GLOSAS 24 Agosto
GLOSAS 24 Agosto
GLOSAS 24 Agosto
INTRODUCCIÓN.
Mendoza es el lugar, no sólo desde el que el Libertador preparó su estrategia
continental, impulsó la declaración de la independencia y enmarcó la
libertad de todo el continente, sino que fue aquí, en esta tierra cuyana,
donde asombró a propios y extraños como gran estadista, líder destacado
y hombre público honesto y austero.
ENTRADA DE BANDERAS.
Te saludamos, bandera de la patria, “sublime enseña de libertad y honor,
jurando amarte como así defenderte”, mientras palpite nuestro fiel corazón.
Recibimos con orgulloso respeto a las banderas de ceremonias.
HIMNO.
“Tiene esencia de paz y de laureles,
cada letra del Himno majestuoso;
cada verso sugiere el victorioso
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accionar de patriotas y corceles”.
Entonemos las estrofas de nuestro Himno Argentino.
PALABRAS ALUSIVAS
Además de héroe y antes de ser padre de la patria, José de San Martín fue
padre de una niña mendocina a la que llamó Mercedes. La tradición oral
dice que “de su padre, José, heredó la rectitud y de Remedios, su madre, la
fortaleza”.
La pequeña Merceditas nació un 24 de agosto de 1816, razón por la cual
nuestra ley provincial instituye éste como “El día del Padre Argentino”.
Podemos tomar asiento para escuchar palabras alusivas al motivo de
nuestra conmemoración.
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es considerado una de las epopeyas más importantes de los tiempos, algo
inimaginable para aquellos años del siglo XIX. Fue el modelo de soldado
hecho en la disciplina, desafiando la muerte en los campos de batalla,
utilizando siempre como bandera sus nobles ideales.
Solo hay que analizar algunas de sus frases más célebres, adelantadas a su
época, para darse cuenta cuáles eran sus intereses reales, que hoy, en
nuestros tiempos, parecen lejanos pero cuyo significado no ha perdido
valor. “Mi sable nunca saldrá de la vaina por opiniones políticas”, “En
defensa de la patria todo es lícito menos dejarla perecer”, “La conciencia
es el mejor juez que tiene un hombre de bien”, “Seamos libres, lo demás no
importa nada”.
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DESPEDIDA DE LAS BANDERAS.
De pie.
VIDEO.
(Proyección de video)
CONCLUSIÓN Y DESPEDIDA.
Hay en San Martín una gloria mayor que la de haberse medido con la
montaña y con el mar, o que la de haber vencido, con soldados que él sacó
de la nada, a las armas españolas que habían vencido a Napoleón,
destrozando así el imperio secular de los reyes en el Nuevo Mundo.
Esa otra gloria más grande es la virtud, excepcional en un guerrero, de haber
sabido vencerse a sí mismo, haber renunciado a los ascensos, los honores y
los premios del triunfo en todos los lugares en que venció; haber domado de
tal modo su carne que no tuvo la fruición del mando, ni del dinero, ni de la
lujuria como la tuvieron tantos otros vencedores militares; haber sabido
sobreponerse a la adversidad cuando se eclipsó su estrella, coronando su
vida en el destierro, en la soledad y la pobreza, con el caritativo silencio de
los más puros maestros espirituales.
Para llegar a esto último, necesitó perdonar injurias y supo perdonarlas,
acaso más que por amor a los hombres, por amor a su América, la tierra
entre cuyas pasiones primitivas él fue un luminoso hijo del sol.
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Sobrellevó enfermedades, trabajos, pobrezas, ingratitudes y calumnias con
impresionante resignación. De entre esos fuegos salió purificado como los
metales más nobles, y en ello consistió su santidad. Renunció a sueldos,
ascensos, mandos, premios y honores. Tal es la virtud de este santo laico.