BORRADOR
BORRADOR
BORRADOR
Dependiendo del tema, tu investigación puede incluir: consultar la literatura y otras fuentes de
información relevantes o hablar con expertos. Al realizar esta investigación, ten en cuenta las
siguientes preguntas:
Contexto: ¿Quién tiene un problema y cuándo/dónde surge? ¿Cuál es la causa del problema
(por ejemplo, proviene de una investigación anterior o se relaciona con un cambio en algún
factor)?
Antecedentes: ¿Qué se sabe sobre el problema? ¿Qué tienen que decir los investigadores y
otros individuos involucrados? ¿Qué se ha hecho para resolver el problema? ¿Alguna
solución ha tenido éxito? De ser así, ¿por qué? ¿Se ha enfocado en alguna causa en
particular?
Relevancia: ¿Por qué es importante para la sociedad o la profesión resolver tal problema?
¿Qué pasará si no se resuelve? ¿Quién sentirá las consecuencias?
El planteamiento del problema no tiene que limitarse a una sola oración. También puede describirse
en un breve párrafo.
INTRODUCCIÓN
(Castells, 1971). El proceso de urbanización no debe ser visto únicamente como un tipo específico de apropiación
humana del espacio. Debe considerarse sobre todo como un proceso de articulación de relaciones sociales, económicas,
culturales y políticas entre grupos y clases sociales. Reconocido el hecho de que las relaciones entre industrialización y
urbanización no son lineales, en la periferia capitalista las mismas adquieren especificidades y diferencias, respecto a las
economías centrales altamente industrializadas (Roberts, 1982). En los centros el desarrollo del modo de producción
capitalista se sostuvo en el progresivo aumento del ritmo de la industrialización que afectó la configuración del espacio
y los procesos de cambio demográfico. Asimismo, en dichas sociedades estos procesos se vieron acompañados de un
rápido cambio tecnológico y una acelerada modernización agrícola (Castells, 1971). En cambio, en la periferia la
urbanización se articuló al proceso más amplio de inserción al mercado mundial y división internacional del trabajo
(Portes y Walton, 1981). Particularmente en América Latina, no podemos intentar reconocer un tipo de relación entre
industrialización y urbanización semejante al que se produjo en los países capitalistas centrales. En el momento en que
los países de la región se vincularon al mercado mundial, como economías primario-exportadoras, el impacto de la
industrialización sobre la urbanización se definió precisamente a través de la relación de dependencia al mercado
mundial, dada la modalidad de vinculación al sistema mundial y la débil estructura productiva interna de tipo
manufacturera-industrial. De este modo, mientras en los centros del sistema capitalista la industrialización se expandía,
en América Latina su efecto fue distinto, ya que el desarrollo de un sector industrial fue siempre precario y débil, nunca
se verificó una revolución agrícola modernizadora y la región ha permanecido en una posición de subordinación y
precariedad tecnológica respecto a los países capitalistas centrales. Sin embargo, en la región también se verificó un
acelerado proceso de urbanización, a consecuencia de la masiva migración rural-urbana y las altas tasas de crecimiento
vegetativo de la población, fruto del significativo descenso de la mortalidad, tras la difusión de los modernos
descubrimientos médicos del presente siglo
pasar por la consideración de algunos datos numéricos característicos, procurando tomar cifras traducidas a un lenguaje
más próximo y a unas situaciones concretas de significado más directo. Veamos a continuación algunas de las
afirmaciones que se hicieron sobre estos temas en las discusiones de la Reunión de Délos de 1963. aún vigentes. Si la
población mundial está aumentando durante el presente siglo a un ritmo mucho mayor que en cualquier época pasada,
la población de los centros urbanos ha aumentado a ritmo mayor que el de la población total. En el siglo XVII no excedía
el 0,5 % anual. Durante el siglo XIX aumentó el 2 % anual y hoy sobrepasa el 4 % en las poblaciones de más de 100.000
habitantes y está próximo al 5 % en las de más de 1.000.000. La población actual de las ciudades de más de 100.000
habitantes, que totaliza unos 700 millones de personas, habrá aumentado en el año 2000 a 4.000 millones, es decir, un
48 %, y en las ciudades de más de 1.000.000 de habitantes, cuya población actual suma 370 millones, habrá pasado a
ser de 2.600 millones, es decir, habrá aumentado en un 600 %. Estas cifras permiten deducir que, según las previsiones
que las avalan, de hoy al año 2000 van a acudir a las ciudades de más de 100.000 habitantes unos 3.300 millones de
personas, lo cual, si queremos presentar una cifra que tenga el valor de un símbolo, equivale a la creación de 33.000
ciudades nuevas de 100.000 habitantes, es decir, que de aquí al año 2000 sería necesario construir anualmente en el
mundo unas 1.000 ciudades nuevas de 100.000 habitantes cada una para absorber la población urbana que se viene
encima. En cuanto al ritmo histórico en que se ha ido produciendo el fenómeno, las cifras dadas por J. Gottmann son las
siguientes: «Hacia 1800 existían en el mundo 7 u 8 ciudades que agrupaban medio millón o más de habitantes: cuatro
en Europa (Londres, París, Ñapóles y Constantinopla) y tres o cuatro en Asia (Pekín, Cantón, Bombay y tal vez también
Shangai). Hacia 1900 existían cuarenta y dos; en 1950, su número sobrepasa las 175 (comprendiendo en la
aglomeración los arrabales). Pero, sobre todo, lo que impresiona es la multiplicación de las metrópolis, que aglomeran
más de dos millones de habitantes: en 1900 estas metrópolis eran siete (Londres, París, Berlín, Nueva York, Filadelfia,
Chicago y Tokio) y en 1960 alrededor de 50; en 1970 serán, aproximadamente, cerca de 100, de las que 30 serán
nebulosas extensas» (1). Finalmente, otra constatación histórica: en 1960, de una población mundial total de 2.962
millones, 1.002 millones (el 33,9%) era población urbana y 1960 millones (el 66,1 %) era población rural. Los
cálculos más recientes de las Naciones Unidas permiten extraer la conclusión de que hacia el año 2000, la población de
las ciudades de más de un millón de habitantes será, aproximadamente, el 42 % de la población mundial total y las
curvas elaboradas por Doxiadis anuncian que entre los años 2.060 y 2.100, fechas en que supone estabilizado el
crecimiento demográfico mundial, la relación entre población rural y población urbana será de 95,7 % urbana y 4,3 %
rural. Muchos son los intentos para explicar este fenómeno del crecimiento urbano y especialmente de las ciudades
mayores, que se han venido elaborando desde 1910, fecha en que se ocupó de ello Patrick Geddes. Ya él relacionó en
primera instancia este proceso con la primera revolución industrial (el acero, el telar y la máquina de vapor), la
revolución del carbón y del ferrocarril. En nuestros días, ya con todos los datos en la mano, Peter Hall ha documentado
el resto de la evolución a partir de la nueva tecnología, aplicada de modo extenso a la industria desde 1900 (teléfono,
central eléctrica, bombeo petrolífero, motor de petróleo, radio...), que, a pesar de aligerarla y dejarla en mayor libertad
de emplazamiento, no trajo consigo una esperable descentralización, prevista por Mumford, pues, a juicio de Hall,
intervinieron entonces, de modo decisivo, la nueva forma de organización empresa rial, la ciencia del mercado y la
publicidad. El centro de actividad pasa de la fábrica a la oficina, aparecen los empleos de «cuello blanco» y la mujer hace
su irrupción en el mundo del trabajo. Veamos directamente en certeras palabras de Peter Hall, la última fase, ya en
nuestro siglo, de este proceso (2): «Estos cambios tuvieron un efecto crítico en el desarrollo urbano. Porque aunque era
cierto que la industria neotécnica podía descentralizarse, el mundo oficinesco neotécnico no podía adoptar la misma
característica. Con el capitalismo financiero, la nueva forma de oficinas —oficinas centrales de los ferrocarriles, de los
servicios públicos, de las industrias—, los cuarteles generales de las sociedades de inversión extranjera fueron creciendo
al lado de las instituciones financieras en los centros bancarios tradicionales. Muy pronto, las oficinas auxiliares
florecieron en torno, con el fin de prestar servicios especializados a las nuevas oficinas centrales: consultorios jurídicos,
empresas de publicidad, de contabilidad o de administración empresarial. Al doblar el siglo, el papel creciente del
Gobierno en la vida económica y social se tradujo en un incremento considerable de los empleos burocráticos en la
capital política de cada país, la cual en muchos casos era también la metrópoli comercial. De modo ininterrumpido
fueron surgiendo organiza ciones de tipo oficial, con el fin de representar los intereses económicos o profesionales:
sindicatos, federaciones patronales e institutos profesionales. Todos estos organismos necesitaban estar a la escucha de
lo que decidía el Gobierno y en contacto directo con los funcionarios gubernamentales; por ello, naturalmente, su punto
de gravedad era la capital administrativa o el barrio administrativo de la ciudad metropolitana (un poco más tarde, en
los países comunistas, las sedes centrales de las organizaciones productivas y de transporte fueron agrupándose junto a
las oficinas gubernamentales, de las que habían de surgir ante todo los planes económicos). Las nuevas industrias
dedicadas a la comunicación e información, en las que se combinaban las funciones de fábrica y oficina —periódicos,
revistas, radio, televisión— se situaron lógicamente en los centros de negocios. Para todas estas actividades, la
transmisión de noticias era de importancia vital; y ello podía ser logrado con máxima facilidad y mínimo gasto en el
centro metropolitano. El siglo XX presenció una expansión enorme de la educación superior, especialmente en lo que se
refiere a la investigación científica y a la sociocientífica; también esto tendió a ocurrir en los centros metropolitanos, que
eran las sedes tradicionales de la educación nacional en la mayoría de los países y que se encontraban en relación
directa con las importantes fuentes fundacionales dedicadas a la investigación. El desarrollo de la tecnología del
transporte —el tranvía eléctrico, el tren eléctrico, el ferrocarril suburbano, el autobús— permitieron a un número
creciente de trabajadores concentrarse a escasa distancia de los centros de las grandes ciudades metropolitanas. El
aumento de empleos de "cuello blanco" de todo tipo es, sin duda alguna, la explicación individual más importante del
crecimiento de las grandes ciudades en el período que empieza en 1850. Pero hay otras muchas causas
complementarias. El comercio al por menor creció en la mayoría de las ciudades metropolitanas a mayor velocidad que
la demanda de la población inmediata; la razón era que estos centros constituían un escaparate propagandístico a
escala nacional e incluso internacional. Ciertos tipos de industria de manufactura —modas femeninas, sastrería
masculina de encargo, joyería y platería, mobiliario de lujo— habían sido siempre actividades comerciales distintivas de
la metrópoli. En el siglo XX este tipo de comercio se vio acompañado por una hueste de nuevas industrias, creaciones de
la tecnología neotécnica, y que por una razón u otra exigían una cercanía inmediata a los centros de negocios.
Máximamente significativa es la manufactura de los caros y complejos aparatos electrónicos, no fabricados en serie,
destinados a fines científicos, muchos de los cuales van a parar a centros comerciales metropolitanos, laboratorios u
hospitales, o son encargados por las oficinas metropolitanas de los departamentos gubernamentales. Tales productos,
como los trajes a medida y los vestidos de encargo de una era industrial ya pasada, han de ser realizados hoy en
contacto estrecho con el comprador final y con el cliente, que fija las características. A la luz de estos rasgos de la
moderna tecnología y organización económica, el surgimiento de la ciudad gigante aparece como un hecho natural,
hasta inevitable. Según el economista americano R. M. Haig, investigador de las causas del crecimiento de las ciudades
en 1926, "en lugar de explicar por qué una porción tan amplia de la población se encuentra en las áreas urbanas,
deberíamos tratar de encontrar razones por las que esa porción no es aún mayor. La cuestión ha cambiado: ya no es
¿por qué vivir en la ciudad?, sino ¿por qué no vivir en la ciudad?".» Hasta aquí, Peter Hall; veamos ahora lo que
complementariamente nos dice Jean Gottmann (3): «Estas actividades que se aglomeran en el corazón de las viejas
metrópolis no son ni fábricas ni factorías (las cuales pueden continuar multiplicándose a mayor o menor distancia en la
región urbanizada que depende de la ciudad). Son actividades diferentes, servicios superiores, tan diferentes por su
naturaleza e incluso por la clase de personal que requieren, de los servicios terciarios ordinarios (transportes, comercio
al por mayor y al por menor), que ha parecido necesario para designarlas, crear una nueva categoría, la de las
actividades cuaternarias. ¿Cómo se distingue este cuaternario económico del terciario (los servicios ordinarios) y del
secundario (la manufactura, las industrias de transformación)? Por su localización en el corazón de las ciudades o
regiones urbanizadas importantes; por la forma arquitectónica frecuente del rascacielos; por la clase de trabajo que
consiste sobre todo en transacciones abstractas, dirigiendo a distancia diversos procesos políticos, económicos,
culturales, industrias y transferencias a menudo concretas; pero la actividad cuaternaria no maneja, más que
accesoriamente, datos materiales. El sector cuaternario agrupa actividades interdependientes que tienen necesidad de
frecuentes y cómodos contactos entre quienes se dedican a ellas. Porque esta categoría de actividades compren de la
administración de asuntos públicos y privados, las finanzas, los seguros, las profesiones liberales, la enseñanza, la
investigación, los expertos y consejeros técnicos de todas clases, la información, la prensa y la edición, el teatro, la
radio, televisión y otros medios de información de masas, la publicidad, los servicios hospitalarios especializados,
etcétera. Se trata, en suma, del mundo de las artes y de las letras, de la ciencia y de la política, de los negocios y de la
información. Se podría hablar de una "élite", de una selección, en resumen: de un "Todo París" muy ensanchado: lo que
recientemente no ocupaba más que a una "élite" poco numerosa en relación con las masas populares que dirigía, está
en trance de llegar a ser algo numeroso, una multitud; tanto, que ya no es una "élite", sino mucho más,
cuantitativamente y tal vez también cualitativamente. Este es uno de los aspectos menos comprendidos, aunque el más
importante de la "civilización de masas" de que tanto se ha hablado... Conocemos las razones del éxodo rural: la
mecanización de los trabajos agrícolas y la utilización de métodos científicos de producción; la agricultura produce más
a mejor precio, con cada vez menos mano de obra en las granjas. Entiéndase bien que este progreso exige el desarrollo
de diversas fábricas que produzcan el equipo mecánico, los abonos, los insecticidas, los productos que aseguren la
conservación de las recolecciones, etc. Estas fábricas dependen cada vez en mayor grado de los trabajos de laboratorios
que ponen a punto los métodos de producción de los abonos, de selección de las semillas, de preservación, de
conservación, de almacenamiento, de tratamiento de las recolecciones. Mientras que el personal de las granjas decrece,
el de las fábricas se estabiliza y pronto decrecerá; pero el de los laboratorios y el de las oficinas administrativas no cesa
de crecer. La evolución que afecta a la agricultura desde hace más de un siglo ha afectado a otros trabajos: primero, la
extracción y el tratamiento de los productos minerales; después, esferas cada vez más numerosas de las industrias de
transformación... Si una dispersión semejante llega a ser posible liberando a la mano de obra y a los lugares de trabajo,
de cualquier antigua trama de enlaces próximos, ¿qué sucede para las ciudades? Estas pierden muchas de sus funciones
de antaño: la densa agrupación de las viviendas de los trabajadores industriales, de las fábricas, de las factorías. La
ciudad se dispersa, se deshace. Declina su viejo centro. Una especie de podredumbre económica y social ataca muchos
de los viejos núcleos. Esta tendencia se ha puesto en evidencia, sobre todo en los Estados Unidos, donde los fenómenos
de dispersión urbana han tomado en su momento una especial amplitud. Primero parece que sólo las residencias se
dispersaban; después, que los servicios, atraídos por la proximidad del consumidor (comercios al detall ordinarios, cines
de barrio, peluquerías, médicos, etc.) seguían a las residencias, agrupándose indudablemente, pero lejos de los viejos
centros. De esta forma nacieron en los Estados Unidos los "shopping centers" y en Canadá los "centros de compras",
fenómeno suburbano o incluso interurbano en su origen, pero que poco a poco atrajo a las sucursales de los bancos, de
los grandes almacenes, de los restaurantes e incluso a los comercios especializados capaces de rivalizar con el centro
comercial de una ciudad de talla mediana. Desde hace una veintena de años, las factorías y las fábricas han seguido el
movimiento de dispersión. Estos establecimientos abandonan cada vez más fácilmente el territorio propiamente urbano
de antaño, gris, congestionado, envejecido. La mecanización y la automatización favorece este movimiento. La
generalización de los transportes por carretera, una mejor coordinación entre ferrocarril y carretera, ayudan a este
proceso; el alza de los precios de los terrenos en la ciudad y de los diversos impuestos en el seno de las grandes
aglomeraciones, lo acelera incluso. De esta forma, una escuela de sociólogos americanos ha podido sugerir, hace una
docena de años, que la época de las ciudades aglomeradas había concluido; que las funciones que fueron urbanas se
desparramaban, se disolvían en el territorio rural, y que valía más hablar de regiones y de territorios que de ciudades. Lo
que fue la comunidad urbana no era más, en su propio sentido, que un vestigio del pasado; las nuevas células sociales
serían otras.» Vemos ahora que Jean Gottmann, en una nueva síntesis, nos ha conducido a otros aspectos,
complementarios como decíamos, de los que nos mostraba la de Peter Hall. En las de ambos hay coincidencia y hay
también una aparente contradicción al enjuiciar la dispersión de la industria y la extensión de la ciudad. Y es que cada
uno de ellos ha fijado su atención en dos tipos de fuerzas y de tensiones que coexisten y que se dan al mismo tiempo en
este complejo fenómeno de la urbanización. El primero, buscando la causa de la hinchazón de la gran ciudad, investiga
las fuerzas aglutinadoras. El segundo, para apoyar su tesis de la «nebulosa» urbana, se vierte más bien sobre las fuerzas
de dispersión. Son las «fuerzas centrípetas» y las «fuerzas centrífugas» de que han hablado Robert E. Dickinson, al
estudiar las relaciones entre la ciudad y la región para dar lugar a la moderna «ciudad regional», y Paul Brenikov, al
investigar la formación, desarrollo y problemática de las «conurbaciones». Estos autores pueden servirnos para
introducir una primera aproximación a algunos de los aspectos más amplios de un nuevo concepto de ciudad, que Hans
Blumenfeld anunciaba así: «Después de una larga y lenta gestación, la urbe ha desembocado en un estadio
revolucionario; ha experimentado un cambio cualitativo. En efecto, la metrópoli ya no es una mera versión amplificada
de la ciudad tradicional; es una forma diferente de asentamiento humano» (4).
Bibliografia
oa.upm.es/11050/3/capitulo_03.pdf
(1) Jean Gottmann: Grandeza y miseria de la urbanización moderna («Urbanisme», número 88), 1965.
A nivel latinoamericano La toma de conciencia acerca de la importancia del proceso de urbanización en América Latina
se inicia a partir de la concentración de un sinnúmero de "síntomas" en las áreas metropolitanas, lo que más tarde
pasará a tener categoría de "problema". Son los "efectos" espaciales, sociales y económicos del proceso de
urbanización, tales como los déficit de vivienda, de servicios sociales básicos y de transporte que, unidos a la falta de
estructuración urbana, a la congestión, a la contaminación ambiental y especialmente a la situación del empleo,
configuran el cuadro de la llamada "crisis urbana". Muchos de estos elementos concurren en la aparición de expresiones
ecológicas tales como las barriadas de tugurios, favelas o poblaciones marginales, que inicialmente llevan a centrar la
atención de los gobiernos y de los cientistas sociales en el fenómeno de la urbanización en América Latina. A partir de
los efectos críticos del llamado "problema de la urbanización" en América Latina, comienzan a examinarse sus
componentes, a relacionarse las variables explicativas inteminientes en el proceso y a cimentarse las bases de una
teoría de la urbanización en países en desarrollo, que incorpora los aspectos políticos, económicos, sociales, culturales,
demográficos, históricos y geográficos del fenómeno. Una de lai dimensiones de este proceso es aquella que lo vincula
con la ocupación del territorio y, por lo tanto, con la redistribución espacial de la población y de las actividades en los
estados-naciones y en las regiones de América Latina. Si bien es cierto que cualquier intento de análisis del proceso de
urbanización, si pretende responder a la complejidad causal del mismo y a la multiplicidad de sus efectos, requiere de
una consideración interdisciplinaria e integral, es posible, con limitaciones, examinarlo desde distintos "focos críticos".
