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DOSSIER DE PRENSA
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CONTENIDOS
SECCIONES DE LA EXPOSICIÓN 6
Imagen: José Luis Castillejo, The Book of Letters, 2010 (detalle). Cortesía de Alberto
Martínez y la familia del artista
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- Visita guiada a la exposición con Henar Rivière y Manuel Olveira, comisarios. Sábado 17
de febrero de 2018, 19:00 h. Actividad gratuita.
Dirección:
MUSAC
Avda. Reyes Leoneses, 24
24008 León
Teléfono: 987 09 00 00
Horario de apertura:
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La actividad artística de Castillejo se inició en 1966, a los 36 años de edad, cuando entró
en contacto con el grupo Zaj siendo ya un coleccionista de arte, crítico y ensayista de
perfil internacional mientras ejercía su profesión en la carrera diplomática. La vinculación
de Castillejo al grupo Zaj constituye el ejemplo más paradigmático en España del rol que
la escritura jugó a nivel internacional en la formación de la posmodernidad. Fundado en
1964, Zaj fue una importante iniciativa pionera de la nueva experimentación en nuestro
país, y Castillejo sería uno de sus miembros más destacados junto con Juan Hidalgo,
Walter Marchetti, y Esther Ferrer. Fue Juan Hidalgo quien dio a Castillejo el impulso
definitivo para adentrarse en la creación artística con La caída del avión en el terreno
baldío (1967), un libro seminal que fue además el primero del grupo.
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Es en este sentido como debe entenderse la relación de su obra con la pintura. Muy
influido por su amigo el crítico de arte estadounidense Clement Greenberg, Castillejo la
consideraba el “arte piloto” de la modernidad y el ejemplo a seguir en la búsqueda de la
autonomía de la escritura.
El libro fundacional de la escritura moderna de Castillejo fue The Book of i’s (1969), al que
siguieron publicaciones como The Book of Eighteen Letters (1972), El libro de la letra
(1973), El libro de la J (1999), TLALAATALA (2001) o Ventanas (2010). El modesto elenco
de libros publicados es solo la punta del iceberg de una lista mucho más extensa de
inéditos, la gran mayoría de los cuales se muestran en esta exposición por vez primera.
Por nombrar solo algunos: El libro del trío (1972), El libro de las consonantes (1972), El
libro de los rincones (1975), El libro de los errores (1975-76) y, más recientemente, The
Fall of Constantinople (2009), Maldoror: La caligrafía del mal (2011) o El escritor (2013),
entre otros muchos.
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SECCIONES DE LA EXPOSICIÓN
José Luis Castillejo tuvo una vida «interesante», como subraya su biógrafo, Juan Antonio
González Fuentes. Su carrera de diplomático, unida a su actividad como coleccionista de
arte, crítico y ensayista, hicieron de él un hombre cosmopolita con acceso a los círculos
más avanzados del momento en el arte y el pensamiento europeos y estadounidenses.
A lo largo de los años Castillejo reunió una importante colección de arte, centrada sobre
todo en la pintura abstracta americana y estuvo en contacto con muchos de los
principales artistas y teóricos del momento. El influyente crítico de arte estadounidense
Clement Greenberg, por ejemplo, fue su amigo íntimo y reconocido maestro. También el
poeta, novelista y crítico de arte francés Marcelin Pleynet, director de la revista Tel Quel,
estuvo en su círculo de amistades. Estas relaciones fueron un estímulo fundamental para
su obra. Al mismo tiempo, le convirtieron en correa de transmisión de las ideas y obras
originarias de la modernidad y la posmodernidad, una función que desempeñó
especialmente, aunque no solo, en la aislada España de Franco.
En la década de 1960 surgieron en Europa y Estados Unidos una serie de iniciativas que
se propusieron superar la división tradicional del arte en disciplinas como la pintura, la
escultura o la música. Artistas formados en ellas se cuestionaron sus límites y los
expandieron para fundirlos unos con otros. Este proceso de hibridación, conocido como
arte intermedia, dio lugar a nuevas prácticas artísticas como el arte de acción, el
conceptual y el sonoro.
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El grupo Zaj fue una importante iniciativa precursora de esta experimentación en España.
Lo fundaron en Madrid en 1964 los compositores Juan Hidalgo, Walter Marchetti y Ramón
Barce, con la idea de desbordar los límites de la música mediante espectáculos de «teatro
musical» y «música de acción», más adelante simplemente denominados «conciertos
Zaj». Estas experiencias, pioneras del arte de acción y la performance, tenían mucho de
escritura expandida: las «partituras» de los «conciertos Zaj» son a menudo textos
escritos, cuyo lenguaje lúdico y ambiguo abre un mundo de posibilidades interpretativas.
