Verdades Eternas PDF
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HEMETHERII V A L V E R D E TELLEZ
Episcopi Leonensis
VERDADES ETERNAS,
EXPLICADAS EN LECCIONES,
ORDENADAS PRINCIPALMENTE PARA LOS DIAS DE
LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES,
M A M A á'AMTIíSIMA
SEÑORA
TOMO PRIMER
WIYMAL
IHLoiecá i ú m
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cios los deben dar á muchos ejercitantes, se
ven obligados á traer consigo un fardo de li- que cuando se contempla un Misterio, no se
bros, para repartirlos ya á uno, ya á otro; divierta la mente en pensar e s o t r o s ; no por-
fuera de que estos libros, si contienen algu- que no sean muy útiles á quien los leyere fue-
nos periodos ajustados al punto propuesto d e ra del retiro de los Ejercicios. Demás de es-
los Ejercicios, se divierten luego á otros ar- to, he procurado dar á las lecciones alguna
gumentos y materias propias de su asunto amenidad con algunos ejemplos, que deleiten
particular: de suerte, que no se puede adqui- el ánimo, sin minorar la eficacia, imitando á
rir la buena mercaduria, sin traer mezcla de la naturaleza, que muchas veces nos brinda
mucha, que no es al propósito. Por tanto, al- con remedios en las flores. H e hablado en
gunos padres espirituales, deseosos de una general; pero de tal suerte, que pueda apro-
tal obra, me han persuadido á juntar y dis- vechar á todos estados de principiantes, pro-
poner con método, según el orden que se ficientes y perfectos, y servir á religiosos y
acostumbra en las meditaciones, algunas lec- seglares, como el maná, que tenia todos los
ciones propias, que minorasen la fatiga. Por sabores para cualquier apetito: Omnibus o-
obedecer á sus instancias, he tomado esta mnia: todo para todos. H e ingerido de cuando
empresa, repasando con grande atención va- en cuando algunos afectos, sacados de los
rios libros espirituales,y entresacándolo mas SS. P P . ajustados á la materia; porque si el
apropósito para cada argumento; al modo corazon estuviere seco en la meditación, se
que la aveja chupa de cada flor lo que nece- pueda secundar con ellos, corno se hace en
sita para labrar su miel. las tierras estériles, enriqueciéndolas con fru-
tas extranjeras.
Así he procurado (no sé si con felicidad)
disponer diez y seis lecciones, dos para cada Ves aquí el b'anco de esta mi obra, reco-
dia, una para la mañana, y otra para la tar- ger con estilo sencillo algunos pensamiento»
de, que sirvan para los ocho dias de los Ejer- de los D D . sagrados, y sentimientos de pa-
cicios. En cada una de las lecciones me he dres espirituales, que andan esparcidos en
contenido en los límites del tema, que suele varios libros. Así espero, que como muchas
meditarse, sin divertirme á otros discursos, yerbas graciosas y saludables, si se pudiesen
aunque provechosos, mas no en aquel tiem- juntar en un jardin, ayudarían á la salud de
po en que san Ignacio sábiamente prescribe, muchos, siendo así, que esparcidas en diver-
sos campos, se quedan desconocidas é inúti-
vil.
íes; de la misma manera estas Verdades, re-
cogidas en un ramillete, podrán ser de mas INTRODUCCION.
fécil y mas saludable provecho á las almas.
Y para que lo hagan con mas espíritu, al fin
de cada lección notaré un capitulo á propó-
sito de cada asunto de aquel admirable libro
de la Imitación de Cristo, tan alabado de los
A sí como una de las mayores gra-
santos, y tan justamente estimado, cuanto cias, que Dios hace a las almas sus fa-
ningún otro; (fuera de las sagradas Escritu- vorecidas, es llamarlas á los Ejercicios
ras) en orden á la perfección cristiana, como Espirituales, para infundirlas los mas pu-
lo han experimentado todos los que han apli-
ros rayos de su sabiduría, y enriquecerlas
cado los ojos á leerle, y las orejas del cora-
zón á escucharle, hallando medicina á sus con los mas preciosos tesoros de su virtud;
pasiones, y delicias á sus deseos. así, no hay medio mas eficaz y mas suave
para hacer bien los mismos Ejercicios,
que el uso de la lección espiritual, bien
ajustada a las mismas Meditaciones. Es
tanta verdad esta, que llegó á decir san
Jtanasio: que á ninguno veremos unido y
estrechado con Dios, si no tiene cuidado
de la lección: S i n e l e g e n d i s t u d i o serai-
n e m a d D e u m i n t e n t u m videas. Con la
oración el alma habla con Dios; por la lec-
ción Dios habla al alma, como sabiamente
notó san Ambrosio: (LIB. 1. Office.) Chris-
t u m alloquimur, c u m oraraus, illum audi-
mus, c u m divina l e g i m u s ©racula. Para
aprender bien las Verdades Eternas, no
basta que nos levantemos á pensar en Dios:
también es necesario que Dios se incline á nacidos en nosotros con la meditación, no
hablarnos. Para ver las cosas cercanas de harem gran fruto, si no se fecundan con
la tierra, podrá bastar á los ojos un vi- los sentimientos de otros, ingeridos en no-
drio; pero no para ver las cosas distantes sotros con la lección.
de allá del cielo: es menester que tenga dos Mas no es aquí ocasion de explicar en
vidrios el anteojo. Las cosas de la otra vi- breve los admirables efectos de la lección
da están muy apartadas de nuestros senti- espiritual, á quien los santos DD. llaman
dos; para registrarlas bien, no basta el maná del alma, árbol de la vida, espejo de
cristal de la meditación, es necesario tam- las virtudes, luz del entendimiento, llama
bién el de la lección. Asi puntualmente nos de la voluntad, rocío celestial, que hace al
lo avisa san Agustín: Usa, dice, de la lec- alma fértil y fecunda de todas las buenas
ción,, como de un espejo cristalino. Utaris obras. Baste decir, que es tanta su virtud,
l e c t i o n e vice s p e c u l i . Debe ser la lección y tal la eficacia de las palabras, con que
sagrada como un espejo, que nos ponga Dios habla en silencio al corazon de quien
delante de los ojos las penas y los premios lee, que muchas veces con una sencilla lec-
de una y otra eternidad que se espera. ción se han jormado santos. Así S. Agus-
Mas viva semejanza trae el Jpostol San- tín, que no se había rendido, ni á las lá-
tiago: Recibid, dice, la palabra ingerta, grimas de su santa madre, ni á los ruegos
que puede salvar vuestras almas. Siíseipi- de fieles amigos, ni á las disputas de san
t e ínsitum v e r b u m , q u o d p o t e s t s a l v a r e Ambrosio; finalmente, leyendo una Epís-
a n i m a s vestras. ( J A C O B . ] . ) La palabra tola de san Pablo, se dio por vencido, y se
divina es un ingerto, que nos dispone á dar convirtió, lambien san Ignacio, que ni
frutos de vida eterna. Pero como el inger- por temor de la muerte cercana, ni por
to no florece, ni fructifica, si los humores tina aparición visible de san Pedro, ni por
internos del árbol no se unen con los exter- la salud recobrada milagrosamente, no
nos del ingerto; así los afectos proprios, habia resuello hacer mudanza de vida;por
una casual lección de libros santos, conci-
alerta á descubrir alguna preciosa concha.
bió aquellos heroicos espíritus de santidad:
Por tanto, es menester tal vez hacer pau-
E x fortuita piorum libroruni lectione
sa y parar, rumiando aquellos puntos, que
ad Christi s e c t a n d a vestigia m i r a b i l i t e r
exarsit. nos dan mayor luz, y nos encienden mas
vivos afectos. Las avejas, que se sientan
Verdad es, que -para experimentar la mas de espacio sóbrelas flores, son las
dulce eficacia, no se debe leer de carrera, mas escogidas, y labran mejor miel. Así
con prisa, pasando de una clausula á quien lee, no por curiosidad de saber, sino
otra; quiere ser la lectura quieta, espacio- por deseo de aprovecharse, para donde
sa y atenta; porque como un turbión de siente el soplo del Espíritu Santo, que po-
agua, que cae con ímpetu, no penetra, ni co á poco se insinúa, y dulcemente dispone
fecunaa la tierra, pero sí la lluvia suave y el alma agrandes mudanzas. N o n in t u r .
apacible, que cae gota á gola; así, para bine, D o m i n u s , s e d in s p i r i t u aurse lenis.
que el riego de la divina, palabra penetre En suma, dice san Agustín, los libros sa-
y fecunde el co razón, debe recibirse de es- grados se deben leer como cartas venidas
pacio, sosegadamente, y con sus pondera- de la amada patria del cielo: D i v i n a pa-
ciones: B e a t i , qui s o r u t a n t u r t e s t i m o n i a ginas q u a s i litterse d e p a t r i a n o s t r a sunt.
e j u s , (PSALM. 118.) dice el Profeta: bien- (EP. ] 4 ) ¡Con qué ansia se leen! ¡Con qué
aventurados los que especulan y escudri- gusto se vuelven á leer! ¡Qué afectos se
nan con atenta consideración las palabras mueven en nosotros al oír las deseadas
de Dios: no las pasa sencillamente con los nuevas de los amigos y de los padres!
ojos, como un marinero de corso, que ca- ¡Cuánto se enciende el deseo de ir presto
mina ¿i velas desplegadas, sin atender, ni á gozar la felicidad de la patria! ¡Cuan-
vadear lo que está en el fondo del agua; to mas de una patria eternamente feliz!
antes imita á un pescador de perlas, que
a remo lento y espacioso, va el ojo siempre Imaginaos, pues, estos dias de los Ejer-
cicios: S u n t F e r i s e D o m i n e , q u a s v o c a b i -
t i s s a n c t i s s i m a s , o f f e r e t i s q u e in eis Domi-
no sacrificia, et libamina j u x t a r i t u m
c u j u s l i b i t diei: Son las ferias del Señor,
que se deben tener por santísimas, y ofrecer
en ellas á Dios los sacrificios de vuestros
afectos en las meditaciones, y las ofrendas
de los otros, en las lecciones, según el or-
den de cada dia. Mas yo quisiera que en-
EXPLICADAS EN LECCIONES
trases á escuchar estas lecciones con el
consentimiento del Real Profeta: A u d i a m , ordenadas principalmente para ¡os dias de los
q u i d l o q u a t u r in m e D o m i n u s D e u s , Ejercicios Espirituales.
q u o n i a m l o q u e t u r p a c e m in p l e b e m
LECCION PRIMERA.
s u a m . Atenderé á oir lo que me hablará
al corazón el Señor Dios, porque serán DEL ULTIMO FIN DEL HOMBRE.
todas palabras de Paz: Paz de mi alma
con Dios: Paz de mi corazon, inquieto en- R > solamente la fe divina, sino también la hu-
tre tantas pasiones: Paz, que trocará las mana sabiduría, nos enseña, que en toda empre-
tempestades de mi vida miserable en una sa el fin último, que se pretende, debe ser la
primera regla de los medios que deben aplicar-
serenidad dichosa del paraíso. se para conseguirlo, como dice el príncipe de los
Filósofos en sus Morales: Finis regula cceterorum.
Todo hombre sabio, antes de poner la muño en
cualquier obra, se idea y determina el fin de su
obrar; porque este es la fuerza mas poderosa, la
dirección mas segura, y la medida mas infalible
de cualquier empresa. Esto es como el plomo
ó nivel en mano del Artífice, con quien se de-
be medir lo derecho ó torcido de la fábrica: sien-
do las obras solamente buenas, en cuanto con-
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simos ojos. Por lo cual se queja egriamente: Ad
cutarse por un hombre tal ofensa contra Dios.
iracundiam provocará me ante faciem meam. (ISAI.
Ciertamente, aquel bárbaro Tumanama, que fue
6 5 ) Se desprecia la Justicia, no hacienoo caso
acusado ante Vasco Nuñez, conquistador de la
de sus amenazas, no temiendo sus castigos, des-
India, de haber cometido no sé que delito con-
pues de haber visto y oido tantos ejemplos de
tra él, arrojándose á los pies de aquel gran ca-
la celestial venganza, y que por un solo pensa-
pitan, y poniendo con buen arte sobre el puño
miento soberbio, se trocaron en negros v feísimos
de la espada la mano temblando, dió su discul-
carbones del infien.o, los mas bellos serafines de
pa con estas voces: „¿Podéis acaso vos sospe-
ciclo Deshónrase la misericordia, valiéndose de ma I
c h a r , que cayese en mi imaginación el ofende-
fundada esperanza del perdón para pecar con mas
mos, sabiendo que traheis al lado una arma tan
desvergüenza, porque Dios es piadoso, somos no-
„fuerte, que de solo un tajo parte por medio un
sotros Impíos: encrueleccmonos contra Dios, por-
„hombre?" Y esto, que no parece posible que se
que Dios se precia de benigno y manso: y por-
ejecute contra un poderoso de la tierra, se ve
oue no nos arrojó layos al punto que pecamos,
frecuentemente usado contra el Monarca del uni-
p r o c e d i m o s con presunción á pecar. Finalmente,
verso. ¿Cuántas veces se hacen gravísimos des-
se ultraja la divina Bondad, puesto que estando
precios á Dios, á su vista, á sus ojos, contra su
sumamente beneficiados de Dios, mantenidos con
gravísima prohibieron? Aunque sabemos que tie-
su amorosa Providencia, despues de tantas fine-
ne, r.o ya en la mano, sino (como dice san Ge-
zas de amor, volvemos los mismos beneficios de
rónimo) en la boca, porque solo con decirlo lo
la naturaleza, y los mismos dones de la gracia
ejecuta aquella terrible espada de dos filos, que
contra el Señ¿r, que nos los dió. ¡O monstruo-
con un solo golpe hiere de muerte eterna el al-
sidad horribilísima del pecado' ¡O barbaridad de-
ma, y el cuerpo.
testable del pecador!
Consideremos un poco, cuántas ofensas de Dios
A estas consideraciones, extática santa Catali-
contiene un pecado solo, y cuántas injurias se ha-
na de Génova, solia decir: que si de una par-
cen á sus infinitas perfecciones. Ofcndese la Om-
le estuviese un mar de fuego, y de la otra un
nipotencia, porque debiendo concurrir con noso-
pecado mortal, r.o habría ninguno que conocien-
tros á todas nuestras obras, la obligamos mal de
do la malicia del pecado, n<> se arrojase al pun-
su grado á concurrir á nuestras acciones pecami-
to á nadar en aquellas llamas, sin cuidar de vol-
nosas, que tanto aborrece y detesta, usando do
ver á la ribera, por no estar cerca de tan hor-
su concurso para ultrajarla. Como quien coje la
rendo monstruo. ¡O pecado, si fueras bien con-
mano del amigo para darle con ella una bofe-
siderado, cuánto serias aborrecido! La Zorra ma-
tada. Despreciase la inmensidad; porque estando
rina no traga jamás el alimento, sino lo vá mas-
Dios en todo lugar, en su presencia, á su vis-
cando poco á poco; mas en sintiendo el anzue-
ta, en sus mismos ojos hay atrevimiento de co-
lo escondido en el cebo, lo arroja: cuando los
meter maldades, que no pueden sufrir sus puri-
otros peces, dejándose llevar inconsideradamente rosarios rezados, tántas confesiones, tantos ayunos,
de su golosina, al tragar el cebo, que les agra- tántas misas, tántas comuniones, todas quedan se-
da, quedan al punto presos. Así sucede á los pe- pultadas en tan profundo olvido, que si al pe-
cadores, que sin consideración se tragan la mal- cador le cogiere una muerte repentina, jamás por
dad: Os impiorum devorat iniquitatem. (PROVERB. toda la eternidad gozará premio alguno del bien
19.) Atrévense á p e c a r , porque no conocen el pasado; sino solo con la rabia de haberlo per-
pecado. dido, padecerá la pena del mal presente. ¡O la-
dronicio funestísimo del pecado! San Basilio llo-
§. II. ra sin cesar la pérdida de uno de los cuaren-
ta mártires de Armenia, que despues de una vi-
DAÑOS DE LOS PECADOS. d a pasada en grande observancia de las Leyes
Divinas; despues de haber estado encerrado en
M a s si acaso hubiese un eorazon tan vil, que una horrible cárcel por la fé; despues de heri-
no le moviesen las injurias que el pecado hace do con bastones, lastimada cruelmente la cara con
á Dios; muevase á lo menos por los gravísimos piedras; finalmente, arrojado en un estanque de
daños que el pecador se hace á si. Reconozca agua helada; despues de tantos martirios, ya que
sus llagas, y si no las reconoce, sin duda ha per- el ángel estaba con la corona pronta en la ma-
dido la luz de la razón, no digo ya de la fé: no para poncrsela en la cabeza, y con la pal-
Exececavit cum malitia ejus. (PROV. 1 9 ) Cególe ma que daile en la mano, él, al último tormen-
su malicia: tema no sea una alma precita, por- to, prevaricó, y se rindió, y por señal de que ne-
que entonces es peor el mal, cuando le quita al gaba la fé, se salió del hielo: y queriendo en-
enfermo el conocimiento de su gravedad y peli- t r a r en un baño caliente para recobrarse, perdió
gros. Recorramos estos daños. infelizmente la vida temporal y la eterna. ¡O la-
mentable ruina, (exclama san Basilio) ver allá¿en
Primeramente: una culpa mortal despoja al pe-
el infierno arder las heridas y cicatrices padeci-
cador de todos los merecimientos de su buena
das por Cristo! ¿Ahora no os lastima y compa-
vida; de suerte, que cuantas obras virtuosas, cris-
dece un suceso tan infeliz? Pues empleemos
tianas y pias había hecho, todas son perdidas, aun-
la compasion en nosotros, que cometiendo un pe-
que hubiese vivido cien años en continuos ayu-
cado, hacemos igualmente miserable pérdida; si
nos y asperezas, como un Pablo, primer ermita-
bien estamos tan ciegos, que no advertimos lo
ño; aunque hubiese distribuido en limosnas inmen-
mucho que perdemos. Somos como aquellos ju-
sos tesoros, como una Melania Romana; aunque
gadores, que juegan los vales y pólizas de cam-
hubiese convertido un millón de infieles, como un
bio, que como no ven lo que pierden, juegan
san Francisco Xavier: Omnes justitiae, quas fece-
alegremente. Alguna vez lo veremos: y plegue á
rat, non recordobuníur. (EZECII. 18.) T o d a s las
Dios, que al morir no digamos como el infeliz
obras buenas, tántas limosnas repartidas, tántoa
Enrique V I H de Inglaterra: Omnia perdimos: to- mas feos pecados, cualquiera de los cuales era
do lo hemos perdido. L o peor de tan gran pér- bastante para hacer un demonio? Y así los mios,
dida es, quedar el pecador privado de la gracia que son tantos y tales, bastarían á hacer un in-
de Dios, tesoro inestimable, perla tan preciosa, fierno do demonios.
que la Sabiduría encarnada dió por bien emplea- Con perder la gracin, se pierde también la fi-
da su vida, bien derramada su sangre por com- liación de Dios y la herencia del cielo. Antes
prarla. ¡Quereis ver (dice el Crisólogo) cuan gran de caer en pecado nos ama Dios, no solamen-
bien es la gracia, y cuan terrible mal sea su te como amigos estrechos, sino como á hijos que-
pérdida? Quod anima est coipon, hoc gratia est ridos, y con un amor verdaderamente de Padre,
animae. Recedente anima mox corpori corruptio, como "lo testifica san Juan: Vide/e qualem cha-
putredo, vennis succedit. Recedente Dei gratta, ritatem dedit. nolis Pater, utfilii Dei nominemur,
venit in animam corruptio criminum, viUorum pu- et sirnus. Cuan inmenso é indecible afecto nos
tredo, conscientia ver mis. (SER>I. 5.) Quitada el ha mostrado el Padre celestial en concedernos
alma del cuerpo, otra cosa no queda en el, que que nos llamemos sus hijos, y que en efecto lo
corrupción, podredumbre y gusanos. De la mis- seamos por el benehcio de su gracia. Mas de
ma suerte, quitada á un alma la gracia, queda esta alta dignidad y elevado privilegio caímos por
inficionada con vicios, llena de llagas y remor- el pecado. Ni Dios, desde que pecamos grave-
dimientos en la conciencia, abominable por el mal mente, nos tiene por sus hijos, ni por sus ami-
olor de la culpa. Veis ahí qué gran tesoro, que gos, ni nun por sus criados; antes claramente pro-
preciosa ioya roba al alma el pecado: mira de testa aborrecernos como á enemigos, perseguir-
qué disforme fealdad, de qué detestable postema nos como á rebeldes, y condenarnos como á par-
la llena. Santa Catalina de Sena, viendo una vez ricidas. Y si hemos perdido todo titulo y dere-
la excelente hermosura de un alma en gracia, cho á la herencia del cielo, quedamos incapa-
quedó arrebatada de tan grande admiración, que ces de gozar la bienaventuranza, para que fui-
si no la detuviera la fé, la hubiera adorado por mos criados, y de poseer el reino que nos te-
Dios. Al contrario, mirando en otra ocasion un nia preparado nuestro Eterno Padre. ¡Puedese ima-
demonio privado d e e s a misma gracia, quedo tan ginar ruina mas digna de lagrimas! E l desgra-
horrorizada de su fealdad, que por no volverlo ciado Esaú, cuando se vió privado no mas que
a ver, protestaba, que antes escogería andar has- de la primogenitura, trasladada á Jacob con la
ta el dia del juicio descalza por un camino sem- bendición paterna, quedó sorprehendido de tan gran
brado de carbones encendidos. Y si una sola man- sentimiento, que por toda la campaña empezó á
cha de pecado puesta en un ángel trueca su ine- bramar cual si fuese un león atravesado con una
fable belleza en horrible fealdad, y convierte en saeta: Audilis Esau sermonibus Patris irrugiit
un monstruo del infierno a un serafín del cielo; clamore magno consternalus. (GEN. 27.) ¡Qué me-
¿qué harán en un hombre tantos y mas graves y lancolías, qué sentimientos, qué gritos no debe-
ser hijos del demonio por la culpa: os habéis ven-
ria dar el pecador, viendo que ha perdido la fi-
dido por esclavos, sujetándoos á la tirania del crue-
liaeion de Dios, la herencia de su reino dicho-
lísimo príncipe de ¡os abismos. Unusquisque pec-
so v eterno! Y haberlo perdido por un mero ca-
cando animam suam vendit diabolo, accepto pre•
pricho, por un placer momentáneo, por una nada!
tio temporalis voluptatis. (IN EPIST. AN non.) Así
Lo cual aumenta incomparablemente la gravedad
lo confirma san Agustín. Decidme, si supierais,
de la culpa; que aun si se hiciese el pecado por
que en pecando, se os había de entrar el de-
salvar la vida, por no perder la honra, por ad-
monio en el cuerpo, ¿tendríais aliento jamás de
quirir alquil reino, todavía seria un grande ex-
consentir en el pecado? Pues ¿cómo os at reveis
ceso el °perder á Dios y su infinita bienaventu-
á cometerlo, creyendo infaliblemente, que al pun-
ranza. ¿Qué exceso, pues, será arrojar la gracia
to toma absoluta posesion de vuestra alma el de-
de Dios, perder la herencia del cielo por un gus-
monio? Considerad un poco, qué desconciertos,
to vilísimo, que muchas veces 110 valdría un suel-
qué locuras, qué violencias 110 obra en el cuer-
do- por un deleite brevísimo, que en un punto
po de un energúmeno el demonio; y tened por
empieza y acaba? ¿Esto no es ser peor que J u -
cierto, que mucho peores estragos, sin compara-
das que vendió á Cristo por treinta dineros? ¡Que
ción, hace en el alma de un pecador; la estre-
justamente se queja Dios por Ezequieü Violabant
cha en durísima esclavitud, con tantas cadenas,
me propter pugülum hordei, et fragmen pañis.
cuantos son los pecados cometidos: Funibus pee-
•Ofender á un Dios por un puñado de c e b a d a ,
catorum suorum constringitur impius. Y con todo
y un pedazo de pan! ¡Posponer la infinita Ma-
eso, puede vivir seguro, dormir quieto, recrear-
gostad de Dios á un vilísimo apetito de una mi-
se alegre, estando debajo del yugo y manos de
serahle criatura! Caligula, pidiéndole una acción
un tirano, que de día y de noche no maquina
injusta con la oferta de doscientos talentos, (que
mas que violencias y asechanzas para oprimir-
eran muchos millares de escudos de oro) enoja-
lo, para arrojarlo al precipicio, para ejecutar en
do todo contra el mensagero, y mucho mas con-
él el último y mas irremediable rigor?
tra el Emperador, porque había creído apartar-
lo de la justicia por tan poco precio, respondía ¡Oh, abra una vez el pecador los ojos para
con espíritu generoso: si el Emperador q u e n a ha- reconocer su deplorable estado: registre y pese
cer prueba de mi resolución, debía haberme otre- con justo peso el pecado, mírelo con ojos lim-
cido todo el imperio: Si Caesar me tentare cons- pios: no sea como Nerón, que miraba ¡as heri-
tituerat, loto ei eram emperiendus Imperio, (SENEC. das y muertes de los Gladiatores por unos an-
7. DE BENEF. 13.) tojos de esmeralda preciosa, que le hacia ver
como deleitables jardines, las mas horrorosas cruel-
Perdida la filiación de Dios, ¿que otra cosa le dades. (PLIN. LIB. 37. CAP. 5.) Así el pecador
queda al pecador, sino ser esclavo de Satanas? no mire ya sus culpas por el antojo del placer
Así lo declara la E t e r n a Verdad á los pecado- que recibe, donde las aprende como agradables,
res- Vos ex Patre diabolo estis. Habéis venido a
cómo el fuego no os ha vuelto en cenizas con
sus llamas; cómo el aire no os ha a r r e b a t a d o con
(PROVERB. d e su condenación sus tempestades: cómo todas las criaturas, así sen-
sitivas como insensibles, no han tomado á su cuen-
al punto que
ta la venganza de tantas injurias hechas á su Cria-
se cometk» el pecado, fulminó contra el pecador dor. Con razón podéis decir: Misericordiae, Dn-
p1 S u p r e m o J u e z la sentencia de eterna muerte. mini, (juia non sumus consumpti. (THREN. 3.) H a
1 eT . X n o ha abierto la boca, y e n s a n c h a - sido privilegio especial de la Divina Misericordia,
d o s s t l e s para tragárselo: Dilatavü Infrnus h a b e r querido esperar que haga penitencia, ha-
«« uum Y a lo aguardan con jmpac.encia sus fu- biendo usado del rigor de su Justicia con tan-
r h s V encendidas lo esperan sus llamas. Y a es- tos otros que le habían irritado a u n menos que
c i n d i e n d o , que se le resbale aquel muco pie vo»
o l e t ene a" canto del precipicio. F u e r a de es-
q H a sido un prodigio d e amor el que ha de*
1 í ^ n * nue lo ha d e arrastrar al suplí-
tenido el ímpetu de la justísima indignación de
Dios, pues con mucha mas razón lo llamaba á
te venganza contra mis atrevimientos. ¿Qué a g r a -
decimiento, pues, no debo ¡ó clementísimo Dios?
