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La Formacion de La Marina Española en El Siglo XVIII

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LA FORMACIÓN DE LA MARINA

ESPAÑOLA EN EL SIGLO XVIII


Jesús Pradells Nadal

A lo largo de todo el siglo XVIII


el Ejército y la Marina fueron
instrumentos fundamenta-
les de la política exterior. El
Ejército constituía el elemento vertebral del
poder militar de las monarquías europeas,
mientras que, por lo general, las escuadras
navales debían dar cobertura a las operacio-
nes de transporte de tropas, salvaguardar
las rutas de abastecimiento, contribuir a las
operaciones de bloqueo y procurar causar
el mayor daño posible al comercio marítimo
de los enemigos. A pesar del crecimiento
del poder naval inglés, en las cancillerías eu-
ropeas permaneció arraigada la idea de que
la guerra naval, a diferencia que la protago-
nizada por los ejércitos, era mucho menos
eficaz en cuanto no se traducía en ningún
dominio territorial efectivo.
Felipe V, detalle del
En el caso español, gran parte de los jui- cuadro de Van Loo
cios acerca de la evolución de la Marina en el (Palacio Real de la
siglo XVIII aparecen condicionados por la Granja, Segovia).
valoración que ha merecido el conjunto de
la política desarrollada por los soberanos de crecimiento económico y de considerables
la casa de Borbón. Así, el casi medio siglo en progresos para el conjunto de la monarquía,
que Felipe V rigió los destinos de la monar- fue también un período de incremento del
quía (1700-1746), representó la época en poder naval, la época dorada de la Marina
que se sentaron las bases económicas, pro- española, que llegaría a alcanzar el máximo
ductivas e institucionales que permitieron de sus efectivos en los primeros años del rei-
el decidido impulso que las fuerzas navales nado de Carlos IV (1788-1808). Finalmen-
españolas tuvieron de la mano del marqués te, el impacto que produjeron la Revolución
de la Ensenada durante el período del «pa- Francesa y las guerras napoleónicas de fin
cifista» Fernando VI (1746-1758). El reina- de siglo vendría a ilustrar las debilidades
do de Carlos III (1758-1788), una época de estructurales de la monarquía, de manera

Jesús Pradells Nadal pp. 44-58 45


la formación de la marina española en el siglo xviii

Batalla de Trafalgar
(grabado de la
Biblioteca Nacional,
Madrid).

que los desastres del cabo de San Vicente tal modo los intereses de ambas naciones,
(1797) y de Trafalgar (1805) han sido con- que el servicio en ejército y marina era co-
siderados como el epitafio del período ex- mún, y comunes eran también los premios
pansivo que había vivido la Marina española y las recompensas» (Pavía, II, p. 65). No es
durante el siglo de la Ilustración. pues de extrañar que durante la Guerra de
Sucesión el auxilio militar de Luis XIV a
Felipe V tuviese que hacerse también ex-
FELIPE V Y LA MARINA tensivo al mar. Fue la escuadra del almirante
D’Estrées la que condujo a Felipe V a sofo-
La mayor parte de los diagnósticos acerca car la sublevación de Nápoles, y fueron bu-
del estado de las fuerzas navales de la mo- ques franceses los encargados de proteger
narquía a principios del setecientos resultan las rutas de comunicación con América, en
coincidentes. Al comenzar el siglo XVIII, ocasiones con pérdidas importantes como
la situación en que se encontraba la Marina en la bahía de Rande (1702). La superio-
era interpretada como un reflejo y una con- ridad de las escuadras anglo-holandesas se
secuencia del estado de «decadencia» y de puso también de manifiesto en el combate
postración general en que se encontraba la naval de Málaga (1704), momento desde el
monarquía española. A pesar de las diferen- que ejercieron el dominio efectivo del mar
tes disposiciones adoptadas durante el rei- hasta los Tratados de Utrecht. Todavía en
nado de Carlos II, entre las que destaca el 1714 fue necesario el auxilio de Francia para
reglamento de los asientos para la construc- llevar a cabo el bloqueo de Barcelona, una
ción de buques, las fuerzas navales en los operación para la que fue preciso adquirir
primeros compases del nuevo siglo apenas veintiún buques, parte de los cuales permi-
estaban compuestas por unos contingentes tieron un año más tarde el transporte de las
exiguos: diecisiete galeones, ocho fragatas, tropas del marqués de Ledé, encargadas de
cuatro brulotes y siete galeras. «Cuando la recuperación de Mallorca (1715). Hasta
Luis XIV Rey de Francia –escribía el eru- esas fechas, según la relación de los Buques
dito Martín Fernández de Navarrete– quiso de Guerra de la Armada sólo se incorpora-
asegurar los derechos de su nieto Felipe V ron a las fuerzas navales de Felipe V nueve
a la corona de España, procuró estrechar de navíos, de los que tres fueron construidos

