Manifiesto Scum Valerie Solanas

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SCUM MANIFESTO

Valerie
Solanas

SCUM Manifiesto de Valerie Solanas fue escrito


en 1967 y publicado en 1968, el año que disparó e
hirió a Andy Warhol. El texto utilizado aquí es el
de la edición de 1983 del manifiesto que fue
publicado por el Grupo de Estudio del
Matriarcado. Valerie murió en 1988, después de
pasar sus últimos años como una prostituta
callejera.

Vivir en esta sociedad significa, con suerte, morir de


aburrimiento; nada concierne a las mujeres; pero, a
las dotadas de una mente cívica, de sentido de la
responsabilidad y de la búsqueda de emociones, les
queda una – sólo una única – posibilidad: destruir el
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gobierno, eliminar el sistema monetario, instaurar la
automatización total y destruir al sexo masculino.

Hoy, gracias a la técnica, es posible reproducir la raza


humana sin ayuda de los hombres (y, también, sin la
ayuda de las mujeres). Es necesario empezar ahora,
ya. El macho es un accidente biológico: el gen Y
(masculino) no es otra cosa que un gen X (femenino)
incompleto, es decir, posee una serie incompleta de
cromosomas. Para decirlo con otras palabras, el
macho es una mujer inacabada, un aborto ambulante,
un aborto en fase gen. Ser macho es ser deficiente; un
deficiente con la sensibilidad limitada. La virilidad es
una deficiencia orgánica, una enfermedad; los
machos son lisiados emocionales.

El hombre es un egocéntrico total, un prisionero de sí


mismo incapaz de compartir o de identificarse con los
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demás, incapaz de sentir amor, amistad, afecto o
ternura. Es un elemento absolutamente aislado,
inepto para relacionarse con los otros, sus reacciones
no son cerebrales sino viscerales; su inteligencia sólo
le sirve como instrumento para satisfacer sus
inclinaciones y sus necesidades. No puede
experimentar las pasiones de la mente o las
vibraciones intelectuales, solamente le interesan sus
propias sensaciones físicas. Es un muerto viviente,
una masa insensible imposibilitada para dar, o recibir,
placer o felicidad. En consecuencia, y en el mejor de
los casos, es el colmo del aburrimiento; sólo es una
burbuja inofensiva, pues unicamente aquellos capaces
de absorberse en otros poseen encanto. Atrapado a
medio camino en esta zona

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crepuscular extendida entre los seres humanos y los
simios, su posición es mucho más desventajosa que la
de los simios: al contrario de éstos, presenta un
conjunto de sentimientos negativos – odio, celos,
desprecio, asco, culpa, vergüenza, duda – y, lo que es
peor: plena consciencia de lo que es y no es.

A pesar de ser total o sólo físico, el hombre no sirve


ni para semental. Aunque posea una profesionalidad
técnica – y muy pocos hombres la dominan – es, lo
primero ante todo, incapaz de sensualidad, de lujuria,
de humor: si logra experimentarlo, la culpa lo devora,
le devora la vergüenza, el miedo y la inseguridad
(sentimientos tan profundamente arraigados en la
naturaleza masculina que ni el más diáfano de los
aprendizajes podría desplazar). En segundo lugar, el
placer que alcanza se acerca a nada. Y finalmente,
obsesionado en la ejecución del acto por quedar bien,
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por realizar una exhibición estelar, un excelente
trabajo de artesanía, nunca llega a armonizar con su
pareja. Llamar animal a un hombre es halagarlo
demasiado; es una máquina, un consolador
ambulante. A menudo se dice que los hombres
utilizan a las mujeres.¿Utilizarlas, para qué? En todo
caso, a buen seguro, no para sentir placer.

Devorado por la culpa, por la vergüenza, por los


temores y por la inseguridad, y a pesar de tener, con
suerte, una sensación física escasamente perceptible,
una idea fija lo domina: joder. Accederá a nadar por
un río de mocos, ancho y profundo como una nariz,
a través de kilómetros de vómito, si cree, que al otro
lado hallará una gatita caliente esperándole. Joderá
con no importa qué mujer desagradable, qué bruja
desdentada, y, más aún, pagará por obtener la
oportunidad.
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¿Por qué? La respuesta no es procurar un alivio para
la tensión física ya que la masturbación bastaría.
Tampoco es la satisfacción personal – no explicaría la
violación de cadáveres y de bebés.

Egocéntrico absoluto, incapaz de comunicarse, de


proyectarse o de identificarse, y avasallado por una
sexualidad difusa, vasta y penetrante, es
psíquicamente pasivo. Al odiar su pasividad, la
proyecta en las mujeres. Define al hombre como
activo, y se propone demostrar que lo es (demostrar
que se es un hombre). Su único modo de
demostrarlo es joder (el Gran Hombre con un Gran
Pene desgarrando un Gran Coño). Consciente de su
error, debe repetirlo una y otra vez. Joder, es pues un
intento desesperado y convulsivo de demostrar que
no es pasivo, que no es una mujer; pero es pasivo y
desea ser una mujer.
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Mujer incompleta, el macho se pasa la vida
intentando completarse, convertirse en mujer. Por tal
razón acecha constantemente, fraterniza, trata de vivir
y de fusionarse con la mujer. Se arroga todas las
características femeninas: fuerza emocional e
independencia, fortaleza, dinamismo, decisión,
frialdad, profundidad de carácter, afirmación del yo,
etc. Proyecta en la mujer los rasgos masculinos:
vanidad, frivolidad, trivialidad, debilidad, etc. Preciso
es señalar, sin embargo, que el hombre posee un
rasgo brillante que lo coloca en un nivel de
superioridad respecto a la mujer: las relaciones
públicas. (Su tarea sido la de convencer a millones de
mujeres de que los hombres son mujeres y que
mujeres son hombres) Para el hombre, las mujeres
alcanzan su plenitud con la maternidad; en cuanto a
la sexualidad que nos impone, refleja lo que le
satisfacería si fuera mujer.
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En otras palabras, las mujeres no envidian el pene,
pero los hombres envidian la vagina. En cuanto el
macho decide aceptar su pasividad, se define a sí
mismo como mujer (tanto los hombres como las
mujeres piensan que los hombres son mujeres y las
mujeres son hombres) y se convierte en un travestí,
pierde su deseo de joder (o de lo que sea; por otra
parte queda satisfecho con su papel de loca buscona)
y se hace castrar. La ilusión de ser una mujer le
proporciona una sexualidad difusa y prolongada. Para
el hombre, joder es una defensa contra el deseo de
ser mujer. El sexo en sí mismo es una sublimación.

Su obsesión por compensar el hecho de no ser mujer


y su incapacidad para comunicarse o para destruir, le
ha permitido hacer del mundo un montón de
mierda. Es el responsable de:

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La Guerra: El sistema más corriente utilizado por el
hombre para compensar el hecho de no ser mujer
(sacar su Gran Pistola) es obviamente ineficaz: la
puede sacar un número limitado de veces y cuando la
saca, lo hace a escala masiva, para demostrar al
mundo que es un hombre. Debido a su impotencia
para sentir compasión o para comprender o
identificarse con los demás antepone su necesidad de
afirmar su virilidad a un incontable número de vidas,
incluida la suya. Prefiere morir iluminado por un
resplandor de gloria que arrastrarse sombriamente
cincuenta años más.

La simpatía, la cordialidad y «la dignidad»: Cada


hombre sabe, en el fondo, que sólo es una porción
de mierda sin interés alguno. Le domina una
sensación de bestialidad que le avergüenza

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profundamente; desea no expresarse a sí mismo sino
ocultar entre los demás su ser exclusivamente físico,
su egocentrismo total, el odio y el desprecio que siente
hacia los demás hombres y que sospecha que los
demás sienten hacia él. Dada la constitución de su
sistema nervioso muy primitiva, y susceptible de
resentirse fácilmente a causa del más mínimo
despliegue de emoción o de sentimiento, el hombre
se protege con la ayuda de un código social
perfectamente insípido carente del más leve trazo de
sentimientos o de opiniones perturbadoras. Utiliza
términos como copular, comercio sexual, tener
relaciones (para los hombres, decir relaciones sexuales
es una redundancia), y los acompaña de gestos
grandilocuentes.

El dinero, el matrimonio, la prostitución, el trabajo y


el obstáculo para lograr una sociedad automatizada:
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Nada, humanamente, justifica el dinero ni el trabajo.
Todos los trabajos no creativos (prácticamente todos)
pudieron haberse automatizado hace tiempo. Y en
una sociedad desmonetizada cualquiera podría
obtener lo mejor de cuanto deseara. Pero las razones
que mantienen este sistema, basado en el trabajo y el
dinero, no son humanos, sino machistas:

1. El coño: El macho que desprecia su yo deficiente,


vencido por una ansiedad profunda e intensa, y por
una honda soledad cada vez que se encuentra consigo
mismo, con su naturaleza vacía, se vincula a cualquier
mujer, desesperado, con la vaga esperanza de
completarse a sí mismo, y se alimenta de la creencia
mística de que, por el mero hecho de tocar oro se
convertirá en oro; anhela la constante compañía de la
mujer. Prefiere la compañía de la más inferior de las
mujeres a la suya propia o a la de cualquier otro
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hombre quien sólo le recuerda su propia repulsión.
Pero es preciso obligar o engañar a las mujeres, a
menos que sean demasiado jóvenes o estén
demasiado enfermas, para someterlas a la compañía
del varón.

