Monografia - Amazonia Peruana
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CUSCO – PERU
2019
DEDICATORIA
Los alumnos.
ÍNDICE GENERAL
Sin embargo, el carácter que hemos querido dar a nuestra labor investigadora
nos exige penetrar en el mundo cultural del poblador. Y esto no se puede hacer
sin una visión histórica, si bien breve.
Se trata de una enorme depresión geológica en los que predominan las grandes
llanuras, montañas, pequeñas áreas de montaña, los territorios inundables en el
tiempo de crecida de los ríos. Localmente algunos le llaman "montaña", selva
amazónica o jungla.
El clima marca dos temporadas básicas, la temporada seca con bajos niveles de
aguas y es llamada verano (abril a octubre) y la temporada de lluvias (noviembre
a marzo) en la que los niveles de aguas se elevan notablemente y genera
grandes extensiones de terreno inundados.
APUNTES SOBRE LA AMAZONIA PERUANA Y SU
IMPORTANCIA A TRAVES DE LA HISTORIA DEL PERU
I. EN LA EPOCA DE LOS INCAS
Aunque la mayoría de los cronistas omite este episodio, hay varios autores
quienes hablan de las primeras incursiones incas a los antis y chunchos en
los tiempos de Inca Roca.
Antis y chunchos son términos genéricos aplicados por la tradición
andina a los grupos étnicos selváticos. Posiblemente, se originaron en ciertas
regiones específicas y en el principio designaban a algunas etnias concretas,
pero su uso por parte de los cronistas es, en muchos casos, indiscriminado.
Algunos autores, desde la época colonial, intentaron delinear las supuestas
fronteras geográficas correspondientes a cada uno de estos términos. En uno
de los trabajos de France Marie Renard de (Casevitz, 1981) los antis se
identifican como un conjunto de grupos étnicos Arawak que poblaban la
corriente baja del río Apurímac (actualmente machiguengas y ashánincas).
El análisis del término chunchos por Thierry (Saignes, 1981, pág. 154) sugiere
que bajo este nombre se conocían varios grupos de la familia lingüística
Tacana, hoy en gran parte desaparecidos, que habitaban entre los ríos Beni y
Madre de Dios. Los antis al parecer son varios grupos de la familia lingüística
arawak de las cuencas del Madre de Dios y del Ucayali.
Muy a menudo en estas palabras se percibe un matiz despectivo, son
sinónimos de la barbarie. Los textos de Cieza de León, Betanzos, Garcilaso
tanto como muchos otros, transmiten una imagen claramente denigrante
de los pueblos amazónicos: son caníbales, andan desnudos, no cultivan
la tierra, no tienen poder político centralizado, en otras palabras, no
gozan de los logros de la civilización. Puede parecer que esta imagen es
producto de una visión europea, pero lo más probable es que este desprecio
haya sido heredado por los españoles de la población nativa de la sierra. Los
incas y otros pueblos andinos ‘civilizados’ se sentían, antes de la llegada de
los europeos, indudablemente superiores frente a las tribus del bosque
tropical.
Volviendo a los tiempos de Inca Roca, encontramos una curiosa
referencia a este gobernante en la Nueva Corónica de Guamán Poma.
El cronista nativo afirma que, para conquistar a los chunchos, Inca Roca, junto
con su hijo, se convertían en jaguares. En muchos grupos amazónicos existía,
y todavía persiste, la creencia de que una persona con poderes especiales
(jefe o brujo) puede convertirse en jaguar para vengarse de sus enemigos y
adquirir influencia y respeto entre sus vecinos. Hemos recogido numerosas
leyendas sobre ‘tigre-gentes’ en las temporadas de trabajo de campo
2005 y 2006 en el departamento del Beni, Bolivia (Tyuleneva, 2006 - 2010
, pág. 35)
El hijo del Inca Roca, quien se transformaba en jaguar y bajo esta forma se
dedicaba a la conquista de los chunchos, según Guamán Poma se llamaba
Otorongo Achachi. El cronista dedica a este personaje un capítulo entero, con
su respectiva ilustración. El mismo nombre de este guerrero pone en
evidencia su vínculo con la selva: Otorongo en quechua significa jaguar
mientras Achachi es un vocablo aymará que se traduce como abuelo, según
el diccionario de Ludovico Bertonio.
