05 - Alejandra Pizarnik PDF
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en Alejandra Pizarnik
Germán Cravioto*
4 Litoral e
Los Diarios de Alejandra
Pizarnik revelan el
trasfondo personal, tanto
en términos literarios
como existenciales, de
una autora confinada a la
inestable soledad de su
escritura.
Litoral e 5
“Descubro mi violento amor
propio. Mi susceptibilidad ante
la menor desatención de la gente
para conmigo es tan enorme que
me transformo en una muerta.
De allí que alguien habló de mi
serenidad y de la falta de obsesión
en mi comunicación con los otros.
La verdad no es así: toda prueba
de amistad o de adhesión a mí
es tan desfalleciente en relación
a lo que pretendo que no puedo
hacer otra cosa que entrar en un
silencio vestido de dignidad pero
palpitante de desilusión y de
congoja infantil”.
6 Litoral e
El tema de Dios, [...] esta-
blece vínculo con el silen-
cio: “¿Es posible que Dios
continúe siendo el ‘buen
señor’ de la infancia, ese
que ve en todas partes,
para quien no existen puer-
tas ni silencios?”.
Litoral e 7
“Enamorarse a solas es enamorarse
del silencio, un silencio con humo y
espejos. El amor, si es algo, es dos
que se miran. Tú has intentado crear
su mirada en tu mágico laboratorio
poético. No quejarse si estás quemada
y dolorida. En vez de dos ojos salió una
sonrisa de desprecio. La que esperabas
sin duda. Pero como era demasiado
insoportable revelarte que buscabas la
desdicha pura te entregaste falsamente
a lo que no buscabas”.
8 Litoral e
“Pero no hay que exteriorizar espontáneamente sí, asfixia sí, seguro que sí. Y esperar a que venga
porque dentro no hay nada. Sólo silencio y dolor”. la noche, mi sola seguridad, mi antro irreversible.
No obstante, el silencio puede representar el tras- Pedir el silencio ha sido una locura, un gesto torpe.
fondo de una gran contradicción en la memoria es- Se vengarán”.
crita de la autora, el amor, en relación a lo que cabe La vocación por la escritura conscientemente
esperar en su universo deseante: “Pero sé que mi buscada se trastrueca frente a la inminencia del si-
vida sólo tiene sentido cuando amo como ahora no lencio; el arte verbal cobra forma y precisión sólo
quiero amar, cuando intento un rostro y un nom- para anularse en el mismo acto. Dicho en la segun-
bre, que colorean mi silencio”. da persona del singular: “En vano escribes. Vano es
En otra parte, el estado silente es objeto de suti- el lenguaje para quien aspira a una alta tensión del
les distinciones: “Regreso al lugar de la espera […] silencio”. La noción de la espera vuelve y se retira
No es lo mismo estar en silencio que no decir nada”. (como se verá más adelante) de los valores positi-
O bien motor de una circularidad que le impide sa- vos en el imaginario cotidiano de la poeta, para no
lir del delirio, y viceversa: “Mi delirio me hace ca- variar, de la mano de su consustancial fuente de
llar. Mi silencio me hace delirar”. Un instante de contradicción, el amor: “He rechazado el amor, y
certeza conduce a otro de ambivalencia o contra- cualquier posibilidad execrada de dicha constitui-
dicción: “Pero el silencio es tan cierto, tan verda- da y sistemática. Pero no eres una heroína. No obs-
dero. Por eso escribo. Estoy sola y escribo. No, no tante, será necesario aprender lo que nunca pue-
estoy sola”. Entre las diferentes equivalencias que des: una espera, un silencio”.
guarda el silencio, se encuentra la de la pasión se- El discurso impersonal sirve al reconocimien-
xual: “Sólo el sexo merece seriedad y consideración to del estatuto del silencio: “¿Quién no está? […]
porque el sexo es silencio”. Alguien se separó. Alguien no gusta de este viaje.
