Discurso Sobre La Historia Universal
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DISCURSO
SOBRE
LA HISTORIA UNIVERSAL.
DISCURSO
SOBRE LA
HISTORIA UNIVERSAL,
BARCELONA :
Imprenta de Pons y Ca, calle de Gopons, n.° 4.
1852.
PRÓLOGO.
Aun cuando fuese inútil la historia á los demás hombres , seria nece
sario hacerla leer á los príncipes ; porque no hay mejor medio
para descubrirles loque pueden las desordenadas pasiones, los intere
ses, los tiempos y las coyunturas, los buenos y los malos consejos.
Solo están compuestas las historias de las acciones que ordinariamente
les ocupan : cuanto hay en ellas , parece que está hecho para su uso.
Y) si la esperiencia les es tan necesaria para adquirir aquella refle
xionada prudencia que hace reinar bien , nada habrá mas útil á su
instruccion, que juntar con los ejemplos de los siglos pasados , las cuo
tidianas esperiencias que adquieren; y así, no aprenderán á juzgar,
como ordinariamente sucede, á costa de sus vasallos y de su propia glo
ria , de los peligrosos accidentes que les ocurren. Con el socorro de la
historia forman su juicio sobre los sucesos pasados, sin que nada aven
turen ; y cuando ven hasta los vicios mas ocultos de los príncipes, es
puestos á la vista de todos los hombres , desvanecidas las falsas alaban -
zas que les dan mientras viven ; se avergüenzan de aquella vana
complacencia que les causala adulacion, y conocen que solo con el mé
rito puede concordar la verdadera gloria.
Fuera de que seria cosa torpe , no digo en un principe , sino gene
ralmente en cualquier hombre de calidad , ignorar el ser del género
humano , y las mudanzas memorables que ha producido en el mundo
el curso de los tiempos. Si no se aprende de la historia á distinguirlos,
se representarán los hombres debajo de la ley natural ó de la escrita,
como se hallan debajo de la evangélica ; se hablará de los persas venci
dos por Alejandro , como de los persas victoriosos , dominándolos Ciro ;
se hará á la Grecia lan libre en tiempo de Felipe , como en el de Te-
mtstodes, ó Miloíades; al pueblo romano lan altivo en tiempo de los
í DED1CAT0BIA.
emperadores , como en el de los cónsules ; á la Iglesia lan tranquila en
el de Diocleciano , como en el de Constantino ; y á la Francia agitada
de guerras civiles en los de Cárlos IX y Enrique II L tan poderosa como
en el de Luis XIV, en que reunida debajo de tan gran rey, triunfa
ella'sola del resto de la Europa.
Para evitar estos inconvenientes ha leido V. A', tantas historias anti
guas y modernas. Fué necesario que primero leyese en la Escritura la
historia del pueblo de Dios , que es el fundamento de la Religion. No
se le ha dejado ignorar la historia griega, ni la romana ; y como la mas
importante á V. A. , se le ha hecho ver con cuidado la de este gran
reino, cuya felicidad está afianzada en su obligacion. Pero temiendo
que estas y otras que aun debe V. A. saber, puedan confundirse en su
memoria , nada me ha parecido mas necesario que representarle con
distincion, aunque en epílogo, toda la serie de los siglos.
Es este modo de historia universal respecto de las de cada país y ca
da pueblo , lo que un mapa general respeto de los particulares. En
estos ve V. A. toda la descripcion de un reino ó provincia reducida á
"sí misma. En los universales aprende a situar estas partes de mundo
dentro de su todo : conoce lo que es París , ó la isla de Francia en el
reino, lo que es el reino en Europa, y lo que es Europa en el uni
verso.
Así las historias particulares representan la continuacion de las cosas
sucedidas á un pueblo en la descripcion individual de todas ellas; pero
es necesario , para entenderlo todo , saber la conexa relacion que
pueda hacer á las otras cada historia , lo cual se logra por medio de un
compendio, en que en un instante examina la vista todo el orden de
los tiempos.
Este compendio propone á V. A. un gran espectáculo. Ve en él
V. A. desenvolverse todos los siglos (para- decirlo asi), en pocas horas
delante de sus ojos ; mira como se suceden los imperios unos á otros , y
como se sostiene igualmente la Religion en sus diferentes estados, desde
el principio del mundo hasta nuestro tiempo.
La continuacion, pues, de estas dos cosas, quiero decir, déla Reli
gion y de los imperios , es la que debe V. A. imprimir en su memoria ;
y como la Religion y el gobierno político son los dos polos en que giran
las cosas humanas , el ver todo lo que Conduce á ellas reducido á epílo
go breve , y descubrir por este medio todo su orden y continuacion , es
comprender todo lo grande que hay entre los hombres, y tener (para
decirlo así) , el hilo de todos los sucesos del universo.
A la manera, pues , que considerando un mapa universal, sale V. A.
del país en que ha nacido, y del lugar que le contiene, para recorrer
toda la tierra habitable, la cual con todos sus mares y países abra-
Ka V. A. con el pensamiento; asi considerando el epitome cronológico
sale V . A. de los estrechos límites de su edad , y se estiende por todos
los siglos.
Pero, como para ayudará la memoria, se retienen en ella ciertas
DEDICATORIA. 6
ciudades principales , en cayos contornos su situan otras , cada una se
gun su distancia , es del mismo modo necesario en el orden de los si
glos, tener ciertos tiempos señalados con algun suceso estraordinario á
que haga relacion todo lo restante.
Llámase esto época de \ma palabra griega, que significa detenerse ;
porque allí se para á fin de considerar como desde un lugar de reposo,
todo lo que antes ó despues ha sucedido, y evitar de esta suerte los
anacronismos , que son aquel linaje de errores que hacen confundir los
tiempos.
Es desde luego preciso aplicarse á poco número de épocas , como son
en la ley antigua , Adan ó la creacion , Noé ó el diluvio , la vocacion de
Abrahan ó el principio de la alianza de Dios con los hombres , Moisés ó
la ley escrita , la toma de Troya, Salomon ó la fundacion del Templo,
Rómulo ó Roma fundada , Ciro ó el pueblo de Dios librado del cautive
rio de Babilonia , Scipion ó Cartago vencida, el nacimiento de Jesu
cristo, Constantino ó la paz de la Iglesia, Carlomagno ó el estableci
miento del nuevo imperio.
Esta última propongo á V. A. como fin de la historia antigua , por
que allí verá del todo fenecido el antiguo imperio romano , y por eso le
detengo en un punto tan considerable de la Historia Universal. Su
continuacion ofrezco áV. A. en la segunda parte, la cual le conducirá
hasta el siglo que vemos ilustrado con las acciones inmortales del Rey
su padre, y á quien el constante ardimiento que muestra V. A. en
imitar un ejemplo tan grande , hace esperar nuevos esplendores.
Despues de habpr esplicado á V. A. en general el designio de esta
obra, debo hacer tres cosas, para sacar de ella toda la utilidad que me
prometo.
Es primeramente necesario , que yo recorra con V. A. todas las épo
cas que le he propuesto , y que señalándole en pocas palabras los
principales sucesos que á cada una de ellas pertenecen , acostumbre su
entendimiento á colocarlos en su lugar, sin atender en esto á otra cosa
que al órden de los tiempos. Pero , como mi principal intencion es ha
cer observar á V A. en la sucesion de ellos la de la Religion , y la de
los grandes imperios; despues de haber hecho ir juntos, segun el curso
de los años, los hechos que miran á ambas cosas , repetiré particular
mente , y con las reflexiones necesarias , primero los que nos manifies
tan la duracion perpetua de la Religion , y despues los que nos descu
bren las causas de las grandes mutaciones sucedidas en los imperios.
No habrá despues parte alguna de la historia antigua que lea V. A.
que no ceda en su provecho ; ni acaecimiento , de que no advierta las
consecuencias. Admirará V. A. la continuacion de los consejos de Dios
en los sucesos de la Religion ; verá tambien la encadenacion de los ne
gocios humanos , y conocerá de esto con cuanta reflexion y prevision
deben gobernarse.
DISCURSO
sobre la
HISTORIA UNIVERSAL.
ÉPOCA
ADAN, O LA CREACION
(1) fien. iv. 1,3, 4, 8.—(2) Upd.ii. 16. MI. 17. 18. 19. iv.2.-(3) IWd. iv. i.
LAS ÉPOCAS. — 1/ 9
l'm' ^ 1 ' y yin™ la ^e alargarse ; así vemos en el Oriente su prin- ie».ie'j.(:
cipio , hácia la parte de donde se fué derramando el linaje hu- ms'
mano.
Hállase en todo el mundo la cierta tradicion del diluvio uni
versal ; y en todos tiempos ha sido célebre en el Oriente la fi
gura de la Iglesia , el arca , en que los residuos del género hu
mano se salvaron ; particularmente en aquellos lugares en que
despues del diluvio se detuvo : otras muchas circunstancias de
esta famosa historia se hallan señaladas en los anales y tradicio
nes de los pueblos antiguos * ; y todo concuerda , cuanto podia
esperarse de antigüedad tan remota.
ÉPOCA SEGUNDA.
NOÉ Ó EL DILUVIO;
-
10 PRIMERA PARTE.
fué ISínive fundada y algunos reinos antiguos establecidos, pero te""eTc.
J187, 1I1Uy peque£os p01- entonces; pues en solo Egipto se hallan cua- T
tro dinastías ó principados, ladcTebas, la de Tin , la de Mem-
fis, y la de Tanis que era la capital del Egipto bajo. A este
tiempo tambien se puede atribuir el principio de las leyes y po
licía de los egipcios , el de sus pirámides todavía permanentes,
y el de las observaciones astronómicas así de estos pueblos como
l771 de los caldeos. Y hasta él se ve asimismo que suben , no mas í233
arriba , las que los propios caldeos (que quiere decir sin contro
versia los primeros observadores de los astros) dieron en Babi
lonia á Callistenes para Aristóteles.
Comienza todo¡; nada de lo criado deja de tener principio, de
bido á Dios; y no hay historia antigua en que no se descubran,
nó solo en aquellos primeros tiempos , sí aun mucho despues,
vestigios manifiestos de la novedad del mundo. Se ven estable
cerse las leyes, pulirse las costumbres y formarse los imperios.
El género humano sale poco á poco de la ignorancia ; la espe-
riencia le instruye , y las artes se inventan ó se perfeccionan. Al
paso que los hombres se multiplican ,' se va poblando sucesiva
mente la tierra ; se pasan los montes y los precipicios ; se atra
viesan los rios, y en fin los mares; se establecen nuevas habita
ciones. La tierra, que solo era en su principio una selva inmensa,
recibe nueva forma; los bosques talados dan lugar á los campos,
á las dehesas , á las aldeas , á los lugares , y en fin á las ciuda
des. "Se aprende á cazar algunos animales , á domesticar otros y
acostumbrarlos al servicio. Fué necesario al principio combatir
con las fieras , en cuyas guerras se señalaron los primeros hé
roes, y ellas hicieron inventar las armas, que despues convir
tieron los hombres contra sus semejantes. Nembrod-el primer
guerrero y el primero conquistador, es llamado en la Escritura
un gran cazador '. Con los animales supo tambien el hombre en
dulzar los frutos y las plantas, ablandó hasta los metales para
su uso , y poco á poco se hizo servir de toda la naturaleza. I'ero
como es verisímil que obligase entonces el tiempo á inventar
muchas cosas, lo es tambien que hiciese olvidar otras, por lo
menos á la mayor parte de los hombres. Las primeras artes que
habia Noé conservado , y que se ven siempre florecer en aque
llos parajes donde se hizo el primer establecimiento del linaje
humano, se fueron perdiendo al paso que se alejó de ellos, y
fué necesario con el tiempo volver á aprenderlas ó que lasllcva-
ÉPOCA TERCERA.
LA VOCACION DE ABRAHAN.
. ÉPOCA CUARTA.
(1) Hcrud. lib. i. c. 95,-(2) Genvx. ti.— (3) Jos. xix. í». Juseph. antiq.VHi; Sí.
16 PRIMERA PARTH.
Anos d•i i . f% , p i ,- i i t Años mi
mando, de Lecropes, y dio mejor forma al gobierno de los atenienses. tesdej.c.
En tiempo de Jefte , y en tanto que Semíramis viuda de Nino y
tutora de Ninyas engrandecía el imperio de los asirios con sus
conquistas , la célebre ciudad de Troya , ocupada ya una vez por
los griegos en tiempo de Laomedonte tercer rey de ella , fué en
el de Príamo su hijo, despues de un sitio de diez años, reducida á
cenizas por la misma nacion.
ÉPOCA QUINTA.
LA TOMA DE TROYA.
ÉPOCA SEXTA.
(1) Marm. Arund.—(í) Pi.vr. ile Rep. Iib.8. ile Leg. lib. i. Arist. polit. llb. 9. c.9,
20 , MIMBRA PAUTE.
n?un.í!r! tocante a la modestia de las mujeres, cuando por hacer soida- re•de J.C.
3m\ dos obligaba á los hombres á una vida tan laboriosa y templada. 884.
No habia entretanto en Judea quien inquietase á Athalia, y ya
se creia segura con el reinado de seis años; pero Dios;le criaba
un vengador dentro del sagrado asilo de su templo. Cuando llegó
3i í6. á tocar la edad de siete años, le dio Joíada á conocer á algunos ais.
principales cabos del ejército real , cuya confianza cuidadosamen
te habia ganado; y asistido de los levitas, consagro en el tem
plo al joven rey. Todo el pueblo reconoció sin dificultad al here
dero de David y de Josafat; y Athalia, que acudió al rumor para
disipar la conjuracion, fué arrancada del recinto del templo y
tratada como sus delitos merecían. Entretanto que Joíada vivió,
hizo Joas guardar la ley de Moisés ; pero despues de la muerte
de aquel santo pontífice , corrompido de las lisonjas de sus corte
sanos , se abandonó con ellos á la idolatría. Quiso reprenderle el
;)i64 pontífice Zacarías, hijo de Joíada; y Joas, sin acordarse de lo 8i0.
que debiaá su padre, mandó apedrearle; pero bien inmediata
mente tuvo sobre sí la venganza , porque derrotado el año si
guiente por los sirios , cayó en desprecio de los suyos , y asesina-
3lfis do por ellos , fué Amasias su hijo , mas digno que él , elevado al
trono. El reino de Israel , á quien las victorias de los reyes de
Siria y las guerras civiles habian abatido , recobraba sus fuer-
' 3H9. zas bajo de Jeroboam 11 , mas piadoso que sus predecesores. 8Í8.
Ozias , ó por otro nombre Azarias , hijo de Amasias , no goberna-
3194. ha con menor gloria el reino de .Tuda. Este es el famoso Ozias, 810.
infecto de la lepra , tantas veces reprendido en la Escritura por
haberse atrevido en sus últimos dias á ejercer el oficio sacerdotal,
y á ofrecer él mismo el incienso sobre el altar de los perfumes,
contra la prohibicion de la ley. Fué segun ella preciso , aunque
era rey, suspenderle el ejercicio de su dignidad, y Joatham su
. hijo , y despues su sucesor , gobernó sabiamente el reino. En el
reinado de Ozias, los santos profetas, de quienes los principales
de aquel tiempo fueron Oseas é Isaías , empezaron á publicar sus
profecías por escrito 1 , y en libros particulares , cuyos originales
depositaban en el templo, para que sirviesen de monumento á la
posteridad. Las profecías de menor estension, y hechas sola
mente á viva voz , se registraban , segun costumbre, en sus ar
chivos con la historia del tiempo. Restableciéronse los juegos
3í28. olímpicos, instituidos por Hércules y largo tiempo interrumpi na
dos. De este restablecimiento proceden las olimpíadas, por don
de los griegos computaban los años Este término tienen los
(1) OSeaS, 1 , 1. IS. 1,1.
LAS ÉPOCAS. — 7.* 21
'Lo'.' tiempos , que Varron llama fabulosos, porque hasta esta data
m se hallan las historias profanas llenas de confusión y de fá- ™
bulas. Desde él tienen principio los tiempos históricos , en que
por relaciones mas fieles y puntuales se refieren los sucesos del
mundo. Es señalada la primera olimpíada por la victoria de Co-
rebe. Renovábanse estas cada cinco años , y despues de la revo
lucion de cuatro. Congregada entonces toda la Grecia , primero
en Pise y despues en Elida, se celebraban aquellos famosos
combates, en que con aplausos increibles eran coronados los
vencedores ; tal es el honor en que estaban aquellos ejercicios y
tal el medio con que se hacia la Grecia mas fuerte cada dia y
se pulían sus costumbres. Estaba aun la Italia casi del todo in
culta , y los reyes latinos descendientes de Eneas reinaban en
Alba. Ful era rey de Asiria. Créesele padre de Sardanápalo, lla
mado, segun la costumbre de los orientales , Sardan Ful, esto es,
Sardan hijo de Ful. Créese tambien, que este Ful ó Pul, fuese
el rey de Nínive , que hizo penitencia con todo su pueblo, con
vertido por la predicacion del profeta Jonás. Convidado este prin
cipe de las disensiones del reino de Israel , iba á invadirle ; pero ™'
aplacado por Manahem , le. aseguró en el trono , que acababa
violentamente de usurpar , y recibió en reconocimiento un tribu
to de mil talentos. En tiempo de su hijo Sardanápalo , y despues
de Alcmeon , último arconte perpetuo de los atenienses , este
pueblo, á quien insensiblemente conducía su genio al estado po
pular , disminuyó el poder de sus magistrados y redujo á diez
años la administracion de losarcontes, siendo Carope el primero
que la ejerció de este modo. Rómulo y Remo, descendientes de
los antiguos reyes de Alba por su madre llia, restablecieron en
este reino á Numitor su abuelo, á quien hahia desposeido su her
mano Amulio , y despues fundaron á Roma en tiempo que Joa-
t'ham reinaba en Judea.
ÉPOCA SÉPTIMA.
(1) II. Reg. xvll. 24. I. Bsd. IV. 2'.—(2} II. Reg. xvll. 27. 28. et.:.
24 PRIMERA PAUTE.
Bomí el templo, eran entre ellos detestadas ; por lo cual aun el día t™u,Tc.
' de hoy solo admiten los samaritanos el Pentateuco de Moisés. 677
Entretanto que Asaraddon y los asirio» se restablecían tan po
derosamente en el Asia mayor, comenzaban tambien los medos á
hacerse respetables Dejoces, su primer rey, nombrado en la Es
critura Arfaxad , fundó la soberbia ciudad de Ecbatanes y puso
los fundamentos de un grande imperio. Habianle elevado al tro
no para coronar sus virtudes y poner lin á los desórdenes que
causaba entre ellos la anarquía 1 ; y gobernados por tan gran
rey , se mantenían contra sus vecinos , mas sin estenderse. Roma
«3. tambien crecía, pero débilmente. En tiempo de Tullo Hostilio, su 6ii.
tercer rey , y por el famoso combate de los Horacios y Curiados
fué Alba vencida y arruinada; sus ciudadanos, incorporados á la
ciudad victoriosa , la engrandecieron y fortificaron. Rómulo habia
sido el primero que practicó este medio de aumentarla , reci
biendo en ella los sabinos , y otros pueblos vencidos , que olvi
dándose de su desgracia se hacian afectuosos vasallos. Al paso
que Roma se estendia con sus conquistas, arreglaba su milicia;
y en tiempo de Tullo Hostilio comenzó á aprender aquella admi-
**• rabie disciplina , que despues la hizo señora del universo. El rei- 8io
no de Egipto, debilitado por sus largas divisiones , se restablecía
bajo de Psammetico. Este príncipe, que debia su libertad á los jo-
nios y carios , les estableció en Egipto , cerrado hasta entonces á
los estranjeros. Con esta ocasion entraron los egipcios en comer
cio con los griegos; y desde este tiempo la historia de Egipto,
mezclada hasta entonces con pomposas fabulas por el artificio de
los sacerdotes , empieza tambien segun Herodoto * á tener certí-
97 dumbre. Entretanto los reyes de Asiría se hacían mas y mas for- 7
midables en el Oriente. Saosduchin , hijo de Asaraddon , llamado
Nabucodonosor en el libro de Judith , deshizo en formal batalla á
!)8. Arfaxad, rey de los medos. Desvanecido de este suceso, empren- . 656
dió la conquista de todo el mundo, y con este designio pasó el
Eufrates , y todo lo taló hasta la Judea. Habian los judíos irrita
do á Dios y abandonádose á ejemplo de Manasés á la idolatría;
pero habiendo despues hecho penitencia , juntamente con su
príncipe , Dios les recibió bajo de su proteccion ; asi las conquis
tas de Nabucodonosor y de Holofernes quedaron de repente de
tenidas de mano de una mujer insigne. Dejoces, aunque derrotado
por los asirios , dejó su reino capaz de que lo engrandeciesen sus
sucesores. Entretanto que Fraortes su hijo , y Ciaxares su nieto,
'Vi Abvd. np. Eu«b. lili. ix. Pr»p. Ev. lib. ix, cap. 41.
IAS ÉPOCAS.—7.* 27
R°m».c estas semanas de años , y asi conteuian 490 , y tambien era or- tmú'i
m' dinario este modo de contar entre los hebreos , que honraban el 53T
«8. séptimo año como el séptimo dia con un religioso descanso. Al- ^
gun tiempo despues de esta vision murió Ciaxares y tambien
Cambises padre de Ciro, con lo cual este grande hombre, que
les sucedió , juntó el reino de Persia , oscuro hasta entonces , al
reino de los medos, tan grandemente aumentado con sus con
quistas. Así quedó dueño pacífico de todo el Oriente , y fundó el
mayor imperio que habia habido en el mundo. Pero lo mas dig
no de nota para la continuacion de nuestras épocas, es , que este
famoso conquistador, desde el primer año de su reinado, espidió
un decreto para restablecer el templo de Dios en Jerusalen y los
judíos en Judea.
Es necesario detenernos un poco en esta parte , que es la mas
confusa de la cronología antigua , por la dificultad de conciliar la
historia profana con la sagrada. Habrá sin duda observado ya
V. A. que lo que refiera de Ciro es muy distinto de lo que ha
leido en Justino, el cual no hace mencion del segundo reino de
los asirios , ni de aquellos famosos reyes de Asiria y de Babilo
nia, tan célebres en la historia sagrada; y que en fin mi rela
cion no conviene mucho con lo que nos cuenta este autor de las
tres primeras monarquías ; de la de los asirios , fenecida en Sar-
danápalo , de la de los medos , terminada en Astiages abuelo de
Ciro , y la de los persas , comenzada por Ciro y destruida por
Alejandro.
Tambien podrá V. A. juntar con Justino á Diodoro, y la ma
yor parte de los autores griegos y latinos cuyos escritos nos han
quedado , los cuales refieren estas historias de diverso modo del
que he seguido.
Por lo que mira á Ciro , en nada son concordes sobre su histo
ria los autores profanos ; y así he creido deber antes seguir « Je
nofonte con S. Jerónimo1 queáCresias, autor fabuloso á quien
han copiado la mayor parte de los griegos, como á estos Justino
y los latinos ; y tambien antes que á Herodoto , aunque sea muy
juicioso. Lo que me ha determinado á esta eleccion , es , que la
historia de Jenofonte , mas seguida ó conexa , y mas verisímil en
sí misma , tiene la ventaja de conformarse mas con la Escritura,
la cual por su antigüedad y por la relacion de los sucesos de los
judíos á los del Oriente , merecía ser preferida á todas las histo
rias griegas, aun cuando no se supiese estar dictada por el Es
píritu Santo.
(1) Hieros. in Dan. cap. 5: tom. 3, col. 1091.
28 PRIMERA PARTE.
Romá" En cuanto á las tres primeras monarquías , lo que ha escrito la
mayor parte de los griegos ha parecido dudoso á los mas sabios
de la Grecia. Platon hace ver en general bajo del nombre de los
sacerdotes de Egipto , que estaban los griegos en una profunda
ignorancia de las antigüedades 1 ; y Aristóteles puso entre los
que cuentan fábulas * á los que han escrito las asirianas.
Ésto es loque los griegos escribieron tarde, y queriendo diver
tir á la Grecia, siempre curiosa, con historias antiguas, las for
maron de memorias confusas , contentándose con ponerlas en
orden agradable , sin cuidarse mucho de la verdad.
Y ciertamente , el modo con que comunmente se colocan las
tres primeras monarquías, es visiblemente fabuloso; porque des
pues que se ha hecho fenecer en Sardanápalo el imperio de los
asirios , se hace aparecer sobre el teatro á los medos y despues a
los persas, como si los medos hubiesen sucedido en todo el po
der de los asirios , y los persas se hubiesen establecido arruinan
do á los medos.
Siendo al contrario cierto, que cuando Arbaces sublevó á los
medos contra Sardanápalo, no hizo sino libertarles; mas no los
sujetó al imperio de Asiría. Herodoto , seguido en esto de los
mas hábiles cronologistas , da á ver su primer rey Dejoces cin
cuenta años despues de su rebelion 5 ; y es fuera de eso cons
tante, por testimonio uniforme de este grande hombre y de
Jenofonte 1 (omitiendo otros), que durante el tiempo que se atri
buye al imperio de los medos , habia en Asiría reyes muy pode
rosos y temidos de todo el Oriente , cuyo imperio abatió Ciro
con la toma de Babilonia.
Si la mayor parte , pues, de los griegos y de los latinos, que
les han seguido , no hablan de estos reyes de Babilonia ; si no
dan lugar alguno á este gran reino entre las primeras monar
quías , cuya continuacion refieren ; en fin , si casi nada vemos en
sus obras de aquellos famosos reyes Teglathfalasar , Salmanasar,
Senuaquerib, Nabucodonosor , y tantos otros, tan nombrados en
la Escritura y en las historias orientales : es necesario atribuirlo,
óá la ignorancia de los griegos, mas elocuentes en referir que
diligentes en investigar, ó á que se ha perdido lo mas inquirido
y mas exacto que habría en sus historias.
En efecto , Herodoto habia prometido una historia particular
de los asirios s, que no ha llegado á nuestros tiempos, o porque
se ha perdido , ó porque le faltó la comodidad de escribirla : y se
(1) FIaT. In Tim—f2) Arist. PolK. V. 10.—(3) Herod. Hb. 1. c, 88. ÍT—
(4) lv. Ilb. 1. Jenof. Cyrop-. V. VI. etc.—(5) Hebod. lib. i, cnp. 106, 484.
IAS ÉPOCAS. — 7.* 29"
'Soma6 puede creer de un historiador tan juicioso , que no se hubiera f^0",Tc.
nt- olvidado de los reyes del segundo imperio de los asirios ; pues 53B'
Sennaquerib, que era uno de ellos, se halla tambien nombrado,
como rey de los asirios y de los árabes , en los libros que hay de
este grande autor1. Estrabon, que vivía en tiempo de Augusto,
reliere * lo que Megastanes, autor antiguo y vecino á los de Ale
jandro, dejó escrito sobre las famosas conquistas de Nabucodono-
sor, rey de los caldeos, á quien hace atravesar la Europa,
penetrar la España y llevar sus armas hasta las Columnas de
Hércules. Élíano nombra á Thilgamo, rey de Asiría » , que es
sin dificultad el Tilgath ó Telgath de la historia sagrada; y te
nemos, en Ptolomeo una enumeracion de los principes que han
poseido los grandes imperios , entre los cuales se ve una larga
serie de reyes de Asiría , que fácilmente concuerda con la his
toria sagrada.
Si yo quisiese referir los que nos dicen los anales de los si
rios , un Beroso , un Abideno , un Nicolás de Damasco , haria
muy largo discurso. Josefo y Eusebio de Cesarea nos han con
servado los preciosos fragmentos de todos estos autores 4 y de
otros infinitos que se hallaban enteros en sus tiempos, cuyo tes
timonio confirma loque nos dice la sagrada Escritura tocante á
las antigüedades orientales y en especial á las historias siríacas.
Por lo que mira á la monarquía de los medos, á quien la ma-
. yor parte de los historiadores profanos pone la segunda en la
enumeracion de los grandes imperios , como separada de la de
los persas; es cierto, que la Escritura siempre las une, y V. A.
ve, que aun sin la autoridad de los libros sagrados, el orden so
lo de los hechos manifiesta que es necesario atenerse á esto.
Los medos , aunque poderosos antes de Ciro y respetados, es
taban oscurecidos de la grandeza de los reyes de Babilonia ; pero
habiendo Ciro conquistado este reino con las fuerzas reunidas de
los persas y los medos , de quienes despues se hizo señor por
una sucesion legítima , como lo hemos notado en Jenofonte ; pa
rece que el grande imperio de que fué fundador , debió tomar su
nombre de .las dos naciones ; de modo , que el de medos y el de
persas es una misma cosa, aunque la gloria de Ciro haya hecho
prevalecer el de los persas.
Tambien se puede pensar , que habiendo los reyes medos es
tendido sus conquistas , antes de la guerra de Babilonia , hácia
4
, (I) üebod. lih.í, c. 441.—(i) Strab. lib. XV. inft.—<3) Elmiv. Hlat. Anlm. I. 12,
c. 21 (4) Joseph. Antlq. lib. iX-cap. 11». et JU •ap. 2. lib. 1. contr. Ap. Ecseb.
prcpp. Ev. lib. IX.
8
•)0 PRIMKRA PARTIS.
Ruma* las colonias griegas del Asia menor, han sido por este medio cé- \
2 8 lebres entre los griegos, los cuales les han atribuido el imperio
del Asia mayor , por ser los únicos que conocían de los reyes de
Oriente ; y al mismo tiempo los reyes de Nínive y de Babilonia,
mas poderosos y mas desconocidos á la Grecia , han sido casi ol
vidados en todo lo que nos ha quedado de historias griegas, y se
ha dado á los medos solos todo el tiempo que corrió desde Sar-
danápalo hasta Ciro.
' Así no es ya necesario fatigarse mucho en conciliar la historia
profana con la sagrada en este punto ; porque en lo que mira al
primer reino de los asirios , solamente de paso dice la Escritura
una palabra, yno nombra á Nino, fundador de aquel imperio,
ni, escepto Ful, á otro de sus sucesores , por no tener su histo
ria conexion alguna con la del pueblo de Dios. Los segundos asi
rios, ó fueron enteramente ignorados de los griegos, ó por no
haberlos bien conocido los confundieron con los primeros.
A cualquiera oposicion, pues, que se hiciere con los autores
griegos, que colocan á su arbitrio las tres primeras monarquías,
y hacen suceder los medos al antiguo imperio de Asiria , sin ha
blar del nuevo que la Escritura hace ver tan poderoso, solo de
berá responderse , que han ignorado enteramente esta parte de
historia ; y que no menos se oponen á otros mas curiosos y me
jor instruidos autores de su nacion que á la Escritura.
Y para cortar en una palabra, toda la dificultad : cuando los
historiadores sagrados no tuviesen otra ventaja á los griegos y
latinos, que vivieron despues , que solo el haber sido mas veci
nos por los tiempos y por los lugares á los reinos de Oriente , y
escrito á mas de eso la historia de un pueblo cuyos sucesos se
hallan tan enlazados con los de aquellos grandes imperios , po
drían sin duda hacer callar á todos ellos.
Pero si no obstante se defendiere con obstinacion este órden
célebre de las tres primeras monarquías, y por conservar á los
medos solos el segundo lugar que se les ha dado, se quisiere
que sean sus súbditos los reyes de Babilonia ; confesando en cual
quier caso que despues íie cien años de sujecion se eximieron es
tos con una rebelion del vasallaje , se salva de todos modos la
continuacion de la historia sagrada; pero no concuerda mucho
con los mejores historiadores profanos, á quienes favorece
mas , en que siempre une el imperio de los medos con el de los
persas.
Aun falta por descubrir á V. A. una de las causas de la.oscu-
ridad de las historias antiguas : esta es , que como los reyes de
LAS ÉPOCAS. —7." 31
'¿1* Oriente tomaban muchos nombres, ó bien muchos títulos, que Sui..
2'8' con el tiempo les servian de nombres propios, y los pueblos los 836
traducían, ó pronunciaban diversamente , segun la variedad de
los idiomas de cada lengua ; ha sido preciso que unas historias de
tanta antigüedad , y de que tan pocas buenas memorias han
quedado , se hallen por eso muy oscurecidas. La confusion de los
nombres habrá sin duda introducido mucha en las mismas -cosas
y en las personas , y de ahí nace la dificultad que hay en colocar
en la historia griega los reyes que han tenido el nombre de
Asnero, tan desconocido de los griegos como conocido de los
orientales.
¿ Quién creería en efecto , que Ciaxares fuese el mismo nom
bre que Asuero, compuesto de la palabra Ky , que significa se
ñor, y de la diccion Axares, que manifiestamente concuerda
c/m Axuero ú Asuero? Tres ó cuatro príncipes llevaron este
nombre, aunque tuviesen tambien otros. Si no se supiese que
Nabucodonoso , Nabucodrosor y Nabocolasar son el mismo nom
bre, ó el nombre de la misma persona, habría dificultad en
creerlo , y no obstante es cosa cierta. Sargon es Sennaquerib ;
Ozíases Azarías; Sederías es Mathanias ; Joacas tambien se lla
ma Sellutn; Asaraddon , que se pronuncia indiferentemente
Esar-Haddon , ó Asothaddan , está nombrado Asenafat por los
cuthenos 1 ; y por una estravagancia cuyo origen se ignora , se
halla" Sardanápalo nombrado por los griegos Tonos Concoleros.
Una larga lista podría yo hacer á V..A. de orientales qae han
tenido en las historias muchos nombres diversos; pero basta
quedar instruido en lo general de esta costumbre , la cual no es
desconocida á los latinos , entre los cuales los títulos y las adop
ciones multiplicaron los nombres en tantas maneras. Así el título
de Augusto y el de Africano.se hicieron nombres propios de Cé
sar Octaviano y de los Scipiones, y así los Nerones fueron Cé
sares ; esto es indubitable , y seria inútil á V. A. exámen mas
largo de un hecho tan constante.
No pretendo embarazar mas á V. A. en adelante con dificulta
des de la cronología , que le son tan poco necesarias. Esta era-
muy importante , para no aclararla en esta version ; y habiendo
ya dicho á V. A. lo que basta á nuestro intento . vuelvo á la con
tinuacion de nuestras épocas.
(1) I. ESd. IV. ». 10.
32 PRIMERA PABTH,
Años de Años an
Roma. tes de J.C.
¿18. S35.
ÉPOCA OCTAVA.
(I¡ Josf.ph. abt. lili. 12, e. 3.—(*J Josepu. I, 1 Ant: c. i. lib. 18. c. 2.
L4S ÉPOCAS. — 8.* 43
K™-L». tiempo introducidos en Argos por dos inteligencias contrarias y i™,\e"¡..
182 por dos puertas diversas. Dióse en la ciudad una gran batalla :
una madre que vió á su hijo perseguido de Pirro , á quien habia
herido , le mató de una pedrada. Deshecho Antigono de tal ene
migo , volvió á entrar en Macedonia , la cual despues de algunas
mutaciones permaneció pacíficamente en su familia. La liga de
los acheos le impidió engrandecerse. Esta fué el último reparo de
la libertad de la Grecia , y la que produjo los últimos héroes en
Harato y Filopaemeno. Los tarentinos, á quienes alimentaba Pir
ro de esperanzas, llamaron despues de su muerte á los cartagi
neses. Fuéles inútil su socorro , y quedaron derrotados con los
brutienos y samnitas sus aliados. Estos despues de setenta y dos
años de guerra continua , se vieron forzados á sujetarse al yugo
de los romanos; Tarento hizo luego lo mismo; las ciudades ve
cinas no pudieron resistir; así todos los pueblos antiguos de Italia
quedaron sujetos. Los galos , frecuentemente derrotados , no osa-
-¡ ban moverse. Despues de cuatrocientos ochenta años de guerra
se vieron los romanos dueños de Italia , y empezaron á estender
la vista á lo que sucedia fuera de ella 1 . Concibieron celos de los
cartagineses , vecinos muy poderosos por las conquistas que ha
dan en la Sicilia , desde donde acababan de insultar á ellos y á la
Italia socorriendo á los tarentinos. La república de Cartago tenia
las dos costas del mar Mediterráneo. A mas de la de Africa, que
casi enteramente poseia , se habia estendido de la parte de Es
paña por lo estrecho. Señora ya del mar y del comercio , habia
invadido á las islas de Córcega y Cerdeña. La Sicilia se le defen
día con dificultad ; y la Italia no podia dejar de temer , estando
¡so. tan- inmediatamente amenazada. De allí nacieron las dos guerras 264.
púnicas , sin embargo de los tratados , mal observados por una y
ím. otra parte. La primera enseñó á los romanos á pelear en el mar ; 26o.
495 y fueron desde luego maestros en un arte que ignoraban. El 2,;9
cónsul Duilio, que dió la primera batalla naval, quedó victorio-
m- so. Régulo mantuvo esta gloria, y abordó con ella en Africa, don- !5ti-
de tuvo que pelear con aquella prodigiosa serpiente , necesitando
de emplear contra ella todo su ejército. Todo cede finalmente,
todo se rinde : Cartago reducida al estremo , solo se libra por el
consejo de Jantippo lacedemonio. El general romano es derrotado
y preso; pero la prision le hace mas ilustre que sus victorias.
49»- Restituido sobre su palabra para disponer el cange de los pri- **»,
sioneros, sostiene en el senado la ley que quitaba toda esperan
ÉPOCA MONA.
i
LAS ÉPOCAS. — 9." í)5
Toma' division de los Asmoneos solo dejó á Hircan II, hijo de Alejandro, t*Sd*«"ic.
691, una sombra de poder, y en fin a todo el Oriente; pero nohu- 83
biera podido triunfar de tantos enemigos sin el cónsul Ciceron,
que salvó á la ciudad del fuego que Catilina , seguido de la mas
ilustre nobleza de Roma , le preparaba. Mas por la elocuencia de
este insigne orador que por las armas de su compañero Antonio,
fué arruinado este formidable partido. Pero no quedó mas segu
ra la libertad del pueblo romano. Pompeyo dominaba en el se
nado ; y su gran fama le hacia árbitro de todas las deliberacio
nes. Julio César hizo á su patria , domando á las Galias , la mas
útil conquista que jamás ella hubiese conseguido. Este tan gran
w. y sig.gervicio le puso en paraje de establecer en su país su domina- 3ti
cion. Quiso al principio ser igual a Pompeyo y despues superior.
Persuadieron á Craso sus inmensas riquezas que podría tener
m parte en la honrosa gloria de estos dos grandes hombres como b*'
leí. , ya la tenia en la autoridad. Emprendió temerariamente la guer- 3J.
ra contra los partos, funesta á sí y á su patria. Los Arsacides ven
cedores insultaron con burlas crueles á la ambicion de los roma
nos y á la insaciable avaricia de su general. Pero no fué la igno-
... minia del nombre romano el rpeor efecto de la _derrota de Craso.
703. ,„
49.
Contrapesaba á su poder el de Pompeyo y César , á quienes ,
aunque violentos , tenia unidos. Rompióse con su muerte el
,06- dique que los contenia; y tos dos competidores decidieron su 48
contienda con una sangrienta batalla en Farsalia. En un momen-
to se dejó ver César victorioso por todo el mundo : en Egipto, £,
5°i¡- en Asia, en Mauritania, en España. Vencedor en todas partes, g
71 fué reconocido como señor en Roma y en todo el imperio. Creye- «,
ron Rruto y Casio libertar á sus ciudadanos , matándole , como á
tirano , á pesar de su clemencia ; pero recayó Roma en el poder
de Marco Antonio , de Lepido y del jóven César Octaviano , so-
ii2. brino de Julio César y su hijo adoptivo , tres intolerables tiranos, 42
cuyo triunvirato y proscripciones aun horrorizan al leerlas. Pero
fueron muy violentas para ser tan durables. Dividen estos tres
hombres el imperio. César se reserva la Italia , y cambiando al
,ji8 instante en benignidad sus primeras crueldades , hace creer ha- 3g
ber sido compulso de sus compañeros á ejercitarlas. Perecen los
residuos de la república con Bruto y Casio. Despues de haber
m. Antonio y César arruinado á Lepido , vuelve uno contra otro el 32
furor de sus armas. Entrégase al mar todo el poder romano. Ga
na César la batalla de Acio , quedando disipadas las fuerzas que
114 del Oriente y Egipto llevaba Antonio consigo : todos sus amigos jo
le abandonan; hasta su Cleopatra, por quien se habia perdido.
.56 PUlMERA PAUTE.
ARmnT. Herodes Iduineo, quien toda su fortuna le debia, se halla obli- t*"™ j."".
?24' gado á darse al vencedor ; y se mantiene por este medio en la 3°
posesion del reino de Judea , que la debilidad del viejo Hircan
habia hecho enteramente perder á los Asmoneos. Todo cede á la
fortuna de César : Alejandría le abre sus puertas : el Egipto se
737- convierte en provincia romana : Cleopatra, desesperada de poder 27
eonservarle , se mata ella á sí misma despues de muerto Anto
nio : Roma abre los brazos á César, que con el nombre de Au
gusto y el título de emperador queda único señor de todo el im-
73®; perio. Doma despues hácia los Pirineos á los cántabros y asturia-^ H]
7j£¿ nos sublevados. La Etiopia le pide paz. Asombrados los partos, J§;
le restituyen los estandartes tomados á Craso con todos los pri
sioneros romanos : las Indias solicitan su alianza : sus armas se
7II; hacen sentir de los retzios ó grisones, sin que la aspereza de sus 72-
montañas pueda defenderles : la Pannonia le reconoce : la Ger-
¡754; mania le tiembla; y recibe sus leyes el Veser. Vencedor por ¿;
tierra y mar , cierra el templo de Jano. Vive en paz todo el uni
verso bajo su dominio, y viene Jesucristo al mundo.
1
IAS KP0CAS. — 10.*
Añoa de
J C.
ÉPOCA DÉCIMA.
EL NACIMIENTO DE JESUCRISTO.
(1) Pbleg. 13. Olymp. Thal. Hist. 3.—(%) Tebtull. Apnl.il. Orig. i. cont. Cels. ct
Tr. 35. in Matth. Euseb. ct Hveroií, In Chro. Jui.. Afric. Ihi .—(3) ant. xv. ü0.—
(4) Aet. xvi. i.
60 PRIMERA PARTE.
A"j,c"e ^ac'a ejército se hízo "i emperador : decidióse la contienda cerca
~°- de Roma, y en Roma misma, con espantosas batallas en queGal-
ba, Olhon y Vitelio perecieron. El afligido imperio reposó bajo el
i* dominio de Vespasiano. Pero los judíos fueron reducidos al estremo,
Jerusalen tomada y abrasada. Tito , hijo y sucesor de Vespasiano,
dio una breve alegría al mundo : y sus dias , que creia perdidos
cuando no los señalaba algun beneficio , muy apresuradamente se
precipitaron. Vióse revivir á Neron en la persona de Domiciano :
w. renovóse la persecucion. Habiendo salido S. Juan de entre los her
vores del aceite , fué desterrado á la isla de Patmos , donde escri
bió su Apocalipsis. Poco despues escribió su Evangelio , siendo ya
93- de edad de noventa años, y juntó la calidad de evangelista á la
de apóstol y profeta. Desde este tiempo fueron los cristianos siem
pre perseguidos , tanto bajo de los buenos como de los malos em
peradores. Hacíanse estas persecuciones ya de orden suya y por el
odio particular de los magistrados , ya por la sublevacion de los
pueblos, y ya por los decretos auténticamente pronunciados en el
senado, segun los rescriptos de los príncipes, ó en su presencia.
Era entonces la persecucion mas universal y mas sangrienta; y asi
el odio de los infieles, siempre obstinado en arruinar á la Iglesia,
se escitaba á sí mismo de tiempo en tiempo á nuevos furores. Estas
renovaciones de violencias han dado ocasion á los historiadores
eclesiásticos para contar diez persecuciones , en tiempo de diez em
peradores. En medio de tan largo padecer, jamás escitaron los
cristianos ni aun la mas mínima sedicion. Entre todos los fieles,
eran siempre los obispos los mas combatidos. Entre todas las igle
sias, la de Roma fué perseguida con mayor violencia; y treinta
papas firmaron y confirmaron con su sangre el Evangelio que anun-
96- ciaban á todo el mundo. Matan á Domiciano; y comienza el imperio
á respirar en tiempo de Nerva. No le permite su grande edad res
tablecer las cosas; y para asegurar la quietud pública, elige por
sucesor á Trajano. Tranquilo el imperio por dentro y triunfante
9S- por defuera, no cesa de admirar un tan buen príncipe ; quien tenia
por máxima , que era necesario que sus ciudadanos le hallasen tal
como él hubiera querido hallar un emperador si fuese solo ciudada-
|02- no. Domó este principe á los dacios y á Decébalo su rey : esten-
106- dió sus conquistas al Oriente ; dio un rey á los partos y les hizo le
us- mer el poder romano : feliz en que la embriaguez y sus amores
lie. infames, vicios tan deplorables en tan gran príncipe , nada le hi
ciesen intentar contra la justicia. A tiempos lan ventajosos para la
república sucedieron los de Adriano , mezclados de bueno y de ma-
lo. Mantuvo este la disciplina militar , vivió él tambien militar
LAS ÉPOCaS.—10.* 61
mente y con mucha templanza : alivio á las provincias : hizo flore-
cer las artes y a la Grecia , madre de ellas : tuvo con sus ejércitos 1i0-
y con su autoridad atemorizados á los bárharos : reedificó á Jeru- 1*3-
salen y le dio su nombre, de donde le viene el de Elia; pero des
terró á los judíos, siempre rebeldes al imperio , y estos obstinados
hallaron en él un desapiadado vengador. Mas deslustró con sus
crueldades y con sus amores monstruosos á un reinado tan esclare-
cido. Su infame Antinous, de quien hizo un Dios, cubre de ignomi- l3J
niaátodasu vida. Pareció despues que el emperador enmendase 131-
sus errores y restableciese su oscurecida gloria, adoptando á Anto- l35-
nino el Piadoso , el cual adoptó despues á Marco Aurelio , el sabio í38-
y filósofo. Descúbrense en estos dos príncipes dos admirables cali- m
dades: el padre siempre en paz, está siempre pronto , siendo nece- 161-
saria , á hacer la guerra : el hijo siempre en guerra , siempre esta
pronto á dar á sus enemigos y al imperio la paz. Habiale enseñado
su padre Antonino , que importaba mas, libertar á un solo ciudada
no que deshacerse de mil enemigos. Los partos y los marcomanos 16i-
probaron el valor de Marco Aurelio. Eran los marcomanos alema- 1C9-
ne>, que este emperador acababa de sujetar cuando murio. Por las
virtudes de estos dos Antoninos se hizo este nombre la delicia del
pueblo romano; y no pudo quedar borrada la gloria de tal nombre
por la cobarde flojedad de Lucio Vero , hermano de Marco Aurelio, 180
ni por las brutalidades de Comodo su hijo y sucesor. Este , indigno
de tener tal padre, olvidó sus documentos y sus ejemplos : se hizo
abominable al senado y á los pueblos : su misma dama con los que
mas le obsequiaban , le hicieron morir. Pertinaz, su sucesor, vigo- m-
roso defensor de la disciplina militar , se vió sacrificado al furor de 193
los soldados licenciosos , que habian poco antes elevádolé á su pe
sar al supremo poder. Puesto el imperio en almoneda por el ejér- Mo
cito encontró un comprador. El jurisconsulto Didio Juliano se arries- 193-
gó á esta atrevida compra y le costó la vida : Severo Africano le
hizo morir; vengó á Pertinaz; pasó del Oriente al Occidente; 198-
triunfó en la Siria , en la Galia y en la Gran Bretaña. Rápido con- 2«7
quistador, igualó á César en las victorias, pero no le imitó en la í08-
clemencia. No pudo poner paz entre sus hijos. Apenas murio, m-
cuando Basáno, ó Caracalla, que era el primogénito, falso imita- 211 •
dor de Alejandro, mató a su hermano Gela, aun tambien empera- 5í2
dor en el seno de Julia, madre de ambos: pasó despues su vida en
crueldades y sangrientos estragos, y se buscó una trágica muerte.