En este caso particular, el análisis se orienta a las consideraciones espacio-demográficas que este proceso implica en
cuanto mecanismo de redistribución espacial de la población. Los aspectos más relevantes a ser examinados en esta
perspectiva se refieren a la urbanización como tal, esto es, el incremento relativo de la población en ciudades de más de
20 000 habitantes, el crecimiento urbano, entendido como el aumento porcentual del número de personas que residen
en ciudades de más de 20 000 habitantes,Y y la concentración de la población. Cualquier análisis de los aspectos
espaciales y demográficos del proceso de urbanización en América Latina necesita situarse en el contexto en el cual éste
se desarrolla. Entre los múltiples aspectos que definen la fisonomía espacio-demográfica de la región, de acuerdo con
los propósitos de este breve diagnóstico del proceso de urbanización, hay dos de especial relevancia: las tasas de
crecimiento natural y la densidad de ocupación del territorio. Primeramente es preciso hacer un examen a la luz de las
altas tasas de crecimiento natural de la población que, según estimaciones de CEPAL y CELA DE,^ alcanzó
en el período 1960-1965 a un 2,85 por ciento, tasa que aumentaría a un 2,91 por ciento para el período 1965-1970,
según la hipótesis media de las proyecciones elaboradas. Estas tasas, comparadas con las de los ~aíses desarrollados
como los de Europa y Norteamérica en su período de urbanización más aguda, hacen pensar que el proceso de
urbanización de América Latina en los últimos 30 años cuenta con un < 6 mecanismo impulsor" adicional. Por otra parte,
si se comparan las densidades demográficas medias de los países desarrollados, o aun de las regiones en desarrollo
como Asia, con las de América Latina, ciertamente ésta aparece, en el año 1971, como una región subpoblada, con una
densidad media de 14 habitantes por km2.3/ Aun cuando la densidad media de la América Central continental (28
hab./km2) sea el doble de la densidad media total de América Latina y la densidad media de la América del Sur
templada esté por debajo del promedio, podemos considerar que es homogéneamente baja en la región. Sin embargo,
si se examina la situación en el interior de cada estado-nación, es preciso afirmar la existencia de grandes disparidades
en el poblamiento regional, presentando la mayoría de los 20 países incluidos una gran heterogeneidad en la ocupación
de su territorio. Un estudio de CEPAL para cinco países de América Latinag define las características de la distribución de
la población total a partir de cuatro clases de ocupación: total, parcial, subocupación parcial y subocupación total, o
zonas despobladas. Tomando como base los resultados de ese estudio y dentro de los límites impuestos por el grupo de
países escogidos, por la metodología utilizada y por los datos a que se hace referencia, es posible afirmar que el
territorio en América Latina está claramente subocupado, con grandes disparidades en la distribución de la población
urbana y con una notable concentración de la población en poca superficie. Para el conjunto de países estudiados, "las
zonas de ocupación total y las de ocupación parcial agrupan el 80 por ciento o más de la población total, mientras que
su importancia territorial oscila entre un 20 y un 40 por ciento".u Si se analiza la situación de las zonas despobladas con
densidades inferiores a un habitante por km2, se verá que comprenden un muy elevado porcentaje, el que basado en
los datos -referidos al año 1950 se aproximaba al 50 por ciento del territorio tota1:En los últimos 20 años estos
territorios han disminuido grandemente su importancia, alcanzando cerca de un 25 por ciento de la superficie
tota1.a Contrastando con lo anterior, algunos estudios acerca de las densidades del poblamiento de las áreas -
metropolitanas de algunos paises estiman densidades romedio, para esas áreas, cercanas a los 20 000 habitantes por
km2 .-! Z La aparente contradicción entre las afirmaciones precedentes y el acentuado proceso de concentración
urbana, como también entre la manifiesta inquietud por las altas tasas de crecimiento y la baja densidad media de los
países de la región, puede explicarse, en parte al ' menos, porque, aun cuando no se hayan emprendido estudios
específicos acerca de la extensión de las áreas de condiciones de "habitabilidad deficitaria", se estima que éstas no son
significativas en el contexto latinoamericano, y la abundancia de recursos naturales inexplotados o subexplotados abre
perspectivas inmensas hacia el futuro, en términos de repoblamiento. Sin embargo, el nivel del desarrollo tecnológico
en América Latina, y la cuantía de los recursos de inversión requeridos en la colonización de nuevas áreas y en la
explotación de nuevos recursos naturales, hacen prácticamente imposible pensar en una drástica alteración de las
tendencias redistributivas de la población y en un cambio del patrón estructural de ocupación del territorio, en el corto
plazo. Resta aún mucho por hacer: ya hay algunos ejemplos significativos en esta materia, que se orientan a la
reestructuración del agro, a la formulación de políticas de localización . industrial, a la implementación de políticas de
colonización y a la determinación de prioridades en la prospección y explotación de recursos naturales. A su vez, en los
diversos países latinoamericanos se concede importancia creciente a los estudios que se refieren a la descentralización
administrativa y a la regionalización.
Bibliografía
https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/12563/NotaPobla9_es.pdf?...1
1.
1.- Se utiliza como umbral rural-urbano a las ciudades de 20 000 habitantes, como lo proponen los estudios de
Naciones Unidas, con el objeto de hacer comparables los datos que se refieren a los 20 países de América Latina. 21
2.-CELADE, Boletín Demográfico N' 10, julio de 1972, y proyecciones recientes de población, elaboradas por CEPAL
conjuntamente con CELADE.
4.- CEPAL, Aspectos Regionales del Desarrollo en los Países Latinoamericanos, E/CN.12/897, Santiago, marzo, 1971. u 5,.
5.- CEPAL, op. cit.
--
Notas
[1] La constatación de J. Urrutia (1992: 11-15) a principios de los noventas sobre la caída del número
de investigaciones sobre Comunidades ha vuelto a ser señalada para el período 1992-2007 por A. Diez
(2007: 1).
[2] Reunión conjunta del Congreso Mundial de Planificación y Foro Mundial del Habitat Urbano–ONU.
Vancouver, junio 2006.
[3] Censos Nacionales de Población y Vivienda 1993 y 2007. Instituto Nacional de Estadística e
Informática (INEI). En los Censos de Población y Vivienda, se considera centros poblados urbanos,
aquellos que tienen como mínimo 100 viviendas agrupadas contiguamente y todas las capitales de
distrito, aunque no cumplan éste requisito. En este estudio adoptamos este criterio del INEI para
definir “zona urbana” y diferenciarla de zona rural.
[4] Marcos, Jaime. Disolución de Comunidades campesinas y dinámica municipio-Comunidad. p. 103. En:
Debate Agrario nº19. CEPES, Lima: 1994.
Referencias
Castillo, P. (2007). “Las comunidades campesinas en el siglo XXI: balance jurídico”. En ¿Qué sabemos
de las comunidades campesinas? pp. 15-102. Lima: Allpa.
Ducci, M. E. (2003) . Introducción al Urbanismo. Conceptos Básicos. Editorial Trillas. Mexico: Ciudad de
México.
Matos Mar, J. (1988). Desborde popular y crisis del Estado. Lima: CONCYTEC.
Mossbrucker, H. (1990). La economía campesina y el concepto "comunidad": un enfoque crítico. Lima:
IEP.
Ostrom, E. (1990). Governing the Commons: The Evolution of Institutions for Collective Action. Cambridge
University Press.
A nivel distrital
San Jerónimo es
uno de los 8
distritos de la
provincia de Cusco,
del departamento
de Cusco. Se
encuentra a 3245
msnm y cuenta con
una superficie de
103.34 Km2. Es parte de la capital de departamento, está ubicado al sureste de la misma. La experiencia desarrollada en
la actualización del Plan de Desarrollo Concertado muestra que es necesario consolidar los esfuerzos que vienen
desplegándose desde la Municipalidad Distrital de San Jerónimo y desde organizaciones de la sociedad civil para
gestionar de manera planificada el desarrollo distrital. Es importante mencionar que el desarrollo es fundamentalmente
un proceso de ampliación de oportunidades de la gente, lo cual se logra, a través del fortalecimiento de las capacidades.
El desarrollo, por lo tanto, no se reduce al ingreso y los aspectos vinculados a la dimensión económica, o la construcción
de vías y edificaciones. Las dimensiones del desarrollo incluyen: lo social, lo cultural, lo ambiental, lo político-
institucional, lo físico, lo económico. Por lo tanto el desarrollo debe abarcar más que la expansión de la riqueza y los
ingresos, más que el crecimiento y la construcción de infraestructura. El distrito cuenta con una tasa de crecimiento
poblacional de 5.40%, mayor a la del crecimiento provincial que es de 1.11%, y crece seis veces en relación que la tasa
de crecimiento departamental que es de 0.91%; porcentajes que muestran al distrito tiene un crecimiento poblacional
acelerado, no por una explosiva tasa de fecundidad sino por importante tasa de migración que anteriormente era
principalmente del campo y que hoy recibe de los distritos de la propia ciudad del Cusco, recibiendo población y una
creciente presión de servicios con demandas de habilitación y urbanización quizá el más alto del departamento, y que
nos son fácilmente atendibles, cuando esta población no siempre están registrados en este territorio. Hacia el sector
sur, dentro del área rural, hay una tendencia por la expansión urbana, y son sectores con vocación agrícola entre ellos
están Tankarpata, Kayrapampa, y otros. Estos procesos de expansión no cuentan con un ord En el piso de valle, a la
Margen Izquierda y Margen Derecha del río Huatanay, se ubican los Asentamientos Humanos y APVs, siendo esta zona
alterada por la práctica agrícola y el crecimiento desordenado de urbanizaciones convirtiéndose en una zona vulnerable
en la época de lluvias por el crecimiento del caudal del río y las inundaciones que se producen en esta temporada. Esta
zona alberga a la población migrante del interior del departamento. Así mismo algunos sectores por la misma
precariedad en la que se encuentran no cuentan con servicios básicos ni con infraestructura vial adecuada. Sin
planeamiento ni acondicionamiento territorial. Así mismo dentro de la zona urbana se ubican sectores de expansión
urbana como Larapa, Santa María, entre otros asentamientos que están en proceso de consolidación y reagrupamiento.
La distribución espacial de la población es eminentemente urbana, con características de un crecimiento muy acelerado,
debido a la intensa actividad comercial y el intenso proceso de urbanización que se tiene en el distrito. El crecimiento
urbano de la ciudad que ocupa mayormente el piso del valle con características marcadamente longitudinales, ha
generado un crecimiento urbano acelerado y desordenado. Los terrenos más aptos para la expansión urbana de San
Jerónimo, son las que se ubican hacia el norte de la población, desde Larapa hasta angostura, por la buena calidad de
sus suelos, constituidos por gravas de diverso tipo (GW-GP mayormente y nivel freático relativamente profundo),
considerando previamente una microzonificación geotécnica. De acuerdo al análisis de la Vulnerabilidad,( contra el
peligro de sismos), se llega a la conclusión de que la vulnerabilidad es alta, especialmente por la mala calidad de los
suelos de fundación en el sector sur de la población, entre Pillao y Kayra (Suelos lacustres y palustres con capacidad
admisible entre 0.55 y 0.80 kg/cm2 ); La mala calidad de las construcciones; La abundante cantidad de agua en los
suelos; La inadecuada ubicación de muchas construcciones; La poca educación de la población en relación con este
problema, Etc. Sin embargo la calidad delos suelos mejora hacia los sectores de Larapa- Patapata, conformada por
gravas de diverso tipo con capacidades admisibles superiores a 1.5 kg/cm2 . En el Distrito se observan, problemas
latentes de la urbanización con el correspondiente cambio de uso espontáneo de los terrenos de cultivo y bosques
naturales y cultivados. La población crece aceleradamente como fruto de la presión existente en la Ciudad del Cusco,
que por efectos naturales se dirigen hacia el sur este en las que se encuentra ubicadas los distritos de San Sebastián y
San jerónimo dicha presión además de encarecer los terrenos, vienen siendo ocupados por habitantes de la clase media
a menos; por lo que es necesario que las autoridades tomen inmediatas cartas en el asunto, para una adecuada
planificación y una correcta ocupación de los terrenos, para lo cual serán necesarias tomar las medidas preventivas en la
gestión de la planificación, para evitar problemas de desastres naturales; dentro de las medidas inmediatas por ejemplo
es necesario la microzonificación sismo geológica de los terrenos de expansión urbana, medida que discriminaría el uso,
clasificándolos de acuerdo a sus aptitudes, otra medida urgente es evitar el tráfico indiscriminado de los terrenos por
propietarios irresponsables que solo se limitan a lucrar. Recientemente (cuando se realizaba este estudio), se han
producido deslizamientos de suelos en el sector de Petroperú y Pillao, exactamente en el asentamiento Humano Altiva
Canas; en la que se han deslizado materiales arcillosos y areno arcillosos correspondientes a la Formación Geológica
cuaternaria “San Sebastián”, posiblemente estos deslizamientos se hayan visto acelerados a las excavaciones que
efectúan los pobladores en la base de las quebradas profundas, haciendo perder estabilidad al talud natural, o también
con el propósito de explotar los materiales como canteras de arcillas. Para evitar este hecho es necesario prohibir la
explotación de estas canteras o las excavaciones con fines de ampliación de territorios o finalmente respetar la
urbanización planificada.
comunidad campesina el cual convierte los efectos positivos del proceso de urbanización en efectos
negativos, la venta acelerada de terrenos de cultivos a personas desconocidas que nunca supieron cómo es
comunal.
De seguir con este problema se puede evidenciar el desarrollo y crecimiento desordenado de la comunidad
campesina de Pillao Matao, trayendo junto consigo desunión de los pobladores como comunidad organizada,
volviéndose más individualmente, de la misma manera la venta acelerada de terrenos de cultivos podría traer
consigo la pérdida total de las tierras de cultivo y causando que los pobladores netos de dicha comunidad
campesina pierdan los beneficios de sus cultivos, y más el hecho que si dichos compradores de terrenos
fueran desconocidos por los habitantes de la comunidad campesina, traería de la misma manera consigo el
habitantes de la comunidad campesina de Pillao Matao en San Jerónimo, causaría la desaparición de las
costumbres y tradiciones de dicha comunidad, olvidando lo único que los mantiene unidos, la cultura.
Por lo mencionado se debe de resaltar que los mencionados problemas se podrían solucionar si los
representantes de la comunidad campesina tomen la iniciativa de juntar a los socios de dicha comunidad para
tomar las decisiones a futuro que se tomara, al igual que proponer la iniciativa de vender terrenos que no
sean zonas de agricultura y por ende no venderla a personas extrañas, ya que por ello existe la desunión, de
ser contrario, unirlas, hacerlas participadoras de las tradiciones y costumbres de la comunidad, y por último
y los más importante, hacer concientizar a los habitantes de dicha comunidad para tomar las decisiones
correctas a futuro.
“Sustitución de los ecosistemas naturales por centros de gran densidad creados por el hombre, donde la especie
dominante es la humana y el medio está organizado para permitir su supervivencia” (Surtees 1971 citado por Sukopp
1991: 18). Para efectos de la presente investigación, se emplea el concepto de manera amplia, y se define como proceso
de urbanización al crecimiento de modo concentrado de las edificaciones, predominantemente de uso residencial en el
área de influencia de la expansión y consolidación de las ciudades. En cuanto a la clasificación del proceso de
urbanización Pujadas lo clasifica en función de la secuencia de las actividades urbanizadoras de parcelación,
construcción de la infraestructura urbana y construcción de las viviendas. De este modo se puede identificar las
siguientes formas de crecimiento urbano (Pujadas 1998:296): - Formas con planeamiento previo y distintas secuencias
de urbanización: ensanches, hileras suburbanas, ciudad jardín de uso residencial extensivo y polígonos residenciales de
uso intensivo. - Urbanización marginal sin planeamiento previo, la cual es espontánea por necesidad de la población y
consta de una parcelación y edificación de viviendas pero sin el establecimiento de la infraestructura urbana. -
Edificación informal sin planeamiento ni parcelación Además, la forma que adquiere la expansión de la ciudad se
circunscribe entre la dispersión y la concentración; expresada por la predominancia de viviendas unifamiliares o de
edificios, respectivamente. A partir del siglo XIX, inicia la expansión dispersa o ciudad difusa, debido a las innovaciones
en transporte y comunicación que facilitan la localización de actividades, sobretodo industriales, en la periferia donde se
accede a suelos de bajo costo. (Capel 2003: 200, 212). Bazant describe la expansión de las áreas urbanas como un
proceso constante que sucede en todo el perímetro de las ciudades de forma dispersa en sus inicios, seguida por la
densificación de estos terrenos hasta que las zonas urbanas periféricas terminan siendo incorporadas a la mancha
urbana central. Este proceso, por lo general, no respeta las normas que destinan parte de estos suelos para usos
agropecuarios o de conservación ecológica y terminan siendo parcelados y vendidos de manera informal.
Lamentablemente, los gobiernos
locales perciben este proceso como inevitable por su magnitud y complejidad. Por lo que este autor, agrega: “Hasta
ahora no ha habido barreras territoriales que obstaculicen o disminuyan la presión de expansión de las ciudades, ni las
pendientes pronunciadas, ni los deslaves de barrancas, ni las zonas inundables, ni terrenos con suelos colapsables,
salitrosos o volcánicos, ni áreas agrícolas, ni aquellas de conservación ecológica”. (Bazant 2008: 118)
Concordantemente, en una entrevista, Carlos de Mattos señala que a pesar de que los europeos tienden a implantar
una mayor regulación, ninguna norma ha tenido influencia frente al consumo de tierras per cápita creciente y desde
hace 50 años sus ciudades crecen de manera descontrolada (Grimaldo 2011: 16). Sin embargo, en el caso de grandes
zonas metropolitanas, Bazant señala que están alcanzando un límite de crecimiento, debido a que los beneficios
económicos en cuanto a empleo y servicios que ofrecen a los nuevos habitantes empiezan a decrecer, al mismo tiempo
que las diseconomías de escala como el tráfico y la inseguridad empiezan a aumentar (2010: 478). Entre las formas de
expansión urbana se identifican los siguientes tipos de urbanización periférica: la suburbanización, la periurbanización,
la rurubanización y la residencia secundaria; conceptos que se desarrollan a continuación. La suburbanización es el
crecimiento de zonas residenciales de baja densidad a las afueras de la ciudad, fomentado por la búsqueda de mejor
calidad de vida cerca al campo y el uso intensivo del automóvil (UNFPA 2007:47). Este tipo de dispersión y crecimiento
urbano de baja densidad se presenta, principalmente, en ciudades de países desarrollados; y es facultado por los
cambios tecnológicos y de los costos de transporte y comunicación (UN-HABITAT 2002: 9, Capel 2003: 200). Sin
embargo, la baja densidad urbana es calificada como un uso ineficiente del suelo y que genera mayor costo de
urbanización, puesto que requiere mayor longitud vial y de redes de infraestructura, además de originar problemas
ambientales y sociales que se detallan más adelante (Bazant 2010: 495, Rogers 2000:7, Capel 2003: 212). La
periurbanización se presenta en los países en desarrollo como un crecimiento urbano de alta densidad, desordenado y
diversificado (UNFPA 2007: 48). Este tipo de urbanización es consecuencia de la acelerada urbanización en estos países
y de la migración rural, generando zonas urbanas marginales e informales sin planificación de infraestructura y servicios
donde habitan gran parte de los pobres urbanos (Dourojeanni 1999:6, Rogers 2000:7). Mientras que la rurubanización,
es una modalidad muy similar a la suburbanización, la cual mantiene el vínculo directo con la ciudad por motivos de
empleo y servicios; pero con una densidad aún más baja, mayor semejanza a las viviendas rurales y de manera
yuxtapuesta con áreas rurales (Bazant 2010: 482). Este último tipo de dispersión urbana se encuentra relacionado al
concepto de residencia secundaria, puesto que las residencias secundarias pueden localizarse en zonas clasificadas
como rurubanas. La residencia secundaria consiste en la edificación de viviendas de uso estacional y que no constituyen
la vivienda principal de una familia; de manera que cumple una función de albergue temporal, este hecho también es
descrito como parte de un ‘turismo’ familiar (Delgado 2008, Guarnido 1989:163-165). La magnitud del fenómeno de
residencia secundaria depende de los niveles de ingresos de la población, por lo que Delgado (2008), señala que es un
fenómeno reciente y principalmente se ubica cerca de las ciudades, aunque a medida que la comunicación vial mejora
se alejan más y se caracteriza por localizarse de forma irregular y de modo muy selectivo. Además se caracteriza por
presentarse en gran medida, como urbanizaciones cerradas; lo cual es clasificado por Bahr como “condominios de fines
de semana o vacaciones” dentro de la tipología de barrios cerrados de las metrópolis de América Latina (Bahr
2005:218). Una de las zonas donde comúnmente se presentan residencias secundarias son las áreas litorales, según Del
Pino (2003) debido a que “el litoral es un clásico foco de atracción para la ubicación de residencias secundarias, basada
en las posibilidades recreativas”. Según González (2003) la urbanización litoral de segunda residencia es expresión
relativamente reciente de la evolución del sistema urbano, en parte motivada por la urbanización acelerada y
desordenada de alta densidad en las ciudades. El autor señala que la intensificación de la urbanización litoral puede
estar asociada a que las viviendas principales poseen una baja calidad y por ello la necesidad de espacios de ocio.
