De Indigena A Ladino, El Goyo Yic en Hombres de Maíz.

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C.

Luna

Universidad Rafael Landívar

Literatura Guatemalteca II

Christian Luna - 1040918

El Goyo Yic, de indígena a ladino: transición reforzada por el registro narrativo de


Hombres de maíz.

Hombres de maíz es la obra indigenista de Miguel Ángel Asturias, la cual narra una serie de
historias conectadas, pero auto conclusivas. Todas estas historias nacen de las acciones de Gaspar
Ilom y su rebelión, la cual desencadenara la serie de sucesos narrados por Miguel Ángel Asturias.
De estas historias analizaremos la 5ta de ellas, María Tecún. En este capítulo se narra la historia
de Goyo Yic , y como es su búsqueda por su esposa, la cual lo ha abandonado junto con todos sus
hijos. Goyo Yic es un hombre ciego, que en un inicio es pasivo, y gracias a su desgracia se
transforma, llenándose de vicios y convirtiéndose en un tacuazín.

De esta transición que sufre el Goyo Yic hablaremos en el siguiente ensayo, y lo analizaremos
apoyándonos en el texto de Dante Liano Dos registros narrativos en «Hombres de Maíz». Dado
que la transformación del personaje se da del indígena al ladino, pasando de ser un abúlico
limosnero para querer llevar a cabo empresas, de solo llorar por María Tecún a trasladarse en su
búsqueda, de ciego a vidente. Por lo tanto, la pregunta será ¿Cómo se transforma el Goyo Yic, de
que formas se refleja en el texto?

La historia del Goyo Yic

Para comenzar deberemos entender la historia, seccionarla en etapas de las cuales podamos extraer
los cambios del personaje, y luego diseccionarlos en sus demostraciones.

La historia inicia con la salida de María Tecun con todos sus hijos, y todas sus pertenencias,
alejándose de Goyo Yic, un hombre ciego que rescató a María Tecún desde bebé, luego de que
toda su familia fuera decapitada. Goyo Yic luego de criarla la desposa y preña. Durante todo este
tiempo Goyo Yic, los mantiene a base de limosnas, estas las pide en un camino, recostado en un
Amate. .Luego de cansarse de gritar y gritar, desesperado, agotado, regresa a su amate resignado,

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sigue maltratando a María Tecún. A continuación Goyo se propone a solucionar su ceguera. Reúne
dinero para pagar al curandero y se dirige a ser curado. El capítulo del curandero es en el que
encontramos mayor cantidad de recursos literarios, aunque más adelante trataremos el uso de estos
recursos. Luego de recuperarse Goyo Yic. No lo encontramos en un pueblo, lejano de su amate,
vendedor que posee un tacuatzín1. Este capitulo que concluye la historia del ciego podemos ver un
retrato de´: su añoranza por María Tecún, su vida ahora de comerciante y no de vago, sus nuevos
vicios.

De esta forma podemos encontrar que hay 3 etapas del desarrollo del personaje:

1. El ciego abandonado, que aún se considera indígena.


2. El hombre en pos de mejorarse a sí mismo.
3. El vidente con vicios, ladinizado y transformado.

Características del Goyo Yic que cambian.

Primero observaremos su relación con María, luego de se abandonado por ella, podemos encontrar
esta expresión.

—¡No siás ruin, María Tecúúúüüün! ¡No te escondas, es con vos, María TecúúúÚÚÚn!
¿Qué se sacan de eso, mucháááAAA? ¡Mucha-óóóÓÓÓ!¡Mucha-mis-íííÍÍÍjos!… Se lo van
a pagar a Dios, jodidos. ¡Estoy harto de gritar, María Tecún, Maríííllla Tecún! ¡Contesten,
mucháááAAA! ¡MuchaóóóÓÓÓ! ¡Mucha-mis-híííÍÍÍ… mis-híííÍÍÍ… mis-híííÍÍÍ…! El grito
se le volvió llanto corrido. Y después de moquear un rato, y de estarse callado otro gran
rato, siguió despeñando sus gritos: —¡Parecen piedras que no-ÓÓÓyen! ¡Sin mi licencia
se juéééÉÉÉron! ¡María Tecún, si te juiste con otro juida, devolveme a los
muchachíííÍÍÍtos! ¡Los muchachitos míííÍÍÍos! (Asturias, 2012, pág. 129)
Se refleja dolor, el sufrimiento, la desgracia por la que pasa Goyo Yic, El ruin, que en algún
momento de la novela se le cambia por el apellido a María deja entrever el dolor de Goyo, que
también sufre por la perdida de sus hijos. Por otra parte, al momento de el Goyo estar borracho y
soñar con su mujer ya tiempo después podemos encontrar esto:

Goyo Yic, Tatacuatzín, se tiró el sombrero hacia la frente, se lo encasquetó en tal forma
que le cubrió los ojos —cerca de la punta de la nariz lo llevaba, hasta allí se lo metió para

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Mal formulación de la palabra Tacuazín utilizada por el Goyo Yic.

