SANDINO Patria y Libertad
SANDINO Patria y Libertad
SANDINO Patria y Libertad
PATRIA Y LIBERTAD
Alejandro Bendaña
N
923.2
B458 Bendaña, Alejandro
Sandino : patria y libertad / Alejandro
Bendaña. -- 1a ed. -- Managua : Anamá
Ediciones, 2016
567 p.
ISBN 978-99924-75-48-5
anamá Ediciones
Res. El Dorado No.187
Managua, Nicaragua
Teléfono: (505) 2249-0597
E-mail: [email protected]
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soporte, sea este mecánico, fotocopiado o electrónico, sin la respectiva autorización del autor.
A la memoria de:
Reconocimientos y agradecimientos 9
Prólogo 13
I
Familia, primer amor y primogénita 19
II
En los enclaves norteamericanos (1921-1922) 35
III
La Revolución Mexicana:
política, iglesia y raza 42
IV
Yucatán 53
V
Tampico y su entorno 66
VI
Socialización obrera
y construcción de conciencia social 84
VII
Sindicalismo e industria 119
VIII
El petrolero de Niquinohomo 134
IX
Espiritismo y masonería 154
X
San Albino 177
XI
Las redes literarias 211
XII
Las fuerzas de izquierda 237
XIII
El segundo viaje a México 281
XIV
Ciudad de México: entre dos fuegos 319
XV
Martí, Moscú y Managua 355
XVI
Ética personal y vida sentimental 385
XVII
Clero y religión 418
XVIII
El supremo sueño de Sandino 441
Agradezcolasfacilidadesprestadasporelpersonaldelassiguientesentidades
colaboradoras en México:
Archivo Histórico Municipal de Tampico ‘Carlos González Salas’
(Tampico, Estado de Tamaulipas)
Biblioteca, Universidad Autónoma de Tampico (Tampico)
Biblioteca, Petróleos Mexicanos
(Tampico, Tamaulipas y Cerro Azul, Estado de Veracruz)
Archivo General de la Nación (Ciudad de México)
Hemeroteca Lerdo de Tejada (Ciudad de México)
Archivo de la Palabra y el Centro Ruso, Biblioteca Manuel Orozco
y Berra del Instituto de Historia y Antropología (Ciudad de México)
Biblioteca Popular (Ciudad de Veracruz),
Biblioteca, Universidad Veracruzana (Xalapa, Estado de Veracruz)
Archivo General Estatal de Veracruz (Xalapa)
Fototeca Municipal (Ciudad de Veracruz)
Biblioteca Miguel Lerdo De Tejada (Ciudad México)
Biblioteca de FLACSO (Ciudad de México)
Biblioteca de El Colegio de Mexico (Ciudad de México)
Archivo Gregorio y Marta Selser, Centro Académico de Memoria sobre Nuestra
América, Universidad Autónoma de la Ciudad de México (Ciudad de México)
Instituto de Investigaciones Humanísticas, Universidad Veracruzana
(Xalapa, Veracruz)
Estados Unidos:
Biblioteca Latinoamericana, Universidad de Tulane (Nueva Orleans, La., EE.UU.)
Howard Gotlieb Archival Research Center, Universidad de Boston
(Boston, Mass., EE.UU)
Biblioteca Pública de Nueva York
Archivos Nacionales (Washington, D.C.)
Biblioteca del Congreso (Washington, D.C.)
Otros países:
Biblioteca Nacional de Colombia (Bogotá, Colombia)
Casa Mariátegui (Lima, Perú)
Instituto Internacional de Historia Social (Ámsterdam, Países Bajos)
Biblioteca, Universidad de Stellenbosch (Sudáfrica)
Nicaragua:
Archivo General de la Nación (Managua, Nicaragua)
Hemeroteca Nacional (Managua, Nicaragua)
Biblioteca Roberto Incer Barquero (Banco Central de Nicaragua)
Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica (IHNCA),
Colección Baltodano Cantarero
Biblioteca virtual Enrique Bolaños Geyer (www. enriquebolanos.org)
El legado de Sandino
Claire Pallier
William Shakespeare
Sandino nació sumido en la pobreza y llevaba todas las de perder. No buscó la grandeza,
pero desde joven y a lo largo de su vida desarrolló valores que le llevaron a buscar la su-
peración, para sí mismo y para su pueblo. La grandeza le fue impuesta en la forma de una
responsabilidad histórica depositada sobre sus hombros y que él optó por aceptar. Un sen-
tido de intuición extraordinaria, una inteligencia privilegiada, una auto-disciplina férrea, una
búsqueda de sabiduría acoplada con un profundo sentido de ética y compromiso, hicieron
de aquel muchacho de Niquinohomo una figura mundial.
Se podría postular que la verdadera grandeza es aquella que logra transcender contextos
inmediatos, sean territoriales, intelectuales, o períodos específicos de la historia. Lo que ex-
plica el afán con que Somoza quiso hacer desaparecer su memoria y hasta sus huesos. Pero
el Sandino que no escapó a la muerte física sobrevive en el Sandino que legó un ejemplo y
pensamiento comprometido con ideales de libertad, soberanía, patria, justicia, y en tanto
esos ideales continúen siendo válidos, también lo sigue siendo Sandino. Una fuente donde
se puede regresar una y otra vez para encontrar el sustento para visualizar y emprender los
caminos hacia un futuro mejor.
La historia que se presenta en este libro no es la de un intelectual ni de un pensador en el
sentido tradicional de la palabra, sino la de un hombre pensante con un ideario enraizado
en la reflexión sobre la experiencia que iba adquiriendo en la escuela de la vida y del mun-
do que le rodeara. Intelectual orgánico quizá en el sentido de su contemporáneo Antonio
Gramsci, que dio expresión al sentir del campesinado segoviano y, convertido en acción, al
de toda una generación de latinoamericanos –aunque tuvo planes de escribir varios libros
para los cuales venía ordenando la documentación y sus ideas. La acción fue la mejor ex-
presión de su palabra– la resistencia a la presencia militar norteamericana y, posteriormente,
el intento de construir el primer núcleo de una sociedad caracterizada por la fraternidad, la
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igualdad y la espiritualidad laica. El común denominador de las dos etapas fue la insistencia
en la libertad.
Ambas iniciativas fueron catalogadas como las “locuras” de un bandolero contrapuesto al
país más poderoso de la tierra –reflejos, dijeron, de un perturbado mental influenciado por
creencias metafísicas propias de la masonería, teosofía y espiritismo. Pero aquellas “irracio-
nalidades” fueron la base de su contienda compartida con un “pequeño ejército loco” sego-
viano que a pesar de las enormes adversidades adoptaron un proyecto que tenía todos los
rasgos de lo imposible, la transgresión misma de la razón. El esfuerzo no fue ni milenario
ni místico, sino concreto y material en tanto Sandino y quienes lucharon con él, y quienes le
apoyaron en el exterior, entendían que la política era asunto de dignidad y respeto propio.
Sandino asimiló las ideas sociales y políticas más avanzadas de su época, vivió una de las
etapas más controvertidas de la Revolución Mexicana, incluyendo la revolución en el mun-
do de las creencias espirituales, que también se caracterizaran por su radicalismo político
y filosófico. Como trabajador y como nicaragüense llegó a la decisión de luchar contra la
dominación imperialista que, a su entender, también era la dominación del capital sobre el
trabajador y como parte de una lucha por la emancipación que no conocía fronteras. Fue
revolucionario en el sentido socialista utópico pre-leninista de la época, planteándose inte-
rrogantes sobre el sentido profundo de la vida, el destino de la persona y de la sociedad, el
carácter de la opresión social y política, vinculándolo con indagaciones sobre la naturaleza
del universo, la existencia de una fuerza superior espiritual que se manifiesta en cada per-
sona de distintas maneras y que guía la humanidad hacia la emancipación personal, social
y universal.
Para Sandino, la única libertad es la que se ejerce, o se lucha por lograr, porque no luchar
no es opción ya que la vida sin dignidad no es vida, y la patria sin libertad no es patria sino
patrimonio de extranjeros y sus acólitos. Tercamente idealista y hasta moralista –palabras
que aparecen continuamente en su discurso– para explicar su posicionamiento político,
su conciencia del momento histórico, y lo requerido sin mayores andamiajes. Ideales de
izquierda derivados más de la Revolución Francesa y el pensamiento de la izquierda amplia
socialista europea del siglo XIX, asimilada y adaptada por la Revolución Mexicana, para
contribuir a la búsqueda de una identidad latinoamericana, sobre todo al Coloso del Norte,
ya no solo como anglosajón y utilitario, sino imperial e imperialista.
Fue utópico en el mejor sentido de la palabra –visualizó el “otro lugar” y lo quiso traer a
la tierra– cuando la imaginación enfrenta viejas realidades y viejos discursos para generar
nuevas realidades y nuevas concepciones, sin por ello dejar de reconocer los eventos y fases
históricas que conducen al momento vivido. Al pensamiento libertario se le criticó no tanto
por el sentido general de sus propuestas, sino por la presunta inviabilidad de las mismas,
señalándolas de “utópicas”, alejadas de la posibilidad real que ofrecen y su aplicabilidad al
mundo contemporáneo. La respuesta a ese argumento pasa por una reivindicación franca de
la “utopía” (y del “mito”). Esos conceptos no tienen el carácter negativo que les atribuyeran
los defensores del marxismo clásico. Se es utópico al imaginar un mundo que puede ser,
pero se es realista en la medida en que sus cimientos se asientan en tradiciones de emanci-
pación hondamente asentadas. Las utopías y los mitos pueden ser necesarios cuando fallan
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los liderazgos y las instituciones, cuando nuevas formas de opresión se agregan a las viejas.
Ante la realidad de la injerencia externa o amenazas de sometimiento, surge en Nicaragua el
mito “vivo” de Sandino en una sociedad que necesita de referencia para los valores y para
la vida política de quienes integran el pueblo nicaragüense. El ideario, el carácter y la vida
misma de Sandino se revelan en un mito primordial, como historia poetizada. Dice Pallier,
quien califica a Sandino como “el primer héroe sobrenatural de la historia nicaragüense”,
para explicar así la percepción nicaragüense del carácter ejemplar de la “gesta” de un héroe
y la sentida necesidad primordial de esa sociedad de seguir su modelo. Y hacerlo de una
manera que, sin querer darse aire de definitiva, reconcilie el mito y la historia de Sandino.
Fundamentar la historia en el mito, no para empequeñecer esta última, sino para que el mito
resplandezca aún más.
Los pueblos, por definición, existen a partir de referentes históricos e imaginarios comunes.
En el mejor de los casos, un referente compartido con el Estado y cuyas dimensiones pue-
den incluso abarcar a otros pueblos, como es el caso de Centroamérica y de la América Lati-
na. En el caso específico de Nicaragua, ese referente se llama Sandino. Aquel hombre corto
de estatura, pero de ideas grandiosas y un accionar congruente con las mismas, devolvió a
Nicaragua un sentido de dignidad y orgullo, al menos en América Latina aunque sólo fuera
una minoría de nicaragüenses en una región del país quienes lograron captar el significado
histórico de la gesta de Sandino. Se ha interpretado a los mitos como instrumentos para
construir valores y cohesión social que resulta a partir de la conciencia de una cultura com-
partida que, a su vez, apunta a un destino común como nación, y por ende intuitivamente
convoca a la acción. Georges Sorel entendía por mito ciertas construcciones que guían a los
grandes movimientos sociales que imaginan a la acción inmediata en forma de batallas que
conducen al triunfo de una causa. Los mitos son conjuntos de imágenes, continúa Sorel,
capaces de evocar, en conjunto y por mera intuición, antes de cualquier análisis reflexivo, la
masa de los sentimientos. En última instancia, existe una memoria que transmite valores y
experiencias, de forma tal que, pese a lapsos temporales, permanecen vivos.
Lo distintivo del mito de Sandino es que el mismo Sandino en vida fue testigo de su
creación. Las revistas y los periódicos de diversos rincones de América Latina, fueron los
primeros en resaltar la figura del guerrillero y su ejército, (David contra el Goliat): “decir
Sandino es ya decir, héroe y santo”, escribía desde Uruguay la poeta Juana de Ibarbourou
–conocida posteriormente como Juana de América. Otros le atribuyeron un carácter que
combinaba León Trotski con San Francisco de Asís. Pero Sandino tuvo dificultad en con-
siderarse héroe y menos aún un santo. En algunos momentos, aquellas atribuciones (raras
veces acompañadas de aportes materiales) representaban una carga que no le permitie-
ron flexibilizar sus posiciones. Leía aquellos reportajes y artículos de opinión llamándoles
“exageraciones”. En otros momentos, se recluía para leerlas y no escondía su satisfacción,
enviando los textos a su esposa y pidiendo más ejemplares para que sus oficiales leyeran lo
escrito a la tropa.
En asunto de meses, el nombre de Sandino se escuchó a lo largo y ancho del continente.
Ya no era el dueño de su propia figura. Nada podía hacer porque los mitos suelen aparecer
cuando la historia y el momento lo exigen. Nunca pidió que su persona fuera transformada
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iniciar, al final de su vida, un experimento comunal social y agrario. Allí pudo prefigurar su
versión de la nueva Nicaragua sin tropas norteamericanas con nuevas modalidades de rela-
ciones sociales, nuevas formas de propiedad: la construcción de una sociedad caracterizada
por la fraternidad cotidiana y una espiritualidad laica. El común denominador fue la insis-
tencia en la libertad: la libertad que comenzaba con la expulsión de las tropas norteameri-
canas –su dimensión patriota y nacionalista– y que culminó con su poco conocido intento
de dimensión revolucionaria, de crear un modelo de organización social cooperativista y
comunal que diera lugar a un nuevo prototipo de economía, de sociedad y de personas.
Ambas iniciativas fueron catalogadas como “locuras” que procedían del laboratorio mental
de Sandino, también tildado de “perturbado” al incluir también principios metafísicos –ma-
sonería, teosofía y espiritismo– que formaron parte de su ser y pensamiento, y que sin ellos
difícilmente hubiera asumido la labor titánica que asumió ni de contagiar al campesinado
segoviano para cumplir con la misión militar y social. Adopción de un proyecto que tenía
todos los rasgos de lo imposible, una resistencia mágica y mística, de transgresión de la razón
misma si se quiere, pero no por ello menos tenaz y concreta. Esa fascinación con lo que algu-
nos denominaron fantasioso fue parte del dispositivo ético y moral activado por Sandino no
con el objetivo de alejarse del mundo material sino lo contrario. Entendió que la política no
es lo contrario de lo espiritual y moral, pero que tampoco se reduce a estos, lo contemplativo
a la actividad y compromiso concreto con la libertad y la subjetividad humana.
Augusto C. Sandino no alcanzó a terminar la educación secundaria. Y a pesar de ello se
convirtió en una figura no solo militar, sino también hombre virtuoso La gran hazaña gue-
rrillera por la que se le recuerda no es comprensible sin entender su proceso de aprendizaje
constante, pero particularmente su experiencia didáctica durante una etapa intelectualmen-
te explosiva de la Revolución Mexicana, concretamente entre 1923 y 1926.
Aquel torbellino de radicalismo político, sindical y filosófico acogió a un obrero nicara-
güense lleno de inquietudes e inseguridad. El clima intelectual que se vivía en México fue
terreno privilegiado para encontrar respuestas a sus inquietudes personales, sociales y filo-
sóficas, y para formular nuevas preguntas y respuestas junto a cursos de acción de cara a la
realidad de Nicaragua pero también de la América Latina. En más de una ocasión, Sandino
dijo haber contado la fortuna de haber migrado a un país donde pudo conocer y asimilar las
ideas sociales más avanzadas de su época, formando parte como trabajador de las fuerzas
en pugna ideológica y socialmente. Se sumergió en aquella época, y viviéndola advirtió lo
singular como base para remontarse al mundo de las ideas puras, siempre con un ademán
polémico, llevándolas adelante en Nicaragua no como pensador estricto sino del militante
combatiente. Las mismas ideas que marcan su personalidad y sobre su enorme voluntad de
superar las dificultades de toda índole, desde la perspectiva de obrero, de nicaragüense y de
latinoamericano.
A partir de sus experiencias como trabajador y como migrante nicaragüense llegó a la
conclusión de luchar contra la dominación de Estados Unidos que, a su entender, también
era la dominación egoísta de la oligarquía sobre la nación y el resto de la sociedad. Fue un
revolucionario con principios firmes sin ser dogmático.
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Nunca dejó de preguntarse sobre el sentido profundo de la vida, el destino de cada persona,
la naturaleza del universo y el papel del espíritu en la tierra. Insistió en que lo soñador y lo
utópico, lejos de estar reñido con lo objetivo y lo material se complementan para responder
a la urgencia coyuntural de una manera que también respondiera a las exigencias del pasado
y del futuro.
Sandino fue ante todo un gran idealista y terco moralista –palabras que aparecen continua-
mente en su discurso– pero no se redujo a un ideal y una actitud, sino que se insertó en
una corriente política, de izquierda, que busca y requiere llevarla a la práctica. Insistió que
sin construcción colectiva la utopía, no habría ni verdadera soberanía, ni democracia, ni
justicia. Sandino emprende la búsqueda de su verdad por medio del ejercicio de la dignidad.
Haber luchado contra la presencia militar y extranjera y haber ofrecido su vida en defensa
de su propuesta “utópica” de sociedad le mantendrán como un héroe. El mito y la utopía
están entremezclados. La diferencia fundamental, según Sorel, es que, mientras los mitos
son expresiones de voluntades propuestas para guiar a los pueblos en un combate, las uto-
pías son modelos intelectuales para reformar la realidad. En realidad, conocemos mejor el
mito de Sandino que su utopía –su propuesta para reformar la realidad que no se limitaba
a la expulsión de las tropas interventoras. La utopía que sale de su yo profundo, de su con-
cepción metafísica y de la existencia humana que procura dar sentido a la vida, la misma que
aseguró la subsistencia del ideal, transmitir también a sus soldados,la voluntad de sacrificio.
Utopía en el mejor sentido de la palabra –no solamente en el “otro lugar” (u-topos)– sino
en el lugar mismo que toca vivir, el lugar del pensamiento creativo y singularmente ético:
cuando la imaginación se concreta para generar la realidad. En tanto las instituciones, teo-
rías y liderazgos actuales no suplan esa demanda popular de utopías, nuestras sociedades
continuarán dependiendo de héroes, los nicaragüenses de Sandino, para estimular un ima-
ginario nacional donde figuran aquellas ideas de libertad que, a fin de cuentas, son la base
de las transformaciones exigidas en cada época.
Resplandece mientras tanto el ejemplo y el cometido libertario de Sandino en la generación
de hoy, y de toda generación nicaragüense que los necesite, debe revalorar su utopía para
vislumbrar mejor el camino a seguir, y de paso, seguir agregando a la ya enorme grandeza
de Sandino y a la deuda de Nicaragua con el más ilustre de sus hijos por estar comprometi-
do precisamente con el futuro de su nación. Un pueblo sin mito es un pueblo incompleto,
por lo que toca nutrir el mito de Sandino históricamente fundamentado.
¿Por qué Dios quiere más a Sócrates que a mí?, se preguntó el jovencito Augusto
Nicolás, quien cargó toda su vida con los recuerdos y sentimientos provocados por
la pobreza y la discriminación sufrida durante su niñez y adolescencia. Algunos adu-
cen que sufrió de complejos por ser hijo “natural” y no parte formal de la familia
“oficial” de don Gregorio Sandino. Lo cierto es que las privaciones y la pobreza de
su infancia lo marcaron. “Abrí los ojos en la miseria y fui creciendo en la miseria.
Desde que pude andar lo hice bajo los cafetales ayudando a mi madre... así es como
fui creciendo, o quizá por eso no crecí”. Desde muy niño, Augusto fue obligado a
trabajar. “No tuvo niñez, desde niño fue un adulto. No jugó trompos, ni chonetes,
ni botones, ni taba”, dice otra versión. “No tuvo tiempo para la recreación propia
de los niños, su madre lo llevaba consigo a los cafetales para que le ayudara a llevar
el saco mientras ella cortaba los granos de oro. Cuando no andaba en los cafetales
estaba en la casa donde la madre servía como lavandera, planchadora o cocinera”1.
Como suele ocurrir, el resentimiento de Sandino fue con su padre y su madre, y con
el carácter de aquella relación desigual entre el patrón privilegiado que comete abuso
de poder: relación desigual que para colmo era también considerada “ilícita” por la
sociedad, el Estado y la iglesia católica en Nicaragua. Sandino amó a su padre, quien
le aconsejó toda su vida, para bien o mal. La relación con su padre llegó a ser carac-
terizada por el amor, la admiración mutua y el respeto. Pero la relación con su madre
y su madrastra fue más complicada.
relatos de la tía Margarita Calderón sobre el guerrillero y uno de ellos fue cómo que-
dó embarazada de Sandino.
Una tarde, una amiga le dijo que en la finca de Gregorio Sandino había corte de
café y estaban pagando a cinco centavos el medio. “Voy a pedir los dos equipos (un
canasto y un saco) para que vayamos”, le dijo la amiga a Margarita.
Mientras Margarita cortaba café, oyó una voz que le decía: “¿Margarita, te ayu-
do?” Eso ocurrió durante tres días seguidos, en los cuales Margarita siempre respon-
dió que no, que muchas gracias, pero estaba bien cortando café. Al cuarto día fue
cuando Gregorio Sandino le dijo a Margarita Calderón que si aceptaba ser su amante
le iba a alquilar un cuarto. Margarita acepta, y poco después se dio cuenta que estaba
embarazada, pero Gregorio no volvió a buscarla, relata Ulises Calderón2.
En las versiones más conocidas, se dice que a los pocos meses del nacimiento
de Augusto, doña Margarita Calderón debió abandonar la cuartería asignada en que
vivía y buscar casa de alquiler, de donde tenía que salir por falta de pago, “pues los
escasos pesos que ganaba como doméstica o como cortadora, no le permitieron
jamás sufragar la cancelación de la casa que habitaba. Por esta morosidad fue a pri-
sión y refieren los vecinos de dicha época que Sandino acompañó a su madre en el
presidio cuando contaba ocho años de edad”. Pero según Mario José Borge Castillo,
doña Margarita “nunca fue doméstica, ni siquiera de don Gregorio Sandino, como
se ha dicho”. Ella era modista, obrera, dice Adalid Calderón Zambrana, testigo per-
sonal de la vida de Sandino y primo hermano del guerrillero, “tampoco nunca estuvo
prisionera, mucho menos con su hijo, pues ella no lo crió”. Alguna vez, el flamante
General Logan Feland, al mando de la fuerza norteamericana asentada en Nicara-
gua, pensó que el sentimiento de Augusto hacia su madre natural podía manipularse.
Se impuso la tarea de localizar a doña Margarita a fin de utilizarla para que ella pre-
sionara a su hijo a deponer las armas. Con fecha 11 de noviembre de 1928, Margarita
escribió a Blanca pidiendo que le transmitiera a Augusto que el General Feland le
ofrecía “plenas garantías”. “Sufro mucho por su ausencia de tantos años y más aún
por la lucha que lleva a cabo. Esto me va a matar y le imploro con toda mi alma que
en el nombre de Dios y mío abandone su actual actitud rebelde”. Habiendo sin duda
manipulado a aquella humilde señora, Feland envió la carta a Blanca a San Rafael en
un avión militar. También Feland haría llegar otro mensaje a Sandino diciendo que
su madre estaba enferma y que deseaba verlo antes de morir3.
Por su parte, Somoza y otros acusaron a Sandino de haber desestimado su ape-
llido materno (Calderón) sustituyéndolo pomposamente por “César” como parte de
“su campaña de autobombo y farsa”. Pero desde antes de su etapa guerrillera, Sandi-
no se firmaba “Augusto C. Sandino”. Cuando un compañero de trabajo en el mineral
San Albino le preguntó en 1927 por la “C”, la respuesta de Sandino fue “Esa ‘C’ es
de Calderón, yo soy hijo natural”. Luego diría que lo de “César” fue invento de un
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tado por doña América, luego de haber comprado, con los frutos de su trabajo, un
sombrero elegante –ya desde entonces aficionado a estos. “Un día porque compré
un sombrero muy bueno, con mi propio dinero, mi madrastra me llamó la atención
muy severa y quizá groseramente y como yo era un joven serio y de mucho orgullo
personal, además de competente y ya con mi propio negocio muy suficiente para
ganarme la vida, resolví irme del hogar paterno donde mi madrastra me trataba peor
que a un sirviente, pues nunca, óigame Román, nunca, a pesar de pedírselo Sócrates,
me permitió mi madrastra, doña América Tiffer, sentarme a la mesa a comer con la
familia sino que todo ese tiempo yo comí en la cocina con los sirvientes”8.
Enorme lección de sociología con especialización en desigualdad social, ante-
riormente dada por su padre, y ahora por parte de su madrastra. Lección sentida, y
propiamente en lo más sensible de Augusto, en el orgullo propio, que desde enton-
ces ya revela aspiraciones de superación y confianza propia, pero también de cierta
vanidad personal. Sus preguntas irían evolucionando: tras preguntar “por qué Dios
quiere más a Sócrates que a mí” o por qué se le trataba de manera distinta que a
Sócrates, comienza a vincular la desigualdad con la injusticia existente en el mundo y
lo que se debe hacer para cambiarlo. No cayó en la resignación fatalista, sino que fue
creciendo en Sandino una conciencia superior, en tanto surge de situaciones vividas
de pobreza y discriminación.
La mayoría de los cronistas, al inclinarse por la versión trágica de la niñez de Au-
gusto, no registran una buena opinión sobre doña América. La versión de Escobar
dice: “Sandino, un niño púber de apenas 12-13 años, llegó al hogar paterno: recibió
alguna educación, comió regular, montó caballos, vivió en una casa de ladrillos con
techo de tejas y paredes de piedra y cal, y a cambio de estas comodidades, sufrió las
insolencias de la madrastra, la que en la plenitud de la gloria de Sandino se jactaba
de llamarse muy ufanamente madre adoptiva de Sandino [fue el mismo Sandino que
originó el término]; soportó la marginación de sus medios hermanos, incluyendo la
de su hermano Sócrates, que fue educado en colegios caros primero y en el exterior
después; y tuvo, en fin, que acarrear en cántaros de agua desde un puesto lejano
hasta la casa para uso de toda la familia de la cual sólo tuvo reprimendas, castigos y
asignación de los deberes más pesados y humillantes”.
A los 14 años vio que ya no era grato en la casa de su padre y se fue a alquilar un
cuarto donde José Téllez Conrado. Un córdoba con veinte centavos le cobraba por
la mensualidad”, cuenta Ulises Calderón. Se comenzó a ganar la vida comercializan-
do granos. “Compraba frijoles y café por medio y cuartillo. Los iba almacenando y
después alquilaba un caballo y los iba a vender a Masaya”, relata Calderón9.
No obstante aquellos infelices recuerdos, o tal vez como consecuencia de los
mismos, Sandino se jactaba, ya como adulto, de contar con todo el afecto de su
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Yo no soy un resentido
Poco antes del nacimiento de su hija Blanca en 1933, Sandino no pudo dejar de
recordar su propia relación de niño con su padre y el sentimiento que el recuerdo
encerraba. Entró en confianza con Román: “Usted no puede imaginarse la alegría y
la ternura que siento al pensar que estoy próximo a ser padre, más que nada porque
quiero darle a mi hijo todo el cuidado y todo el amor paterno que a mí me faltó.
Ya verán los espíritus astrales que no soy un resentido”. Sandino perdona pero no
olvida, y asimilar aquellos recuerdos fue una tarea que se impuso como parte de su
proceso de superación personal.
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ciada con Sandino. Un avión militar norteamericano fue procurado por Feland y
trasladó a Gregorio hasta San Rafael de Norte para entrevistarse con su hijo. Allí le
esperaba Blanca, y juntos, presumiblemente bajo la influencia de Feland (quien to-
davía no era partidario de atacar frontalmente a Sandino), le escribieron a Augusto
pidiéndole definir las bases de una eventual negociación para “restablecer la paz en
la región”. En la carta Gregorio pedía a Augusto responder directamente a Feland y
a su superior inmediato, el Almirante D.F. Sellers.
El plan de Feland buscaba movilizar a cuantos miembros de la familia fuera
posible para lograr la rendición de Sandino. Oficiales militares norteamericanos des-
pachados por Feland pusieron en manos de Blanca una carta de puño y letra de Mar-
garita Calderón para su hijo. Para reforzar la iniciativa, Feland convenció a Sellers
de escribirle a Augusto exigiendo “terminar con la resistencia armada” y entrar en
conversaciones para terminar con el levantamiento. Don Gregorio discutió en pleno
campo con Sandino quien, como ya era su costumbre, permitió que sus oficiales
escucharan la conversación y “al ver estos que el caudillo persistía en sus razones y
que decía que su vida estaba ya lanzada, se pusieron a dar estrepitosamente vivas a
su jefe”13.
No hay duda que Gregorio amaba a su hijo, pero mantuvo sus dudas, al parecer,
sobre la utilidad política de su lucha armada. Estaba convencido de “la locura de la
rebelión”, relató a Belausteguigoitia. Presuntamente también firmó una de las miles
de papeletas dispersadas por los aviones yanquis en la que indicaba que doña Mar-
garita estaba enferma y quería que su hijo fuera a visitarla antes de morir.
Años después, Gregorio sería enviado nuevamente a “razonar” con su hijo, esta
vez por el recién electo presidente Juan B. Sacasa, quien buscaba terminar la guerra
cuanto antes. Gregorio aceptó la encomienda, probablemente no por razones políti-
cas sino porque ningún padre desea ver morir a un hijo –o hijos, porque su otro hijo
Sócrates se encontraba al lado de hermano. Como se narra posteriormente, Sandino
accedió otra vez a la presión familiar, particularmente por Blanca, para entonces
firmar el acuerdo del 3 de febrero de 1933 que, a todas luces, resultó poco equitati-
vo para los sandinistas. El sentimiento patriótico de don Gregorio tenía otro cariz,
al fin y al cabo era parte de una generación liberal, una clase y una cultura política
libero-conservadora que agachaba la cabeza ante el norteamericano. Y no es que
Sandino no fuera el responsable de sus propias decisiones, pero pesó sin duda la
insistencia de Gregorio y otros políticos liberales quienes atestiguaban la honestidad
del presidente Sacasa.
Don Gregorio parece haber estado más convencido que nadie de las bondades
de Sacasa y la conveniencia de una alianza entre el presidente y Sandino. El delegado
de Sacasa y Ministro de Agricultura, Salvador Salvatierra, buscó a Gregorio, su co-
rreligionario liberal para emprender con él la primera misión negociadora del nuevo
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tregué, sino que ella siquiera supo que hubieran sido escritas. A pesar de todo, seguía
amándola platónicamente con amor profundo y sincero”.
Mateo Sandino, padre de la novia, era un comerciante respetado y, como mu-
chos en el pueblo, tenía buen concepto del joven Augusto. Sin embargo, algunos
recuerdan que Mateo consideró que Augusto “estaba celeque” y no era capaz de
hacerse cargo de su hija. En cambio, la madre de Mariíta o Mercedes, María Benaví-
dez, mantuvo un cariño especial hacia Augusto y le sirvió de “paño de lágrimas”.
Augusto, decepcionado por la amonestación de don Mateo Sandino, su presunto
suegro, “quien le recriminaba violentamente manifestándole que es un ‘palmado’
que ‘con costo comía él’ y que abandonaría a su hija a más penurias de las que ya
padecía”. Fue entonces, que enfurecido, se marchó a Bluefields a manera de asumir
el reto “comprometiéndose con su amada a no regresar hasta no hacerlo con ‘plata
en la bolsa’ para darle un hogar digno y merecedor de ella y para ‘taparle la boca al
viejo’”, dice el recuento. Ya habían pasado tres años en romántico idilio y en realidad
nunca fue pujante el negocio de granos que, con el apoyo de su padre, había logrado
abrir. Lo probable es que nunca vio las ganancias, porque Sandino también apoyaba
a su madre y a la manutención de otros tres hermanos menores “con otro hombre,
que al igual que don Gregorio, jamás se responsabilizó por ellos”.
Una carta desde Bluefields con fecha 4 de diciembre de 1920 a María Soledad,
concluye: “ojalá el cielo nos conserve tus virtudes y a mí analizar mis ideas de ser
tu esposo”. “Aquella mi prima Mercedes me atraía como imán. Ni un sólo día había
dejado de pensar en ella, aunque ella desde luego lo ignoraba”. Sandino regresó a
Niquinohomo en 1921 habiendo ahorrado lo suficiente para reanudar el negocio
de granos, compró un caballo y se preparaba, por fin, para contraer matrimonio,
aparentemente ya con la venia de Mateo Sandino. Pero fue entonces que el destino
se cruzó cuando se dio el incidente con Dagoberto Rivas que le cambió la vida a
él y a Nicaragua. Sandino relata lo sucedido: “Dagoberto Rivas era un individuo de
mí mismo pueblo con quien siempre había tenido buena amistad y aun negocios.
Un día a Dagoberto llegaron noticias que una hermana suya, viuda, parecía estar
enredada en asuntos amorosos conmigo o que por lo menos era voz popular que
lo estaba... cuando llegué a misa, desgraciadamente me tocó sentarme en una banca
atrás de la que ocupaba Dagoberto, junto con un grupo de sus amigos. Al notar mi
llegada, los amigos de Rivas y él empezaron a echarme chifletas y por fino Rivas me
dirigió varios insultos personales a media voz, mientras yo permanecía impávido.
Interpretando mi serenidad como cobardía, Rivas se acaloró más y más y en el mo-
mento que el sacerdote comienza a alzar, Rivas se dio media vuelta me lanzó una
bofetada al rostro, que pesar de haberla yo desviado, todavía me golpeó en la frente.
Acto continuo irreflexivamente, saqué mi revolver y le disparé. Dichosamente sólo
le herí una pierna.
31
–Por supuesto, Román, como usted se puede imaginar, eso fue un escándalo
de los que hacen época en un pueblillo como Niquinohomo, ¡balazos en la iglesia,
durante la misa y a la hora de alzar!
El suceso fue reportado en “La Noticia” afirmando el redactor que Augusto
era un “comerciante honrado y de buenos modales” y que siempre había observado
“buena conducta”. En todo caso, salió de Niquinohomo desgarrado emocionalmen-
te por el colapso de todos sus planes empresariales y personales. Su exasperación se
refleja en sus cartas dramáticas a su novia. En una de ellas dice “Yo me considero
un desgraciado”, “quedé inmóvil al recibir tu carta”, y le afirma que soñaba con ella
y con volver para casarse. Cuando Mariíta dejó de escribirle, posiblemente por la
presión de su padre, Sandino le escribió a María Benavides que se sentía “golpeado,
no quería ver a otra mujer ‘más que la mía’, en mi corazón queda prohibido amar a
otra”. Augusto trata de explicar el incidente con Dagoberto dando desde entonces
evidencia de su tenacidad: ‘si no hubiera protestado en la forma que lo hice... me
tendrías como un cobarde’15.
le obliguen. También debes tener presente que el que ha cruzado por tales caminos,
es cuatro veces más hombre que los que si alguna vez han salido, han sido respalda-
dos por la opulencia; y por eso es que todo aquél (sic) que ha cruzado por caminos
tan difíciles, se cree cuando está junto a esos pajaritos, que aún no saben lo que es
mundo, como con el orgullo que puede sentir un billete de a cien dólares ante unos
centavitos de cobre. Mariíta: yo me siento muy apenado cuando recuerdo de las
cartas que te he mandado (sic) y que no me las contestaste... [Será que su padre no
consiente que] le contesten a ese vago, perverso, engañador”.
Aquí el joven Augusto va introduciendo elementos de reflexión sobre su vida
y el camino emprendido. Dice ser “aventurero” –y en efecto se trataba ya del tercer
viaje de Sandino fuera de la costa del Pacifico de Nicaragua. El primero iniciado a los
16 años y sobre el cual se sabe poco, aparte de haber trabajado en la hacienda Ceylán
en Rivas y probablemente embarcarse en San Juan del Sur aprendiendo a ser maqui-
nista. Recordó haber visitado “medio mundo” y hasta pudo haber llegado a Nueva
Orleans. Posteriormente la ya relatada estadía en Bluefields. Pero el tercer viaje ya
no fue voluntario: salió huyendo de la ley, sin visos de poder regresar y afectado por
la interrupción del noviazgo y del plan de matrimonio. Soñaba un retorno triunfal,
con ahorros, profesión, pero también con mayor nivel de conocimiento y cultura
–a la altura del billete de 100 dólares, decía. Revelaba un deseo de superar la des-
gracia superándose a sí mismo, de “distinguirse en algo”, capacitarse como técnico,
adentrarse en la lectura, tornarse abstemio y desarrollando hábitos de pulcritud que
rayaban en la vanidad. Manifestó en carta a su padre y a Mariíta su determinación de
regresar un día siendo “algo” para borrar el nefasto episodio y la mala imagen que
habría dejado en Niquinohomo. No sospechaba que serían las circunstancias de su
patria que apuntarían a otra manera de distinguirse en algo16.
El idilio parece haber terminado a finales de 1922, o inicios de 1923. Según Es-
cobar Morales, fue el “desprecio de su amada que lo obliga a abandonar La Ceiba
para encaminarse a Guatemala y radicar por fin en México”. Es más probable, sin
embargo, que a Sandino ya le habían llegado historias de los buenos sueldos paga-
dos en México. A manera de epílogo, Sandino relata a Román, ya en 1933, que si
bien el tiempo y la guerra contribuyeron a separarles, también pesaron diferencias
de ideas, en tanto era “anticuada y no habría podido vivir en la montaña”. “Se había
dado cuenta –dice Román– que había un hado que se oponía entre ellos y a la hora
de partir a la manigua [montaña] ya era muy tarde... Mejor que eso quedara como un
dulce sueño infantil, a que terminara en una realidad triste y trágica”17.
Pero la misma fuente pone en boca de Sandino que “bueno, otra vez por asun-
tos de faldas, tuve que irme de la Costa Norte de Honduras”. Extraña admisión,
después de haber criticado el vicio circundante en La Ceiba, porque al fin y al cabo
no dejaba de ser un joven romántico. No existen otras referencias al “asunto de fal-
33
das”, y hay otras versiones que explican su desplazamiento apresurado: que como
encargado de bodega, sorprendió una vez a un ladrón dándole persecución con una
arma hasta capturarle y entregarlo a la policía. Las autoridades desconocieron el caso
y fue Augusto quien entonces se vio amenazado, por lo que salió apurado de allí.
¿La importancia histórica de aquel amor? Aquel sentimiento agridulce, y en
el caso de Sandino más agrio que dulce, le llevó a cuestionar el sentido de su vida,
el porqué de su infortunio, y a medida que progresa, el porqué del infortunio de
otros y el infortunio de manera general. La mala jugada que nuevamente el destino
le había impartido –la naturaleza del destino. Buscó explicaciones intelectualizadas
que le consolaran, pero también, que explicaran el porqué de su sentimiento, de la
desgracia humana, la desgracia de su pueblo y nación, de todo. Pero aquella relación
probablemente platónica con María Soledad Sandino provocó la introspección y la
angustia que fueron la puerta de entrada para la concientización espiritual, social y
política de Augusto C. Sandino. Fue tejiendo interrogantes y en México encontraría
las primeras respuestas.
nio con Natalia provino del mismo Ferreti porque “en su deseo de no separarse del
caudillo y de unirse más a él, había concebido la idea de casarse algún día con ella”.
En realidad nunca hubo un noviazgo –Ferreti no conoció personalmente a Na-
talia sino hasta terminada la guerra en 1933. Fue cuando acompañó a Sandino du-
rante el último viaje a su pueblo natal. “Ahora había visto a la muchacha [Natalia], y
aunque le parecían otras más guapas, prevalecía en él [Ferreti] esa especie de sentido
místico, y el idilio mental que había surgido en las soledades de la montaña llevaba
camino de su plena realización. Sólo esperaba ver el rumbo que tomaban las cosas
y enderezar su vida, si se hacía la paz (utilizando sus conocimientos mecánicos para
poner una pequeña línea de camiones) para llevar adelante su matrimonio reveren-
cial, sintiéndose el más feliz de los mortales”, relata Belausteguigoitia18.
Haciendo el papel de padre, Sandino mandó a llamar a María Natalia para pro-
ponerle la idea del matrimonio con Ferreti. Se topó, sin embargo, con el hecho que
Natalia ya tenía otro plan y otro novio con quien quería casarse –un trompetista lla-
mado Arístides Barrera Pavón. A Sandino y Ferreti no les quedó otra que aceptar la
realidad de Natalia. Fue entonces que, por iniciativa de don Gregorio, se aprovechó
la estancia del General en Niquinohomo para celebrar la boda civil entre Natalia y
Arístides. La ceremonia tuvo lugar el 20 de noviembre de 1933 en casa de don Gre-
gorio. En el acta Sandino aparece como el padre de la novia. Luego se conoce de una
carta de Natalia Sánchez Sandino al presidente Sacasa solicitando ayuda económica
que su padre le había prometido.
Es comprobable entonces que Sandino reconoció ser padre de Natalia y estu-
vo pendiente de ella hasta el día de su matrimonio con el trompetista. Y no fue un
simple desliz porque más adelante se examina el caso de un posible hijo o hija que
Sandino tuvo en México en 1925.
Menos fiable son las anécdotas que todavía se escuchan sobre otros hijos de
Sandino. Doña Blanca Segovia Sandino –hija del único matrimonio de Sandino–
relata en una entrevista haber conocido, cuando niña, a “dos mulatitos” que dijeron
ser hijos de Sandino del tiempo (1920) cuando estuvo en la costa del Caribe. Tam-
poco es corroborable la versión de un colaborador de Sandino en las Segovias que
habla de dos hijos de Sandino con Mariana Herrera procedente de Wiwilí19.
II
Sin embargo, las cartas que escribe desde Honduras no hacen mucha referencia
a la situación social y más bien siguen marcadas por su descalabro emocional de
enamorado. “Este lugar que sólo sufrir me ha hecho” escribe a su putativa “suegra”
María Benavides, el 1 de enero de 1922, sintiendo ser castigado por tantos golpes
“por no saber corregir mis pasiones”, aludiendo al disparo contra Dagoberto Rivas.
Adolorido y acongojado, pide noticias, describiendo escenarios fantasiosos, profesan-
do su amor y promesa de regreso: “Dios nos ha separado”, lamentó patéticamente,
“yo me considero un desgraciado”. Para colmo, el clima de la zona le ocasionó recaí-
das con fiebre palúdica, llevándolo dos veces al hospital, privándole del salario que
frugalmente ahorraba. Padecería de paludismo el resto de su vida.
En una carta a su padre, aparecen primicias de sus aspiraciones personales cuan-
do señala: “Este lugar es pintoresco y se gana mucho dinero, pero lo que no se va
en suspiros, se va en lágrimas. Escuche. La vida de estos lugares es completamente
bohemia, y su clima es verdaderamente un foco de infecciones; de este modo pues,
muchos no hacemos dinero por las frecuentes enfermedades, y otros por no saber
domar sus desordenadas pasiones... en esos lugares, por donde uno pase, oirá músi-
ca de toda clase, grandes bailaderas, grandes guasas, hoy unos y mañana otros, y de
este modo los remendados son los dueños de las innumerables cantinas y casas de
juego; esta vida no es para un hombre que desee distinguirse en algo y por eso hago
cuanto esté en mi parte por salir lo más pronto posible”4.
Sandino cierra la carta emotivamente enviando un “abrazo de su incansable
pero desgraciado”. Casi de manera calvinista, Sandino ahorra todo lo que puede,
evita el derroche y las cantinas, encerrándose a leer en su tiempo libre. Sandino se
observa a sí mismo, reflexiona sobre su entorno, y no se siente a gusto, aun cuan-
do está ganando un salario respetable de 60 dólares mensuales en la fábrica de la
Montecristo. Escribe diciendo que su vida “es cómoda” pero triste, por estar tan
lejos de su familia y novia. Todavía no aparecen valoraciones políticas ni críticas a
los norteamericanos. Se desempeña como trabajador esforzado, disciplinado y con
iniciativa ansioso de adquirir cada vez más responsabilidades y ser ascendido. En una
carta a su madrastra doña América adjunta una foto pavoneándose de ser conductor
de un auto y que “me han anexado otros trabajos y por lo mismo me han dado más
comodidades...”. Se asoma nuevamente el deseo de ganarse la simpatía y respeto de
quien llamaba su “madre adoptiva”.
Un día Sandino abandona Montecristo súbitamente, descrita como la “región
hondureña donde abundan los desalmados” como dijera Alemán Bolaños, buen co-
nocedor de la zona. Este mismo dice que Sandino fue herido de un balazo en el cuero
cabelludo por un chofer del ingenio porque el nica aparentemente habría enfrentado
a un asaltante que intentaba sustraer mercancías del almacén a su cargo. Sorprendido
el malhechor, Sandino procedió a interponer la denuncia pero como poco caso le hi-
40
cieron las autoridades, según esta versión, tomó un rifle, salió en persecución del asal-
tante y lo capturó. El problema fue que las autoridades tomaron partido por el malhe-
chor, amenazaron y agredieron al nicaragüense por lo que estimó prudente largarse.
En otra versión, un gerente norteamericano se contrarió con Augusto al encon-
trar un puente con desperfectos que impidió el tránsito de su automóvil. El entonces
jefe de las cuadrillas de limpieza y mantenimiento habría sido increpado soezmente.
La anécdota dice que Augusto escuchó el reclamo “pujando para adentro”.
Sandino, aunque colérico por naturaleza, se habrá tragado el insulto. Pudo ha-
ber sido una experiencia como tantas más que enfrentaban los trabajadores con los
patrones. Proliferaban en aquellos años, los desmovilizados del ejército norteameri-
cano contratados por las empresas de ese país, despachados como empleados a Cen-
troamérica y México donde dieron rienda suelta a su racismo. Pujante o no Sandino
salió adquiriendo cartas de referencia y fue asimilando el inglés.
Otra versión de la salida de Honduras relatada someramente en 1933 por el
mismo Sandino a Román: “Bueno, otra vez por asuntos de faldas, tuve que irme de
la costa norte de Honduras”. Extraña admisión, sobre todo si andaba perdido ena-
morado de la novia de Niquinohomo jurándole eterna lealtad.
Una carta, sin embargo, indica que le impulsa el sentido de superación ya no sólo
financiera sino también cultural. Participa a su padre Sandino de su “ilusión de irme
a otros países más civilizados, donde yo pueda, sino hacer dinero, por lo menos mirar
una luz amplia y clara de civilización”. Se refiere sin duda a México. Por toda la región
corrían historias fabulosas sobre los altos salarios pagados por las compañías petro-
leras extranjeras en la zona de Tampico. El 12 de mayo de 1922, todavía en La Ceiba,
participaba a su novia la idea de llegar aquella tierra: “es posible que yo salga pronto
de este [país] con rumbo a México, pues voy asegurado con uno de estos jefes que se
ocupa en una compañía de aquel país5.
La Revolución Mexicana:
política, iglesia y raza
no, propenso a exportar sus ideas a Centroamérica y por ende, visto en Washington
como una amenaza tanto geopolítica como a los intereses de las compañías petrole-
ras extranjeras). El nacionalismo mexicano demostraría sus rasgos antiimperialistas
al oponerse a que a los inversionistas, quienes exigieron el respeto a la continuidad
de sus concesiones existentes, a la vez que sus gobiernos amenazaran con el recurso
a la fuerza (lo que alimentó de sobremanera el nacionalismo), tratando de imponer el
derecho del capital y la gran propiedad extranjera sobre el derecho de la revolución
mexicana. Para Washington, el reconocimiento mexicano de la URSS significaba que
México pasaba a ser la base de expansión del comunismo entre el proletariado lati-
noamericano y en Centroamérica de manera particular, lo cual tuvo profundas impli-
caciones para Nicaragua. Estados Unidos no llegó a dudar que, a partir de su estancia
en México, Sandino se convirtió en la encarnación del “bolchevismo” mexicano.
En Centroamérica, la dependencia económica de México respecto a Estados
Unidos comprometía todo esfuerzo nacionalista de alcanzar la verdadera soberanía.
Durante sus años en aquel país, Sandino fue testigo de cómo Estados Unidos utilizó
todo tipo de presiones, subterfugios y amenazas para resistir la aplicación de las nue-
vas disposiciones constitucionales relativas a los recursos naturales del país, particu-
larmente el petróleo. Mediante los tratados Bucareli de 1923, el presidente Álvaro
Obregón aseguró el reconocimiento diplomático estadounidense a cambio de la no
implementación retroactiva del artículo 27 de la Constitución que nacionalizaba los
subsuelos; acordó también pagar indemnizaciones por tierras expropiadas a nortea-
mericanos. Con ello restaba fuerzas a sus adversarios políticos internos. Ahora, el
Estado mexicano debía jugar el papel de “fiel de la balanza” entre los intereses de
Estados Unidos y las demandas de los sectores más nacionalistas y revolucionarios1.
Plutarco Elías Calles llegó a la presidencia de México en diciembre de 1924 con
un cometido más radical, rompiendo al poco tiempo con los acuerdos Bucareli e im-
plementando la aplicación estricta del Artículo 27, todo con el apoyo de sectores po-
pulares. Junto a la mayoría organizada de los trabajadores petroleros, Calles reabría
el escenario más temido por las grandes compañías: el de la amenaza de la expro-
piación petrolera. El gobierno de Washington y los principales medios norteameri-
canos denominaron a México “el segundo país bolchevique en la tierra” en tanto,
con el apoyo gubernamental, avanzaba aceleradamente la organización de obreros
y campesinos mediante la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM), una
entidad semioficial, pero que en poco tiempo logró aglutinar a decenas de miles de
trabajadores urbanos y, sobre todo, campesinos.
El 20 de julio de 1923 (Sandino estando en Veracruz), el régimen ordenó el ase-
sinato de Pancho Villa, ya para entonces supuestamente retirado como hacendado
en el norte del país. Calles y Obregón temían que Villa se levantara nuevamente a
favor de Adolfo de la Huerta, quien entonces se negaba a reconocer la legitimidad de
la pactada sucesión presidencial. El Ejército Libertador del Sur de Emiliano Zapata
45
y el de la División del Norte de Pancho Villa conformaban el gran eje norte y sur
del campesinado en lucha por la tierra. Conjuntamente tomaron la ciudad de México
en 1914, pero no pudieron concretar una alianza más estable que hubiera cambiado
el rumbo de la revolución mexicana. Fue la lucha zapatista la principal responsable
del contenido agrarista radical de la Constitución. Su lema fue “Tierra y Libertad”
recogido de los anarquistas mexicanos y españoles.
Por su parte, los trabajadores de la ciudad, más abiertos a las alianzas, aceleraban
su esfuerzo organizativo. Durante el período presidencial de Obregón (1920-1924),
las organizaciones sindicales avanzaron aceleradamente en la conformación de sin-
dicatos pero también de burocracias sindicales afines al gobierno. Sandino formó
parte de una capa de obreros artesanales en proceso de transformarse en trabajado-
res organizados ya no por gremio, sino por industria, en lo que viene a ser la prefi-
guración del sindicalismo moderno, reflejando en sus demandas y logros, medidas
que corresponden al tránsito de una sociedad plenamente capitalista2.
La raza
El término raza aparece repetidamente en los escritos e imaginario social de
Sandino. Algunos especialistas indican que cuando, en español, se dice raza, el én-
fasis no es en lo físico ni en lo biológico (está comprobado que las razas no existen
47
El apresurado de Dios
Aunque nunca se conocieron personalmente, Vasconcelos fue maestro de San-
dino como de millones de trabajadores mexicanos. Primero como impulsor de la de-
mocratización de la educación y segundo como el autor principal de la tesis del desti-
no racial/espiritual de Iberoamérica –derivado del Ariel del uruguayo José Rodó– que
llegó a formar parte medular del discurso “indohispánico” y de unidad racial esgri-
mido insistentemente por Sandino. La Revolución Mexicana fue también asunto de
la formación de miles de maestros y de centenares de miles de libros distribuidos en
nuevas escuelas y bibliotecas populares, a las que Sandino seguramente tuvo acceso.
La educadora chilena y futura Premio Nobel Gabriela Mistral, invitada por Vasconce-
los, recorrió México con las “misiones culturales” que deambulaban por todo el país.
Sobre el maestro mexicano dijo: “este Vasconcelos, que en su Ministerio de cuatro
años fecundó de actos cada día y que hasta obró en exceso por esa como pasión suya
de Génesis, puede ser otras cosas: un vehemente, un ‘apresurado de Dios’”.
A los cuarenta años de edad, en 1921, Vasconcelos fue nombrado por el presi-
dente Obregón como Secretario de Educación Pública, federalizando la enseñanza
para extender un ideario por todo el país.
Sandino, junto a millones de mexicanos, fue beneficiado por las cruzadas edu-
cativas de Vasconcelos y concretamente a partir de la expansión de oportunidades
lectoras. Daniel Cosío Villegas, prestigiado historiador mexicano, describe aquella
atmósfera de entusiasmo, “...entonces sí que hubo ambiente evangélico para enseñar
a leer y escribir al prójimo; entonces sí se sentía, en el pecho y en el corazón de cada
mexicano, que la acción educadora era tan apremiante y tan cristiana como saciar la
sed, o matar el hambre. Entonces comenzaron las primeras grandes pinturas mura-
les, momentos que aspiraban a fijar por siglos, las angustias del país, sus problemas
y esperanzas. Entonces, se sentía fe en el libro, y en el libro de calidad perenne; y
los libros se imprimieron por millares y por millares se obsequiaron. Fundar una
biblioteca en un pueblo pequeño y apartado, parecía tener tanta significación como
49
levantar una iglesia y poner en su cúpula brillantes mosaicos que anunciaran al cami-
nante la proximidad de un hogar donde descansar y recogerse”.
Desde la Secretaría de Educación Pública y bajo la mirada atenta de la intelec-
tualidad del continente, Vasconcelos avanzó en su utopía cultural para fundar las
escuelas rurales, multiplicar el número de maestros, impulsar las artes plásticas y el
movimiento muralista mexicano –Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, José Cle-
mente Orozco, y Rufino Tamayo. Se le recuerda también por la edición de los “libros
verdes”: reproducciones de literatura clásica puestas al alcance de los más pobres
y primeros lectores Las ediciones, de 50 mil ejemplares cada una, eran vendidas a
cincuenta centavos el ejemplar, pero también eran obsequiadas a quien las pidiera.
Cuatrocientos mil ejemplares, entre ellos, Aristóteles, Homero, Platón, Eurípides,
Esquilo, Dante y otros, eran enviados gratuitamente a escuelas normales, secunda-
rias y bibliotecas escolares y públicas. Luego se agregaron los escritos de Romain
Rolland y la Antología de Gabriela Mistral. Para el Secretario de Educación, según
dijera al presidente, “lo que este país necesita es ponerse a leer La Ilíada”.
De manera que a su llegada a México, Sandino tuvo un acceso privilegiado a
lecturas y campañas educativas de todo tipo. El número de bibliotecas pasó de 70 en
1920 a 1,196 para abril de 1924. Se apoya asimismo a los sindicatos para la organiza-
ción de escuelas nocturnas para los trabajadores.
De conformidad con el plan, las bibliotecas abiertas en los municipios debían
ser de dos tipos: públicas y obreras. A ellas se agregaban las bibliotecas ambulantes,
destinadas a los pueblos más aislados. Desde la Secretaría de Educación, Vasconce-
los creó la figura de los “maestros misioneros” para recorrer el país llevando, como
nuevos franciscanos o dominicos, la cruzada del nuevo gobierno preocupado por la
población más necesitada, incluyendo la elevación de su nivel de cultura, y por ende
su mejor politización. La buena nueva no era una prédica profesoral sino un paquete
de libros. Los maestros traían consigo “bibliotecas ambulantes” compuestas –según
explicaba Jaime Torres Bodet, secretario particular de Vasconcelos– de “cincuenta
volúmenes que se hacen circular en una caja de madera que puede ser acarreada a
lomo de mula, a fin de que llegue a regiones a donde no alcanza el ferrocarril”.
Cuando Sandino llegó a Veracruz y a Tampico en 1923, ya funcionaban las Bi-
bliotecas Populares –así llamadas hasta hoy en día– hasta en los pequeños poblados
petroleros todas surtidas de los “libros verdes”. También encontró las escuelas noc-
turnas para obreros y las 14 bibliotecas populares que existían en Veracruz, junto a
otras seis en Tamaulipas, aparte de las 55 bibliotecas públicas esparcidas por todo el
estado de Veracruz, incluyendo los campos petroleros. En las bibliotecas “tipo 3”
figuraban, junto a los clásicos antes mencionados de la antigüedad, Cervantes, Lope
de Vega, Alarcón, Calderón, Galdós, Shakespeare, Rodó, Darío, Goethe, Ibsen, Tols-
toi (de quien Vasconcelos fue devoto a temprana edad e hizo circular sus escritos),
50
Rousseau, Voltaire, Hugo (cuya obra teatral “Germinal” inspiró a la clase obrera e
izquierda intelectual en Europa y México), Andersen. En la Biblioteca “tipo 4”, con
cien volúmenes figuraban obras más políticas y filosóficas, Descartes, Kant, Darwin,
Spencer, Boutroux, Bergson, Marx (incluyendo El Capital y el Manifiesto Comunista).
Fue asunto no sólo de lectura sino de énfasis en contenidos y priorización de
audiencias. En su carta a los obreros de Jalisco de enero de 1921, Vasconcelos, el
“maestro de las Américas” apuntaba que “el progreso de la justicia en el mundo no
podrá ser un hecho en tanto que no se realice la unión íntima de los proletarios y
obreros... con los obreros de la inteligencia... Esta universidad se propone atender
a los intereses del proletariado facilitándole la educación práctica”. Pide a los maes-
tros de esa región organizarse y ligarse estrechamente con los sindicatos obreros. El
contacto de los trabajadores con los intelectuales debía dar lugar a un “renacimiento
espiritual que ponga nuestra edad por encima de todas las otras... los intelectuales
tendrán que convencerse de la “santidad del trabajo”, y los trabajadores deberán
impregnarse de “la luz que emana de las ideas”. A pesar del lenguaje profético en el
cometido educativo, quedaba prohibido promulgar ideas religiosas5.
La raza cósmica
Las ideas, imágenes y metáforas de Sandino reflejaban
la vertiente de un arielismo decadente y literario, pero que
en el transcurso de los años veinte, volvió a la vida con el
imaginario de la Revolución Mexicana y del pensamiento
de izquierda. Al mensaje cultural e intelectual, Vasconce-
los –y Sandino con él– agrega un contenido antioligárquico,
nociones de soberanía económica y movilización social de
las mayorías indígenas, obreras y campesinas, y de unidad
continental frente a Norteamérica. Se le recuerda a Vascon-
celos más por su noción de la “raza cósmica” que explica la
misión de los pueblos iberoamericanos, publicada en 1925
Primera edición y difundida en todo el continente.
de La raza cósmica (1925)
Aunque nadie puede saber qué exactamente fue lo que
leyó Sandino en ese entonces, lo cierto es que había llegado a una etapa crucial de
su vida marcada por la sed de conocimientos, lo que viene a coincidir extraordina-
riamente con lo que Vasconcelos luego llamó “la primera inundación de libros que
registra la historia de México”. Fue así que Sandino no necesitó formar parte del
ámbito universitario, o concurrir a salones de té para asimilar nuevas ideas. Lo hace
de una manera más orgánica, nutrida por la experiencia como trabajador, desde la
posición de obrero apenas letrado interesado en conocer sobre su propia situación
51
social y económica. Muchas de esas ideas nuevas circulaban en la forma más etérea
envueltas en un lenguaje con frecuentes alusiones a la dimensión espiritual, emplea-
da por los arielistas y Vasconcelos, pero también escuchadas en las logias masónicas
y centros de discusión espiritistas, también frecuentadas por Sandino. Su aprendizaje
político y social no es separable de sus inquietudes y desenvolvimiento espiritual,
porque juntos dieron lugar a su idealismo y a su insistencia en la autonomía moral.
En la “raza cósmica” Vasconcelos anuncia el advenimiento de una “quinta raza
que en las tierras desprejuiciadas de América fusionará a todas las otra razas sin
distinción de color o de número, creando una nueva civilización, e ingresando a los
pueblos a la sabiduría”. De manera similar a los anarcosindicalistas, Vasconcelos
rechaza el “darwinismo social” a favor del nuevo ser humano “compuesto con la
selección de cada uno de los pueblos existentes”. La nueva raza sería el conglome-
rado de las existentes. Vasconcelos, de manera similar a Sandino y como discutimos
posteriormente, atribuye un papel especial a España como madre original de la raza.
Mantiene que América hispana estaba llamada a ocupar el lugar de Europa para
crear una nueva civilización, pero el esfuerzo, advirtió, sería titánico requiriendo
mayor tesón de unidad en el continente, acompañado de una nueva apelación a lo
espiritual que despierte la conciencia e impulse la acción.
La “fusión racial” de Vasconcelos no es simplemente asunto de genética y euge-
nesia. Nada tiene que ver con la “mejoría de la raza” propugnada por las oligarquías
que procuraban blanquear a la población. Tampoco es un indigenismo ni propugna
un regreso al pasado pre-colombino sino una visión de la indispensabilidad de una
nueva unidad latinoamericana en beneficio de la humanidad entera.
Vasconcelos así lo explica: “despojados de la antigua grandeza, nos ufanamos
de un patriotismo exclusivamente de nación, y ni siquiera advertimos los peligros
que amenazan a nuestra raza en conjunto... Los creadores de nuestro nacionalismo
fueron, sin saberlo, los mejores aliados del sajón, nuestro rival en la posición del con-
tinente... nos sometemos o nos aliamos con la unión sajona”. Para él, Centroamérica
constituye el mejor ejemplo de aquella tesis: “Ni siquiera los cinco pueblos centroa-
mericanos, porque no han querido darnos su venia a un extraño, y porque nos falta
el patriotismo verdadero que sacrifique el presente al porvenir”. “El estado actual
de la civilización nos impone todavía el patriotismo como una necesidad de defensa
de intereses materiales y morales, pero es indispensable que ese patriotismo persiga
finalidades vastas y trascendentales... “El indio no tiene otra puerta hacia el porvenir
que la puerta de la cultura moderna, no otro camino que el camino ya desbrozado
de la civilización latina”. “En el suelo de América hallará término la dispersión, allí
se consumará la unidad por el triunfo del amor fecundo, y la superación de toda las
estirpes... Los pueblos llamados latinos, por haber sido más fieles a su misión divina
de América, son los llamados a consumarla... fundir étnica y espiritualmente a la gen-
52
Yucatán
de la región huasteca veracruzana, justamente al otro lado de río Pánuco que desem-
boca en el puerto de Tampico, Tamaulipas, a unos 400 kilómetros del puerto.
Veracruz, por lo demás, era el meollo del radicalismo sindical y del populismo
estatal. Allí fue promulgada la Ley Agraria de 1915 que permitió la organización de
las primeras ligas campesinas, en tanto crecieron también los sindicatos radicales en
lugares del interior del estado (los textileros de Orizaba), los aguerridos ferrocarrile-
ros, los electricistas y estibadores del puerto, y por supuesto los petroleros en la zona
de la huasteca veracruzana colindante con Tampico.
Un historiador mexicano precisa: “El año de 1923 es de esos momentos sociales
en los que los problemas se concentran para estallar en múltiples y variadas formas...
En el puerto de Veracruz se vivió la resaca de la huelga de inquilinos del año anterior y
posteriormente se padeció y experimentó la huelga general electricista”. Sandino pudo
presenciar aquel proceso de ruptura del viejo orden existente y de los intentos de re-
configurar nuevas relaciones sociales y políticas a nivel local. Se dieron huelgas sucesi-
vas de estibadores, electricistas, marineros, obreros textiles, petroleros, panaderos y de
prostitutas (llamada también la lucha de los colchones caídos). Y a nivel de la capital,
estallaba una violenta lucha entre las fracciones políticas autoproclamadas revolucio-
narias por el control del nuevo Estado, en tanto movimientos populares impulsaron
sus propios intereses entrando en alianzas con sectores en pugna por el poder.
En Veracruz, los políticos y los trabajadores frecuentemente hicieron causa co-
mún con la gubernatura del Estado local contra las intervenciones del gobierno fe-
deral, sobre todo bajo la gobernatura del caudillo populista y socialista, Adalberto
Tejeda, futuro colaborador de la guerrilla sandinista y gobernador entre los años 1920
y 1924 y nuevamente entre 1928 y 1932. Sus ambiciones presidenciales le llevaron a
cultivar el favor de las organizaciones gremiales contrarias a la Confederación Re-
gional Obrera Mexicana (CROM), controlada por Luis Morones, aliado de Calles y
Obregón. En las zonas rurales, Tejeda impulsó la formación de la combativa Liga de
Comunidades Agrarias que abrió las puertas a la lucha agrarista en el resto del país.
En 1912, los panaderos veracruzanos, uno de los estamentos más radicales de
la nación, organizaron la Confederación de Sindicatos Obreros y con otros gremios
consiguieron que el gobierno estatal dictara leyes relativas al descanso dominical, la
jornada de nueve horas, la obligación del patrón de pagar alimentación, asistencia
médica, establecer escuelas, bibliotecas populares y el Teatro Popular en el puerto.
Reflejando el radicalismo del Estado, el Partido Comunista de Veracruz se estableció
bajo ese nombre en 1920, y dos años más tarde su sucesor, el Partido Comunista
de México, celebró en Veracruz su primer congreso ordinario. La efervescencia, sin
embargo, venía “de abajo” dentro de un clima de agitación causada, en gran medida,
por la irrupción reivindicativa de las clases trabajadoras, que se agruparon en una di-
versidad de uniones, logias masónicas radicalizadas, sindicatos y confederaciones de
62
diversos tintes ideológicos. Había agrupaciones lideradas por militantes del Partido
Comunista, del anarcosindicalismo y también reformistas como los de la Confede-
ración Regional Obrera Mexicana (CROM).
Sandino probablemente presenció la huelga de los electricistas que por un tiem-
po dejó sin energía a la ciudad. A inicios de julio de 1923, los trabajadores electricis-
tas realizaron un paro contra la Compañía de Luz, Fuerza y Tracción, de propiedad
inglesa, que manejaba los tranvías y el fluido eléctrico. Los asalariados demandaban
el reconocimiento de su sindicato, la firma de un contrato colectivo, la jornada de
ocho horas (ya contemplada en la Constitución de 1917) y un 50% de aumento sa-
larial. Al mes, lograron el contrato colectivo y las ocho horas pero no la demanda
salarial. La huelga se mantuvo y la Federación Local de Trabajadores de Veracruz, de
tendencia anarcosindicalista, se integró a la lucha y el 20 de agosto estallaba la huelga
general. La estrategia consistió en seguir el ejemplo de los trabajadores marítimos
quienes durante su huelga general, de 1920, detuvieron el paso de todas las mercan-
cías en el puerto. Sin embargo, los marítimos no prestaron el apoyo indispensable
para lograr la paralización del comercio y la Junta de Conciliación y Arbitraje estatal
declaró ilegal la huelga. Debieron entonces suspender la huelga el 27 de agosto no
sin antes hacer sonar las campanas de las iglesias, lanzar cohetes y tiros para celebrar
el esfuerzo realizado.
Quienes no dudaron en apoyar a los electricistas fueron las mujeres del Sindi-
cato de Inquilinos, conocidas como las Mujeres Libertarias. Siguiendo la estrategia
de “acción directa”, este sindicato se planteó la necesidad de llevar la huelga hasta
los hogares de la burguesía, por lo que iniciaron una campaña para sindicalizar a las
trabajadoras domésticas empleadas por la élite. Para hacerle frente al temor de repre-
salias y despidos, las libertarias acompañaban a las domésticas de regreso a las casas
que las empleaban, para explicar a los patrones que ahora sus empleadas formaban
parte de un sindicato, por lo que debían recibir medicamentos y su día de descanso
semanal. Los patrones también fueron informados que las empleadas estaban obliga-
das a asistir a todas las reuniones y eventos del sindicato5.
El Bodeguero
Todo aquel drama social y político formó parte de la escuela de Augusto C. San-
dino. Su ubicación exacta en Veracruz y el período específico de su estadía es difícil
de precisar. La entrevista que concede en 1929 al periodista veracruzano, Emigdio
Maraboto, hace pensar que fue asunto de meses porque se sabe que en el mismo
1923 llegó a Tampico. Ciertamente, Augusto se familiarizó con el ambiente, traba-
jando en el día en el Almacén Ortiz, contando con tiempo libre para asistir a las vela-
das culturales que ofrecía el Teatro Popular, muchas veces alquilado por los sindica-
tos para la presentación de obras llamadas sociales, que aparte de entretener también
abordaban candentes temáticas sociales llenas de arengas y actores haciendo el papel
de explotados y explotadores. Luego se volverá a este tema y a la importancia edu-
cativa de las presentaciones teatrales a las que acudían los trabajadores y sus familias.
Según Maraboto, Sandino fue despachante en el Almacén de Agustín Ortiz,
consignatario de buques y comisionista de los comerciantes aduaneros. Las casas
comerciales se ubicaban en la calle Benito Juárez, cerca de la Aduana Marítima, que
ocupa, un hermoso edificio de dos pisos, en un pasaje que entonces conectaba con el
Muelle Fiscal. Como agente de almacén, Sandino se habrá ocupado de apoyar gestio-
nes para el despacho aduanal y el manejo de mercadería. Maraboto nos dice escueta-
mente que durante el corto período que vivió en Veracruz, Sandino “cultivó sinceras
amistades y de sus jefes se hizo apreciar por su honradez y la fuerza de su carácter.
Pronto dejó este ambiente, que no era el suyo, y marchó a la Huasteca Petroleum...”.
Maraboto cae en un pequeño error: no es sino hasta en agosto de 1925 que
Sandino ingresó a la Huasteca Petroleum Company, en el área de Cerro Azul, estado de
65
Tampico y su entorno
unión de los vagabundos del puerto. En las altas colinas que formaban los bancos
del río se hallaba la sección residencial del puerto. Aquí vivían los extranjeros ricos
y los oficiales de las compañías petroleras con sus familias. La ciudad era muy baja,
y como estaba en los trópicos, hacía mucho calor, pero en estas colinas se recibía la
brisa fresca del mar toda la tarde y durante la noche.
Para regresar al puerto, Dobbs tuvo que caminar casi dos millas. Tenía mucha
hambre y otra vez se encontraba sin un centavo. Volvió a la plaza. Esta vez tuvo que
escuchar insultos sobre los extranjeros vagabundos que molestan a la gente decente.
Pero cuando uno tiene hambre, no hace caso de tales insultos.
–¿Estás buscando trabajo?
–Sí. ¿Tienes alguno que ofrecerme?
–Trabajo duro, pero bien pagado. ¿Has trabajado alguna vez en un campo pe-
trolero?
–Seguro, amigo; esa es mi especialidad.
–Tengo un contrato para equipar un campo, pero me falta un hombre. El
sinvergüenza a quien había empleado no ha venido. Quizás tenga la malaria, o esté
divirtiéndose con alguna mujer.
–¿Cuánto pagan?
–Ocho dólares americanos diarios.
Sólo diez minutos antes, Dobbs habría corrido tras un empleo como un gato tras
una rata gorda, pero en aquel momento no tenía mucho entusiasmo para aceptarlo.
–¡Ven o vete al diablo! –gritó el contratista– esta lancha no esperará y si no sali-
mos inmediatamente perderemos el tren.
Sin esperar respuesta, tomó a Dobbs por el brazo y corrió hacia la lancha. Al
mediodía llegaron a la otra orilla, donde se hallaban anclados muchos barcos que
pertenecían a diferentes compañías petroleras. El aire estaba lleno de gases que es-
capaban de las refinerías de petróleo.
Aquella atmósfera desagradable indicaba que la gente ganaba dinero, mucho di-
nero. Había mexicanos y también americanos que gastaban cuatro mil pesos en una
noche. Río abajo, se hallaban varias cantinas, donde reinaba el amor y las canciones
en medio de un océano de licor.
Tomaron el tren que los llevó a los campos petroleros. Dobbs pronto descubrió
que ocho dólares diarios, que antes le parecían una fortuna, era un salario miserable
por aquel trabajo tan duro. Tenían que luchar contra miles de insectos. Y trabajaban
hasta las once de la noche.
Todos los que vivían y trabajaban en el puerto sólo pensaban en el petróleo1.
69
La faja de oro
Tampico, estado de Tamaulipas, en el noreste mexicano fronterizo con Estados
Unidos, fue fundada en 1823 en la zona comprendida entre las riberas de los ríos
Pánuco y Tamesí, la laguna del carpintero y el golfo de México, prácticamente una
isla. La región huasteca, sede de una vieja civilización indígena, abarcaba la parte sur
del estado de Tamaulipas, el norte del estado de Veracruz y el extremo este del esta-
do San Luis Potosí. Fue en la llamada huasteca veracruzana que se encontró uno de
los más ricos yacimientos de petróleo en el mundo. La región la habitaban indígenas
huastecas quienes fueron despojados de su tierra, o la mal vendieron –tema de otra
hermosa novela de B. Traven, La Rosa Blanca. El puerto de Tampico constituyó el
centro geográfico y administrativo de la zona petrolera y punto de abastecimiento
de instrumentos y fuerza de trabajo. Las empresas petroleras la hicieron la sede
principal de sus oficinas. Allí llegaban los crudos, o materia a refinar, o a almacenar
desde decenas de campos de extracción aledaños que cada compañía llegó a poseer.
Desde inicios del siglo XX, el “oro negro” constituyó la materia prima y fuente
de energía sustituyendo al carbón, la madera y el agua acorde con el progreso de la
industria en la era del capitalismo industrial. “Si nos apoderamos de las reservas de
petróleo hoy existentes en el mundo –escribió el Embajador de los Estados Unidos
en México en 1918 –podremos hacer lo que nos plazca”. Y las reservas comprobadas
más prodigiosas en el mundo estaban en México. En el Reino Unido, el Secretario de
la Marina, Winston Churchill, había logrado persuadir al gobierno que las naves mili-
tares y comerciales inglesas pasaran del carbón al petróleo como fuente de combus-
tión, toda vez que el rendimiento en distancia por kilo era el doble. El problema para
los ingleses fue que Estados Unidos controlaba dos terceras partes de la producción
mundial de petróleo y Rusia un veinte por ciento. Churchill informó al Parlamento en
1913 que la solución era hacer del Reino Unido “el dueño, o al menos, quienes con-
trolen las fuentes de al menos uno de los campos suplidores requeridos... Pareciera
como si toda esta situación pudiera resumirse en una palabra: petróleo. ¡México es tan
inagotable y tan trágicamente rico en esta cosa que todos lo envidian en el mundo!”,
expresaba Churchill, entonces en el Almirantazgo británico, ante la Cámara de los
Comunes el 17 de julio de 1913.
Como resultado, la industria petrolera –principalmente en manos de consorcios
ingleses y norteamericanos– cayó con violencia y velocidad vertiginosa sobre la lla-
mada región huasteca donde se localizaban los principales mantos para convertir a
México en uno de los mayores productores del mundo. Aquella expansión de la in-
dustria petrolera fue más favorecida aun por la falta de interferencia de un gobierno
efectivo en el país, a lo largo de las dos primeras décadas del siglo XX, entendién-
dose las compañías con cambiantes y necesitadas autoridades estatales y locales. Se
70
partes de México, era anticlerical. De las 100,000 personas que vivían en el área de
Tampico en 1918, únicamente entre 50 y 100 se contabilizaban en las ceremonias de
la Catedral central.
Con el boom petrolero, se multiplicó también el número de cinemas y teatros
para ofrecer esparcimiento. Se sabe que en el año 1922, Tampico ostentaba once salas
de espectáculos y dos teatros. Para entonces, la ciudad con sus alrededores contaba
con 150,000 residentes, lo que representaba el mayor número de salas por habitantes
en toda la nación. La élite social y económica se enriquecía dramáticamente a partir
de la especulación de tierras con yacimientos petrolíferos, asociándose a las grandes
empresas extranjeras, como abogados y contadores, logrando así ingresos inusitados
que permitían enviar a sus hijos a estudiar en el extranjero y a ellos, vacacionar en
Europa. Ese mismo año, abrió una planta embotelladora de Coca Cola por vez pri-
mera en América Latina, siendo Sandino, que sería aficionado a las “chibolas” (como
en Nicaragua se le denominaría a las gaseosas), probablemente entre los primeros
nicaragüenses trabajadores que degustó aquella poca saludable bebida. Fue buen con-
sumidor de chibolas cada vez que a lo largo de su vida estuvieran a su alcance.
En menos de una década, Tampico había cambiado su aspecto de aldea por uno
de ciudad con elegantes edificios levantados por las principales compañías de petró-
leo ubicadas casi en fila en la vieja “calle de las empresas”, edificios hoy ocupados
por Petróleos Mexicanos (PEMEX). Y para las residencias de los empleados superiores,
la mayor parte extranjeros, un barrio exclusivo, con elegantes casas de madera y en
cada una de ellas un jardín, tal como se acostumbraba en Inglaterra. Seguramente
conoció también la otra cara de Tampico. El magnífico “Hotel de Inglaterra” fren-
te a la Plaza la Libertad, las grandes casas de comercio que importaban las últimas
modas de París, Londres y Nueva Orleans. Tal vez Augusto pudo presenciar la fas-
tuosa celebración del centenario de la fundación de Tampico. Con amplio derroche,
la municipalidad y las empresas patrocinaron regatas, flotas y carnavales. Sandino
habrá asistido a conferencias dominicales en el Teatro Águila de Villa Cecilia, orga-
nizadas por el sindicato de estibadores del puerto, sobre temas políticos y sociales y
también morales, amenizados por las danzas de niños de las escuelas locales. O bien
asistir a la plaza de toros donde no faltaban los matadores, picadores y banderilleros;
también, los domingos, los jarabes tapatíos de los charros, bailados con asombrosa
perfección; e igualmente, los populares “jaripeos” donde se domaban potros y novi-
llos con ejercicios de lazo y jineteo, similar a los rodeos norteamericanos.
Con la abundancia de dólares y pesos oros metálicos, Tampico se volvía una de
las ciudades más caras del mundo, lo que debe haber presentado un problema para
los trabajadores, afanados como Augusto en ahorrar. Todo al gusto de la bolsa del
cliente, porque los salones de baile y cabarets de Tampico cobraban fama interna-
72
cional, con mujeres llegadas de diversos países que entretenían a los clientes, al son
de buenas y malas orquestas. Pero en los establecimientos de máxima categoría, se
escuchaba jazz con bandas traídas de Nueva Orleans. “La ciudad parecía un cam-
peonato de negociantes y viciosos; era una verdadera Babel. Los dólares corrían a
torrentes, no se tenía noción de lo que valía el dinero y en todas partes se alardeaba
de las grandes fortunas que se improvisaban raídamente... más de quince mil prosti-
tutas estaban registradas en la Oficina de Salubridad”, recordaría el gobernador del
estado de Tamaulipas (y posteriormente presidente) Emilio Portes Gil, quien llegó a
entrevistarse con el General Sandino en 1930.
Trabajadores, mayoritariamente solteros, derrochaban libremente en las canti-
nas y salas de juego. Sus expediciones de esparcimiento les llevaban, junto a los
marineros de los barcos, hacia el afamado barrio de La Unión, gastando también en
extravagancias. “Impropios para su clase y condición” –recordaba una acomodada
tampiqueña. Invadieron las modas yanquis incluyendo el sombrero tejano que fue
sustituyendo al sombrero mexicano imitando a los trabajadores norteamericanos.
Entre estos figuraron los agitadores anarquistas integrantes de la Unión Industrial de
Trabajadores conocidos como wobblies, con oficinas en Tampico, cerrada por las au-
toridades en 1921 pero abierta nuevamente como resultado de otra huelga general3.
Condiciones sociales
Los trabajadores y migrantes radicaban en los poblados aledaños de Mata Re-
donda y sobre todo en Villa Cecilia. Según los cronistas, el nombre de Cecilia deri-
vaba de la historia de una viuda alegre con ese nombre quien por años manejó un
lucrativo negocio de traslado de víveres y comercio de un lado del río al otro. Era
dueña también de un hotel donde selectos visitantes gozaban de algo más que el
hospedaje.
En Villa Cecilia se fueron congregando trabajadores y con la instalación de
tranvías conectados ahora mediante obras públicas con el centro de Tampico, fue
quedando desplazado el negocio de la viuda. Los “tranvías de mulitas”–así llama-
dos porque eran arrastrados por esos pobres animales– dieron lugar a los tranvías
eléctricos, propiedad de la poderosa y odiada compañía inglesa que controlaba el
suministro de toda la electricidad a la ciudad.
Para lograr los salarios jamás soñados, los hombres, que en su mayoría habían
llegado sin familias, buscaban albergue en Cecilia y en Mata Grande (también cono-
cido como Árbol Grande), el poblado siguiente. En estas zonas, crecía la aglome-
ración humana de barracas levantadas de improviso, sin orden, sin saneamiento, en
terrenos bajos e inundables y hasta fangosos. Un testigo describía cómo “caravanas
de gente llegaban de día y noche a Tampico en busca de trabajo y encontraban ocu-
pación inmediatamente”.
73
pudor más elemental no podía cubrirse, pues eran tratados todos como animales sin
reconocerles siquiera el derecho que como humanos les corresponde...”.
Sandino nuevamente pudo reflexionar cómo el ser extranjero, blanco, nortea-
mericano conllevaba privilegios, a veces poco merecidos. Ya no solo por ser ricos e
inversionistas, porque aun en los campamentos, ser norteamericano constituía una
ventaja y significaba automáticamente mejor salario y colocación como capataces
y técnicos, siendo los tejanos los más insoportables y racistas. Algunos traían ex-
periencia de la explotación petrolera en su tierra, pero otros eran colocados sim-
plemente por ser angloparlantes y poder, consecuentemente, comunicarse y tomar
partido con los jefes. En tanto los nacionales se fueron sintiendo con capacidad de
asumir puestos más calificados, crecía la insatisfacción con la práctica discriminado-
ra que concedía a los extranjeros, capacitados o no, mejores viviendas, cargos y sala-
rios. A la larga, fue uno de los factores que llevaron, en marzo de 1938, a la decisión
del presidente Lázaro Cárdenas a decretar la expropiación de la industria petrolera,
haciendo valer finalmente el contenido nacionalista del artículo 27 y el laborista del
artículo 123 de la Constitución de 1917.
Cada refinería era un enjambre de terminales de grandes tuberías y oleoductos que
venían de los campos del norte, pero sobre todo del sur. Allí mismo procesaban y em-
barcaban, sobrando trabajo para mecánicos como Sandino, que se piensa, desarrolló
allí una especialización como mecánico metalúrgico tornero. El pago era bueno, pero
el trabajo era duro, sobre todo en la zona de los pozos de extracción ubicados en las
ancestrales tierras indígenas.
“El trabajo asalariado –dice la historiadora mexicana Mirna Benítez– determinó
la forma de vivir, ante esta realidad todos los trabajadores eran petroleros, sujetos a
una jornada laboral ajena, de riesgo diario: la cotidianidad de los pequeños y grandes
accidentes, los despidos sin justificación y la discriminación a que fueron sujetos se
convirtieron en vivencias frecuentes que se derivaban todas del proceso de trabajo
mismo. Esta situación generó una necesidad conjunta, un sentido de defensa...”4.
La rosa blanca
Sandino llegó a conocer bien la zona de la huasteca veracruzana donde se vivie-
ron tristes episodios de explotación. Nuevamente, Traven describe aquella situación
en su novela La rosa blanca, el nombre ficticio que dio a una realidad histórica de
asentamientos indígenas que cayeron mediante engaños en manos de las sedientas
compañías petroleras extranjeras:
“Rosa Blanca se había convertido en una serie de lotes, del número noventa al
ciento sesenta, de la Cóndor Oil Co. Inc. Ltd., S. A. Rosa Blanca no era ya más que un
terreno. Estaba totalmente cubierto de torres. Sólo unos cuantos indios, trabajadores
75
diurnos, recordaban que –entre– aquellos terrenos había uno llamado en un tiempo
Rosa Blanca. Y se habría considerado absurdo que un terreno con aquella apariencia
ostentara semejante nombre. Y aquel nombre habría parecido una cosa irónica”.
En el sitio donde tiempo atrás florecieran los naranjos y los limoneros... ahora
se arrastraban camiones pesados, y los ‘caterpillars’ cavaban sus inclementes garras,
torturando el suelo que sollozaba adolorido.
Un laberinto de tubos de acero cubría la tierra. Y sobre ellos se venía un intrica-
do tejido de cables y alambres que habían ahuyentado a los millares de pájaros que
solían despertar con sus gorjeos a los habitantes de Rosa Blanca. A cualquier sitio al
que se dirigiera la vista se encontraba con columnas de vapor que salían silbando, y
con pesadas nubes oscuras.
El suelo se hallaba en partes cubierto por una capa pegajosa de aceite, que daba
al suelo un aspecto pantanoso y que despedía gases dañosos a los pulmones. Por
todo aquel sitio en el que tiempo atrás había reinado una quietud celestial, se escu-
chaban ahora gritos, órdenes de mando, chocar de metales y silbidos de vapor.
Largas filas de indios sudorosos, transportando tubos de metal, eran espolea-
dos por capataces, y parecían esclavos, sujetos unos a otros por aquellos tubos. El
ambiente soleado de antaño, preñado de canciones, de risas gozosas, era invadido
ahora por gruñidos, crujidos, estampidos y rechinar de las pesadas máquinas, de las
bombas, de los martillos...
En Pozos Grandes [¿Poza Azul, Veracruz?] se trabajaba más allá de todo límite.
La Cóndor temía perder la propiedad en un futuro no lejano, por razones conocidas
exclusivamente por Mr. Collins. Por lo tanto, ¡a sacar petróleo mientras fuera posi-
ble! Ni una gota debía dejarse, previendo el caso de que ciertos documentos fueran
privados de su validez.
Así, pues, para extraer del cadáver de Rosa Blanca, la mayor cantidad de petró-
leo en el menor tiempo imaginable, las comisiones habían sido elevadas a cantidades
prohibitivas. Esas comisiones despertaban la ambición de los hombres y los llevaba a
trabajar con intensidad febril, salvajemente. En realidad, nadie descansaba. La mayor
parte de cada veinticuatro horas de un día se considera como tiempo extra, y ese tiem-
po extra era espléndidamente pagado...
Cada jefe de perforadores cedía liberalmente buena parte de sus comisiones a
los hombres que le ayudaban a lograr rápidos progresos en su trabajo. Así permitía
a sus ayudantes vivir nadando en dinero, pero solamente a aquellos a quienes con-
cedía el derecho a ello, por responder incondicionalmente a la terrífica velocidad
con la que desarrollaba su trabajo. Conocía a sus hombres porque él mismo era un
proletario y sólo hay que dejar que un proletario vea un billete de cincuenta dólares
para lograr que se olvide del comunismo, los frentes de trabajadores, la solidaridad
y se constituya inmediatamente en capitalista preocupado por encontrar la forma de
76
convertir aquellos cincuenta, en cien. Por supuesto que ustedes, los que tienen una
fe inquebrantable en los ideales, no lo creerán. No importa. Es absolutamente cierto.
Intente el truco, y los verá oprimir el acelerador con mayor empeño del que usted
mismo pondría en llegar. Las comisiones pagadas ahora son mucho más efectivas de
lo que los látigos fueran en otro tiempo.
Si tres, cuatro, cinco, siete pozos, se comenzaban a perforar al mismo tiempo, el
jefe perforador del que brotara primero, recibía una comisión de cinco mil dólares.
La empresa también dejaba que la gente viviera...
Pero como resultado de semejante carrera, no pasaba un sólo día en el que
uno, dos y hasta tres docenas de obreros, entre los que algunas veces se contaban
perforadores y equipadores, perdiera su vida en la batalla del petróleo. Nunca se
mencionaba a los heridos o a los inválidos. La ambulancia se los llevaba, la basura
no servía al petróleo. Se les encerraba en un hospital y desaparecían del panorama.
Se los llevaban con rapidez tal que no se daba tiempo a que otros trabajadores pen-
saran en que lo mismo podía haberles ocurrido a ellos, en aquel mismo instante. Los
cargamentos de humanos no cesaban de llegar durante el día y la noche, solicitando
la plaza que dejara vacante algún infortunado.
Mr. Collins deseaba saber únicamente el número de “agujeros muertos” que se
hallaba entre los ocho pozos cuya perforación se había terminado el día anterior.
Los muertos jamás se mencionaban en los telegramas recibidos de la empresa
Pozos Gigantes. Cada palabra costaba setenta y cinco centavos. La Cóndor [¿la em-
presa Corona?] economizaba palabras. Los muertos, los inválidos y los perdidos se
incluían en el informe mensual. Esos informes podían meterse en sobre junto con
muchos papeles y su porte costaba diez centavos. Había que considerar, además,
que esos burros debían cuidar mejor de sí mismos. Dios misericordioso sabe bien
que un campo petrolero no es un jardín de niños, en este mundo no hay sitio para
los que no saben cuidar de sí mismos sin pedir ayuda a los demás. Nosotros somos
duros, estamos bien curtidos. Y además, ¿qué nos importan los hombres? Lo único
que cuenta es el petróleo. Sí, el petróleo.
¡Gracias, Señor, por tu infinita bondad! Amén5.
sería el vencedor de las próximas guerras. El resultado fue una competencia feroz
primero entre los magnates petroleros Edward L. Doheny y el inglés Weetman Pear-
son– llegando a controlar entre ellos, para 1910, un millón de hectáreas de terrenos
petroleros –convirtiéndose posteriormente en la Standard Oil y la Royal Dutch Shell.
Cada conglomerado apoyado, naturalmente, por sus respectivos gobiernos.
Un historiador explica: “el frenesí de actividad bastó para elevar a México, para
fines de la guerra, a ser el segundo productor de petróleo más importante en el mun-
do. Rebasó a Rusia, cuya producción petrolera en Bakú se vio afectada por la guerra,
la revolución y la expropiación bolchevique. Los Estados Unidos siguieron siendo
los primeros productores de petróleo, con más de dos tercios de la producción mun-
dial bajo su responsabilidad”. En tanto Estados Unidos consumía gran parte de su
propia producción, México se convirtió, para 1923, en el mayor exportador mundial
de petróleo.
La guerra incrementó el uso y demanda del petróleo y con ello su precio. Así,
los precios del barril pasaron de 0,62 dólares en 1910, a 2,01 en 1919 y hasta 3,07
dólares en 1920. Para las compañías, las ganancias consiguientes fueron casi fantásti-
cas –factor determinante para que las exploraciones, extracción y exportación no se
detuvieran bajo circunstancia alguna– aun cuando las mismas empresas eran retre-
cheras ante los impuestos, arguyendo la merma en sus ganancias, cuando la realidad
era exactamente la contraria.
Algunos cálculos indican que una inversión inicial de 100 millones de dólares
producía de mil a cinco mil millones de dólares en utilidades. Entre 1914 y 1919, las
utilidades netas pasaron de 5 a más de 29 millones de pesos oro, que permitieron a
las compañías pagar dividendos de 40% y más sobre sus acciones preferentes y co-
munes. Una compañía petrolera afincada en México pudo pagar dividendos anuales
de hasta 48%.
Las inversiones fueron fuertes para producir la integración vertical y conso-
lidación transnacional de las compañías petroleras durante el auge productivo de
1911-1921. La enorme demanda generada por la popularización del automóvil y por
los nuevos requerimientos industriales y bélicos de la Primera Guerra Mundial cons-
tituyeron factores decisivos en la expansión de las operaciones de las compañías,
integrando cada vez más las operaciones multinacionales de extracción, refinación,
flotas navieras y distribución en los mercados mundiales.
La Royal Dutch Shell, como la Standard Oil de Nueva Jersey dominaban la in-
dustria con sus dos grandes compañías integradas, controlando a la vez, otras pe-
queñas compañías exploradoras, productoras, refinadoras, o transportadoras que
operaban dentro de México. Inventaban nombres de otras compañías con el fin de
monopolizar la mayor parte de superficies con posibilidades prometedoras, por lo
78
que llegaron a existir 115 empresas “independientes” en 1921. Además que usaban
artimañas para tener funcionando compañías fantasmas y evitar los impuestos co-
rrespondientes, empleaban “guardias blancas” que les mantuvieran protegidos de la
violencia que sacudía México.
Todo parecía asunto de batir récords. La producción petrolera pasó de 26.2 mi-
llones de barriles de crudo producidos en 1911, a 87.1 en 1919. En 1922, en un sólo
día entraron al puerto 105 barcos de distintas nacionalidades y diversas procedencias.
Si en 1909 la zona producía apenas 3,634 mil barriles diarios, en 1915 aumentaba a
32, 910, llegando a 193,397 BD en 1921. La refinería “El Águila” procesaba 75,000
barriles diarios (BD), la Pierce Oil Company 16,000 BD y la más imponente de todas, la
refinería de la Huasteca, en Mata Redonda, alcanzaba una producción extraordinaria
133,000 BD. En 1912 Pearson organizó la Eagle Oil Transport Company para el manejo
de la producción de los campos de “El Águila” y para atender el creciente comercio
de exportación. Adquirió una flota que llegó a incluir al buque tanque San Fraterno
con capacidad de 15,700 toneladas, considerado en su tiempo como el más grande
y moderno del mundo.
El número de perforaciones aumentó de 69 en 1920, a 490 en 1926, como par-
te de la búsqueda afanada de nuevas arterias. Hubo pozos cuyos nombres llegaron
a ser legendarios, pues arrojaban diariamente cantidades nunca vistas de aceite. El
pozo “Cerro Azul No. 4” cobró fama por su producción explosiva arrojando en un
día célebre, 260,000. Este pozo generó un empleo para Sandino entre 1925 y 1926 y
está ubicado, cerca de una avenida que hoy lleva el nombre del General. El pozo fue
explotado sin descanso, hasta quedar arrojando agua salada. La duración productiva
promedio de los pozos, con la tecnología de la época, no pasaba de los 5 años.
La demanda mundial fue tal, que las refinerías trabajaban las veinticuatro horas
para no detener la marcha de sus operaciones. Subían los salarios y número de horas
extras tanto en los campamentos donde estaban los pozos, como en la ciudad, refi-
nando, cargando y despachando barcos que llevaban el “oro negro” a todas partes
del mundo6.
sueldos muy por encima del promedio regular. En el trabajo, muchas veces había
comedores y comida separadas, los extranjeros por un lado y los apodados “mex”
por otro, entre los cuales habrán incluido a Sandino.
Por su parte, los nacionales calificados contaban con viviendas aceptables pero
de bastante menor calidad que las de los extranjeros. Los jornaleros con sus familias
ordinariamente recibían una carpa para cada familia, o para cuatro o cinco trabajado-
res, cuando se trataba de campamentos ambulantes que se movían según la suerte de
las perforaciones y la construcción de oleoductos. O bien dedicaban los trabajadores
los primeros días de su estancia a construir barracas de vara y cartón impermeable.
Para los calificados, como Sandino, existían campamento semifijos con “camillas”
de madera de tablas, donde se vivía con menos incomodidad que en la chozas de
cartón.
Los jornaleros eran llevados por “enganchadores” principalmente para “tapo-
near” los huecos de pozos fallidos. Aunque podían ganar hasta 3 pesos diarios (com-
parados con menos de uno en el interior), la mayoría de los “peones” aguantaban
dos o tres quincenas como máximo antes de marcharse de regreso a su rancho, o por
haber contraído paludismo.
La jornada laboral era de ocho horas exactas, normalmente entrando a las siete de
la mañana y concluyendo a las 16 horas, con una hora para el almuerzo. A ello muchos
obreros debían agregar hasta dos horas que tenían que caminar para llegar a su sitio de
trabajo, y dos horas de regreso. Sin embargo, el trabajo continuaba codiciado, al menos
en los tiempos del auge, 1919-1921, con salarios elevados pagados muchas veces en
monedas dólares o, pesos oro, cuando en el resto del país circulaba papel moneda.
Cuanto más alta era la necesidad de la compañía de ejecutar obras para vencer a
la competencia, más altos y competitivos eran los salarios. Pero también los precios
de alimentos y hospedaje tanto en Tampico como en los campamentos. Sandino,
después de alrededor de un año en Tampico, se desplazó a la faja de oro, donde se
ganaba mejor. En 1920, el salario del jornalero fluctuaba entre 3 y 4 pesos diarios,
los carpinteros de primera ganaban 12 diarios, los de segunda 10, y los ayudantes
6 pesos. Se pagaba según la especialidad, y Sandino llegó a ganar los 5.50 dólar, el
equivalente de 11 pesos oro mexicanos. Pero el americano medio, con similares res-
ponsabilidades, ganaría hasta 15 dólares diarios.
En las grandes compañías, los capataces y puestos de supervisión eran aca-
parados por extranjeros, principalmente norteamericanos, contratados más por la
comodidad lingüística de los gerentes. Los trabajadores conocieron entonces el ra-
cismo vinculado a una ardua disciplina que penalizaba a cualquier distraído, por lo
que los trabajadores formaban sus propios sistemas de “alerta temprana” y destreza
de disimular estar atareados. La insistencia en la puntualidad fue también motivo de
82
frustración obrera, siendo implacable con la penalización draconiana hasta por los
pocos minutos perdidos bajo un código terminante e injusto que permitía la separa-
ción inmediata. Los jefes de departamento tenían un poder desmedido y despótico,
despidiendo a obreros que les caían mal y resolviendo casos que no entendían por
el idioma con la expulsión.
Las condiciones de trabajo en el área del petróleo eran peligrosas, rigurosas y se-
veras. Se laboraba cerca de combustibles y líquidos inflamable, gases de alta presión
y temperaturas elevadas, con pesadas láminas de hierro transportadas para construir
los inmensos tanques de almacenamiento que podían desplazarse en el proceso de
construcción, y aplastar brazos y piernas, o personas enteras. Todo esto, a menudo,
bajo el sol ardiente, diez a doce horas diarias con tareas sobrehumanas, como por
ejemplo las limpiezas del interior de los destiladores que podían estar a una tempe-
ratura de 75 grados. El equipo de protección era rudimentario, o inexistente.
Para 1921, la industria en su conjunto empleaba a más de 44,000 mexicanos (sin
contar a los empleados de oficina), y además, unos 1,300 trabajadores extranjeros
(incluyendo a chinos). Juntando a los oficinistas y a aquellos mexicanos que depen-
dían de los contratistas para sus empleos, el destacamento nacional de trabajadores
en la industria pudo haber alcanzado unos 55,000, comparado con los 10,000 cal-
culados como existentes en 1917. El salario real devengado se triplicó entre 1920 y
1925, pasando de un peso diario, a tres para la mayoría de los trabajadores. Era una
remuneración alta comparada a lo pagado en el resto del país, pero baja en relación
a lo devengado por los trabajadores extranjeros, principalmente los anglo–america-
nos, sin mayor calificación que el hablar inglés, leer y escribir mínimamente.
