Guia para Diaconos y Diaconisas San Andres

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La palabra “diácono” viene del griego

diakónos, que significa “SIERVO” y


en ese sentido es utilizada muchas
veces en los evangelios.
Una de las más grandes honras en
ejercer el diaconado reside en el
hecho de que esta función es, de
cierta manera, LA CONTINUIDAD
DEL MINISTERIO DE CRISTO. Él
mismo afirmó: “El Hijo del Hombre
no vino para ser servido, sino para
servir” (Mar. 10:45).
Elena de White, comentando acerca
del ministerio de Jesús, hace la
siguiente declaración: “El
trabajo primordial de
Cristo fue el de ministrar
a los pobres, los
necesitados y los
ignorantes” (El ministerio de la
bondad, p. 63).
El trabajo de los diáconos en la Iglesia
Primitiva es visto como una de las más
nobles e importantes tareas que un
miembro de la iglesia puede desempeñar.
Los hombres que acabaron siendo
conocidos como los siete diáconos de la
Iglesia Apostólica fueron escogidos y
ordenados para ATENDER LOS TRABAJOS
DE LA IGLESIA (ver Hech. 6:1-8). Sus
calificaciones, ligeramente menos
exigentes que las de los ancianos, están
mencionadas en Timoteo 3:8 al 13.
Las diaconisas se encontraban incluidas
en el cuadro de oficiales de las iglesias
cristianas primitivas: “Os recomiendo
además nuestra hermana Febe, la cual es
diaconisa de la iglesia en Cencrea; que la
recibáis en el Señor, como es digno de los
santos, y que la ayudéis en cualquier cosa
en que necesite de vosotros; porque ella
ha ayudado a muchos, y a mí mismo”
(Rom. 16:1, 2)
Los diáconos y las diaconisas recién
elegidos no pueden cumplir con su oficio
hasta que hayan sido ordenados por un
pastor con credencial vigente de la
Asociación.
Charles F. Treadway describe de esta
manera las calificaciones de un diácono
(citado en Now That You´re a Deacon):

•Personas de buena reputación


•Llenos del Espíritu Santo
•Llenos de fe
•Dignos
•Personas de palabra
•No dados a mucho vino
•No codiciosos de ganancias deshonestas
•Guardianes de la fe
•Experimentados y sometidos a prueba
•Irreprensibles
•Vida familiar cristiana
•Educando bien a los hijos y a los de su casa
•Gran determinación en la fe
•VISITE a las personas que están en discordia o
que manifiesten resentimientos. Hábleles del
amor perdonador de Dios y de la importancia
del perdón, de la armonía y de la unión para con
el pueblo de Dios.

•Al oír quejas o desahogos de una persona con


relación a otra, NUNCA ESTIMULE tales
actitudes, ni demuestre una actitud de juicio a
favor o en contra de alguna de las dos partes.

•Cuando hubiere una buena oportunidad,


OFRÉZCASE PARA INTERMEDIAR EN LA
CONCILIACIÓN. Si el caso lo demandare, solicite
la ayuda de un anciano o de un pastor.
•Al lidiar con asuntos de esa naturaleza, sea
DISCRETO. NUNCA HAGA COMENTARIOS
IMPROPIOS con las personas que estén
involucradas en el problema.

•Desarrolle el HÁBITO DE ORAR en favor de la


unidad de la iglesia. Ser un instrumento de la
PACIFICACIÓN Y DE LA RECONCILIACIÓN
proporciona bendiciones extraordinarias a la
propia experiencia cristiana.

