cuando se levantó el fuerte de la
Asunción en 1537, los Guaraní serán los proveedores de alimentos, en gran abundancia
por cierto, y de mujeres también en gran cantidad, de las que nacerán algunos mestizos.
Esta etapa que duró apenas unos años, quedó, sin embargo, como paradigma de la
relación hispano-guaraní 7. En 1620, el jesuita Lorenzana sintetizaba el proceso en estos
términos: “llamáronse luego los indios y españoles de cuñados; y como cada español
tenía muchas mancebas, toda la parentela acudía a servir a su cuñado, honrándose con el
nuevo pariente. Viéndose los españoles abundosos en comidas de la tierra y con tantas
mancebas, no aspiraron a más…; y como estaban en el Paraíso de Mahoma, se
gobernaban a su modo” 8. Pero muy pronto la mujer guaraní es convertida en “pieza”
económica, criada, brazo agrícola y procreadora de nuevos brazos 9.
Los hombres Guaraní, a su vez eran enrolados como auxiliares de guerra en las
expediciones a través del Chaco en busca de oro y plata; los españoles esclavizaban y
los Guaraní mataban a sus enemigos y los “comían” 10..
ideología colonial. Véase, entre otros, Cardozo, E., El Paraguay colonial, Buenos Aires 1959: 63-71. Otros títulos,
en Zavala 1977: 14-15. Cuando el sistema colonial quiere encubrir su dominación injusta, recurre a la supuesta
igualdad del mestizaje, como puede verse en el testimonio de los mercedarios contra las ordenanzas de Alfaro, en
1612, Ver Gandia 1939: 456. Cfr. también Cardozo 1959: 66.
8 MCA I: 163. La expresión de “paraíso de Mahoma” parece haber sido acuñada por el poeta Barco de Centenera,
La instauración del régimen de las encomiendas en 1556, una medida que venían
exigiendo desde hacía años los conquistadores “cansados y viejos”, provocó rechazo,
fugas y rebeliones entre los Guaraní. Con los que quedaron se formaron los primeros
pueblos en la década de 1580, que permitían tener la mano de obra y a los
encomendados más a mano.
En el área dominada por los españoles en menos de medio siglo los Guaraní
fueron forzados a cambiar su modo de ser. Su sistema de parentesco quedó
desintegrado; los “cuñados” españoles no se comportaban como cuñados y las mujeres
eran sacadas de sus aldeas, dadas o vendidas como ‘piezas’, de menos valor que el
vestido con que se cubrían. Su sistema económico ya no se regía por el don –quien nada
tiene no puede tener las manos abiertas para dar, que eso era el jopói- y prevalecía la
venganza de la venta; todo era objeto de tepy, nada era dado. Productos, animales y
personas entraban en la economía de la venganza, de las sucesivas y nunca
interrumpidas venganzas. Hepy eterei, todo es caro, todo tiene un alto precio.
11 NECKER, Louis, Indios guaraníes y chamanes franciscanos. La primeras reducciones del Paraguay (1580-1800).
Asunción: CEADUC, 1990: 219-222.
12 RÍPODAS ARDANAZ, Daisy, Movimientos chamánicos de liberación entre los Guaraníes (¡545-1660), en
Los efectos se hicieron sentir muy pronto. Los Guaraníes, en la época de sus
primeros contactos con los europeos, eran demográficamente numerosos. La hipótesis
de una población de 1.500.000 y hasta 2.000.000 (dos millones) de habitantes, aunque
parezca maximalista para quien tiene el prejuicio de una América tropical de escasos
recursos y culturas "bajas", encuentra bases serias en la documentación disponible 14.
13 Éste era el discurso de Potyráva, que objetaba la entrada de los misioneros jesuitas en su región, cit.por Melià 1975:
124.
14 Melià 1988: 46-89.
15 Monumenta Peruana V, 1970: 590-91.
No era éste el sentir de los gobernadores ni de los misioneros, alarmados con el
ocaso demográfico de los Guaraní cuando la colonia ya no podía sostenerse y los
mismos españoles se mudaban a otras tierras más promisorias.
Los Guaraní se dejaron pacificar, adoctrinar, y reducir a pueblos, primero por los
franciscanos, desde 1580, que entre otros fundaron los pueblos de Altos, Itá y
Yaguarón. La misión por reducción desde 1610, fue también el método seguido por los
jesuitas. En esos pueblos, -San Ignacio de Yaguaramitãg (el Tigre Colorado) del Paraná
y en Loreto y San Ignacio del Guayrá, y los que vendrían a lo largo de un siglo y medio,
se procuró tener a la comunidad indígena fuera del alcance directo de los encomenderos,
de los abusos y persecuciones de colonos y de autoridades sin escrúpulos. Para el
superior provincial de los jesuitas, el padre Diego Torres Bollo, la encomienda era un
"disimulado cautiverio".
En los pueblos de las Misiones jesuíticas los Guaraní estuvieron separados de los
colonos y así protegidos contra sus desmanes; ninguno de ellos había quedado bajo el
régimen de la encomienda –salvo los de San Ignacio Guasú, que servían sólo dentro de
la ley-, mantuvieron un territorio continuo sin enclaves españoles, conservaron su
lengua, y a lo largo de 150 años desarrollaron un modo de vida, con muy buenos
resultados económicos y culturales; una especie de utopía que despertaba admiración y
envidia. Fue considerada como una utopía de pies en el suelo, un ‘cristianismo feliz’, un
“triunfo de la humanidad”, según Voltaire.
Por el año 1782, treinta años antes de la Independencia del Paraguay en 1811, el
gobernador Pedro Melo de Portugal constataba que la población en el Paraguay
presentaba un perfil inexplicable desde el punto de vista genético. En realidad la
población se estaba inclinando rápidamente a ser tenida por “española americana”,
aunque en realidad era mestiza.
El genocidio y etnocidio de los Guaraní contactados hasta fines del siglo XVIII
había sido consumado por muerte o asimilación colonial. Los Guaraní históricos del
tiempo colonial habían ido desapareciendo. Permanecieron los que quedaron en las
selvas, en la periferia de las áreas definitivamente ocupadas por paraguayos y colonos
recientes. Lo que los censos no recogían ni nombraban es que muchos Guaraní de la
región oriental habían permanecido libres en las selvas, todavía por “descubrir”.
Los Mbyá, hasta la década del 60, podían ser considerados sin contacto real con la
población paraguaya; sólo la colonización rápida y atropellada por parte de menonitas –
agrupación religiosa anabaptista, de carácter étnico exclusivo respecto a la sociedad
paraguaya– y programas de colonización de los últimos 50 años, ha producido
deforestación masiva que ha facilitado agricultura de exportación y estancias de ganado,
afectando seriamente el hábitat y modo de vida de los Mbyá. Esta gente guaraní -tal es
el sentido de la palabra Mbyá-, reacia al contacto durante todo el tiempo colonial y casi
dos siglos de independencia nacional, hermética frente a los otros y reservada, es la que
se encuentra más presente ahora en las ciudades, con algunas mujeres y niños.
