Arte Egipcio Predinástico
Arte Egipcio Predinástico
Arte Egipcio Predinástico
El-Badari
El Neolítico en el Alto Egipto está representado por el yacimiento de El-Baradi, cuya cultura se
desarrolla en los años anteriores al 4000 a.C. Entre los avances más destacados de los badarienses
se encutra en uso del horno para la producción de alfareria, en este campo se consigue un alto
desarrollo llegando a unos asombrosos niveles de perfección téctina. Las piezas de cerámica
badarienses son características por la bicromía ornamental, se decoran a base de dos colores
contrastados (negro y rojo de brillo casi metático) e incisiones continuadas (ondas). Además de la
magnífica cerámica, en el yacimiento de El-Badari se han encontrado pequeños utensilios fabricados
con dientes de los grandes mamíferos del entorno (hipopótamos) y de marfil procedente del sur de
Egipto.
La especialización conseguida por la cultura badariense anticipa el desarrollo de Nagada I y agudiza
las diferencias evolutivas con el Bajo Egipto.
Nagada I, Amratiense
El mayor problema que presenta este período es establecer una cronología razonablemente
unificada. Algunos autores creen que pudo desarrollarse paralelamente al Badariense. Sin embargo,
la opinión más generalizada entre los especialistas es que Nagada I es la consecuencia evolutiva del
Badariense, cultura representada por el yacimiento de El-Badari (finales del Neolítico). Aún teniendo
en cuenta ambas teorías, un hecho reconocido por todos los especialistas es que ambas
manifestaciones, Badariense y Nagada I, son culturas específicas del Sur, Nagada I sólo tendrá
desarrollo en el Alto Egipto al norte de la actual Luxor; las diferencias evolutivas entre el Alto y el
Bajo Egipto ya se pusieron de manifiesto al tratar el Neolítico y seguimos insistiendo en ello por las
consecuencias que tendrán en el período histórico (proceso de unificación política).
La zona situada en la margen izquierda del Nilo era muy rica en materiales, lo que contribuyó
decisivamente a la evolución de la cerámica, destacando la especialización de las técnicas que se
materializa en la fabricación de pasta vítrea (uso ornamental) y en la creación de objetos,
sofisticados, de cobre y aleaciones con oro y plata.
La alfarería será el capitulo más destacado en la cultura de Nagada I no sólo por la perfección
técnica, comparable con culturas muy posteriores, sino por la innovación tipológica e iconográfica.
Surge la decoración naturalista y geométrica, articulada esta última a base de incisiones rellenas de
pasta blanca sobre fondos oscuros; se mantienen, de forma paralela, las piezas bicromas (negro y
rojo) ya conocidas desde el Badariense. En cuanto a la tipología, no podemos dejar de sorprendernos
ante la variedad y riqueza de formas , testimonio de la imaginación desplegada por los alfareros
egipcios ya desde tiempos predinásticos. Las formas ornamentales son igualmente extraordinarias,
se reproducen figuras animales, repertorio alusivo a la fauna del entorno, esta iconografía incluye
también figuración humana con escenas de caza en un medio acuático.
Las paletas cosméticas (utensilios para moler los pigmentos como la malaquita, verde, y el khol,
negro, que eran la base para el maquillaje de los ojos), adquieren mayor complejidad, pasan de las
sencillas formas geométricas a formas antropomorfas, estos bellos objetos tenían un uso cotidiano y
práctico pero también ritual, estas últimas son las más interesantes ya que presentan los primeros
signos de escritura jeroglífica, según algunos historiadores (Gardiner) será en estos momentos
cuando se inicia el desarrollo de la escritura en Egipto.
El último grupo de objetos amratienses que debemos destacar es el integrado por las pequeñas
esculturas y los utensilios labrados. Los materiales empleados abarcan un amplio espectro, desde la
blanda calcita (alabastro) cuyas propiedades permiten trabajos sencillos y de fácil ejecución, hasta
las rocas eruptivas de estructura micro o macrocristalina de gran dureza (diorita), con estas rocas
se fabricaron vasos de paredes sorprendentemente finas, piezas que tuvieron un claro sentido
ritual-funerario, estos bellos objetos son muy escasos debido a la enorme dificultad de fabricación.
