Guía de Intervención Logopédica en El Síndrome de Williams - Elena Garayzabal Heinze PDF
Guía de Intervención Logopédica en El Síndrome de Williams - Elena Garayzabal Heinze PDF
Guía de Intervención Logopédica en El Síndrome de Williams - Elena Garayzabal Heinze PDF
5
Serie
GUÍAS DE INTERVENCIÓN
Director:
Carlos Gallego
6
7
8
9
10
11
12
Capítulo 1. El síndrome deWilliams
1.5. Epidemiología
Cuadro resumen
Caso Clínico
Preguntas de autoevaluación
2.1.4. Hiperacusia
13
2.1.5. Características neuroanatómicas
Cuadro resumen
Caso Clínico
Preguntas de autoevaluación
Capítulo 3. Evaluación
Cuadro resumen
Caso Clínico
Preguntas de autoevaluación
14
4.2. Tratamiento en la etapa temprana
Cuadro resumen
Caso Clínico
Preguntas de autoevaluación
15
5.2.1. Infancia
Clave de respuestas
16
17
Este libro no hubiera podido llevarse a cabo sin la inestimable colaboración de Magdalena
Capó Juan, del Departamento de Lingüística de la Universidad Autónoma de Madrid; de
María Lens Villaverde, del Departamento de Enfermería de la Universidad de Santiago
de Compostela y de Verónica Martínez López, del Departamento de Psicología de la
Universidad de Oviedo. Su ayuda en el trabajo clínico y sus comentarios han sido muy
valiosos en la redacción final de esta Guía.
No podemos olvidarnos de las familias y asociaciones que han hecho posible nuestro
trabajo con las personas afectadas por el síndrome de Williams, las auténticas
protagonistas del libro. Por ellas y para ellas cobra sentido esta guía de intervención, con
la que esperamos haber contribuido a responder algunas de las preguntas que en nuestra
práctica como terapeutas de sus hijos nos han planteado.
18
19
I.I. Introducción histórica
Sin embargo, fuera del ámbito de la cardiología infantil, el síndrome de Williams era
casi totalmente desconocido hasta que despertó el interés de los investigadores del
lenguaje. Fue el lingüista Noam Chomsky quien remitió en 1985 el caso de una chica de
14 años, de sobrenombre Crystal, al Instituto Salk de Estudios Biológicos, en California,
para que la evaluara Ursula Bellugi, una experta en el estudio de las relaciones entre
cerebro y desarrollo del lenguaje.
Crystal parecía encarnar la teoría del propio Chomsky de que el lenguaje es innato e
independiente del pensamiento. Bellugi y sus colaboradores, tras una evaluación muy
exhaustiva, comprobaron que sus habilidades verbales estaban por encima de lo que
parecía esperable, dado su Cociente Intelectual (CI=49). Así, por ejemplo, mientras
realizaba el dibujo de un elefante, Crystal era capaz de ir explicando con oraciones
gramaticalmente complejas lo que era, lo que hacía y sus partes anatómicas, pero con el
resultado de una figura desintegrada e irreconocible. La evaluación de otros dos
adolescentes arrojó resultados similares, con lo que el síndrome de Williams fue
presentado como un caso de disociación entre lenguaje y pensamiento, con una especial
preservación de las funciones gramaticales y una especial afectación de las funciones
visuoespaciales (Bellugi et al., 1988).
20
asociaciones y las familias. Para diferenciar las características específicas del síndrome
de Williams, más allá de las determinadas por el cociente de inteligencia, Bellugi y sus
colaboradores compararon un primer grupo de seis adolescentes con síndrome de
Williams con un grupo de adolescentes con síndrome de Down de la misma edad y CI.
Esta comparación permitió establecer un primer perfil neuropsicológico, neurológico y
neuroanatómico del síndrome de Williams (Bellugi et al., 1990) y ha resultado a la larga
muy fructífera para conocer los perfiles específicos de ambos síndromes, que en ciertos
aspectos se presentan como casi opuestos. El hecho de que en algunas tareas cognitivas
los adolescentes con SW tuvieran más dificultades que sus coetáneos con SD y CI
equivalente mientras que en las tareas verbales los sujetos con SW obtenían mejores
resultados se interpretó como confirmación de la hipótesis de preservación del lenguaje
en el SW, sin tener en cuenta que el SD presenta como característica específica un
trastorno fonológico y gramatical.
21
sociabilidad, junto con limitaciones sensibles en cognición espacial y pragmática del
lenguaje.
En la última década se han multiplicado los estudios por parte de numerosos grupos
de investigación localizados ya en aspectos muy específicos del síndrome, cuyos
resultados acrecientan la com plejidad del perfil. El conocimiento de la competencia
lingüística, que aquí nos interesa particularmente, se ha visto también considerablemente
enriquecido en perspectivas y resultados por la comparación de sujetos con SW
hablantes de diversas lenguas (Bartke y Siegmüller, 2004).
El síndrome de Williams es una enfermedad genética rara que está asociada a una
deleción en la banda cromosómica 7q11.23, que incluye principalmente entre 25 y 30
segmentos cromosómicos entre los que está perfectamente identificado el gen
responsable de la elastina, además de otros genes próximos cuya relación con las
alteraciones fenotípicas neurocognitivas no está todavía totalmente delimitada. El
diagnóstico genético se lleva a cabo por medio del FISH, hibridación fluorescente in situ,
o diagnóstico molecular.
El síndrome de Williams se caracteriza por rasgos faciales que los distinguen de otros
trastornos del neurodesarrollo: labios gruesos y prominentes, iris con un patrón estrellado,
22
nariz pequeña y respingona con el puente nasal hundido, estrechamiento de la frente y
maloclusión dental, entre otros.
23
los niños con SW presentan un vocabulario en consonancia con sus capacidades no-
verbales, manifestando una importante dificultad en la categorización de palabras.
Goncalves et al. (2004), en un estudio de producción narrativa en SW, constataron
profundos déficits en la competencia narrativa de estos pacientes, a menudo
enmascarados por la excelencia de aspectos socio-emocionales en su construcción
narrativa.
Los niños con síndrome de Williams tienen un retraso inicial en el desarrollo del
lenguaje. Desde el punto de vista diagnóstico, ante un retraso en el desarrollo del lenguaje
se trata de determinar la posible etiología del mismo. En términos generales, se
diferencian mediante un criterio excluyente de tres clases de retraso: el que no tiene causa
orgánica aparente, el que se debe a una lesión cerebral y el que se asocia a alguna
deficiencia o discapacidad previa. El síndrome de Williams se clasifica entre estos
últimos, ya que aparece asociado a una discapacidad intelectual, pero presenta
características lingüísticas comparables en ciertos aspectos con las de otras categorías
diagnósticas.
Así pues, antes de abordar el lugar que ocupa el síndrome de Williams entre los
trastornos del lenguaje asociados a la discapacidad intelectual de etiología genética, nos
24
referiremos primero a las características del "Trastorno Específico del Lenguaje" (TEL),
del "Trastorno Pragmático del Lenguaje" (TPL) y de las "Lesiones del Hemisferio
Derecho" (LHD), que pueden relacionarse con las observadas en el SW.
No hay una definición unánime para el TEL; sin embargo las aportaciones de distintos
especialistas inciden en algunos aspectos comunes. Benton (1964) fue uno de los
primeros en caracterizarlo por problemas graves de expresión y comprensión lingüística
en ausencia de lesión cerebral, retraso mental, trastorno psicomotor, pérdida auditiva o
alteración del desarrollo socioafectivo. También destaca el hecho de que no se trata sólo
de un retraso cronológico en el desarrollo de lenguaje, sino que presenta características
atípicas y duraderas, lo cual lo diferencia del llamado "Retraso simple del lenguaje", que
tiende a recuperar el curso normal. En el marco de esta definición amplia de TEL
hallamos casos muy diversos, de modo que se han descrito distintos subgrupos dentro de
esta categoría diagnóstica. La clasificación de Rapin y Allen (1987) es una de las más
completas y nos permite concretar semejanzas y diferencias, desde la perspectiva
lingüística, entre el SW y el TEL.
-Los que presentan trastornos del procesamiento de orden superior (déficit léxico-
sintáctico y déficit semántico-pragmático).
En el grupo con trastornos de expresión y recepción, los niños con TEL presentan
importantes problemas en ambos aspectos, comprensión y expresión, aunque ésta está
específicamente comprometida: gran dificultad articulatoria y fonológica y dificultades
morfosintácticas. Estos problemas no son tan acusados en el SW, que presenta pocas
dificultades gramaticales y prácticamente ninguna dificultad articulatoria. Mientras que en
el TEL las dificultades expresivas suelen ser mayores que las comprensivas, en el SW las
dificultades de comprensión son mayores que las de expresión, por lo que se observa
25
aquí un patrón inverso.
En el tercer grupo de la clasificación de Rapin y Allen, los niños con TEL presentan
dificultades en los aspectos léxicos y semántico-pragmáticos, siendo el grupo en que más
se asemejan los TEL y el SW Los TEL muestran dificultades léxicas y de evocación de
palabras. Esta última característica es compartida por las personas con SW. En relación
con el léxico es importante resaltar que los niños con TEL presentan un retraso en el
desarrollo del lenguaje, lo que afecta al aprendizaje del léxico en condiciones naturales de
interacción. Esta situación se produce también en el SW en el que se observa un retraso
en las etapas iniciales del desarrollo del lenguaje, pero a diferencia de los sujetos con
TEL una vez que se superan estas etapas iniciales se produce un rápido desarrollo y
llegan a alcanzar un buen nivel de vocabulario, lo que no se produce en los niños con
TEL de este grupo.
El grupo de niños con TEL que, según la clasificación de Rapin y Allen, presentan un
déficit semántico-pragmático ha sido considerado a menudo como una categoría
diagnóstica diferente del propio TEL. La autora que más ha estudiado este trastorno
otorgándole una entidad propia es Bishop (2000), quien además prefiere denominarlo
"Trastorno Pragmático del Lenguaje" (TPL), ya que considera que el déficit semántico
no es lo relevante. Teniendo en cuenta que en el SW observamos dificultades
pragmáticas, más que semánticas, hemos optado aquí por abordar el TPL de modo
independiente.
26
señalado. La relación entre el nivel semántico y el pragmático se observa en la medida en
que el nivel semántico mejora la competencia pragmática al proveer al niño de claves
semánticas. Sin embargo, Bishop (2000) se plantea la posibilidad de diferenciarlo del
TEL y relacionarlo, por otro lado, con los trastornos del espectro autista por las
alteraciones en la dimensión social y comunicativa que pueden observarse en las
personas con TPL.
27
Los problemas de interacción social, junto con las deficiencias pragmático-
comunicativas y lingüísticas, llevan a que haya una tendencia a desenvolverse en
situaciones sociales y comunicativas rutinarias bien conocidas por ellos. Tienen
problemas para adaptarse a las situaciones nuevas, debido a una utilización contextual
poco adecuada que los lleva a tener dificultades para extraer el significado central o la
importancia adecuada de un acontecimiento. Las personas con TPL focalizan su atención
en los detalles, lo cual dificulta las generalizaciones y la comprensión del significado de
situaciones nuevas, siendo ésta, al igual que las anteriores, una característica coincidente
en las personas con SW.
La conducta lingüística de las personas con SW se parece así a la descrita para los
casos de TPL, por lo que el diagnóstico lingüístico diferencial entre ambas podría no ser
tan fácilmente delimita ble; sin embargo parece que el aspecto léxico-semántico
constituye una diferencia clave, ya que en el SW hay una clara tendencia a aprender y
usar palabras poco frecuentes y muestran así un vocabulario peculiar que no se ha
descrito en el TPL.
El hemisferio derecho (HD) es más relevante para el desarrollo del lenguaje de lo que
inicialmente se había presupuesto. La dominancia del hemisferio izquierdo (HI) para el
lenguaje no significa que el HD no intervenga en los procesos superiores que determinan
la competencia lingüística y comunicativa. Los avances en neurociencia cognitiva nos
indican que ambos hemisferios están relacionados y se complementan en sus funciones,
aunque procesan la información de modo distinto. Mientras que el HI procesa la
información de un modo más analítico, el HD procesa la información de un modo más
global.
28
también problemas en la articulación y en la habilidad para encontrar la palabra
adecuada. Muchas de estas características son parejas a las observadas en personas con
SW.
Al igual que las personas con SW, son incapaces de completar y dar sentido a una
historia a partir de una serie de dibujos. Presentan grandes dificultades a la hora de
respetar los límites de la historia, evaluar la plausibilidad de sus elementos, interpretar
coherentemente los componentes de una narración, establecer relaciones de causa-efecto
o comprender adecuadamente la perspectiva emocional.
Las personas con LHD no tienen problemas aparentes con la fluidez del habla, pero
el lenguaje está a menudo vacío de contenido. Su uso del lenguaje expresivo resulta
ineficaz y, en ocasiones, pomposo y extraño, tal y como lo es el lenguaje en las personas
afectadas por el SW, si bien en estas últimas no es tan acusado.
Cuadro 1.1.
29
1.4. El síndrome de Williams en el contexto de la Discapacidad Intelectual
La noción de "retraso mental" se consolidó en el siglo xix para unificar una terminología
antigua y muy variada en relación con el bajo nivel de inteligencia. Ya entonces se definía
como una incapacidad de desarrollar las facultades intelectuales hasta el nivel esperable
para determinada edad y nivel de educación, estableciéndose distintos grados de
afectación.
30
infinitamente complejo, de modo que no hay dos retrasados iguales y lo que es bueno
para uno puede ser malo para otro.
En este marco, Bellugi y sus colaboradores publicaron en 1988 su primer estudio del
síndrome de Williams y lo presentaron como una "sorprendente excepción" a la
alteración uniforme de todos los dominios del funcionamiento cognitivo, que
supuestamente correspondía al diagnóstico de retraso mental. Ponían de manifiesto que
los tres adolescentes que habían investigado presentaban un desarrollo lingüístico que
teóricamente no era posible, pues no alcanzaban el nivel cognitivo necesario.
31
aunque en sus últimas definiciones ha dejado de considerar el "retraso mental" como una
condición individual, para entenderlo en términos de funcionamiento de la persona en
interacción con su contexto. La última definición, publicada en el año 2002, profundiza
además en el carácter multidimensional del retraso mental y en las directrices para
planificar distintos sistemas de apoyo. La capacidad o discapacidad intelectual se valora
en relación con dimensiones que tienen en cuenta en cada momento, además de la
inteligencia, la salud, la conducta adaptativa, las relaciones sociales y el contexto. El CI
queda circunscrito a una función auxiliar para el diagnóstico y prescindible para el
tratamiento, ya que no discrimina las diferentes posibilidades de cada caso y los apoyos
necesarios en los distintos contextos de desarrollo a lo largo de toda la vida.
32
correspondientes, más allá de la estimación genérica de la capacidad intelectual.
A) El síndrome de Down
El síndrome de Down está provocado por la trisomía del cromosoma 21. Es la causa
más frecuente de discapacidad intelectual y, por ello, desde principios del siglo xix, sus
características constituyeron la referencia fundamental para la definición del retraso
33
mental. Sin embargo, en las últimas décadas se ha puesto de manifiesto que presenta un
perfil específico en los distintos dominios del desarrollo, claramente diferenciado del de
otros síndromes que determinan discapacidad intelectual. En particular, la comparación
con el síndrome de Williams revela perfiles divergentes, aunque es preciso advertir que la
variabilidad en el funcionamiento cognitivo y lingüístico es mucho mayor en el SD, por lo
que aquí se mencionará al subgrupo de personas con SD que se ha comparado
habitualmente con el SW.
Cada síndrome parece afectar al funcionamiento del cerebro de un modo distinto. Las
personas con SW presentan algunas características comunes con los lesionados en el
hemisferio derecho, como se ha expuesto, mientras que las personas con síndrome de
Down se asemejan en algunos aspectos a los lesionados en el hemisferio izquierdo. Las
funciones del hemisferio derecho están relacionadas con la capacidad de sintetizar y
organizar globalmente los estímulos, mientras que las funciones del hemisferio izquierdo
tienen más que ver con la capacidad de análisis de los estímulos.
34
lenguaje.
La producción de las primeras palabras se retrasa hasta dos años y a partir de ahí la
combinación de palabras y el aprendizaje del léxico progresa con lentitud, a pesar de que
desarrollan tempranamente los primeros gestos comunicativos. El síndrome de Williams
presenta un retraso similar en el desarrollo del lenguaje y mayor en lo que se refiere a la
gestualidad comunicativa, pero más adelante su competencia fonológica, morfosintáctica
y léxica se desarrolla con rapidez y suelen alcanzar niveles superiores a lo esperable para
su nivel cognitivo.
35
verbal constituyen parte del fenotipo específico del SD y no son expresión directa de un
déficit cognitivo general. Cabe plantearse entonces si también la relativa preservación de
la gramática característica del síndrome de Williams podría estar basada en los mismos
procesos cognitivos relacionados con la memoria que explican la correcta producción
fonológica y no tanto en la comprensión de las relaciones sintácticas.
36
mayor dificultad a la hora de evaluar las emociones de los demás. No llegan a la
hipersociabilidad característica de las personas con SW, que incluye además una gran
sensibilidad a las emociones de las otras personas, pero se caracterizan por el buen
desarrollo social si se compara, por ejemplo, con el síndrome de X frágil.
B) El síndrome de X frágil
El síndrome del cromosoma X frágil (SXF) es la segunda causa conocida de
discapacidad intelectual, sólo por detrás del síndrome de Down, y la más frecuente de
carácter hereditario. Su etiología radica en una mutación en el gen FMR1 del cromosoma
X.La mutación consiste en un incremento anómalo de la secuencia de nucleótidos CGG,
que en condiciones normales no supera las 54 copias. Cuando el número de repeticiones
aumenta y se sitúa entre 54 y 200, hablamos de premutación del gen, siendo los sujetos
portadores. Si la expansión del gen supera las 200 repeticiones de la tripleta CGG,
entonces hablamos de mutación completa, que es la que presentan los afectados por el
síndrome. En este caso, el gen FMR1 sufre una metilación que impide la normal
producción de la proteína FMRP, que juega un importante papel en el desarrollo del
cerebro.
Al tener los hombres sólo un cromosoma X, el síndrome los afecta en mayor grado y
frecuencia. La prevalencia es de 1/4.000 hombres y de 1/8.000 mujeres. Además, la
mitad de las mujeres afectadas no presenta discapacidad intelectual, sino dificultades de
aprendizaje y de desarrollo socioafectivo, ya que la copia del gen del otro cromosoma X
puede moderar los efectos de la mutación. En cambio, la mayor parte de los varones con
SXF presenta discapacidad intelectual y un fenotipo físico caracterizado por la cara
alargada, las orejas prominentes y el volumen testicular aumentado. Este fenotipo emerge
a lo largo del desarrollo, sobre todo a partir de la pubertad, y no resulta inicialmente tan
evidente como en el caso del SD y del SW, lo que suele determinar un diagnóstico más
tardío del SXF.
Las primeras manifestaciones del SXF se relacionan con el retraso psicomotor. En los
primeros meses de vida la hipotonía se refleja en un mal control de la cabeza, laxitud en
las extremidades y adquisición tardía de la marcha. La producción de las primeras
palabras también se retrasa significativamente, a menudo más allá de los 30 meses.
Al contrario que en el caso de los niños con SW y SD, que son abiertamente
sociables, los niños con SXF se caracterizan por su timidez y sus dificultades de
interacción social, hasta el punto de que en un número significativo de casos el
diagnóstico es compatible con el de autismo infantil. Aunque se muestran amigables,
suelen padecer ansiedad social y agobio ante la multitud. A menudo realizan movimientos
estereotipados de las manos. También pueden presentar rasgos obsesivos, tozudez y
manifestaciones conductuales agresivas.
37
mantener la atención, por lo que en muchos casos cumplen con los criterios diagnósticos
del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). Estos síntomas parecen
estar relacionados con hipersensibilidad a los estímulos sensoriales y problemas
subsiguientes para procesar e integrar la información y responder adecuadamente en las
distintas situaciones.
En el nivel cognitivo se observa un perfil específico con áreas más afectadas y áreas
más preservadas. Así, tienen especiales dificultades en el procesamiento de información
secuencial, en aritmética y en memoria a corto plazo, que se manifiestan en tareas tales
como completar series de dígitos, ejecución de movimientos o construcción espacial. En
cambio, el procesamiento de información simultánea y la memoria a largo plazo aparecen
relativamente pre servadas, especialmente en lo que se refiere a información espacial,
como en tareas en las que el sujeto debe ser capaz de percibir holísticamente formas
visuales. El cociente intelectual medio se relaciona con el grado de afectación genética
siendo en torno a 40 en el caso de metilación completa del gen, en torno a 60 en el caso
de mosaicismo y en torno a 90 en el caso de que la metilación del gen sea parcial o
inexistente.
El lenguaje de las personas con SXF se corresponde en general con el nivel cognitivo
y no está específicamente afectado como en el SD, ni específicamente preservado como
en el SW. No obstante, el retraso motor y las características particulares de su anatomía
orofacial suelen determinar inicialmente un trastorno fonológico. Además de las
alteraciones en la producción de fonemas, el ritmo de habla suele ser rápido y variable
con una prosodia inadecuada, lo que hace disminuir la inteligibilidad del habla. Esta
dificultad para controlar determinados parámetros del habla se ha relacionado con el
incremento de la ansiedad y la activación en las situaciones de interacción verbal.
Las personas con SXF alcanzan una competencia lingüística suficiente para mantener
conversaciones de acuerdo con sus capacidades intelectuales. Sin embargo, su
competencia comunicativa suele presentar importantes limitaciones, que unidas a sus
problemas conductuales y socioafectivos determinan una marcada dificultad de
38
adaptación a situaciones nuevas. Tienden a repetir palabras, frases y temas, con carácter
perseverativo, pero no presentan ecolalia. Asi mismo utilizan un lenguaje tangencial en el
que introducen respuestas, expresiones y comentarios no pertinentes al hilo de la
conversación. La introducción impulsiva y repetitiva de elementos y temas al margen del
contexto conversacional podría estar relacionada con dificultades de inhibición del exceso
de activación que les provocan las situaciones sociales. En algunos casos, la respuesta a
esta hiperactivación puede ser la evitación social en forma de mutismo selectivo.
Cuadro 1.2.
39
En los intercambios verbales, tienen dificultades para explicar a qué se refieren,
dando a veces la misma descripción para distintos referentes y, a la inversa, cambiando la
descripción de un mismo referente, lo que dificulta la comprensión del discurso por parte
de sus interlocutores. Del mismo modo, tienen problemas para comprender los mensajes
que se les dirigen y la presencia de alguna palabra ambigua o poco familiar tiene un
efecto de "bola de nieve" que hace progresivamente más difícil la comunicación a medida
que avanza la conversación. Puede considerarse que estas dificultades semántico-
pragmáticas constituyen el aspecto más específico en este síndrome, ya que están por
40
encima de las de otros sujetos con el mismo nivel de discapacidad intelectual e incluso de
las de personas con autismo.
Los niños diagnosticados con SSM o con el síndrome de PraderWilli (SPW), al igual
que les ha ocurrido a los niños afectados por el SW, en muchos casos han recibido un
diagnóstico previo de autis mo por las dificultades con el lenguaje, especialmente
pragmáticas, y las conductas estereotipadas.
El SSM, como el SW, está catalogado como enfermedad rara (FEDER) dada su baja
incidencia (1/25.000 nacimientos). Aunque es claramente identificable, su diagnóstico
pasa desapercibido por ser poco conocido por los profesionales médicos y porque en la
primera infancia los rasgos faciales dismórficos se pasan por alto. Hasta los 4 o 5 años de
edad estos rasgos craneofaciales y neurocomportamentales no son manifiestos.
Muestran una marcada tendencia a relacionarse con el adulto y poco con sus iguales
y suelen aprovecharse de su condición de mayores con personas más pequeñas. En sus
41
relaciones con el adulto suelen ser propensos a la discusión.
Los aspectos lingüísticos muestran ya desde que son bebés buenas habilidades
sociales en relación con su edad, a pesar de una disminución de vocalizaciones y del
llanto. En la primera infancia es marcado el retraso del lenguaje expresivo y la aparición
de conductas estereotipadas y autoagresivas, junto con el desarrollo de una personalidad
atractiva y problemas de integración sensorial que perdurarán a lo largo de toda la vida.
En esta etapa son extremadamente comunicativos. Presentan problemas de memoria a
corto plazo en edad escolar y dificultades importantes para procesar la información
aportada de modo secuencial, lo que los diferencia del SW, en el que se muestra una
marcada tendencia al procesamiento analítico. Por otro lado, los SSM son buenos
aprendices visuales, que es otra característica diferencial entre ambos, ya que esto no
ocurre con los SW.
Hay problemas en el manejo de las reglas que regulan las interacciones sociales. Al
igual que ocurre con las personas con SW, no son conscientes de las limitaciones que
existen en el plano interrelacional en el momento de establecer un intercambio socio-
comunicativo, como el acercarse a los extraños de forma excesivamente amigable, o
invadiendo el espacio físico del interlocutor cuando hablan con él. Su comportamiento
impredecible hace que el establecimiento de relaciones sociales sea difícil para ellos y les
resulta difícil mantener relaciones de amistad sobre todo cuando entran en la
adolescencia (Webber y Udwin, 2003). Este tipo de problemas están presentes en el SW,
aunque no son tan acusados.
Los pacientes con el SSM son muy sensibles a las emociones de los demás, por lo
que formulan preguntas de forma repetida acerca del estado de ánimo y los sentimientos
del interlocutor, conducta de nuevo semejante a las manifestadas en el SW.