Para conocer y acompañar a los pueblos guaraní habría que entrar a su tekoha, estar ahí,
escuchar, caminar de día, cantar y danzar de noche. Los que consideramos como los
mejores antropólogos han llevado a cabo experiencias personales de este tipo.
La literatura etnológica relativa a los Guaraní se presenta hoy como una verdadera
selva de papel. El libro O Guarani; uma bibliografia etnológica, indexa 1.163 títulos
desde las primeras noticias de 1528 en cartas, crónicas, artículos y libros, hasta 1987. Su
complemento, La novedad guaraní 16, acrecienta otros 650 títulos entre 1987 y 2002, a
través de los cuales se configuran las principales nuevas tendencias en ese mundo
guaraní: la palabra guaraní -en sus lenguas y lenguajes rituales, relatos míticos y
cantos-; problemas de bilingüismo y de educación escolar; la irrupción de la
etnohistoria; la etnología teológica y cosmovisión; la demografía; la triste realidad de la
práctica frecuente del suicidio, pero también la perenne modernidad y memoria de
futuro tan típicas del mundo guaraní. En particular no faltan los estudios relativos a cada
16 MELIÀ, B, La novedad guaraní (viejas cuestiones y nuevas preguntas); revisita bibliográfica (1987-2002), Revista
de Indias, 64, 230. Madrid 2004: 175-226.
una de las etnias: Paĩ, Avá-Guaraní y Mbyá. En esta amplia bibliografía, no obstante,
hay sin duda huecos y olvidos, pero estarán citadas las obras fundamentales.
Los jesuitas a través de cartas e historias aportan elementos que permiten trazar un
cuadro interesante de esos pueblos guaraní con quienes entraban en contacto. A este
respecto el Tesoro de la lengua guaraní (Madrid 1639) del padre Antonio Ruiz de
Montoya, permite configurar y construir una detallada etnografía guaraní, cuando se
hace una lectura sistemática por temas de las palabras –y en ellas la
fraseología- desgajadas del orden alfabético. Los textos coloniales constituyen un
instrumento privilegiado para aproximarnos al modo de ser de los Guaraní, siempre y
cuando podamos pasar del Guaraní de la historia a la historia del Guaraní, esto es,
consigamos escuchar en lo que se dice del Guaraní la voz, a veces encubierta, del propio
Guaraní.
Los Guaraní que no fueron absorbidos por el sistema colonial, fueron conocidos
genéricamente en el siglo XVIII, XIX y hasta el XX como ka’agua, kaÿngua o
monteses, los del monte. A ellos se ha referido la sociedad nacional con nombres casi
siempre despectivos: Ava -cuyo significado propio es, sin embargo, Persona, Hombre,
Indio-; Tambeao –los de Paño entre los muslos- que vertido al castellano dio la
denominación peyorativa de Baticola; los Apytere -los Tonsurados-; los Tembekua -los
Labio Perforado-; los Chiripá -por el paño rectangular que se pasa entre los muslos y se
sujeta por sus extremos a la cintura-; Guayakí –los otros ‘ratones del monte’-, y otros
más, registrados con distintas grafías.
Cada una de esas etnias presenta aspectos que las diferencian, aunque mantienen
una unidad notable en lo esencial. Al mismo tiempo, el hecho del contacto con países
tan diferentes como Argentina, Bolivia, Brasil y Paraguay, cada uno de ellos con
políticas indigenistas diversas, no deja de haber marcado particularidades que con el
tiempo han afectado incluso el núcleo de su modo de ser. Los Paĩ en el Paraguay
mantienen todavía el largo e intenso ritual de iniciación de los adolescentes, que
culmina con la perforación del labio inferior y aplicación del tembetá –piedra del labio o
barbote-, práctica abandonada por los Kaiowá, de la misma etnia, en el Brasil. La
perforación iniciática del labio inferior es una práctica abandonada hoy por casi todos
los Guaraní.
Aún así, y siempre con matices, todas la etnias guaraní actuales, excepto los Aché,
son transfronterizos. En realidad los Guaraní no son una parte integrante de ningún
Estado, ‘están en’ Argentina, Bolivia, Brasil y Paraguay (los hubo incluso
circunstancialmente en Uruguay hace unos 20 años). Ilustra este hecho el mapa Guaraní
Retã 2008 en el que se señalan las más de 500 aldeas y localidades en las que se
encuentran en la triple frontera (ver anexo 1).
Otro mapa, si bien con menos detalle abarca toda el área de esos pueblos que se
reclaman como Nación Guaraní (aunque por razones técnicas no figuren en él los
Guaraní Occidentales -llamados también Chiriguano- de Bolivia y del noroeste de
Argentina) (ver anexo 2).
Los Guaraní de la región oriental del Paraguay hasta la década de 1970 habitaban
la selva. Son ‘los parientes de la selva’, de manera que aquella denominación de
‘monteses’ denotaba, sin pretenderlo, un aspecto característico de su identidad. Sin
títulos jurídicos sobre sus tierras, que ellos mismos no sabían que se requerían, sus
espacios tradicionales fueron usurpados sin ningún aviso previo por el Estado y
adjudicados y titulados mediante ventas y otros mecanismos espurios, incluso contra la
más elemental honestidad jurídica a empresas y propietarios latifundistas. La aplicación
de la justicia en todos esos países, tratándose de indígenas, es discriminatoria; la entrada
de madereros, la invasión de sus tierras y la adjudicación de las mismas a propietarios
privados se han vuelto casos de rutina, que quedan impunes o entran en procesos de
restitución inacabables. El alquiler de tierras indígenas, que trae pobreza y
desintegración de las comunidades, a pesar de estar prohibido por la Constitución
Nacional y las leyes, es practicado como un derecho, incluso por muchos caciques
abusivos.
Sin embargo, hasta mediados del siglo XX, hasta la construcción entre 1956 y
1959 de la ruta que ligaría con el Puente de la Amistad entre Brasil y Paraguay,
siguiendo en parte la picada abierta por los Mbyá, ese “desierto verde” no ofrecía
atractivo para los asentamientos humanos. Esas tierras eran todavía fiscales y
pertenecían al Estado, o a la firma Barthe, pero jurídicamente eran territorios indígenas
a pesar de los papeles.
Desde culturas que tienen otro pensamiento diferente y distante de los Guaraní, se hace
difícil captar su cosmovisión que sin duda ve el mundo y se ve en el mundo desde otra
perspectiva. Una manera de acercarse a ella –y es la que han intentado nuestros mejores
antropólogos, Nimuendaju y Cadogan y algún que otro más, ha sido la de participar en
su estar en el mundo y su ser en el mundo.
Las interpretaciones que dan los indígenas de su ser en el mundo puede variar
notablemente en las expresiones de uno a otro individuo, de una a otra comunidad. No
son uniformes en sus contenidos, pero se diría que proceden de perspectivas que se
pueden decir comunes.