González también explica que hay una tendencia de crecimiento urbano sobre los espacios periurbanos de ocio más
accesibles y que paulatinamente se convierten en zonas de residencia permanente, al mejorar la conectividad y los
servicios, por lo que los territorios más alejados van transformándose en lo que denomina como nuevos espacios
perimetropolitanos de ocio (2003:19-21). Aunque esto difiere de la perspectiva de Delgado (2008), quien señala que la
residencia secundaria tiene muy baja capacidad para desarrollar procesos de articulación entre territorios diferentes, ya
que considera que más bien se está produciendo “una colonización del espacio rural, litoral e interior, por funciones
residenciales que responden a intereses extralocales y, hasta cierto punto, extraregionales”. Las alteraciones generadas
en la estructura urbana por la suburbanización y rururbanización producen una ciudad difusa, y a la vez, policéntrica;
puesto que las nuevas áreas urbanas demandan centros periféricos (Capel 2003: 204, 208). Además, en muchos casos se
presentan como urbanizaciones cerradas, dando origen a una ciudad fragmentada, por la privatización del espacio
urbano sin libre acceso (Bahr 2005:220). Entre los principales problemas que produce la dispersión urbana, se
encuentran: la congestión vehicular, la desintegración de usos del suelo, la segregación social, la elevación de costos de
transporte y servicios, la ocupación de áreas naturales, la contaminación ambiental, entre otros; en consecuencia,
presenta elevados costos sociales, ambientales y económicos (Capel 2003: 217-218, Rogers 2000:7). Por estas razones,
existe una conciencia creciente de los inconvenientes de la dispersión urbana y se han generado movimientos en
oposición a ella, incluso en Estados Unidos (Capel 2003: 217-218). En la misma perspectiva, es que Rogers califica la
urbanización dispersa como “insensata” (2000:7). 2.2.2. El contexto de la urbanización mundial y latinoamericana A
nivel mundial, el índice de urbanización de la población aumenta aceleradamente y las tendencias indican que el mayor
crecimiento de la población mundial en las próximas décadas se centrará en las zonas urbanas de los países
subdesarrollados (IIED 2006: 267-268). Según De Mattos, el crecimiento de las ciudades se ha dado en forma
descontrolada, llevando al aumento del consumo per cápita de tierras para uso urbano; es decir, en estos casos, la
urbanización tiende a ser cada vez menos densa, ocupando áreas más extensas. (Entrevista en Grimaldo, 2011). Como
resultado, principalmente en los países subdesarrollados, la expansión urbana ha generado “ciudades fragmentadas,
caóticas, dispersas, congestionadas y ambientalmente insostenibles” (Andrade 2010: 74). Latinoamérica y el Caribe es
una de las regiones más urbanizadas, con un nivel de urbanización cercano al de la mayoría de países desarrollados. Este
proceso es resultado de la migración desde zonas rurales y poblados menores, el que se intensifica con la
industrialización después de 1950. En las décadas siguientes la migración disminuye y el crecimiento vegetativo de la
población se convierte en el principal factor de crecimiento urbano motivo por el cual, la velocidad de la urbanización se
reduce en los últimos años. (CEPAL-PNUMA, 2001:73-76; Martin 1992: 273-274; Winchester 2008: 12). El grado de
urbanización de Latinoamérica en el año 1995 era de 73,2% y en el 2005 creció a 77,8%. La mayoría de la población
latinoamericana habita en ciudades grandes, fenómeno denominado como metropolización, siendo el 30% de la
población urbana la que vive en las 42 ciudades con más de un millón de habitantes. (Winchester 2008: 12-13; Schutz
96:41) Para este estudio, es importante señalar que la mayoría de la población mundial, y específicamente el 60% de la
población de América Latina, habita en las zonas costeras (CEPALPNUMA, 2001: 62). Bahr y Borsdorf describen el
desarrollo urbano de las ciudades latinoamericanas en cuatro momentos: ciudad compacta, ciudad sectorial, ciudad
polarizada y ciudad fragmentada. La ciudad compacta se presenta desde la fundación de ciudades en la época colonial,
donde la estructura social se manifestaba espacialmente en la localización de manera circular de los barrios; así, la
aristocracia se ubicaba en el centro; la clase media, alrededor; y en la periferia, los indios y mestizos. Después de la
independencia de las colonias en el siglo XIX se reestructuraron las ciudades con la diferenciación sectorial y la
expansión lineal de los barrios de clases altas y zonas comerciales e industriales. Desde la década de 1950 se acelera la
suburbanización e inicia la rururbanización, dando origen a la ciudad polarizada, manteniendo la diferenciación
socioespacial; mientras que en la periferia transcurre el continuo proceso de consolidación de las áreas urbanas de bajo
nivel socioeconómico. Finalmente, se identifica la ciudad fragmentada, con la separación de las funciones
socioespaciales en pequeña escala, de modo que hay una distribución más variada de usos y niveles socioeconómicos
pero con la presencia de barrios cerrados por muros y cercos, los cuales adquieren diversas formas y escalas. (Bahr
2005:208-212)
En este escenario, el proceso de crecimiento urbano latinoamericano se caracteriza por ser acelerado, desordenado y
anárquico; como consecuencia se presentan problemas comunes como: desequilibrios regionales, macrocefalia, redes
urbanas desequilibradas, urbanización periférica, marginalidad, subempleo, carencia de servicios, reducción de la
calidad ambiental y alteración de ecosistemas frágiles (Santos 1988: 115-116; Martin 1992: 276-278; García
1997:30;Schutz 96:41-45). Además de presentarse el fenómeno de la ‘ciudad dual’, es decir, la coexistencia de dos
mundos muy desiguales por un lado barrios residenciales de altos ingresos, y por otro, asentamientos de muy bajos
ingresos (Martin 1992: 276). 2.2.3. El contexto de la urbanización en el Perú En el Perú la población urbana también se
encuentra en constante aumento, según datos del INEI la población urbana en 1940 era un poco más de dos millones;
en 1972, más de ocho millones; y en 2007, superó los veinte millones de personas (Ver Fig.7). En cuanto al porcentaje
de la población urbana en relación a la población total, en 1940 era el 35,4% de la población total, en 1972 alcanzaba el
59,5% y en el 2007 creció al 75.9%. De modo que, si bien el proceso de urbanización se mantiene en aumento, este
crecimiento va perdiendo intensidad, coincidiendo con la tendencia mundial, el crecimiento es cada vez menor por las
migraciones desde zonas rurales y es más importante el crecimiento vegetativo de la población. (INEI 2011:33) Figura 7:
Evolución del tamaño de la población urbana y rural en Perú Elaboración propia. Fuente: INEI 2011:33 0 5 10 15 20 25
30 1940 1950 1960 1970 1980 1990 2000 2010 Las migraciones internas de los últimos 60 años se han dirigido
principalmente hacia la costa, por concentrar mayor dinamismo en las actividades económicas y poseer mayor
abastecimiento de servicios. A mediados del siglo pasado se intensificaron debido a las políticas de industrialización con
mayor presencia en las ciudades de la costa y a la crisis del campo en la sierra. Entre 1981 y 1993 nuevamente se
acrecientan las migraciones internas por el conflicto armado interno y la crisis económica. (INEI 2011:34-35) En cuanto a
la distribución de la población urbana en el Perú, la ciudad principal es la metrópoli de Lima-Callao que supera los 8
millones de habitantes y las ciudades que le siguen en tamaño tienen menos de un millón de habitantes. La mayor
concentración de estas ciudades se presenta en la franja costera centro y norte del país, mientras que las ciudades de la
sierra se encuentran más dispersas y son en su mayoría de menor tamaño; y en la selva existen pocas ciudades
localizadas de manera muy dispersas en la zona norte. Esta distribución se puede observar en la Fig.8 que presenta la
ubicación de las ciudades que superan los 20 000 habitantes. Figura 8: Mapa de las principales ciudades del Perú según
tamaño de la población
PROCESO DE URBANIZACIÓN (variable independiente)
Continuando con el análisis de resultado, procedemos a analizar la
variable independiente, para ello señalamos que el proceso de
urbanización son cambios progresivos de concentración poblacional y
conglomeración espacial determinados por límites de dimensión y
densidad, y por la difusión de actitudes y comportamientos propios de una
cultura urbana, producto de la migración, desequilibrios regionales y
sectoriales dentro de un proceso de desarrollo que es consecuencia de
modernidad.
DESARROLLO URBANO EN EL PERÚ
Se entiende por urbanización, como la consecuencia de dos
fenómenos sociales: el proceso de concentración progresivo de la
población de un territorio y los resultados a los que este proceso lleva
sobre la propia organización social. (SALVADOR, LAMO y TORRES:
1988)
El proceso de desarrollo urbano en el Perú comenzó su aceleración
en los fines de los años 40, producto del fuerte oleaje migratorio que se
vivía a consecuencia de dos factores; el desequilibrio económico
producido en la zona rural y el comienzo del desarrollo industrial.
Además esta propagación insólita que afecta toda su estructura social,
política, económica y cultural, es decir, el desborde de la masa frente al
estado y al Perú oficial (MATOS MAR: 1990).
Las características que tiene el proceso de urbanización, en los
países del tercer mundo, ... corresponde a otras dinámicas sociales, en
los que la urbanización precede a la industrialización; es decir el
crecimiento urbano no es correspondiente al crecimiento económico.
(ZUÑIGA ROJAS: 2006). Dado que está enmarcado dentro de la lógica
del proceso de industrialización, que se genera principalmente en las
ciudades costeras como es el caso peruano.
Si bien la migración es un factor primordial en este proceso, es
desplazamiento poblacional tiene sus consecuencias, como lo diría
Quijano en la relación de dependencia que existe en nuestro país. La
urbanización en el Perú se enmarca en las tendencias mundiales
esbozadas. Si esta reubicación forma parte del proceso global, hay que
entenderla ante todo como un proceso de transformación social
vinculada al contexto mundial. En este sentido la migración no puede ser
analizada únicamente como una suma de traslados individuales, sino
como una transformación social, que opera a todos los niveles de agregación social en la cual el traslado
físico resulta ser parte de un
proceso cualitativamente mayor.
Sería por lo tanto una reducción inadmisible comprender la
urbanización únicamente en términos del desarrollo clásico de una
división del trabajo entre campo y ciudad hacia el surgimiento de una
sociedad industrializada, aunque esta tendencia también esté presente.
Es frente a esta imagen de urbanización industrial, que el proceso de
urbanización limeño adquiere la connotación de caótico, anémico,
marginal e informal. El ordenamiento del proceso, sin embargo, no hay
que buscarlo en las economías industriales, con sus correlatos claros de
clases formadas, de relaciones de producción nítidamente capitalistas,
de modelos de reproducción simples y unívocos. Lo que le da perfil es
más bien la multiplicidad de formas de organización de la producción y
circulación en circuitos reducidos, en relaciones de clientelaje, de
parentesco, de paisanaje y de compadrazgo aunque se encuentren
relacionados con organizaciones fabriles, industriales, con un sistema
financiero y bancario propio de sociedades industriales, y aunque
coexistan sistemas de mercadeo en gran escala con otros de
intercambio familístico. Asimismo, la reproducción de la familia popular
no se da a partir del simple asalariamiento y la adquisición de bienes en
un supermercado, sino a través de una red en la cual cada persona
maneja una serie de estrategias de reproducción, cuya articulación
permite la sobrevivencia, e implica una organización social de las
estrategias y una red de relaciones sociales necesarias para la
reproducción, que contrasta con el aislamiento del consumidor en el
capitalismo desarrollado. (GOL TE y ADAMS: 1990), frente a las
transformaciones más o menos aceleradas del mercado de trabajo.
El proceso de urbanización significa para la gente que participa en
él no solamente crearse un espacio de vivienda e ingresos que permitan
su reproducción, sino también, y como precondición, la adquisición de conocimientos que posibiliten su
desenvolvimiento en la ciudad. Este
aprendizaje de nuevos conocimientos no es reductible a la educación
formal en centros de educación. En el caso de muchos migrantes no hay
tal preparación formal, sino una captación de información por medio de
amigos y conocidos, hay un aprendizaje en el trabajo, y hay en muchos
casos un aprendizaje por ensayo y error. Los procesos de aprendizaje,
sin embargo, no solamente tienen un aspecto de calificación individual,
sino ante todo un componente social.
CAPITULO 11
MARCO TEÓRICO
2.1. Antecedentes de la investigación
2.1.1 Investigaciones relacionas con el estudio
"DESBORDE POPULAR Y CRISIS DEL ESTADO: UN NUEVO
ROSTRO DEL PERÚ EN LA DÉCADA DE 1980" (Lima, 1984). Autor:
MATOS MAR. Institución que respalda el estudio: instituto de
estudios peruanos, Lima, 1984. Diseño de Investigación: DescriptivoAnalítico.
Teoría: Marxista-Estructuralista.
OBJETIVO:
Retratar el proceso migratorio, su expansión en la capital y la formación
de los Asentamientos humanos y ubicación, cada cual según su
extracción social y económica.
CONCLUSIONES:
Muestra la nuevas características que lima a desarrollado como es el
desborde en el espacio urbano, determinan profundas alteraciones en
el estilo de vida de la capital y dan un nuevo rostro a la ciudad. Las
barriadas y los barrios populosos convertidos en crisoles que fusionan
las distintas tradiciones regionales, se convierten en focos poderosos
de un nuevo mestizaje de predominante colorido andino, generando
estilos de cultura, opciones económicas, sistemas de organización y
creando las bases de una nueva institucionalidad que se expandeencontrando escasas resistencias, entre
los resquicios de las
estructuras oficiales, desbordando sin pudores, los límites de la
legalidad cada vez que éstos se oponen como obstáculos. Lima
convertida en escenario de un masivo desborde popular. Este
desborde lleva el sello de la composición dominante andina de su
nueva población que proyecta sus estilos. Lima muestra ya un nuevo
rostro y comienza a perfilar una nueva identidad. Lima está ahora más
teñido de andino que nunca y que borra la faz hispánica.
"LAS MIGRACIONES CAMPESINAS Y EL PROCESO DE
URBANIZACIÓN EN EL PERÚ11
, Autor: MATOS MAR José.
Teoría: Funcionalista.
CONCLUSIÓN:
Para el autor los cambios empezaron cuando la gente que vivía en
comunidades autosuficientes en el agro comenzó a trasladarse hacia
las ciudades, alterando las tendencias Históricas. Sostiene que el
proceso de migración la ciudad comenzó a tener un nuevo carácter con
la población que llego a la ciudad, trasforma su forma de vida de la
población, adoptando sus costumbres, sus hábitos, etc. Todo ello
constituye una nueva identidad cultural que reclama verse retratada
socialmente. El surgimiento de la· música "chicha", que tiende a
reemplazar al folklore andino y a la música criolla, y el triunfo de
determinadas formas de comunicación, programas radiales o
telenovelas, que se refieren o reflejan partes definidas de esta nuevaidentidad, ejemplifican claramente el
cambio producido. Las páginas
sociales y los espacios televisivos dedicados a mostrar la forma de vida
de las clases altas han ido gradualmente desapareciendo. Priman
ahora las crónicas policiales y los programas de diversión popular que
los nostálgicos califican de "huachafos".
11EL LABERINTO DE LA CHOLEDAD" (Lima, 1992). Autor: NUGENT,
Otros 2 2,0
----------------------~------------~--~~ ¡-No trabaja L __ _j_ ____ ' 8,0
_______ Total _ __L __ _lOO _ . ____ 1ºº'º--- Fuente: Elaboración propia del investigador.
CAPITULO I
PROCESO DE URBANIZACIÓN
Hoy en día las transformaciones territoriales se encuentran marcadas por un
contraste espacial en el que el desarrollo urbano, desde el punto de vista físico,
delimita claramente lo urbano de lo rural. Los avances tecnológicos, urbanísticos y
sociales, van dando como resultado un entorno rural cada vez más reducido por
los procesos de expansión urbana. En esta primera parte de la investigación, se
espera profundizar los aspectos teóricos relevantes para comprender el tema
investigado.
1. Urbanización como concepto
La urbanización es un concepto complejo de definir debido las diversas
dimensiones que la componen, una de ellas es la ciudad y sus derivados, que
hacen alusión a un tipo de organización estructural espacial, ligada a “la
concentración espacial de la población a partir de unos determinados límites de
dimensión y densidad”. (Castells; 1976 (a):15)
Un elemento significativo que caracteriza a la urbanización, es el aumento de sus
habitantes, acentuando la concentración espacial al incorporarse nuevos
asentamientos al espacio geográfico. Aquella nueva manera de organización
social influye en las formas en que viven las personas en el territorio, el espacio
rural comienza a adoptar características de la ciudad, siendo uno de los
fenómenos sociales más evidentes en los cambios que genera urbanizar un
espacio. La forma de organización en la ciudad supone una reestructuración en la
ocupación del espacio en donde las viviendas, edificaciones, industrias son
visualmente representativas, sin embargo, no sólo son cambios visuales sino
también los comportamiento que adoptan su habitantes.
Urbanizar un territorio es “convertir en poblado, una porción de terreno o
prepararlo para ello, abriendo calles y dotándolas de luz, pavimento y demás
servicios urbanos”.(Vinuesa y Vidal; 1991: 23), son transformaciones en el espacio
rural con el fin de que adquiera una tipología urbana, dotando al territorio de
edificaciones, bienes y servicios, redes de abastecimiento, electricidad, etc.
La urbanización propicia atracción de actividades económicas y de empleo para
los sujetos, generando que tengan que migrar hacia los focos de producción que
se encuentran en la ciudad. La ciudad ofrece mayores oportunidades económicas
que el espacio rural, en consecuencia los sujetos comienzan asentarse en las
ciudades, aumentando la concentración espacial, junto con ello, nacen nuevas
demandas como: servicios, viviendas, equipamientos, transporte, entre otros.
Al crearse nuevas condiciones de vida y ofertas para los habitantes, la ciudad
comienza a tomar forma y expandirse por el espacio geográfico, invitando a
nuevas localidad a integrar la urbe, de ésta forma:
“la existencia de una red de núcleos de población adecuadamente
organizada en cuanto a la diversidad de tamaños (jerarquización) y la
distribución espacial, con un número suficientemente amplio de núcleos de
cierto tamaño no excesivamente distantes, facilitará enormemente el
proceso de urbanización en el territorio”.(Ibíd: 26)
En definitiva, la urbanización es un proceso social de reorganización espacial, que
ofrece nuevas condiciones de vida para los habitantes; paralelamente, la
dimensión económica condicionará la organización de las ciudades, propiciando
una nueva sociedad urbanizada que fortalecerá el sistema económico imperante.
2. Reseña histórica del proceso de urbanización
El proceso de urbanización no es sólo un hecho que trasforma visualmente un
territorio, si no que cambia lo modos de convivencia humana.
Para comprender con claridad el proceso de urbanización, es necesario explicar
los siguientes factores que desencadenan y/o se desarrollan conjuntamente con el
proceso.
2.1 Surgimiento de las ciudades
A lo largo de la historia, la ciudad ha estado presente en diferentes culturas. Así
es como la forma estructural de la organización espacial es posible visualizarla
desde tiempos remotos; sin embargo, la urbanización entendida como el traspaso
de la sociedad rural a urbana es un proceso social más reciente. A partir de los
años 70 aproximadamente podemos encontrarnos con ciudades urbanizadas, las
que se caracterizan por su expansionismo a través del espacio geográfico,
desarrollándose como un modo de organización imponente digno de integrar en
las diferentes localidades.