Zaj solía enviarles estas partituras a sus contactos por correo, convirtiéndolas en piezas
de arte postal y ofreciendo verdaderos Conciertos postales.
El encuentro entre Castillejo y Zaj en 1966 fue decisivo. Para él, representó el impulso
que necesitaba para adentrarse en el terreno de la creación. A cambio, él realizó una
aportación fundamental a la ampliación Zaj de los límites del arte. Ambas cuestiones se
concretaron en La caída del avión en el terreno baldío (1967), el primer libro de creación
de Castillejo y el primer libro Zaj. Se trata de una autobiografía «ficticia» compuesta por
textos fragmentarios, palabras aisladas y otros signos gráficos, escritos en colores en
hojas sueltas en una caja.
El segundo libro de Castillejo fue La política (1968), un libro grave que vuelve al binomio
blanco-negro habitual en la escritura impresa y al formato de libro encuadernado. Aborda
la cuestión del poder político mediante un lenguaje repetitivo, sintomático de «la realidad
neurótica» producida por los medios de comunicación de masas.
Durante los años que duró la colaboración de Castillejo con Zaj, también Hidalgo y
Marchetti publicaron libros (respectivamente Viaje a Argel [1967] y Aporcratesedutosul
loto [1968]). Estos pueden verse como expresiones personales del espíritu colectivo que
les unió a Castillejo en torno a la escritura. Fruto del mismo espíritu fueron la Exposición
por correspondencia (1966) y otras tarjetas donde Castillejo ofreció su propia versión del
arte postal de Zaj, así como su participación en la actividad performativa del grupo en su
primera gira internacional.
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Tres años después de iniciarse en la creación artística, Castillejo fundó «una nueva
escritura». La denominó de forma tan sencilla como provocadora: escritura moderna. Esta
expresión refleja que se proponía nadar a contra corriente, en pleno auge de lo que
empezaba a conocerse como posmodernidad. Iniciaba así un camino en solitario de una
independencia y coherencia radicales.
Para Castillejo, la modernidad era una actitud crítica que abría el camino a la comprensión
del sentido de la realidad. La modernidad se había alcanzado a través de la autonomía
del arte: este último podía ayudar a comprender la realidad siempre y cuando trabajara de
forma autónoma a la misma o, dicho de otro modo, desde la libertad de sus modos de
decir específicos. Este planteamiento suponía abogar por el arte abstracto y la
especificidad diferencial de las artes; es decir, defender la idea, contraria al arte
intermedia, de que cada disciplina artística debe nacer únicamente de sí misma, de sus
dinámicas y elementos consustanciales. De todas las artes, la pintura era la que mayor
autonomía había conquistado al renunciar a la ilusión de la perspectiva y centrarse en el
juego de los elementos puramente pictóricos (el color, el trazo, la línea) sobre la superficie
del lienzo.
Para resaltar la forma libro como soporte de la escritura, Castillejo escogió un formato
vertical mediano y una cantidad de páginas suficiente para conferirle entidad. La letra «i»
se dispone en el centro óptico de algunas hojas remitiendo al lenguaje, concretamente a
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La elección de la «i» es fruto de un estudio cuidadoso del carácter de las letras. La «i» es
un grafema compuesto, formado por dos elementos que, aislados, son casi arquetipos (un
palo y un punto). Al ser dual, es además idónea para activar la página y resulta muy
autónoma, facilitando la abstracción lingüística. Finalmente, en inglés la «i» minúscula es
casi una palabra (la disminución de la «I» mayúscula del Yo), lo que enlaza con la
dimensión psicológica de la escritura, que será una constante en la obra de Castillejo.
4.a. Antialfabeto
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Entre los inéditos de los años setenta depositados en Suttgart hay un importante grupo de
libros que se adentra en la dimensión simbólica de la escritura. Su origen se encuentra en
el descubrimiento que hizo Castillejo con The Book of i’s del poder de la letra como signo
gráfico: la letra, una vez liberada de su función lingüística, tiene una riqueza metafórica
que abre la escritura a las profundidades de la psique humana.
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atendiendo a su iluminación. Una vez impresas, estas imágenes darían lugar a diferentes
libros del libro, ofreciendo ejemplos de una «escritura simbólica de la luz».
Con estas fotografías, Castillejo quería transmitirle al lector lo que representaba para él un
libro en blanco: la propia imagen del poder simbólico de la escritura o, dicho de otro modo,
la pura posibilidad de una escritura moderna.
