La Historia de Como Se Originó El Nombre de Venezuela

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LA HISTORIA DE COMO SE ORIGINÓ EL NOMBRE DE VENEZUELA.

Leyendo el blog de mi colega y amigo el Ingeniero José Rafael Otazo, titulado “Ni vestido, ni desnudo”, encontré en una de sus
entradas, un gran escrito del General Eumenes Fuguet Borregales, el cual lleva por nombre “Historia y Tradición…El origen del
nombre de nuestro país Veneci-uela es Venezuela”.
No pude resistir en traerlo a mi blog y asi dejar que mis asiduos conozcan de donde proviene el nombre de nuestro hermoso
pais.
Historia y Tradicion
El origen del nombre de nuestro país
Veneci-uela es Venezuela
En relación al origen del nombre de nuestro país, se han planteado diferentes versiones, una de la más conocida, es que
proviene de “pequeña Venecia”, por los palafitos de Sinamaica, observados el 24 de agosto de 1499, por Alonso de Ojeda, al
descubrir el lago de Maracaibo; Ojeda, estuvo acompañado de Juan de la Cosa y Américo Vespucio. Un interesante trabajo
investigativo proporcionado por el acucioso historiador, escritor de fina pluma y mejor amigo, Carlos Alarico Gómez, nos abre
una ventana para aclarar este tema, basado en las fuentes consultadas.
Los experimentados marinos, mediante contacto con los nativos, que se encontraban en un caserío, ubicado en una pequeña
isla llamada VENECI-UELA, nombre registrado por primera vez en el mapa elaborado por Juan de la Cosa en 1499; escrito de
acuerdo con la fonética. La autenticidad del mapa fue establecida en 1987 por el “Gabinete de Documentación Técnica del
Museo del Prado”, se encuentra en el Museo naval de Madrid; es por tanto el documento conocido más antiguo del Nuevo
Mundo y en él se menciona el nombre del caserío VENECI-UELA, que es el más probable antecedente del nombre de nuestro
país; igualmente es mencionada en el libro Suma Geographia, que escribió Martín Fernández de Enciso en 1502, publicado
en 1519, “ es el primer impreso donde se habla del Nuevo Mundo”; en su obra refiere que:
“...cerca de la tierra está una peña grande (posiblemente la isla de Toas), que es llana y encima está un lugar o casas de
indios que se llama VENECI-UELA..." La fecha y originalidad de los mencionados documentos, han sido científicamente
certificadas por expertos españoles, con lo que se deja comprobado que el nombre de Venezuela tiene su origen en fonemas
del pueblo paraujano que se comunicaba en idioma Añú.
En relación a los palafitos de Sinamaica, la única similitud con Venecia, es, que algunas casas venecianas están construidas
sobre el agua, aun cuando sus estructuras son absolutamente disimiles.
El vocablo Venezziola, resulta extraño en lengua italiana; una expresión más común, sería Piccola Venezia, cuya traducción es
“pequeña Venecia” y nunca Venezuela. Esto conduce a la conclusión de que el nombre de nuestra nación, se origina en la
lengua de los paraujanos (familia arawac) que quiere decir agua-grande.
El sacerdote español, Antonio Vázquez de Espinoza, que viajó por todo el continente, escribió en su “Compendio y Descripción
de las Indias occidentales”, fechado en 1629, lo siguiente: “Venezuela en la lengua natural de aquella tierra, quiere decir agua
grande, por la gran laguna de Maracaibo que tiene en su distrito, como quien dice, la provincia de la grande laguna”.
La lectura del libro de Fernández de Enciso, debe haber influido en la Real Cédula que decretó la creación de la Provincia de
Venezuela el 27 de marzo de 1528, indicando el aspecto territorial que se encuentre entre “...el Cabo de la Vela o fin de los
limites y términos de la dicha Gobernación de Santa Marta hasta Maracapana, con todas las islas que están en dicha costa,
encomendadas al factor Juan de Ampies”.
Recordemos que Ampìes procedente de Santo Domingo y Curazao, funda Coro el 26 de julio de 1527, una actividad pacifica
y de acuerdo con el cacique Manaure.
Volviendo al origen de la denominación del nombre de Venezuela, lo de Venecia, en cambio es una tesis peregrina, surgida
de comentarios intrascendentes que Américo Vespucio, le escribió a su protector Lorenzo de Medicis, en una carta fechada en
Sevilla el 18 de julio de 1500; por lo tanto, se concluye que el topónimo Venezuela es autóctono. Con este valioso aporte de
Don Carlos Alarico Gómez, aplicamos palabras de algún paisano:
“La historia pide que nosotros hagamos historia”
Veneçiuela: Agua Grande
Una vez conversando con un gran amigo peruano, comenzamos hablar acerca del origen de nuestros países, en ese
intercambio cultural me contó la historia de donde había surgido el actual nombre del Perú. Me dijo que se debió a una mal
interpretación de los colonizadores al momento de ese encuentro, en donde los aborígenes del lugar intentaban comunicarse
con los recién llegados. Eso me dio a pensar, que nosotros también deberíamos de tener una historia similar, porque como
muchas investigaciones han demostrado que no fue un descubrimiento, sino un encuentro de dos formas de vidas, de dos
culturas.
En esa oportunidad yo le conté, lo que nos habían enseñado en la escuela acerca del origen del nombre de Venezuela, le dije
que Américo Vespucio le había recordado a su querida Venecia y que de ahí nos adjudico el seudónimo de “Venezziola” o
“Pequeña Venecia”, de hecho le hice llegar la popular canción.
Gracias a la tecnología del Internet, me puse a indagar en diversas páginas web que hacían referencia al origen del nombre de
Venezuela, y me conseguí con la versión que ya conocemos, pero encontré con varias que nos dice algo nuevo y que tal vez
muchos desconocemos.
ORIGEN INDIGENA
Existe una versión acerca del origen del nombre de Venezuela con fundamentos históricos documentados y en donde se
hace referencia que el origen del nombre es autóctono. Martín Fernández de Enciso geógrafo y bachiller en leyes español, en
su libro “Suma de Geografía que trata de todas las partes y provincias del mundo, en especial de las Indias” editada en
Sevilla en 1519, en un fragmento dice: "y al cabo dela cerca de la tierra está una peña grande que es llana encima della. Y
encima de ella está un lugar o casas de indios que se llama Veneçiuela..." El fragmento que he citado está publicado en una
fotografía tomada del libro original y aparece en el folleto “Descubrimiento del Lago de Maracaibo” Nectario María, s/f, página
18.
También escribió: “En Veneçuela es la gente bien apuesta y hay más gentiles mujeres que en otras partes de aquella tierra.
Hay perlas buenas y crecidas aunque no hay tantas como en la Margarita…”
Martín Fernández de Enciso, según documentos fue testigo de dichos viajes, quien conoció y viajó con Hojeda y De la Costa,
por lo tanto se presume que lo planteado en su libro fueron datos aportados por ellos mismos. Aunque también hay
publicaciones que contradicen que el haya viajo con ellos.
También existen otras publicaciones que avalan esta versión del origen del nombre de Venezuela, como del sacerdote español
Antonio Vázquez de Espinosa. Este sacerdote escribió un "Compendio y descripción de las Indias Occidentales” publicado en
1629, donde dice que "Venezuela en la lengua natural de aquella tierra quiere decir Agua grande, por la gran laguna de
Maracaibo que tiene en su distrito, como quien dice, la Provincia de la grande laguna...".
Muchas personas se han dedicado a recaudar o investigar esta versión aparentemente avalada por documentos de la época,
entre ellos Ramón Hernández Villoria, lingüista de la UCV, quien en uno de sus artículos que encontré el web, concluye con lo
siguiente: “Como lingüista, pienso que una buena manera de apoyar la versión de la autoctonía sería estudiar las
probabilidades, que yo pienso son muchas, de que el vocablo Veneçiuela –que es el original cartográfico en 1500- corresponda
a una pronunciación castellanizada de un vocablo de la lengua propia de la etnia Añú. La etnia Añu o Paraujana es la aborigen
de la zona de entrada al Lago de Maracaibo. Los añú son los pobladores de la laguna de Sinamaica y de los eternos palafitos
que allí todavía se edifican. Esto es lo que Vásquez Espinosa declaró hace 376 años. Lamentablemente, la lengua Añú está
prácticamente extinta tras centurias de segregación, con escasísimos legados transcritos, aunque se hacen loables esfuerzos
actualmente para lograr su resurrección”.
Particularmente me alegro mucho que exista esa iniciativa por la búsqueda de nuestros orígenes, y aunque también es cierto
que es difícil de comprobar esta versión porque hay documentos contradictorios, tampoco existe una documentación que
demuestre que el origen del nombre de Venezuela realmente haya sido adjudicado por Américo Vespucio.
En mi opinión prefiero quedarme con la versión de que el nombre de Venezuela es de origen autóctono, porque es fruto de
nuestras raíces, y considero que son aspectos que se deben rescatar. Es por eso que titule este blog “Simplemente Veneçiuela”,
en honor a nuestros ancestros.
Etimología de Venezuela
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La etimología de Venezuela históricamente se ha atribuido al diminutivo de la palabra Venezziola < Venezia (Venecia en
italiano). La versión más conocida afirma que en 1499 Alonso de Ojeda, acompañado por Américo Vespucio, navegó por la
costa septentrional de Suramérica. Al llegar al hoy llamado Golfo de Venezuela (entrada marítima al Lago de Maracaibo) se
encontró con pueblos nativos cuyas viviendas estaban construidas sobre pilotes de madera que sobresalían del agua palafitos).
A Vespucio se le asemejó a la ciudad de Venecia. Y se dice que Vespucio llamó a aquella región La Pequeña Venecia, o
Venezuela, término que se extendería a todo el territorio. 1
Versión tradicional: origen europeo
En 1498, en el marco de su Tercer Viaje, el almirante Cristóbal Colón navegó cerca del Delta del Orinoco, para luego internarse
en el golfo de Paria. Maravillado, Colón expresa en su emotiva carta a los Reyes Católicos su seguridad de haber llegado al
paraíso terrenal, y confundido por la inusual salobridad de las aguas, escribe:
...Torno a mi propósito referente a la Tierra de Gracia, al río y lago que allí hallé, tan grande que más se le puede llamar mar
que lago, porque lago es lugar de agua, y en siendo grande se le llama mar, por lo que se les llama de esta manera al de Galilea
y al Muerto. Y digo que si este río no procede del Paraíso Terrenal, viene y procede de tierra infinita, del Continente Austral, del
cual hasta ahora no se ha tenido noticia; mas yo muy asentado tengo en mi ánima que allí donde dije, en Tierra de Gracia, se
halla el Paraíso Terrenal.2
Colón denominó a estos parajes paradisíacos como «Tierra de Gracia», expresión que ha prevalecido para referirse al país por
antonomasia. Pero al año siguiente, una expedición comandada por Alonso de Ojeda recorrió la costa del territorio hasta llegar
a la entrada del actual lago de Maracaibo, en un golfo localizado entre las penínsulas de Paraguaná y de la Guajira. En aquella
travesía, la tripulación observó las viviendas construidas por los indígenas añú, erigidas sobre pilotes de madera que
sobresalían del agua. Dichos palafitos le recordaron a Américo Vespucio la ciudad de Venecia —Venezia, en italiano—, según
lo manifestó en una carta a Piero de Médici. Fue éste un motivo que inspiró a Ojeda a dar el nombre de Venezziola o Venezuela
—Pequeña Venecia— a la región y al golfo en que habían hecho el descubrimiento, recibiendo la denominación de golfo de
Venezuela. El nombre acuñado por el explorador envolvería luego a todo el territorio. 3 Con posterioridad la región también fue
conocida como Tierra Firme, por ser la primera región no insular del continente en ser explorada por los europeos.
Probablemente la popularización del nombre de "Pequeña Venecia" en Europa se deba (en parte) a la concesión hecha a la
casa comercial de los Welser de Augsburgo para explorar y gobernar parte del territorio de Sudamérica. El nombre Klein
Venedig aparece en varios documentos y mapas históricos como traducción al alemán de Venezuela. 4 De hecho Juan de
Castellanos en sus Elegías atribuye el nombre a Ambrosio Alfinger:
Y Venezuela de Venecia viene
Que tal nombre le dió por excelencia
El alemán, diciendo le conviene5
Sin embargo el nombre ya estaba en uso antes de la llegada de los alemanes.6
Versión alternativa: origen indígena
Otras versiones afirman que el nombre de Venezuela es autóctono, proveniente de un vocablo indígena, y no un diminutivo
veneciano.7 El apoyo documental a esta versión lo ofrece Martín Fernández de Enciso en su libro Suma de Geografía que trata
de todas las partes y provincias del mundo, en especial de las Indias, editada en Sevilla en 1519, y que es el primer impreso
que habla del Nuevo Mundo. En él se lee:
Desdel cabo de Sant Romá al cabo de Coquibacoa ay tres isleos en triángulo. Entre estos dos cabos se hace un golfo de mar
en figura quadrada. E al cabo de Coquibacoa entra desde est golfo otro golfo pequeño en la tierra cuatro leguas. E al cabo del
a cerca dela esta una peña grande que es llana encima della. Y encima de ella está un lugar d'casas de indios que se llama
Veneçiuela. Esta en X grados.8
Finalmente, un enunciado muy antiguo, plantea de nuevo la autoctonía del vocablo, Antonio Vázquez de Espinosa, sacerdote
español que viajó por casi todo el continente en el último tercio del siglo XVI, escribió en su "Compendio y descripción de las
Indias Occidentales", fechado en 1629, lo siguiente:
Venezuela en la lengua natural de aquella tierra quiere decir Agua Grande, por la gran laguna de Maracaibo que tiene en su
distrito, como quien dice, la Provincia de la grande laguna...
Sin embargo, la versión europea sigue siendo la más aceptada para explicar el origen del nombre del país.
De voz indígena "Veneçiuela" a "Pequeña Venecia": Venezuela nació en Isla de Toas
25 de febrero de 2011 a las 14:29
La historia oficial está hecha de olvidos, evasiones y no pocas mentiras। Una corriente historicista borró del nombre de
Venezuela los rasgos localistas e impuso una visión abstracta, irreal, fantástica. Fue más fácil pensar en Américo Vespucci y
en la Pequeña Venecia, que en el Bachiller Martín Fernández de Enciso.
Para todos, el nombre de Venezuela nació en el Lago de Maracaibo, pero las versiones difieren: unos afirman, con los cronistas
del siglo XVI, que nació de la nostalgia y la imaginación de Américo Vespucio, otros que viene de una voz indígena, “veneciuela”,
y que así apareció en el que a la postre contendría el primer mapa de Venezuela, el portulano o Carta Universal de Juan de la
Cosa.
La historia oficial está hecha de olvidos, evasiones y no pocas mentiras. Una corriente historicista borró del nombre de
Venezuela los rasgos localistas e impuso una visión abstracta, irreal, fantástica. Fue más fácil pensar en Américo Vespucci y
en la Pequeña Venecia, que en el Bachiller Martín Fernández de Enciso.
Para todos, el nombre de Venezuela nació en el Lago de Maracaibo, pero las versiones difieren: unos afirman, con los cronistas
del siglo XVI, que nació de la nostalgia y la imaginación de Américo Vespucio, otros que viene de una voz indígena, “veneciuela”,