Siguiendo el modo de vida y lo que de ella dicen los mismos Guaraní hay que
incluir en esta cosmovisión tres aspectos fundamentales de la cultura guaraní que se
17 GRÜNBERG, G. y ORTIZ, C., Población y tierras indígenas en la región oriental de la República del Paraguay.
Asunción: Misión de Amistad/Asociación Indigenista del Paraguay, 1977. 116p.
18 MELIÀ, B., GRÜNBERG, G. y F. Paĩ-Tavyterã; etnografía guaraní del Paraguay contemporáneo. Asunción:
Hasta hoy, para los Guaraní la tierra es un cuerpo, como la madre, y no se puede cortar
y vender como se carnearía una vaca. La tierra es un bien común y el medio de
producción principal, entregada por Dios–Creador para un uso conforme a las leyes
divinas que son al mismo tiempo base y fundamento de bienestar. La tierra no puede ser
vendida a particulares por pedazos, no puede ni debe ser privatizada. “Tierra y cuerpo
humano son lo mismo. Nosotros somos la tierra, como lo son nuestros antepasados y los
serán nuestros hijos al mismo tiempo”, dicen los Paĩ. Este cuerpo de la tierra tiene piel y
pelos –que son los árboles- y hasta una orografía de montes y valles y una hidrografía,
como venas por donde circula el agua de la vida, que marcan su agradable relieve y
aspecto. Es una tierra de distintos colores que indican cualidades y aptitudes diversas
para los cultivos.
Los Guaraní conciben la tierra más que como un soporte material, un lugar donde
se lleva a cabo un modo de ser humano y así recurren a la expresión de tekoha y más
precisamente ñande rekoha –el lugar donde somos lo que somos- para enfatizar esta
perspectiva. Teko significa “ser, estado de vida, condición, estar, costumbre, ley, hábito,
costumbre”, polisemia expuesta ya en el Tesoro de Montoya en 1639. El complejo y
compuesto tekoha es el lugar en donde se da este ser propio e identitario. Esta acepción
se mantiene hasta hoy entre todos los Guaraní. Su tierra es un hábitat, una ecología, un
territorio, en el que “se hallan” y se sienten bien. Es fácil comprender la distorsión que
se ha producido en el sistema guaraní al verse acorralados, acosados y frecuentemente
desplazados de su hábitat, negándoseles la condición de poder ser lo que son. A pesar de
tantas arremetidas en contra, esa concepción de territorio es una característica que hasta
ahora se ha mantenido inmune. Sin tekoha no hay teko –sin un lugar donde ser no hay
ser-, y por supuesto no hay teko porã, no hay buen vivir.
En las áreas y regiones donde los Guaraní han vivido tradicionalmente y en las
cuales reclaman aunque sea algunas parcelas, ellos distinguen sus grandes territorios,
sus tekoha guasu, que a su vez suele ser parte de una territorialidad étnica más amplia
que les ha sido arrebatada 19. Sin tekoha no hay teko; sin lugar donde ser, no hay ser.
El ñande rekoha es el lugar donde somos lo que somos. En el tekoha, que mal se
podría identificar como una tierra de producción de bienes materiales para la venta, se
da también una economía, cuyas actividades son la caza y la agricultura, destinadas a un
sistema de comunicación de estos mismos bienes mediante el don mutuo, que por
definición es relación entre donantes recíprocos; es una economía de reciprocidad, en la
cual el dar completa el producir en una sucesión que no puede quedarse sin respuesta en
ninguno de sus términos: el dar y el recibir. Su ruptura provoca venganza –tepy-. Por
esta razón en el mundo colonial ese tepy se impone como precio de las cosas, que hay
que rescatar y comprar sin otro compromiso posterior. Así la comunicación se rompe.
La economía colonial, basada en el precio de la cosas, es un una sucesión de venganzas.
19 LEHNER, Beate, Los Pueblos Guaraní del Paraguay Oriental. Asunción 2005.
http://guarani.roguata.com/sites/default/files/text/file/uid110/lehnerlospueblosguaranidela...
La acumulación de bienes en una persona o conjunto de personas se convertirá en la
pobreza de aquellos que no tienen nada que dar, porque se les ha quitado la capacidad
de producir bienes apetecibles. La distribución no se hace en virtud del valor de la
persona que también puede y quiere dar, sino de quien puede comprar y pagar, a veces
sacrificando lo más necesario y la dignidad. El pobre es creado así en el sistema colonial
como descartable y sobrante.
Las grandes fiestas, las del maíz, por ejemplo -avati kyry-, representan una
expresión acabada de la circulación de dones entre todos, sin exclusivismos y con una
generosidad que puede parecer excesiva. Todo esto se encontrará presente en los
rituales, en los cuales se comunica a todos los presentes el gran don de la palabra,
ofrecida en su expresión más tradicional, poética y profética, junto con la danza que
también es don del movimiento codificado de los cuerpos, y todos participan según su
condición, adultos, hombres y mujeres, adolescentes y niños. En principio no debe
haber ni compradores ni vendedores en esas fiestas. Todo esto es fuente de bienestar.
Esta cosmovisión que incluye la economía familiar guaraní depende hoy tanto de
los kokue guasu –grandes chacras- de los hombres, como de los kokue'i –pequeñas
chacras- de las mujeres y solamente el equilibrio entre los dos, puede asegurar un
mejoramiento sustentable de la situación económica de los Guaraní, como ha percibido
Beate Lehner a través de su frecuente experiencia de vida con los Guaraní 20.
Así los animales y plantas, el fuego, ríos y cerros tienen almas o guardianes, al
igual que los seres humanos y para el bienestar de estos, el respeto y la comunicación
con ellos es de vital importancia.
Esta visión integral del mundo, significa que los Guaraní no hacen una diferencia
entre el mundo natural y el mundo espiritual, como hacemos nosotros. Lo ‘real’, lo es,
porque es ‘espiritual’.
El uso del fuego, el fuego mismo, los medios para controlar las plagas -insectos o
animales de mayor porte- que atacan las chacras, sin el canto y la oración no valen nada;
entrar en un espacio desconocido no se hará sin la ayuda de decirlo mediante palabras.
La vida guaraní es un continuo hacerse palabra -ñembo’e-. Esta dimensión ‘mágica’,
este uso continuo del canto y la oración en los pequeños y grandes avatares y fases de la
vida, acompaña toda la vida guaraní y es motivo de admiración para el extraño que se
acerca a ella.
20LEHNER, Beate, Territorialidad Guaraní; Ensayo sobre la Relación Territorio – Organización Socio-Política de
los Ava-Guaraní y Paĩ-Tavyterã. Asunción, Servicios Profesionales Socio-Antropológicos y Jurídicos, 2002;
http://guarani.roguata.com/sites/default/files/text/file/uid110/lehnerlosterritorialidad-guarani2002.pdf
En los tiempos modernos no todos los Guaraní tienen una vivencia profunda de
esta unidad entre palabra ‘espiritual’ y realidad cotidiana, pero son raros los que ya no la
conocen. Hace parte todavía de su ser, amenazado ciertamente por otros modelos de
educación y de trabajo.