6.b. Pepito
Con el Pepito, Castillejo quiso darle salida a lo reprimido que no tenía cabida en sus otros
libros, y aprovechó para estudiar la relación de sus obsesiones personales con la cárcel
de la escritura, es decir, con fórmulas y formas fijas del lenguaje que obstruían su
pensamiento (frases hechas típicamente españolas, como «erre que erre», y letras, como
la «r» de regresió no la «m» de mierda).
Como colofón a esta otra cara de su escritura, Castillejo concibió un segundo libro titulado
Pepito empieza a hablar (1974), que consiste en los primeros balbuceos del pequeño
Pepito: «culuputu», «tuculumutubunu», «dupukulucumugutu» y «culinculan». Perversas y
sádico-anales, según la terminología freudiana del propio autor, estas combinaciones de
letras plantean un doble juego de revelación y ocultación de sus neurosis personales. A
pesar de ello, este segundo libro de Pepito sí era apto para publicarse y Castillejo se lo
envió a Ulises Carrión, el escritor y agente cultural mexicano afincado en Ámsterdam.
Carrión incluyó los balbuceos del español emparejados con su propia aportación al
número de la revista Kontexts que coeditó con Michael Gibbs en 1976.
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7. Vuelta a empezar
Castillejo abandonó la escritura en 1978, en un parón que iba a durar casi veinte años. Es
cierto que sus amigos en España y Europa no le olvidaron y él mantuvo el interés en
colaborar con ellos. Ejemplo de esto son las serigrafías que imprimió con el coleccionista
italiano Francesco Conz en los años ochenta, recreando una página de La caída del avión
en el terreno baldío y dos de sus cartones Zaj.
Sin embargo, Castillejo no iba a salir de su letargo creativo hasta entrada la década de
1990. Su renacer a la escritura se produjo en el contexto de la histórica retrospectiva de
Zaj celebrada por el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía en 1996. El resultado
más inmediato fue la publicación de dos obras, El libro de la J (1999) y TLALAATALA
(2001), así como la creación de un proyecto inédito titulado El libro de la soltura (2001).
Desde el punto de vista material, esta etapa se caracteriza por un hecho excepcional: por
primera vez en toda su trayectoria Castillejo contó con la participación de una editorial en
la publicación de sus libros, el sello musical italiano Alga Marghen.
Desde el punto de vista de la escritura, las nuevas obras destacan por aquello que,
usando el título de la tercera, puede calificarse como soltura. Castillejo vuelve a la letra y
retoma los problemas que venía planteándose desde la fundación de su escritura
moderna, para darles soluciones nuevas, a veces de una sencillez asombrosa. En El libro
de la J resuelve la cuestión de la lectura lineal con un friso corrido de «jotas» que produce
un sentido decorativo arquitectónico de reminiscencias árabes o moriscas. Con el
TLALAATALA responde a sus propias dudas sobre la posible lectura fonética de su
escritura creando «una sátira escrita de la oralidad en la que se impide que esta
prevalezca». Finalmente, en El libro de la soltura coloca una coma entre las letras,
«soltándolas». Cada letra adquiere así autonomía, vibra y dice por sí misma, gracias a un
recurso tan sencillo como una coma.
8. Escritura abierta
En los primeros años del siglo XXI Castillejo se volcó en la escritura discursiva,
redactando ensayos sobre arte y escritura, filosofía, psicología y sociología de la cultura.
En 2009, sin embargo, retomó con fuerza la creación artística animado por el contacto con
dos coleccionistas interesados por su obra, Alberto Martínez y José María Lafuente. Su
relación con ellos resultó en una etapa de gran efervescencia: en apenas cinco años
produjo más de un centenar de obras.
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En este periodo, Castillejo alcanzó un grado máximo de soltura. Libro tras libro, se fue
desprendiendo de todas las normas que él mismo se había impuesto y fundió las distintas
vías de investigación abiertas por The Book of i’s. Llegó así a una síntesis creativa que se
refleja en un corpus de obras menos grave y riguroso que el de los años setenta del siglo
XX, pero más lúdico y variado en recursos.
El primer libro de esta última etapa rompe con la regla número uno de su escritura
moderna: incorpora el lenguaje y, con él, la referencia explícita a un hecho externo a la
escritura. Se trata del drama histórico de la caída del Constantinopla, que le da título a la
obra, The Fall of Constantinople (2009), y proporciona su material. Las letras mayúsculas
de la frase «THE FALL OF CONSTANTINOPLE» se repiten una y otra vez, creando un
cuerpo de texto fluido y dinámico que da paso a otras configuraciones fonéticas y
semánticas transitorias («FAL APLE FALEL», «FA FA CON CONSS S S», etc.). Gracias a
esta fluidez textual, el lenguaje deja de ser una cárcel del pensamiento y genera una
escritura abierta que intima «lo no dicho en su decir», a saber, el drama psíquico que
representa para el autor el hundimiento de Constantinopla como símbolo de la actual
crisis de valores de la civilización occidental.
