Buen Trato en Epa
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Buen Trato en Epa
de Educación
Parvularia
Orientaciones para el
Buen Trato en
Educación Parvularia
Hacia una práctica bientratante
y protectora.
Orientaciones para el
Buen Trato en
Educación Parvularia
Hacia una práctica bientratante
y protectora.
www.mineduc.cl
Marzo 2018
4 Orientaciones para el Buen Trato en Educación Parvularia
Índice de Contenidos
PRESENTACIÓN 7
IV. REFERENCIAS 38
El aprendizaje y desarrollo integral de los niños y niñas requiere de oportunidades que posibiliten la
expresión, indagación, observación y exploración. Uno de los primeros espacios que ellas y ellos junto
a sus familias encuentran durante sus primeros años de vida son los establecimientos de Educación
Parvularia. Esta instancia, resulta privilegiada para fomentar el respeto por otros y otras, la valoración
de la diversidad, la vinculación con las familias y la comunidad, y el ejercicio de una ciudadanía activa
desde la primera infancia.
De esta manera, se pone a disposición de los equipos pedagógicos una serie de documentos, cuyo
objetivo es contribuir a la reflexión en diversas materias que impactan en la vida de los niños y niñas,
apuntando a generar condiciones de equidad de oportunidades.
La Educación Parvularia constituye el primer nivel de la trayectoria educativa, y tiene como objetivo
favorecer el aprendizaje y desarrollo integral de niños y desde su nacimiento hasta su edad de ingreso a
la Educación Básica, promoviendo el desarrollo de relaciones y prácticas pedagógicas fundamentadas en
el respeto, la confianza y la inclusión; valorando y acogiendo a cada niño y niña en su singularidad.
En ese contexto, es necesario que se garantice el reconocimiento de niños y niñas como sujetos plenos
de derecho, resguardando permanentemente su bienestar y desarrollo integral, favoreciendo el ejercicio
protagónico y activo en sus aprendizajes. Los establecimientos de Educación Parvularia deben actuar
y asumir su responsabilidad como garantes de derecho de niños y niñas, respetando, protegiendo y
cuidando que se cumplan y puedan realmente ser ejercidos por ellos y ellas.
Bajo esta consideración, queda de manifiesto que la Educación Parvularia asume un gran desafío: su
quehacer trasciende los aspectos formativos, e implica, necesariamente, reconocer a niños y niñas en
cuanto sujetos de derecho integrales, que requieren para su óptimo desarrollo, convivir en espacios
afectuosos, atractivos y respetuosos de su dignidad. Se espera que los establecimientos promuevan
la participación de los párvulos, ofreciendo relaciones y contextos caracterizados por el buen trato,
asumiendo que éste es un elemento central para una educación de calidad, integral e inclusiva.
Las orientaciones que se presentan en este documento, se sustentan en cuatro principios fundamentales
que emanan de la Convención Internacional de los Derechos del Niño, tratado de derechos humanos que
establece obligaciones para los Estados y para diversos agentes como familias, profesionales de la salud,
profesionales de la educación, jueces, entre otros.
Todas las decisiones que afecten a niños y niñas deben tomarse situándolos
Interés superior del niño en el centro, resguardando su bienestar y considerando lo que sea mejor
para ellos y ellas.
Niños y niñas tienen derecho a expresar sus opiniones y a que éstas sean
Participación consideradas, cuando se tome una decisión que los y las afecte. Siempre en
coherencia con su nivel de desarrollo.
Derecho a la vida,
Niños y niñas tienen derecho a desarrollarse y vivir en condiciones
supervivencia y
saludables, para lo cual los Estados deben maximizar sus esfuerzos.
desarrollo
Los derechos son para todos los niños y niñas, sin distinción por raza,
No discriminación religión, creencias, familia de origen, género o discapacidad. Nada justifica
el trato desigual.
Una característica esencial de los primeros seis años de vida, es la dependencia y la necesidad de niños y
niñas de tener a otros y otras que colaboren en la satisfacción de sus necesidades; la vida de los párvulos
y su desarrollo dependen, en gran parte, de las competencias de los adultos significativos y del aporte
del sistema social del que son parte. La mayor dependencia y vulnerabilidad propia de la primera infancia
exigen que las relaciones de buen trato sean un elemento que necesariamente tendrá que considerarse
en el desarrollo de una Educación Parvularia integral, respetuosa y de calidad.
Ser sujeto de buen trato en la primera infancia implica necesariamente que los adultos a cargo indiquen
y respondan de manera pertinente y efectiva a las necesidades básicas de niños y niñas, incluyendo entre
éstas aquellas relacionadas con la alimentación, cuidado, salud, atención y afecto. Se requiere de adultos
disponibles, sensibles y atentos a sus necesidades. Una respuesta empática, oportuna y amorosa impacta
de manera positiva en el aprendizaje y desarrollo integral de los párvulos y promueve la generación de
relaciones afectivas y seguras, de manera que va estableciendo un círculo virtuoso.
