Charlas para Novios
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1. Transcribir las siguientes citas y anotar lo que entiendes de cada una de ellas:
1.1 Génesis 1, 26-27
Creación del Hombre y de la Mujer
26 Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y
señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo
animal que se arrastra sobre la tierra.
Interpretación: Que el hombre y mujer (por su naturaleza biológica y cognitiva), puedan tener la
capacidad de utilizar y transformar su entorno de manera positiva (cumpliendo las enseñanzas y
ejemplos en la Santa Biblia).
27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.
Interpretación: Que tanto el hombre y la mujer han sido creados a la imagen de Dios, y siendo
nosotros una imagen, debemos tener la capacidad de poder reflejarnos en el creador, de acuerdo
a sus palabras ya dispuestas en la Santa Biblia.
2. Responder:
2.1 ¿Por qué te quieres casar por la Iglesia?
Respuesta: Seguir y cumplir con las normas de nuestra fe y nuestra santa iglesia.
2.2 ¿Por qué es importante primero conocerse para poder luego conocer al otro?
Repuesta: Si no te puedes conocer tú mismo, nuestras en capacidad de conocer a otras personas.
2.3 ¿Por qué somos iguales los hombres y las mujeres y en qué somos diferentes?
Respuesta: Porque somos espiritualmente seres semejantes ante el Sr. pero biológicamente
diferentes.
2.4 ¿Qué se necesita para que funcione el diálogo entre esposos?
Respuesta: Para empezar, tenemos que distinguir entre hablar y dialogar. Todo matrimonio habla
e intercambia palabras: “¿Cómo te fue?”; “Llamó tu mamá para invitarnos a comer”. Estas frases
más que un diálogo son un conversar sobre temas exteriores. Dialogar significa regalarse el uno al
otro desde lo más íntimo que uno tiene. Es entrar en comunión, es abrir el corazón al otro y
mostrarle quién soy por dentro, mis angustias, mis esperanzas, etc. Dialogar es intercambio de
corazones, es fusión de corazones.
Para que el diálogo sea enriquecedor y fecundo, hay que cumplir determinados requisitos: el
diálogo debe ser humilde, paciente y simpático.
1. Humilde: La primera cualidad del diálogo es la humildad. No se debe avanzar hacia el otro
hinchado por su propia perfección, seguro de lo definitivo de sus razones. No existe el cónyuge
ideal, ni tampoco nadie es dueño de toda la verdad. Semejante actitud imposibilita el intercambio
desde el origen. El peligro de todo diálogo conyugal es que, frecuentemente, se vuelva una
acusación. Con una actitud de humildad y autocrítica, la conversación se desarrollará en un clima
de lucidez, calma y comprensión.
2. Paciente: En un solo día no se conseguirá la comprensión del cónyuge. Como todo, la vida de a
dos requiere un largo aprendizaje, una permanente educación. Y toda educación descansa sobre la
paciencia. Así ocurre entre marido y mujer. A veces, será necesario repetir durante toda una vida
la misma observación, formular la misma petición. No es que el otro tenga mala voluntad; sucede
que simplemente se le olvida o no logra crear el hábito, que sólo nace con la repetición. En el caso
de la vida matrimonial, esta paciencia es aún más importante, ya que la mayor parte de las veces,
están en juego solamente detalles. Pero estas pequeñeces sin importancia, al multiplicarse, se
hacen irritantes. La impaciencia crece y amenaza con manifestarse en los momentos de charla. Y
es eso lo que hay que evitar. La paciencia dará al diálogo un clima de calma, de serenidad, sin
tensiones e irritación.
3. Simpático: Para que el diálogo conyugal sea un instrumento de aproximación, no debe llevarse a
cabo en términos agresivos, sino por el contrario, de la forma más simpática y espontánea posible.