Informe de La Integración Latinoamericana
Informe de La Integración Latinoamericana
Informe de La Integración Latinoamericana
FACULTAD DE DERECHO
Campus La Ceiba
Cuenta: 201630020079
1. Objetivos……………………………………………………………….…..1
2. Introducción…………………………………………………………….….2
3. Desarrollo del Tema: La Integración Latinoamericana
Qué es?....................................................................................................3
Sus implicaciones para los países miembros?.........................................4-5
Cuáles son sus orígenes?........................................................................5-10
Cuál es su teoría jurídica?.......................................................................10-12
4. Conclusiones……………………………………………………………...13-15
5. Bibliografía…………………………………………………………….…..16
Objetivos
Dos años después Samper publicó en París su libro Ensayo sobre las
revoluciones políticas y la condición social de las Repúblicas Colombianas
(Hispano-americanas) (1861), en cuyo prefacio llevaba más lejos su anterior
planteamiento, al proponer ahora emplear el término de Colombia para designar
ya no sólo a las antiguas colonias de España, sino a todos los territorios al Sur
de los Estados Unidos: Esta última palabra exige una explicación de nuestra
parte. Hemos creído tener plena razón para iniciar en la prensa una innovación
en la terminología histórica geográfica del Nuevo Mundo. Hasta ahora la parte
continental de "América", al sur del istmo de Panamá ha sido llamada América
del sur o meridional, y el conjunto de las antiguas colonias continentales de
España, América española. Pero los ciudadanos de la Confederación del Norte
llamada "Estados Unidos", se han arrogado para sí solos, y con razón, el nombre
de Americanos, como expresión de su nacionalidad política, -así como designan
con el nombre general de América la Confederación fundada por Washington.
Esta denominación ha defraudado la gloria de Cristóbal Colomb (sic), y
atribuidole al descubridor secundario, Américo Vespucci, lo que no le pertenece.
La justicia exige que el mundo moderno restablezca la clasificación histórica;
tanto más cuanto así desaparecerá toda confusión en las denominaciones. Por
tanto, nos permitimos proponer (y damos el ejemplo en este escrito) que en lo
sucesivo se adopte lo siguiente: COLOMBIA, -la parte del Nuevo Mundo que se
extiende desde el Cabo de Hornos hasta la frontera septentrional de Méjico.
AMERICA, -lo demás del continente".
La idea de América Latina
También el puertorriqueño Eugenio María de Hostos se pronunció por utilizar
Colombia en lugar de Hispanoamérica, inclusive lo siguió usando más de una
vez aún cuando el nombre, en su acepción continental, era abandonado al
adoptarse después de 1861 como título oficial y exclusivo de una sola República
americana. Todavía en 1870, estando en Lima, auguraba en un artículo con
motivo de un aniversario de la batalla de Ayacucho: "Entonces el Continente se
llamará Colombia, en lugar de no saber como llamarse", y, más adelante, titulaba
"La Confederación Colombiana" a una serie de artículos periodísticos a favor de
la unidad hispanoamericana. Pero la realidad lo obligaría a reconocer en Nueva
York, cuatro años después, en un trabajo titulado "La América Latina": "No
obstante los esfuerzos hechos por Samper, por algunos otros escritores
latinoamericanos y por el autor de este artículo, reforzados por la autoridad de la
Sociedad Geográfica de Nueva York, no prevalece todavía el nombre colectivo
de Colombia con que han querido distinguir de los anglosajones de América a
los latinos del Nuevo Continente. En tanto que se logra establecer
definitivamente la diferencia, es bueno adoptar para el Continente del Sur y la
América Central, México y Antillas, el nombre colectivo que aquí le damos y el
de neolatinos usado por el señor A. Bachiller y Morales, o el de latinoamericanos
que yo uso para los habitantes del Nuevo Mundo que proceden de la raza latina
y de la ibérica".
Tal como constataba Hostos, el obligado abandono del término Colombia, en su
acepción mirandina, tenía lugar precisamente en un momento en que ya había
surgido la alternativa de América Latina para denominar los territorios del río
Bravo a La Patagonia, nombre nacido al calor de los ascendentes antagonismos
con el poderoso vecino del Norte. Es muy significativo que la expresión América
Latina surgiera con un indudable y definido acento antinorteamericano. La
aparición del novedoso concepto, a mediados del siglo XIX, estaba vinculado al
resultado de las luchas por la independencia del período de 1791 a 1826, cuando
tras la emancipación política pasaron a un segundo plano las contradicciones
con las antiguas metrópolis europeas y, en su lugar, se alzaron las agudas
pugnas con los Estados Unidos, que iniciaba entonces su voraz política
expansionista. En varios textos de la época la creciente contradicción con los
Estados Unidos se fue relacionando con las evidentes diferencias -culturales,
religiosas, lingüísticas, étnicas, etc.- que separaban la América del Norte, origen
anglosajón, de una América del Sur que contaba con un importante componente
latino en su ascendencia. La búsqueda de las causas de este diferendo en una
distinta matriz étnica fue prácticamente simultánea, como ha demostrado Arturo
Ardao, al surgimiento de la idea de la latinidad de la Europa meridional y por
extensión de las antiguas colonias ibéricas.