Al respecto surge la interrogante respecto de: ¿Por qué el proceso de
urbanización tardó tanto en desarrollarse siendo que las ciudades existen hace
siglos?, la respuesta podemos encontrarla, en parte en la lógica de las
capacidades y conveniencias de los grupos humanos y/o habitantes del territorio,
es decir, “la urbanización es el resultado de los diferentes contextos sociales,
culturales, tecnológicos, etc. en los que se producen”. (Ibíd: 36)
En este sentido, se hace necesario explicar el proceso histórico de urbanización
para, de esta manera, tener una mayor comprensión del proceso, es decir,
desde sus inicios desde el nacimiento de las ciudades.
Como señala el geógrafo Julio Vinuesa (1991), las ciudades comienzan a surgir a
partir de la era Neolítica, cuando el hombre comienza a descubrir y desarrollar
herramientas que le facilitan avanzar en el sistema de recolección de alimentos a
la producción de la agricultura, pudiendo obtener excedentes de los alimentos que
adquirían, paralelamente la riqueza productiva de la tierra y la densidad de la
población contribuyeron para la creación de nuevos asentamientos. Las primeras
ciudades podemos encontrarlas “hace unos 5.500 años, cuando se hubo
alcanzado una tecnología neolítica avanzada, que permitió el paso de un sistema
de simple recolección a otro en el que los alimentos eran ya cultivados y además
era posible obtener excedentes”. (Ibíd: 36)
De este modo queda un excedente que es destinado para la sociedad; este se
produce debido a que la comunidad es capaz de generar bienes no sólo para
satisfacer las necesidades individuales, sino de producir alimentos para una
mayor cantidad de población a la que tendrá que alimentar.
Una vez desarrollado, la producción agrícola y la obtención de excedentes para
poder abastecer a la comunidad y a más personas, se produce el proceso de la
división del trabajo, los sujetos realizan diversas actividades dentro de la ciudad,
como: comerciantes, artesanos, militares, etc. especializando su manera de
producir dentro del territorio; es en este contexto social en donde nacen las
primeras ciudades. (Vinuesa y Vidal, 1991)
A consecuencia de la producción agrícola y sus excedentes, la división del trabajo
contribuye a generar la comercialización de las materias primas y bienes a otras
localidades, creándose la necesidad de especializar elementos técnicos para
poder comercializarlos hacia el exterior, influyendo en la creación de condiciones
óptimas en trasporte para vender los productos y bienes que la sociedad
desarrolla.
El medio natural, favorecedor de materias primas y de la actividad agrícola, la
densidad de los habitantes, el desarrollo de las capacidades técnicas, la división
del trabajo y su especialización, las mejoras en el trasporte para la comercialización de las materias
primas y los bienes fabricados por los habitantes
en el territorio, dan origen a la aparición de las ciudades.
Las ciudades comenzarán a expandirse y evolucionar de manera lenta, hasta la
llegada de la Revolución Industrial; en este momento histórico es cuando lo
urbano comienza a tener relevancia en los procesos históricos y sociales. De la
misma manera “a mediados del siglo XIX la Industrialización va a caracterizarse
por el aumento de la productividad”. (Ibíd: 71)
El traspaso de la sociedad feudal a la sociedad capitalista son hechos que
trascenderán en el transcurso del tiempo, el nacimiento de la industria, la
producción en serie, la sustitución en la producción de la mano humana por la
máquina, las mejoras en el trasporte impulsan a que la ciudad evolucione a una
nueva etapa en la historia.
Los avances tecnológicos y la reproducción en serie que caracterizan al proceso
industrial en el transcurso del tiempo se irán desarrollando a la par con el sistema
económico capitalista, generando un nuevo tipo de relación con el campo y la
ciudad.
Los transformaciones se producen en el siglo “XVIII y sobre todo en la segunda
mitad del XX, la ciudad cambia sus dimensiones demográficas y espaciales, su
forma y su paisaje”. (Ibíd: 59), creándose una nueva forma de asentamiento en el
territorio.
Por otro lado, la ciudad con la Revolución Industrial comenzará a perder su
protagonismo, sus características de organización autónoma en concordancia a
objetivos propios, leyes, modos de organización espacial, etc. irá perdiendo
posicionamiento.
El proceso de urbanización en el contexto de la Revolución Industrial, se
desarrolla conjuntamente con la producción capitalista y su organización del
espacio, lo que puede ser explicado desde dos aristas importantes: “1.- La descomposición previa de
las estructuras sociales agrarias y la
emigración de la población hacia los centros urbanos ya existentes,
proporcionando la fuerza de trabajo esencial a la industrialización.
2.- El paso de una economía doméstica a una economía de manufactura y
después a una economía de fábrica, lo que significa al mismo tiempo la
concentración de mano de obra, la creación de un mercado y la constitución
de un medio industrial”. (Castells; Opcit (a): 21)
Las ofertas laborales que la ciudad entrega a los habitantes de los lugares rurales
de mismo modo, la falta de oportunidades laborales a nivel rural, provocan la
migración del campo a la ciudad, aumentando con ello la densidad poblacional y
de mano de obra, para generar producción en las industrias, potenciándose el
nacimiento del mercado e innovando en avances tecnológicos ligados a los
medios de transportes, lo cual facilita el traslado para llevar a cabo la venta de los
productos en diversas ciudades y localidades.
La producción capitalista genera la reestructuración del espacio geográfico,
brindando las condiciones para que el mercado se instale y se expanda de manera
progresiva en el territorio, sin la existencia de un organismo que ejerza control
social sobre su política expansiva.
El aumento de la industria conlleva la competitividad; surgiendo también la
especialización y diferenciación en la mano de obra mediante la escasa
capacitación a los obreros, con el fin de aumentar las ventas y la producción al
mínimo coste posible.
La competitividad industrial genera interrelación con otras ciudades e industrias,
siendo necesaria la complementariedad, el intercambio y la necesidad de abaratar
al máximo los costos de producción y transporte. Todo ello provoca que las
industrias se ubiquen próximas en el espacio geográfico, para la comercialización
de las materias primas y la reducción en los coste de mano de obra productiva,
propiciando con ello la urbanización de las ciudades. Por consiguiente, en la ciudad se encuentran
las condiciones óptimas para la
actividad industrial, la localización de ellas provoca su aumento y su poder de
atracción.
A consecuencia de los cambios económicos y sociales que se producen en la
época mencionada anteriormente, se crea una nueva manera de estructura y
organización del espacio; la finalidad es mejorar problemas de hacinamiento,
segregación, etc. sin embargo, aquello se realiza más en función de facilitar el
crecimiento y expansionismo económico, es decir, “La organización espacial
resultante trata de servir a los intereses militares, administrativos y comerciales
que justifican el nacimiento de la ciudad y marcan claramente la diferencia con los
espacios creados por las civilizaciones autóctonas”.(Vinuesa; et al, Opcit: 81)
Continuando con este análisis histórico del proceso de urbanización se analizará
en el siguiente punto las transformaciones socio-espaciales ocurridas en América
Latina identificando, como veremos a continuación, su impacto en el desarrollo
social, cultural, económico y político en el continente.
3. Transformaciones socio-espaciales en América Latina
La organización socio-espacial de una sociedad es un hecho histórico y social “la
historia no se escribe fuera del espacio y no hay sociedad a espacial. El espacio,
en sí mismo es social”. (Santos; 1996:18) En este sentido, el conjunto de
características asociadas a un lugar les confiere un significado particular, por lo
tanto, el espacio construido y su población no tienen una participación imparcial
frente a la evolución de las formaciones económicas y sociales.
Las olas de modernización sentidas por los países latinoamericanos a fines del
siglo XIX y principios del siglo XX son “impulsadas por la oligarquía progresista, la
alfabetización y los intelectuales europeizados; entre los años veinte y treinta de
este siglo por la expansión del capitalismo”. (García; 1989: 65) Ellas nos refieren el contexto
modernizador que esperaba inscribir a América Latina bajo un
crecimiento caracterizado por una modernización económica, política y
tecnológica, nacida como parte del proceso de independencia. La exigencia de
estas trasformaciones se encontraba determinada por la necesidad social, política
y económica del continente, sin embargo, los procesos modernizadores y su
influencia reorganizaron permanentemente la realidad social y al mismo tiempo
impactó sobre el espacio donde estos se implementaron.
El espacio usualmente es considerado como un concepto abstracto, sin embargo
“la organización del espacio es también una forma, un resultado objetivo de una
multiplicidad de variables actuando a través de la historia”. (Ibíd: 35)
El espacio por tanto, puede sin duda verse impactado por las fuerzas externas y
puede afectar en todos los procesos. En esa perspectiva la organización del
espacio es dependiente, y la dependencia no es un concepto sino más bien un
fenómeno histórico.
De este modo, se hace necesario comprender que en América Latina el proceso
de modernización articuló los modos de producción y de la mano creó formaciones
sociales interdependientes, caracterizadas por relaciones de poder dominantes
entre las distintas clases, acentuándose la problemática que apuntó a reconocer
las posibilidades reales de un modernismo europeo instalado en una realidad
social histórica diferente, como señala García “los movimientos innovadores
fueron “trasplantes”, “injertos”, desconectados de nuestra realidad”. (Ibíd: 68)
El problema de la instalación del proceso modernizador dada sus exigencias, ha
pasado a ser puesta en duda pues las externalidades tienen su propia lógica,
“desde el momento en que se acepta un modelo de crecimiento orientado hacia
afuera, el Estado y la Nación pierden el control sobre las sucesivas organizaciones
del espacio”. (Santos; Opcit: 36)
Es por lo que el proceso de urbanización visto desde una trayectoria histórica “no
es algo independiente sino que responde a un orden social y cultural concreto, del
que pasa a formar parte”. (Vinuesa; et al; Opcit: 24).
En América Latina el panorama se proyectaba sobre la base de una nueva
ideología de crecimiento, los Estados debieron someterse para preparar la
estructura donde pretendían operar los modernizadores para penetrar el tejido
social, “la estructura de los gastos públicos se transforma, orientándose
preferentemente a la construcción de infraestructuras, transportes o bienes
públicos, los cuales sirven más, mejor y baratos a las empresas modernas que a
la población”,(Ibid:36) de lo anterior podemos interpretar y decir entonces que los
procesos de urbanización son transformaciones afectadas por el crecimiento del
capitalismo y su propagación a lo largo del territorio,
“en las regiones más avanzadas esos elementos son considerados
imprescindibles para cualquier asentamiento humano, siendo
característicos de los espacios urbanos algunos otros, como el
abastecimiento de distintos tipos de energía y, sobre todo, redes de
comunicación adaptadas a los últimos avances tecnológicos”. (Ibíd: 23)
Es posible señalar entonces que los cambios en las estructuras sociales influyen
decisivamente en la manera en que se produce su urbanización.
Históricamente la fundación de las ciudades fueron consideradas como “el más
preciado punto de inserción en la realidad”, (Hardoy; 1985: 11) sin embargo, “la
América Indígena fue un mundo predominantemente rural, y vastas áreas apenas
conocieron la vida urbana” (Romero; 2010:11), como afirma el autor, “los mismos
conquistadores que las fundaron percibieron progresivamente que se estaban
apartando de la ciudad orgánica medieval en la que habían nacido y crecido para
entrar en una nueva distribución del espacio”. (Ibíd: 11)
A pesar de convertirse en una oportunidad para quienes desconocían las tierras
vírgenes del continente, se embarcaron en un proyecto que “encuadraba la vida
de la comunidad con destino a un futuro planificado y soñado impuesto por las
exigencias colonizadoras”. (Ibíd: 11)
La conformación de las ciudades por lo tanto, constituiría el espacio para transmitir
la influencia de las fuentes culturales europeas para concretar a partir de ellas, un
futuro civilizado; “aunque aisladas dentro de la inmensidad espacial y cultural,
ajena y hostil, a las ciudades competía dominar y civilizar su contorno, lo que se
llamó primero “evangelizar” y después “educar””. (Ibíd: 17) Durante este periodo la
concepción de orden es clave “el orden debe quedar estatuido antes de que la
ciudad exista para así impedir todo posible futuro desorden”. (Ibíd: 14)
Los españoles no reprodujeron un modelo de ciudad o metrópolis sino que su
construcción fue gradual en su instauración, en “América Latina fue el diseño en
damero, que reprodujeron con o sin plano a la vista las ciudades barrocas y que
se prolongó hasta prácticamente nuestros días”(Ibíd: 13), la estructura obedecía a
un orden espacial geométrico que distribuía principios reguladores que traducían
una jerarquía social, asegurando de esta manera que el poder concentrado desde
España a América se impusiera a través de su conformación física y espacial; de
este modo, la distribución urbana y conservaba “la traslación del orden a una
realidad física, en el caso de la fundación de las ciudades, implicaba el previo
sueño urbanístico mediante los lenguajes simbólicos de la cultura, sujetos a una
concepción racional que debía prever el futuro”. (Ibíd: 13)
Tomando este ejemplo, podemos ver que las formas en que fueron establecidas
las primeras ciudades implicó dar un orden pero por sobre todo dar un
funcionamiento coherente a los procesos sociales. Este proceso sólo fue posible
mediante el sometimiento de la cultura de América Latina, donde la ciudad
constituyó la organización que impuso sus privativas normas, “las instituciones
fueron los obligados instrumentos para fijar el orden y para conservarlo, sobre todo
desde que entran en circulación en el siglo XVIII (Corominas) dos palabras
derivadas de orden: subordinación e insubordinar”. (Ibíd: 17)
Bajo este punto de vista, es posible destacar que el espacio fue conformado por el
ser humano a fin de conservar necesidades superiores, muchas veces individuales
con intereses particulares, lo que antiguamente constituyó la lógica matemática,
que se tradujo físicamente en la concentración del poder y el orden, promovieron desde allí la
proliferación de la planificación y distribución de los centros, que
particularmente por razones económicas, sociales y políticas se re-articula
constantemente; “en la actualidad, las estructuras de poblamiento del espacio
cambian tanto que no es solo la configuración espacial (formas de densidades de
población) lo que se cuestiona, sino también los tipos de colectividades, las
modalidades de la vida social y la civilización misma”. (Ledrut; 1968:11)
En la actualidad existen transformaciones que sobrevienen en las formaciones
espaciales “la noción de estructura urbana, introducida hace poco en la
planificación, evoluciona, presionada por las tendencias que van apareciendo.
Puesto que el poblamiento del espacio se encuentra en pleno proceso de cambio,
la función urbana evoluciona”. (Ibíd: 12)
Como es posible afirmar, el constante crecimiento conlleva el surgimiento de una
serie de cambios al interior de un territorio gestándose de manera paulatina, en la
medida que quienes lo habitan también evolucionan proyectando físicamente la
transformación.
4. Desarrollo económico y su repercusión socio-espacial
“Las formas y funciones urbanas son producidas y dirigidas por la interacción del
espacio y la sociedad”, (Castells; 1986 (b): 19) es decir que ambas dimensiones
espacio y sociedad, funcionan como un sistema interrelacionado, frente a lo cual
Ledrut nos entrega el siguiente aporte:
“La estructura de toda dinámica urbana, puede en última instancia,
describirse en esos términos, el aporte decisivo de la acción social
deliberada en la conformación del espacio y de las condiciones materiales
de la vida diaria ha sido puesto de relieve por la experiencia histórica en dos
niveles distintos”. (Ibíd: 19)
Lo que quiere decir el autor, es que ambas dimensiones, espacio y sociedad están
determinadas según las acciones que el individuo provoca, entendiendo que “el
hombre da forma a su ambiente.” (De Mattos, Figueroa, Bannen y Campos; s/a:
21).
Además del aumento creciente del consumo de la sociedad y la demanda a través
de servicios urbanos considerados como un hecho necesario, existe la búsqueda
del sentido espacial y la identidad cultural “asociada con un territorio concreto y
organizada alrededor del mismo”, (Ibíd: 23) donde la territorialidad juega un papel
fundamental debido al significado simbólico que los sujetos le atribuyen a su
relación con el espacio y a la forma que ellos le dan a su ambiente “el proceso por
el cual el hombre da forma a su ambiente puede englobarse bajo el concepto
general de urbanización”. (Ibíd: 21)
En este sentido, las transformaciones que desencadena la urbanización
determinan nuevas interacciones; dada su magnitud, la urbanización establece
eventos cruciales como: “formas de comportamiento socio-cultural, una
organización territorial del poder, tramas de asentamiento de la población y la
localización de actividades económicas”. (Ibíd: 21)
La movilidad espacial, sin embargo no se establece en el proceso globalizador, en
Chile los procesos como el impulso de la industrialización sustitutiva, determinado
por el fenómeno del aumento de migraciones campo-ciudad consecuentemente
originó una fuerte intensificación del crecimiento urbano y en particular el
metropolitano; “mientras la población y los ingresos crecen y la movilidad espacial
aumenta, el problema de la ordenación física del espacio y la protección de sus
ventajas naturales asumirá una importancia substancialmente mayor”. (Ibíd: 45).
Lo que este proceso histórico determinó fue el puntapié para el crecimiento de la
región central, en este caso Santiago, fue paulatinamente transformando su
estructura física conllevando a asumir nuevos desafíos de crecimiento “se pueden
distinguir cuatro grandes procesos de urbanización que relacionan a un centro con
su periferia dependiente: difusión de innovaciones, flujos de control de decisiones,
migraciones y movimientos de inversión capital”. (Ibíd: 21)
La expansión de los ingresos económicos presupone un desarrollo pero lo que
sucede en el espacio corresponde más bien a una competencia por las ventajas
naturales que se resumen físicamente en el suelo; este resulta amenazado
durante la conformación estructural de una región por el deterioro y escasez de
los recursos que cubren las necesidades de la población.
A partir de lo anterior, no podemos obviar que los procesos de urbanización tienen
una importante influencia sobre las tendencias de desarrollo nacional tanto en lo
que respecta al crecimiento económico como respectivamente en los niveles de
vida de la población que procuran ser más elevados pero que muchas veces se
concentra en las áreas metropolitanas siendo desigual esta proporción las áreas
periféricas de la ciudad.
“Mirando con más detalle su estructura actual, se encuentra que el único
subsistema responsable de su calidad propulsora de crecimiento económico
es Santiago. El resto de la Región, tanto como el resto del país, es
periférico en el área nodal, y económicamente dependiente de ella”.
(Ibíd: 45)
Podemos afirmar que la estructura física espacial de una ciudad como Santiago
determina ciertas condiciones pues es de suponer que ella debería contener en su
distribución criterios para hacer eficiente su acceso; sin embargo al encontrarnos
con las tendencias de desarrollo de ciudades como la nuestra que no logra
contrarrestar los problemas que surgen producto de la distribución espacial que
adopta cada región o ciudad, encontramos que; “el problema clásico de la
organización regional es el de encontrar una jerarquía de regiones que sea capaz
de realizar todas estas funciones de modo conveniente”. (Harvey; 2007:92)
En la ciudad existen funciones desarrolladas exclusivamente a nivel metropolitano,
concepto entendido como “el centro del sistema nacional e internacional de
comunicaciones del país, ” (De Mattos; et al; Opcit:109), a ella le corresponde la
planificación de los sistemas de transporte y conexión vial, alumbrado, conexión a
agua potable, entre otros, por otro lado, otras funciones pueden ser mejor desarrolladas a nivel local
como son las correspondientes a los organismos
comunales; sin embargo, el primer problema es que la organización espacial logre
generar el cumplimiento efectivo de los servicios; “enfrentarse con el hecho
evidente de que los diferentes servicios han de ser suministrados a diferentes
escalas espaciales”, (Harvey; Opcit: 92), tomando en consideración que las
necesidades se acrecientan frente a los desafíos que enfrenta el crecimiento
paulatino de nuestras ciudades; hacer frente al crecimiento social y económico, a
los efectos espaciales del exceso de población, a los cambios en las relaciones
espaciales, etc.” (Ibíd: 92)
Podemos observar que en nuestro país la organización territorial está
estrechamente determinada al sistema económico que lo rige “la propensión del
sistema económico chileno de concentrar la riqueza del país en Santiago ha
llevado resultados que hacen que la implementación de políticas redistributivas
sea extraordinariamente difícil”. (De Mattos; et al; Opcit: 47).
Lo anterior acrecienta las diferencias de nivel de vida entre Santiago y otras partes
del país, contribuyendo a diferenciar profundamente el nivel de vida entre la
población de la misma capital, generando problemáticas de desigualdad social, “el
rápido crecimiento futuro de la capital no asegura que la situación económica de
los migrantes hacia el centro mejore substancialmente”. (Ibíd: 47).