á vuestra infinita misericordia, que conmigo ha-
béis usado? ¿Qué suspiros, qué lágrimas no d e b o
d e r r a m a r por las injurias que he hecho á t a n buen
™ n centro proprio de su gravedad. Padre? ¡Ojalá le pudiese yo a m a r tanto en lo ve-
Despue d e P h a b e r considerado cuan gran m a l nidero, cuanto le he ofendido en lo pasado! C i e r -
í necado con oué horribles penas tue cas- t a m e n t e yo procuraré conservar siempre e n mi
1 , ' c o n qué g r a v e injuria ultra- corazon un odio, un horror implacable, una in-
f ° „ , L o S Todopoderoso, con qué nuevos tor- mortal enemistad contra el pecado, hasta protes-
™pntos crucifica al Redentor, qué gravísimos da- t a r con san Anselmo: „Que si por un lado vie-
ños Acarrea al hombre; volved un poco los ojos „se abierto el infierno, y por otro me viniese á
f lIp vos mismo, v repasad cuantos y cuan enor- „encontrar un pecado, escojeria primero a r r o j a r -
p l pn los que habeis cometido. Cierto es, que l e á arder en las llamas del abismo, que man-
T e s t T vilta quedareis justamente asombrado y en- c h a r m e con el pecado: primero las penas e t e r -
2 n oensando como todas las criaturas han n a s con inocencia y sin culpa, que la estancia
S l o s t a n t o tiempo un tan detestable monstruo; „del cielo con pecado:" Mallem inocens gehem-
: t ° , 3 ) OS ha abrasado con sus rayos; nam intrate, quam peccator in Coelum ascenderé.
; n o la t e
c o m o la tierra n ra no se ha abierto
^ o ! en ro
bocas hor-
tiemp0 se
¿1
í r a g T J Coré, y & d e m á s rebelados c o n t r a Aaron;
sosegar la fiambre, recogía las cascaras de na-
III. ranjas, que sus criados arrojaban al corral. l a -
deció grandes tentaciones del demonio; pero re-
EJEMPLO. cibió mayores consuelos de los ángeles, y de su
p C rj<vq» | llíílí- ^r i'.l:' ' t"«' i'-- ' - ' ' Esposo Jesucristo, que muchas veces la favore-
D e la deformidad de la culpa venial se infie- cía con su presencia. , .
re la fealdad de la culpa mortal, al modo que Pero lo que mas hace á nuestro proposito, des-
(según el adagio) de una uña se puede.colegir pues de haber pasado algunos anos esta nguro-
la grandeza de un león. Doña Sancha Carrillo, sisima y virtuosísima vida, rogó al Señor que S=J
dama de honor de la emperatriz Doña Isabel, dignase de que viese su p r o p n a alma, para que
vivía en la flor de sus años entregada del todo reconociendo mejor la fealdad de sus culpas, se
á la vanidad, á diversiones y festines: cuando moviese siempre mas á detestarlas y llorarlas; cuan-
Dios, que la quería convertir á mejor camino, do una tarde, estando en su sala, abierta la puer-
le inspiró que fuese á confesaise con el M. J u a n ta, vió derrepente pasar á su vista un ermitaño
de Avila, apóstol de Andalucía, el cual, despues, toda vestido de blanco, y de modestísimo aspec-
de haberla oído con gran caridad, viéndola per- to. Quedó asombrada al ver tal persona, en tal
f u m a d a de fragrantés olores, y vestida de ricas Jjuar, y trage tan fuera de tiempo; pero reco-
galas, tuvo aliento para decirla: „Señora, estos brándose v tomando aliento, le preguntó: padre,
„olores huelen á infierno: estas vanísimas galas ;que buscáis á esta hora? Respondió: levantad un
„son cadenas, que os arrastran el alma. Quedo Leo este manto, y lo vereis. Obedeció ella, y
atónita á estas palabras Doña Sancha, y loca- viendo debajo del manto del ermitaño una nina
d a interiormente de la gracia del Espíritu San- muv pequeña, muv fea, enfermisa y flaca, llena la
to, apenas volvió á su casa, cuando se encerró cara de sucias moscas que le movían é inquietaban
en un aposento retirado, donde al pie de un cru- el estómago, preguntó otra vez, ¿qué significaba
cifiio, con abundantes y tiernas lágrimas, lavo los aquella representación? Entonces añadió el ermi-
afeites del rostro, arrojó de si toda gala, se cor- taño: ¿ N o te acuerdas cuando suplicaste al Se-
tó el cabello, cubrió la cabeza con una toca bas- ñor instantemente, que te dejase ver un rato tu
ta, y vestida de una saya negra, se puso delan- propia alma? Vesla ahí, mírate en ese retrato: asi
t e ' d e sus padres para pedirles licencia de r e i n a r - puntualmente está tu alma, como ves ésta feísi-
se á una casilla cercana á su palacio, y allí ha- ma chicuela: y dicho esto, desapareció la visión.
cer penitencia de sus pecados. Conseguida, aun- Cuan aturdida y congojada quedase á este es-
que de mala gala, empezó una nueva vida, toda pectáculo Doña Sancha, déjo á vuestra conside-
empleada en oraciones y ayunos, cubierta siem- ración. Cierto es, que llegó á decir: que pare-
pre de un áspero silicio, y castigándose todos los cía habersele descoyuntado los huesos de dolo.r.
días con rigurosas disciplinas; y cuando quería Pasó toda aquella noche combatida de pensaraien-
tos temerosos, como si hubiera estado á la boca sueño atormentado sobre una dura tabla: su ca-
del infierno. "Eran otras tantas saetas a su co- misa era un áspero silicio, que le cogia desdo
razón, la fealdad, las manchis, la flaqueza de la el cuello á los pies, con una cinta de escarda-
niña que habia visto; y considerándola como un dera, tan estrocha, que las puntas se le entra-
retrato suyo, temia grandemente del estado de ban por la carne; de suerte, que cuando des-
su alma y de su salvación. Aquella cara Lena pues de muerta la quisieron enterrar, le hallaron
de sucios y asquerosos animalejos redoblaban su todo su cuerpo traspasado y lleno de llagas.
amargura, pareciendole que estaba muerta, y que Ahora, ¿qué deben decir, y qué deben hacer
aquellas eran llagas antiguas: y así, gimiendo, ar- los que se hallan reos de muchos y graves pe-
rojaba al cielo profundos suspiros, pidiendo a Dios cados mortales? Si los veniales ponen tan fea, tan
misericordia. Apenas amaneció el día, cuando lúe flaca, tan llena de miserias el alma de las sier-
a buscar á su confesor, á darle claramente cuen- vas de Dios, cuáles estarán las almas de los gran-
t a de lo sucedido, y pedirle con amargas lagri- des pecadores, enemigos de Dios, llenos de tan-
mas, que le explicase mejor la visión, y le des- tas maldades? Si esta Señora lloró tan amarga
cubriese si aquellos inmundos ammahllos, signifi- y continuamente, y multiplicó contra sí misma
caban pecados mortales. El confesor, que era nom- tantas asperezas por defectos ligeros, ¿qué será
bre dé excelente doctrina y santidad, pidió un razón que hagan los que han pasado una vida
poco de tiempo para encomendar á Dios la re- anegada en gravisimos pecados?
solución de esta duda, y despues le dió esta cla- Lease á Tomás de Kempis, lib. 1. cap. 21.
ra respuesta: „Señora, no teneis que afligiros de- cuyo título es: D e la compunción del corazon.
m a s i a d o , sino dad muchas gracias á Dios, por-
g u e la flaqueza y fealdad, que registrasteis en
el retrato de vuestra alma, son efectos de c u -
.pas veniales, que manchan, á la verdad, el al-
ma pero no la corrompen; debilitan y entibian
J a caridad, pero no la apagan; son asquerosas
moscas, que inficionan, mas no venenosas sier-
p e s que matan; pues si fueran pecados morta-
j e s , la niña se hubiera visto muerta, palida y
TOMO SEGUNDO.
LECCION NOVENA.
TOMO SEGUNDO.
LECCION NOVENA.
ridentur justi simplicitas. (JOB. 12.) Riense como de aborrecidos, que la muerte á aquellos, que e n
locura de la Sabiduría del S a l v a d o r , á quien los Pro- frase del Apostol, aman mas los deleites, que a
fetas dan el apellido de Justo p o r excelencia: Justos, Dios: Magis amatóte? voluptatum, quam Dei. ¿Y
et Salvutor. Grita él en su Evangelio: ¡Ay de los ri- es esto recibir la doctrina del divino Maestro, que
cos! Vae dioitibus. Dichosos los pobres: Bcatipau- nos envió el Padre ad dandam scientiam salu-
peres: pero el mundo se b u r l a , y no puede per- tis, á enseñarnos la ciencia de la salvación? ¿No
suadirse, que se deba l l a m a r mas feliz el que es esto cerrar con desprecio las orejas en su ca-
carece de riquezas, que el que está sobrado y ra, y hacer como aquellos impíos, que dijeron á
abundante de ellas. Enseña el Salvador, que per- Dios: Apartate de nosotros, que no queremos sa-
donemos voluntariamente las injurias, y toleremos ber tus caminos? Dixerunt Deo: Recede á nobis,
con paciencia y alegría las persecuciones. Esto scientiam viarum tuarurn nolumus. (JOB. 21.) E s
empero el mundo lo juzga por vileza y cobar- decirle al Salvador: Volveos al cielo, que noso-
día, contraria á la reputación y al honor de un tros ni queremos aprender, ni seguir vuestros do-
espíritu noble. cumentos: nosotros buscaremos otra senda menos
Predica el Salvador, q u e la verdadera alegría áspera y mas acomodada para ir al paraiso. Otro
del corazon consiste en r e f r e n a r los apetitos sen- tanto, á la verdad, dicen á Cristo, no con las
suales, y sujetar las pasiones de la carne; pero palabras, sino con las obras, aquellos cristianos,
el mundo lo tiene por estupidéz y melancolia. que siguiendo lo que él manda huir, que son los pla-
porque no sabe hallar placer, ni gusto, sino en los ceres y honras vanas, huyendo lo que él persuadió
encenegados charcos de los deleites de los senti- seguir, que son las mortificaciones y la verda-
dos. Así hay muchos cristianos, que son otros dera humildad: llevan otro camino totalmente con-
tantos buhos, que antes del alva están con los trario á su enseñanza. ¿Y no he sido yo una de estas
ojos abiertos á oír el canto de! ruiseñor, sin abrir ovejas errantes? ¡O cuanto me he apartado del ver-
j a m a s la boca á imitar un acento; mas apenas dadero camino de la salud, por seguir las máximas
viene el primer rayo del sol, y les hiere los ojos, engañosas de la política humana! Pero ahora, ¡ó
cuando sin hacer caudal d e l canto, ni atender- divinisimo Maestro! reconozco, que solo vos e n -
le, huyen á esconderse á las tinieblas. Así mu- señáis el camino de Dios en verdad: Viam Dei
chos, es verdad, que oyen la palabra de Dios; in veritate doces; que no hay otro rumho para
pero nunca piensan en cumplir sus preceptos. Y el cielo, sino el que vos nos mostráis: veisme aquí
cuando la luz celestial les llega á penetrar el resuelto á entrar por el camino derecho: Dirige
entendimiento ó el corazon, quieren mas quedar- gressus meos in viam pacis: alumbrad con mas
se en sus tinieblas: Venit lux in mundtm, et dilexe- copiosa luz mi entendimiento; encended con mas
runt homines magis tenebras, quarn lucem. (JOAN. 3.) ardor mi voluntad; haced que penetre yo bien
Y los nombres de mortificación, humildad, y esta gran verdad, enseñada á vuestro gran sier-
otras cruces, tan recomendados de Cristo, son mas vo Tomás de Kempis, cap. 1. que Doctrina Chris-
ti omnes doctrinas Sanctorum praecellit, et qui spi- «ría de espíritu las mortificaciones y trabajos, ha-
ritum hibtrel, absconditum ibi manná invenirel; bía hallado un gran remedio con que hacerlos
la doctrina de Cristo se aventaja á todas las doc- suaves y amables. Este era pensar, que de esa
trinas de los Santos; y quien tuvi ese espíritu ha, suerte imitaba á su celestial Esposo, y que no
liaría en ella un Maná escondido. daba paso en el camino real de la santa cruz,
donde no hallase alguna huella de los pies de
§. III. Jesús; el cual, habiendo experimentado todas las
penas y tristezas en su santísima Hámanidad, ^to-
EJEMPLO. das las había dejado suavizadas y dulces. Con
este pensamiento se imaginaba endulzar todas las
El devotísimo san Bernardo reparó agudamem amarguras de los manjares, echando en ellos una
te, que el instruir de Cristo, y llamar al ejer- gota °de la hiél de Cristo; ablandar la dureza de
cicio de las virtudes, es una exhortación, que per- la cama con ponerle encima la cruz del Salva-
suade; un convite, que atrahe; un llamamiento, dor; hacer felices y apreciables las persecuciones,
que obliga; pues no dice anda, sino ven; no di- con ingerir en ellas la bienaventuranza prometi-
ce haz, sino hagamos. Así á su celestial Espo- da á los perseguidos por la justicia. _
sa, que es el alma, la dice: Surge, propera, árni- Aprendió esta celestial doctrina de su divino
ca mea, et veni; levantate, date priesa, y ven con- Maestro en una bella lección de espíritu. Estan-
migo. , 0 cuánta fuerza de atractivo se contie, do un dia la bendita virgen en su meditación,
n e en aquella voz veni, ven! Considerando, que cargada ú oprimida (por decirlo así) de un haz
el Salvador quiere ser compañero del alma en de cruces, vió á Jesucristo lleno de dolores, en
el hacer v en el padecer; que quiere siempre ir modo de caminar como pasagero, que con ros-
delante con su ejemplo, para allanarle el cami- tro amable y dulces palabras, le dijo: Alma mía
no; que no solo la quiere guiar al monte de la querida, ven conmiso, que quiero que seas mi com-
perfección, sino darla aliento y espíritu para ani- pañera en este caioino. Respondió ella al punto:
marla y reforzarla en todos los pasos. Oigamos Veis me aquí pronta, Señor mió: vengo. Empe-
al santo Doctor: Non partan confortat. quod au- zó á andar, y no hallaba en la senda lugar don-
dit, veni, et non vade; per hoc intelligens spon- de sentar el pié, que no estuviese sino sembrado de
sa, se non tám mitti, quám duci, et secum port- espinas y abrojos; mas con animosa violencia, si-
ier sponsum esse venturum. Quid enim difficili si- guiendo á su divino Esposo, no dejaba de pisar
bi. illo comitc, reputetl ( S E K M . 5 8 . IN CANTIC.) v herirse con sangrientas punzadas.
Entonces, volviéndose á ella el Señor, añadió:
Esto se confirma con un maravilloso ejemplo
Mira bien, ó esposa querida, que sientes bien tu
de la V. virgen Reazonica, favorecida de Dios
pie donde yo siento el mió, y no te apartes de
con gracias muy singulares, (ix VIT. CAP. 6.) Es-
mis pisadas. Obedeció ella, y con atentísimos ojos
£a, por tolerar con generosidad de corazon y ale?
observó las huellas del divino Pie, y procuró siem- gura, y ligeras las cruces; de suerte, que ya no
pre pisar justamente el sitio, que habia pisado el tienen gran fuerza para poner terror y miedo,
Salvador; y haciendo esto, ya no sentía las pun- ni para atormentar á sus fieles imitadores, como
zadas de las espinas; antes le parecía que an- dijo sabiamente Tertuliano, de las espinas embo-
daba sobre blandas y delicadas rosas; y siguió tadas y despuntadas en la Cabeza del Salvador:
hasta el fin á su celestial Esposo, no solamen- Omnes spinarum aculei in Dominici capitis tole-
te sin herida, ni molestia en los pies, sino con ranlia obtusi sunt. (DE CORONA, CAP. 14.)
gran júbilo de corazon. Y asi podia decir me- Lease á Tomás de Kempis lib. 1. cap. 1. De la
jor que el Profeta Job: Vestigio, ejus secutus est imitación de Cristo, y desprecio de todas las va-
yes meus: viam ejus custodivi; (JOB. 23.) y aña- nidades del mundo.
dir despues: Deus mollivit cor meum; mi pie ha
seguido las pisadas de mi Señor: yo he obser-
vado y pisado las señas de sus pasos; pero él
me ha ablandado y llenado de suavidad y ale-
gría mi coraron.
De aquí aprendió esta gran virgen un bello
secreto de celestial Sabiduría, que solía despues
enseñar á las almas deseosas de la perfección;
esto es, que los ejemplos que nos ha dejado el
Redentor, no son solamente sendas para enca-
minarnos á la santidad, son también aliento pa-
ra reforzarnos siempre mas en el camino; y así,
quien en las calles, llenas de espinas, de las vir-
tudes, quisiere no sentir las heridas y punzadas
de los trabajos y afanes, debe frecuentemente acor-
darse y hacer refieccion, que Jesús, su capitán,
vá delante con su cruz: que padeciendo pobre-
za, objeciones y trabajos, no solo se observan los
documentos del Maestro divino, sino se camina
siguiendo la guia del Salvador, que nos condu-
ce á la bienaventuranza.
E n suma, debe pensar que Jesucristo, con su
santísima vida, pasada toda en humillaciones y
trabajos, ha hecho preciosa la pobreza, honrosas
las deshonras, amable la penitencia, dulce la amar-
na de Luzbel, ó el cuello en el yugo de Cris-
L E C C I O N XI. to, miradlos bien, y afrontad unos con otros. Cier-
to es, que al ver que la paga de Luzbel, (aun
LAS DOS VANDERAS DE CRISTO Y DE LUCIFER. cuando él la diese) no es otra cosa, que un co'--
to bien, y un gran mal etarno; al contrario, la
de Cristo es un corto padecer, y un gozar sin
£ ¡ o contento san Ignacio con habernos propues- fin, sin duda cobrareis grande ánimo para no de-
to una consideración del reino de Cristo, formo jaros llevar de las engañosas ofertas y vanas pro-
otra mas eficaz, que llamó de las dos vanderas, mesas del demonio, y seguir de veras al Salva-
para alentarnos mas el corazon, y dar bríos pa- dor.
ra seguir al Salvador; porque viendo realmente, Pónganse, pues, delante de los ojos Lucifer, prín-
que él nos llama y convida á empresas dificul- cipe de las tinieblas y tirano del mundo, que en-
tosas, quizá tendríamos menos ánimo para seguir- medio de Babilonia está sentado sobre un tro-
le si no se hallase reforzado con nueva efica- no lleno de fuego y humo, al rededor un cor-
ci'a de un llamamiento incontrastable: y esto obra tejo terrible de demonios, conjurados á hacer da-
fuerte y suavemente la consideración de las dos ño al género humano, y á destruir el reino de
vanderas, benemérita de tantas religiones, á quien Cristo. Mírese lo horrible de su semblante, la
ha dado sugetos de grandísima estimación; por- frente altiva y llena de soberbia, los ojos fieros
que en esta consideración se suele hacer la elec- y encendidos, á guisa de cometas, la boca san-
ción, ó la reforma del estado de la vida: pun- grienta y arrabiada, que está respirando amena-
to sobre todos los otros importantísimo, de que zas y estragos, como admirablemente lo pinta Job:
aquí n o hablaré palabra, habiendo dicho todo lo De ore ejus lampad.es procedunt, sicut taedae ig-
que conviene en el libro de la Sábia elección, nis accense: de naribus ejus procedit fumus, si-
á que remito al lector. . , cut ollae ferventis: halitus ejus prunas ardere fá-
cil. Pues si bien él por sí mismo, (á ley de es-
Aquí se miran en campaña dos capitanes, de
píritu) no tiene forma alguna corporal; no obstan-
la una parte Cristo, Señor nuestro, y de la otra
te, cuando toma alguna para aparecerse, es es-
Lucifer: el uno, á contraposícion del otro, llama
pantosa, proporcionada á la monstruosa condicion
soldados y echa pregón, con qué sueldo, y a que
de su espíritu: y si tal vez toma alguna forma
fin se ha de militar y pelear bajo de su vande-
juguetona ó lisongera, para atraernos con enga-
ra: cada uno ofrece sus bienes; el uno presen-
ños, sus juegos acaban en terrores y espantos, y
tes, (es verdad) pero mezquinos y breves; el otro
la vana apariencia en estragos y ruinas. Viene
algo lejos, como venideros, pero ciertos, cuanto
como serpiente de hermoso color y forma alha-
lo es el mismo Dios, pues son eternos. Ahora
güeña, que juega y abraza para escupir su ve-
vos, antes de estender la mano á coger os unos
neno. Arridct, ut saeviat (dice san Cipriano) Man-
ó los otros, antes de entrar el pie en la cade-
ditur ut occidat: arridentis nequitiae facies qui- mente, le punza la rabiosa envidia, porque el hom-
dem laeta; sed blandientium malorum virus est oc bre no llegue á gozar la felicidad del cielo, de
cultum. . . que él cayó con eterna ruina.
