Banchs, Enrique - El Cascabel Del Halcón
Banchs, Enrique - El Cascabel Del Halcón
Banchs, Enrique - El Cascabel Del Halcón
© 1968
CENTRO EDITOR DE AMERICA LATINA S.A.
Avda. de Mayo 1365 - Buenos Aires
Hecho el depósito de ley
IMPRESO EN LA ARGENTINA – PRINTED IN ARGENTINA
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Enrique Banchs El cascabel del halcón
PRIMERA PARTE
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Enrique Banchs El cascabel del halcón
LA CAROLA
Tuit eil qui sunt enamourat
viegnent dancar, il autre non!
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Enrique Banchs El cascabel del halcón
ROMANCE DE CAUTIVO
Mujer, la adorada
que está en el solar,
tus mejillas suaves
ya no veré más.
Estrella de tarde
que encendida vi
sobre mi molino,
se apagó por fin.
Buenos compañeros
los que en el mesón
conmigo bebieron,
todo pereció.
Me cogieron moros
en el mar azul;
lloro en morena
la mi juventud.
–Trovas de mi tierra
yo te las diré,
princesa de moros
que me quieres bien.
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Enrique Banchs El cascabel del halcón
ROMANCE DE LA SORTIJA
Segador del valle,
segando la mies,
encontré un anillo
del dedo del rey.
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Enrique Banchs El cascabel del halcón
BALADA
En el hostal de la Gata de Plata,
muerta la niña la villa miró;
en el hostal de la Gata de Plata,
con su guirnalda en las sienes quedó.
ROMANCE DE LA CEGUEZUELA
¡Qué pálida estaba
la reina esta noche
entre los cojines
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Enrique Banchs El cascabel del halcón
Ayer en la tarde
librara la reina
de una niña, pero
le naciera ciega.
¡Pobre la naciente,
que tiene sin vida
los dos luceritos!...
¿Cómo mirarían?...
El señor magnífico
(¡que su ángel le vele!)
llora, llora y llora:
no sabe qué hacerse.
Y los cortesanos
se hablan en voz baja;
de los ojos muertos
tiran señas malas:
Ya son en su junta...
¡Cuántas barbas luengas! ...
La menor de todas
dos codos midiera.
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Enrique Banchs El cascabel del halcón
Espera y espera
paloma de otoño
que traiga en el pico
la luz de sus ojos.
A RAMBAUD DE VAQUEIRAS
Mi buen Rambaud, ¿te acuerdas de antaño en Lom-
cuando junto a los lagos tu guitarra gemía [bardía,
y como un buen arquero que dejó las banderas
ibas sin una sola libra en tus faltriqueras?
ROMANCE DE MORERÍA
Se está velando la luna
sobre las Torres Bermejas.
Granada duerme su sueño,
plácido, como de abuela.
La plaza de Vivarambla,
vestida de luna nueva,
duerme unos plácidos sueños
de cementerio de aldea.
Al amparo de un pórtale,
pórtale que bien la cela,
suspira Zaida morilla,
Zaida, la mora discreta.
Esa brisa de las noches
desnuda un poco la encuentra,
que tan sólo una almejía,
tan sólo, la mora lleva...
Siendo entre sueños dormida,
malos sueños se le allegan:
Un su hermano general,
general de las galeras,
está con los brazos rotos
muriendo al pie da la puerta...
Pronto se tira del lecho,
pronto se envuelve una tela;
corriera donde el amigo
que muere al pie de la puerta.
Corriera, mas sólo el viento
llora en la calle su pena.
Rato estuvo en el pórtale
bajo la luna de seda.
Sobre un alfáraz ligero
ve temblar una bandera.
El paso de ese caballo
sobre la losa no suena,
y la bandera que viene
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Enrique Banchs El cascabel del halcón
ROMANCE DE LA PREÑADITA
Mañanita era de mayo...
Le doliera el corazón:
como niña recatada
esa cuita bien guardó.
No me digan por qué llora,
porque bien lo supe yo,
y lo saben los olivos
y también el ruiseñor.
Si la saya se te acorta
por delante y no detrás,
y de basca y de palores
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Enrique Banchs El cascabel del halcón
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Enrique Banchs El cascabel del halcón
SYLANORA
Sylanora la bruja se ha sentado en el suelo
toda desnuda como la estatua sibarita,
y alegra los dos ojos de cervatillo en celo
en una salamandra que en su mano palpita.
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Enrique Banchs El cascabel del halcón
LA JUGLARESA
La hija del rey quiere ser juglaresa:
junta la nuca al talón de marfil,
suena el papiro del gay tamboril,
muerde una llama en los labios de fresa.