Proporcionar al hombre (incapaz de relacionarse con


los demás) ilusión de utilidad, le permite justificar su
existencia excavando agujeros y volviéndolos a llenar.
El tiempo ocioso le horroriza pues dispone de una
sola solución para llenarlo: contemplar su grotesca
personalidad. Incapacitado para relacionarse o amar,
el hombre trabaja. Las mujeres anhelan las actividades
absorbentes, emocionantes, pero carecen de la.
oportunidad o de la capacidad para ello y prefieren la
ociosidad o perder el tiempo a su gusto: dormir, hacer
compras, jugar al bowling, nadar en la piscina, jugar a
las cartas, procrear, leer, pasear, soñar despiertas,
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comer, jugar consigo mismas, tragar píldoras, ir al
cine, psicoanalizarse, viajar, recoger perros y gatos
repantingarse en la playa, nadar, mirar la t.v., escuchar
música, decorar la casa, dedicarse a la jardinería,
coser, reunirse en clubs nocturnos, bailar, ir de visitas,
desarrollar su inteligencia (siguiendo cursos), y
absorber cultura (conferencias, teatro, conciertos,
películas artísticas). Así, muchas mujeres, incluso en
caso de una completa igualdad económica, prefieren
vivir con hombres o mover el culo por las calles, es
decir disponer de la mayor parte de su tiempo, a pasar
varias horas diarias aburriéndose, estultificadas
realizando, para otros, trabajos no creativos
embrutecedores que las convierten en máquinas, o, en
el mejor de los casos – si logran acceder a un buen
empleo –, codirigentes del montón de mierda.

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La destrucción total del sistema basado en el trabajo y
en el dinero, y no el logro de la igualdad económica
en el seno del sistema masculino, liberará a la mujer
del poder masculino.

2. El poder y el control: No pudiendo dominar a las


mujeres por medio de sus relaciones personales, el
hombre aspira al dominio general por medio de la
manipulación del dinero, así como de todo lo
susceptible de ser controlado con dinero, en otras
palabras, manipulándolo todo y a todos.

3. El sustituto del amor: Incapaz de dar amor o afecto,


el hombre da dinero. Se siente maternal. La madre
da la leche. Él da el pan. Él es el Gana-Pan.

4. Proveer al hombre de un objetivo. Incapaz de gozar


del presente, el hombre necesita una meta por

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delante, y el dinero le proporciona un objetivo
eterno. Pensad en lo que se puede hacer con 80
trillones de dólares, invertidos, y en tres años tendréis
trescientos trillones.

5. Proporcionar al hombre la máxima oportunidad


para manipular y controlar a los demás: la paternidad.

La paternidad y la enfermedad mental (temor,


cobardía, timidez, humildad, inseguridad, pasividad):
Mamá desea lo mejor para sus hijos. Papá sólo desea
lo mejor para Papá, es decir, paz y tranquilidad; desea
que respeten sus caprichos de dignidad, desea
presentarse bien (status) y desea la oportunidad para
controlar y manipular a su aire., lo cual se denominará
guiar si se trata de un padre moderno. En cuanto a su
hija, la desea sexualmente, entrega su mano en
matrimonio: el resto es para él. Papá al contrario de
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Mamá, nunca cede frente a sus hijos, pues debe, por
todos los medios, preservar la imagen de hombre
decidido, dotado de fortaleza, de perenne fuerza y
rectitud. Nunca alcanza su meta, y, por tanto, le
domina la falta de confianza en sí mismo y en la
propia capacidad para lidiar con el mundo, y acepta
pasivamente el status quo. Mamá ama a sus hijos,
aunque a ven s se encolerice con ellos, pero Ja cólera
se evapora en un instante y, aún cuando persista, no
obstaculiza el amor ni una profunda aceptación. Papá,
en cambio, emocionalmente enfermo no ama a sus
hijos: los aprueba si son buenos, es decir, si son
simpáticos, respetuosos, obedientes, serviles a su
voluntad, tranquilos, y mientras no provoquen
inoportunas alteraciones de ánimo siempre tan
desagradables y molestas para el varonil sistema
nervioso de Papá, facilmente perturbable. En otras

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palabras, si son tan pasivos como los vegetales, si no
son buenos – en el caso de un padre moderno,
civilizado (a veces es preferible el bruto furioso
anticuado, a quien se puede despreciar por su
ridiculez) – Papá no se enfada, pero expresa su
desaprobación, actitud que, a diferencia de la cólera
persiste e impide la aceptación profunda, dejando en
el niño un sentimiento de inferioridad y una obsesión
por la aprobación que durará toda la vida; el resultado
es el temor al propio pensamiento, motivo inductor a
buscar refugio en la vida convencional.

Si el niño desea la aprobación paterna, debe respetar


a Papá, y dado que Papá es una basura, el único
medio para suscitar respeto filial es mostrarse
distante, inalcanzable, y actuar siguiendo el precepto
según el cual la familiaridad alimenta el desprecio,
precepto, por supuesto, cierto, si se es despreciable.
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Comportándose de manera distante y fría puede
aparecer como un ser desconocido, misterioso, y, por
lo tanto, inspirar temor (respeto).

Desaprobar las escenas emotivas produce el temor a


sentir una emoción fuerte, el temor a la propia furia y
al odio, y el temor a enfrentarse con la realidad, ya
que la realidad revela la rabia y el odio; este miedo,
unido a la falta de confianza en sí mismo y al
conocimiento a la propia incapacidad para cambiar el
mundo o para conmover aunque sea mínimamente el
propio destino, conduce a la estúpida creencia de que
el mundo y la mayoría sus habitantes son agradables,
y que las más banales y triviales actividades son una
gran diversión y producen un profundo placer.

El efecto de la paternidad en los niños,


particularmente, es convertirlos en Hombres, es
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decir, defenderlos de todas sus tendencias a la
pasividad, a la mariconería, o a sus deseos de ser
mujeres. Todos los chicos quieren imitar a su madre,
fusionarse con ella, pero Papá lo prohíbe.
Él es la madre, Él se fusiona con ella; así, ordena al
niño, a veces directamente y otras indirectamente, no
comportarse como una niñita, y actuar como un
hombre. El muchacho, que se caga en los pantalones
delante de su padre, que – dicho de otro modo – le
respeta, obedece y se convierte en un verdadero
pequeño Papá, el modelo de la Hombría, el sueño
americano: el cretino heterosexual de buena
conducta.

El efecto de la paternidad en las mujeres es


convertirlas en hombres: dependientes, pasivas,
abocadas a las tareas domésticas embrutecedoras,
simpáticas, inseguras, ávidas de aprobación y de
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seguridad, cobardes, humildes, respetuosas con la
autoridad de los hombres, cerradas, carentes de
reacciones, medio muertas, triviales, estúpidas,
convencionales, insípidas y completamente
despreciables. La Hija de Papá, siempre tensa y
temerosa, sin capacidad analítica, sin objetividad,
valora a Papá y a los demás hombres con temor
(respeto). Incapaz de descubrir el vacío tras la fachada
distante, acepta la definición masculina del hombre
como ser superior, y la definición de la mujer, y de sí
misma, como ser inferior, es decir, como hombres,
eso que, gracias a Papá realmente es.

La expansión de la paternidad, resultado del


desarrollo y de la mejor distribución de la riqueza
(que el patriarcado necesita para prosperar) ha
provocado el aumento general de la estupidez y el
declive de las mujeres en los Estados Unidos después
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de 1920. La estrecha asociación entre riqueza y
paternidad ha servido para que las chicas peor
seleccionadas, es decir las burguesitas privilegiadas,
logren el derecho a educarse.

En suma, el papel de los padres ha sido corroer el


mundo con el espíritu de la virilidad. Los hombres
poseen el don de Midas negativo: todo cuanto tocan
se convierte en mierda.

La supresión de la individualidad, la animalidad


(domesticidad y maternidad) y el funcionalismo: El
hombre es un puñado de reflejos condicionados:
incapaz de reaccionar libremente por medio de su
mente, está atado y determinado completamente por
sus experiencias infantiles y del pasado. Vivió sus
primeras experiencias con su madre, y durante toda
su vida está ligado a ella. El Hombre nunca llega a
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comprender claramente no ser parte de su madre,
que él es él y ella es ella.
Su máxima necesidad es sentirse guiado, abrigado,
protegido y admirado por mamá (los hombres
esperan que las mujeres adoren aquello que los
petrifica de horror: ellos mismos). Exclusivamente
físico, aspira a pasar su tiempo (que ha perdido en el
mundo defendiéndose sombriamente contra su
pasividad) dedicado a actividades básicamente
animales: comer, dormir, cagar, relajarse y hacerse
mimar por Mamá. La Hija de Papá, pasiva y
cabezahueca, deseosa de aprobación, de una palmada
en la cabeza, del respeto del primer montón de
basura que' pasa, deja reducirse fácilmente a la
categoría de Mamá, estúpida suministradora de
consuelo para las necesidades físicas, respaldo de los
cansados, paño para frentes simiescas, aliciente para

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el ego mezquino, admiradora de lo despreciable: una
bolsa de agua caliente con tetas.
Reducidas a la categoría de animal, las mujeres del
sector más atrasado de la sociedad, la clase media
privilegiada y educada, despojo de la humanidad
donde papá reina como ser supremo, intenta
desarrollarse por medio del trabajo, y en la nación
más avanzada del mundo, en pleno siglo XX, van de
un lado a otro con los críos colgando de las tetas. ¡Y
no es por los niños (aunque los expertos sentencien
que Mamá debe quedarse en casa y arrastrarse como
una bestia) sino por Papá! La teta es para Papá, para
que pueda aferrarse, los sufrimientos del trabajo son
para Papá, para que pueda seguir prosperando (como
está medio muerto, necesita estímulos poderosos).
La necesidad de reducir a la mujer a un animal, a
Mamá, a un macho, es psicológica y práctica. El

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macho es simplemente una muestra de la especie
susceptible e ser intercambiable por cualquier otro
macho. No posee una individualidad profunda, pues
la individualidad se origina en la curiosidad, en
aquello que se encuentra fuera de uno mismo, que lo
absorbe, aquello con lo que uno se relaciona. Los
hombres, totalmente absorbidos por ellos mismos,
capaces sólo de relacionarse con sus propios cuerpos
y de experimentar únicamente sus sensaciones físicas,
difieren entre sí unicamente por el grado y por la
forma de intentar defenderse contra su pasividad y
contra su deseo de ser mujeres.