En términos generales hay pocos estudios que se han dedicado a describir el lenguaje
de las personas con SSM (Dykens et al., 1997; Garayzábal y Agüero, 2005).
42
hipernasal, su voz muy ronca y el volumen elevado, especialmente cuando hablan
deprisa; estas características de la voz están también presentes en el SW Al igual que
ocurre con los niños con SW, la aparición del vocabulario y estructuras lingüísticas es
repentina y aumenta con rapidez.
Una vez que el lenguaje aparece en las personas con SSM se convierten en
habladores incesantes y compulsivos, mucho más de lo que lo son las personas con SW,
que a su lado parecen tímidos; preguntan constantemente y de forma repetitiva las
mismas cuestiones. Pero en términos muy generales podemos decir que el lenguaje en el
SSM está afectado tanto en el nivel funcional como el formal.
D) El síndrome de Prader-Willi
El fenotipo conductual de las personas con SPW presenta una serie de características
comportamentales negativas que varían con la edad como son las rabietas y mal genio,
agresividad, terquedad, labilidad emocional, somnolencia diurna excesiva y tendencia a
mentir. Presentan también trastornos obsesivo-compulsivos, en particular una obsesión
desmedida por la comida. Muchas de estas conductas son similares a las que presentan
las personas con el SSM y algunas están también presentes en el SW, como es el caso de
43
las rabietas y el temperamento fuerte.
Cuadro 1.3.
44
En el estudio de Garayzábal et al. (2007) para valorar el desempeño narrativo en
síndromes de baja frecuencia, el análisis de las narraciones mostró que la calidad
narrativa de los Prader-Willi era inferior a la mostrada por los otros grupos de
comparación, a pesar de tener un CI superior. La integración de la narración era buena,
lo que es consistente con su perfil cognitivo. Mientras que los participantes con SW
mantienen el inicio y el desenlace, los participantes con SPW sólo mantienen el inicio. La
implicación de las personas con SPW en la narración no era buena dadas sus
características de escasa sociabilidad; lo contrario se observó en los participantes con
45
SSM y SW que sí se implicaban en la narración, reflejando sus características
hipersociables.
1.5. Epidemiología
Uno de los principales problemas a los que se enfrentan los pacientes con
"enfermedades raras" y sus familiares es la falta de acceso a un diagnóstico correcto, por
lo que es importante atender a los primeros síntomas para un diagnóstico adecuado y lo
más temprano posible a fin de ajustar el tratamiento necesario en todos los ámbitos. Otro
problema es la falta de información acerca de la enfermedad y de cómo lograr ayuda, lo
que pone de manifiesto la carencia de profesionales especializados en este tipo de
enfermedades y la descoordinación al respecto entre servicios asistenciales. Un último
punto es la escasez de investigaciones y, consecuentemente, de conocimiento científico
que favorezca el desarrollo terapéutico a todos los niveles.
46
real; la dispersión de los pacientes por toda la geografía nacional y su escasez dificulta
mucho esta labor, lo que lleva a realizar un cálculo estimado, sólo sobre la base de
personas asociadas, cálculo que está lejos de aportar datos epidemiológicos reales.
Cuadro resumen
47
limitadas.
Caso Clínico
Eva tiene 18 años y es la mayor de cuatro hermanos. Se lleva bien con sus
hermanos, aunque se niega a salir con ellos y sus amigos. Está diagnosticada con el
síndrome de Williams. El diagnóstico se realizó con 4 años de edad, lo que ha
provocado que en ciertos ámbitos la intervención temprana y los aspectos educativos
hayan apoyado sus progresos en muchas áreas cognitivas.
Pesó 2.100 gramos al nacer por lo que tuvo que permanecer en la incubadora
hasta alcanzar el peso mínimo recomendado por los neonatólogos del hospital, lo que
supuso 20 días de hospitalización. Durante el tiempo que estuvo en observación las
noticias de los médicos fueron desconcertantes, pues decían, sin decir claramente,
que algo le pasaba a Eva. En los diferentes análisis que se le realizaron los médicos
observaron hipercalcemia, y el corazón presentaba una malformación y hubo de ser
intervenida con un mes de edad de una estenosis aórtica supravalvular (un
estrechamiento de la arteria aorta). Las revisiones cardiológicas llevaron a que se le
practicaran, hasta en tres ocasiones, cateterismos, el último a los 12 años de edad.
48
lo más sorprendente, no llegaba a comprender todo lo que se le decía. Desde el
colegio se sugirió a los padres que se llevase a cabo una evaluación por el equipo
psicopedagógico del centro y que asistiera al logopeda para estimular su lenguaje.
Durante el tiempo que Eva estuvo siendo evaluada, se le tuvo que practicar un
cateterismo, por lo que los padres aprovecharon para contar al cardiólogo las
observaciones que les habían hecho en el colegio. Fue en este momento cuando el
cardiólogo decide derivar el caso a la sección de genética. Posible diagnóstico:
síndrome de Williams-Beuren.
Los padres querían conocer más casos en España y consiguieron contactar con
otros afectados por el mismo síndrome. Ante la escasez de información por parte de
los profesionales, ésta fue suplida por las experiencias personales de otros padres que
insistieron en la importancia de la autonomía para el futuro, y que se debían
potenciar los aspectos educativos y el lenguaje.
Muy lentamente Eva empezó a relacionarse con los demás, aunque siempre
prefería estar con niños más pequeños. Alrededor de los 5 años su vocabulario se
incrementó e incluso utilizaba palabras y expresiones sorprendentemente adultas
acompañadas de una gran gama de entonaciones; sin embargo, los aspectos más
formales del lenguaje (los sonidos, la estructura de las palabras y de las oraciones) no
eran siempre adecuados. Las pruebas psicopedagógicas indicaban un retraso
cognitivo medio, por lo que se sugirió la escolarización en un centro de integración,
propuesta que fue inicialmente rechazada por los padres.
A la edad de 6 años, el retraso en relación con el grupo hizo que los padres se
replantearan su postura educativa, y escolarizaron a Eva en un centro de integración
donde recibiría los apoyos logopédicos, fisioterapéuticos y educativos pertinentes.
Hasta la edad de 12 años pudo seguir el ritmo de su grupo escolar, aunque con
dificultad. Sus habilidades lectoras no eran del todo malas, sabía reconocer los
grafemas, leía palabras, pero su comprensión de lo leído era muy pobre. Respecto a
los aspectos matemáticos las dificultades eran muy grandes y su capacidad de
razonamiento estaba bastante mermada. Su lenguaje, si bien no parecía estar muy
afectado, presentaba importantes carencias a nivel comunicativo e interaccional,
aunque éstas se enmascaraban bajo una alta sociabilidad y gran locuacidad. Su
lenguaje y visión del mundo era muy analítico y literal, por lo que mucho de lo que
le decían no era comprendido adecuadamente. La hipersociabiIidad que la
49
caracterizaba traspasaba realmente los límites de la normalidad, dirigiéndose a
extraños a preguntarles por cuestiones personales sin siquiera haber sido previamente
presentados; las indiscreciones eran muchas, llegando al punto de tener que cuidar lo
que se decía delante de Eva. Esta personalidad tan extrovertida y particular hacía
difícil la relación con otros niños de su edad con quienes poco o nada se relacionaba;
siempre se veía a Eva en compañía de adultos o niños más pequeños.
Eva recibió apoyos logopédicos hasta los 16 años, pero muchos otros padres de
afectados con el SW no habían dado este apoyo a sus hijos, bien porque el
diagnóstico fue tardío, bien porque priorizaron otros aspectos. La logopedia que
recibió se centró en potenciar los aspectos formales; de este modo se incidió en los
aspectos fonológicos (omisión, sustitución, simplificación de sonidos) y en la
comprensión y estructuración adecuada de las oraciones, pero se trabajaron poco los
aspectos de uso del lenguaje.
50
En general no es capaz de seguir una conversación; rápidamente desconecta o
introduce bruscamente un nuevo tema de conversación. A pesar de ello, le gusta y
hace intentos por mantener el canal comunicativo abierto.
Preguntas de autoevaluación
51
4.La noción de "discapacidad intelectual" es mucho más adecuada que otras como
retraso o deficiencia mental:
52
53
2.1. Características físicas
-Gen ELN. Fue el primero en identificarse. Se sabe que codifica la proteína elastina,
principal componente de las fibras elásticas de las articulaciones, la piel, la pared
de los vasos sanguíneos y diferentes tejidos. La pérdida de una copia del gen
provoca una pérdida de elasticidad en los vasos sanguí neos,así como diversos
problemas articulares, hernias o incluso la voz ronca.
-Gen LIMK1. Codifica la proteína quinasa y, aunque no hay trabajos que claramente
lo verifiquen, es probable que la pérdida de una copia de LIMK1 sea la
responsable de los problemas de integración visoespacial característicos en las
personas con síndrome de Williams.
54
relación con alteraciones neurocognitivas aún no delimitadas. Pueden estar
implicados en muchas de las características de los déficits y alteraciones que
describen a las personas con síndrome de Williams.
Por lo general, los niños con síndrome de Williams nacen con bajo peso tras una
gestación sin problemas, y uno de cada tres niños nace pasadas las 41 semanas de
gestación. En su desarrollo presentan un aumento de peso y crecimiento lentos. Alcanzan
una baja estatura. Cada caso de síndrome de Williams es único y tiene problemas de
salud de distinta gravedad, pero la mayoría presenta unas características y alteraciones
médicas comunes.
A) Alteraciones gastrointestinales
En los primeros días y meses de vida muchos de los niños diagnosticados con
síndrome de Williams sufren trastornos en el sistema gastrointestinal, que pueden estar
provocados por diversos factores: la hipotonía, el reflujo gastroesofágico que puede
producir vómitos, la irritabilidad, el llanto desconsolado e incluso el rechazo de la comida.
Después del primer año de vida, la irritabilidad y los vómitos suelen desaparecer. El
trastorno celíaco se manifiesta en un alto porcentaje de niños con síndrome de Williams
en comparación con la población general. Otras complicaciones pueden ser el prolapso
rectal, colecistitis y hemorroides.
B) Hipercalcemia
Son característicos de estas personas los problemas con la metabolización del calcio
en la infancia, lo que les provoca altos niveles de calcio en la sangre. Esta hipercalcemia
se refleja con frecuencia en una profunda irritabilidad y calambres musculares asociados
al nivel inadecuado de calcio. En el caso de que la hipercalcemia no se presente en la
edad temprana, es poco probable que se desarrolle más tarde.
C) Problemas musculoesqueléticos
Con frecuencia hay hipotonía en los niños, con bajo tono muscular y laxitud en las
articulaciones. La hipetonía es más común en los adultos (85%), que sufren contracturas
y rigidez en las articulaciones. El tono muscular debilitado se ha asociado con la dificultad
para tragar y chupar y con un mayor reflejo de arcada, lo que se traduce en dificultades
alimenticias y en aumento de peso lento.
D) Alteraciones cardiovasculares
La mayoría de las personas diagnosticadas con síndrome de Williams tienen
problemas cardíacos y de los vasos sanguíneos. Además de la estenosis supravalvular
aórtica, que consiste en un estrechamiento de la aorta en las proximidades del corazón,
los pacientes con síndrome de Williams pueden padecer estenosis de las arterias
55
pulmonares o supra-aórticas, estenosis múltiple en arterias pulmonares periféricas o
estenosis de la arteria renal. Desde la identificación del primer gen delecionado en la
región crítica del síndrome de Williams, el gen que codifica la proteína de la elastina
(ELN), se ha relacionado esta deleción con los problemas cardiovasculares por la pérdida
de elasticidad en los vasos sanguíneos. Por otro lado, más de la mitad de los adultos con
síndrome de Williams padecen hipertensión.
E) Anomalías renales
Existe un leve aumento en la frecuencia de problemas con la estructura y función de
los riñones: incontinencia urinaria, enuresis (micción involuntaria), nefrocalcinosis
(insuficiencia renal, debida a la precipitación de fosfato cálcico en los tubos renales)
provocada por la anomalía en el metabolismo del calcio.
Los niños con síndrome de Williams tienen unas características faciales que los
diferencian claramente de otros síndromes. Por lo general, tienen una nariz pequeña y
respingada, con el puente nasal hundido y orificios nasales antevertidos; hendiduras
palpebrales cortas, frente estrecha, hipoplasia de la zona media de la cara; boca ancha y
labio superior grueso, dientes hipoplásicos y maloclusión dentaria. La mayoría de los
niños con síndrome de Williams, en especial los de ojos claros, presentan iris estrellado,
además de otras características oftalmológicas tales como miopía, estrabismo e
hipermetropía.
2.1.4. Hiperacusia
56
neuroanatómica. Casi todos los pacientes presentan una disminución significativa del
volumen cerebral total. Los estudios por neuroimagen reflejan que unas áreas están más
reducidas y otras menos desarrolladas. En general, el volumen cerebelar se encuentra
preservado en el síndrome de Williams. El cerebelo es una estructura importante para la
coordinación y para el desempeño motor. El temporal superior está más desarrollado; se
trata de un área determinante en el procesamiento de los estímulos musicales, auditivos y
verbales. Se observa una ausencia de asimetría en el temporal superior asociada a un
desarrollo cerebral anormal y déficits en el lenguaje. Las regiones occipitales y postero-
occipitales desempeñan un papel crucial en el aparato visual y explicarían, en parte, el
déficit en el procesamiento de las relaciones espaciales. La descripción volumétrica
general muestra que la sustancia gris se encuentra preservada, aunque se percibe un
aumento de ésta en la circunvolución temporal superior, área crucial en el desarrollo
lingüístico. Sin embargo, la sustancia blanca se presenta con una disminución
desproporcionada. Los cambios en la volumetría de la sustancia blanca y gris reflejan la
distinta trayectoria en su desarrollo mental con respecto al desarrollo normal.
57
otros genes que pueden dar lugar a fenotipos comportamentales diferentes; por otro lado,
se relacionará con los distintos contextos y oportunidades de desarrollo. Por ejemplo, los
niños con síndrome de Williams que adquieren una buena competencia en la lectura
presentan un mayor nivel de desarrollo en distintas áreas cognitivas y adaptativas.
Otro factor importante que hemos de tener en cuenta es que el perfil cognitivo que
obtenemos depende directamente de los métodos o pruebas que utilicemos para evaluar
las correspondientes funciones. Es decir, las tareas que se plantean a los sujetos revisten
dificultades específicas que afectan al rendimiento, de modo que cualquier resultado ha
de interpretarse en relación con las demandas de cada tarea y resulta difícil comparar
resultados obtenidos con distintos procedimientos. Además, pueden describirse a veces
estrategias diferentes en la resolución de las mismas tareas, a pesar de que los sujetos
obtengan la misma puntuación.
Todos estos resultados indican que las personas con síndrome de Williams tienden a
fijarse en los detalles, revelando una buena capacidad de procesamiento analítico y
secuencial, pero tienen problemas a la hora de integrar las distintas partes en un todo, lo
que refleja sus dificultades en el procesamiento simultáneo y global. En este sentido,
procesar el lenguaje secuencialmente a partir de estímu los auditivos les resultaría más
58
fácil que procesar simultáneamente los estímulos visuales para construir una figura. Esta
característica de procesamiento fue ya advertida por las primeras investigaciones
indicando que los sujetos con síndrome de Williams "podían ver los árboles, pero no el
bosque".
Sin embargo, también encontramos estudios de casos con buena capacidad relativa de
organizar visualmente figuras familiares, como ocurre en pruebas donde el sujeto debe
descubrir detalles que faltan en un dibujo o componer una figura uniendo las distintas
piezas de un rompecabezas. Del mismo modo, en distintos trabajos se ha puesto de
manifiesto que la capacidad de reconocer rotaciones espaciales de figuras no está tan
afectada como otras habilidades visoespaciales. Además, son capaces de elaborar mapas
cognitivos para orientarse en entornos familiares y aprenden itinerarios cotidianos,
utilizando incluso los medios públicos de transporte para completar los trayectos.
Por otra parte, aunque los niños con síndrome de Williams presentan a veces una
atención lábil y difusa, no cumplen los criterios del trastorno por déficit de atención e
hiperactividad. De hecho, en muchas tareas y durante la ejecución de pruebas muestran
adecuados niveles de atención y concentración. En particular, prestan ya desde que son
bebés una especial atención a las caras humanas, sobre todo a los labios, en el contexto
de una acusada sociabilidad en relación con los adultos, incluyendo a los extraños.
La buena memoria a corto y a largo plazo que demuestran para las caras también se
observa en el recuerdo del léxico y en la música. La memoria espacial está ligeramente
por debajo de la memoria para los estímulos sonoros. Cuando son pequeños tienen
mucha sensibilidad auditiva; ya se ha señalado que son hiperacúsicos y se alteran mucho
con los ruidos fuertes, que les pueden llegar a provocar dolor. Conservan siempre una
predilección por la música y buenas aptitudes para ejercitarla, pudiendo en algunos casos
tocar instrumentos de oído y memorizar canciones. La capacidad de modular la
entonación los lleva a utilizar mucho la prosodia en la expresión de emociones cuando
hablan o cuentan una historia.
59
Su sociabilidad, su interés en las caras y su memoria para las palabras constituyen
tres puntos de fuerza iniciales que orientan a los niños con síndrome de Williams a
entablar conversaciones fácilmente, aunque su lenguaje tarda en desarrollarse y el
discurso tiende a ser superficial y poco coherente. A lo largo del desarrollo, su carácter
sociable se mantiene, pero presentan limitaciones en la cognición social que les impiden
comprender las situaciones y comportarse adecuadamente. Desarrollan también una
capacidad muy buena para el reconocimiento de caras, aunque distintos experimentos
han demostrado que los adolescentes y adultos con el síndrome de Williams necesitan
más tiempo de procesamiento de las caras y muestran un estilo atípico que tiende a
fijarse más en los detalles que en la configuración global del rostro.
Estos resultados concuerdan con el hecho de que, en las edades más tempranas y en
los sujetos con mayor nivel de discapacidad, no se encuentran diferencias entre el
cociente intelectual verbal y el manipulativo, aplicando las Escalas de Inteligencia de W
echsler, mientras que en sujetos mayores y con más altas capacidades tiende a apreciarse
una diferencia significativa entre la inteligencia verbal y la inteligencia manipulativa. Por
lo tanto, es preciso subrayar que no en todos los casos hay una superioridad de los
aspectos verbales frente a los manipulativos e incluso, en el caso de que dicha diferencia
aparezca, las habilidades verbales no presentan nunca un nivel equiparable al de las
personas con un desarrollo típico.
Es posible que en las habilidades que son propias de la edad adulta estén implicadas
funciones cognitivas más elevadas, mientras que en las dificultades observadas en la
infancia estén implicados procesos de nivel más básico. Dicha hipótesis supondría que la
progresiva especialización del cerebro durante el desarrollo se viera más alterada en
determinadas áreas, de las que dependen procesos básicos, y que las asimetrías que van
emergiendo fueran de algún modo compensatorias, con un mejor desarrollo en áreas y
tareas cuyos requerimientos iniciales estuvieran menos afectados por el síndrome.
60
Así pues, se han producido distintos hallazgos que permiten rechazar la concepción
estática de módulos cognitivos innatos y reemplazarla por una concepción dinámica
centrada en las trayectorias de desarrollo (Karmiloff-Smith et al., 2003). Desde el punto
de vista de la investigación y de la intervención resulta entonces preferible centrarse en
los procesos de desarrollo y no hacer inferencias demasiado directas sobre los posibles
estados de partida o de llegada. En general, parece que los fenotipos cognitivos no son
estables a lo largo del tiempo y que no se puede predecir de manera realista el estado
cognitivo adulto a partir del perfil observado en las primeras fases del desarrollo, lo cual
deja un mayor espacio a la intervención.
En todo caso, hay que tener siempre presente que una persona con discapacidad
intelectual, especialmente cuando la etiología es un síndrome genético, no es una persona
que tiene un funcionamiento cognitivo normal que avance más lentamente o bien le falte
algún componente, sino que no utiliza las mismas estrategias que la mayoría de las
personas y cuyas potencialidades se estarían adaptando para alcanzar estrategias
alternativas y responder de modo eficaz a los requerimientos de un mundo que no está
hecho a su medida.
En general los estudios sobre los aspectos lingüísticos del síndrome de Williams
coinciden en afirmar la existencia de un retraso significativo en el desarrollo del lenguaje.
61
Los niños con síndrome de Williams en algunos aspectos parecen seguir las pautas del
desarrollo típico, aunque con un ritmo más lento, mientras que en otros se desvían de la
trayectoria que siguen tanto los niños con desarrollo típico como otros niños con retraso
del lenguaje.
Los niños con este síndrome desarrollan un balbuceo reduplicativo antes de comenzar
a hablar, pero ya en esta etapa prelingüística se observa un retraso de varios meses y
dicho balbuceo reduplicativo, que se produce habitualmente durante la segunda mitad del
primer año de vida de los bebés, aparece a lo largo del segundo año de vida en el caso de
los niños con síndrome de Williams.
Existe también una relación directa entre el tamaño del vocabulario productivo y el
desarrollo gramatical en los niños con desarrollo típico; sin embargo, estudios
longitudinales realizados con niños con síndrome de Williams muestran que el comienzo
62
del desarrollo gramatical está retrasado, comparado con el vocabulario productivo; pero,
cuando la gramática comienza a apuntar, el ritmo de desarrollo es el mismo que en el
desarrollo típico, e incluso la complejidad gramatical llega a situarse en el nivel esperable
con relación al tamaño del vocabulario expresivo.
En edades tempranas, antes de los cuatro años, se observa ya que tienen una gran
motivación a la comunicación y que su capacidad de producción del lenguaje es superior
a la de comprensión.
B) Nivel fónico
El análisis fónico del habla tiene por objeto la descripción de los elementos
segmentales (vocales, consonantes y sílabas) y suprasegmentales del habla (entonación,
acento y ritmo). Esta descripción se lleva a cabo por medio del análisis articulatorio,
acústico y perceptivo de dichos elementos.
Otro tanto ocurre con los aspectos relativos a la fluencia del habla, que puede
plantear dificultades a algunas personas con síndrome de Williams, llegando a producirse
en estos casos disfluencias que alteran la producción lingüística y afectan a la
inteligibilidad del habla y a la comunicación (p. ej., "y luego aprovecho y hago los
deberes yy y lu-lueego escucho música, veo la tele y me voy con mi madre a comprar a
ayudarla a hacer la comida" "¿Y a David Bustamante? También conozco, hm, lo
conozco mucho mucho, pero pero todavía no he todavía no he ido a ver si a ver si en la
próxima comida viene alguien") (Garayzábal, 2005).
63
ocurrir en niveles superiores más complejos como la conciencia fonológica, capacidad
para analizar y manejar los elementos del lenguaje y su conocimiento, de gran
importancia en la adquisición de la lectura. Llama la atención que una gran cantidad de
errores fonológicos tienen que ver con procesos de metátesis, cambios de lugar de los
sonidos dentro de la palabra, lo que indica alteraciones en la representación y conciencia
fonológicas.
La memoria a corto plazo para los estímulos verbales está relativamente bien
preservada. Esta memoria requiere de buenas habilidades de análisis fonológico,
identificación, segmentación y pla nificación articulatoria de los estímulos verbales, lo que
demuestra robustez del procesamiento fonológico en el síndrome de Williams. Las
habilidades de memoria a corto plazo en las personas con síndrome de Williams son más
limitadas en el dominio visoespacial que en el verbal; en cambio, las habilidades de
memoria a largo plazo están afectadas en ambos dominios, verbal y visoespacial. Los
estudios de memoria verbal y sus implicaciones en el aprendizaje verbal muestran
resultados que son en general pobres, a pesar de que las personas con síndrome de
Williams tienen buen desempeño en tareas de memoria auditiva a corto plazo. Esta
ventaja no se traduce en beneficio del aprendizaje verbal ni de la memoria en general,
por lo que sorprende la poca ayuda que la relativa preservación del lenguaje en esta
población proporciona para ciertas demandas cognitivas; sin embargo, la ventaja sí
explicaría el nivel de sofisticación del lenguaje en el síndrome de Williams. Por otro lado,
la sobredependencia de los mecanismos fonológicos podría dar cuenta de muchos rasgos
lingüísticos atípicos en el síndrome.
La memoria a corto plazo para estímulos verbales se ve afectada en los sujetos con
síndrome de Williams por las mismas variables fonológicas que en el caso de sujetos con
desarrollo típico, es decir, recuerdan mejor palabras similares que diferentes, puesto que
estas últimas exigen el almacenamiento de más información; también recuerdan mejor
palabras cortas que largas, porque contienen menos información fonológica y tardan
menos tiempo en almacenarse o implican menos interferencias entre los estímulos por su
menor complejidad fonológica. Esto sugiere que el rendimiento de la memoria a corto
plazo en el síndrome de Williams parece basarse en la codificación fonológica, del mismo
modo que ocurre en los sujetos con desarrollo típico. Ahora bien, estos efectos de
semejanza fonológica y longitud de las palabras pueden ser muy inconsistentes si
tenemos en cuenta las diferencias individuales.
C) Nivel gramatical
64
En el nivel gramatical se describen los elementos que conforman las palabras y las
estructuras sintácticas en que éstas pueden aparecer, atendiendo a reglas de concordancia
de los elementos y de combinación léxica.