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cegarse— y no por eso detuvo el paso de vals titubeado que hacía acompañando al
compadre. Al entrar a sus antiguos dominios, tacto y oído, encontró a la María Tecún.
¿Cómo estás vos?, le dijo ella a él, y él le contestó: Yo bien, y vos… ¿Y en qué andas?,
preguntó ella a él, y él le contestó: Vendiendo aguardiente, de resultas de un mi conocido
que se hizo mi compadre. Ando en el negocio. ¿Vas a ganar bien?, le preguntó ella. Sí, le
contestó él, algunos realitos. (Asturias, 2012, pág. 184)
Ahora podemos encontrar a un Goyo que se ha reconciliado con María, incluso la idealiza, pensado
que ella de una forma perfeccionista, olvidando aquel daño y dolor, convirtiendo su sueño de verla
en una concesión.

Como estas hay otros cambios, como el pasivo activo, de ser un limosnero a un hombre que busca
hacer negocios, poder estar con otras mujeres, entre muchas otras contraposiciones de esta
transformación esta la ladinización del Goyo Yic. Para esto primero veremos cómo se demuestra
esto en dos ámbitos de la obra. ”La narrativa, sobre los registros de esta podemos acudir a Dante
Liano en la siguiente cita. no es difícil encontrar en Asturias dos registros de narración en Hombres
de Maíz, Un registro, (…) Esta lleno de recursos literarios (…) aliteraciones obsesivas,
enumeraciones ” (Liano, pág. 49) Esta narración de caracteres oníricos Liano la relaciona con los
temas indígenas, Así nos encontramos con que este ambiente desaparece hasta la tercera parte de
la historia del Goyo. A continuación colocare un par de ejemplos para observarlo. “Los barrancos
respiraban para adentro y en eso conocía Goyo Yic su proximidad peligrosa. Iba andando,
gimoteando, tiritando hacia su casa, de donde había salido gritando hace buen momento” (Asturias,
2012, pág. 130 ) La aliteración de ciertos fonemas presta a la narrativa una sensación mística,
mientras que por otro lado cuando se pasa a la etapa del Goyo Yic ladinizado, fungiendo como un
pequeño comerciante desaparecen. Un ejemplo donde aparece de nuevo todo lo que mencionamos
anteriormente, pero esta vez del capítulo en el que el ciego desea ver seria la siguiente, donde lo
lirico nace del ritmo que produce el masticar: “la masticación del copal de Chigüichón seguía y
cuando no era la masticación era el serrucho y cuando no era el serrucho, era el cepillo. Se le
desplomó el cuerpo en el sueño peregrino verticalmente a la Zacatón” (Asturias, 2012, págs. 142-
143)

En esta segunda instancia tenemos el registro de narración realista que Dante Liano nombra y
relaciona con los ladinos y su mundo. De este registro Liano dice: “estilo narrativo es el llamado
tradicional, esto es, basado en la descripción en dialogo, sin saltos temporales bruscos, sin mayor

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derroche de recursos literarios“ (Liano, pág. 50). Para ejemplificar esto veremos el extracto: “Un
jefe de cofradía con las mangas de la chaqueta de jerga azul con seis filas de botones, y dos
asistentes vestidos de manta, camisa y calzón, lo sacaron del templo antes que viniera el auxilio
municipal, arrastrándolo de los brazos hasta el atrio, donde quedó como algo sucio que poco a poco
se fue cubriendo de moscas.” (Asturias, 2012, pág. 155) Ahora en el presente extracto nos
encontramos con un texto desprovisto de aquel ritmo y demás recursos literarios que observamos
cuando la narración se encontraba en un ámbito indígena

Conclusiones

De esta forma superficial podemos concluir que, las transformación de las características de los
personajes en la novela se ven reafirmadas por el por el profundo uso del lenguaje, los juegos de
lo lirico y lo real se ven contrapuestos en la percepción de los sucesos desde el punto de vista del
narrador. Todos estos elementos ajenos a explicito suman a la riqueza de la novela.

Referencias
Asturias, M. Á. (2012). Hombres de Maíz. Guatemala: F&G Editores.

Liano, D. (s.f.). Dos registros narrativos en «Hombres de Maíz». Literatura Hispanoamericana,


47-55.

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