La individualidad femenina, se impone ante el


hombre, pero él es incapaz de comprenderla, incapaz
de establecer un contacto con ella que lo asusta, le
conmociona y llena de espanto y de envidia. Así, la
niega, y se dispone a definir a cualquiera, él o ella, en
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términos de función o de uso, asignándose desde
luego para sí las funciones más importantes – médico,
presidente, científico – a fin de darse una identidad, si
no una individualidad, y convencer, a sí mismo y a las
mujeres (le ha ido mejor convenciendo a las mujeres)
que la función femenina es concebir y dar a luz a los
hijos, relajarse, confortar y alabar el ego del hombre;
que por su función es un ser intercambiable con
cualquier otra mujer. Pero en realidad, la función de
la mujer es comunicarse, desarrollarse, amar y ser ella
misma, y resulta irreemplazable por otra; la función
del macho es la de producir esperma. En la
actualidad existen bancos de esperma.

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La violación de la intimidad: El hombre, avergonzado
de lo que es y de casi todo lo que hace, tiende
bastante a mantener en secreto todos los aspectos de
su vida, pero no guarda ningún respeto por la vida
privada de los demás. Vacío, incompleto, carente de
realidad propia, necesita permanentemente la
compañía de la mujer, y no ve nada de malo en el
hecho de inmiscuirse o introducirse en los
pensamientos de la mujer, no importa quien sea, en
cualquier parte y en cualquier momento; pero se
siente indignado e insultado si se le llama la atención
respecto a lo que hace, se siente confundido... no
puede comprender que alguien pueda preferir un
minuto de soledad a la compañía de cualquier
cretino. Al desear convertirse en una mujer, se
esfuerza por estar siempre rodeado de mujeres – las
únicas que lo aproximan a su deseo –; y se las ingenió

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para crear una sociedad basada en la familia – una
pareja hombre-mujer y sus hijos (el pretexto para la
existencia de la familia) que, virtualmente, viven uno
encima del otro, violando inescrupulosamente los
derechos de la mujer, su intimidad, su salud.

El aislamiento, los suburbios y la imposibilidad de la


comunidad: Nuestra sociedad no es una comunidad,
es una colección de unidades familiares aisladas. El
hombre se siente desesperadamente inseguro,
temeroso de que su mujer le abandone si se expone
ante otros hombres o a algo que remotamente se
parezca a la vida, de modo que intenta aislarla de los
otros hombres y de la mediocre civilización reinante.
La lleva a vivir a los suburbios para encerrarla en un
conjunto de pabellones donde parejas con sus hijos se
absorben en una mutua contemplación. El
aislamiento le da la posibilidad de mantener la ilusión
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de ser un individuo, se convierte en un individualista
rudo, un gran solitario; confunde la individualidad
con la claustración y la falta de cooperación.

Pero hay otra razón para explicar este aislamiento:


cada hombre es una isla. Atrapado en sí mismo,
emocionalmente aislado, incapaz de comunicarse, al
hombre le horroriza la civilización, la gente, las
ciudades, las situaciones que requieren capacidad
para comprender y establecer relaciones con los
demás. Papá huye, como un conejillo asustado, se
escabulle, y arrastra el rechoncho culo hacia el
páramo, hacia los suburbios. O, en el caso del hippie
– ¡Se va lejos, chico! – hacia el prado donde puede
joder y procrear a sus anchas y perder el tiempo con
sus abalorios y sus flautas.

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El hippie, cuyo deseo de ser un Hombre, y un rudo
individualista, es más débil que el del término medio
de los hombres, y se excita ante la sola idea. de
poseer cantidad de mujeres a su disposición, se revela
contra la crueldad de la vida del Gana-Pan y contra la
monotonía de la monogamia. En nombre de la
cooperación y del reparto, forma una comuna o una
tribu, que, a pesar de sus principios de solidaridad y
en parte por su causa (la comuna, una extensión de la
familia, es un ultraje más de los derechos de la mujer,
viola su intimidad y deteriora su salud mental) no se
parece a una comuna más que el resto de la sociedad.

La verdadera comunidad está formada por individuos


– no simples miembros de una especie, o parejas –
que respetan la individualidad y la intimidad de los
demás, y al mismo tiempo, obran con reciprocidad
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mental y emocionalmente – espíritus libres que
mantienen entre sí una relación libre – y cooperan
para alcanzar fines comunes. Los tradicionalistas
dicen que la unidad básica de la sociedad es la
familia, para los hippies en cambio, es la tribu; nadie
menciona al individuo.

El hippie habla mucho acerca de la individualidad,


pero su concepto al respecto no difiere del que
puede tener cualquier otro hombre. Desearía regresar
a la naturaleza, a la vida salvaje; regresar al desierto,
reencontrar el hogar de los animales peludos de los
que él forma parte, lejos de la ciudad, o al menos
donde se perciban algunas huellas, un vago inicio de
civilización, para vivir al nivel primario de la especie y
ocuparse en actividades sencillas, no intelectuales:
criar cerdos, joder, ensartas abalorios. La actividad
más importante de la comuna – en ella se basa – es la
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promiscuidad. El hippie se siente atraído por la
comuna principalmente porque ofrece la perspectiva
de libertad sexual, el coño libre, la más interesante
comodidad para compartir, la que se puede poseer
sin miramientos; pero, ciego y avaricioso, no piensa
en todos los demás hombres con quienes deberá
compartirlo, ni tampoco repara en los celos y la
posesividad propia del coñazo que ellos son, en sí
mismos.

Los hombres no pueden cooperar en el logro de un


fin común, porque el fin de cada hombre es todos los
coños para sí. De ahí que la comuna esté condenada
al fracaso. Preso del pánico, el hippie atrapará a la
primera mentecata que lo empuje y la arrastrará a los
suburbios lo más rápidamente posible. El macho no
puede progresar socialmente, pero, en cambio, oscila

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entre el aislamiento y la promiscuidad.

El conformismo: A pesar de desear ser un individuo,


el hombre teme cualquier cosa que pudiera
diferenciarlo, aún ligeramente de los demás hombres;
teme no ser realmente un Hombre, una de las
sospechas más perturbadoras es la posibilidad de ser
pasivo y estar determinado por la sexualidad. Si los
demás hombres son A y él no lo es, quizás no sea un
hombre; debe de ser un marica. Así, intenta afirmar
su Hombría pareciéndose a otros hombres. Pero
cualquier diferencia constatada en los demás también
constituye una amenaza, le aterra: son ellos, a los
maricas a quienes debe evitar a cualquier precio, y
hace cuanto puede para obligarles a recuperar la
uniformidad.

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El hombre se atreve a ser diferente sólo cuando
acepta su pasividad y su deseo de ser una mujer, su
mariconería. El más consecuente consigo mismo es el
travestí. Pero él, a pesar de ser diferente a muchos
hombres, es exactamente igual a todos los demás
travestís. También funcionalista, busca una identidad
formal: ser una mujer. Trata de desembarazarse de
todos sus problemas, pero todavía no posee ninguna
individualidad. No está totalmente convencido de ser
una mujer, angustiado por la idea de no ser lo
suficientemente hembra, se adecua compulsivamente
al estereotipo femenino creado por el hombre,
terminando por ser un fardo de manierismos
acartonados.

Para asegurarse de que es un Hombre, el macho


debe asegurarse de que la hembra es verdaderamente
una Mujer, lo contrario de un Hombre, es decir, que
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la hembra se comporta como un marica. Y la Hija de
Papá, cuyos instintos femeninos le fueron arrebatados
cuando era pequeña, se adapta facilmente y por
obligación a este papel.

La autoridad y el gobierno: El hombre que, carece


del sentido de lo verdadero y de lo falso, carece de
conciencia moral, (sólo puede ser producto de la
capacidad para ponerse en el lugar de los demás)
carece de fe en su yo inexistente, es necesariamente
competitivo y, por naturaleza,incapaz de cooperar,
siente la necesidad de una guía y de un control
procedente del exterior. Por lo tanto, inventa a las
autoridades – sacerdotes, especialistas, jefes, líderes,
etc.– y al gobierno. Quiere que la hembra (Mamá) le
guíe, pero es incapaz de prestarse a ello (después de
todo, él es un hombre), quiere desempeñar el papel
de la Mujer, usurpar su función de Guía y Protectora,
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se encarga de que todas las autoridades sean siempre
hombres.
No existe ninguna razón para que una sociedad
formada por seres racionales capaces de cooperar
entre sí, autosuficientes y libres de cualquier ley o
condición natural capaz de obligarles a competir,
deban tener un gobierno, leyes o líderes.