Habiale Severo ganado el corazon de los soldados y pueblos, dán
dole el nombre de Antonino ; pero él no supo mantener su gloria.
16
62 PRIMERA PARTE.
¡¡.mié £| sírj0 Heliogábalo , ó por mejor decir, Halagábalo su hijo, á lo
2l8- menos reputado por tal , aunque el nombre de Antonino le diese
desde luego el corazon de los soldados y la victoria contra Macrino,
tambien se hizo despues por sus infamias el horror del género hu-
mano y fué causa de su misma perdicion. Alejandro Severo , hijo
de Mamea , su pariente y sucesor , vivió müy poco para el bien
del mundo. Lamentábase de tener mas dificultad en contener á sus
soldados que en vencer á sus enemigos. Su madre , que le gober
naba , fué causa de su ruina , como antes lo habia sido de su glo-
ria. En su tiempo Artajerjes persiano mató á su señor Artabano,
último rey de los partos , y restableció en el Oriente el imperio
de los persas.
La Iglesia, aunque recien nacida, llenaba ya en estos tiempos
á toda la tierra 1 ; y no solo el Oriente en que habia empezado,
esto es , la Palestina , la Siria , el Egipto , el Asia menor y la
Grecia , sí tambien en el Occidente , á mas de la Italia , las diver
sas naciones de las Galias , todas las provincias de España , la
Africa, la Germania, la Gran Bretaña, en lugares impenetrables
á las armas romanas; y tambien fuera del imperio la Armenia, la
Persia , las Indias , los pueblos mas bárbaros , los sármatas , los
dacios , los escitas , los mauritanos , los getulios y hasta las islas
mas desconocidas. La sangre de sus mártires la fecundaba. En
iw tiempo de Trajano, S. Ignacio , obispo de Antioquía, fué espues
to á las bestias feroces. Marco Aurelio , desgraciadamente preocu
pado de las calumnias de que cargaban al cristianismo, hizo morir
'63 á S. Justino el filósofo y apologista de la religion cristiana. San
Policarpo, obispo de Esmirna , discípulo de S. Juan , fué en edad
de ochenta años condenado al fuego , imperando el mismo prínci-
177 pe. Los santos mártires de Leon y de Viena sufrieron tormentos
inauditos, como S. Fotino su obispo , que en edad de noventa años
les dió ejemplo con su constancia. La Iglesia galicana llenó todo
2»2- el universo de su gloria. S. Ireneo , discípulo de S. Policarpo y
sucesor de S. Fotino , imitó á su predecesor y murio mártir en
tiempo de Severo con un gran número de fieles de su Iglesia. Mi
tigábase alguna vez la persecucion. En una estrema falta de agua
que Marco Aurelio padeció en Gemíanía , una legion cristiana ob
tuvo una lluvia capaz de estinguir la' sed de su ejército , acompa
ñada de rayos que atemorizaron á sus enemigos. El. nombre de
Fulminante fué dado y confirmado á la legion por este milagro;
y quedó el emperador tan movido de él , que escribió al senado en
(1) Tertll. Artv. lud. 7. Apul. 37
LAS ÉPOCAS. — 10." 63
favor de los cristianos. En fin , sus adivinos le persuadieron á atri- »*»•••
buirá sus dioses y á sus ruegos un milagro, que ni aun desearlo 2»*
habian advertido los paganos. Otras causas suspendían ó modera
ban algunas veces la persecucion por algun tiempo; pero la su
persticion, vicio que Marco Aurelio no pudo evitar, el odio público
y las calumnias que se imputaban á los cristianos prevalecían bien
presto. Revivía el furor de los paganos y corría por todo el impe
rio la sangre de los mártires. La doctrina acompañaba á la tole
rancia. En tiempo de Severo y poco despues , Tertuliano, presbi- 215.
tero de Cartago , ilustró á la iglesia con sus escritos , la defendió
con una admirable apología , y la dejó despues , ciego de una or-
gullosa severidad y engañado de las visiones del falso profeta Mon
tano. Poco despues por el mismo tiempo , el santo presbitero Cle
mente Alejandrino desenterró las antigüedades del paganismo para
confundirlo, convencerlo y estínguirlo enteramente. Orígenes , hijo
del santo mártir Leonidas , se hizo célebre por toda la Iglesia desde
su juventud primera y enseñó grandes verdades que mezclaba con
machos errores. El filósofo Ammonio hizo servir la filosofía platóni
ca á la religion y se ganó hasta el respeto de los paganos. Entre
tanto los valentinianos , los gnósticos y otras sectas impías confun
dieron el Evangelio con falsas tradiciones. S. lreneo les opuso la
tradicion y la autoridad de las iglesias apostólicas , mayormente la
de Roma , fundada por los apóstoles S. Pedro y S. Pablo , que es
la principal de todas '. Tertuliano hizo lo mismo ». Nunca ha vaci
lado la Iglesia , ni por las herejías , ni por los cismas , ni por la
caida de sus mas ilustres doctores ; y la santidad de sus costum
bres es tan esclarecida , que le atrae las alabanzas aun de sus
mismos enemigos.
Hallábanse en terrible confusa turbacion las cosas del imperio :
el tirano Maximino, aunque de estirpe gótica, se hizo dueño de él
despues de haber quitado la vida á Alejandro. Opúsole el senado
cuatro emperadores , que en menos de dos años perecieron. Entre
ellos estaban los dos Gordianos , padre é hijo , amados del pueblo ^7.
romano. El jóven Gordiano , aunque en total juventud mostrase *«•
una consumada sabiduría , pudo defender difícilmente contra los
persas el imperio , debilitado por sus discordias. Habia ya recobra
do de ellos muchas plazas importantes » cuando Felipe Arabe mató
á tan buen príncipe ; y temiendo ser oprimido de dos emperadores ***•
cucesivamente elegidos por el senado , hizo una paz indigna con *í5-
Sapor, rey de Persia. Este fué el primero de los romanos que
(1) Iren. lib. III. I. 2. 3 (i) De P».«sc. adv. Har, c. 36.
Si PRiMKUa PAItTK.
A i¡"\.',c abaüdonó por tratado tierra del imperio. Dicese que abrazó la relr-
245- gion cristiana en tiempo que de repente se vieron mejoradas sus
costumbres ; y es cierto que fué favorable á los cristianos. En odio
de este emperador , Decio , que le mató , renovó la persecucion con
mas violencia que nunca '. Estendióse la Iglesia por todas partes,
principalmente en las Galias *, y bien presto perdió el imperio á
249- Decio , que vigorosamente le defendía. Gallo y Volusiano pasaron
muy aceleradamente. Emiliano no hizo sino dejarse ver. Fué dado
251. á Valeriano el poder supremo , á que ascendió este venerable au-
234. ciano por todas las dignidades. No fué cruel sino con los cristianos.
En tie mpo de él S. Estéban papa y S. Cipriano , obispo de Cartago ,
sin embargo de sus disputas, que no habían podido romper su co-
238- munion , recibieron ambos la misma corona. El error de S. Cipria
no , que reprobaba el bautismo dado por los herejes , no fué á él ni
á la Iglesia perjudicial. Se mantuvo la tradicion de la Santa Sede
M6- por su propia fuerza contra los especiosos discursos y contra la au
toridad de tan grande hombre, aunque otros tambien grandes de
fendiesen la misma doctrina. Mayor daño hizo otra disputa. Con-
2S7- fundio Sabelio juntas las tres divinas personas ; y no conoció en
Dios sino una sola bajo de tres nombres. Pasmó á la Iglesia esta
novedad ; y S. Dionisio , obispo de Alejandría , descubrió al papa
Sixto II los errores de aquel heresiarca3. Este santo papa siguió
í39- bien presto al mártir S. Esteban , su predecesor : cortáronle la ca
beza, y dejó otro mayor combate que sostener á su diácono S. Lo
renzo. Vése entonces comenzar la inundación de los bárbaros. Los
258. borgoñones y otros pueblos germanos , los godos llamados antes
m gelas, y otros pueblos que habitaban hacia el Ponto Euxino y de
26«- la otra parte del Danubio , entraron en Europa. El Oriente fué
invadido por los escitas asiáticos y por los persas. Deshicieron es
tos á Valeriano : siguióse el prenderle por una infidelidad ; y des
pues de haberle hecho terminar su vida en una penosa esclavitud,
le quitaron la piel para que sirviese de monumento á su victoria.
Galieno, su hijo y compañero, acabó por su flojedad de perderlo
lodo. Treinta tiranos dividieron el imperio. Odenato , rey de Pal-
261. mira, ciudad antigua fundada por Salomon, fué el mas ilustre de
todos : salvólas provincias del Oriente de las manos de los bárba
264. ros y se hizo reconocer en ellas. Marchaba con él su mujer Zeno
bia á la frente de sus ejércitos, que despues de su muerte mandó
ella sola ; y se hizo célebre en todo el mundo por haber juntado la
(1) Bl-sbb. lib. VI. e. 3*i—(8j Oreo. Tu«.l. 1. Hiat. Franc. Í8.—(3) EuseB. Hiat.
lili. VII. c, 6.
las épocas.— 10.* 68
castidad con la belleza y la sabiduría con el valor. Claudio 11 y An°*c'íe
despues de él Valeriano restablecieron los asuntos del imperio.
Entretanto que ellos abatían á los godos y los germanos con seña- sa
ladas victorias , conservaba Zenobia á sus hijos las conquistas de su
padre. Inclinaba esta princesa al judaismo Paulo de Samosala,
obispo de Antioquía, hombre vano é inquieto , enseñó , por atraer
la , su opinion judaica sobre la persona de Jesucristo , á quien hacia
solamente un puro hombre '. Despues de una larga disimulacion
de doctrina tan nueva, fué convencido y condenado en el concilio
de Antioquia. La reina Zenobia sostuvo la guerra contra Aureliano, «ra
que no se desdeñó de triunfar de una mujer tan célebre. Entre con-
línuos combates supo él hacer observar á los soldados la disciplina
romana ; y mostró que , siguiendo las órdenes antiguas y la anti
gua templanza , podian tenerse en operacion grandes ejércitos den
tro y fuera, sin gravamen del imperio. Empezaban entonces los
francos á hacerse temer *. Eran estos una liga de pueblos germa
nos que habitaban á lo largo del Rhin. Su nombre manifiesta que
estaban unidos por el amor de la libertad. Aureliano les habia der
rotado siendo un mero particular , y les tuvo atemorizados siendo
emperador. Este gran príncipe se hizo aborrecible por sus accio
nes sangrientas; y su cólera formidable le causó la muerte , an
ticipándose á dársela los que se creian en peligro de padecerla ; y
su secretario , amenazado , se puso á la frente de la conjuracion. El
ejército, que le vió perecer por la conspiracion de tantos cabos,
rehusó elegir emperador , temiendo elevar al trono á uno de los
asesinos de Aureliano ; y el senado , restablecido en su antiguo
derecho , eligió á Tácito. Era este nuevo príncipe venerable por m-
su edad y por su virtud; pero las violencias de un pariente á quien
dió el mando del ejército , le hicieron odioso , y pereció con él en
una sedicion el sexto mes de su reinado. Así su exaltacion no hizo *w-
mas que precipitar el curso de su vida. Su hermano Floriano pre
tendió el imperio por derecho de sucesion, como heredero mas
próximo. Desestimóse este motivo : Floriano fué muerto , y Probo
forzado de los soldados á admitir el imperio , sin embargo de ha
berles amenazado que les haría vivir en órden. Todo cedió á tan 277
gran capitan : los germanos y francos , que pretendían entrar en 978
las Galias , fueron rechazados ; y en el Oriente , no menos que en m
el Occidente , respetaron todos los bárbaros á las armas romanas.
Un guerrero tan formidable aspiraba á la paz; é hizo esperar al
(1) Ktseb. Mist. Eccl vii. c. 21. et seqq. AThaN. ari sollt. THeOD. lili. II. Iiicr. f¡•l,.
8. Niceph. Itb. 6. cap. 81.—(2) llist. Aiik. Al'Rei.. c. 7. Flou. i\ i. i,rob. cap. 11. H.
Firn. etc. cap. 43.
17
66 TRIMERA PARTE.
Añosde imperio que no le seria ya necesaria la milicia Vengóse el ejército
de esta palabra , y de la regla severa que le hacia observar su em
perador. Asombrado instantáneamente de la violencia que habia usa
do contra tan gran principe, honró su memoria, y dióle por sucesor
2*3. ¿Caro, que no menos que él, era celoso de la disciplina. Vengó este
valeroso principe á su predecesor, y reprimió á los bárbaros, á quie
nes la muerte de Probo habia restituido los brios. Fué á Oriente,
con Numeriano su hijo segundo, á atacar á los persas; y opuso á los
enemigos del lado del norte á su hijo mayor Carino , á quien hizo
césar. Era esta la segunda dignidad y el escalon mas próximo para
llegar al imperio. Todo el Oriente tembló á vista de Caro : sujetó-
sele la Mesopotamia: los persas, divididos, no pudieron resistirle.
Pero cuando todo le cedia , le detuvo el cielo con un rayo. Estuvo
284- Numeriano para cegar á fuerza de su llanto. í Qué no puede en
los corazones el deseo de reinar! Tan léjos estuvo Apro, su sue
gro, de compadecerse de sus males, que le quitó la vida; pero
Diocleciano vengó su muerte , y en fin llegó al imperio que con
m- tanto ardimiento habia deseado. Despertóse Carino á pesar de su
' vida perezosa y derrotó á Diocleciano ; pero persiguiendo á los fu
gitivos, fué muerto por uno de los suyos ácuya mujer habia vio
lado. Así quedó libre el imperio del mas violento y perdido de los
hombres. Gobernó Dioclecíano con vigor , pero con una insufrible
m- vanidad. Para resistir á tantos enemigos, que por todas partes
dentro y fuera se levantaban , nombró á Maximiano por su compa
ñero en el imperio ; pero supo conservarse la principal autoridad.
Cada emperador hizo un césar. Constancio Cloro y Galerio fueron
elevados a esta alta dignidad. Apenas pudieron sostener ros cuatro
291- príncipes el peso de tantas guerras. Huyó Diocleciano de Roma,
cuya libertad no podia sufrir , y se estableció en Nicomedia, donde
se hizo adorar ala moda de los orientales. Entretanto los persas,
vencidos por Galerio , abandonaron á los romanos grandes provin
cias y reinos enteros. Despues de tan grandes sucesos no quiere
Galerio ser ya subdito y desdeña el nombre de césar. Comienza
intimando á Maximiano. Una larga enfermedad habia abatido el
espíritu de Diocleciano ; y Galerio , aunque yerno suyo , le forzó á
renunciarle el imperio Fué necesario que Maximiano siguiese su
30i- ejemplo : así el imperio vino á poder de Constancio Cloro y de Ga
lerio : dos nuevos Césares , Severo y Maximino , fueron creados en
su lugar por los emperadores que se deponían. Las Galias , la Es-
(1) Euser. Histor. Itb. 8. 13. Or. r.onst. ad Sanct. can. 25. Lact. de morr. penec-
c. 17. 18.
LAS ÉPOCAS.—10.* -67
pana y la Gran Bretaña fueron felices, aunque por muy poco tiem-
po, bajo Constancio Cloro. Enemigo de las exacciones y acusado ***•
de arruinar por este medio al fisco, mostró que tenia tesoros in
mensos en el amor de sus vasallos. El resto del imperio padecía
mucho en el tiempo de tantos emperadores y tantos cesares; los
criados se multiplicaban con los príncipes ; los gastos y exacciones
eran infinitas. Iba haciéndose ilustre el jóven Constantino , hijo de
Constancio Cloro »- pero se hallaba entre las manos de Galeno
que, celoso de su gloria, le esponia á nuevos riesgos cada dia.
Erale preciso combatir con las bestias feroces como por entreteni
miento ; pero no menos que ellas era Galerio para temido. Escapa
do Constantino de sus manos , encontró á -su padre espirando. En
este tiempo Majencio , hijo de Maximiano y yerno de Galerio , se 306
hizo emperador en Roma á pesar de su suegro ; y las discordias in
ternas se juntaron á los otros males del estado. La imágen de
Constantino , que acababa.de suceder á su padre , llevada á Roma
segun costumbre , fué desechada de orden de Majencio. Era la ad
mision de las imágenes la forma ordinaria de reconocer á los nue
vos príncipes. Hácense por todas partes prevenciones de guerra.
El césar Severo, enviado de Galerio contra Majencio, le hizo tem
blar en Roma *. Por darse algun apoyo en su espanto, volvió á
llamar á su padre Maximiano. El ambicioso viejo dejó su retiro en 3ot
que á su pesar se. mantenía; y procuró , aunque sin fruto , sacar á
Diocleciano del jardin que cultivaba en Salona. Al nombre de Ma
ximiano, segunda vez emperador , dejaron á Severo sus soldados.
Hace matarle el anciano emperador; y por sostenerse al mismo
tiempo contra Galerio, da su hija Fausta á Constantino. Erale
tambien necesario otro apoyo á Galerio despues de la muerte de
Severo ; y así se resolvió á nombrar emperador á Licinio s, cuya
eleccion ofendió á Maximino que, como césar , se creia mas próxi
mo á este supremo honor. Nada pudo persuadirle á sujetarse á Li
cinio , y se hizo absoluto en el Oriente. Casi no quedaba á Galerio
mas que el Illirío , donde se habia retirado despues de haber sido
espelido de Italia. El resto del Occidente obedecía á Maximiano, á
su hijo Majencio y á su yerno Constantino. Pero no menos le dis
gustaban por compañeros en el imperio los hijos que los estraños : 3to
procuró echar de Roma á su hijo Majencio ; pero fué de él espeli
do. Constantino, que le recibió en las Galias, no le halló menos
pérfido. Despues de varios atentados , hizo Maximiano la última
(1) Lact. IbM. 24.-(2) LaCT. <le mort. persecut. cap. 26. 27.—(3) LaCT. IbW. 28. 29.
30. 31. 32.
68 PRIMERA PARTE.
A j0"c'le conjuracion , en que creyó haber empeñado á su hija Fausta contra
sio." su marido. Engañábale ella; y Maximiano, que pensaba haber
muerto á Constantino matando á su eunuco que se habia echado
en su cama , se vio precisado á darse él mismo la muerte. Enceu-
3*3 dióse una nueva guerra : Majencio con pretesto de vengar á su
padre , se declara contra Constantino , que marcha á Roma con sus
tropas 1 . Hace al mismo tiempo derribar las estatuas de Maximia
no; y la misma suerte tuvieron las de Oiocieciano, que estaban
allí juntas. Turbó este desprecio el reposo de Diocleciano, y murió
algun tiempo despues no menos de pesar que de vejez.
En este tiempo Roma, siempre enemiga del cristianismo, hizo
el último esfuerzo para estinguirlo, y por el contrario, acabó de
restablecerlo. Galerio , notado de los historiadores como autor de
la postrera persecucion * , dos años antes que se viese Diocleciano
obligado por él á dejar el imperio, le precisó á hacer aquel san
griento edicto que ordenaba perseguir á los cristianos con mas vio-
3°í- lencia que nunca. Maximiano , que les aborrecía y jamás habia ce
sado de atormentarles, escitaba á los magistrados y á los verdugos ;
pero por mas estremada que fuese su violencia, de ningun modo
igualaba á la de Maximiano y de Galerio. Inventábanse cada día
nuevos castigos. La pureza de las vírgenes cristianas no era menos
combatida que su fe. Se buscaban con estraordinaria diligencia los
sagrados libros para borrar su memoria, y no se atrevían los cris
tianos á tenerlos en sus casas ni casi á leerlos. Así despues de tres
cientos años de persecucion, se hacia mas cruelmente fiero el odio
de los perseguidores. La paciencia de los cristianos les dejó cansa
dos. Los pueblos , movidos de su santa vida , se convertían á tro
pas. Galerio desesperó de vencerles. Asaltado de una enfermedad
estraordinaria , revocó sus edictos , y murió de una muerte como la
31i. de Ántíoco y con un igualmente falso arrepentimiento. Maximino
31 continuó la persecucion ; pero Constantino el (¿cande , príncipe
sabio y victorioso , abrazó pública y solemnemente el cristianismo.
(1) Laci. Ibiil. 42. 43.—(2) Kuser. 8. Híst. Eccl. de vita Const. I. 87. U«. üc inui t.
pers. 9. et seq.
LAS ÉPOCAS.—11.'
Aiios
j C
312.
ÉPOCA UNDÉCIMA.
(I) HieboNIM. cont. Vlg. tom. 4. part. 2. col. 282. Gesxab. de Scrip Eccl.—(1) Part.
II. Cono. Eph. act. I. Sent. depos. Nest. tom. 3. Cont-.—(3) nelat. Sa. Syn. Chai, ad
l.fon. Cone. part. 3. tom. 4 , col. 83*7.
76 TRIMERA PARTE.
Anos iie pr0pí0 'respeto. Habiale poco antes Pulquería elevado al trono , ca-
**', sándose con él ; porque reconocida por emperatriz, despues de la
muerte de su hermano , que falleció sin hijos , fué preciso dar un
señor al imperio , y Marciano se granjeó con su virtud este honor.
Durante el tiempo de estos dos concilios, se hizo famoso Teodoreto,
obispo de Ciro , cuya doctrina estaría sin tacha , si los escritos vio
lentos que publicó contra S. Cirilo no hubiesen necesitado de muy
grandes declaraciones. El los exhibió de buena fe, y así fué con
tado entre los obispos ortodoxos. Empezaban las Galías á reconocer
por señores á los francos. Habialas Aecio defendido contra Fara-
mondo y contra Clodion el Cabelludo. Pero Meroveo fué mas dicho
so; y se estableció en ellas con mayor firmeza , casi al mismo tiem
po que los ingleses, pueblos sajones , ocuparon la Gran Bretaña.
Diéronle estos su nombre, y fundaron en ella muchos reinos. En
tretanto los hunos, pueblos de las lagunas Meótides, asolaron todo
' el universo bajo la conducta de su rey Atila , el mas formidable
de todos los hombres. Aecio, que le derrotó «n las Galías, no pudo
impedirle que talase la Italia. Las islas del mar Adriático sirvieron
á muchos de retirada contra su furor; y se erigió Venecia en me
dio de las aguas. El papa S. Leon, mas poderoso que Aecio y que
los ejércitos romanos, se hizo respetar por aquel rey bárbaro y
pagano , habiendo librado á Roma del inminente saqueo ; pero bien
poco despues estuvo espuesta por las disoluciones de su enipera-
451. dor Valentiniano. Máximo, á cuya mujer habia violado, halló for-
4S5- ma de arruinarle, disimulando su dolor y haciendo mérito de su
complacencia. Por sus engañosos consejos hizo este ciego empera
dor morirá Aecio, única columna del imperio. Máximo, autor de
la muerte, escitó á los amigos de Aecio á la venganza é hizo matar
al emperador. Asciende al trono por estas gradas, y precisa á la
emperatriz Eudoxia , hija de Teodosio el Joven , á casarse con él.
Por librarse ella de sus manos, no teme ponerse en las de Gense-
rico. Queda Roma hecha presa del bárbaro : solo S. Leon papa le
456. impide ponerlo todo á sangre y fuego : el pueblo despedaza á Má
ximo, y solo recibe en sus males este funesto consuelo. Túrbase
todo el Occidente : vénse muchos emperadores levantarse y caer al
m- mismo tiempo. Majoriano fué el mas ilustre. Avito mantuvo mal su
reputacion y se eximió con un obispado Las Galias no pudieron
468 . defenderse ya mas contra Meroveo ni contra Childerico su hijo;
pero este último estuvo para perecer por sus desórdenes. Si sus
vasallos le echaron, un liel amigo que le quedó, dispuso que vol-
4C6- viesen á llamarle. Su valor le hizo temido de sus enemigos, y su¿
conquistas se estendieron bien adentro de las Galias. Estaba Iran-
LAS ÉPOCAS. —11.* 77
quilo el imperio de Oriente bajo de Leon Tracio, sucesor de Mar- Aj»»»c<>e
Ciano , y bajo de Zenon , yerno y sucesor de Leon. La rebelion de **"*•'
Basilisco , bien presto oprimido , solo causó á este emperador una ***
breve inquietud ; pero el imperio de Occidente pereció sin reme-
dio. Augusto, llamado Augústulo, hijo de Orestes , fué el último
emperador reconocido en Roma; é inmediatamente desposeido por
Odoacres, rey de los hérulos. Estos eran pueblos venidos del Pon
to Euxino , cuya dominacion no fué larga. El emperador Zenon
intentó en Oriente señalarse de una manera inaudita. Fué este el
primero de los emperadores que se mezcló en reglar las cuestiones
de la fe. En tanto que los semi-eutiquienos se oponían al concilio 48*-
de Calcedonia , publicó contra el concilio su henótico ; esto es , su
decreto de union , detestado por los católicos y condenado por el
papa Felix 111. Fueron bien presto los hérulos echados de Roma 483
por Teodorico, rey de los ostrogodos, que es lo mismo que godos re
orientales, el cual fundó el reino de Italia; y, aunque arriano, 491-
dejó á la religion católica bastante libertad de ejercitarse. Turbábala 49*-
en Oriente el emperador Anastasio , que siguió los pasos de Zenon
su predecesor , y apoyó á los herejes. Enajenó con esto los ánimos 493-
de sus vasallos, y jamás pudo ganarlos, ni aun aliviándoles de
pesadas imposiciones. Italia obedecía á Teodorico ; y los hérulos
fueron precisados á abandonarlo todo. Á mas de la Italia poseia
tambien Teodorico la Provenza. En su tiempo S. Benito , retirado
en un desierto de Italia , empezaba desde sus mas tiernos años á
practicar las máximas santas , de que compuso aquella regla admi
rable que los monges de Occidente recibieron con el mismo respeto 494-
que tienen los de Oriente á la de S. Basilio. Acabaron los romanos
de perder las Galias por las victorias de Clodoveo , hijo de Chllde-
rico. Tambien ganó contra los alemanes la batalla de Tólbiac, por 49*
el voto que hizo de abrazar la religion cristiana, á que con exhor
taciones no cesaba de inclinarle su mujer Clotilde. Era esta prin
cesa de la casa de los reyes de Borgoña y celante católica , aunque
de familia y de nacion arriana. Instruido Clodoveo por S. Vedasto,
fué bautizado en Reims con sus franceses por S. Remigio , obispo
de aquella antigua metrópoli. Solo él , entre todos loá príncipes
del mundo, mantuvo la religion católica, y mereció el título de
Cristianísimo para sus sucesores. Por la batalla en que por su pro
pia mano mató á Alarico., rey de los visigodos , fueron unidas á su m-
reino Tolosa y Aquitania. Pero la victoria de los ostrogodos le im- m-
pidió el ocuparlo todo basta los Pirineos ; mas el fin de'su reinado 808
oscureció la gloria de sus principios. Dividieron el reino en sus
cuatro hijos, y no cesaron de inquietarse los unos á los otros.
20
78 HUMERA PARTIS.
Año»^ deAnastasio murió herido de un rayo. Justino de bajo nacimiento;
W«. pero hábil y muy católico , fué hecho emperador por el senado. Su-
518- jetóse con todo el pueblo á los decretos del papa S. Hormisdas , y
sss. pUSo fin á las turbaciones de la Iglesia de Oriente. En su tiempo
Boecio, hombre no menos célebre por su doctrina que por su na
cimiento, y Símaco su suegro, elevados ambos .á los cargos mas emi
nentes , fueron sacrificados á los envidiosos celos de Teodorico, que
sospechó sin motivo conspiraban contra el estado. Asombrado el
rey de su delito , creyó ver la cabeza de Símaco en un plato que se
le servia, y murió algun tiempo despues. Ámalasunta, su hija, y
madre de Atalarico, que subia al trono por la muerte de su abue
lo , fué impedida por los godos de hacer instruir al jóven príncipe
stf. como su nacimiento merecía ; y precisada á abandonarle á gentes
de su edad , ve que se pierde sin poder remediarlo. Murió Justino
el año siguiente despues de haber elegido por compañero en el
imperio á Justiniano su sobrino , cuyo largo reinado se ha hecho
célebre por las fatigas de Triboniano , compilador del derecho ro-
529. mano, y por las hazañas de Belisario y del eunuco Narses. Estos
530. dos famosos capitanes reprimieron á los persas , deshicieron á los
533. ostrogodos , como tambien á los vándalos , y restauraron á su señor
534- el Africa, la Italia y Roma; pero celoso el emperador de sus glo-
5bí. r¡as], sin querer participar de sus fatigas, mas les embarazaba que
, 553. les asistía. Ibase aumentando el reino de Francia. Despues de una
531. larga guerra, Childeberto y. Gotario , hijos de Clodoveo, conquis
taron el reino de Borgoña; y sacrificaron, al mismo tiempo á su
ambicion los hijos menores de su hermano Clodomiro , cuyo reino
partieron entre sí. Algun tiempo despues , y en tanto que Jelisa-
rio atacaba tan vivamente á los ostrogodos, lo que estos poseian en
las Galias quedó aba ndonado á los franceses. EsLendíase entonces
mucho la Francia de la otra parte del Rhin; pero los repartimientos
de los príncipes, que formaban otros tantos reinos, le impedían
reunirse bajo una sola dominacion. Fueron sus principales partes la
Neustria, que es la Francia oriental , y la Austrasia, que es la oc-
553. cidental. El mismo año que Roma fué recobrada por Narses , hizo
Justiniano tener en Constantinopla el quinto concilio general , que
confirmó los precedentes y condenó algunos escritos favorables á
Nestorio. Ll amábanse estos los tres Capítulos, á causa de tres au
tores , muert os largo tiempo antes , de los cuales entonces se tra
taba. Fué condenada la memoria y los escritos de Teodoro obispo
de Mopsuesto, y una carta de Ibas obispo de Edesá, y de los escri
tos de Teodoreto, los que habia compuesto contra S. Cirilo. Fue
ron tambien reprobados los de Orígenes, que turbaban todo el
LAS ÉPOCAS. — 11." 79
Oriente un siglo habia. Este concilio, comenzado con malos desig- A']0»c,
nios , tuvo una feliz conclusion ; y fué recibido de la Santa Sede,
que desde el principio se> habia opuesto á él. Dos años despues del
concilio, Narses, que habia quitado la Italia á los godos , la defen
dió de los franceses; y obtuvo una cumplida victoria contra Buce-
lino , general de las tropas de Austrasia. Con todas estas ventajas
no duró mucho la Italia á los emperadores. En tiempo de Justi
no 11, sobrino de Justiniano, y despues de la muerte de Narses, 368.
fué el reino de Lombardía fundado por Alboino. Tomó á Milan y á s70-
Pavía : apenas se salvaron de sus manos Roma y Ravena; y los Sii-
lombardos hicieron padecer á los romanos los mayores trabajos. 88t'
Fué Roma mal socorrida de sus emperadores, á quienes los avares,
nacion escítica , los sarracenos, pueblos de Arabia , y mas que to
dos ios persas, por todos lados les atormentaban en el Oriente.
Justino , que solo á sus dictámenes y á sus pasiones daba crédito,
fué siempre derrotado por los persas y por su rey Cosdroas : tal fué
su turbacion por tantas pérdidas , que le causó tambien la del jui-
' cio. Sofía , su mujer , sostuvo el imperio. El desgraciado príncipe s™-
recobró muy tarde su razon ; y conoció al morir la malicia de sus
lisonjeros. Despues de él Tiberio II , á quien habia nombrado em
perador, reprimió á los enemigos , alivió á los pueblos y se enri
queció con las limosnas que distribuía. Las victorias de Mauricio
Capadocio , general de sus ejércitos , hicieron morir de pesar al ss0-
soberbio Cosdroas; y fueron de Tiberio recompensadas con elim- S81-
perio y con su hija Constantina, que le dió al morir. En este tiem- 583-
po la ambiciosa Fredegunda , mujer del rey Chilperico I , introdu
cía en Francia un general incendio , y no cesaba de escitar guerras
crueles entre los reyes franceses. En medio de las desgracias de
Italia , y hallándose Roma afligida de una peste espantosa, fué San ?w.
Gregorio el Grande exaltado á su pesar á la silla de S. Pedro.
Aplaca este gran papa la peste con sus oracienes ; instruye á los
emperadores , y juntamente les hace dar la obediencia que se les
debe ; consuela á Africa y la fortifica; confirma en España á los
visigodos , convertidos del arrianismo , y al católico Recaredo , que
acababa de entrar en el gremio de la Iglesia ; convierte á la Ingla
terra; reforma la disciplina en la Francia, á cuyos reyes siempre
ortodoxos exalta sobre todos los demás de la tierra ; templa el fu
ror de los lombardos ; salva á Roma , y á Italia , incapaz de ser
socorrida de los emperadores ; reprime el recien nacido orgullo de
los patriarcas de Constantínopla; ilustra á toda la Iglesia con su
doctrina ; gobierna el Oriente y Occidente con no menos vigor que
humildad , y da al mundo un perfecto modelo del gobierno ecle-
80 PRIMERA PARTE.
Años rte siástico. No tiene la historia de la Iglesia cosa mas bella que la
893. entrada del santo monge Agustín en el reino de Canzia con sus
cuarenta compañeros que , precedidos de la cruz, hacían votos so
lemnes por la conversion de Inglaterra '. S. Gregorio , que les ha
bia enviado, les instruía con caitas verdaderamente apostólicas, y
enseñaba al Sto. Agustín á temblar entre los continuos milagros
que obraba Dios por su ministerio *. Berta , princesa de Francia,
atrajo al cristianismo al rey Edilberto su marido. Los reyes de
Francia y la reina Brunequilde protegieron á la nueva misión. Los
. ' obispos de Francia entraron en esta buena obra y consagraron de
m- orden del papa al Sto. Agustín. El refuerzo que S. Gregorio envió
al nuevo obispo, produjo nuevos frutos; y tomó forma la Iglesia
anglicana. Habiendo esperimentado el emperador Mauricio la fide
lidad de S. Gregorio, se corrigió por sus amonestaciones ;.y recibió
de él aquella alabanza , tan digna de un príncipe cristiano , que
«en su tiempo los herejes no osaban despegar sus labios.» Este
emperador tan piadoso hizo no obstante un gran yerro. Pereció un
infinito número de romanos entre las manos de los bárbaros por
no haberles rescatado á escudo por cada uno. Vénse despues los
remordimientos del buen emperador; la súplica que hace á Dios,
de castigarle en este y no en el otro mundo ; la rebelion de Focas
que á su vista mata á toda su familia ; Mauricio, muerto el último
sin decir mas entre todos sus males, que este verso del Salmista:
Vos sois justo , ó Señor , y todos vuestros juicios son rectos Ele
vado Focas al imperio por una accion tan detestable , procuró ga
nar á los pueblos , honrando á la Santa Sede cuyos privilegios
m- confirmó. Pero ya estaba pronunciada su sentencia. Heraclio, pro-
clamado emperador por el ejército de Africa, marchó contra él.
Entonces esperimentó Focas que ordinariamente las disoluciones
dañan mas á los príncipes que las crueldades; porque Fotino, cu
ya mujer habia violado , le entregó á Heraclio que hizo matarle.
Vió poco despues la Francia una mucho mas estraordinaria trage-
6ít- dia. Entregada la reina Brunequilde á Clota'rio 11 , fué sacrificada á
la ambicion de este príncipe : abominada su memoria ; y su vir
tud , tan alabada del papa S. Gregorio , aun tiene dificultad en
defenderse. Estaba entretanto asolado el imperio. El rey de Persia
6í0 Cosdroas II , con el pretesto de vengar á Mauricio , habia empren
dido la ruina de Focas. Adelantó sus conquistas en tiempo de He
raclio. Vióse el emperador derrotado y la verdadera Cruz arreba
tada de los infieles : despues con una maravillosa alternacion, He-
(|) Beda HUÍ. aogt.l. lib. 1. c «.-(«) Obbs. I. 9. «p.'». to«..¿-'0; P». 118. 157
LAS ÉPOCAS.—11.' 81
radio cinco veces vencedor , la Persia penetrada de los romanos, Aij°»c de
Cosdroas muerto de su hijo, y recobrada la santa Cruz. En tanto
que el poder de los persas estaba tan reprimido , se levantó un 6í*-
mayor mal contra el imperio y contra toda la cristiandad. Elevóse 623-
Mahoma á profeta entre los sarracenos; y echado de la Meca por 62s-
los suyos, comenzó desde su fuga la famosa hegira, desde donde 62«-
cuentan sus años los mahometanos. El falso profeta dió sus victo- 9?s>
rias por única señal de su mision. Sujetó en nueve años , ó de gra
do ú de fuerza , á toda la Arabia , y echó los fundamentos del im
perio de los Califas. Juntóse á estos males la herejía de los mono- 6í9-
telitas , que por una estravagancia casi incomprensible , conociendo
en nuestro Señor dos naturalezas, no querían conocer en él sino
una sola voluntad. El hombre , segun ellos , nada quería ; y no ha
bia en Jesucristo, en sentir de ellos, sino sola la voluntad del
Verbo. Ocultaban estos herejes su veneno bajo palabras ambiguas :
un falso amor de paz les hizo proponer que no se hablase de una
ni de dos voluntades. Engañaron con estos artificios al papa Hono
rio I , que entró con ellos en un pernicioso temperamento ; y con- "Si-
sintió en un silencio , en que la mentira y la verdad fueron igual
mente suprimidas. Por colmo de la desgracia, el emperador Heraclio m-
intentó algun tiempo despues decidir la cuestion de propia autori
dad , y propuso su Ectesis , ó esposicion favorable á los monoteli-
tas ; pero en fin , fueron descubiertos los artificios de los herejes.
El papa Juan IV condenó el Ectesis. Constantino, nieto de Hera-
clio , sostuvo el edicto de su abuelo por el suyo llamado Tipo. La
Santa Sede y el papa Teodoro se oponen á este intento. El papa
S. Martin I junta el concilio Lateranense , en que anatematiza al
Tipo y á las cabezas de los monotelitas. S. Máximo, célebre en todo
el Oriente por su piedad y su doctrina , deja la corte infecta de la
nueva herejía ; reprende descubiertamente á los emperadores, que m-
habían osado decir sobre cuestiones de la fe , y padece infinitos
trabajos por la religion católica. Arrastrado el papa de destierro en
destierro, y siempre rigurosamente tratado por el emperador,
muere en fin , entre sus penalidades , sin lamentarse ni aflojar en
nada de lo que debe 'á su ministerio. Entretanto la nueva iglesia
anglicana , fortificada por el desvelo de los papas Bonifacio V y Ho
norio , se hacia célebre por todo el mundo. Los milagros abundaban
en ella con las virtudes , como en tiempo de los Apóstoles; y nada
resplandecía tanto como la santidad de sus reyes. Eduino abrazó m-
con todo su pueblo la fe , que le habia dado la victoria contra sus
enemigos , y convirtió á sus vecinos. Owaldo sirvió de intérprete á
los predicadores del Evangelio, y famoso por sus conauistas, les
ai
82 PRIMERA PARTE.
Afios de prefirió la gloria de ser cristiano. Los mercianos fueron convertidos
655. por Osuino, rey de Nortumberland : sus vecinos y sus sucesores si
guieron sus pasos , y fueron inmensas sus buenas obras. En el
Oriente todo se iba arruinando. Mientras los emperadores se con-
634. sumen entre las disputas de la religion é inventan herejías , los
635. sarracenos penetran el imperio; ocupan la Siria y la Palestina: la
636. santa ciudad se les sujeta : la Persia les está abierta por sus divisio-
637. nes y toman este gran reino sin resistencia : entran en Africa en
647. estado de reducirla bien presto á provincia suya : la isla de Chipre
6is- les obedece ; y en menos de treinta años juntan todas estas con
quistas con las de Mahoma. La Italia siempre infeliz y abandonada,
gemia bajo de las armas de los lombardos. Constante desesperó de
echarlos y se resolvió á talar lo que no podia defender. Mas cruel
663. aunque los lombardos, solamente fué á Roma por saquear sus te
soros: las iglesias no quedaron exentas : arruinó la Cerdeña y la
Sicilia ; y hecho odioso á todos , pereció á manos de los suyos. En
. tiempo de su hijo Constantino Pagonato, que significa el Barbudo,
se apoderaron los sarracenos de la Cilicia y dé la Licia ; y á Cons-
668- tantinopla sitiada solo pudo salvar un milagro. Los bulgarios, pue-
61,1 • blos venidos de la embocadura del Volga , se juntaron á los mu-
612 chos enemigos de que estaba oprimido el imperio, y ocuparon
6TO- aquella parte de la Tracia , llamada despues Bulgaria , que era la
antigua Misia. Nacían de la iglesia anglicana nuevas iglesias; y
S. Wilfrido , obispo de York , echado de su silla , convirtió á la
Frisia. Recibió toda la Iglesia una nueva luz con el concilio de
Constantinopla sexto general , á que el papa S. Agaton presidió por
m- sus legados , y esplicó la fe católica por una carta maravillosa. Ful
minó el concilio el anatema contra un obispo célebre por su doctri
na , contra un patriarca de Alejandría y contra cuatro patriarcas de
Constantinopla , que son en suma todos los autores de la secta de
los monotelitas , sin eximir al papa Honorio , que les habia con
temporizado. Despues de la muerte de Agaton , que sucedió durante
el concilio , confirmó el papa Leon II sus decisiones y aprobó to
dos los anatemas. Constantino Pagonato, imitador del gran Cons
tantino y de Marciano , entró á su ejemplo en el concilio , hizo co
mo ellos las mismas sumisiones , y fué allí honrado con los mis
mos títulos de ortodoxo , de religioso , y de pacífico emperador y de
685. restaurador de la religion. Su hijo Justiniano II le sucedió , todavía
686- niño. En su tiempo la fe se estendia y resplandecía hácia el Norte.
S. Kiliano, enviado por el papa Conon , predicó el Evangelio en
m- la Franconia. En tiempo del papa Sergio , Ceaudual , uno de los re
yes de Inglaterra, fué en persona á prestar la obediencia á la Igle
US ÉPOCAS.— 11.' 83
sia romana , de donde la fe habia pasado á su isla ; y despues de Af™ áe
haber recibido el bautismo de mano del papa , murió como él mis- esa-
mo habia deseado. La casa de Clodoveo habiacaido en una lastimo
sa flaqueza : las frecuentes menoredades habian dado ocasion de
habituar a los príncipes á una flojedad de que nunca acertaban á
salir siendo mayores. De aquí provino aquella larga série de reyes
perezosos , que no tenian sino el nombre de rey y dejaban todo el
poder á los maestres del palacio. Con este título Pepino Heriste! lo «9'-
gobernó todo y elevó á su familia á las mas altas esperanzas. Por 6»s.
su autoridad y despues del martirio de S. Vigberto , la fe se esta
bleció en la Frisia, que acababa la Francia de añadir ásus conquis
tas. S. Siviberto , S. Willebrodo y otros varones apostólicos, sem
braron el Evangelio en las provincias vecinas. Habia entretanto
pasado felizmente la menor edad de Justiniano: las victorias de
Leoncio babian abatido á los sarracenos y restablecido en el Orien
te la gloria del imperio. Pero preso injustamente este gran capitan 69í-
y suelto fuera de sazon, cortó á su señor las narices y le espelió. ea6-
Igual tratamiento recibió este rebelde de Tiberio , llamado Ahsi-
nfaro, que tampoco se mantuvo mucho. Restablecido Justiniano,
fué ingrato á sus amigos ; y vengándose de sus enemigos , se hizo 70t-
otros mas formidables , que le mataron. No fueron en Roma reci
bidas las imágenes de Filippico su sucesor, porque favorecía á los
monotelitas y se declaraba enemigo del concilio sexto : eligieron en
Constantinopla á Anastasio 11 , príncipe católico , y sacaron los ojos
á Filippico. Por este tiempo las disoluciones del rey Rodrigo pu- m-
sieron á España en manos de los moros, que así nombraban á los
sarracenos del Africa. Llamó el conde D. Julian á estos infieles,
por vengar á su hija Florinda, violada de Rodrigo. Ellos pasan con
tropas inmensas: el rey perece: la España queda cautiva; y el
imperio de los godos estinguido en ella. Fué puesta entonces la
Iglesia de España á una nueva prueba ; pero enseñada á mante
nerse firme bajo de los arrianos , no pudieron los moros abatirla.
