Génesis Del Derecho
Génesis Del Derecho
Génesis Del Derecho
Siguiendo >;•. tesis spenceriana, hoy lugar común de Todos los au-
tores, podemos as: gttrar que el Derecho estuvo primarian:.cnte con-
fundido con el resto de las disciplinas científicas y ético-relig:osas ..
En una etapa posterior, imposible de precisar con exactitud, d De-
recho se constituyó independientemenL diferenciando sus caractcr.e$
peculiares dentro del agregado ~-D~ial.
Es labor muy compleja el rennir:.a:· v olijamente cómo ha ido·
;1travensanJo el Derecho sus divers<:s etapas de diferenciación; y e~·
tanto más úrdua cuanto qtte ni la Historia ni la c;eografía Social han
podid.o, hasta hoy, eL terminar la embriogenia de las institucione~
humanas.
Con todo, basados en las investigaciones sociológicas practicadas
en los pueblos ele más atras<Hla cultura-rezagos del tiempo que hoy
nos sirven como testimonio vi\·os-y con el auxilio ck las ciencias
históricas que han buceado algc; en la noche milenaria del pasado,
podemos intentar un ligero trazo del orig. n y proceso del Derecho.
Pero antes debemos sentar como hase elemental la afirmación de
que el Derecho no ha sido condicionado por la influé ncia de agentes
exteriores únicamente, sino por la evolnción natural ele sus propios
principios. Esto aparte de que, en última instancÍ;>., no existe una
disciplina ni un arte enteramente independiente ele todos los demás.
El espíritu :humano se manifiesta entremezclando el Derecho. la Re··
ligión, la Moral y el /\rte. Y en su más íntimo sér, todos están u-ni-
dos por tm vínculo no r.or sutil menos evidente.
La idea del Derecho nace cuando el desarrollo síquico se halla
bastante adelantado: nace ele la vida ;·.ocial _v es determinada por los
sentimientos que persiguen el bienestar del individuo, armonizando con
el ele la sociedad. El desenvovimi'.:nto ele la concepción matriz del
Derecho supone un proceso paralelo del indiviclu.o y de Ja sociedad.
En f uncÍÓ.q ele esta últim<J. se disting·uen t:-es clases de sentimientos~
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sus usos según la vida que observaron sns antepasados. Segur~ men-
te ha sido la costumbre la que ha impuesto las primeras normas de
conducta y de gobi~rho al grupo social indiferenciado y rebelde.
Ventiendo la anarquía consiguiente al juego irrestricto de los instin"
tos eg'Oistas o puramente individuales, la costmnbre, por simple gra-
vitación hacia el pasado, fué reglando los actos individuales y co-
lecticios.
Debi6 su formzción la costumbre a dos fuerzás sicológica·s de
gran arraigo en la conciencia de los hombres: el hábito y la imita-
ción. Al hábito, que no es sino la cómoda tendencia de seguir el
-camino trillado, y ·a la imitación, basad~ en la sugestión inconciente
de una incliviclualidad más poderosa, debió sus primeras leyes la so-
ciedad.
Si tan grande es en la z ctualiclad el poder ele estas dos fuer-
zas sicológicas, cuál no sería su dominio sobj-e los hombres primiti-
vos ambientados por un mundo cuyos secretos ignoraban. El hecho
·que se repite uniforme y constantemente constituye ur,a costumbre cu-
ya fuerza radica en la ~-. utoridacl del preced·ente. Hoy mismo, la
fuerza del antecedente es una realidad innegable en la vida jurídica
de las sociedades.
Además, la costumbre que se repite clurznte varias generacio-
nes, robttstece su autoridad a medida que se aleja de su origen,
·¡n:es los hombres, conforme transcurre el tiempo, van vinculando a
ella una serie de creencias supersticiosas. El salvaJe o el bárbao
t;e imaginan al espíritu del mu(;[to con las mismas cualidades que tu-
vo el vivo pero en un grado más temible. Figúrz.selo vagando por la
aldea o por la selva, agitando o aplacando la tempestad, atrayendo o es ..
pantado la e; za, desatando la lluvia fecundante v causando males a sus
enemigos o a sus descendientes innovadores.
Así, el re~1pcto supersticioso por el pas::tdo y el temor a los
muertos van rodeando a la costumbre de mayores caracteres ele m-
t:mgibiliclad. El atavismo costumbrista, lle vz e! o a su máxima imper-
turbabilidad, ha creado estados como la China, cuya organización
constituye una evidente traición a las leyes del tiempo.