La filosofia, la religión y la moral basados en el sexo:


La incompetencia del hombre para relacionarse con
los demás o con las cosas es causa de que su vida
carezca de objetivos y sentido (según el pensamiento
masculino la vida es un absurdo), así inventa la
filosofía y la religión. Está vacío, mira hacia afuera, no
sólo en busca de una guía o de un control, sino
también de la salvación y del sentido de la vida. Le
resulta imposible realizar la felicidad en la tierra:

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inventó el Cielo.
Puesto que no puede comunicarse con los otros, y
sólo vive para el sexo, para el varón el mal es la
licencia sexual que le compromete en prácticas
sexuales desviadas (no viriles, es decir, las que no lo
defienden contra su pasividad y sexualidad total,
característica que amenazan, si se las fomenta, con
destruir la civilización, pues la civilización está
absolutamente basada en la necesidad del hombre de
defenderse contra estas características, en cuanto a la
mujer (según los hombres) el mal radica en cualquier
tipo de comportamiento capaz de inducir a los
hombres a la licencia sexual, es decir impedir a las
necesidades del macho estar por encima de las suyas y
negarse a hacerse la loca.
La religión no solamente brinda al hombre un fin (el
Cielo) y ayuda a mantener a la mujer ligada a él,

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además presenta rituales mediante cuya práctica el
hombre puede expiar la culpa y la vergüenza
experimentada por no ser capaz de defenderse
suficientemente contra sus impulsos sexuales; en
especial, se trata de la culpa y la vergüenza de ser
hombre.

La mayoría de los hombres, en su inmensa cobardía,


proyectan sus debilidades intrínsecas en las mujeres;
las califican de debilidades típicamente femeninas y
se atribuyen la auténtica fuerza femenina. La mayoría
de filósofos, no tan cobardes, reconocen ciertas
carencias en el hombre; sin embargo no llegan a
admitir el hecho de que estas carencias existen sólo
en los hombres. Así, denominan a la condición del
hombre masculina, la Condición Humana; formulan
su problema de la nada, que les horroriza, como un
37
dilema filosófico; otorgan un nivel de jerarquía a su
animalidad, pomposamente bautizan a su nada
Problema de Identidad, y con grandilocuencia
proceden a charlar acerca de la Crisis del individuo,
de la Esencia del ser, de la Existencia que precede a
la Esencia, de los Modos Existenciales del Ser, etc.
etc

38
La mujer, en cambio, no solamente ni se cuestiona su
identidad o su individualidad, sino que por instinto
sabe que el único mal consiste en herir a los demás, y
que el verdadero significado de la vida es el amor.

Los prejuicios (racial, étnico, religioso, etc.): El


hombre necesita víctimas propiciatorias para poder
proyectar sobre ellas sus fracasos y sus insuficiencias,
y sobre las que pueda desahogar sus frustraciones por
no ser mujer.

La competencia, el prestigio, el status, la educación


formal, la ignorancia y las clases sociales y
económicas: Obsesionado por ser admirado por las
mujeres, pero sin poseer ningún mérito intrínseco, el
hombre construye una sociedad artificial que le
proporciona una apariencia del mérito a través del
dinero, del prestigio, de la clase social alta, los títulos,
39
la posición y el conocimiento, relegando en lo más
bajo de la escala social económica y educacional a la
mayor cantidad posible de hombres.

El objetivo de la educación superior no es educar


sino excluir a los demás de las distintas profesiones.

El hombre, aunque capaz de comprender y de


utilizar el conocimiento y las ideas, no puede entrar
en relación con ellas, aprehenderlas emocionalmente;
no valora el conocimiento y las ideas de sí mismas
(son simplemente medios para lograr fines) y, en
consecuencia, no necesita comunicaciones de tipo
intelectual, no necesita cultivar las facultades
intelectuales de los otros. Por el contrario, su interés
es la ignorancia; sabe muy bien que una población de
mujeres inteligentes y conscientes significa el fin de su
reinado. La mujer orgullosa y saludable desea la
40
compañía de sus iguales a quienes puede respetar y
con quienes puede desarrollarse; el macho y la
mujermacho enfermos, inseguros y carentes de
confianza en sí mismos anhelan la compañía de los
parásitos, de las larvas.
El hombre no puede llevar a cabo una genuina
revolución social, pues quienes se hallan en las altas
posiciones del poder allí desean permanecer, y
quienes están abajo desean ocupar un alto puesto. La
rebelión, entre hombres, es una farsa; vivimos en una
«sociedad» masculina hecha por el hombre para
satisfacer sus necesidades. Nunca está satisfecho, pues
le resulta imposible. Aquello contra lo cual el hombre
rebelde se rebela, es el hecho de ser hombre. El
hombre cambia solamente cuando la tecnología se lo
impone, cuando no le queda otra alternativa, cuando
la sociedad alcanza un nivel en el cual él debe

41
cambiar o morirse. Ahora lo hemos alcanzado; si las
mujeres no mueven rápidamente el culo, corremos
peligro de reventar.

Imposibilidad para la conversación: Dada la


naturaleza totalmente egocéntrica del hombre y su
incapacidad para contactar con el exterior, su
conversación, si no versa sobre él mismo, es
impersonal, monótona, despojada de cuanto posea un
valor humano. La conversación intelectual del
hombre es un intento forzado y compulsivo para
impresionar a la mujer.

La Hija de Papá, pasiva, adaptable, respetuosa y


temerosa del hombre hasta la reverencia, se deja
imponer la hedionda y aburrida cháchara masculina. A
ella no le resulta muy difícil, ya que la tensión y la
42
ansiedad, la falta de serenidad, la inseguridad y las
propias dudas, la incertidumbre ante los sentimientos
y las sensaciones que Papá le metió en la cabeza,
convierten sus percepciones en superficialidad y le
impiden darse cuenta de que la charlatanería del
hombre sólo es charlatanería; como el esteta que
aprecia la el espejismo llamado Gran Arte, está
convencida de que la mierda de conversación que le
aburre, le permite desarrollarse. No sólo acepta el
dominio del espejismo; además adapta a ella su propia
conversación.

Entrenada desde la más tierna infancia en la simpatía,


la gentileza y la dignidad, halagando la necesidad del
varón de disfrazar su animalidad, la mujer reduce
servilmente su conversación a la charla melosa insípida
y blanda sobre cualquier tópico que esté más

43
allá de lo más trivial -o, en el caso de ser cultivada, se
quedará en la discusión intelectual, es decir, en el
discurso impersonal acerca de abstracciones
irrelevantes: el Producto Bruto Nacional, el Mercado
Común, la influencia de Rimbaud en la pintura
simbolista. Se vuelve tan adepta al halago que
eventualmente éste se convierte en su segunda
naturaleza hasta el extremo de continuar halagando a
los hombres aún cuando se encuentre en compañía
de otras mujeres.

Aparte de esta faceta de lameculos, la conversación


de la mujer está limitada debido al temor de expresar
opiniones generales o desviadas y por un sentimiento
de inseguridad que la encierra en sí misma y le quita
encanto. La simpatía, la gentileza, la dignidad, la
inseguridad y la introversión pocas veces pueden
desencadenar la intensidad o el ingenio, dos
44
cualidades imprescindibles para que una
conversación merezca el nombre de tal. Semejante
conversación nunca es exuberante; solamente las
mujeres que confían plenamente en sí mismas, las
arrogantes, las extrovertidas, las orgullosas, las
poseedoras de mentes rigurosas, son capaces de
mantener una conversación intensa, audaz, ingeniosa.

45
La imposibilidad de la amistad y del amor: Los
hombres se desprecian a sí mismos, a todos los otros
hombres y a las mujeres que los halagan; las mujeres
lameculos de los machos, inseguras y en busca de la
aprobación masculina, se desprecian a sí mismas y a
todas las que son como ellas; las mujeres-mujeres,
autosuficientes, impetuosas, buscadoras de
emociones, sienten desprecio por los machos y por las
mujeres-macho lame-culos. Para ser breves, el
desprecio está a la orden del día.

El amor no es dependencia ni es sexo, es amistad, y,


por lo tanto, el amor no puede existir entre dos
hombres, entre un hombre y una mujer o entre dos
mujeres, si uno de ellos es un macho lameculos,
inseguro y estúpido. Al igual que la conversación, el
amor solamente puede existir entre dos mujeres-
mujeres seguras, libres, independientes y
46
desarrolladas. La amistad se basa en el respeto, no en
el desprecio.

Incluso entre mujeres desarrolladas, las amistades


profundas se dan rara vez en la época adulta, ya que
casi todas ellas se han unido a hombres para
sobrevivir económicamente, o están empeñados en
abrirse camino, a cuchilladas, a través de la jungla e
intentar mantener sus cabezas por encima del nivel de
la masa amorfa. El amor no puede florecer en una
sociedad basada en el dinero y en el trabajo
mediocre; requiere una libertad económica y
personal total, tiempo para el ocio y la oportunidad
de comprometerse en actividades intensamente
absorbentes y emocionalmente satisfactorias; tales
actividades, cuando se comparten con aquellos a
quienes se

47
respeta, desembocan en una profunda amistad.
Nuestra Sociedad no brinda oportunidades para
comprometerse en esta clase de actividades.