El análisis es trascendental pues nos permite identificar la clara influencia que
desarrollan los procesos de transformación y urbanización sobre las condiciones
económicas y sociales de la sociedad, “la dirección y la magnitud de los procesos
de urbanización tienen influencia sobre las tendencias del desarrollo nacional al
establecer patrones espaciales diferenciales de crecimiento económico y de
niveles de vida”. (De Mattos, et al; Opcit: 21)
En general podemos advertir que los procesos de urbanización incitan la
transformación de relaciones sociales, políticas, económicas y culturales entre los
centros urbanos.
5. Consecuencias más significativas del proceso de urbanización
El proceso de urbanización conlleva diversos cambios y/o transformaciones en un
espacio geográfico, una de ellas la podemos visualizar en su espacio físico debido
a que los cambios visuales son evidentes. Los cambios referidos a las
transformaciones de espacios campestres, rurales a espacio con edificaciones,
adopta geográficamente una estructura urbana caracterizada por la ciudad.
Los efectos o consecuencias que genera el proceso de urbanización en un
territorio abarcan diversas dimensiones que reestructuran geográficamente al
espacio y a los modos de vida de sus habitantes, es por ello, que a continuación
explicaremos las consecuencias que se producen a partir de la urbanización de un
territorio que antes se caracterizaba por tener una cultura rural.
La influencia que ejerce la urbanización en territorios rurales o no urbanizados va
a reestructurar la manera en que se compone y organiza la población, cambiando
los modos de vida, los modos de producción económica, el espacio geográfico,
etc.
“Al hablar de población hacemos referencia a una determinada estructura
social, con sus correspondientes sistemas de organización política y
económica, pero sobre todo hablamos ahora de un conjunto de individuos
con unas características y unos comportamientos demográficos concretos”.
(Vinuesa; et al; Opcit: 89)
Uno de los cambios más representativos del proceso de urbanización es la
concentración espacial de la población y sus habitantes, la demografía cambia en
los factores de “fecundidad, nupcialidad y la mortalidad, cuyas tasas evolucionan
en consonancia con la de urbanización”. (Ibíd: 90)
El traspaso de la vida rural a la vida urbana, genera nuevos tipos de empleos
ligado al incremento de los mercados, los centros de retail, etc. impulsan la
actividad terciaria, derivando en diversos transformaciones sociales en los modos
de vida de los habitantes y de las relaciones sociales.
Bajo aquel contexto se producen también cambios en la estructura y roles de los
integrantes que componen las familias. En la sociedad rural las familias se
caracterizaban por ser extensas, estaban compuestas por más de tres
generaciones, en cambio en la sociedad urbana la familia pasa a ser del tipo
nuclear o monoparental, “el proceso de urbanización supone el predominio de una
familia más reducida y de un solo núcleo frente a la familia múltiple y extensa,
propia del medio rural que agrupa a varios núcleos y a personas ajenas a ellos”.
(Ibíd: 110)
Con la incorporación de la mujer al trabajo, se producen cambios en la dinámica
familiar; en la sociedad rural, la mujer se caracterizaba por desempeñar labores de
la casa, cuidar a los hijos(as), etc. En el proceso de urbanización la mujer se
inserta a labores preferentemente de sector terciario, transformándose los roles al
interior de la familia, ya que, ya no sólo es el hombre el que aporta
económicamente al hogar, sino que la mujer comienza a obtener ingresos
económicos.
Paralelamente la inserción de la mujer al trabajo traerá consecuencias en la
fecundidad, “la dedicación al trabajo fuera de casa produce una disminución del
número de hijos, que además comienzan a tenerse a mayor edad, con lo cual
aumentan los intervalos entre generaciones, produciéndose a la vez importantes
efectos sobre la natalidad”. (Ibíd: 101)
El proceso de urbanización genera cambios en la cultura de la sociedad rural la
cual se caracterizaba por la existencia de relaciones solidarias entre sus
habitantes, el sentido de pertenencia, identidad, vecindad, etc. se ven sustituidos
en la urbanización por la anulación de ellos. En la sociedad urbana se caracteriza por las
instalaciones de centros comerciales,
el mercado y sus derivados promueven una sociedad consumista e
individualizada,
“la formación de una economía de mercado y el desarrollo de las grandes
organizaciones burocráticas, instrumentos adecuados para la
racionalización y la despersonificación exigidas por la complejidad urbana.
A partir de esto, el círculo se cierra sobre sí mismo y es como el tipo
“metropolitano”, centrado en su individualidad.” (Castells; Opcit (a): 96)
Como señala anteriormente Castells, vivir en sociedad urbana conlleva a
individualizarse, encerrándose sobre sí mismos, trasformando los lazos de
vecindad por la inexistencia de ellos, esta transformación es significativa, puesto
que la identidad del territorio de pierde y se adopta la cultura hegemónica que
impera dependiendo del sistema económico.
Otro de los problemas observados es la segregación que puede producir el
proceso de urbanización, comprendido como “la tendencia a la organización del
espacio en zonas de fuerte homogeneidad social interna y de fuerte disparidad
social entre ellas, entendiéndose esta disparidad no sólo en términos de
diferencia, sino que de jerarquía”. (Ibíd: 204)
La segregación se debe en gran parte a la ideología urbana de organización
espacial, la diferenciación social en el paisaje geográfico como las viviendas,
edificaciones, centros comerciales distribuyen las funciones del sistema urbano;
paralelamente la diferenciación de clases sociales conlleva a que la ubicación del
espacio esté también dividida en clases, así aquellas con altos índices de
ingresos económicos desean vivir en lugares que los doten de prestigio social, es
decir, “prestigio social cuya expresión positiva o deseable social (preferencia por
los vecinos parecidos) y la expresión negativa, la distancia social (rechazo por los
vecinos diferentes)”. (Ibíd: 205), genera que los grupos sociales tiendan a
agruparse en sectores específicos de la urbe, con lo cual se originan distintos
estilos y calidad de vida.
1. Política Nacional de Desarrollo Urbano, Ciudades Sustentables y
Calidad de Vida
La calidad de vida es una temática multidimensional que abarca diversos factores
que influyen directamente en la vida de los sujetos como por ejemplo salud,
educación, vivienda, empleo, medio ambiente, etc. en un contexto social
determinado y se encuentra asociada a la satisfacción personal que experimentan
los sujetos con la vida que desarrollan a diario.
Al mismo tiempo, se encuentra asociada a factores objetivos y subjetivos que
influyen en el desarrollo de los sujetos; entenderemos por factores objetivos al
acceso a bienes y servicios como: farmacias, centros educacionales, instituciones
bancarias, trasporte, centros de salud, vivienda, centros de esparcimientos,
61
supermercados, etc. y por subjetivos a los sentimientos personales que les
atribuyen a la vida que desarrollan, es decir,
“la calidad de vida representa algo más que “el nivel de vida” privado o “bienestar”
de cada persona y más bien se refiere a todos los elementos de las
condiciones en las que viven las personas, es decir sus necesidades y
y más bien se refiere a todos los elementos de las condiciones en las
que viven las personas, es decir sus necesidades y satisfacciones”. (ICVU;
2012: 4)
En Chile el día seis de Mayo del año 2013 se decretó la Política Nacional de
Desarrollo Urbano: Ciudades Sustentables y Calidad de Vida, integrando el factor
“Calidad de Vida” como un índice que debe trabajarse y/o liderar al momento de
generar trasformaciones en las ciudades y controlar su crecimiento, es por ello
que la comisión creadora (parlamentarios de diversas posiciones políticas,
académicos de distintas universidades, once especialistas en temas de desarrollo
urbano y territorial), entregaron su visión y experiencia frente a la temática
mencionada para contribuir a una Política coherente “que sitúa la “cuestión
urbana” en un contexto integral, como un Tema-País cuya relevancia lo convierte
en uno de los pilares claves de nuestro desarrollo”.(PNDU; 2013: 3)
Podemos observar que la urbanización se ha transformado por derecho propio en
objeto de políticas públicas.
La Política Nacional de Desarrollo Urbano es un documento que establece
objetivos, principios y lineamiento de acción enfocados en contribuir a mejorar la
Calidad de vida, basándose en la idea de Desarrollo Sustentable,
“entendiendo desarrollo como el aumento de las posibilidades de las
personas y comunidades para llevar adelante sus proyectos de vida en
distintos ámbitos. Y sustentable, en términos “que la satisfacción de las
necesidades actuales de las personas se realice sin comprometer la
capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las suyas”. (Ibíd: 6)
62
La Política considera al territorio como un “bien común”, único e irrepetible, por lo
cual, su utilización debe ser regulado bajo el principio del respeto hacia los
derechos individuales de sus habitantes y se rige bajo los siguientes doce
principios rectores: Descentralización, Equidad, Integración social, Participación,
Identidad, Compromiso, Calidad, Eficiencia, Adaptabilidad, Resiliencia, Seguridad
y Gradualidad, los que desarrollaremos al momento de explicar en detalle los
ámbitos temáticos y lineamientos de acción que componen la política.
El objetivo general como mencionábamos anteriormente se enmarca en generar
condiciones que favorezcan una mejora en la Calidad de Vida de las personas,
“entendida no solo respecto de la disponibilidad de bienes o condiciones objetivas
sino también en términos subjetivos, asociados a la dimensión humana, a valores,
creencias y relaciones entre las personas”.(Ibíd: 6); la idea central contenida es
crear un documento que guíe la urbanización siendo un aporte a la comunidad en
su contexto social, medio-ambiental en pro de mejorar la vida que actualmente
desarrollan sus habitantes.
Junto con los objetivos específicos planteados surgen los lineamientos de acción
que se desarrollan a través de los ámbitos temáticos: Integración social,
desarrollo económico, equilibrio ambiental, identidad y patrimonio e
institucionalidad y gobernanza los cuales serán desarrollados a continuación;
Integración Social:
Las ciudades en Chile presentan altos niveles de segregación y desigualdad
social, pudiéndose visualizar sectores con problemas sociales como: pobreza,
escasa conectividad de transporte, delincuencia, micro-tráfico, etc., afectando la
competitividad y sustentabilidad de las ciudades
“El Estado debe velar porque nuestras ciudades sean lugares inclusivos,
donde las personas estén y se sientan protegidas e incorporada a los
beneficios urbanos: acceso a los espacios públicos, educación, salud,
63
trabajo, seguridad, interacción social, movilidad y transporte, cultura,
deporte y esparcimiento, Este objetivo debe ser de prioridad nacional”. (Ibíd:
8)
Los objetivos específicos se enmarcan en generar componentes y estándares que
permitan a los habitantes mantenerse conectados con los servicios públicos,
privados y estándares mínimos de calidad de vida como acceso al trasporte, a
centros de salud y educación, áreas verdes, etc. y que la urbanización no fomente
la segregación social existente ya sea en los espacios rurales como urbanos.
Por el contrario, la integración social establece en uno de sus objetivos
específicos, “Fomentar el desarrollo y fortalecimiento de comunidades” (Ibíd: 12),
mediante programas de educación para incentivar la vida en comunidad, el
cuidado de los espacios públicos, la conciencia ciudadana, el sentido de
pertenencia y el valor de la asociatividad, apoyando la participación y a las
organizaciones de base considerándolas como una manera de generar
integración social y desarrollo de la localidad.
Desarrollo económico
En el ámbito del desarrollo económico, se plantea que bajo un sistema económico
neoliberal las fuentes económicas del capital de las ciudades, deben ser fuentes
de emprendimiento, innovación y creación de empleos para sus habitantes.
Cada localidad, territorio y/o ciudades poseen capitales económicos propios que
los diferencian; por ello se propone incentivar el desarrollo económico local desde
un enfoque integral “con responsabilidad social y bajo el concepto de
sustentabilidad, armonizando el crecimiento y la inversión con las externalidades
que los proyectos causan en las personas, localidad y territorios”,(Ibíd: 13)
fortaleciendo la interacción entre sus habitantes y las ciudades, el libre
emprendimiento y la eficiencia en los procesos de inversión tanto públicos como
privados.
64
Los procesos de inversión públicos y privados deben hacerse cargo de los efectos
que generan en los territorios; por parte del Estado, este debe captar “los
aumentos de valor sobre los terrenos eriazos o subutilizados producen acciones
claramente atribuibles al mismo Estado, sea mediante obras de infraestructura o a
través de cambios normativos que incrementan la intensidad del uso del suelo”.
(Ibíd: 13); las ganancias obtenidas en la utilización del suelo que generalmente las
otorgan las comunidades deberían ser retribuidas a los territorios.
Uno de los objetivos específicos que se enmarca en “Generar condiciones
urbanas que fomenten el desarrollo económico, la innovación y la creación de
empleo” (Ibíd: 13), se llevará a cabo mediante la utilización de suelos mixtos,
entendidos como terrenos en donde se encuentren equipados con bienes y
servicios como: centros comerciales, centros de salud, centros educacionales,
farmacias, industrias, etc. al alcance de sus habitantes para que puedan
encontrar en su territorio empleos y acceso cercano y oportuno hacia servicios
básicos para el fomento de la calidad de vida.
Cabe destacar, que la utilización de suelos mixtos debe ir en concordancia con las
condiciones urbanísticas que propicien las demandas del tipo, equipamiento,
infraestructura de bienes y servicios, vivienda, etc. al interior de cada localidad.
Otro objetivo específico que se orienta en el Desarrollo económico es de
“fortalecer la competitividad de las ciudades y su conexión con el mundo” (Ibíd:
15), el desarrollo de la ciudad en ámbitos de servicios como transporte, servicios
al interior de cada ciudad y entre ellas enfocarse en la conectividad dentro y fuera
del país, “procurando que las ciudades sean capaces de generar condiciones que
les permitan competir, de forma individual o asociada para atraer nuevas
inversiones, capital humano, actividad turística y desarrollo comercial” (Ibíd:15), es
decir, la ciudad debe potenciar las características y potencialidades de cada
territorio, con el fin de desarrollar el comercio local en beneficio de la misma y de
sus habitantes.
65
Equilibrio Ambiental:
El ámbito de equilibrio ambiental, refiere a que las ciudades deben estar
enfocadas en desarrollarse de manera sustentable, en equilibrio con el medio
ambiente, valorizando y reconociendo el medio natural que las rodea de manera
tal, que su expansión y desarrollo contemple al momento de urbanizar la
importancia de convivir y cuidar el medio ambiente
“las ciudades son importantes consumidoras de energía y agua, así como
grandes generadoras de emisiones hacia la atmósfera, hacia los cuerpos de
agua y también de contaminación de suelos. Su forma de relacionarse con
el medio natural y su desarrollo tiene efectos que deben ser resueltos en
función del necesario progreso del país, del bien común y de los intereses
de los habitantes de cada ciudad y centro poblado”.(Ibíd:18)
El desarrollo sustentable de las ciudades, propiciará una calidad de vida óptima
para que sus habitantes puedan vivir en el ambiente natural adecuado para la
salud de las actuales y futuras generaciones.
Uno de los objetivos específicos del equilibrio ambiental es, “Considerar los
sistemas naturales como soporte fundamental en la planificación y diseño de las
intervenciones en el territorio” (Ibíd: 18), los instrumentos de planificación territorial
deben enfocarse en la sustentabilidad en los procesos de diseño, planificación,
construcción y operación de las ciudades en los territorios tanto en el patrimonio
natural como en la valoración del paisajismo del medio ambiente.
Otro objetivo relevante es, “Gestionar eficientemente recursos naturales, energía y
residuos” (Ibíd: 19), el desarrollo de la ciudad, como mencionábamos
anteriormente, debe tener como principio rector la sustentabilidad del territorio y el
cuidado medio ambiental para propiciar un desarrollo óptimo de sus habitantes
tanto en la actualidad como en el futuro; para ello se deben generar espacios
educativos a través de estrategias locales hacia la comunidad enfocadas en el
consumo de agua, luz, etc. lo que propiciaría una adaptación social e innovación
tecnológica hacia el proceso de urbanización.
66
La generación de “Programas educativos y difusión sobre el medio ambiente y su
gestión, e incentivar el compromiso y participación activa de la ciudadanía e
iniciativas para valorarlo y protegerlo”. (Ibíd: 19). La ciudadanía son las personas
que directamente se ven influidas en su vida cotidiana en el proceso de
urbanización de su territorio, por lo tanto forman parte importante para un trabajo
en conjunto con las entidades urbanizadoras responsables del cuidado del medio
ambiente y de la participación en instancias para el desarrollo sustentable de la
ciudad que en definitiva integre una mirada en lo posible totalizadora de la
realidad, rescatando la opinión de los propios sujetos que forman parte de sus
territorios y de quienes proponen los cambios a este mismo.
Identidad y Patrimonio:
La actual política contempla en el ámbito de identidad y patrimonio que las
ciudades deben conservar las características urbanísticas propias del territorio, de
allí que
“Las ciudades y centros poblados deben dar cuenta de la identidad de los
lugares en que se emplazan, de las personas que lo habitan y de la
diversidad geográfica y la riqueza cultural propia de las diferentes culturas,
pueblos, y localidades. Identidad significa también “identificación”, en el
sentido de que las comunidades deben sentirse reflejadas en las
características de los lugares donde viven”. (Ibíd: 21)
Como mencionamos en la cita anterior, el desarrollo urbano debe contemplar el
respeto hacia las características y costumbres propias del territorio para que los
habitantes se sientan identificados con el nuevo paisajismo que generan las
transformaciones de una localidad rural a urbana.
En los objetivos específicos se contempla “Valorar la identidad de cada cultura y
zona geográfica” (Ibíd: 22), con el fin de que las construcciones tengan
concordancia con las características y particularidades del paisaje de cada
67
territorio; aquello se llevará a cabo mediante el conocimiento, valoración,
protección y gestión del patrimonio cultural con la participación de la comunidad,
en la cual ellas aportarán “distinguiendo las características esenciales que se
deben preservar de aspectos que pueden ser objetos de intervención o
modificación”.(Ibíd: 22)
Al urbanizar un espacio, la comunidad cumple un rol fundamental, debido a que
ellos son los que conocen y se identifican con su territorio, bajo esta lógica la
política se enfoca en el cuidado de espacios relevantes para la identificación de
los sujetos con el hábitat donde se desarrollan y comprende que la historia de la
localidad es un aspecto relevante de conservar.
Institucionalidad y Gobernanza:
Para llevarse a cabo la Política es importante un reordenamiento institucional que
reformule las características actuales centralizadoras, propiciando un avance
hacia una mirada integral descentralizadora de los poderes fácticos del Estado,
con el fin de “obtener un sistema integrado y descentralizado de la toma de
decisiones en materia de desarrollo urbano y territorial, capaz de concretar los
postulados de esta política”. (Ibíd: 24)
Es por ello, que el poder se divide en cuatros escalas de gobierno y planificación
territorial, la escala comunal, metropolitana, regional y nacional.
Escala comunal: El poder se trasfiere a la municipalidad, la que se encargará
de la gestión, toma de decisiones, planificación sobre temáticas vinculadas a
proyectos y obras comunales. La municipalidad “tendrá mayores atribuciones
que las actuales en materia de desarrollo urbano, conforme a las nuevas
materias de los Instrumentos de Planificación Territorial que quedarán bajo su
tuición”.(Ibíd: 25), es por ello, que la municipalidad se encargará de la creación
del Plan de Desarrollo Comunal (PLADECO), Plan Regulador Comunal, Plan
Seccional y Límite Urbano.
68
Escala metropolitana: La autoridad será elegida de manera democrática y se
encontrará a cargo de y la Planificación Metropolitana gobernando las
localidades que se encuentren dentro de área metropolitana.
Escala regional: Estará compuesta por los Consejeros Regionales, los que
serán escogidos de manera democrática y tendrán incidencia en las
planificaciones, gestiones, intervenciones y proyectos territoriales dentro de la
región.
Escala Nacional: La encabeza el Ministerios de Ciudades, Vivienda y
Desarrollo Territorial, el cual se encargará de la creación de reglas y políticas
de planificación y gestión urbana y territorial, “sobre instalaciones de
infraestructura, además de proyectos u obras de carácter estratégico o de
importancia nacional establecidos por la ley”. (Ibíd: 26)
Uno de los objetivos relevantes en el ámbito de institucionalidad y gobernanza es
la “Participación ciudadana efectiva”, la que recoge la importancia de generar un
trabajo de planificación en conjunto con la participación de la ciudadanía entendida
como “el derecho de las personas a involucrarse en la construcción del lugar que
habitan o aspiran habitar”. (Ibíd: 28), bajo esta lógica de participación, la
institucionalidad debe garantizar el involucramiento e incidencia de la comunidad
en los cambios territoriales que se efectúen dentro del espacio que habitan.
