Evangelii Vitae

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Resumen de la

Encíclica
"El Evangelio de la
Vida",
del Papa Juan Pablo II
El 25 de marzo, día de la Solemnidad de la Anunciación, se ha
dado a conocer el contenido de la más reciente encíclica de S.S.
Juan Pablo II: Evangelium Vitae ("El Evangelio de la Vida").

1. Tema: El valor y el carácter


inviolable de la vida humana.
Es una defensa de la vida humana en todos sus aspectos.
Confirma que todo ser humano tiene un valor intrínseco e
inviolable.
Comienza con estas palabras: "El Evangelio de la vida está en el
centro del mensaje de Jesús. Acogido con amor cada día por la
Iglesia, es anunciado con intrépida fidelidad como buena noticia
a los hombres de todas las épocas y culturas" (Evangelium
Vitae, 1).
Estamos en una crisis que afecta la dignidad humana y sus
derechos. Es un conflicto entre la "cultura de la muerte" y la
"cultura de la vida". Jesucristo llama a todos a escoger la vida
sobre la muerte.

2. La vida humana es sagrada e


inviolable:
"La vida humana es sagrada porque desde su inicio comporta "la
acción creadora de Dios" y permanece siempre en una especial
relación con el Creador, su único fin. Sólo Dios es Señor de la
vida desde su comienzo hasta su término: nadie, en ninguna
circunstancia, puede atribuirse el derecho de matar de modo
directo a un ser humano inocente" (53).
"Jesús dijo: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás...
(Mt. 19, 18)" (52).
"Pediré cuentas de la vida del hombre al hombre, cf. Gn 9, 5: la
vida humana es sagrada e inviolable" (52).

3. Presenta las raíces de la


violencia contra la vida
basándose en la historia del
Génesis (la Biblia):
Caín se lanzó contra su hermano Abel y lo mató. El Señor le dijo
a Caín: "¿Dónde está tu hermano Abel?" Contestó: "No sé. ¿Soy
yo acaso guarda de mi hermano?"
Advierte sobre la "tendencia, cada vez más frecuente, de
interpretar estos delitos contra la vida como legítimas
expresiones de la libertad individual, que deben reconocerse y
ser protegidas como verdaderos y propios derechos" (18).
Esta distorsión lleva a muchos errores modernos:
 "El concepto de libertad que exalta de modo absoluto al
individuo, y no lo dispone a la solidaridad, a la plena
acogida y al servicio del otro. Si es cierto que, a veces, la
eliminación de la vida naciente o terminal se enmascara
también bajo una forma malentendida de altruismo y
piedad humana, no se puede negar que semejante cultura
de muerte, en su conjunto, manifiesta una visión de la
libertad de los 'más fuertes' contra los débiles destinados a
sucumbir" (19).
 El estado ha abdicado su función primordial como protector
del derecho a la vida. Se ha convertido en protector del
aborto, el infanticidio y la eutanasia.
 Un círculo vicioso: "Perdiendo el sentido de Dios, se tiende
a perder también el sentido del hombre, su dignidad y su
vida" (21).
Este eclipse del sentido de Dios y del hombre lleva a:
 El materialismo y el hedonismo (23).
 La negación del valor del sufrimiento.
 La despersonalización y explotación de la sexualidad
humana.
 El empobrecimiento de las relaciones interpersonales.
 El eclipse de la conciencia moral de las personas y de la
sociedad, la confusión entre lo que es bueno y lo que es
malo.

