El Caso Tintaya 1
El Caso Tintaya 1
El Caso Tintaya 1
La mina de Tintaya representa la operación más antigua, con algo más de 25 años de
actividad productiva. Tintaya se ubica en la provincia de Espinar, en la región del Cusco, a
4,100 metros sobre el nivel del mar.
Con la puesta en marcha de la mina de Tintaya, Espinar se convirtió desde inicios de la
década del 1980 en la zona minera de la región Cusco y una de las más importantes del sur
del país. La trayectoria de la mina de Tintaya muestra diferentes etapas: desde la fase
inicial, bajo la gestión de una empresa pública, pasando por la etapa de privatización y la
llegada de empresas transnacionales, que expandieron aún más las operaciones mineras
en la segunda mitad de la década de 1990.
La disputa por el manejo de tierras comunales, que eran destinadas antes que llegue la
minería a uso agropecuario y a la gestión.
De los recursos hídricos, fue un aspecto central de los reclamos de las comunidades
campesinas vecinas a la mina. Las expropiaciones iniciales de tierras tuvieron un impacto
importante en los pobladores, agrupados hasta entonces en una sola comunidad;
posteriormente, ya bajo gestión privada, la empresa siguió adquiriendo tierras comunales.
Por otro lado, como es usual, la minería se convirtió en un competidor directo por el
control de los escasos recursos hídricos de la zona, provocando además impacto en ellos.
Las comunidades directamente afectadas fueron las de la cuenca del río Salado. Si bien los
impactos fueron diferenciados por zonas, uno de los aspectos más relevantes para el
conjunto fue la pérdida de tierras comunales:
Poblaciones como la de Tintaya Marquiri fueron afectadas por la expropiación inicial, y
posteriormente las comunidades de Alto Huancané, Bajo Huancané, Huano Huano, Alto
Huarca y la propia Tintaya Marquiri vendieron sus tierras a la empresa, presionadas por
procesos de servidumbre que en paralelo se tramitaban en el Ministerio de Energía y
Minas.
El caso de Tintaya:
Muestra aspectos que están presentes en el escenario global de los conflictos mineros. En
primer lugar, en zonas como las de Tintaya, donde la minería lleva implantada un largo
período, las estrategias de las poblaciones locales, sus organizaciones y autoridades
parecieran orientarse a negociar sobre todo las condiciones de la continuidad de su
permanencia, mas no su retiro: el “discurso antiminero” en Tintaya no se orienta a un
rechazo abierto o al pedido del cierre de las operaciones de la mina.
En segundo lugar, Tintaya también presenta en sus distintas etapas los procesos
complejos de formación de actores locales, estrategias de desarrollo de capacidades,
organización y posicionamientos en torno al conflicto minero.
Por el lado de la empresa minera, Tintaya también permite ver la evolución de las
estrategias empresariales en torno a un conflicto que pasó a ocupar el primer lugar en el
orden de sus prioridades.
Uno de los aportes del caso de Tintaya es que se puso en evidencia una capacidad de
diálogo y logro de acuerdos que no tiene precedentes en el escenario de conflictos mineros
en el Perú. Hoy en día las diferentes instancias creadas en la zona, como la mesa de
diálogo, donde participan las comunidades vecinas a la mina, y la del convenio marco de
carácter provincial, aunque con dificultades, estallidos violentos y demoras en la
implementación de acuerdos, siguen funcionando y se han convertido en un mecanismo de
trabajo que ha logrado institucionalizarse.
Las primeras acciones desarrolladas en relación con lo que actualmente se conoce como la
operación minera de Tintaya se remontan a la segunda década del siglo pasado. Las
exploraciones en la zona se iniciaron en 1917, cuando la empresa estadounidense Andes
Exploration of Mine determinó la existencia de reservas en la comunidad de Antaycama;
posteriormente, en 1952, la empresa Cerro de Pasco Corporation adquirió los derechos
para continuar con las exploraciones.