Dejáronla al principio con bastante libertad , pero fuéle preciso en
los siglos siguientes sufrir grandes combates ; y la castidad tuvo sus
mártires, así como la fe , bajo la tiranía de una nacion no menos
brutal que infiel. No duró mucho el emperador Anastasio. Obligó i'»-
el ejército á Teodosio III á vestirse la púrpura. Fué forzoso pe
lear : el nuevo emperador ganó la batalla , y Anastasio fué puesto
en un monasterio. Dueños los moros de la España , esperaban es
tenderse bien presto de la parte de acá de los Pirineos ; pero Cár-
los Martel , destinado á reprimirlos , se habia engrandecido en
Francia, y sucedido, aunque bastardo, en el poder de su padre
84 NUMERA PARTE.
Año. d. pepino Heríste| f que dejó á su casa |a Austrasia como egpecie
de principado soberano , y el mando en Neustria por el empleo de
maestre del palacio. Todo lo reunió Carlos por su valor. Las cosas
•716 del Oriente estaban muy turbadas. Leon Isauro , prefecto de él, no
reconoció por señor á Teodosio , el cual sin repugnancia dejó el
imperio , que con repugnancia habia admitido , y retirado á Efeso,
7i8- solamente se ocupó en las verdaderas grandezas. Los sarracenos re
cibieron grandes golpes durante el imperio de Leon. Levantaron
1í9• ignominiosamente el sitio de Constantinopla. Pelayo , que se acan
tonó en las montañas de Asturias con los godos mas resueltos que
tenia , despues de una señalada victoria , opuso á aquellos infieles
un nuevo reino que algun dia les echaría de España. A pesar de
72«- los esfuerzos y del inmenso ejército dé Abderraman su general , ga
nó contra ellos Carlos Martel la famosa batalla de Tours. Pereció en
ella un número infinito de aquellos infieles y el mismo Abderra
man quedó en el campo. Fué seguida esta victoria de otras venta
jas , con que Carlos Martel detuvo á los moros y estendió el reino
hasta los Pirineos. Casi nada tenían ya entonces las Galias que no
obedeciese á los franceses , y todos reconocían por señor á Carlos
Martel. Poderoso en paz , en guerra , y dueño absoluto de la coro
na , reinó bajo de muchos reyes que hizo y deshizo á su arbitrio,
sin atreverse á tomar este gran titulo ; que los celos de los señores
franceses asi debian deslumbrarse. En Alemania se restablecía la
religion. El sacerdotes. Bonifacio convirtió aquellos. pueblos y fué
allí hecho obispo por el papa Gregorio II que le habia enviado. Go
zaba el imperio de bastante tranquilidad ; pero Leon introdujo la
turbacion en él por largo tiempo. Intentó derribar, como á ídolos,
las imágenes de Jesucristo y de sus santos ; y como no pudiese
7». atraer á sus dictámenes á S. Germano , patriarca de Constantíno-
pla, obró de propia- autoridad; y despues de una ordenanza del
senado , se le víó inmediatamente romper uua imágen de Jesucris
to que estaba colocada sobre la puerta principal de la iglesia de
Constantinopla. Este origen tuvieron las violencias de los icono- .
clastas, que significa rompe-imágenes. Las demás, que los empe
radores, los obispos y todos los fieles habian erigido desde la paz de
la Iglesia en lugares públicos y particulares , fueron tambien abati
das. Alborotóse el pueblo á este espectáculo y fueron en varias par
tes derribadas las imágenes del emperador. Creyóse ultrajado en su
persona. Reconvínosele con el ultraje semejante que hacia á Jesu
cristo y á sus santos; y que por su propia, confesion, la injuria
hecha á la imágen recaia sobre el original. Aun procedió á mas la
Italia. Negó al emperador por. su impiedad los tributos ordinarios.
LAS ¿POCAS.—Il." 85
Luitprando, rey de los lombardos, se sirvió del mismo pretesto Aj0,c,íe
para tomar á Ravena , residencia de los exarcas ; así llamaban á los
gobernadores que los emperadores enviaban á Italia. El papa Gre
gorio II se opuso justísimamente el abatimiento de las imágenes ;
pero al mismo tiempo se oponía á los enemigos del imperio y pro
curaba contener a los pueblos en la obediencia. Hízose la paz con 73*'
los lombardos , y el emperador ejecutó su decreto contra las imá
genes con mas violencia que antes. Pero el célebre Juan de Da
masco le dijo claramente , que en materia de religion él no conocía
otros decretos que los de la iglesia; y padecio mucho. El empera
dor echó de su silla al patriarca S Germano, que murió en el
destierro de edad de noventa años. Volvieron poco despues los lom- 73»-
bardos á tomar las armas ; y en los trabajos que hacían padecer al 'li0-
pueblo romano , solo les contuvo la autoridad de Cárlos Martel, cu
ya asistencia el papa Gregorio II habia implorado. El nuevo reino
de España, que se llamaba en aquellos primeros tiempos el reino
de Oviedo , se iba aumentando con las conquistas y conducta de
Alfonso, yerno de Pelayo, que á ejemplo de Recaredo , de quien
descendía, tomó el renombre de Católico. Murió Leon, y dejó así
al imperio como á la iglesia en una grande agitacion. 'Artabaso,
pretor de Armenia, se hizo proclamar emperador en lugar de Cons
tantino Copronimo , hijo de Leon , y restablecio las imágenes. Des
pues de la muerte de Cárlos Martel , amenazó Luitprando nueva
mente á Roma : el exarcado de Ravena estuvo en peligro ; y la
Italia debió su liberacion á la prudencia del papaS. Zacarías. Emba- **,
razado Constantino en el Oriente , solo cuidaba restablecerse : der- 7U-
rotó á Artabaces , tomó á' Constantinopla , y la llenó de castigos.
Los dos hijos de Cárlos Martel , Carlomano y Pepino , habian su
cedido en el poder de su padre ; pero disgustado Carlomano del si
glo , en medio de sus grandezas y de sus victorias , abrazó la vida
monástica. Por este medio reunió Pepino todo el poder en su per
sona : súpole mantener con su gran mérito , y formó el designio de
elevarse al trono. Cbilderico , el mas infeliz de todos los príncipes , ™-
le abrió el camino , y juntó á la calidad de perezoso la de insensa
to. Disgustados de ellas los franceses y acostumbrados tanto tiem
po habia á la casa de Cárlos Martel , fecunda en hombres grandes ,
no tenían otro embarazo que el juramento que habian prestado á
Childerico. Con la respuesta del papa Zacarías se creyeron libres,
y tanto mas desempeñados de él , cuanto habia ya doscientos años
que su rey y sus antepasados parecía haber renunciado el* derecho
de mandarles , dejando unir todo el poder al cargo de maestre del
palacio. Así , Pepino fué elevado al trono y reunido el nombre de
86 pkiMera parte,
aóo». <ic rey con |a autoridad. Halló el papa Esteban en el nuevo rey el
"»s.' mismo celo que Carlos Martel habia tenido para la Santa Sede con
tra los lombardos. Despues de haber infructuosamente implorado
el socorro del emperador, se echó este papa en los brazos de los
73i- franceses. Recibióle el rey en Francia con respeto , y quiso ser con
sagrado y coronado de su mano. Al mismo tiempo pasó los Alpes ,
libertó á Roma y al exarcado de Ravena, y redujo á Astolfo, rey
de los lombardos , á una paz justa. El emperador entretanto hacía
la guerra á las imágenes ; y por buscarse el apoyo de la autoridad
eclesiástica , juntó un numeroso concilio en Constantinopla. Por
tanto no comparecieron , segun la costumbre, los legados de la San
ta Sede , ni los obispos ó legados de las otras sillas patriarcales '.
En este concilio ilegítimo , no solo se condenó como idolatría todo
el honor dado á las imágenes en memoria de los originales, sí tam
bien la escultura y pintura, como artes detestables * : opinion que
era de los sarracenos , cuyos consejos se decia haber Leon seguido
cuando derribó las imágenes. Con todo eso , nada se dijo contra las
reliquias ; y así el concilio de Copronimo no prohibió el honrarlas,
antes bien fulminó el anatema contra los que rehusasen recurrir á
las oraciones de la Virgen Santísima y de los santos 5. Los católi
cos , perseguidos por el honor que daban á las imágenes , respon
dieron al emperador, que antes sufrirían las mas estremadas pena
lidades que dejar de honrar á Jesucristo , aun en su sombra. En
tretanto Pepino repasó los Alpes , y castigó al infiel Astolfo , que
735- rehusaba ejecutar el tratado de paz. No recibió jamás la Iglesia ro
mana don mas bello que el que le hizo entonces este piadoso prín
cipe. Dióle las ciudades que hahia recobrado de los lombardos,
burlándose de Copronimo que pedia su restitucion, siendo él quien
no habia podido defenderlas. Desde este tiempo fueron poco reco
nocidos en Roma los emperadores : ellos se hicieron allí despre
ciables por su flaqueza y odiosos por sus errores ; y Pepino fué
mirado como protector del pueblo y de la Iglesia romana, cuya ca
lidad se hizo como hereditaria en su casa y en los reyes de Francia.
Carlomagno , hijo de Pepino , la mantuvo con no menor esfuerzo
71i- que piedad. El papa Adriano recurrió á él contra Desiderio, rey
de los lombardos , que habia tomado muchas ciudades y amenazaba
77í- á toda Italia. Pasó Carlomagno los Alpes : todo se le humilló : De
siderio vino á su poder : los reyes lombardos , enemigos de Roma
y de los papas , fueron destruidos : Carlomagno se hizo coronar rey
de Italia , y tomó el título de rey de los franceses y de los lom-
(1) Conc. Nic. II act. 6. t. 1. Conc. col. 395.—(2) Ibirt. definís. Pwucto syn. C. P.
col. 158 , 506.—(3) lblrt. Pseudo synod. C. P. Can. IX. ct XI. Col. 518, S27.
LAS ÉPOCAS. — 11." 87
bardos. Ejercitó al propio tiempo en Roma misma la autoridad su- AñJ°'ca'
prema con el carácter de patricio , y confirmó á la Santa Sede ias ™-
donaciones del rey su padre. Los emperadores resistían con difi
cultad á los bulgarios, y en vano imploraban contra Carlomagno á
los lombardos desposeidos. La contienda sobre las imágenes dura- m
ba siempre. Pareció al principio que Leon 111 , hi jo de Copronimo,
se hubiese aplacado; pero renovó la persecucion al punto que se
creyó seguro. Murió bien presto. Sucedióle su hijo Constantino de
edad de diez años , y reinó bajo la tutela de la emperatriz Irene
su madre. Comenzaron entonces las cosas á mudar de semblante. ">84-
Paulo, patriarca de Constantinopla , declaró hácia el fin de su vida
que habia hecho guerra á las imágenes contra su conciencia; y se
retiró á un monasterio, donde delante de la emperatriz lloró la in
felicidad de la Iglesia de Constantinopla , separada de las cuatro si
llas patriarcales, y le propuso la celebracion de un concilio general
como único remedio de tan gran mal. Su sucesor Tarasío sostuvo
que la cuestion no se habia juzgado segun orden , por haberse
principiado por un decreto del emperador seguido de un concilio
tenido contra la forma regular , cuando en materias de religion
toca al concilio empezar y á los emperadores apoyar el juicio de la
Iglesia. Fundado en esta razon , no aceptó el patriarcado sino con la
condicion de que se tendría un concilio universal. Empezóse este 78T
en Constantinopla y continuó en Nicea : el papa envió á él sus le
gados : fué el concilio de los iconoclastas condenado y ellos detes
tados como gentes que , á ejemplo de los sarracenos , acusaban de
idólatras á los cristianos. Decidióse que fuesen honradas las imá
genes en memoria y reverencia de los originales , lo cual se llama
en el concilio culto relativo , adoracion y salutacion honoraria, que
se opone al culto supremo y á la adoracion de latría , ó de entera
sujecion, que el concilio reserva solo á Dios '. A mas de los lega
dos de la Santa Sede y de la presencia del patriarca de Constanti
nopla, concurrieron allí legados de otras sillas patriarcales, oprimi
das entonces de los infieles. Algunos les han disputado su mision;
pero lo que no se les ha disputado es , que tan léjos estuvieron de
negarla , como que todas aceptaron el concilio , sin que se descu
bran señas de contradiccion ; y así fué recibido de toda la Iglesia.
Rodeados los franceses' de idólatras ó de cristianos nuevos , cuyas
ideas temian turbar, y fuera de esto, embarazados del término
equívoco de adoracion , dudaron largo tiempo. Entre todas las imá
genes no querían dar honor sino á la de la cruz , absolutamente
diversa de las figuras que creian los paganos llenas de divinidad.
(1) Conc. Nic. II. act. 7. t. T. Conc. col. 655.
88 PRIMERA PARTE.
*™"cde Conservaron ño obstante en lugar decente y aun en las iglesias , las
™. demás imágenes, y detestaron á los iconoclastas; y la diferencia
que en esto quedó, no hizo cisma alguno. Conocieron en fin los
franceses que no pedían los padres de Nicea para las imágenes sino
el propio género de culto , observada toda la proporcion que ellos
mismos practicaban con las reliquias , con el libro del Evangelio y
con la cruz; en fin, fué venerado este concilio de toda. la cristian
dad con el nombre de séptimo concilio general.
Así hemos visto los siete concilios generales, recibidos con igual
reverencia del Oriente y del Occidente , de la Iglesia griega y de
la latina. Convocaban los emperadores estas grandes asambleas por
la suprema autoridad que tenían sobre todos los obispos, ó á lo
menos sobre los mas principales, de quienes dependían los demás,
y que eran entonces subditos del imperio. Erales suministrado car
ruaje público de orden de los príncipes, aunque siempre se hacían
estas sagradas juntas con la aprobacion y consentimiento de los su
mos pontífices. Juntábanse estos concilios en el Oriente, donde ha
cían su residencia; y ordinariamente enviaban á ellos sus comisa
rios, por mantener el orden. Congregados asi los obispos con los
legados de la Sede apostólica, si el pontífice no asistía personal
mente, llevaban estos consigo la autoridad del Espíritu Santo y la
tradicion de las Iglesias. Habia desde el origen del cristianismo tres
sedes principales , que precedían á las demás , la de Roma , la de
Alejandría y la de Antioquía. El concilio Niceno habia aprobado
que el obispo de la santa ciudad tuviese la misma preeminencia '.
El segundo y cuarto concilio elevaron la sede de Constantinopla, y
quisieron que fuese la segunda !. Así se hicieron cinco sedes, que
con el curso del tiempo fueron llamadas patriarcales. Erales conce
dida la preferencia en el concilio. Entre estas sedes , la de Roma
era siempre mirada como la primera; y el concilio de Nicea regló
las otras sobre el modelo de ella 5. Habia tambien obispos metro
politanos, que eran las cabezas de las provincias y precedían á los
demás obispos. Empezóse bien tarde á llamarles arzobispos ; pero
no era menos reconocida su autoridad. Cuando estaba formado el
concilio , se proponía la sagrada Escritura , y se leian los lugares
de los Padres antiguos , testigos de la tradicion : que la tradicion era
la que interpretaba la Escritura : creiase que su sentido verdadero
era aquel en que los siglos pasados habian convenido, y ninguno
presumía tener autoridad para interpretarla de otro modo. Los que
rehusaban sujetarse á las decisiones del concilio eran anatematiza
do Conc. Nle.can. 1. tom. 2, Conc. col. 31.—(2) Conc. C. P. L. can. 3. ibld.col. 9i8.
Conc. Chaleed. Can. 28. tom. i. col. 1C9.—(3) Conc. NIc. can. 6. ubi sup.
LAS ÉPOCAS. — 11.* 89
dos. Despues de haber esplicado la fe , se reglaba la disciplina ecle- Af°* *
siástica y se formaban los cánones , esto es , las reglas de la lgle- 7«.
sia. Creiase que la fe era inalterable; y que , aunque pudiese la
disciplina recibir algunas mutaciones segun los tiempos y lugares,
era necesario aplicarse en todo lo posible á una perfecta imitacion
de la antigüedad. En cuanto á lo demas , los papas no asistieron á
los concilios primeros generales , sino por sus legados ; pero espre-
samente aprobaron la doctrina , y no hubo en la Iglesía sino una
sola fe absolutamente. 1 " •' ' *
Hicieron Constantino é Irene ejecutar religiosamente los decretos
del séptimo concilio ; pero no tuvo igual firmeza el resto de su con
ducta. El joven príncipe , á quien su madre hizo casar á su disgus
to , se entregaba á amores deshonestos ; y cansado de obedecer á
una madre tan imperiosa, procuraba alejarla de los negocios, en
que á su pesar intervenía y se mantenía. Reinaba en España Alfon
so el Casto. La continencia perpetua que guardó este príncipe , le ni-
mereció este escelente renombre , y le hizo digno de libertar á te
España del infame tributo de cien doncellas, que habia su tio Mau-
regato concedido á los moros. Setenta mil de aquellos infieles,
muertos en una batalla con Magut su general , fueron testigos del
valor de Alfonso. Tambien procuraba Constantino señalarse contra
los bulgarios ; pero no correspondieron los sucesos á sus esperanzas; n*.
Destruyó en fin todo el poder de Irene ; é' incapaz de gobernarse
por sí , tanto como de sufrir el mando de otro , repudió á su mujer
María por casarse con Teodora , que estaba en servicio de ella. Ir- 1i
ritada su madre , fomentó las turbaciones que causaron un tan
grande escándalo ; é hizo morir á Constantino por sus artificios.
Ganó al pueblo moderando los tributos ; y con una aparente pie
dad atrajo los monges y el clero á sus intereses. Logró finalmente
ser reconocida por única emperatriz. Despreciaron los romanos este
gobierno , y volvieron los ojos á Carlomagno , que sujetaba á los
sajones , reprimía á los sarracenos , destruía las herejías , protegía
á los papas , atraía al cristianismo las naciones infieles , restablecía
las ciencias y la disciplina eclesiástica , solicitaba que se juntasen
famosos concilios, donde era admirada su profunda doctrina , y
hacia sentir , no solo á la Francia y España , sí tambien á Inglater
ra y Alemania , y por todas partes , los, efectos de su piedad y de
su justicia. , . •' , ¡¡<''i'n !•' ,', ¡i '<
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FRIMEBA PARTE.
Aftos ilé .gl'i-i ¡ •" "r
«r ' J ti . ÉPOCA DUODÉCIMA.
LA CONTINUACION DE LA RELIGION. ,
CAPÍTULO PRIMERO.
(I) MaMUTII. BKKOS. HjiSTIÜ. NlC. DaM. el Bill dplld JOSePh. Alitiq lib. i. HfilOD
Op. et <IU-.—(1) Gen. Ix. 4.—(2) Gen. ív. 8.
26
103 SEGUNDA PARTE.
de Caín , babia hecbo el segundo homicidio 1 , y es creíble que se hi
ciesen otros con estos detestables ejemplares. Pero aun no estaban in
ventadas las guerras. Despues del diluvio fué cuando salieron aquellos
asoladores de provincias , á quienes han llamado conquistadores , que
impelidos de la falaz honra sola del mundo, esterminaron tantos ino
centes. Nembroth, maldito renuevo de Cam, maldito por su padre , em
pezó á hacer la guerra solo por establecerse un imperio *. Desde en
tonces ha jugado la ambicion sin límite alguno la vida de los hombres;
y ellos han llegado al punto de matarse entre sí , aun sin aborrecerse,
teniendo por colmo de honrosa gloria y por la mas noble de todas las
artes el acabarse los unos á los otros.
Estos son los principios del mundo , tales como la historia de Moisés
nos los representa : principios en su origen felices ; llenos despues de
infinitos males ; y atendiendo á Dios , que todo lo hace , siempre admi
rables : tales en fin , que con repasarlos por nuestra memoria , apren
demos á considerar al universo y al género humano siempre bajo de la
mano del Criador ; sacado de la nada por su palabra ; conservado por
su bondad ; gobernado por su sabiduría; castigado por su justicia; li
brado por su misericordia; y siempre sujeto á su poder.
No es , pues , este universo , como le concibieron los filósofos , for
mado segun algunos por un concurso casual de primeros cuerpos ; ó
que , segun los mas científicos entre ellos , suministró el mismo su ma
teria á su Autor; y que por consiguiente no depende de él , ni en el
fondo de su ser ni en su primer estado , antes bien le sujeta á ciertas
leyes que no puede alterar. No es así como ellos imaginaron.
Moisés y nuestros antiguos padres, cuyas tradiciones recogió, nos
dan diversos conceptos. El Dios que él nos ha mostrado, tiene muy di
ferente poder : puede hacer y deshacer como quiere : da leyes á la na
turaleza , y las altera , cuando es de su agrado, como autor de ella.
Si por hacerse conocer en el tiempo que la mayor parte de los hom
bres le habia olvidado, obró milagros asombrosos y forzó á la naturale
za á salir de sus leyes mas constantes; continuó á mostrar en esto, que
él era el dueño absoluto, y que su voluntad es el único lazo y vínculo
que mantiene el orden del universo.
Esto es puntualmente lo que habían los hombres olvidado : la esta
bilidad de un órden tan acorde y. tan hermoso , no servia mas que á
persuadirles que este órden habia siempre sido y era de sí mismo ; y
eso les inducía á adorar alucinados al mundo en general , ó á los as
tros , á los elementos , y en fin , á todos aquellos grandes cuerpos que
le componen. Dios , pues , ha dado testimonio al género humano de
una bondad digna de sí , inviniendo en ocasiones magníficas este órden
(1) Gen. ib. 23. -(2¡ Gen. N. ».
LA CONTINUACION DE LA RELIGION. 103
que no solamente no les hacia ya impresion, porque estaban á él acos
tumbrados , sí que aun les llevaba, tan ciegos estaban, á imaginar
fuera de Dios la eternidad y la independencia.
La historia del pueblo de Dios, autorizada por su misma continuacion
y por la religiosidad así de los que la escribieron como de los que tan
cuidadosamente la conservaron , ha guardado como en un íiel registro
la memoria de aquellos milagros , con que nos da la verdadera idea del
supremo imperio de Dios , Señor omnipotente en sus criaturas, ya sea
para tenerlas sujetas á las leyes generales que ha establecido, ó ya para
darles oiras cuando juzgare que es necesario despertar con algun golpe
asombroso al género humano adormecido.
Este es el Dios que Moisés nos propuso en sus escritos , como el úni
co á quien debiamos servir. Este es el Dios que adoraron los patriarcas
antes de Moisés ; en una palabra , el Dios de Abraham , de Isaac y de
Jacob, á quien nuestro padre Abraham quiso sacrificar su hijo único;
de quien Melquisedech , figura de Jesucristo , era el pontífice; á quien
nuestro padre Noé ofreció el sacrificio al salir del arca ; á quien el justo
Abel babia reconocido, ofreciéndole lo mas precioso que tenia ; á quien
Sem , dado á Adan en lugar de Abel , habia hecho conocer á sus hijos,
llamados tambien los hijos de Dios; á quien Adan habia asimismo mos
trado á sus descendientes , como á aquel de cuyas manos se habia visto
recientemente salir formádo, y como el único que podia poner fin á
los males de su desgraciada posteridad.
íO qué escelente filosofía la que nos da ideas tan puras del Autor de
nuestro ser! íQué bella tradicion la que nos conserva la memoria de
sus obras magníficas! íQué santo el pueblo de Dios, pues por una
continuacion no interrumpida , desde el origen del mundo hasta nues
tros dias ha conservado siempre una tradicion y una filosofía tan santa!
CAPITULO II.
, (45 Oen. tu , x**ii.¿¿(1) |bl<l.-(3) fien. xii. t. xv. 4. S. xvn. 19.—(4) fien. xII. 3,
xtii: 18.^(»)' firn. xvn.—(6) Gen. xii. xv. xvi. 3. 4. xvn. Í9. xxi. Í3.
LA CONTINUACION DE L\ RELIGION. 107
de él y de su mujer Sara, que era estéril. En lia , trece años despues
de Ismael le vino aquel deseado hijo : fué nombrado Isaac 1 , que es lo
mismo que risa , hijo de alegría , hijo de milagro , hijo de divina pro
mesa, que denota con su nacimiento que los verdaderos hijos de Dios
nacen de la gracia.
Era ya grande este hijo bendito , y en edad que podía esperar su pa
dre tener otros por él, cuando de improviso le mandó Dios que le sa
crificase *. í Oh ! iA. qué pruebas está espuesta la fe ! Abraham llevó á
Isaac al monte que Dios le habia mostrado , para sacrificarle aquel hijo
en quien únicamente le habia prometido hacerle padre , así de su pue
blo , como de su Mesías ; presentaba Isaac el pecho á la espada con que
iba su padre á herirle , cuando Dios , satisfecho de la obediencia de am
bos , solo con esto se contenta Despues que estos dos grandes hombres
dieron al mundo una imagen tan viva y tan bella de la voluntaria obla
cion de Jesucristo , y que probaron en el ánimo las amarguras de la
Cruz , fueron juzgados verdaderamente dignos de ser sus ascendientes.
Merece la fidelidad de Abraham que Dios le confirme todas sus prome
sas 3 ; y bendice nuevamente , no solo á su familia , sí tambien por su
familia á todas las naciones del universo.
En efecto , continuó Dios su proteccion á Isaac su hijo y á Jacob su
nieto : ellos fueron sus imitadores fijos , como él, en la creencia antigua ;
en el antiguo modo de vida , que era la pastoril , y en el antiguo go
bierno del linaje humano , en que cada padre de familias era príncipe
de la suya. Así, en medio de las mutaciones que cada dia se introducían
entre los hombres , revivía la sania antigüedad en la religion , y en la
conducta de Abraham y de sus hijos.
Reiteró tambien Dios á Isaac y á Jacob las mismas promesas que ha
bia hecho á Abraham 4 ; y como se habia llamado el Dios de Abraham,
tomó asimismo el nombre de Dios de Isaac y de Dios de Jacob .
Con esta divina proteccion empezaron estos tres grandes hombres á
residir en la tierra de Canaan ; pero como estranjeros y sin poseer en
ella un pié de tierra 5 , hasta que la hambre atrajo á Jacob á Egipto ,
donde multiplicados sus hijos se hicieron bien presto un gran pueblo,
como lo habia Dios prometido.
En cuanto á lo demás , aunque este pueblo que Dios hacia nacer en
su alianza hubiese de estenderse por la generacion y hubiese la bendi
cion de acompañar á la sangre , no dejó este gran Dios de señalar en
él la eleccion de su gracia. Porque despues de haber escogido á Abraham
entre las naciones, entre los hijos de Abraham eligió á Isaac , y de los
dos mellizos de Isaac escogió á Jacob, á quien dió el nombre de Israel.
(1) Gen. xxi. S.—(í) Gen xsh. i.—(i) Gen. xxii. 18.—fi) Gen. xxv. t. wvi. 4.
xxviil. 14.-(5) Act. vii. 8.
108 SEGUNDA PARTE.
Tuvo Jacob doce hijos, que fueron los doce patriarcas, autores de las
doce tribus. Todos habian de entrar en la alianza ; pero fué Judas esco
gido entre todos sus hermanos para ser el padre de los reyes de Israel
y el padre del Mesías tan prometido á sus progenitores.
Habia de venir tiempo en que disminuido el pueblo de Dios de diez
tribus castigadas por su infidelidad , solo conservaría la posteridad de
Abraham su antigua bendicion ; esto es , la religion , la tierra de Ca-
naan y la esperanza del Mesías , en la tribu de Judas , la cual daría su
nombre al resto de los israelitas, que fueron llamados judíos, y á todo
el país , que fué nombrado Judea.
Así la eleccion divina se descubría siempre en aquel pueblo carnal ,
que habia de conservarse por la propagacion ordinaria.
Vio Jacob espiritualmente el secreto de aquella eleccion Como se
hallase próximo á morir , y sus hijos , al rededor de su lecho , pidiesen
la bendicion de un tan buen padre , le descubrió Dios el estado de las
doce tribus cuando estarían en la tierra prometida ; y se lo esplicó en
pocas palabras , pero palabras llenas de innumerables misterios.
Aunque todo lo que dice de los hermanos de Judas esté espresado
con una magnificencia estraordinaria, y denote á un hombre elevado por
el espíritu de Dios ; cuando llega á Judas, aun mucho mas se remonta.
Judas , dice 8 , tus hermanos te alabarán: tu mano será sobre el cuello
de tus enemigos : los hijos de tu padre se postrarán en tu presencia. Ju
das es un leon , joven vigoroso. Hijo mio , tú has ido al despojo. Tú
has reposado, como un leon y una leona. ¿Quién osará dispertarte?
El cetro , esto es , la autoridad , no saldrá de Judas ; y siempre se ve
rán capitanes y magistrudos , ó jueces nacidos de su estirpe, hasta que
venga Aquel que ha de ser enviado, y que será la esperanza de los pue
blos , ó como dice otra letra que quizá no sea menos antigua , y que
sustancíalmente no difiere de esta, hasta que venga Aquel á quien las
cosas están reservadas , y lo restante como acabamos de referir.
La continuacion de la profecía mira literalmente al territorio que ha
bia la tribu de Judas de ocupar en la Tierra Santa. Pero las últimas pa
labras que hemos visto , de cualquier modo que se las quiera entender,
no significan otra cosa, que aquel que habia de ser el enviado de Dios,
el ministro y el intérprete de su voluntad , el cumplimiento de sus
promesas y el Rey del nuevo pueblo , esto es , el Mesías, ó el Ungi
do del Señor.
No habla en esto espresamente Jacob , sino á solo Judas , de quien
habia de descender el Mesías ; pero en la suerte de Judas comprende la
de toda la nacion , que despues de dispersa veria los residuos de las
otras tribus reunidas bajo de los estandartes de Judas.
(1) Genes, xlix.—(2) lbiil.8.
LA CONTINUACION DE LA BKLIGION. 109
Todos los términos de la profecía son claros : solo hay la palabra Ce
tro, que el uso de nuestra lengua nos podría hacer entender por sola
la dignidad real , cuando en el idioma santo significa en general el po
der, la autoridad y el magistrado. Hállase el uso de esta palabra Cetro
en todas las paginas de la Escritura : déjase asimismo ver manifiesta
mente en la profecía de Jacob ; y quiere este patriarca decir , que en
los dias del Mesías cesará toda la autoridad en la casa de Judas , lo cual
se lleva consigo la ruina de un estado.
Así los tiempos del Mesías están aquí señalados con una duplicada
mutacion. Por la primera , el reino de Judas y del pueblo judaico está
amenazado de su postrera ruina. Por la segunda , ha de levantarse un
nuevo reino , no de un pueblo solo , sí de todos los pueblos , cuya ca
beza y esperanza ha de ser el Mesías.
Es el pueblo judaico , en el estilo de la Escritura , llamado en nom
bre singular ; y por escelencia el pueblo , ó el pueblo de Dios ' ; y cuan
do se hallan los pueblos *, entienden los versados en las Escrituras,
los demás pueblos , que estaban tambien prometidos al Mesías en la
profecía de Jacob.
Comprende esta gran profecía en pocas palabras toda la historia
del pueblo judaico , y del Cristo , que le estaba prometido. Señala toda
la continuacion del pueblo de Dios , y el efecto manifiestamente dura
todavía.
Así , no pretendo hacera V. A. de ella un comentario de que no
necesita ; pues notando llanamente la continuacion del pueblo de Dios
verá descifrarse por sí mismo el sentido del oráculo , y ser solos los
sucesos sus intérpretes.
CAPITULO m.
(i) Huno». I. ii. C.bsa». ,l„ BeU. Hall, vi. Ilion. I1U. i. ¡i. I'un. 1. 30. athejí. Iil,. mu.
I'orph. de ubat. I. II. Jorn, de rtl,. Utt. c. 49 etc.
L» CONTINUACION DE LA RELIGION. 113
En el tiempo que Abraham , Isaac y Jacob , habitaron aquella tier
ra , habian erigido por toda ella monumentos de las cosas que les suce
dieron. Mostrábanse aun allí los lugares en que habian habitado ; los
pozos que en aquellos países secos habian cavado para beber su familia
y sus ganados; los montes en que habian sacrificado á Dios y en que
se les habia aparecido ; las piedras que habian levantado, ú amonto
nado, para que sirviesen de recuerdo á la posteridad ; los sepulcros en
que sus cenizas benditas reposaban. Estaba reciente la memoria de
aquellos grandes hombres , no solo en todo el país , sino aun en todo el
Oriente, donde muchas naciones célebres jamás se han olvidado de que
venían de su estirpe. . . ,,' i-
Así cuando el pueblo hebreo entró en la tierra prometida , no había
allí cosa que no celebrase á sus antepasados: no habia ciudad, no ha
bia monte , no habia piedra que no hablase de aquellos hombres ma
ravillosos , y de aquellas pasmosas visiones con que les habia Dios con
firmado en la antigua y verdadera creencia.
Los que saben algo de las antigüedades , no ignoran cuan curiosos
eran los primeros tiempos en erigir y conservar semejantes monumen
tos, y cuan cuidadosamente retenia la posteridad en su memoria las
causas que lo habian motivado. Este era uno de los modos de escribir
la historia : mas adelantese labraron y pulieron las piedras; y las es
tatuas despues de las columnas , sucedieron á las masas rústicas y só
lidas que los primeros tiempos erigían. ,
Ilay tambien grandes razones para creer que en la línea donde se
conservó el conocimiento de Dios, tambien se conservasen por escrito
las memorias de los tiempos antiguos ; porque nunca estuvieron los
hombres sin este cuidado. A lo menos es seguro que se hacían cánticos
que los padres enseñaban á sus hijos. Cánticos que, cantándose en las
fiestas y en los concursos , perpetuaban allí la memoria de las acciones
mas sobresalientes de los siglos pasados. i- , . •• , . ,
De allí naejó la poesía variada con el curso del tiempo en muchas
formas , de las cuales la mas antigua todavía se conserva en las odas y
en los cánticos, empleados por todos los antiguos y aun presentemente
por los pueblos que no tienen el uso de las letras, en alabar á la Divi
nidad y á los hombres grandes.
El estilo de estos cánticos , animoso , estiaofdinario , pero natural en
su propiedad de representar á la naturaleza en sus trasportamientos ;
que por esta razon camina por vivas é impetuosas ocurrencias ; libre de
las ligaduras ordinarias que piden unido el discurso; encerrado á mas
de esto en cadencias numerosas que aumentan su fuerza ; sórprende el
oido, cautiva á la imaginacion, mueve al corazon y se imprime con
mas facilidad en la memoria.
114 SEGUNDA PARTÍ.
Entre todos los pueblos del mundo, el que mas ha osado de Jales
cánticos fué el pueblo de Dios. Moisés señala un gran número de ellos',
que denota en los primeros versos, porque el pueblo sabia lo restante.
El mismo hizo dos de esta naturaleza. El primero * nos representa ef
paso triunfante del mar Bermejo , y los enemigos del pueblo de Dios,
los unos ya anegados y los otros medio vencidos del terror. Por el se
gundo 5 confunde Moisés la ingratitud del pueblo , celebrando las bon
dades y las maravillas de Dios. Los siglos siguientes le imitaron. Dios
era y sus obras maravillosas el objeto de las odas que compusieron :
Dios mismo les inspiraba ; y no hay propiamente otro que el pueblo
de Dios , á donde haya venido la poesía por entusiasmo.
Habia Jacob pronunciado en este lenguaje místico los oráculos que
contenían la suerte de sus hijos , á lin de que cada tribu retuviese mas
fácilmente en la memoria lo que le tocaba ; y les enseñó á alabar á
aquel que no era menos magnifico en sus promesas que fiel en cum
plirlas.
Estos fueron tos medios de que Dios se sirvió para conservar hasta
Moisés la memoria de las cosas pasadas. Instruido por todos ellos este
grande hombre , y mas altamente ilustrado por el Espíritu Santo , es
cribió las obras de Dios con una exactitud y una sinceridad , que atrae
la creencia y la admiracion, no á sí, sino á Dios mismo.
Juntó á las cosas pasadas , que contenían el origen y las tradiciones
antiguas del pueblo de Dios , las maravillas que obraba actualmente
para su liberacion , de que no cita á los israelitas otros testigos que á
sus mismos ojos. No les refiere Moisés cosas sucedidas en retiros impe
netrables y en profundas cuevas : no habla sin fundamento : particula
riza y circunstancia todas las cosas , como quien no teme ser desmenti
do. Funda todas sus leyes y toda su república sobre las maravillas que
ellos vieron. No eran estas menos que la naturaleza mudada de impro
viso en diversas ocasiones , por libertarles y por castigar á sus •enemi
gos : el mar dividido en dos partes : la tierra entreabierta : un pan ce
lestial : aguas abundantes sacadas de las peñas á un golpe de vara : el
cielo , que le daba una señal visible para mostrarles su marcha, y otros
milagros semejantes que vieron durar por cuarenta años.
No era el pueblo de Israel mas inteligente ni mas sutil que los otros
pueblos que , habiéndose entregado á sus sentidos , no podían com
prender un Dios invisible. Al contrario , era tosco y rebelde , tanto ó
mas que cualquier otro. Pero este Dios invisible en su naturaleza , se
hacia de tal modo sensible por sus continuos milagros, y Moisés los in
culcaba con'tanta fuerza , que en lin aquel pueblo carnal se dejó per-
(I) Num. »i. H. 17. 18. Vi. etc.—(J) Kxo<l. *v.-(31 Deiit. xxxu.
, LA CONTINUACION Ut La RKLIOION. 11 ¡i
suadirde la idea tan pura de un Dios que todo lo hacia por su palabra ;
de un Dios que no era sino espíritu , razon é inteligencia.
De este modo , en lantoque la idolatría, tan grandemente aumenta
da despues de Abraham , cubría á toda la superficie de la tierra, sola la
posteridad de este patriarca estaba exenta de tan gran mal. Sus ene
migos les daban este testimonio ; y los pueblos, donde la verdad de la
tradicion no estaba aun enteramente estinguida , esclamaban con asom
bro ' : No se ve en Jacob ídolo alguno ; no se ven presagios supersticio
sos : no se ven divinaciones ni sortilegios : este es un pueblo que se fia
en el Señor su Dios , cuyo poder es invencible.
Para imprimir en los ánimos la unidad de Dios y la perfecta unifor
midad que pedia en su culto, repite frecuentemente Moisés*, que en
la tierra prometida , este Dios único escogería un lugar en el cual solo
se harían las tiestas , los sacrificios y todo el servicio público. Entre
tanto que se esperaba este lugar deseado y que andaba el pueblo er
rante por el desierto , construyó Moisés el tabernáculo , templo portá
til , donde los hijos de Israel presentaban sus votos al Dios que habia
hecho el cielo y la tierra, y que no se desdeñaba de viajar (digámoslo
así) con ellos y de conducirlos.
Sobreesté principio de religion; sobre este fundamento sagrado es
taba fabricada toda la ley: ley santa, justa , benética , honesta, sabia,
próvida y sencilla, que ligaba y unia íntimamente á la sociedad de los
hombres entre sí con la santa sociedad del hombre con Dios.
A estas santas instituciones junto ceremonias majestuosas , tiestas,
que renovaban la memoria de los milagros con que habia el pueblo de
Israel sido libertado; y lo que ningun otro legislador habia osado ha
cer, seguridades precisas de un buen suceso en todo mientras viviesen
sujetos á la ley; y amenazas ciertas de que su desobediencia seria se
guida de una manifiesta é inevitable venganza 5 • así era preciso estar
asegurado de Dios para dar este fundamento á sus leyes; y el suceso
ha justificado muy bien que habló Moisés lo que dictaba Dios.
Kn cuanto á aquel gran número de observancias de que cargó á los
hebreos , aunque para ahora nos pareciesen supérfluas , eran entonces
necesarias para separar el pueblo de Dios de los otros pueblos, y servían
como de antemural contra la idolatría , para que no arrastrase á este
pueblo escogido con todos los demás sumergidos infelizmente en la ido
latría.
Pora mautener la religion y todas las tradiciones del pueblo de Dios,
es entre todas las tribus escogida una, á quien da Dios en el reparti
miento con las décimas y las oblaciones , el cuidado de las cosas sagra
das. El mismo Leví y sus hijos , son consagrados á Dios como la décima
(í) Num. xxiii.21.2S.23—(i) Deot.xii.xiv.xv.xvi.xvll.—(3) Dcut. xxvii. xx»hl. eto.
116 SEGUNDA PARTE.
de todo el pueblo. En Leví Aaron es elegido para ser sumo pontífice, y
se hace en su familia hereditario el sacerdocio.
Así los .litares tienen sus ministros : la ley sus defensores particula
res ; y la continuacion del pueblo se halla justificada por la sucesion de
sus pontífices , que viene sin interrupcion desde Aaron el primero de
todos. . ,. •
Pero lo mejor que habia en esta ley , es, que preparaba el camino á
otra ley mas augusta, menos cargada de ceremonias y mas fecunda en
virtudes.
Para tener Moisés al pueblo en la esperanza de esta ley , les confir
ma la venida de aquel gran Profeta, que descendería de Abraham ,de
Isaac y de Jacob : Dios, dice 1 , os suscitará de en medio de vuestra
nacion, y del número de vuestros hermanos, un Profeta semejante á mí.
Hscuchodle. Este profeta semejante á Moisés, legislador como él, ¿quién
podia ser sino el Mesías, cuya doctrina habia algun día dé reglar y san
tificar á todo el universo ?
Hasta él no habia de verse en todo Israel profeta alguno semejante á
Moisés, á quien Dios hablase cara á cara y que diese leyes á su pue
blo \ Por eso hasta los tiempos del Mesías , siempre y en todas las difi
cultades no se funda el pueblo sino en Moisés. Como Roma reverenciaba
á las leyes de Rómulo , de Ñama y de las doce tablas ; como Atenas re
curría á las de Solon ; como Lacedemonia conservaba y respetaba á las
de Licurgo, así el pueblo hebreo incesantemente alegaba las de Moisés.
En cuanto á lo demás , habia el legislador reglado tan bien en ellas to
das las cosas, que jamás hubo necesidad de alterar nada. Por esto el
cuerpo del derecho judaico no es una recopilacion de diversas leyes,
hechas en tiempos y en ocasiones distintas. Moisés iluminado del espí
ritu de Dios , todo lo habia previsto. Ninguna ordenanza se ve de Da
vid , ni de Salomon , ni de Josafat , ó de Ezequías , aunque todos muy
celosos por la justicia. No necesitaban los buenos príncipes sino de ha
cer guardar la ley de Moisés ; y así se, contentaban con recomendar la
observancia á sus sucesores 5. Añadirla ó disminuirla en un solo artícu
lo 4 , era un atentado que hubiera mirado con horror el pueblo. Cada
momento se necesitaba de la ley ; no solo para arreglar las fiestas , los
sacrificios y las ceremonias, sí tambien todas las demás acciones públi
cas y particulares : los juicios , los contratos , los matrimonios, las su
cesiones , los funerales, aun hasta la forma de los vestidos y general
mente todo lo que mira á las costumbres. Ningun otro libro habia en
que se estudiasen los preceptos del vivir bien. Era necesario ojearle y
meditarle noche y día , entresacar de él sentencias y tenerlas siempre
(I) Ileut. xviii. 15. 18.-(í) neut. xxxiv. 10.-(3) 11). Reg. xi. 2. ele—(i) ncut. ir. 1.
»f. etc.
LA CONTINUACION DE LA MUGIO». 117
presentes. En él era donde los niños aprendían á leer. La única regla
de educacion que estaba dada á sus padres , era enseñarles , imprimir
les , hacerles observar esta santa ley , que podia por si sola hacerles
sabios desde la infancia. Así debia estar entre las manos de todos. A
mas de la lectura continua que cada uno debia hacer de ella en parti
cular, se hacia cada siete años, en el año solemne de la remision y del
reposo , una lectura pública y como una nueva publicacion en la tiesta
de los tabernáculos 1 , en que ocho días estaba congregado todo el pue
blo. Hizo Moisés depositar junio al arca el original del Deuterononaio,
que era un epítome de toda la ley s. Pero temiendo que con el curso
del tiempo fuese alterado por la malicia ó negligencia de los hombres i
á mas de las copias que corrian entre el pueblo , se hacían ejemplares
auténticos , que cuidadosamente revistos y guardados por los sacerdo
tes y por los levitas , tenían veces de originales. Los reyes (porque
Moisés habia bien previsto que aquel pueblo llegaría en fin á tener re
yes como todos los demás); los reyes, digo , estaban obligados, por
una ley espresa del Deuteronomio % á recibir de mano de tos sacerdo
tes uno de aquellos ejemplares, tan religiosamente corregidos , á lin
de copíarle y leerlo toda su vida. Los ejemplares así revistos por auto
ridad pública estaban en singular veneración en todo el pueblo , y eran
mirados como inmediatamente salidos de las manos de Moisés , tan
puros y enteros como Dios se los habia dictado. Habiéndose hallado un
antiguo volumen de esta severa y religiosa correccion en la casa de'
Señor, reinando Josías 4 , que pu«de ser fuese el original mismo que
habia Moisés hecho poner junto al arca , escitó la piedad de aquel santo
rey; y le dio ocasion de mover al pueblo á penitencia. Los grandes
efectos que produjo en todos tiempos la lectura pública de esta ley son
innumerables. En una palabra, era un libro perfecto , que estando uni
do por Moisés con la historia del pueblo de Dios, todo se lo enseñaba
junto , su origen , su religion , su policía , sus costumbres , su filosofía,
todo lo que sirve á reglar la vida ; todo lo que une y forma la socie
dad ; los buenos y los malos ejemplos ;. la recompensa de los unos , y
los rigurosos castigos que habian seguido á los otros.