El estudio de los aspectos gramaticales de una lengua y su uso por los hablantes
supone tener en cuenta la diversidad existente entre las lenguas en cuanto a los procesos
de flexión verbal, concordancia nominal, composición y derivación de las palabras, así
como el orden de los elementos lingüísticos en las oraciones. Los estudios sobre los
aspectos gramaticales en el síndrome de Williams muestran que, cuando la lengua
utilizada es más compleja morfosintácticamente, algunos aspectos de la gramática están
incluso por debajo de lo esperable para su nivel cognitivo.
Algunos estudios resaltan que las dificultades gramaticales tienen que ver con los
aspectos de comprensión gramatical y repetición de oraciones, que suelen estar por
debajo de su edad mental; otros concluyen que los resultados de las personas con
síndrome de Williams se corresponden con los de personas con desarrollo típico
equiparadas en edad mental. La atención a los aspectos morfológicos muestra que son
más débiles y se encuentran dificultades en el uso de marcas flexivas de los verbos, la
concordancia entre el sujeto y el verbo y dentro del propio sintagma nominal, preposi
ciones y pronombres. Cuanto más flexiva sea una lengua, más problemas habrá en este
sentido, como muestran los estudios interlingüísticos sobre competencia morfológica en
el síndrome de Williams, de modo que los problemas son sensiblemente menores para los
angloparlantes que para los hablantes de francés, italiano o español.
Al igual que ocurría en el caso del desarrollo fonológico, el papel que juega la
memoria a corto plazo es muy importante para el procesamiento morfosintáctico. La
capacidad para almacenar unidades mínimas del habla, como los morfemas gramaticales
y las palabras relacionales (preposiciones, conjunciones) está muy ligada a la
competencia gramatical. La comprensión y el aprendizaje de construcciones gramaticales
complejas requieren el mantenimiento de los elementos lingüísticos relevantes en la
memoria a corto plazo. Mientras que los niños con desarrollo típico se sirven de
65
elementos no lingüísticos del contexto para el procesamiento del lenguaje complejo, las
personas con síndrome de Williams, con dificultades para utilizar e integrar información a
partir de distintas claves contextuales, necesitan más tiempo y esfuerzo, por lo que el
papel de la memoria a corto plazo es primordial.
D) Nivel léxico-semántico
Se asume que disponemos de un diccionario en el que se almacenan las palabras que
conocemos con su significado. El estudio de la adquisición del conocimiento léxico y su
organización en la memoria de un hablante para su acceso y uso inmediato es un tema de
especial relevancia, sobre todo cuando nos encontramos con poblaciones en las que este
conocimiento es deficitario o está organizado de forma diferente.
En todas las lenguas, las palabras pueden poseer más de un significado que viene
determinado por una situación, un contexto y un pensamiento que establecen el sentido
de lo que un hablante quiere comunicar. Es importante tener en cuenta la utilización del
significado de las palabras, con qué intención se expresa y cómo este significado es
interpretado por el oyente en función de una serie de variables que, adecuadamente
identificadas, permiten que el enunciado se interprete correctamente y que la
comunicación sea efectiva. En este punto los límites entre el significado de los
enunciados y su uso, más allá de lo que significa cada palabra, son difusos.
66
observado en otro tipo de poblaciones con discapacidad intelectual.
-Niño de 10 años: "En verano tengo que erradicar los mosquitos, porque me salen
granos y me pican".
-Hablante de 25 años: "Me gustó mucho ver los animales y disfrutar de los animales,
preciosos mamíferos".
Por lo general, en tareas de producción léxica, se observa en los sujetos con síndrome
de Williams un uso poco común de las palabras, seleccionando a menudo las palabras de
uso menos frecuente dentro de una categoría. En tareas de denominación a partir de dibu
67
jos muestran dificultades para establecer la representación semántica adecuada de la
palabra que deben producir a partir de un dibujo, es decir, presentan dificultades de
acceso y recuperación léxica. Cuando las tareas de denominación se agrupan por
categorías, y no son aleatorias, los problemas de denominación se mitigan. El acceso
léxico mejora notablemente cuando las palabras son recuperadas a partir de claves
semánticas y no de dibujos. La precisión en tareas de denominación en niños con
síndrome de Williams está en consonancia con su edad mental pero no con su edad
cronológica. Los problemas en tareas de denominación parecen estar más vinculados a
dificultades en la recuperación léxica que a la representación semántica; aunque las
causas de este comportamiento no están aún claras, una explicación plausible tendría que
ver con una afectación del nivel de selección de palabra más que con la organización
léxica (Garayzábal y Cuetos, 2010).
Se han llevado a cabo estudios que relacionan los aspectos morfológicos de las
palabras y su mayor o menor facilidad de comprensión y denominación, cuyos resultados
indican que las palabras derivadas son mejor comprendidas y definidas que las primitivas;
además, la definición de una palabra mejora cuando los sufijos utilizados para su
derivación son de alta frecuencia y gran productividad, es decir, que permiten generar
muchas palabras nuevas.
Estudios realizados con palabras homónimas indican que las personas con síndrome
de Williams, comparadas con sus controles, mostraban modos de asociación diferentes y
relacionaban la palabra dada con la definición menos obvia, realizando la asociación
menos probable (Rossen et al., 1996). Resultados similares se obtuvieron en otro estudio
donde se evaluaba la desambiguación de palabras homónimas a partir de contextos
lingüísticos concretos, en el que se concluía que las personas con síndrome de Williams
no eran capaces de utilizar la información contextual para resolver con éxito la tarea
(Garayzábal et al., 2004). Los resultados en ambos casos ponen en cuestión el buen
funcionamiento semántico en las personas con síndrome de Williams.
Por otro lado, se destaca una supremacía de los procesos de codificación fonológica
frente a los léxico-semánticos. En tareas de repetición de palabras, se estudió el efecto de
la posición en una prueba de evocación libre de una lista de palabras y se vio que las
personas con síndrome de Williams recordaban mejor las últimas palabras (información
reciente) que las primeras. La variable frecuencia es relevante en tareas de repetición de
palabras, de tal manera que, si una palabra es más o menos frecuente, se recuerda mejor
68
o peor; sin embargo, las personas con síndrome de Williams no parecen discriminar entre
unas y otras, recordándolas por igual.
E) Nivel pragmático
La pragmática trata de las relaciones entre los signos y sus intérpretes y abarca
fenómenos sociológicos, psicológicos y lingüísticos que intervienen en la formación de los
signos; estudia el enriqueci miento no estrictamente lingüístico que ayuda a la
comprensión del mensaje y, en definitiva, la manera en que usamos la lengua.
69
Sin embargo, estudios posteriores mostraron que el desarrollo de las habilidades
sociales y conversacionales es tardío en estas personas, que presentan un patrón atípico
en la adquisición de las funciones comunicativas. La petición de objetos o de realización
de acciones no se efectúa acompañada de contacto ocular como sería esperable en un
desarrollo típico y no parece evidenciarse la adecuada atención conjunta.
70
que tratan de expresar, mientras que otras veces resulta excesiva y cargada de detalles
irrelevantes.
A partir del análisis lingüístico de las conversaciones entre personas con síndrome de
Williams se observa una ausencia de actos de habla dinámicos, que explicitan las
relaciones secuenciales entre las intervenciones de los participantes en la conversación, y
actos de habla predictivos, que imponen restricciones sintácticas y pragmáticas al
interlocutor. Esto puede deberse, en parte, a la violación de los principios de cooperación
que redundan en un déficit intersubjetivo, donde falla la retroalimentación al interlocutor
y no se le tiene en cuenta, a pesar de los deseos de comunicarse; estas limitaciones se
manifiestan en su predilección por un tema de conversación, en el encadenamiento de
temas sin atender a los temas del interlocutor o interlocutores, en dificultades para
respetar los turnos y en la escasa capacidad para manejar claves de la comunicación no
verbal. He aquí un ejemplo tomado de Garayzábal (2005):
Hablante 1. "A mí me gusta mucho el teatro y eso que yo voy poco la ver dad
poorquee, porque vamos no tengo tiempo dee ir, pero ahora con tanto jaleo que tengo
pero bueno hombre los martes como no tengo nada que hacer pues ya síí podía estar con
mis abuelos aa ir al teatro y eso pero bueno a ver"
Cuadro 2.1.
71
En relación con las habilidades pragmalingüísticas se puede decir en términos
generales que los niveles formales del lenguaje son las áreas de mayor capacidad en el
síndrome de Williams, frente a los niveles más funcionales donde se observan claras
limitaciones de uso comunicativo del lenguaje; no obstante, el nivel de desarrollo de las
habilidades lingüísticas en el síndrome de Williams es superior al de otros síndromes que
cursan igualmente con discapacidad intelectual. Sin embargo, no puede afirmarse que el
desarrollo del lenguaje alcance una plena competencia, ni que el dominio lingüístico esté
72
preservado en este síndrome, si bien existen áreas del lenguaje de mayor competencia.
En todo caso, presentan gran variabiliadad de unos casos a otros, por lo que es necesario
reiterar la importancia de considerar las diferencias interindividuales.
Las personas con síndrome de Williams tienen un perfil socio-afectivo singular, con una
personalidad extrovertida y amigable, llegando a ser excesivamente sociables, por lo que
siempre están deseosos de agradar a los demás y son muy sensibles a las críticas, de
modo que pueden experimentar altos niveles de frustración. A menudo inician
conversaciones con cualquier persona, sin importarles si es adecuado o no, en medio de
otras conversaciones de temática completamente diferente, o incidiendo en aspectos
personales cuando apenas conocen a las personas a las que se dirigen. Expresan sus
sentimientos a veces de forma exagerada, en especial la risa y el llanto. Los niños con
este síndrome sufren grandes problemas de ansiedad. En la adolescencia pueden tender
al aislamiento y no son capaces de establecer relaciones adecuadas con sus iguales, lo
que a veces se traduce en estados depresivos, que se van haciendo más acusados en la
edad adulta.
Otro de los factores que dificulta un buen desarrollo socio-afectivo, tanto en la familia
como con su entorno social, es el hecho de que suelen sufrir fobias y preocupaciones
excesivas acerca del futuro; de tal modo que presentan a veces una atención muy
73
focalizada hacia la enfermedad, manifestando preocupación desmedida por la salud de
quienes los rodean, en especial de sus familiares más inmediatos, padres y hermanos; en
muchos casos, esta actitud hace que se aíslen y no interactúen dentro del núcleo familiar
y que mantengan una gran inquietud por una simple tos de la madre o el padre. Las
mismas reacciones las repiten en otros contextos y ello limita las relaciones de
interacción.
En otro orden de cosas, las personas con SW suelen tener problemas en el contexto
escolar por la inadaptación a las conductas de los demás. Así, les resulta muy difícil
comprender posibles riñas entre sus compañeros o asumir las críticas del profesor y
necesitan continuamente la aprobación de los otros, que reclaman llamando su atención
por medio de múltiples e incesantes demandas, lo que llega a condicionar la dinámica del
aula.
74
Tal y como se ha mencionado ya en otros apartados de esta guía, las personas con
síndrome de Williams presentan limitaciones psicomotoras y visoespaciales, lo que puede
mermar las posibilidades de que se integren socialmente mediante la práctica de ciertos
depor tes o juegos; en concreto, no se sienten motivados para el juego en equipo, no sólo
por las dificultades de participación en la actividad, sino también por el miedo a ser
rechazados por el grupo de iguales.
En general, las personas con síndrome de Williams se relacionan mejor con los
adultos y las figuras de autoridad que con sus iguales. Los padres relatan que en la edad
escolar les resulta difícil hacer y mantener amigos de su misma edad. Este problema
suele persistir y cuando se hacen mayores se muestran menos extrovertidos que cuando
eran pequeños, lo que se traduce en un menor contacto social y mayor retraimiento en
las relaciones.
Cuadro resumen
75
frecuentes, aunque su uso no siempre es adecuado. No presentan importantes
problemas en los niveles formales pero sí en los funcionales, lo que se pone de
manifiesto en su habla conversacional inadecuada, perseverancia temática, escaso
contenido de los mensajes, incoherencia discursiva y desajustes en la comunicación
con los demás.
Los aspectos más desarrollados en las personas con síndrome de Williams son los
relacionados con la memoria a largo plazo, la discriminación y memoria auditiva, la
producción fonológica y el vocabulario, el reconocimiento de caras y la alta
motivación social.
Caso Clínico
A los dos meses fue de nuevo ingresado ya que no había incrementado nada su
peso.Tenía el mismo peso que cuando nació.A los 19 meses tiene un peso de 9,7 kg
y una talla de 74cm. Se evalúa en el departamento de cardiología donde se le
diagnostica una estenosis pulmonar leve y estenosis supraaórtica moderada.
76
A los diez años es operado de estenosis supraaórtica.
• Contexto socio-familiar
• Contexto escolar
• Características cognitivas
A los doce años se le hizo una valoración psicopedagógica con distintas pruebas.
En la Escala de inteligencia de Wechsler para niños (WISC) se le asignó un Cl total
en el límite de inteligencia significativamente baja. En la Escala Verbal tenía mejor
cociente que en la Escala Manipulativa. La puntuación más baja la obtuvo en el
subtest de Construcción de Cubos, asociada a una limitada coordinación visomotora
y la dificultad para integrar las formas espaciales. La puntuación más alta la obtuvo
en Vocabulario, asociada a buenas habilidades verbales. En distintas pruebas de
coordinación visomotriz, obtuvo puntuaciones más bajas en las tareas de relaciones
espaciales, que en las de constancia de la forma.
77
ocasiones omite silabas al principio de palabras. Presenta dificultades con el género
en el uso de los artículos y en la concordancia de sustantivos y adjetivos. El nivel de
vocabulario expresivo está por debajo de lo esperable para su edad. Utiliza palabras
o frases extravagantes, fuera de contexto. Es capaz de utilizar los gestos, mímica o
lenguaje oral para comunicarse. Presenta problemas en la articulación del mensaje.
• Características socio-afectivas
Preguntas de autoevaluación
78
4.El perfil neurocognitivo del síndrome deWilliams:
79
80
3.1. Fundamentos de la evaluación
b)Una evaluación válida debe tener en cuenta la diversidad cultural, así como las
diferencias en comunicación y en aspectos sensoriales, motores y
comportamentales.
c)En una persona, las limitaciones coexisten con capacidades; todos tenemos áreas de
mejor y peor desempeño. Las personas con discapacidad pueden tener
competencias en capacidades físicas o sociales y en algunas áreas de adaptación.
81
d)El objetivo de describir limitaciones es desarrollar un perfil de apoyos necesarios
para mejorar el funcionamiento.
En primer lugar, la detección precoz del síndrome de Williams hace posible planificar
una intervención temprana basada en las características específicas del caso. Con ese fin,
el diagnóstico inicial comporta una evaluación del riesgo de alteraciones en las distintas
áreas del desarrollo. En el caso del síndrome de Williams, aunque el diagnóstico supone
objetivar una condición genética, debe tener el contenido y alcance necesarios para guiar
específicamente la atención temprana. El primer diagnóstico presenta pues un destacado
carácter preventivo que se basa en la noción de alto riesgo (Díez-Itza et al., 1991). El
bebé o el niño pequeño a quien se le diagnostica inicialmente el síndrome de Williams se
encuentra en situación de riesgo para el desarrollo físico, conductual y psicosocial. La
consideración de "niño de alto riesgo" tiene un sentido predictivo y apela a la necesidad
de evaluar los efectos a corto plazo de factores específicos. El modelo del diagnóstico
temprano incide especialmente en las habilidades de las díadas adultos-niños para
adaptarse a pautas regulares de interacción y comunicación, como precursores del
desarrollo cognitivo y lingüístico infantil.
82
La evaluación posterior ha de tener en cuenta que el primer diagnóstico no es un
etiquetado puntual, ni una clasificación, que marque un final o un techo a las
posibilidades de desarrollo y aprendizaje, sino que constituye el punto de partida de un
proceso que acompaña el curso evolutivo de la persona con síndrome de Williams a lo
largo de las distintas etapas de su ciclo vital. Este proceso evaluador obedece al hecho de
que el funcionamiento del sujeto en los distintos contextos de su actividad va cambiando
en la medida en que éstos varían y su perfil neuropsicológico también se modifica. Por lo
tanto, las necesidades de apoyos y servicios no permanecen inamovibles. La evaluación
atiende a las potencialidades y limita ciones actuales en las distintas áreas y a las
características del entorno que facilitan o dificultan los apoyos necesarios para el
crecimiento personal en interacción con los contextos de su actividad, que irán
sucesivamente desde el ámbito familiar al escolar y sociolaboral. La evaluación está
dirigida específicamente a planificar el perfil de apoyos necesarios, así como su tipo e
intensidad, en el marco de programas de tratamiento y prestación de servicios. Requiere
pues un análisis pormenorizado del individuo y de sus áreas de necesidad en cada
contexto, donde resulta especialmente importante no magnificar las limitaciones y
ponderar adecuadamente las potencialidades de mejora.
83
recogida de datos relevantes, analizar los resultados obtenidos por diversos medios,
alcanzar unas conclusiones que orienten la resolución del problema y elaborar un
informe.
84
La entrevista o cuestionarios que responden los padres o cuidadores que conviven
con el sujeto constituyen también procedimientos indispensables para recabar el historial
de desarrollo del niño y su situación actual de adaptación a los contextos familiares,
escolares y sociales, aspectos que los tests o la observación directa no pueden
detallarnos. Resulta recomendable contrastar la información que proporcionan los padres
con la de otras fuentes, como pueden ser los cuidadores de la guardería o los profesores
del colegio. También son elementos necesarios para completar adecuadamente la
evaluación los informes médicos, psicológicos, escolares y de los distintos servicios que
hayan intervenido previamente en el caso.
85
Se establecerán tres áreas de evaluación, que constituyen distinciones necesarias para
organizar la recogida de los datos, lo cual no implica que se puedan considerar como
módulos con una realidad psicológica independiente. Los distintos instrumentos y
procedimientos nos proporcionan datos que trascienden los procesos o áreas concretas
para cuya evaluación se diseñan.
86
La mayoría de las escalas intelectuales miden procesos básicos de atención y
memoria, conceptos y conocimientos aprendidos, razonamiento lógico y, en menor
medida, comprensión de problemas y situaciones reales. En concreto, el funcionamiento
intelectual se define como una capacidad mental general que incluye "el razonamiento, la
planificación, la solución de problemas, el pensamiento abstracto, la comprensión de
ideas complejas, la rapidez de aprendizaje y el aprender de la experiencia" (AMMR,
2004: 71). Es esencial obtener datos acerca de estas y otras dimensiones en la evaluación
del funcionamiento intelectual, ya que nos indican procesos y estilos cognitivos que
inciden directamente en las dificultades y capacidades de aprendizaje que la intervención
debe apoyar.
87
B) Escala de Desarrollo Psicomotor de la Primera Infancia BrunetLézine
Es una escala que permite la evaluación en distintas áreas del desarrollo desde el
nacimiento hasta los tres años y, en un segundo nivel, mediante pruebas
complementarias, desde los tres años a los seis (Brunet y Lézine, 1978). Permite calcular
Edades de desarrollo y Cocientes de desarrollo totales y para cada una de las áreas que
evalúa:
C) Currículo Carolina
Evalúa el desarrollo y establece programas de intervención de niños con necesidades
especiales desde el nacimiento hasta el nivel de desarrollo de 24 meses (Johnson-Martin
et al., 1997). Incluye 26 secuencias lógicas con distintas conductas que abarcan 5 áreas
prin cipales: Cognición, Comunicación, Adaptación social, Motricidad fina y Motricidad
gruesa. Se aplica individualmente y permite adaptar los ejercicios a los niños que tienen
limitaciones visuales, auditivas o motrices. Permite crear programas muy flexibles
basados en los principios básicos del desarrollo infantil e integrar las actividades en las
rutinas de la vida cotidiana. Es de utilidad tanto para especialistas en intervención
temprana y profesionales que trabajen con niños con necesidades especiales, como para
los familiares que se ocupan de ellos.
88
E) Batería de evaluación de Kaufman para niños (K-ABC)
Evalúa el funcionamiento intelectual y los conocimientos de niños entre 2 años y
medio y 12 años y medio (Kaufman y Kaufman, 1997). Es de aplicación individual y
tiene algunas adaptaciones para niños con necesidades especiales. Separa el conocimiento
adquirido por la experiencia de la habilidad para resolver problemas poco familiares. Se
centra en el estilo individual de procesar información. Está compuesto por 16 subtests,
correspondientes a tres escalas: Procesamiento Secuencial, Procesamiento Simultáneo y
Conocimientos. Una cuarta escala de Procesamiento Mental Compuesto se obtiene de las
escalas de procesamiento y es equivalente al Cociente de Inteligencia.
89
EscalaManipulativa: subtests de Figuras incompletas, Historietas, Cubos,
Rompecabezas y Clave de números. Evalúa la capacidad de percibir visualmente
la ausencia de detalles en dibujos familiares, la planificación lógica y comprensión
de situaciones sociales, la capacidad para analizar, sintetizar y reproducir un patrón
geométrico bidimensional abstracto, el razonamiento espacial, formación de
conceptos no verbales y coordinación visomotora, la anticipación visual de
relaciones parte-todo y síntesis de formas visuales, la coordinación visomotora y la
destreza, rapidez y precisión en la ejecución.
90
adaptación en el hogar, la escuela, el trabajo, el ocio y la comunidad. Se consideran
separadamente las habilidades motoras finas y gruesas necesarias para realizar
autónomamente algunas actividades, así como conductas problemáticas o desadaptativas.
Las limitaciones en la conducta adaptativa afectan a la capacidad para responder a
cambios vitales y a demandas ambientales.
Las conductas adaptativas se adquieren y practican durante las distintas etapas del
desarrollo, en un proceso de definición progresiva de habilidades que inicialmente están
muy interconectadas. En la etapa infantil, el contexto reviste una importancia decisiva, ya
que el bebé se desarrolla mediante la adaptación interactiva al entorno del hogar familiar.
La adaptación al entorno escolar supone la integración con los iguales y la adquisición de
habilidades importantes para la vida diaria tales como la lectura y el cálculo aritmético. La
transición a la vida adulta incluye la inserción en el contexto laboral y la utilización de los
servicios de la comunidad. Se trata de un punto de llegada y hay que valorar muy bien
habilidades específicas adquiridas en cada área adaptativa.
91
El procedimiento habitual para evaluar la conducta adaptativa es la entrevista por
parte de un profesional familiarizado con la prueba a personas adecuadas, que conocen
bien al niño, usualmente sus padres, y que responden a las preguntas o ítems de una
escala. A veces puede autoadministrarse el cuestionario en casa, pero resulta menos
fiable sin las aclaraciones que se proporcionan en una entrevista. Debe complementarse
con el recuerdo de situaciones naturales. Es recomendable realizar una observación
directa y estructurada de las habilidades del sujeto en la medida de lo posible y recabar
también información adicional, ya que pueden existir discrepancias entre las estimaciones
de los padres y las de otras fuentes de información, como, por ejemplo, los profesores.
Los niños mayores y los adultos con síndrome de Williams suelen proporcionar
directamente muy buena información.
92
verbal y participación en conversaciones, habilidades de interacción social para las
relaciones interpersonales, habilidades instrumentales para el funcionamiento
autónomo independiente, repertorio de conductas para la participación en actos
sociales y recreativos, desarrollo de conductas para conocer y utilizar los servicios
de la comunidad, desarrollo de sentido cívico y conciencia ciudadana para la
convivencia y bienestar en el entorno social y natural
3. Programa de habilidades de la vida diaria (PV D). Habilidades para vivir del modo
más autónomo posible con su familia y en otros contextos residenciales
independientes. Sus objetivos generales y específicos se refieren a habilidades de
aseo personal, higiene y limpieza; independencia para vestirse y desnudarse y para
comprar y cuidar la ropa; hábitos de preparación de comidas y uso de utensilios de
la cocina; mantenimiento de la casa y prevención de accidentes.
93
estas personas.
94
En todos los ámbitos, se hace referencia a la producción y la comprensión como
planos independientes, que presuponen procesos diferentes, aunque existan también
procesos comunes y el sistema de signos sea el mismo. Sabemos que en muchas
alteraciones del lenguaje se ven afectadas diferencialmente comprensión y producción. El
síndrome de Williams es uno de estos casos, observándose una mayor limitación en la
comprensión que en la producción. Resulta metodológicamente más difícil evaluar la
comprensión y, además, debemos tener en cuenta este problema a la hora de analizar los
resultados de las distintas pruebas y situaciones. En algunos casos, una deficiente
comprensión de las instrucciones verbales o de las preguntas puede influir en la ejecución
de las tareas.
Desde el punto de vista metodológico, el screening del lenguaje debe ser lo más breve
y sencillo posible en cuanto a su aplicación, explorando sólo los aspectos que constituyen
los mejores indicadores de cada área de evaluación de un modo superficial, poco extenso
y no exhaustivo. El análisis del lenguaje resulta siempre metodológicamente más
complejo porque debe ser suficientemente profundo, exhaustivo y extenso para cumplir
las condiciones de adecuación y suficiencia. Estas condiciones exigen que sea:
2.Completo: que aborde todos los niveles de análisis del lenguaje, en su estructura y
en su funcionalidad, tanto en el plano de la comprensión, como en el de la
producción.
95
4.Operativo, es decir, que se puedan desprender de él argumentos explicativos de los
problemas, así como métodos y objetivos del tratamiento.