Castillejo investigó las posibilidades formales de esta nueva forma de escritura en varios
libros/cuaderno y llegó a publicar uno de ellos, titulado Ventanas (2012) en homenaje a
Robert Motherwell. La pintura de campos de color de este y otros pintores
estadounidenses, así como el all-over de Jackson Pollock, resuenan en todo el grupo de
obras.
El segundo grupo de obras de la última etapa de Castillejo nació de una nueva ruptura de
las reglas del juego que él mismo había establecido. Hasta ahora, su escritura se había
apoyado en un pilar fundamental: la tipografía. Ahora se desprendía de ella para
adentrarse en los terrenos de la caligrafía. De mano de la caligrafía, además, volvía el
color, que había desaparecido por completo después de su primer libro y sus cartones
Zaj.
Este grupo de obras plantea una nueva forma de investigar el potencial expresivo de las
letras como imágenes de la escritura. En él se despliega la personalidad de los grafemas,
con especial atención a aquellos que tenían una fuerte carga psíquica para Castillejo. La
maligna «M», la obsesiva «O», y la trágica «T» son las protagonistas de títulos como
Maldoror. La caligrafía del mal (2011), El libro de las Os (2011) y El libro de la T (2012). A
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partir de la caligrafía, estas obras desarrollan una variedad de recursos que van más allá
de lo estrictamente caligráfico, creando una pluralidad de escrituras.
Todos ellos abordan aspectos relacionados con la esencia de la escritura como un arte
capaz de abrir las puertas a lo inefable y de ayudar al individuo a realizarse
psíquicamente. En ocasiones, sumergen al lector en las profundidades del ser, de las
pulsiones y las letras del inconsciente, mientras que otras veces revelan la escritura que
se oculta en la materia o en el mosaico de nuestra época fragmentaria.
Fiel a la modernidad entendida como actitud crítica radical, Castillejo llegó a la crítica de la
modernidad. La hacía responsable del triunfo de la «la reacción posmoderna». El error del
arte moderno, especialmente del estadounidense que tanto había admirado, había
consistido en darle la espalda a «la miseria, fealdad, suciedad del mundo» en lugar de
integrarlas. Al ser ignoradas, estas habían resurgido con fuerza en el arte posmoderno,
que entronizaba «el mal, la fealdad y la falsedad hasta constituirlos en los valores
negativos» de «la presente sociedad del dinero» o «sociedad basura».
Ante este diagnóstico terrible, Castillejo adoptó al final de su vida una actitud autoirónica.
Era consciente de que no le quedaba mucho tiempo, por lo que no podía acometer la
ardua tarea de intentar superar los errores de la modernidad. Lo que sí podía hacer era
jugar, divertirse con la basura y coquetear con la falsedad posmoderna, pertrechado de
rotuladores de colores y de una máquina impresora y fotocopiadora (los modestos medios
a su alcance).
Entre los experimentos con fotocopias, destaca El escritor (2013), que bien puede
tomarse como una despedida de Castillejo al lector. Consiste en su propio retrato
reproducido hasta setenta veces con letras superpuestas, procedentes de la palabra
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«escritor» y de sus libros («i», «T»…). El retrato es una fotografía donde se le ve firmando
un ejemplar del catálogo de la retrospectiva de Zaj en el Museo Reina Sofía de Madrid en
1996. Castillejo se presenta así simbolizado por las letras de su persona y en pleno
apogeo de su gloria; o, dicho sin la ironía de El escritor, en el único momento de
reconocimiento retrospectivo que tuvo en vida.
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matrimonio en 1963 y tuvo dos hijos. También fue en Nueva York donde se inició en el
coleccionismo de arte, primero de la mano del pintor sevillano Manolo Barbadillo, que le
recomendó que comprase obra de Tàpies, y después a través de la galería de Martha
Jackson. A partir de ese momento, se sumergió en el estudio del arte moderno,
especialmente estadounidense, y empezó a leer a críticos como Clement Greenberg, que
ejerció una influencia fundamental en su aproximación al arte y la escritura.