El mismo Guaman Poma menciona a otro príncipe con el mismo nombre,
varias generaciones después del Inca Roca, nombrándolo entre los hijos
legítimos del Inca Tupac Yupanqui. (Poma, ( [1616]1987). , pág. 106) . Puede
ser que el cronista haya entrado en confusión duplicando la figura de Otorongo
Achachi, pero también se podría admitir la posibilidad de la existencia de dos
personajes que llevaban este nombre.
Un personaje con el mismo nombre figura en varias otras crónicas Sarmiento,
Cabello de Balboa, Pachacuti, Murúa como pariente (hermano o primo) del
Inca Tupac Yupanqui. Este nuevo Otorongo Achachi jugó un papel
protagónico en la expedición selvática organizada por Tupac Yupanqui, de la
cual hablaremos a continuación, y que según Sarmiento de Gamboa estuvo
deambulando por los bosques durante tres años.
Otro autor que nombra al Inca Roca en el contexto de la conquista de la
Amazonía, es Cabello de Balboa, su texto describe una situación muy peculiar
que también involucra al hijo del Inca gobernante. Según esta versión, el
príncipe heredero Yahuar Huacac fue secuestrado por los indios selváticos y
comenzó a llorar sangre (lo cual dio origen a su nombre). Los secuestradores,
aterrados por el mal augurio, lo devolvieron al padre y le dieron obediencia.
El cronista que más atención dedica a las victorias del Inca Roca contra los
nativos del Antisuyu, Garcilaso con su visión idealizada del imperio inca,
rechaza con indignación la versión de Cabello de Balboa acerca del secuestro,
porque considera tal comportamiento imposible para los fieles súbditos que
adoran a su emperador. Según él, Yahuar Huacac, siendo príncipe, conquistó
para su padre, con mano armada, las tierras al este del río Paucartambo, en
la corriente alta del río Madre de Dios.
Conocido como poco confiable y fantasioso, Garcilaso sin embargo es
bastante específico nombrando topónimos del territorio anexado por Yahuar
Huacac, entre ellos Pilcopata y Tono, nombres que se conservan en la zona
hasta hoy (pueblo de Pillcopata y río Tono). Tal precisión en las referencias
geográficas se explica con el hecho de que Garcilaso había heredado de su
padre unas tierras en la zona del Alto Madre de Dios, en el lugar denominado
Hauisca, como él mismo lo indica. Su viva descripción del camino que llevaba
hacia aquellos alejados parajes, hace pensar que él, al menos una vez en su
vida, ha visitado en persona esta propiedad.
Tanto Garcilaso como Guamán Poma vinculan las conquistas del tiempo de
Inca Roca con la implementación de los primeros cultivos de coca de gran
extensión en las tierras del Tawantinsuyo. Según Guamán Poma, fue
precisamente Inca Roca quien introdujo el consumo de la hoja de coca entre
sus súbditos. Mientras Garcilaso toma una actitud respetuosa hacia la planta
sagrada, Guamán Poma explícitamente critica su uso como vicio.
En varias crónicas a lo largo de los primeros cien años de la época colonial
figuran narraciones que parecen aludir a un mismo episodio histórico: una
importante incursión inca en la Amazonía. Sin embargo, esos testimonios
dejan un amplio lugar a dudas, pues es posible que se trate de varios viajes
diferentes, fundidos dentro de la tradición oral en un solo episodio.
Entre las fuentes no hay concordancia completa acerca del Inca gobernante
al que se debe atribuir esta hazaña. (Quipucamayos, pág. 34) Según los
Quipucamayos de Vaca de Castro, el mérito de la conquista le pertenece
enteramente a Pachacutec. Los demás autores nombran a Tupac Yupanqui
como realizador directo de la expedición. Sin embargo, Betanzos y Cabello de
Balboa hacen hincapié en el hecho de que el Inca Pachacutec, padre
de Tupac Yupanqui, todavía estaba vivo cuando se hizo este viaje, aunque
ya era muy anciano para participar en él, por lo tanto el episodio cabría dentro
de su reinado. Sarmiento, en cambio, afirma que Tupac Yupanqui inició la
entrada después de la muerte de su padre, pero en realidad su objetivo era
reconquistar los territorios que ya anteriormente habían sido conquistados
por Pachacutec y que se habían rebelado contra el poder del
Tawantinsuyo.