Vinculado a sensaciones enfermizas que tam- Alguien sabe, al fin, que el silencio es tentación y
bién le ayudaron a escribir, en este caso con la ter- promesa”. La soledad y el silencio vuelven, esta vez
cera y segunda persona en combinación, el silencio como ángulo de íntimas distinciones acerca del
es pilar de un confinamiento: “Apenas respira ya amor, para desembocar en una autoconfesión fría,
quien no hizo sino fumar, toser y escribir un cuen- en segunda persona, como en un conformismo raro:
to que le duele. Ve con esta sombra ulcerada por tu “Enamorarse a solas es enamorarse del silencio, un
mundo sediento. Ve con tu gusto a hospital. Ro- silencio con humo y espejos. El amor, si es algo, es
deada de desechos, de cosas muertas que giran en dos que se miran. Tú has intentado crear su mira-
tu memoria de princesa loca encerrada en tu torre da en tu mágico laboratorio poético. No quejarse
de furia y de silencio”. si estás quemada y dolorida. En vez de dos ojos sa-
El silencio bien podría ser condición para el alla- lió una sonrisa de desprecio. La que esperabas sin
namiento del terreno en que un yo discursivo en- duda. Pero como era demasiado insoportable reve-
trega las armas, inútilmente: “Ojalá pudiera hacer larte que buscabas la desdicha pura te entregaste
el silencio en mí y dejarme invadir por lo que quiera falsamente a lo que no buscabas”.
invadirme. Pero estoy tan invadida que nada más El silencio puede tomar la forma de un agente
puede invadirme”. A un nivel extraordinario de la destructor que remite a la fragilidad del oficio que-
conciencia, al punto paranoide… asombro, terror, rido: “El silencio destruyó lo que se había propues-
molestia, amenaza por el autodescubrimiento, por to: quedan algunos poemas como huesos de muer-
encontrar: “¡Qué hablaba yo de silencio! Encierro to […] Una levísima presión, un invisible roce en
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lo que te es hostil y ya no escribirás más. Estamos
a pocos pasos de una eternidad de silencio”. Otra
ambivalencia surge cuando el silencio es la propie-
dad de la desesperación, a la vez que canto: “Cuan-
do el poeta no se enuncia ni se erige para celebrar
“Siento mi despertar como o maldecir aparece el silencio de la desesperación
una adhesión de una hoja pura, de la espera sin desenlace. Y sin embargo, es
a ‘su’ árbol, como mi volver también canto, es voz, es decir en vez de no. Es aún
a pegarme a la rama que una prueba de fe, la última, la que precede a la pá-
me agitará arbitrariamente. gina en blanco”.
Silencio de hoja matutina sin Como parte de sus lecturas, AP encuentra: “Qui-
voz para sollozar la infamia de jote (cap. LXX) ‘…reventó mi alma por mi silencio y
su inepcia. Silencio de tensión perdí la vida’”. El silencio le sugiere una relación
erguida en la sien del árbol”. conflictiva con la esperanza (la palabra mayor de su
más específico sentido de la espera) desde el mo-
mento que se propone no saber lo sabido, que unas
pocas líneas abajo se transforma en una cuestión
infantil y reincidente en lo amoroso: “Pero aún
mantengo una esperanza absurda: la de no saber
lo que supe estos días: que no hay nada en mí, que
hay un silencio absoluto en mí. Mis angustias ya no
me angustian porque ahora sé que son invenciones
que realizo para no oír mi silencio, mi nada […] Mi
esperanza más antigua es ésta (infantil, increíble):
un encuentro con alguien que me haga sentir que
vive, que somos dos, sin que tengamos que recurrir
a la mediación del lenguaje oral”.
El lenguaje callado de las miradas acompaña la
búsqueda de rostros, correlato del amor imposible
y figura de la presencia plena en la memoria escrita
de la autora; aquí surge el silencio como cualidad
de un sentimiento de pérdida: He perdido mis ojos si-
lenciosos.4 También aparece como propiedad de una
luna que marca la presencia de la muerte, y su en-
vés germinal: “Todo es morir aquí, a unos pasos de
una luna de silencio, de simiente”.