Como observara un trabajador, “Todos los americanos, en especial los contra-
tistas y los empleados de las compañías petroleras, ejercen una presión inamistosa
sobre nosotros, los mexicanos; mientras que las compañías no nos ofrecen ninguna
seguridad, los extranjeros tienen toda la seguridad de las compañías y controlan los
mejores puestos y los mejores salarios...”. Las compañías insistían en que los trabaja-
dores extranjeros tenían mayor capacidad y responsabilidad haciéndoles merecedo-
res de las prebendas, pero cada vez fueron menos los convencidos. Al fin y al cabo
el recurso explotado pertenecía constitucionalmente a la nación mexicana, en tanto
la misma Constitución y la legislación social prohibían la discriminación.
A partir de estas condiciones, muchos llegaron y partieron, pues sólo les inte-
resaba ganar suficiente dinero para volver a su terruño. Al fin y al cabo, los salarios
eran sustanciales y, aun con los altos precios, el saldo todavía era favorable. Pero
los que permanecieron fueron los más duros y, para sobrevivir, fueron tomando
conciencia de la necesidad de defenderse mejor ante la arbitrariedad patronal. Ya
los sindicalistas profesionales, algunos de ellos europeos, hacían acto de presencia
83
Socialización obrera
y construcción de conciencia social
Aquella doctrina fue demonizada tanto por la derecha como por Marx y Lenin.
José Stalin, quien llegaría a ser el pontífice máximo de la escuela leninista, escri-
bió alrededor de 1906: “Nosotros consideramos que los anarquistas son verdaderos
enemigos del marxismo. El hecho es que el marxismo y el anarquismo se basan en
principios completamente distintos, a pesar de que ambos salen a la palestra bajo la
bandera socialista. La piedra angular del anarquismo es el individuo, cuya emanci-
pación es, a juicio de los anarquistas, la condición principal de la emancipación de
la masa, de la colectividad. A juicio del anarquismo, a la emancipación de la masa
es imposible llegar hasta que se emancipe el individuo, debido a lo cual su consigna
es: ‘Todo para el individuo’. En cambio, la piedra angular del marxismo es la masa,
cuya emancipación es, a juicio de él, la condición principal de la emancipación del
individuo. Es decir, a juicio del marxismo, la emancipación del individuo es imposi-
ble hasta que no se emancipe la masa, debido a lo cual su consigna es: ‘Todo para la
masa’. Es claro que aquí tenemos dos principios que se excluyen mutuamente, y no
solamente tienen discrepancias tácticas”.
Los denominados “socialistas utópicos” fueron vilipendiados por Marx en simi-
lares términos. Ante la confusión terminológica, los anarquistas fueron adoptando
el nombre de comunistas o socialistas “libertarios” para distinguirse del “socialismo
real” al que los otros llamaban socialismo autoritario. En un sentido más amplio y
moderno, el anarquismo se define hoy como un movimiento social, orientado a la
organización de las clases populares, especialmente las trabajadoras, con el fin de
llevar a cabo una revolución para transformar, entre otras, las desiguales relaciones
sociales, políticas y económicas.
El término anarcosindicalismo aparece en 1905 cuando lo asumen sindicalistas de
inspiración colectivista asociados a la Confederación General de Trabajadores (CGT)
de Francia. Sufriría permutaciones a lo largo de las décadas con expresiones doctri-
nales y teóricas diversas, abarcando desde procesos terroristas nihilistas de finales de
siglo, el colectivismo de Mijaíl Bakunin –el gran adversario ruso (pero también pupilo)
de Marx– el anarquismo individualista de Max Stirner, el idealismo cristiano de León
Tolstoi, hasta el “comunismo colectivista” de Piotr Kropotkin, especialmente influyen-
te en España y México y cuyas ideas fueron acogidas con particular devoción por los
anarcosindicalistas y radicales sociales del siglo XX.
El príncipe ruso planteó que los sindicatos eran absolutamente necesarios para
hacer la revolución social, porque esa forma de organización obrera no caería en el
parlamentarismo, aunque bien la huelga general no reemplaza a la revolución. Su fa-
mosa carta a Lenin del 4 de marzo de 1920 (rescatada por muchos entre ellos Hugo
Chávez en 2009), en tanto de manera profética señaló las debilidades de la naciente
experiencia soviética: “Aún si la dictadura del proletariado fuera un medio apropiado
88
Flores Magón y otros miembros de la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexi-
cano. Un hermano de Ricardo, Enrique Flores Magón, comentó: “me encontré,
entre los libros de Ricardo, Mentiras convencionales de nuestra civilización y La conquista del
pan. Por demás está decir que devoré aquellos libros, que despejaron en mi cerebro
las confusas ideas germinadas en él; y que, estoy seguro, hicieron igual efecto en el de
Ricardo con anterioridad”. El anarquista ruso–norteamericano Alexander Berkman
llamó a Ricardo Flores Magón “el Kropotkin de México” y en efecto Kropotkin se
mantuvo, junto a Emma Goldman, al tanto de la situación de Flores Magón, reclui-
do y enfermo en una prisión norteamericana1.
los trabajadores de manera que excedieran los contornos de la lucha sindical o “eco-
nomicista” para llevar la conciencia de la necesidad de combatir todas las injusticias
del capitalismo y no sólo las específicas existentes en las fábricas, planteles, o el agro,
para construir un futuro sin explotación económica y sin autoridades políticas. No
creían en “miembros” ni partidos políticos, prefiriendo la conformación de “grupos
de afinidad” y de comités para distribuir las tareas incluyendo la de mando, delegada
democráticamente.
No faltaba la promoción de la música, el canto y, sobre todo, del teatro con con-
tenido social. Para desarrollar una cultura popular en contraposición a la cultura bur-
guesa, desarrollaban sus propias festividades, verbenas y espectáculos proscribiendo el
consumo de bebidas alcohólicas, contra lo cual el anarquismo se manifestaba intran-
sigente, porque se anhelaba la construcción de actitudes y valores nuevos haciendo
uso de las costumbres y tipos de esparcimiento existentes como las tertulias, veladas y
otros espacios sociales que podían ser compartidos en familia y en comunidad, sobre
todo los domingos. Lo recreativo era a la vez cultura, política y adoctrinamiento, usual-
mente a cargo de las Federaciones y las Casas del Obrero.
Para los trabajadores más empeñados en superarse –como Sandino– se daban
conferencias con temas filosóficos y científicos explicados y sintetizados, articulán-
doles con los cuestionamientos ideológicos y sociales propios del anarquismo, am-
pliando la difusión para llegar a un público cada vez mayor. Abundaban las imá-
genes y figuras en sus escritos para referirse a los capitalistas, los curas, policías,
terratenientes, simbolizando al enemigo para enfatizar el mensaje en los periódicos
y colectivos. Como en España, los nombres de los círculos, colectivos, asociaciones
y periódicos revelaban romanticismo social y con hincapié en el papel de la mística:
Regeneración, Sagitario, Germinal, Luz y Verdad, Luchadores por la Verdad, Colectivo Luz y
Amor, o Luz y Libertad, Hijos del Pueblo, Hermanos Rojos, Tierra y Libertad, Francisco Ferrer
y Guardia y, en México, el más difundido de todos: Ricardo Flores Magón, el otro
gran maestro de Sandino2.
El Magonismo
Desde la segunda década del siglo XX, se puso en marcha en Tamaulipas todo
el andamiaje anarcosindicalista –conferencias, publicaciones, teatro, tertulias, mar-
chas y mítines– para la concienciación y organización de los trabajadores, sobre
todo del cada vez más numeroso y coherente contingente petrolero. La concentra-
ción de trabajadores en toda la zona aledaña al puerto de Tampico y a sus grandes
refinerías, favoreció el desarrollo de una clase trabajadora cada vez más consciente,
que albergaba diversas experiencias laborales al concentrar trabajadores electricistas,
ferrocarrileros, tranviarios, alijadores, panaderos y otros, lo que posibilitaba, junto a
92
Iglesia, que son sus principales defensores. La función del Estado era reprimir y la
de la religión establecer las condiciones ideológicas y culturales para la reproducción
del sistema “cuyo exclusivo objeto es estrangular en el ser humano la innata rebeldía
contra la opresión y la explotación, la prédica de la paciencia, de la resignación y de
la humildad, acallando los gritos de los instintos más poderosos y fecundos con la
práctica de las penitencias inmorales, crueles y nocivas para la salud de las personas,
y, para que los pobres no aspiren a los goces de la tierra y constituyan un peligro
para los privilegios de los ricos, prometen a los humildes, a los más resignados, a
los más pacientes, un cielo que se mece en el infinito, más allá de las estrellas que se
alcanzan a ver”.
Estos y otros escritos de Flores Magón fueron reunidos y difundidos amplia-
mente en ediciones populares tituladas Semilla Libertaria y Epistolario revoluciona-
rio e íntimo, publicadas en 1924 y 1925. Fueron los años del apogeo de la influencia
anarcosindicalista entre los trabajadores organizados en México y que coinciden
con la estancia de Sandino en aquel país. Flores Magón fue proclamado mártir de la
Revolución y venerado especialmente por los sindicatos. Por lo que hay que suponer
que aquellos escritos didácticos fueron estudiados por Sandino, quien también habrá
escuchado a los hábiles agitadores anarcosindicalistas. En fin, conceptos, postula-
dos, metáforas, lemas y banderas que serían adaptados y trasladados a Nicaragua.
Aquella propuesta de cambio genuino abarcaba diversas facetas: políticas, so-
ciales, económicas, pero también culturales, para lograr la verdadera libertad en con-
diciones de igualdad. Esas corrientes coincidían al apuntar a la figura del “hombre
nuevo” –ya fuera en su versión “arielista” de la “raza cósmica”, o bien la versión
obrerista, en sus diversas variantes, que también apuntaron a la creación de la nueva
sociedad a partir de la lucha de los trabajadores y otras personas conscientes. En fin,
una etapa de revolución mexicana, pero con el acento en la transformación de la
situación cotidiana.
Poco antes de la llegada de Sandino a la Huasteca Petroleum Company, un manifies-
to del sindicato petrolero anarcosindical de esa compañía, dirigido “a sus adherentes
en particular y al proletariado organizado en general” planteó la importancia de la
educación sindicalista para conquistar la libertad, entendiendo mejor los obstáculos
que habría en el camino, como la división entre los trabajadores, que en ese mo-
mento atravesaban los obreros de la Huasteca a partir de la contradicción entre dos
tendencias sindicales. En tono moralista característico de la corriente anarquista, el
manifiesto explica:
“Nuestras viciadas costumbres y nuestra educación amorfa y prejuiciada y, en
casos bastante múltiples, la ausencia de todo conocimiento, ha impedido que la lucha
obrera se encauce y avance a destruir el régimen de opresión, maldad y concupiscencia
impuesto a la humanidad. El sindicalismo, principal exponente de nuestra lucha liber-
96
El teatro social
Un medio importantísimo para levantar la conciencia y conocimiento de los
trabajadores fue el teatro. A través de actividades culturales como el teatro, los anar-
cosindicalistas lograban alcanzar a los trabajadores de la ciudad. Aquellas represen-
taciones teatrales cumplían con el doble propósito de orientar a los trabajadores
–expresaba un dirigente de la Federación de la Liga de Trabajadores Veracruzanos–
“que todavía dudan de nuestros principios y táctica de lucha”; y reunir a toda la
comunidad para generar un ambiente de fraternidad y compromiso con los trabaja-
dores más pobres de Veracruz.
No es que hubieran desaparecido las grandes presentaciones de compañías ex-
tranjeras y nacionales con actores profesionales para atender los gustos refinados
de viejas y nuevas élites, pero ahora se multiplicaban las presentaciones de obras
escritas por intelectuales de izquierda, nacionales y extranjeros, muchas veces esce-
nificadas desde los mismos gremios con el apoyo de los amigos y familiares. Todo
formaba parte de la vida cotidiana, de la realidad social de los trabajadores, quienes
luchaban por su propio proyecto cultural, haciendo suya una propuesta de arte, has-
ta entonces reservada a los sectores poseedores de la riqueza.
Este teatro social –llamado también teatro épico o político– nacía de la propues-
ta de que no existía neutralidad en el teatro. Según uno de los principales proponen-
tes de la época, el dramaturgo alemán Bertolt Brecht, “el teatro sólo puede adoptar
una actitud tan libre si se abandona a las corrientes más impetuosas que recorren
la sociedad y se une a aquellos hombres que, por su condición, son necesariamente
los que luchan con mayor impaciencia por imponer los grandes cambios”. El obje-
tivo no era el simple entretenimiento, sino concienciar a los espectadores y hacerles
pensar sobre los extremos del comportamiento humano, centrado en lo político y
social. De esta manera, el teatro se convirtió en una forma de diversión popular en
una sociedad sin radio y sin mucho cine y, por supuesto, sin televisión.
97
madera, obreros con sus familias, viejos trabajadores de barbas blancas, jóvenes de
rostros enérgicos y decisivos, caras vulgares, caras hermosas, aspectos de combatien-
tes y también faces de atormentadores y de bandidos. En las paredes se leen inscrip-
ciones conmemorativas, nombres de mártires de la causa. Noté con cierta sorpresa
que estas gentes de la anarquía francesa se habían puesto camisa limpia –los que la
tenían–; otros, con un pañuelo al cuello, se arreglaban. En tal ambiente, la democra-
cia no ‘olía mal’. La insignia roja estaba en todas las solapas y en los corpiños de las
mujeres. Se conversaba, y no con grandes gestos ni a grandes gritos. Todo el mundo
tenía educación, tenía buenas maneras. Había jovencitos cuya politesse [cortesía] era
notable. Se creería que en el momento dado exclamarían con toda corrección: ¿Una
bomba de dinamita, s. v. p? Pero también había formidables compadres cabelludos
que iban de un lado a otro, con aire de fieras. Por fin se alzó el telón, cuando el con-
curso comenzaba a dar muestra de impaciencia. Y en aquel escenario feo, remenda-
do de tablas fueron saliendo por orden los recitadores y cancionistas. Unos con voz
escasa, otros sonoros y tronantes, dijeron la desventura de los caídos, las negruras
ásperas del hambre, la prostitución, el militarismo corrompido, el peso abrumador
del capital, y la esperanza en un día de terribles represalias, la venganza del oprimido.
A medida que los versos se recitaban o que se detallaban las canciones...
Mi gozo en un pozo. La obrita de Mirbeau L’Epidémie, debe ser admirable-
mente leída, pues no son de discutirse la habilidad y la maestría estilísticas de este
propagador o pagador de ideas. Bastaría para demostrarlo El jardín de los suplicios,
con su frontispicio que contiene una de las páginas más terriblemente ‘humanas’ que
jamás se hayan escrito.
Más la representación, con actores ocasionales, entre ellos el mismo Mirbeau,
fue de muy relativo mérito. El público aplaudía porque era la pieza de Mirbeau y por-
que Mirbeau estaba en las tablas. L’Epidémie es más bien un diálogo que una pieza
teatral; en ella no hay más que una sucesión de frases contra la burguesía y sobre
todo contra la autoridad.
Se demuestra, como en una lección sobre objetos, que el pueblo, el pobre pue-
blo, es la constante víctima de las clases favorecidas de la fortuna, lo cual no es
propiamente una novedad. El maire, los consejeros municipales, son caricaturados
corrosivamente, sin escatimar lo bufo. Es lástima que talento como el de Mirbeau
sea esta vez justiciero tan solamente por un lado. El pueblo parece siempre bueno,
impecable”.
Claro que este tipo de teatro no estaba dirigido a figuras aristocráticas. Otras
obras de Mirbeau también gozaron de popularidad en Tampico; de hecho, las obras
escenificadas provenían muchas veces de Europa, escritas hacia fines de siglo y vin-
culadas a los movimientos anarquistas y luchas de trabajadores.
99
arrancó del arado al campesino, y del taller al obrero de la ciudad. Tierra y libertad
fue el grito de justicia de las subyugadas víctimas contra sus malvados verdugos
durante siglos y siglos de cruel explotación. Pero se colaron los políticos entre los
obreros durante la Revolución, los líderes obreros entraron en componendas con
el Gobierno –sólo creado para cuidar los intereses del rico– y resultó el completo
fracaso de la Revolución... Verdugos y Víctimas señala el camino recto que hay que
seguir y exhorta al pueblo a que se decida de una vez por todas, a tomar posesión
de la tierra, de los instrumentos de trabajo, bueyes, mulas y graneros, vías de comu-
nicación, fábricas y talleres, minas y casas. Y para acabar de raíz con el mal, quemar
archivos y todos los documentos que tiendan a perpetuar el principio de propiedad
individual, base de todas las injusticias, y hacer que todo sea de todos, para el libre
uso y beneficio de todos los que deseamos vivir libres de toda tiranía del Gobierno
y de todo yugo del burgués, y establecer en su lugar una sociedad más justa, la socie-
dad de nuestros sueños basada en el amor y la libertad y con igualdad en la libertad.
“Escribía con gran facilidad. Verdugos y Víctimas lo terminó en una semana...
Tenía, además, la ventaja de saber varios idiomas que le ayudaron para su labor de
propaganda libertaria; aparte del español y el inglés, que conocía muy a fondo, sabía
italiano, francés y portugués; conocía mucho de latín y del griego, algo del idioma
azteca, de cuya agradable pronunciación recordaba recitando de memoria poesías de
Netzahualcóyotl; hablaba con facilidad el caló que usa el pueblo de los arrabales en
la ciudad de México, lo que hace suponer que el Apóstol del socialismo mexicano
poseía un profundo conocimiento de los dolores en que se revuelcan las clases más
humildes y despreciadas por el actual orden burgués. Por eso vemos que sus dramas
y sus diálogos fueron inspirados en ese ambiente; no son sacados de los salones
aristocráticos donde se recrea la burguesía holgazana, ni sus personajes trágicos son
prototipos imaginarios rebuscados entre los hombres del comercio y la banca, sino
descripciones de escenas reales, tan comunes entre los pobres, en esa vida repleta de
lágrimas y dolores en que nos encontramos todos los explotados”.
Las obras de Ricardo, junto a la de otros dramaturgos radicales europeos, se
presentaron diversas veces tanto en Veracruz como Tampico. Los textos con el pró-
logo citado anteriormente son publicados por Librado Rivera en el enclave obrero
de Villa Cecilia durante la estadía de Sandino, en diciembre de 1924. Y fue amplísima
la divulgación del libro de Ricardo Flores Magón, el Apóstol de la Revolución Social
Mexicana. Ideas específicas de Sandino sobre la propiedad, el clero, el derecho de los
campesinos y trabajadores, la negación de la libertad y dignidad por los opresores,
el derecho de tomar las armas y morir de pie pero no de rodillas, son todos temas,
formulaciones, imaginarios y método de análisis social y formas de ver al mundo,
que aparecen en la lucha posterior de Sandino en Nicaragua.
105
Flores Magón trabajó también obras para radio y hasta un guion cinematográfi-
co, pero estas se perdieron. Seguramente, como sus obras de teatro, llevaban como
tema la situación de los trabajadores y sus luchas por la emancipación. Se le califica
como el primer dramaturgo nato de la Revolución. Se dice que no fue un autor de
teatro, sino que escribió teatro anarquista. Utilizó la demagogia propia del medio a
sabiendas que el teatro constituía la tribuna más eficaz para poner ideas en la escena.
Sus obras alcanzaron una difusión extraordinaria entre los gremios obreros y
los sindicatos radicales. María y Campos explica: “Leyendo con cuidado su extraor-
dinaria producción en Regeneración y sus dos dramas, el lector se da cuenta de que
en la imposibilidad de repetir ideas y argumentos, Flores Magón se decidió por la
forma dramática, seguro de que en el teatro encontraría una tribuna tan eficaz como
demoledora. En las escenas de sus dos dramas reproduce sucesos de que fue testigo
o de que tuvo noticia, reduciéndolos, con singular intuición de dramaturgo, al tiempo
preciso que requieren las escenas teatrales, logrando que cada uno de sus personajes
centrales resuma sus ideas sobre: Capital, Autoridad y Clero, “la hidra que guarda las
puertas de este presidio que se llama Tierra”6.
de circulación. La idea original de sus primeros editores, los Hermanos Rojos, fue
desarrollar un periodismo de ideas. Los epígrafes que acompañaban el título de Sagi-
tario leían: “Caros son los afectos de la familia; pero los hombres que no tengan valor
suficiente para desligarse de ellos cuando así conviene a las ideas que sustentan, no
deben afiliarse a las grandes causas” (lo cual pudo haber provocado la meditación en
Sandino) del dramaturgo español –autor de El Sol de la Libertad– José Fola Igurbide;
“el gobierno ha sido en todas las edades y en todos los países el enemigo más en-
carnizado y más mortal de la libertad” del escritor norteamericano G. C. Clemens;
“Nuestra patria es el mundo entero, y nuestra ley la libertad” del escritor anarquista
Pedro Gori.
Librado Rivera, fue invitado por los Hermanos Rojos a integrarse al equipo edi-
torial del periódico. A principios de 1923 Librado había sido puesto en libertad de la
prisión de Leavenworth y rehusado aceptar la subvención ofrecida por el gobierno
mexicano para su traslado a México. Recibir ayuda de cualquier Estado iba contra
sus principios, dijo. Después de una nueva estadía en San Luis Potosí llegó a Villa
Cecilia integrándose de lleno a las labores del periódico y de la organización. Estaba
claro de la importancia estratégica de la zona, el ascenso de las luchas obreras, y –lo
más importante– la percibida capacidad de los obreros petroleros de afectar los
grandes intereses de Wall Street.
Así que asumió el trabajo de editor de Sagitario. El periódico llegó a contar con
una amplia circulación tanto en México como en el extranjero; su interés estaba
enfocado en la propaganda anarquista dirigida principalmente a los trabajadores pe-
troleros de la región.
Librado consideró que tuvo un gran éxito en este sentido al poder escribir en
noviembre de 1924: “...se redoblan las fuerzas, se agita el pensamiento, nuevos gru-
pos; plenitud y más plenitud tiene la propaganda anarquista en la región petrolera”.
Bajo su dirección, Sagitario pasó de hacer un periodismo exclusivamente de ideas para
integrar la denuncia e información. Para sobrevivir, Librado “a sus 60 años –escribe
Taibo– vendía ambulantemente, en las puertas de fábricas y talleres, en las barcas que
cruzaban el río para llevar a los obreros a las refinerías, textos de Magón, de Reclus,
de Práxedes Guerrero, biografías de Bakunin”.
En Sagitario escriben los mismos obreros de la región pero también de otras
partes de México y extranjeros, incluyendo delegados de la CGT y la Asociación In-
ternacional de Trabajadores. Bajo la codirección de los Hermanos Rojos, el periódico
difundió los escritos de Ricardo Flores Magón y otros anarquistas mexicanos inclu-
yendo Práxedis Guerrero y Gabriel Rubio, apareciendo también escritos de obreros
del enclave petrolero.
Sagitario se publicó siguiendo un formato bastante común entre los medios anar-
quistas de esa índole: un periódico de cuatro planas con secciones de temas específi-
109
cos. Por ejemplo, en la primera plana de Sagitario, aparecían artículos para mantener
viva la memoria de Flores Magón y el magonismo. También había otros escritos reite-
rando los principios libertarios y la necesidad de practicarlos entre las organizaciones
obreras revolucionarias. De manera significativa, se explicaba también al trabajador la
diferencia entre el “comunismo libertario”, del “comunismo autoritario” detectado
ya en la joven Unión Soviética, aun cuando el inicio de la Revolución Bolchevique fue
celebrada por los socialistas de distintas corrientes.
No se puede decir que Sandino aceptara al pie de la letra todo lo argumentado
en Sagitario y el pensamiento ácrata que representaba. Librado, por ejemplo, critica-
ba el nacionalismo cultural revolucionario que se respiraba en México y tampoco
resultaba aceptable tener simpatía con el gobierno nacional, no obstante su retórica
social y la legislación que venía promulgando. Librado impugnó a los gobiernos de
Plutarco Elías Calles y Portes Gil, comparándoles con la dictadura de Porfirio Díaz,
considerando que los artículos constitucionales sobre los derechos del trabajador
eran parte de una pantalla demagógica. Sagitario no dejó de criticar a la CROM por
su estrecha alianza con el gobierno que adversaba los verdaderos intereses de la clase
obrera. La CROM para entonces disputaba infructuosamente a la CGT el control
del gremio petrolero”.
En Sagitario aparecían los pronunciamientos y llamados de la Federación anarco-
sindicalista redactados de forma didáctica para facilitar su discusión. Se insistía en la
libertad, como objetivo estratégico, poniendo la defensa de ese principio por encima
de la lucha por prebendas inmediatas. Un manifiesto que publicó del Sindicato de
Obreros y Empleados de la Huasteca Petroleum Company dice: “Nuestro Sindicato ha
sabido conquistar en el terreno económico algunas mejoras inmediatas que no bas-
tan por sí solas para constituir nuestro avance hacia la liberación humana, sino ma-
nifiesta el principio y comienzo de esa magna lucha por la libertad”. “Todo mejora-
miento en el terreno económico –señalaba otro periódico anarcosindicalista– no es
sino un paliativo que no resuelve los complicados problemas sociológicos, que todo
aumento de salario o cualquier ventaja que los burgueses conceden a sus esclavos
es nada si no tiene la seguridad de ganar el doble... las agrupaciones deben dejar de
ser oficinas de colocaciones o casas de socorro, sino que son las falanges que luchan
por el advenimiento de la libertad, que pugna por hacer una realidad inmediata los
principios anárquicos”.
La apelación asume un carácter principista y moral, que no siempre fue bien
acogido por el trabajador, enfatizando que la “causa” no era tarea de una jornada,
sino una manera de vivir y transformarse a uno mismo y al mundo: “Empecemos
por destruir en nosotros mismos, los rencores y pasiones que nos agitan y los vicios
que nos dominan, encaminémonos al sindicato, dejemos de visitar los antros de vi-
110
de espíritu de lucro. Para él, la burguesía era despreciable no sólo por haberse con-
vertido en una clase opresora, sino también por haber conformado un orden social
plagado de vicios, de corrupción, que reniega la práctica de los principios morales,
comenzando con el amor al prójimo. Y es posiblemente la hipocresía moral de la
burguesía, lo que más irritara a los anarquistas, haciendo extensiva esa atribución al
clero, por estar al servicio del orden burgués.
En un artículo titulado “Conócete a ti mismo”, Lorenzo escribe: “Lector obre-
ro, que obrero has de ser, como lector de este periódico desconocido de los privile-
giados, procura conocerte, mira a tu alrededor y considera lo que de los productos
sociales te hace falta para tu complemento, juzga a qué tienes derecho por el cum-
plimiento de los deberes que prácticas y por el conocimiento claro de lo que eres, de
lo que necesitas, de lo que te corresponde y de aquello de que careces, y formarás
un objetivo para tu vida, te impondrás una misión, ejercitarás tu voluntad, serás dig-
no, te recompensarás con el aprecio propio, satisfacción inmensa, única que puede
colmar la ambición del hombre consciente, porque es la sola que se da con absoluto
conocimiento de causa y sin engaño... Conócete a ti mismo y serás fuerte amparo de
los débiles oprimidos, temible enemigo de las instituciones bajo cuyos auspicios se
oprime, se explota y se despoja, único medio de alcanzar una personalidad honrada
en medio de tanto individuo que se abisma en el olvido, o sobresale para ser objeto
del desprecio universal”.
Impresiona al lector la insistencia en la fuerza del ideal y pureza de las ideas, así
como la disposición al sacrificio que les debe acompañar. “Solamente los idealistas,
es decir, los que han sentido hondamente una idea y tienen la visión clara de la rea-
lización de ellas son los capaces de llegar hasta el sacrificio para conseguir el acerca-
miento del día en que su idea sea una práctica cotidiana; por eso solamente hombres
como Ferrer, Kropotkin, Bakunin [sic] y Colón y Galileo en otros terrenos, han lle-
gado a sacrificio, a la desinteresada entrega de su personalidad para ver convertidos
en realidad sus ensueños”. Para los libertarios, la socialización de la idea y del idea-
lismo requiere un método adecuado al medio del desposeído: “...para que una idea
sea sentida hondamente, es necesario verla clara, sencilla, accesible para la naturaleza
humana, es necesario que todo aquel que llegue a encontrarla en su camino se forme
la convicción de que, además de hermosa, de humanitaria, de justa y razonable, es
capaz de realización”.
Para los ácratas, el contrincante debe ser claramente señalado: “...hay que pre-
sentar desnudo nuestro pensamiento, hay que hacer comprender a todos nuestros
compañeros que la anarquía además de ser una idealidad pura, levantada, es también
realizable, que el único obstáculo por vencer es el capitalismo y el gubernamentalis-
mo, que barriendo con esos obstáculos fácilmente llegaremos a organizar la socie-
dad de la acracia; pero que para barrer con esas instituciones es necesaria la fuerza,
112
Lo que somos
¡Somos el libro! Que destroza mitos, dogmas, misterios, farsas detestables, que
realiza las dobles utopías Y aplasta las inicuas necedades.
114
Patria y libertad
Un trabajador como Sandino, sediento de ideas nuevas, se encontraba en el
medio perfecto para iniciar un proceso autodidacta, pero también apoyado en los
recursos sindicales y en sus compañeros ya avanzados en la materia. El trabajador
de 31 años, sin vicios, seguramente aprovechó el tiempo de esparcimiento para leer,
discutir y escuchar.
Nadie puede documentar la influencia que pudieron tener aquellas lecturas y
las obras dramáticas libertarias en el pensamiento de Sandino. Lo que cabe es la
hipótesis sustentada en el examen de sus escritos y entrevistas posteriores. De lo
que no cabe duda, como llegó a decir el mismo Sandino, es que México fue “nuestra
gran escuela”. Sandino es un tanto ecléctico en la recolección de ideas, tejiendo unas
con otras, incluyendo las derivadas de su contacto con los espiritistas y masones,
que se abordarán posteriormente. Lo que sí es aparente es la resonancia y similitud
estilística en el lenguaje de protesta y de determinación de hacer justicia empleado
por Sandino y los escritores anarcosindicalistas y, sobre todo, Ricardo Flores Magón.
Sandino con frecuencia recurre al uso de dispositivos de resistencia y comu-
nicación contundente escuchadas en México: la palabra que incita a la acción. La
defensa de la idea de la libertad es central aun cuando Sandino la conduce a la de-
fensa de la libertad de la patria, pero bajo la bandera rojinegra. Por supuesto, que
al llegar a las Segovias debe acoplar sus ideas y expresiones –aunque nunca dejó de
usar los insultos mexicanos como “chingados” y “cabrones”– a la cultura de aquella
zona lográndolo con una naturalidad sorprendente. Muchos de los temas libertarios,
consignas y metáforas fueron similares –otros no, como por ejemplo la invocación
al amor patrio, o a Dios– siempre afirmándose la fe, el triunfo final de la justicia, el
estandarte rojo y negro que se agrega al acervo cultural del mundo campesino del
norte nicaragüense.
Se puede exponer la hipótesis que el grito ¡Patria y Libertad! con que Sandino y
el Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua (EDSNN) firmaran su
correspondencia y proclamas, pudo haber sido el traslado del grito anarquista ¡Tierra
y Libertad! oriundo de Andalucía (otros dicen que de Rusia), y también adoptado
por Zapata y Flores Magón. Pero Flores Magón consideró –y quizás Sandino tam-
bién– que Zapata, con todo y lo admirable de su lucha, estaba demasiado vinculado
a la problemática local de la tierra. Sandino recalcó en alguna ocasión, evidenciando
116
Sindicalismo e industria
miento. Mucho gustaba el “danzón” –la música antillana que en Veracruz y Tampico
se radicaba en los patios petroleros. En fin, actividades culturales patrocinadas y
organizadas por los mismos sindicatos bajo la responsabilidad de los secretarios
de educación y brigadas culturales. Se buscaba la coincidencia con fechas célebres
como el 1 de mayo para conmemorar a los Mártires de Chicago. Los trabajadores y
sus familias, desde temprano, salían en manifestación recorriendo la ciudad, marcha
que culminaba en la noche con veladas literarias en el teatro de la ciudad. Mediante
sus medios y sus grupos teatrales, los anarcosindicalistas difundían el mensaje liber-
tario, repleto de símbolos e iconografías que también formaban parte del arsenal
propagandístico para construir identidades libertarias. Pero los discursos se inter-
calaban con números musicales, recitales y, por ejemplo, fragmentos de zarzuelas
populares como “El cabo primero”.
Para recaudar fondos, la COM organizaba ferias en la plaza, se adornaban los
árboles, arcos, el kiosco central, había puestos para el expendio de comidas, cervezas,
dulces y helados, y juegos de feria. Había una banda musical de la municipalidad y
la policía resguardaba el orden. Las utilidades de la feria, muchas veces, tenían como
objetivo apoyar a trabajadores en huelga, o bien para ampliar el edificio de la COM
incorporando salas de teatro. Así fueron apareciendo nuevos “grupos de afinidad”
entre ellos, desde 1918, el centro de estudios sociales feministas, el grupo germinal,
la unión de inquilinos, y varios “cuadros dramáticos”. Estas y otras iniciativas con-
tribuyeron a propagar la enseñanza y la colaboración mutua entre los trabajadores
que, mediante este tren de actividades, fueron creando una cultura propia de la clase
trabajadora. Se sabe, en todo caso, que entre las ideas de Sandino para la Nicaragua
liberada de la presencia militar estadounidense, figuraba la de establecer la Casa del
Obrero, “como en México”1.
El empleo
Lo que no podía hacer la Casa del Obrero Mundial o las organizaciones anarco-
sindicalistas era asegurar empleo para los recién llegados. Augusto pronto descubrió
que los puestos de trabajo con las petroleras estaban sujetos a los vaivenes por los
que atravesaba la industria por un lado, y la lucha de los sindicatos por otra.
Para finales de 1923, el punto pico de producción petrolera había quedado atrás,
aun cuando las actividades de exploración y perforación se mantuvieron, en las com-
pañías buscaban otras fuentes de crudo para mantener las refinerías permanentemen-
te activas. Disminuía la oferta de empleo no directamente vinculada a la extracción.
El impacto sobre los trabajadores correspondía a la naturaleza de las tareas y
la calificación del trabajador. Por un lado, la mano de obra sin calificación, que era
la mayoría, bajo el modelo industrial capitalista pasaba a ser de jornaleros. Por otra
122
parte, estaba la fuerza laboral dedicada a la operación y cuidado de las refinerías, las
casas de bombeo, las terminales y embarques, que contaban con su respectivo per-
sonal de apoyo, entre ellos, los mecánicos y carpinteros. Eran, como Sandino, traba-
jadores calificados, obreros de oficio o artesanos asalariados, quienes en su mayoría
se desplazaron desde lugares más distantes hacia el enclave petrolero.
Como mecánico, Sandino habrá gravitado hacia el área de operación de maqui-
narias en una de las 14 refinerías que existían sobre el río Pánuco a poca distancia del
puerto de Tampico. Quienes atendían aquellas plantas eran considerados obreros ca-
lificados, que podían leer y escribir para trabajar con válvulas, vigilar el flujo de aceite
crudo proveniente de los tanques de almacenamiento, y mantener las temperaturas
y presiones de los destiladores dentro de los márgenes requeridos. Con las válvulas
se ajustaba el suministro de combustible a los quemadores, los que a su vez deter-
minaban la cantidad de flujo del crudo a los alambiques o destiladores, compuestos
de calderas y tapas por las que pasaba el líquido. Esta podía ser una tarea rutinaria,
pero delicada aun cuando las refinerías ordinariamente disponían de controles auto-
máticos, por lo que la mano humana sólo intervenía para las acciones indispensables.
Los alambiqueros, casi todos norteamericanos, daban instrucciones a los fogo-
neros, quedando los primeros encargados de asegurar que el resultado del proceso
cumpliera con las especificaciones estipuladas. Según el análisis arrojado, se mandaban
a alterar las temperaturas, presiones o tiempos de procesamiento para variar las cali-
dades del destilado. El personal mexicano de mayor nivel aprendió a manejar los ter-
mómetros, pirómetros, manómetros y cronómetros que controlaban todo el proceso.
Si en efecto, Sandino trabajó en una refinería durante su tiempo inicial en Tampi-
co, su quehacer consistiría en prender, apagar y regular bombas y válvulas de acuerdo
con las órdenes de los jefes del departamento. En tanto no hubiera emergencia o
desperfectos mayores, la tarea no era más que la rutina de abrir una válvula, cerrar la
otra, volver a abrir y cerrar nuevamente, y estar pendiente de encender y apagar los
compresores. No debió ser difícil para Sandino, ya con conocimiento de mecánica,
atender estas tareas y asimilar la secuencia que poco tenía de complicada: la unidad
recibía una determinada cantidad de determinado suministro, se cerraba la válvula,
luego se debía mantener la llama por un par de horas hasta que se registrara cierta
temperatura, para entonces disminuir el calor, prender los compresores para producir
un nivel de presión específico, vapor por tantos minutos para limpiar la línea y abrir
las compuertas para dejar pasar la sustancia, para la próxima etapa en el proceso.
Los percances abundaron. Aunque el trabajo podía ser rutinario, un manejo in-
adecuado de los procesos podía provocar explosiones e incendios con consecuencias
funestas. Además, las sustancias utilizadas y producidas en las refinerías eran altamen-
te tóxicas y/o muy inflamables. Podían fallar los empaques de las tuberías, sujetas
constantemente a distintas temperaturas y presiones, aparte de lo corrosivo de las
123
extranjeros ganaban de 250 a 520 pesos al mes en comparación con los superviso-
res mexicanos que ganaban entre 60 y 200 pesos oro mensuales. Los alambiqueros
extranjeros recibían entre 180 y 300 pesos oro mensuales, pero los mexicanos mejor
pagados en esa sección recibían sólo 150 pesos oro al mes. En las estaciones de bom-
beos, los oleoductos y las terminales, los supervisores extranjeros recibían 240 pesos
oro mensuales en comparación con los 145 devengados por sus contrapartes mexica-
nos. Bajo esos supervisores, estaban mecánicos –como Sandino– ganando aproxima-
damente 125 pesos oro al mes (5 pesos oro por día). Siendo mejores los salarios en
los campos de perforación, Sandino pudo haber decidido entonces dejar su trabajo en
Tampico –hacia finales de 1924– para buscar mejor fortuna en la zona de extracción2.
situación que fue aprovechada y manipulada tanto por el gobierno como por las com-
pañías. Los gobernantes de la época, y en particular los presidentes Álvaro Obregón
y Plutarco Elías Calles elaborarían sus propias fórmulas, a veces maquiavélicas, para
solucionar conflictos específicos entre sindicatos y compañías, procurando ser fieles
de la balanza, pero aún más fieles a sus propios intereses gobernantes, lo que subra-
yaba la naturaleza ambivalente de la evolución de la Revolución Mexicana.
El objetivo inmediato de los trabajadores organizados fue el de poner fin al sis-
tema de contratos “libres” individuales que dejaba en la indefensión a los asalariados.
Y para ello, debían hacer uso del derecho a la sindicalización contemplada en la legis-
lación nacional para organizarse y negociar colectivamente. Ello suponía forzar a las
compañías a reconocer la legalidad de la representación sindical como la instancia que
representaba a todos sus miembros trabajadores afiliados. El primer paso era articular
una mayoría de trabajadores a favor de la propuesta de organizar el sindicato.
En tanto las compañías hicieron frente común para frenar el sindicalismo, el
conflicto adquirió un carácter frontal y a veces violento llevando a la ocupación de
planteles y la posibilidad de la intervención militar gubernamental. Entre 1919 hasta
mediados de 1925, la CGT y la COM fueron ganando una batalla tras otra y con ello el
reconocimiento y prestigio entre los trabajadores y la comunidad. Cambiaba también
la forma de organización obrera quedando atrás la asociación por especialidad gremial
o mutualista de albañiles o carpinteros, estibadores, electricistas, mecánicos y jornale-
ros, etc. Apareció la organización por instalaciones, lo que multiplicaba el impacto de
una huelga incrementando el poder colectivo a partir del recurso a la huelga general,
tan mitificada por los anarcosindicalistas.
Sandino llegó precisamente en el período en que los sindicatos de oficio cedían a
sindicatos por industria, sobresaliendo entre estos, los petroleros. La coordinación en-
tre los sindicatos industriales en cada planta sería tarea de las federaciones, asegurando
solidaridad, y consolidando la fuerza de los asalariados no sólo de cara al patrón sino
a todos los poderes mediante la huelga general. Fue un cambio que las empresas resis-
tieron con fuerza, ante lo cual los asalariados recurrieron a las huelgas y movimientos
masivos para avanzar. Y aun cuando no siempre triunfaban, se hacía patente el poder
del sector asalariado, incrementando su nivel de conciencia de clase con sus propios
derechos, valores y papel histórico por desempeñar.
En tanto fue creciendo el número de sindicatos individuales por industria, se
desató una competencia feroz entre las “centrales” que buscaban acuerparlos bajo
su respectiva confederación. Entre los sindicatos petroleros más aguerridos estaba
el Sindicato del Petróleo, Obreros y Empleados de la Huasteca, adscrito a la CGT. La
CROM, bajo el mando de Luis Morones, que también hacía las veces de Ministro
de Trabajo e Industrias y jefe del Partido Laborista adscrito al gobierno, se empeñó
en montar su propia confederación y desplazar la influencia y organización anarco-
126
sindicalista entre el gremio petrolero. Los comunistas, por su lado, estaban todavía
en franca minoría insistiendo en la organización del “Frente Único” de trabajadores
bajo la conducción política del Partido Comunista de México (PCM), lo cual resulta-
ba poco atractivo para los trabajadores petroleros. Las tensiones entre las federacio-
nes también se fueron agudizando en la medida que las empresas recortaban a sus
trabajadores en reacción a la baja del precio internacional del petróleo. Como telón
de fondo, también se agudizaba la pugna entre gobierno y compañías por asuntos
de impuestos y las demandas de los trabajadores.
La relación con el gobierno variaba con cada federación. Era mixta. La CROM
contaba con el apoyo del gobierno de Calles, quien la consideraba parte de su bloque
de poder. La CGT, doctrinariamente adversa a todo gobierno, supo al principio apro-
vechar un conflicto entre el dirigente de la CROM, Luis Morones y el gobernador
del estado de Tamaulipas, Emilio Portes Gil. En sus documentos constitutivos, los
sindicatos influenciados por la CGT no se limitaban a reclamar mejoras en condicio-
nes y salarios, sino que también exigían escuelas para los trabajadores. Los miembros
eran convidados a mantener “prácticas de ahorro y temperancia”; evitar la bebida,
el espectáculo inmoral y el vicio en general; entre otros deberes, tenían que asistir
puntalmente a las juntas, las cuales al inicio fueron secretas para evitar que asistieran
los incondicionales de la empresa; pagar las cuotas, cumplir las comisiones que se les
encomendasen, hacer efectivos los acuerdos tomados en las asambleas y vigilar que
estos fueran cumplidos por la compañía. Se prohibía hablar de política o de religión.
Un manifiesto de la CGT de 1921 ilustraba la naturaleza de las exigencias: 1) el au-
mento de salarios; 2) el mejoramiento de las condiciones de vida; 3) la investigación
de los negocios de las compañías petroleras; 4) la organización de comités de taller;
5) la confiscación de los pozos petroleros.
Para finales de 1924, los sindicatos habían logrado buena parte de sus exigen-
cias mínimas: el reconocimiento oficial de cada compañía, la firma de un convenio
colectivo por empresa, estandarización de sueldos y prerrogativas, seguridad en el
trabajo, establecimiento de escalafones para los ascensos, especificación de las cau-
sas justificadas de separación y cumplimiento de la Ley sobre Riesgos Profesionales
del Estado de Veracruz.
Como asunto de principio y de estrategia, la CGT visualizaba la vinculación de
las luchas de trabajadores petroleros norteamericanos y mexicanos para paralizar la
maquinaria capitalista. Un comunicado decía, “Si se llegaba a combinar las fuerzas
de la IWW y de la CGT tenemos la seguridad de que pronto la organización de
Tampico será un bofetón para el imperialismo de Norteamérica. Los trabajadores
de Tampico deben de tener muy presentes las palabras del manifiesto ya repetido:
transformando el paso de una lucha activa en contra del capitalismo americano, para
obtener mejores condiciones de trabajo”.
127
La huelga de la Huasteca
De los 33 sindicatos petroleros registrados en
1924 en el estado de Veracruz, la mayoría fueron
influenciados por la CGT. Sin embargo, el sindi-
calismo rojo entró en crisis a partir de finales de
1925 y durante 1926. La represión del gobierno
golpeó duramente a los grupos anarquistas de la
región, siendo atacados sus mítines y quedando
detenidos diversos organizadores, interrumpien-
do también la publicación de Sagitario. Los sindi-
calistas de la Confederación fueron atacados por
los sindicatos blancos, la CROM a la vez que fue-
ron presionados por las compañías y el gobierno,
obligando a los rojos a retroceder.
Los conflictos laborales de 1923 y 1925, fue-
Sindicatos involucrados en la huelga de ron conocidos como las huelgas de ocupación,
Sindicatos de la Huasteca Co. (1925)
por cuanto, siguiendo el ejemplo de los electricis-
tas con la toma de las plantas eléctricas, los obreros petroleros también se propusie-
ron la ocupación física de las instalaciones como parte de la huelga. Esas acciones
fueron “ritualizadas espontáneamente por los huelguistas”, dice una historiadora.
Entre la población aparecían insignias, brazaletes y estandartes de las distintas agru-
paciones laborales, que se agregaban a la huelga, o colaboraban con ella, “generaron
símbolos y rituales, que permitieron a todas y a cada una de ellas, reconocerse en un
sistema de valores conjuntamente aceptados por la comunidad obrera, contribuyen-
do de esta manera al éxito de las huelgas”.
Para inicios de 1924, la CGT había logrado organizar la mayor parte de los
obreros petroleros infundiendo pánico entre las empresas y en las filas del gobierno,
toda vez que lo organizativo se hacía acompañar de una virulenta labor ideológica
contra el Estado y toda mediación gubernamental. Librado Rivera escribió en Sa-
gitario: “todo hombre que gobierne será un enemigo y un condenador de las liber-
tades del pueblo. De aquí, que la Federación local de Tampico, sección de la CGT
dirá siempre a voz en cuello: todo gobierno es malo, porque representa violencia,
rapiña y opresión. No importa que los gobernantes se digan liberales, socialistas, o
bolcheviques; ellos usarán eternamente de los jueces, de los policías, de los ejércitos,
para ametrallar y asesinar al pueblo... plantea este dilema: es sindicato o es la política.
Aprended el acto justiciero del Sindicato de la Huasteca, que dando muestras de amor
a las libertades del pueblo, lanzó de su seno a dos individuos de los que buscan un
lucrativo asiento en el municipio de Tampico... Levantemos nuestra protesta contra
130
El conflicto entre los más proclives de cada sindicato no se hizo esperar, y llegó
a desbordar los límites del proselitismo. Los rojos afiliados a la CGT demandaban la
extensión de las condiciones logradas en Mata Redonda al resto de los campamentos
de la Huasteca. Cuando esto fue rechazado por la compañía, el sindicato extendió
la huelga a los otros planteles. Decididos a vencer, los rojos mantuvieron la huelga
cuatro meses, contando inicialmente con una posición de fuerza por aglutinar a unos
3,000 afiliados contra 650 del Sindicato Único. De los 12 sindicatos correspondien-
tes a 2,825 socios “rojos” que la conformaban, 1,825 pertenecían a la terminal de
Mata Redonda, y en segundo lugar el contingente de Cerro Azul con 350 miembros.
Durante los cuatro meses que duró la huelga, los trabajadores de las organi-
zaciones obreras y campesinas del enclave y de otros lugares, participaron en las
guardias de vigilancia para mantener las instalaciones en manos de los sindicalistas
cegetistas. Una brigada era para vigilar las entradas de la refinería y los accesos a
los puertos de embarque del petróleo, mientras otra brigada de defensa organizaba
rondas del perímetro de la refinería y en las colonias circundantes, utilizando simpa-
tizantes de las comunidades para suministrar alimentos e información.
Los rojos mantuvieron la mayoría, sobre todo en la refinería central de Mata
Redonda, llevando a la compañía a exigir una certificación legal que los acreditara
como representantes de los sindicatos de los que se decía portavoz. La respuesta fue
otra declaración de huelga con el apoyo de los gremios de la federación, entre ellos,
los panaderos, empleados de restaurantes, electricistas y carpinteros de Tampico.
En el plano legal, los cegetistas respondieron, en marzo de 1925, reorganizán-
dose conforme la ley como Federación de Sindicatos del Petróleo, Obreros y Em-
pleados de la Huasteca Petroleum Company. Bajo el auspicio de la CROM, el “Sindicato
Único” asumió el papel de víctima apelando al gobierno federal, pidiendo “protec-
ción y garantías para evitar choques sangrientos y alteración de las tranquilidades”
ante “la forma brutal con que los del Sindicato del Petróleo pretenden humillarnos”.
Morones para entonces asesoraba directamente al Sindicato Único y escribió di-
rectamente al presidente Calles culpando a la CGT de todo lo sucedido en aquella
empresa tan estratégica y recordando al gobierno que “nuestros ideales no son bol-
cheviques y ellos sí... el jefe de las armas [el jefe de operaciones militares en la zona,
General Lázaro Cárdenas] podría ser instruido por usted señor presidente para que
nos dé garantías y deseche a los explotadores de obreros”.
Al entrar la huelga en su cuarto mes, la situación comenzó a desfavorecer a
los rojos y algunos trabajadores les acusaron de no querer llegar a una solución. La
Confederación recomendaba pasar a la destrucción del equipamiento en los plan-
teles. “Si los compañeros al abandonar las tareas hubieran volcado sus iras dentro
de los propios talleres, con seguridad que no serían en lo sucesivo víctimas de otra
provocación. Hay que aprender a lucha, compañeros, si no queremos ser siempre
132
El petrolero de Niquinohomo
Entre finales de 1979 e inicios de 1980, Gregorio Selser entrevistó a las personas
que trabajaron con Sandino en la zona petrolera. Como resultado de esa olvidada
investigación, es posible conocer al Augusto Sandino de aquellos años, su persona-
lidad, su desempeño en el trabajo, su vinculación con la masonería, sus lecturas e
inquietudes, su pensamiento político y la decisión de regresar a Nicaragua en 1926.
Sandino habrá llegado al puerto de Tampico alrededor de septiembre de 1923.
Es difícil seguirle la pista exacta porque son escasas las referencias a su vida y trabajo
durante todo este período que culmina en mayo de 1926, cuando emprendió el re-
greso a Nicaragua. Sin embargo, se trata probablemente del período más formativo
de su vida por lo que cobra importancia no sólo su “escuela” sino sus movimientos
específicos. Lo que se sabe con relativa certitud es que Sandino se aseguró trabajo
en el plantel de la Huasteca Petroleum Company ubicado en Cerro Azul en la zona de
extracción petrolera. En la ficha de trabajo que Sandino llenó en esa fecha –rebus-
cada como parte de una investigación posterior requerida por el Departamento de
Estado que investigaba afanosamente la procedencia del guerrillero– se registra que
trabajó anteriormente para la empresa petrolera Penn-Mex y, previa a esta, la New
England Fuel Company. Son las primeras pistas.
Con toda seguridad, siguiendo el recorrido usual para quienes llegaban a buscar
trabajo a Tampico, Sandino se habrá alojado inicialmente en Villa Cecilia y es posible,
como se menciona posteriormente, corroborar que, en efecto, encontró trabajo en
la refinería de la New England que operaba en esa vecindad. La New England Fuel Oil
Company había sido fundada en 1911 y era la tercera en importancia de operaciones
después de la Huasteca y “El Águila”. Contaba con un plantel al otro lado del río Pá-
nuco en el que producía combustible para lámparas, principalmente queroseno. Allí
aparentemente laboró Sandino como mecánico en la refinería antes de trasladarse a
la zona de la famosa Faja de Oro. La empresa figuraba como dependencia de la South
Pennsylvania Oil Company, pero en realidad ya para entonces había sido absorbida por
el poderoso conglomerado de la Standard Oil de Nueva York. Y laborando en la New
England fue que Sandino, como se narra más adelante, estableció una amistad que le
condujo a una fraternidad espiritista que funcionaba en la misma zona de Tampico.
Sandino no parece haber pasado mucho tiempo en la zona de Tampico. Se habrá
enterado que en la zona de extracción se podía ganar mejor aunque las condiciones
eran más duras. En 1924 se le localiza en la zona de Tuxpan, a unos 200 kilómetros
al sur de Tampico sobre el golfo de México; existe una postal enviada desde allí a su
135
mundial, señala que Sandino fue “industrioso, sobrio, aparentemente de buen ca-
rácter, y en todo sentido un empleado de lo más satisfactorio”. Sandino indicó en
el formulario que hablaba el inglés, lo cual no fue exageración y evidentemente fue
puesto a prueba para calzar con la posición que desempeñaría.
Tras su separación de la Penn-Mex, Sandino pudo haber pasado al desempleo.
El nica habría llegado a Cerro Azul y se habría topado con el dramático conflicto
por el que pasaba la empresa. Superada la crisis, la Huasteca continuó invirtiendo en
equipos de última tecnología para la extracción, tratamiento y transporte del crudo.
Y a pesar de la reducción en la producción y utilidades, la Huasteca mantenía (aparte
de sus masivas instalaciones en el puerto de Tampico) dos plantas de absorción de
gas, una de ellas en Cerro Azul, siendo este el plantel más importante después del
complejo en Mata Redonda.
Armado con
constancias de bue-
na conducta y ho-
nestidad, Sandino se
presentó a la Huaste-
ca para pedir trabajo.
La fecha de solicitud
coincide con la de-
rrota del sindicato
rojo de la Federa-
Ficha que llena Sandino para trabajar en la Huasteca
ción y la victoria del
Sindicato Único de la CROM y la patronal. Evidentemente no quiso entrar como
“esquirol” y probablemente tuvo que sufrir desempleo esperando el desenlace de
aquella contienda. Sus cartas de referencia debieron ser buenas porque fue contra-
tado al día siguiente de llenar la aplicación. Un conocido le presentó al encargado
norteamericano, “pronto se entendieron y lo contrataron”.
A pesar de su especialización como mecánico, Sandino fue ubicado en el Depar-
tamento de Materiales: evidentemente fue útil su conocimiento del engranaje de la
maquinaria para identificar las herramientas y repuestos requeridos. Esa división de
la empresa tenía la función de administrar las bodegas de herramientas, utensilios y
materiales de ferretería en general solicitados por los capataces, quienes en su mayo-
ría eran norteamericanos con los que Sandino podía entenderse, al menos idiomáti-
camente. Todo indica que su contratante fue el poco simpático “Mr. Green”, quien
no escondía su desprecio hacia los mexicanos. La carta posterior de Green indica
que Sandino se inició como trabajador en la bodega de la empresa con un salario
de 5 pesos oro diarios –lo que denota un estatus de trabajador calificado–, y que en
140
bajo, pero platicaba muy reservadamente”. “Ni gordo, ni flaco, blanco–blanco no,
moreno claro”.
“En su trabajo, muy eficiente... si hubiera durado más aquí yo lo asciendo; era un
hombre completamente competente para cualquier trabajo”, dijo su supervisor Fi-
del Espinoza Garza. “Era muy activo, muy trabajador” recuerda su amigo Gutiérrez
Magaña. Se juntaba con los trabajadores para visitar la comisaría durante el receso y
para comer el gustado queso amarillo americano con galletas “Marías” acompaña-
dos de Canada Dry o Coca-cola. Ya desde entonces Augusto era aficionado de las
“chibolas” –como les llamaban en Nicaragua. Contaban con servicio médico, que
significaba acceso al médico inglés de la compañía, competente tanto en su profe-
sión como en el consumo de bebidas alcohólicas.
Sandino acostumbraba andar bien arreglado y visitaba al barbero cada fin de
semana. Algunos pensaron que era asunto de vanidad, de la cual ciertamente no
carecía “el nica”. Pero Augusto ya había aprendido la importancia de la buena pre-
sentación en el trabajo a partir del hábito de valoración a simple vista por parte
de los contratistas y correspondiente a su nivel de “trabajador calificado”. El “en-
ganche” era asunto de presentación por el “a como te ven, te tratan” –como ya se
lo había comentado a su padre en una carta. Prestaba atención a su vestuario, iba
siempre bien peinado, partido nítido hacia un lado, al cuidado semanal del barbero
del pueblo”, recuerda Domingo Vásquez, entrevistado décadas después por Selser.
La camisa podía costar 2.50 y un pantalón 3 pesos en la comisaría, aproximadamente
la mitad del salario diario. Como ropa de trabajo contaba a la tradicional mezclilla
(“azulones”, denim o jeans), cuyo costo debían asumir personalmente los trabajado-
res, porque el sindicato todavía no lograba que fueran suministrados gratuitamente
por la compañía.
Gregorio Ramírez Flores, entonces chofer de la Huasteca, veía a Sandino re-
gularmente cuando llegaba a cargar combustible a la estación de bombeo. Todos
conocían a Sandino, a quien llamaban “el nica”. Los domingos y días festivos, se le
veía con botas altas y sombrero tejano, moda introducida por los cowboys nortea-
mericanos petroleros, para los días festivos, o para hacer gestiones fuera del sitio de
trabajo. Llevaba un reloj de bolsillo que había cambiado por otro con Ramírez.
Sandino adquiría en la comisaría su indumentaria para el trabajo, camisas blancas
que entonces acostumbraba llevar y un sombrero tipo panameño. Los domingos lu-
cía camisa blanca de seda, botas altas y el infaltable sombrero tejano. Todo provenía
de las comisarías de la Huasteca que, a diferencia de todas las anteriores y posteriores
conocidas por Sandino, tenían como objetivo ganarse la lealtad de los trabajadores
calificados y extranjeros trayendo mercadería norteamericana y extranjera de buena
calidad en los barcos de la misma compañía que llegaban vacíos y que, al no pagar
impuestos, eran ofrecidos a precios relativamente bajos. Por ello, Ramírez Flores
142
che y la madrugada. Había calor insoportable a mediodía y por las noches nubes de
zancudos, molestos y transmisores de enfermedades. A veces había una sola llave de
agua, que era colectiva. Las hospitalizaciones fueron frecuentes producto de intoxi-
caciones, tifoideas, paludismo, heridas infectadas y hasta muertes.
Al principio, todos los trabajadores se alimentaban en el mismo comedor, fir-
mando vales que eran descontados del sueldo. Luego, la compañía fue presionada
a construir comedores separados para los estadounidenses. Un amigo de Sandino,
José Gutiérrez Magaña, lo explicaba así: “el comportamiento de los mexicanos no
era correcto, nunca se lavaban las manos antes de ir a comer, tiraban los desperdicios
al suelo, se aventaban huesos, etc. Eso a los norteamericano no les gustó, y así se
hizo un comedor para los norteamericanos y otro para los mexicanos. Igualmente
para dormir, los mexicanos no se portaban bien, y cuando se cambiaban de casa se
llevaban todo, hasta la cama y eso a los estadounidenses tampoco les gustó”. Tal vez
no era más que gestos de venganza de cara a los abusos norteamericanos.
Aunque sociable, Sandino no compartía los hábitos de esparcimiento prevale-
cientes en la mayoría de los trabajadores. Gracias a la Constitución y la militancia
sindical, ellos ahora contaban con más horas de ocio; salían a medio día los sábados
y contaban con el domingo libre. Para los jóvenes “tuberos” por ejemplo, solteros
en su mayoría, y con familiares que habían quedado en lugares distantes, “termi-
nar la jornada de los sábados era un gran estímulo –dice un historiador– pensaban
en lo gratificante que sería asistir a un animado baile de algún poblado cercano,
donde tendrían la posibilidad de tratar con algunas jóvenes, tomar unas copas, o
simplemente platicar con quienes asistían. En estos ratos de ocio dejarían de recibir
órdenes, serían libres de satisfacer sus deseos, salían de la uniformidad, por lo que
seguramente caían en una borrachera”.
Brandy también recordaba a Sandino como una persona parca. En el trabajo era
reservado, pero cuando terminaba la jornada, “caminaban platicando”. Los temas
habituales eran “lo que pasaba en el día y no de la situación de los trabajadores”.
Pensaba que Sandino tenía preparación militar por su manera de caminar: “muy
recto, muy rígido”.
Su acento nica lo delataba como extranjero. “No tenía intimidades con noso-
tros, relaciones sí, pero intimidades no... Un señor muy serio, que no se prestaba a
mucha comunicación”, según David Vásquez, su barbero. “Bajo de cuerpo, no gor-
do, blanco, lampiño, y él decía que era un indio blanco, porque no tenía vellos ni en
los brazos, ni en la cara. Era de costumbres moderadas, hogareño, no tenía mayor
convivencia con los demás, si no le hablaban, él no les platicaba”, recuerda Gutiérrez
Magaña.
Otros entrevistados recuerdan a Sandino de otras maneras. Don Goyo Ramírez
Flores, llegaba regularmente a la bomba de despacho para cargar gasolina, dice que
145
Sandino era platicador; “¡Cómo no!”, le dice a Selser, el entrevistador. “Era un mu-
chacho jovial –recordaba Demetrio Osorio– de cosas serias Sandino nunca platicó,
pura cosa de relajo, pues era joven... Se tomaba una cerveza, pero no era borracho...
todos éramos moderados, nos tomábamos una cerveza, íbamos a un baile de esos
deshonestos y gozábamos ahí y lo que usted quiera. Salíamos al pueblo a pasear...
había prostíbulos, muchas prostitutas... Sandino llegaba a ir con nosotros muchas
veces”. Demetrio también creyó que Sandino era soltero4.
figurado entre los trabajadores llamados “blanco por fuera y rojo por dentro”. Pre-
guntado qué pensaba Sandino sobre la huelga, Gutiérrez responde: “pensaba que las
huelgas era buenas porque era una presión de los trabajadores que se hacía contra los
patrones para conseguir algunas ventajas”. Otros, como Brandy, insistieron en que
los líderes rojos se habían excedido planteando demandas, por encima de las preten-
siones de los trabajadores. Sandino habrá visto, sin embargo, cómo los campesinos
pasaban alimentos a los huelguistas –tortilla, frijoles y “pilón”, recuerda Vásquez.
Sandino acostumbraba salir con Gutiérrez Magaña. Trabajaban el mismo turno
y andaban juntos, “los vi varias veces que salían de aquí –dijo Vásquez el barbero–
“que si se iban a echar sus alipuces” [tragos]... El nica contaba episodios de su vida
“algunos de zafarranchos, o motines y demás, que [yo] no le tomaba en cuenta, por-
que yo decía: al fin que ni lo conozco, ni sé cómo es su patria, a mí me quiere poner
los ojos verdes con sus pláticas, así que nunca le puse mayor atención”.
Aquella amistad con Gutiérrez seguramente estaba basada en la afinidad sentida
por ambos para la discusión de ideas. Gutiérrez dice haber observado cómo Sandino
fue dedicando cada vez más tiempo a la lectura: “comenzó a leer porque él tenía ese
deseo, aunque su preparación escolar era algo deficiente, pero tenía deseos de saber
más”. Gutiérrez, electricista en la Huasteca, había sido maestro de escuela y sindica-
lista, por lo cual habrá asumido el papel de mentor para el nica. Es a él a quien acude
Sandino pidiendo recomendaciones sobre lecturas. Magaña también recuerda que
“el nica” solía decir que no se podía confiar en dos cosas: los patrones y los Estados
Unidos.
Sandino pidió entonces “libros de sociología, libros de temas sociales, eran los
que de preferencia leía. Leía también algo de historia –historia de México porque
no había textos sobre la historia de otros países, o continentes –explicó Gutiérrez
a Selser– leyó sobre la Revolución [Mexicana] pues le gustaba y deseaba que en su
patria hubiera las mismas cosas en ese sentido, que aquí en México. Por ejemplo, en
la cuestión del trabajo, simpatizaba con la Ley del Trabajo, que no era conocida, ni
menos acatada en las labores de Nicaragua... simpatizaba con las ideas de [Francisco
I.] Madero, de la revolución. Sandino decía que le gustaría que en Nicaragua se co-
piaran las ideas de la Revolución Mexicana”.
En el léxico anarcosindical, sociología significaba el estudio de lo que llamaban
“la cuestión social”, las relaciones de poder y los mecanismos de dominación de
ricos sobre los pobres, y la alternativa de poder autogestionario basado en el apoyo
mutuo y la fraternidad, prescindiendo completamente del Estado. Gutiérrez enton-
ces recuerda haberse sentado con Augusto para revisar el catálogo de una librería
en la capital mexicana “y ahí veíamos, este te puede servir, este te puede servir...”. A
partir de las indicaciones de su amigo, Sandino escogía y encargaba los libros, “eran
temas sociales lo que él leía” recuerda Gutiérrez.
147
¿Cuál pudo haber sido ese catálogo y aquellas lecturas? En aquellos años todavía
era muy limitada la circulación de literatura marxista-leninista porque lo que prolife-
raba eran las publicaciones anarquistas. Las respectivas lecturas al alcance eran prin-
cipalmente los escritos de Kropotkin, Proudhon, Flores Magón, Práxedis Gutiérrez
y Mijaíl Bakunin. También, por supuesto, Sagitario, Quincenal Sociológico, publicado
por los Hermanos Rojos de la Casa del Obrero y distribuido gratuitamente a los
obreros petroleros.
¿Cuál catálogo de qué librería? Probablemente Sandino y su amigo revisaron el
anuncio de “Ediciones del Grupo Cultural ‘Ricardo Flores Magón’” dirigidas por
Nicolás T. Bernal, luchador anarquista mexicano del círculo de Flores Magón quien,
desde la capital, enviaba publicaciones a todo el país a precios módicos dirigidos a
los trabajadores.
1924 fue un año particularmente activo en la editorial del Grupo Cultural, y los
Hermanos Rojos en Tampico publicándose los escritos de Flores Magón –Rayos de
Luz (Diálogos relacionadas con las condiciones sociales de México)– como parte
de la serie “Ricardo Flores Magón: Vida y Obra”. Un título en aquel catálogo era
el Manifiesto Anarquista del austríaco Pedro Ramus. Otro catálogo que circulaba era
el de la editorial “Argonauta” de Argentina, también de tendencia anarquista, con
distribución en México a través de Bernal. Allí figuran los siguientes títulos: ¿Soviet
o Dictadura? (El gran dilema de la Revolución Rusa), que reunía las críticas del alemán
Rudolf Rocker a la cada vez menos admirada revolución bolchevique; Dictadura y
Revolución del italiano Luis Fabbri; Hacia una sociedad de productores, Páginas de Lucha
Cotidiana del también italiano Errico Malatesta; Bolchevismo y Anarquismo de Rocker;
La nueva creación de la sociedad por el comunismo anárquico de Ramus, traducida del alemán
por el activista español Diego Abad de Santillán, y por supuesto, la más difundida de
todas, la obra maestra de Kropotkin, La conquista del pan.
David Brandy confirmó que a Sandino “le gustaba leer”. A menudo lo veía
escudriñando revistas, periódicos de la capital o de Tampico. Leía los boletines del
sindicato que eran buscados por todos “cuando había alguna novedad”. El barbero
del pueblo de Cerro Azul, Felipe Vásquez, recuerda que Sandino compraba regular-
mente los periódicos que llegaban diariamente de la capital y de Tampico. Llegaba
a la barbería cada domingo, cargando diarios y revistas, usualmente en compañía
de Gutiérrez. Una de aquellas revistas, observó el barbero, era El Centinela y la otra,
Atalaya distribuida por un grupo que Vázquez llamaba los “aleluyos”.
Y en efecto la revista El Centinela era el órgano de la Misión Mexicana de los Ad-
ventistas del Séptimo Día, quienes en 1923 se separaron de la Asociación General de
Estados Unidos. Antorcha era la revista de los Testigos de Jehová. Una y otra habrán
permitido a Sandino profundizar su conocimiento de la Biblia y sobre todo en las
ideas del cristianismo primitivo en el que ponía énfasis Atalaya.
148
Pero no se puede decir que, a estas alturas, Sandino fuera devoto de una u otra
corriente protestante religiosa porque ya desde entonces leía con fascinación todo lo
relacionado con la metafísica y la escatología, siendo particularmente atraído por la
teosofía. En fin, exploraba, como se verá luego, el conjunto de creencias religiosas
sobre la realidad del universo, el destino final de la persona después de la muerte.
Ideas que le fueron acercando a la masonería, la teosofía y el espiritismo. En ese
marco, se habrá interesado en la misma escatología cristiana: el juicio final, la resu-
rrección de los muertos y el retorno de Cristo5.
“yo nunca tendré propiedades” y rehusando poner a su nombre tierras que le fueron
ofrecidas. El lema, como se ha visto, proviene de Proudhon pero fue remarcado
constantemente por Flores Magón, entre otros. La bandera rojinegra, por otro lado,
como también se ha visto, era la bandera de resistencia de los trabajadores anarcosin-
dicalistas. Como hemos visto, Sandino conoció la bandera rojinegra como el estan-
darte de lucha de los trabajadores mexicanos, levantada originalmente por la CGT de
tendencia anarcosindicalista que luego se hace extensiva para representar todo tipo
de rebelión social. El bicolor había sido adoptado en el acto de fundación de la CGT,
diferenciado de la bandera roja propiamente “socialista”. Constituía, como lo indica
Vega Soria, la bandera de huelga, sacada a relucir a la hora en que la defensa de los
derechos de los trabajadores llegaba al punto de la confrontación física y la violación
de la llamada legalidad. Mientras tanto, Sandino presenció, de cerca y de largo, una
huelga tras otra vinculadas en su mayor parte a la agitación de los anarquistas, simpa-
tizando con las mismas. Esa bandera ingresa en su imaginario de rebelión contra la
injusticia: dijo haber llorado cuando Moncada le ordena desprenderse de ese símbolo.
¿Que si propiamente anarquista o propiamente bandera de lucha de los trabajadores
en huelga? Su uso se esparció en México y hasta la fecha aparece durante huelgas y
actos de resistencia social. Lo que queda claro es el recurso al símbolo de resistencia
internacionalmente reconocido y temido por las autoridades. La intensidad de aquel
sentimiento queda reflejada en lo dicho por Sandino –la divisa bicolor como el em-
blema o lema de su vida. Sin embargo, los contenidos sobre legislación social men-
cionados por Magaña estarían, en principio, lejos del sentir ideológico anarcosindical
por considerarla el recurso a la legislación como reformismo inútil. Pero el lema de su
vida ya era la libertad –la libertad de los trabajadores a lo que Sandino agrega, apar-
tándose del esquema ácrata, el nacionalismo: la libertad para la nación en su conjunto.
A la vez, una extraña combinación de reformismo laboral con socialismo revolucio-
nario en proceso de adaptación para las condiciones concretas de Nicaragua: prime-
ras ideas de un programa de reforma social por medios legislativos inspirados en la
Revolución Mexicana y la lucha sindical obrera; ideas que también fueron escuchadas
por los humildes mineros de San Albino que conformarían el núcleo del Ejército
Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua (EDSNN).
Moncada ordenaría quitar aquella divisa y dice entonces haber visto llorar a
Sandino. Pero al poco tiempo el pendón rojinegro ondeaba nuevamente sobre la
columna segoviana incorporando –como contribución local –la cruz y la calavera.
Moncada vio aquello, se enfureció e insistió esta vez en que “no somos piratas”. “El
chingado de José María Moncada siempre con los yanquis” habrá dicho Sandino a la
vez que “arengaba a la tropa con léxico mexicano”.
A esas alturas, sin embargo, la condena a la intervención propiamente mili-
tar norteamericana todavía no figuraba significativamente ni en el pensamiento de
151
Sandino. Regresaba al país para integrarse a la contienda como parte de las fuerzas
liberales contra los conservadores usurpadores del poder. Pero un liberalismo que
había adquirido otra estirpe. Hacia finales de su estancia en México, fue madurando
y plasmando por escrito sus observaciones sobre el tipo de régimen político y socio–
laboral y económico que debía privar en Nicaragua: en esencia, trasladar a su país las
reformas socio–laborales de la Revolución Mexicana. No ignoró el expansionismo
norteamericano, tema de conversación con sus amigos espiritistas que también, a
diferencia de los anarcosindicalistas, compartían un sentimiento nacionalista y la-
tinoamericanista. Importante indicativo de la naturaleza politizada del espiritismo
de la época, incluyendo la masonería politizada de México, lo que ayuda a explicar
el hecho que lo espiritual y lo político para Sandino fueron líneas convergentes y
no paralelas o separadas. No le interesaban demasiado las precisiones doctrinales:
mezcló lo masónico con lo espiritista, que en esencia, para muchos entendidos en la
materia, no estaban reñidos.
Sandino compartió para entonces la crítica a los individuos y sociedades sumisas
que no sabían defender su libertad y se convertían en personas y naciones serviles.
Su compromiso fundamental era con la libertad de Nicaragua, que en ese momento
(y hasta el pacto de mayo de 1927 entre Moncada y el emisario Stimson de Estados
Unidos) juzgó estar más amenazada por los conservadores que por la reducida pre-
sencia militar de Estados Unidos.
Otra cosa era el repudio y desprecio anarcosindical hacia el Estado, procla-
mándolo, junto a la religión y el capital, como el enemigo siempre autoritario de la
clase trabajadora. Aquí Sandino ejerció, al igual que muchos trabajadores mexicanos,
cierto escepticismo. Al menos en el caso de México que contaba con un gobierno
sensible a las demandas populares. Sandino consideró positivas las leyes del trabajo
promulgadas en la Constitución y el Estado Mexicano, e incluso propuso que fueran
llevadas a Nicaragua: así se lo expresó a su compañero de trabajo en Cerro Azul,
pero también, meses después, a los trabajadores en el mineral San Albino, adaptando
prédicas que muchas veces escuchó en México, para levantar, sindicalmente, la con-
ciencia y el ánimo de lucha de aquellos trabajadores. Y cuando trató ingenuamente
de explicárselo a Moncada en Prinzapolka, aquel salió espeluznado acusándolo de
ser un fanático ácrata comunista.
En todo caso, esa misma escuela sindical pudo haber adiestrado a Sandino en el
arte de la propaganda, toda vez que en Nicaragua evidenció una capacidad extraordi-
naria de convencer con el discurso sobre la necesidad de luchar sin cuartel contra los
opresores para llegar a la libertad. Un colaborador de Sandino en 1926 le describió
como “un extremo optimista que tiene una habilidad inusual para convencer a otro
de la viabilidad de los más fantasiosos proyectos”.
152
El regreso a Nicaragua
De manera obsesiva, Augusto dio seguimiento a lo que ocurría en su país a raíz
del lomazo. En tanto el gobierno mexicano asumió decididamente la defensa del
depuesto régimen liberal, los periódicos daban mayor espacio a la situación triangu-
lar Estados Unidos–Nicaragua–México. Un cronista que entrevistó posteriormente
a Sandino dice que el nica “comunicó a sus más íntimos amigos, sus propósitos [de
regresar] y a algunos de sus compatriotas, pero ninguno de ellos quiso secundarlo.
Entonces, Sandino decidió emprender solo el viaje hasta su país, para lo cual pro-
curaría permanecer oculto en todo el recorrido”, dice el reportaje realizado en 1929
por Campos Ponce. Al parecer, Sandino trató infructuosamente de convencer a otro
nicaragüense petrolero, Salvador Bosque, de regresar con él.
Sandino era dado a las anécdotas y una de sus favoritas, no siempre relatada de
la misma manera, fue la de haber sido provocado por alguien que le llamó vende-
patria. El punto de fondo era la indignación popular mexicana, exacerbada por los
medios y el gobierno, sobre la conducta norteamericana en Nicaragua, la sumisión
153
Espiritismo y masonería
“Confieso que en nuestro mundo profano jamás encontré felicidad, y por esto,
y en busca de un consuelo espiritual leí libros mitológicos y busqué maestros de re-
ligión...”, dice Sandino en una carta, con fecha 1 de abril de 1928, a Froylán Turcios.
Así resume su búsqueda de paz interior buscando lo que llama “consuelo” mediante
lecturas y maestros. Sería una búsqueda que le acompañaría toda su vida, encontran-
do maestros a lo largo del camino, tanto en materia política como espiritual, aunque
bien, sus mejores instructores o mentores fueron aquellos que supieron integrar
ambas dimensiones. Da por entendido que no había encontrado aquel consuelo y
sabiduría moral en las iglesias cristianas o católicas durante su juventud1.
¿Cuáles podrán haber sido aquellos “libros mitológicos”? En materia de mito-
logía tuvo al alcance La Ilíada de Homero o las Tragedias de Eurípides –extraordi-
narias fuentes de sabiduría– ya que formaban parte de la colección de los “libros
verdes” editados masivamente por el Secretario de Educación en México, José de
Vasconcelos, como parte de su campaña de inundar al país de clásicos de literatura.
Vasconcelos pensaba que para sacar a México de la barbarie todo el pueblo debía
leer La Ilíada.
Conociendo a Sandino, sin embargo, la búsqueda le llevó al campo de la me-
tafísica –“Siempre he sido inclinado a leer todo lo que a mi juicio es moral o ins-
tructivo”, dice en la misma carta. No es simple curiosidad o academicismo lo que le
impulsa a la lectura, y más que la lectura al estudio, a una auténtica búsqueda de lo
que él llama moral, es decir, una ética personal que es a la vez universal: la búsqueda
de alternativas a un desconsuelo personal que es también decepción del ambiente
social que conocía, buscando propuestas que a su vez explicaran el origen y destino
de las personas, la infelicidad y el mundo. A dos años de haber salido de Niquino-
homo, Sandino todavía estaba afectado emocionalmente por aquel desenlace que
hiciera añicos sus planes: el hecho que se moviera de una localidad a otra con relativa
frecuencia indica, como él lo dice, un deseo incesante de buscar una mejor situación,
ya no sólo económica sino también personal2.
Habrá encontrado algunas respuestas sobre la ética en las enseñanzas anarcosin-
dicalistas a partir del énfasis que hacían en la libertad de conciencia y la importancia
de vivir conforme los principios, de la formación continua y del código moral de
comportamiento sin vicios que debía acompañar la militancia sindical. Su situación
emocional le generó una crisis que lo condujo a plantearse preguntas sobre la exis-
tencia humana y el sufrimiento en el mundo. El sentido de búsqueda es filosófico y
155
del Espíritu de Verdad, del llamado Espíritu Santo... el materialismo en el mundo, los
intereses creados, los mercaderes y traficantes de la salud, los enemigos de la Luz y
en suma, todos aquellos que se sentían lastimados por el advenimiento de esta Obra,
clamaron, calumniaron, difamaron y se lanzaron contra ella, como lo hicieron sus
antepasados hace 20 siglos, en el inicio de los trabajos públicos del Divino Maestro,
pues el Hospital Invisible no es otra cosa, sino la continuidad de los trabajos de Je-
sús, el Cristo”4.
Los Doctores Invisibles son presentados por el hospital como titulados por el
Todopoderoso, bajo la dirección de los Grandes Maestros de Luz y Verdad. Y así
como hay Mensajeros del Todopoderoso, existen también, para cada misión, Men-
sajeros designados: Mensajero de Jesús de Nazaret, Mensajero de Allan Kardec (el
destacado espiritista francés de la época que influyó considerablemente en Francisco
Madero), el Mensajero de Víctor Hugo, o el Mensajero de Ignacio de Loyola5.
Se sabe que en 1924 uno de los diversos capítulos de la Escuela Magnética de
Joaquín Trincado propuso al Hospital Invisible la integración de las dos creencias
a partir de las afinidades existentes. Existe una carta del 23 de diciembre de 1924,
escrita por Fernando Orozco y Julio Arroyo, Director y Secretario respectivamente,
del Círculo Espírita “Luz de Oriente” de Torreón, Coahuila, México (cuyo logo es
acompañado de las palabras de Allan Kardec ‘Nacer, Morir, volver a nacer y siempre
progresar, tal es la ley’) dirigida a la Maestra Cecilia C. de Gómez en la que expone
los puntos doctrinales compartidos y plantea que Joaquín Trincado también debe
ser considerado “espíritu misionero” ya que los “Doctores Invisibles” del hospital
son también “espiritistas comunistas racionalistas”. Todos buscan “el sendero de la
Luz y la Verdad hacia el Padre Creador”, que la EMECU llama Padre Creador Eloí.
Firma Orozco, con el lema “siempre más allá”. La Maestra Cecilia respondió el 11
de enero de 1925 rechazando aquellas “desquiciantes ideas”6.
Por toda la zona proliferaban las revistas espiritistas redactadas de manera senci-
lla para ampliar su audiencia. Una de ellas, Luz y Verdad, Revista mensual de Estudios
Psicológicos, publicada en Laredo, Texas (Tampico estaba más cerca de la frontera
con Estados Unidos, que de la capital mexicana) y con amplia divulgación en el norte
de México. El ejemplar, correspondiente a agosto de 1924, tenía como artículo prin-
cipal: “Amor y paz será el lema que unirá a los hombres” de Joaquín Trincado. Tam-
bién la revista felicitaba a los obreros por las nuevas leyes emitidas “...porque todos
al igual comprenden la ley en el trabajo; en este, el progreso; y de este, el amor, bajo
un sólo credo: ‘el espiritismo... hacer ‘sociedad de amor’ y no sociedad de señores y
esclavos, como es aún vuestra sociedad”. ¿“Te avergüenzas de llamarte Espiritista
Racionalista Comunista como te enseña esta escuela? Pues reniegas de tu ser, y no
puede ser que no seas: trata de entenderla pronto, en el Espiritismo Luz y Verdad”.
Los autores: la filial de la Escuela de la Comuna Magnética Universal dirigida por el
158
nico –cada quien puede definirle como quiera; tampoco es el dios compuesto que
se asocia con la teosofía como producto de la identificación de puntos comunes o
sincretismos en diversas religiones. No es un dios compuesto. Sandino parece haber
compartido la creencia masónica en la existencia de un ser o una fuerza superior: el
Gran Arquitecto del Universo, al que Sandino a veces llama el “Padre Creador”. Un
ser supremo que inspira, no por la vía de la fe, sino por medio de la razón y que se
hace sentir en el espíritu. Más adelante repetiría “las religiones son cosas del pasado,
nosotros nos guiamos por la razón”. Es un pensamiento congruente tanto con la
masonería como con el espiritismo y el socialismo libertario, porque Sandino, como
buen teósofo, no quiere llamarle religión. Habla de “la trascendencia de la vida”, la
creación como producto de la existencia de “una gran voluntad”, los espíritus guías
de la humanidad, entre los cuales están Adán, Moisés, Jesús y Bolívar... cada uno
cumplió con su misión y destino no para morir sino para regresar al espíritu; el espí-
ritu que supervive y se encarna y reencarna a lo largo de la historia8.
El masón cree en Dios, pero de manera deísta, el “dios” sin mayúscula, el “dios”
de y en la naturaleza y el universo. No es el dios de la revelación divina, el vengador,
el del infierno, purgatorio y el cielo, sino el dios de la naturaleza: el espíritu que puso
en marcha al mundo y a la naturaleza que es sujeta de observación científica y de
leyes. Tampoco es ajeno a la condición humana, por lo que propicia la discusión
sobre temas políticos: entre los temas abordados en las Logias también se discutía
el problema religioso, la situación de la mujer, la salud, la cuestión obrera, la explo-
tación y la miseria, el derecho a la libre asociación y la libertad de expresión. En fin,
un medio educativo de primer orden9.
Masonería, teosofía y espiritismo son todas creencias vinculadas y vinculables,
o en todo caso emparentadas. En mayor o menor medida, cada una predica la her-
mandad universal, la búsqueda de la verdad y la síntesis de la sabiduría de todas las
religiones mediante la invocación espiritual. Sin menoscabo, claro, de los matices y
diferencias entre y a lo interno de cada escuela. “No fue casual” –dice Melgar Bao
refiriéndose al Perú de entonces– que en las filas de los masones existiese una relati-
va convergencia entre anarquistas, socialistas, librepensadores, comunistas, sindica-
listas revolucionarios y anarcosindicalistas”10.
Ya en el contexto de la revolución mexicana, la política permeaba las discu-
siones espiritualistas: el mismo Sandino dice que el avance del imperialismo sobre
la región era un tema que se debatía entre sus amigos espiritistas. De manera que
la supuesta incongruencia entre lo espiritual y lo material en Sandino fue también
propio de una generación de pensadores. “Se podía ser indistintamente además de
teósofo, ser autodidacta, masón, católico y socialista, o en su variante, ser librepensa-
dor, protestante y aprista. Otras posibilidades aluden al anarquismo y comunismo”,
dicen otros especialistas en la historia del pensamiento latinoamericano. Junto a San-
160
de Blanca Aráuz: “Con decirle que para su madre y sus tías yo soy un masón y un
comunista es decir, hereje excomulgado [sic]. A confesión de parte, relevo de prue-
ba. Un informe de la Guardia Nacional llegó a reportar que una tía de Blanca estaba
convencida que Sandino era “comunista” porque carecía de devoción a la Iglesia y
porque usaba símbolos masónicos16.
Para Sandino, el cultivo de la espiritualidad no era un pasatiempo sino un com-
promiso permanente. Un jurista y escritor nacionalista hondureño, Ramón Romero,
relata cómo Sandino durante su estadía en Cerro Azul, solía apartarse de los amigos
para dedicarse a la meditación y lecturas masónicas y teosóficas. Relata que una no-
che Sandino leyó unas páginas de un libro del teósofo Franz Hartmann citando la
frase siguiente “El divino espíritu no desciende a la esfera del entendimiento intelec-
tual, pero el hombre puede elevarse hasta Él en sus pensamientos, verificándose en
la mente del hombre, cambios semejantes a los cambios atmosféricos del universo”.
Romero relataba que “esta literatura le agrada a Sandino, y se sabe que le era enviada
por una logia que funcionaba en el corazón de Venezuela”. Ideas, más que doctrinas.
Y en efecto, los otros testimonios de conversaciones confirman que Sandino solía
hacer este tipo de lecturas en el campamento, reflejo de su creencia que las personas
eran espíritus con cuerpo y no cuerpos con espíritus17.
Durante la campaña militar, Sandino llevaba una libreta con las anotaciones de
gastos en la que figuran la compra de literatura masónica y desplazamientos a los
templos masónicos en Mérida. El 26 de junio de 1929, registró la entrega de 1 peso
“a un viejito” pero también de 52 pesos mexicanos, nuevamente, y aparecen gastos,
que no son menores, en “asuntos masoneros”, probablemente, “para ir a la Logia”
2 pesos y otros 77 pesos “para asuntos masónicos”. Incluso se lee la entrega de 50
pesos al también legendario y acompañante Farabundo Martí: “A Martí, asuntos
masónicos”. No se ha comprobado si Farabundo Martí fue formalmente inducido
a la masonería durante este período, aunque existen algunos testimonios afirmando
que este fue el caso, y que Martí solía acompañar a Sandino a la Logia gustando de
discutir temas espiritistas.
Ya durante ese segundo viaje a México, la afiliación masónica de Sandino era
ampliamente conocida. El combatiente dominicano Gregorio Gilbert afirma que,
durante la estancia en Mérida, Sandino escaló al tercer nivel (“maestro”) de los nueve
de otro escalafón masónico. Los masones lo recibieron en el puerto Progreso y en
Mérida, y hasta en el pequeño poblado de Tizimín, el 9 de agosto de 1929, cuando
manifestó a sus anfitriones la decepción que sentía por la falta de apoyo de los países
latinoamericanos a su lucha. Y es en la Gran Logia Masónica de Yucatán donde San-
dino decidió dejar depositado su archivo –“un tesoro moral de alto valor histórico”18.
En 1930 Sandino se propuso movilizar las redes masónicas, citando el antece-
dente de 1913 de la activa participación de la masonería costarricense con sus con-
165
deró una persona que daba respuesta satisfactoria al origen y destino del universo y
de la propia humanidad, incluyendo los códigos morales por los que debe regirse la
humanidad. En carta a Trincado, el General agradecía la remisión del libro Los ex-
tremos se tocan a la vez que informaba al maestro que leía por segunda vez el texto
Los Cinco Amores. Era su libro de cabecera: “Mucho le agradezco su obsequio del
libro ‘Los extremos se tocan’, lo que ha venido a fortificar una vez más mi espíri-
tu”. En la misma misiva, Sandino pedía un refuerzo de la EMECU para asistir en la
construcción de la obra comunal en las Segovias: “Creo de alta importancia de que si
usted lo cree conveniente, ordene a cualquier de nuestras cátedras en Centroamérica,
o México para que venga a este Cuartel General de nuestro Ejército, un hermano
resignado al sacrificio y versado en nuestros trabajos de ESPIRITISMO para que se
nos faciliten más las comunicaciones espíritas” [sic]24.
Aunque nunca se conocieron personalmente, Trincado ejerció una profunda
influencia sobre Sandino. El General encontró en las doctrinas una enorme compa-
tibilidad con su propio pensamiento social, con su filosofía teosófica y con su condi-
ción de masón. Encontró también similitudes en el pensamiento socialista libertario,
sobre todo a partir de las críticas que esta corriente hizo, de manera paralela a Trin-
cado, a lo que denominaran comunismo autoritario de los soviéticos y las religiones
igualmente doctrinarias sofocadoras del libre pensamiento. Sandino sintió que los
postulados de Trincado constituían la afirmación de sus creencias y la explicación
convincente de otros postulados sociopolíticos.
Trincado, como Sandino, construyó su edificio doctrinario sobre la base de con-
cepciones masónicas racionalistas, socialistas e hispanoamericanas. Ni uno ni el otro
escapaban las influencias de las ideas radicales de la época, particularmente de la Es-
paña de donde procedía Trincado. Las coincidencias propiamente espirituales entre
Sandino y la EMECU fueron numerosas. Pero se piensa que ello, de por sí, no expli-
ca la facilidad con la que Sandino se adhirió al proyecto de la EMECU, ni tampoco la
celeridad con que Trincado pudo haberse sentido identificado con Sandino, al punto
de aceptar la representación política del EDSNN. Cabe, por ende, identificar mejor
qué tuvieron en común en el terreno político, social y económico para explicar por
qué calza la EMECU, en el ideario político de Sandino.
Coinciden, por ejemplo, en la importancia del patriotismo o lo que Trincado
llama “el patriotismo del espiritismo en contraposición al patrioterismo que encaran
todas las religiones y lleva a la intriga, la venganza, la guerra y la prostitución de todas
las cosas, por odio a la justicia”. “El patriotismo abre las fronteras y da franquicias y
libera al hombre de progreso y busca y consigue la fraternidad humana, preparando
la única moral, para un sólo gobierno de amor y justicia, el que sólo puede ser el
espiritismo, luz y verdad”. Para Trincado, la religión es la relegación de derechos, la
renuncia de la libertad humana, como producto de la insistencia en creer todo lo
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dicho por sacerdotes. Sandino recogería la creencia, para entonces exponer que el
EDSNN estaba protegido por la Justicia Divina y por espíritus guerreros. Sin em-
bargo, el patriotismo reducido como concepto y fuerza, tan central en el ideario de
Sandino, recibe de Trincado críticas análogas a las hechas por los anarquistas25.
Religión y socialismo
Uno de los textos de la EMECU de obligatorio estudio para los alumnos de
aquella escuela, entre ellos Sandino, lleva por título Filosofía Austera Racional. Allí
Trincado exponía lo que consideraba el socialismo revolucionario de Jesús:
“En sus doctrinas es así y ha visto, aunque tarde, que el primer socialista en ver-
dad es Jesús revolucionario y mártir de los sacerdotes, y la lógica nos enseña que: si
la religión fue causa del asesinato de Jesús, y siendo los socialistas los continuadores
de aquel protestante, serán los sacerdotes los que deshagan el partido socialista. Y
así está demostrado en mil formas que vemos. El triunfo de las religiones consiste en
la mayor división posible de los núcleos de fuerza y el socialismo se encuentra casi
atomizado y hecho una babilonia ininteligible: tanto que hay grupos socialistas tan
fanáticamente cristianos, que la religión católica faltará a su deber si no los canoniza
declarándolos santos. Hecho un análisis espectral, no se encuentra diferencia entre
religión y socialismo, y debían ser los dos extremos imposibles de juntarse, pero no
sólo se han juntado, sino que se han confundido. ¿Cómo se obró el... milagro?...,
pues haciéndose hipócritamente socialistas los religiosos”.
En un folleto titulado La revolución de México y el crimen de Norteamérica,
publicado alrededor de 1915, Trincado elogiaba la idea “comunista” del “socialis-
ta” Pancho Villa vaticinando su triunfo porque “el pueblo quiere el comunismo y
que Villa lo que confisca, lo hace propiedad comunal, que organiza la producción
y procura el bienestar, hasta el punto que el cronista dice que “después de la revo-
lución sería imposible volver al régimen de la propiedad privada y que los obreros
disfrutan de un bienestar que antes no habían soñado”. Trincado consideraba que
la Revolución Mexicana “es la revolución mundial y triunfará en todo el mundo
inexorablemente”26.
Las referencias al régimen de propiedad privada, reflejan la influencia de Proud-
hon en Trincado, otro punto que lo acercaba a Sandino y, de manera indirecta, a
la filosofía anarquista, agregándole una carga esotérica. Continuaba diciendo en el
mismo escrito: “¿dónde está el robo? ¿Ha sancionado en ninguna parte del mundo el
plebiscito, la propiedad privada? Luego, si no la sancionó el plebiscito y el pueblo en
número, es decir, los trabajadores, los obreros son en número una inmensa Mayoría,
la propiedad es impuesta por la fuerza y de ella protestó y protesta el pueblo, lo que
quiere decir que reclama lo que es suyo y lo toma y lo hace común sin excluir a nadie
170
y esto es precisamente lo que persigue la Ley Eterna para todo el mundo y Villa lo
cumple, ¿dónde está el robo?”.
Trincado admite su simpatía por el anarquismo cuando indica que aquella doc-
trina sólo tenía “dos errores contra 98 que tienen todos los otros credos y doctrinas
sociales, políticas y religiosas. El anarquismo termina su misión, al nacer el comu-
nismo sin parcelas y sin fronteras y sin propiedad particular, pero con un código de
leyes y cuya constitución es la Ley de Amor... No me han engañado los anarquistas:
son pueblo, y pueblo consciente de los derechos de Justicia: hay errores de forma,
pero son modulables porque son progresistas; luego, los errores de forma, son fácil-
mente eliminados. Y les bastará una doctrina completa de verdadero comunismo y
cederá noblemente la palabra ultrajada “Anarquismo” por la soberana y sin mácula
“Comuna” sin parcelas y por lo tanto sin propiedad privada”.
En El Espiritismo Estudiado, Trincado calificó el patriotismo como “ley ineludi-
ble”. Ahí expone: “en nuestro amor patrio, veréis deshechos a los patrioteros, borra-
das las fronteras, y convirtiéndose todo el mundo en una sola patria... sin embargo,
persistirá en cada uno el amor patrio y a la patria chica, sin que sea posible al más
despegad, ni a la ley más brutal o más sutil, borrar de mí, mi amor a la tierra que me
dio sus moléculas, que las llevo en mí, y ante toda ley, impera la de afinidad, que atrae
a mis moléculas”27.
En la creencia compartida de Sandino y Trincado, la doctrina no derivaba de
una fe abstracta u ocultista o mitológica, sino que es “científica”: “el espiritismo luz
y verdad, estudia, investiga, inquiere, pesa, analiza, comprueba, y hace axiomas y
leyes, que deja al libre examen de los hombres y no admite fanáticos, sistemáticos,
dogmáticos, detractores, mixtificadores, ni supercheros (sic). No se impone, se ex-
pone”. Al igual que los masones y teósofos, e incluso más de algunos de los teóricos
anarquistas, el espíritu es revelable mediante la razón. “De ese ideal del espíritu, nace
la razón”, sin necesidad de sacerdotes y de ritos misteriosos, o creencias en milagros
o divinidades reveladas espiritualistas”.
Recogiendo el mensaje de hermandad universal postulado por Blavatsky y la ma-
sonería, Trincado propone un sistema socializante que llama “La Comuna Universal
de Amor y Ley”, recogiendo lo que afirma ser el reino de la justicia anunciada por
Jesús y otros profetas y espíritus. La justicia aquí es un medio, un régimen de deberes
morales y derechos, fundamentados en la fraternidad y el amor como base del camino
eterno –siempre más allá– hacia la sabiduría y liberación. Pero Trincado es más radical
todavía: critica al capitalismo y, al igual que Sandino, hace uso de la cita “la propiedad
es robo”, resaltando la importancia del trabajo colectivo. Hace asimismo la crítica de
la religión que califica como relegación de derechos, renuncia de la libertad humana,
y el “producto de la insistencia en creer todo lo dicho por sacerdotes. El arma de-
fensiva del Espiritismo es la razón, la cual excluye el uso de la violencia ofensiva, en
171
Hispanismo
Inicialmente Sandino, como muchos, culpaba a la España imperial por las de-
predaciones de la conquista. Pero a partir de la lectura de lo expuesto por la EME-
CU, Sandino imprimió un significado nuevo a lo “hispano”, siguiendo la pista de
Trincado quien fuera un hispanista convencido: “España, descubriendo la otra mi-
tad del mundo, haciéndolo, redondo, para que caminara, puesto que siendo plano o
cuadrado, no podía rodar. No podemos dudar de que la Suprema Ley ha de encargar
de la ejecución de sus decretos al que en la ley de los destinos le corresponde. No
podréis probar tampoco que hay otro hecho espiritual y material en la historia que
el realizado por España. Y no podéis dejar de admirar la precisión de los hechos de
esa ley de que, habiendo de llegar ese descubrimiento, naciera un Cervantes que, de
la gran jerga de dialectos, hiciera los fundamentos de un idioma fértil, fuerte y fácil,
para que las carabelas lo llevaran, como semilla inmortal y fecunda, a unos dominios
mayores...
172
Hasta que España, o sus hijos, no dirá al mundo “La Comuna de Amor y Ley”
es el régimen Universal, o no será. Pero como ya lo han anunciado los hombres, aun
sin poseer el secreto del «Código de Amor Universal», ya se lanza a la conquista, aún
a costa de sus vidas. Y es porque aún hay mucho que depurar en el mismo pueblo
y es necesario que se depuren los hombres, que apaguen sus odios, se desfoguen y
hagan familiar al nombre único de hermano; y lo van haciendo, por el amor con la
igualdad de derechos y obligaciones, que supone la verdadera fraternidad”30.
Ni Sandino ni Trincado derivaron al hispanismo falangista ultraconservador
como el que eventualmente defendiera Vasconcelos y otros intelectuales hispanistas
de la época. Sandino se convenció de que España y la hispanidad (pero no la monar-
quía) junto al idioma castellano, estaban llamados a cumplir una misión espiritual y
política en el mundo.