y que así apareció en el que a la postre contendría el primer mapa de Venezuela, el portulano o Carta Universal de Juan de la
Cosa.
La versión oficial
La historia que todos conocemos la contó, entre otros, el cosmógrafo-cronista Juan López de Velasco: “Llamóse esta provincia
Venezuela por la similitud que tiene con Venecia una población que está en medio del Lago de Maracaibo, puesta sobre el
agua, encima de una peña llana”. Fray Pedro de Aguado, por su parte, así la refiere: «Y pareciéndoles a los españoles que por
habitar estos indios de este lago en el agua de la forma que he contado eran en alguna manera semejantes a los moradores
de Venecia, pusieron por nombre a la Provincia Venezuela». Todos los que manejan esta versión aseguran que en la expedición
comandada por Alonso de Ojeda venía el florentino Américo Vespucio, el mismo que le dio el nombre al continente entero:
"Encontramos una población –escribió éste- fundada sobre el agua, como Venecia; eran cerca de 44 habitaciones grandes, en
forma de cabañas, sostenidas sobre palos muy gruesos, con sus puertas de entrada a manera de puentes levadizos, y de una
casa se podía ir a todas, pues los puentes levadizos se tendían de casa en casa".
La historia la escriben los vencedores
Esta historia tiene razones para ser la más contada, entre ellas, porque responde a una forma de vernos y de ser vistos europea
o eurocéntrica. Lo dijo claramente Arturo Úslar Pietri: “La Venezuela que poseemos y conocemos comienza por ser una realidad
vista desde fuera”. Además, el nombre y el que nombra son como uno solo. Otra razón proviene directamente del proceso de
conquista y colonia. En efecto, el conquistador nombra y al nombrar posee, por eso cuenta a sus dominados su versión de la
historia, que el dominado confunde por las buenas o las malas con la suya propia y a la que termina por rendir veneración y
proteger con celo. En nuestro país el maestro de escuela repite a veces con candor y sin saberlo a Fray Pedro de Aguado, a
Juan López de Velasco o a Arturo Úslar Pietri, cuando éstos afirman que el país lleva el nombre que le puso un florentino
enamorado de su tierra, sin saber que esa versión justifica el desarraigo, el surgimiento de una identidad nacional equívoca,
semilla de la globalización y el neoliberalismo y caldo de cultivo para una nación donde el expolio será aplaudido. Es la versión
que nos enseñó a mirar con ojos de futuro hacia Europa y hacia el Norte y a nosotros y a lo nuestro con desdén. Sería
“Venezuela” un nombre sin referente cierto, una frase feliz que hasta el mismo Vespucio olvidó, una palabra que despuntó entre
otras como un milagro, una sorpresa, una revelación.
Esta es la versión de la Venezuela letrada, la de los intelectuales más preclaros, los criollos que construyeron un país donde el
indio y sobre todo el mestizo aparecen como un accidente genético, una mezcla confusa que hace detener y echar atrás los
avances del progreso.
La otra historia
Jiménez Maggiollo (Maracaibo, 1929) afirma que el único veneciano que venía en la expedición de Ojeda era un oscuro Nicolás
y no el famoso Américo Vespucio. Quien sí venía, y pocos nombran, era el Bachiller Martín Fernández de Enciso, autor de la
“Suma de Geografía”, el primer libro impreso que habla del Nuevo Mundo. Allí cuenta que, del Cabo de San Román, navegando
en el golfo, llegaron a un sitio cerca de tres islotes, y que entraron en otro golfo pequeño y “allí cabo cerca de la tierra está una
peña grande que es llana encima della. Y encima de ella está un lugar o casas de indios que se llama Veneciuela.” Juan de la
Cosa (Santoña, España 1460 h. – Turbaco, América 1510), que iba en la histórica expedición, al apuntar este nombre lo hace
con la “ç” o cedilla que se usa para Curaçao y que nosotros castellanizamos con la zeta. El nombre de nuestro país surgiría
entonces de la conjunción de la ortografía castellana y de un espacio y una voz indígenas.
El antropólogo e historiador Emanuele Amodio (quien reside en Venezuela desde 1987), concluye en su trabajo de investigación
“El lago de los sueños. El Lago de Maracaibo en la cartografía y cronistas tempranos (1499-1540)”, publicado en la Revista de
Ciencias Humanas y Sociales en enero de 2005, que sólo pudo ser en 1502 y no en 1499, como reza la versión oficial, cuando
Ojeda navegó por el lago al que llamó San Bartolomé por extensión del puerto que localizó y nombró en el primer viaje, un 24
de agosto. “De hecho, dice, si en el primer viaje hubiera llegado por lo menos a la isla de Toas, se hubiera percatado de que el
agua se volvía dulce y, por ende, que se trataba de un lago o de un grande río, como ya había sucedido a Colón en el viaje al
delta del Orinoco.” Amodio responde, además, a una frase del Hermano Nectario María (Hyelzas, Francia 1888 – Caracas
1986) que denota la imprecisión y la precariedad del onomástico que ahora recordamos: “Visto que el sitio de Veneciuela se
hallaba, según la carta de la Cosa, inmediato a la Barra, apuntamos la particularidad de que probablemente el descubrimiento
de Veneciuela y el del Lago de Maracaibo coincidieron en el mismo día, el 24 de agosto de 1499”. Tiene razón Amodio: ¿sobre
un “probablemente” es responsable sostener y celebrar el resabio de una “fecha histórica”?
Otro que desacata la versión oficial es el escritor toense Alciro Pereira Parra (Las Palmitas, 1941) en su libro “Historia viva del
Municipio Almirante Padilla” (2002), en el que sostiene que no fue Zapara, isla formada por médanos movedizos, la peña grande
avistada por la expedición de Ojeda como lo reafirma el Hno. Nectario María, sino precisamente Isla de Toas, la parte más
sobresaliente del Lago y que en lengua paraujana se nombra “Mi ojo”. De modo que sería esta isla, rica en piedra caliza y
arrasada y olvidada como lo fue la Cubagua de las perlas y durante todo el siglo XX la Costa Oriental del petróleo, la simiente
y raíz del nombre de la Patria.
515 años de resistencia
Resulta misterioso, como todo fruto del lenguaje, que entre los nombres haya logrado despuntar “Venezuela”, la voz indígena.
Una versión mestiza queda sugerida: en la palabra “veneciuela” resonó el viejo mundo. No sólo un nombre metonímico producto
de una visión aislada y europea que nombra lo desconocido a partir de lo que conoce, sino una voz nueva (para el idioma de
los conquistadores) que se abrió a los recuerdos de Europa, aunque también, pese a los esfuerzos de los historiadores amantes
de los tiempos de la Colonia, a la memoria que sobrevivió al genocidio, la explotación y el olvido. Como si ya desde el solo
nombre el país portara el signo de la resistencia.
Fuente: josejavierleon.blog.
El nombre de Venezuela y la venezolanidad
Carlos Alarico Gómez
Resumen
En 1499 se produjo el descubrimiento del Lago de Maracaibo, efectuado por Alonso de Ojeda, quien estuvo en el lugar
acompañado de Juan de La Cosa y Américo Vespuccio. Durante su estadía establecieron contacto con los aborígenes y
pudieron constatar que sobre una pequeña isla -a la que llamaron peña- se encontraba un caserío al que le decían Veneci-
uela. El nombre quedó registrado en el mapa que elaboró Juan de La Cosa en 1499 (terminado en 1500) y en el libro que
escribió Martín Fernández de Enciso en 1502 (publicado en 1519), para entonces socio de Ojeda y de Juan de La Cosa, en
cuya compañía viajó por el Caribe entre ese año y 1510, fecha de la muerte de Juan de La Cosa. La fecha y originalidad de los
referidos documentos han sido científi camente certifi cados por expertos españoles, con lo que queda comprobado que el
origen del vocablo Venezuela se encuentra en fonemas del pueblo paraujano, que se comunicaba en idioma Añú.
Veneciuela
Origen del Nombre de Venezuela
Isla de Toas fue descubierta por Alonso de Ojeda días antes del 24 de agosto de 1499, cuando llegara al Lago de
Maracaibo. Ojeda en su expedición siguió el derrotero de Colón en su tercer viaje, sirviéndose de una carta marítima que tenía
trazada por aquél y así pasó por la Isla de Trinidad, el Golfo de Paria y la Isla de Margarita, pero luego, a diferencia de Colón,
siguió las costas pasando por Cabo Codera, Chichiriviche y la Isla de Curazao, llegando al Cabo de San Román el 9 de agosto.
Posteriormente entró en un golfo grande, que el geógrafo Martín Fernández Enciso, compañero de viajes de Ojeda, en su libro
“Suma de Geografía”, publicado en el año de 1519, describe de la siguiente manera: “ Desde el cabo de San Román al cabo
de Coquibacoa hay tres isleos en triangulo, entre estos dos cabos se hace un golfo de mar de figura cuadrada y al cabo de
Coquibacoa entra desde este golfo otro golfo pequeño en la tierra cuatro leguas y al final de él cerca de la tierra esta una peña
grande que es llana encima de ella. Y encima de ella esta un lugar o casas de indios que se llama Veneciuela. Está a X grados.
Entre este golfo de Veneciuela y el cabo de Coquibacoa hace una vuelta el agua dentro de la tierra a la parte oeste. Y en esta
vuelta esta Coquibacoa, aqui se ha hallado peso y toque para el oro... ”. Señala luego: “En todas las Indias del poniente no se
ha hallado peso sino aqui, en el lugar de Coquibacoa que es grande y bueno y de buena gente pacífica. En Veneciuela es la
gente bien dispuesta y hay más gentiles mujeres que no en otras de las de aquellas tierras. hay perlas buenas y crecidas
aunque no hay tantas como en la Margarita...".
Si analizamos lo escrito por Fernández Enciso teniendo en cuenta los conocimientos geográficos e históricos de esta
región podemos deducir que los tres isleos nombrados corresponden a los islotes de Los Monjes; el golfo de figura cuadrada
es el Golfo de Venezuela que posee esta configuración; el golfo pequeño que entra en la tierra cuatro leguas se corresponde
con la Bahía El Tablazo que tiene aproximadamente esas dimensiones en sentido norte-sur. La peña grande cerca de la tierra
situada en ese pequeño golfo, corresponde a la única isla rocosa, que por su origen geológico existía y existe en la zona, donde
por los efectos de la erosión del granito originario existe una zona llana o plana y estando cerca de las playas del Municipio
Mara indiscutiblemente es ISLA DE TOAS.
Las otras islas (San Carlos y Zapara) no son mencionadas por que no existían como tales para esa época, apenas si
comenzarían a insinuarse en los extremos del pequeño golfo. Existe la referencia de que en el mapa publicado en 1526 por el
cosmógrafo Alonso Chaves , la única isla que aparece a la entrada del lago es Toas; además para 1579 en la descripción de
la Laguna de Maracaibo, que hacen los alcaldes Rodrigo de Argüelles y Gaspar de Párraga se señala: “ A la boca de esta
laguna hay una isla que parte la laguna en dos bocas, que de una banda bate la laguna en ella y en la otra la mar salada, esta
isla se llama Tua , no se alcanza porque es una isla alta...”.
Luego señala Enciso, entre este golfo de Veneciuela, como nombra él al pequeño golfo, y el cabo de Coquibacoa hace una
vuelta el agua dentro de la tierra a la parte oeste y en esta vuelta está Coquibacoa. Nótese que hace una clara diferenciación
entre “Cabo de Coquibacoa” y “Coquibacoa”. Parece que consideraba Cabo de Coquibacoa (*) a toda las tierras situada al
oeste del golfo y simplemente Coquibacoa al lugar situado en la vuelta de las aguas y donde dice encontraron peso y toque
para el oro y que el lugar era grande y bueno y de buena gente pacífica. Esto coincide con el hecho de que después de la bahía
El Tablazo, la garganta o estrecho del Lago describe una curva hacia el oeste y allí, en ese recodo, es donde está la ciudad de
Maracaibo y parece que en esa época dió asiento a un poblado indígena llamado Coquibacoa. La curvatura de es recodo era
mucho más acentuada para esos momentos en que llegó Ojeda, debido a la presencia de la desembocadura de un río o caño
al sur del poblado (**) . Esto se puede observar en el mapa de cuando el francés Exquemelin estuvo en la zona en 1666, si
bién para ese entonces ya las islas San Carlos y Zapara habian emergido. El Lago fue llamado por Ojeda, Laguna de San
Bartolomé, por ser el santo del dia 24 de agosto y luego, más adelante, se le llamó Laguna de Maracaibo.
Todo lo anterior nos indica que el nombre de Venezuela proviene de Veneciuela, que era el lugar donde estaba la gran peña
con las casas de los indígenas y dado que la única parte rocosa en la entrada del Lago es Isla de Toas podemos afirmar que
el nombre de nuestra patria se originó de ella. También debemos resaltar que del día 9 de Agosto en que Ojeda llegó al Cabo
San Román hasta el 24 del mismo mes, cuando descubre el Lago de Maracaibo transcurrieron 15 días, mientras que para llegar
luego a la Española el 5 de Septiembre, siendo una distancia tres veces y media mayor, solo tardo 12 días y si tenemos en
cuenta que en la descripción se refiere que en Veneciuela era la gente bien dispuesta, había más gentiles mujeres que en otras
partes de aquellas tierras y se encontraban perlas, debemos deducir que se detuvieron unos días en ese sitio llamado
Veneciuela y que estaba antes del otro llamado Coquibacoa.
En publicaciones hechas con motivo de los 500 años del descubrimientos del Lago de Maracaibo se dice que Fernández
Enciso menciono una “peña grande” porque suponía que las estacas de los palafitos se sostenían en una roca plana y no sobre
el lodo y las arenas del fondo del agua. Esta versión es completamente ilógica ya que el geógrafo, tan preciso en su narración,
no describiría algo que solo estaba imaginando, además seguramente tenía conocimiento de como se construían estos tipos
de viviendas, que no eran nada nuevas, porque el hombre desde el Neolítico, cuando dejó las cavernas, una de sus primeras
viviendas fueron los palafitos, los cuales se hicieron comunes en Europa, especialmente a orillas de los lagos alpinos de Suiza
y Francia.
Por otra parte la palabra peña grande o peñón es utilizada frecuentemente por los españoles para nombrar cerros de cierta
magnitud, como por ejemplo el Peñón de Ifach, el Peñón de Vélez de Gomera, el Peñón de Alhucenas y el Peñón de Gibraltar,
este ultimo situado en el sur de la península Ibérica. Indudablemente muchos de estos peñones o peñas grandes eran conocidas
por Enciso, de allí el uso de ese término.
La versión difundida de que el nombre de Venezuela fue dado por Vespucio, por recordarle a Venecia, es negada por algunos
estudiosos de la historia que citan que la palabra Veneciuela era la utilizada por los indígenas para distinguir el poblado de
palafitos.
Al respecto podemos señalar lo poco confiables que son los escritos de Vespucio, porque él a través de sus cartas, dirigidas
a personas influyentes de la época, es evidente que solo trataba de ganar glorias inmerecidas. Quien haya leído las cartas de
Vespucio puede darse cuenta de lo fantasiosas y extravagantes que estas eran y que solo tenían por objetivo ganarse la
atención de los europeos de la época. “Se atribuía las hazañas de los demás. Hablaba como si hubiese ido de capitán de viajes
donde solo figuró como aprendiz de piloto”. Si bien, la descripción de Fernández Enciso no descarta la posibilidad de la
derivación veneciana, es innegable que establece el sitio exacto donde estaba el poblado indígena que originó el nombre.