Uno de los primeros autores que se refirió al origen latino de los pueblos que
habitaban las colonias españolas fue Alexander von Humboldt, quien ya en 1825
escribió en su Viaje a las regiones equinocciales: "Hoy, la parte continental del
Nuevo Mundo se encuentra como repartida entre tres pueblos de origen europeo:
uno, y el más poderoso, es de raza germánica, los otros dos pertenecen por su
lengua, su literatura y sus costumbres, a la Europa latina". Otro escritor europeo
que tuvo un importante papel en este proceso fue el escritor francés Michel
Chevalier quien, en medio del debate que entonces se insinuaba sobre las razas
y que iría subiendo de tono hasta llegar muy pronto al racismo gobinista,
contrapuso la latinidad de las antiguas colonias de España, Portugal y Francia a
la América sajona, tal como aparece por primera vez en este texto suyo de 1836:
"Nuestra civilización europea procede de un doble origen, de los romanos y de
los pueblos germánicos. Haciendo, por un instante, abstracción de Rusia, que
es una recién llegada y que ya sin embargo iguala a los más poderosos de los
antiguos pueblos, se subdivide en dos familias, de las cuales cada una se
distingue por su semejanza especial con una de las dos naciones madres que
han concurrido a engendrarlas a la una y a la otra. Así, hay la Europa latina y la
Europa teutónica; la primera comprende los pueblos del Mediodía; la segunda,
los pueblos continentales del Norte e Inglaterra. Esta es protestante, la otra es
católica. Una se sirve de idiomas en los que domina el latín, la otra habla lenguas
germanas.
Las dos ramas, latina y germana, se han reproducido en el Nuevo Mundo.
América del Sur es, como la Europa meridional, católica y latina. La América del
Norte pertenece a una población protestante y anglosajona".
De esta manera se fue extendiendo, tanto en el Viejo como en el Nuevo Mundo,
la idea de la latinidad de Iberoamérica. Pero todavía no se había producido el
alumbramiento de una nueva expresión que designara a los países ubicados de
México al estrecho de Magallanes, pues los autores que mencionaban la
latinidad de esta parte del planeta seguían usando el término América del Sur
para denominar al conjunto de las antiguas colonias de España, Portugal y
Francia. Tampoco los primeros escritores hispanoamericanos que aludieron a la
latinidad del subcontinente, como el dominicano Francisco Muñoz del Monte, el
cubano Antonio Bachiller y Morales o el chileno Santiago de Arcos, proponían
otro nombre para estos territorios, sino sólo lo hacían para destacar la
importancia de esa herencia en la conformación de sus pueblos. Así el propio
Arcos se refería en 1852 a "la luz que ya viene para la América Española, para
las razas latinas que están llamadas a predominar en nuestro continente".
En rigor el neologismo América Latina, que al parecer hizo su aparición a
mediados del siglo XIX, tuvo como verdaderos padres a José María Torres
Caicedo y al chileno Francisco Bilbao, ambos entonces residentes en París. Este
último empleó el vocablo, por primera vez, en una conferencia dictada en la
capital francesa el 24 de junio de 1856 con el título "Iniciativa de la América",
donde también se valió del gentilicio "latinoamericano". Paralelamente Bilbao
defendió, en varios textos, a la "raza latino-americana" frente al expansionismo
anglosajón, añadiendo además que la "América Latina" ha de integrarse, pues
en el Norte desaparece la civilización y emerge la barbarie. Tres meses después
de este discurso fundacional de Bilbao en relación con la denominación de
América Latina, Torres Caicedo también lo utilizó, el 26 de septiembre de 1856.
En la primera estrofa de la parte IX de su poema "Las dos Américas":
De todo lo anterior surge entonces una nueva generación de Acuerdos que tratan
de integrar a cada región por su vecindad y características similares, sin dejar de
lado que la unión económica más que la política es la que se ha logrado
consolidar en el territorio de América Latina.
Si se toma en cuenta cada uno de los factores enlistados arriba, tenemos que el
grado de integración nos daría aún un margen de error que no es mesurable, ya
que la diversidad existente que se registraría con el resto del mundo, no sería
tomada en cuenta, y es por eso que no se llega a un punto medio donde todos
los países del continente estén conformes con el método para medir el tamaño
de economía que cada uno posee.
https://www.gestiopolis.com/diversos-aspectos-integracion-latinoamericana/
https://es.wikipedia.org/wiki/Integración_latinoamericana
http://www.parlatino.org/pdf/temas-especiales/clan/teoria-juridica-integracion-
latinoamerica.pdf
http://www.comunidadandina.org/bda/docs/VE-INT-0001.pdf
http://www20.iadb.org/intal/catalogo/PE/2011/07957.pdf