Por esta admirable disciplina , un pueblo libertado , ya fuera del cau
tiverio y tenido cuarenta años en un desierto, llega todo formado á la
tierra que ha de ocupar. Condúcele Moisés hasta la puerta ; y adverti
do de su próximo fin , comete á Josué todo lo restante 5. Pero antes
de morir compone aquel largo y admirable cántico que empieza por es
tas palabras : O cielos, escuchad mi voz: dé la tierra oidos á las pala
bras de mi boca 6. En este silencio de toda la naturaleza, habla luego
(11 Ueot. xx». I*i 11. BSd», vii. 17. 18.—(1) Deut. xxx. 2ti.—(3J Deut. 17. 28.- (4) 4.
hcg. 22. 8. etc. % Paral. 34 14. rtc.-(5j Ueul. 31.-(6) IJeut. 32.
30
118 SEGUNDA PARTE.
al pueblo cou una fuerza inimitable; y previendo sus infidelidades , le
descubre el horror de ellas. Arrebátase de repente , como bailando todo
discurso humano inferior á un motivo tan grande : refiere lo que Dios
dice , y le hace hablar con tanta grandeza y tanta bondad , que no se
sabe qué es lo que mas inspira, si el temor y la confusion, ó el amor y
la confianza.
Aprendió todo el pueblo de memoria este divino cántico de orden de
Dios y de Moisési. Despues de esto murió contento este grande hom
bre, como quien no habia perdonado ni omitido diligencia alguna para
conservar entre los suyos la memoria de los beneficios y de los precep
tos de Dios. Dejó á sus hijos entre sus ciudadanos sin distincion alguna
y sin ningun establecimiento estraordinario fia sido admirado , no solo
de su pueblo , sí tambien de todos los del mundo ; y nunca legislador
alguno ha tenido nombre tan grande entre los hombres.
Créese que escribió el libro de Job. Lo sublime de los pensamientos
y la majestad del estilo hacen esta historia digna de Moisés. De temor
que los hebreos se ensoberbeciesen , atribuyéndose á sí solos la gracia
de Dios , era conveniente hacerles entender que este gran Dios tenia
tambien sus escogidos en la estirpe de Esaú. ¿Qué doctrina habia mas
importante ? ¿ Y qué recreacion mas útil podía dar Moisés al pueblo,
afligido en el desierto, que el de la paciencia de Job, que dejado entre
las manos de Salanás, para que le ejercitase con todo género de penas,
se ve privado de sus bienes , de sus hijos y de todo consuelo sobre la
tierra ; inmediatamente despues infecto de una horrible enfermedad , y
agitado en lo interior de la tentacion de la blasfemia y de la desespera
cion ; que no obstante , permaneciendo firme , hace ver que una alma
fiel, sostenida del socorro divino , en medio de las pruebas mas espan
tosas , y á pesar de los mas abominables pensamientos que el espíritu
maligno pueda sugerir, sabe no solamente conservar una confianza in
vencible , sí tambien elevarse por sus propios trabajos á la mas alta
contemplacion; y reconocer en las penas que sufre con la nada del
hombre , el supremo imperio de Dios y su sabiduría infinita? Esto es
lo que enseña el libro de Job *. Y como lo pedia la condicion de aquel
tiempo, se ve la fe del santo varon coronada de prosperidades tempo
rales ; pero el pueblo de Dios aprende juntamente á conocer cual es la
virtud de la tolerancia y á probar la gracia que habia algun día de es
tar unida á la cruz.
Habiala Moisés probado , ««ando prefirió las penalidades y la igno
minia que le era preciso padecer con su pueblo , en las delicias y en la
abundancia de la casa del rey de Egipto \ Desde entonces le hizo Dios
probar los oprobios de Jesucristo '. Aun mas los probó en su precipi-
-(*) Hebíxl'll'jíTg11 ,°""*'18- •IV. U. «. xti. M. x«. 2í.-(í) Exod. u. 10. H
LA CONTINUACION I>E LA RELIGION. 11!)
tada fuga y en su destierro de cuarenta años. Pero entonces apuro
basta el fondo el cáliz de Jesucristo , cuando escogido para salvar el
pueblo , le fué forzoso tolerar continuas rebeliones con riesgo de so vi
da '. Entonces aprendió lo que cuesta salvar á los hijos de Dios, é hizo
ver desde léjos lo que una mas alta liberacion costaría algun dia al Sal
vador del mundo.
Tampoco tuvo este grande hombre el consuelo de entrar en la tier
ra prometida : viola solamente desde la cumbre de un monte ; y no se
avergonzó de escribir que estaba escluido de ella por un pecado » , que
por leve que pareciese , mereció ser tan severamente castigado en un
hombre cuya gracia era tan eminente. Fué Moisés ejemplo de los se
veros celos de Dios , y del juicio que ejerce con tan terrible exactitud
en los que se hallan obligados de sus dones á una mas perfecta fide
lidad.
Pero un mas alto misterio se nos muestra en la esclusion de Moisés.
Este sabio legislador , que con tantas maravillas no hace sino conducir
los hijos de Dios á la vecindad de su tierra , nos sirve él mismo de
prueba de que su ley nada lleva á la perfeccion * ; y que sin poder
darnos el cumplimiento de las promesas, nos las hace saludar desde
léjos 4 , ó cuando mas , nos conduce como á la puerta de nuestra here
dad. Un Josué es , un Jesus es ; que este era el verdadero nombre de
Josué , quien por este nombre y por su oficio , representaba al Salva
dor del mundo : este es aquel hombre tan altamente elevado sobre
Moisés en todo , y aun superior solo por el nombre ; este es aquel, re
pito , que ha de introducir al pueblo en la Tierra Santa.
Por las victorias de este grande héroe , á cuya vista el Jordan retro
cede su curso, los muros de Jericó caen por sí mismos y el sol se de
tiene en la mitad del cielo ; Dios establece á sus hijos en la tierra de
Canaan , de donde arroja por su medio pueblos abominables. Con el
odio que infundía contra ellos á sus heles , les inspiraba un estremo
desvío de su impiedad : así quedaron al mismo tiempo llenos de temor
á la justicia divina , de cuyos decretos eran ejecutores , por el castigo
que contra los otros ejercitaba por su ministerio. Una parte de aque
llos pueblos que echó Josué de su tierra , se estableció en el Africa,
donde largo tiempo despues se halló en una inscripcion antigua 5 el
monumento de su fuga y de las victorias de Josué.
Despues que estas milagrosas victorias pusieron á los israelitas en
posesion de la mayor parte de la tierra prometida á sus padres , Josué
y Eleázaro , sumo pontífice , con las cabezas de las doce tribus , les hi
cieron el repartimiento, segun la ley de Moisés •; y asignaron á la
(1) Nnm. xix. 10.-(S) Num.xx. 2O.—(3) Hebr. vii. 19 (4) Ibid. xi. 13 —(5) Puocor'
lib. II. de bell. Vandal.—(6) Jos. xIII. xiv. et seq. Hum. xxvi. 53. xxxiv. 11.
121 , SEGUNDA PARTE.
tribu de Judá la primera y mayor suerte 1. Habiase esta desde el
tiempo de Moisés engrandecido sobre las demás en número , en esfuerzo
y en dignidad *. Murió Josué , y el pueblo continuó la conquista de la
Tierra Santa : quiso Dios que la tribu de Judá marchase á la frente, y
declaró que le habia entregado aquel país s.
En efecto , ella deshizo á los cananeos y tomó á Jerusalen 4 , que ha
bia de ser la ciudad santa y la capital del pueblo de Dios. Esta era la
antigua Salem , donde habia Melchisedech reinado en tiempo de Abra-
ham : Melchisedech, aquel rey de justicia (que esto es lo que significa
su nombre) y al mismo tiempo rey de paz , pues Salem significa paz s,
á quien habia Abraham reconocido por el mayor pontífice que habia eu
el mundo ; como sí desde entonces hubiese Jerusalen sido destinada á
ser una ciudad santa y cabeza de la Religion. Fué desde luego dada
esta ciudad á los hijos de Benjamín , que débiles y en pequeño núme
ro, no pudieron echar de ella á los jebuseos , antiguos hábitadores del
país, y se quedaron entre ellos6. En tiempo de los Jueces es el pueblo
de Dios diversamente tratado , segun sus buenas ó malas obras. Des
pues de la muerte de los ancianos , que habian sido testigos de los mi
lagros de la mano de Dios, se debilitó la memoria de aquellas grandes
obras ; y la universal propension del género humano arrastró al pueblo
á la idolatría. Cuantas veces cae en ella , es castigado ; y libertado"
tambien , cuantas se arrepiente. La fe de la Providencia , y la verdad
de las promesas y de las amenazas hechas á Moisés , se confirma mas y
mas en el corazon de los verdaderos fieles. Pero aun preparaba Dios
mayores ejemplos de ellas. Pidió el pueblo un rey, y Dios le dio á
Saul , bien presto reprobado por sus pecados. Resolvió en fin estable
cer una familia real de donde saliese el Mesías, y la escogió en Judá.
David , un jóven pastor descendiente de esta tribu , el último de los hi
jos de Jessé, cuyo mérito ni su padre ni su familia conocian , pero Dios
le halló á medida de su corazon , fué consagrado por Samuel en Beth-
lem su patria , para que ejerciese la real dignidad '.
(I) Jos. xiv. xv.-(2) Num. ii. 3. 9. vu. 11. x. 14.—(3) Jcdic. i 1. 9. (i) Iblil.t. 3.
(5) Hebr. vil. 2 —(61 Jud. 1 . 81 .-(7) 1. Reg. xvi.
La CONTINUACION DE L.\ RELIGION. 121
CAPITULO IV.
4 qui toma el pueblo una forma mas augusta. Queda la corona ase-
gurada en la casa de David. Esta casa empieza por dos reyes de
condicion, diversa , pero admirables ambos. David , belicoso y conquis
tador, sujeta á los enemigos del pueblo de Dios, cuyas armas hace te
midas por todo el Oriente ; y Salomón , famoso dentro y fuera de él
por su sabiduría, hace feliz al pueblo con una paz profunda. Pero la
continuacion de la religion nos pide aquí algunas observaciones parti
culares sobre la vida de estos grandes reyes. ( , .
Desde luego reinó David en Judá , poderoso y vencedor; despues
fué reconocido por lodo Israel. Tomó de los jehuseos la fortaleza de
Sion , que era la cindadela de Jerusalen. Dueño de esta ciudad, esta
bleció allí de orden de Dios el trono de la majestad y la silla de la re
ligion. Fué Sion su residencia : llenó de edificios su contorno , y la
nombró la ciudad de David '. Joab, hijo de su hermana*, fabricó lo
restante de ella, y tomó Jerusalen una nueva forma. Los de Judá ocu
paron todo el país ; y Benjamín , pequeño eu número , quedó mezclado
con ellos. ; , ....
El arca de la alianza, fabricada por Moisés, en que Dios reposaba
sobre los querubines y en que las dos tablas del Decálogo estaban guar
dadas, no tenia lugar fijo. Llevóla David en triunfo á Sion s, cuya
conquista habia hecho con el socorro todopoderoso de Dios, á fin de que
Dios reinase en Sion y fuese reconocido como el protector de David, de
Jerusalen y de todo el reino. Pero el tabernáculo donde habia el pueblo
servido á Dios en el desierto , aun estaba en Gabaon 4 , y allí era don
de se ofrecían los sacrificios sobre el altar que habia Moisés erigido.
Era esto solo para entretanto que se esperaba hubiese un templo en
que el altar fuese reunido con el Arca y en que se hiciese todo el ser
vicio. Cuando hubo David deshecho á todos sus enemigos y dilatado las:
conquistas del pueblo de Dios hasta el Eufrates 5 ; pacífico y. victorioso,
volvió todos sus pensamientos al establecí miento del culto divino .6{ y
sobre el mismo monte en que Abraham yendo á sacrificar á su hijo úni
co fué detenido por la mano de un ángel 7 . delineó de orden de Dios
el lugar del templo. . .. ., . ,. - . .
(I) 1 Rea. v. 6. X 8. ». i. Par. xi. 6. 7. 8.—(í) i. Par. n. 16.—(3) 2. Re», vi. (8—
(4) i. Par. xvi. 30. xxi. 39.-(5) i. Si-g. vm. I. Par. xvru.—(«) í. Regí xxiv. Í5. i.
Par. xxi. xxii. ct scq.—(7) Josf.imi. ant. vu.JOV <•' ",< • • " "' ' **' "" 1 '
31
122 ' '. SEOÜNDÁ PAUTE.
Hizo lodos los diseños ; recogió los ricos y preciosos materiales ; des
linó á este fin los despojos de los pueblos y reyes vencidos. Pero este
templo , que debia ser dispuesto por el conquistador , habia de ser
construido por el pacífico. Salomon lo fabricó segun el modelo del ta
bernáculo. El altar de los holocaustos, el altar de los perfumes, el
candelera de oro , las tablas de los panes de proposicion , todos los de
más muebles sagrados del templo , todos fueron formados segun piezas
semejantes que habia hecho Moisés labrar en el desierto 1 ; y Salomon
no áñadió mas que la magnificencia y la grandeza. El Arca que el hom
bre de Dios habia construido , fué puesta en el Santo de los Santos :
lugar inaccesible ; símbolo de la impenetrable majestad de Dios , y del
cielo , suspendido á los hombres hasta que Jesucristo les abriese la en
trada con su preciosísima sangre. El dia de la dedicacion del templo, se
dejó Dios ver allí en su majestad. Escogió este lugar para establecer en
él su nombre y culto. Prohibióse el sacrificar fuera de él ; y se mostró
la unidad de Dios por la unidad de su templo. Jerusalen se hizo y vino
á ser una ciudad santa, imágen de la Iglesía, donde Dios habia de
habitar como en su verdadero templo ; y del cielo , donde nos hará
eternamente felices con la manifestacion de su gloria.
Despues de haber Salomon fabricado el templo , edificó tambien el
palacio de los reyes 4, de una arquitectura digna de tan gran príncipe.
Su casa de campo , que se llamó el Bosque del Líbano , era igualmente
soberbia, magnífica y deliciosa. El palacio que levantó para la reina,
fué un nuevo ornamento para Jerusalen. Todo era grande en aquellos
edificios ; los patios , los corredores , las salas , las galerías , el trono
del rey, y el tribunal donde administraba justicia: e! cedro fué la úni
ca madera que empleó en estas obras. En todo resplandecían el oro y
1as piedras. Los ciudadanos y los eslranjerqs admiraban la majestad de
Jos reyes de Israel. Lo demás correspondía á esta magnificencia ; las
villas inmediatas , los arsenales , los caballos , los carros , la guardia del
principe'. El comercio, la navegacion y el buen orden, con una paz
profunda, habian hecho á Jerusalen la mas rica ciudad de todo el
Oriente. El reino estaba tranquilo y abundante : todo representaba allí
la gloria celestial. En los combates de David se veian los trabajos que
eran necesarios para merecerla ; y se esperimentaba en el reinado de
Salomon cuan apacible y sumamente precioso era el goce de ella.
En cnanto á lo demás, la elevacion de estos dos grandes reyes y de
la familia real fué efecto de una eleccion particular. El mismo David
celebra la maravilla de ella con estas palabras 4 : Dios lia escogido los
principes en la tribu de Judá. En la casa deJudá ha elegido la casa
(1) 3.*««- vi. vii. viii. 2. p,,.. ,„ i,-, v. vi. vii -(i) 3. ReB. Ix. 6.-(S) 3. Huí. x
I. l'arnllp. v•n. Ix.— (4) 1. 1'•ralip. xxvin. 4. 8.
LA CONTINUACION DK LA RKLItilON. 12¡{
de mi padre. Entre los hijos de mi padre , ha sido de su agrado ele
girme rey sobre todo su pueblo de Israel; y entre mis hijos (porque el
Señor me ha dado muchos ) ka escogido á Salomon , pura que se sien
te en el trono del Señor y reine en Israel.
Tenia esta divina eleccion un objeto mas alto que el que desde luego
se descubre. El Mesías tantas veces prometido, como hijo de Abraham,
habia tambien de ser hijo de David y de todos los reyes de Judá. En
atencion al Mesías y á su reino eterno fué el haber Dios prometido á
David , que su trono eternamente subsistiría : Salomon escogido para
sucederle , estaba destinado á representar la persona del Mesías. Por
eso Dios dice de él : Yo seré su Padre , y él será mi Hijo '. Cosa que
no dijo jamás con esta fuerza, de rey ni de hombre alguno.
En tiempo de David tambien , y en el de los reyes sus hijos, el mis
terio del Mesías se manifiesta mas que nunca con profecías magníficas
y mas claras (pie el sol.
Violo David desde léjos , y lo cantó en sus Salmos con un esplendor
que jamás tendrá igual. Muchas veces pensaba .solamente en celebrar
la gloria de Salomon su hijo, y de repente arrebatado de si mismo y
trasportado á mucho mayor altura , vió á aquel , que es mas que Salo
mon en gloria , así como en sabiduría *. Apareciósele el Mesías senta
do sobre un trono mas permanente que el sol y que la luna. Vió á sus
pies todas las naciones vencidas , y juntamente benditas en él ' , segun
la promesa hecha á Abraham. Remontó mas la vista : viole en los res
plandores de los santos , y antes de la aurora , saliendo eternamente
del seno de su Padre , pontífice eterno , y sin sucesor : no podiendo te
nerle persona criada estraordinarianiente , no segun el orden de Aaron,
sino segun el orden de Melchisedech , orden nuevo , no conocido de la
ley.. Viole sentado á la diestra de Dios, mirando desde lo mas alto de
los cielos á sus enemigos abatidos. Queda atónito de tan grande espec
táculo ; y absorto de la gloria de su Hijo , le llama su Señor 4.
Vió que era Dios , á quien Dios habia ungido , para hacerle reinar
sobre toda la tierra por su mansedumbre , por su verdad y por su jus
ticia". Asistió en espíritu al consejo de Dios , y oyó de la propia boca
del Eterno Padre esta palabra que dirige á su Hijo único : Yo te he en
gendrado el dia de hoy , á que junta Dios la promesa de un imperio
perpetuo , que se estenderá sobre todos los gentiles , y no tendrá otros
limites que los del mundo 6. Los pueblos murmuran en vano : los reyes
y los príncipes hacen conspiraciones inútiles. El Señor desde lo mas
alto de los cielos ' se ríe de sus insensatos proyectos y establece á su
pesar el imperio de Jesucristo. Establécele sobre ellos mismos ; y es
m 2. Re¡f. vii. H. i Pnr.ilip. xxn. iO.—(21 Matth. vi. 28. III. 4S.—(3) Ps. »«|. 5.
H:n._(4) ta» cix.—(5) Ps. *i.|v. 3. 4. 3. 6. 1 8 —(«) Psal. 2. v. 7. 8.-(7) IbMv.l.
O k 41
124 SEGUNDA PAUTE.
•preciso que sean los primeros subditos de este Cristo , cuyo yugo que
rían sacudir '. Pero aunque, el reino de este gran Mesías esté frecuen
temente profetizado en las Escrituras bajo de ideas magníficas , no en
cubrió Dios á David las ignominias de este bendito fruto de sus entra
ñas. Era esta instruccion necesaria al pueblo de Dios. Porque si este
pueblo todavía débil de espíritu, necesitaba de ser atraído con pro
mesas temporales; era por lo mismo preciso no dejarle mirar las gran
dezas humanas como su felicidad suma y como su única recompensa.
Por eso Dios muestra desde léjos este Mesías tan prometido y tan de
seado , el modelo de la perfeccion y el objeto de sus complacencias, su
mergido en el dolor. Aparecésele la cruz á David como el trono verda
dero de este nuevo Rey. Ve sus manos y sus pies traspasados , todos
sus huesos * que podían contársele, por el peso de su cuerpo, violenta
mente suspendido : sus vestidos repartidos; su túnica sorteada; su len
gua abrevada con hiel y vinagre; sus enemigos blasfemando al rededor
de él y saciándose de su sangre 5. Pero ve al mismo tiempo las glorio
sas consecuencias de sus humillaciones. Todos los pueblos de la tierra
acordarse de su Dios, olvidado en tantos siglos, los pobres venir los
primeros á la mesa del Mesías , y despues los ricos y los poderosos ;
lodos á adorarle y bendecirle ; presidiendo él en la grande y numerosa
Iglesia , esto es , en la congregacion de las naciones convertidas ; y
anunciando en ella á sus hermanos el nombre de Dios , y sus verdades
eternas 4. \1 ver David estas cosas conoció que el reino de su Hijo no
era de este mundo : y no se maravilla ; porque no ignora que el mundo
pasa ; y un príncipe tan humilde siempre sobre.el trono , bien sabia
que no era el trono una felicidad en que debiesen terminarse sus espe
ranzas.
Los demás profetas no vieron menos el misterio del Mesías. No hay
cosa grande, ni gloriosa, que no hayan dicho de su reinado. El uno
ve á Bethleem la mas pequeña villa de Judá , ilustrada por su naci
miento ; y al mismo tiempo mas altamente elevado, ve otro nacimiento,
por el cual sale ab eterno del seno de su Padre 5 : el otro ve la virgini
dad de su Madre ; un Manuel , un Dios con nosotros 8 salir de aquel
seno virginal , y un hijo admirable á quien llama Dios '. Este le ve
entrar en su templo s : aquel le ve glorioso en su sepulcro , en que la
muerte ha sido vencida9. Pero al publicar sus magnificencias, no ca
llan sus oprobios. Hánle visto vendido á su pueblo: han sabido el nú
mero y el empleo de las treinta monedas de plata , en que fué com
prado 1°. Al mismo tiempo que. le han visto grande y elevado le han
21. 22 -(i)Isal,Iblri.
,n.-(9 xi. i6.27.ele.-(8
10. ni. ».-(10) mich.
7.ACH.v. xi.Í.-(B) ISAI. vll. ís,|.
I2.is._f1l) M.-O), i3
I<l. ix. D-
6 -(8)
t ; Mai.
1
J'> -.'*, tí,•-i2Í ;d -*W- *, «, 3.4. 5:6.-(3) 1.1. xli». 6.-(íl W. xrx.
(S; M.,ix. 1. 2. 3. 4 11 mi. 1. 2. i. U. lxv. 19. JO. 21.-(6) Malach. i. 10. H.-fC **•
<:i».—¿8) Isai. xlv. 8. 2». 24.
LA CONTINUACION DE LA RELIGION. 127 '
no habrá rodilla que en su presencia no se doble, ni lengua (|ue su
poder supremo no reconozca '.
Esta es una parte de las maravillas que Dios ha mostrado á los pro
fetas en tiempo de los Reyes , hijos de David , y a David antes que á
los demás. Todos anticipadamente han escrito la historia del Hijo de
Dios , que habia tambien de ser hijo de Abraham y de David. Así todo
ha sido consiguiente en el órden de los consejos de Dios. Aquel Mesias
mostrado desde léjos como hijo de Abraham , ha sido despues mostrado
desde mas cerca como hijo de David. Un imperio eterno le está prome
tido : el conocimiento de Dios , difundido por todo el universo , está no
tado como la señal cierta y como el fruto de su venida : la conversion
de los gentiles y la bendicion de todos los pueblos del mundo , prome
tida tanto tiempo antes á Abraham , á Isaac y á Jacob , es nuevamente
confirmada, y todo el pueblo de Dios vive en esta esperanza.
Entretanto continúa Dios en gobernarle de un modo admirable. Ha
ce un nuevo pacto con David , y se obliga á proteger á él y á los re
yes , sus descendientes , si se arreglaren á los preceptos que Moisés les
hadado; y si no, les anuncia rigurosos castigos8. David, que se olvi
da por poco tiempo , es el primero que los prueba 5 ; pero habiendo re
parado su culpa con su penitencia , es colmado de bienes y propuesto
como modelo de un rey perfecto. El trono se afirma en su casa. En
tanto que Salomon su hijo imita su piedad , es dichoso : descamínase
en la vejez; y Dios, que le sufre por su siervo David , le anuncia que
le castigará en la persona de su hijo *. Así manifiesta á los padres, que.
segun el órden secreto de sus juicios , hace durar despues de su muer
te, ó sus recompensas, ó sus castigos; y los tiene sujetos á sus leyes
por su mas apreciado interés, que es el interés de su familia. En eje
cucion de sus decretos , Roboan , naturalmente temerario , es abando
nado á un consejo insensato; y su reino queda disminuido de diez tri
bus 5. Pero al paso que éstas rebeldes y cismáticas se apartan de su
Dios y de su rey , los hijos de Judá , fieles á Dios y á David su escogi
do , permanecen en la alianza y en la fe de Abraham. Los levitas se
les juntan con Benjamín : subsiste por su union el reino del pueblo de
Dios , bajo el nombre del reino de Judá , y se mantiene allí enteramen
te la ley de Moisés. Sin embargo'de las idolatrías y de la espantosa
corrupcion de las diez tribus separadas, se acuerda Dios de su alianza
con Abraham, Isaac y Jacob. No se estingue su ley entre .aquellos re
beldes , ni cesa él de llamarles á penitencia con milagros innumerables,
y continuas advertencias que por sus profetas les envia ; pero obstina
dos en su delito, no puede ya sufrirles y les arroja de la tierra prome
tida sin esperanza de restablecimiento 6.
(1) ISal. xlV. 23.—(2) 2. I\CK. vii. 8 et seq. 3. Reg. Ix. i. et seq. 2. Prfr. 17. <'l seq.—
(3) 2. Reg.xi. xii. et seq-.— (i) 3. R%'. xI—(3) 3. Reg. xn.—(6) 4. Rcg. xvii.6. 7. et seq
128 SEGUNDA PARTK.
Con todo eso , la historia de Tobias, sucedida en aquel mismo tiem
po y en los principios del cautiverio de los israelitas ' , nos hace ver la
conducta de los escogidos de Dios que en las diez tribus separadas que
daron. Residiendo este santo varon entre ellas antes del cautiverio, no
solo supo conservarse puro de las idolatrías de sus hermanos , sí tam
bien practicar la ley y adorar públicamente á Dios en el templo de Je-
rusalen, sin que el mal ejemplo ni el temor se lo impidiesen. Cautivo
y perseguido en Nínive , persistió en la piedad con su familia s ; y la
manera admirable de que su fe y la de su hijo fueron recompensadas,
aun en la tierra, maestra que sin embargo deí cautiverio y de la per
secucion , tenia Dios medios secretos de hacer alcanzar á sus siervos
las bendiciones de fe ley ; pero siempre elevándolos por los males que
habian de sufrir á mas sublimes pensamientos. Por los ejemplos de
Tobias y por sus santos consejos eran escitados los israelitas á recono
cer , á lo menos por el azote , la mano de Dios que les castigaba; pero
casi todos permanecían en su obstinacion. Los de Judá , en vez de es
carmentar con los castigos de Israel, imitan sus malos ejemplos. Dios no
deja de advertirles por los profetas que sucesivamente les envía , des
velándose por la noche , y madrugando por la mañana , como él mis-
mo dice3, para espresar su paternal cuidado. Desechados ya por su
ingratitud , se irrita contra ellos , y les amenaza con tratarles como á
sus hermanos rebeldes.
CAPITULO V.
,jvro hay cosa mas notable en la historia del pueblo de Dios , que este
1^ ministerio de los profetas. Vénse hombres separados de lo restante
del pueblo por una vida retirada y por un traje particular 4. Tienen
habitaciones en que se les ve vivir en una especie de comunidad bajo
un superior que Dios les ordena 5. Su vida pobre y penitente era figu
ra de la mortificacion que se anunciaría bajo del Evangelio. Comunicá
base Dios con ellos de un modo particular, y hacia brillar á los ojos del
pueblo esta maravillosa correspondencia; pero jamás resplandeció con
tanta fuerza como durante los tiempos de mayor relajacion en que pa
recía que la idolatría estuviese ya para borrar la ley de Dios. En estas
LA GONTIMJACION DE L.\ RELIGION. 149
infelices ocasiones hacían los profetas .resonar por todas partes, así á vi
va voz como por escrito , las amenazas de Dios y el testimonio que da
ban de su verdad. Los escritos que hacían , andaban entre las manos de
todo el pueblo y eran cuidadosamente guardados ' . Los que persevera
ban fieles á Dios , se unian con ellos : y asi vemos tambien que en Is
rael , donde la idolatría reinaba , los fieles que allí habia , celebraban
con los profetas el sábado y las fiestas establecidas por la ley de Moi
sés *. Ellos eran los que esforzaban á los buenos á persistir firmes en
la alianza. Muchos padecieron la muerte; y se vio á su ejemplo en los
peores tiempos, quiero decir, en el reinado de Manasés », una infinidad
de fieles que vertieron su sangre por la verdad ; de modo, que no hu
bo momento en que le faltase testimonio.
Así la congregacion del pueblo de Dios siempre subsistía: los profetas
vivían en ella : un gran número de fieles perseveraba altamente en la
ley de Dios , con ellos y con los sacerdotes, hijos de Sadoc , que , como
dice Ezequiel 4 , en los tiempos en que andaban los hijos de Israel desca
minados , habían siempre observado las ceremonias del santuario.
Con todo eso , á pesar de los profetas y á pesar de los sacerdotes fie
les , y del pueblo , unido con ellos en la observancia de la ley ; la ido
latría, que habia arruinado á Israel , arrastraba tambien en Judá fre
cuentemente , así á los príncipes como á lo mas del pueblo. Aunque los
reyes olvidasen al Dios de sus padres , sufrió largo tiempo sus iniqui
dades por su siervo David. Siempre David está presente á sus ojos.
Cuando los reyes, hijos de David, siguen los buenos ejemplos de su
padre, hace Dios milagros asombrosos en favor suyo ; pero cuando de
generan, sienten la fuerza invencible de su mano que sobre ellos se
sienta. Los reyes de Egipto , los reyes de Siria , y sobre todo los de
Asiría y de Babilonia , sirven de instrumento á la venganza. La impie
dad se aumenta ; y Dios suscita en Oriente un rey mas soberbio y for
midable que los que hasta entonces se habian visto : este es Nabucodo-
nosor rey de Babilonia, el mas terrible de los conquistadores. Muéstrale
desde léjos á los pueblos y á los reyes , como el vengador destinado á
castigarles *. Acércase, y delante de él marcha el terror. Toma por
primera vez á Jerusalen , y trasporta á Babilonia una parte de sus ha
bitadores 6. Ni estos ni los que quedan en el país , aunque advertidos
los unos por Jeremías y los otros por Ezequiel , hacen penitencia. Pre
fieren á estos santos profetas otros que les predicaban ilusiones ', y les
lisonjeaban en sus delitos. Vuelve el vengador á Judea , y el yugo de
Jerusalen se agrava ; pero no queda enteramente destruida. En fin , la
• *
(1) Exoil. 2J. 14. Is. 30. 8. 34. 16. Je*. 22. 30. xxvi. 2.21. 2. rural. 26. 22. 1. Es». 1.4.
IUN. 9. 2.—(2) 4. R«r. 4. 23.— (3) 4. Reg. xxi. 16.—f4) Ezechiei. xi.iv. 15.—(5) Je».
xxv. etc. Ezechiel xxvi. etc (6) 4. Reg. xxiv. 1.2. Parulip. xxxvi.—C¡) Je«. xiv. 14-
33
130 SEGUNDA PARTE.
iniquidad llega á lo sumo : la soberbia crece con la flaqueza ; y Nabu-
codonosor lo reduce todo á ceniza
No reserva Dios su santuario. Aquel célebre hermoso templo, orna
mento del mundo, que habia de eternizarse si los hijos de Israel hu
biesen perseverado en la piedad * , fué consumido por el fuego de los
asirios. En vano decían los judíos sin cesar : El templo de Dios , el
templo de Dios, el templo de Dios está entre nosotros5. Habia Dios re
suelto hacerles entender , que no tenia su voluntad fijada en un edificio
de piedra, sí que principalmente queria hallar corazones fieles, que
son los verdaderos y vivos templos en que habita de asiento. Así des
truyó el templo de Jerusalen y dio sus tesoros al pillaje ; tantos ricos
vasos consagrados por reyes piadosos fueron abandonados á un rey
impío.
Pero la caida del pueblo de Dios habia de ser la instruccion de todo
el universo. En la persona de aquel rey impío y juntamente victorioso,
vemos claramente lo que son los conquistadores. No son estos por lo
comun sino instrumentos de la divina venganza. Dios ejerce por su
medio su justicia , empleándoles á la administracion de la misma como
tales instrumentos de su justa ira, y despues la ejecuta sobre ellos
mismos. Armado Nabucodonosor del poder divino y hecho invencible
por este ministerio , castiga á todos los enemigos del pueblo de Dios.
Destruye á los' idumeos , á los ammonitas y los moabitas ; abale á los
reyes de Siria; el Egipto, bajo cuyo poder habia tantas veces gemido
la Judea, es despojo de este soberbio vencedor y qneda su tributario4 :
no es menos fatal su potencia á la Judea misma , que no sabe aprove
charse de las esperas que Dios le da. Todo cae ; todo es abatido por la
justicia divina, cuyo ministro es Nabucodonosor : él caerá á su tiem
po ; y Dios , que para castigar á sus hijos y abatir á sus enemigos em
plea la mano de este príncipe , le deja reservado á so propia mano om
nipotente. - . ;
CAPITULO VI.
Tyro quiso el Señor que ignorasen sus hijos la suerte de aquel rey que
¿•1 les castigaba , y del imperio de los caldeos , cuyos cautivos habian
de ser. Asi , temiendo que fuesen sorprendidos de la falsa gloria de los
impíos y de su soberbio reinado , les anunciaban los profetas su corta
(1) 1. R»g. xxv.—(i) I. Rrg. xxi. 7. 8.-(3) .Ifr. vi). 4.—(i) 4. Rp¡r. xxiv. ?.
LA CONTINUACION DR LA BKLIGION. 131
duracion. Isaías, que viola gloria de Nabucoilonosor y su insensata al
tivez mucho tiempo antes de su nacimiento, profetizó su repentina caí
da y la de su imperio'. Casi nada era Babilonia, cuando vio aquel
profeta su potencia y poco despues su ruina. Así las revoluciones de las
ciudades y de los imperios , que atormentaban al pueblo de Dios , ó se
utilizaban de su perdicion, estaban escritas en sus profecías. Eran estos
oráculos seguidos de una pronta ejecucion ; y los judíos tan áspera
mente castigados , vieron caer , ó antes, ó con ellos , ó poco despues,
segun las predicciones de sus profetas, no solamente á Samaría, ldu-
mea , Gaza, Ascalon , Damasco , las ciudades de los ammonitas, y de
lnsmoabitas, sus perpetuos enemigos, sí tambien las capitales de los
grandes imperios, Tiro, la señora del mar, Tanis , Memfis, Tébas,
la de las cien puertas , con todas las riquezas de su Sesostris , la misma
Nínive, sillada los reyes de Asiría sus perseguidores, la soberbia Ba
bilonia , vencedora de todas las demás y enriquecida de sus despojos.
Es verdad que Jerusalen pereció al mismo tiempo por sus pecados;
pero no la dejó Dios sin esperanza. Isaías , que profetizó su ruina , ha
bia tambien visto su glorioso restablecimiento, y nombrádole á Ciro
su libertador, doscientos años antes que naciese4. Jeremías, cuyas pro
fecías habian sido tan individuales , para advertir á aquel pueblo in
grato de•su cierta ruina , le habia prometido su vuelta despues de se
tenta años de cautiverio Duraute este término era aquel abatido
pueblo respetado en sus profetas : aquellos cautivos pronunciaban á los
reyes y á los pueblos sus terribles destinos. Nabucodonosor , el cual
queria hacerse adorar , adora él mismo á Daniel 4, atónito de los secre
tos divinos que le descubría : sabe de él su sentencia, y ve luego la
ejecucion 3. Triunfaba este príncipe victorioso en Babilonia, á la cual
hizo la mayor, la mas fuerte y la mas hermosa ciudad que jamás el
sol hubiese visto 6. Este punto esperaba Dios para aniquilar su sober
bia. Feliz é invulnerable , para decirlo asi , á la frente de sus ejércitos
y durante todo el curso de sus conquistas ' , habia de perecer en su
casa, segun el oráculo de Ezcquiel 8. Cuando admirando su grandeza y
la hermosura de Babilonia, se quiere hacer masque humano, descarga
Dios el golpe, le degrada de racional y le pone entre los brutos Vuel
ve en sí al tiempo señalado por Daniel 9, y reconoce á Dios del cielo ,
cuyo poder habia probado ; pero sus sucesores no escarmentaron con
su ejemplo. Túrbanse las cosas de Babilonia; y el tiempo señalado por
los profetas para el restablecimiento de Judá , llega entre estas altera
ciones. Aparece Ciro á la frente de los medos y de los persas ,°: todo
cede á este formidable conquistador. Avánzase lentamente hácia los
(1) ISaI. xIII. xIV. xxI. xlV. xlVI. xlVII. xH III.—(2) I.Sa1. xXIV. xI.V.—(3) Jf.H. xxV.
81. 14. xxix. 10 —(4) Da», ii. 46.—(5) üai». iv. 1 .—(6J Dan. iv. 26.—(7) Jer. xxvn.—
(8) KzeCIIIeI. xxi. 30.—(9) Dan. iv. 31.—(10) Heron. I. 1. \b\oih. Ilb. n. 3. el P¡rila¡,'.
Vil SEGUNDA PAilTI!.
caldeos con una marcha frecuentemente interrumpida. Vienen las no
ticias de tarde en tarde , como habia profetizado Jeremías 1 : determi
nase en lin : Babilonia frecuentemente amenazada por los profetas , y
siempre soberbia é impenitente , ve llegar su vencedor y le desprecia.
Sus riquezas , sus altos muros, su pueblo innumerable , su prodigioso
recinto , que comprendía un gran país , como lo testitican todos los
antiguos *, y sus provisiones infinitas, la llenan de vanidad. Asediada
largo tiempo sin sentir incomodidad alguna, se riede sus enemigos , y
de los fosos que al rededor de ella cavaba Ciro : no se habla allí sino de
bailes y regocijos. Su rey Baltasar , nieto de Nabucodonosor, tan sober
bio como él , pero no tan hábil , hace una solemne fiesta á todos los
señores1. Celébrase con escesos inauditos esta funcion. Baltasar hace
llevar los sagrados vasos , robados del templo de Jerusalen , y mezcla
la profanacion con el lujo : el enojo de Dios se declara : una mano ce
lestial escribe palabras terribles sobre la pared del salon regio en que
se hacia el baile. Daniel interpreta el sentido de aquellas tremendas
palabras; y este profeta, que habia predicho la caida funesta del abue
lo , hace también ver al nieto el rayo que se despide para consumirle.
En ejecucion de este divino decreto abre Ciro de improviso una entrada
en Babilonia. Divertido el Eufrates en los fosos que preparaba tanto
tiempo habia, le descubre su inmenso lecho y entra por este -paso in
opinado. Así quedó por la justicia divina hecha despojo de los medos, de
los persas;/ de Ciro , como habian dicho los profetas , aquella soberbia
Babilonia *. Así pereció con ella el reino de los caldeos, que habia des
truido a tantos otros reinos 5 ; y el martillo que habia quebrantado todo
el universo , fué tambien roto. Bien lo habia profetizado Jeremías 6. El
Señor rompió la vara con que habia golpeado á tantas naciones. Isaías
lo habia previsto Los pueblos acostumbrados al yugo de los reyes
caldeos , les miran tambien á ellos bajo del yugo: Ahí estais , les dije
ron 8 , heridos como nosotros : nuestros semejantes os habeis vuelto : vos
otros , que decíais en vuestro corazon : Yo elevaré mi trono sobre las
estrellas , y yo seré semejante al Altísimo. Esto es lo que habia el mis
mo Isaías pronunciado: Cae, cae, como lo habia dicho el profeta9, es
ta gran Babilonia , y sus ídolos son rotos. Bel es derribado , y Nabon,
su gran dios , de quien los reyes tomaban su nombre , cae á tierra 1° :
porque los persas, sus enemigos, que adoraban al sol , no sufrían ído
los ni reyes á quienes se diese el culto de deidades. Pero ¿cómo pereció
aquella Babilonia? Como lo habian declarado los profetas. Sus aguas
fueron desecadas, como Jeremías habia profetizado " , para dar paso á
(I) Je», ll.,48—(í) Xe»om. lib. 7. Pa-dag. Amst. 3. Pol. 1. 3.—<l) lux. v.—(4) Is
x'"n1"'^" 1 xLV- x,v'- *lV"- ]s*r.m. ll. II. 28.-(5) Isai. xlv. H. 16. 47.-Í6) Je»
I.. 23.-0) Isai. xiv. 8. «.-(8) Iblrl. 10.-(9) M. xxi. 9.-(t0) M. «vi. l.-(1t} J».
LA CONTINUACION DE LA RELIGION. 133
su vencedor : embriagada , adormecida , vendida por su propia alegría,
segun el mismo profeta , se halló en poder de sus enemigos, y presa co
mo en un lazo, sin saberlo '. Todos sus habitadores son pasados á filo
de espada ; porque los medos sus vencedores , como habia dicho Isaías»,
no buscaban el oro ni la plata , sino la venganza , y saciar su odio con
la ruina de un pueblo cruel al cual hacia su soberbia enemigo de todos
los pueblos del mundo. Venían los correos uno sobre otro á anunciar
al rey que el enemigo entraba en la ciudad. Así lo habia Jeremías pre
venido 5. Sus astrólogos , en quienes ella creia y que le prometían un
imperio eterno , no la pudieron salvar de su vencedor. Isaías y Jere
mías son los que de comun acuerdo se lo anuncian *,. En aquel espan
toso estrago , los judíos , muy anticipadamente advertidos , se escapa
ron solos de la espada del vencedor !. Hecho Ciro con esta conquista
dueño de todo el Oriente , reconoce en aquel pueblo , tantas veces ven
cido , una inesplicable cualidad de divino. Absorto de los oraculos que
habian profetizado sus victorias, confiesa que debe su imperio al Dios
del cielo , á quien los judíos servían ; y señala el primer año de su rei
nado para el restablecimiento de su templo y su pueblo 6.
CAPITULO VII.
CAPITULO VIH.
CAPITULO IX.
rjABiA el Señor escogido aquel tiempo para hacer cesar los caminos
" estraordinarios ; esto es, las profecías en su pueblo , desde enton
ces bastantemente instruido. Faltaban cerca de quinientos años hasta
los dias del Mesías. Quiso Dios que por la majestad de su Hijo calla
sen los profetas todo este tiempo , para tener á su pueblo en la es-
pectacion del que habia de ser el cumplimiento de todos sus misterio
sos oráculos.
Pero hacia el fin de los tiempos en que habia Dios resuelto poner
término á las profecías , parecía que quisiese difundir abundantísima-
niente todas sus luces y descubrir todos los consejos de su providen
cia : tanta fué la claridad con que espresó los secretos de los tiempos
futuros.
Durante el cautiverio , y principalmente hácia los tiempos en que
estaba para terminarse ; Daniel , venerado por su piedad hasta de los
reyes infieles , y empleado por su prudencia en las materias mas gra
ves de su estado vio por orden en diversas veces y bajo de figuras
diferentes, cuatro monarquías, bajo de las cuales habian de vivir los
israelitas Denótalas por sus propias señas. Se mira , y admira pasar
como un torrente el imperio de un rey de los griegos : este era el de
Alejandro. Por su raída se ve con pasmo levantarse otro imperio, me
nor que el suyo y enflaquecido por sus divisiones 5 : este era el de sus
sucesores, entre los cuales hay cuatro, Antípatro, Seleuco, Ptolomeo
y Antígono, visiblemente señalados en la profecía. Es constante por la
historia, que fueron estos mas poderosos que los otros, y los únicos
cuyo poder pasase á sus hijos. Se registran sus guerras , sus celos y sus
engañosas alianzas : la aspereza y la ambicion de los reyes de Siria ; la
soberbia y las demás señas que denotan á Antíoco el Ilustre, implaca
ble enemigo del pneblo de Dios : la brevedad de su reinado , y el pron
to castigo de sus escesos 4. Por último se ve nacer hácia el fin , y como
en el seno de estas monarquías , el reinado del Hijo del hombre. Ya
conoce V. A. por este nombre á Jesucristo ; pero este reinado del Hijo
del hombre tambien se llama el reinado de los santos del Altísimo. To-
(I) DaN. II. 3. 5. 8. 27.—(4) Id. II. vil. vm. x. xI.—<3) Id. vii. 6. viu. 21. 22.—(i) W. xt.
130 SEGUNDA PARTE;
dos lus pueblos están sujetos á este grande y pacífico reino : la eterni
dad le está prometida; y ha de ser el único , cuyo poder no pasará á
otro imperio ' .
Cuando vendría este Hijo del hombre y este Cristo tan deseado ; y
como cumplirá la obra que le está cometida , que es la redencion del
género humano , Dios lo descubre manifiestamente á Daniel. Ocupado
todo su espíritu del cautiverio de su pueblo en Babilonia , y de los se
tenta añosá que Dios habia querido limitarle; en lo mas ardiente de
sus ruegos por la liberacion de sus hermanos , es de repente elevado á
mas altos misterios. Ve otro número de años y otra liberacion mucho
mas importante. En vez de los setenta años profetizados por Jeremías,
mira setenta semanas , que con el cürso del tiempo empezarían desde
el decreto de Artajerjes , dado el año vigésimo de su reinado , para
reedificar la ciudad de Jerusalen *. Así está en términos precisos seña
lada, hácia el fin de aquellas semanas, la remision de los pecados, el
reinado eterno de la justicia , el entero cumplimiento de las profecías
y la uncion del Santo de lus santos 5 . Cristo ha de ejercer su cargo , y
dejarse ver como conductor del pueblo , despues de sesenta y nueve se
manas. Despues de sesenta y nueve semanas (que el profeta tambien lo
repite) se hará morir al Cristo 4 : de muerte violenta ha de morir : es
preciso que sea sacrificado para cumplir los misterios. Una semana está
entre las otras notada, y es la postrera de las setenta : esta es aquella
en que Cristo será sacrificado , en que será la alianza confirmada , y
en cuya mitad la hostia y los sacrificios serán cancelados 5 , sin duda
por la muerte de Cristo ; porque en consecuencia de ella se halla espre
sada esta mudanza. Despues de la muerte de Cristo y de la estincion de
tos sacrificios , solamente se ve horror y confusion : se ve la ruina de
la santa ciudad y del santuario : un pueblo y un capitan que vienen á
destruirlo todo : la abominacion en el templo : la última irremediable
desolacion6 del pueblo , ingrato á su Salvador.