•Procure una TERCERA OPCIÓN de solución


que sea común a ambas partes. Ejemplo: “No
se haga mi voluntad ni la tuya”, sino una
tercera opción como solución.
El motivo de la elección de los siete
servidores en la iglesia de Jerusalén
fue para DISMINUIR LA SOBRECARGA
de aquellos que deberían dedicarse
más a “la oración y en el ministerio de
la palabra” (Hech. 6:4).
Posteriormente, con la inclusión de
mujeres en el diaconado, el mismo
principio también se comenzó a
aplicar para con ellas, es decir, realizar
su trabajo con el objetivo de
PERMITIR QUE LOS MINISTROS DE LA
PALABRA SE DEDIQUEN A SU
MINISTERIO.
De esta manera, el pastor, los
ancianos, los diáconos y las
diaconisas SE
COMPLEMENTAN
MUTUAMENTE en la
ATENCIÓN de las
NECESIDADES de la
congregación.
El motivo de la elección de los siete
servidores en la iglesia de Jerusalén
fue para DISMINUIR LA SOBRECARGA
de aquellos que deberían dedicarse
más a “la oración y en el ministerio de
la palabra” (Hech. 6:4).
Posteriormente, con la inclusión de
mujeres en el diaconado, el mismo
principio también se comenzó a
aplicar para con ellas, es decir, realizar
su trabajo con el objetivo de
PERMITIR QUE LOS MINISTROS DE LA
PALABRA SE DEDIQUEN A SU
MINISTERIO.
De esta manera, el pastor, los
ancianos, los diáconos y las
diaconisas SE
COMPLEMENTAN
MUTUAMENTE en la
ATENCIÓN de las
NECESIDADES de la
congregación.
Las reuniones de la COMISIÓN DE
DIÁCONOS Y DE LA COMISIÓN DE
DIACONISAS podrán ser también una
excelente oportunidad para EVALUAR e
IDENTIFICAR LAS NECESIDADES de los
miembros y de las familias de la iglesia, a fin
de que puedan ser ATENDIDAS. También
podrá ser un momento adecuado para la
oración y la preparación para el trabajo.
En las iglesias donde existe un gran número
de diáconos y diaconisas, podrá ser
apropiado que las reuniones sean
mensuales.
La agenda de los ítems para cada reunión de
la comisión de diáconos y de la comisión de
diaconisas deberá contener los siguientes
puntos:

•Apertura con un devocional o lectura de un


pasaje bíblico.
•Momentos de oración.
•Breve informe del estado de las
actividades.
•Planificación de las actividades para el
próximo período:
•Lista o turnos para la actuación en los
cultos: recepción, preparativos, orden,
recolección de los diezmos y ofrendas,
ceremonias de comunión, bautismos, etc.
•Planificación para la visitación.
•Limpieza y cuidados generales de las
dependencias del templo.
•Otros puntos importantes.
•Conclusión de la reunión con una oración
final.
Después de cada reunión, resulta
importante labrar un acta con las
informaciones exigidas por la secretaria de
la iglesia, y esta le será entregada al/a la
secretario/a. Estas informaciones,
juntamente con las de las otras áreas de la
iglesia, serán enviadas hacia las
organizaciones superiores de la iglesia.
¿Quién se encargará de los programas especiales?
1.........................................................................................
2.........................................................................................
3.........................................................................................
4.........................................................................................
En líneas generales, la
ACTUACIÓN de los
DIÁCONOS y las
DIACONISAS en los
cultos y las reuniones de
la iglesia incluye las
siguientes labores:
Antes del comienzo de
cada programa de la
iglesia, un diácono o una
diaconisa debe
encargarse de VERIFICAR
si todo está en orden
para la buena marcha de
la reunión.
Esto incluye la
ORGANIZACIÓN de la
RECEPCIÓN, la ILUMINACIÓN,
el equipo de SONIDO y otros
equipamientos electrónicos,
el ARREGLO DE LAS SILLAS en
la plataforma, la ventilación,
el aire acondicionado o la
calefacción cuando hubiere,
el ARREGLO GENERAL DEL
TEMPLO, las cortinas, etc.
Durante las REUNIONES,
resultará importante que haya
algunos diáconos y diaconisas
CUIDANDO para que las
personas sean AYUDADAS, a
fin de encontrar un lugar para
sentarse, y para también así
EVITAR LOS EXCESOS DE
MOVIMIENTOS y las
conversaciones innecesarias
dentro del templo.
DIRÍJASE a las personas siempre
con CORTESÍA y TACTO.
Existe el peligro de que los
diáconos y las diaconisas estén
tan preocupados y ocupados en
cuidar la reverencia que ellos
mismos incurran en excesos de
movimiento y conversación.
No se puede esperar que
el comportamiento de
una criatura en la iglesia
sea igual al de un adulto.
Sin embargo, es posible
hacer algunos esfuerzos
para evitar sus
movimientos y
conversaciones.
La costumbre general en
nuestras iglesias es que los
DIÁCONOS RECOJAN LOS
DIEZMOS Y LAS OFRENDAS. Las
diaconisas deben mantener
limpios los alfolíes y los
manteles utilizados. Los detalles
del procedimiento quedan a
criterio de la orientación de cada
iglesia, siempre que se
encuadren en el contexto de una
liturgia sobria y reverente.
Después de recoger los diezmos y las
ofrendas, un DIÁCONO debe AUXILIAR
AL TESORERO en el conteo del dinero y
solicitar un recibo con el valor exacto
de la cantidad recolectada. Esta es la
orientación del Manual de la iglesia:
“Todas las ofrendas generales que
se recogen ‘sueltas’ deben ser
contadas por el tesorero en
presencia de otro oficial de la
iglesia, preferiblemente un
diácono, extendiendo un recibo a
este oficial” (p. 83).
Las iglesias deben poseer RAMPAS DE
ACCESO para sillas de ruedas donde fuere
necesario, una SALA PARA LAS MADRES con
niños de pecho, una SALA-CUNA, un lugar
adecuado para CAMBIAR LOS PAÑALES, etc.
Sin embargo, cuando esto no sea posible,
por lo menos deben existir las medidas de
seguridad y acceso exigidas por la ley. Pero,
esto solo no es suficiente. Los diáconos y las
diaconisas deben estar atentos para
AUXILIAR a las personas con necesidades
especiales. Este es el caso de personas con
impedimentos físicos o visuales, ancianos
con dificultades de locomoción, personas
con niños de pecho, mujeres embarazadas,
etc.
Especialmente las MADRES CON BEBÉS
necesitan ser ayudadas. Las diaconisas
podrán hacer un excelente trabajo dejando
a estas madres tranquilas en el momento
del culto. Las madres nunca deberían ser
reprendidas por causa del llanto de sus
bebés. Mucho menos deberían ser
obligadas a entregar la criatura a otra
persona. Sin embargo, con tacto, cariño y
mucha simpatía, una DIACONISA puede ser
de gran ayuda en esas horas.
Las iglesias que poseen una sala para las
madres deberían proveer un sistema de
amplificación para el mejor
aprovechamiento de toda la programación.
Durante los cultos y programas de
la iglesia, cada diácono y diaconisa,
independientemente de si está o
no de turno, deberá permanecer
ALERTA para atender cualquier
situación imprevista. Esto incluye
ayudar a las personas, asistir al
predicador con algún equipo,
atender emergencias, etc. El
diácono o la diaconisa son
“servidores” y por eso necesitan
estar atentos, dispuestos y ser
capaces de tomar la iniciativa.
AL FINALIZAR el servicio, normalmente un
diácono queda encargado de cerrar la iglesia,
apagar las luces, verificar si los equipos de
sonido e imagen
han sido apagados y guardados, accionar el
sistema de alarma, y tomar todas las demás
providencias necesarias. Este diácono debe
programarse para permanecer el tiempo que
sea necesario después del culto. A veces,
existen personas que necesitan hablar
asuntos importantes e impostergables con el
pastor o con un anciano. Otros necesitan que
se ore con ellos o quieren una orientación
espiritual. Aunque la iglesia no puede quedar
abierta indefinidamente, es importante que
estas personas sean bien atendidas y tratadas
con paciencia.
El Manual de la iglesia dice:

“Otra responsabilidad importante de los


diáconos es el cuidado de los enfermos y
el socorro de los pobres y los
desafortunados [...]. El dinero para esta
obra debe ser provisto por el fondo de
pobres de la iglesia local. El tesorero, por
recomendación de la Junta Directiva de la
iglesia, entregará a los diáconos o a las
diaconisas el dinero que se requiera para
auxiliar en los casos de necesidad” (p. 78).
“Las diaconisas ayudan a los diáconos en
el cuidado de los enfermos, de los
necesitados y de los desafortunados”
(ibíd., p. 79).
Los diáconos y las diaconisas, juntamente con
la Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos
Asistenciales (ADRA) necesitan estar en común
acuerdo con relación al programa de atención
a los pobres y necesitados de la iglesia.

“Esta sociedad reúne y prepara ropa, alimentos


y otros materiales para los pobres, los
necesitados y los desafortunados, y trabaja en
estrecha colaboración con los diáconos y las
diaconisas de la iglesia (Manual de la iglesia, p.
98).