21 Ibid.
22 MONTOYA, A. Ruiz de, Tesoro de la lengua guaraní. Madrid 1639, verbete pa’i.
Dentro del mundo colonial a los sacerdotes católicos se les llamó y se les llama
hasta ahora pa’i, por su carácter de ‘presbítero’ respetado y también por su hechicería
benéfica. Los misioneros fueron llamados “hechiceros de Dios” y al jesuita Montoya se
le tenía por reencarnación de un famoso hechicero de nombre Kuarasytĩ –Sol
resplandeciente-. Casos semejantes se dan todavía hoy.
Pero, si hay 'médicos' que curan por la palabra con sus rezos y cantos, están
también los 'sabidos': mba’ekuaa, que usan sus conocimientos para hacer el mal. Los
Guaraní les temen, muchas veces prefieren no enfrentarlos, pero cuando los descubren
los tratan como homicidas y llegan a ejecutarlos. Son los moã járy -los dueños del
veneno-; los mba’ekuaa -los 'conocedores'-; los paje vai -los 'hechiceros malos'-; los
poroavykya -'los que hacen trabajos (perjudiciales)', de que hablan los diversos grupos
guaraní. Muchos de ellos todavía usan elementos de magia negra y se acompañan
también de 'oraciones para hacer el mal' 23.
El núcleo de la toma de decisiones entre los Guaraní, por otra parte, no es la sola
familia nuclear, sino la familia extensa, que antiguamente podía contener 80 ‘fuegos’ o
familias nucleares y estaban incluso en una misma casa grande, presidida por el
‘abuelo’. A este los españoles lo consideraron el cacique, como el que manda. En
realidad, esta asimilación a una función de poder y de mando, que tenía al rey como
cabeza. no correspondía a la toma de decisiones entre los guaraní. Los mismos padres y
madres reciben otros nombres que corresponden por lo común a funciones religiosas
que ejercen de manera señalada. Entre los Paĩ está el tekoa ruvicha -el principal de la
comunidad-, que se distingue por su bondad, su sabiduría, su serenidad y
responsabilidad; su reputación puede ser tal que es invitado por otras comunidades para
ceremoniales más complejos.
23
SCHADEN, E., Aspectos fundamentais da cultura guaraní, São Paulo, 3ª ed., 1974:126.
nunca de ser religioso, reproduciendo con este nombre la estructura de la familia divina
formada por Nuestro Abuelo Grande Primero, Nuestro Padre Auténtico. La palabra
mburuvicha que prevaleció en el guaraní paraguayo como jefe, presidente o mandatario,
era y es entre los Guaraní apenas una función circunstancial para llevar a cabo una tarea
–una guerra, la construcción de una casa grande, un representante político frente al
mundo de los ‘otros’-. Hay también los que saben curar gracias a sus conocimientos
especiales de plantas medicinales, casi siempre aplacadas con algún rito mágico, a los
que se ha llamado hechiceros, y entre los hechiceros malignos, perseguidos
generalmente y ajusticiados por la comunidad.
Para la toma de decisiones que afectan a una familia extensa, o a las familias de
una parte del tekoha, está el aty –la asamblea-; convocada a veces a propósito de una
cuestión particular en la que se procura el consenso y la participación del grupo es aty
mirĩ -pequeña asamblea-. En la actualidad, los miembros de una etnia para pronunciarse
como un todo sobre uno o varios asuntos internos o externos reunen un aty guasu –una
grande asamblea-. En los últimos años ha habido aty continentales. En el II Encuentro
Continental, que tuvo lugar en Jaguatĩ (Amambay, Paraguay), del 24 al 26 de marzo de
2011, los Guaraní de Argentina, Bolivia, Brasil y Paraguay se proclamaron como
Nación Guaraní. En su conjunto el gobierno guaraní está estructurado en torno a la
acción de parlamentar, y ahora tiene su parla-guaraní continental.
No es fácil sistematizar todo lo que es la palabra para un Guaraní, dadas las varias
subculturas, pero se presentan elementos comunes que se pueden resaltar.
.
Los Guaraní conocen y practican el canto y la danza como expresión de unión con
lo divino y reciprocidad comunitaria. Canto y danza se desarrollan en lugares indicados,
equipados con los instrumentos rituales apropiados, como son las maracas en manos de
los hombres, y las tacuaras (guadua), bastón de ritmo, en las de las mujeres, pero
también con la batea para chicha mascada y fermentada, que será distribuida entre los
invitados y participantes. La realización de las danzas rituales es diferente de una
parcialidad a otra, como se puede consultar en varias etnografías específicas 24.
El gran canto largo de los Paĩ -mborahéi puku- , que se es a su vez la expresión
poética y teológica de su cosmovisión.
24 Para una visión de la religión de los tres pueblos, paĩ, avá (chiripá) y mbyá, véase MÜLLER, F., Etnografía de los
guaraní del Alto Paraná. Rosario 1989, 134 p. [Trad. de: Beiträge zur Ethnographie der Guarani Indianer im
Östlichen Waldgebiet von Paraguay. Anthropos, XXIX e XXX. St. Gabriel, Modling, 1934-1935]. 1989, 134p.;
SCHADEN, E. (nota 23); para los Avá, NIMUENDAJU, C.U. (nota 3); CADOGAN, L., Cómo interpretan los
Chiripá (Avá Guaraní) la danza ritual, Revista de Antropologia, VII, 1-2:65-99. São Paulo, 1959; CHASE-SARDI,
M., El precio de la sangre; estudio de la cultura y el control social entre los Avá Guaraní. Asunción, 1992; para
los Mbyá, CADOGAN, L., Ayvu rapyta. Textos míticos de los Mbya-Guaraní del Guairá. São Paulo: Univ. de São
Paulo, 1959; para los Paĩ, CADOGAN, L., Aporte a la etnografía de los Guaraní del Amambái, Alto Ypané. Revista
de Antropologia, X, 1-2: 65-91. São Paulo, 1962; Ñane Ramói Jusú Papá Ñengareté. Canto ritual de Nuestro
Abuelo Grande (el Creador), Suplemento Antropológico de la Revista del Ateneo Paraguayo, III, 1-2:425-450.
Asunción, 1968; MELIA, B. y GRÜNBERG, G. y F., Paĩ Tavyterã; etnografía guaraní del Paraguay
contemporáneo. Asunción (2ª ed.) 1976.
que comporta la perforación del labio inferior en el cual colocan el tembetá –piedra del
labio– 25.
25 MELIÀ, B, GRÜNBERG, G y F, Los Paĩ-Tavyterã…. Asunción, 2008. Esta monografía recoge los aspectos
fundamentales de la cultura paĩ en la actualidad y su trasfondo tradicional.