EN LA TARDE
Mientras van las muchachas por el agua a la fuente,
con la herrada en los hombros, cogiendo de camino
vellones que han quedado presos en el espino
por la mañana, al paso del rebaño indolente;
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Enrique Banchs El cascabel del halcón
le encontraron desmayado,
los grandes ojos abiertos
orlados de orla de llanto.
Su mandola la guardaban,
guardábanla a guisa de oro,
y el pliego de las canciones
lo ponen con los tesoros.
LA COPA
Fantasmas en la noche,
con labios invisibles,
han dicho una palabra.
Y en las zarzas se asoman,
tímidos, uno a uno,
los gnomos que tan sólo
salen a media noche
a recoger bellotas
y agua de la fontana.
Como las viejecitas
de los cuentos de los niños,
los gnomos, uno a uno,
salen de entre laureles.
–Hijos de las estrellas,
traspasando los siglos
cual pasa una saeta
los fosos de un castillo,
he venido hasta el prado
donde cogéis bellotas
y agua de las fontanas
en la hora de la muerte.
–Oh, brote de la viña
gloriosa de las gestas,
que el tesoro de Nybling
arrojaste en el lago.
El tesoro de Nybling
tenía ópalos finos
como uñas de sirenas,
y esmeraldas clarísimas,
y esmaltes milagrosos,
y todas las sardónicas
del harpa suave y magna
de Salomón, tirano ...
Pero había una copa,
más que todas divina,
toda de oro labrado,
donde un forjador puso
a Deucalión y Pyrra
llorando en el Parnaso
la desnudez del mundo ...
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Enrique Banchs El cascabel del halcón
EL AGUILUCHO
Las lanzas del Cid están ayuntadas.
Sale el sol. ¡Qué bello, Dios, el sol que sale!
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Enrique Banchs El cascabel del halcón
Un aguililla se paraba en la
Segur del Moro, Villa de Fuerza: Cide
Ruy Díaz de Vivar. –Cid, tenia
en la cabeza, Señor, no se te olvide
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Enrique Banchs El cascabel del halcón
ROMANCE DE CIEGO
De Ponciano, varón firme,
los hechos ¿quién contará?
Yo, de la flor de la vida:
la muerte–quiero contar.
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Enrique Banchs El cascabel del halcón
hinchado de vanidad,
alzaba pecho tras pecho
y todo era para holgar;
no lo metía en las arcas
todo el oro que le dan,
lo aventaba en fantasías
que nunca querré contar.
(Todas las cosas podridas
en escrito no estarán.)
Tenía un pie mal nacido,
daba risa al caminar,
las gentes que le seguían dicen:
¡Y qué bello andar!;
un ojo tenía muerto
circuido de enfermedad;
su compañía gritaba:
¡Ve más que un buen gavilán!
Mas no precies las palabras
lo que quieren figurar:
frase de cortesanía
por grano viejo la habrás.
Este rey que está en escrito
a Orígenes hizo mal.
Orígenes casó el seso
humano y el divinal.
Siete doncellas a un lado
oyendo su labio están,
siete mancebos al otro
oyendo su labio están,
componiendo sus dictados
liliados de santidad.
Si ahora no está con los santos
el cielo responderá.
En la tierra de Sardeña,
que la tierra no se ve
porque está dormida bajo
paños de pesada mies,
donde pisan las sandalias
y hacen ruido de rabel
porque están pisando espigas
que revientan bajo el pie,
a Ponciano allí dejaron
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Enrique Banchs El cascabel del halcón
Cuando es la primavera,
¿sabéis?, canta el ruiseñor
con esa canción tan fina...
La primavera llegó
con esa canción tan fina,
dicen las gentes: –Señor,
¿dónde está Ponciano, pecho
de plata? ¿Vive o murió?
– Una palabra escondida
decía: –El santo murió;
Sardeña, la muy granada,
tiene sus huesos al sol.
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Enrique Banchs El cascabel del halcón
ERMITAÑO
Con el pecho en la hierba y en las manos la frente,
Blaysen, el ermitaño, se contempla en el lago.
Lo mismo que un nenúfar que se abre suavemente,
Blaysen, tu barba se abre sobre el espejo vago.
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Enrique Banchs El cascabel del halcón
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Enrique Banchs El cascabel del halcón
CANCIONCILLA
–¡Ay! que me siento llagado;
¡ay! que me siento morir;
¡ay!, ¡quién fuera el bienhadado
que me quite este sufrir!