Notas del autor:


(*) Fernández Enciso en su descripción de las costas venezolanas en ningún momento utiliza la palabra península pero si
el término cabo, por lo que creemos que al hablar del Cabo San Román se estaba refiriendo a toda la Peninsula de Paraguaná
y al nombrar al cabo de Coquibacoa hacia referencia a la Peninsula de La Goagira. Ojeda inclusive llegó a creer que ésta última
era una isla, pero al percatarse Enciso que esto no era así, utilizó el término cabo para nombrar toda esa gran porción de tierra
situada al oeste del Golfo de Venezuela.
(**) La desembocadura de este río fue llamada Caño Manglar. Actualmente en lo que fuera el trayecto del río queda la
conocida Cañada Morillo de Maracaibo.
Jorge R. Hernández
VENEZUELA NACIÓ EN EL ZULIA

Por Carlos Alarico Gómez*

El 24 de agosto de 1499 Alonso de Ojeda entró en la embocadura de un lago de grandes dimensiones y de exuberante
hermosura al cual bautizó con el nombre de San Bartolomé por ser el onomástico de ese santo. Ojeda estaba acompañado de
Juan de La Cosa y Américo Vespucio, con quienes viajó al Nuevo Mundo para conocer a los aborígenes, fundar poblados y
analizar el potencial económico del lugar. Al penetrar en el lago pudo constatar que sobre una pequeña isla se encontraba un
caserío al que los nativos llamaban Veneci-uela, nombre que fue registrado en el mapa que elaboró Juan de La Cosa en 1499
y en el libro Suma Geographica que escribió Martín Fernández de Enciso en 1502.

El misterio del nombre Venezuela

Se ha repetido mucho que el nombre de nuestro país se debe al parecido que Alonso de Ojeda, Juan de La Cosa y
Américo Vespucio le encontraron a los palafitos de Sinamaica con las viviendas de la ciudad de Venecia, aunque la sola idea
es absurda de por sí. La única similitud entre ambos poblados es que algunas casas venecianas están construidas sobre el
agua, aun cuando su arquitectura es absolutamente disímil. La verdad hay que encontrarla en la Suma Geographica, obra
original de Martín Fernández de Enciso, que fue el primer libro impreso en el que se habla del Nuevo Mundo y que recibió el
privilegio del rey Carlos I el 5 de septiembre de 1518, lo que permitió que fuera editado en Sevilla un año después.