26 Resultados preliminares 2012, Fernando de la Mora, Paraguay, 2013
27 LEHNER, B. en: Melià, B. 2008: 91-92.
la interferencia de las autoridades nacionales o de personas indígenas o no-indígenas
que no pertenecen a la comunidad”.
Para visualizar el proceso de los Paĩ en el Paraguay puede ser útil la observación
de su territorio en 1974, cuando se estaban identificando las áreas susceptibles de ser
devueltas a sus legítimos dueños, en un tiempo en que la situación agraria permitía
todavía con cierta facilidad este tipo de operaciones, en ese entonces los Paĩ eran
demográficamente mayoritarios en las localidades.
Comunidades de la misma etnia, que se identifican como kaiowá, están en su
hábitat tradicional de Mato Grosso Sul, rodeados de campos de soja.
La descripción científica de esta etnia fue elaborada por Curt Nimuendaju Unkel
que estuvo entre ellos en 1904, que fue recibido y bautizado como miembro de una
comunidad y recoge los nombres de otras parcialidades de la misma etnia en el Brasil.
El grupo que lo acogió a él fue el Apapokuva, admirablemente descrito desde la
perspectiva religiosa manifiesta en sus danzas, cantos y mitos 29, y donde todavía siguen
presentes desde las inmediaciones del río Paraná hasta las costas atlánticas, aunque no
siempre en sus tekoha antiguos.
28 KLEINPENNING, J.M.G., Rural Paraguay 1870-1963. A geography of progress, plunder and poverty, vol. I.
Madrid: Ibero-americana/Vervuert, 2009: 629, f. 11.2.
29 NIMUENDAJU, C.U. As lendas da criação e destruição do mundo como fundamentos da religião dos Apapocúva-
León Cadogan visitó a los Chiripá modernos desde 1952, y los conceptúa como
los Guaraní más aculturados de tal manera que apenas se distinguirían de un campesino
paraguayo. Pero es él mismo quien describe emocionado la riqueza, amplitud y
profundidad de la religión y lengua de ese pueblo guaraní manifestada, aún ahora, en
sus danzas y cantos rituales 30. También para estos Guaraní la palabra lo es todo, fuente
y expresión de su identidad, y resienten que su dialecto propio esté siendo dejado de
lado por la generación más joven.
30 CADOGAN, L. Como interpretan los Chiripá (Avá Guaraní) la danza ritual. [Asunción: Ed. del autor, 1959). 40p.
Una investigación más moderna, que recoge los datos de Cadogan, aportando nuevos datos, es la de CHASE-
SARDI, M, El precio de la sangre. Asunción 1992. 368p.
En el Censo de 2012 fueron registradas 19 comunidades avá en el Departamento
de San Pedro, 7 en Caaguazú, 31 en Alto Paraná, y 116 en Canindeyú, 3 en el Central y
2 en Asunción capital. Las 36 comunidades desaparecidas bajo las aguas de la represa
de Itaipú tuvieron que encontrar por su propia cuenta donde poner el pie, o asimilarse a
otras comunidades donde el proceso de asimilación psicosocial ha sido difícil.
Entre los Avá fue desarrollado un programa de educación escolar que permitía ir
más allá de la del ciclo primario y aún acceder al bachillerato y profesionalización. Este
derecho, sin embargo, ha derivado hacia la promoción de un estatus privilegiado
individual, sobre todo como docentes y agentes de salud, funcionarios del Estado, que
no ha llevado a una profundización de su identidad. Entre ellos es preocupante el
abandono de su lengua propia, sustituida poco a poco por el guaraní paraguayo.
Un poco más tarde, León Cadogan, desde 1921 inició una relación de amistad y
compromiso que perduró hasta su muerte en 1973, y tuvo como resultado varias obras
33
CADOGAN, L., Diccionario Mbyá-Guaraní – Castellano. Asunción, 1992.
Como se ve en el mapa, hay dos grupos diferenciados. Los del norte, Kaynguã,
casi desconocidos incluso por los etnógrafos, y los del sur, Mbya, cuya sabiduría en sus
palabras auténticas fue divulgada en la compilación y comentarios de Cadogan. Los
Mbyá mantienen una cultura muy conservadora, con intensos y fascinantes rituales, por
otra parte muy reservados frente a los jurua -los pelos en la boca, los bigotudos- como
caracterizan a los no indios, aunque sean lampiños. En el Departamento de Concepción,
donde el censo de 1992 no se detectó más que 3 pequeñas comunidades, se relevaron 8
en 2012. Una observación que es válida para los Mbyá en general, se refiere a la
sistemática y fuerte oposición que mostraban sus líderes a ser contados, y la dificultad
del censista para acceder a sus ‘refugios’. En el Departamento de San Pedro son 13 las
comunidades; 13 también en el de Guairá; 55 en Caaguazú; 26 en Caazapá y 38 en
Itapúa. En estos últimos cuatro últimos departamentos la casi totalidad de la población
indígena pertenece al pueblo mbyá, que domina también en el Alto Paraná desde el río
Monday hasta el sur, con sus 21 comunidades. En Canideyú, 19, de ellas 9 agrupadas en
una determinada zona y otras salpicadas entre los Avá. Hay un núcleo mbyá en
Asunción y 4 asentamientos en el Departamento Central. Luego, hay una creciente
presencia de los Mbyá en la capital Asunción y en otros centros urbanos como Ciudad
del Este.
Los del norte hasta el presente se ven menos acosados por la presión sojera; los
del sur viven en continuo sobresalto debido a sus fertilísimas tierras, en las cuales a la
deforestación ha seguido el “desierto” de la agricultura mecanizada a gran escala. Las
áreas que les han asignado no pueden satisfacer las exigencias mínimas de un tekoha, y
esa deficiencia se traduce en desorganización social y religiosa.
En muchas aldeas mbyá se encuentran hoy apenas el abuelo tamõi y/o abuela jarýi
que sustentan la autoridad social y moral de la familia extensa.
Los Mbyá son el pueblo guaraní más numeroso en el Paraguay y el más disperso,
con un espectro de presencia que va desde el norte hasta el sur del país. Migraron hacia
la provincia argentina de Misiones y desde por lo menos 1932 se los encuentra en
Brasil, especialmente en la costa atlántica de los cinco estados sureños.
34
CLASTRES, P., La société contre l’État. Paris: Les Editions de Minuit, 1974.
35 GRÜNBERG, G. y ORTIZ, C, Población y tierras indígenas en la Región Oriental de la República del Paraguay.
Asunción: Misión de Amistad y AIP, 1977.
36 LEHNER, B., 2011.
Los Guaraníes tienen presencia actualmente en casi todos los departamentos
políticos de la República, excepto en los de Paraguarí, Ñeembucú y Misiones, si bien
estaban en los dos últimos hasta que fueron removidos al instalarse en sus áreas de sus
viviendas las obras de la represa hidroeléctrica de Yacyretã.