Entre los utensilios labrados en piedras duras hay que citar las hachas troncocónicas y discoidales,
cuyo uso desaparece al final del período Amratiense, sin embargo el signo jeroglífico que identifica
este objeto permanecerá en época histórica con valor fonético.
Nagada II
Geezense 1
A diferencia de sus predecesores, los hombres del Geerzense mantuvieron frecuentes contactos con
culturas del exterior, se relacionaron con los habitantes del entorno mediterráneo y con pueblos
como los libios. Estos contactos influirán en su ya floreciente sociedad, se producirá un mayor
refinamiento en el desarrollo artístico, una buena prueba de la sofisticación que alcanzó el arte
geerzense el el magnífico repertorio cerámico que conservamos.
Los egipcios del Geerzense usaron un tipo de arcilla que daba como resultado una piezas cerámicas
de tonos amarillentos y grises, no presentan decoración incisa con pasta blanca (cerámica Nagada I)
que será sustituida por pigmentos rojos. Los motivos ornamentales siguen el gusto por la naturaleza,
es muy frecuente la decoración de grandes vasijas con procesiones de animales, desde estos
momentos y proyectándose en época histórica la decoración animalística es de corte naturalista, en
el arte egipcio no encontraremos una tendencia a la figuración de animales fantásticos como ocurre
en las culturas orientales contemporáneas. Los motivos vegetales también están presentes en los
objetos cerámicos, al igual que las figuras animales son plantas reconocibles en el entorno natural:
ramas de palmera, plátano salvaje, aloe, etc.
Es quizá, el repertorio antropomorfo lo que más llama nuestra atención, será frecuente encontrar la
representación de barcos, muy adaptados a la pieza de cerámica, con una gran atención por el detalle
incluyendo a los tripulantes. Es interesante observar como las formas humanas ya presentan algunos
convencionalismos que serán constantes en gran parte del arte faraónico. Las figuras son de canon
estilizado, los hombros se ven de frente, mientras que las piernas aparecen de perfil, las cabezas
son aún formas muy básicas indicadas a través de un simple círculo, en algunas ya se puede ver un
ojo. Las formas femeninas alzan los brazos por encima de la cabeza, el busto y las caderas se marcan
de forma significativa, siguen manteniendo las piernas de perfil y el busto de frente.
La labor escultórica merece una mención especial, destaca por su refinamiento. Los vasos tallados en
durísimas rocas, como la diorita, granito o basalto, alcanzan una gran perfección y mayor difusión
que en períodos anteriores. Las características de estas hermosas piezas como su gran resistencia y
riqueza cromática hacen pensar en un uso ritual, posiblemente fueron objetos que formaban parte
de los ajuares funerarios, utensilios dignos de ser usados por el individuo en la vida que debía
emprender tras la muerte (las raíces de las creencias mágico-religiosas egipcias se remontan a
tiempos remotos).
Dentro del capítulo escultórico se deben incluir las paletas cosméticas, las formas adoptadas en el
período anterior se complican, existen algunos ejemplos donde dos animales se enfrentan o
entrecruzan sus cuellos. El material más frecuente es la pizarra con incrustaciones de hueso para los
ojos.
Los restos pictóricos (pintura mural) no han sobrevivido en gran número, sin embargo, debemos
destacar los conservados en una tumba (n° 100) de Hieracómpolis, la construcción era de ladrillo y
adobe decorada con una serie de frescos, debió pertenecer a un monarca de finales del período
predinástico (ya existía una fuerte jerarquía social). Lo que nos sorprende de estas pinturas no es
tanto los rasgos formales, todavía sin definir claramente, sino algunos de los motivos iconográficos
que se proyectarán en època histórica. En primer lugar encontramos la representación del vencedor,
que con una maza golpea a sus enenigos situados a sus pies (este motivo es fundamental en la Paleta
de Narmer, ya dentro del período histórico); es segundo motivo a destacar es el gobernante situado
debajo de un dosel, que aparecerá en escenas, más tardías, relacionadas con la fiesta sed o jubileo
del faraón