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jesús pradells nadal

en La Habana y uno en Pasajes, mientras novada en sus aspectos organizativos y con


que los restantes fueron adquiridos en Gé- una nómina de oficiales inflacionada. Por
nova y a particulares. el contrario, la Marina disponía de pocos
Los Tratados de Utrecht, firmados en el efectivos y un cuadro de mandos improvi-
mismo año del nacimiento de Jorge Juan, sado. Para mantener el rango de reputación
significaron el reconocimiento internacio- en el contexto de las potencias europeas era
nal de Felipe V como rey de una corona necesario disponer de un ejército eficaz y
desposeída de sus antiguos dominios en constituir unas fuerzas navales capaces de
los Países Bajos y en Italia, al tiempo que sustentar los objetivos dinásticos de la co-
mantenía prácticamente intacto su imperio rona, contribuir a la defensa de un vasto im-
colonial. A las ventajas territoriales conce- perio transoceánico y asegurar en la medi-
didas a los ingleses en Gibraltar y Menor- da de lo posible la seguridad del comercio
ca se unían también las posibilidades que, colonial.
bajo la cobertura del «navío de permiso», se De acuerdo con los principios de una po-
abrían a Inglaterra para burlar el monopolio lítica de reputación, la recuperación de los
comercial en América, se reconocía también dominios en Italia se convirtió, desde 1715,
de facto el monopolio del tráfico de esclavos en el principal eje de la acción exterior del
por medio del asiento de negros a favor de gobierno del cardenal Alberoni. «El acceso
la South Sea Company, y no tardaría en po- de Alberoni a los asuntos de estado fue la
nerse sobre el tapete la restricción a la activi- señal –escribía Desdevises du Dezert– del
dad de los pescadores vascos en Terranova renacimiento de la marina española». En ese
(1715). contexto se inscribieron las campañas con-
Al concluir la Guerra de Sucesión en tra Cerdeña (1717) y Sicilia (1718), años
España, Felipe V contaba con una máquina en los que, a pesar de haberse iniciado ya
militar de considerables proporciones, re- una política destinada a fortalecer la Marina

Plano de Gibraltar
en 1705
(Archivo Histórico
Militar, Madrid).

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la formación de la marina española en el siglo xviii

al concierto europeo. No obstante, la capa-


cidad de recuperación de la organización
naval se puso de manifiesto en la operación
llevada a cabo por la escuadra al mando
de Carlos Grillo, que transportó a las tro-
pas destinadas a levantar el sitio de Ceuta
(1720).
Para nadie era un secreto que la consti-
tución de una Marina de guerra requería la
conjunción de recursos naturales, manufac-
tureros, tecnológicos y de capital humano
que no era posible improvisar. Eran preci-
sos recursos forestales, fundiciones, fábricas
de velamen y cordelería, breas y alquitranes,
puertos y arsenales, constructores y oficia-
les cualificados, marinería experimentada,
artilleros y personal de maestranza capaces
de mantener la máquina de guerra más so-
fisticada y compleja de la época.
El principal artífice de los esfuerzos rea-
lizados en la reorganización de las fuerzas
navales fue José Patiño, quien, en 1717, re-
unió en su persona, primero los cargos de
Intendente General de Marina y Ejército y
de presidente del Tribunal de Contratación
José Antonio real desde el punto de vista de la gestión ad- de Indias y, posteriormente, tras el parénte-
de Gaztañeta e ministrativa, fue necesario recurrir a la ad- sis que siguió a la caída del abate Alberoni,
Iturribalzaga quisición, alquiler y requisa de buques que el de Secretario de Marina e Indias (1726-
(1656-1728)
permitiesen transportar y abastecer las tro- 1736). La obra de Patiño, y de su sucesor
(óleo de la colección
Casa Arrietakua pas. Para la campaña de Sicilia se reunieron José del Campillo y Cossio (1741-1743)
en Motrico, veintidós navíos, tres mercantes armados, se centró en torno a dos grandes objeti-
Guipúzcoa). cuatro galeras, una galeota y dos balandras, vos: «…la fundación de grandes arsenales
que dieron escolta a unos trescientos bu- capaces de construir las unidades de línea
ques de transporte. necesarias para la Armada y la creación de
Las pérdidas sufridas por la escuadra de instituciones capaces de proveer a las em-
Gaztañeta en cabo Passaro, en agosto de barcaciones de guerra del personal cuali-
1718, que fueron cifradas en dieciséis bu- ficado precisos para sostener una intensa
ques de guerra, y posteriormente la de otras actividad bélica en las aguas de los cinco
ocho unidades más en el estrecho de Mesi- continentes» (Martínez Shaw y Alfonso, pp.
na (1719), así como la destrucción por los 251-256). El Secretario de Estado Patiño se
ingleses de los navíos que por entonces se configura pues como el primer gran gestor y
fabricaban en los astilleros de Pasajes y San- artífice de la recuperación naval española, a
toña, representaron un serio contratiempo la par que hubo de afrontar el reto de inten-
para los planes de fortalecimiento naval. tar compatibilizar las exigencias inmediatas
La rápida reacción militar de la Cuádruple requeridas por las ambiciones dinásticas en
Alianza concluyó finalmente con la vuelta Italia con el fortalecimiento de los instru-
al statu quo establecido en Utrecht con la mentos dirigidos a frenar el expansionismo
caída de Alberoni y la adhesión de Felipe V colonial de Inglaterra.