LA JUSTICIA
Sobre el camino, grande Carlos de dulce Francia,
manso y solemne, parte justicia a sus vasallos,
como un padre que parte los panes de la cena.
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Enrique Banchs El cascabel del halcón
SERVENTESIO
Tú, Silvano el Tullido, no eres un buen prelado.
Florece en aleluyas tu labio angelisado,
pero tú, el Tullido, no eres un buen prelado.
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Enrique Banchs El cascabel del halcón
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Enrique Banchs El cascabel del halcón
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Enrique Banchs El cascabel del halcón
díganos, si no le duele,
de esa sangre de sus piernas.
–Sobre el mísero tobillo
se me abrió una herida vieja.
–Iseo, mi blonda Iseo,
maravilla de la tierra,
díganos, si no le duele,
de esa sangre de sus piernas.
–Tengo el tobillo llagado
de las zarzas de la selva.–
Rodeado de paladines,
–los que estaban muchos eran–
el rey magno está bebiendo
vino de las islas griegas.
CANCIONCILLA
Porque de llorar
et de sospirar
ya non cesaré.
Luna
No quería amarte,
ramo de azahar;
no debía amarte:
te tengo que amar.
Cuidé no te amara,
paloma torcaz.
¿Quién que no te amara?
Ya no puedo más.
Tanto sufrimiento,
zorzal de jardín,
duro sufrimiento
me ha doblado al fin.
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Enrique Banchs El cascabel del halcón
Suspiros, sollozos,
pájaro del mar;
sollozos, suspiros
me quieren matar.
MESTER DE CLERECÍA
–Maguer me lo rogades non vos faré un rimado,
ca sodes de un linaxe nescio et malastrugado.
Omnes que venderien por aver monedado
la Virgo con el Fijo et otrosí su perlado.
RASÓN
En un logar fermoso que nomnar non savría,
trobé palombar blanco cabe una monjía;
palombiellas que y eran fagien romería
a gran viejo et non al, rendien pleytesía.
LA NIÑA MALA
Lyra bella, pero
mala como el lobo,
con un junco mata
las abejas de oro.
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Enrique Banchs El cascabel del halcón
Un galgo tenía,
lo arrojó a los fosos;
un violín tenía,
lo quebró por gozo.
Apoyado a un fino
báculo de chopo,
el abuelo entonces
llega tembloroso.
La náyade, una
que estaba entre lotos
que hacen blanco al lago,
blanco y oloroso,
LA RONDA
Basta ya de trovas, ha dicho la abuela;
a dormir las niñas, que la noche es fría.
Mas ¿quién hará cuenta de la pobre abuela
aunque llore el viento de la noche fría?
ROMANCE DE LA BELLA
¡Oh, bella malmaridada!,
la que está torciendo lino,
la que en este mediodía
tuerce lino junto al río;
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Enrique Banchs El cascabel del halcón
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Enrique Banchs El cascabel del halcón
ROMANCE
Era que era una dueña,
con el cabello alocado,
con la cintura de un hada
y el seno redondo y blanco.
Era que era una dueña
que muchos la demandaron,
y a uno diérale prenda
de abrirle a hurte su cuarto.
Ya están las constelaciones
encendidas sobre el lago...
Llega el novio, y sobre el trébol
apenas toca su paso.
–Señor, te daría ahora
lo que más precio y más amo
te querré más que Ginebra
a Lanzarote del Lago.
Un solo don me darías,
un don que me ha sido caro:
yo quiero él pájaro de oro
que canta en la Isla del Drago.
En la isla silenciosa,
sobre las ramas del saúco
cantaba el pájaro de oro:
nunca oísteis mejor canto.
Partía sobre las zarzas
¡trovar tan bien afinado!
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Enrique Banchs El cascabel del halcón
El iluso peregrino
pone una flecha en el arco,
la flecha de ébano fino
la puso el enamorado:
de flecha de ébano fino
no la soltaron sus manos.
Cuando bien la enderezaba
"vio venir un fiero drago.
Los mirares de sus ojos
fuente fría lo tornaron.
EL MENSAJE
A vos, don Alvar -Fáñez, acero el más ardido
de mis tres mil seiscientos, a vos, mi brazo diestro,
ahora que cobramos gran pieza, ahora os pido
vayáis a donde mora la corte del rey nuestro.
JOCZ PARTITZ
Vísperas de navidades
hicieron Corte de Amor
allá donde es la Champaña.
¡Qué bella Corte de Amor!