Niños y niñas, desde el nacimiento hasta los seis años, transitan un periodo de rápido crecimiento y
cambios, debido a múltiples factores que potencian y facilitan el desarrollo, los cuales dependen en
gran medida de variables dependientes del contexto. De manera creciente se desarrolla la movilidad, la
capacidad de comunicación y las aptitudes cognitivas y socio afectivas.
El buen trato en Educación Parvularia está relacionado con la promoción del bienestar en las relaciones;
reconociendo en la interacción las necesidades personales, así como las de los sujetos con los que se
interactúa.
Los equipos educativos deben ser capaces de generar las condiciones para que niños y niñas aprendan
y se desarrollen en espacios que acogen sus necesidades, sus características y las respetan. A su vez,
significa que son capaces de activar los recursos necesarios cuando un niño o niña está siendo vulnerado
en alguno de sus derechos, es decir, cuando por acción u omisión los adultos transgreden la dignidad, el
bienestar físico, emocional, sexual o psicológico.
Para lo anterior, es requisito conocer cuáles son los derechos de los niños y niñas, además de involucrar a
toda la comunidad educativa; compartiendo sentidos, saberes y recursos que contribuyan a su bienestar
integral.
Los equipos educativos de los establecimientos, es decir los adultos que los constituyen, no pueden por
sí solos ejercer como garantes exclusivos de todos los derechos de los niños y niñas, pero sí tienen el
deber de generar y movilizar todos los recursos necesarios para que el buen trato, entendido como un
derecho, sea resguardado.
La construcción de una cultura basada en el buen trato en Educación Parvularia debe avanzar hacia un
enfoque inclusivo y de derechos en la que se conoce y reconoce a todos y todas desde su trayectoria
vital, su contexto socio-cultural y familiar, sus intereses y necesidades, valorando la diversidad existente
en la comunidad educativa.
La interacción de los párvulos con un medio ambiente enriquecido y bien tratante favorece el desarrollo
cerebral; y en el largo plazo, las experiencias tempranas van modulando un sistema nervioso altamente
receptivo y con gran plasticidad. Así, relaciones afectivas de cuidado, protección y estimulación adecuada,
tendrán un impacto positivo en el desarrollo de niños y niñas.
Cuando esto no ocurre, existe un enorme riesgo de daños de las diferentes funciones mentales necesarias
para asegurar el aprendizaje, una adaptación sana al entorno, y para entablar relaciones interpersonales
afectivas basadas en el respeto y la reciprocidad.
La capacidad para comunicarse e interactuar con otros y establecer relaciones saludables durante
toda la vida también es impactada por el maltrato. Se han observado repercusiones en las capacidades
relacionales, de apego y autonomía, así como sintomatología asociada a alteraciones del ciclo sueño-
vigilia, pérdida del control de esfínteres, deficiencias psicomotoras y trastornos psicosomáticos.
A pesar de esta evidencia, los malos tratos son hoy una realidad que afecta a los niños y niñas de Chile.
Según cifras de UNICEF, el 71% de los niños, niñas y adolescentes señala que ha recibido algún tipo de
maltrato. De estos, el 51,5% refiere ser víctima de violencia física y un 25% de violencia física grave.
Estos datos revelan que el maltrato no es una conducta poco frecuente, sino todo lo contrario dado que
tres de cada cuatro niños, niñas y adolescentes la experimentan.
En el contexto de los establecimientos de Educación Parvularia, habrá que activar los dispositivos
necesarios, pero también se requerirá que las personas que están en contacto directo con los párvulos,
generen relaciones de afecto, sensibilidad y empatía; tanto para contribuir a la reparación, como para
promover en niños y niñas, víctimas de maltrato, que aprendan a expresar afecto sin temor y a leer las
señales de los otros poniéndose en su lugar.
Como garantes de derecho, los miembros de los equipos de los establecimientos de Educación Parvularia,
tienen un papel fundamental en la intervención oportuna ante una vulneración. Sin embargo, su rol no se
agota en esta acción, antes de interrumpir es fundamental prevenir el maltrato y promover los buenos
tratos. Para esta tarea se requiere generar climas bien tratantes, orientados a que todos los miembros
de una comunidad educativa, en especial los niños y las niñas, cultiven la confianza en sus propias
potencialidades, en sus pares, en la comunidad educativa y en sus familias.
Las comunidades educativas que basan su acción en el buen trato, pueden transformar las trayectorias
vitales de niños y niñas que han sido maltratados, convirtiéndose en adultos significativos disponibles
para influir positivamente en el desarrollo de niños y niñas, ofreciendo vínculos afectivos seguros, fiables,
estables y continuos.
Cabe señalar que en los últimos cuatro años el Estado ha desarrollado instancias y acciones encaminadas
a fortalecer el sistema de protección y los espacios para el ejercicio de derechos de niños y niñas. Ejemplo
de esto es la promulgación de la Ley que crea la Defensoría de los Derechos de la Niñez y la Ley N°21.013
que tipifica el maltrato, relevando que este tipo de conductas no son solo aquellas que dejan huellas
visibles en el cuerpo.