4. Una defensa contra todas las


amenazas a la vida humana.
La Encíclica no se limita a defender la vida contra el aborto y la
eutanasia:
 Con respecto a la pena de muerte dice: "La medida y la
calidad de la pena deben ser valoradas y decididas
atentamente sin que se deba llegar a la medida extrema
de la eliminación del reo, salvo en casos de absoluta
necesidad, es decir, cuando la defensa de la sociedad no
sea posible de otro modo. Hoy, sin embargo, gracias a la
organización cada vez más adecuada de la institución
penal, estos casos son ya muy raros, por no decir
prácticamente inexistentes" (56).
 Con respecto a las personas inocentes dice: "Confirmo que
la eliminación directa y voluntaria de un ser humano
inocente es siempre gravemente inmoral" (57).
 Con respecto al aborto dice: "Ninguna palabra puede
cambiar la realidad de las cosas: el aborto procurado es la
eliminación deliberada y directa, como quiera que se
realice, de un ser humano en la fase inicial de su
existencia, que va de la concepción al nacimiento" (58).
Todos están llamados a una mayor responsabilidad en la
protección de la vida humana:
 Las madres y los padres.
 La familia y las amistades.
 Los doctores y las enfermeras.
 Los legisladores.
 Las instituciones internacionales.
Dice el Santo Padre: "Declaro que el aborto directo, es decir,
querido como fin o como medio, es siempre un desorden moral
grave, en cuanto eliminación deliberada de un ser humano
inocente. Esta doctrina se fundamenta en la ley natural y en la
Palabra de Dios".
Con respecto a los embriones humanos dice: "El uso de
embriones o fetos humanos como objeto de experimentación
constituye un delito en consideración a su dignidad de seres
humanos, que tienen derecho al mismo respeto debido al niño
ya nacido y a toda persona" (63).
Con respecto a la eutanasia dice: Por eutanasia se "debe
entender una acción o una omisión que por su naturaleza y en la
intención causa la muerte, con el fin de eliminar cualquier dolor"
(65). "Confirmo que la eutanasia es una grave violación de la
Ley de Dios, en cuanto eliminación deliberada y moralmente
inaceptable de una persona humana" (65).
En respecto al suicidio: "El suicidio es siempre moralmente
inaceptable, al igual que el homicidio" (66).
"El suicidio, bajo el punto de vista objetivo, es un acto
gravemente inmoral, porque comporta el rechazo del amor a sí
mismo y la renuncia a los deberes de justicia y de caridad para
con el prójimo, para con las distintas comunidades de las que se
forma parte y para la sociedad en general" (66).

5. La ley de Dios está por


encima de las leyes de los
hombres:
"Es cierto que en la historia se han cometido crímenes en
nombre de la verdad. Pero crímenes no menos graves y
radicales se han cometido y se siguen cometiendo también en
nombre del relativismo ético. Cuando una mayoría
parlamentaria o social decreta la legitimidad de la eliminación
de la vida aún no nacida, inclusive con ciertas condiciones,
¿acaso no adopta una decisión tiránica respecto al ser humano
más débil e indefenso"? (70)
"¿Acaso los crímenes dejarán de serlo si, en vez de haber sido
cometidos por tiranos sin escrúpulos, hubieran estado
legitimizados por el consenso popular?" (70)
"En la base de estos valores no pueden estar las provisionales o
volubles mayorías de opinión, sino sólo el reconocimiento de una
ley moral objetiva" (70).
"Las leyes que autorizan y favorecen el aborto y la eutanasia se
oponen radicalmente no sólo al bien del individuo, sino también
al bien común y, por consiguiente, están privadas totalmente de
auténtica validez jurídica" (72).
"El aborto y la eutanasia son crímenes que ninguna ley humana
puede pretender legitimar. Leyes de este tipo no sólo no crean
ninguna obligación de conciencia, sino que, por el contrario,
establecen una grave y precisa obligación de oponerse a ellas
mediante la objeción de conciencia" (73).
Este Evangelio (buena noticia) no es sólo la enseñanza personal
del Papa o de la Iglesia. Es de origen divino. La Iglesia desde el
principio lo ha anunciado. Dios nos ordena: "No matarás".
6. La Encíclica defiende la
auténtica libertad del hombre:
 "El hombre, a diferencia de los animales y de las cosas, no
puede ser sometido al dominio de nadie" (19).
 "Nuestras ciudades corren el riesgo de pasar de ser
sociedades de convivientes a sociedades de excluídos,
marginados, rechazados y eliminados" (18).

7. Hay signos esperanzadores


de amor a la vida en el mundo:
 Amor a los niños.
 Grupos que defienden la vida.
 Familias que se abren a la adopción.
 Oposición a la pena de muerte.
 Atención a la ecología.

8. Nos ofrece esperanza:


"El Evangelio de la Vida es una realidad concreta y personal,
porque consiste en el anuncio de la persona misma de Jesús"
(29).
"También hoy, dirigiendo la mirada a Aquel que traspasaron,
todo hombre amenazado en su existencia encuentra esperanza
segura de liberación y redención" (50).
María es la mujer que nos da el mejor ejemplo de cómo acoger
la vida.
A las mujeres que se han practicado un aborto el Santo Padre les
dice que él comprende su dolor y su corazón herido. Las invita al
arrepentimiento, a la reconciliación, y a la esperanza. Las invita
también a ser las más elocuentes defensoras del derecho a la
vida (99).
Nos invita a todos a celebrar la vida y a defenderla. Nos llama a
la oración y el ayuno como medios eficaces para ayudar a
realizar los designios de Dios.

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