Se debe considerar a la comunidad en los diagnósticos de las propuestas
urbanizadoras, en la formulación de Instrumentos de Planificación Territorial y
paralelamente se deberá informar a la población de los espacios legales que
tienen para incidir en la toma de decisiones; en concordancia se deberá velar por
que la participación sea del tipo:
“Institucionalizada, en el sentido de estar reconocida formalmente por la
institucionalidad pública.
Financiada, asegurando acceso expedito a fondos públicos que permitan su
funcionamiento, independencia y capacidad técnica.
69
Temprana, incorporando participación en las etapas de formulación de los
objetivos y de diseño de los planes y proyectos urbanos y territoriales.
Informada y técnica, facilitando la equidad en el acceso a información
técnica y mecanismos de resolución de discrepancias”. (Ibíd: 28)
La política contempla dentro de sus objetivos y acciones incorporar a la
comunidad para propiciar un desarrollo urbano acorde con las necesidades y
espacios que los pobladores consideren aptos para su entorno, es por ello, que su
participación logrará generar una cercanía y/o identificación con las
transformaciones del paisaje y en consecuencia con sus modos de vida.
Otro objetivo importante que se plantea es la creación de un “sistema de medición
de la calidad del desarrollo urbano” (Ibíd: 30), enfocado en generar indicadores
para medir la calidad de vida en centros urbanos “y localidades menores de
acuerdo a sus particularidades sociales, culturales y de identidad”. (Ibíd: 30)
Las autoridades tendrán la obligación de generar mecanismos de evaluación hacia
los puntos citados, con el fin de estar constantemente analizando los impactos
sociales en la calidad de vida de los habitantes.
La Política Nacional de Desarrollo Urbano es un documento elaborado que
establece lineamientos de acción, principios y objetivos orientados a contribuir en
la calidad de vida de sus habitantes.
La Ley de Planificación Urbana y Construcción orienta la manera en que deben
ser desarrollados los objetivos que se contemplan en la política. Explicaremos a
continuación los artículos de la Ley que se encuentran enfocados en la
participación ciudadana y calidad de vida.
70
2. Ley General de Urbanismo y Construcción
La Ley General de Urbanismo y Construcciones fue aprobada inicialmente en el
año 1975, sin embargo, por la catástrofe natural ocurrida durante el año 2010 nace
la necesidad de modificar algunos puntos emplazados hacia la reconstrucción de
las localidades afectadas.
En término generales el documento fue creado para legislar a todo el país sobre
temáticas de urbanismo y construcción, teniendo tres niveles de acción, los cuales
serán explicados a continuación:
-La Ley General “contiene los principios, atribuciones, potestad, facultades,
responsabilidades, derechos, sanciones y demás normas que rigen a los
organismos, funcionarios, profesionales y particulares, en las acciones de
planificación urbana, urbanización y construcción”. (Ley Nº 20703; 2013: artículo
2) en el segundo artículo se explican las leyes que rigen tanto a los profesionales
encargados de la urbanización como a los organismos públicos y privados.
-La Ordenanza General, es la que contempla los reglamentos de la ley hacia la
regulación del proceso administrativo y “los estándares técnicos de diseño y
construcción exigibles”. (Ibíd: artículo 2)
-Las Normas Técnicas, son las que contienen “las características técnicas de los
proyectos, materiales y sistemas de construcción y urbanización, de acuerdo a los
requisitos de obligatoriedad que establece la Ordenanza General”. (Ibíd: artículo 2)
Los tres puntos mencionados anteriormente rigen al sistema de urbanización y
construcción en Chile en diversas dimensiones que influyen en las comunidades.
Por otro lado, explicaremos las leyes que abarcan las temáticas de participación
ciudadana en los procesos de urbanización y calidad de vida.
En el artículo 42º, señala que el procedimiento para la elaboración y planificación
de los planes comunales, serán realizados por la municipalidad; una vez
71
elaborado el proyecto, el concejo municipal deberá realizar las siguientes
acciones:
1. “Informar a los vecinos, especialmente a los afectados, acerca de las
principales características del instrumento de planificación propuesto y de
sus efectos, lo que se hará de acuerdo con lo que señale la Ordenanza
General de Urbanismo y Construcciones.
2. Realizar una o más audiencias públicas en los barrios o sectores más
afectados para exponer el proyecto a la comunidad, en la forma indicada en
la ley Orgánica Constitucional de Municipalidades.
3. Consultar la opinión del consejo económico y social comunal, en sesión
citada expresamente para este efecto.
4. Exponer el proyecto a la comunidad, con posterioridad a la o las
audiencias públicas, por un plazo de treinta días.
5. Vencido dicho plazo se consultará a la comunidad, por medio de una
nueva audiencia pública, y al consejo económico y social comunal, en
sesión convocada especialmente para este efecto. En dicha sesión deberá
presentarse un informe que sintetice las observaciones recibidas.
6. Los interesados podrán formular, por escrito, las observaciones fundadas
que estimen convenientes acerca del proyecto hasta quince días después
de la audiencia pública a que se refiere el número anterior”.(Ibíd: artículo
42)
El consejo deberá acoger las opiniones vertidas por la comunidad adoptando
acuerdos con las partes. Las acciones mencionadas, buscan integrar a la
comunidad en los procesos de cambios en el territorio donde se encuentran
insertos, siendo un factor elemental la incidencia que ellos puedan tener en las
trasformaciones que se generen en su localidad.
72
En el artículo 82º de la presente ley se establece el trabajo en conjunto de la
Municipalidad con la Junta de Vecinos, entendiendo a esta organización
comunitaria,
“como una expresión de solidaridad y organización del pueblo en el ámbito
territorial para la defensa permanente de los asociados y como
colaboradoras de la autoridad del Estado y de las Municipalidades”.
(Ley Nº16.880, 1989: artículo 1)
Paralelamente, contempla trabajar tanto con las Juntas de Vecinos como con las
organizaciones funcionales, entendidas como “Centros de Madres, Centros de
Padres y Apoderados, Centros Culturales y Artísticos, Organizaciones Juveniles,
Organizaciones Deportivas, Grupos Corales, Cooperativas y otras que tengan
caracteres similares, que representen y promuevan valores específicos de la
comunidad vecinal”. (Ibíd: artículo 1)
Con los dos tipos de organizaciones territoriales establece la ley que deben ser
consideradas al momento de urbanizar la localidad. El artículo 82º, señala que la
Municipalidad “deberá promover la participación de la comunidad y organizarla en
forma prescrita por la ley 16.880 o en otros textos legales”, (Ley Nº 20.703;Opcit:
artículo 82), siendo las funciones principales a desarrollar por la comunidad;
a) Conservación de los árboles y plantaciones en los espacios de uso público;
b) Conservación de las aceras, en la forma y con las características que señale la
Dirección de Obras Municipales;
c) Proposición anual de planes de obras de la Unidad Vecinal, ante el Alcalde de
la comuna, especificando los aportes que hará la Junta de Vecinos respectiva, y
d) Instalación de casetas para teléfono público y refugio en paraderos de
locomoción colectiva. (Ibíd: artículo 82)
Hemos escogido estos dos artículos de la Ley General de Urbanización y
Construcción, puesto que es relevante considerar a las diferentes organizaciones
73
territoriales en la toma de decisiones de los cambios que puedan afectar o
beneficiar el espacio donde habitan.
Es importante que las organizaciones y los sujetos que la componen como
vecinos, dirigentes, etc. conozcan el rol que cumplen en las planificaciones
territoriales, debido a que ellos son los que conocen y pueden aportar con ideas o
desechar las ya existentes.
Al analizar en conjunto la Política Nacional de Planificación urbana y la Ley
General de urbanización y Construcción, se infiere que se plantea urbanizar
espacios rurales enfocados en garantizar el mejoramiento de la calidad de vida de
sus habitantes con la participación ciudadana activa en la creación de proyectos
y/o planificaciones territoriales.
Los antecedentes que ayudaron a abordar la investigación son los siguientes: a) Antecedente nacional Matos, M. J.
(2012) Perú: Estado desbordado y sociedad nacional emergente. Historia corta del proceso peruano: 1940-
2010/primera edición, Universidad Ricardo Palma. José Matos Mar nos entrega un conocimiento del proceso social
Peruano de modernización y transformación sin violencia, ni ideologías, ni partidos políticos. Su tiempo de estudio, lo
enmarca en 70 años delimitados entre 1940 y 2010 y que él los considera clave en el cambio de nuestro país. Aún más,
dentro de este margen de setenta años, el país ha vivido una gran revolución de la cultura 19 protagonizada por
millones de provincianos del Otro Perú quienes al trasladarse a Lima originaron el mayor cambio estructural
contemporáneo. José Matos Mar establece dos etapas: La de 1940-1990 como la del “desborde popular” La de 1990
en adelante, la de “la gesta actual del emergente Perú moderno” El autor utiliza dos categorías el de Perú Oficial
(representa la sociedad precaria, conservadora de la exclusión), y el Otro Perú (Constituido por esa masa empobrecida,
sin educación y sin oportunidades). El Otro Perú entendido por José Matos Mar, generó grandes movimientos
migratorios del campo y las aldeas, hacia lima y otras ciudades importantes del país. Esta migración da lugar a las
invasiones y a la formación de la barriada como medio de la integración urbana y de adecuarse a los beneficios de la
ciudad en cuanto a educación y trabajo. Mediante este fenómeno social el Otro Perú se integra al Perú Oficial, dando
lugar al surgimiento de una autentica sociedad nacional. Matos identifica a la barriada, “Comunidad” Campesina,
distrito dirigido por el gobierno local como las unidades de la base social. Este trabajo nos ayudó a identificar las
categorías de Urbanización, vivienda; en la “Comunidad” Campesina de Azapampa. 20 b) Antecedente local Liliana
Muñoz Villar “Poder y conflicto en la Comunidad de AzapampaHuancayo, 2005” Pontifica Universidad Católica del Perú.
La Lic. Liliana Muñoz menciona que las Comunidades Campesinas de las zonas bajas de la Provincia de Huancayo vienen
sufriendo cambios acelerados en su estructura organizacional, cultural y productiva debido a las características
económicas y sociales del entorno. El proceso de urbanización en las Comunidades Campesinas, con todo aquello que
trae consigo, educación, servicios y nuevos valores, es un fenómeno generalizado. En lo económico, la pérdida de peso
de las actividades productivas tradicionales como la agropecuaria se da por los altos costos de producción y su baja
rentabilidad; que permitió el cambio hacia actividades de comercio y servicios. En lo social la presencia de los
inmigrantes y los pobladores nativos ha transformado la estructura social de la comunidad. El conflicto y poder, son
parte de la vida cotidiana del ser humano y en todo espacio donde intervenga. La Comunidad Campesina como
organización social no está ajeno de éste fenómeno; la Comunidad de Azapampa está siendo escenario de diversos
conflictos, básicamente por el control y acceso a los bienes y recursos productivos que generan ingresos. Este hecho es
una forma de reproducción social al interior de la comunidad sobre lo que en la sociedad mayor se puede observar, es
decir que es lo “económico” la principal fuente de poder y por lo tanto de conflicto, 21 el manejo autónomo de éstos
recursos es un aliciente entre los integrantes de la Comunidad, quienes para poder acceder al “poder” se organizan en
grupos de interés económico. En consecuencia, menciona lo que se observa es la pérdida de importancia de las
Comunidades Campesinas frente a las nuevas instituciones de carácter urbano, como son los gobiernos locales, quienes
vienen remplazando en la práctica los intereses de los pobladores en la solución de sus problemas cotidianos y en el
reconocimiento de lo individual sobre lo colectivo. Este estudio nos sirvió para analizar la categoría Poder y Conflicto en
nuestra investigación. Soto, R (1993). La redefinición de las comunidades en el Valle del Mantaro: Caso, Comunidad de
Cajas Chico, Huancayo: Centro cultural José María Arguedas; para optar el título de Maestría en la PUCP. El autor
manifiesta que “las comunidades campesinas del Valle del Mantaro se formaron artificialmente para justificar intereses
particulares de los comuneros” (Soto,1993:22); como es el caso de la comunidad de estudio que asumió la forma de
Comunidad Campesina para justificar la invasión y posterior expropiación; en otras palabras las comunidades
campesinas del valle y principalmente los que se encuentran cercanos a la ciudad de Huancayo como es la Comunidad
de Cajas Chico son “comunidades ficticias o postizas” (Soto;1993:45), que están pasando por procesos de cambio muy
interesantes pero que son poco tratados o estudiados por 22 dos motivos; el primero, porque la violencia política no
permite la realización normal de investigaciones de campo, y el segundo, por que quienes tienen como objeto de
investigación a las comunidades conservan aún una imagen muy prejuiciada de ellas Por ello el autor menciona que en
la Comunidad Campesina de Cajas Chico no existe una memoria histórica, espíritu comunal que pueda agrupar a todos
los comuneros. Después del estudio que desarrolló señala que para conocer a las comunidades que se encuentran
cercanas a la ciudad y que han ingresado en un proceso de redefinición de su institucionalidad no solamente jurídica
sino económica, política y cultural; es importante tener en cuenta las siguientes características: La descampesinización,
la migración, el cambio de actividad económica, el desarrollo urbanístico y la distritalización. En el Valle del Mantaro el
desarrollo e incremento de las comunidades campesinas no se dan por la reciprocidad, sus costumbres tradiciones,
memorias históricas del mundo andino, todo eso se da por la individualización de la propiedad de la tierra para lo cual
recurren a las instituciones del estado en busca de su reconocimiento como comunidad o préstamos bancarios. La
comunidad campesina se convierte en instrumento eminentemente legal para que los comuneros pudieran conseguir
beneficios individuales más no colectivos. También dan a conocer que las comunidades del Valle del Mantaro se
formaron artificialmente para justificar intereses particulares de los comuneros. Como lo demuestra el autor la
evolución de la Comunidad de Cajas Chico y de las zonas aledañas al Valle del Mantaro es dinamizado porque en ella se
produce un lento proceso de urbanización, alimentado por una fuerte migración de zonas más alejadas que se instalan
como un lugar de habilitación urbana. El proceso de 23 habilitación urbana es muy intenso en la comunidad de Cajas
esto debido a la cercanía que tiene con la ciudad de Huancayo, también por la necesidad de contar con servicios
urbanos básicos. A su vez estas comunidades, cuyos habitantes incursionan en nuevas actividades en la ciudad,
impulsan procesos de decantación (separación) de aquello que va permitiendo el acceso a la ciudadanía. El cambio de
actividad económica de los comuneros es importante en el proceso de redefinición de las comunidades campesinas que
están al contorno de las ciudades, la actividad agropecuaria es la que identifica a una comunidad típica, el autor
demostró con su estudio que la agricultura dejo de ser su actividad principal por otras que tienen relación con la ciudad
y el mercado. Etesse, Manuel. (2012). La ciudad se acerca: Un estudio sobre las dinámicas y estrategias de la Comunidad
campesina de Uñas ante la expansión urbana de Huancayo. En Asensio, R., Eguren, F. y Ruiz, M. (Eds.), Perú: el problema
agrario en debate / SEPIA XIV (pp. 91- 114). Lima: Seminario Permanente de Investigación Agraria - SEPIA. El autor nos
da a conocer que “la Comunidad de Uñas viene experimentando rápidos cambios poblacionales y territoriales sobre la
base de su singular configuración como organización comunal, viene diseñando estrategias para hacer frente a la nueva
situación” (Etesse, 2012:25). 24 El escenario incluye el crecimiento demográfico y la expansión del control municipal,
que debilitan la forma en que la comunidad campesina funcionaba en su territorio, erosionando el rol directivo en la
esfera pública y poniendo en jaque su control sobre la población, territorio y recursos. La comunidad y sus dirigentes se
mantienen como referentes en cuanto a los asuntos públicos; sin embargo, se van alejando de su antigua función en
forma calculada hasta llegar a fomentar la creación de instancias de carácter urbano; como la organización de vecinos.
No obstante, también menciona que existen dentro de la comunidad grupos que reivindican la autonomía comunal ante
la expansión del control del gobierno local, aunque sin una visión clara sobre cómo lograr mantener un control político
sobre el territorio. Esta situación se complejiza frente a un marco normativo ambiguo y contradictorio con vacíos en
cuanto a la propiedad de la tierra, territorio y la autonomía comunal. Durante todo este proceso el intercambio con
otras comunidades ha sido permanente; estas otras experiencias locales muestran que basarse en la autonomía
comunal como única bandera para defender los recursos no es un camino efectivo. Teniendo esto en cuenta la prioridad
de los dirigentes ha sido plantear estrategias alternativas para proteger los bienes comunales, especialmente la tierra y
la infraestructura; ante una abrumadora mayoría de población no comunera que viene beneficiándose de la
infraestructura implementada con recursos comunales, en asamblea se priorizan cada vez más proyectos de beneficio
limitado a los grupos familiares miembros. 25 También da a conocer que en el contexto actual, la faena o trabajo
comunero gratuito en actividades agropecuarias que ha sido tradicionalmente el elemento creador de excedente;
ahuyenta a las nuevas generaciones. A su vez, la reducción de comuneros activos pone en crisis esas actividades rurales
de gran demanda de mano de obra por la falta de tecnificación. Las nuevas actividades económicas de la comunidad
apuntan a los servicios; además son poco intensas en mano de obra y rentables debido a la cercanía del mercado. Por
ultimo nos menciona que la Comunidad Campesina, a pesar de que ha sido concebida por años como una entidad
estática y netamente rural, tiene la capacidad de transformarse y adecuarse estratégicamente a un entorno cambiante.
BASES TEÓRICAS
El concepto de Comunidad es entendido por Matos Mar; como una forma de organización en la cual confluyen aspectos
históricos y estructurales, definidas por tres rasgos: La propiedad privada de un espacio rural que es usufructuado por
sus miembros de manera individual y colectiva Por una forma de organización social basada especialmente en la
reciprocidad y en un particular sistema de participación de las bases Por el mantenimiento de un patrón singular que
recoge elementos del mundo andino (Matos Mar, 80 citado por Soto, 1993:27). 26 Las comunidades campesinas son
una de las formas de organización más antiguas en el espacio rural peruano, modificándose con el transcurrir del
tiempo. Según las leyes del Perú: las comunidades campesinas son Organizaciones sociales, integradas por familias que
habitan y controlan un territorio, afines generalmente por vínculos ancestrales, sociales, económicos y culturales,
expresados en la propiedad comunal de la tierra, el trabajo comunal, la ayuda mutua, y el desarrollo de actividades
agropecuarias y multisectoriales, asentadas predominantemente en la costa y sierra. (Ley 24656 y DL 22175). Otros
autores mencionan que las comunidades campesinas en la actualidad son instituciones modernas de carácter territorial,
reconocidas como tales por el estado peruano que les otorga existencia legal y personería jurídica (Pedro Castillo
Castañeda citado por la revista Allpa, 2009:34). El doctor Alejandro Diez nos brinda un panorama actual de estas
organizaciones de interés público, reconocidas por el estado como instituciones democráticas fundamentales y que
pasan por procesos de transformación y cambio constante. Las comunidades campesinas se ajustan a una serie muy
amplia de variaciones que determinan la existencia de situaciones específicas que por lo general son de carácter
regional o subregional; por ejemplo en el Cuzco encontramos comunidades herederas de los ayllus y las haciendas en su
mayoría quechua hablantes, en Ayacucho comunidades pobres que integran comités de autodefensa y en Huancayo
comunidades emprendedoras con alto porcentaje de población emigrante e inmigrante, con modernas estructuras de
gobierno, en las que se conservan faenas comunales y cierto control sobre las tierras. Su territorio coincide por lo
general con 27 el área de un distrito, con cuyos representantes ediles comparten el poder bajo reglas poco claras. Por
ende Diez Hurtado (2000) menciona que la comunidad indígenas y campesinas de nuestros días son: “Comunidades
imaginados e imaginarios, sus procesos de construcción de identidad están inacabados y son erráticos que necesitan
reinventarse. Siendo la comunidad en la actualidad un sujeto social omnipresente como forma de organización, de
control territorial y de propiedad encontrándose en buena parte de territorio nacional” (pg.10). Las principales
características de las comunidades campesinas de acuerdo con Diez (2000) son: Tienen un manejo parcialmente
colectivo de un conjunto de recursos naturales dentro de su territorio (tierra, agua, bosque, etc.) Se regulan por medio
de sus propios órganos Se presentan y relacionan con el exterior por medio de autoridades elegidas internamente.