Es importante conocer estas normativas, para dar cumplimiento a lo que se exige, y también porque
son herramientas a la hora de resguardar los derechos de los niños y niñas, que pueden facilitar la
comprensión de lo que se debe hacer ante situaciones de alta complejidad.
Código Civil
Concreta el principio de interés superior del niño y niña en materia de familia, señalando que la
preocupación fundamental de los padres es el interés superior del hijo, para lo cual procurarán su
Código Penal
Versa sobre figuras específicas en relación con la integridad de niños y niñas: sustracción de menores,
abandono, y delitos que atentan contra la indemnidad sexual; distinguiendo si la víctima es menor o
mayor a catorce años. Además, contempla una serie de inhabilidades para trabajar con niños y niñas,
que afectan a quienes hayan sido condenados por delitos en contra de ellos y ellas.
DFL N° 2, que fija el texto refundido, coordinado y sistematizado de la Ley N° 20.370, Ley General
de Educación
La Ley General de Educación (LGE) consagra una serie de principios que propenden al buen trato, tales
como la inclusión, la interculturalidad, la participación y la equidad en el sistema educativo. Todos
contribuyen a establecer relaciones bien tratantes, considerando a toda la comunidad educativa.
Esta ley establece que uno de los fines de la Educación Parvularia es promover entre niños y adultos
relaciones armoniosas, en las que se desarrollen vínculos de confianza, afecto, colaboración y
pertenencia.
La LGE, en su artículo 9, entiende como comunidad educativa a una agrupación de personas que,
inspiradas en un propósito común, integran una institución educativa. Al mismo tiempo, les otorga una
serie de derechos y deberes:
b. Los niños y niñas tendrán derecho a que se respete su opinión, y a que se resguarde su integridad
física y síquica.
c. Los padres, madres y apoderados tienen derecho a asociarse libremente, con la finalidad de
lograr una mejor educación de sus hijos.
e. Son deberes de los asistentes de la educación ejercer su función en forma idónea y responsable;
respetar las normas del establecimiento en que se desempeñan, y brindar un trato respetuoso
a los demás miembros de la comunidad educativa.
g. Los profesionales de la educación deben tener un trato respetuoso hacia sus alumnos, sin
discriminación arbitraria. Además, deben respetar las normas establecidas en el reglamento
interno del establecimiento.
También regula lo referente a convivencia escolar, establecida en el artículo 16, y definida como: “la
coexistencia armónica de los miembros de la comunidad educativa, que supone una interrelación
positiva entre ellos y permite el adecuado cumplimiento de los objetivos educativos en un clima que
propicia el desarrollo integral de los estudiantes.”
La LGE le otorga especial importancia a la vulneración de derechos, ya sea física o psíquica. En el caso
que sea ocasionada por un adulto de la comunidad educativa, el Reglamento Interno dispondrá las
sanciones y medidas correctivas, disciplinarias y pedagógicas en contra del agresor.
Es obligatorio contar con un reglamento interno, el cual deberá incorporar protocolos de actuación y
diversas conductas que constituyan falta a la buena convivencia en los establecimientos educacionales,
graduándolas según su menor o mayor gravedad.
Finalmente, los establecimientos deberán contar con un encargado de convivencia escolar, que será
responsable de la implementación de las medidas que determinen el Consejo Escolar o el Comité de
Buena Convivencia Escolar, según corresponda, y que deberán constar en un plan de gestión.
Vulneración de derechos (o maltrato hacia niños y niñas): toda acción u omisión que transgrede los
derechos de niños y niñas; impidiendo la satisfacción de las necesidades físicas, sociales, emocionales
y cognitivas, y en el efectivo ejercicio de sus derechos. En este documento se distinguen cuatro
categorías fundamentales: maltrato físico, psicológico, negligencia y abuso sexual. (ONU, 1990; UNICEF,
2015)
Garantes de derechos: se refiere a aquellas entidades que deben garantizar los derechos de niños y
niñas, convirtiéndose en sujetos de obligación. El principal garante es el Estado, sin embargo, se asume
que esta obligación también compete a todas las instituciones, entre ellas las educativas, que están
habilitadas para generar condiciones en pos de proteger, promover y realizar los derechos de niños y
niñas (INDH, 2012, ONU, 1990)
Interés superior del niño: consideración primordial en todas las medidas concernientes a los niños
y las niñas. Durante la infancia, los párvulos dependen de autoridades responsables, que evalúan y
representan sus derechos y sus necesidades en relación con decisiones y medidas que afecten a su
bienestar, teniendo en cuenta al hacerlo sus opiniones y capacidades en desarrollo (ONU, 1990; ONU,
2013)
Sujetos de derechos: niños y niñas son beneficiarios de todos los derechos enunciados en la Convención
Internacional de Derechos del Niños. Ello implica reconocer que, desde la primera infancia, los párvulos
son agentes sociales, titulares de derechos, y para ejercerlos deben contar con apoyo y orientación.
(ONU, 1990; ONU, 2006).