Fernández de Enciso conoció a Juan de La Cosa y Alonso de Ojeda en 1502 y viajó con ellos hasta 1510, recorriendo
el Lago de Maracaibo de punta a punta. En su obra refiere que "...cerca de la tierra está una peña grande que es llana encima
della. Y encima della está un lugar o casas de indios que se llama Veneci-uela… en Veneciuela es la gente bien dispuesta y
hay más gentiles que no en otras partes de las de aquella tierra"(1)

Los viajeros

Alonso de Ojeda nació en Cuenca, España, en 1468 (circa). Logró obtener una Capitulación con los reyes Católicos en 1499 y
ese mismo año zarpó con cuatro naves en compañía de unos doscientos hombres, entre los cuales se hallaban Américo
Vespucio y Juan de la Cosa, con quienes se había asociado para realizar un viaje sin vinculación alguna con las capitulaciones
que los reyes firmaron en Santa Fe con Cristóbal Colón. Ojeda era un militar valeroso y un experimentado navegante, quien
probó su audacia en el tiempo en que le tocó actuar en el territorio del nuevo Mundo. En este viaje lo acompañó Juan de la
Cosa, nacido en 1450 (c.) en Cantabria, España, quien tuvo un papel destacado como financista y maestre de la nao Santa
María, que condujo a Colón y sus hombres al Nuevo Mundo en 1492. Un año después participó en el segundo viaje y en 1499
se asoció con Alonso de Ojeda para efectuar una expedición hacia las tierras descubiertas, a la que se unió el italiano Américo
Vespucio, nacido en Florencia el año 1454, quien se encontraba en España enviado por la Casa Médici para trabajar en la
construcción de barcos a la orden del armador Giannotto Berardi. Los Médici veían en la hazaña de Colón una estupenda
oportunidad para ampliar sus negocios y estaban deseosos de incorporarse al descubrimiento. Al morir Berardi en 1496
Vespucio asumió la dirección de la empresa y fue él quien tomó la iniciativa de unirse al proyecto de Ojeda con carácter de
socio. Los tres viajeros llegaron al territorio de Sinamaica el 24 de agosto de 1499, causando una lógica intranquilidad en los
indios paraujanos, pues los recién llegados eran gente extraña, de piel blanca y ojos claros, que hablaban en un lenguaje
incomprensible(2).

La palabra Venezuela

Al llegar al nuevo territorio comenzaron a averiguar el nombre de los lugares por donde pasaban y Juan de La Cosa
tuvo la responsabilidad de colocarlos en su mapa, adaptándolos a la fonética castellana. El nombre Veneci-uela aparece
impreso por primera vez en el Mapamundi que elaboró de La Cosa (1499) y que escribió de acuerdo a su fonética. A este
aspecto se refirió el padre Giovanni Bottero en su obra Relaciones Universales del Mundo (1595), al igual que el padre Antonio
Vázquez de Espinosa en su libro Compendio y Descripción de las Indias Occidentales (1629), en el cual coinciden en señalar
que la palabra tiene un origen añú. El vocablo Venezziola resulta extraño en lengua italiana. Una expresión aceptable sería la
de Piccola Venezia cuya traducción es “pequeña Venecia” y nunca Venezuela. Por lo tanto, si eso fuera cierto los venezolanos
se llamarían hoy día pequeñovenecianos o hilando más fino serían denominados “neovenecianos”. ¿Pero de dónde sale el
gentilicio venezolano? Toda la documentación existente y de fuente inobjetable conduce a la conclusión de que el nombre de
nuestro país se origina en la lengua de los paraujanos (familia arawac) y quiere decir agua-grande.

La confusión se fundamenta en una carta que Vespucio dirige a la Casa Médici el 18 de julio de 1500 para informar lo acontecido
durante su viaje al Nuevo Mundo. En la carta dice que “Trovammo una grandissima popolazione che tenevano le lor case
fondate nel mare come Venezia…"(3) Es decir, habían encontrado una población grande que tenían sus casas sobre el agua
como en Venecia. Lo primero que hay que decir es que Ojeda y sus acompañantes habían estado en el Delta Amacuro antes
de viajar al lago hoy llamado de Maracaibo y en el Delta los indios vivían en palafitos. El segundo aspecto a considerar es la
aseveración de Vespucio de que encontraron una población grande, aunque en la misma carta expresa que “Fumo a terra in
un porro e trovammo una popolazione fondata sopra l’acqua come Venezia; erano circa 44 case”. Si el caserío tenía cuarenta
y cuatro casas, ¿cómo es posible que Vespucio la calificara de grande? Analizando el problema con todo cuidado es fácil llegar
a la conclusión de que Vespucio estaba tratando de justificarle a la Casa Médici los enormes gastos efectuados en el viaje(4).

Sobre este aspecto es necesario destacar que la costumbre de los conquistadores era usar los nombres que los locales
le daban a los lugares que habitaban, a los que adaptaban fonéticamente de acuerdo a las normas del idioma castellano.
Ejemplo de ello se puede constatar en los nombres que le dieron a Barquisimeto (Variciquimeto), Caracas (Caraca), Mar Caribe
(Caribe), Teques (Teque), La Guaira (Uaira), Maracay, Mucuchíes, Capacho, Lobatera y tantos otros. Sólo usaban nombre
hispánicos cuando fundaban un poblado (Mérida, San Cristóbal, Angostura). El nombre Maracaibo se debe posiblemente al
cacique Mara, que gobernaba en la zona, el cual fue vencido por Ambrosio Alfínger -el primer gobernador de la Provincia de
Venezuela-, quien admirado por el valor demostrado por el jefe indígena durante la guerra que sostuvieron le dio el nombre de
Villa de Maracaibo a la población que fundó el 8 de septiembre de 1529.

Eso hace pensar que le dejaron el nombre de Veneci-Uela al caserío que encontraron y que de La Cosa inmortalizó en
el mapa que elaboró en Sinamaica en 1499 y que completó en España en 1500, de acuerdo a la referencia que el autor colocó
sobre el dibujo: “Juan de la Cosa la fizo en el puerto de Santa María en el año de 1500"(5). La autenticidad del mapa fue
establecida en 1987 por el “Gabinete de Documentación Técnica del Museo del Prado” y en la actualidad se puede admirar en
el Museo Naval de Madrid. Es por tanto el documento más antiguo del Nuevo Mundo y en él se menciona el nombre de un
caserío llamado Veneci-uela, que es el más probable antecedente del nombre de nuestro país.

La integración cultural
Lo más importante de este suceso es sin duda la integración cultural que se inició en el territorio de lo que hoy es
Venezuela desde el momento en que Colón llegó a Macuro el 3 de agosto de 1498, de lo que dejó constancia en la carta-
informe que le envió a la reina Isabel, en la que le dice que encontró “las tierras más fermosas del mundo...Llegué allí una
mañana, antes del mediodía, y por ver este verdor y esta fermosura acordé fondear y ver los pobladores, de los cuales algunos
vinieron en canoa a rogarme, de parte de su rey, que descendiera a tierra..."(6). El almirante encontró todo placentero, le
agradó la gente y le gustó tanto el paisaje que llegó a pensar que se encontraba en el paraíso: ...Al lago que hallé, tan grande
que más se le puede llamar mar que lago, porque lago es lugar de agua y en siendo grande se le llama mar, por lo que se llama
de esta manera el de Galilea y el Mar Muerto. Y digo que si esto no procede del Paraíso Terrenal, viene y procede de tierra
infinita...más yo muy asentado tengo en mi ánima que allí en donde dije tierra de gracia se halla el Paraíso Terrenal..."(7).
El proceso de transculturación que se vivió en este territorio dio origen a nuestro mestizaje, al que se refiere ampliamente
Bolívar en la Carta de Jamaica (1815)(8). La tradición mestiza de la región zuliana es sin duda las más antigua que existe en
el país, en la que se observan elementos arawacos, ibéricos y africanos. La música con que bailaban el “areito” se convirtió en
gaita, mientras que en la región de Bobures surgió un estilo musical para animar el “Baile de San Benito”. En el Zulia están los
orígenes más profundos de nuestro mestizaje. Es el corazón mismo de la venezolanidad.

En Paraguaná
Muy cerca del lago donde se encontraba Veneci-Uela estaba Paraguaná, península de gran hermosura, a la cual llegó
Alonso de Ojeda a finales de agosto de 1499, encontrando la tribu de los caquetíos integrada por indios amistosos que se
ocupaban de comerciar con la vecina isla de Curazao. Ojeda se quedó tan prendado de esa tierra, así como de sus costumbres,
que allí conoció a la india Guariyá, de la cual se enamoró y con la que más tarde se casó, una vez que ella aceptó recibir el
bautismo y cambiar su nombre por el de Isabel. De esa unión nacieron tres hijos que Ojeda llevó a España junto con su esposa
para darlos a conocer a sus familiares y a la Corte. Fue sin duda un gran amor. Se quisieron tanto que Isabel no quiso seguir
viviendo cuando se produjo el fallecimiento de Ojeda en Santo Domingo en 1515 y, sin que sus hijos lo supieran, se fue a la
Catedral y se acostó sobre la loza de su tumba, donde fue hallada muerta. Allí reposaron hasta 1982 los restos de esos dos
grandes amantes, que dieron inicio a la integración étnica que hoy predomina en nuestro país(9).