El 2 de mayo de 1980, fue constituida la Empresa Estatal Minera Asociada Tintaya S. A.,
siendo uno de los últimos emprendimientos mineros bajo propiedad del Estado en el Perú.
Las acciones de la nueva empresa fueron distribuidas de la siguiente manera: Minero Perú
(45%), CENTROMIN Perú (45%) y la Corporación Financiera de Desarrollo (10%).
En septiembre de 1981, cambió de denominación por la de Empresa Minera Especial
Tintaya S. A.
Las obras civiles de construcción de la mina culminaron a finales de 1984, y la Empresa
Minera Especial de Tintaya comenzó la producción el mes de abril de 1985, convirtiéndose
rápidamente en la tercera productora de cobre del Perú en la segunda mitad de la década
de 1980.
Iniciada la década de 1990 y bajo el impulso de las nuevas políticas y las reformas
liberales, se inició la transferencia de las empresas públicas al sector privado. El Comité
Especial encargado de la privatización de la empresa de Tintaya fue nombrado el 12 de
febrero de 1993 por Resolución Suprema N. 044-93 de la Presidencia del Consejo de
Ministros
Las propuestas para la compra de la mina de Tintaya fueron presentadas el 6 de octubre
de 1994, participando seis postores.
El consorcio estadounidense Magma Copper Company/Global Magma. Se adjudicó la
buena pro: el contrato, firmado el 29 de noviembre de 1994, estableció un pago en efectivo
de US$ 215.7 millones y la entrega de US$ 55 millones en títulos de la deuda externa.
Adicionalmente, los trabajadores adquirieron acciones por US$ 3.8 millones, lo que
significó que el monto total de la venta de la mina de Tintaya alcanzó la cifra de US$ 276.8
millones.
De esta manera, la nueva empresa cambió su denominación por la de Magma Tintaya S. A.
Poco después, en enero de 1996, Magma fue absorbida por el grupo australiano Broken
Hill Proprietary (BHP), y finalmente este último se fusionó, en 2001, con la empresa
Billiton PLC de Inglaterra, conformando el segundo grupo mundial productor de
minerales.
A inicios de la década de 1980, en el Perú se vivía una gran efervescencia política por el
retorno de la democracia, luego de doce años de gobierno militar. Realizadas las elecciones
generales, en mayo de 1980.
Período AlCALDES PARTIDOS
1981-1983 Víctor Torres Chuctaya Izquierda Unida
1984-1986 Franco Gilberto Andia Lazarte Izquierda Unida
1987-1989 Arturo Espinoza Enriquez APRA
1990-1992 Mario Ccorahua Salcedo Izquierda Unida
1995-1996 Manuel Infantas Ccapatinta FRENATRACA
1996-1997 Prudencio Aimituma Quispe FRENATRACA
1997-1999 Pedro Virgilio Caballero Tacar Acción Popular
2000-2002 Oscar Mollohuanca Cruz Minka
2003-2006 Luís Antonio Álvarez Salcedo APRA
2007-2011 Alfredo Salinas Pérez Renacimiento Andino
La década de 1990 fue una etapa de cambios importantes en Espinar y en el resto del país.
La venta de la mina de Tintaya y la llegada de nuevos operadores, definió un nuevo marco
legal que tenía en la minería a uno de los sectores claves para la reactivación económica en
el país, modificaron drásticamente el escenario precedente.
Los cambios en la provincia de Espinar se dejaron sentir y al mismo tiempo la sensación
predominante en las organizaciones sociales era que el avance de la minería no debía
olvidar la agenda de demandas pendientes.
A partir de la segunda mitad de la década de 1990, ya instalados los nuevos propietarios,
se iniciaron procesos de compras de tierras comunales: la estrategia era expandir las
operaciones de la mina de Tintaya y ampliar el nivel de reservas.
Para sus promotores, la propuesta de negociación debía superar las demandas puntuales
que habían predominado hasta entonces y apostar a una lógica integral y de largo plazo,
que articule las demandas de las comunidades y de las zonas urbanas.