Factores de riesgo: variables, situaciones o entornos que aumentan la probabilidad de que se presenten
situaciones no deseadas, como el maltrato infantil (MINEDUC & UNICEF, 2011; MINSAL, 2013)
Factores protectores: variables, situaciones o entornos que disminuyen la probabilidad de que
se presenten situaciones indeseadas, y que pueden disminuir las consecuencias de situaciones
desfavorables (Mineduc & UNICEF, 2011; MINSAL, 2013).
Comunidad educativa: agrupación de personas que, inspiradas en un propósito común, integran una
institución educativa. El objetivo grupal es contribuir a la formación y logro de aprendizajes de todos
los niños y niñas que son miembros de ésta (Ley N° 20.370).
El buen trato hacia la primera infancia implica el desarrollo de relaciones en las que los adultos se
vinculan afectivamente a partir de una interacción positiva con niños y niñas; proporcionando cuidado y
protección; visibilizando sus necesidades y sus particularidades; reconociendo a cada niño y niña como
un legítimo otro y sujeto de derechos.
En Educación Parvularia, la promoción del buen trato considera no sólo a niños y niñas, y el trato de los
adultos hacia ellos, sino también a los adultos que se vinculan con ellos, y la relación entre esos adultos.
Es decir, es fundamental considerar a toda la comunidad educativa en el desafío de contar con prácticas
y relaciones humanas bien tratantes.
A continuación, se describen las condiciones mínimas que se requieren para iniciar la ruta hacia el buen
trato, así como estrategias para establecer relaciones bien tratantes entre los diversos miembros de la
comunidad educativa.
Se espera que estas orientaciones sean elementos iluminadores, no constituyendo herramientas únicas
y suficientes, pues se espera que cada establecimiento construya y desarrolle acciones pertinentes en
función de sus particularidades y principios que le identifiquen como unidad educativa.
En primer lugar, los adultos que constituyen los equipos de los establecimientos de Educación Parvularia
deben, permanentemente, buscar y desarrollar estrategias destinadas a visibilizar y considerar las
opiniones y necesidades de niños y niñas.
Es fundamental relevar la voz de los párvulos, escuchando sus comentarios, opiniones, emociones e
informaciones, demostrándoles que sus intereses se toman en cuenta para el desarrollo del proceso
educativo.
En segundo lugar, se debe resguardar que cada niño y niña cuente con los cuidados que aseguren su
supervivencia y bienestar en las áreas de alimentación y salud.
En cuanto a la alimentación, se espera que los adultos generen las condiciones para que cada niño y niña
reciba una alimentación suficiente y de calidad de acuerdo a sus necesidades nutricionales según edad
Respecto de la salud, se espera que los establecimientos educacionales cuenten con condiciones óptimas
de saneamiento en los espacios, así como que desarrollen procesos de higiene personal, respetuosos de
niños y niñas. En cuanto a los alimentos, se espera que esta sea ejecutada resguardando estándares
de calidad que garanticen una manipulación y preparación pertinentes para la edad y desarrollo de los
párvulos.
En tercer lugar, se considera como condición mínima contar con espacios físicos que resguarden la
seguridad de niñas y niños, evitando elementos que puedan poner en riesgo la seguridad de los párvulos.
Para esto, los materiales y el equipamiento con los que se relacionan niñas y niños en los diferentes
espacios educativos, deben considerar las características y necesidades propias de la edad de los
párvulos y sus necesidades.
Algunos elementos que resultan relevantes de tener en cuenta son: iluminación, ventilación y temperatura
de aulas y baños, altura de enchufes y elementos riesgosos, salidas de emergencia, planes de evacuación,
materiales no tóxicos, entre otros, los cuales se encuentran regulados en las normativas establecidas
para el reconocimiento oficial y autorización de funcionamiento para establecimiento de Educación
Parvularia.
2.2.2. Orientaciones para generar relaciones bien tratantes entre el equipo del establecimiento
y las familias1
En una cultura basada en el buen trato se promueve el rol educativo de los cuidadores y familia
reflexionando con ellos sobre sus saberes y prácticas de crianza. Se espera que los equipos pedagógicos
generen alianzas significativas con las familias, apoyándolas en su rol de primera educadora.
Es fundamental que se establezcan líneas de trabajo en común y se potencie el esfuerzo educativo que
equipos, familias y adultos significativos realizan en pos del desarrollo integral de niños y niñas. En el
trabajo con las familias, resulta fundamental centrarse en las fortalezas y recursos de éstas, de manera
de potenciar estos aspectos y no basar las acciones únicamente en las debilidades.
Para cumplir con la tarea descrita, se han identificado las siguientes estrategias:
1. Como familia se considera también a adultos significativos que estén a cargo del niño, independiente de si son familiares sanguíneos.
Si bien la Educación Parvularia ha avanzado en la naturalización de las relaciones bien tratantes, hoy
es fundamental revisar lo hecho hasta el momento. Las formas diversas de familias, la sexualidad en la
primera infancia, niños y niñas migrantes, niños y niñas pertenecientes a pueblos originarios, los múltiples
estilos de alimentación, las diversas religiones, el desafío de la inclusión de niños y niñas con necesidades
educativas especiales, y la certeza de que cada párvulo es un mundo en sí mismo, son realidades que
exigen repensar las prácticas desarrolladas y las formas de relacionarse, para así continuar en el camino
hacia una Educación Parvularia de calidad.