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Enrique Banchs El cascabel del halcón
Cascabelero es el beso
con un poco de licor,
razón más granada dice
labio mojado en licor.
SONETOS DE ISEO
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Enrique Banchs El cascabel del halcón
I
En la rueca de saúco que le diera la reina,
la joven más hermosa que bajo él sol se peina,
Iseo, maravilla del mundo, hila una espuma
de lana. Lana blanca que sus plantas perfuma
II
En la paz de la noche la nave adelantaba
lejana de las islas. Dormían los remeros;
la gran vela de púrpura entonces platicaba
con la cortesanía de los vientos ligeros.
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Enrique Banchs El cascabel del halcón
De mi vida la alegría,
señor, para siempre huyó.
El más triste fue ese día,
cuando el rey me desposó.
BALADA
Era la abuela tan vieja, tan vieja,
que entre sus manos flacuchas y finas
ya no podía ni alzar la madeja:
tanto era vieja la abuela del cuento.
43
Enrique Banchs El cascabel del halcón
TROVA
¡Ay de mí!; señora,
cómo estoy por ti!
¡Malhaya la hora
que te conocí!
44
Enrique Banchs El cascabel del halcón
Y también el día
–día para mí
de melancolía–
que te conocí.
BALADA DE LA ROSA
De la hembra aquella de sutiles manos
los doctores dicen nunca curaría,
si cuando sonaran ángelus lejanos
una rosa negra no se la traía.
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Enrique Banchs El cascabel del halcón
CANCIÓN EN LA VENTANA
No suenes más en mi puerta,
muchacho del tamboril,
que mi esperanza está muerta
y muerto mi mes de abril.
COPLAS DE JUGLAR
No llore la flor de nuestra
Castilla, la bien nombrada:
¡por Pascua o por Navidad
vendrá a besarla en la cara
el señor de los romances,
caballero en una jaca,
herrada en plata sonora,
en albas rosas manchada...
Ha de besarla en el rostro
ya la mejilla rosada,
ya la pálida mejilla ...
No llore la flor de nuestra
Castilla, la bien nombrada.
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Enrique Banchs El cascabel del halcón
CANCIÓN DE ALEADA
En un vergier, sotz fuelha d'abespi
teñe la dompna son amic costa sic.
Tro la gayta crida que l'alba vi.
Oy dieus!, oy dieus!, de l'alba tantost ve!
47
Enrique Banchs El cascabel del halcón
LOS GNOMOS
Cuando Lauriant suena su cuerno,
su largo cuerno de marfil,
como los copos del invierno
llega su ejército gentil.
48
Enrique Banchs El cascabel del halcón
"Tenemos encendidas
cien lámparas hundidas
en zafir
que parecen un coro
de ánima en pena
bajo la luna llena.
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Enrique Banchs El cascabel del halcón
y la canción abandonada
como la husada a medio hilar.
Dolientemente en lo lejano
sigue sonando un violín vano.
LA VIDA
I
Mientras bajo el portal del templo gótico
remendabas pellizas de burgueses,
gustabas –en lugar de pan y nueces–,
la miel picante de un ensueño erótico.
II
Y luego nada más que mucha sombra,
y luego nada más que un viento frío,
y por el viento algún halcón sombrío
que ponía más sombra entre la sombra...
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Enrique Banchs El cascabel del halcón
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Enrique Banchs El cascabel del halcón
SEGUNDA PARTE
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Enrique Banchs El cascabel del halcón
LA CASA
Esta noche la casa está trágica
cual si hubiera pasado por ella
el Dolor, con su ala magnífica,
luctuosa y horrible. Yo siento
como un hálito casi palpable
de locura. Las luces parecen
retorcerse y gemir. ¡Ay, hermanos!
¿Por qué estáis silenciosos y pálidos
frente a frente y con ese silencio
que me oprime lo mismo que un nudo?
¿Qué hay? Decidme, ¡qué hay! ¿qué hay? Sentados
en un coro con algo de espectros
y en silencio letal... ¿Por ventura
esta noche estáis locos? La casa
¿está loca también? ¿O ha pasado
con su fúlgida arma esa triste
segadora de seres? Hermanos,
tengo miedo de estar en la casa.
Ya me cae la luna en el cuerpo,
y mi sombra fantástica y negra
como un bajorrelieve se talla
en el suelo. Yo nunca en mis días
vi una sombra de ser que semeje
la pesada cubierta de un féretro...
Esta noche la casa está trágica.
Ya no tengo más lágrimas. Todo
es terrible, mortal... ¡ay, Dios mío!...