Una de las formas más elentcntaies de la justicia primitiva fué
lv venganza que se cumplía rigwrosamente con extensión a todos
los familiares, td como subsiste actualmente en Córcega o Albania.
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ro. Por eso, la fórmula exc-.cta ele una verdadera justicia es el tér-
mino ele fraterniclacl.
De este principio de igualclael que sustentó la Filosofía del De-
recho se desprende el de la igualdad ante la ley; las leyes, cualquiera
t¡ue sea su cont•eniclo e indiferentemente de lc_s personas o intereses
que afecten, aplicarse sin contemplación. Hase he k fué el primero en
afirmar que, tanto como la aplicación del derecho por igual, precisaba
una prohibición ele la desigm:.lclacl jurídica material. N awiasky, ma ·
nifiesta que la norma ele igualdad no se agota con la aplicación uni-
forme de la ley, sino que afecta directamente al legislc-.elor prohibién-
dole la concesión de privilegios, y el propio Duguit califica de incons-
titucional toda ley que contraríe el principio igualitario.
Analizado :el origen ele las formas del Derecho, pasemos a es-
tudiar el de su contenido social. Durante su primera y más larga e-
tapa, estuvo ligado el Derecho con la Religión, la Moral y la Litur-
gic.. Aquella fase que Vico llama divina ha sido común a todos los
pueblos. Durante ella se reputaba divino el origen el el Derecho y la
casta sacerdotal ponía especial cuiclaclo en la conservación ele este ca-
rácter sagrado que he_ cía inviolabie sus disposiciones.
Así los inclúes llamaron "Dharma" al Derecho, y los griegos
calificaron ele "temistas"., es decir, inspiradas por la diosa Temis, a
las sentencias de sus m~ gistrados. Los primeros códigos contenían
no.rmas religiosas y prescripciones rituales. N o observar la norma j u-
rica equivalía a un sacrilegio. Luego, en una etapa superior ele cultu-
ra, el Derecho se va, gradualmente, separando 'de la Religión. Gre·
cia y Roma acentúan la separación que ya habían iniciado los chinos
y los caldeo-asirios.
Con todo, la confusión ele Religión y Derecho subsiste durante
la Eclc_d Media, con sus juicios ele Dios y sus ordalías; se considera
deber primordial 'del Estado el atender a la defensa de la fé y se
execra el más infame ele los delitos el de la heregía.
En la Edad Moderna reaparece el espíritu cristi2.no, que ~es a-
firmación íntima de la personalidad, y el Renacimiento y la Reforma
exaltan desmedidamente al indivi'cluo. Etapa esta singularmente fe-
cunda para la humanidad; en ella se extrema la tensión vital hasta
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el punto de rev1v1r el pagr.nismo egoista. El hombre abandona a·
bandona apresuradamente el gremio y la comuna que ln vinculaban al
pasado, proyectándolo hacia el Porvenir, y rinde culto apasionado a
la vida dentro de un nacionalismo exacerbado.
Es entonces que se realiza la separación del Derecho y la Re-
ligión. Concedida a cada individuo la libertad de profesar las creen-
cias que tenga por conveniente, el Derecho no vé en los coasociados
otros tantos creyentes., sino tr.n sólo ciudadanos. En adelante, tendrá
el Derecho un contenido eminentemente externo, respetando el campo
íntimo de las conciencias.
Hoy día el Derecho está basado en la solidaridad o interdepen-
dencia social, y las nuevas doctrinas extremas declc:ran caduca la té-
sis liberal y nulos los derechos del individuo frente al Estado.
El Corporativismo fascista, la dictaura bolchevique y el Nazismo
hitlerista proclaman enérgicamente la tésis de un Estado absorvente
frente al cual individuo no vale sino en la medida que es productor.
En la Scala de Milán, Mussolini exhibió la partida de defunción de
la vieja democracia; Hitler la hc:ce responsable de la ruina al:emana,
y el pueblo del Volga, sufre la dictadura comunista que tiende a la
trituración del hombre por la maquinaria de un Estado omnipotente
Atraviesa hoy el Derecho una etapa de transición que correspon-
de a la incoherencia sepiritual del mundo contemporáneo; muy difí-
cil sería, pues, augurar cuál sea .su próxima etapa. Haciendo un alto
en la encrucijada, sólo hemos pretendido studiar algo ue su pasado.
Y este estudio nos permite esperar aquella aurora jubilosa de la jus-
ticia, que se <.nuncia siempre sin arribar jamás íntegra a la Historia~