El contexto social actual, los fenómenos emergentes, los nuevos temas, y los temas no tan nuevos, pero
recientemente en posición de ser repensados, interpelan a la Educación Parvularia y le piden reconocer,
valorar y construir nuevas formas para incorporar la diversidad en sus prácticas cotidianas.
Para favorecer las relaciones bien tratantes entre los equipos pedagógicos y los párvulos, se sugiere:
Reconocer que todos los niños y niñas son distintos y singulares; sin embargo, todos y todas tienen los
mismos derechos.
Identificar características de los párvulos, reconociendo aquellos con los que resulta más complejo
vincularse. Este ejercicio permite transformar prácticas que generan diferencias en el trato hacia niños
y niñas.
Desarrollar experiencias que promuevan espacios para conocer a cada uno de los párvulos con los que
interactúa cotidianamente.
Generar oportunidades educativas inclusivas rescatando y respetando la diversidad. desde la diversidad.
Atender las características, intereses y necesidades educativas especiales, los talentos individuales e
intereses de todos los niños y niñas.
Considerar experiencias que respondan oportunamente a los intereses y necesidades de los niños y
niñas, siendo pertinentes a su trayectoria y contexto.
Respetar la expresión de emociones de niños y niñas, generando un ambiente seguro y contenedor.
Un espacio en que el adulto cumple el rol de acompañar al párvulo en la regulación de sus emociones.
Planificar experiencias con los niños y niñas, enfatizando su rol protagónico y de sujeto de derechos.
Reconocer el error como oportunidad de aprendizaje y crecimiento, por lo tanto, la falta no se castiga,
sino que se resignifica.
Cabe señalar que en los últimos cuatro años el Estado ha desarrollado instancias y acciones encaminadas
a fortalecer el sistema de protección y los espacios para el ejercicio de derechos de niños y niñas. Ejemplo
de esto es la promulgación de la Ley que crea la Defensoría de los Derechos de la Niñez y la Ley N°21.013
que tipifica el maltrato, relevando que este tipo de conductas no son solo aquellas que dejan huellas
visibles en el cuerpo. Estos avances implican reconocer que el buen trato y el resguardo de derechos de
niños y niñas, es un asunto que no es exclusivo de las familias sino que, en sinergia con ellas, el Estado en
su conjunto, las comunidades y los espacios educativos son responsables de que los párvulos vivan en
condiciones de buen trato.
En cada comunidad se pueden encontrar distintos actores o redes de apoyo, con las que es posible
construir alianzas importantes en beneficio de niños y niñas, constituyéndose posteriormente en un
apoyo para los establecimientos. Es importante que la comunidad educativa en su conjunto identifique
quiénes son estos actores y genere estrategias para desarrollar un vínculo con ellos.
En cada territorio se encuentran diversos actores importantes, tales como, instituciones, organizaciones
sociales o personas claves de la comunidad como, dirigentes de Juntas de Vecinos, de Grupos de Scouts,
Centros Culturales u otras organizaciones que también pueden comprometerse con el bienestar de niños
y niñas. Estos actores, que muchas veces cuentan con información o vínculos que pueden contribuir
al pleno ejercicio de derechos de niños y niñas, facilitando por ejemplo el acceso a programas que se
A continuación de describen algunas redes territoriales que pueden ser útiles en la promoción del buen
trato y la prevención de las vulneraciones de derechos de niños y niñas
Residencias de Protección
Cuando niños y niñas han sufrido vulneraciones graves de derechos y no se cuenta con un adulto
responsable que pueda otorgarles protección, un Juez puede ordenar como medida temporal, su
ingreso a una residencia de protección mientras un equipo psicosocial identifica un adulto que pueda
tener su cuidado o la familia supera la situación que generó la vulneración. El trabajo con la familia
puede ser realizado en conjunto con un programa ambulatorios.
Cuando un párvulo ingresa a un establecimiento educacional es importante establecer una
comunicación fluida con la residencia que permita dar cuenta de cómo se encuentra el niño o niña,
configurándose como un aliado tanto para la residencia como para los adultos que vayan a tener el
cuidado personal del párvulo.
El Juez puede solicitar al establecimiento que entregue un informe con respecto a la situación del
párvulo. La información aportada será un insumo que se utilizará para lo toma de decisiones respecto
del niño o niña, por lo que es fundamental el equipo esté atento y registre lo que observa en el niño.
En un protocolo de estas características se consideran las acciones mínimas que deben ejecutar tanto
sostenedores, directivos y equipos pedagógicos. También se alude a los momentos en que cada una
de esas acciones debe desplegarse, así como los actores responsables, el vínculo con las familias, o
adultos significativos, y la relación con niños y niñas. Todo protocolo debe basarse en los principios de
interés superior del niño, derecho a la vida, supervivencia y desarrollo, no discriminación y derecho a ser
escuchado.
El rol de los establecimientos educacionales es actuar oportunamente para proteger al niño o niña,
denunciar el hecho y/o realizar la derivación pertinente.