Mientras la Agencia Adventista de Desarrollo y


Recursos Asistenciales (ADRA) atiende a los
pobres, el diaconado concentra sus esfuerzos
en el auxilio de los pobres de la iglesia.
La organización y la planificación de estas
tareas son importantísimas para que los
objetivos sean satisfactoriamente
alcanzados. El primer paso consiste en
identificar y catalogar los nombres de las
personas o familias que necesitan ser
atendidas.

Deberá realizarse una descripción


resumida de la situación específica en la
cual la persona o la familia se
encuentran. Finalmente, a través de un
sistemático programa de visitación, se
procura, dentro de las posibilidades de la
iglesia, suplir las necesidades.
•Equipo del Ministerio para los Nuevos Miembros
•Equipo del Ministerio para las Situaciones de Crisis
•Equipo del Ministerio de Acción Misionera y de
Evangelismo
•Equipo del Ministerio de la Beneficencia:
•Equipo del Ministerio para con los Miembros
Ausentes de la Iglesia
•Equipo del Ministerio para las Personas Nuevas en la
Comunidad
•Equipo del Ministerio a los Miembros Inactivos
•Equipo del Ministerio de Apoyo a las Mujeres
Embarazadas Primerizas
•Equipo del Ministerio de Apoyo a los Desempleados
Resulta importante
PRESENTAR
PERIÓDICAMENTE a la Junta
Directiva de la Iglesia un
informe de los gastos y
recursos utilizados en la
atención para con los pobres
y necesitados, a fin de que el
soporte financiero pueda
autorizarse.
Situación y Quién ayudará cuándo
personas
que serán
auxiliadas
Nuevos miembros:

Beneficencia
(alimentación,
crisis, desempleo):

Interesados:

Ausentes/
Inactivos:

Embarazadas

Enfermos:
La planificación para la visitación
debe hacerse en una reunión
conjunta de la comisión de diáconos
y diaconisas, en común acuerdo con
los ancianos y el pastor del distrito.
De esta manera, se puede evitar que
las visitas se superpongan o que se
realicen en exceso a algunas familias,
mientras que se descuida a otras.
A continuación, aparecen algunas
orientaciones prácticas acerca de la
visitación:
•Hable acerca de la importancia que
esa persona tiene, tanto para Dios
como para la iglesia.
•Lea un texto escogido de la Palabra
de Dios y haga un breve comentario.
•Incentive la presencia en los cultos y
en las reuniones de la iglesia. Motive
a los hermanos a adquirir la literatura
de la iglesia: la meditación matinal, la
lección de la Escuela Sabática, la
Revista Adventista, etc.
•Ore, de ser posible, con toda la
familia unida.
•Avise con anticipación que se realizará la
visita.
•No demore demasiado. Una visita
espiritual no necesita durar más de veinte o
treinta minutos.
•Antes de realizar la oración, pregunte si
existe algún pedido especial para ser
elevado.
•Evite que la conversación derive hacia
asuntos periféricos o improductivos.
•En caso de una situación o asunto
complejo, tal vez lo más prudente sea hacer
arreglos para que un anciano, si fuere el
caso, o el pastor puedan realizar con
posterioridad una visita a esta familia.
El trabajo de los diáconos y las
diaconisas es fundamental para que la
ceremonia bautismal resulte bien
organizada y bien realizada. Ellos
actúan desde los preparativos hasta la
conclusión.
El Manual de la iglesia define algunos
trabajos de los diáconos y las
diaconisas de esta manera:
“Los diáconos deben ayudar en los
servicios bautismales” (p. 77).
•Asegurarse de que el bautisterio esté lleno
de agua y a una temperatura adecuada.

•Verificar las condiciones de limpieza y


seguridad de los escalones de acceso al
bautisterio.

•Verificar si el micrófono para uso del


pastor oficiante está posicionado en un
lugar cercano al bautisterio de manera
adecuada y segura. Deberá eliminarse
cualquier posibilidad de que el micrófono
pueda caer al agua.

•Orientar con anticipación a los


catecúmenos con relación a las ropas
apropiadas para el bautismo.
•Proveer túnicas dignas y de un tamaño
adecuado para cada uno de los candidatos.