Entender a las comunidades como conjuntos de colectivos con intereses diversos sobre los que inciden de manera
particular un vínculo territorial, vínculos de parentesco y residencia que configuran espacios de vida puede ser un
recurso explicativo y analítico mucho más útil que considerarlas como espacios (abiertos o cerrados) definidas
fundamentalmente por un territorio (Diez 1999: 338). Una línea adicional de la reflexión sobre el problema de la
definición de la comunidad es su relación con la legislación existente. Los análisis constatan la inadecuación entre la ley
y la práctica; a la propiedad comunitaria, la homogeneidad social, la dirección comunal armónica y reconocida, la
realidad opone una serie de 28 formas de usufructo privado de la tierra, un proceso de deterioro de la representatividad
de las dirigencias y un proceso de separación de anexos comunales. b) La importancia de la comunidades campesinas en
el Perú y la región central Según Diez Hurtado las comunidades campesinas en los espacios rurales de la costa y la sierra
del Perú desempeñan un poderoso rol protagónico a pesar de su invisibilidad, son a la vez propietarias de buena parte
del territorio nacional. Según cifras tomadas del censo agropecuario de 1993, las comunidades campesinas ocuparían
aproximadamente el 40% del territorio del país y su población ascendería a cuatro millones de personas según un
alcance conservador (Valera, 1998 citado por revista Allpa, 2009: 15). Sin embargo, desde las ciudades más importantes
y en particular desde Lima, las comunidades aparecen relegadas y marginadas de los procesos globales de desarrollo
económico y social; se hallan en situación de pobreza, el crecimiento económico alarga la brecha entre el mundo urbano
desarrollado y el espacio rural comunal.
La Organización Comunal La comunidad sigue siendo la forma de organización más difundida y numerosa en el espacio
rural peruano. 29 Según Diez Hurtado menciona desde el punto de vista organizacional y político. Las comunidades son
actores colectivos, por tanto se hallan en la necesidad de solucionar dos tipos de problemas: Organizarse Regularse
internamente Al respecto desde hace un par de décadas, la organización comunal se muestra debilitada, con evidentes
dificultades para autogobernarse y cumplir eficientemente su rol de intermediación política. Por otro lado Hurtado
menciona que la debilidad de la organización comunal se puede explicar desde cuatro constataciones, entre ellos
tenemos: La dificultad para determinar de manera precisa quienes son y quienes no son comuneros, lo que plantea
distintos problemas. La insuficiente legitimidad de los dirigentes comunales que elegidos por sus mecanismos
regulares de renovación de cargos son impugnados por un sector de comuneros. La diferencia que existe entre las
competencias que requiere el gobierno, la representación comunal, las capacidades de gestión de los dirigentes
comuneros, estos en mayor de los casos evidencian un bajo nivel educativo. El cambio efectivo en las dinámicas
comunales que afectan la relación entre las familias y la comunidad, muchas veces en el perjuicio del colectivo. Por tal
razón diríamos que actualmente la comunidad sería una institución persistente pero en crisis permanente. 30 2.2.2.2. La
Migración rural urbana La movilidad territorial, es un asunto complejo de significación social y demográfica que se
relaciona estrechamente con la estructura económica, la historia y otros aspectos del lado en que se desarrolla. Lo
complejo del fenómeno ha derivado en la construcción de modelos diversos, los cuales tratan de explicar la migración,
destacando las causas y los efectos que conlleva para los lugares donde se desarrolla. En caso de la ciudad de Huancayo
que ha recibido el mayor volumen de población migrante, la migración se ha desarrollado en tres etapas: La primera fue
en los años 50, producto de la instalación de algunas industrias fundamentalmente de textiles y el desarrollo de la
artesanía. La segunda por los años 70, cuando Huancayo se convierte en una ciudad comercial y surge la posibilidad de
crear puestos de trabajo o de empleo temporal en pequeños talleres, con la perspectiva de independizarse. La tercera
ola de migración se desarrolla en los años 80, forzada por la violencia política (Soto 1993: 60). Según el sociólogo Gino
Germani (1969); quien expone su punto de vista para interpretar y explicar el fenómeno migratorio a través de la
dicotomía modernización tradicionalismo y del nivel de análisis normativo: creencias, ideales, valores y pautas de
comportamiento de la sociedad de origen. De acuerdo a este enfoque, el problema del desarrollo se analiza en términos
del paso de una sociedad tradicional, no industrializada, que opera bajo una economía de subsistencia,
predominantemente agrícola; y a nivel del individuo, su comportamiento se explica por poseer valores tradicionales que
no cambian a una 31 sociedad moderna, industrializada que ostenta un alto grado de desarrollo industrial y urbano,
cuyos valores se centran en la idea del progreso y del cambio, y mediante cierto proceso de transición, las sociedades
del primer tipo, tienden a transformarse en las segundas. Germani (1969), considera que el proceso migratorio es
concebido como el eje o mecanismo principal del cambio de la sociedad tradicional a la moderna, al realizarse el
traslado de los individuos de uno a otro medio, así como de la adopción y asimilación del modo de vida que poseen las
sociedades industrializadas. Este autor plantea que migra la población más progresista puesto que dejan sus lugares de
origen para acceder a nuevas y mejores oportunidades en los centros urbanos, mismas que intervienen como factores
de atracción o rechazo y que influyen o estimulan la decisión de emigrar; supone también que al elevar los niveles de
educación de la población y desaparecer el analfabetismo junto a la propagación de los medios de comunicación, el alza
en los niveles de vida de la población, la extensión de los servicios médicos, la adopción de las pautas de conducta y
consumo, las sociedades tradicionales, estarían viviendo un proceso de modernización. Por ello el antropólogo Diez
menciona que: En el marco del enfoque de la nueva ruralidad, la división entre ciudad y campo ya no existe, la
incapacidad del espacio rural para sostener una población cada vez más numerosa, sumada a los deseos de progreso y
de mejora en sus condiciones de vida de los campesinos, aceleran su desplazamiento hacia las ciudades. Como
resultado de ello se constituye una población sumamente móvil, que no solo se establece en la capital y en las ciudades
intermedias y hace retroceder el porcentaje de habitantes rurales en el total 32 nacional, sino que continúa
desplazándose constantemente de un lugar a otro (2000: 194). A consecuencia de este proceso, los espacios urbanos y
rurales del país vienen experimentando un proceso de modernización acelerado y desigual, segmentando a la mayoría
de las poblaciones. Los pobladores rurales se desplazan a las ciudades y las costumbres urbanas permean. Con las
personas se trasladan e interactúan culturas diferentes (para llamar de algún modo al cumulo de usos y costumbres,
artefactos, preferencias y gustos, comportamientos y actitudes, imaginarios y valores, etc., que los migrantes llevan de
ida y/o vuelta). Ambos espacios se compenetran mutuamente, y poco a poco muchos límites desaparecen
(particularmente en lo referente a la dotación de servicios).Consecuencia y muestra de ello son las demandas por
servicios. (Diez, 200:195). Este fenómeno ha afectado la estructura rural de las comunidades campesinas de la costa y
sierra, principalmente las que se encuentran ubicadas en los alrededores de las ciudades urbanas, las que vienen
desintegrándose en forma acelerada. 2.2.2.3. Proceso de modernización como factor de desintegración comunal El
tránsito de una sociedad tradicional a una moderna se estudia a través de un concepto clave: el de la modernización,
proceso que se va dando cuando las sociedades tradicionales transitan hacia la industrialización y se convierten en
sociedades modernas. Según el histórico sociólogo estadounidense Eisenstadt “…la modernización es el proceso de
cambio hacia tipos de sistemas sociales, económicos y políticos que establecieron en la Europa Occidental y en la
América del Norte, desde el siglo XVII hasta el siglo XIX, se extendieron después de otros países 33 de Europa, y en los
siglos XIX y XX a la América del Sur y los continentes asiáticos y africano”. (1963:11). Según el autor la modernización es
un proceso de cambio, lo que es nuevo se percibe como progreso, propone un tipo de racionalidad política sometida a
las relaciones sociales del capitalismo. De esta manera el proceso de modernización consolida al individuo portador de
derechos individuales y valores electivos tendente a disolver los comportamientos tradicionales, imponiéndose las
conductas propias de una sociedad industrial, racional, moderna y desarrollada. Además de identificar la modernización
con la cultura occidental, el modelo de transito de sociedades tradicionales a modernas. Según Germani tiene incluida
una concepción evolucionista de dicho desarrollo, es decir, se va dando por medio de etapas. Gino Germani vinculaba
los procesos sociales de urbanización, secularización, migración y movilidad con procesos socio psicológicos, lo que le
llevo aplicar el modelo al estudio del populismo y a establecer algunas comparaciones con el caso europeo. Gino
Germani menciona que en Europa cuando se viven estos cambios ya se habían creado las bases económicas, sociales y
culturales necesarias para la realización progresiva de valores tales como la democratización y el pluralismo, mientras
que en América Latina el grado de movilización rebasa las posibilidades de integración social. De acuerdo con su análisis,
si en el caso europeo existieron los mecanismos institucionales que ampliaron las bases políticas para canalizar las 34
demandas integrando a las clases populares y pasando a la participación limitada a una ampliada, en América latina los
procesos de transición fueron asincrónicos y desequilibrados debido a la discontinuidad cultural, geográfica e
institucional. Frente a la emergencia de una sociedad de masas no existían los mecanismos institucionales para integrar
a estos sectores a la vida social y política, o bien los que existían quedaban rezagados. De ahí que una característica del
desarrollo latinoamericano será la coexistencia de elementos tradicionales con otros modernos, es decir, la presencia de
sociedades duales (tradicional y moderno), Inmersas en un proceso de transición, de cambio generalizado de
estructuras, coexistiendo asincrónicamente formas sociales diferenciadas cuyos conflictos y crisis provocan rupturas,
generan obstáculos y resistencias al propio proceso de modernización. Nuestra época es esencialmente un tiempo de
transición, lo típico de este proceso es la coexistencia de formas sociales que pertenecen a diferentes épocas, imprime
un carácter particularmente conflictivo al proceso que es inevitablemente vivido como crisis, pues implica una continua
ruptura con el pasado, un desgarramiento que no solo tiende a dividir a personas y grupos, sino que penetra en la
conciencia individual, en la que también llegan a coexistir actitudes, ideas, valores pertenecientes a diferentes etapas de
la transición. Su impacto implica además y esto es de esencial importancia cambios sustanciales en las formas del
pensar, del sentir y de comportarse de la gente; es decir implica una profunda transformación en la estructura de la
personalidad (Germani, 1971:89-90) Germani sintetiza recalcando que toda modernización conlleva un proceso de
cambio en las estructuras sociales y de poder cuya dinámica desemboca en un proceso de secularización compuesto,
por tres tipos de cambios: cambio de la estructura normativa predominantes que rige la acción social y las actitudes
internalizadas correspondientes, especialización creciente de las instituciones y 35 surgimiento de sistemas valorativos
específicos y relativamente autónomos para cada esfera institucional, institucionalización creciente del cambio por
sobre la institucionalización de lo tradicional. De interiorizar los valores específicos de una sociedad industrial determina
la transición en las estructura del actuar y del pensar. Son cambios globales que afectan a la organización económica, la
estratificación social, la familia, la moral, la política organizativa y las costumbres. Por modernización se entiende la
adopción de una serie de instrumentos, comportamientos y formas de organización relativamente generalizada que son
causa y producto cada vez mayor en integración de la sociedad y en los procesos nacionales contemporáneos. Según
Diez Hurtado considera tres componentes del acelerado proceso de modernización que el espacio rural peruano ha
experimentado hace tres décadas y dichos componentes son: La democratización de La sociedad rural y el reclamo por
espacio de ejercicio de ciudadanía Las manifestaciones rurales de la expansión de la economía de mercado (La
influencia de una economía fundada sobre leyes del mercado modifica la base de reproducción de las familias y los
grupos y parece estar cambiando las relaciones tejidas entre los intereses individuales y los intereses colectivos) Los
cambios de la mentalidad y los comportamientos cotidianos de los pobladores rurales.
Poder y conflicto dentro de la comunidad como factor de desintegración Los conflictos en las comunidades campesinas
de Junín se organizan en cuatro escenarios: Al interior de las comunidades campesinas, Entre comunidades vecinas,
Con agentes externos a la comunidad y El impacto de la violencia política. Los tres primeros tienen relación con el
manejo de recursos naturales como la tierra, agua, pastos y minerales; mientras que el último es un efecto de la
violencia política que azotó a la región entre los años 1980 y 2000. a) Poder: Según Max Weber, el poder es “la
probabilidad de imponer la propia voluntad, dentro de una relación social1 , aun contra toda resistencia y cualquiera
que sea el fundamento de esa probabilidad”. El poder tiene la tendencia a institucionalizarse como autoridad, siempre y
cuando no se movilicen las fuerzas contrarias, el poder con un contrapoder. Para T. Parsons, el poder constituye el
medio de interacción especifico del subsistema político de la sociedad; es necesario para el mantenimiento del orden
social y de la sociedad comparativa. (Ritzer, 1993). 1 Las relaciones de poder pueden darse tanto entre individuos y
grupos como entre organizaciones, instituciones, sociedades y Estados 37 El poder es una dimensión universal en toda
situación social, es una dimensión básica de la sociedad. El poder de los individuos viene determinado por su posición en
la estructura social y en las jerarquías que la permean. Sin obediencia, consenso y varias formas más de aceptación de la
autoridad el poder se deslegitima. Foucault, contempla el poder y el control como expresiones de procesos anónimos
que conducen a la vigilancia, castigo y sanción de conductas que se desvían de la norma. Bourdieu, ve al poder como el
resultado de hábitos culturales que se superponen a los económicos: juntos explican su reproducción social a través del
tiempo según los procesos de supra ordenación y subordinación comunes a toda sociedad y constitutivos de la división
de la fuerza, el privilegio, la influencia y el control dentro de ellas. b) Conflicto: Denominación general para las
divergencias, las tensiones, las rivalidades, las discrepancias, las disputas y las luchas de diferente intensidad entre
distintas unidades sociales: entre (y dentro de) los roles sociales, grupos sociales, organizaciones, sectores sociales,
sociedades, estados y entidades supraestatales. Según el teórico Ralf Dahrendorf, la sociedad encierra dentro de sí una
serie de contradicciones y objetivos colectivos, contrapuestos que provocan conflictos de intereses, por esta razón el
conflicto es inherente a cualquier dinámica social 38 También este autor, señala que la autoridad no reside en los
individuos, sino en las posiciones que ocupan. El origen estructural de estos conflictos debe buscarse en la asignación de
roles sociales dotados de expectativas de dominación o sujeción. La autoridad dentro de cada asociación es dicotómica;
de manera que pueden formarse dos grupos de conflicto dentro de cualquier asociación: los que desempeñan
posiciones de autoridad y los que ocupan posiciones subordinadas que defienden intereses que son contradictorios en
esencia y dirección. La teoría del conflicto de Dahrendorf, introduce el término clave que son los intereses, dentro de
cada asociación, los que ostenta posiciones dominantes se afanan por mantener el estatus quo, mientras los que se
encuentran en posiciones subordinadas persiguen el cambio. El conflicto de intereses dentro de cualquier asociación es
latente, significa que la legitimidad de la autoridad es siempre precaria. Dahrendorf distingue dos tipos de intereses:
Latentes; son aquellas expectativas inconscientes de rol; Manifiestos, son intereses latentes que se convierten en
consientes. Finalmente, Dahrendorf plantea la existencia de tres grupos de conflicto: cuasigrupo que tienen los mismos
intereses de rol; éstos constituyen campos de reclutamiento del segundo tipo de grupo: el grupo de interés. En último
lugar encontramos a los grupos de conflicto, aquellos que se ven involucrados en un conflicto grupal. 39 c) Lucha por
acceso a recurso de tierra y agua La lucha por los recursos naturales de la comunidad según el autor Diez se manifiesta
con: La combinación de dos sistemas de tenencia de la tierra es una característica propia de las comunidades
campesinas y se asienta sobre el derecho que tienen las familias comuneras frente a los derechos de las comunidades
para intervenir en los recursos productivos como la tierra o el agua, que son propiedades de la comunidad. Por otro
lado, la comunidad se define por su capacidad y su modo particular de resolver las tensiones entre lo familiar y lo
comunal (1999:162). En las comunidades campesinas de Junín coexisten dos sistemas de tenencia de la tierra: comunal
y parcelario. Las tierras agrícolas de riego están bajo el control de familias y es administrada de modo similar a una
propiedad privada; mientras que, las tierras de uso comunal son generalmente de pastos y están ubicadas en las zonas
intermedias y altas de la región. Las tierras sujetas al control de unidades familiares se transfieren a través de la
herencia o el sistema social de compra venta; estas formas de apropiación de la tierra comunal son respaldadas por
documentos que tienen un valor social como los testamentos, documentos de compra-venta, documentos de
disposición municipal o de los juzgados de paz.
MARCO CONCEPTUAL
a) Comunidad: Es una institución que existe dentro de un pueblo con funciones específicas, que tienen en
común la posesión de tierras y los lazos de parentescos entre los miembros. b) Ciudad: Una entidad
urbana con una alta densidad de población en la que predomina fundamentalmente la industria y los
servicios. c) Población: En su uso más habitual, la palabra hace referencia al grupo formado por las
personas que viven en un determinado lugar o incluso en el planeta en general. d) Comunidad
campesina: Es la institución social que está constituida por una población indígena, ubicada en la sierra,
con tierras de explotación colectiva , solidaridad grupal, trabajo colectivo de reciprocidad, practica de la
minka o faena comunal, actividades fundamental y predominantemente agropecuarias con cierta
homogeneidad de status socioeconómico. e) Desintegración: Separación de las partes o de los
elementos que conforman un todo, de manera que deja de existir como tal. f) Modernización:
Entendida como expresión es el mercado y desarrollo científico tecnológico, llegan hacer los
mecanismos típicos de la integración transnacional. g) Migración: Llamamos migraciones a los
desplazamientos de la población que conllevan un cambio de lugar de residencia. 45 h) Inmigración:
Este término hace referencia a la persona que llega a otro país o región para residir en él. i) Emigración:
Consiste en dejar el lugar de residencia para establecerse en otro país o región. j) Conurbación: Es la
unión de áreas metropolitanas. Tanto para la geografía como para el urbanismo, los términos
"conurbación" y "conurbano" tienen que ver con el proceso y el resultado del crecimiento de varias
ciudades (una o varias de las cuales puede encabezar al grupo) que se integran para formar un solo
sistema que suele estar jerarquizado, si bien las distintas unidades que lo componen pueden mantener
su independencia funcional y dinámica. k) Invasión: Se trata de interrumpir, entrar por la fuerza u
ocupar irregularmente un lugar. También se refiere a aquello que entra y se propaga en un lugar o
medio, al ingreso injustificado en funciones ajenas o, dicho de un sentimiento, a apoderarse de alguien.
l) Organización comunal: es aquella organización con personalidad jurídica sin fines de lucro, que tiene
por objeto representar y promover valores e intereses específicos de la comunidad. m) Comunero:
Persona que es propietario junto con otro de un terreno. n) Poblador: Persona que habita en un lugar
especifico o) Crecimiento urbano: como su nombre lo indica, es el crecimiento de la mancha urbana o
mancha metropolitana de una ciudad, es cuando hay más nacimientos que defunciones y mucha gente
de otras ciudades se va a vivir a esa ciudad, haciendo que la población crezca p) Urbano: Urbano asigna
lo que es ciudad. 46 q) Rural: Es un adjetivo que hace referencia a lo perteneciente o relativo a la vida
en el campo. Lo rural, por lo tanto, es aquello opuesto a lo urbano (el ámbito de la ciudad).
La tradición antropológica peruana y sudamericana tuvo a la comunidad indígena como uno de sus temas centrales.
Contando entre sus fundadores y precursores textos como Nuestra comunidad indígena (Castro Pozo, 1924) o El ayllu
(Saavedra, 1913), que desde perspectivas distintas reivindicaban o denigraban la organización indígena andina, la
comunidad como realidad sociológica y antropológica era considerada un elemento central y totalizante en la sociedad
andina, constituyéndola al mismo tiempo una realidad a comprender y analizar, así como a aprovechar o transformar
desde una óptica de transformación (deseada) de la sociedad y de los países -desde una perspectiva de desarrollo,
diríamos hoy en día. Tras su institución como disciplina académica en San Antonio Abad y San Marcos, ocuparía un lugar
central en los estudios antropológicos andinos durante algunas décadas, incluidos los años del experimento Vicos y su
generalización en los proyectos del Plan Nacional de Integración de la Población Aborigen (PNIPA), así como los estudios
sobre los cambios sociales desarrollados desde el Instituto de Estudios Peruanos (IEP) (Urrutia, 1992).