En la cláusula 5.2 del convenio se señala que “dichos acuerdos deberán estar
plasmados en convenios específicos que contengan plazos y cronogramas establecidos
para un adecuado seguimiento, supervisión y comprobación del cumplimiento de los
compromisos allí establecidos”.
El convenio marco fue suscrito por el alcalde provincial, Luís Álvarez Salcedo, y los
representantes de la empresa, Jacobus Pieter Zwaan, presidente y gerente general de BHP
Billiton Tintaya, y su vicepresidente, Lucio Ríos Quinteros. Por las organizaciones de
Espinar firmaron Sixto Arósquipa Paco, presidente del FUDIE, y Gilberto Corahua Salcedo,
por la Asociación de Urbanizaciones Populares de la Provincia de Espinar (AUPE), entre
otras instituciones. A solicitud de las organizaciones sociales de Espinar, la institución
Oxfam fue designada como veedora del cumplimiento del convenio.
La firma del convenio representó un aspecto innovador en las relaciones de las empresas
mineras y sus entornos poblacionales. Por primera vez en el Perú una empresa minera
acordaba transferir de manera directa un porcentaje de sus utilidades a las poblaciones
vecinas y firmaba un compromiso de colaboración de largo plazo. Sin embargo, como
veremos más adelante, la firma del convenio marco y su posterior implementación
enfrentaron diversas dificultades y no impidieron el posterior estallido de conflictos
sociales en Espinar.
Como ha sido mencionado, desde la llegada del proyecto, las comunidades campesinas
vecinas a la mina de Tintaya recibieron un conjunto de impactos directos. Los principales
temas de disputa fueron la expropiación inicial de 2,368 hectáreas de tierras del sector de
Tintaya Marquiri, los problemas ambientales, el uso de los recursos hídricos de la zona y
los posteriores procesos de ventas de tierras. Las comunidades directamente afectadas
fueron las de la cuenca del río Salado: Tintaya Marquiri, Alto Huarca, Alto Huancane, Bajo
Huancané y Huano Huano. Hasta mediados de la década de 1980, todas estas poblaciones
estaban agrupadas en un una sola comunidad madre, la de Antaycama.
Estos hechos fueron creando un creciente malestar entre las comunidades. Sus demandas
no fueron atendidas ni por la empresa minera ni por las autoridades, y si bien fueron
recogidas en los diferentes pliegos de reclamos y propuestas del convenio marco, quedaba
la sensación en el seno de las directivas comunales de que la problemática era específica y
debería ser priorizada y tratada en un espacio diferenciado.
El informe presentado por Walsh Perú en los primeros meses del año 2007 ha sido
cuestionado por las principales organizaciones sociales de la provincia, como la FUCAE y el
FUDIE, y el nuevo alcalde provincial, Alfredo Salinas Pérez, de la agrupación política
Renacimiento Andino. En asamblea popular, realizada el pasado 27 de marzo de 2007, se
acordó rechazar el informe de Walsh Peru, al que califican de estar parcializado con la
empresa minera y de no cubrir las expectativas de la población, además de haber
incumplido, según los voceros de estas organizaciones, los plazos y los términos de
referencia. Se ha acordado formar una comisión técnica, integrada por los profesionales,
técnicos, líderes, estudiantes y personalidades de la provincia de Espinar para desarrollar
una evaluación y monitoreo propio. Por otro lado, en la misma asamblea se planteó
evaluar la marcha del convenio marco y buscar perfeccionar algunas cláusulas “en favor
del desarrollo integral de la Provincia de Espinar y la empresa minera”.16 En términos
generales, se puede afirmar que pese a los equilibrios precarios y los escenarios aún
inciertos, los espacios de diálogo implementados en la zona de influencia de Tintaya
seguirán jugando un rol central. En ellos se procesarán las principales discrepancias y,
dependiendo del compromiso de los actores, se podrá avanzar en la implementarán de
acuerdos de mayor gravitación.