Hasta principios del siglo XXI eran raras las familias que se trasladaban a vivir en
las ciudades. Pero el fenómeno fue aumentando en la medida que sus selvas fueron
deforestadas –incluso con su participación, a cambio de miserables aportes en especie o
dinero-, su sistema de gobierno se resquebrajó y prevaleció la fragmentación de
intereses particulares y se diluyó la práctica ritual por falta de dirigentes capacitados y
confiables; así vemos cada vez más a indígenas en las ciudades más importantes,
mendigos pidiendo limosna y acampados en espacios reducidísimos e insalubres. Esta
situación tan vergonzosa motiva en la sociedad nacional sentimientos de conmiseración,
pero mucho más de vergüenza y malestar cuando se toma conciencia de que esta
situación es el resultado de la injusticia y de la discriminación histórica y política contra
poblaciones originarias, como la Guaraní, que continúa siendo un referente de orgullo
nacional en el imaginario abstracto.
Las razzias contra ellos llevadas a cabo por los motivos más fútiles -porque se
habían hurtado unas mazorcas de maíz o una sandía, porque andaban desnudos, porque
al no estar bautizados serían animales- solían saldarse con muchas muertes y
apropiación de criaturas, niños y niñas de corta edad, que eran vendidas en la plaza de
pequeños pueblos rurales o adjudicadas a familias adoptivas que el final las retenían
como servidores domésticos. Los sobrevivientes cuentan horrores de esa etapa.
El escándalo se hizo manifiesto y fue denunciado ya desde 1959 por el señor León
Cadogan. Pero la persecución continuaba y no terminó hasta que en 1972 los últimos
Aché salieron del monte y se entregaron vencidos y ‘muertos’ a sus captores. Esta su
agonía la expresaban en sus tristes y conmovedoras endechas. En ese proceso de
‘civilización’ habían perdido sus tierras, fueron obligados a mudar su dieta alimenticia,
fueron hacinados en asentamientos insalubres, donde las enfermedades se propagaron
por contagio y los diezmaron en mayor número que en las razzias, hechos que el
gobierno dictatorial de la época procuró ocultar y silenciar.
Los niños que quedaron entre familias paraguayas, perdieron su lengua y tuvieron
dificultad para reintegrarse en sus grupos de origen.
Los Aché están ahora agrupados según sus parcialidades: Aché Gatú, Aché Iroiã,
Aché Wá y Aché Purã. Están en la actualidad en seis comunidades: Chupa Pou, Arroyo
Bandera y Kuẽtuvy, en el departamento de Canindeyú; Puerto Barra, en Alto Paraná;
Ypetymí, en Caazapá, y Cerro Morotĩ, en Caaguazú.
“El ser católicos constituye un distintivo esencial de su identidad para los Guaraní
Occidentales…, que condujo a una incorporación total del culto de la religión cristiana a
la cultura y sociedad de los Guaraní” 37 . Desde un punto de vista más crítico, sin
embargo, se puede notar un fuerte sincretismo; la hechicería maligna está lejos de haber
desaparecido y la fiesta del “caranaval” que atrae buena cantidad de visitantes externos
para la ocasión, se atiene enteramente a la estructura y creencias ancestrales, en las que
las máscaras de los “abuelos” reviven los espíritus de los muertos. “Tuvimos la
impresión, dirán Georg y Friedl Grünberg, que este sincretismo relativamente armónico
entre creencia guaraní y religión católica permaneció imperturbable porque los
misioneros desconocen completamente el campo de las creencias espirituales
guaraní” 38 . El rechazo de la lengua guaraní por parte de los misioneros tanto en la
predicación como en la liturgia ha sido una constante, aunque en los últimos años ha
habido cambios significativos. Dos Guaraní Ocidentales son ahora sacerdotes católicos.
37 GRÜNBERG, G. y F, Los Chiriguanos -Guaraní Occidentales- del Chaco central paraguayo. Asunción:
CEADUC, 1975: 32.
38 Ibid.
Los Guaraní Occidentales son quienes presentan el mayor grado de educación
formal en toda la República y no son raros entre ellos los profesionales, docentes,
agentes de salud, mecánicos, músicos en el ejército, servidores especializados.
Desde que llegaron a esta región hoy llamada Paraguay, que en el curso de su
historia ha visto diversas desmembraciones, por decisiones políticas durante la colonia o
por pérdida de soberanía a consecuencia de guerra de la Triple Alianza (1865-1870)
estos pueblos Guaraní fijaron su hábitat y morada tradicional en el monte y selva
subtropical, donde se mantuvieron con pocos cambios respecto a los lugares
tradicionales. En realidad, sólo a partir de los años 60 del siglo XX se produjeron
transformaciones profundas, que alteraron selva, tierra y cursos de agua, y de manera
sustancial a partir de 1973, con la firma del Tratado de Itaipú (1973) y la entrada de
‘brasiguayos’ y empresarios del agronegocio –producción de soja y ganadería-. Los
pueblos guaraní de esta región están todavía, sin embargo, en ambientes selváticos más
o menos preservados, en casas y ranchos dispersos en espacios de tierra de extensión
muy variable, siempre menor que la necesaria para poder vivir dignamente, conservar y
reproducir su modo de ser, su lengua, su cultura y religión.
Hasta principios del siglo XXI eran raras las familias que se trasladaban a vivir en
las ciudades. Pero el fenómeno fue aumentando en la medida que sus selvas fueron
deforestadas –incluso con su participación a cambio de miserables aportes en especie o
dinero-, su sistema de gobierno se resquebrajó y prevaleció la fragmentación de
intereses particulares y se diluyó la práctica ritual por falta de dirigentes capacitados y
confiables; así vemos cada vez más a indígenas en las ciudades más importantes,
mendigos pidiendo limosna y acampados en espacios reducidísimos e insalubres. Esta
situación tan vergonzosa motiva en la sociedad nacional sentimientos de conmiseración,
pero mucho más de vergüenza y malestar cuando se toma conciencia de que esta
situación es el resultado de la injusticia y de la discriminación histórica y política contra
poblaciones originarias, como la Guaraní, que continúa siendo un referente de orgullo
nacional en el imaginario abstracto.
TOTAL 112.848 461 3.998 3.572 1.221 9.425 3.547 2.370 7.042 2.458 11.852 13.484 25.789 23.950 4.140
GUARANI 60.930 339 3.518 3.355 1.221 9.425 3.547 2.338 6.875 710 11.852 13.484 0 4.605 0
Guaraní Occidental 2.379 0 0 167 0 0 0 0 0 0 0 0 0 2.212 0
Aché 1.942 0 0 0 0 269 450 0 172 0 0 1.051 0 0 0
Ava Guaraní 17.697 253 142 1.524 0 946 0 0 5.061 379 197 9.448 0 0 0
Mbya 21.422 86 1.507 1.273 1.221 8.210 3.097 2.338 1.642 331 0 1.803 0 0 0
Paĩ Tavyterã 15.097 0 1.869 391 0 0 0 0 0 0 11.655 1.182 0 0 0
Guaraní Ñandéva 2.393 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 2.393 0
Fuente. Resultados preliminares. III Censo Nacional de Población y Viviendas para Pueblos Indígenas. DGEEC. 2012.