La Provincia de Venezuela
Poco tiempo después de la muerte de Alonso de Ojeda y de su amada Guariyá (Isabel), el rey Carlos I emitió una real cédula
el 27 de marzo de 1528, mediante la cual declaraba constituida la Provincia de Venezuela en el territorio que se encuentra entre
"...el Cabo de La Vela o del fin de los límites y términos de la dicha Gobernación de Santa Marta hasta Maracapana, leste oeste
norte y sur de la una mar a la otra, con todas las islas que están la dicha costa, ecebtadas las que están encomendadas y tiene
a su cargo el factor Juan de Ampíes". Es decir, dio el nombre de Venezuela a la nueva provincia española, sin duda inspirado
por Fernández de Enciso, quien lo conoció en 1518 y le explicó la existencia de Veneci-uela, cuyo nombre aparece en su libro
y en el mapa de Juan de La Cosa. Coro, la tierra del cacique Manaure, había sido fundada por Ampíes el 26 de julio de 1527
y sirvió de capital a la Provincia de Venezuela, con lo que se dio inicio al gentilicio.
Después de Ampíes
Después de iniciarse la Conquista del territorio de la Provincia de Venezuela en 1528 por los alemanes de la Casa Welser
varios investigadores dejaron plasmada en sus obras la explicación del nombre Venezuela. El primero de ellos fue el prelado
italiano Giovanni Bottero quien viajó por el Lago de Maracaibo y la costa caribeña en el siglo XVI. Su experiencia le permitió
escribir su libro Relaciones Universales del Mundo (1595) donde dice que “En el golfo de Venezuela hay una población de
indios con ese nombre edificada en un peñasco essempto y relevado que se muestra sobre las aguas"(10) Fernández de Enciso
había escrito noventa y tres años antes que"...cerca de la tierra está una peña grande que es llana encima della. Y encima della
está en un lugar o casas de indios que se llama Veneci-uela"(11). En ambos casos los cronistas dicen que existe un poblado
indígena llamado Veneci-uela.
Más adelante, el sacerdote español Antonio Vázquez de Espinosa viajó por casi todo el continente en el último tercio
del siglo XVI y reafirmó la autoctonía del vocablo, de lo que dejó constancia en su Compendio y descripción de las Indias
Occidentales fechado en 1629, expresando que: "Venezuela en la lengua natural de aquella tierra quiere decir agua grande,
por la gran laguna de Maracaibo que tiene en su distrito, como quien dice, la Provincia de la grande laguna..."(12).
El autor de Suma Geographica
Fernández de Enciso tuvo la oportunidad de visitar el Zulia (nombre de la planta palometa en idioma Chibcha) en 1502 y de
trabajar al lado de Ojeda, con el cual se asoció. En ese entonces entró en contacto con Juan de la Cosa, quien le mostró su
mapa y le explicó los detalles del viaje de 1499 cuando asistió al descubrimiento del Lago de San Bartolomé(13). (Maracaibo)
acompañando a Ojeda y Vespucio. Con esos datos -y el conocimiento que obtuvo durante los años que viajó por el Lago- pudo
escribir su libro Suma Geographica, publicado en 1519 con autorización escrita del rey Carlos I en la que dice: “El cual dicho
libro fue traído al mi Consejo y visto y examinado por ellos, y porque parece ser útil y provechoso túvelo por bien; y por la
presente doy licencia y facultad para que vos, o quien vuestro poder hobiere, podáis imprimir el dicho libro y esfera y lo
vender"(14).
La lectura que hizo el rey del libro de Fernández de Enciso y el hecho de que éste se encontrara trabajando en la Corte tiene
que haber influido en la Real Cédula que decretó la creación de la Provincia de Venezuela en 1528. Adicionalmente, el autor
era el único que estaba cerca del rey en ese trascendental momento. Los otros protagonistas habían culminado sus días: Juan
de la Cosa en 1510 cerca de la costa de Cartagena, luchando contra los indios yucpas; Vespucio en Sevilla en 1512 y Ojeda
en Santo Domingo en 1515. Por lo tanto, fue el único que pudo haber influido en el nombre que el monarca le dio a la nueva
provincia: Venezuela.
Esta versión es historiográficamente demostrable, además de consistente con la política que al respecto seguían los
conquistadores para bautizar los lugares descubiertos o fundados. Lo de pequeña Venecia, en cambio, es una tesis peregrina,
surgida de comentarios intrascendentes que Vespucio le escribió a los Médici en la carta que fechó en Sevilla el 18 de julio de
1500. En consecuencia, se debe concluir que el topónimo Venezuela es autóctono y sobre eso no debe haber la menor duda.
La posteridad al fundador Alonso de Ojeda
Los restos de Alonso de Ojeda fueron trasladados a Venezuela en 1982 por iniciativa del Gobierno de Luis Herrera Campins,
misión que le fue encomendada al padre Fernando Campo del Pozo, párroco de Ciudad Ojeda, población fundada por Eleazar
López Contreras en 1939. Al llegar a su destino final fueron colocadas en un cofre y en un acto público por el obispo del Zulia,
monseñor Marco Tulio Ramírez Roa, quien las bendijo con agua del Lago y las depositó en el nicho que a tal efecto había sido
preparado en la Catedral de Ciudad Ojeda(15).