Después de haber eliminado del mundo la


conversación, la amistad, y el amor, el hombre ofrece
los siguientes sustitutos mezquinos.

«El gran Arte» y «la cultura»: El artista hombre intenta


compensar su incapacidad para vivir y su impotencia
para ser mujer, construyendo un mundo sumamente
artificial en el cual él es el héroe; es decir, despliega
las características femeninas; y la mujer queda
reducida a roles limitadísimos, de insípida
subordinada, en una palabra, queda reducida a hacer
de hombre.

El fin del arte masculino no es comunicar (puesto

48
que el hombre es un ser vacío, nada tiene que decir),
sino disfrazar su bestialidad; recurre al simbolismo y a
la oscuridad (temas profundos). La mayoría de las
personas, sobre todo las cultivadas, carentes de
confianza en sus propios juicios, humildes,
respetuosos de la autoridad (la traducción adulta de la
frase Papá sabe más es: El critico entiende), aprenden
fácilmente que la oscuridad, la evasividad, la
incomprensibilidad, la ambigüedad y el tedio son las
señales de la profundidad y de la brillantez.

El Gran Arte demuestra que los hombres son


superiores a las mujeres, que los hombres son
mujeres; casi todo cuanto cabe bajo la denominación
Gran Arte, tal como las anti-feministas nos lo
recuerdan, ha sido creado por los hombres. Sabemos
que se le llama Gran Arte porque las autoridades nos
lo han dicho, y no podemos afirmar lo contrario,
49
pues sólo los dotados de sensibilidades exquisitas
muy superiores a las nuestras pueden percibir y
apreciar su grandeza, la prueba de su sensibilidad
superior es el hecho de apreciar la mierda que
aprecian.

Apreciar es cuanto sabe hacer el hombre cultivado;


pasivos e incompetentes, carentes de imaginación y
de ingenio, aprecian; incapaces de crear sus propias
diversiones, de crear un pequeño mundo a partir de
sí mismos, de influir mínimamente en su medio
ambiente, deben aceptar cuanto les es dado;
incapaces de crear o de comunicarse, actuan de
espectadores. La absorción de cultura es un intento
desesperado y frenético de ser alguien en un mundo
sin placer, de escapar al horror de una existencia
estéril e insignificante. La cultura es el maná del ego
de los incompetentes, el medio para racionalizar las
50
expectativas pasivas; pueden sentirse orgullosos de sí
mismos por su capacidad para apreciar las cosas más
finas, ver una joya allí donde sólo hay
mierda (quieren ser admirados porque admiran)
Faltos de la más mínima confianza en su capacidad
para cambiar algo, se resignan al status quo, necesitan
extasiarse, ver la belleza en la mierda porque, sólo,
mierda verán.
La veneración del Arte y de la Cultura – aparte de
conducir a muchas mujeres a una actividad aburrida y
pasiva que las distrae de otras más importantes y
rentables, y de cultivar capacidades activas, – le
permite al artista mostrarse como el único dotado de
sentimientos superiores, percepciones, visiones, y
juicios superiores, minando así la confianza de las
mujeres inseguras en la validez de sus propios
sentimientos, visiones y juicios.

51
El macho posee una sensibilidad muy limitada y, en
consecuencia, son limitadas sus percepciones, visiones
y juicios; necesita al artista para que le guíe, para que
le diga qué es la vida. Pero, dado que el hombre
artista es absolutamente sexual, incapaz de
relacionarse con nada situado más allá de sus propias
sensaciones físicas y nada puede expresar excepto su
concepto de la vida, para él carente de sentido y
absurda; no puede ser un artista. ¿Cómo puede él,
incapaz de vida, decirnos qué es la vida? El macho
artista es una contradicción en sus términos. Un
degenerado sólo puede producir un arte degenerado.
El verdadero artista es la mujer saludable y que confía
en sí misma. En una sociedad de mujeres el único
Arte, la única Cultura, será la de las mujeres
orgullosas, excéntricas, que se afirman entre sí con
todo el universo.

52
La sexualidad: El sexo no interviene en una relación,
por el contrario, se trata de una experiencia solitaria,
no creativa, una absoluta pérdida de tiempo. La
mujer, con gran facilidad – más de la que ella misma
cree – puede condicionar su impulso sexual, ser
completamente fría y cerebral y libre para perseguir
relaciones y actividades más valiosas; pero el macho,
que parece incitar sexualmente a las mujeres y que
constantemente busca excitarlas, arrastra a la mujer
muy sexuda al frenesí de la lujuria, arrojándola a un
abismo sexual del cual muy pocas mujeres logran
escaparse. El macho lascivo excita a la mujer lúbrica;
tiene que hacerlo: cuando la mujer trasciende su
cuerpo, se eleva por encima de la condición animal,
el macho, cuyo ego consiste en su falo, desaparecerá.

El sexo es el refugio de la estupidez. Cuanto más


53
estúpida es una mujer, más profundamente encaja en
la cultura del hombre; para resumir, cuanto más
encantadora, más sexual. Las mujeres más bellas de
nuestra sociedad provocan el delirio de los maníacos
sexuales. Pero al ser tremendamente atractivas no se
rebajan a joder – es tosco –, hacen el amor,
establecen una comunión por medio de los cuerpos y
de las relaciones sensuales; las más literatas afinan su
tono con las palpitaciones de Eros y logran aferrarse
al Universo; las religiosas tienen una comunión
espiritual con la Divina Sensualidad; las místicas se
fusionan con el Principio Erótico y se mezclan con el
Cosmos, y las cabezas ácidas entran en contacto con
las células eróticas, vibran.

54
Por otra parte, aquellas mujeres que no se han
integrado tanto en la Cultura del macho, las menos
hermosas, las almas toscas y simples para quienes
joder es joder, y son demasiado infantiles para el
mundo adulto de los suburbios, de las hipotecas, de
los lloriqueos y de la caca de bebés, demasiado
egoístas para cultivar maridos y niños, demasiado
inciviles para respetar a Papá, a los Grandes o a la
profunda sabiduría de los Ancianos; que sólo confían
en sus propios instintos animales, que equiparan la
Cultura a la mierda, cuya única diversión es
vagabundear en busca de emociones y excitaciones,
que provocan escenas desagradables, vulgares,
desconcertantes; odiosas, violentas brujas dispuestas a
atropellar a cuantos les irritan, que clavan un cuchillo
en el pecho del hombre o le hunden un picahielos en
el culo después, si saben que pueden largarse, en

55
suma, aquellas que, según los parámetros de nuestra
cultura, son SCUM... estas mujeres son desenvueltas y
cerebrales y están dispuestas a la sexualidad.

Liberadas de los prejuicios de la simpatía, de la


discreción, de la opinión pública, de la moral, del
respeto a los culos, siempre horribles, sucias, viles, las
SCUM llegan... a todas partes... a todas partes... lo
han visto todo – todo el tinglado, el coito, la chupada,
la del coño y de la polla, han presenciado todos los
números habidos y por haber, han paseado todas las
calles y se han tirado a todos los puercos... es
necesario haberse hartado del coito para profesar el
anti-coito, y las SCUM han vivido toda clase de
experiencias, ahora están preparadas para un
espectáculo nuevo; quieren vibrar, despegar, surgir.
Pero la hora de SCUM todavía no ha sonado; SCUM
permanece aún en las tripas de nuestra «sociedad».
56
Pero, si nada cambia y la Bomba no estalla y acaba
con todo, nuestra sociedad reventará por sí sola.

El Aburrimiento: La vida en una sociedad hecha por


y para las criaturas que, si no son siniestras y
deprimentes, son absolutamente aburridas, sólo
puede ser, si no es siniestra y deprimente,
absolutamente aburrida.

57
El Secreto, la censura, la prohibición del
conocimiento y de las ideas, denuncias, y la caza de
brujas: Uno de los temores más horribles,
profundamente arraigados y secretos del macho es el
temor de que se descubra que no es una mujer, sino
un macho, un animal subhumano. Aunque la
amabilidad, la educación y la dignidad bastan para
impedir la revelación de la verdad en un nivel
personal, el hombre debe, para evitar que se
descubra la impostura general del sexo masculino y
mantener sus poderes antinaturales sobre la sociedad,
recurrir a los siguientes procedimientos.

1. La censura: El hombre que reacciona por reflejo a


palabras y frases aisladas en vez de reaccionar
cerebralmente a significados globales, intenta impedir
el descubrimiento de su bestialidad censurando no
sólo la pornografía, sino cualquier obra que contenga
58
palabras soeces, sin importarle el contexto.

2. Prohibir todas las ideas y conocimientos que


puedan descubrirlo o amenazar su posición
predominante dentro de la sociedad. Eliminar
muchos datos biológicos y psicológicos, porque
constituyen la prueba de la gran inferioridad del
hombre con respecto a la mujer. Asímismo, el
problema de la enfermedad mental nunca podrá
resolverse mientras el macho mantenga las riendas
del poder, porque en primer lugar, le interesa (sólo
las mujeres muy memas pueden soportar el menor
intento de dominio) y en segundo lugar, el macho se
niega a admitir el papel del Padre en el origen de las
enfermedades mentales.