Ya hemos visto que estas semanas reducidas á semanas de años , se
gun el estilo de la Escritura , suman cuatrocientos y noventa años , y
nos conducen precisamente desde el vigésimo de Artajerjes á la postre
ra semana ; semana llena de misterios , en que Jesucristo sacrificado
da fin por su muerte á los sacrificios de la ley y cumplimiento á sus
figuras. Hacen los doctos diversos cómputos por ajustar puntualmente
este tiempo ; pero no tiene dificultad el que propuse á V. A. , y tan lé-
jos está de oscurecer la continuacion de la historia de los reyes de Per-
sia, que antes bien la aclara : aunque no seria digno de maravilla que
se hallase alguna incertidumbre en las datas de aquellos principes ; y
r|) dan. ii. 44. 45. vii. 13. 14. 77.—(3) lbid. u. 13. ett.—(3) Ibld. J4.-Í41 Ibld. J5.
5»-(5) ibld. «.-(«) lbid. ix. 26. 2-7.
L» C0NTIMJAC1ON DE LA RELIGIOK. 137
ocho d nueve años á lo simio, de que se podría disputar , jamás fueran
asunto de una cuestion importante. Pero ¿por qué me detengo en esto?
Dios ha cortado la dificultad , si alguna habia , con una decision que
no tiene réplica. Un suceso tan manifiesto nos da la superioridad sobre
los mas refinados cálculos de los cronologistas ; y la ruina total de los
judíos , que tan inmediatamente siguió á la muerte de nuestro Señor,
hace ver á los menos perspicaces el cumplimiento de la profecía.
No resta ya mas que hacer observar á V A. una circunstancia. Da
niel nos descubre un nuevo misterio. El oráculo de Jacob nos habia
enseñado que el reino de Judá habia de cesar con la venida del Mesías;
pero no nos decía que su muerte seria la causa de la caida de aquel
reino. Dios reveló á Daniel este importante secreto, y él lo declara,
como ve V. A. , que la ruina de los judíos será la consecuencia de la
muerte de Cristo y de haberle desconocido. Note V. A. , si gusta , este
paso : que la continuacion de los sucesos le hará bien presto de él un
escelente comentario.
CAPITULO X.
CAPITULO XI.
piN fin , el templo se acaba, las víctimas se sacrifican; pero los judíos
l-4 avaros ofrecen hostias defectuosas. Malaquías es elevado á una mas
alta consideracion ; y en la ocasion de las ofrendas inmundas de los ju
díos , ve la ofrenda siempre pura , y nunca manchada , no ya solamen
te en el templo de Jerusalen como antes, sino desde donde el sol nace
liasta donde se pone; no ya por los judíos, sino por los gentiles, entre
los cuales , predice , que el nombre de Dios será grande 1 .
Tambien ve, como Aggeo, la gloria del segundo templo , y al Me
sías, que le honra con su presencia; pero mira al mismo tiempo , que
el Mesías es el Dios á quien este templo está dedicado. Yo envio mi án
gel , dice el Señor * , pura prepararme los caminos , é inmediatamente
rereis llegar á su santo templo el Señor que buscais , y el Angel de la
alianza que deseáis.
Un ángel es un enviado; pero aquí hay un enviado de una dignidad
maravillosa : un enviado que tiene un templo : un enviado que es
Dios ; y que entra en el templo como en su propia morada : un envia
do deseado de todo el pueblo, que viene á hacer una nueva alianza , y
que por eso es llamado el Angel de la alianza ó del testamento.
En este, pues, segundo templo era donde este Dios enviado de Dios
habia de aparecerse ; pero otro enviado le precede y le prepara los ca
minos : aqui vemos al Mesias precedido de su precursor. El carácter
de este precursor tambien se muestra al profeta. Este seria un nuevo
Elias, notable por su santidad, por la austeridad de su vida, por so
autoridad y por su celo 5.
Asi, el último profeta del antiguo pueblo señala el primer profeta
que vendría despues de él , que es aquel nuevo Elias , precursor del
>eñor , que habia de manifestarse. Hasta aquel tiempo no tenia el pue
blo de Dios que esperar profeta alguno : la ley de Moisés debia bas
tarle ; por eso Malaquías acaba con estas palabras 4 : Acordaos de la
ley que he dado sobre el monte Horeb á Moisés mi siervo , para todo
Israel. Yo os enviaré el profeta Elias , que unirá los corazones de los
(1) Malxch. i. II. -(1) Maiach. Iii. 1.—(3) Malach. iii .1. iv. S. «.—(4) Maiacb.
iv. 5 6.
140 SEGUNDA FADTK.
padres con los corazones de los hijos , que mostrará á estos lo que espe
raron aquellos.
A esta ley de Moisés habia Dios juntado los profetas , que hablaron
en conformidad de ella; y la historia del pueblo de Dios, hecha por
ellos mismos, en que estaban continuadas por esperiencias visibles las
promesas y las amenazas de la ley. Todo estaba cuidadosamente escri
to, todo ordenado segun el curso de los tiempos; y esto es lo que Dios
dejó para la instruccion de su pueblo cuando hizo cesar las profecías.
CAPITULO XII.
CAPITULO XIII.
En efecto , todos los profetas les habian prometido una paz profunda.
Aun se lee con gusto la bella pintura que hacen Isaías y Ezequiel 1
de aquellos felicísimos tiempos , que llegarían acabado el cautiverio de
Babilonia. Todas las ruinas se reparan : las ciudades y los lugares mag
níficamente se reedifican : el pueblo es innumerable : los enemigos son
humillados : florece la abundancia en las ciudades y en el campo : allí
se ven la alegría, el reposo y en fin todos los frutos de tina paz dila
tada. Dios promete tener á su pueblo en una durable y perfecta tran
quilidad *. Gozáronla ellos durante el dominio de los reyes de Persia ;
y en tanto que se mantuvo este imperio , los favorables decretos de
Ciro aseguraron á los judíos el reposo. Aunque estuvieron amenazados
de su postrera ruina bajo de Asuero, sea este quien fuere , aplacado
Dios con sus lágrimas , mudó repentinamente el corazon del rey é hizo
darles una famosa venganza de su enemigo Aman 5. Fuera de esta co
yuntura, que pasó tan presto, vivieron siempre sin temor. Instruidos
por sus profetas á obedecer á los reyes , á quienes les habia Dios suje
tado 4 , fué inviolable su fidelidad. Así fueron siempre benignamente
tratados. A costa de un tributo muy ligero que pagaban á sus sobera
nos , que mas eran sus protectores que sus dueños , vivían segun sus
propias leyes : el poder sacerdotal se conservó en su total entereza :
los pontífices dirigían al pueblo : el consejo público primeramente es
tablecido por Moisés , tenia toda su autoridad ; y ellos ejercían entre sí
el derecho de la vida y de la muerte , sin que nadie se mezclase en su
conducta : asi lo ordenaban los reyes \ La ruina del imperio de los
persas nada alteró sus cosas. Alejandro respetó á su templo , admiró
sus profecías y aumentó sus privilegios 6. Algo padecieron en tiempo
de sus primeros sucesores. Ptoloineo , hijo de Lago , sorprendió á Je-
rusalen y se llevo á Egipto cien mil cautivos 7 ; pero bien presto dejó
de aborrecerles. El mismo les hizo ciudadanos de Alejandría, capital de
su reino , ó por mejor decirlo , les confirmó el derecho que ya Alejan-
(I) Isai. xii. ti. II. 14. xliii. (8. 19. xux. 18. 19. 21. K. MI. í. 1 Liv. iv. etc. Ezr.-
r.aif.i. xxxvi. xxx. 13. 14.—(i) Je», xlvi. 2T—(3) Esth. iv. v. vii. viii. ix.—(4) Jer.
xxvh. 11. 17. xi. 9. B*«. i. 11. H.-(S) I. Eso. vil. Jo. Vi.—(6) Josipb. Antiq. xi. 8. i-
Conl. ap.—(7) Id. Ant. xII. I. 3. Cont. Ap.
36
142 SEGUNDA PARTE.
dro les habia dado ; y no hallando en todo su reino quien le fuese mas
fiel que los judíos, llenó de ellos sus ejércitos y les confió las plazas
mas importantes. Si los Lagos les atendieron , aun fueron mejor trata
dos de los Seleucos , bajo cuyo imperio vivían. Seleuco Nicator , cabeza
de esta familia, les estableció en Antioquía; y habiendo Antíoco, lla
mado el Dios, su nieto , hecho recibirles en todas las ciudades del Asia
menor, les hemos visto esparcirse por toda la Grecia, vivir allí segun
su ley , y gozar de los mismos derechos que los demás ciudadanos , co
mo hacían en Alejandría y en Antioquía '. Entretanto, su ley es tra
ducida en griego por el cuidado de PtolomeoFiladelfo, rey de Egipto» :
la religion de los judíos es conocida entre los gentiles : el templo de
Jerusalen es enriquecido con los dones de los reyes y de los pueblos :
los judíos viven en paz y con libertad, bajo el poder de los reyes de
Siria; y no habian gozado mucho de semejante tranquilidad en tiempo
de sus propios reyes.
CAPITULO XIV.
CAPITULO XV.
(I) l'ORPh. de abstr. lib. IV. Id. et Jul. apud CV». lib. v. et vi. ta Jl*.
LA CONTINUACION HE LA RELIGION. 147
CAPITULO XVI.
Con todo eso , como la conversion de la gentilidad debia ser una obra
reservada al Mesías y el propio carácter de su venida ; el error y
la impiedad umversalmente prevalecían. Las naciones mas perspicaces
y mas sabias , los caldeos , los egipcios , los fenicios , los griegos , los
romanos , eran los mas ignorantes y los mas ciegos en la religion : tan
cierto es , que para elevarse á ella se necesita de una gracia particular
y de una sabiduría mas que humana. ¿Quién osaría referir las ceremo
nias de sus falsos dioses, llamados inmortales , y sus misterios impuros?
Sus amores , sus crueldades , sus celos y todos sus otros escesos eran
el asunto de 'sus tiestas, de sus sacrificios, de los himnos que les can
taban, y de las pinturas que les consagraban en sus templos. Así el
delito era adorado y tenido por necesario al culto de los dioses. El mas
grave de los filósofos 1 prohibe beber con esceso , sino era en las fiestas
de Baco y en honor de este dios. Otro * , despues de haber severamen
te vituperado todas las imágenes deshonestas , esceptúa las de los dio
ses que querían ser honrados por aquellas infamias. No se pueden leer
sin asombro los honores que era preciso rendir á Vénus , y las prosti
tuciones que estaban establecidas para adorarla5. La Grecia con toda su
policía y sabiduría habia recibido aquellos misterios abominables. En
sus aprietos , los particulares y las repúblicas votaban á Vénus damas
cortesanas ; y no se avergonzaba la Grecia de atribuir su salud á las
rogativas que hacian á su diosa 4. Despues de la derrota de Jerjes y de
sus formidables ejércitos, se puso en el templo una pintura en que es
taban representados sus votos y sus procesiones , con esta inscripcion
de Simonides , poeta famoso : Estas han rogado d la diosa Vénus , la
cual por su intercesion ha salvado á la Grecia.
Si creián preciso adorar al amor , solo el amor honesto debería haber
sido objeto de su culto ; pero no era así. Solon, ¿ quién podría creerlo,
y quién esperaría de tan célebre hombre una grande infamia? Solon,
digo, estableció en Atenas el templo de Vénus la prostituida , ó del
amor impúdico. Toda la Grecia estaba llena de templos consagrados á
esta deidad ; y el amor conyugal ni aun uno tenia en todo el país.
(I) Plat. de le«. iv.-^(í)- amsT. vii. Pollt.—(3) Bauuch. VI. 10. M. 43. He»©», lib. 1
st»ab. lib 1S—(í) ATR. IIb. 13. ,
148 SEGUNDA PAUTE.
Con todo eso , detestaban en los hombres y en las mujeres el adulte
rio : la sociedad conyugal era entre ellos sagrada. Pero cuando se apli
caban á la religion , parecían como poseidos de otro espíritu y su luz
natural les abandonaba.
No trató la gravedad romana mas seriamente á la religion ; pues con
sagraba en bonor de los dioses las impurezas del teatro y los sangrien
tos espectáculos de los gladiatores : que es en suma todo lo mas torpe y
bárbaro que podía imaginarse.
Pero yo no sé si las locuras ridiculas que se mezclaban en la reli
gion, eran aun mas perniciosas, pues tanto despreciola adquirían.
¿Podía acaso guardarse el respeto que se debe á las cosas divinas , en
tre las impertinencias que contaban las fábulas, cuya representacion ó
memoria hacia una tan gran parte del culto divino? No era todo el ser
vicio público sino una continua profanacion ó una irrision del nombre
de Dios , á que era forzoso concurriese alguna potencia enemiga de este
nombre sagrado , que solicitando envilecerle impelía á los hombres á
emplearle en cosas tan despreciables y aun á desperdiciarle en sugetos
tan indignos.
Verdad es que los filósofos habian al fin reconocido que habia otro
Dios que los que el vulgo adoraba ; pero no osaban confesarlo. Al con
trarío, Sócrates ' daba por máxima, que era preciso que cada uno si
guiese la religion de su país. Platon su discípulo *, que veia á la Grecia
y á todos los países del mundo llenos de un culto necio y escandaloso,
no deja de poner como uno de los fundamentos de su república : que
jamás se altere en nada la religion que se hallare establecida ; y que el
pensar en esto es haber perdido el juicio. Filósofos tan graves y que
dijeron tan admirables cosas de la naturaleza divina , no osaron opo
nerse al error público y desesperaron de poder vencerlo 5. Cuando Só
crates fué acusado de negar los dioses que el público adoraba , se de
fendió como si fuese delito el que le imputaban ; y Platon 4 , hablando
del Dios que habia formado el universo , dice que es difícil hallarle , y
que está prohibido declararle al pueblo ; y protesta , que no hablará
de él jamás sino en enigma, temiendo que se haga burla de una ver
dad tan grande y refulgente.
¿En qué abismo estaba el género humano, que se le hacia insufrible
la menor idea del verdadero Dios? Atenas, la mas culta y la mas sa
bia de todas las ciudades de la Grecia , tenia por ateistas á los que ha
blaban de cosas intelectuales ; y esta fué una de las razones que habian
hecho condenar á Sócrates ». Si algunos filósofos se atrevían á enseñar
que las estatuas no eran dioses , como lo entendía el vulgo , se veian
(1) XlUM. niein. lib. 10 (g) plat. de Leg. v (3) Afol. Soc. .ipiid Vmr. el xu-
yorm.-(i) Ep. í. ad Dioi»ts.-(5) Dioc. Laert. lib. ll. SoCRai. m. Plat. W. lib. H.SoId
LA CONTINUACION DE LA RELIGION. 149
forzados á desdecirse ; y aun despues de esto eran desterrados como
impíos, por sentencia del Areopago. Toda la tierra estaba poseida del
mismo error y no se osaba descubrir la verdad. Este gran Dios , cria
dor del universo , no tenia templo ni culto , sino en Jerusalen. Cuando
los gentiles presentaban en él sus ofrendas , no hacían otro honor al
Dios de Israel que el de juntarle á las demás deidades. Sola la Judea
conoció sus santos y severos celos ; y sabia que partir la religion entre
él y los otros dioses , era destruirla.
CAPITULO XVII.
Con todo eso , al fin de los tiempos , los mismos judíos que le cono
cían y que eran los depositarios de la religion , empezaron (que
tanto van siempre los hombres desfigurando la verdad) no á olvidar el
Dios de sus padres , sino á mezclar en la religion supersticiones indig
nas de su grandeza. En el reinado de los Asmoneos , y desde el tiempo
de Jonatás comenzó entre los judíos la seda de los fariseos '. Adquirié
ronse desde luego un gran crédito por la pureza de su doctrina y por
la exacta observancia de la ley ; juntándose á esto que su conducta era
suave , bien que arreglada, y que vivian entre sí con grande union ».
Las recompensas y los castigos de la vida futura, que celosamente pre
dicaban , les atraían mucho hpnor. Al fin , se introdujo en ellos la am
bicion : quisieron gobernar y en efecto se tomaron un poder absoluto
sobre el pueblo5. Hiriéronse los árbitros de la doctrina y de la reli
gion , que insensiblemente torcieron á prácticas supersticiosas : útiles á
su interés y á la dominacion que procuraban establecer sobre las con
ciencias; el verdadero espíritu de la ley estaba para perderse.
Juntóse á estos males otro mayor mal : la soberbia y la presuncion ;
pero una presuncion que se dirigía á atribuirse á sí misma el don de
Dios. Los judíos , acostumbrados á sus beneficios é ilustrados por tantos
siglos de su conocimiento , olvidaron que sola su bondad les habia se
parado de los otros pueblos , y miraron su gracia como deuda.
Estirpe escogida y bendita siempre , dos mil años habia , se juzgaron
los solos dignos de conocer á Dios , y se creyeron de otra especie que
los demás hombres, que veian privados de su conocimiento. Sobre este
fundamento miraban á los gentiles con un desprecio insufrible. El des-
(1) Joseph. ant. xiii. 9.—(4) lW<1. 18.—(3) Id. Ilb. u.de Bell. Jud. 7.
38
ISO ÍKGUNiM 1'ARTK.
cender de Abraham segun la carne, les parecía una distincion que les
hacia naturalmente superiores á todos los demás ; y desvanecidos de tan
alto origen , se creian sanios por naturaleza y no por gracia : error que
aun dura entre ellos. Los fariseos fueron los que solicitando hacerse
gloriosos por mas ilustrados y por la exacta observancia de las ceremo
nias de la ley , introdujeron esta opinion hácia el fin de los tiempos.
Como solo cuidaban de distinguirse de los demás hombres , multiplica
ron sin límite los ejercicios esteriores ; y vendieron todos sus pensa
mientos , por mas contrarios que fuesen á la ley de Dios , como tradi
ciones auténticas.
CAPITULO XVI11.
(I) Zach. ii. 6. 7. 8—(í) Joseph. ant. xiv. 3. xx. 8. 1 <l<, Bell. Ju<l. 4. 5. «rrit». Bell
Syr. MiTBaid. e\ l.iv. Iit,. B —(J) 7.»cb. i». 8.
I-A CONTINUACION DE LA RKL1GION. 151
titulo de autoridad que perdió bien presto. Quedaron entonces los ju
díos tributarios de los romanos, y la ruina de la Siria les atrajo la suya;
porque reducidos en su vecindad á provincia aquel gran reino , au
mentó de tal modo el poder romano , que solo en obedecerles consistía
la única salud que les quedaba. Pero no cesaron los gobernadores de la
Siria de molestar continuamente á la Judea , hasta que los romanos se
hicieron en ella dueños absolutos y debilitaron el gobierno en muchas
cosas. En fin , porque así lo quisieron , pasó el reino de Judá de las
manos de los Asmoneos , á quienes se habia sometido , á las de Hero-
des , estranjero é idumeo. La política cruel y ambiciosa de este rey»
que solo en la apariencia profesaba la religion judaica, mudó las máxi
mas del gobierno antiguo. Ya se acabarou aquellos judíos , dueños de
su suerte en el dilatado imperio de los persas y de los primeros Setén
eos , donde tenían asegurada una vida apacible. Herodes , que les tiene
inmediatamente sujetos á su poder, turba todas las cosas ; confunde á su
arbitrio la sucesion de los pontífices; debilita el pontificado y lo hace
arbitrario ; enerva la autoridad del consejo de la nacion sin dejarle fa
cultad alguna : toda la potestad pública esta en las manos de Herodes
y de los romanos, cuyo esclavo es; y él desquicia así los principales,
los fundamentos de la república judaica.
Los soberbios fariseos y el pueblo obcecado, que solo á sus propios
sentimientos ó mociones sensitivas daban oidos , llevaban este estado
con impaciencia , sin reconocer la mano de Dios , que para su enmien
da les corregía y castigaba. Cuanto mas se sentían oprimidos del yugo
de los gentiles , tanto mayor era el desprecio y mortal odio que conce
bian contra ellos. Ya no quisieron Mesías , que no fuese osado , guer
rero y formidable á las humanas potencias que les tenían cautivos. Así
olvidando tantas profecías divinas, que les hablaban tan espresamente
de sus humillaciones , no tuvieron ya ojos ni oidos , sí solo para las
que les anunciaban triunfos , aunque bien diferentes de los que ellos
querían.
CAPITULO XIX.
(1) Matth. I. luc n.32.-:S) JOMM. XI.-(l) MattH. x.2. MarC. III..1Í.
tuc. vi. 14. act. I. 13—(5) Matth. xvi. 18.—(8) JOam. •, 1¿ IV ie,
LA. CONTINUACION DE L\ RELIGION. 153
re á hacer ver allí el maestro del género humano y el modelo de la
suma perfeccion.
Él solo , viviendo entre los hombres y á vista de todo el mundo, pu
do decir sin temor de ser desmentido : ¿Quién de vosotros me argüirá
ni reprenderá defecado 1 ? Y tambien : Yo soy la luz del mundo : mi
alimento , es hacer la voluntad de mi Padre ; aquel que me ha envia
do está conmigo , y jamás me deja soto : porque siempre hago lo que
es de su agrado ».
Sus milagros son de una clase particular y de un nuevo carácter. No
son señales en el cielo, como pedían los judíos Casi todos los obra en
los hombres mismos y por curar sus enfermedades. Mas tienen todos de
bondad que de poder ; y no es tanto lo que sorprende á los que los
ven , como lo que en lo íntimo de sus corazones les penetran. Hácelos
con imperio : los demonios y las enfermedades le obedecen : á su voz
los ciegos de nacimiento reciben la vista : los muertos salen del sepul
cro y los pecados son perdonados : el origen de sus milagros está en
sí mismo. Salen del manantial. Yo siento, dice , que una viilud ha sali
do de mi 4. Así, nadie los habia hecho, ni tan grandes ni en tanto
número ; y promete no obstante, que sus discípulos aun harán en su
nombre mayores cosas s : tan fecunda é inagotable es la virtud que en
sí mismo tiene.
¿Quién no se admiraría de la condescendencia con que templa la dul
zura de su celestial doctrina? Leche es para los niños y juntamente pan
para los fuertes. Vésele lleno de los secretos de Dios ; pero se ve que
no está admirado de ellos , como los demás mortales á quienes Dios se
comunica : de todos habla naturalmente , como nacido en este secreto y
en esta gloría ; lo que él tiene sin medida °, lo reparte con medida , á
fin de que nuestra debilidad pueda llevarlo. Aunque es enviado para
todo el mundo , solo se encamina desde luego á las ovejas perdidas de
la casa de Israel , á las cuales era tambien principalmente enviado ; pe
ro prepara el camino á la conversion de los samaritanos y de los genti
les. Una mujer samaritana le reconoce por el Cristo que su nacion es
peraba , no menos que los judíos ; y sabe de él mismo el misterio del
nuevo culto , que no estaría ya limitado á un lugar cierto '. Una mujer
cananea é idólatra, aunque desechada, le arranca, para decirlo así, la
salud de su hija s. Reconoce en diversos parajes á hijos de Abraham
dentro del gentilismo ; y habla de su doctrina , como que habia de ser
predicada, impugnada y recibida de toda la tierra 9. Jamás el mundo
habia visto cosa semejante, y quedan de esto pasmados sus apóstoles.
No encubre á los suyos las tristes pruebas y tribulaciones que habian
(1) Joan. viu. W.—(2) Il)i.1.12. Í9. M. iv. 3í.—(3) Mvtth. xvi. 1.—(4) WC. vi. 19.
viii. 46.—(5) Joa*. xiv. 12 —(6) Ihid. IH.34.—(7) Ibld. IV. 81. Sí. Í5.—(8) Matth. xv.
28,_(9) Mabc. vtn. 10. 11.
39
1B4 SEGUNDA PAUTK.
de pasar. Háceles ver empleadas contra ellos las violencias y la seduc
cion , las persecuciones, las falsas doctrinas, los falsos hermanos, la
guerra por dentro y por defuera , la fe acrisolada por estas pruebas , al
fin de los tiempos , la debilidad de esta fe y la suma tibieza de la ca
ridad entre sus discípulos ; en medio de tantos peligros sn Iglesia y la
verdad siempre invencibles '.
Aquí tenemos ya [una nueva conducta y un nuevo orden de cosas :
ya no se habla á los hijos de Dios de recompensas temporales : Jesu
cristo les muestra una vida futura; y teniéndoles pendientes de esta es
peranza , les enseña á desasirse de todas las cosas terrenas : la cruz y
la paciencia han de ser en el mundo su patrimonio; y se les propone
el cielo , como que ha de ser alcanzado por fuerza *. Jesucristo, que
muestra á las gentes este nuevo camino, es el primero que entra en
él': predica verdades puras que aábmbran á los hombres, soberbios,
aunque ignorantes : descubre la altivez encubierta, la hipocresía de los
fariseos y de los doctores de la ley , que con sus interpretaciones la
adulteraban. Sin embargo de estas reprensiones , honra a su ministe
rio, y la cátedra de Moisés en que están sentados3. Frecuenta el tem
plo , cuya santidad hace respetar , y envia á los sacerdotes los lepro
sos que habia sanado. Enseña con esto á los hombres, como deben re
prender y reprimir los abusos, sin perjuicio del ministerio establecido
por Dios ; y muestra , que no dejaba de subsistir el cuerpo de la Sina
goga por la corrupcion de los particulares. Pero visiblemente declinaba
esta á su ruina. Los pontífices y los fariseos irritaban contra Jesucristo
ai pueblo judaico , cuya religion se convertía en supersticion. No puede
sufrir este pueblo al Salvador del mundo, que le llama á prácticas só
lidas, pero difíciles. Lo mas sanio y lo mejor de todos los hombres, la
misma santidad y bondad se hace lo mas envidiado y lo mas aborreci
do. No por eso se ofende ni deja de hacer bien á sus ciudadanos; pero
ve su ingratitud. Profetízales con lágrimas su castigo, y anuncia á Je-
rusalen su próxima mayor ruina. Profetiza tambien , que los judíos,
enemigos de la verdad que les anunciaba , serian entregados al error y
se harían el juguete de los profetas falsos. Con todo eso los envidiosos
celos de los fariseos y de los sacerdotes le conducen á un infame su
plicio : sus discípulos le abandonan : uno de ellos pérfidamente le ven
de : el primero y mas celoso de todos, tres veces le niega. Acnsado
delante del consejo , honra , hasta el fin , el ministerio de los sacerdo
tes, y responde en términos precisos al pontífice que jurídicamente le
preguntaba. Pero habia llegado el punto en que debia ser reprobada la
Sinagoga. El pontífice y todo el consejo condena á Jesucristo , porque
se llama Cristo , hijo de Dios. Es entregado á Pondo Pilato , presidente
(1) MaTTH. xVI. 18.—(8) UattH. xI. 12.—(3) MATTH. MU. í.
U CONTINUACION DE LA RELIGION. 1B5
romano : su inocencia es reconocida por su juez; pero la política y el
interés le hacen proceder contra su conciencia : el justo es condenado á
muerte : el mayor de todos los delitos da lugar á la mas perfecta obe
diencia que jamás hubo : Jesus, dueño de su vida y de todas las cosas,
se abandona voluntariamente al furor de los impíos , y ofrece el sacri
ficio que habia de ser la espiacion del género humano. Crucificado mira
en las profecías lo que le falta que hacer , acábalo , y dice en fin : To
do está consumado '. A esta palabra todo se muda en el mundo : la ley
cesa : sus figuras pasan : sus sacrificios son cancelados por una oblacion
mas perfecta. Hecho esto, Jesucristo espira, dando üna gran voz, la
cual solo podia proferir en tal constitucion de moribundo un hombre
Dios. Toda la naturaleza se estremece : el centurion que le guardaba,
asombrado de tal muerte, esclama, que aquel es verdaderamente el
Hijo de Dios, y los circunstantes se retiran dándose golpes en los pe
chos. Al tercero dia resucita: aparécese á los suyos, que le habian
abandonado y se obstinaban en no creer su resurreccion. Le ven , le
hablan , le tocan , quedan convencidos. Para confirmar la fe de su re
surreccion, se muestra diversas veces y en diversas circunstancias. Sus
discípulos le ven en particular y le ven tambien todos en comun. Una
vez se aparece á mas de quinientos hombres juntos. Un apóstol , que lo
ha escrito *, asegura, que la mayor parte de ellos vivía aun cuando él
escribia. Resucitado Jesucristo, da á sus apóstoles todo el tiempo que
desean para reconocerle bien ; y despues de haberse puesto á este fin
en sus manos , como han querido, de suerte que no pueda quedarles ni
aun la menor duda, les ordena que lleven testimonio de lo que han
visto, de lo que han oido y de lo que han tocado. Para que ni de su
buena fe ni de su persuasion pueda dudarse , les obliga á rubricar con
la sangre de ellos su testimonio. Así su predicacion es incontrastable,
su fundamento un hecho positivo, testificado uniformemente de los que
le vieron. Su sinceridad está justificada con la mas fuerte prueba que
pueda imaginarse, que es la de los tormentos , y de la muerte misma.
Estas son las instrucciones que recibieron los apóstoles 5. Sobre este
fundamento emprenden doce pescadores la conversion del mundo ente
ro , que veian tan opuesto á las leyes que iban á prescribirle , y á las
verdades que iban á anunciarle. Tienen órden de empezar por Jerusa-
len , y esparcirse desde allí por toda la tierra , para instruir á todas las
naciones , y bautizarlas en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo 4. Jesucristo les promete estar con ellos hasta la consumacion de
los siglos, y asegura por esta gran palabra la perpetua duracion del mi
nisterio eclesiástico: dicho esto asciende á los cielos en presencia de ellos.
(1) Joan. bix. 30.—(2) I.Corint. jv, 6.—(3) Lúe. xxiv. 41 Act. i. 8.—(4) Matth.
«VIII. 19. 10.
166 SEGUNDA PASTE.
Ya llegó el término de que se cumplan las promesas y tengan su
postrera declaracion las profecías. Los gentiles son llamados al conoci
miento de Dios de orden de Jesucristo resucitado : una nueva ceremo
nia queda instituida para la regeneracion del nuevo pueblo ; y los fie
les aprenden, que el verdadero Dios, el Dios de Israel, este Dios uno
é indivisible, á quien están consagrados por el bautismo , es juntamente
Padre , Hijo y Espíritu Santo.
Aquí, pues, se nos proponen las profundidades del Ser divino, la
grandeza inefable de su unidad , y las riquezas infinitas de aquella na
turaleza, aun mas fecunda dentro de sí misma que fuera de ella, como
capaz de comunicarse, sin dividirse , á tres personas iguales.
Se hallan aquí esplicados los misterios que estaban envueltos y como
sellados en las antiguas Escrituras. Con esto entendemos el secreto y
misterio de aquellas palabras : hagamos al hombre á nuestra imágeni.
Y la augustísima Trinidad señalada en la creacion del hombre está es-
presamente declarada en su regeneracion. Con esto aprendemos , qué es
aquella Sabiduría concebida , segun Salomon *, antes de todos los tiem
pos en el seno de Dios : Sabiduría que es toda su delicia , y por quien
están ordenadas todas sus obras. Con esto sabemos quien es aquel á
quien David ha visto engendrado antes de la Aurora »; el nuevo Testa
mento nos enseña que este es el Verbo , la palabra interior de Dios,
engendrado por su pensamiento eterno , que está siempre en su seno y
por quien todas las cosas han sido hechas.
Con esto respondemos á la misteriosa cuestion que está propuesta en
los Proverbios : Dime el nombre de Dios y el nombre de su Hijo , «'
lo sabes 4. Porque sabemos que este escelso nombre , tan misterioso y
tan oculto , es el nombre de Padre , entendido en este sentido profun
do, que le hace concebir en la eternidad Padre de un Hijo igual á sí;
y que el nombre de su Hijo es el nombre de Verbo, Verbo que él en
gendra eternamente , contemplándose á sí mismo, el cual es la espre-
sion perfecta de su verdad , su imágen , su Hijo único , el resplandor de
su claridad y la impresion tíe su sustancia 5.
Con el Padre y el Hijo , conocemos tambien al Espíritu Santo , el
amor del uno y del otro, y su eterna union. Este es aquel Espíritu que
hace los profetas y que asiste en ellos, para descubrirles los consejos
de Dios y los secretos del porvenir. Espíritu de quien esta escrito : El
Señor me ha enviado , y su Espíritu 6, que está distinguido del Señor y
que tambien es el Señor mismo ; pues envia los profetas y les descu
bre las cosas futuras. Este Espíritu , que habla á los profetas y por los
profetas , está unido al Padre y al Hijo , é interviene con ellos á la con
sagracion del nuevo Hombre.
J»)1'li°w¡»lii*'r^ PMv- tI«- **•-(*) tml. ire.—{*) Prov. xxi.—(») Hcbr. i. 3
L» CONTINUACION DE LA RELIGIOH. 157
Así el Padre , el Uijo y el Espíritu Santo, un solo Dios en tres Per
sonas, mostrado mas oscuramente á nuestros padres , está claramente
revelado en el nuevo Testamento. Instruidos de tan alio misterio , y
atónitos de su profundidad incomprensible, cubrimos nuestro rosfro
delante de Dios con los querubines que vio Isaías 1 , y adoramos con
ellos á aquel que es tres veces Santo , y Santísimo.
Tocaba al Hijo único, que estaba en el seno del Padre y que sin sa
lir de él venia á nosotros ; á él tocaba el descubrirnos llenamente estos,
admirables secretos de la naturaleza divina , que Moisés y los profetas
solo superficialmente habian sabido. . . . .
A él tocaba hacernos comprender de que nace que el Mesías, prome
tido como un hombre que habia de salvar á los demás hombres , fuese
al mismo tiempo mostrado como Dios en número singular, y absoluta-i
mente , al modo con que nos h,a sido manifestado Criador nuestro : y
esto es tambien lo que ha ejecutado , enseñándonos que , aunque hijo de
Abraham, era antes que Abrahan\ lamese ser : que ha bajado del cielo,
y que al mismo tiempo está en el cielo 5 : que es Dios , hijo de Dios, y
juntamente hombre , hijo del hombre : el verdadero Emmanuel ; esto
es, Dios con nosotros • .: en una palabra, el Yerbo hecho carne,
uniendo en su* persona la naturaleza humana con la divina , á fin de
reconciliar en sí mismo todas las cosas.
Asi se nos han revelado los dos principales misterios, el de la beatí
sima Trinidad y el de la Encarnacion. Pero el que nos los ha revelado,
nos hizo hallar la imagen de ellos en nosotros mismos , á tin de que los
tengamos siempre presentes y reconozcamos la dignidad de nuestra na
turaleza, -..(¡..i' . ^ --..,... . * ,<
En efecto , si imponemos silencio á nuestros sentidos y nos retiramos
por un poco de tiempo ,á lo interior de nuestra alma , esto es , á aque
lla parte donde la verdad se hoce entender, allí veremos alguna iinágen
de la Trinidad que adoramos. El pensamiento, que sentimos nacer co
mo frqtp de nuestra, mente, romo hijo demuestra inteligencia, nos da
alguna idea del Hijo de Dios, concebido eternamente en la inteligencia
del Padre celestial.jPor eso el Hijo de Dios toma el nombre de Verbo , á
fin de que entendamos que nace en el seno, del Padre , no como nacep
en los cuerpos, sí como nace en nuestra alma esta palabra interior, que
allí sentimos cuando contemplamos la verdad 5, , f
Pero la fecundidad de nuestro espíritu no se termina en esta palabra
interior , en este pensamiento intelectual , en esta imágen de la verdad
que en nosotros se forma. Nosotros amamos asi á esta palabra interior,
como á la mente de que nace ; y amándoles sentimos en nosotros cierta-
\\) l», y, i, 2. 3.-(í) Joa». |.1S.-(J) Joax. vin. 58—(4) W. m, 13.-(S1 c.be<-..
Naz. Oral. 36. Aus. de Trin. ix. t. ct »eq. In Joan. Evan«. tr. i. ct de Clr. xI. 16. 47- 28-
40
158 SEGUNDA PARTÍ/
cosa, que no apreciamos menos que á nuestra mente , y á nuestro pen
samiento , que es el fruto de ambos , que les une y se une á ellos , y no
hace con ambos sino una misma vida.
Así, en cuanto puede hallarse alguna relacion entre Dios y el hombre,
asi digo , se produce en Dios el amor eterno , que sale. del Padre , que
conoce , y del Hijo , que es engendrado , por este conocimiento , para
ser con los dos una misma naturaleza igualmente bienaventurada y per
fecta. '
En una palabra, Dios es perfecto; y su Verbo, imagen viva de una
verdad infinita, no es menos perfecto que él : y su amor, que salien
do del manantial inagotable del bien , tiene de él toda la plenitud , no
puede dejar de tener una infinita perfeccion ; y siendo la idea de lo in
finitamente perfecto , la única que tenemos de Dios , cada una de estas
tres cosas, considerada en sí misma .merece ser llamada Dios: pero
porque todas tres convienen necesariamente á una misma naturaleza,
hacen todas tres un solo verdadero Dios.
Nada , pues , debe concebirse de desigual ó separado en esta Trini
dad adorable ; y por incomprensible que sea esta igualdad , nuestra
alma, si la escuchamos, nos dirá de ella alguna cosa njen importante
para nosotros.
Criada el alma , y cuando sabe perfectamente lo que ella es , no es
menor su inteligencia que la verdad de su ser. Amando ella su ser- con
su inteligencia todo cuanto merecen ser amados , es su amor igual á
uno y á otro en la perfeccion que tienen. Nunca estas tres cosas se se
paran , antes bien , en cada una se incluyen las demás. Nosotros en
tendemos que somos y que amamos , é igualmente amamos este ser y
esta inteligencia que tenemos. ¿Quién lo podrá negar , si á sí mismo se
supiere entender? Y no solamente cada una de estas cosas no es me
jor que la otra, sí que todas tres juntas no son mejores que cada una
en particular ; porque cada una lo incluye todo , y en las tres consiste
la felicidad y la dignidad de la naturaleza racional. Así , y con infinita
superioridad, es perfecta c inseparable una en su esencia; y en fin,
igual en todo sentido , la Trinidad , á la cual servimos y á quien esta
mos consagrados por el bautismo.
Pero nosotros mismos , que somos la imágen de la Trinidad , somos
tambien , mirados á otra luz , la imágen de la Encarnacion '. Nuestra
alma de naturaleza espiritual é incorruptible , tiene á sí unido un cuer
po corruptible , de cuya union resulta un todo , que es el hombre , es
píritu y cuerpo todo junto , incorruptible y corruptible , inteligente y
puramente animal. Estos atributos convienen al todo, por relaciona
;l'J Ate. «pfc*. ni. ■<l Voli s, cap. 3. tic Civll. l)c¡. *. ». Ít«. Ep ad Valeria*. P- »I•
Con. Kph. etc. Synib. Alh. etb. - ,
LA CONTINUACION DE LA RBLIGION. I8ÍT
cada una de sus dos partes : asi el Verbo divino , cuya virtud todo lo
sostiene , se une de un modo particular , ó por mejor decir , él mismo
se hace por una perfecta unión hijo de María , por lo cual es Dios y
nombre juntamente engendrado en la eternidad y engendrado en tiem
po: siempre vivo en el seno de su Padre , y muerto en la cruz por
salvarnos y darnosla vida eterna. ••' - ,,!
Pero donde entra Dios , las comparaciones sacadas de cosas humanas
siempre son imperfectas. Nuestra alma no tiene sér antes de nuestro
cuerpo ; y cuando esta de él separada , ya le falta algo de lo que tenia.
El Verbo perfecto en si mismo desde la eternidad , solo se une á nues
tra naturaleza por honrarla. Esta alma, que preside al cuerpo y causa
en él diversas mudanzas, tambien tiene que padecer por causa suya;
Si el cuerpo está alterado, obedeciendo al alma, queda ella turbada,
queda afligida , queda agitada de mil maneras, ó molestas ó agrada
bles, segun las varias disposiciones del cuerpo; de suerte , que como el
alma eleva el cuerpo á si, gobernándolo queda inferiora el en lo que
por su causa padece. Pero en Jesucristo , el Verbo preside á todo , el
Verbo lo tiene todo debajo de su mano. Así el hombre en él está ele
vado, y el Verbo de ningun modo llega á estar abatido. Inmóvil é
inalterable, domina en todo y por todo á la naturaleza que le está
unida. ! , ,'
De aquí nace que en Jesucristo el hombre absolutamente sujeto á la
direccion íntima del Verbo , que le eleva á sí, no tiene pensamiento*
ni movimientos que no sean divinos, sin dejar de ser humanos. Todo lo
que piensa, todo lo que quiere , todo lo que dice, todo lo que en lo
interior oculta, todo lo que en lo esterior manifiesta, es animado por
el Verbo , conducido por el Verbo , digno del Verbo , esto es < digno
de la razon misma , de la sabiduría misma y de la verdad misma. Todo
es por esto luz en Jesucristo : su conducta es rectísima regla ; sus mi
lagros son divinas instrucciones; y sus palabras son espíritu y vida.
No es dado á todos entender bien estas sublimes verdades , ni ver
perfectamente en sí esta maravillosa imagen de las cosas divinas , que
S. Agustín y los demás Padres han creído tan ciertas. Dejámonos go
bernar mucho de los sentidos; y nuestra imaginacion , que en todos
nuestros pensamientos quiere mezclarse , no siempre nos permite de
tenernos en una luz tan pura y refulgente. No nos conocemos á nos
otros mismos : ignoramos las riquezas que traemos en el fondo de
nuestra naturaleza, y solamente los ojos mas puros pueden percibirlas.
Pero por poco que penetremos este secreto y que sepamos observar en
nosotros la imagen de estos dos misterios , que son el fundamento de
nuestra fe, es lo bastante paTa elevarnos sobre todo, sin que haya cosa
mortal que pueda mas inclinarnos á sí.
160; SEGUNDA PAUTt. • ,
También nos llama Jesucristo á una gloria inmortal ; y este es el fru
to de la fe que tenemos por los misterios. ,,(.., ,¡ e¡¡ ,!) • ni- .., •••
Este. Dios Hombre , esta Verdad y esta Sabiduría encarnada, que nos
hace y facilita creer «osas, tan grandes sobre su autoridad sola, nos pro
mete en la eternidad la clara y beatífica visión , como recompensa cier
ta y segurísima de nuestra fe. j j. .' j,| / ......
De esta suerte , la mision de Jesucristo tiene una infinita superioridad
a la de Moisés. „• rii , f ., • . .:¡ ,, ..• -u'¡!:-m.'
Moisés era enviado para despertar con temporales recompensas á los
hombres sensuales y embrutecidos. Porque habiéndose hecho todo
cuerpo y todo, carne , era preciso desde luego atraerles por los senti
dos , é imprimir en ellos por este medio el conocimiento de Dios y el.
horror á la idolatría, á que estaba el género humano tan espantosa
mente inclinado-.; . ,; ¡ ! :;!.,:i¡ ¡; r-. c.'i i:í '., -.;,
Este era el ministerio de Moisés : á Jesucristo estaba reservado ins
pirar al hombre pensamientos mas altos, y hacerle conocer con total
evidencia la dignidad, la inmortalidad y la felicidad eterna de su alma.
En tanto que reinaba la ignorancia , esto es , durante los tiempos
<jue precedieron á Jesucristo , lo que el alma conocía de su dignidad y
de su inmortalidad, la inducía de ordinario al error. El culto á Jos
hombres muertos era casi lodo el fondo de la idolatría : casi todos log
hombres sacrificaban á los manes, esto es , á las almas de los difuntos.
Tan antiguos errores verdaderamente nos manifiestan cuan anciana era
la creencia de la inmortalidad del alma ; y nos muestran , que sin duda
estaba colocada entre las primeras tradiciones del linaje humano. Pero
el hombre , que lo viciaba todo , habia tan estrañamente abusado de
ella , que le inducía á sacrificar á los difuntos. Llegábase hasta el esre-
sw (le sacrificarles hombres vivos : daban la muerte á sus propíos es
clavos, y aun á sus propias mujeres, para que fuesen á servirles en el
otro mundo '. Los galos lo practicaban con otros muchos pueblos : y
los indios , notados por los autores paganos entre los primeros defen
sores de la inmortalidad del alma , fueron tambien los primeros en in
troducir en la tierra, con el prctesto de religion, estos abominables
homicidios. Los mismos indios se mataban á si mismos por adelantarse
la felicidad de la vida futura; y esta lamentable ceguedad aun perma
nece el día de hoy entre aquellos pueblos : tan dañoso es enseñar la
verdad. en otro orden que el que Dios ha seguido ; y esplicar clara
mente al hombre todo lo que él es , antes que haya perfectamente co
nocido á Dios.. ,; . .' , ,', ,„.,,,, ¡. :r.„, . , , , ...r,
Falla fué de este conocimiento, que la-. mayor parte de los filósofos
«o pudiese creer inmortal el alma sin creerla parJe.de la divinidad, una
LA CONTINUACION DE LA RELIGION. 161
divinidad ella misma, un sér eterno, tan increada como incorruptible,
y sin principio como sin Tin. ¿Qué diré de los que creian la transmi
gracion de las almas , que las hacían girar desde los cielos á la tierra,
despues desde la tierra á los cielos , desde los animales á los hombres v
desde los hombres á los anímales ; desde la felicidad á la miseria v
desde la miseria a la felicidad : sin que estas revoluciones jamás tuvie
sen término ni orden cierto? íO qué oscurecida estaba la justicia, la
providencia y la bondad divina entre tantos errores! íY cuan necesario
era conocer á Dios y las reglas de su sabiduría, antes de conocer al al
ma y su naturaleza inmortal ! ,\.. 1 , : ., . »• •••
Por eso la ley de Moisés daba solamente á los. hombres una primera
demostracion de la naturaleza del alma y de su felicidad. Hemos visto
el alma hecha al principio por el poder de Dios , así como las demás
criaturas ; pero con este carácter particular , que fué hecha á su ima
gen y por su divino aliento , á fin de que entendiese á quien pertene
cía ella por su ser , y no se creyese jamás ser de la misma naturaleza
que los cuerpos , ni formada del concurso de ellos. Pero las consecuen
cias de esta doctrina y las maravillas de la vida futura no fueron por
entonces umversalmente declaradas; tocaba ai día del Mesías, que esta
gran luz debiese del todo descubrirse y manifestarse al mundo. . ,• i j
Habia Dios esparcido algunos rayos de esta luz en las antiguas Es
crituras. Salomon habia dicho ya , que Como el cuerpo vuelve á la
tierra , de que ha salido, el espíritu vuelve á Dios, que lo ha dado'.