Aquí levanta y tremóla su vandera, cuya in- Pero no se contenta Lucifer con llamar y con-
signia son pintadas en ella figuras feas, placeres vidar quien le siga bajo de su vandera; envia
abominables, odios, homicidios, tesoros, que se des- por todas partes innumerables legiones de demo-
vanecen v paran en h u m o . Gonv.da con un to- nios á que atraigan gente á su partido. Id (les
no de voz formidable, y juntamente lisonjera, a dice) fieles ministros mios, á alistar soldados ba-
los míseros mortales, p a r a que le sigan: Vernte, jo de mis estandartes: no veis, que el crucifica-
el fraumur bonis. (SAP. 2.) venid conmigo a go- do dilata cada dia mas su reino, y por medio
zar de los bienes que os ofrezco, daos a los pa- de unos vilísimos pescadores nos roba el domi-
satiempos, mientras os lo permite la juventud: co- nio, que reinamos sobre la tierra? ¿Hemos de su-
r o n a o s de rosas, antes que se marchiten; ¡\ullum frir que se enarbole la cruz, donde se venera-
pratum sil, quod non pertranseat luxuna nostra: ban nuestras insignias y armas? Y que hombres
no háv flor de deleite, q u e no se coja: alargad hechos de barro suban á ocupar en el cielo aque-
las riendas al apetito, y a que sois de naturale- llas sillas, de donde nosotros, espíritus nobilisimos,
za deleznable. . , , fuimos arrojados? Id, pues, oponeos á sus desi«'.
Poneos en grande estimación en el mundo poi- nios, apartadlos de las empresas de la virtud: don-
que los honores y dignidades son los verdaderos de no valiere la fuerza, valga el engaño: encen-
bienes del hombre: poned todo vuestro estudio e ded el ansia de las riquezas, que son lazos muy
industria en adquirir y amontonar riquezas, que poderosos para traher lc6 menos advertidos á nues-
son el único medio p a r a haceros grandes en Ja tro bando: acalorad el ardor del apetito, que es el
tierra, V para comprar los placeres, que regalan estímulo mas eficaz para los deleites sensuales:
los sentidos: vo no pongo otras leyes a mis sal- ponedles honores, aplausos, dignidades, que son
dados que los dictámenes de su concupiscencia, cebos muy agradables para pescar los corazones
humanos: en una parte colgad baratijas, y buje-
Y vivir al gusto. rías licenciosas, en otra esparcid odios mortales:
Estas \ peores máximas propone Luciier, de- pregonad convites regalados á la gula: poned oca.
rechamente opuestas á los preceptos de Cristo siones de amores torpes: no haya honestidad se-
para arruinar el mundo. A tanto le estimula el gura de vuestros asaltos, ni virtud libre de vues-
odio implacable contra Dios, cuya justicia ven- tros engaños. E n suma, aquel será mas valien-
«radora experimenta: y quisiera, á pesar suyo, pri- te soldado mío, que volviere con mas copioso bo-
varle del servicio y obsequio de sus criaturas: des- tín de almas rendidas.
nues la ambición de su soberbísimo espíritu, a fin A tal exhortación de Luzbel, ¿qué malignos
que los hombres antes le sirvan á el cruehsuno alientos no conciben los demonios? ¿Con qué ra-
tirano, que al Criador, su legitimo Bey. t i n a l -
bia se aprestan á sus malvadas empresas con aque<
lias tres armas, que apuntó san J u a n ' Uncu¿
quidad y perdición! ¡O quien tuviera un poco de
piscentia carnis, et concupiscentia oculorum, et su-
zelo de la gloria de Dios y de las almas! ¡Cómo'
perbia vitae! Los apetitos de la carne, que son
Horaria los errores y las ruinas de tantos jóve-
la (mía v la lujuria; la concupiscencia de los ojos, nes inocentes, de tantas doncellas puras, que en
que es "la codicia de riquezas; ia soberbia de la ia flor de sus años, engañadas de tales prome-
vida, que es la ambición de las honras. A es- sas, han vuelto las espaldas al Salvador, por se-
to atienden, ya con instancias violentas, a fuer guir á los traidores demonios! Dederunt dilectam
de leones, que b r a m a n d o dan vueltas, y buscan animara suam in manú inimicoi-um ejus. ¡Ay in-
a quien tragar; ya c o n ocultos engaños se insi- felices hijos de A d á n , no os dejeis tan de prie-
núan como áspides lisonjeras, para envenenar a lo sa, á ojos cerrados* arrebatar de los alhagos de
escondido. Cierto es, q u e san Antonio vio al mun- Lucifer, sin reconocer primero qué premios son
do por todas partes, d e alto á bajo, sembrado los que os mueven á escoger su partido!
de lazos, lleno de demonios, engañosos cazado-
Son sin duda aquellas ostentaciones liberales d e
res de las almas. Y -san Agustín, sobre aquel tex-
riqueza, de placeres, de honras, tras de los cua-
to de la Sabiduría: ( G C I . E . 9 ) Ln medio laqueo- les aiidais ciegamente perdidos; pero advertid bien,
rum ambulas, nos avisa, ecce ante pedes tetendit que estas ofertas, estas lisonjas, tan conformes con
laaueos infinitos. Ecquis effugiet? Loqueos posuit vuestro genio depravado, V que tanto Condescien-
in divitiis, taqueas in conversatwmbus, den con todos vuestros irracionales deseos, son
Mira que el demonto por todas partes ha pues- manifiestos e irrefragables indicios de que ellos
to escondidos lazos á tus pies, lazos en las n - os quieren hacer traición y destruir: Decipientium
quezas, lazos en los placeres, lazos en las con- maxime òpus hoc est (dice san Juan Crisòstomo)
versaciones, lazos en los conv.tes. ¿Quien podra (HOM. 16.AU POP.) prius suavia proponer e, Ut mox
escapar sin e n r e d a r s e y quedar preso en ellos? inferant tristia. T o d o s los traidores tienen por cos-
M a s el estudio principal pone el enemigo en ocul- tumbre introducirse con algún embite agradable
t a r todo el mal d e b a j o de apariencias d e bien; á los sentidos. Caín mató alevosamente á Abél,
esconde el anzuelo traidor en el cebo de los pla- convidándole á la recreación alegre del campo,
ceres y hace creer, que él será bien servido, y egrediamur in agrum, p á r a quitarle allí mas á
su salvo la vida. También Dalila hizo mil cari-
con eso paga los t r a b a j o s de quien militare a su
cias á Sansón; y habiéndole rendido, le entregó
sueldo. , _ , . r i despues á la furia rabiosa de sus enemigos. J u -
: Q cuántas pobres almas, engañadas de sus tai- das se introdujo á Cristo con la salutación, y con
gas promesa?, corren de tropél á alistarse en s is el ósculo de paz, p a r a echarle un lazo a í cue-
estandartes! ¡Cuántos, atrahidos y al bagados del llo, y prenderle.
canto de estas maliciosas, pero lisonjeras sirenas,
van á dar v perderse' en los escollos d e la int- ¿Qué importa que Lucifer os prometa liberal,
y aun os arroje al 3eno todos sus bienes, si to-
15
dos son bienes engañosos, bienes envenenados, bie- que se brindaban en vasos dorados, rociados de
nes, que de lates 110 tienen mas, que el sobre- licores suaves; mas en bebiendolas se sentía mor-
estrilo y apariencia: bienes, que Salomon, des- talmente envenenado el corazon. (PLUT M L Ü
pues de haberlos gozado todos, hasta hartarse, al CUL.) ¿Quién escogería la diadema de la reina
fin los definió, no solo vanos, sino la misma va- Momma, si despues de haberla tenido en la ca-
nidad y aflicción congojosa del ánimo: Vanitas va- beza, la hubiese de servir, como á ella, de do-
nitatum, aflicto spinlus? Tengan, (demos q u e s e a gal, que la ahogase? Si, pues, á un breve go-
verdad) tengan los secuaces de Lucifer placeres, zar ha de seguir y succeder un eterno penar,
con que desfogar sin freno los bochornos de sus
sentidos; mas con los placeres van muy de or- ZZmUt S U lU€tUS OCCU at
P > ¿ c ó m o aremos tan
Jocos, tan enem.gos de nosotros mismos, que nos
dinario juntas gravísimas enfermedades, y mas in- queramos entrar á servir á tan barbare y pér-
tolerables remordimientos de conciencia. Tengan fido tirano, porque nos promete largamente ta-
riquezas, con que grangear abundancia de como- l o b L n e S ' S a b , ' e n d 0 P ° r t a n t a s e n r i e n d a s , que
didades, v adelanten sus desordenados intentos; pe- no sabe cumphr sus promesas? Nos dará Lu-
ro con las riquezas van inseparables los cuidados y cifer el premio que Mahometo I. dió á un ca-
fatigas, los temores de que falten, los estímulos ntan renegado Este, despues de haber entrega-
de l a s tentaciones, las raices de muchos vicios. do a Constantinopla, pasó de las tropas c r i a L
Tengan en buenhora honras, con que hacerse gran- nas a las vandéras Turquescas, y arrojó la cruz
3 J UZ
des b sobre la tierra, y ganar gran reputación y por tomar el turbante.
estimación entre los hombres; pero con las hon-
ras van á la gurupa las implacables rencillas, las cion í a íl 0 TL 0 - d e 8 p u e s 1 u e e n premio de la trai-
cion le había prometido casarlo con una htfa su
inquietudes del ánimo, el incentivo d e la sober- ya, le dijo: Q u e habiendo sido bañada™ su car-'
bia, tan aborrecida y castigada de Dios y de ios
hombres. h r d a g U a d e I B m i s ™ > contra Ja ley de
Mahoma, quena, que antes de las bodas fíese
Mas: sean bienes deleitables, sean útiles, sean
e ol ado vivo para que depusiese la piel bau!
gloriosos; y ¿cuánto durarán ellos? Son mas du-
tizada. As, lo dijo, y a s i ] 0 K hizo, con increíble
raderos, ó mas estables que la vida? Y no es pasmo y tormento del infelisisimo cristiano £
verdad, que los secuaces de Luzbel, ducunt in es premios pueden esperar los que despues de
bonis dies suos, el in púnelo ad inferna deseen-
dunt gozan por pocos dias esos bienes, y des- Z 7 l T d 0se en,as
eel Uautismo, vanderas del
« áS pasar
atreven traidoramente í á'
pues en un momento son precipitados al infier- r
no á experimentar eternos males? Son estos bie- e huir de tal " " Mas quien deberá ^
nuir de tal paga, aprenda con tieuiDo á m
nes como las dulces aguas del Jordán, que des- "ocer los engaños y embelecos de S e r ío'
pues de breve curso van á parar al mar muer-
to y hediondo. Son como las bebidas de Circe,
que nos muestra la cruz, debajo dé la cual de-
caminos que él nos muestra, y no emplear la vi- bemos militar; pero juntamente nos avisa por me-
da en servir á un tirano, tan pérfido, como cruel: dio de su siervo Tomás de Kempis: „En la cruz
Lvngé foc ab eo viám tuam, et ne des anuos tuos „esta la salud y la vida; en la cruz está la de-
crudeli: (PROV. 5.) de otra suerte, la mayor cul- f e n s a de nuestros enemigos, v la gracia de
pa, á la verdad, no será del que hace traición, „las consolaciones celestiales; e n ' l a cruz se ha-
sino de quien á ojos abiertos se deja entregar o l a la fortaleza del corazon, el gozo del eepíri.
al enemigo. „tu, la perfección de las virtudes, y la esperan-
z a de Ja bienaventuranza eterna.
§. II. Es verdad, que Cristo impone á sus secuaces
\
que no se parte de dolor? ¿Qué ojos de basi- del Salvador?,. Compadecíase de Jesus santa T e -
lisco son los mios, si n o derraman lágnmas á vis- resa, que despues de haber meditado este Mis-
ta de esta sangre? T a n t o mas, cuanto yo soy la terio, se azotaba de pies á cabeza con cordeleá
causa de tantas penas, como dice san Agustín: v cadenas, y despues salia de su celda gritan-
(MEDIT. CAP. 7.) Ego sum tui plaga doloris: ego do: No mas pecados, no mas, que le cuesta mu-
tuae culpa occisionis. Peccat impius, et punitur cha sangre al Redentor.
Justus. Quod perpetrat servus, exolvi Dominus. Mas nosotros no nos compadecemos, que no so-
Quod committit liomo sustinet Deus. Yo, yo soy lamente huímos de toda mortificación del cuerpo,
la causa de vuestros dolores; yo soy la culpa de sino andamos buscando cómo darle todo placer
vuestra muerte. Peca el inicuo, y es castigado el sensible. Compadecíase de Jesus sahto Tomás de
justo. Castigan al a m o r por el delito del escla- Yillanueva, que por los pecados ágenos hería y
vo. Dios padece por el pecado del hombre. ¡O ensangrentaba sus espaldas con disciplinas, arma-
poderoso motivo de justísimas y perpetuas lágrimas! das de puntas de hierro, hasta rociar con su san-
Pero no debe pasar es.a consideración con so- gre la cara de los pecadores para ablandarlos.
las dos lágrimas de compasion. Debemos seria- Nosotros no nos compadecemos, que siendo reos
mente reparar la causa de tantos azotes. Los azo- de graves culpas nuestras, rehusamos lavar las man-
tes fueron especialmente tolerados por Cristo (si chas de nuestros pecados propios; no digo ya con
creemos á san Agustín y san Gregorio) en pe- gotas de sangre, mas ni con una lágrima de ver-
na de los deleites de la carne y de los place- dadera contrición.
res sensuales, que nosotros buscamos con tanta Vamos adelante. Si bien los azotes de Cris-
ansia. N uestras desnudeces, sin vergüenza, son las to excedieron en el número de los golpes y he-
que expusieron desnudo el cuerpo virginal de Je- ridas, y en la calidad de los instrumentos; pero
sús, con tanta confusion suya. La libertad de nues- en su especie era tormento que se usaba dar á
tros sentidos en las disolutas conversaciones, es la los esclavos malhechores. Otro inventó la bárba-
que ató como á esclavo al Hijo de Dios á la ra crueldad de los judíos, nunca usado en el mun-
columna. Nuestros inmodestos tocamientos pusie- do: una horrible y afrentosa invención, que sir-
ron en las manos los cordeles á los verdugos pa- viese para atormentar, y juntamente hacer bur-
ra despedazarlo. L o s placeres sensuales, los de- la del rey de la gloria. Apenas se habia vesti-
leites del cuerpo son las varas espinosas, y las do, cuando furiosamente de nuevo le desnudaron,
duras cadenas que hirieron y despedazaron aque- y echaron á las espaldas un despreciable retazo
llas purísimas carnes: Vulneratus est propler ini- de púrpura, y le pusieron en la mano una frá-
quitolis riostras, attritus est propter scelera riostra. gil caña, y le clavaron una corona de agudísi-
¿Qué resolución, pues, tomaremos nosotros con- mas espinas en la cabeza, como á rey de bur-
tra los deleites sensuales 7 ¿Cómo aprenderemos las y de dolores. Quizá aquella venerable cabe-
una vez á compadecernos con obras generosas za había quedado libre de la gran tempestad de
*
los a z o t e , y por eso revolvieron contra ella úni- tanta violencia! Quis satis cogitar i potest (conclu-
camente el furor. Y por su capricho, sin licen- ye el santo) quantas dolor referendum illud ca-
cia ni orden del presidente, teg.eron una coro- pul tot aculéis afecerit. cum nos vel ad unios spi-
na de juncos marinos, no á modo de guirnalda, nae punctionem fere intollerabili dolore vexemw?
sino á semejanza de capacete ó celada, que cu- Mas: jpor ventura fué menos el dolor, que la
briere V lastimase toda la cabeza, como lo en- ignominia? Porque aquellos pérfidos, viéndole co-
tendió san Vicente Ferrer. ( S E B M . D E FASS ) Spi- mo rey de burlas, puesto en el Rollo con fisga,
nea Domini corona eral instar pilei, ita ut undi- hacian desprecio de aquel vestido viejo y sucio
de púrpura, de aquel cetro de caña, de aquella
9,< corona de espinas. Ya se le acercaban todos, y
E s T a P t o n w o s a diadema pusieron en la cabe-
le cercaban, uno á escupirle en el rostro, otro
za al Rey del cielo, y se la encajaron con tal
á abofetearle las megillas, otro á arrancarlo los
violencia, que al punto corrieron arroyos de san-
cabellos y mesarle la barba. Ya se le arrodilla-
g e por el divino Rostro. ¿Cuan acerbo tormen-
ban, diciendo: Ave, fax Judaeorum, y luego des-
to seria este en una parte tan delicada como la
camaban guantadas sobre su rostro. Ya le qui-
cabeza, origen de todos los nervios y venas, don-
taban de la mano la caña, para herirle con ella
de está vivísimo el sentido del tacto para sen-
la cabeza, y entrarle mas adentro las espinas.
tir toda herida, aunque sea ligera? Cuanto mas
¡Qué paciencia y qué caridad hubiera podido re-
estas tan agudas f tan violentas, que no solo hi-
sistir á tantos ultrajes y tantas injurias, sino la
rieron lo exterior de las sienes, sino penetran-
de un -Dios? ¡O alma fiel! Mira primero á este
,'o el casco) llegaron á atormentar el cerebro:
gran Dios en su Magestad: aquella cabeza co-
Svinarum mmetioms cerebrum perfoiarunt, dice san
ronada de gloría y honra, en que, como on es-
J A I erizo Justiniano: y a ñ a d e , que era preciso mo-
pejo, se miran los ángeles: aquellas manos que
r i 7 muy en breve, si por divina virtud no se con-
fabricaron el sol y las estrellas: aquella sobera-
servara aquella vida, para padecer mayores pe-
na Divinidad, ante quien tiemblan de reverencia
na« Si una sola herida del cerebro se tiene por
las dominaciones y principados del cielo; y des-
mortal, poco menos que en el corazon, ¿cual se-
pues mira á este mismo Dios en tanta bajeza,
ria el dolor de Jesús al experimentar tantas pun-
la cabeza ceñida de ignominia, el rostro afeado
zadas, que según la revelación del dicho san f í -
de salivas, las manos despreciadas, con una ca-
cente hicieron mas de setenta penetrantes heridas
ña por cetro, la Magestad divina ultrajada, y es-
en la sagrada cabeza? Si nos dá horror el oír
carnecida por vilísimos bufones, lacayos y sayo-
que los verdugos clavaban agujas y canas a los
nes. A este término ha reducido nuestra sober-
mártires por entre las uñas y la carne; si una
bia á Dios; por nuestra altivez se ha abatido el
espina que se entre e n un pie, causa gran do-
rey de la gloria á tanto desprecio y vileza; nues-
íor á todo el cuerpo: ¡oh, qué habrán hecho, no
tro fausto y nuestra jactancia han puesto en opro-
una, sino tantas espinas clavadas en la frente con
.io, y á ser blanco de las burlas y risadas de ra cuanto padece por satisfacer á la divina Jus-
la hez de la república al Monarca del mundo. ticia por tus pecados. Por curar tu soberbia es-
¿Y quién tendrá ya atrevimiento para buscar va- tá tan vilipendiado y afrentado: por la vanidad
nos honores, viendo que le cuestan al Salvador y fausto de tu cabeza, tiene la suya atravesada
tales humillaciones y desprecios? ¿Con qué reme- con una corona de espinas: por los superfiuos ador-
dio se podrá curar la soberbia del hombre, si no nos de tu rostro, trae el suyo afeado con viles
sana con esta humildad del Hijo de Dios? salivas: Ecce Homo. Mírale como está, que non
Habia quedado el Redentor tan desfigurado y est species ei: ñeque decor. Haz refleccion, que
deshecho, que Pilatos creyó podía mitigar la ra- tus pecados han destruido y deformado la her-
bia de los judíos, y moverlos á compasión, si se mosísima forma, que él habia tomado por tu amor.
les mostrase, sacándole á público á los ojos del ¿A. esta vista no se conmueve tu corazon? ¿1 o-
pueblo en aquel dolorosisimo trage y aspecto; y drás proseguir pecando y diciendo con los judíos:
así, trayendole á fuera á un balcón alto y des- Tulle, crucifige eum?
cubierto, donde todos le pudiesen ver, con aque-
III.
llas funestas insignias de dolor y de ignominia,
dijo: Ecce Homo. Veis aquí el Hombre que tan-
EJEMPLO.
to aborreceisj que ya no tiene forma de Hom-
bre. Temíais que se hiciese Rey: veisle ahí re-
Si bien el V. P. Fr. Luis de Granada en to-
ducido á estado peor que un esclavo; ¿este Ros-
dos sus admirables libros respira piedad y devo-
tro macilento, esta Sangre copiosa, que corre de
ción, en ninguno, empero, resplandece mejor su
todas sus venas, no os mueve á compasion? ¿Qué
amor á Dios, que en las meditaciones de la pa-
os queda que hacer con este Hombre de dolo-
sión de Cristo. A estos misterios tenia un cora-
res?
zon tan tierno, que no podia hablar de ellos sin
Pero interrumpieron el razonamiento de Pila-
lágrimas y suspiros; y así, un viernes santo, ha-
tos los gritos del pueblo, que en altas voces ex-
biendo subido al pulpito para predicar de la pa'-
clamó: Tolle, folie, crucijige eum. tianguis ejus
sion, apenas con el rostro pálido y voz lúgubre,
suptr nos. ¡O barbaridad inaudita! ¡O fieras in-
hubo puesto el tema: Passio Domini nostri Jesu-
humanas, que no se entercecen á tan lastimoso
Chrisli secumdum Joannem, cuando empezó á llo-
espectáculo! ¿Y nosotros, ¡ó cristianos! tenemos aca-
rar tan copiosamente, que cerradas las fauces con
so el corazon mas tierno, mas piadoso? Imagi-
los sollozos, no podia proseguir el razonamiento.
nemos que nos dice, no un juez injusto, sino el
Repitió el tema: Passio Domini nostri; y prosi-
Padre Eterno: Ecce Homo. Mira, y vuelve á mi-
guiendo á querer decir, quién era aquel gran Dios,
rar, ¡ó cristiano! á este Hombre, á quien tu re-
que padecía por los pecadores, sus enemigos, le
conoces y adoras por tu Dios. Mira bien á qué
interrumpió otra mayor vehemencia é impetuosa
término ie ha reducido el smor de tu salud. Mi-
corriente de lágrimas, que le obligó á dejar el soti os, pecadores, vamos á dar placer á nuestra
sermón; pero aquellas pocas palabras, acompaña- carne? ¡Oh, qué malvados somos! ¿Y qué será de
das de sus muchas lágrimas, fueron tan eficaces, nuestra salvación, si mientras los santos padecen,
que movieron á gran contrición á todo el nume- nosotros nos holgamos y regalamos? El ruido dé
roso auditorio, y se levantaron profundos gemi- estos golpes nos avisa, que vamos caminando á
dos y copiosos "llantos. Ni hay que maravillarse la perdición. Y al punto tocados de h divina
que sus palabras fuesen tan poderosas, porque eran gracia, y movidos á verdadera penitencia, se
mas poderosas sus obras y ejemplos. volvieron á sus casas; pero primero observa-
En honra de los azotes de Cristo, se discipli- ron diligentemente la ventana de la celda, de
naba ordinariamente hasta derramar sangre. La donde salia aquel saludable ruido. A la maña-
cuaresma, en obsequio da la corona de espinas, na temprano se vinieron al convento, y pre-
se ceñia con un cerco de estaño, con puntas re- guntaron al portero, ¿quién vivia en la celda
levadas en él. Y por la cadena con que el Sal- correspondiente á aquella ventana, que salín á
vador fué llevado al calvario, tenia un cinto de la calle? Y sabiendo que era el ¡.'adre Fray
hierro, tan estrechamente apretado á la cintura, Luis de Granada, le hicieron llamar; y llevándo-
que despues de su muerte se halló metido y re- le á parte, el uno despues del otro, se le arro-
concentrado con la carne. Demás de otras admi- jaron á sus pies, hiriéndose los pechos, y derra-
rables invenciones, con que su amor lo hacia cruel mando lágrimas y diciendo: Padre, los azotes con
verdugo de sí mismo, y piadoso para con Cris- que la noche pasada heriste tu cuerpo, han he-
to. imitando su pasión. rido á nosotros el corazon, y nos han apartado
Mas es digno de especial memoria lo que le de los deleites sensuales: y refiriéndole distinta-
sucedió en un convento suyo de Portugal. Usa- mente el caso, se confesaron con el V. padre,
ba el siervo de Dios todas las noches, antes de con grandes muestras de contrición. Y enterne-
acostarse, azotarse con una horrible disciplina, cu- cidos mucho mas con las suavísimas palabras del
yos recios golpes resonaban con gran ruido en confesor, y animados á hacer seriamente peniten-
la calle pública, confinante con su celda. Su- cia. se redujeron á una vida ejemplar, sonándo-
cedió, que yendo á aquella hora dos caballeros les siempre en los oidos, y mucho mas en el
mozos á la casa de una muger liviana á ejecu- corazon, aquel ruido, que los habia librado del
tar sus placeres, pasaron cerca de la celda de peligro de su condenación.