•Después del voto bautismal, conducir a los


candidatos masculinos al lugar donde
realizarán el cambio de ropas y auxiliarlos en
lo que fuere necesario.

•Ayudar a los candidatos masculinos al


entrar y salir del bautisterio.

•Estar atentos para ayudar al pastor oficiante


en cualquier momento si fueren solicitados
para hacerlo.

•Después de la ceremonia, tomar las


providencias del caso para vaciar el
bautisterio.
•Velar por la ornamentación de la
iglesia.

•Orientar, con anticipación, a las


catecúmenas con respecto a las ropas
que son apropiadas para el bautismo.

•Proveer túnicas dignas y de un tamaño


adecuado para cada una de las
candidatas.

•Después del voto bautismal, conducir


a las candidatas femeninas al lugar
donde realizarán el cambio de ropas y
auxiliarlas en lo que fuere necesario.
•Ayudar a las candidatas al entrar y salir
del bautisterio.

•Estar atentas para ayudar al pastor


oficiante en cualquier momento si
fueren solicitadas para hacerlo.

•Proveer y tener túnicas y toallas de


reserva para las situaciones de
emergencia.

•Después de la ceremonia, recoger


todas las túnicas para ser lavadas,
planchadas y guardadas.
“La Cena del Señor es una
participación en los
emblemas del cuerpo y la
sangre de Jesús como
expresión de fe en él,
nuestro Señor y Salvador.
Cristo está presente en esta
experiencia de comunión,
para encontrarse con su
pueblo y fortalecerlo.
“Los ángeles declaran que
Jesús, el Redentor de este
mundo, es santo. Por lo
tanto, los símbolos que
representan su cuerpo y
su sangre también son
santos” (ibíd., p. 119).
‘Es en estas ocasiones
designadas por él mismo
cuando Cristo se encuentra con
los suyos y los fortalece por su
presencia’ ” (El Deseado de
todas las gentes, p. 613; citado
en el Manual de la iglesia, p.
120).
El anuncio de la ceremonia

“El servicio de Comunión puede, con toda


propiedad, formar parte de cualquier culto
cristiano de adoración. Sin embargo, para
darle el debido énfasis y hacerlo extensible
al mayor número posible de miembros,
generalmente se lo realiza durante el culto
de adoración del sábado, preferentemente
en el penúltimo sábado de cada trimestre.
Este servicio debe anunciarse el sábado
anterior, destacando la importancia de la
ceremonia, para que todos los miembros
puedan preparar sus corazones y estar
seguros de que fueron arregladas las
desavenencias no resueltas de los unos con
los otros.
“Este rito es la preparación indicada
por Cristo para el servicio
sacramental.
Mientras se alberga orgullo y
divergencia y se contiende por la
supremacía, el corazón no puede
entrar en compañerismo con Cristo.
No estamos preparados para recibir la
comunión de su cuerpo y su sangre.
Por eso Jesús indicó que se observase
primeramente la ceremonia
conmemorativa
de su humillación” (El Deseado de todas
las gentes, p. 605).
Es responsabilidad de las
diaconisas proveer el vino y el pan
con la antelación suficiente y en
cantidades necesarias, a fin de
evitar sorpresas de última hora.

Al preparar la mesa, las diaconisas


deberán partir la mayor parte del
pan, dejando apenas una pequeña
cantidad para que los oficiantes lo
partan simbólicamente.
Debe ser dirigido por un pastor ordenado.

Los diáconos, aunque sean ordenados, no


pueden dirigir el servicio”.

Se recomienda que sus vestimentas sean


sobrias.

“Los ministros o los ancianos oficiantes


ocupan sus lugares junto a la mesa donde se
ha colocado el pan y el vino (jugo de uva sin
fermentar), y los diáconos y las diaconisas
toman sus lugares.

“Se retira el mantel que cubre el pan.

“A continuación se puede leer un pasaje


apropiado de las Escrituras [...].
“Los oficiantes se arrodillan mientras se pide la
bendición sobre el pan.

La congregación puede arrodillarse o permanecer


sentada.

El ministro y los ancianos pasan los platos con el pan a


los diáconos, para que lo sirvan a la congregación.

“Durante este tiempo, puede haber música especial,


testimonios, un resumen del sermón, lectura selecta,
canto congregacional o música para
meditación.