Los patriarcas vivieron en esta esperanza ; y Daniel habia profetizado
que vendría tiempo En que los que duermen en el polvo , se desperta
rían ; unos para la vida eterna ; y otros para una eterna confusion , ó
fin de ver siempre *. Pero al mismo tiempo que se le revelan estas co
sas , ordénasele que selle El libro , y le tenga cerrado hasta el tiempo
ordenado por Dios 5 , para darnos á entender , que estaba reservado
para otra sazon y para otro siglo el entero descubrimiento de aquellas
verdades. '.»• , (!
Pues aunque los judios tuviesen en sus Escrituras algunas promesas
de felicidades eternas ; y hácia los tiempos del Mesías , en que habian
de declararse , hablasen mucho mas de ellas , como parece por los li
bros de la Sabiduría y de los Macabeos: tenia, con todo eso, esta
verdad tan poca fuerza para hacer un dogma universal del antiguo
pueblo , que los sadduceos sin conocerla , no solo eran admitidos en la
Sinagoga , sino elevados tambien al sacerdocio : que el poner por fun
damento de la religion la fe de la vida futura , es uno de los caracteres
del nuevo pueblo ; y éste habia de ser el fruto de la venida del Mesías.
i .1 *./ .- , • i , ,: < •• • ../•,••
(1) Eccle. xi|. 9.—(%) »»!«. Wl. ». í.-(í) Ibid.i. '.
41
162 SEGUNDA PARTE.
No quiso el Señor por eso contentarse con decirnos que estaba reser
vada á los hijos de Dios una vida eternamente bienaventurada , si que
nos esplicó tambien en que consistía '. La vida bienaventurada es es
tar con él en la gloria de Dios, su Padre : es ver la gloria que tiene en
el seno de su Padre , desde el origen del mundo : es que Jesucristo esté
en nosotros , como en sus miembros ; y que el amor eterno que el
Padre tiene á su Hijo, estendiéndose sobre nosotros , nos colme de los
mismos dones : la vida bienaventurada es , en una palabra , conocer al
solo verdadero Dios , y á Jesucristo enviado por él ; pero conocerle de
aquel modo , que se llama la vision clara , la vision cara á cara * , y
descubiertamente : la vision , que reforma en nosotros y perfecciona la
imagen de Dios , como dice S. Juan : Que le seremos semejantes , por
que le veremos como él es s. Esta vision será seguida de un amor in
menso, de un regocijo inesplicable , de un triunfo sin fin. Un alelnya
eterno y un eterno amen , que se oyen resonar en toda la Jerusalen
celestial, hacen ver desterradas todas las miserias y satisfechos todos
los deseos : no hay allí , sino alabanzas de la Bondad divina.
Con tan nuevas recompensas era necesario que Jesucristo propusiese
tambien nuevas ideas de virtudes : ejercicios mas perfectos y mas
acendrados, el iin de la religion , el alma de las virtudes , y el com
pendio de la ley que es la caridad. Pero hasta Jesucristo , se puede
decir , que la perfeccion y los efectos de esta virtud no eran entera
mente conocidos.'Oesucristo es propiamente quien nos enseña á con
tentarnos con Dios solo. Para estableeer el reinado de la caridad y
descubrirnos todas sus obligaciones , nos propone el amor de Dios
basta aborrecernos á nosotros mismos, y perseguir con incesante ardor
el principio de corrupcion que en nuestro corazon tenemos todos. Nos ,
propone el amor del prójimo , hasta estender sobre todos los hombres
esta inclinacion benéfica , sin esceptuar á nuestros enemigos : nos pro
pone la moderacion de los deseos sensuales, hasta trancar nuestros
propios miembros , esto es , lo que mas viva y mas intimamente esta
asido á nuestro corazon : nos propone la sumision á las órdenes de
Dios, hasta regocijarnos de las penalidades que nos envía : nos propone
la humildad , hasta amar los oprobios por la gloria de Dios ; y creer
que ninguna injuria puede abatirnos tanto á vista de los hombres, que
no estemos aun mas abatidos en la presencia de Dios por nuestros pe»
caaos. •.''.•:.., ,
Sobre este fundamento de la caridad perfecciona éj todos los estados
déla vida humana.. De allí nace que el matrimonio esté reducido á s»
forma primitiva : ya no se divide el amor conyugal, ni una tan santo
(1) JOaW. «VII.—(«) 1. (;or. xiil. 9. II. JOa». 1. rp. 3. -(3) apoc. vii. 1i. xII. i. J.
3. 4. 5. fl.
L% CONTINUACION DE L\ RELIGION. 1C3
sociedad tiene otro término que el de la vida , ni ven los hijos espeto á
su madre para poner en su lugar una madrastra. El celibato está mos
trado como una imitacion de la vida de los ángeles , únicamente ocu
pada de Dios y de las castas delicias de su amor. Los señores aprenden
que deben servir á los demás y dedicarse á su bien : los inferiores re
conocen el orden del cielo en las potestades legitimas, aun cuando
abosan de su autoridad : esta consideracion suaviza las penas de la su
jecion y ya no le es molesta al verdadero cristiano la obediencia bajo
de un dueño molesto. ,•' ••• ' , *•
A estos preceptos junta consejos de perfeccion eminente : renunciar
todos los gustos : vivir en el cuerpo , como si se estuviese sin cuerpo :
dejarlo todo : darlo todo á los pobres, para no poseer sino á Dios solo :
vivir de poco y casi de nada; y esperar ese poco de la Providencia divina.
Pero la ley mas ajustada al Evangelio es la de llevar cada uno su
cruz. La cruz es la verdadera prueba de la fe , el verdadero fundamento
de la esperanza , el perfecto acrisolamiento de la caridad : en una pa
labra el camino del cielo ; y á este precio pone la vida eterna. El pri
mero á quien promete nuestro Salvador en particular el reposo del si
glo futuro es un compañero de su cruz : Tú serás hoy, dice, conmigo en
el Paraíso '. Así que estuvo en la cruz , el velo que cubría el santua
rio se rasgó de arriba abajo y se abrió á las almas santas el cielo. Al
salir de los tormentos de la cruz y de los horrores de su suplicio, fué
cuando se apareció á sus Apóstoles glorioso y vencedor de la muerte, á
fin de que comprendiesen que la cruz era la puerta por donde habia de
entrar en su gloria , y que no mostraba á sus hijos otro camino.
Así fué dada al mundo en la persona de Jesucristo la imagen de una
. virtud cumplida , que nada tiene y nada espera sobre la tierra : que
no halla en los hombres otra recompensa que persecuciones continuas :
que no cesa de hacerles bien y se atrae con sus propios beneficios el
último suplicio. Muere Jesucristo , sin hallar ni reconocimiento en los
que obliga con inefables beneficios, ni fidelidad en sus amigos , ni equi
dad en sus jueces. Su 'inocencia ,' aunque reconocida , no le libra : su
mismo Padre , en quien solo tenia puesta su esperanza', retira todas las
señales de su proteccion. El Justo es entregado á sus enemigos, y mue
re en cuanto á la humanidad abandonado de Dios y de los hombres.
Pero era necesario hacer ver al hombre que sirve á Dios , que en los
mayores estremos , no necesita de consuelo humano , ni aun de señal
alguna sensible de socorro divino: que ame solamente y confie; ase
gurado de que Dios cuida de él , aunque no se lo manifieste, y que le
está reservada una eterna felicidad. •••, '
(1) Sor». :i|m,1 ri.vr.UM. n.rte Bep.-'lf í Cor. v. 19.-(3) Uc.xii. 49. 50.
LA CONTINUACION DE LA RELIGION. 16S
este Dios Hombre , que se deja condenar por el mundo , á fin de que el
mundo quede eternamente condenado por la enorme iniquidad de esta
sentencia. Ahora el mundo es juzgado , y el príncipe de este mundo es
tá para ser espelido 1 , como el mismo Jesucristo pronuncia. El infier
no , que habia avasallado al mundo , está á punto de perderle : insul
tando al inocente será forzado á dejar los culpados que tenia cautivos :
la infeliz obligacion que nos tenia en las manos de los ángeles rebeldes,
es anulada * : Jesucristo la ba fijado á su cruz , á ella la ha clavado,
para borrarla con su sangre : el infierno despojado gime : la cruz es
lugar de triunfo á nuestro Salvador : las potencias enemigas siguen,
temblando , al carro del vencedor. Pero otro mayor triunfo se descubre
á nuestra vista : la misma justicia divina queda tambien vencida : el
pecador , que le era debido como su víctima , es arrancado de sus ma
nos : ha hallado una caucion capaz de pagar por él un precio infinito.
Jesucristo une á sí eternamente los escogidos , por quienes se da 5 : sus
miembros son y su cuerpo : ya el Eterno Padre no puede mirarles, sino
en la cabeza de ellos : así estiende el Padre sobre todos el infinito amor
que tiene á su Hijo. Su mismo Hijo es quien se lo pide : que no quiere
estar separado de los hombres que ha redimido: O Padre mio, yo
quiero, dice, que estén conmigo4 : llenos estarán de mi espíritu : go
zarán de mi gloria : yo partiré con ellos hasta mi mismo trono. | O
bondad infinita !
Despues de tan gran beneficio ya no hay , ni debe haber , sino voces
de alegría que puedan espresar nuestro reconocimiento. ¡ O maravilla,
esclama un gran filósofo y un gran mártir, ó trueque incomprensible y
pasmoso artificio de la sabiduría divina *! Uno solo padece y todos que
dan libres. Deja Dios condenar á su Hijo inocente en atencion á los hom
bres culpados, y perdona á los hombres culpados en atencion á su Hijo
inocente. El justo paga lo que no debe y libra á los pecadores de lo
que deben: porque, ¿quién podia mejor encubrir nuestros pecados que
su justicia? ¿Cómo podia quedar mejor espiada la rebelion de sus sier
vos, que por la obediencia de su Hijo? La iniquidad de muchos está
ocultada dentro de un solo justo ; y- la justicia de uno solo hace que
muchos sean justificados. ¿Qué no podremos, pues, pretender? Aquel
que nos ha amado siendo pecadores , hasta dar la vida por nosotros,
¿qué nos negará despues que nos ha reconciliado y justificado por su
«tingre6? Todo es para nosotros por Jesucristo, la gracia, la santidad, la
vida, la gloria, la bienaventuranza : el reino del Hijo de Dios es nues
tra herencia : nada hay que nos sea desproporcionado , como nosotros
mismos no nos envilezcamos.
(1) Joa». xH. ti.—<t> Col. J|. 13. 1*. ».—(i) Joau. xvm. ». «• Í6 —(i) apoc »'-
(5) JUST Ep.'ád Dio6.-(6) Rom. V. 5. 7. 8. 9. 10.
49
166 SEGUN»* PABTK.
Al paso que Jesucristo colma nuestros deseos y escede á nuestras
esperanzas, consuma la obra de Dios, empezada en tiempo de los pa
triarcas y en la ley de Moisés.
Entonces [quería Dios hacerse conocer por esperiencias sensibles :
mostrábase magnífico en promesas temporales ; bueno , colmando á sus
hijos de bienes que lisonjean á los sentidos : poderoso , en librarles de
las manos de sus enemigos : fiel , en mantenerles en la tierra prometida
á sus padres: justo , por las recompensas y los castigos que manifiesta
mente les enviaba segun sus méritos.
Todas estas maravillas preparaban el camino á las verdades que Je
sucristo venia á enseñar. Si Dios es tan bueno , que nos da basta lo
fue desean nuestros sentidos , ¿cuánto mejor nos dará lo que apetece
nuestro espíritu , becho á su imagen ? Si es tan tierno y benéfico con
sus hijos , ¿incluirá acaso su amor y sus liberalidades solamente en estos
pocos años que componen nuestra vida? ¿Dará á los que ama con tan
paternal é inefable cariño únicamente una sombra de felicidad , y una
tierra fértil en trigo y en aceite? ¿No habrá otro país , en que con
abundancia reparta los verdaderos é interminables bienes?
Sin duda que lo habrá, y Jesucristo nos le viene á mostrar. Porque
en fin, el Omnipotente no habría hecho sino obras poco dignas de sí,
cuando toda su magnificencia se terminase en grandezas espuestas á
nuestros débiles sentidos. Todo lo que no es eterno , no corresponde á
la majestad de un Dios eterno , ni á las insaciables esperanzas del hom
bre, á quien ha hecho conocer su eternidad : y aquella inalterable fide
lidad que guarda á sus siervos , jamás tendría un objeto proporcionado,
sino se estendiese á lo inmortal y subsistente.
Era, pues, necesario, que al fin Jesucristo nos abriese los cíelos,
para descubrir á nuestra fe agüella ciudad permanente 1 , en que todos
hemos de reposar despues de esta vida. Hácenos ver, que si Dios toma
por su título eterno el nombre del Dios de Abraham , de Isaac y de
Jacob , es porque siempre están vivos á sus ojos aquellos santos hom
bres, puesteemos: Dios no es el Dios de los muertos1: no es digno
de él obrar como los hombres , que acompañan á sus amigos hasta el
sepulcro, sin dejarles para mas allá esperanza alguna ; ni le seria deco
roso llamarse con tanta fuerza el Dios de Abraham , si no hubiese fun
dado en el cielo una ciudad eterna , en que Abraham y sus hijos pu
diesen vivir felices.
En esta forma nos ha declarado Jesucristo las verdades de la vida
£«tura. Tambien uos las nuestra en la ley. La verdadera tierra pro
metida es el reino celestial. Esta es la bienaventurada patria, por la
(1) Heb xí. 8. 9. tii. 13.11. u. Hatts. mu. Si. UD«. **. 38
LA CONTINUACION DE LA RELIGION. 167
cual suspiraban Abraham , Isaac y Jacob 1 : la Palestina no merecía que
en ella se terminasen todos sus deseos , ni ser el único objeto de tan
larga esperanza , como era la de nuestros primeros padres.
£1 Egipto , de que es necesario salir ; el desierto, por el cual es pre
ciso pasar ; la Babilonia, cuyas cadenas es forzoso romper para entrar
ó para volver á nuestra patria, es el mundo con sus placeres y vanida
des: en él es donde estamos verdaderamente cautivos y errantes, en
gañados por el pecado y por sus apetitos : es forzoso que sacudamos es
te yugo , para bailar en Jerusalen y en la ciudad de nuestro Dios la
verdadera libertad y un santuario, no hecho de mano de hombre*,
donde la gloria del Dios de Israel se nos manifieste para nuestra suma
felicidad.
Esta doctrina de Jesucristo nos ha descubierto el secreto de Dios : la
ley es toda espiritual : sus promesas nos introducen en las del Evan
gelio y sirven allí de fundamento : una misma luz nos alumbra siem
pre : en tiempo de los patriarcas se levanta : crece en el de Moisés y
de los profetas : Jesucristo , mayor que los patriarcas , mas autorizado
que Moisés y mas ilustrado que todos los profetas , nos la muestra en
su plenitud.
A este Cristo, á este Hombre Dios, á este Hombre , que ocupa sobre
la tierra, como dice S. Agustín, el lugar de la verdad y la hace ver en
persona residente entre nosotros; á este, digo, estaba reservado el
mostrarnos toda la verdad , quiero decir , la de los misterios , la de las
virtudes , y la de las recompensas que Dios ha destinado á los que ama
y le aman.
Estas eran las grandezas que debian los judíos buscar en su Mesías :
que no hay cosa tan grande , como llevar en sí mismo y descubrir en
tera á los hombres toda la verdad que les alimenta , que les dirige , y
que purifica sus ojos hasta hacerles capaces de ver á Dios.
En el tiempo que la verdad habia de mostrarse á los hombres cou
esta plenitud , estaba tambien ordenado que fuese anunciada por toda
la tierra y en todos los tiempos. Dios no dió á Moisés sino un solo pue
blo y un tiempo determinado : todos Ls siglos y todos los pueblos del
mundo están dados á Jesucristo : en todas partes tiene sus escogidos; y
su Iglesia, difundida por todo el universo , no cesa jamás de producir
los. Asi dice : Id , enseñad á todas las naciones , bautizándolas en el
nombre del Padre , y del Hijo, y del Espíritu Santo , é instruyéndo
las en guardar todo lo que os he mandado ; y mirad que yo estoy con
vosotros hasta el fin de los siglos 5.
, fl) *tb. •i. U 1*. 18. -(*' *Oor. v.-d) Matih. xjtiii 19. 0.
168 SIOUNDA PAUTE.
: . '. - i. )
CAPITULÓ XX. '
(I) Ose. ni. i. 5. Isaí. lix. 10. 2I. Rom. xi. 41. etc.—<l) Is. vi. li, luí. ixt. Dai». ix
85. M»t. xiii. Joan. xii. Actor, xxviil. Rom. xI.—(3) Rom. xi.1. 2. et<;.—(4) Ihld. H.etc
172 SEGUNDA PARTE.
tarse ? No lo quiera Dios. Pero su caidá ha ocasionado la salud de
los gentiles , a fin de que esta les cause una emulacion , que les haga
volver en sí. Que si su caida ha sido la riqueza de los gentiles , que
se han convertido en tan gran número, íqué gracia no veremos res
plandecer, cuando volverán ellos con plenitud! Si su reprobacion ha
sido la reconciliacion del mundo , su nueva vocacion ¿no será una
resurreccion de muerte á vida ? Que si las primicias sacadas de este
pueblo son santas , la masa lo es tambien ; si la raíz es santa , las ra
mas asimismo lo son ; y si algunas ramas han sido cortadas , y tú,
gentil , que no eras sino un acebuche , has sido ingerido entre las ra
mas que lian quedado en el olivo, de modo que participas de la sus
tancia que fluye de su raíz , cuida de no levantarte contra las ramas
naturales. Que si te levantas, advierte, que no eres tú quien sostiene
la raíz , sino que la raíz es la que te sostiene á ti. Puede ser que di
gas: las ramas naturales kan sido cortadas, á fin de que yo fuese
ingerido en su lugar. Es verdad : la incredulidad ha causado este
tallo , y tu fe es la que te sostiene. Pero ten cuidado de no desvanecer
te, y vive siempre temeroso : porque si Dios no ha reservado las ramas
naturales , debes recelar , que aun menos te reservará á ti.
¿ Quién no temblaría al escuchar estas palabras del Apóstol? ¿Pode
mos mirar sin espanto la venganza que tantos siglos ha se manifiesta
contra los judíos, cuando S. Pablo de parte de Dios nos advierte, que
nuestra ingratitud nos atraerá un semejante tratamiento? Pero escu
chemos la continuacion de este gran misterio. Prosigue el Apóstol en
hablar á los judíos convertidos : Considerad , les dice ' , la clemencia y
la severidad de Dios : su severidad con los que han decaído de su gra
cia ; y su clemencia con vosotros , si permaneceis siempre firmes en el
estado en que su bondad os ha puesto : de otro modo sereis , como ellos,
cortados. Que si cesare su incredulidad serán nuevamente ingeridos;
pues Dios, que los ha cortado, es bastantemente poderoso para volver á
unirlos. Porque si vosotros habeis sido desunidos del acebnche , donde
la naturaleza os había hecho nacer, para ser ingeridos en el olivo con
tra el orden natural ; ¿cuanto mas fácilmente las ramas naturales del
mismo olivo, serán ingeridas en su propio troncol Aquí se remonta el
Apóstol sobre todo lo que acaba de decir ; y entrando en las profundi
dades de los consejos de Dios , prosigue así su discurso * : No quiero,
hermanos mios , que ignoreis este misterio , á fin de que aprendais á
no presumir de vosotros mismos. Una parte de los judíos es la que ha
caído en la ceguedad , á fin de que entretanto la multitud de los gen
tiles entrase en la Iglesia, y que asi todo 'Israel se salvase, segun está
escrito : Saldrá de Sion un libertador , que desterrará la impiedad de
(1) Rom. M. et «q _(J) |bi<|. jg et seq
LA CONTINUACION DE LA RELIGION. 173
lacob: y he aquí la alianza : que yo seré con ellos, cuando habré bor
rado sus pecados '.
Este lugar de Isaías , que cita aquí S. Pablo segun los Setenta , co
mo acostumbraba , por ser su version conocida por toda la tierra , es
aun mas fuerte en su original , y atendida su continuacion. Porque ante
todas cosas predice el profeta la conversion de los gentiles con estas
palabras : Los de Occidente temerán el nombre del Señor , y los de
Oriente verán su gloria * . Despues bajo de la figura de un rio rápido,
impelido de un viento impetuoso , ve Isaías desde léjos las persecuciones
que harán crecer la Iglesia. En fin , el Espíritu Santo le descubre el
destino de los judíos , y le declara : Que el Salvador vendrá á Sion , y
se acercará á los de Jacob , que entonces se convertirán de sus pecados,
y he aquí la alianza que haré con ellos. Mi espíritu que está en ti, ó
profeta , y las palabras que en tu boca he puesto , permanecerán eter
namente , no solo en tu boca , sí también en la de tus hijos, ahora y
siempre , dice el Señor 5.
Hácenos , pues, ver claramente , que despues de la conversion de los
gentiles, el Salvador, á quien Sion habia desconocido y los hijos de
Jacob habian desechado , se apiadará de ellos , borrará sus pecados , y
les restituirá la inteligencia de las profecías , que durante un largo
tiempo' habrán perdido , para que pase sucesivamente y de mano en
mano á toda la posteridad , y no esté ya olvidada.
Así, los judíos volverán algun dia , y volverán para no estraviarse
jamás ; pero no volverán , sino despues , que el Oriente y el Occidente ,
esto es , todo el universo , estarán llenos del temor y del conocimiento
de Dios.
El Espíritu Santo hace ver á S. Pablo , que esta bienaventurada res
titucion de los judíos será efecto del amor que Dios ha tenido á sus
padres Por eso acaba así su razonamiento: En cuanto al Evangelio,
dice 4 , que ahora os predicamos, los judíos son enemigos por causa
vuestra: si Dios los ha reprobado , esto ha sido, ó gentiles, por llama
ros; pero en cuanto á la eleccion, por la cual eran escogidos desde el
tiempo de la alianza jurada con Abraham , siempre permanecen en su
amor , por causa de sus padres : porque los dones y la vocacion de
Dios son sin arrepentimiento. Y como vosotros nada creíais en otro
tiempo, y habeis ahora alcanzado misericordia por la incredulidad de
los judíos , habiendo Dios querido escogeros para que ocupeis su lu
gar ; asi los judíos no han creído que Dios haya querido tener mise
ricordia de vosotros , á fin de que algun dia ellos la reciban : porque
todo lo ha incluido Dios en la incredulidad para tener de todos mise
ricordia , y que todos conozcan la necesidad que tienen de su gracia.
(1) Isai. lix. 20.-(3) ls*l. ni. 19.—(3) Ibld. 10. 41.—(*; Rom. xi. S8. etc.
14
174 SEGUNDA PABTE.
¡O 'profundidad de los tesoros de la sabiduría y de la ciencia de Dios!
¡Cuan incomprensibles son sus juicios y cuáu impenetrables sus ca
minos! Porque, ¿quién ha conocido los designios de Dios ó ha pene
trado sus consejos? ¿ Quién ha sido el primero que se lo ha dado, para
merecerle la recompensa, siendo de él, por el y en él todas las cosas?
Séale, pues, tributada la gloria por el curso de lodos los siglos.
Esto es lo que dice S. Pablo sobre la eleccion de los judíos, sobre su
caida , sobre su vuelta , regreso ó restitucion , y en fin , sobre la con
version de los gentiles , que son llamados para ocupar su lugar y para
restituirles al fin de los siglos á la bendicion prometida á sus padres,
esto es , á Cristo , á quien desconocieron. Hácenos ver este grande
Apóstol la gracia , que pasa de pueblo á pueblo , para tener á todos
en el temor de perderla ; y nos muestra su invencible eficaz fuerza en
que despues de haber convertido los idólatras , se reserva por última
obra el efecto de convencerla dureza y la perfidia judaica.
Por este profundo consejo de Dios subsisten aun los judíos entre las
naciones en que están esparcidos y cautivos , pero subsisten con el ca
rácter de su reprobacion ; decaidos visiblemente por su infidelidad de
las promesas hechas á sus padres; desterrados de la tierra prometida,
sin tener ni aun tierra que cultivar ; esclavos en cualquiera parte que
se hallan; sin honor, sin libertad , sjn figura alguna de pueblo , hi ca
rácter alguno de estimacion,
En este lamentable estado cayeron treinta y ocho años despues que
crucificaron á Jesucristo , y despues de haber empleado en perseguir á
sus discípulos el tiempo que se les dejó para arrepentirse. Pero en tan
to que el antiguo pueblo está reprobado por su infidelidad, se aumen
ta el nuevo todos los dias entre los gentiles ; la alianza hecha en otro
tiempo con Abraham , su estiende , segun la promesa, á todos los pue
blos del mundo que habian olvidado á Dios : la Iglesia cristiana llama á
él á todos los hombres; y durando tranquila muchos siglos entre per
secuciones inauditas, les enseña á no esperar su felicidad sobre la tier
ra, pues solo la hallarán en el cielo.
Este era , serenísimo señor , el mas digno fruto del conocimiento de
Dios, y el efecto de aquella gran bendicion que debia el mundo espe
rar por Jesucristo. Iba esta difundiéndose cada dia de familia en fami
lia y de pueblo en pueblo : y cada dia los hombres abrían mas los ojos,
para conocer la ceguedad en que los habia sumergido la idolatría ; y á
pesar de todo el poder romano, se veia á los cristianos, sin rebelion,
sin causar alboroto alguno , y sufriendo solamente todo género de in
humanidades , mudar el semblante del mundo y estenderse por todo el
universo.
La prontitud inaudita con que se hizo esta gran mutacion , es un mi
LA CONTINUACION DE La RELIGION. 175
lagrp visible. Jesucristo habia profetizado que su Evangelio seria bien
presto predicado por toda la tierra : esta maravilla habia de suceder in
mediatamente despues de su muerte ; y este Señor habia dicho , que
despues que le habrían elevado de la tierra , esto es, que le habrían
clavado en la cruz, atraería á sí todas las cosas '. Aun no habian
sus apóstoles acabado su curso , y ya S. Pablo decía á los romanos :
Que su fe estaba anunciada á todo el mundo ». Decía á los colosenses,
que el Evangelio estaba oído de toda criatura , que se hallaba debajo
del cielo ; que estaba predicado ; que fructificaba ; y que crecía por todo
el universo s. Una tradicion constante nos asegura que Santo Tomás le
llevó á las Indias , y los demás á otros países remotos. Pero no se ne
cesita ya de historiadores para confirmar esta constante verdad : el
efecto habla , y bastantemente se ve con cuanta razon S. Pablo aplica
á los apóstoles estas palabras del Salmista : Sus voces han hecho oir
por toda la tierra , y su palabra ha sido conducida hasta las estremi-
dades del mundo «. Casi no habia país tan desconocido , donde bajo
de sus discípulos no hubiese penetrado el Evangelio. Cien años despues
de Jesucristo contaba ya S. Justino 5 entre los fieles á muchas naciones
salvajes , y hasta aquellos pueblos vagabundos , errantes sobre carros
. de una parte a otra, sin tener mansion fija. No era esta una vana exa
geracion : era un hecho constante y notorio , que esponia en presencia
de los emperadores y á vista de todo el universo. Viene poco despues
S. Irineo 6 , y se ve crecer la numeracion que se hacía de las Iglesias.
Su concordia era admirable : lo que se creia en las Calías , en las Es-
pañas, en la Germania, se creia en Egipto y en el Oriente; y como
No habia sino un mismo sol en todo el universo , asi se veía en toila la
Iglesia desde la una hasta la otra estremidad del mundo la misma
luz de la verdad '.
Por poco que se pase adelante , pasman los progresos que se ven en
medio del tercer siglo: Tertuliano 8 y Orígenes 9 hacen ver dentro de la
Iglesia pueblos enteros, que poco antes no estaban. Los que Orígenes
esceptuaba , que erau los mas distantes del mundo conocido , son pues
tos un poco despues por Arnobio <°. ¿ Qué podía el mundo haber visto,
para rendirse con tanta prontitud á Jesucristo? Si vió milagros, visi
blemente se manifestó en ellos la mano de Dios. Y si fuera posible que
no los hubiese visto : ¿No seria un nuevo milagro, mayor y mas in
creible que tos que no son creidos , haber convertido al mundo sin mi
lagro 11 ? haber hecho penetrar á tantos ignorantes tan altos misterios?
haber inspirado á tantos sabios una humilde sumision? y haber persuá-
(1) Jóah. viil. 18. «11.31—(t) Rom. 1.8.—(3) G»eg. Nai. oral. 25.—(4) Rom. x. 18.
—(5) Just. Apol. i. ti nclv Tbiph—(6) Irin. 1. 2. 3.—(7) Iblil.—(8) Tertuli.. ndr.
Ind. Apol. 37.—(9) Orig. Ir. 88. In MaTTh. Homll. 4. Id Eiech.—;10) A.MQ» . Iil> II.—
Hl) alie. xxi. de Clv. Del 1. xxu. 5.
176 SEGUNDA PARTE.
dido tantas cosas increíbles á los incrédulos'? ¿Qué mayor portento ,
repito?
Pero el milagro de los milagros , si me es lícito hablar así , es que
cou la fe de los misterios, las virtudes mas eminentes y las prácticas
mas penosas y pias al mismo tiempo se han esparcido é infundido por
toda la tierra. Por los 'caminos mas difíciles han seguido á Jesucristo
sus discípulos. £1 sufrirlo todo por la verdad ha sido entre sus hijos un
ejercicio ordinario ; y por imitar á su Salvador , han corrido con mas
vehemente ardor á los tormentos, que los demás á las delicias. No se
pueden numerar los ejemplos de los ricos que se han empobrecido por
ayudar á los pobres, ni de los pobres que han preferido la pobreza á
las riquezas, ni de las vírgenes que han imitado en la tierra la vida de
los ángeles, ni de los pastores ó prelados caritativos que se han reducido
á todo por todos , siempre prontos á dar á su rebaño , no solo sus des
velos y sus trabajos , sí tambien sus propias vidas. ¿Qué diré de la pe
nitencia y mortificacion? No administran los jueces mas severamente la
justicia contra los reos , que los pecadores penitentes la han ejercitado
consigo mismos por satisfacer á la divina. Mucho mas : los inocentes
han castigado en sí con rigor increible esta espantosa inclinacion que
tenemos nosotros al pecado. La vida de S. Juan Bautista, que tan
asombrosa pareció á los judíos, se ha hecho comun entre los fieles : los
desiertos han estado poblados de sus imitadores ; y ba habido allí tan
tos solitarios , que algunos mas perfectos se han visto precisados á bus
car soledades mas profundas : tanto se ha huido del mundo y tanto se
ha apetecido la vida solitaria, para lograr la angélica, tratando solo
con Dios.
Tales eran los frutos preciosos que habia de producir el Evangelio.
Que no es menos rica la Iglesia en ejemplos que en preceptos; y su
doctrina ha parecido santa , produciendo una infinidad de santos Dios,
quien sabe que las mas robustas virtudes nacen entre las penalidades,
la fundó con el martirio ; y por el curso de trescientos años la luvo en
este estado , sin que un solo momento tuviese de reposo. Despues que
el mismo Señor hizo ver por tan larga esperiencia , que no necesitaba
de socorro humano ni de las potencias de la tierra para establecer su
Iglesia , llamó en fin á ella á los emperadores é hizo del gran Constan
tino un protector declarado del cristianismo. Despues de este tiempo,
los reyes han acudido á la Iglesia de todas partes ; y cuanto estaba es
crito en las profecías, tocante á su gloria futura , se ha cumplido á vista
de todo el mundo.
Pues si ella ha sido invencible contra los esfuerzos de afuera , no
menos lo ha sido contra las divisiones intestinas. Llegaron aquellas
herejías tan profetizadas por Jesucristo y por sus apóstoles;, y la fe
LA CONTINUACION DE LA RELIGION. 177
perseguida de los emperadores , padecía al mismo tiempo una persecu
cion mas dañosa de los herejes. Pero nunca fué esta mas violenta , que
coando se vió cesar la de los paganos. Hizo el infierno entonces sus
mayores esfuerzos para destruir por sí misma esta Iglesia, á quien los
combates de sus enemigos declarados habian dado mayor firmeza. Ape
nas empezaba á respirar con la paz que le dio Constantino, cuando he
aquí que Arrio , aquel infeliz sacerdote , le suscitó mayores turbaciones
que las que antes babia padecido. Constancio , hijo de Constantino , se
ducido por los arríanos , cuyo dogma autoriza , atormenta á los católi
cos por toda la tierra : nuevo perseguidor del cristianismo . y tanto mas
espantoso , cuanto debajo del nombre de Jesucristo hace la guerra á Je
sucristo mismo. Por colmo de las desgracias , dividida asi la Iglesia,
cae en las manos de Juliano Apóstata , que nada hay que no practique
para destruir el cristianismo , y no halla medio mas á propósito que el
de fomentar las facciones que le tenían despedazado. Sucédele un Va-
lente , tan afecto á los arríanos como Constancio , pero mas violento.
Otros emperadores protegen á otras herejías con igual furor. La Iglesia
aprende por tantas esperiencias , que no tiene menos que sufrir bajo
de los emperadores cristianos, que lo que habia tolerado en tiempo de
los emperadores infieles, y que debe verter su sangre por defender,
no solo el todo de su doctrina , sí aun tambien cada artículo particular
de ella. En efecto, ninguno ha habido que no le haya visto impugna
do , aun por sus mismos hijos. Mil sectas y mil herejías, apóstatas de su
doctrina, se han levantado contra ella. Pero si ha visto su nacimiento,
segun las predicciones de Jesucristo, tambien ha visto la caída de ellas
segun sus promesas , tan indefectibles como divinas ; aunque frecuente
mente sostenidas aquellas por los emperadores y por los reyes. Sus
verdaderos hijos han sido , como dice S. Pablo , reconocidos por esta
prueba : la verdad ha quedado mas justificada cuanto mas ha sido com
batida, y la Iglesia ha permanecido incontrastable.
CAPITULO XXL
(,i) JOSe». »n. de bell. Jurt. i.—(!) JOHn. Jbtd. 41—(1) Ibld.J». . , .
46
182 SEGUNDA PAME.
poner fuego al templo : Tito nada omitió por salvarlo ; aunque sus ca
pitanes le representasen que en tanto que subsistiese éste, los judíos,
que creian dependiente de él su destino , no ce-sarian jamás de ser re
beldes. Pero el dia fatal habia llegado: era éste el décimo de agosto '
que ya se babia visto abrasar el templo de Salomon , cuando sin em
bargo de las prohibiciones de Tito , pronunciadas delante de los roma
nos y de los judíos , y á pesar de la natural inclinacion de los soldados,
que habia de moverles mas á saquear que á consumir tantas riquezas,
un soldado impelido, dice Josél'o ', de inspiracion divina, se hizo levan
tar por sus compañeros á una ventana, é introdujo el fuego en aquel
augusto templo. Tito acude , Tito manda que apresuradamente se es
tinga la llama que nacia; pero prende por todas pariesen un instante
y el admirable edificio queda reducido á cenizas.
Y si la obstinacion de los judíos en tiempo de Sedecias era el efecto
mas terrible y la señal mas segura de la venganza divina, ¿qué dire
mos de la ceguedad que mostraron en el de Tito *?
En la primera ruina de Jerusalen habia á lo menos concordia entre
los judíos; en la última, sitiada Jerusalen por los romanos, estaba
despedazada por tres facciones enemigas. Si el odio que tenían contra
los romanos tocaba ya en el furor , no estaban menos encarnizadas las
nnas contra las otras : los combates de afuera costaban menos sangre á-
los judíos que los de adentro: un momento despues de resistidos los
asaltos del estranjero , renovaban los ciudadanos su interna guerra : la
violencia y el latrocinio reinaban en toda la ciudad : parecía ella, y no
parecía , sino un gran campo cubierto de cadáveres , y las cabezas de
las facciones peleaban matándose por la preferencia en el mando. ¿No
seria esto una imagen del infierno , donde los condenados , no menos
se aborrecen unos á otros que aborrecen á los demonios , que son sus
enemigos comunes ; y donde todo está lleno de soberbia , de horrible
confusion y de furiosa rabia?
, Confesemos, pues, serenísimo señor, que la justicia que Dios hizo
de los judíos por Nabucodonosor, no era mas que uua sombra de la que
Tito fué ministro. ¿Qué ciudad vió jamás perecer un millon y cien mil
hombres en siete meses de tiempo y en un solo sitio? Esto es lo que
vieron los judíos en el último de Jerusalen. Nada semejante habian pa
decido con los caldeos. Bajo de ellos solo duró setenta años su cautive
rio : mil y seiscientos ha que son esclavos por todo el universo , y aun
no hallan alivio alguno en so esclavitud y desolacion
No hay , pues, de que admirarse de que Tito victorioso despues de
la toma de Jerusalen , rehusase las enhorabuenas de los pueblos veci
nos y las coronas que le enviaban para honrar su victoria. Tantas me-
(1) Josera. Ib. 10.-.(l) ibirt. Ilb. vi. vil.
U CONTINUACION DE LA RELIUION. * 183
amables circunstancias; la ira de Dios tan manifiesta; y su omnipo
tente mano , que aun estaba tan presente á su vista , le tenían en un
profundo pasmo , y esto es lo que le hizo decir lo que V. A. ha oido :
que él no era el vencedor : que no era sino un débil instrumento de la
divina venganza.
Y no sabia él todo el secreto; pues no había llegado la hora en que
los emperadores debiesen reconocer á Jesucristo. Este era el tiempo de
las humillaciones y de las persecuciones de la Iglesia. Por eso Tito,
aunque bastantemente ilustrado para conocer que perecía la Judea por
un efecto manifiesto de la justicia divina , no comprendió qué delito
habia Dios querido castigar tan terriblemente : y era el delito mayor de
todos los delitos ; delito hasta entouces no oido : era el Deicidio , que
tambien mereció una venganza de que aun no habia el mundo visto
ejemplo alguno.
Pero si abrimos un poco los ojos y consideramos la continuacion de
las cosas, ni este delito de los judíos ni su castigo puede ocultársenos.
Acordémonos solamente de lo que Jesucristo les habia profetizado.
Habia profetizado la total ruina de Jerusalen y del templo : No queda
rá, dijo, piedra sobre piedra '. Habia profetizado el modo de que es
ta ciudad ingrata seria sitiada; y aquella espantosa circunvalacion que
habia de ceñirla : habia profetizado aquella horrible hambre que ator
mentaría á sus ciudadanos; y no habia olvidado los falsos profetas, de
quienes se dejarían seducir. Habia advertido á los judíos que el tiempo
de su desveutura estaba cerca : había dado señales ciertas que denotasen
la hora precisa : habiales esplicado la larga continuacion de delitos que
les atraería este castigo : en una palabra , les habia hecho visible toda
la historia del sitio y de la desolacion de Jerusalen , sin omitir circuns
tancia alguna.
Y observe V. A. que el Señor les hizo estas predicciones hacia el
tiempo de su pasion , á lin de que conociesen mejor la causa de todos
sus males é infelicidades. Acercábase su pasion , cuando les dijo : La
Sabiduría divina es ha enviudo propias , sabi'S y doctores : vosotros
matareis á loa unos , crucificareis á los oíros ; les azotareis en vuestras
sinagogas ; les perseguireis de- pueblo en pueblo , á fin de que toda la
sangre inocente que ha sido derramada sobre la tierra , recaiga sobre
vosotros desde la sangre de Abrí , el Ju<ío, hasta la sangre de Zoca
rias , hijo de Baraquias , que habeis muerto entre el templo y el altar.
En verdad os digo , que todas estas cosas v ndrán .vo&re la generacion
presente. Jerusalen , Jerusalen , que matas á los profetas y apedreas
á los que te son enviados , ícuántas veces he querido recoger tus hijos,
como una gallina recoge á sus polluelos debajo de sus alas , y tú lo has
(1) M»TTh. xxIV. 1. !. MARC. xIII. 1. 2 LIC. xxI. 5 6.
184 SEGUNDA ÍARTK.
rehusado! El tiempo se acerca en que vuestras casas quedarán de
siertas 1 .
Esta es la historia de los judíos. Ellos han perseguido á su Mesías, en
su persona y en la de los suyos : han conmovido á todo el universo
contra sus discípulos y no les han dejado reposar en parte alguna : han
armado á los romanos y á los emperadores contra la recien nacida Igle
sia : ellos han apedreado á S. Esteban ; han quitado la vida á los dos
Santiagos, á quienes su santidad hacia venerables entre ellos mismos;
han sacrificado á S. Pedro y S. Pablo con la espada y con las manos
de los gentiles , á quienes irritaban. Preciso es que perezcan. Tanta
sangre mezclada con la de los profetas, á quienes han muerto, clama
por la venganza delante de Dios : Shs casas y su ciudad están próximas
a quedar desiertas - : su desolacion no será menor que su delito : Je
sucristo se lo ha advertido : el tiempo se acerca : Todas estas cosas su
cederán sobre la generacion presente*. Y tambien : Esta generacion no
pasará , .sin que estas cosas sucedan 4 ; como si dijese , que los hombres
que vivían entonces , debian ser testigos de todas ellas.
Pero escuchemos la continuación de las profecías de nuestro Salvador.
Al hacer su entrada en Jerusalen algunos días antes de su acerbísima
muerte , compadecido el Señor de los males que esta muerte debia
atraer á aquella ciudad infeliz, la mira llorando: Ah , dice, ciudad
desgraciada , si tú á lo menos conocieses en este dia que aun se te ha
dado , para arrepentirte , lo que podría atraerte la paz ¡ l'ero todo esto
es ahora oculto á tits ojos. Vendrá el tiempo en que tus enemigos te cir
cunvalarán de trincheras : te cerrarán y estrecharán por todas partes,
y te destruirán enteramente á tí y á tus hijos , y no dejarán en ti pie
dra sobre piedra , porque no has conocido el tiempo en que Dios te ha
visitado.
Esto era demostrarles bastantemente claro , así el modo del sitio , co
mo los últimos efectos de *la venganza. Pero era tambien preciso que
no fuese Jesucristo al suplicio , sin anunciar á Jerusalen cuanto sería
algun dia castigada , por haberle tratado con tanta indignidad. Cuando
iba al Calvario , llevando la cruz sobre sus hombros, era seguido de
una gran multitud de pueblo y de mujeres , que se daban golpes en los
pechos', y lloraban su muerte \ Detúvose , volvióse hácia ellas , y les
dijo estas palabras : Hijas de Jerusalen , no lloreis por mi ; pero llo
rad por vosotras mismas y por vuestros hijos ; porque se acerca el
tiempo en que se dirá : Dichosas lus estériles! Felices las entrañas que
no han traído hijos, y los pechos que no los han alimentado! Enton
ces empezarán á decir á los montes : caed sobre nosotros ; y á los co-
f4j Nattr. tuiii. 3í etc.—(í; Mattb. xxiv. 3i.-(3) Mam:, xxill. ».—(i) l ie. xil
LA CONTINUACION DE LA RELIGION. 185
liados : cubridnos, porque si la leña verde es tratada así , ¿qué le suce
derá á la seca? Si el inocente , si el justo padece tan riguroso castigo,
¿qué deben esperar los culpados? ,. -.
¿Lloró nunca Jeremías mas amargamente la horrible ruina de los ju
díos? ¿De qué palabras mas fuertes podia usar nuestro Salvador, para
hacerles entender sus calamidades , su desesperacion , y aquella horri
ble hambre, funesta á los hijos y funesta á las madres , que veian se
carse sus pechos; que no tenian sino lágrimas que dar á sus hijos; y
que comieron el fruto de sus entrañas?
CAPITULO XXI 1.
rruLES son las profecías que hizo Jesucristo á todo el pueblo '. Las
* que hizo en particular á sus discípulos , aun son dignas de mayor
atencion. Hállanse comprendidas en aquel largo y maravilloso discurso,
en que junta lamina de Jerusalen con la del universo : enlace que no
carece de misterio ; he aquí su diseño. :
Jerusalen , ciudad bienaventurada , escogida del Señor , fué , en tan
to que se mantuvo en la alianza y en la fe de las promesas , figura de
la Iglesia y figura del cielo , donde Dios se deja ver de sus hijos. Por
eso vemos frecuentemente que juntan los profetas, en la continuacion
de un mismo discurso , lo que mira á Jerusalen con lo que mira á la
Iglesia y con lo que mira á la gloria celestial. Este es uno de los arca
nos de las profecías y una de las llaves que abren su inteligencia ; pero
Jerusalen , reprobada é ingrata á su Señor , habia de ser tambien la
imágen del infierno. Sus pérfidos ciudadanos habian de representar á
los condenados ; y el juicio terrible que Dios ejercería sobre ellos, era la
figura del que ejercerá sobre todo el universo , cuándo vendrá al fin de
los siglos en su majestad á juzgar los vivos y los muertos. Es estilo de
la Escritura , y uno de los medios de que se sirve para imprimir Jos
misterios en los entendimientos , mezclar para nuestra instruccion , la
figura con la verdad. Así , nuestro Señor juntó la historia de Jerusalen
desolada con la del fin de los siglos , y esto es lo que se deja ver en el
discurso de que hablamos.
