Las Actitudes
Las Actitudes
Las Actitudes
En el caso de que ambas sean elevadas (ambas + 3), dicha creencia contribuiría a
que la actitud sea positiva (producto (+3) x (+3)).
Cuando uno o los 2 valores son cero, significa que la persona se siente indecisa.
Esa creencia no constituye ninguna actitud. Según Fishbein y Ajzen:
La mera exposición puede influir en las actitudes a través de: Una ruta cognitiva o
fría. Cuando existe reconocimiento del objeto. Una ruta caliente, no cognitiva. El
reconocimiento está ausente y su lugar lo ocupa el "afecto subjetivo". Bornstein.
Realizó un metaanálisis de 200 experimentos y puso de manifiesto que el efecto de
mera exposición es fácilmente replicable, se produce en multitud de contextos
diferentes, con una amplia variedad de estímulos y con frecuencias de exposición
muy diferentes.
Los antecedentes conductuales La conducta puede ser también una fuente de las
actitudes. Las técnicas de adiestramiento: Una repetición muy intensa de ciertas
conductas acabará por implantar éstas en el repertorio conductual de los
adiestrados sin que quepa resistencia alguna por parte de éstos. La evidencia
empírica sistemática más citada durante mucho tiempo fue la denominada
"técnica de lavado de cerebro" (utilizada por los chinos con los prisioneros
estadounidenses de la guerra de Corea con el objetivo de conseguir un
compromiso del prisionero con las autoridades de la prisión). Aunque el impacto
de éstas técnicas se ha exagerado, incluso Perloff ("mitología del lavado de
cerebro"), no niega su existencia.
La actitud apunta siempre "hacia algo". Según Eagly y Chaiken, cualquier cosa que
se pueda convertir en objeto de pensamiento, también es susceptible de
convertirse en objeto de actitud.
Por ser un estado interno, actúa como mediador entre las respuestas de la persona
y su exposición a los estímulos del ambiente social.
La actitud es una variable latente: a ella subyacen procesos psicológicos (proceso
de categorización) y fisiológicos. Según Eagly y Chaiken, la actitud no es ese
proceso de categorización, sino su resultado. Una vez llevado a término el proceso
de categorización, lo que subsiste es un estado interno evaluativo, es decir la
actitud
Otra función de las actitudes es la cognitiva, según la cual nuestra actitud sirve
para ordenar y simplificar la realidad en la que nos movemos. Por ejemplo, la
creación de prejuicios y estereotipos, aunque en parte van en nuestra contra al
hacernos creer ideas falsas, son útiles para simplificar la información que nos llega
del exterior y poder encajarla.
Por otro lado, la función defensiva del yo muestra que las actitudes que
adoptamos también están dirigidas a proteger nuestro autoconcepto de la
información que podría dañarlo. Como muestra la dimensión cognitiva de la
actitud, tendemos a tergiversar o ignorar la información que va en contra de
nuestras creencias, entre las cuales se encuentra la imagen que tenemos de
nosotros mismos.
Por último, las actitudes cumplen una función expresiva, según la cual adoptamos
las actitudes que nos permiten satisfacer la necesidad de expresar nuestros
sentimientos. Además, puesto que consideramos que nuestras convicciones son
las correctas, las valoramos positivamente y el hecho de expresarlas nos produce
satisfacción. Al expresar nuestras actitudes construímos positivamente nuestro
autoconcepto, lo cual se traduce en un aumento de nuestra autoestima.
En términos más generales, estas funciones son las bases motivacionales que dan
forma y refuerzan las actitudes positivas hacia los objetos o personas percibidos
como necesidades satisfactorias y / o actitudes negativas hacia otros objetos o
personas percibidos como castigos o amenazas.