Los establecimientos educacionales no realizan investigaciones, no definen culpables, ni recopilan
evidencia. Para tales funciones existen organismos especializados a los cuales el establecimiento
puede acudir, y en el caso particular de estar en conocimiento de una situación que tiene características
de delito debe realizar la denuncia, tal como señala el artículo 175 del Código Procesal Penal. Cabe
señalar que, a la fecha, se está promulgando una nueva ley que tipifica el maltrato relevante y el trato
degradante en contra de niños y niñas, razón por la cual, quedará la obligación de denunciar cuando
ocurra este nuevo delito.
No toda vulneración implica un delito. Esto quiere decir que hay vulneraciones que no serán penadas
por la ley, pero que sin embargo generan impacto en el bienestar y desarrollo integral de niños y niñas
y deben ser interrumpidas.
Para que el protocolo sea construido considerando los elementos mínimos requeridos y respondiendo
A continuación, se presentan los principales elementos que es necesario conocer para construir
un protocolo de acción, además de los procesos fundamentales que este debe contener para que
efectivamente sea un instrumento útil y orientado a la protección de derechos de niños y niñas.
TIPOLOGÍAS DE VULNERACIÓN
(Arón y Machuca, 2002; Mineduc, 2011; Mineduc, 2013; ONU, 2011; ONU, 2015)
Se refiere a aquellas situaciones que se caracterizan por el descuido o no
atención de las necesidades físicas y emocionales de niños y niñas, cuando los
adultos responsables tienen los conocimientos y medios para satisfacerlas. Se
caracteriza por ser un tipo de vulneración por omisión, es decir, porque el párvulo
Negligencia
no recibe lo mínimo necesario para su sobrevivencia y bienestar, por ejemplo,
falta de alimentación, inasistencia a controles médicos, descuidos en la higiene,
incumplimiento de tratamientos médicos, múltiples accidentes por descuido,
entre otros
Conductas dirigidas a causar temor, intimidar, controlar la conducta. Puede implicar
hostigamiento verbal que se observa como insultos, críticas, descalificaciones,
Maltrato
amenazas, rechazo implícito o explícito. El hostigamiento basado en la
Psicológico
discriminación por raza, religión, sexo, género, entre otros, también se considera
maltrato psicológico, así como ser testigo de violencia intrafamiliar.
Las vulneraciones en la esfera de la sexualidad implican cualquier actividad con
un niño o una niña en la que se establece una relación de poder sobre el párvulo,
y en la que por su nivel de desarrollo no puede dar el consentimiento. Considera
tocaciones o besos con connotación sexual; simulación de acto sexual; exhibir o
registrar material pornográfico y violación.
Abuso Sexual
Cabe señalar que no todas las vulneraciones en el área de la sexualidad son
constitutivas de delito. Especial consideración se debe tener cuando la situación
se da entre niños y niñas, hecho que no es delito si los involucrados son menores
de 14 años, sin embargo, implica de todos modos una vulneración de la sexualidad.
Cualquier acción, no accidental, por parte de los adultos a cargo que provoque
daño físico, visible o no, al niño o la niña. Puede tratarse de un castigo único o
repetido y su magnitud puede ser leve, moderado o grave.
Maltrato Físico
Cabe señalar que no todo maltrato física generará una lesión corporal sin embargo
de todos modos constituirá una vulneración que debe ser interrumpida. En el caso
de que existan lesiones, situación que determinan los centros de salud, se estará
frente a un delito y por lo tanto debe realizarse una denuncia.
Los indicadores implican un signo de alerta que se debe tener en cuenta, teniendo claro que cuando se presentan
de manera aislada y de forma puntual no determinan necesariamente un indicador específico de maltrato, pero
es una alerta de que se requiere de evaluación y de toma acciones oportunas.
No todos los adultos a cargo del cuidado del niño o de la niña tiene una intención de omitir su
responsabilidad, por ello es necesario identificar la existencia de varios factores de contexto
que generan condiciones de riesgo que impactan en el bienestar de los niños y niñas, por
ejemplo, una situación de duelo reciente, depresión post parto, rupturas familiares, entre
otras. Estas situaciones son una oportunidad para intervenir tempranamente con aquellos
adultos, ofreciendo ayuda y apoyo, como en otros casos derivación vincular a redes para
fortalecer sus competencias y atender sus necesidades.
Área Física: escasa higiene y presenta episodios permanentes con falta de higiene vulnerando
su salud, vestimenta inadecuada al estado del tiempo, repetidos accidentes domésticos por
la falta de supervisión del adulto a cargo, necesidades médicas no atendidas: heridas sin
curar o infectadas o ausencia del control y cuidados médicos rutinarios, intoxicación por
ingesta de productos tóxicos.
Área Física: trastorno de las funciones relacionadas con la alimentación, sueño y regulación
de los esfínteres, autoagresiones, baja en el peso o en la talla, síntomas físicos como vómitos,
cefaleas, dolores abdominales, sin ser atribuible a una enfermedad especifica
acuerdo a su edad, pasivo, nada exigente o, por el contrario, es agresivo, muy exigente o
rabioso; cambios en la necesidad de atención, requiriendo de mayor atención a los adultos,
extrema falta de confianza en sí mismo, se auto descalifica o descalifica a sus pares y
adultos, relato agresiones verbales por parte de un adulto, se muestra triste o angustiado.