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jesús pradells nadal

La política de reconstrucción naval im- más sistemática. La real cédula de catorce de


pulsada por Patiño permitió llevar a cabo la febrero de 1714 introdujo la denominación
reconquista de Orán en 1732 con el sopor- de Armada Real y suprimió las escuadras de
te de las escuadras del mando de Francisco los reinos y sus denominaciones particula-
Cornejo, y sostener la política mediterránea res, con excepción de las Armadas de Ga-
de Felipe V para el establecimiento del in- leras y de la de Barlovento. En 1715 se creó
fante don Carlos en Nápoles en el contex- la secretaría de Estado de Guerra y Marina
to de la Guerra de Sucesión de Polonia, a y, en 1717, se estableció el cargo de Inten-
la vez que prestar también una atención dente General de Marina. Ese mismo año se
creciente a la protección del espacio y del creaba también la Academia de Guardiama-
comercio americanos. En 1735, cuando el rinas de Cádiz, destinada a la formación de
joven Jorge Juan es nombrado teniente de oficiales y, en 1725, se publicaba la Instruc-
navío para pasar a formar parte de la expe- ción del Cuerpo del Ministerio.
dición franco-española para la medición Durante la primera mitad del siglo, es-
de un grado del meridiano terrestre (1735- pecialmente con José Patiño hasta 1736,
1742), la Marina real disponía de treinta con su sucesor al frente de la secretaría de
y cuatro navíos, nueve fragatas y dieciséis Marina, José del Campillo, y con Ensenada
buques de diferentes tipos, según las esti- desde 1743, se fueron ensayando diferen-
maciones de Rodríguez Villa (Rodríguez tes medidas de organización y gestión de la
Villa, p. 187). Marina. Un proceso de reformas que se ha
Desde 1714, las reformas tendentes a ra- contemplado en ocasiones como una adap-
cionalizar la organización de las escuálidas tación de los modelos administrativos y de
fuerzas navales, tanto en el plano de la ges- organización franceses y británicos. Así,
tión político-administrativa, como en el re- para Olesa Muñido, que se hacía eco de una
lativo a la construcción y formación de ofi- rancia tradición, la Marina española sufrió
ciales comenzaron a desarrollarse de forma un proceso de «afrancesamiento» mediante

Plano y vista del


puerto y bahía
de Cádiz
(Museo Naval,
Madrid).

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la formación de la marina española en el siglo xviii