“Cada persona debe retener su porción de pan hasta


que los oficiantes se hayan terminado de servir.
Cuando todos se han sentado, el que dirige invita
a todos a participar del pan juntos. Todos oran
silenciosamente mientras comen el pan.
“El ministro oficiante lee entonces pasajes
apropiados de la Escritura [...]. Los
oficiantes se arrodillan para ofrecer la
oración de consagración sobre el vino. De
nuevo, los diáconos sirven a la
congregación. Mientras se sirve el vino, se
pueden continuar las actividades sugeridas
al repartir el pan.

Después de que los ministros o los


ancianos oficiantes se sirvieron, todos los
participantes beben el vino juntos.
Observación: No se debe
agregar al pan de la Santa
Cena ningún ingrediente
para introducir una
novedad, como nata,
esencia con algún aroma,
chocolate, etc.
“Después del servicio, los
diáconos y las diaconisas
desocupan la mesa, recogen las
copas y disponen
respetuosamente de cualquier
pan o vino sobrantes,
derramando el vino en la pileta
o en tierra y quemando el pan o
disponiendo de él de otra
manera apropiada, cuidando de
que en ningún caso vuelva al
uso común” (ibíd., p. 121).
“El pan y el vino que sobró NO
deben ser consumidos, sino
dispuestos de una manera
respetuosa por los diáconos y las
diaconisas luego de la Cena del
Señor” (ibíd., p. 78).

Siendo que el Manual de la iglesia


solamente dice: “eliminado de
manera reverente”, el consejo que la
Secretaría Ministerial de la DSA votó
es: “sugerir que el pan y el jugo de
uva que sobran de la Santa Cena,
sean enterrados o quemados”.
El significado de la ceremonia de
la comunión se aplica a las
personas que ya realizaron su
entrega al Salvador y fueron
bautizadas; es una renovación del
compromiso asumido por medio
del bautismo. Sin embargo, no se
le
impide la participación de alguien
que todavía no haya tenido esa
experiencia, pero que aún desea
tomar parte. “La Iglesia practica la
Comunión abierta” (Manual de la iglesia, p. 122).
Con respecto a los NIÑOS, la
orientación del Manual de la iglesia es
clara:
“La Iglesia practica la Comunión
abierta. Todos los que entregaron su
vida al Salvador pueden participar. Los
niños aprenden el significado del rito
al observar a los que participan.
Después de recibir instrucción formal
en las clases bautismales y de hacer su
compromiso con Jesús en el bautismo,
están preparados para participar de la
ceremonia.
El pastor oficiante, o los ancianos de la
iglesia, deberán informarse con
anticipación si existen miembros de la
iglesia enfermos o imposibilitados de
concurrir a la ceremonia de la comunión
en el templo. A esas personas se les debe
ofrecer la oportunidad de recibir los
emblemas y de participar del lavamiento
de pies en el lugar donde están, si así lo
desearen. El lavamiento de los pies puede
ser excluido en algunos de estos casos. Los
diáconos y las diaconisas deberán estar
dispuestos a acompañar al pastor o al
anciano que va a ministrar la ceremonia a
esas personas.
Recetas de pan

Receta 1 (para 50 personas)

1 taza de harina de trigo especial


(preferentemente integral)
¼ de cucharada (de té) de sal
2 cucharadas (de té) de agua fría
¼ de taza de aceite de oliva o aceite vegetal

Receta 2 (para 300 personas)

3 tazas de harina de trigo


½ taza de aceite de oliva
Agua
Sal a gusto
“El nombramiento de los siete para tomar a su
cargo determinada modalidad de trabajo fue muy
beneficioso para la iglesia. Estos oficiales cuidaban
especialmente de las necesidades de los miembros
así como de los intereses económicos de la iglesia;
y con su prudente administración y piadoso
ejemplo, prestaban importante ayuda a sus colegas
para armonizar en unidad de
conjunto los diversos intereses de la iglesia” (Los
hechos de los apóstoles, pp. 74, 75).