A contar del año, el niño o la niña no reconoce ni responde a su nombre, no reconoce cuando
llaman a su principal cuidador y no lo busca.
El criterio más importante para configurar una sospecha de abuso sexual infantil es el relato
parcial o total que es dado por un niño o niña a un tercero, que da cuenta de algún hecho
que se configura de connotación sexual.
En la etapa de la primera infancia los niños y niñas presentan conductas en el área sexual
que son indicativas de un desarrollo normal, tales como la autoestimulación de su zona
genital, exhibición de los genitales a otros niños y niñas, juegos de exploración sexual y
preguntas sobre asuntos sexuales, entre otros, sin conocimiento sexual precoz asociado
a la sexualidad adulta. Es relevante, por tanto, diferenciar una conducta exploratoria que
satisface el autoconocimiento y la curiosidad natural de niños y niñas, de una conducta
sexual no esperada para la edad.
Abuso Sexual
Área Física: quejas de dolor, picazón o heridas en la zona genital o anal, dificultades para
caminar o sentarse, contusiones, erosiones o sangrado en los genitales externos, irritación
en zona genital o anal, hematomas alrededor del ano, dilatación y desgarros anales, ropa
interior rasgada, manchada y/o ensangrentada, sangramiento y/o presencia de secreciones
al orinar, infecciones urinarias a repetición, signos de enfermedades de transmisión sexual
en genitales, ano, boca (herpes, gonorrea, entre otras), pérdida de control de esfínter (cuando
ya se ha logrado, el párvulo se orina o defeca), presencia de síntomas físicos repentinos sin
explicación médica.
Área Conductual y/o emocional: Cambios bruscos de humor, culpa o vergüenza extrema,
aparición de temores repentinos, miedo a estar solo, a alguna persona o género en especial
(por lo general adultos), rechazo a alguien en forma repentina, rechazo a las caricias y/o a
cualquier tipo contacto físico, conducta de auto estimulación compulsiva y frecuente, actitud
erotizada en las relaciones y con objetos no sexuales, involucra a niños y niñas en juegos
sexuales no esperados para la edad, conocimiento sexual precoz, utilizando un lenguaje y/o
comportamiento que denotan el manejo detallado y específico de conductas sexuales de los
adultos, por ejemplo habla excesivamente sobre actos sexuales, imita conductas sexuales
adultas, contacto oral con genitales de un compañero, besos en la boca con introducción
de lengua, resistencia a desnudarse y bañarse y/o a ser mudado., resistencia a estar con
un adulto en particular o en un lugar específico (casa o establecimiento educacional),
trastornos del sueño (pesadillas, terrores nocturnos) y/alimentación, aislamiento.
Área Física: lesiones en la piel como magulladuras o moretones variables en distintas partes
del cuerpo (rostro, labios o boca, en zonas extensas de torso, espalda, nalgas o muslos) y en
diferentes fases de cicatrización; sin explicación del origen de éstas, aparición repentina
Maltrato físico
de derrames en los ojos, lesiones abdominales, hinchazón del abdomen, dolor localizado,
vómitos constantes sin explicación médica de su presencia, rasguños, quemaduras, fracturas,
quebraduras, alopecia por arrancamiento del cabello, cortes, heridas o raspaduras, señales
de mordeduras humanas, intoxicaciones recurrentes por tóxicos desconocidos o por sobre
medicación.
Área Conductual y/o emocional: quejas de dolor corporal, relatos de agresiones físicas
por parte del niño o niña, alteraciones del sueño o de la alimentación, se altera o afecta
cuando otros niños o niñas lloran, demuestra miedo a sus adultos responsables o a volver
a su casa, demuestra temor y cauteloso en el contacto físico con adultos, cambios bruscos
de conducta (por ejemplo, de introvertido y pasivo se comporta inquieto y agresivo, de
conversador y extrovertido se comporta retraído, solitario y silencioso)
Intrafamiliar: la vulneración es realizada por una persona que sea parte del
núcleo familiar del niño o niña. No es necesario que exista vínculo sanguíneo, sino
que el párvulo signifique a esa persona como parte de su familia.
El adulto que detecta, o a quien el niño o niña le devela alguna situación de posible vulneración
de derechos, debe manejar la información con reserva, entregándola sólo a quien se haya
definido en el protocolo.
Se espera que el adulto que detecta y/o recibe el relato otorgue el primer apoyo al niño o
niña, lo que consiste en creer lo que cuenta, acogerle afectivamente, verbalizándole que se
requerirá del apoyo necesario para detener la situación que le afecta.
b. Actuación
En esta fase se implementan todas las acciones necesarias para la interrupción oportuna de la posible
vulneración. Se espera que el establecimiento genere condiciones de protección, desplegando los
procesos necesarios para esto.