los astilleros, asegurar los asientos o con-


tratos para la construcción de los buques,
y para procurar también las levas de mari-
neros en las distintas provincias marítimas.
La construcción naval se había localizado
tradicionalmente en los puertos cantábricos
–Pasajes, Orio y Guarnizo– en los que se
botaban las embarcaciones de mayor por-
te, mientras en las playas mediterráneas se
construía en Barcelona, San Feliú, Arenys,
Mataró o Sitges.
A mediados del reinado de Felipe V, a
instancias de Patiño, se establecieron arse-
nales en cada una de las cabeceras de las
zonas navales. En 1724 se creó el arsenal de
La Carraca, desde 1727 La Graña acogió el
arsenal de Ferrol, hasta que fue trasladado
en 1750 a Esteiro por orden del marqués
de la Ensenada. En 1731 comenzaron las
obras del arsenal de Cartagena, cuyos pri-
meros muelles comenzaron a construirse en
1739, y cuyas obras se prolongarían hasta
1782. Muy activos a lo largo de todo el si-
glo XVIII fueron los astilleros americanos,
especialmente el de La Habana, en el que se
produjo alrededor de un tercio de los navíos
fabricados entre 1715 y 1759.
Juan José Navarro el plagio de las formas de organización del El Almirantazgo (1737-1748) fue el ins-
de Viana y Búfalo país vecino, puesto que, desde 1717, la re- trumento que permitió a Ensenada llevar a
(1687-1772), copia forma «fue llevada a efecto prescindiendo cabo una decidida política de organización
de Rafael Tejeo
totalmente de lo que la Marina española ha- de la Armada desde su puesto de secreta-
(Museo Naval,
Madrid). bía sido…, pero adaptándose en todo a lo rio del infante don Felipe. Tras la muerte de
que la Marina francesa era» (Olesa, II, p. Campillo, en 1743, Zenón de Somodevilla
1213). Por el contrario, el establecimiento se hizo cargo de las secretarías de Hacienda,
del Almirantazgo, en 1737, venía a repre- Guerra, Marina e Indias, lo que, a la postre,
sentar, en opinión de Merino Navarro, un vino a significar el languidecimiento y su-
calco de la organización inglesa en un in- presión de esta institución.
tento de importar una institución de efica- La última década del gobierno de Felipe V
cia probada en el caso británico (Merino, estuvo condicionada en el plano de la políti-
p. 18). ca exterior por la convergencia de la guerra
Entre las medidas de racionalización ad- de la Oreja de Jenkins (1739) y de la guerra
ministrativa y de gestión se introdujo, en de sucesión de Austria (1740-1748). En el
1726, una división en tres grandes circuns- contexto de la primera, un conflicto de or-
cripciones: Cádiz, El Ferrol y Cartagena, den colonial con Inglaterra, los mecanismos
departamentos que, a su vez, fueron subdi- defensivos del territorio americano, todavía
vididos en veintidós provincias marítimas. basados más en la fortificación del territorio
De forma simultánea se fueron adoptando que en la capacidad operativa de las escua-
también medidas para organizar y potenciar dras navales, permitieron que, a pesar de las

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jesús pradells nadal

diferentes operaciones desencadenadas por EL MARQUÉS DE LA ENSENADA Y


las escuadras británicas contra La Habana, LA ARMADA
Panamá, La Florida, La Guaira y Puerto Ca-
bello, sólo tuviera resultado positivo el asalto En 1743 fue llamado a ocuparse de la di-
a Portobelo por Vernon en 1739. Durante la rección de las secretarías de Guerra, Gracia
segunda, las escuadras reales desempeñaron y Justicia, Marina e Indias y Hacienda don
en el Mediterráneo un papel esencial en las Zenón de Somodevilla, ahora titulado mar-
funciones de transporte y abastecimiento de qués de la Ensenada, mientras la primera
las tropas destinadas en el frente de Italia. Secretaría de Estado continuaba en manos
La suerte de la Armada en el Mediterráneo de Carvajal y Lancáster. Dueño de la posibi-
resultó adversa, puesto que se saldó con lidad de coordinar todos los esfuerzos bajo
graves pérdidas para la escuadra del mando su autoridad, la Marina se convierte en uno
de Juan José Navarro frente a la inglesa del de los principales ejes del «proyecto refor-
almirante Matthews, en 1744. mista del marqués de la Ensenada»; sin em-
Dos años después de la muerte de Felipe bargo, la fortuna no favoreció sus primeros
V, la Paz de Aquisgrán volvía a reorganizar pasos. A pesar del enorme esfuerzo desple-
el statu quo de las potencias en el continente gado hasta entonces, el desastre de cabo Si-
europeo. La aspiraciones dinásticas se veían cié, el veintitrés de febrero de 1744, redujo
cumplidas con el establecimiento del infan- considerablemente los efectivos de la Mari-
te don Felipe en el ducado de Parma, pero na española y, después de la destrucción por
la consecuencia más importante fue que los ingleses de otros seis buques de guerra
representó el comienzo de una nueva etapa en La Habana (12-10-1748), las fuerzas
en la política exterior española, puesto que, navales españolas eran casi simbólicas en
hasta la guerra contra la Convención fran- comparación con los efectivos de Inglaterra
cesa (1793), el centro de gravitación de la o Francia. De acuerdo con los datos reco-
política española quedó situado en el Atlán- pilados por Ozanam, entre 1739 y 1748 la
tico, un escenario en el que era fundamen- Marina perdió alrededor de cincuenta bu-
tal disponer del instrumento de una marina ques, quedando reducida a los mismos ni-
poderosa. veles que en la época de Patiño.