Una última característica diferenciadora viene dada por la muestra de sujetos a la que
se aplica, ya que el screening del lenguaje puede realizarse a un grupo amplio; por ello
debe ser sencillo y rápido de ejecutar. Aunque también se puede realizar un screening
individual, entendido como un primer chequeo general de todos los niveles lingüísticos
del niño. El análisis del lenguaje implica que el problema ya está detectado en un sujeto o
ha sido acotado previamente, con lo que se trata de evaluarlo individualmente con
profundidad, explicarlo y determinar su alcance orientando específicamente el
tratamiento a las características del caso.
96
secciones que se corresponderían con los estadios de desarrollo de la comprensión
lingüística, desde los preconceptos verbales y etiquetas, pasando por las relaciones
semánticas y atributivas, hasta la capacidad de asimilar distintos tipos de conceptos
verbales en el discurso y de comprender el razonamiento ver bal. Existe una escala
alternativa de comprensión para casos con discapacidad motora. Los ítems de la
Escala de Lenguaje Expresivo se agrupan en tres secciones: estructura, vocabulario
y contenido, cada una relacionada con un aspecto diferente del lenguaje y que no
son ni paralelas, ni estrictamente secuenciales desde el punto de vista evolutivo. La
sección correspondiente a la Estructura evalúa desde las vocalizaciones tempranas
hasta el uso de oraciones complejas y subordinadas. La sección de Vocabulario
incluye la denominación de objetos y dibujos y la respuesta verbal a palabras
referidas a su experiencia cotidiana. La sección de Contenido evalúa
cualitativamente los usos más creativos del lenguaje y el pensamiento constructivo
a partir de la descripción de tres dibujos de situaciones.
2. Prueba de Lenguaje Oral de Navarra (PLON-R)
Evalúa el desarrollo del lenguaje oral de los niños más pequeños con objeto de
detectar de manera fácil y rápida a los alumnos en situación de riesgo de
alteraciones comunicativas, para implementar programas de atención temprana
(Aguinaga et al., 1990). Se aplica individualmente a niños de tres a seis años.
Incluye pruebas para los niveles fonológicos (denominación de imágenes),
morfosintácticos (repetición de frases, descripción de láminas, pruebas de
producción de pronombres y estructuras), léxicos (comprensión de metáforas,
vocabulario) y pragmáticos, atendiendo a la forma, contenido y uso. A través de la
observación de la expresión espontánea se valoran también las funciones
informativa, de petición y metalingüística.
3. Batería de Lenguaje Objetiva y Criterial (BLOC-SR)
97
-Módulo de Morfología: Formas verbales regulares e irregulares. Comparativos y
Superlativos. Sustantivos derivados. Pronombres sujeto y objeto. Reflexivos.
Posesivos.
98
6. Test de Vocabulario en Imágenes Peabody (PPVT-III)
99
Comprensión de oraciones, Comprensión de textos y Comprensión oral.
Se computan tanto el número de aciertos como el tiempo invertido, en aquellas
tareas que así lo permitan, para evaluar la habilidad de activación rápida e
inmediata de determinados procesos básicos. A partir de las puntuaciones en cada
prueba se puede obtener diversa información respecto al nivel lector del niño:
nueve Índices Principales que determinan si existen dificultades en alguno de los
procesos y si éstas son leves o severas, que a su vez pueden ser matizados de
acuerdo con los siguientes índices Secundarios: Precisión (5), Velocidad (5) y
Habilidad lectora (5).
Los resultados del test no sólo informan de los problemas de lectura sino que
indican las dificultades específicas de cada niño, los procesos cognitivos
responsables de dichas dificultades y la naturaleza del déficit. Incluye además
orientaciones sobre actividades de recuperación e intervención en función de los
procesos implicados.
D) Procedimientos no estandarizados de evaluación
1. Observación conductual
100
dinámica del potencial de aprendizaje, complemento necesario de la que
proporcionan los tests, donde el niño se enfrenta en solitario a las tareas. Se
pueden incluir también tareas de repetición de acciones o de enunciados, o realizar
con el sujeto algún juego de roles.
También se deben plantear tareas de evaluación de la comprensión verbal
pidiendo al sujeto que ejecute órdenes de distinta complejidad, que reconstruya
mensajes verbales manipulando muñecos, que señale objetos o imágenes de
acuerdo con una emisión verbal o que juzgue si un enunciado es correcto o, entre
dos enunciados, cuál se refiere a una imagen que se le muestra.
En el caso de sujetos mayores, la observación conductual puede adoptar la
forma de un inventario ecológico, que permita valorar las habilidades que puedan
ser útiles y funcionales para la autonomía en el hogar, en la escuela o en el trabajo.
Dicho inventario tiene cinco fases (Verdugo, 1995: 579): identificar los dominios
curriculares, identificar y explorar los entornos actuales y futuros, dividir los
ambientes relevantes en subambientes, inventariarlos en función de las actividades
que en ellos se desarrollan y examinar las actividades para determinar las
habilidades requeridas para su ejecución. A partir de este inventario se desarrollaría
el programa de intervención basado en un currículo funcional y en el análisis de la
conducta.
2. Recogida, Transcripción y Análisis de Muestras de Habla Espontánea
(RETAMHE)
101
médico o a un restaurante; asimismo es necesario evaluar la capacidad de producir
narraciones de ficción a partir de algún cuento tradicional que conozca o bien
alguna película de dibujos animados.
Aunque los análisis se pueden realizar directamente a partir de las grabaciones
audiovisuales, lo más conveniente es transcribirlos. La transcripción debe ser
completa, incluyendo todos los aspectos que se observan en la situación, es decir,
no sólo los mensajes verbales, sino también los elementos paralingüísticos y las
acciones de los participantes. Se puede realizar en cualquier formato, aunque es
útil realizarla en alguno de validez universal, como el que proporciona el Proyecto
CHILDES (Díez-Itza, Snow y MacWhinney, 1999), que ya contiene unos códigos
convencionales y permite aplicar programas informáticos para algunos análisis en
los distintos niveles:
-Fonológico: se pueden cuantificar los niveles de logro o error en la producción de
fonemas; se utiliza a menudo el paradigma de procesos fonológicos para analizar
los errores en función de distintas categorías de procesos de estructura de la
sílaba, de asimilación, de sustitución y de omisión.
-Semántico: existen programas que permiten listar todas las palabras diferentes que
el niño dice durante la grabación y estimar así su vocabulario usual. El cociente
entre las palabras diferentes y el total de palabras que produce el sujeto es un
índice de su diversidad léxica. En las primeras etapas de la adquisición, se
pueden computar las relaciones semánticas de las emisiones de dos o tres
palabras.
102
Las muestras de habla son un material importante en el proceso de evaluación de la
intervención, ya que permiten observar de una forma muy clara y directa los progresos
en el desarrollo del sujeto y la funcionalidad del lenguaje en su conjunto, que resulta
difícil de apreciar a partir de puntuaciones por niveles en pruebas estandarizadas.
Durante estas tres etapas del desarrollo y en relación con los distintos momentos y
objetivos de la intervención, es necesario plantear procesos específicos de evaluación
para determinar las necesidades de apoyos requeridas por los cambios continuados en el
funcionamiento y adaptación a los distintos contextos. La evaluación permitirá establecer
criterios para la adopción de múltiples decisiones durante el proceso de intervención,
relativas a las necesidades de atención temprana, las modalidades de escolarización del
103
niño y la inserción laboral, entre otras. Es preciso advertir que esta distinción en etapas
tiene una finalidad de organización y adecuación, que responde al carácter dinámico y
multidimensional del proceso de evaluación. Por lo tanto, no es rígida, ni implica ningún
tipo de discontinuidad, debiendo considerarse en cada momento el historial de desarrollo
y los cambios a lo largo de la vida de la persona.
A) Entrevista clínica
Constituye el marco de la anamnesis, donde se recogerá toda la información acerca
del niño a lo largo de distintas sesiones. Con el fin de obtener la mayor información es
necesario utilizar cuestionarios e inventarios, como ya se ha señalado, que se administren
a los padres o profesores, tanto en la consulta como en formato de autoaplicación que
pueden cumplimentar en su casa. La primera vez que se comunica a los padres el
diagnóstico de su hijo, la entrevista debería realizarse en un contexto de asesoramiento
genético, como se indica en el capítulo siguiente (apartado 4.3.3).
104
B) Información de consultas médicas, psicológicas y pedagógicas
Siempre es necesario tener en cuenta a lo largo de todo el proceso evolutivo todas las
áreas susceptibles de déficit en las personas con síndrome de Williams, que son objeto de
evaluación e informe por parte de otros profesionales multidisciplinares. Las áreas
clínicas que deberán ser objeto de un seguimiento serán el área neurológica, debido a los
problemas de psicomotricidad e integración visuo-espacial; el área cardiológica, debido
fundamentalmente a problemas de estenosis en la aorta supravalvular y la arteria
pulmonar; los aspectos endocrinos, debido a sus problemas de hipercalcemia y retraso en
el crecimiento, y valoraciones a nivel digestivo por las posibles complicaciones con
hernias inguinales y estreñimiento crónico. Es muy importante que los padres acudan a
consulta con todos los informes de que disponen de los ámbitos clínicos, psicológicos y
escolares.
C) Informes de evaluación
El proceso de evaluación es una búsqueda de información que responde a unos
objetivos operativos y cuyos resultados deben sintetizarse en informes que comuniquen a
la familia y los profesionales que intervengan en el caso los aspectos más relevantes para
el tratamiento y la toma de decisiones. La estructura de los informes puede variar en
función de los objetivos y los destinatarios de la información. En todo caso, deben
incluir:
-Datos de anamnesis: datos personales del sujeto, datos clínicos con fechas y
resultados del diagnóstico inicial, evaluaciones y tratamientos previos, motivo del
proceso de evaluación actual, historial de desarrollo psicomotor y comunicativo,
valoración del ajuste en el contexto sociofamiliar, escolar y laboral.
Cuadro resumen
105
objetivo es determinar las discrepancias entre habilidades personales, apoyos y
requisitos del ambiente para determinar el alcance de las limitaciones y orientar los
objetivos del tratamiento.
Caso Clínico
106
Las ecografías prenatales no revelan anomalías. En el momento de nacer se le realiza
el test de APGAR: 5/9. Peso 2,325 kg. La lactancia materna duró tres meses y
medio. La ingesta actualmente es escasa y destaca la inapetencia. Desde su
nacimiento el percentil de talla, peso y perímetro cefálico está muy por debajo de la
media, situándose en torno al 4. El crecimiento, no obstante, es estable y sigue la
curva correspondiente. Desde la consulta de genética se le deriva a la consulta
neurológica y a los servicios sociales de su localidad que le orientan al centro de
atención temprana de la zona donde se lleva a cabo la evaluación inicial.
B) Historial de desarrollo
Se observa un retraso en la adquisición tanto de los ítems motrices como del
lenguaje. Manipula los objetos con interés, pero no realiza la pinza inferior. No imita
gestos, aunque sí sonidos que no constituyen palabras. No parece entender muchas
palabras; está superando el periodo de balbuceo, emitiendo palabras de dos sílabas y
estableciendo relaciones gramaticales sobre la base de elementos léxicos.
C) Contexto sociofamiliar
Gontxal es hijo único, vive con sus padres y pasa mucho tiempo con los abuelos.
El nivel socieconómico y educativo de los padres es medio-alto. El padre muestra un
nivel elevado de ansiedad e inaceptación de la problemática de su hijo, lo que genera
rechazo hacia las sugerencias provenientes de los especialistas con relación a las
pautas de actuación e interacción con su hijo. Desde el comienzo la madre se volcó
en la problemática de su hijo, siendo ella la única que accedió a recibir apoyo
psicológico.
107
•Área de lenguaje: edad de desarrollo, 17 meses. Respecto al lenguaje comprensivo
sólo es capaz de identificar hasta dos objetos mencionados entre 10 presentados.
Responde a estímulos auditivos, especialmente a su nombre, a la voz, sonidos
musicales y reacciona ante palabras familiares, si bien este campo no es muy
amplio. En relación con el lenguaje expresivo, está en una etapa de balbuceo,
aunque es capaz de repetir emisiones bisilábicas simples. Realiza
protocomunicación o protodiálogo. Es capaz de realizar gestos de asentimiento y
negación y llama la atención del adulto por medio de emisiones vocálicas. Es
capaz de expresar diferentes emociones por medio de emisiones vocálicas y
gestos. Las expresiones lingüísticas son bastante limitadas; se reducen a palabras
bisilabas. Utiliza jerga lingüística de manera expresiva y comunicativa, nombra
algunas imágenes y algunos objetos y no realiza frases, aunque establece
relaciones gramaticales con dos elementos léxicos: [nene omé] (el nene va a
comer), [kása mamá] (mamá está en casa).
108
órdenes sencillas (coge el coche) ni el valor de¡ ''no'' (aunque lo produce con el
gesto); no produce dos palabras ni realiza imitación vocal.Tanto su vocabulario
receptivo como expresivo es pobre respecto al área de la cognición; sus dificultades
son notables en relación con la atención y memoria visual y espacial (manejo de
cubos y puzles), percepción visual (selección y emparejamiento de elementos
visuales y auditivos); no desarrolla juego simbólico; tiene problemas en el área de
razonamiento. Respecto a los aspectos motores, no es capaz de realizar imitación de
movimientos, no coge el lápiz para pintar, sus movimientos son torpes e imprecisos y
no realiza muchas de las actividades de motricidad gruesa que se valoran en esta
prueba.
E) Recomendaciones
Apoyo logopédico en los prerrequisitos del lenguaje tales como atención conjunta,
logro de la referencia, imitación, respuesta a estímulos verbales y formatos de
interacción social. Entrenamiento en la comprensión y la producción de la fonología,
el primer léxico y las estructuras sintácticas básicas. Utilización preferente de la vía
auditiva complementando el programa con estimulación musical.
B) Historial de desarrollo
-Desarrollo psicomotor: en los primeros años, presentó un retraso psicomotor
significativo, tanto en la psicomotricidad fina, como en la gruesa. El gesto de
109
señalar empezó a utilizarlo después de aprender las primeras palabras. La marcha
se retrasó hasta los dos años y medio.A los seis años todavía presenta dificultades
de coordinación que se aprecian en la marcha; tenía miedo a bajar las escaleras
solo.Tiene dificultades para realizar trazos con un lápiz y sus intentos de dibujo
son garabatos propios de un niño mucho más pequeño.
-Desarrollo del lenguaje: los padres relatan que sus primeras palabras se retrasaron
hasta el tercer año. Al principio nombraba objetos y acciones y también utilizaba
palabras sociales como los saludos. En el momento de la primera evaluación su
lenguaje todavía era muy pobre, con una longitud media de los enunciados de
poco más de tres palabras y con errores fonológicos propios de un niño de 3 años.
•Área Personal Social: buena interacción con los adultos y con los compañeros.
Dificultad para obedecer las normas y poca iniciativa a la hora de resolver
problemas.
110
•Área Motora: por debajo de lo esperable. Salta con los pies juntos pero no hacia
delante, ni sobre un pie. Pasa las hojas de un libro, pero no dobla un papel.
Especiales dificultades con las tareas de dibujo; no es capaz de copiar un círculo.
La edad verbal equivalente está en el intervalo entre 2;9 y 3;1, lo que se debe
interpretar como un importante retraso del lenguaje. Comprende palabras tales como
barco, vaca o trompeta, y otras que conocen los niños más pequeños.
111
Memoria visuoespacial a corto plazo relativamente preservada La secuenciación
inco rrecta de series de fotos refleja impulsividad a la hora de resolver la tarea y
la dificultad de comprensión de los acontecimientos representados.
La edad verbal equivalente está en el intervalo entre 8;0 y 8;9, lo que supone un
avance considerable desde la primera evaluación, aunque sigue mostrando un retraso
del lenguaje. Comprende el significado de todas las palabras que conocen los niños
de ocho años pero, de las palabras que debería conocer por su edad, comprende
muy pocas.
112
preposiciones y artículos, hiperregularizaciones verbales y faltas de concordancia
no habituales en niños de su edad.
•Nivel sintáctico: sintaxis coloquial y narrativa simple, aunque también usa oraciones
complejas y largas. Se observan problemas de orden estructural,
paragramatismos, interrupciones y reformulaciones de las oraciones.
•Nivel semántico: vocabulario variado, con palabras largas y poco frecuentes que
usa con un dominio referencia) atípico. Dificultades esporádicas de acceso léxico.
F) Recomendaciones
Apoyo logopédico en el uso de recursos lingüísticos y extralingüísticos para la
interacción comunicativa e integración en el grupo de iguales. Mejora de las
capacidades de comprensión de vocabulario y estructuras, así como del lenguaje no
literal. Mejora de la expresión de oraciones complejas, fluidez verbal y construcción
del discurso. Apoyo a la precisión, rapidez, comprensión y organización en los
procesos de la lectura y escritura.Apoyo a los aprendizajes académicos en relación
con procesos de atención, memoria, cognición visoespacial, función ejecutiva y
operaciones aritméticas.
113
apoyos necesarios para una adecuada integración en la vida adulta.
B) Historial de desarrollo
-Desarrollo psicomotor: los padres refieren un retraso en la adquisición de la marcha
y menos agilidad y coordinación en comparación con sus hermanos. Sin embargo,
desde pequeña ha participado mucho en juegos y actividades físicas, con lo que ha
ido mejorando notablemente su motricidad gruesa y fina. En general, los niveles
alcanzados son adecuados para la vida cotidiana. También ha tenido oportunidad
de ejercitar el dibujo y la escritura hasta niveles funcionales. Hay un piano en casa
y también ha aprendido a tocar melodías sencillas, mostrando un gran sentido
musical.
-Desarrollo del lenguaje: presentó también un inicio tardío, pero tras aparecer las
primeras palabras el desarrollo fue muy rápido y se convirtió pronto en la más
locuaz de la familia. Se mostró muy motivada en el aprendizaje de la lectura. Le
gusta leer y contar luego a sus hermanos o a sus padres las historias que ha leído,
aunque tiende a inventar y mezclar los contenidos. Le gusta hablar siempre de los
mismos temas expresando a menudo su preocupación por la paz y el bienestar de
la humanidad.
C) Contextos de desarrollo
-Ambiente sociofamiliar: ha disfrutado siempre de un ambiente familiar favorecedor
del desarrollo, siendo la pequeña de una familia numerosa, con un nivel
sociocultural medio-alto. Los padres tienen ambos estudios universitarios y sus
hermanas y hermanos mayores han sido buenos estudiantes y han prestado mucha
atención a su hermana pequeña. Sus hermanos se han ido independizando y tiene
varios sobrinos, a los que a veces saca de paseo. Desde muy pequeña ha gozado
de una autonomía similar a la de sus hermanos. Sabe utilizar el transporte público
y moverse por amplias zonas conocidas en toda la ciudad. Utiliza Internet y el
teléfono móvil para comunicarse con sus amigos y compañeros.Tras finalizar el
módulo profesional deseaba trabajar en un restaurante, pero ante las dificultades
halladas se incorporó a la cocina de un centro ocupacional, donde ha hecho
nuevos amigos y ha realizado varias excursiones al extranjero. Sus padres
muestran preocupación por el futuro de su hija, ahora que ya no tiene un marco
de aprendizaje escolar y consideran que necesita seguir desarrollando su
autonomía.
114
estaba en su barrio y acudían a él sus hermanos y hermanas mayores. La relación
de los padres con los profesores del centro ha sido siempre muy positiva.También
ha recibido en casa mucha ayuda en las tareas escolares. Al finalizar la escolaridad
obligatoria cursó un módulo de formación profesional. En todo momento ha
demostrado una alta motivación en relación con los distintos retos educativos.
Su Cociente Verbal está por encima del Manipulativo, aunque dicha diferencia no
es significativa y su rendimiento varía mucho en los distintos subtests.
115
-Programa de Habilidades Sociales (PHS)
La edad verbal equivalente está en el intervalo entre 139 y 15;0, lo que supone un
nivel que se corresponde bastante bien con el grado escolar alcanzado. En concreto,
comprende el significado de palabras que conocen los niños de 14 años e incluso
palabras que corresponden al nivel adulto, a partir de 16 años. Ello contrasta con su
desconocimiento del significado de palabras que conocen niños de 10 años.
116
muchas confusiones semánticas. Por ejemplo, al des cribir una película de dibujos
animados, llama a veces "oso" al gato y''conejos" a unos perritos.
F) Recomendaciones
Apoyo logopédico para facilitar la participación social y la integración en el
contexto laboral. Mejora de la comunicación no verbal, orientación y distancia
interpersonal. Habilidades paralingüísticas, claridad y fluencia del habla, latencia de
las respuestas, regulación del tono e intensidad del habla. Destrezas
conversacionales, inicio y mantenimiento, escucha activa, adecuación temática,
coherencia y cohesión del discurso. Apoyo a la expresión de sentimientos y
opiniones. Comunicación en el entorno laboral, comprensión de instrucciones,
finalización de tareas, iniciativa y toma de decisiones, adaptación a cambios y
solución de problemas.
Preguntas de autoevaluación
117
3.La evaluación multidimensional debe considerar que:
118
119
120
4.1. Fundamentos de la intervención
121
implementar recursos y estrategias que promuevan el desarrollo, la educación y el
bienestar personal. Es posible reducir la discapacidad de una persona proporcionando
intervenciones, servicios y apoyos centrados en la prevención, en el aprendizaje de
conductas adaptativas y en el desempeño de roles. La disponibilidad de la intervención
constituye pues una de las bases que garantizan la igualdad de oportunidades de
desarrollo, crecimiento y satisfacción de las necesidades personales.
122
evolutivas flexibles:
Los primeros años de vida son especialmente importantes para el desarrollo de las
habilidades perceptivas, motoras, cognitivas, lingüísticas, afectivas y sociales que
permitirán la adaptación y la adecuada interacción con el entorno. El periodo que va
desde el nacimiento del bebé hasta los seis años es también el más importante del
desarrollo neurológico dado que es un periodo de gran plasticidad cerebral y de gran
interconectividad neuronal. Ello significa que pueden favorecerse los aprendizajes
intensivos que permiten crear y fortalecer conexiones o funciones neuronales. En estos
años iniciales, se adquieren de forma paulatina y secuencial capacidades adaptativas
esenciales como el desarrollo motor (control postural, autonomía de desplazamiento), el
lenguaje (comprensión, producción) y las habilidades de interacción social. Este
desarrollo depende de distintas variables entre las que se encuentran la expresión de la
dotación genética, la maduración del sistema nervioso, la organización cognitiva, la
comunicación y los elementos psicoafectivos básicos para el ser humano.
A) Definición
El conocimiento sobre las características y trayectorias de desarrollo específicas en
relación con alteraciones como el síndrome de Williams plantea un reto esencial a los
servicios y profesionales de la Atención Temprana. En la definición que ofrece el Libro
Blanco de la Atención Temprana (LBAT, 2000: 12) se establece la amplitud del ámbito
en el que se ha de desarrollar:
123
respuesta lo más pronto posible a las necesidades transitorias o permanentes que
presentan los niños con trastornos en su desarrollo o que tienen el riesgo de
padecerlos. Estas intervenciones, que deben considerar la globalidad del niño, han
de ser planificadas por un equipo de profesionales de orientación interdisciplinar o
transdisciplinar.
Existen otras propuestas que reducen la estimulación temprana a dos ciclos, uno que
abarcaría el periodo de vida de 0 a 18 meses en el que la atención individualizada tiende
al afianzamiento del vínculo madre-hijo para favorecer el desarrollo de conductas
psicomotrices adecuadas y un segundo periodo que comprendería edades entre los 18 y
48 meses en el que se van generalizando las conductas adquiridas y se impulsa la
adquisición de otras acordes al nivel madurativo para mejorar el proceso evolutivo y
lograr una inserción social más adecuada.
La cronología puede variar así de unos países a otros y reducirse el periodo que se
considera como Atención Temprana, aunque los objetivos no difieren. En muchos casos,
después de los primeros años se plantea la continuidad del tratamiento de tres a seis años
en determinadas situaciones. Durante dicho periodo, se mantendría el tratamiento de
estimulación temprana en aquellos casos en los que no se hubieran alcanzado los
objetivos requeridos para la etapa de educación infantil. Por otro lado, se continuaría el
tratamiento cuando la detección y determinación de la discapacidad se haya realizado ya
en dicho periodo y precise de este tipo de atención de forma paralela a la escolarización.
En algunos países, a partir de los tres años muchos casos pasan a ser objeto de
tratamiento en las escuelas por parte de equipos de orientación educativa. Esta cuestión
se tratará más ampliamente en el capítulo siguiente (apartado 5.3).
-La optimización, siempre que sea posible, del curso del desarrollo del niño.
124
-La atención y cobertura de las necesidades y demandas de la familia y el entorno en
el que vive el niño.
Sin embargo, los problemas que presentan los niños que acuden a los centros de
atención temprana son muchos y variados y no siempre presentan un diagnóstico claro,
sino un retraso psicomotor global. Cuando esto ocurre, la intervención temprana
comienza la evaluación y el tratamiento en términos de atención generalizada,
observando los aspectos que se presentan más deficitarios y potenciando los que se
observan más fuertes. El respaldo de un diagnóstico inicial claro y descriptivo permite
enfocar la intervención hacia la consecución de habilidades que se saben o en riesgo o
específicamente alteradas en el cuadro clínico correspondiente.
B) Diagnóstico inicial
El diagnóstico proporciona información desde los diferentes ámbitos (pediátrico,
neurológico, psicológico, logopédico o fisioterapéutico) sobre la estabilidad, transitoriedad
y evolución de cada cuadro y sobre las variables orgánicas y ambientales implicadas. En
el caso del síndrome de Williams, el diagnóstico sindrómico es fundamental para poder
llevar a cabo una efectiva intervención con el niño, puesto que nos permite conocer una
parte de los factores que pueden dar cuenta del problema.