Sandino dio un trato especial a los españoles. La tropa tenía instrucciones de
respetar las propiedades de todos los españoles (y mexicanos). Asimismo, los perio-
distas españoles eran bien acogidos. Recibió por ejemplo al joven escritor español
Ramiro Molla Sanz como “hermano” y “espíritu fraterno” a quien repitió el precep-
to trincadista señalando cómo España y América Hispana van a comunicar al mun-
do. Y si bien es cierto que lo hispano ya estaba contemplado en la fórmula de “in-
dohispano” expuesta por Sandino, la influencia de la EMECU le hace poner mayor
énfasis en lo hispano y en el vínculo de la lengua que une a buena parte de América
Latina a España. Esto no escapó de la atención norteamericana: tras la entrevista
con Sandino, Molla Sanz fue detenido por los marines e interrogado por un oficial
de inteligencia cuyo informe confirmaba que el hispanismo ya era del dominio de
la tropa sandinista: “todos los bandidos llamaban ‘hermano’ a Molla evidenciando
una fuerte tendencia ‘ibero-hispánica’ y anti–americana con una fuerte tendencia
comunista”31.
Hay otra referencia pertinente en la entrevista que Sandino concedió al español
Ramón de Belausteguigoitia. Durante la entrevista, un ayudante entregó una carta
confidencial al General; Belausteguigoitia ofreció salir del recinto para que Sandino
leyera la comunicación. Sandino le dijo “No. A usted lo consideramos como un
miembro de nuestra gran familia indohispana y no tenemos reserva”.
Consideró que el hispanismo era la piedra angular de la fraternidad universal,
siendo la unión hispano–americana el primer paso en aquella dirección y destino.
Ello concatena con el internacionalismo de Sandino en el que España estaba llama-
da a cumplir con su destino: “Una nación predestinada. España será la encargada
de realizar la comunización universal en el futuro. ¿Comunización?, pregunta el pe-
riodista. “Sí; fraternización. España tiene un pasado glorioso... Yo veía antes, hace
tiempo, con protesta la obra colonizadora de España; pero hoy la veo con profunda
173
admiración. No es que esté usted adelante. España nos dio su lengua, su civilización
y su sangre. Nosotros, más bien nos consideramos españoles indios de América...
“Tampoco pensamos que en un nacionalismo político está toda la solución. Por
encima de la nación, la federación; continental, primero; luego, más amplia, hasta
llegar a la total”32.
La creciente insistencia de Sandino en el papel de España, refleja la visión de
Trincado sobre la importancia del idioma en la unión. Estando en la capital mexi-
cana, un periodista le pidió una opinión sobre la situación en España, a lo que res-
pondió: “es mi intuición, que en el futuro América [Latina] y España estrecharán sus
manos otra vez, olvidando todos los efectos de la conquista.
Pero Sandino no se desligó del concepto de “raza” o “indohispano”. Lo del
idioma cobró mayor fuerza, porque el idioma también es parte de la definición de la
raza: “un sólo idioma, hará una sola raza”. Trincado señalaba que “España, la más
proficua Madre de naciones, sembró en la virgen América su idioma y su raza y su
ideal inmortal, para agradecerse en justa ley de libertad... A la luz del sol cuyos rayos
iluminan siempre a los sembradores de España: Ante todas las naciones y razas de la
tierra que presencian este acto, el más sublime de fraternidad, paz y amor universal”.
Sandino, por su parte, en congruencia con su nuevo maestro, indicó en su “Mani-
fiesto a los hombres de nuestro departamento leonés”, “El símbolo de España es el
León, espíritu jefe de todo este global terrestre, razón porque ninguna otra nación
de este globo, antes y después podrá imitar la hazaña de España, al descubrir el Con-
tinente en que vivimos, que es la tierra de promisión para todos los hombres libres
de la tierra”.
El General dice algo similar en el “Manifiesto a los Hombres Oprimidos del
Atlántico” del 20 de junio de 1931. “Todos vosotros sabéis que este Continente en
que vivimos, fue descubierto el 12 de octubre de 1492, por los españoles... Américo
Vespucio se llamó el hombre Español [fue originario de Génova en realidad] que
hizo el primer mapa de este continente... España fue la designada para descubrir la
tierra en cuestión” [se refiere a la tierra prometida en la Biblia]33.
España también está en el centro de la contemplada Unión Hispano–América–
Oceánica de Trincado, la cual debía entrar en fuerza a partir de referéndums en los
países de habla hispana. Sandino se plegó a la idea, viendo en la misma la continua-
ción de su Plan para la Realización del Supremo Sueño de Bolívar. La congruencia
es evidente, figurando los mismos ejes de unidad moral, material, solidaridad racial
y espiritual culminando en la unidad política. No se excluye a Brasil, y en la versión
de Trincado figura Portugal. Sandino respaldó esta iniciativa lamentando no haber
conocido su texto con anterioridad a la elaboración del Plan de realización del su-
premo sueño de Bolívar34.
174
El comunismo libertario
En el Manifiesto Luz y Verdad del 15 de febrero de 1931 y en su carta a José
Hilario Chavarría del 12 de mayo de 1931, Sandino sintetizó el pensamiento de Trin-
cado agregando unas ideas propias. Utilizando términos sencillos, Sandino insistía
en mantener la centralidad del ideal libertario, la libertad por la que luchaba su ejér-
cito, impulsado por la “divina justicia” simbolizada también por el Amor y los Es-
píritus nobles que en el pasado habían recorrido el mismo camino hacia la libertad.
Dejaba de lado las filiaciones partidarias insensatas como conservadoras, o liberales,
producto de la ignorancia que históricamente había sufrido el pueblo, explicaba una
y otra vez los orígenes de la injusticia y la lucha consiguiente de la clase común, “y
en ese caso, antes que solamente Liberales, somos más bien ‘comunistas’”. La carta,
proclamándose comunista racionalista a los cuatro vientos, cayó en manos de los pe-
riodistas y ocupó la primera plana de La Noticia, ridiculizando a Hilario Chavarría35.
No hay contradicción entre las dos versiones en tanto Sandino distingue cla-
ramente en su mente entre el “comunista racionalista” de la escuela de Trincado,
del modelo “comunismo” de corte soviético, que el General y los socialistas liber-
tarios, consideraron un comunismo “autoritario” o de “cuartel”. En todas aquellas
corrientes, incluyendo la de Trincado, figura un desprecio hacia la gran propiedad
privada y por los grandes capitalistas. Cuando un periodista extranjero le preguntó
a Sandino cuáles eran los más graves problemas de la civilización, contestó: “Es el
ambiente general del mercantilismo en que se vive y con el que trata de anularse el
Espíritu, único autor de la vida...”. Hay diversas alternativas comunistas, pero dentro
del comunismo, existen para Sandino diversos modelos y al que más se acerca es al
comunismo espiritista de la EMECU: “un sistema de fraternidad universal, donde
el dinero sea ABOLIDO y que allí no haya más moneda que el hombre; por lo que
terminaría la propiedad privada”.
Sandino pidió con insistencia la llegada de Jaime Schlittler, del Consejo Regional
Mexicano de la EMECU o un delegado de la escuela para establecer “la primera Cá-
tedra–Universidad” en Nicaragua como base de la Colonia en las Segovias. Sandino
sugirió la visita de Francisco Vera de la Cátedra EMECU en Yucatán, quien fue el
que introdujo a Sandino las ideas de Trincado. En esa carta, Sandino informaba so-
bre la inauguración de sistema de radio transmisión y sobre la entrada de máquinas
para lavar oro, prometiendo que el primer kilo sería aportado a la Escuela y traslada-
do por el mismo Sandino a la sede de la EMECU en Buenos Aires36.
El General explica al periodista Molla: “el comunismo tipo ruso no es de mi
agrado... es demasiado agitado. Quiero un socialismo español más suave y ordena-
do”. ¿Cuál socialismo español? Pudo haber estado refiriéndose a los anarcosindi-
calistas españoles, pero probablemente la fuente es Trincado, quien como Sandino,
175
defiende su propia noción del “comunismo”, de defender su propia versión del co-
munismo como una “comuna de amor y de ley” es distinta a la del comunismo “rojo,
soviético y violento” que, por lo demás, no cree en los espíritus y la reencarnación
por lo que existe una diferencia entre los dos comunismos o socialismos: “el socia-
lismo no debería negarle sus derechos a nadie o se comporta entonces igual que los
explotadores”, según Trincado. Aparte de los componentes metafísicos, la crítica es
esencialmente la misma hecha por muchos anarquistas, incluyendo los mexicanos, al
entonces emergente modelo soviético37.
Las críticas de Trincado habrán subrayado los resquemores ya presentes en San-
dino, derivados, primero de las críticas que la literatura anarcosindicalista hacía de
lo que despectivamente llamaron el “comunismo de cuartel” –reforzada aún más
por el sabor amargo que le dejó su relación con el Partido Comunista Mexicano,
que posteriormente se explica. Sandino no llegó a proclamar su propia versión del
comunismo. Trincado explicaba que todo miembro de la EMECU “es comunista,
o comunero, porque el objetivo de la escuela es instaurar la ‘comuna universal, o la
gran fraternización”. Esa “comuna de amor y de ley” es distinta a la del comunismo
“rojo, soviético y violento” que, por lo demás, no cree en los espíritus y la reencar-
nación, por lo que existe una diferencia entre los dos comunismos o socialismos:
“el socialismo no debería negarle sus derechos a nadie, o se comporta entonces
igual que los explotadores”, según Trincado. Aparte de los componentes metafísi-
cos, la crítica es esencialmente la misma hecha por muchos anarquistas, incluyendo
los mexicanos, al modelo soviético.
Por más grandioso que fuera su proyecto, Sandino insistía en que se podía poner
en práctica y no es más que la etapa siguiente del Plan de Realización del Supremo
Sueño de Bolívar, como un paso en la construcción de la fraternidad universal co-
menzando con la unidad hispanoamericana. La utopía es regional, enmarcada en
lo universal, debía implementarse desde lo local. Fue así que Sandino se propuso
establecer una cooperativa conforme los lineamientos “comunistas racionalistas” de
la EMECU, imbuidas de preceptos comunitarios y de ayuda mutua, inspiradas en
Kropotkin y Tolstoi, quienes también influenciaron a Trincado, pero apropiándolas
al contexto, si ya no nacional nicaragüense, al menos Segoviano y del Río Coco. Un
proyecto económico pero que para Sandino era también moral y espiritual: el pro-
yecto de la comuna y la fraternización.
Fueron pocos los que comprendieron aquel cometido “comunista” de Sandino.
Quienes sí lo captaron, sin embargo, fueron los integrantes de su ejército, al existir
cierta consonancia entre la espiritualidad y con la práctica religiosa campesina. No es
que Sandino fundó una secta religiosa, sino que cuidadosamente transmitió la fuerza
de sus ideas procurando no confundir a sus subalternos con postulados demasiado
abstractos, aunque no por ello se abstuvo de explicar en detalle a algunos de sus
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San Albino
concluido la primera etapa de inversiones, una sola veta arrojó 31 gramos de oro por
tonelada, un rendimiento para entonces considerado altamente rentable1.
En un escrito inédito titulado Por qué compré San Albino, Charles Butters ex-
plicó: “yo buscaba lugares donde un monto pequeño de capital pudiera arrojar las
más altas utilidades. San Albino cumple con creces este criterio... buen valor, mineral
[oro] abundante... madera, energía hidráulica, buen clima, mano de obra barata... he
explotado a lo largo de una distancia de 600 a 700 pies [182.8 a 213.3 metros]... una
de las 12 vetas conocidas de alto grado... ‘Aguja de Arras’ fue la mina que puso al
distrito en el mapa... producía mineral de alto grado [high grade ore] con más de dos
onzas por tonelada [56.60 gramos]. Butters llegó a calcular que algunas de las vetas
restantes podrían arrojar hasta 4 onzas por tonelada. Comenzó entonces la cons-
trucción acelerada de una trocha ferrocarrilera alrededor de toda aquella propiedad
como parte de un proyecto de exploración intensiva que se extendía hasta Murra, 12
kilómetros al noreste de San Albino2.
El problema de Butters fue que contaba con poca liquidez. Por lo que recurrió
a la conocida práctica conocida no pagar en efectivo sino con que “cupones” –un
sistema bien odiado por Sandino a partir de su experiencia en la costa del Caribe.
Para sacar mayores ganancias y minimizar el pago real en salario, la empresa Butters
pagaba a los mineros, empleados y los suplidores con papeles emitidos por la mis-
ma compañía con supuestas equivalencias en oro. Los cupones eran aceptados en
la “tienda de raya” de la compañía a la que necesariamente recurría el obrero para
suplir sus necesidades mínimas. Un ex empleado denunció la práctica a un diario de
la capital indicando: “No son más que centro de inicua explotación, pues obliga a
los operarios a pagar precios fabulosos por los efectos que pone a la venta. De esa
suerte, todos los centavos que los infelices operarios ganan, vuelven a entrar a las
arcas doradas de Mr. Butter [sic], de donde salen para continuar la interminable ca-
dena de especulaciones de que son víctimas los pobres operarios”. El resultado era,
que un trabajador con necesidad de enviar dinero a su casa, se veía imposibilitado de
hacer la transacción... raras son las veces que un hombre logra, después de múltiples
súplicas, que se le dé un giro, el cual hace efectivo a 120 días vista, cuando menos, y
con un descuento descomunal”.
Similar situación privaba en la Mina El Neptuno según denunciara, increíble-
mente, el mismo cónsul norteamericano. “A los trabajadores de la mina se les paga
1.50 diario. De esa suma se deduce diariamente 0.75 para alimentación, 0.25 para
servicios médicos. El restante de 0.50 es para vestuario y alimentar a las familias. El
efectivo nunca se ve en tanto la compañía paga a través de créditos en sus comi-
sarías donde hasta las necesidades más humildes para vivir son sobrevaloradas. El
trabajador, laborando 10 horas diarias, no tiene medio para salir adelante y perma-
nece dependiente y con deudas incurridas por la compra de lo indispensable en las
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comisarías vinculadas a la empresa. Con todo ello resultaba imposible a los mineros
llevar ni siquiera una vida modesta –caldo de cultivo para la rebelión y situación no
ignorada por la embajada norteamericana”3.
gobierno de Nicaragua, así como a mi gobierno, no hay razón por la cual usted no
me pueda ayudar y que yo le pagaría... Simplemente recuerde que yo no tengo pleito
con usted. Y, por el contrario, quiero su ayuda. Haga entonces lo que le pido y sea
buena gente [be a good sport]”8.
El cinismo de Butters parecía no tener límites. Pero su codicia adquirió impor-
tancia histórica, primero, porque Sandino hizo de San Albino el símbolo de la ex-
plotación tanto social, como económica y nacional llevada a cabo por empresas nor-
teamericanas contra la patria y contra la dignidad de los trabajadores nicaragüenses.
Segundo, porque aquellas condiciones sufridas formaron la base de la primera rebe-
lión y del ingreso de un contingente de mineros, que sería el núcleo de la Columna
Segoviana y el futuro EDSNN. Y fue precisamente a raíz del ataque que llevaron a
cabo contra esta y otras minas norteamericanas (La Luz), dinamitando esta última,
que los medios y los marines norteamericanos tomaron conciencia de una rebelión
que comenzaba a trascender los límites de clase e ideología características de las
querellas libero–conservadoras que, tras la contienda entre Zelaya y Washington,
claramente defendían los intereses de Estados Unidos y de sus ciudadanos.
Sandino cumplió con la promesa hecha a los mineros. Lo que explica por qué
en vez de destruir la mina la puso a trabajar a fin de fabricar las monedas de oro con
que pudo cancelar a cada minero lo debido. En el mes de julio –entre la expulsión de
Butters y la llegada del contingente de marines– Sandino y un grupo de 75 mineros
trabajaron intensamente logrando extraer una cantidad de oro. Buscó a un asesor
de nombre Antonio López para fabricar los moldes con que hacer las monedas de
oro a fin de “liquidar a los obreros... mi opinión es que se saque de cada libra de oro,
varias monedas, por ejemplo se puede hacer así: una moneda que valga $2.08, dos
pesos ocho centavos, se compone de 8 tomines, o sea un castellano, otra que tenga
el valor de $3.12 ½, se compone de 12 tomines, o un cuarto de onza, la de $6.25
se compone de 24 tomines, o sea 1/2 onza, y la de $12.50 es una de 48 tomines,
o sea una onza, así creo que podemos arreglar mejor. La inscripción de la moneda
debe ser anotada en la moneda el valor de que, e inscrita con “el nombre Montañe-
ses”. Sandino –quien se había designado como “jefe de los montañeses”– corrigió
la denominación de montañeses y proponiendo la emisión de “campesinos” pero
optando finalmente por llamarles “indios ”, evidenciando su identificación con los
mismos, lejos del uso despectivo burgués de la palabra. Mandó entonces a reunir a
los 27 mineros para preguntarles cuánto les debía la mina en salarios atrasados. Cada
uno fue pagado con el oro en mano. Durante un tiempo, Sandino y los trabajadores
continuaron explotando la mina acuñando monedas “indios” de diez dólares que se
utilizaron para el pago de salarios y de alimentos comprados a los granjeros vecinos.
En Honduras, los “indios” de diez dólares se cotizaron a veinte dólares cada uno,
porque estaban hechos de oro puro sin aleación9.
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Augusto, dentro de la misión que se había trazado, llevó a cabo su propia “in-
vestigación” sobre aquella población marginada, asimilando sus historias, su cosmo-
visión y sentimientos, su idiosincrasia, su religiosidad y, por supuesto, su interpreta-
ción de lo que significaba “liberal” o “conservador”. Alejandro Pérez Bustamante,
campesino de Quilalí, narra en una entrevista: “Yo no sabía nada de lo que estaba
pasando en Nicaragua en esos días. No había ni radios o periódicos, y si hubiera
habido no los hubiéramos podido leer. Además, no estaba tan interesado en lo que
pasaba a lo lejos, de manera que yo no sabía nada sobre aquella guerra entre liberales
y conservadores o cosas por el estilo. Yo ciertamente no tenía la idea de meterme
a la guerra o unirme a algo parecido al ejército de Sandino. Yo había llegado a las
minas en busca de trabajo. Había trabajo para cualquiera en las minas por lo que no
me fue difícil conseguir el trabajo. Trabajando en la mina conocí a Sandino... recién
llegaba de México... recuerdo que Sandino era llevadero y, como resultado, todos
simpatizaban con el independientemente de quienes fueran. Es que era un hombre
bien educado”12.
Claro que sus conocimientos y experiencia en México le permitieron ganar res-
peto y admiración, pero a ello debe agregarse la fuerza de su personalidad y su trato
fraternal con los desposeídos. Su influencia se extendió al campo en tanto muchos
de los mineros, como Pérez Bustamante, provenían de aquella zona. Sandino incidió
profundamente sobre quienes le seguían pero también aquellos sobre él, continuan-
do en un proceso educativo en el que su radicalismo social debe acoplarse también
las realidades sociales y nacionales de una Nicaragua sumida en el atraso, comenzan-
do con las realidades culturales de las Segovias.
Mientras tanto la figura más odiada era la de los “caitudos” y “cachurecos” en
la región, más que el régimen conservador como tal. Las tropas norteamericanas
tampoco habían aparecido en el terreno y aquella rebelión se nutrió inicialmente
más del odio provocado por los vejámenes cometidos por las bandas armadas de
conservadores. El Diario Moderno de Managua, un periódico de tendencia liberal,
en su edición del 2 de agosto de 1927, expresaba: “Treinta capitanes de cañadas ma-
tan gente en Matagalpa”. El artículo denunciaba la existencia en esa región de “30
capitanes de indios que dominan otras tantas cañadas y que de una cantidad de rifles
cada cual que los emplean en la persecución y asesinato de liberales... los jueces de
mesta y de cantón de aquellas cañadas también disponen de armas y cometen toda
clase de tropelías impunemente, y antes que recibir el castigo a que se han hecho
acreedores, gozan de mayor crédito ante sus superiores... si estos casos se ven en las
rondas de la ciudades, ¿qué cosas no ocurren en el corazón de las montañas?13 .
Tampoco la violencia fue monopolio de los conservadores. Sandino en parte
responde con violencia libero–sandinista a la violencia de aquellas bandas y de sus
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Juan Pablo Ramírez Velásquez vivía en Telica y tenía 14 años cuando llegaron
unos soldados del partido conservador buscando a su padre. “Como no dije nada, lo
ataron de las manos y lo colgaron de los pies y le dieron látigo en la espalda... Cuan-
do mis familiares se dieron cuenta de lo que me ocurría, llegaron, personalmente los
jóvenes, porque los viejos andaban en la revolución... otra vez llegaron las tropas
conservadoras y se llevaron el ganado de mi padre, se llevaron unos chanchos; cor-
taron de la chácara muchas carretadas de plátano, y también se las llevaron. Era triste
en aquel tiempo de la guerra con el partido verde, el conservatismo era lamentable.
Ocasión terrible como se ha visto. Todo eso me sucedió y fue imposible remediar
que yo me quedara en la propiedad de mi padre, en Telica, donde me habían hecho
tanta barbaridad”14.
La violencia deliberada, brutal, desatada por los cabecillas conservadores de la
zona y posteriormente por las tropas norteamericanas y la Guardia Nacional, junto
a un vago sentimiento partidista liberal, explica el flujo de centenares de pobladores
“liberales” a las filas de la columna liberal encabezadas por Sandino que se conver-
tiría en el EDSNN. Ya en el contexto de guerra y de la administración de la zona
de influencia, la recolección forzosa de “empréstitos de guerra” fue denominada
“bandolerismo” por parte de los enemigos de Sandino, aunque bien se trataba de
una vieja práctica de unos y otros. Y aunque existe un componente de rebelión de
clase entre los seguidores de Sandino, el General incluso a veces buscó atenuarlo
a fin de no antagonizar a personajes “patrióticos” de medios listos a contribuir a
la manutención de su ejército, centrando el hostigamiento y la requisición forzosa
contra los elementos identificados con los conservadores, los norteamericanos y los
moncadistas, estos últimos considerados “traidores” al liberalismo.
En este sentido, está el testimonio de Enrique Sánchez, un finquero capturado
en junio de 1932 por las tropas bajo el mando Juan Pablo Umanzor, cuyo con-
tingente nunca fue conocido por sus altos niveles de disciplina. Sánchez no había
cumplido con el pago del “empréstito” de 400 córdobas. Eventualmente, Sánchez
cayó en manos de la Guardia y ante ellos relató cómo fue llevado ante Sandino: “Me
dijo que pedía disculpas por lo largo del viaje, pero que [el dinero del] rescate no
había llegado. Le dije que está seguro que mi familiar había pagado en tanto no se
habían llevado a mi suegro. Se puso entonces la mano sobre la cabeza y se quedó
pensando un buen rato. Después me dijo que seguramente hubo algún error y que
él trataría de averiguar por qué le habían dicho que el dinero no se había pagado... el
29 de junio me vino a ver nuevamente y me dijo ‘Señor Sánchez, le felicito, en tanto
hoy me informan que su dinero fue pagado el día 2 de junio’. Umanzor, en vez de
notificarme que tenía el dinero, fue a cumplir antes con algunas misiones y se retrasó
en informarme. De manera que usted queda en libertad y lo mandaré a dejar... me
dijo que no quería que yo tuviera la idea de que esta era una guerra entre clases, o
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que se lanzara a los pobres contra los ricos. El rico podía contribuir con su dinero
y el pobre con sus servicios. Nuestro único objetivo, señaló, es liberar a Nicaragua.
Por lo que el dinero que se pagaba por mi rescate no era para él sino para comprar
las cosas necesarias para esta cruzada”15.
Sandino orientaba ser tolerante con pobladores de tendencia liberal pero no
con quienes colaboraban con el régimen o los norteamericanos. Pero mucho de-
pendía de la actitud o el humor del oficial en el terreno a cargo de las operaciones,
produciéndose abusos de todo tipo. La tropa misma a veces se daban raterías y ve-
jámenes –lo que llamaban hueveo– con las propiedades de los “cachurecos”. Esto
enojaba de sobremanera al más profesional de los militares de Sandino, el General
guatemalteco Manuel María Jirón Ruano. Algunos oficiales y miembros de la tropa
fueron a ponerle quejas al General Sandino porque no se les permitía tomar liber-
tades con los “cachurecos”. Tras escucharles y pensar, Sandino presuntamente les
dijo: “Yo no acojo aquí a nadie para que venga a congraciarse con los cachurecos ni
a maltratar a mi Ejército”, ordenando la transmisión del mando del destacamento
al coronel nacido en Honduras Simeón Montoya (uno de los supuestos intrigantes)
destituyendo entonces al valiente guatemalteco y posiblemente provocando su deci-
sión de abandonar las filas del EDSNN. Sandino aparentemente le dejó marcharse
sólo pero Girón Ruano, ya enfermo, fue capturado por los marines y fusilado por el
mercenario mexicano Juan Escamilla.
Aunque la fuente de este relato no es confiable, hay poca duda que la muerte de
Ruano fue profundamente sentida por Sandino, alimentada quizás por un sentido de
responsabilidad por no haberle asignado escolta, cuando menos tomando en con-
sideración sus años de servicio y sus conocimientos. Sandino entonces hizo reunir
toda la documentación con el nombre del General guatemalteco para mandársela
a su familia y prometió velar por la educación de sus hijos. Existen constancias de
solicitudes de becas para los hijos de Ruano firmadas por Sandino. Al enterarse de
la muerte del guatemalteco, Sandino escribe: “En cuanto a los pingüinos Cordero
Reyes y Somoza, ya habrá oportunidad de disponer que vengan a pie hasta las Sego-
vias, a exhumar con sus manos el cadáver del General Girón Ruano, y llevarlo sobre
sus lomos hasta el puerto de Corinto, cuando cumplamos con el deber de repatriar
los restos del valeroso compañero, para que descanse en el panteón de Guatemala. Y
quitadas las cadenas que le encadenaron y fue enterrado, esas cadenas serán leontina
para algunos que yo me sé”16.
Sandino desarrolló un estilo de mando sutil y paternal en el que dio alta priori-
dad a la moral de la tropa. Pero debió insistir también con sus muchachos y jefes el
deber de ganarse a la población. Carleton Beals observó en 1928: “aquí los soldados
señalan las casas de los cacheros (conservadores) y confiscan sus caballos y sillas. En
todo mi viaje, fue la única requisición violenta que observé... la primera orden de
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Sandino a su llegada a San Rafael fue que cualquier soldado que toca algo que no le
perteneciera sería pasado por las armas”.
El otro caso se dio a inicios de 1930 cuando el Col. Abraham Rivera puso que-
jas de las “hueveadas” de los muchachos afectando incluso a misioneros cristianos.
Tanto más delicado porque el mismo Altamirano era un creyente. Sandino admiraba
a Rivera y la forma hábil con que llevaba a cabo la compleja labor sandinista entre
los habitantes autóctonos del Río Coco y la Costa. Respondió entonces a Rivera a
manera de profesor de sociología: “En lo relativo a los “hueviadores”, que no le
apenen porque es la natural consecuencia de un pueblo que ha vivido oprimido y de
que antes nunca tuvo oportunidad de vivir con holgura, porque nuestros infelices
anteriores Gobiernos, consintieron que vivieran alquilados como mulas a los impe-
rialistas yanquis y otros [sic] explotadores de mala fe... no se preocupe pues mi que-
rido hermano por las “hueviaditas” de nuestros queridos muchachos. Porque eso es
una consciencia de la miserable situación económica en que han vivido sus espíritus
postergados millones de siglos”.
En una comunicación al General Echeverría de fecha 5 de enero de 1928, San-
dino dice haber sido informado que una patrulla del EDSNN había despojado a don
Nicolás Olivera de todo lo que tenía. Pidió se ordenara a los soldados “no tocar a
nadie” de la localidad donde predominaba la simpatía por la causa: “no debe permi-
tir se moleste a nadie porque no debemos dar un mal ejemplo ni hacer lo mismo que
hacen los cachurecos”. La referencia es a los métodos empleados por los conserva-
dores. Es decir, Sandino intentaba romper con la práctica bandolera militar atribuida
a los conservadores de ambos lados de la frontera. Pero también es un esfuerzo
educativo y para promover el cambio cultural17.
Liberal y libertario
Sandino se incorporó a una contienda militar en desarrollo al lado de los libera-
les. Desde ese momento y hasta la firma del pacto del Espino Negro, es más legalista
que social, todavía inscrito dentro de las paralelas históricas y entonces como defen-
sor de los derechos constitucionales del Partido Liberal en general y de Juan Bautista
Sacasa en particular, atropellados vulgarmente por los conservadores. En la teoría
en general, y en el pensamiento particular de Sandino, liberalismo deviene de liberta-
do– la libertad como derecho consustancial de la persona y la liberación y autonomía
como el proceso y mecanismos que encaminan hacia aquella meta. La libertad para
194
La relación de Sandino con las fuerzas liberales fue ambigua por razones tácticas
porque a la vez se percibe un proceso de distanciamiento en tanto fueron pocos los
liberales de las ciudades que le apoyaron. No rompe con el liberalismo en general,
sino con el Partido Liberal vinculado a la intervención y elección de Moncada. “La
revolución liberal está en pie”, dice en la primera versión y omite en la segunda,
“para mí y mis compañeros de armas que no han traicionado, que no han claudicado
y que no han vendido sus rifles...”.
Sandino escribe a un Doctor Castillo exigiéndole escoger entre las tres clases
políticas que Sandino piensa han quedado a “los hombres de Nicaragua” (la mascu-
linización de la contienda y la retórica nunca faltó). Primero, los Liberales “purita-
nos y de honor”; segundo, los Liberales “gallina (o eunucos)”; o tercero, los “vende
patria, o sea, los conservadores”. Posteriormente, especifica que los conservadores
quedaban descalificados desde un principio. Semanas antes de la proclama de San
Albino, Sandino visualiza, en carta a un amigo, la transición en su contienda de gue-
rra anti–conservadora a guerra anti–norteamericana. En carta a Arnoldo Ramírez,
explica: “Hoy comienza para mí una nueva era, pues, a la cabeza del glorioso ejército
que encabecé para batir a los conservadores. Con ese ejército que en lo sucesivo, se
llamará las fieras de la montaña, con ese ejército batiré en guerra abierta a los inva-
sores de mi patria sin importarme la grandeza ni el número de ellos [sic]”21.
Sin embargo, por razones tácticas, Sandino busca evitar que liberales y conser-
vadores en su totalidad se plieguen a las fuerzas interventoras, preservando la ilusión
que una buena parte de los liberales le seguirían política o militarmente. En un Mani-
fiesto al Pueblo Nicaragüense del 26 de agosto de 1927, Sandino aduce la existencia
de “liberales puritanos y de honor” que ni reconocieron a Adolfo Díaz ni se unieron
a los Estados Unidos. Presumiblemente, el mismo Sandino forma parte de aquel
contingente e insiste que la división entre los liberales que no debe permitir que los
conservadores triunfaran en las elecciones de 1928. “Nosotros permaneceremos en
armas mientras el gobierno sea conservador, y entregaremos las armas solamente a
un gobierno liberal, aun cuando no seamos partidarios de él, y después buscaremos
en el camp de la lucha civil, al verdadero patriota que pueda dar nuevas orientaciones
a los asuntos de nuestra afligida madre, Nicaragua”. El referido patriota nunca apa-
reció y en el momento que Moncada es designado como candidato a la presidencia,
Sandino debe romper con el compromiso anterior ya que bajo ningún punto de vista
estaba dispuesto a entregar las armas a un hombre que tanto despreciaba22.
En el acta de adhesión al EDSNN del 2 de septiembre los conservadores quedan
por definición, porque establece que “La Institución Militar de los Defensores del
Derecho Nacional de Nicaragua se compone de Liberales voluntarios nicaragüenses
y de Latinoamericanos... no forman una acción partidarista que con su actitud trate
de la división del Partido Liberal... se concreta a la defensa a nuestra Soberanía y al
197
mantenimiento de los derechos del Partido liberal, los cuales fueron violados por el
tránsfuga y traidor José María Moncada”. Pero en ese mismo documento, Sandino
rechaza el partidarismo en general al establecer claramente “Nicaragua no debe ser
patrimonio de determinado grupo o Partido”. Sandino busca reflejar y respetar la
tradición liberal de una mayoría de los sandinistas –entre quienes probablemente
pesó más el odio hacia los “cachurecos”– y compaginarlas con los postulados más
clasistas de la mayoría de los extranjeros que acudieron a su llamado y no siempre
pudieron entender la afinidad del EDSNN con el liberalismo.
Lo que fue quedando claro es que ninguna fuerza partidaria tradicional esta-
ba dispuesta a enfrentar la intervención norteamericana. Irónicamente, el análisis
que hace Sandino del mapa político nicaragüense, coincidió en buena medida con
el realizado por algunos analistas norteamericanos independientes: “la supervisión
electoral está disminuyendo la capacidad de Nicaragua de auto–gobernarse. Postula-
mos que en vez de fomentar un espíritu de autosuficiencia e independencia entre los
líderes políticos, la supervisión electora con su política pasada de vetar candidatos
presidenciables, ha inculcado en los líderes nicaragüenses un espíritu que raya en lo
servil hacia los Estados Unidos. En Nicaragua los líderes políticos compiten para
mejor alabar a los Estados Unidos y en ofrecer mayor control americano sobre el
país”23.
La relación de Sandino con las fuerzas liberales fue ambigua por razones tácticas
porque a la vez se percibe un proceso de distanciamiento en tanto fueron pocos los
liberales de las ciudades que le apoyaron. No rompió con el liberalismo en general,
sino con el Partido Liberal vinculado a la intervención y elección de Moncada. “La
revolución liberal está en pie”, dijo en la primera versión y omite en la segunda,
“para mí y mis compañeros de armas que no han traicionado, que no han claudicado
y que no han vendido sus rifles...”.
observó que los caballos de los norteamericanos mostraban fatiga, por lo que ofreció
a aquel contingente de 7 militares que tomaran cualquiera de las bestias del contin-
gente liberal, incluso la del mismo Sandino. Berry declinó aquella oferta pero reportó
que Sandino se mostró amistoso en esa ocasión, que Sandino decía contar con un
contingente de 3000 hombres. El oficial norteamericano informó que sólo había vis-
to aproximadamente “300 hombres bien montados, bien equipados y bien calzados.
Son de lo mejor que he visto en Nicaragua y todos tendrían espíritu de lucha”.
Berry no dudó que se entrevistaba con un contingente y un líder liberal. Su furia
todavía está más dirigida contra Moncada que contra los norteamericanos; decía lu-
char por los “derechos constitucionales” del Dr. Sacasa. Pero a los pocos días, con la
firma del pacto Moncada-Stimson, la situación cambió radicalmente: la mayor parte
de aquella tropa abandonó a Sandino en el momento que este anunció su decisión
de mantenerse en armas y luchar contra las tropas norteamericanas. Pero también
dice que “la revolución liberal permanece en pie” aunque ya no en la misma forma
toda vez que la jefatura liberal (Sacasa y Moncada) había cedido a la imposición nor-
teamericana respondiendo a la fatal decisión del enviado norteamericano Henry S.
Stimson de dejar a Adolfo Díaz en la presidencia.
Se puede especular cuál hubiera sido el curso de la historia si Stimson hubiera
ungido a Sacasa y no a Díaz. Sandino cayó en cuenta que se abría otro capítulo en su
vida militar y las consecuencias eran imprevisibles. La aviación marina había entrado
en acción en abril al atacar Chinandega. Aunque la destrucción de aquella ciudad no
fue enteramente el resultado de las operaciones aéreas (los pilotos insistieron que
las descargas se hacían para “efectos de moral”), el mundo no les creyó, sobre todo
cuando los reportajes fueron acompañados por fotografías de cuerpos desmembra-
dos y quemados aparecidos entre las ruinas. El oficial a cargo de aquella operación,
el mayor Carter, fue despachado poco tiempo después.
El sentimiento anti–norteamericano no aparece de la nada. Aun antes del levan-
tamiento de Sandino las poblaciones de León y Chinandega repudiaron la presen-
cia de los marines en las calles. Broncas, escándalos, disparos, vejaciones a mujeres
incluyendo invitaciones a matrimonio por parte de marines ya casados, cuentas sin
pagar, racismo y prepotencia. Se dieron los primeros muertos norteamericanos y el
16 de mayo de 1927 se recibieron nuevos reportes de disparos en esas ciudades con-
tra los soldados estadounidenses. El General “Cabuya” fue responsabilizado de los
hechos, no obstante alguna evidencia que los culpables era conservadores. La noche
del 26 de mayo el capitán Richards de los marines entró violentamente a la casa de
“Cabuya” y lo fulminó; la compañera de “Cabuya” –Concepción Alday– se lanzó
con un machete contra los marines y también fue ultimada25.
Pero a diferencia de Sandino, “Cabuya” y otros contingentes de fuerzas libe-
rales no entraron en rebelión abierta contra los estadounidenses. Sandino no pudo
200
ser persuadido, como hemos visto, por el General Feland, ni por su propia familia
de deponer las armas. Algún cauce exigía, sobre todo en el norte, aquel sentimiento
anti-Marines. Sandino perdía el apoyo de las estructuras del partido liberal, se gana-
ba la enemistad de los norteamericanos, pero algunos leoneses tomaron nota de la
nueva rebelión.
Irónicamente, la “traición” de Moncada y la ambivalencia de los liberales em-
pujaron a Sandino hacia posiciones más radicales y antiimperialistas, vinculando a
los Estados Unidos con segmentos traidores de la élite criolla. Aquella transición
paulatina quedó reflejada en el nombre cambiante que Sandino le dio a su grupo de
expedicionarios. En septiembre de 1927 todavía eran “La institución Militar de los
Defensores del Derecho Nacional de Nicaragua” compuesta de “liberales volunta-
rios nicaragüenses y de latinoamericanos que deseen unirse a nuestro Ejército, dis-
puestos a defender con su sangre la libertad de Nicaragua”. La inclusión de latinoa-
mericanos ya evidentemente rompe con la pauta anterior, pero el énfasis se coloca
en el “derecho nacional” de Nicaragua presumiblemente violado por Moncada y los
vendepatria. Posteriormente, hacia finales del mismo año, introdujo el elemento de
la soberanía frente al invasor quedando constituido el “Ejército Defensor de la So-
beranía Nacional de Nicaragua” (EDSNN). El 17 de julio de 1927 atacaron Ocotal:
Rufo Marín, revólver en mano llegó hasta el frente del cuartel de los marines y dejó
clavada la bandera rojinegra antes de caer fulminado26.
la dimensión histórica de su
lucha. Lo articula de mane-
ra cuidadosa, enfatizando su
identificación con el unio-
nismo centroamericano y el
ideario de la intelectualidad
latinoamericanista, pero a la
vez atribuyendo un carácter
popular a los mismos. Que-
dan plasmados los mensajes
de raza, espiritualidad, cla-
se y unidad continental que
sintetizan lo asimilado de su
Mina San Albino, Nueva Segovia, Nicaragua estadía en México.
Como consecuencia de aquella formación, Sandino ahora estaba en la capaci-
dad de desarrollar conceptos que no fueron simples repeticiones de lo escuchado en
México –nociones propias de autonomía y soberanía, de patria y libertad, opresores
y oprimidos, sociedad–nación, e imperio, espiritualidad y materia, recurriendo a ad-
jetivos propios de la época, invitando a un nuevo entendimiento de la lucha social
y nacional. Se dirige a una audiencia cada vez más amplia, trascendiendo así las
paralelas históricas particulares de Nicaragua. Los sujetos principales son su misma
persona, el EDSNN y el carácter de la lucha a partir de la ruptura con Moncada.
Invariablemente, se impone la dimensión militar: el Ejército es más que un contin-
gente militar, es también una idea con contenido organizativo y social que incluye,
desde un principio, el nombramiento de civiles y militares, y la conformación de una
base social de apoyo.
“Soy trabajador de la ciudad, artesano como se dice en este país”, comienza,
indicando quién es él y de dónde procede, y por qué esas circunstancias le obligan a
luchar y le conceden el derecho de representar causas mayores. Hace hincapié con
orgullo en su condición de trabajador, su extracción social y lo que consideró su et-
nia –todo lo cual es motivo no de resentimiento sino de dignidad. Busca adecuarse
a la realidad nicaragüense, por ejemplo, al describirse como “artesano”, decidiendo
conscientemente no utilizar la palabra “proletario”, conociendo perfectamente cuál
es la diferencia. Hay dos versiones del Manifiesto Político del 1 de julio de 1927 con
ligeras pero importantes diferencias que ameritan compararse para ahondar en el
pensamiento y posicionamiento de Sandino. En una dice “soy trabajador de la ciu-
dad, artesano como se dice en este país”, y en otra dice simplemente “soy artesano”.
En la primera versión afirma su pertenencia a una clase social, y en la segunda utiliza
la nomenclatura que mejor se entendía y aplicaba en Nicaragua27.
202
esa bandera ondea perezosa y humillada por la ingratitud e indiferencia de sus hijos
que no hacen un esfuerzo sobrehumano para libertarla de las garras de la monstruosa
águila de pico encorvado que se alimenta con la sangre de este pueblo, mientras en
el Campo Marte de Managua flota la bandera que representa el asesinato de pueblos
débiles y enemiga de nuestra raza e idioma...”.
Pasa entonces a explicar la contradicción entre Pueblo e Imperio, que es bastante
más que una contienda de Nicaragua contra Estados Unidos. Para Sandino el pueblo
lo constituye, en lo fundamental, lo indígena y lo mestizo, con lo cual se siente en
derecho de hablar por él, y a partir de su lucha hablar también en nombre de los pue-
blos del continente. Recoge la idea central de los arielistas y el nacionalismo cultural
mexicano que argumentaba que América Latina requería anteponer su propia esencia
racial y espiritual al espíritu anglosajón materialista. Como se explica posteriormente,
introduce el término “indohispano”: el concepto es inédito –no es el Indoamérica
de Raúl Haya de la Torre, ni el Indosocialismo de José Carlos Mariátegui–, pero la
esencia de su sentido responde al momento que vive la región. Como explica Torres
Rojo, “el vocablo indigenismo emerge como el concepto político capaz de traducir
la experiencia de los estados indoamericanos en acción revolucionaria continental, y,
por ello también, en cierta forma, en horizonte de expectativa universal”.
“Soy nicaragüense y me siento orgulloso porque en mis venas circula, más que
todo, la sangre india, que por atavismo encierra el misterio de ser patriota, leal y since-
ra”. La palabra sincera recurre una y otra vez en los escritos de Sandino, apareciendo
tempranamente en sus cartas a su novia y familiares. Una insistencia en la franqueza
y la honestidad que figuró entre sus más nobles características, pero que a veces lo
metió también en problemas. Lo nuevo no es el mestizaje, sino poner el acento en
el componente “más que todo” indio: aunque la tez de Sandino es más cobriza que
blanca (“yo soy un indio blanco”, decía en México), la referencia a “raza” es esencial-
mente cultural, recogiendo la afirmación mexicana que lo identifica con lo popular.
Una afirmación más política que biológica, reflejando el sentir de la época que trata
de identificar las bases para una mayor unidad latinoamericana, comenzando con el
idioma y lo indígena. Pero una condición biológica–cultural que debe ser también
política, como en efecto lo propone años después, el 20 de marzo de 1929 en el “Plan
de Realización del Supremo Sueño de Bolivar”, en que Sandino expresa la obligación
“racial” de actuar de manera consecuente en defensa de la autonomía de uno y todos
los Estados y pueblos indohispanos. La unidad o, al menos en una etapa inicial, la
alianza “para mantener incólume esa independencia a las pretensiones del imperialis-
mo de los Estados Unidos de Norteamérica, o frente al de cualquier otra potencia a
cuyo interés se nos pretenda someter”.
En carta al liberal Arnoldo Ramírez, en Ocotal, Sandino con su peculiar orto-
grafía, ensayó las ideas y formulaciones que luego aparecen en el Manifiesto de San
205
sea exclusivamente de Norte América, pues por lo menos la mitad del valor de las
construcciones deberá ser con capital de la América Latina y la otra mitad de los
demás países del mundo que desean tener acciones en dicha empresa, y que los Es-
tados Unidos de Norte América sólo pueden tener los tres millones que les dieron
a los traidores Chamorro, Díaz y Cuadra Pasos...”. Pensaba también que el asunto
de la soberanía –que puede ser una soberanía compartida con América Latina– es
fundamental para que la nación nicaragüense pudiera contar ingresos tributarios
para impulsar el desarrollo del país, la construcción de ferrocarriles de costa a costa,
y efectuar programas sociales, entre ellos, uno para “educar a nuestro pueblo en el
verdadero ambiente de democracia efectiva”. La finalidad de todo ingreso debe ser
social: “Nicaragua, mi Patria, recibirá los impuestos que en derecho y justicia le co-
rresponden, con lo cual tendríamos suficientes ingresos para cruzar de ferrocarriles
todo nuestro territorio y educar a nuestro pueblo en el verdadero ambiente de de-
mocracia efectiva, y así mismo seamos respetados y no nos miren con el sangriento
desprecio que hoy sufrimos”32.
De esta manera, Sandino hace una propuesta extraordinaria partiendo de una
visión unitaria de América Latina y recogiendo advertencias históricas de Simón
Bolívar y José Martí en el sentido que la soberanía nacional debía defenderse como
parte de la soberanía de un continente. El desprecio sentido hacia una nación y un
pueblo que incapaz de defender legítimos intereses nacionales y tolerantes de la la-
bor de quienes comercian con la soberanía nacional, que es también para Sandino,
asunto de la dignidad y carácter moral para los verdaderos nicaragüenses, pero tam-
bién para el continente.
solidaridad que tratáis de acuerpar, la cual está justificada en el mismo idealismo que
encarna mi principio libertario, espiritualizado en el grande amor a nuestra patria y
cristalizado en la redención de los obreros y artesanos nicaragüenses” (sic). Quizás
constituye la única referencia explícita que Sandino hace a la corriente ácrata socia-
lista con que se identifica. Pero incorpora también la dimensión espiritual al referirse
a la espiritualización del principio libertario que le lleva al amor patrio por un lado y
a la identificación con la causa de los obreros en el mundo por otra. Dice “pertene-
cer a la internacional de trabajadores”34.
El principio libertario es la base del pensamiento ácrata y anarcosindicalista. En
una frase ha sintetizado su pensamiento y compromiso. Utiliza la palabra redención
atribuyendo un carácter casi apocalíptico a la liberación que, a su vez, es social, material
y espiritual. En esa misma carta a Munguía, Sandino llama “correligionarios del idealis-
mo” al Grupo Solidario del Movimiento Obrero describiéndose, en efecto, como un
idealista que lucha no simplemente por la libertad de la nación sino también la libertad
de los oprimidos –y no sólo nicaragüenses– en tanto afirmó en esa carta también “per-
tenecer a la internacional de trabajadores”.
El atropello norteamericano y moncadista ofende hondamente a Sandino –una
ofensa contra su persona, su clase social y su nación. Todo forma parte de “su” dig-
nidad y decoro –su carácter de hombre “viril”– que siente está en juego por lo que
le cuesta entender, casi de manera ingenua, que otros no sintieran como él la misma
ofensa en carne propia. Cuando menos los trabajadores organizados de Nicaragua
y sus simpatizantes obreristas debía de ser los primeros en reconocer que , su espa-
da también significaba “redención para los oprimidos”. Y por ello mismo Sandino
siente que lucha por algo más grande que la nación nicaragüense, imprimiéndole
universalidad a su mensaje: “soy artesano, mi martillo repercute en el yunque a gran
distancia, y habla todos los idiomas en materia de trabajo”.
En un sentido converso, Sandino señala en otro comunicado que la ceguera de
Moncada también era el resultado de la extracción social y que por ende claudicaba
en la lucha y era incapaz de proteger al pueblo subalterno. Moncada “ignora, desco-
noce, lo que es la necesidad y el sufrimiento de la clase obrera, porque no pertenece a
esta colectividad, que tiene que abrirse el camino con el trabajo material, a puñetazo
limpio para mal comer y mal vestirse. Moncada no está autorizado para hablar como
defensor de ideales desconocidos para su ambición. Moncada ignora, porque su mio-
pía no lo deja ver, el difícil problema social de sus conciudadanos que extorsionados
y vejados, han clamado justicia que se les ha negado”35.
Sandino cierra el Manifiesto de San Albino, con un sentido de ironía. Hecha
la virtual declaración de guerra a los Estados Unidos concluye citando a uno de
próceres más grandes de aquella nación. Sandino recoge la expresión de Abraham
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bastaba con que Washington dijera bandido para transformar el mismo sujeto en
héroe. El caso fue que, en asunto de meses, aquel humilde nicaragüense adquirió
el estatus de un Mesías que llegaba a redimir la honra del continente mediante su
resistencia ejemplar a la expansión sin límite de Norteamérica. Se habían dado mu-
chas formas de protesta a la política norteamericana, pero poca de carácter militar
–y, para el asombro del mundo, mediante una acción ofensiva directamente contra
la tropa estadounidense.
Evidenciando ya el reconocimiento del papel en su contienda de la opinión pú-
blica y de los medios internacionales, Sandino llegaba a una conclusión paralela a la
del Departamento de Estado: prestar mayor atención a la cobertura periodística e in-
cidir sobre la misma. Estados Unidos no sería derrotado militarmente, pero sí podía
ser forzado a retirarse a partir del costo político a pagar dentro y fuera de Estados
Unidos. Un cálculo al fin y al cabo certero aunque Sandino no se imaginaba el costo
y la duración de la contienda... meses atrás, todavía en la etapa constitucionalista,
Sandino dio muestras de su comprensión de la guerra de imágenes y de percepcio-
nes: en una carta del 29 de enero de 1927 a Arturo Baca, Vice Ministro de Guerra,
el General comentaba con preocupación cómo era aceptada en un medio norteame-
ricano la versión de Adolfo Díaz sobre el curso de la guerra en el norte. Insistía en
no dejar pasar los reportajes falsos y tendenciosos, y en la importancia de divulgar
su propia información al exterior. Allí señaló, de manera libertaria magonista, que se
debía “desvanecer la idea de los que creen que somos bandoleros y no hombres de
ideales; probar que preferimos la muerte antes que ser esclavos”, porque la paz que
consiguió Moncada no era la paz que podía dar libertad a los hombres, sino que es
la paz que disfrutaba el esclavo; confirmar, entonces, la voluntad de seguir luchando
hasta morir “si es que no podemos disfrutar de la verdadera libertad a que tenemos
derecho todos los hombres”2.
Hacia ese objetivo, el General Sandino fue dedicando cada vez más tiempo a
la correspondencia y preparación de informes militares, un tanto magnificados por
supuesto, para divulgación en el exterior que justificaran su acción y expusieran la
guerra sucia librada por Estados Unidos en contra suya.
A lo largo de los primeros tres años de lucha, Sandino permaneció convencido
que las movilizaciones y las campañas a su favor –que brillaban por su ausencia en
Managua y la costa del Pacífico– también se traducirían en apoyo material a la gue-
rrilla sandinista. Quedaría frustrado en ese contexto, pero no dejó de agradecer a
sus corresponsales los mensajes transmitidos directamente y a través de las revistas
y periódicos que llegaban hasta su campamento. En momentos de desesperanza y
penuria, Sandino aseguraba que los materiales circularan entre los diversos frentes
y campamentos instruyendo a sus oficiales adoptar su costumbre de leerlos a los
214
ideas, yo sentía predilección y afecto por usted, pues me entusiasmaba todo lo que
su pluma escribía. Me sentía todo un hombre. Cuando llegué a esta edad estaba
fortalecido por sus enseñanzas y quiero consolidarlas en la conciencia nacional con
la sangre de los piratas invasores”. En los partes, Sandino describía sus acciones
militares denunciando las brutalidades cometidas por los norteamericanos. En todo
momento daba especial énfasis a la fuerza de los ideales que inspiraba a los lucha-
dores nicaragüenses (aunque también había un buen contingente de hondureños).
“...tenemos la fe en Dios de que fortalecerá nuestro espíritu para aniquilar a los in-
vasores y traidores de mi Patria... nosotros luchamos por honor y no por prestigios,
porque si el honor lo perdemos, habríamos perdido el derecho de vivir”3.
Turcios comprendió de inmediato el significado de aquel documento preparado
y firmado por el misterioso Sandino. Era justo la información de primera mano que
el público consciente latinoamericano y norteamericano demandaba porque has-
ta entonces lo que leían eran los despachos poco confiables de los corresponsales
norteamericanos. Fue por medio de Turcios que Sandino ahora replicaba a Estados
Unidos y evidenciaba que los verdaderos bandoleros eran las tropas de Calvin Coo-
lidge y de los banqueros de Wall Street, transmitiendo a la vez que sus modestas
tropas eran grandes a la hora de defender la dignidad de su nación y del continente.
Asimismo, gracias a Sandino, la circulación internacional de Ariel creció extraordi-
nariamente y con ello la figura del escritor hondureño.
Turcios contestó la misiva de Sandino, reprodujo el informe en su revista y, a
partir de entonces, el mundo comenzó a conocer sobre el guerrillero nicaragüense.
Cuando el primer ejemplar de Ariel con el informe de Ocotal llegó a sus manos,
Sandino se sintió magistralmente representado. No fue asunto de simplemente re-
producir la proclama de Sandino sino que Turcios la acompañaba con elogios y
calificativos extraordinarios hacia Sandino junto a sus elocuentes maldiciones hacia
los norteamericanos. Sandino admiraba y hasta envidiaba aquella prosa poética ful-
minante utilizada por Turcios, incendiaria y precisa, patriótica, latinoamericanista,
antiyanqui aunque sin mayor contenido social. En su primera carta a Turcios, con
fecha 8 de septiembre de 1927, Sandino no quiso ocultar su satisfacción:
Muy señor mío:
tisfacción mi espíritu, supuesto que vosotros sois los llamados a dar fiel
interpretación, con toda imparcialidad, a mis actos, los cuales se encaminan
a defender con lealtad y sin ambición personal el decoro de mi patria.
otra vez a Turcios sobre todo por el compromiso con lo indohispano, el honor de la
Raza, expresado con un talante estilístico propio de Rubén Darío, José Martí y José de
Vasconcelos. Admiraba aquella prosa florida y vocabulario rimbombante, tan propio
de la era. Adoptó, por ejemplo, los epítetos de “piratas” y “bucaneros” utilizados por
el “maestro” para denunciar a los norteamericanos.
Los correos humanos de Sandino viajaban con regularidad a Tegucigalpa, vía
Danlí. El General afirmó a Turcios: “Nadie mejor que usted puede ser el fiel repre-
sentante de nuestros sagrados derechos para defender la soberanía nacional, inter-
pretados por su sano intelecto y por su grande amor a su tierra y a su raza, lo cual
deja aquilatado al defendernos con todo el entusiasmo y virilidad de su pluma. La
gloria en que está usted colocado, nadie podrá arrebatársela porque sus enseñan-
zas de amor a la patria, expuestas en su verbo, fructifican en el corazón de la ac-
tual juventud, ávida de libertad y de independencia”. Sandino agradeció haber sido
“fortalecido por sus enseñanzas”. Como vocero de quien se convertía en la figura
emblemática de la resistencia de todo un continente, y en su capacidad de “maestro”
de Sandino, Turcios llegó a considerarse un eslabón indispensable de la contienda
nicaragüense en su relación con el exterior.
Gregorio Gilbert, el combatiente dominicano, recapituló bien la estrecha re-
lación desarrollada entre el guerrero nicaragüense y el poeta hondureño. “Turcios,
con su pluma brillante y vigorosa, le limpió la mácula fea que le echaban [a Sandino]
los verdaderamente manchados que tiene Nicaragua y apestan, y la hizo conocer en
su verdadera nobleza de causa por el que el mundo la admiró sobremanera. Y tanto
se apegó Turcios a ella, que hubiera sido difícil, sino imposible determinar cuál la
sentía más, si Sandino el guerrillero, o Turcios el poeta, y tanto lo comprendía así el
héroe que el tratamiento que le llegó a otorgar al letrado fue el de maestro. Y tanta
confianza ganó el poeta en el ánimo del libertador que todos sus consejos le eran
ley, y a quien Turcios le cerraba sus puertas quedaban igualmente cerradas las del
campamento rebelde”5.
Turcios y Ariel formaban parte de una red de discusión e intercambios literarios
entre escritores y medios del continente vinculados a su vez con España y Francia.
Les caracterizaba el latinoamericanismo incidiendo significativamente en los medios
de opinión a lo largo de las décadas de 1920 y 1930. En la intelectualidad centro-
americana predominó la influencia cultural de México producto en parte de una
política mexicana de difundir una imagen positiva del país, compartiendo por lo
demás un discurso antiintervencionista. México era calificado como el “abanderado
de la raza”, el nuevo actor arielista para la recuperación de los valores culturales de la
región frente a lo anglosajón, el adalid del antiimperialismo porque también resistía
la hegemonía norteamericana, incluyendo los intereses petroleros, a partir de los
contenidos nacionalistas de su constitución.
218
Era el nuevo discurso de la élite literaria que hizo sentir su influencia mediante
la publicación de manifiestos, periódicos y semanarios, libros, ateneos y encuentros
internacionales, muchos de ellos promovidos por el gobierno de México, pero to-
davía con pocas proyecciones hacia el mundo de los sectores subalternos. Como
explicaba la historiadora guatemalteca Casaús Arzú, “casi todos ellos pertenecían a
distintos movimientos culturales y filosóficos, a diferentes “ismos”: modernismo,
expresionismo, hispanismo, vitalismo, espiritualismo, etc. En general, compartían
la pasión por la escritura, el arte, las ciencias y eran conscientes de que, a través del
manejo de la prensa y el discurso nacional e internacional, estaban forjando una
opinión pública y ejerciendo un enorme poder en la sociedad”6.
Canalizaron las teorías en boga en Europa, entre ellas la teosofía, para hacerlas
tópico de discusión en los salones, ateneos y revistas. Pesaron sobre ellos los intelec-
tuales franceses, pero ya no los que cautivaron la imaginación de Rubén Darío, sino
otros marcados por la experiencia de la primera guerra mundial, politizados y de
izquierda como Henri Barbusse, Romain Rolland, Anatole France quienes abrieron
interrogantes críticas sobre el papel de la intelectualidad frente a la política y el Esta-
do. Aunque no puede decirse que constituían una escuela de pensamiento coherente
y homogéneo, interactúan por medio de revistas, vinculándose con los principales
pensadores latinoamericanos, siendo Turcios junto con Joaquín García Monge en
Costa Rica, quizás los más destacados publicistas en Centroamérica.
Estudiosos de las redes de escritores afirman que Sandino formaba parte de
aquel medio político–literario–espiritualista. Sin duda que el nicaragüense se hubiera
sentido a gusto conversando con aquellos, tal como pudo hacerlo en México, ya que
no eran pocos sus conocimientos sobre aquellos tópicos. Se lo hubiera permitido su
prodigiosa inteligencia y la extraordinaria gama de lecturas realizadas sobre las temá-
ticas de la época. Sin embargo, Sandino no era un intelectual de salón y de escritorio.
Su cultura y formación, como se ha visto, fue producto de la vida y las lecturas más
que de la enseñanza formal y universidades. Su mentalidad también fue desarrollada
por una colectividad que no fue solamente literaria, sino popular y radicalizada. En
sentido estricto, no debe decirse que formara parte de aquellas redes.
Más bien, Sandino se identificó con los actores nacionalistas indignados ante
los múltiples atropellos del imperio del norte no sólo contra un país, sino contra el
continente, y está empeñado en forjar una identidad propia y colectiva. Y cuando
asumió la lucha armada contra los soldados norteamericanos, aquella causa y sueño
compartido adquirió su mejor expresión, del ideal hecho realidad, de la aspiración
que se cumple, el sueño que se materializa en un rincón apartado de las Américas.
Se constituye entonces en un símbolo de aquellos esfuerzos, esperanzas, percepcio-
nes colectivas empeñadas si no en definir, al menos en discutir otros modelos de
cultura, religión, nación y región. Sandino compartió, por lo demás, la vinculación
219
del empeño libertario con una fascinación y hasta ansia del conocimiento psíquico,
propio de la influencia que ejercía el espiritismo y teosofía entre algunos intelectua-
les, incluyendo a Turcios.
En aquella red primó cada vez más la discusión sobre la problemática del futu-
ro del continente. Pasaban por un momento de pesimismo ante la aparentemente
indetenible expansión económica, política, militar y cultural de Estados Unidos, en
defensa. Nicaragua, Cuba, Haití, Puerto Rico, República Dominicana y el resto de
Centroamérica sufría una forma de ocupación u otra. Y en el cono sur del continen-
te se oían las primeras voces de alarma por el rápido desplazamiento de la influencia
europea en favor de la norteamericana.
En su revista Hispano–América, publicada entre 1922 y 1924, Turcios abordó
con insistencia el problema de la presencia militar norteamericana en Nicaragua, y
su contraparte económica en Honduras y Guatemala, apelando a la unidad centro y
latinoamericana. La revista se nutrió de artículos aparecidos en otras publicaciones
del continente de apoyo a la defensa de la soberanía y cultura de los países de la
región. Sandino pudo haber estado entre sus lectores sobre todo porque la revista
recogía los planteamientos de Vasconcelos y otros sobre la Raza reflejando su iden-
tificación con la Revolución Mexicana. Para Turcios, “el imperialismo del Norte es
un pulpo formidable, cuyos gigantescos tentáculos se alarga siniestramente sobre los
países débiles. México lo ha detenido con su brazo heroico, acostumbrado a manejar
con brío el rifle y el machete en los combates sangrientos en que no se da cuartel
al invasor. México, llamado gráficamente el centinela de la Raza, tierra generosa del
valor legendario, es donde se castiga con la muerte toda traición a la soberanía, es la
muralla inconmovible que ha rechazado al pulpo con su voraz intento homicida”.
fin de que se vea hasta dónde llega la crueldad norteamericana, hija de la lujuria de
poseer [...] Sí, Froylán Turcios dice también verdad escueta asegurando que la lucha
en que se ha echado como en una marejada mortal el General Sandino, alcanza y
supera a las Troyas clásicas [...] Sólo que aquella época que ellos celebran en sus tesis
no tenían como esta el concepto espectacular de un choque de razas [...].
“Me pregunta lo que pienso sobre la resistencia del General Sandino –responde
Gabriela Mistral a un escritor argentino Carlos Deambrosis– a las fuerzas nortea-
mericanas. Voy convenciéndome de que caminan sobre América vertiginosamente,
tiempos en que ya no digo las mujeres, sino los niños también, han de tener que
hablar de política, porque política vendrá a ser (perversa política) la entrega de la
riqueza a nuestros pueblos... la influencia extranjera que ya se desnuda, con un abso-
luto impudor, sobre nuestros gobernantes”.
Desde París, Deambrosis envió a Repertorio Americano un texto con el título “San-
dino, campeón de la libertad”, juzgado por eminentes escritores, negando enfática-
mente que Sandino fuera un “rebelde” pues representaba y encaraba los ideales de
independencia e integridad de su pueblo. Citaba a Turcios y al diplomático mexicano
Isidro Fabela, asimismo a Romain Rolland, Manuel Ugarte, Henri Barbusse, entre
los más destacados defensores de Sandino9.
También desde París, el diplomático y escritor mexicano, Isidro Fabela, remitió
una carta abierta a Sandino por conducto de Turcios en la que registraba su admira-
ción por el “apóstol y soldado” al decirle:
“Es usted un hombre en el concepto más amplio y noble del vocablo; el hombre
que hacía falta a Nicaragua, distinto de los demás y completo en sí mismo. No es
usted un rebelde como le llaman los invasores y los traidores; los rebeldes son ellos,
rebeldes a la justicia y al derecho. Usted es un héroe, el héroe de nuestros tiempos,
el que debía surgir como un imperativo de nuestra historia”.
En la República Dominicana, Américo Lugo escribió: “La juventud ha de or-
ganizarse urgentemente para estas dos solas y únicas cosas: para acabar con los
gobernantes hispanoamericanos adictos al imperialismo nórdico y para ayudar efec-
tivamente a Sandino en los campos de batalla”.
“La defensa y el apoyo a Sandino es la consigna de todas las organizaciones re-
volucionarias de América Latina que quieren combatir la dominación imperialista de
los Estados”, anunciaba el órgano de la Internacional Comunista. 1928 representó el
apogeo de la “edad de oro” en que se conformó “frente único” a favor de Sandino.
Casi al unísono, se escucharon las denuncias de los crímenes reales e imaginarios
de los Marines a la vez que Sandino era catalogado como, el “símbolo viviente de
la protesta contra el imperialismo” por El Tiempo de Bogotá. “La figura de Sandi-
no sirvió para mostrar al pueblo hispanoamericano la tergiversación que se hacía
del ‘panamericanismo’, para desarrollar en los pueblos americanos una conciencia
223
Sandino es indohispano
Aquella creciente fama y reconocimiento internacional, sin embargo, no reper-
cutió directamente en la situación política y militar de Nicaragua. Sandino quiso,
pero no pudo impedir las elecciones de noviembre 1928 y el reconocimiento di-
plomático del continente –con la significativa ausencia de México– del gobierno de
Moncada. Con la llegada de un gobierno “liberal” al poder, algunos fuera y dentro
del país pensaron que la lucha armada de Sandino ya no tenía sentido. A la vez, se
complicaba la situación en lo militar: a pesar de las significativas protestas, el gobier-
no norteamericano incrementaba el contingente de marines sumando más de 5000
efectivos, crecía el asedio militar y el EDSNN fue obligado a abandonar el cuartel
de El Chipote para refugiarse en zonas más inhóspitas en tanto los norteamericanos
también presionaban al gobierno de Honduras para resguardar mejor la frontera ya
que no era secreto para nadie que desde el territorio de aquel país fluían la logística
requerida por los sandinistas. Apretaron el control fronterizo y fue cada vez mayor
el número de correos humanos interceptados o asaltados en el camino. Turcios ad-
mitió a funcionarios hondureños en mayo de 1928 que los mensajes de Sandino es-
taban siendo interceptados, según el informe de inteligencia del 28 de mayo de 1928.
La correspondencia de Sandino con frecuencia llegaba a la Embajada de Estados
Unidos en Tegucigalpa antes que a Turcios, y la de Turcios a Sandino simplemente
226
América Latina, que entre nosotros no deben existir fronteras, y que todos estamos
en el deber preciso de preocuparnos por la suerte de cada uno de los pueblos de la
América Hispana, porque todo estamos corriendo la misma suerte ante la política
colonizadora y absorbente de los imperialistas yanquis”. Consideró, por ende, que
las posiciones “terruñistas” de Turcios para nada contribuían a la unidad de la Raza.
El razonamiento de Sandino era claro: buscar la unidad de toda la región era un
asunto de principio, pero también de sobrevivencia para el EDSNN en tanto la di-
visión centro o latinoamericana disminuiría su capacidad de hacer aportes efectivos.
“La América Latina, unida, se salvará, desunida, perecerá”, explica a Oscar Sandoval
y al Comité Directivo de la Liga Patriótica de Defensa Nacional de Quezaltenango,
Guatemala. Y, para ser congruente con su cometido latinoamericanista y la defensa
de la unidad soberana de la región, escribe a Turcios, “No será extraño que a mí y a
mi ejército se nos encuentre en cualquier país de la América latina donde el invasor
asesino fije sus plantas en actitud de conquista. Sandino es indohispano y no tiene
fronteras en la América Latina”17.
No obstante, a medida que incrementaban las dificultades en el terreno, Sandino
sintió que los elogios no se traducían en aportes materiales, ni lograban cambios en
la política de los gobiernos latinoamericanos. En enero de 1928 comunicó pública-
mente su impaciencia: “Cuando lanzamos el grito de ¡Patria y Libertad!, lo hicimos
en el aislamiento de nuestros seres humildes, alejados de toda pasión partidarista y
de toda ambición personal... tenemos nueve meses de luchar entre el aislamiento y
la indiferencia de nuestros hermanos de Centro América y del Continente hispano;
más no por ello estamos desmoralizados, comprendiendo que nuestro alto deber
como hijos legítimos de Nicaragua nos impone ofrendar nuestra sangre en aras de
su libertad. Los hechos, grandes y trágicos, convencerán al mundo entero que en
Nicaragua, entre millares de serviles y patricidas, hay hombres que aman profunda-
mente la tierra que los vio nacer”. En junio, insiste a Turcios incrementar el trabajo
en el exterior: “Ud. es mi esperanza y el brazo fuerte de esta Causa”18.
El 4 de agosto de ese año, Sandino hizo otro intento para movilizar a los go-
biernos, aunque ya no con ruegos sino con reprimendas. Les llamó “cobardes” inca-
paces de tomar parte en un “frente único y contener el avance del invasor”. Criticó
“la fría indiferencia de los gobiernos latinoamericanos” ante la lucha desigual del
EDSNN; recordó que varios gobiernos de la región habían perdido su soberanía pe-
ligrando también la de México “el centinela avanzado del hispanismo de América”.
“Somos noventa millones de hispanoamericanos y sólo debemos pensar en nuestra
unificación, y comprender que el imperialismo yanqui es el más brutal enemigo que
nos amenaza y el único que esta propuesta termina, o por medio de la conquista, con
nuestro honor racial y con la libertad de nuestros pueblos. Los tiranos no representan
a las naciones, y a la libertad no se la conquista con flores... los hombres dignos de la
228
América Latina debemos imitar a Bolívar, Hidalgo, San Martín, y a los niños mexi-
canos que el 13 de septiembre de 1847 cayeron acribillados por las balas yanquis en
Chapultepec, y sucumbieron en defensa de la Patria y de la Raza...”. Con el tiempo,
Sandino caería en cuenta de la contradicción inherente en su concepción demasiado
incluyente del “frente único”: abarcando inútilmente a gobiernos y élites dependien-
tes de los Estados Unidos estaban claros de sus propias lealtades e intereses.
Aquella decepción creciente le inclinó hacia posiciones más radicales. En agos-
to, Sandino hizo un nuevo esfuerzo de convocatoria dirigida a todos los “gober-
nantes de América”. Es cuando famosamente dice “los tiranos no representan a las
naciones y a la libertad no se la conquista con flores”. El llamado es a los pueblos
a darse a respetar en su propia casa y no permitir “que déspotas sanguinarios como
Juan Vicente Gómez y degenerados como Augusto Leguía, Gerardo Machado y
otros, nos ridiculicen ante el mundo”.
Nuevamente se evidenciaba la tensión entre el llamado a los gobiernos a la
unidad a la vez haciendo referencia a la tiranía resistida por pueblos, sobre todo
en Perú, Cuba y Venezuela. Lo cierto es que los más consecuentes partidarios de
Sandino fueron irremediablemente considerados –y se consideraban ellos mismos
–enemigos políticos de los gobernantes. Ningún gobierno contestó la misiva con
la sola excepción honrosa del gobierno salvadoreño de Pío Romero Bosque. Ni el
mismo gobierno de México, tradicionalmente el más comprometido con las fuerzas
liberales en Centroamérica, alzaba su voz en los reuniones internacionales. Y para
colmo, se rumoraba que el gobierno de Plutarco Elías Calles en México reconocería
diplomáticamente al gobierno de Moncada19.
en el exterior, para lo cual debía viajar a México a preparar un viaje del mismo San-
dino y su Estado Mayor a ese país para proveerse de “elementos”. Advirtió que si no
se diera ni la unificación política y el retiro de las tropas, y aun cuando sus soldados
no quisieran luchar contra Moncada, “yo me quedaría ‘íngrimo’, haciéndoles a los
bucaneros un tiro por aquí y otro por allá, sin darles cuartel jamás. Dios está con
nosotros en estas horas supremas, ha dicho Ud., y esa frase repetida por mí diaria-
mente, nos llevará al triunfo definitivo. Con el saludo afectuoso del ejército, tengo el
honor de enviar a Ud. la expresión de mi cariño admirativo, su discípulo...”.
Turcios no aceptó la propuesta de su discípulo y, por el contrario, le insta a ne-
gociar con Moncada ofreciéndose el mismo hondureño como mediador. Con tono
paternalista, Turcios escribió: “Yo tengo el deber de cuidar de su gloria; de la gloria
del libertador Sandino, el hombre más brillante de los tiempos modernos... el símbolo
de nuestra Raza... de ningún modo puede mezclarse en otra empresa menuda, como
sería el encabezar una guerra civil para poner a este, o a aquel en la silla presidencial.
Al Sandino, caudillo en una guerra civil, en una miserable contienda fratricida, no
lo conozco, y nada tendría que ver con él... yo no debo cooperar a empequeñecer la
homérica figura del Libertador Sandino, cuando he puesto mis mejores energías en
hacerlo brillar como un nuevo Bolívar bajo el cielo de América”.
Sandino, poco proclive a tolerar la disidencia, reaccionó enérgicamente. Turcios
había criticado el plan de Sandino y, para colmo, lo reformuló por cuenta propia.
Aquella propuesta de Sandino, aunque resultara fantasiosa, no dejaba de ser la del
Jefe Supremo del EDSNN. Rechazó el argumento de Turcios a favor de un enten-
dimiento directo entre Moncada aunque el mismo Sandino, en agosto, había con-
templado la posibilidad de un arreglo si ganaban los liberales. En carta del 28 de
diciembre Turcios dice, “...veo que ya no estamos de acuerdo en la finalidad de la
lucha; que ya no atiende a mis observaciones”.
Turcios puso su renuncia como representante de Sandino en el exterior. Había
sobredimensionado la importancia política de su propia figura: “Su maestro, como
Ud. me llama, no tiene ya influencia alguna sobre su alma”. De por medio también,
las dificultades económicas enfrentadas por el escritor hondureño tras el cierre de
Ariel junto a una calculada oferta del gobierno hondureño, seguramente a instan-
cias de la Embajada norteamericana, para que el escritor asumiera un cargo menor
diplomático en su soñado París, sacándolo de una vez por todas de su labor a favor
de Sandino.
Turcios posiblemente pensó que su renuncia no sería aceptada por Sandino,
quien había afirmado ser “obsecuente” y “pupilo” del hondureño. No fue el caso
porque Sandino respondió ofendido y en tono burlón y tajante dice: “no se desean
comunicaciones de Ud. en nuestro campamento... cuando miro casos como el de
Ud. me viene el recuerdo de Diógenes el filósofo. Se olvidó Ud. de que los muñecos
230
están en los bazares y que los que combaten en las Segovias tienen ideas propias”. La
carta en físico nunca la recibió Turcios: el contacto para los correos y corresponden-
cia, Constantino Tenorio, formaba parte de la red de inteligencia militar norteame-
ricana. El oficial mayor Fred Cruse orientó demorar la entrega de la carta a Turcios
para antes hacerla aparecer en los periódicos de la región, “de esta manera Turcios
creerá que Sandino la hizo publicar [con lo que conseguiremos] que no haya vuelta
atrás para Turcios”20.
El agregado militar norteamericano en Tegucigalpa reportó felizmente lo su-
cedido como: “el más inesperado cambio a nuestro favor... era evidente que lo que
Turcios avizoraba era el final del movimiento de Sandino, por lo quería romper esas
relaciones antes de que sucediera, para conservar su prestigio como el agente más
confiable de Sandino... la renuncia de Turcios... será casi suficiente por sí sola para ha-
cer que Sandino se rinda, ya que en apariencia... el presidente Moncada puede poner
las cosas claras a Turcios de manera que este pueda presionar a Sandino a rendirse”21.
Moncada aparentemente había enviado un emisario secreto para hablar con
Turcios al respecto. Se cree asimismo que Turcios amenazó al nuevo presidente de
Honduras con levantar nuevamente la bandera del sandinismo si no le concedían la
representación de Honduras en Francia. Al final de cuentas, el gobierno le ofreció el
Consulado en París. Un periodista alemán que visitó al poeta poco antes de su parti-
da, lo describe desfavorablemente: “un hombre de apariencia insignificante, entre 40
y 50 años de edad”. No dudó del “patriotismo y la sinceridad de sus motivaciones”,
pero sí percibió cierta ingenuidad por lo que, “llegaba a la conclusión que había un
romanticismo desfasado en aquel hondureño. “Sólo es por medio de habladurías y
de cartas que conoce a su héroe, y... no dejará que le roben de esta feliz ilusión... bajo
una masa de manuscritos, periódicos y libros, se ha creado protagonista de un drama
que es imaginario, pero que el mundo toma en serio”22.
Turcios por su parte consideró a Sandino un mal agradecido incapaz de reco-
nocer la importancia de la labor que llevaba a cabo mundialmente. En su Memoria,
escribe, “fuera de la activísima propaganda de mi revista y de mi continua corres-
pondencia para los diarios extranjeros, escribí, de mi puño y letra, más de cuatro mil
cartas a los hombres prominentes de todos los países... antes de mi intervención se
sabía, de una manera vaga, que un núcleo de patriotas peleaba en las montañas ni-
caragüenses, contra los invasores anglosajones. Nada más. Yo hice conocer a su jefe,
lo presenté en vibrantes artículos a la admiración de los hombres libres, y lo impuse
en la conciencia de los pueblos. Dejo aquí constancia de que me aparté de la lucha
cuando vi, con la más amarga decepción, que la gloriosa campaña por la soberanía
nicaragüense, degeneraba en una contienda fratricida, convirtiéndose el Libertador
en un caudillo regional”. Nunca perdonó al guerrillero nicaragüense.
231
ralmente, ¡y tanto afecto que yo le tenía!”. Y, en efecto, la historia fue más compleja
y Sandino mostró alguna intolerancia. El novelista José Román, quien escuchaba y
anotaba lo dicho por Sandino sobre Turcios, pensaba de otra manera. Sandino notó
gestos de inconformidad en Román y le increpó: “Conste Román, que no es usted
quien dirá esto; soy yo, y hágame el favor de escribirlo íntegramente así. Sí señor, le
contesté. Porque el General me lo pidió tan categóricamente, aunque no estuviera
yo de acuerdo, ya que habían muchas intrigas de por medio...”24
¿A qué intrigas se refiere? Por un lado los norteamericanos y sus aliados hon-
dureños, pero por otro, los delegados de la izquierda radical que analizaremos pos-
teriormente, llegaron al campamento de Sandino para influenciarle a fin de asegurar
para ellos mismos la titularidad de la representación de la lucha nicaragüense en
el exterior. Le decían a Sandino que Turcios no entendía de luchas sociales y con-
tradicciones de clases y por lo tanto no era políticamente confiable. Le tildaron de
aristócrata burgués, quien no atendía a los humildes que llegaban a sus oficinas,
queriendo integrarse a las filas del ejército libertador. Incluso llegaron a acusarle de
malversaciones financieras con los fondos reunidos en México y la intercepción de
los materiales de la Liga y el MAFUENIC remitidos al campamento.
Ciertamente, la intercepción norteamericana de la correspondencia complicó
la comunicación. Nunca se conocieron para discutir en persona. Sandino se sintió
herido en lo personal ante la disidencia de una persona en que había depositado un
afecto y una admiración inusitada. Posteriormente, el General señaló con tristeza
que la renuncia “repentina” de Turcios fue un golpe político en tanto cercenó la línea
principal de comunicación con el exterior –lo cual no era exacto. Pero fue un golpe
en la relación de Sandino con la intelectualidad, algunos de los cuales tomaron parti-
do por Turcios. La renuncia, a fin de cuentas fue un golpe político en tanto algunos
periódicos y escritores cambiaron de posición repitiendo el argumento de Turcios
que no podía justificarse la lucha de un caudillo liberal contra un presidente liberal25.
“No crea usted, General, que en mi país todos están en contra suya, sino muy al
contrario; tiene usted en los Estados Unidos grandes admiradores que comprenden
la nobleza de su causa y la conducta injusta de mi gobierno.
Al oír esto, Sandino se volvió bruscamente para mirar iracundo a su interlocu-
tor, diciéndole:
–¡Cómo! ¿Pues que usted es yanqui?
–Sí, señor, soy ciudadano norteamericano, enemigo del imperialismo de mi pa-
tria y admirador de usted.
Entonces Sandino, con un gesto de soberbia y en voz altanera, le contestó:
–Yo no creo en la admiración de usted porque es gringo y todos los gringos, son
enemigos de la libertad.
Moreno, sorprendido por la agresiva respuesta, a todas luces desmedida e injus-
tísima, le replicó con digno señorío:
–No, señor General, está usted equivocado; no todos los norteamericanos so-
mos enemigos de la libertad de los pueblos independientes, y sí en cambio existen
muchos, como yo, que protestan por la intervención de mi país en el suyo, siendo al
propio tiempo justificados admiradores de la gallarda defensa de usted en favor de
la total independencia de su patria.
Pero Sandino, insistiendo en su convicción y con acento imperioso y altivo,
reiteró:
–No creo en sus palabras ni necesito de sus admiraciones que no pueden ser
sinceras desde el momento en que pertenece usted a una nación que no está hacien-
do otra cosa que pisotear la libertad no sólo de Nicaragua. Sino de otras naciones de
la América Latina”26.
No fue la única vez que Sandino expresó su falta de fe en la totalidad del pueblo
norteamericano. En 1928 le entregó una carta a Henry Amphlett, el administrador
inglés de la mina La Luz. Sandino hizo volar la mina y entregó una carta que fue pu-
blicada íntegramente en el New York Times que decía: “Durante algún tiempo creí
que el pueblo norteamericano no estaba de acuerdo con el abuso cometido en Ni-
caragua por el gobierno de Calvin Coolidge, pero me he convencido de que los nor-
teamericanos, en general, aplauden la intromisión de Coolidge en mi país, y por esta
razón, todos los norteamericanos que caigan en nuestras manos habrán alcanzado
su fin”. Los condena a partir de su nacionalidad aunque en realidad no tuvo como
práctica asesinar a civiles norteamericanos. Diversas personas le reclamaron aquella
posición. Seguramente no sabían que el General Sandino difícilmente cambiaba de
criterios y, menos aún, si se le criticaba. Vuelve a la carga en el comunicado del 9
de enero de 1930, reaccionando al hecho que algunos (seguramente el Dr. Zepeda,
su representante en México, especialista en suavizar las declaraciones de su jefe) se
atrevieron a “corregir” una declaración previa sobre el mismo punto. Responde:
234
Obras y no palabras
Aunque se establecieron “Comités Pro–Sandino” en México, Buenos Aires,
Chile y Costa Rica, entre otros lugares, con el declarado objetivo de recaudar dinero
para la compra de medicinas, las cantidades fueron mínimas y lo que se envió, se
esfumaba en el camino o nunca salía del país. La propaganda tampoco se tradujo
en estructuras permanentes cívicas de apoyo político y la movilización de recursos.
Sobraban los periodistas y fotógrafos ávidos de hacer reportajes, pero fueron poquí-
simos quienes respondieron al llamado de Sandino a ingresar como combatientes al
EDSNN. Los artículos y discursos exaltados antiimperialistas ya no bastaban desde
la perspectiva del guerrillero nicaragüense.
Gabriela Mistral compartió la frustración de Sandino relativa a la incapacidad
del movimiento literario–intelectual de generar combatientes dispuestos a llevar sus
aportes hasta las propias Segovias. Era necesario conformar la “naturalísima” legión
latinoamericana, término acogido por Sandino, para describir el deseo ardiente de
tantos jóvenes del continente de ingresar al ejército sandinista. Desde Bogotá, los
estudiantes planificaron emprender la marcha a Nicaragua aunque al fin solarmente
dos –Alfonso Alexander y Rubén Ardila Gómez– lograron su objetivo.
Un escritor chileno reflejó la frustración: “Esos escritores que entonan sus loo-
res en poemas a Sandino me recuerdan a aquellos niños que se entusiasman al sólo
pensar en aeroplanos, pero que cuando se les invita a volar pretextan un dolor de
cabeza”. Desde su perspectiva, el agregado militar norteamericano en Costa Rica lle-
gaba a la misma conclusión: “aunque existe considerable simpatía por el movimien-
to de Sandino, dicha simpatía no es más que una actitud mental, la que difícilmente
tomará la forma de asistencia física, material, o financiera... ninguna cantidad de
dinero se había recogido a la fecha, ni mucho menos se le había enviado”28.
Lo cierto es que muchos escritores polifacéticos se deslumbraron cuando San-
dino apareció como una estrella en el cielo, de la cual apartaron su vista tras haber
dado su opinión. Como explica la historiadora Casaús Arzú, aquellos escritores po-
lifacéticos opinaban sobre cualquier cosa, muchas veces sin conocimiento de causa,
mezclando la poesía con la filosofía, dando como resultado opiniones “en muchos
casos, bastantes superficiales, cuando no banales”29.
Lo ocurrido con Turcios fue sintomático de una contradicción más de fondo
alrededor de las interpretaciones disímiles sobre el significado de imperialismo y an-
tiimperialismo, fuera y dentro del contexto nicaragüense. Para Turcios, Vasconcelos
236
Groso modo, la solidaridad internacional con Sandino provino del campo de los
nacionalistas intelectuales y la izquierda radicalizada por la Revolución Bolchevique.
En el primer campo, figuraban escritores brillantes de la tradición arielista y dariana,
dada su naturaleza a combatir con sentimiento vasconcelista y continentalista, la
defensa de la Raza y de la hispanidad americanizada. Como ejemplo, organizaciones
como la Liga por la Defensa Nacional en Guatemala, cuyos miembros en su ma-
yor parte pertenecían a una aristocracia cultural, más afín a Europa que a Estados
Unidos, marcada por un nacionalismo y patriotismo que solía ser más cultural que
institucional, de alguna manera Sandino giró entre ambos mundos intelectual y po-
líticamente. Aunque lejos de ser un aristócrata, el discurso de Sandino a lo largo de
su lucha reflejó la influencia de Turcios y sus redes, pero más importante aún, reflejó
la profundidad de asimilación del nacionalismo cultural que presenció en México.
Del otro lado, estaba la izquierda comunista y corrientes como el APRA que
pusieron el énfasis desde un principio en lo social y económico, distinguiéndose los
apristas de los comunistas (cominternistas para reflejar mejor el marco de la época, y
no como referencia teórica) por la aceptación del continentalismo, pero en un marco
de masas y subordinación a los supuestos intereses de la clase trabajadora, los traba-
jadores intelectuales, como les designaban los apristas. Aun antes de que la izquierda
cominternista iniciara su masivo trabajo propagandístico hacia finales de los años
veinte, muchos legisladores, periodistas y demócratas fulminaban contra la política
exterior de la administración republicana –primero de Calvin Coolidge (1925-1928)
y posteriormente Herbert Hoover (1929-1933). Al fin y al cabo, fue la presión de
estos sectores junto a la resistencia de los sandinistas los factores decisivos que lleva-
ron a la decisión de un nuevo gobierno norteamericano de enero de 1932 de iniciar
el retiro de las tropas.
Tanto en Estados Unidos como en América Latina, los cominternistas astuta-
mente aprovecharon la indignación generalizada para jalar agua a su molino y nutrir
a sus propias estructuras sindicales, sociales e intelectuales. Recibieron orientaciones
desde la jefatura nacional Comunista de ponerse organizativamente a la cabeza a
favor de Sandino desarrollando campañas, protestas y manifestaciones contra la pre-
sencia de los marines en Nicaragua. No obstante, el arraigo del anticomunismo en
el medio les llevaría a disimular la captación ideológica prefiriendo, al menos en una
etapa inicial, articular alianzas o “frentes únicos” con todos aquellos deseosos de tra-
ducir las palabras y sentimientos en acciones concretas a favor de Nicaragua. A fin
238
je. Dijo que Augusto era “el Jorge Washington” de Nicaragua y desmintió las acusa-
ciones norteamericanas1.
“El tímido hermano de Sandino no disfruta de su fama súbita”, fue el titular del
Brooklyn Eagle. Y en efecto, Sócrates continuaba pensando que sería expulsado de
un momento a otro. No exageraba el peligro en tanto agentes del Buró Federal de
Investigaciones habían infiltrado la actividad, colocando a sus agentes dentro la mis-
ma Liga, uno de los cuales informó llegaba a la conclusión que “todos estos eventos
nos dan una impresión clara de las relaciones entre el movimiento revolucionario
latinoamericano y el Partido de Trabajadores (Comunista) que recibe órdenes del
Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista”. Sócrates dejó su trabajo y se inte-
gró de lleno a la campaña repitiendo la línea oficial de la Liga y el Partido repitiendo,
por ejemplo, que su hermano le había pedido trasladar a los trabajadores norteame-
ricanos que en Nicaragua se luchaba tanto por la libertad del pueblo nicaragüense
como la de los trabajadores norteamericanos. No hay constancia, sin embargo, que
Augusto se comunicaba con su hermano.
Sócrates llevaba más de un año sin comunicación con Augusto y más de cinco
de no verle. Sin embargó intuyó la necesidad de desmentir los rumores y falseda-
des lanzadas reiteradamente por el gobierno norteamericano. En EE.UU se mul-
tiplicaban las críticas de legisladores, particularmente en el Comité de Relaciones
Exteriores del Senado el cual resolvió interrogar al secretario de la marina sobre las
operaciones en Nicaragua, cuestionaban la autoridad legal del Ejecutivo para enviar
tropas en Nicaragua. En La Habana se inauguraba la VI Conferencia Panamericana
con la presencia del mismo presidente Coolidge quien fuera abucheado en las calles.
Aunque la Conferencia de los gobiernos no pudo asegurar la aprobación de una
resolución contra la política de intervención, el sentir popular se hizo sentir en la
forma de la enorme ovación que recibieron las banderas de Nicaragua y México en
la inauguración pública. Mientras tanto, desembarcaban otros mil marines a Nica-
ragua, con lo que la presencia norteamericana sumaba alrededor de 2,500 tropas lo
cual ocupaba las primeras planas de los diarios norteamericanos2.
Un integrante de la Liga recordaría en su autobiografía que la Liga no había pa-
sado de propaganda y boletines y publicaciones, hasta surgido el tema de Nicaragua.
Fue entonces que se organizaron manifestaciones frente a la Casa Blanca, incluyendo
una de dimensión masiva de 100,000 manifestantes en abril de 1928, con consignas
que decían: “Estamos con Sandino y no Contra él”; “El verdadero bandido es Wall
Street y no Sandino”; “Exigimos el retiro inmediato de los Marines de Nicaragua”.
La Oficina Federal de Investigación (FBI) organizó un destacamento especial
para detectar el flujo del dinero recaudado desde Estados Unidos y México. Con-
cluyeron que el dinero remitido por la Liga Norteamericana al Buró central de la
LADLA en México era insignificante, como en efecto fue el caso. El FBI también
241
Carleton Beals
No se puede exagerar el impacto de los artículos del periodista americano Carle-
ton Beals, el primer periodista norteamericano en entrevistar a Sandino, contratado
por la revista de tendencia liberal The Nation. Con la asistencia de Froylán Turcios,
Beals logró llegar a las Segovias, salió a caballo de Tegucigalpa el 22 de enero de
242
acercarse al PCM; los artistas Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros (en representa-
ción de la Federación Minera de Jalisco), destacados militantes cominternistas como
el venezolano Gustavo Machado Morales y el cubano Julio Antonio Mella15.
El APRA del flamante peruano Víctor Raúl Haya de la Torre, quiso pero no
pudo montar su propia red continental de solidaridad con Sandino. El APRA decía
ser esencialmente “indoamericana”, criticaba la vinculación “europeísta” de los co-
minternistas, en alusión a su lealtad las estructuras mundiales antiimperialistas de la
Internacional Comunista. Con el tiempo, los apristas se vieron obligados a pasarse
al MAFUENIC. Lo mismo ocurrió con el Comité pro-Sandino integrado por nica-
ragüenses liberales radicados en México.
El periódico El Libertador fungió como el órgano tanto de la Liga Antiimperia-
lista como del MAFUENIC. Posiblemente, Sandino conoció aquel órgano durante
su estancia como petrolero en Cerro Azul, en tanto aunque de escaso tiraje apuntaba
hacia trabajadores y estudiantes. Aparece por vez primera en 1925 e incluye repor-
tajes sobre las actividades del gremio petrolero. De haber caído en sus manos, aquel
medio hubiera introducido a Sandino a las discusiones sobre el carácter del imperia-
lismo, su actuación, el papel de la izquierda en las Américas y en el mundo, las luchas
anticoloniales en Asia y África, la discriminación racial en Estados Unidos, el mundo
de los banqueros internacionales y las importantes polémicas dentro de la izquierda
y, por supuesto, las luchas sociales y gremiales en México. Y aparte del debate de
ideas, publicaba noticias sobre la revolución rusa, la política norteamericana en Mé-
xico, imperialismo de clase y no de raza, y solidaridad internacional. Sobresalieron
249
también, dado el carácter de la revista y los lazos tradicionales de México con Cen-
troamérica, reportajes sobre la diplomacia del dólar, el papel de la banca norteameri-
cana en Nicaragua y la ocupación económica que sufría, con un análisis del carácter
de los préstamos que terminaron hipotecando ferrocarriles, aduanas y banca, para
no mencionar el gobierno, explicando así el papel de los banqueros norteamericanos
en el derrocamiento de Zelaya16.
El Libertador se convirtió en uno de los más importantes divulgadores de la
lucha nicaragüense, nutriéndose de los artículos aparecidos en Ariel pero con un
enmarcamiento radicalmente distinto. En su primera editorial se hace explícita la in-
tención de erigirse en un “polo de concentración ideológica y política” de un amplio
movimiento “antiimperialista”; reconocía e invitaba a los intelectuales a colaborar,
pero advertía que se trataba de otro tipo de esfuerzo –distinto a Ariel o al Repertorio
Americano, sin mencionarlos– que criticaban por ser propiedad de personalidades
particulares. “No es el órgano de ningún intelectual, ni de todos los intelectuales
juntos. En vez de ser un órgano personal, trata de ser un órgano de un movimiento”.
El mismo Haya de la Torre vociferó de igual manera contra los arielistas his-
panistas: “los intelectuales de la burguesía española con sus hispanoamericanismo
literarios... mientras los literatos españoles hablan de la “reconquista espiritual” de
América, el capitalismo yanqui avanza, agarra y aprieta. No estamos ni podemos
estar con la España imperialista y con esa intelectualidad española...”.
Los cominternistas pusieron el énfasis en el papel de las masas, la denuncia de las
oligarquías locales, el internacionalismo proletario y la injusticia del capitalismo. En
algunas de sus primeras ediciones, intelectuales luchadores como José Vasconcelos
y Manuel Ugarte publicaron artículos y colaboraron con la Liga, pero el trabajo y las
simpatías estaban con los sindicatos, ligas campesinas, y por supuesto los partidos
comunistas. Fue difícil ocultar la diferencia en los criterios, principalmente alrededor
de los llamados eminentemente “patrióticos” de la vieja escuela de escritores. Se
criticó, por ejemplo, a Vasconcelos: ‘los verdaderos patriotas norteamericanos están
en las filas antiimperialistas... Un comunista norteamericano diría: ‘En nuestro país
el patriotismo lleva segura e inevitablemente al imperialismo. No somos patriotas. La
clase proletaria en un país capitalista no puede ser patriota. Somos internacionalistas.
Nuestra lucha no es de patriotas, sino de clases. La diferencia entre una ideología
y otra, entre el programa de uno y el programa del otro es grande. Pero una cosa
tienen de común: LA LUCHA CONTRA EL IMPERIALISMO YANQUI. Y por
esto, latinoamericanos nacionalistas y comunistas de toda América caben en la Liga”.
Claramente, los artículos revelaban una línea editorial directamente supervisada por
el Partido Comunista de México (PCM). La diferencia de enfoque fue cada vez más
evidente: “Inútil es esperar la unidad de los minúsculos caudillos y patrioteros que
gobiernan en la mayoría de nuestros países y no ven más allá de la ‘patria chica’... la
250
La “legión” latinoamericana
La Legión Latinoamericana –combatientes del continente latinoamericano que
se integraron a la lucha de Sandino– nunca existió como tal. La mayoría llegó cada
quien por su lado y Sandino les dispersó entre sus columnas. No por ello la idea y
metáfora dejó de ser una fuente de inspiración y llamado continental a la conciencia,
a las armas y al sacrificio. Simbolizó la materialización de la transformación de las
palabras solidarias en voluntarios dispuestos a luchar y morir por la libertad de Ni-
caragua –lo que fue más importante.
Sandino recogió la expresión de la “legión” de Gabriela Mistral quien hiciera un
reclamo “naturalísimo” a conformar un contingente de combatientes de ciudadanos
de todos los países de la región que formara parte del ejército sandinista en Nicara-
251
gua. Y en efecto llegaron los voluntarios pero en distintos momentos, con distintas
perspectivas y sentimientos, y algunos de ellos bajo instrucciones de organizaciones
regionales y mundiales, que no siempre se entendían entre sí y cuando presumieron
que la identificación de ellos con Sandino conllevaba la obligación de los sandinistas
de adoptar posiciones comunes.
Naturalmente, Sandino captó la importancia de la “Legión” en el imaginario
popular y político de la región latinoamericana. Quiso contar con representantes de
todos los países de la región para subrayar el cometido internacionalista del EDSNN
y el compromiso correspondiente de América Latina con la causa libertaria de Nica-
ragua. “Yo le llamo La Legión Latinoamericana a los que vinieron voluntariamente
de casi todos los países de Latinoamérica a engrosar las filas del EDSNN. Sin em-
bargo, debo aclarar... yo no considero extranjero en Nicaragua a ningún latinoame-
ricano –enfatizó Sandino–. La Legión Latinoamericana, no sólo constituye uno de
los gestos más hermosos de solidaridad continental con nuestra lucha y una prueba
elocuente del inmenso valor de los lazos de sangre, de lengua y de raza que unen
a los pueblos latinoamericanos, sino además, la mejor condecoración recibida por
nuestro ejército”. Señalaba que quería escribir un libro sobre ellos, “pero son tantos
que será un libro extenso”. Y que también le llegaron ofrecimientos de alemanes,
ingleses, irlandeses y ciudadanos de otras nacionalidades: “pero muy cortésmente a
todos les rendí las gracias informándoles al mismo tiempo que la pauta del ejército
solamente permitía militar en sus filas a latinoamericanos”. A su paso por San Sal-
vador en ruta a México, dice exageradamente: “pude haberme hecho acompañar de
representantes de cada nacionalidad de Hispanoamérica”19.
La inclusión de los “legionarios” estaba prevista desde un principio y concre-
tamente en la carta constitutiva (2 de septiembre de 1927) de lo que llegaría a ser
conocido como el EDSNN. Para Sandino todos los voluntarios eran bienvenidos:
así lo establecía la pauta para la organización del EDSNN estableciendo únicamente
que todo ingresante debía someterse a la vez a la disciplina militar y prestar debida
obediencia al Jefe Supremo. La pureza doctrinaria nunca fue una preocupación cen-
tral: lo importante eran los principios de soberanía y libertad para Nicaragua pero
también para las clases oprimidas más allá de las fronteras apegado a la conforma-
ción de “frentes únicos” contra la ocupación norteamericana y contra el estamento
vendepatria20.
No fue fácil para Sandino administrar las diversas perspectivas algunas de las
cuales, destacadamente la cominternista, apuntaba a “corregir” ideológicamente a
Sandino. Algunos como los colombianos Alfonso Alexander y Rubén Ardila Gó-
mez, el dominicano Gregorio Urbano Gilbert o el mexicano José de Paredes llega-
ron impulsados por el desprecio que sentían hacia los norteamericanos. Pero otros
como el venezolano Carlos Aponte Hernández, el peruano Esteban Pavletich, el sal-
252
Ya en la capital mexicana, Pavletich formó parte del pequeño grupo del APRA
en compañía de otros dos peruanos destacados: Nicolás Terreros y el afamado es-
critor Jacobo Hurwitz, quien luego asumiría la titularidad del MAFUENIC. Al poco
tiempo, Pavletich debió viajar de nuevo, esta vez gustosamente, como enviado del
APRA para integrarse a las tropas de Sandino en Nicaragua. Junto a Farabundo
Martí llegó hasta las oficinas de Turcios en Tegucigalpa. Allí recibieron credenciales,
guía y caballos para hacer el difícil y peligroso trayecto a las Segovias arribando a
inicios de junio de 1928. Cumplía los 22 años.