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entonces/no tendré más miedo/de ser yo ni de hablar de mí/pues yo lenguaje para que diga lo que impide vivir. Confe-
estaré diluida en el silencio/esto que digo es promesa. rir a las palabras la función principal. Ellas abren,
mmm ellas presentan. Lo que no diga no será examinado.
De vuelta en Buenos Aires, tras alrededor de cua- El silencio es la piel, el silencio cubre y cobija la
tro años en Francia, en 1964 y con casi una década enfermedad”.
de escribir Diarios continuamente, performándose En una tela de ironía, AP registra pormenores
una lírica personal en torno a los valores del silen- de una reunión de amigos; no sería posible dejar
cio, aparece una tentación: “Me tienta un ensayo de lado al silencio para completar el trazo: “Yo
sobre el silencio (San Juan y Rimbaud)”. La creen- me sentía anarquista e incendiaria (a causa de
cia en la condición insomne como un mecanismo mis medias azules y mi ropa sport que no rimaba
de protección; la necesidad expresada como nadie con los muebles ni con la ropa —y las caras— de
lo hace: “Creo que mis insomnios son para prote- los demás). Alessandro quería que yo cantara ‘en
germe: tener algunas horas de silencio […] Lo que francés’. No comprendía por qué yo no quería ac-
necesito es una enfermedad, es reposo, es aisla- tuar; puesto que era poeta y estaba así vestida no
miento, es dulzura y silencio”. podía quedarme en silencio”. La intención de decir
De la molestia por el ruido doméstico se pasa a todavía se detiene ante la inminencia del silencio,
la consideración de un dicho anónimo que consig- al menos provisionalmente: “Carta no enviada: Una
na la supuesta fuente de la nostalgia que AP tiene noche, en el jardín de lilas, quise decírtelo; no me
por el silencio: “Lo que hace aquí mi vida imposi- dejaste. Hiciste bien, había que defender la noche,
ble son los ruidos y las voces de la familia. Además, las lilas, el silencio. Ahora no puedo no decírtelo”.
me dijeron que mi oído es anormalmente fino. Yo El silencio guarda ambivalencias antitéticas en
no lo sabía. Tal vez ahora entiendo algo de mi nos- justa yuxtaposición: Las promesas de la música. El sol
talgia del silencio”. De la certeza en la existencia el poema./Un sueño donde el silencio es oro-Una melodía.
del silencio a la confirmación pasada por la duda; Frente a una pieza muy breve, la cual reúne aspec-
reiterada la equivalencia sexo-silencio en su carga tos de su meditación sobre el silencio, se refleja lo
performativa: “El orgullo. El no querer compartir exigente que AP se ponía con su propia labor escri-
mi silencio con nadie. Pero mi silencio ¿existe? tora: “Finalicé —creo— los Fragmentos para dominar el
Existe ahora, mientras escribo, mientras me creo silencio. Hubieran podido ser más bellos”. De las últi-
con palabras, me doy forma, me esculpo. Si no me mas referencias en los Diarios, el silencio aparece con
escribo soy una ausencia. El sexo y la escritura me cualidades inusitadas: “Estado amorfo, silencio inte-
permiten tener forma de algo”. rior opresivo e inquietante [...] Mis poemas de ahora
Pero sólo para después relativizar la necesidad están muertos. Siento que nada vibra dentro de mí.
de la escritura; en la balanza, el sexo-silencio ad- Hay una herida y eso es todo. Pero se cumple en un
quiere mayor peso: “A la vez, sé que no hay necesi- lugar en donde el lenguaje no parece necesario”.