Además del mismo Tupac Yupanqui, la mayoría de las crónicas menciona
al ya comentado en el capítulo anterior Otorongo Achachi como a uno de los
protagonistas de la entrada. Otro capitán de la campaña, según Sarmiento,
Cabello de Balboa y Murúa, se llamaba Chalco Pochalco Yupanqui. Los dos
últimos autores también hacen referencia a un hermano del Inca Tupac
Yupanqui, con el mismo nombre, quien se destacó en el campo de guerra
tomando prisionero a un importante jefe local. Los nombres de los demás
capitanes no se repiten de un texto a otro. Sarmiento habla de Apo Curimache.
Pachacuti Yamqui incluye una larga lista de acompañantes del Inca: Kapac
Uari y Apo Quibacta y a otro de los Chillqui y a Papres, y otro de Cana.
Cieza y Betanzos no proporcionan mayores datos geográficos acerca de la
ruta de la expedición, sino más bien se dedican exhaustivamente a las
emotivas descripciones de las penurias de la travesía selvática, de los
monstruosos animales que habitan el bosque tropical y de las obscenas y
sanguinarias costumbres de sus aborígenes.
Los demás cronistas mencionan en abundancia nombres de etnias y lugares
encontrados por la expedición en su camino. Estos nombres en parte se
repiten de un texto a otro y son los siguientes (omitimos los términos ‘antis’
y chunchos, que son demasiado genéricos y particularmente polémicos)
II. EN LA COLONIA
Las primeras noticias de los ríos Napo y Amazonas han sido proporcionadas
por miembros de la expedición de Gonzalo Pizarro y su compañero Francisco
de Orellana. Detalles de este viaje han sido recogidos por el P. Carvajal en su
crónica. (Del Busto, 1964)
III. EN REPUBLICA
El caucho fue conocido, desde antiguo, por los indígenas. Misioneros y
exploradores nos hablan, con cierta admiración, de objetos hechos de un
material especial que les llamó la atención. Así, por ejemplo, el P.M.
Uriarte nos dice: "Y le previene dos taputaranas o jeringas de cauchuc, leche
de árbol, que me encargó, las cuales servían para darse a sí mismo las
ayudas; porque eran como vejigas, que, con virtud elástica, se abrían
entrando aire por un pequeño bitoque” (Uriarte, 1986, pág. 134)
La Condamine, que tomó muchas noticias de los manuscritos del P. Magni,
afirma lo siguiente: "Los portugueses del Pará han aprendido de los
Omaguas a fabricar con estas resinas unas bombas o jeringas que no
necesitan émbolo, tienen la forma de una pera hueca, horadada en un
extremo con un agujerito al que se adapta una cánula, y al estrujarlas,
cuando están cargadas, hacen el efecto de una jeringa ordinaria. Usan
mucho este artefacto los Omaguas; cuando se reúnen para alguna fiesta, el
amo de la casa en que se celebra nunca deja de regalar una cortésmente a
cada invitado, y su uso precede siempre a las comidas de etiqueta"
(CONDAMINE, 1921, pág. 55)
A mediados del siglo XIX el mundo civilizado descubre las virtudes del
caucho y sus posibilidades industriales. Ya hemos anotado que este
producto era conocido desde antes, debido a los misioneros y exploradores,
pero su uso se reducía a la fabricación de pocos artículos. Gracias al
descubrimiento de la vulcanización, (ESTADOS UNIDOS Patente nº 3633,
15 de junio de 1844) el caucho o goma elástica se prestó a múltiples
aplicaciones.
IV. EN LA ACTUALIDAD
Un problema que preocupó siempre, ya desde el tiempo de la colonia, fue la
unión de la selva con el resto del país. El auge del caucho despertó las
inquietudes de Gobernantes y grupos de poder nacionales, quienes
proyectaron el ferrocarril al Oriente que llegó a ser un tópico de la época. Sin
embargo, estas inquietudes no pasaron de la etapa de estudios y proyectos.
CONCLUSIONES
La fiebre del caucho vivió su auge entre 1879 y 1912, experimentando, tiempo
después, un renacimiento entre los años de 1942 y 1945. El descubrimiento de
la vulcanización y de la cámara neumática en la década de los años 1850 dio
lugar a una fiebre extractiva del caucho.
ANEXOS