3. La caza de brujas: El deleite más importante en la


vida del macho – en caso de que esta criatura tensa y
59
siniestra sea capaz de deleitarse con algo – es
denunciar a los demás. No importa demasiado qué
descubre sobre ellos mientras sean descubiertos; así
distrae la atención que podría recaer sobre él.
Denunciar a los demás como agentes enemigos
(comunistas, socialistas) es uno de sus pasatiempos
favoritos; así se disculpa a sí mismo, a su país y al
mundo Occidental. La mierda no está en su culo: está
en Rusia.

La Desconfianza: Incapaz de comprender a los


demás ni de sentir afecto o lealtad hacia ellos,
centrado en sí mismo, de donde no aparta la atención
a no ser para fijarla en su ombligo, el hombre nunca
juega limpio; cobarde, constantemente debe hacerse
la puta con la mujer en busca de su aprobación,
siempre en falso no sea que se descubra su verdadera
condición de macho y
60
animal, siempre debe ocultarse, y mentir sin cesar.
Vacío, constituido de nada, carece de honor o de
integridad, ignora el significado de estas palabras. En
resumen, el macho es traidor y la única actitud
adecuada en una sociedad machista es el cinismo y la
desconfianza.

La Fealdad: Como es totalmente sexual, incapaz de


respuestas cerebrales o estéticas, absolutamente
materialista y codicioso, el hombre, aparte de haber
impuesto al mundo el Gran Arte, ha llenado su
ciudad sin paisaje con horrendos edificios (por fuera
y por dentro), con horribles decorados, carteleras,
autopistas, coches, camiones de basura y, lo que es
peor, su propio putrefacto ego.

El Odio y la Violencia: El hombre vive carcomido


por la tensión, por la frustración de no ser una mujer,
61
de no ser capaz de alcanzar alguna vez la satisfacción
o el placer, – no importa de qué clase-; vive
carcomido por el odio – no por el odio racional
dirigido contra quienes abusan de una o nos insultan
– sino el odio irracional, indiscriminado... odio, en el
fondo, contra su propio y mediocre yo.

La violencia le es útil como válvula de escape para su


odio y, además, – como el macho sólo es capaz de
una respuesta. sexual y necesita estímulos muy fuertes
para excitar su yo medio muerto
– incluso le provoca cierta emoción sexual.

La enfermedad y la muerte: Todas las enfermedades


se curan; el proceso de vejez y muerte se debe a la
enfermedad. Así, es posible no envejecer nunca y
vivir eternamente. En verdad, los problemas de la
vejez y la muerte podrían quedar resueltos en el plazo

62
de algunos años si la ciencia se dedicara a ello con
empeño. Sin embargo, esto no ocurrirá mientras
continúe el reinado del hombre, porque:

1.Los científicos machos, que hay muchos, se apartan


prudentemente de sus investigaciones biológicas,
aterrados con el descubrimiento de que los hombres
son mujeres, y sus programas de investigación
demuestran una marcada preferencia por los
objetivos viriles, la guerra y la muerte.

2. El desaliento de muchos científicos en potencia


frente a las carreras científicas, debido a la rigidez, el
tedio, el costo, el consumo de tiempo y la
exclusividad injusta de nuestra enseñanza superior.

63
3. Los científicos, quienes cuidan celosamente sus
puestos, mantienen una actitud oscurantista, quieren
hacernos creer que sólo una reducida élite está
preparada para comprender los conceptos científicos
abstractos.

4. La falta de la confianza en sí mismas provocada


por la educación paterna, desanima a muchas jóvenes
con talento y renuncian a convertirse en científicas.

5. La automatización es insuficiente: ahora existe


una riqueza de datos que, si se los clasificara y
coordinara, revelarían el medio para curar el cáncer y
otras muchas enfermedades, y posiblemente la clave
de la vida misma. Pero los datos son tan numerosos
que requieren computadoras de altísimas velocidades
capaces de coordinarlos. La institución de las
computadoras permanecerá interminablemente
64
retrasada bajo el sistema de control del hombre, pues
el hombre siente horror ante la perspectiva de ser
reemplazado por máquinas.

6. El sistema monetario. Los pocos científicos que


no están trabajando en programas mortíferos, están
vinculados a los intereses de las corporaciones para
las que trabajan.

7. Al hombre le gusta la muerte: le excita sexualmente


y, aunque en su interior ya está muerto, desea morir.

El hombre incapaz de un estado positivo de felicidad


(lo único que puede justificar la propia existencia),
como máximo, puede aspirar a un estado neutro de
control físico que dura poco, pues enseguida el
aburrimiento, (un estado negativo) lo invade. Está,
por lo tanto, destinado a una existencia de
65
sufrimiento, aliviada solamente por ocasionales,
fugaces momentos de tranquilidad, estado que
únicamente puede alcanzar a expensas de alguna
mujer. El hombre, por naturaleza, es una sanguijuela,
un parásito emocional y, por lo tanto, no es apto,
éticamente para vivir, pues nadie tiene el derecho de
vivir a expensas de otro.

Así como la vida de los seres humanos posee


prioridad sobre la de los perros, por ser mucho más
evolucionados y poseer una conciencia superior, así
la vida de las mujeres posee prioridad sobre la de los
hombres. En consecuencia, desembarazarse de un
hombre es un acto de bondad y de justicia, altamente
beneficioso para las mujeres, y es, a la vez, un acto de
misericordia.

66
Sin embargo, este punto de vista moral podría muy
bien resultar académico pues el hombre se elimina
gradualmente a sí mismo. Además, al comprometerse
en guerras y exterminios raciales honrados por la
historia, los hombres se vuelven cada vez más maricas
o se consumen por medio de drogas. La mujer, le
guste o no, tomará el mundo a su cargo, aunque sólo
sea porque debe hacerlo, pues el hombre, por razones
prácticas, dejará de existir.

Esta tendencia autodestructiva se debe a que los


hombres empiezan a tener una visión más clara de
sus intereses. Cada vez más, se dan cuenta que el
interés de las mujeres es su interés, que solamente
pueden vivir a través de ellas, y que cuanto más la
mujer se lanza a vivir, a realizarse, a ser una mujer y
no un hombre, más próximos se sentirán ellos a algo
parecido a la vida. Ha llegado a percibir que resulta
67
más fácil y brinda más satisfacción vivir a través de
ella que tratar de ser ella o usurpar sus cualidades, y
relegarlas, declarando que son hombres. El marica,
que acepta su naturaleza de macho, es decir, su
pasividad y su excesiva sexualidad, su feminidad,
también prefiere que las mujeres sean
verdaderamente mujeres, ya que así puede ser más
sencillo para el ser macho, ser femenino. Si los
hombres fueran más inteligentes, más listos,
intentarían convertirse en verdaderas mujeres, harían
investigaciones intensivas en el terreno de la biología
que condujera a los hombres, por medio de
operaciones cerebrales y del sistema nervioso, a ser
capaces de transformarse, en cuerpo y psiquis, en
mujeres.

La cuestión de saber si deberá continuar el uso de


mujeres para. fines de reproducción o si tal función
68
se realizará en el laboratorio es un problema. ¿Qué
ocurrirá cuando cada una de las mujeres a partir de
los doce años, tome habitualmente la píldora y no se
produzcan más descuidos involuntarios? ¿Cuántas
mujeres aceptarán deliberadamente quedar
preñadas? No, Virginia, las mujeres no gozan
simplemente criando como conejas, a pesar de lo que
diga la masa de mujeres robots con cerebros
sometidos a lavado. ¿Se deberá apartar por la fuerza a
cierto porcentaje de mujeres para utilizarlas como
conejas de cría en beneficio de la especie?
Obviamente, esto no servirá. La respuesta es la
reproducción en el laboratorio.
En cuanto a la cuestión de si debe o no proseguir la
reproducción del género masculino, ya no es un
problema, pues el macho como la enfermedad, ha
existido siempre entre nosotras, y no debe seguir

69
existiendo. Cuando el control genético sea posible – y
lo será muy pronto – huelga decir que lo que
produciremos serán seres completos, totales, no con
defectos físicos o con deficiencias, incluso deficiencias
generales como la masculinidad. Así como la
producción deliberada de gente ciega sería inmoral,
así también lo sería la producción deliberada de
lisiados emocionales.

Pero ¿por qué, reproducir mujeres? ¿Por qué futuras


generaciones? ¿Para qué sirven? Cuando la vejez y la
muerte se eliminen, ¿por qué seguir reproduciendo?
Y aunque no se eliminen ¿por qué continuar con la
reproducción.? ¿Por qué preocupamos por lo que
ocurra una vez muertos?’ ¿Por qué preocupamos de
que no exista una joven generación que nos suceda?

El curso natural de los acontecimientos, de la


70
evolución social, conducirá a un control total del
mundo por parte de la mujer. Como consecuencia
dejarán, primero, de reproducir varones, y
terminarán por dejar de producir mujeres.