El nombre de Venezuela significa pequeña Venecia, al ser una derivación de Venezziola. Le dio este nombre el cartógrafo
italiano Américo Vespucio en una expedición de exploración española, ya que le recordaron a esta ciudad las chozas nativas
de los indígenas añú, al estar construidas sobre pilares a lo largo de las costas del Lago Maracaibo.
El nombre de Venezuela históricamente se ha atribuido al cartógrafo italiano Américo Vespucio acompañado de Alonso de
Ojeda, en una expedición naval de exploración en 1499 por la costa noroccidental del país (hoy conocido como golfo de
Venezuela).
La tripulación observó las viviendas aborígenes erigidas sobre pilotes de madera que sobresalían del agua construidas por los
indígenas añú. Dichas viviendas, que llevaban el nombre de palafitos, recordaron a Vespucio la ciudad de Venecia en Italia
(“Venezia” en italiano), lo que le inspiró a dar el nombre de Venezziola o Venezuela (Pequeña Venecia) a la región.
Otra versión explica que experimentados marinos, mediante contacto con los nativos, que se encontraban en un caserío,
ubicado en una pequeña isla llamada Veneci-uela, nombre registrado por primera vez en el mapa elaborado por Juan de la
Cosa en 1499, escrito de acuerdo con la fonética.
La autenticidad del mapa fue establecida en 1987 por el Gabinete de Documentación Técnica del Museo del Prado se encuentra
en el Museo Naval de Madrid; es, por tanto, el documento conocido más antiguo del Nuevo Mundo y en él se menciona el
nombre del caserío Veneci-uela, que es el más probable antecedente del nombre de nuestro país; igualmente es mencionada
en el libro Suma Geographia, que escribió Martín Fernández de Enciso en 1502, publicado en 1519, “es el primer impreso
donde se habla del Nuevo Mundo”; en su obra refiere que:
“… Cerca de la tierra está una peña grande (posiblemente la isla de Toas) que es llana y encima está un lugar o casas de indios
que se llama Veneci-uela”. La fecha y originalidad de los mencionados documentos han sido científicamente certificadas por
expertos españoles, con lo que se deja comprobado que el nombre de Venezuela tiene su origen en fonemas del pueblo
paraujano que se comunicaba en idioma añú.
¿Lo sabías? La idea es que cada día conozcas cosas nuevas con Venezuela1811.
La historia oficial está hecha de olvidos, evasiones y no pocas mentiras । Una corriente historicista borró del nombre de
Venezuela los rasgos localistas e impuso una visión abstracta, irreal, fantástica. Fue más fácil pensar en Américo Vespucci y
en la Pequeña Venecia, que en el Bachiller Martín Fernández de Enciso. Para todos, el nombre de Venezuela nació en el Lago
de Maracaibo, pero las versiones difieren: unos afirman, con los cronistas del siglo XVI, que nació de la nostalgia y la
imaginación de Américo Vespucio, otros que viene de una voz indígena, “veneciuela”, y que así apareció en el que a la postre
contendría el primer mapa de Venezuela, el portulano o Carta Universal de Juan de la Cosa.
La versión oficial
La historia que todos conocemos la contó, entre otros, el cosmógrafo-cronista Juan López de Velasco: “Llamóse esta provincia
Venezuela por la similitud que tiene con Venecia una población que está en medio del Lago de Maracaibo, puesta sobre el
agua, encima de una peña llana”. Fray Pedro de Aguado, por su parte, así la refiere: «Y pareciéndoles a los españoles que por
habitar estos indios de este lago en el agua de la forma que he contado eran en alguna manera semejantes a los moradores
de Venecia, pusieron por nombre a la Provincia Venezuela». Todos los que manejan esta versión aseguran que en la expedición
comandada por Alonso de Ojeda venía el florentino Américo Vespucio, el mismo que le dio el nombre al continente entero:
"Encontramos una población –escribió éste- fundada sobre el agua, como Venecia; eran cerca de 44 habitaciones grandes, en
forma de cabañas, sostenidas sobre palos muy gruesos, con sus puertas de entrada a manera de puentes levadizos, y de una
casa se podía ir a todas, pues los puentes levadizos se tendían de casa en casa".
La historia la escriben los vencedores
Esta historia tiene razones para ser la más contada, entre ellas, porque responde a una forma de vernos y de ser vistos europea
o eurocéntrica. Lo dijo claramente Arturo Úslar Pietri: “La Venezuela que poseemos y conocemos comienza por ser una realidad
vista desde fuera”. Además, el nombre y el que nombra son como uno solo. Otra razón proviene directamente del proceso de
conquista y colonia. En efecto, el conquistador nombra y al nombrar posee, por eso cuenta a sus dominados su versión de la
historia, que el dominado confunde por las buenas o las malas con la suya propia y a la que termina por rendir veneración y
proteger con celo. En nuestro país el maestro de escuela repite a veces con candor y sin saberlo a Fray Pedro de Aguado, a
Juan López de Velasco o a Arturo Úslar Pietri, cuando éstos afirman que el país lleva el nombre que le puso un florentino
enamorado de su tierra, sin saber que esa versión justifica el desarraigo, el surgimiento de una identidad nacional equívoca,
semilla de la globalización y el neoliberalismo y caldo de cultivo para una nación donde el expolio será aplaudido. Es la versión
que nos enseñó a mirar con ojos de futuro hacia Europa y hacia el Norte y a nosotros y a lo nuestro con desdén. Sería
“Venezuela” un nombre sin referente cierto, una frase feliz que hasta el mismo Vespucio olvidó, una palabra que despuntó entre
otras como un milagro, una sorpresa, una revelación. Esta es la versión de la Venezuela letrada, la de los intelectuales más
preclaros, los criollos que construyeron un país donde el indio y sobre todo el mestizo aparecen como un accidente genético,
una mezcla confusa que hace detener y echar atrás los avances del progreso.
La otra historia
Jiménez Maggiollo (Maracaibo, 1929) afirma que el único veneciano que venía en la expedición de Ojeda era un oscuro Nicolás
y no el famoso Américo Vespucio. Quien sí venía, y pocos nombran, era el Bachiller Martín Fernández de Enciso, autor de la
“Suma de Geografía”, el primer libro impreso que habla del Nuevo Mundo. Allí cuenta que, del Cabo de San Román, navegando
en el golfo, llegaron a un sitio cerca de tres islotes, y que entraron en otro golfo pequeño y “allí cabo cerca de la tierra está una
peña grande que es llana encima della. Y encima de ella está un lugar o casas de indios que se llama Veneciuela.” Juan de la
Cosa (Santoña, España 1460 h. – Turbaco, América 1510), que iba en la histórica expedición, al apuntar este nombre lo hace
con la “ç” o cedilla que se usa para Curaçao y que nosotros castellanizamos con la zeta. El nombre de nuestro país surgiría
entonces de la conjunción de la ortografía castellana y de un espacio y una voz indígenas. El antropólogo e historiador Emanuele
Amodio (quien reside en Venezuela desde 1987), concluye en su trabajo de investigación “El lago de los sueños. El Lago de
Maracaibo en la cartografía y cronistas tempranos (1499-1540)”, publicado en la Revista de Ciencias Humanas y Sociales en
enero de 2005, que sólo pudo ser en 1502 y no en 1499, como reza la versión oficial, cuando Ojeda navegó por el lago al que
llamó San Bartolomé por extensión del puerto que localizó y nombró en el primer viaje, un 24 de agosto. “De hecho, dice, si en
el primer viaje hubiera llegado por lo menos a la isla de Toas, se hubiera percatado de que el agua se volvía dulce y, por ende,
que se trataba de un lago o de un grande río, como ya había sucedido a Colón en el viaje al delta del Orinoco.” Amodio responde,
además, a una frase del Hermano Nectario María (Hyelzas, Francia 1888 – Caracas 1986) que denota la imprecisión y la
precariedad del onomástico que ahora recordamos: “Visto que el sitio de Veneciuela se hallaba, según la carta de la Cosa,
inmediato a la Barra, apuntamos la particularidad de que probablemente el descubrimiento de Veneciuela y el del Lago de
Maracaibo coincidieron en el mismo día, el 24 de agosto de 1499”. Tiene razón Amodio: ¿sobre un “probablemente” es
responsable sostener y celebrar el resabio de una “fecha histórica”? Otro que desacata la versión oficial es el escritor toense
Alciro Pereira Parra (Las Palmitas, 1941) en su libro “Historia viva del Municipio Almirante Padilla” (2002), en el que sostiene
que no fue Zapara, isla formada por médanos movedizos, la peña grande avistada por la expedición de Ojeda como lo reafirma
el Hno. Nectario María, sino precisamente Isla de Toas, la parte más sobresaliente del Lago y que en lengua paraujana se
nombra “Mi ojo”. De modo que sería esta isla, rica en piedra caliza y arrasada y olvidada como lo fue la Cubagua de las perlas
y durante todo el siglo XX la Costa Oriental del petróleo, la simiente y raíz del nombre de la Patria.
516 años de resistencia indigena
Resulta misterioso, como todo fruto del lenguaje, que entre los nombres haya logrado despuntar “Venezuela”, la voz indígena.
Una versión mestiza queda sugerida: en la palabra “veneciuela” resonó el viejo mundo. No sólo un nombre metonímico producto
de una visión aislada y europea que nombra lo desconocido a partir de lo que conoce, sino una voz nueva (para el idioma de
los conquistadores) que se abrió a los recuerdos de Europa, aunque también, pese a los esfuerzos de los historiadores amantes
de los tiempos de la Colonia, a la memoria que sobrevivió al genocidio, la explotación y el olvido. Como si ya desde el solo
nombre el país portara el signo de la resistencia. Mas de tres siglos de explotacion en isla de toas “La Corona española –nos
cuenta- ordena a los alcaldes ordinarios Gaspar de Parra y Argüello que describan el Lago de Maracaibo. En esa descripción,
ellos dicen que al norte de la laguna está una isla que los nativos llaman To’u (Isla de Toas), donde hay piedra caliza que muy
bien se puede extraer para hacer edificaciones más sólidas y proteger la laguna; eso fue en 1529. Pero vienen finalmente a
explotar los cerros en 1643, para mí la fecha de fundación del Municipio. Entonces ordenan al español Diego Espina hacer
caleras en las riberas de la isla y comenzaron a explotar los cerros, aunque ya se había dado a explotar una parte por orden
del Virreinato de Santa Fe de Bogotá a una familia que se introdujo en Maracaibo, y viendo ellos la necesidad de hacer un
hospital construyeron lo que sería el Hospital Central, al lado construyeron La Ermita de Santa Ana, ese fue el primer pedazo
que le quitaron a los cerros de Isla de Toas. Estoy hablando del año 1608. Luego, donde está hoy el edificio de la Caja de
Ahorro de los Educadores, frente a la plaza Bolívar, estaba el cementerio de niños que también fue hecho con tierra de acá, y
al lado, donde está el restaurante Las Palmas, estaba el cementerio de adultos. Todo eso fue demolido. Con los cerros, en
1610, construyen la Catedral. Antes se había construido la de Cristo de Aranza, que es la más antigua. Pero la verdadera
explotación comenzó en 1643 con Diego Espina cuando empiezan a extraer la piedra para la construcción de las cinco fortalezas
que se levantan en Zapara, para las dos en San Carlos, y para todas esas construcciones de la Colonia que tienen ustedes en
Maracaibo, en los Puertos de Altagracia, en el Sur del Lago, en Gibraltar, en Mérida, en Trujillo, porque las piraguas llevaban
cal y piedra hacia los puertos de La Ceiba y Gibraltar”.
Un símbolo de la destrucción “Yo digo que nosotros tuvimos una maldición, porque los españoles no dejaron aquí ninguna obra
colonial. Lo único fue lo que yo llamo el símbolo de la destrucción: un horno de cal. Todo lo repartieron a otras partes y es lo
mismo que está ocurriendo ahora con las compañías que están explotando la piedra. Todo este producto que ustedes ven allí
en Maracaibo, no solamente de la Colonia, sino también de la época republicana, hoteles como el Granada donde cantó Carlos
Gardel, en todas esas edificaciones que ustedes ven ahí, la construcción es diferente a la actual, y es porque están hechas con
lo que se llama hormigón. ¿Qué es el hormigón? una mezcla de cal, arena y agua. Y entonces esa cal llevada a los puertos de
Maracaibo era más resistente, ese hotel que está ahí en ruinas y que debían recuperar, está viejo pero no agrietado, todas las
construcciones de ahora se agrietan, entonces yo le estoy diciendo a mi esposa, vamos a hacer nuestra casa de hormigón, cal
y arena, como hacían los españoles. Nos dejaron, pues, el símbolo de la destrucción, el horno de cal. Aquí solamente quedan
tres, dos en el caserío Las Palmitas, de 1845, y uno en El Toro, el más antiguo, que data de 1840.”
Venezuela (en francés: Le Venezuela), oficialmente «República Bolivariana de Venezuela» o «República de Venezuela», es un
país ubicado al norte de América del Sur con una superficie aproximada de 916 445 km2. Limita al norte con el mar Caribe y el
océano Atlántico, al oeste con Colombia, al sur con Brasil y al este con Guyana. El idioma oficial es el español, pero durante
décadas Venezuela fue un país que recibió inmigrantes de numerosas nacionalidades, por esto prevalece un importante número
de grupos y descendientes que hablan lenguas como: árabe, italiano, portugués, alemán, inglés y francés; además de
numerosas lenguas indígenas entre las que destacan el wayúu, el pemón, el yanomamo y el warao. Para 2018 se estimaba
una población con más de 30 millones de habitantes, pero también se estima que más de cuatro millones de venezolanos han
emigrado entre 2003 y 2018 (para mayo de 2018 habían 1.607.614 electores registrados en el exterior, de un universo de
20.526.978 millones de electores). La capital es Caracas, sede de los poderes públicos y una de las ciudades más peligrosas
del mundo según la tasa de homicidios.
--Fuente: http://www.lhistoria.com/venezuela
El nombre de Venezuela proviene de Veneciuela, un caserío indígena del pueblo añú visitado por los españoles durante el
primer viaje de Alonso de Ojeda en 1499. Habría sido también el nombre dado a la región por los indígenas del caserío, y así
quedó registrado en 1500 en el mapamundi que el cartógrafo Juan de la Cosa realizó durante el viaje de Ojeda, donde se
nombra como «Veneciuela» a la zona que corresponde al actual Golfo de Venezuela. Este mapamundi contiene la
representación gráfica del continente americano más antigua que se conoce. Más tarde, en 1519 el geógrafo español Martín
Fernández de Enciso publica Suma de Geographia con autorización del rey Carlos I, la primera obra escrita en contener una
descripción sistemática del Nuevo Mundo. Enciso, quien había viajado al nuevo mundo entre 1502 y 1510 junto a Juan de La
Cosa y Alonso de Ojeda, describió el caserío de indios con el nombre Veneciuela así como al «Golfo de Veneciuela». Esta obra
se convertiría en referencia para la corona española, que en 1528 emite la real cédula que declara constituida la “Provincia de
Venezuela”. En 1595 el prelado italiano Giovanni Bottero publica su obra Relaciones Universales del Mundo donde describe
que «En el golfo de Venezuela hay una población de indios con ese nombre edificada en un peñasco essempto y relevado que
se muestra sobre las aguas». En 1629 el sacerdote español Antonio Vázquez de Espinosa describe en Compendio y descripción
de las Indias Occidentales: «Venezuela en la lengua natural de aquella tierra quiere decir agua grande, por la gran laguna de
Maracaibo que tiene en su distrito, como quien dice, la Provincia de la grande laguna…».
--Fuente: http://www.lhistoria.com/venezuela
En Europa se populariza más tarde la versión en la que el nombre de Venezuela habría sido dado por Alonso de Ojeda al haber
observado viviendas indígenas construidas sobre el agua que recordaban a la ciudad de Venecia (Italia), y por eso la habría
llamado «Venezziola» o «Pequeña Venecia». Pero de esto no hay evidencia. Existe una carta del navegante Américo Vespucio
(quien acompañó a Ojeda y de la Cosa) dirigida al aristócrata Piero de Médici en la que describe que al penetrar en lo que es
actualmente el Lago de Maracaibo encontraron «una población fundada sobre el agua, como Venecia», pero no consta que
esta noción haya sido empleada en la toponimia de la región, como si existe evidencia escrita del caserío indio de Veneciuela
y el uso de este nombre en el mapa de Juan de la Cosa. Incluso, en la misma carta Vespucio indica que bautizaron a la región
como «San Bartolomé» debido a que ese día, el 24 de agosto de 1499, era día de San Bartolomé. Pero en las expediciones
españolas como la de Alonso de Ojeda por regla general se empleaban los nombres de las regiones dados por sus pobladores,
los adaptaban a la fonética española y eran así estampados en un mapa para posterior referencia; fue así como se originaron
muchos nombres que persisten en la actualidad: Mar Caribe, Caracas, Barquisimeto, Coquivacoa, La Guaira, así como
Venezuela.
--Fuente: http://www.lhistoria.com/venezuela
ORIGEN DEL NOMBRE DE VENEZUELA
Con la llegada de Alonso de Ojeda y Juan de la Cosa el 24 de Agosto de 1499 a la gran peña insular que según Martín
Fernández de Enciso (escribano que acompañó a Ojeda en su expedición), en el sumario de su geografía los nativos la llamaban
Veneciuela.
Esta afirmación en el mundo de hoy es una verdad comprobada documentalmente, rompiendo así con el mito de Américo
Vespucio quien mantuvo al mundo por muchos años confundido y engañado. Vespucio dice que el lugar se le parecía a la
ciudad italiana, edificada en un grupo de islas de las lagunas del Adriático, llamada Venecia por estar sus casas dentro del
agua y a ese lugar le dio el nombre diminutivo de la ciudad italiana llamándola Venezuela o Venecia Pequeña, pero Enciso da