Hasta ahora no era frecuente que una persona con síndrome de Williams escolarizada
recibiera tratamiento logopédico específico, pero más infrecuente aún ha sido que
recibiera atención temprana específica, debido al diagnóstico tardío del síndrome y al
125
general desconocimiento del mismo, lo cual no significa que no haya recibido este tipo de
atención en algunos casos, pero ha sido una intervención dirigida a una estimulación
global inespecífica, al menos en sus primeros momentos. Con todo, gracias a la difusión
de información llevada a cabo por los grupos de investigación y las dife rentes
asociaciones del síndrome de Williams (apartado 5.4) la detección temprana y diagnóstico
es cada vez más habitual. No obstante, siguen siendo muchos los diagnósticos en edades
tardías que suponen, por tanto, una ausencia de apoyos específicos en las primeras
etapas de la infancia.
En este sentido, las circunstancias que pueden darse con relación al diagnóstico del
síndrome de Williams son varias:
-Hay diagnóstico, porque en los primeros meses los especialistas lo identifican a partir
de complicaciones médicas o rasgos faciales. En muchos casos el diagnóstico
temprano se retrasa hasta los 3 o 4 años, bien porque no haya habido
complicaciones médicas, bien porque el retraso psicomotor del niño se ha atribuido
a factores del desarrollo. Aunque cada vez el diagnóstico es más temprano, sigue
habiendo casos en los que el diagnóstico se realiza después de los seis años.
Aunque haya un diagnóstico temprano persisten una serie de dificultades que pueden
llegar a complicar y retrasar la atención temprana de estos casos. Desde las consultas
médicas, los especialistas que detectan el síndrome remiten el caso a distintas consultas:
neurología, cardiología, genética, endocrinología o pediatría. Pero, fuera del ámbito
médico-hospitalario, ¿de qué ayudas se dispone? ¿Qué otras facetas del desarrollo deben
ser inmediatamente tenidas en cuenta y por quién?
126
entre otros) que van a intervenir de una forma integral atendiendo a factores relacionados
con el niño (físicos, psíquicos, sociales y educativos) y a factores relacionados con su
entorno (familia, escuela y cultura).
En los centros de atención temprana se realiza una evaluación inicial de las múltiples
dimensiones del caso a partir de la cual se pone en marcha y diseña la intervención; se
realiza un seguimiento y control de los avances del niño y, si es necesario, se deriva el
caso a otros profesionales con el propósito de continuar la intervención una vez que el
niño supera los seis años de edad.
C) Variables
Las variables que entran en juego a la hora de determinar la consecución de logros en
las áreas de intervención temprana son varias: la edad del niño, la estimulación recibida y
el comienzo de ésta y los conocimientos sobre el síndrome de que dispongan los
especialistas. En todo el proceso resulta crucial la implicación familiar, indispensable para
favorecer la interacción afectiva y emocional, así como para la eficacia de los
tratamientos
127
Cuadro 4.1. Variables que determinan las posibilidades de la intervención temprana
D) Mo delos
Todos los aspectos arriba mencionados parten de la aplicación práctica de diferentes
modelos teóricos en torno a la Atención Tem prana. Algunos de los modelos relevantes
son el neurobiológico, el de las interacciones sociales o el transaccional.
Se asume que desde que el niño nace hasta que tiene seis años adquiere las unidades y
reglas del lenguaje, desarrollando su competencia en el uso del mismo con finalidad
128
comunicativa. El ritmo de desarrollo de las habilidades lingüísticas y comunicativas es
variable, aunque puede establecerse un patrón sistemático de desarrollo que cuando no se
cumple, por estar retrasado, desviado o ausen te, determina la necesidad de iniciar una
intervención logopédica de mayor o menor intensidad. Es importante recordar que los
hitos del desarrollo típico y las edades a las que se asignan los distintos logros no deben
ser considerados de un modo estricto, ya que en el curso de desarrollo existen muchas
trayectorias alternativas, cada cual con sus ritmos, de tal manera que corremos el riesgo
de tildar como atípicas o retrasadas manifestaciones que no lo son necesariamente.
Tal y como se explicó en el segundo capítulo de este libro (apartado 2.2.2), las
adquisiciones comunicativas y lingüísticas en el síndrome de Williams siguen una línea
divergente con respecto a los hitos del desarrollo del lenguaje establecidos como típicos.
129
Cuando un niño es diagnosticado tempranamente con el síndrome de Williams, los
objetivos de la intervención deberán tener en cuenta limitaciones que puede presentar en
distintas áreas:
1. Lenguaje.
130
petición de objetos. Su escaso interés por los objetos se traduce en poca actividad
de exploración de los mismos, lo que contribuye a limitar el desarrollo visomotor.
Las implicaciones en el desarrollo del lenguaje en edades posteriores son patentes
en la comprensión y uso de elementos relacionales, como preposiciones y
adverbios de tiempo y lugar y conceptos básicos como izquierda y derecha, y en la
lectoescritura, donde debe considerarse la posición de los grafemas en el espacio
para su reconocimiento en las palabras y de las palabras.
5. Función ejecutiva.
131
necesidades que, ya desde el momento del nacimiento, cada niño con síndrome de
Williams desarrolla diferencialmente.
Del mismo modo que no existen pruebas específicamente diseñadas para evaluar el
nivel intelectual o lingüístico de los niños con síndrome de Williams, tampoco existen
programas universales de intervención, precisamente por los motivos ya expuestos más
arriba, idiosincrasia individual, familiar y ambiental. Cualquier programa de intervención
deberá ser pues adaptado a las características típicas del síndrome y a las particularidades
de cada caso.
a)Conocimiento del síndrome por parte del terapeuta de modo que pueda establecer
adecuadamente las bases del tratamiento.
f)Participación de los familiares: los padres, junto con los demás miembros de la
familia o personas muy presentes en la vida cotidiana del niño, deben colaborar y
participar en el programa de tratamiento. Para ello, a la familia se le
proporcionarán recursos y pautas apropiadas para favorecer el lenguaje y el
desarrollo en el conjunto de las áreas.
132
En el caso de las enfermedades raras, resulta difícil lograr la formación específica de
los especialistas, lo que también redunda en una carencia de programas específicos de
atención temprana. En los centros de atención temprana se suelen aplicar técnicas de
estimulación global, que no son inadecuadas pero no necesariamente refuerzan o
implementan los aspectos que más atención requieren o que se sabe que más van a
limitar a un niño con síndrome de Williams.
133
g)Mecanismos de control: son instrucciones directas que sirven para guiar el
comportamiento. Es importante el refuerzo social inmediato de las conductas
apropiadas.
134
Es importante para el profesional de la atención temprana tener en cuenta, como ya
se ha dicho, que la modalidad sensorial dominante en el síndrome de Williams es la
modalidad auditiva, lo que comporta un estilo de aprendizaje basado preferencialmente
en tales estímulos. La intervención temprana en el área de las habilidades comunicativas
y lingüísticas de los bebés y los niños pequeños con síndrome de Williams supone
atender tanto a los aspectos prelingüísticos como a los aspectos lingüísticos. Asimismo,
se deben contemplar tanto los procesos de la comprensión como los de la producción del
lenguaje.
A) Estimulación prelingüística
La adquisición del lenguaje presupone un conjunto de habilidades comunicativas y
funciones pragmáticas que suelen desarrollarse a lo largo del primer año y medio de vida
del niño. Además deben darse unas condiciones neurofisiológicas y psicológicas
adecuadas para que se produzca esta adquisición. Las principales condiciones en estas
edades tempranas tienen que ver con la percepción, la imitación, la memoria y la
motricidad.
Los juegos de imitación (abrir mucho la boca, sacar la lengua o imitar sonidos)
implementan también la estimulación de la zona bucolinguofacial. Estos juegos son muy
productivos dado el interés desmedido que los niños con síndrome de Williams tienen
hacia estímulos sociales y fijación hacia el adulto. Un ejercicio fácil de llevar a cabo por
135
padres y profesionales es imitar los sonidos que el niño produce y establecer
protocomunicaciones, esto es, el niño vocaliza y, cuando cesa, el adulto repite la
vocalización. Este juego se irá complejizando cuando el adulto introduce son¡ dos que el
niño no ha emitido o va introduciendo palabras sencillas con significado e intentando
atribuir sentido a las vocalizaciones del niño.
Debemos aprovechar este interés hacia todo lo social en el niño con síndrome de
Williams para apoyar conductas que favorezcan la socialización, área que suele estar
bastante desatendida porque estos niños tienen una fuerte orientación social. Estos
apoyos constituyen el primer paso para establecer la atención conjunta, necesaria para
trabajar posteriormente en diferentes tipos de tareas. A pesar de mostrar una buena
predisposición social hacia los adultos que están con ellos, lo cierto es que las relaciones
con sus iguales suelen ser escasas y es habitual ver a niños con síndrome de Williams en
las guarderías, centros de educación infantil o parques jugar solos en lugar de
relacionarse con otros niños. Aunque en edades tempranas es conveniente desarrollar
programas individuales, resulta beneficioso introducir sesiones en las que el niño con
síndrome de Williams se relacione con otros de su misma edad. Una adecuada
socialización pasa por establecer relaciones con los iguales y en los niños pequeños la
forma más eficaz es a través del juego. El juego es muy importante dado que ayuda a la
estimulación de muchas habilidades cognitivas pero especialmente a las de tipo
comunicativo y social, facilitando el establecimiento de vínculos afectivos.
136
perfil hipersocial interfiere en la localización y trabajo hacia tareas de corte cognitivo y
respuestas apropiadas. Por este motivo, es conveniente introducir apoyos en los aspectos
sociales de modo que pueda propiciarse la atención conjunta hacia otros estímulos, como
los objetos, personas y acciones presentes en el campo visual presente o en los objetos,
personas y acciones que tienen una gran presencia en el día a día del niño. El escaso
interés que muestran los niños con síndrome de Williams por los objetos o eventos en
favor de las personas o los sonidos hace necesario orientar la intervención al
reconocimiento y petición objetos de la vida cotidiana, con el fin de ir otorgándoles
nombre y sentido e ir posibilitando su etiquetado y discriminación.
Las conductas apropiadas por parte del adulto que ayudan al niño a desarrollar el
conocimiento del entorno implican dar nombre a todo aquello a lo que el niño mira,
enfatizando la emisión, el gesto y alargando la duración de la mirada para captar su
atención. A su vez, se trabajará de modo integrado el contacto ocular y el establecimiento
de la atención conjunta, que habrá de completarse con la producción del gesto deíctico y
la emisión vocal correspondiente al objeto. Esto ayudará a que el niño desarrolle el gesto
como un acto comunicativo para pedir o mostrar, desarrollando protoimperativos y
protodeclarativos que se irán incorporando espontáneamente en su comunicación.
137
los niños en las primeras etapas y se intentarán aprovechar todos los momentos en que se
vea al niño con interés por un tema y atencionalmente dispuesto para mantener la
actividad y ampliarla hacia nuevos estímulos.
En muchas ocasiones, la atención es tan dispersa en los niños pequeños con síndrome
de Williams que se necesitará recurrir a ayudas físicas, como girar la cabecita del niño
hacia la persona u objeto que estemos denominando o hacia la fuente de donde proviene
el estímulo sonoro, o dirigir la mano hacia un objeto. Estas ayudas físicas deberán
retirarse lo antes posible y para ello se reforzará el tipo de respuestas adecuadas con algo
que al niño le guste. Los estímulos musicales son los que mejor funcionan en estas
edades y permiten ampliar las posibilidades de ocurrencia de la conducta adecuada ante
estímulos similares, esto es, facilita la generalización de los aprendizajes.
Dado que son niños que sienten un interés especial hacia estímulos auditivos en
general y musicales en particular, se deberán potenciar al máximo los aprendizajes
presentados por vía auditiva y adaptar a esta modalidad sensorial los que se puedan. Para
ello, una buena forma de captar la atención hacia el objeto o acción es nombrarlo
recurriendo a los aspectos musicales del habla, como es marcar la prosodia, el ritmo, el
acento y las pausas, a la vez que lo señalamos y animamos al niño a que imite la acción.
Discriminar sonidos y asociarlos a imágenes es una tarea paralela de gran interés dado
que se trabaja con estímulos atrayentes para ellos, los auditivos, y aparecen junto con su
representación visual, que deberá ser lo más atractiva posible. Otra tarea que da buen
resultado consiste en nombrar una serie pequeña de objetos de forma cantada, a la vez
que se señalarán y se le modelará el gesto cuando se repita la serie. Para todo ello
debemos asegurarnos de que haya una adecuada respuesta por parte del niño hacia la
comunicación de los demás y asegurarnos su atención.
1.Responder a los demás: separarse de sus padres, mirar a otras personas, volverse al
oír una voz, reaccionar cuando oye su nombre, responder mediante gestos,
realizar tareas estructuradas en dos pasos, seguir instrucciones sencillas, responder
a preguntas.
2.Prestar atención a los objetos que hay alrededor: coger objetos y explorarlos, jugar
con juguetes y objetos, jugar en solitario, compartir cosas con los demás, esperar
el turno para utilizar un objeto.
138
3.Relacionarse con los demás por propia iniciativa: llamar la atención de los demás,
estirar los brazos para tocar a personas conocidas, expresar deseos utilizando
palabras-frase, elegir a la gente con quien desea relacionarse, unirse a activi dades
en que participan otras personas, hacer preguntas, pedir ayuda o información,
ofrecer ayuda.
El problema que presentan los niños pequeños con síndrome de Williams para la
categorización se convierte en un objetivo importante de trabajo en la programación de la
atención temprana. Las actividades que ayudan al niño a mejorar en esta área semántica
se presentarán inicialmente por vía visual, pues así podrán manipularse con más facilidad
y, más tarde, cuando el niño tenga un mayor control en la atribución de los referentes
visuales y sea capaz de generalizarlos - una pelota real, una pelota en un dibujo-, se irán
retirando los apoyos visuales y se concentrarán en la vía auditiva (estimulamos así la
139
conciencia metalingüística tan importante en las edades escolares). La categorización
supone haber logrado previamente el gesto deíctico y la atribución de nombre y
significado a muchos de los objetos, personas y acciones que rodean al niño, lo que en
definitiva implica que el niño ha adquirido un determinado nivel de comprensión del
mundo.
B) Entrenamiento verbal
140
En un desarrollo normal la comprensión es previa a la aparición de las palabras.
Como ya se ha señalado, los niños con síndrome de Williams producen palabras antes de
comprenderlas y de comprender adecuadamente las estructuras de la lengua que utilizan
los que los rodean. Puesto que no logran la atención conjunta y no miran hacia donde
mira el adulto, no comprenden la referencia lingüística; por ejemplo, si se pregunta a un
niño pequeño con síndrome de Williams ¿dónde está la pelota?, no comprenderá la
pregunta y, por lo tanto, al contrario de lo que ocurre con los niños más pequeños con
desarrollo típico, no buscará con la mirada la pelota, aunque esté cerca de él dentro de su
campo visual. Este hecho hace necesario que, además de la consecución de la referencia
que se ha indicado más arriba, deban plantearse tareas específicamente dirigidas a la
comprensión de vocabulario de uso cotidiano frecuente (voca bulario de nivel básico), así
como a la comprensión de órdenes sencillas y emisiones cortas.
El vocabulario que queramos enseñar al niño, o que éste parezca demandar, tiene que
ser inmediatamente identificado con un objeto, persona o acción fácilmente reconocible
por el niño. No debería referirse a objetos o acciones que no estén presentes (no
hablaremos de que "el perro ladra" cuando no haya estímulos relacionados con esa
emisión, ni visuales ni auditivos); tampoco es conveniente introducir palabras de poco
uso o poca presencia en los entornos experienciales del niño o que no tengan un referente
claro.
141
como para la producción y com prensión de frases sencillas. Por ejemplo, se puede
trabajar la discriminación de palabras a partir de varios objetos sobre los que
demandaremos una repetición de la emisión. Podemos describir un objeto (Mira, la
pelota es de color amarillo. ¿De qué color es la pelota? ¿Qué es de color amarillo? ¿Qué
es esto?).
142
4.2.4. Apoyos complementarios
A) Consejo genético
La consulta de consejo genético resulta muy importante cuando hay un diagnóstico
en el momento de nacer o poco tiempo después. Los problemas cardiológicos en un
neonato pueden llevar al diagnóstico temprano del síndrome de Williams, con la
consecuente necesidad de asunción del problema por parte de los padres. En estos casos,
es importante proporcionar a los padres información relativa al síndrome y a cómo poder
afrontarla. Las consultas de consejo genético se convierten en un importante eslabón de
apoyo, donde los padres reciben la primera información. Hay poca información sobre el
síndrome que sea realmente accesible a los padres, menos aún en castellano. Desde la
consulta de consejo genético se ayuda a la familia a tomar decisiones informadas, esto es,
se proporciona información acerca de la evolución de la enfermedad, de los tratamientos
adecuados, de los profesionales que pueden facilitar ayudas y de los recursos a los que
pueden tener acceso. Toda esta información que se proporciona a los padres ha de ser
transmitida con objetividad y claridad, de forma directa y con un lenguaje fácilmente
comprensible. En esta situación de diagnóstico temprano, los sentimientos de culpa, de
fracaso, ansiedad, angustia y confusión e incluso de negación del diagnóstico por parte de
los padres son habituales y el especialista debe disiparlos.
B) Intervención familiar
La situación de crisis por la que pasan los padres cuando hay un diagnóstico
temprano de síndrome de Williams puede y debe canalizarse por medio de programas de
intervención familiar. Suele haber muchos prejuicios sobre las personas con discapacidad;
además, las expectativas durante el embarazo acerca de su hijo se ven truncadas y pasan
a crearse otro tipo de expectativas, en la mayoría de los casos erróneas, que pueden
conducir a la no aceptación del hijo (Linares y Rodríguez, 2004). La intervención con la
familia debe principalmente reducir el nivel de angustia y ansiedad consiguiendo que
acepten la realidad del problema y que vean que su hijo necesita de la aceptación e
implicación de los padres en su proceso de desarrollo. Es conveniente que la intervención
contemple la posibilidad de hablar del problema con otros y de cómo hacerlo. Respecto a
la implicación de los padres en el proceso de intervención se les darán pautas generales
de actuación tales como implementar la comunicación, utilizar palabras frecuentes, usar
un lenguaje sencillo y lento, hablar sobre situaciones, objetos, personas y acciones
presentes en el tiempo y en el espacio, repetir las emisiones del niño y animarle a
producirlas proporcionando gran cantidad de refuerzos.
143
Cuando el diagnóstico de síndrome de Williams no es temprano, puede suceder que
sean los mismos padres los que sospechen que algo ocurre, pues ven que el desarrollo de
sus hijos difiere del de otros y que incluso son diferentes a otras personas con
dificultades. En estos casos suelen ser los propios padres los que busquen una respuesta
asistiendo a la consulta de diferentes especialistas. A diferencia del diagnóstico temprano,
que suele ocasionar sentimientos negativos en los padres, el diagnóstico tardío del
síndrome en estos casos casi puede verse como un alivio por parte de los padres que
ahora pueden identificar una serie de síntomas y conductas con una afectación concreta
y pueden dar respuesta a muchas preguntas que antes no tenían contestación (Linares y
Rodríguez, 2004). El descubrimiento de lo que le sucede a su hijo aumenta la disposición
a mejorar la situación y a colaborar con los educadores proporcionándoles mucha
información que ahora cobra sentido en el marco de las dificultades y progresos
educativos.
Los compañeros de clase cobran una gran importancia y, aunque las relaciones de
amistad son más bien instrumentales, sirven para lograr una conciencia de grupo.
Normalmente a estas edades, aunque hay una alta dependencia del adulto,
144
específicamente de los padres y del profesor, los compañeros adquieren una importancia
tan grande como la propia familia, lo que va a potenciar el desarrollo de habilidades
interpersonales de capital relevancia en el proceso de desarrollo desde la niñez a la etapa
adolescente y adulta.
Muchos de los logros más importantes de esta etapa tienen que ver con los aprendizajes
académicos y el proceso de escolarización. La mayoría de los niños con síndrome de
145
Williams han recibido educación preescolar y ahora es el momento de avanzar en los
aprendizajes educativos. Su escolarización se suele realizar en régimen de integración
hasta el momento de la adolescencia. Por lo general, hay que realizar adaptaciones
curriculares para posibilitar el acceso y desarrollo educativo de los niños y adolescentes
con síndrome de Williams, dado que tienen necesidades educativas específicas. Las
adaptaciones curriculares suponen la selección y elaboración de propuestas que
diversifican y mejoran el currículo del alumno. Esto es, a partir de los objetivos de la
educación escolar, se establece un plan adecuado para el logro de esos objetivos. Las
propuestas de mejora y puesta en marcha de las adaptaciones han de ser evaluadas y
revisadas cada cierto tiempo.
En un principio, las adaptaciones para los niños con síndrome de Williams suelen
tener que ver con la utilización de recursos materiales específicos, lo que se conoce como
adaptaciones de acceso. Más adelante, en torno a los 12 años, suelen realizarse
adaptaciones curriculares individuales que se adecuan o varían sobre determinados
elementos del planteamiento educativo que inciden en las necesidades educativas
especiales del niño y adolescente con síndrome de Williams. Cuando se llevan a cabo
adaptaciones curriculares, el control sobre el alumno es mayor de modo que pueden
potenciarse mejor sus avances. Dicho control permitirá, por otro lado, llevar a cabo los
cambios pertinentes en cada momento. Las adaptaciones se realizarán para cada persona
de modo individual y estableciendo prioridad y funcionalidad en los objetivos que
pretenden lograrse. Suelen plantearse dos tipos de adaptaciones: adaptaciones
curriculares significativas y adaptaciones curriculares no significativas.
Los aprendizajes educativos que vayan desarrollando los niños y adolescentes con
síndrome de Williams se evaluarán teniendo en cuenta diferentes aspectos. En primer
lugar, la capacidad de aprendizaje, que es limitada, está ralentizada y conlleva
aprendizajes selectivos poco funcionales. En segundo lugar, habrá de valorarse el
146
funcionamiento sensorial, que otorgará prioridad, en términos generales, a los
aprendizajes por vía auditiva. En tercer lugar, se evaluará el funcionamiento motor,
especialmente sus limitaciones para la consecución de determinados logros educativos,
como es la escritura. Por último, y no por ello menos importante, se tendrá en cuenta el
contexto sociofamiliar y su implicación en la consecución de estos logros.
a)Centros públicos en los que se imparten enseñanzas de régimen general que ofrecen
educación compensatoria. Las necesidades de compensación se deciden a partir de
una evaluación previa de las competencias del alumno. En principio, la
escolarización en la etapa infantil (0-6 años) debe hacerse siempre en centros
ordinarios; sólo excepcionalmente se recomendará la escolarización en centros de
Educación Especial.
Como se ha indicado más arriba, antes de los seis años de edad, y salvo
circunstancias especiales, no suele escolarizarse a ningún alumno en centros de educación
especial. En el caso de niños con síndrome de Williams la probabilidad de que esto
ocurra es muy lejana. Normalmente la escolarización de estos niños y adolescentes se
produce en centros en donde se llevan a cabo adaptaciones curriculares, inicialmente no
significativas, aunque, conforme van avanzando en edad, aumenta su distanciamiento
147
curricular con respecto al resto del grupo y se requieren otro tipo de adaptaciones.
Además, necesitan ayudas específicas logopédicas, fisioterapéuticas y de profesores de
apoyo dentro y fuera del aula.
Los niños con síndrome de Williams a la edad de seis años normalmente ya han
desarrollado un lenguaje lo suficientemente amplio para poder comunicarse, aunque
conviene no olvidar que todavía presentan un retraso en la adquisición del lenguaje que
es variable en cada caso. A estas edades la comprensión sigue siendo inferior a la
producción; ya es manifiesta la propensión a hablar en exceso y sin coherencia; hay una
limitación en los temas y una tendencia a la repetición de los mismos. Como se ha
indicado ya en el capítulo 2, suelen tener un amplio vocabulario, usando expresiones
rebuscadas y frases hechas. Sin embargo, el uso de estas palabras y expresiones a
menudo es inapropiado. Lo habitual es que nos encontremos con un niño que tiene un
nivel de vocabulario alto, con unas estructuras gramaticales no excesivamente
inadecuadas, pero con una pobre habilidad para expresarse, sobre todo en situaciones
que implican pensamiento abstracto.
Por otro lado, existen aspectos relativos a las relaciones semánticas que afectan a los
planos de la comprensión y de la producción que deben ser objetivos específicos del
tratamiento; tal es el caso del doble sentido de las palabras y expresiones, el lenguaje
figurado o la comprensión de ironías, que limitan su competencia comunicativa dado que
son muy literales en la comprensión y expresión lingüística.
Las dificultades con la motricidad fina y para la integración visual y análisis espacial
en un porcentaje muy elevado de la población con síndrome de Williams limitan el
aprendizaje de la lectura y la escritura, dado que la orientación espacial y la organización
perceptiva del espacio se relacionan con problemas de lateralidad, direccionalidad y
precisión de acción motora (Semel y Rosner, 2003).
148
También son conocidas las dificultades de los niños con síndrome de Williams a la
hora de adquirir conceptos numéricos y operaciones aritméticas fundamentales para la
conducta adaptativa. Ya desde edades tempranas, como se ha expuesto antes, presentan
dificultades para la seriación y clasificación de objetos, así como para la conservación de
la cantidad, que son requisitos de la comprensión numérica. Durante la etapa escolar
debe ponerse especial énfasis en la comprensión de las pequeñas magnitudes, puesto que,
por ejemplo, no comprenden la diferencia de cantidad entre cinco unidades y diez
unidades, aunque puedan contar hasta cien. Estos conceptos básicos son fundamentales
para aprender las sencillas operaciones aritméticas que les permitirán manejar pequeñas
cantidades de dinero.