Fr. Luis; y oyendo aquel grande ruido de los Ahora, si tanto pudo el sonido'de aquellos azo-
azotes, se pararon y pusieron grande atención á tes en el corazon de estos jóvenes disolutos y
examinar de dónde salia. Presto conocieron lo que deshonestos, ¿qué compunción no deberá causar
era, y compungidos, empezaron á discurrir entre en nosotros la consideración de los cruelísimos
sí: ¡ Ó miserables- de nosotros! Este siervo de Dios azotes del Ptedentor? ¿Y habrá corazon que quie-
castiga y lastima tan fieramente su cuerpo, ¿y no- ra proseguir en buscar y tomar deleites sensua-
les, vienda que el Hijo de Dios padece-, por cau-
sa de ellos, una tan rigurosa carnicería en todo LECCION XIV.
su cuerpo? ¿Habrá ojos de cristiano, que al mi-
rar la sangre del Redentor, derramada por tan- D E LA CRUCIFÍCCION D E JE3CCRIST«-.
tas heridas y con tantos golpes, no llore amar-
gamente los placeres de los sentidos? ¡ Ay! A les
pies del mismo Señor atado á la columna, di- ¿«íos leones, en viendo al hombre abatido y hu-
gamos con todo afecto aquella devota oracion del millad), deponen su fiereza. Los áspides, en ha-
mismo V. P. Er. Luis de Granada. biendo chupado parte de sangre humana por ne-
Señor mió Jesucristo, todas las veces que os cesidad, no prosiguen en herir por rabia; mas no
contemplo así desnudo y todo llagado, me lleno así se mitigaron, ni se enternecieron los judíos,
de confusion y empiezo todo á temblar. ¡Ay mi- al ver tan abatido y ensangrentado al Salvador;
serable! ¡Qué será de mí! N o hay tantos rayos antes mas crueles y rabiosos, alzaron el grito, cla-
en el cielo, cuantos yo conozco que merezco, por mando: A la cruz, á la cruz; ponle en un pa-
haber sido causa con mis maldades de tantos do- lo: Crucifige, erveifige. Y así Pilatos, aunque de
lores vuestros. ¡Oh, cuanto me desagrada á mí mala gana, se vió forzado á sentarse en su tri-
mismo, y me enfada y molesta el vivir! Pero vues- bunal, y dar la sentencia definitiva de muerte.
tra piadosísima voz me consuela todo, y me dá Entonces aquellos bárbaros, contra el estilo de
confianza; llamais á Vos los pecadores, para cu- los mas crueles verdugos, que esconden y ocul-
rar con vuestras Llagas las suyas; oigo que de- tan á los reos los instrumentos del suplicio, al
cis: Venid á mí, que mi muerte será vuestra vi- instante le pusieron á la vista la cruz. Abrazo-
da; vengo, pues, á Vos, ó Salvador de mi al- la el Redentor con grande afecto, y bajó sus hom-
ma, á rogaros, que mostréis vuestra Cabeza co- bros para recibir aquel pesadísimo leño, sobre el
ronada de espinas, y lleno vuestro Rostro de San- cual estaban puestos todos los pecados del lina-
gre al Eterno Padre, diciendole: Ecce Homo. Y ge humano: Posuit Dominus in eo iniquitatem om-
pues tuvisteis corazon para ofrecer vuestros míen- nium nostrum.
bros á los verdugos, para que los atormentasen; Sale fuera, llevando la gravísima carga; no ya
tened también bondad para presentarles por mí como Isac la leña del sacrificio, de noche, por
ai Eterno Padre, para que por vuestro amer me caminos solitarios, sin que nadie lo viese, sino
perdone. al medio dia, por las calles públicas de Jerusa-
Léase á Tomás de Kempis lib. 2. cap. 11. cuyo lén, á són de trompetas, que llamaban al pue-
título es: Cuán pocos son los que aman la cruz blo á aquel ignominioso espectáculo. No pudien-
de Jesucristo. do con el gran peso gobernar los miembros, fal-
tos de fuerzas y de sangre, se movía á pasos
lentos, y á breves ratos arrodillaba y caía á tier-
les, viendo que el Hijo de Dios padece-, por cau-
sa de ellos, una tan rigurosa carnicería en todo LECCION XIV.
su cuerpo? ¿Habrá ojos de cristiano, que al mi-
rar la sangre del Redentor, derramada por tan- D E LA CRUCIFÍCCION D E JE3CCRIST«-.
tas heridas y con tantos golpes, no llore amar-
gamente los placeres de los sentidos? ¡ Ay! A les
pies del mismo Señor atado á la columna, di- ¿«íos leones, en viendo al hombre abatido y hu-
gamos con todo afecto aquella devota oracion del millad), deponen su fiereza. Los áspides, en ha-
mismo V. P. Er. Luis de Granada. biendo chupado parte de sangre humana por ne-
Señor mió Jesucristo, todas las veces que os cesidad, no prosiguen en herir por rabia; mas no
contemplo así desnudo y todo llagado, me lleno así se mitigaron, ni se enternecieron los judíos,
de confusion y empiezo todo á temblar. ¡Ay mi- al ver tan abatido y ensangrentado al Salvador;
serable! ¡Qué será de mí! N o hay tantos rayos antes mas crueles y rabiosos, alzaron el grito, cla-
en el cielo, cuantos yo conozco que merezco, por mando: A la cruz, á la cruz; ponle en un pa-
haber sido causa con mis maldades de tantos do- lo: Crucifige, crucifige. Y así Pilatos, aunque de
lores vuestros. ¡Oh, cuanto me desagrada á mí mala gana, se vió forzado á sentarse en su tri-
mismo, y me enfada y molesta el vivir! Pero vues- bunal, y dar la sentencia definitiva de muerte.
tra piadosísima voz me consuela todo, y me dá Entonces aquellos bárbaros, contra el estilo de
confianza; llamais á Vos los pecadores, para cu- los mas crueles verdugos, que esconden y ocul-
rar con vuestras Llagas las suyas; oigo que de- tan á los reos los instrumentos del suplicio, al
cís: Venid á mí, que mi muerte será vuestra vi- instante le pusieron á la vista la cruz. Abrazo-
da; vengo, pues, á Vos, ó Salvador de mi al- la el Redentor con grande afecto, y bajó sus hom-
ma, á rogaros, que mostréis vuestra Cabeza co- bros para recibir aquel pesadísimo leño, sobre el
ronada de espinas, y lleno vuestro Rostro de San- cual estaban puestos todos los pecados del lina-
gre al Eterno Padre, diciendole: Ecce Homo. Y ge humano: Posuit Dominus in eo iniquitatem om-
pues tuvisteis corazon para ofrecer vuestros mien- nium nostrum.
bros á los verdugos, para que los atormentasen; Sale fuera, llevando la gravísima carga; no ya
tened también bondad para presentarles por mí como Isac la leña del sacrificio, de noche, por
ai Eterno Padre, para que por vuestro amer me caminos solitarios, sin que nadie lo viese, sino
perdone. al medio dia, por las calles públicas de Jerusa-
Léase á Tomás de Kempis lib. 2. cap. 11. cuyo lén, á són de trompetas, que llamaban al pue-
título es: Cuán pocos son los que aman la cruz blo á aquel ignominioso espectáculo. No pudien-
de Jesucristo. do con el gran peso gobernar los miembros, fal-
tos de fuerzas y de sangre, se movia á pasos
lentos, y á breves ratos arrodillaba y caía á tier-
ra; por lo cual aquellos insolentes sayones, va ti- Pero merece ser con especial atención ponde-
rando violentamente de los cordeles, ya punzán- raba la razón que alega: Quia si in viridi lig•
dole con las lanzas, ya con golpes sobre la co- no Itaec fcciunt, in árido quid fiel! Si en mí (di-
rona de espinas, le obligaban á levantarse y pro- ce el Rtdenlor) que soy leño verde, sin infec-
seguir el camino. Aquí verdaderamente vino a ser ción de culpa, y con frutos de todas las virtu-
el Rev de la gloria oprobio de los hombres y des, se ejecutan con tanta crueldad tantas he-
desprecio abatidísimo del pueblo: Opprobium lio- ridas; ¿qué será de los pecadores, que son leños
minum, et abjectio plebis; porque aquel mismo pue- secos, estériles de todo bien, y podridos con tan-
blo, que poco antes le habia recibido con ben- tos pecados? A la ponderación de esta gran clau-
diciones, aplausos, hojas de palma, y con arro- sula convida san Buenaventura á los pecadores.
jar sus capas al suelo v á sus p i e s , como a ttev; Si el Hijo de Dios y Criador del mundo, por
ahora trocado el amor en odio, concurre de todas haber temado carne humana: ín similitudinem car-
partes á maldecirle y burlarle con mofa, como nis peccoti, padece- tantas penas y tantos tormen-
á ladrón. tos, ¿qué habrá de padecer el hombre, vilísima
criatura, engendrado de carne pecadora? ¿Sí el
Apenas se hallan algunas buenas mugeres, que inocente, Azucena de pureza, y Espejo sin man-
movidas á piedad, al ver tanta desgracia y atiic- cha, hubo de tolerar en su purísima Carne su-
cion, le salen al encuentro con gemidos y lagri- dor de sangre, tormentos de agonia, y muerte de
mas, á las cuales volviéndose el Salvador como ciuz por los pecados ágenos; ¿qué castigos, qué
olvidado de sus dolores, y compadecido de los muerte no deberá tener el pecador, reo de tan-
trabajos que habian de padecer, las dijo con tier- tas maldades propias, arguyendole la conciencia
nisimo afecto: Filiae Rierusalem, nohtepre su- de tantas culpas como ha cometido? Si (ajusti-
per me, sed svper vos ipsas jlere. ¡O dulcísimo cia del Eterno P a d i e es tan inexorable contra
Jesús! ¡Cómo prohibís este llanto, con que des- su propio Hijo, que quiso verle agonizar y mo-
foga un poco el afecto compasivo de vuestra pa- rir en una ciuz, ¿qué severidad, qué rigores no
sión! ¿Por qué antes no impedis las blasicmias deberá aguardar el esclavo rebelde? Cuando Tor-
injuriosas de los perseguidores, que las piadosas cuato, cónsul Romano, con severisima justicia, hi-
expresiones de compasion de las mugeres. De- zo cortar la cabeza á su hijo JManlio, porque con-
jad que á lo menos estos corazones se compa- tra s u - o r d e n habia peleado y vencido á los ene-
dezcan, y estos ojos lloren, y paguen un corto migos, quedó pasmado todo el ejército, y ningún
tributo de lágrimas á vuestra Sangre. Pero ¿que soldado tuvo aliento para pedir perdón de su ino-
digo? La fineza de vuestro amor os persuade otra bediencia, viendo que el padre no habia perdo-
cosa. Como vuestro Corazon se compadece mas nado aun á su hijo: Expalluit Mus Exercitus;
de nuestros males, que de vuestras penas; asi que- ruc quis quom milUxnn ausvs est sibe venuim pe-
reis que toda la compasion de los otros se con- tere, vidtus vindiCtcm jalris in flium, (VALER.
vierta ácia nosotros, y las lágrimas se derramen
por nuestras miserias: Super vos ipsas jlere.
/
MAXIM.) ¡quién, pues, tendrá atrevimiento para pe- Jo Apóstol? ¿En vuestro cuerpo cumplis lo que
car con esperanza de que Dios le perdonara des- le falta á la pasión de Cristo? Por ventura, ¿no
pues, si proprio Filio non pepercit, si no perdo- fué copiosa y sobreabundante su redención? Co-
piosa apud eum redemptiof Ay, que sí, responde
nó á su Hijo, solamente porque entro a ser fia-
Pablo: fué copiosa y copiosisiina; pero apud eum,
dor por los pecados ágenos? ¿Quién, siendo reo
respecto del Redentor, y en sí misma, mas no
de muchas culpas, vivirá seguro del perdón por respecto de los hombres, y para su eficaz bene-
haber derramado una lágrima de penitencia, o he- ficio, si ellos con su padecer no se aplican los
rido una vez su pecho con el Domine miserere, frutos de su pasión: no serán herederos de la <rl0.
si reparara que el Redentor no se contenta con 11a, si no fueren partícipes d é l a s penas: Si com-
haber derramado por los pecados unas pocas go- patimur, et conglorificubimur.
tas de sangre, sino deja vacias las venas en una
tempestad de azotes, en una corona de espinas, Vengan, pues, las cruces, los trabajos, las per-
secuciones y tormentos, que serán siempre muy
en una infame horca? . bien recibidos: pagaré sangre con sangre, y vida
Acaso diréis, que el haber padecido tanto e! con vida. Así divinamente lo explica san Gre^o-
Redentor por nuestros pecados, mas nos anima a rio el grande: Per crucem quidem suam omhesre-
esperar, que mueve á temer. Si la divina Jus- dimit, sed remansit, ut qui ledimi, et regnare cum
ticia ha cobrado ya la pena de nuestros pecados eo nitur, crucifigatur. Hoc propecto residuum vi.
del Salvador, ya no tendrá que pedirnos esta deu- derut, qui dicebat: si compatimur, et conregnabi-
da ni nosotros tendrémos que pagar, ni penaiv
Eternas gracias al divino Hijo, que á tanta cos- Pero volvamos al Salvador, que proseguía su
ta de su Sangre nos ha redimido, tomando pa- trabajoso camino, bañando la tierra con la san-
ra sí solo los rigores de la Justicia, y dejando gre que corría de las llagas, oprimidas y expri-
para nosotros las finezas y suavidades de la mi- midas con el tórculo ó viga de la pesada cruz.
sericordia. ¿Qué decis, que el Salvador tomo pa- ¡ U , ^ a , n S r e d e Dios vivo, Sangre de infinito va-
ra s í s o l o los rigores d é l a Justicia? ¡ O que gran- lor: ¡Como estáis mezclada con el lodo de las
de error! Estáis muy engañados; antes Dios nos cal es, y pisadas de vilísimos pies! ¡O ángeles del
propone á su Hijo crucificado por nuestras cul- cielo! ¿Como no bajais á la tierra á recoger es-
pas para que nosotros no escusemos tomar la cruz, ta preciosísima Sangre? ¿Cómo no ayudais á lle-
v tolerar nuestras penas: Proprio filio non pe- var la pesada cruz, intolerable á las desmayadas
n-.rcit, ui ostenderelur, quae supplicia manerentser- fuerzas de vuestro desalentado Rey? ¡Cómo no
vum nequám, dum tanta patitur trinocens Films. oponéis-'vuestras santas bendiciones y alabanzas,
Así lo entendió el Doctor de las gentes, Pablo, a las blasfemias con que le maldicen los judíos,
cuando al padecer aquel gran catálogo de sus cru- corno a cap.tan de ladrones? ¿Cómo sufrís que
ces y trabajos, decia: Adimpleo ea quae desuní, el feenor,. que está en el cielo enmedio de las
Passionum Christi in carne mee. ¿Qué decís, san-
dos divinas Personas, rodeado de las celestiales me mandais que y o me retire de vos? ¿Dónde
í e aromas, esté en la tierra entre dos ladrones, puedo hallar conorte, sino en vuestra presencia?
a c o m p a ñ a d o de infames malhechores, y enmedio Vuestra vida es mi vida: sean, pues, mías vues-
de ello coronado de espinas, como Rey de los tras penas: permitid que mis lágrimas acompa-
mas facinerosos? Este (si creemos a san Anse • ñen á vuestra Sangre; quiero ser crucificada con
no f u é el mayor tormento que padeció el t a l - vos, y morir con vuestra muerte. Vivir sin vos,
a d o r verse tratado de ladrón. Esto le hería el m e ' s e r á mas duro y amargo que el morir; y el
Alma m a s vivamente, que al Cuerpo la cruz. morir con vos, me será premio de haberos da-
s f bien mayor, sin duda fue el sentimiento al do la vida.
encontrarse con su divina Madre. ¡O dolores,s,- Estos sentimientos se andaban repitiendo alia
rno encuentro! La Madre santísima, luego que tu- en sus corazones la Madre y el Hijo, y con tan
v o l a funesta noticia, corrió á v e r a su H I J O , dan- dolorosos afectos proseguían el camino, hasta lle-
gar al lugar tíel sacrificio.
dolé el amor las fuerzas y aliento, que ie qui-
taba el dolor. Veía por el camino las gotas de
§. I I .
la sangre, que le sirvieron de guia para condu-
c rse al calvario, conde se encentro con su Hi-
MUERTE D E CRISTO.
•o y se miraron los dos cara a cara. ¡O Dios,
S n qué pasmo y dolor de ambos! Callaban las
Apenas llegaron al monte calvario á la vista
lenguas, nías hablaban los corazones; y con la
de Jerusalen, cuando aquellos sayones, sin dar-
lastimosa vista de los ojos se traspasaban reci-
le un instante de descanso, le desnudaron con
p o c a m e n t e las almas atormentadas. Decía con los
gran furia, hasta de la túnica interior, que estan-
afecto d e l corazon ei Hijo: ¿Para que v e n » aqu,
do pegada á las llagas por la sangre congelada,
M a d r e mía, á aumentar mi dolor y el vuestro?
le renovó acerbísimos dolores. Despues le man-
Bien conoz'co que mi pasión es la vuestra: pe-
d a r o n , con bárbara impiedad, que se tendiese so-
r o tambien vuestro dolor es mío. Yo con esta
bre la cruz. El Salvador, con prontísima obedien-
abeza coronada de espinas traspaso vuestro co-
cia, estendió las manos, y alzando los ojos al cie-
razón: V o s . con vuestro corazon, anegado en tan-
lo, ofreció al Eterno Padre su vida en sacrificio
S s afanes, me dobláis las penas. Volved, o Ma-
por el remedio del género humano. Y como Isac,
d r e «n¡a, á vuestrorct.ro, que no conviene a vues-
atado sobre el ház de la leña estaba esperando
tra pureza esta compañía de ladrones y verdu-
la herida de su padre; así Cristo sobre la cruz
S ' Volved, o purísima Paloma al a.ca de vues-
aguardaba los golpes de los verdugos. Allá Dios,
f r ü alvergue, hasta que cesen las aguas de este
satisfecho con la buena voluntad de Abrahán, hi-
dUuvio. porque aquí no hallareis donde desean-
zo que el ángel le detuviese la espada, para que
se vuestro pié. Mas á esto respondía el corazon
110 descargase el golpe; acá, queriendo la per-
de la Madre: ¡O mi queridísimo H.jo! ¿Por que
39
dos divinas Personas, rodeado de las celestiales me mandais que y o me retire de vos? ¿Dónde
í e aromas, esté en la tierra entre dos ladrones, puedo hallar conorte, sino en vuestra presencia?
acompañado de infames malhechores, y enmedio Vuestra vida es mi vida: sean, pues, mías vues-
de ello coronado de espinas, como Rey de los tras penas: permitid que mis lágrimas acompa-
mas facinerosos? Este (si creemos a san Anse • ñen á vuestra Sangre; quiero ser crucificada con
no f u é el mayor tormento que padeció el t a l - vos, y morir con vuestra muerte. Vivir sin vos,
a d o r verse tratado de ladrón. Esto le hería el m e ' s e r á mas duro y amargo que el morir; y el
Alma m a s vivamente, que al Cuerpo la cruz. morir con vos, me será premio de haberos da-
s f bien mayor, sin duda, fue el senum.ento al do la vida.
encontrarse con su divina Madre. ¡O dolores,s,- Estos sentimientos se andaban repitiendo alia
rno encuentro! La Madre santísima, luego que tu- en sus corazones la Madre y el Hijo, y con tan
v o l a funesta noticia, corrió á v e r a su H I J O , dan- dolorosos afectos proseguían el camino, hasta lle-
dolé el amor las fuerzas y aliento, que ¡e qui- gar al lugar tíel sacrificio.
taba el dolor. Veía por el camino las gotas de
§. II.
la sangre, que le sirvieron de guia para condu-
< L e al calvario, conde se encentro con su Hi-
MUERTE DE CRISTO.
•o V se miraron los dos cara a cara. ¡O Dios,
S n qué pasmo y dolor de ambos! Callaban las
Apenas llegaron al monte calvario á la vista
lenguas, mas hablaban los corazones; y con la
de Jerusalen, cuando aquellos sayones, sin dar-
l S . n o a vista de los ojos se traspasaban r e o
le un instante de descanso, le desnudaron con
p o c a m e n t e las almas atormentadas. Decía con los
gran furia, hasta de la túnica interior, que estan-
afecto d e l corazon el Hijo: ¿Para que venís aquí,
do pegada á las llagas por la sangre congelada,
M a d r e mía, á aumentar mi dolor y el vuestro?
le renovó acerbísimos dolores. Despues le man-
Bien conoz'co que mi pasión es la vuestra: pe-
d a r o n , con bárbara impiedad, que se tendiese so-
r o tambien vuestro dolor es m.o. Yo con esta
bre la cruz. El Salvador, con prontísima obedien-
abeza coronada de espinas traspaso vuestro co-
cia, estendió las manos, y alzando los ojos al cie-
razón: V o s . con vuestro corazon, anegado en tan-
lo, ofreció al Eterno Padre su vida en sacrificio
S s afanes, me dobláis las penas. Volved, o Ma-
por el remedio del género humano. Y como Isac,
d r e mia, á vuestroret.ro, que no conviene a vues-
atado sobre el ház de la leña estaba esperando
tra pureza esta compañía de ladrones y verdu-
la herida de su padre; así Cristo sobre la cruz
S ' Volved, o purísima Paloma al aica de vues-
aguardaba los golpes de los verdugos. Allá Dios,
f r o alvergue, hasta que cesen las aguas de este
satisfecho con la buena voluntad de Abrahán, hi-
diluvto, porque aquí no hallareis donde desean-
zo que el ángel le detuviese la espada, para que
se vuestro pié. Mas á esto respondía el corazon
110 descargase el golpe; acá, queriendo la per-
de la Madre: ¡O mi queridísimo H.jo! ¿Por que
39
fecta y cumplida ejecución, permitió que los sa-
so del Cuerpo sobre los pies, y los clavos abren
yones desfogasen toda su rabia contra su Hijo:
mas las heridas, y descoyuntan los huesos. Si se
y así, con duros y gruesos clavos empezaron á
quiere sostener en los brazos, crecen las bocas
d a r martilladas, como si las diesen sobre un yun-
de las manos, y se estiran mas los huesos y ner-
que, para atravesar una mtno, que por la vehe-
vios. Si se mueve la sagrada cabeza en la cruz,
mencia del dolor, habiendo encogido los nervios,
se clavan mas en el casco las espinas. Si incli-
obligó á aquellos cruelísimos verdugos que estira-
na la cabeza ácia el pecho, repara, que aque-
sen con mayor fuerza la otra mano, hasta que
lla escuadra de sayones y vil turba, con visages
llegase al agujero señalado. Aquí se descoyunta-
y gestos feísimos le está mofando; la boca lle-
ron los huesos con horrible tormento, como lo
na de amargura con la hiél: los ojos cubiertos
había profetizado el Salvador: Foderunt manus
de sangre; las inexilías acardenaladas por las bo-
meas, et pedes meos, dinumeraverunt omnia ossa
fetadas; todos los miembros están padeciendo, y
mea, ( P S A L . 21.) M e clavaron y atravesaron las
cada uno su especial tormento, sin que pueda so-
manos y los pies; y tanto me estiraron en la cruz,
correr el uno al otro sin reciproco dolor: sobre
que me podían contar todos los huesos de mi
todo, corren de las manos y pies cuatro arro-
cuerpo. Aun mas que las manos, padecieron en
yos de sangre, que son como los cuatro rios del
este tormento los sagrados» pies, por la ju^ta de
Paraíso terrenal, que salían á regar toda la haz
los nervios y grosedad de los huesos, y por el
de la tierra.