a entender en su escritura sobre la peña así: "encima de ella está un lugar o casas de indios dentro del agua por estacas que
se llama Veneciuela". Analizando esto se ve que los expedicionarios oyeron ese nombre de los nativos, de aquí deducimos que
el nombre es originario e indígena.
Este lugar para el hermano Nectario María es la isla de Zapara, otro engaño más para la historia es esta aseveración.
No por ser toense difiero en esto con el hermano Nectario María con respecto al lugar que fuera la pila bautismal del nombre
de nuestra Patria Venezuela, y lo hago con toda la diferencia y respeto como educador de escuela pueblerina, quien por largos
años he venido cumpliendo con un reto trazado, en saber dónde nací.
En esta breve exposición doy a conocer a los lectores las siguientes razones y motivos de mi controversia con el autor de la
obra "Descubrimiento del Lago de Maracaibo". En el diccionario Pequeño Larousse se lee: peña es una piedra grande, roca,
monte peñascoso; y la única peña grande establecida en el Lago de Maracaibo es Isla de Toas, porque Zapara desde su
formación geográfica siempre ha sido una isla de médanos movedizos como lo demuestran los constructores de las cinco
fortificaciones realizadas en ella. Otra versión nos da el mapa presentado en 1526 por el cosmógrafo Alonso de Chávez, en
ese dibujo aparece Isla de Toas como la única parte insular existente en la entrada del Coquivacoa. Y para seguir aclarando el
tema, los Alcaldes Ordinarios de Maracaibo Rodrigo de Argüelles y Gaspar de Párraga en la descripción que hacen de la laguna
de la Nueva Zamora de Maracaibo en 1579 dicen: "A la boca de esta laguna hay una isla que parte de la laguna en dos bocas,
que de la una banda gote la laguna en ella y en la otra a la mar salada: esa isla se llama Toú; no se alcanza porque es una isla
alta, en el medio es llana, en ella hay caliza".
Con esta explicación más con el mapa de Juan de la Cosa que escribió Venezuela, se palpa que era designación indígena
aquella población encontrada en la entrada del Lago. De aquí deduzco que tanto el lugar que le diera el nombre a nuestra patria
Venezuela y sitio nativo de la india Isabel es la gran peña insular de la Isla de Toas hoy capital del municipio Almirante Padilla,
estos sucesos vienen a ser la partida de nacimiento de estos pueblos que se mantuvo olvidada por centuria de años.
Tomado de: Historia viva del Municipio Almirante Padilla
Autor: Alciro Pereira Parra
VIDA Y MUERTE DE NIGALE
Las tribus Zapara y Toas tuvieron como jefe al cacique Nigale. Este indio al darse cuenta de los acontecimientos de Toú, se
puso en comunicación con otras tribus y le declaró una gran guerra a la ciudad dándole muerte a mucha gente.
El cacique Nigale según ciertas crónicas pudo haber nacido en la Isla de Zapara entre los años 1550 a 1551. Esto se deduce
del mismo Alonso Pacheco cuando dice en 1571, "mi paje el indiecito Nigale tendría unos 20 años pero muy audaz, astuto,
arrogante, intrépido, valiente y bienquerido".
Nigale era el gran cacique de los Zapara y Toas. Tenía la residencia y el comando de su gobierno en la isla que lleva el nombre
de su gentilicio. Desde aquí dominaba con sus valientes guerreros toda la región lacustre, con los que atacaba las fundaciones
españolas y las tribus rebeldes. Más de una vez Maracaibo que ya había dejado de ser poblado indígena para tomar categoría
de fundación española, sufriendo los fulminantes asaltos y ataques de la indiada de Nigale.
FUNDACIÓN DE ISLA DE TOAS
A la muerte del cacique Nigale en 1607, por Juan Pacheco Maldonado, los indios Toas y Zapara quedan sin ningún conductor
del coraje y valentía de Nigale, causando un desequilibrio en las tribus obligándolas a entregarse a la pacificación deseada
para la corona española y por los violentos embates cometidos por los indios en la entrada de la laguna impidiendo la
navegación por esas aguas, temiéndose por los constantes saqueos de los piratas, que hacían estragos en la regiones
visitadas, significando un fracaso en el desarrollo urbano y económico en la ciudad de Maracaibo.
Esto vino a ser el comienzo de una larga espera de la corona para dar las órdenes de proceder a fundar esos pueblos; y es
después de setenta y nueve años del informe de Rodrigo de Argüelles y Gaspar de Párraga y de treinta y seis años de la muerte
del cacique lacustre, cuando Don Martín de Saavedra y Guzmán concibió la necesidad de fortificar la barra, y el 10 de abril de
1643 remitió al rey "tres plantas de fortificaciones". El rey por Real Cédula del 17 de junio de 1643, encargó el proyecto de
fortificación a gobernadores y capitanes generales de Mérida y Venezuela quienes ordenan al Capitán Diego Espina apoderarse
de Toú.
Al llegar el Capitán Diego Espina a Toú procedió inmediatamente a construir en el sitio de Carrizal una ranchería de palafitos.
Los indios de las encomiendas de la región insular fueron agrupándose junto a la ranchería donde establecieron sus rústicas
viviendas de enea, palma y madera de mangle.
La ranchería de palafitos edificada por Diego Espina puede y debe considerarse como el acto de fundación de la isla.
La fundación de la Isla de Toas va a constituir un suceso trascendental e imprescindible para la Corona española, porque va a
configurar para la historia como la primera fuente mineral explotada en territorio zuliano y le va a dar vida y seguridad a las
poblaciones
Con la explotación de las minas de caliza no se produjo ningún desarrollo industrial ni de construcción urbana en las islas, tan
solo se explotaban los cerros y la madera de mangle para llevárselos, bien sea en forma natural o en forma de cal a otros
lugares para ser utilizados en la fabricación de fortalezas, templos, hospicios, calles, y casas más resistentes a los pobladores
de las villas lacustre, Coro, Mérida, Trujillo y otras ciudades y pueblos. Esto queda demostrada en las obras coloniales
localizadas en Maracaibo y pueblos y por documentos dejados por mandatarios de la época; pero si hacemos un recorrido por
la isla de Toas, sólo vemos ruinas de caleras, ruinas que sirven de ejemplo a la destrucción del medio ambiente de esta
devastada isla. No se observa en toda la geografía de esta isla ninguna obra colonial de importancia histórica.
Desde ese largo y angustiado período de calvario han pasado trescientos cincuenta y siete años explotando los cerros de la
Isla de Toas y todavía luce esbelta y tranquila durmiendo como un dromedario con muchas gibas en las aguas del Lago, pero
con sed y hambre como están sus habitantes. Pero sí, se ve dispersa en otras ciudades y pueblos representada en hermosos
y altos edificios, anchas y buenas calles y plazas, paseos, parques, quintas lujosas y centenares de hombres y mujeres
ricachones, gozando de grandes opulencias y comodidades producto de las gibas de este indefenso herbívoro. Así son las
cosas del pasado y las de hoy.
FUNDACIÓN DE LAS ISLAS DE SAN CARLOS Y ZAPARA
De las investigaciones realizadas sobre la fundación de la Isla de San Carlos, no tenemos informaciones precisas de la fecha
y de sus fundadores. Pensamos que por los acontecimientos históricos emprendidos por la corona española en contesta al
informe de Rodrigo de Argüelles de 1564, donde indica la no existencia de fortalezas en el área de la laguna y en un dibujo
emitido, señalan los sitios donde se debe fortificar, marcándose la punta este de la isla de San Carlos y la del oeste de Zapara.
En la actualidad está reflejado en estas dos islas el ordenamiento del monarca de construir fortines en esos puntos como lo
demuestra el Castillo de San Carlos y el de Santa Rosa de Zapara, obras preceptuadas por el gobierno provincial de Mérida y
el Virreinato de Santa Fe de Bogotá, cuya idea fundamental era explotar los cerros de la Isla de Toas para ejecutar esas
fortificaciones. De aquí podemos juzgar el acto de la fundación de la Isla de San Carlos, actual capital de la parroquia Monagas
del municipio Almirante Padilla; ha debido ser fundada en el mismo año que Isla de Toas (1643 ó 1644), y su fundador por
estos sucesos expuestos ha definido ser el Capitán español Diego Espina, quien ha debido tomar el mapa trazado por los
alcaldes ordinarios Rodrigo de Argüelles y Gaspar de Párraga en busca de los puntos señalados en la parte más angosta de
la entrada de la laguna y es cuando toma posesión de ella para hacer los preparativos ordenados.
En la fundación de San Carlos no podemos tomar la fecha de la cuarta porque esta misión evangelizadora se ejercía en la
Capilla del Castillo. Pero sí sabemos que San Carlos en 1679 fue bautizado con el nombre de San Carlos de Madureyra, así
denominado en honor al Rey Carlos III y al gobernador de la Provincia de Maracaibo Jorge de Madureyra Ferreyra. También
es conocido que por decreto del Ejecutivo del Estado Zulia de fecha 27 de diciembre de 1863 fue erigido como parroquia del
distrito Mara junto con San Rafael y Sinamaica.
Se percata en el hilo histórico de la isla que su primer gobernarte fue don Francisco Sánchez Fuster del Real, con el grado de
Sargento Mayor en 1682. Resumiendo, ninguno de estos hechos se puede tomar como fechas de su fundación.
Pero sería bueno informar sobre el territorio de esta isla donde por largos años pertenecía a manos privadas por carecer de
ejidos, hasta ser adquirida por la nación venezolana en documento protocolizado en la Oficina Subalterna de Registro del distrito
Mara el 9 de julio de 1943, bajo el Nº 3, protocolo primero.
De la isla de Zapara sólo tenemos conocimientos de haber sido el lugar donde los españoles empezaron sus fortificaciones y
sitio de Venezuela donde se construyeron más castillos y fuertes. No se consigue nada sobre su fundación. Localizamos en
1763, un dueño absoluto de la isla llamado Juan Francisco Sulbarán; esto se ha tomado como partida de su fundación y su
fundador.
PIRATAS, FILIBUSTEROS Y CORSARIOS. FORTALEZA EN EL MUNICIPIO ALMIRANTE PADILLA.
Se ha podido determinar que en Venezuela se construyeron más fortificaciones que en México y Perú juntos.
Los españoles construyeron estas fortificaciones tomando en cuenta los lugares estratégicos que le sirvieron para defender
los puertos, las rutas, lugares costeros y puntos importantes para defenderse de ataques enemigos de ingleses, holandeses,
franceses, portugueses, indios, negros, contrabandistas y otros aventureros, quienes se enfrascaron en luchas feroces, unas
veces como aliados y otras como enemigos, acciones estas para defender, saquear, maltratar, asesinar y principalmente
conquistar tierras para disputarle a España la posesión de los dominios americanos. En el año 1635 fue nombrado gobernador
de Nueva Zamora de Maracaibo, por orden real de Felipe IV, el Capitán Pedro Méndez Carrasco, y es justamente durante este
gobierno cuando se inició en el área lacustre la época de la piratería que terminó en 1679 con la entrada al lago del pirata
Francisco Grammont.
La piratería nace y se forma con los soldados y marinos de aquellas naciones que no habían estado en guerra, gente ésta no
pacífica que se dedicaron por su cuenta al asalto y el abordaje de las flotas españolas, de donde obtenían botines fabulosos
de muchas ganancias.
Los filibusteros, era el nombre que se le dio a los corsarios holandeses y franceses de los mares americanos en los siglos XVII
y XVIII.
Los corsarios, nombre que recibieron en América los piratas que recibían de los gobiernos enemigos de España despacho real,
a quienes les daban privilegio para cometer robos, asaltos, crímenes, saqueos, incendios a buques españoles y a poblaciones
costeras en los territorios españoles de América.
Entre los piratas, filibusteros, bucaneros y corsarios que pasaron por el canal de la barra del Lago y se enfrentaron a los
españoles e indios en la región insular hoy municipio Almirante Padilla, se pueden mencionar por orden de llegada: El pirata
inglés Enrique Gerardo, quien surcó esta agua en Agosto de 1641; el corsario inglés William Jackson, lo hizo el 23 de Diciembre
de 1642; el Pirata francés Julián Lanforte 1643, el filibustero Marategui el 14 de Julio de 1666, el pirata Francisco Dániel Náu.
El Olonés de origen francés año 1665; el filibustero Francisco Náu por segunda vez en 1.667, Miguel El Vasco 1667, Henry
Morgan, pirata inglés, entró en febrero de 1669, el pirata Francisco Grammont entró entre los meses de Junio a Diciembre de
1679.
Lo primeros acontecimientos realizados por los piratas en la región lacustre fueron hechos vandálicos y crueles como saqueos,
robo, asesinatos, incendios, raptos y violaciones a mujeres, actos cometido, debido a la situación indefensa en que se
encontraba todo este territorio lacustre. En el año de 1642, las autoridades españolas establecidas en este territorio empezaron
a estudiar las posibilidades necesarias para construir trincheras y fortalezas con las cuales se pudiera defender de los ataques
de los piratas, y para esto enviaron a las autoridades de Santa Fe de Bogotá, de cuyo gobierno dependía esta población, un
proyecto de una fortificación. Este proyecto no fue aprobado por el Virrey de Nueva Granada, por lo que el teniente de gobierno,
Capitán Francisco Martínez, quien había tomado posesión de la gobernación el 22 de Noviembre de 1642, como nada podía
hacer para la defensa a favor de la tierra lacustre, ordenó construir en el lugar más estratégico e importante a la entrada del
lago unos gaviones y trincheras de tierra con seis cañones cada una. Estas rústicas y pobres defensas se construyeron entre
los años 1644-1645 en la punta occidental de la isla de Zapara, porque el canal de mayor profundidad pasaba casi rozando esa
isla.
En Enero de 1649 se posesionó del gobierno el Capitán Juan Bravo de Acuña. En este año se estaba adelantando un programa
de construcciones de fortines en la entrada de la Boca del Lago, dándole así cumplimiento a un mandato de una Real Cédula
expedida por Felipe IV, Monarca éste deseoso de ver protegido de los ataques de los piratas a las ciudades de Maracaibo y
Gibraltar. En 1656 fue nombrado para gobernar el Capitán Don Andrés de Vera Moscoso, quien vino de Santo Domingo
directamente a gobernar en Maracaibo, posesionándose en Julio de 1656 e inmediatamente dictó providencia para iniciar
trabajos en la construcción de algunas fortalezas en la boca del lago y otros lugares de esta tierra. Con esto se ve como en los
años subsiguientes ya en la entrada del lago habían desaparecido aquellas rústicas defensa de tierra que habían sido
reemplazadas por fortalezas más sólidas construidas con piedra y cal traídas de la Isla de Toas.
Según la historia el primer fuerte constituido en estas islas fue uno en la isla de Zapara los años 1657-1659, fortaleza destruida
y desaparecida por la erosión de las olas, las corrientes marítimas y los desplazamientos de la isla por estar formada de dunas
en su totalidad, los planos de este fortín fueron elaborados por el ingeniero Francisco Fiscardo por cuenta del obispo González
de Acuña, quien se había comprometido a sufragar el costo de la obra.
Posterior a éste, se construyó el Castillo de la Barra Grande en la Isla de Carlos, asolado y destruido por el pirata Grammont
en 1679, lo que nos indica que éste estaría construido por los años 1664-1665. Este castillo en su mayoría era de tablones
pintados de cal para prevenirlo del comején.
Seis años después de la construcción del fuerte de Zapara, en 1665 el pirata francés Dániel Náu, el Olonés, con la cual se abre
el campo de una serie de actos similares. Este pirata fue visto, desde la fortaleza de Zapara, desde donde le lanzaron
cañonazos. El combate fue rudo, pero como los piratas eran más diestros y audaces que los españoles, aquellos fueron
vencidos y los aventureros entraron degollada una parte de la guarnición, otra cayó prisionera y el Olonés después de esta
masacre se dirige a Maracaibo y Gibraltar, para cometer actos de vandalismo, y llevándose consigo un pesetas en monedas
de oro y plata (maravedí). En el año 1667 lo hizo el pirata Miguel El Vasco. Reparado el fortín en 1669 nuevamente vuelve a
ser destruido por el pirata inglés Henry Morgan, quien entró al lago a despecho de la resistencia y valerosa defensa de la
fortaleza de Zapara. Entra a Maracaibo y localidades ribereñas donde atropella, cometiendo muchas atrocidades.
La historia y la realidad palpable nos muestra que en las islas que forman este municipio se construyeron en la época colonial
las siguientes fortalezas: 1) El castillo de Zapara que duró pocos años; 2) El castillo de Barra Grande en la isla de San Carlos
destruido en 1679; 3) El castillo de San Carlos de Madureyra; 4) El fuerte de Santa Rosa, también conocido como Torreón; 5)
El castillo Señora del Carmen en la isla de Zapara; 6) La Torre del santo cristo de Barbosa en el islote de Barbosa (éste se
encuentra bajo el fondo de las aguas del golfo cerca de la isla de Zapara por la parte Fuerte o Batería de Paijana en la isla de
San Carlos).
Estas son las verdaderas razones de tener nuestro país más fortificaciones, y por la posición geográfica en el Mar Caribe. Tal
explica la mayoría de edificaciones. Desde el Zulia hasta Guayana hubo, entre castillos, fuertes, fortines, baterías, reductos y
gaviones alrededor de sesenta.
Por la posición geográfica del Zulia y por los motivos anteriores, en este estado se construyeron más fortificaciones en
Venezuela. Y es precisamente en la parte correspondiente al municipio Almirante Padilla, por estar ubicado en toda la entrada
del lago de Maracaibo, donde se construyeron a principio del siglo XVI gaviones, trincheras y siete fortalezas, por ser estas
islas las únicas en tener la posibilidad de controlar e impedir la entrada de barcos enemigos del Lago.
NOMBRE INDIGENA DE AMERICA