149
4.3.4. Pautas de tratamiento
Los logros escolares, que son los más relevantes en esta etapa, plantean unos requisitos
previos para su consecución que pasan por la comprensión y expresión adecuada del
lenguaje oral y escrito. La intervención se centrará en estos aspectos, que sólo se
trabajarán adecuadamente si se presta atención a los objetivos arriba expuestos.
Las habilidades para el lenguaje que muestran las personas con síndrome de Williams
las incluyen en un síndrome más amplio, como es el síndrome de dificultades de
aprendizaje no verbal, que se manifiesta con problemas para almacenar, procesar o
producir información y que se traduce en dificultades para escuchar, hablar, leer, escribir,
deletrear, razonar, superar tareas de cálculo o relacionarse con los demás. Además de
todos estos aspectos, los trastornos de aprendizaje en el síndrome de Williams implican
lentitud y desinterés general hacia el aprendizaje.
A) Comunicación
Desde el punto de vista de la comunicación, es importante trabajar los modos de
interacción que posibilitarán a su vez la integración en el grupo. Es sabido que los niños
con discapacidad, aun teniendo recursos lingüísticos para poder interactuar, con
frecuencia son rechazados, no tanto por el rendimiento académico, sino por sus
conductas sociales inapropiadas. Las disfunciones comunicativo-pragmáticas serán más
acusadas cuanto mayor sea la afectación de los procesos de compresión lingüística. De
ahí que la intervención en los aspectos de la comunicación deba centrarse en el desarrollo
de habilidades sociales, potenciando el trabajo en grupo y la interacción social.
Para la consecución de una adecuada interacción habrá que enseñar al alumno con
síndrome de Williams a observar las reglas que rigen un intercambio comunicativo
efectivo, que se basa en la reciprocidad interactiva, en la relación interpersonal y en el
intercambio de contenidos. Entran en juego aspectos de la comunicación verbal y no
verbal. El desarrollo de la interacción comunicativa y la conversación suponen prestar
atención al otro y dar señales de escucha activa (mirar a la otra persona, orientarse hacia
el interlocutor, mover la cabeza, emitir marcadores de atención). Si nos atenemos a la
comunicación no verbal, es habitual encontrarnos con niños y adolescentes con síndrome
150
de Williams a los que les cuesta mirar al interlocutor cuando está hablando o incluso
cuando se dirigen a él como emisores. La orientación corporal suele ser adecuada pero
no así la facial y el contacto ocular. Así, es frecuente que se dirijan a nosotros a
preguntarnos o a contarnos algo y que no nos miren. Este tipo de conductas deben
modificarse en el caso de los más pequeños con instrucciones directas ("mírame cuando
me hables", "mírame cuando yo te hablo" o "mira a la persona que está hablando contigo
o a la que estás hablando"). En el caso de los adolescentes, además de la instrucción
directa, debe hacérseles ver lo erróneo de su interacción por medio de razonamientos o
preguntas, poniéndolos en situaciones similares (¿Por qué es importante mirar a la gente
cuando hablas con ella? ¿Y si yo te hablara mirando a la pared qué pensarías? ¿ Qué
ocurriría si yo no escucho a la persona que me está hablando? Y, si no miro mientras
hablamos, ¿volverá a hablar conmigo?). Las instrucciones directas son una vía de
aprendizaje efectivo y comprobado por educadores que trabajan con escolares que tienen
el síndrome de Williams. Muchas veces la inatención de estos alumnos se refleja en la
carencia de elementos que muestran una escucha activa, de modo que pueden pasar de
prestar atención al que les habla para distraerse o localizar su atención en otras personas,
situaciones u objetos.
Escuchar lo que se dice supone no sólo estar atento, sino no interferir ni interrumpir.
En este sentido, y en relación con la comunicación verbal oral, la intervención irá guiada
fundamentalmente al desarrollo y mantenimiento del tema, a respetar los turnos y los
silencios del interlocutor, a inhibir las interrupciones e intervenir en el momento oportuno.
De forma paralela, deberá insistirse en el hecho de que, durante la conversación, los
comentarios deben ajustarse al tema de que se trate y ser relevantes. Para las personas
con síndrome de Williams cualquier momento es adecuado para desarrollar su tema
favorito (la vida de un cantante, el mapa de carreteras, los tipos de grúas, paradas de
autobús o jugadores de fútbol). Muchas de las interrupciones de las conversaciones
obedecen al deseo de hablar de su tema, ya que lo introducen a la menor oportunidad,
aunque no sea el momento adecuado. Les puede crear ansiedad el hecho de no poder
tratar sus temas favoritos, por lo que en tales casos, tanto en el entorno escolar y del aula
como fuera de él, es conveniente facilitar ocasiones para hablar sobre ellos y negociar
cuándo se pueden o no plantear. Este tipo de acuerdos reducen la ansiedad y permiten
que la dinámica de la actividad que se esté desarrollando prosiga sin muchas
disrupciones. El propio tema de interés del alumno con síndrome de Williams puede
servir de base para trabajar temas relacionados y situaciones concretas sobre las que
razonar.
151
se está diciendo, pues, de hecho, se rompen las expectativas y esto debe ría hacerles
reaccionar. Es el momento adecuado para poder introducir trabajo de razonamiento y
pertinencia o no de la acción de habla.
B) Lenguaje
A partir de los seis años, la mayoría de los niños con síndrome de Williams ya tiene
un nivel de dominio de su lengua suficiente para las necesidades de la vida cotidiana. La
expansión del vocabulario y el desarrollo de estructuras gramaticales que se producen, en
términos generales, a finales de la etapa anterior facilitan la intervención logopédica en los
aspectos más formales de la lengua y sirven de base sólida para apoyar el desarrollo en
áreas más débiles.
Respecto al componente sintáctico varios serían los aspectos principales que hay que
152
trabajar: por un lado, el aumento del número de palabras en las emisiones, que se
incrementa sustancialmente con los elementos relacionales y vocabulario que va
incorporando a su conocimiento lingüístico; por otro lado, las concordancias
intrasintagmáticas de género y número (SN=D+N+Adj las niñas altas) e
intersintagmáticas de singular o plural (SN ellas + SV saltan) dentro de la oración y en el
discurso. Junto con los aspectos de concordancia, especialmente relevantes en lenguas de
tipología flexiva, se trabajarán el uso correcto de los tiempos verbales y las
hiperregularizaciones, que pueden persistir en edades tardías. Es habitual que dentro de la
estructura las personas con síndrome de Williams omitan elementos cuyos referentes son
difíciles de establecer, lo que obliga al interlocutor a preguntar por el qué, el quién o la
acción. Habrá entonces que establecer los elementos necesarios para que una estructura
con un verbo determinado tenga sentido (el verbo, como elemento estructurador de la
oración, rige un determinado tipo de información sintáctica y semántica que debe estar
presente; de lo contrario, la emisión carecerá de sentido u obligará al interlocutor a
demandar información; de este modo el verbo abrir rige un sujeto activo más animado y
un complemento directo menos animado; ninguno de los dos puede faltar sin repercusión
para el significado final).
Ejercicios válidos para trabajar este tipo de cuestiones son las secuencias lógicas
verbales en tareas de completamiento de oraciones, la comprensión de un texto leído en
voz alta y posterior respuesta a preguntas, el recuerdo del orden en que se realizan las
acciones y su verbalización o realización posterior.
153
algunos artículos de investigación, sus errores gramaticales son frecuentes, por lo que
trabajar el razonamiento sobre la pertinencia gramatical o no de una frase o sintagma es
un buen ejercicio. En el ejemplo que sigue, se reproduce un fragmento conversacional
entre un niño de 9 años (S) con síndrome de Williams y su logopeda (L):
S- ¡Es ver dad! Pues (?)3 trayeron' un tren y (?)3 bici. Yo4 un coche y5 mando y
(?)3 Action Man, un caballo que torta6 y mucho, mucho mucho7 cosas? más.
¿Sabes? (?)3 Abrió, (?)3 y dejaba8 los regalito6.
Se puede apreciar que el niño presenta errores de diversa índole en relación con los
aspectos gramaticales:1 Hiperregularización; 2Mal uso del tiempo verbal;3 Omisión de
elemento sin identificación clara o con referente claro, pero su omisión no es correcta;
4Uso incorrecto del pronombre;s Uso incorrecto de la preposición; 6Proceso fonológico
de metátesis (/trota/);7 Inconcordancia entre el determinante y el nombre;8
lnconcordancia entre el verbo y su sujeto plural.
Las relaciones semánticas que establecen están también muy limitadas tanto en la
producción como en la comprensión, lo que los lleva a captar sólo un significado
concreto de las palabras y enunciados, por lo que el lenguaje abstracto o figurado
(metáforas, bromas, ironías, expresiones idiomáticas) no suelen ser comprendidas ni
utilizadas. No son capaces de tener en cuenta diferentes significados y establecer
relaciones entre ellos encontrando la coherencia (¿Por qué se dice de una persona que
está inquieta que parece un tigre enjaulado? ¿Por qué utilizamos la palabra "coco" para
referirnos a la cabeza?). Las respuestas a estas preguntas tienen que ver con el
conocimiento previo que el niño o adolescente tenga del mundo.
154
El contexto de una emisión nos permite en condiciones normales extrapolar
cualidades de unos elementos a otros que inicialmente no las tienen, lo que es posible
porque hay un marco facilitador para ello que permite obtener una visión holística. Las
personas con síndrome de Williams no son capaces de llevar a cabo estas
extrapolaciones, de integrar toda la información, para extraer una informa ción concreta,
pues, como ya se ha dicho, pueden ver los árboles pero no el bosque en su totalidad. Ven
las partes pero no el todo, es decir, no llevan a cabo aprendizajes gestálticos. Por un lado
parece que perciben información de forma más detallada y en mayor cantidad; pero, por
otro lado, no procesan simultáneamente tal cantidad de información no selectiva.
155
interlocutores. Si estos procesos no se efectúan correctamente, la funcionalidad del
lenguaje se verá mermada, a pesar de que exista una aparentemente buena competencia
lingüística formal, es decir, adecuadas estructuras gramaticales y un amplio vocabulario,
como se da en las personas con síndrome de Williams.
Poder fijarse en las partes sin perdernos en ellas supone capacidad para ordenarlas y
conectarlas de tal manera que, a pesar de adolecer de una visión global, permita
interpretarlas en su contexto. Si la comprensión o expresión de la secuencialidad
discursiva no es adecuada, se añade un problema más a las dificultades de referencia y
comprensión de la realidad.
Por lo tanto, la intervención en este nivel estará relacionada con los siguientes
aspectos fundamentales:
b)Capacidad reorganizativa: leer o contar una historia y luego resumirla es una tarea
que se puede realizar con el fin de trabajar la integración de la información;
también presentar cuentos desprovistos de claves concretas pero con hilo
conductor claro (p. ej., Era una joven muy guapa a la que su madre o diaba. La
madre pidió a un señor que la matara, pero el señor no lo hizo. La mujer joven se
fue a vivir a una casita pequeña con unas personas chiquititas. Un día le dieron
algo para comer y se murió, pero vino otro señor y con mucho cariño la salvó.
¿De qué cuento se trata?); o aportar las reglas de un juego, por ejemplo, permitir
trabajar la capacidad para adivinar el cuento o el juego concretos a partir de esa
información (p. ej., Un niño cuenta y los demás corren para que no los vea el niño
que está contando. Éste, después de contar, los tiene que buscar. ¿Qué juego es?);
en la misma línea, se puede jugar a adivinar un objeto o persona o acción
aportando claves que van de muy generales a muy restringidas y que deberán
156
reagruparse para poder llegar a la palabra (p. ej., Es algo que va por el aire, no es
un animal, lleva pocas personas, no funciona con motor, funciona con aire
caliente, las personas van en una cesta). Al mismo tiempo, estas tareas permiten el
entrenamiento del recuerdo de la información que debe estar inmediatamente
accesible para su recuperación.
157
tipo de intervención se apoya en las cualidades gestálticas del lenguaje, lo que
supone que la integración de dos o más elementos produce efectos no atribuibles a
ninguno de los elementos propiamente dichos, sino que son resultado de su
combinación que configura el sentido global.
C) Lectura y escritura
El aprendizaje de la lectura se asienta sobre el desarrollo de habilidades
metalingüísticas que suponen la toma de conciencia y reflexión acerca del propio sistema
lingüístico. Tales habilidades permiten analizar y usar los elementos que constituyen el
lenguaje: sonidos, grafemas, estructuras y significados. Para un adecuado desarrollo de la
lectura y la escritura es importante el aprendizaje de diferentes reglas que afectan a los
niveles fonológicos, sintácticos y semánticos.
-La conciencia fonológica supone capacidad para analizar y manejar los elementos
fónicos de la lengua, por un lado, y establecer su correspondencia con los
grafemas que componen el lenguaje escrito, por otro.
-La conciencia sintáctica supone capacidad para analizar y utilizar las palabras en el
orden estructural permitido para una lengua natural dada.
Si tenemos en cuenta los tres tipos de análisis, las siguientes oraciones deberían ser
detectadas por el niño en la lectura y plantearle la necesaria corrección:
Muy pocos estudios han investigado cómo aprenden a leer las personas con síndrome
de Williams, pero sabemos que existe una gran variabilidad. Hay niños que con siete años
de edad ya han conseguido aprender a leer, mientras que otros con doce años todavía
tienen grandes dificultades, a pesar de la instrucción escolar. Por otro lado, hay casos en
los que la lectura alcanza cierta funcionalidad y desarrollan un gran interés por libros y
158
revistas de animales, trenes, ciencia ficción o deportes. Un pequeño porcentaje de ellos
logran completar la ESO y Bachillerato, lo que supone un muy buen desarrollo de estas
habilidades, aunque desconocemos su funcionalidad efectiva más allá del contexto
educativo.
En general podría decirse que las buenas capacidades lingüísticas de los niños y
adolescentes con síndrome de Williams les permiten el aprendizaje de los mecanismos de
lectura. Parece ser que desarrollan la lectura por la vía subléxica, aplicando
correctamente las reglas de correspondencia grafema-fonema, pero presentan dificultades
en alcanzar la vía léxica, esto es, tienen dificultades en tareas léxicosemánticas, de
atribución de significados (Garayzábal y Cuetos, 2008).
No son buenos lectores; aquellos que logran aprender a leer tienden a hacerlo de
forma mecánica; un porcentaje alto de ellos no logra una lectura funcional y muestran
dificultades a la hora de comprender lo que han leído. Les cuesta ordenar los significados
que van extrayendo porque no tienen clara la estructura de la historia, ni son capaces de
organizar la información en un todo conectado que confiera sentido a la narración. En los
ejemplos que se han mostrado más arriba, las personas con síndrome de Williams harán
una lectura mecánica, pero su análisis no llegará más allá, salvo que el logopeda y el
maestro les hagan comprender lo que han leído y lleven a cabo tareas de razonamiento y
organización del significado. Luego hay otro grupo de alumnos con síndrome de Williams
que realmente tienen grandes dificultades para alcanzar los requisitos básicos de la lectura
y se quedan en un nivel muy precario que no logran superar, quedándose en el nivel de
correspondencia grafema-fonema, o en la lectura silábica sin llegar a la lectura ni
comprensión de la propia palabra, cometiendo errores que no son capaces de reparar
porque no son conscientes de que los han cometido. En otros casos, en los que se aplican
métodos de lectura constructivistas, muchas veces se quedan en el aprendizaje de letras
mayúsculas y no extrapolan las características a las minúsculas. En casos de diagnóstico
muy tardío podemos encontrar personas que no saben leer ni reconocer un solo grafema.
En los niños y adolescentes con síndrome de Williams, los problemas que van a
condicionar los aprendizajes escolares tienen mucho que ver con aspectos relacionados
con la lectura: dificultades en aprender el alfabeto, hacer rimas, identificar los grafemas
con los fonemas, falta de comprensión del texto escrito, comisión de errores en la lectura
en voz alta. A ello subyacen problemas con los aspectos visoespaciales y el hecho de que
los aprendizajes por la vía visual suelen resultarles mucho más difíciles que los
presentados por la vía auditiva.
159
muy funcionales. Se parte de palabras con una alta frecuencia de aparición con las que se
trabaja repetidamente. El nivel de dificultad va creciendo y permite ir retirando los
apoyos visuales. Se consigue así un cierto nivel de lectura funcional a partir de palabras
de uso frecuente, que se van incluyendo en estructuras cada vez mayores. La repetición
y la práctica son importantes para que el reconocimiento a primera vista de las palabras
sea automático. A partir de este aprendizaje se pueden llevar a cabo actividades de
emparejamiento con el dibujo de las palabras trabajadas, clasificación de palabras o
creación de la palabra a partir de los grafemas, lo que conlleva su adecuada ordenación,
todo ello para reforzar las palabras utilizadas.
La práctica continuada con este tipo de palabras permite introducir poco a poco el
análisis fonético, que beneficia a los niños con síndrome de Williams hablantes de
castellano, dada la regularidad de correspondencia grafema-fonema que existe en dicha
lengua a diferencia de otras, como el inglés. El análisis fonético permite aprender a leer
palabras que no tienen una representación gráfica para palabras como "porque" o "pero".
Si bien este programa funciona bien con niños con síndrome de Williams con
importantes dificultades para poder conseguir logros en relación con las habilidades
lectoras, otros niños con síndrome de Williams consiguen aprender a leer a partir de la
lectura fonológica tradicional. Para ello el aprendizaje pasa por enseñar las
correspondencias grafema-fonema y su decodificación, que debe ser precisa. A partir de
ahí se trabajarán los aspectos de conciencia fonológica, sintáctica y semántica y aspectos
de metacomprensión lectora. Las diferencias entre ambos tipos de programas son claras
en el punto de partida (visual y global por un lado, fonológico por otro), pero las
estrategias de comprensión que se siguen serán las mismas.
160
viso-espaciales, pues, de lo contrario, los aprendizajes en las áreas de comunicación,
lenguaje y lectura se habrían llevado a cabo con grandes dificultades. No es objeto
específico del logopeda intervenir en estos aspectos más allá de lo que compete al
lenguaje, pero el trabajo en paralelo con otros profesionales, que sí deberá centrarse en
ellos de forma específica, es fundamental. No obstante, a menudo encontramos casos
que nos exigen una intervención previa en estos aspectos como prerrequisito para
desarrollar adecuadamente el tratamiento logopédico.
Los apoyos principales en esta etapa deberán provenir necesariamente del entorno
escolar, donde el niño pasa gran parte de su tiempo, y del entorno familiar, pero el apoyo
de otros especialistas resultará también de gran ayuda.
161
lingüísticas que no están preservadas en otras personas con discapacidad, son capaces de
beneficiarse mucho más de estos apoyos y a partir del lenguaje se pueden implementar
otras áreas. Se deberán establecer los objetivos de carácter general que deben
desarrollarse y su estructuración. La pertinencia y eficacia de los contenidos y
procedimientos se valorarán a partir de la consecución de logros.
1.El colegio: además del equipo de profesores, debe tener a su disposición equipos
multidisciplinares de apoyo psicopedagógico cuyas funciones serán la evaluación
de las necesidades educativas, recursos, apoyos y ajustes sobre el currículo que
sean precisos; la colaboración con el profesor en la programación y realización de
los ajustes curriculares; la facilitación de la integración de los alumnos; la
información a los padres, a quienes se alentará a participar en el proceso educativo
de su hijo y se aconsejará y guiará en su participación. Una parte importante de la
información que se dará a los padres tendrá que ver con los recursos y actividades
que existen en su comunidad que pueden ayudar al proceso educativo y de
integración de su hijo en el grupo y en la sociedad. Entre los contenidos
curriculares deberán tenerse muy en cuenta los aspectos relacionados con
estímulos sociales: imitación, comprensión y uso del lenguaje y destrezas de
interacción social.
2.El aula: deberá estar adaptada, en la medida de lo posible, a las necesidades del
niño o adolescente con síndrome de Williams. Es conveniente que los grupos no
sean numerosos, dados los problemas de atención, dispersión e inquietud de los
alumnos con síndrome de Williams. A ello se le añade la gran demanda de
atención del adulto, lo que en un aula con un número grande de alumnos
obstaculiza la tarea del profesor a la vez que disminuye la capacidad para el
aprendizaje de estos alumnos, dado que los distractores son mayores. Es
conveniente por ello tener en cuenta el número de alumnos en el aula para poder
alcanzar un determinado nivel de competencia. Lo cierto es que la ratio en los
colegios públicos y concertados, en torno a 25 alumnos por aula, suele ser
demasiado alta para estos niños. En los centros privados y específicos de
educación especial esta ratio se reduce considerablemente. La enseñanza en el aula
deberá contar con apoyos y se desarrollarán habilidades de generalización y
aprendizajes con un enfoque funcional. El profesor debe ser conocedor de las
características de los niños con síndrome de Williams:
162
demás o habilidades para iniciar la interacción socio-conversacional.
El profesor deberá ser flexible a la hora de marcar el tiempo para la realización de una
tarea determinada, permitir pausas en la misma, recompensar socialmente el esfuerzo,
trabajar con el alumno en pequeños grupos, evitar cambios repentinos de planes, crear
momentos en que el alumno pueda hablar de su tema favorito, ignorar conductas
disruptivas y facilitar la interacción social en el grupo dentro y fuera del aula.
B) Implicación familiar
Es conveniente que desde el entorno escolar se trabaje en coordinación con los
padres y se los implique en la educación de sus hijos. La implicación familiar es un
importante componente de consecución de aprendizajes en cualquier programa.
Los padres deberán marcar rutinas de trabajo escolar en casa que tengan en cuenta la
ralentización en el desempeño de la tarea y pausas durante la realización de ésta. Los
refuerzos en casa son muy importantes y los más efectivos serán los sociales. También a
los padres se les debe enseñar a ignorar conductas inadaptadas y se les indicará la
importancia de potenciar la interacción social, animándolos a incluir a su hijo en un grupo
de ocio o invitando a algún compañero a casa y fomentando todo tipo de relación con
iguales y no tanto con mayores y adultos.
En casa deberá potenciarse la interacción con todos los miembros del núcleo familiar,
evitando la propensión al aislamiento a medida que crecen, e integrar al niño en las
conversaciones, favoreciendo el desarrollo de sus temas favoritos pero estableciendo
163
tiempos para ello. Es conveniente que los padres reciban pautas de manejo de las
habilidades conversacionales, que enseñen a su hijo a mantener los turnos
conversacionales, a realizar preguntas, a razonar sobre determinados temas y a contar
sus experiencias del día a día de forma organizada y coherente. Los juegos de mesa en
los que deben seguirse reglas son también apropiados para favorecer la atención y los
turnos.
Hay pocos estudios en relación con el adulto con síndrome de Williams. La investigación
se ha centrado preferentemente en niños y adolescentes, principalmente porque el
periodo de 6 a 18 años es un periodo importante para la consecución de ciertas
habilidades académicas que eclipsa, en cierto sentido, la valoración de las posibilidades de
aprendizajes ulteriores en la edad adulta.
Los estudios realizados con adultos afectados por el síndrome de Williams muestran
un patrón poco uniforme en cuanto al funcionamiento cognitivo. En relación con el
164
lenguaje, los datos apuntan a que los problemas con la comprensión y la expresión
persisten y que las dificultades relacionadas con la comunicación, independencia y
socialización son más acusadas que en edades más jóvenes. La capacidad para utilizar
sus habilidades en contextos sociales tiende a verse limitada; restringe su capacidad de
interactuar con los demás, tanto en el ambiente familiar, como con los amigos y en el
ambiente laboral, y condiciona también su habilidad para razonar sobre las motivaciones
y problemas sociales. Todo esto provoca que sus relaciones de amistad sean poco
frecuentes y que tiendan a hablar sólo con las personas que los tutelan, lo que los puede
llevar a situaciones de frustración en su deseo de relacionarse socialmente con sus
iguales. En algunos estudios se documenta que los adultos con síndrome de Williams
presentan dificultades comportamentales y emocionales que se concretan en pobres
relaciones sociales, exceso de amigabilidad y desinhibición social, obsesiones y
preocupaciones muy acusadas, así como altos niveles de ansiedad y distractibilidad y una
baja tolerancia a la frustración. Estas características también están descritas para los
adolescentes y niños, pero parecen persistir y acentuarse en esta etapa posterior de la
vida y requieren intervención por parte de los profesionales, dado que recortan las
posibilidades de acceso al mundo laboral y su participación en la comunidad.
165
verbales. Bajo este epígrafe se incluyen aspectos como el de la fluidez, claridad
articulatoria, intensidad y modulación de la voz y pausas.
La buena disposición general de las personas con síndrome de Williams les hace
acomodarse a las diferentes situaciones que se les presentan, por lo que son buenos
trabajadores, también en parte porque sus deseos de agradar les hacen estar dispuestos a
realizar casi cualquier tipo de tarea, aunque no les guste. Se sienten cómodos en tareas
rutinarias y no suelen gustarles los grandes cambios, precisamente por su tendencia a la
inflexibilidad y rigidez típicas de las limitaciones de la función ejecutiva que les dificulta la
planificación de tareas. Son pues los problemas de la función ejecutiva los que más
limitan sus tareas en el mundo laboral, como, por ejemplo, la inestabilidad, inatención,
distractibilidad e imposibilidad de acabar las tareas sin un control ambiental externo. Esto
mismo les crea una gran dependencia ambiental, dado que tienen dificultades para
planear, programar y autorregular su comportamiento. Presentan también una importante
limitación para evaluar de forma objetiva qué se hace o dice.