-estiramiento de todos los miembros; y así dijo
Mas ya que el cuerpo está sumergido en tan-
el Redentor á santa Brígida, que este fué el ma-
to mar de penas, á lo menos el alma gozará al-
yor dolor que habia padecido: Omnium atrocissi-
gunos consuelos. Ay, que antes confiesa el mis-
mus.
mo Redentor, que su alma está llena de congo-
Clavado de esta suerte el Señor, levantaron con jas: Repleta es malis anima mea. Y según este
furia la cruz, y con ímpetu la dejaron caer en texto, llegó á decir el doctor angélico santo To-
el hoyo cavado en el monte, para que el cuer- más, que también en la cruz los dolores y fa-
po pendiente se descoyuntase y quebrantase to- tigas del alma, fueron mayores, que los tormen-
do, y se abriesen mas las heridas de las manos tos del cuerpo. Y ¿qué mayor confusion, que es-
y de los pies. Apareció entonces el Rey de la tar desnudo sobre un infame leño, á la vista de
gloria desnudo, solo cubierto con su Sangre, á un innumerable pueblo, entre dos famosos ladro-
los ojos del pueblo insolente, que en lugar de nes? Cooperuit confussio faciem meam; la confu-
moverse á piedad, alzó el grito á mofarle y es- sión y vergüenza cubrió mi rostro. Así se dolió
carnecerle: Si Filius Dei es, descende de Cruce. Cristo mas, que de los otros tormentos. ¡Qué ig-
¡ O qué doloroso espectáculo, ver al Hijo de Dios nominia de un alma noble, verse burlada de la
pendiente de una cruz, señalado desde la cabe- vilísima hez del pueblo, mofada con dichos y ges-
za á los pies con atrocísimas llagas! Carga el pe- tos de los 4ayones, con palabras y acciones ri-
•
dículas é injuriosas de los fariseos! Blasphemabant con temblores la tierra: las piedras se quebraron
eum, mótenles capita sua. ¡Qué soledad, hallarse unas con otras: los sepulcros se abrieron: el sa-
abandonado d e sus queridos discípulos, vendido de cro velo del templo se rasgó: todas las criaturas
uno con traición, negado de otro con perjurio! insensibles, por quien no moria Cristo, tuvieron
¡Qué dolor d e corazon de un Hijo, mirar delan- sentimiento de compasion á la muerte de su Cria-,
te de sí á su queridísima Madre traspasada de dor. Y tú, corazon mío, ¿no te condolerás? ¿ \
la espada del dolor, desmayada y sin aliento! vosotros ojos, mios, no derramareis una lagrima
de compunción? ¿Y yó, por amor de quien mu-
¿A lo menos e s t a ñ a asistido de celestial conor-
rió el .Salvador, no me moveré á piedad, a cor-
te de su Eterno Padre? ¡Ay, que no! él mismo
respondencia de afecto, á arrepentimiento de mis
se queja con lastimeras voces de que está aban-
pecados? Mas, en la muerte de Jesucristo os sol-
donado y desamparado hasta de su Eterno Pa-
dados, verdugos y ministros, ejecutores del supli-
dre: Deus meus, Deus meus, ut quid dereliquisti
cio, se llenaron de horror; y arrepentidos con-
me'l Dios mió, Dios mió, ¿por qué me has des-
fesaron, que era Hijo de Dios: Veré Fdius Dei
amparado? O como dice en otro lugar: Clamo
eral isti. El ladrón crucificado juntamente con el
ad te, et non exaudís me. Mutatus es mihi in
se movió á penitencia, y le confesó por Rey del
crudelem; clamo, imploro vuestra ayuda, y no me
cielo. Los judíos, que antes habían gritado: Cru-
oís: parece q u e para mí os habéis trocado en cruel,
cifige eum, se volvían hiriendo los pechos de con-
pues no mostráis piedad á tantas penas mías, y
trición: Revcrtebantur percutientes pectora sua. hl
sufriéndoos e l corazon ver agonizar á vuestro Hi-
mismo Longinos, que con la lanza atravesó el Cos-
jo sobre u n a cruz. De esta suerte el Criador del
tado del Redentor, quedó tan ilustrado y enter-
mundo, el R e y del cielo, el Unigénito del E t e r -
necido con la sangre que salió de aquella heri-
no Padre, ahogado en un mar de afanes, en un
da, que vino á ser santo penitente, y glorioso
diluvio de su propia sangre, despues de una lar-
mártir. ¿Y yo, al ver morir un Dios sobre la
ga agonía, sin ningún refrigerio, ni alivio, entre
cruz por mis gravísimos pecados, he de quedar-
las burlas é injurias d e . s u s enemigos, inclinan-
me insensible? ¿He de resistir á tantos motivos
do la cabeza, espiró: Inclínalo capite tradidit spi-
de penitencia? ¿No resolveré mudar de vida? Peor
ritum. M u r i ó el Hijo de Dios; y yo tan favore-
sov que los bárbaros judíos; mas impío, que los
cido, tan lleno de sus beneficios, he sido !a cau-
verdugos de Cristo; mas perverso, que Longinos,
sa de su muerte, le he muerto con mis culpas;
que traspasó el Corazon de Jesús. ¿Y qué co-
yo, que si n o queria amarle como Padre, á lo
sa podrá jamás convertirme, si no me convierte
menos le debia temer como Juez: yo le he muer-
la muerte de un Dios, que pudo mover y en-
to con la m a s cruel manera de muerte de cuan-
ternecer aun á sus mismos matadores? ¿Si con
tas la h u m a n a fiereza supo inventar.
la sangre de este Cordero inmaculado no se ablan-
A esta muerte se dió por sentida toda la na- da el diamante de mi durísimo corazon, con que
turaleza: el sol se cubrió de tinieblas: se sacudió
se podrá jamás ablandar? ¿Qué esperanza puedo tamente en el castigo de los ángeles, donde Dios,
tener de mi salvación, si no tengo mejoría con por solo un acto de soberbia, desterró del cie-
tal medicamento, y tan eficaz del Salvador? Una lo, á eternas penas, tantas celestiales gerarquias;
sola vista de Jesús crucificado sacó de las tinie- pero mas se manifiesta su enormidad en la re-
blas de la infidelidad á Umberto, duque de Aqui- dención de los hombres, por cuyos pecados hu-
tania, enemigo de los cristianos; y del lodo de vo de morir con atrocísimos tormentos el Cria-
la torpeza á Catalina Romana, muger deshones- dor de los ángeles y de los hombres. Mira, ó
ta y del mundo, los cuales confesaron haberse pecador, lo que haces, cuando te dejas llevar de
rendido á convertirse, no por temor de la muer- cualquier placer pecaminoso: haces un mal, que
te cercana, no por el peligro del infierno, que 110 se quita, ni se borra, si Dios no derrama su
les amenazaba, sino solo de haber mirado al Sal- Sangre: Sine sanguinis cjfusione non fit remissio.
vador crucificado, cuya vista les movió á peni- Mira cuan grave deuda de penas has contraído
tencia; ¿y yo, habiendo visto tantas veces al Hi- por una sola de tus culpas; deuda tal, que pa-
jo de Dios pendiente de la cruz, despues de tan- ra satisfacer por ella, nada servirán, ni las ora-
tos toques á mi corazon, he de ser rebelde á la ciones de tantos santos confesores, ni las lágri-
luz? Rebellis lumini? ¿Pertináz á las inspiraciones? mas de tantos penitentes, ni la sangre de tantos
¿Y he de hacer tan grande agravio á Ja Sangre mártires, ni los preciosísimos é incomparables mé-
divina? ritos de la divina Madre: Oportebat Christum pati;
Aquí al pie de la cruz aprendió la penitente fué menester que muriese Dios.
Magdalena la gravedad de sus pecados, y de la Mas sobre todo, mira, hombre, en el Corazon
grandeza del remedio infirió la atrocidad de sus traspasado de Jesús, el exceso de la divina ca-
llagas. Aquí debe el pecador concebir asombro ridad con los pecadores; y desde el pie de la
de sus delitos, y en la balanza de la cruz pe- cruz, levantando los ojos al Salvador, pregúnta-
sar la gravedad de sus culpas. Gran teatro de le con el Profeta: Quid sunt plague istae ta me-
la divina Justicia es el infierno, para conocer cuan dio manuum tuaruml ¿Qué llagas son estas, ó Sal-
detestable sea el pecado; pero mayor teatro de vador del mundo, que veo en vuestras manos y
terror es el calvario, donde la ira vengadora de en vuestros pies, que arrojan tanta copia de san-
Dios no se enoja, ni encruelece contra los mal- gre? ¿Quién ha despedazado con tan bárbara car-
vados pecadores, sus enemigos, sino ejercita su nicería todos vuestros miembros? ¿Quién os ha
severidad contra su mismo Hijo, por sola la som- abierto con tan terrible herida vuestro pecho? No
bra y capa, qne tomó de pecador: Non sic ex- responde el Salvador, porque ya ha espirado; pe-
pavesco, (decia temblando santo Tomás de Villa- ro responde por él el amado discípulo Juan, re-
nueva) et contremisco ad poenas inferni, sicut vi- gistrador fiel del Corazon de Jesús, que estuvo
dere Deum pro peccato morientem. presente á su dolorosisima muerte: Ditexit nos,
La enorme malicia del pecado se descubre cier- et labit nos á peccatis nostris in sanguine suo.
El amor fué el mayor verdugo, que le dió la Mas, ¡ó cuanto quedaron burladas las esperan-
muerte; el amor le sacó la sangre de las venas, zas de un Dios amante! ¡Cuán sin fruto empleó
para lavar las manchas de nuestros pecados; el él su Sangre y su vida! ¡Todavía pecan los hom-
amor de Dios llegó á tal punto, que dió su vi- bres habiendo visto morir un Dios por el peca-
da, no por sus amigos, no por sus fieles vasa- do! ¡Aun se hallan hombres tan desapiadados y
llos, sino por sus enemigos y rebeldes. tan inhumanos, que sabiendo por la fé, que su
P o r este mismo fin de manifestar su caridad culpa llegó á quitar la vida á un Dios, con to-
infinita con los pecadores, quiso morir de aque- do eso, se atreven á cometer nuevas culpas' Es-
lla suerte pendiente en una cruz, si creemos á te es un prodigio tan brutal, que si no se vie-
san Agustin: Inspice vulnera pendente. Caput ha- se tan frecuentemente, se tendría por imposible.
bet inclinatum ad osculandum: cor apertura ad di- Y yo también soy uno de estes malvados: Do-
ligendum: bi achia extensa ad amplexandum: totum minas meus pend'et in patíbulo, et ego voluptati
corpus expositura ad redimendum. Mirad, ó peca- operam dabo? Lloraba atónito san Bernardo. Mi
dores, la posicion del crucificado, que está pen- Señor, por mi amor y remedio, está pendiente
diente enfrente de vosotros, y sobre vosotros der- en una cruz; ¿y yo, á desprecio suyo, me he de
r a m a su Sangre. ¿Sabéis por qué tiene inclina- entregar á placeres? El estiende sus manos á las
da la cabeza? Por daros ósculo de paz, prenda heridas por mi salud; ¿y yo estenderé las mías
de a m o r . ¿Por qué está abierto su costado? Por á deleites, á disgusto suyo? El desde la cruz cla-
acogeros v meteros en su Corazon. ¿Por qué es- ma, pidiendo perdón: Pater, ignosce illis, para los
tán estendidos aquellos brazos? Por abrazaros co- soldados que le han herido, para los judíos que
m o hijos pródigos, si os volvéis á vuestro buen han pedido su muerte, para los jueces que le han
P a d r e . ¿Por qué tiene expuesto todo su cuerpo condenado, para los verdugos que le han cruci-
ácia vosotros? Por mostrar que se os dá todo. ficado; iy yo no querré perdonar aun una lige-
Con tantas maravillas de amor esperó Jesús cru- ra injuria á quien incautamente me agravió? El
cificado atraher á sí todos los corazones, que nin- se deja abrir ei Costado para darme el Corazon;
guno tendría y a osadía para ofenderle, que los ¿y yo le he de tener siempre cerrado á sus lla-
arrebataría á todos á su amor. Por eso decia: mamientos, siempre abierto á desordenados amo-
Cura ".xaltatus fuero á térra, omniarn traham ad res? No, no, que no quiero ya ser ingrato á tan-
me ipsum, surn. Cuando me vieren levantado en to amor, ni volver mal por bien á quien me ha
la cruz por amor del linage humano, se verán hecho tantos beneficios á costa de tantas penas:
obligados una vez los hombres á eorresponder- Clamat Crux, clamat clavi, lancea, convitia, ct ver-
rae con amor. Sean, pues, bárbaros, sean como bera; ut ipse tolo corde diligatur, qui pro dilec-
de fieras los pechos de los pecadores; ;podrán t.ionc taliu, et tanta perferre dignatus est, dice san
resistir mas á tanta caridad? Jara non sili vivent, Lorenzo Justiniano: „Clama la cruz, claman los
sed ei, qui pro ómnibus mortuus est. (2. COR. 5.) , clavos, la lanza, las burlas, las espinas, los azo-
„tes, que amemos de todo nuestro corazon á aquel hería á que correspondiese á su afecto. Ya el
„Señor, que por grangear nuestro amor se dig- dulce veneno del amor se iba poco á poco en-
,,nó padecer tantos y tales tormentos." trando en el pecho, pareciendole, que aquel par-
Veisme aquí, pues, ó Redentor mío, al pie de tido de bodas era con personage igual á su no-
vuestra cruz á pediros una gota de vuestra San- bleza; cuando al despedirse, volviendo los ojos,
gre, para lavar mis pecados pasados; yo confie- vió, que se le ponía delante otro Esposo; pero
so, que soy indignísimo, por haberos clavado con de Sangre, Jesús crucificado, en aquel trage y
mis culpas en ese leño infame. Mas oyendo, que semblante puntualmente, como vivió en la tierra:
vos pedis al Padre perdón para los que os han Speci sus forma prae filiis hominum; el cual, con
crucificado, me atrevo á pediros misericordia. ¡O muv diferentes muestras de amor, descubriendo
amador verdadero de las almas! Añadid esta á el pecho, la dió á ver la sacratísima Llaga del
todas las otras finezas vuestras, dadme mayor com- Costado, que destilaba Sangre fresca, y la dijo:
punción, afianzad en mi pecho un firmísimo pro- Blandirías inepti amoñs postea vide, ne requiras.
pósito, y solidísima resolución de no ofenderos mas. Hic fugitér contemplare, quid diligas, et quarno-
Yo, pasmado y obligado de tan gran bondad, de- h em diligas: hic ego totius puritatis delicias pol-
seo amaros sobre todo bien, y aborrecer sobre liceor cbtinendas. De aquí adelante mira bien, no
todo mal el pecado, como causa de vuestra muer- busques delicias del profano amor. Aquí has de
te; ayudadme por vuestras Hagas, abiertas por mi contemplar continuamente en este Corazon heri-
salud, alcáncenme etta gracia, de primero morir, do, lo que debes amar, y por qué causa le de-
que ofenderos mas; antes morir, que pecar. bes amar. Ves aquí el único blanco de tus afec-
tos, Aquí yo te prometo que hallarás las mas dul-
§. III. ces y puras delicias que puedes desear. Aquí tu
espíritu será anegado en un rio caudaloso de ce-
EJEMPLO. lestiales consuelos.
Con esta visión quedó Lugarda tan avergonza-
Santa Lugarda, (SURIO A 16 DE JUNIO) naci' da de sí misma, y tan cautiva del amor de Je-
da de padres nobilísimos, y dotada de las mas sucristo crucificado, que parecía que una mano in-
bellas prendas, que pueden hacer amable á una visible le había sacado y exprimido del corazon
doncella, en la íior de sus años andaba desvane- todo otro afecto. Cerró al punto los ojos y las
cida de sus gallardas prerrogativas, y gustaba un orejas á las lisonjas de todo amante terreno, co-
poco de vanos amores, aunque siempre dentro mo á ojos, y mordeduras de una venenosa sier-
de los términos de la honestidad. Estaba. una pe. Y cuando otra vez volvió el caballero a ga-
tarde discurriendo con un caballero mozo, que de- lantearla, respondió pronta con las palabras de
seando lograrla por esposa, la galanteaba, y con santa Inés al joven Romano: Discede a me, pe-
la suave miel de afectuosas palabras pretendía atra- Ixilum mortis, quia jr.m ab alio amk'ore praeven-
ta sum. Apártate de mí, alimento de muerte, que la preguntó ¿cuál era la causa de tanta tristeza
ya otro mejor y mas noble Esposo me ha es- en ella, que era la alegría y gozo del paraíso?
cogido para mas festivas bodas. Respondió la Señora: Las culpas de los pecado-
Entró, después, tan profundamente en el co- res azotan de nuevo y crucifican á mi querido
razon de esta santa doncella el amor de Jesús Hijo; con blasfemias y torpezas le renuevan á él
crucificado, que ni sabia pensar, ni hablar de otra los dolores, y á mí los afanes y congojas, tan-
cosa, que de padecer amando, y amar padecien- to mas crueles, cuanto que son cometidas por cris-
do la cruz de muchas mortificaciones por su ce- tianos, y no hay quien ponga remedio y me dé
lestial Esposo; el cual, para premiarla tanto afec- consuelo; á tí te toca, ó querida hija, con ge-
to, se le apareció de nuevo en forma de cruci- midos, oraciones y ayunos, consolarnos, y miti-
ficado, bañado en Sangre; y sacando un brazo gar la indignación de Dios, enojado contra los
de la cruz, le estendió sobre ella, como abrazan- hombres; lo cual Lugarda ejecutó con siete años
dola, y haciéndola q u e aplicase la boca á la Lla- de rigurosos ayunos, y otras penitencias. Tuvo
ga del Costado, la cual ella besó con purísima un vehemente deseo de derramar su sangre por
reverencia, y chupó un néctar suavísimo, y tan el martirio, no pareciendola digna esposa de un
divino, que la saliva de sus lábios quedó mas dul- Esposo crucificado, la que no muriese crucifica-
ce que la miel, respirando una suavísima fragan- da; y asi, una mañana, despues de su oracion,
cia, y sanando muchas enfermedades en los que hecha delante de la cruz, la vino un ardentísi-
la tocaban. Y la santa, para remedio de cual- mo deseo de imitar en la muerte á la gloriosa
quier trabajo ó fatiga, no necesitaba de otra co- mártir santa Inés, así como procuró siempre imi-
sa, que de mirar la imagen del Crucifijo, tanto tarla en vida. Pasó tan adelante este deseo, que
era el vigor, y la dulzura de espíritu que de allí estuvo para morir, habiéndosela roto una vena en
sacaba. U n a vez, vió al Hijo de Dios, que es- el pecho, junto al corazon, de que salió gran co-
taba delante de su E t e r n o Padre, y mostrándo- pia de sangre. Entonces se la apareció su Es-
le las sagradas Llagas, rociadas de fresca San- poso Jesús, y la dijo: que en el cielo tendria el
gre, le pedia perdón para los pecadores; y des- mismo premio que santa Inés; porque si bien no
pues se volvió á elia, diciendola: Mira, ó espo- derramaba, como la santa, su sangre por mano
sa mia, como yo me ofrezco todo á mi Padre, de verdugo, á lo menos con igual afecto había
por la salud de los pecadores; así tú debes ofre- deseado derramarla, y con gran dolor compasi-
certe á mí toda, y totalmente, por tu salvación. vo de su pasión. Al fin, estaba tan arrebatada
del amor de su Redentor, y con tan afectuosos
Ni fué solo Cristo ciucificado; también se le
ojos miraba y remiraba al crucificado dueño de
aparació Maria santísima , dolorida, con un sem-
su corazon, que muchas veces padecía desmayos
blante lleno de tristeza, y los ojos bañados en
y deliquios de espíritu; y cuando meditaba sus
lágrimas, cual habia estado en el calvario al pie
atrocísimos dolores, tal vez derramaba lágrimas de
de la cruz. Movida á gran compasion Lugarda,
sangre, que cubrían su rostro, que en una ocá-
sion las enjugó con su propia mano el Salvador. LECCION XV.
¡O dignación amorosísima! Mirad cuánto pudo en
los ojos humanos y corazones de carne una vis- DE LA RESURRECCION D E CRISTO,
ta, un pensamiento de Jesús crucificado. ¡O con- Y GLORIA D E L CIELO.
fusión nuestra! que tantas veces le miramos y pen-
samos en él, sin' una lágrima de ternura en los
ojos, y sin un afecto de compasión en el alma: A se acabaron las penas, ya se puso térmi-
Si non compatimur, nec conregnabimus. no á los afanes; ves aquí al Salvador resucita-
Léase á Tomás de Kcmpis lib. 2. cap. 12. Del do, glorioso y triunfante. Mira como aquella co-
cimino real de la santa cruz. rona de espinas la ha cambiado en una diade-
ma de gl oria; las manchas de la sangre, en ru-
bíes de luz; los cardenales de las llagas, en ga-
las de victoria: las burlas é improperios de los
judíos, en aplausos de los ángeles; y la doloro-
sa muerte, en una vida bienaventurada: Resurrec-
tionis gloria sepelivit morientis injuriam, dice S.
Pedro Crisólogo. Mira en el Cuerpo glorificado
aquellas cinco Llagas, que resplandecen como so-
les, y arrojan rayos de vivísima luz, bellos iris,
hermosos arcos de paz entre Dios y los hombres;
trofeos gloriosos de haber vencido la muerte y el
infierno; cifra de amor, y letras de beneficencia,
con que están escritos en el libro de la vida los
escogidos; en suma, el Cuerpo de Cristo, tan des-
preciado, injuriado y despedazado, está ahora tan
hermoso, tan lleno de gloria, que si en el cie-
lo no hubiese otra cosa sensible que ver, sino la
sacrosanta Humanidad, al verla solamente basta-
ría á hacer un paraíso. Tanta gloria le ha gran-
geado Ja pasión, que si bien atrocísima, fué bre-
ve, cuando la felicidad no solo es inmensa por
ja grandeza de los bienes, sino también eterna por
¡a perpetua continuación de los gozos.
¿Mas qué júbilos de aclamación hicieron los co-
sangre, que cubrían su rostro, que en una ocá-
sion las enjugó con su propia mano el Salvador. LECCION XV.
¡O dignación amorosísima! Mirad cuánto pudo en
los ojos humanos y corazones de carne una vis- DE LA RESURRECCION D E CRISTO,
ta, un pensamiento de Jesús crucificado. ¡O con- Y GLORIA D E L CIELO.
fusión nuestra! que tantas veces le miramos y pen-
samos en él, sin' una lágrima de ternura en los
ojos, y sin un afecto de compasión en el alma: A se acabaron las penas, ya se puso térmi-
Si non compatimur, nec conregnabimus. no á los afanes; ves aquí al Salvador resucita-
Léase á Tomás de Kcmpis lib. 2. cap. 12. Del do, glorioso y triunfante. Mira como aquella co-
cimino real de la santa cruz. rona de espinas la ha cambiado en una diade-
ma de gl oria; las manchas de la sangre, en ru-
bíes de luz; los cardenales de las llagas, en ga-
las de victoria: las burlas é improperios de los
judíos, en aplausos de los ángeles; y la doloro-
sa muerte, en una vida bienaventurada: Resurrec-
tionis gloria sepelivit morientis injuriam, dice S.
Pedro Crisólogo. Mira en el Cuerpo glorificado
aquellas cinco Llagas, que resplandecen como so-
les, y arrojan rayos de vivísima luz, bellos iris,
hermosos arcos de paz entre Dios y los hombres;
trofeos gloriosos de haber vencido la muerte y el
infierno; cifra de amor, y letras de beneficencia,
con que están escritos en el libro de la vida los
escogidos; en suma, el Cuerpo de Cristo, tan des-
preciado, injuriado y despedazado, está ahora tan
hermoso, tan lleno de gloria, que si en el cie-
lo no hubiese otra cosa sensible que ver, sino la
sacrosanta Humanidad, al verla solamente basta-
ría á hacer un paraíso. Tanta gloria le ha gran-
geado la pasión, que si bien atrocísima, fué bre-
ve. cuando la felicidad no solo es inmensa por
ja grandeza de los bienes, sino también eterna por
¡a perpetua continuación de los gozos.