CAMINEMOS
Caminemos, mi perro, caminemos... La gente
que venimos de ver era benevolente.
Me hizo sentar al lado del hogar donde había
la confianza que infunde la común alegría.
Tú olías la cadena del pozo, amontonada
en el suelo. Tú sabes que suena alborozada
al ir subiendo el agua que ha de regar el huerto
la tarde de estos días en que se hace el injerto.
La gente preguntaba de las gentes queridas,
y era dulce decir las cosas de otras vidas,
allí, junto a la llama, junto a los borbollones
del agua del caldero, junto a los corazones,
temblando a los temblores de mis labios amigos..,
Bajo la chimenea pendían sartas de higos
que daban un vaguísimo perfume de verano.
(A menos que el aroma viniese de la mano
de espliego que colgaba claro a la llama. Es bueno
ponerlo entre los linos en el ropero pleno.)
Luego cayeron, rápidas, grandes gotas, deshecho
Enrique Banchs El cascabel del halcón
SUEÑO
Suena en la palidez lunar el viejo
hierro de la cadena y la roldana.
Enrique Banchs El cascabel del halcón
LA COMUNIDAD
¿Cuándo estuvo tanto mi alma en las cosas
como en este día de paz en que no quise trabajar
y me eché a vagar,
a vagar por las plazas frescas, soleadas, olorosas?
DIALOGO
–Alma, si te pudiera perpetuar en un libro ...
–No. Yo me perpetúo por mi propia virtud.
–Pero, ¿toda la idea por la cual canto y vibro?
– ¡Joyel para mi inmenso manto de juventud!
EXULTACIÓN
La seda de los besos
ha tocado mis ojos.
Ahora tengo en los ojos
el velo del asombro.
Campanas de alegría
están dentro mis sienes
tocando todas locas
blancos himnos fervientes.
Y mi alma se queja,
pero es, en la mañana,
Enrique Banchs El cascabel del halcón
de la misma alegría
que se queja mi alma.
La sombra conmigo
bajo el sol de enero,
la sombra conmigo
por el campo yermo.
Lentamente iba
bajo el sol de enero,
y al pie de los álamos
estaban los muertos.
De coronas rotas
lleno está el sendero,
de coronas rotas
y de ramos secos.
–Hermana querida,
sombra de mi cuerpo,
¿qué ves en el fondo
del sepulcro abierto?
–Vagamente he visto
la cara de un muerto,
no sé si llorando,
no sé si riendo.
SONETO
–Hebe gentil, esposa pasajera,
juventud, juventud que estás conmigo,
¿qué me darás la otra primavera?
–¿Y no te basta que te quiera, amigo?
Enrique Banchs El cascabel del halcón
BALBUCEO
Triste está la casa nuestra,
triste, desde que te has ido.
Todavía queda un poco
de tu calor en el nido.
Si tú no volvieras nunca,
más vale que yo me muera..
pero siento que no quieres,
no quieres que yo me muera.
GOTA DE HERRUMBRE
El terror de la muerte
tenía un triste corazón opreso
Enrique Banchs El cascabel del halcón
A LA LUZ DE LA LAMPARA
La lámpara tiene una luz tan serena y bella
que casi no parece que la luz sale de ella.
Tan silenciosa la hora, que uno cree que en la sombra
oye los ratoncitos correr sobre la alfombra.
Suena un trino. Es la Hermana que trae la tisana
y vuelve la cuchara dentro la porcelana.
Ella furtivamente me mira por momentos
como para quitarme los malos pensamientos
que quieren empañarme la quietud de mi vida,
que ahora empiezo a querer porque está dolorida,
lo mismo que una madre que acaricia a su hijo
sólo cuando está enfermo. De un propósito fijo,
de un propósito humilde tengo el corazón lleno:
–Muchacho, si te sanas tendrás que ser más bueno...
Suena otra vez un ruido. Y es del jardín vecino,
donde, hecho quejumbre, sube agua el molino.
La lámpara tiene una luz tan serena y bella,
que uno no cree que es lámpara: más bien es una
[estrella.
BALBUCEO
Yo tenia un corazón
lleno de recogimiento,
la tarde era de mayo,
la tarde estaba en mi pecho.
Como espigas en sazón
se me erguían los recuerdos
dentro de mi corazón
lleno de recogimiento.
Una lágrima quería
por mis ojos ver el cielo;
cuando venía la lágrima
se me acercó un compañero.
–Hermano, ¿cómo es que estás
tan triste junto al sendero?