Pavletich permaneció pocos meses en las Segovias. Contó evidentemente con
tiempo para escribir. En El Libertador apareció su relato “Compañeros” en el que
impactantemente describe el sacrificio de dos jóvenes sandinistas a manos de los
marines. Estando todavía en las Segovias, escribió otro artículo para Indoamérica, el
órgano de la sección mexicana del APRA, en la que, de manera claramente aprista,
destacó que “Sandino es la primera gran afirmación vertical de esa fuerza biológi-
camente insurrecta que hemos dado en llamar la nueva generación latinoamericana,
conmovida ya del uno al otro extremo del continente en la tarea de forjar la verda-
dera, la única, la historia que hasta hoy no hemos poseído... significa la derrota de
lo importado, de lo exótico, por la utilización certera de los elementos propios”24.
A inicios de 1929 se trasladó a San Salvador. Desde allí envió contribuciones a la
revista Amauta, dirigida por José Carlos Mariátegui y al Repertorio Americano en Costa
Rica. Cuando Sandino pasó por la capital salvadoreña en ruta a México, incorporó
a Pavletich a su grupo.
Sandino describió a Pavletich así “Joven de nacionalidad peruana, aunque de
origen europeo. Me sirvió de ayudante en asuntos de oficina. Vino en nombre de
los intelectuales del Perú. Desgraciadamente después estuvo a punto de enredarme
en asuntos del APRA. Intrigó a tal grado, que... en Mérida tuve que expulsarle del
ejército”. El enredo a que alude Sandino no tuvo que ver con el APRA propiamen-
te, sino que fue producto de las diferencias posteriores con el Partido Comunista
Mexicano (PCM), cuando ya Pavletich había cambiado de militancia, una vez en Mé-
xico. Pavletich se fue acercando a las posiciones de los cominternistas seguramente
influenciado por la enorme capacidad persuasiva de Farabundo Martí, durante el
tiempo que compartieron en las Segovias.
Ya para entonces el APRA, como red internacional, no terminaba de arrancar.
Aunque Sandino, posteriormente dijo a Román haber echado, en 1930, a Martí por
comunista y a Pavletich por aprista, también fue despachada la mayoría de los ex-
tranjeros, incluyendo a los no comunistas, o apristas, como Ardila Gómez y Grego-
rio Gilbert. Pavletich anunció su separación del APRA en una carta dirigida a José
Carlos Mariátegui fechada el 30 de julio de 1929.
256
Al elaborar su tesis sobre un canal por Nicaragua, Sandino recogió la crítica que
hiciera Haya de la Torre y otros sobre el canal de Panamá y las consecuencias nefas-
tas para la región del control norteamericano sobre el mismo. Sandino no se opuso a
la construcción del canal, pero tampoco fue un entusiasta promotor de la idea: sim-
plemente lo consideró inevitable a la luz de la expansión del comercio internacional
y consiguientemente también inevitable que Nicaragua cayera en la mayor desgracia
de hacerse efectivos los “derechos” monopólicos adquiridos por Estados Unidos
para su construcción mediante el tratado de Chamorro–Bryan firmado en 1914, lo
cual para él selló irremediablemente el carácter “vendepatria” de los conservadores.
Sandino pensó que la firma de aquel tratado fue también el producto de la nula
beligerancia de América Latina y la falta de una visión unitaria de sus intereses, es
decir, del resguardo de la soberanía colectiva de la región. Ya Haya de la Torre mar-
tillaba el mismo mensaje en relación a lo acontecido con Panamá. En el Plan para la
Realización del Supremo Sueño de Bolívar, elaborado a inicios de 1929, Sandino in-
sistía “Ya hemos tenido oportunidad de declarar que se ‘cometió el primer error en
nuestra América Indo–Hispana al no haber consultado para la apertura del Canal de
Panamá: pero todavía podemos evitar un error más con el Canal de Nicaragua”. San-
dino propuso dos principios para la construcción del canal: el resguardo latinoame-
ricano de las condiciones de toda construcción, incluyendo su negociación de cara a
Estados Unidos y los intereses utilitarios de la gran banca internacional. Y, segundo,
que el Estado de Nicaragua retuviera una buena parte de las acciones de la empresa a
fin de asegurar los intereses del país. En el convenio de paz de 1933 Sandino insistió
se dejara constancia que el EDSNN pedía la revisión de los tratados Chamorro-Br-
yan y que toda ruta canalera fuera declarada “de nacionalidad indohispana”28.
Sin embargo, el General también estaba consciente de que no podía ni debía
aparecer como discípulo de Haya o de fuerza política alguna –lo que probablemente
explica el uso del término “indohispano” que no es el “indoamericano” de Haya, ni
el “indosocialismo” de José Carlos Mariátegui, aproximándose más a la concepción
de “raza cósmica” de Vasconcelos surgida de la mezcla de la sangre hispana e in-
dígena que otorga a “América Latina” su identidad como región y sujeto histórico,
pero siempre vinculada a España y la lengua hispana, lo cual fuera rechazado por
Mariátegui y Haya, y consciente que España todavía debía dar el salto para liberarse
de la monarquía.
El General inscribió su posición dentro de las corrientes derivadas del arielismo
que, en la década de los veinte, y a partir de las revoluciones mexicanas y soviéticas,
fueron replantadas desde una clara posición de izquierda y nacionalismo que, si bien
abogó por la soberanía nacional, como principio y no simplemente el discurso pa-
triotero afincado en lo territorial. A lo largo de sus escritos, Sandino insistió una y
259
como consecuencia inmediata, los derechos sobre la ruta del Canal Interoceánico
por territorio centroamericano y sobre el Golfo de Fonseca [donde los norteame-
ricanos proponían construir una base naval], en aguas también centroamericanas...
lugares que en un día no remoto llegará a constituir tanto el imán como la llave del
mundo y, por consiguiente, de hallarse bajo la Soberanía Indohispana, serán un ba-
luarte para la defensa de su independencia sin limitaciones y una válvula maravillosa
para el desarrollo de su progreso material y espiritual rotundos”34.
La Internacional Comunista
No puede subestimarse el impacto que tuvo la Revolución Bolchevique en el
imaginario de una generación a nivel mundial. Aunque se sabía poco sobre lo que
ocurría internamente, izquierdistas de todas las corrientes le dieron la bienvenida.
Por primera vez en la historia, los trabajadores organizados en “soviets” llegaban al
poder; los anarquistas momentáneamente vieron reivindicadas sus prédicas sobre
los consejos independientes de obreros. Lo sucedido en Rusia suponía ser la primera
campanada de la revolución mundial impulsada por una clase trabajadora, herma-
nada internacionalmente con sus aliados en los países coloniales que luchaban por
su verdadera independencia. Los nacientes partidos comunistas no se consideraban
entonces como partidos nacionales sino como “secciones nacionales” de una expre-
sión mayor y suprema: la Internacional Comunista. Pero para nadie fue un secreto,
y en efecto se aceptaba generalmente la noción, que en la IC, fundada en 1918,
sobresalía la influencia y la dirección del Partido Comunista de la Unión Soviética
y el gobierno que dirigía. Fue la época del “internacionalismo proletario” cuando
militantes de una nacionalidad eran enviados y recibidos a luchar con partidos y
organizaciones en otro país y hasta otro continente.
La IC montó un aparato que le permitió actuar en diversos escenarios a través
de agentes, agitadores o revolucionarios profesionales, encargados de difundir la
doctrina marxista, interpretadas por Lenin y los líderes bolcheviques, colocando el
énfasis en la creación de Partidos Comunistas en todos los países a actuar bajo los
lineamientos de los “hermanos mayores” en el poder.
Aquel aparato y aquella ideología y aquellos cuadros jugaron un papel clave en
el desarrollo de la solidaridad con Sandino y en la evolución de su pensamiento po-
lítico. Aunque sobraron las intrigas, los ideales de aquellos jóvenes militantes fueron
puros, al punto de arriesgar la vida por una causa superior en aras del devenir his-
tórico de redención social y del comunismo mundial. Hombres y mujeres de fe –de
fe en su doctrina y el destino del mundo. Entre más se consideraran militantes, más
estaban sujetos a directrices superiores para emprender misiones internacionales,
asumir nuevas responsabilidades políticas haciendo de lado asuntos de la naciona-
265
lidad: toda persona militante podía y hasta debía participar en las luchas sociales de
cualquier país, ayudando a interpretar las circunstancias de aquellas luchas nacio-
nales a la luz de la teoría establecida y conforme las necesidades estratégicas de las
revoluciones internacionales en el Norte y, de manera creciente, con los intereses y
defensa de la Unión Soviética, con todo y sus peculiaridades y bandazos en materia
de análisis de la política mundial. Apartando lo ideológico, sin embargo, existían
cálculos fríos: quien evidenciaba mayor identificación con Sandino era quien estaría
en mayor capacidad de ganar militantes y simpatizantes para la causa socialista –am-
pliando de esta manera su influencia ideológica de los partidos comunistas en las
fuerzas populares y en círculos intelectuales que veneraban a Sandino.
La llegada de Carlos Aponte, Gustavo Machado y Farabundo Martí al campa-
mento de Sandino no fue el producto de decisiones individuales dispersas. Llegaron
respondiendo, directa e indirectamente, a las orientaciones de la Comintern, y con-
cretamente de la decisión de los Congresos de la IC y sus aparatos afiliados, como
las Ligas Antiimperialistas, de identificarse con los tantos que se identifican, sobre
todo en América Latina, con la denuncia de la intervención imperialista en Nicara-
gua y, subsecuentemente, con la gesta de Sandino. En tanto la intelectualidad arielista
incidía en los periódicos y revistas, fueron los militantes de aquella primera genera-
ción de simpatizantes comunistas quienes se hicieron cargo de montar una red de
apoyo propagandístico a Sandino, organizando movilizaciones sociales y protestas,
mítines, campañas, publicaciones, agitación, recaudaciones y evasiones de redadas
policiales, montaje de oficinas –obedeciendo todos a un profundo idealismo y con-
vicción ideológica en que la causa de Sandino y la causa del proletariado mundial
fueron consideradas como una misma. Detrás de los simpatizantes estuvieron los
militantes para quienes la causa del comunismo mundial constituía un compromiso
de vida. Y entre estos últimos, hubo figuras extraordinarias con experiencia de cárcel
y militancia en diversos países que ahora se les pedía presentarse en Nicaragua.
Fueron personas comprometidas ideológicamente, que respondieron de ma-
nera disciplinada a la orientación superior de llevar la solidaridad con Sandino a su
más alta expresión –la incorporación física como combatientes dentro del EDSNN.
Actuaron a través de las LADLA y el MAFUENIC. Es difícil establecer si Sandino
siempre estuvo al corriente de quien les enviaba, pero ello se presume, pesó menos
para él que el hecho de ser combatientes y de representar a América Latina. Con
el tiempo sin embargo el General descubrió que los cominternistas trabajaban no
necesariamente en un marco de solidaridad incondicional, sino que visualizaban una
relación de alianza con Sandino, en la que el dirigente nicaragüense suponía corres-
ponder políticamente a la agenda global y planteamientos estratégicos del movi-
miento internacional comunista.
266
flaquear y así se encuentra durante todo el tiempo que dura la pelea. Sin embargo,
jamás abandona su determinación, lo que muchas veces ha dado el triunfo”.
En realidad no todas las dificultades enfrentadas por Aponte fueron del orden
militar. De temperamento fogoso, Carlos Manuel Aponte sostuvo repetidos alterca-
dos con otros oficiales y en particular con el General Porfirio Sánchez. En una de
ellas, Aponte tildó a Sánchez de hijo de puta y cobarde. Sandino se vio obligado a
intervenir y, según lo relatado por Gilbert, se inclinó por el lado de Sánchez incre-
pando duramente a Aponte por haber utilizado aquellos términos “porque en su
sentir en sus filas no existían hombres que se les pudiera aplicar tan ruin adjetivo”.
Aponte se sintió tan perturbado por la dureza de la reprimenda que se alejó del
campamento para permanecer toda una noche solamente envuelto en una frazada
para protegerse del frío. Al día siguiente Sandino le mandó a buscar y se conmovió
ante el sufrimiento moral de Aponte. Convocó a todo el Estado Mayor y ayudantes
militares, para luego amonestar a los dos contrincantes, y reconciliarlos. Allí mismo,
preguntó a cada uno de los reunidos por los motivos que le habían traído a luchar
por la libertad de Nicaragua. Uno respondió que por su amor a la libertad; otro
que por su admiración por Sandino, uno porque era su deber como nicaragüense;
otro que por su odio al gringo abusador... “Entonces Sandino les dijo que por sus
respuestas quedaba demostrado que cada uno había sido impulsado por el principio
compendiado (sic) de darle libertad a Nicaragua, pero que para realizarse tan bello
ideal era indispensable que reinara el amor entre ellos”, recordó Gilbert lo que cali-
ficara como “el sermón de Sandino”36.
El 1 de febrero de 1929 pidió y recibió su baja del ejército sandinista, “por con-
venir así a la Causa de América Latina contra el imperialismo yanqui”, anotó Sandi-
no. Su desempeño había sido ejemplar aparte de la tensa relación con algunos de los
oficiales del EDSNN. Presumiblemente, Aponte respondió al llamado de Machado
para integrarse al Comité Militar del Partido Revolucionario Venezolano que prepa-
raba acciones contra la dictadura en Venezuela. La nota de baja firmada por Sandino
indicaría que estaba al tanto. Sandino, quien velaba no sólo por sus soldados sino
también por sus familias, envió una carta a la madre de Aponte informando sobre la
partida de su hijo para México y agregando “Nuestro Ejército conserva del Coronel
Aponte Hernández los mejores recuerdos, porque supo dar los mejores ejemplos de
abnegación y de valor contra las fuerzas invasoras yanquis”37.
Sandino expresó lo siguiente sobre Aponte: “vino expresamente a dar dos años
de servicios en nombre de los estudiantes de la universidad de Venezuela. Hombre
sin tacha y excelente amigo. Al término de dos años regresó a su patria. ¡Un héroe!”.
“Aponte Hernández es todo alma y un sincero luchador”–afirmaría posteriormente
Sandino– distinguiéndose en mucho de los combates en nuestra campaña liberta-
268
dora, quien en esta fecha se retiró de nuestras filas por convenir así a la Causa de
América Latina contra el imperialismo yanqui”38.
Sandino siempre consideró que el EDSNN fungía también como escuela de
preparación para los revolucionarios latinoamericanos que regresaban a sus países.
No está claro sin embargo, si se conocía entonces que Aponte formaba parte de es-
tructuras políticas cominternistas y que en México, debían trabajar bajo el mandato
del Partido Comunista Mexicano, el cual estaba responsabilizado también por la IC
de velar por Centroamérica y Panamá.
El regreso de Aponte a México formaba parte del fracasado intento en junio de
1929 de invadir Venezuela desde la isla de Curaçao y provocar la caída de la dictadu-
ra. La orden de regresar a México emitida por Machado también pudo haber sido el
resultado de las diferencias que el mismo Machado tuvo con Sandino. Tras el episo-
dio de Curaçao, Aponte regresó a Cuba para desempeñarse como instructor militar.
Cayó acribillado junto a Antonio Guiteras, en combate contra las tropas batistianas
el 8 de junio de 1935, cerca de la fortificación colonial en la costa norte de Matanzas
conocida como El Morrillo. Sus restos yacen en el Museo de la Revolución en La
Habana. Tenía 35 años.
la tarea de viajar a Nicaragua para hacer entrega personal a Sandino de una contri-
bución de mil dólares. Un informe del MAFUENIC indicaba que el objetivo era
“ante todo traer del mismo [Sandino] una amplia autorización para nuestra campaña
y un recibo auténtico que compruebe la rectitud con que ha obrado el Comité”, dice
un informe de MAFUENIC. Lo que no quedó plasmado en informe alguno fue la
intención de Machado y la Liga de desbancar a Turcios y Zepeda para convertir al
MAFUENIC y a Machado en lo particular en los nuevos representantes de Sandino
en el exterior41.
Machado consiguió un pasaporte mexicano para viajar con nombre falso di-
ciendo ser “delegado del folklore mexicano”. Recordó posteriormente que “cuando
llegué a Tegucigalpa la lucha de palabras fue fuerte; recuerdo que entre los jugadores
de dominó y otros pensionistas se sostenía que la lucha sandinista era un invención
de Turcios, que dónde estaban los sandinistas, que eso era una patraña”. Encuentra a
Turcios quien pide a Machado llevar a Sandino la hermosa carta de Henri Barbusse.
Junto a tres baqueanos sandinistas, miembros del Coro de Ángeles, llegaron al cam-
pamento de Sandino. Le acompañaban Esteban Pavletich y José Mairena Hernán-
dez, un estudiante de medicina; pasaron los controles de los militares hondureños,
sorteando los baches a la luz de la luna en el valle de Jalapa, hasta encontrar a Juan
Gregorio Colindres y Francisco Estrada quienes los escoltaron hasta Sandino42.
A diferencia de Martí, Pavletich y Aponte, quienes llegaron “para quedarse” con
Sandino, Gustavo Machado no se había propuesto más que hacer una visita, entre-
gar los mil dólares y regresar a México lleno de gloria y credibilidad políticamente
capitalizable para la IC. Sin embrago, se presentó un obstáculo: Sandino, ya harto de
visitas, había orientado a Turcios no dejar pasar únicamente a quienes llegaban “para
quedarse” como combatientes. Al percatarse de lo anterior, Machado tramó un plan:
le dijo a Turcios que él también llegaba para quedarse con Sandino. A la vez que
escribía subrepticiamente a sus camaradas en México pidiendo que, a poco tiempo
de su llegada a las Segovias, se le enviara un telegrama urgente pidiendo su regreso a
México. De esa manera, podía tranquilamente hacerse el sorprendido y pedir el visto
bueno de Sandino para su “imprevisto” regreso a México. Y así en efecto sucedió43.
Sandino desconocía el hecho que Machado y el MAFUENIC como la Liga, aun-
que figuraban como independientes, estaban vinculados al PCM y la Internacional
Comunista –lo que fue posteriormente objeto de un reclamo. No es que Machado hu-
biera mentido (hasta donde se sabe), porque en el MAFUENIC colaboraban diversos
actores y hasta algunos apristas. No tuvo porqué haber desconfiado en ese momento–
y por el contrario, como producto de su propia nobleza, confiaba demasiado.
El revolucionario venezolano tomó la medida ideológica de Sandino y habrá
confirmado que –con su misticismo, patriotismo, continentalismo y sin un enfoque
estrictamente clasista– el General Sandino no se ajustaba en la camisa de fuerza
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hombre no debe tener vallas, eliminando a sus dueños, para que le detengan en el
camino de la civilización... porque, en resumen, la iglesia católica es la Iglesia de los
Conservadores”. Por lo visto, Sandino había explicado a Machado, como solía hacer
con cada internacionalista, la permanencia del sentir partidista entre sus soldados; el
odio a los conservadores y la simpatía con los liberales no-moncadistas48.
Didácticamente se hacía más fácil hacer la vinculación entre Conservadores-Ma-
rines-Iglesia católica quedando eso evidenciado en lo que después sucedió. Castillo
recordó “que la tropa llenaba los patios y alrededores del campamento”, y obede-
ciendo una consigna de Sandino, tributó al orador un estruendoso aplauso y gritó
las consignas:
¡Mueran los Conservadores!
¡Abajo la Iglesia católica!
¡Mueran los Curas!
¡Mueran los Explotadores del Pueblo!
¡Viva el Ejército Libertador!
Sandino entonces tomó la palabra y dijo “estar satisfecho que se dé cuenta cabal
del entusiasmo que ha despertado en nuestro Ejército, el Patriótico Discurso del
Señor Delegado del Partido Comunista. Esto da a entender que los miembros de
nuestro Ejército son hombres de ideas propias, que combaten en contra de los inter-
ventores bucaneros como combatirán sin tregua en contra del Fanatismo Religioso
y de los Curas, en contra del Partido Conservador y de toda idea que se oponga a la
Redención Social del Hombre.
La bandera Rojinegra que enarboló el partido Comunista en Rusia... yo, con
plena conciencia de lo que significa esta insignia, la levanté en mi patria para liberarla
de los Bucaneros, ...también enfrentaré esa gloriosa insignia rojinegra al fanatismo
religioso, porque allí es donde se procrean y prosperan los valores Vende Patria...
asimismo el capitalismo, porque allí están los enemigos de los obreros...
–Allí terminó Sandino su oración –concluye el testigo–, y sus últimas palabras
fueron ahogadas por el aplauso de la multitud, descargas de ametralladores y consig-
nas... a los doce de la noche terminó aquella reunión”49.
Del testimonio se desprende el sentir de la tropa sandinista y la franca simpatía
de Sandino con la Revolución Bolchevique, su condena explícita al capitalismo, o
al menos su identificación con el simbolismo y con el cometido internacional anti-
imperialista de la línea bolchevique, del cual, quizás pensó podía beneficiarse, aún
cuando le eran ajenas nociones de construcción de partido. Lo dicho sin embargo
no calza con la afirmación posterior de Sandino de no haberse enterado de la afilia-
ción partidista de Machado.
El desprecio personal y sectario de Machado hacia Sandino no pudo, natural-
mente, ser expresado abiertamente pero era leíble entre líneas a partir de algunos
276
fuera disuelto para dar lugar a la creación del Partido Comunista. Mella también fue
criticado por sus propios camaradas del Partido Comunista Cubano por lo que en
otro momento se llamaría voluntarismo y aventurismo51.
Pero a diferencia de Sandino empeñado en atraer a liberales nacionalistas, los
cominternistas como Mella y Machado insistían en que la lucha por la liberación
política debía excluir a la gran burguesía nacional a manera de mejor y despejar el
camino al socialismo. A diferencia también de la “hermandad de Ariel”, incluyendo
Rubén Darío, pasando por Vasconcelos, Ingenieros y Ugarte fueron adversos a la iz-
quierda –aun cuando cada cual se consideraba antiimperialista y unos más dados a la
acción y otros a la discusión dentro de la bohemia modernista y la peña literaria. Pero
por un tiempo breve, todos pudieron coincidir en apoyar a Sandino como manifes-
tación encarnada de la ideas de cada escuela –por todos aclamado, pero nada más.
Para los cominternistas y probablemente los apristas, la contienda de Sandino
era un medio hacia un fin continental y mundial, y no un fin en sí mismo. Para ellos
no bastaba con sacar a los marines, pero para Sandino eso era lo esencial (aunque no
lo único). Les interesaba más la lucha que la paz. Pero, desde otra óptica, Sandino
calzó bien en el esquema marxista-leninista: si el imperialismo era la última fase del
capitalismo global, y si Sandino luchaba contra el imperialismo, entonces Sandino
también era “objetivamente” internacionalista y anticapitalista. Todavía en 1928 los
cominternistas no insistían en la vinculación directa entre antiimperialismo y socia-
lismo, pero en 1929 llegarían nuevos lineamientos a América Latina. Se asomaban
sin embargo en el discurso de Machado a la tropa cuando insistió en la transforma-
ción del EDSNN en un Partido Comunista (y por ende sujeto a las directrices de
la Internacional Comunista). Es de imaginar el asombro de Sandino y los suyos al
escuchar aquello.
A pesar de aquellas diferencias, Sandino entregó la representación del EDSNN
al MAFUENIC. Nadie podía negar la dimensión e intensidad de aquel esfuerzo so-
lidario, que Machado y el PCM insistieron no debía ser visto como una solidaridad
incondicional con Sandino, sino una alianza con el cominternismo a ser correspon-
dida. Aparecieron asperezas en la relación personal. Otra figura controversial de la
izquierda venezolana, Domingo Alberto Rangel, escribió que entre Sandino y Ma-
chado no hubo mayor simpatía: “una cierta química de la frialdad se interpuso entre
amigos. Sandino era medio engreído y ese rasgo no facilitó la comprensión mutua”.
De por medio también el disgusto de Sandino al conocer que de los mil dólares re-
cogidos en México, Machado habría gastado 400 para llegar a Nicaragua y retuvo 350
para el viaje de regreso. Por lo demás, el “memorándum confidencial” un tanto exi-
gente –se desconoce el texto actual– presentado por Machado no pudo haber sido
del agrado del General Sandino, sobre todo en lo relativo al ascenso solicitado para
Aponte a rango de General –no porque no lo mereciera, sino porque era un asunto
278
de las controversias y diferencias, era del PCM “que más apoyo hemos recibido en
nuestra lucha antiimperialista en Nicaragua”53.
Como persona de izquierda y viejo estudiante del sindicalismo revolucionario,
Sandino a estas alturas mantenía alguna simpatía con la Revolución Bolchevique y
ciertamente con el ideario socialista aunque mayormente en su versión libertaria. Por
temperamento, por una posición de principios, por contar con ideas propias, y por
así exigirlo el juramento del EDSNN y las condiciones de lucha en Nicaragua –por
todo ello, Sandino no se puso al servicio de ninguna “vanguardia”. Siguió creyendo,
aunque de manera ilusa, en su versión del Frente Único en el que tuvieran cabida
no sólo las burguesías nacionalistas sino también gobiernos, comenzando con el
de México. Por su parte, los cominternistas, luego de un giro estratégico de la IC
inaugurando el llamado tercer período, rompen el marco de alianzas existentes con
sectores ajenos al mismo proletariado y por el lanzamiento de una guerra de clases
sin cuartel, comenzando con los ex aliados de izquierda social demócrata, naciona-
listas, apristas y otros. Dentro del nuevo marco pero también del viejo, Sandino llegó
tardíamente a la conclusión que figuras como Machado o un MAFUENIC abierta-
mente vinculado con el Partido Comunista podía trabajar también con la diplomacia
y los medios “patrióticos burgueses” capaces de aportar también a la lucha libertaria
en Nicaragua. Al fin y al cabo, figuras como el Dr. Zepeda estaban mejor colocadas
que Machado y el PCM para trabajar en aquellos círculos, sobre todo a partir de
la declaración de guerra cominternistas contra todo lo que oliera a burguesía. Para
ellos, antiimperialismo y socialismo eran dos fases de un mismo proceso –una tesis
demasiado radical para la América Latina de entonces, pero no por ello dejó de ape-
lar a la generación subsiguiente de luchadores latinoamericanos.
El 9 de julio de 1928, el MAFUENIC organizó un masivo mitin en un teatro de
la capital. Presidieron Diego Rivera y el peruano Jacobo Hurwitz, Secretario Gene-
ral de MAFUENIC. Hablaron Sócrates y Gustavo Machado. Rivera abogó por una
más efectiva organización de los trabajadores de la ciudad y del campo para luchar
contra la dominación imperialista del continente. Hizo hincapié en el hecho que la
bandera de Sandino era la misma bandera rojinegra de las organizaciones obreras, la
bandera de la CROM y de la CGT. Intervino Julio Antonio Mella como representan-
te de los revolucionarios cubanos, y quien había asumido la causa de Nicaragua de
forma incondicional, recorriendo diversos poblados mexicanos para exponer sobre
la situación de Nicaragua. Mella relató que en su encuentro con los obreros de los
minerales de Jalisco aquellos preguntaron si no era posible que si, en vez de mandar
el poco dinero que habían recaudado, pudiesen todos integrarse a las filas del ejérci-
to libertador nicaragüense. Mella siempre puntualizó comparando el movimiento de
Sandino con el de la revolución soviética: así como el proletariado había podido to-
mar el poder revolucionario en Rusia, el movimiento de Sandino era el precursor del
280
–¡Muchachos a levantarse!
–¡A freír los huevos y los jamones!
–¡Cada cual ase su tira de cecina!
–¡Repartan los panes!
Así gritaba un Sandino ocurrente ante las no pocas mañanas cuando escaseó
el alimento para la tropa. Lo recuerda el Capitán Gregorio Gilbert agregando que
resultaba poca graciosa la broma en el campamento aun cuando todos sabían que
Sandino insistía en comer lo que comían todos.
Aunque a nivel logístico las cosas iban de mal en peor, hacia finales de 1928 el
prestigio internacional del movimiento sandinista alcanzaba un pico como pocos en
la historia de los movimientos de independencia, o liberación nacional. Si la historia
de la guerra de Sandino hubiera terminado en mayo de 1929–fecha en que sale del
país– sus contemporáneos todavía lo hubieran considerado un héroe del continen-
te. “Sandino es actualmente un guerrero en reposo”, escribió el escritor y político
socialista peruano César Falcón, “es decir, un paréntesis de lucha”. “Todos los pue-
blos americanos –agrega Falcón en otro escrito–celebraron su salida de Nicaragua,
pues Sandino en las Segovias luchaba por Nicaragua; afuera de Nicaragua podía
hacerlo por América. Basta reconocer lo efectivo de su ejército para justificar hasta
la saciedad su actitud. Con trescientos hombres, un cheque de mil dólares enviado
por hermanos [del Comité] manos fuera de Nicaragua y muchas banderas de seda
que enviaba la América reconocida, no podía Sandino prolongar indefinidamente su
acción”1.
Con regocijo, los norteamericanos comunicaron al mundo que Sandino abando-
naba la lucha para gozar de un “asilo dorado” en México y los medios en Managua
celebraban la noticia de la llegada de Sandino a México. En realidad para escritores
como Falcón, el símbolo de la protesta armada de Sandino resultaba más importan-
te que su eventual desenlace. Al igual que otros admiradores, Falcón no creía que
Sandino tomaba en serio su pretensión de expulsar a las tropas de la gran potencia
del norte. Sandino no sería el “David” que mató a Goliat, sino un Espartaco derro-
tado junto a los esclavos rebeldes; por el imperio romano. Otro periodista, Jacinto
López, de la revista Gráfico, de Nueva York, decía así “No fue nunca pretensión
de Sandino triunfar en esta lucha. No fue nunca su esperanza lograr por obra de
un esfuerzo militar, la evacuación de su patria por los invasores. Él era demasiado
282
Gloria y penuria
Irónicamente, el apogeo político de Sandino en el escenario internacional, bási-
camente a lo largo de 1928 y la primera mitad de 1929, abarcó también los períodos
de privación, en el terreno sufridos por la tropa sandinista.
Sandino no pensó en un repliegue indefinido, pero sí en un periodo de recom-
posición de fuerzas para mejorar la difícil situación logística mediante el asegura-
283
miento de mayor aporte desde gobiernos y fuerzas solidarias en el exterior. “Ya está
bien enterado –admite Sandino a su ayudante primero el capitán Gregorio Gilbert
–de nuestro plan a seguir con motivo de nuestra salida a México, causada por la estre-
chez de recursos con que nos encontramos. Nuestros hombres carecen de armas, de
ropa, de alimentos y de medicina. En México podremos conseguir todas esas cosas”.
El contexto político interno nicaragüense y centroamericano fueron factores
que incidieron sobre la decisión de emprender el viaje. Con la elección de Moncada
en noviembre de 1928, y la llegada al gobierno liberal de Mejía Colindres, en Hondu-
ras en febrero de 1929, peligraba materializarse un cerco apuntalado por las tropas
yanquis. Turcios rompía con Sandino, y la oposición a la elección a Moncada, aun
dentro de las filas liberales, no se materializó al nivel esperado por el General. Salió
a relucir otro argumento que pesó sobre Sandino: si el objetivo del movimiento san-
dinista era sacar a las tropas extranjeras, la continuación de su lucha en las montaña
no hacía más que alejar el día de la evacuación. Como jugarreta, Moncada anunciaba
que si Sandino cesaba la lucha, de los marines norteamericanos serían retirados de
inmediato de Nicaragua y el país gozaría de un verdadero gobierno democrático.
Parte del cálculo de Sandino fue evidenciar las mentiras de Moncada, quien eviden-
temente no estaba en capacidad política de dar órdenes a Washington.
No obstante, Sandino vio que podía sacar ventaja de la fanfarronería de Mon-
cada: posteriormente así explica su decisión de ocultar gran parte de sus parques
y fusiles, dispersar a la mayor parte de la tropa y marcharse del país seguido de los
principales miembros del Estado Mayor. Si los marinos se marchaban se reservaba
la posibilidad de regresar para sacar a Moncada del poder militarmente. Y si no se
marchaban, como fue el caso, también quedaba en posición de regresar a la lucha.
No dudó de su capacidad de reemprender plenamente la contienda dejando algunos
contingentes que seguirían operando militarmente.
Estaba seguro que, en cualquier caso, contaría con el apoyo del gobierno de
México. El presidente Plutarco Elías Calles, viejo aliado de Juan Bautista Sacasa
y adversario de los Estados Unidos, el presidente y “jefe máximo” (maximato) de
México. Sandino–asumiendo el papel de heredero de esa tradición liberal traicionada
por Moncada–pensó que conseguiría un apoyo del gobernante mexicano similar al
concedido a Sacasa apenas tres años antes: pertrechos, dinero, y apoyo para la con-
formación de una fuerza expedicionaria con reclutas mexicanos y extranjeros. Va-
rios oficiales mexicanos (Manuel Echeverría, Andrés García Salgado, Jorge Chávez,
Alfredo Vega) ya formaban parte del contingente militar sandinista. Y en México
sobraban entusiastas de la lucha nicaragüense y con experiencia militar listos enfren-
tarse a tiros con Estados Unidos, el adversario histórico de la nación mexicana.
Sandino visualizó la posibilidad de organizar una fuerza expedicionaria de vo-
luntarios mexicanos y centroamericanos para luchar en Nicaragua. Y con ese obje-
284
tivo en mente, hasta donde sabemos, decide que una buena parte del estado mayor
viajara por separado y en pequeños grupos para unirse a él en México. Sacar a una
buena parte de su Estado Mayor, incluso un contingente que viajaba por orden
suya a encontrarse con él en México. Calculó que el repliegue era aprovechado por
los marines para acelerar su retiro una retirada pacífica, en tanto se preparaba la
fuerza expedicionaria bien equipada al mando de sus jefes y oficiales. Junto a los
norteamericanos, el gobierno mexicano interpretó la decisión de sacar a los oficiales
constituía una afirmación de dar por terminada la guerra y acogerse todos al asilo
en México. Para ello, Sandino solicitó un “empréstito” de 10 mil dólares al gobierno
mexicano para cubrir los gastos de traslado de aquel contingente y “ayudar en algo
a los miembros de nuestro Ejército, quienes se quedaron esperando nuestro regreso
para la continuación de nuestra lucha”. Antes de partir Sandino dio instrucciones a
30 miembros de su estado mayor, entre jefes y oficiales, para que, al mes de su salida
entregaran su armamento al General Pedro Altamirano y se desplazaran en peque-
ños grupos a México. A la vez ordenó que una parte del EDSNN debían recibir
licencias para dispersarse3.
Para Sandino, México era la salvación, fuente de inspiración, y garantía de sobre-
vivencia. Ya no sólo por el gobierno supuestamente nacionalista que gozaba aquella
nación, sino también por las simpatías antiimperialistas populares y por la fuerza de
la izquierda organizadoras principales de las campañas en su apoyo.
Sandino contaría después que “El principal motivo del viaje fue la urgencia
que teníamos de elementos bélicos y sobre todo de apoyo económico substancial”.
“Un asunto de vida o muerte”, explicó en su carta al presidente de México, “por la
causa del sostenimiento de la Soberanía de Nicaragua”. Había serias carencias de
sal, vestuario, alimentos y pertrechos militares. Un nuevo nivel de vigilancia en las
fronteras con Honduras –ordenado por Estados Unidos– dificultaban el abasteci-
miento, en tanto que, tras la pérdida de El Chipote, donde los marinos no dejaron ni
la vegetación, los campamentos se establecieron en las zonas más aisladas, de escasa
población civil y con dificultades para su aprovisionamiento. La comunicación con
Turcios y el exterior se interrumpió con frecuencia a mediados de 1928 –de los 8
correos enviados por Turcios en el mes de julio de 1928, solamente uno logró cruzar
la frontera con Nicaragua4.
Llegaba a la conclusión que su movimiento estaba bloqueado tanto en términos
políticos como militares y que la única manera de romper el cerco era asegurando
mayor apoyo material del exterior y principalmente de México. Su error fue pensar
que todas las noticias y opiniones a su favor y las maldiciones lanzadas contra Es-
tados Unidos en todo continente podrían ser rápidamente traducidas en soporte
diplomático y material. O que los marines aprovecharían su ausencia para salir de
285
Nicaragua. Creyó que el prestigio del EDSNN era suficiente para convocar a los
gobiernos y montar reuniones del más alto nivel para hablar sobre Nicaragua e inter-
cambiar ideas sobre el futuro de América Latina. Pensó que el gobierno de Hipólito
Yrigoyen en Argentina, a partir de sus múltiples diferendos con Estados Unidos
rápidamente podía organizar una conferencia intergubernamental en Buenos Aires
para considerar el tema de la construcción del canal interoceánico en Nicaragua y
exponer el proyecto e ideario del EDSNN. Pensó también en viajar a Europa para
participar, junto a su hermano Sócrates, en la Conferencia Antiimperialista al contar
con una invitación para el Congreso Antiimperialista Mundial a celebrarse en Fránc-
fort en julio de 1929.
El 20 de marzo de 1929, Sandino escribe al presidente Hipólito Yrigoyen de
Argentina y a otros presidentes de la región proponiendo la reunión y remitiendo
una propuesta de agenda. Sandino ofrece viajar a Tegucigalpa para “ponerme bajo
la bandera argentina y bajo su garantía continuaré hasta que se verifique la confe-
rencia”. El 28 de marzo envió al Capitán Rubén Ardila Gómez a Tegucigalpa para
hacer entrega de la carta a las Embajadas de los gobiernos indicados. Tan confiado
estaba de contar con una pronta acogida positiva, que ordenó a Ardila permanecer
en Tegucigalpa para recoger las respuestas para entonces avanzar en los preparativos
de la reunión. La misiva, sabemos hoy, provocó alarma y no simpatía en la cancillería
argentina por el problema que acarrearía la abierta identificación con Sandino. Con
la sola excepción del mandatario salvadoreño Pío Romero Bosque, ningún man-
datario respondió; ni siquiera acuses de recibo. Para los gobiernos, o al menos sus
Embajadores en Tegucigalpa, el EDSNN constituía una organización fuera de la
ley y, por ende, fuera de los alcances de la diplomacia, para no mencionar fuera del
beneplácito de Estados Unidos5.
Paralelamente, se desarrollaba otra intriga para neutralizar a Sandino. En enero
de 1929, Moncada pide a Portes Gil la reanudación de relaciones diplomáticas que
habían estado suspendidas desde 1925. Hacia finales de 1928, el presidente interino
mexicano, Emilio Portes Gil, indudablemente bajo instrucciones de Calles, y con-
sultando a Pedro J. Zepeda, respondió que las relaciones se reanudaban siempre y
cuando se diera el retiro de las fuerzas norteamericanas de ocupación”6.
Así, el gobierno de México tramó con el de Estados Unidos para sacar a Sandi-
no de Nicaragua por tiempo indefinido y posibilitar supuestamente la desocupación
norteamericana. Un plan maquiavélico paralelo al propio posible plan subrepticio
de Sandino de abandonar el país y esperar la salida de los marinos, para entonces
regresar al mando de una fuerza militar contundente y sacar a Moncada del poder.
Sabemos también que Sandino estaba enfermo y necesitaba tiempo y condiciones
para reponerse de los recurrentes brotes de paludismo, enfermedad que sufría7.
286
José de Paredes
En 1933 recordó el viaje de la siguiente manera: “Nos preparamos lo más rá-
pidamente posible y partimos. Yo lo sé –dice a Román– la culpa fue solo mía. ¡Tan
matrero que soy y confiar de un culo cagado como Paredes!... Paredes resultó un
zángano y mentiroso, aunque le doy el beneficio de la duda, porque podría ser que
hubiera actuado equivocadamente por su entusiasmo juvenil, pero como quiera que
fuera, fue el causante directo del enredo”. No fue un exabrupto porque, en carta a
Pedro Altamirano y a Pedro Antonio Irías, Sandino escribe “El Capitán Paredes po-
siblemente será pasado por las armas, como consecuencia del peligro en que puso a
nuestra causa en 1929, cuando a conciencia de él mismo, escapamos de ser víctimas
de Portes Gil en México”8.
Pero no todo fue culpa de Paredes, quien entonces gozaba tanto de la confianza
como el cariño del General Sandino. Desde noviembre venía pensando en el viaje a
México junto a miembros de estado mayor. En carta a Turcios del 20 de noviembre
de 1928 expresa su intención de emprender el repliegue con una finalidad política
y militar “con el propósito de hacer de elementos, ponerme al habla con el pueblo
nicaragüense y presentar una acción conjunta al tránsfuga José María Moncada”.
Turcios discrepó con el plan de conformar una Junta y posteriormente renunciar,
pero permanece la idea del viaje y Sandino designa a Paredes para llevar la petición.
El mensaje por supuesto debía ser trasladado oralmente pero, para establecer la
legitimidad de su procedencia, Sandino escribe una nota breve, la envuelve en un
pañuelo de seda perteneciente a Teresa Villatoro para ser entregada al mandatario
mexicano. De manera confusa la nota dice: “No vacilo en solicitar de su gobierno la
protección necesaria para lograr y tener el alto honor de ser aceptado con mi Estado
Mayor en el seno de su ejemplar pueblo”. Agrega que su enviado, el Capitán José de
Paredes, “sabrá explicar a usted en qué forma deseamos el apoyo de su gobierno”;
o que pudo haberse interpretado como solicitud de asilo para él y los suyos9. Todo
aquello fue problemático y sujeto a posterior confusión por tres razones: la natura-
leza oral de la explicación, el texto mismo de la nota y la naturaleza errática del joven
mensajero mexicano.
Ni Calles ni Portes Gil pecaron de ingenuos a sabiendas de que el objetivo del
viaje de Sandino era pedir armas. El señuelo mexicano fue no permitir a Sandino
contemplar aquella posibilidad. Años después, en una entrevista, Portes Gil afirma-
ría que “Sandino me mandó a José de Paredes, un mexicano que era de su Estado
Mayor, con una mascada blanca escrita de su puño y letra. En ella me decía que
estaba muy enfermo de paludismo y me solicitaba asilo.... le respondí a Sandino que
con todo gusto le concedía asilo a él y a su Estado Mayor”.
287
muchos errores... salió expulsado del movimiento sandinista, por los errores que
cometió, que no hay que achacarlos a que él fuera traidor, no es cierto, sino que a su
juventud”. El “error” fue dar a entender al presidente mexicano que Sandino pedía
asilo. Zepeda luego diría no haber estado presente en aquella entrevista (aun cuando
ya era representante oficial de Sandino en México). Paredes fue culpado de haber
transmitido una petición de asilo a Portes Gil por un lado, y de informar a Sandino
que el gobierno mexicano estaba dispuesto a brindarle todo lo necesario para conti-
nuar su lucha. En fin que todo había sido un éxito12.
¿Ingenuidad, traición o simple incompetencia de parte de Paredes? Sabemos
hoy que meses previos a la entrevista, de paso por San Salvador en noviembre de
1928, un familiar de Paredes funcionario de la Embajada mexicana en ese país le
convidó a visitar la legación norteamericana. Los norteamericanos le vieron con
suspicacia porque no era agente, ni informante regular, pero tomaron nota de lo
dicho por aquel joven que había luchado contra los marines. En la reunión Paredes
pintó un cuadro muy negativo sobre la condición de la tropa, ofreciendo documen-
tos e indicando que él (Paredes) podía incidir sobre Sandino para que depusiera las
armas. Revela también que Sandino ya contemplaba el viaje a México acompañado
de 30 oficiales. Paredes dijo estar dispuesto a comunicarse directamente con el Em-
bajador Morrow en México. Paredes incluso supone haber dicho que el 2 de julio
de 1928 pasó a máquina una carta de Sandino al presidente Obregón “con quien
luchó Sandino”, pidiéndole interceder con Estados Unidos, pero no hay constancia
de la misma en los archivos mexicanos. Terminaría sus días en México implorando
al ex presidente Calles concederle un puesto en la burocracia aduciendo que había
participado en una lucha que era “consecuencia lógica de la influencia de usted en
Nicaragua”.
Aunque aparenta ser un acto de traición, seguramente intervinieron sustanciales
dosis de ego, ya que Paredes no dudó en regresar al campamento dos veces, acom-
pañado a Sandino hasta finales de 1932. Fue entonces que traicionó a Sandino, pero
no a instancias de los Estados Unidos sino del Partido Comunista Mexicano en un
intento fracasado de trasladar el mando del EDSNN al General Juan G. Colindres13.
El complot Calles-Morrow
Tanto el mensaje escrito de Sandino como las explicaciones verbales de Paredes
fueron confusas. “La verdad es que al presidente Portes Gil no le dijeron que yo
solicitaba ayuda militar y económica de México, sino asilo”, dijo Sandino años des-
pués. Existe, en efecto, una carta de Paredes a Portes Gil del 16 de febrero de 1929,
dando seguimiento a la solicitud original, cuyo contenido no refleja las intenciones
de Sandino. En la carta, Paredes dice a Portes Gil “en sus manos está que Nicaragua
289
tenga paz... hemos llegado a lo último y apelamos a la nobleza de Ud. para salir hon-
rosamente de Nicaragua. Sólo mediante su intervención será la única manera de que
nosotros aceptemos una rendición”14.
La misma carta es prueba de que Paredes distorsionó el sentir y las instrucciones
de Sandino: la palabra “rendición” no existía en el vocabulario del Jefe Supremo,
pero pudo haber sido lo que quería escuchar Portes Gil y que puso en boca de Pa-
redes. En marzo, Paredes fue recibido por el presidente en compañía de Zepeda y
hace entrega de la nota del 6 de enero. En su autobiografía, el mandatario mexicano
narra su versión de lo sucedido en la reunión: “Verbalmente, el mencionado capitán
Paredes me expresó estar ampliamente autorizado por su Jefe para exponerme la
situación en que se encontraba, que era bien difícil, tanto por la persecución de que
venían haciéndolo objeto los invasores norteamericanos, que habían realizado gran
concentración de tropas y de aviones, cuanto porque los elementos de guerra se le
estaban casi agotando y, sobre todo, porque el propio General Sandino se hallaba
seriamente enfermo de un fuerte paludismo que padecía de tiempo atrás.
Añadió que, por todas estas razones, su jefe solicitaba la protección del Go-
bierno de México; que se le acogiera en el territorio nacional en calidad de asilado
y que, de ser posible, se le proporcionaran los elementos de guerra necesarios para
continuar la lucha en contra de los soldados yanquis”. La versión oficial de Portes
Gil carece de sentido: asegurar armas a todas luces resultaba incompatible con el
estatus de refugiado o asilado, sujeto a la legislación pertinente mexicana. Es cierto
que Sandino venía padeciendo brotes de paludismo y que pudo haberlo indicado en
el mensaje de puño y letra cuyo texto exacto desconocemos. Tampoco es creíble que
Sandino fuera tan negativo al caracterizar de esa manera y por escrito la condición
de la tropa.
En sus “Memorias”, Portes Gil también culpó a Paredes del enredo. Portes Gil
confirmó en marzo, a través de Paredes, la aprobación de la supuesta solicitud de asilo
para Sandino, siempre bajo la tutela norteamericana. En sus memorias, el presidente
mexicano escribe: “En debida respuesta, manifesté al enviado del General Sandino,
que desde luego –y con todo gusto– el Gobierno de México lo acogería y le brindaría
el asilo a que tenía pleno derecho, considerándolo como huésped de honor tan pron-
to como quedara bajo la protección de la bandera mexicana. Que, en cuanto a los ele-
mentos solicitados para continuar la lucha en contra de los americanos, no obstante
que el Gobierno y el pueblo de México simpatizaban sinceramente con su gallarda
actitud, no podía yo proporcionárselos en atención a que, desde hacía dos años, Méxi-
co mantenía las más cordiales relaciones con los Estados Unidos y no podía, ni debía
ejecutar ningún acto que significara falta de lealtad hacia aquella cordialidad.
Como el capitán Paredes me preguntara qué condiciones se le ponían a Sandino
para acogerlo en el territorio nacional, le contesté que ninguna; que podía residir en
290
Dwight Morrow
Paredes, que había salido el 28 de enero del campamento sandinista, fue recibido
el 20 de febrero de 1929 por Portes Gil. El presidente de inmediato se comunicó con
Embajador Morrow para reunirse el día siguiente e informarle del mensaje de San-
dino en su versión magnánima comunicada por Paredes. Aparentemente no quiso
revelar que había recibido a un enviado de Sandino por lo que explica a Morrow que
el guerrillero nicaragüense que el mensaje se recibió a través de la legación mexicana
en Costa Rica. Tras la reunión con el presidente, Morrow informa lo siguiente al De-
partamento de Estado: “El presidente dijo que quería mi opinión sobre este punto
[la presunta solicitud de asilo] ya que deseaba, en lo posible, utilizar esta ocasión a
manera de mejorar las relaciones entre su país y el mío. El presidente propuso que,
siempre que contara con la anuencia nuestra, concederle asilo a Sandino, bajo la con-
dición expresa que Sandino cesaría todas sus actividades contra los Estados Unidos”.
En tanto el mismo Paredes había informado a la Embajada norteamericana en
El Salvador, Morrow estaba enterado de las intenciones de Sandino y probablemen-
292
que fueran hostiles a Estados Unidos. Es decir, Sandino debía abstenerse no sólo
de declaraciones sino también de dirigir operaciones militares en Nicaragua desde
México. Portes Gil aceptó aquellas condiciones para entonces pedir a Morrow “que
se dirigiera al Departamento de Estado para que no fueran a cometer un atentado
contra Sandino en el trayecto de Costa Rica a Guatemala, pues nos harían responsa-
bles a ambos si Sandino sufría violencia. Al día siguiente, me mandó a su secretario
para decirme que ya se había hecho lo que acordamos”.
“Nos parece obvio –acotó el Secretario Kellogg en comunicación a Morrow–
que al ofrecer asilo a Sandino, el Gobierno de México asumirá la responsabilidad
moral de asegurar que Sandino no use a México como base de operaciones contra
el gobierno de Nicaragua, ni como refugio para dirigir, o fomentar actividades revo-
lucionarias contra el gobierno de Nicaragua”. Previendo la maniobra propagandís-
tica contemplada por Portes Gil y Calles, el Secretario de Estado Kellogg instruyó
a Morrow exigir que el gobierno mexicano explicara públicamente su posición y
“dejándole ver claramente a los rebeldes nicaragüenses, que concederle refugio a
Sandino no debe ser interpretado como una expresión de simpatía de, o endoso, o
promoción de la causa rebelde”. A la vez, instruye a Morrow agradecer la amistad
que México demuestra al haber consultado con la Embajada al respecto. “El Depar-
tamento [de Estado] prefiere con creces mantener a Sandino en México bajo vigi-
lancia, que en Costa Rica, Guatemala, o Honduras donde procedería en otro caso”.
La pesadilla de Estados Unidos habrá sido igual al sueño triunfante de Sandino:
una entrada triunfante a la capital mexicana del mítico guerrillero, defensor de la
Raza, multitudes en las calles maldiciendo al imperialismo estadounidense, entrevis-
tas al más alto nivel y una procesión de personalidades, diplomáticos y medios de
prensa para escuchar al guerrillero de las Américas. Y por supuesto, la recolección de
compromisos de todo tipo de ayuda y la convocatoria a los gobiernos de la región
para considerar su plan, el otro sueño–el sueño supremo de Bolívar. Razón por la
cual Estados Unidos siguió insistiendo se le negara no sólo audiencia y recibimiento
oficial, sino incluso el permiso para entrar a la capital, exigiendo que Sandino fuera
confinado en un lugar alejado de la capital, bajo vigilancia estrecha y que el gobierno
mexicano impidiera todo intento de proselitismo23.
El 30 de abril de 1929 el gobierno mexicano confirmó a Morrow que Sandino
sería trasladado directamente a Mérida, estado de Yucatán, y que no se le permitiría
viajar a la capital. Para asegurar que no hubiesen “desvíos” en el camino, los nortea-
mericanos prepararon un plan para que Sandino viajase hasta Puerto Cortes en la
costa hondureña, para entonces llevarlo por barco directamente a Yucatán, aleján-
dolo de una vez por todas de la capital mexicana. El 31 de mayo de 1929, Sandino
hace el acuse de recibo de los salvoconductos llevados por Paredes a Nicaragua. Lo
296
dose forzadamente por un derrumbe causado por una lluvia inclemente. Conceden
autógrafos en cada parada, exhaustos y sin haber descansado apropiadamente hasta
llegar hacia las 6 de la tarde a Suchiate, en la frontera con México.
Utilizando informantes, el agregado militar norteamericano en Guatemala co-
mentó que era secreto a voces, en la colonia nicaragüense que el General iba para
Mérida, o a Yucatán. “Ambos lugares son centros de radicalismo y en cualquiera de
ellos estaría bienvenido”, dice en su informe. . Significativamente, Sandino parece
haber dicho a un periodista que su destino era Mérida donde pensaba vivir “pacífi-
camente”. Lo que indicaría que iba percatado, al menos, de algunas condiciones im-
puestas por Morrow y Portes Gil, pero que aun así pensaba que podría aprovechar
el viaje. O bien le mandaba un mensaje a los mexicanos que acataría las condiciones
interpuestas.
ellos gritaba “¡Viene Sandino!”. A los pocos minutos, el silbato de las locomotoras
llegando a la estación central de Tapachula. No se había detenido totalmente el tren,
cuando el grupo subió al mismo hasta identificar el vagón donde en efecto venía
Sandino y los otros. Ardila y Gilbert no tuvieron otra opción que también montarse
al tren en marcha donde, en efecto, encontraron a un Sandino cansado y sonriente,
acompañado de Martí y una nutrida comitiva oficial. Y por todas partes el grito in-
cesante de ¡Viva Sandino!
Gilbert nos cuenta sobre la historia de un poblador pícaro que bajaba del tren
en tanto Sandino salía de la estación prácticamente llevado en hombros por aquella
multitud. Alguien le preguntó al pícaro por qué no continuaba con la caravana, aquel
le contestó:
–¡Estoy esperando la llegada del otro tren que viene!
–¿Qué tren? Inquirió el amigo.
–¡El que trae los “huevos” de ese hombre, que son tan grandes que necesitan de
un tren especial para transportarlos!34.
El ocurrente tapachulense expresó típica referencia masculina para referirse a la
osadía de Sandino. El General habrá recordado el momento cuando años atrás en
Cerro Azul había sido humillado por un borracho que consideró a los nicaragüen-
ses como una bola de cobardes. Aquella y otras tantas bienvenidas tumultuosas, le
habría permitido confirmar que había rescatado no simplemente la masculinidad de
los hombres nicaragüenses, sino la dignidad de su patria entera.
El mismo Calles había intervenido para corregir el error cometido ordenan-
do incluso que a Sandino se le brindaran honores y atención correspondientes a
un General de división. En Tapachula, las máximas autoridades civiles y militares
recibieron a Sandino y a su comitiva conduciéndoles al Hotel Imperial, el mejor
de la ciudad. Allí supuestamente descansarían rodeados de solícitos oficiales milita-
res quienes seguramente reportaban cada movimiento a sus superiores en la capital
mexicana. Martí, Gilbert y Ardila pagaron su cuenta en la pensión carcomida en
que estaban para trasladarse campantemente al hotel de lujo. Por orden de Calles
y del jefe de operaciones militares en la zona, se entregó a Sandino la cantidad de
2,000 pesos, quien se los pasó a Gilbert, el “tesorero general” de la misión y quien
celosamente llevaría registrado todos los gastos del grupo. Afuera del hotel crecía la
multitud en un ambiente de fiesta popular. El dueño del hotel rebosaba de felicidad
de contar al famoso nicaragüense entre sus huéspedes pidiéndole a Sandino que fir-
mara un certificado constatando su alojamiento en aquel lugar.
Al día siguiente, partieron hacia el puerto de Veracruz algo que el gobierno hu-
biera querido evitar por ser aquel puerto “jarocho”–como hemos visto– bastión de
izquierda con los sindicatos e incluso las autoridades estatales más radicales del país.
Pero literalmente no había otro camino ya que era el enlace del sur del territorio mexi-
304
cano con el resto del país. Se dio aviso a Veracruz y abordan un tren especial para el
viaje a esa ciudad. Tratando de evitar manifestaciones, los oficiales a cargo mantuvie-
ron en reserva la hora de llegada del tren especial obligando a los simpatizantes viajar
una y otra vez a la estación. La operación estaba a cargo del todo poderoso Ministerio
de Gobernación cuyos agentes acompañaban jubilosamente a Sandino.
El mayor Fred Cruse, de oficial de inteligencia norteamericano asignado al
“caso” Sandino, reportó. “En tanto Sandino fue el último remanente de la revolu-
ción de Sacasa, el gobierno mexicano pudo, en gran medida, salvar la cara al permitir
salir de Nicaragua y entrar a México salvo y sano con el poco prestigio que le queda
entre los elementos radicales [mexicanos]”35.
El 25 de junio, el gobierno nicaragüense recibía confirmación oficial que San-
dino había entrado a tierra mexicana. El Diario de Costa Rica informó que “los
periódicos de Managua expresan su júbilo por la aparente certeza de que Sandino no
será más un factor de disturbios en los departamentos del Norte”. Algunos pensa-
ron que con la salida de Sandino se finalizaban la guerra: primero porque una de las
condiciones de Mr. Morrow estipulaba que Sandino no tendría comunicación con
Nicaragua, y segundo porque también se presumió que la guerra sandinista se des-
plomaba sin Sandino. Sin embargo, las operaciones militares continuaron aun cuan-
do disminuyó la intensidad y frecuencia. Fuentes sandinistas adujeron que Sandino
había dado órdenes de frenar la lucha hasta agosto de 1929, para poner a prueba la
palabra de Washington sobre el retiro de las tropas tras la aparente “pacificación”
del país: dar aquella impresión probablemente formaba parte del plan de Sandino36.
Veracruz verdaderamente delirante
El gobierno federal no pudo evitar el desborde popular con que fue recibido
Sandino en Veracruz. Nuevamente fue asaltado el vagón que traía al General Sandi-
no. Según Gilbert, “lo llevaba en alto una multitud, de manera como un hormiguero
hambriento cargara con una mosca para fines de su almuerzo”, dejando rezagados
el resto de nicaragüenses.
Xavier Campos Ponce, un periodista simpatizante, relata lo sucedido la tarde del
28 de junio de 1929: “Cuando el héroe de Nicaragua salió a la plataforma posterior
del último carro del convoy, una formidable ovación estalló bajo el cobertizo de los
andenes ferrocarrileros. Cinco de sus compañeros de lucha aparecieron detrás de
él y también fueron ovacionados. Inmediatamente, Sandino intentó descender del
carro, pero no pudo terminar de hacerlo, pues sus admiradores, como los miembros
del Comité “Manos Fuera de Nicaragua”, el puerto jarocho [nombre popular de
los veracruzanos] los carretilleros de la estación, y todo el público, se lanzó sobre el
guerrillero y en hombros lo bajó del tren.
Los gritos de “Viva Sandino”, se oían por todas partes, alternados con los de
“Viva Nicaragua” y “Abajo el imperialismo”. En hombros del pueblo de Veracruz
305
siguió Sandino, hasta que fue transportado a un automóvil abierto, y desde ahí, de
pie y acompañado de sus cinco compañeros, del doctor Pedro José Zepeda y del se-
ñor José C. González, encabezaron a sus admiradores que, en improvisada y grande
manifestación, lo siguieron desde la estación hasta el Hotel Diligencias, sin cesar de
lanzarles vítores y aplausos... No es el Sandino que nos muestran en fotografías mu-
chos diarios... no es, en pocas palabras el hombre del caballo blanco y el sombrero
partido en quesadilla que en fotografía ha circulado por todo el mundo”.
Andrés García Salgado, mexicano incorporado a las filas de Sandino y que hizo
presencia en Veracruz, describió la recepción como “verdaderamente delirante”. Era
natural: ningún veracruzano olvidaba la invasión norteamericana de 1914 –¿cómo
no identificarse con el nicaragüense que hacía frente a la misma marina norteame-
ricana que había tratado de pisotear el honor del puerto de las tres veces heroica
ciudad de Veracruz?37
Ya en el muy elegante Gran Hotel Diligencias, ubicado en la plaza central frente
al zócalo, Sandino fue obligado una y otra vez a salir al balcón para saludar a la gente
congregada en la plaza. Habiendo estado unos años antes en Veracruz, estaba fami-
liarizado con la ciudad. Reconoció a la señora que en la misma esquina del parque
continuaba vendiendo los periódicos del día. Mandó saludos a todos sus compañe-
ros petroleros de Cerro Azul.
Mr. Morrow y los estadouidenses se habrán molestado porque lejos de abste-
nerse de declaraciones en calidad de asilado, Sandino hizo uso de los medios para
tronar nuevamente contra los yanquis. Lo consideró imprescindible porque la misma
propaganda norteamericana recalcaba que Sandino derrotado se asilaba en México.
Insistió que su lucha permanecía en pie, por la libertad de Nicaragua y contra el im-
perialismo norteamericano, que no había tregua, porque el General Francisco Estra-
da continuaba la campaña militar contra los invasores. Que tan pronto arreglara los
asuntos por los cuales había salido temporalmente, regresaría a Nicaragua para dirigir
personalmente la lucha libertadora hasta alcanzar la victoria o morir en el intento38.
El grupo fue recibido en Veracruz por el Dr. Pedro José Zepeda, quien pronto
sería nombrado representante del EDSNN en México, José Constantino González,
periodista y colaborador estrecho, y Sócrates, su hermano, quien en mayo había
llegado de Nueva York, patrocinado por la Liga Antiimperialista. Hasta entonces,
Sandino pudo haber creído que de Veracruz viajaba a la capital mexicana para la
entrevista con el presidente. Pero Zepeda, como amigo de Calles y Portes Gil, tuvo
la triste tarea de comunicar a Sandino que el presidente le “sugería” posponer el des-
plazamiento a la capital “por razones de alta política” pidiendo se trasladara a Mérida
en espera de la confirmación de una fecha para la entrevista presidencial. Todo lo
anterior fue confirmado al General por el Jefe de Operaciones Militares de la zona,
quien además solicita que mantenga un perfil bajo y absteniéndose de participar en
306
los 40 kilómetros restantes hasta Mérida, la capital del estado. Junto a aquel público,
Sandino y sus compañeros se trasladaron al teatro Variedades para realizar un mitin44.
Esa misma noche, toman el tren para llegar a Mérida. Nuevamente, una multi-
tud le acompaña hasta el Gran Hotel. Pero ningún funcionario oficial había hecho
arreglo alguno con el hotel. Sandino recordaría: “no encontramos con quién enten-
dernos, y no es necesario decir que nos sorprendió tal cosa, porque esperábamos
que a nuestra llegada a esta ciudad ya habría en ella alguna instrucción al respecto”.
Sandino envía varios telegramas a Zepeda para reclamarle a la presidencia mexicana.
El predicamento era serio porque, habiendo asumido el costo del hotel en Veracruz,
quedaba poco dinero. Al final de la semana no tenían para cancelar la cuenta y tu-
vieron que emprender la búsqueda de un hotel más económico. Una artista simpati-
zante, Ignacia Verateguí, se hizo cargo de la cuenta. A la semana siguiente, Sandino
recibió la visita de Manuel Arriaga, representante del gobierno federal ante la Coo-
perativa Henequenera de Yucatán, quien le entrega dos mil pesos a la Cooperativa,
a solicitud del presidente, le haría entrega de mil míseros pesos mensuales para la
sobrevivencia del grupo. Zepeda evidentemente pudo arreglar el problema, que qui-
zá no fue el producto de la confusión sino de un mensaje que el gobierno enviaba
a Sandino sobre los términos de su estancia y el inicio de una táctica de chantaje
financiero que lo agobiaría durante toda la estancia en México.
Otra vez múltiples invitaciones a actos públicos y fiestas. Sandino ordinariamen-
te declinaba asistir: repetía que no podía estar de fiestas mientras sus soldados com-
batían en Nicaragua. Pero con el resto del contingente, cada vez más inquieto y poco
que hacer, Sandino fue más flexible. Gilbert narra que los nicaragüenses en Mérida
“comenzaron por empaparse de sus cosas y a gustarles más, dándose cuenta que por
donde pasaban las atenciones de las merideñas, las absorbían ellos”. Ciertamente
fueron el centro de atención: un contingente, paseándose en las calles armados hasta
los dientes en una ciudad donde los policías apenas portaban armas. Luego apareció
una “Farmacia Sandino” en tanto los dueños de establecimientos de cine anuncia-
ban falsamente la asistencia de Sandino, para asegurar mayores ventas de localidades.
Contando los días que se hicieron semanas, Sandino se entrega de lleno a su
correspondencia ocupándose de responder a la propaganda adversa. Pasaban an-
gustias económicas pero la propaganda adversa decía que Sandino y los suyos se
habían vendido por un millón de pesos para que cesara la lucha en Nicaragua. Que,
a costillas del gobierno, Sandino se daba una vida fastuosa de recluso viviendo en un
hotel de lujo. La propaganda llegaba a las puertas del hotel traslada en la forma de
“información” por oportunistas locales en busca de algunos pesos. Algunos comen-
zaban a plantearle al General salir de aquel confinamiento, si quiera para otro país
para lograr medios. Estaban conscientes de que los combatientes en Nicaragua con-
tinuaban pasando una situación difícil. Unos le insistían al General regresar a Nica-
310
ragua, y otros que fueran a otra parte del mundo y reconcentrarse en tanto cargaban,
“con el agravante de encontrarse gran parte de la gente licenciada y desperdigada en
diferentes países”, refiriéndose a miembros del estado mayor en camino a México o
esperando órdenes en Honduras.
Pero Sandino insistió en esperar y Zepeda le aseguraba que hacía todo lo posible
para asegurar la ansiada entrevista presidencial en la capital. Sandino permaneció
recluido dedicado a la correspondencia y a la lectura nuevos textos masónicos y es-
piritistas facilitados por las logias locales que visitaba con regularidad, en compañía
de Martí... “La vida de anacoreta que yo llevo, según nuestro enemigos, es algo que
paso a explicarle”– dice en una carta a Alemán Bolaños –“por naturaleza, mi carácter
es retraído, y solamente hablo mucho cuando me tocan la glándula de latinoameri-
canitis aguda que tengo. Ciertamente casi no salgo, pero es porque no necesito salir
y más me gusta estar en mi observatorio, y no que crean que ando explotando la
popularidad. Desde Los Ángeles, California, viene una trama y en ella figura una mu-
chacha gringa que me ha escrito, dándome a entender que está enamorada de mí...”45
Si estaba animado, Sandino salía por la madrugadas a caminar largamente por la
ciudad, siempre con sus botas de montar. Charlaba improvisadamente con la gente
y en particular con los dueños de taxis. Escribió para la prensa local y se reunía con
intelectuales y dirigentes del Partido Socialista del Sureste (fundado por Carrillo
Puerto). A los medios decía que continuaba dirigiendo actividades militares, aparte
de mantener correspondencia con una gran cantidad de simpatizantes, personalida-
des y gobiernos. Sin embargo, guardaba las apariencias de cara a los compromisos
asumidos con el gobierno de mantener un bajo perfil –a veces simulaba interesarse
en la oferta de exilio permanente y decía que exploraba dedicarse a las labores agrí-
colas, sin aclarar si aquello sería temporal, o permanente46.
cabo... Si a base de eso no consigo nada, prefiero regresar a las Segovias y continuar
defendiendo a sombrerazos y escupitazos [sic] la integridad de nuestra soberanía”.
Días después vuelve a escribir: “Estaba propuesto para salir para nuestros cam-
pamentos en esta semana, pero como hasta hoy no hemos encontrado ni medio
centavo partido por la mitad, ni un cartucho de pistola para la causa de la libertad
de Nicaragua, tendré que retrasarme un poco, siquiera para mientras recibo algunas
contestaciones que juzgo de esperanza para nuestra lucha”.
Lo más angustioso era la situación económica. Sin dinero para pagar la pen-
sión, Sandino tuvo que recurrir al líder obrerista Anacleto Solís, quien también les
dio techo y alimentos –al crédito– por un mes. Por ineptitud o adrede, el gobierno
mexicano mantuvo a Sandino al borde de la asfixia económica. La noche del 27 de
julio de 1929, Sandino visitaba a Manuel Arriaga, representante del Ejecutivo Fede-
ral ante la Cooperativa Henequenera de Yucatán, para tratar asuntos de “carácter
extraordinario y urgente”. El problema económico se agravó porque ya se encontra-
ba en Mérida la totalidad del resto de miembros del estado mayor quienes, a cuenta
gotas, fueron llegando a esa ciudad conforme instrucciones escritas de Sandino. A
Díaz todavía le llegó una contraorden de quedarse en Tegucigalpa, pero los otros
arribaban desharrapados a Mérida47.
También instruyó en igual sentido a Zepeda en la capital. La doble gestión
surtió efecto porque el 29 de julio Portes Gil escribe a Arriaga retirar dos mil pesos
mensuales de la Oficina Federal de Hacienda en Mérida para hacérselos llegar a San-
dino. Evidentemente, Portes Gil prefirió que la firma registrando el recibo no fuera
la de Sandino. La mitad de lo prometido se perdía en el trayecto llegando únicamente
mil pesos. Arriaga informó a Sandino que contaba con instrucciones de la presiden-
cia de entregarle la suma de mil pesos cada mes. Sandino se sorprendió porque se
había acordado una mensualidad de dos mil. Indignado, el General ordeno hacer los
preparativos para salir de México desde el pequeño puerto de El Cuyo utilizando
para ello el dinero entregado. A los pocos días, sin embargo, el plan se suspende:
Sandino recibió un telegrama del General José León Díaz en el que, conforme ór-
denes impartidas por Sandino a su salida de México, reportaba estar en Tegucigalpa
con las fuerzas a su mando pero en condiciones de mendigos. Sufrían hambre, pe-
nurias y humillaciones bajo la estrecha vigilancia de los militares hondureños. De los
diez mil dólares solicitados por Sandino para el traslado de 30 miembros del estado,
sólo había recibido la mitad. En un “memorándum confidencial”, Zepeda envió a
la presidencia mexicana la lista de los oficiales del EDSNN señalados por Sandino
“que puede ser que lleguen” bajo el mando del General Colindres. El permiso fue
concedido con sospechosa celeridad: entre menos oficiales sandinistas en Nicaragua
y más en México, tanto mejor para Estados Unidos.
312
todas las facilidades ofrecidas para el viaje –seguridad, transporte, coordinación con
las autoridades locales, dinero, trenes especiales, atenciones, escoltas, etc.– formaba
parte de un plan siniestro concebido por Estados Unidos para apuntalar a Moncada
y terminar política y militarmente con Sandino. La interpretación no andaba lejos de
la verdad, y pudo haber sido compartida en el fondo por Sandino, pero el General
no quiso adversar abiertamente al gobierno, al menos mientras estuviera en territo-
rio mexicano y entretuviera la posibilidad de un apoyo. Por lo demás, denunciar a
Portes Gil significaba romper también con Zepeda, quien a veces parecía estar más
solicito con la jefatura oficial mexicana que con la jefatura del EDSNN. El doctor
no perdía la esperanza de llegar a ser presidente de Nicaragua con el apoyo conjunto
de México y del mismo Sandino49.
Al recibir el telegrama, Zepeda lo hizo inmediatamente del conocimiento de la
presidencia. Los norteamericanos ya estaban enterados del plan de escape. El 4 de
diciembre, el embajador Morrow había vuelto a demandar al gobierno mexicano
impedir el regreso de Sandino a Nicaragua. Portes Gil, pidió entonces a Zepeda
desplazarse de inmediato a Yucatán suministrándole un avión del gobierno para
trasladarlo. Zepeda envía un telegrama urgente a Sandino rogándole se detuviera
y aguardar su llegada para transmitirle un mensaje del presidente. En el trayecto, la
avioneta sufrió un desperfecto mecánico y por poco cae en la bahía de Campeche.
Gilbert y Ardila Gómez, todavía en Mérida cerrando detalles de la partida de Sandi-
no, se sorprendieron por la súbdita llegada de Zepeda y le informan que Sandino se
encontraba ya en El Cuyo viviendo en una pensión paupérrima mientras hacía los
preparativos para embarcar con todos los suyos. Zepeda pide entonces al teniente
Ardila Gómez alcanzar a Sandino en El Cuyo y trasladarse a la ciudad de Tizimin
para reunión con Zepeda quien, acompañado de. Gilbert, toma el tren a aquella
localidad50.
Zepeda y Sandino se encontraron en el poblado de Tizimin, a 72 kilómetros de
El Cuyo. Sin duda Sandino esperaba contar con la buena noticia confirmando su
viaje a la capital mexicana: “supuesto que algo bueno debería usted traernos y que es-
tábamos obligados a escoger el mal menor”. Pero no fue más que “un alegrón de bu-
rro”, porque Zepeda no hizo más que transmitir y defender los pretextos de Portes
Gil: las elecciones presidenciales de noviembre (en la que Vasconcelos figuraba como
candidato opositor al régimen). Zepeda informó a Sandino que el presidente no sabía
de los problemas económicos –lo cual no era cierto– pero prometía resolverlos.
Gil le era posible resolver el asunto, o sea que este Gobierno pudiera prestar ayuda
en la lucha que sostenemos con la piratería yanqui en Nicaragua”51.
Sandino entendió que se trataba de un plan “temporal” y no permanente de re-
sidencia en la hacienda, y que el gobierno no podía “resolver” el asunto de armas, en
tanto no resolvieran complicaciones derivadas del cambio de mando en el gobierno.
En realidad, era Calles el que seguía en el poder y quien, en los afamados desayunos
llamados “ham and eggs” (huevos con jamón) con Morrow, habrá tramado para
impedir la salida de Sandino mediante promesas y engaños. Los norteamericanos es-
taban al tanto de todo lo que sucedía por medio de su agente en el propio despacho
presidencial. Ya circulaban rumores que el gobierno de Estados Unidos ofrecería
los 60,000 dólares para ser entregados a Sandino y su grupo por medio de Zepeda
para la compra de una hacienda en Yucatán para que “se dedicara a la agricultura”52.
Zepeda y Sandino decidieron entonces visitar la propiedad, la hacienda “Santa
Cruz” en la alejada zona de Espita en Yucatán. Hubiera sido difícil encontrar un
lugar más aislado de la política en todo el territorio mexicano y, por ende, sitio ideal
para confinar a Sandino. Al llegar a la hacienda, Sandino se entera que la propiedad
estaba en venta y no, como él creía, ya a la disposición del contingente sandinista
errante en el desierto yucateco. “Todo aquello me dio olor a fatalidad”, diría poste-
riormente en una carta.
No le fallaba el instinto a Sandino porque la “fatalidad” hizo que, en las pocas
horas que estuvo en Espita, apareciera como asunto de magia un periodista del
Diario de Yucatán. ¿Casualidad o enviado para ayudar a comprometer a Sandino a
radicarse “definitivamente” en aquella hacienda, tal como lo proponía Portes Gil y
posiblemente Zepeda, obedeciendo la orden norteamericana? Entre la espada y la
pared, Sandino no quiso enviar al mundo el mensaje anhelado por los norteameri-
canos que desmoralizaría a sus soldados en Nicaragua–el mensaje que abandonaba
la lucha en Nicaragua para volverse productor de henequén en Yucatán. Pero sintió
que “era fuerza decirle algo” al periodista, manifestando cuidadosamente que, en
efecto, los sandinistas se dedicarían al trabajo agrícola “para mientras reanudábamos
nuestra acción armada en Nicaragua... Con aquellas palabras sacrificaba mi propia
intención, pero era fuerza hacerlo así para conseguir el fin que nos proponíamos,
que era la reanudación de la lucha, sobre una base internacional sólida y por tanto
segura en beneficios para nuestros pueblos indohispanos”53.
Resulta que, a espaldas de Sandino, el plan de radicarlo permanentemente en
“Santa Cruz” venía siendo fraguado desde meses atrás: un darán en el que Pedro
Zepeda pudo haber sido asignado para jugar un papel. Ello puede explicar la diver-
gencia entre la versión de Sandino y la de Gilbert, relativa a la presunta adquisición
de la hacienda y si efectivamente el dinero estaba listo para adquirirla. Pero el finan-
315
todos ellos a Nicaragua. “Sin un centavo”, dijo Sandino, debió recurrir a los sindica-
tos y al líder obrerista Anacleto Solís, para lograr alimentación “fiada por un mes” y
alojamiento en condiciones difíciles en su casa. Al poco tiempo, el gobierno federal
envió con Arriaga otros dos mil pesos.: “con esa suma nos hemos provisto de ropa,
alimentación, los aquí reunidos en las mismas montañas segovianas, todo por falta
de formalidad de las personas llamadas a remediarlo. ¿Qué ocurrió? ¿Para qué tantos
disimulos? No lo sabemos y creemos que ni usted [Zepeda] mismo lo sabe, pero ha
estado, y está en la obligación de saberlo”.
Ya para inicios de enero, los acompañantes de Sandino estaban al borde de la
insurrección. Martí y García Salgado –afiliados del Partido Comunista Mexicano–
fueron quienes más protestaban por la penosa situación política y logística en que se
encontraban. Culparon a Zepeda, a Paredes y por supuesto a Portes Gil y los yanquis
por todo lo que ocurría, e indirectamente a Sandino, por no querer ver la realidad de
las cosas. El General entonces se sintió obligado a convocar formalmente a todos
los jefes y oficiales presentes en Mérida para discutir a fondo la situación en que se
encontraban, y tomar resoluciones al respecto. La reunión se dio el 2 de enero de
1930 y tras arduas discusiones, los participantes adoptaron resoluciones especificas,
entre ellas, la de enviar protesta formal tanto a Portes Gil como al presidente–electo
Pascual Ortiz Rubio, por sus declaraciones “coquetas” con el gobierno de Washin-
gton. Resolvieron también criticar de manera enérgica a Pedro J. Zepeda, por su
incorrecta apreciación del carácter político del gobierno mexicano.
Algunos demandaron la cabeza de Zepeda, pero otros argumentaron que si
renunciaba se perdía el vínculo con el gobierno mexicano sobre el cual continua-
ba dependiendo financieramente y para su seguridad. Sandino evidentemente logró
persuadirles mezclar la cal con la arena–reiterar la confianza en Zepeda, comunicán-
dole también que no sería aceptada su renuncia “mientras exista uno de los miem-
bros de nuestro Ejército en territorio mexicano y que maquiavélicamente se le haya
hecho llegar aquí”. Resuelven, asimismo, orientar a Zepeda gestionar “con personas,
o instituciones de nuestra Causa, y que lo sean indohispanas, la cantidad de diez mil
pesos mexicanos para regresarnos todos los aquí presentes a las Segovias”57.
En la carta a Zepeda el General pregunta “¿Qué ocurrió? ¿Para qué tantos disi-
mulos? ¿Seremos, efectivamente, víctimas de una traición?... No los sabemos y cree-
mos que ni usted mismo lo sabe, pero ha estado y está en la obligación de saberlo”.
Sandino, entonces, le comunica la resolución tomada por el General y sus oficiales
de reiterar su “absoluta confianza” y poder de representación en Zepeda. En el
fondo, Sandino no quiere perder a Zepeda pero debe reflejar también el ánimo de
sus acompañantes. Al fin y al cabo, Zepeda había sido el interlocutor indispensable
de Calles con Sacasa para el traslado de armas y equipo a Nicaragua en 1926. En la
misma resolución se establece “no solidarizarse” con la política del presidente electo
318
Pascual Ortiz Rubio, “ya que se le ha visto a este señor coquetear con el Gobierno
yanqui, enemigo común de nuestros pueblos indohispanos; se considera indigna la
acción del Ingeniero Ortiz Rubio”. A ello se agregaba pensar que el nuevo gobierno
mexicano de reconocería al gobierno de Moncada, que no sería el caso. Pide a Ze-
peda conseguir el dinero necesario para viajar de regreso a las Segovias, “único lugar
que nos corresponde como a hombres libres y de honor”. Resuelven también “arro-
jar al Gobierno mexicano la responsabilidad de las consecuencias que haya sobreve-
nido a nuestro Ejército desde el primero de junio de 1929, hasta el día en que tenga
lugar el reingreso del suscrito Jefe Supremo del Ejército Defensor de la Soberanía
Nacional de Nicaragua”. Sandino, el “huésped de honor” del gobierno mexicano,
finalmente parecía llegar a la conclusión de que “maquiavélicamente” se les había
engañado para viajar a México. Sin embargo, todavía, faltaba otro episodio58.
XIV
dino fue obligado a ponerse de pie en varios momentos y dirigir un saludo discreto
a la audiencia ofreciendo algunas palabras relativas a la unidad latinoamericana. La
audiencia exigió entonces la entonación de las canciones del EDSNN y no permitió
que la obra siguiera hasta que apareció un actor y prometió que la canción se daría
más tarde. La muchedumbre no dejaba de gritar “Abajo los yanquis”7.
En las pocas semanas de permanencia en la capital y a pesar del clima político,
la izquierda artística y literaria acogió a Sandino, convirtiéndolo en una especie de
vedette, invitándole a cenas y pequeñas tertulias. Una cena en casa del diplomático
y escritor Isidro Favela fue abruptamente terminada por Sandino al darse cuenta
que uno de sus interlocutores era norteamericano. Sandino sin duda estuvo más a
gusto entre sus simpatizantes de izquierda miembros del MAFUENIC y la Liga.
Entre ellos, Diego Rivera, David Alfaro Sequeiros, Frida Kahlo creadores artísticos
y militantes. Pudo conocer al misterioso escritor alemán B. Traven, quien salió de su
anonimidad acostumbrada para conocer a Sandino, platicando amenamente sobre
sus experiencias en los campos petroleros de Tampico y lo duro de aquellas con-
diciones. Hubo otra reunión social en el apartamento de Tina Modotti, fotógrafa
italiana y militante del MAFUENIC. Según un testigo, Tina, todavía afectada por
el asesinato de su amado Julio Antonio Mella, pidió a Sandino que le diera permiso
para acompañarlo a sus montañas. “Y ¿qué quiere hacer Tina en las Segovias?”,
preguntó Sandino, a lo que Tina habrá respondido servir como fotógrafa e incluso
como soldado. Sandino aparentemente logró convencerla que para una mujer euro-
pea, sería imposible vivir en su ejército, fuera como fotógrafa o combatiente8.
El renombrado escritor peruano César Falcón, simpatizante de Sandino, recuer-
da haberle escuchado en una de aquellas reuniones: “es imposible una caricatura de
este hombre que no tiene un sólo rasgo característico. De baja estatura... delgado sin
ser flaco, nervudo, diríase que todo es músculos. Su rostro es seco, duro, desteñido,
uno de esos trapos que se han secado mucho tiempo al sol; pudiéramos decir que la
intemperie en que le han obligado a vivir los aviones yanquis, ha desteñido su rostro...
No sabe sonreír, aunque ríe a menudo: es entonces cuando sus ojos adquieren cierto
brillo, pero su cara queda seria; solamente su boca ríe... Cuando habla, sus manos, su
patria y su corazón no tienen un momento de reposo. No nos dirá jamás los yanquis o
los americanos; dirá ‘el gringo’, como los españoles decían ‘el moro’. ‘No abandonaré
mis montañas mientras quede un gringo en Nicaragua; no abandonaré mi lucha mien-
tras falte a mi pueblo un Derecho por enderezar. Mi causa es la causa de mi pueblo, la
causa de América, la causa de todos los pueblos oprimidos’. Aunque no sabe hablar, es
expresivo, fogoso, dice todo lo que siente, algunas veces hasta lo que no siente (pues,
como buen americano, es muy nicaragüense); es el tipo del criollo ciento por ciento,
hablador, en general un poquito fanfarrón... en su rostro no vi nada que revelara la for-
324
midable energía de este incasable luchador; todo el peso de su fama sólo le ha hecho
engolar la voz; después es un hombre sencillo, natural, un verdadero criollo”9.
Mientras tanto, los medios de prensa nacional y extranjera especulaban furiosa-
mente sobre las actividades de aquel Sandino suelto en la capital mexicana. “¿Cuál
es el carácter de su misión en México? ¿Qué tantos seguidores tiene? ¿Regresará a
Nicaragua? ¿Cuál es la fuente de su ingreso? Son preguntas que muchos hacen,”
señalaba el corresponsal del New York Evening Post. Se trataba de un “hombre
misterio” anunciando su eminente regreso a Nicaragua y que “ningún gringo me lo
va a impedir... Este pequeño líder guerrillero centroamericano con cara de inocente
está tan envuelto en una manta de misterio y llama tanto la atención como para que
muchos estudiantes mexicanos se conviertan en simpatizantes de Sandino”. Junto a
las alabanzas, las infamias y la intriga, cuentos de fondos norteamericanos, de tierras
y vida llena de lujos de parte de alguien cuya figura y lucha había perdido sentido,
dijeron los reportajes que incorporaban los comentarios anónimos de fuentes vincu-
ladas a la embajada norteamericana. Y, por otro lado, embusteros como Julio César
Rivas quien se hacía pasar por representante de Sandino, contando fantasías sobre la
guerra en teatros repletos de simpatizantes, agasajado por periodistas y amigos de la
causa, recorriendo el continente sudamericano y aprovechando su condición de ma-
són para recolectar fondos a nombre de Sandino que nunca llegaron a Nicaragua10.
siempre desde la capital mexicana. Fue entonces también que la IC decidió enviar
a tres de sus mejores cuadros latinoamericanos, todos internacionalistas decididos,
probados ideológica, política y hasta militarmente: el venezolano Gustavo Machado
Morales, el salvadoreño Augustín Farabundo Martí y otro venezolano Carlos Aponte.
Sandino trató de aprovechar la visita a la capital mexicana para limar las aspere-
zas que se venían acumulando con el movimiento cominternista, siendo la reunión
con Portes Gil, el jefe de la represión anticomunista, la gota que derramó el vaso.
Pero ya la relación entre Sandino y los cominternistas estaba minada, en gran medida
atribuible al mismo representante oficial hasta entonces de Sandino y del EDSNN
en México, Gustavo Machado.
Machado salió de las Segovias con el nombramiento de representante de San-
dino en México. Pero, característicamente, Sandino confió más en Machado que
Machado en Sandino. Aquel ideólogo y revolucionario militante internacionalista,
fue el primero de los cominternistas en convencerse, tras semanas de conversacio-
nes con Sandino, que el movimiento sandinista no podía triunfar solo ni en el plano
nacional ni internacional. En lo doméstico, porque hacía falta una alianza clasista
con el proletariado nicaragüense y mundial apegado a la creación de un Partido
Comunista –lo que habían enunciado antes los combatientes segovianos. Y en lo
internacional, Sandino debía seguir luchando, incluso más allá de la desocupación
militar estadounidense, mientras fuera reforzado por la aparición de estallidos revo-
lucionarios en otras partes del continente contando con el apoyo de las estructuras
mundiales cominternistas.
Machado y sus compañeros, por ende, no entendieron, o no quisieron entender,
porqué Sandino continuaba buscando alianzas internas con sectores de la burguesía
nicaragüense o porqué contaba con un escritor “burgués” como Froylán Turcios
como su principal representante en el exterior. Sandino trató de explicar el contexto
en que luchaba y la importancia de contar con un frente de apoyo lo más amplio
posible, dentro del cometido antiimperialista. Otra cosa eran sus propias inclina-
ciones ideológicas producto de su aprendizaje sindical mexicano, lo cual le permitía
compartir muchas de las premisas filosóficas y analíticas de los cominternistas pero
no el intento de imponer su propias recetas programáticas.
Lo que más dolió al PCM fue la decisión inconsulta de Sandino de viajar a
México. Es decir, aceptar ser el “huésped de honor” y pedir armamento del mismo
gobierno que en esa misma coyuntura desataba una represión contra las fuerzas de
izquierda. Los primeros cuestionamientos aparecieron en El Libertador de mayo de
1929 dando a conocer un comunicado de la Liga Antiimperialista titulado “Sandino
parece haber caído en el lazo” diciendo que “si la situación de lucha en Nicaragua
por el aumento de fuerzas de invasión yanqui, así como por la traición de los nati-
vos, [o] la imposibilidad de obtener parque, alimentos, etc... hace imposible por más
326
tiempo la guerra contra el invasor, sólo queda a los miembros del Ejército Liber-
tador una determinación y es, trasladar su acción a otros campos de lucha contra
el imperialismo, sin aceptar ningún compromiso que directa o indirectamente les
propongan los invasores.
Según el PCM, “la lucha contra el imperialismo no podemos concebirla circuns-
crita a un sólo pedazo del territorio de América, ella es continental e internacional.
Perdida una trinchera, hay que construir otra y una salida de Sandino y de los demás
miembros del Ejército con el fin de engrosar las filas antiimperialistas en cualquier
otro lugar del continente, no sería una deserción... Sandino debe permanecer allí [en
Nicaragua] hasta que, imposibilitado de continuar la lucha venga a engrosar nuestras
filas denunciando en todo el continente el salvaje método colonizador del yanqui lla-
mando a las masas a la lucha contra el enemigo común. Toda otra postura sería una
traición a las masas revolucionarias de la América y del mundo entero que han visto
en él un representativo de la lucha que tarde o temprano tendrán todos los pueblos
que llevan a cabo en defensa de su propia soberanía”11.
Sandino se disgustó enormemente con aquella declaración y exigió una discu-
sión a fondo para hacer comprender los motivos que le llevaban a México. Los co-
minternistas insistían en hablar de “tu a tu” con Sandino ya que el General también
debía de escuchar los criterios políticos de quienes organizaban el grueso trabajo de
solidaridad y propaganda. Y estando ya en México, aparece en el siguiente número
de El Libertador, un escrito preguntando qué hacía Sandino en México y cuestio-
nando el propuesto objetivo del mismo. La apelación al gobierno de México y a
los gobiernos en general resultaba netamente contrario al énfasis clasista e interna-
cionalista del PCM, para no mencionar la represión oficial que entonces se ejercía
contra ellos. Asimismo, un editorial de aquel órgano, publicado cuando Sandino ya
estaba en México tildaba de ilusorio el plan de Sandino de impulsar, desde México,
una conferencia intergubernamental continental sobre la construcción del canal por
una entidad latinoamericana que obligaría a Estados Unidos a desistir de su plan de
conquistas imperiales. “Esta ilusión la perderá el General Sandino tan pronto como
constate que el silencio a su carta al presidente Yrigoyen y a los demás presidentes de
la América Latina, agentes serviles del imperialismo, tienen un fundamento político
y económico y no es una descortesía ‘diplomática’. Esperar de los gobiernos de la
América Latina apoyo moral o material para la lucha antiimperialista, es lo mismo
que esperar de la Casa Blanca... no es de ellos de donde se debe esperar el remedio,
siendo una de las causas del mal, sino de otras fuentes, y esas... son las organizacio-
nes obreras, campesinas y de revolucionarios sinceros”12.
Cabe poca duda que Gustavo Machado estaba detrás de los posicionamientos
cada vez más críticos del PCM y de la Liga, donde contaba con significativa influen-
cia. Esto lo confirma su correspondencia privada y la existencia de una carta poste-
327
rior dirigida a Hernán Laborde, Secretario General del Comité Central del PCM: “yo
creo que la situación ha cambiado y que la publicación de las cuentas del MAFUE-
NIC y del original del recibo que yo dejé en México, no entorpecería cualquier ma-
niobra que se intenta hacer con ese tipo... Hoy hace un año... hablamos en reunión
de facción del caso Sandino y su proyectado viaje. Yo recuerdo haber propuesto
DESENMASCARARLO [sic] porque su salida en las condiciones que lo hacía, a es-
paldas del comité MAFUENIC y de acuerdo con el miserable Dr. Zepeda, constituía
ya un comienzo de traición”. Si la carta fue escrita el 19 de abril de 1930 indicando
que “hoy hace un año” Machado había propuesto “desenmascarar” a Sandino, ya
desde entonces Machado estaba minando la apreciación de la lucha nicaragüense en
el seno del PCM, y presumiblemente la Liga y la misma IC13.
Ni Machado ni el PCM perdonaron las declaraciones imprudentes de Sandino
al diario El Dictamen de Veracruz, a finales de septiembre de 1929, indicando que
Machado se había llevado un recibo de mil dólares para solicitar fondos para una
publicación de un folleto que nunca se realizó. Posteriormente, se aclaró el asunto
pero Machado, a partir de entonces, quedó más enemistado con Sandino, sin que
este todavía lo sospechara. El otro punto de discordia fue el nombramiento de Ze-
peda como representante en México anulando la designación de Machado. Zepeda
y Machado se detestaban mutuamente, coincidiendo únicamente al inicio en aras del
apoyo a Sandino. Según Gilbert, Machado continuaba recriminando a Zepeda por
no haber compartido, en 1926, parte del armamento enviado por México a Sacasa
para la lucha contra la dictadura venezolana. A partir de entonces Machado “con los
de su asociación de su mismo principio ideológico, lo tildaron de burgués y lo decla-
raron enemigo” Gilbert acusó a Machado de haber desviado fondos para Venezuela
que fueran recabados para la lucha sandinista.
Meses después, desde París, Machado continuaba insistiendo a Hernán Laborde
al PCM que tomara cartas sobre la acusación pública de Sandino en El Dictamen.
En una comunicación privada de Machado a su amigo Hernán Laborde, Secretario
General del Comité Central del PCM, Machado dijo estar muy ofendido por la acu-
sación de irregularidades financieras, y demandó que el PCM exigiera a “ese tipo”
Sandino una retractación pública “estoy esperando que el organismo ante el cual yo
soy responsable se encargue de poner las cosas en su lugar”14.
En realidad, Sandino ya había sufrido la venganza del grupo de Machado. El 4
de enero de 1930, el órgano internacional de la Internacional Comunista, La Corres-
pondencia Internacional, publicó un artículo titulado “Sandino se pasa al Campo
Imperialista”. Se acusaba a Sandino de haberse vendido por 60,000 dólares a cam-
bio de “desinteresarse en el movimiento revolucionario de Nicaragua y establecer
su residencia en el Estado mexicano de Yucatán”. Lo peor: el artículo citaba como
fuentes a personas vinculadas al MAFUENIC. Para Sandino no podía haber acusa-
328
ción más grave y sentida, por la pureza misma de la causa que defendía y su reiterada
afirmación que no estaban animados por el lucro o el dinero –le llamó “la idealidad”
del EDSNN. Y aunque Machado fue el probable autor, aquella rencilla ya había de-
jado de ser personal porque el PCM de manera directa, y la Liga y la Internacional
Comunista, fueron convencidos por la apreciación de Machado autorizando el uso
de tácticas bien conocidas dentro de la ultraizquierda de ir minando la credibilidad
de adversarios y sentar la base para una ruptura con alguien que Machado ya consi-
deraba encaminado a la “traición”15.
A partir de sus conversaciones con los nicaragüenses solidarios trabajando en el
MAFUENIC, y probablemente con el mismo Dr. Zepeda, Sandino cayó en la cuenta
que la relación con el movimiento cominternista no era lo que creía –una relación de
apoyo: divulgación, movilización, denuncia y recaudación de fondos, todo subordina-
do a la estrategia sandinista. Para ellos, la lucha nicaragüense representaba, ante todo,
una oportunidad de educar y concientizar a las clases subalternas a partir de la lucha
enmarcada dentro del concepto leninista de imperialismo–antiimperialismo contra el
capitalismo mundial. Una agenda lógicamente más universal que la propiamente “na-
cionalista–patriótica” de Sandino, aunque fue el mismo General el primero en insistir
en la importancia de la patria grande y la reforma social.
Instancias como el MAFUENIC cuya razón de ser era Nicaragua, serían sujetos
de aquella tensión, reflejadas también en las diversas oficinas de la Liga Antiimperia-
lista, entre militantes comunistas y colaboradores simpatizantes de Sandino, menos
interesados en la teoría que en ser consecuentes con la causa de Nicaragua. Pero, al
fin y al cabo, quienes siempre controlaron políticamente al MAFUENIC fueron los
cominternistas en su Comité Central. Otro tanto con la sede de la Liga Antiimperia-
lista –aun cuando Sandino fuera nombrado “presidente de Honor” en el Congreso
de Fráncfort– en México, aun cuando oficinas en del LADLA San Salvador y Bogo-
tá predominaba la influencia de liberales nicaragüenses y algunos apristas.
Ciertamente, aquella tensión entre Sandino y el cominternismo exigía un aborda-
je cuidadoso. Tras sus imprudentes declaraciones, Sandino puso de lo suyo pero no
fue correspondido en tanto Machado, Laborde y los sectores más dogmáticos se fue-
ron imponiendo, generando una crisis enorme en el mismo PCM y dentro de aquellas
organizaciones subsidiarias de solidaridad. Situación prevista por Sandino, quien hizo
hasta el último esfuerzo para evitar la ruptura que lo dejara aislado políticamente.
En su extensa carta a Laborde, llena de críticas y aclaraciones, Sandino todavía
trataba de salvar la relación con el PCM y el movimiento comunista internacional.
Exigía que no se le tratara como si fuera alumno y militante subordinado del co-
minternismo –ya que no era él, sino ellos, quienes debían rendir cuentas. Al final
de la carta, sin embargo, reconoció el papel importante que jugaban las estructuras
comunistas por lo que sus explicaciones deben ser vistas como “una satisfacción al
329
en las masas a la vez que no se entendía cómo el mismo gobierno “fascista y agente
del imperialismo de los Estados Unidos” podía estar auspiciando la visita de Sandino,
cuando lo “esperado” era una declaración firme de parte del guerrillero nicaragüense
expresando su solidaridad con los reprimidos y denunciando la política represiva del
gobierno, cuando no su identificación con los postulados de la revolución mundial.“
Sin haber contado con suficiente asesoramiento –o mal asesorado por Zepeda, quien
veía al gobierno color rosa– Sandino terminó emprendiendo el viaje en el peor mo-
mento posible. Nadie lo expresó de esta manera pero para los marxistas estalinistas
llegaban a la conclusión de que el EDSNN cambiaba de línea o cambiaba de líder.
crítica que Sandino hiciera a Gustavo Machado por mal desempeño y mal manejo
de fondos y recibos; d) la exigencia que Sandino saliera de México si no de regre-
so a Nicaragua entonces a una gira internacional bajo los auspicios estrictos de la
Liga Antiimperialista; e) que Sandino, antes de salir de México, refutara el rumor
sobre compromisos asumidos con el gobierno mexicano y con respecto al presunto
soborno recibido de 60,000 dólares, denunciando de paso al gobierno de México
por ser cómplice de Washington para sacar a Sandino de Nicaragua y confinarlo en
Mérida; f) exigencia que Sandino hiciera pública la correspondencia sostenida con
el presidente Emilio Portes Gil y otros funcionarios relativos al viaje. Algunas de
las “demandas” no eran nuevas y en su mayoría ya habían recibido respuesta en la
extensa carta del 2 de enero de 1930 de Sandino a Laborde26.