Aché 1.242
Avá 13.872
Mbyá 14.624
Paĩ-Tavyterã 13.391
Guaraní Occidentales 2.359
Guaraní Ñandeva 2.021
Total 47.518
La familia lingüística tupí guaraní, del tronco tupí, está formada por unas 26
lenguas. En esa familia está la lengua guaraní que presenta 7 variedades en el Paraguay.
De las seis etnias que hablan lenguas de la familia guaraní, cuatro se sitúan en la
región oriental del Paraguay, y dos en el centro y extremo noroeste del Chaco, hacia la
frontera con Bolivia, de donde transmigraron en fecha no tan lejana (1935). Los
hablantes de los territorios de la región oriental que lindan con el Brasil, se han visto
afectados en grado diverso por los contactos con sus respectivas sociedades envolventes
de lengua portuguesa en el Brasil y castellana en el Paraguay. Los Guaraní en las zonas
tradicionalmente poco pobladas por los paraguayos, mantuvieron mejor sus usos
dialectales. Sin embargo, en años recientes -se puede decir que desde el Tratado de
Itaipú, en 1973- una deforestación radical y el aumento de la presión demográfica de la
población advenediza de lengua portuguesa han impuesto una transformación profunda
del suelo, dedicado ahora a cultivos de soja y a pastos, ha provocado cambios en todos
los órdenes, incluso en el lingüístico. La deforestación ha sido también lingüística.
Curiosamente es más fácil encontrar en el Paraguay a muchos Guaraní que hablen más
portugués que castellano. La televisión transfronteriza facilita el fenómeno, así como
también la enseñanza escolar que los Guaraní de la frontera van a buscar en el Brasil.
De hecho, la comunicación con la sociedad paraguaya se hace todavía en ‘guaraní
paraguayo’.
No es extraño que, tanto por razones de larga historia como por motivos de nueva
colonización, las etnias guaraní de la región oriental presenten llamativas coincidencias,
pero también diferencias reveladoras.
Entre las etnias guaraníes tenemos situaciones tan extremas como los Avá
Guaraní y los Paĩ que han sufrido la presión y la invasión colonial desde el siglo
XVI -aunque la mayoría de las comunidades se apartaron de su influencia retirándose al
monte- hasta los Mbyá y los Aché, de contactos estables recientes.
Los Mbyá sólo han entrado en el mundo colonial a mediados del siglo XX,
mientras que los Aché, llamados antes Guayakí, de los que se tenía noticia desde el
siglo XVII, fueron dramáticamente empujados a la ‘civilización’ y al mundo paraguayo
mediante un proceso marcado por persecuciones, cacerías y genocidio, que duró desde
1963 hasta 1978 en que “se entregaron”, lo que equivalía a darse por muertos. Sus
comunidades están reviviendo hoy y reproduciendo sus pautas tradicionales, en la
medida que pueden después de tanta destrucción a la que se vieron sometidos.
4.2. Dialectos y bilingüismo:
Hay que señalar que la recolección de datos y la investigación cuando se trata de
determinar si un individuo habla, además del guaraní propio de su gente, el guaraní
paraguayo no es nada fácil.
De todos modos, consideremos los resultados del Censo de 2002. Los datos de
2012 no han sido procesados hasta hoy.
Los Avá-Guaraní, antes más conocidos como Chiripá, estarían mostrando una
peligrosa inflexión hacia el abandono de su lengua particular, para adoptar la cultura
lingüística paraguaya a través del uso cada vez más general del guaraní paraguayo y la
castellanización. Los bilingües avá-guaraní -67,46%- superan con mucho los hablantes
de la propia lengua -46,96%-, mientras las bilingües o trilingües que incluyen al
castellano alcanzan el 21,16%. Por razón de estar en la frontera con Brasil y que
muchos de ellos van de visita o incluso pasan largas temporadas en el vecino país que
en realidad es su territorio indígena tradicional, el índice de hablantes de portugués
alcanza el 14,22%, lo cual hace suponer un alto porcentaje de cuatrilingües entre ellos,
que hablan guaraní propio, guaraní paraguayo, castellano y portugués.
El comportamiento lingüístico de los Mbyá es sensiblemente diferente. Hay un
porcentaje menor que los Aché que mantienen su lengua -69,92%-, pero un índice
también mucho menor de bilingüismo mbyá-guaraní paraguayo -55,25%- y es bastante
reducido el conocimiento de castellano -9,28%-.
Al otro extremo del Paraguay y hacia la frontera con Bolivia están los Guaraní
que vinieron de Bolivia en los años posteriores a la Guerra del Chaco (1932-1935). En
la historia colonial aparecen con el nombre de Chiriguano, pero en Bolivia reivindican
hoy la autodenominación de Guaraní o Ava, y mejor la de Guaraní Occidentales Los
venidos de Bolivia pertenecen en realidad a dos pueblos de marcado contraste socio-
cultural: los Ava y los Isoso. Prefieren ser llamados en la actualidad Guaraní
Occidentales y Ñandeva.
Las lenguas de los Guaraní de la región oriental se mantienen sobre todo en el uso
ritual, que sigue siendo muy importante y relevante entre las personas de más edad, de
40 años y más. La retransmisión de la lengua propia está directamente relacionada con
la práctica ritual y la oportunidad de escuchar los mitos, relatos tradicionales y discursos
políticos de profetas y dirigentes políticos tradicionales.
A propósito del guaraní hay que tener presente que está también el dialecto
guaraní paraguayo, variedad modificada desde los primeros tiempos coloniales y
transformado no sólo por la incorporación de numerosos hispanismos, sino también en
su gramática, sobre todo en cuanto a recursos específicos en la expresión de aspectos
temporales y modales, lo que no quiere decir que haya dejado de ser una lengua propia
y normativizada en términos generales. El Paraguay es una nación que habla guaraní,
pero no quiere ser guaraní, de hecho no lo es.
Guaraní paraguayo
Guaraní hablantes 1.399.220
Guaraní bilingües 1.721.200
Castellano bilingües 1.330.810
4.451.210 (DGEEC: Censo 2002)
4.3. Escuela, alfabetización y lengua nacional
Entre los pueblos indígenas guaraníes la educación formal tiende a hacerse en
situaciones escolares aisladas de la vida ordinaria, frecuentemente con profesores que
desconocen la cultura y religión guaraní, y esto sucede no sólo con docentes extraños a
la comunidad, sino con los miembros del propio pueblo que pasaron ya por un proceso
de educación “nacional”, generalmente fuera del contexto indígena. La educación en las
escuelas, aunque poco desarrollada de momento, representa un real peligro para el
futuro de las lenguas guaraníes. La tendencia parece ser que el dialecto de uso más
general sea el ‘guaraní paraguayo’, aunque en realidad menos preciso, elegante y rico
que el propio. Esa práctica conduce a un empobrecimiento lingüístico que de momento
parece irreparable. Son los Guaraní fuera del Paraguay, como los Mbyá en el Brasil, que
no cuentan con el contacto frecuente con una sociedad no guaraní como la paraguaya,
pero que habla su guaraní diferente, los que están menos expuestos a esas amenazas.