El segundo destino diplomático de Castillejo fue Argel, capital de Argelia (1964-1967). Fue
aquí donde, en el verano de 1966, se inició en la creación artística. Anteriormente había
conocido en Madrid a Juan Hidalgo y Walter Marchetti, que habían cofundado el grupo Zaj
junto a Ramón Barce en 1964. A raíz de este encuentro, Castillejo invitó a Hidalgo a pasar
el verano en su residencia argelina. De su intercambio con él durante esos meses nació
el que sería tanto su primer libro de creación como el primer libro del grupo Zaj: La caída
del avión en el terreno baldío (1967).
Castillejo fue un miembro activo de Zaj entre 1966 y 1969, año en el que Hidalgo le
expulsó del grupo por desavenencias estéticas. Por entonces, era secretario de la
embajada española en Bonn (1967-1970) y había publicado su primer libro de ensayos,
Actualidad y participación. Una filosofía contemporánea (Tecnos, Madrid, 1968). El mismo
año de su expulsión de Zaj realizó una obra fundamental: The Book of i’s (Constanza,
1969). Con ella inició su andadura en solitario, fundando «una nueva escritura» a la que
denominó «escritura moderna», inspirado por su admiración por la pintura moderna.
Se abría así la fructífera década de 1970, que vio florecer por partes iguales al Castillejo
artista y al coleccionista. Sus destinos en estos años fueron Madrid (1970-1974), como
Jefe de Cooperación Económica Mundial, y Stuttgart (1974-1978), como cónsul general.
En esta época viajó regularmente a Londres para visitar las galerías de arte moderno, y a
París, donde frecuentó al círculo de intelectuales y artistas vinculados a la revista Tel
Quel, entablando amistad con Marcelin Pleynet. Todo ello constituyó un estímulo que
quedó reflejado en su intensa actividad artística. Castillejo escribió en estos años infinidad
de obras. Sin embargo, solo llegó a publicar dos de ellas, The Book of Eighteen Letters
(s.l., 1972) y El libro de la letra (Madrid, 1973]). El resto, acabó depositándolos en la
Colección Gráfica de la Galería Estatal de Stuttgart (Graphische Sammlung, Staatsgalerie
Stuttgart), donde permanecen hasta la fecha.
A finales de los años setenta, Castillejo escogió un destino lejano: Nigeria y Benin, donde
fue embajador desde, respectivamente, 1978 y 1979, hasta 1986. En sus años nigerianos
entró en un estado de letargo creativo pero, gracias a sus frecuentes viajes a Nueva York,
estrechó sus lazos con la escena de la pintura americana (particularmente con su amigo
Clement Greenberg y con artistas como Helen Frankenthaler). A mediados de los años
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ochenta tuvo problemas con el Ministerio de Asuntos Exteriores y, aunque fue nombrado
cónsul general en Houston en 1986, de facto fue apartado de la carrera diplomática a
partir de 1987. A causa de estas circunstancias, fue vendiendo poco a poco su importante
colección de arte.
Henar Rivière
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Enric Fort Balester (Kunstverein Wolfenbüttel, Alemania, 2017). Es miembro del Instituto
de Arte Contemporáneo (IAC), así como de los grupos I+D artea – Investigación en Artes
Escénicas (arte-a.org) y TRAMA - Transculturalidad, mestizaje y mundialización en el arte
de la Época Contemporánea (www.ucm.es/trama).
Manuel Olveira
Manuel Olveira Paz es, desde junio de 2013, director del MUSAC, Museo de Arte
Contemporáneo de Castilla y León. Es licenciado en Historia del Arte en la Universidad de
Santiago de Compostela (1987) y en Bellas Artes por la Universidad de Barcelona (1994).
En los últimos años ha comisariado las siguientes exposiciones: "Babi Badalov. To Make
Art to Take Clothes Off (2017), “Cómo hacer arte con palabras” (MUSAC, 2016);
‘Valcárcel Medina. De ayer a hoy’ (MUSAC, 2015) y "Ver (re)velar. Usos y
representaciones de lo inexplicable en MUSAC (MUSAC, 2015); en 2013 ‘Conferencia
performativa: nuevos formatos, lugares, prácticas y comportamientos artísticos’ en
MUSAC y “las bienvenidas están en todas partes” en el CAAC; en 2012 ‘Método: Montaje’
Fundación Luis Seoane La Coruña; 2009 ‘Parallel Walk en CGAC; 2008 ‘Otra geografía’
Centro Hispanoamericado de Cultura, La Habana; ‘Máis lugares’ en CGAC; 2007 ‘Julia
Montilla’ y ‘Francesc Ruiz’ Fundación Luis Seoane; 2007 ‘Lara Almarcegui’ en CGAC.
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