Sandino por su parte exigió se desmintiera públicamente que el MAFUENIC y
la Liga habían sido las fuentes del rumor sobre el soborno. Sandino habrá quedado
sorprendido por el tono y la arrogancia de las demandas que obedecían más a la
lógica de los conflictos internos del partido que a las relaciones con un aliado. Pero
de los resultados de aquella reunión dependía el futuro de la relación con las estruc-
turas internacionales y los partidos comunistas de la región. El PCM era un punto de
referencia político en la relación de cominternismo mundial: cuando, por ejemplo, la
sección argentina de la Liga declaró su apoyo a la convocatoria de la reunión intergu-
bernamental hecha por Sandino, el Comité Central de la LADLA reprochó desde las
páginas de El Libertador a los “compañeros argentinos de haber sido sorprendidos
en asunto de tan grande importancia y es por ello que aplauden una actitud que en
nada responde a un fin antiimperialista”. Recomendaban consecuentemente rectifi-
car “su error y [que] expliquen a las organizaciones del sur el verdadero significado
de la proposición de Sandino”27.
En la reunión exigieron explicaciones sobre el nombramiento de Zepeda como
representante de Sandino en México e incluso como su candidato a la presidencia.
También demandaron de Sandino una explicación pública sobre la destitución de
Turcios. El objetivo central era forzar a Sandino a fijar posiciones sobre su concep-
ción de la lucha antiimperialista que si no le acercaban suficientemente a las posicio-
nes cominternistas, servirían de base para justificar la finalización del apoyo político
del cominternismo a la figura de Sandino.
Algunos de estos puntos ya habían sido expuestos meses antes en El Libertador
y aunque allí se mantenía una posición de apoyo moral y material a la lucha nicara-
güense, la referencia específica era al “Ejército Libertador” omitiendo el nombre de
Sandino. También figuraron críticas indirectas al modelo de “frente único” defendido
por Sandino: un bloque dentro del cual tuvieran cabida no sólo los sectores populares
sino también los intelectuales, nacionalistas arielistas y sectores de la burguesía. El
Libertador, órgano de la Liga y del MAFUENIC, abogaba por otra versión del frente
338
único “que ya no puede tener sus límites dentro del nacionalismo estrecho y suicida,
sino que debe orientarse hacia una internacionalización revolucionaria, puesto que el
imperialismo es también internacional y es preciso combatirse en todos sus frentes si
en realidad queremos tener una fuerza seria que oponer en su expansión”28.
Las fulminaciones del PCM contra Zepeda y Turcios obedecían a la misma
lógica. Si los únicos aliados con que podía contar Sandino eran las masas revolucio-
narias, entonces para los cominternistas, los interlocutores de la lucha nicaragüense
debían ser personas capaces de estrechar lazos con esas fuerzas organizadas: es decir
representantes de los partidos comunistas, la Liga y el MAFUENIC.
En una carta privada, Laborde exponía su razonamiento maquiavélico: “Las
nominaciones de Zepeda tienen para nosotros más bien una ventaja, y es que el
General Sandino pierda por completo la confianza en las sirenas del imperialismo:
Turcios, Zepeda, etc. Y se convenza más cada día, de que sólo las masas antiimpe-
rialistas son las únicas que pueden apoyarle en su lucha y por consiguiente, que sólo
lo representativo de estas fuerzas, puede a su vez estrechar los lazos entre el Ejército
Liberador y las organizaciones antiimperialistas”29.
El PCM y la IC hacia finales de 1929 todavía se debatían entre tratar de per-
suadir ideológica y políticamente a Sandino o romper con él. No le perdonaban
las declaraciones contra Machado, su lealtad a Zepeda, su prolongada presencia en
México, su discurso arielista percibido como aprista, su estrategia de su lucha y su
concepción del “frente único”. Todo ello, según el PCM, provocaba “confusión
ideológica” entre las filas de los simpatizantes y que algunos fueran más leales a
Sandino que a Moscú.
Pero lo que más les dolió fue la permanencia en México y la consiguiente nega-
tiva de Sandino de condenar la represión gubernamental que sufrían los comunistas.
Quizá consciente de ello Sandino hizo reconocimientos explícitos al papel de los
cominternistas a favor de Nicaragua. Cuando llegó a Mérida, Sandino explicó a un
periodista “nosotros aceptamos la ayuda de cualquiera, sin compromisos de predicar
sus doctrinas. El Partido Comunista de México, es el que más nos ha ayudado; pero
no porque seamos comunistas. A él, como a todos los que nos ayuda, le tenemos
gratitud y debemos corresponder a su actitud después de que hayamos conseguido
lo que ahora perseguimos”. La declaración fue objeto de un reclamo de Gustavo
Alemán Bolaños, amigo de Sandino pero decididamente anticomunista, preocupado
por la imagen de Sandino en los medios derechistas. Fue entonces que Sandino hizo
su tan citada respuesta: “Ni extrema derecha ni extrema izquierda, sino Frente Úni-
co, es nuestro lema. Siendo así, no resulta ilógico que en nuestra lucha procuramos
la cooperación de todas las clases sociales, sin clasificaciones ‘istas’”. Menos citada,
pero igualmente es importante es la explicación que Sandino da a continuación:
“Siendo así, considero muy lógico que nos acuerpen las organizaciones de extrema
339
y mecánico en Nicaragua [¿?] y otros países. Vidali fue de la opinión que los siete
meses de aislamiento en Mérida habían afectado a Sandino –“pese a su autodomi-
nio”– volviéndole nervioso y provocando que hablara con gran énfasis. Y de hecho
en la reunión Sandino fue enfático al reconocer, como lo hiciese anteriormente por
escrito en carta a Laborde, que los comunistas eran quienes más habían apoyado su
causa y resultaron ser “sus mejores amigos”. Aparentemente se desató una discusión
sobre que era el comunismo porque el General –ya bajo la influencia de Trinca-
do– dijo considerarse comunista como Cristo. Lo expuesto por Sormenti refuerza
la impresión de un Sandino transparente en sus opiniones, incluyendo la evidente
incomodidad del líder nicaragüense con las tesis estrechas del tercer período. Tam-
bién había diferencias de análisis sobre el carácter de la relación entre el sandinismo
y el momento político vivido por el movimiento antiimperialista, y sobre la lucha en
América Latina. Un mes antes Sandino señalaba a Laborde: “Deberá pensarse por
las organizaciones antiimperialistas que nosotros tenemos el deber de informarles
detenidamente de nuestra lucha, como hoy lo hacemos a ese Comité Central; pero
igual deben hacer las organizaciones antiimperialistas con nosotros. Las condiciones
de nosotros son muy diferentes a las de las organizaciones antiimperialistas y de una
vez por todas no se nos reconoce ningún derecho por los gobiernos de los países
de la América Latina, fuera del de simples huéspedes y eso se debe a que los ideales
revolucionarios no han triunfado todavía”34.
Aquí Sandino hizo un análisis clasista pero no llegó a las conclusiones ultra-iz-
quierda. No pueden haber sido pensamientos nuevos en tanto formaban parte de
su educación anarcosindicalista –reconoce que las posiciones de los gobiernos, en
efecto, reflejan el balance de fuerzas sociales y, que la fuerza de los sectores popula-
res organizados era todavía insuficiente. Los esquemas son distintos pero Sandino
no los ve incompatibles, a diferencia de los cominternistas quienes en el fondo bus-
can la subordinación política de Sandino y del EDSNN. La divergencia se reduce
fundamentalmente a una cuestión de poder. Ni unos ni otros estaban dispuestos a
ceder, menos aun Sandino quien pudo haber visualizado un intento de arrebatarle la
dirección política del EDSNN y la lucha en Nicaragua.
Lo que más interesaba a Sandino en ese momento era terminar con la calumnia
de los 60 mil dólares. La noticia, publicada en El Universal de México y recogida por
la prensa internacional, agregaba que el PCM, el MAFUENIC y la Liga llevaban a
cabo una investigación añadiendo que “un miembro prominente de estos grupos”
dijo al reportero de El Universal que en sus manos se encontraba una copia del
cheque pagado a Sandino. En su carta pública a Laborde, el General acusaba a los
Estados Unidos de la calumnia pero preguntaba qué estaban haciendo las tres or-
ganizaciones para abrir una investigación al respecto. En tanto la noticia daba por
un hecho que Sandino no regresaba a Nicaragua, la misiva indicaba la necesidad de
341
Salida de México
“En estos momentos hemos organizado el retorno a las Segovias, con la mano
y la conciencia limpias, aun cuando, como usted sabe, los enemigos hayan querido
crucificarnos en el infamante madero de la calumnia. Venceremos cuanto obstáculo
se oponga a nuestra marcha, y llegaremos a nuestro amado campo de lucha de las Se-
347
Sin embargo, la comunicación tiene por objetivo pedir a sus oficiales evitar in-
cendios de las haciendas que las dejan en ruinas visibles para todos. Para “sembrar
el terror”, dice “Bastaría con que los muchachos llevaran desatornilladores, para que
destornillen puertas y ventanas, y las quemen junto con los enseres de lo que haya
necesidad de destruir, como castigo y para sembrar el terror. Este procedimiento es
muy práctico y eficaz, y el bueno que veas de infundirlo a tus lugartenientes. Casas
quemadas quedan a modo de acusación. Casas sin puertas provocan sonrisas y el
castigo queda visible”51.
Decir que sus soldados estaban “fundando la libertad de Nicaragua” indicaría
un pensamiento que va más allá de la simple expulsión de los norteamericanos.
Sandino quizás ya visualizaba su triunfo a partir del hecho que la contienda militar
y política cambiaba a su favor. En Estados Unidos, la opinión pública, los medios
principales e importantes sectores del Congreso mantuvieron su oposición a la pre-
sencia militar en Nicaragua. A la presión política se agregaron las consecuencias
fiscales y presupuestarias de la crisis económica resaltando la carga económica que
representaba la ocupación militar.
Pero el factor decisivo que provocó el cambio en la política norteamericana de-
vino de una acción militar del EDSNN: el 31 de diciembre de 1930, un grupo de 10
marines que reparaban una línea telegráfica cerca de Achuapa fueron emboscados
por un destacamento al mando de Miguel Ángel Ortez muriendo ocho de ellos e hi-
riendo otro. En la legislatura norteamericana, el senador Borah retomó su campaña
para forzar el retiro de las tropas. En febrero el secretario Stimson se vio obligado a
convocar a Washington a la plana mayor militar y diplomática de la misión en Nica-
ragua. El 13 de febrero se ordenó el retiro inmediato de 1,500 marines, acordándose
que para 1 de junio de 1931 únicamente permanecería el batallón de instructores y
aviadores, y que ese restante saldría tras la conclusión de las elecciones nicaragüenses
a finales de 1932. Sin mayor acogida, el General Ben Fuller testificó ante un comité
de la cámara alertando que la Guardia no estaba preparada: “No viene al caso reti-
rar a todos los marines, dejando únicamente a oficiales americanos a cargo de esos
indios, porque se amotinarán muy probablemente y correrían a los oficiales ame-
ricanos. Por lo demás, formar un bueno soldado lleva un bastante tiempo en todo
caso, y en el caso de los nicaragüenses mucho más tiempo todavía”52. En términos
menos racistas, fue el mismo clamor de los políticos nicaragüenses implorando la
reconsideración de la decisión. Sandino en efecto había ganado la partida –a partir
del anuncio todo era asunto de sobrevivir hasta la fecha establecida.
En abril, el secretario Stimson anunciaba que los tropas estadounidenses serían
reconcentradas en Managua y que los inversionistas y propietarios norteamericanos
se abstuvieran de demandar la protección militar norteamericana –la histórica razón
de ser de las intervenciones con lo que se hizo palpable la irónica realidad que los
352
El nacionalismo internacionalista
¿Cómo explicar entonces, durante este mismo periodo, el aparente cambio en el
análisis global y vocabulario político de Sandino? De por medio, muy probablemen-
353
Sandino salió de México avisando a la vez al PCM que no podía seguir esperando
la llegada de los pasajes para viajar a Europa. Ignoraba que aquella “demora” obede-
cía a la decisión de las estructuras cominternistas de romper con él. Sandino incluso
expresó que mantenía su disposición de emprender la gira pero que lo haría partien-
do de Nicaragua. En tanto los cominternistas continuaron exigiendo que Sandino
cumpliera con su promesa de emitir un pronunciamiento contra el régimen mexica-
no, el General consideró que la falta de cumplimiento con respecto a la gira le exo-
neraba de aquel compromiso que en todo caso considera desagradable e innecesario.
Posteriormente los cominternistas adujeron que Sandino había roto los acuer-
dos. Pero no fue el caso: Sandino aceptó la invitación de la Liga pero la misiva for-
mal que solicitó nunca llegó. Prometió hacer las declaraciones referidas pero una vez
que fuera del territorio mexicano donde ya no peligrara la seguridad de su grupo,
pero no había dejado México cuando el PCM emitió su pronunciamiento fulminan-
te. Fue precisamente el 30 de abril de 1930, el último día de la estancia de Sandino,
el PCM terminaba de elaborar el documento de condena que fuera sometido a la
revisión del Buró Regional para el Caribe y el Secretariado Latinoamericano de la
Internacional Comunista.
Hay dos factores que pueden explicar la acción precipitada del PCM. Primero,
el hecho que Sandino regresaba a Nicaragua significó un dilema político grave para
los cominternistas mexicanos: en tanto el General retomaba la lucha antiimperialis-
ta en el terreno a la vez que el PCM emitía una condena, sólo restaba concluir que
los cominternistas y los Estados Unidos ahora coincidían en sus posicionamiento
anti-Sandino.
A menos que el PCM pudiera persuadir al mundo, y cuando menos a su propia
membresía que Sandino ya no libraba una lucha de carácter antiimperialista.
Aun así, el PCM confesaría ante el mundo haber estado equivocado a lo largo
de los años de apoyo entusiasta y dedicado al ejército sandinista. Como también se
habrían equivocado los Congresos Antiimperialistas y hasta de la misma Internacio-
nal Comunista en sus resoluciones de apoyo a Sandino. ¿Cómo era posible que hasta
ahora “descubrieran”: que Sandino no era más que un “ambicioso caudillo pequeño
burgués” que luchaba por la presidencia de Nicaragua? ¿En qué momento preciso
fue que Sandino dejaba de ser un luchador antiimperialista para convertirse en un
caudillo pequeño burgués? ¿Cómo mejor explicar a sus seguidores en el mundo que
ya no se podía seguir confiando en él? Y, sobre todo, ¿cómo era que Estados Unidos
356
de voluntarios combatientes debía ser organizada y vetada, sobre todo por razones
de seguridad. Sandino rehuía ofertas individuales de colaboración que no fueran
avaladas por estructuras confiables y por el mismo Turcios. Se sabía que agentes
norteamericanos pretendían llegar al campamento con la intención de asesinar al
guerrillero de las Segovias2.
El principal biógrafo de Martí, Jorge Arias Gómez explica: “precisa decirse que
‘La Regional’, dentro de su acción antiimperialista, había tomado la decisión de en-
viar a Nicaragua un contingente humano en apoyo de la lucha que libraba el Gene-
ral Sandino contra el agresor yanki. Además, ‘La Regional’ ayudaba, a su paso por
El Salvador, a los latinoamericanos que se dirigían a Nicaragua y, a la vez, recibe a
no pocos heridos de guerra que pasaban con destino a México”. A lo interno de
La Regional trabajaba arduamente un grupo marxista estrechamente vinculado a
la sección salvadoreña de la Liga Antiimperialista, de la que también se ocupaba
Martí, entrando en ocasiones en pugna en tanto el capítulo salvadoreño de aquella
organización fue de los pocos dominado por elementos nacionalistas unionistas ni-
caragüenses y salvadoreños apristas. Sin embargo, “La Regional” fue la precursora
del Partido Comunista del El Salvador fundado en marzo de 19303.
Portando carta de Gustavo Machado del MAFUENIC y la Liga, Martí llegó a las
oficinas de Froylán Turcios en Tegucigalpa para conseguir el aval final indispensable
y junto a ello las facilidades logísticas para llegar a las Segovias. En la carta Martí apa-
recía como delegado del MAFUENIC. El 22 de junio de 1928 Martí hizo su ingreso
al campamento de El Chipotón. Sandino llegó al encuentro de Martí con la mano
extendida. Una biografía de Martí dice que en ese momento “La imagen que se había
creado este [Martí] se deshizo. El General era de mediana estatura, de amplios hom-
bros. Cabellos negros, frente alta, barbilla voluntariosa. Se le veía cansado y soso, los
vivos ojos negros decían que se trataba de un hombre activo, enérgico. Le sentaba
bien el uniforme marrón oscuro, con el cual aparecía apuesto, deportivo”.
–Bienvenido, querido amigo –dijo Sandino– yo sé que Ud. personalmente y la
Liga Antiimperialista que Ud. encabeza han brindado una gran ayuda a mi ejército”.
Martí habrá explicado que no encabezaba la Liga, pero detalló el trabajo que se hacía
en México y El Salvador facilitando el tránsito de enseres hacia y desde Nicaragua, a
través de Honduras. “Así unidos debemos actuar siempre los latinoamericanos –dijo
el General con emoción. Entonces los yanquis no serán temibles para nosotros”.
Sandino a continuación le entregó el juramento del EDSNN indicando que lo
leyera para luego firmarlo. Martí lo leyó dos veces. Al igual que la mayoría de los
voluntarios extranjeros politizados incorporados al EDSNN, a Martí le resultaba
incomprensible el punto del Código militar señalando a Moncada como “desertor”
del Partido Liberal que ahora pasaba a ser representado por el EDSNN. Martí anotó
preguntas: “¿Quién era el tan odiado Moncada?, ¿En qué exactamente consistía la
359
texto de las presiones del PCM sobre Sandino en México, lo personal y lo político
se entrelazan para producir la escisión. Se dieron los encontronazos. Un biógrafo
dice: “Martí, para quien la lucha proletaria antiimperialista se convirtió en la finalidad
de toda su vida, pudo haber intentado atraer hacia la gran causa del comunismo a
Sandino, inculcarle la idea de que con la expulsión de los usurpadores del territo-
rio de Nicaragua la lucha no terminaba. Todo pudo ocurrir. Indudablemente, ellos
conversaron, discutieron sobre estos temas. Los testigos afirman que durante esas
discusiones Martí a veces no se detenía a buscar las expresiones más cuidadosas”8. Y
en efecto al fogoso Martí se le llegó a acusar de irrespeto al Jefe Supremo.
Otro biógrafo de Martí, Arias Gómez advierte, “debemos tomar en considera-
ción el papel de revolucionario comunista que Agustín Farabundo Martí desempe-
ñara. Como incasable agitador, tenaz e irreductible en sus propósitos y que hizo de
la lucha proletaria y antiimperialista un apostolado, resulta imposible imaginar que
en Martí está ausente su anhelo de atraer a Sandino a la causa del comunismo, pero
que tales anhelos resultaron totalmente fallidos”9.
Ambos irónicamente se consideraron “comunistas”, cada cual según su interpre-
tación: Sandino con una visión más cooperativista y “utópica” si se quiere, y Martí de
estricta adhesión marxista-leninista y por ende “materialista”. Ambos eran de izquier-
da y ambos compartían la crítica marxista del papel del capital –y Sandino en un mo-
mento repitió el enunciado de Lenin sobre el imperialismo como etapa superior del ca-
pitalismo y reconoce el papel de vanguardia jugado por el PCM. Compartían la visión
redentora de la clase trabajadora y la necesidad de la revolución proletaria mundial.
Lamentablemente la historia ha hecho caso omiso al análisis de estas afinidades:
“comunistas” y “anticomunistas” enlistaron a uno y a otro en sus respectivas causas,
al punto se sospecha, de falsamente atribuir expresiones a los protagonistas.
en los medios para llegar hacia esa meta, resultando inaceptable para Sandino la
dictadura del proletariado. Un testimonio que hace a un periodista en 1933 se dice
que “Sandino, que tiene sus ideas sobre el socialismo definidas, pero que no cree
en ninguna clase de reforma en base a la opresión de la libertad, rechazó las con-
tinuas insinuaciones del leader salvadoreño”. En esa misma conversación, Sandino
habla de quienes trataron de influenciarle ideológicamente –desde los apristas hasta
los cuákeros–incluye a Martí, “el propagandista del comunismo, [quien] vio que no
podía vencer en su programa y se retiró”, le dice a Belausteguigoitia. ¿Retirado por
órdenes del PCM o separado por Sandino?: “tuve que expulsarle del ejército por
haberme querido enmarañar, en México, en un enredo con los comunistas que me
costó muchos dolores de cabeza”, dijo después Sandino, pero el “enredo” no fue de
Martí sino de “los comunistas” quienes buscaron la manera de mantener a Martí en
las filas del EDSNN y como su representante ante Sandino; Martí deja de formar
parte formal del EDSNN cuando es nombrado representante del PCM ante EDS-
NN, lo cual no fue aceptado por Sandino quien insistió en que el nombramiento
fuera ante la Jefatura, seguramente para cerrarle el paso a toda incidencia directa
de Martí y el PCM sobre el EDSNN obviando a Sandino. El PCM aceptó la nueva
formulación pero luego vino un altercado y la expulsión formal de Martí, lo cual fue
la gota que rebasó el vaso del PCM. Fue entonces que Laborde escribió a las estruc-
turas de la Comintern aduciendo que tras la expulsión de Martí del EDSNN, sólo
cabía el rompimiento público con Sandino11.
Las personalidades no ayudaron: ambos podían ser tercos y temperamentales.
Se habla en ocasionales hasta de exceso de copas por parte de Martí, lo cual siempre
fue mal visto por el General, y hasta de exabruptos pistola en mano cuando en Mé-
xico, hacia finales de la relación, Martí sufría una presunta crisis nerviosa.
¿Habrá jugado un papel el sentir “materialista” de Martí frente a las inclinacio-
nes espiritistas de Sandino? Aunque no debe presumirse, sin embargo, que por “co-
minternista” Martí no compartiera aquel interés por lo esotérico. Existe evidencia
incluso que Martí y Sandino compartieran creencias masónicas acudiendo ambos a
actividades y ceremonias de Logia de Mérida. Algunos, por el contrario, aducen que
las creencias espiritistas de Sandino jugaron su parte en la ruptura con Martí. Eso es
difícil de comprobar aunque partidarios de esta tesis suelen citar una carta, cuyo ori-
ginal nadie conoce, en que Sandino supuestamente explica a sus correligionarios es-
piritistas en México estar cumpliendo con sus “orientaciones” de enfrentar a Martí.
Se trata de una carta de Sandino dirigida a uno de sus maestros espiritistas, Francisco
Vera, con fecha 23 de abril de 1930, en la que Sandino dice: “Sobre el caso del ex
compañero Martí, debo manifestarle que todo se efectuó tal como a esa cátedra me
fue avisado con anterioridad, lo cual debe tomarse en cuenta para que se tenga en el
lugar que le corresponde a tal elemento que trató de perjudicarnos lo más posible”.
364
año en que Sandino hizo esfuerzos por llegar a la opinión pública nicaragüense,
teniendo en cuenta que ser comunista era para entonces ilegal, pero sin caer en un
anticomunismo vulgar. Porque al fin y al cabo Sandino continuó considerándose
“comunista” dentro del marco de la “comuna de amor y de ley” predicada por Joa-
quín Trincado. En consonancia con el pensamiento anarcosindical, Sandino siguió
pensando que el objetivo del comunismo no era la toma del poder sino garantizar la
libertad personal y social de las personas en un país libre. Quizá un asunto más de
método que de objetivo15.
Sandino no responsabilizó a Martí ni al movimiento cominternista de la esci-
sión, sino al propio liderazgo del Partido Comunista Mexicano haciendo una se-
paración un tanto forzada entre cada parte. La hostilidad se mantuvo y el General
llegó mirar con suspicacia los esfuerzos del PCM de incidir en los círculos sindicales
en Nicaragua e incluso de infiltrar las filas del EDSNN, enviando al mismo Martí y
otros cuadros profesionales en misiones clandestinas a Nicaragua.
Se agudizaron las diferencias. Y es en ese contexto que también aparece la tan
citada referencia a Martí (en la entrevista con Belausteguigoitia en 1933) que no
siempre ha sido valorada en su contexto real. En primer lugar la pregunta formulada
por Belausteguigoitia ya es tendenciosa: “Se ha dicho en ocasiones que su rebelión
tenía un marcado carácter social. Hasta se les había tildado de comunistas. Entiendo
que este último dictado ha obedecido a una propaganda tendenciosa y de descrédito.
¿Pero no hay programa social?” La frecuentemente citada respuesta de Sandino es
confusa porque primero dice que “en distintas ocasiones se ha tratado torcer este
movimiento de defensa nacional, convirtiéndolo en una lucha de carácter más bien
social. Yo me he opuesto con todas mis fuerzas”.
Es decir, convertir la guerra nacional contra la intervención militar en guerra
de clases, lo cual para Sandino no correspondía a las condiciones sociales y políticas
de Nicaragua toda vez que el proletariado era débil y las divisiones en el seno de la
burguesía liberal eran aprovechables para la causa. Belausteguigoitia indirectamente
señaló que el ideario social se inclinaba por la pauta libertaria anarcosindicalista que le
hizo diferir de Martí: “Sandino, que tiene sus ideas sociales definidas, pero que no cree
en ninguna clase de reforma en base a la opresión de la libertad, rechazó las continuas
insinuaciones del líder salvadoreño, y este terminó abandonando las filas de Sandino”.
En algunas ocasiones, Sandino magnificó aquellas diferencias, pero en otras
subrayó las afinidades. “Realmente, yo nunca tuve ninguna disputa ideológica con
él, [Martí] –dice Sandino a Nicolás Arrieta en 1933– pero por su rebeldía no supo
comprender las limitaciones de mi misión a México, ni su categoría de subordinado.
Antes de ser fusilado vivó al comunismo internacional y dijo que antes de morir,
aunque había sido expulsado de su ejército, quería morir gritando: ¡Qué viva el Ge-
366
neral Sandino!”. Tres meses antes de morir, Sandino recuerda con cordura: “Su en-
tusiasmo y buena fe me dejaron una viva impresión y mucho lamenté su muerte”16.
Otra expresión de Sandino sobre Martí fue recogida por Salvador Calderón
Ramírez y Carlos Fonseca al subrayar la cercanía tanto política como personal de la
relación: “Nos separamos colmados de tristeza y en la mayor armonía, como dos
hermanos que se quieren, pero que no pueden comprenderse”. Lo cual denota un
sentimiento de respeto y de admiración mutua, a pesar de las diferencias.
En la versión del biógrafo Arias Gómez, Martí antes de morir recordó a San-
dino de manera afectuosa: “Parte de ese lapso breve de vida que le queda, Martí lo
destina para recordar la figura del General Sandino, explicando que su separación
del gran guerrillero estuvo impulsada por el hecho de que Sandino entró en relación
con el ex presidente de México, señor Emilio Portes Gil y, posteriormente, con el
sucesor de este, a los cuales califica de agentes del imperialismo. [Sandino nunca
tuvo comunicación con Pascual Ortiz Rubio en quien dijo no confiar]... por eso me
separé de Sandino... En ese tiempo yo era comunista, comprendí que Sandino ni
entonces ni después sería comunista”17. Al menos no comunista dentro de las doc-
trinas imperantes de la Internacional Comunista.
Se dice que Farabundo, poco antes de morir, escribió o dijo lo siguiente: “Doy
testimonio ahora de la entereza moral, de la pureza absoluta del General Sandino.
Me consta que en México recibió ofertas repetidas de considerables sumas de di-
nero, con tal de que abandonara su lucha en las Segovias y que esas ofertas fueron
rechazadas por el General con la más noble indignación. Mi rompimiento con San-
dino no provino, como se dijo alguna vez, de divergencia en principios morales o
por normas opuestas de conducta. Me negué a seguirle nuevamente a las Segovias
porque él no quiso abrazar el programa comunista que yo defendía. Su bandera era
sólo la independencia y no perseguía fines de rebelión social... Y ya para morir, a dos
pasos de la ejecución, declaro solemnemente que el General Sandino es el primer
patriota del mundo”. La declaración causó un gran revuelo y fue utilizada para con-
trarrestar la propaganda cominternista18.
Escribió Cerdas Cruz, “al fracaso intento de trasformar la lucha nacional-li-
beradora de Sandino en revolución social, siguió el intento de la Internacional Co-
munista de transformar una insurrección indígena y campesina [en El Salvador] en
revolución soviética. A la llamada traición de Sandino, que Martí desmentiría gallar-
damente en su condición personal frente al pelotón de fusilamiento, siguió el asalto
revolucionario al poder en El Salvador”19.
Sandino dio su versión: “Estaba de acuerdo con todas sus ideas... pero le expli-
caba que por el momento no era eso lo que cabía y que mi lucha debía seguir siendo
nacionalista y antiimperialista. Le explicaba que lo primero era defender al pueblo
nicaragüense de la guerra imperialista, librarlo de ella, echando de nuestros suelos
367
a esos perros, a las compañías yanquis, y que el siguiente paso era organizar a los
obreros”. Con esas palabras Sandino da fe del avance en su formación y claramente
haber trascendido concepciones estrechas nacionalista o patriotera de antiimperia-
lismo, para pasar a un entendimiento más estructural del fenómeno imperialista (la
ocupación económica, punto recalcado en la propuesta de paz con Sacasa). Hay
otra visión hacia el futuro que pasa ciertamente por la organización sindical y hasta
política de la clase trabajadora y de la política estatal, procurando cambiar la política
nicaragüense tras la salida de los marines20.
pequeños burgueses... La falta que vosotros habéis cometido con Sandino en el pasado
y en la conversación con él, fue la de representarlo como un jefe susceptible de desa-
rrollar la lucha hasta su fin y de instaurar un verdadero gobierno obrero y campesino
en Nicaragua, de querer que él actuara como un comunista, haciendo declaraciones
contra el gobierno mexicano, en una palabra, que él desarrollara una política comu-
nista revolucionaria consecuente, en vez de considerarlo como lo que es y lo que será:
un caudillo liberal que trata de llegar al poder y que, para realizarlo, debe emprender la
lucha armada contra el imperialismo yanqui, actuales agentes en Nicaragua.
Sandino, a pesar de haber roto los tratados que tenía firmados con nosotros,
aceptaba las armas del gobierno mexicano para volver a Nicaragua y recomenzar la
lucha contra la marina yanqui y las tropas del gobierno nicaragüense, juguete de Was-
hington. Los telegramas recibidos los últimos días muestran que lucha con las armas
en la mano. En estas condiciones, abrir una campaña contra él porque destituyó a su
secretario comunista [Martí] y rompió con nosotros es una falta grave, una traición
directa a la lucha revolucionaria antiimperialista; es hacerle el juego al imperialismo
yanqui. Si el PC de Estados Unidos... renuncia a desarrollar la más activa campaña a
favor de Sandino en los EE.UU mismos; será tanto como poner bajo una máscara
de puritanismo revolucionario, la traición a su deber más elemental y ponerse, por
su silencio, al servicio del gobierno imperialista de Washington. Sandino lucha con
las armas en la mano, debe recibir el apoyo de todos los comunistas y de todos los
trabajadores en su lucha contra el imperialismo yanqui.
...Nosotros debemos apoyar y, no obstante, criticar, comprendiendo que su lu-
cha sin ser consecuente, no es, por ello, menos una lucha revolucionaria y criticar
por lo que tienen de inconsecuente; haciendo de nuestra crítica –naturalmente deli-
cada en las circunstancias actuales– una ayuda, un apoyo a la lucha emprendida y no
una demolición de Sandino, que serviría solamente al gobierno de Washington. He
aquí las contradicciones que nos demuestran que debemos abordar los problemas
políticos que se nos plantean, armados con la dialéctica de Marx y no con una lógica
abstracta y escolástica. Es por esto que el Secretario Político de la IC pide revisar la
línea política fijada en vuestra declaración del 30 de abril, en el sentido a que estas
directivas se contravienen”23.
La misiva se remite con copia a la prestigiada Liga Mundial contra el Imperia-
lismo y al Secretariado Sudamericano en Buenos Aires. La crítica es reveladora aún
cuando no se propuso exonerar a Sandino ni desautorizar al PCM. En alguna medida,
le da la razón a Sandino quien insistió que la ruptura obedeció más bien a malos cál-
culos políticos del PCM y de Laborde, y no del movimiento internacional en su con-
junto. Pero el daño ya estaba hecho para ambas partes: el PCM y ahora las estructuras
de la IC debían de emprender un esfuerzo masivo para contener la deserción de las
filas del MAFUENIC, la Liga y en algunos partidos comunistas de los admiradores de
370
Sandino. Por su parte, Sandino también perdía de parte apoyo político en la izquier-
da sufriendo la burla de quienes le acusaron de haber sido entrampado en querellas
sectarias intestinas de los cominternistas, poniendo a Sandino en un campo análogo
al de Trotski. “Eso de Sandino es cosa de los comunistas” fue la respuesta muchas
veces recibida por sectores políticos y sociales ajenos a los PC que todavía intentaban
colectar fondos. Publicaciones como El Repertorio Americano, tras período eufórico de
apoyo a Sandino, perdieron su entusiasmo y mostraron desacierto24.
El PCM no acató la solicitud de rectificación de la IC. Insistió vehementemen-
te que su posición fuera asumida por el movimiento en su conjunto ahogando las
voces disidentes como la de Henri Barbusse y Willy Münzenberg de la Liga Contra
el Imperialismo (LCI) en Berlín. El asunto fue elevado al más alto nivel –al todo-
poderoso Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética, Josef
Stalin, quien se percató de lo acontecido a partir del hecho que el Comité Colonial
del Partido Comunista de Estados Unidos (Worker’s Party) emitiera una resolución
de apoyo al pronunciamiento del PCM contra Sandino. Hay diversas versiones de lo
sucedido, pero coinciden en el hecho que un Stalin sorprendido pidió una reunión
urgente del Secretariado de la IC25.
En la reunión, Stalin sacó el texto de la resolución y presuntamente dijo: ‘Yo
tenía entendido que el General Augusto César Sandino era un patriota que defendía
a su país de la invasión de tropas extranjeras. Según parece he estado equivocado.
Conforme esta resolución de la Comisión Colonial del Partido Comunista de Es-
tados Unidos se trata de un vulgar ‘aventurero pequeñoburgués’. De modo que la
Internacional Comunista y los Partidos Comunistas no han hecho otra cosa que
apoyar a un vulgar aventurero pequeñoburgués. Camaradas, quisiera saber, a nom-
bre del Partido Comunista de la Unión Soviética, quiénes son los culpables de tan
grave error que hemos cometido’.
L.M. Roy, un cominternista hindú con trayectoria en México, trató de dar una
explicación: “Camarada Stalin, es que hemos estado equivocados con respecto a San-
dino. Hace poco supimos que su ejército apenas contaba con 400 hombres y no los
miles que creíamos”. Stalin respondió: “De manera que es una cuestión numérica.
Entonces debo decirle, camarada Roy que, en cuanto se refiere al Partido Comunista
de la Unión Soviética y la Internacional Comunista, seguiremos considerando al Ge-
neral Sandino y a sus heroicos compañeros como heroicos patriotas que defienden
a su país frente a los agresores extranjeros y que, en nuestra opinión, la decisión del
Comité Colonial del Partido Comunista de Estados Unidos es un grosero error”26.
La respuesta de Stalin –de ser verídica– no selló la discusión y el argumento
empleado por Roy no fue el mejor: aquel asunto de números evocaba la discusión
entre mencheviques y bolcheviques, y de la suprema importancia de las posiciones
“correctas” por encima del número de sus adherentes. Pero tampoco Stalin fue un
371
que, quizás, hubiera podido asegurar la sobrevivencia política y organizativa del san-
dinismo, evitando el aplastamiento total en 1934: “la injustica de la soledad a que el
mundo terminó por reducir a Sandino”. Porque es en aquel contexto que Sandino
se dejó seducir nuevamente por los Salvatierra, Calderón y Lara cuando se negoció
una paz que respondió más a las necesidades e intereses del régimen de Sacasa y de
Estados Unidos. Fue víctima del rezago ideológico del país y que se vio reforzado
por la línea dogmática adoptada por la izquierda cominternista de entonces y por la
subsiguiente animosidad del mismo Sandino hacia aquella corriente28.
Desde México, el Partido Comunista Mexicano siguió insistiendo en su propagan-
da que el EDSNN debía echar a Sandino y pasar a convertirse en un partido político
con sus propios dirigentes políticos civiles marxistas. Existía un programa de “anti-
imperialismo y revolución agraria” casi estandarizado que la IC recetaba a los países
“coloniales y semicoloniales”. Hasta la década de los setenta se escucharon voces adu-
ciendo que Sandino no tenía un proyecto político nacional–es decir que no prestaba
atención debida a la construcción de un partido político y a la “toma del poder”.
¿Cuál era la alternativa propuesta por Sandino una vez que los marines fueran
expulsados y retirados de Nicaragua? En 1928 Sandino esbozó propuestas especí-
ficas de reforma social, derivadas de lo que conociera en México y de sus lecturas,
para “constitucionalizar” el gobierno de Moncada. Luego elaboró ideas para la ne-
gociación con Sacasa en 1932 –negociación de la cual Sacasa sacó mejor partido.
Lo cual no quiere decir que Sandino no concibiera que el EDSNN tenía un papel
propiamente político que jugar. Al menos hasta la firma de la paz, el General con-
sideró que, a medida que se retiraban los marines, se producía un vacío de poder
que ni la Guardia ni ninguna fuerza política existente estaba en capacidad de llenar.
El EDSNN de Sandino representaba el contrapoder aunque permanecía limitado al
campesinado radicalizado del norte, desprovisto de aliados significativos a lo interno
e internacionalmente. Y no sólo Sandino sino diversos políticos, para 1932, consi-
deraron que el EDSNN se estuviera convirtiendo en una fuerza política y militar
que no podía ser ignorada. Pero la visión de Sandino siguió siendo más social que
propiamente política. En una circular con fecha 27 de agosto de 1932 dice: “Nues-
tro ejército se prepara a tomar las riendas de nuestro poder nacional, para entonces
proceder a la organización de grandes cooperativas de obreros y campesinos nicara-
güenses...”. Y hacia finales de ese año, elevó la parada al exigir, junto al retiro de los
marines, el desconocimiento de tratados inicuos firmados con Estados Unidos y con
la intervención financiera, lo que consideró igualmente indispensable para lograr la
plena independencia del país29.
Pero hasta allí. No contaba con probados luchadores sandinistas con la edu-
cación formal y política suficiente para articular propuestas y para asumir mandos
gubernamentales. Sin el apoyo de intelectuales y sindicales de izquierda, Sandino
373
una delegación a cada país centroamericano para tomar contacto con contrapartes
y “para conectarlas con los obreros y campesinos en Centro América y lanzar la
proclama de Unión Centroamericana bajo el nombre de Comuneros Centroameri-
canos”, explica a José Idiáquez, agregando que “solamente los obreros y campesinos
centroamericanos podremos, de manera limpia, restaurar nuestra federación...”34.
De manera paralela hizo un llamado a los gobiernos centroamericanos a recons-
tituir la Federación de la Unión Centroamericana, declarando derogados la doctrina
Monroe y el tratado Chamorro–Bryan, llamando a la conformación de un Ejército
Autonomista de Centroamérica bajo la dirección del mismo Sandino. Las “pautas”
que dictó para el nuevo ejército fueron esencialmente las mismas que habían regido
al EDSNN y la bandera también:.“El Ejército Autonomista de Centro América, es
la vibración espiritual de la raza indohispana y el mantenimiento de los derechos de
efectiva libertad, frecuentemente violado por los Gobernantes imperialistas de todo el
Continente, con muy raras y honorables excepciones... usará la bandera y divisa rojo
y negro”. La bandera había sido depuesta con la firma de la paz en Nicaragua, pero
ahora Sandino parece recogerla nuevamente en el contexto centroamericano. Sandino
aquí subrayaba el compromiso con la liberación de toda Centroamérica misma que él
y los suyos indicaban estar dispuestos a dirigir, o al menos forzar a los gobernantes, in-
cluyendo al de Nicaragua, hacer valer la independencia de sus países de cara a Estados
Unidos. “La Institución Militar del Ejército Autonomista de Centroamérica, es la suce-
sión de la epopeya segoviana en Nicaragua, gallardamente llevada a cabo por el EDS-
NN, que encabezó el ciudadano indohispano, General don Augusto C. Sandino”35.
El contenido social, de clase, fue claro. “Nuestro movimiento de Unión Centroa-
mericana –explica a Pedro Altamirano el 30 de marzo el de 1931– quedaría desligado
de los elementos burgueses, quienes en todos los tiempos no han querido obligar a
que aceptemos las humillaciones del yanqui, por resultarle más favorable a sus intere-
ses de burgueses”. Amenazó con tomar como campo de operaciones todo el territo-
rio centroamericano para combatir a los norteamericanos y a sus aliados: “También
nosotros contaremos con todos los obreros y campesinos para combatir la política
yanki en Centroamérica”. El mensaje fundamental de Sandino fue a ofrecer un pro-
yecto regional que compitiera con el cominternismo sindical.
En efecto, desde inicios de 1931 el Buró del Caribe de la IC se empeñó en
conformar una sección centroamericana para restarle popularidad a Sandino. Como
resultado, hubo una creciente movilidad de los cuadros cominternistas centroame-
ricanos por la región y en particular hacia Nicaragua. Farabundo Martí sostuvo re-
uniones secretas cerca de San Albino con los futuros fundadores filocominternistas
del PTN. Alrededor de la misma fecha, el cominternista guatemalteco Néstor J.
Juárez fue deportado a León logrando vincularse con organizaciones obreras. San-
dino hizo una apelación al viejo unionismo y al proyecto federalista promovido por
376
ejecutado por el General Ismael Peralta cerca de Santo Tomás, Chinandega. Otro
testimonio poco creíble dice que Vega “se derrumbó instantáneamente y con él
cualquier esperanza de infiltrar el movimiento insurreccional de Sandino de comu-
nismo”. A Colindres se le conmutó la sentencia. Otros dudaron que Vega hubiera
sido pasado por las armas42.
Aprendida la lección, Sandino instruyó a los generales Juan Pablo Umanzor y
Juan Santos Morales a “volar candela a diestra y siniestra, y no dejar meter a pícaros
en nuestras filas, quienes lleguen a politiquear y a meter la cizaña en la misma gen-
te”. Entre los aludidos figuraban miembros del PTN, quienes con la colaboración
de los cominternistas salvadoreños, venían formando cuadros marxistas con miras a
crear o fortalecer los partidos comunistas, tal como solicitaba la IC. Ya para enton-
ces el PTN había sido objeto de persecuciones y fue declarado ilegal en 1933 por
el gobierno “liberal” de Sacasa. En el fondo, al igual que los cominternistas, la clase
gobernante nicaragüense pretendía impedir la conformación de una alianza entre los
sandinistas y los sectores de izquierda en Managua y en otras ciudades del Pacifico.
El PTN sin embargo coincidió con Sandino en querer deslegitimar las elecciones de
noviembre de 1932. “Aquella actitud simbolizó la unidad posible entre la creciente
clase obrera urbana y la lucha armada campesina de Sandino. Pero tal actitud de
“simpatía” no se tradujo posteriormente en una unidad en la acción”, dice Vargas.
Las razones: el acercamiento de Sandino al grupo “conciliador” sacasista por un
lado, y la adopción de posiciones de cominternistas por los dirigentes del PTN. Fue
parte de la tragedia mayor del nacionalismo patriótico de aquellos años: rechazada
por la izquierda derivó hacia posturas y políticas en la otra dirección43.
Todavía en mayo de ese año, la revista El Germen, órgano oficial del PTN, hizo
eco de la línea cominternista, al insistir que el “nacionalismo no puede dejar ningún
provecho al pueblo” por lo que se debía impedir que Sandino se transformara en
“un caudillo para sus fines personales”. En agosto, la primera reunión del Comité
Central del PTN resolvió “establecer lazos con Sandino, previa auscultación de su
pensamiento sobre los problemas políticos y sociales de Nicaragua; desde la óptica
del PTN, para ver si habían coincidencias entre el Partido y Sandino”. Se dieron
algunos contactos entre dirigentes del PTN y Sandino pero no llegaron a acuerdo
alguno, habida cuenta la reticencia del mismo Sandino de cara a la corriente domi-
nante antisandinista en el PTN.
Sandino no mostró mayor interés en el acercamiento con algunos disidentes del
PTN. Existe la anécdota sobre el intento del Partido Trabajador Nicaragüense (PTN)
de vincularse a Sandino. Onofre Guevara López recogió el relato de Justo Solórzano,
uno de los comisionados por el PTN para entrevistarse con Sandino en Managua. El
General no quiso hablar con ellos porque no quería “nada con los comunistas”. Esta-
ba bajo la creencia de que el PTN estaba demasiado dominado por el marxismo oficial
internacional. Otros dos delegados del PTN, Maravilla Almendárez y González Mora-
les, “eran de criterios antisandinistas evidentes, lo que creó entre ambos un ambiento
tenso e incomprensivo... evidentemente, ellos no reflejaban el sentimiento general del
Partido Trabajador Nicaragüense”. Y en efecto, en ocasión de las elecciones de1932,
el PTN había lanzado la consigna “Contra las Elecciones, a Favor de Sandino”. Se
dice que Maravilla Almendárez exclamó “si a este [Sandino] no lo elimina la Guardia,
lo tenemos que parar nosotros”. A inicios de 1934, ellos, como tantos otros, advir-
tieron a Sandino que se tramaba algo en su contra. Aquellas dos ramas del incipiente
movimiento popular –la obrera-campesina rural, liderada por Sandino; y la obrero-ar-
tesanal-urbana, representada por el naciente PTN– fueron aisladas una de otra acen-
tuándose las debilidades de cada parte. Contra toda lógica y oportunidad histórica, no
pudo materializarse una estrategia independiente que uniera a los dos sectores sociales
subalternos: el movimiento campesino sandinista y el obrero-estudiantil45.
No se trataba de un desprecio del General hacía los trabajadores o sus sindicatos,
como tal. El sindicalismo era asunto de principios para Sandino: “Con los obreros
y campesinos quiero forjar una nueva Nicaragua. Vamos a organizarlos. Compra-
remos en Managua un edificio para hacer la Casa del Obrero, como hacen en Mé-
xico... Tendremos un periódico que será pequeño, porque para los grandes ideales
no se necesitan grandes periódicos”. Pero el hecho es que, a pesar de su prestigio y
su compromiso ideológico con la clases populares, Sandino, nunca recibió el apoyo
desinteresado de las instancias sindicales y partidarias obreras nicaragüenses. Ya para
entonces, se dejaba conducir políticamente por el estrecho círculo de liberales y el
mismo presidente Sacasa, en quienes confió desmedida y trágicamente46.
380
Para el PCM, la firma de la paz en febrero de 1933 fue supuesta prueba que San-
dino “ha ingresado al grupo de los terratenientes y de la burguesía nicaragüense...
para continuar la explotación de las masas trabajadoras y su dura ofensiva contra los
obreros y los campesinos”. Al firmar Sandino la “paz” con las clases enemigas de
los obreros y campesinos, la nueva tarea de los comunistas era apoyar a “grupos de
rebeldes que continúan en pie” en el “Ejército Libertador” y no siguen a Sandino.
“Al mismo tiempo debemos de mostrar a las masas la política de los comunistas y su
participación en movimientos tales como el del Ejército Libertador... bajo la direc-
ción del proletariado” en tanto “la clase obrera de Nicaragua desarrolla su indepen-
dencia política y construye un partido comunista”. En su análisis, el PCM insistió en
interpretar la realidad nicaragüense a la luz de la experiencia bolchevique y en menor
medida la mexicana, aduciendo la existencia de un campesinado en Nicaragua que se
había unido a Sandino en la lucha por la expropiación de la tierra47.
Algunas declaraciones de Sandino de excesivo apego y elogio hacia el presidente
Sacasa fueron recogidas en el órgano del PCM, El Machete, para acusarle de haberse
convertido “en el brazo derecho de Sacasa”. En consecuencia “corresponde a las
masas obreras y campesinas de Nicaragua, bajo la dirección del proletariado revo-
lucionario, levantar la bandera de la lucha antiimperialista, que será a la vez lucha
contra los lacayos del imperialismo, Sacasa y Sandino, el ‘rajado’ de las Segovias”. El
documento acomodaba la realidad para hacerla calzar con la teoría preestablecida.
Quisieron utilizar a Sandino como evidencia de que en Nicaragua, o en país “se-
micolonial” cualquiera, la conducción de la lucha antiimperialista no podía estar en
manos de la “pequeña burguesía”48.
“La vacilación y traición fluyen del carácter pequeño burgués de la conducción,
confirman entonces que mostrando que sólo la clase obrera, dirigida por el partido
comunista puede encabezar la revolución agraria y antiimperialista y conducirla a la
victoria”. ¿Revolución agraria en la Nicaragua de 1932? ¿Capacidad real de la clase
obrera nicaragüense de actuar con independencia política en aquel momento? Plan-
teaban la aplicación de la receta global teórica con respecto al campesinado, que tal
vez pudo haber correspondido a la lucha de Emiliano Zapata o la del campesinado
salvadoreño, pero que en el análisis de Sandino no correspondía a Nicaragua, habien-
do explicado en alguna ocasión que su lucha tampoco tenía un carácter “agrarista”,
al que estaba familiarizado por sus estancias en México. Y aunque su análisis no fue
perfecto, al menos era el reflejo de una insistencia y de un principio: el de pensar con
cabeza propia, generar ideas propias requeridas por una realidad también propia.
El escrito acusaba a Sandino de condescendencia “al pactar con el imperialismo
yanqui”, al ignorar el hecho de que la Guardia Nacional se estaba construyendo como
un arma militar de Wall Street con oficiales yanquis; de haber aceptado entregar una
381
concesión a Estados Unidos para la construcción del canal; y –no podía faltar– el
“no haber repudiado al político burgués Zepeda, representante en México, quien
ha denunciado obreros y campesinos revolucionarios”. Mentiras, tergiversaciones
y medio verdades que ocultaban un sinnúmero de realidades de aquel momento en
Nicaragua, pero apuntaban a otras de consecuencia real. Los riesgos y costos que
Sandino decidió asumir: riesgos de coexistir con la GN, el costo de haber mantenido
a Zepeda, enemigo acérrimo de la izquierda, en México como vocero –un papel que,
debe reconocerse, cumplió con lealtad y efectividad, siendo el conducto principal
utilizado por Sandino para hacer llegar su información a los medios internacionales.
La controversia sobre Zepeda, sin embargo, fue un asunto secundario que re-
flejó la obsesión personal de Laborde y, anteriormente, de Machado. El asunto de
fondo siempre fue la estrechez programática del cominternismo en su “tercer perío-
do” y el consiguiente desprecio de los partidos comunistas y del PTN hacia la figura
nacionalista de Sandino. Junto a ello la suspicacia de Sandino tras las denuncias en
su contra lanzadas por el PCM años atrás y la línea anti Sandino que propagaba en
Centroamérica. Fue imposible, bajo estas circunstancias, concretar una alianza de
obreros y campesinos en Nicaragua, por lo que Sandino llegó a depender aun de los
“conciliadores” liberales –“pacifistas” les llama Fonseca Amador– en sus negocia-
ciones con Sacasa, llevando todas las de perder.
Justo tres años antes de morir, el 21 de febrero de 1931, Sandino envió una carta
que calificó de “íntima” a uno de sus oficiales más cercanos, el coronel Abraham
Rivera, quien estaba a cargo de operaciones en el Río Coco y era profundo conoce-
dor de aquella zona. La carta evidencia la importancia que Sandino concede a lo que
consideró ser la moral, la actitud dual de la sociedad ante la misma, el amor conyugal
que siente hacia dos mujeres–y la relación de todo lo anterior con la justicia
“Tengo todo el cabal concepto de la moral inmoral de la actual sociedad de la
tierra; pero sin embargo, si hemos de corregir a esos inmorales, necesitamos de lle-
nar los requisitos necesarios para podernos introducir en ellos.
No existe más matrimonio ante las leyes divinas que el del amor puro y libre, sin
ritos de ninguna clase; pero no podremos salirnos en estos momentos de las leyes
de los hombres y tenemos que aceptarlas.
Esto que le hablo aquí, es solamente para que no se me considere injusto en
algún acto de mi vida. Pues quien efectivamente goza de mi confianza y afecto sin
límites es Blanca. Teresa es muy apreciada por mí y la ayudaré toda mi vida, pero
nuestros caracteres son tan distintos como del cielo a la tierra; con lo que prueba que
no podrá ser mi propia mujer.
Cuanto en esta nota le he referido es de carácter íntimo, y se lo manifiesto por-
que he considerado en Ud. uno de los miembros más morales de nuestro Ejército, y
para que no se asuste de mis virtudes privadas”1.
Con esas palabras, Sandino deja un testimonio de su vida afectiva, de su amor
por su Blanca Aráuz, su esposa “ante las leyes”, sin descalificar ni desmentir su sen-
timiento hacia su compañera en el campamento, la guerrillera Teresa Villatoro. Trata
de explicar lo que significa cada una de ellas en su vida y futuro, y las complicaciones
impuestas por las leyes y la falsa moralidad.
Refleja asimismo su preocupación por su imagen ante sus oficiales, su deseo de
ser comprendido por ellos en su vida afectiva y personal; que los principios y valores
rigen su vida pública pero también la privada y, su fe en una verdadera moralidad, la
del amor libre, la cual no estar reñida con el hecho de querer a dos mujeres, con tal
que fuera en un marco de honestidad. Era de sobra conocido que Sandino tenía su
esposa en San Rafael y su compañera sentimental en el campamento. El asunto era
que el coronel Abraham Rivera era un creyente cristiano tradicional quien, como tal,
pudiera tener reservas personales con aquella dualidad de Sandino condenada ecle-
386
La moral inmoral
Sandino deja atónito al lector al manifestar conceptos y sentimientos tan radica-
les, cuando “lo normal” hubiera sido practicar el libertinaje sexual hipócrita asociado
a los caudillos y al poder masculino. Pero amar a Blanca nunca significó despreciar a
Teresa, y viceversa. Lo del matrimonio –civil o religioso– fue una consideración de
segundo orden. ¿De dónde sacó Sandino aquellas nociones sobre moralidad y amor
tan inéditas para la época, tan ajenas a la cultura religiosa tradicional nicaragüense?
Las fuentes de aquel pensamiento y sentir habrán sido dos: el anarcosindicalismo
libertario y los escritos filosóficos de Joaquín Trincado.
El pensamiento libertario no se prestaba a la división en estamentos abarcando
como asunto de principio la relación justa y equitativa que debía de regir entre la mu-
jer y el hombre. Para los socialistas libertarios la emancipación de la mujer era parte
inherente de la liberación de toda la humanidad –la falsa moral y las costumbres pa-
triarcales formaban parte del engranaje del sistema de dominación social y religioso.
El historiador José Álvarez Junco, explica que los anarquistas tildaban de hi-
pócrita aquella moralidad pregonada por la clase en el poder cuando estos mis-
mos cometían fechorías detrás de sus honorables fachadas matrimoniales. Desde la
perspectiva de hoy, aquella visión no puede considerarse feminista toda vez que el
cuestionamiento de las relaciones de poder se centra en las relaciones entre clases
sociales más que entre hombres y mujeres con esfuerzos de modificar sus respecti-
vos roles2.
Cuando en México, Augusto pudo haber conocido y estudiado el ensayo titula-
do “La Mujer”, de Ricardo Flores Magón, reproducido en recopilaciones publicadas
a mediados de los años veinte por los Hermanos Rojos en Tampico y la capital
mexicana. Allí Flores Magón insistía, de manera paternalista: “¿Sois obrera? Por el
sólo hecho de ser mujer se os paga menos que al hombre y se os hace trabajar más;
tenéis que sufrir las impertinencia del capataz o del amo, y si además sois bonita,
los amos asediarán vuestra virtud, os cercarán, os estrecharán a que les des vuestro
corazón, y si flaqueáis, os lo robarán con la misma cobardía con que os roban el
producto de vuestro trabajo... Eterna menor de edad, la ley la pone bajo la tutela del
esposo; no puede votar ni ser votada, y para poder celebrar contratos civiles, forzoso
es que cuente con bienes de fortuna... El salario de la mujer es tan mezquino que
con frecuencia tiene que prostituirse para poder sostener a los suyos cuando en el
mercado matrimonial no encuentra a un hombre que la haga su esposa, o otra es-
pecie de prostitución sancionada por la ley y autorizada por un funcionario público,
387
porque prostitución es y no otra cosa, el matrimonio, cuando la mujer se casa sin que
intervenga para nada el amor, sino sólo el propósito de encontrar a un hombre que
la mantenga, eso es vender su cuerpo por la comida, exactamente como lo practica
la mujer perdida, siendo esto lo que ocurre en la mayoría de los matrimonios”3.
Otro magonista, Práxedes Guerrero, muerto en combate en 1910, a los 28 años,
fue muy leído entre los trabajadores abordó el tema de la mujer en su ensayo ¡Tierra
y Libertad! –el grito zapatista y anarquista español– reproducido por la anarcosin-
dicalista Confederación General del Trabajo en un folleto durante la estancia de
Sandino. Guerrero escribió, “la teoría bíblica de la impureza de la mujer ha perdido
su infalibilidad; la sustituye la moderna “inferioridad de la mujer” con su pretendido
apoyo en la ciencia. ¡Inferioridad de la mujer! Cuando para ser sinceros deberíamos
decir: ¡Esclavitud de la mujer!... Las mujeres revolucionarias, emancipadas morales,
contestan victoriosamente el cargo de superficialidad hecho a su sexo; hacen medi-
tar con respetuosa simpatía en la suma del valor, de energía, de voluntad, de sacrifi-
cios y amarguras que su labor representa; es el mérito mayor que su rebeldía tiene,
comparada con la rebeldía del hombre.
La religión, cualquiera que sea, la denominación con que se presente, es el ene-
migo más terrible de la mujer. A pretexto de consuelo, aniquila su conciencia; en
nombre de un amor estéril, la arrebata el amor, fuente de la vida y la felicidad hu-
manas... Si la costumbre es un yugo, quebremos la costumbre por más sagrada que
parezca; ofendiendo las costumbres, la civilización avanza. El qué dirán es un freno;
pero los frenos nunca han libertado pueblos, satisfecho hambres, ni redimido escla-
vitudes”4.
Como seguro asiduo lector del tabloide Sagitario, periódico sociológico, la publi-
cación que llegaba gratuitamente a los trabajadores petroleros, Sandino podrá haber
visto la edición del 6 de junio de 1925, en que aparecía el escrito de “La Liga Cultural
de Mujeres Libertarias” dirigido a las mujeres: “Mujer, despierta no has visto aun
que la tierra que es el elemento primordial de la vida, de la cual dimana todo, debe
ser por derecho natural, de todo ser humano y que aquellos que violan ese derecho
en leyes, en títulos y violencias e convierten en despojadores de la gran familiar uni-
versal como son los capitalistas, los acaudalados, los terratenientes que violan esa ley
cósmica, con el sólo hecho de existir, tienen derecho como particular integrante de
el mismo; te han convertido en esclava y han convertido en esclavos a los demás...
¿Por qué no te levantas a luchar, tú, la víctima entre las víctimas, la esclava entre las
esclavas, por tu felicidad, es decir por la Libertad? ”. Se hace un llamado a las mujeres
a salir de su “pasivismo nazareno que te abyecciona, creencia ciega que te mata y a
entregarse a la lucha por el comunismo anarquista... lucha gloriosa por la libertad
humana, ideología única que asegurar a los humanos Pan, Amor y Libertad”5.
388
Los Cinco Amores constituye uno de los escritos más importantes de Trincado
y que fue leído detenidamente por Sandino. Trincado consideraba que el amor de
familia convencional era imperfecto porque la mujer no era más que objeto de pro-
creación. Criticaba aquella irracionalidad que consideraba una imposición religiosa
producto de una “absurda legislación civil”. “Es la declaración de la ignorancia de
los hombres, similar a la madre sin marido y al hijo sin padre. ¿Por qué no señalar al
padre de aquel hijo abandonado, que bebió el néctar en la madre, fecundándola para
olvidarla? Es uno de los que han hecho esas leyes; quizá sea un juez, un cura, pero
en todo caso es un hombre, que no merece tal nombre; es un animal, que sólo vive
del cuerpo. La mujer que concibe en tales circunstancias, cumplió la inflexible Ley
y es digna de respeto y acreedora a la ayuda de todos y al respeto de todas las ma-
dres; y los hijos (esos hijos que llaman de libertad), a los que llaman ilegítimos ¡que
ignorancia! son tales hijos y más del Padre común, como los nacidos en un hogar
constituido... Protegedlos discípulos amados a esos valientes; ayudad a sus madres
y buscad todos los medios de que los reconozcan sus padres; por ahí empieza la
civilización...”.
El mismo texto dice: “El amor de la carne tan brutal, tan condenado por la
Religión, a pesar de todo, es amor sagrado, amor santo y que nadie puede liberarse
de él”. Para Trincado existen dos tipos de “esposos o matrimonios”: carnales y es-
pirituales. Al espiritual corresponde el “sello de la ley divina... un matrimonio que
se anota en el libro de la Creación por la vida que engendraron, de la cual respon-
derán ante el Creador... Los hombres liberales, cuando se han independizado de los
dogmas religiosos y aun bajo el prejuicio que deja una educación de falsa moral que
recibimos por fuerza del ambiente, aunque más no sea, porque traspasa e invade los
hogares la imposición religiosa, y enerva las mentes infantiles, que no logran librar-
los del contagio los más avisados padres...”8.
Existe un pensamiento de Sandino sobre la mujer que antecede el inicio de su
relación con Trincado. El General hizo llegar propuestas de ley a Moncada que, si
bien no conceden el derecho al voto a la mujer, sí abarcan otras dimensiones rela-
tivas a la equidad. inserta el tema de la mujer en la propuesta legislativa general que
hace a Moncada de enero de 1929 para “constitucionalizar” su régimen al recomen-
dar: “Que por iniciativa del Ejecutivo emita el Congreso Nacional una Ley por la
que sea reconocido a las mujeres el derecho al mismo salario que a los hombres, por
igual trabajo ejecutado, reglamentándose debidamente el trabajo de las mujeres de
acuerdo con las condiciones físicas propias de la mujer”. Sandino se limita al área
laboral omitiendo –al igual que en la Constitución de México de 1917– los derechos
cívicos de la mujer como ciudadana, incluyendo el derecho a votar. Fue una deman-
da compartida por la intelectualidad más radicalizada centroamericana influenciada
por ideas socialistas, teosóficas y el laboristas9.
391
pamento El Refugio. El lugar era de lo más ingrato, de los más expuestos al enemigo
y con un camino lleno de peligros y obstáculos naturales para llegar con los sumi-
nistros indispensables. Para colmo, Teresa debía bregar con oficiales descontentos
por la magras provisiones y vestuario entregadas. Sandino le asignaba una seguridad
reforzada, tarea asumida a regañadientes por algunos soldados a quienes Gilbert
escuchó quejarse de la asignación “por causa de esa mujer” y por considerar “que
por lo visto estaban más para cuidar un [culo]... que para defender a Nicaragua” [sic].
Sabemos también que, tras la salida de Sandino a México, Teresa sufrió contra-
riedades con los oficiales provocados por la distribución de víveres que ella adminis-
traba, llegando incluso mediar entre los mismos. Aparentemente escribió a Sandino
en Mérida pidiendo ser relevada de aquella responsabilidad. Ella continuó como res-
ponsable de provisiones, incluyendo finanzas, del campamento de El Refugio, don-
de las condiciones y el acceso eran particularmente complejas, además de incómoda
por las interminables rencillas, particularmente del General Porfirio Sánchez y el
Capitán Carlos Aponte. Se llegó entonces a escuchar que Sánchez responsabilizaba
a Villatoro por las constantes penurias. Sandino enfurecido sancionó a los dos. Por
sentir que Sánchez le había faltado al respeto a Teresa y porque Sánchez prolongaba
su estadía en Honduras, su patria, llevando a Sandino a exclamar, “¡Sánchez, que se
pegue un tiro!”, dejando ir “un torrente de acritudes contra los quejosos terminan-
do por señalarles que ‘los que no se encuentren con ánimo suficiente para soportar
hambre, desnudez y demás privaciones no serán considerados como buenos solda-
dos de la causa libertadora’”, narra Gilbert15.
Teresa permaneció en Mérida durante el período que Sandino se ausentó para
viajar a la capital mexicana. El 16 de febrero el General escribió una carta dirigida
a “doña Teresa Villatoro de Sandino”. A primera vista el “de Sandino” aparecería
como una expresión de mal gusto e inconsistente con la frase “inolvidable Teresa” y
la despedida como “Tuyo”. Posible presunción del mecanógrafo en la que también
se abstiene de abordar asuntos políticos, que era su costumbre con Teresa, en tanto
dice sospechar que “nuestra correspondencia está censurada no les doy detalles de
todo nuestro trabajo a favor de nuestra lucha autonomista”16.
La aparente confusión también fue provocada por algunos medios que repor-
taron la presencia en Mérida de la “esposa y el hijo” del General Sandino. Lo cual
incomodó a Sandino, quien explica lo ocurrido en carta a Ernestina de Müller: “Es
cierto que me acompaña una señora y un niño, como lo han dicho los periódicos.
Pero conviene hacer la aclaración que no es mi esposa Blanca, sino Teresa, la que me
ha acompañado a través de las montañas de las Segovias en mi lucha contra el inva-
sor, y el niño, un hijo adoptivo mío. Teresa ha sido mi compañera de lucha y tengo
para ella cariño y reconocimiento. Es mi esposa, por el afecto que para ella tengo en
el corazón”. Hace una distinción entre Blanca su “esposa” y Teresa su “compañera
395
de lucha”, indicando “cariño” para Teresa y “afecto” para Blanca, lo cual no indica
gran disparidad en el sentimiento hacia cada una, al menos en esa etapa de su vida17.
En abril de 1930, Sandino emprendió el regreso desde México a Nicaragua. Ya
Teresa había regresado a El Salvador. La relación entre ellos se había deteriorado y
Sandino llegó a las Segovias en mayo, sin ella. Pero el 19 de junio fue herido en la
pierna izquierda por un charnel de bomba en el combate en El Saraguazca. Una in-
fección agregó gravedad al caso. “El bastón sería su amigo irreparable”, dijo alguien
en tanto Sócrates escribía a su madre que Augusto “quedará impedido por toda la
vida”. A pesar de la bravucona respuesta del General a los rumores, conocidos en
Managua sobre su condición – “esa herida ha sido de efecto moral para nuestra
causa pues será un palmo de narices para los cobardes calumniadores”–, Sandino
envió un mensaje urgente a Teresa en San Salvador, implorando que con urgencia
regresara al campamento para atenderle. Meses después, en carta a su madre del 9
de marzo de 1931, Sócrates no reparó en informarles que “Teresa Villatoro, mujer
de Augusto”, ya se encontraba con él18.
Teresa no lo dudó. La valiente, leal y evidentemente enamorada salvadoreña em-
prendió el camino llegando hasta Danlí. Pero no llegaron las órdenes que Sandino
impartió a sus agentes en Honduras de apoyar el tránsito de Teresa para internarse
en Nicaragua. Como resultado, quedó sola, fue detenida por el gobierno y expulsa-
da del país. En agosto “la pobre” –palabras de Sandino en carta a Zepeda– regresó
nuevamente a Honduras llegando esta vez a San Lorenzo, donde esta vez consiguió
el apoyo para llegar al campamento. Sandino alertó a Zepeda para que hiciera una
denuncia pública si algo ocurría a Teresa durante su travesía.
En la misma carta a Zepeda, el General explica que Teresa se había quedado en
El Salvador “por haber creído yo que no me haría falta, pero últimamente y princi-
palmente en los días que estuve empeorado de la herida... comprendí su falta para
atender los pequeños detalles del Cuartel General, que por su carácter de pequeños,
me es penoso mezclarme en ellos, pero que al fin llegan a ser el motivo de cosas
grandes. Teresa, pues, debe no separarse de mí mientras la guerra esté, pues ella se
encuentra muy interiorizada del manejo de los campamentos y eso no lo puede ha-
cer ni Santa Blanca, aun cuando yo quisiera”. No queda claro al lector si la referencia
que hace Sandino es a Santa Blanca de Castilla o a su esposa Blanca Aráuz.
Un alto galardón
Nadie negaba la valentía de Villatoro y el respeto que consiguientemente se le
tenía. (No hay datos hasta ahora sobre el papel de sus hermanas y/o una sobrina
que le acompañaron en las Segovias). Una de las ocasiones en que se evidenció esa
valentía, fue durante un combate en El Chipote. Bajo el fuego de las bombas, Teresa
396
salió a un claro para socorrer a una de sus compañeras, pero uno de los aviadores
desalmados lanzó una bomba de 25 libras y “se vio a Teresa elevarse en el espacio
envuelta en fuego, humo y fango cual una visión y luego desplomarse en tierra y cu-
brirse de sangre al estallido del artefacto bélico. –¡Muerta! Fue el grito que al unísono
salió de las bocas de los autonomistas que miraban el espectáculo”, gritó un testigo,
a pocos pasos de Sandino. Con una gran herida en la frente provocada por la casilla
de la bomba, Teresa fue llevada a un lugar seguro y, tras unos días de recuperación,
“sanó Teresa y luce, por causa de la herida, una cicatriz en figura de estrella, cicatriz
que en el campamento era la envidia de muchos, viéndose como un alto galardón
recibido por su dueña...”. El proyectil le dejó un hueco visible en la frente y, a partir
de entonces, Teresa acostumbró tapar la cicatriz adaptando el peinado19.
Sandino encargó a un joyero en Honduras engarzar el hueso en un anillo labra-
do con oro de San Albino y lo llevó para siempre como amuleto. “Él me decía que
el anillo le traía suerte y nunca iba a morir peleando, porque mi pedacito de hueso
lo protegía”–profecía que se cumplió porque lo llevó hasta el día de su asesinato.
“Es el cráneo de una señora salvadoreña que me acompañaba –explicó Sandino en
Guatemala a la esposa de Gustavo Alemán Bolaños– “la cual, por salvarme de un
atentado, salió herida en la cabeza y conservo este pedacito de una astilla de hueso,
como recuerdo de aquel acto de nobleza”.
Existe otra anécdota que, en octubre de 1928, Teresa se encontraba con sólo
una pequeña escolta, y su hijo de 5 y su sobrina Amalia de 13 años. “En ese enton-
ces, sin vislumbre alguno de salvación sino ante el dilema de dejarse hacer presa o
morir, armada de su revólver, se lanzó con sus acompañantes ante el enemigo re-
suelta a morir matando, recibiendo fuego por dos lados. Logró escapar ayudada por
un desertor arrepentido del ejército sandinista quien la conduce en un cayuco”20.
El periodista norteamericano Carleton Beals narra cómo, al llegar a El Chipote,
fue abordado por una muchacha “vivaz”, acompañada de su hijo. Ella le preguntó
“audazmente”:
Teresa: ¿Y Ud. es americano? ¿Cuánto tiempo lleva sin fumar?
Beals: “He perdido la cuenta de los días”.
Teresa (sacando dos cajetillas de cigarrillos marca “Camel”): ¿Y esto qué le pa-
rece?
Beals (sorprendido): “¿De dónde diablos sacó eso?
Teresa (con indiferencia): “Se los quité a un Marine muerto”21.
En otra ocasión, durante una de las peores hambrunas sufridas por Sandino y
parte de su tropa, acantonada en La Cuaresma, “donde hasta los monos salían hu-
yendo ante el peligro de ser asados”. Si conseguía algunas mazorcas de maíz, Villato-
ro las hacía pinol para su hijo Santiago. Sandino decidió sacar a Teresa junto a otras
mujeres y niños. Debían emprender la larga y peligrosa caminata de 12 días hasta la
397
enviaba notas amorosas. Una postal desde México que dice “con todo mi amor”.
Otro mensaje fue capturado entre los papeles que los marines sustrajeron al ser de-
tenido el Col. Abraham Rivera el 14 de agosto de 1928: un papel de libreta ordinaria
con un mensaje de puño y letra del General Sandino que dice “Señora doña Teresa
Villatoro: Mi amor, El señor Abraham Rivera va para llevarte donde yo estoy que es
en Montecillos de Oro. Tuyo, A.C. Sandino”26.
Y un afiche del supuesto semblante de Sandino elaborado en Alemania y que
fue reproducido por la Liga Antiimperialista en México. Allí se logra leer, a manera
de novio malcriado que pide disculpas: “A la compañera Teresa, ojalá no nos guarde
rencor”27.
En la información recabada por los marines, aparecen referencias a la vida per-
sonal de Sandino, parte del testimonio de un prisionero sandinistas. “Sandino pocas
veces ve a su esposa. No tiene más de una mujer a la vez. Es muy gentil con las
mujeres y castiga con la muerte a quien agreda a una mujer”, dice un desertor. En
la declaración antes citada del General Girón Ruano agrega: “Sandino poco ve a su
esposa. Nunca está con más de una mujer a la vez. Es muy gentil –“is very kind”–
con las mujeres y castiga con la muerte a quien agreda una mujer”. También afirmó
que Sandino pensaba en regresar a Teresa a El Salvador pero carecía de los fondos
necesarios, lo cual puede ser indicio de dificultades de pareja.
La separación y el recuerdo
Dos años después de la separación definitiva entre Teresa y Augusto, el General
recordó a Teresa confiando a Román en 1933: “la he querido mucho, haría cualquier
cosa por ella, pero se tiene un carácter [de] la chingada y simplemente no somos el
uno para el otro, por eso la regresé a El Salvador y partimos para siempre”. Proba-
blemente a inicios de 1931, Sandino le confió a Román su aprecio por la compañía
femenina, pero que no recurría a mujeres indígenas locales, ni a prostitutas. Comenta
despectivamente: “Por eso me traje a Teresa, pero en cuanto pudo venirse mi mujer,
la despaché”28. Un tanto injusto con la mujer que estuvo fielmente a su lado durante
los años más duros en la montaña y cuya colaboración le había sido indispensable,
pero al fin se imponía la voluntad del General sin que se sepa si la separación fue de
mutuo acuerdo. El caso es que debía irse Teresa, y Blanca debía ahora acompañarle
por razones que exploramos posteriormente.
Teresa se trasladó a Tegucigalpa donde vivió con familiares trabajando en la
confección de delantales que vendía luego en el mercado. En julio de 1969 estalla
la guerra del fútbol o de las 100 horas entre Honduras y El Salvador. Teresa, de
nacionalidad salvadoreña, pero con hijos criados hondureños, decide trasladarse a
Nicaragua pidiendo posada a la nicaragüense Daisy Cárdenas, veinte años menor
que ella, trabajadora que había conocido en Honduras...
400
Daisy recuerda cómo Teresa preservaba una mochila y una chaqueta que habían
sido de Sandino, junto a fotos que quedaron en manos de familiares. Los hijos de
Teresa, en particular Santiago, le insistieron disimular aquel pasado y fue cuando,
aparentemente, tiró a una letrina de la casa de enfrente fotos y documentos que
guardaba de Sandino. Aún así, según Cárdenas, era contraria a la dictadura somocista
y “desde esa época me decía ‘hay que apoyar la liberación de Nicaragua’. Tenía un
rechazo hacia la aristocracia, hacia la gente que trata, decía ella, de encubrir sus sin-
vergüenzadas, sus robos, sus cosas, como en ese tiempo estaba Somoza ella me decía
que todo ese montón de gente eran unos delincuentes, que ella recordaba lo que le
había pasado cuando andaba en la lucha”. Sobrevivió al terremoto de 1972 y murió
en casa de Daisy en las cercanías del Cementerio Oriental. “Era bien seria la viejita”,
aseguraban los vecinos. La guerrillera salvadoreña murió a los 72 años, el 19 de julio
de 1977 y está enterrada en una esquina olvidada del Cementerio Oriental –Terraza
14, Grupo 24, Lote 3– de Managua. Los gastos del entierro fueron asumidos por su
hijo Santiago quien murió atropellado por un bus en el barrio Waspam en 1990. A
partir de ese año no se registra el pago municipal al cementerio29.
Algunos creyeron que Sandino era padre de Santiago Raudes, hijo de Teresa. No
es cierto en el sentido biológico, pero sí en el sentido afectivo. Santiago tendría al
menos dos años cuando el General y Teresa se conocieron, y entre cinco y seis años
cuando se separaron. Hay diversos testimonios sobre cómo Sandino lo trató como
un hijo, enseñándole a leer y llamándole en varias ocasiones “su hijo adoptivo” y
el “barrigoncito”, a quien mandaba regalos cuando se encontraba en compañía de
su madre en Danlí. Lo repite Sandino al presentársele una situación embarazosa.
Estando en Mérida y probablemente sintiéndose solo, mandó a traer a Teresa y a su
hijo. Un diario mexicano se enteró y reportó la llegada a aquella ciudad a “la esposa
y el hijo” del General Sandino, refiriéndose a Teresa y su hijo.
Cuando salió de México y pasó por Guatemala a inicios de mayo de 1930, cami-
no a Nicaragua, Sandino pudo conversar con la esposa de Gustavo Alemán Bolaños.
Este relata en un libro lo conversado en aquella ocasión: “Un hijo de dicha señora,
de nombre Santiaguito, era a modo de hijo adoptivo del héroe”30.
Seguramente sufrió la eventual separación de ambos, y fue la única vez que
Sandino verdaderamente pudo disfrutar, con Teresa, el papel de padre del hijo de la
mujer que amaba.
Lo importante, desde la perspectiva histórica y no la de la moral inmoral, no
es la formalidad del matrimonio, o algún “error” o “pecado” que busca remediar,
sino la honestidad del sentimiento en Sandino. Valorar lo de Sandino de otra ma-
nera puede implicar un irrespeto histórico a Teresa, quien no fue abandonada por
Sandino y a quien promete que ayudaría “toda la vida”. El hecho es que la relación
401
mento a cargo de importantes tareas. El lío seguramente se daba en las pocas oca-
siones antes de 1931 en que Blanca pudo visitar a su esposo. El caso es que en los
primeros años Sandino no quiso que Blanca llegara al campamento aduciendo las
dificultades militares y logísticas reales que atravesaban en la montaña. Blanca siguió
insistiendo tenazmente. Se lo rogaba en múltiples cartas incluyendo una en que acu-
sa a su esposo de ser un desalmado que no la quiere, culpándole de no ser feliz ella
en su matrimonio y con amenazas de suicidarse. Dice también estar celosa, lo que
indica que ella tenía conocimientos de la relación de Sandino con Teresa. Una y otra
vez Sandino responde rechazando el chantaje emocional, insistiendo que el impera-
tivo político de la lucha constituye su primera prioridad y, si ella no lo entiende, le
propone la separación, pero no sin manifestar que su deseo es tener un hijo con ella.
“...No sé cómo poder contestar a tus lamentos que haces por haberte casado
con un hombre que no te hace feliz. A decirte verdad, te diré que cuando te propuse
matrimonio fue inspirado por el mayor deseo de amarte con toda la fuerza de mi
corazón y jamás me imaginé que yo sería causa de tu intranquilidad y que llegara a
tanto tu desesperación que pudieras hasta pensar en el suicido pues esta palabra ya
me la has mentado más de una vez. Ahora bien, si mi amor es causa de tu desespe-
ración lo siento en mi alma porque jamás lo hubiera deseado y en este caso, te ruego
me perdones prometiendo dejarte libre si así lo deseas.
Aunque tú dices que no te quiero, pero deseo convencerte de que por mucho
amor puede uno sacrificarse tal como lo estamos haciendo hoy nosotros, los que es-
tamos con el arma al hombro defendiendo con desesperación nuestros derechos de
ser libres y jamás podremos aceptar el yugo de la esclavitud por cobardes, prefiero
perder tu amor y morir en lucha cierta contra el asesino invasor, antes que permitir
que tú, yo y nuestros hijos sobreviviéramos en el oprobio que solamente lo pueden
aceptar los cobardes e irresolutos.
El amor a mi patria lo he puesto sobre todos los amores y tú debes convencerte
que para ser feliz conmigo, es menester que el sol de la libertad brille en nuestras fren-
tes.
No sólo la traición y el oro triunfan, con más razón triunfará la justicia. Sé op-
timista, ten fe en Dios y él nos ayudará a libertarnos para mañana estar juntos y el
mismo Dios nos dará un hijo que bendiga la memoria de sus padres que con inque-
brantable voluntad le prepararon patria y libertad.
...No quiero que vengas porque la cosa no es tan fácil como te puedes imaginar.
No me hables de celos, porque ya te he dicho que yo sé lo que hago y que ade-
más, soy yo quien te manda y te debes convencer que te amo, que eres tú mi esposa
y de nada te servirá gastar sal en el mar. Yo soy tu mar en mí confía... “Ustedes son
mi familia y que por lo mismo nunca podré olvidarlos, aunque me califiquen sin
corazón...”38
406
pamento. Sandino la consiente. Ella aprendió a manejar una pistola calibre 32, fusil
y metralleta. Sandino se sorprendía de la facilidad con que llegó a manejar armas
–practicando con un Winchester 44 y una pistola calibre 32– y no logró detener el
desmedido uso de municiones en aquel entrenamiento. “Blanquita tiene una su pis-
tola ‘32 Special’ y un su rifle 44 Winchester que no la puedo hacer dejar de disparar
muchos cartuchos diarios de ese mismo calibre, pues mi esposa es varonil, como fue
María, la esposa de José, y no puedo menos que permitirle todo aquello que le agra-
de”42. Por la noche, animaba y organizaba actividades para la tropa. Junto a Cabrerita
improvisaba la letra para melodías conocidas: Sandino asumía la tarea de apuntar la
letra de aquellas de carácter patriótico y las distribuía entre la tropa para aprenderse.
A lo largo de 1931, Blanca trabajó en Secretaría del Ejército colaborando con
el Coronel Juan Santos Morales. Con sus dos hermanos hacían de secretarios, cada
cual con su máquina y Sandino dictando y corrigiendo varios textos a la vez. Al
mismo tiempo, buscaba darle solución a los problemas cotidianos algunos influen-
ciados por el temperamento de su marido. Como ejemplo, la historia del cocinero
jamaicano Rubén Brown quien relató: “doña Blanca me cobró afecto por el esmero
con que le preparaba sus alimentos, y ya no permitió que nadie más que yo se los
hiciera. Un día Sandino estaba con los diablos arriba, y pidió con voz alta, cuatro
hombres armados para que me fueran a tirar. Yo me puse muy afligido y me despedí
de la vida, habiéndole puesto en conocimiento a doña Blanca que me iban a matar,
para que buscara otro cuque. Ella me dijo que no lo permitiría ni un momento, y así
fue que cuando llegaron a sacarme para darme la muerte, ella se interpuso y retiró a
los hombres hablando después sobre este asunto con su marido... Así es, pues, que
debo la vida a mi cuchara y a doña Blanca”43.
encontraba Sandino. Ella, dice, “hacía un acto de ternura heroica, que sólo el amor
podía explicar, era doña Blanca. Ella quería la paz, porque quería formar hogar que
no tenía desde que se casó en aquel día hermoso y sonriente del mes de mayo”.
“Un” y no necesariamente “el” factor determinante. Por la noche Blanca insistió
con su marido hasta altas horas en la necesidad de un acuerdo. Apenas unas semanas
antes Sandino había contemplado continuar el combate dudando de las intenciones
de los Estados Unidos y la legitimidad de las elecciones. El papel de Blanca no es que
fue decisivo pero tuvo sin duda importancia en aquel giro de posición. “Se le salían
las lágrimas cuando hablaba de paz”, recordaría Sandino.
Sandino discutió con Salvatierra hasta el cansancio. El General ya tenía redacta-
do un “Protocolo de paz” que, en esencia, mantenía sus reivindicaciones históricas.
Salvatierra tomó el documento y regresó a Managua, donde “la opinión respecto de
la paz era completamente contradictoria”, principalmente de parte de la Guardia.
Salvatierra volvió al Embrocadero el día 31 de enero, llegando cerca de las seis de la
tarde para presentar su contrapropuesta. Hablaron con Sandino hasta el cansancio.
Esa noche Sandino caminó dando vueltas interminablemente, su forma de me-
ditar y tomar decisiones de trascendencia. Y todo ese tiempo discutiendo con su
esposa. A la mañana siguiente, el 1 de febrero de 1933, se escuchó la voz de una de
las dueñas de la quinta Guadalupe “¿Y qué le habrá pasado al General que casi no ha
dormido toda la noche?”. Cuando Sandino salió de su vivienda, haciendo caminata
matutina como acostumbraba, anunció una de las decisiones más importantes y
posiblemente más desatinadas de su vida: “He amanecido romántico-trágico, pienso
que la paz debemos hacerla en estos cinco días, o me mato; y la manera de hacerla
es que yo vaya a entenderme directamente con el doctor Sacasa”48.
Alberto Reyes, quien acompañó a Salvatierra y la familia de Sandino en aquella
expedición, expresó a Salvador Calderón Ramírez: “Después de cambiar de idea y
oír a Sandino en una plática que duró toda la noche, he comprendido que la guerra
civil ha terminado. Me leyó su carta [de Calderón Ramírez] e intensamente emo-
cionado me repetía que aquel escrito, lleno de sinceridad, lo había conmovido... La
esposa del General –doña Blanca– desearía canjear impresiones con usted. Procure
comunicarse con ella”49.
Hasta dónde incidió Blanca en aquella decisión es imposible precisar. Pero no
hay duda, lo dice el mismo Sandino, que ella podía hacer lo que pocos o nadie se
atrevían a hacer: increpar al General –siempre más inclinado a dar órdenes que a es-
cuchar consejos y, mucho menos, amonestaciones. Sandino admitió aquella realidad
a Román, cuando este se disculpó por haberle argumentado que saliera del país y re-
gresara para asumir responsabilidades gubernamentales. El General respondió: “Le
he escuchado muy atentamente todo lo que ha dicho y sin duda alguna usted tiene
razón. Solamente Blanquita, mi esposa, me ha hablado así. Si ella estuviera presente,
411
quizá entre ustedes dos me podrían hacer flaquear, pero por bien o por mal ya tengo
decidido quedarme”. Y en efecto, “cuando yo digo que la mula es negra, no me le
busquen un pelo blanco”, solía repicar cuando alguien quería contradecirlo; poco le
gustaba oír consejos, según Abelardo Cuadra50.
Blanca sin duda anhelaba la paz y estaba ilusionaba con el hijo que esperaba y la
esperanza de vivir en compañía de su esposo. Así le entendió (y aprovechó) Salvatie-
rra, quien dice: “doña Blanca, como he dicho, era una señora hermosa e inteligente,
amaba mucho a Sandino y deseaba formar hogar. La paz era para ella como un ama-
necer, y el nacimiento de esa niña venía a ser como el matiz sonrosado de aquella
aurora, que sólo los padres, pero los padres nobles y generosos, los que sienten la
maternidad solidaria en el General humano pueden comprender. Esposa y madre en
su expresión sublime, hacen del corazón de la mujer la más admirable de las entra-
ñas. Doña Blanca cerró sus ojos bajo la santidad de estos dos sentimientos, dejando
para su patria el testamento de su amor a la paz y de su amor al hogar, sellado con
actos de abnegación y de verdad”51.
De manera parecida, en una entrevista reciente Blanca Segovia Sandino con-
firmó la nobleza del sentimiento de su madre. Habla de una carta de su madre a su
padre que dice: ‘Yo no quiero que mi niño nazca en un ambiente de fieras; hablamos
todo lo posible para regresar al pueblo y tener una vida normal’. Y es que ya para
entonces habían empezado las conversaciones de paz. Y mi padre se confió”.
En aquella celeridad impulsiva de Sandino para llegar a un acuerdo, posiblemen-
te también figuran consideraciones paralelas a las de su esposa: él también ansiaba
trabajar cívicamente y convertirse en el verdadero padre que no siempre tuvo. Tenía
la ilusión de ser padre, como dijo a Román. Razones y raciocinios personales enten-
dibles humanamente pero que no primaron sobre los factores políticos que le lleva-
ron a mal negociar los términos de paz el 3 de febrero de 1933 en términos distantes
de propuestas anteriores. Como dice doña Blanquita, “se confió”.
No cabe duda que el amor de Sandino por Blanca continuó creciendo–al pun-
to de recomendársela especialmente al maestro Trincado: una carta de Sandino a
Trincado presenta oficialmente a Blanca como su esposa informándole que estaban
casados desde 1927 y que ella había estado recluida presa en un convento en León.
Sandino probablemente quiso evidenciar la formalidad de su situación marital sobre
todo porque Trincado le designaba “celador” del capitulo del EMECU en Nicara-
gua. “Creo que mi esposa será más tarde una fiel predicadora de las Doctrinas de
nuestra EMECU”, dice en la misma carta. Tras su muerte, Blanca asumió un papel
casi místico para Sandino por lo que pediría encarecidamente al maestro Trincado
ponerla a la par de los espíritus misioneros como constructora de la paz en Nicara-
gua. Su “gran espíritu de amor y bondad” había traído la paz, señalando que con ello,
Blanca había concluido su misión terrenal52.
412
por las leyes dictadas bajo la influencia religiosa, el amor de familia es más imperfec-
to; se requiere una familia nueva en una sociedad nueva, el que se llama matrimonio
espiritual que sustituye al matrimonio carnal, como base de la sociedad en la cons-
trucción del régimen de la comuna”57.
“Te besa tu muchachito, si vieras qué brincón está ahora –escribe Blanca a su
esposo– ven a ver a tu criaturita, no pienses en abandonarle porque él será tu felici-
dad”. Ella embarazada y en estado de gravedad a consecuencia del accidente de la
mula. Hay versiones encontradas sobre la causa de su muerte: si de hemorragia en el
parto o por las secuelas del accidente lanzada por una mula que cabalgaba58.
Somoza circuló la versión de la hemorragia y que Sandino supersticiosamente
no había permitido la entrada de comadronas, ni médicos ni de sus familiares. Es
posible que Sandino, a partir de sus convicciones y léxico espiritista hubiera pre-
senciado con resignación la “desencarnación” del espíritu eterno de Blanca. Para
Sandino ella había cumplido con su misión en la vida: traer la paz.
Sandino quedó emocionalmente impactado. Durante la misa de cuerpo presente
de Blanca incluso mandó a callar al cura. Durante el sepelio, Sandino alabó a Blanca
a quien “debemos la paz de Nicaragua” llamándola “mártir de Nicaragua. Por ella
no han seguido los invasores dándoles de patadas ni estos bandidos que me la de-
tuvieron una vez en Jinotega y es mejor que me calle, porque me estoy irritando”.
Abelardo Cuadra, entonces parte de la Guardia, estuvo en el entierro y escribió lo
siguiente: “Recuerdo, sobre su cólera, que cuando en julio de 1933 concurrí junto
con el coronel J. Rigoberto Reyes y otros oficiales al entierro de su esposa –muerta al
dar a luz– Sandino improvisó unas palabras para despedirse de ella, en el cementerio
de San Rafael del Norte.
–Blanca fuiste, Blanca te llamaste y blanca moriste... –empezó. Iba a continuar,
pero mirando hacia donde estábamos parados nosotros, se mordió el labio inferior
y se azotó las botas con el fuste de campaña–. Y no sigo hablando más por estos
jodidos que están allí, –agregó entre dientes, y ya no terminó su discurso”59.
No se sabe si Sandino desarrolló una nueva relación afectiva tras la muerte de
Blanca el 2 de junio de 1933. Hay algunas referencias a Angelita González Aráuz, so-
brina de Blanca, por quien Sandino tuvo “mucho cariño”, según el historiador Neil
Macaulay. Otros dicen que después del magnicidio de Sandino, la Guardia la llegó a
buscar a Wiwilí y la mataron en las laderas del Río Coco. Estaba a punto de dar a luz,
“le faltaban como quince días; el niño era varón y ya estaba grandote el muchacho-
te. Abierta así, y muerta ya, se tiraban las carcajadas los guardias de Somoza”. Hay
informes de la Guardia Nacional de 1934 reportando la ejecución de seis mujeres al
momento de la captura y asesinato del General Abraham Rivera. Entre ellas la joven
Angelita González Aráuz, “en quien se ensañaron, al atribuirle ser la compañera de
Sandino en el campamento de Wiwilí tras la muerte de Blanca”60.
415
La moral inmoral
A los estudiantes de la historia debe importar no si Sandino fue mujeriego y
regó hijos, que si fue esposo intachable de una mujer, o simplemente un hombre
“más”. No hay que sobredimensionar a Sandino ni pensar que estuvo por encima
de todos los códigos de socialización y actuación machistas de entonces, o de ahora.
Solamente de algunos, lo cual es decir bastante62.
Lo que amerita preguntar es cuánto el Sandino de carne y hueso se acerca a la
concepción y práctica espiritualizada del amor –es decir, a una concepción de amor
entre iguales. No es asunto de monogamia, sino algo más importante como es el res-
peto del hombre por la mujer. La prefiguración de nuevas relaciones sociales basadas
en una moralidad que no es falsa sino genuina, de solidaridad y de construcción. Hay
un rechazo a lo que llamó la “moral inmoral de la actual sociedad de la tierra”, como
dice en la carta a Rivera.
Ni se sabe ni se excluye lo sentido por el General hacia otras mujeres, pero el
caso es que Sandino amó profundamente tanto a Teresa como a Blanca, quienes
compartieron no simplemente relaciones conyugales con el General pero también la
vida y el pensamiento íntimo de un hombre dado a la soledad y a menudo bastante
impenetrable. Y si el amor por cada una coincidió en el tiempo, eso no es cosa de
escándalo sino que una faceta posible de la naturaleza humana. Al fin de cuentas,
cuando Sandino pidió a Rivera no considerarlo “injusto” en su vida íntima, la injusti-
cia pudo haber estado en el acto de separación de Teresa en función de convivir con
Blanca, o bien al acto de haber convivido con Teresa aun estando casado con Blanca.
La verdadera injusticia hubiera sido el machismo ante la hipótesis que dejara
aquel hijo o hija en México, sin volver a hacer referencia a aquella relación con su
madre. Y que no fue el caso con María Natalia, la primogénita, quien estuvo en la
mente de Sandino a lo largo de la guerra, según confiara al capitán Ferreti y al pe-
riodista Belausteguigoitia. ¿Hasta dónde incidieron las nociones anarcosindicalistas,
masónicas o trincadistas sobre su vida íntima? ¿O fue algo que llevaba en su carác-
ter? ¿Cuánta importancia atribuir al pensamiento expresado, a los 27 años, en carta
a su padre desde La Ceiba criticando a los hombres que “no sabían dominar sus pa-
siones” y no era propio de un hombre recto? ¿O fue una autocrítica y otra expresión
de la voluntad de superar en lo personal para “distinguirse en algo”?63
Sandino fue el primero en rendir homenaje a aquellas mujeres que formaron
parte de la comunidad del EDSNN. Son múltiples las constancias de la existencia
del código draconiano impuesto por Sandino sobre los hombres combatientes exi-
giendo respeto a la mujer y castigando el abuso con la pena de muerte. Cuidó del
bienestar de las mujeres en su campamento, como cuidaba el bienestar de todos
sus hombres, acostumbrando escribir a las madres de sus combatientes extranjeros
417
comentando las virtudes de sus hijos. Sintió un profundo aprecio por la maestra
Gabriela Mistral, titulándole Benemérita del EDSNN. Pero también por Lola Ma-
tamoros, Carmen Sobalvarro, Juana Cruz y Tiburcia García Otero, las hermanas
Villatoro, junto a las muchachas adiestradas como correos e informantes. No faltan
las referencias a los servicios y el heroísmo de diversas mujeres durante la campaña
y no simplemente como “soldaderas” y ayudantes de cocina, existiendo diversas
fotos de aquellas mujeres anónimas, vestidas de blanco, con una pistola al cinturón.
“Oportunamente me encargaré de una publicación especial para rendirles a estas
mujeres el homenaje que merecen, pues sus nombres y sus hechos constituyen una
verdadera gloria para Nicaragua y deben incorporarse a la Historia Patria, como en
el caso de la Legión Latinoamericana”64. Otra tarea que quedó pendiente.
XVII
Clero y religión
contenidos en germen todos los destinos del moderno liberalismo, fue condenada
esta declaración por Pío VI... Si los liberales se condenan, como debemos creer, se
condenarán también con ellos todos los cooperadores... el liberalismo es verdadera
apostasía... Cuidadito, caballeros liberales, cuidadito familias y señoras liberales, que
al que juega con fuego, lo menos que le puede suceder, es quemarse”9.
Del liberalismo jacobino y radicalizado a la masonería no había más que un
paso. Y la iglesia católica de entonces, sobre todo la nicaragüense, no se molestaba
en marcar la diferencia entre ambos. Fue tal el oprobio incoado por el obispo contra
la masonería, que llegó al punto de promover la historia que el diablo habitaba en las
clínicas de los médicos de creencias masónicas. El mensaje intolerante tuvo algún
eco en Niquinohomo. Belausteguigoitia, de paso con Sandino en Niquinohomo en
1933, recuerda que don Gregorio invitó a su hijo y acompañantes a la iglesia para
dar gracias por la llegada de la paz. Sandino declinó pero el escritor vasco acudió y
registra el lo dicho por el cura “un hombre alto y de rasgos enérgicos y populares...
Luego de resaltar en una modesta homilía la paz y el amor, el cura se desbordaba
por temas especulativos, terminando con un fulminante ataque al protestantismo y
a la masonería”. La anécdota dice mucho de la religiosidad de aquellos oficiales tan
influenciados por Sandino pero no al punto de desvincularles del catolicismo popu-
lar –lo cual tampoco fue objetivo de Sandino10.
A fin de cuentas, el factor más importante fue el inicio de la búsqueda filosófica
y espiritual de la verdad haciendo de lado a la religión institucionalizada. Y fue en
México donde pudo dar rienda suelta a su curiosidad intelectual, acoplándose la de-
manda personal con la extraordinaria oferta del ambiente revolucionario y cuestiona-
dor de todo lo que anteriormente fuera considerado sagrado. Aquella predisposición
interior le llevó a la indagación, estudio y reflexión mística acercándose a maestros
espirituales y círculos espiritistas y masónicos. Leyó casi indiscriminadamente todo
material esotérico y religioso que cayera en sus manos. En sus visitas semanales al
barbero en el Álamo en 1925, Sandino solía llevar un ejemplar de Atalaya, la revista
de los Testigos de Jehová. Dos años después, ya en las Segovias, el periodista Car-
leton Beals observó que Sandino había regresado de México, “equipado con varios
libros de sociología y sindicalismo y, por extraño que parezca, con un voluminoso
tomo de la secta religiosa Adventistas del Séptimo Día, de la que me habló varias
veces en tono jocoso“. A inicios de 1928, Max Stern, corresponsal de la agencia
United Press, en una visita a don Gregorio Sandino en su casa en Niquinohomo, vio
algunos libros que Sandino había dejado sobre una mesa en el corredor: dos libros
sobre finanzas públicas, una historia de Hispanoamérica y el libro Este Siglo (This
Century) publicado por los Adventistas del Séptimo Día de Mountain View, Cali-
fornia. Curiosa combinación pero reflejo fiel del carácter autodidacta del General11.