Vista del puerto


de Cartagena,
calcografía francesa
(Museo Naval,
Madrid).

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la formación de la marina española en el siglo xviii

glaterra, porque, aunque hubiere caudales


para hacerla, no hay gente para tripular-
la; pero sí que es fácil tener VM; el número
de bajeles que baste para que, unidos con
los de Francia (si no abandona, que no
hará, su marina) se prive a ingleses del
dominio que han adquirido sobre el mar.

Como prolongación de la política previa-


mente desarrollada por Patiño y Campillo,
Ensenada impulsó la reforma y moderniza-
ción de los arsenales peninsulares, especial-
mente el gaditano de La Carraca, se llevó a
cabo la modernización definitiva del arsenal
de Cartagena de acuerdo con los proyectos
del ingeniero Sebastián Feringán, mientras
Jorge Juan colaboró de forma definitiva en la
construcción de los primeros diques secos
de Europa. En estos años se publicaron las
Ordenanzas de Marina (1748), se fomentó
la producción de las materias primas –Or-
denanza de Montes (1748)– y de las manu-
facturas necesarias para el abastecimiento
de la industria naval y de los arsenales. Se
procuró la mejora de la atención sanitaria
con la creación del Real Colegio de Ciru-
janos de la Armada en Cádiz (1748), pues
hasta entonces había existido un reducido
cuerpo de cirujanos para la armada dirigido
Fragata española El escenario de paz que se abrió en 1748 por Juan Lacomba, como cirujano mayor.
(grabado del siglo permitió al marqués de la Ensenada llevar Posteriormente, Pedro Virgili concibió el
XVIII). a cabo desde las cuatro secretarías de Esta- proyecto de establecer un seminario o co-
do y del Despacho un amplio programa de legio para esta enseñanza, y el modelo tuvo
inversiones en la Marina. En sus proyectos, continuación durante el reinado de Car-
el fortalecimiento de la Armada era contem- los III con la creación de los de Barcelona
plado como una premisa para que la mo- (1764) y Madrid (1780). En 1753 se creó el
narquía española, mediante un programa Real Observatorio Astronómico de Cádiz.
sostenido de rearme naval, pudiese conver- Apenas dos años antes entraron también
tirse en «fiel de la balanza» de los intereses en vigor las Ordenanzas que regulaban la
contrapuestos de Francia e Inglaterra. En Matrícula de Mar (1751). La política de fo-
la Representación dirigida por Ensenada a mento naval desarrollada por Ensenada, en
Fernando VI sobre el estado del Real Erario la que los astilleros americanos tuvieron un
y sistema y método para lo futuro, firmada el papel protagonista, permitió que, en 1754,
dieciocho de junio de 1747, escribía Somo- se contabilizaran cuarenta y nueve navíos,
devilla: de manera que fue posible mantener opera-
tivas de forma simultánea tres escuadras en
Yo no diré que pueda VM en pocos años te- el Mediterráneo, en Cádiz y en torno al cabo
ner una marina que compita con la de In- de San Vicente.

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jesús pradells nadal

Para llevar a cabo sus planes, Ensenada cuenta años atrás. En la Representación que
sostuvo diferentes proyectos de información Ensenada elevó a Fernando VI en 1751 la
para aprovechar la experiencia y la tecnolo- Armada sólo disponía de dieciocho navíos y
gía de otros países de Europa. Un verdadero quince embarcaciones menores frente a los
aluvión de estudiosos, profesionales, espías cien navíos y ciento ochenta y ocho embar-
e informantes recorrieron los países euro- caciones de Inglaterra, pero se habían senta-
peos reclutando técnicos, enviando máqui- do las principales bases que harían posible
nas y «secretos» para las manufacturas, pla- sostener la política naval del reinado de Car-
nos, mapas, libros y manuscritos técnicos. los III. Conforme sintetizaba Didier Oza-
Por su particular relevancia para la Marina nam, «la armada española de finales de los
son bien conocidas las misiones de espiona- cincuenta, dotada de buques modernos, de
je llevadas a cabo por Jorge Juan y Antonio bases y de arsenales de nivel internacional,
de Ulloa. Este último realizó un examen de constituye una fuerza que nadie en la época
los principales puertos y arsenales euro- juzga despreciable». Según los informes de
peos. La labor de Jorge Juan se centró en Ulloa, que llevó a cabo una estimación de
el estudio de la construcción naval inglesa, las fuerzas navales españolas desde la Paz de
aunque la información de carácter científico Aquisgrán (1748) hasta el año 1772, desde
y técnico recopilada durante los dieciocho «las paces concluidas en 1 de noviembre
meses que duró su estancia en Inglaterra de 1748, hasta principios del año de 1755,
abarcó los más dispares aspectos, desde los se repuso la Armada con el aumento de 35
instrumentos científicos a los caracteres de navíos de línea, sobre sólo 10 que le queda-
imprenta. La importancia de la misión de ron de aquella guerra, y de 20 fragatas; cuyo
Jorge Juan y el papel desempeñado por los acrecentamiento denota haberse trabajado
constructores ingleses que pasaron a traba- con bastante aplicación» (Ulloa, p. 121)
jar en los arsenales españoles ha sido rei- (ver cuadro I).
teradamente puesta de relieve, por cuanto Por otra parte, las instituciones creadas
fueron la base del nuevo método de cons- en torno al Ejército y la Armada represen-
trucción naval hasta la década de 1770. taron importantes centros desde el punto
El balance del conjunto de la política de de vista de la modernización de la ciencia
fortalecimiento naval durante la primera y la técnica en la España del siglo XVIII.
mitad del siglo XVIII se compone de luces Un ejemplo singular lo constituye Jorge
y sombras, pero la situación en 1755 era Juan, autor, además de la Relación histórica
incomparablemente mejor que la de cin- del viaje a la América meridional y de las