Pero SCUM es impaciente; SCUM no se consuela


con la perspectiva de las próximas generaciones;
SCUM quiere actuar ya. Y si una gran mayoría de
mujeres fueran SCUM, tomarían el mando total de
este país en pocas semanas, simplemente
rehusándose a trabajar, paralizando así toda la nación.
Podrían, además, llevar a cabo otras medidas,
cualquiera de las cuales bastaría para desbaratar
completamente la economía y acabar con todo lo
demás: que las mujeres se declararan a sí mismas
fuera del sistema monetario, que saquearan los
almacenes en lugar de comprar en ellos y se negaran
a obedecer toda ley incordiante. La policía, la
71
Guardia Nacional, el Ejército, la Marina y los Marines
no podrían controlar una rebelión de más de la mitad
de la población, sobre todo al estar protagonizada por
mujeres, imprescindibles absolutamente para ellos.

Si todas las mujeres abandonaran a los hombres, se


negaran a tener algo que ver con cualquiera de ellos,
todos los hombres, el gobierno, y hasta la economía
nacional se hundirían sin remedio. Incluso sin dejar a
los hombres, las mujeres conscientes del alcance de
su superioridad y de su poder sobre ellos, podrían
adueñarse de todo en pocas semanas y someter
totalmente a los hombres. En una sociedad sana el
macho trotaría obedientemente detrás de la mujer. El
hombre es obediente, se somete con facilidad al yugo
de cualquier mujer empeñada en dominarlo. El
hombre, de hecho, desea desesperadamente
someterse a las mujeres, vivir bajo la autoridad de su
72
mamá, y abandonarse a sus cuidados. Pero no
vivimos en una sociedad sana, y la mayoría de las
mujeres no tienen la menor idea de la verdadera
relación de fuerzas.
El conflicto, pues, no se produce entre mujeres y
hombres, sino entre las SCUM – las mujeres
dominantes, libres, seguras de sí mismas, mordaces,
violentas, egoístas, independientes, orgullosas,
intrépidas, libres, arrogantes, que se consideran
capaces para gobernar el universo, que han luchado
contra viento y marea hasta alcanzar los límites de esta
sociedad y están dispuestas a desenfrenarse y barrerlos
– y las Hijas de Papá amables, pasivas, complacientes,
cultivadas, educadas, dignas, subyugadas,
dependientes, asustadas, grises, angustiadas, ávidas de
aprobación, desconcertadas ante lo desconocido, que
quieren seguir revolcándose en la cloaca (al menos, les

73
resulta familiar), aferrarse a los amos, sentir a Papá a
sus espaldas y apoyarse en fuertes bíceps; necesitan
ver una cara fofa y peluda en la Casa Blanca,
demasiado cobardes para enfrentarse a la horrorosa
realidad del hombre, de Papá, que se han acomodado
en la pocilga, han hecho causa común con las bestias,
se adaptan y no conocen otra forma de vida, han
rebajado sus mentes, sus pensamientos y sus
percepciones al nivel del macho; que, carentes de
juicio, de imaginación y de genio sólo pueden obtener
estima en una sociedad masculina, que sólo pueden
ocupar un lugar en el sol (o mejor, en el estiércol),
como cluecas o en calidad de reposo del guerrero,
que son rechazadas por las otras mujeres, que
proyectan sus deficiencias, su masculinidad, sobre
todas las mujeres a quienes consideran gusanos.

Pero SCUM es demasiado impaciente para esperar y


74
aguardar a que se produzca el deslavado de cerebro
de millones de agujeros. ¿Por qué las mujeres
impetuosas deben seguir arrastrándose
miserablemente junto con todas estas aburridas
mujeres-machos? ¿Por qué el destino de los seres
capaces debería cruzarse con el de los tarados? ¿Por
qué las imaginativas y activas deberían tener en cuenta
a las pasivas y mediocres? ¿Por qué las
independientes deberían patear locas junto con las
que se amparan a Papá?

Un comando de SCUM puede apoderarse del país


en un año, dando por el culo al sistema a todos los
niveles, destruyendo selectivamente la sociedad y
asesinando.

75
SCUM será la gran fuerza enculatoria, la fuerza del
destrabajo. Los miembros de SCUM eligirán toda
clase de profesiones y destrabajarán.

Por ejemplo, las vendedoras y telefonistas SCUM, no


cobrarán. Las operarias y oficinistas SCUM, joderán
el trabajo destruyendo el material en secreto. Las
SCUM destrabajarán sistemáticamente hasta hacerse
despedir, después buscarán un nuevo empleo para
sabotear.

SCUM tomará por asalto los autobuses, los taxis y los


puestos de vender billetes; conducirán autobuses y
taxis y entregarán billetes gratuitos al público.

SCUM destruirá todos los objetos inútiles y dañinos


como escaparates, Gran Arte, etc.

Después SCUM se apoderará de las antenas de radio

76
y de T.V., se encargará de aliviar de sus trabajos a
todos los empleados que impedirán la entrada de
SCUM en los estudios.

SCUM arremeterá contra las parejas mixtas (hombre-


mujer), que encuentre al paso y las deshará. SCUM
matará a todos los hombres que no formen parte del
Cuerpo Auxiliar Masculino de SCUM. Forman parte
del Cuerpo Auxiliar Masculino los hombres que se
emplean, metódicamente, en su propia eliminación,
los hombres que practican el bien, fueren cuales
fueren sus motivos y nieguen las reglas del juego de
SCUM. He aquí algunos ejemplos de los integrantes
del Cuerpo Auxiliar: hombres que matan a hombres;
biólogos que trabajan en investigaciones constructivas,
en lugar de preparar la guerra biológica; periodistas,
escritores, redactores jefe, editores y productores que
difunden y promocionan las ideas capaces de servir a
77
los objetivos de SCUM; los maricas que con
magnífico ejemplo, animan a otros hombres para
desmachizarse y en consecuencia volverse
relativamente inofensivos; hombres que prodigan
generosamente dinero y todos los servicios
necesarios; hombres que dicen la verdad – hasta
ahora ninguno lo ha hecho nunca –, y guardan un
comportamiento justo con las mujeres, que revelan la
verdad sobre sí mismos, proporcionan a los
descerebrados frases correctas que repetir y les dicen
que el objetivo principal en la vida de una mujer es
aplastar el sexo masculino. Para ayudar a los hombres
en esta tarea, SCUM organizará Sesiones Miérdicas
durante las cuales cada hombre presente pronunciará
un discurso con la frase: soy una mierda, una mierda
miserable y abyecta, y acto seguido procederá a
enumerar los distintos aspectos de su mierdicidad. Su

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recompensa por esta actuación, será la oportunidad
de confraternizar después de la sesión y durante
toda una hora con las SCUM presentes. Se invitará a
las mujeres amables y educadas para clarificar las
dudas y los malentendidos que puedan tener acerca
del sexo masculino; a los fabricantes y promotores de
libros, películas porno, que nos conducen al día en
que en las pantallas sólo se verá chupar y joder (los
hombres, como las ratas siguiendo el sonido de la
flauta encantada, serán arrastrados hasta su perdición
por los engañosos encantos de la Gata, y
desbordados, abrumados por ella, se anegarán en esa
carne pasiva que han sido siempre) los propagadores
de drogas que apresuran la decadencia masculina.

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Pertenecer al Cuerpo Auxiliar Masculino es una
condición necesaria pero no suficiente para formar
parte de la lista de indultados de SCUM; no es
suficiente practicar el bien: para salvar sus culos
insignificantes, los hombres deben además evitar el
mal. Entre los hombres más detestables y dañinos
aparecen: los violadores, los políticos y todo su clan
(propagandistas, miembros de los partidos políticos,
etc.); los cantantes y los músicos malos; los
Presidentes del Directorio, los Gana-Pan, los agentes
inmobiliarios, los propietarios de los restaurantes, los
Grandes Artistas, los cobardes, los policías, los
magnates, los científicos que trabajan en
investigaciones en favor de la destrucción y la muerte
o para la industria privada (casi todos los científicos),
los mentirosos y los farsantes, los disc-jockeys, los
hombres que se imponen aunque sea mínimamente a

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las mujeres, los hacendosos, los corredores de bolsa,
los que hablan cuando no tienen nada que decir, los
que deambulan ociosamente por las calles y estropean
el paisaje con su presencia, los hipócritas, los artistas
plagiarios, los sucios, los moscones, los hombres que
dañan a una mujer, los que se dedican a la industria
de la publicidad, los escritores, periodistas, redactores
jefes, editores, etc., deshonestos; los censores, público
y privado, todos los miembros de las fuerzas armadas,
incluso los reclutas (LB J y McNamara dan las
órdenes pero los oficiales de servicio las realizan) y
particularmente los pilotos (si la Bomba estalla, no
será LBJ quien la arrojará, sino el piloto), en el caso
del hombre cuyo comportamiento puede considerarse
tanto malo como bueno, una evaluación subjetiva y
completa de su persona determinará si su
comportamiento es, al hacer la síntesis, bueno o malo.

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Resulta muy tentador meter en el mismo saco a
hombres y Grandes Artistas y a las mujeres hipócritas,
etc., pero sería incómodo, pues no quedaría nadie. En
toda mujer hay algo que, en mayor o menor grado
huele a podrido, pero se debe a toda una vida de
convivencia con los hombres. Eliminad a los hombres
y las mujeres mejorarán. Las mujeres son
recuperables; los hombres, no, aunque su
comportamiento puede cambiar. Cuando SCUM les
de una patada en el culo, las mujeres se
perfeccionarán rápidamente.