423
entre sus miembros– con el objetivo de asegurar el control católico sobre “la esfera
pública”12.
Con la intervención norteamericana y la imposición de Adolfo Díaz (supuesto
masón) la Iglesia recuperó su influencia y el gobierno conservador retomó la “cues-
tión religiosa” intentando oficializar el catolicismo en la constitución y transferir
al clero el control de la educación. Cualquier liberal de la época sabía la historia de
monseñor Canuto José Reyes y Valladares quien excomulgó desde el púlpito a los
liberales constitucionalistas, bendiciendo en 1927 las armas de los conservadores y
de los marines, acompañado de la distribución de indulgencias, escapularios y me-
dallas a los oficiales y soldados conservadores. Se cree que existe una foto de Reyes
bendiciendo al contingente de los marines que salían para las Segovias “para liquidar
a Sandino, el bandolero”.
Sandino lo registró de la siguiente manera: “A mediados de febrero de 1928, en
Granada, el obispo de ese lugar, de nombre Canuto Reyes, bendijo las armas de los
yanquis que salían como batallón flamantísimo, a acabar con el bandido Sandino.
El primer acto de aquellos piratas armados y con la bendición del señor obispo fue
saquear la iglesia de Yalí, de donde se llevaron un incensario de oro”13.
La jerarquía católica se opuso abiertamente a la rebelión de Sandino llamando
a los pobladores insurrectos a dejar las armas y entregarse al ejército de ocupación.
Monseñor Lezcano y Ortega, arzobispo de Managua, pidió a los católicos estadou-
nidenses rezar por la protección y el divino amparo al “ejemplar estadista y digno
presidente Adolfo Díaz”. A inicios de 1930, el entonces director norteamericano de
la Guardia Nacional, Elías Beadle, se reunió con monseñor Lezcano y Ortega para
asegurar el apoyo de la Igle-
sia a la Guardia nacional y a
las tropas norteamericanas
contra la resistencia segovia-
na –aunque no era un asun-
to religioso sino político.
Como resultado, el arzobis-
po Lezcano envió una carta
pastoral a todas las autorida-
des eclesiásticas del país, pi-
diendo la colaboración con
la Guardia y los marines, ins-
tando al clero a utilizar toda
la influencia de la Iglesia,
Oficial de los marines y sacerdote católico particularmente en las zonas
(filmado durante ocupación norteamericana)
425
Aráuz el 17 de mayo de 1928 . Fue en una misa que ya estaba arreglada porque Lucía,
hermana de Blanca, aparentemente había prometido a la Virgen de Mayo una misa
“de tropa” el día que Sandino regresara sano y salvo. Sanando de paso mediante el
matrimonio cristiano la relación moral con Blanca.
Sandino recordaría con afecto aquella ceremonia. “Enviamos a exponer nues-
tro propósito al cura del pueblo, y él aceptó gustoso celebrar la misa. Era un cura
de apenas veintidós años de edad. Los gastos de la misa se hicieron por mi cuenta
y al segundo día, a la hora fijada, mi Ejército oía misa respetuosamente. Durante la
ceremonia de la misa, hubo salvas de fusilería y ametralladoras. La misa estuvo regia.
Yo mismo estuve a oírla... El día 18 de aquel mismo mes cumplí 32 años de edad, y
ese mismo día contraje matrimonio con Blanca en el templo del mismo San Rafael
del Norte... El cura me invitó a la confesión. Me confesé. Lo hice sinceramente. Los
padrinos y nosotros nos postramos de rodillas... Salimos del tempo, y en la calle me
sentía nuevo. Me parecía que iba caminando sobre el aire”19.
Decir que “él mismo” estuvo en la misa pareciera indicar que no era su costum-
bre, o que hubiese contemplado de antemano que el casamiento sería por la Iglesia
y no civil, y como parte de una misa ceremonial. Los arreglos de la misa, como se
sabe, estuvieron a cargo de la familia de Blanca percatándose Sandino apenas pocos
días antes. Si consideró la misa “regia” parecería indicar también algo extraordinario
o usual, pero sin duda un día especial para Sandino y más para Blanca y su familia.
Para Sandino una experiencia espiritual: “las flores que adornaban el templo y los
perfumes diferentes que llenaban el aire, me trajeron el recuerdo de los días de mi
infancia”.
Querer a Blanca no fue impedimento humano y moral para seguir queriendo
a Teresa. No se sabe si Blanca a estas alturas sabía de la relación de Augusto con
Teresa, lo cual explicaría también la insistencia en matrimonio, aun cuando Sandino
no sintió que violaba el código moral libertario manteniendo su relación con Teresa.
Quizá hubiera preferido una ceremonia más intima pero la familia hizo los arreglos
para una ceremonia pública y religiosa, que para Sandino resultó simpática e inspira-
dora. Lo que llamaría posteriormente asistir a misa “por sociabilidad”, evidenciando
que no practicaba la tolerancia promovida por su credo masónica.
La tercera vez que Sandino indica haber participado en una ceremonia religiosa
fue en la triste ocasión del sepelio de su esposa. Pero en esta ocasión, para Sandino
la misa ya no fue tan regia y Sandino se sublevó. Existe una anécdota extraída de
un diario de León (probablemente El Centroamericano) y repetida en el libro de
Somoza que narra cómo, durante la misa de cuerpo presente, el joven sacerdote que
nerviosamente oficiaba el ritual, en presencia del General, hizo un elogio desde el
púlpito a Blanca, diciendo que ella había influido destacadamente sobre su marido
para lograr la paz. Lo cual probablemente era cierto. Oyendo lo anterior, de pronto
429
se levantó enfurecido Sandino gritando: ¡Silencio, jodido! Baje usted de allí. Se su-
bió entonces al púlpito y habló: No crean ustedes lo que ha dicho este majadero,
en el General Sandino nadie tiene influencia, yo fui el que hice la guerra, yo saqué a
los yanquis, yo hice la paz y yo soy el que resolverá y hará la felicidad de Nicaragua
[como] lo que crea conveniente, sin influencia de nadie!”.
La anécdota, posiblemente apócrifa, es consistente con la proclamación hecha
con frecuencia por Sandino, relativa a la independencia de sus ideas y la inexistencia
de compromisos con nadie. También de su animadversión a los curas, incluyendo al
que llamó “majadero” pero que probablemente fue el mismo que oficiara la “regia”
misa matrimonial20.
Sandino le transmitió secretos que mucho le ayudaron pero que todavía no se consi-
deraba en posición de revelar a nadie. Lo que apunta a la secretividad masónica. Y en
efecto se sabe que, tal como fuera la práctica de los masones o de los estudiantes de
la Cábala judaica (también conocida por Sandino), existían niveles de secretos o “re-
velaciones” abiertas solamente a personas selectas y adiestradas. Ya en sus últimos
años de vida, Sandino compartió en cartas algunos de esos secretos a unos cuantos
selectos (consideraba espíritus selectos a quienes se encarnan y reencarnan reitera-
damente según las necesidades humanas). Incluyó a Blanca entre aquellos espíritus
selectos y sujeta merecedora de revelaciones de nuevos conocimientos metafísicos22.
Sandino por supuesto manejó su faceta mística con discreción, aunque más de
cara al mundo externo que al mundo de sus seguidores en las Segovias. Explica a
Belausteguigoitia que si proclamara abiertamente su pensamiento esotérico le toma-
rían por “un loco o un borracho”. Pero aquella síntesis entre política y religión, entre
el contenido universal bíblico y el comunismo socializado, explica la fuerza de la fe
en los ideales tan sentida por Sandino y en el EDSNN. La fuerza de Dios–Ideal–
Luz–Libertad–Amor se resume en la confianza de estar transitando por el camino
correcto, es decir hacia la justicia. Por lo que explica en el trascendente Manifiesto
Luz y Verdad que “por Juicio Final del mundo se debe comprender la destrucción de
la injusticia sobre la tierra, y reina el Espíritu de Luz y Verdad, o sea el Amor... Los
pueblos oprimidos romperán las cadenas de la humillación, con quienes han querido
tener postergados los imperialistas de la tierra. Las trompetas que se oirán van a ser
los clarines de guerra, entonando los himnos de la libertad de los pueblos oprimidos
contra la injustica de los opresores”23.
En todo caso aquella fusión entre la idiosincrasia espiritual de Sandino y la reli-
giosidad tradicional del campesinado sandinista requiere mayor estudio. Será historia
aparte, ya iniciada por Richard Grossman, Michael Schroeder y otros historiadores
que han estudiado el contexto cultural de la región. Se trata en fin de profundizar en
el conocimiento del carácter del liderazgo inigualable de Sandino –la fuerza de sus
convicciones consideradas superficiales y eclécticas por muchas pero suficientemen-
te claras para dar lugar a una sabiduría y una pedagogía que incorporó la experiencia
de vida de y con sus soldados.
Utilizó la parábola o relato figurado como forma didáctica para educar e inspirar
a la tropa logrando que fueran repetidas una y otra vez en las comunidades. Una de
tantas anécdotas fue la historia de la viuda Flores, supuesta suegra del General Juan
Colindres. Relató que la viuda, un tanto testaruda, se negaba a acatar la ordenanza
sandinista de reubicar sus viviendas situadas en zonas despejadas por ser blancos fá-
ciles de la aviación enemiga. Pero ella y toda su familia rehusaban moverse, aducien-
do que nada le pasaría a la casa porque gozaban de la protección de los santos, cuyas
432
impacto del ideario de mismo Sandino sobre el arraigado ideario cultural de muchos
de sus soldados. Pero tampoco puede minimizarse29.
en noviembre de 1930, los cuatro principales prelados de Nicaragua emitían una car-
ta pastoral “sobre la necesidad de pacificar a las Segovias” señalando la necesidad de
que en aquella zona “nuestros hijos, que aun se mantienen en las espesas montañas
del Norte con el rifle al brazo” se entregaran al gobierno31.
Sandino y sus oficiales, en consecuencia, no se engañaron sobre el posiciona-
miento político de la Iglesia y la naturaleza contrainsurgente de las prédicas mi-
sioneras y el posicionamiento político de la iglesia católica en Nicaragua. Como
consecuencia del terremoto que destruyó Managua el Martes santo 31 de marzo de
1931, el General y los suyos llegaron a la conclusión que Dios les daba la razón. A
los pocos días de aquel suceso Sandino envió un mensaje a toda la tropa anunciando
“la hora de las liquidaciones del enemigo ante la Justicia divina”. Entre las acciones
a emprender figuraba la toma de la plaza de Quilalí para impedir homilías religiosas.
La circular ordenaba a los Generales Altamirano y Peralta proceder porque: “Ten-
go noticias de que el enemigo está tratando de efectuar una función religiosa en el
pueblo de Quilalí y que desde el 12 del corriente mes llegará un sacerdote, quien
estará diciendo misas y predicando mansedumbres ante los invasores de la Patria, a
los campesinos del mencionado pueblo. En esa virtud, considero más necesario que
nunca hacer un asalto...”. Las mansedumbres de cualquier índole no tenían cabida
para Sandino32.
nos, hacia las 8 de la mañana sonó la alarma que llegaban “los españoles” (testimo-
nio de Elizabeth Bregenzer) o “los sandinistas”, según el mayagna–llamado “sumu”
en la carta– quien agregara que su vivienda había sido tomada por los sandinistas,
“muchos miskitos y ‘sumos’ entre ellos”, apunta Elizabeth cuyo esposo, el misione-
ro, rehusó salir y fue apresado34.
El grupo de Blandón, parte de un fuerte contingente de entre 300 y 400 comba-
tientes, se dirigió directamente a la sede de la misión, amarrando a Bregenzer quien
reclamó que era alemán y no norteamericano, lo cual no fue creído por sus captores.
Según el testimonio de la viuda, recogiendo lo que escuchó de testigos presenciales,
el misionero se postró en oración ante lo cual sus captores preguntaron si rezaba
a la Virgen María o a los santos, a lo cual respondió que rezaba a Dios porque no
creía en imágenes. Aquella respuesta, según ella, provocó la descarga del machete.
El testimonio del nativo aduce que la muerte del misionero fue provocada no por su
labor pastoral sino por el hecho que pasaba información sobre los movimientos de
los sandinistas en la zona “lo cual haríamos cualquiera de nosotros”. Aparentemente
otros miembros de la comunidad de Musawás disgustados con Brezenger, pasaron
la información a los sandinistas, bien eran informantes ellos mismos.
Al día siguiente del asesinato, llegó alarmado a la escena el coronel Abraham
Rivera, acompañado de ocho hombres. Rivera era conocido y respetado por muchos
de los misioneros y pastores de la zona. Expresó su desconcierto ante lo ocurrido
recordando que las orientaciones del General Sandino habían sido de hostigar pero
no matar. El contingente de Blandón había pasado la noche tocando una vitrola que
encontraron en el poblado, intentando luego incendiar la iglesia y la casa del misio-
nero Rivera reclamó en términos severos a Sandino por todo lo sucedido35.
¿Fue espía Bregenzer?. El testigo indígena, un claro anti sandinistas, afirmó
que de manera habitual los pastores pasaban información a los norteamericanos.
Más recientemente, investigaciones y documentación extraídas de los archivos mo-
ravos, EE.UU. comprueban este hecho detallando la relación del misionero con las
patrullas militares norteamericanas que aparecían en aquella zona. El historiador
David Brooks encontró en el archivo de los marines documentación que corrobora
el misionero moravo había “ofrecido sus servicios a la GN como agente de inteli-
gencia”, lo cual puede explicar, según Brooks, la ejecución del misionero alemán y
también el por qué la Iglesia Morava, en su momento, no condenó públicamente al
sandinismo36.
Este hecho también resulta misterioso para la historiadora Anna Adams. Parece
que al ser capturado, el misionero imprudentemente trató de justificar su presencia
en la zona diciendo que era enviado del gobierno norteamericano. A Bregenzer tam-
bién se le conocía en la comunidad como un opresor de los ‘sumos’ al punto que los
439
A lo largo de la lucha militar, Sandino reiteró que su objetivo era expulsar a los
soldados norteamericanos de su tierra patria. Sin embargo, en los últimos dos años
de la contienda, confiando en el triunfo, el General fue articulando un objetivo adi-
cional abarcando su idea de la nueva Nicaragua que quería legar a los nicaragüenses.
Sacar a los marines fue un fin, pero también un medio hacia otro fin. “Nuestro ejér-
cito... se empeña implantar en Nicaragua los principios de la fraternidad humana”.
Siempre ambicioso, Sandino plantea nada menos que la construcción de una nueva
sociedad.
En su propuesta de “protocolo de paz” del 20 de enero de 1933, Sandino pidió
la creación de un “nuevo Departamento en tierras baldías nacionales, comprendidas
entre las zonas de El Chipote y la Costa Atlántica Nicaragüense, con el nombre de
“Luz y Verdad”. Clarifica que no se trata de establecer un territorio independiente
sandinista de espaldas al resto del país porque “la creación del nuevo Departamento,
en ninguna forma implica prebenda para nuestro Ejército y mucho menos para el
suscrito: y que el objeto que se persigue, es el engrandecimiento general del país”.
Insiste, sin embargo, que el resguardo de aquel territorio estaría en manos del EDS-
NN y de las autoridades civiles sandinistas que ya administraban la zona. Y el mismo
Ejército estaría siempre listo para “repeler cualquier agresión que quisiera hacérsele
al Gobierno Constituido de Nicaragua”.
No puede hablarse propiamente de una transición de lo militar a lo civil toda
vez que el carácter de la guerra abarcaba ya ambas dimensiones. Hubo componentes
“cívicos” que, a la par del EDSNN, debían sustentar la conformación de un espa-
cio autónomo en las Segovias, con identidad propia administrada por los brazos
militares y civiles del sandinismo. Pero el General concibió una forma de autoridad
que trascendiera lo militar o el mismo estado de guerra para avocarse a lo que el
historiador Michael J. Schroeder llama “la construcción cultural de autoridad” en la
que oficiales civiles y militares asumieron tareas logísticas y de inteligencia para cada
zona asegurando la propagación del pensamiento nacionalista de Sandino.
Aquella red fue parte del engranaje sandinista desde el inicio mismo de la lucha.
Un enviado de la Guardia llegaba a la conclusión en 1927 que los sandinistas se pro-
ponían construir una república separada a lo largo del norte y el centro del país. El
mismo informante reportó en octubre de 1928 sobre la existencia de una “Guardia
Cívica” sandinista en Nueva Segovia, encargada de suplir y esconder provisiones
hasta ser requeridas por el mando. Se registró el hecho que miembros de aquella
442
inmediato era dar empleo a aquellos seguidores sin tierra y sin oportunidades incor-
porando con el tiempo a los trabajadores de la costa del Pacífico. En tanto el come-
tido no se reducía a lo económico y abarcaba la dimensión espiritual, dio el nombre
de “Joaquín Trincado” y “Luz y Esperanza” a dos campamentos. Los misioneros
cristianos brillaron por su ausencia, ni se reportaron construcciones de iglesias8.
En los diversos periódicos, Sandino dio a conocer su proyecto aprovechando
sus viajes y los de sus oficiales a Managua para asegurar el abastecimiento, asistencia
técnica y hacer contactos comerciales. Entre estos últimos figuraba el simpatizante y
comerciante Daniel Ortega Cerda, padre del actual presidente de Nicaragua, Daniel
Ortega Saavedra, y Elis Echaverry, quienes a sabiendas del proyecto escribieron a
Sandino el 19 de mayo de 1933 indicando estar “en condiciones de colaborar con
Ud. eficientemente en pro de la intensificación y rápida venta de los productos de
nuestro propio suelo y en especial los de la zona agrícola controlada por Ud. Para ese
efecto y sabedores de que se propone dar salida a sus productos, vía Río Coco-Cabo
Gracias, nos apresuramos a ofrecerle nuestros servicios como Agentes exclusivos
vendedores en la ciudad de Bluefields y todos los otros centros comerciales del Li-
toral Atlántico. Indicamos como artículos más vendibles en aquella zona, como Ud.
ya lo debe saber, los mencionados arriba. Puede pedir referencias nuestras al Banco
Anglo-Sud Americano de Managua. Por otra parte y para que tenga más fija idea y
abonada confianza en la firma que le ofrece sus servicios, el primero de los que sus-
criben, nuestro Gerente Sr. Daniel Ortega Cerda, puede y desea, llegar hasta Ud. y
exponerle verbalmente sus planes y conocimientos del negocio, tanto en lo general
como en lo de Oficina, pues fue durante 6 años empleado en el Departamento de
Cobros y Contabilidad del Banco Nacional de Nicaragua. El Original de la presente
le llegará por mediación del Sr. Ministro de Agricultura don Sofonías Salvatierra,
como vía más segura, y un duplicado por el correo ordinario”.
Sandino respondió el 8 de julio:
“Con mucha pena hasta hoy me doy el gusto de referirme a vuestra im-
portante correspondencia fechada el 19 de marzo del corriente año, y sólo
por mis múltiples ocupaciones y proyectos que resolver en estas regiones
no había podido complacerlos con mi contestación. Después del rudo gol-
pe por la desaparición de mi adorada esposa Blanquita, me constituí en
este Puerto Fluvial del Río Coco de donde Uds. me dirijo; por tanto hasta
hace poco comencé a organizar los trabajos de la Cooperativa “Río Coco”.
Como Uds. comprenderán en toda inauguración es posible obtener inme-
diatamente los resultados. Imagínense uds. que hasta ahora estamos edi-
ficando casas y talando impenetrables montañas. Hasta el año entrante si
la paz de Nicaragua se prolonga gracias al patriotismo y buen seso de sus
445
misma comunicación dice: Ya tengo un arreglo con una compañía mexicana para el
cultivo del banano en la Costa Atlántica y saquemos a la United Fruit. También vamos
a sacar a las compañías yanquis de las minas. Debemos seguir luchando, aunque de
otro modo, para que tengamos una patria nuestra, de nosotros los nicaragüenses”12.
Para Sandino, la cooperativa estaba concebida como una comuna, algo más
radical por sus connotaciones sociales e ideológicas, abarcando no solo aspectos
productivos, sino también sociales, educativos, con campañas moralizadoras contra
el alcohol y el vicio, fomento de lectura, y veladas, como aquellas llevadas a cabo en
Tampico durante su estadía como obrero petrolero; nacionalista, sin ser chauvinista,
en tanto también invitaba a norteamericanos a venir a trabajar, pero no como explo-
tadores. En fin, un nuevo espacio de socialización de ideas y símbolo de resistencia
contra el sistema político, económico, y religioso imperante. Como viejo sindicalista
libertario y ahora como discípulo de Trincado, insistió que el primer paso consistiría
en transformar al mismo EDSNN –prefigurar en su propio seno la futura sociedad
libertaria, incorporando prácticas autogestoras y el ejercicio de una democracia ho-
rizontal.
Ante una economía nacional devastada por las consecuencias del resquebra-
jamiento del capitalismo mundial, Sandino ofreció el modelo cooperativista para
reactivar el mercado laboral y la economía del país. Estaba convencido de que las
“cooperativas en día no muy lejano, serán decisivas para la restauración económica
del país”. Sandino retomó preceptos de Kropotkin, Proudhon y de Flores Magón
cuando dijo: “El trabajo productivo, fuente de salud y prosperidad es lo que desarro-
llaremos con todo anhelo, ya que encontraremos en todas las autoridades a gentes
pacíficas, impartiendo las garantías ciudadanas y el respeto y consideración al que
todos tenemos derecho; de esta manera llegaremos al verdadero engrandecimiento
nacional, con la ayuda de todos los hombres de buena voluntad”13.
El triunfo de la colectividad humana contra la codicia individual del capitalista,
tal como predicara Kropotkin y otros: el apoyo mutuo para crear conciencia de soli-
daridad humana y de dependencia mutua. La unión y la organización para la defensa
de los intereses inmediatos de los trabajadores, base de la construcción de otra socie-
dad más justa. Quiso preparar al pueblo nicaragüense, comenzando con los sectores
más olvidados en la zona más marginada del país, para tomar el poder, no mediante
partidos, y no a nivel nacional, sino mediante la participación en la construcción de
un modelo libertario de organización social y económica14.
Apuesta a un modelo nuevo de autogestión y empoderamiento. Bastante más
que una atrevida aventura empresarial guiada por el afán de lucro. Aun cuando su
modelo contemplaba la explotación de recursos madereros y minerales, la esencia
era política, abarcando la administración colectiva y un sistema interno no capitalista
de financiamiento. Repito una vez mas el postulado epigramático de Proudhon –la
448
pública entre nuestros indios la desarrollemos potentemente, así como toda clase de
artes y oficios.
Pues bien: deben de convencerse esos vecinos de que sólo el triunfo de nuestro
Ejército es el que podrá salvar a todo nuestro país en general, porque entonces no
mandarán los extranjeros en Nicaragua, ni los perros traidores [sic] el mando estaría
en poder de los legítimos Nicaragüenses, y los indios zumos, mosquitos y zambos,
ya tendrían también la oportunidad de ser gerente y vaqueros de sus cooperativas
comuna naviera17. [sic]
Sus postulados libertarios figuran claramente en la carta que, desde Wiwili San-
dino dirige, el 16 de julio de 1933, al escritor Rafael Ramírez Delgado:
“...Estoy dedicado a la fundación de una sociedad de mutua ayuda y fraternidad
universal; quiero poner mi grano de arena en pro de la emancipación y bienestar
social de la clase trabajadora que, como Ud. bien sabe, ha sido siempre explotada y
mal vista por la burocrática burguesía. Este es el problema que muchos hombres de
filosofía y de amor tratan de resolver y ya que el Exmo. Sr. Presidente de la Repú-
blica, por los tratados de Paz, me presta protección, quiero hacer de estas vírgenes
y exuberantes regiones, un lugar de vida y centro de civilización para toda familia
que, azotada por la miseria o desheredada, corra algún riesgo en el seno de las ciu-
dades–pulpos”.
Calificar de “pulpos” a las ciudades no fue una ocurrencia original de Sandino:
el calificativo fue utilizado por el extraordinario geógrafo y anarquista francés Eliseé
Reclus en su texto “La evolución de las ciudades” (1895). El texto circuló amplia-
mente en México y fue frecuentemente citado en la prensa anarquista y anarcosindi-
cal. Sin duda, lo asimiló Sandino18.
Para noviembre de 1933 y a pesar de la difícil situación de seguridad, Sandino
rebosa de entusiasmo con su nuevo proyecto, considerando que tras los largos y
duros años de resistencia militar, se encontraba junto a los suyos empeñados en
un proceso de construcción del país que habían ayudado a liberar. Y si bien, era un
sueño que a corto plazo prescindió de un cometido nacional, no por ello dejaba
simbolizar un ejemplo ante el resto de Nicaragua y del mundo: “lo que quiero es ir
a trabajar duro en la montaña; servir a los miles y miles de campesinos que han apo-
yado nuestra lucha. Sacasa me dará una extensa zona del norte. Allí está la gran ri-
queza de Nicaragua. La zona del Pacífico es un cascajo comparado con aquello... allá
las grandes matas de tabaco crecen silvestres. Vamos a despalar la montaña y hacer
una agricultura corporativizada, donde todos somos hermanos. Esos campesinos
son unos grandes trabajadores. Vamos a poner escuelas, a construir ciudades. Nos
llevaremos del Pacifico a carpinteros, mecánicos, talabarteros, sastres, para que ten-
gamos de todo. Eso sí, nada de borrachines vagos, explotadores egoístas. Todo será
en cooperativas. Existe oro en abundancia y con el compraremos en el extranjero lo
450
que necesitamos. Las maderas son magníficas para construir casas y muebles. Ahora
los campesinos no tienen nada, pero lo tendrán todo. No saben leer ni escribir y los
explotan inmisericordemente”19.
El reino de Sandino
El proyecto
de reconstrucción
económico y mo-
ral –inseparables en
Sandino– consistía
esencialmente en
poblar a Nicaragua
de cooperativas:
“serán” decisivas
para la restaura-
ción económica del
país”. Ese supremo
sueño de Sandino
estaba integrado
por ideas recogidas
“Área de influencia de Sandino” mapa trazado por los marines
a lo largo de los
(sandinorebellion.org) años, principalmen-
te por la vía de Flo-
res Magón y de Trincado, que a su vez recogen los preceptos de Kropotkin y de
Proudhon, entre otros. En las palabras de Sandino, “el trabajo productivo, fuente de
salud y prosperidad es lo que desarrollaremos con todo anhelo, ya que encontrare-
mos en todas las autoridades a gentes pacíficas, impartiendo las garantías ciudadanas
y el respeto y consideración al que todos tenemos derecho; de esta manera llegare-
mos al verdadero engrandecimiento nacional, con la ayuda de todos los hombres de
buena voluntad”20.
Sandino no permitiría que los hombres y mujeres que sufrieron lo indecible
durante la contienda regresaran a una vida de marginación, pobreza y analfabetis-
mo. Sandino pensó que la solución consistía en promover un régimen asociativo de
propiedad y producción, el cual al prescindir de la propiedad privada, daría lugar a la
abolición de la desigualdad y de la injusticia. Nicaragua debía ser libre y soberana en
lo militar, pero la producción y el consumo también debían ser libres para la partici-
pación de todos –a diferencia de la sociedad que permite consumir desmedidamente
a los que “no producían nada”, decía. Un boletín de guerra emitido por Sandino en
451
a la Costa Atlántica. Por su parte, el General Estrada afirmó en enero de 1934 que
los cortes de madera estaban por iniciarse26.
Pero todo el proyecto económico dependía de vías de comunicación seguras,
entonces casi inexistentes en la región. Para ello, Sandino pensó en la formación
de una empresa de navegación fluvial haciendo uso de los medios y conocimientos
adquiridos durante la guerra. El agregado militar norteamericano en Costa Rica,
informaba en julio de 1933 sobre una compañía de transporte fluvial que Sandino
había fundado en Bocay. A dos meses de la firma del convenio de paz, la inteligencia
militar norteamericana llegaba a la conclusión que Sandino efectivamente quería
mantener la paz y que “inteligentemente planifica... la colonización de esa región
con sus seguidores”. Lo que el norteamericano llamara “el reino de Sandino” se ex-
tendería al este y al sur del Río Coco, abarcando buena parte de los departamentos
de Jinotega, Cabo Gracias a Dios, Prinzapolka, Río Grande y una parte de Blue-
fields. El General consideró que aquellos departamentos escasamente poblados se
prestarían rápidamente al establecimiento de la gran “Cooperativa”27.
Las actividades de las cooperativas no constituían secreto alguno. Por el contra-
rio, fue asunto de darles publicidad recurriendo incluso a “campos pagados” o mejor
dicho, anuncios publicados en los medios a petición del General. En los periódicos
de la capital apareció el siguiente anuncio, firmado por Sandino y dirigido “A los
comerciantes del país” en el que anuncia que para el 1 de abril habrá establecido un
servicio rápido de botes y pipantes entre Santa Cruz de Jinotega y el cabo Gracias
a Dios. “Nuestra asociación cooperativista ofrece todas las garantías con respecto a
la eficiencia del servicio y la vida de los pasajeros. El camino desde Jinotega a Santa
Cruz ya se está reparando y se prepara la apertura de un camino de primera clase.
Solicitamos a la prensa nacional publicar este anuncio. Patria y Libertad”. Sandino,
por lo visto, ya estaba en posición de pasar a uso civil aquella “flota de guerra” del
EDSNN que abarcó treinta pipantes pequeños, veinte medianos y diez grandes “to-
dos en perfectas condiciones y bien dotados de palanqueros excelentes en su oficio
y además muy entrenados en nuestro estilo de guerrilla fluvial”. Casi todos aquellos
palanqueros fueron indígenas de las diversas etnias que “también actuaban como
soldados guerrilleros” cuando era necesario. El coronel Abraham Rivera, muy res-
petado en toda la zona, el “Almirante Sellers del Coco”, como le gustaba llamarse
quedaría al mando28.
A inicios de 1934, Sandino despachó al General Estrada y al coronel Rivera a
Managua para gestionar combustible, lubricantes, implementos agrícolas, maquina-
rias para lavar oro y motores para las embarcaciones. En la lista elaborada por el
General figuraba también la contratación de un ingeniero para instalar la planta eléc-
trica. Un periodista logró entrevistar a Estrada y Rivera en el Hotel Colón de Mana-
gua. En el reportaje escribe: “se advierte en ellos, desde sus primeras palabras, que
454
han olvidado los dolorosos días de la sangrienta lucha que mancharon de sangre...
Ahora hablan con fe y entusiasmo del trabajo que les redime y de empresas agrícolas
que deben dar un nuevo rumbo a la riqueza nacional”. Nadie más que Sandino pudo
haber inculcado en ellos la noción de trabajo honrado, como fuente de redención
moral y material en la sociedad. La “nueva California”, dijo alguien.
En enero de 1934 el periódico El Pueblo de Managua entrevistó a dos oficiales
de Sandino quienes describieron el plan: “Se pondrá el mayor empeño – dicen los
señores Estrada y Rivera– en la construcción de vías de comunicación para facilitar
los distintos trabajos agrícolas e industriales en una zona bastante extensa. De Chile
se traerán veinte pequeñas máquinas para intensificar la extracción del oro; habrá un
campo de aterrizaje, que reunirá todas las condiciones necesarias, habrá la llegada
de aeroplanos grandes y pequeños, se fomentara la cría de ganado de buena calidad,
mezclándolo con las mejores especies extranjeras, la exportación de maderas por el
Río Coco y sus tributarios, en gran escala, será una de las mayores fuentes de riqueza
con que las Segovias van a contar en un futuro no lejano. Wiwilí, el centro de todas
las actividades será una ciudad próspera y de estilo moderno, que llegará a ser una de
las principales de la República por sus recursos naturales y su posición topográfica,
...el Gobierno de Sacasa contribuirá con dinero e implementos de toda clase... ya
suministró dos poderosos motores portátiles para navegación fluvial”.
‘En vez de la explosión de los fusiles y las bombas de mano, se oirán en aquellos
bosques y llanuras, las explosiones de la gasolina, que irán proclamando sobre los ra-
mos de los ríos que una nueva era se abre para nuestra patria”. En Wiwilí se vivía en
una acostumbrada pobreza, con grandes problemas de salud y aprovisionamiento,
unas cuantas chozas donde los ex guerrilleros todavía hacían vida de cuartel, atentos
a los movimientos de la Guardia. Pero en Managua circulaban noticias fantasiosas
sobre las transformaciones en la zona: se reportaban “grandes plantaciones de taba-
co, con hojas tan grandes que los arbustos parecían paraguas abiertos bajo el sol, de
enormes plantaciones de granos, de las lúcidas vacadas, dueñas de los inmensos pas-
tos que formaban horizontes de verdura; de la actividad en los lavaderos de oro”29.
Sandino insiste a Sacasa: “Deben Uds. estar seguros de mis propósitos de auxi-
liar eficazmente la cooperativa Río Coco para el éxito en sus labores”. Sandino, para
entonces, se identificaba como “Jefe Director y Fundador de la Cooperativa Río
Coco y sus Afluentes”. Pero el General no contaba con autoridad en Managua. Fue
imposible reunir la inversión de 120,000 dólares estimada necesaria para desarrollar
todo el proyecto cooperativo. El “fondo de pacificación” establecido en los acuer-
dos y aprobado por el Congreso nunca se agilizó y en la práctica, el uso del fondo
estuvo sujeto a numerosas trabas y reticencias burocráticas. Sin independencia eco-
nómica ni condiciones efectivas de seguridad, el proyecto de las cooperativas resultó
insostenible–las mismas labores manuales fueron interrumpidas una y otra vez por
455
las amenazas de la Guardia, debiéndose emplear buena parte de los recursos y es-
fuerzos en resguarda el perímetro de seguridad y estar preparados ante un ataque30.
Yo no quiero la guerra
Desde un principio, Pedrón no compartió el optimismo de su jefe. Repitió has-
ta el cansancio que la Guardia –cuando no Sacasa y los Estados Unidos– querían
terminar con la existencia del EDSNN a toda costa. Y, en efecto, el “reino” de
Sandino fue considerado –correctamente– como un desafío al proyecto que los nor-
teamericanos y sus aliados habían trazado para Nicaragua. El programa de Sandino
encerraba otro propuesta de nación construida desde la cooperativa y la propiedad
comunal contrapuesta, aunque no lo quisiera, al proyecto nacional construido desde
el Estado y las élites tradicionales. Quizás Sandino no visualizó la contraposición en
estos términos, pero sus contrincantes sí.
Con la firma del convenio, Sandino solo consiguió garantías relativas a sus plan-
teamientos históricos de soberanía económica. Pensó que la autoridad moral y las
armas del EDSNN asistirían al gobierno de Sacasa, para asegurar la “constituciona-
lización” de la Guardia, todavía con reglamentos norteamericanos, sin establecer la
figura del comandante en jefe, o aún mejor, aprovechar el reordenamiento para sacar
a Somoza y los mandos represivos de la Guardia. Sandino aparentemente ignoraba
el hecho que, según el relato posterior de Salomón de la Selva, Sacasa todavía can-
didato a la presidencia, había firmado un compromiso con la legación de Estados
Unidos de no cambiar la organización del la Guardia Nacional, lo cual a todas luces
resultaba incompatible con el compromiso firmado con Sandino la noche del 2 de
febrero de 193331.
Creció el número de choques con la Guardia en tanto el gobierno retrasaba
la entrega de los implementos, salarios y víveres contemplados en el acuerdo. La
preocupación creciente de Sandino era la protección de sus campamentos y de la
población segoviana que continuaba siendo hostigada por la Guardia. Pensó que el
apoyo sandinista a Sacasa sería suficiente para forzar la reorganización de la Guardia,
comenzando con la remoción de Somoza García.
A pesar del compromiso de desarme gradual establecido en el documento, So-
moza quedó perturbado por la implicación política y territorial de la concesión ce-
dida a Sandino. Un trozo importante del territorio nacional quedaba bajo el mando
político de un delegado gubernamental y persona de confianza para Sandino, Esta-
nislao Lara, lo cual extrañó a sus oficiales y enfureció a Somoza, cuyo mando ahora
excluía una buena parte de la geografía nacional: la región de Wiwilí abarcaba el área
entre el Río Coco, el río Bocay, limitado al sur por una línea desde la boca del río
Cuya en la ribera del Coco hasta Bocaycito, y al norte, por otras que partían de la
456
Patria y Libertad
Socialismo Libertario
“Ninguna clase de reforma a base de la opresión de la libertad”
Cooperativismo
“Donde todos seamos hermanos”
Se ha dicho que toda gran obra obedece a una gran fe. Algunos le llamarían fe,
otros espiritualidad o religiosidad, traducida al fin y al cabo en una convicción ética
468
y una sentida autoridad moral que puede llevar a la persona o un grupo de ellas a
constituirse en una fuerza transformadora de realidades y estructuras injustas.
Sandino creía en la existencia de una fuerza primordial creadora del universo
–“la primera voluntad que existió el universo y que es Dios”. Como espiritista y
masón, considera que Dios es inteligible por medio de la razón y la ciencia, lo que se
traduce en la filosofía moral que debe guiar la conducta de las personas: Luz y ver-
dad. No cree en milagros ni en santos, reliquias, personas infalibles o rituales negros
que fabrican actos mágicos, curaciones o hacen bailar las mesas. Esa primera gran
fuerza y código es el amor, pero que las religiones le llaman de diversas maneras:
Dios, Alá, Jehová, Yaweh, Eloí y otros. Importaba menos el nombre que el recono-
cimiento de que la Justicia y la Verdad eran hijas de aquella fuerza creadora espiritual
que se hace presente por medio de espíritus que se encarnan en personas para guiar
la historia humana que debe culminar para que el amor reinara en el mundo. Las
personas, incluyendo Jesús y María, nacen (encarnan), mueren (desencarnan) para
volver a nacer en otras.
La mística de Sandino no fue de carácter banal, mágica u ocultista. No cabían,
como hemos visto, ritos religiosos de tipo alguno, aunque en la práctica fue más
tolerante. Buscaba no a un “Dios” abstracto, sino al Dios/fuerza de la conciencia
humana. El General no se interpone como intermediario, ni asume el papel de un
profeta, debiéndose guiar no por religiones –“cosas del pasado”– sino por la razón.
Fue masón, pero no como parte de la libre masonería de los salones literarios y
las academias, sino de la escuela de la masonería radicalizada durante la revolución
mexicana en su enfrentamiento con la iglesia católica.
El código ético se desprende de lo moral y Sandino explica que la conducta
diaria debe ser revisada: “No hacen falta los redentores, la persona es capaz de redi-
mirse a sí misma... la satisfacción del deber cumplido es la única gloria que existe”.
“Nuestra conciencia debe ser nuestra mejor consejera y por esta misma razón, es
algo bueno ponerse a pensar aunque sea una vez por semana en todo lo bueno y
malo que hemos hecho y observar el futuro de las cosas, a manera de evitar caer en
el abismo si hemos iniciado ese camino”, dice en carta a dos oficiales estacionados
en el Río Coco y que termina pidiendo “también por favor léanla en público cuando
no estén tan preocupados por el enemigo”3.
Su “fe” se basa más en la filosofía que en la teología, alejada del dogma religioso,
al que considera un factor de enajenación humana. Llegó a la conclusión de que no
era la religión la que hacía a la persona, sino las personas que inventan a la religión,
muchas veces élites para sustentar un régimen opresivo, haciendo creer al pueblo
que hay relaciones privilegiadas de autoridades con lo divino.
Para Sandino lo fundamental era el pensamiento vinculado a la acción “libre de
prejuicios”, solía repetir. En la tradición libertaria, la ética y la moral difieren de las
469
pedagógico y político, fue la escuela para la liberación instalada por Sandino en las
montañas de las Segovias.
coyunturas políticas nos brindarán nuevas inspiraciones –es la palabra que habría
utilizado Sandino–, más allá de las ya practicadas en su nombre. Por ello, Sandino y
su sandinismo continúan siendo llamados a formar parte de una historia de progre-
so y no regresión democrática.
473
Notas finales
I
Familia, primer amor y primogénita
Páginas 19-34
1. César Escobar Morales, Sandino en el panorama nacional, (Escuela Artes Gráficas, Managua: 1979),
p. 4. Castillo, Libro de Sandino, p. 7.
2. María Haydée Brenes, “¿De dónde vino Sandino?”, El Nuevo Diario, 16 de mayo de 2008, http://
www.elnuevodiario.com.ni/especiales/15520 “Han abusado del nombre de Sandino”, La Pren-
sa, 19 de febrero, 2012. Disponible en internet http://www.laprensa.com.ni/2012/02/19/ambi-
to/91166-han-abusado-nombre-sandino.
3. Blanca Sandino a Gregorio Sandino, 5 de enero de 1928, EDSN 28.01.05a, http://www.sandi-
norebellion.com/EDSNDocs/1928a/edsn280105a.html; El texto encontrado en los archivos nor-
teamericanos aparece únicamente en inglés. La traducción es nuestra. Una reciente biografía del
General Feland confirma el episodio.
4. Román, Maldito país, p. 8, 38-39. Testimonio de Lisandro Ardón Molina, Instituto de Estudios
del Sandinismo (IES), Ahora sé que Sandino manda, (Editorial Nueva Nicaragua, Managua 1986), p.
29. Gilbert, Junto a Sandino, p. 309. Navarro-Génie, Augusto “C” Sandino, pp. 42-43. Flavio Rivera
Montealegre, “Cronología de la vida del Gral. Augusto C. Sandino, Biografía”, www.manfut.org/
muesoes/rafaelnorte.html.
5. Román, Maldito país, pp. 38-39. Telegramas de Margarita Calderón a Sacasa, 6 abril 1933; a Somo-
za 27 de junio de 1934 y 9 septiembre con respuesta 19 y 16 de septiembre de 1941. Expedientes 44
y 46, Colección Augusto C. Sandino, Archivo General de la Nación, Managua.
6. Conversación en Niquinohomo, relatada por Nicolás Arrieta, (noviembre de 1933), Sandino, El
pensamiento vivo, T. II, p. 365.
7. Telegramas de Margarita Calderón a Somoza , 9 de septiembre con respuesta 19 y 16 de septiembre
de 1941. Expedientes 44 y 46, Colección Augusto C. Sandino, Archivo General de la Nación, Managua.
8. Román, Maldito país, p. 41. Escobar Morales, Sandino en el panorama, p. 50. Conversación en
Niquinohomo, relatada por Nicolás Arrieta, (noviembre de 1933), Sandino, El pensamiento vivo,
T. II, p. 365.
9. Eduardo Cruz, “El Sandino de Niquinohomo”, La Prensa, Managua, 15 de febrero de 2015.
http://www.laprensa.com.ni/2015/02/18/boletin/1784346-el-sandino-de-niquinohomo.
10. Alberto Reyes, “Impresiones de mi viaje donde el General Sandino”, El Eco Nacional, Año XIV
(León), 28 de enero de 1933.
11. Mario José Borge Castillo, “Don Gregorio Sandino López (1868-1947), El Nuevo Diario, (Mana-
gua), 10 de febrero de 2001. http://archivo.elnuevodiario.com.ni/2001/febrero/10-febrero-2001/
opinion/opinion7.html.
12. Mario José Borge Castillo, “Don Gregorio Sandino López (1868-1947), El Nuevo Diario, (Mana-
gua), 10 de febrero de 2001. http://archivo.elnuevodiario.com.ni/2001/febrero/10-febrero-2001/
opinion/opinion7.html, Román, Maldito país, p. 39. Escobar Morales, Sandino ante el panorama, p. 50.
13. Belausteguigoitia, Con Sandino, pp. 93-94. Carta al Jefe del destacamento de marinos en Jino-
tega, 24 de mayo de 1927, Sandino, El pensamiento vivo, T. I, pp. 112-114.
474
14. “Avisó a Sandino plan de asesinato”, El Nuevo Diario, 18 de marzo de 1983, p. 12.
15. Sandino le llama asimismo “Mercedes”. Román, Maldito país, p. 47, Román, Maldito país, pp. 40-
41. María Haydée Brenes, “¿De dónde vino Sandino?”, El Nuevo Diario, 16 de mayo de 2008, http://
www.elnuevodiario.com.ni/especiales/15520 Escobar Morales, Sandino en el panorama, pp. 50-51.
16. “Carta a María Soledad”, 4 de diciembre de 1920, http://www.sandinorebellion.com/images/
EDSNDocs/1927/201204-ACSBluefields2MariaSoledadSandino.jpg, Roman, Maldito país, p. 46.-
47. Cartas sin fecha en expediente 1, 2 y 3, y carta del 9 de diciembre de 1920, Caja 1, Colección
ACS, Archivo General de la Nación (Nicaragua).
17. “Augusto C. Sandino: Carta de amor a Mariíta”, Nexos, (México), 1 de julio de 1989, versión en
internet, http://www.nexos.com.mx/?p=5507; “A María Sandino”, 23 de junio de 1922, Sandino, El
pensamiento vivo, T. I, pp. 75-76. Carta sin fecha (folio 3), carta 9 de diciembre de 1920 (folio 4), Colección
ACS, Cara 1, AGN. Carta a María Sandino, 3 de junio de 1922, Sandino, El pensamiento vivo, T. I, pp. 75-76.
18. Belausteguigoitia, Con Sandino, p. 159.
19. Román, Maldito país, p. 49, 81. Escobar Morales, Sandino en el panorama, p. 54. “Reafirmo: existió
otra hija de Sandino”, aparecido en La Prensa, 7 de marzo de 1979. Existe otro artículo del cronista
J. Aníbal Gallegos “Hija de Sandino”, La Prensa, 24 de febrero de 2003; el artículos de Roberto
Sánchez “Respetemos al General Sandino”, www.elnuevodiario.com.ni/opinion/288865-respete-
mos-al-general-sandino ver también el Sergio Simpson, “Dos hijos desaparecidos del general San-
dino”. http://sergiosimpson.blogspot.com/2013/06/dos-hijos-desaparecidos-del-general.html;
Eduardo Cruz, “La otra hija del general”, La Prensa, s/f http://m.laprensa.com.ni/reportajes-es-
peciales/118154. Carta de Natalia Sánchez Sandino al presidente Sacasa, 27 de junio de 1934, Ex-
pediente 46, Colección ACS, Archivo General de la Nación, Nicaragua. Existen otros testimonios
sobre hijos de Sandino, Entrevista a Blanca Segovia Sandino en Mónica Baltodano, Memorias de la
lucha Sandinista, I, https://memoriasdelaluchasandinista.org/view_stories.php?id=3
II
En los enclaves norteamericanos (1921-1922)
Páginas 35-41
1. Carta ACS a María Sandino, 12 de diciembre de 1920, Expediente 4, Colección Augusto C.
Sandino, Caja 1, AGN, Managua. En la versión errónea de Román, Sandino supuestamente indica
que, tras el incidente, se trasladó a la Costa por un mes y luego a La Ceiba, cuando en realidad llegó
primero a León, luego Tegucigalpa y finalmente La Ceiba. Román, Maldito país, pp. 48-49.Volker
Wünderich, Sandino en la costa, de las Segovias al litoral Atlántico, (Editorial Nueva Nicaragua, Managua:
1989), p. 9. Relato de José Manuel Sandino a Gustavo Alemán Bolaños, ¡Sandino! Estudio Competo del
héroe de las Segovias, (Ediciones simultaneas en México y en Buenos Aires, Imprenta La República,
México: 1932), pp. 3-4. Escobar Morales, Sandino en el panorama, pp. 53-54.
2. Relato de Alfonso Dávila Barbosa recogido por Arellano, Guerrillero de Nuestra América, p. 88.
Gustavo Alemán Bolaños, ¡Sandino!, Estudio completo del héroe de las Segovias, (Editorial La República,
Managua: 1932), p. 4; Román, Maldito país, p. 49. “Cuyamel Fruit Company”, Wikipedia, http://
es.wikipedia.org/wiki/Cuyamel_Fruit_Company. Rafael Antonio Canelas Díaz, La Ceiba sus Raíces y
su Historia, (Banco Central de Honduras, Tegucigalpa: 2008, p. 153. Olga Maldonado, Manuel Agui-
lar, Guía histórica turística de la ciudad de La Ceiba, (Instituto Hondureño de Antropología e Historia,
Tegucigalpa: 1991), pp. 24-25, 255.
475
3. O’Brien, Revolutionary mission, pp. 91-95; Marvin Barahona, Honduras en el Siglo XX: una síntesis his-
tórica, (Editorial Guaymuras, Tegucigalpa: 2005), pp. 86-91. Fotografía: http://www.hondurastips.
hn/?attachment_id=1431, El Gráfico (Bogotá, Colombia), Vol. 17, diciembre de 1928, pp. 1848-
1849. José Antonio Funes, “Froylán Turcios y la campaña a favor de Sandino en la revista Ariel”,
(1925-1928)”, Cuadernos Americanos, 133 (México, 2010/3), pp. 181-208. http://www.cialc.unam.
mx/cuadamer/textos/ca133-181.pdf.
4. Cartas del 18 de octubre de 1921 desde La Victoria a Ana María Benavides, y del 21 octubre a
María Sandino, y 1 de enero de 1922, Folios 8-10, Caja 1, Colección ACS,AGN. Carta sin fecha a
María Sandino, Folio 1, Caja 1, Colección ACS-AGN. Carta a don Gregorio de 1922, s/f, Sandino, El
pensamiento vivo, T. I, p.73. Carta postal desde La Ceiba a María Benavides, 1 de enero de 1922, folio
10, Caja 2, ACS, AGN. La carta contiene postales o fotos citada en Castillo, El libro de Sandino, p. 22.
5. Carta a don Gregorio de 1922 , s/f, Sandino, El pensamiento vivo, T. I, p.73. Carta postal desde La
Ceiba a María Benavides, 1 de enero de 1922, folio 10, Caja 2, ACS, AGN. Gustavo Alemán Bolaños
señala a hermano Reynaldo como testigo de lo ocurrido, Alemán Bolaños, ¡Sandino!, p. 6. Edelberto
Torres Rivas, Sandino, (Editorial Katún, México:1984), pp. 27 y 38. Román, Maldito país, p. 49. Carta
a María Sandino, 25 de marzo de 1925, Expediente 9, Caja 1, Colección ACS-AGN. La carta lleva
el encabezado de Honduras Destilling and Sugar Company, oficina del gerente, Sandino agrega ‘La
Ceiba’ al encabezado impreso de Dutuville. Carta a Mariíta Sandino, 21 de mayo de 1921. El benefi-
cio azucarero llevaba el nombre de ‘Ingenio Monte Cristo’ era propiedad de la Honduras Destilling
and Sugar Company, Sandino, El pensamiento vivo, T. I, p. 75; William Wildt Foote, El último viejo, (La
Ceiba, Atlántida, Honduras: 1986), p. 189.
6. Román, Maldito país, p. 48. Hay datos biográficos interesantes sobre Sandino en este período
recopilados posteriormente por la inteligencia militar norteamericana: ver el informe de Alex Co-
hen, agregado militar interino en Costa Rica, 13 de enero de 1928, “G-2 Short Biography of Bandit
Leader Sandino”, Reporte No. 223 Documento 95, página 4, no 36, http://www.sandinorebellion.
com/Top100pgs/Top100-p95D.html. Reproducido también en A. Isaguirre y a A. Martínez R.
(compiladores) Informantes de la Historia: Sandino y los U.S. Marines, Reportes de los agregados mili-
tares y comandantes marines en acción, (Omni Editores, Teegucigalpa:2000), pp. 156-157. Paul J.
Dossal, Doing Business with Dictators, A Political History of United Fruit in Guatemala, 1899-1944, (Rowan
& Littlefield Publishers, New York: 1995), pp.119-138. Arturo Taracena Arriola, “El Partido Comu-
nista de Guatemala y el Partido Comunista de Centro América (1922-1932)”, Pacarina del Sur, Revista
de Pensamiento Critico Latinoamericano, http://www.pacarinadelsur.com/home/oleajes/166-el-parti-
do-comunista-de-guatemala-y-el-partido-comunista-de-centro-america-1922-1932.
III
La Revolución Mexicana:
política, iglesia y raza
Páginas 42-52
1. Jaime Tamayo, En el interinato de Adolfo de la Huerta y el gobierno de Álvaro Obregón, [Serie La clase obre-
ra en la historia de México], (Siglo XXI, México: 1987), pp. 13-16, 28-29..Daniela Spenser, El triángulo
imposible: México, Rusia Soviética y Estados Unidos en las años veinte, (CIESAS-Porrúa, México D.F.: 1998).
El estudio más documentado sobre otro “triángulo imposible” (México, Estados Unidos, Centroa-
476
mérica) es Jürgen Buchenau, In the Shadow of the Giant: The making of México’s Central American Policy,
1876-1930, (University of Alabama Press: 1996), pp. 109-159. Jonathan Charles Brown, Petróleo y
revolución en México, (Siglo XXI, México, D.F.: 1998), pp. 185-281; Lorenzo Meyer, Isidro Mora-
les, Petróleo y nación: la política petrolera en México (1900-1987), pp. 61-66.
2. Hay nuevas interpretaciones del fenómeno zapatista poniendo de relieve las dimensiones na-
cionales de su lucha. Francisco Pineda, tras un estudio de la rebelión zapatista llega a la conclusión
que “la propuesta zapatista de organizar el país sin privilegios y sin presidencialismo no solo era un
planteamiento para toda la República, también era el más avanzado de la Convención; empujaba
el proceso histórico hacia adelante, no hacia atrás. La estrategia del Ejército Libertador se enlazaba
con las luchas de los oprimidos y explotados de la nación, mayoritariamente indígenas; por ello, la
historiografía dominante ha negado con terquedad racista su existencia. Se dice, sin fundamento
alguno, que el Ejército Libertador no tuvo una estrategia nacional. Pero ese es un discurso que solo
busca conjurar los desafíos de la política revolucionaria”. Francisco Centeno Gómez, El Ejército
Libertador, 1915, (Ediciones ERA, México: 2013) reseña de Gilberto López y Rivas, “Ejército Liber-
tador, 1915”, La Jornada (México), http://www.jornada.unam.mx/2013/11/22/politica/023a2pol.
Tamayo, En el interinato, p. 242; Sergio de la Peña, Trabajadores y sociedad en el siglo XX [vol. 4 de La
Clase Obrera en la Historia de México], (Siglo XXI, México: 1984), p.72.
3. Programa del Partido Liberal reproducido en Arnaldo Córdova, La ideología de la revolución Mexica-
na, (Ediciones Era, México, D.F.: 2011), pp. 408-409.William Wertz escribe: “La corriente teocrática
ultramontana de la Iglesia en México nunca aceptó la separación de la Iglesia y el Estado en México,
acorde el modelo del principio constitucional estadounidense. Y si consideramos a México desde
esta perspectiva histórica, queda claro que, comenzando a principios de los 1900, algunos jesuitas
iniciaron un movimiento basado en los principios del sinarquismo carlista, que tenía como pro-
pósito establecer un dominio católico ultramontano en México... Como observó Walter Lippman,
“en 1926 y 1927 la mayoría de los prelados [en México] sólo buscaban una solución mediante el
derrocamiento del Gobierno”. Lippman añadió que los prelados mexicanos veían el mundo a través
de la encíclica de 1864 del papa Pío IX, Sílabo de errores, y que, en “su visión social, suponían que el
orden feudal era parte de la naturaleza de las cosas” (este es el mismo Pío IX que simpatizaba con
la Confederación esclavista en la Guerra Civil estadounidense)... Dwight Morrow, el embajador
estadounidense en México que actuó como mediador en las negociaciones que pusieron fin a la
insurrección cristera, hizo la observación de que los principios de la ideología que expresa el Sílabo
de errores no los aceptaría el “Estado mexicano, ni ningún otro Estado moderno. No sólo la mayoría
de los protestantes, sino también muchos católicos liberales, piensan que los párrafos cinco y seis
del Sílabo, que tratan sobre la Iglesia, sus derechos y sus relaciones con otras sociedades civiles, son
irreconciliables con la independencia del Estado nacional moderno. El abismo entre la doctrina de
la Iglesia y sus formas más extremas aún no se ha salvado en la teoría. Sin embargo, la moderación y
el sentido común han generado un modus vivendi en la mayoría de los países importantes del mundo”.
William F. Wertz, “La guerra cristera: el sinarquismo entonces y ahora”, Instituto Schiller, http://
www.schillerinstitute.org/newspanish/institutoschiller/literatura/laguerracristera.html, Jean Me-
yer, The Cristero Rebellion, The Mexican People between Church and State, (Cambridge University Press,
UK: 1976), p. 30, 44. De la Peña, Trabajadores y sociedad, pp. 71-72.
4. Nicoliello, Mónica, Hispanoamérica y el Día de la Raza, http://hispanoamericaunida.
com/2014/10/11/hispanomerica-y-el-dia-de-la-raza/Víctor Raúl Haya de la Torre, El antiimperia-
lismo y el APRA, (1936), citado en Torres Rojo, “Semántica política”, pp. 221-222. Enrique Krauze,
“José Vasconcelos, La grandeza del caudillos”, Letras Libres, diciembre 2000, pp. 60-62.
477
5. Citado por Fedro Guillén, Vasconcelos, ‘Apresurado de Dios’, Comunidad Latinoamericana de Es-
critores, Costa-Amic Editores, México, D.F., 1990, p. 86, 141-142. Daniel Cosío Villegas, Extremos
de América, Fondo de Cultura Económica, México, D.F., 2004 citado por Rafael González Díaz,
“José Vasconcelos y los ‘grandes libros’”, Estudios, 106, Vol. XI, otoño, 2013, p. 31p. Linda Sametz
Remba, Vasconcelos, el hombre del libro: la época de oro de las bibliotecas, (UNAM, México, D.F., 1991), p.
100. González Díaz, “José Vasconcelos”, pp. 35-36, 211 Enrique Krauze, “Vasconcelos, Libros,
Aulas, Artes”, Letras Libres, No.139, (julio 2010), http://www.letraslibres.com/revista/convivio/
vasconcelos-libros-aulas-artes. Fell, José Vasconcelos: los años del águila, 1920-1925: educación, cultura e
Iberoamericanismo en el México postrevolucionario, UNAM, México, D.F., 1989, pp. 76, 514-516.
6. Gabriel Zaid, “Bibliotecas sin libros”, Letras Libres, blog, septiembre 12, 2011 http://www.le-
traslibres.com/blogs/articulos-recientes/bibliotecas-sin-libros; José Vasconcelos, La raza cósmica,
Misión de la raza iberoamericana, Argentina y Brasil, Colección Austral, 15a edición, Espasa-Calpe Mexi-
cana, México, D.F.:1992. pp. 9. 12, 25-27, 45-46. “La raza cósmica”, Diccionario de filosofía lati-
noamericana, Biblioteca virtual latinoamericana, UNAM, http://www.cialc.unam.mx/pensamien-
toycultura/biblioteca%20virtual/diccionario/raza_cosmica.htm. Sandino por su parte recordaría
la frase llegando a escribir “Tenga Ud. presente la sencilla frase aquella de Dios hablará por los
Segovianos”. Carta a Hilario Chavarría, 12 de mayo de 1931, Sandino, El pensamiento vivo, T. II, p.
175. Wünderich, Sandino, p. 142. La raza cósmica, Diccionario de filosofía latinoamericana, Biblioteca
virtual latinoamericana, http://www.cialc.unam.mx/pensamientoycultura/biblioteca%20virtual/
diccionario/raza_cosmica.htm. “Edición dedicada al ilustre pensador mexicano José Vasconcelos,
apóstol de la libertad Indohispana”, Sandino, Revista Anti-imperialista, Año II, No. 4, mayo de 1930,
San José, Costa Rica. El contenido completo de la revista puede ser consultado en http://www.
sandinorebellion.com/PhotoPgs/1USNA1/PIX-NARA1/na5%20(2).jpg José Vasconcelos, “San-
dino, Héroe y Víctima’ Sanción para el Asesino!”, Repertorio Americano, No. 20, XXVIII, copia en
el expediente 91, Caja 3 Colección Sandino, AGN. Aparece también en José Vasconcelos, Bolivarismo y
monroísmo, (Botas, México, D.F.: 1934); Camacho Navarro, Usos de Sandino, p. 43.
IV
Yucatán
Páginas 53-65
1. Carta de ACS desde Tegucigalpa a María Benavídes, 5 de agosto de 1921 indicando que hacía un
año, exactamente, había regresado a Niquinohomo (del primer viaje). Expediente 6, Caja 1, ACS,
AGN. El escrito de Stockes aparece en A. Somoza, El Verdadero Sandino o el calvario de las Segovias,
(Tipografía Robelo: Mangua: 1936), p. 146; “La figura de Sandino”, ABC, 30 de marzo de 1928, p.
11. En 1929 Sandino relata anecdóticamente a Emigdio Maraboto su primer viaje al exterior como
adolescente en que dice haber estado en México: “Augusto César estuvo en Costa Rica a la edad de 16
años, que dejó su país, luego en Panamá, en México, en los Estados Unidos, regresó a México, volvió a Guatemala
y de allí a Estados Unidos, haciéndose hombre al correr de la vida. Se inició en la mecánica y llegó a ser un buen
tornero, aprendió la lengua inglesa, durante su estancia en los Estados Unidos, y en México aprendió las doctri-
nas de la revolución”, Emigdio E. Maraboto, Sandino ante el Coloso, La Grandiosa Epopeya de Sandino,
(Veracruz, 1929), p. 8. Este texto es extraído de una conversación con Sandino a su pasada por
Veracruz en junio de 1929. La versión en los archivos norteamericanos contiene una media página
478
con correcciones hechas de Sandino con fecha 4 de octubre de 1929 pero que extrañamente no
incluye mayores precisiones sobre el viaje de 1923. El texto con las correcciones se reproduce
en http://www.sandinorebellion.com/MDocs/M-DocsImages/Maraboto.pdf. Los textos de Ma-
raboto, Belausteguigoitia y José Román han sido reunidos por Aldo Díaz Lacayo y publicados con
una importante contextualización de cada reportaje, Augusto C. Sandino, Entrevistas-Reportajes, (Aldilá
editor, Managua: 2010). Román, Maldito país, p. 48; “G-2 Short Biography of Bandit Leader Sandi-
no”, Report No. 223 disponible en internet http://www.sandinorebellion.com/images/Top100/
DSC00540.JPG, reproducido también en Isaguirre y Martínez, Sandino y los U.S. Marines, p. 157.
“G-2, Breve biografía del líder bandido Sandino”, informe No. 223, Documento 95, página 4, no 36,
http://www.sandinorebellion.com/Top100pgs/Top100-p95D.html. Izaguirre y Martínez, Sandino y
los U.S marines, p. 157.
2. “El porfiriato y la revolución en Yucatán” http://www.archivogeneral.yucatan.gob.mx/Bicen-
tenario/Porfiriato.htm. Daniela Spenser, Rina Ortiz Peralta, editoras, La Internacional Comunista en
México: Los primeros tropiezos, Documentos, 1919-1922, Colección Fuentes y documentos, Instituto
Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, (Mexico, D.F.: 2006), p. 36. Lazar
Jeifets, Víctor Jeifets, Peter Huber, La Internacional Comunista y América Latina, 1919-1943: diccionario
biográfico, (Institutito de Latinoamérica de la Academia de las Ciencias, Moscú y Ginebra: 2004),
p. 73. Documento 89 José Allen, “El Movimiento Comunista en México”, 1919-1922,en Daniela
Spenser y Rina Ortiz Peralta, La Internacional Comunista en México: los primeros tropiezos. Documentos,
1919-1922, Colección Fuentes y documentos, (INEHRM, México, D.F.: 2006), pp. 371-372. Tama-
yo, En el interinato, p. 32. Ben Fallaw, “Felipe Carrillo Puerto of Revolutionary-era Yucatán, Mexico:
Popular Leader, Ceasar, or Martyr?”, en Samule Brunk, Ben Fallaw, eds, Heroes and Hero Cults in Mo-
dern Latin America, (University of Texas Press, Austin: 2006), pp. 130-131. Tamayo, En el interinato,
p. 262. Archivo General del Estado de Yucatán, “La Revolución Socialista: Felipe Carrillo Puerto,
1922-1924”, www.archivogeneral.yucatan.gob.mx.
3. José F. Paoli y Enrique Montalvo, El socialismo olvidado de Yucatán, (Siglo XXI, México: 1980). An-
tonio Orejuela “Escuela y arte en la experiencia libertaria”, Revista mexicana de investigación educativa,
Vol. 14 no. 41 México, (abril/junio 2009), p. 89. Disponible en internet, http://www.macba.cat/
uploads/publicacions/desacuerdos/textos/desacuerdos_6/Antonio_Orihuela.pdf. Tamayo, En el
interinato, p. 263. Sobre Elvia ver la excelente biografía de Monique Lamaître, Elvia Carrillo Puerto:
La Monja Roja del Mayab, (Ediciones Castillo, Mexico: 1998) Berenice Lacroix Macosay, Felipe Ca-
rrillo Puerto, (Departamento del Distrito Federal, México: 1985) Archivo General, “La Revolución
Socialista: Felipe Carrillo Puerto, 1922-1924”: archivogeneral.yucatan.gob.mx El folleto feminista
de Margarita Sanger se editó en México en 1916, provocando que se estableciera El Día de las
Madres, con el objetivo de frenar a las primeras mexicanas que lucharon por el derecho a usar anti-
conceptivos (como el diafragma). Acevedo narra que en 1916 el mismo texto de Sanger, feminista
neoyorkina precursora de la planificación familiar, llegó a Yucatán, lo que desató un revuelo que
trajo como resultado la organización del primer Congreso Feminista del país, en el cual se tocó el
tema del derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo y su sexualidad. Ibid. “La historia es reco-
gida por Martha Acevedo en su libro 10 de mayo, publicado por la Secretaría de Educación Pública.
(Martain Casillas Editores, 1982) Columna de Patricia Kelly, ‘Sexualidad’, 9 de mayo en El Universal
(México, DF) http://www.eluniversal.com.mx/columnas/65113.html. Archivo Yucatán, Carrillo
Puerto, archivogeneral.yucatan.gob.mx. Michelle Dospital, Siempre Mas Allá, el movimiento sandinista
en Nicaragua 1927-1943, (Centro Francés de Estudios Mexicanos y Centroamericanos, Instituto de
Historia de Nicaragua, Managua: 1996), p. 177. Tamayo, En el interinato, p. 284.
479
4. Maraboto, Sandino ante el coloso, p. 8. Otras versiones, más improbables pero frecuentemente
repetidas, y atribuidas al mismo Sandino, dicen que viajó a la capital y trabajó en las minas de Du-
rango, tomando parte militarmente en las luchas de la época al lado de Álvaro Obregón. Román,
Maldito país, p. 48. Sócrates Sandino, “Biografía”, A lo largo de los treinta años del llamado porfiria-
to, el periodo histórico correspondiente al régimen de Porfirio Díaz , el magnate inglés, Weetman
Dickinson Pearson y su empresa Pearson & Son, tuvieron a su cargo la construcción de líneas de
ferrocarril, puentes y obras de drenaje en la capital. Pearson llegó a pertenecer a la Cámara de los
Comunes Británica, identificado como ‘Member of Mexico’, es decir una especie de diputado por
México, p.61... reinventó el puerto de Veracruz, después de contratos para el desagüe de la Ciudad
de México... 64. Pero la principal fuente de su fortuna fue la industria petrolera, como dueño de la
Compañía ‘El Águila’, vecina a la planta de la Huasteca donde trabajaría Sandino. Antonio García de
León, “Con la vida en un danzón: notas sobre el movimiento inquilinario de Veracruz en 1922”, en
Manuel Reyna Muñoz (coord.), Actores sociales en un proceso de transformación: Veracruz en los años veinte,
(Universidad Veracruzana, Veracruz: 1996), p. 40-41. Cuatro veces heroica; La primera, en 1825,
con la liberación definitiva de la Fortaleza de Ulúa que resguardaba la entrada al puerto, con lo cual
se consumó plenamente la independencia nacional frente a los españoles. Segunda, en el mismo
escenario, en 1838, combatiendo a los franceses que desencadenaron la llamada ‘Guerra de los
Pasteles’ referido al reclamo de sesenta mil pesos por pasteles perdidos en el comercio de un ciuda-
dano francés en la ciudad de México, provocando el bombardeo y la toma de posesión del castillo.
Tercera, ganando la batalla contra tropas norteamericanas en la guerra de 1847, Leonardo Pasquel,
Biografía Integral de la Ciudad de Veracruz, 1519-1969, (Colección Suma Veracruzana, Ayuntamiento de
la Ciudad de Veracruz: 1969), pp. 204-205.
5. Manuel Reyna Muñoz (coord.), Actores sociales en un proceso de transformación: Veracruz en los años vein-
te, (Universidad Veracruzana, Veracruz: 1996), p. 25 Tamayo, En el interinato, p. 248. Elizabeth Jean
Norvell, “Los ciudadanos sindicalistas: la Federación Local de Trabajadores del puerto de Veracruz,
1919-1923”, en Manuel Reyna Muñoz (coord.), Actores sociales en un proceso de transformación: Veracruz
en los años veinte, (Universidad Veracruzana, Veracruz: 1996), pp. 70-74.
6. Olivia Domínguez Pérez, “El anarcosindicalismo en el agro veracruzano”, Anuario, III, Centro
de Estudios Históricos, Instituto de Investigaciones Históricas, Universidad Veracruzana, p. 66.
Antonio García de León, “Con la vida en un danzón: notas sobre el movimiento inquilinario de
Veracruz en 1922”, en Muñoz (coord.), Actores sociales, p. 46-47. Arturo Bolio Trejo, La Rebelión de
las Mujeres, (Tipografía Standard, Veracruz: 1959), pp. 23, 27-28, 31, 51. “La historia fue recogida
de manera acuciosa por Martha Acevedo en su libro 10 de mayo, publicado por la Secretaría de
Educación Pública. (Martain Casillas Editores, 1982) Columna de Patricia Kelly, ‘Sexualidad’, 9 de
mayo en El Universal (México, DF) http://www.eluniversal.com.mx/columnas/65113.html. Octa-
vio García Mundo, El movimiento inquilinario de Veracruz, 1922, (Sepsetenta, México: 1976).
7. García de León, “Con la vida”, pp. 50-51. La firma ‘Agustín Ortiz’ no aparece como tal en los
directorios comerciantes, comisionistas e importadores de la ciudad correspondiente a 1914. No
creemos que se trata de una equivocación, toda vez que la familia de Maraboto contaba con su pro-
pio gran comercio. Aparece, no obstante, la firma de José Ortiz Cruz y de Luciano Ortiz de Gon-
zález y Compañía entre las agencias aduanales. Ortiz tampoco figura entre las firmas y compañías
extranjeras en el primer censo de agentes aduanales de 1921. Luis Jaregui y María Luisa Gonzáles
Maroño, Alberto Rovalis Ahumada y Ricardo Pérez Montfort, Veracruz, Puerto Hábil y Directo, 80
años de la Asociación de Agentes Aduanales del puerto de Veracruz, (Artes Gráficas Panorama, Veracruz:
2005), pp.80-82. Directorio Comercial de Veracruz para los años de 1913-1914, (Tipografía del
Hospicio Zamora, Biblioteca del Pueblo, Veracruz: 1914). Maraboto, Sandino ante el coloso, p. 8. Lo
480
curioso es que el folleto de Maraboto fue revisado por Sandino antes de su publicación haciendo
precisiones menores pero relatando contenidos que coinciden ampliamente con la versión posterior
de José Román. Emigdio Maraboto, Sandino ante el Coloso, Un atentado de los Estados Unidos la soberanía
nacional de Nicaragua enajenada (sic) en tres millones de dollars, la grandiosa epopeya de Sandino, (Veracruz,
Ver.: 1929), p. 9. Ver páginas 12 y 13 en la reimpresión de ediciones Aldilá, Augusto C. Sandino,
Entrevistas-reportajes, donde se reproduce el texto original. (Managua, 2010). Los textos originales de
Maraboto y las correcciones de Sandino pueden ser consultadas en versión en http://www.sandi-
norebellion.com/MDocs/M-DocsImages/Maraboto.pdf, Javier Campos Ponce, Sandino, Biografía
de un héroe, (Edamex, México, D.F.: 1979), p. 22.
V
Tampico y su entorno
Páginas 66-83
1. Aurelio Regalada Hernández, “Descripción de Tampico, por Jack London”, El Sol de Tampico,
7 de marzo de 2008, http://www.oem.com.mx/oem/notas/n620306.html. El reportaje original
se publica en Collier’s, the National Weekly, 27 de junio de 1914 con el título “Nuestros aventureros
en Tampico” (Our Adventurers in Tampico). p. 37.Sobre Traven véase, Luis Javier Capote Pérez,
B. Traven. Retrato de un anónimo célebre, http://www.zonanegativa.com/?p=46887; Jonah Raskin, My
search for B. Traven, (University of Michigan Press, Meuthen: 1980), p. 38; Heidi Zogbaum, B. Traven:
A vision of México, (Scholarly Resources Inc., Wilmington, Delaware: 1992), pp. 52-53. Golo, B.
Traven, retrato de un anónimo celebre, (Sexto Piso, México: 2012), p. 9. Simpática versión en caricaturas.
http://www.sextopiso.com/images/productos/pdf/2169670_frag%20traven.pdf. Sandino y Tra-
ven se conocieron en la capital mexicana en 1930. Fueron presentados por Diego Rivera, el muralis-
ta pintor, cuyo cuñado de primer matrimonio, Federico Marín, era médico de Traven y miembro del
comité de apoyo a Nicaragua. Marín cuenta que, al conversar el general con el escritor, se percataron
que ambos habían compartido la estancia en Tampico entre los petroleros. ‘Se entendieron muy
bien’, dice el relator. Se dice que Traven se inspira en la guerra de Sandino para describir la guerra
de guerrillas en su novela ‘El general de la jungla’ aun cuando las condiciones topográficas eran
muy distintas. Ernest Schürner and Phillip Jenkins, B. Traven Life and Work, (Penn State University:
1987), p. 37-38 y 228. Donald Hodges, Ross Sandy, México under siege: popular resistance to presidential
depotism, (Zed Books, New York: 2002), p. 5.Orlando Ortiz, “B. Traven en Tampico”, La Jornada
(México), No. 806, 15 de agosto de 2010. Ret Marut fue otro nombre utilizado por “B. Traven”.
Fichado como anarquista en Londres, Traven llegaba a Tampico como marinero a bordo de un bar-
co carguero, descrita en su novela La nave de los muertos. Eran naves en pésimo estado denominadas
‘suicidas’ por que, según Traven, así tildaban a los buques sin papeles ni documentación en regla,
que hacían encallar o hundían a propósito –“a veces con todo y tripulación”– para que el dueño pu-
diera cobrar el seguro respectivo. En otro relato, Los pizcadores de algodón, Traven relata la historia de
Gerald Gales, marinero, que busca empleo en Tampico a inicios de la década de los veinte. Traven
describe en detalle el trabajo petrolero, que años después conversaría con Sandino, las condiciones,
huelgas y maniobras de sindicatos. El protagonista Gales es joven, astuto, experto al instante en
lo que hubiera. Trabaja en las perforaciones de pozos petroleros, pero también es cosechador de
algodón, visitante del barrio “La unión” de Tampico, donde abundaban burdeles, ruletas y juegos.
481
2. Leopoldo Alafita Méndez, “Trabajo y condición obrera en los campamentos petroleros de la
Huasteca, 1900-1935”, Centro de Investigaciones Históricas, Anuario, IV, Universidad Veracruza-
na (1986), p. 169 Citados en Leopoldo Mendivil López, Secreto 1929, (Grijalbo, México: 2013),
p. 3. Hubo un intento en 1916 del gobierno federal de circunscribir la autoridad de los estados y
reservarse la jurisdicción exclusiva. En 1917 el artículo 127 de la nueva constitución asegura aque-
lla facultad y lo que provocó fuertes respuestas por parte de los consorcios petroleros. Mirna A.
Benítez Juárez, “La organización sindical de los trabajadores petroleros en la Huasteca veracruzana,
1917-1931”, Instituto de Investigaciones Históricas, Anuario, Vol. III, 1985, Universidad Veracru-
zana, México, p. 19-21.En 1914, sólo el 3% del trafico naviero internacional se realizaba en barcos
con máquinas consumidoras de petróleo. En 1920 llegó a un 15% y para 1924 el 31%. El precio de
un vehículo automotor en Estados Unidos bajó de 1,200 dólares en 1909, a 295 dólares en 1928.
María del Mar Rubio, The Role of México in the First World Oil Shortage: 1918-1922, An International
Perspective, (Universitat Pomepeu Fabra, Barcelona: 2005), pp. 69-70; Jonathan C. Brown, “Why
Foreign OilCompanies Shifted their Production from Mexico to Venezuela during the 1920s”, Ame-
rican Historical Review, Vol. 90, No. 2, (Abril, 1985), p. 365. Las compañías Royal Dutch Company y
Shell Oil Company adquirieron la Mexican Eagle Oil Company, perteneciente a Weetman Pearson
(Lord Cowdray) en 1919. El gobierno británico ya era accionista de la Royal Dutch. “75 million
Oil Deal”, The New York Times, 15 de marzo de 1919.Alan Knight citado por Rubio, “The role
of Mexico”, p. 72. Marta Chávez Padrón, Testimonio de una Familia Petrolera, (Petróleos Mexicanos,
Pemex, México:1988), p.4.
3. Mirna Alicia Benítez Juárez, “Los sindicatos de la Huasteca Petroleum Company en Veracruz, 1924-
1925”, en Manuel Reyna Muñoz (coord.), Actores sociales en un proceso de transformación: Veracruz en los
años veinte, (Universidad Veracruzana, Veracruz: 1996), p. 137S. Lief Adleson, “Cultural Roots of
the Oil Workers’ Union in Tampico, 1910-1925, en John C. Brown y Alan Knight, eds., The Mexican
Petroleum Industry in the Twentieth Century, (University of Austin Press, Austin, 1992), pp. 36, 44-62.
Orellana, Fuentes, Quintana, Tampico, pp. 305-306. Carlos González Salas, Tampico Es lo Azul:
Crónicas de Tampico, Ciudad Madero, Ciudad Altamira, M.A. Porrúa Grupo Editorial, 1990, p. 434.
4. El articulo 27 devolvió a la nación el dominio sobre los recursos del subsuelo. El 123 establece
la jornada de 8 horas y las prestaciones de los trabajadores. Los intentos de aplicar la legislación
significaron ciclos de conflicto entre el gobierno federal y las empresas Mirna A. Benítez Juárez, “La
organización sindical de los trabajadores petroleros en la Huasteca veracruzana, 1917-1931”, Insti-
tuto de Investigaciones Históricas, Anuario, Vol. III, 1985, Universidad Veracruzana, México, p. 21.
5. B. Traven, La Rosa Blanca, Selector, México: 2009, pp. 56-57, 444-446.
6. “La industria petrolera que tanto beneficio derramó sobre Tampico y su región tuvo entre otros
defectos que fue una de las causas fundamentales para que el gobierno de la República prestara ma-
yor atención a los preceptos constitucionales, modificándolos para dar mayor protección a nuestros
connacionales, fue la marcada diferencia de clases y de estimaciones raciales que los dirigentes de la
industria, extranjeros en su mayoría, exhibieron en todos los órdenes para con nuestros compatrio-
tas...”. Orellana, Tampico, p. 306. Brown, Revolución y petróleo, p. 138. Héctor Zarauz López, “Petróleo
mexicano, Revolución mexicana
y dialéctica de imperios”, http://nodulo.org/ec/2007/n070p04.
htm#kn. Otra prueba del gran negocio que realizaban las compañías, eran las utilidades netas re-
conocidas oficialmente (ya sabemos que era frecuente la ocultación de datos reales); por ejemplo,
“El Águila” declaraba haber obtenido 874.000 dólares en 1911 que, un año después, se habían
convertido en cuatro millones, mismos que se vieron quintuplicados en 1917, justo en medio de
la guerra mundial y de la Revolución Mexicana, hasta llegar a casi los 30 millones en 1918 (Cuadro
G). Además, “El Águila” había declarado en 1913 su valor nominal en 45 millones, pero en 1922
482
declaraba la suma de 130 millones de dólares. Lorenzo Meyer e Isidro Morales, Petróleo y nación: la
política petrolera en México (1900-1987), p. 53. Joel Álvarez de la Borda, “Las empresas petroleras en
México, 1900-1938”, en Pemex, 1938, La nacionalización de la industria petrolera en la historia de México,
(Pemex, México D.F.,: 2011), p. 33. Carleton Beals, Mexico, Aninterpretation, (B.W. Huebesch, New
York: 1923), pp. 32, 241. Sobre la expansión de la industria petrolera ver Jonathan Brown, Petróleo
y Revolución en México, (Siglo XXI, México: 1998) y Celis Salgado, Lourdes, La industria petrolera
en México. Una Crónica I: de los inicios a la expropiación, (Petróleos Mexicanos, México, 1988) y Lorenzo
Meyer e Isidro Morales, Petróleo y nación (1900-1987): la política petrolera en México, (Fondo de Cultura
Económica, SEMIP, México: 1990).
7. PEMEX, “Cronología de la refinación”, http://www.ref.pemex.com/index.cfm?action=con-
tent§ionID=1&catID=6&contentID=51. Borda, “Empresas petroleras”, p.31, 78-79.Brown,
Oil and Revolution, p. 124-125. Gobierno de México, El Petróleo de México, Recopilación de Documentos
Oficiales del Conflicto de Orden Económico de la Industria Petrolera, con una introducción que resume sus motivos
y consecuencias, (México: 1940), P. 308.
VI
Socialización obrera y
construcción de conciencia social
Páginas 84-118
1. Paniagua Fuentes, Javier. Breve historia del anarquismo, Ediciones Nowtilus: Madrid, 2012. Carlos
Rama, Historia del movimiento obrero y social latinoamericano contemporáneo, (Editorial Palestra, Buenos
Aires:1967), p. 3. A veces se distingue entre organizaciones obreras practicantes del sindicalismo
revolucionario y otras de inspiración anarquista, llamadas anarcosindicalistas. En uno y otro caso,
sin embargo, la revolución ha de llevarse a cabo sin partidos políticos y por medio de la huelga
general económica, construyéndose una sociedad sobre la base de principios sindicalistas. En Mexi-
co, se ocupó el termino anarcosindicalista aunque se mantiene una controversia al respecto. Ver
Samuel Malpica Uribe, “Anarcosindicalismo o sindicalismo revolucionario en México (1906-1938),
en Jaime Tamayo y Patricia Valles, (coordinadores), Anarquismo, socialismo y sindicalismo en las regiones,
(Universidad de Guadalajara, Guadalajara: 1993), pp. 91-92. Clara E. Lida y Pablo Yankelevitch,
compiladores, Cultura política del anarquismo en España e Iberoamérica, (Colegio de México, México, D.F.:
2012), p. 9.Álvarez Junco, Ideología política del anarquismo español, p.77 y John Mason Hart, El
anarquismo y la clase obrera mexicana: 1860-1931, (Siglo XXI, México, D.F.: 1980), pp. 15-16. “La obra
de Kropotkin, que no formuló propuestas concretas sobre cómo había de organizarse el nuevo
mundo, contribuyó de manera decisiva a la aceptación del comunismo libertario por los núcleos
anarquistas...”, Javier Paniagua, Libertarios y sindicalistas, (Anaya, Madrid: 1992), p. 49. El pensador
francés Jorge Sorel llevó habla de “sindicalismo revolucionario” atribuyendo a la figura del sindi-
cato un papel económico y político, pero también moral y casi religioso. El sindicato constituiría la
piedra angular de la futura vida pública y la reorganización de la sociedad. Chantal López y Omar
Cortés, nota editorial a la edición impresa de La conquista del pan, http://www.antorcha.net/biblio-
teca_virtual/politica/conquista_pan/nota.html; Carta de Pedro Kropotkin a Vladimir Iyich Lenin,
3 de marzo de 1920, https://www.marxists.org/espanol/kropotkin/carta1.htm; “Hugo Chavez -
leyendo la carta de Kropotkin a Lenin”, http://www.youtube.com/watch?v=8Ohzy-DaiAU.
483
2. Entrevista con Eusebio Serna Hernández realizada por Lief Adleson el 4 de marzo de 1975
en Ciudad Madero, Tamaulipas. Archivo de la palabra, Biblioteca Manuel Orozco y Berra, INAH,
México, D.F., p. 28. Chantal López y Omar Cortés, nota editorial a la edición impresa de La conquis-
ta del pan, http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/politica/conquista_pan/nota.html; Álvarez
Junco, Ideología política del anarquismo español, p.77 y John Mason Hart, El anarquismo y la clase obrera
mexicana: 1860-1931, (Siglo XXI, México, D.F.:1980), pp. 15-16. Colin M. MacLachlan, Anarchism
and the Mexican Revolution: The Political Writings of Ricardo Flores Magón in the United States, (University of
California Press: 1991), p. 6, 111. Lily Litvak, Musa libertaria, (Antoni Bosch, Barcelona:1981), p. 185.
3. “El espacio educativo en la cultura anarquista intentó competir con las instituciones públicas y
privadas y se convirtió en uno de los lugares de difusión de una conciencia diferenciadora, de una
identidad cultural y política y de un patrimonio cultural especifico vinculado al proyecto anarquista
de emancipación social. A la idea del obrero consciente se unía así la de la formación del hombre
libre del futuro”, dice una estudiante del mismo fenómeno vivido entonces en Cuba. Amparo
Sánchez Cobós, “Sociabilidad anarquista y configuración de la identidad obrera en Cuba tras la
independencia”, en Lida y Yankelovitch, Cultura y política, p. 244. Ricardo Flores Magón, Tita Va-
lencia, Testimonio carcelario de Ricardo Flores Magón, (Secretaria de Gobernación, México, D.F.: 1977), p.
202. “Ricardo Flores Magón”, http://es.wikipedia.org/wiki/Ricardo_Flores_Magón; Rubén Trejo,
Magonismo: utopía y revolución, 1910-1913. (Cultura Libre, México: 2010); Salvador Hernández Padilla,
Ricardo Flores Magón: una vida en rebeldía, (Edición cibernética: 2003), http://www.antorcha.
net/biblioteca_virtual/historia/rebeldia/rebeldia.html. Arnaldo Córdoba, La ideología de la revolución
mexicana en la formación del nuevo régimen, (Ediciones Era, México: 1973), p. 173 (edición 2011), p. 173,
195. (Carta de Flores Magón a Luis Rivas Iruz, 3 de junio de 1911) Ricardo Flores Magón, Semilla
Libertaria y ¡libertad!, ¿lema zapatista?”, La Jornada del Campo, (México), No. 7, 8 de abril de 2008,
http://www.jornada.unam.mx/2008/04/08/tierra.html. Fabio Luis Barbosa, “Fuentes políticas e
ideológicas del magonismo”, Historias, Revista de la Dirección e Estudios Históricos del INAH, México,
81, (enero-abril, 2012), “Manifiesto que el sindicato del petróleo, obreros y empleados de la Huas-
teca, dirige a sus adherentes, en particular, y al proletariado organizado, en general”, Mata Redonda,
noviembre de 1924, Sagitario, y José Rivera Castro, En la presidencia de Plutarco Elías Calles, p. 215-216.
4. Manuel Reyna Muñoz (coord.), Actores sociales en un proceso de transformación: Veracruz en los años
veinte, (Universidad Veracruzana, Veracruz: 1996), p. 24 y Elizabeth Norvell, “Sindicalism and Citi-
zenship in Postrevolutionary Worker Mobilizations in Veracruz”, en John Mason Hart, ed., Border
Crossings: Mexican and Mexican-American Workers, (Rowman& Littlefield, New York: 1998), pp. 93-
116. Daniel Nahmad Molinari, Teatro anarquista: la obra dramática de Ricardo Flores Magón y los sindicatos
veracruzanos, (Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado de Oaxaca, México: 2009), p. 92. S.
Lief Adleson Gruber, “Historia Social de los obreros industriales de Tampico, 1906-1919”, tesis de
grado, Centro de Estudios Históricos, El Colegio de México, 1982, pp. 355-357.
5. “Mais quelqu’un troubla la fête”, 2 de agosto de 1900, Rubén Darío, Pererigraciones (París), (Na-
buPress, Buenos Aires: 2010). El especialista Carlos Guevara Mesa nos explica las peculiaridades
del teatro anarquistas y sus recursos literarios: “El relato anarquista es sinecdóquico [mencionar una parte de
algo para representar el todo] en la medida en que sus personajes son símbolos de la totalidad social. El burgués, el
casa-teniente, el militar, el político o el sacerdote son todas figuras del opresor, hasta cierto punto intercambiables; al
mismo tiempo que el obrero, el inquilino, el alzado, el manifestante, la mujer o el niño, son todas figuras del oprimido.
La narración anarquista no establece una reducción metonímica (ni mecanicista) al modo marxista, en que la rela-
ción burgués-proletario no funciona como símbolo sino como modelo bajo el cual habría que subsumir todas las otras
relaciones posibles, a las cuales, además, explica. Si no que cualquiera de las relaciones simboliza la totalidad de un
mundo caracterizado por la opresión y la desigualdad. En el relato anarquista, cada opresión es símbolo de todas las
484
opresiones, cada liberación es la imagen de todas las liberaciones. De ahí una estrategia de lucha en todos los frentes,
y no sólo en el político o el económico, porque la opresión está en todas partes y no deriva de una sola de ellas. La
opresión no está “representada” en la relación entre el casero y el inquilino, o entre el hombre y la mujer, sino que esas
relaciones son la opresión también. Y ninguna liberación es posible en realidad si no lo es de todas las desigualdades...
en el relato anarquista se utilizará la sinécdoque, congruente con su visión formista u orgánica del fenómeno social,
y con su estrategia de combate en todos los frentes de las relaciones sociales”. Carlos Guevara Mesa, “Utopía y
Teatro en e México, 1908-1922 Segunda Aproximación”, Pacarina del Sur, No. 14, enero-mayo, 2013,
p. 35. http://www.pacarinadelsur.com/home/pielago-de-imagenes/211-utopia-y-teatro-anarquis-
ta-en-mexico-1908-1922-segunda-aproximacionCarlos Guevara Meza, “Utopía y teatro anarquista
en México (1908-1922)”, Pacarina del Sur, http://www.pacarinadelsur.com/home/pielago-de-ima-
genes/211-utopia-y-teatro-anarquista-en-mexico-1908-1922-segunda-aproximacion.
6. Enrique Flores Magón, ‘La velada’, Regeneración, Los Ángeles, Calif., E. U. A., 13 de enero de
1917, núm. 252, p. 3, citado en “Obra Literaria”, Archivo Flores Magón, http://archivomagon.net/
obras-completas/obra-literaria-1910-1917/teatro/resena-teatro/Molinari, Teatro anarquista, pp. 69-
70. De las 970 entradas vendidas para la presentación de Tierra y Libertad el 2 de julio en el Teatro
Principal de Veracruz, 268 corresponden a los dos primeros niveles, y 702 a segunda, y galería. El
precio para segunda es 0.50 y para galería 0.25 cuando el salario promedio podía andar por 3.00
pesos diarios. Molinari, Teatro anarquista, pp. 36, 75. Entrevista a Gonzalo Ruiz Carillo, realizada
por Lief Adleson, el 11 y 17 de marzo de 1975. Carlos Guevara Mesa, “Utopía y Teatro en Méxi-
co, 1908-1922 Segunda Aproximación”, Pacarina del Sur, No. 14, enero-mayo, 2013, p. 35. http://
www.pacarinadelsur.com/home/pielago-de-imagenes/211-utopia-y-teatro-anarquista-en-mexi-
co-1908-1922-segunda-aproximacion. La obra “El Sol de la Humanidad” fue estrenada en Barce-
lona en 1910. El texto puede consultarse en http://covers.openlibrary.org/b/id/7136345-M.jpg.
Librado Rivera, Ricardo Flores Magón, el Apóstol de la Revolución Social Mexicana, (Villa Cecilia: Tamau-
lipas, 1924).
7. “Con los obreros y campesinos quiero forjar una nueva Nicaragua. Vamos a organizarlos. Com-
praremos en Managua un edificio para hacer la Casa del Obrero, como hacen en México... Ten-
dremos un periódico que será pequeño, porque para los grandes ideales no se necesitan grandes
periódicos”. Conversación en Niquinohomo, noviembre de 1933, Sandino, El pensamiento vivo, T. II,
p. 363-364. Aurora Mónica Alcayaga Sasso, “Librado Rivera y los Hermanos Rojos en el movimien-
to social y cultural anarquista de Villa Cecilia y Tampico, 1915-1931”, Tesis de grado, Universidad
Iberoamericana, (México: 2006), pp. 265-266. Librado Rivera, Viva Tierra y Libertad, (Ediciones
Antorcha,México: 1980), pp. 23-24; Paco Ignacio Taibo II, Arcángeles, Doce historia de revolucionario
hereje del siglo XX, (Editorial Planeta, México, D.F.:1998), pp. 157-186.Lorenzo Meyer, “El régimen
cardenista y la solución definitiva del problema petrolero”, en Pemex, La nacionalización, p. 55. “Ma-
nifiesto que el Sindicato del Petróleo, Obreros y Empleados de la Huasteca, dirige a sus adherentes
en particular al proletariado organizado en general, Mata Redonda, Veracruz”, Sagitario, noviembre
de 1924. Editorial de Libertad, Cecilia, Tamaulipas, 7 de Marzo de 1925, No. 1, Citada por Adleson,
Documento III en el anexo en José Rivera Castro, La clase obrera en la historia de México en la presiden-
cia de Plutarco Elías Calles (1924-1928), (Siglo XXI editores, México, D.F.: 1983). “Manifiesto que el
Sindicato del Petróleo, Obreros y Empleados de la Huasteca, dirige a sus adherentes en particular al
proletariado organizado en general, Mata Redonda, Veracruz”, Sagitario, noviembre de 1924. Edito-
rial de Libertad, Cecilia, Tamaulipas, 7 de Marzo de 1925, No. 1, en Rivera Castro, En la presidencia.
Félix García Moriyón, Del socialismo utópico al anarquismo, (Terramar Ediciones, La Plata, Argentina:
2008) p.139. Álvarez Junco, Ideología política, p. 179. Anselmo Lorenzo, “Conócete a ti mismo”, La
485
Idea Libre, (Barcelona) 03/11/1894, http://www.anselmolorenzo.es/hemeroteca/La%20Idea%20
Libre/idea%20libre.html, Sagitario, II año los no 3, 8, 9, 11-15, 21-24 y II época, n° 27.
8. Declaraciones a los medios en la capital mexicana, El Universal, (México, D.F), 29 de enero de
1930. “Según me manifestaba el mismo, no tuvo muchos años de escuela, pero el se formó en la
vida, y su estadía en México le ayudó mucho”. Testimonio de Alfonso Alexander Moncayo, (Ca-
pitán Colombia), Instituto de Estudios del Sandinismo, Ahora sé que Sandino manda, p. 287; Julio
Godio, Historia del movimiento obrero latinoamericano, II, Nacionalismo y comunismo, 1918-1930, (Editorial
Nueva Sociedad, México, D.F.: 1983), pp. 59-62.
VII
Sindicalismo e industria
Páginas 119-133
1. “Las organizaciones obreras afiliadas a la Federación local –recuerda un trabajador petrolero–
no se mezclaban en política, porque si lo hacían, dejaban de ser organizaciones de resistencia, es
decir, si la agrupación obrera tiene por objeto la confrontación directa con los patrones, toda la
fuerza de las organizaciones se descarga siempre a favor de sus agremiados”. Entrevista a Francisco
Vega Soria realizada por S. Lief Adleson Gruber, el 31 de marzo de 1976, PHO/4/49, Biblioteca
Manuel Orozco y Berra, Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), México. José Rive-
ra Castro, Anarquismo y marxismo en México, 1908-1932, pp. 119-121, http://www.izt.uam.mx/eco-
nomiatyp/numeros/numeros/primera_epoca/03/articulos_pdf/3_4_anarquismo.pdf. Mirna A.
Benítez Juárez, La organización sindical de los trabajadores petroleros en la Huasteca veracruzana, 1917-1931,
Instituto de Investigaciones Históricas, Anuario, Vol. III, 1985, Universidad Veracruzana, México,
p. 23. Adleson, Historia social de los obreros industriales de Tampico, México, Tesis inédita, 1982, Colegio
de México. Guillermina Baena Paz, La Confederación General de Trabajadores (1921-1931), Antología,
(Ediciones HL, México: 1982), p. 6. “Conversación en Niquinohomo, relatada por Nicolás Arrieta”,
[noviembre de 1933], Sandino, El pensamiento vivo, T. II, p. 363.
2. Adleson, Historia Social de los obreros industriales de Tampico, 1906-1919, (Centro de Estudios His-
tóricos, El Colegio de México: México:1982), p. 382; Jonathan Brown, Petróleo y revolución en México,
(Siglo XXI, México, D.F.: 1999), pp. 134-145. Leopoldo Alafita Méndez, Trabajo y condición obrera en
los campamentos petroleros de la Huasteca, 1900-1935, Centro de Investigaciones Históricas, Anuario, IV,
Universidad Veracruzana (1986), p. 169-207. Adleson, Historia social, pp. 398-403. Brown, Petróleo y
revolución, p. 3.
3. Brown, Petróleo y revolución, p. 343; Gobierno de México, El Petróleo de México, Recopilación de Docu-
mentos Oficiales del Conflicto de Orden Económico de la Industria Petrolera, con una Introducción que resume sus
motivos y consecuencias, (Gobierno de México,México:1940), p. 51 Alfonso López Aparicio, El Movi-
miento Obrero en México, Antecedentes, Desarrollo y Tendencias, (Editorial Jus, México, D.F.) 1958, p. 188.
Ramón Eduardo Ruiz, La revolución mexicana y el movimiento obrero, 1911-1923. Colección problemas
de México, (Ediciones Era, México, D.F.,1978), p. 105.
4. Benítez, La organización sindical, pp. 48-49. “La Huasteca en huelga”, Sagitario, 16 de mayo de 1926.
Entrevista con Francisco Vega Soria con Lief Adleson; Benítez Juárez, Los sindicatos de la Huasteca
Petroleum Company, pp. 149-152. “La huelga de la Huasteca”, Sagitario, 6 de junio de 1925. “La C.G.T.
al sindicato de la Huasteca” y “La muerte de un sindicato”, Sagitario, 16 de agosto de 1925. Entre-
486
vista con Gonzalo Bada Ramírez realizada por Lief Adleson, el 30 de septiembre y 1 de octubre de
1978. PHO/4/9, Biblioteca Manuel Orozco y Berra, Instituto Nacional de Antropología e Historia,
(INAH). Alcayaga, Librado Rivera, p. 237-8. Ruiz, Revolución Mexicana, p. 88. Ver la carta de Flores
Magón citada por Diego Abad de Santillán, Ricardo Flores Magón, el apóstol de la Revolución Mexicana,
capitulo cinco, http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/literatura/pqsla/26.html. El desenlace
lo confirman compañeros de trabajo de Sandino entrevistados por Michelle Dospital, “La herencia
mexicana en la lucha sandinista de los años 20 en Nicaragua: experiencias políticas y sociales de
Sandino en Cerro Azul: 1925-1926”, Secuencia, (México), 1994, Vol. 30, pp. 117-130.