En la actualidad, la designación de diáconos por


medio de la elección propicia bendiciones
semejantes a la administración de la iglesia,
aliviando a los pastores, ancianos y otros oficiales
de las obligaciones que los diáconos pueden
desempeñar bien.
“El tiempo y la fuerza de aquellos que en la
providencia de Dios han sido colocados en los
principales cargos de responsabilidad en la iglesia
deben dedicarse a tratar los asuntos más
importantes, que demandan especial sabiduría y
amplitud de ánimo. No es el plan de Dios que a
tales hombres se los pida que resuelvan los
asuntos menores que otros están bien
capacitados para tratar” (ibíd., p. 78; citado en
Manual de la iglesia, p. 76).

Aunque la función de los diáconos es


primordialmente de atención a los pobres y
necesitados, ellos pueden ser de gran auxilio en
asuntos administrativos y financieros de la iglesia,
en caso que se les solicite involucrarse en esa
área.
“En algunas iglesias, donde la responsabilidad
por el cuidado y el mantenimiento del edificio
de iglesia no ha sido asignada a una comisión
de construcción, los diáconos y las diaconisas
asumen dicha responsabilidad” (Manual de la
iglesia, p. 78).
“El templo o la capilla, sus dependencias y sus
muebles y equipos deben mantenerse
siempre en buen estado de conservación, en
condiciones representativas.
Los fondos para este propósito deben
provenir del presupuesto de gastos de la
iglesia o de contribuciones especiales. Esta
tarea es generalmente supervisada por los
diáconos, bajo la dirección general de la Junta
Directiva de la iglesia.” (ibíd., p. 188).
“El diácono no está autorizado para
presidir ninguno de los ritos ni las
reuniones administrativas de la
iglesia, ni puede realizar la ceremonia
de matrimonio, ni oficiar en la
recepción o en la transferencia de
miembros.
“Si la iglesia no tiene a alguien
autorizado para realizar tales deberes,
debe buscar el consejo y la asistencia
de la Asociación” (ibíd., p. 77).
El Espíritu Santo conduce a las personas a la
iglesia y nuestra responsabilidad es hacer lo
mejor para que ellas aprecien la programación y
sientan el deseo de regresar. Cada visitante
debe percibir el amor de Dios en las actitudes
de los miembros de la iglesia.
La primera impresión es la que queda. La
manera como las personas fueren tratadas
definirá si volverán o no. Por este motivo,
“Debemos acercarnos a los hombres
individualmente, con la simpatía de Cristo, y
tratar de despertar su interés en los grandes
asuntos de la vida eterna” (Palabras de
vida del gran Maestro, p. 37).
Así como la iglesia no puede
funcionar sin tener la Escuela
Sabática, el culto divino y las
otras reuniones oficiales,
tampoco puede funcionar sin
tener el Ministerio de la
Recepción organizado y en
funcionamiento. Los diáconos y
las diaconisas deben tener parte
en este ministerio.
La iglesia deberá ser receptiva y estar
preparada para recibir a nuevos amigos,
mirándolos como futuros miembros. En
la actualidad, por la gracia de Dios y por
el excelente trabajo de la Red Nuevo
Tiempo, muchos amigos están llegando a
la iglesia, y allí tendrán que encontrar un
ambiente cálido y agradable, tal como
ellos lo han visto en el canal Nuevo
Tiempo.
El espacio físico de la iglesia deberá estar
limpio por dentro y por fuera.
El templo tendrá que estar ventilado,
tener una temperatura agradable y una
decoración adecuada (cortinas, flores,
etc.).
Además de los diáconos y las
diaconisas, en este equipo se incluirán
jóvenes, adolescentes, mujeres,
hombres y niños. Se escogerán
personas que sean responsables y que
estén dispuestas a comprometerse con
ese ministerio.
Deben ser personas alegres, corteses,
puntuales, comunicativas, con buen
gusto, buena postura y tacto.
Se les solicitará al líder del Ministerio Personal
y al coordinador de interesados que provean
parejas misioneras y grupos de oración a fin
de poder atender a los diversos pedidos de
visitas, oraciones y estudios bíblicos en los
hogares solicitados por los visitantes. Estos
grupos de apoyo pueden participar del
encuentro de oración y capacitación del
Ministerio de la Recepción.
Se elaborará una lista de turnos de
actuación para todas las
programaciones, y se definirán las