Desde entonces muchas cosas han cambiado: la disciplina ha ido enriqueciéndose, transformándose, adoptando
nuevos paradigmas y preguntas, haciéndose escéptica de conceptos y realidades totalizadoras, abriéndose a nuevos
campos y preguntas. Aunque por un momento los antropólogos «siguen» a los comuneros en su migración a la ciudad,
analizando cómo proyectan la lógica de sus instituciones y prácticas en el mundo urbano (Golte y Adams 1987; Blondet,
Degregori y Lynch 1986), pronto dejarán de ser un sujeto de preocupación, generándose un período de apertura a
nuevos temas y sujetos y dando paso hacia otros temas como la etnohistoria, el agro reformado, los movimientos
sociales o los conflictos (Pajuelo, 2000). En algún momento, los comuneros y campesinos llegan a perder sentido como
locus de la investigación en aras de temas más específicos y la comunidad deja de proporcionar las pistas suficientes
para explicar los comportamientos y prácticas sociales de sus miembros (Golte, 1992).
Los trabajos sobre comunidades, si bien no desaparecen, disminuyen considerablemente, con la excepción notable del
volumen de Debate Agrario dedicado al tema (1992) y unos pocos artículos publicados en los números posteriores. En la
década de 1990, las comunidades campesinas parecían un sujeto caduco para el análisis social y antropológico.
Mientras tanto, el número de comunidades reconocidas se seguía incrementando sostenidamente: en la década de
1990 llegaron a 5000, y a la vuelta del milenio sobrepasaron las 6000. Los pocos trabajos publicados hacia fines de la
década de 1990 daban cuenta de una aparente crisis de la comunidad y de la proliferación de «asociaciones
voluntarias» especializadas, que suplen las antiguas funciones y median en la interacción entre pobladores rurales y las
instituciones del Estado y proyectos de desarrollo de organismos privados (Diez, 1999).
Durante la última década, en el marco de la expansión de políticas neoliberales y de la inversión privada en zonas
rurales, la comunidad vuelve a ser sujeto de preocupación desde la política y la academia. Desde las perspectivas del
gobierno y los inversionistas, la comunidad empieza a ser vista como un obstáculo a superar en el proceso de desarrollo
y crecimiento del país. El presidente de la república les dedica «El síndrome del perro del hortelano» en uno de los
diarios de mayor circulación del país1, acusándolas de subutilizar recursos y obstaculizar el progreso del país. Y es que,
desde la segunda mitad de la década de 1990, las comunidades vuelven a ser doblemente protagonistas. Por un lado,
participan visiblemente en numerosas protestas a lo largo del país, clasificadas las más de las veces como conflictos
«socioambientales» referidos a disputas por el uso de recursos como agua y tierra, pero también por contaminación
ambiental y oposición a proyectos de inversión minera en sus territorios. Por otro, en el marco de los procesos
contemporáneos (urbanización, expansión de la economía de mercado, movilidad de la población, descentralización y
crecimiento de presupuestos locales), las comunidades cambian incorporando nuevas funciones y reglas internas,
cambiando sus formas de ser interlocutor con el Estado y los agentes privados.
Una serie de estudios sobre comunidades buscan dar cuenta del nuevo contexto y los cambios que experimentan. El
volumen editado por Laos (2004) y el trabajo de Arpasi (2005) se ocupan de las comunidades en el marco del proceso de
cambios normativos en curso (aún inacabados y pendientes) respecto de la concordancia entre la legislación sobre
comunidades campesinas en el marco de la nueva Constitución. Las comunidades campesinas e indígenas actuales
tienen que desenvolverse en marcos jurídicos desfasados o que se encuentran «en proceso», que dependen de una
serie de transformaciones que involucran derechos y no solo de los procesos históricos y regímenes de los estados, sino
también de procesos globales y marcos normativos internacionales.
Así, en los últimos quince años asistimos a una nueva generación de estudios sobre comunidades que resaltan diversos
procesos en marcha, afirmando transformaciones, pero también retos y posibilidades, y multiplicando las entradas
analíticas sobre el sujeto «comunidad» desde diversas perspectivas. Trabajos como los de Landa (2004) o Castillo y
Urrutia (2007) analizan la participación de las comunidades campesinas en los nuevos marcos legales descentralistas de
la gestión municipal local; estudios como el de Etesse (2012), Flórez (2012) y Barrio de Mendoza (2012) nos remiten a
los cambios generados por la municipalización y urbanización de las comunidades; los procesos de fragmentación y
negociación con empresas mineras son estudiados por Burneo y Chaparro (2010) y Barriga (2012); las nuevas formas de
utilizar y controlar la propiedad, el territorio y sus recursos han sido estudiados por Burneo (2012), Diez (2011 y 2012b)
y Rodríguez (2012); Colque, Choque y Plata (2008) y Laos (2011) sistematizan discusiones sobre los retos
contemporáneos para el desarrollo de las comunidades.
En Ecuador, Guerrero y Ospina (2003) conectan la tradición de los estudios de comunidad con los nuevos procesos y
retos de los movimientos indígenas; en Bolivia, la problemática de las comunidades estará ligada a los procesos post
Reforma Agraria, y sobre todo al proceso de reconocimiento de los Territorios Comunitarios de Origen (Barragán,
Colque y Urioste 2007; Colque 2008): la nueva Constitución terminaría por elevar las formas comunitarias de gobierno al
rango de la legislación del Estado.
En 2007, el Grupo Allpa (2007) publica un trabajo de balance sobre el estado de la cuestión en los estudios sobre
comunidades sobre la base de cinco ejes: situación jurídica (Castillo, 2007), propiedad comunal (Burneo, 2007), política
y poder (Diez, 2007), género (Urrutia, 2007) e identidad (Del Valle, 2007), señalando no solo los trabajos existentes sino
estableciendo líneas de análisis y temas de debate. Más recientemente, una publicación del Cisepa (Diez, 2012a) reúne
once estudios de caso sobre diversos procesos que afectan el desenvolvimiento de las comunidades contemporáneas,
organizándolos a partir de tres ejes: los procesos comunales, los nuevos recursos comunales y los retos políticos
contemporáneos.
El conjunto de trabajos mencionados muestra la diversidad de entradas, enfoques y procesos por las cuales las
comunidades tanto se adaptan y reinventan a sí mismas, en el marco de relaciones cambiantes al interior de ellas, así
como en su relación con el Estado, empresas o procesos globales.
El conjunto de artículos reunidos en este número especial da precisa cuenta de dichos procesos, así como de una serie
de temas pendientes y nuevas problemáticas que afectan a las comunidades.
El trabajo de Ingrid Hall nos remite a los discursos y sentidos que las comunidades construyen en sí mismas y para sí
mismas, en función de afirmar su cohesión y la propiedad de la tierra. Partiendo de constatar el proceso de gestación de
la comunidad de Llanchu en el Cusco con la Reforma Agraria, muestra cómo las políticas de la palabra y la etiqueta
interna de la comunidad, signada por las dinámicas del «respeto» debido dentro de la comunidad, son tributarias de los
procesos de construcción de un nosotros comunal construido sobre tensiones y grupos diversos en el marco de lucha
por la tierra. Los grupos sobre los que se construye la historia comunal no desaparecen sino que se redefinen,
mostrando la importancia de la historia y la reinvención de la comuna como sustento de su legitimidad. Todo ello tiene
consecuencias en los procesos y proyectos desarrollados en la comunidad, en la que están siempre presentes sus
diferencias fundacionales al mismo tiempo que todos se esfuerzan por ser una verdadera comunidad.
La misma necesidad de afirmación de lo comunal aparece en el trabajo de Osorio sobre la comunidad de Cátac, en la
sierra de Ancash. En este caso, la acción colectiva se construye alrededor de la gestión y el manejo de una comunidad
que cuenta desde sus inicios con una «empresa comunal». A lo largo de las décadas que transcurren desde su
reconocimiento comunal y su constitución como tal a partir de terrenos de hacienda, pasando por procesos de
recuperación de tierras en el contexto de Reforma Agraria, la comunidad y la empresa comunal se redefinen
continuamente. Los grupos de interés al interior de la comunidad se redefinen, así como las tensiones y problemas que
enfrenta la empresa comunal, que poco a poco se diversifica para terminar cubriendo ámbitos tan amplios como la
producción ganadera, el comercio, los servicios, la minería y el turismo. Las diversas tensiones generadas por la
diversificación y diferenciación de los comuneros terminan por ser resueltas por la acción colectiva institucionalizada en
el marco de la construcción y conservación de la unidad comunal.
La necesidad de la cohesión comunal se pone en cuestión en el análisis que Burneo hace sobre los problemas de acceso
a la tierra, pero también sobre los significados que esta asume contemporáneamente en medio del asedio interno de las
nuevas generaciones de comuneros y del asedio externo de las empresas trasnacionales y el Estado, que utilizan la
lógica de titulación de la propiedad comunal en su beneficio. Las comunidades de Colán y Catacaos reivindican un
territorio ancestral, «adquirido» desde tiempos coloniales pero que no cuenta con títulos de propiedad reconocidos por
el Estado que les garantice el acceso exclusivo a dichos terrenos. En este contexto, diversas empresas presionan al
Estado y a las comunidades para el acceso a los territorios comunales, obligando a las comunidades a implementar
estrategias de defensa de la propiedad. Así, la respuesta comunal histórica, su función primigenia de defensa de la tierra
parecería conspirar contra la propia comunidad: las estrategias de cesión de tierras eriazas a los comuneros,
implementadas para facilitar la defensa de la propiedad colectiva se desdibujan cuando los propios comuneros
interpretan estos procesos -en el marco del desarrollo de políticas de titulación- como un medio para el acceso
individual a la tierra.
Un cuarto eje de discusión se centra en la condición indígena (o no) de las comunidades y en las consecuencias
analíticas (y políticas) que conlleva la inclusión de una variable étnica para el análisis de las comunidades campesinas.
Barrio de Mendoza y Damonte nos introducen a las dificultades que enfrenta la condición de indianidad de las
poblaciones. Los múltiples cambios del término indígena, que durante la Reforma Agraria termina por decantarse hacia
la condición campesina de la población comunal andina y costeña, dificultan la identificación de poblaciones claramente
indígenas y dejan un amplio margen de discrecionalidad en su caracterización. Las fuentes de definiciones se clasifican
en tres grandes grupos: los organismos multilaterales; los académicos y políticos, y los propios movimientos indígenas.
Así, se abre un amplio campo de negociación y tensión que se expresa, en el Perú, en las dificultades para definir los
sujetos de consulta en el marco del Convenio 169 de la OIT y la Ley de Consulta aprobada por el Perú.
A diferencia de estos trabajos sobre el Perú, el estudio sobre Otavalo y Cotacachi, en Ecuador, revela los profundos
cambios en las relaciones políticas entre las comunas, el sistema político y el Estado. La etnicidad aparece más
decantada en estos casos, y en el marco de un proceso de afirmación y reconocimiento étnico y político, los debates y
análisis versan sobre la capacidad real de la población comunera de ejercer poder y de articularse a procesos y
proyectos políticos partidarios más amplios sin perder identidad ni la perspectiva de las comunidades de base que le
dan sustento. Ortiz nos presenta a los indígenas defendiendo su representación étnica, mientras reivindican demandas
de acceso igualitario a los programas y servicios públicos que ofrece el gobierno con sus políticas redistributivas,
negociando cuotas de poder local con el partido mayoritario Alianza País de Rafael Correa. Esta combinación de
reivindicaciones étnicas y ciudadanas se debe a una experiencia de larga data de relación con el Estado, pero al mismo
tiempo a una visión indígena de «más Estado», de un Estado proteccionista, que se contrapone a la perspectiva
neoliberal de los gobiernos anteriores a la «revolución ciudadana».
Hay una serie de dinámicas que atraviesan la sociedad rural y que ponen en tensión la persistencia misma de las
comunas, su capacidad de adaptación o reinvención, mientras los territorios se modifican por la presencia de actores
empresariales imbricados con el propio Estado. Este número de Anthropologica se pregunta sobre esos cambios en el
ámbito local, tanto en lo territorial y económico como en la organización, las relaciones políticas y las identidades,
Analizando diferentes casos de comunas en Perú y Ecuador, los artículos aquí presentados examinan la relación del
poder y el territorio. Por una parte se revelan procesos de adaptación económica ante la presencia de actores
empresariales, pero también se incorporan nuevos significados que superan la «defensa» de la tierra para incorporarla
como mercancía, recurso de negociación con las trasnacionales o espacio para la demanda de vivienda. En el terreno
político se advierte la adaptación de los indígenas comuneros del norte del Ecuador que revindica sus autoridades
étnicas en medio del avance arrasante de la corriente igualitarista y homogeneizadora de la «revolución ciudadana»,
que no contempla cambios estructurales en el campo. Todo ello en el marco de nuevas dinámicas territoriales en el
contexto con el avance de la minería, las empresas agroindustriales y el Estado que imprimen nuevas lógicas de
ocupación territorial y formas de presencia política.
El conjunto de trabajos presentados en este número dan luz sobre algunos de los temas pendientes respecto de la
problemática de las comunidades campesinas: la importancia y preeminencia de la afirmación de la propiedad y el
control territorial, en la base de la institución comunal y muchas veces leit motiv de los problemas y conflictos que
padecen: los múltiples procesos de transformación institucional, que enfrentan nuevas funciones, retos y procesos
internos y externos de revalorización en diversos planos y ámbitos de significado de los recursos comunales que obligan
a la institución comunal a transformarse; los reos de la acción política y el autogobierno en contextos de movilidad y
de transformación de referentes, la multiplicación de las arenas o escenarios políticos en los que tienen que
desarrollarse desde las políticas internas de la directiva y la asamblea comunal hasta las lides municipales regionales y
nacionales, además de los foros y movimientos internacionales; la creciente importancia de las consideraciones étnicas
en las políticas de las comunidades, que se fundan al mismo tiempo en la ancestralidad recuperada y transformada y en
los movimientos y procesos globales de reivindicación de derechos y transformación de sentidos y alternativas de
desarrollo; la permanente necesidad de relacionarse con un Estado múltiple desde sus políticas de inversión, su aparato
legislativo y judicial, así como sus políticas de reconocimiento étnico y los derechos asociados a ello.
Todos estos temas nos reafirman en la actualidad y necesidad de regresar a las comunidades campesinas como sujeto
de análisis, entendiéndolas en el marco de procesos de transformación más amplios pero también a ellas mismas como
procesos. El análisis de las múltiples dimensiones de lo comunitario nos coloca en la encrucijada de múltiples temas de
debate y disyuntiva que competen a las comunidades mismas, al Estado y al conjunto de nuestra sociedad, en marcos
institucionales que combinan política, propiedad, etnicidad, descentralización, pero también inversión, desarrollo,
historia e identidad.
REFERENCIAS
Arpasi, Paulina (ed.) (2005). Desarrollo comunal en la era global. Derecho indígena en el siglo XXI. Lima: Fondo Editorial
del Congreso del Perú. [ Links ]
Barragán, Rossana, Gonzalo Colque y Miguel Urioste (2007). Los nietos de la Reforma Agraria. Tierra y comunidad en el
altiplano de Bolivia. La Paz: Fundación Tierra-CIPCA. [ Links ]
Barriga, Paola (2012). Fragmentación comunal, minería y titulación. El caso de la comunidad de Tinyaclla en
Huancavelica. En Alejandro Diez (ed.), Tensiones y transformaciones en comunidades campesinas (pp. 73-96). Lima:
CISEPA-PUCP. [ Links ]
Barrio de Mendoza, Rafael (2012). La construcción del gobierno municipal en el gobierno comunal: la transición
territorial e institucional en la comunidad de Chacán. En Alejandro Diez (ed.), Tensiones y transformaciones en
comunidades campesinas (pp. 119-145). Lima: CISEPA-PUCP. [ Links ]
Blondet, Cecilia, Carlos Iván Degregori y Nicolás Lynch (1986). Conquistadores de un nuevo mundo. De invasores a
ciudadanos en San Martín de Porras. Lima: IEP. [ Links ]
Burneo, María Luisa y Anahí Chaparro (2010). Poder, comunidades campesinas e industria minera: el gobierno comunal
y el acceso a los recursos en el caso de Michiquillay. Anthropologica, XXVIII (28), Suplemento 1, 85-110. [ Links ]
Burneo, Zulema (2007). Propiedad y tenencia de la tierra en comunidades campesinas. Revisión de la literatura reciente
en el Perú. En Grupo Allpa, ¿Qué sabemos de las comunidades campesinas? (pp. 153-258). Lima: Grupo Allpa. [ Links ]
Burneo, Zulema (2012). Derechos de propiedad sobre la tierra en la comunidad campesina de Marcopata, Perú: una
perspectiva dinámica. En Liliana Soler-Gómez (ed.), Memorias del desarrollo: once experiencias en Latinoamérica (pp.
15-62). Lima: DESCO. [ Links ]
¿Urbanización con pobreza?
Desarrollo Urbano y Vivienda del BID ha trabajado y continúa diseñando intervenciones innovadoras para las
ciudades con un objetivo claro y simple: que todos los ciudadanos tengan acceso a los beneficios de la
urbanización.
Y este es también el objetivo de este blog. Un lugar de encuentro para pensar y discutir los proyectos e
intervenciones más efectivos para las ciudades que queremos construir.
Si uno busca en Google “ciudades” o “cities” encontrará una multitud de organizaciones, iniciativas y fundaciones
especializadas en el tema, y también una diversidad de “apellidos”: ciudades sostenibles, emergentes, seguras,
inteligentes, globales, saludables, ciudades del milenio y muchas otras. Todo esto muestra que el tema es muy
actual y concita el interés general.
¿Es esto importante para América Latina y el Caribe? Muchísimo, y por varias razones. En primer lugar, esta es la
región más urbanizada del planeta. Un 82% de sus habitantes vive en ciudades, lo que equivale a 480 de 600
millones. En segundo lugar, por la velocidad de la urbanización. En los últimos 50 años Europa y América del Norte
pasaron de una tasa de urbanización de 62% a 80%, mientras que América Latina y el Caribe, en el mismo período
de tiempo, creció de 49% a 82%. Desde 1960 el número de residentes de las ciudades de América Latina y el
Caribe se ha multiplicado por seis. Este crecimiento acelerado se explica por la migración campo-ciudad en la
década del 60 y 70 y el boom demográfico que recientemente ha comenzado a declinar.
La urbanización tiene muchos efectos positivos, especialmente para la economía, la innovación y el intercambio de
conocimiento. Muchas ciudades son los centros más importantes en generación de bienes y servicios. Así, Lima,
Buenos Aires y Montevideo son responsables por más de la mitad del PIB de sus respectivos países.
Pero la rápida urbanización de América Latina y el Caribe también ha traído efectos no deseados. Un alto
porcentaje de los habitantes de ciudades viven bajo la línea de pobreza. De los 180 millones de pobres en la
región, 125 millones viven en ciudades. Esto se debe a que el crecimiento demográfico ocurrió mucho más rápido
que el crecimiento económico.
Recientemente, al gran número de familias de bajos ingresos que demandan acceso a servicios básicos se suma
una clase media emergente con demandas cualitativamente distintas: más seguridad, menos contaminación,
mayor transparencia y mejor movilidad. Crece la demanda, pero la capacidad de respuesta de las ciudades y sus
gobernantes es, en muchos casos, limitada. Instituciones débiles, mal manejo de ingresos, peores decisiones
sobre gastos e inversiones y prioridades definidas por ciclos políticos, son los males que impiden una respuesta
efectiva de las autoridades.
La urbanización con pobreza genera además problemas de violencia, degradación de barrios, informalidad,
crecimiento desordenado y baja densificación. A esto hay que añadir los temas ambientales y de cambio climático.
El 82% de la población de América Latina y el Caribe viven en áreas de baja elevación costera.
Estos son formidables desafíos de la región. Y este es nuestro espacio para compartir con nuestros lectores
nuestras experiencias en América Latina, las lecciones que aprendemos, el conocimiento que generamos y las
buenas prácticas que fomentamos. Los invitamos a sumarse.