¿No ves que todo es mentira,
crepúsculo, senda y duelo?
–Compañero y buen hermano,
¿no ves que están en mi pecho
Enrique Banchs El cascabel del halcón
platicando quedamente
la Tarde con el Recuerdo?
INMÓVILES LLAMAS
Seis cirios ardían
de inmóviles llamas,
como grandes ojos
fijos en la nada;
y la muertecita
dentro la mortaja,
la luz de seis cirios
tenía en la cara.
En su rostro una
veladura vaga,
cual se ven a veces
en viejas campanas.
Estábamos solos,
solos en la casa,
junto al cajoncito
y en la madrugada.
... Luz de ese domingo
que se insinuaba
en el patio lleno
de clavel y malvas.
... Con tus ojos negros
fijos en la nada,
tan fijos que quedo
te besé en la cara,
pero no sentiste
mi besar, hermana.
Y de ese primero
beso que te daba
no ha quedado nada,
nada, nada, nada ...
Seis cirios ardían ...
BALBUCEO
Tengo voces de niño
dormidas en el alma ...
¿Pasan aves?, ¿hay rosas?:
las voces se levantan.
Paseo enarenado,
nidos en las acacias...
Enrique Banchs El cascabel del halcón
Se ha oído un sollozo
y hay un muerto en la casa;
¡pero es Primavera
y las voces me cantan!
MINUCIA
Temblaba la llama
como un labio niño
cuando está riendo...
Noche era de estío.
Displicentemente,
a la luz sin brío
de la pobre lámpara
volqué el cofrecillo.
Encontré un puñado
de hojas extendido.
(De esas mismas hojas
hay en los caminos.)
Y también he dado
con un bello rizo.
(De esos rizos negros
no hay en los caminos.)
Displicentemente,
a la luz sin brío
separé uno a uno
los cabellos finos.
A la luz temblante
los tuve extendidos;
suspiré, y al soplo
las hebras se han ido.
Con el soplo vano,
vano de un suspiro,
el recuerdo único
lo he dado al olvido.
A LA LUZ DE LA LAMPARA
Haz, hermana, la cama para los niños. Sea
tu mano diligente, pues ya el sueño pasea
su amapola invisible por las sienes hermosas
donde, esfumadas, vuelven a aparecer las cosas
del día: ya una hormiga que lleva una migaja,
ya un castillo de arena que se cae, o la caja
del tambor de los reyes, o la encorvada vieja
que pidiendo limosna, se detuvo en la reja,
o el Ángel de la Guarda con el mirar incierto
Enrique Banchs El cascabel del halcón
OTROSÍ DIGO
Veamos estos papeles,
pues la muerte se acerca,
y es de hombres juiciosos
tener claras las cuentas.
Di al César su sextercio,
pero César, amigos,
a la luz meridiana
se quedó con el mío.
Valles de la ilusión
aré invierno y verano.
Y era mi corazón
progenitor arado.
¡Y recién me apercibo
que tan yermo fue el campo
y ruin, que poco a poco
me ha mellado el arado!
Me queda solamente
una piedra preciosa.
Creo que es una lágrima:
os regalo la joya.
Si hay otra riqueza
que la tenga ignorada,
en mi nombre, el Dolor,
mi albacea, la reparta.
DIALOGO EN LA NOCHE
–¿No oyes, abuela, la Voz en la sombra?
Enrique Banchs El cascabel del halcón
–Viento vespertino...
–Ha murmurado la Voz del destino;
suave me nombra:
ven delirante a la danza.
–Macabra
oí esa palabra.
Cuando los años Amor me pedía,
todo era blanco, bondad y alegría.
–¿Y saliste, abuela?
–No. Temblorosa llegué a la cancela,
como un espectro miré la espesura,
hice la cruz, fugazmente, en la obscura
noche gimiente,
y serenada la entraña y la frente
me recogí junto al padre dormido
como la alondra que vuelve a su nido...
–¡Oh, abuela; oh, abuela!
Siento la Voz cada vez más cercana.
Mi corazón como un pájaro vuela
hacia la ignota, sonora tirana.
–Es el Pecado. Cerremos las puertas.
–Déjalas abiertas.
Siento la sangre como un haz de humo,
tibia y ondulante.
Suéltame; quiero morir en el sumo
rápido abrazo que oprime anhelante...
–¡Soberanía del mal, telón blanco
que se ha corrido de un flanco a otro flanco
cuando se empieza a matar en la escena
y la bondad se cansó de ser buena!
Hija, por siempre tu encanto está roto
y gemirás bajo el incubo ignoto.
