Un Arte de Hablipulación
Un Arte de Hablipulación
Un Arte de Hablipulación
“yo más que decir, procuro ser.” María Victoria Triviño (Cernuda-Canelles, 2012),
terminan siendo dominados por el ser, o por los seres que cohabitan en tiempo y espacio
El ser terapeuta es el énfasis de este texto, ya que ser terapeuta parece una elección de
aclarar que por creencias personales se sugiere que es una elección de muchos años atrás. La
la historia y los orígenes del ser como terapeuta, puesto que sin lugar a dudas hay una
interacción entre la vida personal del terapeuta, en cada etapa de su ciclo vital, y la formación
ese terapeuta entran en juego sus orígenes más ancestrales, la influencia cultural, la elección
carácter. Entre todas estas variables recién descritas se empieza a dibujar una danza de
historias, narraciones y experiencias que poco a poco ponen la semilla en el corazón de una
persona para ser terapeuta, formando una base de valores, creencias y principios que marcan
adaptabilidad, sobre este concepto se retomará más adelante. De esta semilla se dejan caer
en cascada una serie de decisiones que van a terminar configurando la particularidad del
Cuando se han ordenado las experiencias y elecciones, que no son casuales, si no que
tienen una relación directa con las construcciones personales y se reconoce claramente la
más simple y poderosa del ser terapeuta y es reconocer su propio perfil, para entender sus
terapéutica que otorga seguridad y confianza, para conformar el estilo personal terapéutico,
formativo “hay tantos estilos terapéuticos en el mundo, como terapeutas existen.” El estilo
además de ser conformado por lo mencionado antes, también tiene el plus de creatividad, no
existe un terapeuta que no sea creativo, ya que esta creatividad implica precisión y cuidado
inherente, la capacidad de revelar con la mayor sinceridad y amor a los consultantes y que
cultural y social, ni tampoco al mismo terapeuta que ejerce, de esta forma el grado de
del terapeuta.
El estilo terapéutico se ve reflejado también en la relación establecida con los consultantes
como hablipulación, término acuñado del libro ser y hacer en terapia familiar sistémica
(Ceberio & Linares, 2010) donde no se hace con las manos, sino con las palabras. Es allí en
esa relación pautada por el estilo, donde se evidencia la magia de la terapia, el sortilegio de
la terapia mueve a examinar lo que no es común de forma minuciosa, ya que es por medio
de esto que las personas escapan de las historias que determinan sus percepciones y, por
ende de sus vidas relatadas en palabras que encuentran el lugar para transformar en un
encuentro (Payne, 2016), que como menciona Fritz Perls es un catalizador químico que
será el mismo una vez acabada la intervención, ni un consultante o familia sería igual, este
es el objetivo de cada proceso que se inicia. Y llegados a este punto surge la inquietud ¿Qué
de todo eso es lo que genera el cambio y la trasformación? La respuesta que se plantea desde
Es la magia de encontrarse con otra persona, de permitirse el contacto con el ser, con el
propio ser y con el ser que llega, o los seres que llegan, incluir la percepción de lo evidente
y lo no mostrado, ir más allá de la frontera exterior (Alexander, 1991), para permitir el fluir
también espiritual.
Surge espontáneamente la paradoja de ser terapeuta y de construir ese ser, para que ese
sencillamente son dos personas que se unen en un intercambio de palabras que permite la
todas ellas convergen en el centro terapéutico como explosión transformadora, como hechizo
mágico cambiante. Allí entonces no hay un modelo evidente, no hay una técnica ni lenguaje
científico, allí hay un contacto entre seres y se vuelve al inicio del texto, donde todo lo
al momento donde todos los conceptos que tienen tanto valor, necesitan ser desaprendidos,
como el proceso de la vida, según Rüdiger Dalhke (1999) en la mitad de la vida se permita
soltar herramientas, estrategias y aprendizajes, para empezar el retorno como seres más
completos, más desnudos y mas sabios. De la misma forma que Herman Hesse en su poema
grados:
tiempo,
valor de la academia, para permitirse el hechizo de vivir una nueva experiencia, sin embargo
proceso de desaprender. Una vez se han adquirido esos conocimientos precisos, cuidadosos
y trascendentes llega el momento de buscar el desierto personal, donde se olvida, se
externaliza y se expulsa del bucle lo que no permite continuar con la disposición del corazón,
para que se unan los aprehendizajes experienciales, intelectuales en solo un ser que es
terapeuta.
ser se construye y deconstruye, de tantas formas y tantas veces como sea necesario, hasta
Referencias.
Ceberio, M. R., & Linares, J. L. (2010). Ser y hacer en terapia familiar sistémica. Buenos
Aires: paidós.
Dalhke, R. (1999). Las etapas criticas de la vida. Barcelona: Plaza y Janés Editores S.A.