Cuando dé por el culo al sistema, saquee, separe


parejas, destruya y asesine, SCUM GANARA
RECLUTAS. Ese será el papel de su núcleo de élite
reclutadoras; el cuerpo minoritario; el líder de las
actividades (las enculadoras, saqueadoras y
destructoras) y el de la élite de la élite: las asesinas.
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La solución ya no es dejar que todo se derrumbe y
vivir al margen. Dar por el culo al sistema, sí. La
mayoría de las mujeres ya viven marginadas: nunca
estuvieron integradas. Vivir al margen, es dejar el
campo libre a quienes se aprovecharán de él;
marginarse es hacer justo lo que quieren que hagamos
los líderes establecidos; es hacerle el juego al poder,
al enemigo; fortalecer el sistema en vez de minarlo, ya
que está absolutamente basado en la inactividad, en la
pasividad, en la apatía y en la retracción de la masa
de las mujeres. Sin embargo, desaparecer es una
solución excelente para los hombres, y SCUM, con
entusiasmo, le dará empuje.

Buscar en uno mismo la salvación, contemplarse el


ombligo, no es la solución, como nos quieren hacer
creer quienes se largan a Katmandu. La felicidad se
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halla afuera de uno mismo, y se logra solamente por
medio de las relaciones con los demás. Nuestro
objetivo debería ser el olvido del propio yo, no la
autocontemplación. El hombre, sólo capaz de esto
último, convierte una falta fundamental en una virtud
y otorga a la autocontemplación la categoría no
solamente de bien sino de Bien Filosófico, y así hace
que parezca profundo.

A SCUM de nada le sirven las banderas, los desfiles o


las huelgas para alcanzar sus fines. Tácticas
semejantes son útiles solamente para las señoras
amables y educadas que escrupulosamente llevan a
cabo tales acciones porque poseen la garantía de su
inutilidad. Además, sólo las mujeres-machos decentes
y con una vida limpia, altamente entrenadas en
sumergirse a sí mismas en la especie, se confunden
con la masa y la muchedumbre. SCUM está
84
constituido por individuos; SCUM no es una
muchedumbre. Las acciones de SCUM serán
llevadas a cabo por el número de personas
estrictamente necesario. SCUM, además, egoísta, fría
de cabeza no expondrá tontamente sus cabezas a las
porras de los policias: eso es para las señoras de clase
media, privilegiadas y educadas, que sienten gran
estima por Papá y por el

85
policía y manifiestan una fe ciega en la bondad
intrínseca. Si SCUM realizara alguna vez una
manifestación, marcharía sobre la cara estúpida y
repugnante de Lyndon Johnson; si SCUM alguna vez
va a la huelga, plantará largos cuchillos en la noche,
no piquetes.

Las actividades de SCUM serán criminales no por


simple desobediencia civil, por violar abiertamente la
ley sino, para ir a la cárcel, para llamar la atención
sobre la injusticia. Semejante táctica entra en el
sentido del sistema y sólo sirve para apenas
modificarlo, para cambiar ciertas leyes específicas.
SCUM está en contra de todo el sistema, contra la
idea misma de la ley y de gobierno. SCUM nace para
destruir el sistema, no para lograr ciertos derechos
dentro de él. Además SCUM – siempre egoísta,
siempre fría – siempre evitará la detención y el
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castigo. SCUM actuará furtiva, sibilina, taimadamente
(aunque a las asesinas SCUM siempre se las
reconocerá).

Tanto la destrucción como el asesinato serán


selectivos y discriminados. SCUM está en contra de
las revueltas histéricas e indiscriminadas, sin objetivos
claros, que tan fatales resultan, a veces, para sus
propios partidarios. SCUM nunca alentará, instigará o
participará en revueltas de ninguna clase o cualquier
otra forma de destrucción indiscriminada. SCUM,
fría, furtivamente, cazará su presa y se moverá con
sigilo, en la sombra, para matar. Su destrucción nunca
provocará bloqueos en las rutas necesarias para el
transporte de comida y abastecimientos esenciales; no
contaminará o cortará el agua, ni bloqueará las calles
y el tránsito hasta el extremo de que las ambulancias
no puedan circular o impedir el funcionamiento de
87
los hospitales.

SCUM continuará destruyendo, saqueando,


desorganizando y matando hasta que el sistema
laboral-monetario cese de existir y se establezca la
automatización total, o hasta que las mujeres
necesarias cooperen con SCUM para alcanzar sus
objetivos sin recurrir a la violencia, es decir, hasta que
suficientes mujeres no trabajen o abandonen sus
puestos de trabajo, comiencen a saquear, abandonen
a los hombres y se nieguen a obedecer todas las leyes
impropias de una sociedad verdaderamente
civilizada. Muchas mujeres engrosarán las filas, pero
habrá muchas otras, que hace tiempo se han rendido
al enemigo, que están tan adaptadas a la condición
animal, al machismo, (adoran las restricciones y las
represiones, no saben qué hacer con la libertad) que
siguen siendo aduladoras serviles y lameculos, así
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como los campesinos que cosechan arroz siguen
siendo campesinos que cosechan arroz cuando un
regimen deriba a otro. Unas pocas de

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las más veletas lloriquearán, se enfurruñarán y
arrojarán sus juguetes y trapo de cocina al suelo, pero
SCUM, su apisonadora pasará, imperturbable, sobre
ellas.

Lograr una sociedad completamente automatizada es


simple y rápido, en cuanto la demanda es pública.
Los proyectos detallados para su creación ya existen,
millones de personas trabajan en su realización, el
logro apenas llevará algunas semanas. aún suprimido
el sistema monetario, todos se sentirán felices de
colaborar en la construcción de una sociedad
automatizada. Señalará el principio de una era nueva
y fantástica y el trabajo se realizará en medio de una
atmósfera de fiesta.

La supresión del dinero y la institución completa de


la automatización son objetivos básicos para todas las
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otras reformas de SCUM; sin ellas, las demás
resultarían imposibles; con ellas, se producirán
rápidamente. El gobierno caerá automáticamente.
Por medio de la automatización completa, cada
mujer tendrá la posibilidad de votar directamente por
medio de una máquina de votar electrónica instalada
en su casa. Como el gobierno está casi totalmente
ocupado en la regulación de la economía y en legislar
contra asuntos estrictamente privados, la supresión
del dinero, y con él la de los machos empeñados en
legislar la moral, significará que no habrá
prácticamente nada que votar.

Una vez desmanteladas las finanzas, ya no será


necesario matar a los hombres, se les arrancará el
único poder que tienen sobre las mujeres
psicológicamente independientes. Podrán imponerse
solamente con las lameculos, a quienes les gusta que
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alguien las someta. El resto de las mujeres se ocupará
en intentar resolver los pocos problemas que queden
por solucionar antes de centrarse en la cuestión de la
eternidad y de la Utopía. Se renovará completamente
la enseñanza, y millones de mujeres podrán, en
pocos meses realizar trabajos de alto nivel intelectual
que en la actualidad requieren años de aprendizaje
(puede lograrse con facilidad pues nuestro objetivo
educacional es educar y no perpetuar una minoría
académica e intelectual). Resolverán los problemas de
la enfermedad, la vejez, y la muerte y rediseñarán
totalmente nuestras ciudades y el habitat. Muchas
mujeres, durante un tiempo, seguirán pensando que
los hombres les interesan, pero en cuanto se
acostumbren a la sociedad de mujeres y se
concentren en la realización de sus proyectos, se
darán cuenta de la total inutilidad y banalidad del

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macho.

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Los pocos hombres que queden en el planeta podrán
arrastrar sus días mezquinos. Podrán hundirse en las
drogas o pavonearse travestidos, observar a las
mujeres poderosas en acción, como espectadores
pasivos, intentando vivir por delegación. También
podrán ir al centro suicida del vecindario más
próximo y amistoso para morir allí, en las cámaras de
gas, de muerte serena, rápida, sin dolor.

Antes de que se instituya la automatización, antes de


que los hombres sean reemplazados por las
máquinas, el hombre debe ser útil a la mujer.
Deberán recibir sus órdenes, satisfacer sus más
mínimos caprichos, obedecer cualquiera de sus
exigencias, adoptar una actitud de perfecta obediencia
a su voluntad, en lugar de esta situación perversa y
degenerada de los hombres de hoy, quienes no
solamente existen, ensuciando el mundo con su
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ignominiosa presencia, sino que se dejan lamer el
culo por la masa de mujeres que se posternan ante
ellos, los millones de mujeres que adoran
piadosamente al Becerro de Oro. El perro conduce
al amo, cuando en realidad, de no ser un marica
travestí, lo más aceptable para el hombre es postrarse
delante de la mujer, como un esclavo. Los hombres
racionales desean ser aplastados, pisoteados,
exterminados y masticados, tratados como lo que son,
perros mugrientos, y confirmar así su ser repulsivo.

Los hombres irracionales, los enfermos, los que


intentan defenderse contra su repugnancia, al ver a las
SCUM CARGAR SOBRE ELLOS, aullarán
aterrados y se aferrarán a la Gran Mamá de las
Grandes Tetas, pero las Tetas no les protegerán
contra la arremetida de las SCUM; La Gran Mamá se
aferrará al Gran Padre, quien, en un rincón, se cagará
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en sus dinámicos calzoncillos. Sin embargo, los
hombres racionales, no patearán ni pelearán ni
armarán una lamentable pataleta; se quedarán
mansamente sentados, relajados, gozando del
espectáculo, dejándose llevar por las olas hasta su fatal
extinción.

Valerie Solanas

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