No creamos con todo eso ,tjue se hallen estas cosas de tal modo con-
(1) MATh. XxIV. MaCh. xIII. UiC xxI.
47
186 SEGUNDA PARTE.
fusas , que no podamos discernir lo que pertenece á la una de lo que
mira á la otra. Pues Jesucristo las distinguió con caracteres ciertos, que
yo podria fácilmente señalar si esto se disputase. Pero me basta ahora
hacer entender á V. A. loque mira á la desolacion de Jerusalen y de
los judíos.
Juntos los apóstoles (esto era aun en el tiempo de la Pasion) al lado
de su Maestro , le mostraban el templo y los ediliciosdel contorno : ad
mirábanse de las piedras , del orden , de la belleza , de la solidez ; y el
Señor les dijo: ¿ Veis estas grandes fábricas ? No quedará piedra sobre
piedra en ellas '. Atónitos de oir estas palabras, le preguntaron el
tiempo de un suceso tan terrible ; y Jesucristo , que no quería fuesen
sorprendidos en Jerusalen al tiempo de su saqueo (porque sin duda
queria que en el de aquella ciudad hubiese una imágen de la postrera
separacion de los buenos y de los malos) , empezó á referirles todas las
calamidades , conforme habian de suceder una despues de otra.
Primeramente , Ies señala las pestes , hambres y terremotos* ; y las
historias dan fe , de que jamás estas cosas habian sido ni mas frecuen
tes, ni mas notables que durante este tiempo. Añade , que habría por
todo el universo alborotos , rumores de guerra , guerras sangrientas ;
que todas las naciones se sublevarían unas contra otras 5 , y que se ve
ría toda la tierra en grande agitacion. ¿ Podia representarnos mejor los
ultimes años de Neron , cuando todo el imperio romano , esto es , todo
el universo , tan tranquilo desde la victoria de Augusto y bajo el poder
de los emperadores^ eomenzo á vacilar ; y que se vieron las Galias, las
Españas y todos los reinos de que estaba el imperio compuesto, mo
verse de improviso; levantarse cuatro emperadores casi al mismo
tiempo contra Neron; y los unos contra los otros; las cohortes preto-
rianas , los ejércitos de Siria , de Gemíanía , y todos los demás , que
estaban repartidos en Oriente y Occidente recíprocamente combatirse,
y atravesar bajo de la conducta de los emperadores desde la una á la
otra estremidad del mundo para decidir su contienda con sangrientas
batallas ? Grandes males son estos , dijo nuestro Salvador , pero aun no
st terminarán aquí 4. Los judíos padecerán como los demás en esta con
mocion universal del mundo ; pero despues bien presto les sobreven
drán calamidades mas particulares, y solo será esto el principio de sus
dolores '*.
Añade el Señor á esto , que su Iglesia , siempre afligida desde su pri
mer establecimiento, veria encenderse contra ella la persecucion du
rante estos tiempos con mas violencia que nunca 6. V. A. ha visto , que
(1) M» th. xxiv. »"jÍa»c.«ii. ií,-r2) Ai c. i. de Civ. Dtl cop. 8 *-(3) Mat». xxiv, <5.
LA CONTINUACION DE LA RELIGION. 189
debe estar : Entontes los que se hallen en la Judea huyan á las monta
ñas '. San Lucas refiere lo mismo en otros" términos : Cuando viereis
los ejércitos circundar d Jerusalen , sabed que su desolacion e¿¡tá pró
xima : entonces los que estén en la Judea, retírense á los montes *.
Un evangelista esplica al otro; y combinando estos pasos, es fácil
comprender que esta abominacion predioba por Daniel es lo mismo que
los ejércitos al rededor de Jerusalen. Los Santos Padres lo han enten
dido así 5 , y la razon nos convence totalmente.
1.a palabra abominacion en el estilo de la lengua santa, significa
ídolo ; y ¿quién ignora que los ejércitos romanos llevaban en sus ban
deras las imágenes de sus dioses y de sus cesares, que eran los mas
respetados de todos sus dioses? Eran estas banderas un objeto de culto
en los soldados ; y porque los ídolos, segun los órdenes de Dios , no
debian jamás parecer en la Tierra Santa , estaban de ella desterradas
las banderas romanas. Así vemos en las historias 4 , que en tanto que
conservaron los romanos alguna atencion á los judíos , jamás hicieron
parecer en la Judea sus banderas. Por eso Vilelio, cuando pasó por
aquella provincia para llevar la guerra á la Arabia, hizo marchar sin
ellas á sus tropas , porque todavía era entonces respetada la religion
judaica, y no querían violentar á aquel pueblo á sufrir cosas tan con
trarias á su ley. Pero al tiempo de la última guerra, bien se puede
creer que los romanos no contemplarían a un pueblo que intentaban
esterminar. Asi cuando fué Jerusalen sitiada, estaba cercada de no me
nos ídolos que banderas romanas había allí ; y la abominacion nunca
estuvo tanto como entonces , donde no debia estar, esto es, en la Tier
ra Santa y al rededor del templo.
¿Es esta pues, se dirá, aquella gran señal" que babia de dar Jesu
cristo? ¿Era el tiempode huir cuando Tito sitió á Jerusalen , y le cer
ró tan de cerca los pasos , que ya no habia forma de escapar ? Aquí es
donde está la maravilla de la profecía. Jerusalen fué dos veces sitiada
en aquellos tiempos: la primera por Cestio, gobernador de Siria , el
ano de sesenta y ocho de nuestro Señor 5 : la segunda por Tito cuatro
años despues, que fué en el de setenta y "dos. En el último sitio ya no
habia modo de libertarse. Hacia Tito la guerra con mucho ardimiento,
sorprendió toda la nacion encerrada en Jerusalen durante la fiesta de la
Pascua, sin que nadie escapase; y aquella formidable circunvalacion
que hizo al rededor de la ciudad , cerró tambien del todo á sus habita
dores la puerta de la esperanza 6. Pero nada hubo á esto -semejante en
el sitio de Cestio : estaba acampado á cincuenta estadios, que es á seis
(1) Marc. xiii. 14.—(i) Ltc. xx. 20 .ÍI-—(3) Oms. Tr. Í3. in Math. Aug. eptat. 80.
¡wl Hesych —(4) Joseph. xvm. <,- 7.—(í>) Josevb. ti. de bel. Jíd. c. tí. 24. lilem. llb. vi.
vll. -(6) Joseíh. 1ib. II. c. Í3. 24. • m. . i
i8
190 SEGUNDA PARTE.
millas de Jerusaleu. Su ejército se estendia por su coutoruo , pero sin
hacer trincheras; y él hacia la guerra con tal negligencia , que malogró
la ocasion de tomar la ciudad , cuyo terror , sediciones y aun inteligen
cias le abrían las puertas. En este tiempo , tan léjos estuvo de ser im
posible la fuga , que la historia espresamente reliere 1 , haberse retira
do muchos judíos. Entonces , pues , era cuando se debia salir : esta era
la señal que el Hijo de Dios daba á los suyos. Así distinguió muy cla
ramente los dos sitios : el uno en que la ciudad hería cercada de fosos
y de fuertes * ; entonces no habría sino muerte para todos los que se
hallasen dentro : el otro en que solo seria ceñida del ejército* ; y mas
propiamente embestida que formalmente sitiada : entonces es cuando
era preciso huir y retirarse á las montañas.
Obedecieron los cristianos á la palabra de su Maestro; y, aunque
hubiese millares de ellos en Jerusalen y en la Judea , no leemos en
Josefo ni en las demás historias 4 , que se hallase alguno en la ciudad
cuando fué tomada. Al contrario es constante por la historia eclesiásti
ca y por todos los monumentos de nuestros antepasados, que se reti
raron á la pequeña ciudad de Pella , en un país montuoso , vecino al
desierto , en los confínes de la Judea y de la Arabia.
De aquí se puede conocer cuan individualmente habian sido adverti
dos; y nada hay mas notable, que esta separacion de los judíos incré
dulos de entre los judíos convertidos al cristianismo : los unos quedados
en Jerusalen para padecer allí la pena de su inlidelidad , y los otros
retirados, como los deSodoma, á una pequeña ciudad, donde tem
blando consideraban los efectos de la divina venganza , de que Dios
habia claramente querido preservarles.
A mas de las profecías de Jesucristo, hubo otras de muchos discípulos
suyos, y entre ellas las de S. Pedro y S. Pablo. Cuando iban al su
plicio aquellos dos fieles testigos de Jesucristo crucificado, anunciaron
á los judíos, que les entregaban á los gentiles, su próxima ruina. Ui-
jéronles : Que Jerusalen seria enteramente arruinada : que ellos perece
rían de hambre y desesperacion : que serian desterrados para siempre
de la tierra de sus padres , y enviados cjiiutiws por lodo el mundo : que
el término no estaba distante: y que todos estos males les sobreven
drían por haber insultado con tan crueles irrisiones al muy amado
Hijo de Dios , que con tantos milagros se les habia manifestado \ La
piadosa antigüedad nos ha conservado esta profecía de los apóstoles,
cuyo cumplimiento habia de ser tan inmediato. San Pedro habia hecho
otras muchas , sea por inspiracion particular , sea esplicando las pala-
fl) JosefH 'hid.-fl) i,„c. xlx. i(._(3) me. ni. JO. 11. -(H Euse». Hut. Eocl.
r. 5. Epiph. h«r. vit. Naiab. et llb. dt pon. et meds.—(5) Zact. Div. tost. Ilb. iv. r. H.
LA CONTINUACION D£ Ll RELIGION. 191
bras de su divino Maestro ; y Fegon , autor pagano , cuyo testimonio
produce Orígenes , dejó escrito , que todo lo que aquel apóstol habia
predicho se cumplió puntualmente. ,, :h
Así, nada sucede á los judíos que no les baya sido profetizado. 'La
causa de sus calamidades está claramente señalada en el desprecio que
hicieron de Jesucristo y de sus discípulos : el tiempo de las gracias ha
bia pasado, y su ruina era inevitable; > i ¡ . ,'• ' '
En vano , pues , serenísimo señor , quería Tito salvar a Jerusalen y
al lemplo. La sentencia habia bajado de arriba: no debia quedar allí
piedra sobre piedra. Que si un emperador romano intentó inútilmente
impedir la ruina del templo, aun mas inútilmente otro emperador ro
mano intentó su restablecimiento.' ,,• i . . • , , -.i < • "u i
Despues de haber Juliano Apóstata declarado la guerra á Jesucristo,
se creyó con bastantes fuerzas para desvanecer sus profecías. Deseoso
de suscitar en todas partes enemigos á los cristianos , se humilló hasta
solicitar á los judíos, que eran la escoria del mundo. Escitóles á reedi
ficar su templo : dióles sumas inmensas y les asistio con toda la fuerza
del imperio '. Escuche V. A. el suceso, y vea como Dios confunde á
los príncipes soberbios. Los santos Padres y las historias eclesiásticas lo
refieren uniformemente, y lo justifican con monumentos qne todavía
duraban en su tiempo. Pero era necesario que el caso fuese atestigua
do' aun por los mismos paganos. Ammiano Marcelino, gentil de- religion
y celoso defensor de Juliano , lo refirió en estos términos : En tardo
qué Alipio , ayudado del gobernador de la provincia, adelantaba la
obra cuanto podía , salieron de los fundamentos terribles globos de fue
go , despues de haberlos desquiciado con vaivenes violentos : los «hue
ros, que volvieron muchas veces á empezar su labor, fueron en varias
de ellas abrasados; el lugar se hizo inaccesible, y la empresa cesó 5.
Los autores eclesiásticos mas exactos en representar un snceso tan
memorable , juntan el fuego del cielo con el fuego de la tierra. Pero en
finja palabra de Jesucristo permaneció firme. San Juan Crisóstomo
esclama , diciendo : El ha fabricado su Iglesia sobre la piedra ; nadie
ha podido derribarla : él ha derribado el templo; nadie ha podido
volver á levantarlo : ninguno puede abatir lo que Dios levanta; nin
guno puede levantar lo que Dios abate
No hablemos ya de Jerusalen ni del templo. Pongamos los ojos en el
pueblo mismo , otras veces templo vivo del Dios de los ejércitos y aho
ra objeto de su aborrecimiento.
Los judíos están visiblemente mas abatidos que su templo y que su
ciudad. El espíritu de verdad no se halla ya entre ellos : la profecía
CAPITULO XXlll.
(1) Actor, xxlii. 4í.—(i) act.vn.56. 5T—(3) Trnct. vac. amnar. Gen. wr« nmat.li>
lien.—(4) Suet. Vespas. Tac. llb. v. HUI. «,[,. 13.—'S! ioseph. Ar. bell. Juit. tn. fí.
IIFGeS. rtp rxod. .ice. v.
l'Jfi SECUNDA PAUTE.
origen inevitable de la ceguedad! La humildad del Salvador encubrio
á aquellos soberbios las verdaderas grandezas que debian buscar en su
Mesías '. Querían ellos que fuese un rey semejante á los de la tierra.
Por eso ios lisonjeros del rey Herodes , deslumbrados de la grandeza y
magnificencia de aquel príncipe, que, aunque tirano, no dejó de en
riquecer la Judea , dijeron que él era aquel rey tan prometido. De ahí
vino la secta de los herodianos , de que tanto se habla en el Evange
lio * , y que los paganos han conocido , pues Persio 5 y su escoliador
nos informan de que , aun en tiempo de Neron era celebrado el naci
miento del rey Herodes por sus sectarios , con la misma solemnidad
que el sábado. Josefa 4 cayó tambien en otro semejante desvarío. Es
te hombre, instruido, como él mismo dice , en las profecías judaicas,
por ser sacerdote y descendiente de estirpe sacerdotal , reconoció en la
verdad , que la venida de aquel rey prometido por Jacob convenia á los
tiempos de Herodes , en que él mismo nos muestra con tanto cuidado
un principio manifiesto de la ruina de los judíos ; pero como no vióen
su nacion cosa que llenase aquellas ambiciosas ideas que habia ella con
cebido de su Cristo , estiró un poro mas adelante el tiempo de la pro
fecía ; y aplicándola á Vespasiano, aseguro que aquel oráculo de la
Escritura significaba á este principe , declarado emperador en la Ju
dea 5.
Así torcia la sagrada Escritura para autorizar su lisonja : ciego, que
transferia á los estranjeros la esperanza de Jacob y de Judá , que bus
caba en Vespasiano al hijo de Abraham y de David ; y atribuía á un
príncipe idólatra el titulo de aquel, cuyas luces habian de sacar á los
gentiles de las tinieblas de la idolatría.
La coyuntura del tiemoo le favorecía. Pero entretanto que atribuía él
á Vespasiano lo que Jacob habia dicho de Cristo , los celosos que defen
dían á Jerusalen, se lo aplicaban á si mismos. Sobre este solo funda
mento se prometian el imperio del mundo, como reliere Josefo 6 : mas
racionales que él en que, á lo monos, no salían de su nacion para bus
car el cumplimiento de las promesas hechas á sus padres.
Pero , ¿cómo no abrian los ojos al gran fruto que hacia desde en
tonces entre los gentiles la predicacion del Evangelio; y a aquel nuevo
imperio que establecía Jesucristo en toda la tierra? ¿ Podia haber
cosa tan admirable como un imperio donde la piedad reinaba ; don
de el verdadero Dios triunfaba de la idolatría ; donde la vida eterna
se predicaba á las naciones infieles; y que en su comparacion el
imperio mismo de los Césares era solamente una sombra vana? Pero no
(1) Pf.rs.
Epiph.<•t llh.
vct. i.Sthol.
h•er.mc.JO.v. Herud¡an.—(í¡ Math. xxii.
de bel.16.Jim.
Mauc. mi. 6. xu. 13.
—(3; II 180.—(i} Joseph. m H.—'II) Llh. tii.
de hfll. Jlld. tí. Mi. II.—fC) Jostra, de bfll. Jud. líb. vii.
U CONTINUACION DE LA RELIGION. 197
era aun estc imperio bastantemente brillante á ios ojos del mundo.
íO cuán necesario es estar desengañado de las grandezas humanas
para conocer á Jesucristo ! Los judíos conocieron los tiempos; los judíos
veian á los pueblos llamados al Dios de Abraham , segun el oráculo de
Jacob , por Jesucristo y por sus discípulos ; y con todo eso, descono
cieron á este Jesus que les estaba declarado con tantas señas. Y aun
que en el curso de su vida y despues de su muerte confirmó su mision
con tantos milagros, le desecharon aquellos ciegos , porque solamente
tenia en si la sólida verdadera grandeza , destituida de todo aquel va
nísimo aparato que llena á los materiales sentidos ; y que mas venia pa
ra condenar, que para coronar la ciega é ilusa ambicion de ellos.
Y con todo eso , forzados de las coyunturas y circunstancias del tiem
po , y á pesar de su ceguedad , daban alguna vez señas de salir de sus
engaños Todo se disponía de tal suerte en tiempo de nuestro Señor
para la manifestacion del Mesías, que sospecharon que S Juan Bau
tista podia serlo1. La manera de su vida austera, estraordinaria y pas
mosa les aturdió ; y en defecto de las grandezas humanas, parecía que
desde luego querían contentarse con el resplandor de una vida tan pro
digiosa. La de Jesucristo sencilla y comun, era enfadosa á .aquellos es
píritus tan necios como soberbios, que, incapaces de ser ganados sino
solo por los sentidos, y fuera de esto distantes de una conversion sin
cera, nada querían admirar sino lo que miraban como inimitable. Así
S. Juan Bautista, á quien juzgaron digno de ser el Cristo , no fué creí
do cuando mostró el Cristo verdadero ; y Jesucristo , a quien era ne
cesario imitar cuando se le creyese, parecio muy humilde á los judíos
para seguirle. r .
Con todo eso , la impresion que habian concebido de que Cristo de
bía venir en aquel tiempo era tan fuerte , que permaneció entre ellos
casi un siglo. Creyeron que el cumplimiento de sus profecías podia ter
ner una cierta estension , y que no siempre estaba todo él reducido á
un punto preciso ; de modo , que cerca de cien años no se hallaban en
tre ellos sino falsos Cristos que se hacian seguir, y falsos profetas que
los anunciaban. Los siglos precedentes no habian visto cosa semejante;
ni los judíos fueron pródigos del nombre de Cristo , ni cuando Judas
Macabeo obtuvo contra su tirano tantas victorias , ni cuando su her
mano Simon les liberto del yugo de los gentiles , ni cuando el primer
Hircan hizo tantas conquistas. Los tiempos y las demás señas no con
venían ; y solamente en el siglo de Jesucristo se comenzó á hablar de
todos aquellos Mesías. Los samaritanos, que leian en el Pentateuco la
profecía de Jacob , igualmente se fabricaron sus Cristos, como los ju
(I) Ant. x. c. lili De beil. Jud. vii. 4.—(i) JoSEPlt. lib. vli. de bel. Jud. JtST. Tibeb. Bl-
blloth. Phat. cod. 83.
L\ COKtlMIACION BtT L\ ItEÜGlON. 201
CAPITULÓ XXIV.
CAPITULO ÜV.
63
SEGUNDA PARIE.
CAPITULO XXVI.
(t) Tertbi.. anol. Í3. 37. etc.—(I) Matth. xxii. 21.—(3) Temí!.. Apol. n.-(i) Cu:.
Oral, pro Marco.
íVM. hlst. I¡1>. ii.Orat.
í. etc.Symon. ad lar. Taui, Theod. et Ase. bu.r ahí. tom. v iv. ep.
r 30. /.ce
LA CONTINUACION DE LA RELIGION. 813
destruido una religion , que , cuanto mas la oprimían , mas se di
lataba. Las calumnias se juntaron sin fruto á la crueldad. Eran los
cristianos acusados de vicios que horrorizan á la naturaleza, siendo unos
hombres que practicaban virtudes superiores at hombre. Eran acusa
dos de incestuosos ,. aquellos cuyas delicias eran la castidad. Eran acu
sados de comer sus propios hijos, aquellos que eran benéficos con quien
les perseguía. Pera á pesar del odio público , la fuerza de la verdad
sacaba favorables testimonios de la boca de sus enemigos. Todos saben
lo que Plinio el Menor escribió á Trajano de las costumbres de los cris
tianos '. Ellos fueron justificados , pero no fueron eximidos del capital
suplicio ; porque aun necesitaban de esta última mano para perfeccion
nar en ellos la imagen de Jesucristo , y debían , como él , ir á la cruz
con una declaracion, pública de «u acrisolada inocencia.
No puso la idolatría toda.su fuerza en el rigor; porque, aunque
fuese su fondo una ignorancia brutal y una entera depravacion del
sentido humano , queria adornarse de forjadas razones. ¿ Cuántas ve
ces procuró disfrazarse y en cuántos modos se trasformo para cubrir
su ignominia ? Mostrábase alguna . vez respetuosa hácia la divinidad :
todo lo que es divino, decía, es desconocido ; y sola la divinidad es
la que á sí misma se conoce : no es para nuestro corto entendimien
to discurrir de cosas tan altas; y así , es preciso creer á los antiguos,
y seguir cada uno la religion que halla establecida en su país ó pro
vincia. Con estas máximas , aquellos errores tan crasos como impíos,
que llenaban á toda la tierra, eran irremediables; y la voz de ia
naturaleza , que anunciaba ai verdadero Dios , estaba ahogada y como
enmudecida. ,- •,. ,. • > : < • ..• .
Motivo habia para pensar, que la flaqueza de nuestra razon desca
minada , necesita de una autoridad que la restituya al principio ; y
que la antigüedad es de quien se debe aprender la religion verdade
ra. Ya ha visto V. A. su continuacion inmutable desde el principio del
mundo. Pero ¿de qué antigüedad había de gloriarse el paganismo,
que no podia leer sus propias historias sin bailar el origen , no solo
de su religion , sí tambien de sus dioses? Varron , Ciceron y otros
autores , lo han dado á ver bien claramente ?. ¿Qué se inferirá si re
curriéramos á aquellos millares infinitos ,de años que llenahari los egip
cios de fábulas confusas é impertinentes, para establecer la antigüedad
de que vanamente blasonaban ? Pero allí se veian nacer y morir las
deidades de Egipto ; y este pueblo no podia hacerse antiguo , sta se^
Balar el principio de sus dioses. • . • - .'
Véase aquí otra forma de idolatría. Queria ella, que se diese culto
á todo lo que se reputaba por divino. La política romana, que tan
(1) l'llK. llb. x.ep. 97.—(2) Oe nü(u. Deor.,lil). i, et.m.
64
til SEGUNDA PARTE.
severamente prohibia las religiones estranjeras, permitía que fuesen
adorados los dioses de los bárbaros , como los hubiese ella adoptado :
queriendo mostrar asi su equidad , no menos con los dioses, que con
los hombres. Alguna vez ofrecía inciensos al Dios de ios judíos, con to
dos los otros. Una carta hallamos de Juliano Apóstata ', en que pro
mete á los judíos restablecer la santa ciudad , y sacrificar con ellos á
Dios, Criador del universo. Aquel era un error comun. Hemos visto
que los paganos querían adorar al verdadero Dios, pero no á él to
talmente solo ; y no consistió en los emperadores , que tambien Je
sucristo, á cuyos discípulos perseguían , tuviese altares entre los ro
manos.
¿Pues qué? ¿acaso pudieron los romanos pensar en honrar como
á Dios á aquel á quien sus magistrados habían condenado al último
suplicio, y que muchos desus autores le cargaron de oprobios? Mas
no hay que pasmarse de esto : el hecho es incontestable , no admite
disputa.
Distingamos primeramente lo que hace decir en general un odio cie
go , de los hechos positivos, cuya prueba se alega. Es cierto que los
romanos, aunque condenasen á Jesucristo , jamás le imputaron algun
delito particular : así, Pílatos le condenó ron repugnancia, violentado de
los gritos y de las amenazas de los judíos. Pero lo que es mucho mas ma
ravilloso , los judíos mismos , á cuya instancia fué el Señor crucificado ,
no han conservado en sus libros antiguos memoria de alguna accion
que manchase su vida , y mucho menos, que le hiciese merecer el úl
timo suplicio ; por donde manifiestamente se confirma lo que leemos
en el Evangelio , que todo el crimen de nuestro Señor fué el haberse
nombrado el Cristo, Hijo de Dios.
En efecto , Tácito 1 nos refiere bien el suplicio de Jesucristo bajo
de Pondo Pílato y durante el imperio de Tiberio; pero no cuenta otro
delito que le hiciese merecer la muerte , que ser autor de una nneva
secta , convencida de aborrecer el género humano , ó de serle odiosa.
Este es el delito de Jesucristo y de los cristianos , y sus mayores ene
migos nunca han podido acusarles sino en términos vagos, sin alegar
jamás un hecho positivo que se les haya podido imputar.
Es verdad que en la última persecucion , trescientos años despues
de Jesucristo, los paganos, que no sabian ya que reprender en él ni
en sus discípulos, publicaron unos autos falsos de Pílalos, preten
diendo que se verian en ellos los delitos porque habia sido crucifica
do. Pero como no hay memoria de estos autos en todos los siglos pre
cedentes; y que ni bajo de Neron ni de Domicíano, que reinaban en
el origen del cristianismo y eran de él tan enemigos , nada de todo eso
;t) Jcl. Epist. nd coinm. Jodaor.—<?) Tac. An. xV. IV.
LA CONTINUACION DE LA RELIGION. 215
se encuentra ; parece que los fabricaron á su gusto', y que como veían
á los romanos sin prueba alguna constante contra Jesucristo , se halla
ron sus contrarios reducidos á inventarlas para tenerlas.
Este es, pues, el primer hecho :1a inocencia irreprensible de Jesu
cristo. Juntámosle el segundo : la santidad de su vida y de su doctrina
reconocida. Uno de los mayores emperadores romanos , quiero decir ,
Alejandro Severo « , estaba admirado de nuestro Señor , y hacia es
cribir , así en las obras públicas , como en su palacio , algunas senten
cias de su Evangelio. El mismo emperador alababa y proponía por
ejemplo las santas' precauciones con que los cristianos ordenaban á los
ministros de las cosas sagradas. No es esto todo : se veia en M pala
cio una especie de capilla en que sacrificaba desde la mañana. Allí ha
bia consagrado las imágenes de las almas santas entre las cuales
colocaba con (Meo á Jesucristo y Abrabam. Tenia otra capilla , ó como
se quiera traducir la palabra latina lararium, de menor dignidad que
la primera , en que se veia la imagen de Aquiles y de otros hombres
grandes ; pero Jesucristo estaba puesto en la primera clase. Un pagano
es quien lo ha escrito , y cita por testigo á un autor del tiempo de
Alejandro. Vé ahí dos testigos de un mismo hecho , y mira aquí otro
hecho que no es menos pasmoso.
Aunque en abjurar Porfirio el cristianismo , se declaró su enemigo ,
no dejó de confesar en su libro intitulado : La filosofía por los orá
culos , que los hubo muy favorables á la santidad de Jesucristo 5.
Mas no quiera Dios que sepamos por oráculos engañosos la gloria
de su Hijo , que los hizo enmudecer con su nacimiento. Pero bueno es
saber lo que los paganos hacían decir á sus dioses sobre nuestro Se
ñor. El mismo Porfirio , pues , nos asegura , que ha habido oráculos ,
en que Jesucristo es llamado un hombre piadoso y digno de la in
mortalidad , y los cristianos , al contrario , hombres impíos y sedu
cidos. Despues refiere el oráculo de la diosa Recales , en que habla de
Jesucristo como i* un hombre ilustre por su piedad, cuyo cuerpo cedió
á los tormentos ; pero cuya alma está en el cielo entre las bienaventu
radas. Esta alma , decia la diosa de Porfirio , por una especie de fa
talidad ha inspirado el error á las almas á quien el destino no ha
asegurado los dones de los dioses y el conocimiento del gran Júpiter;
y que por eso son sus enemigas. Pero tened cuidado de no blasfemar de
él. Prosigue , hablando Jesucristo , y compadeced solamente el error de
aquellos cuyo infeliz destino os he contado. Palabras pomposas y ente
ramente vacías de sentido ; pero muestran que la gloria de nuestro
Señor ha forzado á sus enemigos á tributarle elogios.
(I) L*s. in A1.e». Sev. cap. 45. II.—<f) M.e. 29. H.—(3) POBM. lib de rhltos. per
Orae. Eus. den). Ev. III. 8. ABO. de Civ. Del, tu. e. 23.
216 SEGUNDA PARTE.
A mas de la inocencia y santidad de Jesucristo , aun hay un tercer
punto no menos importante, que es el de sus milagros. Es cierto que
los judíos jamás los han negado ; y en su Talmud hallamos algunos de
los que sus discípulos hicieron en su nombre '. Solamente han dicho
por oscurecerlos , que los hizo por los encantamientos que habia apren
dido en Egipto , ó por el nombre de Dios 1 ; aquel nombre desconocido
é inefable, cuya virtud todo lo puede, y que Jesucristo habia descu
bierto , no se sabia cómo , en el santuario ; ó en fin , porque era uno
de aquellos profetas notados por Moisés, cuyos milagros engañosos ha
bian de llevar al pueblo -a la idolatría. Jesucristo , vencedor de los Ido
los , cuyo Evangelio ha hecho reconocer un solo Dios por todo el mun
do, no necesita de ser justificado de esta calumnia : los verdaderos pro
fetas no han predicado su divinidad menos que él ; y lo que debe
resultar del testimonio de los judíos , es , que Jesucristo hizo milagros
para justificar su mision. , ,
En cuanto á lo demás, cuando le calumnian de haberlos hecho por
magia, deben advertir, que Moisés fué acusado del mismo delito.
Esta era opinion antigua en los egipcios, que atónitos de las maravi
llas que habia Dios obrado en su país por medio de aquel grande hom
bre , le habian puesto en el número de sus principales magos. Puede
tambien verse esta opinion en Plinio y Apuleyo 5 , donde Moisés se
halla nombrado con Jannes y Marbré , aquellos célebres encantadores
de Egipto de quienes habla S. Pablo , y á quienes habia Moisés con
fundido con sus milagros. Las ilusiones de los magos jamás tienen un
efecto durable , ni se dirigen á establecer , como hizo Moisés , el culto
del Dios verdadero y la santidad de la vida : además , que bien sabe
Dios mostrarse el omnipotente y hacer obras que sea incapaz el poder
enemigo de imitarlas. Las mismas razones hacen á Jesucristo superior
á una tan vana acusaeion , que desde su origen solo sirve para jus
tificar, como hemos notado, que son incontestables sus milagros.
En efecto, lo son tanto, que ha sido igualmente imposible á los
gentiles como á los judíos desconvenir en ellos. Celso 4, el grande ene
migo de los cristianos, y que desde los primeros tiempos les hace
guerra con toda la habilidad imaginable , inquiriendo con infinita di
ligencia cuanto podía dañarles , no negó todos los milagros de nues
tro Señor : defiéndese solo de ellos , diciendo con los judíos , que
Jesucristo habia aprendido los secretos de los egipcios, esto es, la ma
gia , y que quiso atribuirse la divinidad con las maravillas que obró
en virtud de este arte detestable 5. Por eso pasaban por mágicos los
(I) Trat. .le- Irlol, et com. In Beelfi»—(2) Tr. ile Sal), c. ií. Ilb. General. Jesn , scu hlst.
Je$u.—(S) !'<-|. xxx. i. apul. Apol. 3. Tía. iil. 8.—(4) Orig. cont. Cefc. I. ||.—(5) Orno,
luid, et to Aet. Max. Passtm.
LA CONTINUACION DE LA RELIGION. 217
cristianos; y tenemos un lugar de Juliano Apóstala ', que desprecia los
milagros de nuestro Señor; pero sin ponerlos en duda. Volusiano * en
su carta á S. Agustín hace lo mismo , y este discurso era comun en
tre los paganos. .
No es, pues, maravilla, que acostumbrados los paganos á hacer
,dioses de todos los hombres , en quienes alguna cosa estraordinaria res
plandecía , quisiesen colocar á Jesucristo entre sus deidades. Tiberio ,
por los informes que le iban de Judea , propuso al senado acordar á
Jesucristo los honores divinos. Ni es este un hecho que sin fundamen
to se espone : Tertuliano lo refiere como público y notorio en su Apo
logía 5, que presenta al senado en nombre de la Iglesia , y no querría
desacreditar una tan buena causa como la suya , con cosas en que fá-
«ilmente se le podia confundir, no siendo verdaderas. Y si se quisiere
«l testimonio de un autor pagano, Lampridio nos dirá : Que Adriano
había erigido y levantado d Jesucristo templos , que aun duraban y
se veian cuando él escribía 4 ; y que Alejandro Severo , despues de
haberle venerado como particular , queria erigirle públicamente alta
res , y ponerle en el número de los dioses siendo emperador 5.
Mucha injusticia es verdaderamente no querer dar crédito en lo to
cante á Jesucristo , sino á lo que escriben los que no han estado alis
tados entre sus discípulos; porque esto es buscar la fe en los incré
dulos , ó el cuidado y la diligencia en los que Ocupados de todas las de
más cosas , miraban á la religion como indiferente. Pero no obstante,
es cierto., que la gloria de Jesucristo ha tenido tan grande lustre, que
no ha podido el mundo resistirse á darle algun testimonio; y yo no
puedo referir á V. A. otro mas auténtico que el de tantos empera
dores.
No dejo con todo eso de reconocer , que tambien tenían otro desig
nio. Mezclábase algo de política en los honores que tributaban á Jesu
cristo. Pretendían -que al fin todas las religiones se unirían y los dio
ses de todas las sectas se harían comunes. Los cristianos , que no cono
cían este culto mixto , no menos despreciaron las condescendencias que
los rigores de la política romana. Pero quiso Dios que otro principio
hiciese desechar á los paganos los templos que destinaban los empera
dores á Jesucristo. Les sacerdotes de los ídolos , segun refiere el autor
pagano tantas veces citado , declararon al emperador : Que , si para
el uso de los cristianos consagraba aquellos templos, todos los demás
serian abandonados y todo el mundo abrazaría la religion cristiana.
Con que aun la misma idolatría , herida de muerte , sentía ya en nues
tra Religion una fuerza invencible á que no podían resistir los falsos
(1) Jul. ap. Cyr. Vl.—(2) Ap. Ano. tom. n. ep. 3. 4.^(3) Tert. Apolos, o. Edseb.
Blst. Eccl. M. 2.—(t) Lamp. in Alex. c. 4.—(5) Ibid. .
58 "
218 SEGUHDA PAUTE.
dioses ; y ella misma justificaba la verdad de esta sentencia del Apóstol ;
¿Qué convencion puede haber entre Jesucristo y Belial? Y ¿cómo puede
concordar el templo de Dios con los ídolos | ?.
Así , por la virtud de la cruz , la religion pagana , confundida por sí
misma , se iba arruinando ; y la unidad de Dios de tal modo se estable
cía , que al fin la idolatría no se mostró distante de reconocerla. Decía
que la naturaleza divina, tan grande y tan estendida, no podia espri-
mirse con un nombre solo, ni bajo una sola forma ; pero que Júpiter,
Marte , Juno y los demás dioses no eran en sustancia sino un mismo
Dios , cuyas virtudes infinitas se esplicaban y representaban con lautos-
nombres diferentes s. Cuando despues se llegaba á las impuras histo
rias de los dioses , á sus infames genealogías , á sus amores deshones
tos, á sus fiestasy á sus misterios, que no tenían otro fundamento que
aquellas espantosas fábulas , toda aquella religion se convertía en ale
gorías. £1 mundo o el sol era á quien reconocían por único Dios: las
estrellas eran, «1 aire, el fuego, el agua, la tierra y sus diversas con
junciones eran , repito , las que estaban ocultas bajo de los nombres d&
los dioses y en sus torpes amores. Débil y miserable recurso ; porque á
mas de que las fábulas eran escandalosas , y todas las alegorías , frías
y violentas , ¿ qué se hallaba al fin , sino que este Dios único era el uni
verso con todas sus partes? De suerte, que el fondo de la religion ve
nia á ser sola la naturaleza ,, y siempre era la criatura adorada eu lugar
de su Criador. . .
Estas flacas escusas de la idolatría , aunque sacadas de la filosofía de
los estoicos, no contentaban mucho á los filósofos.. Celso y Porfirio bus
caron nuevos socorros en la doctrina de Platon y de Pitágoras; y vé
aquí como concillaban la unidad de Dios con la multiplicidad de los
dioses vulgares. No habia , decían ellos 3 , sino un Dios supremo ; pero
era tan grande , que no se mezclaba en las cosas pequeñas. Contente*
con haber hecho el cielo y los asiros, segun su errado sentir , no se ha
bia dignado de poner la mano en este mundo inferior , el cual habia
dejado formar á sus subalternos dioses; y el hombre, aunque nacido-
para conocerle, no era, por ser mortal, obra digna de tales manos.
Que era asimismo inaccesible á nuestra naturaleza: habitaba una re
gion muy elevada para nosotros : los espíritus celestiales , que nos ha
bían hecho , nos servían de mediadores para con él ; y esto es lo que
precisaba a adorarles: ese era su necio sentir é ilusion 4.
No trato de refutar estos sueños de los platónicos v que por sí mismos
ellos se desvanecen. £1 misterio de Jesucristo los destruía de raiz por
IV.^ •n
1U. ^íü/aV'í8, M cout.
—C Cel&.
Macrob.
lib. v.I. Satur.
vi. etc.I1I'i.ut.
ct seq.
con.Apol.
Tul.deetc.
DeoFonpniR
Scc. Air.,
II•—1¡») llb. de
II. Clv''
de
abts. apol. ú* Deo Socr. august. de Civ. vía. 14. ct wq. Ix. 36. etc—(») Aur. Ep. iii-ad.
LA CONTIHUACION DE LA RELIGÍON. 219
ci fundamento. Enseñaba este misterio á los hombres, que no les ha
bía hecho Dios á su imagen para despreciarles: que , si tenian necesi
dad de mediador , no era por defecto de su naturaleza , la cual , como
todas las otras , habia debido el ser á su poderosa mano , sino por causa
de su pecado, desque ellos eran los únicos autores: y en cuanto álo
demás , que su naturaleza les alejaba tan poco de Dios , que este Señor
no se desdeñaba de unirse á ellos , haciéndose hombre ; y les daba por
mediador, no á aquellos espíritus celestiales, que los filósofos llaman
demonios y la Escritura ángeles, sino un Hombre, que juntando la fuer
za de Dios con nuestra naturaleza enferma, nos hizo un remedio de nues
tra misma flaqueza. . .
T si la soberbia de los platónicos no podía abatirse hasta las humilla
ciones del eterno Verbo hecho carne , ¿ no debia á lo menos comprender,
que no por ser el hombre de menos escelente naturaleza que el ángel r
deja de ser capaz , como él , de gozar de Dios ; y que así , mas es su
compañero que su subdito: no obligado á adorarle á él solo, sino á
adorar con él en espíritu de sociedad , al que crió á ambos á su seme
janza? Era, pues , no solo mucha bajeza é indignidad en el género hu
mano, sino aun mucha ingratitud detestable tributar sacrificios a quien
no fuese Dios ; ni podia haber igual ceguedad á la del paganismo , que
en vez de reservarle este supremo culto , le rcndia y tributaba á tan
tos demonios.
Mas aquí es donde la idolatría, que parecía reducida al mayor aprie
to, descubrió enteramente su flaqueza. Al fin de las persecuciones , es
trechado Porfirio por los cristianos , se vió precisado á decir , que el sa
crificio no era el culto supremo '., Vea V. A. á qué punto llegó su es-
travagancia. Este altísimo Dios, decía, no recibe sacrificios: todo.loque
es material es para el impuro y no puede ofrecérsele. Aun la palabra
no debe emplearse en su culto , porque la voz es cosa corporal : es ne
cesario adorarle en silencio y con simples pensamientos : que todo otro
culta es indigno de majestad tan ajta.
Así, Dios era muy grande para ser alabado; y era delito esprimir,
como podemos, lo que concebimos de su grandeza. El sacrificio, aunque
solamente sea un modo de declarar nuestra profunda dependencia y
un reconocimiento de su soberanía, era indigno de su majestad. Así lo
decía espresamente el iluso Porfirio; y ¿qué otra cosa era todo esto,
sino aniquilar la religion, y dejar enteramente sin culto á aquel que era
reconocido por el Dios de los dioses?
Pero sepamos, ¿qué significaban aquellos sacrificios que ofrecían los-
gentiles en sus templos? Porfirio encontró este secreto. Habia, decia
conserva
Y con *.todo eso, serenísimo señor , íó estraña ceguedad del género
humano! La idolatría reducida al estremo , y confundida por sí misma,
no dejaba de sostenerse. No era menester mas que revestirla de alguna
apariencia , y esplicarla con voces de sonido agradable á los oídos, para
introducirla en los animos. Porfirio era admirado. Jamblico, su secuaz,
era tenido por un hombre divino, porque sabia envolver los delirantes
conceptos de su maestro en términos misteriosos , aunque en efecto na
da (significativos. Juliano Apóstata , con toda su astucia , fué prendado
de estas apariencias : los mismos paganos lo refieren s. Los encanta
mientos verdaderos , ó falsos, de qué aquellos filósofos blasonaban; su
austeridad mal entendida ; su abstinencia ridicula, que llegaba á hacer
delito de comer los animales; sus purificaciones supersticiosas; en fin,
su contemplacion, que se exhalaba en vanos pensamientos, y sus pala-
iras tan poco sólidas , cuanto en la apariencia magníficos , engañaban
al mundo. Pero aun no he tocado en la raiz. La santidad de las cos
tumbres cristianas , el desprecio que ordenaba de los placeres, y sobre
lodo , la humildad, que es la basa del cristianismo, era insufrible á los
hombres, y si sabemos comprenderlo, la soberbia, la feísima sensua
lidad y la disolucion eran las únicas defensas de la idolatría.
Iba la Iglesia desarraigándola todos los dias con su celestial doctrina
y aun mas con su invicta paciencia. Pero aquellos espíritus malignos,
que jamás habian cesado de engañar á los hombres y que les habian su
mergido en la idolatría , no pusieron en olvido su malicia. Suscitaron
(1) POBPh. 111). II. ile nbst Lu.ap. AtIG.dc CI», VIII. 13.—(2) Ps.llm. xCV. 3._(3; ElM)r.
,MAxIM. OKIb. CllYSaSt. Ep. Jtl. ail XAM A Mil. MaRCell. IIb. xXI. xxIII. xxIV.
LA CONTINUACION DE LA RELIGION. 221
en la Iglesia aquellas herejías que V. A. ha visto. Algunos hombres
curiosos , y por eso vanos é inquietos , quisieron ganarse nombre entre
los fieles ; y no supieron contentarse con aquella sabiduría sobria y tem
plada, que el Apóstol habia recomendado tanto á los cristianos'; Pro
fundizaban mucho en los misterios, que pretendían medir con nuestras
débiles inteligencias : nuevos filósofos , que mezclaban las razones hu
manas con la fe , é intentaban disminuir las dificultades del cristianis
mo ; no pudiendo digerir toda la locura que el iluso y fanático mundo
imaginaba hallar en el Evangelio. Asi sucesivamente , y con una espe
cie de método , fueron impugnados todos los artículos de nuestra fe : la
creacion ; la ley de Moisés , fundamento necesario de la nuestra ; la di
vinidad de Jesucristo ; su encarnacion , su gracia , sus sacramentos ; to
do en fio, dio materia á divisiones escandalosas. Celso y otros nos re
dargüían con ellas*. íO qué triunfante se ostentaba la idolatría! Pa
recíale la Iglesia una obra humana y. ya próxima á caer por sí misma.
Ya se concluía., que en punto de religion no debíamos sutilizar mas que
nuestros antepasados , ni intentar introducir novedades en el mundo.
En esta confusion de sectas , que blasonaban de ser cristianas , no
faltó Dios á su Iglesia. Conservóle siempre un carácter de suma autori
dad , que las herejías no podian adquirir. Ella era católica y universal :
abrazaba á todos los tiempos y se estendia por todas partes ». Era apos
tólica: la continuacion, la sucesion-, la cátedra de la unidad, la auto
ridad primitiva, eran sus propias dotes. Todos los que la dejaban , la
habian primero reconocido; y no podian ellos borrar el carácter de su
novedad , ni el de su rebeldía. Los mismos paganos la miraban como á
quien era la raiz , como á quien era el todo, de donde se habian desuni
do aquellas partecillas ó ramas viciosas , permaneciendo siempre vivo el
tronco y siempre entero , sin que las ramas cortadas le hubiesen dismi
nuido. Celso , que redargüía á los cristianos con sus divisiones en tantas
iglesias cismáticas que veia levantarse , la observaba una Iglesia distin
guida de todas las demás , y siempre mas fuerte ; y por eso la llamaba
tambien la grande Iglesia. Hay , decia *, entre los cristianos algunos
que no reconocen al Criador , ni las tradiciones de los judíos ; queria
con esto hablar de los marcionitas; pero , proseguía él , la grande Igle
sia las recibe En la turbacion que escitó Paulo de Samosata , no tuvo
dificultad el emperador Aureliano en conocer la verdadera Iglesia cris
tiana , á la cual pertenecía la casa de la Iglesia , ya fuese esta el lugar
de la oracion , ó la casa del obispo ; y la adjudicó á los que estaban en
comunion con los obispos de Italia y el de Roma , porque en todos
tiempos veia lo principal del cristianismo en esta comunion.
(1) Rom. xni I .—(1) Orio. ív. contr. Cel.—(S) Ibes. iii. ( . 1 3. k. TübTtii. de C*f* .
Ch. i. de pnenc. 20, H. SI. 36.—(4) Obig. Ilb. v.-(8) Euser Híst. Eccl. lib. vn. c«p»0.