Ya nunca más te vendrá la alegría
a florecer como estrella del día
estas pupilas que han visto. La casa
se quedará silenciosa, y si pasa
un serafín no vendrá hasta esta puerta
a conversar con la hermana ya muerta.
BALBUCEO
Tengo unas gotas que suben
del corazón a los ojos,
gotas que yo no sabría
por cuáles penas las lloro.
COPLAS DE CIEGO
Amores los que tuve
todos se fueron,
cual tierruca que pasa
por el harnero.
Promesa de mujeres,
saliva en agua ...
Por forzar a las hembras
a nadie matan...
La compasión postrera
es hecho cierto:
¡echan olor tan malo
los hombres muertos!
Enrique Banchs El cascabel del halcón
ANDANDO MI SENDERO
Andando mi sendero,
mi sendero perdido,
entré, Dama Tristeza,
en tu obscuro albedrío.
Yo te amaba, Tristeza,
con el amor de un niño.
Tu palidez amaba,
bañada de suspiro.
– ¡Oh, tú! que vas y vienes
por mi obscuro albedrío:
llégate hasta mis senos
de lágrimas benditos,
–Yo, el que va. y el que viene
por tu obscuro albedrío,
¿qué dolor lloraría
si no estoy dolorido?
Todo el dolor que tengo
bajo mi astro del sino,
cabe en una mortaja
pequeña como un lirio.
Mi corazón humano
no sale de sí mismo,
y es como es: inmutable
como el trazo de un círculo.
Giran en él tan sólo
los minutos tranquilos,
sembrando un grano loco
de copla y regocijo.
–Oye: Arquero en la sombra,
el Saetante Divino
acecha tus minutos
con Hechas de martirio.
Oración
Angeles de las Cosas
vestidos de infinitos,
que apoyáis vuestras manos
en mis hombros transidos,
dadme dos alas blancas
como al ave del nido,
que inicia suavemente
su vuelo en el destino.
IMPRESIÓN FUGAZ
Ese hombre que grita no sabe
el valor del silencio;
Enrique Banchs El cascabel del halcón
SIMPLES PALABRAS
Las lágrimas te suben a los ojos
y trémulas resbalan hasta el cuello:
es como si tuvieras tres o cuatro
diamantes desprendidos de un atrezo.
AN OLD ENGRAVING
La hiedra sube al tejado
luminosa de rocío,
y una gran luna de junio
le da claridad de cirio.
ASI SERA
Por un montón vano
de tierra más vana,
no es justo que llores:
nadie llora a nada.
Y bajo la tierra
vana, pero santa,
– ¡oh, don de los dioses!–,
no he de sentir nada.
SIMPLES PALABRAS
No trabajes el verso
con amor prolongado.
Sea como paloma
que se va de la mano.
SOMBRA DE ÁRBOL
Gracias, sombra sagrada de los árboles.
Ahora te derramas en mis brazos,
sombra, y siento un humor como de aurora
sobre la hierba nueva de los prados.
¡Amigo de los ¡pájaros!: tú eres
como la casa mía por lo manso
y por esa humildad de fortaleza
que hay en tus ramas bellas como brazos.
He parado mi planta en el camino,
y una serenidad grave de lago
Enrique Banchs El cascabel del halcón
EL GUIA
Los invisibles vientos mueven las grandes velas.
Alma, como los vientos condúceme en la vida.
Tú sabes el camino mejor que mis gemelas
pupilas que ya tienen la paz de ver perdida.
EL VOTO
¿Cuál conjunción de estrellas me ha tornado co-
[plero? ...
Mi planta para el carro de Harmonía es muy breve,
y ante tu templo ¡oh, Musa!, yo soy como un romero
que al ara, toda lumbre y lino y plata y nieve,
lleno de miedos santos a llegar no se atreve...
*************************************
Lejano es ese día. Fui a la carpintería,
y turbando el chirrido de la ssierras, entonce
clamé al roble, al escoplo y a la cerrajería,
al cepillo que canta y a la tuerca de bronce,
a las ensambladuras y al hueco para el gonce.
LA ENFERMA
Cuando estás sola y miras largamente
las mutaciones de estas cosas bajas,
al misterio final llevas la mente
y el árbol de tu espíritu desgajas.
LAS RISAS
Enrique Banchs El cascabel del halcón
CANCIONCILLA
El pino dice agorerías
en el silencio vesperal.
–Pino albar, ¿cuántos son mis días?;
la cuenta siempre fina mal...