Cuadro I. Resumen de las fuerzas navales españolas en 1755


NAVIOS FRAGATAS JABEQUES Y OTROS
Nº Cañones Unidades Nº Cañones Unidades Tipo Nº Cañones Unidades
114 1 50 2 Jabeques 30/14 12
80 2 32 1 Galeras 5
70 9 30 3 Paquebotes 2
68 25 Id. astillero 4 Brulotes 3
Id. en
10 26 3 Bombardas 4
astillero
64 6 24/22 6
62 1 16 4
58 1

TOTAL 45 21 26

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la formación de la marina española en el siglo xviii

Observaciones astronómicas y físicas (1748), Inglaterra, la Marina cuenta con una nómi-
de otras obras que representaron importan- na de cuarenta y nueve navíos y veintidós
tes contribuciones a la interpretación cien- fragatas en servicio.
tífica de la cosmografía, como el Compendio La participación española en la guerra de
de Navegación (1757) y el Examen Maríti- los Siete Años llegó demasiado tarde para
mo, publicado ya en 1771, aunque resul- contrapesar la potencia inglesa. Los ingle-
tado y compendio de toda su experiencia ses se apoderaron de La Habana (1762) y
como científico. en septiembre del mismo año la escuadra de
Cornish conquistaba Manila. El Tratado de
París (1763) obligó a la devolución de los
LA ÉPOCA DORADA DE CARLOS III territorios conquistados por los españoles
en la colonia de Sacramento a cambio de la
El rearme naval propugnado por Ensenada recuperación de las plazas conquistadas por
quedó comprometido como consecuencia los ingleses, a la vez Carlos III recibía como
de su desgracia política en 1754, atribuida compensación los territorios de Louisiana.
a las presiones ejercidas por el gobierno bri- Las pérdidas sufridas durante la partici-
tánico. Al frente de la secretaría de Marina pación de España en la guerra de los Siete
quedó el bailío frey Julián de Arriaga (1754- Años fueron importantes, quedando redu-
1776), hombre con gran experiencia militar cidos los efectivos a treinta y siete navíos
y de gestión, pero con un peso específico en y treinta fragatas. Era necesario pues, un
el gobierno mucho menor que el del super- nuevo impulso constructor que garantizase
ministro Somodevilla. El ritmo de construc- máximo poderío marítimo en el contexto
ción naval disminuyó durante los primeros del juego de las potencias europeas.
años de su ministerio. Según Olesa Muñido, En el frente mediterráneo, las escuadras
la Armada contaba en 1758 «con 44 navíos, de jabeques construidas por Ensenada con-
19 fragatas y 22 buques de otros tipos». En tribuyeron a disminuir los efectos del cor-
1761, cuando Carlos III declara la guerra a so berberisco, al tiempo que se produjeron
también los primeros avances diplomáti-
cos en las relaciones con Marruecos, en las
que participó Jorge Juan como embajador
(1767). En contrapartida, el prestigio de
las armas españolas quedó seriamente com-
prometido a causa del desastre de Argel, en
1775, que representó uno de los episodios
militares más bochornosos para una monar-
quía de reputación como era la de Carlos
III.
En realidad, la paralización de los pro-
yectos de rearme naval de Ensenada fue
relativa, puesto que no sólo se trataba de
construir barcos, sino de armarlos, dotarlos
y mantenerlos en estado de servicio. Uno
de los principales problemas con los que se
encontró Julián de Arriaga fue, además de
El navío «San Juan
la escasez de marinos cualificados, el enor-
Nepomuceno» por
Berlinguero me coste que implicaba el mantenimiento
(Museo Naval, de los buques de la Armada. La resistencia
Madrid). a la pudrición de la madera se convirtió en