166
Mientras que en el periodo de logros académicos los padres parecen implicarse
bastante en la problemática de sus hijos con síndrome de Williams, una vez que son
adultos la principal preocupación de los padres se centra en la manera de integrar a sus
hijos en el mundo laboral y prestan menos atención a ciertos aspectos del
comportamiento como el habla inapropiada, la falta de conciencia social y los problemas
de comprensión del lenguaje que siguen persistiendo y que dificultan el desarrollo de las
tareas y actividades que se precisan en el trabajo. Es importante que los padres
comprendan que su hijo aún puede seguir recibiendo tratamientos que mejoren estos
comportamientos y que ellos mismos pueden obtener orientación y pautas de ayuda para
poder tratar estos problemas.
167
encargado como para el trabajador. Por un lado, el terapeuta deberá incidir en la
importancia de establecer un ade cuado contacto ocular que ayude a que el mensaje sea
recibido por la persona adecuada. Por otro lado, las personas con síndrome de Williams
tienen problemas con la percepción diferencial de lo relevante frente a lo irrelevante,
como se ha indicado más arriba (apartado 4.4). Esta dificultad conlleva que no pueda
atender selectivamente y separar el mensaje de los ruidos de fondo irrelevantes; esto es,
procesa el lenguaje de manera defectuosa cuando hay ruido ambiental que disminuye su
capacidad de escucha hacia la señal relevante. Por lo tanto, las personas con síndrome de
Williams tienden a distraerse con otros estímulos auditivos del entorno y habrá que
asegurarse de que las instrucciones no se den en ambientes ruidosos y el sujeto las reciba
efectivamente. Es necesario dar órdenes precisas, simples y directas que no lleven a
confusión, de modo que el mensaje o la instrucción sea correctamente comprendida.
Resulta fundamental que el encargado se asegure de que el mensaje ha sido comprendido
por la persona con síndrome de Williams, puesto que, en su deseo de agradar, pueden
asentir ante una instrucción dada que no han comprendido; es útil en estos casos pedirle
que repita la instrucción. En general, deben trabajarse también todos los aspectos que
mejoren la comunicación no verbal y la secuenciación auditiva y visual.
Otro aspecto importante tiene que ver con el tipo de aprendizaje que resulta más
eficaz a la hora de poder desarrollar habilidades relacionadas con el mundo laboral. Ya se
ha comentado en capítulos precedentes que la vía de aprendizaje de las personas con
síndrome de Williams es preferentemente auditiva. Como aprendices auditivos, asimilan
muy bien la información cuando se presenta de modo oral; por ello se benefician de la
interacción verbal en grupo. Todo lo que se presenta por vía visual, por el contrario,
suele ocasionarles problemas, especialmente cuando tiene que ver con el lenguaje escrito.
Presentar información visual no escrita, como imágenes, junto con información auditiva
suele resultar una buena combinación para ayudarlos a desempeñar sus tareas.
Las dificultades que los adultos con síndrome de Williams muestran en la resolución
de problemas y la toma de decisiones constituyen un importante condicionante en el
mundo laboral. Es necesario que se los ayude a tomar decisiones y a abordar problemas
en el trabajo. La labor del terapeuta del lenguaje es muy útil a la hora de enseñarles a
identificar y verbalizar las dificultades en determinadas tareas por medio de su
evaluación.
168
compañeros ni a los jefes; su actitud dispuesta al trabajo y sus ganas de caer bien hacen
que sean personas de trato fácil. Sin embargo, son manifiestas sus carencias a la hora de
relacionarse adecuadamente con los demás. La tendencia a aislarse, que ya se observaba
al final de la etapa anterior, puede ser cada vez más acusada. El número de personas con
las que se relacionan es cada vez menor, por lo que la integración en grupos de ocio y
tiempo libre, aunque muy positivas, no suelen ser muy eficaces sin la ayuda externa; a
menudo evitan la relación con los compañeros y tienden generalmente a relacionarse con
la persona que está a cargo del grupo, con las limitaciones relacionales arriba expuestas;
incluso dentro del ámbito familiar la interacción puede ser cada vez menor, tal y como
reflejan frecuentemente los cuestionarios que responden los padres. Es habitual que en
reuniones de muchas personas hablen con todos pero sin estar realmente en la
conversación, y dejan con la palabra en la boca a los interlocutores yéndose a hablar con
otros o simplemente marchándose. Este modo de interacción social no facilita relaciones
más profundas y estables de amistad y tiende a provocar conductas de evitación por
parte de los otros.
Este cuadro afecta mucho a la persona con síndrome de Williams que; lejos de ser
indiferente a su situación, puede caer en estados depresivos que agudizarán sus
conductas tendentes al retraimiento ante las dificultades que experimenta en su
participación social. Enseñar habilidades sociales es, por lo tanto, uno de los aspectos
más importantes de la intervención logopédica en esta etapa. Las habilidades sociales se
podrían definir, según Monjas (1999: 28), como:
169
discapacidad en el entorno familiar y una mayor incentivación e implicación en el
compromiso real con el proceso de desarrollo del programa.
Las dificultades para adaptarse a las demandas y expectativas de los demás con
respecto a la conducta social hace que normalmente el entorno de estas personas llegue a
acomodarse a las discapacidades y que haya una tendencia sobreprotectora; sus
consecuencias más inmediatas son la reclusión, retraimiento e incomunicación que, a su
vez, redundan en un inadecuado desarrollo afectivo y emocional; la integración social y
laboral se ve así dificultada por la existencia de conductas adaptativas pobres o
incorrectas y por las limitadas habilidades para vivir en comunidad. Por este motivo, es
importante que la familia esté de acuerdo en aplicar un plan de entrenamiento en estas
habilidades y se implique en él. Los diferentes programas que existen y que valoran las
habilidades sociales suelen tener en cuenta diversas áreas, como ya se expuso en el
capítulo anterior.
Una vez evaluadas las diferentes áreas, se deben contemplar las técnicas de
entrenamiento en habilidades sociales que pueden aplicarse; éstas varían de una persona
a otra, pues las dificultades, habilidades y necesidades son diferentes y propias de cada
caso. En términos generales, existen diversas técnicas que pueden aplicarse a las
personas con síndrome de Williams para mejorar sus habilidades sociales. Por ejemplo,
solicitar que mire a la persona cuando está hablando es una conducta fácilmente
modelable e imitable, que debe realizarse de forma sistemática y aplicarse con diferentes
personas; el refuerzo social es una forma muy eficaz de potenciar esta conducta y de que
se generalice en la interacción cotidiana.
170
pudiendo buscar diversas soluciones ante ese problema.
Las conductas que tradicionalmente se incluyen dentro de las destrezas sociales y que
hay que incentivar en las personas con síndrome de Williams son:
171
-Aceptación de los compañeros: tan importante es aceptar a los compañeros (iguales)
como ser aceptados por ellos, lo que pasa por aplicar conductas sociales
adecuadas; la gran preocupación de las personas con síndrome de Williams por
caer bien a los demás y sentirse uno más dentro del grupo choca con sus
limitaciones relacionales, por lo que suelen tener importantes dificultades en
establecer sólidas relaciones de amistad, que pueden mejorarse con un buen
entrenamiento que reduzca la distractibilidad e impulsividad y anime a las
relaciones.
-La postura u orientación corporal hacia el interlocutor: suele ser también inadecuada
en estas edades en muchos de los afectados, probablemente debido a las causas
aducidas para el contacto ocular, y se trabajarán de la misma forma.
172
por ejemplo, que, una vez que se saluda físicamente a una persona en el día, ese
saludo es extensible a otros momentos de la jornada, mientras que un saludo oral
puede ser más reiterativo a lo largo del día y menos invasivo.
b) Aspectos paralingüísticos
-La intensidad de la voz: las personas con síndrome de Williams tienen tendencia a
hablar muy alto, lo cual resulta inapropiado en muchos contextos sociales; por
tanto, es necesario enseñarles a regular la intensidad del habla en función de la
situación y número de interlocutores, diferenciando entre espacios pequeños o
cerrados y grandes o abiertos.
-La fluencia: aunque se los describe como fluentes, lo cierto es que pueden presentar
disfluencias que alteran el curso normal del habla y que pueden resultar muy
visibles por su gran locuacidad. Por lo tanto, es necesario trabajar en la fluencia
del habla ayudándolos a inhibir el uso constante de muletillas, así como la
reducción de silencios o pausas disfluentes, prolongadas y frecuentes.
-La latencia en la respuesta: se refiere al tiempo que pasa entre la finalización del
turno en la conversación y el inicio del que corresponde a otro interlocutor; las
personas con síndrome de Williams suelen utilizar latencias excesivamente largas,
lo que provoca que la comunicación no sea fluida ni adecuada.
c) Habla conversacional
-Reglas de conversación: en relación con las conductas verbales interactivas, el
entrenamiento deberá centrarse en el habla conversacional en situaciones sociales
significa tivas. Algunas personas con síndrome de Williams pueden llegar a
manejar las reglas de la conversación con cierta destreza, pero muchos adultos no
173
lo consiguen, por lo que el trabajo con ellos atenderá también a las habilidades de
conversación; el entrenamiento se lleva a cabo en situaciones inicialmente muy
controladas y estructuradas, que se irán poco a poco generalizando a los entornos
laborales y de las relaciones sociales habituales y cotidianas.
174
d) Construcción del discurso narrativo
En la edad adulta es importante que la intervención vaya dirigida a enseñar a
contar las experiencias personales (p.ej., las vacaciones, el día en el trabajo),
narrar una historia de ficción (p. ej., contar una película, un cuento) o verbalizar
guiones de situaciones habituales (p.ej., ¿Qué se hace cuando vamos al médico o a
un restaurante?). El método que se utilice puede ser meramente audio-oral o
combinado con apoyos visuales en los casos que presenten una mayor
discapacidad y se centrará en el razonamiento de la sucesión de acontecimientos
(¿Qué pasó primero? ¿Y luego? ¿Cómo terminó la historia?); en la descripción de
los hechos (En el taller el horno de cerámica ha dejado de funcionar y Lucía no ha
podido continuar rellenando los moldes y ha parado su actividad. El profesor de
taller la ha regañado por estarse quieta y los compañeros se han reído, lo que a
Lucía le ha causado gran ansiedad y ya no ha trabajado bien el resto de la
jornada); en los participantes (ella misma, el profesor de taller, los compañeros); en
las actuaciones de los personajes (¿Qué ha hecho tu profesor? ¿Por qué crees que
te ha regañado? ¿Qué piensas de la reacción de tus compañeros? ¿Y de tu
reacción?). Como puede verse, a la vez que se trabaja sobre las propias
experiencias o sobre la narración, estamos haciendo pensar a la persona sobre los
hechos, favoreciendo directamente el razonamiento y comprensión de situaciones
sociales que pueden volver a repetirse y que, a partir del entrenamiento desde un
problema en primera persona, se pueden generalizar a otras situaciones.
Los estudios realizados sobre el desarrollo de habilidades sociales muestran estrechas
relaciones entre la competencia social que se adquiere en la infancia y la adaptación e
integración social, académica y laboral de la vida adulta; por ello la intervención en el
síndrome de Williams cierra un círculo en torno a los aspectos más socio-comunicativos
y pragmáticos, que se perfilan como los más desfavorecidos, y dentro del cual se
atenderán todos los demás aspectos relacionados con el lenguaje ya oral, ya escrito.
Los apoyos en el adulto con síndrome de Williams son determinantes para conseguir una
vida lo más independiente y autónoma posible. Como ya se ha expuesto, la personas con
síndrome de Williams tienen unas características específicas que claramente las capacitan
para llevar a cabo ciertos trabajos con un buen desempeño, mientras que otros estarían
contraindicados. Entre las ocupaciones más adecuadas están las que requieren el contacto
con el público, la ayuda a otras personas o trabajar con niños. Para incorporarse a los
entornos laborales es preciso que cuenten con el apoyo necesario, tanto por parte de las
Instituciones como por parte de los familiares y educadores.
A) Apoyo institucional
La situación laboral de las personas con discapacidad dista mucho de unas
175
condiciones de igualdad con respecto a la población general, de modo que
inequívocamente deberían ser las instituciones públicas las que garantizasen la
empleabilidad a través de los servi cios de apoyo necesarios. En particular, deberían
intervenir equipos de profesionales de servicios para el empleo para ayudar en el proceso
de inserción laboral de las personas con síndrome de Williams contratadas por
determinadas empresas. El entrenamiento en la adquisición de determinadas habilidades
sociales y hábitos laborales lo llevaría a cabo un preparador laboral, sin coste alguno para
el trabajador ni para la empresa. Las asociaciones deberían constituir el principal cauce
con el fin de mediar de forma rutinaria con las Instituciones, bien públicas bien privadas,
para la inserción laboral de estas personas. Otra posible fuente de empleo y formación
laboral serían las Instituciones educativas que podrían promover prácticas en sus centros,
o bien estudiantes que lleven a cabo su periodo de prácticas por medio de convenios en
las propias asociaciones.
B) Apoyo familiar
Otro aspecto determinante en el éxito laboral de estas personas consiste en contar con
el apoyo indiscutible de la familia. En la gran mayoría de los casos, las personas con
síndrome de Williams están sobreprotegidos por sus padres, encontrándose a veces en
una situación muy diferente a las personas con otras discapacidades, ya que casi todos
los adultos registrados actualmente en las asociaciones han llegado con un diagnóstico
tardío y los padres han dirigido todas sus energías a la búsqueda de tal diagnóstico,
viéndose obligados a relegar el tratamiento a otras áreas determinantes para el adulto con
SW, como la autonomía y la independencia. Pero también hay que contemplar la
necesidad de que las familias reciban apoyos específicos para poder llevar a cabo sin
grandes traumas los objetivos de autonomía e independización y que deleguen en otras
personas y en sus propios hijos tareas que hasta el momento sólo ellos se consideran
capacitados para llevarlas a cabo.
El proceso de intervención parte de una evaluación inicial en la que se analizan las áreas
de capacidad y discapacidad, en particular las relativas a la comunicación y el lenguaje,
que presenta la persona con síndrome de Williams en relación con su contexto vital.
Como se ha podido ver a lo largo del capítulo 3, el proceso de evaluación es
multidimensional y complejo, dado que el lenguaje y la comunicación no constituyen un
módulo autónomo, sino que están estrechamente ligados al funcionamiento intelectual y a
las demandas adaptativas en distintos contextos.
La evaluación nos indica en qué áreas hay que centrar la intervención y cuáles
deberían ser las líneas fundamentales del planteamiento terapéutico, que establece los
objetivos relativos tanto en el plano de la comprensión, como en el plano de la expresión
en los diferentes niveles de análisis lingüístico (fónico, gramatical, semántico, pragmático
176
y comunicativo) y de la comunicación no verbal. El nivel de discapacidad de cada uno
puede ser variable, por lo que ni la evaluación será la misma para todos los casos, ni
tampoco los objetivos que se fijen para el programa de intervención, que deberá ajustarse
a las características propias de la persona.
Las personas evolucionan porque interactúan con los diferentes entornos y aprenden,
pero las trayectorias de desarrollo no siguen siempre la misma línea, ni los mismos ritmos
en todos los sujetos y todas las etapas de la vida. Una persona puede pasar por fases de
mayor o menor evolución y aprovechamiento de los aprendizajes. Por ello la evaluación
da una idea de cuál es el nivel de desarrollo en un momento dado, pero no indica un
estado permanente de la persona.
Cuadro resumen
177
b)Etapa escolar (7-18): la intervención se orienta a la consecución de los logros
educativos, principalmente aprendizaje de la lectura, sin abandonar los aspectos
lingüísticos y comunicativos, centrados en la comprensión del lenguaje y la
estructuración coherente de las producciones. Promoverá los aprendizajes
globales o simultáneos y secuenciales necesarios para establecer relaciones
adecuadas de causa-efecto y dar coherencia a la visión del mundo. Es
conveniente trabajar aspectos inferenciales y lenguaje figurado, con los distintos
sentidos que tienen las palabras.
c)Etapa adulta: la intervención se centra en los aspectos comunicativos, habilidades
sociales y otras conductas adaptativas dirigidas a la autonomía de la persona, la
vida en comunidad y la integración en el ámbito laboral. La intervención
logopédica sigue siendo importante en esta etapa, porque el lenguaje constituye
la herramienta decisiva para poder expresar sus experiencias, emociones y
conocimiento del mundo. Por tanto es recomendable trabajar tanto la
comunicación no verbal y los niveles paralingüísticos como el habla
conversacional y construcción del discurso.
El proceso de intervención conlleva evaluaciones periódicas a lo largo de todas las
etapas que nos permitirán adecuarlo a los distintos contextos, valorar la eficacia del
tratamiento y definir nuevos objetivos.
Nombre: Gontxal
Edad: 34 meses
178
biberón no suponía problemas. No ha utilizado chupete porque, según los padres, no
era capaz de sujetarlo con la boca.
Resultados:
Resultados:
Cuando Gontxal acude al centro por primera vez se encuentra en una fase de
imitación de sonidos y de aproximación a la palabra-frase. La comprensión de
palabras es escasa y no atiende a su nombre.Tampoco realiza gestos para pedir y
mostrar, ni gestos de asentimiento y negación.
•La estimulación de la zona bucolingual ha permitido que Gontxal sea ahora capaz
179
de emitir un conjunto de sonidos mucho mayor y que incluso emita
vocalizaciones con significado y de manera funcional con estructuras simples:
[mamá ta(3axá] (mamá está trabajando); [nene komé bí(3i] (el nene va a comer
el biberón), [a sentá kif (siéntate aquí), [ámo<a xubá] (vamos a jugar).
•En los momentos de juego realiza muchas vocalizaciones y es capaz de repetir gran
cantidad de palabras, aunque desconozca su significado en muchos casos.
•Los aspectos de la comprensión en el momento de la evaluación eran pobres;
comprendía algunas palabras de uso muy frecuente, pero era incapaz de señalar
los objetos. Durante el tiempo de intervención se ha conseguido que entienda y
realice órdenes simples como "da palmas", 'siéntate", "ven aquí', "da un beso a
la muñeca" y establezca algunos referentes de un grupo reducido de palabras.
•Se ha conseguido que sea capaz de indicar "sí' y "no" por medio del movimiento
de la cabeza, que realiza en situaciones comunicativas apropiadas a la vez que
también emite vocalmente ambos adverbios.
•Rechaza el juego con objetos que desconoce, pero se siente enormemente atraído
hacia juegos musicales. Su atención es plena cuando en las sesiones se utiliza
música. Ha incrementado su vocabulario gracias a canciones infantiles. Las
palabras que ha incorporado a su vocabulario se han ido identificando
visualmente y ahora es capaz de señalar en un libro o en su entorno muchas de
ellas.
•Le gustan los cuentos, especialmente el de Caperucita Roja. Es capaz de anticipar
la reacción del lobo cuando Caperucita le pregunta por sus orejas, manos y boca,
lo que permite ir introduciendo poco a poco aspectos de la función ejecutiva que
serán de importancia en edades posteriores y en la que hay dificultades
importantes. Muchos esquemas de las narraciones son repetitivos, lo que permite
a Gontxal "contar/repetir" partes de cuentos: [opaé opaé asa (3aé] ("soplaré y
soplaré y tu casa derribaré").
La intervención con Gontxal continuará enfatizando los aspectos relacionados con
gestos comunicativos, atención conjunta y atención en general, hoy por hoy uno de
los objetivos más importantes del programa de intervención, aunque se han obtenido
logros importantes en esta área.También deberá incidir en la categorización de los
objetos, acciones, cualidades y personas, en el incremento de vocabulario y de la
comprensión de palabras, así como en la introducción de elementos lingüísticos.
180
Se ha pedido a los padres que trabajen aspectos de la comunicación y lenguaje
con su hijo; para ello las recomendaciones han sido que le hablen con claridad y
siempre sobre acciones u objetos que estén presentes. Que señalen los objetos sobre
los que hablan o que le están pidiendo y que demanden de él que señale el objeto
con el que quiere jugar. Es importante que aprovechen las preferencias de Gontxal
para potenciar sus emisiones, la comprensión y el señalamiento. Han de utilizar la
música y la prosodia del habla para llamar la atención sobre las acciones y los
objetos y para realizar nuevos aprendizajes. Deben dar órdenes sencillas y preguntar
por las personas u objetos del entorno.
Nombre: Juan
La intervención con Juan comenzó a los seis años, después de una evaluación
exhaustiva (véase caso 2 del capítulo 3). Ha asistido con regularidad a tres sesiones
semanales de logopedia de 45 minutos cada una de manera individual. En el colegio ha
recibido apoyo logopédico tres días a la semana junto con dos niños más no afectados
por el síndrome de Williams.
Objetivos:
181
•Fonológico: mejorar aspectos relacionados con la articulación de sonidos y
aspectos fonológicos como omisión de silabas.
•Gramatical: incidir en aspectos de concordancia en el sintagma nominal
(determinantes, nombres y adjetivos); aumentar el uso de pronombres
personales, para referirse a él mismo y a los demás, así como de pronombres
reflexivos; introducir elementos de relación (preposiciones y conjunciones)
adecuados al contexto lingüístico; reducir las hiperregularizaciones verbales y
asentar los tiempos verbales; aumentar la longitud de sus emisiones.
•Léxico-semántico: aumentar la producción y comprensión de vocabulario básico y
cotidiano; introducir el uso adecuado de vocabulario espacial y temporal; facilitar
la descripción de situaciones, objetos, acciones y personas; comprensión de
instrucciones sencillas; trabajar la recuperación de palabras.
•Sociocomunicativo y pragmático: aumentar el contacto visual durante la
interacción; reducir los intentos por hablar de la ebanistería (tema de especial
interés para él); introducirle en el aprendizaje de normas de conducta social y
conversacional como esperar su turno y no interrumpir.
-Aspectos escolares
182
también de palabras poco habituales y bajo uso y pregunta por su significado
("¿qué es el eco?"). Las dificultades con los términos espaciales y temporales son
importantes, aunque el uso de los últimos ha mejorado. La comprensión de
palabras no ha mejorado en consonancia con la producción de vocabulario.
-Aspectos sociocomunicativos y pragmáticos: Por medio de instrucciones directas
ha conseguido mantener la mirada más tiempo con sus interlocutores; se ha
pactado con él un momento para hablar sobre ebanistería que él puede controlar
con un reloj, habiéndole indicado previamente dónde debe estar la manilla. Los
lapsos atencionales han aumentado sensiblemente y ello ha incidido en su
capacidad para mantener conversaciones, aunque ha de seguirtrabajándose este
aspecto. Las órdenes directas funcionan y él mismo realiza autoinstrucciones
para no interrumpir al otro. Por medio del trabajo de razonamiento lógico la
comprensión de la conversación y su intervención en ella empieza a obedecer a
relaciones de causa-efecto, que se intenta generalizar fuera del gabinete.
-Aspectos escolares: Es capaz de identificar las consonantes y las vocales y de leer
si1abas.A veces la correspondencia grafema-fonema le cuesta en la palabra pero
no al leer silabas sueltas CV. La comprensión es muy deficiente, pues no lee
palabras completas, sino silabeadas y sus problemas de atención le hacen olvidar
con facilidad las silabas previamente decodificadas de la palabra. Es preciso
seguir la intervención en los aspectos de la lectura, para lo que se deberá trabajar
en el futuro la conciencia fonológica en diferentes aspectos como rimas o
palabras que comiencen con la misma silaba o letra.
La compresión se ve más afectada. Las emisiones deben estar muy bien
contextualizadas para que pueda comprenderlas perfectamente. Las órdenes o
seguimiento de instrucciones las obedece bien, siempre y cuando no entren en juego
demasiados elementos espaciales o temporales. La comprensión de vocabulario sigue
siendo baja, aunque, con respecto a la evaluación realizada con 6 años, ha mejorado
en términos equivalentes a un año y medio.
A lo largo de este periodo de tratamiento los avances de Juan han sido notables,
aunque es recomendable que se continúe la intervención logopédica y se preste
183
especial atención a aspectos relacionados con el recuerdo, razonamiento lógico,
atención, lectura y vocabulario.
Nombre: Juan
La intervención logopédica con Juan comenzó a los seis años (véase caso 2.1). A
lo largo de este tiempo se han realizado varias evaluaciones (véanse los casos del
capítulo 3) y se ha continuado con la intervención. Desde hace un año se han
reducido las sesiones de logopedia a dos sesiones semanales de 45 minutos de forma
individual. En el colegio sigue recibiendo apoyo logopédico tres días a la semana.
184
Mejorar la fluidez lectora, la conciencia fonológica y semántica y la comprensión
lectora
185
Respecto a sus emisiones hemos trabajado la coherencia del mensaje y nos
hemos centrado en buscar los aspectos relevantes de lo quese está diciendo y la
capacidad para reorganizar la información. El manejo de secuencias lógicas con
inferencia de información que no está presente ha ayudado a mejorar su discurso y
la narración de historias; también el trabajo con vocabulario con varios significados
ha sido muy útil para poder mejorar estos aspectos. Se ha trabajado con imágenes y
con expresiones hechas que han tenido que contextualizarse y relacionase. Hemos
continuado la intervención en las normas básicas de la comunicación y a día de hoy
hemos conseguido que el respeto de turnos sea adecuado y que las interrupciones se
hayan reducido prácticamente en su totalidad. En general hemos logrado que mejore
el sentido global de las situaciones y experiencias propias y el razonamiento
subyacente.