¿Mas qué júbilos de aclamación hicieron los co-
ros de los ángeles, cercando á su Rey triunfan-
no sabia qué decir; aquí muda de pura alegria,
te? Si cuando nació en el portal de Be en vi-
no pudo hablar. Mas hablóla el Hijo, dicjendola:
niendo á padecer trabajos é incomodidades has-
Surge, Arnica mea, jam hyems iransiit, imber abiit,
ta morir, bajaron del cielo á escuadrones a can-
et recessit: Flores opparuerunt in térra riostra. Le-
tarle el Gloria in excelsis Dea; ¿con que fiesta
vántate, ó Madre, y sal de tus fatigas, endulza
vendrían á celebrar el triunfo, ahora que resu-
tu Corazon, serena tus ojos. Y a ha pasado el hor-
citaba para subir á la eterna bienaventuranza?
roroso invierno de la pasión; ya se ha acabado
Partió luego el amantisimo Hijo a consolar con la tempestad de azotes y de sangre: ves aquí han
«u gloriosa presencia el Corazon de su Madre, aparecido las flores de mi Humanidad: mira es-
atravesado con la espada del dolor, y enjugar as tas floridas Llagas, que brotan rosas y azucenas
lágrimas de aquellos ojos, que tanto habían llo- de los collados eternos, que respiran y exhalan
rado en la pasión; porque si es ley de la di- fragancias de vida bienaventurada.
vina Providencia, (como enseña el Apóstol) que A estas amorosísimas palabras es indecible el
quien es compañero de las penas de Cristo, es gozo que llenó el Alma de la Madre; pero en
también partícipe de sus consuelos y glorias: Si parte se puede colegir de la alegria que expe-
socii Passionis estis, sic erüis. et consolahonis; ¿co- rimentó el Patriarca Jacob, cuando despues de
mo podía ser, que no gozase luego al punto de haber llorado con tantas lágrimas por muerto á
la alegria de la Resurrección la afligidísima Ma- su querido hijo José, oyó que viyia y reinaba en
dre que fué siempre tan fiel compañera de su Egipto.
divino Hijo, desde el pesebre, hasta el calvario? Afirma el sagrado Testo, que el buen padre
Mas ¡qué lengua podrá explicar, ó que entendí- quedó como oprimido y anegado de la repenti-
miento concebirá el gozo incomparable de la V ir- na abundancia de gozo; y que despues. Revixit
<ren cuando se le puso delante de los ojos su spiritus ejus, et ait: Suflkit mihi, si adhúc fdius
querido Hijo, hermoso y resplandeciente, con un meos vivit, resucitó como de muerte á vida, y di-
Rostro lleno de gracia y de gloria? Cuando mi- jo: A mí me basta que viva mi hijo: no deseo
ró las señales d é l a s Llagas, que antes le habían otro consuelo, que verle una vez, antes que la
sido causa de increíble dolor, ¿ahora fuentes de muerte me cierre - los ojos. ¿Pues si tanto fué el
un amor beatífico? Cuando le vió, no penando gozo del santo Patriarca á la noticia de estar vi-
entre ladrones, sino gozando entre coros de an- vo aquel hijo que creía muerto; ¿cuánto mayor se-
éeles- no encomendándola desde la cruz al dis- ria el júbilo de la santísima Madre, á la vista
cípulo Juan, sino ofreciendose á si mismo a dar- de su Unigénito resucitado inmortal á la gloria,
le el ósculo de paz; no ya tendido en sus bra- despues de haberle visto morir en una cruz? ¿Con
zos, lleno de heridas y llagas, muerto, sino es- qué alegria besaba aquellas sagradas heridas, y
tendiendo sus manos gloriosas á darle puns.mos qué maná de celestiales consuelos sacaba de ellas?
y estrechísimos abrazos. Allá, atónita de doloi, Verdaderamente fué excesivo aquel gozo, que no
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podría sostenerle el corazon, si con especial mi- de un corazon cristiano. Con este afecto se me-
lagro no hubiera sido confortado de Dios. reció tal impasibilidad y alegría de almo y cuer-
No s'j contentó el amor de Jesús con haber po, que parecía gozar el dote de los bienaven-
una vez consolado tan presto 6 la santísima Vir- turados. Igualmente el V. P. Baltasar Alvarez, de
gen; quiso también, antes que á los Apóstoles, fa- la Compañía de Jesús, (VIDA. CAP. 28.) e r a an-
vorecer con su presencia feliz á la pecadora Mag- siosísimo de padecer, y decia: Arboris Sanctae
dalena, que había sido tan fiel amante al pie de Crucis, nec folium permitiere debemus in terram
la cru2, y despues con tanta copia de lágrimas decídete: No debemos jamás permitir, que caiga
lloraba junto al sepulcro. Ay, ¡cómo las culpas pa- en vano á tierra, ni una hoja muy pequeña del
sadas no embarazan los favores y gracias divi- árbol de la santa cruz, porque es fértil de fru-
nas, cuando con verdadera contrición se borran, tos celestiales. Por eso procuraba siempre el V.
y con nuevos obsequios de ardiente caridad se P. copiar en sus miembros las penas de ia pa-
recompensan! También con las almas penitentes sión, para gozar después las glorias de la Resur-
es el Señor liberalisimo de sus gozos, cuando han rección; lo que consiguió tan dichosamente, que
participado algo de sus penas. Este es el estilo aun viviendo fué visto cercado de resplandores,
de la divina Bondad, (dice san Francisco de Sa- á manera de cuerpo glorioso.
les) remunerar, aun en esta vida, con dulces con- Pero es dignísima de no pasar sin advertencia y
solaciones de espíritu á cualquiera que bebe una sin provecho, la refleccion del Apóstol, acerca de
gota de su amarga hiél, á quien acepta una so- la Resurrección: Christus resurgens ex mortuis jam
la espina de su corona, á quien participa un li- non moritur: El Salvador resucitado á la vida,
gero golpe de sus azotes, una pequeña astilla de no volvió mas á morir. ¡Oh, pluguiese á Dios que
su cruz. Si, pues, el Salvador también comuni- nuestra resurrección á la vida de la gracia, no
ca sus gozos á quien participa de sus dolores: di- recayese jamás otra vez en la muerte del peca-
chosas son aquellas almas, que saben padecer algún do! La eficacia de las consideraciones pasadas nos
poco con Jesús crucificado, y estar con la Mag- habrá sin duda sacado algunas lágrimas de los ojos,
dalena ni pie de la cruz á llorar sus culpas, y y puesto en el corazon algún buen propósito. N o
sacar de las fuentes de las sacratísimas Llagas permitamos, que la luz del Espíritu Santo se apa-
el agua de las consolaciones del cielo: Haurie- gue ya en nosotros, ni que el ardor de la ca-
iis aquas in gaudio de fontibus Salvatoris. Por ridad venga á menos, ó se entibie. Fortifiquémo-
eso el mismo san Francisco de Sales no desea- nos en el bien: Aspicientes in Au'horem Fidei, el
.fía otra cosa que cruces; no suspiraba sino por consummationan Jesum, mirando á nuestro espi-
espinas, y decia: si yo supiese que habia en mi tan Jesús, que cumplió y llenó hasta el fin la em-
corazon una fibra, una pequeñísima parte, que no presa de la Redención, Si él. cuando los pérfi-
estuviese señalada con la cruz de Cristo, al ins- dos judíos lo burlaban, convidándole á bajar de
tante fe procuraría arrojar de mí, como indigna ia cruz: Si Filius Dci es, desccndc de Cruce, hu«
*
biera interrumpid) el curso de la pasión, no hu- si post remissionem prioris peccati secund') pecca-
biera conseguido el triunfo de la Resurrección. L a tum iteretur. Por eso advierte san Bernardo: Ti-
mayor gloria suya fué haber perseverado: In la- me pro accepta gratia, amplius pro amissa. lon-
boribus á juventute sua naque ad consummalionem gé plus pro recuperóla. Gran temor debe haber,
Crucis. (LYRIO, LIB. 7 . DOCUM. 2 1 ) La V. Mag- cuando se vive en gracia, por el peligro de per-
dalena Ursina se dolía una vez, que la cruz de derla, mayor cuando se ha recuperado; porque si
ciertas tribulaciones era para ella muy larga. Apa- de nuevo se pierde, nos hacemos indignísimos de
recióse Jesucristo á consolarla y confortarla, pa- la Misericordia de Dios, y provocamos su Jus-
ra que perseverase con él en la cruz. Respon- ticia para no concedernos mas el perdón. E s así,
dió Magdalena con inocente queja: Señor, vues- que se lee en el Evangelio, que el Salvador re-
tra cruz duró solas tres horas; y la-mia dura años sucitó á los que una vez habian muerto; pero no
y años. Añadió el Salvador; ¿Qué dices, ingrata? se lee que restituyese á la vida á quien segun-
¿No sabes que mi ciuz empezó desde el primer da vez murió. Así también se lee que perdonó
instante de mi concepción, y perseveró hasta el úl- la primera vez I03 pecados, y dió su gracia á
timo de mi vida? Con esto ella mejor instruida pecadores; pero 110 se lee que perdonase segun-
y generosa; In Cruce sua ad finem usque cons- da vez, ni usase indulgencia con quien despues
tantissimé perseveravit. del primer perdón hubiese recaido en nuevos pe-
. No al que empieza bien, sino á quien bien aca- cados. Antes gravemente les avisaba, que se guar-
ba, se promete el premio. En el fin de la es- dasen de la recaida: Noli amplius peccare, ue de-
cala misteriosa vió Jacob á Dios Remunerador, terius tibi aliquid. contingat. No es esto porque
no en el principio, ni en el m¿dio. Nada nos 1 a divina Clemencia no sea inclinada á perdonar
aprovechará el haber conocido esta bella verdad, siempre las nuevas culpas, sino porque la huma-
y haber conseguido la divina gracia, si de nue- na ingratitud tema mas las recaídas, viendo cuan-
vo miserablemente le perdemos. Antes nos será to mas difícil es alcanzar nuevas gracias.
de perjuicio, porque tanto serán mas graves las Formidables son á este propósito las sentencias
ofensas de Dios, cuanto mayores habian sido los de los dos príncipes de los Apóstoles. San Pe-
beneficios recibidos de su mano. Pregunta santo dro, claramente protesta á los pecadores; Melius
Tomás, si es mayor culpa la que comete un ino- erat Ulis non cognoscere viam justitiae, quam post
cente, perdiendo la gracia recibida en el bautis- agnitionem retrorsum convertí. (2. PETR. 2.) Que
mo, ó la que comete un penitente, perdiendo la les seria mejor no haber conocido el camino de
que habia recibido en la confesion? Y resuelve la virtud, q u e despues de haberle empezado, vol-
el santo Doctor: (3. QUAEST. 88. ART. 1.) que ver atrás, y dejarle. San Pablo, con mas terror:
es mas grave la nueva culpa del penitente, ya Impossibili est, eos, qui participes facti surit, Spi-
justificado, por cuanto esta contiene una mayor ritus Sancti, et prolapsi sunt, rursus renovar i ad
poenitentiam. (HEBR. 6.)
ingratitud: Multo, magis contemnitur Dei Bonitas,
Usa san Pablo de la palabra imposible, para da. No volvamos, pues, a pecar, porque el pri-
significar la gran dificultad de nueva conversión, mer pecado quizá será el último, sin remedio. Ha-
qu.e incurren aquellos, que despues de haber ex- gamos frente con brio á los primeros asaltos de
perimentado las gracias del Espíritu Santo, y ha- las tentaciones, que así conseguiremos mas feliz-
berse restituido al camino de la salvación con la mente la victoria. Declaremos abiertamente y en
penitencia, se vuelven otra vez á los antiguos pe- tiempo, de alistarnos en las vanderas del Salva-
cados. Gran dificultad, respecto de Dios, que vien- dor, y morir en su servicio. Reparemos bien en
do al pecador infiel en los propósitos, inconstan- ciertos pecados, que parecen ligeros, y son ori-
te en las promesas, ingrato á los beneficios, de- gen de otros mayores: Judam in baratrum nerjui-
tendrá y negará sus eficaces gracias y socorros. t\ae praecipitavit neglacta miniinorum cautio. De
Gran dificultad, respecto del demonio, que vien- culpas pequeñas de avaricia, fué poco á poco cre-
d o que una vez que se le ha escapado de las ciendo, hasta vender á su propio Maestro.
manos, si vuelve á caer en ellas, dobla los ar- De ciertas reliquias del vicio despreciadas, su-
tificios, multiplica las cadenas para tenerle en su cede lo que suele acontecer en los contagios, en
esclavitud; pero grandísima dificultad, respecto de los cuales tal vez el descuido de quemar un po-
la naturaleza, que habituándose en el vicio, y co de lienzo ó paño, despues de algún tiempo,
echando nuevas raices, no sabrá despues apartar» hace que vuelva á brotar y encenderse de im-
se de las malas costumbres. proviso una gran peste. El pecado admitido una
Por tanto, ahora que estáis libres debeis usar sola vez, es una calentura efímera; ¿pero quien
de toda industria, y todo esfuerzo para no recaer. ignora, que la efímera ó diaria muchas veces de-
Los peces, que una vez escaparon del anzuelo, genera en una hectica horrible é irremediable? Y
y los ciervos que se soltaron del lazo, son cui- Dios os guarde, que el demonio llegue á soplar
dadosísimos de no volver á caer en él. Pues ¿por sobre vos: no hay fuego que de este soplo no
qué no seremos nosotros, dotados de razón, otro pueda encenderse: Si sufflaverit in scintillam, quusi
tanto solícitos en huir de aquellas ocasiones, que ignis exardebit. Estén, pues, muy lejos de noso-
nos pueden atraer otra vez al vicio? Acordémo- tros aquellas sendas, que nos guian á la vida an-
nos de lo que sucedió á Enrique II. rey de Fran- cha, donde sabemos que ya hemos caído. Afian-
cia, que despues de haber sido vencedor de mu- cemos bien el ser totalmente de Dios, y diga-
chas lanzas en la Justa, queriendo de nuevo ju- mos con el fidelísimo Job: Justificatwnem, quarn
garla, respondió á la reina su muger, y á los prin- eoepi tenere, non deseram. ¡O Señor mió! Yo he
cipes de la Sangre, que instantemente le persua- resuelto ser vuestro: vuestro soy, y vuestro seré,
dian, que no lo hiciese: Adhuc semel, et non am- teniendo siempre firmes y estables aquellos sen-
pliús. Dejadme una vez, y no mas. Dijo la ver- timientos, con que habéis sido servido de favo-
dad, porque en aquella vez, herido mortalmente recerme. Quitadme primero del mundo, si veis
de un ojo. perdió entre agudísimos dolores la vi* que ha de llegar algún dia, en que yo no sea
vuestro, y me aparte de vuestra santa Ley. Ha- torioso y teñido de gloriosísima sangre? ¿Cómo
ced, ó benignísimo Redentor, que mi resurrección miraban* estáticos de asombro aquellas Llagas, cau-
de la culpa sea semejante á la vuestra, que fué sa y objeto de una nueva bienaventuranza? ¿Con
á la vida inmortal; y no á la de l.ázaro, que qué" júbilos y aplausos le acompañaron, hasta que
volvió á morir. subiendo sobre tedas las angélicas gerarquias, se
sentó la segunda Humanidad á la diestra del Pa-
§. II. dre en el mas elevado trono de la gloria? ¡O
inefable dignidad! ¡O incomprensible excelencia
DE LA GLORIA, E T E R N A . de la naturaleza humana! Ser ensalzada sobre los
querubines y serafines con real diadema y cetro
Volvamos al Salvador resucitado, que despues Omnipotente en cielo y tierra: Data est mihi om-
de haber con varias apariciones consolado á sus nis potestas in Coelo, et in térra, (MATTII. 28.)
discípulos, se fué con ellos al Monte Olívete, don- De la Ascensión de Cristo tomaron tal brío y
de les dijo aquellas amorosísimas palabras; Yo voy corazon los Apóstoles, que no hacian caudal de
á prepararos lugar en el cielo; vendré de nue- cosa alguna del mundo, y vivian mas en el cie-
vo á veros y llevaros conmigo, pata que esteis lo, que en la tierra. Deseaban los tormentos, des-
vosotros donde yo estoy; y habiéndoles dado á afiaban la muerte, que los sacase de esta vida,
besar las sagradas Llagas, y despidiendose de su y los colocase donde estaba el blanco de todos
santísima Madre, dándoles con su benéfica ma- "sus deseos. También nosotros de la Ascensión del
no la bendición: Videntibus Mis elevatus est; po- Salvador hemos de sacar heroicos y magnánimos
co á poco, á vista de todos, se fué levantando pensamientos, para obrar y padecer grandes co-
y subiendo al cielo. sas por Dios. ¡Cuánto se debe avivar y fortale-
Tenían los discípulos fijos y llenos de lágrimas cer nuestra esperanza, sabiendo que él mismo pro-
tiernisimas sus ojos en aquel maravilloso objeto, metió que iba á disponernos lugar en el cielo,
hasta que una nuhe, resplandeciente como el sol, adonde su'oia, no solame nte para sí, sino para no-
se les qyitó de la vista; pero no de los cora- sotros! Y como cabeza, tomaba la posesion de
zones, que quedaron siempre amantes y deseosos aquella gloria para los otros miembros suyos, que
con ansia de aquella felicísima gloria; de suerte, son sus fieles. Rompió los cerrojos con que es-
que ni sabían hablar de otra cosa, que acabar taban cerradas las puertas del paraíso por el pe-
presto la vida, por gozar de la gloriosa presen- cado de Adán. Nos allanó el camino, yendo de»
cia del Salvador. ¿Mas qué entendimiento podrá 1 ante, para que siguiendo nosotros sus pisadas, pu-
comprehender la fiesta y triunfo con que fué re- diésemos llegar á la celestial pátria, de que es-
cibido el Redentor en el cielo? ¿Cómo toda la tábamos desterrados. Llevó consigo, como por pren-
corte celestial le salió al encuentro para acom- da y señal, las almas de los santos padres, que
pañar á su Señor, que volvia de la guerra vic- habia sacado del limbo, para qu e empezasen á go-
vuestro, y me aparte de vuestra santa Ley. Ha- torioso y teñido de gloriosísima sangre? ¿Cómo
ced, ó benignísimo Redentor, que mi resurrección miraban* estáticos de asombro aquellas Llagas, cau-
de la culpa sea semejante á la vuestra, que fué sa y objeto de una nueva bienaventuranza? ¿Con
á la vida inmortal; y no á la de l.ázaro, que qué" júbilos y aplausos le acompañaron, hasta que
volvió á morir. subiendo sobre tedas las angélicas gerarquias, se
sentó la segunda Humanidad á la diestra del Pa-
§. II. dre en el mas elevado trono de la gloria? ¡O
inefable dignidad! ¡O incomprensible excelencia
DE LA GLORIA, E T E R N A . de la naturaleza humana! Ser ensalzada sobre los
querubines y serafines con real diadema y cetro
Volvamos al Salvador resucitado, que despues Omnipotente en cielo y tierra: Data est mihi om-
de haber con varias apariciones consolado á sus nis potestas in Coelo, et in térra, (MATTII. 28.)
discípulos, se fué con ellos al Monte Olívete, don- De la Ascensión de Cristo tomaron tal brío y
de les dijo aquellas amorosísimas palabras; Yo voy corazon los Apóstoles, que no hacian caudal de
á prepararos lugar en el cielo; vendré de nue- cosa alguna del mundo, y vivían mas en el cie-
vo á veros y llevaros conmigo, para que esteis lo, que en la tierra. Deseaban los tormentos, des-
vosotros donde yo estoy; y habiéndoles dado á afiaban la muerte, que los sacase de esta vida,
besar las sagradas Llagas, y despidiendose de su y los colocase donde estaba el blanco de todos
santísima Madre, dándoles con su benéfica ma- "sus deseos. También nosotros de la Ascensión del
no la bendición: Videntibus Mis elevatus est; po- Salvador hemos de sacar heroicos y magnánimos
co á poco, á vista de todos, se fué levantando pensamientos, para obrar y padecer grandes co-
y subiendo al cielo. sas por Dios. ¡Cuánto se debe avivar y fortale-
Tenían los discípulos fijos y llenos de lágrimas cer nuestra esperanza, sabiendo que él mismo pro-
tiernisimas sus ojos en aquel maravilloso objeto, metió que iba á disponernos lugar en el cielo,
hasta que una nuhe, resplandeciente como el sol, adonde su'oia, no solame nte para sí, sino para no-
se les qyitó de la vista; pero no de los cora- sotros! Y como cabeza, tomaba la posesion de
zones, que quedaron siempre amantes y deseosos aquella gloria para los otros miembros suyos, que
con ansia de aquella felicísima gloria; de suerte, son sus fieles. Rompió los cerrojos con que es-
que ni sabían hablar de otra cosa, que acabar taban cerradas las puertas del paraíso por el pe-
presto la vida, por gozar de la gloriosa presen- cado de Adán. Nos allanó el camino, yendo de»
cia del Salvador. ¿Mas qué entendimiento podrá 1 ante, para que siguiendo nosotros sus pisadas, pu-
comprehender la fiesta y triunfo con que fué re- diésemos llegar á la celestial pátria, de que es-
cibido el Redentor en el cielo? ¿Cómo toda la tábamos desterrados. Llevó consigo, como por pren-
corte celestial le salió al encuentro para acom- da y señal, las almas de los santos padres, que
pañar á su Señor, que volvia de la guerra vic- habia sacado del limbo, para qu e empezasen á go-
zar el fruto de su victoria, y ocupar las sillas, en el amor de las santas virtudes! ¡Qué sueltas
de que habian caido tantos ángeles. y prontas quedarian nuestras manos para empre-
Además de esto, ¡quó encendida é inflamada que- sas grandes y fuertes! Objectum oculis Coelum ma-
da la caridad con la subida del Señor al cielo! nus armai ad forila, dice el Crisòstomo. Aque-
Porque si donde está nuestro tesoro, allí está nues- llos misteriosos animales, que vio Ezequiel tirar
tro corazon, hallándose Jesús, nuestro único teso- el Carro de la gloria de Dios, por eso corrían
ro en el cielo, ninguna razón permite que nues- con una velocidad, como de rayos: In simditu-
tro corazon y amor esté e n la tierra: Ibi rios- dinem fulguris coruscantis: (EZECH. 2 ) porque so-
tra fixa sint corda, ubi vera sunt gaudia. (SEKM. bre sus cabezas tenían un retrato del cielo: Si-
DE ASCENS.) Por eso dijo gravemente el Pontífi- militudo super capita animalium firmamenti. ¡Qué
ce san León: „La Ascensión de Cristo es exal- velozmente correremos nosotros también por el ca-
t a c i ó n del cristiano; porque donde ha precedido mino de los Mandamientos de Dios, si tuviére-
„la gloría de la cabeza, allá espera llegar todo mos impresa ó esculpida en nuestra cabeza una
„el cuerpo. Ya hemos entrado, no solamente en viva imágen del paraíso! S i hiciéremos muchas ve-
„la posesion del paraíso, sino también con la Hu- ces refleccion sobre la celestial Jerusalén, ciudad
m a n i d a d de Cristo, hemos subido 6 la mas ex- de eterna paz, teatro de las soberanas magnifi-
c e l s a parte del cielo. Alegrémonos, pues, con go- cencias, jardin de las delicias divinas, donde no
»30 espiritual, y con acción de gracias ceíebre- hay espina de trabajo, donde están siempre uni-
„mos gran fiesta, levantando los ojos bien limpios das las flores de todo placer en una perpetua pri-
,,á aquella altura de gloria, en que está coloca- mavera! Gozar la felicísima compañía de tantos
d o el Salvador." N o abatan deseos terrenos aque- mártires, vestidos de viva luz, con palmas en las
llos corazones, que D i o s eleva y convida á los manos, y con las insignias de sus gloriosos triun-
celestiales bienes. N o ocupen los bienes de la tier- fos; el coro purísimo de tantas vírgenes, borda-
ra, caducos y transitorios, aquellos espíritus, que das sus ropas de Cándidas azucenas, que con dul-
están escogidos para los eternos. Pasen los fie- císima melodia cantan alabanzas á su Esposo di-
les por las cosas temporales, de modo, que co- vino; el ejército innumerable de tantos ángeles,
nozcan ser peregrinos en este valle de lágrimas, dividido en tantas gerarquias con orden perfec-
y se acuerden siempre, que caminan á la ama- tisimo. Si la hermosura de un solo espíritu, el mí-
da patria, país de toda la felicidad. Sean nues- nimo de los bienaventurados, se aventaja, (según
tros corazones como otras tantas esferas ó cír- siente santo Tomás) á la beldad junta de todas
culos perfectos, que con un solo punto toquen lo las criaturas visibles, ¿qué será ver un numero
bajo de la tierra, y con lodo el resto se levan- casi infinito de tantos querubines y serafines/
ten en lo alto áeia el cielo.