Ya hemos citado las cartillas de alfabetización para los primeros años escolares. El
Proyecto Kuatia Ñe'ê ha conseguido recoger un conjunto de relatos avá-guaraní en 26
volúmenes de unas 140 páginas cada uno; y además 10 de Mbyá-guaraní y 2 de los
Aché, con sus respectivos diccionarios.
Las escuelas entre los Guaraníes comenzaron casi siempre como iniciativas
privadas, de ONGs y misiones religiosas.
Una educación intercultural bilingüe en muchos casos es una farsa, ya que no hay
interculturalidad cuando se pretende que los indígenas aprendan y se integren en la
cultura de la sociedad nacional, mientras nadie de la sociedad nacional da el más
mínimo indicio de estar atento a las culturas indígenas.
Departamento /
Nombre / Organización Pueblo Referente
Localidad
2 Asociación Ava Guaraní del Alto Canindeyu Avá Guaraní Ramón López Canindeyu
8 Asociación de Comunidades Indígenas Tupa Yvoty Mbya Guaraní Alfonso Vera San Pedro
Antonio Duarte/Isidro
10 Asociación de Comunidades Mby’a “Mba’e Pu Pora” Mbya Guaraní Ramos Itapúa 0985
12 Asociación de Comunidades Mbya –“Noo Ñendua” Mbya Guaraní Teodocio Espínola Canindeyu
14 Asociación de Pueblos Indígenas de Bajo Canindeyú Ava Guarani Rogelio Sosa Canindeyu
20 Asociación Teko Yma Jee’a Pave Mbya Guaraní Antolina Gonzalez Caazapá
22 Asociación Mbya Yryapy Mbya Guaraní Ponciano Vera Alto Paraná 0982
23 Asociación Yvy Paraná Rembey Avá Guaraní Julio Martínez Alto Paraná
Pueblos
26 FEDERECIÓN GUARANI Guaraní Àngel Vera Región Oriental
Mujeres de
Pueblos R. Oriental y
27 Kuña Guaraní Aty Guaraní Alba Duarte Occidental
Guaraní
31 Organización Pueblo Guaraní Ñandeva (OPÑ) Ñandeva Servín Romero Boquerón
Cuadro suministrado por la Coordinación Nacional de Pastoral Indígenas –CONAPI- de la Conferencia Episcopal Paraguaya.
Las reivindicaciones de los pueblos indígenas tienen dos líneas principales 39.
39
Este texto depende en gran parte de los datos suministrados por el Máster Jorge Aníbal Servín.
pueblos indígenas es pues, con razón, que se les devuelva sus tierras; la posibilidad de
mantener territorios es más compleja. Los procesos seguidos para ello son muy
variados; ha habido reconocimiento por parte del Estado de parte de ellos; devolución
de instituciones que habían establecido misiones religiosas entre indígenas y que
poseían títulos de áreas más o menos amplias –la Misión del Verbo Divino de Acaray
(Alto Paraná), la Misión Norma de Noruega y otras–, pero sobre todo por compra con
aportes del Estado o contribuciones de fuera del país. Esas tierras son insuficientes para
los pueblos indígenas y los reclamos continúan.
Son sobre todo tres organizaciones las que las aglutinan a otras:
- Asociación de Parcialidades Indígenas – API.
- Coordinadora por la Autodeterminación de los Pueblos Indígenas (CAPI).
Presidente o Coordinador: Hipólito Acevei. Tel.: (0981) 756116
- Federación de Asociaciones Guaraníes de Comunidades Indígenas de la Región
Oriental. Coordinador: Marcelino Ramírez [(0971) 401212] y Angel Vera.
Con atención especial a los Guaraní surgieron el Proyecto Paĩ Tavyterã desde
1972 y el Proyecto Guaraní (1977), a las que han seguido Servicios Profesionales Socio
Antropológicos, SAI y Og Guasú. Otras organizaciones han actuado en la cuestión
guaraní, directa o indirectamente.
40
MELIÀ, B. y TELESCA, I., Los pueblos indígenas en el Paraguay: conquistas legales y problemas de tierra, en:
Horizontes Antropológicos – sociedades indígenas, ano 3,n. 6. Porto Alegre, UFREGS 1997: 84-110.
41
Corte Suprema de Justicia, Digesto normativo sobre pueblos indígenas en el Paraguay (1811-2003).Asunción,
2003. 1260 p.
42
Ibid., p. 89.
étnica en su respectivo hábitat. Tienen derecho asimismo a aplicar libremente sus
sistemas de organización política, social, económica, cultural y religiosa, al igual que
su voluntaria sujeción a sus normas consuetudinarias para la regulación de la
convivencia interna siempre que no atenten contra los derechos fundamentales
establecidos en esta Constitución. En los conflictos jurisdiccionales se tendrá en cuenta
el derecho consuetudinario indígena”.
Hay otras leyes de carácter general, como la Ley 904/81, que de hecho no se han
podido aplicarse a la cuestión de recuperación de territorios y tierras de los Guaraní, que
para ser conseguidas tuvieron que ser compradas. A este respecto, la Itaipú Binacional
tiene una deuda histórica con los Avá Guaraní, siempre dilatada, cuando esas tierras
vendidas y revendidas a terceros aplazan indefinidamente la solución.
43 1. Siempre que sea viable deberá enseñarse a los niños de los pueblos interesados a leer y a escribir en su propia
lengua indígena o en la lengua que más comúnmente se hable en el grupo a que pertenezcan. Cuando ello no sea
Los pueblos indígenas en el Paraguay, aún en su misma existencia son
desconocidos por la sociedad paraguaya, que por lo tanto no tiene en cuenta sus
derechos básicos. En los currícula escolar, por ejemplo, sólo entran de manera muy
superficial, anecdótica y folklórica.
MELIÀ, Bartomeu, “La novedad guaraní (Viejas cuestiones y nuevas preguntas; revisita
bibliográfica (1987-2002)”, Revista de Indias, 230 (Monográfico: La persistencia
del guaraní). Madrid (enero-abril 2004): 175-225. En este corto espacio de tiempo
se sumaron, por lo menos, 640 nuevos títulos.
MELIÀ, Bartomeu, Mundo Guaraní. Asunción, 2011 (2ª ed.). Con una bibliografía
general más actualizada, aunque menos detallada.
viable, las autoridades competentes deberán celebrar consultas con esos pueblos con miras a la adopción de
medidas que permitan alcanzar este objetivo. 2. Deberán tomarse medidas adecuadas para asegurar que esos
pueblos tengan la oportunidad de llegar a dominar la lengua nacional o una de las lenguas oficiales del país. 3.
Deberán adoptarse disposiciones para preservar las lenguas indígenas de los pueblos interesados y promover el
desarrollo y la práctica de las mismas.
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