CANCIONCILLA
Malva, hiedra y mejorana,
digan todas: es Enero.
Enrique Banchs El cascabel del halcón
CANCIONCILLA
Una ... dos ... tres ...
La más linda ¿cuál será,
La más linda de todas es
la flor que el almendro da.
Enrique Banchs El cascabel del halcón
VIEJO CIEGO
Blanco es el iris de sus ojos
como la carne de los hinojos,
y blancas son sus canas
como la carne de las manzanas.
Un vientiño cascabelero
hace reír al limonero
en el silencio vesperal;
por ver si llueve alza la mano
DE LOS HOMBRES
Están los hombres que obran, los molinos de ac-
[ciones
al medio de una nube de seres vacilantes.
Mas su gesto palpita con las constelaciones,
aunque su paso es firme porque son ignorantes.
LA MAMPARA
Cansada, mas sabiendo lo que vale,
la pluma está dejando la escritura;
y desperezándose la frase sale
como el óleo de un pomo de pintura.
LAS SEÑAS
Enrique Banchs El cascabel del halcón
LA ESTATUA
I
¡Oh, mujer de los brazos extendidos
y los de mármol ojos tan serenos,
he arrimado mis sienes a tus senos
como una rama en flor sobre dos nidos!
II
No te enciende el pudor rosas rosadas,
ni el suceder del Tiempo te da injuria,
ni levanta tus vestes consagradas
torpe mano temblante de lujuria.
III
Mujer, que eres mujer porque eres bella
y porque me hace ir el pensamiento
por senda muda de recogimiento
al símbolo, a la estrofa y a la estrella,
IV
Arrimadas mis sienes a tus senos
siento que me penetra alevemente
frío de nieve y humedad de cienos...
¡Siempre materia y siempre indiferente!
CANCIONCILLA
Manos que Teócrito amaba
ver sobre almohadas de berros,
bajo la flor de la aljaba,
junto a los pastores perros.
VEREDA ALDEANA
Vereda, vereda aldeana
que te he visto una mañana.
Y caen las hojas secas
como pedazos de ruecas.
IMAGEN
Somos como la vieja torre cuando
saltan de sus ventanas golondrinas;
somos como la vieja torre cuando
cantan en sus campanas voces finas.
CARRETERO
Oloroso está el heno, carretero,
oloroso está el heno;
Enrique Banchs El cascabel del halcón
Carreta y carretero
se humedecen en ese raso viejo
del ojo de los bueyes, y por eso
están tus manos tristes, carretero.
LUMBRE
Nunca vio el cielo enorme
actitud más gloriosa
que aquella que el informe
fuego encendió,
Enrique Banchs El cascabel del halcón
cuando la milagrosa
chispa resplandeciente
de la mano medrosa
rauda saltó,
y todo lo viviente
vio las manos del Hombre
más que divinamente
tocando Sol.
IMAGEN
Porque mi corazón es trashumante
y desasido está de casa y pena,
y sube a mi pupila y cual diamante
que brilla a una luz suave la serena;
LA MUERTA
Le cerraron los ojos azules,
le besaron las manos muy pálidas;
las manitas con puños de tules
eran dos milagrosas crisálidas.
LIBRO
Libro que ha abierto ahora mi mano temblorosa,
¿dónde estará la otra que te escribió? ¿Reposa
el reposo que vino del desmenuzamiento,
o vuelta cosa Ignota palpita aquí, en el viento?
¿Dónde estará el cerebro que sudó sangre y llanto
terrible porque un día se arrimó al camposanto?
Ahora ha penetrado la casa de la esfinge
que con los ojos fijos en lo vano restringe
los gestos en los brazos y las afirmaciones
en los labios movidos por ciegos corazones.
No sabemos si somos. Bestialmente la duda
está en la vida. Sólo sabemos que no duda
el muerto. Pero el muerto, egoísta supremo,
tiene el desdén enorme de la piedra, al extremo
que son impenetrables sus gestos transitivos.
Ya no son más humanos. Y nosotros, los vivos,
¿somos humanos?
¿Hombre del libro, allá en los cielos
estarás, en la música, limpio de nuestros duelos,
paseándote entre estrellas con un lirio en la mano?
¿O por el prado elíseo mueves el paso vano,
sombra peripatética, junto a los mirtos de oro
y junto a los orfeos de corazón sonoro?
De allí igual a la tuya verás el alma mía;
tus pasiones de un día, renacen en mi día.
Tal vez verás mis nervios como los tuyos cuando
tu corazón estaba joven de amor cantando.
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EDITOR
DE AMERICA
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