Sobre los corcs angélicos se vé otra mayor glo-
¡O si frecuentemente levantásemos los ojos al ria, que maravillosamente alegra aquella corte so-
cielo, cuánto se encenderían nuestros corazones berana, y es la Reyna del cielo, Maifre de Dios
Hombre, coronada de estrellas, vestida del sol. cer- lo que conorta en los aires frescos, lo que ali-
cada de suavísimos resplandores, de cuya gloria menta en los manjares, lo que deleita en las ar-
se asombran los ángeles, de cuya felicidad se glo- moniosas músicas. Todas son palabras de S . Agus-
rían los bienaventurados. Mucho mas excelente y tín; el cual añade, que si una gota de aquel eter-
ventajosa será la gloria de ver la santísima Hu- no placer, de que gozan los bienaventurados en
manidad del Salvador, que está sentado superior el cielo, cayese en el infierno, al instante sose-
á todos aquellos dichosos ciudadanos, como Rey garía todos los dolores, apagaría todas sus llamas,
soberano de gloria, y como Sol entre las estre- endulzaría todas sus penas, enjugaría todas sus lá-
chas, comunicándoles inexplicables rayos de cali- grimas, y trocaría en objeto de los deseos aquel
dad, é imperceptibles influjos de gozo. Esta so- infelicísimo alvergue, reino de la desesperación:
la felicidad es tan excesiva, qúe llegó á decir san Tanta est dulcedo futurae gloriae, ut si una gui-
Agustín: Si tormenta gehennae tolerare oporteret, ta in Infernum de jlueret, totam damnatorum ama-
ut Christum in gloria sua videre possemus; non- ntudinem dulzorarat.
ne dignum esset, pati, quod triste est, ut tanti bo- Con el pensamiento y con la esperanza de la
ni participes habet emui ? gloria alegraba todos sus trabajos el Seráfico P .
Pero estos son accidentes de la gloria, respec- S. Francisco, y se animaba á padecer grandes
to de lo esencial, que es ver á Dios, como él cosas por Dios. E r a gusto oír los coloquios, que
nos promete: Ego ero merces tua magnanimis. tenia con sus afligidos miembros: Padeced con
(GEN. 15.) ¿Y qué quiere decir ver á Dios? Go- alegría, (decia) ó cuerpo mío, porque presto ven-
zar de la misma felicidad que goza Dios: Simi- drá algún dia, que estareis impasible á toda pe-
lis ti erimus, quia videbimus eum, sicuti est. Be- na, lleno de todo placer, y mas lucido que el
ber de aquel torrente de delicias divinas, con que sol. Mortificaos, ojos mios, y no miréis vani-
Dios es bienaventurado en si mismo: Torrente vo- dades terrenas, porque presto mirareis las belle-
luptatis tuae potabis eos. zas gloriosas del paraíso, y al Rey de la gloria
¡Qué vida tan dichosa! Contemplar cara á ca- en su amable Magestad: Regem in decore vide-
ra, y sin velos ni cortinas, la Omnipotencia del bunt, oculi meí. (ISAI. 33.) O paladar mió, lle-
Padre, que crió el cielo y la tierra; la Sabidu- vad con dulzura los ayunos; sean, orejas mías,
ría del Hijo, gobernadora con altísima providen- amables á vosotras las injurias; sean deleitables,
cia del uninerso, la Bondad y Amor del Espí- ó sentidos mios, las mortificaciones, porque antes
ritu Santo, fuente inagotable de todos los bienes! de mucho tiempo lograreis el gustar de aquel Ma-
¡Qué felicidad, ver á Dios en un abismo de res- ná celestial, que encierra todas las delicias de los
plandores, en un teatro de magestad, en un cen- sabores; os alegrarán aquellas músicas angélicas,
tro de gloria! Y ver en Dios lo que alegra en que una de ellas sola basta á anegar y embria-
el sol, lo que recrea en las estrellas, lo que de- gar en dulzuras los corazones; sereis recreados
leita en las flores, lo que divierte en las fuentes, con aquella suavísima fragrancia que respiran los
collados eternos: Sicut odor agri pleni, cui bene- so entre las conizas. La cabeza de santa Cata*
dixit Dominas. ¿Qué sentirá entonces el bienaventu- lina de Sena, que estuvo coronada de espinas,
rado, c u a n d o por la breve abnegación de los senti- después de su muerte se vió resplandecer con
dos, se v e r á anegado en aquel abismo de gozos? tantos rayos, cuantas heridas había padecido. Ha-
¡O felices trabajos! ¡O servicios bien remunerados! gamos de aquí el argumento: Si en este destier-
ro, que no es el lugar propio de los premios, si-
jO dicha, no para discurrir, sino para desearla,
no de los méritos y trabajos, Dios manifestó tan
y buscarla á costa de mil vidas, si tantas tuvié-
especiales favores en los miembros de sus sier-
semos que emplear en ello! Con semejantes afec-
vos, ¿cuál será la gloria que Ies tiene prepara-
tos se consolaba, y confortaba su corazon el glo-
da para honrarlos y remunerarlos en la patria?
rioso santo, y alegraba su penosa vida, y jubi-
Y si en este dia de lágrimas y penas, es tan
lando decia: liberal en hacer gracias, ¿qué será en aquel eter-
Tanto es el bien que me espera, no dia, y alegrisimo de las bodas, para premiar
sus servicios? Todas las delicias de la tierra no
Que me endulza toda pena.
son otra cosa, que una pequeña muestra, por don-
de discurramos los inestimables tesoros y rique-
Y á la verdad, aquellos miembros y aquellos
zas del cielo, y digamos después, que todo lo her-
sentidos, que particularmente hubieren obrado ó
moso, bueno y alegre de acá abajo es una go-
padecido por Dios, tendrán, (como dice santo To-
ta de aquel mar de dulzuras, una florecita de aquel
más) (3. QUAEST. 54. ART. 4.) su propio deleite
paraíso de deleites, un rayo ó una sombra de aquel
y su gloria especial: In illis quídam specialis de*
sol de belleza, que es la bienaventuranza.
cor apparebit. Porque ¿qué hará Dios en aquel
¡O si revolviésemos frecuentemente en el pen-
reino de la felicidad, si en este valle de mise-
samiento aquellos grandes bienes, qué fácites y
rias se h a dignado glorificar con singulares gra-
suaves nos parecerían los males de esta vida! ¡Có-
cias los miembros de--sus siervos fieles, emplea-
mo diriamos con el Apóstol: Non sunt condignae
dos con especial aplicación á su servicio? Los
passiones hujus temporis ad fuluram gloriam, quae
ojos de san Luis, Obispo de Tolosa, que jamás
revelabitur in nobis. Vengan, pues, trabajos sobre
miraron muger alguna al rostro, quedaron en el
mí: aflíjanme enfermedades, tribulaciones y des-
sepulcro incorruptos y resplandecientes, que pa-
precios: acabese entre dolores mi vida; y mis años
recían diamantes. L a mano de san Estovan, rey
en gemidos, como yo una vez llegue á esta san-
de Ungria, que distribuyó larguísimas limosnas á
ta ciudad, corte de eternos bienes. ¡Oh, con cuán-
lo-j pobres, se conservó siempre entera, fresca y
ta razón decia el fortisimo. soldado de Cristo S ,
olorosa. L a lengua de san Antonio de Padua, que
Agapito, cuando el tirano le amenazaba, que le
con tantas alabanzas supo bendecir á Dios, y pre-
pondría en la cabeza una celada ardiente: Par-
dicar el Evangelio, no estuvo sujeta á corrupción ;
ia res cst, si coput Coronan dum in Coelis combu-
antes se mautuvo como viva, y de color-hermo-
ratur in terris; ligerisima pena es, que la cabe- estaba colocada en la parte superior por donde
za, que se debe coronar con diadema de gloria se pudiese ver el cielo: Haec fenestra fu.it in
en el cielo, sea ahora ceñida breve tiempo de summitale Coelurn versus, quod per eam potuerit
un yelmo de fuego. Por el paraíso, que tanta san- spectari. Y esto con prudentísimo consejo, para
gre costó á los mártires, yo también deberé pa- que el santo patriarca en aquel universal dilu-
decer oigo de trabajo, y negarme á algún delei- vio del mundo, en aquella penosa cárcel de tan-
te de la tierra. Debo desear una vida mortifica- to tiempo, tuviese con que consolar sus fatigas:
da, sí el mismo Salvador no subió desde el Olí- por ser la vista del cielo un suavísimo confor-
vete á la felicidad, sin haber primero subido des- tativo, que enjuga todas las lágrimas de los atri-
de el calvario á la cruz; antes padeció los cla- bulados, y un maná celestial, que endulza todas
vos, y despues tuvo en la mano el cetro: antes las amarguras, como lo manifiesta la historia si-
la desnudéz, y luego el manto real de luz; an- guiente.
tes las espinas, y despues el Iris por corona; an- Dos caballeros, gentiles hombres de un gran
tes la cruz, y despues el trono de gloria, en que príncipe de Italia, cansados, y hartos de las in-
reina. Y si gustó resucitado el panrl de miel, quietudes de la corte, obtenida licencia por al-
(dice Tertuliano) antes habia bebido la amargu- gunos dias para divertirse y recrearse en el cam-
ra de la hiél: Favos post fella gustavit. Por es- po, se recojieron á un Convento de Religiosos,
te camino subió al cielo, y por el mismo nos en- l'ueron recibidos con los brazos abiertos, con
seña a seguirle. Sí, sí, desde ahora renuncio los mucho amor, y llevados a dár un paseo por el
bienes engañosos de la tierra, por aspirar á jardín, donde al ver la amenidad del sitio, la fra-
los verdaderos bienes del cielo. Adiós, vanos pla- grancia de los olores, la quietud y silencio de la
ceres del mundo, allá os goce quien no conoce soledad, no se hartaban de respirar aquel dulce
otros mejores, m a s durables y eternos. A tí, ó y suavísimo aire, y de mirar con santa embidia
glorioso y feliz paraiso, consagro todos mis pen- la serena alegría, que brotaba el semblante de
samientos; en tí deposito mi corazon y mis de- aquellos santos Monges, y decian entre sí: ¡O
' seos: á tí dedico para siempre mis afectos, y mi qué gran diferencia hay en la Babilonia de la cor-
espíritu. te, á esta Jerusalén de paz! Allá todo es fingi-
miento, inquietudes y sospechas: aquí todo es ver-
III. dad, sinceridad, sosiego, amor. Dichosos vosotros,
ó siervos de Dios, que anticipadamente gozáis en
EJEMPLO. la tierra las delicias del cielo!
Convidados despues á subir á lo alto de los
Mandó Dios á Noé, que en la fábrica del ar- claustros, quedaron mas admirados, al ver cuán
ca hiciese una ventana: Fenestram in Arca facies, contentos vivían en gran pobreza; y al oír al Abad,
( D R E X E L . NOE. CAP. 10.) la cual (según Oleastro) que les referia las virtudes de sus Monges: la ma-
21
\
yor parte de ellos eran de noble é ilustre san- la ventana, con curiosidad de ver cuál fuese aquel
gre y parentela, grandes en el mundo, ya por objeto, que tanto recreaba al venerable anciano;
riqueza, va por dignidades, y habían trocado los pero quedaron atónitos, viendo que frente de la
vanos alhagos de la tierra, por las seguras es- ventana estaba un murallon viejo, que embaraza-
peranzas del cielo. Discurriendo de esta suerte, ba la vista, no solo del jardin, mas aun del cie-
proseguían su paseo de celda en celda, hasta que lo; y así maravillados, le dijeron: Nada se des-
al fin del claustro llegaron á la de un santo viejo, cubre desde aquí, que pueda consolaros. ¿Nada?
blanco como un cisne, y alegre corno un bien- (replicó el monge.) , 0 cómo se descubre muy bien
aventurado, con un aire de semblante el mas se- un objeto de sumo consuelo, si con ojos mas des-
reno, que podia e x p l i c a r la mayo- alegría. Este piertos lo miráis! Entonces, asomándose de nuevo
era gran maestro de espíritu, de que hablaba con uno de ellos, vió por un agujero de la misma muralla
tanto fervor y suavidad, que era sumo gusto el un poco de cielo, y dijo: YoÉno alcanzo á ver otra
oírle. Entrando, pues, en su celda, le indujeron cosa, que por la rotura del muro un palmo de
á hablar alguna cosa de Dios, lo que hizo con cielo. ¡Oh, (añadió el monge) aquel palmo de cie-
tanta gracia, que los caballeros, estando yaco- lo solo me basta á mí para llenarme de con-
pidos y presos por los ojos al ver tanta sereni- solaron: cuando la abundancia de las penas vie-
dad de rostro, quedaron mas cautivos por los oí- ne de golpe á ahogarme el corazon, con solo fi-
dos al escuchar y sentir la dulzura de sus ra- j ir J a vista en aquel poco de cielo, se alegra in-
zones y discurso, v de ahí tomaron aliento pa- deciblemente mi alma, y las lágrimas de triste-
ra preguntarle, ¿cómo podia mantener tanto con- za se cambian en lágrimas de gozo. ¿Y cómo
tento de corazon, y alegría de espíritu en tan- podia ya no alegrarme, viendo que me crió Dios
to rigor y aspereza de vida? ¿Si acaso alguna para aquella patria de las delicias? Yo os ase-
vez habia padecido tribulaciones, melancolías, con- guro, que tal vez, al ver y considerar la gloria
gojas de alma ó de cuerpo? A que él candida- de los bienaventurados, y la soberana hermosura
mente respondió con un dulce suspiro: ¡óh, cua- del paraíso, apenas puedo, con fatiga, retener mí
les y cuántas aflicciones han oprimido ini pobre alma y oprimirla, para que no se salga y vuele
corazon en el largo discurso de mi vida! Ni sa- del cuerpo. ¡Ay, que quien mira al cielo, no pue-
bré decir bien, si han sido mas los trabajos in- de ya ver en esta tierra cosa, que sea diana de
teriores del alma, ó las enfermedades del cuer- ser vista ni amada! Mientras esto decía, °se le-
po; pero, gracias á Dios, supe hallar un reme- vantó un dulce torbellino en su corazon, á quien
dio universal, fácil y suave, para convertir en gozo succedió una lluvia de lágrimas, que ahogó y em-
todo trabajo. Bástame abrir esta pequeña ventana, y barazó el resto de su discurso. Los caballeros
dar una ojeada, cuando veo un 110 sé qué, que que con ojos blandos de llanto, y fijos en él le
me llena el corazon de extraordinaria alegría. Ape- escuchaban, se le arrojaron al punto á los pies
nas oyeron esto, cuando los caballeros abrieron pidiéndole su bendición, resueltos á pasar el res-
. ,... v , d a en aquel convento. No se sacia- L E C C I O N XVI.
\ V m i r a r v T el uno, yá el otro por aquel
nsuiero muralla al cielo; y al mirarle, re- DEL AMOR DE B I O S .
g
"I Adiós corte: adiós, esperanzas del mundo;
v con' e l t a s palabras, s e ' l e s caían de las manos
t o d a s las cosas, y se les desaparecían de los ojos, B L epílogo de estas lecciones, el sello de nues-
tros c o r a z a s sea el amor de Dios Sean mu-
^ J ^ J f f S - . una sola vista aten- tiles todos los motivos hasta aquí atra.dos pa a
ta de délo, qué c o n o r t e d á en los trabajos que convencernos: el amor de Dios ha de consegmr
Í u l Í vio enciaq hace á los corazones, para de«- la victoria, porque los afectos de su candad ha-
t de la tierra! Si nosotros también levanta- rían, sin duda, mas fuerte y suave violencia al
sernos los ojos al cielo, ¿ q u é esperanza, que bno corazon, si miráramos los g a n d e s beneficios, con
no consebiriamos para ga'narle?^ Hagamos l o que que ha probado claramente cuanto nos ama Mi-
aquellos peregrinos, que miraiido d e I q o s ta tier ra, hombre, el beneficio de la creación y con-
r a santa, y no permitiéndoles P ^ ^ ^ 1 ^ 1 6 ^ 3 servación, que contiene cuanto hay, y ™ 3 " ^ ;
lo menos la saludan. D.gamos con el V I . i r un cuerpo sano, dotado de cinco b e l l o s sentidos,
Luis de Granada: ¡O dulcísima patria! , 0 tierra un alma perfecta, enriquecida de tan nobles po-
do los vivientes! Dios te salve, puerto seguro de tencias, que se te concedieron sm algún mentó
t tempestades, refugio de las almas tra ¿ a s , tuvo, v conservadas por mera gracia, ¿no son es-
Paraíso de deleites, corte de mmen a n a e s a tos favores, que testifican que Dios te ama? Mi-
jardín de flores eternas, premio de todo lo u ra como dió el ser á los elementos vida -a las
{os. término de nuestros deseos. Dios te salve plañías, sentir á los brutos, el entender a los an-
esperanza nuestra, y nuestra f e l ' C i d a d por quien geles, v en tí solo unió todas estas prerrogativas:-
suspiramos, gemimos Y P e a m o s . ¡ O ^ a n d o e como produjo la muchedumbre, la variedad y la
r á aquel dia, en que saliendo de As ólas tempe hermosura de las criaturas, para que te sirvan,
tuosas del siglo, fijemos el ancora de — v no solo á la necesidad, sino a l a s delicias, l o -
d a en aquel puerto dichoso de toda felicidad, pa das, todas están predicando lo que Dios te ama.
í a g ^ ? l o s L n e s eternos de la soberana g ; Con razón decía san Agustín: Coelum, et térra
ría, y las alegrías durables de la celestial Jeru clamat, Domine, ut te ament. Si entro en un jar-
din, v veo la belleza de las flores, siento la fra-
grancia de los olores, gusto de la suavidad de
^fe' a s e ü Tomás de Kempis lib. 3. cap. 49. Del los frutos, todas me dicen: Ama amantem Crea-
deseo de la vida eterna. torem. Si levanto los ojos al cielo, y miro la ca-
ra del sol, que con tanto orden reparte su luz;
. , ... v , d a en aquel convento. No se sacia- L E C C I O N XVI.
\ V mirar v T el uno, yá el otro por aquel
Q u i e r o de a L u r a l l a al cielo; y al mirarle, re- DEL AMOR DE DIOS.
g
"I Adiós corte: adiós, esperanzas del mundo;
v con eltas palabras, se les caían de as manos
t o d a s las cosas, y se les d e s a p a r e c í a n l e los ojos, B L epílogo de estas lecciones, el sello de nues-
INTRODUCCION.
DIA PRIMERO.
Importancia de la salvación.
Ofreced á la santísima Trinidad, por manos de Estableced una distribución del tiempo, señalan-
la purísima Virgen, del ángel cu : todio, y del san- do lo que debeis hacer en cada hora del dia.
to de aquel dia, todas vuestras acciones, para que Aquella hora que perdiereis, puede ser la última
se dirijan á la mayor gloria de Dios y salvación de vuestra vida; y esa misma hora bien emplea-
del alma. Tres Gloria Patri. da, puede aseguraros la salvación.
JACULATORIA.
JACULATORIA.
¿Quid prodest homini, si universum mundum la- Qua hora non putatis, Filius hominis veniet. (uic<
cretur. animae cero suae detrimentum palialur? 12. 40.)
(MATT. 16.)
Si en la hora que menos piense
¿Que te podrá aprovechar, tienes de venir, Señor,
alma, cuanto el mundo tiene, ¿cómo siempre vigilante
si tu último fin no logras, y prevenido no estoy?
si te pierdes para siempre?
DÍA TRES.
DIA DOS.
Aviso de la muerte.
Incertidumbre de la muerte.
Si no muero d e una muerte repentina, llega-
La sentencia ya está dada: he de morir. rá el dia en que me avisen que me disponga á
1. Pero no sé el tiempo: puedo morir en es- bien morir. Entonces.
ta hora. 1. ¿Tendré tiempo de confesarme? Si apenas
2. Pero no sé ©1 lugar: puedo morir en aque- podré hablar por lo grave*de la enfermedad.
lla ocasion. 2. ¿Tendré tiempo de examinarme? Si apenas
3. Pero no sé el modo: puedo morir en aquel estaré en mí de susto y temor.
pecado. ¿Y peco tari alegremente? ¿Y recaigo con 3. ¿Tendré corazon para arrepentirrae? Si es-
tanta facilidad? ¿Y no huyo toda ocasion de pe- tará mi conciencia enredada con tantas culpas! ¡O
car? ¿Que fé es la mia! Dios mió! i Y qué haré entonces? i
5
.aéáov&úHÓ 2b1 íüul oh áomiairaiñ
23
FRUTO.
FRUTO.
Haced una confesion general de toda vuestra i , : ¡• . r
vida, si no la habéis hecho jamás: y si la habéis Procuraré portarme en todas las ocasiones de
hecho, sea desde la última, ajustando las partidas este día, como si fuese el último de mi vida. Re-
de vuestra alma, y serenad por medio de este petiré actos de contrición de tantos pecados co-
Sacramento, todos los remordimientos de vuestra mo he cometido, y renovaré los propósitos de en-
conciencia. Elegid un buen confesor, y aprove- mendarme. Siete Gloria Patri á Sr. S. José.
chaos de este tiempo que el Señor os concede,
para resolveros eficazmente á enmendar vuestra JACULATORIA.
mala vida.
Statutum est hominibus semel mon. (AV HEBR. 9.
JACULATORIA. y
27.)
Dispone domui tuae, quia morieris. (ISAI. 38. 1.) Si es estatuto que muera,
y tan solo el cuando ignoro,
¡O muerte! si meditada ¿cómo no ando preparado?
solo, tanto me sorprendes, ¿cómo bien no me dispongo?
¿qué será cuando me intimen , .'.. . S X - i' ; . ¡;. .
que ya acelerada vienes? DIA CINCO.
DIA S E I S .
» 1 « ' 1 6 1 f m 1 ? d e , $ m u e r t e ' s é r á Presentada mi
alma en el Tribunal divino. M e imaginaré que veo.
Ultimo momento de la, vida. 1. Al pie de la cama á Jesucristo, como juez
indignado contra mí, y que ha venido á darme
í . E n aquel instante se apartará el alma del la sentencia final.
cuerpo, y de todos los gustos de los sentidos. 2. A la mano izquierda el demonio muy ale-
2. E n aquel instante se acabarán las honras, gre, y que m e pone delante los ojos uri grande
se acabarán las riquezas, se acabarán los amigos. P a r a q ^ lea en él escritos menudamente,
3. Puedo en aquel solo momento condenarme. uno p o r uno, todos los pecados de mi vida.
Si este e n que vivo fuera el último, ¿qué seria 3. A la diestra al ángel de mi guarda, qué
de mí? ¡ O momento de que pende la eternidad! esta leyendo en un pequeño escrito las pocas bue-
ñas obras que hé hecho, y con semblante triste
FRUTO. me lo presenta delante de los ojos. ¡O qué re-
presentación! ¡O qué vista! ¡O qué espanto!
Examinaos cada hora del día como habéis em-
pleado la antecedente: así lo hacia san Ignacio. FRUTO.
Y tomad la santa costumbre, siempre que oye-
reis el relox, de acudir á la santísima Virgen con Cuando estuviereis en la cama esta noche, po-
una Ave Maria. neos en postura de moribundo, imaginando que
! e n 5 . a ^ a n o e ' C M I C i f i J 0 y en la otra una
vela encendida. Renovad la memoria de estos pun-
ios, y decios á vos mismo: ¿Qué quisiera yo ha- tes de comenzar cualquiera obra, decios á vos
ber hecho, si fuera esta la última hora de mi mismo: ¿De esta acción que voy á hacer, qué
vida? sentencia se me dará? Antes de iros á la cama,
repetid tres veces la oracion: Maria, Mater gra-
JACULATORIA. tiae, Mater miserico, diae, tu nos ab hoste prote-
ge, et mortis hora suscipe: y besad la tierra.
iQuis mihi hoc tribuat, ut in inferno protegas me,
. . . . doñee pertranseat furor tuus? (JOB. 14. 13.) JACULATORIA.
¿Quién en el infierno mismo ¿Ante faciem indignationis ejus qui estabisl ¿et
me escondiera, ó Dios, en tanto quis resistet in ira furoris ejus? (NAH. 1. 6.)
que pasa de tu furor v
JACULATORIA. JACULATORIA.
Señor, grandes son mis culpas, Si justus vix salvabitur, impius, et peccator ubi
y grandes penas merecen; parebunt? (1. TET. 4. 18.)
mas suspended el castigo
hasta que la ira se temple. Si el justo apenas se salva,
¡ó Señor! entrando á juicio;
DIA DIEZ Y SEIS. ¿qué será de mí, marcado
con tantas señales de impio?