Es fácil entender que muchos de los que nacimos en este territorio bautizado por los colonizadores como América, somos de
ascendencia europea, pero tal irreversible hecho, no nos impide luchar por la verdadera identidad de nuestro continente y
recuperar entre otras cosas su verdadero nombre original con el que los indígenas acordaron llamarlo antes de la llegada de
Colon: ABYA-YALA

Según el Centro Cultural ABYA-YALA con sede en Quito, Ecuador, este es el término con que los Cuna (Panamá) denominan
al continente americano en su totalidad. La elección de este nombre (que significa TIERRA EN PLENA MADUREZ) fue sugerida
por el líder aymara Takir Mamani, quien propone que todos los indígenas lo utilicen en sus documentos y declaraciones orales.
América

AMÉRICA y no 'Colombia'
El Nuevo Mundo o continente americano debería haber llevado el nombre de Colombia, en honor a Cristóbal Colón, su
descubridor. Pero Colón nunca creyó haber descubierto un nuevo continente. Fue Américo Vespucio el que puso en circulación
en Europa la idea de que las tierras descubiertas eran un Nuevo Mundo (Mundus Novus), cosa que la mayoría de los
navegantes españoles o ya sabían o intuían.
Américo Vespucio o Américo Vespucio (1454-1512), navegante y descubridor italiano, llegó a España en 1492 para representar
los intereses comerciales de los Medici en Sevilla. En 1496, Vespucio decidió dedicarse a la navegación. Entre 1499 y 1502
realizó varios viajes a América que relató en cinco cartas dirigidas a distintos destinatarios. Parece que se embarcó en Cádiz
en 1499 en la flota de Alonso de Ojeda y Juan de la Cosa. Siguiendo la ruta del tercer viaje de Cristóbal Colón, recorrió la costa
norte de Sudamérica y llegó hasta el cabo de la Vela (Venezuela). En 1501 partió nuevamente al Nuevo Mundo en la expedición
que dirigía el portugués Gonzalo Coelho. Salió de Lisboa, tras pasar por Cabo Verde, llegó a Brasil y, bordeando la costa, arribó
a la Patagonia, comprobando así que las tierras descubiertas no eran una prolongación de la península asiática, sino un nuevo
continente. Este viaje fue narrado por Vespucio en una carta que dirigió a Lorenzo di Pier Francesco de Medici, editada en
París en 1502 con el título de Mundus Novus.
Cualquier navegante experimentado de entonces sabía ya que las tierras descubiertas por Colón eran un Nuevo Mundo y no
las Indias, como creía el almirante genovés. Pero la noticia del descubrimiento de un nuevo continente se difundió por las cortes
europeas gracias a las cartas de Vespucio. Éstas cayeron en manos del cosmógrafo alemán Martin Waldseemüller, que, en la
abadía de Saint Dié en Lorena (Francia), estaba preparando su Cosmographiae introductio, una introducción a la versión latina
de la Geografía de Claudio Tolomeo. El tratado se refería al relato de los viajes del navegante italiano Américo Vespucio, y
proponía aplicar el nombre de América a las tierras que se acababan de explorar: «Hoy día, estas partes del mundo (Europa,
África y Asia) han sido más cabalmente conocidas, y otra cuarta parte ha venido a ser descubierta por Américo Vespucio; por
lo cual no veo qué justa razón impide que se llame América, de su descubridor Américo, hombre de sagaz ingenio, bien así
como Europa y Asia han tomado de mujeres sus nombres.»
El nombre de “América” se acabó adoptando por los españoles, pues era un nombre breve y sonoro. El verdadero descubridor
de América, Cristóbal Colón, murió creyendo que había llegado a las Indias Orientales.
Cuando hoy hablamos de Hispanoamérica nos referimos a todos los países americanos de habla española. Bajo Iberoamérica
comprendemos los países de habla española y portuguesa (Brasil). Latinoamérica comprendería a todos los países en los que
se habla una lengua latina: español, portugués, francés, italiano.
El peruano Haya de la Torre, fundador de la Alianza Popular Revolucionarioa Americana (APRA) da la siguiente explicación
político-ideológica de las diferencias formas como se ha designado a Latinoamérica:

A uno le enseñan en la escuela que la palabra Venezuela es un diminutivo cariñoso que le dio Américo Vespucio a esta parte
del nuevo continente al recordar las similitudes del Lago de Maracaibo con la ciudad italiana de Venecia. Pero eso es mentira.
Sí, mentira. Lo único que escribió Vespucio al respecto fue una carta que le envió a su mecenas Lorenzo de Medici en la que
dice que vio viviendas “construidas con mucho arte sobre el mar, como en Venecia”. Lo demás son suposiciones que surgieron
de la falta de datos. El florentino nunca habló de una pequeña Venecia, se refirió a una “grandísima popolazione”.
En cambio, el español Martín Fernández Enciso, en su libro “Suma geográfica que trata de todas las partes y provincias del
mundo, en especial de las Indias”, que data de 1519, escribió: “… y al cabo de la cerca de la tierra está una peña grande que
es llana y encima de ella está un lugar o casas de indios que se llama Veneçiuela”.
Años antes, en 1500, Juan de la Cosa había escrito en su mapamundi que esa parte del nuevo mundo se llamaba de la misma
forma: “Veneçiuela”.
Por último, la prueba más trascendente es la que ofreció el sacerdote español Antonio Vázquez de Espinoza, quien viajó por
casi todo el nuevo mundo para escribir su “Compendio y descripción de las Indias Occidentales” en 1629. En ese libro dice
textualmente: “En la lengua natural de aquella tierra, Venezuela quiere decir “agua grande”, (eso) por la gran laguna de
Maracaibo que tiene en su distrito, como quien dice, la Provincia de la grande Laguna…”
Pero no crea que su maestra de primaria le engañó. Ella también estaba engañada. Es que las mentiras pasan de generación
en generación con más fuerza que las verdades.

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