56
222 SEGUNDA PARTE.
Cuando el emperador Constancio causó tanta turbacion á la Iglesia r
no pudo la confusion que introdujo en ella , protegiendo á los arríanos ,
impedir que Ammiano Marcelino ', aunque pagano, conociese que aquel
emperador se desviaba del camino derecho de la religion cristiana , sen
cilla , y por si misma precisa en sus dogmas y en su conducta. Esto
es , que la verdadera Iglesia tenia una majestad y una derechura , ó rec
titud , que las herejías no podían imitar ni oscurecer ; antes bien sin
advertirlo ellas mismas, daban testimonio de esto á la Iglesia católica.
Constancio, que perseguía á S. Atanasio, constantísimo defensor de la
antigua fe , deseaba con ardor , dice Ammiano Marcelino», hacerle con
denar por medio de la autoridad que el obispo de Soma tenia sobre los
demás : solicitando él este apoyo , hacia conocer á los mismos paganos
el defecto de su secta, y honraba á la Iglesía, de la cual le habian se
parado los arríanos. Así , los gentiles conocían tambien á la Iglesia ca
tólica. Si alguno les preguntaba dónde tenia sus congregaciones , y quié
nes eran sus obispos, jamás se equivocaban. Mas las. herejías , por mas
que hiciesen , no podian deshacerse del odioso nombre de sus autores.
Los sabelíanos , los paulianistas, los arríanos , los pelagianos, y los de
más , en vano se ofendían del título del partido que se les daba; y el
mundo, por mas que les pesase, quería hablar naturalmente , y dis
tinguía á cada secta por su autor. Pero por lo que mira á la grande
Iglesia, á la Iglesia católica y apostólica, jamás ha podido atribuírsele otro
que el mismo Jesucristo : ni contarle sus priméros pastores , sin subir
hasta los apóstoles ; ni darle otro nombre que el que ella tomaba. Así,
por mas que hicieron los herejes, no podian ocultarla á los paganos.
Abríales ella su seno por toda la tierra y acudían á tropas. Puede ser
que quizá algunos se perdiesen en las sendas torcidas ; pero la Iglesia
católica era el camino real , en que siempre entraba la mayor parte de
los que buscaban á Jesucristo; y la esperiencia ha hecho ver , que solo
á ella se habia concedido el privilegio de recoger á los gentiles. Tam
bien era la combatida de toda la fuerza de los emperadores infieles. Po
cos herejes han padecido por la fe , segun nos informa Orígenes J. San
Justino 4, mas antiguo que él , nota que la persecucion preservaba á los
marcionitas y demás herejes. No perseguían los paganos sino a la Igle
sia , que veiaí» estenderse por toda la tierra , y á quien únicamente co
nocían por la Iglesia de Jesucristo. ¿Qué importa que se le arrancasen
algunas ramas ? No por eso su virtud se perdía; brotaba en otras partes;
y el corte de la madera supérflua solo servia de mejorar sus frutos con
esa poda. En efecto , si la historia de la Iglesia se considera , se verá
como siempre que una herejía la ha disminuido;, la misma Iglesia ha re
parado sus pérdidas ; así estendiéndose por defuera , como aumentándo
te , A»*. Mabcei. lib. íl)W.-(3) Oiug. contr. Cels. v-(4) itwr. Apol. 2.
LA CONTINUACION DE LA RELIGION. 223
se por de dentro la luz y la piedad , eu tanto que ha visto secarse en
ángulos remotos las ramas cortadas. Las obras de los hombres han pe
recido á pesar del infierno que las sostenía; pero la de Dios ha subsis
tido: y la Iglesia gloriosamente ha triunfado de la idolatría y de todos
los errores.
CAPITULO XXVII.
CAPITULO XXVIII.
(1) Act. mi. 22- vii. 3í. etc.-(2) Rom. x. (3) I.uC. xxiv. 44.—(i) Ibírl 27.—
(3.) Joas. v 46. 47.
232 . SEGUNÜA FAUTE.
concuerdan : el Hebreo en varios lugares es diverso de sí mismo : y el
texto de los samaritanos , á mas de la palabra que se les acusa de ha
ber mudado en él espresamente a favor de su templo de Garizim ', dis
crepa tambien en otras partes del de los judíos. Y de esto, ¿qué se con
cluirá? ¿Que los judíos, ó Esdras, habrán supuesto el Pentateuco á la
vuelta del cautiverio? Pues todo lo contrario es justamente lo qué de
bería concluirse. Las diferencias del Samaritano , solo sirven para con
firmar lo que hemos ya establecido , es á saber , que su texto es inde
pendiente del de los judíos. Con que, tan léjos esta de poder imaginar
se que aquellos cismáticos hayan tomado algo de los judíos y de Esdras,
que antes bien hemos visto , que en odio de los judíos y de Eídras, y
en aversion del primero y del segundo templo, inventaron su quimera
de Garizim. ¿ Quién , pues , no conoce , que antes habrían acusado que
seguido las supuestas imposturas de los judíos? Aquellos rebeldes , que
despreciaron á Esdras y todos los profetas de los judíos con su templo,
y así á Salomon que le habia fabricado, como á David que habia se
ñalado su sitio; ¿qué viene á ser lo que han respetado en su Pentateuco,
sino una antigüedad, no solo superior á la de Esdras y de los profetas,
sí tambien á la de Salomón y de David ; en una palabra , la aniigüedad
de Moisés , en que ambos pueblos concuerdan? í Cuán incontestable es,
pues, la autoridad de Moisés y del Pentateuco, cuando todas las obje
ciones no sirven mas que de asegurarla y establecerla!
Pero en fin , ¿de dónde provienen estas variedades de texto y de ver
siones? ¿De dónde han de provenir, sino de la antigüedad del mismo
libro , que ha pasado por las manos de tantos copiantes despues de tan
tos siglos , que dejó de ser comun la lengua en que se escribio? Pero
dejemos disputas vanas, y cortemos, en una palabra , la-dificultad por la
raíz. Dígaseme sí no es constante , que de todas las versiones y de todo
el texto, sea como fuere, resultarán siempre las mismas leyes, los
mismos milagros, las mismas predicciones , la misma continuacion de la
historia, el mismo cuerpo de doctrina, y en fin, la misma sustancia?
¿ En qué dañan , asegurado esto , las diversidades de los textos? ¿De
qué mas necesitábamos, que de este fondo inalterable de los libros sa
grados? ¿Qué mas podíamos pedir á la divina Providencia? Y por lo
que mira á las versiones , ¿ acaso es señal de suposicion , ó de novedad ,
que la lengua de la Escritura haya perdido, por tan antigua , sus de
licadezas , y se halle dificultad en restituirle toda la elegancia con toda
la fuerza en el último rigor? ¿ No es antes una prueba de la mayor an
tigüedad ? Y si quisieren asirse de menudencias , díganme , si de tan
tos lugares en que hay embarazo , se ha restablecido uno solo por dis
curso, ó por conjetura? Justamente se ha seguido la fe de los cjem-
(1) Deut. xxvii. 4.
LA CONTINUACION DE LA RBL1GION. 233
piares ; y como la tradicion nunca permitió que pudiese alterarse la san
ta doctrina , se ha creído que las demás faltas , si quedaba alguna, solo
servirían para probar que nada se ha innovado de propio arbitrio.
Pero en fin, y vé aquí lo fuerte de la objecion. Si nada hay añadido
al texto de Moisés , ¿de qué nace que se halle su muerte al fin del libro
que se le atribuye? Mas , ¿ qué maravilla es, que los que continuaron
su historia , añadiesen su dichoso fin al resto de sus acciones , para re
ducirlo todo á un mismo cuerpo? Veamos lo que hay en cuanto á las
demás adiciones. ¿ Es alguna ley nueva , ó alguna nueva ceremonia , al
gun dogma , algun milagro , alguna prediccion ? Ni aun por imagina
cion : no hay de esto la menor sospecha , ni el menor indicio : esto hu
biera sido añadir á la obra de Dios : la ley lo habia prohibido ' ; y el
escándalo que habría causado , hubiera sido horrible. Pues qué ? Se ha
brá, quizá, continuado una genealogía comenzada ; se habrá, acaso,
esplicado el nombre de una ciudad , mudado por el tiempo ; esto es fac
tible. En la ocasion del maná , de que fué el pueblo alimentado cua
renta años, se habrá notado el tiempo en que cesó aquel manjar celes
tial ; y este hecho , escrito despues en otro libro *, habrá quedado por
nota en el de Moisés, como un hecho constante y público , de que todo
el pueblo era testigo : cuatro ó cinco observaciones de esta naturaleza ,
hechas por Josué , ó por Samuel , ó por algun otro profeta de igual an
tigüedad , porque no miraban sino á hechos notorios y en que constan
temente no había dificultad alguna , habrán naturalmente pasado en el
texto ; y la misma tradicion nos las habrá traído con todo lo demás.
¿ Estará por eso alterado lo restante? ¿Será acusado Esdras, aunque el
Samaritano , en que se hallan estas observaciones , nos muestre que son
de una antigüedad , no solamente superior á Esdras, sí tambien al cis
ma de las diez tribus? No importa, replicarán : es preciso que todo
recaiga sobre Esdras. Mas si estas observaciones viniesen de mas arri
ba, el Pentateuco seria también mas antiguo de lo que debe ser, y
no podría bastantemente venerarse la antigüedad de un libro, cuyas
notas tendrían asimismo una edad tan grande. Esdras, pues, habrálo fa
bricado todo : Esdras se olvidaría de que él cjueria hacer hablar á Moi
sés, y le habrá hecho incurrir en la torpeza de escribir , como ya su
cedido , lo que despues de él ha pasado. Pero ¿será toda una obra
convencida de supuesta por este lugar solo ? ¿La autoridad de tantos
siglos y la fe pública no le servirán ya de nada ? Como , si al contra
rio, no se viese que estas observaciones de que se valen los discur-
sistas , son una nueva prueba de la sinceridad y buena fe , no solo de
los que las hicieron , si tambien de los que las copiaron. ¿ Se ha juzga
do jamás de la autoridad , no digo de un libro divino , sino de cual-
(1J Deut. iv. 3. xii. 18—(2? Josué v. 1i. Exod. xvi. 3i.
59
S¡34 SEGUNDA PABTE.
quier otro, sea el que fuere, por razooes tan ligeras? No nos de
tengamos: todo está y consiste en que tienen á la Escritura por un li
bro enemigo del género humano : que quiere obligar á los hombres
á sujetar su entendimiento á Dios y á reprimir sus pasiones desorde
nadas: pues es forzoso que perezca; y á cualquier precio que sea, ha
de ser sacrificado á la temeraria disolucion de los licenciosos , impíos y
soberbios.
En cuanto á lo demás, no crea V. A. que la impiedad se empeñe
sin necesidad en todos los absurdos que V. A. ha visto. Si contra el tes
timonio del género humano y contra todas las reglas de una razon
-bien ordenada , se obstinan en quitar al Pentateuco y á las profecías
sus autores, siempre reconocidos, y á contestarles sus datas; es, por
que en ellas consiste todo en este asunto , por dos razones. La prime
ra, porque libros llenos de tantos hechos milagrosos, que se ven allí
revestidos de sus circunstancias las mas particulares, y espuestos no
solo como públicos , sino aun como presentes , si hubiesen podido ser
desmentidos , hubieran contraído consigo su condenacion ; y en vez de
sostenerse por su propia fuerza, ha ya largo tiempo que hubieran caí
do por sí mismos. La segunda razon es , porque siendo una vez fijas
sus datas no puede borrárseles la marca infalible de la inspiracion di
vina, que traen impresa en el grande número y en la larga continua
cion de profecías memorables de que se hallan llenos.
Por evitar y eludir, pues, estos milagros y estas predicciones, han
caido los impíos en los absurdos de que estará admirado V. A. Pero
no piensen escapar de Dios : que él ha reservado á su Escritura una
señal de divinidad , incapaz de ser oscurecida. Esta es la relacion en
tre los dos Testamentos. Y á lo menos no disputan que todo el Antiguo
haya sido escrito antes del Nuevo, que áesto no se atreven. Aquí no
hay un nuevo Esdras, que haya podido persuadir á los judíos á inventar
ó falsificar su Escritura en favor de los cristianos , á quienes per
seguían. Con que ya no se necesita de mas. Por la relacion entre los
dos Testamentos se prueba, que uno y otro es divino. Ambos tienen la
misma idea y la misma continuacion : el uno prepara la perfeccion que
el otro manifiesta : el uno pone el fundamento , y el otro acaba el
edificio: en una palabra , el uno predice, lo que el otro hace ver cum
plido exactamente.
Así , todos los tiempos están entre sí unidos, y se nos han revelado
un designio eterno de la Divina Providencia. La tradicion del pueblo
judaico y la del pueblo cristiano , solo hacen juntas una misma conti
nuacion perpetua de religion ; y las Escrituras de los dos Testamentos
tampoco forman mas ni menos , que un mismo cuerpo y un mismo
libro.
LA CONTINUACION DE LA RELIGION. 235
CAPITULO XXIX.
CA.PÍTÜLO XXX.
Oh! íqué consuelo para los hijos de Dios! Pero, ¿qué convencimien
to de la verdad , cuando ven que desde Clemente XIII , que llena
e| día de hoy tan dignamente la primera silla de la Iglesia , se sube
sin interrupcion hasta S. Pedro, establecido por Jesucristo, príncipe
de los apóstoles , desde donde , constando los pontífices que sirvieron
bajo de la ley , se va hasta Aaron , hasta Moisés , y d(¡sde allí hasta
los patriarcas y hasta el origen del mundo ! i Qué acorde , armoniosa
continuacion! íQué venerada tradicion ! í Qué maravillosa encadena
cion! Si nuestro entendimiento naturalmente incierto y hecho por sus
incertidumbres juguete de sus propios discursos , necesita en las cues
tiones en que va no menos que la salvacion , necesita , repito , de ser
fijado y determinado por alguna autoridad cierta ; ¿qué mayor autori
dad que la de la Iglesia católica, que reune en sí misma toda la autori
dad de los siglos pasados y las antiguas tradiciones del género hu
mado hasta su primer origen ? •
Así la congregacion que Jesucristo ,, esperado por tantos siglos pa
sados , fundó en fin sobre la piedra , y en que S. Pedro y sus suce
sores han de presidir de órden suya ; ella misma se justifica con su
propia continuacion , y lleva en su duracion eterna el carácter de la
omnipotente mano de Dios.
Es ¡tambien tal esta sucesion, que ninguna herejía, ninguna secta ,
ninguna otra comunidad, sino sola la Iglesia de Dios, ha podido dársela
á sí pisma. Las falsas religiones han podido , á manera de monas ,
imitar á la Iglesia en muchas cosas ; y sobre todo la imitan en decir ,
como ella , que Dios es quien las ha fundado; pero no pueden imi
tarla en la seguridad con que la católica lo dice Porque si Dios ha
criado al género humano; si criándole á su imagen no se ha desde
ñado de enseñarle el medio de servirle y de agradarle ; cualquiera secta
que no muestre su sucesion desde el origen del mundo , bertísi ma
mente no es de Dios , .no viene de Dios , es falsa.
Aquí caen á los pies de la católica Iglesia todas las congregaciones ,
y todas las sectas que los hombres han establecido dentro y fuera del
cristianismo. Por ejemplo, bien pudo el falso, profeta de los árabes
decirse enviado de Dios; y despues de haber engañado pueblos sunja
60
238 SEGDNDA PARTE.
meote ignorantes, aprovecharse de las divisiones de sus vecinos para
dilatar con las armas una religion toda sensual y torpe; pero no se atre
vió á suponer que hubiese sido esperado; y en fin , no pudo dar ni á
su persona ni á su religion algun enlace real ni aparente con los si
glos pasados. El espediente qne halló para eximirse de esto , es nuevo
é inaudito hasta entonces. Pues temiendo que quisiesen inquirir en
las Escrituras de los cristianos, testimonios de su mision, semejantes
á los que hallaba Jesucristo en las de los judíos , dijo, que los cris
tianos y los judíos habian falsificado todos sus libros. Sus secuaces ig
norantes le creyeron sobre su palabra , seiscientos años despues de Je
sucristo ; y él se anunció á sí mismo no solo sin algun testimonio
precedente , pero aun sin que él ni los suyos hayan osado suponer ,
ó prometer algun milagro visible que pudiese autorizar su mision.
Del mismo modo los beresiarcas, que han fundado entre los cristianos
nuevas sectas, bien han podido hacer en su iluso sentir, mas fácil la
fe, negando los misterios superiores á la esfera de los sentidos. Bien
han podido deslumbrar á los hombres con su elocuencia y con una
apariencia de piedad ; conmoverles por sus pasiones; empeñarles por
sus intereses; atraerles con la novedad y con la licenciosa libertad, ya
sea con la del entendimiento , ó tambien con la de los sentidos ; en
una palabra, han podido fácilmente , ó engañarse , ó engañar á otros ,
porque no hay cosa mas natural; pero fuera de que tampoco han po
dido alabarse de haber hecho algun milagro en público , ni reducir
su religion á hechos positivos de que fuesen testigos sus secuaces ,
tienen siempre contra .si un hecho infeliz, que es el de la variante
novedad. Siempre será patente á los ojos de todo el universo, que se
han separado de este gran cuerpo y de esta Iglesia antigua , que
fundó Jesucristo , donde S. Pedro y sus sucesores tenian el primer
lugar, y en que todas las sectas los han hallado establecidos. El pun
to de su separacion será siempre tan constante , que los herejes mis
mos no podrán dejar de confesarlo ; ni aun osarán solamente intentar
el hacerse venir de aquel origen , por un curso que jamás se haya vis
to interrumpido. Esta debilidad inevitable tieuen todas las sectas que
los hombres han establecido. Nadie puede mudar los siglos pasados,
ni darse predecesores ó hacer que tos haya él hallado en posesion.
Sola la Iglesia católica llena todos los siglos precedentes con una
perpetua continuacion, que no puede contestársele: la ley viene de
lante del Evangelio: la sucesion de Moisés y de los patriarcas, no ha
ce sino una misma acorde continuacion cou la de Jesucristo : ser espe
rado , venir , ser reconocido por una posteridad que dura al igual del
mundo, es el carácter del Mesías en quien creemos. Jesucristo es hoy,
era ayer , y es por todos los siglos de los siglos.
LA CONTINUACION DE LA RELIGION. 239
Así, á mas de la ventaja que tiene la Iglesia de Jesucristo de ser
la única fundada sobre hechos milagrosos y divinos, que altamente
escribieron sus cronistas, y sin el témor de ser desmentidos en el tiem
po que sucedieron: vea aquí V. A. en favor de los que no vivieron
entonces, un milagro, siempre subsistente, que confirma la verdad de
todos los demás , este es la continuacion de la religion , siempre vic
toriosa de los errores que han procurado destruirla, á que podrá tam
bien juntar V. A. otra, que es la continuacion visible de un incesante
castigo sobre los judíos , que no han recibido á Cristo , prometido á
sus padres. , '
Espéranle aun no obstante; y su esperanza , siempre frustrada , ha
ce una parte de su castigo. Espéranle , y hacen ver esperándole , que
siempre ha sido esperado. Condenados por sus propios libros , asegu
ran , aunque no quieran, la verdad de la religion: llevan, para decirlo
así , escrita sobre su fíente toda la continuacion de ella: á una sola
vista se ye lo que han sido , porque son como se les ve, y á qué están
reservados.
Así , cuatro ó cinco hechos auténticos y mas claros que la luz de
sol , hacen ver nuestra religion tan antigua como el mundo. Muestran
por consecuencia, que esta no tiene otro autor que al Fundador del
universo, que teniéndolo todo en su mano , pudo él solo , asi comen
zar, come- conducir un designio en que están todos los siglos compren
didos.
No hay, pues, ya que admirarse , como ordinariamente sucede , de
que Dios nos dé á creer cosas dignas de su grandeza , y juntamente
tan impenetrables al entendimiento humano. Be lo que debemos pas
marnos , es , que habiendo establecido la fe sobre una autoridad tan
firme y tan manifiesta , aun se hallen en el mundo ciegos é incrédulos ,
obstinadamente pertinaces.
Nuestras pasiones desordenadas , nuestro apego á nuestros sentidos
y nuestra altivez indomable , son la causa de esto. Mas queremos
arriesgarlo todo, que violentarnos: mas queremos cubrir nuestra ig
norancia , que confesarla : mas queremos satisfacer á una vana cu
riosidad y alimentar en nuestro indócil entendimiento la libertad de
pensar todo lo que nos gusta, que rendirnos al yugo de la autoridad
divina.
De aquí nace que haya tantos incrédulos; y Dios así lo permite para la
instruccion de sus hijos. Sin los ciegos , sin los salvajes , sin los infie
les, que permanecen , y aun dentro del seno mismo del cristianismo,
no conoceríamos bastantemente la corrupcion profunda de nuestra na
turaleza, ni el abismo de que nos ha sacado Jesucristo. Si la verdad
santa no fuese contradicha, no veríamos la maravilla de hacerla durar
24© SEGUNDA PABTB.
entre tantas contradicciones ; y al fin , nos olvidaríamos de que esta
mos salvados por la gracia. Ahora la incredulidad de los unos humilla
á los otros; y los rebeldes, que se oponen á los designios de Dios ,
hacen resplandecer aquel poder independiente y supremo , con que
cumple las promesas que ha hecho á su Iglesia.
¿Qué esperamos, pues, para sujetarnos y rendirnos ya de una vez?
¿Esperamos que Dios haga siempre nuevos milagros ; que los vuelva
inútiles con la continuacion; que acostumbre á ellos á nuestros ojos,
como lo están á la carrera del sol y a todas las demás maravillas de
la naturaleza? ¿O bien esperamos que los impíos y obstinados en
mudezcan? ¿Que los virtuosos y los licenciosos den igual testimo
nio deja verdad? ¿ Que todo el mundo de comun acuerdo la pretiera
á su pasion, y que la falsa ciencia, que solo debe á la novedad la
admiracion , deje de sorprender á los hombres? ¿Acaso no es bastante,
veamos, que no puede combatirse la religion sin mostrar con monstruo
sas estravagancias que se tiene trastornado el entendimiento , y que
sola la presuncion ó la ignorancia son motivos de tanta obstinacion?
La Iglesia tan victoriosa de los siglos y de los errores, ¿no podrá
vencer en nuestros entendimientos los lastimosos discursos que se le
oponen? Y las promesas divinas, que vemos cumplirse cada dia , ¿no
podrán elevarnos sobre nuestros materiales sentidos, á los cuales de
be corregir la razon?
No se nos diga, que aun están suspensas estas promesas; y que,
como se estienden hasta el fin del mundo , entonces será cuando po
dremos gloriarnos de haber visto su cumplimiento. Porque antes
bien, lo que ha pasado nos asegura de lo futuro: tantas predicciones
antiguas, tan visiblemente cumplidas, nos manifiestan, que ninguna
habrá que no se cumpla; y que la Iglesia , contra quien el infierno, se
gun la promesa del Hijo de Dios, no puede jamás prevalecer , su bsisr-
lirá siempre hasta la consumacion de los siglos : pues Jesucristo , ver
dadero y verídico en todo, no puso otros límites á su duracion inde-r
fectible.
Las mismas promesas nos aseguran la vida futura. Dios, que se ha
mostrado tan fiel cumpliendo lo que mira al siglo presente , no menos
lo será en cumplir lo que pertenece al siglo futuro , cuya preparacion
es solamente todo lo que vemos ; y la Iglesia estará siempre sobre la
tierra inmóbil é invencible, hasta que reunidos sus hijos , sea toda en
tera trasportada al cielo , que es su verdadera morada.
Para los que serán escluidos de aquella celestial ciudad está reser
vado un rigor eterno; y despues de haber perdido por su culpa una
bienaventurada eternidad , no les quedará mas que upa eternidad in
feliz en el infernal abismo.
LA CONTINUACION I)K LA HEIJOION. 2Í1
Asi se terminan los consejos de Dios en un estado inmutable: sus
promesas y sus amenazas son igualmente ciertas ; y lo que ejecuta
dentro del tiempo , asegura lo que nos ordena que esperemos ó tema
mos en la eternidad.
Esto es , señor , lo que nos enseña la continuacion armoniosa de la
religion, puesta en compendio á vista de V. A, Por el tiempo le
conduce á la eternidad. V. A. vé un orden constante en todos los de
signios de Dios y una señal visible de su poder en la duracion per
petua de su pueblo. V. A. reconoce que la Iglesia tiene una raíz
siempre subsistente , de que no puede separarse sin perderse ; y que
los que estando unidos á ella , hacen obras dignas de su fe, infalible
mente se aseguran la vida eterna con Dios.
Estudie, pues, V. A., pero estudie con atencion, esta perpetua
continuacion de la Iglesia, que tan claramente le asegura todas las
promesas de Dios. Todo lo que rompe esta cadena; todo lo que sale
de esta continuacion; todo lo que se levanta de sí mismo , y no pro
viene en virtud de las promesas hechas á la Iglesia desde el orí-
gen del mundo, debe horrorizar á V. A. Emplee, señor, V. A. to
das sus fuerzas en volver á llamar á esta unidad todo lo que de ella se
ha desviado , y en hacer que sea escuchada la Iglesia, por quien el Es
píritu Santo pronuncia sus oráculos.
No consiste la gloria de los progenitores y antepasados de V. A. solo
en no haberla jamás abandonado , si tambien en haberla siempre sos
tenido , y merecido por esto , ser llamados sus hijos primogénitos : tí
tulo, sin duda , el mas glorioso de todos los títulos.
No necesito, señor, de hablar de Clodoveo , de Carlo Magno, ni
de S. Luis. Considere solamente V. A. el tiempo en que vive, y de
qué padre Dios le ha hecho nacer. Un rey, tan grande en todo,
mas se distingue por su fe que por sus otras maravillosas calidades.
Protege á la religion dentro y fuera del reino , y hasta las estremi-
dades del mundo. Sus leyes son uno de los mas firmes baluartes de la
Iglesia. Su autoridad reverenciada , tanto por el mérito de su perso
na , como por la majestad de su cetro , nunca se sostiene mejor , que
cuando defiende la causa de Dios. Ya no se oye blasfemia alguna : la
impiedad tiembla delante de él : este es el rey señalado por Salomon ,
qpe disipa todo lo malo con su vista. Si combate á la herejía por tan
tos medios, y aun mas de lo que siempre con grande esfuerzo lo prac
ticaron sus predecesores, no es porque dude de la seguridad de su
trono : todo está postrado y tranquilo á sus pies , y sus armas son
formidables por toda la tierra ; sí , porque ama á sus pueblos ; y vién
dose elevado por la mano de Dios á una potestad que no tiene igual
en el universo , conoce , que en nada puede mejor ejercitarla que en
£48 SEGUNDA PARTE.
hacerla servir para curar las llagas de la Iglesia. Imite V. A. un
tan noble ejemplo, y déjele testificado á sus descendientes. Reco
miéndeles Y. A. la Iglesia aun masque este grande imperio , que ha
tantos siglos gobiernan sus antepasados : y que la augusta casa de
Y. A. , la primera en dignidad que hay en el mundo , sea tambien
la primera en defender los derechos de Dios , y en estender por lodo
el universo el reinado de Jesucristo , que la hace reinar con tan hon
rosa gloria.
TERCERA PARTE,
CAPITULO PRIMERO.
CAPITULO II.
CAPÍTULO III.
CAPÍTULO IV.
(I) He«od. l.—'t) Xeivoph. vll.—(3) Xenoph. Cyr. I.—(4) Pol. v. 44. x. i¡4.—(S) Xf>
xopii. r.jr. iv. v.
ÜOS TERCERA PARTE.
armas, reunido á todos bajo de sus estandartes, sujetó aquella vasta
estension de tierra de que compuso su imperio. • .
De este modo se levantó aquella monarquía. Hizola Ciro tan pode
rosa, que no podía dejar de crecer en tiempo de sus sucesores. Pero
á fin de conocer lo que causó despues su ruina , basta comparar los
persas y los sucesores de Ciro con los griegos y sus generales , prin
cipalmente con Alejandro.
CAPITULO V.
CAPITULO VI.
capítulo ni
,
DK LOS IHPKBIOS Y SU INSTABILIDAD. 303
tos anos , por mar y tierra , y reduce á todo el universo poniéndolo ba
jo de su potestad.
En aquellos tiempos , y despues de la ruina de Car lago , los cargos,
cuya dignidad no menos se aumentaba con el imperio que el prove
cho , fueron codiciados con furor. Los pretendientes ambiciosos no cui
daban sino de Lisonjear al pueblo ; y la concordia de los órdenes, man
tenida por la ocupacion de las guerras púnicas , se turbó mas que nun
ca. Pusiéronlo todo en confusion los Gracos y sus sediciosas proposi
ciones fueron el principio de todas las guerras civiles '.
Empezóse entonces á llevar armas y á obrar con fuerza abierta en las
juntas del pueblo romano , donde antes cada uno quería obtener por
solos los medios legítimos y con la libertad de las opiniones.
La sabia conducta del senado y las grandes guerras sobrevenidas mo
deraron las alteraciones.
Mario , plebeyo, grande hombre de guerra, con su elocuencia militar
y con sus arengas sediciosas, en que no cesaba de impugnar á la alti
vez de la nobleza , dispertó los celos del pueblo y se elevó por este
medio á los mayores honores.
Púsose á la frente del partido Sila , patricio , y se hizo objeto de lo»
celos de Mario.
Las negociaciones y la corrupcion lo pueden entonces todo en Roma,
y se estingue el amor á la patria y el respeto á las leyes.
Para colmo de las desgracias , las guerras de Asia enseñan á los ro
manos el lujo y aumentan la avaricia.
Empezaron los generales en este tiempo á ganarse los soldados , los
cuales hasta entonces no habian mirado en ellos sino el carácter de la
autoridad pública.
Sila en la guerra contra Mitrídates dejaba enriquecer á los suyos con
este fín .
Mario por su parte proponía á sus parciales repartimientos de dine
ro y de tierras.
Dueños por este medio de sus tropas el uno con el prelesto de sos
tener al senado , y el otro con el nombre del pueblo , se hicieron una
guerra furiosa hasta dentro del recinto de Roma.
El partido de Mario y del pueblo fué enteramente abatido: Sila bajo
el nombre de dictador se hizo soberano.
Hizo estragos espantosos y trató rígidamente al pueblo , así con obras
como con palabras , hasta en las juntas legítimas.
Mas poderoso y mejor establecido que nunca , se redujo por si mismo
a la vida particular; pero despues de haber ya hecho ver que el pueblo
romano podía sufrir señor.
(I) VtlL. r.\Te*. II. 3.
.'104 TKRCKBA PARTS. .
Pom peyo á qüíen habia Sila elevado sucedio en una gran parte de
su poder, y para establecerse, ya lisonjeaba al pueblo, y ya al senado;
pero su inclinacion y su interés le fijaron en fío en el último partido.
Vencedor de los piratas , de las Espacias y de todo el Oriente, se ha
ce el todopoderoso en la república y principalmente en el senado.
César , que por lo menos quiere ser su igual , se pone de parte del
pueblo , é imitando en su consulado á los mas sediciosos tribunos, pro
pone con los repartimientos de tierras , las leyes mas populares que pu
do inventar.
La conquista de las dalias levantó al mas alto punto su gloria y su
potestad.
Uñense él y Pompeyo por interés , y desúnense por celos. Encién
dese la guerra civil. Cree Pompeyo que solo su nombre lo sostendra
todo, y se descuida. César, activo y perspicaz, consigue la victoria y
*e hace dueño.
Hace varias pruebas por ver si los romanos podrían acostumbrarse ni
nombre de rey ; y no sirvieron sino de hacerle aborrecible. El sena
do , por aumentar el edio público , le decreta honores hasta entonces
inauditos en Roma; de suerte, que le matan en pleno senado como á
tirano.
Antonio , su hechura , que se halló cónsul al tiempo de su muerte , -
conmovió al pueblo contra los homicidas, y procuró aprovecharse de
aquellos alborotos para usurpar la autoridad suprema. Lepido , que te
nia tambien un gran comando bajo de César , solicitó mantenerle. En
fin , el jóven César en edad de diez y nueve años , emprendió vengar la
muerte de su padre y buscó la ocasion de suceder en su poder.
Supo servirse para sus intereses de los enemigos de su casa y aun
de sus competidores.
Entrégansele las tropas de su padre , movidas del nombre de César
y de las prodigiosas liberalidades que les hizo.
Nada puede ya el senado : todo se hace por la fuerza y por los sol
dados , que se dan á quien mas les dá.
En esta funesta coyuntura abatió e! triunvirato todo lo mas animoso *
y opuesto á su partido que Roma criaba. César y Antonio derrotaron á
Bruto y Casio ; la libertad espiró con ellos. Los vencedores , despues
de haberse deshecho del débil Lepido , hicieron diversos acuerdos y re
partimientos en que hallando siempre César , como mas industrioso , el
modo de tener la mejor parte, incluyó á Roma en sus intereses y ad
quirió la superioridad. Antonio intenta en vano volver á levantarse; y
la batalla Acciaca sujeta á todo el imperio al poder de Augusto César
Roma fatigada y exhausta por tantas guerras civiles , se ve precisada ,
para tener reposo, á renunciar su libertad.
DE LOS IMPERIOS T SU INSTABILIDAD. 308
Apropiándose la casa de los Césares , bajo el gran nombre de em
peradores, el mando de los ejércitos , usa de un poder absoluto.
Roma bajo de los Césares, mas cuidadosa de conservarse que de es
tenderse , no hace casi mas conquistas que para tener distantes los bár
baros , que intentaban entrar en el imperio.
Hallándose el senado á la muerte de Calígula en el punto de resta
blecer la libertad y el poder consular , se vé impedido por los milita
res , que quieren un jefe perpetuo y que este sea el señor
En los alborotos causados por las violencias de Neron , cada ejército
elige un emperador ; y conocen los soldados que ellos son los dueños
de dar el imperio.
Llegan hasta venderle públicamente al mayor postor; y se acostum
bran á sacudir el yugo. Juntamente con la obediencia se pierde ya la
disciplina. Los buenos príncipes porfían inútilmente en conservarla ; y
su celo por mantener el orden antiguo de la milicia , solo sirve de es
ponerles al furor de los soldados
En las mudanzas de emperador , intentando cada ejército hacer el su
yo , suceden guerras civiles y sangrientos estragos espantosos.
Asi el imperio se enerva por la relajacion de la disciplina ; y junta
mente se desustancia por tantas guerras internas.
Entre tantos desórdenes se va disminuyendo el temor y la majestad
del nombre romano. Los partos frecuentemente vencidos , se hacen for
midables por la parte del Oriente , bajo el nombre antiguo de persas ,
que vuelven á tomar. Las naciones septentrionales, que habitaban
tierras frias é incultas, atraídas de la hermosura y riqueza de las del
imperio, tientan por todas partes la entrada.
No basta ya un hombre solo para sostener la pesadísima carga de un
imperio tan vasto y tan fuertemente atacado.
La prodigiosa multitud de las guerras y el voluntarioso genio de los
soldados, que apetecían ver ásu frente emperadores y Césares, obliga
á multiplicarlos.
Mirado tambien el imperio como un bien hereditario , se multiplican
' naturalmente los emperadores , por la muchedumbre de los hijos de los
principes.
Marco Aurelio eligió á su hermano por su compañero en el imperio.
Severo hace emperadores á sus dos hijos. La urgencia de los negocios
obliga á Diocleciano á partir el Oriente y Occidente entre él y Maxi-
miano *, agravado cada uno de ellos del demasiado peso , se alivia de
él eligiendo dos cesares.
Con esta multitud de emperadores y Césares , se halla el estado opri
mido de un gasto escesivo , el cuerpo del imperio está ya desunido , y
las guerras civiles se multiplican.
77
306 TERCERA PARTE.
Constantino , hijo del emperador Constancio Cloro, reparte el impe
rio , como si fuese un bien hereditario , entre sus hijos : sigue la pos•-
teridad estos malos ejemplos y casi nunca se ve ya un emperador
solo.
La desidiosa flojedad de Honorio y de Valentiniano 111 , emperadores
de Occidente, causa una total ruina.
La Italia y Roma son diversas veces saqueadas, y se hacen despojo
de los bárbaros.
Todo el Occidente queda abandonado. Ocupan el Africa los vándalos :
á España los visogodos : á la Galia los francos : á la Gran Bretaña los
sajones : á Roma y tambien la Italia loshérulos, y despues los ostrogo
dos. Enciérranse en el Oriente los emperadores romanos ; y abandonan
lo demás hasta Roma é Italia.
Vuelve el imperio á tomar alguna forma en tiempo de Justiniano por
el valor de Belisario y de Narses. Roma tomada y recobrada frecuente
mente , queda en fin por los emperadores. Los sarracenos hechos po
derosos por la division de sus vecinos y por la negligencia de los em
peradores, les quitan la mayor parte del Oriente, y de tal modo les
atormentan por aquel lado , que no cuidan ya mas de la Italia. Los
lombardos ocupan las mas bellas y ricas provincias de ella. Roma, re
ducida al estremo por sus continuas invasiones , y dejada sin defensa
por sus emperadores, se ve precisada á echarse en los brazos de los
franceses. Pepino, rey de Francia, pasa los montes y reduce á los
lombardos. Carlo Magno despues de haber estinguido su dominacion ,
se hace coronar rey de Italia, donde sola su moderacion conserva algu
nos pequeños residuos á los sucesores de los Césares ; y en el año 800,
elegido emperador por los romanos , funda el nuevo imperio.
Ahora, serenísimo señor, será fácil á V. A el perfecto conocimiento
de las causas de la alta elevacion y de la caída de Roma.
V. A. ve que aquel estado fundado sobre la guerra , y así natural
mente dispuesto á dominar á sus vecinos , puso á todo el universo bajo
de su yugo , por haber levantado al mas alto punto la política y el ar
le militar.
V. A. halla las causas de las divisiones ó discordias de la república ,
y finalmente las de su caida , en los celos de sus ciudadanos y en el
estremado amor de la libertad , adelantado hasta un esceso y una de
licadeza insufrible.
Ya no tiene dificultad Y. A. en distinguir todos los tiempos de Roma,
ya quiera considerarla en sí misma, ya la coteje con los otros pueblos;
y V. A. ve las mutaciones que deben en cada tiempo ser consecuencia
de la disposicion de las cosas y de las causas.
En sí misma la ve V. A. al principio en un estado monárquico, es-
DE LOS IMPERIOS Y SU INSTABILIDAD. 307
tableenlo segun sus leyes primitivas : mas adelante , en el goce de su
libertad ; y en iin, sujeta otra vez al gobierno monárquico, pero por
fuerza y por violencia.
Fácil es á V. A. concebir de qué modo se formó el estado po
pular en consecuencia de los principios que tenía desde los tiempos
de los reyes; y no con menor evidencia halla V. A. como poco á po
co se establecían en la libertad los fundamentos de la nueva monar
quía.
Porque del mismo modo que ha visto V. A. el proyecto de la repú
blica , formado en la monarquía por Servilio Tulío, que dió como una
primera prueba de la libertad al pueblo romano , así ha observado que
la tiranía de Sila , aunque transeunte y breve , hizo ver que Roma , á
pesar de su fiereza , era tan capaz de sufrir el yugo como los pueblos
á quienes lo tenia puesto.
Para conocer lo que obraron sucesivamente aquellos celos furiosos
entre los órdenes, solamente debe V. A. distinguir los dos tiempos
que le he señalado espresamente : el uno , en que el pueblo estaba
contenido dentro de ciertos límites , por los peligros que por todas par
tes le cercaban ; y el otro en que no teniendo que temer por defuera ,
se abandonó sin reserva á su escesiva pasion dominante.
El carácter esencial de cada uno de estos dos tiempos , es , que en el
uno , el amor de la patria y de las leyes contenía los ánimos ; y en el
otro , todo se decidía por el interés y por la fuerza.
Seguíase tambien de eso, que en el primero de estos dos tiempos,
los generales , que aspiraban á los honores por medios legítimos, te
nían refrenados los soldados y afectos á la república ; y al contrario ,
en el otro , en que todo lo hacia la violencia, solo cuidaban de con-
temporizarles para atraerles á sus designios , á pesar de la autoridad
del senado.
En este último estado era ya en Roma inevitable la guerra ; y como
en ella nada pueden las leyes y cede todo á la fuerza , era preciso que
el mas fuerte quedase por señor , y por consiguiente que el imperio
volviese al poder de uno solo.
Y se disponían dé tal moda por sí mismas las cosas , digámoslo así,
que Polibio ' , quien vivió en el tiempo mas florido de la república,
previó por sola su disposicion , que el estado de Roma volvería por úl
timo á ser monárquico.
La razon de esta mudanza es , que la division entre los órdenes no
podía cesar entre los romanos , si solo por la autoridad de un señor
absoluto , y era fuera de esto tan amada la libertad , que no podía espe
rarse que voluntariamente la abandonasen. Era, pues, necesario irla
(t) Pol. vi. i. et seq. 41 et seq.
308 TERCERA PARTE.
debilitando poco á poco con pretestos especiosos , y facilitar de este
modo que pudiese ser arruinada con la fuerza abierta.
El engaño , segun Aristóteles 1 , babia de empezar lisonjeando al
pueblo, y ser naturalmente seguido de la violencia.
Pero era preciso que de aquí se cayese en otro inconveniente por el
poder de los soldados ; mal inevitable en aquel estado.
En efecto , habiendo aquella monarquía, que formaron los Césares ,
erigídose por las armas, debia forzosamente ser toda militar; y por eso
se estableció bajo el nombre de emperador : título propio y natural
del mando de los ejércitos.
De esto ha podido conocer V. A. que como la república tenia un de
fecto inevitable en los celos entre el pueblo y el senado , así la mo
narquía de los Césares tenia tambien el suyo en la estremada licencia
de los soldados, que habian sido autores de su elevacion.
Porque no era posible que la milicia , que habia mudado el gobierno
y establecido los emperadores , estuviese largo tiempo sin advertir que
ella era en efecto la árbitra del imperio.
Ahora puede V. A. juntar á los tiempos que acaba de observar , los
que le muestran el estado y la mudanza de la milicia: aquel en que es
tá sujeta y afecta al senado y al pueblo romano : aquel en que está en
tregada á la voluntad de sus generales: aquel en que se eleva al poder
absoluto , bajo el título militar de emperadores ; y aquel en que señora
en algun modo de los propios emperadores que creaba , los hacia y
deshacía á su fantasía arbitraria. De allí nació la relajacion ; de allí las
sediciones y las guerras que V. A. ha visto ; de allí , en fin , la ruina
de la milicia con la del imperio.
Tales son los tiempos memorables que nos muestran las mudanzas del
estado de Roma , considerada en si misma. Y los que nos hacen cono
cerla cotejándola con los demás pueblos , no son menos fáciles de dis
cernir.
Hay tiempo en que guerrea contra sus iguales con peligro , el cual
dura poco mas de 600 años , y acaba con la ruina de los galos en Italia
y del imperio de los cartaginenses.
Hay aquel en que pelea siempre mas fuerte y sin riesgo, por gran
des que sean las guerras que emprende ; y este dura 200 años, y llega
basta el establecimiento del imperio de los Césares.
Hay aquel en que conserva su imperio y majestad, que dura 400 años,
y fenece en el reinado de Teodosio el grande.
Aquel en fin en que su imperio descabalado por todos lados, cae po
co á poco. Este estado , que tambien dura 400 años , empieza en los
hijos de Teodosio y acaba por último en Carlo Magno.
(1) POl. V. 4.
DE LOS IMPERIOS Y SU INSTABILIDAD. 300
No ignoro, serenísimo señor, que podrían añadirse á las causas de
la ruina de Roma muchos incidentes particulares. Los rigores de los
acreedores contra sus deudores escitaron grandes y frecuentes revolu
ciones. La prodigiosa cantidad de gladiatores y de esclavos , de que
Roma é Italia estaban escesivamente cargadas, causaron espantosas vio
lencias y aun guerras sangrientas. Roma exhausta por tantas güeñas
civiles y estranjeras , se hizo tantos nuevos ciudadanos por negociacion
ó por razon , que apenas podía conocerse á sí misma entre tantos es-
tranjeros que habia naturalizado. Llenábase el senado de bárbaros : la
sangre romana se mezclaba con la suya: el amor de la patria, á cuyo
impulso habia Roma elevádose sobre todos los pueblos del mundo, no
era natural á aquellos ciudadanos forasteros; y enfriábase el de los otros
con su mezcla. Multiplicábanse las parcialidades con aquella prodigio
sa multitud de ciudadanos nuevos; y los espíritus inquietos hallaban en
ellas nuevos medios de escitar turbaciones y practicar sus intentos.
Aumentábase con esto sin fin el número de los pobres por el lujo ,
por los desórdenes y por la holgazanería que se introducia. Los que se
veian arruinados , no hallaban remedio sino en las sediciones , dándoles
poco cuidado que en cualquiera caso pereciese todo despues de ellos. V. A.
sabe' lo que causó la conjuracion de Catilina. Los grandes ambiciosos ,
y los pobres que nada tienen que perder, aman siempre la novedad.
Estas dos especies de ciudadanos prevalecían en Roma; y siendo el mas
débil el orden mediano, que sirve de tenerlo todo en equilibrio en los
estados populares , era preciso que la república cayese.
Puédese tambien juntar á esto el humor y genio particular de los que
causaron las grandes inquietudes , quiero decir, de los Gracos, de Ma
rio , de Sila , de Pompeyo , de Julio César , de Antonio y de Augusto.
De esto algo tengo ya notado ; pero principalmente me he aplicado á
descubrir á V. A. las causas universales y la raíz verdadera del mal ;
esto es, aquellos celos furiosos ó malignas envidias entre los dos órdenes,
cuyas consecuencias todas le era importante considerar.
CAPITULO VIH.
FIN.
ÍNDICE
Pég.
Prólogo 1
Dedicatoria al serenísimo señor delfín.— Designio é intento gene
ral de la obra 3