tareas de cada participante en cada
frente de trabajo, animándolos
para la ejecución de su propia
tarea.
Las reuniones de oración,
evaluación y capacitación del
Ministerio de la Recepción pueden
llevarse a cabo trimestralmente o
cuando la coordinación de la
recepción lo juzgare necesario, sin
embargo, resulta imprescindible
que haya un encuentro de todos
antes de iniciar los trabajos del
Ministerio de la Recepción.
Estos deberán ser recibidos con
cariño, y sin darles una lección de
moral, ni intentando arreglarles la
vida. Nunca se deberá dar la
impresión de que se los identifica
como apóstatas.
“Las Escrituras enseñan claramente
que a los que yerran se los ha de
tratar con tolerancia y
consideración. Si se sigue la debida
conducta, el corazón
aparentemente endurecido puede
ser ganado para Cristo” (Consejos
para los maestros, padres y
alumnos, p. 254).
Serán recibidos de
manera tal que se
sientan como si
estuvieran en su propia
congregación.
Serán recibidos
fraternalmente, como
hermanos, intentando
conocerlos
por el nombre.
Serán recibidos como
personas por las cuales
Jesús dio su vida. La
manera mediante la cual
fueren recibidos podrá
atraerlos o alejarlos.
Serán recibidos con mucho
amor. En algunos casos,
ellos dejan su ambiente de
amigos para participar de
las actividades de la iglesia
y, muchas veces, el
ambiente familiar también.
Ellos desean conocer todo
y quieren ser
En algunos eventos de la
iglesia, sería interesante
formar equipos especiales de
recepción. Ejemplos: en el Día
del Padre, tener padres en la
recepción;
en el sábado de la Educación,
se le dará oportunidad a los
alumnos para que realicen la
recepción, así como también
en el Día del Conquistador; en
el Día de la Madre; en el Día
del Niño, etc.
Se sugiere, como idea para las
iglesias grandes, elaborar un
boletín especial
que contenga informaciones
acerca de la localización de los
baños, salas específicas,
fechas de programas
especiales, quiénes son los
adventistas, algunos consejos
sobre salud que se brindan en
las programaciones de la
iglesia.
Se colocarán carteles que
identifiquen cada una de
las diversas salas,
departamentos y baños.
Se deberá poseer un
botiquín de primeros
auxilios (con gasas,
antitérmicos,
termómetros, etc.).
Se deberán tener paraguas
y sombrillas para recibir a
las personas en el
estacionamiento, durante
los días de lluvia o de sol
fuerte.
El Departamento de
Recepción podrá contener
algunos libros de historias
bíblicas u otros materiales
para prestarles a los
visitantes que tengan
niños.
Nuestras palabras quedarán
registradas en la mente y en
el corazón de las personas. Si
nuestras actitudes fueren
bondadosas, amables y
sinceras,
abrirán las puertas para que
las personas siempre estén
dispuestas a regresar.
Esteban y Felipe, los más
conocidos de los siete diáconos
mencionadosen el capítulo seis
de los Hechos, fueron
predicadores del Evangelio. El
primero fue martirizado en
nombre del Señor (Hech. 7) y el
segundo se destacó como un
evangelista (Hech. 8:5-40).
Los diáconos y las diaconisas
deberían ser personas de
profunda experiencia cristiana y
con un sólido conocimiento de
las Sagradas Escrituras.
Deberían interesarse en dar
estudios bíblicos y trabajar
personalmente por la salvación
de las almas.
“¿Por qué razón hay muchos en nuestras
iglesias que no están firmes, arraigados y
fundados en la verdad? ¿Por qué hay en la
iglesia quienes andan en tinieblas y sin luz,
cuyos testimonios son faltos de ánimo, fríos y
llenos de quejas? ¿Por qué hay personas cuyos
pies parecen estar a punto de desviarse por
sendas prohibidas, quienes siempre tienen una
triste historia que relatar de tentaciones y
derrotas? ¿Han sentido los miembros de la
iglesia su responsabilidad? ¿Han cuidado los
ancianos y diáconos de la iglesia a los débiles y
extraviados?” (Consejos sobre la obra de la
escuela sabática, pp. 180, 181).
“Muchos presidentes de
asociación o misión no se ocupan
de su trabajo específico: ver que
los ancianos y los diáconos hagan
su obra en las iglesias, procurar
que en la tesorería entre un
diezmo fiel” (Testimonios para los
ministros, p. 321).

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