Descubrimiento de las conciencias.
DIA D I E Z Y S I E T E .
1. Ni un solo pecado de cuantos he cometi-
do, quedará oculto. Todos se leerán, de todos se- Separación de los escogidos.
rán oídos. ¿Qué confusion será entonces la mia?
2. ¿ C u á n t o s p e c a d o s ocultos se descubiirán c n - E n esta vida todos viven juntos buenos'v ma-
tonces, de q u e - y o j a m á s m e hice cargo? ¿ C u á n - los, y aun despues de la muerte son sepultados
369
Ü
juntos. Pero llegando el dia del juicio no será
asi: saldrán los ángeles, apartarán á los malos de
1 •uní
medio de los justos.
1. A la mano derecha estarán los escogidos}
y por ventura, veré entre ellos á aquellos, de
DIA D I E Z Y OCHO.
Sentencia final.
quienes yo me burlaba e n esta vida?
2. A la mano izquierda estarán los condena- Apartados los p e c a d o r e s de los justos, dará
Cristo la seritencia.
dss, y por ventura, aquellos con quienes yo pe-
qué. 1. Sentencia que n u n c a se revocará.
3. ¿Qué mano me c a b r á e n aquel dia? 2. Sentencia que al instante se ejecutará.
I 24
./
369
Ü
juntos. Pero llegando el dia del juicio no será
asi: saldrán los ángeles, apartarán á los malos de
1 •uní
medio de los justos.
1. A la mano derecha estarán los escogidos;
y por ventura, veré entre ellos á aquellos, de
DIA D I E Z Y OCHO.
Sentencia final.
quienes yo me burlaba e n esta vida?
2. A la mano izquierda estarán los condena- Apartados los p e c a d o r e s de los justos, dará
Cristo la seritencia.
dss, y por ventura, aquellos con quienes yo pe-
qué. 1. Sentencia que n u n c a se revocará.
3. ¿Qué mano me c a b r á e n aquel dia? 2. Sentencia que al instante se ejecutará.
I 24
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DIA DIEZ T NUEVE. JACULATORIA.
Estima] del tiempo. Ecce ntinc tempus acceptábile, ecce nunc días
salutis. (2. AD COR. 6. 2.)
El tiempo r es^*on2 ? caudal de sumo aprecio: va-
le tanto un momento, que en solo él puede re- ¿El tiempo acepto, alma mia,
cobrar á Dios el alma que por el pecado le per- ahora pródiga desprecias?
dió. Considerad. Pues tiempo llegará en que
1. Cuanto bien puedo hacer en este dia, y una hora c o m p r a r no puedas.
no le hago.
2. Que este dia pasa, y jamás volverá. DIA VEINTE.
3. Que de este dia he de d a r . estrechísima
cuenta, y no pienso en ello. Y lo mismo será Del infierno.
de todos los momentos de mi vida. ¡Ay de mí,
si loa hubiere empleado mal! ¿Qué cosa es infierno?
1. E s una cárcel de tinieblas, donde se vive
FRUTO. siempre en rigorosa prisión y cadenas, sin un mo-
mento de libertad.
Procurad este día emplearle con una santa co- 2. E s una casa toda de fuego,j donde siem-
dicia de aumentar merecimientos con obras vir- pre se arde, pero nunca se muere'.
tuosas, ejecutándolas p o r todos los motivos san- 3. E s un lugar de todos los tormentos, don-
tos de que fuere capaz cada acción vuestra. Por de se padecen todas las penas; pero sin tener
ejemplo: en la Misa, ejercitad actos de adora- jamás ¿algún alivio.
ción, de fé, de agradecimiento, oídla por moti-
vo de religión, de caridad, de obediencia &c. FRUTO.
La tercera parte del Rosario, en gloria de la san- , ! •;> i! ...•'>••;
tísima Virgen, pidiéndola muchas mercedes. , Aplicad una mano al fuego, ó poned un de-
do sobre la llama de una vela, deteniendoos, si
pudiereis, por espacio de una Ave María; y sa-
cando de aquí, cuál será el fuego del infierno,
en cuya comparación este de acá es como pin-
tado. El Ave Maris Stella.
*
JACULATORIA. JACULATORIA.
Descendant in infemum vívente*, (PSALM. 54. 16.) Vermis eorum non morietur. (ISAI. 66. 24.'
1. D a d m u c h a s gracias á Dios de haberos cria E n este dia discurrid algún modo de mortifi-
d o en tierra de católicos, y de haberos ilustra- c a r vuestro cuerpo, como será no arrimaros cuan-
do con t a n t a s inspiraciones: haced ahora memo- do estáis sentado; tener uñ pie en alto cuando
ria de ellas p a r a vuestro arrepentimiento, espe- estáis de rodillas: poner los brazos en cruz cuan-
cialmente de aquellas que pertenecían á la elec- do se hace oracion retirada; los ojos en tierra
ción de estado, ó mudanza de costumbres. cuando se a n d a por las calles, y cosas semejan-
2. H a c e d oracion á Dios por los qpe.se ha- tes, que fácilmente se ofrecerán á quien desea
llan en peligro d e condenarse. Rezad el himno mortificarse. E s t a noche escribid con la lengua
Ve ti i Creator Spiriius. en tierra el n o m b r e de M a n a .
JACULATORIA.
JACULATORIA.
¿Qtiis poterit habitare de vobis cum igne devo-
Ego sum via, et veritas, et vita, (JOANN. 1 4 . « . )
rante? ¡quis hahitabit ex vobis cum ardoribus sem-
Ergo errevimus á via Teritatis. (SAP. 5. 6.)
pitirnis? (ISAI. 3 3 . 14.)
S i á Jesús, alma, no sigues
¡Ay Dios! oSi aquí insoportable
que es la senda verdadera:
es tener un dedo al fuego;
tiempo v e n d r á en que confieses,
¿quién por u n a eternidad
que erraste en no ir por ella.
m f r i r p o d r á el del infierno?
D I A V E I N T E Y CINCO. DIA VEINTE Y SEIS.
• ' '
Condenación eterna. JVo dilatar la penitencia.
¿Qué cosa es condenarse? H e pecado, luego y a está hecho el decreto.
1. E s p e r d e r á Dios, y perderle p a r a siem- O infierno, ó penitencia. Vuelvo á pecar, y vi-
pre.
vo contento b a j o la esperanza de convertirme;
2. E s arder en vivas llamas, v arder p a r a pero ¿quién m e asegurará tres cosas?
r
siempre. '
1. Q u e t e n d r e tiempo de hacerlo.
3. E s desesperarse sin fruto, v desesperarse 2. Que teniendole, estaré p a r a hacerlo.
Slempre ¡ siéJP
dad? ' ° P r e í í ° jaoiás! ¡O eterni- 3. Q u e haciéndolo, no volveré ya á caer, y
me condenaré.
3. Las gozaré todas, y por toda la eternidad,
FRUTO.
tin susto ni contingencia d e perderlas jamás.
Dad hoy» tres vistas á vuestras manos, y en ¡O inefable bienaventuranza!
cada una decios á vos mismo: estas manos han
FRUTO.
de llegar á secarse y podrecerse: y acostumbraos
a hacer esta refleccion c a d a mañana. Por este
medio convirtió santo Domingo á una pecadora. En qualquier pena que m e moleste, o en cual-
Cinco Pater noster, Ave María y Gloria Patri, quier deleite que me tiente, diréme á mi mis-
con los brazos en cruz. mo: cielo, rielo, gloria, bienaventuranza eterna,
como dixó S. Eelipe Neri, quando le ofrecieron
la púrpura. A la consideración de los bienes
JACULATORIA.
del cielo, aprenderé á despreciar todos los de
la tierra, como lo hacia S. Ignacio: ¡Heu. quam
Vocábi, et renuistis: Ego quoque in inte-
sorda est tora, dvm ccelvm aspicio! Decid con
nta vestro ridebo. (PROVERB. 1. 24. &c. 26.)
devocion el Salmo Laetatus sum.
Si á Dios no respondes pronta, JACULATORIA.
alma, la hora llegará
en que, aunque clames, se ria,
Momentaneum, et leve tribulationis nostrae quae
y no te quiera escuchar.
eettrnum gloriae pendvs operatur in nobis. (2.
con. 4Y> •
DIA V E I N T E Y S I E T E .
Aliento, aliento, alma mia,
La gloria. con gusto aquí padezcamos,
pues á una gota de mirra
A la-í primera e n t r a d a en el cielo, ¿qué expe-
rimentaré? r sigue de gloria un océano.
FROTO.
Sírvaos de estímulo la consideración del pre-
Fijad los. ojos en el cielo, y considerad aque- mio, para hacer y padecer cosas grandes por con-
lla patria dichosísima, creyendo que en ella vi- seguirle, y decid tres veces el Pater noste? y Ave
viréis eternamente, si con resolución seguís uno Maiia con Gloria Patri á la beatísima Trinidad,
d e los dos caminos propuestos. El Te Deum lau- para que altamente os imprima e n el corazon
damos. este conocimiento.
JACULATORIA.
JACULATORIA.
. •• • -X. . , , .1 -
^ ' T ° S ' P e r o si cayereis, haced luego un acto fer- 1. Señalar un dia para emplearle únicamen-
vorosísimo de arrepentimiento, y con disimulo al- te en el cuidado de tu alma, y en este tiempo
guna acción exterior, como un. golpe en el pe- hacer confesion general á lo menos del año pa-
cho levantar los ojos al cielo, ó fijarlos en la sado, ó desde la última, escogiendo para este efec-
t ' r r r a humillándoos por vuestra flaqueza é mcons- to un confesor docto, santo, y de quien tengas
tamia, y manifestando cuánto lo sentís. Notareis una entera satisfacción para continuar en adelan-
te en confesarte con él, y consultarle todas tus
á la noche en un cuadernillo cuantas veces ha-
cosas, lo que importa sumamente para caminar
béis caido aquel dia en tal falta, comparando un
con acierto, debiendo persuadirte, que Dios le asis-
dia con otro, v una semana con otra, para co-
tirá, mas que á ningún otro, para que te diri-
nocer la pérdida ó ganancia espiritual. Asi lo ha-
ja con su consejo.
cia y aconsejaba aquel gran maestro de J a per-
fección, S. Ignacio, con mucho adelantamiento de 2. Prepararse y disponerse para las festivida-
los que lo practicaban. des mas solemnes con particulares ejercicios de
piedad, como ayunos, penitencias, novenas, mas
REGLAS oracion^ y lección de aquella fiesta ó misterio.
3. Celebrar con particular devocion las fiestas
PARA VIVIR SANTAMENTE. del Señor y de la Virgen santísima, visitando al-
guna iglesia ó altar de su advocación, v confe-
H a y muchísimos á quienes toda la vida se les sando y comulgando aquel dia.
pa=a en propósitos, y llegando la hora de la muer-
t e se encuentran muy llenos de buenos deseos,
vaten, ó para desarraigar el vicio que mas os do- y muy vacios de buenas obras, cuando ya no hay
mine: ejercitad frecuentes y fervorosos actos de tiempo de enmendarlo. P a r a que tú, devoto lec-
esta virtud entre dia, de suerte, que adquirais un tor, no incurras en este tan perjudicial engaño,
buen hábito y costumbre, que os dure hasta la suponiendo, que la meditación de las máximas que
muerte. • . . , te he puesto en este mes, ha excitado en tu al-
4. Esta misma practica tomareis para desar- ma algunos impulsos de devocion, y deseos de
raimar los vicios: reparad en aquellos en que fal- componer una vida muy ajustada, que te asegu-
táis con mayor frecuencia, y dirigid toda la efi- re la salvación, quiero proponerte un modo fácil
cacia de vuestros propósitos para vencerlos: des- de reducir á la práctica esos deseos, y un mé-
de la mañana tomareis esta resolución de no co- todo de acciones virtuosas para cada año, mes,
meter aquel día tal falta ó pecado, huyendo to- semana, y aun para cada dia.
das las ocasiones que os puedan hacer caer en
é¡, y aun esforzándoos á ejercitar los actos con- CADA A Ñ O .
^ ' T ° S ' P e r o si cayereis, haced luego un acto fer- 1. Señalar un dia para emplearle únicamen-
vorosísimo de arrepentimiento, y con disimulo ai- te en el cuidado de tu alma, y en este tiempo
auna acción exterior, como un. golpe en el pe- hacer confesion general á lo menos del año pa-
cho levantar los ojos al cielo, ó fijarlos en la sado, ó desde la última, escogiendo para este efec-
( W r a liumillandoos por vuestra flaqueza é mcons- to un confesor docto, santo, y de quien tengas
tamia, y manifestando cuánto lo sentís. Notareis una entera satisfacción para continuar en adelan-
te en confesarte con él, y consultarle todas tus
á la noche en un cuadernillo cuantas veces ha-
cosas, lo que importa sumamente para caminar
béis caído aquel día en tal falta, comparando un
con acierto, debiendo persuadirte, que Dios le asis-
dia con otro, v una semana con otra, para co-
tirá, mas que á ningún otro, para que te diri-
nocer la pérdida ó ganancia espiritual. Asi lo ha-
ja con su consejo.
cia y aconsejaba aquel gran maestro de J a per-
fección, S. Ignacio, con mucho adelantamiento de 2. Prepararse y disponerse para las festivida-
los que lo practicaban. des mas solemnes con particulares ejercicios de
piedad, como ayunos, penitencias, novenas, mas
REGLAS oracíon^ y lección de aquella fiesta ó misterio.
3. Celebrar con particular devocion las fiestas
PARA VIVIR SANTAMENTE. del Señor y de la Virgen santísima, visitando al-
guna iglesia ó altar de su advocación, v confe-
H a y muchísimos á quienes toda la vida se Ies sando y comulgando aquel dia.
pa=a en propósitos, y llegando la hora de la muer-
t e se encuentran muy llenos de buenos deseos,
guna iglesia donde «e tiene oracion, y se hace
CADA MES. algún ejercicio de penitencia corporal; y tanto así
en la oracion como en las mortificaciones, segui-
1. Tomad por particular patrón de todo el réis el consejo de vuestro padre espiritual.
raes algún santo, celebrando su dia con ejerci-
cios de mayor piedad y devocion. C A D A DIA.
2. Determinad un dia del mes, en el cual,
por espacio 6 lo menos de media hora, os lo- 1. Dejad la cama á buena hora, y sea lo pri-
mareis cuenta del adelantamiento ó atraso que hu- mero levantar vuestro corazon á Dios, ofrecién-
biereis hecho en el aprovechamiento de vuestra al- dole todos las acciones de aquel dia: pedidle, que
ma, y lo manifestareis sinceramente á vuestro di- no permita caigais en algún pecado, especialmen-
rector. te en aquellos á que mas os inclinan vuestras pa-
3. Comulgareis en el mes las mas veces, que siones: proponed la enmienda de todo corazon:
vuestro padre espiritual os ordenare, renovando tened intención d e ganar todas las indulgencias
en ese tiempo los buenos propósitos que habéis que podáis aquel dia: encomendaos muy de ve-
hecho; v si aun no hubiereis determinado el es- ras á la Virgen santísima, al ángel custodio, al
tado que debeis tomar, este es el tiempo de pe- santo de vuestro nombre, y á los que tuviereis
dirle á Dios luz p a r a no errar una elección de por especiales abogados, y á las santas almas del
tanta consecuencia, de cuyo acierto las mas ve- purgatorio. Para ejercitar todos estos actos por
ces depende la salvación; pues teniendo á Dios la mañana, hay varias prácticas impresas; y así
dentro de vos mismo, oiréis mas de cerca su voz. os podréis valer de alguna de ellas para proce-
der con mejor método.
CADA SEMANA. 2. Emplead por lo menos un cuarto de hora
en oracion mental: oid todos los días Misa con
1. Santificareis las fisstas, á mas de oir de- devocion: leed algún libro espiritual: y procurad
votamente la Misa, acudiendo á alguna Congre- no perder el fruto, leyendo despues libros pro-
gación, asistiendo al Sermón y otros ejercicios san- fanos y dañosos. A la noche examinareis todas
tos, visitando alguna iglesia donde haya indulgen- las acciones, pensamientos y palabras de aquel
cia, ó esté expuesto el santísimo Sacramento. dia: si hallareis algo bueno, daréis gracias á Dios,
2. No dejeis en todo caso de acudir á don- á quien debeis atribuirlo: de lo malo le pedireis
de f e enseña la doctrina cristiana; y si os ha- perdón, imponiéndoos alguna penitencia, y propo-
llais en estado de instruir á otros, hacedlo con niendo la enmienda.
mucha paciencia y caridad, entendiendo que este es 3. Procurad con muy particular cuidado huir de
oficio de Apostol, y de mucho mérito para con Dios. las malas compañías, de las conversaciones inmodes-
2. Asistid siquiera u n dia á la semana á al- tas, de los juegos inmoderados, y en general vi-
vir con una suma cautela, para no caer en los de esta meditación. ¿Qué hicieras, si supieras que
lazos que cautelosamente os arma el demonio, ocul- era la última de tu vida? Puede ser que no ten-
tando el peligro de las ocasiones. gas otra de tiempo tan oportuno. Ahora puedes
4. E n t r e dia, y con la mayor frecuencia, po- conseguir con un pequé de corazon. lo que no
déis acordaros, que Dios os mira; y particular- conseguirán con eterno llanto los condenados en
mente en las tentaciones de que fuereis comba- el infierno, que es el perdón de tus pecados. Aler-
tidos, acudid á su Magestad con algunas oracio- ta, pues, no pierdas tiempo tan precioso, por amor
nes jaculatorias. Ofrecedle vuestras acciones in- de Dios.
diferentes; el estudio; los negocios de vuestro es- Creo, Señor, que estáis íntimamente presente
tado; la recreación honesta, dando gloria al Se- á mi corazon. Os doy las gracias por los innu-
ñor en todas las cosas, y procurando en todas merables beneficios que he recibido y recibo en
aumentar vuestros merecimientos. Huid el ocio, cada instante de vuestra infinita liberalidad y mi-
origen de muchos y graves pecados; atended se- sericordia: especialmente porque me habéis con-
riamente al estudio ó al cuidado de vuestra ca- servado hasta aquí la vida, habiendo yo mereci-
sa y familia, según fuere vuestro estado; porque do tantas veces las penas del infierno por mis
esto es lo que Dios quiere de nosotros. Final- pecados. Conceded me, Padre amorosísimo, un co-
mente. tened entendido, que cual fuere vuestra razon agradecido á vuestras grandes misericordias,
vida, así lo hallareis á la hora de la muerte. A y el logro de esta meditación, á mayor honra y
vi/a mors, á marte aeternitas. gloria vuestra, y bien de mi alma. Esté yo en
vuestra divina presencia con la humildad, aten-
MODO D E PREPARARSE, ción y reverencia de alma y cuerpo, que corres-
ponde en una vilísima criatura, cual yo soy, que
COMENZAR Y FINALIZAR LA ORACION MENTAL. tantas veces os ha despreciado con ofenderos en
vuéstra misma presencia. Detesto de todo mi co-
Advierte, alma mia, que estás en la presencia razon mis pasadas ingratitudes: las aborrezco por
de Dios, mas íntimamente presente á su Mages- ser ofensas de vuestra infinita bondad: rae pesa
tad, que á tí misma. Está mirando el Señor to- en el alma de haberos ofendido por ser quien
dos tus pensamientos, afectos y movimientos inte- sois. Quisiera deshacer todos mis pecados, por ser
rior y exteriormente. Lo que eres delante de Dios, desprecios de un Dios infinitamente bueno. Dad-
eso eres, y nada mas, pobre, miserable é inmunda me, Criador y dueño mío amabilisimo, verdade-
con la abominable lepra de todos ios pecados con ra contrición de todos mis pecados, y propósito
que has ofendido hasta aquí su infinita bcndad. Pe- firmísimo de la enmienda.
ro el Señor, obligado del peso de su misma infini- Bien conozco que no hay en mí otra cosa que
ta misericordia, desea mas que tú misma darte la nada, y sobre la nada el pecado. No soy en
el perdón general de todas tus tulpas, y el logro vuestra divina presencia mas que un condenado,
y condenado tan innumerables veces, cuantas he
repetido las ofensas de vuestra infinita bondad. E X A M E N PARA LA ORACION.
Compadeceos, Dios mió, de mis tinieblas, no per-
mitáis que pierda tiempo tan oportuno. Enseñad- ;Si previne los puntos antes de acostarme?
me á tener oraeion: regid mi memoria, alumbrad ;Si procuré dormirme pensando en ellos?
mi entendimiento, moved mi voluntad. Obligaos de •Si al despertar procuré traerlos á la memoria?
vuestra misma bondad, y de los méritos infinitos ,Si previne el fruto que habia de sacar
de vuestra santísima vida, pasión y muerte, y de ¿Si previne la composicion del lugar, y la peti-
los méritos é intercesión de vuestra santísima Ma-
dre. Poned, Señora, en mi corazon aquellos pen- 5 Si consideré con quién iba á hablar?
samientos, afectos y determinaciones que son del ¡Si hice el acto de humildad y resignación?
agrado de vuestro santísimo Hijo. •Si el de conformidad y reverencia?
¿Si actué la presencia de Dios?
COLOQUIO ¿ÍÁ ofrecí la oraeion? ,
ÍSi ejercité las tres potencias por su oraen? #
¡Si estando bien en un punto pasé a otro, o a
AL RIN DE LA MEDITACION.
la contra? .
Clementísimo Dios y Señor de mi corazon, dul- jSi tuve distracciones y no las resistif
císimo Jesús mió, Sacramentado dueño de mi al- ¡Si me dejé llevar de sequedad y pereza?
ma: os doy las gracias con todo el afecto de mi ¿Si de desconsuelos y tibieza?
pobre corazon, porque me habéis concedido es- /Si me procuré avivar?
te tiempo para que medite: perdonad, Señor, las ¡Si tuve consuelos, y como me huve en ellosí
distracciones, negligencias, flojedad, y todos los de- ¿Si procuré sacar loque llevaba, y qué fruto sa-
más defectos en que he incurrido en esta medi- qué?
tación. Quedo e n ella c o n v e n c i d o . . . . Y resuel- ¿Si me dejé vencer del sueno?
t o . . . . Conozco que todos mis pecados, aunque ¿Si hice el coloquio?
tan enormes, no pueden extinguir vuestra infini- ¡Si me enmendé de las faltas pasadas?
ta bondad. En ella espero firmemente, que me ha- ¿Si me conformé con Dios en lo adverso?
béis de ayudar con vuestra gracia, para que eter- ¿Si tuve deseos de salir presto?
namente os ame, os sirva, conozca y ponga en ¿Si tuve deseos de aprovecharme?
todo por obra vuestra santísima voluntad. Asi lo ¿Si descendí á casos particulares?
espero de vuestra infinita piedad y misericordia, ¿Si hice propósitos, y cuales?
y de los méritos y poderosísima intercesión de Buscar el medio de cumplirlos.
vuestra santísima Madre.
AD MAJOKEM DEI GLORUM.
Ave Maña.
Para la santa Casa de Ejercicios de México, dispuso
DON MANUEL ANTONIO VALDES,
los siguientes
SONETO 1.°
i
MUERTE.
o " f -" *
é aquí el lugar en donde congregado
ia llegará, mortal, en que abrazada Está cuanto horrible hay, donde encendido
Será toda la tierra, y reducido U n fuego se halla tan enardecido
Cuanto hoy sobre ella alhaga tu sentido, Como que por su Autor es atizado:
A humo, ceniza, polvo, viento, nada. Aquí cada Prescito es castigado
Funesta trompeta, entonces, la llamada Con el tormento á su maldad medido:
Hará mas general, y á su sonido No hay potencia sin pena, no hay sentido
Recobrando la¡vida, conducido Que no sea vivamente atormentado.
Serás á Josafat: jó qué jornada! Mas annque este penar sea tan horrible,
Allí, si fuiste pecador, deJ justo Sin variación, continuo, interminable.
Serás en el momento separado: Hay tormento mayor, aun mas terrible:
¡Oh qué dolor! ¡oh qué aflicción! ¡qué susto! Aborrecer á Dios un miserable
Vendrá el. supremo Juez: serás juzgado, En aquel mismo tiempo en que visible
Y oirás el trueno de su lábio augusto: S e hace á su comprensión cuanto es amable.
Maldito, el fuego eterno id condenado.
399
I N D I C E
G L O R I A . TOM. PRIMERO.
G L O R I A . TOM. PRIMERO.