VIII
El petrolero de Niquinohomo
Páginas. 134-153
1. Jonathan C. Brown, Petróleo y revolución en México, (Siglo XXI, México: 1998), p. 137. La postal
con una imagen de Tuxpan tiene fecha 25 de marzo de 1925, ACS, Caja 1, Expediente No. 9, AGN,
Managua. Tuxpan también se registra en la historia por otros suceso acontecido 50 años después:
de aquel puerto salió la nave “Granma” al mando de Fidel Castro, camino a la historia. Todavía
hoy se puede visitar la casa transformada en museo de donde salió la expedición. Extraordinaria
coincidencia porque en aquella misma zona también se preparó Sandino para la responsabilidad que
le asignaría la historia. Alafita, Trabajo y condición obrera, p. 174. The Oil Trade Journal, Vol. 16, (enero,
1925), p. 46; Rodolfo Robledo, “Historia de Álamo y su entorno huasteco”, http://www.alamo-
temapache.gob.mx/cms/index.php?option=com_content&id=1%3Ahist-de-alamo-y-su-entor-
no-huas..&showall=1. Entrevista con Gregorio Ramírez Flores, Cerro Azul, 16 de diciembre de
1980 y entrevista con Demetrio Osorio Cardenete, Tuxpan, 18 de diciembre de 1980, con Gregorio
Selser, Archivo Marta y Gregorio Selser, Caja 33 Expediente G NI4, Augusto C. Sandino, Entre-
vistas a personas que conocieron a Sandino durante su estancia en México. Nicaragua, 1921-1931,
Serie Nicaragua, Sección Grupos y Conflictos Armados, CAMENA-UACM.
2. Otra copia del texto se ubicó en la Colección Castañeda del Archivo Histórico de Tampico
“Carlos González Salas”, (AHT), Tampico, México. Neil Macaulay, The Sandino Affair, (Quadrangle
Books, Chicago: 1967) (Duke University Press, North Carolina: 1985) p. 5,; existe una traducción de
Luciano Cuadra publicada por Educa en 1970. El Departamento de Estado pidió la documentación
en respuesta a los artículos de inicios de 1928 de Carleton Beals en que da conocer que Sandino
había laborado en la Huasteca. El vicepresidente de la compañía matriz, H. Walker, (Pan American
Petroleum and Export Company) escribe a William Green, vicepresidente de la Huasteca en Tam-
pico, con fecha 8 de marzo de 1928, pidiendo saber qué tipo de hombre era Sandino y por qué se
había marchado. Colección Castañeda, AHT. El “güero” Green, aunque siempre despectivo con los
mexicanos, dio buenas referencias de Sandino y adjunta copia de la ficha personal.Entrevista con
José Gutiérrez Magaña, Cerro Azul, 26 de diciembre de 1980, por Gregorio Selser.
3. Carta de William Green a Harold Walker, 15 de marzo de 1928, “National Archives Microfilm
Publications, Pamphlet Accompanying Microcopy No. 632, Records of the Department of State
Relating to Internal Affairs of Nicaragua, 1910-1929, Cortesía Michael Schroeder, ihttp://www.
sandinorebellion.com/HomePages/USDS-Docs.html. Benítez Juárez, La organización sindical, p.
16. Entrevista con Gregorio Ramírez Flores, Cerro Azul, 16 de diciembre de 1980 con Gregorio
Selser. Entrevista con David Brandy Barraga, Cerro Azul, 18 de diciembre de 1980, con Gregorio
487
Selser. La historiadora Michelle Dospital pudo también entrevistar a David Brandy, Dospital, “La
herencia mexicana”. “Después de haber pedido alojamiento en algún hotel, se arregla uno lo mejor
que puede y se dirige a buscar ocupación; lo miran de pies a cabeza, le hacen mil preguntas, y entre
ellas, qué es lo que sabe hacer y que por qué salió de donde estaba y, en fin, hasta desprecio se re-
cibe las más veces. Ya mira pues la urgencia que hay de llegar con dinero y arreglado, antes que sin
él, y estrafalario”. Carta a don Gregorio Sandino, s/f 1922, Sandino, El pensamiento vivo, T. I, p. 73.
Entrevista Gregorio Ramírez Flores, realizada por Selser, 16 de diciembre de 1980, Caja 33, Archivo
G NI2, Archivo Gregorio y Marta Selser, CAMENA, UACM, Entrevista, José Gutiérrez Magaña,
Guadalajara, 26 de diciembre de 1980. Entrevista con Fidel Espinoza Garza, 17 de diciembre de
1980,. Felipe Vásquez González, Cerro Azul, 20 de diciembre de 1980; David Francisco Brandy
Barragán, Tampico, 19 de diciembre de 1980), realizadas por Gregorio Selser.
4. Entrevistas con Fidel Espinoza Garza, 17 de diciembre de 1980. Felipe Vásquez González, Ce-
rro Azul, 20 de diciembre de 1980; David Francisco Brandy Barragán, Tampico, 19 de diciembre
de 1980), y Demetrio Osorio Cardenete, el 18 de diciembre de 1980, Entrevista con Gregorio Ra-
mírez Flores, Cerro Azul, 16 de diciembre de 1980. Entrevistas con José Gutiérrez Magaña y Fidel
Espinoza Garzay Tuxpan, Veracruz, 18 de diciembre de 1980,con Gregorio Selser. Alafita, Trabajo
y condición obrera, p. 191.
5. Entrevista de José Ovidio “Pepe” Puente León en que relata la participación de su padre en los
campos petroleros, Timothy C. Brown, editor y traductor, When the AK-47s fall silent, revolutionaries,
guerrillas and the dangers of peace (HooverInstitution, Stanford, California: 2000), p. 13. Entrevista con
Demetrio Osorio Cardenete, realizada por Selser el18 de diciembre de 1980. Entrevistas con Fidel
Espinoza Garza, Cerro Azul, 17 de diciembre de 1980, Felipe Vásquez González, Cerro Azul, 20
de diciembre de 1980 y David Francisco Brandy Barragán, Tampico, 19 de diciembre de 1980 con
Gregorio Selser, CAEMA, UACM. Entrevista con José Gutiérrez Magaña, Cerro Azul, 26 de di-
ciembre de 1980 y David Brandy Barraga, Cerro Azul, 18 de diciembre de 1980. Francisco I. Made-
ro encabezó políticamente la rebelión contra la dictadura de Porfirio Díaz asumiendo la presidencia
del país en noviembre de 1911. Quiso impulsar reformas liberales políticas, pero no pudo responder
a las demandas de cambio socio-económicos exigidas por figuras como Zapata. Flores Magón lo
critica severamente. Ambos listados aparecen en la contraportada de Ricardo Flores Magón, Rayos
de Luz (Diálogos relacionados con las condiciones sociales de México), Tomo V, Serie Ricardo Flores Magón:
Vida y Obra, (Ediciones del Grupo Cultural “Ricardo Flores Magón”, México, D.F.: 1924) “Iglesia
Adventista del Séptimo Día”, Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, (s/f), http://www2.uacj.
mx/UEHS/Mapa/Iglesia%20Adventistas%20del%20Séptimo%20D%C3%ADa.pdf.
6. Salvatierra, Sandino, p. 36. Sobre el pacto Calles-Sacasa (negado posteriormente por ambos) ver
el estudio ver Richard V. Salisbury, “Mexico, the United States and the 1926-1927 Nicaraguan Cri-
sis”, The Hispanic American Historical Review, Vol. 66, No. 2, (mayo, 1986, pp. 319-339 y la biografía
de Calles del historiador Jürgen Buchenau, Plutarco Elías Calles and the Mexican Revolution, (Rowman
& Littlefield Publishers, New York: 2008), pp. 132-133. El historiador Javier Paniagua afirma que
la famosa frase fue sacada del contexto de la obra de Proudhon, dándole un carácter radical que
en realidad no tuvo, puesto que verdaderamente proponía era el acceso a la propiedad de todos los
trabajadores. Javier Paniagua, Libertarios y sindicalistas, (Grupo Anaya, Madrid: 1992), p. 22. Somoza,
El verdadero Sandino, pp. 83-84; Bendaña, Mística de Sandino, pp. 55-63. Wünderich afirma creer que
la historia del documento presentado por Sandino a Moncada fue un invento de este último “ela-
borada con la finalidad de denunciar a Sandino como ‘comunista’. A la luz de la evidencia que San-
dino preparaba aquella documentación cuando en México, la historia original amerita credibilidad.
Wünderich, Sandino, p. 68. Todos menos uno, mayo de 1927, Sandino, El pensamiento vivo, T. I, p. 98. José
488
María Moncada, Estados Unidos en Nicaragua, (Tipografía Atenas, Managua: 1942), pp. 22-23. Citado
en Macaulay, The Sandino affair, p. 55. El Col. Roberto Canales escribe cómo Moncada “da una mira-
da a mis soldados y frunce el ceño cuando vio en manos de mi abanderado, la bandera roja que nos
dio el General Sandino en Jinotega, la que tenía un cuadro negro, donde en blanco se destacaba una
cruz y una calavera de esqueleto humano. El General Moncada ordenó quitar ese cuadro de cruz
y calavera... porque “nosotros somos liberales, pero no piratas”, “Cincuenta años de la guerra civil
liberal-conservadora”, Separata de aportes históricos, El Centroamericano, (León, 1976), p. 175. Texto de
la publicación ubicada por David Brooks y suministrada por Michael Schroeder. Reproducida en
http://www.sandinorebellion.com/HomePages/edsn.html.
7. Campos Ponce, Sandino, Biografía de un héroe, p. 23. Bosque luego se integra a las fuerzas de Sacasa
que desembarcan en Puerto Cabezas. Bosque se une a Sandino, muriendo en combate en la bata-
lla de Teustepe el 1 de mayo de 1927, que Sandino describe como el ultimo combate de la guerra
constitucionalista. Sandino describe a Bosque pero no menciona si estuvo en los campos petroleros.
Este último dato aparece en un testimonio de Humberto Torres en un testimonio que hace a los
Marines, “Humberto Torres sobre la vida y la campaña constitucional de Sandino”, Documento
95, Página 23. http://www.sandinorebellion.com/Top100pgs/Top100-p23.html. Sandino hace la
narración en el documento “El fruto de la indiferencia de los gobiernos latinoamericanos”, octubre
de 1929, Sandino, El pensamiento vivo, T. I, pp. 401-403. “Para la historia de Nicaragua”, julio de 1932,
Sandino, El pensamiento vivo, T. II, p. 238. Carta de William Green a Harold Walker, 15 de marzo
de 1928, “National Archives Microfilm Publications, PamphletAccompanyingMicrocopy No. 632,
Records of theDepartment of StateRelating to InternalAffairs of Nicaragua, 1910-1929, Cortesía
Michael Schroeder, ihttp://www.sandinorebellion.com/HomePages/USDS-Docs.html. Arellano,
Guerrillero de Nuestra América, p. 93.
IX
Espiritismo y masonería
Páginas 154-176
1. Carta a Froylán Turcios, 1 de abril de 1928, Sandino, El pensamiento vivo, T. I, p. 69.
2. Sandino, dice Román, “ha leído mucho, con lo que se ha formado un intelecto sólido. Tiene
gran poder de intuición, según lo atestiguan sus propios hombres. Sin embargo, en mi parecer,
exagera en cuanto al valor de sus creencias teosóficas, espiritistas, rosacruces, astrológicas, y demás
complicaciones esotéricas, pero también estoy convencido de que nada de eso le resta un ápice a su
cruzada ingente. Por el contrario, quizá sin ellas no hubiera sido posible”. Román, Maldito país, p.
180. Ver también Wünderich, Sandino, una biografía, p. 53.
3. El Siglo Espiritista, mayo y diciembre 1928 en Wünderich, Sandino, una biografía, p. 53; Hodges, In-
tellectual Foundations, p. 42.Como hemos visto, Sandino indica, en su solicitud de trabajo para la Huas-
teca de agosto de 1925, haber laborado en la New England Oil Corporation. Aviña es un personaje
interesante vinculado a las organizaciones obreras de la industria petrolera: para 1938 asume la Su-
perintendencia General de la Sección 21 del Sindicato de Trabajadores Petroleros, siendo también
nombrado por el presidente Lázaro Cárdenas a la Comisión que recomendó ese año la expropiación
de las compañías petroleras extranjeras. Ver el bosquejo biográfico de Juan Aviña en el Juan Aviña
Treviño, El evangelio universal, AP Invisible-Colegio Universal, 65 años de curación y enseñanza 1917-1982,
489
Amor, Luz, Paz y Progreso (Hospital Invisible, Tampico: 1982), pp. 407-409. Entrevista del autor con
Miguel Ángel Aviña Bravo, Director, Hospital Invisible, Ciudad Madero, 1 de mayo, 2013.
4. Texto ‘Carta de Curación’ suministrada al autor por Juan Aviña, director Hospital Invisible, el 1
de mayo de 2013 en Ciudad Madero, Tamaulipas, México.
5. La curiosa inclusión de Ignacio de Loyola es diferenciada de los postulados de la orden jesuita,
que por su voto de obediencia al Papa, el némesis de los librepensadores, la explican de la siguiente
manera: “A los ojos humanos aparecería como una cosa imposible que Víctor Hugo estuviera al
lado de Ignacio de Loyola, así como que Allan Kardec tuviera nexos con Ignacio de Loyola, y sin
embargo es ‘Única en su género’ la Armonía Universal, porque esos grandes directores espirituales
están unidos en la misma Central de la Luz Divina, pero sus partidarios en la Tierra, o seguidores,
guardan respetable distancia para con la Obra, pues esto NO ES ESPIRITISMO, sin dejar de reco-
nocer al del Mundo Invisible. No es culpa suya que los humanos hayan hecho mal uso de la Ciencia
Espírita, como tampoco Ignacio de Loyola tiene la culpa de los excesos del Jesuitismo, su intención
fue de Orden y Disciplina al formar la Compañía de Jesús. Lo que llaman la ciencia laica, o sea lo
del Maestro Víctor Hugo, cuyas obras servirán como obras de texto en los centros de enseñanza de
filosofía a los humanos, son propias de un Gran Maestro... no hace más que refrendar su ilustre y
augusta sabiduría que trascenderá en los siglos...” Énfasis en el original, Evangelio, p. 35.
6. Carta de Fernando Orozco y Julio Arroyo del Centro Espírita “Luz de Oriente” a Cecilia C. de
Gómez del Hospital Invisible, 23 de diciembre de 1924. La carta lleva en el membrete, copia de car-
ta original facilitadas al autor por Miguel Ángel Aviña del Hospital Invisible. “Nacer, Morir, volver
a nacer y siempre progresar, tal es la ley” de Allan Kardec. La respuesta de la Maestra Cecilia lleva
como fecha 11 de enero de 1925.
7. Ver el estudio de Giulio Girardi, Sandinismo, marxismo, cristianismo: la confluencia, (Centro Ecuméni-
co Antonio Valdivieso, Managua: 1987).
8. José Antonio Ferrer Benimeli, La masonería, (Alianza editorial, Madrid: 2005), p. 95.
9. Ver los diversos ensayos en Pedro F. Álvarez Lázaro, ed., Librepensamiento y secularización en la
Europa contemporánea, (Universidad Pontifica Comillas, Madrid: 1996) y del mismo autor, Origen, evo-
lución y naturaleza de la masonería contemporánea, (Universidad Pontifica Comillas, Madrid: 1996); Javier
Paniagua Fuentes, Breve historia del anarquismo, (Ediciones Nowtilus, Madrid: 2012), p. 74.
10. Ricardo Melgar Bao, “El anarquismo y la cultura de las clases y minorías subalternas en el
Perú”, en Lida y Yankelovitch, eds., Cultura y política, p. 195.
11. Marta Elena Casaús Arzú y Teresa García Giráldez, Las redes intelectuales centroamericanas: un siglo
de imaginarios nacionales (1820-1920). (F&G Editores, Guatemala: 2005., Entre quienes dijeron ser
practicantes de la teosofía o ser masones figuran dictadores como los generales Martínez en El
Salvador y Somoza García en Nicaragua, junto a colaboradores del dictador Porfirio Díaz en Méxi-
co. Carlos Gregorio López Bernal, “Alberto Masferrer, Augusto César Sandino: Antiimperialismo,
espiritualismo y utopía en la década de 1920”, Revista Complutense de Historia de América, vol. 35, 2009,
pp.87-108.
12. Ricardo Melgar Bao, “El anarquismo y la cultura de las clases y minorías subalternas en el
Perú”, en Lida y Yankelovitch, eds., Cultura y política, p. 195. Deves Valdés y Melgar Bao, “Redes teo-
sóficas”, p. 4. El paraguayo-español Rafael Barrett se refirió a la teosofía en los siguientes términos:
“No sonriáis. Le teosofía es una religión muy razonable, o por lo menos lo quiere ser. La Sociedad
Teosófica ha adoptada esta divisa; ‘no hay religión más elevada que la verdad’. ...La teosofía moder-
na es una síntesis: es a la vez un misticismo, una metafísica y una magia. Lo que me es más simpá-
tico de la teosofía es la moral. Todos los teósofos que conozco son buenísimas personas”, Rafael
Barrett, Obras completas, (Tupac, Buenos Aires: 1943) citado Delves Valdés y Melgar Bao, “Redes
490
teosóficas”, pp. 9-10. “Socialistas, anarquistas, neo-cristianos, espiritualistas, teósofos... ¿Qué quiere
decir todo esto? ¿Qué quiere decir esta universal reacción hacia lo religioso, esta filosofía que se
vuelve sentimental y profética, esta literatura preocupada del más allá, estos poetas, historiadores
y críticos que se hacen reformadores sociales, estos propagandistas de unas bellezas que se habían
declarado inútiles? ¿Qué quiere decir este renacimiento de la inquietud, del misterio, de la sagrada
angustia salvadora de gérmenes”? Barrett, Obras completas, T. II, p. 295 citado en http://es.wikipedia.
org/wiki/Rafael_Barrett.
13. Carta a Froylán Turcios, 1 de abril de 1928, Sandino, El pensamiento vivo, T. I, p. 69. La referencia
a Sandino y Barbieux aparece en “Historia de El Álamo, Temapache”: http://www.alamo.gob.mx/
historia/. Puede consultarse la página web de la Gran Logia : http://www.glumver.com/index.
php/logias.html. Entrevista con José Gutiérrez Magaña, Guadalajara, Jalisco, 26 de diciembre de
1980 realizada por Gregorio Selser, Archivo CAMENA-UACM, México. Sandino repite las refe-
rencias a su amigo (y maestro) Barbieux en su relato a Belausteguigoitia y Román. Alfonso de los
Reyes Villareal, Municipio Libre, Villa Cecilia, Tamaulipas, la comunidad que forja su destino, (Publicaciones
Históricas de la Huasteca, Ciudad Madero, Tamaulipas: 1999), p. 63. Wünderich, Sandino, una biografía,
p. 53 y http://www.miggarme.com/2011/10/antecedentes-historicos-de-la-masoneria.html.
14. Los templos de la Logia de Veracruz llevan el nombre, entre otros, Francisco I. Madero, Benito
Juárez y Venustiano Carranza, Diccionario Enciclopédico de la Masonería, escrito y ordenado por Loren-
zo Frau Abrines, Tomo IV, Editorial del Valle de México, DF 1977, p.61.
15. El regreso a Nicaragua’, Sandino, El pensamiento vivo, T. I, p.79. Ver los escritos antes citados
de Casaús Arzú y, por ejemplo, Eduardo Devés Valdés y Ricardo Melgar Bao, “Redes teosóficas
y pensadores (políticos) latinoamericanos, 1910-1930”, Foro centenario de Mariátegui, https://es.
groups.yahoo.com/neo/groups/foro_centenario/conversations/topics/10593; Berta Urías Hor-
casitas, “De moral y regeneración: el programa de ‘ingeniería social’ posrevolucionario visto a través
de las revistas masónicas Mexicana, 1930-1945”, Cuicuilco, septiembre-diciembre, año/vol. 11, no.
32, Escuela Nacional de Antropología e Historia, México, DF, p. 93.
16. El comentario forma parte de la narración de Sandino, refiriéndose a su futura suegra durante
el ‘noviazgo’ con Blanca. Subrayado en el original. Román, Maldito país, p. 80. Informes de la Guar-
dia citados en Macaulay, The Sandino Affair, p. 215.
17. Ramón Romero, Sandino y los yanquis, (Ediciones Patria y Libertad, Managua: 1961), pp.140-141.
Franz Hartmann (1832-1912) fue un célebre teósofo alemán, estudioso de las doctrinas de Teofras-
to Paracelso, Jakob Böhme y la tradición Rosacruz. Se le considera ocultista. En la India, Hartmann
fue discípulo de Helena Blavatsky, la fundadora de la teosofía moderna. Posteriormente, fundó
la Sociedad Teosófica en Alemania. Tradujo el Bhagavad Gita al alemán. Recibió algunas cartas de
los Mahatmas (maestros) referentes a las tareas de la teosofía en Europa Central. Fundó la Orden
Rosacruz Esotérica en 1888. Participó en varios grupos ocultas en la masonería. En sus últimos
años también estudio las doctrinas de Guido Van List. “Franz Hartmann”, Escribió Magia blanca
y magia negra (1886), Una aventura en la mansión de los adeptos rosacruces (1887), Los Elementales (1887),
Símbolos secretos rosacruces (1888), Principios de geomancia astrológica (1889) En el pronaos del templo de la
sabiduría (1890), Ciencia oculta en la medicina (1893), Entre los gnomos (1895). Wikipedia, http://es.wiki-
pedia.org/wiki/Franz_Hartmann; Hay datos biográficos en http://www.fundacionblavatsky.org/
textos/portal/alumnos/Hartmann,%20Dr.%20Franz%20.htmlhttp://esoterismo-guia.blogspot.
com/2011/08/franz-hartmann-biografia-historia.html.
18. Copias facsimilares en Eduardo del Río, El hermano Sandino, (Editorial Grijalbo, México, D.F.:
1987), pp. 93-94. Los documentos fueron consultados en el entonces Instituto de Estudios del
Sandinismo que guardaba el archivo de Sandino.
491
19. Los textos de la misiva costarricense y las respuestas recibidas figuran en figuran en Hurtado
González, Sandino desconocido, pp.33-41.“La mayoría de mis amigos eran liberales, y precisamente por
eso quise tener una reunión con un grupo de conservadores conspicuos, para conocer su punto de
vista. A los dos partidos les hice la misma pregunta: «¿No queréis que se vayan los norteamerica-
nos?» Y los dos contestaron sin vacilar: «No» Yo entonces les pregunté la razón, y la respuesta fue
que si los yanquis se retiraran, los liberales, que ahora están en el poder, encarcelarían o, asesinarían
a los conservadores con acusaciones falsas; y los liberales me dijeron exactamente lo mismo respeto
a los conservadores... En Costa Rica la influencia católica es muy poderosa. Mis conferencias se
dieron en el Teatro Nacional, que fue cedido gratuitamente, pero me pidieron que no mencionase
la palabra Teosofía. De modo que cada vez que surgía la palabra Teosofía, la sustituía por «idealis-
mo». Personalmente prefiero la palabra Teosofía, que significa la sabiduría de Dios. Sin embargo, la
palabra idealismo describe bien la Teosofía”.C. Jinarajadasa, “Un año de viaje por América Latina”,
versión digital biblioteca Scribd, p. 11-13, http://www.scribd.com/mobile/doc/798715580. Edwin
Sánchez, “Una sociedad que ya no es tan secreta”, El Nuevo Diario, 19 de mayor de 2008; también
El Nuevo Diario, 28 de diciembre de 2000 sobre la masonería de Anastasio Somoza y Salvador Sal-
vatierra.
20. El primero en explorar la relación de Sandino con Trincado fue Edelberto Rivas, Sandino y sus
pares, (Editorial Nueva Nicaragua, Managua: 1983), pp. 29, 309-310. Le llama “ocultista”. Jaime
Schlittler, “César Augusto Sandino”, El Heraldo del Espiritismo, 15 de marzo de 1934, México, D.F.,
reproducido en Maracay, octubre de 1948, (Maracay, Venezuela). Copia en la colección Sandino del
Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica. Véase también Michelle Dospital, “Sandino y
la Escuela-Magnético-Espiritual de la Comuna Universal”, Cátedra, No. 1, (Managua), octubre-di-
ciembre 1991, p. 46. Otra explicación confusa es ofrecida por Hodges, Sandino’s Communism, pp. 90,
128-129.
21. En el texto Román le llama Martín y no Joaquín. Román, Maldito país, p. 82.Articulo sobre
Joaquín Trincado Mateo en Wikipedia, http://es.wikipedia.org/wiki/Joaqu%C3%ADn_Trincado_
Mateo; ver también “Espiritismo estudiado, luz y verdad del universo”, http://espiritismoestudia-
do.blogspot.com/p/conocete-ti-mismo.html y “Biografía de Joaquín Trincado Mateo” en http://
emecu178.com/index.php?lang=es&Itemid=127.
22. El texto del nombramiento de Pulgarón de octubre de 1929 y de Trincado en noviembre de
1932 se reproducen en Del Río, El Hermano Sandino, p. 129 y 133. Devés Valdés y Melgar Bao, “Re-
des teosóficas”, p. 8.
23. El artículo 5 del reglamento explica las responsabilidades de los celadores ante las Cátedras
regionales, “Balance del Año”, La Balanza, (Buenos Aires), 1930. Navarro-Génie, Augusto “César”,
pp. 91-95; Hodges, Sandino’s Communism, p. 136.; Villanueva, Sandino en México, p. 306.
24. Román, Maldito país, p. 82. Carta a Trincado, 22 de junio de 1931, Somoza García, El verdadero
Sandino, p.240. Carta a Joaquín Trincado, 12 de noviembre de 1932, reproducida en Del Río, El
Hermano Sandino, p. 134.
25. Carta a Trincado, 22 de junio de 1931, Somoza García, El verdadero Sandino, p.240. Joaquim
Trincado, El Espiritismo estudiado, citado por Del Río, El hermano Sandino, p. 121. Ver el texto de
Trincado reproducido en Del Rio, El Hermano Sandino, p. 136. “Cuestionario Espirita-Racionalista
de la Escuela Magnético-Espiritual de la Comuna Universal”, http://emedelacu.webcindario.com/
cuestionario/cuestionario.htm.
26. Joaquín Trincado, La revolución mexicana de 1913 y 1914, p.39, ( fecha de publicación), http://
www.scribd.com/doc/5171426/LA-REVOLUCION-DE-MÉXICO-Y-EL-CRIMEN-DE-NOR-
TEAMERICA; http://es.wikipedia.org/wiki/Joaqu%C3%ADn_Trincado_Mateo.
492
27. Joaquín Trincado, El primer rayo de luz, (Segunda edición, Buenos Aires: 1932. Primera edición
en 1922), p. 172. http://www.scribd.com/doc/94320019/Primer-Rayo-De-Luz-Joaquin-Trincado.
El Heraldo del Espiritismo, México, 1 de marzo de 1928 citado en Michelle Dospital, “Sandino y la
Escuela Magnético-Espiritual de la Comuna Universal”, Cátedra, No. 1, octubre-diciembre, 1991,
p. 46. “Párrafo II, El patriotismo es Ley Ineludible”, El Espiritismo estudiado, (Buenos Aires,1921),
versión pdf. pp. 122-124.
28. “Cuestionario Espirita-Racionalista de la Escuela Magnético-Espiritual de la Comuna Univer-
sal”, http://emedelacu.webcindario.com/cuestionario/cuestionario.htm; Trincado, Cinco amores.
Hodges también dice que Trincado conocía el texto de Proudhon sobre la propiedad, utilizando las
mismas expresiones idiomáticas. Hodges, Sandino’s Communism, p. 9.
29. Joaquín Trincado, El Espiritismo en su asiento, parte I, pp. 119-120, versión pdf. (publicado ini-
cialmente en 1929), http://bibliotecajtrincado.tripod.com/elespiritismoensuasiento.pdf. “Que por
iniciativa del Ejecutivo emita el Congreso Nacional una Ley por la que sea reconocida a las mujeres
el derecho al mismo salario que a los hombres, por igual trabajo ejecutado, reglamentándose debi-
damente el trabajo de las mujeres de acuerdo con las condiciones físicas propias de la mujer”. Bases
del Convenio que se propone al general José María Moncada par que se constitucionalice como
Presidente de la República de Nicaragua en el periodo de 1929 a 1932”, 6 de enero de 1929, Sandino,
Pensamiento político, 300-301.
30. “España, descubriendo la otra mitad del mundo, haciéndolo, redondo, para que caminara, pues-
to que siendo plano o cuadrado, no podía rodar. No podemos dudar de que la Suprema Ley ha de
encargar de la ejecución de sus decretos al que en la ley de los destinos le corresponde. No podréis
probar tampoco que hay otro hecho espiritual y material en la historia que el realizado por España.
Y no podéis dejar de admirar la precisión de los hechos de esa ley de que, habiendo de llegar ese
descubrimiento, naciera un Cervantes que, de la gran jerga de dialectos, hiciera los fundamentos de
un idioma fértil, fuerte y fácil, para que las carabelas lo llevaran, como semilla inmortal y fecunda, a
unos dominios mayores... Hasta que España, o sus hijos, no dirá al mundo «La Comuna de Amor y
Ley» es el régimen Universal, no será. Pero como ya lo han anunciado los hombres, aun sin poseer
el secreto del «Código de Amor Universal», ya se lanza a la conquista, aún a costa de sus vidas. Y es
porque aún hay mucho que depurar en el mismo pueblo y es necesario que se depuren los hombres,
que apaguen sus odios, se desfoguen y hagan familiar al nombre único de hermano; y lo van hacien-
do, por el amor con la igualdad de derechos y obligaciones, que supone la verdadera fraternidad”.
Trincado, Cinco amores, p. 134, 185.
31. El reportaje de Ramiro Molla Sanz apareció en varios medios norteamericanos entre ellos el
Brooklyn Eagle (Nueva York) del 12 de junio de 1931. Rosendo Izaguirre, Martínez Rodríguez Mar-
tínez, compiladores., Sandino y los U. S. marines: reportes de los agregados militares y comandantes marines en
acción, (Omni Editores: Tegucigalpa: 2000), p. 141 y “Declaraciones a la prensa Mexicana reportadas
por la división de inteligencia de los Marines (G-2), 31 de enero de 1930”, http://www.sandinore-
bellion.com/images/Top100/DSC00499.JPG.
32. “Conversaciones con Ramón de Belausteguigoitia”, (febrero, 1933), Sandino, El pensamiento vivo,
T. II, p. 300-301.
33. “Manifiesto a los hombres de nuestro departamento leonés”,15 de septiembre de 1931, Sandino,
El pensamiento vivo, T. II, p. 198. El texto original aparece en “Atlantic Coast, 1931”, Página 8, no. 20,
http://www.sandinorebellion.com/eastcoast/EC1931A-p8.html. Este documento importante y
relativamente desconocido, junto a la relación entre el EDSNN y las poblaciones costeñas, lo abor-
da Michael Schroeder, “Cultural geographies of grienvance and war: Nicaragua’s Atlantic Coast
region in the first Sandinista revolución, 1926-1934”, Dialectic Anthroopoly, (2012), Vol. 36, pp. 161-
493
196, publicación en internet, http://download.springer.com/static/pdf/31/art%253A10.1007%-
252Fs10624-012-9272-z.pdf ?auth66=1399989189_c4fd2e006c01c0c570e778c1c13f311b&ext=.
pdfExpediente.
34. Referéndum básico para la Unión Hispano-Américo-Oceánica http://www.monografias.com/
trabajos57/lucha-religiosa/lucha-religiosa2.shtmlCarta de Sandino a Trincado del 22 de junio de
1931 en Somoza, El verdadero Sandino, p. 238-240.
35. Al proclamarse abiertamente de comunista racionalista, Sandino probablemente sintió dar
cumplimiento a uno de los mandatos Trincado: “¿Te avergüenzas de llamarte Espiritista-Raciona-
lista, como te enseña esta escuela? Pues reniegas de tu ser, y “no puede ser que no seas”. Tienes tu
luz apagada, Trata de encenderla pronto, en el Espiritismo Luz y Verdad. Trincado, Cinco Amores, p.5;
Carta a Hilario Chavarría, 12 de mayo de 1931, Somoza, El Verdadero Sandino, pp. 227-231; versión
incompleta en Sandino, El pensamiento vivo, T. II, pp. 174-176.
36. “Respuesta a C.G. Carter, M.D.”, 30 de mayor de1933, Isaguirre y Martínez, Reportajes, p. 484.
Navarro-Génie, Augusto “César” Sandino, p. 128; Somoza, El verdadero Sandino, p. 240. Otra versión
dice que el oro seria entregado al delegado que enviara la escuela. Carta de Jaime Schlittler (pre-
suntamente a Trincado), 27 de febrero de 1934, reproducida en Marcay, Órgano de la Unión Hispano
Américo Oceánica, Sub-comisión ‘Simón Bolívar’, (Maracay, Venezuela), Octubre de 1948, p. 25. Co-
lección Sandino, Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica, Universidad Centroamerica-
na, Managua.
37. Reportaje de Ramiro Molla Sanz en el Brooklyn Eagle (Nueva York) del 12 de junio de 1931;
Joaquín Trincado, Filosofía Austera Racional, http://filosofia-doctrina-y-ciencia.over-blog.es/pa-
ges/-el-socialista-jesus--2249333.html.
38. Belausteguigoitia, Con Sandino, pp. 130-132.
X
San Albino
Páginas 177-210
1. “Interesante Reportaje Hecho al Sr. Ingeniero don Camilo Castellón sobre La Carretera Li-
may-San Albino”, El Centroamericano, (León), 22 de Marzo de 1922, Top 100, Documento 1, http://
www.sandinorebellion.com/Top100pgs/Top100-p1a.html.
2. Los datos sobre Butters y la producción de San Albino se hacen en base a la investigación de
Larry Miles en diversos archivos norteamericanos. http://www.larrymylesreports.com/san_albi-
no_feb.htm. Extractos del escrito del Charles Butters, “Resumen: Por qué compré San Albino”,
Biblioteca Huntington (San Marino, California), citado por Miles, Larry Miles Reports. Hoy en día
la mina de Sal Albino continua siendo de propietarios extranjeros y con capacidad de producir entre
10 y 15 mil onza troy. “Todos miran a la minería nica”, La Prensa, (Managua), 6 de agosto de 2014.
3. “En San Albino se explota inicuamente a los operarios”, Diario Moderno, Año XVII, No. 2008,
Managua, 2 de septiembre de 1927, p. 1.”Informe adicional sobre la toma de las minas norteame-
ricanas del distrito de Pis Pis, Nicaragua”, en “Informe sobre los eventos en la mina Neptuno”, S.
Gray, 17 de mayor de 1928, Atlantic Coast 1928A, página. 6, Nos. 8-10,http://www.sandinorebe-
llion.com/EastCoast/EC1928A-p6.html.
494
4. Román, Maldito país, pp. 48-49. En carta al “Jefe Director” de la Guardia Nacional General Cal-
vin Mathews, Butters admite haber dejado una deuda de 50 mil dólares. Carta de Butters al general
Calvin Mathews, 16 de noviembre de 1931, Top 100, Documento 2, http://www.sandinorebellion.
com/Top100pgs/Top100-p2a.html. Thomas O’brien, The Revolutionary Mission: American Enterprise
in Latin America, 1900-1945, (Cambridge University Press: Cambridge, Ma.: 1999), pp. 74-75.
5. Testimonio de Ardón Molina, IES, Ahora sé, pp. 28-29.
6. Román, Maldito país, p. 49.
7. Declaración de Charles Butters, 21 de junio de 1927, texto original en inglés, http://www.sandi-
norebellion.com/Top100pgs/Top100-p2a.html.
8. Butters mantuvo que su inversión fue de 500 mil dólares “Datos desconocidos sobre Sandino”,
Diario Moderno, Managua, Ano 15, No. 1986, 5 de agosto de 1927, New-Documents, Diario Moderno,
http://www.sandinorebellion.com/NewsDocs/DiarioModerno1927-1.html. A la Embajada nor-
teamericana indica que son 700,000. Eberhardt al Secretario de Estado, 30 de junio de 1927, FRUS,
1927, III, p. 440.
9. Carta al Jefe del Destacamento de Marinos en Jinotega, 24 de mayo de 1927, Sandino, El pen-
samiento vivo, T. I, pp. 112-113. Sandino a Manuel Echeverría, 2 de julio de 1927, EDSN 27.07.2c,
http://www.sandinorebellion.com/EDSNDocs/thru1927/edsn270702c.html; “Sandino dio liber-
tad a los dos marinos, cinco mil dólares en oro puro”, Diario Moderno, Managua, 4 de agosto de
1927, Año XV, No. 1985, http://www.sandinorebellion.com. Se da la cifra de 4 mil dólares en
Castillo, Libro de Sandino, pp. 33-34. Wünderich afirma que Sandino, al casarse con Blanca, “quiso
ocultar el lado indio de su propia procedencia”. La denominación de la moneda y la afirmación de
su condición de indohispano indicaría lo contrario. Wünderich, Sandino, p. 70.
10. En El Jícaro desbandaron a Sandino”, Diario Moderno (Managua), 31 de julio de 1927, No. 1982,
http://www.sandinorebellion.com/NewsDocs/DiarioModerno1/DM-270731-P1.jpg. Informe de
patrulla a Murra, Teniente L. G. Bruce, dirigida al comandante del destacamento de marines en
El Jícaro, 17 de agosto de 1927, PC 27.08.27, http://www.sandinorebellion.com/pcdocs/1927/
PC270818-Bruce.html; “El Mayor Floyd seguirá una investigación en San Albino”, Diario Mo-
derno, 3 de agosto de 1927, Año XV, No 1984, http://www.sandinorebellion.com/NewsDocs/
DiarioModerno1/DM-270803-p1.jpg. Carta de Charles Butters a Sandino por medio de Pedro C.
Zepeda, 21 de junio de 1930, y Butters al general C. B. Mathews, 16 de febrero de 1932, Top 100,
Documento 2, http://www.sandinorebellion.com/images/SanAlbino-DanPlazak/Butters-Sandi-
no-21June1930-a.jpg y http://www.sandinorebellion.com/images/SanAlbino-DanPlazak/But-
ters-Matthews-16Feb1932.jpg La versión de Butters es relatada en Clark C. Spence, Mining Engineers
& the American West: the Lace-Boot Brigade, 1849-1933 (Yale University Press New Haven:, 1970), p.
288.
11. Carta a Arnoldo M. Ramírez, 17 de junio de 1927, reproducida en Bendaña, Mística de Sandino,
p. 203. Eberhardt al Secretario de Estado, FRUS, 1927, III, p. 440.
12. Entrevista de Alejandro Pérez Bustamante, Timothy C. Brown, editor, When the AK-47s, pp.
57-61.
13. Diario Moderno (Managua), 2 de agosto de 1927, p. 1, NEWS-DOCS, http://www.sandinorebe-
llion.com/NewsDocs/DiarioModerno1/DM-270611-p1.jpg.
14. IES, Ahora sé, p. 30. Ver también Michael Schroeder, The Sandino Rebellion Revisited, Michael
Gilbert, Michael Joseph, Catherine LeGrand, Ricardo Donato Salvatore, Close Encounters of Empire:
Writing the Cultural History of U.S.-Latin American Relations, (Duke University Press, North Carolina:
1998), pp. 219-220. IES, Ahora sé, p. 23-26, 29.
495
15. Declaración de Enrique Sánchez, “Capturado por los bandoleros”, 15 de julio de 1932, (tra-
ducción del inglés), Top 100, Documento 89, http://www.sandinorebellion.com/Top100pgs/
Top100-p89.html.
16. Capitán L. B. Reagan, “Captura del general Manuel María Jirón Ruano y de la información
obtenida”, parte del expediente “Declaración del general Jirón antes de su ejecución por Hanneken
y Escamilla con transcripción del consejo de guerra. Top 100, Documento 27, http://www.sandi-
norebellion.com/Top100pgs/Top100-p27.html“Importantes revelaciones que hace un ex-jefe san-
dinista mexicano que anduvo con el General Augusto C. Sandino”, El Pueblo, (Managua), 14 y 18
de marzo de 1934; El Comercio, 9 de marzo de 1929 y el despacho norteamericano en http://www.
sandinorebellion.com/images/Top100/DSC00473.JPG. Román, Maldito país, pp. 130-131.Sobre el
asesinato de Girón Ruano”, 2 de marzo de 1929, Sandino, El pensamiento vivo, T. I, p. 321; en la ver-
sión de Santos López, Ruano iba enfermo, lo cual es cierto, e iba acompañado, siendo capturado en
combate, torturado y posteriormente ahorcado, que no fue el caso. “Fue un hombre muy valiente y
decidido... que peleó con ardor contra los invasores”, IES, Ahora sé, p. 206.
17. “Carta al coronel Abraham Rivera, 22 de febrero de 1931, Sandino, El pensamiento vivo, T. II,
p. 162. El texto completo de la carta se reproduce en Somoza, El verdadero Sandino, pp. 208-210.
Comunicación al general Echeverría, 5 de enero de 1928, EDSN 28.01.05b, http://www.sandino-
rebellion.com/EDSNDocs/1928a/edsn280105b.html.
18. IES, Ahora sé, pp.168-169, 286.
19. José María Moncada, Estados Unidos en Nicaragua, (Tipografía Atenas, Managua: 1942), pp. 23-
24, 27.
20. Manifiesto, Castillo, El libro, p. 115. Manifiesto, Sandino, El pensamiento vivo, T. I, p.118.
21. Carta al Dr. Castillo, 26 de agosto de 1927, Sandino, El pensamiento vivo, T. I, p. 137. Carta a Ar-
noldo Ramírez, 17 de junio de 1927, Bendaña, Mística de Sandino, p. 203. http://www.sandinorebe-
llion.com/EDSNDocs/thru1927/edsn270617.html.
22. Carta al Dr. Castillo, 26 de agosto de 1927, Sandino, El pensamiento vivo, T. I, p. 137. Sandino no
utiliza el concepto de puritano en el sentido religioso desarrollado en el Reino Unido durante el
siglo XVI sino como adjetivo que deriva del ingles puritan empleado para calificar a la persona “que
defiende y difunde su apego a las reglas morales consideradas como virtuosas y aceptadas por la
mayoría de la sociedad” (www.defincion.de/puritana).
23. “American Supervision of Elections in Nicaragua”, Foreign Policy Association, T. II, No. 21 (Nue-
va York: 1930).
24. Salomón de la Selva, “Sacasa y Sandino–Cotejando Noticias”, La Tribuna (Managua), 10 de
enero de 1929, http://www.sandinorebellion.com/BibLit/SdelaS/290110.jpg.
25. Macaulay, The Sandino affair, p. 30. Carta de Francisco Sequeira Cabuya, Jefe de las divisiones
de Occidente, a Henry S. Stimson, 27 de abril de 1927, http://www.sandinorebellion.com/ima-
ges/Top100/Stimson/DSC01534.JPG; Teniente C.J. Chappell, Informe sobre el choque en La Paz
Centro, 27 de mayo de1927, http://www.sandinorebellion.com/PCDocs/1927/PC270519-Cha-
ppell.html. Macaulay, The Sandino Affair, p. 47.
26. “Pauta para la organización...”, 2 de septiembre de 1927, Sandino, El pensamiento vivo, T. I, p. 141.
“Interesante relato sobre la vida que se pasa en Nueva Segovia y lo sucesos en Ocotal”, Diario Mo-
derno (Managua), 12 de agosto de 1927, Año XVII, No. 1991, http://www.sandinorebellion.com/
NewsDocs/DiarioModerno1/DM-270817-P1.jpg.
27. La primera versión aparece en Castillo, Libro de Sandino, p. 114 y la segunda en Manifiesto, San-
dino, 1 de julio de 1927, Sandino, El pensamiento vivo, T. I, p. 117. Comunicado, 9 de enero de 1930,
Sandino, El pensamiento vivo, T. II, p. 47. Existen diversas versiones del Manifiesto. Utilizamos aquella
496
que hace referencia explícita a su pertenencia de la clase trabajadora vinculándola con su estatus de
artesano (Castillo, El libro de Sandino, pp. 114-117). Que el termino trabajador ya no aparezca en la
versión anterior indica la reserva con que Sandino usualmente guarda sus convicciones socialistas
reiterándolas en comunicaciones de otro carácter, como por ejemplo, su carta a Berta Munguía, 22
de octubre de 1927, (Sandino, El pensamiento vivo, T. I, p. 167-168) en que vuelve a vincular obreros
con artesanos.
28. Torres Rojo, “Semántica política de indoamérica”, p. 234. Carta a Berta Munguía, 22 de octubre
de 1927, Sandino, El pensamiento vivo, T. I, p. 167.
29. Carta a Arnoldo Ramírez, 17 de junio de 1927, http://www.sandinorebellion.com/EDSN-
Docs/thru1927/edsn270617.html.
30. Manifiesto, 1 de Julio de 1927, Sandino, El pensamiento vivo, T. I, p. 119.
31. “A mis compatriotas nicaragüenses”, circa 14 de Julio de 1927, Sandino, El pensamiento vivo, T. I,
p. 125.
32. “Manifiesto”, 1 de julio de 1927, Sandino, El pensamiento vivo, T. I, p. 120.
33. Versión en Sandino, El pensamiento vivo, T. I, p. 115. En la otra versión dice “pero mi ideal”, que es
aun más contundente por ser un objetivo y no una descripción de sentimiento; dice también “exigir
justicia” en vez de “hacer justicia”, que son dos cosas distintas.“A mis compatriotas nicaragüenses”,
circa 14 de Julio de 1927, Sandino, El pensamiento vivo, T. I, p. 125.Carta a Berta Munguía, 22 de octu-
bre de 1927, Sandino, El pensamiento vivo, T. I, p. 167.“Manifiesto Político” es el nombre que Sandino
originalmente diera al documento. Posteriormente fue conocido como “Manifiesto” o “Manifiesto
de San Albino”. Sandino, El pensamiento vivo, I, p. 117.
34. Carta a Berta Munguía, 22 de octubre de 1927, Sandino, El pensamiento vivo, T. I, p. 167.
35. “A mis compatriotas nicaragüenses”, circa 14 de Julio de 1927, Sandino, El pensamiento vivo, T. I,
p. 123.
36. “You can fool all people some of the time, some people all the time, but you can’t fool all of
the people all of the time”.
XI
Las redes literarias
Páginas 211-236
1. Román, Maldito país, p. 72. Secretario de Estado Kellogg al Ministro en Managua, 18 de julio de
1927, Eberhardt al Secretario de Estado, 20 de julio de 1927, United States Department of State,
Papers Relating to the Foreign Relations of the United States, 1927, III, p. 440-441, (FRUS) http://digital.
library.wisc.edu/1711.dl/(FRUS).
2. Carta a Arturo Baca, 29 de enero de 1927, EDSNN 27.01.29, http://www.sandinorebellion.
com/EDSNDocs/thru1927/edsn270129.html. “Informe sobre el combate de Ocotal”, 17 de julio
de 1927, “A mis compatriotas nicaragüenses”, circa 14 de julio de 1927, Sandino, El pensamiento vivo,
T. I, p. 123-126, 132.
3. Carta publicada en Repertorio Americano, XV, núm. 22 (diciembre de 1927), p. 340, citada por
Funes, “Froylán Turcios”, p. 189. Otra versión de la carta aparece en Sandino, El pensamiento vivo,
T. II, p. 153-154. El borrador de la carta aparece solamente en inglés en los archivos norteameri-
canos: http://www.sandinorebellion.com/EDSNDocs/thru1927/edsn270924a.html. “Combates
497
de Ocotal, San Fernando y Los Calpules”, 1 de agosto de 1927, Sandino, El pensamiento vivo, T. I,
p. 134-136. Carta a Froylán Turcios, 8 de septiembre de 1927, Sandino, El pensamiento vivo, T. I, p.
281.“Froylán Turcios”, Biografías y vidas, http://www.biografiasyvidas.com/biografia/t/turcios.
htm y http://es.wikipedia.org/wiki/Froylán_Turcios.
4. Carta a Froylán Turcios, 8 de septiembre de 1927, Sandino, El pensamiento vivo, T. I, pp. 146-147.
Carta a Blanca de Sandino, 6 de octubre de 1927, Sandino, El pensamiento vivo, T. I, p. 157. Comuni-
cación al general Manuel Echeverría, 3 de enero de 1927, EDSNN 29.01.03c, http://www.sandino-
rebellion.com/EDSNDocs/1928a/edsn280103c.html. Carleton Beals, Banana Gold, (traducción de
Luciano Cuadra, Editorial Nueva Nicaragua, Managua: 1983) p. 70.
5. Carta de Sandino a Turcios publicada en Repertorio Americano, 22 (diciembre de 1927), p. 340,
citada en Funes, “Froylán Turcios”, p. 189. Gilbert, Junto a Sandino, p. 30.
6. María del Carmen Díaz Vázquez, “Intelectuales centroamericanos y el México posrevoluciona-
rio (1920-1930)”, Latinoamérica, Revista de Estudios Latinoamericanos, Centro de Investigaciones sobre
América Latina y el Caribe, No. 46, 2008, pp. 119-139. Por ejemplo, Romain Rolland, “Las vidas de
Ramakrishna y de Vivekananda”, publicado en el Repertorio Americano, Semanario de Cultura His-
pánica, Tomo XXI, No. 11, Año XII, No. 507, (20 de septiembre de 1930) y Víctor Raúl Haya de
la Torre, “Romain Rolland y la América Latina”, Repertorio Americano, Vol. 14, No. (16 de marzo de
1927) Véase también Marta Elena Casaús Arzú y Teresa García Giráldez, Redes intelectuales centroame-
ricanas: un siglo de imaginarios nacionales (1820-1920), (F&G Editores, Guatemala: 2005) y Marta Elena
Casáus Arzú “La representación de los intelectuales y de la recepción de nuevas ideas en América
Central”, Boletín, Asociación para el Fomento de los Estudios Históricos en Centroamérica, No. 41,
julio, 2009, disponible en internet http://www.afehc-historia-centroamericana.org/index.php?ac-
tion=fi_aff&id=2199.
7. Repertorio Americano, Wikipedia, http://es.wikipedia.org/wiki/Repertorio_Americano; Manuel
Antonio Solís Avendaño, Alfonso González O., La identidad mutilada: García Monge y el Repertorio
Americano 1920-1930, (Editorial Universidad de Costa Rica, San José: 1998), pp. 67-68. Enrique
Camacho Navarro, Los usos de Sandino, (UNAM, México, D.F.: 1991), p. 36.
8. Roberto Sosa, Froylán Turcios, El álbum secreto de Froylán Turcios, (Litografía López, Tegucigalpa:
2011) citado por Patricia D’Arcy Lardizábal, “Álbum secreto de Froylán Turcios”, La Tribuna (Te-
gucigalpa), 26 de febrero de 2012.
9. Originalmente publicado en Repertorio Americano, no. 14 (1928), p. 216. Gabriela Mistral, Poesía
y prosa, Jaime Quesada, ed., Caracas, (Biblioteca Ayacucho, Caracas: 1993), pp. 422-423; Funes ex-
plica: “He aquí presentes dos ideas propias del “arielismo”: una, la de señalar en los norteamerica-
nos el “calibanismo”, su inclinación hacia lo material, su “lujuria de poseer”; la otra, el referirse al
enfrentamiento de razas. Funes, “Froylán Turcios”, p. 191. Sobre la red heterogénea que adopta la
lucha de Sandino ver, Eduardo Devés Valdés, “La red de pensadores latinoamericanos de los años
1920: relaciones y polémicas de Gabriela Mistral, Vasconcelos, Palacios, Ingenieros, Mariátegui,
Haya de la Torre, el Repertorio Americano y otros mas), Boletín Americanista, No. 49, 1999, (Universidad
de Barcelona, Cátedra de Historia de América), Ediciones Universitat Barcelona: 1999), pp.75-78.
Debe ser leída en conjunción con el trabajo de Ricardo Melgar Bao, “Cominternismo intelectual:
Representaciones redes y practicas político-culturales en América Central, 1921-1933, Revista Com-
plutense de Historia de América, 2009, vol. 35, pp. 135-139, y los diversos trabajos de Marta Casaús
Arzú.
10. Citado en Camacho Navarro, Los usos de Sandino, p. 36, 38. Sobre el Repertorio Americano véase:
Jussi Pakkasvirta ¿Un continente, una nación? Intelectuales latinoamericanos, comunidad política y las revistas
498
culturales en Costa Rica y en el Perú (1919-1930) (Helsinki, Academia Scientiarum Fennica, 1997), pp.
139-166 y Rafael Cuevas Molinas, Sandino y la intelectualidad costarricense: nacionalismo y antiimperialismo
en Costa Rica y Nicaragua (1927-1934), (EUNED, San José: 2008).
11. Lejeune Cummings, Don Quijote en burro, (Editorial Nueva Nicaragua, Managua: 1983), p. 150.
12. Erica Beckman, “Cuando los presidentes eran poetas”. Le Monde Diplomatique en español, Año
XIX, No. 229, noviembre de 2014, pp. 22-23. Camacho Navarro, Los Usos..., p. 39. Carta de Henri
Barbusse al general Sandino, julio de 1928, Repertorio Americano, XVII, No. 17, 3 de noviembre de
1928.
13. GN-2, Nota No. 1, del 5 de febrero de 1929”, Top 100, Documento 28, http://www.sandino-
rebellion.com/Top100pgs/Top100-p28.html.
14. Claire Pailler, “Cuando la epopeya se le adelanta a la historia: el caso de Augusto César Sandi-
no”, Boletín AFEHC, No. 42, 4 de septiembre de 2009, disponible en: http://afehc-historia-centro-
americana.org/index.php?action=fi_aff&id=2250.
15. “Situación Sandino”, 24 de agosto de 1928, Documento 95, página 2, no 6 y 7. “Situación San-
dino”, 12 de enero de 1928, http://www.sandinorebellion.com/Top100pgs/Top100-p95B.html y
Top 100, Documento 95, no 49 y 50; “Cambio en la situación de Sandino”, 9 de julio de 1928,
Izaguirre y Martínez, Sandino y los U.S. Marines, pp. 185-186.Informe G-2 “Carta de Froylán Turcios
a Sandino (traducción)”, 31 de mayo de 1928 y 9 de julio de 1928, “Informe sobre la situación
Sandino, Documento 95, página 1, no 28 y 30, http://www.sandinorebellion.com/Top100pgs/
Top100-p95.html.
16. Izaguirre y Martínez, Sandino y los U.S. Marines, pp. 187-190. Textos originales: http://www.
sandinorebellion.com/images/Top100/DSC00356.JPG, con subrayado en original. “A los segui-
dores de Sandino”, 30 de agosto de 1928, RG65/77/2953, http://www.sandinorebellion.com/
images/Top100/DSC00411.JPG.
17. Ver por ejemplo el cuento “Un niño hombre”, escrito por Sandino y remitido a Turcios alrede-
dor de septiembre de 1928”, Sandino, El pensamiento vivo, T. I, p. 281. Carta a Óscar Sandoval y otros,
4 de mayo de 1928, Sandino, El pensamiento vivo, T. I, p. 260. Posiblemente la única vez que Sandino
emplea el término “indolatino”. Vuelve al “indohispano” al final de la comunicación. Carta a Fro-
ylán Turcios, 10 de junio de 1928, Sandino, El pensamiento vivo, T. I, pp. 272. El término indohispano
utilizado por Sandino refleja también la visión de Bolívar: “no somos europeos, no somos indios,
sino una especie media entre los aborígenes y los españoles” que aparece en el discurso de Angos-
tura en que también habla del establecimiento del “poder moral”.
18. Cartas a Froylán Turcios, 23 de enero y 8 de mayo de 1928, Sandino, El pensamiento vivo, T. I, pp.
231-232, 262-263.
19. Carta a los gobernantes de América, 4 de agosto de 1928, Sandino, El pensamiento vivo, T. I, pp.
276-279. Jürgen Buchenau, “Calles y el movimiento liberal en Nicaragua”, Boletín, No. 9, marzo de
1992, Secretaria de Educación Pública y Fondo de Cultura Económica, México, D.F.: 1992.
20. “Fines del EDSNN”, 1 de agosto de 1928, Sandino, El pensamiento vivo, T. I. 273. Carta a Turcios,
20 de noviembre de 1928, Sandino, El pensamiento vivo, T. I, pp. 287-288 y cartas de Turcios del 17 y
28 de diciembre de 1929, Sandino, El pensamiento vivo, T. I, pp. 306-308. Somoza, El verdadero Sandino,
pp. 112-113. Funes, “Froylán Turcios”, p. 199.
21. “Nosotros permaneceremos en armas mientras el gobierno sea conservador, y entregaremos
las armas solamente a un gobierno liberal, aún cuando no seamos partidarios de él, y después bus-
caremos en el campo de la lucha civil, al verdadero patriota que pueda dar nuevas orientaciones a los
asuntos de nuestra afligida madre, Nicaragua”. Manifiesto al pueblo nicaragüense, 26 de agosto de
499
1927, Sandino, El pensamiento vivo, T. I, p. 138. Carta de Turcios a Sandino, 29 de diciembre de 1928,
Sandino, El pensamiento vivo, T. I, pp. 308. Torres Rivas señala la existencia del documento chantajista,
Sandino y sus pares (Editorial Nueva Nicaragua, Managua, 1983), pp. 158-159. G-2, Informe sobre
situación Sandino”, 28 de enero de 1929, Documento 95, página 3, no 1 y 2. http://www.sandino-
rebellion.com/Top100pgs/Top100-p95C.html.
22. La referencia es al periodista Max Jordan, “La leyenda de Sandino”, del Berliner Tageblatt, 22 de
diciembre de 1929, citado por McPherson, The invaded, p. 218 y 332.G-2, Informe Situación Sandi-
no, 12 de enero de 1929, (agregado militar en Tegucigalpa), texto traducido en Izaguirre y Martínez,
Sandino y los U.S. Marines, pp. 300-301.
23. Froylán Turcios, Memorias, (Editorial Universitaria, Tegucigalpa: 1980), p. 344; ver también el
análisis análogo de Funes, “Froylán Turcios”, p. 201. Carta a Hernán Laborde, 2 de enero de 1930,
Sandino, El pensamiento vivo, T. II, p. 32.
24. Román, Maldito país, p. 127.-128. Carta de Turcios a Sandino, 17 de diciembre de 1928, en So-
moza, El verdadero Sandino, pp. 112-113. Existe un buen estudio pormenorizado de José Antonio
Fuentes, “Froylán Turcios
y la campaña a favor de Sandino en la revista Ariel (1925-1928)”, Cua-
dernos Americanos, 133 (México, 2010/3), pp. 181-208 y Navarro-Génie, Augusto “César” Sandino, pp.
53-56.
25. Gilbert, Con Sandino, pp. 142-143. Ver la carta del 22 de noviembre de 1929 de Turcios a San-
dino, y la respuesta de este fechada el 18 de diciembre del mismo año en “La traición de Froylan
Turcios”, El Libertador, Año 2, No. 22,(julio de 1929) p. 3.
26. Isidro Favela, Antología del pensamiento universal, (UNAM, México: 1959), p. 607. El extracto
relativo a Sandino puede consultarse en http://biblio.juridicas.unam.mx/libros/6/2700/105.pdf.
27. Sandino, El pensamiento vivo, T. I, p. 258. La nota se reproduce en inglés en Augusto C. Sandino,
Sandino, the Testimony of a Nicaraguan Patriot (1921-1934), (Princeton University Press: 2014), pp. 192-
193; “Comunicado”, 9 de enero de 1930, Sandino, El pensamiento vivo, T. II, p. 46.
28. “Informe sobre la intranquilidad en Guanacaste, Costa Rica, por la situación política de Ni-
caragua”, 12 de julio de 1928 (agregado militar interino en San José), Rosendo Izaguirre, Martínez
Rodríguez Martínez, compiladores., Sandino y los U. S. marines: reportes de los agregados militares y coman-
dantes marines en acción, (Omni Editores: Tegucigalpa: 2000), pp. 190-191.
29. Marta Elena Casáus Arzú “La representación de los intelectuales y de la recepción de nue-
vas ideas en América Central”, Boletín, Asociación para el Fomento de los Estudios Históricos en
Centroamérica, No. 41, Julio, 2009, http://www.afehc-historia-centroamericana.org/index.php?ac-
tion=fi_aff&id=2199.
30. El comentario crítico lo hace el influyente diario La Nación de Buenos Aires del 26 de enero de
1929 recogido en Managua por El Comercio el 29 de enero y 13 de febrero de 1929 bajo los titulares
“El ídolo de Sandino se derrumbó en México” y “Turcios dice que Sandino es un verdadero far-
sante”.http://www.sandinorebellion.com/images/Top100/DSC00462.JPG. “Reportaje del diario
argentino La Nación sobre el rebelde de las Segovias”, en El Comercio, Managua, 29 de enero de
1929 y “La prensa mexicana contra Augusto C. Sandino” refiriéndose a El Universal, El Comercio,
publicados en la capital mexicana, 1 de febrero de 1929.
31. “Sandino en México”, El Libertador, Vol. II, No. 22, (julio de 1929), p.2. También el artículo
de Bertran Wolfe con el seudónimo Audifaz, “Basta de ‘Razas’”, El Libertador, I, No. 1, (marzo de
1925), p. 9.
500
XII
Las fuerzas de izquierda
Páginas 237-280
1. “Sandino’s Brother in Hiding Here in fear of Arrest, Rebel’s Compatriot Says”, The Brooklyn
Daily Eagle, (Brooklyn, New York), 8 de enero de 1928, p. 20.
2. “Bashful Sócrates Sandino, Nicaraguan Rebel’s Brother, Does not enjoy Sudden Fame” (“So-
crates Sandino apenado, hermano del rebelde nicaragüense, no disfruta de súbdita fama”), Brooklyn
Eagle, 22 de enero de 1928, p. 56. Articulo “EE.UU. es el gran carnicero y no el gran hermano”,
Daily Worker, (Nueva York), aparece una foto de Sócrates, 1 de febrero de 1928, y “Apoyen a San-
dino, dicen los antiimperialistas, Daily Worker, 9 de enero de 1928. Carta del Director del FBI (J.
Edgard Hoover) a Robert Kelley, Jefe del departamento de Europa del este, 24 de febrero de 1928.
Expediente sobre la Liga Antiimperialista, en http://vault.fbi.gov/All%20American%20Anti%20
Imperialist%20League%20/All%20American%20Anti%20Imperialist%20League%20Part%20
1%20of%201/at_download/file.
3. “Informe de agente del FBI en Nueva York sobre Partido de Trabajadores (Comunista), 28 de
enero de 1928, vault.fbi. Richard Grossman, “Solidarity with Sandino: The Anti-Interventionist and
Solidarity Movements in the United States, 1927-1933”, Latin American Perspectives, Vol. 36, No. 67,
pp. 67-79. Informe de la delegación latinoamericana, VI Congreso de la IC, Informe y discusiones, Segunda
parte, Cuadernos de Pasado y Presente, No. 67, Siglo XXI Editores, Mex.: 1978), p. 318. “Boston pre-
vents brother Sandino visiting Bunker”, (“Boston impide que hermano de Sandino visite Bunker”)
Times Herald, (Olean, New York), 17 de mayo de 1928. p. 8.
4. Tras la entrevista con Sandino, Beals llegó a Managua donde fue recibido como un personaje
por medios, políticos y funcionarios norteamericanos. “La primera entrevista con Sandino” y “La
entrevista de Beals con Sandino en los campamentos de Sandino”, La Noticia, (Managua) 10 y 11
de febrero de 1928, aparece en primera plana con fotos tomadas por Beals en los campamentos.
Copias de todos los reportajes y fotos permanecen en el archivo de Carleton Beals resguardado en
el Howard Gotlieb Archival Research Center, Boston University, EE.UU.
5. Ver, entre otros, Carleton Beals, “Las atrocidades de los marinos yanquis en Nicaragua”, El Tiempo
(Bogotá), 7 de mayo de 1928. La importancia de Beals es resaltada por Alan McPherson, The Invaded:
How Latin Americans and their Allies fought and ended U.S. Occupations, (Oxford University Press: 2014),
pp. 195-198 y Camacho Navarro, Los Usos de Sandino, pp. 38-39. Los textos encargados por The Nation
fueron reproducidos posteriormente en el libro de Beals Banana Gold, traducción de Luciano Cuadra.
Managua: Nueva Nicaragua, 1983. El original lo publica Lippincott en Philadelphia en 1932.
6. En el texto biográfico atribuido a Sócrates aparece errado el año de nacimiento de Augusto, dice
que su padre Gregorio Sandino fue encarcelado dos veces por razones políticas, de lo cual no existe
constancia, que en 1920 Augusto se hizo cargo de la campaña electoral departamental del candida-
to liberal que tampoco fue cierto. “Vida del general Augusto César Sandino por Sócrates Sandino,
Hermano del Cabecilla Liberal”. El escrito se reprodujo en El Mundo (La Habana), 26 de enero de
1928 y es citado el “Boletín del día” del ABC de Madrid, 14 de febrero de 1928, p. 35 y El Universal
Ilustrado de México, el 16 y 26 de febrero de 1928. Véase también Jorge Eduardo Arellano, “Sandino,
hermano fiel hasta la muerte”, El Nuevo Diario (Managua), 14 de febrero de 2009. La cita proviene
de Charles F. Howlett, “John Nevin Sayre and the Mission of Peace and Goodwill to Nicaragua,
1927-1928,” The Americas, Academy of American Franciscan History, Vol. 45, No. 1 (julio de 1988), p. 36.
501
7. The New York Times, 24 de diciembre de 1926, citado en Richard V. Salisbury, “México, the Uni-
ted States, and the 1926-1927 Nicaraguan Crisis”, Hispanic American Historical Review, Vol. 66, No. 2,
(mayo, 1986), p. 320. Pablo Yankelevitch, “Diplomáticos, periodistas, espías y publicistas: la cruzada
mexicana-bolchevique en América Latina”, Revista História, (São Paulo), Vol. 28, No. 2, 2009, p.496.
8. Daniela Spenser, El triángulo imposible, México, Rusia Soviética y Estados Unidos en los años veinte, (Cie-
sas, México, D.F.: 1998), p. 114, 214-215; Salisbury, “México, the United States”, p. 321. The New
York Times, 24 de diciembre de 1926, citado en Richard V. Salisbury, “México, the United States, and
the 1926-1927 Nicaraguan Crisis”, Hispanic American Historical Review, Vol. 66, No. 2, (mayo, 1986),
p. 320. Yankelevitch, “Diplomáticos, periodistas, espías y publicistas: la cruzada mexicana-bolchevi-
que en América Latina”, Revista História, (São Paulo), 495-514.
9. Pedro J. Zepeda a Emilio Portes Gil, 20 de septiembre de 1939), Expediente 67, Caja 1 , Colec-
ción ACS-AGN. En los archivos del FBI norteamericano figura la denuncia levantada en 1916 con-
tra el Dr. Zepeda por practicar medicina sin los debidos permisos en Nueva Orleans. Le describen
como “líder revolucionario” vinculado a exilados nicaragüenses y señalando que había pasado de la
penuria a la ostentación en poco tiempo. Mexican Files 1909-1921, Pedro José Zepeda case files, 24
de marzo de 1919. Investigative Reports of the Bureau of Investigation 1908-1922, caso número 232-3287.
10. En 1926 México rompió relaciones con Nicaragua y no serían resumidas hasta 1934. Salisbury,
“México, the United States”, p. 324-325; Jürgen Buchenau, In the Shadow of the Giant: The Making
of Mexico’s Central American Policy, 1898-1930, tesis doctoral, University of Michigan Dissertation
Services, 1993, pp. 333-348.
11. Buchenau, In the Shadow, p. 336. Se conjetura que el secretario personal de Moncada, Roberto
Salinas, obtuvo copia de la correspondencia Calles-Sacasa y la envió a la legación estadounidense
en Guatemala. El 20 de enero de 1927, Sacasa negó vehementemente la existencia de tal acuerdo.
Salisbury, México, the United States, pp. 328, 336. La documentación relativa al acuerdo Calles-Sacasa
y el envío de armas (caso barco “Tropical”) se encuentra en el expediente Top 100, Documento 99,
“Interferencia mexicana en asuntos nicaragüenses, informe del agregado militar Mayor A. W. Bloor,
marzo-mayo de 1927, http://www.sandinorebellion.com/Top100pgs/Top100-p99B.html.
12. El listado de las armas puede consultarse en “Interferencia mexicana en asuntos nicaragüenses,
informe del agregado militar Mayor A. W. Bloor, marzo-mayo de 1927, Top 100, Documento 99,
http://www.sandinorebellion.com/Top100pgs/Top100-p99B.html.
13. Citado en Reseña (del libro de Daniela Spenser) de Hidelbrando Jaimes Acuña, Estudios de His-
toria Moderna y Contemporánea de México, v. 19, documento 252, (1999), p. 136.
14. Barry Carr, “La Ciudad de México: Emporio de exiliados y revolucionaros latinoamericanos en
la década de 1920”, Pacarina del Sur, No. 13, octubre-diciembre, 2012. Eduardo Devés Valdés, “La
Red de los pensadores latinoamericanos de los años 1920: (Relaciones y polémicas de Gabriela Mis-
tral, Vasconcelos, Palacios, Ingenieros, Mariátegui, Haya de la Torre, el Repertorio Americano y otros
mas), Boletín Americanista, (Universidad de Barcelona), Vol. 49, No. 99, 1999, http://www.raco.cat/
index.php/boletinamericanista/article/viewFile/98812/164539.
15. Daniel Kersffeld, “El Comité Manos Fuera de Nicaragua: primera experiencia del sandinis-
mo”, Pacarina del Sur, No. 537, http://www.pacarinadelsur.com/home/oleajes/537-el-comite-ma-
nos-fuera-de-nicaragua-primera-experiencia-del-sandinismo?ml=1.
16. “Los obreros de Tampico llevan la delantera en la lucha con el capital petrolero” dice J. Ro-
dríguez García en un artículo titulado “El imperialismo y el petróleo”: “la clase proletaria de los
países latinoamericanos debe exigir y luchar en favor de gobiernos que no se vendan al capital ex-
tranjero. Deben ser los obreros y campesinos quienes controlen a sus gobiernos, para que ningún
capital extranjero, por muy rico que sea, pueda cosechar a todo un país”. El Libertador, I. No. 2, p.
502
6 “Audifaz”, [Bertram Wolfe] “¿Qué es el imperialismo financiero?”, y Scott Nearing, “Los bancos
norteamericanos mandan en el mar Caribe”, “Gringolandia y Anexos, la sucursal en Nicaragua”,
El Libertador, I, No. 3, (junio de 1925), p. 7,11,16; John Kenneth Turner, “Nicaragua víctima del
imperialismo norteamericano”, El Libertador, I, No. 5, (agosto de 1925), p. 15.
17. El Libertador, No. 1, (marzo de 1925), p. 2. José Vasconcelos, “Saludo cordial”, El Libertador,
Órgano de la Liga Antiimperialista Panamericana, Tomo I, No. 2, (mayo de 1926), p.2. Manifiesto de la
Liga Antiimperialista de las Américas, El Libertador, Vol. I, No. 4, (julio de 1925), pp. 8-9.
18. “Sandino en México”, El Libertador, Vol. II, No. 22, (julio de 1929), p. 2.
19. Román, Maldito país, p. 129-130. Existe no obstante la historia de un ex-soldado del ejército
imperial alemán de apellido Müller cuya historia fue recogida en diversos testimonios. Diario de El
Salvador, 24 de junio de 1929. Traducción del informe en inglés del artículo “Detalles completo so-
bre la llegada del general Sandino a San Salvador”, G-2, Informe, 24 de junio de 1929, Documento
95, página 4, nos. 21-23. http://www.sandinorebellion.com/Top100pgs/Top100-p95D.html.
20. “La institución Militar de los Defensores del Derecho Nacional de Nicaragua se componen
de Liberales voluntarios nicaragüenses y de Latinoamericanos que deseen unirse a nuestro ejército,
dispuestos a defender con su sangre la Libertad de Nicaragua”. Pauta para la organización..., 2 de
septiembre de 1927, Sandino, El pensamiento vivo, T. I, p. 141.
21. Lazar Jeifets y Víctor Jeifets, “Haya de la Torre, la Comintern y el Perú: Acercamientos y
desencuentros”, Pacarina del Sur [En línea], año 4, núm. 16, julio-septiembre, 2013. Disponible en
Internet: www.pacarinadelsur.com/home/huellas-y-voces/764-haya-de-la-torre-la-comintern-y-el-
peru-acercamientos-y-desencuentros Pakkasvirta, ¿Un continente?, pp. 96-99. Peláez Ramos, “Julio
Mella”, p. 4; Haya de la Torre, Qué es el Apra (publicado en la revista inglés The Labour Monthly de
diciembre de 1926).
22. Sobre Haya de la Torre en el Congreso de 1927 y el inicio de su ruptura con los marxistas, ver
David Kersffeld, “Latinoamericanos en el Congreso Antiimperialista de 1927: Afinidades, disensos
y rupturas”, Journal of and Latin American Research, Vol. 16, No. 2, pp. 154. Disponible en internet:
http://dx.doi.org/10.1080/13260219.2010.527288; también, Arturo Taracena Arriola, “Descubrir
América en Europa: la asociación general de estudiantes latinoamericanos de País, (1925-1933),
Centro de estudios mexicanos y centroamericanos, Des indes occidentales à l’Amerique Latine, Vol. 2,
pp. 569-586, disponible en internet: http://books.openedition.org/cemca/2126?lang=it. El primer
secretario general de la Asociación, fundada en octubre de 1925, fue el estudiante de leyes y nicara-
güense León Debayle Sacasa.
23. La carta dirigida a Froylán Turcios, 5 de febrero de 1928, aparece en el Repertorio Americano,
XVI, 21 de abril de 1928.
24. Repertorio Americano, (San José), Año XVII, No. 24, 13 de abril de 1929; otros datos tomados
de Arturo Tarracena Arriola, “Aporte documental al ‘pensamiento vivo de Sandino’, Tres nuevos
textos”, Revista de Historia, Costa Rica, No. 20, 1989. “Sandino”, Indoamérica, (noviembre de 1928),
original en la Hemerografía Augusto César Sandino, Biblioteca Lerdo de Tejada, México, D.F.
25. Roberto Deras Melger, “La Liga Antiimperialistas de San Salvador frente a la intervención nor-
teamericana en Nicaragua (1926-1927), tesis de grado, Universidad Centroamericana “José Simeón
Cañas”, 2013, disponible en internet http://www.uca.edu.sv/filosofia/admin/files/1355957291.
pdf. G-2 “Informe sobre la conexión entre Sandino con el Partido Comunista de México”, San
José, 26 de junio de 1930,http://www.sandinorebellion.com/images/Top100/SandinoSit-Pt2/
DSC01053.JPG.
26. Jacobo Hurwitz, “Por qué no estoy con el APRA”, El Libertador, Vol. II, No. 18, (junio de 1928),
p. 7, 13. Ver la carta de Pavletich a José Carlos Mariátegui, 30 de julio de 1929, y de este ultimo a
503
Clodoaldo Alberto Espinoza Bravo del 9 de septiembre del mismo año, en Mariátegui, y de Mariá-
tegui a Pavletich 25 de septiembre de 1929 en que dice “el tema de Sandino ha perdido algo de su
actualidad... Hoy ya no se puede hablar siquiera del “APRA, frente único”. El APRA era un plan,
un proyecto; no una organización. La táctica del bluf y de la dirección dictatorial, la ha destruido.
Insistir en este tópico sería perder el tiempo... En cuanto a Haya, ninguna duda es posible respecto
a su viraje a la derecha. En esto no hay la posibilidad de ver una mixtificación de malquerencias
personales. En una carta a La Prensa de New York, reproducida por La Prensa de Lima, Haya denun-
cia al congreso antiimperialista, como un acto inspirado por la Tercera Internacional. Habla de ese
congreso como una asamblea de la Liga “de origen y formación comunista”. José Carlos Mariáte-
gui, Correspondencia (1918-1930), Selección, Disponible en internet: http://www.mariategui.eu/webs/
descargas.htm; Hodges, “Sandino’s mexicano”, pp. 22-23.
27. Citado en Néstor Kohan, De Ingenieros al Che: ensayos sobre el marxismo argentino y latinoamericano,
(Editorial Bilbos, Buenos Aires: 2000), p. 87. “Facsímil de una carta de Sandino a Haya de la Torre”,
3 de agosto de 1929, reproducida en Isidro Jorge Detrinidad Martínez y Dionisio Martínez Ra-
mírez, editores, Sandino el rebelde de América, (Ediciones Monimbó, Managua: 1979), anexo. Sandino
responde a una carta de Haya transmitida por Gustavo Alemán Bolaños.
28. Plan de realización del supremo sueño de Bolívar”, 20 de marzo de 1929, Sandino, El pensamiento
vivo, T. I, p. 353. “El proyecto está concebido en una forma que Nicaragua no venderá el derecho
sobre el canal Interoceánico que se trata de abrir en su territorio... El Canal de Nicaragua debe
ser abierto por reclamarlo así la civilización actual; pero esta apertura no la puede resolver sólo
Nicaragua con los Estados Unidos de Norte América, porque una obra de tal naturaleza es de alta
trascendencia para los habitantes de todo el globo terrestre... necesita ser consultada toda nuestra
América Latina, Continental y Antillana... se tratará de si conviene o no que solamente con capital
norteamericano sea abierto nuestro Canal en Nicaragua”.(“Carta a los gobernantes de América:
propuesta de una conferencia continental”, 20 de marzo de 1929), Sandino, El pensamiento vivo, T. I,
339. Ver también la entrevista con Carleton Beals en Sandino, El pensamiento vivo, T. II, pp. 270-271.
29. Víctor Raúl Haya De La Torre, El antiimperialismo y el APRA, Ediciones Centauro, Caracas:
1976,p. 113. Jussi Pakkasvirta, “Víctor Raúl Haya de la Torre en Centroamérica ¿La primera y última
fase del aprismo internacional?”, Ponencia presentada en el V Congreso Centroamericano de His-
toria San Salvador los días 18, 19, 20 y 21 de julio de 2000, http://universum.utalca.cl/contenido/
index-02/casaus.pdf.
30. Gregorio Selser, Sandino general de hombre libres, Editorial Diógenes, México: 1979, p. 190; Ben-
daña, Sandino, Mística, Libertad y Socialismo, p. 112. El texto de la carta con fecha 31 de julio de 1928
aparece en “Sandino y la libertad de los pueblos”, Amauta, (Lima), Vol. XX, (enero de 1929), pp.
94-95. Aparece como anexo en Alberto Ghiraldo, Yanquilandia bárbara: la lucha contra el imperialismo,
Historia Nueva, Buenos Aires: 1929.
31. “A los obreros de la ciudad y del campo de Nicaragua y América Latina”, 26 de febrero de 1930,
Sandino, El pensamiento vivo, T. II, p. 69.
32. Mario Oliva Medina, Dos peruanos en Repertorio Americano: Mariátegui y Haya, Instituto de Estudios
Latinoamericanos, Heredia, Costa Rica: 2004, p. 18. José Carlos Mariátegui, “Aniversario y Balan-
ce”. Amauta, vol. 17, septiembre, 1928.
33. Carta de Pavletich a Mariátegui, 15 de Julio de 1928 José Carlos Mariátegui, Correspondencia
(1915-1930), Introducción, compilación y notas de Antonio Melis, Tomo II, Biblioteca Amauta,
Lima: 1984, p. 635. Sandino a Amauta, 20 de mayo de 1928, Mariátegui, Correspondencia, II, p. 380,
el cual aparece publicado en Amauta, año 3, no. 16, julio de 1928, p.1. Mariátegui a Pavletich, 25 de
septiembre de 1930, Mariátegui, Correspondencia (1915-1930), p. 635.
504
34. “Carta a los gobernantes de América: propuesta de una conferencia continental”, 20 de marzo
de 1929), Sandino, El pensamiento vivo, T. I, 339. “Plan de realización del supremo sueño de Bolívar”,
20 de marzo de 1929, Sandino, El pensamiento vivo, T. I, p. 353.
35. “Desde el campamento de Sandino”, El Libertador, No. 17, (abril de 1928); Machado presenta
al Capitán Aponte como miembro de la Sección Venezolana de la Liga Antiimperialista de las Amé-
ricas y del Partido Revolucionario Venezolano, y dice ser enviado por esas dos organizaciones (p.5).
“Combate en el Río Coco”, Sandino, El pensamiento vivo, T. I, p. 280. El testimonio fue recogido en
Veracruz en junio de 1929 y aparece en Campos Ponce, Sandino, Biografía de un héroe, p. 76. Kersffeld,
Contra el imperio, p. 151. Jeifets, et al, Diccionario biográfico, p. 37.
36. Gilbert, Junto a Sandino, pp. 306-307.
37. Cerdas, Sandino, el Apra, pp. 92-94. Kersffeld sugiere que el retiro pudo haber estado vincula-
do a la tirantez de la relaciones de Sandino con la IC. Kersffeld, Contra el imperio, p. 151. Augusto
Arias, “Carlos Aponte, Coronel de Sandino”, Repertorio Americano, XXXII, 1936 citado por Cerdas,
Sandino, el Apra, p. 93.
38. Román, Maldito país, p. 170. Mario Kuchilan Sol, “Carlos Aponte, Hijo de la Temeridad y del
Coraje”, Bohemia, La Habana, Cuba, no. 67 citada por Cerdas Cruz, La hoz, p. 234; Jeifets, et. al.,
Diccionario biográfico, p. 37. “Carlos Aponte Hernández”, En Caribe, http://www.encaribe.org/es/
article/carlos-aponte-hernandez/554.
39. Cerdas, Sandino, el Apra, p. 148. Jeiftets, et al., La Internacional Comunista, p. 185. Milorad M.
Drachkovitch, Biographical Dictionary of the Comintern, (Hoover Press, Cal.: 1986), p. 287. Jeifets, et.
al., La Internacional Comunista, pp. 186-189. David Kersffeld, “Latinoamericanos en el Congreso
Antiimperialista de 1927: Afinidades, disensos y rupturas”, Journal of and Latin American Research,
Vol. 16, No. 2, pp. 154. Disponible en internet: http://dx.doi.org/10.1080/13260219.2010.527288
40. Cerdas Cruz, Hoz y machete, pp. 228, 236. Armando Amador, Nicaragua y Sandino, Las banderas de
Gustavo Machado, (Ediciones Centauro, Caracas:1984), pp. 42-43.
41. “Informe del MAFUENIC”, El Libertador, Vol. II, nos. 17 y 18, (abril de 1928). Kersffeld,
Contra el imperio, p. 147.
42. Hernández posteriormente fue delegado por Sandino para viajar a México pero únicamente
llegó hasta Tegucigalpa. En una versión, porque se emborrachó y perdió la correspondencia; en
otra versión, porque Turcios lo retuvo por estar en desacuerdo con el contenido del plan político
diseñado para deslegitimizar, mediante el Dr. Zepeda, la elección de Moncada. Rehúsa regresar a
Nicaragua y posteriormente Moncada le ofrece un puesto. La versión de Mairena aparece en carta a
El Centroamericano reproducida en Somoza, El verdadero Sandino, pp. 137-139 y Sandino, El pensamiento
político, T. II, p. 504.
43. La historiadora venezolana Dorothea Melcher presenta estos datos sobre la base de su investi-
gación en el archivo personal de Salvador de la Plaza (colaborador de los hermanos Machado) en la
biblioteca de la Universidad de Los Andes, Mérida, Venezuela. “La solidaridad con Sandino, 1928-
1930”, Iberoamericana, (México), Vol. 13, (1989), p. 23, 28.
44. Reproducido en la extensa carta de Sandino al Secretario General del Partido Comunista Mexi-
cano, Hernán Laborde, 2 de enero de 1930, Sandino, El pensamiento vivo, T. II, p. 27. Melcher, “La
solidaridad”, p. 24.
45. Citado sin indicar fuente bajo el subtítulo “Sandino comunista? Un solo y rotundo no” por
Toledo Ortiz, “Grandes reportajes”, p. 74. Orden General expedida en La Chuscada para el día 25
de mayo”, reproducida en Arellano, Guerrillero de Nuestra América, pp. 283-284.
46. Daniel Kersffeld, “Una bandera sandinista entre Nicaragua y Frankfurt”, El Telégrafo (Quito), 21
de junio de 2013, http://www.telegrafo.com.ec/mundo/item/una-bandera-sandinista-entre-nicara-
505
gua-y-frankfurt.html. El historiador Schroeder cita la declaración de Jirón Ruano a los marines infor-
mando que bandera procedió no era de los marinos sino de la compañía minera Lone Star Company
http://www.sandinorebellion.com/photopgs/photosusna2.htm#Photo28-CapturedUSFlag.
47. Armando Amador evidentemente entrevistó al mismo Machado quien es citado textualmente,
Amador Nicaragua y Sandino, Las banderas de Gustavo Machado, (Ediciones Centauro, Caracas: 1984),
pp. 47, 49. Machado también relata su llegada en carta al MAFUENIC desde “las montañas” de
Nicaragua, 13 de abril de 1928 en El Libertador, Vol. II, No. 18,( junio, 1928), p.6. Firma como “de-
legado ante el General Sandino del Comité MAFUENIC”.
48. Sandino envía una carta a los miembros del Comité de la Liga Patriótica de Defensa Nacional
de Quezaltenango denunciando “lo política imperialista del coloso anglosajón”. Pide además que
toda cooperación con el EDSNN sea materialice vía Turcios en Tegucigalpa. Carta a Óscar San-
doval y otros, 4 de mayo de 1928, Sandino, El pensamiento vivo, T. I, p. 260. Miembros del comité de
aquella localidad sirvieron de basa para lanzar, en agosto de 1928, en presencia de Haya de la Torre,
un Comité Ejecutivo Centroamericano del APRA”. Turcios también editó un boletín de “defensa
nacional” Arturo Taracena Arriola, “El APRA, Haya de la Torre y la crisis en el liberalismo guate-
malteco en 1926-1929”, Revista, Centro de Investigaciones Históricas, Costa Rica, s/f, p. 12. Dispo-
nible en internet: http://www.revistas.una.ac.cr/index.php/historia/article/viewFile/3340/3200.
49. Debe tomarse con un grano de sal todo el relato que hace Domingo Castillo y Castillo, repre-
sentante del la Liga de Defensa Nacional de Guatemala. Salió escandalizado por las duras palabras
expresadas contra la iglesia católica. “Revelaciones de la guerra sandinista que hace uno que estuvo
con Sandino”, El Pueblo, (León), 7 de abril de 1934. La bandera de la URSS fue roja, no rojinegra.
50. Gustavo Machado, “La situación de Honduras”, El Libertador, Vol. II, No. 17, (abril de 1928), p.
7; Sobre ese artículo, Cerdas comenta que “no es aventurado afirmar que fue su reciento contacto
con el general el que le suministro [a Machado] el material para esas conclusiones”. Cerdas, Hoz y
machete, p. 205.
51. Gustavo Machado, “Carta a los Compañeros de la Unión Obrera Venezolana”, Repertorio Ame-
ricano, XVII, julio de 1928. Melcher, “La solidaridad”, p. 28.
52. Domingo Alberto Rangel, Gustavo Machado, Un caudillo prestado al comunismo, (El Centauro Edi-
ciones, Caracas: 2001), p. 105. Diversas fuentes anti-comunistas recogen la historia relatada también
por Castillo. Ver Cuadros Caldas, Comunismo criollo, p. 89; Víctor Alba, Historia del comunismo en Amé-
rica Latina, (Ediciones Occidentales, México, D.F. 1954), p. 86.
53. Carta a Hernán Laborde, 2 de enero de 1930, Sandino, El pensamiento vivo, T. II, p. 39. Ver los
reportajes desde Veracruz y México, del 30 de junio y 4 de Julio de 1928, respectivamente, en El
Liberador, Vol. II, No 19, (Agosto de 1928). Aparece allí también el artículo de Machado, “Con San-
dino en las Montañas de Nicaragua”.
XIII
El segundo viaje a México
Páginas 281-318
1. Gilbert, Junto a Sandino, p. 168. César Falcón, “El reposo de Sandino”, (tomado de El Sol, Ma-
drid), Repertorio Americano, XXI, Año 11, No. 1, 5 de agosto de 1930. Gustavo Alemán Bolaños,
Sandino, El Libertador, Biografía del héroe americano, (Editorial Nueva Década, San José: 1980), p. 97.
506
2. Jacinto López, Sandino en México, (tomado de Gráfico, Nueva York), Repertorio Americano, XIX,
No. 11, 21 de septiembre de 1929. Citado también en Selser, Sandino, General de Hombres Libres,
p. 451. Firma “Hispanófilo”, El fin de la resistencia de Sandino, A.B.C. 17 de mayo de 1929, p.11.
3. Gilbert, Junto a Sandino, p. 223. Los combatientes García, Chávez y Vega fueron oficiales del
ejército mexicano egresados de la Escuela Nacional Preparatoria indica Horacio Labastida, Semana-
rio Político, (UNAN, México, D.F.: 1989), p. 119. Andrés García Salgado agrega que varios militares
mexicanos murieron en combate contra los marines y que el General Lázaro Cárdenas figuraba
entre quienes les apoyaron. No se ha podido comprobar este dato con otras fuentes. Andrés García
Salgado, Yo estuve con Sandino, p. 57. Ver asimismo la referencia de José Ovidio “Pepe” Puente León
al papel jugado por su padre en Veracruz, Brown, When the AK-47s, p. 13.
4. Román, Maldito país, p. 103. Carta a Portes Gil, 4 de diciembre de 1929, Sandino, El pensamiento
vivo, T. I, p. 404. G-2, “Informe sobre la situación Sandino”, 27 de agosto de 1928, (agregado militar
en Tegucigalpa), Documento 95, página 2, no 16, http://www.sandinorebellion.com/Top100pgs/
Top100-p95B.html.
5. “Carta a los gobernantes de América: propuesta de una conferencia continental”, [20 de marzo
de 1929], Sandino, El pensamiento vivo, T. I, pp. 338-340, reproduce la versión dirigida al presidente de
México; Campos Ponce, Sandino, Biografía de un héroe, pp. 100-104. Jeiffets, La Internacional Comunista,
p. 397. La reacción en Argentina la describe Selser, Sandino, General de Hombres Libres, pp. 445-449.
6. “Escrito del Dr. Pedro J. Zepeda enviado al Lic. Emilio Portes Gil sobre los antecedentes de
Sandino en Nicaragua, desde 1925 hasta su muerte en 1934”, (texto sin fecha), Expediente 63, Caja
1, Colección ACS, AGN. El texto obedece a la solicitud de Portes Gil a Zepeda de datos para el ca-
pitulo que redactaba sobre Nicaragua en su autobiografía. El texto fue publicado por la Alcaldía de
Managua, Augusto C. Sandino, (Managua: 2010), p. 9, disponible en internet, www.managua.gob.ni/
documentos/revista/SANDINO.pdfLa política mexicana es discutida por Jürgen Buchenau, In the
Shadow of a Giant, The Making of México’s Central American Policy, 1876-1930, (University of Alabama:
1996), pp. 181-187.
7. Esteban Pavletich habla del paludismo que sufría Sandino en aquel momento. Entrevista, diario
la primera digital, “Sandino el guerrillero que venció a los yanquis”, http://www.diariolaprimera-
peru.com/online/informe-especial/sandino-el-guerrillero-que-vencio-a-los-yanquis_33508.html.
“Pues como usted sabe estaba seriamente enfermo de paludismo”, escribió Zepeda a Portes Gil
años después. “Escrito del Dr. Pedro J. Zepeda enviado al Lic. Emilio Portes Gil sobre los antece-
dentes de Sandino en Nicaragua, desde 1925 hasta su muerte en 1934”, (texto sin fecha), Expedien-
te 63, Caja 1, Colección ACS, AGN.
8. Román, Maldito país, p. 104, Carta a los generales Pedro Altamirano y Pedro Antonio Irías, 22 de
Julio de 1931, Sandino, El pensamiento vivo, T. II, p. 185.
9. Carta a Froylán Turcios, Sandino, El pensamiento vivo, T. I, p. 288; Selser, Sandino, General de Hombres
Libres, pp. 433-437. Carta a Portes Gil, 6 de enero de 1929, Sandino, El pensamiento vivo, T. I, p. 304.
Andrés García quien combatió con Sandino y fuera miembro PCM piensa que Paredes enredó el
mensaje en tanto que Zepeda era “agente del imperialismo”, Andrés García Salgado, Yo estuve con
Sandino, (Bloque obrero “General Heriberto Jara”, México: 1979), p. 65-66, 105; Víctor Urquidi,
hijo del embajador mexicano en El Salvador, recuerda que Paredes pasó por la legación de México
en ese país y les mostró el pañuelo con el mensaje firmado por Sandino. Víctor Urquidi, Saúl Trejo
Reyes, Ensayos sobre economía, (Colegio de México, México, D.F.: 2008), p. 191.
10. Carta de José de Paredes a Gustavo Machado, 11 de agosto de 1928, publicada bajo el título,
“Llamado de un mexicano que lucha en Nicaragua”, El Libertador, septiembre de 1928. Los datos
biográficos fueron recogidos en Campos Ponce, Sandino, Biografía de un héroe, pp. 77-78.
507
11. Sandino relató el suceso al presidente Portes Gil atribuyendo a “la fantasía del capitán de Pare-
des” la posible confusión de los términos de la visita. Dice asimismo que Paredes llevaba una carta
dirigida al general José María Tapia. Carta a Emilio Portes Gil, 4 de diciembre de 1929, Sandino, El
pensamiento vivo, T. I, pp. 405-406. Espiritista y masón, Tapia era parte del círculo íntimo del ex presi-
dente Calles y jefe del Estado Mayor Presidencial. Como el poder detrás del trono Calles habrá sido
el responsable en última instancia de la decisión de invitar a Sandino. Tapia también es el principal
enlace de Zepeda en la relación con Portes Gil y Calles. Sobre Tapia y el espiritismo ver la referen-
cia en Buchenau, Plutarco Elías Calles, p. 197. Existe un folleto publicado por la Gran Logia Valle
de México, Actuación del general José María Tapia en 1931, (Cronos, México, D.F.: 1932). Sandino
niega la autoría de las cartas perdidas por Paredes: “están escritas con una imaginación fantástica y
carecen de toda veracidad”. No conocemos el contenido de las mismas.
12. “Entrevista a Andrés García Salgado (participante en la lucha de Sandino en Nicaragua)”, rea-
lizada por Gregorio Selser el 30 de enero de 1981, Archivo Selser, CAENA, UACM, pp. 1-2; ver
también el folleto de García Salgado, Yo estuve con Sandino y Carlos Castillo Ibarra, Los Judas de San-
dino, (sin editorial, México: 1945) acusando a Zepeda. “Informe estrictamente confidencial sobre
documentos en posesión de José Paredes”, Encargado de negocios en San Salvador al Secretario de
Estado, 2 de noviembre de 1928, Documento 95, página 2, no 39 a 43.
13. “Informe estrictamente confidencial sobre documentos en posesión de José Paredes”, Encar-
gado de negocios en San Salvador al Secretario de Estado, 2 de noviembre de 1928, Documento 95,
página 2, números 39 a 43. http://www.sandinorebellion.com/images/Top100/DSC00440.JPG.
Carta de José Paredes, sin fecha, publicada en Boletín del Archivo General de la Nación, México, Tercera
Serie, Tomo III, No. 4 (10), octubre-diciembre, 1979, pp. 52-5318.
14. Carta manuscrita del 16 de febrero en el expediente “Informe completo del mexicano José de
Paredes”, Expediente 68, Colección ACS, AGN, Nicaragua. Puede tratarse del mismo documento
que Paredes propuso publicar lo que no fue autorizado por Sandino. Seguramente Paredes, ahora
siguiendo la línea del Partido Comunista Mexicano, culpaba decididamente a Pedro Zepeda de ha-
ber actuado más en función de los intereses del gobierno mexicano que de Sandino. Tesis que no
puede ser descartada aunque no es evidenciable a partir documentación examinada.
15. Portes Gil, Autobiografía de la Revolución, p. 593-594.
16. En el reportaje de Román, Sandino recuerda, “Me habían soplado que el Embajador de los
Estados Unidos, Mr. Morrow, en combinación turbia con Portes Gil y algunos de mis allegados tra-
taban únicamente de retenerme como secuestrado y desacreditarme”. Román, Maldito país, p. 104.
¿A qué allegado suyo se estaría refiriendo? Solo había dos personas con capacidad de interlocución
directa con el despacho de Portes Gil: José de Paredes y Pedro José Zapata. La versión de Portes
Gil forma parte del capítulo titulado “Asilo que el Gobierno de México concedió al patriota nicara-
güense Augusto César Sandino”. Portes Gil consultó versiones del manuscrito con Pedro J. Zepeda.
Copia de la correspondencia y los borradores se encuentran en la Colección ACS del Archivo Gene-
ral de la Nación, Nicaragua. Emilio Portes Gil, Autobiografía de la Revolución, un tratado de interpretación
histórica, (Edición Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, Instituto
Mexicano de Cultura, México, D.F.1964), pp. 591-599.
17. Morrow al Secretario de Estado, 21 de febrero, FRUS, 1929, II, p. 581. La versión de Portes Gil
aparece en su Autobiografía, pp. 592-595. Ver también Selser, Sandino, General de Hombres Libres, pp.
435-437 y Wünderich, Sandino, una biografía, pp. 201-202.
18. Morrow al Secretario de Estado, 21 de febrero, FRUS, 1929, II, p. 581. “Informe confidencial
sobre apoyo mexicano a Sandino”, Morrow al Secretario de Estado, 11 de abril de 1928, Top 100,
Documento 95, página 1, no 20. http://www.sandinorebellion.com/Top100pgs/Top100-p95.htm.
508
Para esa fecha, los norteamericanos calculaban que lo recibido por Sandino no pasaba de 20 mil dó-
lares y que buena parte de los fondos quedaban en manos de intermediarios. (En la segunda mitad
de 1928, las sumas remitidas fueron bastante mayores). “informe G-2 sobre la Liga Antiimperialis-
ta”, 18 de Julio de 1928, Top 100, Documento 95, página 1, no 39, http://www.sandinorebellion.
com/Top100pgs/Top100-p95.html.
19. Santos dice que Luis Morones de la CROM conoció a Sandino en los campos petroleros y que
se lo presentó a Calles. Lo cual es extremadamente improbable. Gonzalo N. Santos, Memorias, una
vida azarosa, novelesca y tormentosa, (Grijalbo, México, D.F.: 1986), p. 426. Se describe a Santos como el
“cacique regional más temible del siglo XX en México, un hombre de horca y cuchillo, con matones
abiertamente a su servicio y quien llegó a ser uno de las personas más ricas y temidas del país”.