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jesús pradells nadal

Cuadro II. Resumen de las fuerzas navales españolas en 1772


NAVIOS FRAGATAS JABEQUES Y OTROS
Nº Cañones Unidades Nº Cañones Unidades Tipo Nº Cañones Unidades
112 1 40 2 Paquebotes 16 1
80 7 28 15 Urcas 16,14,10 7
70 33 26 6 Jabeques 32,30,20 7
68 6 22 3 Buques Menores 6
64 2 20 1 Galeotas 3 7
62 3 18 2
60 1 16 1
58 2

TOTAL 55 30 28

una de las cuestiones centrales en torno a 1776) resulta contradictorio. Para los
los sistemas de construcción naval. El «San «ensenadistas» la labor de Arriaga queda
Juan Nepomuceno», que se botó el diecio- fundamentalmente marcada por dos peca-
cho de octubre de 1766, fue el primer navío dos: la reducción del ritmo del rearme na-
construido con los nuevos planos del inge- val y la adopción al final de su ministerio
niero francés François Gautier, y marcaría del sistema de construcción inspirado en
la pauta en la construcción naval al menos François Gautier. Sin embargo, la época de
hasta 1782, en que Gautier regresó a Fran- Arriaga, desde el punto de vista del incre-
cia (Castanedo, pp. 102-103). mento de las unidades navales fue positiva
En el seno de la Armada se concitó una en términos estadísticos, como resaltaba el
viva polémica acerca de las ventajas e incon- propio Ulloa al comparar los datos de 1755
venientes de cada método de construcción con los publicados en 1772 (ver cuadro II).
que, a pesar de la sistematización de que A pesar de las considerables pérdidas su-
habían sido objeto, continuaba siendo fun- fridas, la fuerza naval española había crecido
damentalmente empírica. La principal labor desde 1755 y 1772 en diez navíos de línea,
llevada a cabo por Jorge Juan representaba siete fragatas y dos embarcaciones menores.
un paso más en una larga secuencia de dis- Si en 1758 se contabilizaban setenta y siete
posiciones que buscaban la forma de orga- buques de guerra, en 1775, un año antes de
nizar los procesos de construcción naval. la muerte de Arriaga, se contabilizaban ya
El siglo XVIII representa el comienzo de ciento veintidós unidades de guerra.
la «aplicación de los principios científicos Cuando González Castejón se hizo cargo
al proyecto de un buque» (…) y «gracias de la secretaría de Marina (1776-1783) la
al trabajo de algunos eminentes científicos Armada contaba con una fuerza superior a la
entre los que se encontraba Jorge Juan, las que Ensenada había proyectado en sus am-
cosas cambiaron, aunque es verdad que no biciosos planes de rearme naval. En 1778,
mucho, eso sí se sentaron las bases de la apenas un año después de entrar en guerra
teoría matemática de la Arquitectura Naval con Inglaterra con motivo de la emancipa-
estableciéndose los principios fundamenta- ción de los Estados Unidos de América, las
les», aunque el empirismo y la experiencia fuerzas navales de Carlos III se estimaban en
continuaron siendo elementos fundamenta- sesenta y siete navíos y treinta y dos fragatas.
les en la arquitectura naval (Aláez y Carri- La participación de la Armada se concentró
llo, pp. 41-45). hasta la Paz de Versalles (1783) en el sitio de
El balance historiográfico del largo mi- Gibraltar (1779), la conquista de Menorca
nisterio del bailío Julián de Arriaga (1754- (1782) y en facilitar las acciones de Gálvez

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la formación de la marina española en el siglo xviii

