Historia y Poeasía Marcela y Grisóstomo
Historia y Poeasía Marcela y Grisóstomo
Historia y Poeasía Marcela y Grisóstomo
(vv. 4-5)
«... el llanto
de toda la infernal negra cuadrilla».
(vv. 26-27)
para cantar su dolor y su despecho; y luego invoca a los míticos condenados
«del hondo abismo»: Tántalo, Sísifo, Ticio, Egión, las Danaides, sin olvidar al
«portero infernal de los tres rostros» (vv. 113-28)13. Por otra parte, el suicidio se
da frecuentemente en la pastoral, incluso en la española14. Los testimonios en
contra, que el autor disemina con anterioridad al desarrollo del entierro, valen
sólo como una muestra de los distintos puntos de vista desde los que puede
enfocarse una misma realidad, o de esa ambigüedad tan artísticamente lograda
por Cervantes15.
Más importante parece ser en este episodio el planteo del gran tema
cervantino de que venirnos hablando -las relaciones -65- de Historia y Poesía-
aquí presente fundamentalmente en la antinomia cabreros-pastores incluidos
en sus respectivos entornos. Cervantes, en busca de una contraposición fuerte
y significativa, engarza el episodio altamente poético de Marcela y Grisóstomo
en el mundo circunstancial de los cabreros, recurriendo a puentes de enlace
que llevan gradualmente al lector desde la rusticidad del hato hasta el discurso
de Marcela, mediante un crescendo matizado de avances, retrocesos y
suspensos; pero a partir de la Canción desesperada (capítulo 14) una decidida
línea ascensional conduce, ya sin vacilaciones, hasta la culminación en que la
pastora -encarnación de un platonismo cristianizado, tan intenso, que la
desgaja de la vida y del amor humano- afirma no sólo su libre albedrío, sino su
origen divino y su anhelo de reintegrarse a la patria celestial. Si Grisóstomo
entrega voluntariamente su alma al infierno, Marcela contempla el cielo, «pasos
con que camina el alma a su morada primera»16. El decidido contraste en la
elección de destino (infierno-cielo) es, en última instancia, la trascendental
antinomia que incluye a todas las otras17.
-66-
-67-
(p. 115)
(vv. 15-16)
Añadamos a esto el recuerdo de los ataques de Elicia y Areúsa contra la gracia
y gentileza de Melibea (Celestina, acto IX), que se trasuntan en los vv. 45-52
puestos en boca de Teresa del Berrocal23.
(p. 124)
(ídem)
diseminaciones y recolecciones:
(ídem)
-71-
Agréguese la evocación del escenario pastoril: las altas hayas en cuya corteza
está escrito el nombre de Marcela, y sobre él una corona «como si más
claramente dijera su amante que Marcela la lleva y la merece de toda la
hermosura humana» (ídem); y los lamentos de los enamorados sin fortuna
poblando de día y de noche sierras y valles: pastores que suspiran, gimen,
cantan amorosas canciones o desesperadas endechas. Tanto se ha adentrado
Pedro en la verdad poética, que puede afirmar: «Por ser todo lo que he contado
tan averiguada verdad...». ¿Puede haber para don Quijote algo más placentero
que esta profesión de fe poética? Por esto exclama: «... agradézcoos el gusto
que me habéis dado con la narración de tan sabroso cuento». Pedro, el rústico
cabrero, ha arribado al mundo utópico de la pastoral, conquistado por la
hermosura del mito.
(pp. 131-32)
-75-
Conclusiones
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