20. Portes Gil, Autobiografía, p. 592. En otra entrevista Portes Gil dice que “el general Calles tuvo un
lío grave con Estados Unidos, porque le mandó a Sandino un barco con armas y otros suministros
que necesitaba”. Lo cual es incorrecto –el envío fue para Sacasa resultando en el lío del barco “Tro-
pical” detenido en El Salvador. Olivera de Bonfil, Emilio Portes Gil, p. 112 y Buchenau, In the shadow,
p. 183. Todavía en 1932 el Secretario de Relaciones Exteriores Manuel Télles quiso “asegurar” al
Embajador de EE.UU, J. Ruben Clark, que México no enviaba suministros a Sandino y que no era
correcta la información sobre suplidores militares mexicanos. Se había llegado a decir, en 1929, que
el propio jefe del Estado Mayor de Calles, general José Álvarez, remitía dinero a través del Comité
Pro-Sandino (Pedro J. Zepeda) por medio del Cónsul de México en Nueva York, quien a su vez se
lo pasaba al presunto representante de Sandino en aquella ciudad, Salomón de la Selva. “Memo-
rando de conversación entre el Embajador Clark y el Ministro de Relaciones Exteriores del 3 de
agosto”. Informe del Agregado Militar en funciones en México, 18 de agosto de 1932, Documento
95, página 4, número 18-22. http://www.sandinorebellion.com/Top100pgs/Top100-p95K.html;
McPherson, The invaded, pp. 218-219, 332.Büchenau, In the Shadow, pp. 181-187.
21. “Escrito del Dr. Pedro J. Zepeda enviado al Lic. Emilio Portes Gil sobre los antecedentes de
Sandino en Nicaragua, desde 1925 hasta su muerte en 1934”, (texto sin fecha), Expediente 63, Caja
1, Colección ACS-AGN.
22. Olivera de Bonfil, Emilio Portes Gil, p.114; Portes Gil, Autobiografía, p. 593. Román, Maldito país,
p. 104.
23. Secretario de Estado a Morrow, 25 de febrero, FRUS, 1929, II, p. 583. Portes Gil, Autobiografía,
p. 595. Morrow al Secretario de Estado, 21 de febrero de 1930, FRUS,1929, III, p 582.
24. Morrow al Secretario de Estado, 30 de abril de 1929, FRUS, II, p. 585. Morrow al Secretario de
Estado, 4 de mayo de 1929, FRUS, II, p. 586.
25. Ministro en Honduras al Secretario de Estado, 10 de abril de 1929, y Secretario de Estado Stim-
son a Ministro en Honduras, 11 de abril de 1929, FRUS, 1929, II, p. 584, 585; “El general Sandino
sale al fin de Nicaragua después de varios años de heroica resistencia”, La Tribuna, (San José), 17 de
abril de 1929. Montoya salió acompañado por el General Girón Ruano por lo que los marines sos-
pecharon que Girón llevaba como misión buscar el salvoconducto guatemalteco. Se separaron en
el camino y el guatemalteco fue capturado. Al menos es lo que Girón Ruano dice en su declaración
a los marines antes de ser fusilado. Informe del Capitán L. B. Reagan, “Captura del general Manuel
María Girón Ruano e información que se obtiene”, 3 de febrero de 1929, http://www.sandinore-
bellion.com/Top100pgs/Top100-p27.html.
26. Encargado de Negocios en Guatemala al Secretario de Estado, 24 de abril de 1929, Morrow al
Secretario de Estado 4 y 8 de mayo. FRUS, 1929, II, p. 585-586.Manifiesto al pueblo de Latinoamé-
rica, [24 de mayo de 1929], Sandino, El pensamiento vivo, T. I, pp. 362-363.
509
27. Secretario de Estado a Morrow, 8 de mayo de 1929, y Memorándum de conversación entre el
Sub-secretario de Estado J. Ruben Clark y el Embajador Téllez de México en Washington, 17 de
mayo de 1929, FRUS, 1929, Vol. II, p. 586-587. El embajador reiteró que México no tenía ningún
compromiso con Sandino y no estaban intercediendo a su favor, sino que se trataba de un asunto
de concesión de asilo y de asegurar que no fuera hostigado militarmente por la Guardia al salir de
su campamento.
28. Gilbert, Junto a Sandino, pp. 241-242.
29. G-2, “Informe sobre el viaje de Sandino a México”, 9 de julio de 1919, (agregado militar en San
José, Fred Cruse), Documento 95, página 4, número 26-28. http://www.sandinorebellion.com/
Top100pgs/Top100-p95D.html. Campos Ponce, Sandino, Biografía de un héroe, pp. 106-107.
30. Urquidi, Reyes, Ensayos, p. 191. Gilbert, Junto a Sandino, pp. 245-246.
31. Traducción al inglés del artículo del Diario de El Salvador del 22 de junio de 1929 en G-2, “In-
forme sobre situación Sandino”, 27 de junio de 1929, (agregado militar, San José), Documento 95,
página 4, número 33. http://www.sandinorebellion.com/Top100pgs/Top100-p95L.html. El texto
completo de la entrevista traducida del inglés al español aparece en Izaguirre y Martínez, Sandino
y los U.S. marines, pp. 322-324; otros detalles los suministra Gilbert, Junto a Sandino, pp. 245-248 y
Selser, General de Hombres Libres, pp. 449-450. Sandino dejó a Francisco Estrada al mando, seguidos
de Peralta y Quezada, pero Estrada no quiso aceptar la responsabilidad por lo que los oficiales su-
periores eligieron a Pedrón porque es el más temido por la Guardia y los marines. “Carta a generales
Pedro Altamirano, Ismael Peralta y Carlos Quezada”, 1 de julio de 1929, Sandino, El pensamiento vivo,
T. I, p. 366. Como todo jefe militar, Sandino magnifica las dimensiones y ahora la composición del
EDSNN. Sólo sabemos de la presencia de un ex-militar alemán que ingresó a las filas del movimien-
to sandinista. Y es cierto que apenas hablaba español padeciendo también de trastornos mentales.
Según Belausteguigoitia, el alemán pidió que lo fusilaran por haber dado muerte en un “duelo” a
otro combatiente amigo suyo de apellido Padilla. Puede tratarse del Coronel Zacarías Padilla quien
estuvo bajo el mando del general Pedro Irías al menos hasta enero de 1932 y fue nombrado jefe de
columna tras la muerte del general Pedro Blandón. Belausteguigoitia no indica fecha y escribe que
ambos estaban bajo el mando del general Colindres. Belausteguigoitia, Con Sandino, pp. 112-114.
32. G-2, “Informe sobre situación Sandino”, 27 de junio de 1929, (agregado militar, San José), Do-
cumento 95, página 4, número 33. http://www.sandinorebellion.com/Top100pgs/Top100-p95L.
html; el texto completo de la entrevista traducida al español al español aparece en Izaguirre y Mar-
tínez, Informe de historia, pp. 322-324.
33. Gilbert, Junto a Sandino, p. 249. Carta a Pedro José Zepeda, [25 de enero de 1930], Sandino, El
pensamiento vivo, T. II, p. 51.
34. Gilbert, Junto a Sandino, p. 256.
35. “La llegada de Sandino a Veracruz”, El Libertador, número 22, julio de 1929, p. 1. G-2, “informe
sobre el viaje de Sandino a México, 9 de julio de 1929 (agregado militar en San José), Documento
95, página 4, número 26-28. http://www.sandinorebellion.com/Top100pgs/Top100-p95E.html.
Texto español eb Izaguirre y Martínez, Informes de historia, pp. 315-317.
36. Diario de Costa Rica, (San José), 25 de junio de 1929. Declaraciones de Pedro J. Zepeda citadas
en “Le tomamos la palabra a Estados Unidos y estos no cumplieron”. Sandino moves to renew war on
U.S. Marines, Chicago News, 27 de febrero de 1930. http://www.sandinorebellion.com/images/
Top100/DSC00555.JPG.
37. Campos Ponce, Sandino, Biografía de un héroe, pp. 13-14. García, militante del PCM, agrega “pue-
den haber sido sinceras, o no estas demostraciones de simpatía, solo fueron; están en la misma
escala sentimental de la pequeña burguesía que se enamora de un héroe y reconoce sus valores, pero
510
que es incapaz de compartir su vida de sacrificio, pues prefiere la realidad de la vida de la burguesía.
Por eso, lo que menos importa es la calidad moral y aparente de esos honores. Lo cierto es que ya
estaba en marcha el deseo de quienes están en al poder en ese entonces, de prestar una valiosa ayuda
al imperialismo yankee”. García Salgado,Yo estuve con Sandino, pp. 63-64.
38. Campos Ponce, Sandino, Biografía de un héroe, p. 22.Gilbert, Junto a Sandino, p. 259.
39. Recuento de García Salgado, Yo estuve con Sandino, p. 107. Gilbert, Junto a Sandino, pp. 260-261.
40. Carta a Emilio Portes Gil, [30 de junio de 1929], Sandino, El pensamiento vivo, T. I, pp. 364-365.
41. G-2, Informe sobre Sandino, 28 de junio de 1929, (agregado militar en México), Documento
95, página 4, no 32. http://www.sandinorebellion.com/Top100pgs/Top100-p95L.html. El articu-
lista, Julio Berríos del diario El Comercio, de México, D.F. 20 (20 julio de 1929) se mostró hostil
hacia Sandino, por lo que pudo haber tergiversado la noticia. Tampoco es objetiva la recopilación
de donde tomamos este dato: Alberto Toledo Ortiz, “Grandes reportajes históricos de Nicaragua,
Lo que ocurrió hace 40, 30, 20, 10 y 5 años”, (sin editorial indicada, Managua: 1966). La historia de
la malversación de los fondos designados para la publicación de un folleto también la recoge Alba,
Historia del comunismo, p. 56.
42. Convocatoria, Suplemento de El Libertador, no 21, (mayo de 1928); Daniel Kersffeld, Contra el
imperio, pp. 235-236. Las conclusiones del Congreso y su Manifiesto figuran en “El Congreso anti-
imperialista de Bruselas”, El Libertador, Vol. II, número 12, (junio de 1927), pp. 3-13.
43. “Mensaje al Segundo Congreso Mundial Antiimperialista reunido en Fráncfort, Alemania” y “Re-
solución del Segundo Congreso Mundial...”, [julio de 1929], Sandino, El pensamiento vivo, T. I, pp. 367-
372. Cerdas Cruz, La Hoz y el machete, pp. 230-231. El texto completo de la resolución figura en San-
dino, El pensamiento vivo, T. I, pp. 371-372. Kersffeld, El Telégrafo (Quito), 21 de junio de 2013, http://
www.telegrafo.com.ec/mundo/item/una-bandera-sandinista-entre-nicaragua-y-frankfurt.html.
44. G-2, “Informe sobre Sandino” (agregado militar en México Gordon Johnston) 5 de Julio de
1929, Documento 95, página 3, no 40. http://www.sandinorebellion.com/Top100pgs/Top100-
p95C.html. El Diario de Yucatán, 12 de Julio de 1929, citado por Villanueva, Sandino en Yucatán, p. 57.
45. Gilbert, Junto a Sandino, pp. 264, 267. Carta a Alemán Bolaños, 26 de septiembre de 1929, Sandino,
El pensamiento vivo, T. I, p. 391. Sobre las actividades de Sandino en Mérida, ver Carlos Villanueva, San-
dino en Yucatán, (Secretaría de Educación Pública, Programa Cultural de las Fronteras, Mérida:1988).
46. Villanueva, Sandino en Yucatán, p. 21. Por ejemplo, al diario El Comercio, (México, D.F.) 20 de julio
de 1929 en Alberto Toledo Ortiz, Grandes reportajes históricos, página 73.
47. Cartas a Alemán Bolaños, 4 de agosto de 1929 y sin fecha, Sandino, El pensamiento vivo, T. I, pp.
374, 376. Alemán Bolaños, Sandino el libertador, p. 92. Lo acontecido es recapitulado en carta que
Sandino escribe a Zepeda el 25 de enero de 1930, Sandino, El pensamiento vivo, T. II, pp. 52-53.
48. Carta de Emilio Portes Gil a Manuel Arriaga, 29 de julio de1929, Archivo Emilio Portes Gil,
2/622/802, registro 3303, folio 15, año 1929, AGN-México. “Memorándum Confidencial” de Ze-
peda al Oficial Mayor de la Secretaria de Relaciones Exteriores, 3 de octubre de 1929, y nota de éste
último al subsecretario de Gobernación “Entrada al país de personas que militaron en Nicaragua”,
Secretaria de Gobernación, siglo XX, IPS, Caja 266, 313.1 (folios 85 y 86), Archivo General de la
Nación-México.
49. Carta a Emilio Portes Gil, 4 de diciembre de 1929, Sandino, El pensamiento vivo, T. I, pp. 404-407.
Carta a Gustavo Alemán Bolaños, 19 de octubre de 1929, Sandino, El pensamiento vivo, T. I, p. 396;
Alemán Bolaños, Sandino el Libertador, p. 90Carta a Pedro José Zepeda, 25 de enero de 1930, Sandino,
El pensamiento vivo, T. II, p. 52-53. Se indica 25 de enero en la colección, pero la fecha real es del 11
de enero. (Dice en una parte “ayer 10 del presente mes”) Utilizamos la referencia bibliográfica de la
publicación. Gilbert, Junto a Sandino, p. 267.
511
50. Hernán Laborde, Portes Gil y su libro, quince años de política Mexicana, (Ediciones noviembre, Mé-
xico, D.F.: 1950), pp. 33-35.
51. Carta a Pedro José Zepeda, [25 de enero de 1930], Sandino, El pensamiento vivo, T. II, p. 53. En
la versión de Gilbert, Zepeda comunicó a Sandino que el gobierno mexicano había dispuesto la
suma de 200,000 pesos “comenzar la ayuda por la libertad de Nicaragua, al tiempo que lo invitaba
a que fuera al poblado de Espita para que conociera una finca henequenera que se compraría con
un avance de 50,000 pesos, la que trabajaría con su gente hasta el momento de la hora del retorno
a los campos de la rebeldía, Gilbert, Junto a Sandino, pp. 268-269.
52. Morrow al Secretario de Estado, 4 de diciembre de 1929 y Secretario de Estado al Encargado
de Negocios en México, 11 de diciembre de 1929, FRUS, 1929, III, p.589; Büchenau, In the shadow,
pp. 85-86. Encargado de Negocios (Johnson) al Secretario de Estado, 19 de diciembre de 1929,
FRUS, 1929, III, p. 589. Campos Ponce, Sandino, Biografía de un héroe, pp. 114-115.
53. Carta a Pedro José Zepeda, 25 de enero de 1929, Sandino, El pensamiento vivo, pp. 55.
54. Carta de Álvaro Torres Díaz, gobernador del Estado, a Emilio Portes Gil, 23 de agosto de
1929, Archivo Emilio Portes Gil, 2/622/802, folio 13, 1929, Archivo General de la Nación-México.
55. Carta de Emilio Portes Gil a Torres Rivas, 2 de septiembre de 1929, Archivo Emilio Portes
Gil, 2/622/802, registro 3303, folio 14, año 1929, AGN-México.G-2, “Informe confidencial sobre
las actividades de nicaragüenses aviadores”, 20 de enero de 1930 y 21 de marzo de 1930, Docu-
mento 95, página 4, no 41-42 y página 5, no 24-25, http://www.sandinorebellion.com/Top100pgs/
Top100-p95D.html.Izaguirre y Martínez, Sandino y los U.S. marines, pp. 357-358.
56. Edelberto Torres Espinoza, “Breve biografía”, El Centroamericano, 18 de mayo reproducido en
Alberto Toledo Ortiz, Grandes reportajes, pp. 82 y Torres Rivas, Sandino y sus pares, pp. 210-211.
Véase también el comentario de Navarro-Génie, Augusto “César” Sandino, p. 40.
57. El recuento de lo sucedido lo hace Sandino en carta a Pedro J. Zepeda del 25 de enero de 1930,
Sandino, El pensamiento vivo, T. II, pp. 52-56. Wünderich, Sandino, una biografía, pp. 214-215.
58. Carta a Pedro J. Zepeda, 25 de enero de 1930, Sandino, El pensamiento vivo, T. II, pp. 51-56.
XIV
Ciudad de México: entre dos fuegos
Páginas 319-354
1. Carta de Heriberto Barón a Pascual Ortiz Rubio, 25 de enero de 1930, Fondo Emilio Portes Gil
(EPG), Expediente 4-489, registro 3303, año 1929, Archivo General de la Nación, México.
2. Tras bajar del tren muy temprano la mañana del 28 de enero, Sandino declaró a un reducido
grupo de periodistas, entre ellos Carleton Beals, que venía “de su rancho” en Yucatán para parti-
cipar en la ceremonia de toma de posesión del nuevo mandatario mexicano Pascual Ortiz Rubio.
Según el despacho del corresponsal Carleton Beals, Sandino dijo que no toleraría intento alguno de
la Liga Antiimperialista o de “otra organización de similar naturaleza” de controlar sus acciones.
“Visiblemente enojado” el General denunció las acusaciones sobre los 60 mil dólares diciendo que
sólo la muerte le impediría regresar a Nicaragua para continuar la lucha. Sobre el proyecto del Canal
dijo que su primer acto tras el triunfo de su movimiento sería nacionalizar la ruta y el canal y todos
los derechos concernientes. Por su parte, el Embajador de México en Washington declaraba, según
el mismo corresponsal, lo inoportuno de la visita de Sandino a la capital que sólo podía avergon-
zar (embarrar) al gobierno mexicano. “Sandino in Mexico”, despacho de Beals con fecha 28 de
512
enero de 1928, Colección Beals, Gotlieb Center, Boston. “Sandino will return to rid Nicaragua of
Yankees, He says”, (“Sandino dice que regresará a liberar de los yanquis a Nicaragua”) Washington
News, 29 de enero de 1930. Informe G-2, 31 de enero de 1930, Documento 95, página 5, no 12,
http://www.sandinorebellion.com/images/Top100/DSC00498.JPG.
3. Informe G-2, 6 de febrero de 1930, Documento 95, página 5, no 13, http://www.sandinorebe-
llion.com/images/Top100/DSC00498.JPG.
4. Selser, General de hombres libres, citado por Cerdas Cruz, Hoz y el machete, p. 240.
5. G-2, Informe sobre actividades de A.C. Sandino, 3 de febrero de 1930, Documento 95, página
5, no 14, http://www.sandinorebellion.com/Top100pgs/Top100-p95E.html. Cerdas Cruz, Hoz y el
machete, p. 240.
6. Comunicación del 11 de abril a Zepeda citada en Cuadros Caldos, Comunismo criollo, pp. 94-95;
G-2, “Informe secreto sobre las actividades de A. C. Sandino en Ciudad México, 16, 17 y 18 de
febrero”, 19 de febrero de 1929, (agregado militar en México, Documento 95, página 4, no 49.
Despacho de la A.P., 15 de febrero de 1930, New York Evening Post. Izaguirre y Martínez, Sandino y
los U.S. Marines, pp. 351-352.
7. Román, Maldito país, p. 106.G-2, Informe sobre las actividades de A. C. Sandino en Ciudad Mé-
xico, 3 de febrero de 1930, (agregado militar en México), Documento 95, página 5, no 9. http://
www.sandinorebellion.com/Top100pgs/Top100-p95E.html. Izaguirre y Martínez, Sandino y la U.S.
marines, pp. 342-343.
8. Patricia Albers, Shadows, Fire, Snow: The life of Tina Modotti, (University of California Press: 2002),
p. 234. El ambiente político-cultural en la capital –al menos hasta la represión desatada en 1929– ,es
descrita por Barry Carr, “La ciudad de México: emporio de exilados revolucionarios latinoamerica-
nos en la década de 1920”, Pacarina del Sur, Revista de Pensamiento Crítico Latinoamericana, disponible en
internet http://www.pacarinadelsur.com/home/mallas/338-la-ciudad-de-México-emporio-de-exi-
liados-y-revolucionarios-latinoamericanos-en-la-decada-de-1920.
9. Citado en Alemán Bolaños, Sandino el libertador, pp. 95-96.
10. “Sandino plans new campaign in Nicaragua”, New York Evening Post, 17 de febrero de 1930.
http://www.sandinorebellion.com/images/Top100/DSC00555.JPG. Escrito de Diego Córdoba
en la revista Eurindia, “Sandino, general de hombres libres”, citado por Alemán Bolaños, Sandino el
libertador, pp. 92-93. Sobre Rivas consultar la interesante reseña de Michael Schroeder y la documen-
tación que adjunta, The case of Julio César Rivas, Sandinista pretender, Top 100, documento 7. http://
www.sandinorebellion.com/Top100pgs/Top100-p7a.html.
11. “La liga antiimperialista y el General Sandino”, El Libertador, II, No. 20, p. 2.
12. “Sandino en México”, sin firma, El Libertador, II, No. 23, (julio de 1929), p. 2.
13. “Entrevista con El Dictamen, (Veracruz, México), [octubre de 1929], Sandino, El pensamiento vivo,
T. I, pp. 392-393. La declaración se hizo a inicios de junio y no en octubre como postula la recopi-
lación anterior en la forma de resumen. El texto exacto se cita en la recopilación de Alberto Toledo
Ortiz, Grandes reportajes históricos de Nicaragua, Lo que ocurrió hace 40, 30, 20, 10 y 5 años, (sin editorial
indicado, Managua: 1966), 73.
14. Gilbert, Junto a Sandino, p. 281-282. Gustavo Machado a Hernán Laborde, 19 de abril de 1930,
Centro Ruso, Fondo 495 , MP 48 19, Rollo 19.
15. Citado en Cerdas Cruz, Hoz y el machete, p. 239. Comunicado, 9 de enero de 1930, Sandino, El
pensamiento vivo, T. II, pp. 44-47.
16. Carta a Hernán Laborde, 2 de enero, Sandino, El pensamiento vivo, T. II, pp. 38-39.
17. La foto aparece en la página dos del reportaje “Semana Sandino” y una “declaración del repre-
sentante de A.C. Sandino” firmada por Machado en El Libertador, Vol. II, no 19, (agosto de 1928),
513
p. 5. Ver también el informe de MAFUENIC en El Libertador, Vol. II, no 18, ( junio de1928), y el
anuncio que “en Veracruz –el Puerto, así como otra ciudades– del Estado se están organizando
manifestaciones monstruosas de recibimiento”. Carta a Hernán Laborde, 2 de enero, Sandino, El
pensamiento vivo, T. II, p. 36.
18. Carta a Hernán Laborde, 2 de enero de 1930, Sandino, El pensamiento vivo, T. II, pp. 35-39.
19. Convenio para formar la junta de gobierno”, noviembre de 1928, Sandino, El pensamiento vivo, T.
I, pp. 284-286 y II, p. 30.
20. El extracto de una carta del 19 de diciembre de 1928 dirigida a Gustavo Machado aparecen en
la comunicación a Hernán Laborde con fecha el 2 de enero de 1930. No conocemos el texto origi-
nal. Sandino, El pensamiento vivo, T. II, pp. 30-31.
21. Citado por Julio Cuadros Caldas, El comunismo criollo, (S. Loyo, editor, Puebla, México: 1930),
pp. 81-82.
22. Dospital, Siempre más allá, p. 61. “Sandino en México”, El Libertador, Vol. II, no 22, (julio de
1929), p. 2.
23. Citado por Dospital, Siempre más allá, p. 62.En el texto de los acuerdos de la reunión del 30 de
enero de 1930 en la capital mexicana en que se hace referencia a la reunión de Veracruz del 8 de
Julio de 1929. El texto del acta se reproduce en Dospital, Siempre más allá, pp. 63-64 y fue ubicado
en los archivos soviéticos y es analizado por Vladim Staklo. “Reluctant allies: Sandino and the Co-
mintern, 1927-1934”, ponencia en el simposio “El Comintern y la izquierda en América Latina: sig-
nificados históricos y políticos”), Congreso Internacional de Americanistas, México, (julio de 2009).
Agradezco al Profesor Miles Rodríguez de Bard College la facilitación de la ponencia.
24. Elvira Concheiro, et. al, (coordinadores), El comunismo: otras miradas desde América Latina, ( Uni-
versidad Autónoma de México: 2007), p. 562-567. Cerdas, Hoz y el machete, pp. 167-168.
25. Kersffeld, Contra el imperio, pp. 194-195. Víctor Alba, Historia del movimiento obrero en América
Latina, (Libreros mexicanos unidos, México, D.F.: 1964), pp. 206-208; Prólogo de Arnoldo Mar-
tínez Verdugo, 20 de Julio de 1975, en Centro de Estudios Históricos y Sociales, El Machete Ilegal,
1929-1934, Edición Facsimilar, (Instituto de Ciencias, Universidad Autónoma de Puebla, Puebla,
México: 1975), pp. v-vi. International Press Correspondence, no 43, 19 de Julio de 1929, citado por Staklo,
“Reluctant allies”, p. 8.
26. Jeifets, et al, La Internacional Comunista, pp. 135, 171, 197. Staklo, “Reluctant Allies”, pp. 10-11.
Staklo utiliza como fuentes los documentos del Archivo Estatal Ruso de Historia Social y Política.
27. “Una confusión que aclara el C. Continental”, El Libertador, Vol. II, No. 20, (mayo de 1929),
p. 11.
28. “Declaraciones del Mafuenic”, El Libertador, II, no 20, (mayo de 1929), p.2. Comunicación de la
Liga Antiimperialista a todas las organizaciones antiimperialistas, y a los revolucionarios del conti-
nente”, publicada como suplemento en El Libertador, no 21, 1 de mayo de 1929, p. 1.
29. Carta citada por Staklo indicando únicamente que fue escrita en enero de 1930, Staklo, “Reluc-
tant Allies”, pp. 10-11.
30. Carta a Gustavo Alemán Bolaños, 9 de septiembre de 1929, Sandino, El pensamiento vivo, T. I, pp.
389-390.
31. Staklo, Reluctant Allies, pp. 10.
32. Staklo, Reluctant Allies, pp. 10.
33. Memorias inéditas de Vidali citadas por Barckhause-Canale en su biografía de Tina Modotti.
Agrega como que Vidali “entre las sesiones del VI Congreso de La Internacional Comunista en
Moscú, hizo mucho esfuerzo para convencer a la internacional Sindical Roja para que apoyara, ma-
514
terial y moralmente, la lucha de Sandino”. Ello sin embargo no hubiera coincidido con la línea del
mismo Congreso. Barckhause-Canale, Tina Modotti, p. 82.
34. Carta a Hernán Laborde, 2 de enero de 1930, Sandino, El pensamiento vivo, T. II, p. 38.
35. Carta Hernán Laborde, 8 de enero de 1930, Sandino, El pensamiento vivo, T. II, pp. 41-43. “Res-
puesta a un cuestionario de El Universal”, Sandino, El pensamiento vivo, T. II, p. 60. En este último do-
cumento Sandino dice su lucha en Nicaragua “no es otra cosa que hija de la revolución mexicana”.
36. Citado en Staklo, Reluctant allies, p. 12.
37. En carta a José Idiáquez del 11 de marzo de 1930, Sandino se refiere a la gira de propaganda
a nuestra causa, “si se hace esta gira será con el objeto de obtener mayores y más eficaces recursos
para la lucha, los cuales se nos tienen prometidos. Lo de esta gira no tiene otra finalidad, en caso
de hacerse, y ser por muy corto tiempo”. Carta a José Idiáquez, 11 de marzo de 1930, Sandino, El
pensamiento vivo, T. II, p. 96.
38. Carta a Münzenberg, 6 de febrero de 1930, Sandino, El pensamiento vivo, T. II, p. 63.Carta a
Henry Barbusse, 6 de febrero de 1930, Sandino, El pensamiento vivo, T. II, p. 65. La carta de Barbusse
a Sandino, julio de 1928 (no indica el día), aparece en el Repertorio Americano, XVII, No. 17, (3 de
noviembre de 1928).
39. Carta a Henri Barbusse, 18 de enero de 1929, en Arturo Taracena Arriola, “Aporte documental
al ‘Pensamiento Vivo de Sandino’, tres nuevos textos”, Revista de Historia, No. 20 (1989), Universi-
dad Nacional, Costa Rica, disponible en internet: http://www.revistas.una.ac.cr/index.php/histo-
ria/article/view/3278.
40. “Mensaje al Séptimo Congreso Estudiantil Mexicano reunido en Monterrey, Nuevo Laredo”,
17 de febrero de 1930, Sandino, El pensamiento vivo, T. II, p. 67. “A los obreros...”, 26 de febrero de
1930, Sandino, El pensamiento vivo, T. II, pp. 69-72.
41. Texto de la carta reproducido en: Burckhausen-Canale, Tina Modotti, p. 82.
42. Carta a Hernán Laborde, 2 de enero de 1930, Sandino, El pensamiento vivo, T. II, pp. 12-13.
43. La mayoría de los relatos atribuyen la muerte de Mella a pistoleros empleados por el régimen
dictatorial de Machado en Cuba. Pero quienes dudan que este fuera el caso, entre ellas la cubana
Celia Hart Santamaría, “Un día como hoy asesinaron a Mella. Caminaba junto a su hermosísima
Tina Modotti, a la que, por cierto, no le perdono que teniendo la fina sensibilidad de una artista
y habiendo sido amada por el hombre más bello, inteligente y revolucionario de su tiempo, se
hubiese ligado al oscuro Vidali. Pero Mella y no Vidali es el que está fresco y más vivo que nun-
ca. Vidali permanecerá helado y siempre con mal olor”, Celia Hart, “¡Julio Antonio!”...Hasta des-
pués de muerto...”, Corriente marxista internacional, noviembre, 2001, http://www.elmilitante.org/
index.php?option=com_content&view=article&id=2948&Itemid=74. Un artículo reciente a en
la revista del Partido Comunista Venezolano, “Gustavo Machado Oficial de Sandino en la lucha
guerrillera contra los yanquis”, Tribuna Popular, 19 de julio de 2014, dice que “el gran camarada Vi-
torio Vidali... fue su gran amigo [Gustavo Machado] de toda la vida”. http://prensapcv.wordpress.
com/2014/07/19/gustavo-machado-oficial-de-sandino-en-la-lucha-guerrillera-contra-los-yanquis.
44. Carta de Sandino a Pavletich, 30 de marzo de 1930, Sandino, El pensamiento vivo, T. II, pp. 112-
114.
45. Los nombres figuran en la lista de personas que “puede ser que lleguen” a México “en impor-
tante misión”. “Memorándum confidencial al Sr. Profesor Cienguso”, Oficial Mayor de la Secretaría
de Relaciones Exteriores, 3 de octubre de 1929, firmado por Pedro J Zepeda. Nota del general José
María Tapia, Jefe del Estado Mayor Presidencial, al Oficial Mayor de Gobernación de la Secretaría
de Gobernación, Siglo XX, IPS Caja 312 (folios 6 y 7), Archivo General de la Nación, México;
Campos Ponce, Sandino, Biografía de un héroe, p. 116. G-2, “Informe confidencial de inteligencia sobre
515
el Sr. Gregorio Sandino y Sra.”, (escuadrón del servicio especial, Balboa, Zona del Canal) y “Infor-
me sobre Gregorio Sandino, 28 de marzo y 4 de abril de 1929, (mayor Handy, Zona del Canal), Do-
cumento 95, página 4, no. 39 y 40. http://www.sandinorebellion.com/Top100pgs/Top100-p95L.
html. Ver la entrevista de José Ovidio “Pepe” Puente León en que relata la participación de su padre
como niño en Veracruz en las actividades para recolectar los 5,000 pesos para el viaje de regreso.
Timothy C. Brown, editor y traductor, When the AK-47s fall silent, revolutionaries, guerrilla and the dangers
of peace (Hoover Institution, Stanford, California: 2000), pp. 13-14. También, Mauricio de la Selva,
Nicaragua (ensayo biográfico-político sobre Sandino), Vol. 4 (Tribuna de México, México:1954), p. 30 y Gar-
cía Salgado, Yo estuve con Sandino, p. 73 y Wünderich, Sandino, una biografía, p. 214.
46. La correspondencia entre Sandino y Tejeda se encuentra en el archivo de Adalberto Tejeda en
el Archivo General Estatal en Xalapa. Algunas de ellas fueron publicadas por Soledad García Mora-
les, “Augusto César Sandino y Adalberto Tejeda Olivares, “Cartas inéditas”, disponible en internet:
http://cdigital.uv.mx/bitstream/123456789/2459/1/198450P3.pdf.
47. Carta a Adalberto Tejeda, 30 de marzo de 1930, García Morales, “Augusto César”, p. 6. La
relación solidaria de Tejeda con Sandino es comentada por Campos Ponce, Sandino, Biografía de un
héroe, p. 156.
48. Citado en Antonio García de León, Resistencia y utopía: memoria de agravios y crónica de revueltas
acaecidas en la provincia de Chiapas durante los últimos quinientos años de su historia, (Ediciones Era, México.
D.F.: 1997), p. 398. Campos Ponce, Sandino, Biografía de un héroe, p. 117.
49. Un informe norteamericano postuló que Sandino fue asistido por un piloto amigo. G-2, In-
forme sobre situación Sandino, 3 de junio de 1930, Agregado militar norteamericano en México,
Documento 95, página 9, no 8. http://www.sandinorebellion.com/Top100pgs/Top100-p95I.html.
G-2, “Informe confidencial sobre las actividades de nicaragüenses aviadores”, 21 de marzo de 1930,
Documento 95, página 4, no 41.
50. Gilbert, Junto a Sandino, p. 284 “Informe a la Jefatura Suprema del EDSNN...”, Sandino, El pen-
samiento vivo, T. II, pp. 125-128. Cartas a Pedro J. Zepeda, 13 de mayo y 16 de julio de 1930, Sandino,
El pensamiento vivo, T. II, pp. 115, 123-124.
51. Carta a Pedro J. Zepeda, 15 de agosto de 1930, Sandino, El pensamiento vivo, T. II, pp. 132-133.
52. “Comunicado”, 20 de octubre de 1931, Sandino, El pensamiento vivo, T. II, pp. 200-201.
53. Citado en Macaulay, The Sandino Affair, pp. 183-184.
54. Apuntes del capitán Puller, comandante del primer batallón de la Guardia (posteriormente se
le conoce como el oficial más condecorado en la historia de los marines), Jon T. Hoffman, Chesty:
The Story of Lieutenant General Lewis B. Puller, USMC, (Random House, New York: 2007), pp. 64,80,
88-89. Los otros datos aparecen en el Brooklyn Daily Eagle, 14 de febrero y 19 de abril de 1931.
XV
Martí, Moscú y Managua
Páginas 355-384
1. Sobre la interesante historia del Partido Comunista Centroamericano ver el estudio de Arturo
Taracena Arriola, “El partido comunista de Guatemala y el partido comunista de Centroamérica,
1922-1932”, Pacarina del Sur, http://www.pacarinadelsur.com/home/oleajes/166-el-partido-comu-
nista-de-guatemala-y-el-partido-comunista-de-centro-america-1922-1932. Asimismo, la biografía
516
de un militante hondureño escrita por Rina Villars. Lealtad y rebeldía, La vida de Juan Pablo Wainwright,
(Editorial Guaymuras: Tegucigalpa, 2010).
2. Dospital indica que Martí fue enviado por la sección estadounidense de la Liga Antiimperialista,
Dospital, Siempre más allá, p. 56. Es lo más probable. Pero los especialistas que han trabajado con la
documentación de la Comintern no han encontrado, a la fecha, documentación especifica al respec-
to en el Archivo Estatal Ruso de Historia Política y Social (RGASPI) de Moscú, se hace. Kersffeld,
Contra el imperio, pp152-153, 305. Jeiffets, et. al., La Internacional Comunista, pp. 197-198.
3. Jorge Arias Gómez, Farabundo Martí, esbozo biográfico, (EDUCA: 1972), p. 49. Sobre los primeros
años de la Liga Antiimperialista en El Salvador ver Roberto Carlos Degas Melgar, “La Liga Anti-
imperialista de San Salvador frente a la Intervención norteamericana en Nicaragua (1926-1927)”,
tesis de postgrado, Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, (Mayo, 2013), disponible en
internet: http://www.uca.edu.sv/filosofia/admin/files/1355957291.pdf “Se puede considerar co-
munistas a los participantes de los círculos marxistas. A ellos pertenecía , en primer lugar, el mismo
Farabundo Martí...”, A. Petrujin, E. Churlov, Farabundo Martí, (Editorial Progreso, Moscú: 1985),
p. 31.
4. Otras fuentes indican que Martí llegó en el mes de abril a Las Segovias. Petrujin, et al., Farabundo
Martí, pp. 38-39.
5. “Atestados de Farabundo Martí”, 4 de mayo de 1929, Sandino, El pensamiento vivo, T. I, pp. 358-
359. Petrujin, et al., Farabundo Martí, p. 42.
6. “Atestados de Farabundo Martí”, 4 de mayo de 1929, Sandino, El pensamiento vivo, T. I, pp. 358-
359. Petrujin, et al., Farabundo Martí, p. 42.
7. “Conversación en Niquinohomo”, Noviembre de 1933, Sandino, El pensamiento vivo, T. II, p. 366.
8. Petrujin, et al., Farabundo Martí, p. 39.
9. Arias Gómez, Farabundo Martí, p. 52.
10. Dospital, Siempre más allá, p. 57.
11. Belausteguigoitia, Con Sandino, p. 112. Román, Maldito país, p. 132.
12. El facsímile del texto aparece Rius, El hermano Sandino, (Grijalbo, México, D.F.: 1988), p. 129;
Dospital, “Sandino y la Escuela”, pp. 47-48. Si en efecto Martí asistió con Sandino a los encuentros
masónicos y si estos últimosse enteraron deinclinaciones políticas radicales, no es de descartar que
Sandino fuera advertido en el sentido que indica la carta y que esta sea legitima. La fecha y el lugar
de expedición de la carta corresponden con la ubicación de Sandino en esa fecha.
13. Énfasis en original citado en Cerdas Cruza, La Hoz y el machete, p. 243.
14. García Salgado, Yo estuve con Sandino, pp. 73-74. 16 En la entrevista realizada por Gregorio Selser
a Rafael Carrillo, Secretario del Comité Central del PCM, afirma que tanto García Salgado como
Martí fueron enviados por le PCM a luchar con Sandino., Entrevista a Rafael Carrillo realizada el 22
de enero de 1980 por Gregorio Selser, INAH, México. Carta de Zepeda al director de El Dictamen
de Veracruz, 30 de mayo de 1930, traducción G-2, 17 de junio de 1930, Top 100, Documento 95,
página 4, no 7-10. http://www.sandinorebellion.com/Top100pgs/Top100-p95D.html.
15. Lo expresa de la siguiente manera en una entrevista para un diario salvadoreño en marzo de
1930 en la que introduce nociones libertarias anarcosindicales: “El comunismo está aureolado de li-
bertad. Cada hombre lleva un espíritu libre. Jesucristo forma parte de la noble cadena de los grandes
comunistas... Nos estamos perdiendo. Rusia se salvó por el comunismo y ya se empezaba a perder
de nuevo porque bajo esa bandera de libertades puras, había hombres corrompidos”, Declaración
de Sandino al El Nuevo Día de San Salvador citado por Dospital, Siempre más allá, p. 84. En el mismo
sentido Sandino escribe a José Hilario Chavarría “Siempre hemos pertenecido a la clase común y en
ese caso, antes que solamente liberales, somos más bien comunistas” o más fehacientemente en la
517
carta del 27 de marzo de 1933 a Humberto Barahona, expresa: “Mientras Ud. huye llamarse comu-
nista, yo lo declaro al universo entero, con toda la fuerza de mi ser, que soy comunista racionalista”.
Carta a Humberto Barahona, 27 de mayo de 1933, Sandino, El pensamiento vivo, T. II, p. 338.
16. Belausteguigoitia, Con Sandino, pp. 181, 112. Román, Maldito país, 132; “Conversaciones en Ni-
quinohomo”, relatada por Nicolás Arrieta, noviembre de 1933, Sandino, El pensamiento vivo, T. II, p.
366. .Ver también las conclusiones de Girardi, Sandinismo, marxismo, pp. 74-75 y Carlos Fonseca,
Viva Sandino, p. 70.
17. Citado en Arias Gómez, Farabundo Martí, pp. 153-154.
18. Otra versión del último testimonio de Martí dice: “En estos momentos en que estoy a dos pa-
sos de la muerte quiero declarar categóricamente que creo en Sandino, que no se ha vendido a los
americanos y que es un hombre sincero. Cuanto se ha dicho de él con respecto a que se ha vendido,
es completamente falso, pues Sandino es uno de los pocos patriotas que hay en el mundo. Yo he
permanecido unido a él a través de la distancia y del tiempo y si me separé de él fue porque se dejó
engañar por los agentes del imperialismo que pretenden su exterminio”. La referencia seguramente
es a Portes Gil y al Dr. Zepeda. Arias Gómez, Farabundo Martí, pp. 153-154. Sin embargo se mantie-
ne una controversia sobre la veracidad del texto en tanto algunas formulaciones no son consistentes
con el pensamiento de Martí. Y en realidad la articulación de las ideas y la selección de los términos
es confusa. El periodista mexicano Campos Ponce, quien fue leal a Sandino, escribió que “si se estu-
dia el texto anterior, inmediatamente se sospechara de su autenticidad, a parte de las primera frases,
las que parecen muy rebuscadas. O José Agustín Farabundo Martí no hizo estas declaraciones o
ellas fueron deformada de inmediato. Por lo pronto, el párrafo final viene a comprobar la falsedad
de estas declaraciones, las cuales fueron escritas por alguien que no pudo ser marxista, pues la for-
man frases e ideas que cualquiera que sea profundo conocedor del marxismo no puede expresar. Y
Martí era un completo marxista”, dice Campos Ponce, Sandino, Biografía de un héroe, pp. 171-172Alba,
Historia del movimiento, pp. 412-413.
19. Cerdas Cruz, La Hoz, p. 303.
20. Conversación en Niquinohomo, Sandino, El pensamiento vivo, T. II, p. 366.
21. El Partido Comunista Mexicano ha apoyado hasta aquí la lucha del general Sandino en Nica-
ragua”, Carta de Hernán Laborde, 30 de abril de 1930, Relación de documentos, (Rollo número
10/547-7-396). Kersffeld, Contra el imperialismo, pp. 199-200. El texto de la declaración no se hace
pública hasta el 26 de mayo. El texto completo puede consultarse en García Salgado, Yo estuve con
Sandino, pp. 913. Ver también la entrevista de García Salgado con Gregorio Selser.
22. Carta a Pedro J. Zepeda, 15 de agosto de 1930, Sandino, El pensamiento vivo, T. II, pp. 132-135.
23. El texto forma parte de la documentación microfilmada de expedientes de la IC, relativas a Mé-
xico que realizaran historiadoras mexicanas y que forman parte de la Colección Rusa de la Biblio-
teca Manuel Orozco, de la Dirección de Estudios Históricos del INAH. “ Relación de documentos
sobre México” , MP.48.19, Rollo de Microfilm 19, 495 108 127.
24. Véase al respecto la explicación de Rafael Cuevas Molina, Sandino y la intelectualidad costarricense,
nacionalismo antiimperialista en Nicaragua y Costa Rica, 1927-1934, (Euned, San José, Costa Rica: 2008).
25. Kersffeld, Contra el imperialismo, pp. 198-199. Barbusse adopta la misma posición,Carta del ge-
neral Sandino a Barbusse”, 15 de enero de 1929, El Libertador, Vol., II, no 20, p. 6.
26. La versión es recogida por Guillermo García Ponce, en su biografía de Eduardo Machado
(hermano de Gustavo) indicando que la fuente fue el dirigente cominternista brasileño Luis Carlos
Prestes, Guillermo García Ponce, Memorias de un general de la utopía, La increíble historia de un venezolano
excepcional, Eduardo Machado y de sus luchas revolucionarias en Venezuela, Cuba, México, España, Estados
518
Unidos y en la Internacional Comunista. (Ediciones Cotragaf, Caracas: 1992). La anécdota aparece en
diversas versiones en el internet sin establecer la fuente exacta.
27. Entrevista a Rafael Carrillo realizada el 22 de enero de 1980 por Gregorio Selser, Caja 33, G
NI2, CAMENA, UACM.
28. Fonseca, Obras, II, Viva Sandino, p. 74.
29. “Bases del convenio que se propone al general José María Moncada para que se constitucio-
nalice como presidente de la República de Nicaragua en el período de 1929-1932”, 6 de enero de
1929, Sandino, El pensamiento vivo, T. I, pp. 297-303. “Circular a todas las autoridades civiles de las
Segovias”, 27 de agosto de 1932, Sandino, El pensamiento vivo, T. II, p. 245.
30. Alemán Bolaños, Sandino, el libertador, p. 12 reproducido en “Para la historia”, 4 de agosto de
1932, Sandino, El pensamiento vivo, T. I, p. 243.
31. Desde Nueva York, el Buró del Caribe de la Secretaria del Comintern impartía orientaciones al
PTN en continuar trabajando en un programa que llevara “al establecimiento del poder Soviético
de los obreros, campesino y soldado” y el establecimiento de un “Gobierno Obrero y Campesino
Soviético” en Nicaragua. Entre las consignas a utilizar figuraba “Armamento de los obreros y cam-
pesinos y conversión de la Guardia Nacional en una milicia obrera y campesina”. En el documento
advierte que “los comunistas nicaragüenses deben entender claramente que la dirección de Sandino
es una dirección pequeña burguesa, no una dirección proletaria...es absolutamente esencial que los
comunistas nicaragüense se demarquen del modo más claro de la dirección de Sandino”, pero que
se integraran al EDSNN y llevaran a cabo una campaña de “esclarecimiento”. Carta Abierta a los
Miembros del Partido Trabajador Nicaragüense y a Todos los Obreros Revolucionarios de Nicara-
gua, 18 de febrero de 1932. Archivo RGASPI, 495-115. Agradezco a Erik Ching la facilitación del
expediente de la Comintern relativo a Nicaragua.
32. Partido Trabajador Nicaragüense, “Nuestras tareas inmediatas en Nicaragua y en Honduras”, 5
de mayo de 1931, citado por Pakkasvirta, ¿Un Continente?, p. 99.
33. Roque Dalton, Miguel Mármol, citado por Melgar Bao, “Cominternismo intelectual”, p. 152.
34. Carta a José Idiáquez, 26 e abril de 1939, Sandino, El pensamiento vivo, T. II, p. 173.
35. Carta a José Idiáquez, 26 e abril de 1939, Sandino, El pensamiento vivo, T. II, p. 173. “Suprema
proclama de la unión centroamericana”, 16 de agosto de 1933 y “Pauta del Ejército Autonomista de
Nicaragua”, 18 de agosto de 1933, Sandino, El pensamiento vivo, T. II, pp. 347-354.
36. Bermúdez, Guevara, El movimiento obrero, p. 45. Concheira, et.al., El comunismo, pp. 405-406.
Guevara Lopez, Onofre, Nicaragua, mi lectura de su historia contemporánea, Ediciones Seguimos, Mana-
gua, 2014, pp. 120-124.
37. Médico de profesión, el Dr. Vega se ganó la confianza de Sandino al punto de figurar en la lista
de personas de confianza aptas para figurar en el gabinete del futuro gobierno, “Instrucciones para
el general Portocarrero”, 15 de diciembre de 1931, Sandino, El pensamiento vivo, T. II, pp. 294-296.
Vega aparece como el autor de una hoja volante “El Martirologio del pueblo de Nicaragua en pleno
siglo XX impuesto por los EE.UU” en el que se reproducen las macabras fotografías tomadas por
marines norteamericanos. Los términos de la denuncia no reflejan una ideología anti-capitalista”.
“El martirologio del pueblo de Nicaragua en pleno siglo XX impuesto por los Estados Unidos”,
“Macabras Escenas Ocurridas en Matagalpa y Jinotega, Nicaragua, Fotografiadas por sus Autores,
Los Gringos de la Marinería de E.U.A”, “Al pueblo de toda Nicaragua” firmada por Arturo Vega.
Sin fecha, cerca de enero 1932. RG127/38/30. “Hojas de Propaganda”, http://www.sandinorebe-
llion.com/MDocs/MDocs-HojasVolantes.html.
38. En algunos textos aparece como Andrés pero en la mayoría como Arturo. Un virulento an-
ti-sandinista de los años ochenta toma el caso de Andrés Vega (Arturo) para postular lo que llama
519
“el anticomunismo de Sandino” y el “antisandinismo de los comunistas”. En resumidas cuentas
sostiene que el guerrillero mandó a fusilar al doctor y también Coronel Arturo Vega el “militante
comunista que llevaba a cabo labor de adoctrinamiento en las tropas”. Ciertamente, Vega junto a
Paredes fueron quienes convencieron al general Juan Gregorio Colindres a proclamarse presiden-
te de la “República Democrática de Nicaragua”. Armando Hurtado González, Sandino desconocido,
(Ediciones Populares Nicaragüenses, San José, Costa Rica: 1984), p. 2. Somoza, Verdadero Sandino,
p. 383.
39. Carlos Pérez Bermúdez y Onofre Guevara, El movimiento obrero en Nicaragua: apuntes pare el cono-
cimiento de su historia, (Editorial ‘El Amanecer’, Managua: 1985), p.31. Hurtado coloca a Martí y Vega
en el trabajo de proselitismo, pero Vega ingresa al EDSNN años después de la partida de Martí.
Hurtado González, El Anticomunismo, p. 21. El poeta Medardo Mejía coloca a Vega, junto a Martí
en El Salvador, Adrián Salguero en Guatemala, y Juan Pablo Wainwright como parte del “Estado
Mayor de Centroamérica” de la organización comunista en la región. Villars, Lealtad y rebeldía, p. 165.
40. Carta a José Idiáquez y Alfonso Irías, noviembre de 1932, Sandino, El pensamiento vivo, T. II,
p. 254. Cartas al General Pedro Altamirano, 9 de noviembre de 1932, y a los General Juan Pablo
Umanzor y Juan Santos Morales, 18 de noviembre de 1932, a Pedro Altamirano, 12 de diciembre de
1932, Sandino, El pensamiento vivo, T. II, p. 249 y 256-58, 259. Román, Maldito país, p. 126.
41. “Como única excepción, Colindres fue perdonando en consideración a su larga y fiel actuación
anterior y también en consideración a su hermano, el General Irías. No fue degradado, pero queda
excluido dese servicio activo”, señala Sandino a Idiáquez y dice a Román, Maldito país, p. 126. El
diario La Prensa informó que las fuerzas de Colindres y de Sandino habían chocado violentamente
reportando que Colindres y “el médico” Vega fueron fusilados. La Prensa, 29 de diciembre de 1932,
traducción de la G-2, Top 100. Documento 95, página 9, no 49. http://www.sandinorebellion.
com/Top100pgs/Top100-p95L.html. Sandino, El pensamiento vivo, T. II, p. 259.
42. Hurtado González, El anticomunismo, p. 24.“Importantes Revelaciones que hace un ex-jefe san-
dinista mexicano que anduvo con el General Augusto C. Sandino”, El Pueblo, (Managua) 18 de
marzo de 1934, p. 3.
43. Carta a Juan Pablo Umanzor y Juan Santos Morales, 18 de noviembre de 1932, Sandino, El pen-
samiento vivo, T. II, p. 257. Óscar-René Vargas, Floreció al filo de la espada, el movimiento de Sandino, 1926-
1939, Once ensayos de interpretación, (Centro de Estudios de la Realidad Nacional, Managua: 1995), pp.
353-354. Ver también la volante “Trabajadores, Ocupad Vuestro Puesto”, Comité Central Ejecutivo
del Partido Trabajador Nicaragüense, [Octubre de 1932]. RG127/38/20. “Hojas de Propaganda”,
http://www.sandinorebellion.com/MDocs/MDocs-HojasVolantes.html.
44. Comité Central del PCM, “La traición de Sandino y las lecciones aprendida de su dirección
pequeño burguesa en la lucha antiimperialista”, 14 de febrero, fondo 500, Expediente 1-12, MP 48
y Fondo 495 del MP 48.3, Relación de documentos sobre México en el Centro Ruso, Biblioteca
Manuel Orozco y Berra, INAH, Microfilm rollo 3.
45. Carlos Pérez Bermúdez y Onofre Guevara López, El movimiento obrero en Nicaragua: apuntes pare
el conocimiento de su historia, (Editorial ‘El Amanecer’, Managua: 1985), pp.31, 55-57, 358-359. Carta
de Onofre Guevara López al autor 30 de junio de 2014.
46. Conversación en Niquinohomo, noviembre de 1933, Sandino, El pensamiento vivo, T. II, p. 363-
364.
47. Comité Central del PCM, La traición de Sandino.
48. El Machete (ilegal), No. 25, 10 de febrero de 1933.
49. “La muerte de Sandino”, El Machete, 8 de marzo de 1934.
520
50. Guevara apunta que diez días antes de la muerte de Sandino una comisión oficial de dirigentes
sindicales y del PTN se entrevistaron con él. Los integrantes de la comisión fueron Jesús Maravilla
Almendrares, Roberto González, Justo Solórzano, Carlos Leclair. Onofre, Guevara, Cien años de mo-
vimiento social en Nicaragua: relato cronológico, (Nitlaplan-UCA, Managua: 2007), p. 35. Pérez Bermúdez
y Guevara, El movimiento obrero, p. 56.
51. Artículo sin firma, “La descarada traición de Sandino”, en la publicación Semanario Trabajo
(¿Costa Rica?), con fecha 18 de febrero de 1933, atribuido a Rómulo Betancourt en la sección
“Panorama Mundial”. La atribución la hace profesor Naudy Suárez de la Universidad Católica An-
drés Bello, Caracas, Venezuela. http://saber.ucab.edu.ve/bitstream/handle/123456789/45216/
rb044219330218.pdf ?sequence=2. Cerdas Cruz se refiere al debate al informe preparado por Be-
tancourt de cara a una moción de simpatía con Sandino propuesta por Norberto Salinas de Aguilar
para cambiar el titulo de la moción sustituyendo “héroe de las Segovias” por “el traidor de las Se-
govias”, La Hoz y el machete, p. 330.
52. Caballero, Internacional Comunista, pp. 96, 112.
53. Cerdas, Sandino, el APRA, p. 126.
54. Fonseca, Viva Sandino, p. 73.
XVI
Ética personal y vida sentimental
Páginas 385-417
1. Carta al Coronel Abraham Rivera, 21 de febrero de 1931, Sandino, El pensamiento vivo, T. II, p. 161.
2. Álvarez Junco, La ideología, p. 292. Teresa González Pérez, “Una apuesta por la educación de las
mujeres o el discurso alternativo del anarquismo español”, Historia Caribe, Vol. IV, No. 9, (2004),
Universidad del Atlántico, Barranquilla, Colombia.
3. Ricardo Flores Magón, La Revolución Mexicana, (Enlace-Grijalbo, México, D.F.: 1970), pp. 42-44.
4. Grupo Cultural ‘Ricardo F. Magón”, Práxedes G. Guerrero, Artículos literarios y de combate; pensamien-
tos; crónicas revolucionarias, etc., Tampico: 1924, (edición facsimilar, Centro de Estudios Históricos del
Movimiento Obreros Mexicano, México, D.F., 1977), pp.67-69.
5. Sagitario, (Villa Cecilia, Tamaulipas), 6 de junio de 1925. Ver el análisis de Adleson, Historia social,
pp. 105-108.
6. El Mundo (Tampico), 24 de noviembre, 12 y 24 de diciembre de 1925. Fichero del historiador
S. Leif Adleson, ciudad de México. El Mundo (Tampico), 25 de noviembre de 1925. Un documento
de la inteligencia militar (G-2) norteamericano afirma que fue en Mérida donde Sandino “comenzó
a ser influenciado por ideas socialistas”. G-2, “Biografía breve del líder bandolero Sandino” (Breve
biografía del Sandino el líder bandido), 13 de enero de 1928, (agregado militar en San José, Costa Rica)
Documento 95, Página 4, no. 31, http://www.sandinorebellion.com/Top100pgs/Top100-p95D.
html.
7. Joaquín Trincado, El Espiritismo en su asiento, parte I, pp. 119-120, versión pdf. (publicado por vez
primera en 1929), http://bibliotecajtrincado.tripod.com/elespiritismoensuasiento.pdf.
8. Joaquín Trincado, Los Cinco Amores, Ética y Sociología, Suplemento a la ‘Filosofía Austera Racional’,
(publicado en 1922), (Cptsa-Aoc, México, D.F.: 1983), pp. 26-30, 35 y 58.
9. “Bases del Convenio que se propone al General José María Moncada para que se constitucio-
nalice como Presidente de la República de Nicaragua en el período de 1929 a 1932”, 6 de enero de
521
1929, Sandino, Pensamiento político, 300-301. Sobre el ambiente intelectual del periodo, consultar los
diversos ensayos en el texto editado por Marta Elena Casaús Arzú y Teresa García Giráldez, Las
redes intelectuales centroamericanas: un siglo de imaginarios nacionales (1820-1920), (F&G Editores, Guate-
mala: 2005).
10. “La estrella de Teresa”, Daisy Zamora, En limpio se escribe la vida, (Editorial Nueva Nicaragua,
Managua; 1988), p. 27.
11. El testimonio de Cárdenas fue recogido por vez primera por Anagilmara Vílchez Zeledón, “La
amante del General”, Magazine, La Prensa, Managua, (diciembre 2014), pp. 18-22. Ver también el
escrito novelístico de Jorge Eduardo Arellano, “Tres historias de Teresa Villatoro” en Silva de breve
ficción, (Centro Nicaragüense de Escritores, Managua: 2014).
12. Entrevista de Lea Guido y el autor con Lidia Raudes de Ortega, Masaya, 28 de junio de 2015.
Vílchez Zeledón, La amante, p.18.
13. Academia de Historia y Geografía de Nicaragua, Nicaragua Actual, http://www.touring-costa-
rica.com/margarita.html; Testimonio de Santos López, IES, Ahora sé que Sandino manda, p. 8. José
Santos López, Memorias del Coronel Santos López, (Secretaría nacional de propaganda y educación
política, FSLN, Managua: 1979), p. 19.
14. Esteban Pavletich, entrevista, “Sandino: El guerrillero que venció a los yankees”, entrevista a
Esteban Pavletich, (1974), La entrevista realizada por César Lévano apareció originalmente en la
revista “Caretas” de Lima, el 7 de febrero de 1974. http://www.diariolaprimeraperu.com/online/
informe-especial/sandino-el-guerrillero-que-vencio-a-los-yanquis_33508.html. Entrevista Daisy
Cárdenas.
15. Gilbert, Junto a Sandino, pp. 115, 308, 314.
16. La carta a Teresa aparece en Vilchez Zeledón, La amante.
17. Carta a Ernestina de Müller, 3 de marzo de 1930, Sandino, El pensamiento vivo, T. II, pp. 81-82.
18. “Batalla de Saraguazca”, 19 de junio de 1930, Sandino, El pensamiento vivo, T. I, pp. 117-121. El
texto de la carta de Sócrates Sandino a América de Sandino del 9 de marzo de 1931 aparece en
Gilbert, Junto a Sandino, p. 328 y en Arellano, Guerrillero de Nuestra América, p. 315.Carta a Pedro J.
Zepeda, 20 de agosto de 1930, Sandino, El pensamiento vivo, T. II, p. 140.
19. Entrevista con Daisy Cárdenas. Gilbert, Junto a Sandino, pp. 172.
20. Gilbert, Junto a Sandino, pp. 173-174.
21. Carleton Beals, Banana Gold, p. 246.
22. Debe tomarse en cuenta que Girón Ruano hace la declaración una vez detenido por los marines
y poco antes de ser ejecutado por el general “voluntario” y torturador mexicano Juan Escamilla de
marzo de 1929., “Declaración del general Ruano”, 3 de febrero de 1929, Documento 27, http://
www.sandinorebellion.com/Top100pgs/Top100-p27.html. Gilbert, Junto a Sandino, pp. 176-17.
23. Citado por Armando Amador, Nicaragua y Sandino, p. 48. García Salgado, Yo estuve con Sandino,
p. 85.
24. Esteban Pavletich, entrevista, “Sandino: El guerrillero que venció a los yankees”. “Anexos, José
de Paredes a El Universal, Ciudad de México, 5 de diciembre de 1928, (Traducción del inglés), Top
100, No. 26, http://www.sandinorebellion.com/Top100pgs/Top100-p26.html.
25. Documento 95, Página 2, No. 14, (30 de agosto de 1928) http://www.sandinorebellion.com/
images/Top100/DSC00411.JPG “Declaración del general Ruano”, 3 de febrero de 1929, Docu-
mento 27, http://www.sandinorebellion.com/Top100pgs/Top100-p27.html. Resumen de carta de
Sandino a Turcios (interceptada por la G-2), 28 de junio de 1928, (traducción del inglés) Fat File,
No 95, página 1 documento 30, http://www.sandinorebellion.com/Top100pgs/Top100-p95.html.
522
Informe G-2 Declaraciones del general Girón, sin fecha pero alrededor de finales de febrero de
1929, http://www.sandinorebellion.com/Top100pgs/Top100-p27.html; ver también los datos so-
bre Sequeira en Sandino, El pensamiento vivo, T. II, p. 509.
26. La postal tiene fecha 12 de julio de 1929 con firma y sello de Sandino. Expediente 67, Caja 1,
Colección ACS, AGN, Managua. A.C. Sandino a Teresa Villatoro, sin fecha pero alrededor de julio
de 1928 según el historiador Schroeder, EDSNN, 28.07.4, Top 100, Doc. 11, No. 15, http://www.
sandinorebellion.com/EDSNDocs/1928b/RG43A-Box29-055%20(3).jpg.
27. Nota manuscrita enun afiche reproducido en el Arbeiter-Ilustrierte-Zeitung (El Diario Gráfico de
los Trabajadores), Berlín, octubre/noviembre de 1928 calcula Michael Schroeder ,Top 100, Docu-
mento 20, http://www.sandinorebellion.com/Top100pgs/Top100-p20b.html. Informe de inteli-
gencia B-2, 12 de febrero de 1929. Declaración de Rogelio Mangas, desertor del contingente de
Pedrón, http://www.sandinorebellion.com/Top100pgs/Top100-p27.html.
28. Román, Maldito país, pp. 136-137.
29. Entrevista con Daisy Cárdenas. Vílchez Zeledón, La amante, pp. 24-25.
30. Carta al Coronel Abraham Rivera, 21 de febrero de 1931, Sandino, El pensamiento vivo, T. II, p.
161. El Diario de Yucatán reportó la noticia del accidente de “la señora de Sandino”. Diario de Yucatán,
20 de septiembre y 2 de octubre de 1929. Carlos Villanueva Castillo, Sandino en Yucatán, (Secretaría
de Educación Pública, Programa Cultural de las Fronteras, Mérida, Mex.:1988), pp. 123-124, 128-
129. A su llegada a ciudad Guatemala, Sandino buscó a Gustavo Alemán Bolaños. No lo encuentra
en su casa pero conversa con su señora. Alemán Bolaños, Sandino el libertador, pp. 99-100.
31. Macaulay, The Sandino Affair, p. 122.
32. Entrevista con Daisy Cárdenas; Vílchez Zeledón, La amante, p. 21.
33. “Conversación en Niquinohomo”, Sandino, El pensamiento vivo, T. II, p. 365.
34. Testimonio de Alfonso Alexander en “Un colombiano con Sandino”, Nuevo Amanecer Cultural,
12 de agosto de 1983; http://historymatters.gmu.edu/d/4989/. Alexander pone 25 de mayo de
1909 como la fecha de nacimiento de Blanca y no el 9 como afirma la familia. Castillo Sandino, El
Libro de Sandino, p. 369. En el certificado de matrimonio Sandino indica ser hijo “legitimo”. Puede
observarse asimismo los “tres puntos” en la firma identificándose como masón. La reproducción
facsimilar del documento, de la colección Walter Castillo Sandino, aparece en http://www.sandino-
rebellion.com/images/EDSNDocs/1927/270518-ACS-MarriageCert-BlancaArauz.jpg.
35. Gilbert fue admirador confeso de Teresa, Gilbert, Junto a Sandino, p. 172.
36. Román, Maldito país, p. 80.
37. Se pone en boca de Sandino estaría indicando que nació en 1893 y no 1895 como indica su par-
tida de nacimiento, Campos Ponce, Sandino, Biografía de un héroe, pp. 94-95. El certificado eclesiástico
de matrimonio contraído el día de su cumpleaños, el 27 de mayo de 1927, registra 33 años como
la edad de Sandino, cuando en realidad ese día cumplía 32 años. Mayor la confusión a partir de la
información registrada por Román: “tiene 38 años de edad, cumplirá 39 el próximo 18 de mayo de
1933, porque según el mismo, nació en 1894 aunque fue inscrito en el Registro Civil hasta el año
siguiente, de allí la confusión sobre la edad”, Maldito país, p. 179. El nacimiento fue registrado el 14
de julio de 1895 en presencia de los padres y señala que el 27 de mayo pasado presente (abreviado)
había nacido Augusto Nicolás Calderón. Sandino da el dato correcto en el documento “Para la
historia de Nicaragua”, Sandino, El pensamiento vivo, T. II, p. 237. El texto se reproduce en Castillo,
Libro de Sandino, p. 10 y digitalizado de la colección Walter Castillo Sandino, en http://www.sandi-
norebellion.com/images/EDSNDocs/1927/950518-ACS-Birth.jpg.
38. La carta aparece fechada en 1927 en Sandino, El pensamiento vivo, T. I, pp. 155-156 con variacio-
nes en el texto. La referencia que hace Sandino a las elecciones sin embargo indican que la fecha
523
pudo ser el 6 de octubre de 1928 El texto completo aparece en Castillo Sandino, Libro de Sandino,
pp. 271-272.
39. Belausteguigoitia, Con Sandino, p. 191.
40. Petrujin, et.al., Farabundo Martí, p. 33.
41. “Si los esposos no se impusieran un hogar, no podrían entender ni cumplir sus mutuos desti-
nos, ni exponer a sus hijos el destino de la vida: lo que demuestra que el amor de esposos impone
la fundación del hogar donde puedan dar expansión a su amor”. Joaquín Trincado, Los cinco amores,
(1921), versión biblioteca virtual Scribb, Capítulo 3, p. 14 http://www.scribd.com/doc/5401103/
Cinco-amores”.
42. Somoza, El verdadero Sandino, p. 205.
43. Testimonio de José María Cerro, IES, Ahora sé que Sandino manda, p. 119. Un corresponsal del
diario ABC de Madrid indica que es Blanca quien manda copias de proclamas del genera a la vez que
pide ejemplares de sus reportajes sobre Nicaragua. Firma “Hispanófilo”, “El fin de la resistencia de
Sandino”, ABC. 17 de mayo de 1929.50 Somoza, El verdadero Sandino, pp. 278-279.
44. El misionero cuáquero Sayre persuadió a Blanca escribir a Sandino pidiéndole aceptar la pro-
puesta del misionero para que Sandino entregara las armas. John Sayre, A Try at Peace and Justice with
Sandino, World Tomorrow, XI (March 1928), pp. 113-17, referencia http://www.sandinorebellion.
com/pcdocs/1928a/PC280206-Young.html. Sandino responde directamente a Sayre rechazando
tajantemente la idea, Carta a Sayre y Robert C. Jones , 1 de enero de 1928, en http://www.sandino-
rebellion.com/EDSNDocs/1928a/edsn280101f.html Macaulay también lo confirma, Macaulay,
The Sandino Affair, p.98. Selser, Sandino General de Hombres Libres, pp. 390-391.
45. El texto encontrado en los archivos norteamericanos aparece únicamente en inglés. La traduc-
ción es nuestra. Blanca Sandino a Gregorio Sandino, 5 de enero de 1928, EDSN 28.01.05a, http://
www.sandinorebellion.com/EDSNDocs/1928a/edsn280105a.html; La biografía del General Fe-
land hace referencia al papel de Gregorio. Bettez, Kentucky Marine, p. 217.
46. Macaulay, The Sandino affair, pp. 121-132.
47. Salvatierra, Sandino, pp. 74-75, 78, 88.100.
48. “Protocolo de Paz”, 20 de enero de 1933, Sandino, El pensamiento vivo, T. II, pp. 269-271. Salva-
tierra, Sandino, pp. 110,129.
49. Calderón Ramírez, Últimos días de Sandino, p. 41.
50. Román, Maldito país, pp. 177-178.Cuadra, Hombre del Caribe, p. 108.
51. Salvatierra, Sandino, p. 157.
52. Carta de Sandino a Trincado, 22 de junio de 1931, en Somoza, El verdadero Sandino, pp. 238-240.
“Ante el féretro de Blanca Arauz”, 2 de junio de 1933, Sandino, El pensamiento vivo, T. II, p. 339. Ver
también el documento referido en Walter Castillo Sandino “La espiritualidad luz y verdad de mi
‘gran padre’ el General Augusto C. Sandino, Edición especial, No. 1, 2008, Expediente 133, Caja 3,
Colección ACS, AGN. Hodges, Sandino’s Communism, p. 138.
53. Blanca llegó con dos hermanos considerados que a juicio del historiador Macaulay resultaron
ser problemáticos para Sandino y en alguna ocasión ofreció fusilar a uno de ellos. Macaulay, The
Sandino Affair, pp. 214-215.
54. Es la interpretación de Macaulay, The Sandino Affair, p. 215. La detención toma lugar a finales
de 1929, Walter Sandino Castillo, El libro de Sandino, p. 371.
55. Según relata Sandino a Román, Maldito país, p. 81.Castillo Sandino, El libro de Sandino, p. 371.
Howlett, “John Navin Sayre”, p.75.
56. Román, Maldito país, pp. 78, 174. Carta a María Cristina Zapata, 10 de junio de 1933, en Castillo
Sandino, Libro de Sandino, p. 371.
524
57. La copia del acta del matrimonial civil puede consultarse en el sitio web sandinorebellion.com.
Colección Walter Castillo Sandino, EDSN.33.05.27, http://www.sandinorebellion.com/EDSN-
Docs/1933+/edsn-330527.html.
58. Carta de Blanca 25 de enero de 1933, Somoza, El verdadero Sandino, p. 427. Castillo Sandino,
Libro de Sandino, p. 371.
59. “Ante el féretro de Blanca Arauz, 2 de junio de 1933, Sandino, El pensamiento vivo, T. II, p. 339. La
otra versión: Somoza, El verdadero Sandino, p. 10. Cuadra, Hombre del Caribe, p. 108.
60. Testimonio de Luisa Cano Arauz de Mendoza, IES, Ahora sé que Sandino manda, p. 270; Eddy
Kühl, “Familia del Col. Abraham Rivera, lugarteniente de Sandino”, El Nuevo Diario, 3 de Julio de
2002, http://archivo.elnuevodiario.com.ni/2002/julio/03-julio-2002/opinion/opinion3.html. Ra-
fael Casanova Fuentes, “Las mujeres en el pequeño ejército loco”, Nuevo Amanecer Cultural, El Nuevo
Diario, 20 de marzo de 2010.
61. Wilfredo Soto, “Asamblea Nacional rinde tributo a Sandino”, “Hija de Sandino atesora anéc-
dotas sobre su padre” http://www.lavozdelsandinismo.com/nicaragua/2009-02-20/hija-de-sandi-
no-atesora-anecdotas-sobre-su-padre/
62. Por ejemplo, David E. Whisnant, Rascally signs in sacred places, the politics of culture in Nicaragua,
(University of North Carolina Press, Chapel Hill, N. C.: 1995), pp. 375-382.
63. Carta a Gregorio Sandino, 1922, Sandino, El pensamiento vivo, T. I, p. 73-74.
64. Resulta incongruente, sin embargo, la presunta comunicación del General Francisco Estrada al
General Juan Santos Morales en respuesta a la pregunta de qué hacer con mujeres prisioneras por
colaborar con el enemigo: “A las mujeres les puede dejar ir pero es bueno que los muchachos les
‘echen el Tigre antes’, para que sepan que no se juega con el Ejército Defensor de la Soberanía”.
Aparentemente el modismo equivale a violar una mujer. En el libro de Somoza aparece copia del
documento, Somoza, El verdadero Sandino, pp. 237-238. Por otro lado son múltiples las referencias
a la prohibición impuesta por Sandino –Tiburcio Zelaya Herrera, un combatiente en el EDSNN,
recordaría la orden de que quien fuera encontrado culpable de violar a una mujer sería fusilado
inmediatamente. “Respeto sobre todo por la mujer... Esos eran los ideales de Sandino... Tengan
cuidado porque si violan a una mujer tendré que hacerlos fusilar”, les había dicho Sandino. Testimo-
nio de José Flores Gradys, IES 058: 6,10, citado en Testimonio de Macario Calderón Salinas, IES
044-2-2:99, Michael J. Schroeder, To Defend Our Nation’s Honor’: Toward a Social and Cultural History of
the Sandino Rebellion in Nicaragua, 1927-1934, Tesis doctoral, Universidad de Michigan, 1993, pp. 238
y 523-524.http://www.sandinorebellion.com/mjs/Schroeder-1993Dissertation.pdf.
XVII
Clero y Religión
Páginas 418-440
1. Román, Maldito país, p. 137. El testimonio fue recogido originalmente por Carlos Pantoja “Un
Colombiano con Sandino”, Alternativa, Nos. 185-186, Bogotá, 1978. Reproducido en el Nuevo
Amanecer Cultural, El Nuevo Diario, 12 de agosto de 1983 y en Guillermo Segovia Mora, Nariño, pueblo
rebelde y bravío, (Impulso Gráfico, Bogotá: 2008), pp. 41-44.
2. “A todos los explotados del mundo”, Sagitario, (Villa Cecilia, Tamaulipas, México) 16 de agosto
de 1925, No. 14, año 2.
525
3. Testimonio de Macario Calderón Salinas, IES 044-2-2:99, citado por Michael J. Schroeder, To
Defend Our Nation’s Honor: Towards a Social and Cultural History of the Sandino Rebellion in Nicaragua,
1927-1934, Tesis doctoral, Universidad de Michigan, 1993, p. 241.
4. Belausteguigoitia, Con Sandino, pp. 144-145 y 148-149. Iker González-Allende, “El imperialismo
espiritual de Ramón de Belausteguigoitia: América y España en el pensamiento de un nacionalista
vasco”, Digital Commons, Universidad de Nebraska-Lincoln, 1-1-2008, http://digitalcommons.unl.
edu/modlangspanish/32.
5. Citado en Córdoba, La ideología, p. 426.
6. “El problema religioso en México”, El Libertador, Vol. II, no 9 y 10, (octubre de 1926), p. 2.
7. “La encíclica papal”, El Machete, órgano del Partido Comunista Mexicano, 20 de octubre de
1932., “La religión” ( 23 de mayo de 1914) de Ricardo Flores Magón, 1914: la intervención americana
en México, (Ediciones Antorcha, México.: 1981), pp. 57-58.
8. El Radical, Bisemanario Liberal y Antiintervencionista, León, Nicaragua, año 1, No. 30, director y
redactor propietario Agustín Sánchez S.
9. El Obispo de Granada [Canuto Reyes y Valladares], Importantes Aclaraciones sobre el Liberalismo,
(Tipografía “El Mensajero”, Granada: 1927), pp. 4, 5, 12 y 18 reproducida en el archivo “Cartas
nicaragüenses dirigidas a Henry Stimson”, Top 100, Documento 100, Página 4, http://www.sandi-
norebellion.com/Top100pgs/Top100-p100d.html.
10. Michel Gobat, Confronting the American Dream, Nicaragua under U.S. Imperial Rule, (Duke Univer-
sity Press, N.C.: 2005), p. 179. Belausteguigoitia, Con Sandino, p. 160.
11. Entrevista con David Vásquez realizada por Gregorio Selser. Carlton Beals, Banana Gold, Edito-
rial Nueva Nicaragua, Managua: 1983, traducción de Luciano Cuadra, p. 82. (edición original de J. B.
Lippincott Company, Philadelphia: 1932, p. 265. Max Stern, “Scripps-Howard Man Visits Home of
Hunted Nicaraguan General”, El Paso Evening Post, (El Paso, Texas, EE.UU.), 6 de febrero de 1928.
12. Gobat, Confronting the American Dream, p. 53 y 69-70, 77-80, 177. Dora María Téllez Argüello,
¡Muera la gobierna! Colonización en Matagalpa y Jinotega (1820-1890), (Universidad de las Regiones Autó-
nomas de la Costa Caribe Nicaragüense, 1999), pp. 16-17, 177-178.
13. Manzar Foorhar, The Catholic Church and Social Change in Nicaragua, (SUNY Press, New York:
1989 ), p. 16. Sandino, El pensamiento vivo, T. II, p. 465. Maraboto, Sandino, p. 19.
14. Citados en Selser, Sandino, pp. 78, 86. Ver así mismo Jorge Eduardo Arellano, Breve historia de la
iglesia en Nicaragua (1523-1979) (Editorial Manolo Morales, Managua: 1986), pp. 69-70, 86. Y Foorhar,
The Catholic Church, pp. 16-24.
15. Jorge Eduardo Arellano, Breve historia de la Iglesia en Nicaragua (1523-1979), (Editorial Manolo
Morales, Managua: 1986), p. 24, 86. Y del mismo autor, “El Obispo histórico” Simeón Pereira y
Castellón, La Prensa, 10 de septiembre de 2003, http://www.manfut.org/cronologia/obispos.html.
Foorhar, Catholic Church, p. 16.
16. Gobat, Confronting the American Dream, pp. 175-201.
17. Procuren ser ángeles no demonios”, Carta al Coronel Inéz Hernández Díaz y Sargento Mayor
Ladislao Palacios, 20 de mayo de 1931 reproducido (documento 34)en Bendaña, La mística de San-
dino, pp. 234-236.
18. “Carta al Coronel Abraham Rivera, 22 de febrero de 1931, Texto completo de la carta en So-
moza, El verdadero Sandino, pp. 208-210. Versión truncada en Sandino, El pensamiento vivo, T. II, pp.
163-164. Bendaña, La mística de Sandino, pp. 130-131.
19. “Blanca y sus verdugos”, 18 de marzo de 1929, Sandino, El pensamiento vivo, T. II, p. 404. Selser,
General de hombres libres, pp. 222-233. Sandino dice estar cumpliendo 32 años pero en el acta de ma-
trimonio la edad registrada indica 34 años.
526
20. “Anécdota auténtica del General Sandino”, recorte de un diario de León, Nicaragua, 17 de mar-
zo de 1934. Expediente 73, Caja 2, Colección Augusto C. Sandino, Archivo General de la Nación,
Ministerio de Cultura, Managua. La versión es retomada por Somoza quien dice “Sandino tomó
la palabra pronunciando un discurso en honor de su esposa, todo lleno de disparates y en poses y
actitudes dramáticas, después de lo cual terminó ordenando que continuara su oficio el asustado
Cura del lugar”. Somoza, El verdadero Sandino, p. 11 Abelardo Cuadra, Hombre del Caribe, memorias
presentadas y pasadas en limpio por Sergio Ramírez. (Educa, Centroamerica: 1981), p. 108.
21. Belausteguigoitia, Con Sandino, pp. 136-137.
22. Testimonio de Joaquín Fajardo Arauz, IES 100-1-2: 5, citado por Schroeder, “To Defend”, p.
241.
23. Manifiesto Luz y Verdad, 15 de febrero de 1931, Sandino, El pensamiento vivo, T. II, pp. 159-160.
24. Gilbert, Junto a Sandino, pp. 301-302.
25. Carta de Florencio López a Sandino, 23 de diciembre de 1927, Sandino, El pensamiento vivo, T.
II, p. 209.
26. Traducción del inglés. Firma Rosa Amelia Córdoba y seis mujeres, con “X”, con 12 testigos
todas mujeres. “Protesta de las mujeres de Palacagüina contra la destrucción de la iglesia por los
marines norteamericanos”. Documento 42, (Top 100), http://www.sandinorebellion.com/To-
p100pgs/Top100-p42.html.
27. Testimonio de Santos López, IES, Ahora sé que Sandino manda, p. 135.
28. Óscar González Gary, Iglesia Católica y revolución en Nicaragua, (Razo impresores, México, D.F.:
1986), pp.140-141. Conversaciones con Ramón de Belausteguigoitia, (febrero de 1933), Sandino, El
pensamiento vivo, T. II, p. 299. Se trata de José Moral, español, amigo de Sandino, agricultor radicado
en Yalí quien participó en las conversaciones entre Sandino y su padre el 23 y 24 de mayo de 1927,
p. 505.
29. Belausteguigoitia, Con Sandino, p. 166.
30. “Revelaciones de la Guerra Sandinista que hace uno que estuvo con Sandino’”, El Pueblo, 7 de
abril de 1934.
31. Citado en Arellano, Guerrillero de Nuestra América, p. 324.42. Gilbert, Junto a Sandino, p. 208. So-
moza, El verdadero Sandino, pp. 132-133.
32. “A todas las columnas sandinistas”, 10 de abril de 1931, Sandino, El pensamiento vivo, T. II, p. 168.
33. Somoza, El verdadero Sandino, pp. 221-223; 22 abril 1931. La viuda de Bregenzer narra lo ocu-
rrido en una carta a la sede morava, copia de la cual aparece en The Atlantic Coast, 1931A, página 3,
(abril 1-22, 1931), http://www.sandinorebellion.com/eastcoast/EC1931A-p3.html. Comunicado
de prensa de la Embajada de Estados Unidos en Managua, 16 de abril de 1931. Documento 95,
página 6, No. 47, http://www.sandinorebellion.com/Top100pgs/Top100-p95F.html.
34. Anna Adams, Missionaries and Revolutionaries: Moravian Perceptions of U.S. foreign policy in Nicara-
gua, Missionology: An International Review, Vol.15, No. 3, Abril, 1987, pp. 49-60, http://mis.sagepub.
com/content/15/2/49.full.pdf+html; Volker Wünderich, Sandino en la costa, de las Segovias al litoral
atlántico, (Editorial Nueva Nicaragua, Managua: 1989), p. 67, 78-79. El informe de los marines
y de la Sra. Bregenzer se reproduce en la colección de Schroeder, http://www.sandinorebellion.
com/eastcoast/EC1931A-p3.html y http://www.sandinorebellion.com/eastcoast/EC1931A-p3.
htmlWünderich, Sandino, p. 240. Luciano Baracco, ed., National Integration and Contested Autonomy:
the Caribbean Coast of Nicaragua, (Algora Publishing, New York: 2011), pp. 57-58.
35. “Informe sobre la muerte del hermano Bregenzer dada en Tuburos por un testigo”, Top 110,
Documento 63, http://www.sandinorebellion.com/Top100pgs/Top100-p63.html.
527
36. Brooks, David C., “U.S. Marines, Miskitos and the Hunt for Sandino; the Río Coco Patrol en
1928”, Journal of Latin America Studies, Vol. 21, No. 2, mayo de 1989, pp. 338-339.
37. Para los observadores Indohispanos, 25 de mayo de 1931, Documento No. 15, Bendaña, La
mística de Sandino, pp. 201-202. Ver también los informes militares norteamericanos al respecto y
los documentos ingleses sobre el deseo de la población de independizarse del gobierno central,
The Atlantic Coast, 1932B, p. 2, http://www.sandinorebellion.com/eastcoast/EC1932B-p2.htmlA-
dams, Missionaries and Revolutionaries, pp. 49-60, http://mis.sagepub.com/content/15/2/49.full.
pdf+htmlGerman Romero Vargas, Historia de la Costa Atlántica, (CIDCA-UCA, Managua: 1996),
pp. 160-161; McPherson, The invaded, p. 230.
38. Estando a cargo del Ejército en tanto el Sandino permanecía en México, el general Altamirano
(Pedrón) emite la siguiente orden: “Se prohíbe también penetrar en las casa de personas pobres, ya
que solo los ricos deben de ser los que suministren nuestras necesidades, ya sea de manera voluntaria
o por la fuerza. Aquellos que infringieran esta orden serán castigados de acuerdo con las leyes milita-
res del país”. Orden General del 9 y 10 de abril de 1930, Documento 13, Bendaña, La mística, p. 197.
39. “Manifiesto a los oprimidos del Atlántico” 20 de junio de 1931, Documento 11. Carta del
20 de mayo de 1931 al Col. Inéz Hernández Gómez y Sargento Mayor Ladislao Palacios. Versión
original localizada en los archivos norteamericanos por el equipo de Michael Schroeder en http://
www.sandinorebellion.com/eastcoast/ATL-1931A/ATL-310520a-ACS.jpg.
XVIII
El supremo sueño de Sandino
Páginas 441-463
1. “Manifiesto a los oprimidos del Atlántico” 20 de junio de 1931, Documento 11, Bendaña, La
mística de Sandino, pp. 193-194.
2. Ver la comunicación (interceptada) de José Antonio Pérez a Ciriaco Picado, 15 de julio de 1928,
informando del nombramiento de Picado como Jefe de los Cívicos de Guayaba, jurisdicción de San
Lucas. “Analista de la Guardia-Marines concluye que los bandidos han organizado una guardia cí-
vica”, Top 100, Documento 20, http://www.sandinorebellion.com/Top100pgs/Top100-p20.html.
3. Salvatierra, Sandino, p. 144.
4. La fuente es “un civil prominente que goza de la confianza de la Guardia”, Informe del coman-
do central de la GN, Managua, 1 de septiembre de 1932. Documento 95, página 11, no. 3, http://
www.sandinorebellion.com/Top100pgs/Top100-p95K.html. Howlett, “John Nevin Sayre”, p. 35.
5. Román, Maldito país, pp. 134-135.
6. “Información suministrada a los Marines por Humberto Torres, juez suplente del juzgado elec-
toral de Estelí, quien fue oficial de Sandino en el período 1 de marzo al 21 de mayo de 1927”. To-
rres repite que Sandino fue oficial en el ejército de Pancho Villa. Describe a Sandino como“gran
optimista con una habilidad inusual para convencer a otros de la viabilidad de sus más fantasiosos
proyectos; extremadamente energético; explica sus planes en gran detalle a sus subordinados más
bajos pero frecuentemente deja a sus oficiales con la duda; está lejos de ser sangre fría y nunca se
le conoció cometer personalmente algún acto de crueldad; muy religioso y cree que por cada mal
cometido habrá castigo apropiado al ofensor, independientemente de si lo hicieran los agentes del
estado; le interesa poco la acumulación de dinero para uso personal y raramente tiene un centavo en
528
la bolsa; es muy vanidoso y sofisticado, creyendo plenamente en la infalibilidad de su sabiduría, no
tolera mucho tiempo a subordinados de capacidad sobresaliente; finge ser modesto todo el tiempo,
pero de hecho es muy vanidoso y egoísta; su lema fundamental el “bienestar de nuestra Patria”, y
siempre enfatiza su interés en la clase campesina...” (traducción del inglés), “Relato de Humberto
Torres sobre la vida y campaña constitucional de Sandino”, Top 100, Documento 23, http://www.
sandinorebellion.com/Top100pgs/Top100-p23.html.
7. Román, Maldito país, pp. 135-136.
8. “Informe de la Guardia Nacional”, 20 de enero de 1934, citado por Dospital, La construcción, p. 58.
9. Carta a Daniel Ortega Cerda, 8 de julio de 1933, Colección Daniel Ortega Cedra, http://www.
sandinorebellion.com/EDSNDocs/1928a/edsn-Coleccion%20Daniel%20Ortega%20Cerda.html.
10. Román, Maldito país, p. 172. Michelle Dospital, “La construcción del estado nacional en Nica-
ragua: el proyecto sandinista (1933-1934)”, Revista de Historia, (Instituto de Historia de Nicaragua,
UCA, 1992-1993, no 2, pp. 52-61.
11. Carta a Joaquín Trincado, 22 de junio de 1931, en Somoza, Verdadero Sandino, p. 239. Dospital,
“Sandino y la EMECU”, pp. 44-45.Carta a Rafael Ramírez Delgado, 16 de julio 1933, Sandino, El
pensamiento vivo, T. II, p. 343.
12. Se puede entender que el desprecio de los partidos políticos –postulado medular del anarco-
sindicalismo– está circunscrita a la zona de las cooperativas, y no a nivel nacional. Lo cual no niega
su disgusto hacia los “politicastros” en general, haciendo las excepciones como en el caso, citado
en la misma entrevista, de Escolástico Lara como “el único honesto”, “un verdadero liberal de
principios” aunque incongruentemente llevaba una medalla presuntamente religiosa en el pecho,
observa Sandino, agregando que él también había llevado una, “como muestra de gratitud” con una
simpatizante que se la había puesto. Se conoce asimismo, el texto del poder de representación que
Sandino firma a favor de Zepeda el 25 de noviembre de 1933, con “atribuciones y facultades de
decisión para negociar cualquier pacto, o arreglo de carácter político”. También dijo estar pensando
en dos personas que Sacasa había sugerido fueran seleccionados por Sandino para postularlos como
senador y diputados, con suplentes. Pensó entonces en Pedro J. Zepeda “quien me ha prestado
valiosos servicios”, a un hacendado colaborador segoviano y “la suplencia se la voy a dar a un obre-
ro”. “Representación a Pedro José Zepeda, 25 de noviembre de 1933, Sandino, El pensamiento vivo,
T. II, p. 369.“Conversación en Niquinohomo”, [noviembre de 1933], Sandino, El pensamiento vivo, T.
II, pp. 363-364.
13. “Manifiesto”, El Centroamericano, (León) 3 de diciembre de 1933.
14. En un escrito de 1908 de Kropotkin titulado “la Idea Revolucionaria en la Revolución” señala
“Un pueblo que haya sabido organizar por sí mismo tanto el consumo de las riquezas, como su
reproducción en beneficio de toda la sociedad, ya no podrá ser gobernado. Un pueblo que sea él
mismo la fuerza armada del país, y que haya sabido dar a los ciudadanos armadas, la cohesión y la
unidad de acción necesarias, no podrá ser sometido a ordenamientos”. Paniagua, Libertarios y sindi-
calistas, p. 42.
15. La Prensa, 7 de junio de 1933, citado en Michelle Dospital, “La Construcción del estado nacio-
nal en Nicaragua: el Proyecto Sandinista (1933-1934)”, Revista de Historia, no 2, Instituto de Historia
de Nicaragua, no especial, pp. 52-61, p. 57.
16. Maraboto, Sandino, citado por Alemán Bolaños, Sandino, p. 33.
17. Carta al Comandante Erasmo Carbajal y Teniente Coronel Perfecto Chavarría, 8 de enero de
1932, [respetando ortografía original], Documentos EDSNN-1932, http://www.sandinorebellion.
com/images/EDSNDocs/1932-Jan/DSC09713.pdf.
529
18. Eliseé Reclus, La geografía como metáfora de la libertad, publicada originalmente en 1895 y reeditada
por Plaza y Valdés, México y Madrid: 1999. Carta a Rafael Ramírez Delgado, Tegucigalpa 16 de
julio 1933, Sandino, El pensamiento vivo, T. II, p. 343.
19. “Conversación in Niquinohomo”, noviembre de 1933, Sandino, El pensamiento vivo, T. II, pp.
364-365.
20. “Manifiesto”, El Centroamericano, (León) 3 de diciembre de 1933.
21. “Boletín de Guerra”, 22 de agosto de 1931, reproducido en Bendaña, La Mística de Sandino, pp.
179-181.
22. Kropotkin, “La Idea Revolucionaria en la Revolución” discutida en Paniagua, Libertarios y sin-
dicalistas, pp. 42-43.
23. El texto completo puede consultarse en Izaguirre y Martínez, Sandino y los marines, pp. 484 y
Arellano, Guerrillero de Nuestra América, p. 297.23 Dospital, Siempre más allá, p. 154.
24. El Pueblo (Managua) citado por Dospital, “Construcción del Estado”, p. 56.24 Telegrama de
Sandino al presidente Sacasa, 5 de febrero de 1933, Expediente 28, Caja 1, Colección ACS, AGN.
Michelle Dospital, “La Construcción”, p. 55-56.
25. Carta a José Alberto Fagot, Cabo Gracias a Dios, 24 de junio de 1933, Expediente 25, Caja 1,
Colección ACS, AGN. Crónica detallada del viaje de los delegados y de la histórica entrevista con
A.C. Sandino en su Cuartel de el Embocadero, El Eco Nacional, (León), 26 de enero de 1933 Cró-
nica de Alberto Reyes.
26. El Pueblo (Managua) citado por Dospital, “Construcción del Estado”, p. 56.
27. G-2 Informe “Sandino establece cooperativa con sus hombres”, 23 de marzo de 1933, (agre-
gado militar San José), traducción del inglés por el autor, Documento 95, Página 9, no 20 y 21.
http://www.sandinorebellion.com/Top100pgs/Top100-p95I.html. El mapa aparece http://www.
sandinorebellion.com/images/Top100/SandinoSit-Pt2/DSC01082.JPG.
28. Román, Maldito país, p. 140.
29. “Conversando con el General Estrada y el Coronel Rivera”, El Pueblo, 7 y 8 de enero de 1934.
30. Telegrama de Sacasa a Rivera, 14 de noviembre de 1933, y telegrama sin fecha de Abraham Ri-
vera y telegrama del Coronel Abraham Rivera a Sacasa del 3 de noviembre de 1933 acusando recibo
de salarios de agosto. Expediente 55, Caja 1, Colección ACS, AGN. ‘Contexto Histórico’, Boletín del
Archivo Nacional, No. 3, 1986, Ministerio de Cultura, Managua.
31. “Editorial”, Digesto Latinoamericano, (San José) 5 de marzo de 1934, p. 1.e 1934, p. 3.
32. Local de Wiwilí, (impreso 1934), p. 73; Decreto 345 del 12 de enero de 1934. Carlos Salazar
Alfaro, La primera cooperativa de Nicaragua-Güigülí, (Fondo Cultural Caruna, R.L, Inpasa), Managua,
2011), p. 39.
33. “Contexto Histórico”, Boletín del Archivo Nacional, No. 3, 1986, Ministerio de Cultura, Managua.
34. Cláusula 2, Convenio de Paz, en Sandino, El pensamiento vivo, T. II, pp. 278-279.
35. Sandino expone sus razones en un largo escrito recapitulando la guerra y le viaje a México en
el que reproduce el texto del convenio en su conjunto. “Manifiesto a los pueblos de la tierra y en
particular al de Nicaragua”, 13 de marzo de 1933, Sandino, El pensamiento vivo, T. II, pp. 303-327. La
referencia al empréstito aparece en la página 320.
36. Telegrama a Sacasa, 12 de febrero de 1934, Expediente 28, Caja 1, Colección ACS. AGN, Ma-
nagua.
37. Ver carta de Escolástico Lara, líder de aquel esfuerzo, a Sandino en Selser, Sandino, General de
hombres libres, pp. 638-641.
38. Salvatierra, Sandino, o la tragedia, pp. 167-168.
39. Texto de la carta sin fecha reproducida en Selser, Sandino, General de hombres libres, pp. 668-669.
530
40. Alemán Bolaños, Sandino, el libertador, p. 205 citada por Selser, Sandino, General de hombres libres,
p. 655.
41. Telegrama a Salvatierra, 8 de febrero de 1933, en Selser, Sandino, General de hombres libres, p. 614.
42. Carta a Humberto Barahona, 27 de mayo de 1933, Sandino, El pensamiento vivo, T. II, p. 338. So-
bre el curso del desarme ver Selser, Sandino, General de hombres libres, pp. 619-623.
43. Carta a Gustavo Alemán Bolaños, 16 de marzo de 1933, Sandino, El pensamiento vivo, T. II, pp.
331-332.
44. Román, Maldito país, p. 178. Calderón Ramírez, Últimos días de Sandino, p. 52.
45. Carta a Lidia Barahona, 15 de marzo de 1933, Sandino, El pensamiento vivo, T. II, p. 328. Román,
Maldito país, p. 165-166.
46. “Desde el punto de vista de clase, las ilusiones de los intelectuales citados pueden conceptuarse
como la expresión de una pequeña burguesía cansada de luchar, y desesperada por dedicarse a de-
fender y disfrutar sus limitados intereses. Por otro lado, debe ponerse de relieve que estos pacifistas
utópicos no respaldaron en ninguna forma a Sandino durante la larga y difícil lucha guerrillera...
Esta actitud de los intelectuales de Nicaragua, puede ser establecida como una continuación de la
línea de intelectuales que los habían precedido en el movimiento cultural nacional”. Carlos Fonse-
ca, Viva Sandino, (Editorial Nueva Nicaragua, Managua: 1982), pp. 66-67, 74-75. Girardi, Sandinismo,
Marxismo, pp. 32-35.
47. “Reportaje”, (entrevista en el diario La Prensa), 18 de febrero de 1933, Sandino, El pensamiento
vivo, T. II, p. 375.G-2, Situación Nicaragua, 1 de marzo de 1933, (agregado militar, San José), Docu-
mento 95, página 9, no 23. Traducción del inglés. http://www.sandinorebellion.com/Top100pgs/
Top100-p95I.html.
48. “El padre de Sandino relata lo que ocurrió la noche del 21 de febrero”, del Panamá América (Pa-
namá), reproducido en el Digesto Latinoamericano, (San José, C.R.) 5 de marzo de 1934, p. 7.
49. Testimonio de Luciano Gutiérrez Herrera, (Instituto de Estudios del Sandinismo, 102), citado
por Schroeder, Horse Thieves, p. 10-11.
50. Citado por Dospital, “Construcción del Estado nacional”, p. 60.
51. La Noticia, 12 de febrero de 1933.
52. “Editorial”, Digesto Latinoamericano, (San José) 5 de marzo de 1934, p. 1. Carleton Beals, “Pano-
rama panamericano”, Digesto Latinoamericano, 28 de mayo de 1934, p. 3.
Epílogo
El legado de Sandino
Páginas 464-472
1. Carta a Gustavo Alemán Bolaños, 9 de septiembre de 1929, Sandino, Pensamiento vivo, I, pp.
389-390.
2. “Las cooperativas en el desarrollo social y observancia del Año Internacional de las Coopera-
tivas”, Informe del Secretario General, 22 de julio de 2013, Naciones Unidas, A/68/168, http://
daccess-dds-ny.un.org/doc/UNDOC/GEN/N13/447/46/PDF/N1344746.pdf ?
3. Carta al Col. Inéz Hernández Gómez y al Sargento Mayor Ladislao Palacios, 20 de mayo de
1931, Documento 34, Bendaña, La mistica, pp. 233-235.
531
4. José Carlos Mariátegui, “Aniversario y Balance”. Amauta, vol. 17, septiembre de 1928. p. 3 Ma-
riátegui “El hombre y el Mito”, El Alma Matinal, citado en Michael Löwy, “Recordando a Mariá-
tegui, Un marxista romántico”, Viento Sur, (Madrid), No 16, agosto 1994, p. 103. La segunda cita
es de un articulo originalmente publicado en la revista Variedades en 1924 y después recogido en
“La escena contemporánea”, Archivo José Carlos Mariátegui, “El Alma Matinal”, Obras completas
de José Carlos Mariátegui, III, https://www.marxists.org/espanol/mariateg/oc/el_alma_matinal/
paginas/el%20mito%20y%20el%20hombre.htm
5. Carta a Adán Madariaga, 2 de septiembre de 1927, Sandino, Pensamiento vivo, I, pp. 139-140.
6. Ibid., p. 68.
7. Calderón Ramírez, Últimos días, p. 94-95.
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