Grabado del en las campañas de Florida, Honduras y las fueron asumidas en gran parte por las Juntas
Tratado de Bahamas. de Departamento, con claro predominio del
Maniobras Navales El resultado de la guerra de la Indepen- elemento militar, al quedar compuestas por
de S. Zuloaga.
dencia de los Estados Unidos fue favorable seis militares y un solo intendente.
en cuanto se recuperaban los territorios No cabe duda que el esfuerzo llevado a
de Florida, Menorca y Honduras, aunque cabo a lo largo del siglo XVIII en el sector
Gibraltar continuó en manos inglesas, así naval fue muy importante. Sin embargo sus
como también las islas Bahamas. El estable- objetivos, tal y como ponía de relieve Oza-
cimiento de la paz permitió llevar a cabo las nam, no podían situarse en alcanzar un ran-
operaciones de bombardeo naval contra Ar- go semejante al poder naval de Inglaterra o
gel en las campañas de 1783, 1784 y 1785 de Francia. La Marina de guerra siempre
que se saldaron finalmente con el tratado fue, en términos relativos, inferior a las es-
suscrito con la antigua regencia por el almi- cuadras británica o francesa, de la misma
rante Mazarredo (1785). manera que también lo era el Ejército. Se-
Entre las numerosas medidas adoptadas gún resumía Didier Ozanam, los objetivos
durante el reinado de Carlos III, Merino Na- fundamentales de los responsables de la
varro destacaba especialmente la creación política española eran realistas en la medida
del cuerpo de Ingenieros de Marina (1770), en que fueron conscientes de la imposibili-
concebido como un cuerpo técnico especia- dad de contrarrestar por sí sola el poderío
lizado, y la de un Inspector General de Per- británico. El papel de la Marina española se
trechos, encargado de supervisar el enorme concibió fundamentalmente como un ins-
gasto del equipamiento necesario para los ar- trumento defensivo:
senales en un intento de controlar y raciona-
lizar lo relativo al área de construcción naval e Se trataba en primer lugar de proteger
intendencia. En 1776 se publicó la Ordenan- contra toda amenaza tanto las costas de
za de Arsenales, por la que el cuerpo general España y las de las Indias como sus co-
de la Armada veía reconocida su prelación municaciones: y, al precio de muchos sa-
ante los cuerpos administrativos. Las com- crificios, a veces dolorosos, esta misión se
petencias jurisdiccionales del Almirantazgo cumplió en lo esencial. En segundo lugar,

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jesús pradells nadal

la simple existencia de una potente fuerza ron una nuevas Ordenanzas Generales ins-
naval constituía para el gobierno de Ma- piradas por el almirante Mazarredo y, con la
drid un instrumento privilegiado en su monarquía sumida en plena guerra, se dictó
juego internacional. Esta fuerza no sólo también una nueva ordenanza sobre la ges-
estaba capacitada para organizar una tión de los «aspectos económicos» (Meri-
defensa, sino que, al ser posible agruparla no, pp.17-22). En 1798, los estadillos ofi-
con facilidad, representaba una temible ciales reflejan la existencia de setenta y seis
amenaza para una flota inglesa dispersa navíos y cincuenta y una fragatas, si bien
por todo el mundo en razón de la multi- algunos de ellos cuentan ya con más de 40
plicidad de sus misiones. Todavía más, la años de servicios, y la crisis de la Real Ha-
perspectiva, con frecuencia debatida, de cienda marcará la rápida desintegración de
una actuación conjunta de las flotas espa- la Marina, en la que Trafalgar aparece como
ñola y francesa bastaba para disuadir a un episodio galdosiano donde se reflejaba
Gran Bretaña de tomar iniciativas dema- una vez más la abrumadora superioridad de
siado arriesgadas; y en caso de ruptura de- la Marina inglesa.
clarada, la alianza franco española debía A pesar de los considerables esfuer-
servir para contrarrestar el poderío naval zos realizados a lo largo de la centuria, en
inglés y replantear su supremacía. Esta conjunto, resumía Desdevises, el problema
estrategia política, claramente expuesta esencial era que, cada vez más, «…existía
–y en repetidas ocasiones– por Ensenada, una desproporción entre los recursos de Es-
contribuyó a devolver a España un peso paña y el incremento que tomaba la marina
importante en el tablero internacional de guerra. A España le faltaba dinero y le fal-
(Ozanam, pp. 506-507). taban marineros...» (Desdevises, pp. 539 y
ss.) de manera que, en 1815, el nuevo siglo
Durante el reinado de Carlos IV, en ple- presentaba un panorama parecido al enun-
na crisis finisecular, se dictaron numerosas ciado para comienzos de siglo pues, de todo
medidas orgánicas, cuya incidencia resulta el esfuerzo realizado en la Armada, apenas
difícil de calibrar en medio de las críticas quedaban algunos barcos pero, a diferencia
circunstancias de la política exterior de la de entonces, con una nómina inflacionada
última década del siglo. En 1793 se publica- de oficiales y cargos administrativos.

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