dad de escribir. Quiero decir que mucho más eficaz
sería, para mí, hacer el amor día y noche. El silencio **
de los cuerpos”. Vuelta de la expresión, esta vez en Esta diacronía de figuras y referentes, de índole
un sentido utilitario, para introducir una medida personal íntima, pierde de vista sus atribuciones,
de contraste con lo no dicho; el silencio cobra una movidas en ocasiones por determinado estado de
cualidad táctil, como frontera de una interioridad ánimo, o bien por los diferentes planos de signifi-
marcada por el sentimiento enfermizo: “Usar del cado y/o el contexto de enunciación. La variedad
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de asociaciones y El elogio del silencio como valor literario y personal en Pizarnik (anticipado
yuxtaposiciones como búsqueda, refugio, estructuración, etc.), se convierte en un imposible; en
en torno al silen- el proceso creativo y referencial, ya lo hemos visto, el silencio deviene centro
cio reflejan, más inestable alrededor del cual gira un conjunto de preocupaciones, complejos,
que una práctica necesidades y demás afectos que desdibujan lo plausible de una permanencia,
discursiva etique- de una apreciación mínimamente fija en la red de significaciones y el cuadro de
table simplemen- objetos líricos en la prosa de la autora.
te como contra-
dictoria, un pro-
ceso identificatorio por definición contingente y la escritura artesanal. Ya en sus Diarios se deja ver
mudable: un tropismo de la escritura. este compromiso, se confirmará en sus poemas y
El elogio del silencio como valor literario y per- otras obras en prosa:6 AP se imponía una exigencia
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sonal en Pizarnik (anticipado como búsqueda, superlativa para revisar sus textos y darles punto
refugio, estructuración, etc.), se convierte en un final, como envés casi simétrico que busca resistir
imposible; en el proceso creativo y referencial, ya la impostura de las convenciones y los indeseables
lo hemos visto, el silencio deviene centro inestable lugares comunes.
alrededor del cual gira un conjunto de preocupa- En los Diarios, hay un arte verbal en formación
ciones, complejos, necesidades y demás afectos que presenta los atributos del silencio como jiro-
que desdibujan lo plausible de una permanencia, nes heterogéneos, como multicolor refracción a
de una apreciación mínimamente fija en la red de través de los ángulos de la grafía, propagándose en
significaciones y el cuadro de objetos líricos en la sentidos que se anulan entre sí o hacen la escalada
prosa de la autora. La limpidez del silencio, la sen- a la significación poética. Pero ello corresponde al
sación de plenitud que provoca en las referencias “silencio de la escritura”. Por la otra parte, y vista
más elaboradas, lleva un trasfondo accidentado, al- la interrumpida trayectoria biográfica de Alejandra
gunas veces prosaico, de donde emergen interroga- Pizarnik, es posible entrever el silencio en su aper-
ciones esporádicas que ponen en duda el estatuto tura óntica; aquí la palabra no pasa por los ángulos
de la existencia; donde el silencio es un signo que de la escritura, es imposible adelgazar de esa mane-
se intercambia por los más disímiles contenidos y ra lo que constituye otra dimensión de la palabra,
puede tener distintas propiedades como estados no reductible al orden de la gramática o el lenguaje
de la materia. literario, que lleva en sí los caracteres del caos: luz,
El afán creativo en la literatura pizarnikeana vacío, destrucción, libertad… El imposible elogio
contiene una tendencia peligrosa, aquella que ha del silencio se trastrueca por un mutismo comple-
señalado Barthes: un rechazo a la impostura de to e inmutable.
las convenciones, un compromiso con la renova- Alejandra Pizarnik ha cumplido su promesa, di-
ción del lenguaje que no admite acomodos en las luirse en el silencio.
regiones intermedias de la escritura, menos aún en
5 El epígrafe de este artículo (que fue tomado de De la gramatología, manifiesta el autor de la ilustración francesa; por ello “Hacia el elogio del
México: Siglo XXI, 2008, p. 180) tiene, por supuesto, un contexto. En el silencio…”.
correspondiente capítulo, Jacques Derrida describe el menosprecio por la 6 Faltaría hacer un análisis en la obra poética de Alejandra Pizarnik, la cual se
escritura en Rousseau, pero anuncia lo que será su aportación al respecto: ha tocado en los casos de evidente intersección con sus Diarios y solamente
una menos evidente pero semejante desconfianza por el habla viva que en relación con el silencio.
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