Mauricio Lara Manning, Un Hombre de Energía Nuclear
Mauricio Lara Manning, Un Hombre de Energía Nuclear
Mauricio Lara Manning, Un Hombre de Energía Nuclear
En su Buenos Aires querido se nos murió nuestro Doctor Lara, el pasado viernes 22 de julio. Le
falló el corazón en el quirófano.
Y hoy, jueves 28, nos llega a Managua, por avión, sellado y precintado en doble caja, lo que quizás
no osaríamos llamar su cadáver si tuviésemos presente que cadáver es CArne DAda a los VERmes.
O quizás sí debiéramos hablar de su cadáver, con palabra tan gráfica y científica, tal como el mismo
Mauricio lo hubiera hecho ahora, sin miedo a las palabras.
Sin embargo, no quiero hablar aquí de sus residuos entrópicos sino de la explosión de energía vital
que fue, y en cierto modo no ha dejado de ser, el doctor Mauricio Lara Manning.
El Dr. Lara nació en León, el 23 de septiembre de 1929. Fue hijo del Dr. Escolástico Lara, el
notable médico leonés que, junto con el Dr. Luis H. Debayle, atendió a Rubén Darío moribundo.
Dicen que un día Rubén bautizó a Escolástico Lara como "El Ultimo Azteca", aludiendo a la fuerte
y chaparra condición indígena de aquel médico y amigo que a diario lo sometía al cruento sacrificio
de las inyecciones y que habría de estar a su lado a las 10:15 de la noche del 6 de febrero de 1916,
hora en que al poeta se le ocurrió irse a la inmortalidad.
Mauricio Lara heredó de ese Escolástico Lara el fornido aspecto, el amor a las ciencias
experimentales y la energía vital que caracterizaba a aquellos librepensadores masones amigos de
Darío que luego serían amigos de Sandino. En efecto, años más tarde, el General de Hombres
Libres delegó en Escolástico Lara la jefatura del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional,
cuando él decidió viajar de Wiwilí a Managua, sólo para caer en la trampa de Somoza García.
Con Escolástico Lara entró Sandino al despacho del presidente Sacasa, a las 5:00 de la tarde del 21
de febrero de 1934, y allí se despidió Sandino de Lara cinco horas antes ser asesinado (a las 10:15
de la noche, la misma hora en que murió Darío). Escolástico Lara se exilió entonces a Argentina,
con su familia, para no correr la misma suerte que los 3000 sandinistas masacrados en el
campamento "Luz y Verdad".
Mauricio tenía entonces tan sólo cuatro años y medio, y heredaría la devoción de Escolástico Lara a
la causa sandinista de justicia, libertad, fraternidad, soberanía nacional y sueños bolivarianos.
En 1982 regresó a Nicaragua y, desde estonces hasta ahora (1994), fue asesor científico del
Ministerio de Planificación y del Ministerio de Cooperación Externa. Desde este lugar desplegó un
constante trabajo de promoción y gestión científica y tecnológica por el que le fue concedida la
Orden Ramírez Goyena en 1990. En 1984 le habían sido restituidos por ley los derechos de su
cátedra argentina, pero no quiso dejar Nicaragua en los días más duros de la guerra
contrarrevolucionaria. Regalaba a manos llenas, a quien le pedía, dinero, conocimientos y amistad,
cosa que ya no se estila en estos neoliberales tiempos del cólera.