Es importante considerar, que, ante la sospecha de una vulneración constitutiva de delito, como abuso
sexual o maltrato con lesiones, el establecimiento siempre debe velar porque se realice la denuncia
dentro de 24 horas. Esta sospecha puede surgir desde el relato de un niño o niña o un tercero que
refiera una vulneración de estas características. Este relato es motivo suficiente para activar un
procedimiento de denuncia.
Una vez que se ha detectado la sospecha, será necesario desarrollar acciones en función del tipo de
vulneración. Es decir, no todas las acciones que se presentan a continuación se ejecutarán en todos los
casos.
Existencia de lesiones o quejas de dolor: en el caso de existir lesiones o queja de dolor persistente que
pudieran estar asociadas a una vulneración, el párvulo será trasladado al centro de salud más cercano
de manera inmediata. Es fundamental informar al apoderado de esta acción, sin embargo, informar al
apoderado no es condición para el traslado. La persona que acompañe al niño o niña al centro de salud,
idealmente, debe ser significativa para el párvulo para que así se genere un ambiente contenedor y
cariñoso.
En el caso de que el centro de salud constate lesiones atribuibles a un hecho constitutivo de delito,
se debe realizar la denuncia. Esta puede ser efectuada desde el centro de salud, desde la familia o
por medio del representante del establecimiento para lo cual es necesario contar con el certificado
médico que dé cuenta del carácter de la lesión.
En el caso que la revisión médica no determine lesiones constitutivas de delito, pero persiste la
sospecha de vulneración, se sugiere contactar a las redes disponibles en el territorio para contar con
apoyo y orientación de especialistas.
Ausencia de lesiones o queja de dolor: en el caso de que la sospecha esté vinculada a un posible
delito, por ejemplo, abusos sexuales, maltrato físico grave, el establecimiento debe promover que la
familia, o adulto significativo, realice la denuncia correspondiente, acompañándola en el proceso. En
caso que la familia no quiera realizar la denuncia el establecimiento debe hacerlo.
Comunicación con la familia o adulto significativo: en todos los tipos de vulneración siempre es
necesario mantener el contacto con la familia, o adulto significativo, informando al apoderado de las
situaciones que suceden con los niños y niñas, notificándolo de las acciones y procedimientos a seguir.
Cuando el contexto en el cual ocurrió el maltrato es intrafamiliar, es fundamental detectar adultos
significativos que puedan proteger al niño o niña. Esto es especialmente importante en el caso que se
sospeche que la persona que vulnera al párvulo es el adulto a su cargo.
Se debe intencionar que el contacto con la familia no sea únicamente ocasional, ni sólo para informar.
Es decir, se espera que se establezca comunicación constante durante todo el proceso de actuación
y luego durante el seguimiento. Se sugiere establecer entrevistas periódicamente, para acompañar y
orientar a las familias, en el caso de ser necesario.
Cuando es posible hipotetizar que el contexto sea intraestablecimiento, se debe informar a la familia,
o adulto significativo, de lo sucedido y de las medidas que se tomarán de acuerdo al procedimiento
establecido en el reglamento o Manual de Convivencia y especialmente aquellas medidas protectoras
que se aplicarán para salvaguardar el bienestar de niños y niñas.
Cuando la sospecha vulneración es atribuible a un tercero, se le debe informar a la familia y sugerir que
evite el contacto del párvulo con el supuesto agresor o agresora. En estas situaciones se estimula que
la familia sea quien se contacte con las redes y haga la denuncia de ser necesario, sin embargo, si no lo
hace es el establecimiento quien debe proceder.
Derivación a Redes: hoy existen redes a las que es posible acudir para solicitar apoyo y orientación.
Estas redes, principalmente del nivel comunal, pueden ser contactadas directamente por los
establecimientos tanto para solicitar orientación sobre cómo y qué hacer en determinadas ocasiones,
como para solicitar ayuda directa para el niño, niña o su familia.
Es relevante facilitar a los organismos competentes toda información que pueda ser de utilidad en bien
del niño o la niña y sus cuidadores. Los establecimientos desde sus encargados deben mantenerse
informada mediante los organismos administrativos o judiciales acerca del desarrollo del procedimiento
que se siga.
c. Seguimiento
La finalidad del seguimiento es garantizar que las acciones de protección se estén efectivamente
realizando y que el niño o niña está en situación de bienestar. A continuación, se describen algunas
acciones que el establecimiento puede realizar:
Cuando se define la estructura del protocolo y los responsables de cada acción, se debe procurar que
todo el equipo conozca los pasos a seguir y el rol que a cada uno le compete.
Cada vez que se aplique el protocolo, se sugiere que éste sea evaluado, así también su aplicación. Es
decir, se debe conocer cómo se aplicó y si lo señalado en el protocolo es realmente pertinente o debe
ser modificado.
Encargado de Convivencia
Asistentes de la Educación
Tienen un rol de apoyo a la labor pedagógica en aula, y especialmente fuera de ella, por ello en
caso de recibir alguna información o antecedentes de posible vulneración de derechos informar
inmediatamente a directora o responsable de establecimiento.
Mantener la reserva de la información.
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