186
Nombre: Esperanza
187
de trabajo y ello le provoca altos niveles de ansiedad, frustración y una dispersión y
baja atención que parecía tener conseguidas en el momentos de la evaluación.
A partir de los datos del entorno laboral, la preocupación de los padres y la propia
situación de Esperanza, se ha puesto en marcha un programa de habilidades sociales
junto con el centro ocupacional que accedió a colaborar en su integración reduciendo
el nivel de presión y demanda y ayudando a que pudiera establecer vínculos
afectivos.
188
Vocabulario y narración experiencia¡: la terapia logopédica se ha centrado en la
consecución de un vocabulario más amplio y relacionado con su campo de trabajo y
el establecimiento de referentes claros. Se ha trabajado vocabulario y razonamiento
abstracto, espacial y temporal. Las dificultades para narrar experiencias personales
han mejorado por medio del entrenamiento en la secuenciación lógica de
acontecimientos y la comprensión y planificación de situaciones sociales ficticias y
reales.A nivel de habla conversacional se ha hecho hincapié en la claridad
articulatoria inhibiendo en parte el farfulleo propio de un habla rápida y se han
trabajado aspectos relacionados con normas básicas de interacción que en su
mayoría han evolucionado correctamente salvo el mantenimiento del tema, que
deriva siempre hacia su preocupación por cómo hace las cosas y lo que piensan de
ella.
Preguntas de autoevaluación
189
3.Es importante fomentar las habilidades comunicativas en el síndrome de Williams
porque:
190
191
5.1. ¿Qué es el síndrome de Williams?
El diagnóstico es complejo y puede llegar a ser muy tardío. Inicialmente suele ser
detectado por los cardiólogos, quienes descubren un funcionamiento anormal del corazón
debido a un estrechamiento de la arteria aorta (estenosis aórtica supravalvular), aunque
no todos los recién nacidos presentan esta característica. En estos casos, el síndrome
puede ser diagnosticado precozmente. Si no se detectan alteraciones cardiológicas, que
pudieran revelar un posible caso de síndrome de Williams, los rasgos faciales
característicos, más marcados a partir de los 3 años, pueden conducir al diagnóstico; esta
vía tampoco permite detectar todos los casos, pues existen personas con la deleción
cromosómica que, sin embargo, no presentan los rasgos dismórficos usuales en el
síndrome de Williams; algunas de estas características faciales son: frente estrecha,
aumento del tejido alrededor de los ojos, nariz corta y chata (o antevertida), mejillas
protruyentes y caídas con región malar poco desarrollada, mandíbula pequeña, labios
gruesos, maloclusión dental y patrón de iris estrellado.
192
columna y bajo tono muscular general. También se han descrito complicaciones del
aparato digestivo como el estreñimiento y hernias inguinales y muchos padres refieren
dificultades con la comida y la alimentación en general. La incontinencia urinaria y
enuresis, así como problemas oftalmológicos como el estrabismo y la miopía y también
alteraciones del sueño y endocrinas, son manifestaciones clínicas que pueden observarse
en el síndrome de Williams.
A pesar de estos rasgos que se toman como base para la caracterización general del
síndrome de Williams, lo cierto es que las diferencias interindividuales son mayores de las
que inicialmente se habían descrito; esta variabilidad afecta tanto al genotipo, como al
fenotipo comportamental; es decir, podemos observar perfiles muy diferentes de
capacidades y discapacidades cognitivas, comunicativas y de adaptación social. El origen
de las diferencias observadas en cuanto a las características físicas y clínicas no se
conoce muy bien, atribuyéndose a distintas variantes genéticas y factores relacionados
con los contextos individuales de desarrollo.
193
característico del síndrome de Williams presenta una considerable asimetría entre áreas
de mayor y menor capacidad en distintas dimensiones cognitivas y comportamentales, de
tal manera que se suele hablar de un perfil atípico "con picos y valles". Los picos o
puntos fuertes se refieren a las áreas de sociabilidad, reconocimiento de caras, empatía,
sensibilidad musical, competencia gramatical y ciertos niveles de la memoria. Los valles o
áreas de mayor limitación se corresponden con la memoria e integración visoespacial, la
coordinación motora, el razonamiento y resolución de problemas, el cálculo numérico, la
adecuación social y el uso pragmático del lenguaje.
Junto con las limitaciones es necesario destacar las notables habilidades lingüísticas
que desarrollan y su alta motivación social, que no se encuentran habitualmente en otros
grupos con discapacidad intelectual. Sin embargo, no se puede considerar que el lenguaje
esté totalmente preservado en el síndrome de Williams. Numerosos estudios han
proporcionado datos que muestran que el lenguaje, aunque puede alcanzar un buen
desarrollo en ciertos niveles, como el fonológico o el gramatical, no está intacto en tales
niveles y presenta muchas limitaciones en otros relacionados con su uso adecuado para la
comunicación. Se debe, pues, ser cauto a la hora de considerar informaciones que se
refieren al síndrome de Williams a veces en términos de habilidades preservadas e incluso
superiores y valorarlo en términos de destrezas y discapacidades relativas. En este
sentido, las investigaciones actuales se centran en describir esta variedad de habilidades y
limitaciones para orientar la intervención, basando los apoyos en los puntos fuertes y
tratando de compensar así los de menor capacidad.
5.2.1. Infancia
194
1.Consulta de consejo genético. En el momento del diagnóstico los padres deben
recibir asesoramiento genético en una consulta donde se les explique qué es el
síndrome de Williams, las características genéticas y el mínimo riesgo de
ocurrencia en otros hijos. Esta consulta ha de ser multidisciplinar con la presencia
del genetista y el psicólogo que podrán aconsejar y derivar al paciente, si el
diagnóstico es temprano, a un centro de atención temprana donde se pueda llevar
a cabo un oportuno programa de estimulación con el niño para favorecer el
desarrollo y prevenir el riesgo de alteraciones en determinadas áreas que
requerirán una adecuada evaluación.
195
y para potenciar el aprendizaje. Siempre se debe partir del nivel base del niño para
incrementar progresivamente el nivel de dificultad, intentando fomentar la tolerancia a la
frustración que puede generarse en las sesiones de intervención. El programa de
tratamiento y los objetivos del mismo deben revisarse y reajustarse a partir de las
evaluaciones que permiten realizar un seguimiento exhaustivo del desarrollo del niño.
De los tres a los seis años, se extiende una segunda etapa de la infancia donde
posiblemente sea necesario continuar con el seguimiento cardiológico, medición de la
tensión arterial y neuropediátrico. Se realizará una evaluación del sistema genito-urinario
que incluirá una ecografía de riñones y vejiga, un análisis de la función renal y análisis de
orina. Asimismo debe valorarse la existencia de laxitud en las articulaciones, escoliosis o
cifosis e hipotonía muscular y una amplia valoración psicomotora y de funcionamiento
intelectual.
Ésta es la etapa de inicio de la escolarización y en ella los padres deben contar con
todo el apoyo psicopedagógico que ayude a la integración curricular de sus hijos. Uno de
los principales objetivos de cara a la educación de los niños con síndrome de Williams es
favorecer el buen ajuste de los padres a la situación y fomentar un patrón de
comunicación idóneo para que el niño se encuentre motivado a aprender y responder
activamente ante los estímulos del medio.
196
5.2.2. Niñez y adolescencia
En esta etapa es necesario continuar con los exámenes clínicos periódicos por parte de
los servicios médicos correspondientes de cardiología, valoración del crecimiento,
oftalmología, estudio de la funcionalidad renal, neurología para valorar el grado de
hipertonía e hiperreflexia, entre otros. A lo largo de esta etapa de los seis a los dieciocho
años, el niño está escolarizado en distintos niveles y es crucial que exista una buena
comunicación entre los padres y el personal que lleva a cabo los apoyos educativos con
los niños. Los aprendizajes escolares y la comunicación con los compañeros cobran una
gran importancia en estos años y precisan del apoyo logopédico para promover su
desarrollo. En muchas ocasiones, los niños sufren picos de ansiedad o conductas
compulsivas que precisan tratamiento psicológico. En la adolescencia este apoyo
psicológico debe ser continuado, con el fin de evitar posibles aislamientos que a veces
conducen a estados depresivos en las personas con síndrome de Williams. En esta fase es
primordial promover la independencia y autoestima de la persona con síndrome de
Williams. Es muy posible que se manifiesten estados y conductas de inestabilidad
emocional, por lo que es necesario llevar a cabo programas que favorezcan el autocontrol
de las emociones con el fin de evitar frustraciones y situaciones ansiógenas. Ante
estímulos que puedan afectar especialmente al niño, por su hipersensibilidad ante los
ruidos, por ejemplo, muy comunes en las aulas, se puede anticipar y advertir al niño del
ruido. Cuando el niño persevera de forma repetitiva en ciertos temas, la mayoría de las
veces relacionados con sus fobias, se debe aplicar un programa con estrategias adecuadas
y dirigidas a minimizar la ansiedad.
La vida adulta supone una fase con nuevas oportunidades para crecer. Es necesario
continuar el apoyo logopédico a las personas con síndrome de Williams ya que los
problemas de comunicación y lenguaje, tanto de comprensión como de expresión,
persisten y afectan a muchos aspectos relacionados con la independencia, inserción
laboral y participación social de los que depende el desarrollo y el bienestar del adulto
con síndrome de Williams.
197
laborales que les provocarían la aparición de fobias y preocupaciones hacia los estados
emocionales ajenos. No se pueden adaptar a tareas que demanden agilidad o rapidez, ya
que tienen un ritmo de ejecución más lento y dificultades en la toma inmediata de
decisiones. Por el contrario, se aconsejan actividades relacionadas con todo aquello que
potencie las relaciones sociales y el cuidado de otras personas.
Como se ha ido viendo a lo largo de los capítulos precedentes de esta guía, el síndrome
de Williams es una alteración genética que muestra un perfil atípico de discapacidades y
destrezas. Entre las áreas de mayor capacidad se encuentra la competencia lingüística,
que sobresale frente a determinadas áreas cognitivas, como la cognición espacial. En
relación con otras poblaciones con discapacidad intelectual con las que se ha comparado,
como los síndromes de Down o de X-frágil, podemos observar que tienen ventaja en
ciertas habilidades lingüísticas a la hora de articular el habla y producir oraciones
complejas.
El apoyo al desarrollo del lenguaje será tanto más eficaz y provechoso cuanto antes
198
sea implementada. El diagnóstico temprano permite que el niño sea derivado a los
centros de atención temprana, donde se lleva a cabo una estimulación adecuada a las
necesidades específicas del niño con síndrome de Williams. En el caso de los aspectos
relacionados con el lenguaje y la comunicación, la atención se centra en la consecución
de los prerrequisitos e hitos iniciales del desarrollo en un primer momento (0-3 años) y,
posteriormente, en los aprendizajes más lingüísticos de gramática y vocabulario, sin
olvidar su uso comunicativo, para lo cual es importante lograr un control adecuado de la
atención. El retraso en la aparición de las primeras palabras, así como de otros hitos
lingüísticos y no lingüísticos, unido al de habilidades motoras y visoespaciales, así como
su nivel de funcionamiento cognitivo, deben ser especialmente tenidos en cuenta por los
especialistas de los centros de atención temprana.
Con la incorporación de los niños al sistema educativo a partir de los tres años,
muchos aspectos que se trabajaban en los centros de atención temprana pasan a
desarrollarse en los colegios por los equipos psicopedagógicos correspondientes, que
complementarán la estimulación orientada al ámbito educativo. Las ayudas deberán
incluir atención logopédica a todos los niños con síndrome de Williams, especialmente
decisiva en la etapa de Educación Infantil (El), entre los tres y los seis años, dado que el
lenguaje de los niños con síndrome de Williams pasa por su periodo de desarrollo más
importante en estas edades. El apoyo logopédico en esta etapa favorecerá mayores
niveles de desarrollo lingüístico para afrontar los aprendizajes escolares, en particular la
lectura, que es un instrumento básico para progresar en los distintos niveles educativos.
Desde la detección inicial hasta los seis años, e incluso hasta la primera adolescencia,
es recomendable que la intervención logopédica sea fundamentalmente individual, debido
al interés desmedido que loa niños con síndrome de Williams muestran hacia todo tipo de
estímulos sociales, que sirven como poderosos distractores en las tareas específicamente
dirigidas a desarrollar el lenguaje y que requieren un tipo de atención localizado.
199
4.Contar y recordar cuentos
6.Pedir que recuerde series de palabras para estimular la memoria a corto plazo
7.A partir de unos pocos elementos (visuales o auditivos) pedirle que los organice,
facilitando la estructuración ordenada y la atribución de sentido a partir de
situaciones cotidianas y rutinarias frecuentes, por ejemplo, la hora de comer, la
hora del baño, juegos que le gusten)
Los niños con necesidades educativas especiales deben someterse a una evaluación
de sus capacidades para establecer el modelo de escolarización más adecuado a sus
características. Esta evaluación la realizan habitualmente los equipos psicopedagógicos
que determinan el tipo de centro educativo, en función de los recursos humanos y
materiales con que debe contar el centro para facilitar el aprendizaje de los niños.
A pesar de las posibles excepciones por las diferencias interindividuales que resultan
de la valoración de las necesidades de cada niño por parte de los equipos
psicopedagógicos, el tipo de centro habitual y más adecuado en el que se escolariza
inicialmente a un niño con síndrome de Williams suele ser un centro ordinario (público o
concertado) en régimen de integración, en el que suele permanecer hasta el comienzo de
la Enseñanza Secundaria, momento en el que los desfases curriculares pueden ser
200
bastante grandes, lo que a veces provoca frustración en el niño con síndrome de
Williams. También hay casos en los que el niño finaliza su escolarización en un centro
ordinario y pasa a algún módulo de Formación Profesional. Sin embargo, en muchos
casos a partir de los 14 años se opta por una educación de régimen especial.
Sin embargo, se trata de evaluaciones inespecíficas que suelen pasar por alto muchas
alteraciones del lenguaje y la comunicación responsables de los problemas de aprendizaje
de los niños con síndrome de Williams.
1.En los inicios tardíos del lenguaje se observan problemas en el nivel fonológico con
frecuentes errores que, si no se tratan en los primeros años de la edad escolar,
pueden permanecer a lo largo del tiempo en forma de mala pronunciación de las
palabras que dificulta la comprensión.
201
el problema", "se cayó el coco del cocotero") y entrenar a las personas con
síndrome de Williams en la flexibilidad que las palabras tienen en su uso
comunicativo, para no mantenerse fijados en un único significado (p. ej., sierra
puede tener dos significados: instrumento para cortar o cadena de montañas).
4.La mayor atención y la más continuada a lo largo del desarrollo y en la edad adulta
la requiere el nivel pragmático del lenguaje, es decir, el uso que se hace de la
lengua en distintas situaciones de interacción comunicativa y aprendizaje. Se debe
incidir en aspectos relacionados con la toma de turnos, respeto de pausas
comunicativas, mantenimiento y cambio de tema, inhibición de la perseveración
temática, relevancia informativa y aspectos no verbales de la comunicación, como
mirar al interlocutor, orientarse al interlocutor, no usar una intensidad elevada de
voz.
202
Desde el punto de vista de los aprendizajes que deben alcanzarse en el ámbito
educativo es importante presentar las tareas muy estructuradas y de forma variada, pues
ello repercute en la reducción del nivel de demanda de la tarea y favorece la atención.
Por otro lado, ha de insistirse en la relación entre los conocimientos aprendidos, que han
de ser significativos y funcionales.
Después de la etapa escolar no suelen ser habituales los apoyos logopédicos que, sin
embargo, en su dimensión pragmática, resultan imprescindibles para el desarrollo de
habilidades comunicativas y la autonomía en el entorno laboral y la participación social.
Por lo tanto, debe insistirse en la necesidad de intervención en la edad adulta que
estimule la comunicación y compense una cierta tendencia a la reducción de las
relaciones sociales y al aislamiento que se aprecia en los jóvenes con síndrome de
Williams a partir de la adolescencia tardía. Este apoyo les permite mejorar su autoestima
en unos momentos en que adquieren conciencia de ser diferentes a los demás y perciben
el rechazo que a veces expresan sus iguales. Es conveniente, pues, reforzar e
implementar en este periodo programas de logopedia y de apoyo psicológico que
conduzcan al desarrollo de habilidades de interacción con los demás, que faciliten
también su autonomía, disminuyan la dependencia de sus familias y faciliten las
relaciones con los demás.
Esta tendencia al aislamiento está más relacionada con las circunstancias adaptativas
203
que con una disminución de la motivación social, por lo que no significa que no disfruten
de su integración en grupos de ocio, ni que rechacen las relaciones con los demás, sino
que precisan de mayores oportunidades y espacios para desarrollarlas. Por ello es muy
adecuado integrar a la persona en grupos de ocio y tiempo libre o en reuniones de grupo
en que se atiendan aspectos relacionados con habilidades sociales y comunicativas. La
intervención logopédica en personas adultas con síndrome de Williams, en relación con la
comunicación y las habilidades sociales, debería pasar por un trabajo previo con los
padres que, en muchos casos, sobreprotegen a sus hijos y les restan oportunidades de
desarrollarlas adecuadamente, por temor a que les pase algo a sus hijos. Un programa
adecuado de intervención con ellos y con sus hijos rebaja los niveles de ansiedad en este
sentido que no favorecen la autonomía personal.
Se ha insistido mucho a lo largo de esta guía en que el desarrollo a todos los niveles
se produce a lo largo de toda la vida, con objetivos que van cambiando en relación con
las demandas de cada contexto y situación. A veces los padres, y también los profesores,
tienden a pensar que, más allá de cierta edad, se alcanza un estadio final de desarrollo y
que sus hijos han aprendido ya todo lo que son capaces de asimilar, lo que supone en sí
un obstáculo más a los procesos de desarrollo que necesariamente tienen que seguir
atravesando las personas con síndrome de Williams. El derecho al aprendizaje a lo largo
de toda la vida, que está actualmente reconocido para todas las personas, es fundamental
para las personas con discapacidad y resulta necesario apoyarlas en función de sus
necesidades en cada momento. En este sentido, enseñarles a usar funcionalmente el
lenguaje y a comunicarse adecuadamente en los distintos contextos de su vida cotidiana
es un medio necesario de promover su desarrollo y bienestar.
www.sindromewilliams.org
www.aswa.es
Ávila: www.sindromedewilliams.es/index.php
204
Asociación Gallega (ASWG)
www.perso.wanadoo.es/avsw
Asociación Alemana
http://w-b-s.de/
Asociación Americana
www.williams-syndrome.org
Asociación Argentina
http://cablemodem.fibertel.com.ar/aasw/index.html
Asociación Belga
www.syndromedewilliams.be
Asociación Brasileña
www.swbrasil.org.br/site/
Asociación Canadiense
caws.sasktelwebhosting.com
Asociación Danesa
www.williams-syndrom.dk
Asociación Francesa
www.autourdeswilliams.org
Asociación Húngara
www.williams.ngo.hu
205
Asociación Italiana
www.wsfs.it
Asociación Irlandesa
http://www.wsai.ie/
Asociación Japonesa
www003.upp.so-net.ne.jp/Williams/
Asociación de Portugal
www.aswp.pt
www.williams-syndrome.org.uk
Asociación Sueca
www.williams-syndrom.se
Asociación Suiza
www.williams-syndrome.ch
www.feaps.org
www.euwilliams.org
www.enfermedades-raras.org/
Fundación SW
206
www.wsf.org
www.mtas.es
207
208
209
210
211
Lecturas recomendadas
Lens, M.; Garayzábal, E.; Fernández, M.; Sampaio, A. (2009). Estimulamos la atención:
Programa de estimulación en el SW y en patologías afines. EOS. Madrid.
Bibliografía
Bellugi, U. y St. George, M. (eds.) (2001). Journey from cognition to brain to gene:
Perspectives from Williams synndrome. MIT Press. Cambridge.
Bellugi, U., Marks, S., Bihrle, A. y Sabo, H. (1988). Dissociation between language and
cognitive function in Williams syndrome. En D.Bishop y K.Mogford (Eds.),
Language development in exceptional circumstances. Edimburgo, Churchill
Livingstone.
212
a Child with Williams Syndrome. TEACHING Exceptional Children Plus Volume 1,
Issue 1, Sept.
Dykens, E.; Finucane, B.; Gayley, C. (1997). Brief report: cognitive and Behavioral
Profiles in persons with Smith-Magenis Syndrome. Journal of Autism and
Developmental Disorders, 27(2): 203-211.
Goncalves, O. F., Pérez, A., Henriques, M., Prieto, M., Reis Lima, M., Fuster Siebert,
M. y Sousa, N. (2004). Funcionamiento congnitivo e producao narrativa no
Síndrome de Williams: congruencia ou dissociacao neurocognitiva? International
Journal of Clinical and Health Psychology. Volumen 4, n.° 3: 623-638.
Karmiloff-Smith, A., Grant, J., Berthoud, l., Davies, M., Howlin, P. y Udwin, 0. (1997).
213
Language and Williams syndrome: How intact is «intact»? Child Development, 68,
274-290.
Karmiloff-Smith, A., Brown, J. A., Grice, S. y Paterson, S. (2003). Dethroning the Mith:
Cognitive Dissociation and Innate Modularity in Williams syndrome. Developmental
Neuropsychology, 23, 227-242.
Prader, A., Labhart, A. y Willi, H. (1956). Ein Syndrome von Adipositas, Kleinwuchs,
Kriptorchismus und Oligofrenie nach myotonieartigem Zustandim Neugeborenenalter.
Schweiz Med Wochenschr; 86: 1260-1261.
Rossen, M., Klima, E. S., Bellugi, U., Bihrle, A. y Jones, W. (1996). Interaction between
language and cognition: Evidence from Williams syndrome. En J.H.Beitchman,
N.Cohen, M.Konstantareas y R.Tannock (Eds.), Language, learning, and behavior
disorders: Developmental, biological, and clinical perspectives (pp. 367-392). Nueva
York, Cambridge University Press.
214
Smith, A. C., McGavran, L., Robinson, J. et al (1986). Interstitial deletion of (17)
(pll.2pll.2)i n nine patients. Am J Med Genet; 24: 393-414.
Vicari, S., Bates, E., Caselli, M. C., Pasqualetti, P., Gagliardi, C., Tonucci, F. y Volterra,
V. (2004). Neuropsychological Profile of Italians with Williams syndrome: An
Example of a Dissociation Between Language and Cognition? Journal of the
International Neuropsychological Society, 10, 862-876.
Volterra, V., Capirci, O., Pezzini, G., Sabbadini, L. y Vicari, S. (1996). Linguistic abilities
in Italian children with Williams syndrome. Cortex 32: 663-677.
VV. AA. (2000). Libro Blanco de la Atención Temprana. Real Patronato de Prevención y
de Atención a Personas con Minusvalía. Madrid.
215
Índice
Capítulo 1. El síndrome deWilliams 18
1.2. Características generales del síndrome de Williams 22
1.3. El SW en el contexto de los trastornos del lenguaje 23
1.3.1. Trastorno Específico del Lenguaje (TEL) 24
1.3.2. Trastorno Pragmático del Lenguaje (TPL) 26
1.3.3. Lesionados del Hemisferio Derecho (LHD) 28
1.4. El síndrome de Williams en el contexto de la Discapacidad
29
Intelectual
1.4.2. Criterios diagnósticos del DSM-IV-TR 32
1.4.3. La comparación entre síndromes genéticos específicos 33
1.5. Epidemiología 45
Cuadro resumen 47
Caso Clínico 48
Preguntas de autoevaluación 50
Capítulo 2. Etiología y características fenotípicas 52
2.1.2. Aspectos médicos 54
2.1.3. Rasgos faciales 56
2.1.5. Características neuroanatómicas 56
2.2.2. Desarrollo lingüístico 61
2.2.3. Desarrollo socio-afectivo 72
Capítulo 3. Evaluación 79
3.2. Estructura de la evaluación 82
3.3. Metodología de la evaluación 83
3.4. Áreas de evaluación 85
3.4.1. Funcionamiento intelectual 86
3.4.2. Conducta adaptativa 90
3.4.3. Lenguaje y comunicación 93
3.5. Evaluación de las etapas del desarrollo 102
216
3.6. Elementos complementarios 103
Capítulo 4. Tratamiento 1. Guía para el terapeuta 119
4.2. Tratamiento en la etapa temprana 123
4.2.2. Objetivos: apoyo a los procesos básicos de desarrollo y
128
socialización
4.2.3. Pautas de tratamiento 131
4.2.4. Apoyos complementarios 142
4.3. Tratamiento en la etapa escolar 144
4.3.2. Aspectos educativos 145
4.3.3. Objetivos: apoyo a los aprendizajes escolares y la
147
integración
4.3.4. Pautas de tratamiento 149
4.3.5. Apoyos complementarios 161
4.4. Tratamiento en la etapa adulta 164
4.4.2. Objetivos: participación social e inserción laboral 164
4.4.3. Pautas de tratamiento 166
4.4.4. Apoyos complementarios 175
4.5. Evaluación y seguimiento de la intervención 176
Capítulo S.Tratamiento H.Guía para los padres 190
5.2. ¿Cómo actuar a lo largo del desarrollo? 194
5.2.1. Infancia 194
5.2.2. Niñez y adolescencia 196
5.2.3. Edad adulta 197
5.3. ¿Por qué es importante la intervención logopédica? 198
5.4. Relación de Asociaciones SW en España y en el mundo 204
217